Anónimo - Don Porfirio Díaz

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Pocas figuras en la historia de México, e incluso en la de América Latina, son tan conocidas como Porfirio Díaz. Hasta muy recientemente, pocas han sido más incomprendidas o difamadas. La explicación básica para tantas distorsiones se revela al investigar los vigorosos mitos que se han creado en torno a la figura de Díaz. Todos los mitos, creados durante y después de la vida de Don Porfirio, tuvieron un origen y un claro fin político, pero cada uno se fortaleció con base en una corriente historiográfica poderosa, pero últimamente distorsionada. Por lo tanto, para empezar a acercarse con más imparcialidad a la vida de un personaje tan importante, y tan polémico, es imprescindible entender cómo la imagen de Díaz ha sido creada y denigrada y, sobre todo, cómo ha sido objeto de apropiación a lo largo del último siglo.

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D o N POR F 1 R .1 O D" T A Z

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PRIMERA PARTE

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o puede estudiarse [t un gnu~de hombre, aunque sea im-perfectamente, ~in ganar algo en su . intimidad. Este

principio es el que informa las obras elel eminente educador Smiles, q L1ien á menud o repite en ellas que ]a cualidad más preciosa de los grandes caracteres, consi:;;te en ]·a irresistible fuerza conque illducen al bien ú. todos los q 11 e les rodean.

Siendo esto ;lSÍ , y siendo tambiényerdad innegable, que l)ara asegurar el porn~nir el e In nacionalidad mexicana, necesitamos ur­gentemente formal' caracteres firmes y orientados al bien, no pue­de habel.· m edio má:-:; sencillo y efi caz para lograr ese ideal , que el de vulgarizar en talleres y escuelas los rasgos notables de uno de

Jos caracteres más extraordinario:-::, vigoro:,os y nobles que registra - . la historia , -cual es el del General Díaz.

Para ello nos apartaremos por completo del criterio adoptado ¡ IOI' la m ayoría de SllS biógrafos, en cuanto á que no referirem os sino de paso y cuando el caso lo pida, los triunfos brillantes y ruidosos con que ya coronando su inmensa obra militar, política~'

_ social; por el cont]'~ rio, (laremos prefereilcia á las acciones m enos conocidas, casi obscuras, algunas ignoradas ó mal comprendida;;:,

-con que inició y cimentó esa obra. Procederemos así no sólo porqu e considera,m os de mayor m érito

y m.ás alto precio momilos primeros actos C011 que un hOll) hl'e co­n1Íe11za á elevarse por Su propio esfuerzo y á ejercitarse en la prác­tica del bien, sino porque es esencial para las pretensiones ccluca­tivaR de este libro, ensefíal' cómo se vencen en la jn vcntufl las ten-

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laciones de la yida, eómo se <le;;;prüciall las ~ugestiones de la pa­sión y cómo se sah'an los primeros obstáeulos ele la áspera senda del deber, que si no siempre lleva' Ú la gloria, eonduce infalible­mente {t la supr8ma felicidad que estriba en la paz de la conciencia.

Guiar <:on su ejemplo y emular con sus virtudes á la niñez .Y á In jn\'entnd, será un sen'icio mús entre tantos que ha prorligado á ~u patria ~r á Rn puehlo el General Díaz.

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Interesante autógrafo de Don Benito Juárez, =1ue da idea de la importancia que tuvieron los servicios prestados por el entonces Comandante Porfirio Diaz, en el Gobierno de TehuAntepec.

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Veracruz, N ove . 24 de 18M).

SS. D Angel Mati::ts Corzo.

~I ¡ e~ Lj¡nado a.m igo

Sabrá, V. que las fuerzas d e OajacéL tu vieron un revés ce r · ca de Tt;!lluacall y qe. en consecuencia. el enemigo ocupó la ci udad de Oajaca el día 7 del corrte. La guarnición nuestra evacuó la. plaza y mar· chó á uno de los puntos de la sierra , donde el gobQ del Estado se oen ra. de au mentar sus fuerzas.

En Tehuantepc había un deposito de cerca de cuatro mil fusil es con municiones abundantes y la mayor parte de las armas estan ya en ma­nos fieles, bajo el mando del Comandte. On . Portí rio Dias , flue es buen gefe: de manera qe. si los reaccionarios invaden aquel ptlnto. tengo se · gu ridad de que sera escarmint.ado.

Como Tehuantepc. es la barrera que debe impedi r qe. e l enemigo pa· se á ocupar el puerto de la Ventosa, .Minatit,lan y ese Estado com' jene que reforcemos todo lo p03ible la guarnición A l efecto le sup li co fijp, 8 11

atjención en el Itsmo auxiliando de todas maneras al gete I ra he malloa · do situar una fuerza en Minat,i t lan para q ue la línea oe T'el111Ftntepeílllc pI!- acá este cubierta.

Por Tehuantepeqne ptH'oe T.l . es(~rihil"ni e .

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Cerca de Queret,aro tubimos tamblen un descalabro; pero no es de grande consecuencia contra nuestra causa.

Diré á V el esl acto guardamos has tuerzas del Sr Degollado {L ult,imas fechas estaban entre S. Luis y Guanajuato. Como de pronto carese de ar ­tllleria tendrá <JlIe demorarse mientras benga cte Ventosa y la. artillería de grueso calibre que compramos en el Norte A la fha .. deben estal' reu­nidos cerca. de U uadalajara mas de cinco m il hombres de buena ca1irl~rl y con buena artillería los Senores Ogazon, Coronado, Valle y Rocha EIl Morelia "abía dos mil IlOmbres y se levantaron numerosas fuerzas por Ilaber llegado ya el al'mamt,o. (Je se compro en los Estados Pninos y fue por Panamá .

El Sr. D. Jua.n Alvarez ha recibido yatambien armarntQ que se com­pro en el Norte y las municiones de qe carecia. En fin tenemos elemtos. que se comenzaran á mover Cuido V su Estado y Tehuantepeque de dOIl­de pllene V pedi r las armas que necesite.

Soy S1I am ig'o afmo

Q . B S. M.

BENITO .T nA REZ .

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• 1

LA VOCACION

DEI3EM05 PltOCEDER DE ACUEHDO CON ~'TESTRA COXCIEXCL\. ,

Muy j.uven, ca~i nii10 era Porfirio Díaz CUílllelU terminó en el Se­minario Conciliar de Santa Cruz de Oa,xacu, los estu clio ~ prepal'a­tllrios"(le la carrera ::;acerdotal {l que le habían dedicado; contaba ~ lltunccs diecinueve añ os. Su único protector , el poderoso Obispo non JOS(~ Agusfín Dom ínguez, le llamó ú ( ~onf'ejo:

-í< Tiem no es ele q ue pie ll~es en alH'az<ll' tu III i:-:ión , le elijo; el Ril o que vien e , bueno serú (~nlcnarte de tonsura ¡'T que portes hit.-

)itus ...... »

H arto ,'isibIe debió ~e r la frialdad con que el jo\'cn :-:eminarista e3c uéhú tal di r::;posición , pueRto que el seiior Obispo creyó neceRa­l'ill apuy:trla con razon e:-: ele conveniencia, que estilllú seeluctora:-: y deciRi V:1 :-:, como lo ,·entaj o~o (le la posi<.: ión ~ocial .Y la riqueza de que ( 'ntonce:-: (li sfrutaban los mi enlbros del clero.

Habituado Porfirio (1. obedecer (\ sus mayores, y noha biend() <l(~spe rta(lo en tl hasta entonces la conciencia, acató' lo q11e su pro­-tedor ha ula resuelto, y. ¡weptú sumisamente, pero :-:in coni'icción .Y s in entu~iasmo , el pon'enir que 88 le deparaba. r

Durante las yacaciones de ese afio ( 1849) Y entretanto llegaba IC·I m omento (le recibir In orden sllcerc.lotal, (¡ la yez q ne se iniciaha

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-8--. .

Porfirio en el estudio de la Teología, daba clases de latín para ayu-darse y ayudar á su anciana ma-dre, cuya pobreza era extremada. Uno de los discípulos de latinidad del clérigo en c~ernes, era hijo dellicenciaclo Don Marcos Pére~, acendrado liberal, amigo íntimo de Juárez y profesor en el Instituto de Ciencias y Artes de Oaxaca.

En aquella época, el Seminario en que comenzó á educarse Por­firio, y el Instituto, en que hizo su carrera Juárez y concluyó tam­bién la suya ' Díaz, simbolizaban las dos tendencias políticas con­trarias que agitaban á nuestro país: en el Instituto se propagaban los principios de libertad de pensanliento y de conciencia, de igual­dad ante la ley, de fraternidad, de tolerancia, de orden, de labo­riosidad; en el Seminario se profesaban las ideas opuestas, la in­tolerancia, los privilegios de clases y la sujeción incondicional del ' / pen.samiento y de la conciencia á la fe ciega é irracional.

Un acontecimiento insignificante en sí, bastó para cambiar el llestino de Porfirio: Don Marcos Pérez le invitó á la distribución - ,

de premios que iba á hacerse á los estudiantes del Instituto, y lo presentó en esa fiesta á Juárez, que era .Gobernador del Estado. El trato leal y franco del demócrata indio, sedulo al joven seminaris­ta, acostumbrado hasta entonces al despotismo de sus superiores, los altivos clérigos del Seminario, á quienes había que hablarles hu­millándose.

• Al mismo tiempo, los discursos que escuchó Porfirio en la fun-

ción de premios, despertaron su conciencia y le revelaron la verda-dera senda qne debía seguir conforme á sus sentimientos. Tremen-

da elebe ele haber sido la lucha que se entabló en aquella al:m:a de ni110. De uil lado estaba la yoluntad ele los séres á quienes todo lo debía; estaban también la riqueza y el poder asegurados, la vid~ fácil y agrnd'able; del otro lado sólo vislumbraba la paz de la con~ ciencia y la satisfacción que produce consagrarse, sincera y honra­üamente á lo que se cree bueno y -noble.

Porfirio no ntciló mucho: no debía seguir la carrera ecleciástica puesto que no sentía vocación para ella; no debía ser un mal sa­cerdote; prefirió, resuelta y dignamente, la miseria honrada. Mas aun cuando su resolución fuese firme, no la llev6 á cabo como es fácil comprender, sino á costa . de tremenda lucha . íntima, que le hizo pasar en vela toda la memorable noche de las calificaciones, co­mo se llama familiarmente en Oaxaca á, la funci6n de premios del..... Instituto_

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-9- ,

Había razón para ello: á 108 diecinueve años es cosa muy gra y e­

cambiar de rumbo en la vida, desairar y contrariar á un protector poderoso, y desdecirse de una promesa, aunque s610 haya sido h e­cha por complacencia; además, para la~ madres oaxaqueñas de esa época, la suprema ambici6n era tener un hijo sácerdote, y á Porfi­rio le apenaha frustrar las ilusiones de su ex'celente, ele su ejem-

. pIar madre.

Como era natural y debido, ella fué la primera en ser consulta­da; y se afligió tanto, creyendo á su hijo extraviado y perdido, que Porfirio no tu vo valor pUira resistir á sus lágrimas, y le ofreci6 ha ­cer lo que dispu::5iese; pero la prudente y abnegada señora, domi­nando su pesar y subordinándolo al cumplimiento del deber de dar

/ estado á los hijos conforme á la voluntad de ellos, se limit6 á ha­cerleal suyo las reflexiones propias del caso, entre ellas la muy grave de que si no seguía la carrera eclesiástica, perdería la op­ci6n á una beca de gracia, por cierto, de las de San Bartolo, 'lue eran las más estimadas, y á una capellanía que se le había ofreci-

· do, lo que significaría irreparable quebranto, especialmente para · ella; sin embargo le eatimu16 á no contrariar su vocación, para evitar que fuera un sacerdote indigno, y ella misma se encargó de la espi­nosa tarea de notificarle al Obispo Domínguez la resolución del ex­seminarista. ¡Admirable ejemplo ele lo que pesa en el porvenir d<: los hombres,. la intiuencia maternal! Así se explica que el digno hijo de Doña Petrona Mori ele Díaz, h aya sido siem pre esclavo de su deber.

Al tener ll,oticia de esta decisión: el Obispo se mo~tró indigna­dísimo, le trató duramente, le exigió que le de\'olviese los libro~

· q ue le había dado y le retir6 todo auxilio. Prudente y justa, la ma­dre del valeroso y leal jo\"en le hizo reflexiones, pero sin oponerse sábiamente á que contrariase su vocación. Y aquel niño, cuyo gran carácter apenas comenzaba á manifestar~e, todo lo arrostr6, á todo se t:obrepuso antes ' que violentar sus inclinaciones y sus creencias; n1ái3 tarde daría su propia :-3a ngre por sostenerlas.

Este fué .. su primer paso en el camino de la grandeza y de la . gloria.

No es dable á todos· los hombres alcanzarlas; pero obedeciendo s iempre las indieaciones de la conciencia, se logra infaliblemente· conquistar la paz del alma y el respeto ,y la estimación de la so­ciedad ..

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II

LA A·YUDA PROPIA •

EL TRABAJO MA~FAL ES HONROSO

Si Ú llluchos jóvenes que vagan por las ealles haraposos, ham­briento:-: , ~in profe~i(m ni oficio, se les preguntara cuál es la causa de sus desdichas, eonte8tarían casi invariablemeúte, que por falta de J'ecul'sol:' ~r de protección abandonaron los estudios y truncaron algul1l1 L:arl'cra científica; y como creen degradante para ellos el tra­bajo n U11'lUal, no hallan manera de vi ,-ir. - Pues bien; el humbre que ha hecho ú nuestra patria fuerte, rica y feliz, .v ú quien llama.n amigo y colman de atenciones y de bono­re3 10:-: lllonarcas m{Ls poderosus de la tierra , mientras estudiaba con t e!':'ún ~- obtenía hOl1roí:ias calificaciones en todos sus exámenes, en su adule!':'ceneia c1edieH ba lHE; horas libres á oficios bumildísi-1110:1, para alivhr sus llece::;idade:-5 y las de su familia. ~

La pobreza del ef'~tudiante Porfirio Díaz 'er3, tan extremada, que en la época en que eun;{) l()gic:a fué necl'sarin que un comerciante oaxaqueiio , interesa.do por 1<1 energía y el empeño del seminariRt~ 7

le l'ega b:-:e ,el libro ele t,exto y la brtrTa!Jrma, especie <1e c~l,pa q;ue se exigía <]ue portaran los alumnos l'xtl'l'nOS del Sel1linario . . La Plotec:ción lleDon J()aq uÍ n Va$eo~leelos , que a:-:í se lhtn:;¡.aba

el C'Dlllercialltc, tUYO pOI' principio un l'~sgo a.el pundonor .r ,4e la afición ele Porfi rio al tl'ahnju. \T aRconcelos encargaba á la señora ~'[nri y Ú Hl:-5 hijaR, labore:-- tale~ como c0-nfeCClón lle camisas y mn­

puntadll tle r ebozos. E~to sugirió al necesitado estudiante, deseoso de ayncl'Ll' (t :-:u familia , la i<lc<I de solicítnr de Don .Joaquín que le atlmitie:3e C011l0 elllpleatlo en llUGL de su:-: tienllas. El com erciante tomó informes, y lIsí :-,upo (lue el animoso jo\'en merecía apoyo y ,no üebía abandonar las aulaf:i por el mostradur, cuando cnr:-,abn ya Lógica, eon notaLlc apnweehamiento.

Vien(lo Porfirin 4l1e el calzado para él y para su familia era muy

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(:aro conforme ú ~us posibililidades, decidió confeccionarlo él mis­mo. Sin tardanza se aplicó á aprender cómo hacía su labor el za­patero Nicolás Arpide, que tenía su taller frente al Instituto; se procuró toscos utensilios; y con tan rudimentarios elementos, en breve pudo proveerse de calzado y proveer también á su familia. Mús tarde llegó á hacer botas y zapatos finos y bien acabados.

Los muebles seneilllos y los trabajos de carpintería que aprendió á hacer del mismo modo ~r por la misma ratón que los zapatos, :para vencer las grandes dificultades con que luchó en su juventud, le producían buen dinero, y llegó á. hacer un ajuar fino completo.

Si carecía de reCUr80l5 para lo necesario, con mayor razón habían de fa.ltarle pa.ra lo superfluo; pero el hombre industrioso y activo t't' ríeo en todas partes y logra siempre lo que desea.

Desde niño tenía Porfirio ardiente afición por la caza y por to­dos 101-\ ejercicio~ físic01-\ y varoniles; mas una escopeta, un arma cualquiera, por barata que fuese , era un lujo inasequible para el mísero estudiante. No por et-iO se quedó con el deseo; al contrario, le sat.isfizo y sacó partido de él. Un cañón viejo y herrumbroso de fusil , una llave ,de pistola y un tarugo de, madera, se trasformaron

. . en sus manos hábiles y pacientes, en servible escopet.a, armado con la eua] íbatie {t los montes , ufano y dichoso, ú cazar buenas piezas con que surtía la. exigua despensa de la familia. En ::iUS excursio­nes trabó ('onocimiento con otros cazadore~, en su mayoría índige­naf;; Ú quienes unas veces les hada mneble8 sencillos, otras lCi-) componía las armas que ::;e les desarreglaban, y en ambo~ casos ga­na ua honradamente algún dinero.Y convertía ele tal modo en úti I y pnHlnctin),_ un entretenimiento qne pura. otros hubiera sido di~-pendi()su ca,pricho. .

A. lHellicla que laf-; aptituLles ele Porfirio ihan desarrollándose por €l 8stu(lio , t'U e.spíritu industrioso sacaba partido de ellas .Y creaba. Jnejores recursos. Le vimol-' ya elando clasef-; p:t.rtieulare~ ele latín: TI1Ú.S adelante fué l?ibliotecario y pasante de Der~cho Nn,tural y de (+entet'; en el Instituto d e Ciencias en que se educaba ; y al termi­:].lar la canera de abogado, cuyo título no obtuvo porque Santa ~:\..nna , alarmado conla~ tendencias liberales de ese plantel, lo elausu­

:::TÓ súbita. y arbitrarialnente, Porfirio cosechaba ya buenos frutos de su profesión y tenía clientela remuneradora, que í.1balldonó en las cil'cnn~tanúa:-: que después veremos, para consagrarse en cuerpo y ¡§lma. [¡ la. ca.usa ele la R.eforma. ' . . ."

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• •

-12-- • . Al conocer estos rasgos del carácter del General Díaz, fácil es comprender que quien jaluás se arredró ante ninguna dificultad en los · primeros años de su ·vida, ni consideró humillante ningún tra­bajo honrado, haya sido capaz de allanar todos los inmensos obs­táculos que se oponían al engrandecimiento de nuestra patria, y ha­ya sabido sacar, poco menos que de la nada, ejércitos, armas, di­nero, ferrocarriles y escuelas, como sacaba escopetas y. zapatos: á fuerza de trabajo.

Nadie que imite este ejemplo en la medida de sus facultades, Va- .

gará nunca por las calles, haraposo y hambriento, sin saber qué ,~ hacer para vivir.

lB

LA DEFENSA DE LA PATRIA

30LO PARA ~IANTE~ER LA I~DEPE~DE~CIA

DEBEMOS TOMAR LAS ARMAS.

--.-

-La noticia de que el invasor norteamericano había avanzado

hasta el pueblo de Teotitlán y amenazaba atacar la capital del Es­tado de Oaxaca., conmovió intensamente á los oaxaqueños é hizo ~ vibrar en ellos el más alto v el más noble de los sentimiento::> cfd-

v .

cos: el amor á la patria hollada por el enemigo extranjero.

Esto sucedía en' 1846. Porfirio Díaz era un niño de dieciséis afioi-;, que estudiaba lógica en el Seminario de Santa Cruz; pero·b!1stó que el presbítero Don Macario Rodríguez, que era el profesor, dijera al­go á los escolares acerca del deber de los mexicanos, de defender el. territorio invadido, para que en aquellas tiernas almas se encendie­se la pura llama de la abnegación y del sacrificio por el honor de la ... patria. •

~Ias en Porfirio tomó este sentimiento la misnia forma activa,

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fecunda y eficaz que los granrles caracteres dan á todas las ideas y á todas las emociones. A esa edad y en tal momento solemne, se reveló el futuro conductor de hombres y el soldado que en el porvenir habría de eonelucir á la gloria el pabellón de la República victoriosa y libre.

Apenas había acabado el profesor Rodríguez su arenga patrióti­ca, cuando Porfirio, haciéndose cabeza de sus condiscípulos, se di­rigió con algunos ele ellos á presentarse á Don Joaquín Guergué, Gobernador del Estado, para ofrecerle sus servicios y los de sus

-com paneros.

Eran tan niños aquellos aspirantes á defensores de la patrin, que no comprendiendo el Gobernador Guergué el nobilísimo y genero­so impulso que les guiaba, les preguntó: .

-¿Qué diablura habrán hecho ustedes? y se limitó á anotar los nombres ele aquellos muchachos, sin aceptar de pronto la oferta que le hacían. Después fué aceptada, y entonces empuñó Porfirio las armas por primera vez en su vida, en defen~a de su patria; en­tonces hizo sus primeras guardias y se sujetó, cumplido y diligen­te, al duro régimen militar de campaña.

Alejado el peligro de la invasión, tornó Porfirio á sus estudios preparatorios de la profesión sacerdotal y se apartó momentánea­mente de la vida del soldado. Algunos años debían tran~currir hasta que volviera á armarse de por vida para contribuir á CJue se escribieran muchas de las más bellas páginas de las epopeyas de la Reforma y de la segunda Independencia.

Pero cualquiera que fuese el enemigo que combatía, su ideal fue uno siempre süblime: la libertad; su móvil también único y nobi­lísimo: el amor á México; y la causa que defendía, invariablem.en­te justa y honrada.

En la vida militar del General Díaz es imposible ha11ar ni 8011'i­

bra de traición, ni sospecha de debilidad en sus convicciones, ni , la más leve vacilación ante el sacrificio.

Para sostener los principios de la Reform.a, abandonó familia, intereses, clientela, todo en una palabra. Cuando la Reforma triun­fó y el entonces Coronel Díaz, que ocupaba una curul en el Con­greso de la Unión, vió amenazada la capital de la República por las gavillas del infame Márquez, en tanto que los demás diputados perdían el tiempo angustiosísimo, en disputar en formas literarias, Porfirio sólo habló para pedir permiso de abandonar la Cámara y

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tomar de nuevo la~ armas con que pocos días después obtuvo la victoria asombrosa de J alatlaco, que le valió el ascenso á · General de Brigada.

Más tarde, al terminar el gran sitio de Puebla, que no hay pala.­bras con que glorificar, Porfirio, esclavo de la disciplina, se entre­fIÓ prisionero, pero declarando que ]0 hacía únicamente por obe­diencia y resuelto á volver á combatir al invasor, tan pronto como pudiera fugarse. Y se fugó, y organizó la defensa de Oaxaca; y habiendo vuelto á caer prisionero, le advirtió al conde de Thum, F-1U guardián, que debía cuidarle porque volvería á fugarse, com<:~

lo hizo, y tornaría á combatir hasta el último aliento.

Ojalá sepamos imitar este hermoso ejemplo de amor á la patria; ojalá sepamos defenderla hasta moriL si alguI)a vez fuere amena-­zada por el extranjero; mas nunca volvamos á tornar las armas pa­ra la guerra civil: tengamos antes el patriotismo necesario para cor­tarnos la. mano mejor que volver á disparar contra un compatriota.

-Sólo así Fegniremos las huellas de este gran ciudadano; sólo así ,

conservaremos su gran obra y nos haremos dignos de ella; única-mente así mereceremos llam.arnos mexicanos libres.

IV

EL VALOR CIVIL

LA OPINION Y LAS CONVICCIONES DEBEN PROCLAMARSE

y SOSTENERSE SIEMPRE

Al terminar el año de 1854, el dictador Salíta. Anna, cuyo pe­riodo de mando estaua próximo á expirar, queriendo l)rolongarlo indefinidamente y contando para ello cón el apoyo del ejército y dt"l clero, entonces íntimamente unidos y muy poderosos, convocó al pueblo á una r,omedia de plebiscito, que debía representarse el día primero de diciembre de ese año.

Las preguntas que se fingía hacer á la volunta.d popular, eran éstas:

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-1.5-

«El actu~l Presidente de la República (Santa Anna), ¿debe con­tinuar en el poder supremo, con las mismas amplias facultades de que hoy está investido? .

«En caso de que no deba continuar ejerciendo las mismas am­pl1:a8 factdtades, ¿á quién debe entregar inmediatamente el mando?»

Como se ve por estas preguntas, Santa Anna. no se conformaba con que se le reeligiera, sino que exigía que se le confirmara el po­der dictatorial de que tan gravemente abusaha.

Según la circular con que se invit6 al pueblo á votar, todos po­drían expresar sin trabar: su voluntad: pero de antemano se ~ upo que las mesas oonde iban á depositarse los votos, serían rodeadas ¡de tropas y artillería; que las corporaciones de todo género , reli­giosas, militares y civiles, tendrían que votar por voz de su jefe; y finalmente, que quien se atreviese á votar en contra, ]0 pagaría quizás con la vida 6, cuando menos, con el rlestierro.

Tanta audacia y cinismo tanto, colmaron la indignaci6n del jo­ven pa8ante de Derecho, Porfirio Díaz; sublevaron su dignidad de hombre libre y le determinaron á declararse contra el dictador, pa­ra quien era ya sospechoso de tiempo atrás por sus opiniones libe-

rales, francamente manifestadas. En esa época era Porfirio catedrático de Derecho Natural en el

Instituto de Oaxaca. Conforme la circular relativa al plebiscito, el Director de ese Instituto debía votar por el cuerpo de profeso. res, contáno('se, por supuesto, un número de votos equivalente al de catedráticos, lo cual constituía un fraude electoral descarado.

Lleg6 el día del plebiscito, primero de diciembre de 1854. La - - ..

plaza <te armas de Oaxaca fué rodeada de tropas con los fusiles cargados, y se instal6 una hatería de cañones dif:ipuestos á hacer ,uego . . En el portal del Palacio de Gobierno se dispusieron 1111 do­sel de terciopelo rojo y una mesa cubierta por suntuosa carpeta de )10 mismo, y en torno de ella se sentaron en t:endos sillones, los al· tos funcionarios de~ Estado, esclavos sumisos del dictador. Sobre la me¡:.a se pusieron dos libros, uno para que fii'maran los votantes en favor de Santa Anna, y el otro para los que tu viesen la avilan­tez de votaren contra .

Cuando Porfirio fué á situarse cerca de la mesa, para ser testigo de aquel atentado al súfragio, el libro de la oposici6n, digámoslo así, estaba cerrado y sus páginas inmaculadas aún,porque nadie ha bía tenido valor de arrostrar las iras del tirano, representado por

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sus fieles f::iecuaces. ~ Porfirio guardaba una actitud digna y re8er· vada.

--((y uste,el , ¿no vota?-le preguntó en voz alta, cierto licenciade Enciso, compañero suyo de profesorado en el InstitlltO.

Porfirio respondi6: -ecl~l ,"oto no es una obligaci6n, es un derecho ......... Yo no le

eJerzo. » . En este moment0 llegaba al teatro del drama, un zapatero, poli-

cía secreto que partici p6 llevar consigo unos treinta Totos de to­dos los vecinos hábiles para votar, que babía en cierta manzana de la ci udad.

o -eeQue de ese número se quite una unidad,-cUjo Porfirio, por-que yo soy vecino de esa manzana, y no he votado ni autorizado á nadie para que vote por mí.})

- eeSí, replic6 el malévolo Enciso: uno no- vota cuando tiene miedo.» o

~in contestar una palabra, se dirigi6 Porfirio tranquilamente a á la mesa, tom6 la pluma y abri6 el temible libro de la negativa , virgen hasta ese instante.

- :eCuidado, joven,--le advirti6 en tono amenazador el General Pinillos, Gobernador del Estado, nadie ha ef::icrito todavía en ese libro ...... »

La única contestaci6n de Porfirio fué escribir en ]a primera pá-gina blanca, el nombre del caudillo de la revoluci6n liberal, el jefe suriano Don Juan Al varez, y firmar debajo. Tras de Porfirio, un Sr. Ruíz, arrastrado por ese viril ejemplo, vot6 por el Gral. Don Juan Bautista Ceballos, y fue aprehendido al salir de la plaza, apa­leado y consignado al ejército. Porfirio se salv6 gracias á s~ d~J.re­za, y desde ese día tom6 definitivamente las armas en defensa de la libertad. El gobierno santanista le ptrsigui6 activamente, bajo el pretexto de que había votado por un rebelde y le había dado tra-i tamiento de excelencia. ,

Más tarde y en circunstancias no menos terribles, en que tam-' bién peligraba su vida, ante Forey, ante Bazaine, ante el conde de Thum, Porfirio, preso y desarmado, sostendría con igual valor ci· vil sus convicciones, y declararía su propósito de fugarse y comba­tir hasta el último aliento por la independencia de su patria.

Con igual energía y con la misma sinceridad debemos confesar y sostener siempre nuestras opiniones y nuestras creencias, en lo

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grande como en lo pequeño, si queremos merecer el título de hom-bres honrados y el respeto y la estimaci6n de la sociedad.

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Señor Lic. Don Marcos Pérez , Gobernador de Oaxaca en 1849. Fué quien presentó a[ joven Porfirio Diaz con Don Benito Juárez . ~ E[ trato de estos eminentes liberales despertó la conciencia del seminarista por compromiso, y [e apartó de la carrera sa­cerdotal. E[ primer servicio que prestó Porfirio á [a causa de la libertad , fué e[ e esca­lar con su hermano Félix [os altos muros del convento de Santo Domingo, d,go esta­ba preso Don Marcos Pérez , á quien queria cO,municar[e importantes noticias po íticas .

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-17 -::--

..

v LA ACTIVIDAD FISICA

PAR.A SEB. S.-\NOS y FUER.TES DE ALMA, NECESITAMOS SERLO DE CURRPO.

Ha dicho el General Díaz, hablando de su adolescencia: ~ (( ...... Sentía yo gusto por lo ejercicios atléticos~ Llegó á mis ma-

nos un librito de gimnasia, el primero probablemente que fué á Oaxaca, y esto me guió para improvisar en mi casa un gimnasio en que hacíamos ejercicios mi hermano, yo y varios amigos aficio­nados. »

Tenernos entendido que de ellos, sólo sobrevive el hoy Senador Don Carllls Sodio

Sin duda alguna, estos ejerciciossistemados no bastaban para contentar la necesidad de movimiento del joven estudiante, puesto que son legendarias sus hazañas en las guerrad entre las escuelas, en las cacerías con la famosa escopeta que él mismo se constrllyó con restos de armas viejas, y en otros mil incidentes de su vida escolar.

Grarjas á esta saludable actividad física, aquel organiSIl1.0 pri­~-:- i:reglali~Jra por la naturaleza, fué desarrollánd~se y fortaleciéndo­[ y adquirió al fin la agilidad, la destreza y el vigor extraordina,­

)8 que todavía causan admIración y envidia á los jóvenes. Endurecido por las grandes caminatas á pie y por los acechos

~ajo el sol, las lluvias y el viento; habituado á Yivir al aire libre, ~ l dormir al raso, á desafiar el peligro y á ver serenamente la muer-

te cara á cara, cuando el seminarista de dieciséis años tomó las ar­mas para defender á su patria contra el invasor del Norte, física­mente hablando valía mucho más que algunos de los generales de

. . gabinete que en esa época mandaban el f'jército.

Para dar una idea d~l valor, úe h fuerza y de la audacia del es­tudiante de Derecho, cuando apenas contaba veintidós años, "a­mos á reproducir el relato que él misn:lO hizo lTlás tarde, de un

2 ,

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episodio de su juventud. La sencillez con que lo refiere es conmo­vedora v contrasta notablemente con lo dramático de la a,

'" y con la nobleza del móvil que tuvo.

«Durante mi práctica de Derecho cambió el Gobierno nacional, por la salida del país, del Presiden,te Don Mariano AriEta, en Ene­ro de 18.53, el triunfo elel plan revolucionario de .Jalisco y la pro­clamación y regreso del General Santa Anna. ·EI nuevo gobierno era enteramente conservador y comenzó persiguiendo á los libr.ra­les ...... Esa política, mi iniciación en la carrera militar, seis añoe antes, durante la guerra con los Estados U nidos, y mis ideas lib~ rales, ..... me hicieron formar la resolución de hacerme hostil gobierno de Santa Anna.»

Influyerl)n también para determinar su vocación, las a:caden~ de ejercicios militares que por esa época se dieron en el Instituto.

«Era yo el confidente de mi maestro (Don Marcos Pérez), en lns trabajos revolucionarios que hahía emprendido en Oaxaca ......... Se descubrió correspondencia revolucionaria que le dirigían en ci­fra, y con este motivo se le procesó y se le puso en una prisión muy rigurosa ...... Pude darle una ojeada al proceso, y me decidí á poner en su conocimiento las declaraciones de sus compañeroR. Con este objeto emprendí en compañía de mi herman), el escala-l'niento del convento de Santo Domingo. \.

«Había en él una prisi6n especial para los hailes, namada la Torrecilla, en donde se puso á Don l\!(arcos P érez. Tendría la To­rrer:illa como tres metros de largo por dos de ancho, con una puer­ta en un extrem.o y una ventana alta en uno de sus lad()~ 11(-' modo que desde la puerta se podía ver todo lo que pasaba el;\. ~~~l":e11Ór' La bóveda que la cubría era muy sólida, y la ventana de la 1brre· cilla, que daba al patio de la Sacristía de la iglesja, estaba n~ elevada y muy cerca del techo , con una reja de fierro incrustaln:: en el grueso de la pared , lo cual permitía poner los pies en el u b1'al el e la, ventana.

«( El escalami ento del convento se Ine facjlitó por )a agilidad que había adquirido en mis ejercicios gimnásticos y por haberlo hecho en compañía de mi hermano. Cuando teníamos que subir una al­tura que no excediera de tres metros, uno de nosotros se subía en el hombro del otro, y una vez arriba, echaba una cuerda al que quedaba abajo para que subiera; cuando la altura era n~ayor, tirá­bamos la cuerda sobre uno de los ángulos del edificio, para que

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Gran Cruz de la Orden del León y del Sol de Persia , conferida por S. M . el Shah recién muerto ,

Gran Cruz de la Orden de la Cri santema del Japón . Gran Cruz de la Orden del Dragón Imperial de China .

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quedara asegurada, y uno ' de nosotros la sostenía mientras el otro subía, lo cual era muy difícil: después de que uno estaba arriba,

sostenía la cuerda para que subiera el otro. «Por la puerta del campo del convento subimos, á cosa de la me­

dia noche, á la barda de la huerta, que tendría como cuatro metros de altura. La primera noche bajá,mos á la huerta con el objeto de ver si había centinelas en ella; en seguida volvimos á subir á la barda, y andando sobre ella, llegamos á la azotea de la panadería del convento. A esa hora estaban trabajando los panaderos, y co-

~ o esa gente acostumbra cantar durante su trabajo, no era fácil ue nos sintieran ..... «De la azotea de la panadería subimos á la azotea de la cocina,

--q~- era el escalón más alto que teníamos que ascender. Los coci-neros estaban durmiendo ......... De la azotea de la cocina subimos sin dificultad, uno en hombros de otro, á la azotea prificipaJ y más elevada del convento. .

«Al llegar á ésta era necesario ir con gran cautela, porque había muchos centinelas; la primera noche tuvimos que esperar antes de dar paso, -hasta oír el alerta de ellos, pues no había otra manera de conocer su posición.

«Para facilitar nuestra evasión en caso de ser vistos, retiralnos una cuerda que estaba amarrada al badajo ele una campana, y la aseguramos de una almena que daba á la calle, con el propósito de descolgarnos por la cuerda si llegábamos á ser descn biertos y cor­tada nuestra retirada. Antes de bajarnos de la azotea, volvimos á DO!).e'!: la cLlerda......en donde la habíamos tomado. Llevamos preve--T-_ 111ClO un grapó n de hierro para ponerlo en _ uno de los extremos de la cuerda y poder usarla en caso necesario por cualquier parte. "

¡La llegada á la azotea principal del convento, fué lo más peli-groso de la operación, por los muchos centinelas que había en ella. Nuestra marcha era muy tardía, porque teníamos que permanecer acostados, vestidos con trajes grises para no hacernos muy visibles" escuchando un alerta cada quince minutos, que nO::3 indicaba la si­tuación de los centinelas.

«Así llegamos hasta la azotea de la Torrecilla. Para burlar la vigi­lancia de este centinela, era necesario no hacer ruido. Una vez allí, me descolgaba yo ó soste'nía á mi hermano para llegar á la ventana, y estando ya en en ella y cogida la reja con las manos, descansaba el que sostenía desde arriba al que había descendido.

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«Estaba cerrada la ventan:::, que tenía' en 8U parte alta dos ven­tanillas, cada una con una cruceta en el centro. No había modo de llan1.ar á Don Marcos. La puerta de la Torrecilla tenía un boquete por donde el centinela podía vigilar al -preso; había doble puerta, y en el intermedio de las dos, estaban un centinela y un cabo; la segunda puerta tenía una guardia de cosa de cincuenta hombre~ con un capitán y un oficial, que era la guardia especial del preso.))

Es de advertirse que la guardia la daba un cuerpo de granaderos del Ej ército, escogidos entre los hombrea de más aventajada estatu-

-ra que se reclutaban. _ Porfirio había observado esto, y de ello r-aprovechaba en sus entrevistas con Don Marcos, porque como \b boquete ele la puerta de la -Torrecilla quedaba muy bajo para los centin elas, éstos no se enteraban de lo que sucedía en el interi()·r,l~

la priAi6n, pues tenían que inclinarse mucho para. mirar al través I _

del ventanillo, y por negligencia no lo hacían sino de tarde ~n

tarde, tanto menos, C1~anto que creían imposible que hubiese al· guien capaz de intentar siquiera la temeraria aventura de llegar has· ta la ventana exterior de la Torrecilla, s610 por entablar conversaci6n con el prisionero de Estado.

«Cuando estaba yo en la ventana y el centinela se asomaba a: boquete, tenía necesidad de inclinarme, alejándome en lo posibl€ de la ventana para no ser visto; y entonces permanecía yo suspen­dido de la cuerda (á vertiginosa altura sobre el atrio), y mi herma-

no tenía que sostenerme. Por supuesto que esto no duraba muche _ tiempo, sino Elolamente mientras que estaba suspendido; luego vol· vía á coger l/a reja con una mano. Sin embargo, - l.Qgl~é hahlaJI~.~ tres n och es a Do n :\r arcos .. ___ .»

,

le Mas con ser tan valiosas para la lucha por la vida, cualquier~

que sea el destino elel hombre, la ~alud, la fu erza y la resistencia Porfirio adquiri6 y quien quiera que sepa imitarle, las f\,dquirir~

también por medio de la educaci6n física, cualidades morales aUl más preciosas que aquéllas y sin las cuale:; no habría podido é Inismo lh~\·ar á cabo las graneles empresas que le enaltecen, ni na die podría triunfar y elevarse sobre los demás.

El perfecto eq uilibrio del espíritu, la generosidad, la grandeza dI carácter, la lealta rl, la hidalguía -y la tenden cLl á procurar el bier de los demás, son runlidades propias y distintivas de los fu ertes

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Templo y Convento de Santo Domingo en la ciudad de Oaxaca . Por la altura y el espesor de sus muros , este edificio fu é fortaleza inexpugnable para los ejércitos que lo sitiaron ó se encerraron en él durante la triste era de nuestras convulsiones pollticas . Sin embargo , el Gral. Diaz , siendo es tudiante , lo escaló varias veces burlando la vigi~ lancia de la guarnición, para hablar con su maestro D. Marcos Pérez , prisionero de Es­tado en la célebre Torrecilla. Tras la torre meridional , que es la del lado izquierdo del templo, y sobre la bóveda de éste , queda la famosa mazmorra , cuya elevación da idea del valor y la energía de quien llegó á ella por servir á la causa liberal .

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porque estando seguros de su poder, no necesitan rebajarse para dominar, y es para ellos grato, casi necesario, proteger y amparar á los débiles. De esta manera, al hacerse fuerte por el ejercicio físi­co, el joven Porfirio Díaz preparó al mismo tiempo su grandeza mo­ral. En la misma fuente bebió los principios de otras grandes vir­tudes que todos le reconocen: la serenidad, la castidad, la tem­planza, el amor al trabajo, la sencillez ele sus gustos y la resis~n­cia al sufria: iento \" á las tentaciones. . .,

Pocos ejemplos habrá tan elocuentes como el del General Díaz, ~ara demostrar que los cuerpos sanos y fuertes, albergan espíritus Jobles y poderosos. . ,

Para los niños que comienzan á vivir en esta era de paz, y cuyo ,'d§ber más sagrado es prepararse para conservar este don inestima­ble, el niás ~rande de tantos que debemos al regenerador de Mé­xico, claro es que la educación física no debe tener por fin desen­volver las facultades que se ejercitan en los campos de batalla; pe­lO la vida es un perenne combate, y para vencer en las lucha8 so­ciales, son también indispensables, quizás en mayor proporción, las cualidades físicas y morales que nacen de la salud y la fuerza.

VI " EL ESTOICISMO

LAS VIRTUDES HEROICAS SON LAS QUE SE EJERCITAN

A DIARIO.

Admirable y digno de glorificación es sin duela alguna, el épico heroísmo del último Emperador mexica, que sufrió impávido que le abrasaran los pies, antes que revelar el paradero de los teso­ros que buscaba la codicia del conquistador. Sin embargo, aun es más bello, heroico y merecedor de respeto é imitación, el e~toicis-1110 de los honlbres que en cun1 plimiento del deber, sUlren resig-

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nadamente doloref:, enfermedades, privaciones y sinsabores duran­te meses y años, sin flaquear, sin rebelarse y sin desertar de su puesto. La circunstancia, común á esta clase de acciones, de pasar desapercibidas y quedar en la oscuridad y en el olvido, es cabal­mente lo que más las sublima y avalora.

Examinando uno por uno los grandes rasgos de estoicismo que m~ciona la historia, invariablemente se descubre entre los móvi­les de ellos un fondo de cálculo que, si no los empaña, demuestra por lo menos que sus autores los consumaron en momentos de so­breexcitación é impulsados y enardecidos por el amor propio, por la cólera, por el fanatismo, por la desesperación ó por todas esta ' pasiones á la vez.

Pero los que se sacrifican en aras del deber día á día, en circuns-tancias normales y hasta vulgares, serena y tranquilament~, á se

.-

biendas de que sus actos pasarán inadvertidos y quedarán sin pre-mio, éstos son los verdaderos héroes de la abnegación; y si el sacri-

• ficio llegare~hasta sufrir tormentos 'y :dar la sangre y la vida, si ne-cesario fuere, por un ideal noble y grande, tendremos el ejemplo más hermoso de estoicismo en grado suhlime.

Muchos moralistas citan como modelo de estoicismo el de aquel niño espartano que se escondió en el seno, bajo el vestido, una ali­maña que había capturado y con la que se proponía jugar al ter­minar la lección, durante la cual soportó sin dar muestras de do­lor, los arañazos y los mordiscos de la fierecilla prisionera. E:5te ejemplo es frívolo é inmoral, bien considerado, porque ningún mé­rito hay en.sufrir/por capricho? p~r. bus~ar un pl&';! f>,y __ -,l

En camblO, cuan bueno y cuan utll sena que los meXH\~. , .

piésemos imitar, cuando las circunstancias de la vida lo pidie~l~~· el estoic;ismo callado y útil y por eso mismo heróico, del simple oficial Porfirio Díaz, que gravemente herido, presa de agudos do~ lores y en peligro de muerte, seguía batiéndose y cumpliendo su deber, como la cosa más natural y sencilla del mundo, sin exhalar una queja ni hacer mérito de su sacrificio.

Capitán de guardia nacional era Porfirio Díaz cuando, en 1.857 dejó la J efatura política del distrito oaxaqueño de Ixtlán, para marchar á la cabeza de una compañía de esa guardia y á las órde­nes del Teniente Coronel Don Manuel Velasco, á batir en el Distri-

. .

to de J amiltepec, al jefe reaccionario Coronel José Ml;l Salado, que con un cuerpo fuerte de 900 hombres, se h~"bía alzado en armas COlr

- tra el Gobierno legítimo y contra la Reforma.

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, El 13 de Agosto de ese ' año fué el encuentro de la cólumna de Salado contra la tropa del Gobierno, que apen&.s sumaba 400 hom­bres; en el pueblo costeño de Ixcapa. Allí pereció Salado, y allí re- . cibió Porfirio, casi al comenzar el combate, su bautismo de sangre, hizo cincuenta años cabales el 13 de Agosto último. A quemarro­pa le alcanzó una bala que le atravesó el costado y se le quedó alo­jada en el cuerpo, en el fondo de tremenda herida; además, al caer se le hincaron las cañas resecas del rastrojo en que esta dramática escena se desarrollaba, y le causaron otras lesiones en el costado de-

---\ recho, ' no graves, pero sí dolorm:as. Todos vieron desplomarse al ~Juven Capitán y le tuvieron por perdido; pero con gran asombro

también le vieron levantarse en seguida, pálido y sangrando, y se­glür batiéndose hasta triunfar.

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Como primera cur~ción, el Lic. Montiel, Mayor del cuerpo á que perteúecía Porfirio, le aplicó por todo remedio, el mismo día de la batalla, hilas secas en forma de lechinos para detener la hemorra­gia; la segunda curación la hizo un indio torpe é ignorante que le envenenó la herida con cierto ungüento bárbaro, compuesto de re­sina de ocote, huevo y grasa. Hasta ocho días después intervino un médico, el Dr. Don Esteban Calderón, quien por más esfuerzos que hizo y á pesar de varias cruentas operaciones que practicó, no pudo hallar ni extraer la bala que había producido aquella extraña y . tortuosa lesión.

El regreso á Oaxaca fué lento y penosísimo. Cerca de cincuenta días después de recibido el balazo, y cuando la herida se hallaba en plena infección, fueron intentando curarla formalmente los médicos Carlíos, Ortega Reyes-futuro padre político del joven capitán-Don Pedro Ramírez y Gamboa; pero al fin hubieron de declararse 'encidos, porque la bala no parecía; únicamente lograron desinfec­

tar la herida á fuerza de cuicl::tdos y de crueles curaciones; en que dominaron los cauterios con potasa cáustica.

Debilitado, casi agotado por los sufrimientos y las pérdidas de sangre, y conservando la bala perdida en el vientre,. en tal situación se hallaba cuando el Gobierno local le llamó para que ayudara á desalojar al feroz reaccionario Cobos, que se había adueñado de la ciudad de Oaxaca. En el acto acudió Porfirio al llamado, sin acor­darse de sus dolores ó, más bien, sobreponiéndose á ellos; y así se batió durante el largo sitio que sostuvieron las fuerzas liberales en el convento de Santo Domingo; y así soportó privaciones tremen-

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das, pues llegó el momento en que los sitiados no tuviesen ni un grano de trigo ni de maíz, ni una gota de agua; y lo que es más aún, así realizó proezas como la del ataque á una trinchera hecha con sacos de harina.

Más de veinte días de sitio habían trascurrido, y la falta de mu­niciones de guerra y de boca comenzaba á producir sus efectos des­moralizadores, cuando el Capitán Díaz tuvo noticia de que una de las barricadas, la que el enemigo había levantado en la esquina llamada del Cura Unda, frente á las mismas posiciones de Porfirio, esta ba formada en su mayor parte de sacos de salvado y de harina. Inmediatanlente concIbió .la idea de apoderarse . del sustancioso rnaterial de aquella trinchera, que tanta falta hacía en el recinto si­tiado.

Le propuso el asalto al Gobernador Díaz Ordaz, y se convino en que el animoso Capitán salilría de su línea con 25 hombres de su compañía, y por medio de horadaciones, al través de varias casas de la manzana contigua, llegaría á las ventanas de la casa del Cura Unda, que daban á retaguardia de la deseada trinchera.

Por principio de dificultades, no se le dieron á Porfirio los 25 hombres de su compañía, según se había acordado, sino de fuer­zas irregulares, entre ellos algunos serenos que eran policías y no soldados, y el Capitán contaba con la disciplina y la adhesión de sus subordinados inmediatos, educarlos conforme á los principios de orden y equidad que desde entonces profesaba y practicaba el futuro caudillo. .

A pesar de todo, en la nOche del 9 de Enero del 58, á eso de las diez, emprendió el n10vimiento comenzando por perforar con in.!.;:". trumentos de carpintería yagua, para no hacer el menor ruido, una seri e de muros que afortunadamente eran de deleznable adobe . . Como en cadq, casa de las que horadaban, tenía que dejar unl

hombre para cubrirse la retirada, cuando llegó á la última casa, apenas le quedaban tres individuos. La esquina de esta casa, don­de había una tienda, estaba en poder del enemigo, quien teúía su destacamento en.la trinchera que daba frente á Santa Catarina. Al terminar la. horadación final , cayó hacia. fuera el cascote que la. cubría, . y el propio jefe de la fuerza reaccionaria sitiadora, el lla­mado Gral. Don José María Cobos, que á la sazón se hallaba ence­rrado en un excusado cercano, habiendo dejado á sus ayudantes en la tienda, oyó el ruido, vió que por la horadación entraban solda­dos, y consideró prudente permanecer en su escondí te.

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Ex-General Leonardo Márquez , uno de los caudillos más temibles de la reacción, y Lugarteniente del Imperio. Sembró el terror en las filas liberales por su ferocidad , de que fueron víctimas los jóvenes sacrificados en Tacubaya , el gran demócrata Ocampo y los ilustres Generales Degollado y Valle. El Gral. Díaz le derrotó siempre desde el primer encuentro en Jalatlaco, donde venció con 27 2 hombres á cerca de 4 ,00 0, con once Generales, entre ellos los Cobos y Negrete; luego en Pachuca y Real del Monte , más tarde en San Lorenzo, y, por último , en México , con cuya t oma terminó militar­mente la epopeya de la Intervención .

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El Capitán Díaz fonnó á su docena de hombres en el segundo­patio de la casa, y á la cabeza de ellos avanzó resueltamente al asal­to; en el camino encontró á una joven y la encerró en un cuarto­para que no diera la voz de alarma; dirIgióse en seguida á la tras­tienda, cuyas ventanas daban á la espalda de los defensores de la trinchera, y á las primeras de cambio los desalojó, obligándoles á replegarse hacia el destacame;to que estaba en la tienda. En la. puerta de la trastienda se trabó reñido eombate, que duró más de­media hora. Viendo que le quedaban ya muy pocos soldados, mandó tocar diana, que era la señal convenida para pedir refuer-­zo; pero el Coronel Don Ignacio Mejía, jefe de la fuerza liberal, ó no oyó el toque ó lo entendió á la inversa, puesto que en vez de: allegar el refuerzo necesario, ordenó que tocaran diana los destaca­mentos que guarnecían las torres de Santo Domingo y del Carmen, cuyas campanas se echaron á vuelo. Cruel ironía para el compro­metido Capitán que á pesar de su herida, había tomado sobre sí aquella empresa por conseguir algunos víveres con que ali ,Tiar la penuria de los sitiados. -

Entretanto, la situación en la trastienda iha haciéndose desespe­rada para Porfirio, porque con1.O el asalto se prolongó mucho, hu­bo tiempo -para que llegara de la plaza un refuerzo reaccionari.o de-20 hombres del 9<? Batallón, al mando de su Teniente Coro~1el Don Manuel González, quien más tarde llegó á abrazar la causa nacio­nal, en los comienzos del gran sitio de Puebla, pero que por enton-ces f'ra furioso cruzado. .

Cuando Porfirio se convenció de que le habían abandonado Pll.

la empresa, no le quedaban más que tres hombres y el corneta; el ' ­

ton ces arrojó simultáneamente sobre los defensores de la tienda , la granadas de mano que llevaba, y aprovechando la confusión qu e­los estallidos produjeron, se ba.tió en retirada. Por clesgraeia extra­vió el rumbo de las horadaciones y llegó ú verse ante una tapia sin salida alguna y con los enemigos á la vista; mas á pesar de lo -qu e le entorpecía la herida, pudo saltar el obstáculo y regresar á su lí­nea de defensa.

En la semana siguiente al malogrado asalto de la trinchera co­mestible, creció la desmoralización entre los sitiados y llegó á su colmo al saberse que el Gobierno oaxaqueño había decidido dejar

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la capital en manos de los Cobos y retirarse á la Eierra. Conocido este designio por los oficiales jóvenes, entre los .cuales se contaba Porfirio, resoh-ieron intentar un ataque á pesar de la superior vo­luntad, porque no se resignaron á aceptar aquel humillante desenla­ce. Llegó esta resolución á oídos del Gobernador Díaz Ordaz y del Coronel Mejía; y como no estaban en condiciones de SOITleter á los pundonol'osos rebeldes, pensaron castigarlos poniéndolos á la cabe­za ele las columnas que dip.sen el asalto.

Al amanecer del 16 de Enero del mismo año, dividida en tres columnas fuertes de unos doscientos hombres cada una, la tropa liberal bajó hacia la Plaza de Armas para desalojar de su!: posicio­nes á la respetable fuerza que mandaban los hermanos Cobos, Don J osé y Don Marcelino, feroces reacciona60s españoles, de triste ceo, lebridad.

La primera columna, que debía atacar por las calles hoy de .fuá­rez y del Sagrario ele la capital oaxaqueña, bajó mandada por el Teniente Coronel Don José María Batalla y por el Capitán Don Vi· cente Altamirano, de los cuales el primero cayó conlbatiendo va­lient'emente y murió pocas horas después, y el segundo qued6 he­rido de gravedad; sin embargo de esto, la columna llegó hasta la plaza, á las órdenes del Capitán y futuro General, Don Mariano Jiménez_ La segunda columna la mandaban el Teniente Coronel Don Manuel Velasco y el asendereado Capitán Porfirio Díaz, cuya vieja nerida se hallaba en tan lastimoso estado por el abandono y las penalidades del E-itio, que no le permitía ceñirse la espada. La tereera columna, á cuya cabeza iban el Teniente Coronel José Ma­ría Ballesteros y el Capitán Luis :NIier y Terán, futuro divisionario, bajó por la calle de la Ba1Tanca y siguientes hacia el Sur, hoy de Por:firio Díaz y del 2 de Abril hasta llegar á Palacio por la puerta frontera al templo de la Compañía, sin haber hallado en el trayecto más obstáculo que una trinchera de adohe8, que no estaba artillada. El Coronel Mejía tomó para sí el mando ele la rese1'\'a, que se com­ponía de más de 400 hombres y que debía marchar en caso nece­sario, 80bre las huellas de la segunda columna.

Esta bajó por las calles del Car?nen Alto de la Ca'lnpana y del Colegio de Niñas, todas de La Libertad a.ctualmente, y llegó has­ta el atrio de la Catedral, después de haber forzado la trinchera de la calle de la Cárcel donde había un cañón que cierto valiente sar­gento yolteó á costa de la yida, gracias á lo cual quedó el arma en

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poder de los suyos. En la esquina de la Alameda y el Porlttl del Se­ñor, se reunió á la segunda la primera columna, que había queda­do sin jefes; y en la ruda y desventajosa pelea que ambas trabaron con los reaccionarios, bajo las arcadas del portal susodicho, cayó también gravemente heridu el Teniente Coronel Velasco, y asumió el mando Porfirio. En' el acto organizó una nueva columna con los restos de la primera y la segunda; y marchó denodadamente sobre el Palacio, al que por fin logró penetrar por la puerta del centro, mientras Ballesteros y Terán llegaban ante las del patio occidental. El enemigo, arrollado en varia::; partes, fué duramente castigado en , Palacio, su. último refugio, hasta que lo abandonó en derrota de-clarada, perdiendo entre muertos y heridos muchos oficiales y tro­pa, y dejando en m,anos del vencedor, armas, dinero, municiones y mucLos prisionerot3, de los que más de treinta eran jefes y oficia­les. El Teniente Coronel Manuel Gonzálesz salió en desórden con

• el 9? Batallón, por el extremo Oriente del Portal de Palacio; osten-taba en el pecho la cruz roja de los reaccior..arios, y por e~a señal estuvo á punto de caer en manos de los soldado:5 que le perseguían de cerca, pues en la retirada se le cayó el sombrero, y al volverse á recogerlo, le reconocieron los perseguidores por la insignia de los jefes cruzados y dispararon sobre él; sin embargo, escapó ileso.

, En tanto, la columna de reserva se había quedado estacionada á

la altura de la Catedral, con su jefe el Coronel Mejía, quien desde allí asistió á la toma del Palacio y á la victoria definitiva del ejér­cito que mandaba de derecho.

, Lejos de consagrarse entonces el Capitán Díaz á ~u curación, co­mo lo demandaba su estado delicadísimo, pues frecuentemente su­fr;a hemorragias por la herida mal cicatrizada, que se le abría al menor esfuerzo, montó á caballo á costa de crueles dolores, é in­mediatamente salió con Mejía y 600 hombres en persecución de la columna de Cobos, doble en número, á la que fué pisándole los ta-

I

Iones por espacio de ochenta leguas, hasta que la alcanzó y derro-tó en Jalapa, siete leguas al Oeste de Tehuantepec.

Tampoco entonces descansó; sin concederle ascenso ni premio alguno que le estimulara, como justa recompensa de esta serie de triunfos, el Gobierno de Oaxaca le nom.bró Gobernador y Coman­dante Militar del Departamento de Tehuantepec, para que domi­nara los levantamientos reaccionarios que allí había sin cesar. N o se trataba, pues, de un nombramiento honorario, ni de una canon-

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gía, sino de un cargo pesadísimo y erizado. de peligros, fatigas y responsa bi lidades.

Por lo pronto, COllchado, un fanático carlista español, intruso de la misma laya de los Cobos, amenazaba Tehuantepec, al frente de numerosa partida de indios. El Capitán Díaz le presentó batalla y le derrotó en el rancho de las Jícaras, el '13 de Abril del ,59, y

. allí ganó el grado de Comandante, que sin embargo, no llegó á con­firmúrscle con el nombramiento ofi.cial, sino hasta después de al­gunos meses.

hn aquel puesto de tanto trabajo como riesgo, sufriendo el tor­mento de su incurable h erida, y atacado por añadidura de agotan­te paludismo, se batió casi cada semana, durante dos años, libran­do combates, rechazando y dando aEaltos y evitando emboscadas y asechanzas; y a::;í fué ganando lenta y penosamente el grado de Te­nienk Coronel, por la acción de la Mixt'equilla, en que derrotó al Teni ente Coronel Espinosa, en Junio del.59, y el de Coronel por la toma de Tehuantepec, en Noviembre del mismo afio.

Durante eso hrgulsimo lapso, el Gobierno le tuvo poco menos. que olvidado ú pesar <le los útiles servicios que estaba prestando, por cierto Rin la menor ayuda material ni moral, porque solían pa­sarse hasta seis n1eflüS sin comunicación de ninguna elase entre la capital <lel Estado y el Istmo, hoy en fácil contacto con el mundo entero.

Despué de veinte meses <le recihido el balazo en Ixeapa, unos ciru jano~ extran jeros lograron extraerle el Porfirio la bala que tanto le hacía sufrir. La oficialidad de un barco de guerra norteamerica-ho fondeado en la Vento~a, obseljuió con un hanquete á bordo al Coma.ndante Día?, y al Jue:t. Don ,Juan Avenda,ñ o, como autorida­(les superiores del Departarnento. Al calor de los brindi.s, los yan- ( qUls, un tanto descorteses, c1cjnl'on traslucir su opinión de que los militares mexicanos valía.n poco y ganaban sus grados por fayori­t i¡.;mo. El ,Juez A vendaño salió {¡, la defensa de los nuestros, y pa-ra, probar sn dicho, citó el ejemplo del Comandante Dínz que con tantas <lificultades había, obtenido sus ascensos, merced únicamen- . te (¡, las proc:t.aR llevada,s ú feliz término, sin cuidarse de su vieja he­rida. Interesáronse todos en el relato, particularmente el ciruja-no del barco, quien ofreció extraer la bala perdida en las entrañas <11,1 valero~o hijo (1 Oaxaca.

Al dín, siguiente, Avendaño correspoi1dió el obsequio en Te-

Page 36: Anónimo - Don Porfirio Díaz

-29- ,

huantepec; y durante la reunión volvió áhablarse de la herida de Por­

firio, decidiéndose llevar á efeeto la arrie3gada y cruenta operación, que esta vez tuvo éxito feliz, pues el cirujano de nlarina y sus ayu­dantes hallaron la famosa bala y la extraje'ron por una incisión practicada en ]a región lumbar derecha del operado, quien tan pronto como se vió libre de tan molesta huéspeda, por un rasgo de­licado de amor filial, la envió á la señora viuda de Díaz.

El mismo día de la operación recibió Porfirio orden del Gobier­no Federal, de encargarse inmediatamenté en l\Enatitlán y condu­cir á salvo, á través del istmo, infestado de fuerte3 gavillas reaccio­narias, un convoy de armamento y municiones que hacían urgen­tísima falta en el centro del pals, á donde debían llegar saliendo y volviendo á entrar por un puerto del litoral del Pacífico.

Para que se pueda juzgar de la importaneia de este sprvicio, di­remos que se trataba de 8,000 fusiles, algunas carabinas y sables, gran cantidad de municiones labradas, 2,000 cuñetes de pólvora y muchos quintales de plomo, siniestras mercancías que entonces do­minaban en el comercio nacional y que Don Matías Romero había

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conseguido dificultosamente en los Estados Unidos. Al saber el "Gobierno reaccio~rio esa noticia, destacó de Orizaba,

Córdoba y Oaxaca, varias fuerzas que interceptaran el paso del con­voy; y el Gobierno legítimo, creyendo imposible salvarlo, ordenó al Comandante Díaz que lo quemara antes que dejarlo en manos del

• enemIgo.

Esclavo del deber, sin vacilar un momento y sin tener en cuen­ta FlU peligroso estado, el día siguiente al de la extraccién de la ba­la, se levantó Porfirio de la cama, montó á caballo y partió á Mi­natitlán. Al lll:'gar al río de la Puerta no encontró más que una débil canoa, y en ella se embarcó acompañado del Teniente Coro­nel Gallegos y de dos asistentes; como ninguno de ellos sabía re­nlar, corrieron inmenso riesgo de ser estrellados por lo impetuoso de la corriente en los rápidos del río; bregando duramente llegaron á Minatitlán con la~ mano.3 de.3trozadas, cua ~1do la fuerza reaccio-naria se hallaba ya sólo á ocho leguas de distancia.

No había un instante que perder, y en el acto se emprendió el trasborde del cargamento al vapor «8úchih que prestó la COll1 pa­ñía Luisiana de Tehuantepec. Toda la noche y parte del día si­guiente f"e emplearon C .l esa faena, por estar el cargamento di \'i<li­do en c.l0 S barcos, á Cl 'J ~;a de que el Capitán del vapor en que ,-e-

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-30-

nían las armas, no quiso admitir explosivos, y éstos se cargaron en un pailebot.

Sin tardanza emprendió el activo Comandante la marcha, á cor­tas jornadasi por caminos penosísünos, bajo la inclemencia del cli­ma tropical en plena prima vera y sosteniendo continuos tiroteos con el enemigo, que venía muy cerca; todo esto sin contar con la herida en curación.

No por haber llegado á TehuantepE'c quedó en seguridad el con­voy, pues Cobos, que se había adueñado nuevamente de Üaxac3, . después de haber derrotado completa y lastimosamente á Don Ig-

• nacio Mejía en ·Teotitlán, envió contra Díaz, quien dos veces le había vencido, una fuerte columna á las órdenes del Gral. Alar­cón, al que se unieron en el camino numerosas gavillas reaccio-

• nanas. A diez leguas de Tehuantepec acampa.ban ya Alarc6n y BUS tro­

pas, cuando Porfirio, que se había fortificado provisionalmente en el barrio de San BIas, en espera de refuerzos é imposibilitado para moverse á causa del armamento , consiguió cerca de 200 carretas, en las que pudo conducir sin contratiempo el convoy ha8ta Juchi~ tán, primero, y á la Ventosa después. Para despistar al enemigo Tio quiso seguir el ordinario camino, sino que abrió otro á través de lo más agreste del monte, y por allí cruzó, cuidando de cerrar el pabO tras de sí con los mismos árboles talados, para imposibilita~

toda persecución. En la Ventosa recibió el convoy Don José Romero, hermano de

D0l1 Matías, trasladándolo por mar á n1anos del Gral. Don Juan Alvarez, que lo esperaba en Zihuatanejo.

Ninguna recompensa especial m ereció esta heroica hazaña, en que Porfirio corrió uno de los riesgos mayores entre los incontables en que le han puesto su amor á la patria y su abnegación sin lí-

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Episodio de la batalla del 5 de M

ayo de 1862. En el fondo

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Loreto, donde en 1863 concibió y propuso el G

ral. D

faz el plan para batir en d

etalle al Ejército francés que estab

a preparándose á sitiar la ciudad de P

uebla. D

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erse tomado en cuenta ese plan,

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habrla cam

biado la

faz de la

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isuelto el prim

er Ejército de O

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zcárate, durante la batalla deis de M

ayo de 1862.

Al retirarse los franceses, el G

ral. Oiaz los persiguió h

asta la Hacienda de R

ementerfa, resuelto á vencer ó á m

orii, conforme hablan convenido los jefes q

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tomaron parte en esta gloriosa acción .

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Page 40: Anónimo - Don Porfirio Díaz

-31-

VII

-PERSEVERANCIÁ

ceNO DEBEMOS HACER SIEMPRE LO MISMO , SINO DIIlIGIRNOS

SIEMPRE AL MISMO OBJETO.»

Al pie de las tristem ente célebres cumbres de Acultzingo, donde el Ejército Republicano combatió por primera vez con el de Napoleón 111, con tanto valor corno mala fortuna; en un paraje que se llama el Puente Colorado, allí encontraron los invasores extranjeros ce­rrándoles el paso, también por '·ez primera, á Porfirio Díaz, que había ganado ya la banda de General de Brigada derrotando y po­niendo en fuga al asesino Márquez en J alatlaco.

Fué esta victoria una hazaña admirable de aud acia, de yalor y de genio militar; en los primeros rnomentos nadie quería darle cré­dito, y aun se dijo que Porfirio, como el ilustre Degollado y como Valle, había sido vencido y fu silado por Márquez, quien por aque­llos días se jactaba de que acabaría con todos los «liberales jó,"enes ele talento y de valor)); y desgraciadamente parecía en camino de cumplir su sinie.:,Ü'a promesa. Mas hubo al fin quien le cortara la s alas para siempre.

Envale.ntonado el asesino de Ocampo con la fácil derrota de aque­llos dos valientes liberales á qui enes había perdido su arrojo, se atrevió á llegar en son ele amenaza hasta las goteras de la capital, donde nrodujo gran alarma; mas no pasó de la Ribera ele San Cos­me detenido y ahuyentado, tras breve escaramuza,' por la Brigada de Oaxaca que se hallaba acuartelada en San Fernando. El Coro­nel Porfirio Diaz, que en esos mornentos estaba en la Cámara de Diputados, pidió permiso para acudir inmediatam ente en defensa de la ciudad; pero cuando llegó al sitio del combate, Márquez iba va en retirada. ~

El mismo día de la fru strada intentona, 2.5 de Mayo de 61, re-

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-32-

-cihió Porfirio orden del Ministerio de la Guerra, ara tomar el man­do de la Brigada de Oaxaca, por violenta e Iermedad del Gral. Mejía. que la mandaba, y de ponerse á las órdenes del Gral. Gon-. :lález Ortega, quien con su división salía á fin de perseguir á Már-quez por la región Sur del territorio. Est~.l"_~o en Toluca se supo

.q ue la columna reaccionaria pasaba por San~iago Tianguistengo, en dirección á la HlOntaña. González Ortega ~ispuso que Porfirio Díaz se incorporara con su fuerza, que era de '<' 42 hombres, por to-

·-dos, á la caballería del Gral. Antonio Carbajal, á cuyas órdenes -dehería ponerse, para estorbar la marcha del reaccionario -Márquez, mientras podía darle alcance á éste la división.

Salieron de Toluca las fuerzas unidas de Carbajal y Díaz, á las tres de la tarde del doce de Agosto, yal obscurecer llegaron á la ha-

-cienda de Ateneo, donde batieron la retaguardia enemiga, compues­ta de 200 dragones, que se retiraron sin gran resistencia. En Tian­guistengo se supo que Márquez pernoctaba en Jalatlaco, dejando tras de sí en observación una fuerza de caballería de más de qui­nientos hombres.

El Gral. Carbajal, m.uy conocedor del telTeno, ordenó que siguie­ran una vereda que les permitiría llegar por sorpresa á Jalatlacú ..

Corno el Coronel Díaz no conocía el camino, marchó á la reta­-guardia hasta la proxiÍnidad del punto de ataque; pero alllegat á tiro de fusil de la plaza, el Gral. Carbajal tendió su caballería a lo largo de la vereda, y mostrándole á Porfirio desde una eminencia, las fogatas del enemigo, dispuso qU'e bajara á tiroteado mientras llegaba la di visión.

Cuando comenzó el ataque, la infantería de Márquez se hallaba a.campada al calor del fuego en el templo y en el atrio; lacaballe­ría e~ ta ba acuartelada en torno del pueblo, cireunsta.ncia que hizo extraordinariamente difícil y riesgoso el ataque, porque para asal­t(\r el templo, tuvo Porfirio que colocarse entre dos fuerzas enemi-

: gas y com batir entre dos fuegos. Tan ruda fué la pelea, que el Gral. •

Carhajal com;ideró perdido al temerario a8altante que con doscien-t.OS CU:1renta y dos h ombres se atrevió á medirse con un ejército muy f;uperior, cO,n once generales y muchos y tem.ibles jefes de la flor y nata de la reacción, entre ello i:3 José María Cob08, Negrete, l\Iál'!l uez, etc.

Era , pue~, ,"erisímiJ la noticia de la derrota de Porfirio, y en vista, el e ello determin J el Gral. González Ortega hacer alto cerca

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Entrada triunfal del G

eneral Diaz á la p

laza de Puebla, en la gloriosa alborada del

2 de Abril de 1867.

A la derecha, en segu

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o término y m

arcada con una cruz blanca, se d

estaca la figura del General

Dlaz, m

ontado en brioso caballo,

á la cabeza de su

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Mayor, contestando las aclam

aciones del pueblo. (C

opia del cuadro del pintor mexicano F. M

endoza, que existe en la antecámara

del Salón del Consejo de M

inistros, en el C

astillo de C

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ultep

ec.) ~

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(

-33-

del pueblo, desde donde en espera de que amaneciese, abrió sobre la plaza los fuegos de una batería.

Como la victoria estaba ya casi consumada en esos momentos, el Coronel Día7, tuvo que enviar violentanlente á un ordenanza 1-l3-

ra suplicarle al General en Jefe que suspendiera sus fuegos, por-.'

que estaban haciendo más daño á los asaltantes que al enemigo; al mismo tiempo le pedía municiones para reponer su dotación, que casi se había agotado.

Antes de recibir el repuesto, sorprendió Porfirio á un grupo de ; oficiales que huía, y por ellos supo que "ll!Htrquez se escapaba en

en esos momentos con gran parte de su columna, rumbo á la mon­taña. Sin perder un instante y á pesar de la escasez de parque, ce­rró sobre los fugitivos, logrando cortar la columna y rechazar ha­cia el atrio á más de setecientos infantes, con toda la artillería y los bagajes.

Este movimiento decidió la jornada y la convirtió en espléndida victoria.

El Coronel Díaz fue en seguida á dar parte al Gen8ral en Jefe, que se hallaba acampado con sus tropas en las goteras del pueblo. González Ortega no quería creer que todo hubiese terminado; pero al convencerse de que el heroico jefe oaxaqueño había tomado la plaza y ¡;;e había adueñado con tan poca fuerza, de diez cañones y de todo el bagaje, que había puesto en fuga al ejército de Márquez y que le había hecho más de setecientos prisioneros, entre ello~,

dieciocho jefes y oficiales, González Ortega pidió al Gobierno el as­censo de General de Brigada para el vencedor; y en carta que t'.8cri.biÓ al Presidente J uárez, le declaró que se avergonzaría de por­tar la «banda verde,» si no se le concedía al Coronel Díaz en recom­pensa del triunfo obtenido en la memorable acción de Jalatlaco. Después, cuando se le confirió el grado á Porfirio) González Ortega le felicitó solemnemente ante su tropa, por el bien ganado ascenso.

Después ele las derrotas de Márquez en Jalatlaco, en Pachuca yen Rea.l del Monte, que pueden considerarse como los ,últimos comba­tes notables del período civil ó intestino de las guerras de Reforma, se ' le había dado orden al General Díaz para que persiguiese al san­guinario cabecilla que, en su fuga, cometía depredaciones por Ma­tamoros Izúcar. La ruptura de los tratados de la Soledad y la felonía ,de los franceses que invadían el país aprovechándose y abusando de nuestra generosidad y buena fe, motivaron que se diera contraorden y que se mandara al flamante General á incorporarse

3

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-34-

á los defensores del desfiladero de Acultzingo. Tan apremiante era . la defensa de ese punto, que .el General Díaz no tuVb tiempo de lle­

gar á las cumbres ni de tomar parte en el desigual cOlnbate; pero sí pudo hacerse fuerte en el Puente Colorado; y allí, ora contrarres­tando el empuje de la vanguardia de 103 invasoreg l ora deteniendo y reorganizando á los vencidos é impidiendo que el desorden de la retirada se convirtiese en fuga y en pánico, es fama que así logró no sólo retardar la marcha de la invasión: sino que gracias á ese punto de respiro se rehizo la moral de nuestras tropas y se pudo preparar la desesperada resistencia que había de convertirse en la ¡

• • gloriosa victoria del 5 de Mayo.

La defensa del Puente Colorado fu e, pues, la primera proeza del Genera l Díaz en la epopeya de la Intervención , y tuvo poderosa infh:iencia sob re los acontecimientos posteriore~, que modificó favo­rablemente á la causa de la patria.

E3 ley histórica que los grandes acontecimientos sirvan para que se revelen y cumplan su alta misión los grandes cal'acteres. Así, cuando la patria ultrajada llamó en defensa de su honor y de su indepéndencia á sus hijos, el carácter de Porfirio Díaz, hasta en­tonces casi en estado latente, se manifestó en toda su inmensa fuerza, y florecicron en grado heróico sus altas cualidades. Por es­to preferimos esta época de su vida para presentar co11lO ejemplo aquellas de sus virtudes que en tan solemne ocasión de nuestra historia tuvieron más amplio cam po para ejercitarse y fueron más nob le y más meritoriamente empleadas; la preferitnos tam­bién porque en las acciones del General Díaz durante esa larga y durísima campaña, ni el espíritu nlás suspicaz y escéptico puede ~ poner una sombra de ambición ó de interés.

La pereeverancia fu e una de las virtudes de que el General Díaz dió ejemplo sobrehumano en la gllerra de Intervención; pero en la perseverancia de este grande hombre no se sabe qué admirar más, si la incansable constancia en 1::1. defensa de la nacionalidad amena­zada, ó la sabia y prudentísima flexibilidad con que sin cambiar ni por un instante de ideal ni de propósitos y sin que su fe vacila­ra ni en los trances más duros y desconsoladores, variaba ~in cesar de medios, buscando los más adecuados y eficaces conforme á las circunstancias. Importa mucho mostrar cuán heróicos esfuerzos de

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-35-

perseverancia le costó dar con esos medios, gracias á los cuales con­siguió conducir de victoria en 'irictoria al tercer Ejército de Orien­te, su creación, desde las montañas surianas, al tra yé5 de Miahua­tlán, Oaxaca, la Carbonera, Puebla y San Lorenzo, hasta entregal' el sagrado pabellón de la República, radiante d0 gloria y lim pio de toda mancha, en mallos del Presidente Juárez, para que 10 plftn­tase de nuevo en el Palacio Nacional de México.

L'l. esplendorosa gloria militar y la c01.siderable trascendencia política de la victoria del 5 de Mayo, pudieron de5lumbrar yalu­cinar á los que no conocían á fondo la profunda desorganización del Ejército en aquella época, y la carencia casi ab30luta de recur­sos para la defensa nacional. Mas los jefes republicanos sí sabían á qué atenerse; y este conocimiento de la debilidad de la patria para rechazar la invasión, á la vez que explica las traiciones de t~ntos

mexicanos, enaltece hasta el heroismo la constancia de los que per­manecieron fieles á su deber; y enaltece particularmente la perse­verancia del General Díaz, quien debiera haber ümido menos ' con­fianza en el porvenir y menos fe en su causa que ningún otro, por­que su reconocida perspicacia, su hábito de vivir en íntimo contac­to con el soldado y, sobre todas estas cosas, su genio militar y su profundísimo sentido práctico, le permitían percibir y apreciar cla­ramente lag faltas y las ~obras, las debilidades y los errores de aquel gol->ierno y de ::¡,quel ejército á quienes se había confiado la reivindicación de nuestros derechos.

Veamos cómo pensaba el infortunado General Zaragoza, en vís­peras del 5 de l\Iayo, al dirigirse á los generales tlue fueron á darle el parte diario el 3 del mismo mes por la noche, en que se decidió presentar la batalla, hoy de inmortal renombre:

ce..... Manifestó [Zaragoza] que la resistencia presentada has­ta entonces, debía reputarse insignificante, por más que el Gobier­no había hecho esfuerzos por acopiar elementos en' sus difíciles circunstancias, cuando el país estaba herido y desangrado por la guerra intestina; ...... que de todos modos, era vergonzoso que un pequeñísimo cuerpo de tropas extranjeras, que para la nación po­dría tener la importancia de una patrulla, llegara á la capital de la República sin encontrar la resistencia que correspondía á un pue­blo que pasaba de ocho millones de pobladores; que en consecuen-

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--36-

cia, excitaba á los presentes para que se comprometiesen á com~a­tir hasta el sacrificio, á fin de que si no llegaban á obtener una vic­toria, cosa muy dij~cil, aspiTación poco lógica, s'L~p'L~esta n'uestra desven­taja en armamento y casi en todo género de condiciones militares, salvo en valor y arrojo, á lo menos perdiéramos dignamente, después de luchar con todo nuestro esfuerzo, dando así tiempo para preparar la defensa del país ...... »

Li.bróse la tremenda batalla; y á pesar de ser ((Cosa muy difícil) y «poco lógica », se alcanzó la victoria.

Poro este triunfo, entre otras consecuencias inevitables, tuv;o la . de enardecer al invasor y atraer con fuerza irresistible sobre los ven­cedores, el Empuje de todo el ejército expedicionario.

Si como lo pensaban todos, se hubiese aprovechado este momen­to oportuno para organizar la defensa del país, quizás se habría de­tenido la marcha de la invasión; mas la muerte extemporánea a.el General Zaragoza, nos privó de uno de los pocos mexicanos capa­ces de realizar la hazaña sobrehumana de sacar de la nada un ejér­cito disciplinadc y fuerte en lo posible; y al que más tarde había de llevar á cabo el prodigio, aun no le atendían SU:3 inmedia­tos superiores. ¿No le habrían comprendido todavía? ¿Sentirían celos prematuros, presintiendo el gran valer del vencedor de Már­quez? Lo cierto es que el General Díaz tro~ ezó con el desd én y has­ta con la amenaza en sus primeros pasos de estratégico y de cau-

d illo. Cuando resuelto á morir ó salir con honor de la batalla, y obli­

gado por el buen orden de la retirada de la columna francesa con que combatió el .5 de Mayo, tuvo que per.seguirla hasta la hacienda de Rementería, so pena de que esa columna cayese de nuevo sobre nuestro ejército y frustrase quizás la victoria, fue amenazado con \" que se le consignaría á un consejo de guerra si no suspendía la per­secución. Alejado el peligro y explicada la aparente desobediencia; el General Zaragoza a pro bó lo hecho.

Más tarde,' al estar estableciendo el cerco de Puebla el G'.:meral Forey, hubo un momento en que por la disposición especial de las tropas francesas en torno de la ciudad, el genio estratégico del Ge­neral Díaz concibió y propuso un plan de ataque audacísimo, cuya oportunidad sólo Juró contadas horas y que, en opinión de peri­tos, habría dividido el ejército francés en columnas sueltas, desli­gadas de su base de operaciones, sin elementos de resistencia y cu-

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-87 .

ya derrota en detalle, habría sido por estas razones, relativamente fácil y segura.

El General Díaz con algunos jefes republicanos, entre otros Be­rriozábal, Lamadrid, Llave, Antillón, etc., presenciaban desde el cerro de Guadalupe, eminencia cercana á la ciudad de Puebla, las operaciones de circunvalación que ejecutaba el ejército invasor ; y conociendo perfectamente el terreno y apreciando el efectivo del enemigo, que no podía pasar de treinta y cinco mil hombres, per­cibió la posibilidad de batirlos P,11 detalle, aprovechando el mo-

I I mento en que como consecuencia forzosa de los movimientos em-

prendidos para establecer el cerco, el cuerpo expedicionario estaba dividido en tres columnas aisladas entre sí y no mayores d.3 doce mil hombres, á las cuales hubiera podido atacar una por una el ejército republicano, m'.lY superior á ellas, sin que les hubiera sido posible auxiliar6e por la distancia á que se enc0ntraban; y es evidente que aun cuando n o las hubiese derrotado, sí les habría causado tan fuertes quebrantos, que quizá habrían imposibilitado el sitio y modificado completamente la faz de la campaña. Pue.::; fue des­echado este plan, y el in vasor pudo cerrar tranquilamente el cerco.

Desde entonces se previó el desen lace de éste, políticamente fu­nesto para la causa, aunque haya sido y sea militarmente, uno de los sitios más notables de que habla la hÜltoria, má8 que el fa-

mosísimo de Zaragoza , que se creía sin par. En otro capítulo referimos alguna de las proezas que llevó á cabo

en este sitio el Gral. Díaz, y por esto aquí solamente consignaremos que á pesar de no estar conforme con el desenlace sin precedente que le dió González Ortega, de destruir el armamento y disolver el ejército, rasgo que estuvo á punto de costar la vida á los jefes si­tiados, el héroe de San Marcos, esclavo de la disciplina, reventó sus cañones, mandó destrozar los fUBiles y licenció, emplazándolos pa­ra más tarde, á sus adictos batallones oaxaqueños; y si desobedeció en un punto la orden y no quemó sino que enterró las banderas, fue porque est l b:1 cierto de que tornaría vencedor á hacerlas resur-gir gloriosas y sin mancha del sepulcro. .

¿No eran estas c0ntra riedades íntimas y estas decepciwles amar­gas, causas bastantes y más poderosas que la derrota, par3. inducir á la defección á cualquier alma, por bien templada que fuese?

Pues al General Díaz, cuando le ofrecieron la libertad á cambio del honor, es decir, con la condición de que no seguiría defendien-

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do á la patria, conte3tó que no firmaba el documento que se les había remitido á 103 prisioneros del cuartel general francés, porque las leyes de su país le prohibían contraer compromiso alguno que menoscabara la dignidad y el honor lnilitares, y porque se lo pro­hibían también sus eonvicciones.

Lo admirable de esta perseverancia es que no se limi tó á frases arrogantes, sino que se manifestó en actos positivos y fecundos, más aún, decisivos para la liberación. de la patria y de acuerdo con el deber.

Encerrado con OtrOS jefes como prisionero de guerra y con cen­tinelas de vista, en una casa de la calle de la Victoria, en la ciudad recién tomada, al saber que se le iba á llevar al f'x tranjero, con va­lor, resolución y serenidad sin imitadores entre los demás prisio­neros, se quitó el uniforme, se cubrió con el sombrero y el sarape de un visitante, y salió de la casa sin apresurar siquiera el paso, sa­ludando al capitán francés Galland que mandaba la guardia, le co­nocía y estaba de pie en la puerta. De este saludo dependía el éxi­to de la evasión, porque el centinela acostumbraba á dejar pasar á }(,s que saludaban al capitán, cosa de que el ob:-ervador prisionero se había dado oportuna cuenta.

Apenas había salido cuando el susodicho capitán reflexionó que la fisonomía del que]e había saludado le era conocida; recapaci­tó, recordó á quién pertenecía, buscó entre los presos, y así supo, algo tarde, que acababa de escapársele uno de los más peligrosos.

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* * Sin perder momento se dirig ió el General Díaz á :México, á po­

nerse á las órdenes del Presidente J uárez, quien le propuso que se ,

encargase del l\1inisterio de ]a Guerra ó del mando de algún cuer-po de ejército. El agraciado rehusó lo primero, y merece coment.a­rio aparte esta negativa, porque fue un rasgo notabilísimo de acen­drado patriotismo, de sincera modestia y de rara abnegación. Ter­minantemente declaró que no se creía digno de ocupar ese elevado cargo, ni quería que se lastimase con su nombramiento á otros je­fes más antiguos, que naturalmente, se creerían postl'lrgados; ade­más, hizo notar que los jefes conservadores que acababan de poner­se a l servici@ de la República, podrían disgustarse y comprometer la situación. El hecho de haber aCl'lptado un puesto secundario,

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fatigoso y peligrosísimo, y de haber emprendido y logrado como simple jefe la reorganización, mejor dicho, la creación de un ejérci­to, que era cabalmente la obra hercúlea que se esperaba realizara como ministro, demuestra su noble afán de defender · sin descanso y efectivamente, con las armas en la mano, á la patria ultrajada, sin perjuicio de servirla también políticamente dotándola de lo que siempre le había faltado para poner fin á sus desdichas: un ejército leal, disciplinado y fuerte. De manera que cuando el Presidente J uárez le pedía solamente su inteligencia, el General Díaz dió ade­más su sangre, y para ello eligió el sitio más peligroso en el campo de la lucha y rehusó el que se le ofreda, brillante y exento de pe­ligro.,

Aquí comienza la epopeya militar del General Díaz, entregado ya á sí mismo y libre de trabas su genio. Sin embargo, todo indu­ce á creer que hasta ese momento aun no se había perfeccjonado su concepto de las causas reales de la tremenda crisis en que amena­zaba hundirse nuestra nacionalidad, ni había concebido las ideas fundamentales del plan regenerador que más tarde debería comen zar á poner en ejecución y mediante el cual habría de lograr, po r un esfuerzo de energía y de perseverancia de que no hay otro ejem­.plo en la historia, engrandecer y hacer feliz y respetada á la patria

• meXIcana.

Yas para que su criterio se formara y la verdad apareciera evi­dente á su perspicacia genial, fue sin duda necesaria la cadena de desengaños que sufrió, y fue iIldispensable que acopiara la suma de observaciones directas y de rudas experiencias que hizo desde. que, á raíz de su fuga de Puebla, se encargó del mando de un cuerpo de ejército, todavía como subalterno del inep to General Garza , hasta que ascendido ya á divisionario, pero entristecido por la amargura de las causas que le obligaron á rendirse en Oaxaca, volvió á Pue­bla nuevamente prisionero.

¿Qué voluntad habría prerseverado en la empresa y cuál fe se habría conservado viva y ardiente después de aquella expedición, primero á las órdenes de Garza, luego como Jefe del Ejército del Centro, ejército poco menos que imaginario y en el que cada día, éste se desbanda, aquel deserta, el otro traiciona y el de más allá cae muerto de miseria? ¿Quién no habría cedido á proposiciones tan tentadoras como las que sin cesar recibía el GeneralDía~ del inva­sor, por medio de Draga, de Dublán y de otros muchos terceros,

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cuando para desecharlas sólo tenía en compensación las chicanal federalistas de Esperón y de Cajiga, que no querían qu~ Oaxaca re sistiese á la invasión, y los manejos traidores de sus más queridol oficiales, que le redujeron á rendirse con honor, antes de ser entre gado por algún judas? Y todo esto como fruto de una marcha ho mérica, á través de las sierras de Michoacán y Guerrero, y COID<

resultado ele haber hecho prodigios de a;cti vidad y de industria pa­ra armar y equipar el segundo Ejército de Oriente que se fortificé

en Oaxaca? De tantas decepciones y de tamañas dificultades, el Gral. Díaí

sacó lecciones preciosísimas y el propósito de recomenzar con 'máE vigor, pero por otro canl1no. H e aquí lo verdaderamente admira· ble y ejem pIar de la perseverancia de este hombre: dirigirse siem· pre al mismo fin propuesto, sin vacilaciones ni desmayos, prrc buscando los mejores medios y aprovechando las lecciones de la

• • expenencIa.

Así, cuando el General Díaz, sin enarbolar bandera df' tregua, sin pedir a.rmisticio, sin garantía ni formalidad alguna, se dirigi6 bajo el fuego contrario, acompañado solamente de los Coronele~

Angulo y Echegaray, de su Estado Mayor, á rendirse al General Bazaine, que tenía su cuartel en la hacienda de Montoya, cerca de la plaza sitiada de Oaxaca; y cuando el jefe francés le dijo que ce­lebraba que «volviera de su extravío» y que renunciase á «hacer ar­mas contra su soberano», lo primero que hizo el rendido, con ries­go inminente de que le fusilaran allí mismo, pues no tenía que esperar consideración alguna, fue responder con su habitual valor civil, que (counca había tenido ni tenía más soberano que el pueblo mexicano»; que «no se adhería al imperio, ni le reconocía; que le era tan hostil como lo había sido mientras estuvo al pie de los ca­ñones; pero que la resistencia era imposible y el sacrificio estéril, porque no tenía hombres ni armas.» Con su habitual prudencia, el General Díaz quiso ir acompañado, no por temor, sino para que hubiese testigos de su entrevista con Bazaine, y nadje pudiese sos­pechar siquiera de su lealtad.

Furioso Bazaine, más que por la firm eza de la respuesta, por el desaire que envolvía, le reprochó duramente que hubiese violado la promesa que supuso había hecho en Puebla, de no volver á to­mar las armas; pero el General Díaz replicó que no había hecho tal promesa ni la haría jamás.

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Gral. Jesús González Ortega, Mandaba en jefe al Cuerpo de Ejército de que forma­b,a parte la brigada de Oaxaca, á cuya cabeza iba el Coronel Porfirio Diaz, en persecu­CIón del sanguinario ex-General Márquez. Cuando González Ortega supo en qué cir­cunstancias había vencido Diaz en Jalatlaco, le escribió al Presidente Juárez:

"Me avergonzaría yo de seguir usando la ban da verde, si no se le concediera al Coronel Porfirio Díaz, después drJ su bri-llante.triunfo en Jalatlaco." · .

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En el acto le ordenó Bazaine á su secretario Napoleón Boyer, que buscase en el libro dopde creía que estuviese asentada la pro­testa del General Díaz. Obedeció Boyer; pero al avanzar en la lec­tura, fue bajando la voz Ji acabó por leer para sí. Comprendió Bazaine lo que esto signifie,aba, y al punto cambió de actitud, avergonzado por su viblencia, y se ITlOstró deferente y cortés con el prisionero. Tan poderosa es la inft uencia y tan grande el respe­to que ejercen é inspiran los caracteres nobles, honrados y firme8.

Sin embargo, aun tuvo que sufrir vejaciones y pasar amargos - ~:rances el General Díaz, antes de verse de nuevo encerrado en las

prisiones militares de Puebla: primero en Loreto, luego en Santa Catarina y, por último, en el Convento de la Compañía. Durísimo fue el trance de pasar vencido y desarmado, ante multitudes hosti­les; más duro aún, volver prisionero al lugar mismo de donde se fugara lleno de esperanzas. Pero ¿acaso entibiaron su fe ó cansaron su constancia estos reveses? Al contrario, todo eso y los siete me­ses de prisión siguientes, sólo sirvieron para darle nuevas ener­_gías y lo que valió más, ideas nuevas que debería utilizar en la rea-lización definitiva y completa de sus firmes propósitos, pues segu­ramente que las meditaciones profundas y serenas á que ese espíri­tu privilegiado debió entregarse durante su segundo cautiverio, fue­ron el origen de la serie de triunfos y aciertos posteriores, de que

hoy cosechamos los ópimos frutos.

Mas á fin de cerr3-r dignamente este capítulo, debemos dejarle al héroe la palabra para que narre un hecho admirable en que la perseverancia, el valor, la audacia, la serenidad, la prudencia y hasta la hidalguía: se pusieron en juego: su segunda y última eva­sión del cautiverio. Unicamente el que llevó á cabo esta hazaña 1'0-

-- nancesca, que se ha creído fabulosa por lo osada, tiene derecho á. referirla y puede hacerlo como debe.

«En Puebla fuimos entregados á fuerzas austriacas y nosence­rmron en tres prisi<?nes distintas, poniendo á los generales, corone­les y tenientes coroneles en la fortaleza de Loreto. Allí nos junta-mos con otros prisioneros liberales ...... Estando en dicho fuerte de Loreto, nos volvieron á amonestar, como había sucedido cuartdo la

-rendición de Puebla, para que protestáramos no volver á tomar las armas contra. la intervención y ellmperio, y pr0t.estarón. todos, mp- . nos el General Santiago Tapia, el _ Coronel Qastellan.o8: S{Lnchez, el -Capitán-de artillería Ramón Reguera y yo ...... Pa:ua.-€;onseguir las :

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prote~tas, llegó á arnagarse á alguno ó á algunos, entre pIlos al te­niente Coronel oa,xaqueño Don José G. Carbó, con fusilarlos á media noche ...... Después nos pasaron al convento ele :::lanta Ca-

tarina.

«( Pusieron en mi celda fL Benltez y á Ballesteros; pero un día fin­~í motivo de desagrado con ellos, y solicitaron del preboste que les dif'ra otra habitación; se la concedieron, y entonces comencé á preparar mi evasión, para lo cual me dediqué á hacer una mina en el lugar que quedaha debajo de mi cama.

«(Estaba situada mi celda, en el piso alto del edificio, sobre una .. capilla que había habitado una monja que pasaba por milagrosa, yen la cual ca,pilla podía verse un pozo cuya agua tenía, sp,gún la tra­dición, virtudes medicinales. Ese pozo me servía para depositar la tierra que sacaba de mi obra. Cuando la labor llegó abajo del ci­miento macizo, seguí haciendo una galería horizontal hacia á la ca­ll e, que estaba pared de por medio.

((A los cinco meses de estar en Santa Catarina, nos trasladaron súbitamente al convento de la Compañía, por lo cual 110 pude con­tinua,r mi obra de evasión.»

j Cómo contrasta la serena concisión de esta frase, con lo doloroso y desesperante del hecho que refiere! Cinco meses de afanes: de nngustias y de penosísimo trabajo empleado en hacer la hora­dación, todo perdido, aniquilado por una orden de cualquier tira­nuelo militar de la gua,rnición austriaca. ¿No era esto para deses­perar, no era para abandonar la. empresa y confesarse en altas la­mentacione8, vencido por la suerte'? El General Díaz ni aun se que­jó; solamente los débiles se duelen y retroceden ante las adversida­des, y dejan las cosas á medio hacer. Los fuertes, los sanos de alma~

y cuerpo, los buenos, como acabamos de verlo, se limitan á referir· el mayor contratiempo como un incidente sin alcance, y conti­núan su obra porque jamás les faltan recursos I ara ello y hasta. suelen súbrarles energía y serenidad para hacer gallardías, para de­safiar al enemigo y para mostrarse caballerescos y superiores á to­dos los hombres y en todas las situaciones.

Habla el héroe: «(Había quedado en el mando de la plaza el Barón ,Juan Schiz­

mandia: el jefe nato era el Conde de Thum, que había salido á­campaña por la sierra de Puebla. El teniente Schizmandia me per­mitía ir al baño acompañado de un sargento austriaco, que me se-

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guía como sombra á todas partes, y molestándome esto, no volví á pedir permiso. Entonces me ofreció que me acompañaría él per­sonalmente. Lo hizo así; pero usó de muchas precauciones, como ocupar un sofá frente al cuarto donde me bañaba, y prohibir que fueran ocupados los cuartos contiguos ...... Exceptuando esta vigi-lancia, me trataba con mucha cortesla, y después del baño, una vez me llevó á almorzar á su casa, luego me invitó á ir á los toros y me condujo hasta en la tarde á mi prisión. No volví á aceptar invitaciones de esta especie, por no exponerme á que se creyera que estaba próximo á aceptar el Imperio. Después me dejó que an­

- duviese en libertad por la ciudad, esperando de mi honorabilidad que no lo comprometiese con mi fuga.

«Estas consideraciones para conmigo costaron caro al teniente Schizmandia, pues cuando volvió de su expedición el Conde de Thum, le hizo fuerte extrañamiento y lo puso en arresto porque había relajado mi prisión ........ .

ccEl Conde de Thum ordenó la clausura de las ventanas de nues­tras celdas, no obstante que tenían fuertes rejas de hierro, claván­dolas y reforzándolas por dentro con maderos, de modo que está-bamos obligados á usar luz artificial aun en en el día ...... Aumen-tó tam bién el servicio de centinelas de día y de noche, di::-poniendo, que éstos entraran á toda hora en las celdas á hacer su vigilancia ó. se estacionaran en ellas á S11 arbitrio. Sobre mí descargó especial­merite el General Thum sus iras, y esto me hizo resolverme á abre­viar la realización de una evasión que preparé para el 15 de Sep­tiernhre; pero coincidiendo la fecha con el aniversario de la Inde­pendencia, no pude realizar mi propósito porque estaban muy ilu-minadas las calles de Puebla en virtud de la festividad cívica que

_ ' e celebraba, y la aplacé para el día 20.» K, de advertirse que 8i el Conde de Thum ((descargó especial­

m~nte sus iras» sobre el General Díaz, fue porque en la primera en­trevista que aquél tuvo con el temible prisionero, le pidió una vez

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más que firmara la eterna protesta de no combatir contra la inva-_ sión; el General Díaz tornó á negarse cortesmente, pero con la fir­meza en él característica. Después, pasados algunos meses, preten­dió el Conde que, por lo menos, le ordenara al general republicano Juan Francisco Lucas, que no fusilara á los ccaliados»--traidores mexicanos-que hiciese prisioneros. Contestó el General DÍaz que en razón de su cautiverio, no tenía mando, ni el General Lucas es-

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taba á sus órdenes. Mas como el Conde de Thum sahía que el ilus­tre jefe republicano era obedecido desde la prisión, lo mismo que libre, puesto que desde allí había firmado el despacho de General para Don Luis Pérez Figueroa, se enfureció con la negativa y pro­rrumpió en amenazas de vejaciones, que cumplió puntualmente. La contestación digna y serena del General Díaz, fue que las ame­nazas sólo sirven para intimidar á los pusilánimes, y que el señor Conde estaba en su derecho para extremar la vigilancia, como él á su vez lo estaba para procurar evadirse.

He aquí un admirable rasgo de hidalguía, digna de los tiempos . .

caballerescos. Teniendo la ciudad por cárcel y la libertad al alcan- \ ce de la mano, con sólo n10ntar el caballo que durante todo ' ese

• tiempo le tuvieron preparado día y noche sus fieles, no se evadió por no comprometer al generoso teniente austriaco que se había confiado á su honor; mas tan pronto como un soldadón insolente y ,

crecido por la superioridad material de que por el momento goza-ba, le oprime,. le encierra y pretende humillarle y aten10rizarle, el alma de acero del vencido reacciona y lleva á cabo una de las ha­zañas que relatadas en un capítulo de novela, parecerían inverisí-

111iles. Tratábase de salir sin ayuda humana, de un antiguo convento

de n:::uros altísin10s, donde se le vigilaba como queda dicho y sin •

contar con más elementos que una dag~ y una reata que, por te-mor de que se la quitasen, llevaba á toda hora consigo, arrollada en el cuerpo, sobre la ropa interior, á pesar de lo que le atormen­taba. La reata le fué introducida al baño, oculta entre la ropa lim­pia. Esta empresa dejó sin duda muy por debajo y completamen­te opacada la del escalamiento de Santo Domingo, en que le ayudó su hermano Félix, quien por entonees se hallaba harto lejos, en, tierra extranjera, trabajando á su vez por la patria. ,I,¡¡

. Dejemos al héroe nuevamente la palabra, para que refiera cómo realizó su proeza:

ccEn la tarde del día veinte (Septiembre de 186.5), había yo aña-dido y envuelto en forma de esfera, tres reatas que me proponía emplear en mi evasión, dejando otra en reserva y una daga perfec-.. '

tamente aguzada y afilada ........ . ccEI Teniente Coronel Guillermo Palomino y el Mayor Juan de

la Luz Enríquez, mis únicos confidentes entre mis compañeros de , ' ., .

pi;isión, invitaron á jugar naipes á todos los prisioneros hi, noche é:rl" ' que n1e evadí, para evitar que anduvie'sen por los' correaorés . ..

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«Después del toque de silencio me fuí á un salón destechado, convertido por esa circunstancia en azotehuela. Llevaba conmigo las tres reatas \envueltas en un lienzo; las arrojé á la azotea, y con la otra reata que me quedaba, lacé una canal de piedra que me pa­reció muy fuerte, lo que hice con muchas dificultades porque no pocHa distinguir bien la citada canal, dado que no había m ás luz que la de las e5trellas de una noche IHUy oscura. Me cercioré de la resistencia de aquel punto de apoyo, y luego subí por la cuerda á

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la azotea ; quité en seguida la cuerda que me había eeryido para •

) subir y recogí las dos que había tirado de antemano. «Mi marcha por la azotea para la esquina de San Roque, punto

es~ogido para mi descenso, era muy peligrosa, porque en la azotea del templo, que dominaba todo el convento, había un destacamento y centinelas que tenían por objeto vigilarnos desde las alturas. To­da la azotea está formada por boveditas que corresponden á cada una de las celdas.. Deslizftndome entre las medias esferas y arras­trándome pecho á tierra, fue como anduve buscando el punto pa-ra el descenso ...... A menudo tenía que suspender mi marcha y explorar con el tacto el terreno, porque había sobre las azoteas mu-cho=, pedazos pequeños de vidrio, que hacían ruido al tocarlos ..... . Además, eran IHUy frecuentes los relán1pagos, á cuya luz podía ser descubierto. Llegué, por fin, á tocar el 111UrO del templo; y co­mo allí no pudía verme ya el centinela, sino inclinándose mucho, seguí de pie y fuí á asomarme á una gran ventana que daba á la guardia de prevención, con el objeto de ver si había alguna alar­ma. Corrí allí peligro: la ventana cedió, abriéndose á un ligero em­puje, el piso era muy inclinado y resbaladizo por las frecuentes lluvias, y sin poderlo remediar resbalé, habiendo estado á punto de

) rodar ¡al precipicio. «Para llegar á la esquina de la calle de San Roque, por donde

me había propuesto descender, era necesario pa:::iar por un:1. parte del convento, que servía de casa al capellán, quien tenía el antece­dente de haber denunciado poco antes á los presos políticos que habían hecho una horadación que fué á dar su casa, en virtud de cuya denuncia fueron fusilados al día siguiente.

«Bajé á la azotehuela de la casa del capellft n, en momentos en que entraba un joven que vivía en ella y que, probablemente, venía del teatro, pues estaba alegre y tarareaba una pieza. Esperé á que se metiera en su cuarto; pero á poco salió con una vela encendida y

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se acerc6 al lugar donde yo estaba; n1.e escondí para que no me vie-ra á su paso y esperé á que regresara. Cuando co nsider~ que había tiempo para que se hubiera acostado y acaso dormido, ascendí á la azotea del convento, por el lado opuesto al que me había servi­do para bajar, y seguí l1.1.i camino á la anhelada esquina de San Roque, á la cual llegué al fin.

((Hay en ella una estatua de San Vicente Ferrer, que era la que yo me proponía usar como apoyo para fijar mi cuerda. El santo oscilaba al tocarlo, pero tenía probablemente una espiga de hierro que lo sostuviera. Para mayor seguridad no fijé la( cuerda en él, sino en la piedra que le servía de pedestary que m~ pareci6 bien ~ fij a.

((Pensé que si descendía yo de esa esquina para la calle directa--mente, podía ser visto por algún transeunte en el acto de descol-garme por la cuerda, y por ese motivo me propuse bajar previa­mente hacia un lote que estaba solam ente cercado. N o sabía yo que allí había un chiqu ero de marranos.

((Como al comenzar á descender giraba un"poco la cuerda, el ro­ce que sufría yo por la espalda, ocasion6 que la daga que llevaba en el cinturón se saliera de la vaina, cayera sobre los cochinos é hiriera probablemente á alguno, porque hicieron n1.ucho ruido y todavía más cuando me vieron descender entre ellos. Tuve que de­jar pasar un rato para que se aquietaran. Subí luego á la cerca del lote que daba á la calle, y tuve que retroceder violentam ente, por­que en eS03 momentos pasaba un sereno haciendo su ronda y exa­minando las cerraduras de las puertas. Cuando se hubo retirado, después de un rato salté á la calle.)

i Qué co ntraste entre lo intensamente dramático del episodio y la tranquila sencillez conque lo narra el protagonista., que en esa aventura jugó la vida de cien maneras ! La explicación de tal con­traste es evidente : para ese hombre extraordinario, el cumplimien­to del deber, aun á costa de la vida, es cosa llana y trivial. Más todavía: por no darle importancia al SU CtSO, en su relato omitt; de­talles verdaderamente asombrosos : se olvidó, por ejemplo, de de­cir que ya libre en la calle, pero en peligro inminentísimo de ser descubierto, reaprehendido y fusilado en el acto, tuvo la sangre fría in ,"erisímil de despertar á un seren0 dormido en su puesto.

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-(cNo te duermas»--le dijo tocándole el hombro. -(cNo, jefe,» contestó el guardián, poniénélose en pie. Este rasgo de audacia no fue una baladrona.da inútil, sino que

tUYO por objeto despistar al guardián en caso de alarma, pues no era creíble que el prófugo le hubiese hablado.

y el peligro era tan serio, que al día siguiente, el Conde de Thum ofrecía mil pesos al que entregase muerto ó yivo al General Díaz. Por su parte, un señor Escamilla, entonces Jefe Político del Distri­to poblano de Matamoros, ofreció otros mil pesos por la captura; primas ambas que felizmente ninguno pudo ganar. Lo curioso fue que este perseguidor del Gral. Diaz se tornó más tarde en espon­táneo y entusiasta partidario y defensor del Plan de la N aria, con la fuerza de caballería que entonces m.andaba.

Hizo más el Gral. Díaz: entre la peana del San Vicente de pie­dra y las cuerdas que le sirvieron para descender, dejó dos cartas de de5pedida: una dirigida al teniente Schizmandia; la otra al bur­lado Conde de Thum y que merece ser conocida. Hfla aquí:

ccMuy Señor mío: El teniente Schizma.ndia, que tiene una idea justa de mi carácter, supo asegurarme dándome toda la franqueza que le fue posible, sin tomarse ni la libertad de exigir 1ni palabra de honór, que nunca habría comprometido. Con el Señor Schiz­mandia sólo tenía la obligación que tácitamente me impuse, de no comprometer su responsabilidad, generosa y oficiosamente empe­ñada á mi fayor; nada contraje expresamente al aceptar esa gracia que tampoco solicité; y sin embargo, nunca h e estado más afianza­do en mi prisión que durante el goce de aquella; pero usted, que no conoce ú los mexicanos sino por apasionados informes, que cree que entre ellos no hay sino hombres sin honor y sin corazón, y que para ~onservarlos no hay otros medios que la custodia y los muros, me ha puesto en absoluta libertad sustituyendo con estos ineficaces lazos, los muy pesados é indisolubles con que hábilmen · te el mencionado Schizmandia m e había reducido á la más CO O1-

lJleta inacdón. CIEn Papantla y Veracruz tengo prisioneros del cu erpo que usted

dignamente manda y á quienes se da el mejor trato posible. Si us­iecl quiere que arreglemos un canje por otros de los míos que aun quedan presos, mande á Papantla un comi sionado v yo le ofrezco que queelará contento del éxito.

PORFIRIO DIAZ.»

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Estas dos cartas fueron halladas en Palacio por Don Matías Ro­mero, entre los papeles que dejó Maximiliano; por cierto que la carta para el hidalgo Teniente aU8triaco, . tenía una nota reveladora de que había sido reprendido á causa de su conducta con el . Gene­ral Díaz.

Este, que nunca ha olvidado los favores recibidos, cuando tuvo noticia de que su amigo Schizmandia se enconti'aha entre los prisio­neros que había en Palacio, después de la toma de México, envió desde su cuartel general de Tacubaya un carruaje para que lleva­ran al oficial austriaco á su presencia; y entonces, después de saln-

. darlo cariñosamente, le sentó á su mesa, le presentó con su fami­lia y le colmó de atenciones. Más tarde, cuando iba á salir del país, el Gral. Díaz cuidó de que tuviera toda clase de comodidades y ga­rantías para él y para los que le acompañaron.

¿Qué lección de hidalguía, de perseverancia y de patriotismo, puede darse más viva y profunda, que la que encierra esta conduc­ta? Con justicia los soberanos europeos, que por tradición secular se consideran fuente de honor, cubren á porfía el pecho que taleE sentimientos encierra, con las condecoraciones más ilustres y pri­vilegiadas de que disponen.

--_._---

VIII •

VALOR Y SERENIDAD .

(cUN HOMBRE SIN VALOR ES COMO UNA lVIUJli.R SIN PUDOR.))

Sobrada justicia tuvo Napoleón el Grande al formular esta herma · sa y profunda máxima, porque nada hay tan despreciable é inúti : como el hombre medroso y pusilánime, condenado por este graví simo y vergonzoso defecto á sufrir_perpetuamente en la vida, que e¡ lucha continua y sin cuartel, fracasos, humillaciones y derrotas: definitivas y constantes.

Por desgracia, en México domina un concepto total y peligrosa·

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mente falso del valor que salva y dignifica, y es error muy genera­lizado confundir esa preciosa virtud con la temeridad y la arro­gancia, que torna á los hombres agresivos, pendencieros é injustos, les rebaja á la condición primitiva de salvajismo, y les lleva á man­charse la conciencia con sangre inocente ó á morir sin grandeza y sin provecho por una palabra, por una mirada, por un rozamiento. Para corregir tan funesto error es interesantísimo enseñar con al­guno de los innumerables ejemplos que nos ofrece la vida del Ge­neral Díaz, cuál es la forma de valor que ennoblece el carácter, que es útil al individuo y á la sociedad y que conduce infaliblemente al triunfo, en los reñidos combates que por fuerza hemos de so~te-

ner durante la existencia. - I

Para que el valor SEa virtud, sus características esenciales han de ser, primeramente, el sentimiento del deber, y después, la se­renidad, la prudencia y la justicia. Del equiJibrio exacto de estas cualidades en el alma, resulta que un hombre puede dar muchas veces mayor prueba de valentía huyendo de un peligro, que afron­tándolo, ó desentendiéndose de una ofensa, en vez de castigarla. Del valor que se requiere para exponer la vida en cumplimiento del deber, á peligros inminentes de los que no se sale á salvo sino por una verdadera casualidad, son tantos los ejemplos de que está llena casi cada página de la historia del General Díaz, que la ver­dadera dificultad para presentar algunos está en la elección, porque todos se ant -j::¡n igualmente bellos, instructivos y conmovedores.

Con diversas intenciones hen1.os citado ya algunos, como el asal­to de J alatlaco y la persecución del ejército francés, al final de la batalla del 5 de lVlayo, á la que el Gral. Díaz, como sus demás compañeros en la victoria, fueron únicamente para salvar el honer de la Patria y debilitar al enemigo, á costa del sacrificio consentido de sus vidas, mediante formal compromiso recíproco entre los jefes principales. Esto da la verdadera explicación de qUE aquél llevara tan lejos su promesa, hasta ser relevado de ella, qUA fué cuando Zaragoza le ordenó que sU:3per..diera la susodicha persecución. Ci ­tamos también las proezas contra Cobos, contra los patricioEi en Tehuantepec y contra los imperialistas durante la Intervención, en todas las cuales el Gral Díaz arriesgó su existencia, impávida y re­sueltamente, día por día, y á veces hora por hora.

Sólo agregaremos, pues, para ensalzar esta forma del valor, un magnífico rasgo, demostrativo de la influencia que ejerce aun so-

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bre las multitudes presas del pánico, quien sabe morir en cumpli­miento del deber y lo subordina todo á este sentimiento, lo cual da fuerza para conservar la serenidad en los trances más terribles, y ayuda á salir de ellos airosament(".

A principios de Abril del 63, durante el famoso sitio, Gonzál("z Ortega dispuso que el Gral. Díaz fuese con su brigada á reforzar ]a ·extensa se~ción de San Agustín y San Marcos, que comprendía unas diecisiete manzanas, y á relevar al Gral. Escobedo, que estaba rendido por las fatigas de ]a defensa de ese punto, uno de los más .pel i grosos del recinto sitiado. III

Tan pronto como el Gral. Díaz tomó el mando, con actividad y \ ¡pericia emprendió obras de refuerzo en lae fortificaciones; pero an­tes de que tuviera tiempo de llevar á cabo sus planes, los franceses dieron una serie de asaltos furiosos sobre aquella sección, con el fin ·que les resultó frustrado, de entrar por ese rumbo á la plaza.

Se sabía ya que estaban minando rumbo á la manzana de San Marcos, mas no se creían tan avanzadas las obras, cuando cierto -día de los primeros de ese mes, comeFlzaron á oírse desde el mes6n <..le San Marcos golpes sordos muy cercanos.

El Gral. Díaz mandó poner en el suelo tambores con arvejones sobre los parches, y así averiguó que las horadaciones estaban rela­tivamente lejos, en la manzana del Hospicio. Sin embargo, al caer ]a noche habían adelantado mucho, y los cañones franceses dispa­raban con tal furia, y las balae comenzaban á perforar tan for­midables brechas en los muros del mesón, considerado como el me­jor sostén, que por ellas entró una columna i11\'asora arrollándolo todo á su paso. El pánico se apoderó de los defensores del mesón, que huyeron á ]a desbandada hacia el interior, bajo un fue­go de cañón y fusil ería espantoso. Parecían inútiles los esfuer- ~

zos del Gral. Díaz y sus oficiales para contener á los fugitivos y evi­tar el desastre, pues ya asomaban por la brecha los zuavos, siem­pre temibles y que alentados fntonces por el incipiente éxito, comen­zan ban áinvadir el edificio. Pero el Gral. Díaz no perdió la serenidad: junto á la fuente del patio se hallaba un obús que se había mandado situar allí; rápidamente 10 abocó en dirección de la brecha y dispa­ró ~ t mismo, destrozando y rechazando á los primeros asaltantes; en pos de estos llegaron otros en gran número; pero VOlVIÓ á disparar y el segundo tiro causó estragos mayore!-' . El heróico ejem­pln de su General logró lo que las órdenes no habían conseguido:

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detener á los fugitivos que gracias á este punto de respiro, volvie­ron sobre sus pasos y tras sangriento combate, lograron que los asaltantes repasaran la calle y tornaran á sus posiciones, duramen­te castigados.

Sin este admirable rasgo de valor personal y de serenidad del Gral. Díaz, que supo sobreponerse al pánico que arrastraba á sus subordinados, es probable que la línea de San Marcos hubiese caí­do en poder de los sitiadores y con ella, buena parte .de la ciudad, sino es que toda entera.

Por el contrar o, la c0nducta del jefe emuló á sus tropas, las que sintiéndose bien mandadas, llevaron á cabo tales proezas en lo su­-cesivo, que los franceses acabaron por suspender todo ataque á la sección de Porfirio Díaz, reconociéndola inexpugnable; y lo fue en -efecto, pues no entraron á ella los invasores sino hasta que se rin­dió la plaza.

* * * En admirable y sugestivo contraste con el ariterior ejemplo de

valor activo, vamos á pre~entar otro rasgo no menos hermoso y . heroico de valor pasivo, que no vacilamos en calificar de más útil y

necesario, por ser el que en la vida diaria y vulgar tiene más apli­caciones para defenderse contra los reveses de la fortuna y 10B gol­pes de la adversidad, y para sortear los peligros á que accidental-

-mente suele verse·expuesto el hombre. De este modo sabremos có­mo pueden darse pruebas de valentía suprema, hasta en la fuga , {'uando se luch3. con fuerzas superiores que sería tem "ridad insana desafiar.

Inmediatamente despuée de la toma de Matamoros, que siguió á la aceptación del plan de Tuxtepec y á la significativa reforma de él, hecha en Palo Blanco por el General Díaz, comprendiendo éste que los elementos adquiridos en aquella victoria ( por la qu e mu­chos oficiales norteamericanos fueron de Texas para felicitar al vencedor ), no eran bastantes sin embargo para proseguir la cam­paña y llevarla hasta el fin -con huen éxito, decidió salir nueva­mentf~ del país, con el propósito de venir por mar hasta la costa de Sotavento, á fin de situarse en el foco de la lucha y ponerse en con­tacto con el núcleo principal de sus partidarios y de las fuerzas oaxaqueñas.

En efecto, regresó á los Estados U nidos, y sin más contratiempo

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que una breve demora en la salida del vapor en que tomó pasaje, se embarcó en New York, no en New"Orleanscomo Beha dicho, en el City o; Havana, buque contratado por el Gobierno para el ser­vicio de correos y que debía hacer escala en T9mpicQ y Veracruz, en su futa para Cuba. Dicho sea de paso, el Presidente Don Sepas­tián Lerdo de Tejada era socio de la casa Ildefonso Cardeña C~ que tenía la concesión para el servicio postal de esos barcos.

Para alejar en lo posible todo peligro, el General Díaz se había provisto de los papeles, título: estuches con instrumentos quirúrgi­cos y demás cosas que le hacían aparecer como médico cubano,

~ bajo el nombre del Dr. Ramírez de la Rosa en viaje de regreso á su patria; además se disfrazó con una peluca y anteojos oscuros, con tanta perfección, que el Lic. Ireneo Paz y Don Mariano Ruíz que le vieron accidentalmente, no le reconocieron bajo el disfraz.

Pero no contaba con lo imprevisto, que se presentó formidable en Tampico y que echó á rodar el bien meditado plan é hizo inútil el disfraz.

Sucedió que en Tampico se embarcaron en el vapor Oily oJ Havana algunas tropas del Gobierno, con destino á Veracruz, entre las cuales venían oficiales que le reconocieron al punto, como que eran de los mismos á quienes el Gral. Díaz acababa de vencer y á quienes había hecho prisioneros en la toma de Matamoros. Fue inútil que el misterioso viajero procurara ocultarse á las miradas de los nuevos huéspenes, y que dejara de asistir al comedor para no en­contrarse con ellos; desde luego se sintió descubierto y vigilado; y como un inoportuno temporal entorpeciera las labores de carga y re­tardara la salida del vapor, temiendo con razón ser capturado y fu­silado, decidió fugarse y exponer f;U vida al azar del oleaje y á las fauces de los tiburones, que tanto abundan en la barra de Tampico; ~

riesgos menores sin embargo que los que corría quedándose á bordo. Para C01111.0 de dificultades, el vapor estaba fondeado muy lejos de tierra, fu era de la barra; pero con decisión firme, se despojó de su -ropa, y sin más arma que una daga para defenderse de los tiburones, ~e echó al mar por un costado del buque; no quiso tomar salvavi­das para no pr8sentar blanco á los disparos.

Desgraciadamente fué visto en el acto, porque le vigilaban sin ce­f:ar, y el terrible grito de alarma «¡hombre al agua¡,» le indicó que es­taba por segunda vez descubierto y que sería perseguido: En efecto, no tardó en escuchar cerca de sí chasquido de remos, del bote que

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G~:!n r:ruz de la Orden de San Mauricio y San Lázaro de Saboya, conferida por S. M. Víctor Manuei JII, Rey de Italia.

Condecoración de primera clase de la Orden del Libertador de Venezuela, conferida por el Congreso de est a República del Sur .

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r

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le buscaba y al que en un principio llegó á sacar una ven taja de más de mil metros. : Entonces comenzó una lucha desesperada, angustiosa: una pps-

ca del hombre, en que se jugó el porvenir de la nación, y que pre­senciaron centenares de espectadores: los pasajeros del Havana y de otrQS dos buques, uno norte-americano. y otro campechano, an- I

clad03 cerca de ese lugar. De este último le offf~cieron auxilio en ciertos momentos en que

nadaba cerca de él; pero nada quiso aceptar. Nadador ágil y experto: se resumía y avanzaba entre las aguas,

cuanto le permitían sus poderosos pulmones; pero esto tenía la enor-me desventaja d~ que si despistaba á sus perseguidores, era á cam­bio de perder el rumbo; y ya desorientado, se alejaba en Vez de acercarse á la playa en que creía segura su salvación .

.. Por fin, aunque el Gral. Díaz nadaba con mucha fuerza, llegó el momento en que ésta se agotó, después de voltigear ~n vano sin ganar la playa; y vencido por la. fatiga de aquel esfuerzo extraordi-\ nario, tuvo que asirse al bote de sus perseguidores, al que fué iza­do, exhausto é hipando mucho, á causa de la gran cantidad de agua salada que había tragado; mas no sin sentido, como se ha di­cho, sino con plena conciencia. Ya cerca del barco, el agente pos­tal Guti€rrez Zamora, le tiró una blusa para que se abrigara, por­que eí'taba desnudo.

V uelto á bordo, el Teniente Coronel Arroyo, que manda ba la fuerza Lerdista embarcada, y que esperaba el ascenso como premio, desde luego pretendió instruir diligencias y posesionarse del que conside-

. raba su presa; pero el heroico nadador protestó enérgicamente, em­puñó la pistola que guardaba debajo del colchón, en su camarote, donde esta dramática escena pasaba, y pidió al Capitán del buque la protección de la bandera norteamericana á cuya nacionalidad per­tenecían el Havana y su tripulación . .

El Teniente Coronel Arroyo dijo que' necesitaba ejecutar al Gral. Díaz para tener seguro su ascenso, que podría ser hasta de general,

porqué si lo llevaba prisionero, esto seguramente no sería mérito su-ficiente ante el Gobierno, y pasaría lo que con Terán, que al fin no había sido ejecutado. -', El Capitán del barco no desoyó la protesta que hizo el Gr~l. Díaz, tanto menos cuanto q~e ya se habían hecho las contraseñas masó-

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nicas'; y además, no podía dejar de ·admirar elarrojq de sq , v~lient~ h / d ' .. : uespe . ;."' ...., . . . , ." '. ' . ...,: , :: . ..

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Así fué que le dejó bajo su salvaguardia, considerándolo en tie­rra norteamericana, conforme á derecho, y declaró que no lo entre­garía sino hasta que llegaran á Veracruz; intentó sí desarmarlo; pero el Gral. Díaz dijo que usaría su pistola solamente para defen­der:-e; que no la entregaba y que se la quitarían á su cadáver, pero á él de llinguna manera. .

El Capitán mandó retirar la guardia de un oficial y cinco solda­dos, que en un principio habían puesto cerca del camarote del Gral. Díaz; pero Arroyo, que no perdía de vista el ascenso, pretextando que se necesitaba cuidar el parque, puso más centinelas con el ob­jeto de seguir vigilando al que consideraba su prisionero.

A la noche siguiente, notando el Gral. Díaz que reinaba densa oscuridad, que el tiempo era temppstuoso y todas las circunstan­cias favorables, resolvió repetir la intentona de evasión; pues aun cuando el Capitán le ofrecía pasarlo á un buque de guerra norte­americano, anclado también cerca de Tampico, no quiso aceptar es­te medio seguro de salvación, porque habría demorado sus planes; pero tampoco podía quedarse expuesto á un atentado.

Deslizóse diestramente y sin que nadie lo notara, hasta el cama­rote del Contador Coney, buen amigo suyo, y le comunicó su pro­pósito; mas éste le disuadió de él, sugiriénJole otro no menos arriesgado, pero con mayores probabilidades de éxito.

Aceptado, el Gral. Díaz tiró al mar un salvavidas, para que se creyera que había vuelto á echarse al agua, y se escondió en una alacena que había en el camarote; no en un sofá como cuenta la le­yenJa. El ardid tuvo magnífico result~do, pues notada en breve la ausencia del interesante persOlJaje, sus perseguidores le buscaron desesperadamente en el mar; sólo hallaron el salvavidas, y como éste tenía grandes manchas de orín de hierro, las tomaron por de sangre, suponiendo que el prófugo había sido pasto de algún tibu­rón, cosa que á todos pareció muy verisímil.

Sin embargo, el Gral. Alonso Flores había mandado escalonar tropas en la playa para capturar al prófugo en caso de que llegara á ganar el litoral.

Entretanto, el Gral. Díaz se hallabá sujeto á un tormento es­pantoso. En la alacena en donde eEtaba encerrado tenía que per­manecer en pie porque sentarse no podía, y en una posición pe­nosísima, porque tampoco cabía erguido, sino medio doblado y con las piernas separadas para que las puertas pudieran medio cerrarse,

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pues el fondo era muy reducido. Lo peor era que el Contador Coney, procediendo hábilmente para alejar toda sospecha de sí, reunía en su> camarote á los oficiales lerdistas, quienes charlahan allí y jugabnn durante la velada. Uno de ellos, el que se sentaba delante de la alacen:t, solía echar su silla hacia atrás y a poyarJa en la mal cerra­da puerta, que entonces martirizaba horriblemente al escondido. A~f pasó el fugitivo los siete días mortales que duró la travesía, sin más alimentos que unas galletae, hasta Veracruz, en donde aumentaron los peligros y contrariedade3. Había que salir del barco protector

f. sin caer en manos de las trovas lerdistas, que estaban demasiado· I bien prevenidas.

El Coronel .Juan Enríquez, que entonces era Jefe de Celadores de la Aduana de Veracruz, le envió á bordo un traje muy usado de ma-· rinero, y un par de zapatos viejos, y le mandó decir que iría por él una lancha y un individuo á quien conocería por determinadas·

contraseñas. Naturalmente, el Gral. Díaz esperaba esto con ansiedad, mirando

por un ventanillo, á costa de sufrir allí los duchazos de los que· aseaban la cubierta dei buque. Cuando comenzó la descarga del algodón qUA éste llevaba, entre las lanchas alijadoras que Ee acer­caron llegó la que esperaba anhelante el que todos suponían víc­tima de los tiburones tampiqueños. Un incidente trivial de la des­carga favoreció el desembarco.

Sucedió que con una paca de algodón mal manejada, hirieron en la cabeza á una mujer del pueblo; y aprovechando el Gral. Díaz la distracción general que este percance causara, á favor de ella y del movimiento de la descarga! sin más contratiempo, salió del Oity-01 Havana, donde había hecho la travesía más dramática, dura y peligrosa que imaginarse pueda, puesto que durante toda ella con- . temp16 cara á cara á la muerte.

No por haber desembarcado perdió de vista esa tremenda pers-­pectiva; al contrario, le faltaba evitar nuevos y graves peligros, . porque no ob6tante el parte oficial rendido por el burlado Arroyo, del tri::;te fin que según él había tenido el ilustre prófugo, tenían dudas, por cierto muy fundadas, sobre la exactitud del hecho, ó el' estado de alarma del Gobierno lo impulsaba á tomar grandes pre-­cauciones; lo positivo es que la vigilancia fué muy activa en el puerto de Veracruz.

Desde el primer momento lo advirtió así el Gral. Díaz, cuando-

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convertido en marinero, se acercó al , muelle fiscal la lancha que le conducía, pues un celador dijo que debería hacerse un minucioEo regit'itro, que al fin no llegó á efectuarse.

Temiendo ser reconocido, porque aun no obscuI:E'cía, indicó á sus . amigos que no regresaran á bordo por má::; carga, á lo que accedie­r~H1, llevándose la lancha al fondeadero, lejos del muelle . . Una vez allí, se dirigió á ]a playa en busca de su mozo, que le esperaba con dos caballos. ' .

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Sin perder tiempo emprendió la marcha para reunirse con algu- , n i) de los cuerpos que habían tomado parte en la revolución por

t': aqud rumbo, y pocas horas después llegaba á Boca del Río, distan-te cuatro leguas del puerto.

Allí echó pie á tierra para tornar informes en una casucha; pero de¡::graciadamente en esos momentos entraba un destacamento de tropae lerdistas.

En el acto salió de su alojamiento el Gral. Díaz, alejándose de sitio tan peligroso; pero en vez de encontrarse COI~ su mozo, que había huído cobardemente al ver la fuerza enemiga, dió de manos á boca con el Coronel jefe del destacamento, que bien le conocía. ClJll vivo y oportuno ademán de disimulo, pudo esquivar la faz á . las miradas de su perseguidor, y á toda prisa se dirigió al estero; tu­vo la fortuna de encontrarse varias barcas amarradas, de las cuales una ' le sirvió para ganar la margen op~esta, de donde siguió su cami­no en busca de cabalgadura.

A poco andar se cruzó con un individuo montado, á,quien re­solvió ped;.rle su caballo ó apoderarse de él, si no quería cederlo; pero no hubo necesidad de esto, porque el jinete era un amigo que además d.e la montura, le proporcionó albergue seguro para que re­parase sus fuerzas, sujetas á duras pruebas desde Tam pico. '

Con esto tenía sobradamente el caudillo para llegar por Tuxte­pec y Amatlán al campamento del Gral. Vela, y asumir el mando efectivo de la campaña, á cuyo triunfo debernos la prosperjdad y la grandeza actual de la República . .

U nicamente en la leyenda es posible hallar rasgps de valor tan admirables y dignos de · ser imitados, .como los que sucintamente narramos en este capítulo, los , cuales son sin ' embargo 'en la vida . .

del Gral. Díaz episodios insigni~antes, cQmparadoscon otras ac-cione3 que han dado materia para que se escrib~n la~ , p~ginas másl

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General Félix Diaz. Tuvo justa fama de valeroso hasta la temeridad; ganó sus gra­dos en los campos de batalla. Hermano y compañero de armas del senor Presidente, es­tuvo á su lado en el escalamiento de Santo Domingo, en la batalla del 5 de Mayo y en parte de la gloriosa campaña del III Ejército de Oriente. Como Gobernador de Oaxaca, se adhirió al Plan de la Noria, combatió por él y murió v[ctima de un nefando crimen político que causó general indignación.

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IX

ORDEl'1 Y PROBIDAD

. «POCA POLITICA y MUCHA ADMINISTRACION. »

La honradez del Señor General Díaz es C03a que ni aun SU3 ene­migos han intentado discutir jamás, convencidos de que este pun­to de la coraza es tan terso, limpio y fuerte, que resiste á todo ata­que, por rudo que sea.

Pero es creencia muy generalizada no sólo del vulgo, sino tam­bién de muchas gentes que saben al dedillo la historia, de los gran­des extranjeros é ignoran la de los mexicanos ilustres, que el esta­dista más notable que ha habido en nuestra patria" el único gober­nante genial que hemos tenido, · comenzó á serlo en la madurez de la vida; cuando dejó en reposo la espada y trocó el arnés guerrero, nimbado de gloria, por la sencilla banda tricolor del primer Magis­trado de la República. Forman legión los que creen de buena fe que el genio administrativo del General Díaz, se reveló y empezó á manifestarse por tanteos afortunados, hará apenas treinta años. j Qué 8rror y qué puerilidad!

Los que tal creen ignoran que la naturaleza no salta, y confun­den con las vacilaciones de un principiante, las inmensas dificulta­,des con que en S UH comienzos debían tropezar y tropezaron efectiya­~mente, la regeneración elel país y la creación-esta es la palabra­de sus principales fuentes de riqueza. Tan grandes eran e3as difi­cultarles, que hasta entonces nadie había logrado allanarlas, por más que se hubieran enfrentado con ellas inteligencias próceres y hombres de ciencia probada. Desgrabiadamente, de los q,ue h a:;;­ta entonces habían acometido la empresa en vano, el que sabía pen­,sar no sabía' querer, y el que tenía saber . y voluntad, carecía de honradez ; y no faltó audaz que careciendo de todo junto, se jacta­se de vencer.

¿De qué fuerza omnipotente dispuso, pues, el General Díaz para 5

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realizar el prodigio y hacer lo que se creía imposible? Dispueo, sen­cillamente, de la fuerza incontrastable del carácter, entre cuyos fundamentos esenciales figuran la: probidad y el espíritu de orden.

Antes de ser soldado, era ya administrador y organizaclor el en­tonces pasante de Derecho, Porfirio Díaz'; lo cual :ho es poco decir. Apenas contaba veinticinco años, allá por el.55, cuando el General García, Gobernador de Oaxaca, le nombró subprefecto de Ixtlán. Pues bien; poco después comenzaba á llamar la atención del Go­bierno aquel empleado oscuro é insignificante, porque rendía cuen­tas detalladas de la recaudación de los impuestos que otra COSli..

inaudita aumentaban en vez de disminuir, según era costumbre\ cuando había subprefectos recién nombrados; por añadidyra daba cuenta de mejoras y economías, como de Ixtlán y para Ixtlán, pe­ro que no por eso dejaban de serlo; y para colmo, iniciaba medirlas de orden y de organización.

Había en verdad de qué admirarse, porque si en aquella época el gobierno nacional era el símbolo del desorden y de la concusión, el de las subprefecturas era, en pocas palabras, la negación de to­do gobierno, y los subprefectos iban á sabiendas á cometer todo género de abusos y á convertir en provecho personal las rentas pú­blicas, sin más obligación que la de ser fieles al último pronuncia~ do á quien debían la encomienda.

y he aquí que aparece un jovenzuelo á quien se le daba esa bre­va y que lejos de gozarla discretamente, ni robaba ni cometía atro­pellos; al contrario, tenía la increíble probidad de poner á dispo­sición del Gobierno ciertos fondos que había ocupado militarmen-

. .

te; renunciaba el haber que le correspondía como capitán de la Guardia Nacional, porque (<no creía lícito cobrarlo al mismo tiem­po que el sueldo de subprefecto;» y declaraba que mientras ense ñaba á leer, á contar, á documentar y á conocer sus deberes mili­tares á los individuos que figuraban camo oficiales de la fuerza de su mando, no les paga,ría sino haberes de simples soldados puesto que no valían más qp.e ésto~ ; por otra parte, abonaba al fondo del gasto común el costo del rancho, haciendo constar que lo habían dado voluntariamente los vecinos; y por encima de todo esto, se permitía preferir á los soldados rasos en materia de pagos, por la razón, incomprensible en aquel tiempo de los privilegios, de que sentían hambre lo mismo que los jefes.

i Cuán grave escándalo debió causar todo esto en aquel mundo

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oficinesco y militar, profundamente corrompido por las tradiciones coloniales y por el desorden de los primeros años de indepen-dencia!

Sigamos en sus ensayos gubernativos al hombre destinado á re­genera:r á la patria por la buena administración. Veamosle en Te­huantepec, entregado por la fuerza de la distancia y de los aconte­cimientos, á su propia iÍliciativa y á su sola dirección; allí, ni el

-- Gobierno del Estado, menos aun el federal, pudieron influir en sus , actos, ni sugerirle ideas, ni darle auxilio, siquiera moral, durante

dos años largos; al contrario, solían ponerle trabas. El único estÍ­mulo que hasta entonces había recibido por su honradez adminis­trati va, había sido un ·abrazo de felicitación de Don Benito.J uárez, al regresar de Ixtlán, y la concesión, muy significativa, de que no diese fianza para encargarse del gobierno de Tehuantepec. Con su delicadeza habitual, Porfirio propuso que no teniendo él recursqs para caucionar su manejo, se encomendase la administración de las rentas á persona que pudiera dar la fianza reglamentaria ; pero Don Benito declaró que no era necesaria tal formalidad, tratándose de quien tan ejemplarmente se había conducido en Ixtlán.

De derecho, Porfirio Díaz fue en Tehuantepec Gobernador y Co­mandante Militar; de hecho, lo fu e todo: gobernaba, combatía, ad­ministraba justicia, conquistaba y conciliaba ánimos, emprendía y. dirigía obras de utilidad pública, recaudaba y distribuía la renta: lo hacía todo.

Cierto es que contaba cuatro años más de edad que en Ixtlán, y que ostentaba ya los cinco galones de teniente coronel; pero como COill­

t]?ensaci6n harto considerable, sufría cruelmente con la peregrina­~ión que al través de sus entrañas hacía la bala recibida en Ixca­

pa; además, pasaba los días y las noches temblando de fiebre, pues el paludismo había hecho fácil presa de aquel cuerpo debilitado por las hemorragias, las privaciones y la fatiga. En tal situación tenía que batirse casi á diario y, lo que era peor, debía evitar las asechanzas de los patricios, que disparaban escondidos tras los ma­torrales; debía guardarse del puñal y del venenoso camotillo que, según es fama, deja imbéciles 6 mata á quienes le comen disimu­lado en traiclora golosina; y debía en fin y sobretodo, cerrar ojos y oídos, como el prudente Ulises, á las provocaciones de las sire­nas zapotecas, bellas estatuas de bronce palpitante y tan pérfidas

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'-como bellas, pues que con sus halagos dieron cuenta casi de tantos :soldados como las balas de los fanáticos patricios.

Todo lo venci6 el Teniente Coronel Díaz, á todo se hizo superior, lo mismo al enemigo leal que á la enfermedad, y á la traici6n y al placer.

Mas no se contentaba con triunfar como soldado: no le bastaba ·derrotar al enemigo y someterlo por la fuerza, como lo hacía.n los -demás campeones de la Reforma. Sentía y comprendía que esto no era vencer sino á medias, y que el adversario no duraría sometido sino mientras pesara . sobre su cerviz el, pie del ' vencedor. Por e~<) intent6 lograr algo más grande, algo más noble y duradero: con­vencer al rebelde, demostrarle las ventajas del credo y del régimen 'políticos que otro~ se limitaban á imponer á sangre y á fuego y, por ende, á hacerlos odiosos; quería, en suma, ganar á los recalci­trantes y decidir á los tímidos haciéndoles bien y ofreciéndoles ' bienestar y garantías, únicos medios 16gicos y eficaces para reorga­nizar una sociedad con los elementos disueltos de otra, y para pres­tigiar un sistema político extraño y sin raíces todavía .

De esta manera fue como entre combate y combate, entre tercia­na y terciana, inició en Tehuant.epec el Teniente Coronel Díaz, ·cuando aun no tenía treinta años, la inmensa, la genial obra de crear la nacionalidad mexicana, por el orden, por la uni6n y por ·el respeto de los derechos y el cun1.plimiento de las oblig~ciones

. ·del hombre en sociedad ; obra titánica que ha tenido la fortuna de . .. ·completar en la actualidad, entre el asombro y el aplauso de todo pI n1.undo civilizado. .

Para ello comenz6 por moraliza,r y educar al Ejército: porque ·comprendió que sin fu erza pública honrada y obediente, no pued! ,,­h aber orden, garantías, ni estabilidad social. Con tal fin y com- ) l11.edio el más adecuado, procuró en Tehuantepec, lo n1.ismo que en Ixtlán, que jamás le faltaran al soldado el prest ni el rancho; pre­fería que les faltaran á los oficiales y .áél antes que á todos. Mas tampoco á éstos descuidaba; y no alcanzando el dinero de que dis­ponía, organizó la comida de la. oficialidad en cOl11.ún, en familia, digámoslo así, de la que él era jefe nato para participar de· las es­caseces y proveer á las necesidades.

En otro orden de economías, estableci6 .una m aestranza para re­poner el armam ento y fabricar parqu e. Como Gobernador reorga­nizó las escuelaf:l y las proyey6 de maestros y de útiles. Persuadido

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por la personal y dolorosa experiencia, de la necesidad de sanear aquel suelo pantanoso, semillero de fiebres, sin vacilar emprendió el drenaje de Tehuantepec. j Sanear una ciudad hostil y en estado de sitio! ¿Quiér. lo ha hecho? Después de saber esto, no cabe ya admirarse de que cuarenta años después haya logrado poner la última piedra en las obras del Desagüe del Valle de México; obras que la poderosa España apenas pudo comenz~r en tres siglos, sin legarnos un proyecto útil siquiera.

y todavía le sobraba tiempo al joven gobernante de Tehuante­~ ec para auxiliar al Gobierno federal, después de cumplir sus pro­'.. ias obligaciones; y le sobraba, porque el orden multiplica la fuer­

za, el tiempo, el dinero, la vida, todo. Al día siguiente de que le extrajeron la famosa bala errante que

le atormentó varios años -lo dijimos ya se levantó de la cama y montó á caballo para proteger el paso á través del Itsmo, desde Mi­natitlán hasta la Ventosa, de un gran convoy de armas y municio­nes que el Gobierno federal esperaba con ansia y que sin el he~ roico y activo Gobernador de Tehuantepec, habría caído en poder

. de la reacción.

Seis añ03 después de estas hazañas administrativas poco sabi­das y narradas á vuela pluma, el protagonista de ellas era ya Ge­neral de Di visión y . acababa de realizar su atrevida evasión del Convento de la Compañía. .

¿A dónde va, qué piensa hacer para salvar á la patria que en esos momentos apura las heces del cáliz amarguísimo que le han dado á beber sus propios hijos y parece no tener esperanzas de reden­

, 'ión?

1)1 Por nombramiento del Gobierno legítimo de la Repú blica, qu~ estaba confinado en Chihuahua y reducido á un símbolo, el Gene­ral Díaz era jefe del Ejército de Oriente y tenía mando, es decir, derecho de mandar sobre caei media. nación. Pero ¿dónde e¡;,taba

. .

ese ,ejército, de cuántos hombres constaba y con qué elementos dis-ponía? El ter:cer Ejército de Oriente (el primero fué destruido en Puebla, el segundo en Oaxaca), constaba de nueve , rancher03 bra­vos, semidesnudos, sin armas y perdidos en una quebrada de las sierras surianas. Poco después se le unió Alvarez Cano con ciento cuarenta hombres.

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_ Mejor: cabalmente esto era lo que aquel general sin soldados ·ne­cesitaba par~ realizar su pensamiento~ La traición y la inepcia le habían mostrado harto á fondo la profunda desmoralización del antiguo ejército, y.le habían convencido de. la imposibilidad de re­generarlo: había que crearlo. Y á esta elnpresa, sobrehumana en aquellas circunstancias, se d~dicó con el entusiasmo del que por fin va á poner mano en la obra más grande de su vida.

Respecto de este asunto y estando aún en la prisión, le escribía á su hermano Félix que peregrinaba por los Estados Unidos, pro-curando armas y recursos para el ejército porcrear: . i

«Se trata de obtener ...... armas y algunos fondos para hacer l} j guerra sin exigir mucho de las pequeñas poblaciones . ....... -.»

He aquí el dedo puesto en la llaga: no más exacciones; ligar la sangría suelta que agotaba á la patria. Salvadora idea genial, de­mostrativa de que la suprema .habilidad es la honradez.

Hasta entonces nadie había dudado del derecho de las tropas vencedoras, vencidas ó simplemente en marcha, de entrar en son de conquista en ciudades, pobladós y haciendas, y tomar de grado 6 por fuerza todo 10 necesario como dinero, provisiones, armas y alojamientos; y también lo innecesario, como el honor de las mu­jeres y la vida de los rehacios á dejarse despojar. Y todo esto lo hacían indistintamente tirios y troyanos, verdes y rojos, preciso es confesarlo. La consecuencia lógica y natural era que los habitantes pacíficos odiasen y temiesen tanto á unos como á otros, y que siéndoles indiferente ser asesinados, ro bados y deshonrados por los p'uros Ó por los mochos, y no hallando protección ni garantías en ningunos, á todos auxiliasen espontáneamente para evitarse mayores males. Esta era la razón evidente de que la guerra fuese interminable; pero á pesar ie la simplicidad de la observación, n die había sabido hacerla ó, por lo menos, aprovecharla. ¡El eterno­huevo de Colón!

Luego la clave del problema consistía en asociar los intereses de los habitantes pacíficos á los del ejército nacional, y en procurar que se apoyaran y auxiliaran recíprocamente. Para esto, nada mejor que crear un ejército respetuoso del derecho ajeno. Pero qué ener­gía, qué actividad, qué prestigio y qué moralidad se necesitaban para llevar á cabo tamaña empresa. Sin eLllbargo, todo dependía de los primeros pasos.

De un puñado de hombres constaba el Ejéroito de OrIente cuan-•

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do libr6 su primer combate contra la guerrilla traidora que manda­ba Visoso y que estaba acantonada en un poblacho suriano llama­tio Tulcingo. Venci6 el incipiente ejército; co~a relativamente fácil. Pero pbtenida la victoria, 'la tropa ' se apoder6 ségún costumbre, de tres mil pesos en oro que abandonaron al huíl- los vencidos; y se disponía también, por hábito, á entrar á saco el poblacho.

Entonces comenz6 la obra del pacificador. Form6 'á la tropa y le " ,

prohibi6el saqueo,por prontas diligencias; en seguida exigi6 la , ,

devoluci6n del dinero recogido, que explic6 ser de la. Naci6n. t La Naci6n? Nadie conocía allí á esa buena señora ; en cambio, ~odos eat~ban contestes, conforme á la teoría dé Sancho ' Panza, en que el oro lo había perdido Visoso y 'debía ser 'de quienes lo habían hallado. Aquí de la habilidad y del prestigio de] caudillo: ora per-

o

suadiendo, ora imponiéndose, 10gr6 recobrar el dinero, y en el acto lo puso formalmente en manos del primer pagador militar que tu­vo la República, que lo fue el Sr. Manuel Guerrero. Bueno e8 ha-

o

cer constar de paso, que la creaci6n de esta clase de funcionarios de hacienda, independientes del Ejército, puso fin á m uchos abusos que solían terminar en levan tamientos y cuartelazos.

Así fue creado el Ejército Mexicano, el qile debía vencer en to­das partes desde entonces y dejar tras si una estela de honor y de gloria, desde el oscuro Tulcingo, hasta la capital de la República, después de libertarla del invasor.

* * * Rasgo notabilísimo del genio organizador del Gral. Díaz fue

la fundaci6n de la A cademia de Niñas en la ciudad de Oaxaca, allá por Noviembre del 66, cabalmente en los momentos en' que más ,

~omprometidos se hallaban el patriotismo y el honor militar del caudillo en perfeccionar la organización del tercer Ejército de Oriente, para ponerle en condiciones de nlediree con las grandes fuerzas extranjeras y traidoras que ocupaban el centro político de la nación, y dar fin á la siniestra farsa imperialista.

La inmensa trascendencia social de esa fundación puede resu­mirse diciendo que en la Academia de Niñas se ha educado libe­ralmente la mayoría de la juventud femenil oaxaqueña de todas las generaciones que se han sucedido en estos cuarenta añ os; y que ~ partir de la época en que ese instituto se convirtió en Escuela Normal, de ella h an salido y siguen saliendo las maestras encarga-

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,

das de educar á la niñez de su sexo en las escuelas primarias del Estado.

Este hecho patentiza la perfecta y admirable intuición que el ' Gral. Díaz ha tenido siempre de que no basta vencer en los campos de batalla para poner punto á las contiendas políticas; y consecuen­te con este principio que él había llegado á descubrir y c0mprobar por su personal experiencia de observador fino y perspicaz, apenas recuperó la capital de su Estado natal, á raíz del espléndido triun­fo en la Carbonera, no obstante las gravísimas preocupaciones de la campaña, su primer cuidado fue completar y afirmar para lo fu-)

. , tu ro la doble victoria, adueñándose también del alma · femenina

. .

para redimirla de la ignorancia y convertirla de este modo en la más poderosa y fiel aliada de la causa de la libertad.

Gracias á tales procedimientos, no sólo victorias militares cose-chó ese Ejército, hoy garantía firmísima de la paz; obtuvo también triunfos morales aun más preciosos: por doquier se le recibió con palmas durante la campaña y sienlpre encontró apoyo y auxilio espontáneo en las poblaciones, lo cual fué el secreto de sus éxitos .Y el venero de su fuerza.

Para dar una idea de la disciplina y del respeto á las autorida­des y á las leyes de la guerra, que riormaban la conducta de ias tro­pas del Gral. Díaz, citaremos un notable ejemplo, que hace aun más gloriosa la victoria alcanzada en Puebla el 2 de Abril de 67.

Según costumbre, el Gral. Díaz dió previamente á los jefes de co­lumna, ante un plano de la ciudad sitiada, instrucciones muy pre­cisas y severaE=, á fin de que bajo su más estricta responsabilidad cuidasen de que las tropas concurrieran á los puntos fijados en eL plan de asalto, sin dispersarse por las calles y, sobre todo, sin co­meter tropelías ni excesos de ningún género, que se prohibían bajo pena de muerte.

Con tanta exactitud fueron cumplidas estas órdenes, y tan sa­grado era el hogar para aquellos dignos soldados de la República, que al consumarse la toma de la asendereada «Zaragoza» mexicana, se le presentó al Gral. Díaz el joven oficial Miguel Alatriste, que por accidente mandaba un pelotón, participándole que en la Boti­ca de la Carnicería se había. refugiado el General imperialista Tru­jeque, traidor y asesino del padre de ese oficial, quien no por eso allanó la morada que servía de amparo á su enemigo, sino que se

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limitó á rodearla de centinelas y á rendir el parte correspondiente 'al Jefe del Ejér-cito. Entonces dió orden el Gral. Díaz de que fuera sacado Trujeque de su escondite y ejecutado en forma legal.

*** Hay algo más notable: el jefe de aquel Ejército, que nunca co-

metió exacciones ni atropellos y que llegó triunfante á la capi­tal, bien alimentado y equipado, pudo todavía entregar al Supre­mo Gobierno i ciento cincuenta mil pesos sobrantes en la caja del Cuartel General! En tanto otros jefes veían impotentes perecer de

t miseria á SU3 soldados, á pesar de los saqueos y de los préstamos forzosos. Ll, lección es provechosísima, sobre todo por el contraste con la conducta de los demás. Era entonces tan inesperado é in­creíble que un general en canlpaña tuviera ahorros, que cuando Don Benito Juárez llegó á México, estando exhausto do recurso:! el Gobierno, según costumbre ya tradicional, preguntó al victorio­so Jefe del Ejército de Oriente si podía proporcionarle algún di­nero. El Gral. Díaz, que ya había socorrido con sus fondos varias veces á las tropas que llegaron con el Gobierno, contestó que sí.

-¿Tendría usted diez mil pesos? aventuró Don Benito creyén­dolo difícil; y fué gratísinm su sorpresa al saber á cuánto ascendía en realidad el tesoro del aguerrido Ejército. Con esos fondos pudo Juárez cubrir las más urgentes atenciones públicas y recompensar los servicios de ciertas personas allegadas á él, entre las cuales cum­ple decir que no figuró el que había economizado aquel dinero á costa de tantos esfuerzos y cnidados.

Un hecho poco sabido, pero muy digno de publicarse, dará idea de la extraordinaria probidad y pureza administrativa del Gral. Díaz. Al terminar su primer período presidencial, el hombre que había tenido á su disposición grandes caudales públicos, el pacifi­cador de la Patria, se vió obligado á p~dir prestados al Banco Na­cional i ocho mil pesos! para acabar la construcción de su casa de Humboldt; y hubo consejeros que votasen en contra de la solici­tud de quien había creado la situación á que el Banco debe su prosperidad. Pero uno dE) aquellos, Don Juan Llamedo, español de origen, se levantó indigr~d,do y dijo que se diera inmediatamente la cantidad pedida; que él se hacía responsable de que sería fiel­mente pagada, como en efecto lo fué, y que no podía permitir que

. se pusiera á . discusión por ningún motivo la solvencia del señor Gral. Díaz.

,

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Si todos los mexicanos pusiésemos en nuestra vida y en nuestra . ' .

acciones, un destello del espíritu de orden y de probidad á que el Gral. Díaz ha debido sus más preciados triunfos en las grandes . .

empresas que ha acometido y llevado siempre á feliz término, no sólo labraríamos seguramente nuestra propia felicidad, sino que contribuiríamos en mucho al- engrandecimiento de la pa.tria.

. . .

x ENERGIA, JUSTICIA Y CLEMENCIA

((SUAVIDAD EN LAS MANERAS.

FIRMEZA :r RECTITUD EN LOS PRINCIPIOS.»

El hombre débil de carácter 110 sólo f'S incapaz de crear su propia fortuna y su personal felicidad, sino que hará indefectible­mente desgraciados á cuantos le rodeen y les arrastrará en su ruina .. Puesto que la vida es lucha cruenta y perenne, J en ningún género de combate puede venc&' la debilidad, es evidente que nadie triun­fará sin energía en la vida . .

Pero la energía que no se hace amable por la. bondad, ni respe­table por la justicia, es repugnante, es odiosa, deja de ser virtud humana y r,e rebaja á instinto de fiera. Los hombres enérgicos que desconocen la generosidad y la tolerancia, pisotean al humilde y todo lo sacrifican al logro de sus ambiciones; triunfarán y llegarán á dominar, pero atrayendo sobre sí la excecración general; se ha­rán temer, pero no amar, y empañarán su obra, por grande y útil que sea, con el hálito emponzoñado de los rencore3que provo­caron.

Lo hermoso, lo admirable, lo digno de imitación, es la energía de aquellos seres privilegiados que han sabido proteger al débil, tender la mano al caído, guiar al que se extravía, sostener al que

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desfallece, convencer al que duda, perdonar las pequeñeces y con­temporizar con la flaqueza hum:Hla; y al nusmo tiempo, ser in-,

exorables con el perverso y con el traidor que no ofrezcan espe-ranza de redención. Los hombres que de tan noble y humana ma­nera emplean su energía, aparte de realizar empresas que parecen por su magnitud extrahumanas, conquistan el amor, la gratitud y la veneración de sus contemporáneos y de la posteridad; y si ya no es dado que, á través de la leyenda, se conviertan en profetas ó en semidioses, la historia les da en cambio imperecedero y más sólido renombre.

De esta especie excepcional y ejemplar es la energía del regene-rador de México; y á esa energía, templada por la: bondad y la to­lerancia y ennoblecida por la justicia más pura y más impersonal, debemos la creación de nuestra nacionalidad, que hace cuarenta años estaba en embrión y corroída por la gangrena de la discordia

y que hoyes sana, vigorosa y va en rápido crecimiento. En aquella época tremenda, no fueron por cierto las energías las

que faltaron; pero como la del temible Padre Miranda, como la de Gutiérrez Estrada ó como la del sanguinario Márquez; ó defendían intereses mezquinos, ó andaban extraviadas, ó se deshonraban por el crimen y la crueldad. Como todo extremo es yicioso, la energía de Juárez, por inflexible no era humana y, por tanto, era incapaz de llevar á cabo la obra de conciliación y de amor, sin la cual' la vida de la patria hubiera sido imposible y lo fué de hecho, mientras no hubo quien supiese ser «suave en las formas, firme en los principios.)¡

Busquemos en los hechos del General Díaz el ejemplo que debe-mos imitar para ser enérgicos sin hacernos odiosos.

Vimos ya en otro capítulo cuál fué su labor adminjstrativa en el gobierno de Tehuantepec y cómo devolvía beneficios á cambio de asechanzas y ataques. Vamos á ver ahora qué procedimientos em­ple.ó para hacer triunfar moralmente su causa entre los entonces fanáticos istmeños.

El General Díaz Ordaz, Gobernadol" del Estado de Oaxaca y pri-mo del en esa época Teniente Corone-l Díaz, es decir, su superior militar y . civil, le escribió ep. carta particular, durante esa campa­ña: «Si fusilas otros patric'ios, te haré procesar.» Respuesta: « Pue­des hacerme procesar desde luego, porque si aprehendo á otrqs en circunstancias semejantes, los pasaré por las armas ...... Ye he per-donado á algunos y toman mi indulgericia por miedo.»

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¿Quiénes eran los patricios y en qué circunstancias se les había. aprehendido, que ameritaran ese rigor? Eran feroces zapotecas,

\ bandidos, no soldados, que so pretexto de defender la religi6n, asesinaban escondidos tras los matorrales; envenenaban el agua, y se valían de las seductoras tehuanas para atraer á los soldados li­berales á infames celadas.

Luego el Teniente Coronel" Díaz era un jefe sanguinario que­hiciera la guerra á sangre y fuego. Todo lo c'ontrario, este mismo hombre, inconmovible con los patricios traidores,en la misma épo­ca y para [\traer á la causa liberal á un grupo de juchitecos fanáti­cos, pero gente 9-e buena fe, se arriesg6 á ir s610, sin armas y sin más C'ompañía que la" del virtuso dominico Fray l\fauricio López, á meterse en la boca del lobo, con el prop6f5ito de convencer á los­recalcitrantes.

Al llegar á la plaza de Juchitán, un cabecilla ebrio, Apolonio Ji­ménez, el mismo que n1ás tarde tom6 parte en el asesinato vitando­del General Félix Díaz, propuso que se diera buena cuenta del au­daz conciliador. Salv6 á Porfirio el prestigio del dominico; momen­tos antes, en el camino, le había salvado su sangre fría de un gru­po de revoltosos que dispararon f50bre él. Pero nada intimida á ese hombre de acero cuando se trata del cumplimiento del deber. So­bre todo y sobre todos, por medio de Fray Mauricio les explic6 en zapoteco á los ancianos del pueblo, las vantajas y el yerdadero es­píritu de la Reforma; les convenci6 de que ni la fe ni la religión pe-igraban, sino al contrario, se daría á todos libertad plena de con­

ciencia y garantías para ejercerla; les habló y persuadió de tal ma­nera, que esos mismos juchitecos, hombres de buena fe, le acom­pañaron para batir más tarde al infame Cobos, uno de los que de­cía defender la religi6n que nadie atacaba.

Sf. objetará que los juchitecos no estaban combatiendo. Pues allá va otro rasgo. Cuando el Coronel Díaz acababa de ganar el grado de General de Brigada en la espléndida victoria de J alatla­co, tan difícil que el General González Ortega, lejos de creerlo ven­cedor, le suponía fusilado p<5r Márquez, el General Carbajal, jefe inmediato de Porfirio, dando una mue&tra de lo que eran n1uchos de los campeones liberales de esa época, iba á aSf.sinar esta es la palabra á los oficiales prisioneros que eran en gran núm.ero y es­taban maniatados. Ya se aprestaba el furioso jefe á disparar su pis­tola sobre el Coronel Azpeitia, cuando un capitán liberal que vigi"

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laba á los presos, le llamó la ateñción á Porfirio, quien sin cuidar­sede que se trataba de su superior jerárquico, le arrebató la pisto­la á Carbajal y le echó á empellones del atrio. Este hermoso arran­que de energía humana, le valió el odio perpetuo de Carbajal; pero le valió también la gratitud de los salvados, muchos de los cuales se pasaron á las huestes de la Reforma; y le valió la aprobación del General en Jefe, que . le felicitó ante el Ejército, al imponerle la banda verde .

.

De otro rasgo habilísimo y trascendental de energía persuasiva y í justa hablamos ya al referir cómo después del primer combate

que libró en Tulcingo el puñado de hombres que fue el germen del hoy honorable Ejército Mexicano, el General Díaz impidió el sa­queo del pueblo y el robo de los fondos ocupados militarmente y que pertenecían por eso mismo á la Nación.

No faltan, sin embargo, quienes duden de la clemencia del Gene­ral Díaz, por los actos de alta justicia y necesario rigor que ' se ha visto obligado á ejecutar. Los que tales dudas abrigan, olvidan que «La vida de un hombre, nada significa ante la salud del Estado;» é ignoran tambidn que «La moralidad del hombre privado, es dis­tinta é independiente de la del estadista,» y que «La sangrA culpa- . ble economiza la inocente.» El sacrificio justo y oportuno de la existencia de los revoltosos irreductibles, salva indudablemente muchas vidas de hombres honrados, pacíficos y útiles, y protege grandes y sagrados intereses.

Como una convincente y admirable muestra de la abstracción que el General Díaz ha hecho siempre de su personalidad en sus altas justicias políticas, citaremos el caso del' Lic. Dublán, hombre que le ofendió cruelmente, proponiéndole que se vendiera al Impe­rio, cuando aquél preparaba el sitio de Oaxaca. En el primer mo­mento de arrebato le mandó encapillar para que le fusilaran; pero en seguida le perdonó, y más tardé escribió de él, á propósito de esa ofensa:

«Afortunadamente el Lic. Dublán sobrevivió lo bastante ' para reinvinclicarse hasta donde era posible, poniendo su clara inteli­gencia al servicio de la Repí~blica, en ocasión oportuna y con · buen éxito.» j Qué nobleza y qué abnegación por la Patria! Todo por Ella y para Ella!

Como regla constante de conducta que mucho le h onra y le enal­tece, por más que sea privilegio natural de las almas nobles y ele-

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va das producirse así, el General Díaz ha desdeñado tomar vengan­za de las injurias de los débiles, y su generosidad es inagotable con sus enemigos personales y con los muchos ingratos que por fuerza ha debido hacer en la vida. Se podrían llenar grandes páginas con el rebto de los rasgos de magnanimidad del actual Presidente de la República, para los que le han ofendido y vilipendiado á man­salva, desde la prensa de escándalo y chantage y para los que le han perseguido y traicionado, sin exceptuar á los que intentaron darle alevosa muerte; todo lo perdona, todo lo olvida con tal que no se toquen los intereses de la Patria.

En la imposibilidad de referir los rasgos que conocemos de la clemencia privada del General Díaz, citaremos algunos que ade­más de ser interesantísimos en sí mismos, son en cierto modo de act.ualidad. por el contraste que ofrecen con los trágicos sucesos á que ha dado origen la feroz ambición personal y la crueldad del sanguinario tirano que oprime á la infortunada República de Gua­temala.

Si el General Dfaz se resolvió á jugar el todo por el todo tirándo­se al mar desde al vapor ((Habana,» fue porque oyó que el Tenien­te Coronel Arroyo dijo que estaba resuelto á fusilarle tan pronto como se apoderase de él, asegurando que así tendría el codiciado ascenso, acaso hasta de general, pues preveía que mandando á Mé­xico al prisionero, el prestigio de éste iuutilizaría la .captura, y el que la habla efectuado sin saber extremar las cosas y echarse la responsabilidad de un atentado, quedaría en pésimo predicamento á causa de su importuna timidez. Sin duda alguna, el raciocinio era exacto, porque mucho habría agradecido Lerdo 'que le librasen de su formidablc rival, dejándole sin responsabilidad aparente­mente.

Sabemos ya cómo pa~aron las co~as, á la inversa de com.o lo es­peraba el ambicioso Arroyo, quien quedó burlado en sus proyec­tos, por lo que tocaba á la captura y al fusilamiento; mas no al ascenso, pues el General Díaz, al verle entre los prisioneros to­mados d~spués de la batalla de Tecoac, le dijo:

-Queda usted ascendido á' Coronel, porque es su grado inme­cliato, que si no, le daría el empleo de general que tanto ha preten­dido.

Arroyo, confundiq.o y avergonzado, le dió las gracias. Después obtuvo el mando de uno de los cuerpos federales.

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También un conocido General, que según referimos á propósito del episodio que se desarrolló á bordo del ccCity of Rayana», hizo cuanto pudo por dar caza al prófugo, recibió después el supremo ascenso de manos del mismo á quien había perseguido.

y es público que igual conducta ha seguido el General Díaz con sus personales ~ opositores de la época de la Noria y Tuxtepec, mientras no intentaron turbar la paz, ni dañar los intereses públi­cos, pues han gozado de tranquilidad completa y en muchos casos de honores y)ecompensas, como si nunca hubiesen atacado con la espada ó con la pluma al que les ha colmado de beneficios . .

No hace mucho tiempo sucedió que obedeciendo á mezquinos móviles, un grupo de politicastros personalistas, cuya bandería no fué más que el disfraz de bastardas ambiciones, mandó poner enor-

,

mes piedras en la vía férrea de Pachuca, cerca de un puente por donde debería pasar el Gral. Díaz, con el fin de que el tren desca­rrilara y aprovechando la alarma, unos asesinos escondidos bajo el puente, dispararan sobre los pasajeros. Afortunadamente, las pie­dras fueron vistas á tiempo y apartadas de la vía, con lo que desa­pareció el peligro. Se supo luego quiénes habían sido los c11lpables; pero no fueron castigados ni perseguidos, pues ,siguieron en sus al­tos puestos y gozando de las n1ismas consideraciones.

En la República del Sur, este atentado cierto y efectivo, no de tragicomedia, habría sido causa de una hecatombe y de una era de terror que acaso hubiera empalidecido la del 93 en Francia. Aquí ni siquiera es muy conocido el hecho, como no lo son otros muchos análogos.

El Presidente Estrada Cabrera, creyendo como todos los mise­rables, que con manchar á los demás podría limpiarse del cieno en que se ha hundido por sus infamias neronescas, ha sobornado á la prensa amarilla de los Estados Unidos y aun á corresponsales pa­risiem:es de diarios españoles, para que arrojen sobre México y su digno Presidente, calumnias tan viles como absurdas, pero que no han llegado á mancharlo, porque las colonias extranjeras, con loa­ble honradez y entera justificación, las han desmentido enérgica­mente.

,

Bastaría un movimiento de justa indignación del ofendido para determinar la guerra, cuyo resultado infalible á nadie se le oculta que sería reducir á la nada, en muy poco tiempo, al tirano procaz y agresivo, calumniador y asesino.

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Pero esa reparación tendría que costar lágrimas, sangre y dinero á. los mexicanos, como también. al desdichado pueblo guatemalte­-co, víctima inocente de la maldad de su infame opresor. Por eso el Gral. Díaz ha despreciado las calumnias, y sólo tiene presente ahora, como siempre, el bien de la pªtria.

Así es como la energía flexible y justa· del General Díaz, ha 10-,grado el engrandecimiento naci0nal por: la unión, por el orden y por la justicia. Así lograremos también hacer la felicidad de los que nos rodeen, sabiendo ser enérgicos con nobleza, con humani­dad Y. con rectitud.

Xl

MODESTIA, TE.MPLANZA y SOBRIEDAD

,

«TENER POCAS NECESIDADES Y GUSTOS SENCILLOS,

ES UNA MANERA DE SER FUERTE. .» .

! , \

En las tardes calurosas del verano suele verse en alguna de las avenidas del Bosque de Chapultepec, á un caballero respetable, iuerte y ágil, que se pasea á pie, acompañado únicamente de una _ dama de porte distinguidísirno. Ambos visten con decorosa pul- 4 critud, '.pero sus trajes, . más que sencillos, son n10destos. Aquel hongo castaño, aquel terno de americana de color obscuro, aquella -corbata negra que subraya el cuello militar de la albeante camisa, aquel calzado limpísimo, revelan á las Claras los hábitos de or­den y aseo del buen soldado y denuncian á un antiguo jefe del Ejér_ cito, en traje civil. De la calidad de ]a dama no cabe dudar: es una gran señora; lo dicen el buen gusto del atavío y hasta el más ligero ademán de la que lo honra. Mas respecto de la fortuna de la inte­resante pareja y en cuanto á su posición social, si no fuera por el

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Señora Doña Carmen Romero Rubio de Díaz, dignisima esposa del señor Gral. D. Por­firio Diaz, Presidente de los Estados Unidos Mexicanos.

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· I -7~-

maj~stuosocontinente, por. la fuerza irresistible de la serena mira­da del caballero, y por el aire de suprema distinci6n de la dama, para quien :po les conozca de vista, sería imposible sospechar por las apariencias, que tuvo la fortuna de ver en una de las fases más simpáticas yeje:.np1ares de su vida privada, á uno de los hombres más grandes, ilustres y poderosos de su tiempo, y á su dignísima

-companera.

¿D6nde están los trenes fastuosos, y los séquitos de militares y corteganos, y.los brillantes dragones que acompañaban por doquier al tristemente célebre dictador Santa Anna? Inútil es · buscar nada de eso en torno de este gran mexicano y gran . dem6crataque se llama el General Porfirio Díaz y que apenas se aviene, ·cuando des­empeña funCiones oficiales, á rodearse del aparato es!ricta.mente ne­cesario para rea1za.r la dignidad de su altísima investidura. No está por demás hacer constar que la posici6n política, moral, material, pública y privada del actual gobernante de México, no es siquiera co"mparable, ni dentro ni fuera del país, con .la de ningún otro go­bernante mexicano. No obstante lo cual, lejos de embriagarse el General Díaz con tamañas grandezas, tan positivas y estables como bien ganadas y merecidas, no parece sino que á medida que crece su poder y se agiganta ~u figura, sus gustos y sus necesidades se simplifican y reducen, por efecto natural del contraste entre el va­ler del hombre público y las costumbres del particular.

En realidad no hay de qué extrañarse, porque toda la vida del General Díaz está llena de rasgos de templanza, sobriedad y mo-

destia.

Es error .del vulgo admirar la virtud del cartujo 6 de la monja que encerrados en el monasterio, s610 sufren tentaciones imagina­~ias, y no podrían cometer ciertos pecados aunque quisieran. La verdad es que tales virtudes á puerta cerrada, a.demás de ser inúti­les, son dudosas, y probablemente, no sabrían vencer la primera tentac:6n real y efectiva.

·Virtúdes heroicas, asombrosas, ejemplares, son las del que supo conservarlas en aquella época en que no s610 no eran mal vistos los vicios y .los desmanes, sino que por el contrario, daban prestigio y hasta se echaban de menos en el soldado. Ser probo mientras todos robaban y saqueaban; ser bueno alIado de los libertinos por cos­tumbre; ser sobrio entre los bebedores; respetar el honor de la mu­jer indefensa, y aun hacerlo respetar de quienes consideraban la vio-

6

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-74.-=-,

lación c~~o UJ? p'ec~d~Ho yenial; ecqnorni:l;~r y d~fepder .lQ~ , fo~dos pú.b~icos,- e~ u~ ti.emp9 enqt}e 1~ may~ría 110 ,pensapa sino en dila~

. . .

pidarlos ó apropi~rselos; finalmente, re$ignarse á Qcupar ,los pues,. , ;. . . . ' ~. . .

tos obscuros, cuando ni los lamentos <le agoníad.e la patria oasta-. .~. - .' , . ' " .

ban para acallar á los a~~icioso~ que se disputaban destempl~da-, '. -

mente ~l poder,: estas S0I.1BUS virtudes, mas no parecen de hombres, por lo excelsas y probadas. . '

y estas Eonlas virtudes del General Díaz. Mientras duró la ln-o ..' • 1

cha con el extranj'efo, sólo 'ambicion6 combatir en primera :fila, en el lugar de m~s' peligro, y su único anhelo, sublime por 10 nobl,e y

.' . .' . . " ~

desinteresado, fue' poner el pabellón nacional en , mano~ del Presi.: \ , " - ' -

dente J uárez, para que éste lo izara, victorioso y cubierto de glq-, ,

ria, en el Palado Nacional. , , ' .

Cumplida esta ambidón digna de un paladín de las leyendas ca-ballerescas, el que había ~~grado el triunfo definitivo de la ' patria, ,

se retiró mode~tamen~e á la vida privada. , ,

Todos conocemos, . pero pocos estiman en lo que vale moralmen-te, la respqesta que el General píaz da por regla fija á cuantos le felicitan por su obra política, sin ejemplo en lahistória: '

-,«Me han ayudado, he tenido bt}enos colabor~dores,el primero . .

de ellos, el pueblo mexicano.» : " , ¿Q~é hombJ;'e, q~é gobernante célebre, qué soberano en,la cúspi­

de del poder y de l~ gloria, ha, sabido dar semejante respuesta? Aqu~ eump~e tomar en cuenta pna de las grandes influencias be­

néficas que seguramente han pesado mU.chQ en .los destinos del . - " . Gral. Díaz: la de la virtuosísima y noble señora que con sin ,igual dignidad cOmparte las glorias y endulza las fatigas del genial esta-dista mexicano. , ' , " ,," . " . ,. , :" . , ,

. , .' ,

y puesto que ,para hallar la exp~icació~ ver~ade:r~ ,q.e incon~an bIes sucesos históricos ' de inmensa 'trascendencia, es precisQ ~cud~r

: . - . .. .

á la célebre regla: «Buscad á la mujer,» porque tal método de in-. - ' . . . :' '. .

vestigación pone siempre de manifiesto uno de los res~rtes más:po-derosos de la conducta de los hombres, sería ilógico no. hacerlq .así

, . . . en este ca~o, tanto más, cuanto que de , la incontestable y notoria grandeza moral, intelectual y social de la digna compañera ~E;ll

. . .. Gral. Díaz, es fqrzoso inferir que su acción ha debido ser m~y

. . ... . .., . ., . . . '

profunda y muy favo~able. ' " Un hecho de general o~servaci~n desorienta á pr,ime! e:~am,e.n~ la

señora de DÜlz no se mezcla ' en l~ política. 4-hondandQ Plá~, ,aea~ . . . . . . '.

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·. -7.5 ---,-

so ,est.e mismo hecho sea la clave de la ·felicidad -de ese hogar mo­delo y la causa indirecta de 'q ue nuestro gran-gobernante conserve siempre lúcidas y vigorosas sus excepcionales facultades.

Pa.ra que c(dl hoga.r s~a el premio de ·lo3 hombres honrados,» AS

indispe.ns.able que realice el mito simbólico de Antéo y la Tierra; sin esta condición, el hogar es castigo y no recompensa, porque el luchador necesita reparar las fuerzas para seguir combatiendo. La historia se encarga de confirmar . esta verdad refiriéndonos que, . ,

salvo contadas excepciones, los jefes de Estado cuyas consortes se han ipmiscuido en los negocios públicos, aparte de haber sufrido

) graves fracasos, .vivieron infelices y tropezaron con tremendas difi­cultades para llevar á término su obra, cuando á buen componer

" lograron darle fin y remate.

Tuvo razón, pues, el Rey Sabio al decir que c(El mayor tesoro que puede hallar el hombre es una mujer ' prudente;» y sin duda alguna,el Gral. Díaz supo descubrir ese tesoro preciosísimo, siendo así que su ejemplar esposase conterita con reinar en los corazones de los mexicanos por su inagotable caridad de gran señora que sa­be dar con nobleza para obligar la gratitud.

Es harto frecuente observar cómO algunos ' horribres que hasta un , momento dado parecían tener ante sí halagüeño ' porvenir, á juzgar de su laboriosidad, de sus talentos, 'de la sencillez de sus gustos y de la entusiasta energía con que emprendieron la lucha ,\>or la ,vida, de pronto desiertan, se abandonan á la fatalidad, cual si en ellos tle hubiese paralizado' súbitamente la fu'erza que les im­pulsaba, y se entregan al vicio, que en breve leFl consume y aniqui­la. El mundo ríe ó llora un día, hace comentarios frívolcs y al fin se encoge de hombros. Si queréis saber la causa profunda y verda-

-i dera de la caíoo lamentable de esos hombres, buscad á la mujer, repetimos: no eran felices en sus hogares: y por eso los abandona­ron, anhelando hallar paz, descanso y amor en otra parte; funesto espejismo que causa siempre irreparables desgracias.

He aquí por qué la verdadera y quizás la única solución del es­pantable problema humano del alcoholismo, está en la educación de la mujer para. el hogar. Cuando se tiene una compañera ador­nada con las relevantes cualidadeR morales de la esposa modelo que cupo en suerte al Gral. Díaz, sólo un degenerado sin redención podrá preferir en las horas de prueba la excitación insana ó la in­sensibilidad estúpida de los estimulantes al consejo lúcido y á

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os consuelos inefables que da la mujer amante. ceLo que la mujer quiere Dios lo quiere, decían los caballerescos pal~dines, en los tiempos heróicos de las cruzadas. Ojalá que los hombres no olvi­dásemos tan á menudo esta gran máxima, eterna como la humani­dad. Quedan ya muy pocos paladines, pero por ley natural in­contrastable, el hombre seguirá siéndo lo que la mujer quiera que sea: grande ó miserable, generoso ó mezquino, útil ó pernicioso. Todo depende de que sepa atarlo con cadena de flores al hogar amable, santo y reconfortador.

Consecuencia de lo dicho es que á la envidiable armonía y á . la paz venturosa de su vida íntima, deben atribuirse en parte muy principal la prodigiosa resistencia del General Díaz para el trabajo y el perfecto equilibrio de su espíritu, constantemente inclinado al bien y dispuesto á la clemencia.

Hablar de la sobriedad del General Díaz, sería redundancia; y de la pureza de sus costumbres, podría decirse lo que de pocos hombres. Pero de la Influencia de esas virtudes sobre nuestra so~ ciedad, sería olvido imperdonable no hacer constar que hubiera si­do imposible llevar á cabo tan pronto y tan completamellte la rege­neración de nuestro corrompido y desorganiza~o medio político, sin ese. alto y constante ejemplo, que cuando no ha logrado corre­gir á los viciosos empedernidos, les ha obligado, por lo menos, á es­conderse y á avergonzarse.

He aquÍ lo más bello y lo más útil de las virtudes en acción: la ejemplaridad. Y he aquí cómo puede un hombre vivir feliz y res· petado largo tiempo sobre la tierra: siendo modesto, siendo sobrio, dominando las pasiones, usando y no abusando de la vida.

,

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-77-

XII •

' EL DEBER DE LOS DEBERES

BUEN PADRE, BUEN CIUDADANO.

Allá en apartada y tranquila calle del rumbo occidental de la ciudad, yergue-su torrecilla fina y esbelta un pintoresco chalet!cam­pestre. Se halla como extraviado y fuera de lugar entre las elegan­tes fincas urbanas que lo rodean, porque cuando fue construido, la que es hoy. asfaltada calle metrol'olitana, no era sino desolada cam­piña de extramuros, teatro de los sangrientos combates que~frecuen­temente se libraban en torno de la vecina Ciudadela, sin esperan­zas de que el derramamiento de sangre mexicana cesara, ni menos aún de que la capital extendiese hasta allí sus esplendores. Es además muy modesto el chalet de que se habla, porque su primiti­vo propietario lo edificó venciendo no pocas dificultades, en razón de que á pesar de haber manejado grandes caudales públicos, no retuvo de ellos nada para sí, y no obstante haber prestado eminen­tes servicios á la patria, se contentó con la mejor de.1as recompen­sas: la satisfacción del deber cumplido.

Trasponiendo la verja del minúsculo chalet, se descubre adoFlado á ella un cartel anunciador de que allí se expenden los quesos y la mantequilla fabricados en la hacienda dA Paté, lo cual indica ser aquella la mansión de un empeñoso agricultor que atiende personal­mente su industria. Alegran y poetizan el jardinillo que rodea el chalet, las risas y . los juegos de dos rapazuelos rubios y llenos de -vida, á quienes vigila con amorosa mirada una joven rubia como ellos y de tan delicada y exquisita belleza, que parecería despren­dida de un cuadro de Lancret, si no fuera por el sencillísimo traje de percal negro, que ennoblece con su distinción.

Todo en aquella morada revela felicidad, alegría, bienestar, honradez, laboriosidad, pero no fausto, ni siquiera riqueza: tal es el hogar del señor Mayor de Ingenieros Porfirio Díaz, hijo del Jefe de la Nación Mexicana. ~

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Dos enseñanzas profundas, á cual más valiosas, se adquieren ob· servando la situació,n y las costumbres y aptitudes de este joven trabajador que lleva sobre sí digna y discretanlente, la pesada car­ga de unQ·deIos Ilomtn:es rná~ ilustr~s de ' l~ ' A:I4éI'iea.

. . . . . " ' . ". •

Quien quiera que conozca la historia de 103 hombres que han gozado de gran popularidad y poder omnímodo, y que han regido largo tiempo los destinos de una naciqn, sabe que con rarísimas excepciones/ han derramado á manos llenas los dones y los favores sobre sus amigos y allegados y, por natural preferencia, sobre sus deudos.

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Cómpáresedesde este punto de vi8ta la conducta de Napoleón el Grahde con la del 'General Díaz: 'El 'creador de la Franci~ moderna

• o" •

trastoi'nó la geografía de Europa, derrochó el oro francé:; y derramó dos dE' 'sárigré para distribuir rein03 entre sus parientes, sin exeep-

~ , . .

tnar al inepto y celebérrimo Pepe Botellas. En cambio, el hijo del creador del México ' act.ual, es simple Mayor de Ingenieros, deh'ido

~. . . .

á sus e3tudibS eil el Colegio Militar, perfecciolladus,en el extranje~ ro, y ' sobre 'todo; á ceréa de veinte años de servicios. No se dirá,

. . " ~ . " .

pues, (fue ha recibido los ascensos por favor . .N o desempeña más • • . • _, . 1

,empleo federal que' el 'de oficial d~lEstado Mayor del Presidente~

y cuando de Tlacotaipam propusieron s,u candidatura para dipu­tado al Congreso de la Unión, no quiso aceptarla. En cuanto á gajes de otro género; sólo por rára excepción ha obtenido

, ' '

como ingeniero, sin que su nombre haya sido ventaja, sino más bien dificultad, alguna de las innumerables contrat~s que sus

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colegas con::;iguen llanamente. Emprendedor como su padre, va-rias veces ha tenido que lamentar pérdidas porque sus negocios no gozatl.' de privilegio alguno, sino que están expuestos á las cOI).tin-

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gencias comunes á los de cualquier particular. Amante de la 'agri- ) cultura, su tiempo disponible lo dedica á dirigir en pers<;ma la ex­plotación de su hacienda por los métodos ]}uevQs.

En cambio ha merecido honoríficas distinciones de ,algunos go~ biel'nos extranjeros, entre ellas, las palmas académicas, eldiplomu. de Oficial de Instrucción Pública y la cruz ,de Caballero de, la Le­gión de Honor, que ha recihido del Gobierno fra,nqés, ~o mismo que la cruz de la Orden del Aguila Roja de Prusia y otras conde:-

'. " ." coraciones envia'áas respectivamente por los soberanos de Alema-nia y de Eaviera. , ,

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Mayor de Ingenieros. Porfirio Díaz, señor Presidente de la República.

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con uniforme de Oficial del Estado IMayor

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- '79-, ,

Muchas 80n las comparaciones favorables que pudieran 'hacerse entre el ,General Díaz' y el'inmortal corso; pero sin duda alguna, la que acabamos de hacer, es una de las que más favorecen á nuestro gran compatriota, porque demuestra la escrupulosa probidad con

, '

que usa de su poder, aun tratándose de los seres más caros para él.

* * ,* ' -

Verdad es que si como gobernante no tiene distincion~s para " -

sus hijos, como padre supo cumplir con ellos ejemplarmente el " -

deber 'de los deberes, porque' no merece aquel dictado augusto el , '

¡que engendra, aunque legue riquezas, sino el que educa. y como (ela mejor riqueza de un país s011- sus jóvenes,» á condi­

ci6n de que hayan sido bien educados, claro es que uno de los , ,

mayores servicios que se pueden prestar á la patria y á la humani-dad, es el de cumplir á conciencia el principal de los deberes pa-

, '

ternales: educar. Esto ha sido' veIdad absoluta en todo ti~mpo y en todo lugar; pero en el momento actual, todo el futuro de la in­cipiente nacionalidad mexicana se cifra en que los padres ,se pene­tren de esa verdad y hagan de ella la norma de su conducta como . '

ciudadanos y el ideal de sus aspiraciones como hombres. Por esto importa mucho llamar la atención hacia los hijos del

General DÍaz. Las damas 50n modelo ele esposas, y orgullo de la sociedad; el varón es un servidor útil de la patria, un caballero in-, tachable, y lo que vale más, un hombre de trabajo y de acción; y todos honran y prestigian á su educador. •

Contémplense en ese espejo los malos padres que se disculpan - .

de haber faltado á sus obligaci0l1e.3 por no 'haber tenido tiempo pa-ra atenderlas. ¿Quién de ellos podrí.a decir que ha pesado sobre él Ja enorme suma de lahor, de preocupaciones y de responsabilida-

\ . , . '.

'des que e1 Geriéral DÍaz80port6 en la época azarosa y tremenda de su vida en que cimentó la educación de sus hijos?

La explicación de esto es que no se educa á la niñez con dinero, ni cQn tiemp~ s~hLment~, 'sino ' ante todo y sobre todo" cop amor

, .

bien e~tendido y _pasado en (eel férreo sen~imiE)nto del deber,» que-el Presid~mte de 10$ Estados Untdos rec,omienqa á su pueblo, co-­rnq ~l ~residel1te de México lo ha receme11dado siempre al suyo en , más alto grado todavía con el ejemplo. _' '" .,' -

: Tanci~rt,~ : ~s, <iU:y 'e~~mpr ,Y' e'l deq~r SOl). lo~ ,verdaderos fu.nda:­mentos de toda bu~na educaci6n, qU E) , q~1ienes h:;¡,yan ,tenido oppr-

. . . . . . - '." . . . . . . .

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-80-

tunidad de observar de cerca la~ relaciones entre f}l General Díaz y , , ' , 1 , ) .' . .

su digno 'hijo, nó ha'brán dejado de notar un matiz delica~o y con-movedor, símbólo ' de lo 'que son < ei uno para el otro, y d.e lo que debieran ser tódos' los' padres para con sus hijos. '

Cuando el Mayor Porfirio Díaz, oficial del Estado Mayor del Presidente de la Rep6.blica, lleg~ en lo privado á la 'presencia del General de División Don Porfirio Díaz, se detiene á respetuosa distancia y se cuadra para recibir órdenes; y es en verdad admira­ble la severa majestad con que se dan y la atenta deferencia con que se reciben: allí no es posible ver más que á un superior y á un subalterno. Pero inmediatamente después desaparecen' las jerar,' quías; el hijo besa amorosamente la mano á su venerable progeni-\ tor, y la mirada de éste se ilumina y dulcifica con una chispa de suave luz, al depositar un beso en la frente del heredero de su nom­bre inmortal. . Tiene razón, porque parafraseando el célebre proverbio árabe,

puede decirse que no merece llanlarse hotn bre quien no haya plan­tado un árbol, escrito un libro ó dado á la sociedad un in di viduo útil: nobles medios de vencer á la muerte y perpetuarse en la pos-teridad. ~

XIII ACTIVIDAD

«(NUNCA DEDE DEJARSE PARA ~AÑANA LO QUE PUEDA HACERSE HOY. {

Pasma verdaderamente la suma de trabajo que representa la in­mensa obra política, militar y social del General Díaz. Cuando se vuelve la vista hacia el pasado y se compara el México de las re­voluciones, desorganizado y miserable, con el México de la paz, firmemente constituído; ' rico y en creciente prosperidad, sólo ante la evidencia puede creerse que este maravilloso resultado sea fruto de la inteligente dirección 'Y fecunda actividad de 'un hombre.

Cjerto es que este hombre ha tenido colaboradores adictos y la-

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boriosos, y que ha contado con el apoyo del pueblo, que le ama,­venera y tiene fe ciega en él. Pero esta no es más que medja explicación del prodigio, porque no es menos cierto que en todo lo· grande que se ha hecho en beneficio de la nación de treinta años á esta parte, y en mucho de lo que se hizo para reivindicar la inde­pendencia, el General Díaz ha. puesto lllano y ha imprimido su se_ llo personal inconfundible; y en la 111ayería de los 'casos, lo h echo· es obra exclusivamente suya, desde la -concepción hasta la ejecu- . ci6n .de la idea. .

La .simple apreciación de la cantidad de trabajo que esta obra re:.. • ~resenta, es superior á la con1prensión de las inteligencias comunes. ~ Baste decir que un hOlubre de mediana capacidad, sobre todo si

adolece de los defectos principales del carácter mexicano, imagina­tivo, indolente y perezoso, .se sentiría aplastado únicamente con te­ner que firma.r, nada más que firmar sin enterarse de ellas, las res-

puestas á las cartas particulares que el Gen'eral Díaz recibe á dia-.I!O y de cuyo contenido se informa para a.cordar la contestación. Pues tal labor, abrumadora para cualquier hombre común, ha sido· durante más de un cuarto de siglo, secundaria y sin valor alguno para el regenerador de México.

Añádanse á eso las formidables obligaciones de su alta investidu­ra, cumplidas no á conciencia, porque esto se queda parl't las me­dianías, sino como ninguno podría cumplirlas; añádanse las l'tuclien­cias públic~s , las ceremonias y las fiestas oficiales y particulares, y las atenciones privadas, todo aceptado y desempeñado á maravi­lla, lúcida, ágil y gallardamente, h astl't una edad en que la mayo­ría de los hombres vegeta en plena decadencia senil. .

'Decir que el General Díaz goza de una coIístitución fí sica privi­legiad!1, es hallar otra parte de la explicación , y nada más. Innu­

. merables son los estadistas que han contado con el amor del pue-7 blo, con la colaboración de sus coetáneos hábiles y con la salud y

la fuerza personales, y que no obstante todo eso, no han dejado\ más que. un recuerdo borroso cuando no amargo de ~í , y una obra deleznable v mediana .

¿Cuál es, ' pues, la verdadera explicación de la obra admirable· dí1l General Díaz? ¿De qué fuerza creadora y omnipotente dispone este hombre extraordinario?

Ha dispuesto y dispone de la omnipotencia fecunda é incontras­table del genio. Pero el genio no es, como el vulgo cree, una chis-

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pa divina que al azar descienda sobre los hombres y los haga Sl1~le· riores á pesar de sí mismos. No; el genio es ,ccuna larga paciencia» , abnegación sin límites, voluntad sin flaquezas, actividad sin des· <orden ni desfallecimientos, amor ardiente y fe inquebrantable en .el bien; el genio es, en suma, el resultado de las cualidades del ca· rácter, armonizadas, equilibradas y fortalecidas por la educación y .en tendencia constante hacia un ideal noble y grande.

COhviene advertir que no' sólo deben considerarse como nobles y grandes empresas, la regeneración de un pueblo 6 las conquistas del saber que aceleran la marcha del progreso~ y benefician á toda la humanidad; menos brillantes, pero no menos nobles son lo~

ideales que impulsan á un hombre á ser útil á su país, á la socie· dad, á la familia, á sí mismo, por el cumplimiento del deber. Na· .die está obligado á acometer empresas superiores á sus fuerzas; pe· ro el que haga por ser bueno y útil todo lo que sus capacidades les permitan, puedé estar seguro de que siempre hará mucho por sí y por los que le rodeen.

Principalmente si pone gran -empeño en in1itar la actividad tran­-quila, metódica é incansable de este aguerrido luchadG'r que tr.aba­ja mil veces más que incontables jóvenes vigorosos, cuyos lamen­tos, ya por no hallar trabajo, ya por parecerles muy pesado ó pOGO productivo el que ti~nen, nos llegan diariamen~e á .los oídos.

,¿Por qU8 se quejan estos jóvenes; por qué son inferiores á su la-•

,bor, y es penoso para ellos el cumpliento del 'deber? Sencillamente porque la educación de su carácter es nula ó incompleta.

La primera enseñanza profunda y utilísima que á este respecto nos da el General Díaz, y que contrasta notablemente con uno de los defectos nacionales más arraigados y perniciosos, es que nunca ha dejado para mañana ese funesto mañana que todo lo frustra entre nosotros lo que ha podido hacer hoy. En él,á la concepciól\i , de la idea ha seguido siempre la ejecución. Toda su vida nos pre-senta ejemplos de este género. Pero hay en ellos un matiz que im­port(mucho poner en buena luz. Concebir una idea y ejecutarla.

o sin meditarla ni depurarla de errores, eso es ligereza, o, locura, y conduce infaliblemente al fracaso y á la­

ruiria, porque la actividad debe ser vivificada por la audacia, pero al mismo tiempo requiere ser templada por la prudencia y por la reflexión.

Estudiemos al General Díaz en los momentos más solemnes y de

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. ,

-83-•

cisivos de su vida. Por ejemplo, al escaparse del Convento de la Com­pañía. Indudablemente, no había allí tiempo que perder, los mi-o nutos eran precisos, urgía obrar rápidamente. Sin embargo, como el tiempo empleado en meditar lo que se hace y en adquirir l~ certi­dumbre de que no se va á cometer un error, nunca e5 tiem.po per­dido, el que iba á jugar la propia vida y el porvenir de la naci6n en e3a fuga, antes de ascender por la cuerda con que laz6 una ca­nal de la prisi6n, «se cercioró de la resistencia ele aquel punto de apoyo.» Son sus propias palabras.

He aquí claramente presentados los dos rasgos que debemos imi­,-, tal' en la actividad del General Díaz: no dejar nada para mañana; ),

, no hacer nada sin cerciorarnos de la resistencia de nuestro punto de a?oyo.

Otra característica importantísima de la actividad creadora de este grande hombre,. es la audacia con que debe equilibrarse necesa­riamente la prudencia. El que deja pasar las ocasiones por exct:;so de cautela, se queda invariablemente, irremediablemente, rezagado en la vida. Buen-o es madurar las ideas con largueza y reposo, cuan· do haya tiempo y lugar para ello; pero vacilar en los momentos an­gustiosos y no atreverse ni resol verse á nada por prudencia mal en-

, tendida, es condenarse á la obscuridad y á la miseria por caer en el extremo contrario. Si el General Díaz hubiese empleado mucho tiempo en meditar la admirable estratagema que le dió por resul­tado la espléndida y doble victoria de la Carbonera y de la toma de Oaxaca, probablemente se habría retardado mucho el triunfo de­finitivo de la República.

El General Díaz sitiaba á Oronoz, el vencido de Miahuatlán, en el convento de Santo Domingo de Oaxaca. Este convento era en­tonces una fortaleza inexpugnable~ sobre todo, para las débiles fuer-

¿ zas y deficientes armas del ejército sitiador. En tal situación, se anuncia la rápida marcha sobre Oaxaca, de una columna de aus­triacos aguerridos, bien armada y equipada, al mando del conde Kotze, hábil jefe austriaco. ¿Qué hacer? Esperarla era colocarse volunfariamentt entre dos fuegos para ser aniquilado; ir ostens-i blemente el encuentro de los austriacos, equivalía á ' libertar á los sitiados y echárselos á la espalda, con idéntico resultado. Aquí de la audacia genial que rinde á la fortuna.

Sin perder momento, el General Díaz manda envolver con trapos los cascos de los caballos, desmonta los cañone.5 para que no hagan

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-- 84-

ruido, deja encendidos los fuegos de su campamento, y á unos cuantos centinelas encargados de seguir dando el alerta reglamen­tario; y al amparo de las sombras, vuela al encuentro de los aus­triacos. Toma posiciones en la Carbonera, y en. una batalla que los peritos en la ciencia militar consideran como obra maestra de estra­tegia,mas aún, como la ún·ica batalla digna de ese nombre, que ade-

, más de la de Miahuatlán, se dió en toda esa época, derrota yani-, quila al enemigo. Inmediatamente vuelve sobre sus pasos,. reforza~ do con las armas quitadas á los austriacos; , y cuando los sitiados de Santo Domingo apenas habían advertido la ausencia del sitiador, y comenzaban á salir de su encierro derrochando ' fanfarronería, cae sobre ellos y consuma la doble victoria, favorecido por el pánico de los desprevenidos imperialistas, que no abandonaron la fortaleza sino para dejarse batir mejor.

Esta serie de asombrosos atrevimientos contrasta notablemente con la prudencia que el mismo gran soldado empleó en el sitio de México. En este caso, el Ejército de Oriente, que acababa de re­conquistar Puebla, era exiguo para poner cerco estrecho y riguroso á la capital, y más todavía para intentar el asalto con buenas pro­babilidades; los sitiados eran fuertes aún, y en un rapto de deses­peración podrían haber roto el cerco y prolongado la lucha al dis-persarse por el territorio. .'

• AS1, todo lo que fu e audacia y celeridad de acción en Oaxaca, se

convirtió en México en calma y reposo; pero en ambos casos coro­nó el triunfo la actividad decidida de un ataque y la actividad pru­dente del otro.

E l último elemento de éxito en la actividad es la abnegaci6n. Trabajar sólo para sí es egoísmo odioso y estéril por añadidura. Raro será el ejemplo de un verdadero egoísta que haya hecho algo grande. La solidaridad . humana es tan estrecha, tan útil, tan indis­pensable, que no se puede procurar el bien para nosotros mismos, sin procurarlo para los allegados; y mientras más útiles seamos pa­ra los otros; más habremos trahajado en nuestra propia feliCidad. Mas para esto se necesita ser abnegado y abominar del egoísmo.

. .

Ahora bien: ¿qué ejemplo de abnegación más hermoso podremos hallar que el del General Díaz que ha consagrado su vida al bien de los mexicanos? Y todavía á los setenta años, cuando se le pide que siga en su puesto, contesta:

« Lo haré gustoso hasta mi último día.» . .

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Francisco Aquiles Bazaine, Mariscal de Francia, sucesor del Mariscal Forey en el ma~­do del ejército francés intervendonista (1863-1867). Sitió personalmente en Oaxaca. ~l Gral. Diaz. Al rendirse éste por falta de elementos, le felicitó BazaineporQue no segUIr a "haciendo armas contra su Soberano," á lo que respondió el Gral. Dia~: YO NO HE TE­NIDO NI TENGO MAS SOBERANO QUE EL PUEBLO¿MEXICANO •

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SEGUNDA PARTE

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General de División Don Porfirio Díaz,en la época de su primer periodo pre­sidencial (1876-1880).

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------------------------·~--_._,_*c~· --______________________ _

FICIL ,es cürnpr'e'11deir ycas,i imposible juzgalr el valor y la ,t'ra.s.c'en-d,e'11cita: de ;una obra a1rtistic'a., 6~ntí­¡fica b polí,tica" 'eslta:tua, libro ó 'nación, 's.inconO'c:.- á

~~ fondo .'las ·cualidades y 1'03. ·def'clCtos, l,as grandezas y .1a:s mis.e,rias del caráJctler del auto.r, ' ya s,e trat'e·

d-elalrtista, y¡adel literáto, yal del caudillo. La irledproca, .~n

fuerza de' ser ·ig~ualm.ent'e c,ierta, /hal Helgado á 'ser vu1Iga'r: ·á las' personas: 51e l'es! ·co uoüe por '3US aüciOone's.

Ern :e:fecto, el hombtie 'Y' susl obras- ¿'stám ligados tan íntima. é indi301ub1emiente, . que sólo p'Ür 'excepción ra.risi'mla,extraor­dina'ria, sud'en ;3ler disimlbolos' y am ti téti.cos :e!lcreador y la. cr:eatoi ón. Lo nor m al , lo. s,a'l1 0., lo re.gul ar , la ,1 e y que ri grc· en la naturak!'za y en la vida, Ie:S Ique do hijo 's,e asemej-e !al} padr,e qiue le engendra, y- Id pe:ns,a;mi'ento á la inteligencia

e l,e tCondlbte. · Die donlde resulta; 'que así · ·COlmo los s ."res

'on bdlO's. y .hule,rios ó dtelfor:m,ei"; iy perv'ersos, Sleglún fueron sus proglell'i'tor:es, del ·mislmo mOodo las idelas · son grandes y"'" 1,evatnnalda;s ó mlezqainas y rastrera:3, CJollllfoftmle á la's aLma:s en que naderon: ·Enestá 1iey- supl1ema,· :equi,J,ibrada por la de pro­greso cánstante, delsca.ll!s:a el prodilgioso ·m;e,ca;ni:slmo . de ·la cOl1'servación de las, ,esp e cie',s, de su 'evorru:ción · hacia el . per­felcdlÜlnamñéntoy,en ·sum'a, de I!a: vi,da de:! · universo.

H'.;! aJqtuí exp1¡ka-da 1 aralzón porque cneemos que este . .

libro quedaria trunco 'sli des.pués de tbather intentado reaJizar

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-4- ,

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en .él .la Ie.mprresa de popul,ariz,ar lals .faJltas ilre·c;ciollfes moral,e3, paJl!pita,ntes de vida y dc' V'erdard, que nos: da len ,cada uno de 's'us r,as;guLC;: 'Uno ,de los ,cara:ct,e.rle3mláJs vigorosrOr:S, nobles 'Y ar·

mónküs ,que r ·egirstra lal his.tori'a, rc'ual eSrel de-! Gener'a:l Dia:z, Qlmlitiésle!mos p:r'eio1antar, a'Ulnlque 'sólo sea en 'sílnt1eSli,s, la r'esul­tante ,de ¡las ,ene'r,gí'a3que he1m'03! :r,ecom'end(~ .. do, el fru.: r) die laJs virtudes que rprescntaJmos ,como iej em planes y, ,en . eSll·

men, la oihna ,grandiosla y t ,raJS¡c'endennal .de' e3le Ihombr,e, rcuya i,nlfluencia y :falma tra31pasaron tire,mpo ha 1J.:; ttüntel a:; de nli.,C'3tro paÍ's y aun la inmens:.dad de los marco, pa'ra 'exten ders'~ prw to :i( ::~ los ámb; ' :_t~ del :nlU.U'l ( ' c;viliz:ado, Hac~~ ,'-tal :mutill'ación e1quivaJlrdría á r01mipier la :unidad y á de3.trulr -1a ar'molllíia de .10 'que por ,la illfa!tura:l-eza: Y' 'por la razó.n ,debe 'COlll!Sle'rva:rlse y ,ensreñ,arse ,com'ple1:io y lan}az3.Jdooon los , estne· <:ho8' vínculos Ique ligan -el elfe,cto ,can: ,la cau3la. .

La mi's,m!a ,finali'd3.!d de n'uestro pensa!mi,enrto padeoClrí.aen s u dica.cia, po rque la suplr1em'a razón de ser de la virtud, e3 el bien-; miá,s no 'el ¡hilen priolpio ú1nlicaim'en1:le, si1no . el bien de llOs otr'OiS, re1 !bi.en gen1erat Por lO' tanto, para ' dri :Srtin~uir del VlirtuoslO ,e:goista é inlÚti:1 á l'a! sociredad, all :hombne social po­'s,i iÍ'v3.!mente bueno y útil, e3 indisiplclnsahlíe pr,es1en tar su obra, que seroá .la ,demos,traóón irr,efutalbrl1e die 'l:a ¡freDumdi.dad y del la{truislmo de ·srUG cuáli.da:de's, 8rÍ' ade,má',5. de SIU ;pr-opio engrarr.. decimtÍlento, ,supO' logra:r 'ra,mbién el de l'Os dielm,ás.

,

Flaicultad ;e.5le1t1rcial dela:lm,a human3 e!s la as'piraJCÍón á investi.gar 'Y á descubrir lasc!alus,aJs de cualrqui1cT fenómeg~

que 'at'rali'ga Iy: fijre l:aJ 3.Jt,ención, y,a s.era PiQIr heJHo, ya por ter:~ fico, ya por lüS' p.ell,i,gro8con ,que almena'cle, ya por los bien¡es qu'c' prom,eta.

I

y si Ira ohra :s'od,a:l d-el ,Gerneral Diaz, por lo inmlet1lsa y 3Jdmir'ahle, ha lle:ga,do á fi j alr l;a, .(l¡te,nción :europea, . har:to des· deñosla 'P'alra todo 'l'Ü que se reSrca pa á su in'flu.enda, natural y Ilre,gíti,mo 1':18 'que los ,m'exi,c'a1nos, como inm:ediatos imtel'íes'ádosr ha')"3.Jm'Os' 'ej'ercitardo y 'si'grumoS' ejer'CIÍtalnldo gr,a'nde'm'ent'e nue5' traJ3 eSlpied,a:l'es ,aipti tudes ,er.í:tk:as, en aln1alizar, JUZrgar y eo·

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..

-

-5-

memélJr 1105 actos 'poE,tkos dlel :ge:nial r'ege/llJerador de .la patria.

IDesgmruciadalmle:nte, -es tla:mhién l>ey humama Ique los su­cesos lh~iStórk'Ü1s no pue dan :s:er apr,edados 'en su j us to v.aler¡­á raiz de acolllt'ed.dos.La ·contCÍ!ClllIoia de l:a:s slOciedadei3, ClQlmQ l'as !1ente:s.,está! s,uj,eta áaberraóiones Ólp:tic3.!SI, Y" tienle una, diSltaJIltCÍélJ foca,l, má,S! 'allá y . ,mlás:a·cá -de la 'oual d'eforma ó cOInfund,e 103 objenoi3' :cu.ando loS' vle 'mu.y d~ C'e.r,c~, porque el ilnsaJno Y' ,ca1i:ginoS'o a,mhi'ente ¡que produce la, efervleslcenóa de las 'pasiones, vlellla Y' tiñ¡e 'l'Üs SUOe:SIOS con m.atÍtc'els inciertols

I

f '!YI lexa~erad'Ür3: ; JI ,cuando. los contelmpla ·á la distantCia que farmélJn 1iQ;s ,s,iglos, loSl ,con'borrnos sle ,es\fumal11, los detallies sle pierden, y silelIl'do Y"al ·in,cOlmlpl1c:nsilh}e.::;, 103 móvi:l'e:; de las ac­ciones, pooas fig1uras COTISIe:rvan á tr,avés d'el1 tiempo sus vler­da·d'eras rasgos 'y. I~'acta ,proporóón, á -c:aU3a del a)ej-dmiento ellel que la'~ jUZJga.

,FlOIr .eSlto :es útill y pa'tr.ibüca la ta:l1claJ de ir dej~.ndo ca.er al 'PaJStO die los 'años, .docum,entos ,que como lo.s, acumul'a'¿os en ¡este 11,ibro, isi'rvlan por 'su sinceridaJd ,para: .guiar á los hÍ:s­toriador,es futuroS! en ,1afleconstnucC'Ílónde ieslta época, lla: más ditglna· d,e estudio Ie:n 10Q!uc va Clo~rid'O de la, vi'da de la Re­p'úhl~.ca Mlexi,cana.

A nuestra vez, si Ique,rie'm'Üis: da.de a.'llglÚ:n 'mérito á esta la~

bOlr, estamos obli'g1aJdo.3i á no sle:~uir incontdicioll'almlente, ni a:dopta1r sin prüli>jo anállis,is, opinión .a:l~una de ,1a.s ·que hoy privana:.aer,c.ade las ca:USlalS de la paóficación y del engrande­cimi,ento .na,ciOlll3.!lles. Nos hana~mo!S fr'ente ti frente de l'a mis.ma f:or:m,itdab1e difi .. cultad qUe' ha paralizado ó desviado 10'3

sfuerzos de historióg:r:a,fos .de tall'la, siemp:ne que s,e trata de aip:!1ecia:r 's!uoesos contClmporáln'e'Ü~3: la. miSlmaabu.ndarntCia ca:óÜc:a dledocumlelll'to'scon tradktOirio's 'Y. d r,elci'O ,emibate de las pa.sio­:neiS, OIfusc'3Jn, ext¡ra,vÍ!an é intduc,ená :e,rror.

L 'a única probahi1lid:a1d de a,cierto ,en 'este caso, es la a'pl'i.ca.cióne:3'tri·ct3.! y Sle'r,e;n¡ade un 'método ,crÍ'tico riguroso, cu­)'las inducciO'll'.::s des·canslen no en pa.r.ecere!3 de ami;~os, ó ad­V'e rS1a;ri o s, ni ¡en stUtpUiestlols más ó .menos 'probabl'e:s, 'sino en heohoi3 pC>l1f.e'ctamente comprobadOls,contunden:tes, fuera de discusión dc!sde ·c'uallq.ui,e:r ,punto de vista! .que Sle ,J.es cOinside:re.

Conviene advertir 'que n.o inten1'amos p;r,esentar la obra

Page 107: Anónimo - Don Porfirio Díaz

compl'eta dd Gen,erall D'Íaz, porque aún compen diá!udola mucho, 'ex,c'ede,ría los límit,e3 de ICf3lt'e libro. ·Gr~ndes volú­m,ene3 Sle han nena,do ya con si'm!p1es daltos para la hi'3toria de los últimos trlCÍnta años. Por otra parte, he'mos dicho ya que éste no ·es · un estudio histórico: 's'us fines son mOl1a:les. exd'usi'V:amle:nte ,educativos, y por eso, .para lLenarlos nos Emi­ta~re:m:os á ·elscoger aJquellos heClho3 ,conducentes á nuestro.:; propósitos. No se nos oculta 'que para elllo se ,r,eoqui,er:en ma­nos muy .hábHe3 é inte1ig1e:ncia.31 'cooce1saJs, ponque la obra dd genio 's'ólo puede se'r bi,en medida Iy ~pr.e·ciada pOlrel genio ~

pero nos aJl;i'enta la crlecnóa de que lo bueno y 1'0 bello no necesitam Is!er 'eXlpi1,ilC~dos ni ,compr¡endi,dos pa,ra ·emocionar y producir el bi'en. Y laOlbraJdel Genera,l D,í1az 'es 'c:minenie· mente grandiosa, benéfica y .educativa, sin somlbra de duda.

,

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EL PELIGRO DE LA G/U-ERRA CIVIL

Tre.mendo desengaño fué para los patriotas sincer03 l'a e'noonada y Nmaz lucha por d poder, qu~> contra el Presiden­te J uárez iniciaron, provocandocOIni"e,cuencias lam~ntables, el Genera:1 GonzálJ.ez O,rt1ega prim1eralm,ente, y más tarde, 'c'l Lic. Don Sebasüán Lerdo ,de T'ejada,ouando aún eBtaba fre3'ca la sangre qUie !haJbia cloSltadoI\~ldhaz,ar l'a Inte,rv'enC'i6n extranje­ra á que di'mos pret,extocon nuestras discordi'as intestinas.

y en v,erdaid ·que 'sob.raban. -motivos para de3e'5p'~r.a:r.

Hasita ·entonc,es, la !guerra ,civil héllbia teni,do exp~icadóll

funldada,ex:cu:s1a digna:, ,fin.aHdaJd nobl'e: luch:áihéllse ¡por llletVar á cabo Uina gran l1efoOr'm·a social y ,políti.ca; s'-~ t;-'ataba de pur­gar las culpas y -de enmendar los error'es de la expoliadora dominación ·e.5lpa'ñ'()Ila; '5Ie clOmbaüa poreJ triunfo de grano'es

principios y se as,piraba hadaaltísi!mo3 ideal.~~ de igualdad ante la le1y, ,de libertad de ,conciencia y de libertad de trabajo. y aún cUaJl1ido óen el f.ondo hubiese algunas otras ·causas ml~­

nos loa!bles· ,de Ila pugna fatridda, la grandeza de 10.5 'móv:les ante3 'enumerados, todO' .lo j Uis!ti,ficaba y ,slUb1¡im,aha.

p'ero vle'l1lddo y desorgail1iz'a'do para :.sie'mpr,e el pod'~r

teocrático, aholidos ,Jos priv,i 1 e.g.ios , conquista.déll3 las liberta­des, desa.mortizlada.la dqueza edesiásüca, consagrada la Constituci.ón p()Ir d '3lacrifido de milla·I".:!~s de vÍocümas inmo-

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-8 .. . . .. .

la·das anDe ella, y lalfirm,ada la autonolmía con .el StUpr'emo 'Y ha­bilísimo a,cto de . justicia que se consamló ¡en el Cerro de las Cam,p.ana'3, .las nuevas 'quie'r.dla·s 'cintfie los prohomhre!3 de~ par­tido liheral, 'ya no. pÜ'r l~a Constitución, sino Slolbr,e la Consti· tución, se pr'es'entahal11. d~sconsoladora'miente de,slIludas elle todo vdo: alqudlo no era ya cU'cisÜón ,de p'riincipi¡(~s, ni io qu:e se d i3'CU tÍoaeran lÜ's: i nt,er,es'eS' S'a~fia:dos de II'a: pa triia, 's~ nO' ias con­v;eniencias de dos personalidades; y de a'qudI.as polémica'5 el ic'ctO'ral,es,m'e'ZlquinaJ3 ·como todas las ¡que entablan 10& ráJhu­las sohr:e la· interpfie:uadón de un artkulo de código y qu~

t'er.minaihan fa!tal!m1enue en ,nebe1i'Olliei3, a!SO nélld as, elÍ·usión de' s,aJngr,e y trasto'finos económi,coSl, la 'genrtesellisa,ta s:ólo podía a:ngu'rar des,gf1ada's

l m'a yO'r,esq u-e la,s ya ..sluttrlo'as' por )a n.a;clb'm en oerca de medio '3'igl0 d!e ana'rquí'a.

Deslde lue'go ' quedaJbaev1delliciado ;que: . ili'abiélln . sidO' per­f'clctam:ente i,nlÚ'tilles las ·dura:s. :en.soeñ,ainzas de IllaJ Intervención, i nlÍruc tuO'S'ÜlS: losem orlm;e:s' 's'a'c ri¡fl'óos :n.e.dhos por r .eOl"gJ31Úzar

la!s instituciones, y 'estériles lols 'e's,fue'rzOis ,de .qUli¡eiUe:s ihabi'an creí­do ,negene.ratrDO'S, dándonos Hlber:tades' que le'mip~¡eáha,mos ,en de3-truirnos. LOi3- que dec1aflaban ,á aüs, m ,ex;J.ca'lJIOJSI llIloeptos pa·ra la: vida sociall intdependi'ente: pa,ned:an triur1}flaT ,en tOlda ia líln;e!a.

Lo peor de todO' IClra . .que si, l,al.31 'luchas die principioS! y las guenrasde inldep,endend~a tenían . téfimin:o r:adona1 y ofr'elCÍlan e3lperanzasde:T't1asde oondu:i,r ,e:na,ll~ún tie'mpo, aunque fUe­se r,emoto, ya pOlr d triun:fo de,finitilV.o de alguillo de los ban­dOi3, como conduyó ]!a; gUlerra de RJeform.a:, ya. ,poi- la. rexpul sión óajusti,CÍla,miento del ,invéll~olf, oOlmo ,gle hi,zo con d eS1pa· ñol, el ¡f.ra:llIoéSl y d austriaco, 'en c1amlbio, la: di,.3Icordia en el sleno del ,partido l1helra.J sbl10 uCinÍa un tér:mino pos,ib1'e: el sUli· cidi'Ü, la pérdida .de la! na<CÍona,Ji,daJd y qu~záJs' la: a.b30rció[J fifllalpor la pod'eliosa R 'epúb1ioa: d,el}. N¡Q1rp~, .' OUJ10IS interese,~

e'conómicos, IIe:s,ionadO's por plueSltT!a.lS ahsurdas guerrats civil'e~ por la k~lgaEd~d, no hubieran ta,rdado en. .·r~déllm,ar imperiosa m,ente 11a: 'PaJcilfi,cación Ó ,eI1. sojuzgami,ento de . ~este p;ais, 'que e~ . . . . ' .-

'':;U 'm:ejor ·mier:caldo y, á la v,ez, 'su :pr:orv,ee:dorJt1!a"tural. ,La ¡f,rasle 'si;guiente, .hartO' 'expre;s,ilva, .condenlSlamlejO'r que na

da el esta,do. de conciencia de loS! 'estadistas extramjeifos, .Tle.3

pe·cto de ll!Uesltlf'alg, cO'nvuls,iones .polírtica~s' :

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• -9-

_II¿ Cuándo a,caban con e3lc' nido de víboras?" pregunta· ba cierto ,ministro 'in,gl,és, al Gen'eral nort'eamerioano Ulis.e's Grant.

¿TIENEN LOISPUIDBLOIS DEiRlECHO ,AL SUICIDIO?

,De Ihahe'l" He:g;ado aJquel c,aISIO, ,es tri:,:;:te ,p,ero necesario de­cirlo, mal hulbiératmos ¡podido p:rotestiaif c'OIntra la invasión. El mundo civiliza,do 'e'sltuvode nuestra parte , caando re­dhaza,mo3 l,a Interv,encÍón francesa, porquc' 'uno de 10's dere· dIOS incoil1:troVlertiblles, de los pueblos es ell die ·conISltirt:;ui:r's'e Jibr;e· mente, 'y de ;éSlta lihc'rt'ad sepr'etendia privar.nos entonces: pero las revue1'ta,:; ,d'e ca:r!ác:te-rpuram,en~e personal, en ninguna parte gozam des1irrip'atÍlas, ni las justifica nada. As.í es que con muy hucnoSl pr'etextos habríaninbenne:ni:do los deméÍs pueblos paJr,a poner pU!l1ltO á nueSltras ,cuestiones de palaihras, fuüdadOlsen -el derecho con ,que lat 'Soci'eda,d l,e qu-ita de ia malI1.d ;},a' pi's,t'Ü'l,a al, Iq n,e; 'p:ret.e:nde SlUk idalts,e: " Ekis't,e' perf.ecta arnalogí'a ent'rle al'gunats de las' rd'alCÍones del individuo con la sodedaJci' y l:als r,eCÍlpriOcais de los puelblos; y puesto qu.e la Hhertad individu.al tienc' por límites los d1ereclhos de 103 coaso·

, cia:dos, la ' Siotber'ania de un puehlo dehe ta'mbién acabar donde comi,enoen los der'eClhos de las otras na'ciones.

Allra'zonar de lesta, ma;!1Ic-ra, es induda:bl1e que .no.:; queda· m'Ü's muy: ,por dehélJjo de 10 ' que 103 pueblos' fuert,es sudien eúgir de losdébiJ'es, cua,ndo éstos. vulinerélJn llo,s i!1lt'ere:s:~'s Ó

Üentan .tIa' ü01dicia de a'quéHo:s: ha'Ma. abrir la hi;sltori,a por cual ... --... quiera .páJgill'a tpaól":a conV1enCle,r's,e de la 'exalcti tud de estas du­

, rai3 v,elfdade:s,dle 'las 'que nunca ,Sle penetra,r:án s,ufici,entem'ente bi,en los Ie'Slpiri tus de los m:exi,calnols.

. ..

I AlsÍ m'ismo, haBita Ihojte:ail" las cr:órn1.:clas patra des,cu brir en . ,

_; to¿'aJs.u espantosaJ de:3illludez otra verdad no mlenos: dura a'cer-~,

._ ca de lós s,uoe'sos ' políticos O'cumidos des,dc' que el Gene:r,al ~, I '1. . . ,. .

.)),í'aJZ pusl(): ten 'manos de JUlátrez, 'con admirabl'e desint'e,rbs, l '. ~ , "

'el pahenó:n de l'a Rleprúhlica vi ctori031a , ha'sta que 10' f'ecogió del hombl"'c inepto que ,est,uvo á p'llluto de ,conducirlo al nau­fragio dedlnitivo; he a'quí .esa ver,dad: 'excepoión hecha die

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-10- • •

muy contados hÜ'mlbres de buena f.e, la inm,ensa ,mayo.ría de l<os pOllíticos de 'esa triste era,sóll() di,s,cuüan 'sus propios in t'er'e'3 es, no lüs de la patria, que yadan en completo o}.vid'O.

Ta'liea ringrart:,a y, sobrle todo, aj,ena q,e ,nuestros fines, '3e~ '

ria r,elatar 'eSOS a,cont,edmientos al 'Por mlenor; ·eso e'quival· dría en 'estos m'olmlentoSt á ·exlhum,a:r de una ,huesa recién ce·

" '" .

rrada, d ' caidláv,er die un 1,eprros·o. ¿ Y á qué ·exponer,se á infC:3· tar de .fltuevo nuest'ro bi:en sanea·do aJmb.ientJe político; desen· t'c'rrando .~énmlenies de virulentosmmbü3' 3ocial'es, por dicha ,extiJi.gui'dos )'la? Quédense nomfb.r,es y :fIec.has para 1003 ' 'que 3'e pagan de ,palabras ó :pa;l1aqui.enes por dehe't ne'oesiten decir- ~ 103 má'3' ta;rde, al 'esc:ritbir la Ihistori,a -de ,'es'a époc,a de la vtilda nacional P.ara nuestro. obj,eto, nunc'a' con 'm,á:3 oportunidad puede d!edr3leque oe1 'llOmblie no ¡hace ·áJ ,la cosa; Y' el hecho á ·que aludi,mos es verdadero, ·exisiÜó; de leso no cahe dudéllr.

EL PUE,BLO EIRA ARRASTRAD,O A ' LA GUEiRRA , ,

CIVIL

BaJjlol ,cuallquiera 'luz , ,que sle 'exa:minen 11(11s últimas r,e­vue1tas de IMléxko, pr'ecisoes reconooer 'qUe n.o tUN'ieron más móvil ni otlia ,caU'3'a cierta, que la :muy sahida de 'que .}¡a gue­rraera ha!s:t:a 'ent'onc'es en ·este ,país, l:a: ú,nic'a ·indUls,tria viable y sufi.ci·en t'eme'lllt,er,emuneradora 'par!a lÜ's homhr,es de emlp.re:sa. Per:o importam.ucho 'cstab}ecer á la v:ez, otr:o hecho tan

·eSlenci'a~l comlOI indiSICutib}.e: cioerta'm.ent,e, l'a gue,rra e'ra l;¡

úni.ca indus.tri·a nad,ünal viahle, ml(l¡3 Ino 'e'ra d pueblo qui.en la, prd'erÍla y leX'plo taha , is,ino llas c1a's,e'S di'r·e,c·tor:a5. Al puehlv, al v,erdaoderíO ydes·dichado puehlo, 'Sle l'e arrastró casi si.em'pr.e á la guerra; y á 'f'e 'que no sólo. la ·maY'0r iniquidad, sino t.am­biién :la ,m'a'YlOr torpez.a ,d,e ·quienies tal hicieron , f,né .el 'haher a¡pal"!taioo lal inldi,o ·de la ' 31eJm'enlbeTa., de la 'mina 'Y de.l taller, para '5lacri'ficarlo á m,iras puramelut1e egoí'sta:3' : he , aJquí la ,cau­sa ló~i.ca é induda,bl'e de .t,a perpetua hanca'rTota ·econi6mica que sin falta .daha ,al tra'ste .con .los gobi'e.rnos de cuart<elazo La perni t,enda en d pecado.

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'Bor 'eso 'es supenfi,cial la 'cf'eencia de .!que -el lioend'a:mien­to de loS'sebenta mil, .:;oldados de tlas 're3ierVa;3' del Ejér'Cito, que fué · neoesario y j usÜfi,cadOi haüercuando tel"'minó la GUle­rra die Intervención, ha;ya. slido la 'ca'usa !dlilrelcta de la ,r'ecaída en ¡'a gUlena .aivil. El error consistió no 'en haher devuelto el obr'ero eLl traha.jo, sino 'en no haber sabido 'e.ncauzar ni ap,ro­v'e'dhar ,en 'a'lgúlns'entido útil opa'ra la nación, la¡31energías y la:s 3!ctivi,dadel':; de l'Os' }ef.es ,de 'esos setenta 'm,il hombres, que en r,ealida.Jd no 'eran soldados, s,ino de ocaSlión y por la fuerza.

¿ Alca,stO ·es p'o~ihle 'Olvidar :tan .pronto 103; horrar:es de la Leva? Aldm'ir:aqUle alg1Uh~!n pue.dla' c'r.eer que el indio haya deja,dopor ,gusto su ·pa:r,oela de' te.r.renlO, su 'Y'unta 'Y su jacal: con :Ste,r allí tamo dura y trl.ate su con d id,ón , Sli,e.m'pr'eera me­jor . que h vida ,del slOlda:dol r:a,so 'en ·esa'3 épOCla'3!, toda mi5e­ria y pri-va,ciones, y ,sin Im'áJs perspectiva:s que !la muerte obs­üura 'en d campo de hatana, la e.}e,cución ,en :m,a:sa al abortar el 'p'ronunlCli:rumi'ento ó -el ba:noo de palo.5 al f1"Uistrars,e l.a des'er­ción. En ·ca'mlbio, pwra 1.03 jef¡esl 1,a 'gueJ"lra 'era la fortuna, ei amor, hl. ,gloria, el poder; tonll'ar á lla vida ciivil, prosaica y ordena,da, 'equ~(va1'ia 'á re n unlcia,rá todO! un mu:ndo de hala­gjii'eñlas ,esperanza,s; y pU1e,sto qU!e ' la pa:tnia no pouía lan­zarse á av,enturas del ,género de Il1als 'que ide'ó el gr,an N a ·pole'Ó!n, como derivativo de la fi,e:hr'e J"le'Volucionaria de Fran­cia, :ni 'podí'a 'mant'Emer á su E:jérdto 'en pié de guerra, porqu.e <:30 nos hahría ·condulc,idoá la 'agotantep,az ,armada. cl~ando .el Pr'e3iden be J uár,ez lo:.:; Icondenó á ,colgar el uniforme y á vol­=Y,e.r patrióücalm·enrbe á ,hlJ obslcuridad de que habían 3alido . ~UÜ's s.e encargaron de demostrar, á fu'erza de pronnnckul1ie,n-1:os, lo ingenulol de . tal deter'mina,ción, alta,m,ente dcmocráticél. ~

~e1"O nada Ihuma'na y toda'víam!enos política que hllmall~.

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-I2:a--

HAY QUE DEISCONFIAR DE LOS PO'LITICASTROS

A'qui n.o3 31al'e a,l palso otra ,pa:1áhra de la clave que 'ex¡p.l~C'a el Irecrude,ci.m;ient:a. de la .gu.e1nra civi.l , de3lpuésl del triunfo die

, la R'eptú'bli,ca. Als,í como los s·implle'3 soldadO's e.r.a:n aJrr:a:.5Itfia-dos por '3U'SI j-e,f'es, éstos, 10 eran á su vez por 103 politicasrn-QlB., una de twntasc.a1,a,midad:c!3 helfe.dadas del pOld\rido .régimen coloniaJl.

, AdJá en lÜ's tiemp:os de "Reli,gión y Fueroi~,," 1üs 'militare3 pra.c1e:den't,es del viena 1 Elj.ér.cito cflewdo por Su Artez;a. Sereni­'S,ima á ima,giell1 y 'SIclm'e~éllnz:a prÜ'pia, se pronuil1daban por SiU

cuenta y en ·def'e'l113Ia de ;3USCaJro.S' y stlI3ItanlCÍoso:,3 privi1eg1Íos: y de los del der.o, que pa'gaba largJa:m,ent.e ;POll1qll'e le def.enldi'clran 103 s/u'yos'. Pe,rü no es posible contt1undir ni 'comp.a1rar 3.i'quiera á 10.3 jefes proil1'll'l1iciaJdO'31 dd al1itiguü Ejército, tr,adidonalista: y cor,rompido, cOln 1ü s }c1f,es que á r:aíz de t,enmina'¿a l,a gueifra ele I:ntlelrv;endbn 'S'e' a1z:arone!ll ar,maI5. Si bien estos, alza­mientos 'Son tan reprochables 'comü todo SI, porqu.e comprome­tier0113,eria,m,ent.e el pO'rv eni'r de la patria, nO' cabe duda en qUie los ,pro11'UnCi,aldo31 de ;esta ú16ma época de t,ral~;tonnoSl. valían moralmente mucha. m!áJs que sus, lail1'Í'ec'e50Il",e5. Balr'a conV'en­censlO ,de dIo. basta ne'corda!r ,que la o~ficiali.da,d 'del E.jército liher,a1, 'Se formó en 'ltlay oll"ía de lo ,miejor y ,miáiS. honrado de la j uJVientudme~icana :q uie -to:mÓ' la 'estpa da ·en. 'die-f,e,nslal de la na~

ci0'l1'aHidad é i,mpubaJda' pOlr nO'bilí's,imo31 i~deah.~,s. ,

,D 1e3tgméllci,wda:mente, la '5i tuación all1tÓm:al'a ¡en', que eSia, ofi,cia­lidad ,quedó por d .Ji.cenciam,i'el1lto, :apairta,da die La vida pad­fi,ca: y demla:s,iado alv,anzaJd'aen la ·ca,nr,era ,m:ilita.r ;paTa' re301-v,erSlCi áca;mbia:r -de ruta, 'SIe pres,ta;ha Im'tlIcho pa:r.a que los po~ 1 i t i c'aJstroSl ·s,a'C-a3Ie'l1' pwr/tido ,de e 1'1 a; 'y 10. Sla'c.arOlni :.5li 11' e sICüÚipu:lo3. P.uede éll3leguflalr3:e .que con ,mlU y T1a,ras :ex:c'e:póoil1,e'S" dretrá!si de cada j-ebe del losl pll"onunciados pOlr Ila I,egalidad', '31e ocul,taba. algiltl1 politic'as tro, jaJcob.ino tÓ 'Coon:.5ervador, de'f.r'audado en las almlb:iciOlnle3 (que ,ci:f'f1all" a en -el triunfo ó en la Ifuinla de la Re,pública.

Page 114: Anónimo - Don Porfirio Díaz

-'13-

EL GENERA,L IDIAZ DEVOLVIO EL PUE-BLO AL TRABAJO

El lictendami,ento dd Ejtér.cito 11110 fulésino unO' de tan.tos p.r,etcx:tos de rehelión má:s, ó m'enos lháJbilmenlte explotados entonaes, ·oomü la legalida'd y el federalismo, pe>1";()I ,que 'en si no· tuvo inf,Luel1lcia p'riepOtuderante, ,m'enosaún .dJedsi,va, en lo.~ ;

di,:;t'Utr:bios .poSlteriorlels á la segunda tI ndepel1'denlCÍ.a. La¡ prue­ba da;rílsima. é in contestab l'e de' ·dIo 'es, que el Geneml Díaz

. t ' fi l' . , 11 ' 1 ' no lIl'eCiesll' o paraJ :al ,r,m:ar é\J ·3~.'tuaclün . . . aJm:a,r a as ar,m:as a los ·setenta .mil tioencia:dos. ni ¡paclt.ar ,en fOlDm¡a· ta.;!,guna con el mili.tarismo pI1eltoriéllno Iy od~lsol,Viente. ,M'uy por el contrario, es p:alpatble, 'esrt:á á l1iue:5Jtra vis.ta , que la polí:üca \de este g'ran soldado, en per.Ílecto ia.cuerdocorn lell Ic:litOl y g,en uinoe3:p.Íori tu 'ffi'Í:ltitar,quletocLO!s4e reoOinooen, ha tendidO' S'i'emptr,e tenalz y fir.m·e­mente á. di.sdpl~lna,r -el Eljérci t()l, á de's.ca'rga:r .a,l ·elr:a'rio tlega;stos one.rosos, mediar.,t'e la r:e,dncc;-Jn de 113 tr0pa'~ :-1.1 'efectivo es­brictamenlte' '!nte'ce.~a;rio Ipar'a~araJnti'Z'a'r loa' s.eguri.dad .púbEca y lacon3Jervadón .del or¡den; yso:b<r'e todü, á inlsur:uir y á mora­lizwr á la oficia!lidélld, opatrticu1.a,rmeonte á la' .de '3lupie,rior gr.adna· ción, 'Y á .reducirla á ~SIUI v,er·dadero papel de "servidora" y no d ". "d 1 · . d 1 d' d :e tloran.a ·e ' ,a paltna, ·e oe 'Ü's,a 'guar, rana y '1100 :e pertur-badora del orden.

. Esta pOolítica,que los .m!ás rle moto s· 'al1'teoeedenrt;es militares

dd Ge'l1oe,ral Di-az ahornan y pruehan. que 'e'S hija c1~ C'Ü'l1iV i c­cione:3mUly de.puféllda:s y3inceras, -de,S,mlilenue y ¡pone fuer.a de di·scUtslió'l1 l!cu 'e'StpieCÍlc' .de qU'e el tri:unfo del plélln .de TiUxtepe;c, fuer·a un triu.nfo delml,litatrislmo, y traj.er.a: ·con'3Iigo la dic·tla,dura militar. Esta :es una de tantaJs: ·sof1.a'ma:S1 iburda'3 con que .s:e

• ha .queTido 3elmlbrar la duda y el de:S1c'OIl1itelnto 'e!n 01003 eStpíritu1s 3ieillóllo3. Quien . 'COlmo Id 'Genera;! Di,az no, üe.ne 'en tOlda su boja de s'ervicios la más l'¡'ge'ram,aJncha, 01100 podí,a ,desm,enti'r SlU

-vida ente'ra ,col1'virt;iéndOts'C' en dictaJdor ,militar; ·e·slto no hubie -r.a :si,do illÓglilc 00 !n i hu mano, yene f.elcto, 111\0 ha sido. RI3!c iül1ia:I'm:en -i'~, flaltal,mel1'tie, como 'u.na cOtU3le,cuenlc,ia ineludible de su pas'ado :j)olítico y militar, :el 'Geineral Di·az debía ser qui,en. e'Xlterm.i­:J1ara: la e:slpecie dañin'a de Pío ·MaiT-(:~ha. Ai3i loO hizo; y no cr,e­]T:endo complieta su obra con la ruina. toota'l del ·l'rili ~ li,t,a.riismo

Page 115: Anónimo - Don Porfirio Díaz

-14:--

s'anltanis!ta, Uevó aldle1anlte la emprrelsa y . e',SItalh1'e,cioÓ "sohrre ba's,es solidisimase:l p'O'der civil. qu.izás pOT pri'melra vez en nue'.:i:tra historia.

INo faM a'l" á quien ob}ete Ique m'al pue!de lla,mar!Sle ,metamen· . .

tec'ivil lell 'gobiern.o que üe11le por ;cabeza á 'Un m~lilta'l", y que .suelte ,en.cnmendar á s!OIlda1dos 105 ,c'ar:go3 im¡poúta'11lte's. de' Í!a: ad­minist.radón. H ,e .aqui un ,repa'ro rtr:iviaJ1. :Lo qu.e ca!rac,beriza á unl gobiern!Osión las le'Jles á ·que ,subor,dina SlU.S' procedi­mientos; y ¡as die púlhlka notori'e>da,d! 'que lbaJjo el Gbbierno dd Generall 'Di'az, la. OJt1denanz,asólo ha regildo en el flUe'l"o militar.

,El ihalher ,confiado al!gunos, puestas wdminisltrativ.os á solda- ~

d-os, de val'er y de pr:e3Jügio, 'sin distinción de opiniones, ha sino '111.0 dt~ 1.oS tOlqlle~ ·m'agistra lJ~S de la po II ti calei General Díaz. nO' ,sólo ¡porque con ,ello devolvió al trabajo pa.cílfico 'enerlgí-a3 cuya .fal,ta· de ,em'pl'eoera' un peligr.o constalnte ,pa:ra la con­se,rv!adón ·de la paz,s,ino por,que á la vez 'qUle trecnmpcnsó s,ervicinsque ,undebian 01 v i'da:rSle, preSltados! con 'ahnegación á la '¡pat'ria y á l:élJ ,causa l'ihe:r'a.1, lo~ró la slUlj-eción die los Col­

ractere:SI turbuvcu.to:.s !a1 sameberlos á l,a dis,cipEna del trabajo. al 3u:j.eta,rlos ~ la ,e¡qu~ldad( ,de lélJ31 leY'e!s civillelsl 'Y al lig-ar los interlesles .pa1rticula'r1es con l.os públicos. que 'entonces, como ahora y 'como Sti'em:pre, Ide'pendían y depe:l1idenám de 1,a con,:;,er· vatC'Íón del orden. Como ·complemiento ,deesa'3 'medidas, creó el D:epós-ito ,para 1tOS }efes 'Y ofidalles a'm!eritados, c'uya,s ene'rg-ía'S y aptitudes pudieran ser utiEza!das. ;en. el 'slervid'Ü mi1ita,r, y con­virtió á nos, tlem;ih1¡es guer'riHe1ros Y' plateados. en c,elosos guardias rura1e.:; .

. D'e lo anterior se de',SIpl"Iende da'rament'e que el General Día'z dehe ,el éxito de su magnaem:presa, ent're otras calU3a3 pri'11>CÍ1P a lle;s , á 'que supo devolVtc.r á la vida civil la enorme s,um!a; de letnergí1as de tOldos éllquellos mexicanos que por un COincu[',so de c:Ílr'cuns,tancias 'especiales. no te'nían más' emploo ni .olt'ra 'e,slPer,anza de medro' ·que 1a's r·evudta:s.

,

Page 116: Anónimo - Don Porfirio Díaz

,

-15-

Con ser -el orden y la paz tan a!drv,ersos: á 10:sl interese3 p'ersqIlialí~siimOiSi de 'm.i1itarr'ets lev:a'll.1iisICOts y :po1iti:aa:s

'tro3 a'mbi­

ciOSlOS, ,mIl' ¡hahía 'Otro Igrupo :antisocia1 que31e ielmpeña'3,e, tal

vez mláJsqUlc' ,alqud1os ,dÜi3, ,en pro1ong,a¡r ipidefilIliid3.Jmente 105 di.stul11bioS' Ique '3.'l1fuinaban á 11al patria.

Forma,baJn eSlte ,teil'ce:r grupo de a~gi:tadoreSi por conveni,c'll­cia., fiIlirunóe'ros, ,m'ejorrdii,cho, ,eS!pec'U'I,atdor'ea ' 3in ' els;c'rúpulos., agioüSltaa ,de,sl3.Jfor,3.Jdos y ,comlclfda'Ilites de m!alta\ ,f,e, que había;n halladlo 'en .el iMéxic:o, ,de 1a!s Tevo1ucioue:s, medio p.ropicio !paTa realiz:a1r ,negocios tan turbios ,como pnw'e,cthosos,; .lús cual'e".3 W!11 ,G na 11 a tn r a 1. ha bi el 11 :n~ a do g~ :HH"f,e s iLltli"t'1~e-~ l ~ g 1..: '~ 11 i) s · ~

podía cOIlltraifiar fácil ni impunem'e'ut'e. ' ¿Qué i'Il,ter,e3es v,e:rgonzant'esl 'eran !aJqueUols antagónicos

de lO3Jdc' la paz, es decir , de 10.s de: la nalCÍón, y á qué lam~en­

tahLes ·caUSlalS se ,debí,a la existencia de sle'm,ejaint,e ca,la,midan social? ,Vamos á trataJrde exü.Ji.c'adoen hriev,e síntesis: -

AlgiOft3.Jda,a ó no ahierta:s 3.Jún las fUc'Ilt'ea 'lloJím:ales ·de las rentrus .pú,bIIÍJela1s, y !a1ucina,dos, los gobi'erno3i con la leyenda de las i!Il,algotalbl,e ,riqu'eza del t'erritOlrio, Ino vacilahan en contra,er d'eudas: onero.sí'sima's:, .con ,réditos v,e¡r.d3.Jd:eramel1tlc' es.ca'Ilidalo-30S, de30tinadtal3 á s:alv a'r los apuros: Idel momeIllto y á sostener la,sc'a,mpañas contra! sus op:Ülsi tor'es. La ignor,a'Illcia ,de 10's

. principios ¡econ:Ólmkos ml~sellem'eintale3, . induda á 103 culpa­MCI3 die ta,m'alños error,es, á haoersle 1.3.J ilusión de 'qu.e ,vencido el hando 'en,elm,i,go,podúan ,fieponerse y ,Siubsla;n.a,r l,as CO'Il­

secuencias Ide '3lUS tOlr'peza's: 'finanCÍíeras; poc'oS! nega:ron á vis-#....:... b ' 1 1 ' . d' dI' '- lum ,r,alr 'que leslta.s ,eran . élJ c aU3Ia r,eae 1 nme 1,ata 'e 'a l:nlcs.ta-

bi1i,dad :de lÜ's gobiernos; 'en caITl¡bio hubo Iquien Uega3'e á de­clara,r qUle '1.a: deuda pública ,era pequeña IciIl ·comD:araóón de los 'recursos natur,aJ,es ·del paílsl.

Lo peor .de tal sit u a,ción fu.é 'qu e si, :hubo ,quienes, e 011 t r a-j',eraJn de ihueIlla: .f,e dlcud3is ruiniOs,a's y ahrUim,a,dol1e3COmüro-

• .1.

mi30s, pero ·con ie'SlPera~nza,s fUllid3.Jdas y l'egí:ti.m·as de tr :unfo, y OIb.li'gaJdos ,por la nec'esida,d, qUle 'e:,s. la ·3upr·ema excusla~ fuer,oill más 1030 que grav,a¡ron 'YI ,com¡prom'CJtJi'e,ron el tesoro nacional' doloSlalmente y á 'S'aihi¡enldas de 'que ni hab.rí'alIl die .s.e,r ellos

Page 117: Anónimo - Don Porfirio Díaz

-16-

quienles ,r1eSlpol1!diesén de la deuda, n~ ' t'en~l3.~n dc,r,echo , nf oh~:­

gara! ,pai.s. á! péllga'nloa, porque tarn¡poco le tenÍ.atn de cc,nt':atar en ~m nornhr1e. .

Pa'ra que '.s.e cornrpr'enda 10 linoicuo ' é irnjpolític'O de los ' negocios que :108 'gobi'e1r'l1!os de laJll!c!e Ó 'en 'Cllpuros acostUoffir hraiha'n á ,hac'elI', loO ,cual .expl,i,ea1nárn1ejor 'que ' na,da el in,t'cré3 que los ,gallliaJncioSlO-$ 'en .'tales Cihanchullos ' tení,a:n en 'que no 31e 'f1e'slt-ahl'e'ci eSie -el .ot1d'c;n, ,ci taJfle:rno3! do.s 'C:éllSIOS tipos" Ti'guro-3Ja¡rnieifloue his!tóricos:

' ''E ,o , . d" , . 1 \ n 1'03'3 Sie Ice l,e,rona una ,ca'51a com,er,C'l,a , ,cUia1tro y una ~J oiotava paflt'e a¡c,ciolllels ,de la Cornpañí'a de ' TaJbla¡CO, que te­ní,an alta e3Úrna,ción, por la '31urn,a; de $3'39,375, a!sl If'orm,ada:

'-.

, " En ó rdene,s sahr'e 1al3! 'aduanas ,rn,arí:tirnas, almortiza-

blles, cún un 80. 010 en dine,r,v le,fectivo y 20 ojo ',en

abonoO de dclfle'chos.. .., ... '. . . .. •. . .. $30 9 ,.Ji S " En dinero 'efec'üvd, rnit'aJa 'en pla,ta Y' Irn,i tad en ,coborie. 30,000

T.onal. .. . .. . .....

",E ISlols tr,einta ':rnil , ¡pesos ' ISle ,em¡pl'e:a:f1on, :sic:gún inforlmlÓ á las C ámalras 'el 'Mlini3Itro' ,D,. José ,Miaría ~oc,anelgra, en facilita,r $18,(X)() ¡fu 1,a diiv i5lib n q:tioe Im,(l!f'cihaha a.I Su,r , á la3 órdene.sdel Gelnena:l ID. ¡Jo sé A Il1!tonio Mie'jí,a , y $10,000 á la del Genc'ral Don ,Gabori,eI' IV 'a:I'encia, dé'3tinada á comhatir á los pronupda,­dos de Zac.a¡poaxtla. y no pa'rallion alquí lascos,as, .sino que

en luga,r de 103 $309,375 'en. órdenes de :a¡duatna; que silquñ'cra. hubiíeraJn, ,de3icaJr'gadoal ,e:ra'fi:ol de una ,deud:a ' .aJI)'1~e,miaUite, '31e "

a.dmitioeron oflédito.50 'anterio rlcls ti la Independencia, poOr el mi'S"-~ ,mo v1a,lo.r, ,rn:edianue' la entr,eglCll de $36,000 ;en di,nero ,ef'e'cti'Vo. En I3!Um,a, bi'enesque probabl,em.en'Íe VaJIí,aJlli ' ml<ÍJs od~ $500,000, s,e vendi,eron 'en $66,000, paifÍ,e , de dIos ¡en cobre." (*)

El OItro c,áso fué d ' de la 'Vlc'lliÍa deo! convento de la Ense­ñaJnz,a, hoy Fa,lado de Justioci.a Civil, ubi,aaido en la calLe d,e Cordobanes. IOctlil1rilÓ d dí.a que el} Golbi,erno legí,tiomQ ' tuvo que 'aatl~r violenta'm'ente' de la capitál dc' la Répúblk'a ; al 3'a· ,

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(*) P. Macedo.--La Hacienda Pública. • • I , •• •.

Page 118: Anónimo - Don Porfirio Díaz

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, cuando se retiró á la vida privada para consagrarse á la agricultura,

después de

haber prestado

servicios im

pagables durante la campaña contra la Intervención y el llam

ado Im

perio. L

a apariencia hum

ildfsima de esta m

ansión, es el mejor

argu­m

ento para dem

ostrar la modestia,

el desinterés y la probidad del héroe y caudillo .11exicano que la habitó.

Page 119: Anónimo - Don Porfirio Díaz

-·ti-

ber.se la I3.lproxi'maóón delejérd to. f,rancés i.nv:a:;o:r. No hélibía diinero ni pa,r,a los ,gWSt03 indispens.ables de l'a épica p'elr~gri­

na¡cióllI -delL 'Pod,er OOllistitulCÍonal. ,D n agiOliÍost:a nonooamedoano propUl:50 Idotmlpra;r elcon'VIellito '3oUsodidllO, :danldo $20,00.0 aJl ,conta­do y el.rlesto Ihasta $r50,000, predIO inic'uo, en bonos de un 1C11é ·

ditü má;s ó ,mleno~ dudoso, pero 1"'e,conocido por ,a¡I.g1ú1n. gohielr­no al1;t,erioT. Se <:weptó la :p.ropü3Jició:n sa'lva,dor,a; m~sl a causa de la V1Íolculciac.on .que partile'ron -el Presidente J uárez

?'" 1! ,s1ll'S .mini,sltros y a¡compwñ'an t'es, s'e ,comi'3';,onó ·á :ci!e,rto g¡ene:ra'l ~ara -que ·fiTlmlalSle La ,esc'Titura, .de v'ell'ta y 'Tecibi'eJs,e l.os di,neros.

M ucho:s años ,después ,C'll'am do. 'este' CaJSl031e pre3'eifiltó ante la Comi:s,i6n !Mixta de iRedam,a!Ciünes ¡qu.e 'se r,eUlnió :en Wa!slhill'g­tÜlrt, de comllÍn lalcuelrdo ,entlie ¡México y 100s, Estados Uni'do3, 5ólo se ;pudo pone!r en olaro que el Gc'ne'ral comis:iona'do p.a'1:a ultimaJr 1;a; venlta de lw En:s,eñ'aJnza, !habia' fi·rmaldo laesc'ritura, -cir,cU'llI3JtaJnlCÍ:a que -j. aba fu.ndam'ento á la liecla>m'ac.ión; peflO .el Gobi'emo l:egítim.o no ha!bí,a ,r'ecihi.do 10'3 veinlte ,mil .pesos, y en ca·m:bio, habílél.l pagado .mláls ta,r,d:e por .cuerda separada, el áédi-to \que .formaha pa'r,tJe del ,colllvlenio. Ell ·cÜlmisiO'nado deda q"~ hahí:a firma,do sin .cOlh~a'r; d 'a"giotÍ!Slta: exi'gía 1.a en:tlr-eg-a del! 'edificio, 'aSlegur.ando Ihaherpal~a:do. D'els,enl,aüe nna,l: ·el reprie.3lenltantJe de loS! E3:ta·dos UIll,ido3' 'Y el á'rbitrü inglés '¿'e 'la Gomi'sión: de :RJeiC'la;maiCÍone3, f.aUaJron conde,namdo á México á paga'r Ul1,a ¡fuerte i,ndelmlniz.ad-6n .pana r,ei'vi:ndlica'f' la ;propiedad del Pa'lla¡Clio de! Jusrticia.

Va1riando nO'mbr,es, fechaJS! y canti.da:des, 'en el fondo ;era,n s.eimej antes l'Os negocios :á que tuvi,erün que r'enunCÍ:alr los

)'.3.p'eculélJd'On~!s, ta,n prontocol1:·oel G-elle¡-:l: Díaz 'e3tableció e 1 o rdt':n púb 1i C'Ü y la mor alid a ti 'adm ini str a t : va'.

No por lestO' 31e ·c,r,ea ,que el 'er.alrio 'nalCÍonal .fues,e en Il'a éuoc,a de la :wn.a'l1quí:a lla: ún~caJp.l1eISla de la usura; 'el 'm.al era

,

aun ;ná's profundo y glc/nleraliz:aldo: el- lpa,í'5 entero estaba en garras del lagio. Esto 'es fátdl deeXlpli,car.

El albuso 'que lal,31 la:u!toridaldes' de OIca,sión y 1'031 j (¡fes ri,(: lOos bandos heüge:raJn.te-s hadan de 1.a,s cont:rilb:uciones ext.ra­OIIidÍillla'ri·a:3, del préSlt.a,mo ,forzoso y de la eXla,¡cción en todas las fOTlma,s im!agnlllla!bil'e:s, ,lliÜl '3.ólo alnUy,enltaJbaJa'l ,calpital ,ex­tranj,ero, Slino -que übli'gaba 'al pO'co que h'abí:a ¡en .el paí-s á

2 .-SEGUf';r>

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ocu'lta'f13le 10 mejor 'que' podí,a; y por una ,consecuencia, i'nelu­dihl'e die la: l'cly de la! of'e,rta' y !llal ;de:m,anda, Los! qu:e s;e a,tre­vía:n á Iha,oer i11lVie¡rs,iollies de ,dinletro, 'exigÍ'3Jn Y' 'Ülbteni!(l¡n ré­di nOls f a,ntá'slti'c~O I3, que las vktimas paga:batn a¡pr,em:iada'3 por

IlIeCte sidadles Iél.ngU'srtioSiaJS. IE:l rielslgo era; OÜ'3J r.a¡zón poderosisi'ma y jU3lta, 10 mismo

dC11· 'enc'ared,miell!to dle1 ·dinero, que de la if'uiTIla ca3i total de toda ÜIll·d:U3Itria h0i111rada y henéfica. En; efecto, n.aJdi'e que:rÍla a"VienÍ!Ulr.alr:3~' ¡él; velr sJ(lJqueadaJ é inclendiaid:a su hac,i,e'nda, ''','1' '

flá!hrica ó su· 'a'lmla:c!én, Iq ue á b ue:n ·compO'ner, SIO 1í,ain sle'r de,~ JI,

truÍldo3 ácañOillia,zlOSI .en al1.gnliUCtOlmihaJuc épico. iMias esto no cOIll!sülaha á 10130 ,c,apitali'sltaJs., .que :si'empr'e h'aJIl :3~do T·ef'raJctal'ios á lis he:Uez,as de la epOlpelyla:. Además, ¿pa'ra Iqué ,producir, 'si no Ihabia cons!U¡m,i'¿'or·eSl ?Blilen 'ent,elllldido ¡que· s,i, no los ha;bía no era ciic'rta;mlenlte por ¡falta de nelc·es! da;dJes, s,ino 'por la ca­r'ell!cia de Im:ediOls Ipa,ra sati3fa·oerlas. A lOSi prirvile'gi,ados que pOldílaJn hac,erlo, 'elnca;r;g1ábase de p'rov'e,erle:s e'l ú:l.ümo, pero no :el ,mle'Il0l3 telmihle de 10'SI gr:up'0s antisOIoial,es, que vivian ·del desorden :eL ·de 101s cOlnt'r.aJbaJnldist'Ws.

'Cumlpi11e decir ·de ,e:s:to;3> 'Sleñores, pa;ra ,pintar .mejor La i.m­portla.¡nó·a: de SIUlSI inrtle'r,eses y lo.s e3lfUiclrzolsl que harían. par·a delfende'rlles, .que nlO ·eran ,ase.nlder'eados cfÍ;m1ual!es que '31e ga­na!3,eil du.r,amlclnte la vida hurlando la vi.gilaTIlclÍ,a de 103 adua· nleros, . 31illlO Iqu1e te n,ílan gran des: ClalSla·s ¡eSlt aJh1,elcid:a. s en la3 frOlnt'eTa,s,en los 'PuertoS! y ,en ·la caJpi1ta'l ,m,ism:a, ga3t:ahan pomp0i3ia'31 r,a'zoneSI iSocia.Ie:s, algulliasde 'ellas. toda!Ví,a viva3, ,manejaha;n millonlclsl' y 'nO' haóan ,gra¡n miste60 del ilk,ítv bnáifico á que dehia:n. su p'ros¡pe1ri dad. . ~

R;esumi'endo, ,es 'elVildente que 1.a 'ana'nquí.a 'i,m¡posibi1itab:a la ex:Í'stenc i.a !de !:as indusrtrn.aJs .de la paz, Stan a'3' y l'e;gí ti ma3, q u t halc'en la· rforltun.a del homibr,e la¡borio31O y Ip.adlfico, y dan bi' ''ne!~­

ta'f á los :pueblos,; ,yl cOlmo comlpenslalCión forz·ada y lamenta­blle, daba vida :áJ l,a31 in!dustúals' ,de la glulerra, inm!OIl",úe:3 y di-30Iv·ente?, pero. laJs únicas viabl'es ·en a'qudlas clir'cUlnstancia3.

La CtQ,nse'cue'll'cila; lógka de estlC' hecho er.a que los expk)­tadOllie,,5. elle la am.la1nqu í.a , .que TIlO podí'an r'e3igna!rse por b~na~ .. .

á petr:de,r I.a,5 ve.ntajals Ique -de sus rep.robadas Í:ruuus,trias. C03'e-

chabain, ;SIc op'1l'sies,en á lla: ¡pa'CÍ,fi;caCÍJÓn con toda..; SU3 fUlelrzla:~ .

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-19-. p-....... "

• •

,que no er,an de3IPr'eciaihl'es, y con sus albundau,tís:imos. l1eCur­'SIOiS, J71a ::;ohor,nando 'gohe<I'!llantes y }efes venal e':;" ya f.omen,­ia:ndo co,nslpir,aCliouesé in trig3Js" y'a s.usd,tando dificultades 'Y cornflktoiS' int'e'rll1adol!1,a¡les, ya, 'pür último', prü¡pordon.ando di· IJllCll"O inld'i'sltillitamlenite á todos' los palrtidos', m.a::;, en ,c-o.ndiciones tan 1 eOlllilnals"q Ue' pr'eci p it ah alll la c·a Íld'a de los qu e á t'a 1 e s ar­hi,t!rios: acudían.

IDe la: .runlteriür COTIlSlelc'UienJCÍélJ resultal el corola,rio de que ~'~ oéSlp1ecu}a;ción insana: /qule .procura,mOlS, 3inlbdiz·a'r en e.::te ca­;litulo, fué uno de 100si :olbstácu.lo31 f,orlm·ida,bl'e!s .que -el Gen eral Dí,a'z tll'VOI Ique -riemov/e:r y aJllania,r .pair:l: nerva'r á cabo su oh-a r-egflnerador,a; y en IcrfiCCJto, a,s,l 10 hizo a'l ,pQ,~leT punto al ,deslpi!llfarro -die los f.ondos pú,b1kos '1 á 10'sl negados con rlOl8l a;giotiSltas, al mor.a1iza'r á 1os, funciOlna,rios, lall dar ,al 1 raste con el C'OInt.raihando y !a1 olflI"e1c·e.rsóli'da. galr·a;ntia á la !)!"opie­da"d, alltr.alhaljo y \ a,l capital pro¡pio y lex1traño.

I

.--

MEXICOPARA TOiDIOS LOS MEXICA,NOS

Enl losca:pÍ!tulos ,que p'reoe{k~'n qu,eda somera:mente ::;in.­tetizClido e'llconf1ülcto de i'nte:re:s'es. de \que .nacían algunas ele lals CaJUSCli31 profulnda,s' ,de la anlail1quÍ;a In:aciona.l; ,conflicto al pa!re­c;er i,nsolu'ble, pUle Sito que la palz deJbí,a traler consigO' por f:..tell·­za ~ ;a ¡ruin'a, la¡ ·mislelf.i·a; y l,a ob:;curidad p.a,na 6~rtos grupos J .mexic.atnos, tan num:e1rOISIÜ'SI ,oomo mlfl,uyente.s, y que en :aJqwe:l enltoncielS oonslütuiain lal31 .cIaseis; ·dñr·ectoras., .por falta ó i110éllpélJcidad die l/as, que hubieram debido desemipeñ.ar esta al­tÍlsima JUJt1óón social. Intlenta·re,miOis· .aho.ra délJr idea del .00111-

'flioto ·de opiniones y .princ,ipiülsi poIHi,cos y ieconómico5, que por modo Ip'l"incipaHlslilmocontribu)"ó< á 'produci.r a!quet. estado de morbosa agitadón, funesrto palia la subSlirstencia' y, con _malJlOr razón, para ·el desalfroUa de nuestra incipiente na.­ciona:1i d:a& ~

Etn Cll'a!t1iÚOI :á opi.niOlne:s, lá 'raíz del re:.5Itahl!ccimientode la

:Re:piiblka, y no obstantle: ;e'J tJriU'llifo del pafl"tido libe,ral, se-

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g,uiari en viollenta !pu~n:a lO/SI ,dos ba.ndos tra,dicional-es, el ja­coibiilnlO y él 'couserv,wdor. Alqutél, cr,ecido ·con. la victoria, ien­tregado á ex.ClJ~eraJdolnes puerHeSl y nro p'aJrIeciéndole nada ha;3Itante hueno 'pClJrla .palgar3le de su 'constallld.a y de '.:5t;l',5 sa­ori;:ficios,ni ba'slta:rute duro pa:rClJ hu.millar y c·astigwr 3.'1,' ~on­trar,io; éste, v1e:ncido, pe¡ro no ,cOIIliV1enaildo IJI con razón" . oo~o

que 'llIa1di,e podí~a or,eer en el liberal~S1mo 'de Los q:uie prete¡OIdí.3!n, ~ . . .

1. m;pOiner ielste ·dilema: ,ó ,pi1ensas como yo 6 'Sie'1":w,; un pari!a en la patriClJCOimÚln. ' . .- ' ~ ,

~ ( "

E IS're Ihedho sugier'e 'Una '3UiPOlsi:ción ,~ q;ue l'Os suc'esos cP~ .. los últimoS! · trein'fa : año,;· ,dlan.el v3Jlor ,ele verda,d demostll"a:da, y 'es, Ique lClJ ,ca'U's~:t ÍntÍlm:a y hum,auClJ de Ita l'ucha ,de los parti­d os, fué 'ta;mbién y a,filte todc> cues,tión m!árs de inte,rese.s. que de 'credos, puesto Ique el ·exd'uslivislmo del Vieinc·e!dOil", qui'en­quii1era' ,que fu'ese, vende ó rojo, ten.dí'a !si1e:mpre á privar ilmpla· ClaJb1/e:miente del ,mla!nejo de la cosa' piÚlblka a:1 vencido.

Uni.ca!m·ent·e un ¡político de genio V'erid!a-die!r.amente libera,l, podia cOlmpl1end'er que alq udmümenlto en' q:ue estahan. forea­cos 110/Si tremendos des1engañoSl qU!e' loscOlusle-rvadores mod'e­!rados y de buena f'e ihabiam: recibida ,de la t 'eoc1ralCÍ·a.; y de 11a;

. . '

m IOlna:I1q1uíia, elra ·el mom,ento oportuno, m:ejor 'didho, el ma,te-máltÍ,co :para alfi.'rmar l,al rvictoria ~ dar ,eSltabiHda:d á la obra de :nue'31:ros 1iJbe:rta·dores, uniendol i<ÍJ tOldos: lüs m,~kan.o3 hon­,rados! en, una ie1ev:ada: aS'pkalCi6n ,comlúlll: el e-ngr,ande:cimi'en­tOo de la pa;t'ria: por lClJ , de,ca¡pita'ción de 10's pa!rüdos; y ~ISI

obvio. que- 'esta rUaigna empresa :sólOl podía .reali~ar3!e ,m·edian­tle 'ell ·conlcurso de tOldas lals elliergí,as nadronales, '3in distin,.

\,

ció n de b3JndJe'tÍ.a·3· ni opiniones. ,.,v La' volu'fiItad, por na1tura11eza inflexible y r,eCltilínea de

J u~rez, a!prisiona,d:a ade¡mlárSlellitre la3 durisi.mas y ap,reta·das m,aUas ·de 103 ·com prOomlSo.s y las tira:niaSl .de ·su partido, no e ra! ,a.dec,uada ,para intenta'r l!a concliliació n :de los ánilE!Gs. Fuerza es. qlue ohedeóendoá la liey ineludible de lalsl com­pen':;'aC'Íollie,s, lüs homlhre31 .rte:ngaln ,10lS, .delf,ectos cürr'c3¡pon-di!en-

, tes á ,suS! grandes cU1a,lildades. ,A 'mayor a!bundamielllto, 10 duro r ipro1ongaldoc1e la lucha que .el ca'udiHo 'de -la Re,forma S03Jtuvo, debi'Ó 'endur,ecer ,.todavia m,ás 13:U ·aa1r<ÍJcter, sin oon,ta;r

<:'ón que 101s o dios, i,n menso s y los in,apa,gabl'els rencores que

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atrajo slOhre sí 'con, su lobra, le ilnc·a¡pa.citaban pa.ra tO'da e;m­priesa de lalmOI1' y ,de paz. InjUl3,tiloi,a' seria ne.ga,r q:ue la aJCD­metirÓ ,con: la ,e\l1er.gía y la buenaintendón ,que ponía 'en tO'­,dos :3U1SI a,otos, y que en lO' personall dió rpru:e!b>als de gran mlO­den:ociÓln. Bero ¡recuérdes,e que Juálrez.cOll'3,eC'Ule'lllbe harsta liel nimiledlaid Icon SlU 'OOnIOe¡pto de la ·d!e'mlü1cralcia y, más que todo quiZlá's, ,por daJr ej>emIP,lo >de oJb.se:rv'ancia de 101s princi,pios ,que 'encar:naba, fué ,débil ,en ciertos ,c¡a.501S1 a'nne .las imposicione3 ·de ,pa1'ltildo, es.peciaJl,mient'ecuando Iprocedíla.n Ide 10.5 legiSll

'a:d'Ü-

, .

, 't~' : b' aunlque ,m,Ulcho31 -or'e'en par'aJdüjéd atr: 1Jt;:r =11!S'U'ila, de-bHidJad á };uálr'ez, la ,de que nosotros haJb.1'am.os e" cabalmente una' .de taJrutas 'oollllsle'cuencia's lóg.i;c'aJs, f,alta 1 e 3. d ~ 1 él i II Hex i L i­lidad de 101s üama:dte're$ .

.TJ3i intalier,ailllCÍ>a' ,ron ,que á palrÜr ¡del t'l'i'U:nfo .de la' Re­,p.ú>br1Iiic!a sle ' PiÜlslter,g-ó ,d:uralnte algunos la,ños á Jos conserv'aidü­lie~ honr;aJdolS! 'JI éllptos, fué 'Un .er,ror que ICOStó mucha '3lan~e y Imulcha ,mIáis dinle,ro. iN10 se m¡edí'a á 103, hom:hre3, pO'f' SU5

OéIJp3ic,i:aa1de's, sino pOlr la' lO)p iniónl .q ue profe-sicuhatll ó fi m~ó an pmfies'aJr, y '3'e,guílalse la v>ul.ga"r políti'c.a: !de- "ha,r;rier palra a'den­tro," ipésilma iSli,e:mlpr,e porqu.e la: lb:ai.5lulna' :en tOldcus, pral"ltes '3.0-

I -

bra. De oeSltla: 'maJnera, todoa1quell que s.e all>unlOÍaha: oomlO Hhem'l 'extallttatdo, tanto má,s víQ>cimg11'ero y' ra'di,oail, ,cuanto .más o',prartUln[isltaISi Y' üeS'ca:SI eran ,SU!S convicciones, y todo ,e11 que s'a:b:í,a z'ulrdr ,di'SICUf30SI inüeDidicurÍos. á Que la litena.tur,a revolú­<:iOtnamÍ'a' fmncesa proveia !abU:ll'dantem'enlbe ·de ,fra'3Ies de- ()Irü­pd y lU\g.aJIies comurue3\, ese pOldí'a, e'3ta,r seguro de conquis­tar un :buen pU1esto en :a,qud 'curioso m!un'dO'de .poli tÍ>ca,Sitro.'; . l1,enos 'Y d'edama'¿'or1es.

Alsí 31e ex:p:1ic'a fáloi1lm,ente ,que 10ls. Diegocios públicos a'lI­duv,iies'oo ,de ,ca¡pla' eaí'd:a, Ipues que 31Q1l'í'a'ü ,maIDie,j>a'r!los ,per·SOtna,s . que 1'Os ,dirigían en f;r:aIDicés, c}l.l,iene ,decirse. con ildea';, aj e'n,aiS, ta,n mal ,entendi,da's cOIma poco a,p.1kab1Ies .á 'TI ue3Itr,a,s, CÍ'r,c;un.:i­ta'n6as. Esrto mi31!ll>O .da lar¡azón ;deque ,con tan pOlCO' es­fuerzO! die3!en a>he,r;Dialtivam¡e,n te a,l t'l1a.ste los po11i t.i.c;asüoS' pos­te'rga:dos, 'ÓOln ·lo.s ,que eran d'll'eño3, -dell 'polder, cOlmo que unos y O'tr.os a:ndab.an á ,la pla'r 'en pUDitO' .á miT;a:S' y akance3, Ipules tra'Vlendo 'sin ·cesa,r e,n bOloa, all ' IP'uehlo . y ,á la ' pa;t,ria , ni se cui/ruaba,n en reallÍ.dad de e'stas entidallc s; pár,a ellos m'etaJísi-

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ca's, ni en justa r'ecilp'rOtódad 'cO'ntaha,n c'en te! 'a:plQtyo sin.cero y eSlpiOliüwneÜ' de le·lIl,a'3.

E 'Sita's son ,pequeñeoe'Si lpiliOlpiélJ,5 ,de l,a, 'edad i:n!flélJntil' ·de lo,s p uelhlo/3' ·que, IcümO' ,e 1 'm,exi ca:no, .t uvi e,ron 'por !primler:a,s' 'ledu­'f'a13 anéc'¿otas ¡sentimental'es: .de 1003 112Jm·ad03 iciudadanos vir­tuosos ,de: IGr,eüia y ¡Roma, 'r,ebu3üa'da:.3 . . adereza das y ~mh1i­

mélJdalS' pór los' sini'e3tro3tfiarslaint:e,s, que 'en nOim:hre ·de la liher­télJd or,ganiz'a.rOtn ,el T ie:r,ror dd 93, Y que :CélJntaludo himUoos á la'sl vli:rtUldes, ·d,egÜ'Ha,rO'n sin pieda,¿: á todo 'e,l Ique no pensa:bia; comO' dIos. Gránde en 110 ' grande y chic,Qt ¡en 1'0 chko, io~ torqu e ma,das Id e.f j :alcob i'l'1Í;s:m o ,m;eXli,ca:tliO, que 'be'ní an di vidida á 'la na·ci:ón, irr:eooncillilabl'emente en élJplélJri,enlCÍa, fueron di,gnos distCÍlpulo3' de t,a.I,es mla'e31Ü0s. 'D Ie! mis:mo modÜ' que e! in­miOlnta'lmanclhegio .pt0i11'Íla· oto dO' su emlpeñ o . len ,iimi:tair á /llOs pa­laldine-s de la ,anidan/te caha,Ue,ríla, pa,r,e¡ce que 'CÍtertOtSl padres de la patria nO' tení,an ml<ÍJs ¡ideall .q ue ,cop.i.atr las fra's'el3 y los gle,5'­,tO's del ,ciudadano gr:iego, ' rÜ'matnoó ~tlerroústla. á qui'en ha­bÍ'an 'tOim:élJdo por ·modelo. A :l:amalnü ,estál11' l'a'3 ,cro,n.ka's par­la:m'en ta:rilas ,pa'r'a ICIOlnlVen,c'e:f!3'e de eUo. .Na'd!a i\mlPlQlrtélJha que

la patria 'Sle tde3la11lgr,atsle entretanto, pre:;a de Ia :;üldadt~~cd

de,s,encaid'e:nlada' pO'r 10s balndO's. en pugna; loe'3:enc:i.all era de.Slelmlp;eñ'air á CO'TIlC i e11ici a e! p apeil, IY 'e slC'ucha'r ,a(pl a,US1QlS, al fina,l ,de laqule'l1l1as 'vaiCÍ:als -discusiones de 'palabtra,s, que dieron t,rii;3Ite c'elliehri¡dfa,d á llos IcongnesOlS' Icon qu'e. l'ulárez l¡uahó pe­r¡e·nIl1lem·e¡nt e, Y' que a!m/a:ng,alfo ni lOISl ú lltilmoi3a·ño3, .¿ e lla vida dell Re,flo,r,ma,dor.

ID/e loo que -lll,ev'a:mos, .dichO' s'e deduce -que pa·ra llevar á fe­hz término I,a ,misión gram:di-O/sa y ihe.nelfilc ·enüs:l 'm~· dic Ulll~ir { 1 . - . b . d;l· ' ,.' " sy 'ÜlS m!ex'liCanos, Sle il1'ecesl,tia! a: 8.1111: I IU/Ula un oa1r:alcte/r enieligll'co -

y podero3'o, :p!e:ro Hlexib!le, IcomO' el ,del 'Gener.all D<Íiaz' ; y sle neioes:i,taiha' Itoda,víia ,m/<ÍJSI !u'n genio ¡poliüoo !!lO ohcieca!do por la's di·SIq'l.lÍtskio:l1ies ,metalfÍ!slilca,s, qwe enloquecían á las mc,iia:t1Í!as dlees:a épocla,; un, alma 11 00 lenvell1Jell1a,da por IloIS: r1en cO'res del venódo' .. ,ni, por la 'sohe'rbi'a I del} ve-nct'KliOr; y una pemoll/<lili­da,dcuIJo¡,s· ¡élJn tJelc-edent,e.3 fu·eslen ,g.alrantÍ'a ,de equi'dald y de IffiO­

-de,r'adón , á la vez que de ,fir.m¡eza· .inqÜ'ehramtalbi!e en 110s vler­nlalderOiSi ¡pr íncilpi as' 'dell lihelf,wli:s,mo.

El Gene:r,atll ID:Í'az sa,tiSlfizlQJ lelsltals' difÍlCiil,els condiciones por-

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q.U!e dl1r,a:n,te la el a terribJ,e vii1vió en 1'03 üa,mpa,mentos., ,a,lejado de IJOSl Í'mf.eato31 'cenltro:; de la polí:t,i'ca', y ,en í:rtti,mo conta:cto y Iperf'ect,a oO'm'Un~lÓ:n loan e.l ,doliente y abne;galdio pueblo cuyo nombre 'Se ,prOf'éllnélJba; y 'es seguro. ,que de lals obsiervadonrelS qwe hi~a ,en ,su: vilda1 de soldado, ¡deduj;o, tal fór,m ul1a sa~l'valdora

con que IPUlSO fin á la'sdi3cor,dia'3' ,fratr:id,das': ,Méxi1c'Ü para todos, uos Im,exi'oan os.

I

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UlNO PAIRA TODOS Y TOlDOS PARA UNO •

Gr'av,es ,causas ,de :a;narquí'a y ,de di'3o.1Ulcióru :socialenan s,in duda l'alsl 'q Ule :de~ aJmos ,cOlmpe.mdiadélJs 'en. 10..3 lC'apitulo3 pore'ce­dent'e(s ; s.in: emiba,r.go, a'ÚJn 'ena máls, ,di.fí,cil >de Iremlorver otro 'O:DstáJcu:lo Ique ,se ¡alzaha fO'nmi:délJhl,e entre 1018 m~exican'Ü'3, y les ltmpe.¿í'(l¡ u:nirse para procura'f ;el bien ,comiún. Este oh311:!áJcu,10 :er,Cll lai¡dea fa'1i.3!a 'Y 'eXiager(l¡da .que Ste ten~a del f,edenaE1slmo, prinlci'pio -excd,ent,e len s í, perO' ,que para n030tro::, !1() fUlé h3.s,ta

, pOClO! ha. s:ilno una de tanta'3, m'all1ifeS'tacÍones de 'ciertO' inve-t'era1do ,cáln'c,er, del que tüda'VÍ'a 'COlnSelfValmOS 'hUleUas, Slensihl'e3,: !e1 provincialismo.

EalT'a; eXlpUaa,r ,eslt e .as:elrto, ten emos que r,e1mont a:r,nos, á la époc'a plieoonnesiana, ¡cua;ndo hajo la heglemünrÍ,a de 10'S mexica, ;la, negiÓln ,ce,nt:rall, \Y' bue'l1\~ parte de 1.~ 3elPte:ntrionaI1· del COIl1itÍlnen tea'm,er'Ícano , estaban ha hit adal3po r nUlm'errosa teorÍ'a de tribus ~ á ,qui'enes dividían, má's que lial enorimida,d de la:s ,di'5lta'llldaISl y 10 v:a1rio de üOSltum:br'es y ['.e1igio.ne:s, loa:s incondliabl'es ri v:alidwdes de i,nt'eres'e'3 v lo.s enlconadO's é inol-

J

vid'ables rencor:es que el1ltr,e e:Hats 'ex'Í'süa;n. 'E l únioo la,zo que aUélIba á esos (puleblos étnica:me:nibe het1erogéneo.3 y enemig1o~

por conveni,enIC¡ia,er1a lea odioso> ycrudelísimo .del t ributo de 3Ian¡gr,e 'Ji d~ner'Ü á 'qUJe les hwbÍ,a 'SIU'j.e-tadoel ,comlÚn 'SojuZlgla:­dor; IY el3 olwio que se,mej,ail1tt'e ,cadena' sóllol 'po'dí,a ins;pi!ralf de­s,eors de romperla Y 'lihrarSlede su pesaldUimibre 'cuanto a'l1lves.

A.1 '3'ubist;i,tuir :lla dominación ihi,s,pClJl1'a á la, he~e:mo.ní'a

mexi.ca, loSl 'con:q uiJ31talclomes :tenÍ:an :l,~ 'C0ll1loi.enlCi,a de qu e, uniéndosle l,as trihuts, 'indiglenas, fle'CU\pena:rÍ:an táJcil'mel1lte l'a li-

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-24 .

. ber't3Jd. ,ParaJ evitaJrlo, con la ¡n1!a.lquñavéI:ka thaJbihi,da(d Ique inspáll"'a' Jaoodlki:a, delside el priim:err .momentJo' a1cudie'ron al iSO~

,~onrildo y drási,ctO reCUfiSO de fomenrtar 101s odi'03 y 100s r.)mlta,¡gro· 11IilSlmlQlS 'que Slejpra,rahamr á los v.en'CÍtdias, é imlpretdir tiOdO' c.on­toa'c'nOI y toda oc'asi ón de i,nte:ligencira re n tr:e ellos: íí di!v.ildir pa­,ra' rnei'n¡ar." T !arl pa'rlece ihabe,r :.sido la, idea fi1jla qU1e ins:piró ia pol,í\tic'a: ,coloni.al, á juzg,a'r por lüs Iproc'edim,ilent.os qure '3Je ero­p'l~earon 'en l,a 'a,dmrinilstrad:ón del paí!s conquistaoiO. La ca­ra'cte:rÍ',s6oa de ell.o.5' Ifué consell"var :bajo nÜ'mbres 11l1'evcs, 1m3 insltiturcionreis, ti'liáJnri'ca:s de lÜ's mexica,algu:na's ,de la,scUlaol'e!s '3/C ~

hi-oi.eriolTh aun mláJs odUlr!asé inicuas,. La divisi:ón -del virr;eilllato ' 'en Iprrov,¡,n:lCi'as' é irutooderncil3Js, arlgunial deaquélilas bajo el , man­do dire,eto ' de Il!a corona, como I,a rc!alpi't,arnÍa ge:ne'ral ,de Y'u!ca­,tán'; lalSt trrablas irrli¡tantes y las: pesadí!.5·i,ma's 'glahelas pUlesta5 al 'comle'fic'io ill'telr'ior 'JI 'al extr,a;n}ero; y más que tÜ'do, .J.a! for­m,a y el: sisltem:a drerrec'aJu,dadbn de 10'3 Í'mpue.sltos., fue'ron mle­dirOIS refi,ca!CÍs1'mOiSl .plél!ra m.antener en la nvaHdlald y ·en el ai-31la­,mi,e!l1Jto ,á lals razt3!S e,sd·av~z'ada:s.Aesrta' ob.na antisocia·l é. in­hu.mlarna cooper.aron ,~ralllde:mlernt,e la' eSloohrosidaJd y la ex~en­srÍ1ón del teT/l"itorio, ,qrue han sido los más serios obstáculos

nra,¡tur.a!l,es que se han opuelsto á l!a .tirnidatd nacionaL ,Hle 'aqu~ d te:lir,eno 'en que s,e 'sermbró la simiente dd f~­

cLera,llslmo, 'c,arSoiáJ Irra,í.z de haJbiért3,e!re pUef.5rto fin á l,a rdes'enfre­naldta' {türpe rex¡po-l!iarCión co!on:ai. :~7'ci{':i'l e.:: comprcn.Jer ri:1:C

,cuando se .pronunda¡ron por ve.?: prif~r¡ :era las -grandes ';li:tla­Lr;'ls :~e soher,amía y1iherta,l de 10':; Estado~ é ínrlepcndcnc;a de SlUospodre.r'es, l.os esrpírlltu,s, 'm'al ó na:dta pfoepa:ra'¿'b3 - par,a Ipr'a'cüc!a,¡r el ,sistema f'erde,r:al 'en lo. ,que tiene ,de nOlbl,e, útil y henéfi,co, -elllit'Cll1ldi!e'rrorlli por d ilo. el t ·r'Í-unfo r·a-diIClal del :prov¡in- , ~ ,cia'l.i.Slmo 'JI la .deliher:a,ción -ah,s;o~'U'ta de :todo ,deihClr y de 'boda tC ar,ga respecto Idel ,aibor:reddO' 'porde·r 'c'entral, Ique pa:ra los iplrovi!nrcianOls de 'e',sla ,é¡püoa, lo Im.Í:s,mo dlaha' que se 'la,amase nadón qU1e mlenrópoE, pne,sri·deint'e,r,e'Y ó 'e'mipe'liador: :uo!do lo confun,dí:an en s u It'enrcot" de esclavos ·contra d 'a:m-ocOIdi.cioso

y ihruta,l 'que les había extor,s,ion:a,do ,c1ura,nte siglos. L'a' sutirl peone:trad'Ón y 'e'l s,entido pnárc:üco rdel 'General .. . .

Díaz, ,derbe:n hab erIe 11'e'vaidÜ' f Ülr ZIQiSlalm·en:te ·a 1 d elslcub,ri.m.i'e nt o . .

de 'elsltie 'p,di·groso 'P'e,ro l:óg,irco ie:Slt'aldO' de cünCÍren.áa de la's he-

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• ,

,

-25·-

terOtgooeClls fr,3.Jociones del pue:hlo m1exi,canü, ' desde la élP'oc'a~

en ·q,uie ,como caudiUo sin tribu y }eif'e sin: so:ldaldos, piereglri­n aJha, Ide els~aJdo, 'en eSit3.Jdü, i.5lultr,i eJI1Ido ' alm!a1rgats ,d:e-ce paiüllIes­a1' soli.cit'ar tatyuda palra la ,defensa de la, patria comlÚ'n, en nombne :del Glothi!er.no F'ede:rail, ,confinado. en un rincón del

Nor;te .¿d t-e.nriitorio. In~.usrt:i.oia ¡gr'aíV,eSierí,a des:conocer que tra!t'án:düse de in­

V:élJS[OlllelS! ieX/tralIl}er.as, la ma'yoria de lOue.stro. pueblü hada'dO'·

slle-ffilp'r¡e he~ói,oa:3J ' 'Y' ej.emplares, pr'U'elba's de iSlollidar:Ídad, ,de pa-) tri'Ülti:3imü 'Y :de di,s'oi plina, ha}o 13.J di'fie,cci:Óln ·de 1 SlUlpne mü GO'-

hi'emo; ,desgTlad.adam;ente, no .puede decirse lo mislmo de tas-cla·s'es di'l",e1ctoras, a;i1n dd 'hando lliepuhH,oano, qUle ni en los momentOlSl oangustios'Ül3/ de l,a luoha' con :la Int'ervenlCiÓln, su­pie,no'n ,domtina:r 'su dh;lcolo prülVi\ll.ci.a1i.smo y haic,er á un 'lIado. lalS' r,enlc:iH'a's de ,cam¡pana,rio. Ca}oúle6le por ·esto lO' 'que ha­rÍ:élJn una vlez aliejado -el enemigO' e'X:traño y en p:ie,na analr­qui,a, :dtizque por la l'eg3.Jli,dwd.

1111lCÍdentescOtmo 'tI que va·müs, á rellatCllr, debileron .selí paTa un espkitu ,perspicaz y o'bserv:a¡dor, ,cümo el del :Gener·a'i rn.az, ,diaIr'a,S, 'JI iSiUfilCi,e:ntes J'ieve:l:adone.5 ,del fal,slO >CIOlnlcep'to ,d·el fedénatl1S1mo que !elllito:noe:s ~ im'Peralha, y ,de l,as. f,unels:tas COItl6,e­cuen'C'Ílalsque tra,erí:a consigo, ,de n/Ol ,r!e,c.titficarsie :el elr.ro.r.

A'l Ueiga;r á su IprüpiO' Estado na·tal,de . .5pués :de su .prime·, ,

ra iev:asiÓln die Puehla, iba Ín'veslüdo oün pleno:s poderles y

ltllevaJb:a itdénrti.c.Q ,fin de reo r'gan,iza:r ;el 'ejércit1ol y nean u.da:r la ca'mpalñ,a; ¡pero el IGobe:rnaldo r de O iaxalC'a, D. Ra!mórn Cajiga" y sU! Se'creta:riio, D. José Esperón, '3le OIpul3lileron. te,r:mi:n:ant,e­me!llite :á lo,s .designiüsl ,del Gobi,enno Fetde,r1a<l, e.5lcudá¡ndo3:e con

J la '3Iohera;nía ,dlel E lstaldü y deda,ra:ntdlo sin ¡e:mbozo, 'qu.e á los­inteT'es,es. pa1litÍIC'll!1a;resl de éste con:ven-Í:a: que' pe,rma'1lieóera neu tr.a;l lante la in va;s.ión ,e:x:ttranj e,r:a. ¡Más: taride a'v,eri guó d Gen'er'3.Jl D6.,azq ue Calj iga estaha' e:n ¿nlteliilgenlÓa:con 'e 1 jefe fra,ncé3 quemalndaha 'en T re:huaJcán, y qUle en virtud de 'ese .p'ado, ;sle l'e lhabí:a (prohi'hi1do. .al Giener;al FéEx que ata,cara: una fuel'zla liheral Iq Uie ha'bí'aen Vlenta ISaJla:da.

Rechaz'a;do el in,va.SIQ'1 y t:riuri¡f;anlte lla Re¡pútbli.ca, la di.3-condi'a 1ieder:a!lii,sta renaciló .más: vi·rulenta que nunca. fom·en­CclJdru y a,prl()rvechaJdlaJ pOT lüs ,c:aciques a:mb1Iciüs0'3, y alen tada~

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por la· .impuhidad que ~es.ultaba' de l'a falta de vías ·c1e CiOlmu­

nicadón, de ]¡a i.n~morlail,i da,d ,de óel1tos j e.f es ,mill,i,tares· y de l'a penuda; ,dd: iera!fio; faMas oróni,caSl y 3leg1ún clne·encia. g.eneral incuraibl'es, Ique ·redud.an al Supremo IGobiern1o á la impoten­óa !palra: odominla:r y es car'm'enta.r a;l 'c ad q u iSimo l'usol,c nte y le­valll ti31CO , y llecolll,\nertÍlan oasi 'en r-ey de burlas. V'ez hubo que cierto ,oél'eh~e mla;nda:rín fronterizo, Hama;do fOlncialnTelntt,e por el MJinisbro.de Guerra del IGohi.erno de }uárez. ¡para tomía,rl,e cu;entla,s ,de su .C10lliduc:ta,corute'3italra :por tdégl"lwfo 'con una· an~ dalnalda de ,iln jurias -30e,ces', qu:e :3!e .devO'raJron lelll ,sil,enciOo y '31e dej.a:ron sin casti'g1o, .

.DIe no haher haJbi-do 'qui¡en :supiJera .p'One,r .l"Ieme:diü á 'eSil:!e gra;vÍ'siÍirTIO y compliüaJdo ,m'aJ, 1\1IéXli:ciO hubi·era: a!cabla·do por desme,mb:r.a!r'3Je 'en un puñ'a·do -de republiqui1ílaJs, ;m,l>s;erables, da uldi,cantes. y r<e:voilito'Slas; ·catáJ3ltrürfe tanto miáiS- posib í e~ Cll,m­

to Iqlue ,d:e!- ,fr:3.JOCiiÜinalm,i'en to odie 1a, coniÍleideración 11; e.d,can.a, hubi,eraJn IneslUlIt.aJdo Inadones 'j,qué ironílad-- 'mucho luay'Or.es y más v,iahl'es' y f:uente-s sin ,compa;r;a;cibn, que l,al3 e entroarrneri­cana's CUIJ10 : 'ejoeill1plo ·es ha,rto edifioal11iUe. .

!M,as. por JÍorluna' nuestra, .el Gelllienal Di,az percibió 00:11

·su poruer'Oi3¡a 'ilntuioCión, á la,¡ Viez IqUiee:I ;peligro, 1\0-3 me:d!ios de 'evitado: Ifeiflroc·alrrües y tdégrafos palna acer·car y poner en c'Ü'TIltalcto ·áJ los mlexica:ilOS ele 'laS' m;·l:' aparl:lda.~ ¡-·egione:3 dlel teir-nitorio y ·en;3,eña,r:l,e:3i ,á :a'miaInSie, á ·eS'tilm:a'rse y á oU111.iplir libre, hOlllf1a¡dla y :oonr3'c,iellltem!en:t'e, ¡en· p3.ioto de Iser uno para todos y todos para uno; iSlUihli'mle id:eail de 100131 ,cO'llIsti :uyent,cs q.ue .fiil1m~alliOn lels,e paiCIto el11' n:om1hredd :pue:blo m,exi,canlO. tCualndü ,lOlS ,di·s,ílmlbólios, d le'mentos, die: éste, 'si no se odi:ahan, p1o!r lOo mlellloOl,S¡ ,s,e ig.noraban y de'SiconO'CÍ:alll: relCÍip·rolcam·enlte.

Los. ielSlta,drisltals ot,a!n hi,en in!te:nrc.iOinald:os cOlmo :poco prá,c­tiOÜlS 'qlue ¡iI1113ItiotuyleriOll> dlel dere,cho el rég¡i,m'e:n f elde:r al de!Sde 10'3 púm,ero's a:ños. ·de indelpenden:ci,a., nro 'oom!plfenld'i!eron q ule ¡en a-qudllalS' tC'onld!id1olllle:S'e;ra luna! utolpi,a: IY á. ta vez un ge:limen die ,dilSlolu1ciiÓn, ,d e pluribus unum; c'On. q.ue soñaban. Así pues, !Sólo nos dieron Ulll' ideal .por alca:nza'r, que no pOC3J3 v'elC83 -se IconviórtilÓ ·en ha.nde:ra; die re!he'1i,ó:n., y que por esto Hegó .á oC-lielerSle :i'l'r'ewl1.zable. La verdald: es que el General Dí'az f'lié ;Qlui'eln hizo posihl€ -el ,fede:r.alis1mo, y 1'0 tornó de fu-

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nes.t:o- y alrtificitaJl, en' Ibenefitc'e:ntísi,mo Y C:aJSlÜZÜ, a:palgau1do di s­cor:di'as, acortando ·di.3ltanüia,.3, cr,e:alndlo intereses oom:u:l1Ie:s , re­partie:nidlo lelquitta:t-ivalITiente Il,a'.3' 'calflga,s" c'Ü'mlpromleüendo la fOfltunaJ y e'l' almOir prolpiO' die. los: ,m!exi-c,3Jllros de todas lals, r:e­gtionest yde tlo!dlOts l'Üs pa,rtidos , ,en la, SUieift'e 'de la l1IalCÍón; ~ lfinallmeritte, ha,CÍrendo efeICiti.'Vas y per'ceptibl1el3. p:a1ra tOd03 laSl ·V'enltaj,a:3. de hL un.iónl y :die .Ila, ·.3ü l.idarfi:d'aJd, .que halsta enton­cest nlOl hralhian sido m,áls que pal,abras 'VainatS y aspiralCÍo:neiS itllai5le:qUlib1lle31.

f U~1'ir á 1013· mexilcan'Üs : he aquí 'el 'glran' pens,almiel11to polí'tioo ¡del! IGeneral IDíaz; pen.3la,mientogel1lia.;l , gll'OIria. ,de Sl.r

vi:dat, eje ·die :StU aidmnlnlÍ,stracilÓrn, {unidalmlento· de su ,abra, , Y

or'Lg¡e:n ,de todos LoS! bienes de que hoy goza IM'éXJiloo ; pem3ac

mi'ento .fe!cUll11do y ma't e,mfálti·oai111 ente Íln fallí b te,pOIrqUle 1 a un i ón es. lia f'uerza'y¡ la tuerza e's la ,vida.

,

LA SITUACION ERA DESESPERANTE

:COlmo tCOl1l.3te:cuel1lcia de laS' f.aJot'Ü'res ·de del.3¡Qlr,dien q:ule he­mOiS oonl.3!i,dle:r.aldo ,halMa aquí , Y' de otros ,que no es dd ca,S'o con:Sii¡gm,ar, yia ¡por SlU! poca :monta:, ya! pOlrSIe.r aje 11'0'3, del fin

. eLe e.slte lihro, l'a :siotualciónde l'a lRielpúb1kaaJ1' telrminar la guer1ra de Int,etrtvelnción, era mlá,s ,que pe1.i.grolsla., des1eSlpelrarn­te . Ci'e:rto 'es qu e se ha:b:í:a aJn.iquilaldo y tf,ed:uci.do á la i m­potencia ail Ipa,rüdo 'ooinserv,a,dOlr, :a,l que '.3'e Ile :i lmip~U1taiha en-

t Írance·s.y m'uciho3 siglulen i,m,ptUltáncLo;!e tüdavía, la respo113abi­li\eLa'Cl~ í'ntetglra de 1a3lcon'Vlul:sioniesl ique agi:talban al pars; la r,e'folil11la: ,de 1alS! i:l1tSlt;ituciol1ieis ;e:ra !Un' ,g,~andioslo he;cho 'conI3ú­ma,¡do; y :por úllümio, se halbía r;eiv.ilncLilc,a1db una vez más y de una mélJn;elr.a dlécisiva 1)'1 es,c,armTel1ltaJdora, Ita,¡ a'U'tonoiTIí~ de la .naóÓin. ¡Peno, ¿ á qué pnedü?

El e.3ltaJdo r,e:a1 y vlerr:da'cLe:nodle1Vltéxico, poco des'pué3 ,le haher a1l1caJnzaidoeslam,a"g¡nlÍ:fi,ca se:r,iie de triunfo13'} ma exa.cta­mente el ,de un enfeTtmO ,en ,quien '.3le alcaba'rlal de eje'cutar a la pérfec·ciónr 'UTIla d'ee.s:aiS ope:r,atclÍones que con siniestra iTO­nía 'caN,fi·caln de fd,i,cles 10's ICiruj-a,l1'OS, .pO'rque con ella3 con.si-

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guen ell lobti,elto inmed~,at1:o de-exti:rpar un tumor Ó 'Clinlóputar Un ,miemibro, !pr,esJa de la gang,r·enl3:; ¡perO' que en ca'mlhio fra­CalSlaln en lo princilpail, pUle sto que alplrte'suran ,c.a;s~ siempre la IllIuer'te- dlel IPlaJai;elnte, bien por el ·choque nerviolSo, hi,en por el e!lliVe,11'e:na.¡m:ilento (die, .}:3; Slang.re. H ialbí:almlQts Icrdid'O' haHiar la sa­

lud a'mrptUltámldO'no3 .alqu'ella'.51 partes ddce:rebro y del cora­

ZIÓIl1I, .que- ,pe:nsalhalJl y ;slentÍtan 100 ,n anr,a:slO de IÍlies ',siglos y a.que:! mie,mboro (podini'do que- lera· ,elejérdto 'que nos legoó Sant'aJ AlnIIlICll; nlOJ31 halhúatmú!S .a'liranca.¡do de lalS entliañ,ats alque,l qui,slte die Ill1¡Ollia:f1qIU[Ia: aibSlunda, :,s'elmlbra,do por la p.erfidia de N'a:po1telÓn' el peqUleño.; nn:a¡lm·oot'e, hahí,a.¡m0i3· SlUJh31'¡~tu.ido los ó[':ganOlsamtp'lltados oonex,cden tei3' p i,eZ,ai,5 ortopédkai,5 de la mle~tQtr Imia'Tca extr,a'1Jj'e,r,a y en clUyO' corr·e'cto fundona,mien­to tCÍ,frlálhalm!01s nuestral31 el,s1P era:n Zla:S de vtitdla. COIIlf.or!me á la ~IIr:u,gÍ:a, toldCllS! eSla'~ opteraiCÍo.ne'S ,fueron uec'e81a:r:i:as, urg¡elnltcls ~\ \~~~\a\1to.\a,é\l'::Y. Icon, ·,.~,a! .dlestJreza:: í~li\c:.e.s~ , halhlalnldo en télrlm,ino'S ~nl\C:\c\'~', \'P\e'ro ·r,a. nCll~U'r\aleza. , IqlUle pa,f'e\c,e 'e'm'pe,ñ:atda 'elIl' bur­\a,rlSle QI~ La: '<:;~\ru\gí,a, no 'p,e:rldO\nlÓ talll' ~propki.a :acalS,ión de relror­dan-noSl 'que oOtdtila loS' StCllltOS, llas hr.ulsiqueida,dies y las viollenlCias.. A~filimamo:s n:uelS'tr,a: a:t1Jtonomia, IlTIlas pOor Cü pronto f1ulé á

Clo;s,ta \dd alilS'I'Cllmilento, .m'ejO'r tdkiho, ·de · l:a ·C'uatr'e:nt,e:na, univ'e['· slall, ipO'r,que ,e'XJc.ept'ualI1tdo :la; .amistad i,nte:lies,3!da' 'Y á ve,c·es in­cierta de 10'31 ,ElStatdosl Ulniidios, el restO' dell' m'urudo ci¡vili;z;a,do nos veía con hor·r:or y Idesp,r,e:cio, aparlentte:m1ente, poOr haher­n 0 :51 .a,ltr!e:vid\o ·w :deorr,atmar la! ·3Ialn'g.lie pre1oilolsla , de Uill Llo,rena; ; en reaJ,idlald, ipor'q ue nO' quefIÍ an tria télJf ,oon un pUleb 110 que: r'e­hUisoaba pai~a,r S'USi deudélJs, que 111'0' T

'e!3ipetaba á, loS' e~tr,a;n;joe­

ros 11Ii' 31e oCui.daha· die 10'S' .i:ri'terle3Ies: 'deéstOis" que I"elc:ihÍ:ai á ca­ñOl11laZosl áJ :loS' r,elc.l,alma'11'te's, y á quien la protección, ,sliISlbe­márt:.icwde:l' 'OOllo,S!O dle11 N/orbe halOÍ·a' '¡¡nviotaib1Ie:. Es ne:oe,s:au-io reconooer que ,alUln üuando nü fu,elsle justO', Ita:! era el punto de vi,s,t3! Id1eslde el ,que nos, oColllsi'c1er,a;ba, !el munld:O 'euro!Plel(),

iCOInlfiiálhalmos ien 'el huen fU:11Icioll'ClIm,i,et11ltü I die· n:uestral3' Ha-o

malnt'elS' ¡insui t'Ulci:one:31, y ,e'l' ·re.5lullltwdio; de'Sconsol,wdoif 'era que al~o por vieni'rnos gramdes, como que no Ihalbíla:n sido helDhas fu :nIU1e'stra m edi,da , y :ffi'Ulcho por el agota;mii.elnlto Icoll'sig¡ui,ente a,l 'e'no'rmie' IY prle.mlalturo e!3If:Ulelrzo Ique nlo,S! ·cos:t,ó 3!dq uiri'f!las" l'eljos de .alprov'elcha·r:noi,5i ·de 'StUs vent3!jalS' .real;es, y de· t;raJh3!jar

,

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,ey e:I.eva'rn!03 ,á; SlU allt'ura, 1 ilIs: , habí'31mos cO'nver,üdoen fuente i'nagotable ¡elle Icontrov,e'raias, y qUlere1:lwS'; . con ~a' ,ag¡ratv31nte 'de no ser .Y¡éI) ,ell0\3 ¡pal1ÜdOiS diS'tÍ'n~Q¡s 103, qu e luohah3ln por ¡e 1 tr.~unlfo de lai.51 ,ildle'31S', !sino :hiQImhl1e1S1 del miismo han dO' 1003 que promovÍ:wn :1,almerut,ahlles ,cUleSlti onea' ·de pa laJb.na3i, si;n máiS' fina­li,dalcL IqU1e 'e!l~ log.ró die l3is .ambiciones pe

'rso!nal'e:3.

,Por úl1tilmlo, nos haibia'mO's: mutih:do 'esvóicamente !p:a.r.a sa1lv,alnno',:; de la: gallligrelllia' Idel l'éij IdJi,soord'i.a, y descubría'11103 con e3!pianto 'que .el ,morbo halbia infesltatdio )'la; toda la s:anlgre na­ciana,l, !pue3toque sin i¡de.alle3I all~bos ni' mOltiíVO's' .nab1ie.s, Sle­gu:í

'aJffil031 riñ;e:n:dlo. y destrozándonoS' ¿¡obre l,a COIn'sütucián, p:or

hiáhi,t'o, pO'r 'elnfle1nm!eldald a,l Ipa,reeer incurfoa¡b1.e fY ineloe'SaTÍ"almen­te ,morta.1. •

· De 'eslto3 helchosl,cuya 'evi!delllci.a para nadie palslalba ,de:s,2.ipe:r.oi.bida, nada: l,a c'!'!eenoia ,de Iq u e alqu eUa situación de­bí,a: teTIleT ¡por fin l!ágiÍ.oo 'el nauf,r:3igio 'Ji la: ,p'érdi,da defini tÍ:va de la ,uaICÍÓtnal¡ilda,d!m,exkana. En 'ef'eoto, 131Ó.lo á los, 'e'3¡pí.rirus lSienloi11lOis po d~lai 'e'lligañél)r el pro tex,t.ode la! le ga lidad ,q ue se ,ilI1JVOOCliba do,mo, razón '3luficierut,e d e }als últilmla.s ICOlnvuls1iollle'3 que tra,Slt6!rnaron .a,ll ¡país; por el ·co ntr,ario , piCllraJ un. buen ob­servaidor, era inlouestio:ll!élible qUle exi'31tían otras caU3CllSl más gravei~ ¡y prOiEultllda;3' de 31gitéllcÍ.ón y ¡de malestar elnrt:r,e lellalS I.as qUle 'eXJpu3li1mlo:s ya Iponqu1e así como un organ.ismo. .iano y robu3Ita 'es TefraJctalriü al 'contagio, ,del mil3mom-ado lo S' alm;. bi.ciO'sO!S' 'n'o hu:bie·ran ·encontr,a:,do e,co entonces , 00'11110 no lo 'e:I1JC'Ule'n tralll' h.qy, 31í el agotam.i'enta y la del.5lorganiz,ac:ÍÓn de 1'31 ;paJtúa algoniz,wnte, no les nUlbier,an ofr·e'c,ildo mledJio pro­pióo par!a e~er-citalr S'UI letal a.ctii\íli.dad de 'mi'oro bias pa'tóge­nos'.

.

Lo ,qu eexce,pt¡Q¡ el Ge:ner:all D íla z , 'n aldi e 'Slt,1:pO' dtelscubúr ~ ,tiielrnpo, fué d ' r,emedio ,efilca!z ,q.ue requeria 'el ma,l en aque­Il O's angu3tioSoC'3 mümel1'tos; y s i a¡l'gui,elll l:o' des'cubri.ó, 'e3

obvio ,que no pu,dO' ó nO' quil30 apl,kar,lo .

Page 132: Anónimo - Don Porfirio Díaz

-30 -

EL PARTIDO LIBEI:RiAJL HABlA CUMPLIDO SU MTSIO:N

,Pero sería grave ilnljus,tk.ia' y ,Ct!un más ;gtt",aIVe ilugra'titud culpar ¡á l'ÜlS' jlef'es lellel partido 1ibeliall, de la t;-e!TIcnda situación d~ la ¡R!epúbEca á raaz Ide con'~¡um'ruda la Re!Oirma y asegura­da: laalt.l'tonomlí,a nalCio'nal; tanto montaría lbmar as,e.sino al rnéd:irco q u ~'C'Ül11l p u:rals in::·'3. jlC;liOneS c i.l m p 1 e s 11 d eb.8r es tr ¡ c-

ta,mente ,den t:ro de loS! al:oanoe1's· de 'su ,c:Í:en,cia. AI3lÍ. l,e: cu:m:pli.erOin 101s 'glranides liherale'S' m\exka.:noSl: a,l

·.:3erv,ilciÍ.o de ,SlU ;nloble Ic.aus,a pl1s:í~ron tOldo ,SIn saihe:r, ,cuns.agra­'ron 'su. €XJistencia 5J111te¡gra y plioc,e'dLeron si'eltTIpr'e con tM1 sin­ce.ra .fe y tan .icrn.pe€,ab'le pliob;clad, ~lue ¡po: ·estas '~';101as -con-

• 1,SlilderalC:iollles merecerílailll re3peto y ';eneración. 'aJun :Ci.1!ando se hubi,e:sernelquivoca!do, que no fué así. Por enlCima de todo eisto, ha)Y .que ens,alzar3u ,desillllte!r,és, POfl·lue m:(?n:ras '..111

médlilclo vUll,galr tr,aibalja ¡por haüer S!U for,tuna', !a¡quell'O's p:a:l!adi­nes de la l'ihertad' y del. ·derecho san~earon de a'ñej0l3 . ,cálllc·elre,s nuestro org1ami:SI1Tlosoci:a-l, :sin haJherse manchado las 'mlanO's na: CIOll' 'sa11lgr,e inOlcenrte, ni 10 .q.ue ,e3mlá'Si, 'con los i.mmlens:03 cau)dales 'q;ue Ipor ella'SI Ipas.a'ron.

Se1r;J"a, ¡pues, ,inkuJOo r,eprachalriles qu'e '11'0 halytan po'dido rreor­gani'Z'a'r y 'pa'cilfioaJr -el. .paíls, dle.:;'pués de haher Irle¡Íonm.aldo la,s in,Stiltucionesabsurdalsl ¡que lO' re.gí'aJn, y :de haJ,her 'rleivindkaJdo de pa~3o la na'Ciolllaliodaid .arruena!zlada. SOIbrado ;hiici'eron ·con n.alberu'Os dado el sér, pa['a qlUle n'O temglamos· dJ~'rlecho á recIa­marl:els, que no n'Os. \huJb~,eSlen diado trumlbién la m;anera de 'Sler. y :Slinemhango, 1'0 inrt,enta'ron 'en ¡lo.:;, br'evels miOlm:e!11to& de tr,egua que les ·dejó la homérica lucha en 'qu.e vi/Vi·e,ron 'e.tl1\p'e~

ñaJdoSl 'caJ3i hal's,t.a ·el fin de su vida; 'pero ni esos mum,entos podían ba!sta:rles :pa:r.a· 'Mervar á ,cabo una' 'e,m:pr,esa en sí llarga y ·pa·c·i'e'111:'e, ni los gr!andes. reVloll!uoiorna'r,io's', por '!',az¡ón' naJtu­ral Imuy odira·dlos, han podido nunca r·ealiza,r olhra's de pa'z, que reqru~;efóe\l1. :indi'slpenslahlem'ente elconci.ento de laJ3' vol,unta­del3· y la ''s'erenildaddJe los ~nj,müs.

PaTla, aC'al1lia,r de una v'e:z tOldo 'oonato de iucul'padón á lÜ's caudilloS' /de la RieIÍlo,r,m~a:, téng,als,e; prel3le11'ue' rque l!a obra; ,por e-u,os iniciada lY ·consumralda en poco miáiS de lUna déo3.lda, ha

Page 133: Anónimo - Don Porfirio Díaz

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egras con letras, á los im

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e ol:(.:uvo el III Ejército de O

riente y que term

inó con la tom

a de

la capital de la R

epública. .

Page 134: Anónimo - Don Porfirio Díaz

'cO'stadocLuranlte 3,i¡glos ríos de 'sang¡re en el Vi,ejü lVI:un1do, y ha! conlSumhdo alHi la exi'st'encia de muchals, gene'raóones de ,eiffi1'n'ent'e:s polÍ'tiICos, s,in haber,se 're¡ali za dIO' y 'coill1soli!délJdo 100'"

moen ll'uef3't,ro 'paJílS'. ¿ Por Iqué que}aruO'S', pues, de que la [n­mens'a labor de nuestroS' liheliaJes haya t'en:idO' defe,ctos, ni de' que ha.¡y,a: pro1duci.¿.o 1 a 'tr,emendJa cori,sils .á que ante s al Uldi'mos ? A,ñlád'ase q:ue 'al,g¡uno:s de 11'0 s' males que aJque:jahan á la patria, ¡por óe:r:ta, loS! ¡mlá.i3 'serios, nO' 'eranc'Ons1ecuencia, de la Refor­ma, sino 'ffiluy aniter,iíOtes á .ella, y ,á: loO Siumo s,e agravialron con

, 'elsta 'gr,an ll"·evol'uc1ón, :por haher sido forzosO' Idescuidarlos co­' mo ¡peElg,Dos lsleoundario3, ,Ciomlpa,ra:¿'os -con els'llpremo de de­jar de 'Sle,r.

ReiSlulmliendo, 10081 caudillos de la Refol1ma /t,enían sübra;da nazÓln 'par,a e.s.talr exJha,ustos por lO' titánico del ·e,S'fuerz.oqut exigió de dIos la r,econsütu:c'ión de la IRepiÚbli'ca ; ¡pero ,aun su-

. ,poniéndoles, Uenosi de Vliglo'r 'Y de alliento para seguir traba­jando dicaz.mlente ,en loO ,que el, ibi'en pÚlbl:i'co requerí,a J les, in­,coapa:ciltalhan para elLOo ill'e,c,e'Sla'rio es, r,epetirlo su educaciÓn, sus' iideals" sus ,convi'cidones, :su' vi,da ent'er,a', y. sohr,e tOldo, l~,s

rell'oores 'que halbían opr,ov/oca,do Y vencido, pero ,que no les 'era dahl,e a¡paga'r :r'loÍ ,con 'sumuert'e, pues habríoam depers'eg.uir­les halSrt'aJ mtá'~ aUá de la tumlba. ,su ahí'sima Y es¡pinosa nl:i­sión eiSltaba 'cu'm¡pJ.i,da .

NO SE GOBIElRNA CON LITERATURA

Aica¡halmos: ,de al,UldJi,r á la educ,aiciÓln de 110s' políhCl,)s de aquel üelmpo, comlO' causa de 105: mraC'alsos. administrativos. En ,efecto,eX!c'elpDuando láJ }uá'l1e:z y á oContald\Ü'3' hombres de 'Su épüc,a, ,qUle Idieron muestras indudaJblesl de lIna, gran capaci'¿ald gu.hernat1:va, de,s,gr,a,c;iaJdalmlente n'O aprO'v!:chada por el pais, en partel :por lia¡ ,fllelrza' ldie 1Ü's a'co:ntE:Ci~'l:Cl1to~~ y en parte por la'scoll'ruesc'endencias dee3'01S1 ilust.r,els' homlbll"es. p'ara con l,a de­méllgogia vod:ngl,ena Y ,delsor.g¡aillizadora, 1015, dem,áJ3 IpolítkÚlS coetiáll1:eos de ,aquéllos, pes.e .á su fe, lá s.u thonradez 'Y á :SU'':;

!mena:s intendone'Sl, adol'elCÍan de irrempdiabh~ s v'ioios de edn-

,

Page 135: Anónimo - Don Porfirio Díaz

'cación. Esto no es UIll f'{~lproche, p(Jrql"~ nadie está ()lb liga clo ' . .¿t ser genio ni ,á saher 110 que no le enseñan; y e3 la verdad 'que todo 10 q;ue en laJ in3trucción Ideo ·esas generadonc.s ·fu,Lta­ba de los ·cO'nocimii~e'llltos pOSli:mViOS' a.on:dis,pellSlabic~., pa'ra un e5-·ttadlista, ,conlflÜ'r'me Iá lalSl oneoesi,dades. de los pueblos modernos, .sübraba ldie literaJtura plag,ada ,dealbSlt11a'cdones, ,oan fuertes taques· dell TJomanti.dSlmlO que ;p:r·edominó en toda el '3·iglo 'XIIX, .é iUSlpi11Ó la:.:; acciones .de ,muchas celeb11idade;g e'Ulropea's

·de esa 'Cetnttul"'i,a, á, 'quienes tomahClJnt porr moddo lClJSI nUeJstr,as. .-

IPuede ClJfi'r,m'ars·e, sin temor .de inc;unrir en eX:aJgeradón, "L..T

·que todoS! lüs errür·es de losmouc'hosl gobi,ernOls. i.gTI'Grantes y eLe ·m.ala Ife, qUet '3'€ sucedieron en el m1e<dio si,glo de convuls'ioues, á par:ür de II'a constlImiación de la Inodepetntde.nci:a, y todOls Itas fra,cas'Üls -de llOs -P0COSl .gOlherl1'antes honra,dO'sy Ipatriotals que 'hubü en el' ,mli,SlmlÜ' la:psO', t'uIV'i'eron ;por ;causlas ¡primera'3 untO dee<s·tos' tnes he.c:hos, Ó los· t'res, en formÍ'dialhl,e 'combinalCÍón:

.<el cOllic·epto pUfClJm!elnttre 'subjetivo, l.i.t,e:ra,rio y a1rti<ficial que de la en tida,dI pueblo estalba' de ¡m!oda entr·e los poIítircos de gatbi­Illiete y rque era opuesto ¡en lOo alhsolulto á 11as verda,¡dera:s con-dioOiü nes dd puehlo mlexicano é .ina1pli:C!able á Iras cir·cunstan­

·da·S1 'reall,es: ·de éS!te, 'que nOl es,naba Iprelpan~dOo á la· Refonma; -la 'e'r'rónela inter;pfie:tadón qUies1e les, diló duranlue lall".go tl-cm­'poo y Ique les dan mudhlo!S todavÍla, á las púabras del ,genial y ~galante banón de HUlmlholdt, .a'c.er,ca de las d!quezas de nUes­tro t 'e'r,átorio, confurnodi·elnldio h; producci1ón con l!t prüduC'ilhili­dad; y por últ;imlO, Ira enorlm·e ·exte:nsión de este mi3rmo terri­torio, rCiCYmphca,da con su ·escahrosidad y ·con su carenóa de -vías na'tlU'ra,les de co,m,uilli·cadón. )

En co.n:se cu-en<C'Íla·, para pa¡óficar y reorganizar la Rapú-h1i·ca!, ne:eres,iluá"basre Ullli g.oibernantecuy,a irnteli.genda: nos'e hu­·bic·se divorcia.dOo de 1a reaiidad , cerrr.e· la oclel buen Alonso 'Quija,no, pnr ',la's lecturas de cabaHería·SI léase políti'ca meta­física ni se: hubi'es1e' Ü'fru:sc!aido 'en -el apas.iona!miento de la 111-c!ha, ni 'estuvi,ese a'lruldnada 'con la,¡ belleza te'ÓnÍica de insrtitu­'C1Ünes hecha,s ·pa'fla üt1103 pueblos y para otralg: circ'un:¿rtaJllidaJs, qu,e dkhlol s·ea de palsa, :ha'sta hiOlY' ipa'rrec·e que .no ·exist'en ni lPue:den ·e~:ilslti.ren este vil mlun1da. ·Volviendo á ·M,éxico, lo -que le had.la faH1a' 'ena un ,cauidi:llo, hombrre de a,¡oc.irÓn , '110 d,e

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-eL serlOR GeNeRAL DIAZ eN LA epOCA ACTUAL Ostenta la banda tricolor que es la única insignia de su alta investidura. Con este

democrático y severo traje asiste á las grandes ceremonias de carácter civil, particu­larmente á la apertura de las Cámaras legisladoras, cuando se presenta á dar cuenta á de sus actos administrativos.

I

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-33-

imaginad6n, que por haib'er vivido 'en íIl1lümo ·.contacto ,con el pueblo, ·mws q.ue por :ser hijJo' de ,él, ·conoci'eS'e profunda y objetivamente la'.:; C'uwlida'des y los ddecto3' que ,ca·raoterizan y diSJtilI1l~Ulen al mex.i:cano del ,franoé3' ydd ,i'nglés. Juárez fue hijo dd pueblo, y J :ain 'emiba!r,go, no Le conocía sufioierute­miente porqUle desde su infancia se al'e'j.á de su m'edio na­tu.ra;l, y miáis twrde vivió ,co.nifilua'¿'ó 'en los altos -círculos po­líüc'Os y a"b(5,nraildl() · siempre en 1.3.13 :1Jrals<oen,deIllba:les oue3Jtiomes de or den COilllS'ti t,utivo ~ in t,erna ci ona! á 'gu e por ent'ero con-

ft,agrá. ~éllS ,?,~dle,r'Üls,a,S' en~'rgíia·S' ~'e su '31ér. .

NeOe3Jltaha:se . ,al Im:l'smIO t 'Lemipo u.u db3·erv·a1do:r pers¡pl:Cla,z que 'conoóe3'e la 'esnructura y .1a.lSpecu'ti,ariodade'S del sUielO' p8Jtrio., · ,q¡e vi.Slta, de impre3ión personal, ¡para qu.e . a3í tuviese idea eXlad:a 'ó silq uiera aprox~m'atda de lo qtueen r,eal.i-da,d son nu~strélis pÜlnder,a1da:3J ri'quezas, y :á la vle'z, de 1OoS! Í'orm,lidaJbles, obstáculos> que ,la· natlu:ra:leza aJvara se 'cOim¡pladó en oponer á

10Sl 'que intentelli iapodJe'ra,rse deellaJ3', ,o9sa qu.e aquí en nu.e3-tro país 'CUlelstw rban'i-os 's.u,dore:s ,com'O len.cuallqil.üe.ra ot'ra n~­

gi'Ótn .de la tierra, ¡pese á las leyendas opti.misJta's y aduladora'3. N;ec-esi,táihaJ3,e, ¡fina1ment¡e, -un 'a!ct,ivo e.mpf'e.ndedor . q·U'e

hU:!)li,eSle ,r-e'Oo'r-rlido -de ext["emo á ext["emo le,l :<ÍJreadilatada- dte la :&epÚtb1ka, pa,r·a ,que 'por razón de '3U3 ca.mpañas y de SUlS

excurstÍones, 'slU:pie·31e lo que lCOISltaJha viajar y com!uni.camse 'en est'e p.aÍl30; pÜlr 'SulpUes.tü, no en diliJ~enda, :con escolta y bi,en provisto die re'quipaje,. vi,áticos y .m'anteni:mliento.3, como era -costumbre de "1!ÜlS .g¡ene.rales y .de 1'Üs' ,potentados de esa· época, oua,nao Sla.lí.an Ide expedidón; sino á 'cahaUo, en :el mejÜlr caSiO,

r.:i\mu,c"hals, v-elces á pi:é, pers'eguido 'Y ,baJjo fel ,pe30 die la: obligación ~tam angustiosa, como bien cumpl1i,da, de Uegnr á tiem,po con

la'3 tropa's¡ ó de 'condlucir á ·3:alV]o (l¡}g¡ún c:onNOly, pr·ecioso :paTa La pa1tr.ila, y tra'Sipor,ta,rlü durante 1a\rga dista·i1ci1a, á través de esca'l1padas ,,s.ilefinals, ,de ·alb:raI3adore.s desiertos y de ,s·dVaiS inex­vric:alb1,e.s.

3.- S 2GU~ DA PARTE,

Page 138: Anónimo - Don Porfirio Díaz

• -34-

E,L GENIERAlL DIAZ REALIZO EIL ID'EAL DEMO­

CRATIC.O

Srolrum'ente' por haber reunid'o 1Ia!.:; ,condidones que a,c'éllba· mOla de len:Ulmlera'f, ,slin tener lelIli ,cuenta' 'sus deVJa,dJa;s ICUia.Iid'ade~

m:olliales, el Genera,l Dí'a~z fJ3,t'ClJba Uama,do á v,enc:e'r ,en la mag­na elmprerSla de la reQ!rl~an'i'za,ci.ón nad,:anaL

,P,ero Ise obij.eta'r:á le1 IGenerlal Díaz de bí,a tener 1'0'5 mi,s­mos def.e'otO's ,de educalcián, Ipropio3 de su tiem,po_

Cie,rta1mente, .dehÍ'a ten.erlos!, Imiáis no 10$ teln!a, por,que t(! do el Llundo ,g.a1bte qhe 'es pr;iviJeg,io del genio ;;;astraerse á las influencias: Ir á los, IpI'lej,u~cilQtS' del mledio en qUe! v~vc. hacene :siuperiO'r 'á ,su ti'empo, crear la d :enda ,que nO' ,encuentra hecha, y, en 'SUrm/a, 'V'encer IClJS ditfi,ou1ta/d!es y colm~r 105 abismos que dc~i(-l1'eln y 'es1pantan á 10:3 homJhr,es Viulgare3.

,Por ,eso ,el Genena1 IDi'a'z no 'se limitó á estucFar la's ne'ce­s:i'dad:e:s de La ,en:titdald 'm,etafÍSlilca pueblo, en 10's textos del Ins­tituto die ¡Oi,enciai3' ,de OaXla,ca donde hiZlO' laca,rrera de ahoga­do, ni 13:ee'UlgJo~f¡ó 'en la lectura de l'Os lihro3 extran j ern3 de moda, 'COSlas aJmlba/3 Ique na pOldia'n S'a,ti'Sfa'cer s.u seco de v'e'r(jad y ,die ju:stÍtoi¡a; siinlO que ,a!c1udilÓ al gran liIbro de' la observación di,r,elcta, que anuy /pocos' '3,aben ho}ear, y aUí aonoCÍtó y 'estudió. a,srQ/mlbnClJdo por !tanto ,dolor y por nam horrible mi3:e-ria, Itas ne­oesidades ,dd pueblo mexicano, a1ce'rc:a de quien no corn-í'a im­pnelSlo hal3lta 'enltonces .ningún l'ihI"o ve'raz_

Ell inlmo r:tal Im'anco de Lepalnto dijo ,saJhilamernte que "quiien andal mludho, Vie m,uoho y 's,albe mucho." R 'e aquí evi .. dleI1lciarda la 'eJOpEcalCÍtÓn natul1aJl, senC'ÍHa y l,ó,gi'oa del 6cit~ a:sOImbroso dd IGenerlal Dií'a'z como pa:cÍ,fic,a'dO'r. :83 indudabll~ q:ue en 'StUlS 1Ia/I"'ga!31 pe,regrinaiCÍanes al t!raJVés ,de ,la n adbn , des­.orgéllUiiza,da' y 11T.,iSlelfléllhle, de:he halber pe'rc,ithi'do l/a .idea c1aifa y 1fxa,¡ota (die lú que tel3lte pUlelhlo anhelaha, de lo IqlU1e debía dár­se,le y de 10 Ique se podía iesper,ar de él; así m\i3,mO, reco­rriendo l/al RJepúlb}:i¡oa ,deslde el Hr,a'vo al U;SiUlm!adn ta, y del AtnálrtrtÍlco ,a1 Padfi,co, :f,ue 'comra debió el ,Ge'n'erra1 Diaz ¡de's,au­bri.r en' qtUléconsistÍ'a: l'a, falada de nue-3'tras 'l",i¡quez,aJ,s" y qué pa,liéllbras mláJgÍtca!s ,ena ,m'enel3lte,r pro:nurnci.a'r par,a \desencantar-1as y r,e:solve'r de' un: ,golpeel i'ntriIUtca,do probl'em,a .fléllciQnaI.:

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I . , -,

-35-

uI1Ii1ón, ga-ranÜa-s y 'r-espeto á la propiedad, en 10 mora,l; co.mu­nica:ciones IflálCÍle:s, i,rr-i!g:acilÓn iy trabajo padfi,co, en 1'0 mla:te· fíat Ea Idiiue:ro vendría pO'r~-í 8.0100, con todlÜ' lo demá3l; y en dec-vq, vilnlo y iSlilgue vin.iiendo á raU1daJle¡~, ca/da di.a co.n más oornflMtZ:a. y buena vol,untad.

Que el Gener.al ,Dlí'az no se equi;vocó en SUISo in'ducciones, 1'0 prodaJma:n y dlemlue:stIan el crédito y el respeto de que güza la pa'tri!a en ¡el ,exterior; el progreso, admi,rabl'e en oonjUJnto,

r;.Y cas'¡ , ~ni.fül1m'e d~ t~do3 los óT.de~,e3de la ,ac~ividad na'~ion.al ; ~ prodligl0S0 Ic'r'eClim'lento de la nqu:eza' pUlbhoa; y, mias que

todO' eso, el bienesta-r de la.s cl'a1Sles. traJbaj_Clidora's. Riellatiova.mente á loS' dli:sturbilOs, ClUlyo. pretexto era la le­

g,dida,d, y Ique nü teni,endo por ca'Uisa Ú11ic.a l!a penu.ri.a, re­querí1aJl1¡ o.tro género d.e sol,ucÍón, el General D'Íaz .llegó inlGuc­tívamente ta.mbién y por i,dén12Í'cü3 Camtn03, ·antes 'que muchos pol,í.fi.CiÚ'S ,de galbinet'e, á l!a c,ondusitÓ:n, hay elem,ental y vul.g,ar, de que no /hay h~ytes intrinsecamle:nt,e huena1s ni m,alas, sino ley-es adecua,da-s lÓinadecuaodai3', y,a por prem1a:tura:s, ya ¡porque perpetúen añejos, ,emor.e:s Ó ,es'taJdosSlÜ!ciales: anacrónicos.

,Omi!si'ón ilmpe,ndO'nabl.e serí'a p.a's,a'r por alto la última ra­Zlón, -perü n.o loa ImleniOl& Ipoderoi3'a, del éxito IdelGene.ral Día'z en la! -e.mpr,es-a del en.gna:nldec;~m'¡'ento de Méxi,co.

ISiemp~e ,que es feHótada por ¡su obr,a políti'ca, 's,abido es que deali'na el honor -del triunfo ,dlioOi'endo mode3ltamente que el 'Pueblo l,e ha aYUJdado. ·D1'c,e la verdaJd. Pero en haJher &3,­

bido hUlslc,a:r y obtcil1Jer dconcurslO po¡pUiléUr está 'e.l mérito milis relev,amte de la ohlia, panque la veI1da:dera ci,encia dd go-

r¡ r'f'lnl4Lnte ,consl'ste ,en -dirigir .Y 'enClauzar 1013 im'pu1sIOs del ,pue­~10. si!endo. a's'Í ¡que cont'rariarlos. ¡es un c,r~mlen, y ga,lvani'z.a,r á 'una 'llaJCÍ'ón mu.erta, un im!po3lihl,e.

Gohern:a:r ,con el pueblo y no 'oontra el pueblo; hUlmaniz-a'r el ,prindpio laüno de q u;e "el indliv,id uo es opa,ra la patri'a,," compI.etáill,dolo y e¡qui1 ihrándo lo con la Í'Ónm:ula '3iajona de que "la patria es Ipalra el individuo;" ,da,r .deman;o á la polí.tk:a y C:OlliSla:gra,r'S'e á .l,a admin.ils,t'ra'ción: he a.q'uí 105 oproce:dim,i,e.ntüg geniales ,que sirvi;eron pa'ra reaJiz,a'r la ide'a de pa,cifica'r el pa1'S con el ,COiliCUinSIO' populalT'; y es evidente que gobernar pallia Ibien ,general, ante todo y por30lbre todo, -sin distinci6n

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de dws!es ni ,de opiniones, con/,3'bitUfY1e la mejor y mtáJs hermosa 1ua:n:era de realliiza'r .el ildeal democrálf,ko.

A QUE ASPIRABA E~ IGE'N'ERAL DIAZ

-, Toal 'elSI la pr,egunta, ,r,e'peüda halsta deSlg;asttada, .por cu;~f.

iJ03 'han ilntent,atc]o' en vano ha:H:ar allgu:na brecha ,en la pulidJ ! fuerte 'oora'z!a -de pat¡rio.üsmo que !ha def.endí,do 'si'emrpre '-_

'a"I,ma del r:e,generador .de ¡México, contna los, extTav.íos de la ,a¡mhidón y lél)s lSJuge'.5tiones ,de la: vanid<lid' ry del egoílsimo.

Por Is,er cosa' que i,m'porta mUClho que tOldos ,los mexica· :nos \31epan, trarDa.!1e,mOS .de oonte!st3.!r la pérfi:d¡a inter'roga,ción 'lo miá:3 da'm; y satislfa,ctori,é)¡m,ente posilble, ate11Jd1,da3 l<lis in--,miensasproporciones: y ,la com'Pl.exida,d del asunto.

¡La envidia, ¡que ti'en.e 's,iempr'e á mlano la oapa del puri­tanislm\Ü' pa,r:a di3lkaz'air'S!e, ,suele 'POInede peros,' á la' obr,a del Gener,al D 'Í-az, con h :m¡e,ngula,da intención de 'dle'31us'trar,la, sin

acoT,da'rs,e :que e's i,mlposiible elev'<lirse rebajando á 10ls delmá:;. -"';Plero ,lo \hizo ;pO'ramibiciJón .... " replican alg1Uno5,

,or,eyleinldo haibe'r pUlelslto u.na pica en F ,l,andes. y la, .vetrida,¡des -que 1U0 puede ,datr s e e;rror ,mláis g,ro:s-ero CJ '.: e

el ,de oOOIllI1un,d-i-r una die l'as pai3:ilones miáiS ba,jas lY 'estérile3" con la emlul,a!ción, ¡fecundO' y pOlde!1030mórv,il de auantas alc:c.ioues :haln 're:dunld'ado en Ihe.nefi,ci-o -de ¡la hu:manli,dad.

IInútti1 els dis:cu'Íir que 'el G~neral Diaz dehe -de habe'r oh ·do a¡} impulso -de vehem'en tes a'spim.oion-e:3; .de ;gloI~a y cíe gra'n­,de'za. Ip iero 'cornd!en a,r llas ¡prasio:nre's noih1-es- y l,egí ti mia3, 'e q u ¡­vale á ICIÜlndenrar l,a vi,da; Slupr,i'm.i'r 1,a 'ermlulaloión serÍ:a fu ~miné!r d.e pa'r:áJli,s:ils ;el progreso hUlmlano, porque ,elSla in:contr,a:3,tabl,e fuerza: de.l .all,ma, es l!a verdatdera pal:anca de A1rlq'uí'mlede.5, ',con 'que el mundo se ha, movido en '3U i·nc.e'sante m'a'rcha hada la :pwf'e'odón. E l1 '['e'cto y profundo cát,e,rio ,del pueblo helénico deJi,ncó 1,als p-asio!nes a:l die's'cubrir 'en e-Has 10'3 relSiort¿s de la vild:a; de's,cuidó, s:in emba'r'go, .di3tHn~ui,rlra:s seg1Ún ',sUS móviles y ,Sie~ún /105 m·edlios:que p1u's,i'eran en a'cción pa1ra log.rar el fin

• •

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-37-

propuesto; y este ol,v,id'O hizo odiosas IY desprecirubl,e,.; á las _ dJiJvinidarue3de1 Oll,im,po.

,La mor,a,l p0'3itiva tcontelmpIO'11á:nea, mluloho mlá3' avanzada que l'a: .de 10'80 hiel'enos, sí 'e3ltalblece ,ta;l ,dlilS!tinc-Íión y conde 'la la's p(Ij,jiones, t:e'l1lie'ndo en: ,cUlenta el ca'rálcter y l,a ,finalidad de ('Uasr

panque ,u,a,¡da hay tan -inlm'ora1 -comlO la conocida m\á:xima je­su~ta: '~Ell ,fin jus:Hfi,ca 11OS, 'm,e\dio3:." Por el clo'n'tra'r,io, ti'eme ra· zón ruquel 'que dijo : "El que emp1ee m'e,dio03 miserables. aUll-

~I~'e .sea Ipara l ,h,iise'frubl.e.' ,

oon31eguir gmandes finels, s'e-rá siempr,e un

,-

Conlol1m,e á este ',3Ióllido ,cri:t'erio yen ,e3ta piedr,a de toque deben !ser jluz'galdJal3 y a¡qll'ihJtaidas lel a-lma y la ohra del Ge­neral DÍ'alz.

QU'e" 'esta úHilm:a es ,gralt1dios,a- y 'beneficelllltísi'ma, nO' e-oS pun,ta dis,cutibl,e. :Queda, pu'es', ,pror ,dilucidar c:uáJl,e:3, han si­do l.ae ai3'pira.ciones del autor ¡Yi quém'ediÜ's' .puso para fieali­zél!r1:as'.

Ante todo, de3:ca:rta're,mos, -como lo. he!mos: he,oho con otr-as de la ,mismla taHa, una !cues,üón, '3i nO' pueiril, digna si de 106 ,dec'aJd\ellllt-e.SI bizantinoS':

-"El IGe'neral ,D'í'azno pensó en lo ,que iha á ,!"'e.:mlta,r .... " La3' ¡grandes fuerza's psí¡qui'ca'31, á :se:m,e'janza de las. f.isi­

c-as,Sluelen se.r ciegaS' ,é iUClO'll'sd,ente'3, y n.o rea,cciÜ'na,r sino ante ,el olbstláculo inm,eldia'to 'que SIC oponga á su aoci.ón. Por eSito es 'qu.e el g,enio procede casi si,empre i:ntuitivwmente, por lTI'.~pi'1",aJcilÓn sú:bita' é i'r,razO'nad,a; en con3lC1cuencia, calr-ece dJ~

buenas ó ,m,alas intenciones y es il1lcwpaz de fO'rmar planes de-t)allald'Ül3, pa'ra el porvenir, puesto que 1'0 j'gnOlra; al contr.a.rio,

'es muy lÍrelcUlelllte Ique las ,fwcu:J.tades g-eniales pe¡rm,aneZlcan de31conocidai3 yen :estado 1a'tente, wUílpara el mil3'mo que la's Heva' en s1,mientr,as 111.0 OCUf.r:a na'da que las e:x:cite y turhe su equi.1ihrio ,c;3táoÜco. tAl si Imue,ren '¿ukemlel1't'e las ola's del oooano en :la pen.diente sua:ve de la p1.ay a; peTO s,i --encuentran una roca 'quedeteilllga su movi,m,ient'o, priim'ero :3'e estrellarán contra. dla, Ima~ al fin a,ca~a·. ¡áJn pÜ'r de3'g,ét .-:.tarla ry re,lucirla i\ impalpahle y p1lws:tica ardl b.

Lo 'que distin.g¡ue y -subl~ma 1a3 fuerza ,~ rnorale.5, cO'mpa- . radas c;on l:als demláJs de la l1Iart:ura,l'ez:a, ,es la; fwc'ultwd de di;rec-

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. - _ . .... -_ ..

cción. Pone'd ante una ,cruS'cada una casa" y la potencia de élIqUiéUa s'e :cO'nver,ti'ná en ,de:3trUictora y dañina; poned una rueda hidr1áJulica, y la 'mi.5ma f.uerz,a se tornará en útil y pro­dluctirv'a; pe:T101 á la 'cas,oada lees i.ndif.erente destruir ó crear,

y no puede querer ' aJpéLrtalr'3'e de la .oa:.3!al para no derribarla, .... ni puedle ,querer iSlelgUik moviendo la rueda para producir más

, '

trabajo. 'En caim1bio, el alma humanae3,¡-,\.' dotada de ' ,con-

ciencia pa'ra saber 10 que 'quiere, y de voluntad pa!ra apEcar eleSlfue'rzo .de 'su poder a'rbit'rarialmente en el 3'entido "1ue.­aquélla l,e ·di.cte, bueno .ó m·alIO'. Sin eomhargo, la conciendt no ej:elioe i¡gua,l :drom¡i'nio sobr·e todas la.5 fa'cultades del alma; por :ej emplo, la inspirruci,ón, que O:l'a;c·e prodigios.,es indepen­

di'e-nte de alquéHa; viceve·rs·a, la previsión es tan débil, limi­ta'da ,y 'S:ujieta á ¡error, por.que está '31ubordinada del todo á la oOlnciencia, 6'elglún la exalcta fÓlrlmula ,de :un glrrun filósofo m,e· :>ek:arno: "Saher para prever, prever para oibra:r." Y enefoc­tú, las i dleai~geni ales' 'rara: vez son ,m'edi tada:s ni previ.3,ta:S.

D ie 10 anterior ;resulta Ique al homhr'e sólo le es dalblecon3'a­gr.alrse al bien ó entre(garse al mal, poner :el ·pensaimiento en la:,3 altura:s ó arralstra'r,lo por el .fango; pe'ro 'es, ilmpO'tente, para d'ete:¡-tminar tal Ó ciUal cosa al .detalle, si ha de realiZa'f.5'e á pllalzo lielm{)lto, y mlen03 aún si es: ·cOImpll:c;atda" por la sencill.a -razón de que ta'mpoco p,lc:l'c prever con exa·ctitud ·ei en;:a­de:néllm,ilenrto de 10'3 suces.os, 'que ta!!1ltOl pudierélJn clOIn:voenÍ'r á 1'0 deseado, y hasta iexc·ederlo, como -s'er adverso.':; y frustrarlo por completo. ¡Esta ¡y'erd'ad, dolorosa lJara la vanidad huma­na,se oündeuslaen alqudla hermosa máx:, ma ~ "N'ada suced'e

. " U· 1 ( como ;SJe eSlpera, llil como se teme. n.lcamlcute ,alS. me dianí,ct.5 viven ymuelf.en halcienldo helIos prOly.e,ctos que ja,nú.' Te a lizaln, ponque en e.Ilas :e:l poder 'está Imuy por dehajo de la vo¡'untald _ !En 10ls. grandes carruC'Íte:lielS se abslerva lo contra.­rio: la ejecución si'gue casi siem'p['.e inm·ediata;m:ente á la c-on· Clelpción -de la idea, debido á Iqueen ellos. 'el poder y la VI)­

lunta'd ,gua·r.dan a'rmonioso 'equiliihrio. Lo cierto 'e's que la hi's'tori.a no cita un '.3161:0 caso de 'que las hu.enas inten-cione'3 Ini los hermosos proyed:iO's hayan engrandecido nunca á nin­glÚn pa~s, :sino la,s ibuenals aociones. Lluelgo por ésltas' dehen ser mledidos 11()l.5 gdb€linant,e:s, y no por loO ,que haly.an que:rido

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-391--

ó dejado die 'que,r,er,que ., , j<l!mas pasarn de ser . .,

SU:p0311clon. ,Reduciendo al a'b:3urdo la torpe 'reücenda de que el Gc­

flleral DUlaz nlO previ'c'ra lo que r;esul'ta:ní'a" podria deckse que nadi,c 'er,a oalpa:z de Ipreverlo', pues,to q lile aHá por 'el a'ño se­tenta, no se hab:í,an inventado lasar.ma:s de Üro 'I'iápi,oo, ni el teléglrafo sin hiJos, ni la traill'3lmis.i:ón de la ,energía déctriica á dis,ta'll'cia,ad:elan.tos ,que ,sin ,duda a,l,guna hain ·de iI1lf!¡uir

• poderos'3.!m:ente en 1013' desrtinos de iMléxi,co, y de que Jla goza-mos, ¡gracias á la s:aihia aJdminis,tradlÓn ;que nos rige.

PaiSlelm03 aJhora á o.tra cuestión, algomá,s3Ieria: l'a ,de si e'l Genera;! D !ílalZ ha pr:ooedi:do á i,mpulsos -de la aJ.TIlbkión. Bunto es é3lt,e tanddka'do, ,que' nodelbe delcidirs'e po,r apre­dadollles, s,inl()l en 'Vista .de hechos ir'refutaJble:3' ; y sin ne:c:e:si­da"d de If'ebuscados, va,m03 ácita;ralglUnos tan bellü31 co:mo

elocuentes, para demlOstra;r que el gran gohernante 'mexÍ'C'ano ha teni,do como norma inva'riaJhle \de SU:31 :a,ctos, -el pa:t'fliotis­miO' más puro y acendrado y la miáis, n01bl;e elevación de mi'lias. nunca el ill'ter,és! p:er,sona1.

En la' prÍim:e-r.a palrt,e de' leste li;bro TleÍ;elri'mos al hablar de l,a perseverancia del General ID'Í'az, \que :cuando se .presentó: á 'OIÍll'ie'cle:r sus sletrv id0'31, des,pués de una :de SU'S eVlasiones de Pue:hl:a, el}. P 'licsj,dente ]uárez qUil310 enoomenlda,de la c'arte-ra de Guenra.

Cua,l.quie'raque conOZtca la historia: -de esa época, s:aJb'e que s-e'rentO'!llces- ,mini'3't'ro de tGu'C'l'ira, equiva'lí,a ,dle he'oho ti tener en las ,matllosel glohi-erno .naóona.l. ·Piés'e'nse de-tenida­mente la!,s. tentaJci.ones ty las, ventajas 'que :s'e'm1eja.nte propos,i­ción pOIl1.'ía ,ail aka,nc;e -de un homb'ft(~ ,die t;.¡'ie'Ín'ta' y tl'ielS años, que ca,re,da 'por comlpl'eto ·de fortuna, y se le pres,entalha oca'sión deha'cerIa; IqtUlees,ta:b:a :enfe:rmo y dlebilita:do por las heritdars y la:S' prrivadones die- <una la'r¡~a ca'mpraña, y enc'O'ntr'alha manera de,clo,rosa. de deslc:an:s'a,r; que sólo hablla ganado, :muy dura-1n:ente Ipor ,óelI'to, la ha'nda de 'general de hri,gatda, y, -s'e le daba el ,manido -S~Uiprem!O ,del .Ejérc-ilta y tal super,iori-dad sobre alnlti­guos diN'iStiotllatrios; y finalim1en te, que no ha¡bia. tetüdo nin­gunaalta inrvesti<dJura, y se l'e -corufiaha e,l ca'r1go más impor­ta,nte 1d1C'l glObie-1'Inode Ira naci:ón.

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• -·4°1---

Sin e,mba~g1Qo, 'el General Dia'z /hizo á un l!ado toda:s sus convenÍen.cÍals persona;les, ys'ólü tuV'o en cuenta, por una palrte, que SiU nomlhraJmi'ento despcrtada 'oe,lo:sl y provocaría di's'cordia'SI funestas en tales mlOmien'to,s.; y por ot'ra, que en el ca;mpo de hataUa '3leria m:á,s útil á la patria Ique en eil Gabi,ne­te; y sin viacila:r preifi'r,ió que 'por lO' pr:ontlO se le 'subordinara á un Jefe ~,filepto,cu.aJl ·era el Gen,er,al tGa.rza, y no a;cteptó la cail"tera de Gu erra .

* * * H'emos referido talmlbién que dll'ra'nteel últi1mo pe:ríod0

die la ,guelr·ra de Interv,enóón, Ique fUle una 's,e'rie no int'errum-•

piida de triucnlfo3, pa,liélJ el General D,ía'z, :SiU ildea fija, SIU má3 Clalra ilus:ión, seglún sahen ,cuantoSl 'els:tu,vier:on Cie:r.CélJ (le ·él en erse Üelmpo, e.r,a ¡poner el pabellón ,de la tR1epÚ'brrka en ma.ll'Cl,g

dt; J u:áJrez, IpalT'a que ést,c 1'0 iZIa,¡ral ldie nuevo: ,c'l.1biedo de gloria y l,i,rnipiode toda ,m,a.nc!ha, elnel P 'alalCÍo N a.cional. Gon su haJhi1mail slobrieda'd de pallalblials" el 'General Diaz relat~~ e.;tr. h e'cho die l.élJ m,an era sigu.ilent,e·:

• H1PlicpaJI-:é l,a: 'con:s1::r.Ulc:c.ión die -una,¡ ,gran bandera p~!ra en.a.r­.b'Üll~a/nLaJ en el Pal'a,cia N'aJcion,a\l, el: día de 1.:1. entIia1da 'solemne del Pre'3lild el11t e , porque 'hahi;élnldümle dkho en una .de sus car­tas durante la ,gJuer¡r:a y cuando Sle con:~iderélihq. dificil r;cc'Q­hr.a'l" l'a ca,pita'l, que volvelií~a:ml()l3' :á ,izar 1a bander.ll m'exkana

\

en el P,alacio N,aJoional, recordando 'S/U: · texpres.ión de 'e'ntn3ials-mo, .prOlhibí ¡qlue se izalra' la haJllIde,r.a en eSte :.~·dii1dol, ha:3t;l que IpIC1rlsolli2Jlm'enúe loO hicier:a 'el SeñoT J u/wrez, COlmo len 'eife'c­to lo ver.i.fi,có el 15 'de Julio de 1867, día' de su entrada:."

El General D ,íaz hatbía tom'ado l,a ciudald desde 'el 21 del mies: a>IlJt'erior.

COInvi'elllc r ,ecordar que por e,sO's dí,a's, la l,egi ümi,dad de lá in-,

v'c'5/ti,d ura die ]Iu!á'r'ez era rUidalmente discutrda pOI!" 'el 'a¡mtbido3o Ge.fiieliaJl 'GonzJá',le'z O \rte,ga, á ,quilen ,apOIJ1aba;n mU1cha.s opi.11io~

neisl; y qUle pocO: despuéS' 'P'er,d1ió 'el R,efor.mla:dOlr g.rlal11 parte de su pI"1estigio y .de 131U popula'r.idad entre -el ,paJI"tido libera.! 'cxaltaJdo, á ,causa ·dle la falmols.a Conv'Oca!tori.a" en laque pro­PUSO\ Uln ·m,e:dio ,que se cOl11si¡deróanti con:sÍ'i t<uc¡'onal, de re·

t ,

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form:rur la iCa'I'1ta de 1857, y propusl{) talmhilén la rehabilita­ción del ,delro ·católko pa,ra el U310 de cie'rtos derechos políti­·cos. E ltlica:mbio, 'el General DÍ'a'z ¡era ya 'entonces el caudillo populaJr, todos lle OIbseiquiaban y le ·f'elslteaaihan,s,e le p031tulaJba pa:ra Pre31,de'lllte de la RrepúblitCa, ó, por 10 menos, c1e la Su­prema Cort'e; sohrie tOldo, diSlpOn[a de cuanto dinero. qUlsi,e­Sle y estalha :a,l f'rente de un cuerpo de ejér:cito bien di~'ópli­

na,do Iy eq.uipa,dOl, y que 11e olbedecí.a ci,egalm'ente, ¿ Qué mo­

mento mláts oportuno pa'ra un a:mibitcio3o qUe hubie:se querido apoderacr-'se q!ell poder slu;premo? Hubo más: allgunols ge­nerales con ·ma'ndo de tropa3, le' i:nvitaron en diveTiS,3.!S' cü.)1-versaICiOllle'3i á IqUle 110 hitci'ese, y le OIf'r'ed'e'roill alp<o:ya!r1e más ó menos veladaJmlente.

En un l'Ílbro .r,edién publ-i'c.aldo, "Aurora y Ocaso,", 'cuyO'

autor no '3ie muelstr·a ,muy pOlifirista, enlcon,tra.mos en el oa-, 1 . 1 "P d . .,,, 1 . . ' d pltulo ,que se trua a: 'rel eI3Ihna:c'1IQln, e iSllig1U1enne 'Ü'cumern.to:

--.

"E! Ferrocarril," feClha 7 de ¡M,aIY'O de 1872, deda:

"'Ea Grelllle:r.alDIÍ;alz n'O e30 a'mihki'03'O. Si 10' fuese·, ó 110 hu­b-i'e:se Sil do, el '3leñor Ju:á!rez Ino hubiera 'Vuelrto :á 'Ocu!p:ar la .silla presidencial! en 1867. Diaz, se eLitjO' entolnlC1es, e'r,a llllvi'ta'tt,C) por j enes con m,antd'odle trop.a:3., po r Goher,natdOlI"les de Es1:a!dOl:; y por ,mudhal.5i peI'1s'On.aI3 influe.n:tes, á que reasulm.i'etra 'eJ man­do die la 'Nla,¡ci'ón, dehi,endo el Cong,reso .exi'gide la r·espon:.3a­bi!l1:da,¡d. Ail;grunoG gober.llJaJdOlre'S' quiZJá no ha,rÍ'an uso de ex­pre.s!iOln1eiS'muy ihenévol,a,s ,al ref'e'rirs e al '3eñür J uárez ; 'Píero DÍ'atz, .llevando .s'Udeli'c.aldeza ha;3Ita: la eXCllgeración, de3echó­todas ~alS ha.Iagla:do'rals ,prOlposidollles 'que '3Ie l,e hi.6e.ron, y aún es ev,i,dlente IquP recom1endló .no sólo la OIhedi'en'Ci.a al s,eñor JUlá'rez, :.31ÍllIor iha:3ta' l¡a¡ eleoCÍ'ón de é3lte. Hi.zo m'ás,: protiC'gióle con.3lU ¡pre,,sügio y SlU popu1aridald, sin 110 cual les ·más que pro­h1e:m:á,tÍtco Ique D'on Ben.ito hubilelSle vuelto á lia c.a:pi'tal de la RepúbE,c;élJ,como je.fe del Poder Ejecutivo.

"¿ 'Quién hulhilera: tiltd'aldo en tOll1ces ,all 'Genera'l Día,z .eLe alm­')i-c'ioslO y reviOluICÍIOIDIa:rio?"

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En CUlaJutO' á l'Os ,móviil'es ' qUe !dete'rm,inaJron al Gen e r:é1Il Dl'a'z á 'elchar sohrle sí la: pe31adísimia r:espüllislabilida,d de la re'Vo­lUición ¡que '3Je in1.ció 'c'O'n el Filan de la Nori.a" palia que Siela'll bilen ,conlOCÍldO:3 y estimladOls, v;almüs á reproducir !u;nacarta, por de3!grada poco ·conocida, en Ique 'el 'm1i!s/m1o ,cla,u,dHlo l'Os d¡ec1:allió. Elslta 'e;x¡p~ic;adón, ,de ·CiUlya si,llIcer:idad pudO', duda;r:sle 'elTll aJqulel tÍlempo, ho/y, .que e3tá a~ri:s'Üllalda por lüs hedlo's de ,cer·c1a de treinta a:ño:,3 de 'paz, de le,galidad' y de p rog,r eso, es: pr'll',eba 'mlá's que .3ufid'en tede!1 paltrilotÍ:S1mO' y ,de la buena f,e deqUii,e¡n lla e:sc,ri:bi Ó.

"La Nlolria, ,Elnero 20 dle I871.

"'SIeñore~.3 Redactores de "El Mensajero."

Ajpredables a,mi~ols:

".Mle ,creo en Id deb.er de 'exp¡;eiSJar á u3·tedets l,a alta esti,ma­ciólllque halgO' del voto con que se han servido honra'rm,e,.¡pos:tu­l'wn'dome Ipa,r;al la pre3,idenlcia de lla :RepúhHca, en 'el diario qUle ham tenido klJ altenlCÍón :de re,mli.tir,m'e.

"Mis aJhte:cledclllteS' y aun 'm,i pOls:id6n a'ctua:l,me ~u:tO'ri ·

zan paTa 'halbLalr, sin siO'3,pe:c\ha de ,alfe.ctJación¡ sobre la prete­relllleia Iq/ue daré á la vida' ¡priva\da, sie:m'pr'e que ella no '3e olpOln~aJ .arl deher 'que incumbe á tOldO' dudada/nO's, ~ de ' servir á la patria 'ene! 1'U'~a:r que ella lle desiogne.

,

"All alcepta:r, p ue.::;" la postuLalCi:ón que ihélln hecho de mí Uis,te,de,Sl y otros óliganos ,de' l,a pr,en'3,a na.cÍOInaJl, Jtengo s.ólo pO'r ) móvil la oCOIlllc'ienda d e un deber y nü 'un i'm1pulso espontá­neO' die aalmlbiar la ;po.3ició n en que vivo a~ltlula,lmlente satis­f.echo.

"Así lO' m'alni,fes.té en e.3'a c'a\pi ta·l á lOiS' delega:dos dI.e 'la ,asO'C'iadón de,mocrlática cO\I1stitudiQlnali.S'ta, 'entre 1003 que fi­guraJb.alIl; allgu!n'o's die los r eda'ctores. de "'E[ Mensajero," cuan­do preI3Ienta'rOill: á ,m,i laJprobalCi'ón :ell programa 'que uiSbedes han hec.ho de31puéSl S'UiyO, que íJlO ,CIJcept:é entond~3 y al C'll.aJl no tJenl~ i:nc'O:!1N·e¡nielnt'e en ,ratilfic,alr ,m,i adhe:slión.

"Los princi,pios que él consigmia, desarrollados por una

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a,dmin!ist'ra:eión ,cuerda, no pueden mleums ql10e influir en bene­fido de ' nues.tro palí,s.

"U.n gobierno que, exe,nto del e3,pí,ritu ,de ;exdusiviS'mo, ponga punto á las cue:S'tiones de m,ero carácter polítkü, que han agitado ,estér,i1,m;elnte á l'a na'citÓn; quecolloque los Í:ntere-

. ses general'es del país" Isob:re 1015 inltereses pa'rlCÍa1les de da:S!e ó de p.alrti:do; y que,dlaJndo eSlta braJSle sólida al ortden y á l,a p,alZ, se dedique á m'en:ar la púmera de nue:stra:slUecesidades actuales, la de nelgulari,za'r y mlOraEzar lla ,a,dministración, ti-ene proiha1bHidalde's de 'ser'enalr los .ánimos. de inls!pi,r:ar confianza en IOf~ cür,azone,s, y de domlinalr la crisis 'ql1oe de ,élIl!gún tiempo a,oá ,m,anti,eneesta,ciona,da á la RepÚibli'ca,.

"No son pocas lals dificultadeS! que se presentélln tOldavía p'élIr.a Ueg,alr á tan apetecible término; perO' pue,dedi3m'inuirla!s l,a vol'unta,d dedldi'da' y sincera de akéllllizadaJs.

"V'ale ¡ell b.i'en la Ipena de a1'gunols '5Ialcrilficios, y yo me he liesuelto á haJce:r el prime:ro, res'ilgmímdome á que mis le'ale,s intenciones sirvam de tema alca:so á 103 comenta,rios de la ma­l'evol'elnlCÍa, int'eresalda :en adlult,erarlas.

"L'Of31 que deseam' eSltaJb(1ecer pa,ria 1'0 veI1li,dero lel consorcio fecundo de la paz ,de la lihertad y de la moral, m'e h'Ünran volv,Ífenldo á mi .lo s 'Ojo s; contraená,n á l'Üs m:íu:s: un grélln mé­rito, si3lc es¡m'eran 'en no aJum'entar la:s' dificultades del poOr­venir. 'con los r¡encones Y' los re3entimlientos que dejan COlIJ O

ralst'ro lélls luchas elector.a;Ies, cua¡ndo en el~2.S se s'Übreponen ias ,pa'siOlnes ,al ,patrilQt'iSimo ser¿no y á b t empIamza.

" A'provledh a lié todas l:aJS üpO'rt1uni rita u c.'; q n e, . c o 111 o ésta , se file' pr.eselnt'eln p,alrél! supl,i,caJr Iá lo Sl órgano:)' :le la pren sa y á h ;s aJsoci.acionespopulare;3 en 'que 3te ha proc1am3Jdo mi ca:1-

-cií,datura, ,que ,prOCUfien i!mpfii,mÍ'r un 3e,1.l0 profundo de calma y :de ,dilg1nidald :á :SIUS trahaj.os, y 'que l'Ols enoam:iinen ' m1ás bien á estudiar y ,ga1t"alnrtizar l,a voluntad Ebr'e de los p~I 'eblos, que á influi,r en etla, :y mucho m,en03 á false'aJr1a.

"M'e 'Subs'cri'bo de ustedes afectílsi,m:o ,almi:go y servido r.

PORFIRIO DIAZ.'·

*** :81 .respeto á I,a vo¡'untald del puehlo, aunque }e sea a,d-

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ver..:;.a, ,es tan sincero en el General D,~az.. qUe a,¡l'glunos año,:; mfus tarde, 'ouanrdo ,Sle c'Üinve.ncitó de que ,por d momlento, la opi,nión púlblka es:tahaJ á falvor de ,Lend'Ü de Tej,alda, inmedia­tam,ente dirigió desde Chihua'hua l,a s,igui'ente nota al ]:c'f:e de 1131 ,Dlilvi,s,ión de O lclc:irdel111:e dd Ejército de' OpelratCÍO'ues, ante d icual ' .si~ ha,Halba a.l m'andlO dd Ejér,cito Popub,r COUiati- . tUlc'iouaHsta, fu.erte y eon e~c,e.1e'n;te ,si,tuadón, puesto que a,ca­haba; de olhtlenle:r impo'rtantes vi:ctor:i'as:

"He red'bidocolIl toda opor:tUinida.d la nota de 'Uslh~'d, fe­dha 2 del ,cor,r'i,entJe-, ,en que '.s,e 3,irv'e tralllSlcribir.me 'e'l tde­gra,m'él; dell IC. IMinistro de ,la Guer:ra, r'elativo á lla' maniera .oon qu.e ,deben somet,e:rse al G.QIbi'e.rno l,as f,uerzas die mi m:andro. ,NIO ,quise dla'r por ,mí 'mi:smo una cOnbCi3!tación vio­lenta:, según d de,aleO' de u.5Jued, !pOliq,ue siempre tuv'e la; in:ten­dón ,de 'Oolllslu'ltar la voluntad de 103, OC. Jefc!.:;. y Oifici:adles, • que mle obe:delcen en eSlta zona, pa;ra: procieder 'con SlU a'c,ue:rdo.

"AJyer tar:de 1111egué á Iclsta ciudad, y en l.a noche re.unÍ á los }e!fe3 'princi'pal,e,s pa,r:a ;h'a'oerl:esconocer 'l'a' -oomunic¡alción de usted. Im'pue3lto3 de su conteintido, me manifesta.;ron tel deseo uillifO'nm,e de t1c'nmi:malr la guerlra ,fu ouallqui'era OOi3'ta, paíl""a ,elVi.tarr- sus ,terrihles Clon:aecuenC'Í!l.:s' ; y a.u:n'queconsi­cler,an que 31e ,aj a su di,gnidad ,con la aoeptadón de la am.nis· tia: 'que ¡ha Olf.1ie'cido el C. Presidente inte,rino de ,la Rep'úblitca, '~'l1J ,3U .cLec't,eto ,die 27 de JuliOl ú1timo~ 'ha'cetn e'.5Jte s'alcri,fitCio en: ar,a.:3. ,de l,a !pa.tz, ,con la e3Ipe:ranlz,a 'de qUte no slell1á estéril y c0l11lt'riihuiná ·efic'azmlent;e á 'la felicidad' de su patri.a."

Lla\ ra'zón principa-l que -descar:ga :a.tl General Díla'z, aÚ11 de la mlfus remoba '30spe;oha de que la a'mthidón fuese el m'Óvi1i Ique le d:eterm,ilnó á 'e'lllcaheza,r ,el movim,i,ento tuxtle­pecanO,e/31 'que al a'cieptla:r toda l.a, ,r,e,sponsabili-dad de I,a l"evó· 1uc,ión, su primer a·cto fUte 'r:eformlalr e:n Pa10 BI'a:ncQI el Plan del Genle,nal FitdJencio 'H'c'rnández, i'mlponiendo Ila ,condición de que al t,riu/nfar d p,artido de la: \legalida;d, .que iba á a'cau­diltl'a'r, Ü'cuparíJa l'a Presidencia' die lla, Re:públ,ica el Lic. J o3é M,aúia I-gl'e'sia:s., lfu ,qui'e'll Icürl1c'spo11ldí,a, como Pr:esi.dent'e Ique

era de la SUtpremla Corte, m'Í'entra's se 'ce1Jebor,abaill' las e1e,c· ciOine3 regulan~:s die Jt~lfl e' de lélJ Nlad.ón.

Lal3 ilI1tr:Í,gas de- I!gl'esia,s ,cone[ General Alatorre, y las

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<,

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planes dkt,atorialles de aquél, imlprimieron á lüs -suces-/,s t1<\11.

marloha distinta, que por fortuna h.a redundado :en bien de la

Patria.

A.nte :prueba's de tal P~$O, no cabe dudar de que si, el General D[az aceptó el lllaJm~mireJllto pop:uiar al gobierno de l,a R-epública 'Y hllchó por ha\cer tri~mfar la 'voluntad nado· 11<11 contrari-a~da, no fue pOrr -a'mbidóll, sino en cum,piimiento ~e un ma¡nda,to 'honrado de Sil conc;I.'!1cil, y parasati.::,fa,c,er una aSrpir:alciónr patri'Ótiüa y l;vanta,ü. que hoy sería grave ingratitud drets1cooocer. Ciertalmcnt;,~. \.lU1sO ser jefe de l1a1ción; pero }ef'e Ireg11timlO y reiSipeitadode una nación fUre,rbc' y prÓts­'Penal; y comlo Ira has,e lÓ¡gi:ca de -esta a:5pÍr,aóón er,a' el en­grandtedm,i'clnto del 'país y la unión .de 1<03 ,mrexk anos , á la­tirarlos' cOl1's:algró írntegras las, ,poderosélJs f'aJcullrtades de su ge­n i o IPO lí ÜCOt y <te ISlUt adm ir a bl e c.aná1c te,r .

Por esta i,dentittl'caóón perfecta é inrdisolubl,eentrr'e 10'3 i-nrtc'r'es.e3 de un Icaudil,lo y los de su puehlro, es oom,o las na­ciones ha:n: culmina,do ó ,s,e 'hatn :erm,perq ueñecitdo. AISlí .fue MéXli,co, ,mi3eratble, :corrompi'do y .hrum'illado co:n Santa A'nnra; 'a 's,í es hoy honrado, fUe1rte y r,es'Perta~do co n ,el Gene:ra;l D 'íaz.

LA M 'EJOR POLITICA ES LA HONRADEZ

Sién,donos ya ,conocidalSt l,as 'causas ,po1í'Ücas de laanaT­quí,a Ique ,ar,rui,naJbtaí á ,la na,ción, . y Ih:atbi-endo eXlpuestü ya 103

princi'Pa.le~ ,m1e1d'iürs di;:~, que ;,3'e va'lióell' Gene.naJl Dí,az para ,r'emover1r3.JS, ,conforme á sus sarl1a'sm:ira.3 y noiblles idlE;,aies, tnMa'flclmlOISi ,de (ha'oer la, 3,íntesi ,31 de su o bra administrativa dur3.Jnte Il,ars tres. úlhim,ars, ,décalda's , ,en la i.mposibilidad de

pre.sJent.arlacomlpleta!,como s'e ría l1JUe3ltro des'eo y eUa 10 :m~e.reoe. Ci,ta,r<e1m,ols, pUc'S, '.301a,mente, élJlgunros hecho3 funda­melllta,liels\ palra poner de m'aJl1lilfi!esto cómü paJciJi,có el pa1s el Gener,a¡}, DÍoaz y cómü logró reainilmar y desa'r.roUar las fuer-

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z,a's vw,as naloiona,k~;s,e'n pa·rte, mediante el- cünoci:miento oh}e,tivo, ;eXlalcto y libre de prej uiciosdoctrin,a:rio3, de la3 cOllidli'ciolnles 'Y 'llIece~c1atdes venda:.d!era:s - del p'fll@if:d~<Y mexicam&l. Y' de la ~m'polftaJnda ,positiva y porv!e'ni,r ra·cional de las ri­quezaJSI del te'rri,torio; y en partle, gr,a:cia:s. á 'SU3 cua¡lida:de'S gelliui!llialS de ,es.taJdi'3'ta ·admirlalhliemen te prá,cüoo, humano, per­severante Y' :la:blOrio:s'Ü, ¡que prefierie las rhedho3 á 1@3 teO'úas; que In'Ü se e'mpeñaen s:a1var UIlI olbr3ttáJculO' in(~uperable, s;Íno qU'e lo rüdea; Ique ,dlesdeñ,a kLS cUe'31tl'Ünle's -de pw1abras! y busc:3\ '.3\iemipl1e -el If.ondo ·die llas cosa's; que com!pr'ende y a:pro­veoha: 11as pClA3<iones;; qUe no vacila 'nunca' en 10's 'm!Olmlentos de pelig.ro, ni ·dej.a pasa.r las oport'Unidadle3; y, final,mente~ que tiene fe -c1lelg.a en qUe ¡ell tra'bajo, la honradez y lla! constancia, tranlsjportaln l'a'smontam,as.

Al halcic:rse ·cargo el Genera'l ,Diaz por pri:m'era vez del pod:er '31Upl1e'mo, se :hal\1ó ante el di:llem\a .de romper el dficulo vi'cioso .de . -llasmisleniw3 ¡nac.ionalies, em:pr'e3.a en l,a cUall se habi:a'Th ic'streMialdo Itodos sus ,alntece,sol1e:s, mex¡ka.nos y :eX­

tranjero'31, ó per:ecer Icon la RepÚlblica, que Ihalb~.a llegado all Iñ'mite de l,a fe'Si,3t'eiUcia.

El susodioho dr,culo vkio30 es ha,rto conocido: no ha­bí'a paz ·pol1que fall1tatba: dinlero; y no habi.a dinero por'que ~,a,,1-

t alb a pa\z. Barra Iponc,r ,fin á esta albsurda situadón, el General Dí;a:z

em;p1,e'ó g.randiv,enSli,dadde :m:edi,OIs, 'como 1'0 exigía la for­mi da(b,l e ·m'u 1 tipllic'i da"di de probl,e.m a;SI .s'e c'u!,! dalrios 'en q ule '~e

de3com!ponÍa ·el gran prohlem,a: naciona,l, 'qUe podí'a l1eis:umir,se 'elll' l:a fr:asle del ¡príndpe ' dinamail1quié3: "Ser ó no ser." EneSitaemlpreS'a sOIbre1hUlma,na tuvo el Ge·nena\l ,Diaz 'que po­ner á prUlCiba ,cada día todas y crwda una .de IlaiSl a,!ttai3 y p'0-deroSia:3 ,cualidaldles de su carácter y de suintelig'etllci.a.. Por eisto: 'e's· y dlebe 'conlsli,dera'r3!e 'COlmo 'Ühra p'ersO'nalísi1ma stly,a la pacifioaiCión y el ;c'lllgrandetCimi'ento de México.

,D le'3de luego, la primler,a piedra de la obr.a, supues!tas lals con.di1cioneSt .dd pa'í,S' len esa ·época, d,e;hí'a s,elr forzosam'eute 'e'! pr-esttirgio person.al del ca ud~Ho que l'a e'mprendi:era; dle13lpués vJcitltdríla lO' delmáls.

y así .suoedió: el prirm,ero y el más ooaalZ de 101s me-

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diol31 de paCÍifi:cación puesto.3- en juego pO'rel Gene,f:aJl Díaz, fué SIU preSltigio pe:r.sO'na:l, Iy máls, pa'rticula'nmiente, 3U r'cpu­tadón i:llita'Clhalbk~~ de 'ho!nra1dez, bien ga:nada en la'r;gos añOr.3 die probidad, desde que lcomlenzó 'haóellidÜ' :CUientaJS 'en la Sub­pr.e,fe.ctura de IX!tlián, hasta que puso dli:gno :epílogo á la ~lpopeJla dell tercer eJjército de Ori,elJ:l:te,enltr'e:ganldO' un ca,u· Q-cl:l considerabl,e con dque nadie ,conta1ba, ni i3,e creía posi­,Me que :ex,i'31ti1era.

IM:aJ3 no ¡fué ésta 3Ü'la forma de la (h~tl1oralbilidad la que hiz'Ül le,l preSlt,i,gio dd Generélll D liaz; otrais m:anife,,s.talCÍo'll'cs de

la 'recti,tJud de su cOIncilencia, lfarLsÍmas len alquenas üemlpos, te gr:anlj'e:aron probabl'emenit,e m:á31 que laS! 3lU3üdiCihas, la 'Cs­ümalci6n: y lla, Iconfianza pú1bllÍ1cas.MluohO'3, gÜ'be,rnantes turvo ,MéxÍlco, Ique n.o semaIl1jdha:roncoil.IÜ.sdiner.os dt~.¡ ,erario y que aJún sinvi,erolli ,al país grdtuitam:ente; 'Pero la hOlnradcz personal del mandata'rio púrblico, 'e3 vi,rtud n

'e:gativl3J é insiU­

filciente si, se limita á nO' pecar en ¡prov,echo pr1üplÜ' y dej a

que .otrOls pequcm Lüi.s: m'exicanüs 'bení'an dóloro.3a y amrpllia 'e'X'per:Í1enlCi.a á este 'r,especto, y por eso Slcl palgaban )'la' poco die la i'nte:gr,i.da,d de los trilburl10S y de los jrelÍ'e3 cuyos '.~eoua­

ICc3 y .:mlhalternos ,cO'metÍan 'cI3lpalll't'ÜiSOS ·a.tentados en nom­bre del or!den. .F;orel !contJra,río, la neputaó:ón del oaludino de la Rlepúblka prooe:dia justamente de que wde.má,s de ha­hc:r manej a,do c'oln pur,eza 103 - ca'udal,cs púb'llÍco3, habí:a; prO'­

C'ur:ado Iy 'log.ra'da Iq:ue l:e i mi taJS!CIllI sus subor.din a,düs 'Ob 1 iga­dame'lllte, cuandO' no lo hadaJn por bu:enla,s. ,Prueba de é3:tO fUlé que dur.ante SU3, la,r.ga3 ca'mpaña's" la,s t1ropa3 ma,nda'¿'as por ,D(¡la1z, Ca,¡pitá'11, Com,a'llida:nte, Coronel ó General, no ro· baroitl, ,no '3Iecucstr,a'rÜ'n, !UrO' vio,J.a'ro1n ni, as esi'11la'ron, pOnqlle su jlaf'e supO' '.3li,empre eIllsle,ña'rlas Ú obmga,rla3 á ,respetar como

Sla~r.ada Ila propi'edad en todal3 3US fonmas. Las 'poblaoeiones algriadlecida,s no podían 'Olvidar e:3üs henefi:ei1Ü'3, y lle.gado el Cta.!SO, loS' pa,gatron ;cnl a:pol)'lo y cOlllfi:alnza fir,m,e3i é incondirCi0-

na les.

y con ra!zón, com.o que el General Día'z ha v:ela;do celo­saml~ntJe pÜ'r el bilen prúb'lÍC'o y :ha proc,ur:adü 'e,CO'llürm11z.a,r el esfuerzo dell pUlelh!.O', evitando 'cn 10 pO'sible Írl11jpOJl1.erl,e gr;a-

vámenes i,nnrece.sra'riü3 Ó inj;ustoa.

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Entre 'Otros ca'8IOs, cita'r;e'mo,.; .el ;SIi,guient!e: cuando s,~ .pro­yle'ctó ,coutr.a;tarel prime,r 'cmpl1ésti to, ,com'euz¡ó á g,estionarlo -perslÜlna:llmiente, 'Y envib á .D: _ DeHín 'SáJnchez á EUir'Ülpa, con -el ohj'cto de Ique ;pu~l'8;a.r;a, á 10'8 hanlqu'eros y O'btuví:era datos eXJ2!cto3 ¡de las ,m,ejor'cs' conditCIÍones 'en que.3le podía es:pera;r la· 're a.!i Zlac ión del negocio_ Pocode'.5lpués l'e indicb el ivIinis­tro ·de H:a;cilcrrrd:a, ID. IMlanU'e'l D'u!bl:á'n, quien por su .parte, también halbia :hedho varias .g,esi'Í'olIl'es, que t 'cnía oferta:; de aLgun:a,s finm.as b2!l1iC'al1iClJ"; poderosas, Iy que estaba di:;,puesto :á prc'sentar ,1'ClJ3 ipropü8.i-cioule'S qu·e 'sle le hatbian heciho. La,s'¡~

presentó, ,cn efec:to; pe,ro Icon[ürmie á l'Os da/tos' y otr·as pro­'puestai':; que el 'General 'Diaz habíla; 'l1ecibido, compfiendió que

SiC trataba .de Uil1l:l. opera'C1:Ó!11 onerosí'siI7la. ESite grave ,alSUil1itO 'se ,di'slcutiló en Cons'ejo ,de Ministrüs,

Y después dl~ h3:her oído la opinión de todos, ell Plne3idente 'expuso lalS' condicionel5' VlentaJjosa·s ten ¡que á él, se' le haCÍo2!n otrals ofertas. AIl es,cUtohar ésto, 'd 'M,inÍ'sJtro iD.uJb.lám p'flegun:tó '3i en ·caso. de Iquie á él 'SIC l,e ofre'CÍelra11' 12!s Imi's'mas bas,e3 podría ClJcep­ta,rlas y oerrar el comlpromiso, á 1'0 'quc d r residente contes­tó 'que 'en lelSle ·ca.StO nO' haJb:í'a ninlgún inconveniente.

A poco IdaJbta.cuenta 'd M,ini3tro de Hacienda, de hahe¡r ,aJl1I1e:glado la oper:adón CQin 'la C2!Sla Blain, enla3' misma.5 ventajosas condic,ioneSl propue3tas 'antes ael Gen'cra,l Diaz.

Oon su actitud enérgica y ac'entdr:ado patrioti'Slmo, ei Ge­'n eral D'Ílalz halb'íClJ ,alhO'rra'do ,co'lltsidera,b 1 e3 sum a,.; al T e "tOrO

PlÚhl,i,oo. 'l.,:a; 'ma\ylOrÍa Ic'llonmle de los gohier:n'OS' 2!nte'CleSOficS del

"á!c'tu3.il, l,ejos de pensar -en -r'eCOl1istr'uireil siste,m;a ha;cendariü ~ ro exi c-ano sohr'e ·l,a'g, ruin a·3 Ide 1 If une Sití'3,i,m:o que rtÍlgió du-Í'! ranitc el vi rr:eilli2!to, 1'01 :que hid'e;fion fué contribui,r de a}guna ma'11Iclra á aumentar ·elcaüs de nu,es.i-r:a,s finanzas, 'en re1 me­dio3i'glo de ana:nqula por 'que atr'alVesó d paí,s. Y unlos por

··Cliele·r ,óelga1mlente le:11 la fant~Slti,ca 'ri'quez,a del ter-rirtoíriv; otros obl.i.galdols Ipor la, fuerza de las d 'f;cunstancia,s; muchos por mailla; f,c 1,ll'dudaibl'e; m,uc:hos 'más por ,i,gnüranda; y no po­"003 por tOldas ,esa.s cosas. j un tas, 'cuanfos haJbían ma-

l!lIej,ado la ha,CÍlenda pú!hli,c,a, oon rara, ex:cepción, hahílan, ahon-,dado, cua1 má's ,cual m,en'Os, ·el lahi,Simo de mis,e-ria, ' de impre-

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vllSión, de ,d1es'PiLfa,rro 'Y dc ins:oilIvenciaen cuyo fÜ'tlido ylada

el' cflédito /de la n:adón. IBalra pintar con lun solo ·ra·sigo la ihi!siÍ-oria de nue,3Í'ra3

finla'lliZa'Sl, len la ,élPoca á ·que allu:dilmos, bastta ' detCir que dl.l­raJnte mi~s ,de dioncue:nta añ'os nO;Sle llevairo:n ·en debida f'Üirma y muc!haJs' v:elces n:~ ,bi'cn ni 'mal, U,a3 CUe'ntalSl de 103 fontd03 pÚlbl,ÍcoS!; 1'03 goihernantes, oClup.aldílslÍ,mos O{~n 'm:an'bener lSU:S de­rechos y 'eln Idi·s,cutir los ,de '31UIS opositores, nlO ,estaha:n palra

,.- c:u1enta\S, ni. la:s 'exi,gÍ<a'n, ni l,as rendí,an a.1 Comgr,eso, 'quizws

p'0lr mo trecibir tr1em'cnldos de'Slenlgaños; fLnalm,ente, ta"m1poco 31e s,u}etalba'n á .glosa lai3 pooa,s y 'm,aj}a,s que solían en:tre,gar algunos émUilos del Gran Capitán, en punto á conltahili1dad, hilen 'en'be'Illdido.

:A:grégueSle: á lo a'n'telr,ior el olí'mpic.Q des¡plant'e con que I

'cil .pron:uncia,da que sUlb1ía, al poder, ,desconocía l,a,s, ~ell'das del ene'mi'ga caíldOl, por sa,¡gra-da,s que 'eIla3 fue 3te:n, .sin pt~,rjuióo

de ,contrare;r otras nueva3, que ,el sUlcesor Jorza\do se enCarga­rÍlaJ de ,des'c'Onoc'er leÍ ·s u vez.

:Con dcór IqUe la 'niación no 'pa,g,aba 10 que debía, sohra pa,raexplicar pOI ,qué no Igozaba de ,c'rédito.

iMlenüs ,mal si tod<llsl lat3 deudal3 Ique se de.s.con'o!c:ileron ódeja'rO'n insoluta's durante tel 'la,r.go períüdo ,de anarlquí,a y en 10's pr,~mleros años 'del r,esltabh~\óm,iIClnto dc la Repúblioa , hUlbi,eslen sido dd género de la, proccdcnte.3 ,de la Inter­vención, .pUC'3!to que la nlUl.idad dc 6sta,s h1. sido rl~ 'conOlcida

por pro pios 'Y 'extraños,; perOl había olna,s que ,:;i de.:;.ue 'el

punto ¡de 'vista' del partido liberal ve-noedor lena,n i1egÍ'bi:m:a:s, por ha,hedas contraído los gdbiernos d~ ,helcho! y 10s jefes ('n c<lImpañla pertene1oien!t,Cis' al bando opne.5.to, pa'ra bs extran:­jeros que Ihaibia'n procedi,do ,de buena fe,eran fir,mes y . valle­der:a'sl; y a.l Vl~'rlaSó de'3Iecihadas, ar,rajahan la r,e:Slponsabilida'd sob:re ¡el pais, ponque no p'oldí'an comprender la distinción 'su­til que h,a!bía en:tre ,a:utoridla,de3 de h .echo y autori,délJdeiS' de derleClho, ni ,estaba-nen ,rigor oIbEigados á comprenderla, tan­to m'cnoscuanto· Ique . en la ·m·ayoría de 101s ca,sO's, ge les halb!íla tomadol por fU'erza .Jo 'que lJ1eda'maban.

Enti,énda:3ebien que no di,Sóculümos la JUSlticia ,queen

ptrinci.pio alSd'.5tÍa al Goibil~¡fniQ legítimo, para des·echar las re-

4-SEGU:-.IDA PARTE.

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-so --~

dalm,aciunelS: pfoc;edentes ,de ,contratos laa u9tClldü:s s'in coac'Ción con los revoHüsüs, ó .dIe dañü3' ,C'ausardo3! :por éstos.. T¡f'a;emo,s al ,diebalt'e :elSta cuestión, pOI1que elLa dem:ue,.s.tra y pone ,de re­EIC'v,e ,cómo 'Se 'suho¡-;dina:han le'IlItO'llic'es 10181 heClho~ á lla's pala­bra's. Cilertaim'ente, al ,deslconocler taloes deudas, Ira RepúblÍ>ca

r'eivindioaha un ·d'c!r'e,clhO' penfectü y fUlera .de ,dis:cu>S1ón, eua·! 'eS ,el ,de no pralglalr 1.0 que no Sic derhe; la j ulsücia y lla dignida:d 'eI.3italban' :á ¡salvo. :M·a's como .los capitalistas extrarnjeros y ta'mtbién 1031 del paÍ,s,no veÍarn la,s, COSla¡s ni ·del :mismO' mOrd~;

ni: con i'gluall: c1a,ridad en ,ese ,litigli:o>, en ,ca'so de duda y de ~ peligrO' palfa.3U3 dineros, opta/ban 'por 'cerra'r suscaj a's á todlQ m~lgociom,exiiC>aniQ, con triple vuelta de . llave ; y el re:srultwdo práctico lerlal que la, nalC'i,ón 'sle moría, de :dres'cnédito, ,OOIn, toda

JI3; razón desiU pa·rte. ,Fulé pneciso .que la, reputa'clión 3in ,m:a'ndha del General

DÍ,az sinv,i,era de ,ga,rantÍa pa,ra 'que 'el .ca'pi'Dall, que e,sl lo má3 tím,i,do y aislustadizo IqU1c' existe, r ,e'cübr,a!ra la . . confianza y SIl! decidi'e:ra á aventuirarsle en nuestra,s emp,resa,;; .

BOlr esta solla razó n, a,parte de otra:.; ,que no vail'en me­nos, pero que no 'Vienen alca:so, fueron siim:pJlc' HteTatura ps,C'udo-paltriót,i,ca, sinfundCl.,meni-o práctitco, 'cuanta,s ob}e­óone,s se hicieron aJ r'C'conocimiento y liquidalCión de la,s deu· das de ,Mléxilco. Suponi/en.do,.3in · c'oln'cede!r, q:ue se huhie,3,C! paga,do algo 'miáis, . ,de lo ,est,rictamente jaMo y equitativo, nunca tenrdl1em03 con 'qué premiar -la Iharbilidald del General D'Íazal 'rielconOC'cf como deudas de la N,aiCirÓn, la,s, contra,Íldas en 6r:cull'.s'iancias :ac:¿IP'table,s" porque no.sólo rehabilitó de un Igolipe con e.s,e Ira'Sigo geni,al lel 'crédito. ,de México, a'rrui,ua­do al 'pa'nec'er irr/em,e di alb l/cimiente, sino Ique 'r'eallizó untO -de 101)

neK'Üciü'; .máls p:roduct'i'vQs y r ,edollidos para ,el pa.Í's, ,que i éstas fechas IhalbrÍ:a' l1e'cuperado3,egur,a,m,ente üOn c'reCe'S 1'0 qure Ihuihi,e'Se 'PIalgClldod~' má's. de ¡harher ¡sido ésto asÍ, que no loO fué. .

Sin ;emha.!rgo, la 'l1estauraIC'Íón delcrédilt'Ol exterior no se podí,a IO'grar- sólo ,con e'l 'fie1cO'nooÍ'mien'tode 1a3 deuda'3, m¡í,en¡tra,s éste fU1es·e pura,menÚe platóni,co: . era indispens,able curri!pEr lo ofl1eddro. Ardemá3, era neoeSlario ,ga,r:antizar sa-

,

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- "

tislfa.ctoria!m,en te la lihertad de traha'}o, la s,eg1Ur'i,d~cL : per~o-

nal 'Vell respeto á ,la, pr'Ü!pi'c'cla,d. En ¡cuanlto á lO! prim,e,ro, 'por haber ¡allida,do 1'0.5 ,gohi1er­

n03 ,annerior,es demasiadalm'ente :fác.iles ,en ' recoÍllÜcelr sin re-. .

pa,liOl .cuanta deluda 'S,e les i.m:poníla, yen pnoldi'ga,r sin p03i-bilidade3 las 'prom,-e,3,a,s . de; pago , habí.amo:s Uega,dlO á, ,a,quella '.:;ituaciórn 'en que na,d'ie prestaba 'Ya un oentavo, ,ni tomaba en serio n!ues.tra,s Q1f'erta's. FQlr ,e,so fulé ,esencia1 Id pnesti,gi'O

-'per3üna1í:s,i:mo de1G1e,llle,r,a.I D.íaz para da'r vai1ür á ' la pri­mera ,promesa, d,e pla:gO' ,que. de 'lltuevacue.nt,a sle hizO'cu nombre del la 'll;a;c.ió n. En cuanto á 1'01 sle.glundo, fué ta.mbién laco.nlfi!anzaque inspi'ra:han 10's 3Jntecedente3' del hO'nnado cief.ensolr di,:! la RJepúih1iüa, I,¡), que a:ni,m,ó á loSl hombr'e:s de 'em­p-r,esa á dejar las industrias, de la guerra y á ar,ri ,es~ar 'sus capitales en las die la paz, lkita'3, y henéfica.s para todO's. No lo ih'ubiemln he,cho si no hubi,esen sabido pede:ctalm,ente qtlic' el General Diaz, aun en c3Jm,paña, había ouidado si,empre de no ll'eslionar l'Üs ;,nvelre,ses d,c los habi tan-tes' pacifi.co.3.

COMO RJESOLVIO E :L PROBLE¡MA ·HIACENDARIO

En 10econó,mlÍco, base ,de todo 1'01 de,m'áI3, el programa concebido y deSla,rroUadO' por le1 ~ Gene.ra!l Dílaz, puede resu­mirs'e CliSIÍ': orga:niza'r 'Y 'purilfica!r la administración die 10's, fondos pÚlbli,cos; .fom1cnta,r y e·stimulla·r las a'ctivid3JdeiS' dehi­litaldas 'Y c.re1ar nuevas; no pro m,eter imposib1,es, y cubrir rle­li.giüsam'eill,te 110ls compromisos a,clep1J3Jd-ÜiSl. H le a'q ui ün pr0-glrama ta.n s'encillo de exp'Üner, ,com'Ü diJíci1 de r,ealiz3Jr. Vlea.moscÓlm'O lo 'llevÓ' á 1:3.1 pr:ácüca su autor .

. hdoptó definitiva, y fi~memen tJ.~ el si3:tema, de concen tna­óón ¡de ouentas, 'Y l'a ,conta;biEda·d por ·parti,dal doble, ,que ha­bí'3J :s,i,do mat'eria j 'e Iprolij as di,S'c'U sion e s:, de p3Jrte de los na'cendÍ'st3Js del paÍ's, duraint'c el medio si'glo en que no: Sl2

pudo, ó m!ás bien, no s'e lqui,so s¡a;her na ve'l1dad triSitÍlsim:a l!::,e esa ,inEallíbole ,manera .de contar hubiera da'do de sí, a:c,er-

.

ca de 103 dcspitfarros, con'cusiones, errores y mal versaci'Üuc's

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que se cometían con l'a's riquezas mi,5,eria,s debie!r,a dedrs/~­de la entonc-es iu,f.olitUrlllada TIladón.

Qui,enc'OntOzc'a el alm,a Ihum!ana, no ·dudatTá de que una de tal s ,faenas ,máJs ruda's y 'olcasiO'nadas á enclcnder nuev.ame'n­te ¡la ,di,scondia, fUIe é~ta de oh11gar á :los- funcionarios de ha­óendélJ del antiguo 'négimen, á r-endilr cuenta!s da:ra,¡s y limo. pi:a,s de su ·mane1jo. Considér:ese Iqule los m'exicanos' somos por idiolslinicra,¡cia ene'm1gosde ha,c1C,r cuenta.; 'que nO' '.5Iean ,

alegr'es; y añádla,sle .que por 'e:fecto de una de tanta3 vidos,as tra,di'C'iones de la época 'coloni'a,l,., igle'llleradoras, ,del ·morbO' de la~ e-mipll e om,aní a , que IclS quizás la pe!or -de las ta!rla's hcr'edadélJ .. , de l03c'O'nlquiSltadores, pOlCOS 'empleaJ.os fis'cales había qu'e no creyeslen con dellkios'a ingenuidad, qu.e' se l,es habia cÚ'l1fiado el m ·anejo de 10'3 cauda1lclS! púhlicos, no panli q~:l~ les recau­dasen e3icrupu1101slam!ent,e y los ,a,¡pI.i1ca:3fcn á '.su :fin; propio, con 110 rr.enor pureza, 'slino pa,na 'ql'le ',5:e apn',vecna.;:en de ellos: y lo~ di~-frullase:n ¿" su antojo. Ta:mbién ;la~¡3. n~'_:ch05 goher­'nI3Jntes qUe ,consideraban mledia nakura1 y ¡licito de COIBer­V:aJr ·su inlf.1,uentcia: y de adlquli'rk prü3élitos, el de dar y aún 061 ,de vender 1.0'3 empleos de haJóelnda, ocTrando ojos. y o.ído ~ r·es'pecto de 'la conducta del a glr a'Ci,a do.

Así pue's, 'el esltarblletcimi'ento de un buen si:s¡tema de ,con­taihilli,da,d ,fiiscall y la: ,mo.ralliza.c·iónde los em'p['eado3 públkos, deben considena,rs·e ICJo/mo ,m1edios, pr:i:ncipailisiimi03I 'entre los

/ que s,irv,i:e:ron efica,zm'entle par,a logr'atr la regen1era:eilÓn e-oonó­mitca de ·Mléxi·co, y tr'a1ernos, desdea,queillos hi·stÓtri.c:os< tiem­pOf3ien Ique no se hadan C'uen'ta's .ó se u3aha,¡ paJra: hiéllcerl.a:3 lCl ,método dell buencuheU-:D, á esta ·c:r.a de integri.dad y

'Orden, en Ique 'sle; llevan l.os libraS! ir'reprochatb1Ie·mente, en ' ,cuanto al ·método, 'Y pOlr ,telJégraJÍÜ', en cuantO' á la: napi,dez die ,conc'e'nltración,d,e m,anlera que -e[ JeÍlc' del! Estado pue­da Isabc!r en cUlailquiler Imomlento, al, detaUe, al1 'céntimo, 'c'uál 'e's la: ,sitmadtÓnexaJotadC' llals. finanzas púh1icats. Cons,ecuen­da nat'uraJl y fiQrzlolsa ,de este sist,elm1a aldmin is:trativo, ha '3ido lla ,desatp:arilCJión pa:ula,¡üna del tipo cOllronila.1 ,de em!piLeéVdo ·i,uc1pto, OOTItcu:3:ionaJr:io é infid, que ahora 'c1s una excención cada díla rnJá,s raITa lentre nosotros.

,La segunda ,parte del 'progr,alma, est.o es, el f.o.mento de

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a'3 fUlellite:s .conlOci,das. de la rilqueza nalCÍüna,l :y la a petrtur a fCi IÜltra'S nlueva:3, 3e' deSla.r~roUó ~no 'm'enos lógi.camente.

Para: que pa¡SJara de J.a' ,ca;te,gor'Í.a; .de l,ey¡e1nida á, la de fe­liz reali,da,¡d 113. riqueza ,del paJÍ.s,eran inlF3p-el1S1'lbles tr~s

cosas: oll"'den, célIpit'al y ,com'u:ni.ca1cionc:;, La., dos primlc:ras formaihaln 1003 térmi n0'3 elle 1 -ir'e,m,endO' y fat:ll círculo vicio~o qu,e na,¡di,e lhaibíla alm~rtClJdo á rümlper; la, te;cera consti tuia la formiidaible ,i'Ilic'ólgnita: que' el Genle1ral Díaz . de.s1pejó ict1allHlo gluia:do por sU' sentidO! ptiáJc:tko y ·por su conoci-mi,e:nto dd pús é insprir'wdo por su f'e en el puehlo m.exicallo. '3e decid~ó á fu·mlar ¡el 'ContrClJto de3ubv,end,ón de nuestro primer f.eT:ro­.carril, iIIliteifin:a'cional, si!n oontar :cln eS03 mnn.!ento3 con nin­g1Ú'll' !l1eIC'Ulrso pa'r,a 'paJga;r el SluDsi,dio ofrlecido; pero tenía, en -ca,mbio, la segUlrildla'¿' de que los cDer.rocaü.rih~:3 ilmposibilitarían }a g.u:ell"';nal 1C!Í1vi1 y f,cllmle'll'ta:rian' d · traJba:jo.

y no se equivocó el vidente 'c!Sltaldista, 'PUe'3t.o que gra,c-ia:s á 3'1.11 g,eni'a1 3Jtrevim:i,ento, aJdemlá'3 de habiclr3Je cUlmipli.do 'ese que entollloe-s. p<lJr,cció ahrumador Ié ilns'olulble Icompromiso, se !han ,pIOld:ildo IcontraJe!!" y üuhr!k mláJs t3Jrde, con e'.5IÍ'Ue:rzo, pe':o s,in sa,orifido, otros anlMiog¡a s que m1antam á c,e'llte'll'ar~:> de millones de pes o3, tran:31forma;do3 hoy ,en fe.rrocar,rÍ'lles, tdé­grafos y tOlda: da,se demejora!¿. públ,ka,sde inmensa tras­c endlenoi,a, qUe h3Jn se:nv i dO' Ip a;r.a d¡clsarrolla;r llIait'u.r a: 1 y rá -pid a,m'ente, las f1u'erza;s viva3 del ¡paÍ's y pa,ra garaniÍlzar el onden, lo ,~u.e .e\qurvaJe á; -de C<ilr que el funestO' dnculiO VitCÍO'3<)' que nos alhro¡g¡alba, ,está roto pa1ra; S~elmp're.

En ,efecto :es evi,denk qUe' la, faciEdad' de co municació n y , . , en 'g;enelral, 1a'3 gra'ndesmejor.a,s na'CÍona¡les, <lJl a:c,ercar y po­ner en conta:c'to á los ITlic'XJi,can'03, 'han rea1:i,z¡a¡do el ideal de form¡a;r una federalción , y a ¡no teó rica 'J' :por la fuerza de la ley, 3,illlOI PQls~ltiva .y ,f¡undada ,en l,a comunidad de intenes'.2·,3. y de volu'llItaJdF3, y por lo mis,mo, .fuerte, 'prósper,ai y

r'eslpic't'ab le.

AiSlÍ< es como ·al Ipiíe del pueri'l ,penS!aJm'i,ento eLe L,~ido:

"Entre la debilidad y la fuerza, el desierto," lel General Di .. az. ha: e31cnito Icon el Idocuen:te llellí~ula~,e de 10.3· "nc.c.hos, '':.:;te her­mi0i30 cüm,entario: Para no temlbla,r ant'c: h fuerz¡al ajena,

.:~~ j)TeC'Í3o sie'- {~lerites. La 'uni·ón 'Y ~'i riqui"z :\ Jan !a f'~erz:l ~

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. . .

e~ al.s1am,ilentlÜ' debilita y e1' lPlQthre,c~: bO ~ relT~0 '. púe:;;:, \ 103 . ' .

de::, i f; :rtbs de ~ll, (' s tros 111 étp3. 3 , ,

y ta:nto y baln bi:en 'ha t'rahAj a'¿'o este g ,ran mexÍtcano en aoenc,ar .á los hombres ·de huena vol,untaJo, que a;dic'niás de uni.r ,en ka tennaol abrazo á los habi t'aJll tes de nu,eSltralS' re­m,ata:s fronteras, al ahrir Ja.s puertas. de ,lla aduan;a de S3Jlci.na Cruz y de Puelrto Mléxico a,I comlc:roCÍodel mundo, 'ayudó con -ello á 1'013 ¡Duelbl,oisde ambos. h emi's.ferio:s á encontrarse más - .

pronto en: ISiU ,caminO'. All Gierner:al Diaz estaba reservado7

quitalr el obstáculo que deSlva:neC>Íó ¡el de1i,rirO de Colón, cuan " dO' hus,calba; .el paBo halCÍa las 1 egendarria;s' In;dias; pero hahían de ¡correr ,cua:DrO si,glo3 ;ant,es. de que ahder,a: ;eSie paso Ul1c,au­di,110 del puelblo ,colllquista'd1o y e2Cprorliado á ·ca'U5,a ck~,l tr.oPle­Z'O qae ·el A!llmriran:te grenavés h3.lI.1ó en c::n cam,ino.

Sin emh argo , eJ :Genera,!1 Díaz debía tropeza'r eH el SUYIO, an:tesde co nsidena¡r 'slufic,ilcntemellite e3tab~e v comnleta su

~ . obra, con Ifo.rmi.dable3 dilficultades, tal'Es como la's qUe halló en :mat'elria fi¡n3.lllrci·era y v,enoió ¡por s,egunda, vez al encar­garse n.ueva,men te eLcil Poder Ej ecuüvo, ter- ¡ninada I.a adl1Ji-

nistraJcilÓn d~'¡ General Gonzá1.ez.

P luede deci'f.s,e 'que 13.1 situación era: len tal momento, si no ,de.s'espe,rante, má,s ·difkil y angustiosa 'que nunca, porque ha:biama;yrores .comprOlmis os 'Y .ponque en la ·tr:emenda pa.rti 'h sle habia: empeñado y3.1 la última' probaJbilida,d de tr.~unf .. ) q11'e

nosqueda:ba: el pre.s'tÍrgio del Ge'fileral Diaz. Pt'ro 'este hom­br,e extraordina,rio se agi,ganta en pI1eS,eflCi~, del peEgrü. Gr:a­CrÍ.a,s á dIo, .dur,ante la t'errible década dd 84 al 94, guia,do .po!"

su g c:nio y .soste.nido 'Por .su poderoso car;Íc.ter. puso á prueba ' de tal m¡QIdo '3.US ·capa.cidaldes yde.s:pl:egó ta.!e5 enerrgías y ha-,

Lilildades, Ique .adem,á,s de reparar las ;)érdi da5, 'ogró redi-~;" a r de nuevo la m'aJraha .de 10'Y negocios público3, y oonSQ­Ed:tr satisiÍ.a'ctoria:m:cnte -las ha'3le3 de 1:1 pto3pcri.iaJ na-ciol1?.l, hasta oihtle.llIer la ,inmensa victoria de '. '-lucal finalizar lesa

I .

décaJda en 'que s,e deódioÓ el porvenir d~ ~léxico! todo , peligro haJbíla des!a,panecido, y sólo .restaba pC'f'f,ecriünar y engran-

decer la obr.a. •

H 'emos 'expue3to en .q1:lirntae.3enciada síntesis, l03princi­pios funda:m,ental'e'S de la 're~enc,radón económi'ca del país,

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-55-

en la cua,1, ,desc.anrsa'n -el engrandec·ilmiento a,ctual de la patri3. mexi'cana y .el ·futuro, Heno de 'haJla.¡ga,dora3 prO'mesas. R2'SU·

mi'endO' 'e:sta parte, la má3 aldmi'rab1,C' de la Olhna' del General DiéllZ, 'nestüta que Sle han negadO' á co nseguir 10:s E,igl1icnte3 asomb.rosos ,roes,ultadüs, ' que 3ün la mle}or g,a,rantíade la e3t'a.­biEdald de la paz:

Rdorm;a ,r.a,di,ca1 'Y sapi'c'nrtísima, distribuci,ón ¡equitativa y disminución de 10:3. im'pue3to s; li'quidació n y ,a,rreg10 oom,ple­

J o, dc,fi'ui t]vo y v,entClJj 0'300 de l,a deuldClJ pública; orden y p-ur1eza 'en laadmini3!iralción de ·llas rentas na,eoi.ona1es; nivdación de los Igastüs con 1a,sentrad1as, 'que allá .por lro.3 años ',3letenta aJpenClJs lle.gaban á ca'tofice ·millone3 ,de pClsos, y ahora exc'c,dell de den millones; 'Y ,creación de un f.ondode re3:erva, cm constante é inm;edi3!ta di,sponibi.Iidad, qu .~ actmúrnentepasa de Slet'c-nta miHone¡s de pesos.

Tales ~3:on, en sílntesis, los idea.¡le.3 que á.ollIs'pifiéllron la •

obra po1Hica del '3:eñor General Dlí'az, y 103 fi,rlmÍlsimos fUiflida-mernltols en qu.e ·descansa .

. Bero Ic'sta IClIbra n03 i,mlpone á todos lols m'ex'icamos un gra'n deibe,r, nos:ó10 patrioÓtico, :3ino ·de .gn-a'ÚÍtud: conser­

varla y m ·erecenla. ·México, 6ept~lemlb,lie de 1907 .

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~ Gran condecoración especial por el asalto y toma de Puebla el 2 de Abril en 1867.­~ruz de primera clase por la campaña contra la Intervención y el llamado Imperio.­:-,ruz del Estado de Yucatán por la campana contra los mayas rebeldes.-Cruz por la de-

ensa de Puebla en r863.- La placa correspondiente se ve abajo á la izquierda del ~rabado .-Medallas de honor: del Estado de Guerrero por la campaña contra la Inter­..... ención.-Por la batall a deIs de Mayo de r862.-Por la defensa de las cumbres de Acult­=mgo en Abril del mismo anO.-Del Estado de Oaxaca por las batallas de Miahuatlan y ..a Carbonera y por la torna de la capital del mismo Estado.-Por la ~~talla de Pac~uca ~n r86r.-Del Estado de Puebla, por la campana contra la IntervenclOn y el Impeno.­=>Iaca de la Cruz de Constancia de primera clase.

El General Díaz posee, además, una condecoración por la guerra de Reforma , y mu­- has medallas honoríficas y diplomas nacionales y extranjeros , civiles y militares .

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Gran condecoración especial del Mérito Mi litar, decretada por la Representación Nacional para recompen"ar los inestimables servi cios que como defensor de la patri a ha prestado el General Díaz, y muy parti cularmente, el de haber reorganizado el Ejér­cito Mexicano.-Band.3. Presidencial. única y sencilla insignia de la alta investidura del Primer Magistrado de la República.-Cruz de Constancia de primera clase .

Curioso grupo de las principales cruces y medallas que posee el General Díaz, he­chas en miniatura para que pueda ostentarlas juntas.

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Gran Gruz y placa de la Orden de Carlos 111 de Espana.-Gran Cruz y placa del Mérito Militar. Igual procedencia.- Gran Cruz y placa de la Orden de la Torre de Por­tugal.

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Gran cordón y placa de la Orden de la Legión de Honor, conferida por el Gobierno de la República Francesa.-Gran Cruz y placa de la Orden de San Estéban de Hungría , conferida por S. M. A. el Emperador de Austria y Rey de Hungría , Francisco José 11, hermano mayor del Archiduque Maximiliano.-Gran Cruz y placa de la Orden de Leo­poldo de Bélgica, conferida por S. M. Leopoldo 11, Rey de los belgas y hermano de la Ar­chiduquesa Carlota, esposa de Maximiliano.

Estas tres condecoraciones tienen excepcional significación. La de la Legión de Honor se le concedió como honrosa excepción á pesar de haber hecho armas contra el Ejército francés .

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Gran Cordón del Aguila Roja de Prusia, conferido por S. M . 1. Y R. Guillermo 11, Rey de Prusia y Emperador de Alemania .

Gran Cruz. collar y placa de la Orden del Bano, conferi~a por S. G. M. Eduardo VII, Rey de la Gran Bretana y Emperador de las Indias.

Gran Cruz de la Orden de la Espada, conferida por S. M. osear 11 de Suecia.