Artigo Sobre Sodré - João Alberto - Revista História Actual

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REVISTA DE HISTORIA ACTUAL Vol. 9, Núm. 9 (2011) geha grupo de estudios de historia actual HA [R] REVISTA DE HISTORIA ACTUAL

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Artigo de João Alberto sobre Sodré

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REVISTA DE HISTORIA ACTUAL

Vol. 9, Núm. 9 (2011)

gehagrupo de estudios de historia actual

HA[R]REVISTA DE HISTORIA ACTUAL

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©2004 GEHA-Grupo de Estudios de Historia Actual

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Biblid: [1697-3305-(2006): 4,1-310]

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HAREVISTA DE HISTORIA ACTUAL

[R]Vol. 9, Núm. 9 (2011)

REVISTA DE HISTORIA ACTUAL

SumarioPágs.

Dossier: Javier Lion Bustillo (coordinador)¿Qué fue de Maastricht? Veinte años de integración europea

Javier Lion Bustillo: Introducción ..................................................................... 11-14

Ricardo Martín de la Guardia: Las negociaciones de las repúblicas bálticascon la Unión Europea (1997-2004): los problemas de integrar unespacio ex-soviético .......................................................................................... 15-26

Roshani Palamakumbura: European security and defence: collaborationbetween the UK and the UE ......................................................................... 27-37

Javier Ramos Díaz, David Chico Zamanillo y Salvador Catalán:España y el europeísmo acrítico: 25 años de integración españolaen la UE ......................................................................................................... 39-52

Silvia Marcu: Rumanía después de su ingreso en la Unión Europea:balance desde una perspectiva global ............................................................. 53-64

Vit Beneš y Mats Braun: The Czech EU policy: domestic politicalcontext and key priorities ............................................................................... 65-79

Javier Lion Bustillo: Alemania, ¿Un actor en busca de un nuevo papel? ........ 81-93

Miscelánea

Magdalena Garrido Caballero y Mónica Puente Regidor: El retorno deRusia: cambios políticos, económicos y sociales desde 1991 .......................... 97-112

Sofía Pérez de Guzmán: Competencia intersindical y acción colectiva en laprimera reestructuración del sector naval ...................................................... 113-124

Zsuzsa M. Császár: The practice of Minority Education Policy in the Balkans .. 125-130

Antonio César Moreno Cantano: El control de la propagandainternacional durante la Segunda Guerra Mundial:España, Francia, Italia y Alemania............................................................... 131-146

Debate historiográfico

Joan Martínez Alier: Macroeconomía ecológica, metabolismo social y justiciaambiental ........................................................................................................ 149-168

Joao Alberto da Costa Pinto: O percurso intelectual deNelson Werneck Sodré, historiador do Brasil (1911-1999) ......................... 169-180

Reseñas de libros

Cuenca Toribio, José Manuel, Ensayos contemporáneos. Madrid,Actas Editorial, 2010, 263 pp., por Carlos Clementson ....................... 183-188

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Págs.

Davutoglu, Ahmet, Al-cumq al-istrātīŷī mawqac Turk iyā wa-dawruha fīal-sāḥa al-dawliyya wa-dawruhā fī al-sāḥa al-dawliyya (La profundidadgeoestratégica: la posición y el papel de Turquía en la escenainternacional). Dawha (Qatar), Centro de Estudios Estratégicos deal-Jazheera, 2010, 664 pp. (Trad. Mohammed al-Jaber Talgi yTariq Abdeljalil), por Jad el-Khannoussi............................................... 188-190

Fernández Amador, Mónica; Quirosa-Cheyrouze y Muñoz, Rafael,Poder local y transición a la democracia en España. Granada, Centro deEstudios Municipales y de Cooperación Internacional, 2010, 449 pp.,por Rodrigo González Martín .............................................................. 190-193

George, Susan, Informe Lugano. Cómo preservar el capitalismo en el sigloXXI. Barcelona, Icaria Editorial-Intermón Oxfam, 2010, 255 pp.,por Joaquín Piñeiro Blanca .................................................................. 193-195

Imbert, Gérard, La sociedad informe. Posmodernidad, ambivalencia y juegocon los límites. Barcelona, Icaria Editorial, 2010, 271 pp.,por José Modesto Diago Ortega........................................................... 195-197

Karski, Jan, Historia de un Estado clandestino. Barcelona, Acantilado,2011, 591 pp., por Félix Gil Feito ....................................................... 197-198

López García, Bernabé y Hernando de Larramendi, Miguel (eds.),España, el Mediterráneo y el mundo arabomusulmán. Diplomacia ehistoria. Barcelona, Icaria Editorial, 2011, 348 pp.,por Antonio Javier Martín Castellanos ................................................. 198-202

Maalouf, Amin. El desajuste del mundo. Cuando nuestras civilizaciones seagotan. Madrid, Alianza Editorial, 2009, 317 pp.,por Mauro Rodríguez Peralta ............................................................... 202-203

Mateos, Abdón, Historia del antifranquismo. Barcelona, Flor del VientoEdiciones, 2011, 187 pp., por Francisco de Paula Villatoro Sánchez.... 203-205

Ortega López, Teresa Mª y Cobo Romero, Francisco (eds.), La Españarural, siglos XIX y XX. Aspectos políticos, sociales y culturales. Granada,Editorial Comares, 2011, 378 pp.por Francisco de Paula Villatoro Sánchez ............................................. 205-207

Ruiz Romero, Manuel, Inventario bibliográfico sobre Historia de laComunicacion Social en Andalucía. Sevilla, Centro de EstudiosAndaluces, 2011, 94 pp., por Carlos Alberto Chernichero Díaz .......... 207-209

Viñas, Ángel, La República española en guerra. Barcelona, Crítica, 2010,3 volúmenes, 1912 pp., por Víctor Augusto Piemonte......................... 209-211

Autores ........................................................................................................... 215-217

Resúmenes ..................................................................................................... 219-225

Normas de publicación ............................................................................... 227-229

Inscripción en la AHA y suscripciones a la RHA ................................... 231-233

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Em 2011 comemora-se o centenário de nasci-mento de Nelson Werneck Sodré, um dos mais

prolíficos e polêmicos historiadores no Brasil doSéculo XX. Publicou cinquenta e oito livros e cente-nas de artigos em revistas e jornais. A produção inte-lectual sodreana na sua integralidade tem doismomentos distintos que demarcam algumas subs-tantivas alterações conceituais na sua estrutura inter-na: o primeiro, com as publicações surgidas entre1938 e 1945 e o segundo, com a obra publicada de1958 a 1964. Os trabalhos publicados após 1964reafirmam conceitualmente as teses do segundomomento. O essencial do pensamento e da inter-venção política do historiador carioca dá-se com aprodução acontecida na conjuntura de 1958 – 1964,quando como professor do Instituto Superior deEstudos Brasileiros (ISEB) revisa (e em parte aban-dona) conceitualmente a sua produção anterior.Quase toda a produção desse período nasceu de tra-balhos apresentados no ISEB e mediados por pers-pectiva analítica marxista, ainda que a marca estru-tural dos mesmos fosse o nacionalismo político.

O intelectual Nelson Werneck Sodré atravésdas suas reflexões historiográficas posicionou-sepolíticamente a favor de duas experiências deEstado Nacional associadas à processualidade his-tórica da revolução capitalista no Brasil. Apoiou ejustificou o modelo nacionalista do Estado

Corporativo de Getúlio Vargas no período de1937-1945 e depois apoiou e defendeu a institu-cionalização de uma ampla participação democráti-ca das classes sociais timbradas pela luta nacionalis-ta em confronto direto com os interesses políticos eeconômicos do imperialismo capitalista, confrontoesse que foi radicalizado no período 1954-1964.Nas duas situações a sua posição ideo-políticamanifestou-se enfaticamente a favor do nacionalis-mo político. Tanto a análise historiográfica como areflexão teórica de Werneck Sodré sempre media-ram a sua intervenção política, é impossível anali-sar a sua produção intelectual sem se consideraresse aspecto central. Para melhor desenvolver essacaracterização global da obra do autor, apresento aseguir uma descrição tópica de alguns dos momen-tos mais expressivos de sua trajetória institucional1.

Nelson Werneck Sodré, em 1924 ingressa noColégio Militar (Rio de Janeiro), seguindo carreirana Escola Militar do Realengo (1931), graduando-se como oficial em 1934. As escolas do Exércitoeram uma opção para os filhos da classe médiacarioca. E nelas os alunos encontravam algunsespaços culturais onde tinham a oportunidade dese expressar intelectualmente. O início da carreiraintelectual de Werneck Sodré deu-se quando da suaativa colaboração, a partir de 1931, na Revista daEscola Militar.

* Universidade Federal de Goias, Brasil. E-mail: [email protected] Sobre a trajetória do autor, consultar entre outros, os trabalhos de Netto, José Paulo. Nelson Werneck Sodré (Prefácio). In

[Sodré, Nelson Werneck]. O Naturalismo no Brasil. Belo Horizonte, Oficina de Livros, 1992, 7-39; Gaio, André Moysés.Modernismo e ensaio histórico. São Paulo, Cortez Editora, 2004, 42 – 55; Hippolito, Regina. “Enfoques de uma vida militan-te”. In [Cunha, Paulo Ribeiro da & Cabral, Fátima (orgs.)]. Nelson Werneck Sodré: entre o sabre e a pena (2ª. Edição). São Paulo,Editora da UNESP, 2011, 197-213; e o trabalho fundamental de Cunha, Paulo Ribeiro da. Um Olhar à Esquerda: A utopiatenentista na construção do pensamento marxista de Nelson Werneck Sodré. Rio de Janeiro, Revan / São Paulo, FAPESP, 2002.

RHA, Vol. 9, Núm. 9 (2011), 169-180 ISSN 1697-3305

O PERCURSO INTELECTUAL DENELSON WERNECK SODRÉ, HISTORIADORDO BRASIL (1911-1999)

João Alberto da Costa Pinto*

Recibido: 22 Septiembre 2011 / Revisado: 25 Septiembre 2011 / Aceptado: 2 Octubre 2011

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RHA, Vol. 9, Núm. 9 (2011), 169-180 João Alberto da Costa Pinto

Paulo Cunha (2002) apresenta um exaustivolevantamento das publicações que Sodré fez aparecernão só em periódicos da corporação militar como nosda grande imprensa, por exemplo, só no jornalCorreio Paulistano, foram quase vinte anos de colabo-ração como colunista, opinando sobre a produçãoliterária do país ou sobre assuntos da vida política2.Esses trabalhos na imprensa deram-lhe projeçãonacional. É importante destacar que mesmo com osdeslocamentos obrigatórios pelo território nacionalimpostos pelo seu trabalho como militar de carreira,nunca deixou de publicar seus artigos na imprensanacional, colaborando também com jornais locaisnas cidades onde estava lotado no seu serviço militar.

Por causa dos conflitos internos na corporaçãomilitar, desencadeados pelo projeto de aproxima-ção nacional com os EUA durante o governo Dutra(1946-1950), Nelson Werneck Sodré definiu-sepoliticamente pela corrente nacionalista, centradana intervenção pública do General Estillac Leal(em defesa da prospecção do petróleo em solo bra-sileiro sob condução única e exclusiva do Estadonacional brasileiro), nacionalismo esse que afronta-va diretamente o interesse dos EUA que se posicio-nava pela não autonomia petrolífera do Brasil.

Em torno da questão do petróleo, no final dadécada de 1940, o Exército dividiu-se em duas cor-rentes políticas, divisão que haveria também pormarcar a trajetória política de grande parte das ins-tituições do Estado brasileiro até 1964. O naciona-lismo militar afrontaria diretamente as demandasdo bloco conservador centralizado no projeto daEscola Superior de Guerra (ESG), que o presidenteDutra encampara em 1947 como parte da políticade aproximação com os EUA. A ESG foi a expres-são máxima na América do Sul das diretrizes ideo-lógicas das Escolas Militares norte-americanas, quecom o início da Guerra Fria haveriam de pautar suaagenda política na campanha anticomunista3.

A divisão política no Exército seria explicitadana corporação e melhor percebida pela sociedadecivil com os embates da campanha eleitoral para adireção do Clube Militar em 1950, quando ogrupo nacionalista liderado pelo General EstillacLeal foi o vencedor para a gestão 1950-1952.Nelson Werneck Sodré participou ativamente dacampanha eleitoral ao lado dos nacionalistas e nessagestão assumiu a direção do DepartamentoCultural e a editoria da Revista do Clube Militar.Essa escolha o marcaria politicamente pelos próxi-mos anos, e com ela definiu seus inimigos políticos,e um desses inimigos haveria de ser o GeneralNelson Melo que nas eleições de 1952 para oClube Militar, como vice da chapa do generalEtchegoyen, na Chapa Cruzada Democrática, viriaa derrotar o grupo nacionalista4. Essa divisão ideo-lógica no Clube Militar ficou mais acirrada quandoEstillac Leal tornou-se o Ministro da Guerra dosegundo governo de Getúlio Vargas (1951-1954).Nelson de Melo, anos depois, como assessor mili-tar de Juscelino Kubitscheck não poupou esforçospara convencer o presidente da necessidade dofechamento do ISEB, visto como um “antro decomunistas”, isto porque o ISEB (em 1959) fariaconcorrência direta à ESG no que se refere à suaprojeção institucional frente aos escalões interme-diários da hierarquia militar das Forças Armadas.Como resultado dos debates políticos no ClubeMilitar a opinião pública tomou partido “aberta-mente por uma ou outra das facções que se defron-taram por ocasião das eleições, e a imprensa discu-tiu amplamente o conteúdo dos programas de taisfacções”5. Por essa externalidade e pelos debates naimprensa, as opiniões de Nelson Werneck Sodréganharam evidência. Naquele momento de acirra-mento político em torno dos projetos do movi-mento nacionalista, o historiador definiu seusrumos políticos e as premissas teórico-programáti-cas com que haveria de enfrentar os contínuos

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2 Afonso, Eduardo José. “Correio Paulistano (artigos)”. In [Silva, Marcos (org.)]. Dicionário Crítico – Nelson Werneck Sodré.Rio de Janeiro, Editora da UFRJ, 2008, 55-60. O autor afirma que Sodré colaborou com o Correio Paulistano durante 24anos (entre 1931 e 1955), publicando um total de 1021 artigos e crônicas.

3 Sobre a ESG, entre outras referências consultar Peregrino, Umberto. História e Projeção das Instituições Culturais do Exército.Rio de Janeiro, Livraria José Olympio Editora, 1967; e o livro organizado por Rouquié, Alain (coord.). Os partidos militaresno Brasil. Rio de Janeiro, Record, 1980.

4 Sobre a história político-institucional do Clube Militar, em especial para o período crítico de 1945-1964, consultar o ensaiode Peixoto, Antônio Carlos. “O Clube Militar e os confrontos no seio das Forças Armadas”. In Rouquié, Alain (coord.). Ospartidos militares no Brasil, Rio de Janeiro, Record, 1980, p. 71-113, que define assim a instituição: “elemento privilegiadode ligação entre a sociedade política e a instituição militar [...]. As eleições para a diretoria do Clube [...] permitiram conhe-cer o estado dessa opinião e medir a influência dessas correntes” (Ibid., 73).

5 Ibid., 74.

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O percurso intelectual de Nelson Werneck Sodré, historiador do Brasil DEBATES HISTORIOGRÁFICO

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debates até o momento de capitulação política como golpe militar de 1964. O Clube Militar seriaassim uma instituição vital na reprodução ideológi-ca dos militares e “sua história é igualmente a his-tória do debate político que se desenrolou no Brasile também dos acordos concluídos entre as corren-tes militares e os grupos civis”6.

Aspecto pouco percebido da trajetória deNelson Werneck Sodré é o momento em que jácomo professor do ISEB (e ainda militar na ativa,nesse momento tinha a patente de Tenente-Coronel)aceitou participar (como membro convidado noperíodo de 1959-1960) das reuniões de um dos gran-des cenáculos de organização político-corporativa datecnocracia e burguesia nacional, o Conselho Técnicoda Confederação Nacional do Comércio, sediado noRio de Janeiro. Hesitou em aceitar o convite, mas,depois de aceito, diz que não se arrependeu, “teriacometido erro infantil e grave, se tivesse recusado oconvite para conhecer e privar com aquelas figuras”.E complementa: “Eram personagens iminentes navida brasileira, eram aquilo que, em suma, se conhe-ce como elite”. No Conselho Técnico “estavam osquadros que a classe dominante, em nosso país, alin -hava como superiores: era a sua vanguarda, a suacabeça, a sua direção”7. Dos “personagens iminentes”que ali encontrou, “Eugênio Gudin era, sem a menordúvida, a figura central (...), o seu mentor, por assimdizer, o seu oráculo, o seu profeta”8. Nas reuniões queparticipou, Sodré optou pela discrição, preferiu ouvire aprender a confrontar. Afirma que sua opção peladiscrição dava-se pelo seu ceticismo, e porque nãoqueria se colocar como “paladino de coisa alguma”.Naquelas reuniões, Sodré ouviu “calado, impassível,as maiores barbaridades contra tudo aquilo que pen-sava e defendia”9 (Idem, 65-66). Dá ênfase à presen-ça, naquele Conselho, de um grupo de economistasque há muito estava na estrutura tecnocrática doEstado brasileiro, desse grupo destaca OctávioGouveia Bulhões e Roberto Campos, que conformeo autor eram sempre guiados por Eugê nio Gudin.Bulhões e Campos serviram a Vargas, a Café Filho, aJuscelino Kubitschek, a Jânio Quadros, a JoãoGoulart, a Castelo Branco, e diante dessa constata-

ção, pergunta-se: “como fora possível passar, assim,sem alteração, sem perder as rédeas, de um a outrogoverno, de um a outro regime político, do presiden-cialismo ao parlamentarismo, deste ao presidencialis-mo, deste à ditadura?”10. O autor apresentou assim aresposta a essa indagação:

“[...] a nua e crua verdade primava pela sim-plicidade: a política econômica e financeira doBrasil não fora alterada, em essência, através dotempo, nos períodos do governo Dutra, deVargas, de Café Filho, de Kubitschek, de JânioQuadros, de Goulart, de Castelo Branco, deCosta e Silva, de Médici. E mais do que isso:tal política não escapou, ao longo de todo otempo, ao controle das forças representadaspor figuras como Gudin, Bulhões, Campos.Sem falar em personagens me nores, simplessatélites: os Garrido Torres, os Lucas Lopes, osGlycon de Paiva, os Mário HenriqueSimonsen, os Delfim Neto, etc., etc., etc. Apolítica econômica e financeira jamais escapouàquele controle. [...] É sabido que ClementeMariani, na conferência de Punta del Este des-cumpriu as instruções dadas pelo presidenteJânio Quadros. É sabido que Bulhões, na dire-ção da SUMOC, no governo Goulart, sim-plesmente não tomou conhecimento da lei deremessa de lucros elaborada pelo Congresso[...]. Vemos, em três exemplos concretos, comotrês presidentes pretendiam determinadaorientação, que os altos funcionários que con-trolavam o aparelho de Estado simplesmentedesconheciam. Era a estes que pertencia o con-trole. Jamais perderam esse controle”11.

Descrição precisa da tecnocracia que coman-daria o país após o Golpe Militar de 1964. Em1961, Werneck Sodré não foi mais convidado àsreuniões do Conselho Técnico.

Descrevo a seguir de modo sucinto as ativida-des institucionais do ISEB, com base em doisdocumentos de extraordinária valia para a com-preensão do sentido histórico da instituição.Refiro-me ao Relatório Sucinto das Atividades do

6 Ibid., 74.7 Sodré, Nelson Werneck. (1992) Ofensiva reacionária. Rio de Janeiro, Bertrand Brasil, 1992, 64.8 Id. Ofensiva reacionária. Rio de Janeiro, Bertrand Brasil, 1992, 71.9 Ibid., 65-66.

10 Ibid., 75.11 Ibid., 75.

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Instituto Superior de Estudos Brasileiros (ISEB),durante o período de janeiro de 1956 a novembro de196012, relatório não assinado, mas provavelmenteelaborado por Roland Corbisier, filósofo e um dosfundadores do ISEB. Para contrastar as informa-ções desse documento, apresentarei também o con-teúdo da Exposição de Motivos n. 003-B, de 10 dedezembro de 195913, documento secreto encami-nhado ao Presidente Juscelino Kubitschek peloGeneral Edgar Amaral, Chefe do Estado Maior dasForças Armadas. Trata-se de um relatório de inves-tigação sigilosa sobre as atividades do ISEB.

Além das aulas nos cursos regulares, os profes-sores isebianos, também promoviam cursos, pales-tras e conferências para o grande público nas insta-lações do ISEB ou em outras instituições. Em 1956,apenas um professor deu curso fora do ISEB, em1957, foram dois cursos externos, em 1958, foramquatro cursos (dois no ISEB), em 1959, foram dozecursos. Nessa data o ISEB passava a desenvolverampla campanha de suas atividades, destacando-seas inúmeras palestras que Roland Corbisier realiza-va nesses cursos (Sodré pouco participava de ativi-dades fora da instituição, cumpre lembrar que noperíodo em questão, o autor ainda estava na ativacomo coronel de brigada, lotado no Rio de Janeiro).Nesses cursos, nessas práticas de uma docência mili-tante que visava ao esclarecimento dos problemasnacionais para um público de características maiscorporativas. Por exemplo, foram realizados trêscursos para Oficiais das Forças Armadas no Rio deJaneiro e um no Círculo Militar de Porto Alegre queobteve o expressivo número de seiscentos inscritos(fatos como esses provocavam a fúria do EstadoMaior das Forças Armadas contra a ação do ISEB).Além dos militares, entidades sindicais do Rio deJaneiro e de Niterói também promoveram cursoscom professores isebianos. No ano de 1960, alémdessas atividades outras similares se realizaram emSantos, Campinas (SP) e em Salvador (BA).

Frente ao que o Relatório ISEB apresenta sãopossíveis algumas conclusões. A primeira e a maisevidente é a da alteração das práticas institucionaisa partir de 1959, quando o ISEB transcende seuspróprios muros e dirige-se à sociedade civil. Outra

importante questão está na caracterização do corpodiscente dos cursos regulares anuais que era, na suamaioria, oriundo de setores e atividades da socieda-de civil e não quadros da burocracia estatal.Aspecto fundamental, que se depreende imediata-mente do documento, principalmente no após1959, é o vínculo interinstitucional do ISEB comvárias instituições políticas da sociedade civil, emdestaque os sindicatos dos bancários e metalúrgicos[CNTI]; entidades patronais – como o Centro daFederação das Indústrias do Estado de São Paulo;entidades de representação estudantil – a UNE(União Nacional dos Estudantes); a UMES (UniãoMunicipal dos Estudantes Secundaristas) e oDiretório Estudantil da Faculdade Nacional deFilosofia [FNFi]; e associações, como a ADISEB[Associação dos Diplomados do ISEB]. A partir de1959 as práticas do ISEB envolviam um amplo ecomplexo debate com a sociedade civil, os rumosda externalidade política da instituição seriam aevidência da luta política pela consagração de ummodelo capitalista nacional popular.

O Relatório EMFA/ISEB, assinado pelo GeneralEdgar Amaral, Chefe do Estado Maior das ForçasArmadas, foi dirigido ao presidente JuscelinoKubitschek. O fato significativo do documento, oque motivava as maiores críticas dos militares aoISEB, era o que se relacionava com os cursos que osisebianos ofereciam aos militares de baixa patente.Com esses cursos, a opinião corrente no alto coman-do era a de que o ISEB envolvia-se com situaçõesinstitucionais distantes de sua alçada e função.

Pelos recentes estudos levados a efeito nosdiversos órgãos da alta direção das Forças Armadasdo país, constata-se que o Instituto Superior deEstudos Brasileiros – órgão do Ministério daEducação e Cultura vem (...) desviado da finalida-de para que foi criado, disseminando propagandade política contrária a adotada no país, expandin-do-se, suspeitamente, para níveis menos esclareci-dos como sejam o do pessoal subalterno das ForçasArmadas, estudantes secundários, líderes sindicais eoperários e para outros Estados da União14.

As práticas do ISEB eram vistas como “infiltra-ção” ideológica e isso com o propósito de “aliciar

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12 Biblioteca Nacional (Rio de Janeiro), Seção de Manuscritos / Arquivo INL (Instituto Nacional do Livro) (AR 44, 30, 49).Doravante referido como Relatório ISEB.

13 Exposição de Motivos n. 003 – B; 10 de dezembro de 1959 (General Edgar Amaral – Comandante do EMFA) – Arquivo NelsonMelo / CPDOC / FGV – RJ. Doravante referido como Relatório EMFA/ISEB.

14 Relatório Emfa/Iseb, 6.

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adeptos às doutrinas e ideologias, fundamentalmen-te, contrárias aos altos interesses do país”15. O quemais incomodava os militares esguianos eram os cur-sos que o ISEB passou a promover na sede do ClubeMilitar (em abril e em junho de 1959, como já apre-sentado com a referência ao documento anterior,eram cursos com oito sessões e duração de doismeses, nesse curso em específico, houve a inscrição de250 oficiais). O General Edgar Amaral faz a seguinteobservação, não sem deixar uma farpa desqualifica-dora: “É de se ressaltar que a maioria desses oficiaisinscritos pertencem aos Quadros de OficiaisAuxiliares, que em sua grande totalidade, atingiram oOficialato sem possuir o curso ginasial completo”16.

Diante de fatos que o relator reputava comogravíssimos, “em vista da gravidade das acusações querecaem sobre a atual direção e corpo docente doISEB, e sobre a orientação imprimida aos cursosregulares e extraordinários” que os isebianos promo-viam, “e, convencido do perigo que representa para aSegurança Nacional a doutrinação de ideologias, liga-das até certo ponto aos interesses do comunismointernacional, nos meios militares, por alguns profes-sores do ISEB”, diante desse quadro, o General EdgarAmaral, em iniciativa própria, reuniu-se com o altocomando do EMFA, para “acertar medidas tendentesa reduzir essa ação desagregadora das ForçasArmadas”17. Entre as medidas sugeridas, uma cam -panha dos militares contra a ideologia isebiana queera vista como alheia à nacionalidade. Edgar Amaralencaminhou diretamente ao Presidente várias suges-tões e que pedia fossem “fielmente cumpridas”, entreelas, a demissão dos professores do ISEB.

Com esta sucinta descrição do documento doEMFA demonstra-se a tensão política entre os mili-tares esguianos e os intelectuais isebianos, quadro ins-titucional de luta política que justifica o sentido dasposições adotadas por Nelson Werneck Sodré quan-do de sua participação como professor de Históriado Brasil do ISEB. E uma situação expressiva quesintetiza singularmente as práticas políticas de

Nelson Werneck Sodré dentro do ISEB foi aquela daorganização do Projeto História Nova do Brasil (1963– 1964). O projeto de criação de uma série de livrosdidáticos de ensino de História do Brasil para os cur-sos secundários acabou por ter uma ampla repercus-são política no contexto que antecedia (em poucosdias) os acontecimentos de 31 de março de 1964 (acoleção foi lançada oficialmente em 14 de março de1964). No mês de março o jornal O Estado de S.Paulo através de uma série de cinco editoriais18 pro-curava demonstrar, em críticas contundentes nuncavistas contra livros didáticos, os conteúdos apresen-tados pela coleção como ideologicamente associadosa uma perspectiva marxista-comunista.

O conjunto da obra do historiador carioca temcomo marca o engajamento político do autor com ostemas e problemas nacionais, Werneck Sodré sempreasseverou o princípio de que escrevia para explicar osrumos do seu tempo presente, essa premissa doengajamento ideológico com os temas da nacionali-dade já a manifestava nos seus primeiros livros, porexemplo, durante o Estado Novo, em 1940, afirma-va que naquela conjuntura o país atravessava.

“[...] um dos instantes mais curiosos e maissingulares da sua evolução histórica. [...] oespetáculo actualmente apresentado pelonosso país deixa corresponder a uma diretrizfirme, marcada pela tendência na recuperaçãode uma dispersividade antiga e fixada pelorumo, verdadeiramente positivo, de encontraruma cooperação mais íntima entre as forçasvivas da nacionalidade e o poder público”19.

Preponderam na produção sodreana desseperíodo (1938 – 1945), textos demarcados por forteconotação ideológica junto ao modelo político ins-titucional do Estado Novo. A remissão dessa carac-terística é quase que automática. O autor colabora-va com seu trabalho intelectual com o momentopolítico vivenciado no país frente à experiência doEstado Novo, sua posição a favor do nacionalismo(fascista) varguista é explícita. Colaborou com a

15 Relatório Emfa/Iseb, 6.16 Idem, 6.17 Idem, 10.18 O jornal paulistano dedicou no mês de março de 1964, quatro editoriais contra o projeto da História Nova do Brasil e um quin-

to e último foi publicado no dia 2 de abril. Editoriais que defenestraram a série de livros didáticos em sentenças como a de queo projeto era organizado pelo “grupo do senhor Nelson Werneck Sodré”, “os bossa-nova da História do Brasil” ou os membrosdo “nacional-comuno peleguismo”. In jornal O Estado de S. Paulo. Editorial “A História Nova II”, 4 de março de 1964, 3.

19 Sodré, Nelson Werneck. História da Literatura Brasileira: seus fundamentos econômicos (2a. edição). Rio de Janeiro, LivrariaJosé Olympio Editora, 1940, 234-235.

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revista Cultura Política20, um dos instrumentosideológicos fundamentais do Estado Novo. No arti-go “Um sentido político”21 percebe-se explicitamen-te o apoio entusiasmado do autor a Getúlio Vargase ao Estado Novo. Sodré caracteriza-os como os ali-cerces fundamentais da Revolução Brasileira inicia-da com os fatos políticos de 1930, e que levaram opolítico gaúcho ao poder. Sobre isso, escreveu:

“Chegado ao poder, num momento de intensacrise e de manifesta desorientação, o PresidenteGetúlio Vargas encontrava, na sua predestinaçãopolítica e na articulação de qualidades que lheeram inatas, o equilíbrio, a sobriedade, a tolerân-cia, a sagacidade, a clareza, o conhecimento doshomens e a objetividade de visão, a arma comque devia, desde logo, procurar introduzir, paula-tinamente, no tumulto desencadeado, a influên-cia moderadora, mas firme da sua vontade, esta-belecendo linhas e definindo motivos (...)”22.

Com Getúlio Vargas e o Estado Novo (1937 –1945) marcando o segundo momento da RevoluçãoBrasileira inaugurada em 1930, o Estado nacional,diz o autor, afirmava-se como símbolo do “processode integração” que haveria de colocar um fim a polí-tica fragmentária dos interesses oligárquicos regionaisda República Velha. Isto é, com o Estado Novo,“colocava-se a união acima de todos os problemas equebrava-se a longa e nociva tradição provincial, her-dada da colônia, transmitida ao Império e continua-da pela República”. Por isso, esse processo traduzia “amais nítida revolução a que o país já assistiu”, daí seraquele o “momento em que o Brasil, como naçãoorganizada e total podia encontrar a sua oportunida-de de progresso pacífico e de estruturação econômicadefinitivas, diante dos problemas e das normas devida do mundo moderno”23 (Idem, 157-158).

No esquema explicativo de Werneck Sodrédesenvolvido até 1945, a História do Brasil até oinício do século XIX afirmara o poder político dos

“clãs rurais” que até aquele momento eram o ins-trumento da “transição do regime colonial para afase de autonomia”, no entanto, tal instrumentohaveria de sofrer um visceral retrocesso, quandoessa elite fora substituída por outra nascida com aurbanização, principalmente após a transferênciado governo português para o Rio de Janeiro em1808. Essa “elite de letrados”, nos termos do autor,acabou por se aproximar mais dos centros de cul-tura estrangeira que com a própria realidade dopaís. Essa situação só começaria a se modificarestruturalmente com as diretrizes estadonovistas deGetúlio Vargas e isso porque o Estado Novo (1937-1945) seria uma forma de Estado dependente daorganização corporativa da sociedade, uma expres-são institucional “democrática” porque resultadoda coesão corporativista em torno da Nação, comesses termos o autor celebrava o conceito de“democracia autoritária” de Azevedo Amaral.

Um aspecto estrutural oriundo da escravidãodefiniu-se junto às elites coloniais e às elites nacio-nais no século XIX: o horror ao trabalho. Deriva-sedaí o fato dos senhores de engenho desejarem osfilhos como doutores, formados nas capitais metro-politanas, especialmente em Coimbra. Formou-selentamente um processo de modificação na “circu-lação das elites” coloniais: a máquina administrativacolonial aos poucos se transferiu para esses douto-res, bacharéis. Constatou-se com o fenômeno dacrescente urbanização o fato de que esses filhos defazendeiros manifestarem visceral horror às questõescotidianas dos latifúndios. Com o desenvolvimentourbano uma contradição explicitou-se no processo:o afastamento da elite de letrados das questõesintrínsecas do agrarismo e das condições gerais daatividade econômica do Brasil, que nos seus aspec-tos mais gerais, marcava-se em ampla diversidaderegional. Distante desses problemas de estrutura eformados em escolas européias, Werneck Sodré des-creve como consequência o crescente alheamento

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20 A organicidade de Sodré com o Estado Novo e com Getúlio Vargas está explicitada, não só pelo fato de ser militar de carreirado Exército, mas também por sua colaboração na revista Cultura Política, nela publicou oito artigos desenvolvendo temas sobrea política do Estado Novo, o processo histórico de formação da literatura nacional, entre outros assuntos. Sobre a revista CulturaPolítica, consultar, entre outros, os trabalhos de Gomes, Ângela de Castro. História e Historiadores. Rio de Janeiro: Editora daFGV, 1996; e Bastos, Élide Rugai. “A revista Cultura Política e a influência de Ortega y Gasset”. In Bastos, E. R., Ridenti, M.e Rolland, D. (orgs.). Intelectuais: sociedade e política. São Paulo, Cortez, 2003, 146 – 171. A revista teve cinquenta e três núme-ros, publicados entre março de 1941 e maio de 1945. Como parte fundamental do projeto político ideológico do Estado Novo,foi um dos seus instrumentos mais eficientes na produção do discurso ideológico do regime. Bastos, Élide Rugái, 2003, 149.

21 Revista Cultura Política, Rio de Janeiro, 04, junho de 1941, 151-158.22 Sodré, Nelson Werneck. “Um sentido político”. In Revista Cultura Política, Rio de Janeiro, 4 junho de 1941, 153.23 Id., Ibid., 1940, 157-158.

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dessas novas elites da máquina política frente aosproblemas e anseios produtivos do mundo agrarista.O autor responsabiliza o bacharelismo estéril daselites urbanas do Império como o principal fatorpolítico e social da decadência administrativa doEstado frente aos principais problemas da nação, etal como a grande maioria dos pensadores do auto-ritarismo corporativista brasileiro, naquela conjun-tura, o autor também via na ação parlamentar o eixode esterilização da nacionalidade. Na sua primeirasíntese analítica da história do Brasil – Formação daSociedade Brasileira (1944) reiterou que a propostado livro visava ao atendimento das demandas refor-mistas daquele tempo, constatando que:

“[...] a estrutura eivada de desvios e erros colo-niais que possuímos é incompatível com qual-quer grande esforço que desejamos levar atermo, para encontrar um lugar digno, nacomunidade dos povos. A vida nacional aindase exerce em torno de uma parcela diminutadaquilo que se convencionou chamar povobrasileiro. A sua maioria, não participa, deforma alguma, da existência do país. Sem con-gregar, entretanto, pelo menos a quase totali-dade dessa massa inorganizada, pouco conse-guiremos realizar de sensível”24.

A originalidade da ensaística historiográficasodreana estava na articulação de síntese das prin-cipais idéias e programas políticos de sua contem-poraneidade e por isso deve ser demarcada comouma referência nacional do pensamento autoritáriobrasileiro articulado ao projeto político varguistado Estado Novo, uma referência de síntese, porqueapesar de dialogar criticamente com o pensamentoque lhe contemporâneo, o autor não tinha aindaum centro analítico próprio. Só quando da expe-riência isebiana é que Sodré desenvolverá umamatriz explicativa original, com o ISEB afirmou-secomo um clássico da historiografia brasileira.

No seu projeto de criação, o ISEB foi pensadocomo um centro de altos estudos e vinculado aoMinistério da Educação e Cultura (MEC). Com

uma vocação inicial fortemente demarcada comoideológico-tecnocrática a serviço do Estado, a par-tir de 1959 acabou por firmar-se como cenáculointelectual de várias matrizes do nacionalismo bra-sileiro. Na primeira semana de abril de 1964, umasemana após o Golpe Militar, teve a sua sede inva-dida e destruída pelos militares. A partir de 1959transcendeu a sua vocação inicial e passou a exerceruma influência política sobre a sociedade civil, coma organização, entre outras práticas, como afirmeianteriormente, de “cursos para sindicalistas, para osmilitares nacionalistas e, principalmente, para osestudantes em busca de uma ciência social maisengajada do que a ensinada nas universidades”25.

Ainda que os intelectuais isebianos envidassemseus esforços interpretativos iniciais sob perspectivasquase convergentes a um nacionalismo antiimperialis-ta, há que se ressalvar a autonomia que cada intelec-tual manifestava, principalmente quanto ao quadrodas distintas disciplinas que cada um lecionava, con-tudo, ao longo do seu período de funcionamento aca-bou por formular, em momentos distintos, três dife-rentes concepções da revolução capitalista brasileira26.

O livro de Hélio Jaguaribe (1958) sintetiza oque seria a primeira visão de mundo política ise-biana. Para o autor o nacionalismo brasileiro apre-sentava até aquele momento um escopo teórico-ideológico vago e contraditório, e essa situaçãoadvinha do fato de ser o nacionalismo um movi-mento heterogêneo quanto à sua composição clas-sista, logo, por essa diversidade, impedia-se umaformulação mais ampla e consistente sobre a expe-riência histórica em curso27. Constatava que a hege-monia ideológica do nacionalismo político do PCBsugeria que as posições nacionalistas que se distin-guiam do programa pecebista acabavam por apare-cer como colaboracionistas dos Estados Unidos.Diante dessa “confusão” política que não estruturavade fato uma definição teórica uníssona de caracteri-zação das práticas do movimento nacionalista, oautor com a publicação do seu livro justificou assima particularidade política da sua aposta intelectual:

24 Sodré, Nelson Werneck. Formação da Sociedade Brasileira. Rio de Janeiro: Livraria José Olympio Editora, 1944, 7.25 Pécaut, Daniel. Os Intelectuais e a Política no Brasil: entre o povo e a nação. São Paulo, Ática, 1990, 112.26 Caio Navarro de Toledo sugere as seguintes expressões para caracterizar as dimensões políticas surgidas nas práticas intelec-

tuais do ISEB: “isebianos à direita”, “isebianos à esquerda”, para este segundo campo, o autor ainda o subdivide em “esquerdamoderada” (Sodré, por exemplo) e “esquerda radical” (Wanderley Guilherme). No primeiro campo estariam além de HélioJaguaribe, também Guerreiro Ramos e Candido Mendes. Toledo, Caio Navarro de. “Teoria e Ideologia na perspectiva doISEB”. In Moraes, Reginaldo et al. Inteligência Brasileira. São Paulo: Brasiliense, 1988, 224-256.

27 Jaguaribe, Hélio. O Nacionalismo na Atualidade Brasileira. Rio de Janeiro, ISEB, 1958, 11-12.

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“[...] não mais pode ser adiado o esforço deesclarecimento da significação do nacionalismo[...]. Se o nacionalismo brasileiro, na adiantadaetapa de manifestação em que já se encontra,não chegar a revestir-se de uma formulaçãoracional [...] será condenado à esterilidade dotopicismo, sofrerá a fragmentação de suas ten-dências e padecerá do efeito paralisante de suascontradições. [...] ou alcança uma formulaçãomais consistente e suficientemente elaborada, edetermina o curso subseqüente de nossa histó-ria, ou malogra, desaparecendo, com seu insu-cesso, a condição mesma de o povo brasileirorealizar uma história nacional”28.

Nesses termos a caracterização do sentido dotrabalho intelectual que Jaguaribe sugeria à sua pró-pria intervenção e ao que entendia ser a representa-ção da ação e engajamento do intelectual isebiano.Para caracterizar o modelo do seu “projeto naciona-lista”, Jaguaribe desenvolve um rápido excurso his-toriográfico descrevendo a realidade das forçassócio-políticas que poderiam imantar esse projeto.

No quadro do semicolonialismo e subdesenvol-vimento do Brasil de antes de 1930, as classes diri-gentes eram comandadas pela lógica ditada por nossaheteronomia e exogenia. E o povo brasileiro consti-tuía, predominantemente, mão-de-obra, a princípioescrava e, em seguida, sujeita a um estatuto de quaseservidão da gleba, destinada a produzir os artigoscom que concorríamos para o suprimento do merca-do norte-americano e do europeu. A lógica de nossaeconomia impunha às classes dirigentes uma visão demundo centrada, não no Brasil, mero instrumento aserviço das economias industriais, mas nestas, a quese destinava nossa produção e das quais provinhamtanto os bens de consumo requeridos por aquelasclasses como pelas idéias de que se alimentava. E asmassas trabalhadoras, privadas de consciência pró-pria e dos meios de adquiri-la, não dispunham, tam-bém, de condições para reivindicar a defesa de seusinteresses, determinados por um regime produtivoexocêntrico, em que os preços eram fixados externa-mente pelos mercados compradores29.

Com esse diagnóstico descreve o sentido estru-tural do nacionalismo para um melhor entendi-

mento das classes sociais envolvidas no processo his-tórico de realização da revolução brasileira. E comesses termos reiterava uma argumentação já clássicatal como aquela da tradição do pensamento autori-tário das décadas de 1930 e 1940. Para HélioJaguaribe, o nacionalismo seria uma aspiração tantoda burguesia industrial como do proletariado já quecom a industrialização esse proletariado expandiriaseu acesso ao consumo, processo esse coordenadopela ação racional-administrativa da intelligentsia declasse média junto ao Estado. O oposto do nacio-nalismo seria o cosmopolitismo assim definido:

“[...] é a posição para a qual propende a burgue-sia latifúndio-mercantil, setor dirigente da bur-guesia nas condições semicoloniais e subdesen-volvidas do Império e da República Velha, e aampla parcela da classe média que constitui osetor terciário relativamente parasitário, indireta-mente subvencionado pelo Estado Cartorial, naforma de empregos públicos sem corresponden-tes encargos, de baixa ou nula funcionalidade”30.

Aspecto a ressalvar, nessa caracterização dasdemandas políticas das classes sociais brasileiras,eram as distintas variáveis políticas no interior dasclasses médias e a relação dessas na composiçãoorgânica do Estado brasileiro, percebido pelo autor,desde a colônia como um Estado Cartorial, fatocaracterizado como instrumento de uma “estruturaeconômico-social fundada numa economia primá-ria de exportação e nos privilégios de classe a elacorrelatos”31, a marca do Estado Cartorial residiria

“[...] no fato de que o serviço público, em lugarde consistir no atendimento das necessidadescoletivas, é um mecanismo de manipulação dasclientelas eleitorais destinado a perpetuar os pri-vilégios da classe dominante, proporcionando,sem a contrapartida da prestação de serviçosefetivos e socialmente necessários, empregos efavores à clientela dos grupos dirigentes”32.

A burguesia brasileira estaria contingenciadaa situação similar à das classes médias, ou seja, oEstado Cartorial seria estruturalmente deficitáriopor essa natureza parasitária das classes que pode-riam afirmar-se como lideranças para o capitalis-mo nacional, e que não procediam como tal devi-

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28 Id. O nacionalismo na atualidade brasileira. Rio de Janeiro, ISEB, 1958, 13-14.29 Ibid., 33.30 Ibid., 35.31 Ibid., 41.32 Ibid., 41.

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do às determinações do agrarismo-imperialista quecontinuamente sustentava esse Estado parasitário,daí o autor corroborar uma tese central a todos osdemais intelectuais isebianos: a alienação das elitesnacionais, o subdesenvolvimento cultural das clas-ses médias e da burguesia brasileira caracterizadopela não percepção da sua situação, termo esse queprovocava indução “à transplantação mecânica decategorias e métodos oriundos de condições diver-sas e impróprios à compreensão das realidades parao entendimento das quais são transplantados”33. Ediante desse quadro quais seriam as alternativasindicadas pelo autor para uma definição do realsentido da nacionalidade brasileira? A resposta foiapresentada com a definição do “nacionalismo demeios” e o “nacionalismo de fins”.

O nacionalismo que cabe designar de nacio-nalismo de meios exprime apenas uma das facetasdo complexo colonial, tendente a erigir a própriacondição em ideologia. Constitui uma das formassuicidas, observadas por Toynbee e por ele designa-das de ‘zelotismo’, que uma sociedade subdesenvol-vida pode assumir em seus contatos com outrasmais adiantadas. O nacionalismo, muito ao contrá-rio, só se realiza na medida em que reconhece seufim, que é o desenvolvimento, e para isso deve uti-lizar-se de todos os meios apropriados, seja qual fora origem dos agentes, desde que, nas condiçõesconcretas, se revelem os mais eficazes34.

Complementa o autor: “o nacionalismo é fi -nalista” e o “desenvolvimento é um fenômeno so cialglobal”35. O “nacionalismo de fins” seria então adefinição do projeto político do autor, a sua propo-sição de revolução brasileira, onde o nacionalismodeterminar-se-ia por uma política de fins pré-fixadosnão interessando ao autor quais os agentes econômi-cos envolvidos se nacionais ou internacionais. Umaevidente proposição tecnocrática, termo que o dis-tanciava políticamente dos demais programas nacio-nalistas que lhe eram contemporâneos, articuladosesses quase sempre por pontos de vista de integraçãoclassista em frentes pluripartidárias. A questão fun-damental para o nacionalismo do autor seria a orga-nização efetiva de uma nova classe dirigente (a tec-nocracia de classe média) com funções de moderni-

zação racional administrativa junto ao Estado e quepudesse fazer avançar a “ocidentalidade” do capita-lismo brasileiro em constituição como termo antípo-da “à irrupção avassaladora do primarismo nacional”(a ameaça comunista). A peça institucional funda-mental para a articulação do “nacionalismo de fins”seria, portanto, o Estado tecnocrático.

Diferentes foram os argumentos apresentadospor Nelson Werneck Sodré, ainda que estivessempresentes conclusões similares quanto ao diagnósticoda transplantação cultural provocadora da “alienaçãonacional” das classes dominantes brasileiras. Mas seas soluções políticas de Jaguaribe instrumentaliza-vam a autocracia de um tecnocratismo dirigente, aagenda política de Sodré definia-se pela radicalizaçãonacional da democracia popular. No livro FormaçãoHistórica do Brasil (1962) o autor dá seqüência a pre-missas explicativas que já vinha desenvolvendo noISEB desde a publicação de Introdução à RevoluçãoBrasileira em 1958. No seu diagnóstico, o mundoassistia a uma “crise geral do capitalismo” assimcomo a “decomposição do sistema colonial” e a “am -pliação do sistema socialista”, e diante desse quadrogeral países em desenvolvimento como o Brasiltinham que superar as suas contradições uma agen-da nacional centrada na democracia e na resoluçãoda questão nacional36. Afirma o autor:

“[...] não há saída para o desenvolvimento coma política de compromissos com o imperialis-mo, a que constitui, aqui, a base do que se con-vencionou conhecer como ‘desenvolvimento’.Medidas obrigatórias preliminares ao desenvol-vimento autêntico seriam obrigatórias: o mono-pólio estatal do câmbio em benefício dosempreendimentos nacionais; rigoroso controledas remessas de lucros e, portanto, das divisasque as atendem; abolição dos privilégios quecobrem os investimentos estrangeiros em pre-juízo dos investimentos nacionais; nacionaliza-ção da produção e da distribuição da energiaelétrica; adoção de formas nacionais inequívocasde monopólio de Estado; reforma agrária; auto-suficiência no abastecimento de petróleo”37.

Caracterizadas assim as premissas sodreanaspara uma agenda global de desenvolvimento nacio-

33 Ibid., 43.34 Ibid., 53.35 Ibid., 53.36 Sodré, Nelson Werneck. Formação Histórica do Brasil. 11ª. Edição. São Paulo, Difel, 1982, 396-397.37 Id. Formação Histórica do Brasil. 11ª. Edição. São Paulo, Difel, 1982, 384.

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nal autêntico, resta saber que forças sociais haveriamde ser mobilizadas para a efetivação dessas práticas.Estava associada ao “autêntico” desenvolvimentonacional a ação do “povo brasileiro”, ainda que fosseuma ação estruturada por grandes contradiçõesinternas (como aquelas existentes entre os interessesda burguesia e os do proletariado) era com o povobrasileiro que encontrava o pólo antípoda à presençado imperialismo, só com a luta do povo brasileiro emdefesa da revolução brasileira é que se demarcariapoliticamente a contradição da Nação com o impe-rialismo. A questão política central do autor seriaentão lutar pela organização das práticas antiimpe-rialistas do povo brasileiro, o que implicaria em radi-calizar a institucionalização da democracia no inte-rior dos interesses das classes nacionais que configu-ravam o povo brasileiro. O autor define a questão:

“Povo brasileiro, nesta fase histórica, com-preende o proletariado, o campesinato, apequena burguesia e a parte da alta e médiaburguesia conhecida como burguesia nacio-nal. O imperialismo tem os seus aliados noslatifundiários e em parte da alta e da médiaburguesia e recruta os seus agentes nessas clas-ses e na pequena burguesia, que lhe fornecequadros intelectuais e militares principalmen-te. Há contradições no seio do povo, desta-cando-se, pelo seu caráter antagônico, aquelaentre a burguesia e o proletariado. O trata-mento dessas contradições reflete-se no desen-volvimento da Revolução Brasileira”38.

Com o processo de desenvolvimento submeti-do à lógica global do capitalismo monopolista, oautor enfatizará peremptoriamente a democraciacomo solução na reorganização das formas capita-listas antimonopolistas, a luta em defesa da demo-cracia seria então o epicentro popular do autênticonacionalismo. Se o povo, enquanto categoria sínte-se não traduzia ainda a organicidade interclassistade resistência ao imperialismo, a defesa da demo-cracia tornava-se então a peça fundamental para acontinuidade das práticas constituidoras de estru-turas capitalistas nacionais dimensionadas por cri-térios e necessidades do povo brasileiro. Dife -rentemente de Jaguaribe, a agenda política sodrea-na esquiva-se de soluções autoritárias de um Estado

tecnocrático, a defesa da legalidade democráticaera-lhe processual, uma concepção que radicavaobrigatoriamente o aperfeiçoamento das institui-ções voltadas para a gestão democrático-popular docapitalismo nacional. A revolução brasileira deNelson Werneck Sodré centrava-se na radicalizaçãorepublicana da democracia burguesa, o autor insis-tia nessa perspectiva porque diagnosticava o fato deque “em países como o Brasil, a fraqueza do movi-mento democrático” estava “no baixo nível de orga-nização da classe operária, no atraso do campo e nadeficiência de unificação entre a classe operária e asoutras classes e camadas sociais”39. O autor sinteti-zou assim a sua perspectiva de revolução brasileira:

“A defesa do regime democrático, no processoda Revolução Brasileira, não se prende a umalegalidade formal, mas na compreensão de quea democracia é o caminho apropriado ao seudesenvolvimento. Não interessa ao nosso povo,evidentemente, uma legalidade qualquer, euma democracia qualquer, mas o regime demo-crático efetivo cujo conteúdo esteja intima-mente ligado ao desenvolvimento de alteraçõeseconômicas, políticas e sociais capazes de afetarprofundamente o país e corresponder ao avan-ço das forças produtivas que impõem modifica-ções radicais nas relações de produção”40.

Há diferenças políticas substantivas entre asconcepções de mundo de Hélio Jaguaribe e NelsonWerneck Sodré, aspecto que sugere (se percebidascomo expressões ideológicas isebianas de síntese)que as práticas intelectuais dos isebianos determi-navam-se à processualidade conjuntural a que esta-vam envolvidos, note-se que o livro de Jaguaribe foipublicado em 1958 e o de Sodré em 1962. Com arenúncia do presidente Jânio Quadros (1961) e asdificuldades políticas para garantir-se a legitimida-de do governo de João Goulart, a ameaça à legali-dade democrática estava presente de um modocontundente, nesse sentido, a agenda políticasodreana sugeria a manutenção processual das“reformas de base”, já que a luta por essas reformasservia de “intensa politização da maioria da nossagente”, tinham, portanto, um “sentido educativoinequívoco”41, mesmo que dispostas dentro emgeral por um sentido corporativista.

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38 Ibid., 401.39 Ibid., 402.40 Ibid., 402.41 Sodré, Nelson Werneck. Introdução à Revolução Brasileira. 4ª. Edição. São Paulo: Livraria Editora Ciências Humanas, 1978, 230.

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O percurso intelectual de Nelson Werneck Sodré, historiador do Brasil DEBATES HISTORIOGRÁFICO

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Se a perspectiva sodreana de radicalização dademocracia burguesa distanciava-se do tecnocratis-mo autoritário de Hélio Jaguaribe, também haveriade se distanciar do que o autor, anos depois defini-ria como esquerdismo radical do qual o ISEB tam-bém foi protagonista. Como expressão síntese doque poderia ser denominado de “esquerdismo ise-biano”, está a intervenção de Wanderley GUI-LHERME (dos Santos), um isebiano tardio autorde três importantes livros, marcas expressivas nodebate sobre os rumos políticos do nacionalismobrasileiro, principalmente Reforma contra Reforma,que foi publicado pelo ISEB em 1963. Esse textomarca os estertores do ISEB e a redefinição estatu-tária do intelectual isebiano frente à realidade con-juntural da política do governo João Goulart emtorno das reformas de base. O livro é um ataquedireto às premissas teóricas inaugurais do institutoque foram hegemônicas quando da presença deJaguaribe, um ataque às noções do desenvolvimen-tismo centradas numa suposta burguesia nacionalprogressista e um ataque direto às diretrizes políti-cas governamentais (do governo Goulart). Por essascaracterísticas a publicação do livro rompia com aimagem sempre celebrada e associada ao ISEB, a doinstituto ser visto como um aparelho ideológico aserviço de projetos governamentais. A intervençãode Wanderley Guilherme põe a perspectiva de umnacionalismo radicalizado porque centrado na açãopolítica dos chamados “militantes do povo” (traba-lhadores urbanos e camponeses).

Na verdade, quem quer que limite a lutapopular a pressões junto à burguesia nacional bra-sileira, no sentido de que ela se torne conseqüenteface ao imperialismo e ao latifúndio, está apenaspropondo métodos burgueses para a conquista deobjetivos fundamentalmente operários e campone-ses, condenando ao fracasso a luta popular e, porisso mesmo, comprometendo a própria conquistados objetivos populares, isto é, a liquidação daespoliação imperialista e do latifúndio42.

O autor afirma que a melhor compreensão daluta antiimperialista dos “militantes do povo” deve-ria se sustentar numa tática onde a ênfase do con-fronto político não mais se estabelecesse na percep-ção elaborada pela burguesia brasileira, a de enten-

der o capital monopolista em desleal concorrênciapelas vantagens incorporadas com a remessa delucros para o exterior43. Se a tática de luta tinha queser diferenciada, o era porque os objetivos estraté-gicos da luta antiimperialista haveriam de se cen-tralizar num grande programa de estatização docapital estrangeiro presente em solo nacional.

A luta antiimperialista conseqüente implicana estatização de todas as empresas estrangeiras queoperam em setores chaves da economia, assimcomo no confisco e nacionalização de todas asdemais empresas estrangeiras e ramificações, asquais, de acordo com os interesses nacionais, pode-rão reverter ou não à economia privada nacional –o pequeno comércio, empresas de prestação de ser-viços, etc. Eis aí o objetivo estratégico numa lutaantiimperialista conseqüente44.

A nacionalização do empreendimento capita-lista imperialista como prática favorável ao investi-mento capitalista nacional, assim, “os militantes dopovo” haveriam de lutar pelo capitalismo brasileiro,mas dentro de um quadro de economia estatizada45.O argumento do autor estava próximo ao diagnós-tico apresentado por Nelson Werneck Sodré, masnão o programa da revolução. Wanderley Guil -herme criticando enfaticamente a “ideologia popu-lista” (isto é, as práticas ideológicas da integraçãoprodutiva em configuração nacional-corporativistado governo Goulart), propõe que a única alternati-va política para a Revolução Brasileira seria o com-bate ao capital monopolista já presente de formaestruturalmente sistemática na reprodutibilidadedo mercado capitalista nacional. Segundo o autor,as premissas políticas do “populismo” apenas refle-tiriam um radicalismo inoperante porque resíduodas práticas do desenvolvimentismo quando essastinham outro sentido macroestrutural, qual seja: ode combaterem a herança colonial. Para WanderleyGuilherme, os “militantes do povo” seriam os úni-cos protagonistas que poderiam obstar as práticasdo capitalismo monopolista, dessa maneira, amarca emblemática da revolução brasileira seria aafirmação das possibilidades de evolução ao socia-lismo e dessa evolução, no quadro isebiano, o autorformulava um modelo ideológico que colocava emxeque o sentido político associado à instituição: ao

42 Guilherme, Wanderley. Reforma contra reforma. Rio de Janeiro, Tempo Brasileiro, 1963, 26.43 Id. Reforma contra reforma. Rio de Janeiro, Tempo Brasileiro, 1963, 34.44 Ibid., 40.45 Ibid., 34.

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RHA, Vol. 9, Núm. 9 (2011), 169-180 João Alberto da Costa Pinto

propor o autonomismo decisório das práticas declasse dos “militantes do povo”, o sentido tecnocrá-tico inicial do ISEB perdia sua razão de ser, nestaúltima proposição teórica, o ISEB afirmava defini-tivamente a dissolução da sua vocação tecnocráticainicial, ressalvando-se, contudo, que a dissoluçãodessa vocação já vinha ocorrendo desde 1961, coma atuação político-administrativa de Álvaro VieiraPinto e, fundamentalmente, com a intervençãointelectual de Nelson Werneck Sodré, quandoambos aproximam o ISEB dos grandes debates queórgãos da sociedade civil de representação classistaanunciavam como fundamentais para si (estudan-tes e sindicalistas, principalmente).

É condição estrutural do pensamento sodrea-no a ação política engajada do intelectual, a traje-tória do historiador carioca é uma das mais expres-sivas na história da intelligentsia brasileira do sécu-lo XX e a marca política estruturante dessa trajetó-ria sempre foi, inquestionavelmente, o nacionalis-mo. Nelson Werneck Sodré apresentou-se na déca-da de 1930 como um intelectual associado aonacionalismo corporativista estadonovista da “de -mocracia autoritária” de Azevedo Amaral, e essaopção era coerente com a sua visão de mundonacionalista, já que como termo antípoda, a pre-sença do imperialismo neocolonialista só poderiaser combatida pela única instituição efetivamente“democrática” (porque nacional) daquele momen-to: o Estado Novo corporativista de Vargas. Otermo central do pensamento sodreano é a questãonacional, nas décadas seguintes associará comoestrutural à questão nacional, a questão da demo-cracia. Nesse sentido, o autor em 1964 não estavaa romper com o seu nacionalismo das décadas de1930 e 1940, ao contrário, mantinha-se coerentecom a sua visão de mundo nacionalista. Como aquifoi descrito, no seu percurso, o autor deparou-secom situações institucionais complexas e contradi-tórias, como intelectual foi militar de carreira, ecomo militar de carreira deparou-se com universosinstitucionais de poder que poucos intelectuaispuderam perceber, como militar conheceu as en -tranhas furiosas do poder discricionário, comomilitar foi coerente com seus supostos intelectuaisem torno da agenda nacional transformadora.Como intelectual e militar de carreira conviveu

com os mais expressivos quadros ideológicos daburguesia e tecnocracia, nunca se esquivou dessasexperiências de aprendizado e confronto político,muito ao contrário, documentou-as e verbalizou-ascomo poucos fizeram através dos seis volumes desuas memórias, um dos grandes documentos para ahistoriografia da intelligentsia nacional. Se o EstadoNovo era-lhe a marca institucional coerente dedemocracia no quadro autoritário da nacionalidadeem afirmação, na década de 1960 a defesa dademocracia nacional popular era-lhe um desdobra-mento histórico da evolução processual das insti-tuições do capitalismo nacional, daí a sua aposta namanutenção a todo custo desse processo de radica-lização institucional da democracia do povo brasi-leiro, a aposta do autor sempre esteve nas práticasdo autoaprendizado político do povo brasileiro,numa inferência argumentativa que não podereiaqui desenvolver, é possível afirmar que diante dalógica de constituição do capitalismo brasileiro, avisão de mundo do autor foi politicamente coeren-te na defesa da organização das condições gerais deprodução promovidas pelo Estado varguista nummomento ecônomico de acumulação e generaliza-ção de práticas de exploração centradas num mode-lo de mais-valia absoluta (décadas de 1930 e 1940)e que diante da irreversibilidade desse processo deacumulação capitalista na crescente ampliação econquista do mercado interno associada tecnologi-camente pela relação empresarial-produtiva com omercado internacional (décadas de 1950 e 1960), oautor manteve-se coerente na defesa da radicaliza-ção da democracia popular porque essa seria amarca institucional fundamental do processo dademocracia de mais-valia relativa na consolidaçãodas forças produtivas nacionais. Se o Estado nacio-nal varguista representava o arranque do capitalis-mo autóctone em bases corporativas, na conjuntu-ra política da década de 1960 importava defender aradicalidade democrática do povo brasileiro imersoainda nas raízes do capitalismo corporativista, nessesentido o autor mantinha-se ideologicamente coe-rente com as formulações do nacionalismo dasdécadas de 1930 e 1940. Não havendo dessemodo, uma ruptura ideológica efetiva entre os doismomentos de formulação de sua obra.

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