Un acercamiento a los procesos de blanqueamiento y limpieza de sangre, como vínculos suprasensibles de discriminación, exaltación y

ascenso social colonial y nacional.

Resumen

El siguiente artículo es un intento por realizar un acercamiento a los imaginarios y valores que se le atribuyeron de forma racista a las ideas de origen, de la sangre y de las costumbres o modos de vivir de los protagonistas, de la colonia y las nacientes naciones americanas, y cuando hablo de protagonistas hablo de todo el contexto de la población, ya que tales atribuciones socio-raciales encerraban al supuesto salvaje negro e indígena, a la esperanza mestiza y al supuesto blanco

superior.

Abstract

The following article is an attempt to make an approach to the imaginary and values attributed to him in a racist way to ideas of origin, blood and customs or ways of life of the protagonists of the colony and the emerging nations American actors and when I speak of the whole context of the population, such as socio-racial powers locked to black and indigenous wild course, hope mestizo and white upper course.

Palabras clave

Blanqueamiento, limpieza de sangre, mestizaje, racismo, nación.

Introducción

El siguiente artículo es un intento por realizar un acercamiento a los imaginarios y valores que se le atribuyeron de forma racista a las ideas de origen, de la sangre y

de las costumbres o modos de vivir de los protagonistas, de la colonia y las nacientes naciones americanas, y cuando hablo de protagonistas hablo de todo el contexto de la población, ya que tales atribuciones socio-raciales encerraban al supuesto salvaje negro e indígena, a la esperanza mestiza y al supuesto blanco superior. Para desarrollar el tema me he propuesto responder a las siguientes preguntas:

1. ¿Cómo y por qué se presenta el desarrollo de la limpieza de sangre y el blanqueamiento?

2. ¿Qué tanto continúo o transgredió de la herencia étnica racial de la colonia en las nacientes naciones latinoamericanas, teniendo en cuenta los procesos d blanqueamiento y limpieza de sangre?

Tenido en cuenta que la historia no se puede dividir en periodos exactos y que las conexiones o redes que entablan los procesos históricos están arraigados profundamente de un proceso a otro, he comenzado por desarrollar el panorama español en cuanto a la limpieza de sangre, asumiendo luego el proceso y sus cambios en América para luego desarrollar el fenómeno social del blanqueamiento como otro concepto racial y moral que respondía a mejorías de condiciones de vida. Finalizo el informe con los factores de permanencia de la herencia colonial en la formación de las nuevas naciones latinoamericanas y sus transformaciones –en cuento al blanqueamiento- dependiendo de los imaginarios y proyectos de nación por parte de las elites supuestamente superiores por su condición criolla en América.

Desarrollo de los procesos de limpieza de sangre y blanqueamiento en la colonia

Para comenzar a desarrollar los procesos de blanquimiento y limpieza de sangre, que son mecanismos inmersos en el fenómeno de mestizaje, parto haciendo un planteamiento sobre esta configuración social. Los primeros siglos en la colonia podría considerarse un desarrollo social cerrado en donde dominadores destruían la sociedad dominada no solo por el ejercicio bélico sino por la destrucción de la mentalidad y cultura, la opresión y robo total de sus tierras y formas cotidianas de

vida. Teniendo en cuenta la cultura política y económica de los reinos españoles, principalmente Castilla, antes de la llegada a América, la dominación no tendría el carácter colonial consumado como quizá se dio en las colonias inglesas o Francesas. Por obra misma de la relación que hubo de españoles o más adelante, criollos con la clase dominada, refiriéndome a los indígenas y a partir del siglo XVII, con los esclavos procedentes de África, se llevó a cabo un mestizaje el cual era un “mal necesario” para los intereses de las clases dominantes, teniendo en cuenta que debían transformar y consolidar relaciones de comunicación con las clases explotadas en América. –Debemos recordar que el mestizaje, no era un fenómeno social ajenos a los españoles, puesto que España, ya se llevaba a cabo una fuerte relación de españoles con moriscos y judíos, por lo cual más tarde va a generar las leyes y el estatuto de limpieza de sangre- Con el mestizaje, la lengua española y la religión católica se consolido con mayor fuerza en América, donde además, se llevaron a cabo unas políticas bastante fluctuantes sobre las interrelaciones de castas o clases, convirtiéndose la configuración social de Hispanoamérica en un complejo de redes y mecanismos socio-políticos para acceder a mejores beneficios económicos. Es así como es posible hablar de blanqueamiento y limpieza de sangre –que como dije con anterioridad, ya se llevaba a cabo en España, la cual se aplicaba cuando un individuo quería aspirar o consolidarse en cargos de poder administrativo o religioso- que no son más que por un lado mecanismos de ascenso social y control social en un panorama bastante matizado socialmente y con una radicalización del racismo en la mentalidad europea que por parte de la española solo tenía alcance o efectividad hasta donde los intereses económicos y de prestigio lo permitieran generándose una sociedad más abierta. Es así como en Hispanoamérica con tan compleja sociedad, se va configurando cierta identidad de clase o casta que por intereses propios en algunos casos conmutados, –especialmente en cuanto a familias se tratara- y que generarían conflictos ya sea entre mestizos y blancos o entre criollos y españoles generando más dinámicas de violencia que en la relación señor – esclavo o blanco – indígena. Estas tenciones generarían conflictos cuyo desarrollo generarían el panorama social de la revolución independista (Jaramillo Jaime, 1997: 176)

Me parece conveniente abordar primero el fenómeno social de la limpieza de sangre por llevar un orden cronológico del desarrollo de los procesos históricos, teniendo en cuenta la procedencia de tal práctica. Para comenzar debemos de una forma muy general remitirnos a la lejana edad media española donde los judíos estarían configurando colonias bastante prosperas con los permisos de los monarcas españoles donde tradicionalmente ejercieron el poder tributario como recaudadores tesoreros y administradores. (Salazar, Jaime. 1991). En Europa en el siglo XV se vería una serie de transformaciones políticas y sociales por los movimientos renacentistas que ayudaron a forjar las capas burguesas en la

sociedad, en España dichos burgueses eran generalmente judíos los cuales frente a las condiciones precarias de las capas más vulnerables de la sociedad y la institución católica, realizaron presión en la corona para ser expulsados. Sin embargo la corona expulsaría solo aquellos judíos no conversos, lo cual generaría una gran oleada de judíos conversos en toda España, los cuales veían en la carrera eclesiástica una oportunidad para seguir ascendiendo socialmente. Los judíos no tenían relación con el sector rural ya que conformaban sus quehaceres en el sector comercial, en oficios de cierto prestigio social y funcional del estado. De esta forma constituían una clase social que estaba por encima de la mayoría del pueblo español que era agricultor o ganadero. Es así como se iría desarrollando unos ideales en contra del judaísmo que se plasmaron en la práctica en los primeros estatutos de limpieza en la ciudad de Toledo en 1449, donde se excluían de cargos públicos a judíos practicantes y conversos y que a pesar de las bulas papales en pos de la defensa de todos los cristianos sean conversos o viejos, en respuesta de tal ordenanza, se generarían una serie de eventos en el sur de España en contra de los hebreos en una forma que se pensaría, fuese lucha de clases. A pesar de que se presentaran acusaciones de tipo religioso, sin embargo los intereses políticos y económicos de cristianos viejos de la misma clase, eran obvios en las represiones que se irían configurando en la península. Es curioso hacer notar que la alta nobleza tomó partido por la defensa de los conversos, pues no en vano estos constituían una clase a su servicio, como administradores, médicos, escribanos, y gozando de su confianza (Salazar, Jaime. 1991). Sin embargo, los detractores de los judíos aprovecharían el insuficiente cambio de costumbres y doctrinas de los judíos conversos para valer las revueltas. Es así que el discurso desarrollado por la inquisición era contra los malos cristianos y no contra los judíos como tal.

Los estatutos de limpieza de sangre se aplicarían a cabalidad a finales del siglo XV, tanto para órdenes religiosas, militares, catedrales, colegios mayores, universidades, oficios públicos y finalmente para poder viajar a las indias. Para Domínguez Ortiz las ordenanzas de la limpieza de sangre no llegaron a convertirse en leyes oficiales sino en leyes particulares de las instituciones implicadas en dicho proceso. Para Max Hering Torres, el problema consiguiente a la conversión de los judíos provoco que su persecución no fuera por motivos directamente religiosos sino por el origen, incrustando valores religiosos a la sangre. Este proceso implicaría nivel social una discriminación no de orden religioso sino de origen, afectando la asimilación de la cultura judía en la cristiana. Cuando se sometía a la limpieza de sangre, se realizaba una inspección genealógica para constatar que no se tenía pasado judío o musulmán –los cuales cuando invadieron la península también se realizó un mestizaje sobre todo al sur de España- para así ingresar o formar parte de ciertos cargos o instituciones que pedían el certificado de limpieza. Para el siglo XV era fácil reconstruir las genealogías e identificar si había o no relación judía o musulmana puesto que la conversión era reciente sin embargo generaciones más adelante se iba complicando el proceso. Así las cosas, se puede constatar un fenómeno de adaptación, que hizo imprescindible no sólo crear un sistema burocrático de investigación, que permitiera administrar el saber genealógico, vigilar y controlar,

sino también visibilizar la diferencia más allá de los imaginarios en torno a la sangre, la moral y el pasado. (Hering, Max S. 2011). Por ultimo antes de tocar la limpieza de sangre en América quisiera resaltar un planteamiento importante y es que si bien sabemos que la limpieza de sangre se configuraba como un proceso de exclusión o inclusión dependiendo de un origen puro o impuro, un sistema racista que degradaba tanto a judíos como a musulmanes, pero teniendo en cuenta los recursos o herramientas probatorias cuya mayoría consistía en el testimonio oral de la comunidad en la que estaba inmersa la persona investigada, se podría decir que la clasificación como puro o impuro dependía primero de la memoria colectiva y segundo de los intereses, las redes de poder y las contrapartes que un individuo tenia para jugársela en las investigaciones, quien más tenia poder de dominación frente al grupo de personas con quien se convivía, mayores probabilidades tenía un individuo de tener testigos a favor para dar fe de su pureza, entonces también podríamos decir que la exclusión no solo era de tipo racial sino económico puesto que un noble o un burgués podría tener esa dominación necesaria en la sociedad pero, un campesino, un obrero o artesano, miembros en general de la clase media, ¿tendría posibilidades de demostrar su supuesta pureza de sangre? No podrían aspirar a mejores cargos o entrar en el círculo académico para tener mejores posibilidades ya que sería difícil tener a su favor testigos y costear el proceso de investigación lo que generaría en este estatuto, un mecanismo de control social complejo y con intereses y objetivos más allá del antisemitismo, es así como en el título del presente artículo planteo que se presentan valores suprasensibles de discriminación y exaltación en la sociedad, para buscar un ascenso dentro de la misma.

En América la continuación de este estatuto fue convincente, aunque sufriría varios cambios teniendo en cuenta la dinámica del choque de culturas. La limpieza de sangre en las colonias adquirió nuevas dimensiones prácticas y discursivas. La presencia indígena, los esclavos y el proceso de mestizaje entre todos estos grupos, incluyendo al español, conllevaron a una metamorfosis que incluso incidió en la metrópoli. (Hering, Max S. 2011). A pesar de estar, el concepto raza ligado al linaje, en América, el color también fue un factor de clasificación social teniendo en cuenta la presencia negra esclava, participativa en los procesos de mestizaje. También serían los aborígenes, factor de impureza excluyendo a la nobleza indígena que aunque era una minoría, se le dio un estatus similar al cristiano viejo. –ya que si no se colocaba una dignidad y prestigio social a la “elite” o más bien puente de poder entre los indios y los españoles, de forma adecuada, no funcionaría esta plataforma de dominación tanto en relación Noble indígena-indio común y noble indígena-español- Es claro que en Hispanoamérica la limpieza de sangre se articuló con el color de la piel y tuvo un impacto sobre la mayoría de la población “no blanca” y sin privilegios. El concepto de ‘raza’ en la Colonia significaba, al igual que en España, linaje. Y, al igual que allí, en el Nuevo Mundo ‘raza’ también implicaba tener un defecto, una tacha en el linaje. (Hering, Max S. 2011). Es claro que el fenómeno de blancura se empieza configurar en América puesto que en Europa medieval, ser blanco incluso correspondía a enfermedad o desequilibrio ya que se hablaba de mantener colores y humores equilibrados. Lo negro era considerado algo inferior, de falta de moralidad y compartían el atributo

de salvajismo con los indios y estos junto con los mestizos se les asociaba con los vicios la pereza, avaricia, la trampa etc. Mientras que lo blanco solo constituía una categoría donde ocupaban puesto los españoles y criollos, los no blanco lo constituían una gran serie de estigmatización y calificación que según su fisionomía y origen, configuraba su vida social –acceso a cargos o realización de ciertos oficios- económica –los indios pagaban tributo, los mestizos no, pero estaban sujetos a impuestos- y político –teniendo en cuenta los idearios de una república de españoles y una de indios- Sin embargo los procesos de mestizaje y blanqueamiento –como casi todo los aspectos políticos, económicos y sociales- ayudaron flexibilizar y desarticular todas estas cargas socio-raciales generando una movilidad social que sin embargo Tales intentos de movilidad social ascendente fueron obstaculizados mediante barreras estamentales, económicas y de prestigio, pero también sobre la base de los requisitos de la limpieza de sangre (Hering, Max S. 2011). En la investigación llevaba a cabo por William Jaramillo Mejía en, Nobles blancos y mestizos en la villa de Nuestra Señora de la Candelaria de Medellín, se aborda la limpieza de sangre como un problema de orden jurídico en donde el aparato estatal controla tanto los procesos –el trámite y los pleitos- como las fuentes documentos probatorios para el caso. –las familias de cualquier calidad social no podían tener posesión de ningún libro o registro de descendencia so penas onerosas- sin embargo Este carácter público se veía correspondido por el conocimiento que sobre la condición social de una persona tenían los habitantes provenientes de su mismo entorno, como parte de los conocimientos que hacían parte de la memoria colectiva (Jaramillo, William. 2000)Sin lugar a dudas vemos en la limpieza de sangre en América una importante herramienta político-social, para la defensa de una serie de factores raciales, de honra, prestigio, un apremiante imaginario social de la elite que intentaba forjar barreras en contra del creciente mestizaje que amenazaba con socavar el regio antiguo régimen y todas sus categorías.

Teniendo como base el proceso de limpieza de sangre, ahora me remito a realizar un acercamiento al fenómeno social llamado blanqueamiento. Hay que tener en cuenta que en la colonia, la condición de indio o de negro estaba ligada con la de una “raza” supuestamente perezosa, brutal, salvaje, ociosa etc. Como se sabe, en los primeros siglos de la colonia, el mestizaje no era bien visto dentro de los cánones sociales aceptados por la elite, tanto estatal como religiosa, sin embargo ante los inminentes procesos de “mescla” social, para el siglo XVIII con las ideas de progreso provenientes de los procesos ilustradores en Europa, el discurso y el ideario racial o de control social se iba configurando de tal modo que se pensaba, era necesario asimilar esas culturas inferiores, domesticarlos y civilizarlos por medio de injertar las castas e ir blanqueando los linajes y así arrancar todos estos valores que sobreponía la clase dominante a los dominados. Siguiendo esta posición frente al problema del blanqueamiento podríamos decir que este fenómeno social consistía en la relación por medio de casamientos de sujetos de distintas estratificaciones o clases para que la descendencia tuviese un mejor estatus al ser más blanca que la parte, indígena, negra o mestiza de la relación marital. Para Max S. Hering el blanqueamiento se convierte en un paradigma de conducta para evitar la impureza del color o del linaje. En este contexto, en la

colonia se había pasado de un determinismo de contagio a un determinismo civilizatorio con el cual se pretendía homogenizar la población bajo un patrón, el patrón de la blancura. (Hering, Max S. 2011). Sin embargo Jaime Jaramillo hace alusión a los mestizos como el grupo social que no estaba bien visto para el gobierno, que eran los responsables de los malos tratos hacia los indios y por tanto desde el siglo XVI se trató de prohibir la relación de los mestizos con los indios para proteger a estos últimos. Toma como referencia la opinión de un fiscal del siglo XVIII (Moreno y Escandón) quien hace referencia a os indios como una raza ociosa y viciosa que si se relaciona con los mestizos de costumbres perversas se iría agotando la buena conducta de la nación. Es claro que el blanqueamiento generaría una serie de conflictos por la defensa tanto de los valores propuestos para cada clase teniendo como factor primario la blancura –no solo de la piel sino también de las costumbres, los modos de proceder en la cotidianidad, en lo político y económico, como también religioso- lo cual agudizaría los imaginarios de diferenciación. A partir del siglo XVII dice Jaramillo que cuando la población mestiza adquirió cierto desarrollo, los conflictos con ese grupo se multiplican y los términos mestizo, mulato, zambo, se convierten en conceptos peyorativos que constituyen verdaderas ofensas al honor de quienes se consideran blancos descendientes de españoles o criollos. (Jaramillo, Jaime. 1997) Los conceptos de clasificación y su indebido uso generarían entonces pleitos judiciales ya que se le dio un carácter de delito de difamación, y seria en el siglo XVIII donde estos pleitos alcanzarían su mayor desarrollo. Por otro lado Peter Wade se refiere al blanqueamiento en el contexto de los negros. Pues si bien los afrodescendientes en América se mostraron más resistentes a perder o renunciar sus costumbres y su cultura frente a la forma blanca, hubo ciertas condiciones en la colonia donde primero la cuestión del blanqueamiento no estaba ligada a ser o dejar de ser negro por medio del mestizaje puesto que un factor trascendental en el proceso, es el blanqueamiento social que consiste en tomar o trasformar la cultura propia y asimilar la cultura dominante en este caso la blanca, pero teniendo en cuenta que hubo tanta esquematización de comportamientos que ciertos que se consideraban negros en una época no se consideraban en otra y viceversa, a través del tiempo en la colonia. Pero esta transformación no siempre se daba por el hecho de querer dejar de ser negro y blanquearse, se daba por razones ligadas a movimientos tanto geográficos como sociales, en pos de un beneficio económico o social. Un individuo negro que fuera de choco al centro del país buscando mejores oportunidades, y tenga que acoplarse a la forma blanca de proceder no por gusto sino por necesidad y por otro lado se relacione con una pareja blanca y se genere mestizaje y por tanto se establezca la última escalafón del blanqueamiento; no se realiza el proceso con una idea o deseo propio de blanquearse, sino que se produce a raíz de las circunstancias. Wade concluye entonces que: En resumen entonces el blanqueamiento es un proceso complejo incrustado en las estructuras regionales y político-económicas del país que tiene una relación ambigua con los motivos personales (Wade, Peter. 1997) dicho proceso generaría conflictos entre la misma convivencia entre los que se consideran negros y los que por deseo o por eventos fuera de dicho deseo, se blanquean, la discordia y la aparente traición a la cultura negra influye en la destrucción de una identidad y solidaridad de clase o casta como muchos otros

historiadores considerarían, y que por tanto el blanquearse conllevaría una fuerte carga social donde para ser alguien mejor tendría que dejar lo negó atrás y acomodarse a la forma blanca de actuar. Para Wade el blanqueamiento no puede ser entendido solo como mescla de razas sino que es importante tener en cuenta que es un proceso complejo de reclamos y atribuciones que compiten acerca de la identidad. El blanqueamiento es parte de las fuerzas que actúan para diluir y dispersar lo negro y la cultura negra. (Wade, Peter. 1997) la situación es compleja cuando se aborda el tema haciendo alusión la discriminación ya que esta puede tener varios sentidos o trayectorias en el procesos de mestizaje en donde por más que se genere descendencias supuestamente más blanca, la relación del dominante frente a esta puede ser igual a la de un negro como tal, realizando mayor discriminación en contra del mulato que con el mismo negro que es considerado de una forma sin ningún beneficio como si lo reportarían con los mulatos. Sin embargo la movilidad social se rige bajo un estándar evidente, entre más negro más abajo se está y entre más blanco mejor y mayores beneficios se obtenían en la sociedad colonial.

Cambios y continuaciones en el orden nacional

Como primer cambio en el contexto de las nacientes naciones americanas, teniendo en cuenta los problemas hasta ahora tratados, podremos decir que los estatutos de la limpieza de sangre estarían presentes hasta las llamadas guerras de independencia, donde al hacer el intento de establecer un estado liberal, se eliminarían los títulos de nobleza ya que se cortaría la línea de dominación –dominación que en muchas ocasiones se limitaba al saber de la existencia de un rey en ultramar, pues muchas de las disposiciones legales de la corona, se les hizo caso omiso, proviniendo la verdadera dominación por parte de las elites locales las cuales incluso luego de la llamada independencia, permanecieron en el poder con nuevas categorías como las de ciudadano. A pesar de establecer una nueva categoría para el pueblo, la de ciudadano, la cual como veremos más adelante, no corto las cargas raciales en la mentalidad “blanca” que gobernaría a partir de las independencias.

El blanqueamiento a pesar de tener un origen colonial, como última categoría en el proceso de mestizaje, tiene su máximo apogeo y de maneras particulares en las diferentes y nuevas naciones latinoamericanas. Lo blanco y lo negro continuaron siendo elementos de dominación en los imaginarios de sociedades, como elementos de ficción cultural donde ser negro incluso lo indígena, conllevaba una serie de factores primitivos, de educación nula o básica, de un origen desconocido y de utilización solo para trabajos manuales y de una dominación discriminativa donde no se encajaba en el proyecto nacional. Por otro lado ser

blanco ya no era ser el descendiente de español sino el criollo renovado, letrado y con firmes propósitos de poder político y económico.

Prosigo entonces, con una mirada del aspecto general latinoamericano, iniciando con los casos de Brasil y cuba que para Julio cesar Pino tienen aspectos en común y finalizo el presente artículo con la mirada en la Nueva Granada. Para el autor mencionado con anterioridad, Cuba y Brasil, como países fuertemente afro latinos, tienen importantes coincidencias en sus antecedentes raciales: la permanencia de casi 350 años de esclavitud africana; la abolición de ésta con diferencia de apenas dos años (Cuba en 1886 Brasil en 1888): la extensión del sufragio masculino a los negros durante el período republicano; los régimen dictatoriales cuasi populistas de los años 30 y 40, que buscaron el respaldo de los, obreros negros; y los fuertes partidos comunistas nacionales que se vieron obligados a enfrentarse al problema del racismo en sus sociedades. Sin embargo, mientras los afro-cubanos echaron su suerte con la izquierda radical, con los sindicatos y, posteriormente, con Fidel Castro, los afro-brasileños quedaron políticamente inmovilizados en la escena nacional hasta los años setenta. (Pino, Julio. 2002). En el siglo XIX el panorama cubano configuraba grandes extensiones de tierra de los blancos, dedicadas a los cultivos de tabaco y azúcar y otros tantos a la ganadería, utilizando la mano de obra de negros y mulatos, quienes se les marco como necesarios y aptos para el trabajo, pero la elite blanca se dio cuenta de la gran mayoría de población negra y por miedo a una estigmatización de una patria de negros como Haití, se sostuvo el firme deseo de expulsar a los afro-latinos y permitir el ingreso solo de blancos a la isla, para así comenzar con un imaginario político y social, de una sociedad multirracial donde lo negro acarrearía una serie de costumbres y expresiones culturales mal vistas y estigmatizadas, aparte del color de piel. Este propósito solo llego a producir un mestizaje donde se generó una mayoría mulata. Sin embargo con la nueva neo colonia en 1902, se intenta blanquear la isla, permitiendo la facilidad de inmigración europea a la isla y se permitió la unión matrimonial entre negros y blancos donde los primeros buscaban ascender socialmente, y a pesar de la procedencia y el color de piel como factor denigrante y excluyente para formar parte de las instituciones del estado, se buscaba mejorías económicas, buscando mejores posiciones en la redes de poder. Para Julio Pino, la clase social mulata no tendría como tal una identidad de clase, puesto que en la isla la mayor distinción social era binaria, o se era blanco o negro y entre las clases bajas de la sociedad no hubo discriminación ni clasificación, se aceptaba a mulatos y negros como una misma clase, pero tras la revolución se colocaría por encima el ideal de contrariar el poder primero de España y luego de Norteamérica, ayudando a concentrar la idea no de clase o raza sino de cubano en general. Aunque en el caso brasileño se atañen posiciones donde lo negro y lo mulato estaba distanciado por una fuerza

blanqueadora con propósitos de ascenso social donde el negro con su pasado esclavista era fuertemente discriminado y el mulato privilegiado por estar más “civilizado”, hay otra posiciones donde se demuestra que las condiciones de los negros y los mulatos eran muy similares y donde no había un problema racial, sino de clase social con fundamentos raciales donde se configuraba lo blanco y lo no blanco con una tendencia de lo blanco a la discriminación. Sin embargo lo mulato no tomaría distinción hasta que los propietarios comenzaran a realizar pruebas de color, donde lo más blanqueado era aceptado por encima de lo más negro. Estas cargas raciales incluso no han sido eliminadas en el Brasil contemporáneo donde los afroamericanos siguen una tendencia por blanquearse –que conlleva a cambios en la cultura y no solo a los matrimonios que blancos- por mejorar el estatus, venciendo la idea racial sobre las clases sociales.

En el caso argentino, en el cual se diferencia al de los imaginarios de otras naciones por una mayor o más fuerte y eficaz connotación eurocentrista del imaginario nacional, se produciría sin embargo unos procesos de identidades separados como respuesta al opresor discurso de la elite blanca, procesos que Alejandro Solomianski considera “identidades secretas” y quien sostiene que en argentina en el siglo XIX hubo un grupo opresor (euro-argentino) identificado con un concreto sistema ideológico cultural (eurocentrismo capitalista) y diversos grupos oprimidos. (Solomianski, Alejandro. 2002). Primerio que todo teniendo en cuenta la dinámica colonial en lo que hoy comprende Argentina en cuanto a la esclavitud, por los censos de la época y por los productos literarios culturales que demuestran la influencia de lo negro y mestizo en el país, se puede deducir que la población no blanca en argentina era significativa. Por tanto para la nueva elite, cuyo imaginario de identidad nacional hegemónico no comprendía lo que no fuera blanqueado o “desbarbarizado” por ser contrario a los ideales de civilización y occidentalización. Sin embargo es claro que los imaginarios de identidad argentina no serían igualitarios ni siquiera para la elite y menos compartidos por los subalternos, cuyos intereses de la elite y resistencia del pueblo generarían grandes genocidas, produciendo un proceso discriminatorio y violento de identificación nacional. Sin embargo más detenidamente, en el siglo XIX la población no blanca de argentina estaría oscilando entre el 20 y el 30%, población que se vio diezmada desde las mismas guerras de independencia donde las elites “patrióticas” utilizaban negros sobre todo para carne de cañón en las batallas. Además teniendo en cuenta que la población no considerada blanca era la más propensa a las enfermedades y malas condiciones de vida por la exclusión de los mismos por parte de la elite. Pero el hecho más imperante y que se relaciona con la temática tratada y este escrito, el blanqueamiento del país por medio de las facilidades y campañas de inmigración europea, formalizaron un blanqueamiento producto del mestizaje como factor de ascenso social.

De Venezuela y su procesos de formación de idearios de nación, se podría sostener que para las etnias negras e indias, en el siglo XIX se presentaban procesos de exclusión directa, como en el resto de países en formación en América, la supuesta superioridad blanca creaba estigmatizaciones y perjuicios a lo negro y lo indio y se daba una mayor aceptación a lo mestizado, lo blanqueado. Sin embargo para Raquel Rivas en el siglo XX ese panorama social daría un giro puesto que se intentó reorganizar el imaginario de nación en donde se incluyera a todos los grupos étnicos de una forma generalizadora, en donde los negros estarían domesticados y los mestizos blanqueados. Pero este reacomodo no se realiza por la vía del silenciamiento o la exclusión directas, como había sucedido con los proyectos nacionales del XIX. El giro populista se revela, justamente, en el hecho de que se realiza un esfuerzo por integrar a esas culturas excluidas del imaginario colectivo. La reactualización de la memoria de la Guerra Federal, como evento fundador de la nacionalidad, formará parte de este esfuerzo. (Rivas, Raquel. 2002) en Venezuela a principios del siglo XX se instauraría una visión del futuro nacional donde el mestizaje ayudara en el progreso del país, progreso que no se lograría con los grupos miserables y vencidos como se les consideraba a los negros he indios, sin embargo el proceso de mestizaje en Venezuela apuntaría más hacia una posesión de saberes académicos, unos modos de comportarse dentro del esquema de la ciudadanía que hacia el color de la piel. Hay que tener en cuenta que lo blanco o lo negro en esa dinámica de imaginarios de sociedad nacional, no está ligado solamente a cuestiones físicas, se consideraba que los blanco era la forma de vida ciudadana, letrada, con posesión de un saber científico o humanístico, y la capacidad de relacionarse con la naturaleza para sacar provecho de ella, no necesariamente se relacionaba con ser descendientes de españoles. Por otro lado lo negro no estaba relacionado completamente con el origen africano, también tenía una connotación de salvajismo, de modos de proceder en la vida cotidiana considerados denigrantes, -dentro de estos comportamientos también se incluían los que, de la cultura indígena se practicaban-, de supersticiones y de valores culturales por los cuales de discriminaba. El proceso de blanqueamiento en Venezuela –como en otras partes de América, incluyendo a Colombia- se dio por factores que promovían un lento cambio social dentro del imaginarios de nación de la clase dominante blanca, letrada, un mestizaje que legitima -por la vía de las uniones incestuosas- la supervivencia de un sector específico del espectro social, cancela las aspiraciones de las "razas vencidas" en favor del progresivo "blanqueamiento" no sólo de la piel, sino de toda la cultura de la comunidad imaginada de la patria. En el camino ha quedado conjurada la amenaza del desorden, por la vía de condenar a la exclusión la cultura del cimarronaje y la violencia, para imponer la solución ficcional del orden letrado y lograr la domesticación imaginaria del cimarrón. (Rivas, Raquel. 2002)

La problemática del blanqueamiento en el México, tiene a relacionarse más con el indígena, y este desde la colonia fue puesto en el escalafón más bajo de la sociedad, por sus mismas costumbres y mentalidades que fueron con el tiempo no solo siendo arrancadas de los individuos sino también obligados a tomar las prácticas culturales de los invasores y dominantes considerados –por ellos mismos- como los blancos. El español en la colonia condenaba “lo indio” pero al mismo tiempo lo absolvía si llegaba a acogerse a los nuevos cánones sociales; con el tiempo este procesos de transformación cultural generaría nuevas formas culturales ni indígenas ni españolas, una cultura sincrética por así decirlo, el mestizo, que por las ventajas atañidas al presentarse como tal ante el sistema, fue cada vez más fácil y acelerado dicho proceso de mestizaje. A pesar de que el mestizaje configuraba la hispanización de los indios en las elites después de la colonia se viviría un proceso de europeización, tomando como modelo las corrientes de pensamiento francesa. Estar al tanto de lo europeo en las diferentes facetas del diario vivir era símbolo de civilización y grandeza. El estatus se convertiría en una meta no solo de la elite pues los indígenas tendrían mayores posibilidades al pasar por mestizo y el mestizo por criollo. En México, no era la raza sino la cultura lo que tenía que blanquearse para no caer en el hundimiento socioeconómico. (Cervantes, Guillermo. 2009) Después de la revolución mexicana, se da cierta aceptación a las clases o grupos sociales que contemplaran diferentes etnias aborígenes como un solo pueblo, se busca un fundamento común para cohesionar los ciudadanos, y a pesar de que ese fundamento estaba arraigado a el pasado indígena mesoamericano, contemplando lo español como ajeno, dicho fundamento solo era aceptado como elemento romántico nacional, que no debía plasmarse en los indígenas actuales por conllevar a malas prácticas sociales, de todas formas impero la europeización. Es por ello que Cervantes concluye que a final de cuentas, la idea de ‘mejorar la especie’ a través de la occidentalización sigue viva; y parecería que lo mestizo significa la pugna constante por un ‘blanqueamiento’ cultural; aun cuando se trate de un blanqueamiento sui generis, ya que permite que la modernidad fluya hacia la cultura tradicional y la cubra, pero no la desaparezca, lo mestizo permite una cultura menos moderna y menos desarrollada (en este caso la mexicana) (Cervantes, Guillermo. 2009).

En el caso colombiano o de la Nueva Granada, al igual que en todos los lugares de Latinoamérica, se efectuarían una serie de cambios y permanencias en transición de poder sucedida. Socialmente, lo negro y lo indio siguió siendo un grupo social considerados, de bajo nivel, teniendo en cuenta que las nuevas elites criollas, -orgullosas claro está de su condición blanca, al igual que los burgueses de la misma condición física- necesitaban representar su nación ante el mundo como una nación moderna, inspirada por las corrientes de pensamiento liberal, francesas, inglesas e incluso norteamericanas, estos grupos sociales marginados y explotados en la colonia, no cabrían ahora en el contexto del imaginario nacional por ser considerados antónimo del progreso económico, intelectual y social. Cuando los procesos políticos se concretarían entre los intereses federalista y

centrales y la burguesía se consolidaría dentro del contexto de lo nacional, las elites buscaron como y a partir de que ser representados como factor unificador en el proceso de pasar de un pueblo subordinado a ser ciudadanos. A pesar del orgullo blanco de las elites, muy bien sabían que los blanco no eran mayoría en una nación fuertemente mestizada. El dilema consistía para Peter Wade, que el progreso en Europa se daba en ausencia de etnias negras o indígenas, o en otros países como estados unidos habían fuertes barreras que separaban a tales etnias que eran un minoría. Por tanto se fue haciendo la idea que el blanqueamiento de la nación por medio de la mescla de razas era e futuro para llegar a la modernidad de la nación, era el mestizo el sujeto de identificación nacional. El carácter de identidad se trató de extender también en el carácter indígena y en menor medida de lo negro sin embargo se daría un carácter romántico a los negros y especialmente a los indígenas, como parte de un pasado más o menos glorioso, pero el futuro les tenía preparado una condición paternalista hacia la integración que idealmente también significaba mayor mezcla de razas y quizá la eventual supresión de lo negro y lo indígena de la nación. (Wade, Peter. 1997) el blanqueamiento se desarrollaría entonces como una política de estado, y acciones directas como permitir facilidades y buscar la inmigración europea al país con tal de “superar” el pasado indígena y el problema de lo negro para supuestamente guiar la nación por las vías del desarrollo como proyecto a largo plazo, el proyecto nacional. Entonces a pesar de considerarse el mestizo como sujeto nacional, no estuvo ausente el factor discriminatorio; se prefirió el mestizo más claro, se alejó y discrimino el más negro o el más indio. En Colombia la discriminación racial estuvo fuertemente ligada al carácter biológico, donde se les consideraba al indio y al negro, biológicamente inferior pero se les encontró una utilidad dentro del contexto nacional – la mano de obra pesada o trabajos sin ninguna gloria u honor, cargas sociales aun vinculadas con los trabajos- por tanto la verdadera meta nacional era establecer un mestizo blanqueado. Peter Wade demuestra que el tema fue debatido abiertamente y sin complicación moral o ética. Se invitaba al extranjero blanco a venir a mezclarse para mejor las condiciones físicas y morales de los colombianos. Se creía necesaria la idea de blanqueamiento para unificar la nación y evitar supuestas luchas de raza. El problema nacional entonces sería el problema de una elite que heredo la conciencia de ser superiores por su condición blanca pero que por el impacto de nuevas ideologías de otras naciones ajenas a la española, –como Francia e Inglaterra- buscaban acomodarse y expulsar o acabar con aquello –los negros e indios- que ya no estaba en el contexto liberal, la sucesión de poder luego de la independencia traería para las clases bajas que no habían sido aún marcadas por el mestizaje, salir de una explotación esclavista –la cual continuo hasta la mitad del siglo XIX- a sobrellevar políticas de exclusión en la nación y obligarse a negar su cultura para tener más posibilidades dentro de la nación con imaginarios de identidad altamente racistas.

Conclusiones.

Se sabe que en la mentalidad europea se albergaban grandes connotaciones de racismo y xenofobia, y el caso español no era ajeno. Antes de la conquista americana, en España con la limpieza de sangre, ya se tenían instituidos bajo el control y apoyo estatal, fundamentos racistas atribuidos al origen y la sangre, al linaje y la religión. Sin embargo cuando dicha mentalidad racista, genera en América un choque de mundos distintos, con culturas distintas y con el surgimiento de nuevas culturas, por un lado se hace más complejo y de cierto modo insostenible, seguir estructurándolas barreras raciales para proteger el supuesto estatus y derechos a los que solo las elites podrían acceder. El factor económico es uno por los cuales se burlaron esos imaginarios de raza, se sabe incluso que con sobornos, se podría modificar los permisos de limpieza de sangre, por lo cual, judíos y musulmanes o por lo menos descendientes de estos, vendrían a América a exponer hipócritamente su condición blanca, teniendo en cuenta que lo blanco solo aparecería como símbolo de superioridad con en el contexto americano. Por otro lado, luego del siglo XVII, cuando el proceso de mestizaje se había intensificado de tal manera que se generaban ideas de identidad de clase o de casta y que viendo como de un estado social se podría pasar a otro, modificando su cultura o relacionándose con un blanco, por medio de matrimonios, se ve en el blanqueamiento un factor para la destrucción de las culturas de los dominados pero también un factor que iría sofocando las bases estamentarias de la colonia, donde una corona quería evitar tal procesos pero luego una elite criolla, lo impulsaba como política de estado.

Partiendo de los problemas del blanqueamiento se podría pensar que cuando un individuo se blanqueaba, o dicho más específicamente, negaba su condición de origen, su cultura y hasta su contexto geográfico, no lo hacía con el firme deseo de buscar una mejor posición moral en donde satisfacer deseos de grandeza, o sentirse más importante frente a otros de su misma condición, sino que en muchas ocasiones, por las mismas condiciones del panorama político-económico de la época vivida, se generaba como producto de una necesidad de sobrevivencia no solo individual sino colectiva.

Los procesos de blanqueamiento desarrollaban problemas no solo de forma ascendente sino que generaban conflictos en aquellos que consideraban a los que intentaban blanquearse, como traición a su propia cultura, siendo discriminados por los mismos suyos. Esto generaría una mayor dificultad a la hora de generar o tratar de generarse una identidad individual y más aún cuando se trataba de generar una identidad generalizadora, propiamente desarrolladas como políticas de estado.

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