Autobiografía de Lucila Gamero de Medina

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Ilb REPUBLICA DE HONDURAS SfCCION BIOGRAF1CA @am6fO 06 ffi60lna L \Tarias personas amigas mías, escritoras y no escritoras, me han- Pedido, en diferentes oca- sior"'1es¡ que escriba mi AUTO- BIOGRAFIA. Hoy, compren- diendo que ya no podré vivir mucho tiempo, he resuelto com- placerlas, abrigando la esperan- za de que ella no resulte despro- vista de algún interés. Bienlpre he creído que de lo más difícil que hay es conocerse uno bien a sí mismo, y más aun, justipreciarse de una manera ecuánime; y que todo aquel que quiera ser veraz al narrar su vi- da, debe antes analizarse deteni- damente, y sin apasionamiento optj.mista ni modestia que no vierte al caso, proceder a hacer- lo, sin omitir ni atenuar ningu- no de sus defectos, ni pasar por alto la, cualidades que crea ha- ber. tenido en la épocau que se rafi era. De antemano estoy convenci- da de la impresión nada favora- ble para mi persona, que proba- dicciones al sostenimiento de la sede central del Instituto. Art. 22.-Los delegados resi- dentes en sus respectivos paises pasarán al Presidente del Con- sejo Directivo, el 1" de enero y el 1" de julio de cada año, esta- dos de cuenta a los fines genera- les de Contabilidad y de fijación del capital liquido del Instituto. Art. 23.-El Presidente del Comité Ejecutivo tiene las facul- tades siguientes: a) Obrar y firmar por el Institu-' to y represeutarlo y obligar- lo, bien sea' personalmente o por medio de los delegados en los respectivos países o de mandatarios especiales; b) Ejercer en juicio la persone- ria del Instituto con las fa- cultades más plenas; e) Otorgar y revocar instrumen- tos de mandato, en todo o en d) Fi r m a r, aceptar, endosar, parte; . . avalar y efectuar cualesquie- ra otras operaciones relati- -- - --- - - blemente dejará, en quienes me lean, este relato insignificante pero completamente humano y estrictamente verídico. Bien se comprende que algunos detalles que refiero me fueron suminis- trados por testigos presencia- les. AUTOBIOGRAFIA Fueron mis padres el doctor don Manuel Gamero y doña Ca- mila Moneada de Gamero, naci- dos en Danli, República de Hon- duras, América Central; en es- te mismo lugar nací yo, entre el repiquetear de las campanas y los acordes de la música Sa- grada, una mañana del 12 de junio de 1873, dia en que cele- braban en Danli la tradicional fiesta de Corpus Cristi. Tanto mis padres como otras personas, tuvieron que abado- nar su pueblo para evitar la per- secución -de ciertos individuos ignorantes, que capitaneados por algunos hombres de notoria ma- la fe, les eran hostiles y tra- vas a cheques, letras o giros, en interés del Instituto; e) Abrir y movilizar las cuentas corrientes bancarias corres- pondientes al Instituto; f) Convenir, transigir, desistir, comprometer en árbitros, re- cibir cantidades de dinero y otorgar garantías a nombre del Instituto. Art. 24.-Para aceptar dona- ciones de inmuebles o de muebles o numerarios, se requerirá la aprobación del Consejo Directi- vo, expresado por la mayoría absoluta de sus miembros. Se requiere, asimismo) dicha apro- bación para cualesquiera otros actos de disposición de los indi- cados en los ordinales b), c) y f) del artículo anterior. CAPITULO SEXTO Disposiciones transitorias y finales Art. 25.-Las reformas al pre- sente Estatuto sólo podrán ser taban de quitarles indebidamen- te las propiedades rurales que, cor: títulos .legítimos, poseían en el murucipio de Danli, el cual pertenecía en aquel entonces al departamento de Olancho. De este obligado destierro de mis progenitores a Juticalpa, ca- becera del departamento de Olancho, provienen los primeros recuerdos que conservo de mi infancia, cuando apenas había cumplido tres años de edad. Recién llegados a aquella po- blación, enfermé de cuidado. Mi tío materno, el doctor Cornelio Moneada, también médico como mi padre, me paseaba en brazos con mi cabecita apoyada en de sus hombros. ' El segundo recuerdo que ten- go de aquella edad fué de cuan- do estábamos en mineral lla- mado El Vijao, cerca de Juti- calpa, en donde mi padre y sus hermanos tenían trabajos demi- nas. Una mañana dispusieron mis tíos que fuera mi mamá a ce- adoptadas por la Asamblea Ge- neral, y siempre que la solicitud de reforma sea hecha, por lo me- nos, por doce (12) miembros ti- tulares. Las reformas entrarán en vigor en el plazo y de acuerdo con el procedimiento que se dis- ponga por la propia Asamblea General. Art, 26.-La duración del pre- sente Instituto será indefinida, pero por alguna extraordina- ria circunstancia. debiera proce- derse a su disolución, ésta se lle- vará a efecto de conformidad con las disposiciones legales que la ley nacional establezca para la disolución de entidades análo- gas. Art. 27.-Los casos no previs- tos en el presente Estatuto se- rán resueltos por el Consejo Dí- rectivo. Art. 28.-EI Consejo Directi- vo dictará el Reglamento Inter- no del Instituto y cualesquiera normas que convengan a espe- ciales gestiones de dicha entidad

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Escrito autobiográfico de la escritora hondureña

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  • Ilb REPUBLICA DE HONDURAS

    SfCCION BIOGRAF1CA

    J~Jtonioorata 06~u6i1a @am6fO 06 ffi60lna

    L

    r~XORDIO\Tarias personas amigas mas,

    escritoras y no escritoras, mehan- Pedido, en diferentes oca-sior"'1es que escriba mi AUTO-BIOGRAFIA. Hoy, compren-diendo que ya no podr vivirmucho tiempo, he resuelto com-placerlas, abrigando la esperan-za de que ella no resulte despro-vista de algn inters.

    Bienlpre he credo que de loms difcil que hay es conocerseuno bien a s mismo, y ms aun,justipreciarse de una maneraecunime; y que todo aquel quequiera ser veraz al narrar su vi-da, debe antes analizarse deteni-damente, y sin apasionamientooptj.mista ni modestia que novierte al caso, proceder a hacer-lo, sin omitir ni atenuar ningu-no de sus defectos, ni pasar poralto la, cualidades que crea ha-ber. tenido en la pocau que serafiera.

    De antemano estoy convenci-da de la impresin nada favora-ble para mi persona, que proba-

    dicciones al sostenimiento de lasede central del Instituto.

    Art. 22.-Los delegados resi-dentes en sus respectivos paisespasarn al Presidente del Con-sejo Directivo, el 1" de enero yel 1" de julio de cada ao, esta-dos de cuenta a los fines genera-les de Contabilidad y de fijacindel capital liquido del Instituto.

    Art. 23.-El Presidente delComit Ejecutivo tiene las facul-tades siguientes:a) Obrar y firmar por el Institu-'

    to y represeutarlo y obligar-lo, bien sea' personalmente opor medio de los delegadosen los respectivos pases ode mandatarios especiales;

    b) Ejercer en juicio la persone-ria del Instituto con las fa-cultades ms plenas;

    e) Otorgar y revocar instrumen-tos de mandato, en todo o en

    d ) Fi r m a r, aceptar, endosar,parte; . .avalar y efectuar cualesquie-ra otras operaciones relati-

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    blemente dejar, en quienes melean, este relato insignificantepero completamente humano yestrictamente verdico. Bien secomprende que algunos detallesque refiero me fueron suminis-trados por testigos presencia-les.

    AUTOBIOGRAFIA

    Fueron mis padres el doctordon Manuel Gamero y doa Ca-mila Moneada de Gamero, naci-dos en Danli, Repblica de Hon-duras, Amrica Central; en es-te mismo lugar nac yo, entreel repiquetear de las campanasy los acordes de la msica Sa-grada, una maana del 12 dejunio de 1873, dia en que cele-braban en Danli la tradicionalfiesta de Corpus Cristi.

    Tanto mis padres como otraspersonas, tuvieron que abado-nar su pueblo para evitar la per-secucin -de ciertos individuosignorantes, que capitaneados poralgunos hombres de notoria ma-la fe, les eran hostiles y tra-

    vas a cheques, letras o giros,en inters del Instituto;

    e) Abrir y movilizar las cuentascorrientes bancarias corres-pondientes al Instituto;

    f) Convenir, transigir, desistir,comprometer en rbitros, re-cibir cantidades de dinero yotorgar garantas a nombredel Instituto.

    Art. 24.-Para aceptar dona-ciones de inmuebles o de muebleso numerarios, se requerir laaprobacin del Consejo Directi-vo, expresado por la mayoraabsoluta de sus miembros. Serequiere, asimismo) dicha apro-bacin para cualesquiera otrosactos de disposicin de los indi-cados en los ordinales b), c) yf) del artculo anterior.

    CAPITULO SEXTO

    Disposiciones transitoriasy finales

    Art. 25.-Las reformas al pre-sente Estatuto slo podrn ser

    taban de quitarles indebidamen-te las propiedades rurales que,cor: ttulos .legtimos, posean enel murucipio de Danli, el cualperteneca en aquel entonces aldepartamento de Olancho.

    De este obligado destierro demis progenitores a J uticalpa, ca-becera del departamento deOlancho, provienen los primerosrecuerdos que conservo de miinfancia, cuando apenas habacumplido tres aos de edad.

    Recin llegados a aquella po-blacin, enferm de cuidado. Mito materno, el doctor CornelioMoneada, tambin mdico comomi padre, me paseaba en brazoscon mi cabecita apoyada en un~de sus hombros. '

    El segundo recuerdo que ten-go de aquella edad fu de cuan-do estbamos en ~l mineral lla-mado El Vijao, cerca de Juti-calpa, en donde mi padre y sushermanos tenan trabajos demi-nas.

    Una maana dispusieron mistos que fuera mi mam a ce-

    adoptadas por la Asamblea Ge-neral, y siempre que la solicitudde reforma sea hecha, por lo me-nos, por doce (12) miembros ti-tulares. Las reformas entrarnen vigor en el plazo y de acuerdocon el procedimiento que se dis-ponga por la propia AsambleaGeneral.

    Art, 26.-La duracin del pre-sente Instituto ser indefinida,pero s por alguna extraordina-ria circunstancia. debiera proce-derse a su disolucin, sta se lle-var a efecto de conformidadcon las disposiciones legales quela ley nacional establezca parala disolucin de entidades anlo-gas.

    Art. 27.-Los casos no previs-tos en el presente Estatuto se-rn resueltos por el Consejo D-rectivo.

    Art. 28.-EI Consejo Directi-vo dictar el Reglamento Inter-no del Instituto y cualesquieranormas que convengan a espe-ciales gestiones de dicha entidad

  • IDoa LudIo Gomero de Medino tiene la siguiente bibli.ogrofa:"Amelia Monfie''', "Adriano y MorgarHa", "Pginas del Coraz6n",

    "Blanca Olmedo", "Betina", "Amor Extlr:o", "La Secretaria", "EI"Dolor de Amar", "Ptalos Sueltos", "Prosas Diversas", "Drama enel Campo", "El A1alefkio", que son ncvetcs y cuentos, comedio! yartculos, siendo autora adems de conferencias. crnicas, discursosy alocuciones que han aparecido en revistas y pefidicos hondureos.

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  • ="" la presa que haca fun-&':IJ~r los molinos de brozas, y=0 de ellos me llev chincada:-'8ra que me distrajera y tener-na.e segura. De pronto, mi to

    ~altial grit a un hombre quee=;.t2ba metido en la presa:

    -:\da ligero, Fulgencio, quet"",alcanza esa culebra que vienetietrs de t.

    Aun veo, entre la neblina demis recuerdos, el gran rbol queen e! patio de la rstica casa delm.ineral brindaba generosa som-bre. a los animales fatigados pore! bochorno o por el inclementetrabajo diario; la amplia piezade Juticalpa en donde me pa-seaba mi to Cornelio; la alta,esbe!ta y joven figura de ste,vestido con un traje de panillaa cuadros, y a Fulgencio nadan-do de_prisa) perseguido por unvenenoso tamags negro, de losllamados "tamags de aguan,que tantas muertes han causa-do.

    Frustrados en su arbitrarioin tanto los neo comunistas deDanli, ya le fu posible a mi fa-milia regresar a su pueblo, endonde tenan establecido su ho-gar.

    Yo viva con mi abuela ma-terna, doa Camila Lazo de Mon-cada" Siempre fui su nieta pre-r[ilecta,; me adoraba, no obstan-te el hacerla sufrir mucho conmi carcter audaz, indmito co-lrico, y ser yo una personita aquien no amedrentaba ningncastigo.

    En casa de mi abuela hacanpan casi todas las noches, Acos-tumbraban darme un pedacitopara que me entretuviera ama-sndolo mientras era hora deacostarme. UnR noche. notandoque ya el pedacito m"o estaba

    c. de sus rganos subalternos deejecucin.

    Ai-t. 29,-Las entidades jur-dicas de carcter pblico, lasuniversidades, los colegios, lasacademias, las iglesias y las aso-ciaciones o institutos cientficospodrn ser invitados para desig-nar observaciones ante la Asam-lJleo reuniones pblicas extra-.-rdnarias del Instituto.

    Ait. ~$O.-Lo~: miembros del;.fLIli'?:' Consejo Directivo y delprimer Comit: Ejecutivo sern-},s;dos por la A..samblea Gene-

    REVISTA DE LA UNIVERSIDAD

    sucio, ped otro, y como me lonegaran, orden con imperio queme dieran ms. Entonces, Mer-cedes Lpez, amiga de la casa yque era una de las que ayuda-ban a amasar, me reprendi:

    -No seas necia, Ji las niasmalcriadas, como t) se las lle-va el Diablo,

    Esto me llam la atencin:-El Diarbo? , .. (1) Y c-

    mo es el Diarbo, Meches?-Un animal muy feo, con una

    cabezota horrible y anda consiete diablitos a la cola,

    -Amarados a la cola?-No; van sueltos detrs de

    l y son tambin feos,-y dnde vive el Diarbo,

    Meches?-En los rincones ms obscu-

    ros y sucios.Atentamente la escuch y

    pronto desaparec..A la hora de acostarse los de

    la casa, me buscaron, pero sinencontrarme, Preguntaron porm a mis padres y a otras per-sonas de la familia a cuyas ca-sas sola ir, pero tampoco esta-ba all. Entonces mi abuelita, yaalarmada, dispuso que registra-ran toda la casa, En un cuartointerior, lleno de herramientasviejas, 'aperos de labranza yotros cachivaches, me hallaron,como a las diez de la. noche, pro-fundamente dormida, Les costdespertarme, Ai darme cuentadellngar donde estaba, grit confuria:

    (1) Debo adver-tir' que yo tenia di-ficultad para pronunciar bien ciertaspalabras; por eso deca "Diarbo", porDiablo: "pato", por plato; "Tina", porTvna ; "tguc", por tigre, etc. Logr

    ~TIi padre, con mucha paciencia, quea los nueve aos de edad las pro-nuncaae como es debido.

    ral de la Sesin Panamericanapreparatoria. del III CongresoInternacional de Defensa Social,despus de la aprobacin de lospresentes Estatutos.

    El Presidente electo llevar elconocimiento ele la eleccin res-pectiva a los miembros ausentes,a los fines de su aceptacin,

    En el caso de no aceptacin dealguna de las personas as elegi-das, los restantes miembros delConsejo Directivo escogern elrespectivo suplente.

    En caso de falta absoluta de

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    -Meches es una mentirosa!Me enga! No hay Dlarbo!No hay Diarbo! Lo estuve lla-mando para conocerlo y no vi-no, No hay Diarbo!

    -Madrina -dijo Meches ami abuelita- no le parece ex-trao que una nia de cincoaos, como Lucila, haga y digaesas cosas que son para dar mie-do?

    -Es lo que continuamente meaflige- suspir la i'}terpelada,

    y tomndome de un bracito,me llev a acostar, persignndo-me, mientras yo daba patadasen la cama, repitiendo, tal vezcon decepcin:

    -No hay Diarbc ! No hayDiarbo!

    Todas las maanas, para pei-narme, mi abuela me sentaba enun taburete; me persignaba yme haca repetir las oracionesque ella saba, Los domingos menevaba a or misa. Eran cosasstas que por intuicin innatano me gustaban. Un da me su-blev y resueltamente le pre-VIne:

    -Mamama, algn da he 'deser grande y me he (le mandaryo sola para no rezar ni ir a laiglesia a' or misa, porque esono nle gusta. No lTIC gusta! Nome gusta!

    - Hijita, que el Seor te pro-teja! Perdnala, Dios mo-e-imploraba la anciana" temerosapor la hereja de su nieta, cuyoorigen no era capaz de precisar,pues desconoca las leyes. del an-cestro.

    Nunca caminaba despacio, s-lo corriendo: esta costumbre in-correcta me hizo sufrir, cuandopequea, un gran pesar. Mi toCornelio, a quien' mis hormanos

    algn ~mielnb:ro del Consejo Di-rectivo o del Comit Ejecutivo,stos procedern a In. eleccindel respectivo suplente, quien en-trar inmediatamente 811 funciny cuya eleccin ser ratificadapor la siguiente Asamblea Gene-raL

    Art, 31,-:BJn la fase inicial delInstituto, para el caso de 'que- no.se logre la representacin del m-nimo antes previsto de doce (12)pases, ser suficiente la. repre-sentacin en el Consejo Directi-vo de seis (6) miembros elegidosy que hubieren aceptado.

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    y yO' lambamos "pap Nelic",iba todos los aos a Cuba o aBelcse, y al. regresar siempretraa.. joguetes para sus hijos ypara m, a quien tambin queray co nsiteraba como hija suya,quiz. por vivir yo con su madre,al lado de l y de sus tres hijos,todos varones. En uno de susviajes me trajo una hermosamueca, que me puso loca decontento, a tal grado que corrcon ella a ensersela a unaveciraa, prima de mi mam; masal en trar en casa de ella, trope-c en las gradas de la puerta,ca a.l suelo y fu mi muequitala principal victima. Llorando agrito s llegu a noticiar el desas-tre a. mi abuelita:- Mamama, quebr mi n1U-

    equita! ...-,Cmo? ..-Se la iba a ensear a Ti-

    yaya y me ca en las gradas.Ay, ay, ay! ...

    -Clate, hijita; procurarcomponrtela.

    -Tiene un cachetillo quebra-do y una mano tambin.

    En eso lleg mi to:-Ya ves lo que te pasa, Lu-

    cila, porgue no quieres hacernoscaso. Si no hubieras ido corrien-do, no la habras quebrado.-j Ay, pap Neho 1 -so-

    lloc angustiada.El tnvo piedad de mi dolor:-Ya no llores, hijita. Si te

    portas bien, el ao entrante tetraer ot.ra mejor. Por lo pron-to, mi mam va a hacer lo posi-ble porque no se le note tantoel defecto a la pobre lisiada.

    Por mucho tiempo estuvo lamueca puesta en el escaparateen que mi abuela tena colocadala escultura de su linda Virgende Mercedes. Todos los das con-templaba yo a mi vctima, aca-ricindola con mucho cario,pero sin atreverme a jugar conella.

    Es una de las extraas fasesde mi carcter complejo: en con-traste con mis aficiones depor-tivas! gstanme mucho los ni-os y las muecas; y de estasltimas, las que parecen bebs.Tengo algunas en mi escritorio,pues me gusta estarlas viendo.A veces les platico como si fue-ran seres comprensivos.

    Con el objeto de que me sir-vieran de entretenimiento, ha-ba en la casa cuyos (conejillos

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    de las Indias), encerrados en uncorralito de reglas de maderapara que no salieran al patio ylos mataran los gatos, cosa quefu imposible impedir. Cada ani-malito que mora me causabagran duelo. Con Nicolasa No-vea, mi niera, los vonamos en

    . una mesita y despues de cubrir-los con flores, ella les cantaba:

    "Si porque me ves tendidate causo tan gran dolor,djame que estoy gozandoen las manos del Seor".

    Estos cnticos me hacian llo-rar ms. Por eso, sin duda, dis-puso mi abuelita aprovechar queyo estuviera temporando conmis padres en Las Sabanas, ha-cienda de stos, para regalar loscuyos.

    La msica, especialmente laclsica, ha sido una de mis afi-ciones que me ha proporciona-do gran placer. Siempre que ha-ba ocasin, me sentaba a escu-char con unciosa cama los tro-zos de las ' peras de Verdi yotros de los grandes maestrosque mis padres tocaban en elpiano, lo mismo que otra clasede msica selecta. Esto hacaque mi espritu vibrase .de emo-cin al influjo de una de las ar-tes ms sublimes. Tdavia meseducen las melodas brillantesy cadenciosas de los valses deStrauss y Waldteufel.

    Asimismo me gustaba culti-var flores en el pequeo jardn .del hogar paterno. Las rosashan sido y siguen siendo mispredilectas; entre ellas las detamao grande y abundantesptalos. De las otras clases deflores, prefiero las violetas, lasmargaritas, los pensamientos,los claveles, y unas silvestresque slo he visto en las monta-as y en lugares frescos, cercade los arroyos. Las hay rosa-das, blancas y moradas, casiazules. Parecen pensamientos.Yo les he dado el nombre de"pensativas". Son vulgarmenteconocidas con el nombre de "pa-titos".

    Fu mi maestra de primerasletras doa Rafaela Casco deRaudales, seora muy seria yrecta que desinteresadamenteenseaba a unos pocos nios,

    . por cario a los padres de s-tos. Todas las maanas, al irmi hermana Elisa y yo a la es-cuela, pasbamos por la casa denuestro pariente el presbtero

    Bernardo Coello, hombre deideas amplias y muy caritativo.Despus que corresponda nues-tro saludo, nos daba hostias.Probablemente este obsequio eralo que nos impulsaba a ser tanatentas con l.

    Posteriormente me pusieronen la pequea escuela pblica,costeada por la Municpalidad ya cargo de la maestra emprica,seorita Mara Flix Salgado,quIen slo enseaba lo ms ele-mental, conforme con sus limi-tados conocimientos. Sus alum-nos la llambamos "maestraFlix". Era muy buena y laqueramos mucho porque nuncanos infliga castigos corporales.En cambio, la decuriona, Filo-mena Sevilla, era muy rgida eintolerante, y con frecuencia da-ba "palmetazos" a las nias. Nos porqu, pero a m no se atre-vi a castigarme de modo t.angrosero.

    Una persona de ndole tansuave y genio tan apacible co-mo el de la maestra Flix, de-bi haberse molestado bastantepor las faltas que cometiamosalgunas de sus alumnas a quie-nes no le era posible corregir conreflexiones y consejos.

    Yo era un diablito, y la quems guerra le daba, molestandoa mis'. compaeras de estudios:a una, que era de color bastan-te obscuro, con frecuencia le de-ca:

    - Negrita, Negrita, que slote faltan los siete pelos paraparecerte al Diarbo l

    Pero a pesar de tantas incon-'veniencias y, a veces! groserias,que usaba para con ellas, mequeran, quiz porque con todogusto les ayudabaa aprendersus lecciones y les haca, en par-te o en todo, los dibujos y lasplanas que presentaban en losexmenes de fin de ao.

    Al terminarse el curso de Ins-l. truccin Primaria, me cupo elhonor, que tanto me satisfizo,de haber obtenido los dos pre-mios que freci la Municipali-dad de Danl para lo. alumnams distinguida y estudiosa dela escuela. En pleno saln Mu-nicipal me pusieron en la cabezauna artstica corona de bellasflores artificiales, como las delas novias, yen el" pecho un lin-do ramo de la misma clase deflores.

    Ya en la casa, me dijo mi pa-p:

  • -re felicito, hijita, porquelograste el primero y el segun-do premio; pero, para drtelo,seguramente no tomaron' encuenta la conducta que observa-bas en la ecuela y que tantasveces te reprochamos tu mamy yo.

    Mi padre tena razn: era youria muchacha insoportable. Mehaba dado por poner a pruebamis fuerzas fsicas y desafiabaa todas mis condiscpulas. paraque pelearan conmigo en formade pugilato. Quisieran o no qu-si-eran, tenan que aceptar, ysiempre salan derrotadas. Unade ellas, la de ms edad, porcierto, pero muy pusilnime, fula nica que rehus pelear, porms que la provoqu. Entoncessal de la escuela primero queella, con el objeto de' esperarlaen una esquina de la calle, demanera que no me viese hastaque ya no pudiera escapar. Co-mo tigre que cae sobre su pre-sa, salt sobre ella; la agarr delos brazos, y sacudindola y gol-pendola con fuerza, le dije an-tes de soltarla:

    -Cobarde' ... Porque tedej por ltimo creste que telU ibas 'a escapar? . , .

    Como pudo, y llorando, se f'ua su casa a "poner la queja".:'{aturalmente, avisaron a miabuelita el atropello cometidopor m; y .sta, que ya estabam uy enferma y le haca daoenojarse, prometi que su hijom e castigara, no sin exclamardespus:

    -Seor. qu falta habr co-metido yo para que me diesesuna nieta as ? . . . Ya la voy aentregar o.. sus padres) aunquecon dolor; pero sin estar Nelio,cometer ms faltas, ya. lo veo.

    Qued discurriendo la manera-ie escaparme del castigo. No scmo se me ocurri llenar unacanasta grande con todos loszapatos que haba en la casa :s:4 vez hecho esto) la met de-oajo de una de las camas delCUCU'ti} en eue dormamos mi~bn5l-ta y yo. Despus, sabien-do qU a mi tio le gustaban mu-cno las limas. pel y desollej.me,s cuantas de estas frutas y,divididas en gajos. las puse enun elato. sobre una mesita colo-cada en 1..1112. escuina d! dorm-torio} en la misma lnea en aueestaba la. cama con la consabi-da canasta. Acto continuo, sin-

    RFNISTA DE LA UNIVlJlRSIDAD

    tiendo que ya mi to se acerca-ba, corn a esconderme detrs dela muralla de zapatos:

    Pap Nelio recorri con lavista toda la pieza; tom untaburetito; hinc una pierna enl para ver debajo de las camas,y no descubrindome, sentse acomer tranquilamente las limas,como lo haca con las que su'mam le arreglaba. Confiesoque mientras l trataba de en-contrarme, yo me senta tannerviosa como el ratn a quienpersigue el gato. Todava measombra que no me haya descu-cubierto. Al fin, cansada de unaposicin tan incmoda, tir lacanasta fuera de la cama; loszapatos rodaron por el suelo, yyo sal corriendo y gritando:

    -Vaya, no me hallaste' Nome hallaste!

    Y, disparada, fui a dar a ca-sa de mis padres.

    Seguramente a mi tio le divir-ti la ocurrencia, porque no dis-puso que me buscaran, y cuan-do regres a su casa, no me cas-tig dndome fajazos, como lohizo una vez que saji a la calle,montada como hombre, en unode los velocpedos de mis pri-mos, corriendo rpidamente ysin atender a los llamados de l.Eso si: me reprendi seriamen-te, y durante dos dias no me per-miti salir en la tarde a jugarcon mis vecinitos.

    Pero para mi no haba casti-go eficaz: si me encerraban enuna .pieza} amenazaba con ti-rarme 'por los postigos de lapuerta. y era contraproducenteque me aplicaran castigos cor-porales.

    Siempre me gustaba llegar ala escuela primero que mis con-discpulas, o al mismo tiempoque ellas; pero una maana melevant media hora despus decomenzada la primera clase, yme negu a ir a la escuela esamaana, desobedeciendo el ter-minante mandato de mi madre.Entonces sta, justamente eno-jada por mi negativa, me casti-g} como era usual en aqueltiempo. dndome latigazos una,dos y tres veces. A la ltimavez, sin llorar, le afirm con re-solucin, a pesar del dolor quesenta:

    -Puedes matarme; pero hoyen la maana no ir a la escue-la.

    Acudi mi padre a calmar ami madre, a la cual mortficaba

    mucho mi carcter indmito, ysupongo que l le advirti que a.m haba que tratarme en formapersuasiva, puesto que ella .Ja-ms volvi a emplear conmigocastigos corporales. Confesabaque todos sus otros siete hijosjnntos no le haban proporcio-nado los disgustos y las preocu-paciones que yo. Dios quiso quems tarde me fuera dado, concuidados y cario, compensarle,en algo siquiera, las molestiasy aflicciones que la hice sufrir.

    Estando muy pequea, me en-venen comiendo unas flores deuna planta llamada clavellina;le cost mucho a mi padre sal-varme. Como las avestruces, tra-gaba cuanto poda coger: aritosde vidrio, monedas, y hasta unapellita de plata que una sirvien-ta tena escondida en la partealta de la cocina. Todo esto lohaca burlando la vigilancia dela niera que tuve hasta la edad

    "'de nueve aos.El jesuita Luis Antonio Ga-

    mero, primo hermano de mispadres, quien fu Director delColegio de San Bartolom (Co-legio de Jesuitas), en Bogot,lleg a Danl de paso, con elnico propsito de. visitar a sufamilia. A mi mam le obsequiunas- estampas de santos, muybonitas. Refera ella que las pu-so en un lugar en donde creyimposible que yo las encontra-se. Su sorpresa fu grande cuan-do, pasadas unas pocas horas,me le present con ellas, dicin-dole:

    -Mam me das esto ?Era tal rnl travesura, que ya

    no encontraban en casa. de miabuelita y de mis padres en dn-de guardar los objetos que nodeseaban que yo tomase.

    Una cosa que me gustaba bas-tante era subirme a los rboles,por altos que fuesen, a bajarfrutas, o simplemente por imitara los monos, a los cuales no slome gustaba ver sino que tam-bin or sus guturales gritos,mientras los contemplaba co-rreteando entre e 1 ramaje delos centenarios y elevados rbo-les de los bosques inmediatos alro, en el que me baaba cuandoiba a la hacienda San Pedro,propiedad que fu de mis abue-los maternos don Pedro Monea-da y doa Camila Lazo de Mon-cada.

    Al cumplir siete aos, dispusomi abuelita que fuera a conf'e-

  • 64

    sacme, a lo que me opuse tenaz-m".nte. Al fin, mediante el ofre-cin::liento de ddivas de dinero yoteas cosas, Y de tenerme parael" desayuno, cuando regresarade la iglesia, un nacatamal, queera uno de mis alimentos pre-feridos; acced a sus ruegos, yentonces empez a prepararmecon paciencia para el caso, cosaque ella creia importante y quea m no me interesaba en abso-luto.

    :El cura era amigo de la casa,y cuando "yo llegu al confesio-nario, tmida y vacilante enapariencia, l dispuso ayudar-me hacindome preguntas:-Es usted desobediente y

    malcriada con sus padres?-No, seor.-Pelea con sus hermanos?-No, seor.-Reza con devocin?-S, seor.-Toma lo que no es SUyo'

    sin permiso de su abuelita o desus dueos?

    -No, seor.-Entonces, cules son los

    pecados que tiene usted queacusar?

    -Pecados? ... -pregunt,hacindome la cndida.

    -i'?i: qu cosas malas haceusted?

    -No s: con los muchachosjuego trompos, mables, rayuela,O:iDS de venado, y cotas con Tri-nita Camero.

    Al orme, l sac un brazo delconfcccionario : me di variosgoJ.pecitos en el hombro y ex-clam:-i Ah, inocencia, inocencia! .,.

    Rece un Padre Nuestro y unAve l....fara y venga maann aor misa".

    lile levant y me fui casi ('.0-rriendo a la casa a tomar caf ya comerme el nacatamal. que ha-ba ganado, y que la sirvientaPila me tena listo. '

    .Cuando mi abuelita regresde la iglesia le cont que ya ha-ba hecho la "penitencia" y queel cura me dijo que fuera al si-guiente da a or misa y comul-gar,

    - Cmo ? ... -exclanl ella,sorprendida. No se comulga sinohasta q ue se hace la segundaconfesin.

    -Pero l me dijo que fuera.e ir.

    Lo cierto es que yo deseabasaber si el gusto de las hostias

    REPUBLICA DE "HONDURAS

    que daba el cura era igual al delas que nos obsequiaba el padreCoello a mis hermanas y a mi.

    Dicho y hecho: no esper quedieran el segundo toque de misapara llegar a la iglesia el da"indicado. Al tiempo de la Comu-nin, fui a hincarme al lado delas que comulgaban todos losdas. Cuando lleg mi turno,abr la boca. El cura me mirextraado y me pregunt sua-vemente:

    - Va usted a comulgar?-Si seor. Mam me mand

    a que comulgara, -menti conaudacia inconcebible.

    No le qued otro camino, qui-z para no avergonzarme, o porlas consideraciones que guarda-ba a mi abuelita, que ponermela hostia sobre la lengua. Portuerce, se me peg en el cielo dela boca y tuve que levantarmey salir al atrio de la iglesia adespegrmela con el dedo. ~unca me he explicado por que mefui a la casa con tanta cleraa esperar que llegara mi abue-lita, para decirle:

    -La hostia no sabe a nada:es igual a las que me da mi toBernardo" No me vuelvo a con-fesar ni a comulgar.

    y hasta la fecha lo he' cum-plido y seguir cumplindolohasta el fin de mis das. Librepensadora nac y libre pensado-ra. morir.

    Ahora me doy cuenta de lasungustias que debe haber pasa-do mi abuelita pOI' este inslitoD10do de pensar mo, que obede-ca a un espritu raciocinador,tan distinto al suyo.

    Haba en el patio de mi Casapaterna un rbol de nances endonde, bajo su follaje, jugba-lUOE: mis hermanos, mis primosy yo en las noches alumbradaspor la luna y cuando el tiempo"era bueno. Como ramos nso-portables, nos amenazaban los.srvientes viejos con que depronto" nos iba a coger la "Vie-ja" o la. "Chula" roba mucha-chos para entregarnos al Diabloy que nos metiera en el infierno.

    Una noche, mientras mis pa-dres estaban en la sala con vi-sitas, la. muchachada nos dba-mos gusto jugando pugilato congran algaraba. Inesperadamen-te, por el portn de la casa queda al Oriente de la calle. entruna vieja- horrible con su mas-cara de Carnaval y una indu-

    mentara semejante a la de lasbrujas del Aquelarre. Con vozlgubre y cascada, gru:

    -Muchachitos malcriados,vengo a llevrmelos.

    Mis compaeros quedaron ate-rrados, temblando; slo yo mepar en firme y le respond:

    -No te tengo miedo.Mis acompaantes lloraban

    cerca de mi, suplicndome:- No, Lucilita, no te dejes

    llevar! ...Yo segua engallada, Enton-

    ces la vieja me cogi de un bra-zo y, luchando conmigo, logrintroducirme en un solar, al otrolado de la calle, que era de mispadres y en donde slo habaalgunos rboles frutales.

    Yo, no muy duea de m mis-ma, lo confieso, segua dicin-dale:

    -No te tengo miedo! No tetengo miedo'

    y continu haciendo esfuer-zos para quitarle la mscara,hasta que lo consegu. Al verla,exclam triunfante:

    -Ya te conozco: eres Asun-cin Ferrera.

    Ella, furiosa, grit soltndo-me del todo:

    -Muchachita de mierda, an-date y cuidado con decir quinsoy!

    Corriendo llegu al patio domi casa. All encontr a mis p;:t.,dres y a sus visitas, que alar-filados por los gritos de angus-tia de mis compaeros de juego,acudieron a ver qu novedad ha-ba.

    -- Qu pasa? -me preguntmi pap al verme.

    Pero yo, unfaute, COIno sihubiese librado con xito unagran batalla, en lugar de contes-tarle, grit:

    -No hay tal bruja, mucha-chos! Es la vieja Asuncin Fe-rrera. A lu nadie me engaa!

    Para mis familiares pequeosy amiguitos de la misma edad,era yo una herona, y por eso,tal vez, y por el aliciente quetienen los juegos prohibidos yaventurados, me secundabangustosos, an corriendo el ries-go de sufrir reprimendas o cas-tigos por ello.

    Mi madre sola permanecer al-gunas temporadas tuera de D.~:ili en su haeendita L2.S Sabauas :entonces dejaba en la casa; el>

  • REVISTA DE LA UNIYERsttlAD

    c:srgada del cuido de sta yd e SUS hijos, a una persona des"tlconfianza. La vez a que hagoalusin, le tocaba hacer las ve-ces de la patrona ausente, a lavirtuosa solterona, seorita Ba-s:ilia Hernndez, a quien yo con-firm con el sobrenombre derr :Priora", por tener ella ese car-g:() en la Hermandad religiosa dela poblacin.

    Una noche, estando la Priora,rrris dos hermanas Elisa y Cami-la, y yo, en una de las piezasprincipales de la casa, llegaronlas dos sirvientas que dormane'n un cuarto interior, a decir-n os muy alarmadas que desdela noche pasada se oian quejidose:n un extremo del sajar, y quee.n aquel momento era ms fuer-te y acompaados de malas pa-labras.

    Inmediatamente 111B levant,exclamando:

    -Vaya ver lo que pasa.-No, niita, no vaya, me su-

    plic la Priora.Pero yo corr a traer el re-

    vlver que mantena en mi me-sa de noche, y orden a los sir-vientes que me siguieran.-j Pronto! Quiero saber quin

    es el que se atreve a faltar enesta cesa.

    -No, Lucila, no vayas! -mesuplic mi hermana Elisa, tra-tando de detenerme.

    -Mi casa tiene que ser res-petada. Por dicha, yo no le ten-go miedo a nadie, declar.

    Temblando, me siguieron' lassirvientas y mi hermana Elisa.

    - De dnde venian las vocesque oyeron? -pregunt a lassirvientas.

    -De all, del pesebre '-con-testaron temerosamente.

    La luna apenas alumbraba,pero pude distinguir un bulto enel sitio indicado.

    Levant el brazo con el armaen la mano, y o unos gritos queimploraban!

    -No me mate, nia Lucla 'Pero el tiro habia salido va.

    Corr a ver 10 que haba pasado,y me encontr con Lorenzo, elcriado de la casa, lleno de es-panto, acostado boca abajo en21 pesebre.

    .Eso lo salv, pues la bala pe ..g0 11 la pared en la direccinen que' l estaba.ncvlstc de la t".-.--~

    -Per,'dneme! -me suplic.No volver a asustar a las mu-chachas: lo haca jugando.

    -Ylas malas palabras, eranjuego tambin? Que no vuelvaa suceder, porque ya sabes loque te espera -le manifest.

    Todos los aos en el mes dejunio y parte del de julio, lospasaban mis parientes con susfamilias en sus respectivas ha-ciendas. Mis padres y sus otroshijos iban a Las Sabanas; miabuelita, pap Nelio, su esposa,sus hijos y yo, a San Pedro. Miabuelita, aun disponiendo demodesto peculio, era muy cari-tativa y generosa: cada vez queiba a la hacienda mandaba des-tazar una res y reparta la car-ne entre sus vecinos, dejandopara la casa slo lo indispensa-ble. Los domingos en la noche,les permitia a la servidumbre yalgunos allegados a sta, quebailaran en el limpio y ampliopatio de la casa. La msica,compuesta de guitarras y acor-deones, era ejecutada con singu-lar maestra. Con estos instru-mentos endulzaban los campesi-nos sus horas de descanso des-pus de las faenas del rudo tra-bajo diario. Digo "endulzaban",porque ahora, como nunca; lachicha, y sobre todo el aguar-diente; que tiene entrada francahasta en el casero ms remoto,despoblado y miserable, es el le-nitivo que usan; lenitivo que ca-da da los embrutece y degene-ra ms. Las oportunas e- inspi-radas canciones tpicas y lajocunda y a veces doliente m-sica, casi la han echado al olvi-do, salvo en ocasiones en que esindispensable para sus fiestas yparrandas.

    De la ltima vez que mi abue-lita, ya bastante enferma, nosllev a la hacienda, conservo es-te recuerdo: una noche, mi to,quiz ignorando que la sirvientams vieja de la casa, para en-tretenernos, nos contaba histo-rias de brujas, duendes y cade-jos, que nos producan miedo -nos manifest:, -En el ltimo cuartito, den-tro de una palangana llena deagua, est W1a moneda de aveinticinco centa.vos; el que lasaqu, ser dueo de ella; peropara conseguirlo, tiene que pa-sar antes por las tres piezas anoteriores, que estn a obscuras.

    Mis primos y yo nos mramosindecisos. Luego, mediante unesfuerzo de voluntad, me par yfu a traer la moneda, no sinsentir, al regresar, calofro enlas espaldas. Puso mi to otra,y slo yo me atreva a ir por-ella, a pesar del temor que mecausaba este acto, para m pe-ligroso y atrevido. Pap Nelio,muy molesto, pues l era un va-liente, rega a sus hijos, ha-cindoles ver que era vergonzo-so que una mujer tuviese msvalor que ellos.

    Pasadas mis pruebas de pugi- "lato en la escuela, me entregmi abuelita a mis padres, con-vencida de que ya no le era po-sible tenerme a su lado. Prontoella nos dej; pero despus desu muerte, siempre continu mito llevndome con su esposa ehijos a: San Pedro, lugar que meha gustado mucho por sus bos-ques y su ro. En la haciendahabiaseis perros, muy mansos,con los cuales jugbamos misprimos y yo, y les dbamos decomer cuando regresaban delcampo. Dispuse que stos y tresmuchachos ms, hijos de los sir-vientes, los llevaran un domingoen la maana, sujetos con uncordel, a la cumbre de una 10-mita cercana a la casa. Ordenque cada uno de ellos pusierasu perro cerca del otro, y en lamisma linea: asi lo hicieron, yyo, pidindole que guardaran si-lencio y taparan los ojos a losanimales, fu poniendo a stosun cohetillo bajo la cola. Actocontinuo, y con gran rapidez, difuego a los cohetillos. Al deto-nar los petardos, lanzaron aulli-dos lastimeros las pobres vcti-mas de mi crueldad; corrierondisparados al campo y estuvie-ron cinco das ausentes de lacasa. De seguro que escondidosen los bosques, pues los campis- .tas no los podan encontrar. Su-frimos un fuerte castigo, miscmplices y yo; pero no me eraposible dominar mis impulsosde inventiva malsana, ni pres-cindir de mi carcter dominante,

    Me gustaba ir en la maanaal corral a ordear vacas y alazar terneros; lo mismo queandar en el campo con el vejomayordomo de conanza y loscampistas, arreando el ganadoque paca suelto en el campo,para encerrarlos en los potrerosde la hacienda,

  • Cuando iba con mis primos yhermanos a cabalgar al llanollemado de Los Copalches, meagradaba pararme sobre mi ga-l-pago (silla de montar de lasseoras), coger las riendas delfreno con los dientes, extendereCl forma horizontal los brazos,cerrar los ojos, caminar de prisay gritar con arrogancia:

    -,Mrenme, muchachos I ...Siempre que encontraba oca-

    , sin pona de manfiesto mis fa-cultades de acrbata, sin que memportasen las consecuencias.

    Uno de mis mayores placeresera montar en las bestias msbriosas e indmitas. Una tarde,estando en Las Sabanas, pedque ensillaran con mi monturauna mula que me haban rega-lado -y que no poda amansarpronto uno de los campistas dela. hacienda- para r en ella,acompaada del mayordomo yde mis hermanos menores, a vi-sitar a unos tos mos que vi-van en una haciendita distantede la nuestra como cinco kil-metros. No hice caso de las pro-testas de mi madre, la cual,viendo qu era intil insistir,entr en la casa, exclamando:

    -No quiero ver que la mateese animal.

    A pesar de que en el caminole cay a mi mula una rama enel anca, que la asust un poco,regres del paseo sin novedad.El siguiente da la mont el cam-pista, y a ste lo puso en el sue-lo tras unos pocos corcovas. Losespectadores, en lugar de com-padecerlo, le hicieron burla, di-cindole:

    -Vos no podes. Tendr la ni-a Lucila que ensearte a aman-sar bestias.

    Un amigo de mis padres, sa-biendo el da en que regresaranstos y su familia de la hacien-da a Danl, lleg muy tempranode la maana para acompaar-nos en nuestro regreso. Yo mon-t un caballo muy bueno, perodemasiado brioso. Emprend lamarcha primero que los dems.El amigo recin llegado me si-gui; bamos muy de prisa, lu-chando yo por contener un po-co mi bestia; pero al comenzara .bajar la cuesta llamada "LaCoyotera", se le .enred en lacola una .rama espinosa. Inme-diatamente emprendi veloz ca-rrera, dando saltos y casi sinhacer caso del camino. Llegu"

    Rl;:PUllLIOA DE HONDURAS

    Danl, sola, en menos de la mi-tad del tiempo usual. A miacompaante le fu imposible al-canzarme, por ms esfuerzosque hizo. Se extra de encon-trarme tranquila, sin que nadamalo me hubese sucedido. In-dudablemente, Dios me prote-ga, debido a los ruegos -pien-so ahora- primero de mi abue-lita Camila y despus de mimadre, conocedoras de los peli-gros a que con frecuencia me'expona mi temperamento im-pulsivo y audaz.

    De los tantos juegos inventa-dos por mi, uno de ellos era elde subirnos, por medio de unaescalera, a una tapia, y de alltirarnos y caer al suelo del otrolado. La consigna era: subir unodetrs del otro, y si alguien te-na miedo, deba empujar al queiba detrs de l. Varias tardesjugamos sin tener que lamentarningn incidente; pero sucedique una muchacha, sirvienta dela casa, pidi que la admitise-mos en el juego esa tarde, y alllegar el turno de lanzarse, tuvomiedo de hacerlo, y como no lohizo, el que estaba inmediato aella la empuj, y al caer se des-compuso una pierna. Asustados,la llevamos en vilo adonde mipap para que la curara. Ahitermin el juego, no sin que hu-bisemos recibido todos el con-digno castigo:

    Yo capitaneaba el grupo dehermanos, parientes menores ysirvientes de la casa que ba-mos a pasar temporadas en lashaciendas. Invent la 'orden de"Pico y Cola". Esta orden que-ra decir: que el pico de la bes-tia que iba detrs deba ir casirozando la cola de la que ibadelante. Yo, como buen general,caminaba a un lado de la tropa,mientras lo permita el camino,para hacer que cumplieran misrdenes. Pero la mala suerte hi-zo que una sirvienta que mon-taba un caballo muy grande, yharagn por aadidura, se' reza-gase. Entonces, la persona queiba detrs de ella, propin unlatigaso al caballo, el cual diun enorme salto y ech al suelola pobre muchacha, que se gol-pe algo al caer. Como nos dila-tamos un poco mediquendola,cuando tratamos de volver amontarla, nos alcanzaron laspersonas mayores que venanatrs, y se enteraron de la ca-da.

    Sufr otra fuerte reprensinde mis padres, y a los eue ibanconmigo les dijo mi papa: .

    -Que les pase por hacerlecaso a esa loca de Lucila 1

    Dscurri, despus que se huboido una compaa de acrbatas,a cuyas representaciones haba-mos asistido la mayor parte delos muchachos del pueblo, quenosotros -los de m familia_tambin podamos dar funcio-nes de maroma, ya que algunostenamos experiencia en los ejer-cicios de la "barra fija" y enlos juegos de trapecios, que po-namos bajo los rboles, a es-condidas de los jefes de la casa.Para este fin, arreglamos unagran galera desocupada que .ha-ba en una esquina del solar dela casa de mis padres. Todos losdomingos, previo ensayos, dba-mos funciones en la tarde. Perohabindome dado cuenta de quemi padre trajo de Tegucigalpa,adonde todos los aos iba com odiputado, dos hermosas linter-nas, dispuse que diramos en lanoche una buena funcin conmayor nmero de espectadores.Ensayamos pruebas hasta cier-to punto peligrosas, y terminadoel arreglo dlescenario, proce-dimos a poner las linternas. Mesub a una de las vigas de lagalera a poner cordeles para su-jetarlas con ellos; pero la en-cargada de amarrarlas, paradasobre los hombros de la ms al-ta de las maromeras y quiznerviosa porque saba la faltaque cometamos y por el equili-brio que tena que guardar, noasegur como era debido a unade las linternas, la cuay cay alsuelo, hacindose aicos. Gran-de fu nuestra ccnsternacinpor tamaa e inesperada cats-trofe. Actores y pblico nos dis-persamos inmediatamente; slomis hermanos quedaron levan-tados en la casa, pues yo, des-pus de haber puesto la linter-na buena en donde haba estadocon su compaera, me fu aacostar, diciendo que me doliala cabeza y que estaba con ca-lentura. Tarde de la noche, des-pus que las visitas de mis pa-dres se hubieron retirado, stosse dieron cuenta de lo ocurrido.pues no se les escap la bullaque hicimos comentando el he-cho. Interrogaron a una de 12.ssirvientas. Naturalmente, todala resnonsabilidad recay sobr.m; pero yoya estaba acostada.

  • aJnVSTA DE LA i:m'J:VlJl1lIDAD.....

    67

    hac-indome la dormida. Recuer-do que mi mam me toc lacara y dijo a mi padre:

    -Est muy caliente; creo quede veras tiene calentura.

    -Djala dormir; maanaarr-eglaremos cuentas con ella.

    -"Maana": pens yo paramiss adentros. i Si me dejara co-ger! ...

    Dos das consecutivos madru-gu; com de prisa, a horas enque no me 'vieran mis padres;fui a la escuela como de costum-bre; comi ms frutas que de 01'-dirrario, y al tercer da, cansa-da de jugar al escondite, me de-j ver de mis padres a la horadel almuerzo; pero 'como segu-ra mente calcularon que yo te-na hambre, me dejaron comertranquila, sin decirme nada. Mstarde, una buena reprimenda yabundantes consejos de dudosaeficacia. Asi, haciendo uso deevasivas estratgicas, me librde muchos castigos a que real-mente era acreedora. Demsest decir que la quebrada de lalinterna fu el trmino de lasfunciones de los improvisadosacrbatas.

    Ni las personas que ms res-peto y cario me merecfanes-capaban de ser mis victimas; mitia Rosa Camero de Camero es-taba en su hacienda El Guapi-nol : de all mand a su mayor-domo a Danli a que le llevaraa su madre, mi abuelita pater-na, doa Arcadia, Idiquez deGamero, a quien acompaarla-mas mi prima Ernestina y yo.A m siempre me ha gustado an-clar de prisa, y mi abuelita ibamuy despacio.

    -Si as seguimos, no llegare-mos hoya El Guapinol -mani-f'est a Ernestna.

    -y cmo vamos a hacer simi ta Arcadia no puede cami-na,f ligero? -

    . -Ya vers. Aniceto! -gri-te. Desmonta y corta dos varasdelgadas y largas.

    - Para qu, nia Lucila ?-Para quitarnos las garrapa-

    tas y espantar los tbanos.Una vez en posesin de las

    .21'"8.3, dije a Ernestina :-T y yo nos vamos a tur-

    "". para l' detrs de la beatade mam Arcadia y pegarle al:!"':,imai cuando no quiera cami-:la.:'. Lo haremos con- disimulo,,m:ue Anceto no se dar euen-ra porque es el que va adelante)" e-c buena mula.

    As lo hicimos, y cuando labestia en que iba mi abuelita ca-si galopaba, ella slo deca:-iAh, qu tbanos! ...Yo, al or estas exclamacio-

    nes, haca grandes esfuerzos pa-ra reprimir la risa, lo que nosiempre logr.

    Al fin llegamos a la hacienda.Inmediatamente mi abuelita fua acostarse porque se sentamuy cansada.

    - Vienes enferma, mam?-inquiri, solcita, mi tia Rosa.

    -No, hija; slo cansada, por-que hemos venido casi corrien-do,

    -De seguro ustedes la hantrado as -nos inculp mi tia.

    -No, seora -respond. Co-mo estamos en verano, hay tan-tos tbanos, que sofocan lasbestias y las hacen correr.

    Mi abuelita, que era suma-mente bondadosa, me apoy:

    -S, hija: han sido los t-banos. Las nias me los espan-taban.

    Pero mi tia movi la cabezaen seal de duda, y exclam, mi-rndonos con intencin:

    -Los tbanos! ... Los t-banos eran ustedes, ingratas!

    y disculpndose con su ma-dre:

    -Perdname, mam. La cul-pa la tengo yo por haberte con-fiado a la desalmada de Lucila.

    No es cualidad sino' caracte-rstca de m naturaleza el quenunca me haya gustado estarinactiva, sentada, "con los bra-zos cruzados" 1 como dice el re-frn. Durante el tiempo que per-manec en El Guapnol con mitia Rosa, encontr cerca de lacasa un montecito apropiadopara hacer una milpa; se lo pe-di a m ta, y todos los das,temprano de la maana, provis-tas de machetes y un hacha,bamos, Ernestina y yo, a cha-podar el monte y a derribar lospequeos rboles que en ste ha-ba. El hacha la manejaba yo.A su debido tiempo, dimos fue-go al descombro y empezamosa cercar el terreno con la ma-dera que qued chamuscada ycon otra ms, que cortamos enel campo. Terminado el trabajodel da, parecamos fogoneros;pero una vez que descansba-mos, bamos a baamos al ro.No tard en caer el primer agua-cero. Gozosas, nos apresuramosa sembrar la milpa. Qu gustoal ver las matita.s brotando dela tierra hmeda ir' que crecan

    con rapidez! i Con cunto cari-o las contemplbamos y conqu cuidado procedamos a sulimpieza! . . . Pero yo tuve querenunciar al para mi deleite dever mi milpa todos los das, 'Por-que mis padres dispusieron queregresara a Danl a acompa-ar a mi prima Clotilde, quienacababa de sufrir la desgraciade perder asu madre.

    Cuando tiempo despus v almayordomo de El Guapinol, loreconvine:

    -Anieeto, por qu no mehas trado elotes de mi milpa?

    -Elotes? ... No supo ustque se la comi un toro cima-rrn de don Toms?

    -Cmo -exclam indigna-da. Y por qu no lo impediste?

    - Fu imposible. Para eseanimal no hay cerco que valga.

    -Debiste haberlo 'matado. Syo hubiera estado all, 10 matode un balazo.

    Conste que yo tiraba bien'tenia muy buena puntera, pues:ta a prueba al competir Con losmejores tiradores de mi pueblo.Nunca me aventajaron. Unatarde sonrieron ufanos porqueno se vea seal donde hubiesepenetrado la bala que yo aca-baba de disparar. Con gran con-trariedad fui a examinar dete-nidamente el rbol sobre el cualtirbamos.

    .-Escarben aqu -dije a miscompetidores, sealndoles elcentro del blanco.

    As lo hicieron y, nada satis-fechos, encontraron dos balasen el mismo lugar.

    Durante mis permanencias enlas haciendas sola salir a Ca-zar conejos, ardillas, cusucos,chachas, palomas, y tambinmataba los gavilanes y los zo-pilotes que hacan dao en lacasa. Mi padre deca que en es-ta mi aficin a "tirar" y a lacaza, era yo muy parecida a mitia 'Cornelio Moneada.

    En el trascorral de la casa deLas Sabanas haba varios r-boles frutales, y en dos de ellosdormian las gallinas. Una no-che cloquearon alborotadas' selevant el mayordomo, A{gelMontoya, a ver lo que suceda yno encontr la causa, El si-guiente da le orden:

    -Si hoy en la noche vuelvena chillar las gallinas, me llamas.

    -Est bien. Pero no creo quesea necesario que se molesteust.

  • Aunque yo dorma con mis He aqu otra de mis travesu-~ dos hermanas Elisa y Camla, ras o diabluras imperdonables:

    en. pieza aparte de la de mis pa- Un seor llamado Antonio Ba-dres, tuve duda de que l se silio Ferrufino tena varios bu-atreviese a llamarme. Por eso nos, tan mansos, que andabanme acost vestida y dispuse per- libremente por las calles y conmanecer despierta durante lar- toda confianza entraban en los

    . go rato. Al or los gritos de las solares de las casas, en cuentagallinas me levant, y cogiendo 'en el de la ma, cuando encon-~mi riflito, sal al patio. Ya es- traban los portones abiertos.taba all Angel. Con frecuencia coga yo mio de-En d6nde es el ruido?- estos animales, les pona sobre

    le pregunt cuando se acerc a las ancas una gualdrapa, y am. _ usanza masculina, adelantando--En el cirgelo grande -me me a la ,:"oda que hoy Impera

    contest; pero he registrado en la,s mujeres, montaba en ellos,bien y no he visto ningn gua- hacindoles correr dentro delzalo solar, pero sin salir a la calle.

    ""':'Acrcate y alumbra bien _ El espritu bromista, con rbe-le mand. Voy a' subirme al ci- tes ll18;levolos, qu~ con ~recuen;ruelo, pues por algo estn asus- Cla; anidaba en mi, me Impulsoladas las gallinas. a. inducir a una muchacha, sir-

    Con mi natural agilidad subi venta de la casa, pa~a que mon-hasta la part m' 1t di' _ ta!,a, como yo lo haca, la bUITl!-

    . e a~ a a e al' mas grande y mansa. Me costobol, y al rozar mi cab~za con trabajo qu consintiera en elloun ramaje espeso, sent un es- e . b 'calofro como si hubie .d l_ y esto, que m sospecha a la gpo-eram . se SI o I sera broma que de antemano legente ,sacudida p,?r una tena preparada. Era una negri-descarga elect!'lCa. Precipitada- ta robusta de buena ndole conmente me baj, y senalando al cabello negro muy abunda~te yn:ayordomo el lugar que yo .ha- enmaraado. .bia tocado con la cabeza, le dije : D t h b' 1

    e an emano a la YQ a ec--Sube con cuidado; alum- cionado a mis primos: "T, Ne-

    bra bien y ve lo que hay all. lio, cuando te diga: Cierra bien,Me obedeci. De pronto excla- el port6n;'. lo abres de par en

    mo, muy asustado: par; Y tu, Mariano, cuando te-iNia Lucla, es una boba diga: "c,,;dado vas a espantar

    enrollada la que est aqu! Eche- la burra , le das dos latigazos.me el machete para matarla a Una vez montada la mucha-golpes y que no se arruine el cha a horcajadas, le amarr, loscuero. . pies por debajo de la panza de- "1u~ hermosa boa, Angel' la burra, dicindole que era pa-

    -

    adl1!lre cuando, ya. muerta, la ra que no se cayera. Pusimos elpuso ~ste en el suelo. Es el do- animal enfrente del portn, eble mas grande que yo. inmediatamente d las rdenes

    Levant la culebra y colgula convenidas, las que en el actode mi cuello. Doblada por la mi- cumplieron mis primos. La bu-tad, le arrastraba como una rra sali corriendo a la calle y,cuarta, tanto de la parte de la por desgracia para la negrita, encabeza como de la cola. los momentos en que pasaba por

    -No haga eso, nia Lucila ; la misma calle un grupo de ni-la. van a regaar sus padres - os que vena de la escuela. Co-se atrevi Angel a decirme, des- rrieron stos tras la burra, sil-aprobando mi extraa acci6n. bando y gritando, y al pasar laEs mejor que se vaya a acostar. burra con su jinete por Una ca-

    En eso sali6 mi pap a ente- sa cuyo du~~ era amigo de misrarse de Jo que pasaba, y vin- padre, sallo .:1 de su tienda adome entretenida balanceando detener la burr a,

  • les y los amarr en diferentesrarrxas del nance que haba enel patio de la casa. En el extre-mo libre de cada cordel hice unalazada, cuidando de que quedasea bLlena dstancia del suelo. Dosde la casa -Mara y Lorenzo-cmplices obligados de mis fe-cho .rias, me ayudaron a come-ter tan salvaje atentado. Jamsse 1m borrado de m mente laagona de los animales, con lalengua fuera de la boca y losojos desorbitados. De las crue-les cosas que comet -que aunme horrorizan-e- fu sta lapeo T: siempre me remuerde lacon-ciencia y nunca me la he per-don ado. Despus, cuando ya pu-de reflexionar, domin mi ins-tinto, indudablemente con ten-den-cias inhumanas, y me hiceamiga de estos tiles felinos,casi indispensables convivientesnuestros, los cuales nunca fal-tan ni en mi casa de la ciudadni en las de las haciendas de mimardo. Ahora auiero ms a losanimales y soy su constante de-fensora. No puedo tolerar quelos maltraten: los considero se-res conscientes y ms fciles demanejar por bien que los hom-bre.

    Cuando yo tenia trece aosde edad, era profesor de variasseoritas y tambin mo, el dis-tinguido Pedagogo don PedroNufio.

    Todos los das, de cuatro acinco de la tarde, nos daba cla-ses de gramtica y geografa.A m me gustaba mucho estaltima materia y procuraba que-dar siempre ben en mi clase.Como es natural, cuando un pro-fesor ve el deseo de aprender deun discpulo, nconscientementese empea en que ste adelante,y as lo haca l conmigo. .

    Una tarde, al despedirse denosotros, nos 'dijo:

    Tengan maana escrita en lapizarra una oracin para que laanalicen.

    -Si, seor -le contestamos.Quso la casualidad que el si-

    guiente da en la maana llega-se un amigo a visitar a mis pa-dres y, entre plticas de otrasnuevas lugareas, les cont quemi profesor se casaba prontoc-on una estimada seorita de laciudad. Yo o esto y esper im-paciente que mis compaerasllegasen a la clase para darlesla para m importante noticia.

    A las' 3 :30 llegaron ellas ami casa (all recibamos la cla-se) y quedaron sorprendidas porla nueva, pensando, como yo,que quin sabe si con motivo deese suceso se acabaran nues-tras. clases. N os entretuvimoscomentando el hecho, y cuando

    .ya iba a ser hora de que el pro-fesor llegara, una de mis con-discpulas, alarmada, observque nada se haba escrito parael anlisis gramatical.

    -Que lo haga Lucila -dije-ron.

    Entonces yo, muy seria, tomla tiza, y recordando un versoque haca poco haba ledo, es-crib:

    -" POt' qu me tientas, Demonio,con tu maligna intencin,serribrando en mi coraznla idea del matrimonio?Djame, por San Antonio!o si es que tanto te alegrami suerte cambiar en negra,acepto, al fin, y me caso;

    tpero te llevas mi suegra!"

    -No, Lucila, escribe otra co-sa -protestaron ellas.

    -Nada ms oportuno; noti-cia del da.

    -Se disgustar. Brralo !-No lo borro. Vern ustedes

    cmo se relame de gusto.En ese instante llegaba l con

    un Atlas de Geografa en la ma-no, el que coloc sobre la mesa-escritorio.

    Inmediatamente despus leylo escrito en la pzarra y, con elceo fruncido y visible enojo,pregunt: ,

    -Quin escribi eso"Todas callamos, y yo com-

    prend entonces mi falta. '-Se han vuelto mudas"

    Quin escribi eso?-Lucila -tartamudearon las

    dos ms tmidas.-Lo presum. Fu usted,

    Lucila ?--S, seor -le respond, no

    tan t.urbada como mis compae-ras.

    Se levant:-Hoy no les dar clase. Y

    Ud., Lucla, ocpese en algunacosa til y no en escribir dispa-rates.

    y sali sin decirnos adis.-iTe lo dijimos- exclama-

    ton a coro"mis compaeras, dis-gustadas conmigo por lo que yopens era una broma inocente.

    -Vaya, no hay que afligir-se! dije, para despreocuparlas.Lo que hemos sacado en limpioes que realmente est enamora-do y que no le disgusta la queva a ser su suegra. Nosotras loqueremos y deseamos que seafeliz.

    Acto continuo abr el Atlas yle en su primera pgina:

    "ALucila Gamero Moneada,

    Su Profesor,Pedro Nuo".

    -Habria querido no volver averle tan pront.o , tal fu enaquel momento mi vergenza yarrepentirniento.

    Entre muchos otros intere-santes episodios de mi vida,nunca he olvidado ste; pero apesar del susto recibido, no fuposible que cambiase mi espiri-t.u audaz y amgo de la broma.

    Llevada de mi aficin a lasbromas, herencia de la ramaIdiquez por parte de mi padre,pues mi madre era una seoramuy circunspecta, dispuse, encomplicidad con las sirvientasde mi casa y las de mi todon Leopoldo Gamero Medina,hacerle una broma a ste. Contal fin, tom ropa de mi herma-no Manuel y me vest de hom-bre; me puse unos bigotes benconfeccionados; me subi y suje-t el pelo, ocultndolo bajo unsombrero de mi mencionadohermano. Las muchachas de-clararon que no era posible quenadie me -reconociera con esaindumentaria. Tom una varitade junco como bastn y me di-rig a la casa de Polo, como ledecamos sus sobrnos. Toqu enla puerta de la sala de recibo.Una de mis cmplices acudi arecibirme.

    -Pse -exclam en voz al-ta. Voy a llamar a don Leopol-do. Sintese.

    No tard mucho en llegar eldueo de casa a saludarme consu cortesa habitual.

    Me puse de pie al verlo.-Sintese, seor -me invi-

    t. Con quin tengo el honorde hablar?

    Ent.onces yo, imitando la pro-nunciacin de los norteamerca-nos que medo chapurrean elespaol:

    -Mi nombre James Davis.Vengo Chcago. Compr minasquero. Ost tener?

  • -to no tengo; pero mi pri-mo, el doctor Manuel Gamero,s tiene.

    -A.hora est en la hacienda;pero maana lo mandar lla-mar '

    -ande es la casa d' l?-Gracias. Thank you.-Dnde se hospeda usted?-What? ... Qu decir os-

    t ' ?e_-Que en cul casa est usted

    aqxri .-Un amigo llev m ande se-

    noritas Rodguez.-1a s quines son.-lb irse, Manana las once

    horas volver saber del dctor.-Muy bien, seor; lo espera-

    r con gusto.Casi sin poder reprimir la

    risa me separ de l y sal a lacalle a tirarme carcajadas, a lasque hicieron coro las muchachasdel complot, quienes me espera-ban all.

    Temprano de la maana delsiguiente da me despert unade las sirvientas para avisarme:

    -Nia Lucila, le manda de-cir don Leopoldo que inmedia-tamente despache un mozo aLas Sabanas a llamar a su pa-p para un negocio de minas;que urge que venga.

    -Contstale que ya mando alcriado de la casa a llamarlo, yque yo ir ms tarde donde l;que me espere.

    Minutos despus de haber da-do el reloj las diez de la maa-na, me present a mi to:

    -Mandaste llamar a tu pa-p? -fu lo primero que mepregunt.

    -S, seor -le rent conaplomo.

    -Es que anoche estuvo aquun gringuito que desea comprarminas.

    -Un gringo? ... -exclam,tratando de mostrarme serena.

    -S. i Vieras qu joven y bienparecido es' ... Slo que, comousan algunos yanks, no se qui-t el sombrero. Tambin, comoellos, habla extrao; pero le en-tend lo que dijo. Con tu pap,que sabe ingls, no le ser dif-cil tratar el negocio que deseahacer.

    -As; pienso yo. Conque noes feo el gringuito? -le pre-gunt, por decir algo.

    -No: galn. Ya lo vas a co-nocer, pues a las once qued devolver aqul,

    Me puse a examinar la salapara dominar la risa.

    -Tiene hoy bastantes y her-mosas flores, Polo -admir.

    -Las pusieron Celestina yChon para esperar al gringuito.

    No pas mucho tiempo sinque el reloj de la parroquia die-ra once campanadas.

    -Las once! ~exclam Polo.No tardar el gringuito en lle-gar.

    Mas, como el gringuito no lle-gaba, orden a Celestina quefuese a casa de las Rodrgueza informarse si estaba hospeda-do donde ellas un extranjero, ysi estaba en la casa. o haba sa-ldo a la calle.

    La muchacha me mir.-Polo, no es correcto que

    mande a preguntar por l -meatrev a .objetarle.

    -Por qu no ? Ya han pa-sado quince minutos y no viene.

    -Ni vendr; no~ se canse enesperarlo.

    -Cmo lo sabes? Por qudices que no vendr?

    Me levant, y ponindome en-frente de l:

    -No vendr porque ya estaqu: el gringuito soy yo.

    Su asombro fu grande.-T, chiquita? ... T, chi-

    quita? ... No puede ser!-S, Polo; soy yo. Quiere

    que le repita lo que le dije ano-che?

    -Es increble. Ya veo que nohay diablura que no inventes.Bien que me engaaste. Ahoracomprendo por qu el gringui-to no se quit el sombrero yhablaba agachado, y a veces co-mo que reprima la risa. Ah,no hay extravagancia que no sete ocurra'

    -Perdneme, Polo, y novuelva a pensar en el gringui-to, que ya se va porque ha re-nunciado a comprar minas.

    -Dime, Lucila, por qu pro-cedes como una nia atolondra-da y carente de juicio? Es in-dispensable que renuncies de tuextravagante dinamismo.

    -Por qu? ... Ay, Polo,no sabe usted el gusto que' sien-to cuando hago una de las

    . mas! . . . Si usted le cuenta ami pap de la .vsta que tuvoanoche, ver cmo se va a rerl! Y quiere usted que renunciede mis travesuras! Para mi, esoes imposible. Good by, misterPolo!

    No s de' qu manera una pri-ma mili tuvo wticia del ,iA-

    guito que haba visitado a Polo;pero no le dieron detalles de losucedido. Un' da, en casa deunos parientes de ambas, ex-pres, delante de m, deseos deconocerlo.

    -Eso es fcil -le aseguryo. Anda esta noche a mi casa,a las ocho, hora en que l haquedado de llegar a visitarnos.

    -Llegar antes que l -medijo.

    -A la hora que. gustes.Como cenbamos un poco an-

    tes de las siete y media, con-vine con mis hermanos en quela recibieran en el comedor y laentretuvieran all hasta que die-ranlas ocho. Asimismo debandecirle, si preguntaba por m,que yo andaba donde mi ta Ro-snda.

    Aun no haban terminado decomer mis hermanos cuandouna sirvienta previamente alec-cionada, entr en el comedor aavisarles que el gringuito esta-ba en la sala. '

    -Pipia, quieres hacer el fa-vor de recibirlo mientras nos-otros terminamos de cenar? -le pidi uno de ellos. Por estarplaticando nos hemos tardadotanto comiendo. Anda a acom-paado.

    -Bueno; pero quien sabe sino le vaya entender lo que mediga.

    -Si le vas a entender, puesno habla tan enrevesado.

    Yo estaba sentada en una si-. lla mecedora, con la varita dejunco en las manos, cuando ellalleg.

    Principi a convsrsarle de mi-nas: que si saba ella quinestenan y si deseaban venderlas.Pero de pronto, sin poder con-tenerme, lanc una carcajada yme acerqu a ella para desen-gaarla. Hablndole con mi voznatural lo cogi de los brazos.No lo hubera hecho! Me miraterrada y fuera de si; golpe-bame el pecho, gritando:

    -Qu hombre ms bruto! ...Sulteme! . . . Salvaje! .Animal! ...

    -Pipa, no me conoces?-Hombre bruto! .. Sal-

    vaje! Animal! j Sulteme! -repeta,

    Dirigise a la pieza aledaa,siempre forcejeando, pues yono la soltaba para evitar que sa-llese a la calle dando gritos.

    . Relmente, PlIreQa IOQl\.

  • _~ or las voces acudieron mishe=nos, y alarmados al verlaen -::(l.~uel estado, exclamaron:

    -Qu es eso! Pipia? ... Nows oue es Lucila ? Clmate 1

    -;Ay, ay, ay' ... -jadeabaella-o

    Gno de los presentes me qui-r el sombrero y me arranc losbigt:Jtes.

    -Te convences de que esLucila? -le pregunt.

    -Jess, qu barbaridad laque han hecho conmigo! -pro-test, furiosa. Podan habermema1:ado del susto.

    -No crea que fueras tanner-viosa -me disculp.

    -Ni yo que fueras tan in-conecta -me contest con tonorepTobatorio.

    :No obstante el tiempo que metomaba en urdir y poner enprctica mis atrevidas y repro-bables invenciones, jams" des-cuid mis estudios de medicinay siempre estaba lista para pre-sencia.r las operaciones de ciru-gia que practicaba mi padre,porque deseaba poder hacerlasyo-despus.

    Una tarde lleg una mujer apreguntar por el Doctor paraque le extrajera un pedazo deaguja que tena en un pie, cuyapunta no se vea. Mi mam lecontest que su marido no esta-ba en la poblacin; pero vindo-la dolorda y cansada, la invita sentarse. La mujer, con esasencillez y criterio de algunaspersonas simples, le suplic:-y ust, nia Camilita, no

    me la puede sacar?-No, Fdelia; lo siento; pero

    eso slo un mdico puede ha-cerlo ben.

    -Como ust es su esposa ...-Yo s puedo -salt resuel-

    tamente. Si usted quiere, se lasaco.

    -Cmo no he de querer' Sime hace el favor, con muchogusto, niita.

    -No se ponga en manos deLaeila ; no podr hacerlo -leadvirti mi mam. Mejor busque'--!to mdico.

    -S puedo -repet con segu-riJbd..

    -Si, niita ust s puede,;:~ es hija del Doctor, y d-"el' que ya le ayuda. j Sque-mela, por favor! -me suplicabala pobre mujer, a quen el dolorque senta no la dejaba ver 10arriesgado que era confiar en laproblemtica capacidad de unamuchacha inexperta.

    No puse atencin a las obser-vaciones de mi madre y fu adesinfectar los nstrumentos ne-cesarios; tom vendas, algodn,etc., y cuando hube lavado elpie, proced, con la asepsia de-bida, a hacer una incisin sobrela parte en que supuse estabael pedazo de aguja; al dar conella, hice uso de las pinzas, ysin importarme los quejidos dela mujer ni la sangre derrama-da, extraje el cuerpo del delitoy lo mostr, triunfante! a mimam. Bien curada y vendadadespach a la paciente, no sinantes haberle dado algodn" ga-sa y un lquido desinfectantepara que se siguiera curandoconforme 'las instrucciones quele d. Honorarios? La satisfac-cin de haber sido til a misemejante. Esta operacn depequea ciruga la practiqucuando tena doce aos de edad.

    Posteriormente, encontrndo-me en casa de mi tia poltica,doa Rosinda de Moneada, endonde me tena m mam apren-diendo a confecconar vestidos,ocurri lo siguiente: sal al co-rredor a tomar agua del apas-te que all haba, y al verme,dos muchachas jvenes, sirvien-tas de la casa, conociendo misaficiones mdico-quirrgicas, seacercaron a m, y una de ellasme dijo:

    -Nia Lucila, la gata Monjatuvo dos gatitos anoche, y des-de temprano de la maana es-t quejndose porque no le pue-de nacer otro.

    -Vamos a verla :'-les dije.En el solar, detrs de un hor-

    no, estaba la gata. La examin,encontrndola en estado deplo-rable. Orden a mis acompa-antes:

    -Vayan- a buscar unos bra-mantes para sujetarla, y me es-peran aqu mientras yo voy co-rriendo a m casa.

    Una vez all, busqu unosalambres algo dctiles y, comopude, improvis un pequeoforceps, semejante a los que te-na mi pap y que yo, a escon-didas, haba examinado bien.

    Por mandato mo, mis ayu-dantes lavaron y sujetaron lagata, y yo, no sin dificultad, in-troduje el frceps y extraje ungatito muerto. Luego abriga-mos bien a la pacente y la de-jamos descansar. Esta continumaullando del dolor, El prximoda, muy temprano, fu a ver a

    mi operada y la encontr muer-ta. Me puse triste por la gata ypor el fracaso de mi primeraoperacin obsttrica. .

    Una maana lleg a mi casael doctor don Segismundo Arria-ga, excelente amigo de mis pa-dres, y .me dijo:

    -LucHa, como no est su pa-p, vengo a que me haga ustedel favor de sacarme una muelaque desde ayer me est moles-tando mucho.

    -Con todo gusto -le con-test.

    No pasaron muchos minutossin que yo se la hubiera extra-do. Dime las gracias y se des-pidi, elogindome.

    Iba yo con el "gato" en lamano a guardarlo, cuanclo se en-contr conmigo Sara Morazn,la cual, al verme con el instru-mento, me pregunt:

    - Qu anda haciendo conese "gato" l Lucila?

    -Es que acabo de sacarleuna muela a don Segismundo.

    -De veras?_. Te admira eso?-Es que como l es mdico ...-Dnde has visto un mdi-'

    co que se desmuele a s mismo?- Y si no' encuentra quin se

    lo haga?-Bueno. El vino donde m y

    yo se la saqu.-A m tambin me duele la

    .cordal.-Si quieres, te la saco, y con

    ella el poco juicio que te ha que-dado, Mustramela.

    Abri la boca y me la ense.----, Te la saco? -la inst.y casi sin esperar respuesta,

    y en menos tiempos que decir,"Jess!" se la extraje, dejn-dola estupefacta y protestandoen vano por la rpida opera-cin. i Esa era yo! ...

    S: esa era yo' Una mucha-cha gil, impetuosa y fuerte. Re-cuerdo que hace muchos aos,estando en Los Angeles, Cali-fornia, fui con el doctor ManuelF. Rodrguez -entonces Cnsulde Honduras en aquella ciudad- con su esposa, la profesoradoa Mara Valle de Rodrguez,y mi hijo Gilberto Gustavo Me-dina, a un lugar en donde prac-ticaban varias clases de juegosy deportes.

    -Quiere probar sus fuerzas,Lucila? -me pregunt Manuel.

    -Desde luego que s -le COI1-test,

  • Act-o seguido d con la manoapua.da un fuerte golpe sobrela bolea de empuje, y los nme-ros correspondientes a la' fuer-za ma.raron 300 libras.

    -CIll.O! ... -exclam eldoctor Rodrguez, admirado.Ser J

  • fu!iVIS'l'A nI!: LA UNIVIU\SibAD

    -Ya vieron ustedes cmo lopasamos sin novedad! -gritcera alegra.

    Se notaba que don Pedro y,Ma. Duel estaban colricos, so-bradcse las piernas empapadasen agua. El segundo exclam:

    -Lo cierto es que no hay co-sa J}eoI' que andar con una mu-chacha irreflexiva, atrevida ydesalmada como t. Podamoshakiernos ahogado todos.

    -Por dicha no sucedi eso.-Lo que pasa es que a ti, en

    haciendo tu gusto, lo dems note importa nada.

    -En lugar de regaos, debenustedes darme las gracias por-que los he librado de pasar unanoche infame, sin que los san-grasen Jos zancudos.

    Todava ahora, cuando se mcviene a la imaginacin el cau-daloso ro, de aguas obscuras,ma.nsas en apariencia, que co-rre sin detenerse y tal vez sa-tisfecho de ser el que ms vc-timas ha causado en Honduras,me estremezco de pavor, pen-sando en que mi atrevido, im-premeditado e insensato actopudo haber causado la muerteno slo ma sino tambin la delos dems que me acompaa-ban.

    De seguro que el ngel aquien Dios confi mi guarda,conocedor de la persona que lehaba tocado custodiar, no meabandon entonces, como no meha abandonado en otras cir-cunstancias difciles de mi vida.

    He sido y sigo siendo entu-siasta amante y admiradora dela Naturaleza en todas sus ml-tiples manifestaciones, puestoque para m ella es la gran fuer-za creadora y destructora, eladmirable Espritu incompren-sible y sabio, sinnimo de Uni-verso. a quien llamamos Dios, yroyas leyes inexorablemente seesmplen. Nosotros somos, co-mo lD5 tomos, parte integran-? del Cosmos.

    r'no de mis mayores deleiteses eontemplar el campo, sobrevd.. En primavera y a princi-

    ~ de mvierno, cortar flores~ -ver la salida del solz. tra-ris de los rboles o sobre~ azaIada, montaas, y COTI-""'""!hr su ocaso en lontananza.:.!.h. eeos magnificas crepscu-bs de polcromos colores! . . .:Esas esplndidas salidas de laltlD& en las hermosas nochesmpieale'f Hay cosa ms bella

    que esto.? ... Cuando evoco lasescenas campestres de que gus-t en mi niez, en mi adolescen-cia y en mi juventud, cierro losojos para rememorar mejor losbosques, los dulces cantos ma-tinales de los pjaros que dis-frutan del goce inapreciable dela libertad; los ros y riachuelosen donde tantas veces me ba;los corrales con sus vacas) a va':'ras de las cuales me complacen ordear. Es ste para m ungoce lleno de nostlgica melan-cola. iAh, el ayer! . . .

    No me molesta confesarlo: enmis viajes al extranjero he visi-tado museos, he contempladotoda clase de obras de los maes-tros del arte pictrico y del es-cultural; he visto costosos e im-ponentes edificios, grandes ymagnificas parques, y todo aque-llo que puede interesar a unapersona cuidadosa de su cultu-ra mental; pero en ninguna deestas cosas he encontrado lasatisfaccin ntima, intraduci-ble, inexpresable con palabras,que me produce el estar en me-dio de las montaas y de losbosques. Ah, la Madre Natura-leza! iLa nica que siempre esnuestra, que nos pertenece encualquier parte en donde nosencontremos 1 Ella es nuestraGran Madre, la sacerdotisa ex-celsa que todos los das gratui-tamente oficia para sus hijos eneljnmensurable templo del Uni-verso.

    Indudablemente, esta pasincampestre, aunada a mi tenden -cia artstica, me indujo, al lle-gar a los trece, aos de edad,aescribir el artculo "Impresionesdel Campo", con el que inicimi carrera literaria. Fu publi-cado en Choluteca, en un perio-diquito editado por mi hermanopaterno Juan Ramn Vallada-res.

    Tena yo la costumbre de leer,casi todas las tardes, a mi taRosinda y a sus hermanos,mientras ellas cosian, novelas ytambin los peridicos que ll-gaban al pueblo. Todava no heolvidado la satisfaccin que ex-periment cuando, al leerles loescrito por m, exclam Chita,la hermana mayor de mi ta:

    -Eso est bonito; lo que dicees muy cierto.

    -De veras, le gusta?-S; est escrito con natura-

    lidad y :sencillez:

    -j Pues yo lo hice I -excla-m muy ufana.-iQu va a ser hecho tuyo I

    -intervino mi ta.-Por qu no? Vea que est

    firmado: "Lucila".-Luci.las puede haber mu-

    chas.Entonces corr a mi casa a

    . traer el original para que, al re-conocer mi letra, viera que erayo la autora de la composicin.

    -Nia, ser posible? ... Sirealmente es hecho por t y Dioste ha dado ese dn, es necesa-rio que te instruyas para quepuedas hacerlo bien; aunque tuprincipio es, en verdad, admira-ble.

    Que no extrae a nadie estaltima frase: en un pueblo ca-rente en aquella poca de buenoscentros de instruccin, era parasorprender que una muchacha,que apenas haba estado en unaescuela elemental, empricamen-te servida, se atreviese a escri-bir y a publicar lo que pensaba.Muy pronto fund Danl un co-legio bajo la acertada direccindel ya mencionado profesor donPedro Nufio.

    Tom muy en cuenta la reco-mendacin de mi ta; y comonunca he sido adicta al nocivolujo, lo poco que ganaba ven-diendo algunos libros que pedaa Espaa,. y asimismo con laagencia de revistas literarias,casi todo era para comprar li-bros de Retrica y Potica, deElementos de Literatura, yotros de buenos autores: aunlos conservo CO.TI cario, y loshojeo, a veces, cuando me ocu-po del arreglo de mi peaueabiblioteca. "

    Mi padre no slo era un pro-fesional distinguido sino queun erudito en la verdadera acep-cin de la palabra: por eso pen-saban algunos que l corregamis primeras producciones Iite-rarias, sin tomar en cuenta, sinduda, el escaso valor de stas.Nada ms errneo que tal idea.Yo escriba a escondidas, sinpermitir que nadie de mi casase diese cuenta de ello, por esatimidez que en aquel entoncesimpeda a los hijos tener con-fianza en sus padres y hacerlesconfidencias indispensables parasu mejor orientacin presentey futura.

    Una vez indudablemente pordeacuidQ, dej olvidada. sobre el

  • LEYES UNIVERSITARIAS::R'CTORIA DE LA UNIVERSIDAD

    DE HONDURAS

    OFICIO No 37/53

    20 de enero de 1953.

    Seior Ministro:Para su conocimiento y de-

    ns fines transcribo a usted la:nota que literalmente dice:

    "Copia certificada tomada del"Libro de Actas de la Facultad