ANTOLOGÍA AL-ANDALUS

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LITERATURA DEL AL-NDALUS LITERATURA RABE-ANDALUS

SELECCIN DE OBRASIbn Suhayd (992-1035)

1. Se tumb borracha y durmi; la centinela amodorrada no la vigil. Me acerqu a su cercano costado La muerte me alcanza como el amigo cuando solicita favores. Avanzando con veo que somnfera, vuelve la cabeza Cuando lentitud la vida me trepando como cierto que la muerte me da alcance, y s de el resuello clido. Besando la blancura de su cuello, escondrijo, deseara vivir en cualquier libando en rojez de susde una montaa escarpada, la lo ms alto labios. As pas dulcemente mi nochealimentndome batida por los vientos, con ella, Hasta lade semillas derramadas, el resto de mi vida, brillante sonrisa del alba. solitario, sorbiendo agua de oquedades. Es mi amigo quien dese la muerte alguna vez, pues yo, palabra, la dese cincuenta al menos, y, ahora que llega la hora de partir, me parece no haber obtenido del mundo desde siempre sino una mirada, fugaz como un relmpago. Quin llevar de m a Ibn Hazm noticia, l que fuera mano en las desgracias, los [aprietos? Sobre ti, me voy para siempre, sea la paz de [Dios, bstete como vitico, te lo da un amigo que [parte. No olvides velarme cuando me pierdas, rememorar mis das, los dones de mi carcter, y, cuando me echen a faltar, conmueve, por Dios, cada vez que me recuerdes a todo mozo valiente, despabilado. Quizs mi cuerpo, en su sepultura, escuche algo de la letana del salmodio o del taido del [msico. Al ser recordado tras la muerte, tendr descanso: no me lo neguis pensando que no es solaz de [difuntos. Yo pongo mi esperanza en Dios por tiempos [pasados y los pecados cometidos: l conoce mis [verdades.

Ibn Zaydn

(1003-1071)

Ibn Hazm (994 1064)

1. En el Zahra te record con ansias ante la apetecible campia y lmpida faz de la tierra. La brisa crepuscular languideca como si de m se compadeciera. 1. La sonrisa plateada del agua sobre el jardn, Mi amor por ti no los senos collares que besaran la firmeza dees efmero pareca. como el espejismo de otros antao Era un da como nuestros das sensuales deamores, sino placeres la noche mientras Cuando robbamos difano yaveraz; trazando en dorma el Destino.mis entraas su imagen, su letra. En mi alma slo t hallas aposento y para echar al intruso la rompera. Slo quiero tu querer, no te pido ms; logrado, la tierra no ser sino mota de polvo, y sus con una flor Mi vista se deleitaba moradores, moscas. de tallo arqueado por el peso del roco, como si sus ojos, al ver mi duermevela, llorasen por m, derramando lgrimas relucientes. 2. Una rosa resplandeca en su soleada rosaleda, y por ella el solQu ha sido brillaba. pregunt de medioda de tu vida? mirando mis aladares canosos. Un nenfar fragante y sooliento, despertado Dur un solo por el alba, perfum el aire. momento, le respond con de pasin por ti, Todo esto me llena razn y buen juicio. Nefasta pecho atormentado. de ansias siempre en mi noticia! me coment pidiendo se lo contigo, Si ese da me hubiera reunido explicara. Di generoso de los das. habra sido el ms un beso repentino un da a al corazn mi alma, Dios no sosieguela duea devisitado por tu y, aunque viviera aos, recuerdo, ese instante batientes de ardor. corazn que vuela con alas ser mi nica verdad.

3. Alejado est dicen; pero no importa, porque vivimos en el mismo Tiempo [Ineludible. El sol brilla por encima de ambos cada da con el mismo resplandor. Puede estar lejos si entre nosotros slo hay un viaje de larga jornada? La sabidura divina nos ha juntado en su [creacin. Me basta esta cercana. Ms, no necesito.

Al- Mutmid (1040 1095) 1. Llor al paso volador de las perdices, libres, sin crcel, sin grilletes. Mas no por envidia llor Dios me libre sino por aoranza de su imagen. Sueltas, no con su gente dispersa, ni con el pecho apenado, ni con los ojos llorosos por [los hijos muertos. Suerte! No os separis de la bandada no probis la lejana de los vuestros; no acabis como yo: con el corazn aturdido al zurrir la puerta carcelera o retumbar la [cerradura. Esto no es invento de mi ingenio, slo describo la humanidad de siempre. Mi alma ya slo anhela la muerte. Otro querr la vida con los pies engrillados. Dios proteja las perdices y sus volantines, ya que el agua y la sombra han traicionado a mis [vstagos.

Ibn Jafaya (1058-1138) 1. Lleg el husped fantasmal de la amada infiel y cambi reproche por gratitud aquella noche. La belleza le revel el sendero que conduce al perdn al censurado, y una fuente extendida, como hoja de papel, con belleza trazada en su reflejo. Su visita: viento del alba que recoge la cauda de una nube arrastrada de noche en la arena. Viento que adorna los cuellos esbeltos de la colina con collares de blancas flores esparcidas como perlas. La aurora arranc de su garganta abrochada un escote de oscuridad. Y contra la negrura estall la brillantez; el almizcle se convirti en alcanfor all donde la caballera envelada fue perseguida bajo la bandera desplegada de belleza. Luego, envolvi mi alma con fuego, y ceg mi vista con luz. Como el ladeo de la rama cimbreante en el altillo y la mirada alarmada del novillo espantado. El vino de la pasin embriag sus flancos y, borracha, se estremeci entre dos mantos. En pleno alboroto su mirada me hiri con amor, pero el pecado de su embriaguez fue perdonado. Dirigi un atisbo de molicie dando un corto paso adelante. Una lgrima le recorri la mejilla, y el jardn de la belleza brill bajo la lluvia.

Al Ama al Tutili (m. 1126) 1. Lgrimas derramadas, ardiente corazn: agua y fuego; siempre opuestos, salvo en la pasin. Ay, vida ma, el reproche del crtico es cruel! Mas la vida es corta, las fatigas largas. Suspiros que pregonan la pasin abrasadora, y lgrimas corredoras como la riada! El sueo es intil, la cita lejos; no tengo reposo. Si yo encontrara la rama, volara. O Kaaba, hacia ti peregrinan los corazones, con clamoroso anhelo contestado por el amor. Llamaste a un arrepentido que vuelve a ti. Aqu estoy, sordo al discurso del espa. Djame ir a orar, no me des evasivas; mi corazn es el premio, las lgrimas mi [ofrenda. Bienvenido sea, aunque me muera por ella, de cadera ufana y prpados lnguidos. La crueldad en el amor parece dulzura, y ensea obrar mal al pensamiento Huy de aquellas noches, cortas para m. Mis lgrimas desde entonces rezuman un picor de espadas entre los prpados. He escogido a una duea injusta, mas no dir quin es, pues mi justicia reluce aunque mi amada sea cruel. Pregntale sobre nuestro amor y su evasin despus. Regal pasin, la hizo sumisin, y tambin la eludi. Despus de ella, elija el gozo a quien quiera.

Que no se aleje de m en ningn caso, ama acusadora que tortura y vacila! Me abandon con promesas de tristeza y [enfermedad, cantando entre amorosa y coqueta: Mi amor est enfermo de mi amar. Cmo no lo ha de estar? No ves que a m no ha de llegar?

Abu Hafs Amar ibn Umar (siglo XIII) 1. Sus muslos son robustos, pendientes de [cintura esbelta, pero son tiranos para los dos: pues, al verlos me vuelvo loco de pasin y a ella le cuesta levantarse.

Ibn Gayyat (siglo XIII) 1. Canas dijeron. Os extraa? Contest. Es raro que el alba raye la oscuridad [nocturna? No estis viendo canas, sino el bayo de la juventud vuelto gris de tanto [correr.

Ibn Hazm El collar de la paloma (seleccin) Trad. Emilio Garca Gmez (VERSIN COMPLETA EN FOTOCOPIADORA. DEBEN LEERLA) I: Esencia del amor Discurso sobre la esencia del amor ... El amor, Dios te honre, empieza de burlas y acaba en veras, y son sus sentidos tan sutiles, en razn de su sublimidad, que no pueden ser declarados, ni puede entenderse su esencia sino tras largo empeo. ... Difieren entre s las gentes sobre la naturaleza del amor y hablan y no acaban sobre ella. Mi parecer es que consiste en la unin entre partes de almas que, en este mundo creado, andan divididas, en relacin a cmo primero eran en su elevada esencia; pero no en el sentido en que lo afirma Muhammad ibn Dawud (Dios se apiade de l!) cuando, respaldndose en la opinin de cierto filsofo, dice que son las almas esferas partidas, sino en el sentido de la mutua relacin que sus potencias tuvieron en la morada de su altsimo mundo y de la vecindad que ahora tienen en la forma de su actual composicin. ...Si la causa del amor fuese no ms que la belleza de la figura corporal, fuerza sera conceder que el que tuviera cualquier tacha en su figura no sera amado, y, por el contrario, a menudo vemos que hay quien prefiere alguien de inferior belleza con respecto a otros cuya superioridad reconoce, y que, sin embargo, no puede apartar de l su corazn. Y si dicha consistiese en la conformidad de los caracteres, no amara el hombre a quien no le es propicio ni con l se concierta. Reconocemos, por lo tanto, que el amor es algo que radica en la misma esencia del alma. El amor, no obstante, tiene a menudo una causa determinada y desaparece cuando esta causa se extingue, pues quien te ama por algo te desama si ese algo se acaba. II: Sobre las seales del amor ... Tiene el amor seales que persigue el hombre avisado y que puede llegar a descubrir un observador inteligente. Es la primera de todas la insistencia de la mirada, porque es el ojo puerta abierta del alma, que deja ver sus interioridades, revela su intimidad y delata sus secretos. As, vers que cuando mira el amante, no pestaea y que se muda su mirada adonde el amado se muda, se retira adonde l se retira, y se inclina adonde l se inclina, como hace el camalen con el sol. Sobre esto he dicho en un poema: Mis ojos no se paran sino donde ests t. Debes de tener las propiedades que dicen del imn. Los llevo adonde t vas y conforme te mueves, como en gramtica el atributo sigue al nombre. ... Otras seales son: que el amante vuele presuroso hacia el sitio en que est el amado; que busque pretextos para sentarse a su lado y acercarse a l; y que abandone los trabajos que le obligaran a estar lejos de l, d al traste con los asuntos graves que le

forzaran a separarse de l, y se haga el remoln en partir de su lado. Acerca de este asunto he compuesto estos versos: Cuando me voy de tu lado, mis pasos son como los del prisionero a quien llevan al suplicio. Al ir a ti, corro como la luna llena cuando atraviesa los confines del cielo. Pero, al partir de ti, lo hago con la morosidad con que se mueven las altas estrellas fijas. Otra seal es la sorpresa y ansiedad que se pintan en el rostro del amante cuando impensadamente ve a quien ama o ste aparece de sbito, as como el azoramiento que se apodera de l cuando ve a alguien que se parece a su amado, o cuando oye nombrar a ste de repente. Sobre esto he dicho en un poema: Cuando mis ojos ven a alguien vestido de rojo, mi corazn se rompe y desgarra de pena. Es que ella con su mirada hiere y desangra a los hombres y pienso que el vestido est empapado y empurpurado con esa sangre! Otra de las seales es que el amante d con liberalidad cuanto pueda de aquello que antes disfrutaba por s mismo, y ello como si fuese l quien recibiera el regalo y como si en hacerlo le fuera su propia felicidad, cuando slo le mueve el deseo de lucir sus atractivos y hacerse amable. Por el amor, los tacaos se hacen desprendidos; los huraos desfruncen el ceo; los cobardes se envalentonan; los speros se vuelven sensibles; los ignorantes se pulen; los desaliados se atildan; los sucios se limpian; los viejos se las dan de jvenes; los ascetas rompen sus votos, y los castos se tornan disolutos. Claro es que estas seales aparecen antes que prenda el fuego del amor y el calor abrase y el tizn arda y se levante la llama, porque, una vez que el amor se enseorea y hace pie, no ves ms que coloquios secretos y un paladino alejamiento de todo lo que no sea el amado. Unos versos tengo compuestos en que se declaran reunidas muchas de estas seales, y de ellos son los siguientes: Cuando se trata de ella, me agrada la pltica, y exhala para m un exquisito olor de mbar. Si habla ella, no atiendo a los que estn a mi lado y escucho slo sus palabras placientes y graciosas. Aunque estuviese con el Prncipe de los Creyentes, no me desviara de mi amada en atencin a l. Si me veo forzado a irme de su lado, no paro de mirar atrs y camino como una bestia herida; pero, aunque mi cuerpo se distancie, mis ojos quedan fijos en ella, como los del nufrago que, desde las olas, contemplan la orilla. Si pienso que estoy lejos de ella, siento que me ahogo como el que bosteza entre la polvareda y la solana. Si t me dices que es posible subir al cielo, digo que s y que s donde est la escalera.

Otras seales e indicios de amor, patentes para el que tenga ojos en la cara, son: la animacin excesiva y desmesurada; el estar muy juntos donde hay mucho espacio; el forcejear por cualquiera cosa que haya cogido uno de los dos; el hacerse frecuentes guios furtivos; la tendencia a apretarse el uno contra el otro; el cogerse intencionadamente la mano mientras hablan; el acariciarse los miembros visibles, donde sea hacedero, y el beber lo que qued en el vaso del amado, escogiendo el lugar mismo donde pos sus labios. ... Otras seales de amor son: la aficin a la soledad; la preferencia por el retiro, y la extenuacin del cuerpo, cuando no hay en l fiebre ni dolor que le impida ir de un lado para otro ni moverse. El modo de andar es un indicio que no miente y una prueba que no falla de la languidez latente del alma. El insomnio es otro de los accidentes de los amantes. Los poetas han sido muy prolijos en describirlo; suelen decir que son apacentadores de estrellas, y se lamentan de lo larga que es la noche. Acerca de este asunto yo he dicho, hablando de la guarda del secreto de amor y de cmo trasparece por ciertas seales: Las nubes han tomado lecciones de mis ojos y todo lo anegan en lluvia pertinaz, que esta noche, por tu culpa, llora conmigo y viene a distraerme en mi insomnio. Si las tinieblas no hubiesen de acabar hasta que se cerraran mis prpados en el sueo, no habra manera de llegar a ver el da, y el desvelo aumentara por instantes. Los luceros, cuyo fulgor ocultan las nubes a la mirada de los ojos humanos, son como ese amor tuyo que encubro, delicia ma, y que tampoco es visible ms que en hiptesis. XX: Sobre la unin amorosa Uno de los aspectos del amor es la unin amorosa, que constituye una sublime fortuna, un grado excelso, un alto escaln, un feliz augurio; ms an: la vida renovada, la existencia perfecta, la alegra perpetua, una gran misericordia de Dios. Si no fuese porque este mundo es una mansin pasajera, llena de congojas y sinsabores, y el paraso, en cambio, la sede de la recompensa y el seguro de toda malaventura, todava diramos que la unin con el amado es la serenidad imperturbable, el gozo sin tacha que lo empae ni tristeza que lo enturbie, la perfeccin de los deseos y el colmo de las esperanzas. Yo, que he gustado los ms diversos placeres y he alcanzado las ms variadas fortunas, digo que ni el favor del sultn, ni las ventajas del dinero, ni el ser algo tras no ser nada, ni el retorno despus de una larga expatriacin, ni la seguridad despus del temor y de la falta de todo refugio tienen sobre el alma la misma influencia que la unin amorosa, sobre todo si la han precedido largos desabrimientos y speros desdenes que han encendido la pasin, alimentado la llama del deseo y atizado la hoguera de la esperanza. Ni el esponjarse de las plantas despus del riego de la lluvia; ni el brillo de las flores luego del paso de las nubes de agua en los das de primavera; ni el murmullo de los arroyos que serpentean entre los arriates de flores; ni la belleza de los blancos alczares orillados por los jardines verdes, causan placer mayor que el que siente el amante en la

unin amorosa, cuando te agradan sus cualidades, y te gustan sus prendas, y tus partes han sido correspondidas en hermosura. Las lenguas ms elocuentes son incapaces de pintarlo; la destreza de los retricos se queda corta en ponderarlo; ante l se enajenan las inteligencias y se engolfa el entendimiento. Sobre este asunto he dicho: Alguien me pregunt mi edad, al ver canas en mis sienes y en mis mejillas. Le respond: Slo cuento que he vivido un momento pensando justa y razonablemente. Cmo es eso? me dijo. Aclramelo. Me has contado la ms extraa de las nuevas. Yo le dije: A la que posee mi corazn le di, un da, un beso, por sorpresa. Por muchos aos que viva, no pensar que he vivido, en realidad, ms que aquel momentito.

LITERATURA SEFARD: JUDEO-ESPAOLA

SELECCIN DE OBRASMoseh ben Ezra1. Venid a beber bajo mi techo a la voz de la lluvia del nublado otoo: ya no viste el mundo su verde manto y desnudos estn tallos y ramas.

2. Amigos, bebed conmigo, junto a la tierra mojada y el bosque helado, vino rojo en copas de nice que es fuego atrapado en el invernal granizo. 3. Toma, Ofra, de mi mano la copa, no la llenes de vino sino de la luz de tu rostro: que el licor que en Espaa hoy escanciemos lleve nuestro nombre a lejanas tierras.

4. Cuando danza mi amada, sueltos sus cabellos, como rama de mirto se mueve, sus ojos como flechas embriagadas en mi sangre me hieren sin compasin. 5. Duros son como granizo los besos de mi amada pero prenden y arden en mi corazn; sus mejillas son como lirios que guarda su mata de pelo cual serpiente. 6. Vuela la noche en compaa de la amada como si ltigo o espuela la hicieran correr, y es larga la noche de su separacin como si riendas y freno tuviera.

7. Omos la voz de los muertos, los que hace tiempo la tumba moran: Despertad, los que pisis sobre nuestros cuerpos, maana estaris como nosotros. 8. Sabio es aquel que pone a prueba su cancin y el juicio de los hombres teme, porque sabe que la palabra vaca es como caminar con una sola pierna.

9. Oh t, ro, que vas a la tierra donde mora mi amigo: llvale mi saludo. Y si tus aguas van teidas de rojo dile que son mis lgrimas y mi sangre, estremecidas en mis entraas, mezcladas van por su ausencia y por su amor. Dile, te ruego, dile susurrando que le redimira con mi vida, y si fuera poco dara a los que ms quiero para que nadie ocupe mi lugar en su corazn.

10. La palomilla que anida en la copa de un rbol del jardn de las especies por qu llora? Acaso el torrente le niega sus aguas y la rama de la palmera su sombra? Sus pequeuelos a su lado gorjean y ella de su boca les ensea su cancin. Llora, paloma, por el errante viajero y por sus hijos ausentes, que l sabe que no hay quien les d de comer; no encuentra quien haya visto sus rostros y no puede a nadie por ellos preguntar, si no es al nigromante o agorero. Gime por l, paloma, y lamenta su destierro, y no despliegues ante l alegra ni cancin, mas prstale tus alas para que pueda a los suyos volar, y se alegre al tocar el polvo de su tierra.

11. Por qu mi amado se enoja y me desprecia? Mi corazn a l se inclina como junco en el agua. Se ha olvidado de cuando anhelante le segua por el desierto? Cmo es que llamo y no me responde? Aunque me matara, en l esperara; si de m aparta su rostro a sus bondades el mo volver. No, no pasar el amor del Seor a su siervo porque no se trueca ni empaa el oro fino.

12. Cuando miro los cielos, obra de tus manos, mis pensamientos me elevan a ti, me hacen ver con los ojos del alma tu majestad y engrandecerte por tus maravillas. Las esferas del cielo, al seguir su curso, girando sobre su eje, en silencio cantan tu gloria, y la tierra est en medio, sostenida slo por las cuerdas de tu amor. El sol, que se apresura a salir y presta a la luna su resplandor, la tienda de campaa del firmamento y las estrellas con que florece, pregonan la virtud de tu palabra. Se habr agotado la bondad de Dios? Se ha secado la fuente de su gracia? Ya no llegan sus voces de consuelo? No hay mdico, no hay blsamo en Gilead que fortifique el corazn de los que desmayan, y llaman a las puertas de tu clemencia?

13. Si hemos olvidado, Seor, tus favores y tu ley, acurdate de que polvo somos. Cmo puede posarse tu ira en gusanos y lombrices que son polvo de la tierra? All establece el hombre su ltimo reposo, cun breve es su lecho, sus races mueren en el polvo. La muerte troncha su orgullo y no le aprovechan sus tesoros, si amontona plata como polvo. Por mis muchos pecados derraman mis ojos la sangre de mi corazn: he hundido mi hombra en el polvo. He aqu que el deseo me incita, por su vida me mata, y me aprieta contra el polvo de la muerte; me persuade con bellas palabras, por si mi orgullo floreciera, y slo soy polvo y ceniza; los das a mi juventud, Ha de despertarde la vergonzante voz del destino brillantes contra el polvo; y pondr la boca como la maana, mezclaron miel deleitosa con a los hijos del malos das y desastres son asignados veneno de serpientes hombreque se arrastran en el polvo; El pecado me puso cimentados en el polvo. en su carroza, Sheol yno supe a dnde me llevaba, de todos el Abdn presionan porque son y ahora me acuesto en el polvo; refugio, Si mentiras enjabelga las slo l conalzar sobre el polvo; palabras que unregocijo en se se convencieran los hombres de y con da caern esconde elme protege Ante Tila trampa, dolor, la virtud sobre oponer puesto contra el polvo; y va honra ha el pecado o se me mi a su cabeza derramaranel polvo. y me vasus vasos llenan de falacias y sus pies a la muerte van: a devolver al polvo? muerden como culebras el polvo. He hecho mal, mis culpas sobrepasan mi cabeza Son est pegado al premura y mi aliento expulsados conpolvo. de sus esplndidas moradas para habitar agujeros de barro y de piedra: Oh, alma ma! Si antes de que mueras te oprime tu dolencia reyes poderosos y pobres palabra, y apagada suena desde el polvo tuindigentes juntos dormirn en el lo hondo del pozo ser fuerte el dolor al volver apolvo. Unos pocos que fue. y el polvo a la tierrasupervivientes no devolvern la vida, El Rey, ni embellecern riquezas grande sobre todos, baluarte y fortaleza para el desde el montn de polvo. dbil, El necio aumenta sus tesoros y al fin son veneno de levantar del polvo al desvalido; vboras, pero la mentira y el pecado esparcen su hedor el hombre vuelve al polvo. como elypolvo esparce el viento. Oheres el nico Juez? Sirecordad, no cedis, Acaso no afligidos, recogeos, destruyen tu obra, revolcaos en el anuncia te alabar el polvo quepolvo! tu verdad? Libera, El pecado esoprimidos, que vuelvan los que Seor, a los el que hunde en el cieno, quedan,no nace del polvo la miseria, el corazn orgulloso se humilla al acercarse la desgracia, pueblo numeroso como el polvo de la tierra. Rene asu poder ser dispersa a los opresores, los errantes, como polvo. escndelos para siempre en el polvo. Establece, Seor, la ciudadela para tu pueblo y apresura en ella su regocijo, y que se glorifique en su polvo; consuela a ese pueblo, tanto tiempo oprimido, y que sus opresores muerdan el polvo. Proclamada la vieja visin, sonar la gran trompeta, y ser el despertar y alegra de los que habitan en el polvo.

14. Yo vi en la tierra mansiones, casas de marfil, palacios de altos techos, columnas sobre plintos de cristal y moradas espaciosas rebosantes de cosas bellas. Pero en un instante slo vi un montn de ruinas: las moradas deshabitadas, los palacios derruidos. Dime: dnde estn aquellos que los construyeron y habitaron? Dnde estn sus almas y dnde sus cuerpos? Qu puede el hombre esperar si no es la muerte con sus ojos fijos en el ms all, como si el tiempo fuera el pastor, la muerte el cuchillo y la humanidad el cordero?

15. Ven al recinto de la muerte y contempla a los que all duermen: ser tu humillacin y tu vergenza. Mira los cuerpos cubiertos con losas, de polvo son sus lechos y el polvo les da sombra. Eso es su porcin y su reposo, mientras tanto su morada y el mundo seguirn para siempre.

16. Hijo mo, si me contemplas en mi tumba, aprisionado en el hoyo, mi morada, pozo escondido del que ni se sale ni se entra, como presa en las uas de mi polvo, la belleza de mi rostro trocada en ruina y un manto de gusanos sobre mi carne, no podrs reconocerme porque negros se habrn tornado mi rostro y mi piel. Qu ajeno les soy a mis parientes, y qu extrao parezco a mis hermanos! As tambin me desdean mis hijos, como yo altivo a mis padres olvid; fugaz fue su estancia en el mundo, su destino maana ser el mo: todos sern devorados por la primognita de la muerte, y su recuerdo del paso por el mundo como el mo se perder. En verdad, el destino del hombre prolfico es el mismo que el de quien ningn hijo engendr. 17. El da en que Dios cre a los hijos del mundo les puso como defensa la eternidad en su corazn. Mas el mundo es un ro que corre, en el que los hombres beben y beben sin saciarse nunca; no les bastara toda el agua el mar. Como si el agua del mundo fuera salada, secas sus almas vuelven a beber. Oh, agua, que las gargantas inundas y que jams mitigars la sed! 18. Mi corazn se queja porque me duele; una mitad gime por el dolor de la otra. El curso de mi existencia es como un pjaro en vuelo, mis das son sus alas o su plumn. En todos los aos de mi vida mis deseos no alcanc, solamente tu murmullo. Pasada est ahora mi habla, tambaleantes mis fuerzas en el fango de la vejez y su marasmo. Dnde estn mis palabras, dnde mis ideas? Qu se hizo de mi prudencia y mi retrica? Mis seis dcadas pasaron ms rpidas que sombra silenciosa o que caballo galopando. Desde que nace el hombre hasta que muere es como desde que se amasa el pan hasta que la masa fermenta.

Poesa tradicional sefard. Recogida por Manuel Alvar 54 Amantes perseguidos (Salnica) En el vergel de la reina cresa un buen rosal, en la ramica ms alta un ruscin sent cantar. La reina estaba labrando, la hija durmiendo est. Alevantis, la mi hija, de vuestro dulse folgar, sentiredes como canta la serenica de la mar. Non es la serena, mi madre, si non es el Conde Alimn, que el Conde es nio e muchacho, con m quijo burlar. Si esto es verdad, mi hija, yo lo mandar a matar. Non lo matis, la mi madre, ni mandis a matar; que el Conde es nio e muchacho, el mundo quiere gosar; si lo matas, la mi madre, a m a l embarabar. La reina, que del mal tenga, presto los mand a matar. 82b (Orn) Levantse el rey a casar un lunes por la maana, furase en ca de la reina por ver cmo alboreaba. Hayla hasindose el rostro (de dormir se levantara) en un espejo cristalino donde eya se miraba, dando grasias a Dios padre, que tan linda la criara. Y el rey por juhuar con eya con vara de oro le daba. Tate, tate t, Andalito, mi polido enamorado! Tres hijos tuvi contigo y uno del rey que son cuatro; si el del rey vesta seda, el tuyo seda y brocado; si el del rey come gana, el tuyo gana y pavo; si el del rey bebe del vino, los tuyos del vino y claro. Volte su cara al rostro, hay al rey a su lado. Perdn, perdn, mi seor rey! por todo esto que he hablado, que ni s si estaba loca, u entre sueos lo he soado. No ests loca ni entre sueos, lo que ha pasado has hablado. Sac pual de su sinto, la cabeza la ha cortado. 88 La condesa traidora (Marruecos: Orn, Tetun) Vanse el conde y la condesa, juntos van por un camino; la condesa se iba en mula, y el huen conde en su rosino. Ay los tom la noche, debajo de un verde pino; la condesa tendi el manto, y el huen conde su manto. El conde, como era viejo, el sueo le haba vensido; la condesa, como es joven, gran traicin ha cometido: Quin quiere matar al conde? Aqu le traigo dormido; le dara yo sus armas, sus armas y su rosino,

y ensima de todo esto este mi cuerpo garrido. Odo lo ha su sobrino, que est debajo del pino: T mal hayas, la condesa, y quien amor puso contigo; por un pique de nonada quieres perder tu marido. No te acordars de nada, cuando l estaba chiquito? Vestas en seda y grana, condesa en todo el mundo. 108 Princesa enamorada de un segador (Bosnia) El rey tiene una hija, una hija regalada metila en altas torres por tenerla bien guardada. Un da de las calores aparece a la ventana. Tom cuchillo en mano para mundar una manzana. Por ah pasaron segadores que siegan trigo y cebada. Qu mi acogis el mi trigo y mi cebada? Si por aqu, no por ah, si por debajo de mis ventanas. Segador que esto senta ah tom la morada. Mandle el rey llamar, su padre, con una de sus esclavas Camino de ocho das lo hizo en tres semanas. 124 a (Bosnia) Caballeros van y vienen por la ciudad de Aragn, todo el que hijo varn tiene a la guerra lo envi. Por ah pas un buen viejo, un buen viejo doblado en dos, bendiciendo el pan y el vino y al Di que se lo di, maldiciendo la su esposa que siete hijas le pari, sin ningn hijo varn. Salt la ms chica y dijo, la que en buen mazal naci: No maldiga, el mi padre, no maldiga, el mi seor, deme armas y caballo a la guerra me voy yo. No hables, la mi hija, no hables tal deshonor tu hermosa pechadura no demostra de varn. Mi pechadura, el mi padre, con el palto la tapo yo. Tu hermosa trenzadura no demostra de varn. Mi trenzadura, el mi padre, con el chapeo la tapo yo. Tus hermosos coloricos no demostyran de varn. Mis colores, el mi padre, por el aire y al sol las perdo yo. Tom armas y caballo y un vestido de varn, tom armas y caballo y a la guerra ya parti. Mesajeros van y vienen que media guerra ya gan, guerreando y peleando el chapeo le cay. Que vos conte la mi madre lo que hoy me acapit: un mancebo vino a la guerra hija es y varn no. 124 b (Tetun)

Pregonadas son las guerras, las guerras del rey Len; todo el que a ellas no fuere, su casa ser prisin, sea conde o sea duque, sea cualquiere nacin. All estaba un pajecito, viejo, cano y pecador; maldicindose saliera, maldicindose sali. Reventada seis, Alda, por mitad del corazn; siete hijas has tenido, entre ellas ningn varn, que me librara ahora de las guerras de Len. Todas las siete callaron, ninguna que habl, si no era la pequea que en buen da naci; No maldigis de mi madre porque no tuvo varn, disme armas y caballos, vestimenta de varn, por librar y a mi padre de las guerras de Len. Los tus pechos, la nia, de hembra son no de varn. Con el chaleco, mi padre, me los ajustara yo. Las tus manitas, la nia, de hembra son no de varn. Con los guantes, mi padre, me las tapara yo. A la entrada de la guerra, toda la gente pasm; todos dicen a una boca: De quin es este varn? Del conde de Alarcos, seores, del conde de Alarcos soy yo. Todos a una dicen: Ese hombre no tuvo varn. S, seores, que ha tenido, de las Indias vengo yo. A las primeras batallas, ciento y cincuenta mat; a las segundas batallas, toda la gente gan, y a las terceras batallas, el sombrero se la cay. Todos dicen a una boca: Hembra es, que no varn. El hijo del rey deca: Si no es hombre, la quiero yo. Otro da en la maana, la rica boda se arm y a todas sus hermanas, conde y duque les dio. 136 b (Tetun) Maanita era maana, maanita de orasin, Cuando mosas y galanas iban a la admiracin; entre todas las que iban, Isabel era la mejor, yeva medias de seda sapatitos de char; el vestido que yevaba (una falda y un jubn), el jubn era de seda, la falda, de perlaflor; en su carita redonda, yeva un poquito de col y en sus ojitos yevaba un poquito de alcojor; en su cabesa yevaba un sombrero volandor; en su gargantita yeva una cadenita o dos, y, en su mano, catorse aniyos relumbraban en resplandor. A la entrada de la misa, toda la gente pasm; el que asopla la candela, la cara se le quem, y el que toca la guitarra, muerto al suelo se cay. 161 [bis] (Balcanes)

Morenica a m me llaman yo blanca nac y del sol del enverano yo mhise ans. Morenica, graciosica sos, t morena y yo gracioso, Y ojos pretos t. Morenica a m me llaman los marineros. Si otra vez a m me llaman, me vo con ellos. Morenica a m llama el hijo del rey. Si otra vez a mi me llama me vo yo con l.

LITERATURA MOZRABE: JARCHAS

7. Antologa de jarchas (transcritas y traducidas por E.Garca Gmez) 7.1. Serie rabe Non dormiryo, mamma, a rayyo de manyana, ben Abu-l-Quasim, la faze de matrana Ya mamma, me-w l-habibe bais e no mas tornarade. gar k faryo, ya mamma: no un bezyello lesarade? Aman, ya habibi! al-wahs me non fars. Bon, besa ma bokiella eu s que te non irs.Versin moderna:

No dormir, madre. Al rayar la maana, viene Ab-l-Qasin con su faz de aurora. Madre, mi amigo se va y no tornar ms. Dime qu har, madre: no me dejar un besito? Favor, amigo mo! Sola no me has de dejar. Hermoso, besa mi boquita, yo s que no te irs.*****************************************

7.2. Serie hebrea Des kand mew sidillo bned tan bona l-bisara! komo rayo de sol ysed en Wad-al-hayara Yehud ha-Lev Tan tamre, tan tamre,

Habib, tan tamre, enfermron welyos ndios e dlen tan mle Yosef al-Katib -el Escriba Garid bos, ay, yermanellas, kn kontenr-h mew mle, sin al-habib non bibryo: ad ob liry demandre? By-se mw qorazn de mib. Ya Rabb, si se me tornarad! Tan mal me dled li-l-habib! Enfermo yed: kund sanard? Yehud Halev K far, mamma? Me-u l-habib est ad yana. Yosef ben Saddiq K faryo au k serd de mibi? if abibi, non te tolgas de mibi! Todros AbulafiaVersiones modernas:

Desde que mi cidiello viene qu buena noticia como un rayo de sol sale en Guadalajara De tanto amarte, de tanto amarte, amigo, de tanto amarte, enfermaron ojos antes sanos que ahora duelen mucho Decid vosotras, ay hermanillas, cmo he de contener mi mal, sin el amigo no puedo vivir: a dnde he de ir a buscarlo? Mi corazn se me va de m. Ay, Seor, no s si volver! Me duele tanto por el amigo! Enfermo est: Cundo sanar? Qu har, madre?

Mi amigo est a la puerta. Qu har o qu ser de m? Amigo, no te alejes de m!