Apuntes Psicoanalisis Segunda Prueba

16
PSICOANÁLISIS 03 DE JUNIO La noción de superyó hace referencia a un componente evolutivo, debido a que se arraiga al desarrollo del sujeto (relación entre el complejo de Edipo y la segunda tópica de Freud). Segunda tópica de Freud: yo, ello, superyó. Freud no realizó observaciones directas de los casos infantiles para elaborar su teoría del desarrollo. 5 – 6 años: desarrollo del complejo de Edipo. Amnesia infantil: los recuerdos no pueden más allá de los 5 años, producto de la entrada del proceso represivo, que servía como correlato del complejo de Edipo. Para Freud, el superyó está mucho más conectado a las demandas funcionales del ello que a los valores morales. El superyó se disfraza de esta fachada moralista con la que es conocido. El yo es quien busca mantener la relación con la realidad; en cambio, el superyó impone un mandato de lo psíquico al yo más que con la realidad externa. Freud distingue entre la realidad (lo externo) y la realidad psíquica. Freud define el superyó como un sedimento. En el origen del funcionamiento psíquico, el ello actúa como un mediador para lograr la satisfacción de la pulsión (ello como depositario de las pulsiones). El yo es una especie de sirviente del ello, del superyó y de la realidad.

description

psicoanalisis

Transcript of Apuntes Psicoanalisis Segunda Prueba

PSICOANÁLISIS 03 DE JUNIO

La noción de superyó hace referencia a un componente evolutivo, debido a que se arraiga al desarrollo del sujeto (relación entre el complejo de Edipo y la segunda tópica de Freud).

Segunda tópica de Freud: yo, ello, superyó.

Freud no realizó observaciones directas de los casos infantiles para elaborar su teoría del desarrollo.

5 – 6 años: desarrollo del complejo de Edipo.

Amnesia infantil: los recuerdos no pueden más allá de los 5 años, producto de la entrada del proceso represivo, que servía como correlato del complejo de Edipo.

Para Freud, el superyó está mucho más conectado a las demandas funcionales del ello que a los valores morales. El superyó se disfraza de esta fachada moralista con la que es conocido.

El yo es quien busca mantener la relación con la realidad; en cambio, el superyó impone un mandato de lo psíquico al yo más que con la realidad externa.

Freud distingue entre la realidad (lo externo) y la realidad psíquica.

Freud define el superyó como un sedimento.

En el origen del funcionamiento psíquico, el ello actúa como un mediador para lograr la satisfacción de la pulsión (ello como depositario de las pulsiones).

El yo es una especie de sirviente del ello, del superyó y de la realidad.

Cuando perdemos el objeto con el que estamos profundamente identificados, eso produce una melancolía (objeto del duelo).

El yo toma las características del objeto perdido para satisfacer el conflicto del ello, produciendo una identificación.El superyó está formado de la relación con objetos parentales del yo, los cuales más adelante no pueden seguir siendo objetos del deseo. Es decir, el superyó se organiza a partir de los sedimentos del yo de estas relaciones parentales.

El superyó impone la prohibición hacia el yo desde los sedimentos de las relaciones parentales (no puedes desear este objeto amado, pero si puedes compararte y tratar de ser como él).

Para Freud, la manifestación religiosa es algo que se da más a nivel individual que a nivel colectivo.

La relación entre el yo y el superyó está basada afectivamente en el sentimiento de la culpa.

Freud le da mucha relevancia especial a dos emociones: la angustia (vinculada a la represión) y la culpa (vinculada al superyó).

La angustia, a diferencia del miedo, no tiene un objeto claro.

El neurótico, según Freud, no puede evadir la culpa.

La culpa surge en la raíz del complejo de Edipo, ya que se hace referencia a un deseo que no ha sido satisfecho.

El obsesivo se distingue por un constante sentimiento de culpa, ligado a la fantasía obsesiva.

El valor fundamental para el obsesivo es la fantasía más que la realidad.

Hombre de las ratas: culpa basada en un vínculo masoquista con el padre.

Cuando en la práctica clínica se vea la culpa, está entablado el conflicto del yo y el superyó.

La idealización como algo que hace surgir el conflicto entre el yo y el superyó, debido a que la persona se identifica con una responsabilidad que pertenece al otro.

Parte conciente del superyó: especie de voz interna que nos indica “qué debemos hacer” y “qué no debemos hacer”.

El superyó se debe entender como una estructura que no tiene un vínculo con la realidad, sino que con lo pulsional (superyó obsceno: lo moral del superyó es solo apariencia, pero lo único que busca es la satisfacción de la pulsión).

La moral y la ética tradicional busca un bien general, y esta apariencia es la que ocupa el superyó para la satisfacción del deseo.

La oralidad es el plano de la inclusión de un elemento exterior en uno mismo, es una incorporación que encierra una ambivalencia entre amor al objeto y destrucción del mismo.

Creación destructiva del objeto: se crea un objeto sexual que a través de la satisfacción se destruye completamente.

Desde Freud, el complejo de Edipo se entiende como un núcleo sustancial de la configuración de la subjetividad.

El superyó se constituye tanto desde la madre como desde el padre, donde se incluyen también elementos hostiles tanto en la madre como el padre (carácter conflictual del superyó).

Freud piensa que en la construcción conciente del chiste, este sería una manera de permitir la descarga de la tensión pulsional, a pesar de que se produce una tensión de la conciencia (referente al texto “El chiste y su relación con lo inconciente”). Por lo tanto, el chiste sería una forma de burlar el principio de realidad.

El superyó instala en el yo la duda acerca de qué quiere el otro de mí, pero no la responde nunca y queda siempre en el enigma.

En el sueño nos acercamos más directamente al objeto del deseo, pero no es accesible completamente, ya que se manifiesta de una manera deforme.

El superyó impone un ideal imposible e inalcanzable para el yo, manteniendo así al yo en conflicto permanente (ej: una persona exitosa que no se siente feliz). El obsesivo es un sujeto que está constantemente empujado a satisfacer la pulsión del ello, pero posteriormente aparece la culpa como una forma de satisfacción deformada del ello.

El superyó se satisface sádicamente en el yo al castigarlo: esto pone de manifiesto también la caracterización sádica del ello. Por lo tanto “la sobra del objeto (interno) cae sobre el yo” (Freud, Duelo y Melancolía).

La forma de trabajar de la clínica psicoanalítica es que la persona comprenda que la culpa no es parte de uno, sino que fue aprendida y fue adherida a uno.

El problema no es cómo eliminar el monto energético, sino es cómo puede ser expresado.

PSICOANÁLISIS 10 DE JUNIO

Yo insatisfecho: deseo que busca activamente la insatisfacción (noción de histeria).

El mismo Freud decía que no era especulativo porque sus planteamientos eran una conceptualización de lo que observaba en el ejercicio clínico.

En la práctica clínica, un yo insatisfecho se manifiesta en el qué es lo que repite dicha persona, en el sentido de qué es lo que se presenta como “siempre igual”.

En la experiencia del dolor y la queja, se debe observar si hay un cierto patrón que se viene repitiendo.

El síntoma no solamente se refiere a ciertas somatizaciones, sino que la queja también se considera como un síntoma.

El sujeto es agente de su propia forma de insatisfacción.

Tedio vital (Freud): no estarla pasando del todo bien (pasarla “más o menos”).

Para Freud, en el histérico se presenta dicho tedio vital, ya que por su propio deseo de insatisfacción, no disfruta la vida.

Para interpretar la queja, esta debe ser vinculada con las experiencias de vida del sujeto.

Incluso si se pone de manifiesto a la suerte o el azar como la causalidad de los síntomas, hay que tener en cuenta que uno también está involucrado en dicha manifestación de síntomas.

La posición del analista es la de insistirle a la persona en sus repeticiones.

En la histeria, la persona busca su propia insatisfacción y al mismo tiempo, trata de generar insatisfacción en el otro.

Yo de tristeza: ubicarse siempre en la posición de un tercero excluido.

El yo tristeza tiende a triangulizar las relaciones con otro, y el otro siempre pierde en las relaciones, y se tiende a satisfacer la pulsión en un tercero excluido.

En el complejo de Edipo, el niño o niña es quien juega el papel del tercero excluido.

Es muy habitual en el histérico intentar involucrarse en las relaciones de otros, poniéndose a sí mismo en el lugar del tercero excluido.

En el yo tristeza, surge la incertidumbre acerca de la identidad sexual de la persona (¿hombre o mujer?, ¿qué es ser mujer?).

La pregunta del hombre histérico es acerca de si se está en el terreno masculino, lo cual produce en sí incertidumbre (cierta aproximación a la homosexualidad).

Nasio plantea que la histeria es una “negativa a gozar”. En este sentido, la histeria es una defensa ante la satisfacción.

La cura de la histeria guarda relación con la aproximación de la persona a su incertidumbre, buscando una respuesta a la misma.

La experiencia de satisfacción es desrealizadora, debido a que desintegra momentáneamente la configuración del yo.

Cada vez que irrumpe la experiencia del placer, se produce al mismo tiempo una desestabilización pasajera del yo (Bersani).

En el principio de realidad, se plantea un límite a la propia satisfacción.

“Resaca moral” preguntarse acerca del por qué se hizo algo y lamentarse.

La práctica psicoanalítica no busca la cura basada en sujetos de absoluto goce, sino que busca que el sujeto retorne sobre su propio yo y desde su subjetivación sea conciente de su propio conflicto.

La cura psicoanalítica no garantiza que el sujeto va a cambiar su forma de ser, ya que una nueva configuración del yo es una incertidumbre.

PSICOANÁLISIS 04 DE JUNIO

Texto: El Hombre de las Ratas

Paul era el nombre del paciente. Relata una relación de amistad sobre un amigo que él admira mucho y menciona a un hombre que le dijo que podía ser un genio.

Freud destaca en Paul la importancia del varón en su vida, lo que hace elegir en Paul la posición homosexual en su vida, además de la experiencia sexual temprana (5 años) con la “gobernata Peter” (le toca los genitales).

Formación delirante: relacionado con la primera erección de Paul y la visión de su madre acerca de eso (deseo de querer ver a una mujer desnuda y miedo a que al papá le suceda algo aún estando muerto).

Freud plantea que el deseo obsesivo de Paul (ver a una mujer desnuda) se vincula a un temor obsesivo (que al papá le pase algo).

Paul dice que acude a Freud por un error en una maniobra militar, y lo castigaron poniéndole un tarro con ratas en el trasero. Este castigo le produjo un temor al mismo. El amor por su padre que declara Paul, Freud lo interpreta como un deseo reprimido de odio.

Paul desarrolló un onanismo escaso en la pubertad sino que hasta los 21 años después de la muerte de su padre y se avergonzaba de sentir satisfacción.

La representación del castigo con las ratas habría estimulado cierto número de pulsiones despertando recuerdos y por eso las ratas habían adquirido una serie de significados simbólicos (erotismo anal).

SEGUNDO BLOQUE – LA NEUROSIS OBSESIVA

Para Freud, existen dos neurosis básicas: la histeria y la neurosis obsesiva.

Las neurosis se distinguen porque tienen su fundamento en momentos tempranos del desarrollo vinculado a experiencias sexuales.

La histeria es un rechazo de su propia sexualidad y de la sexualidad del otro (ej: el asco que siente Dora por su padre).

De cierto modo, el obsesivo vive en un mundo de culpabilidad y por cierta forma de aversión, en el sentido de querer alejarse de ciertas condiciones.

La obsesión es una especie de dialecto de la histeria, porque…

El obsesivo, a diferencia del histérico, tiene una tendencia a una especie de aislamiento, y encuentra el objeto sexual en sí mismo (ej: coleccionismo, detallismo).

Puede ser más grave el sufrimiento del psicótico que el del neurótico, lo que es contrario a la práctica psicopatológica tradicional.

El obsesivo se retira del mundo, tratando de despreciar al otro y a su entorno en general cuando falla en las relaciones interpersonales.

El obsesivo se caracteriza porque su deseo se haga imposible, por lo tanto, tiene dificultades para tomar decisiones.

Tanto la histeria como la obsesión terminaban en la sensación de insatisfacción.

Freud planteó dos tipos de neurosis: 1- Neurosis de defensa: buscan defenderse del deseo que quiere

satisfacerse.2- Neurosis actuales: la perturbación pertenece al terreno somático y

se refiere a una excitación no satisfecha.

Para Freud, la neurosis obsesiva se caracteriza porque el sujeto recordaba un componente de su sexualidad infantil y que el componente sexual originario no se encontraba reprimido.

Freud decía que tenía conciencia de lo sucedido en la experiencia sexual, pero lo que estaba reprimido era la noción de una actitud sexual pasiva.

El trasfondo del problema de Paul es que su apego sexual es un apego sexual pasivo desde una figura omnipotente, es decir el padre.

El obsesivo es capaz de enjuiciar su propio pensamiento delirante, por lo que no se ve como aparentemente “loco”.

El hipocondríaco sobreinterpreta los síntomas y siente temor a morir con sufrimiento, lo cual está conectado con el obsesivo.

Las defensas de un paciente con conocimientos de psicoanálisis es más fuerte que las de una persona que no sabe de psicoanálisis según Freud.

La neurosis guarda relación con la pregunta acerca de qué es lo que el otro quiere de sí.

El obsesivo es un ser cartesiano: es decir, intenta resolver el problema de su ser en la medida en que “piensa, luego existe”.

El obsesivo sufre en la medida en que se obsesiona con un cierto objeto.

El obsesivo, en respuesta a un deseo, se queda en la pasividad de no poder tomar una decisión.

PSICOANÁLISIS 17 DE JUNIO

El lugar donde se encontraba el sufrimiento del obsesivo es el pensamiento, mientras que en la histeria el sitio del sufrimiento sintomático es el cuerpo.

En la histeria, el cuerpo simboliza una dimensión de lo inconciente. Por el contrario, en el obsesivo se da una idea obsesiva que simboliza lo inconciente.

En la época de Freud, los síntomas histéricos eran mucho más espectaculares que los que se dan en la noción actual de histeria, como la parálisis o la ceguera. Lo que más frecuentemente encontramos relacionado con la histeria son complejos relacionados con el cuerpo (ej: trastornos alimenticios, auto-mutilaciones).

La anorexia es simple falta de apetito, la anorexia psíquica hace alusión a la repulsión a la comida.

Desde el psicoanálisis, los síntomas psíquicos debe ser visto desde la historia, es decir, el síntoma se da desde un determinado momento histórico (ej: la sexualidad victoriana).

El síntoma es un registro de algo que está históricamente condicionado.

Si los síntomas ya no son tan corporalmente espectaculares como en la actualidad, es precisamente porque los momentos históricos son diferentes.

El psicoanalista no se pregunta si alguien está bien o está mal, sino que es el sujeto mismo es quien descubre cómo se siente realmente.

El obsesivo sufre por el pensamiento que no puede abandonar, pero al mismo tiempo lo necesita, ya que se pondría en duda a él mismo acerca de su propia existencia (“si deja de pensar, su existencia se encuentra en peligro”).

El deseo del obsesivo es un “deseo imposible”, ya que establece una serie de bloqueos a la manifestación de su deseo a través de su propio pensamiento.

Para el obsesivo, asumir ese deseo que se torna imposible significa una caída de él mismo.Freud, cuando trabaja con Paul, intenta buscar su deseo que es ignorado por Paul.

El deseo imposible significa una anulación del Otro: por lo tanto, el deseo obsesivo busca anular la “otredad en sí”, es decir, lo inconciente.

El obsesivo sufre de su pensamiento, pero al mismo tiempo ese pensamiento está libidinalmente cargado de satisfacción, y es precisamente por ello es que él nunca se enfrenta a su propio deseo. El obsesivo se encuentra ausente en la relación con otros, ya que se concentra de manera exagerada en su propio pensamiento, y eso le provoca goce. Insomnio por rumiación: no dormir debido a darle vueltas a un pensamiento, que le sucede principalmente a los obsesivos. Sufre y se satisface al mismo tiempo con la “rumiación”.

Otra característica de la neurosis obsesiva es la ambivalencia de los afectos.

El deseo debe ser inaccesible e imposible, ya que si se cumple va a desaparecer.

El obsesivo, al no tener a mano su propio deseo y llevarlo todo al pensamiento, nunca va a tomar una decisión acerca de su deseo (el histérico decide acerca de su deseo, pero dicha decisión lo hace infeliz).

El deseo obsesivo se mueve en torno a un vacío, pero dicho vacío no se llena jamás. Mientras haya deseo que no se ha cumplido, se es un sujeto deseante (Freud).

Para Freud, mientras el deseo está correlacionado con un vacío, el deseo sigue funcionando y tratando de satisfacerse, el cual es imposible de cumplir en su totalidad.

Según Freud, el propio circuito del deseo es en donde podemos encontrar la satisfacción.

Lo que el obsesivo no quiere asumir es lo que va pasando durante el proceso de satisfacción del deseo y la llegada a éste.

Compulsión: manifestación conductual del deseo obsesivo.

El obsesivo se caracteriza por un orden exagerado, meticulosidad, detallismo, perfeccionismo y limpieza exagerada.

El obsesivo tiende a tener una relación con el dinero muy escrupulosa y retentiva, teniendo grandes dificultades para gastar.

La obsesión se encuentra directamente vinculada con la fase anal, ya que obtenemos satisfacción a través del control.

PSICOANÁLISIS 18 DE JUNIO

LA FOBIA

Una fobia es una crisis de pánico ante un objeto, animal o condiciones contextuales.

Es un terror profundo que desorganiza los contornos del propio, y que lleva incluso a la des-realización.

No es una forma de neurosis, sino que es un síntoma que se puede dar tanto en los psicóticos como en los neuróticos.

Pequeño Hans: joven que le temía a los caballos, ya que este animal era la representación de su padre.

En un principio, Freud relacionó la histeria con la fobia, a la que llamó “histeria de angustia”.

En la histeria de conversión, el síntoma era la manifestación simbólica del conflicto. En la fobia, en cambio, la simbolización del conflicto no se da en el propio cuerpo, sino que se da en alguna variable externa.

El síntoma, según Freud, es algo que sustituye una representación de algo, lo que motiva al fóbico a mantener alejado al sujeto del objeto de representación del conflicto.

Si el afecto no está ligado a una representación en la dimensión conciente, se produce una angustia. Desde este punto de vista, la fobia cumple una función defensiva, ya que permite que exista una representación de dicho afecto.

La evasión hacia el objeto fóbico se trata de la evasión de la causa de la angustia que el sujeto atribuye.

La fobia como tal es tan grave que ni siquiera se puede ver la imagen.

La explicación psicoanalítica plantea que el miedo no está dirigido hacia el objeto en sí, sino que se dirige a lo que representa el objeto en el sujeto.

En un principio, Freud llamaba “histeria de angustia” a la fobia, ya que la base es esencialmente la misma.

Una de las interpretaciones del caballo que ve el pequeño Hans es que Freud lo relaciona con el conflicto edípico, ya que se aprecia al padre cayendo, lo que genera ambivalencia en Hans (temor de que el padre se vaya y deseo de Hans de quedar solo con la madre).

La caída del padre (caballo) como el deseo de muerte, al mismo tiempo que genera ansiedad por la desaparición de la figura paterna (conflicto de Hans).

El miedo al objeto encubre la angustia causante.

Textos referentes a la fobia desde la perspectiva freudiana: Pequeño Hans e Inhibición, síntoma y angustia.

La fuente de la angustia es la amenaza y la experiencia de castración, lo que marca una diferencia en la constitución psíquica entre hombres y mujeres (Freud).

Para el hombre, la angustia de la castración se encuentra latente de forma permanente por el miedo a perder algo, mientras que la angustia de la castración femenina surge a partir del sentimiento de envidia del falo.

La mujer no va a llegar a ser tan moral como el hombre, debido a que la angustia de la castración en el hombre desarrolla un superyó mucho más fuerte que el superyó femenino.

Karen Horney: envidia de la matriz.

Más que una angustia de castración, en la mujer habría una experiencia intrínseca de pérdida.

A pesar de que la constitución de la castración freudiana resulta ser muy machista, Freud rompe con la dicotomía cuerpo-mente.

El análisis del pequeño Hans fue indirecto, ya que fue el padre quien observó a su hijo y a partir de ello Freud realizó sus interpretaciones.

Freud analizó a su hija Anna, lo que generó polémica en el ambiente psicológico de la época.

Freud cuando hablaba de Anna, la calificaba como “mi pequeña Antígona”, ya que en la historia ella es quien conduce a Edipo después de que él se sacó los ojos producto de la culpa que sintió por cometer incesto.

El complejo de castración es clave en el caso de Hans, ya que hace referencia a la pérdida de algo, el padre en el caso de Hans.

Los niños van a construir distintas formas de explicarse los hechos con respecto a eso. Freud lo vincula esto con el interés o la motivación intrínseca por el conocer, ligado a las teorías sexuales infantiles.

Los niños construyen una construcción fantasmática de su sexualidad, lo que se levanta como un edificio para el desarrollo de su sexualidad.

En Hans, la preocupación por la pérdida aparece en la fase anal, cuando según Freud decía que dicha preocupación debería aparecer en la fase fálica.Mordida del caballo: interpretación freudiana del miedo que siente Hans a ser castrado.