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Publicado en La Ley. Buenos Aires. República Argentina, lunes 30 de agosto de 2012. Tomo La Ley 2012-D EL PLAZO RAZONABLE DE LA PRISIÓN PREVENTIVA Y EL VALOR DE LA JURISPRUDENCIA INTERNACIONAL (en el caso “Acosta”) María Angélica Gelli SUMARIO 1. Las cuestiones del caso “Acosta” 2. Las garantías constitucionales y convencionales de la libertad durante el proceso 3. El plazo razonable de la prisión preventiva: la regla de la Corte Suprema en Acosta4. ¿Metamensajes a la magistratura acerca de la responsabilidad en las limitaciones judiciales de la detención preventiva? 5. Otra vez acerca del valor de la jurisprudencia internacional para la magistratura argentina. ¿La Corte desestima, sobre el punto, el dictamen del Procurador General? ************* 1. Las cuestiones del caso “Acosta” Después de algo más de dos años de emitido el dictamen del entonces procurador general Esteban Righi en “Acosta”, 1 la 1 Cfr. Dictamen del procurador general Esteban Righi, en “A., J. E. y otro s/recurso de casación” (C.S. A. 93, L XLV), emitido el 10 de marzo 1

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Publicado en La Ley. Buenos Aires. República Argentina, lunes 30 de agosto de 2012. Tomo La Ley 2012-D

EL PLAZO RAZONABLE DE LA PRISIÓN PREVENTIVA Y EL VALOR DE LA JURISPRUDENCIA INTERNACIONAL

(en el caso “Acosta”)

María Angélica Gelli

SUMARIO1. Las cuestiones del caso “Acosta”2. Las garantías constitucionales y convencionales de la libertad durante el proceso3. El plazo razonable de la prisión preventiva: la regla de la Corte Suprema en “Acosta” 4. ¿Metamensajes a la magistratura acerca de la responsabilidad en las limitaciones judiciales de la detención preventiva?5. Otra vez acerca del valor de la jurisprudencia internacional para la magistratura argentina. ¿La Corte desestima, sobre el punto, el dictamen del Procurador General?

*************

1. Las cuestiones del caso “Acosta”

Después de algo más de dos años de emitido el dictamen del entonces procurador general Esteban Righi en “Acosta”, 1 la Corte Suprema dictó sentencia por mayoría y una disidencia conjunta, resolviendo la controversia sustantiva. 2

1 Cfr. Dictamen del procurador general Esteban Righi, en “A., J. E. y otro s/recurso de casación” (C.S. A. 93, L XLV), emitido el 10 de marzo de 2010. Exp. 93/2009. T 45 L. A. tipo REX. Examiné este dictamen en GELLI, María Angélica -El valor de la jurisprudencia internacional a propósito del caso “Bayarri” en un dictamen de la Procuración General de la Nación-Revista Jurídica Argentina La Ley. Buenos Aires, 1 de junio de 2010. Publicado, también, en Europeanrights.eu. Osservatorio sui rispeto dei diritti fondamentali in Europa. 01-06-2010.

2 Cfr. “Acosta, Jorge Eduardo y otros s/recurso de casación”. C.S. A. 93. XLV. (8 de mayo de 2012). Votaron por la mayoría los jueces LORENZETTI, HIGHTON de NOLASCO, ZAFFARONI y MAQUEDA. En disidencia conjunta, los jueces ARGIBAY y PETRACCHI, consideraron inadmisible el recurso extraordinario federal, aplicando el Art. 280 del CPCyCN.

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En el caso se planteaba un tema problemático de antigua data: el plazo legítimo y razonable de una prisión preventiva. La cuestión implicaba e implica otra de mayor envergadura acerca de la legitimidad de la prisión cautelar porque la medida pone en entredicho el principio de inocencia y el derecho a permanecer en libertad durante el proceso, hasta que una sentencia firme declare al procesado culpable del delito que se le imputa. La prisión preventiva, como resulta obvio, establece límites a este derecho. En consecuencia, deben de existir buenas razones que salgan airosas de un examen estricto del interés público en que se sostenga esa prisión. El plazo de la detención es esencial para calibrar cuán justa deviene la medida preventiva, dado que la prolongación de ésta sin término –a más de poner de relieve la eventual ineficiencia de la justicia para dictar sentencia en tiempo útil- puede convertirse en una verdadera pena anticipada, en el mejor de los casos, o en una pena sin causa en la hipótesis de que el procesado resulte exculpado de las imputaciones.

A los imputados en “Acosta” se les había dictado el auto de procesamiento con prisión preventiva en 2005 y esa detención fue prorrogada por el plazo de un año. La circunstancia de que los delitos imputados fueran caracterizados como de lesa humanidad fue ponderada especialmente por la Cámara Nacional en lo Criminal y Correccional Federal para confirmar las prórrogas de las detenciones. 3 La defensa de los procesados recurrió a la casación sosteniendo la caducidad del plazo legal de detención, la errónea interpretación de la ley 24.390 que lo disponía y la aplicación ultractiva de la redacción original de esa norma. A su turno, por mayoría y diversos argumentos, la Cámara Federal de Casación Penal dispuso la libertad de los recurrentes. Así pues, llegado el caso a la Corte Suprema mediante el recurso extraordinario federal interpuesto por el Fiscal Federal ante la Casación Penal, el Tribunal debía resolver la procedencia del mantenimiento de la prisión preventiva, vuelta a prorrogar, e interpretar y aplicar la ley reglamentaria de esa medida cautelar al caso concreto. El Procurador había dictaminado la procedencia del mantenimiento de la prisión preventiva de los procesados, criterio que siguió la Corte Suprema en cuanto a prolongar esa medida.

Pero, además, la Corte argentina debía examinar la posible aplicación al caso “Acosta” del precedente de la Corte Interamericana de Derechos Humanos emitido en “Bayarri vs. Argentina”, sentencia en la que en una situación similar pero no idéntica, el Estado local fue condenado por prolongar irrazonablemente la detención cautelar.4 El Tribunal Internacional había interpretado que conforme a la ley interna 24.390, vigente al momento de dictarse el fallo en el orden local, existía en el ordenamiento argentino un límite temporal máximo de la prisión preventiva que no se debía superar. Además de ello, el detenido había permanecido privado de su libertad por trece años en un proceso en el que, finalmente, resultó absuelto. En consecuencia de todas esas circunstancias, la Corte Interamericana declaró por unanimidad que el Estado argentino había violado –entre otros derechos y en lo que aquí interesa en especial- el de los detenidos a ser juzgados en un plazo razonable o, en su defecto, a ser dejados en libertad -plazo razonable de la prisión preventiva- establecido en el Art. 7.5 de la Convención Americana de Derechos Humanos.5

3 Cfr. consid. 2º del voto de la mayoría en “Acosta,…”

4 Cfr. “Bayarri vs. Argentina”. CIDH. Serie C Nº 187. Sentencia del 30 de octubre de 2008. 5

? Cfr. Párr. 74 a 77 de “Bayarri vs. Argentina”.

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El eventual valor vinculante de “Bayarri” para el Estado argentino en otro proceso y como regla de garantía a otros imputados fue cuestionado, desestimado y considerado inaplicable por el procurador general en el dictamen que emitió en el caso “Acosta”. Según Righi, el fallo internacional en el que Argentina resultó condenada era vinculante para el Estado en ese caso, es decir, en “Bayarri”. Pero, este precedente, según el procurador, no resultaba trasladable –y por ende obligatorio- sin más, a otros casos sustanciados contra Argentina o contra otro Estado parte de la Convención Americana de Derechos Humanos, porque ello no surgía ni de las disposiciones expresas de este Tratado, ni del valor jurídico de las sentencias de la Corte Interamericana tal como había sido reconocido por el derecho interno y por la jurisprudencia argentina.

Así pues, la sentencia que debía dictar la Corte Suprema en “Acosta” revestía un doble interés. En primer lugar, referido a la determinación del plazo razonable de la prisión preventiva que correspondía aplicar en el caso, de acuerdo a las disposiciones constitucionales, convencionales y legales vigentes en el país. En segundo término y una vez más, acerca del valor vinculante de la jurisprudencia internacional en el orden interno, cuestión ríspida, si las hay. En el caso, se trataba de esclarecer el valor vinculante para los tribunales argentinos de un fallo de la Corte Interamericana de Derechos Humanos emitido en otra controversia contra la República Argentina. Adicionalmente, y ligado al plazo razonable de prisión cautelar, el fallo “Acosta” adquiría relieve, según lo interpreto, por el metamensaje emitido por la Corte Suprema acerca del deber de los jueces de prestar eficaz administración de justicia, a fin de que no se consagre la impunidad, como se verá. 6

2. Las garantías constitucionales y convencionales de la libertad durante el proceso

El Art. 18 de la Constitución Nacional establece las garantías de la libertad y la dignidad de las personas, propias del derecho penal liberal. En lo que aquí es pertinente dispone que nadie puede ser “arrestado sino en virtud de orden escrita de autoridad competente”. Manda, además, que “las cárceles de la Nación serán sanas y limpias, para seguridad y no para castigo de los reos detenidos en ellas, y toda medida que a pretexto de precaución conduzca a mortificarlos más allá de lo que aquella exija hará responsable al juez que la autorice”. 7 Esta última garantía ha dado lugar a una serie de interrogantes sobre los fines constitucionales de la pena en general; la pérdida de la libertad como castigo penal, en especial, y acerca de si esas seguridades se le deben sólo a los detenidos bajo proceso o, de igual manera, a los condenados por sentencia firme. 8 Más allá de la dilucidación de estas cuestiones, parece claro que tal como se dijo, los convencionales constituyentes de 1853

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? Cfr. consid. 21 del voto de la mayoría en “Acosta,…”

7 Bastardillas agregadas.

8 He examinado esas cuestiones en GELLI, María Angélica -–Constitución de la Nación Argentina. Comentada y concordada- La Ley. Cuarta Edición ampliada y actualizada. 4º Reimpresión. Buenos Aires, junio de 2011. Tomo I. P. 9, pág. 312 y ss.

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conocían la doble función de la cárcel como lugar de detención y de guarda de los presos hasta su juzgamiento, y como lugar en el que se hacía efectiva la pérdida de la libertad impuesta por el Estado en calidad de sanción. 9 Dicho en otras palabras, la detención preventiva, cautelar, de los sometidos a juzgamiento estaba prevista desde los orígenes del proceso constituyente argentino aunque, desde luego, sujeta a las garantías y respeto debido a la persona humana y a su dignidad.

Por otro lado, según se sostuvo por la Corte Interamericana de Derechos Humanos “la prisión preventiva «es la medida más severa que se puede aplicar a la persona acusada de delito, por lo cual su aplicación debe tener carácter excepcional, limitado por el principio de legalidad, la presunción de inocencia, la necesidad y proporcionalidad, de acuerdo con lo que es estrictamente necesario en una sociedad democrática» 10 pues constituye «una medida cautelar, no punitiva»”. 11

Esta doctrina elaborada por el Tribunal regional es la aplicación consistente del Art. 7.5 de la Convención Americana de Derechos Humanos en tanto la norma garantiza el derecho de toda persona detenida en prisión preventiva a ser juzgada en un plazo razonable o ser puesta en libertad, sin perjuicio de que continúe el proceso. “Este derecho impone límites temporales a la prisión preventiva, y, en consecuencia, a las facultades del Estado para proteger los fines del proceso mediante este tipo de medida cautelar. Cuando el plazo de la prisión preventiva sobrepasa lo razonable, el Estado podrá limitar la libertad del imputado con otras medidas menos lesivas que aseguren su comparecencia a juicio, distintas a la privación de su libertad mediante encarcelamiento. Este derecho impone, a su vez una obligación judicial de tramitar con mayor diligencia y prontitud aquellos casos en los cuales el imputado se encuentre privado de su libertad”. 12 Así pues, el plazo razonable de juzgamiento empalma, decididamente, con el plazo razonable de la detención preventiva.

El requisito de la duración razonable de la detención es indeterminado, pero determinable por los Estados parte de la Convención que deben establecerlo, y está sujeto a control jurisdiccional en el orden interno y regional, en los casos concretos. A esta cuestión sustantiva se le añade una problemática referida a si ese plazo debe de ser legal, específico

9 Cfr. LEVAGGI, Abelardo –Análisis histórico de la cláusula sobre cárceles de la Constitución- La Ley. Suplemento Universidad del Salvador. Buenos Aires, 8 de octubre de 2002. De acuerdo a lo indica el autor, la fuente de la expresión «para seguridad y no para castigo» proviene del derecho romano por vía de las Partidas de Alfonso el Sabio.

10 Cfr. Párr. 69 de “Bayarri vs. Argentina”. La CIDH cita sus fallos en “Acosta Calderón vs. Ecuador”. Fondo, Reparaciones y Costas. CIDH. Sentencia del 24 de junio de 2005. Serie C Nº 129, Párr.74; “Servellón García y otros vs. Honduras”. Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencias del 21 de septiembre de 2006. Serie C Nº 152, Párr. 88; “Yvon Neptune vs. Haití”. Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia del 6 de mayo de 2008. Serie C Nº 180. Párr. 107. 11

? Cfr. Párr. 69 de “Bayarri vs. Argentina”. La CIDH cita sus fallos en “Suárez Rosero vs. Ecuador”, Fondo. Sentencia del 12 de noviembre de 1997. Serie C Nº 35, Párr. 77; “Chaparro Álvarez y Lapo Iñiguez vs. Ecuador”. Excepciones preliminares, Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia del 21 de noviembre de 2007. Serie C Nº 170, Párr. 145; “Yvon Neptune vs. Haití”. Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia del 6 de mayo de 2008. Serie C Nº 180. Párr. 107.

12 Cfr. Párr. 70 de “Bayarri vs. Argentina”

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y determinado en la norma o si esa determinación corresponde a los tribunales, dentro de los parámetros legales, interpretando el cumplimiento de los requisitos de la prisión cautelar en los casos concretos.

3. El plazo razonable de la prisión preventiva: la regla de la Corte Suprema en “Acosta”

La ley 24.390 reglamentó en el orden interno las garantías del Art. 7.5 de la Convención Americana de Derechos Humanos, en tanto dispuso la excarcelación por el cumplimiento del plazo máximo de prisión preventiva permitido. Bajo esta normativa, en “Bramajo”, la Corte Suprema citando informes de la Comisión Americana de Derechos Humanos -considerados guía de interpretación de las disposiciones de la Convención- 13 estableció los criterios a los que se debía adecuar la interpretación de la ley 24.390. Aunque la Corte Suprema desestimó la inconstitucionalidad del Art. 1° de esta ley, entendió que los plazos de la norma no debían aplicarse de forma automática, por el mero transcurso del tiempo pues de acuerdo al informe emitido por la Comisión Americana, “el Estado parte no está obligado a fijar un plazo válido para todos los casos, con independencia de sus circunstancias, quedando el concepto de plazo razonable sujeto a la apreciación de la gravedad de la infracción, en cuanto a los efectos de establecer si la detención ha dejado de ser razonable”.14

Por cierto, existen diferencias entre la aplicación de límites objetivos a la detención preventiva –de modo típico plazos máximos específicos- y las fórmulas genéricas y abstractas para conceder la libertad por falta de sentencia condenatoria. 15 De todos modos, entiendo que no constituyen formas genéricas para fundamentar la prisión cautelar las que toman en consideración la complejidad del caso, la conducta del inculpado y la diligencia de la autoridad competente. En consecuencia, estos criterios pueden orientar la decisión para medir el plazo razonable de detención. La complejidad del caso, además, puede estar relacionada con la gravedad del delito imputado, por ejemplo en los delitos de lesa humanidad y las dificultades procesales que pueden presentarse para su juzgamiento por el transcurso del tiempo, dado que estos delitos son imprescriptibles; la cantidad de imputados o el eventual ocultamiento de pruebas. Desde luego, no sólo los delitos de lesa humanidad son graves. También lo son los delitos en los que la vida o la dignidad de las personas –por ejemplo por la aplicación de tratos inhumanos o crueles- son arrebatadas por grupos o individuos por las razones que fueran.

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? Cfr. consid 8° de “Bramajo”. Fallos 319:1840 (1996). 14

? Cfr. consid 12 de “Bramajo”.15

? Cfr. ALBANESE, Susana –La prisión preventiva y el plazo razonable- La Ley. Suplemento de Derecho Constitucional, 5 de diciembre de 1997. La autora se refiere a esta diferencia en nota al fallo “Fasciutto, Julián”, en el que se ordenó la libertad del procesado, detenido por más de tres años y medio sin que se hubiera dictado sentencia.

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En “Acosta”, la Corte Suprema, tomando en consideración las disposiciones de la ley 25.430 modificatoria de la ley 24.390 –y entendiendo que esa reforma haría acogido expresamente la doctrina del Tribunal en el caso “Bramajo”- consideró que a fin de no invalidar la jurisprudencia internacional y a la luz del Art. 7.5 de la Convención Americana de Derechos Humanos, debía desestimarse tanto una interpretación que postulara la existencia de un plazo fatal de presión preventiva –porque ello implicaría desconocer los términos de la ley- como la interpretación literal que dejara librado al arbitro judicial la determinación del plazo de la medida cautelar, sin ningún tipo de condicionamiento. En suma, para la Corte Suprema, ni el plazo legal fatal es procedente ni el «no plazo» es admisible. 16

Para que entre esas coordenadas la prisión preventiva resulte razonable debe de tomarse en consideración por los jueces, según la Corte Suprema, la gravedad de los delitos imputados y la complejidad para investigarlos. Estas pautas delimitan el arbitrio judicial y habilitan, eventualmente, el mantenimiento de la detención preventiva.

Así pues, de acuerdo a la regla interpretativa de la Corte en “Acosta”, la ley 24.390 según las modificaciones dispuestas por la ley 25.430, establece un plazo legal genérico que el magistrado judicial debe determinar en el caso concreto en base a los criterios arriba señalados. 17

Aunque para la mayoría de la Corte Suprema los delitos de extrema gravedad son, como regla general, los que “afectan la vida y la integridad de las personas”, en los que se aplicaría el principio ni el plazo legal fatal [de la prisión preventiva] ni el «no plazo» [para la determinación de la detención cautelar], lo cierto es que el Tribunal distingue, de entre aquellos delitos graves, los que son de lesa humanidad. En estos casos considera que el arbitrio judicial debe valorar cuestiones de hecho y de derecho que enuncia pormenorizadamente, para decidir la prolongación de la medida preventiva o, eventualmente, clausurarla. Y ello así, porque como surge de la enumeración de las circunstancias de hecho y las cuestiones derecho que efectúa la Corte, no todas esas circunstancias justificarían la prórroga de la detención, por ejemplo, “la edad, condiciones físicas y mentales de las personas que condicionan la mayor o menor capacidad para intentar eludir la acción de la justicia”, ni todas serían inaplicables ¿quizás? a delitos graves contra la vida y la integridad de las personas pero que no califiquen como de lesa humanidad, por ejemplo “el grado de avance de la causa, o sea, si está próximo el juicio oral o si éste tiene fecha fijada y, por supuesto, si ha mediado sentencia condenatoria no firme”. 18

16 Cfr. consid. 19 del voto de la mayoría en “Acosta,…”. Ver, también, BESTARD, Ana María –El control de constitucionalidad y convencionalidad en una indemnización tarifada- Suplemento La Ley Constitucional. Jueves 28 de junio de 2012, Nº 4, en especial pág.58/9. 17 Cfr. consid. 20 del voto de la mayoría en “Acosta,…”18

? Bastardillas agregadas. Para la enunciación de las condiciones de hecho y derecho que deben de considerar los jueces a la hora de decidir la prolongación de la prisión preventiva, cfr. consid. 24 del voto de la mayoría en “Acosta,…”

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4. ¿Metamensajes a la magistratura acerca de la responsabilidad en las limitaciones judiciales de la detención preventiva?

Ya se ha señalado más arriba. Para la Corte Suprema los delitos de lesa humanidad generan mayor complejidad en su juzgamiento. A más, de acuerdo al Tribunal, los delitos contra la vida y la integridad de las personas que no revisten aquella característica en general “no dan lugar a procesos largos ni complejos”. 19 En consecuencia, la prórroga de la prisión preventiva debería concederse con mayor excepcionalidad en el segundo supuesto que en el primero.

Sin embargo, vale la pena detenerse en los considerandos que preceden a esa diferenciación que hace el Tribunal. Dijo la mayoría de la Corte Suprema “[q]ue el principio republicano de gobierno impone entender que la voluntad de la ley, cuando permite exceder el plazo ordinario, no es la de abarcar cualquier delito, sino los delitos graves y complejos de investigar, o sea, en particular aquellos contra la vida y la integridad física de las personas, cuya protección penal debe privilegiarse y cuya impunidad acarrea gran alarma social y desprestigia en máxima medida la función tutelar del Estado. A la magnitud de la excepción corresponde una pareja delimitación por gravedad y complejidad de los hechos bajo juzgamiento, pues lo contrario implicaría anular virtualmente el carácter excepcional de la norma”. 20 Sigue expresando el Tribunal: “[q]ue resulta obvio que la Nación tiene el deber de juzgar estos delitos de extrema gravedad, en particular los que afectan la vida y la integridad de las personas. También tiene el deber de hacerlo en un plazo razonable, o sea, en no incurrir en negligencia lesiva del principio de inocencia. Ambos deberes deben compatibilizarse en la interpretación de la ley 25.430”. 21

De todas estas consideraciones de la mayoría de la Corte Suprema –las emitidas en los considerandos 23, 21 y 22, respectivamente, que he citados más arriba- parece surgir que cuando se trata de delitos graves contra la vida y la integridad de las personas que además resulten complejos de investigar, el margen de apreciación judicial es mayor en el otorgamiento de la prórroga de la prisión preventiva.

No obstante debe de tenerse en cuenta que la impunidad de los delitos graves contra la vida e integridad de las personas, en palabras de la Corte Suprema, «acarrea gran alarma social y desprestigia en máxima medida la función tutelar del Estado» y, agrego, en todos los casos en que esos valores se afecten, sobre todo cuando indican el aumento contemporáneo de lo que la voz popular denomina “la inseguridad creciente”. ¿Es, en consecuencia, ese señalamiento de los efectos sociales de la impunidad, una sutil puesta en quicio de una problemática mayor que atenaza a la sociedad argentina? ¿Constituye un puente tendido entre las estimaciones y los idearios de parte de la academia y la doctrina y

19 Cfr. consid. 23 del voto de la mayoría en “Acosta,…”20

? Cfr. consid. 21 del voto de la mayoría en “Acosta,…”. (Las bastardillas me pertenecen).

21 Cfr. consid. 22 del voto de la mayoría en “Acosta,…”. (Las bastardillas me pertenecen).

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el «saber popular», a fin de que sin abdicar de los principios y las garantías se atienda el reclamo de los ciudadanos en general y de los habitantes víctimas del delito violento en particular?

Como quiera que sea y según lo estimo, el mensaje enviado por la mayoría de la Corte Suprema no debe de interpretarse en forma restrictiva; Cuando se trata de la vida y la integridad de las personas, cualquiera sea la motivación que mueva a cometer esos delitos, la magistratura judicial debe de desbaratar la impunidad, acelerando los procesos y considerando las circunstancias de hecho y jurídicas que enumera la Corte en “Acosta” para resolver acerca de la prórroga de la prisión cautelar. Sin mengua, por cierto, de los derechos constitucionales y convencionales de los procesados y de las víctimas, de todas las víctimas. 5. Otra vez acerca del valor de la jurisprudencia internacional para la magistratura argentina. ¿La Corte desestima, sobre el punto, el dictamen del Procurador General?

La cuestión –a mi modo de ver problemática- acerca del valor de la jurisprudencia internacional en el orden interno de los Estados parte que implica, además, determinar qué significa «jurisprudencia internacional» no ha quedado del todo resuelta en el fallo de la Corte Suprema en el caso “Acosta”. 22

Según la opinión emitida por el Procurador en “Acosta”, en base a lo que dispone de manera explícita el Art. 68 de la Convención Americana de Derechos Humanos surge del ordenamiento internacional que: a) los fallos de la Corte Interamericana Derechos Humanos son obligatorios para el Estado que aceptó la competencia del tribunal internacional y fue parte en el proceso internacional en el que resultó condenado; b) las decisiones de la Corte Interamericana no tienen efectos generales sobre otros casos similares existentes en el mismo u otro Estado; c) la Convención Americana no establece en ninguna disposición el alcance general de los fallos de la Corte Interamericana, ni en cuanto al decisorio ni en cuanto a los fundamentos. 23

A ese alcance acotado del valor jurídico de la jurisprudencia internacional, el Procurador agregó un requisito más para la aplicación de esos precedentes en el derecho local: que los fallos de la Corte Interamericana no impongan una medida que implique desconocer derechos fundamentales del orden jurídico interno, criterio que según se afirma en el dictamen es similar al aplicado por el Tribunal Federal Constitucional alemán respecto de las sentencias contenciosas del Tribunal Europeo de Derechos Humanos. 24

22 Puede apreciarse con provecho otra interpretación en la muy interesante ponencia de GUTIERREZ COLANTUONO, Pablo –El valor de la jurisprudencia de la Corte Interamericana de Derechos Humanos y su aplicación en los ámbitos nacional y local- Jornadas Nacionales de Derecho Administrativo. El Derecho Administrativo, hoy. 16 años después. Facultad de Derecho. Universidad Austral. Ciudad Autónoma de Buenos Aires, 16 -18 de mayo de 2012. 23

? Cfr. p. V (a) del dictamen del Procurador General en “A., J. E. y otro s/recurso de casación”. (2010).24

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Ese último requisito fue sostenido por el Procurador en el caso “Derecho” al dictaminar que el ilícito imputado, por no constituir un delito de lesa humanidad, era prescriptible. A su turno, la Corte Suprema dictó sentencia siguiendo ese dictamen. Sin embargo, con posterioridad, el Tribunal mudó su criterio; hizo lugar al pedido de aclaratoria -que consideró, en realidad, una revocatoria- y mandó dictar nueva sentencia a la instancia anterior “con el objeto de dar estricto cumplimiento a lo ordenado por la Corte Interamericana de Derechos Humanos, en el fallo “Bueno Alves vs. Argentina”. 25 Debe señalarse que en el caso “Derecho”, y más allá del juicio que merezca la revocatoria a que hizo lugar la Corte Suprema, se trataba de una sentencia del tribunal internacional que condenaba al Estado argentino, entre otras obligaciones, a “realizar inmediatamente las debidas investigaciones para determinar las correspondientes responsabilidades por los hechos de este caso y a aplicar las consecuencias que la ley prevea”. 26 En el caso “Bueno Alves vs. Argentina” estaba implicado, expresamente, el procesado en la causa “Derecho”. Dicho en otras palabras, se trataba de prestar obediencia a una sentencia de la Corte Interamericana en la que el Estado argentino había sido condenado.

Por otra parte, el Procurador en “Acosta” también había sostenido que “es preciso poner de manifiesto que el derecho argentino no ha establecido expresamente la obligatoriedad de las sentencias de la Corte Interamericana más allá de lo dispuesto por el Art. 68 de la Convención Americana”. Es decir, que únicamente en todos los casos en que los Estados sean parte, están obligados a cumplir con la decisión de la Corte Interamericana. 27 Ello así pues, según lo interpreta el Procurador, el término «decisión» que emplea el mentado Art. 68 se refiere al «dispositivo» del fallo y no a los «fundamentos» de la sentencia.

De ese modo, y ceñido a los márgenes señalados, el Procurador sostuvo que los jueces locales están obligados a tener en consideración la jurisprudencia de los organismos internacionales, pero no más. “Esto incluye un deber de examinar minuciosamente la aplicabilidad en el caso concreto, de expresarla y discutirla razonablemente y, en su caso, de explicar las razones jurídicas por las cuales no se sigue en el caso particular”. 28

Pues bien, la mayoría de la Corte Suprema siguió el dictamen del Procurador en el mantenimiento de la prórroga de la prisión preventiva. Pero, de manera expresa sostuvo ? Cfr. p. V (a) del dictamen del Procurador General en “A., J. E. y otro s/recurso de casación”. (2010).25

? Cfr. “Derecho, René Jesús”. C.S. D. 1682. XL /29/11/2012) y parte resolutiva del fallo “Bueno Alves vs. Argentina”. CIDH. Fondo, Reparación y Costas. Serie C Nº 165. 4 de julio de 2007, al que se refiere la Corte argentina.26

? Cfr. p. 8 de la decisión en el fallo “Bueno Alves vs. Argentina”. CIDH. Fondo, Reparación y Costas. Serie C Nº 165. 4 de julio de 2007.

27 Cfr. p. V (b) del dictamen del Procurador General en “A., J. E. y otro s/recurso de casación”. Bastardillas agregadas.

28 Cfr. p. V (b) del dictamen del Procurador General en “A., J. E. y otro s/recurso de casación”.

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“[q]ue, preliminarmente, con las aclaraciones del caso que se formularán y en lo pertinente, corresponde expresar que [el] Tribunal comparte los argumentos vertidos por el señor Procurador General de la Nación, con exclusión de los apartados IV y V”. 29 Precisamente los apartados en los que el Procurador opinó acerca del valor vinculante de la jurisprudencia internacional y la necesidad de «examinar minuciosamente» la aplicabilidad en el caso concreto de esa jurisprudencia.

Sin embargo, a pesar de no concordar con esos párrafos del dictamen, la mayoría de la Corte Suprema siguió, por los menos en parte, el método propuesto por el Procurador a propósito de la inaplicabilidad del fallo de la Corte Interamericana en “Bayarri c/Argentina” al caso “Acosta”. En efecto, la Corte argentina sostuvo que las modificaciones introducidas por la ley 25.430 a la ley 24.390, restringen «en el caso» la aplicación del fallo “Bayarri”, «en tanto introduce excepciones para oponerse al otorgamiento de la libertad una vez cumplido el plazo estipulado en el Art. 1º que la vieja redacción no contenía». 30

Expresado de otra manera, la mayoría de la Corte Suprema no convalidó en su totalidad el criterio restrictivo y ajustado del Procurador acerca del valor vinculante de la jurisprudencia internacional y lo que ésta incluye: también de modo acotado, sólo las sentencias de la Corte Interamericana de Derechos Humanos. Pero, a lo menos, «[evaluó] si el caso particular bajo examen en el proceso interno [“Acosta” era] una instancia del caso general (doctrina) que se infiere de la jurisprudencia de tales órganos [“Bayarri”] (aplicabilidad de la doctrina al caso concreto]». 31 Con ello, la Corte argentina, tuvo en cuenta la interpretación que la Corte Interamericano, acerca el plazo de prisión preventiva razonable en un caso en el que la República Argentina fue condenada por no respetarlo, pero lo juzgo inaplicable a otra controversia en el orden local. Es decir, la Corte Suprema con un criterio ajustado y consistente, examinó el alcance de la doctrina regional, entendió que el caso que debía resolver tenía una singularidad que lo diferenciaba del precedente en cuestión y no se consideró obligada a aplicarlo. Igual que el Procurador.

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29 Cfr. consid. 11 del voto de la mayoría en “Acosta,…”. Las bastardillas me pertenecen.

30 Cfr. consid. 15 y 16 del voto de la mayoría en “Acosta…

31 Cfr. p. V (b) del dictamen del Procurador General en “A., J. E. y otro s/recurso de casación”.

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