“Y olió Isaac el olor de sus vestidos, y le bendijo,...

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Nuestra Biblioteca www.manaescondido.com El Mensaje del Evangelio del Reino “Y olió Isaac el olor de sus vestidos, y le bendijo, diciendo: Mira, el olor de mi hijo, Como el olor del campo que Jehová ha bendecido; Dios, pues, te dé del rocío del cielo, Y de las grosuras de la tierra, Y abundancia de trigo y de mosto. Sírvante pueblos, Y naciones se inclinen a ti; Sé señor de tus hermanos, Y se inclinen ante ti los hijos de tu madre. Malditos los que te maldijeren, Y benditos los que te bendijeren.” Agosto 28, 1994 Santafe de Bogotá, Colombia

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Nuestra Biblioteca

www.manaescondido.com El Mensaje del

Evangelio del Reino

“Y olió Isaac el olor de sus vestidos, y le bendijo, diciendo: Mira, el olor de mi hijo, Como el olor del campo que Jehová ha

bendecido; Dios, pues, te dé del rocío del cielo,

Y de las grosuras de la tierra, Y abundancia de trigo y de mosto.

Sírvante pueblos, Y naciones se inclinen a ti; Sé señor de tus hermanos, Y se inclinen ante ti los hijos de tu madre.

Malditos los que te maldijeren, Y benditos los que te bendijeren.”

Agosto 28, 1994 Santafe de Bogotá, Colombia

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Este mensaje predicado por nuestro amado hermano William Soto Santiago,

Es distribuido gratuitamente.

“Y el Espíritu y la esposa dicen: Ven. Y el que oye diga: Ven. Y el que tiene sed venga; y el que

quiera, tome del agua de la vida gratuitamente.”

Apocalipsis 22:17

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20 WILLIAM SOTO SANTIAGO tierra, buenos corazones; latinoamericanos y caribeños recibiendo la semilla de la Palabra hablada, la semilla de la Bendición Patriarcal en este tiempo final. Muchas gracias y pasen todos muy buenas tardes, y dejo con vosotros a nuestro hermano y amigo Miguel Bermúdez Marín. Dios les bendiga. “LA BENDICION PATRIARCAL.”

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LA BENDICIÓN PATRIARCAL 19 Muchas gracias y buenas tardes. Será hasta la próxima actividad, a las 5:00 o 6:00 de la tarde, desde el Gaitán, desde la congregación de Fernando, y los que estén aquí a través de la línea telefónica podrán escuchar esta próxima conferencia, en donde esperamos que Dios nos dé mucha Palabra hablada, mucha Palabra que se convierta en una realidad, se materialice en cada uno de nosotros. Toda Palabra que Dios ponga en mi boca para hablarla a ustedes, la estaré hablando, para que se materialicen estas bendiciones que corresponden al fin del tiempo para todos los hijos de Dios, y también las que corresponden para el Reino milenial y para toda la eternidad. No importa que no haya comenzado todavía el glorioso Reino milenial, y que el Señor Jesucristo no esté en el Trono de David allá en Israel todavía, eso no importa, lo importante es que sea hablada esa Palabra creadora, para que se materialice en nosotros lo que tiene que materializarse en este tiempo, y luego se materialice lo que tiene que materializarse en el glorioso Reino milenial, y luego se materialice lo que tiene que materializarse en la eternidad. Lo primero es que se siembre esa semilla de la Palabra hablada en nuestras almas, en nuestros corazones, y sea recibida, creída, ahí en nuestras almas; porque ese es el lugar donde es sembrada esa buena semilla, la buena semilla de la Palabra hablada. Y nuestras almas, nuestros corazones, son la buena tierra. Podemos decirle a Dios: “¡Señor Jesucristo, oh Dios, siembra en nuestras almas, en nuestros corazones, la simiente de la Palabra hablada; porque este corazón, esta alma, es buena tierra para Tu Palabra; porque este corazón, esta alma, la cree allá en lo profundo! ¡Siembra aquí todo lo que Tú tienes para sembrar en este tiempo final, para que se materialice, para que lleve fruto, nazca, crezca y lleve mucho fruto; porque este corazón es buena tierra, la buena tierra para Tu Palabra, para la simiente de Tu Palabra hablada, para la simiente de Tu Palabra hablada de la Bendición Patriarcal siendo hablada en este tiempo final!” Bueno, continuaremos en la próxima actividad recibiendo la simiente, la semilla de la Palabra hablada, en nuestros corazones, en nuestras almas, que es la buena tierra, buena

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18 WILLIAM SOTO SANTIAGO Cristo, la Palabra de Dios hecha carne, al morir en la Cruz del Calvario nos limpió de todo pecado y nos ha hecho para nuestro Dios Reyes y Sacerdotes, y reinaremos con Cristo mil años; y luego ¿qué? luego por toda la eternidad; porque no nos vamos a quedar solamente con mil años nada más de reinar, eso solamente es la muestra de que todo ha sido resuelto, el problema de la caída ha sido resuelto; y que al vivir mil años de paz sobre la Tierra, eso mostrará que ya la sentencia de muerte que Dios le dio a la raza humana: “El día que comas, ese día morirás...” Y un día delante de Dios es como mil años de los nuestros. Al vivir mil años sin ver muerte, eso mostrará que ya fue resuelto el problema y ya hemos entrado a eternidad en un cuerpo eterno. Pronto recibiremos ese cuerpo eterno. Es una promesa divina que está en la Bendición de la Primogenitura. Y por esa causa está siendo hablado a nosotros esa bendición, está siendo hablado a nosotros que seremos transformados y los muertos en Cristo serán resucitados, porque nosotros somos los Primogénitos de Dios, nosotros los que vivimos y los que han muerto en Cristo en las edades pasadas y algunos de los nuestros que se han ido son también Primogénitos de Dios. Esto es para todos los hijos Primogénitos de Dios, esta Bendición de la Primogenitura. Por eso es que en este tiempo final la Bendición Patriarcal está viniendo, está siendo hablada, sobre todos los Primogénitos de Dios. “LA BENDICION PATRIARCAL.” Que Dios les bendiga, que el Angel del Pacto les continúe bendiciendo con la Bendición Patriarcal, y hablándonos todas las bendiciones, para que se materialicen en cada uno de nosotros en este tiempo final y en el Milenio y en toda la eternidad. Muchas gracias por vuestra amable atención, amigos y hermanos presentes, y también televidentes a través de Galaxy VII, canal 11; y que se materialicen en cada uno de vosotros, Primogénitos de Dios, estas Bendiciones de la Primogenitura, o sea, la Bendición de la Primogenitura con todo lo que conlleva esta Bendición de la Primogenitura, que es la Bendición Patriarcal siendo hablada en este tiempo final.

LA BENDICION PATRIARCAL

Por William Soto Santiago

28 de agosto de 1994 (P.M.) Santafé de Bogotá, Colombia

Muy buenas tardes, amados amigos y hermanos presentes, y también cada uno de ustedes a través de Galaxy VII, canal 11, en Puerto Rico, y toda la América Latina, el Caribe, Norteamérica, Canadá, y demás países que están a través de este satélite Galaxy VII, canal 11; que el Angel del Pacto les permita entender Su Palabra en esta ocasión, les abra el entendimiento y el corazón para ver, para entender y recibir la Palabra de Dios en esta ocasión. Quiero leer en el Génesis, en el capítulo 27, verso 24 en adelante, en donde Jacob estaba buscando la bendición de la primogenitura para que su padre la echara sobre él. Vamos a leer la historia en este momento, vamos a comenzar en el verso 18 de Génesis capítulo 27, donde dice: “Entonces éste fue a su padre (Jacob fue a su padre) y dijo: Padre mío. E Isaac respondió: Heme aquí; ¿quién eres, hijo mío? Y Jacob dijo a su padre: Yo soy Esaú tu primogénito; he hecho como me dijiste: levántate ahora, y siéntate, y come de mi caza, para que me bendigas. Entonces Isaac dijo a su hijo: ¿Cómo es que la hallaste tan pronto, hijo mío? Y él respondió: Porque Jehová tu Dios hizo que la encontrase delante de mí. E Isaac dijo a Jacob: Acércate ahora, y te palparé, hijo mío, por si eres mi hijo Esaú o no. Y se acercó Jacob a su padre Isaac, quien le palpó, y dijo: La voz es la voz de Jacob, pero las manos, las manos de Esaú. Y no le conoció, porque sus manos eran vellosas como las manos de Esaú; y le bendijo. Y dijo: ¿Eres tú mi hijo Esaú? Y Jacob respondió: Yo soy. Dijo también: Acércamela (o sea, la comida), y comeré de la caza de mi hijo, para que yo te bendiga; y Jacob se la acercó, e Isaac comió; le trajo también vino, y bebió.

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4 WILLIAM SOTO SANTIAGO Y le dijo Isaac su padre: Acércate ahora, y bésame, hijo mío. Y Jacob se acercó, y le besó; y olió Isaac el olor de sus vestidos, y le bendijo, diciendo: Mira, el olor de mi hijo, Como el olor del campo que Jehová ha bendecido; Dios, pues, te dé del rocío del cielo, Y de las grosuras de la tierra, Y abundancia de trigo y de mosto. Sírvante pueblos, Y naciones se inclinen a ti; Sé señor de tus hermanos, Y se inclinen ante ti los hijos de tu madre. Malditos los que te maldijeren, Y benditos los que te bendijeren. Y aconteció, luego que Isaac acabó de bendecir a Jacob, y apenas había salido Jacob de delante de Isaac su padre, que Esaú su hermano volvió de cazar.” “LA BENDICION PATRIARCAL.” Encontramos a través de la Escritura, que en el Antiguo Testamento siempre los hijos, cuando su padre estaba en sus últimos días, ellos buscaban la bendición de su padre; y sobretodo el hijo primogénito buscaba esa bendición de la primogenitura, porque era el heredero. Ahora, conforme a la costumbre bíblica, encontramos que este hijo que iba a recibir esta bendición de la primogenitura, tenía que estar interesado en los negocios de su padre, tenía que estar interesado en esa bendición de la primogenitura, y tenía, esa persona, que ser fiel a su padre; porque en algún momento de su vida su padre lo llamaría para echarle la bendición. Esa es la bendición patriarcal, bendición que le echó Abraham a Isaac, y que le echó Isaac a Jacob, y que le echó Jacob a José, bendiciendo a sus hijos Efraín y Manasés, y luego bendiciendo a José también, más adelante, cuando bendijo a las tribus de Israel. Ahora, esta bendición patriarcal es tan importante, que muchos lucharon por ella y obtuvieron esa bendición. Y el ejemplo de toda persona que desea esa bendición y que quiere realmente alcanzar esa bendición, lo tenemos en Jacob; un hombre luchador desde el vientre de su madre, un hombre que aún siendo un bebé, que todavía no había nacido, el cual estaba en el vientre de su madre junto a su hermano, el cual estaba también en el vientre de su madre, luchaba por nacer primero,

LA BENDICIÓN PATRIARCAL 17 Dice la Escritura que al principio creó Dios los cielos y la Tierra, El es el Creador de los Cielos y de la Tierra. Y nos dice también en San Juan capítulo 1: “En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios. Este era en el principio con Dios. Por él fueron hechas (creadas) todas las cosas, y sin él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho.” Aquí tenemos el origen de la Creación. Encontramos que por la Palabra hablada fueron creadas todas las cosas. De lo que no se veía fue hecho lo que se ve. Y aquí también, de lo que no se ve, de la Palabra, que pertenece a la sexta dimensión, de ahí será hecho todo lo que se verá en el futuro, de ahí es hecho todo lo que tendremos en el Reino milenial y en la eternidad. Toda bendición que hemos de tener, primero la recibimos en forma de una semilla, en forma de la semilla de la Palabra hablada de Dios. Y luego que cae en el alma, en el corazón, de cada Primogénito de Dios, nacerá, crecerá y llevará su fruto, llevará todas las bendiciones que han sido habladas, las llevará materializadas en su vida; tanto en este tiempo final, como en el Milenio y como en toda la eternidad. Será entonces nuestra vida futura el producto o el resultado de la Palabra que ha sido sembrada en nuestra alma, en nuestro corazón. La Palabra semilla o la simiente de la Pala- bra hablada colocada en nuestros corazones como la Bendición Patriarcal en nosotros, y creída con toda nuestra alma, con todo nuestro corazón, será la que producirá para nosotros el glorioso Reino milenial y todas las bendiciones que tendremos allí; producirá la transformación de nuestros cuerpos, producirá nuestra posición como Reyes y Sacerdotes en el Reino de Dios, y producirá todo lo que es hablado en esa Bendición de la Primogenitura sobre cada uno de nosotros. Cualquiera preguntará: “¿Y de dónde vas tú a ser Rey, pues ni tu papá, ni tu abuelo...? Ni siquiera has sido el secretario de un Rey. ¿Cómo vas tú a ser Rey, si para ser Rey, tu padre tiene que ser Rey?” Pero nuestro Padre celestial es Rey, el Rey de los Cielos y de la Tierra, y por Su Palabra El nos coloca en esa posición.

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16 WILLIAM SOTO SANTIAGO hablada es esa bendición siendo hablada por Palabra de Dios colocada en la boca del Angel del Señor Jesucristo. Y siendo esa bendición la Palabra hablada de Dios, se tiene que materializar cada bendición hablada; y ahí están bendiciones del cielo y de la Tierra para todos los Primogénitos de Dios. Por eso es que esta etapa, en la cual nosotros vivimos, es tan importante para todos los Primogénitos de Dios; por eso es que cada hijo de Dios, cada Primogénito de Dios, se interesa él mismo por escuchar la Bendición de la Primogenitura siendo hablada. Nadie lo puede obligar; cada cual tiene que estar interesado en esa Bendición, cada persona tiene que estar interesada en ella y amar esa Bendición. De esa Bendición depende su futuro, de esa Bendición depende la Herencia que ha de recibir, de esa Bendición depende toda su vida. En esa Bendición están incluidas todas las bendiciones, las del cielo y las de la Tierra también. Y así como fue en el pasado de una forma sencilla, fueron habladas sobre Jacob, y a través de la vida de Jacob, del tiempo presente en el cual él vivió, y también en la vida de su descendencia y del pueblo hebreo como descendiente de Jacob, el cual tomó el nombre de Jacob y el nombre nuevo de Jacob que fue Israel; esas bendiciones que fueron habladas sobre Jacob, vean ustedes, vendrían sobre su descendencia para toda la eternidad. Ahora, tenemos el Jacob, el Israel terrenal, y el Israel celestial también. Las bendiciones de Abraham han pasado a los gentiles cuando el pueblo hebreo rechazó a Cristo; y ahora las Bendiciones de la Primogenitura, bendiciones del cielo y de la Tierra, están siendo habladas a los Primogénitos de Dios entre los gentiles, y después se hablarán las bendiciones de Dios sobre Israel, el Primogénito de Dios como nación. Por eso es tan importante este tiempo en el cual nosotros estamos viviendo. De lo que el Señor Jesucristo, nuestro Patriarca celestial, nos habla en este tiempo, depende el futuro nuestro y todas las bendiciones que hemos de tener en nuestra vida por toda la eternidad. Es así porque lo que se ve es hecho de lo que no se veía. La Creación completa, los cielos y la Tierra, todo lo que está creado, ¿de qué vino? ¿de dónde vino? De lo que no se ve, de la Palabra hablada de Dios.

LA BENDICIÓN PATRIARCAL 5 luchaba por ser el primogénito, luchaba por tener esa bendición de la primogenitura. Y nos dice la Escritura que no pudo nacer primero, sino que Esaú nació primero; pero este hombre continuó luchando por esa bendición de la primogenitura, aunque conforme al nacimiento natural no tenía derecho a esa bendición de la primogenitura; pero amaba la primogenitura y lo que contenía esa bendición de la primogenitura, y creía en esa bendición de la primogenitura, por lo cual luchó. Le compró los derechos de la primogenitura a su hermano Esaú por un plato de comida, de lentejas. Negocio bueno para Jacob, pero negocio malo para Esaú. Ahora, miren ustedes lo que sucede con las personas que no aprecian la bendición de Dios, que por un plato de comida pierden la bendición de Dios; le dan mayor atención a la comida que a la bendición de Dios, le dan mayor atención a la comida material que a la comida espiritual, le dan mayor atención a lo terrenal que a lo celestial. Esaú decía: “¿De qué me vale a mí la primogenitura si me voy a morir de hambre?” Pero él no comprendía que con la bendición de la primogenitura él no se iba a morir de hambre; pero aún si se moría de hambre, quedaba para él y para su descendencia la bendición de la primogenitura. Pero por pensar primero en la barriga, miren ustedes el negocio que hizo; da vergüenza que un hombre venda su primogenitura por un plato de comida. Encontramos que eso lo hizo Esaú. Pero da alegría, da regocijo, ver a un hombre que amaba la primogenitura, la bendición contenida en la primogenitura, que cuando tuvo la oportunidad de comprarla, lo que tenía era comida, y la dio en compra-venta de la primogenitura. Jacob es un héroe de la fe, un héroe de la fe que luchó con fe, creyendo que obtendría esa primogenitura. Y miren ustedes, cuando la persona ama la bendición de Dios, ama la bendición de la primogenitura, encontramos que en forma simple obtiene las bendiciones de Dios. Jacob en una forma sencilla... miren ustedes, no tuvo que matar a su hermano, sino darle comida. “Al que tiene hambre, dadle de comer.” Le dio de comer a su hermano en ese negocio de compra-venta.

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6 WILLIAM SOTO SANTIAGO Ese negocio de compra-venta de Jacob fue el negocio más importante que ha hecho cualquier hebreo o algún hebreo del pueblo de Israel. Lo hizo Jacob ese negocio, el mejor negocio del pueblo hebreo: la compra de la primogenitura a Esaú. Pues con la compra de la primogenitura a Esaú él tenía derecho a que su padre le echara la bendición de la primogenitura; y Esaú había perdido esos derechos. Ahora, Esaú pensaba: “Bueno, cuando llegue el tiempo de papá echar la bendición de la primogenitura, me la va a echar a mí; y ya me comí la comida de Jacob.” Pero delante de Dios no contó de esa manera; porque Jacob hizo ese negocio por la fe, creyendo que delante de Dios contaría la compra de esa primogenitura; y Esaú por incredulidad, por incrédulo, vendió la primogenitura, pensando que delante de Dios ese era un negocio acá entre muchachos, entre hermanos, pero que no iba a contar delante de Dios. Pero la Biblia dice: “A Jacob amé, y a Esaú aborrecí.” Es muy triste pensar que hay personas de las cuales Dios ha dicho que los ha aborrecido; y Esaú es uno de ellos. Pero también es muy hermoso escuchar: “A Jacob amé.” Es muy hermoso escuchar esas palabras dirigidas también a cada uno de nosotros, saber que somos amados por nuestro Dios. ¿Y quiénes son los amados de Dios? Los que respetan y aman la Primogenitura. Ahora, Jacob tenía otro paso que dar en su vida, no le bastaba haber comprado la primogenitura; porque con la compra de la primogenitura solamente había obtenido el derecho de ser el primogénito, el cual no había tenido cuando nació, pero lo compró. Ahora le tocaba lograr que su padre le echara esa bendición de la primogenitura que le correspondía a Esaú, pero que él había perdido o había vendido esos derechos de primogénito. Pero Esaú no iba a permitir que Jacob fuera donde su padre y le dijera: “Nosotros hicimos un negocio allá, y ahora yo soy el primogénito.” Esaú no quería eso; porque aquel había sido un negocio entre ellos dos, pero que Esaú no aceptaba como un negocio definitivo en el cual la bendición de su padre cayera sobre Jacob, sino que él iba a reclamar la bendición de la primogenitura.

LA BENDICIÓN PATRIARCAL 15 echada sobre ellos por su padre Isaac; pero el que fue delante de su padre, delante de Isaac, en el momento preciso, el que fue con lo que su padre estaba esperando, fue el que recibió esa bendición. Quizás Esaú dijo: “No, papá tiene que esperar por mí.” Pues miren, Isaac estaba esperando por el primogénito, y el primogénito le llevaría la comida, el alimento que él había pedido. Ahora, miren ustedes, estamos en el tiempo en que todos los que han leído la Biblia y creen que la Biblia es la verdad (como realmente es la verdad), y creen en el Señor Jesucristo, están esperando la bendición del cielo, están esperando la transformación de sus cuerpos, están esperando el Rapto, están esperando todas estas bendiciones; y todas estas bendiciones están en la Bendición de la Primogenitura. Y esas bendiciones contenidas en la Primogenitura son habladas en el Mensaje de la trompeta final o Gran Voz de trompeta, sobre aquellos que estarán presentes en este tiempo final para escuchar esa Bendición de la Primogenitura siendo hablada en el Mensaje de la trompeta final o Gran Voz de trompeta; y los que estén presentes escuchando el Mensaje de la trompeta final o Gran Voz de trompeta, estarían escuchando la Bendición Patriarcal en este tiempo final. Así es como viene la Bendición Patriarcal para los Primogénitos de Dios en este tiempo final. Es la Voz de Cristo en el fin del tiempo, la Voz de la Gran Voz de trompeta, o trompeta final, que es la Voz de Cristo por medio de Su Angel mensajero, echándonos la Bendición Patriarcal, para que se materialicen en cada uno de nosotros todas esas bendiciones que corresponden a los Primogénitos de Dios, para que así seamos herederos y coherederos con Cristo, herederos de Dios y coherederos con Cristo Jesús Señor nuestro, conforme a la promesa divina. Hemos visto la importancia de escuchar la Bendición Patriarcal en este tiempo final, como fue importante escucharla en el tiempo de Isaac, Jacob y Esaú. Y es importante escucharla en el tiempo en que está siendo hablada, porque después ya ha pasado el tiempo, y luego la Bendición de la Primogenitura estará siendo materializada en aquellos que la han escuchado; pues la Bendición de la Primogenitura siendo

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14 WILLIAM SOTO SANTIAGO Cuando perdió la bendición y cuando reclamó la bendición de la primogenitura siendo hablada, y ya había sido echada sobre otra persona, miren ustedes, sufrió, se amargó, lloró, pataleó, pero no pudo hacer nada. Quería la bendición, pero ya estaba fuera del tiempo en que esa bendición sería echada; porque uno primero que él, vino y tomó esa bendición. Como decimos nosotros allá en Puerto Rico: “uno le madrugó.” Por eso siempre recuerden madrugar para las cosas de Dios; y cuando les digo madrugar, aunque sea en la tarde, madrugar es llegar antes del momento de ser dada la bendición. Y miren ustedes el ejemplo de los que no madrugan, o sea, de los que no llegan a tiempo para la bendición de Dios, lo tenemos en Esaú, que cuando llegó ya se había echado la bendición de la primogenitura; y lo tenemos también en el Nuevo Testamento en las vírgenes fatuas, que cuando llegaron, ya la puerta estaba cerrada. Por eso encontramos que los escogidos, los primogénitos de Dios, los que tienen la Bendición de la Primogenitura, en el tiempo final son personas que madrugan, madrugan y se levantan en un nuevo Día dispensacional, para escuchar la Bendición de la Primogenitura siendo hablada. Encontramos que los que no se levantan, los dormilones, las vírgenes fatuas, cuando despierten a la realidad, ya será demasiado tarde para recibir la Bendición de la Primogenitura siendo hablada, porque ya se la habrá llevado el grupo de los escogidos, de los Primogénitos, escritos en el cielo en el Libro de la Vida del Cordero, que son los Primogénitos que tienen el derecho a esa Bendición de la Primogenitura siendo hablada en un nuevo Día dispensacional, y en una nueva edad: la Edad de la Piedra Angular; en donde en el fin del tiempo estarían escuchando la Bendición Patriarcal, la bendición del Señor Jesucristo, el Patriarca del Cielo y de la Tierra. El es nuestro Patriarca, echándonos la Bendición Patriarcal en este tiempo final; la bendición con la cual obtendremos el derecho a la Herencia de Dios, y a ser coherederos con Cristo Jesús Señor nuestro. Esa bendición está establecida en la Escritura para ser dada, echada, sobre los Primogénitos, los Primogénitos de Dios. Recuerden que estaban dos personas que querían la bendición de la primogenitura, querían que esa bendición fuera

LA BENDICIÓN PATRIARCAL 7 Pero miren, cuando una persona ha perdido la bendición, miren ustedes lo que sucede: después una cadena de consecuencias surgen en la vida de esa persona. Y miren ustedes, cuando Isaac le dice a Esaú: “Hijo mío, ve de cacería. Consíguete un animalito, lo preparas como tú sabes que a mí me gusta, o sea, un guisado.” O diríamos: “Me preparas eso que tú vas a cazar, me preparas un sudadito (como decimos nosotros por acá, o como dicen acá en Colombia), preparas un sudadito, un sudado, bien preparadito, como tú sabes, y me lo traes para comer, para yo bendecirte.” Isaac lo iba a bendecir con la bendición de la primogenitura. Isaac ya estaba ciego, estaba anciano, y él estaba pensando que pronto se iba a morir. Bueno, pero antes de morir él tenía que pasar la bendición de la primogenitura a su hijo primogénito. Ahora, Esaú se pone muy contento, y de seguro dice: “Papá me va a bendecir con la bendición de la primogenitura, y mi hermano Jacob se va a quedar esperando esa bendición, creyendo que aquel negocio que hicimos, en donde él me compró la primogenitura, pensando que eso iba a contar delante de papá.” Pero, aunque delante de Esaú no era considerado ese negocio, como podemos ver, delante de Dios sí era considerado como un negocio legal, como algo que se hizo y que valía delante de Dios. Ahora, Esaú se va muy contento de cacería; y de seguro cada vez que aparecía un animalito y le tiraba, se le escapaba. “Ay, ay, ay, se me está haciendo tarde ya, y no acabo de lograr... Tan buena puntería que yo he tenido siempre, y ahora cada vez que le tiro a un animalito, se me escapa. Hoy no tengo tan buena puntería como otras veces.” De seguro que un sinnúmero de situaciones le sucedieron a Esaú, que no encontraba rápido la presa, la caza, para prepararla y llevarla a su padre. Pero mientras tanto, miren ustedes, la madre de Jacob, o sea, Rebeca, le dice a Jacob: “Mira, tu padre ha llamado a Esaú tu hermano, y le ha dicho que vaya de cacería para que consiga un animalito, lo prepare en un guisado, se lo lleve, para él bendecirlo con esa bendición de la primogenitura. Pero hijo mío (la madre hablándole a su hijo), yo sé que tú le compraste la

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8 WILLIAM SOTO SANTIAGO primogenitura a Esaú, yo sé que tú amas la primogenitura, y que tú eres el dueño de la primogenitura, porque se la compraste a Esaú. Así que hijo mío...” Miren ustedes, era el hijo preferido de Rebeca, y por supuesto, Esaú el hijo preferido de Isaac. Siempre hay hijos que se apegan más al papá, y otros se apegan más a la mamá. Y encontramos que Isaac quería la bendición de la primogenitura, pues para su hijo el mayor; y Rebeca quería la bendición de la primogenitura para Jacob. Y ahora la situación estaba difícil para Jacob, pues había llegado el momento decisivo, en donde la bendición patriarcal tenía que ser echada. Esa bendición patriarcal era decisiva en la vida del primogénito, del que tenía la primogenitura; sin esa bendición no se podía materializar la bendición en ese hijo. Así que Rebeca le dice a Jacob: “Hijo mío, yo tengo una solución. Vamos a preparar un cabrito, un buen guisado, un sudado (como dicen acá) bien preparadito, porque yo sé el gusto de tu padre, y tú se lo vas a llevar para que él te bendiga.” “Pero mamá, si mi hermano Esaú es velludo, y yo no.” O sea, no tenía vellos ni en los brazos ni en el pecho. “Así que, mamá, cuando me toque los brazos, ya sabrá que soy Jacob, y en vez de bendecirme me va a maldecir.” Su madre le dice: “Hijo mío, no te preocupes, toda maldición venga sobre mí, yo me responsabilizo de eso. Y para el problema de los brazos, que están sin vellos, les pondremos las pieles del cabrito. ¿Cuál es el problema?” Es que no hay ninguna cosa imposible para el que cree, para el que quiere la bendición de Dios; ya sea para sí mismo o para sus hijos, no hay ninguna cosa imposible. Como decimos nosotros: siempre le encontraremos la forma para conseguir la bendición de Dios. “Así que no hay ningún problema hijo mío. Y si acaso te descubre, pues mira, yo me hago responsable de este problema, yo me hago responsable y que me maldiga a mí.” Isaac no podía maldecir a Rebeca, porque era carne de su carne, era parte de él. Así que Jacob entonces se pone contento, teniendo a su madre de su lado, para recibir la bendición de Dios que vendría por la Palabra hablada a través de su profeta Isaac. Y cada hijo debe sentirse contento y agradecido a Dios cuando su madre le

LA BENDICIÓN PATRIARCAL 13 Jacob, o sea, el esposo de Rebeca, Isaac, se diera cuenta de que Rebeca estaba envuelta en todo este programa para la bendición patriarcal sobre su hijo Jacob. Ahora, luego que está echada la bendición, miren ustedes, ya no hay forma de cancelar esa bendición, porque es la bendición de la primogenitura ya hablada por la boca de un profeta, del profeta correspondiente para aquel tiempo. Esa bendición ya no podía ser cancelada. Jacob lo sabía, lo sabía Rebeca, y también lo sabía Isaac; el que no lo sabía era Esaú. Ahora, vamos a ver qué sucedió con el que menospreció la primogenitura. Dice que: “Y aconteció, luego que Isaac acabó de bendecir a Jacob, y apenas había salido Jacob de delante de Isaac su padre, que Esaú su hermano volvió de cazar. E hizo él también guisados, y trajo a su padre, y le dijo: Levántese mi padre, y coma de la caza de su hijo, para que me bendiga. Entonces Isaac su padre le dijo: ¿Quién eres tú? Y él le dijo: Yo soy tu hijo, tu primogénito, Esaú. Y se estremeció Isaac grandemente, y dijo: ¿Quién es el que vino aquí, que trajo caza, y me dio, y comí de todo antes que tú vinieses? Yo le bendije, y será bendito.” No podía ser cancelada esa bendición. Y más, que aunque Isaac quisiera decir que no sería bendito Jacob, y echar la maldición sobre Jacob, mire lo que le pasaría a Isaac: “Malditos los que te maldijeren, Y benditos los que te bendijeren.” Ni siquiera Isaac podía maldecir a Jacob ya. Ya, aunque descubrió todo, ya lo único que pudo decir: “Yo le bendije y será bendito. El que le maldiga será maldito. Así que cuidado Esaú.” Le podría decir: “Yo también me tengo que cuidar ahora de Jacob, porque ya le bendije. La bendición de primogenitura que estaba sobre mí, la he pasado a él. Así que el hombre bendito ahora es Jacob.” ¿Y qué sucedió aquí? Vamos a ver qué pasó con Esaú. “Cuando Esaú oyó las palabras de su padre, clamó con una muy grande y muy amarga exclamación, y le dijo: Bendíceme también a mí, padre mío.”

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12 WILLIAM SOTO SANTIAGO Y le dijo Isaac su padre: Acércate ahora, y bésame, hijo mío (todavía Isaac quería hacer otra prueba). Y Jacob se acercó, y le besó; y olió Isaac el olor de sus vestidos, y le bendijo.” Miren ustedes, esta no le podía fallar a Isaac; pero Rebeca había tenido cuidado en esta prueba que le podían hacer a Jacob, y al colocarle los vestidos más preciosos, los mejores vestidos de Esaú, al colocarlos en Jacob, el olor de la persona se queda en la ropa; y cuando lo besó, ahí exclamó, exclamó Isaac: “y olió Isaac el olor de sus vestidos, y le bendijo, diciendo: Mira, el olor de mi hijo, Como el olor del campo que Jehová ha bendecido; Dios, pues, te dé del rocío del cielo, Y de las grosuras de la tierra, Y abundancia de trigo y de mosto. Sírvante pueblos, Y naciones se inclinen a ti; Sé señor de tus hermanos, Y se inclinen ante ti los hijos de tu madre. Malditos los que te maldijeren, Y benditos los que te bendijeren.” Y cuando dijo esas palabras, quedó sellado en Jacob la bendición patriarcal, la bendición de la primogenitura hablada, para ser materializada en la vida de Jacob y de la descendencia de Jacob. Éxito rotundo que tuvo Jacob en esta ocasión también. Jacob fue un hombre de luchas y de problemas, pero fue un hombre de éxito; porque no hay hombre de éxito sin tener luchas y problemas, sin tener batallas; porque el éxito es el fruto, el producto, de las luchas, de las batallas, en donde la persona mantiene su fe y su esperanza, y sigue hacia adelante sin dejar de hacer lo que está haciendo, y sin desistir de la meta que se ha fijado. La meta de Jacob era la Primogenitura, y para eso tendría muchas luchas; pero cuando la meta está bien fijada, aunque hayan luchas, esas luchas le ayudarán a la persona, y la persona tiene que tomar esas luchas, esas batallas, como parte de esa meta, como los escalones que le llevarán o el camino que le llevará a la meta que se ha fijado. Ahora, encontramos que Jacob es bendecido, y luego que fue bendecido se llevó los trastes, se llevó todo lo que tomó y le contó a su madre el éxito que había obtenido. Y de seguro ella estaba escuchando y viendo de lejitos, sin que el padre de

LA BENDICIÓN PATRIARCAL 9 dice: “Hijo mío, prepárate rapidito, que vamos a escuchar la Palabra de bendición para nuestro tiempo.” Y todo hijo debe darle gracias a Dios por una madre así, que le entusiasma y le dice: “Avanza, hijo mío, prepárate para recibir la bendición de Dios.” Todas las madres deben ser así como Rebeca, madres que aman a sus hijos y que quieren la bendición de Dios para sus hijos. Y todo hijo debe ser como Jacob, que dijo: “Esta bien, mamá, vamos a hacer como tú dices, para que papá me bendiga.” Y para que nuestro Padre celestial nos bendiga, vamos a hacer de acuerdo al programa de Dios. Ahora, llega el momento decisivo. Rebeca con Jacob preparan la comida, y le coloca Rebeca a Jacob las pieles del cabrito en los brazos, ya eso estaba resuelto; le coloca la ropa de su hermano también, eso también estaba resuelto; porque Isaac, aunque estaba ciego, lo que había perdido era uno de los sentidos, el de la vista, tenía los demás funcionando bien: el oído, el olfato, y también los demás sentidos. Por lo tanto, Rebeca tomó todas las precauciones. En donde no pudo hacer nada fue en la voz, en la voz no pudo hacer nada, pero hizo por los brazos e hizo por el vestido; así que tenía dos en contra de uno; y dos es más que uno, para ese caso; o sea, porque toda cosa conste de dos o tres testigos. Así que fue Jacob delante de su padre Isaac con la comida ya lista, y le dice: “Papá, aquí estoy.” Ahora, escuchen como dice... vamos a leer un poquito aquí: “Y tomó Rebeca los vestidos de Esaú su hijo mayor, los preciosos, que ella tenía en casa, y vistió a Jacob su hijo menor; y cubrió sus manos y la parte de su cuello donde no tenía vello, con las pieles de los cabritos; y entregó los guisados y el pan que había preparado, en manos de Jacob su hijo. Entonces éste fue a su padre y dijo: Padre mío. E Isaac respondió: Heme aquí; ¿quién eres, hijo mío? Y Jacob dijo a su padre: Yo soy Esaú tu primogénito; he hecho como me dijiste: levántate ahora, y siéntate, y come de mi caza, para que me bendigas.” Aquí tenemos a Jacob presentándose delante de su padre.

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10 WILLIAM SOTO SANTIAGO “Entonces Isaac dijo a su hijo: ¿Cómo es que la hallaste tan pronto, hijo mío? Y él respondió: Porque Jehová tu Dios hizo que la encontrase delante de mí (aquí en la cocina de su madre; en términos acá de los nuestros, porque así fue como todo sucedió).” Hizo que la encontrase ahí tan cerquita, porque su madre le ayudó. Es una bendición grande para todo hijo que su madre le ayude para buscar la bendición de Dios. Por eso desde niñitos ayuden a sus hijos a buscar la bendición de Dios, porque es una bendición para toda la eternidad. No esperen que estén ya grandes, sino desde pequeñitos: “Instruye al niño en su carrera, y aun cuando fuere viejo no se apartará de ella.” Después de grandes los niños dan más trabajo, después que ya están hombres dan más trabajo; porque es como el árbol, que va creciendo, y si va creciendo todo torcido, doblado, y si no lo enderezan a tiempo, cuando está frágil, cuando ya está grande ¿quién lo va a enderezar? Así que desde niñitos, desde pequeñitos, hay que guiarlos en el camino de Dios, y mantenerlos rectos, derechos, en el programa de Dios. Ahora, Jacob, vean ustedes, se enfrenta a su padre para recibir la bendición de Dios. Y encontramos que Isaac dice a Jacob: “E Isaac dijo a Jacob: Acércate ahora, y te palparé (¿por qué? porque la voz le había sonado rara, o sea, le había sonado a la voz de Jacob y no a la de Esaú) Acércate ahora, y te palparé, hijo mío, por si eres mi hijo Esaú o no.” ¡Cómo se pondría Jacob aquí! “Ay, ay, ay, este momento sí es difícil.” Acercarse a su padre. Pero cuando Jacob se mira los brazos, y se siente el cuello, dice: “Esto que quizás me molesta un poquito, es lo que me va a librar de este problema. Esto que me molesta a mí un poquito por aquí y por aquí es lo que necesita mi padre tocar.” Así que de seguro cuando llegó a donde su padre, lo que le extendió en seguida fueron los brazos, para tranquilizar la curiosidad de su padre. Y aquí encontramos que Isaac le dice: “por si acaso eres o no eres... por si eres mi hijo Esaú o no.” O sea, se lo está diciendo claro. “Para saber si eres o no eres, porque soy ciego.” Miren cómo todas las cosas obran a bien. Algunas veces cualquier persona puede criticar a un profeta de Dios, puede leer la Biblia, y decir: “Pero este hombre de Dios, este profeta,

LA BENDICIÓN PATRIARCAL 11 que podía orar por los enfermos, y ahora miren aquí, Isaac, un profeta de Dios con la bendición de la primogenitura, y ciego.” Todas las cosas obran para bien. No hay problemas en los cuales Dios no tenga un propósito. No hay problemas en donde Dios no saque beneficio para los hijos de Dios. Aun con la caída de Adán y Eva, Dios ha sacado un beneficio grande para todos los hijos de Dios, y ha hecho que Sus atributos divinos sean manifestados. Ahora, encontramos que Jacob se acerca y dice: “Y se acercó Jacob a su padre Isaac, quien le palpó, y dijo: La voz es la voz de Jacob, pero las manos, las manos de Esaú.” El único problema era la voz. Pero miren ustedes a Moisés: cuando Dios llamó a Moisés para ir a Egipto, para sacar al pueblo hebreo, Moisés también le puso como problema su voz, que tenía problemas para hablar, y Dios le dijo que eso no era ningún problema. Le dijo: “¿Quién dio la lengua al mudo? ¿Quién es el que hizo al mudo, y al ciego, y al que ve? ¿No soy yo?” O sea, le dijo que no había ningún problema con su voz, aunque Moisés podía ver que tenía algunas dificultades para hablar, pero así Dios lo predestinó, lo escogió desde antes de la fundación del mundo, para ser el instrumento del éxodo del pueblo hebreo; una falta que Moisés encontraba en su voz, para Dios eso no era ningún problema, problema era para el que criticara a Moisés porque hablara en esa forma, con problemas en su habla. Ahora, encontramos aquí a Isaac que dice: “La voz es la voz de Jacob, pero las manos, las manos de Esaú. Y no le conoció (gracias a Dios, diría Jacob), porque sus manos eran vellosas como las manos de Esaú; y le bendijo. Y dijo: ¿Eres tú mi hijo Esaú? Y Jacob respondió: Yo soy.” Miren cómo le respondió Jacob: Con el ‘yo soy,’ con el mismo ‘yo soy.’ Ahora, al decir: “Yo soy,” se resolvió el problema. “Dijo también: Acércamela, y comeré de la caza de mi hijo, para que yo te bendiga; y Jacob se la acercó, e Isaac comió; le trajo también vino, y bebió.