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Miguel Ángel Santos Guerra Doctor en Ciencias de la Educación y catedrático de Didáctica y Organización Escolar en la Universidad de Málaga ¡Vaya por Dios, el nombrecito que le pusieron a la niña! Esperanza es un buen nombre, porque está cargado de optimismo, de promesas y de futuro. Pero mira tú por dónde yo lo tengo que identificar con pesimismo, indignación y desastre cuando pienso en la señora Esperanza Aguirre, Presidenta de la Comunidad de Madrid. En honor a los hechos debería llamarse Desesperanza. Porque desmantelar la escuela pública es lanzar un torpedo contra la línea de flotación de una sociedad democrática. Porque desmantelar la escuela pública es lanzar un torpedo contra la línea de flotación de una sociedad democrática. Porque poner en tela de juicio la profesionalidad de los docentes es un modo de dinamitar el presente y el futuro de la enseñanza. No hay expectativa más clara de futuro que la educación. Hace unos días me han enviado desde Argentina un documento hermoso, escrito por Mex Urtizberea, que viene muy a cuento de lo que estoy diciendo. De él extraigo estos párrafos, aunque la reiteración de su formulación básica en el texto completo, le confiera mucha más contundencia de la que tiene esta cita. “ (…) Dentro de cincuenta años usted y yo seremos un recuerdo, o un olvido, pero no lo serán nuestros hijos ni nuestros nietos: para ellos será este país mal educado o bien educado, según lo que hoy se haga por la educación. (…) Dentro de cincuenta años no será más que un número lo que se invierte ahora en seguridad, no le servirá a nadie lo que se haya gastado en campañas políticas, no será ni recuerdo qué comportamiento tuvo la Bolsa este año o a cuánto cotizaba el dólar. Lo que sí se notará visiblemente es lo que hoy se invierta en educación. Y quien haga hoy algo por ella, quien muestre verdadero interés y se ponga a trabajar ahora apasionadamente para mejorarla, extenderla, financiarla, que nadie quede afuera por razones económicas o geográficas, para que tenga calidad y que la calidad sea gratis, quien entienda que un país mal educado es un país condenado a muerte, y modifique este destino, entonces su nombre no será del olvido: dentro de cincuenta años estará presente en todos los rincones del país, será recordado con admiración y respeto. Y no será sólo estatua, o calle, o foto, o estampilla”. Pues ya se ve lo que está pasando en la Comunidad de Madrid. Se está destruyendo la enseñanza pública, que es la causa de la equidad para un pueblo. El ataque de la Presidenta a los docentes de la comunidad ha desencadenado una protesta que ella califica de “absurda, irracional y política”. Tres adjetivos que se las traen. ¿Por qué absurda? Es evidente: porque se opone a sus tesis. ¿Por qué irracional? Porque ella no comprende las razones que la sustentan. ¿Por qué política? Porque ella tiene una visión de lo político ramplona y mezquina.

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Miguel Ángel Santos Guerra Doctor en Ciencias de la Educación y catedrático de Didáctica y Organización Escolar en la Universidad de Málaga

¡Vaya por Dios, el nombrecito que le pusieron a la niña! Esperanza es un buen nombre,

porque está cargado de optimismo, de promesas y de futuro. Pero mira tú por dónde yo

lo tengo que identificar con pesimismo, indignación y desastre cuando pienso en la

señora Esperanza Aguirre, Presidenta de la Comunidad de Madrid. En honor a los

hechos debería llamarse Desesperanza.

Porque desmantelar la escuela pública es lanzar un torpedo contra la línea de flotación

de una sociedad democrática.

Porque desmantelar la escuela pública es lanzar un torpedo contra la línea de flotación

de una sociedad democrática. Porque poner en tela de juicio la profesionalidad de los

docentes es un modo de dinamitar el presente y el futuro de la enseñanza. No hay

expectativa más clara de futuro que la educación.

Hace unos días me han enviado desde Argentina un documento hermoso, escrito por

Mex Urtizberea, que viene muy a cuento de lo que estoy diciendo. De él extraigo estos

párrafos, aunque la reiteración de su formulación básica en el texto completo, le

confiera mucha más contundencia de la que tiene esta cita. “ (…) Dentro de cincuenta

años usted y yo seremos un recuerdo, o un olvido, pero no lo serán nuestros hijos ni

nuestros nietos: para ellos será este país mal educado o bien educado, según lo que hoy

se haga por la educación.

(…) Dentro de cincuenta años no será más que un número lo que se invierte ahora en

seguridad, no le servirá a nadie lo que se haya gastado en campañas políticas, no será ni

recuerdo qué comportamiento tuvo la Bolsa este año o a cuánto cotizaba el dólar. Lo

que sí se notará visiblemente es lo que hoy se invierta en educación.

Y quien haga hoy algo por ella, quien muestre verdadero interés y se ponga a trabajar

ahora apasionadamente para mejorarla, extenderla, financiarla, que nadie quede afuera

por razones económicas o geográficas, para que tenga calidad y que la calidad sea

gratis, quien entienda que un país mal educado es un país condenado a muerte, y

modifique este destino, entonces su nombre no será del olvido: dentro de cincuenta años

estará presente en todos los rincones del país, será recordado con admiración y respeto.

Y no será sólo estatua, o calle, o foto, o estampilla”.

Pues ya se ve lo que está pasando en la Comunidad de Madrid. Se está destruyendo la

enseñanza pública, que es la causa de la equidad para un pueblo.

El ataque de la Presidenta a los docentes de la comunidad ha desencadenado una

protesta que ella califica de “absurda, irracional y política”. Tres adjetivos que se las

traen. ¿Por qué absurda? Es evidente: porque se opone a sus tesis.

¿Por qué irracional? Porque ella no comprende las razones que la sustentan.

¿Por qué política? Porque ella tiene una visión de lo político ramplona y mezquina.

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Es política porque se opone a su ideología neoliberal.

El profesor de Educación Secundaria Pedro Sáez Ortega, que enseña Ciencias

Sociales en el Instituto Clara Campoamor de Móstoles, le ha escrito una carta de trece

folios a Doña Esperanza Aguirre que dudo que la Presidenta pueda, quiera y sepa leer

de cabo a rabo. Está muy bien escrita y muy bien fundamentada. Sin faltas de ortografía,

por cierto.

Por no saber, dice Pedro Sáez, la Presidenta no sabe ni cómo se llaman los profesores de

Secundaria, ya que alude a ellos como Profesores de Educación.

Tampoco sabe que las horas de un profesor no se cuentan sólo por las horas de

docencia. Para preparar una clase hace falta tiempo, además de interés y entusiasmo. Y

para corregir. Y para coordinarse. Y para realizar actividades. Y para formarse. ¿Se

pueden contabilizar las horas de trabajo de un cirujano por las horas de quirófano?

Reducir 3000 profesores, añadidos a los 2500 que ya desaparecieron en el curso

anterior, no es mejorar la calidad del sistema. Suprimir las horas de tutoría, no es la

mejor manera de perfeccionar la educación. Desmantelar los Centros de Profesorado no

es potenciar la educación. Privatizar la enseñanza es castigar a los desfavorecidos, a los

más necesitados. ¿No hay otros campos en los que se puedan realizar recortes? ¿Se los

tenemos que recordar a doña Esperanza?

Las declaraciones de la Presidenta, secundadas por otro personaje de escasa talla

intelectual como Ana Botella, concejala del Ayuntamiento de Madrid, han tenido luego

un desmentido que no elimina todo el daño causado.

Se sabe que vivimos en la cultura de los titulares y esas simplezas de que los profesores

no trabajan lo suficiente y de que tienen excesivas vacaciones, calan en el estado de

opinión de la ciudadanía. ¿De qué sirven las campañas sobre la dignidad de la profesión

docente si lo que acaban entendiendo los alumnos y los padres es que los profesores no

dan el callo y solo piensan en las vacaciones? ¿De qué sirve pretender aumentar la

autoridad de los profesores subiéndoles a unas elevadas tarimas, si lo que acaban

pensando los niños, como su Presidenta, es que los profesores no son solidarios con las

personas afectadas por la crisis, a pesar de haber aceptado sin rechistar la reducción de

sus salarios?

No digo que todos los profesores y profesoras sean profesionales excelentes.

Como en todas las profesiones, hay de todo en la enseñanza. Y eso debería plantearnos

a todos y a todas qué sucede con el control de la educación.

Habrá que tomar medidas con quien no cumple diligentemente con sus obligaciones.

Pero, poner en entredicho la tarea de los docentes en general, resulta inadmisible.

Porque no lo está haciendo un locuaz bebedor en un bar de barrio, sino la máxima

representante política de una Comunidad.

No sé a qué escuela fue ni qué educación recibió la señora Presidenta. Si fue buena, se

le ha olvidado. Pero dudo que lo fuera si le ha facilitado una comprensión de la realidad

y un compromiso con la gente de esta naturaleza.

Claro, que luego arrasa con mayorías desbordantes en las elecciones. Y es lo que no

acabo de entender. ¿Cómo pueden tener apoyo esas políticas neoliberales que castigan a

los más débiles, a los más desfavorecidos, a los que Paulo Freire llamaba los

desheredados de la tierra?

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Causa profundo disgusto ver cómo algunos políticos del par-tido en el gobierno y ciertos contertulios de ideología afín opinan despectivamente del lugar que ocupan nuestras uni-versidades públicas entre las de todo el mundo en los ran-kings más prestigiosos, omitiendo datos y sin aclarar con qué criterios se realizan tales rankings. Recientemente, los dos más prestigiosos, The Times y QS, situaban a la Universidad Autónoma de Madrid en el puesto 49 y 19 respectivamente entre las universidades jóvenes (creadas con posterioridad al año 1962). Esta noticia no es conocida por el gran público y es seguro que, si los rankings tuvieran en cuenta la financia-ción, la Autónoma y otras universidades públicas de Madrid y del resto del Estado español ascenderían mucho más arriba. Tampoco se dice que, a pesar de todo, nuestras universida-des escalan año a año puestos en los mencionados rankings y ello porque, en general la autocomplacencia es bastante ajena al espíritu del docente universitario, convencido de la necesidad de seguir mejorando y acostumbrado a superar obstáculos y a reciclarse permanentemente para lograr los fines de su trabajo. Buena prueba de lo que decimos es el enorme esfuerzo que se ha realizado en el proceso de adap-tación al Espacio Europeo de Educación Superior (Plan Bolo-nia), ejecutado en la mayoría de los casos a coste cero y que ahora parece contar con el olvido, cuando no desprecio, de los responsables políticos, a pesar de la indudable necesidad de seguir avanzando en las reformas emprendidas que sitúan a España en la Europa del conocimiento.

Particularmente grave es el caso de Madrid. El Gobierno de esta Comunidad tendría buenas razones para sentir orgullo de la labor realizada por las universidades públicas que fi-nancia y debería colaborar a su engrandecimiento, incluso con planes de ajuste que, además del ahorro del gasto, inten-taran aumentar su prestigio. Lamentablemente, no parecen ser esos los objetivos, sino, siguiendo la estela de lo acaeci-do en la enseñanza secundaria, procurar la degradación de la educación pública para permitir la expansión de la privada. Es para muchos evidente que lo que está ocurriendo en esta Comunidad Autónoma con las universidades públicas no es la consecuencia de la mala gestión presupuestaria de sus go-bernantes ni puede desligarse de lo ocurrido en la enseñanza secundaria el curso pasado.

Las autoridades han decidido recortar brutalmente la apor-tación nominativa de las universidades, entre un 10% y un 15%, alegando el desvío en el déficit público de la Comuni-dad, aunque no hace mucho tiempo presumían de tener unas cuentas saneadas, ejemplares frente a los desequilibrios de otras regiones. Este inusitado recorte ha forzado a las univer-sidades a ahorros que implican necesariamente despidos de trabajadores y ponen en grave riesgo la calidad de la ense-ñanza universitaria y de la investigación, motores básicos en el progreso de cualquier país. Para compensar esa disminución en la subvención nominativa las autoridades madrileñas han promovido un aumento en las tasas académicas que, como mínimo, supera el 50% en el Grado y se acerca al 200% en el Postgrado. Sin duda, la subida de tasas más elevada de todo el Estado, muy por encima de las vigentes en la mayoría de países de nuestro entorno. A los equipos de gobierno de las universidades públicas no les ha quedado más remedio que aceptar la subida de precios para poder pagar la nómina de sus empleados. Esta forma de proceder, que vincula el pago de los sueldos con las tasas que han de pagar los estudian-tes, parece apuntar a un cambio en el modelo de financiación de las universidades públicas, que de este modo estarían em-pezando a ser semipúblicas o semiprivadas, y que, en línea con lo que está pasando con otros servicios públicos, tiene como consecuencia que los ciudadanos, los que se lo pueden permitir, pagan más por un servicio, que cada día se hace más difícil ofrecer con calidad. Dificultar el acceso a estudios uni-versitarios por razones económicas pone además en peligro la cohesión social, y en suma, empobrece a la ciudadanía de un país en su conjunto.

Parece que entre nuestros actuales gobernantes existe un cierto consenso en señalar al sector público como causa fun-damental de los males de nuestra sociedad, cuyo único reme-dio es la privatización. La realidad, sin embargo, demuestra todo lo contrario. Es de sobra conocido el descontento de los ciudadanos en aquellos países donde los servicios públicos están privatizados (por ejemplo, en los del ámbito anglo-sajón). Por otro lado, se olvida con frecuencia que la causa fundamental de la grave crisis que padece nuestro país es la burbuja inmobiliaria; un evidente fracaso del sector pri-vado en connivencia con la desastrosa gestión de nuestros

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EN DEFENSA DE LAS UNIVERSIDADES PÚBLICASAntonio Cascón Dorado

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políticos. Los responsables fundamentales de la humillante situación que hoy padecemos fueron empresarios codicio-sos, banqueros ineptos y políticos sumisos y oportunistas. Sin embargo, voces gubernamentales y “repicantes” de de-terminados medios de comunicación trasmiten sutilmente la idea de que los males de nuestra economía están en el gasto público que generan funcionarios, desempleados y jubilados.

No cabe duda de que una vez instalados en la formidable si-tuación de crisis por la que atravesamos una de las medidas a tomar es reducir el gasto público, pero esto ha de hacerse sin olvidar quiénes fueron los responsables de la crisis y tenien-do unos objetivos claros que den sentido al inevitable sacri-ficio de los contribuyentes. En lo que respecta a las universi-dades públicas, es perfectamente posible reducir el gasto y optimizar los recursos, pero esto ha de hacerse a través de la negociación, con el ritmo adecuado y teniendo buen cui-dado de no dificultar el acceso a la educación superior de los más desfavorecidos ni degradar la calidad de la enseñanza y la investigación. Sin embargo, las medidas tomadas por el gobierno del Estado y por algunos gobiernos autonómicos olvidan todo esto y parecen perseguir la depauperación de nuestras universidades, limitando su capacidad de competir con las privadas y las públicas de otros países.

La situación es sin duda grave y somos muchos los que pen-samos que los recortes en el presupuesto de nuestras uni-versidades no van a pararse aquí. Paralelamente observamos que los movimientos de protesta van en aumento, como no puede ser de otro modo. Creo que las propuestas de huelga indefinida o los boicots violentos de algunos Actos protoco-larios solo sirven para hacer el juego a los erróneos objetivos de nuestras autoridades, pero es evidente que sobran las razones para la protesta por todos los cauces pacíficos y le-gítimos posibles. Es difícil pensar que nuestros gobernantes vayan a dar marcha atrás en las medidas que han adoptado, así que habrá que seguir adelante, unidos con el resto de los niveles educativos, en la defensa de la educación pública. Cuentan que Catón el Viejo, egregio adalid del imperialismo romano, conquistó en el año 195 a.C. numerosas ciudades de Hispania en un solo día, valiéndose del siguiente ardid: envió una carta a cada una de ellas, instándolas a derruir volunta-

riamente sus murallas so pena de pasar a cuchillo a todos los ciudadanos si no lo hacían; las ciudades hispanas, aisla-das entre sí y pensando que la carta les había sido dirigida solo a cada una de ellas, acataron la orden de Catón y fueron conquistadas sin resistencia por las tropas romanas. Ojalá no ocurra ahora con nuestras universidades algo parecido. To-davía estamos a tiempo de defender entre todos una edu-cación pública, sin duda mejorable, pero que ha contribuido decisivamente a hacer de España una democracia estable y con futuro.

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Antonio Cascón DoradoDecano de la Facultad de Filosofía y Letras (Universidad

Autónoma de Madrid) y socio de Ciudadan@s por la Educación Pública.

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15 años desde que comencé la difícil pero satisfactoria tra-vesía del aprendizaje: desde aprender canciones y pegar len-tejas, hasta escribir argumentaciones o calcular una integral. Transcurrido todo este tiempo, tras haber asistido al deterio-ro de la educación, me siento obligada a dar mi punto de vista como alumna, como directamente implicada y como damnifi-cada por las medidas que se toman en este aspecto.

Empezaré por Selectividad. Debo decir que es la forma más acertada que encuentro de regular el acceso a la Universi-dad. Sin embargo, destroza por completo cualquier atisbo de aprender disfrutando en 2º de Bachillerato, pues convierte este curso en una especie de carrera contrarreloj en la que debes instruirte en cómo realizar bien el examen. Hay que ejercitarse en trucos, en pequeñas trampas, como quien jue-ga a las cartas; en gestionar el tiempo y aprender a encoger la letra para que quepa en el cuadernillo. Practicar una y mil veces la manera en la que van a preguntar los conocimientos sin importar que esos conocimientos se asimilen o no ¿Por qué hemos de memorizar un temario desorbitado de Historia de la Literatura, que sólo se califica con dos puntos, en lugar de aprender a entender la literatura, a interpretar las poesías y, en definitiva, a saber leer?

En este curso, más que en otros, he aprendido que hay dife-rentes formas de enseñar: las que favorecen el interés por saber y las que premian la memoria. Las personas necesita-mos motivaciones, aprendemos a través de las emociones, lo que sentimos se liga a los conocimientos de forma que serán mucho más permanentes y mejor asimilados. En 2º de Bachillerato impera la segunda tendencia. Pero lo que más me preocupa es el futuro, porque parece que esta forma de enseñanza es la que se quiere fomentar con las famosas re-válidas. ¿Realmente queremos expandir el desasosegante planteamiento del 2º de Bachillerato hacia cursos inferiores, donde los niños aún mantienen su creatividad y su desbor-dante imaginación? Luego hablan de fracaso escolar, de que el sistema no funciona. Afirmo rotundamente que quien man-tiene esa sed de conocimiento estos 15 años necesita una fe y una determinación inquebrantable. Porque el sistema hace que se pierda el interés, que estudiar sea una tarea odiosa

y endemoniada y así, como se comprenderá, la calle y los vi-deojuegos resultan la salvación a esta tortura. Conclusión: el camino que se va a tomar no es el correcto.

Cuando las cosas salen, cuando se entienden, cuando re-suelves un problema y te invade esa sensación de euforia seguida de una paz sosegadora, entonces quieres más; si no es así, el interés desciende al nivel del subsuelo y el fracaso está garantizado. La solución que se pretende adoptar es la siguiente: no se ataja el fallo en la base, sino que a los que el propio sistema destruye, se les aparta cuanto antes, para que así no estorben a los alumnos brillantes. Si abordamos el problema de raíz, evitaremos que la gran mayoría pierda el interés y acabe por resignarse y aceptar que no es lo sufi-cientemente bueno, las ganas de descubrir permanecerán a salvo y querrán seguir adelante. Y a los brillantes, no habrá que juntarlos y elevarlos por encima de los demás, deben per-manecer con los pies en la tierra. Cuando uno es bueno, hace falta que le recuerden que hay más gente alrededor, hace falta que frenen sus ensoñaciones. El sistema debe saber reconocerlos, aprovechar su ventaja frente a los demás, para ayudarles y aprender de ellos también. Efectivamente, se les debe pedir más, se les deben poner otros objetivos, porque es importante que se sientan valorados y que aumenten su motivación y conocimiento. Tampoco nuestro sistema sabe tratar a este sector.

Sin embargo, es comprensible que no sepamos reconocer las cualidades de unos y otros: ¿más de treinta alumnos para un solo profesor? Así es imposible fijar la atención y entender qué necesita cada uno, porque igualdad no es dar a todos lo mismo, sino dar a cada uno lo que necesita.

Hablemos ahora de las asignaturas. Muchas y mucho conte-nido. O bien las distribuimos de forma que haya menos por cada curso pero se profundice más, o bien las mantenemos como están, pero disminuyendo la profundidad en cada cur-so, que a la larga será mejor, porque si esos conocimientos no están bien asimilados, los siguientes no tendrán los cimien-tos necesarios para establecerse. De la forma actual, en cada curso se dan unas diez materias, cada una con su correspon-diente grueso temario; el resultado es un batiburrillo inmen-

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¿Progresando hacia atrás? Reflexión de una estudianteElena De La Torre

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so. ¡Cuántas veces me he dado cuenta de que si se hubiera llevado el temario con más calma, los resultados habrían sido mejores!

En otro orden de cosas, no abogo por el bilingüismo tal y como se está llevando a cabo en la Comunidad de Madrid. ¿Qué cla-se de chapuza es enseñar Ciencias Naturales o Tecnología en inglés y no saber cómo decir esos tecnicismos en castellano? Primero se deben entender los conocimientos en la lengua materna para ser capaz de asimilarlos bien, porque, no nos engañemos, ni los profesores ni los alumnos son bilingües o acaban siéndolo. De un día para otro la sociedad española no va a saber inglés u otra lengua a ese nivel, hay que empezar desde la base y en treinta o cuarenta años la diferencia será notable.

Dirijamos la vista también hacia el profesorado. Al igual que me he encontrado con profesores fantásticos que me han iluminado con sus conocimientos y me los han transmitido de una forma asombrosa, también hay otros que, aun sabien-do muchísimo de su materia, no son capaces de explicarla y de llegar al alumno. La labor del profesor está infravalorada; en otros países como Finlandia, los profesores son tan ve-nerados como lo son aquí los médicos. Es una tarea extre-madamente complicada, en sus manos está el futuro de ge-neraciones: una palabra, un gesto... pueden influir de forma determinante en el alumnado. Por ello, debería prestarse más atención a su formación, a su capacitación y a su entrega, porque el entusiasmo que irradian nos llega a los alumnos, apreciamos esos detalles. También, para que la profesión tu-viera una mejor valoración y ganase prestigio, deberían ser remunerados de forma más generosa. Es de vital importancia que estos trabajadores estén a gusto en su trabajo, no sufran apreturas y tengan suficiente dinero para seguir formándose, para viajar y para atender a la imagen que proyectan. No todo está en saber mucho de una materia, hay que entender que también deben saber educar y deben tener amplios conoci-mientos de la vida y la sociedad para poderlos transmitir.

La educación es uno de los sectores más importantes de la sociedad, de ella depende el futuro del país, de ella depen-

de que se cambien ciertas malas costumbres, que se abra la mente y se mire hacia delante. Por ello, todo el mundo debe tener acceso a una educación gratuita de calidad. Es la úni-ca forma de que se fomente la igualdad, de que no importe cuánto dinero tenga cada uno, porque si es buena, ricos y po-bres se reunirán bajo el mismo edificio y aprenderán los mis-mos conocimientos y valores. La escuela pública proporciona diversidad, no es elitista ni segregadora, acoge bajo su seno a toda clase de alumnos y esto aporta una riqueza incalcula-ble a su formación. Se transmiten no solo conocimientos, sino valores y conductas de cara a la vida en sociedad, de cara a ser un ciudadano. Los conocimientos que se aprenden son neutrales, nadie influye en ellos o los censura, todas las ra-mas se aprenden por igual olvidando intereses de cualquier tipo. En definitiva, la Educación Pública es la educación que queremos, la educación que nos llevará al progreso. Quedan muchas cosas por cambiar, pero si escuchamos a todas las personas que, de un modo u otro, están implicadas en esta cuestión, veremos la manera de llevarlo a cabo. Hagamos oí-dos sordos a los que tratan de arrebatárnosla y hacer de ella un negocio. La educación no es un gasto, es una inversión.

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Elena De La Torre es estudiante de 1º de Ingeniería Aeroespacial y socia de Ciudadan@s por la Educación Pública.

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P. Sabemos que la voluntad del Ministro Wert era que la LOMCE se hubiera aprobado a finales de 2012 para forzar su aplicación en el curso 2013-2014. Sin em-bargo, los plazos parecen estarse alargando. ¿Pue-des explicarnos cuáles son los trámites que ha de pasar la LOMCE antes de su aprobación (o no) en el Congreso? ¿De qué tiempos estamos hablando?

El Anteproyecto de LOMCE, en su tercera versión, está en estos momentos en el Consejo de Estado tras su paso por el Consejo Escolar del Estado el 24 de enero. El Con-sejo de Estado no tiene un tiempo límite para emitir el in-forme preceptivo. Tras ese informe del Consejo de Esta-do iría al Consejo de Ministros, paso previo a su remisión como Proyecto de Ley al Parlamento. El texto que ahora figura como tercera versión del Anteproyecto contiene algunas modificaciones procedentes tanto del Consejo Escolar como algunas surgidas por parte de las CCAA en la reunión de la Conferencia Sectorial de Educación.

En ellas se han expresado divergencias que se refieren sobre todo a aspectos económicos, ya que en última reunión de la Conferencia Sectorial de Educación, donde están representadas todas las Consejerías del Estado, algunas de las gobernadas por el PP ya expresaron su oposición a asumir la financiación de la implantación de la LOMCE. Las otras CCAA también rechazaron este as-pecto y muchos otros de los que plantea la reforma.

Entrevistamos a Beatriz Quirós, profesora en el IES Rosario Acuña de Xixón,en Asturies, y miembro del Consejo Escolar del Estado.

Una vez que el proyecto esté en el Parlamento, su tra-mitación depende del número de comparecencias en comisión, de la presentación o no de nuevas enmiendas por parte de los grupos parlamentarios y del momento político en que se esté.

Por lo tanto, la Ley podría llegar a aprobarse en este año o bien prolongarse su debate después del verano y en-tonces ser aprobada el curso próximo, como sugería So-raya Saénz de Santamaría.

El Consejo de Estado no debería dar paso, por ejemplo, a aspectos relacionados con la creación de una Asignatu-ra Alternativa a la Religión, ya que el Tribunal Supremo ya declaró discriminatorio que hubiera una materia con contenido curricular cursada por el alumnado que no está inscrito en Religión.

P. ¿Cuál es en estos momentos la postura del Consejo Escolar del Estado?

El Consejo Escolar del Estado emitió dos informes sobre la LOMCE —algo totalmente inusitado— ya que el gobier-no cambió sustancialmente el texto que se había remiti-do para ser dictaminado en el Consejo Escolar del Estado de octubre de 2012. En aquella ocasión, los representan-tes de los sindicatos contrarios a la LOMCE, entre ellos

¿Y ahora qué? ¿Qué pasa con la LOMCE?

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STEs-i, y representantes de padres, madres y alumnado de la escuela pública y representantes de la Federación de Municipios y Provincias abandonamos el Pleno del Consejo al impedirse por parte la presidencia del mismo la defensa del Informe alternativo presentado por STEs-i. El informe sobre aquel anteproyecto, así como el corres-pondiente al Pleno que dictaminó el nuevo anteproyecto presentado por Wert —curiosamente a los pocos días de haberse tratado en el Consejo el primero— fueron apro-bados por la mayoría conservadora del Consejo Escolar. En el segundo Pleno, —el 24 de enero— los representan-tes de sindicatos, CEAPA, asociaciones estudiantiles, etc, defendimos nuestros respectivos informes alternativos pero no entramos a votar las enmiendas al anteproyecto, por considerar imposible mejorar un texto como el actual. Así pues, la mayoría del Consejo Escolar del Estado apro-bó una serie de enmiendas que en muchos casos empeo-ran el texto original —caso de algunas de las presenta-das por las distintas patronales con representación en el CEE—, aunque alguna de las aprobadas iba contra la línea ministerial, concretamente en lo relativo a no recortar las competencias de los Consejos Escolares de los centros.

P. ¿Cuál es la postura de los partidos políticos de la oposición frente a la LOMCE?

Respecto a la posición de los diferentes partidos políti-cos que rechazan la LOMCE parece que todos los de la oposición en mayor o menor medida se están oponien-do al anteproyecto. Desde los partidos de ámbito estatal como PSOE o IU se plantean iniciativas parlamentarias o la integración en plataformas contra la LOMCE.

La oposición en los partidos de la derecha nacionalista se basa fundamentalmente en la invasión de competencias o en la cuestión lingüística en el caso de Catalunya. Pero algunas de las medidas incluidas en la LOMCE ya están siendo aplicadas allí, como el beneficio a las empresas privadas, el refuerzo a los centros concertados o la intro-ducción de medidas de gestión empresarial en la escuela pública.

En el caso vasco, el PNV parece menos beligerante en este ámbito. Lo que es cierto es que la política de refuer-zo de la red concertada coincide con la tendencia en este territorio, donde la red concertada supone una buena parte de la oferta educativa, en mayor medida que las de otras CCAA.

En el caso de partidos como UPyD, su posición no ha apa-recido claramente en la escena pública. No obstante, su carácter marcadamente centralista apoya las pretensio-nes claramente recentralizadoras defendidas por Wert y que han puesto en pie de guerra a las fuerzas que de-fienden el derecho de los pueblos del estado a ser esco-larizados en su lengua materna, cuyas enseñanzas hoy por hoy están en peligro a causa de la LOMCE.

P. ¿Cabe pensar en la posibilidad de algún acuerdo o incluso de un pacto de Estado entre PP y PSOE?

Respecto a la posibilidad de un pacto entre el PSOE y el PP en estos momentos pienso que sería probable en otros ámbitos más generales, vinculados al mantenimiento del status quo y no en el estrictamente educativo. Recorde-mos que el intento de pacto por la educación propuesto bajo el Ministerio de Ángel Gabilondo tuvo como conse-cuencia la inclusión de algunas de las medidas negativas propuestas por el PP y acordadas con el PSOE que fueron introducidas en la Ley de Economía Sostenible y que ya modificaban la LOE en el sentido que pedía el PP ( itinera-rios en ESO, FP al servicio de los intereses empresariales, entre otras medidas). Para mí la propuesta de pacto por la educación es un arma engañosa que busca legitimar las propuestas más reaccionarias; el único pacto admi-sible es el que situara a la escuela pública y laica como prioridad total tanto en inversión como en concepción del sistema educativo. La LOE, recordemos, concibe que el sistema público de educación puede ser prestado por la red pública y la concertada, a las que pone en el mismo nivel. Pero la derecha educativa es insaciable, como ve-mos con la LOMCE y como previsiblemente veremos en el trámite parlamentario.

¿Y ahora qué? ¿Qué pasa con la LOMCE? Entrevista a Beatriz Quirós

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P. Caso de aprobarse la LOMCE, ¿qué va a pasar con su aplicación? ¿Cuáles son los posibles escenarios que nos podemos encontrar de puesta en marcha?

De aprobarse, su aplicación exigiría la modificación de la situación legislativa actual, es decir, se debería modificar, entre otras leyes, la LOE para que en ella apareciera lo que introduce la LOMCE. Recordemos que la LOMCE no es una ley nueva sino que lo que hace es, dentro de la estructura de la LOE, modificarla; es cierto que de forma radical. Pero es significativo que el Ministro aproveche la estructura de una Ley como la LOE y no haya hecho una entera nueva. Lo cierto es que la LOE contiene ya ele-mentos que favorecen la privatización y la mercantiliza-ción de la educación, y que ello llevó a algunas organiza-ciones, como los STEs-i a oponerse a ella en su momento. La publicación de la Ley resultante deberá ser seguida por el desarrollo legislativo a través de la elaboración de varios Decretos como por ejemplo, los que desarrollen los nuevos curricula de los distintos niveles educativos, así como los correspondientes a la implantación de las eva-luaciones-reválidas y sobre la modificación del acceso a la Universidad; recordemos que la PAU desaparecería, habría una reválida sin la cual no se aprobará 2º de Bachi-llerato y sería cada universidad la que organizara dicho acceso.

En la propia ley se prevé la puesta en marcha del llama-do Estatuto Docente, que sería el marco legislativo en el que se desarrollarían, entre otras, las atribuciones del director/a para conformar el claustro de profesorado a su medida, como plantea la LOMCE. También se habría de modificar el Real decreto que regula el Concurso de Traslados —que quedaría casi en papel mojado gracias a las atribuciones del director y supondría traslados forzo-sos para el profesorado— y el Reglamento de Acceso a la función pública docente, que podría suponer el despido de miles de docentes interinos al implantar un sistema nuevo tanto de acceso como de provisión de plazas.

Otra modificación sustancial estaría vinculada a la eva-luación docente que tendría como consecuencia la puesta en marcha del sistema de rendición de cuentas contemplado en el anteproyecto. En versión LOMCE esto significaría que el salario del profesorado y la estabilidad en el puesto de trabajo dependerían de la evaluación do-cente, basada entre otros aspectos en los resultados del alumnado. Algunas organizaciones no sólo no rechazan esta cuestión sino que defienden la implantación de la llamada carrera docente. Ese Estatuto cuyo recorrido co-menzaría tras la aprobación de la LOMCE, sería una vuelta de tuerca más en esta carrera hacia la gestión empresa-rial de los centros públicos.

La libertad de elección de centro se plasmaría en decre-tos autonómicos sobre la creación del llamado distrito único y se modificarían las normativas autonómicas so-bre conciertos facilitando su ampliación. Miles de pues-tos de trabajo podrían desaparecer en la enseñanza pú-blica por esta razón y también como consecuencia de la “compactación” del bachillerato (unos 4000 docentes, según estimaciones).

En los aspectos vinculados a la enseñanza en las lenguas maternas, estas sufrirían un retroceso en pocos años ya que se verían relegadas en sus respectivos territorios.

Por otra parte, las CCAA donde no gobierna el PP inten-tarían recurrir aspectos del desarrollo de la Ley, llegando incluso a la insumisión, como algunas plantean ya en de-terminados ámbitos. Con lo que la implantación de la Ley supondría, dependiendo del mapa político autonómico, un conflicto permanente, pues también las CCAA donde el PP gobierna plantearían problemas derivados del coste de la implantación de la misma.

¿Y ahora qué? ¿Qué pasa con la LOMCE? Entrevista a Beatriz Quirós

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La lectura de este texto abrió la celebración del Día del Libro el pa-sado 23 de abril en un instituto de educación secundaria

Duro tiempo el presente para la escuela pública. Ante la cer-teza de que se cierran puertas, de que se agotan las semillas, de que la sequía y el frío invadirán las aulas en breve, nues-tra celebración del día del libro se hace eco del naufragio y se suma a las miles de voces que con indignación, tristeza y legítimas reivindicaciones se pronuncian frente al agravio extremo que suponen los recortes en educación.

Queremos hacer un homenaje, a través de los libros, a la es-cuela pública, una alabanza a este oxígeno social imprescin-dible para seguir respirando en justicia, solidaridad y libertad. Canto y reivindicación, porque en entornos de crisis debiera ser el más valioso de los espacios, aquel que la gestión polí-tica debiera defender con más ahínco. Pero bien al contrario, se presenta la crisis económica como terreno abonado para justificar lo injustificable, la sustracción del futuro, la este-rilización del porvenir. Los recortes sociales insolidarios (por qué más a la educación que al armamento) son dardos dirigi-dos al corazón del más vulnerable espacio educativo que es la escuela pública, revisable necesariamente, pero bajo otro prisma más honesto que el de la ignorancia o el del cinismo. Porque ya nos pueden contar que este naufragio en recur-sos humanos y materiales no tendrá incidencia negativa entre las paredes de la escuela pública. Bien sabemos que con estas limitaciones no saldremos en la práctica del fruto de tanto error sino que por añadidura y larguísimos años se abortarán talentos, se potenciará el pensamiento único, se fijarán las desigualdades, privilegios y poder para unos pocos y pobreza y sumisión para el resto.

Parte fundamental de nuestra biografía es el paso por la es-cuela. Allí adquirimos unos conocimientos y valores, allí cre-cemos y construimos, con la interacción que permite la con-vergencia de la diversidad, una manera de estar en el mundo y de relacionarnos. Tan inmensa es su incidencia que recorda-mos con ternura el tiempo vivido en su universo. Desfilan en la memoria maestros y maestras, aulas, nubes de algarabía, números, libros y pensamiento. Tal es la importancia de estas experiencias que incluso nos llega a conmover, por vincular-se a la infancia y a la adolescencia, la escuela dirigida por la moral estricta e inhumana de la dictadura y sus postrimerías.

Aunque el afecto en este caso no deje paso a la nostalgia de un aprendizaje sesgado, adormecido.

Conscientes de que la educación tiene un enorme poder en el espacio socializador de la escuela pública, ponemos en va-lor, más si cabe, en estos malos tiempos, su valiosísima exis-tencia en democracia. No podemos permitir que el sueño y la conquista de una buena escuela pública de toda y para toda la población, devenga en ruinas y quede sumergida bajo las aguas sucias de una gestión mercantil y financiera.

Seguimos apostando por una buena escuela pública inclusiva que no excluyente, una escuela que acoja e integre en su eje, sin seleccionar, a toda la población escolar que es mestiza como mestizo es el mundo. Una escuela plural y democrática para que nadie sea más que nadie como soñaba el gran A. Ma-chado. Una escuela abierta en la que pedagogías y didácticas apoyen sin fisura la idea humanista del valor del ser humano por ser eso, un ser humano capaz de transformar la realidad, incluso ésta en la que el dinero, en palabras de Galeano, es más libre que la gente. Una escuela, en suma, que no admita interpretaciones falseadas, aquellas que defienden verdades sectarias como si fueran éticas universales.

Nos cuesta imaginar un mundo sin una buena escuela pú-blica, nos cuesta imaginar una escuela que no neutralice y compense el desequilibrio social porque sería una escuela convertida en un absoluto des-lugar, territorio empobrecido, inhóspito y triste. Luchemos, por tanto, para que no se aborte la esperanza, para que los libros y la educación se siembren y florezcan en el pensamiento y resistamos al desánimo, for-mándonos libres en esa visión del mundo que desde la escue-la pública inclusiva y plural, justa y solidaria siempre hemos querido construir.

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Mª Ángeles RodríguezProfesora de educación secundaria y socia de Ciudadan@s

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QUERIDA ESCUELA, PÚBLICA Y NUESTRAMª Ángeles Rodríguez