Arte y Símbolo

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Arte y Símbolo. Ondina Rodríguez Briceño http://vereda.saber.ula.ve/estetica/gie/ondinasimbolo.htm Esta intervención en el marco del II Seminario Nacional de Estética, apunta a la reflexión sobre algunos aspectos en torno a la relación Arte y Símbolo desde el panoráma que nos brinda el arte actual. 1.- Si la afirmación que en sentido tradicional y contemporáneo considera que "toda cultura establece formas simbólicas" y a través de ellas, se organiza la llamada economía del sentido de la existencia de signos", no parece en primera instancia difícil de aceptar, la atención al problema específico de las formas simbólicas y lo que se ha denominado "sustantividad" del mundo simbólico (TRIAS,1997) parece complicar el terreno para ésta y otras posibles afirmaciones, si tomamos como objeto de partida algunas propuestas contemporáneas del arte. Hoy se dice sin temor, por ejemplo, que las obras del presente muestran al simbolo en miseria, es decir, que nos encontramos ante la reducción de las formas simbólicas en el arte y que a su vez, el Arte ha dejado de concebirse como forma simbólica. Todo parece girar en torno a un problema de valores no resuelto. Las obras plantean esta irresolución y muestran como característica esencial la ausencia de símbolos. Se quiere limitar o eliminar con esto, el acceso al espacio de lo sagrado considerándose su inexistencia, sin estimar que, categorías, nociones y espacios, como éstos sufren en la actualidad un proceso de

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Esta intervención en el marco del II Seminario Nacional de Estética, apunta a la reflexión sobre algunos aspectos en torno a la relación Arte y Símbolo desde el panoráma que nos brinda el arte actual.

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Arte y Símbolo.

Ondina Rodríguez Briceño

http://vereda.saber.ula.ve/estetica/gie/ondinasimbolo.htm

Esta intervención en el marco del II Seminario Nacional

de Estética, apunta a la reflexión sobre algunos aspectos

en torno a la relación Arte y Símbolo desde el panoráma que

nos brinda el arte actual.

1.- Si la afirmación que en sentido tradicional y

contemporáneo considera que "toda cultura establece formas

simbólicas" y a través de ellas, se organiza la llamada

economía del sentido de la existencia de signos", no parece

en primera instancia difícil de aceptar, la atención al

problema específico de las formas simbólicas y lo que se ha

denominado "sustantividad" del mundo simbólico (TRIAS,1997)

parece complicar el terreno para ésta y otras posibles

afirmaciones, si tomamos como objeto de partida algunas

propuestas contemporáneas del arte.

Hoy se dice sin temor, por ejemplo, que las obras del

presente muestran al simbolo en miseria, es decir, que nos

encontramos ante la reducción de las formas simbólicas en

el arte y que a su vez, el Arte ha dejado de concebirse

como forma simbólica. Todo parece girar en torno a un

problema de valores no resuelto. Las obras plantean esta

irresolución y muestran como característica esencial la

ausencia de símbolos. Se quiere limitar o eliminar con

esto, el acceso al espacio de lo sagrado considerándose su

inexistencia, sin estimar que, categorías, nociones y

espacios, como éstos sufren en la actualidad un proceso de

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revisión tanto en el ámbito de la teoría, como en el ámbito

de nuestra experiencia. Ámbitos en los que con seguridad,

afloran de modo continuo re-ediciones mejoradas,

profundizadas, de lo sagrado, de lo profano y por tanto,

de las creencias y no creencias.

La idea que promueve experimentar el ocaso del símbolo es

una crítica directa al apartado de la ciencia de los

símbolos, y/o hermeneútica del símbolo, y este hecho, no

deja de ser interesante pues competen a la sustantividad

del universo simbólico. Desde el contexto del simbolismo,

esta idea o expresiones afines ejemplifican lo que Guenon

ha llamado "discurso profano" sin olvidar que el origen

mismo de tales afirmaciones puede estar como apunta Eco, en

una interpretación simbólica del símbolo y/o en un acceder

al símbolo desde un discurso analítico.

Llama nuestra atención, sin embargo, que en el espacio

contemporáneo de reflexión se intenten a través de

diferentes medios, vaciar programas completos que nos

incitan a verificar la transformación del sentido, desde lo

tratado por el artista, de los objetos, acciones, temas y

conceptos específicos, de tendencias generales del

pensamiento y, de este modo, se intente un discurso que nos

aproxima al arte, que de alguna manera ha fundado el

sentido y su transformación.

2.-La revisión de los recursos que se plantean en el seno

de la historiografía del arte, nos señala que la historia -

desacreditada para algunos- avala la relación arte y

símbolo a partir de la figuración de lo sagrado, el rito,

el mito en sus dimensiones más diversas, que en ocasiones,

son los medios más apropiados de manifestación simbólica.

La llamada hermenéutica del símbolo -el trabajo con el

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símbolo y en el símbolo (actos de interpretación, teorías

sobre el símbolo etc.,)- ha arrojado buenos resultados, al

tender interpretaciones históricas-artísticas y estéticas

para el arte tradicional, enfatizándose entonces aquella

relación entre lo simbólico y lo religioso (en general) en

el arte.

Este hecho quizá pueda estar vinculado a la opinión expresa

de que la respuesta religiosa ha sido por mucho tiempo, la

forma más frecuente de satisfacer la necesidad imperante en

el hombre de superar y hallar significado a las

experiencias que, amenazan con el caos y el sin sentido.

Esta, según parece ha sido incluso la única respuesta que

ha podido hallar el hombre sobre su propio enigma (Del

Riesgo, 1994).

La pregunta inicial sería entonces, ¿Cómo actúa lo

simbólico y lo religioso en el arte contemporáneo? ¿cómo

abordar desde algunas propuestas este tipo de pregunta y

cómo hallar una herramienta conceptual que nos permita

hacer este abordaje?.¿cómo acontece la validación del

espacio simbólico en al arte actual?.

En estas preguntas se halla una posibilidad: dentro de la

"desfiguración del mundo", puede encontrarse la

reedificación del hombre "religioso", al lado de otro tipo

de hombre que promueve el pensar contemporáneo, a saber, un

hombre arreligioso, de indeferentismo, o un hombre

"postreligioso". Este otro, caracterizado por como apunta

Del Riesgo, por la falta de experiencia en lo sagrado, un

sujeto de su autoridad, fortalecido por un proceso de razón

que le origina el desencanto de un mundo cimentado en

fuerzas superiores, absolutas, abstractas . Un sujeto que

al enfrentar la crisis de tradiciones religiosas se conjuga

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-como nos dice el autor citado- en el consumismo de una

religión a la carta.

El amplio espectro de la crisis de valores "religiosos",

plantearía emprender o continuar la búsqueda de sentidos,

salidas (Jung, 1992), ante las situaciones en las cuales el

sujeto está incurso, en una suerte de reconocimiento de la

situación que se vivencia (aunque con esto se afiance la

idea de un sujeto que se remite a sí mismo y no a otro

sujeto). No es inoportuno recordar aquella paradoja que

gobierna en el hombre más decididamente arreligioso, a

saber, que en lo más profundo de su ser, su comportamiento,

sea un comportamiento orientado por la religión (Eliade,

1992) y que le hace figurar en la contrapartida negativa.

¿Podríamos ubicar al hombre en una situación de

reconquista? ¿un re-encuentro con el sentido posible de la

existencia, así sea éste, la desfiguración del mundo en la

cual nos hallamos, y sea esta desfiguración causada por un

sentido no claro y distinto, sino confuso?, ¿son las obras,

a partir de microuniversos visuales, las que manifiestan

esta reconquista, este reencuentro?

Las formas simbólicas, los valores simbólicos no puede ser

vistos como objetos y formas pétreas. La ambivalencia

característica del símbolo, su movilidad en las esferas

psíquicas, no deben olvidarse ante los rastros que deja el

símbolo en el mundo del aparecer. Hay símbolos de esta

desfiguración del mundo, de esto que se cree anamorfo, y

mera realidad significante. Símbolos que se instalan en la

cotidianidad, como acontecimientos, ritos, gestos y que a

fin de cuentas, nos permiten hallar en lo cotidiano nuestro

sentido religioso del mundo, en sus distintos grados de

sacralidad, ¿un mundo profanamente sacro?

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Para decir esto en otros términos, abriré aquí un apartado

que resume algunas ideas de Eugenio Trias, las cuales

considero enriquecedoras pues forman parte de todo un

sistema centrado en la religión y el símbolo. (Estás ideas

cierran el segundo aspecto tratado).

Siguiendo una definición tradicional, el símbolo se ha

definido pues, como manifestación sensible y material de lo

sagrado. Esto, que implica un grado de revelación y, una

constitución amparada en la ambivalencia y duplicidad,

disuelve el límite clásico que impone la trascendencia, en

ese "extraño paso" al cerco del aparecer. Esto implica que

lo sagrado, es decir aquello que en tono clásico se cree

intuido a través de experiencias místicas, también se

manifieste, a razón de establecerse e implantarse a través

de distintas formas: como decíamos: ritos, actos

sacrificiales etc. Trias nos dice que en virtud del símbolo

se establece un puente hermeneútico de doble dirección

entre lo sagrado y el cerco del aparecer. De todo esto se

deriva sin dificultad, que el símbolo se aloje en un

espacio fronterizo entre los cercos de lo sagrado y el

aparecer. Y, se deriva también el hecho de que el

acontecimiento simbólico se asiente justo en el lugar donde

lo sagrado y el mundo se encuentran. En este espacio, el

símbolo puede constituirse como tal, es decir, como sym-

balein.

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Si entonces, lo simbolizado en el símbolo constituye a su

vez, un cerco hermeneútico en donde habita lo sagrado, la

simbolización manifiesta constituye, la revelación de lo

sagrado presentificada en el cerco del aparecer. El cerco

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fronterizo se define de este modo como un lugar en el cual

las dos partes del símbolo encajan y desencajan, un ámbito

en el cual es posible la producción del acontecimiento

simbólico en su forma más genuina.

En este cerco fronterizo, desarrolla Trías la idea o noción

de límite y frontera entre lo que podríamos llamar "lo

categorial" y "lo trascendental". En este cerco es posible

una determinación conceptual del símbolo y a la vez,

desbordar esa conceptuación. Hay pues una existencia

fronteriza, que el autor denomina "el ser del límite!" que

en el acontecimiento simbólico adquiere significación y

sentido.

La existencia fronteriza no es otra cosa que el

entrecruzamiento o la intersección entre esas dos partes

del símbolo, a saber, entre lo sagrado y su revelación

manifiesta. Tanto la parte simbolizante y la parte

simbolizada, emanan de esa intersección. Es este un lugar

de cita. Existir en la frontera significa, entonces,

experimentar ese lugar de cita como un lugar de espacio, un

lugar de hora.

Estas dos partes, se lanzan conjuntamente, siguiendo el

significado de la palabra. Se conjugan las dos partes de la

unidad escindida. Podemos disponer de la parte

simbolizante. Esta, nos remite a la otra que colma su

sentido y así se culmina el proceso de la simbolización. La

escisión funciona aquí a modo de premisa de toda posible

conjunción simbólica. Una conjunción simbólica nos habla de

acontecimiento simbólico. Por tanto, no se expresa que un

símbolo sea un sustituto vicarial y que representa algo que

otro es, si vemos esto como un acontecimiento simbólico, no

podemos pensar en un nexo biunívoco entre lo

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<<simbolizante>> y aquello que de este modo se simboliza.

Si hay una escisión, también hay una prueba final, en la

cual se pretende restablecer la unidad originariamente

perdida. Si no se establece, no hay acontecimiento.

3. Una reflexión atenta en torno a algunos métodos

desarrollados en otros ámbitos de estudio, nos conduce a

entablar juegos de aplicación que a la vez son indicadores,

de la pertinencia de la diversidad del objeto de estudio.

En este sentido, no está demás atender a lo siguiente:

En algunas formas presentes en el arte actual, objetos,

acciones, temas, ayudan a idear micro universos visuales

que muestran a la obra como una maquinaria configuradora de

"formas simbólicas" y portadora de "valores simbólicos", o

enunciando o propiciando acontecimientos simbólicos, bien

por la especificidad de los objetos, acciones y gestos

presentes o bien por cómo éstos han sido tratados. El Arte

se presenta sustentado y propiciando la critica, revisión y

afirmación de valores.

Las obras, apuntan a un problema de "resemantización" y en

algunos casos a un problema de "traducción".Ambos se

resuelven a través de un aparato significante que nos

genera la inquietud de construir o descubrir un sentido en

las mismas. La traductibilidad ha sido definida como una de

las propiedades fundamentales del sistema semiótico y como

el fundamento de la tarea semántica. En efecto, Greimas ha

señalado que la traducción "se intercala" entre el juicio

existencial hay sentido y la posibilidad de decir algo de

ello, lo cual nos conduce a hablar del sentido, y esto es

pues el ejercicio de traducir y de producir significación.

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Por otra parte y, siguiendo a este autor, la

resemantización, se define como la operación por la cual

ciertos contenidos que habiéndose perdido de modo

precedente, vuelven a hallar su valor semántico primero. De

modo general se incluye acá el proceso de desemantización,

lo cual quiere decir, que ciertos contenidos parciales se

han perdido en provecho de algún significado global, de una

unidad discursiva más extensa.

Un estudio de la resemantización de formas, iconos,

signos,símbolos nos acerca a los grados de permisibilidad

contenidos en las tendencias generales del pensamiento,

mientras, el ejercicio de resemantización realizado el

artista se estima como parte configuradora de tales

tendencias. Cómo se critican, cómo se avalan, como se

desilusiona y se ilusiona la estética, la religión, la

creencia a través del trabajo con las formas, objetos,

acciones, narraciones, empleadas por el artista, es un tema

de grandes polémicas.

Algunas propuestas accionales, y en algunas instalaciones,

hallamos objetos, acciones, GESTOS, que bajo el trabajo de

resemantozación solicitan de nuestra parte una proceso de

construcción de sentido. Este sentido, en ocasiones, nos

remite al problema de los valores simbólicos y a la

manifestación de un universo simbólico peculiar. Y en

este proceso, a raiz de ciertas identificaciones en el eje

de lo significante se nos remite al espacio de lo sagrado,

de lo religioso, a través de unas formas que, en el cerco

del aparecer, se pueden tener como ritos, ritos construidos

sobre otros ritos, narraciones construidas sobre otras

narraciones, un espacio ritualista impregna a la obra y al

espectador.

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Así ocurre en propuestas que mantienen ejes referenciales

configurados por temáticas de orden religioso, temas que

evocados a grandes rasgos, muestran en sus fundamentos

variaciones de resemantización. No puede haber un mundo

significante sin contemplar un mundo significado. El juego

de resemantizaciones, traducciones, interpretaciones nos

aproxima a ciertos valores fundantes del imaginario

cultural.

Un imaginario cultural producto de una sociedad que permite

sólo ciertos pasos de luz y cuyos objetos no podrán verse

totalmente. Un imaginario que permite hacer experiencia de

la libertad entendida a los ojos de Vattimo, como

oscilación continua entre desasimiento y pertenencia. Creo,

que no hay cosa más trascendente que ésta y más abastracta

que ésta: que en la llamada época de la miseria del

símbolo, la pérdida (conceptual) de éstos, será pues para

la historia de la cultura, un apartado ante todo simbólico.

BIBLIOGRAFIA:

Fernández del Riesgo, M. (1990)"La postmodernidad y la

crisis de los valores religiosos". En : G. VATTIMO, et

all. EN TORNO A LA POSTMODERNIDAD. COLOMBIA: ANTHROPOS

Vattimo, G. "Posmodernidad: ¿una sociedad transparente?.

(1990) En: G. VATTIMO, et all. EN TORNO A LA

POSTMODERNIDAD. COLOMBIA: ANTHROPOS

Trias, E. Diccionario del Espíritu. (1996) España:

Editorial Planeta.

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Eliade, M. (1996) Lo sagrado y lo profano. Colombia:

Editorial Labor.

Eco, U (1997) ¿En qué creen los que no creen?. Colombia:

Planeta

Greimas, A-J. y J. Courtes (1982) SEMIÓTICA. Diccionario

razonado de la teoría del lenguaje. Madrid: Gredos