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I. INTRODUCIÓN. Desde su aparición los antibióticos han sido y son una importante arma para el tratamiento de muchas dolencias infecciosas, algunas de las cuales causaban gran mortalidad, y su uso permitió disminuir en forma importante y notable la morbimortalidad de alguno de estos males, por ello se pensó en forma equivocada que muchas de estas dolencias iban a desaparecer. Los antibióticos en palabras sencillas son sustancias producidas por varias especies de microorganismos (bacterias, hongos, actinomices), que suprimen el crecimiento de otros microorganismos y eventualmente pueden destruirlos, a comparación de los quimioterápicos que son sustancias con actividad antimicrobiana (microbicida o microbiostática) con toxicidad suficientemente baja como para poder ser administrados a un organismo por la vía adecuada, hasta alcanzar y mantener concentraciones eficaces en los tejidos El mecanismo de acción de los antibióticos no ha sido conocido de forma científica hasta el siglo XX; sin embargo, la utilización de compuestos orgánicos en el tratamiento de la infección se conoce desde la antigüedad. Los extractos de ciertas plantas medicinales se han utilizado durante siglos, y también existe evidencia de la utilización de los hongos que crecen en ciertos quesos para el tratamiento tópico de las infecciones.

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I. INTRODUCIÓN.

Desde su aparición los antibióticos han sido y son una importante arma para el

tratamiento de muchas dolencias infecciosas, algunas de las cuales causaban gran

mortalidad, y su uso permitió disminuir en forma importante y notable la morbimortalidad

de alguno de estos males, por ello se pensó en forma equivocada que muchas de estas

dolencias iban a desaparecer.

Los antibióticos en palabras sencillas son sustancias producidas por varias especies de

microorganismos (bacterias, hongos, actinomices), que suprimen el crecimiento de otros

microorganismos y eventualmente pueden destruirlos, a comparación de los

quimioterápicos que son sustancias con actividad antimicrobiana (microbicida o

microbiostática) con toxicidad suficientemente baja como para poder ser administrados a

un organismo por la vía adecuada, hasta alcanzar y mantener concentraciones eficaces

en los tejidos

El mecanismo de acción de los antibióticos no ha sido conocido de forma científica hasta

el siglo XX; sin embargo, la utilización de compuestos orgánicos en el tratamiento de la

infección se conoce desde la antigüedad. Los extractos de ciertas plantas medicinales se

han utilizado durante siglos, y también existe evidencia de la utilización de los hongos

que crecen en ciertos quesos para el tratamiento tópico de las infecciones.

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II. OBJETIVOS.

Conocer la historia del descubrimiento de los Antibióticos.

Establecer la diferencia entre antibióticos y quimioterapéuticos.

Conocer las principales características de algunos antibióticos.

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III. MARCO TEÓRICO.

ANTIBIOTICOS Y OTROS AGENTES QUIMIOTERAPÉUTICOS

1. ANTIBIÓTICOS

La palabra proviene del griego, anti, ‘contra’; bios, ‘vida’, y un antibiótico es cualquier

compuesto químico utilizado para eliminar o inhibir el crecimiento de organismos

infecciosos. Una propiedad común a todos los antibióticos es la toxicidad selectiva: la

toxicidad hacia los organismos invasores es superior a la toxicidad frente a los animales o

seres humanos. La penicilina es el antibiótico más conocido, y ha sido empleado para

tratar múltiples enfermedades infecciosas, como la sífilis, la gonorrea, el tétanos o la

escarlatina. La estreptomicina es otro antibiótico que se emplea en el tratamiento de la

tuberculosis. En un principio, el término antibiótico sólo se empleaba para referirse a los

compuestos orgánicos producidos por bacterias u hongos que resultaban tóxicos para

otros microorganismos. En la actualidad también se emplea para denominar compuestos

sintéticos o semisintéticos. La principal categoría de antibióticos son los antibacterianos,

pero se incluyen los fármacos antipalúdicos, antivirales y antiprotozoos.

1.1. DESCUBRIMIENTO DE LOS ANTIBIÓTOS.

La primera observación de lo que hoy en día se denominaría efecto antibiótico fue

realizada en el siglo XIX por el químico francés Louis Pasteur, al descubrir que algunas

bacterias saprofíticas podían destruir gérmenes del carbunco (enfermedad también

conocida como ántrax). Hacia 1900, el bacteriólogo alemán Rudolf von Emmerich aisló

una sustancia, capaz de destruir los gérmenes del cólera y la difteria en un tubo de

ensayo. Sin embargo, no eran eficaces en el tratamiento de las enfermedades. Dejes

Luis Pasteur (1822-1895), francés, creó la vacuna contra la rabia. Pasteur

desarrollo la teoría de las antitoxinas e hizo investigaciones en el campo de

microbiología y medicina preventiva en los animales. Von Behring (1890) descubrió la

antitoxina diftérica. Joseph Lard Lister (1827-1912) empleó el Fenol para destruir los

microorganismos en la sala de operaciones (quirófano). Antes se utilizaban otras

soluciones antisépticas como el perganmanato de potasio, el peróxido de hidrógeno

(H2O2) y el yodo.

Siglo XX

Es en este siglo en el cual se producen los más importantes descubrimientos

sobre el cómo atacar a los agentes infecciosos, ya sean estos de origen bacteriano,

viral o protozoo. Es en este siglo que científicos tan relevantes como lo fueron

Alexander Fleming, Paúl Ehrlich, Howard Florey, Ernst Chain, Selman Waksman y René

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Dubos presentaron sus importantes trabajos relacionados todos con los agentes

infecciosos y su forma de atacarlos por medio de algún tipo de sustancia, las cuales

más tarde se le llamarían antibióticos.

En la primera década del siglo XX, el físico y químico alemán Paúl Ehrlich ensayó

la síntesis de compuestos orgánicos capaces de atacar de manera selectiva a los

microorganismos infecciosos sin lesionar al organismo huésped. Sus experiencias

permitieron el desarrollo en 1909 del salvarsán, un compuesto químico de arsénico con

acción selectiva frente a las espiroquetas, las bacterias responsables de la sífilis. El

salvarsán fue el único tratamiento eficaz contra la sífilis hasta la purificación de la

penicilina en la década de 1940.

En la década de 1920, el bacteriólogo británico Alexander

Fleming, que más tarde descubriría la penicilina, encontró una

sustancia llamada lisozima en ciertas secreciones corporales como

las lágrimas o el sudor, y en ciertas plantas y sustancias animales.

La lisozima presentaba una intensa actividad antimicrobiana,

principalmente frente a bacterias no patógenas.

La penicilina, el arquetipo de los antibióticos, es un derivado del hongo Penicillium

notatum. Fleming descubrió de forma accidental la penicilina en 1928; esta sustancia

demostró su eficacia frente a cultivos de laboratorio de algunas bacterias patógenas

como las de la gonorrea, o algunas bacterias responsables de meningitis o septicemia.

Este descubrimiento permitió el desarrollo de posteriores compuestos antibacterianos

producidos por organismos vivos. Howard Florey y Ernst Chain, en 1940, fueron los

primeros en utilizar la penicilina en seres humanos.

Florey investigó la actividad biológica de diversos mohos y bacterias, y eligió la

penicilina descubierta por Fleming para sus investigaciones. En 1940, gracias a la sólida

formación química de Ernst Chain, consiguen aislar la penicilina. A partir de este año el

fármaco comenzó a aplicarse en seres humanos, pero su uso no se generalizó hasta la

Segunda Guerra Mundial, cuando la necesidad de curar las heridas de los soldados

hizo que se aplicara en diferentes soluciones.

Fleming

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La Tirotricina fue aislada de ciertas bacterias del suelo por el bacteriólogo

americano René Dubos en 1939; fue el primer antibiótico utilizado en enfermedades

humanas. Se emplea para el tratamiento de ciertas infecciones externas, ya que es

demasiado tóxico para su utilización general. Los antibióticos producidos por un grupo

diferente de bacterias del suelo denominadas actinomicetos han resultado más

eficaces. La estreptomicina pertenece a este grupo; fue descubierta en 1944 por el

biólogo americano Selman Waksman y colaboradores; es efectiva en el tratamiento de

muchas enfermedades infecciosas, incluidas alguna contra las que la penicilina no es

eficaz, como la tuberculosis.

Desde la generalización del empleo de los antibióticos en la década de 1950, ha

cambiado de forma radical el panorama de las enfermedades. Enfermedades

infecciosas que habían sido la primera causa de muerte, como la tuberculosis, la

neumonía o la septicemia, son mucho menos graves en la actualidad. También han

supuesto un avance espectacular en el campo de la cirugía, permitiendo la realización

de operaciones complejas y prolongadas sin un riesgo excesivo de infección. Se

emplean igualmente en el tratamiento y prevención de infecciones por protozoos u

hongos, especialmente la malaria (una de las principales causas de muerte en los

países en desarrollo). Sin embargo, los avances han sido pocos en el campo del

tratamiento de las infecciones virales.

En la actualidad hay una gran variedad de antibióticos para atacar una enorme

diversidad de infecciones bacterianas, y a cada momento se está trabajando para

encontrar y descubrir nuevas sustancias antibióticas más potentes y generales. Desde

que se descubrieron no se ha dejado de estudiar sus características, ni de llevarlo lo

más pronto posible a la práctica para poder ver sus resultados en los humanos. Desde

aquella Penicilina de Fleming hasta los antibióticos de hoy se ha pasado por muchas

horas de estudio y experimentación.

Florey Chain

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1.2. CLASIFICACIÓN

1.2.1. Según su efecto.

Efecto bactericida.

El efecto bactericida consiste en producir la muerte del microorganismo

sensible. Los antimicrobianos bacterianos actúan en la fase de crecimiento

logarítmico bacteriano.

Los antimicrobianos bactericidas deben administrarse siempre en infecciones

graves, cuando se necesita la muerte rápida de los microorganismos para

controlar la infección, y cuando no se cuenta con un sistema inmune adecuado

para detener el proceso infeccioso. Ejemplos de enfermedades infecciosas

donde deben utilizarse antimicrobianos bactericidas lo constituyen la

meningoencefalitis purulenta y la endocarditis infecciosa, también se utilizan en

el paciente con fiebre y neutropenia, o en casos de infección en el paciente con

SIDA.

Efecto barectiostático.

El efecto bacteriostático consiste en producir la inhibición del crecimiento

bacteriano; mientras tanto, se espera que la inmunogénesis aporte los

elementos defensivos necesarios para el control de la enfermedad. Por lo tanto,

estos antimicrobianos no deben indicarse al paciente inmunocomprometido.

Actúan en la fase estacionaria de crecimiento bacteriano.

Algunos antibióticos poseen efecto bactericida o bacteriostático según la droga

actúe in vivo o in vitro, y según la dosis administrada. Por ejemplo la

Anfotericina B, tiene efecto fungistático in vivo y fungicida in vitro; la

estreptomicina y la eritromicina tienen efecto bactericida cuando se administran

a altas dosis y efecto bacteriostático si se administran a bajas dosis.

1.2.2. Según su espectro.

Antibióticos de amplio espectro

Actúan sobre una amplia gama de bacterias grampositivas y gramnegativas, y

también contra Chlamydia, Mycoplasma, Rickettsia, Espiroquetas y

Actinomycetos. Ej: tetraciclinas, cloramfenicol.

Antibióticos de espectro limitado

Actúan sólo contra cocos grampositivos y gramnegativos, bacilos grampositivos

y espiroquetas. Ejemplo: penicilina.

Antibióticos de espectro reducido

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Actúan sólo contra un sector limitado de gérmenes.

1.2.3. Según su mecanismo de acción

Antibióticos que afectan la biosíntesis de la pared bacteriana

La pared bacteriana es una estructura que protege a la célula de los cambios

osmóticos del medio externo, le confiere forma y rigidez, y contiene elementos

patogénicos característicos de cada especie.

La composición química de la pared celular varía de una bacteria grampositiva

a una gramnegativa. Sabemos que la pared de las bacterias grampositivas está

formada por una capa de 50 a 100 moléculas de espesor de peptidoglicano,

mientras que el peptidoglicano de las bacterias gramnegativas es sólo de una o

dos moléculas de espesor, además de una capa externa de lipopolisacáridos,

que está ausente en las especies grampositivas. El peptidoglicano está

formado por largas cadenas de polisacáridos en las cuales se alternan en

forma lineal N-acetilglucosamina (NAG) y ácido N-acetilmurámico (NAM). Estas

largas cadenas están unidas en forma cruzada por puentes peptídicos

mediante enlaces amida con los grupos D-alanina del ácido N-acetilmurámico.

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Betalactámicos

Los betalactámicos son un grupo de antibióticos de origen natural o

semisintético que se caracterizan por poseer en su estructura un anillo

betalactámico. Actúan inhibiendo la última etapa de la síntesis de la pared

celular bacteriana. Constituyen la familia más numerosa bactericida lenta,

relativamente independiente de la concentración plasmática, que presentan

escasa toxicidad y poseen un amplio margen terapéutico. Su espectro se ha

ido ampliando a lo largo de los años por la incorporación de nuevas moléculas

con mayor actividad frente a los bacilos gramnegativos; pero la progresiva

aparición de resistencias adquiridas ha limitado su uso empírico y su eficacia

en determinadas situaciones.

Clasificación:

El espectro de los betalactámicos incluye bacterias grampositivas,

gramnegativas y espiroquetas. No son activos sobre los micoplasmas porque

estos carecen de pared celular, ni sobre bacterias intracelulares como

Chlamydia y Rickettsia. La resistencia natural de las micobacterias se debe a la

producción de betalactamasas, probablemente unida a una lenta penetración

por las características de la pared. Se pueden clasificar en cuatro grupos

diferentes: penicilinas, cefalosporinas, monobactámicos y carbapenemes.

a. PENICILINAS

b. CEFALOSPORINAS

c. MONOBACTÁMICOS

d. CARBAPENEMES

Glicopéptidos

Se trata de antibióticos que actúan sobre la pared bacteriana. Actualmente

hay dos drogas en uso clínico: vancomicina y teicoplanina. La vancomicina es

un antibiótico bactericida de espectro reducido (solo actúa sobre bacterias

grampositivas), que se obtiene de Streptomyces orientales. Fue introducida en

1956 pero debido a su toxicidad fue relegada. Hoy en día es una opción

terapéutica importante contra Staphylococcus meticilinorresistente de perfil

hospitalario (SAMAR), Staphylococcus coagulasanegativos

meticilinorresistentes, Corynebacterium JK (multirresistente) y Enterococcus

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resistente a los betalactámicos o a aminoglucósidos. La teicoplanina tiene una

estructura similar a la vancomicina y un perfil de actividad también similar. Los

glicopéptidos son activos además sobre Streptococcus, corinebacterias,

Bacillus spp., algunos actinomicetales y Clostridium spp., incluído Clostridium

difficile.

Mecanismo de acción: los glicopéptidos inhiben la síntesis y el

ensamblado de la segunda etapa del peptidoglicano de la pared celular

mediante la formación de un complejo con la porción D-alanina-D-alanina del

pentapéptido precursor. Además daña los protoplastos alterando la

permeabilidad de la membrana citoplasmática y altera la síntesis de ARN. Sus

múltiples mecanismos de acción contribuyen a la baja frecuencia de desarrollo

de resistencia. Se une rápida y firmemente a las bacterias y ejerce su efecto

bactericida sin un período de inducción, pero solo sobre microorganismos en

multiplicación activa.

Indicaciones clínicas: los glicopéptidos deben ser fármacos de uso

restringido, reservados para el ámbito hospitalario. Se usarán en caso de

sospecha o confirmación de infecciones causadas por los gérmenes

multirresistentes.

Antibióticos que afectan la membrana citoplasmática

La membrana plasmática cumple funciones importantes para la vitalidad de la

bacteria. Entre sus propiedades incluye el actuar como barrera de

permeabilidad selectiva, controlando de esta forma la composición del medio

interno celular.

Los antibióticos utilizados en clínica, que actúan modificando la membrana

celular, son las polimixinas y los polienos (nistatina y anfotericina B)

Actúan como detergentes o tensioactivos catiónicos y provocan una grave

alteración de la membrana celular, modificando la permeabilidad y permitiendo

el escape de aminoácidos intracelulares, purinas, pirimidinas y otras moléculas

fundamentales para la vida celular. Las polimixinas actúan de este modo,

interactuando sobre los fosfolípidos de la membrana celular, mientras que la

nistatina y la anfotericina B son activos frente a hongos, se unen a un grupo

esterol de la membrana que solamente contienen los microorganismos contra

los cuales se utilizan estos ATB.

Las bacterias más susceptibles son las que tienen en su membrana un mayor

contenido de fosfolípidos (gramnegativas). La insensibilidad o resistencia está

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en relación con la impermeabilidad de la pared celular para estos fármacos,

como el caso de las grampositivas que tienen una pared celular muy gruesa.

Todos estos antibióticos son líticos, incluso en bacterias en reposo y tienen

cierto potencial tóxico, especialmente la anfotericina B, ya que son capaces de

unirse con los lípidos de membranas citoplasmáticas de las células de los

mamíferos.

Antibióticos que afectan la biosíntesis proteica procariota

Se pueden dividir en dos grupos, según inhiban la transcripción o la traducción

proteica.

a. Inhibición de la transcripción:

Consiste en la inhibición de la subunidad beta de la enzima ARN polimerasa

ADN dependiente, que lleva a la inhibición de la síntesis del ARN mensajero;

éste transmite la información del ADN, que es necesaria para la formación

proteica normal. Los más principales son:

Los Aminoglucósidos: se unen de forma irreversible a la subunidad 30S del

ribosoma, interfiriendo la lectura correcta del código genético con el

consiguiente bloqueo de la síntesis proteica de la bacteria. La incorporación de

los aminoglucósidos en el interior de la bacteria, especialmente en los cocos

grampositivos, es mayor al coadministrarse con antibióticos que inhiben la

síntesis de la pared bacteriana, como son los betalactámicos y los

glicopéptidos. A pesar de los avances en el conocimiento de la forma de actuar

de estos antibióticos, el mecanismo último de la muerte de la bacteria (efecto

bactericida) se desconoce, ya que no puede explicarse por la simple inhibición

de la síntesis de las proteínas. Puede que el prolongado efecto postantibiótico

que presentan los aminoglucósidos refuerce su capacidad bactericida.

Los aminoglucósidos son efectivos en el tratamiento de infecciones donde se

sospecha la presencia de bacilos gramnegativos aerobios, incluyendo P.

aeruginosa.

Tetraciclinas: Bacteriostáticos policíclicos, de poca utilización puesto que

presentan un espectro de acción muy específico, son tóxicos, y los

microorganismos han aumentado notablemente sus defensas contra éstos

fármacos.

Inhiben la síntesis bacteriana porque se ligan a una subunidad ribosomal e

impiden la llegada del aminoacil ARNt al sitio aceptor

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b. Inhibición de la traducción:

Se logra mediante la unión de la molécula del ATB a la subunidad 30S o 50S

del ribosoma bacteriano.

Cloramfenicol y lincosamidas: Se unen en el ribosoma 50S e impiden la

transferencia, inhiben la peptidiltransferasa y, por ello, la transpeptidación.

Macrólidos: Los macrólidos (eritromicina, claritromicina, azitromicina), las

lincosaminas (lincomicina y clindamicina), los cetólidos y las estreptograminas

son antibióticos que comparten un mecanismo de acción similar pero tienen

estructura diferente. Actúan sobre los ribosomas 50S, impidiendo la

translocación, es decir, el paso del peptidil-ARNt del lugar A al P, previa

Los macrólidos están indicados en pautas de tratamiento empírico de

infecciones respiratorias y de piel y partes blandas adquiridas en la comunidad.

En muchas de estas situaciones constituyen el tratamiento de elección como es

el caso de la B. pertussis, mientras en otros casos constituyen el tratamiento de

alternativa en pacientes alérgicos a la penicilina.

Antibióticos que afectan la síntesis de ácidos nucleicos bacterianos

La biosíntesis del ADN bacteriano es inhibida por dos mecanismos:

Mediante la inhibición de una topoisomerasa, llamada ADN girasa, enzima

esencial para la replicación del ADN. La ADN girasa posee dos subunidades, A

y B; la subunidad B cumple la función de enrollar las cadenas de ADN, paso

necesario para acomodar el núcleo dentro de la bacteria mediante la reducción

de su tamaño. Cuando este superenrollado ha finalizado, la subunidad A sella

el corte en el ADN. Por ejemplo: las quinolonas inhiben la actividad de esta

enzima.

Mediante la formación de compuestos tóxicos para las bacterias, resultante del

poder reductor de los anaerobios sobre el radical "nitro" de los ATB

nitroimidazólicos. Los productos de reducción del grupo "nitro" se conjugan con

el ADN, produciendo su desestabilización y por lo tanto provocando la muerte

celular.

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Quinolonas

Se trata de un grupo de antimicrobianos que derivan de una molécula básica

formada por una doble estructura de anillo que contiene un residuo N en la

posición 1. Diferentes sustituciones, incluyendo la inclusión de residuos de

flúor, han derivado desde el ácido nalidíxico hasta las quinolonas fluoradas. Las

quinolonas son antibióticos bactericidas y actúan inhibiendo la ADN girasa,

enzima que cataliza el superenrollamiento del ADN cromosómico, que asegura

una adecuada división celular.

Clasificación y espectro de actividad: al igual que las cefalosporinas, las

quinolonas se clasifican en generaciones. Si se leen diferentes libros o artículos

se encuentran clasificaciones diferentes. Nosotros adoptaremos la más simple.

Las quinolonas de primera generación (ácido nalidíxico y ácido pipemídico)

tienen actividad sobre enterobacterias y son inactivas sobre grampositivos y

anaerobios. Alcanzan concentraciones muy bajas en suero, su distribución

sistémica es baja y solo se usan para casos de infecciones urinarias bajas por

su buena concentración urinaria.

Las de segunda generación (norfloxacina y ciprofloxacina) son llamadas

fluoradas, ya que incorporan un átomo de flúor y presentan mucho mayor

actividad sobre gramnegativos. La ciprofloxacina es la quinolona con mejor

actividad sobre Pseudomonas aeruginosa. Tienen una moderada actividad

sobre grampositivos, son activas sobre gérmenes atípicos y no presentan

actividad sobre anaerobios. En el caso de norfloxacina, las concentraciones en

suero y tejidos son bajas, por lo que no se usa en infecciones sistémicas,

siendo una buenea opción en el caso de infecciones urinarias no complicadas.

Las de tercera generación (levofloxacina, gatifloxacina) retienen la actividad

sobre gramnegativos y mejoran la actividad sobre grampositivos. Es importante

su actividad sobre Streptococcus y especialmente sobre S. pneumoniae.

Además tienen una muy buena actividad sobre gérmenes atípicos.

Las de cuarta generación (moxifloxacina, trovafloxacina) retienen actividad

sobre gramnegativos y aumentan la actividad sobre grampositivos,

especialmente S. aureus y Enterococcus. Además agregan actividad sobre

microorganismos anaerobios.

Mecanismo de acción: las quinolonas interactúan con dos sitios diferentes pero

relacionados, dentro de la célula bacteriana: la ADN girasa y la topoisomerasa

IV. La primera es más sensible a la acción de las quinolonas en caso de

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gérmenes gramnegativos, mientras en grampositivos la más sensible es la

topoisomerasa IV. Las quinolonas inhiben la síntesis de ADN y a

concentraciones altas también la de ARN. Cuando interacciona con la ADN

girasa, la inhibición ocurre rápidamente, mientras que cuando interacciona con

la topoisomera IV la inhibición ocurre más lentamente. Este efecto es debido a

la habilidad de las quinolonas de estabilizar los complejos de ADN y

topoisomeras II.

Farmacocinética y farmacodinamia: las quinolonas son bien absorbidas luego

de la administración por vía oral, mostrando una biodisponibilidad muy buena.

Las concentraciones séricas alcanzadas con la administración vía oral son

similares a las alcanzadas por vía intravenosa. La comida no afecta la

absorción. Sin embargo, pueden interaccionar con cationes (calcio, aluminio,

magnesio, etc.), lo que disminuye significativamente la absorción.

Las concentraciones séricas máximas son bajas en el caso del ácido nalidíxico,

pipemídico y norfloxacina. La unión a proteínas plasmáticas es baja y la vida

media plasmática varía de 1,5 a 16 horas. La ciprofloxacina y quinolonas de

tercera y cuarta generaciones se distribuyen ampliamente por el organismo,

siendo el volumen de distribución alto, lo que supone que alcanzan

concentraciones intracelulares altas. Su concentración en tejido prostático, bilis,

pulmón, riñón y neutrófilos es superior a la sérica. La eliminación es

mayoritariamente renal en ácido pipemídico y levofloxacina, otras tienen

eliminación no renal (moxifloxacina) y otras presentan eliminación por ambas

vías (ciprofloxacina y norfloxacina). Las quinolonas exhiben actividad

bactericida concentración dependiente. El cociente entre concentración

inhibitoria máxima y CIM debe ser mayor a 10 para obtener la mayor eficacia

clínica y evitar la aparición de mutantes resistentes. Otro parámetro

farmacodinámico utilizado es el área bajo la curva sobre la CIM, que debe ser

mayor a 125.

Efectos adversos: los más frecuentes son los gastrointestinales, que incluyen

náuseas, anorexia, vómitos y dolor abdominal. Se han reportado en segundo

lugar alteraciones a nivel del sistema nervioso central como cefaleas, insomnio

y alteraciones del humor. Artropatía y erosiones de los cartílagos en animales

jóvenes han determinado su uso restringido en niños.

Sin embargo, se han utilizado en niños con fibrosis quística donde raramente

se han observado estos efectos, y cuando se han observado han sido

reversibles. Otros efectos son mucho menos frecuentes. No ha sido establecido

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el uso seguro de las quinolonas durante el embarazo. No deben ser utilizadas

durante la lactancia.

Indicaciones clínicas: es importante que al utilizar una quinolona se recuerde

que existe una relación inversa entre la concentración de quinolona y la

selección de mutantes resistentes, por lo que al usar este tipo de antibióticos

no se debería infradosificar para evitar la selección de resistencia.

Infecciones urinarias: se utilizan para el tratamiento de las infecciones urinarias

tanto bajas como altas. En las cistitis se utilizan quinolonas de primera

generación o norfloxacina.

La ciprofloxacina o levofloxacina se reservan para el tratamiento de

pielonefritis. Las fluorquinolonas se concentran en tejido prostático, por lo cual

son de elección en el tratamiento de las prostatitis.

Enfermedades de transmisión sexual: la ciprofloxacina en monodosis es una

opción en el tratamiento de infecciones por Neisseria gonorrhoeae, pero no se

ha mostrado eficaz en el tratamiento de infecciones por C. trachomatis, para las

cuales se necesitan tratamientos de siete días.

Enfermedades gastrointestinales: la ciprofloxacina tiene buena actividad sobre

patógenos causantes de gastroenteritis (Salmonella, Shigella y otros), y en

aquella minoría de casos que requiere tratamiento se ha mostrado eficaz.

Infecciones óseas: las fluorquinolonas constituyen una opción válida en el

tratamiento de las osteomielitis crónicas por su buena penetración ósea. En las

causadas por S. aureus o P. aeruginosa puede aparecer resistencia

intratratamiento, lo que lleva a la persistencia de la infección.

Infecciones respiratorias: las quinolonas de tercera y cuarta generaciones son

las que tienen buena actividad sobre S. pneumoniae y otros patógenos

respiratorios de origen comunitario. Sin embargo, en nuestro país su uso se

desaconseja, ya que existen otras opciones antes de recurrir a estos fármacos

caros y con un espectro tan amplio.

Antibióticos que inhiben vías metabólicas (QUIMIOTERÁPICOS)

Los quimioterápicos son sustancias con actividad antimicrobiana (microbicida o

microbiostática) con toxicidad suficientemente baja como para poder ser

administrados a un organismo por la vía adecuada, hasta alcanzar y mantener

concentraciones eficaces en los tejidos.

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Propiedades deseables de un quimioterápico

1. Que tenga toxicidad selectiva, es decir, actuar según el principio de “bala

mágica” que daña al microorganismo respetando al hospedador

2. Que sea microbicida, es decir, que mate o inactive irreversiblemente el

microorganismo, provocando la pérdida total de viabilidad. En el mundo real,

sin embargo, hay muchos quimioterápicos microbiostáticos. En estos casos, los

sistemas de defensa natural del hospedador (mecanismos de inmunidad)

hacen el resto, eliminando el agente microbiano previamente inhibido por el

quimioterápico.

3. Los microorganismos susceptibles no deberían desarrollar resistencias al

quimioterápico. Pero desgraciadamente, en muchos casos, al cabo de un

tiempo de uso del antimicrobiano comienzan a surgir cepas microbianas

resistentes al mismo. La quimioterapia es una auténtica escalada de

armamentos entre los microorganismos y los humanos, en los que ante una

nueva arma de estos últimos los microbios pueden responder al cabo del

tiempo con estrategias de resistencia, lo que obliga a un uso racional de los

quimioterápicos, y a una búsqueda continua de nuevos agentes.

4. Que el quimioterápico sea efectivo contra un amplio espectro de

microorganismos. Pero no existe (ni existirá) un solo agente capaz de inhibir a

todos los microorganismos. Algunos antibióticos son de amplio espectro, pero

no son eficaces contra todos los microorganismos. Por otro lado, existen

quimioterápicos de espectro estrecho, pero muy selectivos contra ciertas

bacterias que son patógenas importantes.

5. Que no sea alergénico, y que no tenga efectos secundarios.

6. Que permanezca de forma activa en plasma, tejidos, etc. durante el tiempo

necesario. A ser posible, que sea soluble en agua y que alcance pronto la

concentración terapéutica en los tejidos.

Quimioterápicos De Síntesis

SULFAMIDAS

Los primeros quimioterápicos de síntesis fueron las sulfamidas. Su

descubrimiento y la comprobación de su acción quimioterápica, marcaron el

comienzo de la Quimioterapia con criterios racionales. Despertaron gran interés

cuando se mostró que su mecanismo de acción depende del hecho de que

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funcionan como análogos de metabolitos, actuando como inhibidores

competitivos respecto de cierta enzima.

Las sulfamidas tienen un efecto bacteriostático. Las sulfamidas inhiben

competitivamente la incorporación de ácido paraaminobenzoico (PABA) por su

semejanza química, impidiendo a partir de este precursor, la síntesis de ácido

fólico bacteriano, factor esencial en el crecimiento de los microorganismos.

Cuando la bacteria adquiere la capacidad de producir PABA o de inhibir las

sulfamidas, se transforma en resistente.

La primera sulfamida fue la sulfanilamida (para-aminobenceno sulfonamida).

Zufonamidas: Las sulfonamidas han venido a ser de amplio escrutinio en años

recientes. Sus dosis y períodos de descanso son muy importantes. Como regla

basica, es bueno recordar que en muchos casos “los animales bajo tratamiento

no deben ser sacrificados para su consumo como alimento al menos 10 días

después de la última dosis de medicamento”. Asi también la “leche obtenida de

animales en los últimos 4 días (96 horas) de tratamiento, no debe ser

consumida o usada para hacer alimentos derivados de la leche”. Un tercer

punto a recordar es que las sulfonamidas “no deben ser suplementados a los

alimentos de los cerdos”.

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IV. CONCLUSIONES.

El manejo de los antibióticos sigue siendo un arte, no debe ser considerado como una

simple receta de cocina, el médico y el personal de salud deberán estar en constante

actualización, a fin de evitar problemas de resistencia, reacciones adversas a los

medicamentos, lo que permitirá un mejor manejo de las diversas patologías que afectan

al ser humano.

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