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136 Cuadernos de filosofía latinoamericana APOSTILLAS SAHAGUNTINAS Leonor Bonilla Universidad Santo Tomás Resumen En el año de 1529 desembarcó en el puerto de Veracruz Fray Bernardino de Sahagún, quien habría de convertirse en el gran investigador de la cultura nahua. Consciente de que el trabajo misional de los padres franciscanos, que lo habían precedido, no había producido los resultados esperados por la falta de conocimiento de los pueblos aboríge- nes, decidió aprender la lengua nahuatl; preparó, de entre los naturales, a sus futuros colaboradores y comenzó la obra que iba a tener tres frentes: el evangelizador, el lin- güístico y el histórico-étnico-cultural. Posteriormente, elaboró un cuestionario funda- mental para ser contestado por los «principales ancianos» de cada localidad y, por último, realizó la recopilación de toda la información. Gracias al empeño de este gran franciscano que supo superar muchos obstáculos para la terminación de su obra, se logró la reconstrucción del mundo mexicano en ese gran libro titulado Historia general de las cosas de Nueva España.

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136 Cuadernos de filosofía latinoamericana

APOSTILLAS SAHAGUNTINASLeonor Bonilla

Universidad Santo Tomás

Resumen

En el año de 1529 desembarcó en el puerto de Veracruz Fray Bernardino de Sahagún,quien habría de convertirse en el gran investigador de la cultura nahua. Consciente deque el trabajo misional de los padres franciscanos, que lo habían precedido, no habíaproducido los resultados esperados por la falta de conocimiento de los pueblos aboríge-nes, decidió aprender la lengua nahuatl; preparó, de entre los naturales, a sus futuroscolaboradores y comenzó la obra que iba a tener tres frentes: el evangelizador, el lin-güístico y el histórico-étnico-cultural. Posteriormente, elaboró un cuestionario funda-mental para ser contestado por los «principales ancianos» de cada localidad y, porúltimo, realizó la recopilación de toda la información. Gracias al empeño de este granfranciscano que supo superar muchos obstáculos para la terminación de su obra, selogró la reconstrucción del mundo mexicano en ese gran libro titulado Historia generalde las cosas de Nueva España.

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Palabras clave

Bernardino de Sahagún, México, cultura nahua, siglo XVI.

Abstract

Fray Bernardino de Sahún, landed at Veracruz harbor in 1529 and would become lateron the great researcher of nahua Culture. He was aware that the missionary work of hispredecessors, hadn’t brought about the expected results, mainly due to the lack ofknowledge about those native towns. Therefore, he first of all decided to learn the nahuatllanguage; he trained among native people, the ones who were going to be his co-workersand in this way, he began his work based on three branches: gospeling, linguism andcultural – ethnic- historic. Later on, he made a basic questionnaire to be answered bythe local wise men, the elder ones and lastly, he compilled all the information. Thanks tothe engagement (endeavor) or this great francis priest, who learned how to overcome somany obstacles, in order to fulfill his work, he could rebuild (makeover) the mexicanworld in that great book whose title is “general history of new things in New Spain”.

Index terms

Bernardino de Sahagún, México, Nahúa Culture, XVI Century.

Cuando Oswald Spengler, el controvertidohistoriador alemán, agrupa y comenta las másimportantes culturas de la antigüedad en suDecadencia de Occidente, al referirse a losaztecas dice:

Porque esta cultura es el único ejemplode una muerte violenta. No falleció pordecaimiento, no fue ni estorbada ni re-primida en su desarrollo. Murió asesina-da en la plenitud de su evolución, des-truida como una flor que un transeúntedecapita con su vara… Se hizo imposi-ble para siempre un conocimiento ciertodel mundo mejicano, aún en los rasgosmás generales de su historia1.

Sobre la primera parte de esta cita se pon-drían muy pocos reparos u objeciones, pero,

1 SPENGLER, Oswald. La decadencia de Occidente. Vol. 2. Madrid: Espasa-Calpe, 1958. 2 vol., pp. 58-59.

sobre la segunda parte, surgen muchas re-servas, justificadas por posteriores descubri-mientos, estudios e investigaciones, porque“ese conocimiento del mundo” mejicanopudo ser reconstruido para la posteridad poruna esclarecida y providencial personalidad:fray Bernardino de Sahagún.

La celebración, en la pasada década, delquinto centenario no sólo del nacimiento deeste ilustre franciscano, sino también de loque el sistema historiográfico iberoamerica-no llamó, eufemísticamente, “encuentro dedos culturas” (léase descubrimiento de Amé-rica), originó múltiples reediciones de la obrasahaguntina, basadas en los diferentes códi-ces existentes. Igualmente, dichos eventosdieron ocasión a la publicación de magistra-les escritos sobre la vida y los trabajos de

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Sahagún, los que proporcionaron más lucesy elementos de juicio para poder justipreciarla monumental y singular contribución queeste fraile hizo a la historia del México pre-colombino. Cabe destacar dentro de estosescritos tanto el de Miguel León-Portilla,como también el conjunto de diez ensayos,editado por Ascensión Hernández de León-Portilla, los que traeremos a colación másadelante.

Pero estos textos sólo constituyen la culmi-nación de un largo proceso de estudio y delconsiguiente reconocimiento del valor de lasobras de fray Bernardino de Sahagún, que seinició casi inmediatamente después de sumuerte por cronistas como fray Jerónimo deMendieta, fray Juan de Torquemada, el doc-tor Francisco Hernandez, el renombradoprotomédico de Felipe II, y DomingoChimalpahin Cuauhtlehuanitzin, entre otros.

La segunda mitad del siglo XIX fue testigode un “renacimiento mexicanista”, del quehizo esencial parte el interés por el conoci-miento del pasado indígena, movimiento es-piritual del que hicieron parte José FernandoRamírez, Joaquín García Icazbalceta, ManuelOrozco y Berra y Francisco Pimentel, cuyasobras tuvieron como centro gravitacional laHistoria general de las cosas de Nueva Es-paña, cuya primera edición se realizó entre1829 y 1830.

A mediados del siglo pasado, y gracias a losesfuerzos de una nueva generación de inves-tigadores, como Wigberto Jiménez Moreno,Miguel Acosta Saignes y Angel MaríaGaribay, se establecen nuevos puntos de re-ferencia sobre la génesis, la cronología y lametodología de la obra de Sahagún, dondese hace hincapié en aspectos como eletnográfico y el antropológico. Es decir, yase comienza a concretar la multifacéticapersonalidad del corpus histórico de esteeximio franciscano, el que debemos, sin al-guna duda, afrontar de una manera inte-gral, valorando equitativamente sus com-ponentes históricos, lingüísticos, religio-sos, y los etnográficos y antropológicos,ya mencionados.

Consignadas estas consideraciones prelimi-nares, ya es tiempo de hacer una sucinta re-lación de una fascinante y afortunada aven-tura que comenzó en 1529, cuando frayBernardino de Sahagún se embarcó enSanlúcar de Barrameda rumbo a Nueva Es-paña, sin más equipaje que el bagajehumanístico adquirido en la Universidad deSalamanca y el firme propósito de evangeli-zar a los nuevos súbditos de Carlos V. Esteviaje lo hizo en compañía de algunos miem-bros de la antigua nobleza mexicana, entreellos dos de Moctezuma que Hernán Cortéshabía llevado a España, y que ya hablabancastellano. Con ellos Sahagún tuvo contactocon un nuevo mundo que, como lo veremos,terminaría “conquistándole”. Esta aventurafinalizó en 1590, cuando falleció, legándolea México, a América y al mundo, en gene-ral, una ejemplar y edificante obra.

En el mismo año de 1529 fray Bernardinollegó al puerto de Veracruz, en compañíade otros diecinueve franciscanos, con elánimo de reforzar y continuar la laborevangelizadora de los “nueve millones” deindígenas, emprendida pocos años antes porlos famosos “doce” sacerdotes de la misma

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comunidad, la que se había emprendido conel apoyo del mencionado emperador y delpapa Adriano VI.

Tanto Sahagún como sus congéneres eranconscientes de que el trabajo misional reali-zado por los “doce” no había producido losresultados esperados porque había sucedidoalgo similar a lo que ocurrió con muchos delos judeoespañoles conversos: los aboríge-nes novohispanos, que aparentemente habíansido evangelizados, continuaron practican-do sus viejas creencias en su vida privada.

Esta adversa circunstancia obligó a los fran-ciscanos a replantear su estrategia misionalpara convertir verdaderamente a esos millo-nes de almas, y es precisamente aquí dondefray Bernardino de Sahagún comienza a des-empeñar un papel protagónico en todo esteproceso. Al respecto, Josefina García Quin-tana y Alfredo López Austin, en su prólo-go a la primera versión del texto castella-no de la Historia general de las cosas deNueva España, según el Códice Florentino,apuntan:

Además, Sahagún percibió una notoriafalla en toda la empresa: el desconoci-miento de las costumbres de los indios,de sus creencias, de su lenguaje, por loque casi desde su llegada comenzó a es-tudiar la lengua náhuatl al tiempo quecumplía con sus deberes misionales enel convento de Tlatelolco… Se hacía ne-cesaria una revisión de los métodos has-ta entonces empleados. En consecuenciase dio mayor impulso al estudio de la len-gua y a la indagación de las antigüeda-des indígenas2.

O mejor, como el propio Sahagún lo regis-tró, refiriéndose específicamente a la persis-tencia de los cultos idolátricos:

Para predicar contra estas cosas, y aunpara saber si las hay, menester es de sa-ber cómo las usaban en tiempos de suidolatría, que por falta de no saber estoen nuestra presencia hacen muchas co-sas idolátricas sin que lo entendamos3.

Sentadas estas premisas fundamentales, yaes tiempo de proceder a realizar una memo-ria de la gestación y realización de la monu-mental obra de fray Bernardino, así sea so-mera y panorámica; la que tuvo, como lo re-seña Miguel León-Portilla, “tres frentes”: laevangelizadora, la lingüística y la histórico-étnico-cultural. Para tal efecto, tendremoscomo marco de referencia formal el recorri-do local-temporal que nuestro personaje hizoen la Nueva España, el cual, grosso modo,sería: Tlamanalco (1530-1533), Xochimilco(1533-1536), Tlatelolco (1536-1540),Huexotzinco (1540-1545), Tlatelolco (1545-1558), Tepepulco (1558-1561), Tlatelolco(1561-1565), México (1565-1568) yTlatelolco (1568-1590).

No sobra advertir al lector que Sahagún yahabía sido antecedido en el desarrollo de es-tas tareas por fray Toribio de Benanvente, o

2 SAHAGÚN, Bernardino de. Historia general de las cosas de Nueva España. Edición e introducción deJosefina García Quintana y Alfredo López Austin. Vol. 1. México: Consejo Nacional para la Cultura y lasArtes/Alianza Editorial Mexicana, 1989, p. 14.

3 Ibíd., p. 31.

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Motolinía, y por fray Andrés de Olmos, quie-nes hicieron parte del mencionado grupo delos “doce”. Este último, como culminaciónde sus investigaciones lingüísticas, religio-sas e históricas, ya había escrito su Arte paraaprender la lengua mexicana, como tambiénya había traducido al castellano algunosHuehuetlatolli, o Huehuehtlahtolli, segúndeletrean otros. Más adelante hablaremos delsignificado de esta palabra. Motolonía, a suturno, también había realizado labores simi-lares, pero desde un punto de vista totalmen-te diferente: si fray Andrés de Olmos habíahecho sus estudios con respeto, cuando noadmiración por todo lo relacionado con elpasado mexicano, Motolinía, como tambiénfray Jerónimo de Mendieta, veían en su “re-ligión y otras instituciones indígenas la obradel demonio”4, para citar a Miguel León-Portilla en Los antiguos mejicanos. FrayBernardino, casi sobra decirlo, optó por ladirectriz trazada por fray Andrés de Olmos.

Tampoco sobra advertir, para posterioresefectos y no para incurrir en apologías, quefray Bernardino de Sahagún era, antes quecualquier cosa, miembro de una comunidadreligiosa profundamente arraigada en la EdadMedia y que él, en ese momento, tenía comodictado prioritario la evangelización de los“nueve millones” de aborígenes y la conser-vación de la ortodoxia. Por tanto, no debesorprendernos que Sahagún, en algún mo-mento de su vida, hubiese participado en unproceso inquisitorial en el que se condenó ala hoguera, por herejía, a un prominentemiembro de la nobleza del antiguo México.

La magnífica biografía de Sahagún, escritapor Miguel León-Portilla5, nos exime de de-tallar algunos de sus primeros movimientospor la Nueva España. Bástenos decir queSahagún, durante su paso por Tlalmanalco y

Xochimilco, durante los ya reseñados años,ya había coleccionado algunas impresionessobre el paisaje mexicano, como también yahabía traducido algunos sermones domini-cales al náhuatl.

Pero, para alcanzar plenamente las metas quenos hemos propuesto en estas notas, debe-mos trasladarnos a Tlatelolco, es decir, a laprimera permanencia de fray Bernardino enesta localidad, entre 1546 y 1550, a dondearribó relevado de sus labores misionales. Sullegada a este lugar coincide con un hechosupremamente importante: la fundación delColegio de Santa Cruz de Tlatelolco, dondeSahagún inicia una nueva etapa de su vida,como educador.

El establecimiento de este ente educativohacía parte del nuevo esquema evangeliza-dor, implementado para educar a “jóvenesindígenas, hijos de los señores principales, yescogidos por su talento”6, como lo apuntaMiguel León-Portilla. Como podemos obser-var, los franciscanos obraban con un criterioclaramente elitista.

En el Colegio de Santa Cruz de Tlatelolco sedieron clases de retórica, lógica, filosofía,gramática, latín, historia, humanidades yotras materias, y en su cuerpo docente secontó con el concurso de fray Juan Fucher yfray Juan de Gaona, asociados a la Sorbona;fray Andrés de Olmos, ya mencionado; frayArnaldo Bassacio y fray Bernardino deSahagún, quien se desempeñó en la cátedrade latín. Esta nómina basta para no poner enduda la excelsa calidad académica de estecentro pedagógico.

Nos detuvimos aquí porque la fundación delmencionado colegio constituyó, a nuestroparecer, la primera fase del ambicioso pro-

4 LEÓN-PORTILLA, Miguel. Los antiguos mexicanos. México: Fondo de Cultura Económica, 1970, p. 11.5 LEÓN-PORTILLA, Miguel. Bernardino de Sahagún. Madrid: Historia 16/ Quórum, 1987.6 Ibíd., p. 52.

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yecto sahaguntino, porque este claustro fueel semillero de donde salieron los futuroscolaboradores de Sahagún, quien los deno-minaba cariñosamente sus “trilingües”, por-que hablaban latín, castellano y, obviamen-te, náhuatl, aludiendo a sus homónimos sal-mantinos que dominaban el griego, el latín yel hebreo.

En 1540 le encomiendan a Sahagún unanueva labor misional en la región deHuexotzinco (Puebla), donde continúa susestudios e investigaciones lingüísticas e his-tóricas del antiguo México. En esta locali-dad, y esto es muy importante, comparte sutrabajo y sus aficiones con fray Francisco deToral, quien, poco después, es designadocomo provincial del Santo Evangelio deMéxico. Es razonable suponer que Toral nosolamente hace retornar a fray Bernardino aTlatelolco, en 1545, sino que también le en-carga la recopilación de sus trabajos. El pro-pio Sahagún nos lo dice:

Por mandato del muy reverendo padre,fray Francisco de Toral, provincial destaprovincia del Santo Evangelio, y despuésobispo de Campeche y Yucatán, escribídoce libros de las cosas divinas o, mejoridolátricas y humanas, y naturales destaNueva España…7.

En esta segunda estadía en Tlatelolco (1545-1558) fray Bernardino percibe que sus aven-tajados “trilingües” ya estaban suficiente-mente preparados para asistirle en la ingentelabor que le esperaba; y aquí empieza lo queconsideraremos la segunda fase del proyec-to sahaguntino: la elaboración de un cues-tionario básico y trascendental o “minuta”,como él lo llamó, para poder interrogar a losviejos sobrevivientes de la guerra de la Con-quista. Sahagún, citado por Miguel León-Portilla, la justificó así:

Recibido este mandamiento, hice en len-gua castellana una minuta o memoria detodas las materias de que había de tratar,que fue lo que está escripto en los docelibros, y la postilla y cánticos…8.

Sobre esta “minuta” Miguel León-Portillaes más explícito, porque en Los antiguosmejicanos acota lo siguiente:

Tratando de penetrar en la conciencia in-dígena, redactó una “minuta” o cuestio-nario de todos los puntos que le interesa-ba investigar. En él se incluían entre otroslos siguientes temas: ritos, sacerdotes ydioses, fiestas y costumbres, los cielos,la cuenta de los años, el más allá, cosashumanas, parentescos, costumbres de losseñores, oficios, insignias, leyendas, edu-cación y crianza, moral sexual, astrolo-gía, artesanía, sabios, ideas filosóficas,derecho, medicina, alimentación, botáni-ca, animales, metales y piedras precio-sas, orígenes étnicos, literatura, prover-bios y refranes, discursos morales yteológicos, himnos y cantares y hasta unaversión netamente indígena de la histo-ria de la Conquista9.

En otras palabras, la “minuta” abarcaba casitodas “las cosas divinas o, mejor idolátricas,

7 Ibíd., p. 32.8 Ibíd., p. 77.9 LEÓN- PORTILLA, Miguel. Los antiguos mexicanos. México: Fondo de Cultura Económica, 1970, p. 73.

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y humanas, y naturales desta Nueva Espa-ña”, frase de Sahagún que repetiremos en esteescrito.

Superada esta segunda etapa de su plan,Sahagún entra de lleno a la tercera y culmi-nante fase: “la investigación de campo”,como la llama Miguel León-Portilla, es de-cir, la recolección y recopilación de toda lainformación posible, basada en la mencio-nada “minuta”, y contando con la colabora-ción de sus “trilingües, o “gramáticos”, o “la-tinos”. Para tal efecto, fray Bernardino reco-rre un periplo cuyos puntos de referencialocales y temporales son Tepepulco (1568-1561), Tlatelolco nuevamente (1561-1565),y México (1565-1568).

Sus primeras actividades en Tepepulco sonrelacionadas en el prólogo al libro II de laHistoria general de las cosas de Nueva Es-paña, la que en adelante abreviaremos His-toria general. Sobre estas ocupacionesSahagún anotaba:

Hízose desta manera: en el dicho pue-blo hice juntar todos los principales conel señor del pueblo, que se llamaba donDiego de Mendoza, hombre anciano, degran marco y habilidad, muy espe-rimentado en todas las cosas curiales,bélicas y políticas, y aun idolátricas.Habiéndolos juntado, propúseles lo quepretendía hacer, y pedíles me diesen per-sonas hábiles y esperimentadas con quienpudiese platicar y me supiesen dar razónde lo que los preguntase. Ellos me res-pondieron que se hablarían cerca de lopropuesto, y que otro día me responde-rían, y ansí se despidieron de mí. Otrodía vinieron el señor con los principalesy hecho un muy solenne parlamento,como ellos entonces le usaban hacer,señaláronme hasta diez o doce principa-

les ancianos, y dixéronme que con aque-llos podía comunicar y que ellos me da-rían razón de todo lo que les preguntase.Estaban también allí hasta cuatro latinos,a los cuales yo pocos años antes habíaenseñado la gramática en el Colegio deSanta Cruz en el Tlatilulco. Con estosprincipales y gramáticos, también prin-cipales, platiqué muchos días, cerca dedos años, siguiendo la orden de la minu-ta que yo tenía hecha. Todas las cosas queconferimos me las dieron por pinturas,que aquélla era la escriptura que ellosantiguamente usaban, y los gramáticos lasdeclararon en su lengua, escribiendo ladeclaratión al pie de la pintura. Tengo aunagora estos originales… Escribiéronloslos latinos en el mismo pueblo deTepepulco10.

Esta cita la hacemos de la Historia general,editada (1989) por los ya mentados JosefinaGarcía Quintana y Alfredo López Austin, ybasada en el Códice Florentino.

Terminado el período de provincial de Toral,fray Bernardino es trasladado por tercera veza Tlateloco, pero esta vez se le asigna comocentro de operaciones el convento de San-tiago y no el Colegio de Santa Cruz. Al res-pecto Sahagún prosigue, anotándonos:

Cuando al capítulo donde cumplió suhebdómada el padre fray Francisco Toral,el cual me impuso esta carga, me muda-ron de Tepepulco, llevando todas mis es-crituras, fui a morar a Sanctiago deTlatelulco, donde juntando los principa-les los propuse el negotio de mis escritu-ras y los demandé me señalasen algunosprincipales hábiles con quien examinasey platicase las escripturas que deTepepulco traía escriptas. El gobernadorcon los alcaldes me señalaron hasta ocho

10 SAHAGÚN, Bernardino de. Op. Cit., pp. 77-78.

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o diez principales escogidos entre todos,muy hábiles en su lengua y en las cosasde sus antiguallas, con los cuales y concuatro o cinco colegiales trilingües, porespacio de un año y algo más, encerra-dos en el Colegio, se emendó, declaró yañadió todo lo que de Tepepulco truxeescripto, y todo se tornó a escribir de nue-vo, de ruin letra, porque se escribió conmucha priesa. En este escrutinio o exa-men el que más trabaxó de todos los co-legiales fue Martín Jacobita, que enton-ces era rector del Colegio, vecino deTlatilulco, del barrio de Sancta Ana11.

Son admirables la claridad y la objetividadde fray Bernardino al reseñar su paso porestas poblaciones, circunstancia que hacetotalmente prescindible la ayuda de cualquierglosador, por erudito que sea.

Arribando a la última etapa de este periplo,Sahagún viaja a la ciudad de México, y ental sentido continúa diciéndonos.

Habiendo hecho lo dicho en el Tlatilulco,vine a morar a Sanct Francisco de Méxi-co, con todas mis escripturas, donde porespacio de tres años pasé y repasé a missolas todas mis escripturas, y las torné aenmendar y dividílas por libros, en docelibros, y cada libro por capítulos, y algu-nos libros por capítulos y párrafos. Des-pués desto, siendo provincial el padre frayMiguel de Navarro y guardián del Con-vento de México el padre fray Diego deMendoza, con su favor se sacaron enblanco, de buena letra, todos los doce li-bros, y se emendó y sacó en blanco lapostilla y los cantares, y se hizo un artede la lengua mexicana con un vocabula-rio apéndiz, y los mexicanos emendarony añadieron muchas cosas a los doce li-

bros cuando se iba sacando en blanco,de manera que el primer cedazo pordonde mis obras se cernieron fueron losde Tepepulco; el segundo, los deTlatilulco; el tercero, los de México, yen todos estos escrutinios hubo gra-máticos colegiales12.

Estos últimos párrafos son muy importantesporque describen lo que los eruditossahaguntinos llaman el “triple cedazo”, re-curso del que se valió fray Bernardino paradepurar su obra sobre “las cosas divinas o,mejor idolátricas, y humanas, y naturalesdesta Nueva España”.

Terminado este proceso, con su metodolo-gía sui generis, y dejando en claro que todala información procesada fue transcrita alnáhuatl, y que solamente unas escasas glo-sas fueron escritas en español, seguidamen-te trataremos de averiguar cómo la Historiageneral pudo llegar a nuestras manos.

Como en algún párrafo anterior advertimosque procuraríamos no incurrir en apologías,es necesario apelar a los embarazosos ofi-cios de un “abogado del diablo”. Para talefecto recurriremos al ponderado criterio deltan citado Miguel León-Portilla. En la entre-ga número 14 de la revista La aventura de lahistoria, este erudito investigador mexicano,cuando se refería a los reparos y objecionesque se podrían hacer a la obra sahaguntina,afirmaba lo siguiente:

La otra objeción, vinculada a la anterior,ha consistido en preguntarse si no ocu-rrió acaso que los indios, percatados delos propósitos inquisidores del escu-driñador de idolatrías, optaron porengañarlo en sus respuestas, malguián-dolo en sus pesquisas, de suerte que lo

11 Ibíd., p. 32.12 Ibíd., pp. 78-79.

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que creyó haber descubierto estaba muyalejado de la propia realidad cultural. Enel acercamiento a lo que he llamado “sugran proyecto de investigación integral”es necesario tomar en cuenta estas obje-ciones13.

Cualquier labor conducente a establecer lagénesis de la Historia general nos llevainexorablemente a realizar el mismo reco-rrido que ya reseñamos, y que está enmarcadoen el triángulo Tepepulco-Tlatelolco-Méjico.

Cuando Sahagún llegó a Tepepulco (1558)para desarrollar la primera etapa del “tri-ple cedazo”, ya llevaba en su equipaje,entre otras cosas, una profusa colección deHuehuehtlahtolli, o testimonios de la Anti-gua palabra, y una narrativa totalmente in-dígena de la Conquista. Los Huehuehtlahtollieran textos de índole moral, religiosa o filo-sófica que los antiguos mexicanos invoca-ban en ocasiones específicas, que constitu-yen, en conjunto, una clara manifestación desu Weltanschauung.

Pero es toda la información lograda enTepepulco la que, según los eruditossahagunenses, conforma el núcleo primige-nio, si bien esquemático y corto, pero muybien ilustrado, de la Historia general. Esteprimer formato de la obra estaba constituidopor tres secciones, correspondiendo cada unaa “las cosas divinas, humanas y naturales”,respectivamente. Hoy infortunadamente sólose conservan las dos primeras secciones, des-conociéndose el destino de la dedicada a “lascosas naturales”. Esta primera presentaciónde la Historia general es conocida en elmundo sahaguntino como Primeros memo-riales.

En Tlatelolco (1561), fray Bernardino iniciasu tarea de análisis comparativo, depuradora,pero altamente enriquecedora, y el fruto delos testimonios allí recogidos es un textomucho más extenso y trascendental que elde Tepepulco, en el que ya aparece el capítu-lo atinente a “las cosas naturales”.

Este manuscrito quedó dividido en dos par-tes que, por hallarse en Madrid, son conoci-das como Códice Matritense del Real Pala-cio y Códice Matritense de la Real Acade-mia. El infatigable historiador Fernando delPaso y Troncoso bautizó a este manuscritoSegundos memoriales. No está de más traera colación la reflexión que Josefina GarcíaQuintana y Alfredo López Austin hacen so-bre ellos:

Es la aproximación mayor al textonáhuatl de la obra culminante, pese a quese trata todavía de un borrador sobre elque se corrigió con frecuencia. No hayaún versión al español ni lo ilustran di-bujos. Sobre él se modificaron encabe-zados para la estructuración definitiva decapítulos y párrafos14.

13 LEÓN-PORTILLA, Miguel. “Sahagún: la fascinación por el Otro”. En: La aventura de la historia, Nº 14,dic. 1999, p. 64.

14 SAHAGÚN, Bernardino de. Op. Cit., p. 17.

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Como ya lo dijimos, Sahagún se traslada alConvento de San Francisco de México, don-de logra la versión definitiva y organizadade la Historia general. Y fue así como de unmodesto formato de cuatro libros, pergeñadosen Tepepulco, se llegó a la alegórica cifra dedoce, no sobrando consignar que en Méxi-co, Sahagún incluyó en el corpus los comen-tados Huehuehtlahtolli, en el Libro VI; y laya mencionada versión indígena de la Con-quista, llamada por Miguel León-Portilla Vi-sión de los vencidos, como el Libro XII de laobra. Este erudito historiador nos brinda unaejemplar síntesis de esta, por muchas razo-nes, monumental obra:

La temática de cada libro es la siguiente:I. Los dioses adorados por los mexica-nos; II. De las fiestas y sacrificios a losdioses en cada veintena de días con latranscripción de veinte antiguos himnossacros; III. Relaciones acerca del origende los dioses y en particular acerca deTezcatlipoca y Quetzalcóatl, con apéndi-ces sobres los destinos después de lamuerte y, menos estructurados, sobre laeducación; IV. Libro del tonalpohuallio cuenta de los 260 días; V. Augurios yabusiones; VI. Libro de los hue-huehtlahtolli, o testimonio de la Antiguapalabra; VII. El sol, la luna, las estrellasy la atadura de los años; VIII. De los re-yes y nobles y de las formas de su go-bierno, elecciones y maneras de vivir; IX.De los mercaderes, oficiales de oro y pie-dras preciosas y de trabajos de arteplumario; X. De los vicios y virtudes dela gente y de las partes del cuerpo huma-no, sus enfermedades y medicinas, conun último capítulo acerca de las nacio-nes que a esta tierra han venido a poblar.

XI. De las cosas naturales, animales, ár-boles, plantas, metales y diversas piedras;XII. El libro de la conquista de México15.

Mas aquí no termina el proyecto sahaguntinode hacer llegar su libro hasta nuestras ma-nos. Siglos debimos esperar para darnos esteprivilegio intelectual.

Es razonable suponer que fray Bernardino,con la intención de traducir al castellano,como también de hacer publicar la Historiageneral, propuso a sus superiores que la obrafuese escrutada bajo el punto de vista de lafe (1569). El concepto de los censores fuefavorable, pero en lo relacionado con los fon-dos necesarios para sufragar los gastos inhe-rentes a la empresa, el propio Sahagún noscuenta en el prólogo al Libro II:

Algunos definidores les pareció que eracontra la pobreza gastar dineros en escri-biese [sic] aquellas escrituras, y ansí man-daron al autor que despidiese a los escri-banos y que él solo escribiese de su manolo que quisiese en ellas; el cual era ma-yor de setenta años y por temblor de lamano no puede escrebir nada, ni se pudoalcanzar dispensación deste mandamien-to, estuvieron las escrituras sin hacer nadaen ellas más de cinco años16.

Esta mezquina actitud de los “definidores”tenía un inconfundible sabor de retaliación.“Tal vez –opinan García Quintana y LópezAustin- parte de la culpa de las críticas per-sonales a fray Bernardino haya sido de élmismo, ya que no había tenido suficientedelicadeza al hablar en sus escritos de la obrade los primeros misioneros, especialmentede Motolinía”17.

15 LEÓN-PORTILLA, Miguel. Bernardino de Sahagún. Madrid: Historia 16/Quórum, 1987, p. 107.16 SAHAGÚN, Bernardino de. Op. Cit., p. 79.17 Ibíd., p. 18.

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146 Cuadernos de filosofía latinoamericana

También por esos tiempos comenzaron aaparecer malos signos para fray Bernardinoporque fray Miguel de Navarro, su amigo yprotector, fue relevado del cargo de provin-cial, y se nombró para tal oficio a fray Al-fonso de Escalona, quien ordenó a Sahagúnque le entregara sus escritos, los que fuerondiseminados por todo México. “La intención–opina Miguel León-Portilla- era tal vez do-ble. Por una parte, se buscaban nuevos jui-cios que podrían esperarse serían adversosen contra de esos libros en los que se preser-vaban tantas cosas idolátricas. Por otra, ca-bía pensar en que, al dispersarlos, sería difí-cil que su autor volviera a recobrarlos en sutotalidad y, en consecuencia, desistiera ya deponerlos en castellano”18. Sahagún, conscien-te del destino que le esperaba a su obra y conla clara intención de recabar la simpatía y elapoyo de las altas instancias gubernamenta-les y eclesiásticas, y aprovechando que frayMiguel de Navarro y fray Jerónimo deMendieta viajaban a Europa, concretamentea Italia, para asistir al capítulo general de laOrden Franciscana, decide redactar dos re-súmenes de la Historia general: el primero,llamado Sumario, iba dirigido a don Juan deOvando, presidente del Consejo de Indias, yel segundo, denominado Compendio, teníacomo destinatario al Pontífice, Pío V. Delprimero sabemos que llegó a las manos delimportante funcionario español, quien falle-ció poco después. Del segundo opina iróni-camente Miguel León-Portilla que “el Com-pendio destinado a Pío V se conserva hastael presente en el Archivo Secreto del Vatica-no… no se sabe qué es lo que expresó Pío V,si es que algo llegó a manifestar sobre el tra-bajo”19. El Sumario, en cambio, se extravió.

La dispersión de sus escritos trajo comoconsecuencia que algunos inescrupulosos sehubieran apropiado de partes de su obra,

como, entre otros, se dice que lo hizo el men-cionado Francisco Hernández, cuando escri-bió su célebre Historia natural de NuevaEspaña.

Alrededor de 1575 comienzan a soplar vien-tos favorables para Sahagún. En este año lle-ga a México fray Rodrigo de Sequera, comi-sario general de los franciscanos, quien esprecedido por fray Miguel de Navarro. So-bre el cambio de los acontecimientos el mis-mo fray Bernardino nos dice:

Después de algunos años, volviendo decapítulo general el padre fray MiguelNavarro, el cual vino por comisario destaspartes, en censuras tornó a recoger losdichos libros a petición del autor, y des-que estuvieron recogidos, dahí a un añopoco más o menos, vinieron a poder delautor. En este tiempo ninguna cosa se hizocon ellos, ni hubo quien favoreciese paraacabarse de traducir al romance, hasta queel padre comisario general fray Rodrigode Sequera vino a estas partes y los vio,y se contentó mucho dellos, y mandó aldicho autor que los traduxese al roman-ce, y proveyó de todo lo necesario paraque se escribiesen de nuevo, la lenguamexicana en una coluna y el romance enla otra, para los enviar a España, porquelos procuró el señor don Juan de Ovando,presidente del Consejo de Indias, porquetenía noticias destos por razón del suma-rio que el dicho padre fray Miguel Nava-rro había llevado a España, como arribase dixo. Todo lo sobredicho hace al pro-pósito de que se entienda que esta obraha sido examinada y apurada por muchos,y en muchos años, y se han pasado mu-chos trabajos y desgracias hasta ponerlaen el estado en que agora está20.

18 LEÓN-PORTILLA, Miguel. Bernardino de Sahagún, Madrid: Historia 16/Quórum, 1987, p. 111.19 Ibíd., pp. 112-113.20 SAHAGÚN, Bernardino de. Op. Cit., pp. 79-80.

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Sahagún, apoyado institucional y pecu-niariamente, emprendió en 1576 la nuevatarea, en la que nuevamente contó con elinvaluable concurso de sus “trilingües”. So-bre el nuevo formato de la obra, y amplian-do algo lo que ya nos dijo fray Bernardino,cabría decir que el texto en náhuatl se ubica-ba en la “coluna” izquierda, y en la derechasu versión en castellano, la que en muchoscasos no era literal sino resumida yparafrásica. El trabajo, además, fue enrique-cido con ilustraciones a color, realizadas porartistas indígenas, en las que es fácilmenteperceptible la influencia de la pintura delRenacimiento. “La obra terminada –nos aco-ta Miguel León-Portilla— se encuadernó encuatro volúmenes. Fueron éstos los que, se-guramente con profunda complacencia ydando gracias a Dios, puso Sahagún en ma-nos de su protector, el padre Rodrigo deSequera. A él dedicó la obra en una bella ins-cripción latina. El padre Sequera partió conrumbo a España a principios de 1580”21. FrayBernardino, años después, preocupado porel destino de su protector y de su Historiageneral, comentaba resignadamente:

Nunca me ha scripto en qué pararon aque-llos libros… y no sé en cuyo poder esténagora…22.

Este manuscrito, por ser hallado en la biblio-teca Médicis de Florencia, en 1793, se cono-ce como el célebre Códice Florentino deSahagún. ¿Cómo llegó allí? Tal vez algúndía lo sepamos.

Pero los anteriores párrafos no constituyenun convencional happy end, porque entre1577 y 1580 el proyecto sahaguntino fue pre-sa de las más crudas adversidades. En 1576,por ejemplo, la población mejicana fue ob-

jeto de una de las más devastadoras epide-mias, la que cobró la vida de muchos de loscolaboradores de Sahagún. Como si esto fue-ra poco, en 1577, el rey Felipe II, en la realcédula del 22 de abril, ordenaba al virrey deNueva España, don Martín Enríquez, lo si-guiente:

Por algunas cartas que nos han escriptode esas provincias, habemos entendidoque fray Bernardino de Sahagún, de laOrden de San Francisco, ha compuestouna Historia Universal de las cosas másseñaladas de esa Nueva España, la cuales una computación muy copiosa de to-dos los ritos, ceremonias e idolatrías quelos indios usaban en su infidelidad, re-partida en doce libros y en lengua mexi-cana; y aunque se entiende que el celo dedicho fray Bernardino había sido buenoy con deseo que su trabajo sea de fruto,ha parecido que no conviene que este li-bro se imprima ni ande de ninguna ma-nera en esas partes, por algunas causasde consideración; y así os mandamos queluego que recibáis esta nuestra cédula,con mucho cuidado y diligencia procu-réis haber estos libros, y sin que de ellosquede original y traslado alguno, los en-viéis a buen recaudo en la primera oca-sión a nuestro Consejo de las Indias paraque en él se vean; y estaréis advertido deno conseguir que, por ninguna parte, per-sona alguna escriba cosas que toquen asupersticiones y manera de vivir que es-tos indios tenían, en ninguna lengua, por-que así conviene al servicio de DiosNuestro Señor y nuestro. Fecha en Ma-drid, a veinte y dos de abril de mil qui-nientos setenta y siete. Yo el Rey. Pormandado de S. M., Antonio de Eraso23.

21 LEÓN-PORTILLA, Miguel. Bernardino de Sahagún. Madrid: Historia 16/ Quórum, 1987, p. 124.22 Ibídem.23 Ibíd., p. 121.

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¿De dónde provenía este golpe bajo, queaparentemente era el “puntillazo” para el pro-yecto sahaguntino? Fernando del Paso yTroncoso, en carta dirigida a Joaquín GarcíaIcazbalceta (1884), incluida por AscensiónHernández de León-Portilla, como editora,en el libro Bernardino de Sahagún: Diez es-tudios acerca de su obra (1990), comenta alrespecto:

Cuando el padre Sequera mandó sacar, afines de de 1575, la nueva copia de laHistoria de Sahagún que se destinaba parael presidente Ovando, ignoraba sin dudaque éste había muerto poco antes… Yoexplicaría la recogida de la Historia, or-denada desde España cuando la copia quese había mandado sacar todavía no esta-ba concluida, de cualquiera de estas dosmaneras: o por una suspicacia excesivade los sucesores de Ovando, o por unadenuncia de la obra, enviada desde laNueva España. Si la providencia fuemotivada por lo primero, no puede ha-berse despertado la desconfianza sino porla lectura del Sumario en la parte relativaa la Conquista de México, pues a Españano había ido hasta entonces otro trasladode la Historia de Sahagún. Si la denunciapartió de estas comarcas, bien pudieronhacerla los particulares que vieron acá losmanuscritos, escamados por la libertadcon que se hablaba de la Conquista, o talvez los mismos religiosos de la Ordenopuestos a que las idolatrías de los in-dios se escribiesen en su propia lengua.La recogida por causa de lo primero in-dicaría en el Consejo de Indias un espíri-tu apocado, formando contraste con lasmiras levantadas de su antiguo presiden-

te; fácil era entonces combatir ciertas tra-diciones indígenas, puesto que todavíaquedaban algunos de los testigos presen-ciales de aquellos hechos; pretender quese sepultaran en el olvido era darles unvalor que nunca debieron tener, y expo-nerse a que muchos les dieran crédito.Esto sucedió justamente; Torquemada lasresucitó 40 años después: nadie habló yacontra ellas, y hoy forman escuela24.

Aclarado lo relacionado con el Códice Flo-rentino y las supuestas “rocambolescas”aventuras para lograr sobrevivir, es tambiénpertinente hablar algo sobre el Códice deTolosa. Este manuscrito reviste capital im-portancia porque fue el texto que se utilizópara realizar las primeras ediciones de laHistoria general. ¿Cómo llegó a la bibliote-ca del convento franciscano de esta locali-dad guipuzcoana? La prudencia aconseja quenos acojamos a la cautelosa afirmación deJosefina Quintana García y Alfredo LópezAustin: “Aún no está resuelta esta pregun-ta”25. Lo único que podríamos conjeturar conalguna seguridad es que este códice es unacopia defectuosa, apresurada e incompletadel manuscrito que fray Rodrigo de Sequerallevó a España en 1580. El Códice de Tolosatambién es importante porque constituyó laprimera prueba de la supervivencia de lamagna obra de fray Bernardino, puesto quefray Juan de San Antonio la incluyó en suBibliotheca universal franciscana, en 1732;y Francisco Javier Clavijero, el célebre his-toriador jesuita, la reseña en su monumentalHistoria antigua de México, en 178026 .

Por todo lo expuesto en las líneas anteriores,necesariamente debemos concluir que, paratodos los efectos, el Códice Florentino, com-

24 BERNAL, Ignacio. “La obra de Sahagún, otra carta inédita de Francisco del Paso y Troncoso”. En:Bernardino de Sahagún: diez estudios acerca de su obra. Edición e introducción de Ascensión Hernandezde León-Portilla. México, Fondo de Cultura Económica, 1990, pp. 106-107.

25 SAHAGÚN, Bernardino de. Op. Cit., p. 25.26 CLAVIJERO, Francisco Javier. Historia antigua de México. México: Porrúa, 1991, p. XXVI.

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parado con los demás manuscritos existen-tes, es la fuente más fidedigna; bástenos agre-gar que se realizó bajo el escrutador y celosocuidado del propio Sahagún.

Sería razonable suponer que fray Bernardinohubiese vivido sus últimos años presa de lapreocupación causada por el incierto fin queel destino le hubiera deparado a sus escritos.Pero este y otros contratiempos no fueronóbice para que Sahagún, con inusitado áni-mo perfeccionista, continuara investigandoel pasado indígena, cuando no reelaborandolos textos que ya consideraba perdidos. Fru-to de este postrer esfuerzo productivo fue-ron el Tratado acerca del calendario, el Arteadivinatoria y una nueva versión de la his-toria de la Conquista. Esta época también fuetestigo de la única publicación de alguna desus obras: la Psalmodia christiana ySermonario (1583).

El Tratado acerca del calendario era unareconstrucción de lo que fray Bernardinohabía escrito en Libro II de la Historia gene-ral, poniéndolo al tenor de la reciente refor-ma gregoriana, promulgada en 1582.

El Arte adivinatoria es una diatriba contra laidolatría y los escasos resultados que obtu-vieron los primeros evangelizadores. El tex-to presenta analogías y similitudes con apre-ciables partes del Libro IV de la Historiageneral. Sahagún, además, nos indica quela astrología es tan vieja y ubicua como elgénero humano, como también obra del de-monio.

Mucho más interesante bajo todo punto devista fue la reescritura de la versión indíge-na de la Conquista, la “Visión de los venci-dos”.

Cuando fray Bernardino redactó la primeraversión de la guerra de la Conquista, a me-diados de la década de los cincuentas del si-glo XVI, afirmó:

Cerca desta materia allégase también aesto que los que fueron conquistados su-pieron y dieron relación de muchas co-sas que pasaron entre ellos durante laguerra, las cuales ignoraron los que losconquistaron, por las cuales razones meparece que no ha sido trabajo superfluoel haber escrito esta historia, la cual seescribió en tiempo que eran vivos los quese hallaron en la misma conquista, y ellosdieron esta relación, personas principa-les y de buen juicio, y que se tiene porcierto que dixeron toda la verdad27.

¿Qué razones primaron para que frayBernardino hubiese emprendido la rees-critura de este dramático episodio treinta añosdespués? El propio Sahagún, citado por Mi-guel León-Portilla, la justifica con las si-guientes palabras:

...donde se trata de esta conquista, se hi-cieron varios defectos, y fue que algunascosas se pusieron en la narración de estaconquista que fueron mal calladas. Por

27 LEÓN-PORTILLA, Miguel. Bernardino de Sahagún. Madrid: Historia 16/ Quórum, 1987, p. 80.

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esta causa, este año de mil quinientosochenta y cinco enmendé este libro… vaescripto en tres columnas. La primera esel lenguaje indiano, ansí tosco, como elloslo pronunciaron y se escribió entre loslibros –de la Historia general. La segun-da columna es la enmienda de la prime-ra, ansí en vocablos como en sentencias.La tercera columna está en romance, sa-cado según las enmiendas de la segundacolumna…28.

Este formato en tres columnas nunca se en-contró, sólo fue hallado un manuscrito conla tercera columna, es decir, la que solamen-te tiene la versión en castellano con las en-miendas y el prólogo. Este texto lo publicóCarlos María de Bustamante en 1840, quienuna década antes había editado la primeraimpresión de la Historia general.

Nos hemos detenido en este punto por laimportancia y singularidad de esta narraciónde la conquista de Nueva España, porquetodo lo escrito hasta entonces, como tambiénlo que se escribió después al respecto, siem-pre se realizó teniendo solamente en cuentala visión triunfalista y apologética de quie-nes vencieron, y nunca se consideraron lostestimonios y las opiniones de quienes fue-ron derrotados. Fray Juan de Torquemada,en su Monarquía indiana, citada por MiguelLeón-Portilla, no sólo concede la razón a frayBernardino, sino que le rinde postrer reco-nocimiento y homenaje a su labor histórico-lingüístico-antropológica, cuando afirma ca-tegóricamente:

Pienso estuvo el yerro en no hacer estasinquisiciones e informaciones más quecon los españoles que entonces vinieron,y no las averiguaron con los indios, que

también les toca mucha parte de ellas, yaun el todo, pues fueron el blanco dondetodas las cosas de la conquista se asesta-ron. Y son los que muy bien las supierony las pusieron en historia a los principios,por sus figuras y caracteres y, después quesupieron escribir, algunos curiosos deellos las escribieron, las cuales tengo enmi poder, y tengo tanta envidia al len-guaje y estilo con que están escritas, queme holgare saberlas traducir en castella-no con la elegancia y gracia que en sulengua mexicana se dicen…

Yo las escribiera si no las hallara averi-guadas de el padre fray Bernardino deSahagún, religioso santo y grave… Elprimero investigador de las cosas mássecretas de la tierra, y supo todos los se-cretos de ella y se ocupó más de sesentaaños en escribir lengua mexicana y todolo pudo alcanzar en ella29.

Sólo nos resta hacer una última reflexiónsobre esta narrativa de la conquista que, comosabemos, constituye el Libro XII de la His-toria general.

No sería temerario suponer que cuando FrayBernardino organizó esta obra, tuvo en cuen-ta el criterio místico-numerológico medievalal dividirla en doce libros, con la intenciónde rendirles una alegórica ofrenda a los Após-toles. Además, cabría preguntarnos, y estoes más importante, ¿por qué Sahagún, aljerarquizar los temas de esta colosal Summa,en cosas divinas, humanas y naturales, obe-deciendo a una clara pauta aristotélica, in-cluye como último segmento un relato total-mente ajeno a las directrices propuestas y,por ende, fuera de contexto?

28 Ibíd., p. 135.29 LEÓN-PORTILLA, Miguel. “Un testimonio de Sahagún aprovechado por Chimalpahin”. En: Bernardino

de Sahagún: diez estudios acerca de su obra. Op. Cit., p. 304.

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Podría considerarse como prueba de lo ante-riormente dicho la circunstancia de que estahistoria de la Conquista se ha publicado envarias ocasiones independientemente de laHistoria general, sin causar perturbación al-guna. Así lo hizo Miguel León-Portilla, quienla denominó Visión de los vencidos. Este tó-pico, como sucede con otros tantos aspectosde la obra sahaguntina, genera más pregun-tas que respuestas.

Quedaría trunco este escrito si no se hicierauna reseña, así sea somera, de dos obras defray Bernardino: la Psalmodia christiana ySermonario y los Coloquios, textos en losque él venía trabajando desde muchos añosatrás.

A la Psalmodia christiana y Sermonario sólopodemos concebirla como un experimentoque Sahagún realizó en sus primeras laboresmisionarias, cuando trató de compaginar lapraxis religiosa del México precolombinocon el mensaje de las Sagradas Escrituras,sobre todo en el aspecto musical; por lo cualesta obra estaba “ordenada en cantares oPsalmos para que canten los indios en losAreytos que hacen en las Iglesias”. Despuésde pasar por el tamiz inquisitorial, este textologró conseguir el imprimatur, y fue publi-cada, como ya lo dijimos, en 1583.

Los Colloquios y doctrina christiana con quelos doze frayles de San Francisco enbiadospor el papa Adriano Sesto y por el empera-dor Carlos quinto convirtieron a los indiosde la Nueva España en lengua Mexicana yEspañola es el título de la otra obra de frayBernardino, escrita en Tlatelolco, en 1564,de la cual solamente los Colloquios han lle-gado hasta nosotros incompletamente, por-que la parte correspondiente a la doctrinachristiana, como muchas de sus obras, la-mentablemente se perdió.

En los Colloquios confluían las dos vertien-tes principales de la obra sahaguntina: la his-tórica y la doctrinal. Narra Sahagún en esteescrito los diálogos, debates y polémicas quesostuvieron los “doce” primeros francisca-nos con los sacerdotes aztecas en 1524, enlos que ambos bandos expusieron la validezde sus puntos de vista religiosos, con el con-secuente triunfo de los cristianos. La perfec-ción idiomática, el dramatismo que frayBernardino le imprime a las discusiones y elaltísimo nivel académico de los argumentos,han hecho sospechoso a este escrito, porquese aduce que nuestro personaje sacrificó elrigor histórico en aras de la efectividadevangelizadora y de la elegancia literaria.Hay motivos para creer que Motolinía, quiensí fue protagonista de esta histórica confron-tación, escribió algo al respecto, pero quetambién se perdió, desafortunadamente.

Aproximándonos al fin de los días de frayBernardino de Sahagún, Miguel León-Porti-lla nos hace la siguiente síntesis:

Desenmascarar idolatrías, implantar elcristianismo, hacerlo a fondo conocien-do lo secretos de la lengua en que habíade predicar, y valorando lo que era laantigua cultura, esto seguía integrando elmeollo mismo de las motivaciones deBernardino. A convertir en realidad suspropósitos había dedicado ya cerca decincuenta y seis años de su vida, desde1529 hasta 158530.

Fray Bernardino, en 1590, ya nonagenario,fue víctima mortal de una de las tantas epi-demias que diezmaron a los mejicanos deesas épocas, y sus postreros días en Tlatelolcolos narró sentidamente fray Jerónimo deMendieta, cuando, citando por última vez aMiguel León-Portilla, registró:

30 LEÓN-PORTILLA, Miguel. Bernardino de Sahagún. Madrid: Historia 16/ Quórum, 1987, p. 137.

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...al cabo de algunos días volvió a recaery entonces dijo: Agora sí que es llegadala hora. Y mandó traer ante sí a sus hijos,los indios que criaba en el colegio, y des-pidiéndose de ellos, fue llevado a Méxi-co donde, acabados de recibir devotamen-te los sacramentos en el convento de SanFrancisco de la dicha ciudad, murióbienaventuradamente en el Señor y estáallí enterrado31.

¿En qué puede consistir el legado que nosdejó fray Bernardino de Sahagún? En pri-mer lugar, para orgullo de la cultura mejica-na, dejó escuela, como ya lo manifestó laerudita pluma de Fernando del Paso yTroncoso en este escrito.

Hoy, por ejemplo, no podríamos concebir lasobras de fray Juan de Torquemada y de frayJerónimo de Mendieta sin los magistralesparámetros y directrices que fray Bernardinoles trazó en su corpus doctrinal e histórico,especialmente los relacionados con la faceta“metodológica”, ya que sabemos que en es-píritu los dos primeros miraban con recelo,cuando no satanizaban, el pasado indígenamejicano.

Tampoco hubieran sido posibles, sin el ante-cedente sahaguntino, los escritos del grupode historiadores indígenas y mestizos, comoMartín Jacobita, Alfonso Vegerano y Anto-nio Valeriano, discípulos de Sahagún; y, ob-viamente, las trascendentales obras de Fer-nando Alvarado Tezozómoc y de DomingoChimalpahin Cuauhtlehuanitzin, para nom-brar solamente a algunos.

¿Qué podríamos decir del respeto queSahagún le profesó al indígena y a su cultu-ra? Lamentablemente tendríamos que con-

testar que en nuestro medio, quienes escri-bieron la protohistoria no obraron de estamanera, además que su narrativa se basó ex-clusivamente en la “visión de los vencedo-res”. En el caso de fray Pedro Simón, paraescoger alguno, Juan Friede, al prologar lasNoticias historiales, apunta:

Aquel primer contacto del fraile, acos-tumbrado a la cómoda vida en España,con las tribus primitivas del oriente ve-nezolano, tuvo que producir un choqueal recién llegado y dieron origen al me-nosprecio de la población indígena queya no habría de abandonarlo. Se acrecentóincluso en 1608 con la nueva y corta ex-periencia (3) meses que tuvo, cuandoacompañó al ejército de mando del pre-sidente de la Real Audiencia, don Juande Borja y conoció a los indómitos pijaos,indios igualmente “primitivos”. Por otraparte, su encuentro con los muiscas de laaltiplanicie chibcha, ya por entonces des-pojados de su manera de vivir, de su oro,mantas, etc., indios ya “miserables”, nopudieron cambiar su primera impresión32.

En este sentido, y saliéndonos de la órbitahistoriográfica iberoamericana, vale lapena repetir lo que el eminente historiadoringlés, John H. Elliot, dijo al comparar estareprochable conducta de la gran mayoríade los misioneros con la que asumió frayBernardino:

La aproximación de Sahagún a los indiosse parecía a la de Talavera a los moros deGranada. Ambos estaban inspirados poruna genuina curiosidad, por el respeto aciertos aspectos de una civilización aje-na, y por la determinación de encontrar-se con los nativos en sus propios térmi-

31 DE MENDIETA, Jeronimo. Historia eclesiástica indiana. Libro V, parte I, cap. XLI. Ibíd., p. 146.32 SIMÓN, Pedro. Noticias historiales. Vol. 1. Bogotá: Banco Popular, 1981, 6 vol. p. 23.

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nos y proporcionarles un sólido funda-mento en los principios cristianos33.

Y fueron, precisamente, “esta genuina curio-sidad” y este “respeto” los que hicieron que,dentro del más acendrado espíritu del huma-nismo español, convivieran –no diríamos quese conciliaran— el Medioevo y el Renaci-miento, Europa y América, el paganismo in-dígena americano y el cristianismo, el náhuatly el castellano, el Evangelio y la historia, elmisionero y el educador, y otras tantas díadasmás, aparentemente antitéticas, que se nospuedan ocurrir.

Esta convivencia sólo fue posible cuandoFray Bernardino se despojó, en parte, de losprejuicios religiosos y etnocentristas propiosde su época, lo que tuvo como resultado unaobra que, planeada originalmente paraoptimizar la labor evangelizadora en la Nue-va España, terminara convirtiéndose en uninmenso tratado histórico, lingüístico yantropológico, honra y prez de la culturaamericana; colocando, además, a Sahagúncomo a uno de los precursores de la mentali-dad moderna.

Bibliografía

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33 ELLIOT, John H. Imperial Spain. New York: Meridian Books, 1977, pp. 70-71. * Docente de tiempocompleto de la Facultad de Filosofía de la Universidad Santo Tomás, Bogotá.