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DICCIONARIO PANHISPÁNICO DE DUDAS ARTÍCULOS TEMÁTICOS ABECEDARIO. 1. Para designar la serie ordenada de las letras con que se representan los sonidos de una lengua, pueden usarse indistintamente los términos abecedario y alfabeto. Como las demás lenguas románicas, el español se sirvió básicamente de la serie alfabética latina, que fue adaptada y completada a lo largo de los siglos. El abecedario español está hoy formado por las veintinueve letras siguientes: a, b, c, ch, d, e, f, g, h, i, j, k, l, ll, m, n, ñ, o, p, q, r, s, t, u, v, w, x, y, z (a , b , c , etc.). 2. Esta variante española del alfabeto latino universal ha sido utilizada por la Academia desde 1803 (cuarta edición del Diccionario académico) en la confección de todas sus listas alfabéticas. Desde esa fecha, los dígrafos ch y ll (signos gráficos compuestos de dos letras) pasaron a considerarse convencionalmente letras del abecedario, por representar cada uno de ellos un solo sonido. No obstante, en el X Congreso de la Asociación de Academias de la Lengua Española, celebrado en 1994, se acordó adoptar el orden alfabético latino universal, en el que la ch y la ll no se consideran letras independientes. En consecuencia, las palabras que comienzan por estas dos letras, o que las contienen, pasan a alfabetizarse en los lugares que les corresponden dentro de la c y de la l, respectivamente. Esta reforma afecta únicamente al proceso de ordenación alfabética de las palabras, no a la composición del abecedario, del que los dígrafos ch y ll siguen formando parte. 3. Mientras que los dígrafos ch y ll son las únicas grafías que representan, respectivamente, los sonidos /ch/ y /ll/, el sonido que representa el dígrafo rr es el mismo que el representado por la r en posición inicial de palabra o precedida de las consonantes n, l o s (r , 2 y 3 ). Este solapamiento explica que la rr no se haya considerado nunca una de las letras del alfabeto. 1

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DICCIONARIO PANHISPÁNICO DE DUDASARTÍCULOS TEMÁTICOS

ABECEDARIO. 1. Para designar la serie ordenada de las letras con que se representan los sonidos de una lengua, pueden usarse indistintamente los términos abecedario y alfabeto. Como las demás lenguas románicas, el español se sirvió básicamente de la serie alfabética latina, que fue adaptada y completada a lo largo de los siglos. El abecedario español está hoy formado por las veintinueve letras siguientes: a, b, c, ch,

d, e, f, g, h, i, j, k, l, ll, m, n, ñ, o, p, q, r, s, t, u, v, w, x, y, z (→ a, b, c, etc.).

2. Esta variante española del alfabeto latino universal ha sido utilizada por la Academia desde 1803 (cuarta edición del Diccionario académico) en la confección de todas sus listas alfabéticas. Desde esa fecha, los dígrafos ch y ll (signos gráficos compuestos de dos letras) pasaron a considerarse convencionalmente letras del abecedario, por representar cada uno de ellos un solo sonido. No obstante, en el X Congreso de la Asociación de Academias de la Lengua Española, celebrado en 1994, se acordó adoptar el orden alfabético latino universal, en el que la ch y la ll no se consideran letras independientes. En consecuencia, las palabras que comienzan por estas dos letras, o que las contienen, pasan a alfabetizarse en los lugares que les corresponden dentro de la c y de la l, respectivamente. Esta reforma afecta únicamente al proceso de ordenación alfabética de las palabras, no a la composición del abecedario, del que los dígrafos ch y ll siguen formando parte.

3. Mientras que los dígrafos ch y ll son las únicas grafías que representan, respectivamente, los sonidos /ch/ y /ll/, el sonido que representa el dígrafo rr es el mismo que el representado por la r en posición inicial de palabra o precedida de las

consonantes n, l o s (→ r, 2 y 3). Este solapamiento explica que la rr no se haya considerado nunca una de las letras del alfabeto.

ABREVIATURA. 1. Es la representación gráfica reducida de una palabra o grupo de palabras, obtenida por eliminación de algunas de las letras o sílabas de su escritura completa y que siempre se cierra con un punto. Para consultar la lista de abreviaturas

convencionales de uso general en español, → APÉNDICE 2 .

2. El uso de las abreviaturas convencionales tiene ciertas restricciones, de forma que no pueden aparecer en cualquier lugar del texto: De repente, miré a la dcha. y los vi juntos; las abreviaturas de tratamientos solo deben usarse cuando anteceden al nombre propio (Sr. González, D.ª Juana, etc.); y no debe escribirse una cantidad con letras seguida de la abreviatura del concepto cuantificado: veinte cts. por veinte centavos.

3. Formación. La abreviatura ha de ser eficaz y, por eso, debe suprimir como mínimo dos letras de la palabra abreviada (mejor, tres, si la palabra es suficientemente larga, para poder ahorrar, al menos, dos caracteres, ya que una de las letras suprimidas es reemplazada por el punto de cierre); aun así, hay ejemplos difundidos en que solo se elimina una: vid. por vide (‘véase’). Existen dos procedimientos para formar abreviaturas:

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a) Por truncamiento, suprimiendo letras o sílabas finales: cód. por código, art. por artículo. En este caso, la abreviatura nunca debe terminar en vocal: pról., y no pró. ni

prólo., como abreviatura de prólogo. En el caso de las abreviaturas que corresponden a fórmulas fijas, se abrevian todas y cada una de las palabras que las integran, incluso artículos, preposiciones o conjunciones, reduciéndolos a la letra inicial: s. e. u o. por salvo error u omisión, q. e. p. d. por que en paz descanse.

b) Por contracción, eliminando letras centrales y dejando solo las más representativas: dpto. o depto. por departamento, admr. por administrador. Entre las abreviaturas formadas por contracción están las que presentan la letra o letras finales voladas: n.o

por número, af.mo por afectísimo.

4. Femenino. Si la abreviatura del masculino termina en -o, el femenino se forma sustituyendo esta vocal por una -a: Lcdo., Lcda. (licenciado, licenciada); si el

masculino termina en consonante, se le añade una a, volada o no (→ a y b); no obstante, hay abreviaturas que sirven tanto para el masculino como para el femenino: Lic. (licenciado o licenciada), izq. (izquierdo o izquierda). Cuando el masculino termina en consonante, hay que tener en cuenta lo siguiente:

a) Las abreviaturas obtenidas por truncamiento forman el femenino añadiendo una a volada, que puede escribirse subrayada o sin subrayar: Dir. para director y Dir.ª, Dir.a

para directora; no obstante, en muchos países de América es frecuente que el femenino de estas abreviaturas se escriba con a no volada: Profa., en lugar de Prof.ª, Prof.a, para profesora. Aunque son válidas ambas formas, se recomiendan las que llevan la a volada.

b) Las abreviaturas obtenidas por contracción admiten las tres posibilidades señaladas para la formación del femenino: Sr. para señor, y Sra., Sr.a o Sr.a para señora.

5. Plural. Depende de su método de formación:

a) Si la abreviatura se obtuvo por truncamiento, se añade -s: págs. por páginas. Se exceptúa el plural de las abreviaturas cent. (centavo, centésimo) y cént. (céntimo), que es cts., y no cents. ni cénts. (no debe confundirse la abreviatura cent. con la palabra

cent, cuyo plural sí es cents; → cent). En abreviaturas formadas por una sola letra, el plural se expresa duplicando esta: ss. por siguientes, EE. UU. por Estados Unidos.

b) Si la abreviatura se obtuvo por contracción, se aplican las reglas generales de

formación del plural y se añade -s o -es según sea la terminación (→ PLURAL , 1 ): dptos. o deptos. por departamentos, admones. por administraciones. Como excepción, Ud. (usted) forma el plural en -s: Uds. (ustedes). El plural de las abreviaturas con letras voladas debe representarse con este mismo tipo de letras: n.os por números.

c) Si la abreviatura corresponde a una forma verbal, para el plural se usa la misma forma que para el singular: cp. vale como abreviatura de compárese y de compárense; D. E. P. puede abreviar tanto Descanse en paz como Descansen en paz.

6. Ortografía

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a) Las abreviaturas mantienen la tilde en caso de incluir la vocal que la lleva en la palabra desarrollada: pág. por página, íd. por ídem, C.ía por compañía.

b) En general, las abreviaturas se escriben con mayúscula o minúscula según corresponda a la palabra o expresión abreviadas; así, se escriben con inicial mayúscula las abreviaturas de aquellos nombres o expresiones que se escriben de este mismo modo cuando se desarrollan: Bs. As. por Buenos Aires, FF. AA. por Fuerzas Armadas, mientras que las abreviaturas de nombres comunes se escriben normalmente con minúscula (salvo si van después de punto o al principio de un enunciado): pág. por página, c. e. por correo electrónico. No obstante, existen numerosas excepciones, y así, siempre se escriben con inicial mayúscula las abreviaturas de fórmulas de tratamiento, incluso las que se escriben con minúscula cuando se desarrollan: S. S. por Su Santidad, S. A. R. por Su Alteza Real, Excmo. por Excelentísimo, Ud. por usted, Sr. por señor, D. por don; también, por tradición, se escriben con mayúscula las abreviaturas de algunos nombres comunes: P. V. P. por precio de venta al público, D. L. por depósito legal. Existen asimismo usos dobles, como P. O. y p. o. (por orden) o Q. D. G. y q. D. g. (que Dios guarde).

c) Cuando la abreviatura corresponde a una expresión compleja, se separan mediante un espacio las letras que representan cada una de las palabras que la integran: b. l. m. por besa la mano. Cuando las abreviaturas van precedidas de un número, se escriben separadas de este por un espacio: 15 págs., salvo las referidas al vuelto y al recto de un folio, que van pegadas: 15v.º, 15r.º.

d) Se escribe siempre punto detrás de las abreviaturas, salvo en el caso de aquellas en las que el punto se sustituye por una barra: c/ por calle, c/c por cuenta corriente, d/f por días fecha, d/v por días vista (no debe dejarse espacio entre las letras y la barra; si la abreviatura se compone de dos letras, el segundo elemento tampoco lleva punto, salvo que se trate del que marca el final del enunciado). Otra excepción son las abreviaturas que van entre paréntesis, que también se escriben sin punto: (a) por alias. En las abreviaturas que llevan letras voladas, el punto se escribe delante de estas: Sr.a, 3.er. Si una abreviatura coincide con final de oración o de párrafo, el punto de la abreviatura sirve de punto final, de modo que solo se escribirá un punto y no dos. Los otros signos de puntuación (coma, punto y coma, puntos suspensivos, signo de interrogación, etc.) sí deben escribirse tras el punto de la abreviatura; por lo tanto, si tras una abreviatura hay puntos suspensivos, se escriben cuatro puntos: Algunas abreviaturas con tilde son pág., cód., admón.... Las abreviaciones de las unidades de medida (m, km, g, l, etc.) y las de los nombres de los libros de la Biblia (Gn, Ex, Lv,

etc.) son símbolos, no abreviaturas; de ahí que se escriban sin punto (→ SÍMBOLO ).

e) Las abreviaturas nunca deben dividirse mediante guion de final de línea: ad- / món.

f) Cuando la abreviatura se compone de varios elementos, no deben separarse estos en líneas diferentes: p. / ej. Tampoco deben aparecer en renglones diferentes la abreviatura y el término del que esta depende: 15 / págs., Sr. / Pérez.

g) Una abreviatura nunca debe quedar como único componente de una línea de texto; en esos casos, debe escribirse la palabra completa:

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En las librerías se venden libros, carpetas, bolígrafos, etc.

Lo adecuado es:

En las librerías se venden libros, carpetas, bolígrafos, etcétera.

7. Lectura. La lectura de una abreviatura debe restablecer todas las letras eliminadas en su escritura, esto es, debe leerse la palabra completa que la abreviatura representa.

ACORTAMIENTO. 1. Procedimiento de abreviación que consiste en eliminar las sílabas finales de una palabra para crear otra nueva: bici por bicicleta, cine por cinematógrafo, profe por profesor, súper por supermercado, macro por macroinstrucción, moto por motocicleta, foto por fotografía, taxi por taxímetro, etc. También existen, aunque en menor número, casos de acortamiento por supresión de sílabas iniciales: bus por autobús, fago por bacteriófago.

2. La mayoría de los acortamientos mantienen el género de la palabra completa: la foto por la fotografía, el cine por el cinematógrafo; hay alguna excepción, como el cromo por la cromolitografía. Los acortamientos, cuando son sustantivos, suelen

seguir las reglas generales de formación del plural (→ PLURAL , 1): las fotos, las anfetas, los buses; pero algunos de ellos, como súper e híper, se mantienen invariables: los híper, los súper. Cuando son adjetivos, lo normal es que permanezcan invariables: películas porno (‘pornográficas’).

ACRÓNIMO. 1. Es, por un lado, el término formado por la unión de elementos de dos o más palabras: teleñeco, de televisión y muñeco; docudrama, de documental dramático; Mercosur, de Mercado Común del Sur. Por otro lado, también se llama

acrónimo a la sigla que se pronuncia como una palabra: OTAN, ovni, sida (→ SIGLA ). Es muy frecuente que estos últimos, tras una primera fase en que aparecen escritos con mayúsculas por su originaria condición de siglas (OVNI, SIDA), acaben por incorporarse al léxico común del idioma y se escriban con letras minúsculas (ovni, sida), salvo, naturalmente, la inicial cuando se trata de nombres que exigen la escritura de esta letra con mayúscula (Unesco, Unicef). Los acrónimos suelen omitir para su formación los artículos, las preposiciones y las conjunciones que aparecen en la denominación completa, salvo si son necesarios para facilitar su pronunciación: ACUDE (por Asociación de Consumidores y Usuarios de España), pyme (por pequeña y mediana empresa).

2. La formación de siglas y acrónimos es un fenómeno muy extendido en países anglosajones, especialmente en ámbitos científico-técnicos. Así, se han incorporado a nuestro idioma numerosas palabras que son, originalmente, siglas o acrónimos ingleses: radar, por ra[dio] d[etecting] a[nd] r[anging]; láser, por l[ight] a[mplification by] s[timulated] e[mission of] r[adiation]; púlsar o pulsar, de puls[ating st]ar. En algunos casos, los acrónimos de origen extranjero se han adaptado o traducido al español: decimos sida (síndrome de inmunodeficiencia adquirida), y no aids (acquired immune deficiency syndrome o acquired immunodeficiency syndrome); OTAN (Organización del Tratado del Atlántico Norte), y no NATO (North Atlantic

Treaty Organization) (→ SIGLA , 6).

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3. Una vez incorporados al léxico común, los acrónimos forman el plural siguiendo

las reglas generales de su formación en español (→ PLURAL , 1): ovnis, ucis, radares, transistores.

4. La mayoría de los acrónimos formados por la unión de elementos de dos o más palabras han adoptado el género masculino, incluso cuando, en la traducción, la palabra núcleo de la expresión extranjera abreviada es femenina; así, se dice un púlsar, a pesar de que estrella (ingl. star) es femenino; un quásar, a pesar de que fuente (ingl. source) es femenino. A veces, el masculino se explica por sobrentenderse un concepto masculino elidido: el [rayo] láser, a pesar de que luz (ingl. light) es femenino. Por el contrario, los acrónimos que se originan a partir de siglas adoptan normalmente el género de la palabra núcleo de la denominación completa: la uci (porque unidad es

palabra femenina), el sida (porque síndrome es palabra masculina) (→ SIGLA , 4).

5. Solo los acrónimos que se han incorporado al léxico general y que, por tanto, se escriben con minúsculas, admiten su división con guion de final de línea y se someten a las reglas de acentuación gráfica en español: lá- / ser, ra- / dar.

6. Los acrónimos se leen como se escriben, sin desarrollar los elementos abreviados.

SIGLA. 1. Se llama sigla tanto a la palabra formada por las iniciales de los términos que integran una denominación compleja, como a cada una de esas letras iniciales. Las siglas se utilizan para referirse de forma abreviada a organismos, instituciones, empresas, objetos, sistemas, asociaciones, etc.

2. Tipos de siglas según su lectura

a) Hay siglas que se leen tal como se escriben, las cuales reciben también el nombre

de acrónimos (→ ACRÓNIMO ): ONU, OTAN, láser, ovni. Muchas de estas siglas acaban incorporándose como sustantivos al léxico común. Cuando una sigla está compuesta solo por vocales, cada una de ellas se pronuncia de manera independiente y conserva su acento fonético: OEA (Organización de Estados Americanos) se pronuncia [ó-é-á].

b) Hay siglas cuya forma impronunciable obliga a leerlas con deletreo: FBI [éfe-bé-í], DDT [dé-dé-té], KGB [ká-jé-bé]. Integrando las vocales necesarias para su pronunciación, se crean a veces, a partir de estas siglas, nuevas palabras: elepé (de LP, sigla del ingl. long play ‘larga duración’).

c) Hay siglas que se leen combinando ambos métodos: CD-ROM [se-de-rrón, ze-de-rrón] (sigla del ingl. Compact Disc Read-Only Memory ‘disco compacto de solo lectura’). También en este caso pueden generarse palabras a partir de la sigla: cederrón.

3. Plural. Aunque en la lengua oral tienden a tomar marca de plural ([oenejés] = ‘organizaciones no gubernamentales’), son invariables en la escritura: las ONG; por ello, cuando se quiere aludir a varios referentes es recomendable introducir la sigla con determinantes que indiquen pluralidad: Representantes de algunas/varias/numerosas ONG se reunieron en Madrid. Debe evitarse el uso, copiado del inglés, de realizar el

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plural de las siglas añadiendo al final una s minúscula, precedida o no de apóstrofo: CD’s, ONGs.

4. Género. Las siglas adoptan el género de la palabra que constituye el núcleo de la expresión abreviada, que normalmente ocupa el primer lugar en la denominación: el FMI, por el «Fondo» Monetario Internacional; la OEA, por la «Organización» de Estados Americanos; la Unesco, por la United Nations Educational, Scientific and Cultural «Organization» (‘Organización de Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura’). Las siglas son una excepción a la regla que obliga a utilizar la

forma el del artículo cuando la palabra femenina que sigue comienza por /a/ tónica (→ el, 2.1 y 2.3a); así, se dice la AFE (y no el AFE), por «Asociación» de Futbolistas Españoles, ya que la palabra asociación no comienza por /a/ tónica.

5. Ortografía

a) Las siglas se escriben hoy sin puntos ni blancos de separación. Solo se escribe punto tras las letras que componen las siglas cuando van integradas en textos escritos enteramente en mayúsculas: MEMORIA ANUAL DEL C.S.I.C.

b) Las siglas presentan normalmente en mayúscula todas las letras que las componen (OCDE, DNI, ISO) y, en ese caso, no llevan nunca tilde; así, CIA (del ingl. Central Intelligence Agency) se escribe sin tilde, a pesar de pronunciarse [sía, zía], con un hiato que exigiría acentuar gráficamente la i. Las siglas que se pronuncian como se escriben, esto es, los acrónimos, se escriben solo con la inicial mayúscula si se trata de nombres propios y tienen más de cuatro letras: Unicef, Unesco; o con todas sus letras minúsculas, si se trata de nombres comunes: uci, ovni, sida. Los acrónimos que se escriben con minúsculas sí deben someterse a las reglas de acentuación gráfica

(→  TILDE 2 ): láser.

c) Si los dígrafos ch y ll forman parte de una sigla, va en mayúscula el primer carácter y en minúscula el segundo: PCCh, sigla de Partido Comunista de China.

d) Se escriben en cursiva las siglas que corresponden a una denominación que debe aparecer en este tipo de letra cuando se escribe completa; esto ocurre, por ejemplo, con las siglas de títulos de obras o de publicaciones periódicas: DHLE, sigla de Diccionario histórico de la lengua española; RFE, sigla de Revista de Filología Española.

e) Las siglas escritas en mayúsculas nunca deben dividirse con guion de final de línea.

6. Hispanización de las siglas. Siempre que sea posible, se hispanizarán las siglas: OTAN, y no NATO; ONU, y no UNO. Solo en casos de difusión general de la sigla extranjera y dificultad para hispanizarla, o cuando se trate de nombres comerciales, se mantendrá la forma original: Unesco, sigla de United Nations Educational, Scientific and Cultural Organization; CD-ROM, sigla de Compact Disc Read-Only Memory; IBM, sigla de International Business Machines. Tampoco deben hispanizarse las siglas de realidades que se circunscriben a un país extranjero, sin correspondencia en el propio: IRA, sigla de Irish Republic Army; KGB, sigla de Komitet Gosudárstvennoy Bezopásnosti. La primera vez que se emplea una sigla en un texto, y salvo que sea de

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difusión tan generalizada que se sepa fácilmente interpretable por la inmensa mayoría de los lectores, es conveniente poner a continuación, y entre paréntesis, el nombre completo al que reemplaza y, si es una sigla extranjera, su traducción o equivalencia: DEA (Drug Enforcement Administration, departamento estadounidense de lucha contra las drogas); o bien escribir primero la traducción o equivalencia, poniendo después la sigla entre paréntesis: la Unión Nacional Africana de Zimbabue (ZANU).

7. Lectura. Las siglas se leen sin restablecer la expresión a la que reemplazan,

siguiendo el procedimiento que requiera su forma (→ 2): lectura silábica, deletreo o lectura mixta.

8. Las siglas suelen omitir para su formación los artículos, las preposiciones y las conjunciones que aparecen en la denominación completa, salvo cuando se desea

facilitar su pronunciación, convirtiéndolas en acrónimos (→ ACRÓNIMO , 1).

SÍMBOLO. 1. Los símbolos son abreviaciones de carácter científico-técnico y están constituidos por letras o por signos no alfabetizables. En general, son fijados convencionalmente por instituciones de normalización y poseen validez internacional. No obstante, hay símbolos de uso tradicional que no han sido fijados por las instituciones de normalización, cuya validez se restringe muchas veces a ámbitos geográficos limitados; es el caso, por ejemplo, del símbolo O (Oeste), usado en el ámbito hispánico, y que, en el sistema internacional, es W (del ingl. West). Los símbolos más comunes son los referidos a unidades de medida (m, kg, lx), elementos químicos (Ag, C, Fe), operaciones y conceptos matemáticos (+, , %), monedas ($, £, ¥, €, CLP) y puntos cardinales (N, S, SE). También se utilizan símbolos para denominar abreviadamente los libros de la Biblia: Gn (Génesis), Ex (Éxodo), Lv (Levítico). Para

consultar la lista de los principales símbolos alfabetizables, → APÉNDICE 3 . Para

consultar la lista de los principales símbolos y signos no alfabetizables, → APÉNDICE 4 .

2. Diferencia con las abreviaturas. Los símbolos constituidos por letras son semejantes a las abreviaturas, pero se distinguen de ellas en los aspectos siguientes:

a) Se escriben siempre sin punto: cg por centigramo, N por Norte, He por helio.

b) No llevan nunca tilde, aunque mantengan la letra que la lleva en la palabra que representan: a (y no á) por área y ha (y no há) por hectárea.

c) No varían de forma en plural: 25 km por veinticinco kilómetros, 2 C por dos carbonos.

3. Formación. Suelen formarse con la primera letra de la palabra que representan: N por Norte, H por hidrógeno, K por el lat. cient. kalium (‘potasio’); o con la primera letra de cada uno de los formantes, en el caso de las unidades de medida constituidas por un prefijo y una unidad simple: kg por kilogramo, cm por centímetro. En algunos casos, para evitar la confusión con otro símbolo, se añade a la inicial una segunda letra: Fe por el lat. ferrum (‘hierro’), para evitar su confusión con la F de flúor.

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4. Mayúsculas y minúsculas. Los símbolos de los puntos cardinales se escriben siempre con mayúscula, aunque estén constituidos por dos letras: N, SE. Los de los elementos químicos se escriben con una sola letra mayúscula: C, O; o, si están constituidos por dos letras, con una combinación de mayúscula y minúscula: Ag, Fe. Los de las unidades de medida se escriben normalmente con minúscula (g, dm, ha), salvo los de aquellas unidades que tienen su origen en nombres propios de persona, que se escriben con mayúscula: N por newton (de Isaac Newton), W por vatio (de Jacobo Watt); o los de aquellas que incorporan prefijos para formar múltiplos (unidades superiores a la establecida como referencia), ya que los símbolos de estos prefijos, con la excepción de kilo- (k-), hecto- (h-) y deca- (da-), se escriben con mayúscula: M- (mega-), G- (giga-), T- (tera-), etc.; por el contrario, los símbolos de los prefijos utilizados para formar submúltiplos (unidades inferiores a la establecida como referencia) se escriben siempre con minúscula: d- (deci-), c- (centi-), m- (mili-), etc. Por último, los símbolos de las unidades monetarias, cuando están constituidos por letras, se escriben con todos sus componentes en mayúscula: ARP, símbolo del peso argentino; ECS, símbolo del sucre ecuatoriano.

5. Situación respecto de la cifra a la que acompañan

a) Se escriben normalmente pospuestos y dejando un blanco de separación: 18 $, 4 km, 125 m2, 4 H. Se exceptúan el símbolo del porcentaje y el de los grados, que se escriben pegados a la cifra a la que acompañan: 25%, 12o. Los grados de temperatura tienen una ortografía diversa, según que aparezca o no especificada la escala en que se miden; así, se escribirá 12o, pero 12 oC por doce grados Celsius.

b) Para las monedas, el uso en España prefiere la escritura pospuesta y con blanco de separación, como es normal en el resto de los símbolos: 3 £, 50 $; en cambio, en América, por influjo anglosajón, los símbolos monetarios, cuando no son letras, suelen aparecer antepuestos y sin blanco de separación: £3, $50. Hay que tener siempre cuidado de no separar en renglones diferentes la cifra y el símbolo que la acompaña (3 / $).

6. Lectura. Cuando se lee un símbolo, ha de desarrollarse toda la palabra representada, salvo que esté integrado en una fórmula química o matemática, en que lo normal es el deletreo: H2O [áche-dós-ó], 2πr ([dós-pí-érre]).

ACENTO. Hay que distinguir entre el acento prosódico, que es el mayor relieve con que se pronuncia una determinada sílaba dentro de una palabra, y el acento gráfico u ortográfico —también llamado tilde—, que es el signo con el cual, en determinados casos, se representa en la escritura el acento prosódico.

1. Acento prosódico. A lo largo de la cadena hablada no todas las sílabas se pronuncian con igual relieve. El realce con que se pronuncia una sílaba con respecto a las demás que la acompañan se denomina acento prosódico, también llamado de intensidad, tónico o fonético. Así, en la palabra gato, el acento prosódico recae sobre la primera sílaba: [gáto]; y en la oración Dame mi libro el acento prosódico recae en la primera sílaba del verbo y del sustantivo: [dáme | milíbro] (el posesivo mi, que carece de acento propio, se une al sustantivo libro, con el que forma un grupo acentual). La sílaba sobre la que recae el acento prosódico se denomina sílaba tónica o acentuada, y la que carece de él, átona o inacentuada.

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1.1. Palabras tónicas y átonas. Todas las palabras pronunciadas de manera aislada tienen acento prosódico. Sin embargo, dentro de la cadena hablada, no todas las palabras se pronuncian con acento. Así, dependiendo de si en el discurso se pronuncian normalmente con acento o sin él, se distinguen dos clases de palabras: acentuadas o tónicas e inacentuadas o átonas.

a) Palabras tónicas. En español son tónicas las siguientes clases de palabras: los sustantivos; los adjetivos; los verbos; la gran mayoría de los adverbios; los pronombres personales yo, tú, él, ella, ello, nosotros/as, vosotros/as, nos (en el plural mayestático), vos, ellos/as, usted/es, mí, ti, sí, conmigo, contigo y consigo; los demostrativos; los posesivos, cuando no aparecen antepuestos al sustantivo (mío, tuyo, suyo, nuestro, vuestro, y sus femeninos y plurales); los interrogativos y exclamativos; el relativo cual/es; los indefinidos; los numerales; algunas conjunciones (normalmente las derivadas de adverbios, como la concesiva así o la temporal apenas), y la preposición según. Los adverbios terminados en -mente son las únicas palabras que se pronuncian, de manera natural y no enfática, con dos sílabas tónicas: la que corresponde al adjetivo del que derivan y la del elemento compositivo -mente, cuya primera sílaba es tónica:

HÁbilMENte, aLEgreMENte (sobre la acentuación gráfica de estas palabras, → TILDE 2 , 4.2).

b) Palabras inacentuadas o átonas. Algunas palabras carecen de sílaba tónica, por lo que se unen, a efectos de pronunciación, a la palabra tónica que las sigue o a la que las precede, formando con ella un grupo acentual. Estas voces que carecen de independencia fónica se denominan «palabras clíticas» o «clíticos»; si se agrupan con la palabra tónica siguiente, se llaman «proclíticos»: en mi casa [enmikása] (la preposición y el posesivo, que son átonos, son aquí palabras proclíticas); y si lo hacen con la palabra tónica precedente, se llaman «enclíticos»: dímelo [dímelo] (los pronombres personales átonos me y lo son, en este caso, palabras enclíticas; los pronombres enclíticos se escriben siempre unidos al verbo). En español son átonas las siguientes clases de palabras: los artículos el, la, lo, los, las; las conjunciones; los adverbios tan y medio; los pronombres personales me, te, se, lo, la, le, los, las, les, nos, os; las preposiciones, excepto según; los posesivos antepuestos al nombre, sean formas apocopadas o no (mi, tu, su, nuestro, vuestro, y sus femeninos y plurales); los relativos, salvo cual/es, y algunas fórmulas de tratamiento, como don, fray, san, sor. También suele ser átono el primer elemento de los nombres de pila compuestos: José Luis [joseluís], María Luisa [marialuísa]) y el de otras expresiones compuestas: tres mil [tresmíl], veintidós mil [beintidosmíl], boca abajo [bokabájo], cuesta arriba [kuestarríba], etc. Sobre la acentuación gráfica de las expresiones compuestas escritas

en varias palabras, → TILDE 2 , 4.5.

1.2. Palabras agudas, llanas o graves, esdrújulas y sobresdrújulas. Según el lugar que ocupa en ellas la sílaba tónica, las palabras se clasifican en agudas, llanas o graves, esdrújulas y sobresdrújulas.

a) Las palabras agudas son aquellas cuya última sílaba es tónica: reLOJ, aVIÓN, iGLÚ.

b) Las palabras llanas o graves son aquellas cuya penúltima sílaba es tónica: LÁpiz, BLANco, carTEra.

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c) Las palabras esdrújulas son aquellas cuya antepenúltima sílaba es tónica: PÁjaro, esDRÚjulo, SÁbado.

d) Las palabras sobresdrújulas son aquellas en las que es tónica alguna de las sílabas anteriores a la antepenúltima: CÓmetelo, haBIÉNdosenos, LLÉvesemela. En español solo son sobresdrújulas las palabras compuestas de una forma verbal y dos o tres pronombres enclíticos.

2. Acento gráfico u ortográfico. → TILDE 2 .

APÓSTROFO. Signo ortográfico auxiliar en forma de coma alta (’), que apenas se usa en el español actual.

1. Como usos propios de la lengua española, se distinguen principalmente dos:

a) Para indicar, en ediciones actuales no modernizadas de textos antiguos, sobre todo poéticos, la elisión de la vocal final de determinadas palabras (preposiciones, artículos, conjunciones) cuando la que sigue empieza por vocal: d’aquel (por de aquel), l’aspereza (por la aspereza), qu’es (por que es).

b) Para reflejar, en la escritura, la supresión de sonidos que se produce en ciertos niveles de la lengua oral. Aparece con frecuencia en textos literarios cuando el autor desea reproducir el habla de personajes de escasa cultura: «Sacúdete el vestidito, m’ija, pa’que se nos salga el mal agüero» (Hayen Calle [Méx. 1993]).

2. Se conserva en la reproducción de nombres o expresiones pertenecientes a lenguas en las que se mantiene el uso moderno del apóstrofo, como el catalán, el inglés, el francés o el italiano: L’Hospitalet de Llobregat, O’Connor, c’est la vie, D’Annunzio.

3. Hay que evitar los siguientes usos del apóstrofo, ajenos al español, y que se deben al influjo del inglés:

a) Cuando aparece en sustitución de las dos primeras cifras de un año: ’82 por 1982. Si se desea hacer la abreviación, lo que es frecuente en la expresión de acontecimientos relevantes celebrados en ciertos años, no debe utilizarse el apóstrofo: Barcelona ’92 (Juegos Olímpicos). Basta con las dos últimas cifras del año, que pueden unirse o no con guion a la palabra precedente: Barcelona 92 o Barcelona-92.

b) Cuando se usa, seguido de una s, para indicar el plural de una sigla: ONG’s. El

plural de las siglas es invariable en español: las ONG (→ SIGLA , 3 ).

4. No debe utilizarse el apóstrofo para separar las horas de los minutos: las 20’30 h. En este caso, se recomienda el empleo del punto, aunque también se admiten los dos

puntos (→ PUNTO , 4.1 y DOS PUNTOS , 2.1).

5. Tampoco debe usarse para separar, en los números, la parte entera de la parte

decimal: 3’1416. En este caso ha de emplearse preferentemente la coma (→ COMA 2 ,

4), aunque también se admite el uso del punto (→ PUNTO , 4.4).

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6. No debe confundirse con apóstrofe (‘invocación vehemente’ e ‘insulto’;

→ apóstrofe).

ASTERISCO. Signo ortográfico auxiliar en forma de estrella (*), que se coloca en la parte superior del renglón. Se emplea en los casos siguientes:

a) Como signo de llamada para notas al margen o a pie de página (los asteriscos de llamada pueden escribirse también encerrados entre paréntesis, aunque hoy es raro):

Beethoven* compuso una única ópera, titulada Fidelio**.

 

* Bonn, 1770-Viena, 1827.

** Estrenada en Viena en 1805, durante la ocupación francesa de la ciudad.

Dado el efecto antiestético que puede producir la acumulación de asteriscos en una misma página, cuando haya necesidad de hacer varias llamadas, lo más recomendable es utilizar números arábigos.

b) En obras de gramática, se utiliza para indicar que una determinada construcción es «agramatical», es decir, imposible, por incumplir alguna de las reglas del sistema de la lengua: *Sus estos ojos; *Quiero que yo vaya a París.

c) En informaciones o comentarios etimológicos, sirve para indicar, antepuesto a una voz, que se trata de un vocablo hipotético, fruto de una reconstrucción, cuya existencia se supone aunque no se haya documentado por escrito: *bava, *appariculare.

BARRA. Signo ortográfico auxiliar, del que existen diversos tipos:

1. Barra (/). La barra propiamente dicha consiste en una línea diagonal que se traza de arriba abajo y de derecha a izquierda. Se usa en los casos siguientes:

a) Sustituye a una preposición en expresiones como 120 km/h [= kilómetros por hora], Real Decreto Legislativo 1/1995 de 24 de marzo [= primer decreto de 1995], salario bruto 1800 euros/mes [= euros al mes]. En este uso se escribe sin separación alguna de los signos gráficos que une.

b) Colocada entre dos palabras, o entre una palabra y un morfema, indica la existencia de dos o más opciones posibles. En este caso tampoco se escribe entre espacios y

puede sustituirse por paréntesis (→ PARÉNTESIS , 2c): El/los día/s pasado/s; Querido/a amigo/a.

c) Forma parte de algunas abreviaturas: c/ (por calle), c/c (por cuenta corriente) (→ ABREVIATURA , 6d).

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d) Se utiliza para separar la mención de día, mes y año en la expresión numérica de

las fechas: 15/2/2000, para lo que también pueden emplearse guiones o puntos (→ FECHA , 2c).

e) En obras lingüísticas, la representación de los fonemas y las transcripciones fonológicas se encierran entre barras: el fonema /s/, /klábe/. Para las transcripciones

fonéticas se usan los corchetes (→ CORCHETE , 2d).

f) También se emplea para separar los versos en los textos poéticos que se reproducen en línea seguida. En este caso, la barra se escribe entre espacios: «¡Si después de las alas de los pájaros, / no sobrevive el pájaro parado! / ¡Más valdría, en verdad, / que se lo coman todo y acabemos!» (Vallejo Poemas [Perú 1923-38]).

g) En las transcripciones de portadas de textos antiguos, señala un cambio de línea en el original, y también se escribe entre espacios: QVINTA / PARTE DE FLOR / DE ROMANCES NVE / uos, nunca hasta agora impressos.

h) En obras de ortografía, se utiliza para marcar el final de renglón cuando se deben hacer indicaciones sobre la división correcta de palabras a final de línea, o sobre la conveniencia o no de separar en líneas diferentes determinadas palabras o elementos: Las abreviaturas compuestas de más de un elemento no podrán separarse en líneas diferentes; así, será incorrecto separar S. / M. por Su Majestad.

i) En matemáticas significa ‘dividido por’, tanto en las divisiones —uso en que equivale al símbolo ÷ o a los dos puntos: 15/3 [= 15 ÷ 3 o 15 : 3; ‘quince dividido por tres’]—, como en los quebrados o fracciones —uso en que equivale a la raya horizontal con la que también se representa este tipo de números: 3/4 (‘tres cuartos’)—. La barra debe escribirse pegada a los números.

j) En informática, se emplea para separar las distintas páginas jerarquizadas de una dirección electrónica: http://www.rae.es/nivel1/adiccio.htm.

2. Barra doble (//). Se usa en los casos siguientes:

a) Para señalar el cambio de estrofa en los textos poéticos que se reproducen en línea seguida. En este caso, se escribe entre espacios: «¡Más valdría, en verdad, / que se lo coman todo y acabemos! // ¡Haber nacido para vivir de nuestra muerte!» (Vallejo Poemas [Perú 1923-38]).

b) Para indicar el cambio de párrafo o el cambio de página en las ediciones de textos antiguos que ofrecen información sobre la disposición formal del original. En este último caso, la doble barra va seguida del número del folio o de la página correspondiente: [...] honrras e faziendas //35 destruyen los que a sabiendas fazen pies de los costados. Como se ve, la doble barra se escribe separada por un espacio del texto que se transcribe, y sin separación con respecto al número que la acompaña.

c) En informática, separa la sigla del protocolo de comunicación (normalmente http, del inglés hyper text transport protocol) de la dirección electrónica: http://www.rae.es.

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3. Barra inversa (\). Se usa en algunos sistemas operativos para separar los nombres de los diferentes directorios o carpetas jerarquizados: c:\consulta\acento\tilde.doc.

4. Barra vertical (|). Tiene diversos usos convencionales, entre los que cabe destacar los siguientes:

a) En obras sobre versificación clásica, separa los distintos pies métricos que componen los versos.

b) En obras lingüísticas, marca la existencia de una pausa menor dentro de un enunciado: Hay excepciones en eso | como en todo.

5. Doble barra vertical (||). Suele usarse en los casos siguientes:

a) En diccionarios y otras obras de carácter lexicográfico, para separar los distintos significados o acepciones de las palabras o expresiones que se definen.

b) En la edición de textos poéticos, para señalar la cesura o pausa interior del verso determinada por el ritmo: «De los sos ojos || tan fuertemientre llorando» (Cid [Esp. c1140]).

c) En obras lingüísticas, para marcar la existencia de una pausa mayor dentro de un texto: Pedro se levantó temprano. || Antes de salir, | se dio una ducha rápida.

CARDINALES. 1. Los numerales cardinales expresan cantidad en relación con la serie de los números naturales, incluido el cero, que expresa ausencia de cantidad. Normalmente funcionan como adjetivos: He leído cinco libros este verano; pero pueden funcionar también como pronombres: —¿Necesitas rotuladores? —Sí, tráeme dos; o como sustantivos, cuando se emplean para nombrar las cifras o los números: Has escrito un nueve un poco raro; El número premiado es el mil trescientos veintidós. Suelen incluirse en la serie de los numerales cardinales algunas palabras que, al igual que estos, expresan cantidad exacta, pero que, a diferencia de ellos, son sustantivos, como es el caso de millar, millón, millardo, billón, trillón y cuatrillón

(→ 6). A continuación se ofrece la serie completa:

NÚMERO O CIFRA NUMERAL CARDINAL

0 cero

1 uno, fem. una; apocopado: un (→ 4).

2 dos

3 tres

4 cuatro

5 cinco

13

6 seis

7 siete

8 ocho

9 nueve

10 diez

11 once

12 doce

13 trece

14 catorce

15 quince

16 dieciséis

17 diecisiete

18 dieciocho

19 diecinueve

20 veinte

21 veintiuno, fem. veintiuna; apocopado: veintiún

22, 23, etc. veintidós, veintitrés, etc.

30 treinta

31 treinta y uno, fem. treinta y una; apocopado: treinta y un

32, 33, etc. treinta y dos, treinta y tres, etc.

40 cuarenta

41 cuarenta y uno, fem. cuarenta y una; apocopado: cuarenta y un

42, 43, etc. cuarenta y dos, cuarenta y tres, etc.

50 cincuenta

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60 sesenta

70 setenta

80 ochenta

90 noventa

100 cien(to) (→ ciento)

101 ciento uno, fem. ciento una; apocopado: ciento un

102, 103, etc. ciento dos, ciento tres, etc.

110 ciento diez

111, 112, etc. ciento once, ciento doce, etc.

120 ciento veinte

121 ciento veintiuno, fem. ciento veintiuna; apocopado: ciento veintiún

122, 123, etc. ciento veintidós, ciento veintitrés, etc.

130 ciento treinta

131 ciento treinta y uno, fem. ciento treinta y una; apocopado: ciento treinta y un

132, 133, etc. ciento treinta y dos, ciento treinta y tres, etc.

200 doscientos, fem. doscientas

300 trescientos, fem. trescientas

400 cuatrocientos, fem. cuatrocientas

500 quinientos, fem. quinientas

600 seiscientos, fem. seiscientas

700 setecientos, fem. setecientas

800 ochocientos, fem. ochocientas

900 novecientos, fem. novecientas

1000 mil (también, como sust., un millar)

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1001 mil uno, fem. mil una; apocopado: mil un

1002, 1003, etc. mil dos, mil tres, etc.

1010, 1011, etc. mil diez, mil once, etc.

1020 mil veinte

1021 mil veintiuno, fem. mil veintiuna; apocopado: mil veintiún

1022, 1023, etc. mil veintidós, mil veintitrés, etc.

1030 mil treinta

1031 mil treinta y uno, fem. mil treinta y una; apocopado: mil treinta y un

1100 mil cien

1101 mil ciento uno, fem. mil ciento una; apocopado: mil ciento un

1102, 1103, etc. mil ciento dos, mil ciento tres, etc.

1200, 1300, etc. mil doscientos, fem. mil doscientas; mil trescientos, fem. mil trescientas, etc.

2000 dos mil

2001 dos mil uno, fem. dos mil una; apocopado: dos mil un

2002, 2003, etc. dos mil dos, dos mil tres, etc.

2010, 2011, etc. dos mil diez, dos mil once, etc.

2020 dos mil veinte

2021 dos mil veintiuno, fem. dos mil veintiuna; apocopado: dos mil veintiún

2022, 2023, etc. dos mil veintidós, dos mil veintitrés, etc.

2100 dos mil cien

2101 dos mil ciento uno, fem. dos mil ciento una; apocopado: dos mil ciento un

2102, 2103, etc. dos mil ciento dos, dos mil ciento tres, etc.

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3000, 4000, etc. tres mil, cuatro mil, etc.

10 000, 11 000, etc. diez mil, once mil, etc.

20 000 veinte mil

21 000 veintiún mil, fem. veintiún mil o veintiuna mil (→ 3)

30 000 treinta mil

31 000 treinta y un mil, fem. treinta y un mil o treinta y una mil

(→ 3)

40 000, 50 000, etc. cuarenta mil, cincuenta mil, etc.

100 000 cien mil

200 000, 300 000, etc. doscientos mil, fem. doscientas mil; trescientos mil, fem. trescientas mil, etc.

1 000 000 un millón

1 000 001 un millón uno, fem. un millón una; apocopado: un millón un

1 000 100 un millón cien

1 001 000 un millón mil

2 000 000 dos millones

10 000 000 diez millones

100 000 000 cien millones

1 000 000 000 mil millones o un millardo (→ millardo)

1 000 000 000 000 un billón (→ billón)

1018un trillón (→ trillón)

1024 un cuatrillón

 

2. Hay cardinales simples —de cero a quince, todas las decenas (diez, veinte, treinta, etc.), cien(to), quinientos y mil— y cardinales compuestos, los formados por la fusión o suma de varios cardinales simples. De los compuestos, se escriben hoy en una sola

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palabra los correspondientes a los números 16 a 19 y 21 a 29, así como todas las centenas: dieciséis, dieciocho, veintiuno, veintidós, doscientos, cuatrocientos, etc. Las grafías complejas diez y seis, veinte y uno, cuatro cientos, etc., son anticuadas y deben evitarse. A partir de treinta, los cardinales compuestos que corresponden a cada serie se escriben en varias palabras y se forman, bien por coordinación, bien por yuxtaposición de cardinales simples; así, los correspondientes a la adición de unidades a las decenas se escriben interponiendo entre los cardinales simples la conjunción y: treinta y uno, cuarenta y cinco, noventa y ocho, etc.; el resto se forma por mera yuxtaposición: ciento dos, mil cuatrocientos treinta, trescientos mil veintiuno, etc. No obstante lo dicho, por analogía con la serie de los cardinales compuestos de diez y de veinte, se documentan casos de grafía simple en los correspondientes a otras decenas (treintaicinco, cuarentaitrés, cincuentaiocho, etc.): «Olvidé a Frieda y la versión treintaidós de esta su letanía» (Onetti Viento [Ur. 1979]); «Era la una y cincuentaicinco minutos» (Martini Fantasma [Arg. 1986]); pero todavía son mayoritarias las grafías complejas (treinta y cinco, cuarenta y tres, cincuenta y ocho, etc.). Son vulgares los compuestos correspondientes a la primera decena en los que se ha simplificado el diptongo: diciséis, dicisiete, diciocho, dicinueve. Tampoco son admisibles formas como treinticinco, cuarentiocho, cincuentiuno, etc., en las que se ha eliminado la -a final de la decena. Tanto en la grafía como en la pronunciación esmerada debe mantenerse el diptongo que hay en los compuestos de

veinte (→ veintiuno), así como en treinta y sus compuestos (→ treinta); son, pues, vulgares formas como ventidós, trenta o trentaicinco, en lugar de veintidós, treinta y treinta y cinco (o treintaicinco). Por último, los cardinales correspondientes a la séptima y a la novena centenas son setecientos y novecientos, respectivamente (y no

sietecientos ni nuevecientos).

3. Los cardinales, cuando son sustantivos, son siempre masculinos: el tres, un millón. Cuando funcionan como adjetivos o como pronombres carecen de variación de género,

a excepción de uno y sus compuestos (→ uno, 2), que tienen formas específicas para el femenino: una, veintiuna, treinta y una, etc.; y de los correspondientes a las centenas, a partir de doscientos, cuyos femeninos adoptan la terminación -cientas (salvo quinientos, que tiene forma propia y cuyo femenino es quinientas): doscientas, trescientas, etc. El género del numeral lo determina el sustantivo al que se refiere: De las trescientas páginas que tiene el libro, me he leído cuarenta y una. En el caso de las centenas, el cardinal en función adjetiva debe concordar necesariamente en género con el sustantivo al que cuantifica, tanto si lo precede inmediatamente (doscientos kilos, trescientas toneladas) como si entre ellos se interpone otro elemento, por ejemplo, la palabra mil, si se trata de numerales complejos (doscientos mil kilos, trescientas mil toneladas). En lo que se refiere al cardinal uno y sus compuestos, la concordancia es obligada cuando el numeral precede inmediatamente al sustantivo: treinta y un kilos, veintiuna toneladas (no veintiún toneladas); pero si entre el numeral y el sustantivo

femenino se interpone la palabra mil, la concordancia de género es opcional (→ uno, 2.2): veintiún mil toneladas o veintiuna mil toneladas.

4. Cuando el cardinal uno y sus compuestos se anteponen, en función adjetiva, a un sustantivo masculino, adoptan siempre la forma apocopada un: un libro, veintiún soldados, ciento un opositores. También es normal la apócope de la forma femenina una cuando el numeral precede a un sustantivo femenino que comienza por /a/ tónica: un águila, veintiún hachas, ciento un armas; pero no se considera incorrecto, aunque

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en la lengua actual es muy poco frecuente, utilizar en estos casos la forma plena una

(→ uno, 2.1): una águila, veintiuna hachas, ciento una armas. Solo es correcta la apócope ante sustantivos; así pues, no debe decirse el treinta y un por ciento, sino el treinta y uno por ciento.

5. Cuando se usan como sustantivos, los cardinales sí presentan variación de número y adoptan el plural que les corresponde según su forma (ceros, unos, doses, treses, cuatros, cincos, seises, [...] dieces, onces, doces, treces, etc.): «Toda la historia empezó con una partida de dados, si antes de la tercera salen cinco seises te mato» (Cela Cristo [Esp. 1988]); «El cazador Rosario me sirvió cinco cartas: me tocaron tres doces» (Scorza Tumba [Perú 1988]). Cuando son adjetivos o pronombres, carecen de variación de número; por su significado, el cardinal uno solo se refiere a sustantivos singulares: Tengo solo un abrigo; Este mes solo me han puesto una multa; los demás cardinales, puesto que indican siempre cantidad superior a la unidad, solo se refieren a sustantivos plurales: Necesito que me prestes mil doscientos euros; Este mes ya llevo tres multas. El cardinal cero constituye un caso especial, pues aunque expresa ausencia de cantidad, se antepone siempre, como adjetivo, a sustantivos plurales: «De regreso a París, me encontré con [...] cero pesos en la cuenta bancaria» (Jodorowsky Danza [Chile 2001]).

6. Las voces millar, millón, millardo, billón, trillón y cuatrillón son sustantivos, a diferencia de los demás cardinales, cuya función primaria es adjetiva; por lo tanto, cuando estos numerales cuantifican por sí solos a un sustantivo, este debe ir necesariamente precedido de la preposición de: un millón DE personas, dos billones DE pesos; pero si, por formar parte de un numeral complejo, van seguidos de otros cardinales, el sustantivo cuantificado no va precedido de preposición: un millón doscientas mil personas. Lo mismo sucede si se escriben con números: 1 000 000 DE personas, 1 200 000 personas. Además, estos sustantivos numerales, cuando se usan en singular, deben ir siempre precedidos de un determinante: Acudieron UN millón doscientas mil personas (no Acudieron millón doscientas mil personas); Mañana te devolveré EL millón de pesos que me prestaste. El caso de mil es especial, puesto que pertenece a ambas categorías: mil es el adjetivo cardinal correspondiente al número 1000: mil casas, mil personas; mientras que el plural miles es un sustantivo masculino

sinónimo de millares (→ mil): miles de euros, muchos miles de personas, etc.

7. Cuando la cuantificación es imprecisa, los numerales cardinales se combinan con

las expresiones y tantos e y pico (→ pico, 2 ).

8. Además de su uso propio para expresar cantidad, los cardinales se emplean a menudo, en el lenguaje corriente, para expresar orden, reemplazando en su función a

los ordinales (→ ORDINALES ): «Un pibe se cayó desde el piso once y se salvó» (Rovner Pareja [Arg. 1976]). Este fenómeno es tanto más frecuente cuanto mayor es el número de orden que debe expresarse; así, frente a expresiones como el quincuagésimo séptimo aniversario, de carácter marcadamente culto, en la que se ha utilizado el ordinal propiamente dicho, encontramos con mucha más frecuencia, en la lengua corriente, el cincuenta y siete aniversario. Lo que no debe hacerse, en ningún caso, es mezclar ambas series, ordinales y cardinales, como ocurre en este ejemplo: «Se realizó [...] un homenaje a Roque Sáenz Peña con motivo de cumplirse el trigésimo un aniversario de su muerte» (Arenas Buenos Aires [Arg. 1979]); debió decirse el

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trigésimo primer aniversario o el treinta y un aniversario. Aunque el uso de los cardinales con valor ordinal es más frecuente cuando se refieren a números altos, también se da en referencia a números bajos; así, se dice tanto piso siete como séptimo piso o piso séptimo. En cuanto a su colocación, los cardinales con valor ordinal se anteponen a los sustantivos que designan acontecimientos, aniversarios o celebraciones, pero se posponen en el resto de los casos; así, se dice la cuarenta y una edición del festival, el treinta y cinco aniversario, pero no *la treinta y cinco página, sino la página treinta y cinco. Cuando el cardinal con valor ordinal se pospone a un sustantivo femenino, es posible la concordancia de género: la página doscientas, la habitación trescientas doce; pero suele ser más frecuente el uso en aposición del sustantivo masculino que corresponde al nombre del número: la página doscientos, la habitación trescientos doce. De manera general y sistemática se emplean siempre los cardinales para expresar orden en la designación de los años: (año) mil novecientos noventa y ocho, (año) dos mil uno, etc.; y de los días del mes: tres de diciembre, cuatro de octubre, etc., aunque para referirse al día uno puede usarse también el ordinal

primero (→ primero, 3). En el caso de las series de papas y reyes con igual nombre, se

utilizan, en la escritura, los números romanos (→ NÚMEROS , 3), que se leen como ordinales hasta el número diez (aunque en este último caso puede usarse también el cardinal): Felipe IV (se lee Felipe cuarto), Enrique VIII (Enrique octavo), Alfonso X (Alfonso décimo o diez); pero a partir del diez se leen siempre como cardinales: Luis XVI (Luis dieciséis), Juan XXIII (Juan veintitrés). Para referirse a los siglos, del I al X se usan indistintamente cardinales y ordinales, con preferencia culta por estos últimos: siglo I (se lee siglo primero o siglo uno), siglo II (siglo segundo o siglo dos), etc.; pero del siglo XI en adelante, el uso general solo admite los cardinales: siglo XI (se lee siglo once), siglo XVIII (siglo dieciocho), siglo XXI (siglo veintiuno), etc.

9. Los numerales que corresponden a las decenas se utilizan pospuestos a la palabra

año para expresar la década correspondiente: los años treinta (→ década, 2 ).

CECEO. Consiste en pronunciar la letra s con un sonido similar al que corresponde a la

letra z en las hablas del centro, norte y este de España (→ z, 2a); así, un hablante ceceante dirá [káza] por casa, [zermón] por sermón, [perzóna] por persona. El ceceo es un fenómeno dialectal propio de algunas zonas del sur de España y está mucho menos

extendido que el seseo (→ SESEO ).

COLORES. 1. Género. Los nombres de color, cuando se usan como sustantivos, son siempre masculinos: el verde, el amarillo, el rojo, etc. Cuando funcionan como adjetivos, si son de dos terminaciones (blanco, -ca; negro, -gra; rojo, -ja; amarillo, -lla, etc.), se usa la forma masculina o la femenina según sea el género del sustantivo al que modifican: falda roja, pantalón negro. Pero si, para designar matices, el nombre de color se halla a su vez modificado por otro, o por un adjetivo como claro, oscuro o similares, lo normal, de acuerdo con el uso mayoritario, es usar ambos términos en masculino, incluso en referencia a un sustantivo femenino: «Leichtlinii, de gran flor rojo oscuro» (Alonso Plantas [Esp. 1980]); se supone, en estos casos, la elisión del sustantivo masculino color; no obstante, también es posible la concordancia en femenino: «La tierra era marrón clara» (Bolaño Detectives [Chile 1998] 369).

2. Plural. Para el plural, los nombres de color siguen las pautas siguientes:

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a) Cuando funcionan como sustantivos, hacen el plural de acuerdo con las reglas

generales (→ PLURAL , 1), esto es, los blancos, los rosas, los carmesíes o carmesís, los azules, los marfiles, los grises, etc.: «La piel cremosa y suave, el largo pelo oscuro, el azul desteñido de los tejanos se pierden y se desvanecen absorbidos en los rosas, los malvas, los azules intensos del tapiz» (Tusquets Mar [Esp. 1978]). Si, para designar matices, el nombre de color lleva en aposición otro sustantivo, este último permanece invariable: los verdes botella, los grises perla, etc.

b) Cuando funcionan como adjetivos, hay que distinguir entre los nombres que designan únicamente colores, los cuales concuerdan siempre con el sustantivo al que modifican (faldas rojas, pantalones verdes, ojos azules, etc.), y los nombres que designan primariamente una flor, un fruto, una sustancia o un objeto que tienen ese color característico, los cuales pueden usarse en aposición y permanecer invariables en plural (ojos malva, faldas naranja, camisas añil, etc.) o concordar con el sustantivo, con funcionamiento plenamente adjetivo (ojos malvas, faldas naranjas, camisas añiles, etc.). Si, para designar matices, un nombre de color se halla a su vez modificado por otro, o por un adjetivo como claro, oscuro o similares, lo normal es mantener ambos elementos invariables en singular, de acuerdo con el uso mayoritario (pantalones verde botella, ojos azul claro, etc.): «Grotescos tanques flotantes que van contaminando las aguas azul turquesa» (Bojorge Aventura [Arg. 1992]); «Ha depositado las bolsas sobre las losetas gris perla de la cocina» (Azúa Diario [Esp. 1987]); «Es un arbusto de lento crecimiento, con hojas verde oscuro» (Marsigno Jardinería [Arg. 1991]).

COMA2. Signo de puntuación (,) que indica normalmente la existencia de una pausa breve dentro de un enunciado. Se escribe pegada a la palabra o el signo que la precede y separada por un espacio de la palabra o el signo que la sigue. No siempre su presencia responde a la necesidad de realizar una pausa en la lectura y, viceversa, existen en la lectura pausas breves que no deben marcarse gráficamente mediante comas. Aunque en algunos casos el usar la coma en un determinado lugar del enunciado puede depender del gusto o de la intención de quien escribe, existen comas de presencia obligatoria en un escrito para que este pueda ser correctamente leído e interpretado. A continuación se exponen los usos normativos de la coma.

1. USOS LINGÜÍSTICOS

1.1. Para delimitar incisos. Deben utilizarse dos comas, una delante del comienzo del inciso y otra al final. En este caso, la coma sí indica pausa y el inciso se lee en un tono más grave que el del resto del enunciado. La mayor parte de las veces puede alternar,

en este uso, con la raya (→ RAYA ) y con los paréntesis (→ PARÉNTESIS , 2A ). Los incisos pueden ser:

1.1.1. Aposiciones explicativas: Cuando llegó Adrián, el marido de mi hermana, todo se aclaró.

1.1.2. Adjetivos explicativos pospuestos al sustantivo u oraciones adjetivas explicativas: Los soldados, cansados, volvieron al campamento con dos horas de retraso (se explica que los soldados estaban cansados, de ahí que se retrasaran); o La casa, que está al borde del mar, es muy luminosa (se explica que la casa de la que se

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habla está al borde del mar). Por el contrario, si el adjetivo o la oración adjetiva tienen función especificativa, no se escriben entre comas: Los soldados cansados volvieron al campamento con dos horas de retraso (se especifica que, del total de los soldados, algunos, los que estaban cansados, llegaron con retraso); o La casa que está al borde del mar es muy luminosa (se especifica que, de entre todas las casas que hay en una zona determinada, se habla de la que está situada al borde del mar).

1.1.3. Expresiones u oraciones de carácter accesorio, sin vinculación sintáctica con los elementos del enunciado en el que se insertan: Tus rosquillas, ¡qué delicia!, son las mejores que he probado en mi vida; Se presentó a comer, dime tú si no es para matarlo, con diez amigotes y sin avisar.

1.1.4. Cualquier otra clase de comentario, explicación o precisión a algo dicho: Toda mi familia, incluido mi hermano, estaba de acuerdo; El buen gobernante, según sostenía un célebre político, debe estar siempre preparado para abandonar el poder.

1.2. Para separar o aislar elementos u oraciones dentro de un mismo enunciado

1.2.1. La coma separa los elementos de una enumeración, siempre que estos no sean complejos y ya contengan comas en su expresión, pues, en ese caso, se utiliza el punto

y coma (→ PUNTO Y COMA , 3a): Ayer me compré dos camisas, un pantalón, una chaqueta y dos pares de zapatos.

Cuando la enumeración es completa o exhaustiva, el último elemento va introducido por una conjunción (y, e, o, u, ni), delante de la cual no debe escribirse coma:

Es un chico muy reservado, estudioso y de buena familia.

No le gustan las manzanas, las peras ni los plátanos.

¿Quieres té, café o manzanilla?

Si la enumeración es incompleta y se escogen solo algunos elementos representativos, no se escribe conjunción alguna ante el último término, sino coma. La enumeración

puede cerrarse con etcétera (o su abreviatura etc.), con puntos suspensivos (→ PUNTOS SUSPENSIVOS , 2g) o, en usos expresivos, simplemente con punto:

Acudió toda la familia: abuelos, padres, hijos, cuñados, etc.

Estamos amueblando el salón; hemos comprado el sofá, las alfombras, la lámpara...

Todo en el valle transmite paz: los pájaros, el clima, el silencio.

1.2.2. Se separan mediante comas los miembros gramaticalmente equivalentes dentro de un mismo enunciado. Al igual que en el caso anterior, si el último de los miembros va introducido por una conjunción (y, e, o, u, ni), no se escribe coma delante de esta:

Llegué, vi, vencí.

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Estaba preocupado por su familia, por su trabajo, por su salud.

No te vayas sin correr las cortinas, cerrar las ventanas, apagar la luz y echar la llave.

No obstante, existen casos en que la conjunción sí puede ir precedida de coma (→ 2).

1.2.3. Se aíslan entre comas los sustantivos que funcionan como vocativos, esto es, que sirven para llamar o nombrar al interlocutor: Javier, no quiero que salgas tan tarde; Has de saber, muchacho, que tu padre era un gran amigo mío; Venid aquí inmediatamente, niños. Cuando los enunciados son muy breves, se escribe igualmente coma, aunque esta no refleje pausa alguna en la lectura: No, señor; Sí, mujer.

1.2.4. Se escriben entre comas las interjecciones o locuciones interjectivas: Bah, no te preocupes; No sé, ¡ay de mí!, cuánto tiempo más voy a poder soportarlo.

1.2.5. Se escribe coma para separar el sujeto de los complementos verbales cuando el verbo está elidido por haber sido mencionado con anterioridad o estar sobrentendido:

Su hijo mayor es rubio; el pequeño, moreno.

Los que no tengan invitación, por aquella puerta.

Nueve por tres, veintisiete.

1.2.6. Se escribe coma delante de cada una de las oraciones o elementos coordinados encabezados por adverbios correlativos que funcionan como conjunciones distributivas o disyuntivas, como bien..., bien...; ora..., ora...; ya..., ya...: Organizaremos la fiesta, bien en tu casa, bien en la mía; «Medio atarantado dentro del huevo de metal, ora oliéndose a sí mismo, ora las exudaciones de las láminas» (Fuentes Cristóbal [Méx. 1987]); «Habrá quienes estén de acuerdo con el jeque Abdula, ya porque se quieran ir al desierto con él, ya porque compartan su pesimismo sobre el futuro» (Schwartz Conspiración [Esp. 1982]).

También se escribe coma delante de la correlación disyuntiva o bien..., o bien (a veces, uno de los dos términos se encabeza simplemente con o): «Al dar la pelota en uno de los nervios del lomo de la piel holandesa, o bien rebotaba tan fulmínea, o bien perdía su elasticidad» (Lezama Paradiso [Cuba 1966]); «Los adultos, [...] a partir de cierta edad, o bien tenían los síntomas sin las enfermedades, o algo peor: enfermedades graves con síntomas de otras inofensivas» (GaMárquez Amor [Col. 1985]).

Se separan por comas las oraciones yuxtapuestas de sentido distributivo: Unos se ganaban la vida cazando, otros pescando, los más cultivando los campos; también las expresiones correlativas que reproducen un mismo esquema gramatical, propias de dichos populares o fórmulas fijas: Hecha la ley, hecha la trampa; Ojo por ojo, diente por diente.

1.2.7. Es conveniente escribir coma delante de excepto, salvo y menos: «Todo me irrita, excepto la soledad» (Millás Desorden [Esp. 1988]); «Cristina siempre estaba a

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mano, salvo cuando se daba una comilona de ratones» (Rossi María [C. Rica 1985]); «Los pobres lo perdonan todo, menos el fracaso» (Sepúlveda Viejo [Chile 1989]).

1.2.8. Se escribe coma delante de las conjunciones o locuciones conjuntivas que unen las oraciones incluidas en una oración compuesta, en los casos siguientes:

a) Ante oraciones coordinadas adversativas introducidas por pero, mas, aunque, sino (que): Hazlo si quieres, pero luego no digas que no te lo advertí.

b) Ante oraciones consecutivas introducidas por conque, así que, de manera que, etc.: Prometiste acompañarla, así que ahora no te hagas el remolón.

c) Ante oraciones causales lógicas o explicativas, también llamadas «de la enunciación»: Ha llovido, porque está el suelo mojado. Por el contrario, las causales puras o reales, también llamadas «del enunciado», no se introducen mediante coma: El suelo está mojado porque ha llovido. La diferencia entre un tipo de causales y otro es que las causales propiamente dichas expresan la causa real del hecho enunciado en la principal (El suelo está mojado porque ha llovido: la lluvia es la causa real de que el suelo esté mojado), mientras que las lógicas o explicativas no introducen la causa real de lo expresado en la oración principal, sino el hecho que permite al que habla afirmar o enunciar la oración principal (Ha llovido, porque está el suelo mojado: lo que me lleva a afirmar que ha llovido es que el suelo está mojado).

1.2.9. Se escribe coma para separar los dos términos de la construcción copulativa intensiva no solo..., sino (también)...: Sus palabras fueron consideradas ofensivas no solo por mí, sino (también) por todos los presentes.

1.2.10. Cuando se invierte el orden regular de las partes de un enunciado, anteponiendo al verbo elementos que suelen ir pospuestos, se escribe coma detrás del bloque anticipado en los casos siguientes:

a) En las oraciones simples, cuando los complementos circunstanciales preceden al verbo, salvo que sean muy cortos: En aquellos calurosos días de principios del verano pasado, la convivencia era idílica (pero En casa no puedo estudiar). Cuando otros complementos verbales (directos, indirectos, complementos de régimen, etc.) anticipan su aparición, no debe escribirse coma cuando la intención es destacar o enfatizar el elemento anticipado: Vergüenza debería darte; Muy contento estás tú. Sin embargo, cuando el elemento anticipado simplemente expresa el tema del que se va a decir algo, la coma es opcional: De dinero, no hablamos nunca / De dinero no hablamos nunca; Carne, no suelo comer mucha / Carne no suelo comer mucha. En este último caso, la presencia de la coma es más conveniente cuanto más largo es el fragmento anticipado: La costumbre de hacer regalos a los niños cuando terminan las clases, nunca la hemos seguido en mi casa.

b) En las oraciones compuestas, cuando la subordinada adverbial precede a la principal: Si vas a llegar tarde, no dejes de avisarme; Aunque no lo creas, es verdad; Antes de entrar, dejen salir; Dicho esto, el diputado bajó del estrado. También en estos casos, si la subordinada es muy breve, puede prescindirse de la coma: Si lo sé no vengo.

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1.2.11. Se escribe coma detrás de determinados enlaces como esto es, es decir, a saber, pues bien, ahora bien, en primer lugar, por un/otro lado, por una/otra parte, en fin, por último, además, con todo, en tal caso, sin embargo, no obstante, por el contrario, en cambio y otros similares, así como detrás de muchos adverbios o locuciones adverbiales que modifican a toda la oración y no solo a uno de sus elementos, como efectivamente, generalmente, naturalmente, por regla general, etc.: Por lo tanto, los que no tengan invitación no podrán entrar al recinto; no obstante, podrán seguir el acto a través de pantallas instaladas en el exterior. Naturalmente, los invitados deben vestir de etiqueta. Si estas expresiones van en medio de la oración, se escriben entre comas: Estas palabras son sinónimas, es decir, significan lo mismo; los antónimos, en cambio, tienen significados opuestos.

Cuando las locuciones son de carácter anunciativo, es posible sustituir la coma por los

dos puntos si se desea realizar una pausa mayor, de intención enfática (→ DOS PUNTOS , 1.7): Me voy ahora mismo de aquí; es más: no pienso volver nunca.

1.2.12. Se escribe coma detrás de los complementos encabezados por locuciones preposicionales de valor introductorio, del tipo en cuanto a, respecto de, con respecto a, en relación con, con referencia a, a tenor de, etc.: En cuanto a ti, no quiero volver a verte; A tenor de lo visto, no creo que cambie mucho la situación. De la misma manera, se pone coma detrás de los elementos encabezados por locuciones preposicionales o adverbiales de valor condicional, concesivo, final, causal, etc.: En ese caso, nos quedaremos en casa; A pesar de todo, conseguimos nuestro objetivo; Para eso, hubiera sido mejor que no hablaras; Aun así, nadie te lo va a agradecer.

1.2.13. Se escribe coma delante de una palabra que se acaba de mencionar cuando se repite para introducir una explicación sobre ella: Se compró la mejor moto que había en el mercado, moto que, a los pocos meses, acabó olvidada y polvorienta en el garaje.

1.2.14. La palabra etcétera (o su abreviatura etc.) se separa con coma del resto del enunciado: «Los bailes populares como la sardana, la jota, etcétera, estaban proscritos» (Mendoza Ciudad [Esp. 1986]); «Los bailes autóctonos, las peregrinaciones, etc., perduran hasta nuestros días» (Leyva Piñata [Méx. 1984]).

1.2.15. Se escriben entre comas los sobrenombres o seudónimos cuando se mencionan tras el nombre verdadero: «Se celebra hoy el 150 aniversario de la muerte de Simón Bolívar, el Libertador» (País [Esp.] 17.12.80); José Martínez Ruiz, Azorín, perteneció a la generación del 98. Al contrario que estos, los sobrenombres que no pueden utilizarse solos, sino que deben ir necesariamente acompañados del nombre propio, se unen a este sin coma: Alfonso II el Casto, Guzmán el Bueno, Lorenzo el Magnífico.

1.2.16. Es conveniente escribir entre comas la mención del autor cuando se pospone al título de la obra: La escultura El pensador, de August Rodin, es la más conocida de su autor.

1.2.17. En la datación de cartas y documentos, se escribe coma entre el lugar y la fecha: Santiago, 8 de enero de 1999; En Cartagena, a 16 de marzo de 2000; o entre el

día de la semana y el del mes: Lunes, 23 de enero de 2002 (→ FECHA , 6).

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1.2.18. En las direcciones, en España se escribe coma entre el nombre de la calle y el número del inmueble: Calle del Sol, 34; Avenida de la Constitución, número 2.

1.2.19. Se separan mediante coma el nombre de una colección y el número del volumen correspondiente: Biblioteca de Autores Españoles, 24; Colección Melibea, 5.

1.2.20. Se usa la coma para separar los componentes de un nombre o expresión cuando, para integrarlos en una lista alfabética (bibliografía, índice, etc.), se ha invertido el orden normal de sus elementos:

BELLO, Andrés: Gramática...

CUERVO, Rufino José: Diccionario de construcción...

— acentuación, reglas de

— puntuación, signos de

1.3. Para distinguir entre sentidos posibles de un mismo enunciado. Una misma secuencia de palabras puede tener varios significados dependiendo de cómo esté puntuada: Me he vestido, como me indicaron (me indicaron que me vistiera) / Me he vestido como me indicaron (me indicaron cómo debía vestirme). Si no se coloca coma detrás de mientras, esta palabra es conjunción: Mientras hizo lo que debía y todo salió bien, no hubo problemas; si va seguida de una coma, es un adverbio de tiempo: Mientras, hizo lo que debía y todo salió bien. Algo parecido ocurre con luego, que puede ser adverbio (‘después, más tarde’): Yo no estuve allí luego, me lo perdí; o conjunción consecutiva (‘así que, por lo tanto’): Yo no estuve allí, luego me lo perdí. De la misma manera, el adverbio así pasa de ser un conector oracional cuando va seguido de coma (‘entonces, por consiguiente’): Así, no hubo quien lo convenciera, a ser un modificador verbal cuando no la lleva (‘de esa manera’): Así no hubo quien lo convenciera.

2. USO CON LAS CONJUNCIONES COPULATIVAS Y DISYUNTIVAS

El uso de la coma es incompatible con las conjunciones y, e, ni, o, u cuando este signo se utiliza para separar elementos de una misma serie o miembros gramaticalmente

equivalentes dentro de un mismo enunciado (→ 1.2.1 y 1.2.2). Sin embargo, hay otros casos en que no solo el uso conjunto de la coma y la conjunción es admisible, sino necesario:

2.1. En una relación compuesta de elementos complejos que se separan unos de otros por punto y coma, delante de la conjunción que introduce el último de ellos se escribe

una coma (o también un punto y coma; → PUNTO Y COMA , 3a): En el armario colocó la vajilla; en el cajón, los cubiertos; en los estantes, los vasos, y los alimentos, en la despensa.

2.2. Se escribe coma delante de estas conjunciones cuando la secuencia que encabezan enlaza con todo el predicado anterior, y no con el último de sus miembros coordinados:

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Pagó el traje, el bolso y los zapatos, y salió de la tienda.

No sé si ir de vacaciones a Francia o Italia, o quedarme en casa.

2.3. Cuando se enlazan miembros gramaticalmente equivalentes dentro de un mismo enunciado, si el último de ellos es semánticamente heterogéneo con respecto a los anteriores (es decir, no introduce un elemento perteneciente a la misma serie o enumeración), por indicar normalmente una conclusión o una consecuencia, se escribe coma delante de la conjunción: Pintaron las paredes de la habitación, cambiaron la disposición de los muebles, pusieron alfombras nuevas, y quedaron encantados con el resultado.

2.4. Es frecuente, aunque no obligatorio, que entre oraciones coordinadas se ponga coma delante de la conjunción cuando la primera tiene cierta extensión y, especialmente, cuando tienen sujetos distintos: La mujer salía de casa a la misma hora todas las mañanas, y el agente seguía sus pasos sin levantar sospechas; O vienes conmigo antes de que pierda la paciencia, o te quedas aquí para siempre.

2.5. Cuando la conjunción y tiene valor adversativo (equivalente a pero), puede ir precedida de coma: Le aconsejé que no comprara esa casa, y no hizo caso.

2.6. Debe escribirse coma delante o detrás de cualquiera de estas conjunciones si inmediatamente antes o después hay un inciso o cualquier otro elemento que deba ir aislado por comas del resto del enunciado: Mi abuelo, que era un gran aficionado a la poesía, y el maestro del pueblo fundaron una revista literaria; Puedes venir con nosotros o, por el contrario, quedarte en casa todo el día.

3. USOS INCORRECTOS

3.1. Es incorrecto escribir coma entre el sujeto y el verbo de una oración, incluso cuando el sujeto está compuesto de varios elementos separados por comas: Mis padres, mis tíos, mis abuelos, me felicitaron ayer. Cuando el sujeto es largo, suele hacerse oralmente una pausa antes del comienzo del predicado, pero esta pausa no debe marcarse gráficamente mediante coma: Los alumnos que no hayan entregado el trabajo antes de la fecha fijada por el profesor || suspenderán la asignatura.

Dos son las excepciones a esta regla: cuando el sujeto es una enumeración que se cierra con etcétera (o su abreviatura etc.) y cuando inmediatamente después del sujeto se abre un inciso o aparece cualquiera de los elementos que se aíslan por comas del resto del enunciado. En esos casos aparece necesariamente una coma delante del verbo de la oración: El novio, los parientes, los invitados, etc., esperaban ya la llegada de la novia; Mi hermano, como tú sabes, es un magnífico deportista.

3.2. No debe escribirse coma delante de la conjunción que cuando esta tiene sentido consecutivo y va precedida, inmediatamente o no, de tan(to) o tal: «Dependían tanto uno del otro que la confianza era imposible» (Saer Entenado [Arg. 1988]); «La situación había llegado a tal punto que ya no era posible ocultarla» (UPietri Visita [Ven. 1990]).

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3.3. No se escribe coma detrás de pero cuando precede a una oración interrogativa o exclamativa: Pero ¿dónde vas a estas horas?; Pero ¡qué barbaridad!

3.4. El uso de la coma tras las fórmulas de saludo en cartas y documentos es un

anglicismo ortográfico que debe evitarse; en español se emplean los dos puntos (→ DOS PUNTOS , 1.4 ): Querido amigo, / Te escribo esta carta para comunicarte... Debe ser: Querido amigo: / Te escribo esta carta para comunicarte...

4. USOS NO LINGÜÍSTICOS

En las expresiones numéricas escritas con cifras, la normativa internacional establece el uso de la coma para separar la parte entera de la parte decimal. La coma debe escribirse en la parte inferior del renglón, nunca en la parte superior: π = 3,1416. Pero también se acepta el uso anglosajón del punto, normal en algunos países

hispanoamericanos (→ PUNTO , 4.4): π = 3.1416.

COMILLAS. 1. Signo ortográfico doble del cual se usan diferentes tipos en español: las comillas angulares, también llamadas latinas o españolas (« »), las inglesas (“ ”) y las simples (‘ ’). Las comillas inglesas y las simples se escriben en la parte alta del renglón, mientras que las angulares se escriben centradas. En los textos impresos, se recomienda utilizar en primera instancia las comillas angulares, reservando los otros tipos para cuando deban entrecomillarse partes de un texto ya entrecomillado. En este caso, las comillas simples se emplearán en último lugar: «Antonio me dijo: “Vaya ‘cacharro’ que se ha comprado Julián”». Las comillas se escriben pegadas a la primera y la última palabra del período que enmarcan, y separadas por un espacio de las palabras o signos que las preceden o las siguen; pero si lo que sigue a las comillas de cierre es un signo de puntuación, no se deja espacio entre ambos.

2. Usos

a) Para enmarcar la reproducción de citas textuales. Si el texto que se reproduce consta de varios párrafos, antes era costumbre colocar comillas de cierre al comienzo de cada uno de ellos (salvo, claro está, en el primero, que se inicia con comillas de apertura):

Dice Rafael Lapesa en su obra Historia de la lengua española, a propósito de los germanos:

«En el año 409 un conglomerado de pueblos germánicos —vándalos, suevos y alanos— atravesaba el Pirineo y caía sobre España [...].

»Así quedó cumplida la amenaza que secularmente venía pesando desde el Rhin y el Danubio».

Hoy, lo normal es reproducir la cita con sangrado respecto del resto del texto y generalmente en un cuerpo menor. En ese caso, ya no son necesarias las comillas:

Dice Rafael Lapesa en su obra Historia de la lengua española, a propósito de los germanos:

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En el año 409 un conglomerado de pueblos germánicos —vándalos, suevos y alanos— atravesaba el Pirineo y caía sobre España [...].

Así quedó cumplida la amenaza que secularmente venía pesando desde el Rhin y el Danubio.

Cuando se intercala un comentario del transcriptor de la cita, este debe enmarcarse

entre rayas (→ RAYA , 2.5 ), sin necesidad de cerrar las comillas para volverlas a abrir después del inciso: «Es imprescindible —señaló el ministro— que se refuercen los controles sanitarios en las fronteras».

También se encierran entre comillas las palabras textuales que se reproducen dentro de un enunciado en estilo indirecto: «Desde Medicus Mundi reconocieron ayer sentir “impotencia y congoja” por este asesinato y exigieron “un compromiso de las autoridades para el esclarecimiento de estos graves hechos”» (País@[Esp.] 12.6.00). La inclusión, a través de las comillas, de un texto literal dentro de un enunciado en estilo indirecto es aceptable siempre y cuando no se incumpla alguna de las condiciones impuestas por el estilo indirecto, como, por ejemplo, la correlación de tiempos verbales o los cambios en determinados pronombres o adverbios. No sería aceptable, por tanto, un enunciado como el siguiente: Mi madre nos recomendó que «no salgáis a la calle sin abrigo».

b) Para encerrar, en las obras literarias de carácter narrativo, los textos que reproducen de forma directa los pensamientos de los personajes: «“¡Hasta en latín sabía maldecir el pillastre!”, pensó el padre» (Clarín Regenta [Esp. 1884-85]). Cuando los pensamientos del personaje ocupan varios párrafos, se colocan comillas de cierre al comienzo de cada uno de ellos (salvo, claro está, en el primero, que se inicia con comillas de apertura):

«“¡Oh, a él, a don Álvaro Mesía le pasaba aquello! ¿Y el ridículo? ¡Qué diría Visita, [...] qué diría el mundo entero!

”Dirían que un cura le había derrotado. ¡Aquello pedía sangre! Sí, pero esta era otra”. Si don Álvaro se figuraba al Magistral vestido de levita, acudiendo a un duelo a que él le retaba... sentía escalofríos» (Clarín Regenta [Esp. 1884-85]).

c) Para indicar que una palabra o expresión es impropia, vulgar, procede de otra lengua o se utiliza irónicamente o con un sentido especial: Dijo que la comida llevaba muchas «especies»; En el salón han puesto una «boisserie» que les ha costado un dineral; Parece que últimamente le va muy bien en sus «negocios». En textos impresos en letra redonda es más frecuente y recomendable reproducir los extranjerismos crudos en letra cursiva que escribirlos entrecomillados.

d) Cuando en un texto manuscrito se comenta un término desde el punto de vista lingüístico, este se escribe entrecomillado: La palabra «cándido» es esdrújula. En los textos impresos, en lugar de usar las comillas, se escribe el término en un tipo de letra diferente al de la frase en que va inserto (en cursiva si el texto normal va en redonda, o en redonda si el texto normal va en cursiva).

e) En obras de carácter lingüístico, las comillas simples se utilizan para enmarcar los significados: La voz apicultura está formada a partir de los términos latinos apis ‘abeja’ y cultura ‘cultivo, crianza’.

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f) Se usan las comillas para citar el título de un artículo, un poema, un capítulo de un libro, un reportaje o, en general, cualquier parte dependiente dentro de una publicación; los títulos de los libros, por el contrario, se escriben en cursiva cuando aparecen en textos impresos en letra redonda (o viceversa, en redonda si el texto normal va en cursiva): Ha publicado un interesante artículo titulado «El léxico de hoy» en el libro El lenguaje en los medios de comunicación, libro en el que han participado varios autores.

3. Combinación con otros signos

a) Los signos de puntuación correspondientes al período en el que va inserto el texto entre comillas se colocan siempre después de las comillas de cierre:

Sus palabras fueron: «No lo haré»; pero al final nos ayudó.

¿De verdad ha dicho «hasta nunca»?

b) El texto que va dentro de las comillas tiene una puntuación independiente y lleva sus propios signos ortográficos. Por eso, si el enunciado entre comillas es interrogativo o exclamativo, los signos de interrogación y exclamación se escriben dentro de las comillas:

Le preguntó al conserje: «¿Dónde están los baños, por favor?».

«¡Qué ganas tengo de que lleguen las vacaciones!», exclamó.

De esta regla debe excluirse el punto, que se escribirá detrás de las comillas de cierre cuando el texto entrecomillado ocupe la parte final de un enunciado o de un texto

(→ c).

c) Cuando lo que va entrecomillado constituye el final de un enunciado o de un texto, debe colocarse punto detrás de las comillas de cierre, incluso si delante de las comillas va un signo de cierre de interrogación o de exclamación, o puntos suspensivos:

«No está el horno para bollos». Con estas palabras zanjó la discusión y se marchó.

«¿Dónde te crees que vas?». Esa pregunta lo detuvo en seco.

«Si pudiera decirle lo que pienso realmente...». A Pedro no le resultaba fácil hablar con sinceridad.

En el caso de que deba colocarse una llamada de nota que afecte a todo el texto entrecomillado, esta debe colocarse entre las comillas de cierre y el punto:

Rafael Lapesa señalaba que «es muy discutido el posible influjo de las lenguas indígenas en la pronunciación del español de América»1.

1  Historia de la lengua española, p. 545.

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Si la nota solo hace referencia a la última palabra del texto entrecomillado, la llamada debe colocarse delante de las comillas de cierre:

Rodolfo Lenz llegó a afirmar que el habla vulgar de Chile era «principalmente español con sonidos araucanos1».

1 El araucano o mapuche es la lengua que hablaban los naturales de la antigua región de Arauco, en la zona central de Chile.

CONCORDANCIA. 1. Es la coincidencia obligada de determinados accidentes gramaticales (género, número y persona) entre distintos elementos variables de la oración. Se pueden distinguir dos tipos de concordancia:

a) Concordancia nominal (coincidencia de género y número). Es la que establece el sustantivo con el artículo o los adjetivos que lo acompañan: lA blancA palomA; esOS librOS viejOS; el pronombre con su antecedente o su consecuente: A tus hijAS lAS vi ayer; LeS di tu teléfono a loS chicoS; o el sujeto con el atributo, con el predicativo o con el participio del verbo de la pasiva perifrástica: Mi hijO es UN santO; ELLA se encontraba cansadA; EsAS casAS fueron construidAS a principios de siglo.

b) Concordancia verbal (coincidencia de número y persona). Es la que se establece entre el verbo y su sujeto: ESOS cantAN muy bien.

2. REGLAS GENERALES

a) La coordinación de dos o más sustantivos o pronombres en singular, siempre que cada uno de ellos se refiera a un ente distinto, forma un grupo que concuerda en plural con el adjetivo o el pronombre, o con el verbo del que son sujeto: «Rehogar la cebolla Y la zanahoria PICADAS durante quince minutos» (Pozuelo/PzPérez Técnicas [Esp. 2001]); «El oxígeno, el hidrógeno y el carbono LOS proporciona el medio» (LpzTorres Horticultura [Méx. 1994]); «La sal y el agua SON gratis» (Martínez Evita [Arg. 1995]).

b) La coordinación de dos o más sustantivos o pronombres de diferente género gramatical forma un grupo que concuerda en masculino con el adjetivo o con el pronombre: «Se fríen las rajitas junto con la cebolla y el ajo PICADOS» (Ramos Platillos [Méx. 1976]); «Ahora la casa y el jardín eran OTROS» (Mendoza Verdad [Esp. 1975]).

c) Si entre dos o más elementos coordinados figura un pronombre de segunda persona (y ninguno de primera), la concordancia con el verbo y con los demás pronombres se establece en segunda persona del plural o, en las zonas del mundo hispánico donde no se usa el pronombre vosotros, sino ustedes, en tercera persona del plural: «La niña y tú COBRARÉIS lo que es VUESTRO» (Leguina Nombre [Esp. 1992]); «Murphy y tú SON unos testigos peligrosísimos» (VLlosa Fiesta [Perú 2000]); si hay un pronombre de primera persona, la concordancia se establece en primera persona del plural: «¿Te acuerdas de aquel día en que BAILAMOS Chema, tú y yo?» (Diosdado Trescientos [Esp. 1991]).

3. CASOS ESPECIALES EN LA CONCORDANCIA NOMINAL

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3.1. Determinante único para varios sustantivos. Cuando se coordinan dos o más nombres concretos cuyos referentes son entidades distintas, lo normal y recomendable es que cada uno de ellos vaya precedido de su propio determinante: «Consiguieron que LA madre y LA hija se repusieran de las contusiones» (Allende Casa [Chile 1982]); «Este permiso podrá ser disfrutado indistintamente por LA madre o EL padre» (Estatuto [Esp. 1985]); «Se hizo uso ilegal de MI capital y MIS acciones bursátiles» (Proceso [Méx.] 9.2.97); y no «EL diestro y toro se funden en una sola figura» (Clarín [Arg.] 17.3.97); «Dejé MI cartera y llaves en la silla de la entrada» (Época [Chile] 1.7.96). Pero existe la posibilidad de que dos o más sustantivos coordinados lleven un solo determinante, el cual debe concordar en género y número con el sustantivo más cercano; esta posibilidad se da cuando los sustantivos coordinados se refieren a la misma cosa o persona: «La manera de preparar LA mamadera o biberón» (VV. AA. Mamar [Arg. 1983]); «Según LA esposa y representante de Mingote, Isabel Vigiola» (País [Esp.] 1.2.89); cuando llevan un adjetivo antepuesto que califica a todos ellos: «Construyó también un horno criollo para cocer su propio pan y pizza a la piedra» (Chavarría Rojo [Ur. 2002]); y cuando los sustantivos se conciben como una unidad y se refieren a partes de un mismo conjunto o a aspectos parciales de un todo: «En mérito a VUESTRO empeño y dedicación» (Ventosilla Mariscal [Perú 1985]); «LAS ventanas y balcones estaban herméticamente cerrados» (Mendoza Verdad [Esp. 1975]); «Esta medida [...] debería ir acompañada de mejoras en LA seguridad y control de los barcos» (FVigo [Esp.] 15.6.01).

3.2. Adjetivo pospuesto a varios sustantivos. Cuando un adjetivo califica a dos o más sustantivos coordinados y va pospuesto a ellos, lo más recomendable es que el adjetivo vaya en plural y en masculino, si los sustantivos son de distinto género: «Tiene el pelo y la barba ENMARAÑADOS» (Matos Noche [Cuba 2002]); «Apareció [...] vestida con traje y mantilla BLANCOS» (Hernández Secreter [Esp. 1995]). Si concordase solo con el último de los sustantivos, se generarían casos de ambigüedad, pues podría interpretarse que el adjetivo únicamente se refiere al más cercano: vestida con traje y mantilla BLANCA (¿el traje y la mantilla son blancos, o solo es blanca la mantilla?). No obstante, cuando los sustantivos coordinados se conciben como una unidad, de la que cada uno de ellos designa un aspecto parcial, el adjetivo puede concordar en género y número con el más próximo: «La gente de origen y habla FRANCESA predomina en la provincia de Quebec» (Tiempo [Col.] 1.7.98).

3.3. Adjetivo antepuesto a varios sustantivos. Cuando un adjetivo califica a varios sustantivos coordinados y va antepuesto a ellos, lo normal es que concuerde solo con el más próximo, tanto en género como en número: «Distribuía [...] esteroides anabolizantes [...] a deportistas sin la PRECEPTIVA autorización y control médicos» (Vanguardia [Esp.] 1.6.94); «La INDISPENSABLE vigilancia y control nocturnos brillan por su ausencia» (NProvincia [Arg.] 5.3.97). No es correcto, en la mayoría de los casos, poner en plural el adjetivo antepuesto si se coordinan sustantivos en singular: «Gudú será [...] el gran destructor de SUS PROPIOS reino y dinastía» (Abc [Esp.] 29.11.96); debió decirse SU PROPIO reino y dinastía. Solo en algunos casos, si los sustantivos coordinados son nombres propios de persona o cosa, o nombres apelativos de persona, el adjetivo antepuesto va en plural: «Allí estaba [...] Ernestina con su marido, Luis de la Rosa, más los dos hijos de estos, los SIMPÁTICOS Paco y Toni» (Vanguardia [Esp.] 30.6.95); «Lepprince me hizo pasar [...] a saludar a SUS FUTURAS esposa y suegra» (Mendoza Verdad [Esp. 1975]).

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3.4. Adjetivo pospuesto a sustantivos unidos por la conjunción o. Cuando un adjetivo califica a dos o más sustantivos unidos por la conjunción o y va pospuesto a ellos, deben distinguirse dos casos:

a) Cuando la conjunción o es propiamente disyuntiva, esto es, denota exclusión, alternativa o contraposición entre los referentes designados por los sustantivos que une, lo más recomendable es que el adjetivo vaya en plural y en masculino, si los sustantivos son de distinto género, para dejar claro que el adjetivo califica a todos ellos: «Hay veces en que un tobillo o una muñeca ROTOS no muestran alteración exterior» (Almeida Niño [Arg. 1975]); «Cada vez que mueren un hombre o una mujer VIEJOS [...], toda una biblioteca muere con ellos» (Fuentes Espejo [Méx. 1992]); «Hubo un silencio, el silencio o la pausa NECESARIOS para que quien ha insultado pueda retroceder y congraciarse sin retirar el insulto» (Marías Corazón [Esp. 1992]). Solo en contextos en que no haya duda de que el adjetivo se refiere a todos los sustantivos coordinados es admisible, aunque menos recomendable, que el adjetivo concuerde solo con el más próximo: «El baño o la ducha DIARIA son altamente beneficiosos para quien los practica» (VV. AA. Tercera edad [Esp. 1986]); «El padre o la madre FUMADORA se ha de esconder en el lavabo para sustraerse a la mirada inquisidora de sus propios hijos» (Vanguardia [Esp.] 1.6.94).

b) Cuando la conjunción o denota identidad o equivalencia, es decir, une sustantivos que se refieren a una misma realidad, el adjetivo ha de aparecer en singular y en masculino, si los sustantivos son de diferente género. Lo normal, en estos casos, es que el segundo sustantivo vaya sin determinante: «El aerógrafo o pistola USADO debe ser adecuado al compresor» (FdzChiti Cerámica [Arg. 1982]); «Doña Elisa entró acompañada de un trompo o peonza TRAVIESO y JUGUETÓN que era Ana» (Luján Espejos [Esp. 1991]).

3.5. Varios adjetivos coordinados en singular que modifican a un sustantivo plural. Cuando se hace referencia a varios entes de la misma clase mediante un único sustantivo en plural, asignando a cada uno de ellos una característica diferente, los adjetivos coordinados, normalmente pospuestos, van en singular, pues cada uno de ellos afecta a uno solo de dichos entes: «A su nacimiento concurrieron [...] por igual las RAZAS BLANCA y NEGRA» (HdzNorman Novela [P. Rico 1977]). Cuando los adjetivos van antepuestos, resulta forzado referirlos a un sustantivo plural: el Antiguo y Nuevo Testamentos, a medio (o, en América, a mediano) y largo plazos; en estos casos se recomienda poner el sustantivo en singular y, si lleva determinante, repetirlo ante cada adjetivo: el Antiguo y el Nuevo Testamento; a medio (o a mediano) y largo plazo. Si lo

que se coordinan son ordinales, → 3.6.

3.6. Varios ordinales coordinados que modifican a un mismo sustantivo. Cuando varios numerales ordinales modifican, coordinados, a un mismo sustantivo, designan forzosamente una pluralidad de seres, pues cada ordinal señala un elemento distinto dentro de una serie. Si los ordinales van pospuestos, lo normal es que el sustantivo vaya en plural: «El ascensor llegó abarrotado desde los SÓTANOS primero y segundo» (Marsillach Ático [Esp. 1995]); si los ordinales van antepuestos, el sustantivo puede ir en singular o en plural, con cierta preferencia en el uso por el singular: «Adiviné la escena desde el ascensor, entre el cuarto y sexto PISO» (Onetti Viento [Ur. 1979]); «Se había empeñado en invitar allí a toda la tertulia [...] para leerles el primero y segundo

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ACTOS de un drama» (PzReverte Maestro [Esp. 1988]). Para la concordancia entre

sujeto y verbo en estos casos, → 4.6.

3.7. Cardinal en función de ordinal. Cuando un numeral cardinal con flexión de género se pospone, con valor de ordinal, a un sustantivo femenino, puede aparecer en masculino, concordando con el sustantivo elidido número, o en femenino, concordando directamente con el sustantivo al que se refiere: página doscientos o página doscientas

(→ CARDINALES , 8).

3.8. Construcciones partitivas. Las construcciones partitivas están formadas por un primer elemento, que ha de ser un cuantificador, y un segundo elemento, introducido por la preposición de, que es, bien un sustantivo precedido de determinante, bien un pronombre; el primer elemento designa la parte, mientras que el segundo designa el todo: una de las participantes, la mitad del público, muchos de nosotros, etc. Si ambos elementos tienen flexión de género, debe haber concordancia forzosa entre ellos: «Rusa educada en Estados Unidos, Meir [...] fue UNA de LAS FIRMANTES de la declaración de independencia de Israel» (GmnzBarlett Deuda [Esp. 2002]); «Lidia Ariza [...] dijo que se considera UNA de LAS MEJORES ACTRICES de este país» (Dedom [R. Dom.] 14.1.97); por tanto, cuando se utilizan cuantificadores con flexión de género (uno -na, muchos -chas, varios -rias, etc.), no es correcto usar el femenino en la designación de la parte y el masculino en la designación del todo, aunque con ello se pretenda señalar que la parte aludida pertenece a un colectivo mixto: «Se escucharon las proposiciones de Míriam Orellana, [...] UNA de LOS ACADÉMICOS invitados» (Hoy [Chile] 7-13.12.83); «Usted es UNA de LOS ALUMNOS más brillantes de que goza la Facultad» (Bain Dolor [Col. 1993]); debió decirse, respectivamente, una de las académicas invitadas, una de las alumnas más brillantes.

3.9. Sustantivos epicenos. La concordancia debe establecerse siempre en función del

género gramatical del sustantivo, y no en función del sexo del referente (→ GÉNERO 2 , 1b).

3.10. alteza, majestad, señoría, excelencia, etc. Con estos tratamientos de respeto, los determinantes y adjetivos adyacentes van en femenino, de acuerdo con el género gramatical de estos sustantivos e independientemente del sexo del referente: «Nos dirigimos efusivamente a VUESTRA excelencia para manifestarle nuestra gratitud» (Alape Paz [Col. 1985]); «Su GRACIOSA Majestad BRITÁNICA Jorge VI le pedía a sir Winston Churchill que formara un nuevo gabinete» (Val Hendaya [Esp. 1981]). Sin embargo, el adjetivo en función de atributo o de predicativo, al igual que otros elementos no adyacentes, como los pronombres, aparece en el género que corresponde al sexo del referente: «Sus señorías estaban ENFRASCADOS en el Parlamento en una ardua discusión» (Cacho Asalto [Esp. 1988]).

3.11. de tipo o de carácter + adjetivo. Estas construcciones se posponen a un sustantivo para asignarle, de manera indirecta, una determinada característica. El adjetivo que expresa dicha característica ha de ir en masculino singular, pues debe concordar con las palabras tipo o carácter: «Con tal de no tener mayores discusiones de tipo ECONÓMICO» (Esquivel Deseo [Méx. 2001]); «Es una pintura de carácter SIMBÓLICO» (Leguineche Tierra [Esp. 2000]); no es correcto hacer concordar el adjetivo con el sustantivo que precede a toda la construcción: «La situación puede

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obedecer a una razón de tipo ESTRATÉGICA» (NProvincia [Arg.] 13.4.97); «Los estudios de impacto ambiental [...] han permitido acciones de carácter CORRECTIVAS» (Universal [Ven.] 17.4.88).

3.12. lo + adjetivo + que. El adjetivo de esta estructura enfática debe concordar en género y número con el sustantivo al que se refiere: «Esto demuestra lo ESPABILADAS que son las MOZAS de la comarca» (Beltrán Pueblos [Esp. 2000]). Es incorrecto inmovilizar dicho adjetivo en masculino singular: «Hago esta sugerencia por lo PERJUDICIAL que son las pérdidas de clase» (Época [Chile] 22.7.96); debió decirse lo perjudiciales que son.

3.13. (el) uno con (el) otro, (la) una a (la) otra, etc. Los indefinidos uno y otro, opcionalmente precedidos de artículo y separados entre sí por una preposición (a, con, de, en, etc.), aparecen como refuerzo en las construcciones recíprocas: hablan mal el uno del otro, se apoyan unas a otras, confían los unos en los otros, etc. Si la reciprocidad se establece entre seres de distinto sexo, lo normal y recomendable es que ambos indefinidos vayan en masculino: «Acababan de celebrar las bodas de oro matrimoniales, y no sabían vivir ni un instante EL UNO sin EL OTRO» (GaMárquez Amor [Col. 1985]); «Se besan, se abrazan, intentan fundirse EL UNO con EL OTRO, [...] él le aprieta las nalgas, ella tira de sus brazos» (Sierra Regreso [Esp. 1995]); no obstante, aparecen ejemplos ocasionales, incluso entre escritores de prestigio, en que cada indefinido va en un género distinto: «Desde un principio se hicieron mucha gracia el uno a la otra» (Marsé Rabos [Esp. 2000]).

4. CASOS ESPECIALES EN LA CONCORDANCIA VERBAL

4.1. Sujeto de varios elementos en singular unidos por una conjunción copulativa. Debe tenerse en cuenta lo siguiente:

a) Si los elementos coordinados se refieren a entidades distintas, el verbo va en plural: «Su voz y su gesto HAN HECHO nido en mi corazón» (Matos Noche [Cuba 2002]); «En el patio CRECÍAN un magnolio y una azalea» (Mendoza Ciudad [Esp. 1986]); pero si dichos elementos se conciben como una unidad, de la que cada uno de ellos designa un aspecto parcial, el verbo puede ir también en singular: «El desorden y la algarabía ES total» (Leñero Mudanza [Méx. 1979]); en ese caso es frecuente que solo lleve determinante el primero de los elementos coordinados: «La dirección y realización CORRIÓ [...] a cargo de Manolo Bermúdez» (Díaz Radio [Esp. 1992]). El verbo suele ir asimismo en singular cuando el sujeto va pospuesto y los elementos coordinados son sustantivos abstractos o no contables, especialmente si aparecen sin determinación: «Me GUSTA el mambo y el merengue» (GaRamis Días [P. Rico 1986]); «Solo me QUEDA ánimo y tiempo para responderle lo que sigue» (Proceso [Méx.] 20.10.96).

b) Si los elementos coordinados se refieren a una misma cosa o persona, el verbo irá necesariamente en singular: «La actriz y cantante ESTÁ bastante molesta» (Universal [Ven.] 17.4.88).

c) Si los elementos coordinados son gramaticalmente neutros, como infinitivos, oraciones sustantivas o pronombres neutros, el verbo va en singular: «No creo que sumar y restar SEA lo suyo» (Sierra Regreso [Esp. 1995]); «Le GUSTA que la quieran y que la apoyen» (Tiempo [Esp.] 3.12.90); «Ni aquello ni esto HUBIERA SIDO posible»

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(Abc [Esp.] 25.1.85); pero si los elementos neutros coordinados se conciben o presentan en el enunciado como realidades diferenciadas, contrastadas o enfrentadas, el verbo irá en plural: «Informar y opinar son los dos fines específicos y diferenciales del periodismo» (MtzAlbertos Noticia [Esp. 1978]).

4.2. Sujeto de un elemento en singular unido a otro por junto con, además de, así como. Cuando a un elemento en singular le sigue otro, asociado a él mediante los nexos además de, junto con, así como, y todo el conjunto se antepone al verbo, este puede aparecer en singular, entendiendo que solo el primer elemento es, estrictamente, el sujeto oracional: «Fermín, junto con la madre, la ARRASTRA hacia afuera» (Gambaro Malasangre [Arg. 1982]); «El saxo, así como otros instrumentos de viento y numerosos objetos culturales de forma alargada, ES tenido por símbolo fálico» (Quezada Mensaje [Chile 1992]); o en plural, entendiendo que esos nexos funcionan a modo de conjunción copulativa y dan lugar, por tanto, a un sujeto plural: «Ese sacerdote, junto con otros nueve, CRUZARON la puerta e INICIARON la marcha» (Velasco Regina [Méx. 1987]); «La velocidad de salida de la Tierra así como la de llegada a Marte SON también demasiado elevadas» (RzGopegui Hombres [Esp. 1996]); en el caso de que el elemento que no lleva el nexo sea el que aparece inmediatamente antes del verbo, este solo podrá ir en singular: «Junto con Roca, Mitre DOMINÓ la escena nacional del fin del siglo» (Giardinelli Oficio [Arg. 1991] 276). Si todo el conjunto se pospone al verbo, o un elemento aparece delante y otro detrás, el verbo va asimismo en singular: «En mi habitación ahora DORMÍA mi hija Angélica, junto con su compañero» (Bolaño Detectives [Chile 1998] 378); «HACE falta una gran perspicacia así como un innegable don de la oportunidad» (GaSánchez Alpe d’Huez [Esp. 1994]); «Además de dos monjitas, ASISTÍA el capellán del colegio» (Araya Luna [Chile 1982]).

4.3. Sujeto de un elemento en singular unido a otro por la preposición con. Si un elemento en singular va inmediatamente seguido de un complemento de compañía precedido de con, lo normal en la lengua general actual es que el verbo vaya en singular, entendiendo el complemento preposicional como un simple circunstancial: «Don Floro con sus hombres PREPARA una mesa» (Candelaria Guadalupe [Col. 1975]). No obstante, puede admitirse la concordancia en plural con el verbo, entendiendo que la preposición funciona a modo de conjunción copulativa: «LLEGARON al puerto el padre con el hijo» (Gutiérrez Copa [Chile 1968]); «El doctor con su esposa LLEGABAN tarde» (Lezama Oppiano [Cuba 1977]); de esta concordancia existen ya ejemplos en el español medieval y clásico, y hoy se da con cierta frecuencia en algunas zonas de América. La posibilidad de poner el verbo en plural en estos casos ha dado lugar a una construcción especial, extendida en varios países de América y, en España, en zonas de influencia del catalán, que consiste en poner el verbo en primera persona del plural cuando el sujeto es un «yo» elidido que lleva asociado un complemento precedido de con, presente en la oración: «Dile a la Rubia que CON PABLO ESTUVIMOS haciendo el elogio más subido que puede hacerse por dos poetas de una dama ausente» (Asturias Carta [Guat. 1950]); «Vos sabés, Tita, que CON ANA MARÍA FUIMOS una pareja que nos quisimos mucho» (Pavlovsky Potestad [Arg. 1985]). En ambos ejemplos el contexto permite determinar con claridad que en la acción están implicados solo dos individuos, el yo que habla y la persona que se menciona en el complemento preposicional; así, las construcciones resaltadas en los ejemplos equivalen, respectivamente, a yo y Pablo estuvimos, yo y Ana María fuimos; pero en muchos otros casos la construcción resultará ambigua, pues en el español general se interpreta que el sujeto del verbo en

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primera persona del plural es un «nosotros» (quien habla y alguien más), al que se sumaría la persona mencionada en el complemento preposicional; por ello, aun siendo normal en el habla culta de algunas áreas del mundo hispánico, se recomienda evitar esta construcción en aquellos casos en que el hablante perciba el riesgo de no ser correctamente interpretado.

4.4. Sujeto de dos elementos en singular unidos por tanto... como. El verbo debe ir en plural: «Tanto mi hermano como su novia IBAN pendientes de la carretera» (VqzMontalbán Soledad [Esp. 1977]).

4.5. Sujeto de varios elementos en singular unidos por una conjunción disyuntiva. Debe tenerse en cuenta lo siguiente:

a) Cuando la conjunción o es propiamente disyuntiva y une, por tanto, elementos referidos a entes distintos, el verbo puede ir en singular o en plural. Si la disyunción se presenta como excluyente, obligando a seleccionar como sujeto uno solo de los elementos coordinados, el verbo va en singular: «Una misma opinión es diferentemente valorada si la EXPRESA un hombre o una mujer» (Orúe/Gutiérrez Fútbol [Esp. 2001]). Si la disyunción expresa indiferencia, presentando, simplemente, distintos sujetos posibles, el verbo puede ir indistintamente en singular o en plural: «Solo un idiota o un ciego PODRÍA confundirla con su melliza» (Andahazi Piadosas [Arg. 1999]); «Seguramente mi madre o mi abuela HABÍAN IDO a casa de algún vecino, porque la puerta de casa estaba ligeramente entornada» (Llongueras Llongueras [Esp. 2001]).

Si los sustantivos van seguidos de un adjetivo en plural (→ 3.4a), el verbo irá forzosamente en plural: «El oído o el ojo humanos no PERCIBEN tal distorsión» (Neri Satélites [Méx. 1991]). Si la conjunción o une los dos últimos elementos de una enumeración no exhaustiva, el sujeto representa la suma de todos los elementos de la enumeración y el verbo va, por tanto, en plural: «Julio Espinosa, Ana Fernández, Gonzalo González o Pedro Hernández SON algunos de los que conforman la lista de autores» (Canarias 7 [Esp.] 17.5.99).

b) Cuando la conjunción o denota identidad o equivalencia, el verbo debe ir en singular, ya que los elementos coordinados se refieren a la misma cosa: «El quejigo o roble enciniego no FORMA grandes masas» (VV. AA. Bosques [Esp. 1998]).

4.6. Sujeto de un solo sustantivo al que van referidos varios adjetivos ordinales.

Aunque el sustantivo esté en singular (→ 3.6), el verbo irá en plural: «La primera y segunda división CONSERVARÁN su representación actual» (Nación [C. Rica] 11.4.97).

4.7. Sujeto de nombre colectivo. Los sustantivos colectivos son aquellos que, en singular, designan un conjunto de seres pertenecientes a una misma clase (gente, clero, familia, rebaño, hayedo, cubertería, etc.); los colectivos denotan por sí mismos la clase de seres a la que pertenece el conjunto (la gente se compone de personas, el clero de clérigos, la familia de parientes, etc.). Cuando uno de estos sustantivos funciona como sujeto, el verbo debe ir en singular, así como los pronombres o adjetivos a él referidos: «El rebaño se ALEJA definitivamente» (Bojorge Aventura [Arg. 1992]); «Esa misma gente PREFIERE que LA embauquen a sentirse DEFRAUDADA» (Esquivel Deseo [Méx. 2001]); a veces, sobre todo cuando sujeto y verbo están alejados por la existencia de elementos interpuestos o incisos, el verbo va indebidamente en plural, al realizarse la

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concordancia de acuerdo con el sentido plural del nombre colectivo, y no con su condición gramatical de sustantivo singular: «Esa gente nos ESTÁN masacrando» (RdgzJuliá Peloteros [P. Rico 1997]); «La gente que componía todas esas regiones de Santander del Sur, sur de Bolívar y parte de Antioquia FUERON muy afectadas por la violencia oficial» (Calvo Colombia [Col. 1987]); debió decirse nos ESTÁ masacrando y FUE muy afectada, respectivamente. La concordancia en plural sí es admisible cuando se pasa de una oración a otra, pues en ese caso al segundo verbo le corresponde, en realidad, un sujeto plural tácito: «La gente se acercaba y en cuanto VEÍAN la escena CHILLABAN» (Llongueras Llongueras [Esp. 2001]); «Preguntábamos a la gente cómo se IMAGINABAN que era Manuel Rodríguez» (Ruffinelli Guzmán [Ur. 2001]), esto es, cómo se imaginaban [ellos] que era... En las oraciones copulativas con ser cuyo atributo no es un adjetivo, sino un sustantivo, tanto el verbo como el atributo van en plural: «Esta gente SON asesinos» (Universal [Ven.] 7.4.97); pero si el atributo es un adjetivo, es incorrecta la concordancia en plural: «La gente aquí SON desordenados» (Santiago Sueño [P. Rico 1996]); debió decirse La gente aquí ES desordenada. Cuando en el colectivo está incluida la persona que habla o a quien se habla, es normal en el habla coloquial poner el verbo en primera o segunda persona del plural: «La gente de teatro nos CONFORMAMOS con poco y nada» (Clarín [Arg.] 12.2.97); «A los pocos días, toda la familia NAVEGÁBAMOS por el Atlántico» (Olmos Marina [Esp. 1995]); «La gente mayor siempre HABLÁIS de la vida» (Gala Ulises [Esp. 1975]).

4.8. Sujeto de cuantificador + de + sustantivo en plural. Los sustantivos cuantificadores son aquellos que, siendo singulares, designan una pluralidad de seres de cualquier clase; la clase se especifica mediante un complemento con de cuyo núcleo es, normalmente, un sustantivo en plural: la mitad de los animales, la mayoría de los profesores, una minoría de los presentes, el resto de los libros, el diez por ciento de los votantes, un grupo de alumnos, un montón de cosas, infinidad de amigos, multitud de problemas, etc. La mayor parte de estos cuantificadores admiten la concordancia con el verbo tanto en singular como en plural, dependiendo de si se juzga como núcleo del sujeto el cuantificador singular o el sustantivo en plural que especifica su referencia, siendo mayoritaria, en general, la concordancia en plural: «Hacia 1940 la mayoría de estos poetas HABÍA ESCRITO lo mejor de su obra» (Paz Sombras [Méx. 1983]); «La mayoría de los visitantes HABÍAN SALIDO» (Marías Corazón [Esp. 1992]); «Una veintena de personas OCUPABA la sala» (Chavarría Rojo [Ur. 2002]); «Una veintena de curiosos OBSERVABAN de lejos a un piquete» (PzReverte Maestro [Esp. 1988]); sin embargo, cuando el verbo lleva un atributo o un complemento predicativo, solo es normal la concordancia en plural: «La mayoría de estos asesinos SON muy inteligentes» (Mendoza Satanás [Col. 2002]); «La inmensa mayoría de las casas PERMANECÍAN vacías» (Savater Caronte [Esp. 1981]). Los sustantivos cuantificadores que se usan sin determinante (infinidad, cantidad, multitud) establecen la concordancia obligatoriamente en plural, pues, en realidad, forman con la preposición de una locución que determina al sustantivo plural, que es el verdadero núcleo del sujeto: «Infinidad de católicos DESATENDIERON semejante orden pontificia» (Vidal Ocultismo [Esp. 1995]); «Cantidad de organizaciones se DEDICAN a [...] ayudar a personas que han sido víctimas de abuso sexual» (NHerald [EE. UU.] 21.10.97).

4.9. Sujeto de nombre común en plural con verbo en primera o segunda persona del plural. Cuando el sujeto es un sustantivo plural y se desea señalar que en su referencia está incluida la persona que habla o a quien se habla, el verbo se pondrá,

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respectivamente, en primera o en segunda persona del plural: «Los cubanos TOMAMOS café por la mañana» (Matos Noche [Cuba 2002]); «¡Vaya, todos los chicos SOIS iguales!» (Llongueras Llongueras [Esp. 2001]).

4.10. Concordancia verbal en oraciones copulativas. → ser, 2.1.1.

4.11. uno de los que + verbo. La presencia de dos elementos en esta construcción, uno singular (uno) y otro plural (los que), hace que se vacile entre poner el verbo en singular o en plural: «Uno de los que LOGRÓ llegar a la orilla [...] hubo de lanzarse de nuevo al agua» (País [Esp.] 11.10.80); «Uno de los que VOTARON en contra fue el ex ministro sin cartera» (País [Esp.] 2.2.84). La concordancia gramaticalmente más correcta es la que lleva el verbo en plural, pues el sujeto es, en estos casos, el relativo plural los/las que; pero se admite también la concordancia en singular. Si esta construcción forma parte del atributo de una oración copulativa y el sujeto del verbo ser es un pronombre de primera o de segunda persona del singular (yo, tú/vos), el verbo de la oración de relativo debe ir en tercera persona, preferentemente del plural, aunque también se admita el singular: «Yo era uno de los que PUGNABAN para que la Basílica se constituyera en diócesis autónoma» (Proceso [Méx.] 3.11.96); «Yo fui uno de los que BESÓ su mano» (Serrano Dios [Col. 2000]); no es correcto poner el verbo en primera o segunda persona del singular: «Vos eras uno de los que ESTABAS con la gente que huyó» (Semana [Col.] 1-8.10.96).

4.12. yo soy de los que, tú eres o vos sos de los que + verbo. Se trata de una construcción partitiva en la que se ha elidido el indefinido uno (soy [uno] de los que, eres/sos [uno] de los que), por lo que la concordancia se atiene a los mismos criterios

expresados en el párrafo anterior (→ 4.11); así, el verbo de la oración de relativo deberá ir, preferentemente, en tercera persona del plural, en concordancia estricta con su sujeto gramatical, que es el relativo plural los/las que: «Soy de los que PIENSAN que solo la vida intensamente vivida merece la pena» (Rojo Matar [Esp. 2002]); menos recomendable, aunque admisible, es poner el verbo en tercera persona del singular, concordando con el indefinido elidido uno: «Yo soy de los que CREE que a la historia no la para nadie» (Herrera Casa [Ven. 1985]); pero debe evitarse la concordancia en primera o segunda persona del singular: «Soy de los que PIENSO que este es un proceso que se tiene que hacer bien» (Vanguardia [Esp.] 18.8.94).

4.13. yo soy el que (o quien), tú eres o vos sos el que (o quien) + verbo. Se trata de oraciones copulativas enfáticas cuyo atributo es una oración de relativo sin antecedente expreso. Si el sujeto del verbo ser es un pronombre de primera o de segunda persona del singular (yo, tú/vos), el verbo de la oración de relativo puede ir, bien en tercera persona del singular, en concordancia estricta con su sujeto gramatical (el/la que o quien), opción mayoritaria en el habla culta: «Yo soy el que MANDA acá» (Soriano León [Arg. 1986]); bien en primera o segunda persona del singular, concordando con el sujeto del verbo ser, opción habitual en el habla coloquial y que expresa mayor implicación afectiva por parte del hablante: «Por primera vez en mi vida yo soy la que TENGO el control» (Santiago Sueño [P. Rico 1996]). Si se invierte el orden y la oración de relativo antecede al verbo ser, es menos frecuente que el verbo aparezca en primera o segunda persona; así, es más normal decir El que manda soy yo que El que mando soy yo. Cuando el sujeto de ser es un pronombre de primera o segunda persona del plural (nosotros, vosotros), el verbo de la oración de relativo no va nunca en tercera

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persona, sino que la concordancia se establece siempre con el pronombre personal: «Nosotros somos los que MANDAMOS» (Chase Pavo [C. Rica 1996]).

CORCHETE. 1. Signo ortográfico doble ([ ]) que se utiliza, por lo general, de forma parecida a los paréntesis que incorporan información complementaria o aclaratoria. Los corchetes se escriben pegados a la primera y la última palabra del período que enmarcan, y separados por un espacio de las palabras o signos que los preceden o los

siguen (hay algunas excepciones; → 2c); pero si lo que sigue al corchete de cierre es un signo de puntuación, no se deja espacio entre ambos.

2. Usos

a) Cuando dentro de un enunciado que va entre paréntesis es preciso introducir alguna precisión o nota aclaratoria: Una de las últimas novelas que publicó Galdós (algunos estudiosos consideran su obra Fortunata y Jacinta [1886-87] la mejor novela española del siglo XIX) fue El caballero encantado (1909). Este orden de inclusión se invierte en las fórmulas matemáticas o químicas, donde los corchetes encierran operaciones que

contienen otras ya encerradas entre paréntesis: [(4 + 2) × (5 + 3)]– (6 – 2) (→ PARÉNTESIS , 2h).

b) En libros de poesía, se coloca un corchete de apertura delante de las últimas palabras de un verso cuando no se ha transcrito en una sola línea y se termina, alineado a la derecha, en el renglón siguiente:

Y los ritmos indóciles vinieron acercándose,juntándose en las sombras, huyéndose y[buscándose.(Silva Obra [Col. 1880-95]).

c) En la transcripción de un texto, se emplean para marcar cualquier interpolación o modificación en el texto original, como aclaraciones, adiciones, enmiendas o el desarrollo de abreviaturas: Hay otros [templos] de esta misma época de los que no se conserva prácticamente nada; Subió la cue[s]ta con dificultad. [En el original, cuenta]; Acabose de imprimir el A[nno] D[omini] de 1537. Al desarrollar abreviaturas, no se deja espacio de separación ante los corchetes de apertura.

d) En obras de carácter lingüístico, se usan para encerrar las transcripciones fonéticas: [d-wén,de], transcripción fonética de duende. Para las transcripciones fonológicas se

emplean las barras (→ BARRA , 1e).

e) Se usan tres puntos entre corchetes para indicar, en la transcripción de un texto, que se ha omitido un fragmento del original: «Pensé que él no pudo ver mi sonrisa [...] por lo negra que estaba la noche» (Rulfo Páramo [Méx. 1955-80]).

3. Combinación con otros signos. Es idéntica a la de los paréntesis (→ PARÉNTESIS , 3).

DEQUEÍSMO. Es el uso indebido de la preposición de delante de la conjunción que cuando la preposición no viene exigida por ninguna palabra del enunciado.

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1. Se incurre en dequeísmo en los siguientes casos:

a) Cuando se antepone la preposición de a una oración subordinada sustantiva de sujeto. El sujeto de una oración nunca va precedido de preposición y, por tanto, son incorrectas oraciones como Me alegra DE QUE seáis felices (correcto: Me alegra QUE seáis felices); Es seguro DE QUE nos quiere (correcto: Es seguro QUE nos quiere); Le preocupa DE QUE aún no hayas llegado (correcto: Le preocupa QUE aún no hayas llegado); Es posible DE QUE nieve mañana (correcto: Es posible QUE nieve mañana). Algunos de estos verbos, cuando se usan en forma pronominal (alegrarse, preocuparse, etc.), sí exigen un complemento precedido de la preposición de. En ese caso, el uso conjunto de la preposición y la conjunción es obligatorio: Me alegro DE QUE seáis felices, y no Me alegro QUE seáis felices; Me preocupo DE QUE no os falte

nada, y no Me preocupo QUE no os falte nada (→  QUEÍSMO , 1a).

b) Cuando se antepone la preposición de a una oración subordinada sustantiva de complemento directo. Esto ocurre, sobre todo, con verbos de «pensamiento» (pensar, opinar, creer, considerar, etc.), de «habla» (decir, comunicar, exponer, etc.), de «temor» (temer, etc.) y de «percepción» (ver, oír, etc.). El complemento directo nunca va precedido de la preposición de y, por tanto, son incorrectas oraciones como Pienso DE QUE conseguiremos ganar el campeonato (correcto: Pienso QUE conseguiremos ganar el campeonato); Me dijeron DE QUE se iban a cambiar de casa (correcto: Me dijeron QUE se iban a cambiar de casa); Temo DE QUE no llegues a tiempo (correcto: Temo QUE no llegues a tiempo); He oído DE QUE te casas (correcto: He oído QUE te casas).

c) Cuando se antepone la preposición de a una oración subordinada que ejerce funciones de atributo en oraciones copulativas con el verbo ser. Este complemento, por lo general, no va precedido de preposición y, por tanto, son incorrectas oraciones como

Mi intención es DE QUE participemos todos (correcto: Mi intención es QUE participemos todos).

d) Cuando se inserta la preposición de en locuciones conjuntivas que no la llevan: a no ser DE QUE (correcto: a no ser QUE), a medida DE QUE (correcto: a medida QUE),

una vez DE QUE (correcto: una vez QUE).

e) Cuando se usa la preposición de en lugar de la que realmente exige el verbo: Insistieron DE QUE fuéramos con ellos (correcto: Insistieron EN QUE fuéramos con ellos); Me fijé DE QUE llevaba corbata (correcto: Me fijé EN QUE llevaba corbata).

2. Los verbos advertir, avisar, cuidar, dudar e informar, en sus acepciones más comunes, pueden construirse de dos formas: advertir [algo] a alguien y advertir DE algo [a alguien]; avisar [algo] a alguien y avisar DE algo [a alguien]; cuidar [algo o a alguien] y cuidar DE algo o alguien; dudar [algo] y dudar DE algo; informar [algo] a alguien (en América) e informar DE algo [a alguien] (en España). Por tanto, con estos verbos, la presencia de la preposición de delante de la conjunción que no es obligatoria

(→   advertir , avisar, cuidar(se), dudar, informar(se)).

3. Un procedimiento que puede servir en muchos de estos casos para determinar si debe emplearse la secuencia de «preposición + que», o simplemente que, es el de

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transformar el enunciado dudoso en interrogativo. Si la pregunta debe ir encabezada por la preposición, esta ha de mantenerse en la modalidad enunciativa. Si la pregunta no lleva preposición, tampoco ha de usarse esta en la modalidad enunciativa: ¿DE qué se preocupa? (Se preocupa DE que...); ¿Qué le preocupa? (Le preocupa que...); ¿DE qué está seguro? (Está seguro DE que...); ¿Qué opina? (Opina que...); ¿EN qué insistió el instructor? (Insistió EN que...); ¿Qué dudó o DE qué dudó el testigo? (Dudó que... o dudó DE que...); ¿Qué informó [Am.] o DE qué informó [Esp.] el comité? (Informó que... [Am.] o informó DE que... [Esp.]).

4. antes (de) que, después (de) que, con tal (de) que. →  antes, 3; después, 2 y tal, 2.

DIÉRESIS. Signo ortográfico auxiliar, también llamado crema, representado por dos puntos (¨) que se disponen horizontalmente sobre la vocal a la que afectan. En español tiene los usos siguientes:

a) Debe colocarse obligatoriamente sobre la u para indicar que esta vocal ha de pronunciarse en las combinaciones gue y gui: vergüenza, pingüino. Debe escribirse también sobre las letras mayúsculas: BILINGÜE, LINGÜÍSTICA. En ediciones actuales de textos antiguos no modernizados, también puede encontrarse este signo escrito sobre la u en las combinaciones que, qui, con esta misma finalidad: qüestión, qüistión (en lugar de la forma moderna cuestión).

b) En textos poéticos, la diéresis puede colocarse sobre la primera vocal de un diptongo para indicar que las vocales que lo componen deben pronunciarse en sílabas distintas; así, la palabra a la que afecta y, en consecuencia, el verso en que aparece cuentan con una sílaba más a efectos métricos: «¡Oh! ¡Cuán süave resonó en mi oído / el bullicio del mundo y su rüido!» (Espronceda Diablo [Esp. 1840-41]). Esta licencia poética se llama también diéresis.

DIPTONGO. 1. Es la secuencia de dos vocales distintas que se pronuncian dentro de la misma sílaba: vien - to, a - cei - te, cau - sa, sua - ve. Desde el punto de vista fonético, en español pueden dar lugar a diptongos las siguientes combinaciones vocálicas: vocal abierta (a, e, o) + vocal cerrada (i, u) átona; vocal cerrada átona + vocal abierta; y vocal cerrada + otra vocal cerrada distinta (es decir, las secuencias iu o ui): aula, cuadro, cantáis, peine, androide, justicia, cielo, función, ciudad, descuido, vacuo. Aunque, en el habla, la secuencia de dos vocales abiertas —especialmente cuando ninguna de ellas es tónica (petróleo, raedera)— puede articularse como diptongo, esta combinación vocálica se considera siempre hiato desde el punto de vista

normativo (→   HIATO , 1 ).

2. De las secuencias anteriores, se pronuncia siempre como diptongo el grupo formado por una vocal abierta tónica y una cerrada átona (en ese orden): Sainz, teméis, voy, causa. Pero, por lo general, aparte de este grupo, una misma combinación vocálica de las mencionadas en el párrafo anterior se pronuncia, en unas palabras, dentro de la misma sílaba —diptongo— y, en otras palabras, en sílabas diferentes —hiato—; por ejemplo, la secuencia ie se pronuncia como diptongo en la palabra miedo (mie - do) y suele pronunciarse como hiato, al menos en España y algunas zonas de América, en rieron (ri - e - ron). Por otra parte, algunas de estas combinaciones vocálicas (las formadas por una vocal cerrada átona y una abierta tónica, o por dos vocales cerradas

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diferentes) pueden, en una misma palabra, fluctuar en su pronunciación entre el hiato y el diptongo, dependiendo de diversos factores, como el mayor o menor esmero en la pronunciación, el origen geográfico o social del hablante, etc.; así ocurre, por ejemplo, en gratuito, que puede pronunciarse con diptongo (gra - tui - to) o con hiato (gra - tu - i - to), y en cruel (cruel o cru - el). Dada esta variabilidad, se ha optado por establecer una serie de convenciones sobre qué ha de considerarse diptongo y qué ha de considerarse hiato a la hora de acentuar gráficamente las palabras. Así, cada secuencia vocálica será considerada siempre un hiato o siempre un diptongo al colocar las tildes,

con independencia de su pronunciación real dentro de la palabra (→  TILDE 2 , 2.1.1 y 2.2.1).

3. La h intercalada no influye en absoluto en la consideración como diptongo o como hiato de una secuencia vocálica. Así, hay grupos de vocales con h intermedia que forman diptongo: ahijado, ahumar, prohibir, y otros que forman hiato: ahínco, turbohélice, prohíbe.

4. Debe evitarse en el habla la reducción del diptongo a una sola vocal: [ulójio] por Eulogio, [kontíno] por continuo, [bénte] por veinte, [trénta] por treinta. En el caso de los numerales compuestos de las series del veinte y del treinta, esta monoptongación es común, incluso entre personas cultas, pero es conveniente evitarla en la pronunciación esmerada: [bentikuátro] por veinticuatro, [trentaidós] por treinta y dos. Son extremadamente vulgares los casos de cierre de la e en i: [bintikuátro]. También debe evitarse pronunciar como diptongos algunas combinaciones vocálicas que son siempre hiatos en la dicción culta: [golpiár] por

golpear, [kuéte] por cohete (→  HIATO , 4).

DOS PUNTOS. Signo de puntuación (:) que representa una pausa mayor que la de la coma y menor que la del punto. Detienen el discurso para llamar la atención sobre lo que sigue, que siempre está en estrecha relación con el texto precedente. Se escriben pegados a la palabra o el signo que los antecede, y separados por un espacio de la palabra o el signo que los sigue.

1. Usos lingüísticos

1.1. Preceden a una enumeración de carácter explicativo: Ayer me compré dos libros: uno de Carlos Fuentes y otro de Cortázar.

1.2. Cuando, por interés, se anticipan los elementos de la enumeración, los dos puntos sirven para cerrarla y dar paso al concepto que los engloba: Natural, sana y equilibrada: así debe ser una buena alimentación.

1.3. Preceden a la reproducción de citas o palabras textuales, que deben escribirse

entre comillas e iniciarse con mayúscula (→  MAYÚSCULAS , 3.3C ): Ya lo dijo Ortega y Gasset: «La claridad es la cortesía del filósofo».

1.4. Se emplean tras las fórmulas de saludo en el encabezamiento de cartas y documentos. En este caso, la palabra que sigue a los dos puntos, y que inicia el cuerpo

de la carta, se escribe con inicial mayúscula y en renglón aparte (→  MAYÚSCULAS , 3.3A ): Muy señor mío: / Le agradeceré que en el plazo más breve posible... Es

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costumbre anglosajona, que debe evitarse en español, utilizar la coma en lugar de los dos puntos: Querido amigo, / Te escribo esta carta para comunicarte...

1.5. Sirven para separar una ejemplificación del resto de la oración: De vez en cuando tiene algunos comportamientos inexplicables: hoy ha venido a la oficina en zapatillas.

1.6. En textos jurídicos y administrativos, como decretos, sentencias, bandos, edictos, certificados o instancias, se colocan después del verbo que presenta el objetivo fundamental del documento y que va escrito con todas sus letras en mayúscula

(→  MAYÚSCULAS , 2.2d). La primera palabra que sigue a dicho verbo se escribe con

inicial mayúscula y en párrafo aparte (→  MAYÚSCULAS , 3.3b): CERTIFICA: / Que D. José Álvarez García ha seguido con aprovechamiento el Curso... Solamente en este caso los dos puntos son compatibles con la conjunción subordinante que.

1.7. Sirven para marcar una pausa enfática tras locuciones de carácter introductorio como a saber, ahora bien, pues bien, esto es, dicho de otro modo, en otras palabras, más aún..., y no precisan que la oración que los sigue se inicie con mayúscula: Nunca me ha molestado colaborar. Dicho de otro modo: me gusta ayudar a los demás; ¿Recuerdas lo que te conté de Ramiro? Pues bien: ha vuelto a hacerlo. En la mayoría de estos casos los dos puntos son sustituibles por la coma. La diferencia entre el uso de uno u otro signo está en que con la coma el énfasis desaparece y la expectación creada en el lector con respecto a lo que se va a decir es menor.

1.8. Se usan también para conectar oraciones relacionadas entre sí sin necesidad de emplear otro nexo. Son varias las relaciones que pueden expresar:

a) Causa-efecto: Se ha quedado sin trabajo: no podrá ir de vacaciones este verano.

b) Conclusión, consecuencia o resumen de la oración anterior: El arbitraje fue injusto y se cometieron demasiados errores: al final se perdió el partido. En este caso se usa

también el punto y coma (→  PUNTO Y COMA , 3b).

c) Verificación o explicación de la oración anterior, que suele tener un sentido más general: La paella es un plato muy completo y nutritivo: tiene la fécula del arroz, las proteínas de sus carnes y pescados, y la fibra de sus verduras. En este caso se usa

también el punto y coma (→  PUNTO Y COMA , 3b).

1.9. En títulos y epígrafes es frecuente su uso para separar el concepto general del aspecto parcial del que va a tratarse: La literatura medieval: estudio comparativo de los principales motivos recurrentes.

1.10. Separan los epígrafes internos de un libro del texto que los sigue, cuando este comienza en la misma línea: La Revolución industrial: Su origen hay que situarlo en Gran Bretaña, alrededor de 1780, cuando... Para ello se usa también la raya precedida

de un punto (→  RAYA , 2.8A ).

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1.11. Es incorrecto escribir dos puntos entre una preposición y el sustantivo o sustantivos que esta introduce: En la reunión había representantes de: Bélgica, Holanda y Luxemburgo; La obra estuvo coordinada por: Antonio Sánchez.

2. Usos no lingüísticos

2.1. Se emplean para separar las horas de los minutos en la expresión de la hora. No debe dejarse espacio de separación entre los dos puntos y las cifras colindantes: 15:30

h (para esto se usa también el punto; →  PUNTO , 4.1 ).

2.2. Indican división en expresiones matemáticas. En este caso, se escriben con espacio de separación respecto de las cifras colindantes: 8 : 2 = 4. En este uso alternan

con la barra (→  BARRA , 1 i) y con el símbolo ÷.

ESPAÑOL. Para designar la lengua común de España y de muchas naciones de América, y que también se habla como propia en otras partes del mundo, son válidos los términos castellano y español. La polémica sobre cuál de estas denominaciones resulta más apropiada está hoy superada. El término español resulta más recomendable por carecer de ambigüedad, ya que se refiere de modo unívoco a la lengua que hablan hoy cerca de cuatrocientos millones de personas. Asimismo, es la denominación que se utiliza internacionalmente (Spanish, espagnol, Spanisch, spagnolo, etc.). Aun siendo también sinónimo de español, resulta preferible reservar el término castellano para referirse al dialecto románico nacido en el Reino de Castilla durante la Edad Media, o al dialecto del español que se habla actualmente en esta región. En España, se usa asimismo el nombre castellano cuando se alude a la lengua común del Estado en relación con las otras lenguas cooficiales en sus respectivos territorios autónomos, como el catalán, el gallego o el vasco.

FECHA. 1. Es la indicación del día, mes y año en que sucede o se hace algo. El orden de mención de cada uno de estos elementos varía según distintos modelos:

a) En los países latinos se utiliza habitualmente el orden ascendente, esto es, día, mes, año: 31 de diciembre de 1992. Entre el día y el mes, así como entre el mes y el año, se

intercala la preposición de (→ 3c). Por razones de unidad, se recomienda utilizar este modelo en todos los países de habla hispana.

b) En los países anglosajones, el orden habitual es mes, día, año: diciembre 31 de 1992. En este caso, no se utiliza preposición alguna entre el mes y el día. Aunque este modelo tiene cierto uso en Hispanoamérica y cuenta con algunos antecedentes hispanos, se desaconseja su empleo en español, debido hoy al influjo del inglés.

c) Las normas de la ISO (International Organization for Standardization ‘Organización Internacional de Normalización’) recomiendan el orden descendente, esto es, año, mes, día, sin preposición alguna entre cada uno de los elementos: 1992 diciembre 31. Este modelo solo debe utilizarse en documentos de carácter científico o técnico de circulación internacional.

2. Las fechas pueden escribirse enteramente con letras, con una combinación de letras y números o solo con números:

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a) No es habitual escribir las fechas enteramente con letras: Veintiocho de septiembre de mil novecientos noventa y seis. Solo es normal en documentos especialmente solemnes, escrituras públicas, actas notariales o cheques bancarios. El primer día del

mes puede escribirse, en este caso, con el ordinal primero (→ primero), uso más habitual en América, o con el cardinal uno, uso más habitual en España.

b) El sistema más común combina letras y números; el día y el año se escriben con números arábigos, y el mes, con letras y siempre con inicial minúscula: 12 de octubre de 1492. En documentos antiguos era frecuente escribir con números romanos, a veces en minúscula, la indicación de día y año: «Esta carta fue fecha domingo, a xxvi días de setiembre, anno Domini mcclviiii» (Documentos Castilla [Esp. 1270]). Hoy solo es normal escribir los años con números romanos en los monumentos o placas conmemorativas, y siempre en mayúsculas.

c) Con mucha frecuencia, para abreviar, las fechas se escriben solo con números, separando las cifras correspondientes a día, mes y año con guiones, barras o puntos, y sin blancos de separación: 28-8-98; 16/III/1971; 8.6.00. Como se ve por los ejemplos, el año puede aparecer indicado con sus cuatro cifras o solo con las dos últimas, y el mes, en números arábigos o romanos. Cuando el número que indica el mes o el día es inferior a diez, se recomienda no anteponer un cero a la cifra simple, salvo que ello sea necesario por razones técnicas (por ejemplo, en formularios informatizados) o de seguridad (para evitar alteraciones en la fecha en documentos bancarios o comerciales); así, es preferible escribir 5.7.99, 2-9-1940, mejor que 05.07.99, 02-09-1940.

3. En la expresión de las fechas se usan las preposiciones a, en y de.

a) La preposición a se antepone siempre a la indicación del día, tanto de la semana como del mes, cuando introduce un complemento del verbo estar: Estamos A lunes (la pregunta que corresponde es ¿A qué (día) estamos?); Estamos A 28 de septiembre (la pregunta que corresponde es ¿A cuántos estamos?). Si se utiliza el verbo ser para expresar la fecha, debe hacerse sin preposición y con el verbo en tercera persona del singular: Es lunes; Es 15 de julio (la pregunta correspondiente es ¿Qué día es hoy?). También se emplea la preposición a ante la indicación del día cuando este se menciona sin artículo y es complemento de un verbo expreso o sobreentendido: Expido el presente certificado A 3 de enero de 1998; [Firmado] En Madrid, A 8 de junio de 2000. En el resto de los casos, la indicación del día va sin preposición y precedida de artículo: Te llamaré el lunes; Comienzo mis vacaciones el 20 de junio.

b) La preposición en antecede a la indicación del mes: Estamos EN mayo; o del año, si este no va acompañado del mes: Nació EN 1978. Hoy debe evitarse, por arcaico, el uso de en inmediatamente delante del día del mes: La ley se aprobó EN 3 de mayo; lo normal, en estos casos, es usar el artículo: La ley se aprobó el 3 de mayo.

c) La preposición de se emplea entre la mención del día y el mes, y entre la del mes y el año: Murió el 15 DE julio DE 1957. También se usa la preposición de cuando se antepone al nombre del mes la palabra mes: Estamos en el mes DE septiembre. No es necesaria esta preposición si se antepone a la expresión numérica del año la palabra año, aunque en estilo literario o formal se pone a veces: Murió en el año (DE) 1974.

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4. En relación con el uso del artículo el (y, en consecuencia, de la contracción del) delante de la expresión de los años, hay que tener en cuenta lo siguiente:

a) Del año 1 al 1100 es más frecuente el empleo del artículo, al menos en la lengua hablada: Los árabes invadieron la Península en EL 711. Pero no faltan abundantes testimonios sin artículo en la lengua escrita: «Ya en 206 a. de J. C. tiene lugar la fundación de Itálica» (Lapesa Lengua [Esp. 1942]).

b) Del año 1101 a 1999 es claramente mayoritario el uso sin artículo: Los Reyes Católicos conquistaron Granada en 1492, si bien no dejan de encontrarse ejemplos con artículo: «Nací en EL 1964» (RdgzJuliá Cruce [P. Rico 1989]). Si se menciona abreviadamente el año, suprimiendo los dos primeros dígitos, es obligatorio el empleo del artículo: En EL 92 se celebraron las Olimpiadas de Barcelona.

c) A partir del año 2000, la novedad que supuso el cambio de millar explica la tendencia mayoritaria inicial al uso del artículo: Fui al Caribe en el verano DEL 2000 o La autovía estará terminada en EL 2010.

Sin embargo, en la datación de cartas y documentos no son tan marcadas las fluctuaciones antes señaladas y se prefiere, desde la Edad Media, el uso sin artículo: 14 de marzo de 1420. Por ello, se recomienda mantener este uso en la datación de cartas y documentos del año 2000 y sucesivos: 4 de marzo de 2000. Esta recomendación no implica que se considere incorrecto, en estos casos, el uso del artículo: 4 de marzo DEL 2000. Naturalmente, si se menciona expresamente la palabra año, resulta obligado anteponer el artículo: 5 de mayo DEL año 2000.

5. Los años anteriores o inmediatamente posteriores al nacimiento de Jesucristo se acompañan de las abreviaturas a. de J. C., a. de C., a. J. C. o a. C. (‘antes de (Jesu)Cristo’) y d. de J. C., d. de C., d. J. C. o d. C. (‘después de (Jesu)Cristo’): 211 a. C., 123 d. C. No deben expresarse los años anteriores a Cristo mediante la colocación de un signo menos delante del año: En -202 Escipión derrotó a Aníbal.

6. En la datación de cartas y documentos es frecuente que, antes de la fecha, se mencione también el lugar en que se escriben. En estos casos, se pone coma entre el lugar y la fecha: Quito, 21 de febrero de 1967; Firmado en Madrid, a 3 de enero de 2003. También se escribe coma entre el nombre del día de la semana y la indicación del día, mes y año: Hoy es sábado, 18 de agosto de 2001.

7. Es incorrecto escribir con punto la expresión numérica de los años: 1.992, 2.003.

FRACCIONARIOS. 1. Los numerales fraccionarios, también llamados partitivos, expresan división de un todo en partes y sirven para designar una o varias de las fracciones iguales en que se ha dividido la unidad. Pueden ser adjetivos (la TERCERA parte de los presentes) o sustantivos (un TERCIO de los presentes). A continuación se ofrece una tabla con sus formas:

  

numeral fraccionario

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número sustantivo adjetivo

1/2 mitad o medio medio, fem. media

1/3 tercio tercera (parte)

1/4 cuarto cuarta (parte)

1/5 quinto quinta (parte)

1/6 sexto sexta (parte)

1/7 séptimo séptima (parte)

1/8 octavo octava (parte)

1/9 noveno novena (parte)

1/10 décimo o décima décima (parte)

1/11 onceavo o undécimo onceava o undécima (parte)

1/12 doceavo o duodécimo doceava o duodécima (parte)

1/13 treceavo treceava (parte)

1/14 catorceavo catorceava (parte)

1/20 veinteavo o vigésimo veinteava o vigésima (parte)

1/30 treintavo o trigésimo treintava o trigésima (parte)

1/56 cincuentaiseisavo cincuentaiseisava (parte)

1/100 centésimo o centésima centésima (parte)

1/1000 milésimo o milésima milésima (parte)

1/10 000 diezmilésimo o diezmilésima diezmilésima (parte)

1/100 000 cienmilésimo o cienmilésima cienmilésima (parte)

1/1 000 000 millonésimo o millonésima millónesima (parte)

1/10 000 000 diezmillonésimo o diezmillonésima diezmillonésima (parte)

1/100 000 000 cienmillonésimo o cienmillonésima cienmillonésima (parte)

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1/1 000 000 000 milmillonésimo o milmillonésima milmillonésima (parte)

1/10 000 000 000 diezmilmillonésimo o diezmilmillonésima

diezmilmillonésima (parte)

 

2. De los adjetivos, únicamente medio puede modificar directamente al sustantivo que expresa la cosa dividida, con el que debe concordar en género y número: medio libro, media tortilla, dos medias naranjas. El resto de los adjetivos fraccionarios se combinan exclusivamente con el sustantivo parte —de ahí que solo se empleen las formas femeninas— y requieren que el sustantivo que expresa la cosa dividida vaya precedido de la preposición de: dos quintas partes DE la población, la milésima parte DE un segundo. Los adjetivos fraccionarios que corresponden a los números tres a diez, así como los correspondientes a cien, a mil y sus múltiplos, y a millón y los suyos, coinciden en sus formas con los femeninos de los ordinales: tercera, cuarta, quinta, [...]

décima, centésima, milésima, diezmilésima, millonésima (→ ORDINALES ). El resto se forma hoy añadiendo al numeral cardinal el sufijo -ava: treceava, catorceava, diecinueveava, veintiunava, etc. Los correspondientes a los números once y doce, así como los correspondientes a las decenas, admiten ambas formas (onceava y undécima; doceava y duodécima; veinteava y vigésima; treintava y trigésima, etc.), aunque hoy suelen preferirse las primeras: «El volumen sanguíneo corresponde a una doceava parte del peso corporal total» (Rosales/Reyes Enfermería [Méx. 1982]); «Unidad inglesa de medida que equivale a la duodécima parte del pie» (Ramírez Baile [Nic. 1995]); «Equivale apenas a la treintava parte del interés civil y comercial» (Suárez Sueños I [Col. 1911-25]); «Los votos observados eran una trigésima parte del total» (Brecha [Ur.] 10.1.97).

3. Los sustantivos fraccionarios se usan precedidos de determinante (artículo o numeral cardinal) y van normalmente seguidos de un complemento con de, que especifica la cosa dividida: Repartió en vida la mitad DE sus bienes; Dos tercios DE los presentes votaron a favor. Cada adjetivo fraccionario tiene su correspondiente sustantivo:

a) Al adjetivo medio le corresponde el sustantivo mitad: la mitad de la tortilla. El uso de medio como sustantivo fraccionario solo es normal en contextos matemáticos: «La razón de dos segmentos homólogos en una semejanza es igual a: a) Un medio de la razón de semejanza» (VV. AA. Matemáticas [Esp. 1998]).

b) El sustantivo que designa la tercera parte de una cosa es tercio, que originalmente era también adjetivo (la tercia parte): «Para la votación se exigirá igualmente la mayoría de dos tercios» (Guinea Sindicatos [Esp. 1977]).

c) En el resto de los casos, la forma de los sustantivos fraccionarios coincide con la de los adjetivos, con la salvedad de que el sustantivo es normalmente masculino y para el adjetivo solo se emplea la forma femenina: cuarto, cuarta (parte); quinto, quinta (parte); sexto, sexta (parte); veintiunavo, veintiunava (parte), etc. Solo los sustantivos fraccionarios correspondientes a diez, cien, mil y millón, y sus múltiplos, pueden ser masculinos —uso frecuente en América— o femeninos (décimo o décima, centésimo o

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centésima, milésimo o milésima, millónésimo o millonésima): «Una diferencia de un décimo de milímetro podía ocasionar el recalentamiento del arma» (García Mundo [Perú 1994]); «Ni siquiera varió una décima de pulgada la dirección de su órgano más sensible» (Panero Lugar [Esp. 1976]). Al igual que ocurre en el caso de los adjetivos

(→ 2), para los correspondientes a las decenas pueden admitirse las formas propiamente fraccionarias, que terminan en -avo, o las que coinciden con los ordinales, pero estas últimas son de raro uso hoy: «Casi un tercio del tamaño y casi un veinteavo de la masa de la Tierra» (Altschuler Hijos [Ur. 2002]); «El salario de los cilleros [...] solí[a] variar del décimo al vigésimo de los frutos» (DmgzOrtiz Clases [Esp. 1973]).

4. Todos los numerales fraccionarios se escriben en una sola palabra, por lo que se consideran incorrectas las grafías con separación entre sus componentes: cien milésima, diez millonésima. En la escritura de los fraccionarios formados por adición del sufijo -avo a un cardinal terminado en -a, se recomienda reducir las dos vocales iguales a una sola: cincuentavo, mejor que cincuentaavo. En los formados por adición de este mismo sufijo a cardinales terminados en -e, debe mantenerse esta letra: onceavo, doceavo, veinteavo, etc.; las formas onzavo, dozavo, veintavo, etc., son anticuadas y no se recomienda su empleo. Cuando el sufijo -avo se añade a numerales terminados en -o, se mantiene esta letra: dieciochoavo, veinticuatroavo, etc.; no obstante, en los compuestos de ocho, puede también elidirse: dieciochavo.

5. Salvo octavo y sus compuestos, que son también ordinales, los numerales formados con el sufijo -avo son exclusivamente fraccionarios; por tanto, es incorrecto su empleo con valor ordinal: el quinceavo cumpleaños, el diecinueveavo piso; lo correcto es el decimoquinto cumpleaños, el decimonoveno piso.

GÉNERO2. 1. Los sustantivos en español pueden ser masculinos o femeninos. Cuando el sustantivo designa seres animados, lo más habitual es que exista una forma específica para cada uno de los dos géneros gramaticales, en correspondencia con la distinción biológica de sexos, bien por el uso de desinencias o sufijos distintivos de género añadidos a una misma raíz, como ocurre en gato/gata, profesor/profesora, nene/nena, conde/condesa, zar/zarina; bien por el uso de palabras de distinta raíz según el sexo del referente (heteronimia), como ocurre en hombre/mujer, caballo/yegua, yerno/nuera; no obstante, son muchos los casos en que existe una forma única, válida para referirse a seres de uno u otro sexo: es el caso de los llamados

«sustantivos comunes en cuanto al género» (→ a) y de los llamados «sustantivos

epicenos» (→ b). Si el referente del sustantivo es inanimado, lo normal es que sea solo masculino (cuadro, césped, día) o solo femenino (mesa, pared, libido), aunque existe un grupo de sustantivos que poseen ambos géneros, los denominados

tradicionalmente «sustantivos ambiguos en cuanto al género» (→ c).

a) Sustantivos comunes en cuanto al género. Son los que, designando seres animados, tienen una sola forma, la misma para los dos géneros gramaticales. En cada enunciado concreto, el género del sustantivo, que se corresponde con el sexo del referente, lo señalan los determinantes y adjetivos con variación genérica: el/la pianista; ese/esa psiquiatra; un buen/una buena profesional. Los sustantivos comunes se comportan, en este sentido, de forma análoga a los adjetivos de una sola terminación, como feliz, dócil, confortable, etc., que se aplican, sin cambiar de forma,

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a sustantivos tanto masculinos como femeninos: un padre/una madre feliz, un perro/una perra dócil, un sillón/una silla confortable.

b) Sustantivos epicenos. Son los que, designando seres animados, tienen una forma única, a la que corresponde un solo género gramatical, para referirse, indistintamente, a individuos de uno u otro sexo. En este caso, el género gramatical es independiente del sexo del referente. Hay epicenos masculinos (personaje, vástago, tiburón, lince) y epicenos femeninos (persona, víctima, hormiga, perdiz). La concordancia debe establecerse siempre en función del género gramatical del sustantivo epiceno, y no en función del sexo del referente; así, debe decirse La víctima, un hombre joven, fue trasladada al hospital más cercano, y no La víctima, un hombre joven, fue trasladado al hospital más cercano. En el caso de los epicenos de animal, se añade la especificación macho o hembra cuando se desea hacer explícito el sexo del referente: «La orca macho permanece cerca de la rompiente [...], zarandeada por las aguas de color verdoso» (Bojorge Aventura [Arg. 1992]).

c) Sustantivos ambiguos en cuanto al género. Son los que, designando normalmente seres inanimados, admiten su uso en uno u otro género, sin que ello implique cambios de significado: el/la armazón, el/la dracma, el/la mar, el/la vodka. Normalmente la elección de uno u otro género va asociada a diferencias de registro o de nivel de lengua, o tiene que ver con preferencias dialectales, sectoriales o personales. No deben confundirse los sustantivos ambiguos en cuanto al género con los casos en que el empleo de una misma palabra en masculino o en femenino implica cambios de significado: el cólera (‘enfermedad’) o la cólera (‘ira’); el editorial (‘artículo de fondo no firmado’) o la editorial (‘casa editora’). De entre los sustantivos ambiguos, tan solo ánade y cobaya designan seres animados.

2. USO DEL MASCULINO EN REFERENCIA A SERES DE AMBOS SEXOS

2.1. En los sustantivos que designan seres animados, el masculino gramatical no solo se emplea para referirse a los individuos de sexo masculino, sino también para designar la clase, esto es, a todos los individuos de la especie, sin distinción de sexos: El hombre es el único animal racional; El gato es un buen animal de compañía . Consecuentemente, los nombres apelativos masculinos, cuando se emplean en plural, pueden incluir en su designación a seres de uno y otro sexo: Los hombres prehistóricos se vestían con pieles de animales; En mi barrio hay muchos gatos (de la referencia no quedan excluidas ni las mujeres prehistóricas ni las gatas). Así, con la expresión los alumnos podemos referirnos a un colectivo formado exclusivamente por alumnos varones, pero también a un colectivo mixto, formado por chicos y chicas. A pesar de ello, en los últimos tiempos, por razones de corrección política, que no de corrección lingüística, se está extendiendo la costumbre de hacer explícita en estos casos la alusión a ambos sexos: «Decidió luchar ella, y ayudar a sus compañeros y compañeras» (Excélsior [Méx.] 5.9.96). Se olvida que en la lengua está prevista la posibilidad de referirse a colectivos mixtos a través del género gramatical masculino, posibilidad en la que no debe verse intención discriminatoria alguna, sino la aplicación de la ley lingüística de la economía expresiva; así pues, en el ejemplo citado pudo —y debió— decirse, simplemente, ayudar a sus compañeros. Solo cuando la oposición de sexos es un factor relevante en el contexto, es necesaria la presencia explícita de ambos géneros: La proporción de alumnos y alumnas en las aulas se ha ido invirtiendo progresivamente; En las actividades deportivas deberán participar por igual alumnos

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y alumnas. Por otra parte, el afán por evitar esa supuesta discriminación lingüística, unido al deseo de mitigar la pesadez en la expresión provocada por tales repeticiones, ha suscitado la creación de soluciones artificiosas que contravienen las normas de la gramática: las y los ciudadanos.

2.2. Para evitar las engorrosas repeticiones a que da lugar la reciente e innecesaria costumbre de hacer siempre explícita la alusión a los dos sexos (los niños y las niñas,

los ciudadanos y ciudadanas, etc.; → 2.1), ha comenzado a usarse en carteles y circulares el símbolo de la arroba (@) como recurso gráfico para integrar en una sola palabra las formas masculina y femenina del sustantivo, ya que este signo parece incluir en su trazo las vocales a y o: l@s niñ@s. Debe tenerse en cuenta que la arroba no es un signo lingüístico y, por ello, su uso en estos casos es inadmisible desde el punto de vista normativo; a esto se añade la imposibilidad de aplicar esta fórmula integradora en muchos casos sin dar lugar a graves inconsistencias, como ocurre en Día del niñ@, donde la contracción del solo es válida para el masculino niño.

3. FORMACIÓN DEL FEMENINO EN PROFESIONES, CARGOS, TÍTULOS O ACTIVIDADES HUMANAS. Aunque en el modo de marcar el género femenino en los sustantivos que designan profesiones, cargos, títulos o actividades influyen tanto cuestiones puramente formales —la etimología, la terminación del masculino, etc.— como condicionamientos de tipo histórico y sociocultural, en especial el hecho de que se trate o no de profesiones o cargos desempeñados tradicionalmente por mujeres, se pueden establecer las siguientes normas, atendiendo únicamente a criterios morfológicos:

a) Aquellos cuya forma masculina acaba en -o forman normalmente el femenino sustituyendo esta vocal por una -a: bombero/bombera, médico/médica, ministro/ministra, ginecólogo/ginecóloga. Hay excepciones, como piloto, modelo o testigo, que funcionan como comunes: el/la piloto, el/la modelo, el/la testigo (no debe considerarse una excepción el sustantivo reo, cuyo femenino etimológico y aún vigente en el uso es rea, aunque funcione asimismo como común: la reo). También funcionan normalmente como comunes los que proceden de acortamientos: el/la fisio, el/la otorrino. En algún caso, el femenino presenta la terminación culta -isa (del lat. -issa), por provenir directamente del femenino latino formado con este sufijo: diácono/diaconisa; y excepcionalmente hay voces que tienen dos femeninos, uno en -a y otro con la terminación -esa (variante castellana de -isa): diablo, fem. diabla o diablesa; vampiro, fem. vampira o vampiresa.

b) Los que acaban en -a funcionan en su inmensa mayoría como comunes: el/la atleta, el/la cineasta, el/la guía, el/la logopeda, el/la terapeuta, el/la pediatra. En algunos casos, por razones etimológicas, el femenino presenta la terminación culta -isa: profetisa, papisa. En el caso de poeta, existen ambas posibilidades: la poeta/poetisa. También tiene dos femeninos la voz guarda, aunque con matices

significativos diversos (→ guarda): la guarda/guardesa. Son asimismo comunes en cuanto al género los sustantivos formados con el sufijo -ista: el/la ascensorista, el/la electricista, el/la taxista. Es excepcional el caso de modista, que a partir del masculino normal el modista ha generado el masculino regresivo modisto.

c) Los que acaban en -e tienden a funcionar como comunes, en consonancia con los adjetivos con esta misma terminación, que suelen tener una única forma (afable, alegre, pobre, inmune, etc.): el/la amanuense, el/la cicerone, el/la conserje, el/la

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orfebre, el/la pinche. Algunos tienen formas femeninas específicas a través de los sufijos -esa, -isa o -ina: alcalde/alcaldesa, conde/condesa, duque/duquesa, héroe/heroína, sacerdote/sacerdotisa (aunque sacerdote también se usa como común: la sacerdote). En unos pocos casos se han generado femeninos en -a, como en jefe/jefa, sastre/sastra, cacique/cacica.

Dentro de este grupo están también los sustantivos terminados en -ante o -ente, procedentes en gran parte de participios de presente latinos, y que funcionan en su gran mayoría como comunes, en consonancia con la forma única de los adjetivos con estas mismas terminaciones (complaciente, inteligente, pedante, etc.): el/la agente, el/la conferenciante, el/la dibujante, el/la estudiante. No obstante, en algunos casos se han generalizado en el uso femeninos en -a, como clienta, dependienta o presidenta. A veces se usan ambas formas, con matices significativos diversos: la gobernante (‘mujer que dirige un país’) o la gobernanta (en una casa, un hotel o una institución, ‘mujer que tiene a su cargo el personal de servicio’).

d) Los pocos que terminan en -i o en -u funcionan también como comunes: el/la maniquí, el/la saltimbanqui, el/la gurú.

e) En cuanto a los terminados en -y, el femenino de rey es reina, mientras que los que toman modernamente esta terminación funcionan como comunes: el/la yóquey.

f) Los que acaban en -or forman el femenino añadiendo una -a: compositor/compositora, escritor/escritora, profesor/profesora, gobernador/gobernadora. En algunos casos, el femenino presenta la terminación culta -triz (del lat. -trix, -tricis), por provenir directamente de femeninos latinos formados con este sufijo: actor/actriz, emperador/emperatriz.

g) Los que acaban en -ar o -er, así como los pocos que acaban en -ir o -ur, funcionan hoy normalmente como comunes, aunque en algunos casos existen también femeninos en -esa o en -a: el/la auxiliar, el/la militar, el/la escolar (pero el juglar/la juglaresa), el/la líder (raro lideresa), el/la chofer o el/la chófer (raro choferesa), el/la ujier, el/la sumiller, el/la bachiller (raro hoy bachillera), el/la mercader (raro hoy mercadera), el/la faquir, el/la augur.

h) Los agudos acabados en -n y en -s forman normalmente el femenino añadiendo una -a: guardián/guardiana, bailarín/bailarina, anfitrión/anfitriona, guardés/guardesa, marqués/marquesa, dios/ diosa. Se exceptúan barón e histrión, cuyos femeninos se forman a través de los sufijos -esa e -isa, respectivamente: baronesa, histrionisa. También se apartan de esta regla la palabra rehén, que funciona como epiceno masculino (el rehén) o como común (el/la rehén), y la voz edecán, que es común en

cuanto al género (el/la edecán; → edecán). Por su parte, las palabras llanas con esta terminación funcionan como comunes: el/la barman.

i) Los que acaban en -l o -z tienden a funcionar como comunes: el/la cónsul, el/la corresponsal, el/la timonel, el/la capataz, el/la juez, el/la portavoz, en consonancia con los adjetivos terminados en estas mismas consonantes, que tienen, salvo poquísimas excepciones, una única forma, válida tanto para el masculino como para el femenino: dócil, brutal, soez, feliz (no existen las formas femeninas *dócila, *brutala, *soeza, *feliza). No obstante, algunos de estos sustantivos han desarrollado con cierto éxito un

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femenino en -a, como es el caso de juez/jueza, aprendiz/aprendiza, concejal/concejala o bedel/bedela.

j) Los terminados en consonantes distintas de las señaladas en los párrafos anteriores funcionan como comunes: el/la chef, el/la médium, el/la pívot. Se exceptúa la voz abad, cuyo femenino es abadesa. Es especial el caso de huésped, pues aunque hoy se prefiere su uso como común (el/la huésped), su femenino tradicional es huéspeda.

k) Independientemente de su terminación, funcionan como comunes los nombres que designan grados de la escala militar: el/la cabo, el/la brigada, el/la teniente, el/la brigadier, el/la capitán, el/la coronel, el/la alférez; los sustantivos que designan por el instrumento al músico que lo toca: el/la batería, el/la corneta, el/la contrabajo; y los sustantivos compuestos que designan persona: el/la mandamás, el/la sobrecargo, un/una cazatalentos, un/una sabelotodo, un/una correveidile.

l) Cuando el nombre de una profesión o cargo está formado por un sustantivo y un adjetivo, ambos elementos deben ir en masculino o femenino dependiendo del sexo del referente; por tanto, debe decirse la primera ministra, una intérprete jurada, una detective privada, etc., y no la primera ministro, una intérprete jurado, una detective privado, etc.: «Me llamo Patricia Delamo y soy detective privada» (Beccaria Luna [Esp. 2001]).

4. GÉNERO DE LOS NOMBRES DE PAÍSES Y CIUDADES. En la asignación de género a los nombres propios de países y ciudades influye sobre todo la terminación, aunque son muy frecuentes las vacilaciones. En general puede decirse que los nombres de países que terminan en -a átona concuerdan en femenino con los determinantes y adjetivos que los acompañan: «Serán los protagonistas de la Colombia del próximo siglo» (Tiempo [Col.] 2.1.90); «Hizo que la vieja España pensara sobre sus colonias» (Salvador Ecuador [Ec. 1994]); mientras que los que terminan en -a tónica o en otra vocal, así como los terminados en consonante, suelen concordar en masculino: «Para que [...] construyan juntos el Panamá del futuro» (Siglo [Pan.] 15.5.97); «El México de hoy ya no es el México de hace tres años» (Proceso [Méx.] 19.1.97); «La participación de Rusia en el Iraq que resultará de la guerra dependerá de si adopta una “postura constructiva” en la ONU» (Razón [Esp.] 9.4.03). En lo que respecta a las ciudades, las que terminan en -a suelen concordar en femenino: «Hallado un tercer foro imperial en la Córdoba romana» (Vanguardia [Esp.] 10.3.94); mientras que las que terminan en otra vocal o en consonante suelen concordar en masculino, aunque en todos los casos casi siempre es posible la concordancia en femenino, por influjo del género del sustantivo ciudad: «Puso como ejemplo de convivencia cultural y religiosa el Toledo medieval» (Vanguardia [Esp.] 16.10.95); «Ya vuela [...] sobre la Toledo misteriosa» (Reyes Letras [Méx. 1946]); «El Buenos Aires caótico de frenéticos muñecos con cuerda» (Sábato Héroes [Arg. 1961]); «Misteriosa Buenos Aires» (Mujica Buenos Aires [Arg. 1985] tít.). Con el cuantificador todo antepuesto, la alternancia de género se da con todos los nombres de ciudades, independientemente de su terminación: «—¿Lo sabías tú? —Bueno, Javier, lo sabe todo Barcelona» (Mendoza Verdad [Esp. 1975]); «Por toda Barcelona corre un rumor de llanto y de promesa» (Semprún Autobiografía [Esp. 1977]). La expresión masculina «el todo + nombre de ciudad» se ha lexicalizado en países como México y España con el sentido de ‘élite social de una ciudad’: «Su pequeño bar es el lugar donde se reúne “el todo Barcelona”» (Doming GUION2 o GUIÓN. Este signo ortográfico (-) no debe

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confundirse con la raya (—). Ambos se representan por medio de un trazo horizontal,

pero el guion es de una longitud sensiblemente menor que la de la raya (→ RAYA ).

Para la doble acentuación de esta palabra, → guion 1 o guión . El guion se usa en los casos siguientes:

1. Como signo de unión entre palabras u otros signos

Se utiliza, bien para vincular, en determinados casos, los dos elementos que integran una palabra compuesta (franco-alemán, histórico-crítico, bomba-trampa), bien para expresar distintos tipos de relaciones entre palabras simples (relación calidad-precio, dirección Norte-Sur, ferrocarril Madrid-Málaga), caso en que funciona con valor de enlace similar al de una preposición o una conjunción. En ambos casos, cada uno de los elementos unidos por el guion conserva la acentuación gráfica que le corresponde como palabra independiente.

1.1. Puede unir nombres propios, nombres comunes y adjetivos:

1.1.1. Con los nombres propios, el guion se usa:

a) Para unir dos nombres de pila, cuando el segundo de ellos puede confundirse con un apellido: Antonio-Marcos; o para formar apellidos compuestos por la suma de dos simples: Sánchez-Cano.

b) Para establecer distintas relaciones circunstanciales entre nombres propios: trasvase Tajo-Segura, enfrentamiento Agassi-Sampras.

1.1.2. Con los nombres comunes, el guion se usa:

a) Para crear compuestos ocasionales mediante la unión de dos sustantivos, de los cuales el segundo actúa, en aposición, como modificador del primero, formando ambos un concepto unitario: «Los dos nuevos edificios eran “viviendas-puente” [...]. Servían para alojar durante dos años —el tiempo que tardaba la Administración en hacer casas nuevas— a las familias que perdían sus pisos por grietas» (País@ [Esp.] 7.3.00). Este tipo de compuestos puede escribirse también sin guion, con espacio intermedio. Esto ocurre cuando la aparición conjunta de ambos sustantivos se generaliza en el uso y el concepto unitario que ambos designan pasa a formar parte del léxico asentado; así ha sucedido con expresiones como sofá cama, ciudad dormitorio, hombre rana, etc., que el Diccionario académico recoge sin guion.

b) Para establecer relaciones entre conceptos, que pueden ser fijas (kilómetros-hora, calidad-precio, coste-beneficio), o bien circunstanciales (conversaciones Gobierno-sindicatos). En estos casos el guion tiene un valor de enlace similar al de una preposición o una conjunción (kilómetros por hora, conversaciones entre Gobierno y sindicatos).

c) Con valor de conjunción copulativa, para unir dos sustantivos que tienen un mismo referente: El director-presentador del programa ha dimitido esta mañana. En estos casos, es preferible el uso de la conjunción copulativa: El director y presentador..., que expresa lo mismo y con igual economía de medios.

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1.1.3. En lo que respecta a los adjetivos, es necesario distinguir el uso del guion en la unión de gentilicios (adjetivos que denotan nacionalidad u origen geográfico) y su empleo para unir otro tipo de adjetivos:

a) Cuando se trata de unir dos gentilicios, pueden separarse con guion o escribirse unidos sin guion. Si en el sustantivo al que se aplica el gentilicio compuesto se fusionan los caracteres propios de cada uno de los elementos que lo forman, no se escribe guion entre ellos: [ciudad] hispanorromana, [ciudadano] francocanadiense, [dialecto] navarroaragonés. En estos casos, el primer elemento del compuesto pierde el acento gráfico, si le correspondía llevarlo como palabra independiente: [escritor] italofrancés. Si lo que se desea es poner en relación dos adjetivos gentilicios que conservan su referencia independiente, se escribe guion entre ambos: [relaciones] germano-soviéticas, [frontera] chileno-argentina, [cumbre] luso-española. Aquí el guion funciona nuevamente con valor de enlace similar al de una preposición o una conjunción, y, como se ve en los ejemplos, el primer elemento permanece invariable, mientras que el segundo concuerda en género y número con el sustantivo; además, cada elemento conserva la acentuación gráfica que le corresponde como palabra independiente: [película] ítalo-francesa. En cualquiera de las dos situaciones, el primer gentilicio tiende a adoptar, si la tiene, la variante en -o, basada en muchos casos en la forma clásica (griega o latina) del gentilicio: hispano- (‘español’), luso- (‘portugués’), anglo- (‘inglés’), fino- (‘finés o finlandés’), austro- (‘austríaco’), etc.

b) Cuando se trata de aplicar conjuntamente a un sustantivo dos adjetivos calificativos o relacionales, se escribe guion intermedio entre ambos adjetivos cuando cada uno de ellos conserva su forma plena: [análisis] lingüístico-literario, [lección] teórico-práctica, [cuerpos] técnico-administrativos. Como se ve en los ejemplos, el primer adjetivo permanece invariable en forma masculina singular, mientras que el segundo concuerda en género y número con el sustantivo al que se refiere, pero ambos conservan la acentuación gráfica que les corresponde como palabras independientes. Si el primer elemento no es ya un adjetivo independiente, sino un elemento compositivo átono que funciona como forma prefija, se une sin guion al segundo elemento: [análisis] morfosintáctico, [nivel] socioeconómico, [movimiento] anarcosindicalista.

1.2. Aunque normalmente los prefijos se unen directamente a la palabra base (antinatural, prerrevolucionario, etc.), cuando el prefijo precede a una sigla o a una palabra que comienza por mayúscula, se escribe guion intermedio: anti-OTAN, anti-Mussolini. Cuando se desea unir en coordinación dos prefijos asociados a una misma palabra base, el primero de ellos se escribe de forma independiente y con guion, para evidenciar su condición de forma prefija y evitar, al mismo tiempo, la repetición de la base: Se harán descuentos en casos de pre- o recontratación de servicios.

1.3. Existe un uso del guion que puede denominarse estilístico, ya que se emplea con fines puramente expresivos:

a) Para separar el prefijo de su base, cuando se desea hacer hincapié en el valor semántico del precomponente: «Las danzas de los areítos eran [...] miméticas, como lo son [...] las rituales, que constituyen una presentación mágica, pre-presentación o re-presentación» (Ortiz Música [Cuba 1975]).

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b) Para vincular varias palabras que quien escribe desea presentar como un todo unitario. Este uso es particularmente frecuente en textos filosóficos, para expresar conceptos complejos: «Las dos terminaciones ontológicas cardinales que en ella describe Sartre —ser-para-sí, ser-para-otro— tienen en el “ser-para” su fundamento común» (Laín Teoría [Esp. 1983] 645).

1.4. El guion también puede unir otras combinaciones gráficas:

a) Números, sean arábigos o romanos, para designar el espacio comprendido entre uno y otro: las páginas 23-45; durante los siglos X-XII. En la expresión de períodos, los años pueden estar escritos en su forma plena (1998-1999), o bien en forma abreviada, con omisión de las dos primeras cifras (curso académico 71-72). También es posible combinar la forma plena del primer año y la forma abreviada del segundo, siempre y cuando las dos primeras cifras de ambos coincidan; así, podrá escribirse temporada 1992-93, pero no temporada 1999-00 (en este caso habría dos opciones válidas: temporada 1999-2000 o temporada 99-00). El guion se emplea también en la expresión de las fechas, para separar los números relativos al día, mes y año (este último puede expresarse, igualmente, en forma plena o abreviada: 24-5-2000 o bien

24-5-00). Con esta misma función puede utilizarse la barra e incluso el punto (→ FECHA , 2c). Pueden usarse guiones para separar las parejas o los tríos de las cifras que componen los números de teléfono: 593-12-83, pero en estos casos es preferible la separación mediante espacios en blanco: 593 12 83.

b) Letras (o palabras) y números, o prefijos y números: DC-10 (modelo de avión), Barcelona-92 (Juegos Olímpicos celebrados en Barcelona en 1992), sub-18 (categoría deportiva), super-8 (tipo de película cinematográfica), etc.

2. Como signo de división de palabras a final de línea

Cuando, por motivos de espacio, se deba dividir una palabra al final de una línea, se utilizará el guion de acuerdo con las siguientes normas:

2.1. El guion no debe separar letras de una misma sílaba; por tanto, el guion de final de línea debe ir colocado detrás de alguna de las sílabas que componen la palabra: te- / léfono, telé- / fono o teléfo- / no. Existe una excepción a esta regla, pues en la división de las palabras compuestas de otras dos, o en aquellas integradas por una palabra y un prefijo, se dan dos posibilidades:

a) Se pueden dividir coincidiendo con el silabeo de la palabra: ma- / linterpretar, hispa- / noamericano, de- / samparo, rein- / tegrar.

b) Se pueden dividir separando sus componentes: mal- / interpretar, hispano- / americano, des- / amparo, re- / integrar. Esta división solo es posible si los dos componentes del compuesto tienen existencia independiente, o si el prefijo sigue funcionando como tal en la lengua moderna; así, serían incorrectas divisiones etimológicas como arz- / obispo, pen- / ínsula o arc- / ángel, puesto que arz-, pen- y arc- no son partículas que hoy puedan considerarse prefijos. Tampoco es posible la división tras el prefijo si la forma a la que aparece unido no es una palabra que pueda funcionar de manera independiente; así, sería incorrecta una división como in- / erme (‘indefenso o sin armas’), puesto que «erme» no quiere decir nada en español.

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2.2. Dos o más vocales seguidas nunca se separan al final de renglón, formen diptongo, triptongo o hiato: cau- / sa, y no ca- / usa; come- / ríais, y no comerí- /ais. La única excepción se da si las vocales que van seguidas forman parte de dos

elementos distintos de una palabra compuesta (→ 2.1b): contra- / espionaje, hispano- / americano.

2.3. Cuando la primera sílaba de una palabra es una vocal, no se dejará esta letra sola al final del renglón: amis- / tad, y no a- / mistad. Si la vocal va precedida de una h, sí puede dejarse esta primera sílaba a final de línea: he- / rederos.

2.4. Para dividir con guion de final de línea las palabras que contienen una h intercalada, se actuará como si esta letra muda no existiese, aplicando las mismas reglas que para el resto de las palabras; por lo tanto, no podrán romperse sílabas ni secuencias vocálicas, salvo que se trate de palabras compuestas que cumplan los requisitos expuestos en 2.1b: adhe- / rente (no ad- / herente), inhi- / birse (no in- /

hibirse), in- / humano, des- / hielo, co- / habitación (→ 2.1); cohi- / bir (no co- / hibir), al- / cohol (no alco- / hol), prohí- / ben (no pro- / híben), vihue- / la (no

vi- / huela) (→ 2.2); ahu- / mar, alha- / raca (→ 2.3). Hay una única restricción: en las palabras con hache intercalada no podrá aplicarse ninguna regla general que dé como resultado la presencia, a comienzo de renglón, de combinaciones gráficas extrañas; son, pues, inadmisibles divisiones como desi- / nhibición, de- / shumanizar, clo- / rhidrato, ma- / hleriano, pues, aunque se atienen a la regla de dividir las palabras por alguna de sus sílabas, dejan a principio de línea los grupos consonánticos nh, sh, rh, hl, ajenos al español.

2.5. Cuando la x va seguida de vocal, es indisociable de esta en la escritura, de forma que el guion de final de línea debe colocarse delante de la x: bo- / xeo, Alei- / xandre. Si va seguida de consonante, la x forma sílaba con la vocal precedente: ex- / traño, ex- / ceso.

2.6. En cuanto a la división a final de renglón de grupos de consonantes, debe tenerse en cuenta lo siguiente:

a) Los dígrafos ch, ll y rr no se pueden dividir con guion de final de línea, ya que representan, cada uno de ellos, un solo sonido: ca- / lle, pe- / rro, pena- / cho. La única excepción se da en el caso de que la grafía rr sea el resultado de añadir un elemento compositivo prefijo terminado en -r (ciber-, hiper-, inter-, super-) a una palabra que comienza por esta misma letra; en estos casos sí pueden separarse las dos erres con guion de final de línea: ciber- / revolución, hiper- / realismo, super- / rápido, inter- / racial, y no cibe- / rrevolución, hipe- / rrealismo, inte- / rracial, supe- / rrápido

(→ r, 3). Por otro lado, al dividir palabras que contienen el dígrafo rr como resultado de añadir un prefijo u otro precomponente terminado en vocal a una palabra que comienza por r- (infrarrojo, Villarreal, vicerrector, etc.), si se desea colocar el guion de final de línea entre los dos elementos del compuesto, debe mantenerse la doble erre a comienzo de renglón, aunque el segundo elemento del compuesto se escriba con una sola erre como palabra independiente: infra- / rrojo, Villa- / rreal, vice- / rrector, y no

infra- / rojo, Villa- / real, vice- / rector.

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b) Cuando en una palabra aparecen dos consonantes seguidas, iguales o diferentes, generalmente la primera pertenece a la sílaba anterior y la segunda a la sílaba siguiente: con - ten - to, es - pal - da, per - fec - ción. Son excepción los grupos formados por una consonante seguida de l o r, como bl, cl, fl, gl, kl, pl, br, cr, dr, fr, gr, kr, pr, tr, pues siempre inician sílaba y no pueden separarse: de- / clarar, redo- / blar, incum- / plir, su- / primir, con- / trariado. No obstante, cuando las secuencias br y bl surgen por la adición de un prefijo a otra palabra, sí pueden separarse, puesto que cada consonante pertenece a una sílaba distinta: sub- / rayar, ab- / rogar, sub- / lunar.

c) La secuencia de consonantes tl tiende a pronunciarse en sílabas distintas en la mayor parte de la España peninsular y en Puerto Rico: at - las, at - le - ta; en el resto de Hispanoamérica —especialmente en México y en los territorios donde se emplean con cierta frecuencia voces de origen náhuatl, en las que este grupo es inseparable (tla - co - te, cen - zon - tle)—, en Canarias y en algunas áreas españolas peninsulares, ambas consonantes se pronuncian dentro de la misma sílaba: a - tlas, a - tle - ta. Teniendo en cuenta estas diferencias, el grupo tl podrá separarse o no con guion de final de línea dependiendo de si las consonantes que lo componen se articulan en sílabas distintas o dentro de la misma sílaba: at- / leta, atle- / ta.

d) Cuando hay tres consonantes seguidas dentro de una palabra, se reparten entre dos sílabas, teniendo en cuenta la inseparabilidad de los grupos señalados como excepción

(→ b), que siempre inician sílaba y no pueden separarse, y los grupos formados por las consonantes st, ls, ns, rs, ds, bs, que siempre cierran sílaba y tampoco deben separarse: ist- / mo, sols- / ticio, cons- / trucción, supers- / ticioso, ads- / cripción, abs- / tenerse. Así pues, la tercera consonante que se haya sumado a estos grupos formará parte de la sílaba anterior, en el caso de los grupos de consonante + r o l

(→ b): con- / glomerado, des- / plazar, con- / fraternizar; o de la posterior, en el caso de los grupos detallados en este apartado: cons- / tante, pers- / picaz.

e) Cuando las consonantes consecutivas son cuatro, las dos primeras pertenecen a la primera sílaba y las otras dos, a la siguiente, y así deben separarse: cons- / treñir, abs- / tracto, ads- / cribir.

2.7. Es preferible no dividir con guion de final de línea las palabras procedentes de otras lenguas, a no ser que se conozcan las reglas vigentes para ello en los idiomas respectivos.

2.8. Las abreviaturas y las siglas no se dividen nunca en renglones diferentes. Solo los

acrónimos (→ ACRÓNIMO ) que se han incorporado al léxico general pueden dividirse con guion de final de línea: lá- / ser, ov- / nis.

2.9. Cuando coincide con el final de línea un guion de los que se usan para formar compuestos, debe repetirse este signo al comienzo de la línea siguiente, para evitar que quien lee considere que la palabra compuesta se escribe sin guion: teórico- / -práctico, crédito- / -vivienda. También es necesaria esta repetición del guion en los usos estilísticos que hemos reseñado en el párrafo 1.3. Por el contrario, de esta norma deben excluirse los nombres y apellidos compuestos, ya que, en ese caso, la mayúscula inicial del segundo componente indica de forma suficiente que el guion no es meramente indicativo de final de línea, al no existir en español la posibilidad de insertar letras

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mayúsculas dentro de una palabra: Calvo- / Sotelo no podría interpretarse más que como la partición de Calvo-Sotelo, y nunca de *CalvoSotelo.

2.10. Las expresiones numéricas, tanto en romanos como en arábigos, deben escribirse enteras dentro de la misma línea: Juan XX- / III, 1 325 / 000 pts.

2.11. Para la composición tipográfica de textos, suelen hacerse las recomendaciones siguientes:

a) Es conveniente evitar las particiones que generen voces malsonantes: Chi- / cago; o puedan dar lugar a malentendidos: El Gobier- / no aprobó la ley.

b) Se recomienda no dividir palabras de solo cuatro letras.

c) Se procurará evitar que, al dividir una palabra, queden al final o al principio de renglón dos sílabas iguales seguidas: Me dijo que que- / ría ir al cine.

d) Después de punto y seguido se procurará no dejar a final de línea una sílaba de menos de tres letras: El sábado fuimos de excursión. Co- / mimos en una tasca muy barata. Mejor: Comi- / mos...

e) La última línea de un párrafo no deberá tener menos de cinco caracteres, sin contar el signo de puntuación que corresponda.

3. Uso en obras de contenido lingüístico

3.1. El guion se usa para marcar la separación entre las sílabas que componen una palabra. En este caso, el guion se escribe siempre entre espacios en blanco: ca - len - da - rio.

3.2.1. Se escribe un guion delante de un segmento de palabra (sílaba, morfema, elemento compositivo, etc.) para indicar que va en posición final: -illo, -idad, -ar. En este caso, si a la sílaba que precede a dicho segmento le corresponde llevar tilde, esta se colocará sobre el guion: -´fago (litófago).

3.2.2. Si el guion se escribe pospuesto a un segmento de palabra, se indica que dicho segmento va en posición inicial: post-, re-, cant-.

3.2.3. Si un segmento de palabra se escribe entre guiones, se indica que dicho segmento va en interior de palabra: -ec-, -in-, -bl-.

HIATO. 1. Es la secuencia de dos vocales que se pronuncian en sílabas distintas: grú - a, pa - ís, ca - er, dis - cu - tí - ais. Desde el punto de vista fonético, son hiatos las combinaciones de vocal abierta (a, e, o) átona + vocal cerrada (i, u) tónica: raíz, laúd, reír, transeúnte, oír; de vocal cerrada tónica + vocal abierta átona: María, ríe, frío, cacatúa, acentúe, búho; de dos vocales iguales: azahar, poseer, chiita, alcohol; y de dos vocales abiertas distintas: caer, aorta, teatro, etéreo, coágulo, poeta (aunque, en el habla, la secuencia de dos vocales abiertas —especialmente cuando ninguna de ellas es tónica— puede articularse como diptongo, esta combinación vocálica se considera siempre hiato desde el punto de vista normativo).

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2. Las otras combinaciones posibles de dos vocales (salvo la secuencia de una vocal abierta tónica seguida de una cerrada átona, que forma siempre diptongo en español) se

pueden pronunciar como hiatos o como diptongos (→ DIPTONGO , 1 y 2 ), dependiendo de diversos factores: las palabras concretas en las que se encuentren incluidas, el

origen geográfico o social del hablante (→ 4 y 5), el mayor o menor esmero en la pronunciación, etc. Dada esta variabilidad, se ha optado por establecer una serie de convenciones sobre qué ha de considerarse diptongo y qué ha de considerarse hiato a la hora de acentuar gráficamente las palabras; así, las secuencias vocálicas distintas de las descritas en el primer párrafo se considerarán siempre diptongos a efectos de

acentuación gráfica (→ TILDE 2 , 2.1.1 y 2.2.1).

3. La h intercalada no influye en absoluto en la consideración como diptongo o como hiato de una secuencia vocálica; así, hay grupos de vocales con h intermedia que forman diptongo: ahijado, ahumar, prohibir, y otros que forman hiato: ahínco, turbohélice, prohíbe.

4. Tanto en España como en América existe una tendencia antihiática muy marcada en el habla popular, lo que provoca que determinadas secuencias vocálicas que son hiatos en el habla culta se pronuncien como diptongos entre hablantes poco instruidos, con el consiguiente cierre en el timbre de la vocal átona; así, en el habla esmerada, deben evitarse pronunciaciones como [golpiár] por golpear, [akordión] por acordeón, [kuéte] por cohete, [pelié] por peleé, etc. No obstante, en algunos países de América, particularmente en México, este cierre vocálico se da también en el nivel culto.

5. En amplias zonas de América es muy frecuente que se pronuncien como diptongos secuencias formadas por una vocal cerrada átona y una vocal abierta tónica, o por dos vocales cerradas distintas; estas mismas secuencias, por el contrario, se pronuncian mayoritariamente como hiatos en el español de España y de algunos países americanos, por ejemplo, la Argentina o el Ecuador. Así, en España y parte de América, la palabra guion se pronuncia como bisílaba ([gi - ón]), debido al hiato, mientras que en otras áreas americanas se pronuncia como monosílaba ([gión]), debido al diptongo; lo mismo sucede con jesuita, que vacila, según las zonas, entre el hiato ([je - su - í - ta]) y el diptongo ([je - suí - ta]). Sobre la acentuación gráfica de las

palabras que incluyen estas combinaciones vocálicas, → TILDE 2 , 2.1.

HORA2. 1. Es la indicación del momento en que sucede o se hace una cosa en relación con cada una de las veinticuatro partes en que se divide el día. La pregunta que corresponde a la indicación de la hora se formula, en la lengua general culta, en singular: ¿Qué hora es? (en ella, la palabra hora tiene el sentido genérico de ‘momento del día’). Su formulación en plural (¿Qué horas son?) es admisible, aunque menos recomendable, y se da con cierta frecuencia en algunos países de América, especialmente en el nivel popular: «—¿Qué horas son, compa? —Van a dar las cinco» (Campos Carne [Méx. 1982]). Solo es normal el plural en la frase hecha de intención reprobatoria ¿qué horas son estas?: «¿Cómo que qué horas son estas de llamar? ¡Pero si ha sido usted quien...!» (GaMay Operación [Esp. 1991]). En la respuesta, el verbo va en singular si se trata de la una (Es la una y diez) y en plural en el resto de los casos (Son las diez y media; Son las dos menos cuarto).

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2. Existen dos modelos diferentes para expresar la hora:

a) Aquel en que se emplean solo los números del 1 al 12 (o los numerales cardinales correspondientes), añadiendo, si es necesario, la indicación del tramo del día al que corresponde la hora expresada: «de la mañana» (desde que sale el sol hasta el mediodía, o desde la medianoche hasta que amanece): A las nueve de la mañana hacía ya un calor insoportable; Me desperté a las tres de la mañana y ya no pude conciliar el sueño; «de la tarde» (desde el mediodía hasta que el sol se pone): Contraerán matrimonio mañana, a la una de la tarde; «de la noche» (desde que anochece hasta la medianoche): No llegaron hasta pasadas las nueve de la noche; «de la madrugada» (desde la medianoche hasta que amanece): A las tres de la madrugada el frío era insoportable. No es correcta la expresión doce de la tarde, usada en lugar de doce de la mañana, del día o del mediodía. Para indicar las principales fracciones horarias se utilizan las expresiones en punto, y cuarto, y media y menos cuarto; en algunos países americanos, como Chile, Venezuela, el Perú, México y el Ecuador, en lugar de menos cuarto se emplea la fórmula cuarto para...: «Era un cuarto para las diez» (VLlosa Conversación [Perú 1969]); «Al cuarto para la una cierra el templo» (Elizondo Setenta [Méx. 1987]). El modelo de doce horas es el más utilizado cuando la hora se escribe con letras, y el más común en textos literarios y periodísticos. También puede usarse este sistema si se opta por escribir la hora con cifras; pero, en ese caso, para evitar ambigüedades, deben emplearse, tras los números, las abreviaturas a. m. (del lat. ante merídiem ‘antes del mediodía’) y p. m. (del lat. post merídiem ‘después del mediodía’): 5.30 a. m. (‘cinco de la mañana o de la madrugada’) y 5.30 p. m. (‘cinco de la tarde’). Para las doce de la mañana se recomienda el empleo de la abreviatura m. (del lat. meridies ‘mediodía’): «Estudiantes con carné, gratis antes de las 12 m.» (Tiempo [Col.] 28.4.97).

b) Aquel en que se emplean los números del 0 (para las doce de la noche) al 23 (o los numerales cardinales correspondientes), que presenta la ventaja de no requerir precisiones adicionales, ya que a cada hora del día le corresponde un número diferente. Este modelo se expresa con preferencia en cifras, en lugar de letras, y se usa especialmente en contextos en que se requiere la máxima precisión con el mínimo de elementos: El autobús saldrá a las 15.30 h de la plaza de Callao. Aunque es menos común su empleo cuando la hora se escribe con letras, no faltan ejemplos de ello en determinados contextos: «Ingresó el 10 de octubre de 1930, a las diecinueve horas» (Baroja Vuelta [Esp. 1944-49]).

3. La hora puede expresarse en letras o en números:

a) En textos literarios y periodísticos, así como en cualquier otro tipo de texto en que la precisión horaria no es un factor de especial relevancia, la hora se escribe preferentemente con letras: Me llamó a las diez y media para saber si había llegado bien. En horarios, convocatorias, actas, informes técnicos o científicos y cualquier otro tipo de texto en que la precisión horaria es un factor relevante, se usan preferentemente los números: La cena se servirá a las 22.30 en el comedor principal. Se ruega puntualidad.

b) No es recomendable mezclar letras y números; así, es preferible escribir las diez de la noche que las 10 de la noche.

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c) En el uso de letras o números influye también que se trate de horas exactas o aproximadas. En la expresión aproximada de las horas no suelen utilizarse números,

sino letras, añadiendo fórmulas como alrededor de, hacia, y pico (→ pico, 2), pasadas, etc.: Apareció por allí alrededor de las cinco de la tarde; Vendré hacia las ocho; Serían las dos y pico cuando salió; Eran las diez pasadas. Cuando se expresan horas exactas, pueden usarse letras o números, teniendo en cuenta las preferencias

antes señaladas en función del tipo de texto (→ a).

4. Si la hora se escribe con números, debe tenerse en cuenta lo siguiente:

a) Para separar las horas de los minutos, se usa el punto o los dos puntos (→ PUNTO , 4.1 y DOS PUNTOS , 2.1 ): 17.30, 17:30.

b) Opcionalmente puede emplearse tras las cifras el símbolo h (‘hora’), que, como todos los símbolos, debe escribirse sin punto (salvo que se trate del que marca el final del enunciado): 17.30 h o 17:30 h. También es posible desglosar la mención de horas y minutos, e incluso segundos, utilizando para ello los símbolos correspondientes: La bomba se lanzó a las 15 h 24 min 12 s en un remoto paraje de Siberia. Este desglose es común cuando se quiere expresar la duración exacta de un hecho: El tiempo de cocción es de 2 h 40 min.

c) Las horas en punto se expresan mediante dos ceros en el lugar que corresponde a los minutos: 22.00, 22:00. Pueden omitirse los dos ceros si tras la indicación de la hora

se escribe el símbolo h (→ b): El acto comenzará a las 22 h.

d) Cuando se usan las abreviaturas a. m., m. y p. m. (→ 2a), no debe añadirse el símbolo h, por ser evidente que se trata de una referencia horaria: 17.30 h o bien 5.30 p. m.

INTERROGACIÓN Y EXCLAMACIÓN (SIGNOS DE). 1. Los signos de interrogación (¿?) y de exclamación (¡!) sirven para representar en la escritura, respectivamente, la entonación interrogativa o exclamativa de un enunciado. Son signos dobles, pues existe un signo de apertura y otro de cierre, que deben colocarse de forma obligatoria al comienzo y al final del enunciado correspondiente; no obstante,

existen casos en los que solo se usan los signos de cierre (→ 3a y d).

2. Indicaciones sobre el uso correcto de ambos signos

a) Los signos de apertura (¿ ¡) son característicos del español y no deben suprimirse por imitación de otras lenguas en las que únicamente se coloca el signo de cierre: Qué hora es? Qué alegría verte! Lo correcto es ¿Qué hora es? ¡Qué alegría verte!

b) Los signos de interrogación y de exclamación se escriben pegados a la primera y la última palabra del período que enmarcan, y separados por un espacio de las palabras que los preceden o los siguen; pero si lo que sigue al signo de cierre es otro signo de puntuación, no se deja espacio entre ambos: Vamos a ver... ¡Caramba!, ¿son ya las tres?; se me ha hecho tardísimo.

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c) Tras los signos de cierre puede colocarse cualquier signo de puntuación, salvo el punto. Lógicamente, cuando la interrogación o la exclamación terminan un enunciado y sus signos de cierre equivalen a un punto, la oración siguiente ha de comenzar con

mayúscula (→ MAYÚSCULAS , 3.4.1 ): No he conseguido el trabajo. ¡Qué le vamos a hacer! Otra vez será.

d) Los signos de apertura (¿ ¡) se han de colocar justo donde empieza la pregunta o la exclamación, aunque no se corresponda con el inicio del enunciado; en ese caso, la

interrogación o la exclamación se inician con minúscula (→ MAYÚSCULAS , 3.4.2b):

Por lo demás, ¿qué aspecto tenía tu hermano?

Si encuentras trabajo, ¡qué celebración vamos a hacer!

e) Los vocativos y las construcciones u oraciones dependientes, cuando ocupan el primer lugar del enunciado, se escriben fuera de la pregunta o de la exclamación; pero si van al final, se consideran incluidos en ellas:

Raquel, ¿sabes ya cuándo vendrás? / ¿Sabes ya cuándo vendrás, Raquel?

Para que te enteres, ¡no pienso cambiar de opinión! / ¡No pienso cambiar de opinión, para que te enteres!

f) Cuando se escriben seguidas varias preguntas o exclamaciones breves, se pueden considerar como oraciones independientes, o bien como partes de un único enunciado. En el primer caso, cada interrogación o exclamación se iniciará con mayúscula:

¿Quién era? ¿De dónde salió? ¿Te dijo qué quería?

¡Cállate! ¡No quiero volver a verte! ¡Márchate!

En el segundo caso, las diversas preguntas o exclamaciones se separarán por coma o por punto y coma, y solo se iniciará con mayúscula la primera de ellas:

Me abordó en la calle y me preguntó: ¿Cómo te llamas?, ¿en qué trabajas?, ¿cuándo naciste?

¡Qué enfadado estaba!; ¡cómo se puso!; ¡qué susto nos dio!

Cuando la exclamación está compuesta por elementos breves que se duplican o triplican, los signos de exclamación encierran todos los elementos: ¡Ja, ja, ja!

3. Usos especiales

a) Los signos de cierre escritos entre paréntesis se utilizan para expresar duda (los de interrogación) o sorpresa (los de exclamación), no exentas, en la mayoría de los casos, de ironía: Tendría gracia (?) que hubiera perdido las llaves; Ha terminado los estudios con treinta años y está tan orgulloso (!).

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b) Cuando el sentido de una oración es interrogativo y exclamativo a la vez, pueden combinarse ambos signos, abriendo con el de exclamación y cerrando con el de interrogación, o viceversa: ¡Cómo te has atrevido? / ¿Cómo te has atrevido!; o, preferiblemente, abriendo y cerrando con los dos signos a la vez: ¿¡Qué estás diciendo!? / ¡¿Qué estás diciendo?!

c) En obras literarias es posible escribir dos o tres signos de exclamación para indicar mayor énfasis en la entonación exclamativa: ¡¡¡Traidor!!!

d) Es frecuente el uso de los signos de interrogación en la indicación de fechas dudosas, especialmente en obras de carácter enciclopédico. Se recomienda colocar ambos signos, el de apertura y el de cierre: Hernández, Gregorio (¿1576?-1636), aunque también es posible escribir únicamente el de cierre: Hernández, Gregorio (1576?-1636).

LAÍSMO. 1. Es el uso impropio de la(s) en función de complemento indirecto femenino, en lugar de le(s), que es la forma a la que corresponde etimológicamente

ejercer esa función (→ PRONOMBRES PERSONALES ÁTONOS , 1 ).

2. Los pronombres la, las proceden, respectivamente, de las formas latinas de acusativo illam, illas. El acusativo es el caso de la declinación latina en el que se expresaba el complemento directo. Por ello, la norma culta del español estándar solo admite el uso de estas formas para dicha función: «LA busqué [a Constancia] en los tres pisos» (Fuentes Constancia [Méx. 1989]); «Estas cosas muchos no LAS quieren creer» (Vanguardia [Esp.] 6.7.94). No son correctos los usos ejemplificados a continuación, en los que la forma la funciona como complemento indirecto: «Cuando abrió la Marcelina, LA dijeron: ¿Vive aquí Marcelina Domínguez?» (JmnzLozano Grano [Esp. 1988]); «Yo LA di un beso a Josefa» (Pombo Héroe [Esp. 1983]).

3. El laísmo, al igual que otros fenómenos paralelos relacionados con el uso antietimológico de los pronombres átonos de tercera persona, como el leísmo y el loísmo, comienza a fraguarse en la Castilla primitiva durante la Edad Media (para las

razones de su aparición, → LEÍSMO , 3), pero no consiguió extenderse a la variedad del castellano andaluz, por lo que no se trasladó al español atlántico (Canarias e Hispanoamérica). El área propiamente laísta se circunscribe básicamente a la zona central y noroccidental de Castilla. Aun así, por influencia de la norma culta estándar

(→ 2), es patente la voluntad de los hablantes cultos de esas zonas y, sobre todo, de los escritores, de ajustarse al uso etimológico.

4. Hay ocasiones en que las incorrecciones o vacilaciones en el uso de los pronombres átonos de tercera persona no se deben a la tendencia dialectal señalada en el párrafo anterior, sino a la duda del hablante sobre el tipo de complemento —directo o indirecto— que rigen algunos verbos. Así, hay verbos que, incluso en zonas en las que los pronombres átonos distinguen funciones gramaticales, unas veces se construyen con pronombres de complemento directo —lo(s), la(s)— y otras con pronombres de

complemento indirecto —le(s)—, dependiendo de distintos factores (→ LEÍSMO , 4a, b, c y d); otros verbos están inmersos en un proceso de cambio de intransitivos (verbos que nunca se construyen con complemento directo) a transitivos (verbos que exigen la

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presencia de un complemento directo), y viceversa (→ LEÍSMO , 4e). Para resolver estos casos, debe acudirse a las entradas correspondientes a cada uno de los verbos que habitualmente plantean dudas. En cuanto a las oraciones impersonales con se seguido

de pronombre átono (Se le/la considera la mejor), → LEÍSMO , 4f. Para casos de laísmo

con semilocuciones verbales (echar un vistazo, prender fuego, etc.), → LOÍSMO , 5.

LEÍSMO. 1. Es el uso impropio de le(s) en función de complemento directo, en lugar de lo (para el masculino singular o neutro), los (para el masculino plural) y la(s) (para el femenino), que son las formas a las que corresponde etimológicamente ejercer esa

función (→ PRONOMBRES PERSONALES ÁTONOS , 1 ).

2. Los pronombres le, les proceden, respectivamente, de las formas latinas de dativo illi, illis. El dativo es el caso de la declinación latina en el que se expresaba el complemento indirecto. Por ello, la norma culta del español estándar establece el uso de estas formas para ejercer dicha función, independientemente del género del sustantivo al que se refiere el pronombre: «Conocí a un cirujano plástico a quien LE conté mi problema» (Tiempo [Col.] 1.12.87); «Yo nunca LE conté a mi madre que había visto agonizando [...] al hijo del Ferroviario» (Asenjo Días [Esp. 1982]); «Al despedirlos LES di veinte pesos» (Ibargüengoitia Crímenes [Méx. 1979]). Por tanto, son casos de leísmo usos como los siguientes, en los que le funciona como complemento directo: «Era Huayna Cápac, según dicen muchos indios que LE vieron y conocieron, de no muy gran cuerpo» (Salvador Ecuador [Ec. 1994]); «Los romanos [...] solían cocinarLE [el cerdo] entero» (VV. AA. Matanza [Esp. 1982]). Debido a su extensión entre hablantes cultos y escritores de prestigio, se admite el uso de le en lugar de lo en función de complemento directo cuando el referente es una persona de sexo masculino: «Tu padre no era feliz. [...] Nunca LE vi alegre» (TBallester Filomeno [Esp. 1988]). Sin embargo, el uso de les por los cuando el referente es plural, aunque no carece de ejemplos literarios, no está tan extendido como cuando el referente es singular, por lo que se desaconseja en el habla culta: «Casi nunca LES vi con chicas» (Vistazo [Ec.] 3.4.97). El leísmo no se admite de ningún modo en la norma culta cuando el referente es inanimado: El libro que me prestaste LE leí de un tirón; Los informes me LES mandas cuando puedas. Y tampoco se admite, en general, cuando el referente es una mujer: LE consideran estúpida, aunque existen algunos casos en que el leísmo

femenino de persona no se considera incorrecto (→ 4f y g).

3. El leísmo, al igual que otros fenómenos paralelos relacionados con el uso

antietimológico de los pronombres átonos de tercera persona (→ LAÍSMO y LOÍSMO ), surge en Castilla durante la Edad Media. Todos estos fenómenos parecen deberse al nacimiento, en época temprana de la evolución del castellano, de una tendencia que, a diferencia de lo que ocurría en latín, en lugar de distinguir funciones gramaticales a través de las distintas formas pronominales —le(s) para el complemento indirecto y lo(s), la(s) para el complemento directo—, tiende a diferenciar entre masculino y femenino, por un lado, y entre persona y cosa por otro; también influye en muchos casos la condición de contable o no contable del referente. Muy a grandes rasgos, la distribución, en este nuevo sistema, sería la siguiente: le(s) para el masculino de persona; lo(s) para el masculino de cosa, y la(s) para el femenino de persona y de cosa. El leísmo se documenta desde los primeros textos medievales castellanos. No obstante, en el siglo XIII, época de la reconquista de casi toda Andalucía, este fenómeno no se

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hallaba lo suficientemente extendido como para instalarse en la norma andaluza y, por consiguiente, tampoco caló en el español atlántico (Canarias e Hispanoamérica). Así pues, y en líneas muy generales, suelen distinguirse dos zonas: una marcadamente leísta, que abarca el área central y noroccidental de Castilla —junto con focos aislados en ciertos países hispanoamericanos— y otra no leísta, que abarca la mayor parte del mundo hispánico.

4. El panorama, sin embargo, dista mucho de ser sencillo. Por una parte, el leísmo no es un fenómeno que se dé uniformemente en las zonas consideradas leístas; por otra, en las zonas no leístas se documentan casos de leísmo, algunos solo aparentes, explicables por distintas razones:

a) Los verbos llamados de «afección psíquica» —los que designan procesos que afectan al ánimo o producen acciones o reacciones emotivas, como afectar, asustar, asombrar, convencer, divertir, impresionar, molestar, ofender, perjudicar, preocupar, etc.—, dependiendo de distintos factores, admiten el uso de los pronombres de acusativo —lo(s), la(s)— y de los pronombres de dativo —le(s)—. La elección de unos u otros depende básicamente de si el sujeto es o no agente activo de la acción y del grado de voluntariedad que tiene o se le atribuye con respecto a la acción designada por el verbo: si el sujeto es animado y se concibe como agente de la acción, el complemento verbal suele considerarse directo y se usan los pronombres de acusativo (A mi madre LA asombro cuando como mucho); si el sujeto es inanimado o es una oración y, por tanto, no puede ser concebido como agente directo de la acción, el complemento se considera indirecto y se usan los pronombres de dativo (A mi madre LE asombra mi apetito). Por otro lado, con sujetos animados puede darse también esta alternancia, dependiendo de si la acción denotada por el verbo es realizada voluntariamente o no por el sujeto: Su padre, que se había disfrazado, LO asustó (le dio un susto a propósito) / Su padre, que se había disfrazado, LE asustó (el susto es involuntario; lo causa el hecho de ir disfrazado). Con sujetos no animados influyen también otros factores; por ejemplo, cuando el sujeto va antepuesto, es más frecuente el uso del pronombre de complemento directo (Mi actitud LO decepcionó), mientras que, cuando el sujeto va pospuesto, es más frecuente el uso del pronombre de complemento indirecto (Nunca LE decepciona mi actitud). La distribución antes señalada se documenta en zonas no leístas tanto españolas como americanas: «Su hermano LO escandalizó» (Alviz Son [Esp. 1982]); «A mi madre LE escandalizaba que dijera aquellas blasfemias» (Asenjo Días [Esp. 1982]); «Agarra a una mujer que baila, LA asusta y luego se revuelca con el pintor encima de la barra del bar» (Paranaguá Ripstein [Méx. 1997]); «De pronto LE asustó morir» (Pitol Juegos [Méx. 1982]). En el Perú y en los países del Cono Sur se usan de modo casi exclusivo con estos verbos las formas propias del complemento directo: «La entrevista LO disgustaba» (VLlosa Ciudad [Perú 1962]); «Ese pensamiento LO preocupa» (Guido Incendio [Arg. 1964]); «A Max siempre LO asombraban estas pequeñas cosmogonías» (Contreras Nadador [Chile 1995]).

b) Los llamados «verbos de influencia» —los que expresan acciones que tienen como objetivo influir en una persona para que realice una determinada acción, como autorizar, ordenar, invitar (‘animar’), permitir, exhortar, etc.—, forman parte de la siguiente estructura: «verbo de influencia + complemento de persona + verbo subordinado, en infinitivo o precedido de que, o un nombre de acción»: Le ordené ejecutar la sentencia / Le ordené que ejecutara la sentencia / Le ordené la ejecución

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de la sentencia. El complemento de persona es indirecto con los verbos permitir, prohibir, proponer, impedir, mandar y ordenar: «Esa experiencia LE permitió vivir a su manera» (Alberto Eternidad [Cuba 1992]); «LE prohibió salir de la capital hasta nueva orden» (Tribuna [Hond.] 18.6.97); «LE propuso hacer un viaje a la costa» (Landero Juegos [Esp. 1989]); «La penumbra LE impide ver con claridad» (Schmidhuber Ventana [Méx. 1985]); «Quién LE manda soltar pendejadas» (Medina Cosas [Méx. 1990]); «La Policía LES ordenó que no lo hicieran» (Clarín [Arg.] 18.4.97). Por el contrario, el complemento de persona es directo con los verbos de influencia que llevan, además, un complemento de régimen, esto es, un complemento precedido de preposición, como obligar A, invitar A, convencer DE, incitar A, animar A, forzar A, autorizar A, etc.: «Una barrera LOS obligó a desviarse» (Fuentes Cristóbal [Méx. 1987]); «LA convenció de que vendiera un anillo de brillantes» (Allende Casa [Chile 1982]); «Ella LO incitó a seguirla» (Martini Fantasma [Arg. 1986]).

Los verbos hacer y dejar, cuando tienen sentido causativo, esto es, cuando significan, respectivamente, ‘obligar’ y ‘permitir’, siguen la misma estructura que los verbos de influencia: «verbo causativo + complemento de persona + verbo subordinado». Tanto hacer como dejar tienden a construirse con complemento directo si el verbo subordinado es intransitivo: «Él LA hizo bajar a su estudio y le mostró el cuadro» (Aguilera Caricia [Méx. 1983]); «LO dejé hablar» (Azuela Tamaño [Méx. 1973]); y tienden a construirse con complemento indirecto cuando el segundo verbo es transitivo: «Alguien lo ayudó a incorporarse, lo estimuló y hasta LE hizo tomar café» (JmnzEmán Tramas [Ven. 1991]); «El alcaide de la cárcel LE dejaba tocar el banjo todas las mañanas» (Cela Cristo [Esp. 1988]).

c) Cuando los «verbos de percepción» ver y oír se construyen con un complemento de persona y una oración de infinitivo en función de complemento predicativo, el complemento de persona es directo: «LO vimos subirse a un taxi» (Marías Corazón [Esp. 1992]); «Nadie LA oyó gritar» (Santiago Sueño [P. Rico 1996]); «LA vi besarlo» (Rossi María [C. Rica 1985]). No obstante, cuando el infinitivo es un verbo transitivo que lleva a su vez un complemento directo, no es raro usar los pronombres de dativo le, les para representar el complemento de persona: «Yo también LE oí decir eso» (Rulfo Páramo [Méx. 1955-80]); «Una vez LE vi servir una ensalada» (Puig Beso [Arg. 1976]). En estos casos, el complemento de persona presenta rasgos de complemento indirecto, como su conversión en se ante el pronombre que representa el

complemento directo del infinitivo (→ se, 1a): Vi a Pedro guardar el informe > SE LO vi guardar; Oí a María cantar una canción > SE LA oí cantar. Sin embargo, cuando el complemento directo del infinitivo es una persona, el complemento de persona del verbo principal no admite ser representado por se: Vi a Pedro abrazar a su padre > *SE LO vi abrazar; Oí a María insultar a su vecina > *SE LA oí insultar.

d) Hay verbos que se construyen con complemento directo de cosa e indirecto de persona: El camarero sirvió la cerveza a Pedro; Robaron el bolso a María; El atracador pegó una paliza a la dependienta; El acusado escribió una carta al juez; El médico curó la herida al torero, etc. Con muchos de estos verbos es frecuente omitir el complemento directo por estar implícito o sobrentendido. Cuando esto ocurre, el complemento de persona, antes indirecto, pasa a funcionar como complemento directo si es posible la transformación en pasiva y el enunciado pasivo mantiene el mismo significado que el activo: El médico curó al torero / El médico LO curó (admite la pasiva sin cambio de significado: El torero fue curado por el médico). Si no es posible

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la pasiva, o si el enunciado pasivo implica un cambio de sentido con respecto a la oración activa, el complemento de persona sigue funcionando como complemento indirecto: Escribí a mi hija / LE escribí (ya que no es posible la pasiva *Mi hija fue escrita por mí); Abrió a su vecino / LE abrió (no es posible la pasiva *Su vecino fue abierto sin que implique un cambio de sentido).

e) Otro grupo que ofrece confusión es el formado por verbos que han cambiado o están cambiando su régimen, esto es, que se construían habitualmente en el español medieval con pronombres de dativo, como en latín, y que hoy están pasando a construirse mayoritariamente con pronombres de acusativo, como es el caso de ayudar u obedecer. Este proceso de cambio no se ha dado de manera uniforme en todas las áreas. Así, en las zonas no leístas del norte de España el régimen habitual es el dativo: «Vidal LE ayudó. Y entre los dos lograron acercarlo al desmonte» (Aparicio Retratos [Esp. 1989]); en América está prácticamente generalizado el acusativo, sobre todo en los países del Cono Sur: «Natí LO ayudó a subir» (RBastos Hijo [Par. 1960]); Andalucía y Canarias son zonas de vacilación: «LO ayudó a subir» (CBonald Noche [Esp. 1981]); «Ella LE ayudó a recostarse en un sofá» (MñzMolina Invierno [Esp. 1987]).

f) Es habitual que en las oraciones impersonales con se (→ se, 2.1a) el complemento directo, especialmente cuando es masculino, se exprese con las formas de dativo y no con las de acusativo, como correspondería a la función desempeñada: Se LE considera el mejor actor de su tiempo; Se LES vio merodeando por la zona. Parece demostrado que este tipo de oraciones se construían originariamente en castellano con pronombres de dativo. El uso de le(s) se ha mantenido mayoritariamente, tanto en España como en gran parte de América, cuando el complemento directo es masculino: «A su bisabuelo hoy no le hubieran permitido vivir como vivió: se LE consideraría como un ejemplo de inmoralidad» (TBallester Filomeno [Esp. 1988]); «Se LE vio [al niño] algunas veces contento» (VLlosa Tía [Perú 1977]); «Se LE obligó a aceptar el régimen de encomienda» (Fuentes Ceremonias [Méx. 1989]); «En los puertos y rincones del Caribe se LE conoció siempre como Wito» (Mutis Ilona [Col. 1988]); «Al rey se LE veía poco» (UPietri Visita [Ven. 1990]); sin embargo, cuando el complemento directo es femenino, lo normal es usar la(s): «Se LA veía muy contenta» (VLlosa Tía [Perú 1977]); aunque no faltan ejemplos de le(s): «Tan enamorada se LE observaba, tan desencajadamente arrebolada se LE veía» (Vergés Cenizas [R. Dom. 1980]). Se trata, pues, de un caso especial en el que se emplean desde los orígenes las formas de dativo en función de complemento directo. No obstante, muchos hablantes, conscientes de que la función que cumple el pronombre en ese tipo de oraciones es la de complemento directo, emplean en estos casos los pronombres de acusativo, uso generalizado en los países del Cono Sur: «Se LO veía zigzaguear entre los autos» (Cortázar Reunión [Arg. 1983]); «¡No se LO puede andar molestando por trivialidades!» (Magnabosco Santito [Ur. 1990]); «Nunca se LO vio ladrar ni gruñir» (Allende Casa [Chile 1982]).

g) Otro caso de leísmo generalizado en todo el mundo hispánico es el llamado «leísmo de cortesía». Se trata del uso de le(s) en función de complemento directo cuando el referente es un interlocutor al que se trata de usted. Este leísmo se justifica por el deseo de evitar la ambigüedad de sentido que acarrearía el uso de los pronombres de acusativo lo(s), la(s), ya que estos podrían referirse tanto a un interlocutor presente como a una tercera persona no partícipe en la conversación: «Ande, y discúlpelo [a él], que yo en seguida LE acompaño [a usted]» (MDíez

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Expediente [Esp. 1992]); «Que Dios LE acompañe y LE proteja. Yo aquí LE espero» (Chao Altos [Méx. 1991]); «¿Quiere que LE acompañe? [Dirigido a una mujer]» (Rossetti Alevosías [Esp. 1991]). No obstante, también se documentan ejemplos en los que no se da este tipo de leísmo, especialmente en el Perú y los países del Cono Sur: «LO acompaño, sargento» (Scorza Tumba [Perú 1988]). Aunque el «leísmo de cortesía» no está tan generalizado cuando el interlocutor es femenino, debe considerarse aceptable, especialmente en fórmulas fijas de saludo o despedida del tipo LE saluda atentamente y similares.

5. En algunas zonas de España y América se producen casos de leísmo debidos al contacto del español con otras lenguas que se caracterizan por no contar con distinción de género y por marcar el número y el caso de forma muy diferente al español. Estas lenguas son el quechua, el aimara, el guaraní y el vasco. Las confusiones tienen su origen en la dificultad que plantea el uso correcto del español a los hablantes que normalmente se expresan en esas otras lenguas. En muchos casos estos usos no son exclusivos de los hablantes bilingües de escasa formación, sino que, en general, han pasado a formar parte del habla corriente de las respectivas zonas, pero no se consideran admisibles desde el punto de vista de la norma culta estándar (salvo el

leísmo de persona con referente masculino singular; → 2):

a) En el Ecuador, el contacto con el quechua (allí llamado quichua) da lugar a la utilización exclusiva de le(s), independientemente de la función sintáctica que desempeña el pronombre y del género de su antecedente: «LE encontré acostada» (Icaza Cholos [Ec. 1938] 176).

b) En las zonas andinas del Perú, Bolivia y el noroeste de la Argentina, el español ha convivido o convive con el quechua y el aimara. Como consecuencia de esta coexistencia, a veces se documentan en estas zonas usos de le(s) en función de complemento directo, tanto masculino como femenino, especialmente si el referente es animado: «Los policías LE cogieron de la cintura, LE levantaron en vilo y LE lanzaron a la caja del camión» (Ribeyro Geniecillos [Perú 1983]).

c) En el Paraguay, el guaraní es lengua oficial junto con el español. El bilingüismo es prácticamente general y la consecuencia principal de la influencia del guaraní en el español hablado en esta zona es el uso exclusivo de le con referentes tanto animados como inanimados, independientemente de la función sintáctica del pronombre y del género de su antecedente: «Si vos esa pregunta LE trasladás a Oviedo y LE trasladás a Nenín Viveros Cartes y te dicen la misma cosa [...], quiere decir que es un verdadero genio, Nicolás» (Abc [Par.] 19.12.96). En ciertas zonas del noreste de la Argentina, el español se halla en contacto con el guaraní, por lo que se encuentran manifestaciones leístas semejantes a las paraguayas. Sin embargo, no están tan extendidas entre las capas cultas por el influjo que en estas ejerce la norma estándar nacional, que rechaza fuertemente el leísmo.

d) En el País Vasco y norte de Navarra, zonas del norte de España en las que el español se halla en contacto con el euskera, se emplea le(s) para el complemento directo, con referente tanto animado como inanimado, y con independencia del género del antecedente: «Ignoro si tiene usted hogar o no LE tiene» (Unamuno Niebla [Esp. 1914]); «Si no por Isabel, vaya si me echo novia allí, que LE conocí a una tal Rosita,

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sobrina de un cura, como para volverle loco a cualquiera» (SchzMazas Andía [Esp. 1956]).

e) En el español hablado en Cantabria (España) se utiliza la forma le para el complemento directo masculino cuando el antecedente es un nombre singular contable, mientras que se utiliza como forma única lo cuando el antecedente del complemento

directo es incontable, independientemente de su género y su número (→ LOÍSMO , 6b): El coche [contable] LE compramos hace un año; La hierba [no contable] LO

guardamos para el invierno.

LOÍSMO. 1. Es el uso impropio de lo(s) en función de complemento indirecto masculino (de persona o de cosa) o neutro (cuando el antecedente es un pronombre neutro o toda una oración), en lugar de le(s), que es la forma a la que corresponde

etimológicamente ejercer esa función (→ PRONOMBRES PERSONALES ÁTONOS , 1 ).

2. El pronombre lo procede de las formas latinas de acusativo singular illum (masculino) e illud (neutro), y los, de la forma de acusativo masculino plural illos. El acusativo es el caso de la declinación latina en el que se expresaba el complemento directo. Por ello, la norma culta del español estándar solo admite el uso de estas formas para desempeñar dicha función: «Me LO encontré en la calle. Estaba muy contento» (Parra Tristán [Chile 1994]); «Esto Manuel LO comprendió muy bien» (Gironella Hombres [Esp. 1986]); «Yo LOS estrecho contra mi corazón y deseo se den cuenta de cuánto LOS amo» (Posse Pasión [Arg. 1995]). No son aceptables en la norma culta usos como los ejemplificados a continuación, en los que lo(s) funciona como complemento indirecto: «¿Tu identificación?, me dijo; y LO di mi acta de nacimiento» (Excélsior [Méx.] 8.6.96); LOS dije que no se movieran de aquí.

3. El loísmo, al igual que otros fenómenos paralelos relacionados con el uso antietimológico de los pronombres átonos de tercera persona, como el laísmo y el leísmo, comienza a fraguarse en la Castilla primitiva durante la Edad Media. Para las

razones de su aparición, → LEÍSMO , 3. La incidencia del loísmo ha sido siempre muy escasa en la lengua escrita, especialmente en singular, y solo se documenta hoy en textos de marcado carácter dialectal. La marginación de este fenómeno dentro de la propia norma peninsular de España hizo que no se instalase en el español atlántico (Canarias e Hispanoamérica).

4. Con ciertos verbos y en ciertos contextos sintácticos, es posible que no esté claro para el hablante si el complemento verbal es directo o indirecto, lo que conduce, en ocasiones, a un uso erróneo de los pronombres átonos de tercera persona. Como reacción ante el leísmo aparente de determinadas construcciones, se incurre, en

ocasiones, en loísmo o laísmo ultracorrectos. Para estos casos dudosos, → LEÍSMO , 4 a, b, c, d y e. En cuanto a las oraciones impersonales con se seguido de pronombre átono

(Se le/lo considera el mejor), → LEÍSMO , 4f.

5. Se aprecian usos loístas (y laístas) más frecuentes, incluso entre hablantes de cierta cultura, con verbos que se construyen con un sustantivo en función de complemento directo y que se comportan como semilocuciones verbales. Son casos del tipo de echar un vistazo, prender fuego, sacar brillo, etc. La secuencia formada por el verbo más el

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complemento directo puede ser sustituida normalmente por un verbo simple de significado equivalente, que lleva como complemento directo el elemento que funciona como indirecto en la semilocución: echar un vistazo [a algo (c. i.)] = mirar u ojear [algo (c. d.)]; prender fuego [a algo (c. i.)] = quemar [algo (c. d.)]; ello explica estos casos de loísmo que, no obstante, deben evitarse: Acabo de terminar el trabajo, échaLO un vistazo si puedes; Una vez recuperados los informes, LOS prendieron fuego; debió decirse échaLE un vistazo y LES prendieron fuego. No deben confundirse estos casos con los de verdaderas locuciones verbales formadas por un verbo y un sustantivo, como hacer añicos o hacer polvo, cuyo complemento sí es directo: Tiró el jarrón y LO hizo añicos; La noticia de la muerte de Pedro LOS ha hecho polvo.

6. Existe actualmente un loísmo dialectal distinto de los casos anteriormente señalados. Se trata del empleo de lo en la función que le corresponde (complemento directo), pero en casos en que la norma del español estándar emplearía otra forma pronominal de acuerdo con el género o el número del antecedente. Este loísmo se da en zonas en las que el español se halla o se halló en contacto con otras lenguas. No obstante, hay que señalar que, en general, los hablantes cultos de estas zonas emplean

los pronombres átonos de acuerdo con la norma culta estándar (→ 2). Por tanto, los fenómenos señalados a continuación son sobre todo propios de hablantes de zonas rurales o pertenecientes a las capas populares de las ciudades.

a) En la zona andina del Perú, Bolivia y el noroeste de la Argentina, el español ha estado durante siglos en contacto con el quechua y el aimara. Estas lenguas no indoeuropeas se caracterizan por no contar con distinción de género y por marcar el número y el caso de forma muy diferente al español. Estas diferencias gramaticales tan profundas acarrean gran dificultad a los hablantes indígenas cuando se enfrentan al aprendizaje del español y produce fenómenos muy peculiares. El más llamativo es la utilización del pronombre lo como complemento directo, sin distinción de género ni número: Después toda la oveja me quitó y LO ha llevado a la hacienda; No LO conozco a sus hermanos.

b) En zonas del norte de España en contacto con el dialecto asturleonés oriental, el sistema de uso de los pronombres átonos de tercera persona se basa en la condición contable o no contable del antecedente, y no en la función sintáctica del pronombre. Así, en el español hablado en la zona central y oriental de Asturias, y en la mayor parte de Cantabria, se usa lo cuando el antecedente es un sustantivo no contable, incluso si este es femenino: La leche LO cuajaban para hacer queso.

LLAVE. 1. Signo gráfico constituido por dos líneas sinuosas que, al juntarse, forman una pequeña punta en el centro. Se trata de un signo de los llamados dobles, ya que

existe uno de apertura ({) y otro de cierre (}), aunque en su aplicación principal (→ 2) se usa únicamente uno de ellos.

2. Se utiliza principalmente en cuadros sinópticos o esquemas, para abarcar varios elementos —cada uno escrito en una línea diferente— que constituyen una enumeración a partir de un concepto dado, que es el que genera la apertura de la llave. Normalmente se emplea el signo de apertura, aunque en esquemas complejos pueden combinarse ambos. El concepto a partir del cual se genera la llave se coloca en el centro de esta, y en ningún caso deben escribirse dos puntos entre estos dos elementos.

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Para resaltar los elementos abarcados por este signo pueden usarse rayas o cualquier otro tipo de marcador:

 Consonantes {

— Sordas

—    Sonoras

Es posible utilizar el signo de cierre, si a partir de los elementos que componen la clasificación se quiere indicar el concepto que los abarca:

PaleolíticoMesolíticoNeolítico } Edad de Piedra

3. También se emplean las llaves para presentar alternativas en un determinado contexto:

 Prometo {

venir mañana que vendré mañana }

 a la fiesta.

 

Si se prefiere presentar las alternativas escritas en línea seguida, estas deben separarse por medio de barras: «Según la naturaleza del verbo en cuestión, presentan diversas posibilidades [...]: Prometo {venir mañana/que vendré mañana}» (GDLEIII [Esp. 1999] 3893).

MAYÚSCULAS. La escritura normal utiliza habitualmente las letras minúsculas, si bien, por distintos motivos, pueden escribirse enteramente con mayúsculas palabras,

frases e incluso textos enteros (→ 2); pero lo usual es que las mayúsculas se utilicen solo en posición inicial de palabra, y su aparición está condicionada por distintos

factores (→ 3 y 4).

1. Cuestiones formales generales

1.1. El empleo de la mayúscula no exime de poner la tilde cuando así lo exijan las

reglas de acentuación (→ TILDE 2, 7 ): ÁFRICA, África. Únicamente las siglas, que se escriben enteramente en mayúsculas, no llevan nunca tilde: CIA (del ingl. Central Intelligence Agency), y no CÍA.

1.2. Cuando los dígrafos ch, gu, ll y qu se emplean en mayúscula al inicio de una palabra escrita con minúsculas, solo adopta forma de mayúscula el primero de sus componentes: Chillida, Guinea, Llerena, Quevedo; pero si los dígrafos forman parte de una palabra escrita enteramente en mayúsculas, deben ir en mayúscula sus dos

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componentes: CHILLIDA, GUINEA, LLERENA, QUEVEDO. Cuando los dígrafos forman parte de una sigla, se escribe en mayúscula solo el primero de sus componentes

(→ SIGLA , 5c): PCCh (Partido Comunista de China).

1.3. La forma mayúscula de las letras i y j carece del punto que llevan en su grafía minúscula: Inés, Javier.

2. Uso de mayúsculas en palabras o frases enteras

2.1. Se escriben enteramente en mayúscula las siglas y algunos acrónimos: ISBN, OTI, ONG. Se escriben en minúscula, en cambio, los acrónimos que el uso ha convertido en sustantivos comunes: láser, radar, uvi. Cuando los acrónimos son nombres propios y tienen más de cuatro letras, solo se escribe en mayúscula la inicial:

Unicef, Unesco. (→ SIGLA , 5b).

2.2. Se utiliza la escritura en mayúsculas con el fin de destacar determinadas frases o palabras dentro de un escrito. Así, suelen escribirse enteramente en mayúsculas:

a) Las palabras o frases que aparecen en las cubiertas y portadas de los libros impresos, así como los títulos de cada una de sus divisiones internas (partes, capítulos, escenas, etc.).

b) Las cabeceras de diarios y revistas: EL UNIVERSAL, LA NACIÓN, TIEMPO.

c) Las inscripciones en lápidas y monumentos.

d) En textos jurídicos y administrativos —decretos, sentencias, bandos, edictos, certificados o instancias—, el verbo o verbos que presentan el objetivo fundamental del documento: CERTIFICA, EXPONE, SOLICITA.

e) En textos de carácter informativo, las frases que expresan el contenido fundamental del escrito: Por orden expresa de la dirección, se comunica a todos los empleados que, a partir de ahora, ESTÁ PROHIBIDO FUMAR DENTRO DE LAS DEPENDENCIAS DE LA EMPRESA.

f) Los textos de los carteles de aviso, para asegurar su visibilidad: SE RUEGA NO FUMAR; PROHIBIDO EL PASO.

3. Uso de mayúscula inicial exigido por la puntuación. De acuerdo con la posición que la palabra ocupe en el escrito, la puntuación exige su escritura con mayúscula inicial en los casos siguientes:

3.1. Si se trata de la primera palabra de un escrito o va después de punto: Hoy no iré. Mañana puede que sí.

3.2. Si sigue a los puntos suspensivos, cuando estos cierran un enunciado: Compramos mariscos, solomillos, vino... La cena resultó un éxito. Pero si los puntos suspensivos no cierran el enunciado, sino que este continúa tras ellos, la palabra que

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los sigue se escribe con inicial minúscula: Estoy pensando que... aceptaré; en esta

ocasión debo arriesgarme. (→ PUNTOS SUSPENSIVOS , 1).

3.3. Después de los dos puntos, debe comenzarse el texto con inicial mayúscula en los

casos siguientes (→ DOS PUNTOS , 1.3 , 1.4 y 1.6 ):

a) Tras los dos puntos que siguen a la fórmula de encabezamiento o saludo de una carta: Muy señor mío: / Le agradeceré...

b) Tras los dos puntos que siguen al verbo fundamental de un documento jurídico-administrativo: CERTIFICA: / Que D. José Álvarez García ha seguido el Curso de Técnicas Audiovisuales...

c) Tras los dos puntos que anuncian la reproducción de una cita o palabras textuales: Pedro dijo: «No volveré hasta las nueve».

3.4. En frases interrogativas y exclamativas existen dos posibilidades:

3.4.1. Si la pregunta o la exclamación constituyen la totalidad del enunciado, y sus signos de cierre equivalen a un punto, la primera palabra de la pregunta o la exclamación se escribe con inicial mayúscula, así como la palabra que inicia la oración siguiente:

¿En qué año nació tu abuelo? Si no me equivoco, tenía la misma edad que el mío.

¡Qué miedo pasamos ayer! Se nos hizo de noche mientras bajábamos de la montaña.

3.4.2. Si la pregunta o la exclamación constituyen solo una parte del enunciado, pueden darse dos casos:

a) La pregunta o la exclamación inician el enunciado. En este caso, la primera palabra que sigue a los signos de apertura (¿ ¡) se escribe con mayúscula y la que sigue a los signos de cierre (? !) se escribe con minúscula: ¿Qué sorpresas me deparará este día?, me pregunto ante el espejo cada mañana. Esto ocurre también cuando se suceden varias preguntas o exclamaciones breves que pueden ser consideradas un único enunciado y separarse con signos de coma o de punto y coma: ¿Cómo te llamas?, ¿en qué trabajas?, ¿dónde naciste?

b) La pregunta o la exclamación no están colocadas al comienzo del enunciado, sino que siguen a otra palabra o palabras que también forman parte de este. En ese caso, la primera palabra de la pregunta o de la exclamación (la que sigue a los signos de apertura) se escribe con minúscula:

Natalia, ¿puedes ayudarme?

Pero ¡qué alegría tan grande verte por aquí!

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3.5. Antes era costumbre, en los poemas, emplear la mayúscula al principio de cada verso, razón por la cual las letras de esta forma tomaron el nombre de «versales» (mayúsculas de imprenta). En la poesía moderna, esta costumbre está en desuso.

4. Uso de mayúscula inicial independientemente de la puntuación. Se escriben con letra inicial mayúscula todos los nombres propios y también los comunes que, en un contexto dado o en virtud de determinados fenómenos (como, por ejemplo, la antonomasia), funcionan con valor de tales, es decir, cuando designan seres o realidades únicas y su función principal es la identificativa. En otras ocasiones, la mayúscula responde a otros factores, como la necesidad de distinguir entre sentidos diversos de una misma palabra (mayúscula diacrítica), o a razones expresivas o de respeto (mayúscula de respeto). Se escriben con inicial mayúscula las palabras siguientes:

4.1. Los nombres propios de persona, animal y cosa singularizada: Beatriz, Platero, Tizona (espada del Cid).

4.2. Los nombres de divinidades: Dios, Jehová, Alá, Afrodita, Júpiter, Amón.

4.3. Los apellidos: Jiménez, García, Mendoza. Si un apellido español comienza por preposición, o por preposición y artículo, estos se escriben con minúscula cuando acompañan al nombre de pila (Juan de Ávalos, Pedro de la Calle); pero si se omite el nombre de pila, la preposición debe escribirse con mayúscula (señor De Ávalos, De la Calle). Si el apellido no lleva preposición, sino solamente artículo, este se escribe siempre con mayúscula, independientemente de que se anteponga o no el nombre de pila (Antonio La Orden, señor La Orden). También se escriben con mayúscula los nombres de las dinastías derivados de un apellido: los Borbones, los Austrias, salvo que se utilicen como adjetivos, caso en el que se escriben con minúscula: los reyes borbones. Por otra parte, deben conservar la mayúscula los apellidos de autores (a veces acompañados también del nombre de pila) cuando designan sus obras: «Incendiaron la iglesia, y con ella las tres joyas pictóricas —un Goya [...], un Bayeu [...] y un José del Castillo» (Laín Descargo [Esp. 1976]).

4.4. Los sobrenombres, apodos y seudónimos: Manuel Benítez, el Cordobés; José Nemesio, alias el Chino; Alfonso X el Sabio; el Libertador; el Greco; el Pobrecito Hablador (seudónimo del escritor Mariano José de Larra). El artículo que antecede a los seudónimos, apodos y sobrenombres, tanto si estos acompañan al nombre propio como si lo sustituyen, debe escribirse con minúscula: Ayer el Cordobés realizó una estupenda faena; por lo tanto, si el artículo va precedido de las preposiciones a o de,

forma con ellas las contracciones al (→ al) y del (→ del): Me gusta mucho este cuadro del Greco (no de El Greco); El pueblo llano adoraba al Tempranillo (no a El Tempranillo).

4.5. Los nombres comunes que, por antonomasia, se utilizan para designar a una persona en lugar del nombre propio: el Mantuano (por Virgilio), el Sabio (por Salomón), el Magnánimo (por el rey Alfonso V), así como los que se refieren, también por antonomasia, a Dios, a Jesucristo o a la Virgen: el Creador, el Todopoderoso, el Mesías, el Salvador, la Purísima, la Inmaculada.

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4.6. Los nombres abstractos personificados, utilizados alegóricamente: la Muerte, la Esperanza, el Mal.

4.7. Los nombres propios geográficos (continentes, países, ciudades, comarcas, mares, ríos, etc.): América, África, Italia, Canadá, Toledo, Lima, las Alpujarras, la Rioja (comarca), la Mancha (comarca), el Adriático, el Mediterráneo, el Orinoco, el Ebro, los Andes, el Himalaya. Como se ve en los ejemplos, determinados nombres propios geográficos van necesariamente acompañados de artículo, como ocurre con las comarcas, los mares, los ríos y las montañas. En otros casos, como ocurre con

determinados países, el uso del artículo es opcional: Perú o el Perú (→ el, 5). El artículo, en todos estos casos, debe escribirse con minúscula, porque no forma parte del nombre propio. Pero cuando el nombre oficial de un país, una comunidad autónoma, una provincia o una ciudad lleve incorporado el artículo, este debe escribirse con mayúscula: El Salvador, La Rioja (comunidad autónoma), Castilla-La Mancha (comunidad autónoma), La Pampa, La Habana, Las Palmas. Cuando el artículo forma parte del nombre propio no se realiza en la escritura la amalgama con las preposiciones de o a: Mi padre acaba de regresar de El Cairo (no del Cairo); Este verano iremos a El Salvador (no al Salvador).

Los nombres comunes genéricos que acompañan a los nombres propios geográficos (ciudad, río, mar, océano, sierra, cordillera, cabo, golfo, estrecho, etc.) deben escribirse con minúscula: la ciudad de Panamá, el río Ebro, la sierra de Gredos, la cordillera de los Andes, el cabo de Hornos. Solo si el nombre genérico forma parte del nombre propio, se escribe con mayúscula inicial: Ciudad Real, Río de la Plata, Sierra Nevada, los Picos de Europa. También se escriben con inicial mayúscula algunos de estos nombres genéricos cuando, por antonomasia, designan un lugar único y, por lo tanto, funcionan a modo de nombre propio. Estas antonomasias están lógicamente limitadas en su uso a la comunidad de hablantes que comparten una misma geografía, para los que la identificación de la referencia es inequívoca, como ocurre, por ejemplo, entre los chilenos, con la Cordillera (por la cordillera de los Andes) o, entre los españoles, con la Península (por el territorio peninsular español) o el Estrecho (por el estrecho de Gibraltar). El hecho de escribir Península Ibérica con mayúsculas se debe a que con esta expresión nos referimos a una entidad de carácter histórico-político, y no a un mero accidente geográfico.

4.8. Las designaciones que, por antonomasia, tienen algunos topónimos y que se usan como alternativa estilística a su nombre oficial: el Nuevo Mundo (por América), la Ciudad Eterna (por Roma).

4.9. Los sustantivos y adjetivos que forman parte del nombre de determinadas zonas geográficas, que generalmente abarcan distintos países, pero que se conciben como áreas geopolíticas con características comunes: Occidente, Oriente Medio, Cono Sur, Hispanoamérica, el Magreb.

4.10. Los nombres de vías y espacios urbanos. Al igual que en el caso de los nombres geográficos, solo el nombre propio debe ir escrito con mayúscula, y no los nombres comunes genéricos que acompañan a este, como calle, plaza, avenida, paseo, etc., que deben escribirse con minúscula: calle (de) Alcalá, calle Mayor, plaza de España, avenida de la Ilustración, paseo de Recoletos. Sin embargo, se escribirán en

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mayúscula los nombres genéricos de vías o espacios urbanos procedentes del inglés: Oxford Street, Quinta Avenida, Central Park, como es usual en esa lengua.

4.11. Los nombres de galaxias, constelaciones, estrellas, planetas y satélites: la Vía Láctea, la Osa Mayor, la Estrella Polar, Venus, Ganimedes. Las palabras Sol y Luna solo suelen escribirse con mayúscula inicial en textos científicos de temática astronómica, en los que designan los respectivos astros: «Entre la esfera de fuego y la de las estrellas fijas están situadas las esferas de los distintos planetas, empezando por la esfera de la Luna y, a continuación, las esferas de Mercurio, Venus, el Sol, Marte, Júpiter y Saturno» (Torroja Sistemas [Esp. 1981]); pero, excepto en este tipo de textos, se escriben normalmente con minúscula: El sol lucía esplendoroso esa mañana; Entra mucho sol por la ventana; Negros nubarrones ocultaron la luna por completo; Me pongo muy nervioso cuando hay luna llena. La palabra tierra se escribe con mayúscula cuando designa el planeta: «Dios le hizo ver las estrellas jamás vistas desde la Tierra» (Fuentes Naranjo [Méx. 1993]); pero con minúscula en el resto de sus acepciones: El avión tomó tierra; Esta tierra es muy fértil; He vuelto a la tierra de mis mayores.

4.12. Los nombres de los signos del Zodiaco: Aries, Géminis, Sagitario; también los nombres alternativos que aluden a la representación iconográfica de cada signo: Balanza (por Libra), Toro (por Tauro), Carnero (por Aries), Gemelos (por Géminis), Cangrejo (por Cáncer), Pez (por Piscis), Escorpión (por Escorpio), León (por Leo), Virgen (por Virgo). Se escriben con minúscula, en cambio, cuando dejan de ser nombres propios por designar, genéricamente, a las personas nacidas bajo cada signo: Raquel es sagitario; Los géminis son muy volubles.

4.13. Los nombres de los cuatro puntos cardinales (Norte, Sur, Este, Oeste) y de los puntos del horizonte (Noroeste, Sudeste, etc.), cuando nos referimos a ellos en su significado primario, como tales puntos, o cuando forman parte de un nombre propio: La brújula señala el Norte; La nave puso rumbo al Noroeste; Corea del Norte; la Cruz del Sur. También se escriben con mayúsculas los casos de Polo Norte y Polo Sur. Sin embargo, cuando los nombres de los puntos cardinales o de los puntos del horizonte están usados en sentidos derivados y se refieren a la orientación o la dirección correspondientes, se escribirán en minúscula: el sur de Europa, el noroeste de la ciudad, el viento norte. También se escribirán en minúscula estos puntos cuando estén usados en aposición: latitud norte, hemisferio sur, rumbo nornoroeste. En el caso de las líneas imaginarias, tanto de la esfera terrestre como celeste, se recomienda el uso de la minúscula: ecuador, eclíptica, trópico de Cáncer.

4.14. Los sustantivos y adjetivos que componen el nombre de entidades, organismos, departamentos o divisiones administrativas, edificios, monumentos, establecimientos públicos, partidos políticos, etc.: el Ministerio de Hacienda, la Casa Rosada, la Biblioteca Nacional, el Museo de Bellas Artes, la Real Academia de la Historia, el Instituto Caro y Cuervo, la Universidad Nacional Autónoma de México, la Facultad de Medicina, el Departamento de Recursos Humanos, el Área de Gestión Administrativa, la Torre de Pisa, el Teatro Real, el Café de los Artistas, el Partido Demócrata. También se escribe con mayúscula el término que en el uso corriente nombra de forma abreviada una determinada institución o edificio: la Nacional (por la Biblioteca Nacional), el Cervantes (por el Instituto Cervantes), la Complutense (por la Universidad Complutense), el Real (por el Teatro Real).

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4.15. Los nombres de los libros sagrados y sus designaciones antonomásticas: la Biblia, el Corán, el Avesta, el Talmud, la(s) Sagrada(s) Escritura(s). También los nombres de los libros de la Biblia: Génesis, Levítico, Libro de los Reyes, Hechos de los Apóstoles.

4.16. Los sustantivos y adjetivos que forman parte del nombre de publicaciones periódicas o de colecciones: La Vanguardia, Nueva Revista de Filología Hispánica, Biblioteca de Autores Españoles.

4.17. La primera palabra del título de cualquier obra de creación (libros, películas, cuadros, esculturas, piezas musicales, programas de radio o televisión, etc.); el resto de las palabras que lo componen, salvo que se trate de nombres propios, deben escribirse con minúscula: Últimas tardes con Teresa, La vida es sueño, La lección de anatomía, El galo moribundo, Las cuatro estaciones, Las mañanas de la radio, Informe semanal. En el caso de los títulos abreviados con que se conocen comúnmente determinados textos literarios, el artículo que los acompaña debe escribirse con minúscula: el Quijote, el Lazarillo, la Celestina.

4.18. Los sustantivos y adjetivos que forman parte del nombre de documentos oficiales, como leyes o decretos, cuando se cita el nombre oficial completo: Real Decreto 125/1983 (pero el citado real decreto), Ley para la Ordenación General del Sistema Educativo (pero la ley de educación, la ley sálica, etc.). También se escriben con mayúscula los nombres de los documentos históricos: Edicto de Nantes, Declaración Universal de los Derechos Humanos.

4.19. Los nombres de festividades religiosas o civiles: Epifanía, Pentecostés, Navidad, Corpus, Día de la Constitución, Año Nuevo, Feria de Abril.

4.20. Las advocaciones de la Virgen: la Virgen de Guadalupe, la Virgen del Rocío. También las celebraciones o festividades a ellas dedicadas: el Rocío, el Pilar.

4.21. Los nombres de órdenes religiosas: el Carmelo, el Temple, la Merced. También se escribe con mayúscula la palabra Orden cuando acompaña al nombre propio: la Orden del Temple.

4.22. Los nombres de marcas comerciales. Las marcas comerciales son nombres propios, de forma que, utilizados específicamente para referirse a un producto de la marca, han de escribirse con mayúscula: Me gusta tanto el Cinzano como el Martini; Me he comprado un Seat; pero cuando estos nombres pasan a referirse no exclusivamente a un objeto de la marca en cuestión, sino a cualquier otro con características similares, se escriben con minúscula: Me aficioné al martini seco en mis años de estudiante (al vermú seco, de cualquier marca).

4.23. Las palabras que forman parte de la denominación oficial de premios, distinciones, certámenes y grandes acontecimientos culturales o deportivos: el Premio Cervantes, los Goya, la Gran Cruz de la Orden de Alfonso X el Sabio, la Bienal de Venecia, la Feria del Libro, los Juegos Olímpicos. Por lo que respecta a los premios, cuando nos referimos al objeto material que los representa o a la persona que los ha recibido, se utiliza la minúscula: Esa actriz ya tiene dos goyas; Ha colocado el óscar encima del televisor; Esta noche entrevistan al nobel de literatura de este año.

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4.24. Los sustantivos y adjetivos que forman el nombre de disciplinas científicas, cuando nos referimos a ellas como materias de estudio, y especialmente en contextos académicos (nombres de asignaturas, cátedras, facultades, etc.) o curriculares: Soy licenciado en Biología; Me he matriculado en Arquitectura; El profesor de Cálculo Numérico es extraordinario. Fuera de los contextos antes señalados, se utiliza la minúscula: La medicina ha experimentado grandes avances en los últimos años; La psicología de los niños es muy complicada. Los nombres de asignaturas que no constituyen la denominación de una disciplina científica reciben el mismo tratamiento que si se tratase del título de un libro o de una conferencia, esto es, solo la primera palabra se escribe con mayúscula: Introducción al teatro breve del siglo XVII español, Historia de los sistemas filosóficos. También se escriben con mayúscula los sustantivos y adjetivos que dan nombre a cursos, congresos, seminarios, etc: 1.er Curso de Crítica Textual, XV Congreso Mundial de Neonatología, Seminario de Industrias de la Lengua.

4.25. La primera palabra del nombre latino de las especies vegetales y animales: Pimpinella anisum, Panthera leo (los nombres científicos latinos deben escribirse, además, en cursiva). Se escriben también con mayúscula los nombres de los grupos taxonómicos zoológicos y botánicos superiores al género, cuando se usan en aposición: orden Roedores, familia Leguminosas; pero estos mismos términos se escriben con minúscula cuando se usan como adjetivos o como nombres comunes: El castor es un mamífero roedor; Hemos tenido una buena cosecha de leguminosas.

4.26. Los nombres de edades y épocas históricas, cómputos cronológicos, acontecimientos históricos y movimientos religiosos, políticos o culturales: la Edad de los Metales, la Antigüedad, la Edad Media, la Hégira, el Cisma de Occidente, la Contrarreforma, la Primera Guerra Mundial, la Revolución de los Claveles, el Renacimiento. Igualmente se escriben con mayúscula los sustantivos que dan nombre a eras y períodos geológicos: Cuaternario, Mioceno, Pleistoceno, Jurásico. El adjetivo especificador que acompaña, en estos casos, a los sustantivos Revolución e Imperio se escribe con minúscula: la Revolución francesa, el Imperio romano.

4.27. Determinados nombres comunes cuando, por antonomasia, designan una sola de las realidades de su misma clase: el Diluvio (referido al diluvio bíblico), la Reconquista (referida a la de los territorios ocupados por los musulmanes, llevada a cabo por los reinos cristianos peninsulares durante la Edad Media), el Muro (referido al que separaba en Berlín los sectores oriental y occidental).

4.28. Determinados nombres, cuando designan entidades o colectividades institucionales: la Universidad, el Estado, el Ejército, el Reino, la Marina, la Judicatura, el Gobierno. En muchos casos, esta mayúscula tiene una función diacrítica o diferenciadora, ya que permite distinguir entre acepciones distintas de una misma palabra: Iglesia (‘institución’) / iglesia (‘edificio’), Ejército (‘institución’) / ejército (‘conjunto de soldados’), Gobierno (‘conjunto de los ministros de un Estado’) / gobierno (‘acción de gobernar’). La mayúscula diacrítica afecta tanto al singular como al plural: «Europa es importante para los Gobiernos, pero sobre todo para los ciudadanos» (País [Esp.] 9.1.97).

4.29. Los nombres de conceptos religiosos como el Paraíso, el Infierno, el Purgatorio, etc., siempre que se usen en su sentido religioso originario, y no en usos

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derivados o metafóricos, pues, en ese caso, se escriben con minúscula: Aquella isla era un paraíso; La noche pasada fue un infierno.

4.30. En textos religiosos, suelen escribirse con mayúscula, en señal de respeto, los pronombres personales Tú, Ti, Sí, Vos, Él, Ella, referidos a Dios o a la Virgen.

4.31. Los títulos, cargos y nombres de dignidad, como rey, papa, duque, presidente,

ministro, etc., que normalmente se escriben con minúscula (→ 6.9), pueden aparecer en determinados casos escritos con mayúscula. Así, es frecuente, aunque no obligatorio, que estas palabras se escriban con mayúscula cuando se emplean referidas a una persona concreta, sin mención expresa de su nombre propio: El Rey inaugurará la nueva biblioteca; El Papa visitará la India en su próximo viaje . Por otra parte, por razones de respeto, los títulos de los miembros de la familia reinante en España suelen escribirse con mayúscula, aunque vayan seguidos del nombre propio de la persona que los posee, al igual que los tratamientos de don y doña a ellos referidos: el Rey Don Juan Carlos, el Príncipe Felipe, la Infanta Doña Cristina. También es costumbre particular de las leyes, decretos y documentos oficiales, por razones de solemnidad, escribir con mayúsculas las palabras de este tipo: el Rey de España, el Jefe del Estado, el Presidente del Gobierno, el Secretario de Estado de Comercio. Por último, es muy frecuente que los cargos de cierta categoría se escriban con mayúscula en el encabezamiento de las cartas dirigidas a las personas que los ocupan.

4.32. En textos de carácter publicitario, propagandístico o similar, es frecuente la aparición de mayúsculas no justificadas desde el punto de vista ortográfico, así como el fenómeno inverso, esto es, la aparición de minúsculas donde las normas prescriben la mayúscula. Estos usos expresivos o estilísticos, cuya finalidad es llamar la atención del receptor para asegurar así la eficacia del mensaje, no deben extenderse, en ningún caso, a otro tipo de escritos.

4.33. También es habitual que en textos pertenecientes a ámbitos particulares se escriban con mayúscula las palabras que designan conceptos de especial relevancia dentro de esos ámbitos. Así, por ejemplo, es normal ver escritos con mayúscula, en textos religiosos, palabras como Sacramento, Bautismo, Misa; o, en textos militares, las palabras Bandera o Patria. Estas mayúsculas, que no deben extenderse a la lengua general, obedecen únicamente a razones expresivas o de respeto.

5. Otros usos de las mayúsculas. Se escriben con mayúsculas los números romanos

(→ NÚMEROS , 3), algunas abreviaturas (→ ABREVIATURA , 6b) y algunos símbolos

(→ SÍMBOLO , 4).

6. Casos en que no debe usarse la mayúscula inicial. Se escriben con minúscula

inicial, salvo que la mayúscula venga exigida por la puntuación (→ 3), las palabras siguientes:

6.1. Los nombres de los días de la semana, de los meses y de las estaciones del año: lunes, abril, verano. Solo se escriben con mayúscula cuando forman parte de fechas históricas, festividades o nombres propios: Primero de Mayo, Primavera de Praga, Viernes Santo, Hospital Doce de Octubre.

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6.2. Los nombres de las notas musicales: do, re, mi, fa, sol, la, si.

6.3. Los nombres propios que se usan como nombres comunes. Es muy frecuente que determinados nombres propios acaben designando un género o una clase de objetos o personas. Esto ocurre en los casos siguientes:

a) Nombres propios de persona que pasan a designar genéricamente a quienes poseen el rasgo más característico o destacable del original: Mi tía Petra es una auténtica celestina; Siempre vas de quijote por la vida; Mi padre, de joven, era un donjuán.

b) Muchos objetos, aparatos, sistemas y productos que pasan a ser designados con el nombre propio de su inventor, de su descubridor, de su fabricante o de la persona que los popularizó o en honor de la cual se hicieron (zepelín, roentgen, braille, quevedos, rebeca, napoleón), o del lugar en que se producen o del que son originarios (cabrales, rioja, damasco, fez). Por el contrario, conservan la mayúscula inicial los nombres de

los autores aplicados a sus obras (→ 4.3).

c) Nombres de marcas comerciales, cuando no designan ya un objeto o un producto de la marca, sino, genéricamente, cualquier objeto o producto de características

similares (→ 4.22).

6.4. Los nombres comunes genéricos que acompañan a los nombres propios de lugar,

sean geográficos (→ 4.7) o de espacios o vías urbanas (→ 4.10).

6.5. Los nombres de los vientos, salvo que estén personificados en poemas o relatos mitológicos: céfiro, austro, bóreas, tramontana.

6.6. Los nombres de las religiones: catolicismo, budismo, islamismo, judaísmo.

6.7. Los nombres de tribus o pueblos y de lenguas, así como los gentilicios: el pueblo inca, los mayas, el español, los ingleses.

6.8. Los tratamientos (usted, señor, don, fray, san(to), sor, reverendo, etc.), salvo que se escriban en abreviatura, caso en que se escriben con mayúscula: Ud., Sr., D., Fr., Sto., Rvdo. Solo cuando, por tradición, se han formado acuñaciones que funcionan como nombres propios, se escribirán estos tratamientos en mayúscula: Fray Luis, referido a fray Luis de León; Sor Juana, referido a sor Juana Inés de la Cruz; Santa Teresa, referido a santa Teresa de Jesús.

6.9. Los títulos, cargos y nombres de dignidad como rey, papa, duque, presidente, ministro, etc., se escriben con minúscula cuando aparecen acompañados del nombre propio de la persona que los posee, o del lugar o ámbito al que corresponden (el rey Felipe IV, el papa Juan Pablo II, el presidente de Nicaragua, el ministro de Trabajo), o cuando están usados en sentido genérico (El papa, el rey, el duque están sujetos a morir, como lo está cualquier otro hombre). Existen casos, sin embargo, en que estas

palabras pueden escribirse con mayúsculas (→ 4.31).

MULTIPLICATIVOS. 1. Los numerales multiplicativos expresan multiplicación. Como adjetivos, denotan que el sustantivo al que se refieren —con el que deben

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concordar en género y número— se compone de tantas unidades o medidas iguales, o implica tantas repeticiones, como el numeral indica: triple salto, habitaciones cuádruples. Como sustantivos, son siempre masculinos, se emplean normalmente precedidos de artículo y significan ‘cantidad x (dos, tres, cuatro, etc.) veces mayor’: el doble, el triple. La serie de los multiplicativos es limitada:

   

NÚMERO NUMERAL MULTIPLICATIVO

2 doble y duplo, fem. dupla

3 triple y triplo, fem. tripla

4 cuádruple y cuádruplo, fem. cuádrupla

5 quíntuple y quíntuplo, fem. quíntupla

6 séxtuple y séxtuplo, fem. séxtupla

7 séptuple y séptuplo, fem. séptupla

8 óctuple y óctuplo, fem. óctupla

9 nónuplo, fem. nónupla

10 décuplo, fem. décupla

11 undécuplo, fem. undécupla

12 duodécuplo, fem. duodécupla

13 terciodécuplo, fem. terciodécupla

100 céntuplo, fem. céntupla

 

2. Como se ve en el cuadro, algunos multiplicativos poseen dos formas: una acabada en -e, válida para ambos géneros (parto doble, letra doble); y otra terminada en -o, a la que corresponde un femenino en -a (parto duplo, letra dupla). No obstante, como adjetivos, solo se usan hoy las formas terminadas en -e. Como sustantivos, aunque son mayoritarias las formas en -e (el doble, el triple, etc.), aún se documenta el uso de las formas en -o: «Con un porcentaje de ocupados en el sector agrario superior al duplo de la media europea» (Alonso Situación [Esp. 1990]); «Las condenas [...] quedan reducidas a nueve años de cumplimiento, límite del triplo de la pena más grave, que es de tres años» (País [Esp.] 29.10.97). En algunos países de América, el femenino dupla ha pervivido como sustantivo, con el significado de ‘pareja, grupo de dos personas o

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cosas’: «Jorge Pedreros y Gloria Benavides hicieron buena dupla parodiando a Feliciano y la Simonetti» (Freire Tevedécada [Chile 1990]).

3. Existen también las formas adjetivas dúplice y tríplice, equivalentes de doble y triple, pero son de nivel muy culto y de raro empleo.

4. En realidad, solo es normal el uso de los multiplicativos más bajos de la serie, especialmente doble, triple y cuádruple. A partir de nueve, son prácticamente inusitados; en su lugar, se emplea el numeral cardinal que corresponda, seguido de veces mayor o veces más, fórmula que sirve también para expresar la idea de multiplicación en aquellos casos en que no existe forma específica de multiplicativo: «Si el premio hubiera sido diez veces mayor, no le habría quedado más remedio que sentarse a calcular la manera más ventajosa de invertirlo» (Grandes Aires [Esp. 2002]); «Un cuerpo allí pesaría 28 veces más que en la Tierra» (Maza Astronomía [Chile 1988]).

NUMERALES. 1. Son las palabras que hacen referencia a los números. Según expresen cantidad, orden en una sucesión, multiplicación o división, se clasifican en

cardinales (→ CARDINALES ), ordinales (→ ORDINALES ), multiplicativos (→ MULTIPLICATIVOS ) y fraccionarios o partitivos (→ FRACCIONARIOS ).

2. Sobre cuándo deben utilizarse cifras y cuándo letras en la escritura de los números,

→ NÚMEROS , 1.

NÚMEROS. Existen dos sistemas básicos para representar los números mediante signos: la «numeración arábiga», llamada así porque fue introducida en Occidente por los árabes, y la «numeración romana», heredada de los romanos. Además, los números

pueden representarse mediante palabras, denominadas «numerales» (→ NUMERALES ). En la numeración arábiga, cualquier número puede representarse mediante la combinación de solo diez signos, llamados cifras o dígitos: 0, 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8, 9; la numeración romana se basa en el empleo de siete letras del alfabeto latino, a las que

corresponde un valor numérico fijo (→ 3.1). Debido a su mayor simplicidad, la numeración arábiga sustituyó en la Edad Media al sistema romano, que ya no se

emplea en la actualidad, salvo en unos pocos casos (→ 3.2). En los textos escritos

pueden emplearse tanto cifras como palabras (→ 1). Para el uso de cifras o de

palabras en la indicación de la fecha y la hora, → FECHA , 2 y HORA 2, 3 . Para la

ortografía de los números escritos con cifras, → 2.

1. Uso de cifras o de palabras. La elección de cifras o de palabras en la escritura de los números depende de varios factores: el tipo de texto de que se trate, la complejidad del número que se deba expresar y el contexto de uso. Así, en general, en textos científicos y técnicos es más normal, por su concisión y claridad, el empleo de cifras, y resulta obligado cuando se trata de operaciones matemáticas, cómputos estadísticos, inventarios, tablas, gráficos o cualquier otro contexto en que el manejo de números es constante y constituye parte fundamental de lo escrito. Por las mismas razones de concisión y claridad, en carteles, etiquetas, titulares periodísticos y textos publicitarios es también general el empleo de cifras. Por el contrario, en obras literarias y textos no

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técnicos en general, resulta preferible y más elegante, salvo que se trate de números muy complejos, el empleo de palabras en lugar de cifras. A este respecto pueden ofrecerse las siguientes recomendaciones generales:

1.1. Se escribirán preferentemente con letras:

a) Los números que pueden expresarse en una sola palabra, esto es, del cero al veintinueve, las decenas (treinta, cuarenta, etc.) y las centenas (cien, doscientos, etc.): Me he comprado cinco libros: tres ensayos y dos novelas; Este año tengo cincuenta alumnos en clase; A la boda acudieron trescientos invitados.

b) Los números redondos que pueden expresarse en dos palabras (trescientos mil, dos millones, etc.): Acudieron cien mil personas a la manifestación; Ganó tres millones en un concurso.

c) Los números que se expresan en dos palabras unidas por la conjunción y (hasta noventa y nueve): Mi padre cumplió ochenta y siete años la semana pasada; En la Biblioteca de Palacio hay treinta y cinco manuscritos.

No es recomendable mezclar en un mismo enunciado números escritos con cifras y números escritos con letra; así pues, si algún número perteneciente a las clases antes señaladas forma serie con otros más complejos, es mejor escribirlos todos con cifras: En la Biblioteca de Palacio hay 35 manuscritos y 135 226 volúmenes impresos, 134 de ellos incunables.

d) En textos no técnicos es preferible escribir con letras los números no excesivamente complejos referidos a unidades de medida. En ese caso, no debe usarse el símbolo de la unidad, sino su nombre: Recorrimos a pie los últimos veinte kilómetros (no los últimos veinte km). Cuando se utiliza el símbolo, es obligado

escribir el número en cifras (→ 1.2d).

e) Todos los números aproximados o los usados con intención expresiva: Creo que nació en mil novecientos cincuenta y tantos; Habría unas ciento cincuenta mil personas en la manifestación; ¡Te lo he repetido un millón de veces y no me haces caso!

f) Los números que forman parte de locuciones o frases hechas: No hay duda: es el número uno; Éramos cuatro gatos en la fiesta; Te da lo mismo ocho que ochenta; A mí me pasa tres cuartos de lo mismo.

1.2. Se escribirán con cifras:

a) Los números que exigirían el empleo de cuatro o más palabras en su escritura con letras: En verano la población asciende a 32 423 habitantes (más claro y de comprensión más rápida que treinta y dos mil cuatrocientos veintitrés). En algunos documentos, como cheques bancarios, contratos, letras de cambio, etc., por razones de seguridad, la expresión en cifras va acompañada normalmente de la expresión en palabras: Páguese al portador de este cheque la cantidad de veinticinco mil trescientos treinta y ocho euros.

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b) Los números formados por una parte entera y una decimal: El índice de natalidad es de 1,5 (o 1.5, en los países que usan el punto como separador decimal) niños por mujer. También en este caso, en cheques bancarios, contratos, letras de cambio, etc., la expresión numérica suele acompañarse de la expresión lingüística: Páguese al portador de este cheque la cantidad de mil doscientos treinta y cuatro euros con veinticinco céntimos. El sustantivo cuantificado por una expresión numérica decimal, incluso si esta designa cantidad inferior a la unidad, debe ir en plural: 0,5 millones de pesos (y no 0,5 millón de pesos).

c) Los porcentajes superiores a diez: En las últimas elecciones votó el 84% de la población. No debe dejarse espacio de separación entre el número y el signo %. Hasta el diez suele alternar el empleo de cifras o palabras en la indicación de los porcentajes: El 3% (o tres por ciento) de los encuestados dijo no estar de acuerdo con la medida. El símbolo % debe leerse siempre «por ciento», no «por cien», salvo en el caso del 100%, que puede expresarse en letras de tres modos: cien por cien, cien por ciento o

ciento por ciento (→ ciento, 3). No debe usarse el signo % cuando el porcentaje se expresa con palabras ( el tres %). Tanto si se escribe con cifras como con palabras, la expresión de los porcentajes debe quedar dentro de la misma línea: 3 / %, tres / por ciento, tres por / ciento.

d) Los números referidos a unidades de medida, cuando van seguidos del símbolo correspondiente: Madrid dista 40 km de Guadalajara; Mañana se alcanzarán los 35 ºC. No se deben escribir en líneas diferentes la cifra y el símbolo: 40 / km, 35 / ºC.

e) Los números seguidos de la abreviatura del concepto que cuantifican: 5 cts. (‘cinco céntimos’), 45 págs. (‘cuarenta y cinco páginas’), 2 vols. (‘dos volúmenes’). No se deben escribir en líneas diferentes el número y la abreviatura: 5 / cts.

f) Los números pospuestos al sustantivo al que se refieren (expresado o no mediante abreviatura), usados para identificar un elemento concreto dentro de una serie: página 3 (o pág. 3), habitación 317 (o hab. 317), número 37 (o núm. 37), tabla 7, gráfico 15, etc.

2. Ortografía de los números escritos con cifras. Para escribir correctamente los números expresados en cifras, debe tenerse en cuenta lo siguiente:

a) Al escribir números de más de cuatro cifras, se agruparán estas de tres en tres, empezando por la derecha, y separando los grupos por espacios en blanco: 8 327 451 (y no por puntos o comas, como, dependiendo de las zonas, se hacía hasta ahora: 8.327.451; 8,327,451). Los números de cuatro cifras se escriben sin espacios de separación: 2458 (no 2 458). En ningún caso deben repartirse en líneas diferentes las cifras que componen un número: 8 327 / 451.

b) Nunca se escriben con puntos, comas ni blancos de separación los números referidos a años, páginas, versos, portales de vías urbanas, códigos postales, apartados de correos, números de artículos legales, decretos o leyes: año 2001, página 3142, código postal 28357.

c) Para separar la parte entera de la decimal debe usarse la coma, según establece la normativa internacional: El valor de π es 3,1416. No obstante, también se admite el

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uso anglosajón del punto, extendido en algunos países americanos: El valor de π es 3.1416.

d) Las cantidades que tienen como base un sustantivo de significación numeral como millón, millardo, billón, trillón y cuatrillón, siempre que, al menos, las tres últimas cifras de su escritura en números sean ceros, podrán abreviarse mezclando el uso de cifras y letras en su escritura: 327 millones, 3,6 billones, 2 cuatrillones. Son sustantivos, entre otras cosas, porque si se expresa el elemento que cuantifican, este debe ir precedido de la preposición de: 327 millones DE habitantes, 2 millardos DE dólares. Este método abreviado no es válido para las cantidades en miles, ya que mil no es un sustantivo (la forma sustantiva es millar), sino que forma parte de adjetivos numerales compuestos de dos palabras, en cuya escritura no deben mezclarse cifras y letras; así, no debe escribirse 154 mil personas o 12 mil millones, por la misma razón que no escribimos 30 y siete ni cincuenta y 4. Debe escribirse 154 000

personas, 12 000 millones (o doce mil millones; → 1.1b).

e) En la expresión abreviada de los numerales ordinales (→ ORDINALES ), se utilizan cifras seguidas de letras voladas. Como corresponde a las abreviaturas, se escribirá

punto entre la cifra y la letra volada (→ ABREVIATURA , 6d): 1.º (primero), 2.ª (segunda), 3.er (tercer).

3. Uso de los números romanos

3.1. La numeración romana se basa en el empleo de siete letras del alfabeto latino, a las que corresponde un valor numérico fijo: I (= 1), V (= 5), X (= 10), L (= 50), C (= 100), D (= 500), M (= 1000). Para escribir correctamente un número utilizando este sistema, es necesario tener en cuenta lo siguiente:

a) Aunque en textos antiguos se usaban a veces letras minúsculas para representar los números romanos, hoy deben utilizarse solo letras con forma mayúscula. Cuando se refieran a sustantivos escritos en minúscula, se recomienda escribirlos en versalitas (letras de figura mayúscula, pero del mismo tamaño que las minúsculas): siglo V, páginas XIX-XXIII; y en versales (letras mayúsculas de tamaño superior al de las minúsculas), cuando vayan solos o se refieran a sustantivos escritos con inicial mayúscula: Alfonso X, II Congreso Internacional. Cuando los números romanos se usan con valor ordinal, no deben acompañarse de letras voladas: tomo VI.º, II.ª Guerra Mundial.

b) No debe repetirse hoy más de tres veces consecutivas una misma letra; así, el número 333 se escribe en romanos CCCXXXIII; pero 444 no puede escribirse CCCCXXXXIIII; se escribe CDXLIV. No obstante, en la Antigüedad podían repetirse hasta cuatro veces consecutivas las letras I y X.

c) Nunca se repetirá dos veces una letra si existe otra que por sí sola representa ese valor; así, no puede escribirse VV para representar el número 10, porque ese valor lo representa la letra X.

d) Cuando una letra va seguida de otra de valor igual o inferior, se suman sus valores: VI (= 6), XV (= 15), XXVII (= 27).

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e) Cuando una letra va seguida de otra de valor superior, se le resta a la segunda el valor de la primera: IV (= 4), IX (= 9), XL (= 40), XC (= 90), CD (= 400), CM (= 900).

f) El valor de los números romanos queda multiplicado por mil tantas veces como rayas horizontales se tracen encima: así, L— (= 50 000), M—— (= 1 000 000 000).

3.2. En la actualidad, solo se usan los números romanos, casi siempre con valor ordinal, en los casos siguientes:

a) En monumentos o lápidas conmemorativas, para indicar los años: MCMXCIX (= 1999). Esta costumbre está cayendo en desuso y actualmente es más normal usar la numeración arábiga.

b) Para indicar los siglos: siglo XV, siglo XXI. Se escriben siempre pospuestos al nombre. No deben usarse, en este caso, números arábigos: siglo 21.

c) Para indicar las dinastías en ciertas culturas: los faraones de la XVIII dinastía. Se escriben normalmente antepuestos al nombre. Pueden sustituirse por la abreviatura del numeral ordinal correspondiente: la 18.ª dinastía.

d) En las series de papas, emperadores y reyes de igual nombre: Juan XXIII, Napoleón III, Felipe IV. Se escriben siempre pospuestos al nombre.

e) En la numeración de volúmenes, tomos, partes, libros, capítulos o cualquier otra división de una obra, así como en la numeración de actos, cuadros o escenas en las piezas teatrales: tomo III, libro II, capítulo IV, escena VIII. Se escriben pospuestos al nombre. En muchos de estos casos, pueden sustituirse por las abreviaturas, antepuestas o pospuestas, de los numerales ordinales correspondientes: tomo 3.º o 3.er tomo, capítulo 12.º o 12.º capítulo; e incluso por números cardinales, aunque en ese caso el número solo puede ir pospuesto al nombre: tomo 3, volumen 2, capítulo 7.

f) En la denominación de congresos, campeonatos, certámenes, festivales, etc.: II Congreso Internacional de la Lengua Española, XXIII Feria del Libro de Buenos Aires. Se escriben antepuestos al nombre. Si el número resulta excesivamente complejo, se prefiere, en su lugar, el uso de las abreviaturas de los numerales correspondientes: 78.o Campeonato Mundial de Ajedrez.

g) Para numerar las páginas de secciones preliminares de una obra (prólogo, introducción, etc.), con el fin de distinguirlas de las del cuerpo central: El autor cita a Cervantes en la página XVII del prólogo. Se escriben pospuestos al nombre.

h) Para representar el mes en la expresión abreviada de las fechas (→ FECHA , 2c).

ORDINALES. 1. Los numerales ordinales expresan orden o sucesión en relación con los números naturales e indican el lugar que ocupa, dentro de una serie ordenada, el elemento al que se refieren. Por lo tanto, no cuantifican al sustantivo, como los cardinales, sino que lo identifican y lo individualizan dentro de un conjunto ordenado de elementos de la misma clase. Generalmente son adjetivos, y pueden ir antepuestos o pospuestos al sustantivo, aunque suele ser más frecuente la anteposición: Vivo en el primer piso; Acabo de terminar el capítulo segundo de mi nueva novela. Pueden ser

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pronombres: He llegado la cuarta en la prueba de natación; y algunos, como primero, pueden funcionar también como adverbios: Primero ordena tu habitación. A diferencia de los cardinales, todos los ordinales presentan variación de género y número: primero(s), primera(s), vigésimo(s), vigésima(s), etc. A continuación se ofrece un cuadro con la representación numérica (en arábigos y romanos) y la representación lingüística de los ordinales:

 

ARÁBIGO ROMANO NUMERAL ORDINAL

1.º (1.er), 1.ª I primero (apocopado primer), fem. primera

2.º, 2.ª II segundo, fem. segunda

3.º (3.er), 3.ª III tercero (apocopado tercer), fem. tercera

4.º, 4.ª IV cuarto, fem. cuarta

5.º, 5.ª V quinto, fem. quinta

6.º, 6.ª VI sexto, fem. sexta

7.º, 7.ª VII séptimo, fem. séptima (también sétimo, -ma)

8.º, 8.ª VIII octavo, fem. octava

9.º, 9.ª IX noveno, fem. novena (hoy raro nono, -na)

10.º, 10.ª X décimo, fem. décima

11.º, 11.ª XI undécimo, fem. undécima (también, modernamente, decimoprimero o décimo primero; apocopado decimoprimer o décimo primer; fem. decimoprimera o décima primera)

12.º, 12.ª XII duodécimo, fem. duodécima (también, modernamente, decimosegundo o décimo segundo, fem. decimosegunda o décima segunda)

13.º (13.er), 13.ª XIII decimotercero o décimo tercero (apocopado decimotercer o décimo tercer), fem. decimotercera o décima tercera

14.º, 14.ª, etc. XIV decimocuarto o décimo cuarto, fem. decimocuarta o décima cuarta, etc.

20.º, 20.ª XX vigésimo, fem. vigésima

21.º (21.er), 21.ª XXI vigesimoprimero o vigésimo primero (apocopado vigesimoprimer o vigésimo primer), fem.

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vigesimoprimera o vigésima primera

22.º, 22.ª, etc. XXII vigesimosegundo o vigésimo segundo, fem. vigesimosegunda o vigésima segunda, etc.

28.º, 28.ª XXVIII vigesimoctavo o vigésimo octavo, fem. vigesimoctava o vigésima octava

30.º, 30.ª XXX trigésimo, fem. trigésima

31.º (31.er), 31.ª, etc.

XXXI trigésimo primero (apocopado trigésimo primer), fem. trigésima primera, etc.

40.º XL cuadragésimo

50.º L quincuagésimo

60.º LX sexagésimo

70.º LXX septuagésimo

80.º LXXX octogésimo

90.º XC nonagésimo

100.º C centésimo

101.º (101.er), 101.ª CI centésimo primero (apocopado centésimo primer), fem. centésima primera

120.º, 120.ª CXX centésimo vigésimo, fem. centésima vigésima

134.º, 134.ª CXXXIV centésimo trigésimo cuarto, fem. centésima trigésima cuarta

200.º CC ducentésimo

300.º CCC tricentésimo

400.º CD cuadringentésimo

500.º D quingentésimo

600.º DC sexcentésimo

700.º DCC septingentésimo

800.º DCCC octingentésimo

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900.º CM noningentésimo

1000.º M milésimo

1248.º MCCXLVIII milésimo ducentésimo cuadragésimo octavo

2000.º MM dosmilésimo

3000.º, etc. MMM tresmilésimo, etc.

10 000.º diezmilésimo

100 000.º cienmilésimo

500 000.º quinientosmilésimo

1 000 000.º millonésimo

 * Cuando no se hace explícito, se entiende que el femenino se forma sustituyendo la -o final por una -a y, en el caso de la expresión numérica abreviada, sustituyendo la º volada por una ª de la misma clase.

 

2. Existen ordinales simples, los que tienen forma propia, y ordinales compuestos, los formados por la suma de numerales simples.

a) Son ordinales simples los correspondientes a los números 1 al 10 (para 11 y 12, → c): primero, segundo, tercero, etc.; los correspondientes a todas las decenas (del 20 al 90): vigésimo, trigésimo, cuadragésimo, etc.; y los correspondientes a todas las centenas (del 100 al 900): centésimo, ducentésimo, tricentésimo, etc. También son simples los ordinales correspondientes a 1000 y a las potencias superiores, que se forman añadiendo al numeral cardinal correspondiente la terminación -ésimo: milésimo, millonésimo, billonésimo, etc.

b) El resto de los ordinales son compuestos y se forman por yuxtaposición o por fusión de formas simples. Así, los correspondientes a las series de las decenas y las centenas se forman posponiendo al ordinal de orden superior los ordinales correspondientes a los órdenes inferiores: decimotercero, vigesimocuarto, trigésimo noveno, ducentésimo segundo, tricentésimo cuadragésimo noveno, etc. Los ordinales compuestos de la serie de los millares, los millones, los billones, etc., en la práctica inusitados, se forman prefijando al ordinal simple el cardinal que lo multiplica, y posponiendo los ordinales correspondientes a los órdenes inferiores: dosmilésimo, quinientosmilésimo, milmillonésimo, tresmilésimo tricentésimo cuadragésimo quinto, etc.

c) Los ordinales correspondientes a los números 11 y 12 presentan hoy dos formas: las etimológicas simples undécimo y duodécimo, que son las preferidas en el uso culto, y las compuestas decimoprimero y decimosegundo, creadas modernamente por

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analogía con la forma que adoptan los ordinales del resto de las series (vigesimoprimero, vigesimosegundo, trigésimo primero, trigésimo segundo, etc.).

3. De los ordinales compuestos, los correspondientes a la primera y a la segunda decena se pueden escribir en una o en dos palabras, siendo hoy mayoritaria la grafía simple (decimotercero, decimocuarto, vigesimoprimero, vigesimoctavo, etc.). A partir de la tercera decena solo se emplean las grafías complejas (trigésimo primero, cuadragésimo segundo, quincuagésimo tercero, etc.). Si el ordinal se escribe en dos palabras, el primer elemento mantiene la tilde que le corresponde como palabra independiente: vigésimo segundo; pero si se escribe en una sola palabra, el ordinal no debe llevar tilde, pues no le corresponde llevarla según las reglas de acentuación

(→  TILDE 2 , 1): vigesimosegundo (no vigésimosegundo). Los ordinales compuestos escritos en una sola palabra solo presentan variación de género y número en el segundo componente: vigesimoprimera, vigesimoprimeros, vigesimoprimeras; pero si se escriben en dos palabras, ambos componentes son variables: vigésima primera, vigésimos primeros, vigésimas primeras.

4. Los ordinales primero y tercero se apocopan en las formas primer y tercer cuando preceden a un sustantivo masculino, aunque entre ambos se interponga otra palabra; esta apócope también se produce cuando forman parte de ordinales compuestos: el primer ministro, mi tercer gran amor; el vigesimoprimer aniversario. La apócope es opcional si el ordinal aparece antepuesto y coordinado con otro adjetivo: mi primero y último amor o mi primer y último amor. Constituye un arcaísmo, que debe evitarse en el habla culta actual, la apócope de estos ordinales ante sustantivos femeninos: la primer vez, la tercer casa.

5. El ordinal correspondiente al número 50 es quincuagésimo (del lat. quinquagesimus), no cincuentésimo. Han caído en desuso los ordinales con la terminación -eno (salvo noveno, forma preferida hoy frente a nono), frecuentes en el español medieval y clásico: deceno, onceno, doceno o duodeno, treceno, veinteno, etc. Cuando al ordinal octavo se prefija otro ordinal, se recomienda reducir las dos oes resultantes a una sola: vigesimoctavo (mejor que vigesimooctavo). Para las grafías

séptimo y sétimo, → séptimo.

6. En la lengua corriente existe una marcada tendencia a evitar el uso de los ordinales, en especial los que se refieren a números altos, y a sustituirlos por los cardinales

correspondientes (→ CARDINALES , 8).

7. No deben utilizarse como ordinales formas propias de los numerales fraccionarios

o partitivos (→ FRACCIONARIOS , 5); así, no debe decirse el onceavo piso, en lugar de el undécimo piso.

8. Para expresar abreviadamente los ordinales, se utilizan dos sistemas: la numeración

romana (→ NÚMEROS , 3.1a) y la numeración arábiga seguida de letra volada (→ NÚMEROS , 2e); así, puede escribirse tanto la XXIII edición del Festival de San Sebastián como la 23.ª edición del Festival de San Sebastián. Cuando se utiliza el segundo procedimiento, hay que tener en cuenta que, salvo en el caso de las formas apocopadas primer y tercer, que llevan voladas las dos últimas letras del ordinal (1.er,

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3.er, 23.er), en el resto de los casos únicamente va volada la última letra: 1.º, 2.º, 3.ª, 28.ª, etc. No son aconsejables, pues, abreviaciones como 1.ero, 2.do, 7.mo, 8.vo, 9.no, etc., usadas a veces en el español americano, probablemente por influjo de las correspondientes abreviaciones inglesas (1st, 2nd, 3rd, 7th). Como se ve por los

ejemplos, se escribe un punto entre el número y la letra volada (→ ABREVIATURA , 6d).

PARÉNTESIS. 1. Signo ortográfico doble con la forma ( ) que se usa para insertar en un enunciado una información complementaria o aclaratoria. Los paréntesis se escriben pegados a la primera y la última palabra del período que enmarcan, y  separados por un espacio de las palabras que los preceden o los siguen (hay algunas

excepciones; → 2c y d); pero si lo que sigue al signo de cierre de paréntesis es un signo de puntuación, no se deja espacio entre ambos.

2. Usos

a) Cuando se interrumpe el enunciado con un inciso aclaratorio o accesorio: Las asambleas (la última duró casi cuatro horas sin ningún descanso) se celebran en el

salón de actos. Aunque también las comas (→ COMA 2, 1.1) y las rayas (→ RAYA , 2.1) se utilizan para enmarcar incisos, el uso de los paréntesis implica un mayor grado de aislamiento del enunciado que encierran con respecto al texto en el que se inserta. Por ello, los incisos entre paréntesis suelen ser normalmente oraciones con sentido pleno y poca o nula vinculación sintáctica con los elementos del texto principal.

b) Para intercalar algún dato o precisión, como fechas, lugares, el desarrollo de una sigla, el nombre de un autor o de una obra citados, etc.: El año de su nacimiento (1616) es el mismo en que murió Cervantes; Toda su familia nació en Guadalajara (México); La OPEP (Organización de Países Exportadores de Petróleo) ha decidido aumentar la producción de crudo; «Más obran quintaesencias que fárragos» (Gracián).

c) Para introducir opciones en un texto. En estos casos se encierra entre paréntesis el elemento que constituye la alternativa, sea este una palabra completa, sea uno de sus segmentos: En el documento se indicará(n) el (los) día(s) en que haya tenido lugar la baja; Se necesita chico(a) para repartir pedidos. Como se ve en los ejemplos, los paréntesis que añaden segmentos van pegados a la palabra a la que se refieren. En este

uso, el paréntesis puede alternar con la barra (→ BARRA , 1b).

d) Para desarrollar las abreviaturas o reconstruir las palabras incompletas del texto original cuando se reproducen o transcriben textos, códices o inscripciones. Los elementos que se añaden van entre paréntesis y sin espacios de separación: Imp(eratori) Caes(ari). En estos casos se recomienda utilizar con preferencia los

corchetes (→ CORCHETE , 2c).

e) En la reproducción de citas textuales, se usan tres puntos entre paréntesis para indicar que se omite un fragmento del original: «Pensé que él no pudo ver mi sonrisa (...) por lo negra que estaba la noche» (Rulfo Páramo [Méx. 1955-80]). En estos casos

es más frecuente y recomendable el uso de los corchetes (→ CORCHETE , 2e).

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f) Para encerrar, en las obras teatrales, las acotaciones del autor o los apartes de los personajes: «BERNARDA. (Golpeando con el bastón en el suelo). ¡No os hagáis ilusiones de que vais a poder conmigo!» (GaLorca Bernarda [Esp. 1936]).

INÉS.   ¡Ay, Jesús!

BRÍGIDA.                  ¿Qué es lo que os da?

INÉS.   Nada, Brígida, no es nada.

BRÍGIDA.      No, no; si estáis inmutada.

           (Ya presa en la red está).

           ¿Se os pasa?

           (Zorrilla Tenorio [Esp. 1844]).

g) Las letras o números que introducen elementos de una clasificación o enumeración pueden escribirse entre paréntesis o, más frecuentemente, seguidas solo del paréntesis de cierre:

Los libros podrán encontrarse en los lugares siguientes:

(a) En los estantes superiores de la sala de juntas.

(b) En los armarios de la biblioteca principal.

O bien:

Los libros podrán encontrarse en los lugares siguientes:

a) En los estantes superiores de la sala de juntas.

b) En los armarios de la biblioteca principal.

h) En las fórmulas matemáticas o químicas, los paréntesis sirven para aislar operaciones que forman parte de una serie; para enmarcar operaciones que contienen

otras ya encerradas entre paréntesis, se utilizan los corchetes (→ CORCHETE , 2a): [(4 + 2) × (5 + 3)] – (6 – 2).

3. Combinación con otros signos

a) Los signos de puntuación correspondientes al período en el que va inserto el texto entre paréntesis se colocan siempre después del paréntesis de cierre:

Llevaban casados mucho tiempo (el año pasado cumplieron sus bodas de oro), pero nunca lograron entenderse.

¿Cuántos países integran la ONU (Organización de las Naciones Unidas)?

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No debe colocarse ningún signo de puntuación que no fuera necesario si se suprimieran los paréntesis; por ello, si el texto entre paréntesis está colocado entre el sujeto y el verbo de la oración, nunca debe escribirse coma después del paréntesis de

cierre, pues es incorrecto que sujeto y verbo vayan separados por coma (→ COMA 2 , 3.1): Las asambleas (la última duró casi cuatro horas sin ningún descanso), se celebran en el salón de actos.

b) El texto contenido dentro de los paréntesis tiene una puntuación independiente: La manía de Ernesto por el coleccionismo (lo colecciona todo: sellos, monedas, relojes, plumas, llaveros...) ha convertido su casa en un almacén; por ello, si el enunciado entre paréntesis es interrogativo o exclamativo, los signos de interrogación o de exclamación deben colocarse dentro de los paréntesis: Su facilidad para los idiomas (¡habla con fluidez siete lenguas!) le ha abierto muchas puertas.

c) Independientemente de que el texto entre paréntesis abarque todo el enunciado o solo parte de este, el punto se colocará siempre detrás del paréntesis de cierre (→ PUNTO , 3.1): Se fue dando un portazo. (Creo que estaba muy enfadado).

PÁRRAFO (SIGNO DE). Signo ortográfico auxiliar (§) que se usa, seguido de un número, o de series de números y letras, para indicar divisiones internas dentro de los capítulos de una obra: § 12, § 32.2a; o para remitir o aludir a ellas: «La función deíctica y anafórica de los pronombres, de que hablamos en el § 2.5.1b» (RAE Esbozo [Esp. 1973] 211). Debe dejarse siempre un espacio entre el signo y la numeración que lo acompaña. Cuando se hace referencia a más de un párrafo, el signo se duplica: «Para los compuestos con numerales, véanse los §§ 2.9.3e y 2.9.5c» (RAE Esbozo [Esp. 1973] 141).

PLURAL. 1. REGLAS DE FORMACIÓN DEL PLURAL. En español hay dos marcas para formar el plural de los sustantivos y adjetivos: -s y -es. Existe asimismo la posibilidad, aunque no es lo normal, de que permanezcan invariables. La elección de una de estas opciones debe ajustarse a las siguientes reglas:

a) Sustantivos y adjetivos terminados en vocal átona o en -e tónica. Forman el plural con -s: casas, estudiantes, taxis, planos, tribus, comités. Son vulgares los plurales terminados en -ses, como cafeses, en lugar de cafés, o pieses, en lugar de pies.

b) Sustantivos y adjetivos terminados en -a o en -o tónicas. Aunque durante algún tiempo vacilaron entre el plural en -s y el plural en -es, en la actualidad forman el plural únicamente con -s: papás, sofás, bajás, burós, rococós, dominós. Son excepción a esta regla los sustantivos faralá y albalá, y el adverbio no en función sustantiva, que forman el plural con -es: faralaes, albalaes, noes. También es excepción el pronombre yo cuando funciona como sustantivo, pues admite ambos plurales: yoes y yos. Son vulgares los plurales terminados en -ses, como sofases.

c) Sustantivos y adjetivos terminados en -i o en -u tónicas. Admiten generalmente dos formas de plural, una con -es y otra con -s, aunque en la lengua culta suele preferirse la primera: bisturíes o bisturís, carmesíes o carmesís, tisúes o tisús, tabúes o tabús. En los gentilicios, aunque no se consideran incorrectos los plurales en -s, se

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utilizan casi exclusivamente en la lengua culta los plurales en -es: israelíes, marroquíes, hindúes, bantúes. Por otra parte, hay voces, generalmente las procedentes de otras lenguas o las que pertenecen a registros coloquiales o populares, que solo forman el plural con -s: gachís, pirulís, popurrís, champús, menús, tutús, vermús. El plural del adverbio sí, cuando funciona como sustantivo, es síes, a diferencia de lo que

ocurre con la nota musical si, cuyo plural es sis (→ l). Son vulgares los plurales terminados en -ses, como gachises.

d) Sustantivos y adjetivos terminados en -y precedida de vocal. Forman tradicionalmente su plural con -es: rey, pl. reyes; ley, pl. leyes; buey, pl. bueyes; ay, pl. ayes; convoy, pl. convoyes; bocoy, pl. bocoyes. Sin embargo, los sustantivos y adjetivos con esta misma configuración que se han incorporado al uso más recientemente —en su mayoría palabras tomadas de otras lenguas— hacen su plural en -s. En ese caso, la y del singular mantiene en plural su carácter vocálico y, por lo tanto,

debe pasar a escribirse i (→ i, 5b): gay, pl. gais; jersey, pl. jerséis; espray, pl. espráis; yóquey, pl. yoqueis. Pertenecen a la etapa de transición entre ambas normas y admiten, por ello, ambos plurales las palabras coy, pl. coyes o cois; estay, pl. estayes o estáis; noray, pl. norayes o noráis; guirigay, pl. guirigayes o guirigáis, con preferencia hoy por las formas con -s. Son vulgares los plurales terminados en -ses, como jerseises.

e) Voces extranjeras terminadas en -y precedida de consonante. Deben adaptarse gráficamente al español sustituyendo la -y por -i: dandi (del ingl. dandy); panti (del ingl. panty); ferri (del ingl. ferry). Su plural se forma, como el de las palabras

españolas con esta terminación (→ a), añadiendo una -s: dandis, pantis, ferris. No son admisibles, por tanto, los plurales que conservan la -y del singular etimológico: dandys, pantys, ferrys.

f) Sustantivos y adjetivos terminados en -s o en -x. Si son monosílabos o polisílabos agudos, forman el plural añadiendo -es: tos, pl. toses; vals, pl. valses, fax, pl. faxes; compás, pl. compases; francés, pl. franceses. En el resto de los casos, permanecen invariables: crisis, pl. crisis; tórax, pl. tórax; fórceps, pl. fórceps. Es excepción a esta regla la palabra dux, que, aun siendo monosílaba, es invariable en plural: los dux. También permanecen invariables los polisílabos agudos cuando se trata de voces compuestas cuyo segundo elemento es ya un plural: ciempiés, pl. ciempiés (no ciempieses); buscapiés, pl. buscapiés (no buscapieses), pasapurés, pl. pasapurés (no

pasapureses).

g) Sustantivos y adjetivos terminados en -l, -r, -n, -d, -z, -j. Si no van precedidas de

otra consonante (→ j), forman el plural con -es: dócil, pl. dóciles; color, pl. colores; pan, pl. panes; césped, pl. céspedes; cáliz, pl. cálices; reloj, pl. relojes. Los extranjerismos que terminen en estas consonantes deben seguir esta misma regla: píxel, pl. píxeles; máster, pl. másteres; pin, pl. pines; interfaz, pl. interfaces; sij, pl. sijes. Son excepción las palabras esdrújulas, que permanecen invariables en plural: polisíndeton, pl. (los) polisíndeton; trávelin, pl. (los) trávelin; cáterin, pl. (los) cáterin. Excepcionalmente, el plural de hipérbaton es hipérbatos.

h) Sustantivos y adjetivos terminados en consonantes distintas de -l, -r, -n, -d, -z, -j, -s, -x, -ch. Se trate de onomatopeyas o de voces procedentes de otras lenguas, hacen el plural en -s: crac, pl. cracs; zigzag, pl. zigzags; esnob, pl. esnobs; chip, pl. chips;

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mamut, pl. mamuts; cómic, pl. cómics. Se exceptúa de esta regla la palabra club, que

admite dos plurales, clubs y clubes (→ club). También son excepciones el arabismo

imam (→ imán), cuyo plural asentado es imames, y el latinismo álbum (→ álbum), cuyo plural asentado es álbumes.

i) Sustantivos y adjetivos terminados en -ch. Procedentes todos ellos de otras lenguas, o bien se mantienen invariables en plural: (los) crómlech, (los) zarévich, (los) pech, o bien hacen el plural en -es: sándwich, pl. sándwiches; maquech, pl. maqueches.

j) Sustantivos y adjetivos terminados en grupo consonántico. Procedentes todos ellos de otras lenguas, forman el plural con -s (salvo aquellos que terminan ya en -s,

que siguen la regla general; → f): gong, pl. gongs; iceberg, pl. icebergs; récord, pl. récords. Se exceptúan de esta norma las voces compost, karst, test, trust y kibutz, que permanecen invariables en plural, pues la adición de una -s en estos casos daría lugar a una secuencia de difícil articulación en español. También son excepción los anglicismos lord y milord, cuyo plural asentado en español es lores y milores, respectivamente.

k) Plural de los latinismos. Aunque tradicionalmente se venía recomendando mantener invariables en plural ciertos latinismos terminados en consonante, muchos de ellos se han acomodado ya, en el uso mayoritario, a las reglas de formación del plural que rigen para el resto de las palabras y que han sido expuestas en los párrafos anteriores. Así pues, y como norma general, los latinismos hacen el plural en -s, en -es o quedan invariables dependiendo de sus características formales, al igual que ocurre con el resto de los préstamos de otras lenguas: ratio, pl. ratios; plus, pl. pluses; lapsus, pl. lapsus; nomenclátor, pl. nomenclátores; déficit, pl. déficits; hábitat, pl. hábitats; vademécum, pl. vademécums; ítem, pl. ítems. Únicamente se apartan hoy de esta tendencia mayoritaria los latinismos terminados en -r procedentes de formas verbales, como cónfer, confíteor, exequátur e imprimátur, cuyo plural sigue siendo invariable.

También constituye una excepción la palabra álbum (→ h). En general, se aconseja usar con preferencia, cuando existan, las variantes hispanizadas de los latinismos y, consecuentemente, también su plural; así se usará armonio (pl. armonios) mejor que armónium; currículo (pl. currículos) mejor que currículum; podio (pl. podios) mejor que pódium. No deben usarse en español los plurales latinos en -a propios de los sustantivos neutros, tales como córpora, currícula, etc., que sí son normales en otras lenguas como el inglés. Las locuciones latinas, a diferencia de los latinismos simples, permanecen siempre invariables en plural: los statu quo, los currículum vítae, los mea culpa.

l) Plural de las notas musicales. Aunque a menudo se usan como invariables, su plural se forma añadiendo -s, salvo en el caso de sol, que forma el plural con -es: dos, res, mis, fas, soles, las, sis.

m) Plural de los nombres de las letras. → a 1 , b, c, d, etc.

n) Plural de los acortamientos. → ACORTAMIENTO , 2.

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ñ) Plural de las abreviaturas. → ABREVIATURA , 5.

o) Plural de las siglas. → SIGLA , 3.

p) Plural de los símbolos. → SÍMBOLO , 2c.

2. OTRAS CUESTIONES RELATIVAS AL PLURAL.

2.1. Cambio de la vocal tónica. La vocal tónica es la misma en el singular y en el plural, salvo en las palabras espécimen, régimen y carácter, en las que el acento cambia de lugar en el plural: especímenes, regímenes y caracteres [karaktéres].

2.2. Nombres de tribus o etnias. No hay ninguna razón lingüística para que los nombres de tribus o etnias permanezcan invariables en plural; así pues, estas palabras formarán su plural de acuerdo con sus características formales y según las reglas

generales (→ 1): los mandingas, los masáis, los mapuches, los hutus, los tutsis, los yanomamis, los bantúes, los guaraníes, los iroqueses, los patagones, los tuaregs.

2.3. Nombres de color. → COLORES , 2.

2.4. Unidades léxicas formadas por dos sustantivos. En las construcciones nominales formadas por dos sustantivos, de los que el segundo actúa como modificador del primero, solo el primer sustantivo lleva marca de plural: horas punta, bombas lapa, faldas pantalón, ciudades dormitorio, pisos piloto, coches cama, hombres rana, niños prodigio, noticias bomba, sofás cama, mujeres objeto, coches bomba, casas cuartel.

Igual ocurre en los compuestos ocasionales de este tipo, que se escriben con guion (→ GUION 2 o GUIÓN , 1.1.2a): «Los dos nuevos edificios eran “viviendas-puente” [...]. Servían para alojar durante dos años —el tiempo que tardaba la Administración en hacer casas nuevas— a las familias que perdían sus pisos por grietas» (País@ [Esp.] 7.3.00). Pero si el segundo sustantivo puede funcionar, con el mismo valor, como atributo del primero en oraciones copulativas, tiende a tomar también la marca de plural: Estados miembros, países satélites, empresas líderes, palabras claves (pues puede decirse Estos estados son miembros de la UE; Esos países fueron satélites de la Unión Soviética; Esas empresas son líderes en su sector; Estas palabras son claves para entender el asunto).

2.5. Sustantivos que se usan en singular o en plural para designar un solo objeto. Hay sustantivos que, por designar objetos constituidos por partes simétricas, se usan normalmente en plural para referirse a uno solo de dichos objetos. Es el caso de palabras como gafas, pantalones, bragas, leotardos, tenazas, alicates, tijeras, etc.: Me encantan los pantalones que llevaste a la fiesta; Le rompió las gafas de un puñetazo; Necesito unas tenazas para sacar el clavo. En estos casos resulta igualmente válido, aunque suele ser menos frecuente, el empleo de la forma de singular: Me he manchado el pantalón; Esa gafa te favorece; Tráeme la tenaza que está sobre la mesa. Hay otros casos, como el de bigote o nariz, en que se usa normalmente el singular, reservándose el plural para usos expresivos: Me he afeitado el bigote; Me duele la nariz; pero Se atusaba los bigotes con parsimonia; Tiene unas narices enormes. En las expresiones

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fijas suele predominar el uso en plural: Estoy hasta las narices; La cosa tiene narices; Hace un frío de narices.

2.6. Adjetivos formados por prefijo + sustantivo. Los adjetivos formados por la adición de un prefijo a un sustantivo son invariables en plural: faros antiniebla (no faros antinieblas), máscaras antigás (no máscaras antigases), sistemas multifrecuencia (no sistemas multifrecuencias). Algunos de estos adjetivos tienen como base un sustantivo plural, de ahí que presenten una -s final tanto en singular como en plural: policía antidisturbios, policías antidisturbios. Otros tienen dos formas admitidas, una con -s y otra sin -s, válidas tanto para el singular como para el plural: mina o minas antipersona, mina o minas antipersonas.

2.7. Compuestos formados por dos adjetivos unidos con guion. → GUION 2 o GUIÓN , 1.1.3.

2.8. Nombres propios. Puesto que los nombres propios, a diferencia de los comunes, no designan clases de seres, sino que sirven para identificar un solo ser de entre los de su clase, no suelen emplearse en plural. Sin embargo, al existir seres que comparten el mismo nombre propio, sí cabe usar este en plural para designar varios referentes: Los Javieres que conozco son todos muy simpáticos; En América hay dos Córdobas, una en la Argentina y otra en México. Al respecto, conviene tener en cuenta lo siguiente:

a) Los nombres de pila hacen el plural de acuerdo con las reglas generales (→ 1): las Pilares, las Cármenes, los Pablos, los Raúles, los Andreses.

b) Los apellidos se mantienen invariables cuando designan a los miembros de una misma familia: Mañana cenamos en casa de los García; Los Alcover se han ido a vivir a Quito. Cuando se emplean para designar un conjunto diverso de individuos que tienen el mismo apellido, el uso vacila entre mantenerlos invariables o añadirles las marcas propias del plural de acuerdo con su forma. La tendencia mayoritaria es mantenerlos invariables, sobre todo en el caso de apellidos que pueden ser también nombres de pila, para distinguir ambos usos: Los Alonsos de mi clase son muy simpáticos (nombre de pila) y Los Alonso de mi clase son muy simpáticos (apellido); o cuando se trata de apellidos que tienen variantes con -s y sin -s, como Torre(s), Puente(s) o Fuente(s): En mi pueblo hay muchos Puente (gente apellidada Puente) y En mi pueblo hay muchos Puentes (gente apellidada Puentes). Salvo en estos casos, los que terminan en vocal admiten con más naturalidad las marcas de plural que los que acaban en consonante: En la guía telefónica hay muchísimos Garcías (pero también hay muchísimos García), frente a ¿Cuántos Pimentel conoces? (más normal que ¿Cuántos Pimenteles conoces?). Los apellidos que acaban en -z se mantienen siempre invariables: los Hernández, los Díez.

c) Los nombres de dinastías o de familias notorias también vacilan. La mayoría tienden a permanecer invariables: los Habsburgo, los Trastámara, los Tudor, los Borgia; pero otros se usan casi siempre con marcas de plural: los Borbones, los Austrias, los Capuletos.

d) Cuando se usa una marca comercial para designar varios objetos fabricados por dicha marca, si el nombre termina en vocal, suele usarse con la terminación -s

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característica del plural, mientras que, si termina en consonante, tiende a permanecer invariable: Hay tres Yamahas aparcadas en la puerta; Los Opel tienen un motor muy resistente. Lo mismo ocurre con los nombres de empresas, cuando designan varios de sus establecimientos: Últimamente han abierto muchos Zaras en el extranjero; Hay dos Benetton en Salamanca. Si el nombre es compuesto, permanece invariable: Los nuevos Corte Inglés de la ciudad son muy grandes.

PRONOMBRES PERSONALES. Son los que hacen referencia a las tres personas gramaticales —primera: la persona que habla; segunda: la persona a quien se habla; y tercera: la que se refiere a cualquier otra persona o cosa—. Estos pronombres tienen

formas átonas (→ PRONOMBRES PERSONALES ÁTONOS ) y formas tónicas (→ PRONOMBRES PERSONALES TÓNICOS ).

PRONOMBRES PERSONALES ÁTONOS. 1. Formas. Los pronombres personales átonos son aquellos que funcionan como complemento verbal no preposicional (Ya TE LO he dicho) o como formante de los verbos pronominales (Ahora ME arrepiento). Precisamente por su carácter átono, se pronuncian necesariamente ligados al verbo, con el que forman una unidad acentual. Estos pronombres carentes de

independencia fónica se denominan, en general, «clíticos» (→ ACENTO , 1.1b): cuando anteceden al verbo (ME encanta; LO dijo; SE fue) se llaman «proclíticos»; cuando siguen al verbo (ayúdaME, díSELO, veTE) se llaman «enclíticos». A continuación se ofrece un cuadro con sus formas:

 

FORMAS DE LOS PRONOMBRES PERSONALES ÁTONOS

PERSONA GRAMATICAL SINGULAR PLURAL

1.ª pers. me nos

2.ª pers. te os*

3.ª pers.

compl. directo

masc.

lo

(también le; → LEÍSMO , 2)

los

fem. la las

compl. directo o atributo

neutro

lo —

compl. indirectole(o se ante otro pron.

átono; → se, 1a)

les(o se ante otro pron.

átono; →  se, 1a)

forma reflexiva se

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* En América, en Canarias y en parte de Andalucía, no se usa el pronombre personal vosotros para la segunda persona del plural. En su lugar se emplea ustedes, que en esas zonas sirve tanto de tratamiento de confianza como de respeto (→ usted). Por lo tanto, los pronombres personales átonos de segunda persona del plural que se utilizan en esas zonas son los que corresponden, gramaticalmente, a la tercera —lo(s), la(s) y le(s)—: A ustedes, niños, LOS espero en casa (frente a A vosotros, niños, OS espero en casa).

 

Como se ve en el cuadro, en las formas de primera y segunda persona solo se distingue entre singular y plural, y no existe una forma reflexiva específica: ME gusta el cine (no reflexivo) / ME peino (reflexivo). En la tercera persona existen formas distintas según el género, el número y la función sintáctica, así como una forma

reflexiva específica, se (→ se, 1b, c y d), invariable en género y número: LES gusta el cine (no reflexivo) / SE peinan (reflexivo). La forma neutra lo se emplea cuando el antecedente es un pronombre neutro (esto, eso, aquello), toda una oración o el atributo en una oración copulativa: Él no dijo ESO, LO dije yo; Que no quieras ir, LO comprendo; —¿Eran guapas? —Sí, LO eran.

2. Ortografía de las formas verbales con clíticos. Por tratarse de formas átonas ligadas al verbo, los clíticos deben aparecer inmediatamente antepuestos o

inmediatamente pospuestos a este (→ 3). Cuando van antepuestos (proclíticos), se escriben como palabras independientes: TE LO dije. Cuando van pospuestos (enclíticos), se escriben necesariamente soldados: DíMELO. En este último caso, se producen en determinadas situaciones ciertas alteraciones fónicas que tienen reflejo en la escritura:

a) Delante del enclítico nos se pierde obligatoriamente la -s de la primera persona del plural del subjuntivo usado con valor de imperativo (subjuntivo exhortativo); así, dejemos + nos = dejémonos (no dejémosnos): «Dejémonos de cuentos» (LpzNavarro Clásicos [Chile 1996]).

b) Si se añade el pronombre se a una forma verbal terminada en -s —lo que sucede cuando la primera persona del plural del subjuntivo exhortativo lleva un segundo enclítico—, las dos eses resultantes se reducen a una sola; así, pongamos + se + lo = pongámoselo (no pongámosselo): Pongámoselo fácil.

Pero no se produce reducción si se añade nos a una forma verbal terminada en -n, lo que sucede en los casos en que este pronombre se une a la forma del plural ustedes del subjuntivo exhortativo (digan + nos = dígannos) o a algunos imperativos irregulares de segunda persona del singular (pon + nos = ponnos; mantén + nos = mantennos). En el caso del subjuntivo exhortativo, además, la -nn- permite distinguir la persona del plural de la del singular: Dígannos [ustedes] la verdad, frente a Díganos [usted] la verdad.

c) Cuando se añade se a una forma verbal terminada en -n, no debe trasladarse ni repetirse esta letra al final del conjunto formado por el verbo y el enclítico; así, sienten + se = siéntense (no siéntesen ni siéntensen). Es error propio del habla popular, como ilustra esta cita: «“¿Qué prisa tienen? ¡Siéntensen!”. Se decía siempre siéntensen, que luego me han dicho que está muy mal dicho» (Zamora Traque [Esp. 1972]). Esta -n se añade también, en registros muy vulgares, al infinitivo empleado

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incorrectamente como imperativo: Irsen, en lugar de Váyanse; o a infinitivos cuyo sujeto es plural: «¿Y tienen cara d’irsen sin probame los cháncharos?» (Carrasquilla Tiempos [Col. 1935-36]).

d) La segunda persona del plural del imperativo vosotros pierde la -d final cuando se le añade el enclítico os; así, estad + os = estaos (y no estados): Estaos quietos. Es

excepción la forma idos, imperativo poco usado de irse (→ ir(se), 1): «Nada comprendéis. ¡Idos Juana, Inés, Marina...!, ¡idos todas!» (Arrau Digo [Chile 1981]).

e) Se pierde la -s final del verbo en los casos —hoy raros y propios únicamente de la lengua escrita— en que una forma verbal de primera persona del plural va seguida del pronombre os: suplicamos + os = suplicámoos, y no suplicamosos.

3. Colocación de los clíticos con respecto al verbo. La colocación del pronombre átono delante o detrás del verbo no es libre, sino que está sometida a ciertas reglas, que han ido variando con el tiempo. Estas son las normas por las que se rige hoy la colocación de los clíticos en el español general culto:

a) Los clíticos se anteponen, en el uso corriente, a las formas simples de indicativo: TE LO advierto: ME voy. En la lengua escrita, generalmente a principio de oración o después de pausa, aparecen a veces pospuestos: «Como si adivinara mi pensamiento, díjoME al punto: “La verdad es desnuda”» (RBastos Vigilia [Par. 1992]); la expresión adquiere entonces un tono arcaizante, que solo está justificado si la intención es recrear el lenguaje de épocas pasadas. El uso pospuesto es asimismo un rasgo dialectal propio de determinadas zonas del noroeste de España: VoyME enseguida; MarchoSE hace rato. La posposición de los clíticos es imposible cuando el verbo va en forma negativa: *No díjoMELO.

b) Los clíticos se anteponen también a las formas simples del subjuntivo, tanto a las independientes: Ojalá LE concedan el premio; Quizá LO consiga; como a las que dependen de otro verbo (explícito o implícito): Espero que TE LO pienses; Que TE vaya bien.

c) Los clíticos se posponen a las formas de imperativo y a las del subjuntivo exhortativo afirmativo: HazLO; PonéTELO; DíganNOSLO; HágaSE la luz. Es vulgar anteponer los clíticos al subjuntivo exhortativo cuando este no depende de otro verbo:

«¡SE callen, carajo, no es hora de conversa!» (FnGómez Viaje [Esp. 1985]); debe decirse cállenSE. Sin embargo, la anteposición es obligada cuando el subjuntivo va en forma negativa o depende de otro verbo (explícito o implícito): No LO hagan; Les ordeno que SE callen; Que SE vayan ahora mismo.

d) Los clíticos se posponen a las formas simples de infinitivo y de gerundio: Al mirarLO, sonrió; No conseguirás nada regañándoME. Pero si el infinitivo o el gerundio forman parte de una perífrasis verbal, en la mayor parte de los casos los clíticos pueden colocarse también delante del verbo auxiliar de la perífrasis, que es el que aparece en forma personal: Debo hacerLO / LO debo hacer; Tienes que llevárSELO / SE LO tienes que llevar; Vais a arrepentirOS / OS vais a arrepentir; Siempre está quejándoSE / Siempre SE está quejando; Siguió explicándoMELO / ME LO siguió explicando.

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La anteposición de los clíticos no es posible cuando el verbo auxiliar de la perífrasis es impersonal: Hay que pedírSELO (no *SE LO hay que pedir); o si el verbo en forma no personal es el sujeto oracional pospuesto de verbos como parecer, importar, convenir, etc.: Parecía entenderLO (no *LO parecía entender); Conviene intentarLO (no *LO conviene intentar); Importa denunciarLO (no *LO importa denunciar). Tampoco es normal la anteposición de clíticos con verbos que expresan creencia, temor, deseo, preferencia o conocimiento, como creer, temer, desear, preferir, negar, afirmar, entre otros: Cree haberLO guardado (más normal que LO cree haber guardado); Prefiero ignorarTE (más normal que TE prefiero ignorar); Deseo irME (más normal que ME deseo ir); Negó saberLO (más normal que LO negó saber), etc.

e) Lo dicho para las formas simples es válido también para las compuestas, teniendo en cuenta que la posposición o anteposición de los pronombres átonos se da siempre con respecto al auxiliar haber, dado que el participio, como norma general, no admite

enclíticos (→ f); así, los pronombres átonos se anteponen al auxiliar en las formas compuestas de indicativo y de subjuntivo: ME LO he imaginado; ¿SE habrá terminado la película?; Ojalá SE LO hayan concedido (únicamente pervive el uso pospuesto en expresiones lexicalizadas, como ¡HabraSE visto!); y se posponen en los infinitivos y gerundios compuestos: Por haberLO terminado, recibirás un premio; Se fue habiéndoNOS dicho lo que quería. Cuando el infinitivo compuesto forma parte de una perífrasis o depende de otro verbo con su mismo sujeto, los pronombres pueden posponerse al auxiliar haber o anteponerse al verbo conjugado, salvo en los mismos

casos señalados para las formas simples (→ d): Tenías que habérMELO dicho / ME LO tenías que haber dicho; Había que haberLO previsto (pero no *LO había que haber previsto); Convenía habérSELO dicho (pero no *SE LO convenía haber dicho).

f) En el español actual, el participio no admite con normalidad la agregación de pronombres enclíticos; por ello, deben evitarse hoy usos como Había prometídoLE su apoyo, en lugar del normal LE había prometido su apoyo. Más forzado aún resulta el uso de enclíticos con participios en función adjetiva que sustituyen a oraciones de relativo, como en El accidente ocurrídoLE ayer, en lugar de El accidente que LE ocurrió ayer. Solo es admisible la agregación de enclíticos a un participio cuando aparece en coordinación con otro y no se repite el auxiliar: «Y después de haber adorado a Dios y dádoLE gracias, se sentaron» (Somers Retrato [Ur. 1990]).

4. Orden de las secuencias de clíticos. Un mismo verbo puede llevar dos y hasta tres pronombres clíticos, que se anteponen o posponen al verbo siempre en bloque, no pudiendo anteponerse unos y posponerse otros. El orden no es libre y se somete, básicamente, a la regla que establece que los pronombres de segunda persona preceden a los de primera y estos a los de tercera, salvo a la forma se, que precede a todas las demás (se + 2.ª pers. + 1.ª pers. + 3.ª pers.): «Ay, Dios, que TE ME LO llevaste cuando más falta me hacía» (Ayerra Lucha [Esp. 1984]); «Cualquiera SE TE LA llevará delante de las narices» (Aub Calle [Esp. 1961]); no son correctas, por tanto, secuencias como

me se o te se, propias del habla popular: «No ME SE haga el pendejo, Balbicito, no me cojudee» (Bayly Días [Perú 1996]).

5. Duplicación de complementos: coaparición del clítico y el complemento tónico. En español, los pronombres átonos aparecen a menudo dentro de la misma oración junto con el complemento tónico al que se refieren: ME dijo A MÍ que me callara; LO sabe TODO. La duplicación del complemento indirecto a través del pronombre átono es

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siempre posible y, en algunos casos, obligatoria, mientras que la del complemento directo está sujeta a muchas más restricciones. En el español general culto la coaparición del pronombre átono y el complemento tónico responde a las pautas siguientes:

5.1. Si el complemento tónico es también un pronombre personal, la coaparición del pronombre átono es obligatoria, tanto si el complemento es directo como indirecto: ME castigaron a MÍ; A TI TE dieron el premio (no *Castigaron a mí; *A ti dieron el premio). Aunque son posibles, en estos casos, oraciones idénticas sin el complemento tónico (Me castigaron; Te dieron el premio), existen diferencias expresivas de importancia entre ambas posibilidades: la presencia del complemento tónico denota un propósito de contraste o discriminación, ausente de la oración en la que solo aparece el pronombre átono; así, en Me castigaron a mí, frente a Me castigaron, se subraya el hecho de que ha sido solo a mí, y no a otros igualmente merecedores de ello o más culpables que yo, a quien se ha castigado.

5.2. Si el complemento tónico no es un pronombre personal y aparece antepuesto al verbo, también es obligatoria la coaparición del pronombre átono, tanto si el complemento es directo como indirecto: A TU HERMANO LO vi en el cine (no *A tu hermano vi en el cine); LA TARTA LA llevo yo (no *La tarta llevo yo); A MI MADRE LE he dicho la verdad (no *A mi madre he dicho la verdad); A JUAN LE han denegado la beca (no *A Juan han denegado la beca). Deben diferenciarse estas construcciones, con el complemento tónico antepuesto y coaparición del pronombre átono, de aquellas en que la anteposición del complemento es enfática, contrastiva, en las que no coaparece el pronombre átono: Un libro te daré, y no dos (y no *Un libro te LO daré, y no dos).

Pero si el complemento tónico aparece pospuesto al verbo, las condiciones para la coaparición del pronombre átono son diferentes según que el complemento sea directo o indirecto:

a) En el caso del complemento indirecto, la coaparición del pronombre átono es normalmente opcional y suele ser lo más frecuente, especialmente en la lengua oral: No (LES) da importancia A LOS PROBLEMAS; (LES) he contado nuestro secreto A UNOS AMIGOS; (LE) han denegado la beca A JUAN; (LE) he dicho la verdad A MI MADRE. E incluso hay verbos, como gustar, encantar y sinónimos, que exigen la presencia del pronombre átono junto con el complemento tónico: ¿LE gustan A TU HERMANA los bombones? (y no *¿Gustan a tu hermana los bombones?). En general, suele ser necesaria la duplicación en los verbos cuyo complemento indirecto designa, no al destinatario de la acción, sino al que la experimenta, como ocurre con los llamados verbos de «afección» (psíquica o física), como molestar, divertir, interesar, cansar, etc., y con muchos otros, como parecer, resultar, convenir, etc.: LE molestó A TU PADRE que no vinieras; LE ha cansado A LA ABUELA el paseo; LE pareció bien AL JEFE nuestro plan; No LE conviene AL NIÑO comer tantos dulces. No obstante, cuando la función de complemento indirecto es desempeñada por los cuantificadores universales todo, nadie o similares, la presencia del pronombre átono no resulta siempre necesaria: Su decisión no (LE) gustó A TODO EL MUNDO; Sus palabras no (LE) molestaron A NADIE; (LES) cansó A TODOS con su discurso.

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b) En el español general, el complemento directo tónico pospuesto al verbo no suele admitir la coaparición del pronombre átono, salvo que se trate también de un

pronombre personal, caso en el que es obligada (→ 5.1). Solo es normal la duplicación en todo el ámbito hispánico cuando el complemento directo tónico es el pronombre todo: LO sé TODO; (LAS) conozco A TODAS; cuando, con referente animado, el complemento directo es un numeral precedido de artículo: (LOS) invité A LOS CUATRO; o cuando se trata del indefinido uno y su referente es la persona que habla: Si LA ven A UNA vacilar, enseguida se aprovechan. También favorecen la duplicación del complemento directo las oraciones de carácter enfático, como Ya LO creo QUE VENDRÁ o ¡Vaya si LAS castigo A LAS NIÑAS! La duplicación del complemento directo en otros casos (LO vi A JUAN; LA saludé A MARÍA) es ajena a la norma culta de gran parte del ámbito hispánico, pero es normal en algunas regiones americanas, especialmente en los países del Río de la Plata: «Al pasar la madre cerca del baño LA vio A MARIANA tomando comprimidos» (Rausch/Bay Anorexia [Arg. 1990]).

6. Discordancias en el uso de los clíticos. Son dos las discordancias frecuentes en el uso de los clíticos:

a) A menudo, cuando el pronombre átono de dativo concurre en la oración con el complemento indirecto preposicional, se utiliza el singular le, aunque el referente sea plural; esta discordancia está extendida tanto en España como en América, incluso entre hablantes cultos, por lo que son frecuentes, aunque normativamente desaconsejables, oraciones como «Colombia LE propuso A LOS GOBIERNOS de Estados Unidos y Venezuela una alianza» (Tiempo [Col.] 18.4.97). En el uso esmerado se recomienda mantener la concordancia de número entre el pronombre átono y el sustantivo al que se refiere: «Los mismos remedios de distracción que LES daba A SUS ENFERMOS» (GaMárquez Amor [Col. 1985]).

b) En el español de muchos países de América, es frecuente, especialmente en registros populares o coloquiales, trasladar a la forma singular del pronombre átono de acusativo en función de complemento directo el rasgo de plural correspondiente al complemento indirecto, cuando este va representado por la forma invariable se: «¡No entienden que este es mi espacio, es mi lugar! Cuántas veces quieren que SE LOS diga» (Purroy Desertor [Ven. 1989]), en lugar de Cuántas veces quieren que SE LO diga. Aunque en algunos países esta transferencia indebida se ha extendido incluso entre hablantes cultos, se recomienda evitarla en el habla esmerada.

7. Otras consideraciones sobre el uso de los clíticos

a) Ciertos adjetivos que denotan facilidad, dificultad, probabilidad, merecimiento, relevancia o frecuencia, como fácil, difícil, sencillo, complicado, cómodo, rápido, costoso, imposible, digno, importante, raro, etc., o que denotan sensaciones o efectos producidos por una acción, como aburrido, divertido, penoso, gratificante, etc., admiten como complemento un infinitivo transitivo introducido por la preposición de: «Me siento atrapado en una alternativa imposible de resolver» (PRossi Solitario [Ur. 1988]); «Demostró que la paz era un hueso duro de roer» (Mundo [Esp.] 8.8.95); «Este arbusto contiene un metal muy raro de encontrar en la naturaleza» (ByN [Ec.] 9.11.97). En estas construcciones, el infinitivo transitivo tiene sentido pasivo (problema fácil de resolver = ‘problema que puede ser resuelto fácilmente’) y el sustantivo al que se refiere el adjetivo viene a ser el sujeto paciente tácito de dicho

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infinitivo. Es incorrecto en estos casos añadir al infinitivo transitivo el pronombre átono de complemento directo, cuyo antecente es el sustantivo al que se refiere el adjetivo: Planteó cuestiones difíciles de resolverLAS (en lugar de Planteó cuestiones difíciles de resolver). Este error se ve potenciado por el cruce de estructuras del tipo Es fácil de hacer, donde el infinitivo es complemento del atributo adjetivo, con otras como Es fácil hacerlo, en las que el infinitivo es el sujeto de la oración copulativa. Por otra parte, solo los infinitivos de verbos transitivos pueden ser complementos del adjetivo; por ello, no es aceptable en la lengua culta utilizar esta estructura con verbos intransitivos (que llevan complementos indirectos o complementos de régimen): «Se trata de una música fresca y fácil de gustar a todo el mundo» (Abc [Esp.] 23.2.96); «¿Qué es lo más difícil de darse cuenta?» (Puig Beso [Arg. 1976]); debió decirse: Se trata de una música fresca, que es fácil que guste a todo el mundo y ¿De qué es más difícil darse cuenta?, respectivamente.

b) En cuanto a la aparición indebida de pronombres personales átonos en oraciones de

relativo ( Tenía un perro enfermo al que había que cuidarLO mucho), → que, 1.3.

c) No puede haber correferencia parcial entre el clítico y el sujeto del verbo; por ello no es posible una oración como *NOS hice una cena riquísima (el referente «yo» del sujeto es solo una parte del referente «nosotros» del complemento indirecto). Los referentes han de ser, o bien totalmente distintos, o bien totalmente coincidentes: OS hice una cena riquísima (sujeto «yo» y complemento indirecto «vosotros»); NOS hicimos una cena riquísima (el referente del sujeto y del complemento indirecto es «nosotros»).

d) Los clíticos no pueden coordinarse entre sí: *LOS y TE escuché. Tampoco pueden coordinarse dos verbos y asociarles conjuntamente un solo clítico: *LA compré y coloqué en mi casa (debe decirse LA compré y LA coloqué en mi casa). Solo es lícito coordinar las bases verbales si el pronombre va en posición preverbal y de la suma de los dos verbos resulta una acción unitaria y, normalmente, repetida: «Un hilo de vida le corría al conde por los ojos sin vista (LOS abría y cerraba alternativamente, buscando el final de su vida)» (Armas Madrid [Esp. 1994]).

8. Acerca de la confusión en el uso de las formas de tercera persona, → LAÍSMO , LEÍSMO y LOÍSMO .

9. Sobre la acentuación de formas verbales con enclítico, → TILDE 2, 4.3.

PRONOMBRES PERSONALES TÓNICOS. 1. Formas. Los pronombres personales tónicos son aquellos que pueden funcionar como sujeto (TÚ sabrás), como atributo (Los culpables son ELLOS) o como término de preposición (Mi hermano vendrá con NOSOTROS). A continuación se ofrece un cuadro con sus formas:

 

FORMAS DE LOS PRONOMBRES PERSONALES TÓNICOS

PERSONA GRAMATICAL SINGULAR PLURAL

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1.ª pers.

sujeto o atributo

yo

nosotros/astérmino de

preposición mí (conmigo)

2.ª pers.

sujeto o atributo tú, vos*

vosotros/as* término de

preposición ti (contigo), vos*

3.ª pers.

sujeto o atributo

masc. él

usted**

ellosustedes**

fem. ella ellas

sujetoneut

ro ello —

término de preposición

masc. él

usted**

ellosustedes**

fem. ella ellas

neutro ello —

término de preposición exclusivamente reflexivo

sí (consigo)

* Vos y vosotros son formas pronominales no comunes a todos los hispanohablantes. Acerca de sus funciones y su ámbito geográfico de uso, → vos, vosotros.

** Aunque el pronombre usted se refiere siempre al interlocutor (2.ª persona), a efectos gramaticales funciona como un pronombre de 3.ª persona.

 

Salvo la primera y la segunda persona del singular (yo, tú/vos, mí, ti) y la forma usted (pl. ustedes), todos los pronombres personales tónicos tienen variación de género. La tercera persona del singular cuenta con la forma neutra ello, de uso muy restringido en

español (→ ello). Solo la tercera persona posee una forma específica con sentido

exclusivamente reflexivo, sí (→ 3 y sí, 3), invariable en género y número. Cuando la preposición que precede a mí, ti, sí es con, deben emplearse las amalgamas conmigo, contigo y consigo, de manera que no son correctas las secuencias con mí, con ti,

con sí. Por otra parte, debe tenerse en cuenta que la preposición entre (→ entre, 1) y la preposición según (con el sentido de ‘en [mi, tu, su, etc.] opinión’) seleccionan las formas pronominales de sujeto, y no las de término de preposición: «Lo que hablemos

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será entre TÚ y YO» (Bain Dolor [Col. 1993]); «En fin, que según TÚ, caso concluido»

(José Keaton [Esp. 1991]). Para las cuestiones relacionadas con cada pronombre, → yo, tú, vos, usted, etc.

2. Aparición u omisión del pronombre sujeto. El español es una lengua de sujeto no obligatorio (Vino y nos dijo que no saliéramos a la calle). Esto no significa, sin embargo, que la aparición o elisión del pronombre de sujeto sea aleatoria o indiferente. Por el contrario, es fácil reparar en que la aparición de sujetos pronominales explícitos es a veces anómala, mientras que, en otros casos, su presencia es posible o resulta imprescindible.

a) Cuando las formas de tercera persona él, ella, ellos, ellas funcionan como sujeto, solo pueden referirse a personas; por ello, cuando se hace referencia a cosas, en español no se emplea ningún pronombre personal explícito: He leído tus últimos informes. Enhorabuena: son claros y ofrecen numerosos datos (no *ELLOS son claros y ofrecen...); así, en «La decisión de la entrega la señalan las Farc, lo mismo que el sitio en que ELLA se produzca» (Tiempo [Col.] 24.9.96), debió omitirse el pronombre ella o sustituirse por el demostrativo esta. No obstante, en ocasiones, el sujeto de cosa va modificado por un adjetivo, una aposición o una oración que posibilitan que el pronombre sujeto se haga explícito: Compramos un sofá enorme: ocupaba ÉL SOLITO toda la habitación.

b) El pronombre sujeto se hace explícito con finalidad contrastiva o cuando es el foco de la oración, caso en el que aparece normalmente detrás del verbo: «YO [y no tú u otra persona] creo que en eso estuvo mal» (Giardinelli Oficio [Arg. 1991] 162); «Sé que ha sido ÉL porque tenemos una contraseña» (Tomeo Mirada [Esp. 2003]).

c) También se hace explícito a menudo el pronombre sujeto para deshacer ambigüedades provocadas por la indistinción de las desinencias verbales en algunos tiempos. Así, las desinencias de la primera y la tercera persona del singular coinciden en el pretérito imperfecto o copretérito y en el condicional o pospretérito, además de coincidir en todos los tiempos del subjuntivo, lo que propicia la aparición de las formas yo y él (o ella): «Mal podía ELLA preconizar una huelga de hambre teniendo el estómago lleno» (Palou Carne [Esp. 1975]). Por otra parte, en ciertas variedades del español, con especial incidencia en el habla caribeña, la -s final se aspira, se debilita o se pierde, de manera que la segunda persona del singular puede llegar a converger oralmente con las formas de primera y de tercera, según los tiempos, lo que justifica la frecuencia con la que se hace explícito, en esas zonas, el sujeto tú: «¿Qué TÚ quieres más que eso?» (González Provisiones [Cuba 1975]).

d) En muchas ocasiones, las formas de los pronombres con variación de género aparecen para hacer explícito el sexo del referente: «Un futuro esperanzado requiere cultivar el acuerdo, la reciprocidad, también entre NOSOTRAS y ELLOS» (Alborch Malas [Esp. 2002]).

e) El pronombre usted (→ usted), por su parte, aparece con mucha frecuencia para reforzar la cortesía o deshacer la posible ambigüedad con respecto a un referente de tercera persona: «Debe USTED partir a París en seguida» (Mujica Escarabajo [Arg. 1982]).

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3. Formas reflexivas. Un pronombre tiene sentido reflexivo cuando su antecedente es el sujeto (tácito o expreso) de la oración en que aparece: La atraje hacia MÍ con suavidad; Tú solo piensas en TI mismo; o bien el sujeto de una paráfrasis implícita en la secuencia en que aparece: La confianza en TI mismo [= tú confías en ti mismo] fue la clave de tu triunfo. Para la primera y la segunda persona no existen formas pronominales tónicas específicamente reflexivas, sino que, como ilustran los ejemplos anteriores, estas son las mismas que se emplean en cualquier complemento preposicional: mí, ti, vos, nosotros/as, vosotros/as. Solo la tercera persona posee una

forma tónica específicamente reflexiva, el pronombre sí (→ sí, 3), invariable en género y número: «Vladimir creyó tener ante SÍ al psiquiatra del lugar» (Ponte Contrabando [Cuba 2002]); «Tiene usted un bajo concepto de SÍ mismo» (Collyer Pájaros [Chile 1995]); «Aquellas flores le devolvieron [...] la confianza en SÍ misma» (Ferré Batalla [P. Rico 1993]); «Su dogma les permite [...] decidir, por SÍ mismos, la suerte de quienes les rodean» (Volpi Klingsor [Méx. 1999]). Como se ve en varios de los ejemplos citados, junto a las formas pronominales con sentido reflexivo aparece frecuentemente el adjetivo mismo, como refuerzo, a veces opcional, a veces obligatorio

(→ mismo, 2). No es infrecuente que aparezcan usadas con valor reflexivo las otras formas tónicas de tercera persona (él, ella, ellos, ellas, usted, ustedes), especialmente si hacen inequívoco este valor mediante el refuerzo mismo: «La candidata lució guapa y segura de ELLA misma» (Prensa [Hond.] 31.1.97); «Póngase a pensar en USTED mismo y se dará cuenta de qué cantidad enorme de mensajes rigen su vida» (Antognazza Vida [Arg. 1993]); «Sánchez empezó a maldecir, como hablando con ÉL mismo, en palabras de grueso calibre» (Tiempo [Col.] 13.9.96); no obstante, en el habla esmerada se recomienda emplear, en estos casos, la forma propiamente reflexiva: La candidata lució guapa y segura de SÍ misma; Póngase a pensar en SÍ mismo; Sánchez empezó a maldecir, como hablando CONSIGO mismo.

4. Duplicación de complementos: coaparición del clítico y el complemento tónico. No es obligatoria la presencia de un pronombre tónico en función de complemento directo o indirecto, pero, si aparece, es forzoso que aparezca también el pronombre átono correspondiente; sobre la coaparición de pronombres tónicos y clíticos y, en

general, sobre la duplicación de complementos, → PRONOMBRES PERSONALES ÁTONOS , 5.

PUNTO. 1. Signo de puntuación (.) cuyo uso principal es señalar gráficamente la pausa que marca el final de un enunciado —que no sea interrogativo o exclamativo—, de un párrafo o de un texto. Se escribe sin separación de la palabra que lo precede y separado por un espacio de la palabra o el signo que lo sigue. La palabra que sigue al punto se escribe siempre con inicial mayúscula.

2. Usos lingüísticos

2.1. Recibe distintos nombres, según marque el final de un enunciado, un párrafo o un texto:

a) Si se escribe al final de un enunciado y a continuación, en el mismo renglón, se inicia otro, se denomina punto y seguido, nombre más lógico y recomendable que el también usual de punto seguido. Si el punto y seguido coincide con el final de una

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línea, se comienza a escribir en la siguiente con el mismo margen, sin sangrado inicial. El punto y seguido es, pues, el que separa los enunciados que integran un párrafo.

b) Si se escribe al final de un párrafo y el enunciado siguiente inicia un párrafo nuevo, se denomina punto y aparte, aunque en algunas zonas de América se dice punto aparte. La primera línea de cada párrafo debe tener un margen mayor que el resto de las líneas que lo componen, es decir, ha de quedar sangrada. Ejemplo:

Estuvo rondando la casa varias horas, silbando claves privadas, hasta que la proximidad del alba lo obligó a regresar. En el cuarto de su madre, jugando con la hermanita recién nacida y con una cara que se le caía de inocencia, encontró a José Arcadio.

Úrsula había cumplido apenas su reposo de cuarenta días, cuando volvieron los gitanos. Eran los mismos saltimbanquis y malabaristas que llevaron el hielo.

(GaMárquez Años [Col. 1967]).

El punto y aparte es, pues, el que separa dos párrafos distintos, que suelen desarrollar, dentro de la unidad del texto, ideas o contenidos diferentes.

c) Si se escribe al final de un escrito o de una división importante del texto, se denomina punto final. No es correcta la denominación punto y final, creada por

analogía de las correctas punto y seguido y punto y aparte (→ a y b).

2.2. Se escribe punto detrás de las abreviaturas, con muy pocas excepciones (→ ABREVIATURA , 6d): Sra., Excmo., Ud. Si la abreviatura incluye alguna letra volada, el punto se coloca delante de esta: D.ª, 1.º.

2.3. Actualmente las siglas no llevan puntos entre las letras que las componen

(OTAN), salvo que formen parte de un enunciado escrito todo él en mayúsculas (→ SIGLA , 5a).

3. Combinación con otros signos

3.1. El punto se escribirá siempre detrás de las comillas, los paréntesis y las rayas de cierre: Dijo: «Tú y yo hemos terminado». Tras estas palabras se marchó, dando un portazo. (Creo que estaba muy enfadada). En la calle la esperaba Emilio —un buen amigo—. Este, al verla llegar, sonrió.

3.2. No debe escribirse punto tras los signos de cierre de interrogación o de exclamación, aunque con ellos termine el enunciado; está, pues, incorrectamente puntuada la secuencia siguiente: ¿Quieres darte prisa?. ¡Vamos a llegar tarde por tu culpa!. Pero ¿se puede saber qué estás haciendo?. Solo debe escribirse punto si tras los signos de interrogación o de exclamación hay paréntesis o comillas de cierre: Se puso a gritar como un loco (¡vaya genio que tiene el amigo!).

Me preguntó muy serio: «¿De veras puedo contar contigo?».

3.3. Si el punto de una abreviatura coincide con el punto de cierre del enunciado, solo debe escribirse un punto, nunca dos: A la boda fueron todos sus parientes: tíos, primos, sobrinos, etc. Fueron en total ciento veinte invitados.

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3.4. Nunca se escribe otro punto tras los puntos suspensivos cuando estos cierran un enunciado: Le gusta todo tipo de cine: negro, histórico, de aventuras... Es un cinéfilo empedernido.

4. Usos no lingüísticos

4.1. Para separar las horas de los minutos cuando se expresa numéricamente la hora:

8.30 h, 12.00 h. Para ello se usan también los dos puntos (→ DOS PUNTOS , 2.1 ).

4.2. Para separar, en la expresión numérica de las fechas, las indicaciones de día, mes

y año: 21.6.2000. Para ello se usan también el guion o la barra (→ FECHA , 2c).

4.3. Colocado a media altura entre dos cantidades o expresiones matemáticas indica multiplicación: 5 · 4 = 20; 2 · (x + y) = 30. En este uso, se escribe entre espacios. Con este mismo fin es más normal el uso del símbolo tradicional en forma de aspa (×).

4.4. En los números escritos con cifras, la normativa internacional establece el uso de

la coma para separar la parte entera de la parte decimal: π = 3,1416 (→ COMA 2, 4); pero también se acepta el uso del punto, propio de países de habla inglesa y extendido en algunos países hispanoamericanos. El uso del punto como separador de la parte entera y la decimal se ha generalizado para señalar la ubicación de las emisoras de radio en el dial: Radio Intercontinental, 104.9.

5. Usos incorrectos

5.1. No debe escribirse punto tras las unidades de millar en la expresión numérica de los años, ni en la numeración de páginas, portales de vías urbanas y códigos postales, ni en los números de artículos, decretos o leyes: año 1987; página 1150; avenida de Mayo, 1370; 28010 Madrid; Real Decreto 1099/1986.

5.2. Aunque todavía es práctica común en los números escritos con cifras separar los millares, millones, etc., mediante un punto (o una coma, en los países en que se emplea el punto para separar la parte entera de la decimal), la norma internacional establece que se prescinda de él. Para facilitar la lectura de estos números, cuando constan de más de cuatro cifras se recomienda separar estas mediante espacios por grupos de tres, contando de derecha a izquierda: 52 345, 6 462 749. Esta recomendación no debe aplicarse en documentos contables ni en ningún tipo de escrito en que la separación

arriesgue la seguridad. No se utiliza nunca esta separación, ni tampoco el punto (→ 5.1), en la expresión numérica de los años, en la numeración de páginas, portales de vías urbanas y códigos postales, ni en los números de artículos, decretos o leyes.

5.3. A diferencia de las abreviaturas, los símbolos no llevan punto (→ SÍMBOLO , 2A ).

5.4. Nunca se escribe punto tras los títulos y subtítulos de libros, artículos, capítulos, obras de arte, etc., cuando aparecen aislados y son el único texto del renglón:

Cien años de soledad

111

Tampoco llevan punto al final los nombres de autor en cubiertas, portadas, prólogos, firmas de cartas y otros documentos, o en cualquier otra ocasión en que aparezcan solos en un renglón.

PUNTOS SUSPENSIVOS. 1. Signo de puntuación formado por tres puntos consecutivos (...) —y solo tres—, llamado así porque entre sus usos principales está el de dejar en suspenso el discurso. Se escriben siempre pegados a la palabra o el signo que los precede, y separados por un espacio de la palabra o el signo que los sigue; pero si lo que sigue a los puntos suspensivos es otro signo de puntuación, no se deja espacio entre ambos. Si los puntos suspensivos cierran el enunciado, la palabra siguiente debe escribirse con mayúscula inicial: El caso es que si lloviese... Mejor no pensar en esa posibilidad; pero si no cierran el enunciado y este continúa tras ellos, la palabra que sigue se inicia con minúscula: Estoy pensando que... aceptaré; en esta ocasión debo arriesgarme.

2. Usos

a) Para indicar la existencia en el discurso de una pausa transitoria que expresa duda, temor, vacilación o suspense: No sé si ir o si no ir... No sé qué hacer; Te llaman del hospital... Espero que sean buenas noticias; Quería preguntarte... No sé..., bueno..., que si quieres ir conmigo a la fiesta; Si yo te contara...

b) Para señalar la interrupción voluntaria de un discurso cuyo final se da por conocido o sobrentendido por el interlocutor: A pesar de que prepararon cuidadosamente la expedición, llevaron materiales de primera y guías muy experimentados... Bueno, ya sabéis cómo acabó la cosa. Es especialmente frecuente este uso cuando se reproduce un refrán o un fragmento literario de sobra conocido: Más vale pájaro en mano..., así que dámelo ahora mismo; Y en mitad de la fiesta, se subió a una mesa y comenzó a recitar: «Con diez cañones por banda...».

c) Para evitar repetir la cita completa del título largo de una obra que debe volver a mencionarse: La obra Yo era un tonto y lo que he visto me ha hecho dos tontos, de Rafael Alberti, está llena de grandes aciertos. Los versos de Yo era un tonto... contienen algunos de los mejores hallazgos expresivos del autor.

d) Para insinuar, evitando su reproducción, expresiones o palabras malsonantes o inconvenientes: ¡Qué hijo de... está hecho! A veces se colocan tras la letra inicial del término que se insinúa: Vete a la m... No te aguanto más.

e) Cuando, por cualquier otro motivo, se desea dejar el enunciado incompleto y en suspenso: Fue todo muy violento, estuvo muy desagradable... No quiero seguir hablando de ello.

f) Sin valor de interrupción del discurso, sino con intención enfática o expresiva, para alargar entonativamente un texto: Ser... o no ser... Esa es la cuestión.

g) Al final de enumeraciones abiertas o incompletas, con el mismo valor que la palabra etcétera o su abreviatura: Puedes hacer lo que quieras: leer, ver la televisión, oír música... Debe evitarse, por redundante, la aparición conjunta de ambos elementos:

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Puedes hacer lo que quieras: leer, ver la televisión, oír música..., etc.

Puedes hacer lo que quieras: leer, ver la televisión, oír música, etcétera...

h) Entre corchetes [...] (→ CORCHETE , 2e) o entre paréntesis (...) (→ PARÉNTESIS , 2e), los puntos suspensivos indican la supresión de una palabra o un fragmento en una cita textual: «Fui don Quijote de la Mancha y soy agora [...] Alonso Quijano el Bueno» (Cervantes Quijote II [Esp. 1615]).

Si se quiere dejar claro que la reproducción de una cita textual no se hace desde el comienzo mismo del enunciado, es posible escribir puntos suspensivos al inicio de la cita, sin paréntesis ni corchetes, dejando un blanco de separación respecto de la palabra a la que preceden: Al final de la obra, don Quijote pide «... un confesor que me confiese y un escribano que haga mi testamento». Asimismo, cuando la reproducción de la cita queda incompleta por su parte final, es posible escribir puntos suspensivos, sin paréntesis ni corchetes y sin blanco de separación con respecto al texto que antecede, para indicar que el enunciado continúa más allá de la última palabra reproducida: Al final de la obra, don Quijote pide «... un confesor que me confiese y un escribano que haga mi testamento...», evidenciando la cordura que le asiste en sus últimos momentos.

3. Combinación con otros signos

a) Si los puntos suspensivos finalizan el enunciado, no debe añadirse a ellos el punto de cierre (se escribirán solo tres puntos): Me encanta esta casa. Es hermoso despertarse y ver el sol, los árboles, la luz en las ventanas... Creo que volveré el año que viene; pero si los puntos suspensivos van detrás de una abreviatura, se suma a ellos

el punto que la cierra, de modo que se escribirán cuatro puntos en total (→ ABREVIATURA , 6D ): Algunas abreviaturas con tilde son pág., cód., admón....

b) Tras los puntos suspensivos sí pueden colocarse otros signos de puntuación, como la coma, el punto y coma y los dos puntos, sin dejar entre ambos signos ningún espacio de separación:

Cuando decidas los colores, las telas, el tipo de mobiliario..., ven a verme y te haré el presupuesto.

Mañana traerán la mesa, las sillas, los cuadros...; entonces sí parecerá una casa.

Pensándolo bien...: mejor que no se presente.

c) Los puntos suspensivos se escriben delante de los signos de cierre de interrogación o de exclamación si el enunciado interrogativo o exclamativo está incompleto: ¡Si te dije que...! Es inútil, nunca haces caso a nadie; si está completo, los puntos suspensivos se escriben detrás, sin espacio de separación: ¿Me habrá traído los libros?... Seguro que sí. Pueden darse casos en que se junten el punto de una abreviatura, los tres puntos suspensivos y el de los signos de cierre de interrogación o de exclamación: —¿Viste a ese Sr....? —Sí, el Sr. González estuvo aquí ayer.

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PUNTO Y COMA. 1. Signo de puntuación (;) que indica una pausa mayor que la marcada por la coma y menor que la señalada por el punto. Se escribe pegado a la palabra o el signo que lo precede, y separado por un espacio de la palabra o el signo que lo sigue. La primera palabra que sigue al punto y coma debe escribirse siempre con minúscula (la única excepción se da en obras de contenido lingüístico, en las que es práctica común separar con este signo de puntuación los diferentes ejemplos que se ofrecen, cada uno de los cuales, cuando se trata de enunciados independientes, comienza, como es natural, con mayúscula; de este uso excepcional y contrario a la norma que rige en la lengua general hay abundantes ejemplos en esta misma obra).

2. El punto y coma es, de todos los signos de puntuación, el que presenta un mayor grado de subjetividad en su empleo, pues, en muchos casos, es posible optar, en su lugar, por otro signo de puntuación, como el punto y seguido, los dos puntos o la coma; pero esto no significa que el punto y coma sea un signo prescindible.

3. Usos

a) Para separar los elementos de una enumeración cuando se trata de expresiones complejas que incluyen comas:

Cada grupo irá por un lado diferente: el primero, por la izquierda; el segundo, por la derecha; el tercero, de frente.

Se dieron cita el presidente ejecutivo, Francisco Ruiz; el consejero delegado, Pedro García; el vocal, Antonio Sánchez; y el secretario general, Juan González.

Cuando el último elemento de la relación va precedido por una conjunción, delante de

esta puede usarse también la coma (→ COMA 2, 2.1).

b) Para separar oraciones sintácticamente independientes entre las que existe una estrecha relación semántica:

Era necesario que el hospital permaneciese abierto toda la noche; hubo que establecer turnos.

Todo el mundo a casa; ya no hay nada más que hacer.

En la mayor parte de estos casos, se podría utilizar el punto y seguido. La elección de uno u otro signo depende de la vinculación semántica que quien escribe considera que existe entre los enunciados. Si el vínculo se estima débil, se prefiere usar el punto y seguido; si se juzga más sólido, es conveniente optar por el punto y coma. También se podrían usar los dos puntos, puesto que casi siempre subyacen las mismas relaciones

que expresan estos cuando conectan oraciones (→ DOS PUNTOS , 1.8 ).

c) Se escribe punto y coma delante de conectores de sentido adversativo, concesivo o consecutivo, como pero, mas, aunque, sin embargo, por tanto, por consiguiente, etc., cuando las oraciones que encabezan tienen cierta longitud: Los jugadores se entrenaron intensamente durante todo el mes; sin embargo, los resultados no fueron los que el entrenador esperaba.

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Si el período encabezado por la conjunción es corto, se usa la coma; y si tiene una extensión considerable, es mejor utilizar el punto y seguido:

Vendrá, pero tarde.

Este año han sido muy escasos los días en que ha llovido desde que se sembraron los campos. Por consiguiente, lo esperable es que haya malas cosechas y que los agricultores se vean obligados a solicitar ayudas gubernamentales.

d) Se pone punto y coma detrás de cada uno de los elementos de una lista o relación cuando se escriben en líneas independientes y se inician con minúscula, salvo detrás del último, que se cierra con punto:

Conjugaciones en español:

— verbos terminados en -ar (primera conjugación);

— verbos terminados en -er (segunda conjugación);

— verbos terminados en -ir (tercera conjugación).

4. El plural del nombre punto y coma es invariable: Coloque las comas y los punto y coma que considere necesarios en los siguientes enunciados. No obstante, siempre puede recurrirse, para un plural inequívoco, a la anteposición del sustantivo signos: Aquel texto estaba plagado de signos de QUEÍSMO. Es la supresión indebida de una preposición (generalmente de) delante de la conjunción que, cuando la preposición viene exigida por alguna palabra del enunciado.

1. No debe suprimirse la preposición en los casos siguientes:

a) Con verbos pronominales que se construyen con un complemento de régimen: acordarse DE algo, alegrarse DE algo, arrepentirse DE algo, fijarse EN algo, olvidarse DE algo, preocuparse DE o POR algo, etc.: Me alegro DE QUE hayáis venido (no Me alegro QUE hayáis venido); Me olvidé DE QUE tenía que llamarte (no Me olvidé QUE tenía que llamarte); Te preocupaste DE o POR QUE no pasáramos calamidades (no Te preocupaste QUE no pasáramos calamidades); Se acordaba DE QUE en esa casa había vivido un amigo suyo (no Se acordaba QUE en esa casa había vivido un amigo suyo); Me fijé EN QUE tenía manchas en la cara (no Me fijé QUE tenía manchas en la cara); No me acordé DE QUE era tu cumpleaños (no No me acordé QUE era tu cumpleaños). Algunos de estos verbos, cuando se usan en forma no pronominal, se construyen sin preposición, pues, en ese caso, la oración subordinada ejerce de sujeto o de complemento directo: Me alegró QUE vinieras (no Me alegró DE QUE vinieras);

Olvidé QUE tenía que ir al dentista (no Olvidé DE QUE tenía que ir al dentista) (→ DEQUEÍSMO , 1 a y b).

b) Con verbos no pronominales que se construyen con un complemento de régimen: convencer DE algo, insistir EN algo, tratar DE algo (en el sentido de ‘procurarlo, intentarlo’), etc.: Lo convencí DE QUE escribiera el artículo (no Lo convencí QUE escribiera el artículo); Insistió EN QUE nos quedáramos a cenar (no Insistió QUE nos quedáramos a cenar); Trato DE QUE estéis a gusto (no Trato QUE estéis a gusto).

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c) Con sustantivos que llevan complementos preposicionales: Iré con la condición DE QUE vayáis a recogerme (no Iré con la condición QUE vayáis a recogerme); Tengo ganas DE QUE llueva (no Tengo ganas QUE llueva); Ardo en deseos DE QUE vengas a verme (no Ardo en deseos QUE vengas a verme).

d) Con adjetivos que llevan complementos preposicionales: Estamos seguros DE QUE acertaremos (no Estamos seguros QUE acertaremos); Estoy convencido DE QUE llegarás lejos (no Estoy convencido QUE llegarás lejos).

e) En locuciones como a pesar DE QUE (no a pesar QUE), a fin DE QUE (no a fin QUE), a condición DE QUE (no a condición QUE), en caso DE QUE (no en caso QUE), etc.

f) En la construcción hasta el punto DE QUE (no hasta el punto QUE).

g) En las locuciones verbales caber, o haber, duda DE algo, caer en la cuenta DE algo, darse cuenta DE algo: No cabe duda DE QUE es un gran escritor (no No cabe duda QUE es un gran escritor); Pronto cayó en la cuenta DE QUE estaba solo (no Pronto cayó en la cuenta QUE estaba solo); Nos dimos cuenta DE QUE era tarde (no Nos dimos cuenta QUE era tarde). No deben confundirse las locuciones caer en la cuenta, darse cuenta, que exigen de, con tener en cuenta, que no exige la preposición: No tiene en cuenta QUE nos esforzamos (no No tiene en cuenta DE QUE nos esforzamos).

2. Los verbos advertir, avisar, cuidar, dudar e informar en sus acepciones más comunes, pueden construirse de dos formas: advertir [algo] a alguien y advertir DE algo [a alguien]; avisar [algo] a alguien y avisar DE algo [a alguien]; cuidar [algo o a alguien] y cuidar DE algo o alguien; dudar [algo] y dudar DE algo; informar [algo] a alguien (en América) e informar DE algo [a alguien] (en España). Por tanto, con estos verbos, la presencia de la preposición de delante de la conjunción que no es obligatoria

(→ advertir, avisar, cuidar(se), dudar, informar(se)).

3. Para determinar en cada caso si debe emplearse la secuencia de «preposición +

que» o simplemente que, → DEQUEÍSMO , 3.

4. Para las expresiones formadas por el verbo dar seguido de algunos sustantivos

abstractos que designan sentimiento, como vergüenza, miedo, pena, rabia, etc., → dar(se), 5.

5. antes (de) que, después (de) que, con tal (de) que. → antes, después, tal.

punto y coma.

RAYA. 1. Signo de puntuación representado por un trazo horizontal (—) de mayor

longitud que el correspondiente al guion (-) (→ GUION 2 o GUIÓN ), con el cual no debe confundirse. Cuando se usan dos rayas (una de apertura y otra de cierre) para introducir un inciso dentro de un período más extenso, estas se escriben pegadas a la primera y a la última palabra del período que enmarcan, y separadas por un espacio de

116

la palabra o signo que las precede o las sigue; pero si lo que sigue a la raya de cierre es otro signo de puntuación, no se deja espacio entre ambos.

2. Usos

2.1. Para encerrar aclaraciones o incisos: Para él la fidelidad —cualidad que valoraba por encima de cualquier otra— era algo sagrado. Para esto pueden utilizarse

también las comas (→ COMA 2, 1.1) o los paréntesis (→ PARÉNTESIS , 2a). Los incisos entre rayas suponen un aislamiento mayor con respecto al texto en el que se insertan que los que se escriben entre comas, pero menor que los que se escriben entre paréntesis. La raya de cierre en los incisos no se suprime aunque detrás de ella deba aparecer un punto o cualquier otro signo de puntuación:

Esperaba a Emilio —un gran amigo—. Lamentablemente, no vino.

Esperaba a Emilio —un gran amigo—, que, lamentablemente, no vino.

2.2. Para introducir una nueva aclaración o inciso en un texto ya encerrado entre paréntesis: Si desea más información sobre este tema (la bibliografía existente —incluso en español— es bastante extensa), deberá acudir a otras fuentes. Para intercalar algún dato o precisión en un inciso escrito entre rayas, han de usarse los

paréntesis (→ PARÉNTESIS , 2b): Venezuela —primer lugar de tierra firme avistado por Colón en su tercer viaje a América (1498)— tenía, por aquel entonces, unos 300 000 habitantes.

2.3. En la reproducción escrita de un diálogo, la raya precede a la intervención de cada uno de los interlocutores, sin que se mencione el nombre de estos: —¿Cuándo volverás? —No tengo ni idea. —¡No tardes mucho! —No te preocupes. Volveré lo antes posible. Normalmente, en las novelas y otros textos de carácter narrativo, las intervenciones de cada uno de los personajes se escriben en líneas distintas. Como se ve en el ejemplo, no debe dejarse espacio de separación entre la raya y el comienzo de cada una de las intervenciones.

2.4. En textos narrativos, la raya se utiliza también para introducir o enmarcar los comentarios y precisiones del narrador a las intervenciones de los personajes. En este uso debe tenerse en cuenta lo siguiente:

a) No se escribe raya de cierre si tras el comentario del narrador no sigue hablando inmediatamente el personaje: —Espero que todo salga bien —dijo Azucena con gesto ilusionado. / A la mañana siguiente, Azucena se levantó nerviosa.

b) Se escriben dos rayas, una de apertura y otra de cierre, cuando las palabras del narrador interrumpen la intervención del personaje y esta continúa inmediatamente después: —Lo principal es sentirse viva —añadió Pilar—. Afortunada o desafortunada, pero viva.

c) Cuando el comentario o aclaración del narrador va introducido por un verbo de habla (decir, añadir, asegurar, preguntar, exclamar, reponer, etc.), su intervención se inicia en minúscula, aunque venga precedida de un signo de puntuación que tenga

117

valor de punto, como el signo de cierre de interrogación o de exclamación: —¡Qué le vamos a hacer! —exclamó resignada doña Patro (y no —¡Qué le vamos a hacer! —Exclamó resignada doña Patro). Si la intervención del personaje continúa tras las palabras del narrador, el signo de puntuación que corresponda al enunciado interrumpido se debe colocar tras la raya que cierra el inciso del narrador: —Está bien —dijo Carlos—; lo haré, pero que sea la última vez que me lo pides.

d) Cuando el comentario del narrador no se introduce con un verbo de habla, las palabras del personaje deben cerrarse con punto y el inciso del narrador debe iniciarse con mayúscula: —No se moleste. —Cerró la puerta y salió de mala gana. Si tras el comentario del narrador continúa el parlamento del personaje, el punto que marca el fin del inciso narrativo se escribe tras la raya de cierre: —¿Puedo irme ya? —Se puso en pie con gesto decidido—. No hace falta que me acompañe. Conozco el camino.

e) Si el signo de puntuación que hay que poner tras el inciso del narrador son los dos puntos, estos se escriben también tras la raya de cierre: —Anoche estuve en una fiesta —me confesó, y añadió—: Conocí a personas muy interesantes.

2.5. Las rayas se usan también para enmarcar los comentarios del transcriptor de una cita textual: «Es imprescindible —señaló el ministro— que se refuercen los sistemas de control sanitario en las fronteras».

2.6. La raya sirve asimismo para introducir cada uno de los elementos de una relación que se escriben en líneas independientes. En este caso, debe dejarse un espacio en blanco entre la raya y el texto que sigue. A la hora de puntuar este tipo de relaciones, hay dos opciones:

a) Escribir con inicial minúscula cada uno de los conceptos, cerrando los enunciados con punto y coma, excepto el último, que se cerrará con punto:

Las funciones del lenguaje, según Jakobson, son seis:

— expresiva;

— fática;

— conativa;

— referencial;

— poética;

— metalingüística.

Cuando los elementos que se relacionan son simples, como ocurre en el ejemplo anterior, es posible eliminar la puntuación:

Las funciones del lenguaje, según Jakobson, son seis:

— expresiva

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— fática

— conativa

— referencial

— poética

— metalingüística

b) Escribir con inicial mayúscula cada uno de los conceptos, cerrando los enunciados con punto, opción recomendada cuando la relación se compone de enunciados completos:

Entre los rasgos del castellano hablado en Aragón, sobresalen los siguientes:

— La entonación es claramente ascendente y hay tendencia a alargar la vocal final.

— Se evita el acento en posición esdrújula.

— El sufijo diminutivo dominante es -ico.

— Se emplea mucho la partícula pues.

La raya puede sustituirse, en estos casos, por letras con paréntesis, números u otros signos.

2.7. En listas alfabéticas, índices bibliográficos y otros repertorios, la raya al comienzo de una línea se usa para indicar que en ese renglón se omite, para no repetirlo, un elemento común ya expresado en la primera de sus menciones. También en este caso debe dejarse un espacio en blanco después de la raya:

Verbos intransitivos

— irregulares

— regulares

— transitivos

Tras la raya de sustitución no debe escribirse el signo de puntuación que sigue, si lo hubiere, a la expresión sustituida; así, en el ejemplo siguiente, no deben escribirse tras las rayas los dos puntos que sí aparecen, en la primera mención, tras el nombre del autor:

ORTEGA Y GASSET, J.: Artículos (1917-33).

— Idea del teatro (1946).

— La rebelión de las masas (1930).

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2.8. La raya se usa precedida de un punto (.—) en los casos siguientes:

a) En los epígrafes internos de un libro, cuando el texto que sigue comienza en la misma línea:

Género de los sustantivos.— Por el género, los sustantivos se dividen en español en femeninos y masculinos. El género neutro no existe en español. Decimos que un nombre es femenino o masculino cuando...

b) En la edición de obras teatrales, para separar el nombre de cada uno de los personajes del texto de sus intervenciones:

MARÍA.—¿Dónde vas?

JUAN.—A dar una vuelta

SESEO. 1. Consiste en pronunciar las letras c (ante e, i) y z con el sonido que

corresponde a la letra s (→   s , 2); así, un hablante seseante dirá [serésa] por cereza, [siérto] por cierto, [sapáto] por zapato.

2. El seseo es general en toda Hispanoamérica y, en España, lo es en Canarias y en parte de Andalucía, y se da en algunos puntos de Murcia y Badajoz. También existe seseo entre las clases populares de Valencia, Cataluña, Mallorca y el País Vasco, cuando hablan castellano, y se da asimismo en algunas zonas rurales de Galicia. El seseo meridional español (andaluz y canario) y el hispanoamericano gozan de total aceptación en la norma culta.

SIGLA. 1. Se llama sigla tanto a la palabra formada por las iniciales de los términos que integran una denominación compleja, como a cada una de esas letras iniciales. Las siglas se utilizan para referirse de forma abreviada a organismos, instituciones, empresas, objetos, sistemas, asociaciones, etc.

2. Tipos de siglas según su lectura

a) Hay siglas que se leen tal como se escriben, las cuales reciben también el nombre

de acrónimos (→ ACRÓNIMO ): ONU, OTAN, láser, ovni. Muchas de estas siglas acaban incorporándose como sustantivos al léxico común. Cuando una sigla está compuesta solo por vocales, cada una de ellas se pronuncia de manera independiente y conserva su acento fonético: OEA (Organización de Estados Americanos) se pronuncia [ó-é-á].

b) Hay siglas cuya forma impronunciable obliga a leerlas con deletreo: FBI [éfe-bé-í], DDT [dé-dé-té], KGB [ká-jé-bé]. Integrando las vocales necesarias para su pronunciación, se crean a veces, a partir de estas siglas, nuevas palabras: elepé (de LP, sigla del ingl. long play ‘larga duración’).

c) Hay siglas que se leen combinando ambos métodos: CD-ROM [se-de-rrón, ze-de-rrón] (sigla del ingl. Compact Disc Read-Only Memory ‘disco compacto de solo

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lectura’). También en este caso pueden generarse palabras a partir de la sigla: cederrón.

3. Plural. Aunque en la lengua oral tienden a tomar marca de plural ([oenejés] = ‘organizaciones no gubernamentales’), son invariables en la escritura: las ONG; por ello, cuando se quiere aludir a varios referentes es recomendable introducir la sigla con determinantes que indiquen pluralidad: Representantes de algunas/varias/numerosas ONG se reunieron en Madrid. Debe evitarse el uso, copiado del inglés, de realizar el plural de las siglas añadiendo al final una s minúscula, precedida o no de apóstrofo: CD’s, ONGs.

4. Género. Las siglas adoptan el género de la palabra que constituye el núcleo de la expresión abreviada, que normalmente ocupa el primer lugar en la denominación: el FMI, por el «Fondo» Monetario Internacional; la OEA, por la «Organización» de Estados Americanos; la Unesco, por la United Nations Educational, Scientific and Cultural «Organization» (‘Organización de Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura’). Las siglas son una excepción a la regla que obliga a utilizar la

forma el del artículo cuando la palabra femenina que sigue comienza por /a/ tónica (→ el, 2.1 y 2.3a); así, se dice la AFE (y no el AFE), por «Asociación» de Futbolistas Españoles, ya que la palabra asociación no comienza por /a/ tónica.

5. Ortografía

a) Las siglas se escriben hoy sin puntos ni blancos de separación. Solo se escribe punto tras las letras que componen las siglas cuando van integradas en textos escritos enteramente en mayúsculas: MEMORIA ANUAL DEL C.S.I.C.

b) Las siglas presentan normalmente en mayúscula todas las letras que las componen (OCDE, DNI, ISO) y, en ese caso, no llevan nunca tilde; así, CIA (del ingl. Central Intelligence Agency) se escribe sin tilde, a pesar de pronunciarse [sía, zía], con un hiato que exigiría acentuar gráficamente la i. Las siglas que se pronuncian como se escriben, esto es, los acrónimos, se escriben solo con la inicial mayúscula si se trata de nombres propios y tienen más de cuatro letras: Unicef, Unesco; o con todas sus letras minúsculas, si se trata de nombres comunes: uci, ovni, sida. Los acrónimos que se escriben con minúsculas sí deben someterse a las reglas de acentuación gráfica

(→  TILDE 2 ): láser.

c) Si los dígrafos ch y ll forman parte de una sigla, va en mayúscula el primer carácter y en minúscula el segundo: PCCh, sigla de Partido Comunista de China.

d) Se escriben en cursiva las siglas que corresponden a una denominación que debe aparecer en este tipo de letra cuando se escribe completa; esto ocurre, por ejemplo, con las siglas de títulos de obras o de publicaciones periódicas: DHLE, sigla de Diccionario histórico de la lengua española; RFE, sigla de Revista de Filología Española.

e) Las siglas escritas en mayúsculas nunca deben dividirse con guion de final de línea.

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6. Hispanización de las siglas. Siempre que sea posible, se hispanizarán las siglas: OTAN, y no NATO; ONU, y no UNO. Solo en casos de difusión general de la sigla extranjera y dificultad para hispanizarla, o cuando se trate de nombres comerciales, se mantendrá la forma original: Unesco, sigla de United Nations Educational, Scientific and Cultural Organization; CD-ROM, sigla de Compact Disc Read-Only Memory; IBM, sigla de International Business Machines. Tampoco deben hispanizarse las siglas de realidades que se circunscriben a un país extranjero, sin correspondencia en el propio: IRA, sigla de Irish Republic Army; KGB, sigla de Komitet Gosudárstvennoy Bezopásnosti. La primera vez que se emplea una sigla en un texto, y salvo que sea de difusión tan generalizada que se sepa fácilmente interpretable por la inmensa mayoría de los lectores, es conveniente poner a continuación, y entre paréntesis, el nombre completo al que reemplaza y, si es una sigla extranjera, su traducción o equivalencia: DEA (Drug Enforcement Administration, departamento estadounidense de lucha contra las drogas); o bien escribir primero la traducción o equivalencia, poniendo después la sigla entre paréntesis: la Unión Nacional Africana de Zimbabue (ZANU).

7. Lectura. Las siglas se leen sin restablecer la expresión a la que reemplazan,

siguiendo el procedimiento que requiera su forma (→ 2): lectura silábica, deletreo o lectura mixta.

8. Las siglas suelen omitir para su formación los artículos, las preposiciones y las conjunciones que aparecen en la denominación completa, salvo cuando se desea

facilitar su pronunciación, convirtiéndolas en acrónimos (→ ACRÓNIMO , 1).

SIGNOS ORTOGRÁFICOS. Son todas aquellas marcas gráficas que, no siendo números ni letras, aparecen en los textos escritos con el fin de contribuir a su correcta lectura e interpretación. Cada uno de ellos tiene una función propia y unos usos establecidos por convención. Hay signos de puntuación y signos auxiliares.

a) Signos de puntuación. Sus funciones son marcar las pausas y la entonación con que deben leerse los enunciados, organizar el discurso y sus diferentes elementos para facilitar su comprensión, evitar posibles ambigüedades en textos que, sin su empleo, podrían tener interpretaciones diferentes, y señalar el carácter especial de determinados fragmentos de texto —citas, incisos, intervenciones de distintos interlocutores en un diálogo, etc.—. La información relativa al uso específico de cada signo se ofrece en su

entrada correspondiente (→ COMA ; COMILLAS ; CORCHETE ; DOS PUNTOS ; INTERROGACIÓN Y EXCLAMACIÓN (SIGNOS DE) ; PARÉNTESIS ; PUNTO ; PUNTOS SUSPENSIVOS ; PUNTO Y COMA ; RAYA ).

b) Signos auxiliares. Sus funciones son muy variadas y se explican en las entradas

correspondientes a cada uno de ellos (→ APÓSTROFO ; ASTERISCO ; BARRA ; DIÉRESIS ; GUION 2 o GUIÓN ; LLAVE ; PÁRRAFO ; TILDE 2).

SÍMBOLO. 1. Los símbolos son abreviaciones de carácter científico-técnico y están constituidos por letras o por signos no alfabetizables. En general, son fijados convencionalmente por instituciones de normalización y poseen validez internacional. No obstante, hay símbolos de uso tradicional que no han sido fijados por las instituciones de normalización, cuya validez se restringe muchas veces a ámbitos

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geográficos limitados; es el caso, por ejemplo, del símbolo O (Oeste), usado en el ámbito hispánico, y que, en el sistema internacional, es W (del ingl. West). Los símbolos más comunes son los referidos a unidades de medida (m, kg, lx), elementos químicos (Ag, C, Fe), operaciones y conceptos matemáticos (+, , %), monedas ($, £, ¥, €, CLP) y puntos cardinales (N, S, SE). También se utilizan símbolos para denominar abreviadamente los libros de la Biblia: Gn (Génesis), Ex (Éxodo), Lv (Levítico). Para

consultar la lista de los principales símbolos alfabetizables, → APÉNDICE 3 . Para

consultar la lista de los principales símbolos y signos no alfabetizables, → APÉNDICE 4 .

2. Diferencia con las abreviaturas. Los símbolos constituidos por letras son semejantes a las abreviaturas, pero se distinguen de ellas en los aspectos siguientes:

a) Se escriben siempre sin punto: cg por centigramo, N por Norte, He por helio.

b) No llevan nunca tilde, aunque mantengan la letra que la lleva en la palabra que representan: a (y no á) por área y ha (y no há) por hectárea.

c) No varían de forma en plural: 25 km por veinticinco kilómetros, 2 C por dos carbonos.

3. Formación. Suelen formarse con la primera letra de la palabra que representan: N por Norte, H por hidrógeno, K por el lat. cient. kalium (‘potasio’); o con la primera letra de cada uno de los formantes, en el caso de las unidades de medida constituidas por un prefijo y una unidad simple: kg por kilogramo, cm por centímetro. En algunos casos, para evitar la confusión con otro símbolo, se añade a la inicial una segunda letra: Fe por el lat. ferrum (‘hierro’), para evitar su confusión con la F de flúor.

4. Mayúsculas y minúsculas. Los símbolos de los puntos cardinales se escriben siempre con mayúscula, aunque estén constituidos por dos letras: N, SE. Los de los elementos químicos se escriben con una sola letra mayúscula: C, O; o, si están constituidos por dos letras, con una combinación de mayúscula y minúscula: Ag, Fe. Los de las unidades de medida se escriben normalmente con minúscula (g, dm, ha), salvo los de aquellas unidades que tienen su origen en nombres propios de persona, que se escriben con mayúscula: N por newton (de Isaac Newton), W por vatio (de Jacobo Watt); o los de aquellas que incorporan prefijos para formar múltiplos (unidades superiores a la establecida como referencia), ya que los símbolos de estos prefijos, con la excepción de kilo- (k-), hecto- (h-) y deca- (da-), se escriben con mayúscula: M- (mega-), G- (giga-), T- (tera-), etc.; por el contrario, los símbolos de los prefijos utilizados para formar submúltiplos (unidades inferiores a la establecida como referencia) se escriben siempre con minúscula: d- (deci-), c- (centi-), m- (mili-), etc. Por último, los símbolos de las unidades monetarias, cuando están constituidos por letras, se escriben con todos sus componentes en mayúscula: ARP, símbolo del peso argentino; ECS, símbolo del sucre ecuatoriano.

5. Situación respecto de la cifra a la que acompañan

a) Se escriben normalmente pospuestos y dejando un blanco de separación: 18 $, 4 km, 125 m2, 4 H. Se exceptúan el símbolo del porcentaje y el de los grados, que se

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escriben pegados a la cifra a la que acompañan: 25%, 12o. Los grados de temperatura tienen una ortografía diversa, según que aparezca o no especificada la escala en que se miden; así, se escribirá 12o, pero 12 oC por doce grados Celsius.

b) Para las monedas, el uso en España prefiere la escritura pospuesta y con blanco de separación, como es normal en el resto de los símbolos: 3 £, 50 $; en cambio, en América, por influjo anglosajón, los símbolos monetarios, cuando no son letras, suelen aparecer antepuestos y sin blanco de separación: £3, $50. Hay que tener siempre cuidado de no separar en renglones diferentes la cifra y el símbolo que la acompaña (3 / $).

6. Lectura. Cuando se lee un símbolo, ha de desarrollarse toda la palabra representada, salvo que esté integrado en una fórmula química o matemática, en que lo normal es el deletreo: H2O [áche-dós-ó], 2πr ([dós-pí-érre]).

TILDE2. Signo ortográfico auxiliar con el que, según determinadas reglas, se

representa en la escritura el acento prosódico (→ ACENTO , 1); por ello, la tilde recibe también los nombres de acento gráfico u ortográfico. En español consiste en una rayita oblicua que, colocada sobre una vocal, indica que la sílaba de la que forma parte es tónica. La tilde debe trazarse siempre de derecha a izquierda, esto es, como acento agudo (´), y no de izquierda a derecha (`), trazo que corresponde al acento grave, que carece de uso en español: camión, no camiòn. El uso de la tilde se atiene a una serie de reglas que se detallan a continuación y que afectan a todas las palabras españolas, incluidos los nombres propios. Sobre la acentuación de palabras de origen extranjero,

→ 6.

1. REGLAS GENERALES DE ACENTUACIÓN

1.1. Polisílabos. La acentuación gráfica de las palabras de más de una sílaba se atiene a las reglas siguientes:

1.1.1. Las palabras agudas (→ ACENTO , 1.2a) llevan tilde cuando terminan en -n, en -s o en vocal: balón, compás, café, colibrí, bonsái; pero si terminan en -s precedida de otra consonante, se escriben sin tilde: zigzags, robots, tictacs. Tampoco llevan tilde las palabras agudas que terminan en -y, pues esta letra se considera consonante a efectos de acentuación: guirigay, virrey, convoy, estoy.

1.1.2. Las palabras llanas (→ ACENTO , 1.2b) llevan tilde cuando no terminan en -n, en -s o en vocal: clímax, hábil, tándem. También se acentúan cuando terminan en -s precedida de otra consonante: bíceps, cómics, fórceps; y cuando terminan en -y, pues esta letra se considera consonante a efectos de acentuación: póney, yóquey.

1.1.3. Las palabras esdrújulas (→ ACENTO , 1.2c) y sobresdrújulas (→ ACENTO , 1.2d) siempre llevan tilde: cántaro, mecánica, cómetelo, llévesemelo.

1.2. Monosílabos. Las palabras de una sola sílaba no se acentúan nunca gráficamente,

salvo en los casos de tilde diacrítica (→ 3.1): mes, bien, fe, fui, pan, vio. Puesto que, dependiendo de distintos factores, una misma secuencia de vocales puede articularse

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como diptongo (→ DIPTONGO ) o como hiato (→ HIATO ), para saber si una palabra es o no monosílaba desde el punto de vista ortográfico, hay que tener en cuenta que algunas combinaciones vocálicas se consideran siempre diptongos a efectos de acentuación gráfica, sea cual sea su pronunciación. En concreto, toda combinación de vocal abierta (a, e, o) + vocal cerrada (i, u), o viceversa, siempre que la cerrada no sea tónica, así como la combinación de dos vocales cerradas distintas, han de considerarse diptongos desde el punto de vista ortográfico. Esta convención es una de las novedades introducidas en la Ortografía académica de 1999. Por eso, algunas palabras que antes de esta fecha se consideraban bisílabas pasan ahora a ser consideradas monosílabas a efectos de acentuación gráfica, por contener alguna de las secuencias vocálicas antes señaladas, y, como consecuencia de ello, deben escribirse sin tilde. Estas palabras son formas verbales como crie, crio, criais, crieis (de criar); fie, fio, fiais, fieis (de fiar); flui, fluis (de fluir); frio, friais (de freír); frui, fruis (de fruir); guie, guio, guiais, guieis (de guiar); hui, huis (de huir); lie, lio, liais, lieis (de liar); pie, pio, piais, pieis (de piar); rio, riais (de reír); los sustantivos guion, ion, muon, pion, prion, ruan y truhan; y, entre los nombres propios, Ruan y Sion. No obstante, es admisible acentuar gráficamente estas palabras, por ser agudas acabadas en -n, -s o vocal, si quien escribe articula nítidamente como hiatos las secuencias vocálicas que contienen y, en consecuencia, las considera bisílabas: fié, huí, riáis, guión, truhán, etc. La pronunciación monosilábica es predominante en amplias zonas de Hispanoamérica, especialmente en México y en el área centroamericana, mientras que en otros países americanos como la Argentina, el Ecuador, Colombia y Venezuela, al igual que en España, es mayoritaria la pronunciación bisilábica.

2. REGLAS DE ACENTUACIÓN DE PALABRAS CON DIPTONGOS, HIATOS Y TRIPTONGOS

En la descripción de diptongos, hiatos y triptongos se utilizará la clasificación de las vocales en abiertas (a, e, o) y cerradas (i, u).

2.1. Diptongos

2.1.1. Diptongos ortográficos. A efectos de acentuación gráfica, se consideran diptongos las secuencias vocálicas siguientes:

a) Vocal abierta + vocal cerrada o, en orden inverso, vocal cerrada + vocal abierta, siempre que la cerrada no sea tónica: amáis, peine, alcaloide, aplauso, Eugenio, estadounidense; suave, huevo, continuo, confiado, viento, canción.

b) Dos vocales cerradas distintas: huida, ciudad, jesuítico, veintiún, diurno, viudo.

2.1.2. Acentuación de palabras con diptongo. Las palabras con diptongo se acentúan

siguiendo las reglas generales de acentuación (→ 1). Así, vio no lleva tilde por ser monosílaba; bonsái la lleva por ser aguda terminada en vocal, y huésped, por ser llana terminada en consonante distinta de -n o -s; superfluo, cuentan y viernes se escriben sin tilde por ser llanas terminadas en vocal, -n y -s, respectivamente; y cuáquero y lingüístico se tildan por ser esdrújulas.

2.1.3. Colocación de la tilde en los diptongos

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a) En los diptongos formados por una vocal abierta tónica y una cerrada átona, o viceversa, la tilde se coloca sobre la vocal abierta: adiós, después, marramáu, soñéis, inició, náutico, murciélago, Cáucaso.

b) En los diptongos formados por dos vocales cerradas, la tilde se coloca sobre la segunda vocal: acuífero, casuística, demiúrgico, interviú.

2.2. Hiatos

2.2.1. Hiatos ortográficos. A efectos de acentuación gráfica, se consideran hiatos las combinaciones vocálicas siguientes:

a) Dos vocales iguales: afrikáans, albahaca, poseer, dehesa, chiita, microondas, duunviro.

b) Dos vocales abiertas: anchoa, ahogo, teatro, aéreo, eólico, héroe.

c) Vocal cerrada tónica + vocal abierta átona o, en orden inverso, vocal abierta átona + vocal cerrada tónica: alegría, acentúa, insinúe, enfríe, río, búho; raíz, baúl, transeúnte, reír, oír.

2.2.2. Acentuación de las palabras con hiato

a) Las palabras con hiato formado por dos vocales iguales, o por dos vocales abiertas

distintas, siguen las reglas generales de acentuación (→ 1). Así, creó y deán llevan tilde por ser agudas terminadas en vocal y en -n, respectivamente, mientras que poseer y peor, también agudas, no la llevan por terminar en consonante distinta de -n o -s; bóer y Sáez llevan tilde por ser llanas terminadas en consonante distinta de -n o -s, mientras que bacalao, chiita, vean y anchoas no la llevan por ser llanas terminadas en vocal, -n y -s, respectivamente; océano, coágulo y zoólogo se tildan por ser esdrújulas.

b) Las palabras con hiato formado por una vocal cerrada tónica y una vocal abierta átona, o por una vocal abierta átona y una cerrada tónica, siempre llevan tilde sobre la vocal cerrada, con independencia de que lo exijan o no las reglas generales de acentuación: armonía, grúa, insinúe, dúo, río, hematíe, laúd, caída, raíz, feúcho, cafeína, egoísmo, oír. La presencia de una hache intercalada no exime de la obligación de tildar la vocal tónica del hiato: búho, ahíto, prohíbe.

2.3. Triptongos

2.3.1. Triptongos ortográficos. Cualquier grupo de tres vocales formado por una vocal abierta situada entre dos vocales cerradas, siempre que ninguna de las vocales cerradas sea tónica, se considera un triptongo a efectos de acentuación gráfica: averiguáis, buey, Paraguay, vieira, confiáis, opioide.

2.3.2. Acentuación de palabras con triptongo. Las palabras con triptongo siguen las

reglas generales de acentuación (→ 1). Así, lieis no lleva tilde por ser monosílaba

(aunque pueda llevarla si se articula como bisílaba; → 1.2); continuéis y despreciáis la llevan por ser agudas terminadas en -s, mientras que biaural y Uruguay, que también

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son agudas, no se tildan por terminar en consonante distinta de -n o -s; tuáutem lleva tilde por ser llana terminada en consonante distinta de -n o -s, mientras que vieira y opioide no la llevan por ser llanas terminadas en vocal.

2.3.3. Colocación de la tilde en los triptongos. La tilde va siempre sobre la vocal abierta: consensuéis, habituáis, tuáutem.

3. TILDE DIACRÍTICA

Se llama tilde diacrítica al acento gráfico que permite distinguir palabras con idéntica forma, pero que pertenecen a categorías gramaticales diferentes. En general, llevan tilde diacrítica las formas tónicas (las que se pronuncian con acento prosódico o de intensidad) y no la llevan las formas átonas (las que carecen de acento prosódico o de

intensidad dentro de la cadena hablada; → ACENTO , 1.1). Hay algunas excepciones, como es el caso de los nombres de las letras te y de y los de las notas musicales mi y si, que, siendo palabras tónicas, no llevan tilde (al igual que las respectivas formas átonas: la preposición de, el pronombre personal te, el adjetivo posesivo mi y la conjunción si); o la palabra más, que aunque tiende a pronunciarse átona cuando se usa con valor de adición o suma (dos más dos son cuatro) se escribe con tilde. En otras ocasiones, la tilde diacrítica tiene como función evitar dobles sentidos (anfibologías), como en el

caso de los demostrativos este, ese y aquel (→ 3.2.1) o de la palabra solo (→ 3.2.3). Salvo en estos dos últimos casos, la tilde diacrítica no distingue parejas de palabras de igual forma y que siempre son tónicas; así, di es forma del verbo decir y del verbo dar; fue y fui, son formas del verbo ir y del verbo ser; vino es forma del verbo venir y un sustantivo, etc.

3.1. Tilde diacrítica en monosílabos. Muchos de los usos de la tilde diacrítica en español afectan a palabras de una sola sílaba:

 

TILDE DIACRÍTICA EN MONOSÍLABOS*

de preposición:

Hace pajaritas DE papel.

sustantivo (‘letra’):

Le bordó una DE en el pañuelo.

 

dé forma del verbo dar:

DÉ recuerdos a su hija de mi parte.

 

el artículo:

EL problema está resuelto.

 

él pronombre personal:

ÉL se hace responsable.

 

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mas conjunción adversativa:

Lo sabía, MAS no dijo nada.

 

más adverbio, adjetivo o pronombre:

Tu coche es MÁS rápido que el mío.

Ponme MÁS azúcar en el café.

No quiero MÁS.

conjunción con valor de suma o adición:

Tres MÁS cuatro son siete.

sustantivo (‘signo matemático’):

En esta suma falta el MÁS.

 

mi adjetivo posesivo:

Andrés es MI amigo.

sustantivo (‘nota musical’):

Empieza de nuevo en el MI.

 

mí pronombre personal:

Dámelo a MÍ.

Me prometí a MÍ misma no volver a hacerlo.

 

se pronombre, con distintos valores:

SE lo compré ayer.

Juan SE mancha mucho.

SE casaron por la iglesia.

SE arrepiente de sus palabras.

El barco SE hundió en pocosminutos.

indicador de impersonalidad:

SE duerme bien aquí.

sé forma del verbo ser o saber:

SÉ bueno y pórtate bien.

Yo SÉ lo que ha pasado.

 

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indicador de pasiva refleja:

SE venden manzanas.

 

si conjunción, con distintos valores:

SI llueve, te mojarás.

Dime SI lo hiciste.

¡Cómo voy a olvidarlo, SI melo has repetido veinte veces!

SI será bobo...

¡SI está lloviendo!

sustantivo (‘nota musical’):

Compuso una melodía enSI mayor.

 

sí adverbio de afirmación:

SÍ, estoy preparado.

pronombre personal reflexivo:

Vive encerrado en SÍ mismo.

 

sustantivo (‘aprobación o asentimiento’):

Tardó varios días en dar el SÍ al proyecto.

te pronombre personal:

TE agradezco que vengas.

sustantivo (‘letra’):

La TE parece aquí una ele.

 

té sustantivo (‘planta’ e ‘infusión’):

Es dueño de una plantación de TÉ.

¿Te apetece un TÉ?

 

tu posesivo:

Dame TU dirección.

 

tú pronombre personal:

TÚ ya me entiendes.

 

 

* Se tratan fuera de este cuadro otras parejas de monosílabos afectadas por la tilde diacrítica, como qué/que, cuál/cual, cuán/cuan, quién/quien, porque forman serie con palabras polisílabas (→ 3.2.2). También se trata aparte

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el caso del par aún/aun, puesto que esta palabra puede articularse como bisílaba o como monosílaba (→ 3.2.4). Sobre el uso de la tilde en la conjunción o, → o 2 , 3 .

3.2. Otros casos de tilde diacrítica

3.2.1. Demostrativos. Los demostrativos este, ese y aquel, con sus femeninos y plurales, pueden ser pronombres (cuando ejercen funciones propias del sustantivo): Eligió este; Ese ganará; Quiero dos de aquellas; o adjetivos (cuando modifican al sustantivo): Esas actitudes nos preocupan; El jarrón este siempre está estorbando. Sea cual sea la función que desempeñen, los demostrativos siempre son tónicos y pertenecen, por su forma, al grupo de palabras que deben escribirse sin tilde según las reglas de acentuación: todos, salvo aquel, son palabras llanas terminadas en vocal o en

-s (→ 1.1.2) y aquel es aguda acabada en -l (→ 1.1.1). Por lo tanto, solo cuando en una oración exista riesgo de ambigüedad porque el demostrativo pueda interpretarse en una u otra de las funciones antes señaladas, el demostrativo llevará obligatoriamente tilde en su uso pronominal. Así, en una oración como la del ejemplo siguiente, únicamente la presencia o ausencia de la tilde en el demostrativo permite interpretar correctamente el enunciado: ¿Por qué compraron aquéllos libros usados? (aquéllos es el sujeto de la oración); ¿Por qué compraron aquellos libros usados? (el sujeto de esta oración no está expreso, y aquellos acompaña al sustantivo libros). Las formas neutras de los demostrativos, es decir, las palabras esto, eso y aquello, que solo pueden funcionar como pronombres, se escriben siempre sin tilde: Eso no es cierto; No entiendo esto.

3.2.2. Interrogativos y exclamativos. Las palabras adónde, cómo, cuál, cuán, cuándo, cuánto, dónde, qué y quién, que tienen valor interrogativo o exclamativo, son tónicas y llevan tilde diacrítica. Introducen enunciados directamente interrogativos o exclamativos: ¿Adónde vamos?; ¡Cómo te has puesto!; ¡Qué suerte ha tenido!; ¿De quién ha sido la idea?; o bien oraciones interrogativas o exclamativas indirectas: Pregúntales dónde está el ayuntamiento; No tenían qué comer; Imagínate cómo habrá crecido que no lo reconocí; Verá usted qué frío hace fuera. Además, pueden funcionar como sustantivos: Se propuso averiguar el cómo, el cuándo y el dónde de aquellos

sucesos. (→ adónde, cómo, cuál, cuán, cuándo, cuánto, dónde, qué, quién).

Estas mismas palabras son átonas —salvo cual, que es siempre tónico cuando va precedido de artículo— cuando funcionan como relativos o como conjunciones y, por consiguiente, se escriben sin tilde: El lugar adonde vamos te gustará; Quien mal anda,

mal acaba; El que lo sepa que lo diga. (→ adonde, como, cual, cuan, cuando, cuanto, donde, que, quien).

3.2.3. sólo/solo. La palabra solo puede ser un adjetivo: No me gusta el café solo; Vive él solo en esa gran mansión; o un adverbio: Solo nos llovió dos días; Contesta solo sí o no. Se trata de una palabra llana terminada en vocal, por lo que, según las reglas

generales de acentuación (→ 1.1.2), no debe llevar tilde. Ahora bien, cuando esta palabra pueda interpretarse en un mismo enunciado como adverbio o como adjetivo, se utilizará obligatoriamente la tilde en el uso adverbial para evitar ambigüedades: Estaré solo un mes (al no llevar tilde, solo se interpreta como adjetivo: ‘en soledad, sin compañía’); Estaré sólo un mes (al llevar tilde, sólo se interpreta como adverbio:

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‘solamente, únicamente’); también puede deshacerse la ambigüedad sustituyendo el adverbio solo por los sinónimos solamente o únicamente.

3.2.4. aún/aun. Este adverbio oscila en su pronunciación entre el hiato [a - ún] y el diptongo [aun], dependiendo de diferentes factores: su valor semántico, su situación dentro del enunciado, la mayor o menor rapidez o énfasis con que se emita, el origen geográfico del hablante, etc. Dado que no es posible establecer una correspondencia unívoca entre los usos de esta palabra y sus formas monosílaba (con diptongo) o bisílaba (con hiato), es preferible considerarla un caso más de tilde diacrítica.

a) La palabra aún lleva tilde cuando puede sustituirse por todavía (tanto con significado temporal como con valor ponderativo o intensivo) sin alterar el sentido de la frase: Aún la espera; Este modelo tiene aún más potencia; Tiene una biblioteca de más de cinco mil volúmenes y aún se queja de tener pocos libros; Aún si se notara en los resultados..., pero no creo que mejore; Ahora que he vuelto a ver la película, me parece aún más genial.

b) Cuando se utiliza con el mismo significado que hasta, también, incluso (o siquiera, con la negación ni), se escribe sin tilde: Aprobaron todos, aun los que no estudian nunca; Puedes quejarte y aun negarte a venir, pero al final iremos; Ni aun de lejos se parece a su hermano. Cuando la palabra aun tiene sentido concesivo, tanto en la locución conjuntiva aun cuando, como si va seguida de un adverbio o de un gerundio, se escribe también sin tilde: Aun cuando no lo pidas [= aunque no lo pidas], te lo darán; Me esmeraré, pero aun así [= aunque sea así], él no quedará satisfecho; Me referiré, aun brevemente [= aunque sea brevemente], a su obra divulgativa; Aun conociendo [= aunque conoce] sus limitaciones, decidió intentarlo.

4. ACENTUACIÓN DE PALABRAS Y EXPRESIONES COMPUESTAS

4.1. Palabras compuestas sin guion. Las palabras compuestas escritas sin guion entre sus formantes se pronuncian con un único acento prosódico (a excepción de los

adverbios en -mente, que tienen dos; → 4.2). Este acento, que recae sobre la sílaba tónica del último elemento, es el que se tiene en cuenta a efectos de acentuación gráfica; por tanto, las palabras compuestas se comportan como las palabras simples y siguen las reglas de acentuación, con independencia de cómo se acentúen gráficamente sus formantes por separado: dieciséis (diez + y + seis) se escribe con tilde por ser palabra aguda terminada en -s; baloncesto (balón + cesto) no lleva tilde por ser palabra llana terminada en vocal; y vendehúmos (vende + humos) sí la lleva para marcar el hiato de vocal abierta átona y cerrada tónica.

4.2. Adverbios en -mente. Los adverbios terminados en -mente se pronuncian, de forma natural y no enfática, con dos sílabas tónicas: la que corresponde al adjetivo del que derivan y la del elemento compositivo -mente (LENtaMENte). Estas palabras conservan la tilde, si la había, del adjetivo del que derivan: fácilmente (de fácil), rápidamente (de rápido); pero cordialmente (de cordial), bruscamente (de brusco).

4.3. Formas verbales con pronombres enclíticos. Los pronombres personales me, te, lo(s), la(s), le(s), se, nos, os son palabras átonas que se pronuncian necesariamente ligadas al verbo, con el que forman un grupo acentual: si preceden al verbo se llaman

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proclíticos; si lo siguen, enclíticos (→ ACENTO , 1.1b). Al contrario que los proclíticos, los pronombres enclíticos se escriben soldados al verbo: mírame, dilo, dáselo (pero me miró, lo dijo, se lo di). A diferencia de lo establecido en normas ortográficas anteriores, a partir de la Ortografía académica de 1999 las formas verbales con enclíticos deben

acentuarse gráficamente siguiendo las reglas de acentuación (→ 1 y 2); así, formas como estate, suponlo, deles se escriben ahora sin tilde por ser palabras llanas terminadas en vocal o en -s, mientras que déselo, léela, fíjate llevan tilde por ser esdrújulas, y oídme, salíos, reírte, por contener un hiato de vocal cerrada tónica y vocal abierta átona. Las formas del imperativo de segunda persona del singular propias del

voseo (→ VOSEO ) siguen, igualmente, las reglas de acentuación; así, cuando se usan sin enclítico, llevan tilde por ser palabras agudas terminadas en vocal: pensá, comé, decí; cuando van seguidas de un solo enclítico, pierden la tilde al convertirse en llanas terminadas en vocal (decime, andate, ponelo) o en -s (avisanos, buscanos) y, si van seguidas de más de un enclítico, llevan tilde por tratarse de palabras esdrújulas: decímelo, ponételo.

4.4. Palabras compuestas con guion. Las palabras unidas entre sí mediante un guion,

sean del tipo que sean (→ GUION 2 o GUIÓN , 1) y con independencia de cómo se pronuncien, siempre conservan la acentuación gráfica que corresponde a cada uno de los términos por separado: Sánchez-Cano, germano-soviético, teórico-práctico.

4.5. Expresiones compuestas escritas en varias palabras. En las expresiones formadas por palabras que se escriben separadamente, pero constituyen una unidad fónica y léxica, se conserva siempre la acentuación gráfica independiente de cada uno de sus componentes:

a) Antropónimos compuestos. Los nombres propios de persona que se combinan entre sí para formar un antropónimo compuesto se escriben normalmente separados y sin

guion intermedio (→ GUION 2 o GUIÓN , 1.1.1a). Aunque en la pronunciación solo suele ser tónico el segundo nom-bre, ambos conservan su acentuación gráfica independiente: José Luis [joseluís], María José [mariajosé].

b) Numerales formados por varias palabras. Conservan la acentuación gráfica que corresponde a cada una de las palabras que los componen, con independencia de que, en su pronunciación, la primera de ellas sea normalmente átona: veintidós mil [beintidosmíl], cuarenta y seis [kuarentaiséis], vigésimo séptimo [bijesimoséptimo] (en los casos en que es posible escribir el numeral en una o en dos palabras, como ocurre con los ordinales correspondientes a la serie del veinte, el primer elemento pierde la

tilde cuando el ordinal se escribe en una sola palabra: vigesimoséptimo; → 4.1 y ORDINALES , 3).

5. ACENTUACIÓN DE VOCES Y EXPRESIONES LATINAS

5.1. Las voces y expresiones latinas utilizadas corrientemente en español se someten a las reglas de acentuación: tedeum (sin tilde, por ser palabra aguda terminada en -m); quórum (con tilde, por ser palabra llana terminada en -m); hábeas corpus (hábeas lleva tilde por ser una palabra esdrújula, mientras que corpus no la lleva por ser llana terminada en -s).

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5.2. Las palabras latinas usadas en el nombre científico de las categorías taxonómicas de animales y plantas (especie, género, familia, etc.) se escriben siempre sin tilde, por tratarse de nomenclaturas de uso internacional: Rana sphenocephala, Quercus ilex, familia Pongidae.

6. ACENTUACIÓN DE PALABRAS EXTRANJERAS

6.1. Palabras extranjeras no adaptadas. Los extranjerismos que conservan su grafía original y no han sido adaptados (razón por la cual se deben escribir en cursiva, en los textos impresos, o entre comillas, en la escritura manual), así como los nombres propios originarios de otras lenguas (que se escriben en redonda), no deben llevar ningún acento que no tengan en su idioma de procedencia, es decir, no se someten a las reglas de acentuación del español: disc-jockey, catering, gourmet, Wellington, Mompou, Düsseldorf.

6.2. Palabras extranjeras adaptadas. Las palabras de origen extranjero ya incorporadas al español o adaptadas completamente a su pronunciación y escritura, incluidos los nombres propios, deben someterse a las reglas de acentuación de nuestro idioma: béisbol, del ingl. baseball; bidé, del fr. bidet; Milán, del it. Milano; Icíar, del eusk. Itziar. Las transcripciones de palabras procedentes de lenguas que utilizan alfabetos no latinos, incluidos los nombres propios, se consideran adaptaciones y deben seguir, por tanto, las reglas de acentuación: glásnost, Tolstói, Taiwán.

7. ACENTUACIÓN DE LETRAS MAYÚSCULAS

Las letras mayúsculas, tanto si se trata de iniciales como si se integran en una palabra escrita enteramente en mayúsculas, deben llevar tilde si así les corresponde según las reglas de acentuación: Ángel, PROHIBIDO PISAR EL CÉSPED. No se acentúan, sin

embargo, las mayúsculas que forman parte de las siglas (→ SIGLA , 5b).

8. ACENTUACIÓN DE ABREVIATURAS, ACRÓNIMOS, SIGLAS Y SÍMBOLOS. → ABREVIATURA , 6a; ACRÓNIMO , 5; SIGLA , 5b; SÍMBOLO , 2b.

TRIPTONGO. 1. Es la secuencia de tres vocales que forman parte de una misma sílaba: a - pre - ciáis, co - piéis, buey. Para que exista un triptongo han de combinarse dos vocales cerradas (i, u) átonas y, en medio de estas, una vocal abierta (a, e, o): anunciáis, guau, miau, confiéis. No son triptongos en español las secuencias de vocal cerrada + vocal abierta + vocal cerrada cuando alguna de las dos vocales cerradas es tónica. Lo que hay en esos casos es un hiato seguido de un diptongo, cuando es tónica la primera vocal cerrada: vivíais (vi - ví - ais); o un diptongo seguido de un hiato, cuando es tónica la segunda vocal cerrada: limpiaúñas (lim - pia - ú - ñas).

2. Una misma secuencia de vocal cerrada átona +vocal abierta + vocal cerrada átona puede pronunciarse, en unas palabras, formando parte de la misma sílaba, esto es,

como un triptongo y, en otras, en dos sílabas diferentes, es decir, como un hiato (→ HIATO , 1 ) seguido de un diptongo (→ DIPTONGO , 1), o viceversa; así, la secuencia iei se pronuncia como triptongo en la palabra cambiéis [kam - biéis] y como hiato + diptongo en confiéis [kon - fi - éis], al menos en España y en los países americanos en los que la tendencia antihiática es menos fuerte. Sin embargo, a efectos de acentuación

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gráfica, cualquier secuencia formada por una vocal abierta entre dos vocales cerradas átonas siempre se considerará un triptongo, con independencia de su articulación real

en una o en dos sílabas (→ TILDE 2, 2.3.1).

VOSEO. En términos generales, se denomina «voseo» el empleo de la forma pronominal vos para dirigirse al interlocutor. Se distinguen dos tipos:

1. VOSEO REVERENCIAL. Consiste en el uso de vos para dirigirse con especial reverencia a la segunda persona gramatical, tanto del singular como del plural. Esta fórmula de tratamiento de tono elevado, común en épocas pasadas, solo se emplea hoy con algunos grados y títulos, en actos solemnes, o en textos literarios que reflejan el lenguaje de otras épocas. Vos es la forma de sujeto (vos decís) y de término de preposición (a vos digo), mientras que os es la forma de complemento directo (os vi) y de complemento indirecto sin preposición (os digo). El verbo va siempre en segunda persona del plural, aunque nos dirijamos a un solo interlocutor: «Han luchado, añadió dirigiéndose a Tarradellas, [...] por mantenerse fieles a las instituciones que vos representáis» (GaCandau Madrid-Barça [Esp. 1996]). Como posesivo se emplea la forma vuestro: Admiro vuestra valentía, señora. Los adjetivos referidos a la persona o personas a quienes nos dirigimos han de establecer la concordancia correspondiente en género y número: Vos, don Pedro, sois caritativo; Vos, bellas damas, sois ingeniosas.

2. VOSEO DIALECTAL AMERICANO. Más comúnmente se conoce como «voseo» el uso de formas pronominales o verbales de segunda persona del plural (o derivadas de estas) para dirigirse a un solo interlocutor. Este voseo es propio de distintas variedades regionales o sociales del español americano y, al contrario que el voseo reverencial

(→ 1 ), implica acercamiento y familiaridad.

2.1. Voseo pronominal y voseo verbal. El voseo puede afectar tanto a las formas pronominales como a las formas verbales.

2.1.1. El «voseo pronominal» consiste en el uso de vos como pronombre de segunda persona del singular en lugar de tú y de ti. Vos se emplea como sujeto: «Puede que VOS tengás razón» (Herrera Casa [Ven. 1985]); como vocativo: «¿Por qué la tenés contra Alvaro Arzú, VOS?» (Prensa [Guat.] 3.4.97); como término de preposición: «Cada vez que sale con VOS, se enferma» (Penerini Aventura [Arg. 1999]); y como término de comparación: «Es por lo menos tan actor como VOS» (Cuzzani Cortés [Arg. 1988]). Sin embargo, para el pronombre átono (el que se usa con los verbos pronominales y en los complementos sin preposición) y para el posesivo, se emplean las formas de tuteo te y tu, tuyo, respectivamente: «Vos TE acostaste con el tuerto» (Gené Ulf [Arg. 1988]); «Lugar que odio [...] como TE odio a vos» (Rossi María [C. Rica 1985]); «No cerrés TUS ojos» (Flores Siguamonta [Guat. 1993]).

2.1.2. El «voseo verbal» consiste en el uso de las desinencias verbales propias de la segunda persona del plural, más o menos modificadas, para las formas conjugadas de la segunda persona del singular: tú vivís, vos comés o comís. El paradigma verbal voseante se caracteriza por su complejidad, pues, por un lado, afecta en distinta medida a cada tiempo verbal y, por otro, las desinencias varían en función de factores geográficos y sociales, y no todas las formas están aceptadas en la norma culta.

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2.1.2.1. Voseo verbal en los tiempos de presente

a) En el presente de indicativo, junto a las formas diptongadas del plural (sabéis, habláis) —a veces con aspiración o pérdida de -s ([abláih o ablái])—, se documentan formas con reducción del diptongo, bien a la vocal abierta a o e (sabés, hablás), lo que es más frecuente, bien a la cerrada i (sabís). Los verbos de la primera conjugación, aquellos cuyo infinitivo termina en -ar, nunca presentan en este tiempo formas voseantes en -ís.

b) En el presente de subjuntivo, igual que en el indicativo, junto a las formas diptongadas del plural (subáis, habléis) —a veces con aspiración o pérdida de -s ([subáih o subái])—, se documentan formas con reducción del diptongo, bien a la vocal abierta a o e (subás, hablés), lo que es más frecuente, bien a la cerrada i (hablís). En este caso, las formas en -ís solo aparecen en verbos de la primera conjugación.

2.1.2.2. Voseo verbal en los tiempos de pasado

a) El voseo no suele afectar a las formas del pretérito imperfecto de indicativo o copretérito (cantabas, bebías) ni a las del pretérito imperfecto o pretérito de subjuntivo (amaras o amases, tuvieras o tuvieses). En la modalidad chilena, sin embargo, se usan las desinencias de segunda persona del plural (cantabais, cantarais) con aspiración o pérdida de -s: «¿Dónde andabai que andabai perdido?» (Donoso Casa [Chile 1978]).

b) Para el pretérito perfecto simple o pretérito de indicativo, se emplea la segunda persona del plural sin diptongar (volvistes). Pese a ser esta la forma etimológica (lat. volvistis, español clásico volvistes), aun en regiones plenamente voseantes se prefiere en este tiempo el uso de la forma de segunda persona del singular (volviste), debido a las connotaciones vulgares que tienen las formas singulares del pretérito con -s ( tú vinistes). En la zona andina venezolana y en Colombia aparecen variantes en las que se ha perdido la primera -s- de la terminación, si bien se conserva la -s final: volates, perdites, servites, en lugar de volaste, perdiste, serviste.

2.1.2.3. Voseo verbal en los tiempos de futuro

Las formas voseantes de futuro, al igual que las de presente, oscilan entre la conservación del diptongo (viajaréis) y su reducción, bien a la vocal abierta (viajarés), lo que es más frecuente, bien a la vocal cerrada (viajarís).

2.1.2.4. Voseo verbal en el condicional

El voseo no suele afectar al condicional o pospretérito (soñarías, escribirías). En la modalidad chilena, sin embargo, se usan las desinencias de segunda persona del plural (soñaríais, escribiríais) con aspiración o pérdida de -s final: soñaríai, escribiríai.

2.1.2.5. Voseo verbal en el imperativo

Las formas voseantes de imperativo se crearon a partir de la segunda persona del plural, con pérdida de la -d final: tomá (< tomad), poné (< poned), escribí (< escribid). Los imperativos voseantes carecen de las irregularidades propias del imperativo de segunda persona del singular de las áreas tuteantes. Así, frente a los irregulares di, sal,

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ven, ten, haz, pon, mide, juega, quiere, oye, etc., en las zonas de voseo se usan decí, salí, vení, tené, hacé, poné, medí, jugá, queré, oí, etc.

Estas formas verbales llevan tilde por tratarse de palabras agudas terminadas en vocal; cuando las formas voseantes del imperativo van acompañadas de algún pronombre

enclítico, siguen también las normas generales de acentuación (→ TILDE 2, 4.3): «Compenetrate en Beethoven, imaginátelo. Imaginate su melena» (Rovner Concierto [Arg. 1981]).

2.2. Modalidades. Existen varias modalidades según las diferentes maneras de combinar las formas pronominales y verbales del tuteo y del voseo en las distintas zonas de habla hispana:

a) Modalidades plenamente tuteantes, que coinciden con los usos del español de España, en las que el sujeto tú va acompañado de un verbo en segunda persona del singular: «Sé independiente, tú puedes» (Fuller Dilemas [Perú 1993]).

b) Modalidades de voseo exclusivamente verbal, en las que el sujeto de las formas verbales voseantes es tú: «No, tú no podés haberte ido con ellos» (Plaza Cerrazón [Ur. 1980]).

c) Modalidades de voseo exclusivamente pronominal, en las que vos es el sujeto de un verbo en segunda persona del singular: «Vos tienes la culpa para hacerte tratar mal» (Tiempos [Bol.] 1.4.97).

d) Modalidades plenamente voseantes, en las que el sujeto vos va acompañado de formas verbales de voseo: «Vos no podés entregarles los papeles antes de setenta y dos horas» (Martínez Vuelo [Arg. 2002]).

2.3. Extensión del voseo. El voseo se da en la mayor parte de Hispanoamérica, aunque en diferente grado. Su consideración social también varía de unas regiones a otras. A grandes rasgos, puede decirse que son zonas de tuteo exclusivo casi todo México, las Antillas, la mayor parte del Perú y de Venezuela y la costa atlántica colombiana; alternan tuteo como forma culta y voseo como forma popular o rural en Bolivia, norte y sur del Perú, el Ecuador, pequeñas zonas de los Andes venezolanos, gran parte de Colombia, Panamá y la franja oriental de Cuba; coexisten el tuteo como tratamiento de formalidad intermedia y el voseo como tratamiento familiar en Chile, en el estado venezolano de Zulia, en la costa pacífica colombiana, en Centroamérica y en los estados mexicanos de Tabasco y Chiapas; y son áreas de voseo generalizado la Argentina, el Uruguay y el Paraguay.

2.3.1. Río de la Plata

En la Argentina, el Paraguay y el Uruguay las formas de voseo son aceptadas sin reserva por todas las clases sociales. La modalidad más generalizada es la que combina el voseo pronominal y el verbal: vos llegás. En Montevideo, sin embargo, es más prestigioso el voseo exclusivamente verbal: tú llegás.

El paradigma verbal propio de la norma culta está constituido por formas voseantes con reducción del diptongo en el presente de indicativo (cantás, comés, vivís), por las

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formas voseantes propias del imperativo (cantá, comé, viví) y por formas tuteantes para el resto de los tiempos verbales. No están asentadas en la norma culta las formas terminadas en -s del pretérito perfecto simple o pretérito de indicativo: cantastes, comistes, vivistes; ni las formas agudas del presente de subjuntivo: cantés, comás,

vivás (→ 2.1.2.2b, 2.1.2.1b; v. cuadro). En el noroeste argentino se adoptan

terminaciones verbales propias del llamado voseo chileno (→ 2.3.2a).

2.3.2. Países del Pacífico sur: Chile y el Perú

a) En Chile el voseo es un fenómeno general en el habla familiar y coloquial, sobre todo entre los jóvenes, mientras que en los registros formales se tutea. La modalidad aceptada en todas las clases sociales es la que combina el tuteo pronominal y el voseo verbal; el voseo pronominal es considerado vulgar. El voseo chileno, a diferencia del rioplatense, se manifiesta en todos los tiempos verbales, aunque en el imperativo se da esporádicamente en algunas zonas rurales y en personas con escasa formación. Son típicamente chilenas las terminaciones verbales en -ís, con aspiración o pérdida de la -s en el uso informal (v. cuadro).

b) El Perú es un país tuteante, aunque en el norte y en el sur —zonas limítrofes con áreas de voseo— el uso de tú coexiste con el de vos. En el norte está más generalizada la combinación de voseo pronominal y tuteo verbal (vos vives), mientras que en el sur, junto a vos, se utilizan las desinencias verbales voseantes chilenas (v. cuadro). Excepto en Arequipa, donde vosean hablantes de las áreas rurales y urbanas, es uso arcaico y en recesión.

2.3.3. Bolivia

Se usa el tuteo en el habla culta. El voseo es propio de hablantes de zonas rurales y de las clases populares urbanas. La zona camba —norte y este del país— combina el voseo pronominal y el verbal de tipo rioplatense (vos hablás); la zona andina, en cambio, se caracteriza por la confusión de formas pronominales y verbales de tuteo y

voseo (→ 2.2).

2.3.4. América ecuatorial

En el Ecuador, Colombia y Venezuela, el voseo no está generalizado: se circunscribe a áreas geográficas determinadas y, dentro de ellas, preferentemente a hablas rurales o a registros coloquiales o populares.

a) En el Ecuador se utiliza, alternando con el tuteo, en el área de la costa y de la sierra. En Esmeraldas, donde el voseo es general en todas las clases sociales, presenta mayor vitalidad que en el resto del país. En la zona costera es de tipo pronominal y verbal, con las terminaciones rioplatenses (vos pensás); en la sierra se mezclan las formas tuteantes y voseantes, y en zonas rurales se adoptan las terminaciones en -í(s) típicas del voseo chileno.

b) En Colombia, el dialecto costeño atlántico es netamente tuteante. En el resto del país —incluida la capital— coexisten tuteo y voseo, siendo este último predominante en Antioquia y toda la franja occidental situada entre el Pacífico y el río Cauca. En

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estas zonas occidentales el voseo presenta características similares a las del voseo

centroamericano (→ 2.3.5a).

c) En Venezuela, la mayor parte del país es tuteante. Se vosea en algunos territorios andinos y en los estados de Zulia, Lara y Yaracuy. Excepto en Zulia, donde el voseo es un uso prestigioso presente en el habla culta, se trata de un fenómeno reducido a zonas rurales y a registros familiares. El voseo zuliano y el andino afectan tanto a los pronombres como al verbo, aunque presentan paradigmas diferentes (v. cuadro); en Lara y Yaracuy es solo verbal y con las terminaciones zulianas.

2.3.5. América Central

a) En Guatemala, El Salvador, Honduras, Nicaragua y Costa Rica, el voseo es un fenómeno general en todas las clases sociales. A excepción de Costa Rica, donde el tuteo connota pedantería, en el resto de los países citados las clases escolarizadas suelen utilizar un sistema ternario, en el que vos es el tratamiento familiar o de confianza, tú el tratamiento de formalidad intermedia y usted el tratamiento más formal. La modalidad más generalizada es la de voseo pronominal y verbal de tipo rioplatense, con algunas alteraciones —como las terminaciones en -rés del futuro en Guatemala, El Salvador y Honduras (v. cuadro) o el tuteo pronominal frecuente en Guatemala—.

b) Panamá es un país mayoritariamente tuteante; sin embargo, en el interior y en los límites con Costa Rica, las formas de tuteo alternan con las de voseo. La modalidad más frecuente es la que combina el voseo pronominal y el verbal diptongado (vos cantáis), aunque no son raras las vacilaciones.

2.3.6. México

Es un país tuteante. Solo en los estados surorientales de Tabasco y Chiapas se conservan formas voseantes en hablantes indígenas sin escolarizar y en el registro familiar de las personas cultas.

2.3.7. Antillas

El tuteo es general en la República Dominicana, Puerto Rico y Cuba, pero en el oriente cubano hay una pequeña franja voseante. Se trata del territorio comprendido entre Camagüey y Contramaestre y Baire, donde se mezclan formas pronominales y verbales voseantes en el habla de personas de escasa formación.

2.4. Aceptación del voseo en la norma culta. Las diversas modalidades voseantes gozan hoy de diferente estimación:

2.4.1. En líneas generales, la norma culta prefiere el tuteo en el Perú, Bolivia, América ecuatorial —excepción hecha de Zulia y la franja occidental colombiana—, Panamá, México y las Antillas. En estas zonas el voseo carece de prestigio y es indicador de escasa formación.

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2.4.2. Salvo en Panamá (→ 2.4.1), el voseo de tipo rioplatense goza de total aceptación en la norma culta centroamericana, pero como fenómeno propio del habla familiar. El tuteo, en cambio, es la norma de prestigio y, por tanto, la recomendada en situaciones de formalidad intermedia.

En Nicaragua y en Costa Rica, donde se suele vosear al hablar, son más prestigiosas las formas de tuteo en la expresión escrita.

En Chile, el voseo verbal es aceptado en la norma culta, pero solo en situaciones de familiaridad; en situaciones de formalidad intermedia es más prestigioso el tuteo. Menos aceptación tiene, en cambio, el voseo pronominal.

2.4.3. En los países del Río de la Plata, el voseo goza de total aceptación en la norma culta, tanto en la lengua escrita como en la oral, y ha sido explícitamente reconocido como legítimo por la Academia Argentina de Letras. En lo que respecta al voseo culto rioplatense, debe tenerse en cuenta lo siguiente:

a) Se prefieren las formas verbales de tuteo en el pretérito perfecto simple o pretérito de indicativo (comiste, mejor que comistes) y en el presente de subjuntivo (hagas, mejor que hagás).

b) Son vulgares las terminaciones en -ís ( comís por comés).

c) Se usan has, sos (no sós; → TILDE 2, 1.2) y vas como formas de presente de indicativo de haber, ser e ir, respectivamente. No son propios de la norma culta los presentes habés, habís, soi y vai.

d) En el imperativo, las formas del verbo andar (andá, andate) sustituyen a las de ir.

FORMAS DEL VOSEO VERBAL POR PAÍSES

 PAÍS / TIEMPO VERBAL

PRESENTE DE INDICATIVO

PRETÉRITO IMPERFECTO DE INDICATIVO o COPRETÉRITO

PRETÉRITO PERFECTO SIMPLE o PRETÉRITO DE INDICATIVO

FUTURO DE INDICATIVO

PRESENTE DE SUBJUNTIVO

PRETÉRITO IMPERFECTO o PRETÉRITO DE SUBJUNTIVO

CONDICIONAL o POSPRETÉRITO

 

IMPERATIVO

ARGENTIN

A

cantáscomésvivís

 cantastescomistesvivistes [1]

 cantéscomásvivás [2]

  

cantácoméviví

PARAGUA

Y

cantáscomésvivís

  cantastescomistesvivistes [1]

  cantéscomásvivás [2]

    cantácoméviví

URUGUAY

cantáscomésvivís

  cantastescomistesvivistes [7]

  cantéscomásvivás [2]

    cantácoméviví

CHILE cantái(s) cantabai(s) cantastes cantarí(s) cantí(s) cantarai(s) cantaríai(s)  

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comí(s)viví(s)

comíai(s)vivíai(s)

comistesvivistes [7]

comerí(s)vivirí(s)

comái(s)vivái(s)

comierai(s)vivierai(s)

comeríai(s)viviríai(s)

PERÚ

(Arequipa)

cantáscomísvivís

  cantastescomistesvivistes

cantaráscomerísvivirís

      cantácoméviví

BOLIVIA

cantáis/cantáscoméis/comésvivís [3]

     cantéscomásvivás [4]

   cantácoméviví [4]

ECUADOR

cantás/cantáiscomés/comísvivís [5]

    cantaríscomerísvivirís [6]

      cantácoméviví

COLOMBI

A

cantáscomésvivís

  cantastes/cantatescomistes/comitesvivistes/vivites [7]

cantaréscomerésvivirés [8]

cantéscomásvivás

   cantácoméviví

VENEZUEL

A

cantáis/cantáscoméis/comésvivís [9]

 cantastes/cantatescomistes/comitesvivistes/vivites [9]

cantaréis/cantaréscomeréis/comerésviviréis/vivirés [9]

     

cantácoméviví [10]

GUATEMA

LA

cantáscomésvivís

  cantastescomistesvivistes [7]

cantaréscomerésvivirés

cantéscomásvivás [11]

    cantácoméviví

EL SALVADOR

cantáscomésvivís

  cantastescomistesvivistes [7]

cantaréscomerésvivirés

cantéscomásvivás [11]

    cantácoméviví

HONDURA

S

cantáscomésvivís

  cantastescomistesvivistes [1]

cantaréscomerésvivirés [8]

cantéscomásvivás [11]

    cantácoméviví

NICARAGU

A

cantáscomésvivís

  cantastescomistesvivistes

  cantéscomásvivás

    cantácoméviví

COSTA RICA

cantáscomésvivís

      cantéscomásvivás

    cantácoméviví

PANAMÁ

cantái(s)coméi(s)vivís

            cantácoméviví [12]

MÉXICO (Chiapas y Tabasco)

cantáscomésvivís

  cantastescomistesvivistes

cantaréscomerésvivirés

      cantácoméviví

CUBA

(Oriente)

cantái(s)coméis(s)vivís

    cantaréi(s)comeréi(s)viviréi(s)

      cantácoméviví

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[1] Alternan en el uso con las formas de tuteo cantaste, comiste, viviste, únicas aceptadas en la norma culta.

[2] Alternan en el uso con las formas de tuteo cantes, comas, vivas, únicas aceptadas en la norma culta.

[3] La primera forma es la propia de la zona colla (oeste y sur del país); la segunda, de la zona camba (este y norte del país).

[4] Solo se emplean en la zona camba. En la zona colla se usan las formas de tuteo cantes, comas vivas (subjuntivo) y canta, come, vive (imperativo).

[5] La primera forma es la propia de la costa y de Esmeraldas; la segunda, de la sierra.

[6] Solo se emplean en la sierra. En la costa y en Esmeraldas se usan las formas de tuteo cantarás, comerás, vivirás.

[7] Alternan en el uso con las formas de tuteo cantaste, comiste, viviste.

[8] Alternan en el uso con las formas de tuteo cantarás, comerás, vivirás.

[9] La primera forma es zuliana; la segunda, andina. En el futuro andino alternan las formas de voseo en -rés y las de tuteo en -rás.

[10] Solo se emplean en Zulia. En la zona andina se usan las formas de tuteo canta, come, vive.

[11] Alternan en el uso con las formas de tuteo cantes, comas, vivas.

[12] Alternan en el uso con las formas de tuteo canta, come, vive.

YEÍSMO. Consiste en pronunciar como /y/, en sus distintas variedades regionales, el

dígrafo ll (→ ll): [kabáyo] por caballo, [yéno] por lleno. El yeísmo está extendido en amplias zonas de España y de América y, aunque quedan aún lugares en que pervive la distinción en la pronunciación de ll e y, es prácticamente general entre los jóvenes, incluso entre los de regiones tradicionalmente distinguidoras. Su presencia en amplias zonas, así como su creciente expansión, hacen del yeísmo un fenómeno aceptado en la norma culta.

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