Apuntes Sobre El Goetheanum

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APUNTES SOBRE EL GOETHEANUM:

Steiner ya había fundado un grupo antroposófico relacionado con su trabajo teosofista, y en 1911, antes de abandonar la Sociedad, le dedicó un edificio en Stuttgart, donde tenía muchos seguidores. Poco después de cortar sus vínculos con la teosofía empezó a recoger fondos para una sede central en Suiza. La primera piedra del nuevo edificio se colocó un atardecer de setiembre de 1913, en medio del ulular del viento y una anochecida prematura pero, sin tener en cuenta estos malos presagios, Steiner terminó las maquetas de la estructura principal a finales de aquel año. Pronto comenzaron los trabajos; los edificios, proyectados para que encarnaran los ideales artísticos y espirituales de Goethe, recibieron el nombre de Goetheanum.

Asistido por numerosos expertos, desde talladores de madera a cristaleros, el proceso constructivo fue prueba visible de los ideales prácticos y comunitarios de la antroposofía en acción: artistas e intelectuales, artesanos y aficionados, miembros de la base y líderes, trabajaron juntos para erigir un palacio de madera de más de sesenta y cinco mil metros cúbicos sobre fundamentos de piedra y techado con pizarra noruega. Steiner no solo proyectó el edificio, también dirigió cada detalle de la obra, hasta la intrincada decoración. También trabajó personalmente en los intervalos de sus giras por Alemania y Europa Central para predicar su doctrina. Jamás se había visto algo como aquel edificio, y en su corta vida (se incendió en diciembre de 1922 y fue reemplazado inmediatamente por otro de cemento) se convirtió en un lugar de peregrinaje espiritual y estético, una expresión visible de la visión steineriana del mundo.

Imagen del primer Goetheanum

Siguiendo a Goethe, que toma la idea del concepto cabalístico de la creación como inspiración y espiración de Dios, Steiner concibe la Tierra como un organismo que respira, inspirando y espirando según las estaciones. En verano, la Tierra espira y, en invierno, inspira. La vida humana forma parte de este proceso respiratorio, desarrollándose a través de ciclos, que son estacionales, históricos, terráqueos y cósmicos. El hombre cambia física y psíquicamente en los equinoccios. La humanidad es, por consiguiente, parte de un organismo espiritual y físico macrocósmico evolutivo, que reproduce microcósmicamente. La historia espiritual de la humanidad es parte de ese proceso. Steiner creía que, en la era moderna, la humanidad había perdido la unidad espiritual,

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estética y cognitiva que ahora añoraba. En su opinión, todos los objetos, desde una cuchara hasta un edificio, deben contribuir a la restauración de esa unidad por todos los medios disponibles.

El proyecto del Goetheanum pretendía expresar la relación orgánica del Hombre con la naturaleza y el propio papel del edificio como centro de energía espiritual. Por lo tanto, todos los aspectos del edificio tenían que ser funcionales y expresivos a la vez. En contra de las absurdas pretensiones de singularidad en la visión de Steiner, había claros indicios de Art Nouveau en la decoración y en rasgos secundarios de la estructura, como las columnas y marcos de las ventanas, todos distintos en sus detalles. Pero bajo esta ornamentación subyace la convicción de Steiner de que las formas artísticas deben fluir de la necesidad espiritual interna si quieren ser elevadas y significativas, en el modo que debe ser siempre el arte alemán. Por lo tanto, todo lo relacionado con el edificio estaba hecho para fluir, encarnando la teoría goethiana de la metamorfosis, según la cual todas las cosas orgánicas cambian y evolucionan permanentemente, y la percepción de Steiner de las auras o líneas de fuerza que, creía él, rodean a las criaturas vivas. El rasgo básico del diseño fue, pues, la ausencia de la línea recta allí donde era posible. Todo estaba decorado. Incluso los cristales de las ventanas, las paredes y los techos estaban pintados de acuerdo con la teoría de los colores de Goethe, con los diversos matices indicando los estados del alma y produciendo efectos psicológicos y espirituales diferentes. Los materiales del edificio, incluido el cristal, fueron fabricados especialmente, y los pigmentos fueron extraídos exclusivamente de plantas.

El segundo Goetheanum.

Construcción

Cara suroeste

Sala-Atelier norte

La exigencia de las curvas creó considerables problemas, sobre todo cuando hubo que coronar el edificio principal con las dos cúpulas de madera, de diferentes tamaños en intersecantes (una era mayor que la cúpula de San Pedro). Como las cúpulas se cruzaban, no se podían reforzar con las habituales nervaciones internas de sostén y hubo que buscar un nuevo método, de modo que una sostuviera a la otra. Pero estos problemas de ingeniería se subordinaron a la mayor importancia de los múltiples propósitos del edificio. El espacio bajo las cúpulas, con capacidad para mas de dos mil personas, era al mismo tiempo sala de conferencias y lugar de reunión de los congresos antroposóficos, según el modelo teosófico. Había también secciones de viviendas y amplios estudios y talleres y, como la sede de Point Loma, el Goetheanum fue pronto, además de un

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templo, un centro social, artístico y educativo, a medida que las actividades a que se había destinado la construcción fueron sustituidas por otras una vez terminado el edificio. Porque Steiner, como Gurdieff, era terapeuta y mago. Su objetivo era la integración en una unidad de todos los aspectos de la vida. De esta manera la evolución espiritual del individuo podría contribuir a la evolución de la comunidad. El Goetheanum, por tanto, fue ideado para que fuera, literalmente, un proyecto cósmico.

Interiores del segundo Goetheanum

Auditorio

Escalera sur

Escalera oeste

Sin duda que esta folie de grandeur le debe algo a Wagner. Como decidió establecerse en Suiza, después de que las autoridades de Munich le negaron el permiso para construir, Steiner, hablando con los donantes del terreno de Dornach, se refirió a su deseo de establecer allí un nuevo Bayreuth, y poco después desistió a una representación de Parsifal en el teatro de Wagner. Parsifal es la ópera donde la teoría del Gesamtkunstwerk, u obra de arte total, se aplica al mito del Grial. Causó una profunda impresión en Steiner, que ya estaba interesado en el drama como camino del entendimiento religioso y como celebración sacramental de ese entendimiento. Algo parecido había visto en el intento de Edouard (Edmond) Schuré para recrear los rituales órficos en un escenario contemporáneo. Partiendo de las ideas de Wagner y Schuré, y combinándolas con su propia doctrina, escribió los Misterios, que se convertirían en el centro focal de la actividad de Dornach y han continuado en el repertorio antroposófico hasta nuestros días.

Estas piezas teatrales, donde se expone la evolución espiritual de unos mismos personajes a lo largo de cuatro escenas (la quinta no se llegó a escribir), reúnen las artes del habla, del movimiento, del color, del diseño, en una síntesis wagneriana complementada por la euritmia. La euritmia steineriana (distinta de la de Dalcroze) se define como habla y canto visibles; se basa en la idea de que no sólo nos afecta el sentido de las palabras, sino también su sonido. Este sonido se produce como ondas invisibles que perturban el aire, y las ondas se pueden traducir en formas visibles, parecidas a las líneas naturales de fuerza encarnadas en la pintura y escultura steinerianas. Pero las palabras también significan algo, por lo cual las formas pueden emplearse simultáneamente para expresar significados.

Como Gurdieff, Steiner creía que los ritmos de la danza formaban parte de -y, por lo tanto, revelan- los orígenes del cosmos. Y las danzas de aquel antiguo templo, hoy perdidas o

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degeneradas hasta resultar irreconocibles, expresan esto y la relación del hombre con el cosmos. Todo en la creación está rítmicamente modulado: la calamidad de la vida moderna es que hemos perdido nuestro sentido de los ritmos naturales, los del mundo y los de nuestros cuerpos. Recuperarlos mediante la danza -un arte en el cual intervienen todas las facultades humanas- nos enseña algo de cosmología y cosmogonía. Y porque también es el arte que agudiza nuestro sentido del espacio y del tiempo (y la relación entre ellos), la danza es potencialmente el medio en el cual el movimiento del cuerpo humano combina con mayor fuerza el significado, la historia y la expresividad, una manera, quizá, de recuperar la antigua fórmula matemática que impulsó cuarenta años antes al señor Felt y a sus amigos a fundar la Sociedad Teosófica. Es, por lo tanto, el medio esencial de la antroposofía: el medio por el cual la ciencia discursiva del espíritu puede convertirse en la aprehensión inmediata del Ser.

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