Arístegui (2008). La conversacion del sí mismo como centro del proyecto de formación de personas

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artículo publicado en la revista Psicología Organizacional Humana Nº 2

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La mirada positiva y el enfoque basado en fortalezas se han instalado con fuerza en los ámbitos organizacionales, con aplicaciones como la indagación apreciativa. En la primera revista, Dora Fried nos compartió la técnica de diálogos generativos desde la mirada construccionista social y sus notables efectos en la productividad, innovación y expansión personal, organizacional y social.

El enfoque apreciativo ha generado una revolución en la psicología y el management pues invita a mirar el vaso medio lleno, a cargarse de los recursos y fortalezas de lo que da vida y de lo que uno y los equipos en los que participa ya han hecho bien, para, desde ese propio poder, seguridad y positividad, desplegar las posibilidades futuras y construir en las alturas que se sueña. Desde ahí se puede enfrentar los problemas y las brechas con mayor probabilidad de efectividad y cambio.

Este número 2 tiene el privilegio de contar con una comunicación breve de Marcial Losada, a mi juicio el psicólogo chileno vivo de mayor envergadura e impacto mundial por sus investigaciones organizacionales y por su genial fusión entre las condiciones para el alto desempeño desde la ciencia dura y el desarrollo personal y grupal en una mirada intimista y más cercana al despliegue existencial y espiritual de las personas.

La poderosa síntesis de sus hallazgos que presenta Losada opera como luminoso telón de fondo para explorar las refl exiones de Astudillo, Cortés y Santibáñez sobre liderazgo apreciativo y una notable mirada al talento que entrega José María Saracho. Los españoles Cardona y Rey comparten el rol que está jugando el liderazgo centrado en la misión, nuevamente en perspectiva apreciativa. Fernández amplía la noción de compensaciones monetarias a una mirada de búsqueda de la satisfacción total en el trabajo, desarrollando un modelo de compensaciones no monetarias.

En una vertiente de profunda refl exión académica, Roberto Arístegui nos comparte los fundamentos fi losófi cos para comprender la conversación del sí mismo y cómo desde ahí se construyen conversaciones organizacionales, y Carlos Díaz profundiza en torno al concepto de actividad y cómo se relaciona con las competencias y su aplicación contextual.

Este ejemplar de la revista Psicología Organizacional Humana tiene esta tonalidad apreciativa y expansiva, revelando dos fenómenos. Primero, que nuestra focalización editorial está en expandir aquello que genera efectividad desde un cómo positivo, declarando que los resultados sustentables derivan de procesos, contextos y personas positivas, emergentes y abiertas al aprendizaje humilde. En segundo lugar, constatamos que los artículos recibidos resuenan en esa vibración de energía expansiva, mostrando sincronía entre nuestra invitación, la contribución de los autores y el aporte percibido por los suscriptores, evidenciado en los numerosos comentarios sobre el primer número de Psicología Organizacional Humana.

Reiteramos nuestra invitación a autores de cualquier profesión y nacionalidad a enviarnos sus artículos. A partir de este número se inaugura la sección de Comunicaciones Breves, orientada a transmitir refl exiones y prácticas innovadoras y efectivas en organizaciones, por lo que el espectro de potenciales autores se amplía al mundo consultor y ejecutivo, sosteniendo nuestros estándares de alta profundidad conceptual y efectividad pragmática.

Ignacio FernándezDirectorPsicología Organizacional Humana

Editorial

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La conversación del Sí Mismo como centro del proyecto de formación de personas

Roberto ArísteguiUniversidad Adolfo Ibáñez

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La Conversación del Sí-Mismo como centro del proyecto de formación de personas

Roberto Arístegui L.

ResumenPresentamos una refl exión acerca de las concepciones del sí mismo o de la concepción del sí mismo, subyacente en la propuesta del modelo de competencias para el alto desempeño en la organización, y que inspira el modelo del currículo centrado en competencias de la Escuela de Psicología de la Universidad Adolfo Ibáñez. Para ello distinguiremos los paradigmas de comprensión del sí mismo que reconocemos en la psicología, específi camente en la línea de ontología existencial y de la enacción, en confl uencia con la dimensión de diálogos y auto-diálogos del enfoque experiencial, constituidos por actos de habla como marco para la articulación del foco experiencial, es decir, los diálogos entendidos como juegos de lenguaje de acción conjunta. Desde nuestro encuadre distinguimos el paradigma sujeto-objeto, donde lo central es la representación que el sujeto se hace del objeto. Otro es el paradigma del giro lingüístico, donde las distinciones centrales son el sentido y la referencia, las cuales vienen a reformular el tradicional espacio de representación y objeto. Distinguimos también un tercer momento o nuevo paradigma, al que denominaremos corporal o de cuerpo presente, el cual está más allá de los patrones o formas desencarnadas.

Palabras clave: sí mismo, enacción, giro lingüístico, yo-mi, conversación, diálogo-auto-diálogo.

Abstract We display a refl exive account about underlying self conceptions in the proposed model for high performance competencies in organizations that inspires the curricular model, centered on competencies, of the school of psychology of the Adolfo Ibañez University. For this we shall distinguish between the paradigms of self comprehension that we recognize in psychology. Specifi cally in the existential ontology and enactive lines in confl uence with the dialogue and self dialogue dimension from the experiential perspective, constituted by speech acts as frame for the articulation of experiential focus. Dialogues understood as conjoint action language games. In our frame we distinguish the subject-object paradigm, where representation of the object by the subject is the core point. Linguistic turn is another paradigm where the main distinctions are Sense-Reference, which reframes the traditional object representation space. We also identify a third moment or new paradigm that we will name corporal or embodied presence, which is beyond patterns or disembodied forms.

Key words: Self, enaction, linguistic turn, I-me, conversation, dialogue - self-dialogue.

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Introducción

El interés central de esta refl exión se focaliza en abordar las concepciones del Sí Mismo en la psicología como referente para una comprensión del rol del sí-mismo-relacional en los procesos de cambio en la organización. Para ello abordamos en el contexto del cambio organizacional y gestión del sí mismo, una tensión existencial (Bajoit, 2003) expresada en la discusión de las concepciones y fundamentos de los paradigmas del sujeto presentados históricamente en la psicología, que se traducen en los discurso de yo y que dan lugar a elecciones y nuevas propuestas acerca de lo relevante a considerar para impulsar los procesos de cambio organizacional. Un tipo ejemplar de propuesta que nos parece promisorio es el coaching ontológico (Echeverría, 2007), que se plantea actualmente como un ámbito de desarrollo fructífero. Desde nuestro punto de vista, reviste especial importancia la orientación ontológica de este tipo de trabajo por cuanto se conecta con los cambios de paradigmas en las concepciones del sí mismo recientemente abordados en la discusión modernidad-posmodernidad.

Nos proponemos profundizar en dicha perspectiva desde el ámbito de una refl exión de los fundamentos meta-teóricos consistentes con una concepción existencial del ser humano en el lenguaje, en el sentido de que la conversación del Sí Mismo impregna las perspectivas sobre el desarrollo de personas como núcleo del potencial positivo de las organizaciones, como actualmente se lleva adelante en la línea de Indagación Apreciativa (Cooperrider, Whitney, 2005). En este particular contexto nos preguntamos ¿cómo se vincula el núcleo positivo de las personas con el centro positivo de una organización centrada en procesos de cambio a partir de lo que funciona? Desde una perspectiva ontológico existencial proponemos que esto es posible si se considera la dimensión del proyecto existencial a nivel del sí mismo-relacional y organizacional como una respuesta que busca hacerse cargo de la dimensión de apertura al futuro, esto es, que las personas en las organizaciones se comportan consigo mismas en auto-diálogos para dar sentido en el tiempo a su necesidad de resolución existencial, proyectando su identidad y sentido en diálogo con otros como un valor esencial para el logro de objetivos sociales de la organización.

Asumiendo la perspectiva del giro de lenguaje pragmático, apreciativamente, diremos que el proceso de comportarse con su futuro existencial se plantea como un comportarse consigo mismo mediante oraciones de acción con potencial de acceso al trasfondo existencial como núcleo positivo y, por tanto, ocurre en la práctica lingüística social. El futuro organizacional se presenta también en el proceso de la conversación como coordinación de acciones surgidas del compartir historias de lo que funciona. Proponemos que la coordinación de acciones en el diálogo abierto al futuro a partir de lo que funciona, supone un sí-mismo-relacional que permite articular el trasfondo del sí mismo o el núcleo personal entretejido con la conversación y proyecto de visión compartida.

La articulación de la conversación del sí mismo relacional coherente con el proyecto personal de ser en el mundo abre un espacio de sentido y auto-actualización personal en el espacio laboral, que hace disponible y libera las competencias del sí mismo en un espacio de compromiso con una lógica de acción. En este espacio se plantea la posibilidad de que la tensión existencial del proyecto de ser dé lugar a un potencial de acceso al trasfondo de un proyecto compartido permitiendo enfrentar competentemente el quiebre que se presenta en el auto-diálogo y en el diálogo con otros, en el trasfondo de la vida de las personas en la organización.

Para desarrollar nuestra indagación abordaremos una línea de pensamiento que se origina en la crítica de Rorty a la tradición de las representaciones privilegiadas y que descansa en una concepción de fi losofía del lenguaje post-analítica, que da cuenta de las alternativas del giro lingüístico en el área y que se desarrollan en dirección a la hermenéutica. En dicho contexto nos proponemos situar nuestra perspectiva de comprensión ontológica de las personas dando un paso hacia la concepción de la enacción (Varela, 2000a), considerando especialmente su línea de desarrollo en una dirección neuro-fenomenológica, en confl uencia

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con una posición de holismo de signifi cado que integra la dimensión dialógica - auto-dialógica mediante actos de habla.

En otro sentido, cercano para nuestros intereses en la formación de personas, estamos muy interesados en profundizar la propuesta de la Escuela de Psicología de la Universidad Adolfo Ibáñez, centrado en un modelo de competencias del sí mismo, relacionales y técnicas como propuesta de formación y desarrollo humano, la cual nos parece estrechamente relacionada con los planteamientos anteriormente señalados. Desde nuestra perspectiva, la concepción existencial del ser humano considerado como centro de la organización tiene efectos o réplicas no sólo en el proyecto de psicología organizacional, sino que también en los fundamentos de una concepción de persona para la psicología en general1. Las nociones de competencias del Sí Mismo, relacionales y técnicas (Fernández, 2008) desarrolladas y expandidas como fundamento de un currículo que las integra como competencias Basales, Relacionales y Genéricas para la Efectividad (Sanhueza, 2008) nos muestran a nivel de orientación curricular una preocupación por la formación psicológica unifi cada en los niveles del saber-qué y el saber-cómo. Esta problemática que se refl eja en el currículo, y que nos remite a las concepciones del Sí Mismo en psicología, es parte de un campo de análisis reciente en el cual ha emergido la discusión acerca de la concepción de ser humano por el cual optamos y nos comprometemos para formar y relacionarnos con otros.

En este contexto, introducir la pregunta por la formación basada en competencias supone articular las competencias, como respuesta de sentido, frente al quiebre existencial que se vive en las dimensiones del sí mismo, relacional y técnica. Desde nuestra posición esa respuesta remite a las concepciones de signifi cado, debido a que la pregunta central que se plantea es la cuestión de cómo articular sentido. Es decir, en qué medida el hombre está abierto a la pregunta por el sentido. Ese tipo de discusión acerca del signifi cado frente a la tensión existencial está a su vez enraizado con las perspectivas para responder a los problemas en relación con preguntas como ¿Cuál es el sentido de ser uno mismo hoy en día? 2

Ante esta pregunta se formulan distintas respuestas en curso que comprometen la dirección a tomar en la formación de psicólogos. En el intento de avanzar en ello, hemos desarrollado una conversación en torno a la forma en que la pregunta pueda ser respondida, lo que según nuestro parecer involucra situar la pregunta por el signifi cado de ser Sí Mismo en términos de una concepción del Sí-Mismo-relacional como una internalización de una conversación social acerca de sí, frente al cual el propio Sí Mismo toma posición, para luego al re-externalizar su respuesta, proponer un proyecto de ser con los demás. En el desarrollo de nuestra refl exión, nos abocaremos a los siguientes puntos:1. La crítica de Rorty a la tradición del refl ejo y la alternativa conversacional hermenéutica. 2. El desarrollo de la posición hermenéutica en Dreyfus, Winograd y Flores.3. La posición de neuro-fenomenología de Varela. 4. Los discursos del Sí mismo: Gergen.5. La posición existencial en psicología. 6. Síntesis y refl exión.

1 La concepción del signifi cado del Sí Mismo emerge como un supuesto permanentemente en otras discusiones más allá de la psicología organizacional, particularmente en el área de la psicología clínica.

2 Parafraseando una reciente pregunta formulada por Stiles (Arístegui, Pacheco, Stiles. SPR, 2008), frente a la cuestión de si el hombre es uno o múltiple y si se entiende como un diálogo social o personal, Stiles planteó la pregunta: ¿Qué signifi ca ser uno mismo?

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1. Giro Lingüístico: Rorty

1.1 La crítica a la tradición del Refl ejo

Esta concepción del Sí Mismo dialógico-auto-dialógico se enmarca en la noción de conversación y de conversación válida como una alternativa a la tradicional perspectiva meta-teórica de la epistemología fundacionalista (Rorty, 1979; Brandom, 2000; Hermans, 2004) según la cual existe solo una descripción correcta o en correspondencia con la realidad, con lo cual se limita de entrada la posibilidad de una conversación o consideración de una concepción alternativa. Nos referimos a la tradición del refl ejo o de la imagen en la cual la mente como espejo está en correspondencia con la realidad externa. Aquí es central el acceder a la representación adecuada o exacta de la realidad, y el rol de las personas en una discusión acerca de la realidad se adscribe en cuanto sus representaciones de realidad puedan dar lugar a un acceso a la representación privilegiada.

En el ámbito de la psicología, este tipo de consideraciones dan cuenta de los fundamentos con los cuales se aborda la cuestión de la distinción salud mental / enfermedad mental. El criterio viene a ser cuanto se adecua la representación a la realidad o si la descripción, incluso a nivel de conducta, corresponde adecuadamente al estímulo. En cualquier caso, el criterio consiste en detectar un “fallo” en la correspondencia o exactitud de la representación, descripción o respuesta frente a la realidad. En ese contexto, quien se atribuye el acceso privilegiado a la representación detenta un saber o un poder acerca del otro. Justamente frente a dicho contexto entra en discusión la alternativa de cuestionar el fundacionalismo epistemológico desde una concepción hermenéutica abierta a la conversación. A grandes rasgos, este camino es el que ha seguido Rorty (1979), cuestionando abiertamente el fundamento de la correspondencia en la concepción del lenguaje, tanto de la fi losofía analítica del lenguaje ideal como de la ciencia en la versión de la concepción heredada de teorías. Para Rorty, dicha tradición está alineada con la teoría del refl ejo que da lugar a la modernidad.

Desde Descartes en adelante conocemos la propuesta epistemológica que accede desde la primera persona a un fundamento interno (pienso, luego existo). En el desarrollo de la modernidad, las vicisitudes de la representación privilegiada condujeron a un movimiento pendular entre el empirismo y el racionalismo, circunscribiendo la cuestión de la representación adecuada (o en correspondencia), ya sea a lo sensorial (empirismo) o a la concepción a priori de un concepto (racionalismo) capaz de “estructurar” el dato (en la jerga psicológica del siglo XX diríamos procesamiento del estímulo). Esta concepción moderna, si bien fl uctuó entre estas diversas posiciones, no puso necesariamente en cuestión la noción de una realidad externa y la posición del conocimiento como válido en cuanto estuviese en correspondencia con dicha realidad externa.

Rorty nos muestra que esto que se denomina la tradición del espejo culmina en un movimiento, la fi losofía analítica del lenguaje, que intentó modifi car los supuestos de la modernidad comprometida con la distinción sujeto-objeto y las representaciones privilegiadas como vocabulario básico. Siguiendo a Rorty, la tradición de la mente-espejo y de la teoría del refl ejo fue cuestionada por el surgimiento de un nuevo modo de comprensión del conocimiento que puso en primer plano al lenguaje. El así denominado giro lingüístico se propuso como una alternativa frente al paradigma tradicional de la tradición del refl ejo y como una revolución respecto de los supuestos de la modernidad, según el cual los tradicionales problemas científi cos y fi losófi cos serían reformulado al considerar “los términos del problema”. Es como si hasta el momento hubiese existido una especie de transparencia respecto del uso del lenguaje, tanto en la formulación como en el tratamiento de los problemas.

Siguiendo los lineamientos del giro lingüístico, la novedad consistiría en introducir distinciones de acuerdo a un método de análisis lingüístico que permitiría distinguir niveles

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de análisis y usos de los conceptos fundamentados en la comprensión acerca del uso de los términos en el lenguaje. Así por ejemplo, Frege (1949) introdujo la distinción sentido y referencia, que dio lugar al nacimiento de este movimiento. Propuso que un nombre podía ser analizado considerando sus sentidos y su referente. Así por ejemplo, introdujo como sentidos correferenciales los términos “lucero de la tarde” y “lucero de la mañana”, respecto del referente “Venus”. De acuerdo a este ejemplo podemos distinguir dos sentidos respecto de un referente. Siguiendo este ejemplo, los análisis lingüísticos permitirían reconocer los problemas fi losófi cos y científi cos surgirían de no distinguir adecuadamente el sentido y el referente de un término.

1.2 La alternativa de Rorty: Pragmatismo

El proyecto de modernidad culmina en la fi losofía analítica del lenguaje ideal (Soames, 2003), la cual da lugar a la concepción heredada de teorías. La ciencia natural se erige entonces en la vía para la representación privilegiada en el encuadre del empirismo lógico. Rorty (1967, 1979) se opone a la tradición del lenguaje como refl ejo, asumiendo la crítica de tres fi lósofos. Wittgenstein II (1968) propone que el signifi cado no radica solamente en la referencia y considera el signifi cado como uso, según una multiplicidad de juegos de lenguaje conectados con formas de vida. A continuación, el demoledor ataque de Quine (1953) a los dogmas del empirismo, que cuestionó la analiticidad o la noción de signifi cado como oscuras entidades intermediarias, y la reducción de la teoría a la observación. La posición que se desprende de Quine, el holismo epistemológico, es desarrollado por Rorty (1979, 2000) en dirección a un holismo de signifi cado. Finalmente, la posición de Sellars (1963), conduce a Rorty a un análisis en contra de los supuestos datos pre-lingüísticos o, el así denominado, mito de lo dado. Asume una posición afín a Sellars y a Quine en un encuadre wittgensteiniano, mostrando que tanto la crítica a la analiticidad como al mito de lo dado se complementan mutuamente, dando lugar a una nueva concepción del lenguaje como uso holístico. Plantea una posición post-analítica del lenguaje, en abierta discusión con la fi losofía del lenguaje ideal. La nueva posición pragmática se opone a la verdad como correspondencia y mina los supuestos de la correspondencia-referencia, desde la concepción del uso. Adopta los desarrollos de Quine (1990, 2000) acerca de la indeterminación de la referencia, conectados con la perspectiva de Davidson (1984). Desde la nueva posición pragmática, post-analítica, Rorty articula su posición de holismo y cruza desde el campo de la fi losofía analítica del lenguaje ordinario hacia la hermenéutica. Reconoce en dicho campo los desarrollos de Heidegger, Sartre y Gadamer. Cuestionando la tradición de la epistemología fundacionalista, se abre a la dimensión del signifi co en la línea del sentido. Al proponerse la pregunta por lo que signifi ca ser una persona, considera los trabajos de la hermenéutica como una alternativa de concepción del signifi cado, ante la tradición del empirismo lógico. Asume la perspectiva sartreana del proyecto de ser, la cual inspira su tesis lingüística desde una opción existencial en el lenguaje. Así, su fórmula de elección de vocabulario abre una alternativa ante la sola consideración de la extensión en ciencia, que condujo a la elección de la notación canónica como el lenguaje de la descripción última de la realidad, ya que también incluye la dimensión intensional.

2. La hermenéutica de Heidegger elaborada por Dreyfus, Winograd y Flores.

En una primera réplica, vemos como la posición de Rorty puede ser continuada al considerar el trabajo de Dreyfus (1991) acerca de Heidegger (1951). Recordemos que Dreyfus (1979) propuso una temprana crítica a la inteligencia artifi cial, donde se opuso a la idea de reducir la inteligencia a un esquema de atomismo-lógico. En dicho contexto se abrió a la consideración de la cognición, entendida como un ámbito del modo de ser de un dasein, en un mundo, y no como una representación simbólica. Vemos aquí una confl uencia con la crítica a las representaciones privilegiadas de Rorty y el vuelco hacia la hermenéutica de Heidegger como alternativa para comprender la cognición humana situada en un trasfondo de prácticas.

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En el mismo sentido, consideramos el trabajo de Winograd y Flores (1986) que se inspira en la lectura de Heidegger realizada por Dreyfus. En efecto, ellos desarrollan una crítica al racionalismo, que prolonga radicalmente aquella desarrollada por Dreyfus (1979) a la inteligencia artifi cial, ahora dirigida contra el racionalismo o la fi losofía analítica del lenguaje, entendida como la fi losofía subyacente a las disputas del racionalismo y del empirismo. Vemos una discusión con el empirismo lógico, en la línea del cuestionamiento abierto por Rorty. En tal sentido, la crítica al racionalismo se dirige en contra de la teoría de la verdad como correspondencia, según las variantes de la correspondencia lingüística y la correspondencia referencia. El foco es consistente con la crítica de Rorty a la teoría de la verdad como correspondencia y la alternativa abre camino en la línea de fi losofía analítica del lenguaje y hermenéutica de Heidegger. Además, agregan a la refl exión crítica la postura de Maturana y Varela (1980). Existe una confl uencia en estos tres autores elegidos por Winograd y Flores. Recordemos que Heidegger cuestiona la teoría de la correspondencia y radicalmente abre una concepción del sentido como aperturidad en el lenguaje, con preeminencia frente a la referencia.

El encuadre de ser-en-el-mundo, asumido por Dreyfus e introducido por Winograd y Flores, distingue tres ámbitos de la existencia o del ser: disponible a la mano, indisponible a la mano y presente a los ojos. De acuerdo al planteamiento de Heidegger, la dimensión del sentido es preeminente a la referencia. En el contexto de la disponibilidad, se presenta un quiebre que hace surgir lo indisponible. En la descripción de Dreyfus, asumida por Winograd y Flores, se presenta la emergencia de algo que pude conducir al encuentro del trasfondo o a un quiebre, posterior al cual se presenta la realidad como ante-los-ojos. Mediante esta concepción, Dreyfus se opone a las representaciones privilegiadas. El dominio del referente queda ligado a la dimensión de lo presente ante-los-ojos, la representación sujeto – objeto.

Dreyfus explicita una concepción del lenguaje donde la comprensión y la interpretación se presuponen en forma previa al enunciado. De acuerdo a la estructura del ser-en-el-mundo, el signifi cado como sentido queda relacionado, desde la comprensión, con la interpretación, y el enunciado, con la dimensión del referente.

2.1 Cruce entre Hermenéutica y Actos de Habla

Dando un paso adelante con este encuadre, además de la comprensión del lenguaje que sitúa la interpretación del sentido como preeminente al referente, Winograd y Flores (1986) introducen un cruce de la hermenéutica con la teoría de actos de habla. Siguiendo con la descripción inicial, la correspondencia lingüística da lugar a la noción de descripción en singular, sentencia indicativa. Dan un salto ante la tradición de la correspondencia y abordan el trabajo de Austin (1982) y la distinción performativo-constatativo. “ Constatativo da cuenta de cómo el lenguaje refl eja la realidad. Performativo indica como el uso del lenguaje constituye acciones sociales. Tomando la distinción de Austin para enfrentar la tradición de la correspondencia y de la representación, y según su nueva versión, avanzan hacia una nueva concepción del lenguaje como compromiso en la acción. Realizan un cruce de la teoría de los actos de habla y de la hermenéutica de Heidegger.

Al considerar la teoría de Austin, adoptan la elaboración realizada por su discípulo Searle (1969, 1979), en cuyo desarrollo se plantea el punto ilocutivo como el foco que defi ne uno de los cinco tipos de acción posible en el lenguaje. Utilizan la taxonomía de los actos de habla (Searle, 1975) como un referente general, ya que, si bien el contexto de los actos de habla incluye los declarativos, compromisitos, directivos, aserciones y expresivos, en el diseño de conversación para la acción se incluyen sólo cuatro, ya que se deja fuera la dimensión de los expresivos.

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2.2 Compromisos como Acoplamiento Estructural

La noción autopoiesis de Maturana y Varela (1980) es propuesta para dar cuenta de un nuevo fundamento de la cognición. Al considerar que los sistemas están determinados por su estructura, y que en la experiencia no distinguen ilusión e percepción, se reformula la concepción tradicional de un sistema determinado desde el exterior por el input. Maturana distingue los dominios explicativos del funcionamiento autónomo de lo vivo, del camino tradicional de explicar en base a la correspondencia, producto de la confusión de un observador que atribuye como mecanismo explicativo la idea de la representación y correspondencia. En cambio, la explicación mediante el acoplamiento estructural de Maturana abre un nuevo campo en el cual es posible dar cuenta de la cognición como un dominio que surge desde la acción coordinada del sistema. Winograd (1983) tempranamente adoptó la perspectiva de Maturana para explicar la noción del funcionamiento del lenguaje análogo a un modelo hermenéutico, en cuanto no reconocería un exterior o algo más allá del círculo hermenéutico.

Al no haber un exterior con el cual corresponder, un referente, se hace posible considerar la analogía convergente de una red autopoiética y un círculo hermenéutico. Es lo que Winograd y Flores aplican a la noción de compromiso en el lenguaje, para ir más lejos que las elaboraciones de la teoría de los actos de habla permitían en la versión de Habermas. Inicialmente Flores (1989) había utilizado la elaboración performativo-proposicional de Habermas (1976) y había distinguido las esferas de validez proposicional, normativa y expresiva. Sin embargo, al adoptar la analogía del acoplamiento estructural para “hacer infrecuentes los quiebres”, se propuso ir más allá de la posición “racionalista” de Habermas, avanzando en dirección de una articulación sistémica. En el cruce de los actos de habla con la hermenéutica utilizan la concepción de ser-en-el-mundo de Heidegger, las nociones de comprensión – representación como preeminentes a los enunciados teóricos para proponer un orden o secuencia en la cual las declaraciones, compromisos y directivos pertenecen al trasfondo de fuerzas eleccionarias, y las aserciones que permiten especifi car el punto ilocucionario. En el planteamiento de Flores y Winograd resultan cruciales las afi rmaciones acerca de que el signifi cado emerge en actos de habla y en el potencial de acceso al trasfondo. Aplican su diseño al dominio de las organizaciones, aludiendo a las limitaciones que se desprenden del modelo racionalista centrado en las representaciones y en la toma de decisiones. Según la concepción del lenguaje como compromiso, es posible reconocer la organización como una red de conversaciones, donde el compromiso para la acción está en función de la competencia comunicativa. De acuerdo a su diseño conversacional (Flores, 1994), es posible visualizar la organización como una estructura de conversaciones del siguiente tipo: en el ápice estratégico se sitúan las declaraciones, en la zona intermedia los actos directivos- como peticiones- y en la base los compromisos (cfr, Arístegui, 2002)

2.3 Algunos desarrollos a partir del cruce de hermenéutica y actos de habla

2.3.1 Rafael Echeverría y la ontología del lenguaje Echeverría (1988) sigue inicialmente el itinerario de Flores y propone la concepción de actos de habla, hermenéutica y acoplamiento estructural sistémico como la culminación de un recorrido fi losófi co que cuestiona la modernidad. Vemos así, en la misma senda de Rorty, un vuelco hacia la hermenéutica en confl uencia con los actos de habla, ahora en el dominio de la dimensión ontológica. La teoría de actos de habla, modifi cada (Echeverría 1994), se nos presenta como el encuadre para rediseñar el proyecto de ser en el mundo. La conversación de Sí Mismo, en la senda de Heidegger, nos abre al dominio de la interpretación de sí, según el uso de los actos de habla. La estructura de la competencia comunicativa, de acuerdo a las distinciones del trasfondo y quiebre recurrente, y la adscripción de dominios de observación en donde aparece la noción de un dasein que se sitúa en el trabajo y en la propia vida en función de los compromisos, es derivado a partir de las consideraciones

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presentes, la aplicación a la organización y al dominio personal y la conversación con otros, en función de la maestría en la utilización de los actos de habla que aparecen en escena. Esta propuesta tiene gran impacto y se desarrolla hasta hoy (Echeverría, 2006, 2007) incluyendo la perspectiva de fenomenología analítica.

2.3.2 Humberto Maturana y la terapia familiarMaturana desarrolla la versión aplicada a la terapia familiar (Maturana, 1988). Distingue tipos de conversación en la organización de la familia y utiliza el andamiaje de las nociones de trasfondo y quiebre. Existen conversaciones que conducen a un cambio, por así decir, y otras que necesitan ser destruidas, en una clara alusión a la destrucción – deconstrucción de inspiración heideggeriana. Acceder al trasfondo supone profundizar en una conversación de compromisos -de peticiones y promesas-, en cambio mantenerse en la conversación inconducente lleva a caracterizaciones, recriminaciones y acusaciones. Vemos implícito el diseño de actos de habla y hermenéutica, donde la noción de quiebre trae aparejado usar el lenguaje para dar cuenta de una persona como algo ante-los-ojos, y no como una posibilidad abierta al futuro.

2.3.3 Flores, el diseño de ser-en-el-mundo y los actos de habla en la organizaciónFlores (1994) adopta las distinciones del aprendizaje -que señalan el paso desde aprendiz de libro, perito experto, virtuoso y maestro- como dimensiones en un progresivo acercamiento de acceso al desempeño o “saber cómo” de trasfondo. Podemos ver que el orden seguido se esclarece al considerar las distinciones de la estructura de ser en el mundo en relación a las posiciones del aprendiz: puramente presente a los ojos (estudiante de libro), presente a los ojos (perito), indisponible (experto, capaz de enfrentar contextos variables) y disponible (donde es posible el virtuosismo o la maestría). El punto central es proponer que el acceso al trasfondo a partir del quiebre supone un experto, el cual enfrenta escenarios que no están en el manual. Las habilidades se presentan en la capacidad de acceso o articulación al trasfondo, en una dimensión pragmática y contextual (encarnada).

3. Francisco Varela: desde la hermenéutica a la neuro-fenomenología

Varela (1990, 1992, 2000a, 2000b, 2002) continúa la conversación abierta por Rorty en cuanto critica las representaciones y el cognitivismo. En la línea que va desde Dreyfus a Winograd y Flores, el cuestionamiento a la inteligencia artifi cial y al racionalismo se transforma ahora en un planteamiento global que da cuenta de las distintas etapas de las ciencias cognitivas. Varela (1990) plantea un itinerario que da cuenta de la cognición en un encuadre revolucionario. Distingue en una primera etapa a la cibernética, a continuación al cognitivismo centrado en las representaciones simbólicas y luego el conexionismo o emergentismo, donde estaría situado, entre otros, su trabajo con Maturana, caracterizándolo como de nivel sub-simbólico, operando a nivel de conexiones de redes neuronales. La cognición sería entendida como un emergente en su concepción, a partir del entramado neuronal.

Finalmente, y he aquí la gran novedad, Varela adopta una posición intermedia entre la posición cognitivista y la posición conexionista, fundamentándose inicialmente en el trabajo de Flores. Propone la enacción o percepción guiada motrizmente como un trabajo alternativo a aquél desarrollado por Winograd y Flores (1986) en el ámbito del lenguaje como compromiso, según el cruce de hermenéutica y actos de habla.

Varela recurre a la tradición del sentido y se instala a nivel de la fenomenología proponiendo un encuadre neuro-fenomenológico de la percepción, enfatizando la emergencia no reductiva del fenómeno cognitivo a partir de un operar autopoiético. Su planteamiento es propuesto como una nueva etapa de las ciencias cognitivas, donde el término enacción quiere decir una actuación o emergencia de un mundo no reductible al nivel de la representación de un observador desencarnado. Varela adopta el encuadre de Dreyfus (1991) con las distinciones de disponible, indisponible y presente-ante-los -ojos para situar el fenómeno de la percepción y de la conciencia perceptual como un emergente en un quiebre, a partir de un trasfondo. Es lo que plantea en su obra

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“De cuerpo presente” (Varela, Thompson, Rosch; 1992), donde formula su tesis central como un itinerario de acercamiento fenomenológico a la experiencia, que busca trascender los planteamientos de Heidegger e incluso de Husserl. Su énfasis en lo fenomenológico profundiza en la concepción fenomenológico-existencial de la estructura de ser-en-el-mundo. La conexión fenomenología-hermenéutica lo lleva a postular que en el centro del fenómeno de la emergencia, la conciencia se presenta como una interpretación (de un quiebre, diríamos nosotros), con lo cual introduce la noción de signifi cado como un excedente de signifi cado, como queda explícito en desarrollos posteriores (Varela, 2000).

Utilizando el marco de trasfondo de disponibilidad y quiebre, se plantea en “La habilidad ética” (Varela, 2002) la pregunta en relación al actuar en conformidad a los principios éticos. En ese dominio plantea su noción de yo con acceso a un trasfondo en-actuando no deliberativamente, en el sentido de no refl exivo-representacionalmente para “actuar bien”. Propone que en un quiebre aparece un distanciamiento de Sí Mismo, equivalente a la dimensión del Mí, momento en el cual se introduciría la refl exión y la dimensión presente a los ojos. Así, saber actuar, esto es acorde a un yo acoplado al trasfondo de una tradición cultural y ética, no implicaría un quiebre refl exivo-deliberativo ante los ojos como plantea la tradición de la modernidad cartesiana. En el mismo sentido, su concepción de conciencia abierta y presencia plena, según la tradición budista, propone un camino para la integración de la mente descoordinada o desencarnada: hacer presente el quiebre y la dimensión presente ante los ojos, esto es, las representaciones que acompañan al Mí ante el estado de conciencia abierta y cuerpo presente. Su fórmula estar presente frente al quiebre muestra un camino alternativo de la mente fenomenológica frente a la mente representacional.

4. Discursos del Sí mismo en psicología

4.1 El contexto de las dos culturas

La distinción de Snow (2000) acerca de las dos culturas, humanista y científi ca, ha sido aplicada a la discusión psicológica de corrientes paradigmáticas en oposición (Cornejo, 2008). La disciplina psicológica aparece cruzada por la oposición humanismo-cientifi cismo. Desde la perspectiva del giro de lenguaje, podemos abordar la discusión aduciendo el siguiente encuadre: la psicología, siendo una ciencia que plantea la dimensión del sentido como crucial, se constituye como una ciencia natural centrada en el referente. De acuerdo a este marco, hacer psicología en el esquema científi co condujo históricamente a una posición afín a la concepción heredada de teorías, según el encuadre de correspondencia-referencia. Por consiguiente, comprender el signifi cado consistió en traducir dentro de los términos de una descripción constatativa. En este encuadre, la discusión acerca del Sí Mismo se incluye dentro de la tensión sentido-referente que cruza las dos culturas presentes en la psicología y que afectan la inteligibilidad epistemológica (utilizando la expresión de Gergen, 1996), en los niveles teóricos, metodológicos y meta teóricos. Esto se traduce en que la defi nición del objeto de estudio y la perspectiva de análisis aparezca en permanente discusión, al contemplar la profusión de teorías en disputa históricamente acerca del Sí Mismo.

4.2 Kenneth Gergen: discusión de paradigmas y discursos del sí mismo en la tradición psicológica

En un lúcido análisis acerca del Sí Mismo, Gergen (1992) propone tres concepciones presentes en la discusión modernidad-postmodernidad: el yo romántico, el yo moderno y el yo relacional o posmoderno. El discurso del sí mismo (yo) romántico representa la concepción tradicional del sí-mismo, según la cual una persona es un revestimiento que guarda en su interior una esencia. Consiguientemente, la personalidad sería esa dimensión profunda que se expresaría externamente enmascarado. Los primeros acercamientos a las teorías de la personalidad insisten en esta dimensión oculta, inconsciente o profunda, que debe ser descubierta. En todo caso, el ser de una persona residiría en un núcleo privado interno, resguardado por ciertas defensas.

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El discurso del sí mismo (yo) moderno sería la reacción a esta tradición de la esencia y enfatizaría a la persona como un puro exterior, condicionado por fuerzas contextuales o ambientales. No habría un interior ni una privacidad que ocultar, sino una historia de condicionamientos o hábitos formados por aprendizaje. Estas dimensiones interno-externo darían cuenta de gran parte de las luchas paradigmáticas en la psicología, básicamente entre el psicoanálisis y el conductismo.

El discurso del sí mismo (yo) posmoderno es la respuesta que Gergen propone como una alternativa a la progresiva saturación moderna del sí mismo y que apunta a la dimensión social relacional en el lenguaje del sí mismo con los demás. La vida personal es entendida como una construcción social con otros en el uso del lenguaje considerado como el proceso clave a través se da la interacción y la construcción de signifi cado compartido.

4.2.1 Discurso del Sí mismo románticoPodemos asumir que la tradición del refl ejo y de las representaciones privilegiadas afi ncadas en la fi losofía moderna en la noción de un yo consciente, dio lugar, bajo la formulación de Freud, a una concepción de representaciones inconscientes. La psicopatología tradicional freudiana refutó la concepción fi losófi ca de un yo como centro de la conciencia y, sin embargo, no reformuló los supuestos representacionalistas de la mente-espejo y de la tradición del signifi cado como imagen. Abrió, por así decir, un segundo piso utilizando los mismos componentes, sólo que negados, por ejemplo, consciente a inconsciente. Podemos también ver que el giro lingüístico alcanzó a la discusión del psicoanálisis con la tradición y que, junto al vocabulario del paradigma sujeto- objeto-representación de objeto, agregó la dimensión del sentido e implícitamente la preocupación por el lenguaje, evidenciada en las ideas de cura por la palabra, lapsus linguae, el rol del olvido de los nombres propios y la representación palabra, entre otros.

Este desarrollo va a encontrar su propio giro lingüístico en la obra de Lacan, quien formulará su conocida propuesta: el inconsciente está articulado como un lenguaje. Sin embargo, podemos ver en el desarrollo de las concepciones del Sí Mismo en psicología y psicoterapia un cruce de vocabularios, a saber, el paradigma del vocabulario, juego de lenguaje sujeto-objeto, representación de objeto y el nuevo paradigma, vocabulario o juego de lenguaje según el giro lingüístico que incluye sentido y referencia. Ambos vocabularios se presentan entrecruzados en el desarrollo de las concepciones del Sí Mismo y con diferentes énfasis respecto de la tradición de la referencia científi ca, o de la tradición del sentido (hermenéutica).

En el mismo psicoanálisis asistimos a esta discusión permanente, planteada desde el inicio por Freud frente a Breuer, al promover un método de asociación libre, sin el trance de la hipnoterapia, como una entrada en el lenguaje. En el mismo sentido, la discusión de Jung respecto del signifi cado vivencial del símbolo como imagen frente a la interpretación lingüística freudiana, nos señala las vicisitudes de la discusión de los distintos vocabularios en la psicología.

Igualmente, y en forma radical, el ataque de Reich (1980) a la interpretación verbal como única forma de tratamiento psicológico y la focalización en la armadura corporal nos señalan diferentes direcciones desde las cuales se confrontó el avance del giro lingüístico como nuevo paradigma de la psicoterapia, en oposición a otras vías de acceso psicológico como el símbolo o imagen, o la sensación y tensión corporal ahora abordados. Estas diferentes vías nos conectan con los diferentes niveles de avance respecto del cambio de paradigmas entre el encuadre sujeto–objeto, el giro de lenguaje en sus alternativas y los planteamientos orientados al cuerpo.

4.2.1.1 Modernidad frente al discurso del Sí mismo románticoFrente a la concepción romántica del Sí Mismo, en la modernidad psicológica se plantea la posición conductual como la perspectiva científi ca que representa el alineamiento inicial con la concepción heredada de teorías, centrada en la verifi cación y dando lugar a la

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operacionalización conductual (específi camente la noción de refuerzo). El conductismo se presenta como una versión mecánica del yo, condicionado y sometido a los estímulos o al refuerzo. El conductismo es el aparecimiento del giro de lenguaje en la escena psicológica, dependiente de la primera etapa sintacticista, en la cual la reducción de los términos teóricos a la observación u operacionalización de los términos psicológicos (Skinner, 1970), condujo al proyecto de traducción de los términos mentales en términos observacionales (conductuales). La psicología se polariza respecto de la anterior etapa esencialista.

Sin embargo, la discusión con el paradigma conductista conduce a la revolución cognitiva, puesta en acción por la radical crítica de Chomsky a Skinner, en el dominio de la teoría del lenguaje. Chomsky (1965, 1986) propone una crítica al conductismo, reintroduciendo la discusión de los términos teóricos y de la mente, en la lingüística, a la cual considera como una rama de la psicología. Cuestiona desde una posición racionalista el empirismo a la base de la posición conductual y explica en un marco popperiano la competencia lingüística de los hablantes-oyentes ideales en el lenguaje. El cognitivismo de Chomsky permite introducir las reglas lingüísticas como el componente formal explicativo del uso de lenguaje superfi cial, el cual se derivaba a partir de una estructura profunda de acuerdo al modelo sintáctico-semántico inicial. El cognitivismo a que dio lugar permitió sostener la concepción de una mente como un programa computacional programable, análoga a un software. Desde el punto de vista del giro de lenguaje, se postuló un lenguaje representacional interno y privado, de acuerdo al modelo del lenguaje ideal, que ya se había propuesto por Russell (1956), un lenguaje lógico subyacente al uso del lenguaje natural en la superfi cie. Las diferentes críticas al cognitivismo coinciden en mostrar como punto sensible la separación mente-cuerpo, donde se extraña el componente emocional, al tratar con una mente desencarnada. Podemos ver en la modernidad psicológica el desarrollo de la concepción heredada de la ciencia, con el reduccionismo en la fase inicial ligada al conductismo y la presencia de la fi losofía del lenguaje ideal en la fase cognitivista (Gergen, 1996; Aristegui, 2006). Subyace a ambas posiciones el mismo empeño del empirismo lógico, ligado al reduccionismo y a lo observacional en el inicio y posteriormente a la analiticidad, articulada con el nivel observacional. Al principio, la traducción a lo objetivo sólo se propuso a nivel conductual. Posteriormente, el nivel descriptivo alcanzó el ámbito del signifi cado objetivo a nivel proposicional con las representaciones formales de la mente computacional, en el lenguaje del programa interno.

4.2.2 Discurso del Sí mismo relacionalComo alternativa a la tradición del refl ejo que culmina en la teoría pictórica de los términos psicológicos, Gergen (1996, 2003) desarrolla una concepción pragmática de la comprensión del signifi cado de los términos psicológicos en el lenguaje. En dicho contexto, el signifi cado de las expresiones se comprende a partir del uso de los hablantes y no mediante una traducción a un lenguaje teórico establecido previamente. En oposición a la teoría de la verdad como correspondencia, y a continuación de la correspondencia lingüística que subyace a la modernidad psicológica, el construccionismo social cuestiona el paradigma del Sí Mismo romántico y también el paradigma del Sí Mismo (yo) moderno, donde lo ha distinguido como dos momentos: conductismo y cognitivismo. Propone abordar la crítica a los paradigmas anteriores sosteniendo una alternativa, la cual supone considerar el Sí Mismo en una dimensión relacional social de entrada. Asume la concepción de un Sí Mismo situado en el contexto de la conversación y no de la representación o de la copia del mundo y las personas externas. El supuesto de lo individual, como el componente central del atomismo lógico para concebir al ser humano, es desafi ado al pensar que la práctica social se presenta en contextos específi cos de conversación y diálogos. Podemos ver a Gergen como un rortyano en la psicología social, trayendo a discusión los paradigmas del Sí Mismo en relación a las prácticas sociales como prácticas lingüísticas.

El yo romántico surge al sostener un compromiso con la analiticidad o signifi cados previos, esto es, el uso del lenguaje que propone una esencia o signifi cado como una entidad mental

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que fl ota más allá de las palabras, sin un criterio de observación para la operacionalización. Así, podemos ver al conductismo como la puesta en escena de la operacionalización de los conceptos mentales, sin hacerse cargo de la analiticidad subyacente, ya sea separada de lo operacionalizado o bajo la creencia de que ésta es posible de ser traducida en un esquema de operacionalización o reducción a la observación.

Frente a ambas versiones del empirismo lógico, Gergen (1996) sigue un camino afín a Rorty, sólo que internándose en el espacio de la psicología. Propone un holismo de signifi cado wittgensteiniano, un uso de lenguaje según la fi losofía del lenguaje ordinario, no circunscrito a la descripción constatativa. Asume que el cambio de paradigma está relacionado con la posibilidad de acceder al uso de lenguaje performativo, en una descripción performativa. Considera que un cambio de paradigma está relacionado con cambio en diferentes niveles del discurso, asociados con el núcleo de inteligibilidad epistemológico. Así, el cambio o revolución cognitiva supuso un cambio teórico, pero no un cambio de la meta-teoría ni de la metodología. Por consiguiente, la supuesta revolución cognitiva, paradojalmente, signifi có una profundización del empirismo lógico al cual pretendía superar. Al cuestionar a la dimensión conductual, volvió a introducir una noción de mente asociada a una vuelta a las representaciones privilegiadas, ahora asociadas a las representaciones formales de un lenguaje ideal de fondo. Frente a ambas variantes (del giro de lenguaje), la sintáctica y semántica, Gergen da un paso hacia una concepción pragmática del signifi cado. Frente a la teoría pictórica del lenguaje, centrada en la verifi cación, avanza hacia la concepción del signifi cado como uso de lenguaje en el contexto de juegos de lenguaje y propone la descripción performativa como alternativa ante la descripción constatativa.

Gergen (1996) sigue a Austin (1982) y asume las posibilidades del uso performativo como una alternativa paradigmática frente a la concepción de la verdad como correspondencia. Sabemos que dicho enfoque se fundamenta en la reducción de la verdad a formas primitivas de referencia y que a su vez la referencia a lo externo se ha planteado como viable en la concepción pictórica en conexión con la reducción a la observación. Gergen también lo sabe y critica con Quine (1960, 1990) los supuestos de construir una descripción mental en base a la teoría pictórica del lenguaje aduciendo las tesis de la indeterminación del signifi cado y de la referencia. Tampoco en la ciencia natural es posible traducir absolutamente de modo de asegurar la determinación del referente en el lenguaje, a menos que entremos en el entramado teórico de un lenguaje. Con esta argumentación, Gergen está cuestionando la falta de referente de los términos mentales en un cruce de las posiciones de Quine y de Wittgenstein.

Desde nuestra propia perspectiva, creemos que es posible acceder a los giros intencionales a partir del tipo de juego de lenguaje que se asuma, en un encuadre de holismo de signifi cado, donde se articule lo proposicional y lo performativo. El planteamiento de Gergen surge de la línea crítica de Austin (1982) a la tradición constatativa y prolonga radicalmente la crítica al dominio del cognitivismo como expresión en psicología de la tradición del giro de lenguaje comprometido con la teoría pictórica del lenguaje. Un cambio paradigmático supone entonces responder a la concepción meta-teórica de fi losofía del lenguaje ideal subyacente a la concepción de ciencia empirista-lógica de la psicología moderna.

La concepción del Sí Mismo relacional se plantea en el nuevo encuadre paradigmático de la psicología y supone una nueva concepción del signifi cado en el lenguaje. Las perspectivas de comprensión del lenguaje en la psicología moderna cognitivista han adoptado hasta el momento la posición de traducir en el uso de lenguaje osrdinario, la forma en la cual hablan las personas de acuerdo a una práctica inserta en una tradición, en un esquema defi nido a priori y en un marco de referencia lingüístico de fondo considerado como la descripción exacta de la realidad mental.

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5. La enacción y la perspectiva de la psicología existencial

Nos proponemos presentar una reformulación de la perspectiva experiencial en la psicología, la cual se asocia tradicionalmente al enfoque humanista-existencial. Si bien su origen está enraizado con la tradición del sentido que nos remonta a Kierkegaard (1976), Hussrel (1982), Heidegger (1951), Sartre (1983) y Merlau-Ponty (1957), ha sido entendida según nuestro parecer desde el enfoque sujeto-objeto y representación de objeto, como un movimiento intuitivamente opuesto a la tradición objetivista de la ciencia y enraizada con los movimientos de los años 60 y 70, cuya efectividad, si bien reconocida académicamente, no necesariamente se tradujo en un progreso de la discusión social de paradigmas considerados como alternativas válidas en la confrontación con la ciencia empírico lógica. Son más bien expresión del “muro de Berlín” que opuso a humanistas y cientifi cistas en la guerra de escuelas en psicología sin comunicación ni conversación. Representan más bien un lado de la muralla. Sin embargo, tras la caída del muro, la conversación modernidad-posmodernidad también ha alcanzado a la discusión de paradigmas en psicología.

Podríamos considerar que en el origen de la perspectiva existencialista que dio lugar al desarrollo inicial de la psicología humanista en Estados Unidos con las posiciones de Maslow (1962), Rogers (1975, 1989), Perls (1997), Gendlin (1999), Greenberg, Rice y Elliot (1996), y Greenberg (2000), se desarrolla una alternativa al paradigma sujeto-objeto y representación de objeto que integra la dimensión de sentido, de acuerdo a los lineamientos del giro lingüístico en dirección a la hermenéutica, representando un nuevo paso en dirección a un paradigma de representación encarnada en una visión de holismo de signifi cado (giro ontológico lo ha denominado Varela al proponer la enacción). En otras palabras, creemos que es posible no renunciar a los logros del giro lingüístico y de la conversación, y reconocer una dimensión más allá de los patrones lingüísticos en dirección a la dimensión del cuerpo presente, donde es posible una concepción de cognición encarnada, compatible con una segunda revolución cognitiva, la cual situamos entre los desarrollos de la discusión modernidad-posmodernidad.

5.1. Articulación fenomenológico-hermenéutica de la perspectiva existencial en psicología

Nos parece posible profundizar en la concepción humanista-existencial abierta por Maslow (1962) y actualizada por Rollo May e Irvin Yalom (1989) en “Existential Psychotherapy”. Consideramos que el fundamento de la posición existencial está profundamente enraizado con la estructura de ser-en-el-mundo de Heidegger. La forma de ser o existir del ser humano como alguien que tiene un futuro, lo sitúa en una diferencia con el ser de los objetos ante-los-ojos. El ser humano es concebido según su futuro en su haber de ser y, comportándose consigo mismo, ante su por-venir, lo que al depender de él mismo le abre la preocupación e inquietud por su propio ser, que en su ser es cuestión de su ser, como parafrasea Sartre. La conexión del proyecto de ser con la dimensión del lenguaje como comprensión nos guía a continuación con la noción de elección de vocabulario.3 Coherente con los desarrollos de la posición de Heidegger, la psicología existencial propuso tempranamente acceder a la dimensión del lenguaje en el trabajo de Rogers.

Su posición está alineada con la noción de un núcleo existencial ligado a la experiencia y no a los conceptos. Propuso Rogers que el desarrollo personal supone resolver la tensión entre un núcleo sano, como la noción de un centro organísmico de valoración que necesita ser actualizado, a fi n de hacer posible la autorregulación organísmica. Este proceso implica que

3 La propuesta de Rorty (1979) es asumida por Winograd y Flores (1986), quienes la aplican a la concepción del lenguaje, las emociones y a las organizaciones. Vemos un desarrollo en Echeverría (1995, 2003) quien propone explícitamente el encuadre del compromiso en los actos de habla, particularmente, por ejemplo, en la dilucidación específi ca de la articulación de la promesa (el ciclo de la promesa) como encuadre del hacer disponible la posibilidad del futuro como compromiso. Según nuestra perspectiva existencial, en el lenguaje lo traemos a la mano (know how) como saber práctico aplicado a la coordinación de acciones para la construcción de mundos con otros en el uso del lenguaje dialógico auto-dialógico.

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una persona puede acceder a una forma de auto-comprensión no interpretativa, que se hace posible al articular la experiencia congruentemente en el lenguaje, desde una posición de autonomía. El trabajo de Rogers y de Maslow, centrado en la autorregulación y en la auto-actualización, es consistente con lo que plantearán posteriormente Maturana y Varela desde la biología, al proponer la autopoiesis, el amor, la aceptación del otro como un legítimo otro y la noción de objetividad entre paréntesis. Rogers agrega sus condiciones necesarias y sufi cientes para el cambio (aceptación positiva incondicional, empatía y autenticidad), poniendo especial cuidado en la actitud y no en la técnica. Lo que permanece implícito en su método terapéutico, centrado en el proceso y en la no-directividad, es su concepción del lenguaje como comprensión empática del marco de referencia del otro. Su famosa metodología del refl ejo la consideramos como un modo de uso del lenguaje, que no queda acordemente comprendida con la denominación “refl ejo”, ya que se superpone con la teoría pictórica del lenguaje4, según la correspondencia lingüística. Desde nuestra perspectiva de análisis, pensamos que Rogers recoge el uso de lenguaje del consultante, sin traducir a un lenguaje de fondo del terapeuta, donde la teoría terapéutica provee los términos primitivos como un lenguaje ideal de fondo. Proponemos también que se centra en el marco de referencia del consultante, por lo que intenta comprender y empatizar a partir del entendimiento ilocutivo en el lenguaje, y no en la dimensión perlocutiva de efectos producidos al imponer signifi cado por la fuerza o coacción semántica desde una posición de poder, lo que Rogers caracteriza como directividad. Creemos que la fuerza ilocutiva y el contenido proposicional parafraseados apuntan a la intención de comunicación centrada en la sensación sentida (Alemany, 1997). El método de refl ejo de Rogers propone un juego de lenguaje en el cual articular el signifi cado, constituyendo una articulación de experiencia (sensación) y lenguaje. La persona es considerada competente pragmáticamente para hacerlo, esto quiere decir, capaz de comportarse consigo misma descubriendo signifi cado por sí misma al ser acompañada con presencia directa.

El foco implícito en la teoría del lenguaje de Rogers es su potencial para articular signifi cado y la posibilidad de articular acceso al trasfondo emocional y de generar signifi cado nuevo. Para hacerlo explícito, consideramos en sucesivos niveles las palabras de superfi cie, los símbolos emocionales de fondo y la estructura referencial, donde se escucha el uso de expresiones referenciales y auto-referenciales que conectan con la sensación sentida como referente directo. Esto ocurre al interior de un juego de lenguaje aceptado como válido y que refl eje la experiencia. Los juegos de lenguaje se articulan desde una experiencia de sensación sentida como referente directo, aquí y ahora, constituidos en declaraciones expresivas directas articuladas en el diálogo, donde el sí o el no son aceptados como válidos en la conversación. Desde nuestra perspectiva, el momento hermenéutico señalado por Weiser Cornell (2005) es complementado con un énfasis fenomenológico en la experiencia del referente directo, que apunta a un acompañamiento donde el referente directo sentido es prefi gurado y declarado-afi rmado en el diálogo–auto-diálogo sobre un fondo de co-presencia con el otro, que permite contar con la fuerza ilocutiva constituyente para auto-referirse a sí mismo, en presencia de otro que acompaña en un espacio de empatía y acuerdo.

En la misma dirección podemos ver la concepción del lenguaje de Perls (1997), que propone la formula primera persona - presente-indicativo como una prescripción performativa permanente para participar en los juegos de la terapia de la gestalt. Un sueño, un síntoma o un diálogo de partes se lleva adelante utilizando la fórmula performativa (Arístegui, 2004). Supone que el acuerdo en el diálogo auto-dialógico entre las partes como una conversación Yo-Mi es parte del comportarse consigo mismo a la luz de un proyecto de ser que se declara como horizonte de sentido, en el cual surge la expresividad aquí y ahora en el momento presente.

4 Gergen (1996) denomina Teoría Pictórica del Lenguaje al enfoque moderno de los términos psicológicos, refi riéndose a la teoría de la copia o del refl ejo de Wittgenstein (1961)

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5.2 Ciencia cognitiva enactiva y enfoque experiencial del Sí mismo: dimensiones Yo-Mi

Recientemente Greenberg ha unido las posiciones de Perls y Rogers en un enfoque experiencial integrado, considerando el focusing (Gendlin) como un eje articulador para el “procesamiento” de la experiencia, en un vuelco hacia la ciencia cognitiva, como un recurso para un desarrollo del área experiencial con los recursos teóricos y metodológicos de la revolución cognitiva. Semánticamente ha propuesto la noción de esquema funcional emocional para dar cuenta de un constructo que integre la posibilidad de un procesamiento interno de la experiencia vivencial. Desde nuestra perspectiva, la segunda revolución cognitiva, en confl uencia con la línea de desarrollo de la ciencia cognitiva como enacción de corte neuro-fenomenológico, permite pensar en forma más congruente la posibilidad de integrar la dimensión cognitiva como constructos que remiten a ”esquemas de imagen kinestésicos” (Lakoff & Johnson, 1999). Me refi ero a la noción de la mente fenomenológica (más que de la mente representacional del cognitivismo) que plantea la dimensión de sub-personalidad, en las dimensiones Yo-Mí de la experiencia del sí mismo. Para hacer accesible tal línea de pensamiento, es necesario retomar la refl exión de Jackendoff, asumida por Varela, Thompson y Rosch (1992) en “De cuerpo presente”, donde reconoce en el centro de las ciencias cognitivas, la pregunta por la experiencia y por la unidad de la experiencia al referir a un yo. En tal dimensión, se reconoce la permanente des-unidad de la experiencia de sí, la cual aparece en abierta contradicción con los supuestos acerca de un yo unitario de la experiencia. Al refl exionar acerca de la experiencia de conciencia plena, en la tradición budista, reconoce que es justamente el caso lo que elabora en dirección de una concepción budista de la psicología.

Conversación del Sí mismo dialógico-auto-dialógico: diálogo Yo-Mi.Para nuestra perspectiva de comprensión, resulta pertinente traer a colación el mismo tópico reseñado por James (1902) en la corriente de conciencia, donde introdujo temprana y originariamente las distinciones Yo-mi. El fl ujo de la conciencia nos confronta con la experiencia de tales distinciones, las cuales fueron recogidas por Mead (1934), quien propuso la noción de identidad personal como la internalización de una conversación social acerca de sí, en la cual se presenta el diálogo yo- mí como una dimensión de auto-diálogo mientras transcurre la conversación con el otro. Ser un sí mismo sería algo así como aprender a adoptar sobre sí mismo la mirada del otro.

6. La perspectiva existencial del Sí mismo como posición de diálogo encarnada

Proponemos que esta perspectiva de Mead nos permite tomar una posición radical de síntesis frente a los enfoques existenciales anteriormente considerados, tanto fi losófi cos como psicológicos. Las distintas alternativas del lenguaje pictórico y del lenguaje como compromiso de acción, nos plantean como conversación social diferentes escenarios para la comprensión del sí mismo. Si internalizar la mirada del otro supone internalizar una conversación acerca de sí, es diferente que sea en un diálogo donde el sí mismo conversa, a que se plantee como la internalización de un lenguaje imperativo y objetivador. La alternativa del propio signifi cado surge como la posibilidad de elección de vocabulario, del propio decir de sí con fuerza ilocutiva y con la propia manifestación en la base de toda capacidad de hablar ilocutivo. El espacio del diálogo con otro y del auto-diálogo, en juegos de lenguaje anclados con formas de vida, son una posibilidad performativa ilocutiva expresiva (Arístegui, 2004). En tal dirección los desarrollos de Arístegui, Muñoz, Gaete y Salazar (2008), señalan que en episodios de cambio en psicoterapia se presenta un acuerdo o simetría veritativa, esto es, una confl uencia entre la tercera y la primera persona o una simetría entre el contenido de un uso de lenguaje expresivo o manifestación y el contenido de una aserción acerca de la primera persona, en el diálogo-auto-diálogo, entre el consultante y el terapeuta. En otras palabras, un acuerdo acerca del referente directo según la referencia del terapeuta y la auto-referencia del consultante a su propia experiencia simbolizada en usos de lenguaje congruentes, en el contexto de un juego de lenguaje performativo proposicional con intencionalidad conjunta centrado en la expresividad de la primera persona.

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Esta dimensión yo-mí reconocida en el encuadre del diálogo, permite también una dimensión de análisis existencial al centrarnos en la experiencia de la des-unidad de la experiencia del sí mismo. El quiebre respecto del acceso al trasfondo donde un yo actúa, conduce a una auto-observación de sí, desde una experiencia del mí, que se encuentra con una multiplicidad de voces o Míes, como posiciones Yo alternativas. La proyección de la multiplicidad de voces da lugar a la elaboración de alternativas de polifonía y a la consideración de las dimensiones temporales y espaciales del yo y del mí. Sin adentrarnos aquí en tal discusión, proponemos que la posibilidad de la unifi cación, como el acuerdo en la conversación, se realiza desde la posición de un yo encarnado en primera persona que se auto-refi ere desde la sensación sentida, aunque la profusión de juegos muestre distintos sentidos. Vemos el signifi cado referencialmente orientado desde la encarnación de la experiencia. Ciertamente esta discusión plantea la posición del yo ante la disociación de la experiencia o del yo. Asumimos que la pregunta acerca de la unidad del Yo, ¿qué quiere decir? o ¿qué signifi ca ser uno mismo?, es una pregunta crucial si se reformula auto-referencialmente como ¿qué sentido tiene para mí que yo sea uno conmigo mismo?.

6.1 La conversación del Sí mismo – relacional como articulación del mundo de la vida en la coordinación de acciones en el lenguaje

Para comprender a las personas es necesario confrontar a la representación desencarnada del Sí mismo y el intento de traducir el signifi cado a un lenguaje ideal de fondo de tipo lógico. Es necesario articular la comprensión del lenguaje de las personas con el mundo de la vida. En tal sentido nos hacemos eco de la crítica de Rorty (1989, 2000) al empirismo lógico, de los supuestos comprometidos con el lenguaje ideal y la reducción a la observación, y adherimos a una perspectiva post-analítica donde reconocemos el holismo de signifi cado y, por lo mismo, los juegos de lenguaje y la performatividad, aunque agregamos la perspectiva de la indeterminación del signifi cado y de la referencia de Quine (1990) en conversación con la tradición del sentido, donde aparece la línea del desarrollo que va desde la fenomenología al existencialismo y a la hermenéutica. Esta dimensión de la conversación iniciada por Rorty le condujo a proponer como eje central la tesis sartreana de la elección de vocabulario, o sea, la alternativa frente a la dimensión extensional de la notación canónica vigente en la ciencia la posibilidad de asumir un vocabulario intencional. Nosotros pensamos que esa dimensión es necesaria para la articulación del Sí Mismo ya que permite acceder a los giros intencionales. Hemos visto que la tradición del empirismo lógico circunscribió lo extensional al ámbito de la reducción a la observación o a la introducción de lo analítico como supuestos previos, con lo cual dibujó una esencia o estructura última de la realidad asequible a la ciencia, que excluyo la dimensión de lo posible, el sentido y lo humano (intensional).

6.2 Tesis: correspondencia lingüística

La correspondencia lingüística, teoría pictórica del lenguaje, prolonga la tradición del refl ejo y de la mente espejo a través de esa tradición hasta nuestros días, lo cual se traduce en concepciones del yo mecánico determinado por fuerzas externas o del yo individual con una esencia desencarnada. Las vicisitudes del Sí Mismo en este mundo conceptual conducen a la fragmentación, disociación, vacío existencial (descrito centralmente por Frankl, 2000) y a un progresivo debilitamiento del yo, normalizado desde la perspectiva del discurso del défi cit, donde la descripción del yo es una rotulación acerca de cómo no calza con la esencia, al vivir en el quiebre permanente.

6.3 Antítesis: La oposición constatativo-performativo

Como una respuesta a la notación canónica anclada en la tradición referencialista, las concepciones fundamentadas en el giro de lenguaje pragmático, también de inspiración

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wittgensteiniana, desarrollaron perspectivas de tipo performativo en la línea de Austin, como crítica a la correspondencia referencia y a lo constatativo, y a la correspondencia con el mundo. La alternativa se plantea considerando la oposición de la fi losofía del lenguaje ordinario a la fi losofía del lenguaje ideal y dando un giro hacia la hermenéutica. Vemos aquí la confl uencia a la crítica heideggeriana a la correspondencia y a la referencia. O sea, al oponerse a la dimensión constatativa desde lo performativo se desplaza análogamente lo-ante-los-ojos frente a lo disponible-a-la-mano a una dimensión derivada o secundaria. Se propone que el acceso al trasfondo, en Winograd y Flores (1986), en el cruce de hermenéutica y actos de habla sea realizado reconociendo declaraciones, compromisos y directivas como únicos constituyentes de los actos de habla que ingresan al trasfondo, lo cual es consistente con la distinción de Austin entre constatativos y performativos. En la discusión del acceso al trasfondo se ha desplazado entonces la cuestión de la referencia, la cual se considera en función de la correspondencia referencia externa según los lineamientos de la teoría pictórica del lenguaje, esto es, según la teoría la fi losofía del lenguaje ideal.

6.4 Síntesis alternativa post-analítica: holismo de signifi cado

Nosotros pensamos que al considerar los desarrollos de la fi losofía post-analítica que plantean la indeterminación del signifi cado y de la referencia, se hace posible articular diferentes juegos de lenguaje extensionales e intensionales para diferentes fi nes sin optar por una alternativa polarizada frente al empirismo lógico. En tal sentido proponemos considerar como una alternativa a la teoría pictórica del lenguaje la concepción semántica de la verdad de Tarski (1956) aplicada al lenguaje natural en la línea Quine (1960) – Davidson (1984). En esa perspectiva es posible distinguir el nivel de verdad sentencial respecto de las aplicaciones a nivel de término general y término singular. La verdad sentencial puede ser accesible sin reposar necesariamente desde el inicio en la introducción de una traducción acabada que especifi que los términos referenciales, según el holismo de signifi cado. Esto se logra cuando uno cuenta con la maestría al interior de un juego de lenguaje, dentro de una comunidad de habla. Si se reconoce el holismo de signifi cado y la indeterminación de referente, se cuestiona la tradición del empirismo lógico, pero también una tradición hermenéutica que intentara introducir un signifi cado impuesto a priori. Y esto también aparece como un límite si se interpreta el ámbito de una hermenéutica de actos de habla aplicado desde la interpretación, desde un sentido objetivo. Desde nuestra perspectiva hay una dimensión del signifi cado como elección de vocabulario, donde se abre un mundo de posibilidades para la comprensión intersubjetiva en el lenguaje. La comprensión del signifi cado, y por lo tanto el giro intencional a partir de Brentano, nos aparece compatible con la indeterminación de la traducción. Consistente con la misma evidencia podemos contar con dos manuales de traducción “aunque incompatibles lógicamente entre sí” en cuyo contexto la referencia aparece inescrutable o indeterminada conductualmente, incluso aunque se ajuste a un manual de interpretación radical. Al reconocer este núcleo del holismo de signifi cado centrado en el referente indeterminado, proponemos que sí es determinable en el proceso de articulación de la experiencia en el lenguaje en un contexto de diálogo y auto-diálogo (auto-dialógico) que cumpla con las condiciones de la conversación ilocutiva, o del entendimiento como trasfondo.

6.5 Nueva mirada. Actos de habla e intencionalidad

Siguiendo a Searle (1992, 1997, 2002), más allá de Austin (1982), proponemos que los actos de habla tienen una estructura performativo-proposicional, esto quiere decir que además de la dimensión de hacer en el lenguaje de acción al decir, representan un acuerdo intencional acerca de algo en el mundo. Nos proponemos entonces considerar que hay dos dimensiones que tradicionalmente se presentan en un quiebre y que es necesario restituir para la comunicación: la dimensión semántico referencial y la dimensión pragmático comunicacional. La concepción del Sí Mismo tradicional romántica centrada en la mente espejo y en teoría del refl ejo en el ámbito del paradigma sujeto objeto fue contrarrestada

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desde una concepción de psicología moderna, infl uenciada por la etapa sintáctica y semántica del giro de lenguaje, centrada en la traducción a referentes observables o a representaciones formalizadas en un lenguaje interno lo que, siguiendo a Gergen (1996), denominamos yo mecánico o maquinal. Las alternativas al cognitivismo en la línea pos-moderna se han planteado la dimensión pragmático comunicacional sin integrar el aspecto referencial en un encuadre que supere los supuestos del empirismo lógico. Se plantea así, en la oposición modernidad-posmodernidad, un quiebre semántico-pragmático que limita la potencia de una concepción del Sí Mismo alternativa al discurso del yo moderno. Nosotros proponemos que una alternativa válida se encuentra al reconocer e integrar, junto a la dimensión pragmático comunicacional defendida tras el giro de lenguaje pragmático, la dimensión semántica en un contexto de holismo de signifi cado en el cual se integran el cuerpo y la cognición encarnada, esto es, la emoción, la imaginación, el lenguaje analógico, el uso del lenguaje ordinario y la capacidad lógico lingüístico referencial.

6.6 Holismo de signifi cado, neuro-fenomenología y psicología existencial

En la línea de Brentano, esto es desde la intencionalidad, nos planteamos que el acceso al referente y la forma de presentación de éste, o sea el sentido, nos ofrece un encuadre en el cual es posible articular la comprensión del signifi cado. Reconocemos en la aperturidad lingüística de Heidegger la opción por contextualizar los referentes desde el sentido en el lenguaje. Sin embargo, también pensamos que el referente articulado en el lenguaje no se reduce al sentido dado en un horizonte previo de signifi cado, si no que también emerge, a partir de la acción y de la vivencia encarnada, la percepción mediada motrizmente. El signifi cado no viene dado por una operación de interpretación a posteriori de lo vivido si no que emerge en lo vivido, como una enactuación que focaliza en un referente sentido. Esa enactuación no es la puesta en escena como la representación de algo previamente defi nido si no que es una estructura que surge desde un entramado neuro- fenomenológico. Emerge a la conciencia en el quiebre respecto de un trasfondo, pero consideramos que este trasfondo no está previamente desempeñado en un lenguaje de background, en otras palabras, no es un supuesto analítico a priori que se agrega, si no que es un signifi cado que emerge en una experiencia vivida cuyo signifi cado necesita ser articulado en el lenguaje. Varela (2000a, 2000b) aborda la concepción de la enacción a partir de la percepción, sin abordar la dimensión del lenguaje, la cual considera al parecer solucionada a partir del modelo de Winograd y Flores (1986), quienes proponen el símil del acoplamiento estructural en la teoría del lenguaje como compromiso. Sin embargo, dicha teoría reposa en una concepción hermenéutica que accede al trasfondo eliminando la dimensión expresiva y los constatativos, por lo tanto la dimensión de la verdad que considera asociada a la concepción de la correspondencia referencia según el encuadre de la fi losofía analítica del lenguaje y asumido por la concepción heredada de teorías. Sabemos también que Maturana y Varela han cuestionado el acceso a un referente externo y la noción de verdad como correspondencia. Alternativamente, Maturana ha propuesto la idea de una explicación científi ca con objetividad en paréntesis como alternativa de camino explicativo en la ciencia. En otras palabras, la posición de Varela proviene de un encuadre que cuestiona el realismo externo y que ha sido asumido por concepciones que desplazan el referente o directamente eliminan la verdad entendida como correspondencia referencia. Dentro de tales dilemas teóricos comprendemos la posición de Varela en la enacción con una alternativa neuro fenomenológica frente al cruce hermenéutica-actos de habla, como una alternativa por retomar la dimensión fenomenológica que da cuenta de una dimensión de la experiencia que no queda abordada en el desarrollo de una hermenéutica general con actos de habla declarativos en el trasfondo. Recordemos que los actos de habla declarativos no precisan de la condición de sinceridad y se constituyen por su sola emisión.

Planteamos que para acceder a la dimensión personal es necesario recuperar los giros intencionales e integrar la fenomenología, lo que Varela realiza proponiendo la emergencia y la enacción acordes a un planteamiento neurofenomenológico. Varela nos vuelve a plantear la cuestión de la conciencia intencional, lo que supone la encarnación al cuerpo.

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Ha propuesto considerar a la conciencia surgiendo a partir de un quiebre respecto de un trasfondo. Considera la dimensión interpretativa como constitutiva de la conciencia, con lo cual integra, según nuestro parecer, la teoría del lenguaje como compromiso e interpretación. Pensamos que es posible lograr la comprensión, esto es a un trasfondo en el cual se articula experiencia y lenguaje, accediendo a una dimensión expresiva en primera persona, performativa y auto referencial.

Nos planteamos, también siguiendo a Heidegger, que es posible comportarse respecto de Sí Mismo y que este comportarse consigo mismo supone la articulación de la conciencia inmediata con la conciencia mediata, donde se abre la posibilidad de acceder a un espacio de presencia del yo ante Sí Mismo, es decir, ante el quiebre también es posible acceder a la dimensión ante los ojos y comportarse holísticamente ante Sí Mismo, no sólo como ante una representación sentida en un esquema de imagen kinestésico sino que articulada en el lenguaje como una oración respecto de la cual estamos en posición de acuerdo o desacuerdo en cuanto es congruente o no con nuestra experiencia.

Por lo tanto, nos proponemos prolongar la propuesta de Varela (2000a, 2000b): el giro ontológico en el contexto de articulación con el giro de lenguaje pragmático en dirección a los giros intencionales como una alternativa en la discusión modernidad - posmodernidad o empirismo lógico y construccionismo social. En la línea de considerar el trasfondo y el acceso al trasfondo, articulando lenguaje y experiencia, la estructura F(p) acorde a un encuadre con objetividad en paréntesis o referencia indeterminada según un holismo de signifi cado nos permiten estructurar campos en los cuales está en juego articular la experiencia en los diferentes ámbitos de los actos de habla.

6.7 Competencia comunicativa, compromiso y esferas de validez

La teoría del compromiso inspirada en Habermas (1989) nos permite reconocer frente a la competencia lingüística de Chomsky (1965) y competencia semántica de Searle (1980), la competencia pragmática como la capacidad de los usuarios de usar los actos de habla conforme a sus intenciones. De acuerdo a la pragmática universal (Habermas, 1976), un hablante oyente ideal tiene la capacidad de usar todos los actos de habla sin restricción interna (neurótica) ni coacción externa. Las restricciones a la pragmática universal, esto es las distorsiones comunicativas en la acción, se enfrentan considerando la competencia comunicativa en las esferas de validez proposicional, normativa y expresiva. La competencia comunicativa proposicional permite restituir la comunicación en la esfera de validez proposicional mediante el discurso acerca de las pretensiones de validez según la verdad consensual. En la esfera de validez normativa se restituye la validez conforme al desempeño de la rectitud. En la esfera de validez expresiva se restituye estableciendo la sinceridad de los hablantes. Los quiebres en las distintas esferas de validez implican la capacidad o competencia de los hablantes de restituir la validez en cada esfera. Habermas (1989, 2002) distingue dos orientaciones: la del entendimiento y la imperativa. La conversación guiada por pretensiones de validez pone en acción la competencia comunicativa. En cambio, la conversación o la comunicación estratégica orientada solo a fi nes (semántico referencial), quiebra con las dimensiones pragmático comunicacionales. No constituye signifi cado válido. Proponemos que la conversación del Sí Mismo supone la integración de las tres esferas de validez: proposicional, normativa y expresiva. Que Uno se comunica con Otro acerca de Algo que es el Caso, quiere decir que en el acto de comunicación entran en juego las tres dimensiones, las cuales se han planteado tradicionalmente en un quiebre semántico-referencial y pragmático-comunicacional, lo cual se ha traducido en que las relaciones Yo-Otro no se articulan con la dimensión de los objetivos o metas de la acción, encuadre que permanentemente reaparece en la discusión de paradigmas que opone la lógica instrumental a la lógica de sentido, en la modernidad. Recientemente la oposición a la modernidad desde enfoques posmodernos ha propuesto una alternativa performativa-comunicacional, centrado en la competencia lingüística.

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Una alternativa consiste en plantear frente a la crítica posmoderna una nueva fi gura de la razón: la razón práctica performativo proposicional, que unifi ca el campo y permite una concepción que aborda la dimensión semántico-referencial del signifi cado, esto quiere decir que se plantea integrar, no sólo la competencia lingüística, sino que también la referencia al mundo o sea la posibilidad de regular el desarrollo del saber mediante procesos de aprendizaje que dependen del contacto con los otros y con el mundo. En otras palabras, se plantean articular la experiencia de estar en el mundo a partir del foco en el nivel de competencias técnicas como referentes directos, articulando una lógica de sentido en ese ámbito.

6.8 Síntesis y refl exión de la conversación del Sí mismo en el contexto de formación

Si ahora abordamos la preocupación inicial de este estudio respecto de las competencias del Sí Mismo, relacionales y técnicas como marco que fundamenta la convergencia de ese diseño con el presente encuadre meta-teórico del Sí Mismo, consideramos las competencias del Sí Mismo relacionales y técnicas en el campo de articulación del lenguaje con la experiencia en el proceso de formación. Acceder a la dimensión de competencias del Sí Mismo supone plantear la dimensión de acceso al referente directo de la experiencia sentida como fundamento para la articulación del signifi cado en el lenguaje. La comprensión de este proceso a nivel experiencial supone una apertura a la comprensión del signifi cado encarnado a partir de la propia posición del ser-en-el-mundo. Comportarse con respecto a Sí Mismo en esta dimensión implica acceder al signifi cado sentido, anclado en la propia presencia mediante senso-percepción de sí (una percepción guiada motrizmente). Signifi ca abrirse a una comprensión a partir de un centro más profundo que los conceptos desencarnados y supone una congruencia de la experiencia de ser-en-el-mundo simbolizada y enactuada en una posición yo afi rmativa como fundamento de la relación del yo-con-otros. Las competencias de la empatía y de sentir y articular con otro el signifi cado en el dominio de las competencias relacionales suponen la apertura al compromiso con otro en la relación, en la dimensión de la coordinación en el lenguaje.

A continuación, hablar o plantear la dimensión del yo relacional o de competencias relacionales supone acceder a la dimensión con los demás desde un trasfondo ético no deliberativo, sino que actuado desde el acceso a los referentes propios del Sí mismo como fundamento de la relación yo con otros. La dimensión de las competencias relacionales supone la apertura a la dimensión del otro en la relación, en el ámbito de la empatía y del sentir, y supone poder articular con otro el signifi cado en el dominio de las competencias relacionales como la capacidad de poner en acción la competencia pragmática, esto es, desde los diferentes actos de habla apuntar a la rectitud.

El dominio de las competencias técnicas supone la capacidad de articular el discurso válido acerca de lo que es el caso, o sea, situar lo técnico en el dominio de la lógica del sentido. Esto es un puente entre la tercera y la primera persona desde la coordinación de acciones a nivel de la segunda persona. En otras palabras, consideramos las competencias del Sí Mismo, relacionales y técnicas como una puesta en acción a nivel metodológico de las esferas de validez proposicional, normativa y expresiva. Lo vemos como un diseño de acción comunicativa, que junto a la competencia comunicativa, también asume el desafío de articular la dimensión semántico referencial.

Estas refl exiones nos llevan a considerar que en el currículo tradicional de las escuelas de psicología, la formación se ha distribuido conforme a distintos intentos por dar cuenta de las capacidades del psicólogo según aspectos de la competencia comunicativa y proposicional señaladas. Es posible que los distintos énfasis en la primera, segunda y tercera persona se hayan traducido originalmente en currículo objetivista o expresivista o normativista, alejando las posibilidades de una integración. También es posible considerar que los diferentes paradigmas e intentos de presentar a la psicología como una disciplina analítico referencial hayan dejado de lado la integración de los factores asociados a un Sí Mismo integrado. De ahí deriva la consecuente difi cultad de las escuelas por entregar una formación práctica de dimensión práctico valórica y no sólo instrumental.

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Reconocemos entonces en la formulación del currículo propuesto apuntando a las competencias del Sí Mismo relacionales y técnicas una alternativa meta-teórica que incluye lo práctico-valórico por sobre la formación de los distintos enfoques teóricos en discusión y de las orientaciones de especialidad clínica, organizacional, educacional y social. Particularmente pensamos que una articulación de las competencias según el encuadre aquí propuesto, que rescata la dimensión del giro lingüístico en dirección a una concepción del Sí Mismo encarnado, abre dimensiones de conversación para la dimensión de integración dialógico auto-dialógico en espacios de aprendizaje del psicólogo en formación.

La formación y el proceso de aprendizaje en competencias del Sí mismo, relacionales y técnicas permitiría responder a los quiebres de acción comunicacional, en las esferas de validez proposicional, normativa y expresiva, que se traducen en distorsiones de des-unidad Yo-Mi, las que dan cuenta de las tensiones existenciales entre las lógicas de sentido e instrumental en la modernidad.

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