Autonomismo. El Casmino Recién Comienza.

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Versión preliminar ................ (sólo para “primer anillo”) (Se viene el estallido... pronto será lanzada por nuestras redes la versión preliminar “que lo sepa el mundo” de este documento, por ahora, se las mando a uds., que espero que tengan tiempo y ganas para aportar cosas antes que la hagamos correr por todos lados... por si acaso, en esta que les mando falta aún información sobre citas, completar capítulos, entrecruzar algunos temas, agregar algunos análisis y reflexiones históricas, hacer más inteligibles algunas partes demasiado desordenadas, dispersas y enredadas y conceptos teóricos que hay que explicar mejor, colocar las cosas más secundarias en citas, y no en el texto principal... se agradecen aportes, críticas y comentarios... por favor, no difundir por ahora, más allá de posibles aportantes a este trabajo... aguante el intelectual colectivo autonomista... y salud!) Nuestro camino recién comienza... Autonomismo, o hacia un nuevo protagonismo de las multitudes

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Versiónpreliminar ................ (sólo

para “primer anillo”)

(Se viene el estallido... pronto será lanzada por nuestras redes la versiónpreliminar “que lo sepa el mundo” de este documento, por ahora, se lasmando a uds., que espero que tengan tiempo y ganas para aportar cosasantes que la hagamos correr por todos lados... por si acaso, en esta que

les mando falta aún información sobre citas, completar capítulos,entrecruzar algunos temas, agregar algunos análisis y reflexiones

históricas, hacer más inteligibles algunas partes demasiado desordenadas,dispersas y enredadas y conceptos teóricos que hay que explicar mejor,colocar las cosas más secundarias en citas, y no en el texto principal... seagradecen aportes, críticas y comentarios... por favor, no difundir por

ahora, más allá de posibles aportantes a este trabajo... aguante elintelectual colectivo autonomista... y salud!)

Nuestro camino recién comienza...

Autonomismo, o hacia un nuevo protagonismo de las

multitudes

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Índice

a. A manera de introducción

I. Esbozo de nuestra identidad históricaDesde una perspectiva general, inclinada hacia lo teórico y la historia mundial

reciente, se aborda el contexto y ciertos rasgos del autonomismo, la pertinencia deconsiderarlo una corriente política vinculada a la autotransformación del capitalismo en lasúltimas décadas, y más en especial, como respuesta a las nuevas condiciones de luchacolocadas por el desarrollo y auge del neoliberalismo y el nuevo orden globalizado, y suredefinición de lo estatal, lo político, y lo social.

b. ¿Qué es la Autonomía? Iniciando la búsqueda de nuestro ideario e identidadLa amplitud, la diversidad y la multiplicidad del ideario y práctica autonomista, la

pluralidad de significados del concepto de autonomía, los distintos marcos de referencia yradios de acción a los que hacen referencia los esfuerzos autonomistas

c. El nuevo poder capitalista, la nueva sociedad posmoderna, y la autonomía comonuestra respuesta

Una revisión de las formas y características del poder global y en red actual, lanovedad de la sociedad actual pos-todo, las respuestas locales de los sectores alternativos,la necesidad de replicar una alternativa diversa, descentrada, pero global.

d. De la evidente centralidad estatal a la difusa red neoliberal (y el Autonomismocomo posible respuesta)

Una breve caracterización del contexto histórico en que se movieron los esfuerzosanticapitalistas durante el siglo XX, y las respuestas creadas en sus luchas, laautotransformación del capitalismo hacia su fase neoliberal, el desmantelamiento de lacentralidad estatal y la crisis de las izquierdas por tal reestructuración capitalista, y elautonomismo como una posible contrarespuesta de algunos de los sectores altermundistas..

e. Autonomía: nuestra propia construcción política (o la revolución desde aquí yahora)

La redefinición de lo político y lo social, las circunstancias históricas de la nociónde toma del poder, la insuficiencia del poder así entendido, la reestructuración del podercapitalista, la noción de hegemonía y la revolución como proceso de larga duración (nocomo hito coyuntural).l

f. Ni centralismo vanguardista, ni dogmas universales, ni unificaciones excluyentes.El Autonomismo como corriente política

El desarrollo e irrupción del ideario y práctica autonomista, algunos rasgosgenerales del amplio arco de organizaciones y saberes asociados a la noción de autonomía,su carencia de centro, su variedad y construcción inconclusa, y su caracterización comocorriente política.

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g. Acción hacia y desde las mayorías: pasando del círculo vicioso de militantes yconvencidos, hacia la espiral virtuosa de activantes y sus redes

h.De nosotros para un Nosotros posible. Carta abierta a la izquierda desde la izquierdaautonomista

i. Creacción: creatividad para imaginar lo posible, accionar para trascender elpresente

Preparando el camino para los análisis históricos de la segunda parte, la necesidadde diálogo y encuentro entre las experiencias emergentes de un nuevo mundo, en especiallas latinoamericanas, la relevancia de un saber histórico concreto que contribuya a delinearel mapa de las circunstancias reales de los saberes libertarios y luchas transformadoras, yde la creatividad actuante indispensable para trascender la realidad dada desde hoy, laconstrucción de un reformismo revolucionario y una revolución reformista.

II Bajando a tierra, o nuestro Norte es el Sur: América Latina y Chile

j. América Latina: un pueblo con muchos pueblos adentro, una larga historia para laactual irrupción de las multitudes

k. El autonomismo como reinvención de la política: la revolución que hace posible larevolución: Paralelo entre PT y EZLN (y PRD-MST)

l. El poder institucional: ¿instrumento para nuestro proyecto o cooptación para elproyecto de los otros? Paralelo UP- Venezuela

m. La identidad unitaria para construir, la articulación para avanzar: dos dilemasautonomistas Paralelo Frente Amplio-Argentina

n. ¿Excepcionalidad chilena? Algunos comentarios desde el adentro del ChileNeoliberal

ñ. Superando la modernidad occidental: la Amerindia vive, resiste, construye

a. A manera de introducción

Les presento una serie de argumentaciones aprendidas y desarrolladas colectiva eindividualmente, que pretenden servir de contribución a un encuentro y diálogo entre eseNosotros altermundista en parte construido en parte por construir, abocado a la complejatarea de crear otro mundo posible. Más en específico, se aborda en este trabajo una serie de

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problemas y desafíos de las luchas y organizaciones sociales y políticas actuales, desde unaparticular pero amplia perspectiva, que se ha llamado aquí autonomismo. Más allá de lapertinencia teórica de la noción escogida para referirse al conjunto de temas y experienciashistóricas tratados en nuestro trabajo, para el autor directo de estas páginas, junto a losinnumerables autores indirectos de todo lo que aquí se trata y desarrolla, la noción deautonomía, y el ideal y sentido común autonomista, han sido unos referentes propios yreales en nuestras construcciones sociales y políticas, levantadas en los últimos años de lahistoria chilena reciente.

Se trata, fundamentalmente (y yendo de los más cercano o lo más lejano para elredactor), de conversaciones y experiencias de amistad y participación con estudiantes dela Universidad de Chile, en especial del colectivo Estudiantes Autónomos de nuestraFacultad de Derecho; de activantes del Movimiento Surda, el que, creo, ha aportado en lasideas y en la práctica a la generación y crecimiento del autonomismo en nuestro país; y,más en general, con muchos “autonomistas” chilenos y latinoamericanos, que, con o sinsaberlo, de manera activa y autoconsciente, y también pasiva, dispersa, pero simpatizante ypotencialmente participante. A todo ellos, con especial respeto, amistad, cariño y hastaadmiración, está dedicado este trabajo, que aunque mío, es fundamentalmente nuestro.

Y es que lo que ese nosotros inconcluso y disperso ha realizado o intentadopracticar en sus importantes pero insuficientes avances en la edificación de un otro Chileposible, posneoliberal, lo que da, más que cualquier discusión teórica (necesaria de todosmodos, y que, deseamos, algo ayude en eso este trabajo), la legitimidad inicial del uso de lapalabra autonomía en este trabajo. A partir de esa legitimidad inicial (que esperemos, nosconcedan sin sentirse violentados todos a los que interpelan estas páginas), se quiere coneste trabajo realizar un pequeño aporte en la gran tarea de ir construyendo identidades ysaberes pertinentes a nuestra luchas y deseos por un mundo mejor. Creemos que el idealautonomista está relacionado con muchos de los actuales esfuerzos de esa multitudpotencialmente poscapitalista, aún fragmentada, disociada, y que muchas veces ni siquierase reconoce como tal. De esta forma, la utilización de tal concepto, el autonomismo,implica hacerse cargo de encontrar las relaciones, contrastes, similitudes que nos unen ydiferencias. A esto se intentan dedicar estas páginas.

I Esbozo de nuestra identidad histórica

b. ¿Qué es la Autonomía? Iniciando la búsqueda de nuestro ideario e identidad

La idea de autonomía ha generado una amplia y diversa gama de concretas prácticasde transformación social, múltiples esfuerzos organizativos alrededor de todo el mundo, yhasta extensos debates teóricos acerca del concepto y práctica política que ella evoca. Laambigüedad ha sido el costo que se ha pagado por la autonomista defensa de laexperiencias reales y cotidianas ante las verdades abstractas que suelen propagarse desdelas alturas del saber dogmático; de los esfuerzos de construcción de un mundo nuevo, antelos peligros de caer en los conservadurismos establecidos; y de las múltiples iniciativasdesde abajo, ante la homogeneización desde arriba que imponen, más allá de susdeclaraciones, muchas organizaciones políticas.

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Amplitud, diversidad, multiplicidad... las mismas características que definen al“autonomismo”, lo hacen una idea-realidad difícil de desarrollar en el pensamiento, y másaún, de vincular en la práctica. Y no es sólo que esta vaga identidad dificulte e inhiba elhablar de algo así como “autonomismo”, sino que son las propias construcciones políticasy sociales locales de carácter autonomista, las que han tenido como unos de sus dilemasprincipales el cómo encarar la acción política con miras a al totalidad del poder y no sólo amanifestaciones parciales o localizadas, cómo lograr vincular distintas luchas concoordinaciones sólidas y a la vez flexibles, cómo entroncar las experiencias concretas deconstrucción de un mundo nuevo sintetizándolas en una más general lucha por el futuro dela Humanidad, y todo esto, sin caer en las amenazas y tentaciones que acechan contra lasingularidad, la diversidad, y la creatividad de las multitudes de nuestro tiempo.

“¿Es la multiplicidad un problema a superar a partir de formas de articulación que organiceny den eficacia a las luchas? Y más aún: ¿cómo podría organizarse una red de estasexperiencias de nuevo protagonismo? [...] Precisamente la singularidad de estas experienciasconsiste en que su propia operación implica salirse de la red global [...] y afirmar en ese irmás allá un saber de sí misma y de su situación”

Junto con la multiplicidad y variedad de las organizaciones que la reivindican, laidea de autonomía contiene muchos significados posibles, lo que expresa la amplitud de sumarco de referencia, y de sus radios de acción. Se ha hablado de autonomía frente al poderdel capital, de autonomía en relación a las instancias de organización que puedanrepresentar intereses colectivos (en especial frente a los partidos políticos), de autonomíasocial frente al Estado y sus instituciones, de autonomía de los actores subalternos frente alas clases dominantes, de autonomía social e individual hacia una sociedad autoconscientey autoconstruida, de autonomía productiva frente al gran capital transnacionalizado. Porotra parte, contiene distintas posiciones o perspectivas desde donde abordarla: laautonomía como horizonte de largo plazo de gobierno y gestión popular superadora delorden social capitalista, como construcciones anticipatorias desde ahora de un próximonuevo mundo socialista (en el sentido de sociedad con el poder socializado), comoruptura presente y visible de las formas sociales capitalistas, y como contrapoder actualfrente al poder globalizado (estatal y mercantil, nacional e imperial).

c. El nuevo poder capitalista, la nueva sociedadposmoderna, y la autonomía como nuestra

respuesta

Vivimos en un mundo dominado por un poder global y en red difícil de visualizar,un sistema económico y social que se autoproclama fin de la historia, una ideología que sedice no ideológica, un pensamiento con pretensiones de ser “el único”, y una industriacultural capacitada para crear una realidad insidiosamente fantasiosa. Por eso, la búsquedaconsciente o inconsciente, organizada o no, de millones de seres humanos, ha pasado a serde una afirmación del sí mismo, de la experiencia concreta individual y colectiva, de unossaberes y acciones atados a la situación real de la Humanidad de carne y hueso. Por eso,también, el desfase con las formas organizacionales y culturales, los discursos, programas

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y hasta emblemas dominantes durante el siglo XX. Las mismas características del poderhan cambiado.

La permanente sensación de cambio y novedad de la época que vivimos, ha quedadoplasmada en la proliferación de un sinnúmero de “pos” (se ha hablado de posmodernidad,sociedad posindustrial, posfordista, posilustrada, pospatriarcal, posideológica,poscartesiana...) y de “fines” (fin de la historia, fin del trabajo, fin de la lucha de clases, findel hombre, fin del patriarcado, fin de las utopías...), los que ilustran la insuficiencia de loslenguajes y saberes apropiados para hablar de lo actual, sin tener que referirse a lo que leprecedió (la sociedad moderna, industrial, fordista, patriarcal...).

La mundial transformación del poder, de sus lógicas de funcionamiento, los mapasde su distribución, las formas en que se ejerce, la reestructuración de sus aparatosproductivos, han provocado un profundo desfase con las formas adoptadas por las luchasanteriores a tal desarrollo, y más en especial, con las creadas contra el poder centralizado ynacional propio del siglo XX. O, más bien, ha provocado un largo proceso (al menos decuatro décadas) en que las estrategias de los actores críticos o alternativos, altermundistas,o antiglobalización, libertarios o izquierdistas, han ido desarrollando germinalmenteformas renovadas y actuales de acción y pensamiento, que, como primer rasgo común,tienen su defensa de las experiencias reales, del saber propio asociado a ellas, y la acciónconcreta local como forma de comenzar a trazar una estrategia de largo plazo hacia unmundo nuevo.

“Desde la década de 1960, en los cuatros decenios que duró la crisis de la izquierdacomunista, socialista y liberal, un amplio sector del pensamiento crítico, tanto en lospaíses dominantes de desarrollo capitalista como en los subordinados, procurórecomponer focos de resistencia sustentados por sujetos sociales o de gruposnacionales y regionales, y con frecuencia basó sus análisis en la localización de lasluchas” (Imperio, p.52)

Cuando el desgaste de los socialismos reales iba haciéndoles perder su rol dereferentes para un mundo poscapitalista, y mientras el capitalismo atravesaba por un augede bienestar económico, innovación científico tecnológica, y un despliegue del sistemaproductivo nunca antes vistos en la historia de la humanidad, los actores alternativosfueron perdiendo posiciones ideológica, cultural, y políticamente. La crisis progresiva delas izquierdas del siglo XX, y cada una de las coyunturas que la hacían retroceder (desdelas agresiones soviéticas a Hungría en 1958 y a Checoslovaquia en 1968, la derrota de laUnidad Popular en Chile en 1973, la crisis de los misiles en 1962, el aislamiento ycontención de los movimientos nacionalistas que derrotaron a los colonialismos en los ´60y ´70, la cooptación de los movimientos, culturas y subjetividades que confluyeron en lasrevueltas de 1968), fueron quitando horizontes y dispersando a los sectores alternativos enmúltiples iniciativas, actores y saberes locales, expresados en la reconocible frase pensarglobal, actuar local, propio de la resistencia a la creciente hegemonía mundial delneoliberalismo (consagrado como pensamiento único en los noventa), y de suarrinconamiento en una postura contra la globalización (y no contra sus manifestacionesreales marcadas por la hegemonía capitalista neoliberal), como si hubiera sólo una manerade vivir la globalidad, una única forma de utilizar los enormes avances productivos de laHumanidad, y como si tuviéramos que conformarnos con plantear sólo alternativaslocales, parciales, y dispersas (por mucho que algunas hallan llegado a mayoríasnacionales).

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Y es que el difícil aprendizaje sobre las nuevas condiciones de lucha imponía unpaso lento, sustentado por actores que no tenían herramientas políticas (los viejospartidos ya no servían), ni saberes (los derrotados referentes y paradigmasnecesitaban reformularse), ni redes articuladoras (del internacionalismo de izquierdaquedaba bien poco, y los nuevos movimientos sociales solían privilegiar su propiaconstrucción y unidad interna antes que la convergencia con otros movimientos uorganizaciones políticas). Replicando la estructuración y funcionamiento del nuevo poder capitalista

(caracterizado por su carácter difuso y sus múltiples “pos”), se fue creando una incipientered de poder altermundista, cuyos brotes fueron irrumpiendo desde abajo, rompiendo unaaparente paz neoliberal y un autoproclamado fin de la historia, teniendo como primeroshitos la emergencia zapatista (clavada simbólicamente el día de entrada en vigencia deunos de los tantos tratados de comercio desigual propios del neoliberalismo), las múltiplesmanifestaciones en los lugares de reunión de las altas cumbres del poder global capitalista(las reuniones del FMI, la OMC, los G-8...), y la construcción de los ya multitudinarios yomnipresentes foros sociales (mundiales, regionales, nacionales, y temáticos)1.

Mientras el capitalismo se transformaba a partir de las experiencias y aprendizajeque extrajo de las luchas de las izquierdas del siglo XX, los sectores altermundistastardaron en reinventarse bajo tal escenario, facilitando el auge de un neoliberalismoconsolidado en los ochenta y arrogante en los noventa (nada menos que el fin de lahistoria...!). Las nuevas condiciones de lucha y los reestructurados sistemas de poder,carentes de un centro visible y de marcos institucionales reconocidos, de lógicasjerarquizadas y piramidales, tendieron a predominar progresivamente en cada rincón delplaneta, ya sea desde el lado del poder capitalista global del Imperio, como del ladoaltermundista de las multitudes:

“No hay en estos sistemas un centro localizable, lo que no implica, sin embargo, queno haya centro en absoluto. Es necesario pensar, más bien, en una función centro, queopera de manera distribuida, y constituye un poder de segundo orden, queproporciona la coordinación para la acción local y paralela de muchos núcleos queoperan en red. Una lógica común, que opera de manera distribuida, en que lainfluencia no se propaga, como en los sistemas clásicos, sino que se regenera en cadalugar de acuerdo a las características entre la función centro, que proporciona locomún, y las circunstancias locales que la vehiculizan (...) Esta interacción desigualentre un centro que opera de manera distribuida y las circunstancias locales, hace queestas redes puedan producir diversidad. Que recojan y resignifican la diversidadexistente, ligándola al espíritu común sin homogeneizarla, o que generen diversidadlocal, normalidades locales, que no requieren de la normalidad clásica, única, paralegitimarse y operar. Una operación de la diversidad, sin embargo, en que casi no esrelevante, para la vida común, que esa diversidad sea real y sustantiva, o sólo unaapariencia, una cuestión de formas, dada la enorme capacidad tecnológica paraproducir y manejar objetos y vivencias por su valor simbólico, antes que por sucontenido clásicamente objetivo ” (c.P., p.71)

Si el poder capitalista ha logrado crear y manipular dicha operación de ladiversidad para dirigirla hacia sus propios fines (la ampliación y diversificación delconsumo, la dispersión de los dominados, el individualismo aislante), los sectoresaltermundistas han intentado impulsar el valor de la diversidad no manipulada, la

1 FSM...

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relevancia de las convergencias y coordinaciones no excluyentes ni verticales, y lanecesidad insoslayable del aprendizaje mutuo y las relaciones constructivas y fraternales.

d. De la evidente centralidad estatal a la difusared neoliberal (y el Autonomismo como posible

respuesta)

El ciclo de luchas sociales de carácter anticapitalista anteriores a la llegada de lahegemonía neoliberal y del pensamiento único a fines del siglo XX, se caracterizó por estarconducida por una búsqueda de la unidad y exclusividad del sujeto transformador (laclásica pregunta por cuál era el “sujeto revolucionario”), la homogeneidad del proyecto yde las formas organizativas para llevarlo a realidad (el “socialismo realmente existente”, yel partido como vanguardia revolucionaria), y un infalible y universal recetario teóricodado por las diversas formas de marxismo político (es decir, las organizaciones políticas oexperiencias de construcción social que se autoproclamaban marxistas, no las corrientesideológicas y académicas que reivindicaban al marxismo), que, pese a sus diferencias, secaracterizaron más por el sectarismo que por el diálogo, resaltando así su pretensionesexcluyentes y homogeneizantes. Las experiencias concretas (locales, nacionales,regionales) se autoidentificaban fácilmente con las verdades globales sustentadas pororganizaciones políticas que hacían de puente entre las experiencias cotidianas y el ideariouniversal, y, más en concreto, entre las luchas sociales particulares (sindicales, territoriales,sectoriales), y la lucha política por el poder del Estado. Lo político, referido al Estado, eraconcebido como algo distinto a lo social, lo no estatal, y la mediación entre ambas quedabaentregada a la iluminista conducción partidaria sobre las masas.

Es la progresiva resignificación del rol del Estado por el neoliberalismo, que lo llevaa perder terreno en su labor de eje articulador de lo político, lo social y lo económico, de sulabor de configuración de sujetos sociales y de mediación y resolución de los conflictos depoder, lo que transformaría el carácter de lo político, y de las luchas por un mundo nodominado por el capital. Y es que de la centralidad estatal se fue pasando al predominiocada vez con menor contrapeso de las lógicas de mercado, y junto a la pérdida de controlciudadano sobre los procesos políticos nacionales, se fueron abriendo paso numerosasinstancias supranacionales, globalizadas, lo que fue quitando sentido y sustancia a lasdemocracias, entendidas éstas como la forma y contenido del gobierno ciudadano, y nocomo un mero mecanismo de elección de autoridades públicas, la democraciaprocedimental puramente eleccionaria, a la que se ha reducido el último tiempo. Estatransformación capitalista, iniciada lentamente en el próspero Occidente de posguerra, yque terminaría plasmándose en un arrogante neoliberalismo, triunfante frente al socialismoreal como quedaría de manifiesto con al caída del Muro y de la URSS, habría dejado a lasfuerzas políticas y sociales alternativas “ladrando en el vacío” (incluso antes de la caída delMuro de Berlín), sin el viejo Estado de Bienestar o Desarrollista (en Europa o el TercerMundo, respectivamente) como objeto de interpelación de las luchas sociales, ni comoobjeto viable de apropiación para, desde allí, cambiar la sociedad.

A medida que dichos procesos fueron adquiriendo una realidad indiscutible, esteconjunto de circunstancias fueron asumidas paulatinamente por nuevos actores políticos ysociales, dispuestos a trazar nuevos caminos hacia la superación de las manifiestascontradicciones a las que llevaba la implementación de las medidas neoliberales, lo quedesembocó en la reinvención de las estrategias transformadoras en todo el mundo.

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e. Autonomía: nuestra propia construcción política(o la revolución desde aquí y ahora)

Puestas así las cosas, la redefinición de lo político y del rol de las organizaciones

políticas pasó a ser central: ¿Qué es lo que se puede llamar como político, y cuál es sudeseable relación con lo social? ¿Qué carácter tiene la lucha política? ¿Cómo construirinstrumentos políticos eficaces en la labor de la transformación social alternativa? ¿Quérelación debe tener la organización política con su entorno, y con los movimientos socialescon que interactúa?

La redefinición de lo político operado por el neoliberalismo tiende a hacer de loestatal un elemento relevante pero que ya no representa el centro a partir del cual sedesarrolla la lucha política. El desmantelamiento de la centralidad estatal dejó enevidencia que el fenómeno del poder se extiende en una multiplicidad de prácticas einstituciones sociales, y que la transformación hacia una sociedad poscapitalista requiereun replanteamiento del carácter de la lucha política que había sido formulada conanterioridad de tal desmantelamiento.

La clásica noción de toma del poder estuvo íntimamente vinculada a la existencia deun centro en la toma de decisiones políticas, representado efectivamente por el Estadonacional creado y reforzado durante el ascenso de las burguesías contra el poderaristócrata. Posteriormente, y conjuntamente con el proceso de consolidación de lasociedad liberal- capitalista, el Estado representó el espacio privilegiado por los sujetossubordinados para, desde ahí, y tomado su control, transformar la sociedad. La políticatransformadora se entendió, por tanto, como una específica acción referida al control de laesfera estatal, y no a la totalidad del poder social, a la multiplicidad de las formas en que seexpresa la correlación de fuerzas, de ideas, de valores, y de verdades, en suma, dehegemonía sobre el conjunto de la sociedad, en las vidas privadas y públicas, en lacotidianeidad y la creación cultural.

“La toma del poder, en su sentido clásico, da lugar a un poder limitado detransformación, que se enfrenta con una resistencia de las estructuras socialesexistentes que hace de todo cambio un proceso lento, cuya dirección es impredecible yque con frecuencia modifica la naturaleza del poder revolucionario. Es decir, quetanto antes como después de la toma del poder hay una guerra de posiciones”

La capacidad transformadora de la mera toma del poder estatal es así relativizada,inscribiendo el “momento revolucionario” en procesos históricos de larga duración que determinanel carácter y el sentido real que termina teniendo el hito revolucionario, más allá de las intencionesdeclaradas en discursos y programas. La toma de la Bastilla o del Palacio de Invierno, el triunfoelectoral de la UP o el posterior golpe de estado en Chile, la llegada de la guerrilla cubana a LaHabana o la caída del Muro de Berlín, así como todo hito político de carácter revolucionario,representan momentos coyunturales importantes, pero determinados por cambios en las relacionesde poder, en las correlaciones centrales de fuerza, que exceden con creces los a veces efímeroscambios en la esfera político-estatal.

Tomando algunas categorías elaboradas para el análisis de los conflictos militares2, los hitosrevolucionarios representan movimientos relevantes en el conflicto de poder, pero están insertos enprocesos más generales y profundos en los que están en juego las posiciones de los actores en

2 Ver Capítulo “Nuestra guerra es la otra guerra. La política como relaciones de fuerza y de lucha”

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pugna, los territorios controlados por ellos, en fin, la disputa por la hegemonía de uno u otro bandosobre el campo de fuerzas.

“Donde el corte revolucionario se da realmente es al nivel del imaginario político. Elhorizonte mental de una sociedad cambia de golpe, en unos pocos meses, semanas, eincluso días [...] Pero ese imaginario existe en un contexto al que consigue determinaren una medida muy limitada. Es entonces que empieza la contaminación de eseimaginario político por una realidad social que lo resiste, y el poder institucionalizadoque resulta de esta sobredeterminación de acciones y reacciones históricas esnecesariamente muy distinto del que previera el acto revolucionario originario. [...] Loque es importante es afirmar el carácter procesual de todo proceso de cambiorevolucionario, incluso cuando éste implica momentos de ruptura violenta. Paraponerlo en términos gramscianos: la guerra de posición tiene prioridad sobre la guerrade movimiento”

En otras palabras, las coyunturas específicas adquieren su real sentido histórico enlos procesos generales, por lo cual el éxito o fracaso de las tácticas (el plan de accionesconcretas y circunstanciales, formuladas para un período acotado en el tiempo) debejuzgarse en relación con las estrategias de cada actor (el horizonte ideal al cual intentaencaminarse). Por el contrario, el pensamiento y la acción de la izquierda clásica terminóencandilada por la coyuntural toma del Estado, y por tanto encaminó la mayor parte de susesfuerzos a lo político- institucional, y al fortalecimiento de la vanguardia militante queoperaba en ese reducido ámbito de las relaciones de poder. Con esto, la pretendidasocialización del poder, que era el supuesto sentido histórico que tenían las revolucionesautoproclamadas como socialistas, pasó a segundo plano en relación con la más urgente ycoyuntural estatización de la vida social (en concreto, de los medios de producción,creando un control estatal sobre la economía). La disputa por la hegemonía, es decir, porlos procesos de construcción de poder socio- histórico, no representó el centro de laspreocupaciones de unas organizaciones políticas más dedicadas a la acción en la másreducida esfera político- institucional, principalmente estatal. De ahí la centralidad queadquirieron ciertas dicotomías relativas a la forma de llegada a tal poder estatal (¿víaelectoral o vía armada?), o la rapidez de los cambios operados desde ahí (¿reformismo orevolución?), o el marco geográfico de la transformación (¿socialismo en un solo país orevolución mundial?).

De ahí, también, la creciente inoperancia de tales concepciones políticas cuando elpoder capitalista comenzó a funcionar cada vez más en redes (difusas, flexibles y diversas)y no a partir de los centros estatales, cuando la revolución tecnológica permitió globalizarlos procesos productivos desnacionalizando las economías, y cuando las tomas dedecisiones políticas se fueron alejando del marco político- institucional al que lasizquierdas se habían acostumbrado a lo largo de sus luchas. Es decir, cuando el carácterliberal del orden social capitalista fue transformándose en neoliberal.

f. Ni centralismo vanguardista, ni dogmasuniversales, ni unificaciones excluyentes. El

Autonomismo como corriente política

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En el mencionado proceso de crisis de las izquierdas, fueron adquiriendo mayorpresencia ciertas prácticas y lógicas que pueden agruparse (al menos para fines analíticos),bajo el término de autonomismo. Lo común de sus preguntas más que de sus respuestas, desus desafíos y deseos más que de sus programas y tradiciones, constituye el núcleo desdedonde se puede comprender al autonomismo como algo unitario a la vez que diverso.Existe un conjunto de reflexiones y problemáticas que constituyen el marco en el que sehan desarrollado y desarrollan las prácticas inspiradas por la idea-realidad de laautonomía, en la multitud de sus expresiones. La misma objetividad y universalidad de losfenómenos históricos que explican su existencia (la autotransformación del capitalismo hacia sufase neoliberal, la derrota del socialismo de Estado), hace que las respuestas autonomistas tenganelementos comunes, a pesar de la dispersión y el aislamiento que suelen caracterizar las prácticasautonomistas, por lo general, localizadas y situadas en experiencias espacialmente parciales. Sibien la búsqueda reseñada proclamó desde sus inicios el rechazo a los recetarios infalibles,a las verdades dogmáticas, y, sobre todo, al intento de teorizar por delante y por sobre lasprácticas concretas que se llevan a cabo efectivamente, a partir del cúmulo de experienciasy de saberes construidos junto a ellas, se puede desarrollar lo común de las prácticasautonomistas.

“En ese marco, en los años recientes ha empezado a revitalizarse una noción quetiene sus raíces en distintas tradiciones emancipatorias: la autonomía. Esto es, la ideade que la emancipación social no debe tener como eje la conquista del poder delEstado, sino que debe partir de la potencialidad de las acciones colectivas queemergen de y arraigan en la sociedad para construir otro mundo. Estas ideas no solocirculan en el campo político y académico, sino que han logrado variada encarnaduraen múltiples expresiones sociales”

Resumiendo sus características fundamentales, y dejando en segundo plano losdistintos matices entre autonomistas, se puede señalar que, como corriente política, realizauna fuerte crítica de las experiencias de los “socialismos reales”, tanto por su incapacidadde socializar el poder, como por no haber superado el horizonte de la modernidadoccidental capitalista3; intenta superar la separación de lo político y lo social, buscandonuevas formas de relación entre los actores y movimientos sociales y las organizacionespolíticas, abandonando el vanguardismo iluminista y suplantador de los sujetos sociales,valorando así una coparticipación democrática y equilibrada entre lo social y lo político; sesiente parte de un proceso de revisión y superación de las clásicas dicotomías que habíaanimado los debates de izquierda durante el siglo XX (reforma o revolución, vía armada ovía electoral, foquismo guerrillero o legalismo partidista, etcétera); e intenta alejarse delburocratismo, del exceso de partidismo, y de las visiones sobreideologizadas ydistanciadas de las realidades concretas.

La potencialidad de las acciones colectivas, de la sociedad civil organizada, deactores sociales que autoconstruyen las posibilidades de ser dueños de sus vidas privadas ypúblicas, de una democratización real de todas las esferas de la vida social y personal, dela capacidad de perfilar la nueva sociedad desde la actualidad y no delegándolo en unapromesa para el futuro, son los horizontes hacia los que intenta acercarse el autonomismo.O dicho al revés: una política que intenta alejarse de la clásica apelación a un Estadoomnipotente que soluciona desde arriba los problemas sociales, creando una sociedadaltamente burocrática y además ineficiente, que posterga la socialización de la toma de

3 Ver capítulo “Superando la modernidad occidental: la Amerindia vive, resiste, y construye”

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decisiones, homogeneiza y controla la vida pública y privada de las personas, y construyeuna vanguardia que en realidad no es más nueva clase dominante cuyo poder político yeconómico emana de su rol de conducción del Estado.

Sin embargo, tales convicciones comunes conviven con distintos grados desemejanza y diferencia, en un amplio arco de organizaciones y saberes que conforman unvariado paisaje, descentrado (sin centros reconocibles ni representaciones únicas), diverso(distintas identidades, radios de acción, objetivos, formas organizativas y de lucha, dentrode un similar sentido común autonomista), pero aún disperso (poco articulado, carente dedebate y aprendizaje mutuo) e incluso, “inexistente” (pocos se reconocen a sí mismoscomo autonomistas, y las concepciones autonomistas están poco desarrolladas en lapráctica y la teoría), aunque creciente en incidencia desde dentro de muchos de losmovimientos sociales y organizaciones políticas que han impulsado caminos hacia unposcapitalismo neoliberal posible.

Ni partido político (que históricamente ha requerido de importantes grados deunidad política, de estructuración organizativa, y de fronteras claras entre militancia,simpatizantes, y “exterior”), ni movimiento político-social (que aunque es más flexible ydiverso que el partido, requiere de prácticas comunes y horizontes estratégicos definibles),ni organización social (que es una plataforma de acción colectiva de un sujeto socialdeterminado), el autonomismo reúne los caracteres de una corriente política, incipiente,poco desarrollada, pero real:

“El elemento constituyente para una corriente política básica es una visión detransformación social, una imagen de una sociedad con normas esencialmentedistintas de las predominantes en la actualidad [...] no se definen por una teoríapolítica determinada, pueden ser perfectamente plurales; es la visión de la sociedad aalcanzar o el cambio social lo que hace la unión. Esta visión puede nutrirse endiferentes personas, agrupaciones, contextos [...]con unas bases ideológicamente muydistintas [..] la pertenencia a una u otra corriente política básica de una persona sereconoce por la forma cómo se comporta [..] esto significa que una persona puedemostrar una predisposición para una corriente política básica determinada sinasignarse a la misma de forma consciente [...] no actúan con una coordinación centralporque intervienen en ámbitos sociales muy diferentes; tampoco es posible quealguna organización individual pretenda conservar y desarrollar las experiencias de lacorriente en su representación [...] se desarrollan en y a través de un paisaje deorganizaciones, un entorno que es necesario con todo su alcance y diferentes escalaspara la existencia de la corriente. A través de este paisaje de organizaciones, lacorriente lleva un discurso común que, una y otra vez, intermedia entre los esquemasde comportamiento de la política diaria y la visión transformadora, y conceptualizaambos elementos”

Tanto la acción política cotidiana (el “comportamiento de la política diaria”) puestaen esfuerzos concretos por construir una fuerza social realmente transformadora y creadorade un nuevo mundo, como la visión transformadora dirigida hacia una socialización delpoder desde hoy y hacia mañana, son los elementos comunes identificables de la corrientepolítica autonomista, en un paisaje heterogéneo de organizaciones políticas, movimientossociales, e iniciativas de base que los comparten, a pesar de (o más bien, gracias a) nohaber representación única, ni ideologías irrebatibles, ni comités de vanguardia quemonopolicen la dirección de las políticas autonomistas. Esto, le ha otorgado a la corriente

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autonomista unas características que le posibilitan contraatacar las transformacionesneoliberales, y las nuevas estructuraciones del poder actual

“Cuando una red distribuida ataca, acosa al enemigo con un sinnúmero de fuerzasautónomas que golpean en un punto determinado, en todas direcciones al mismotiempo, antes de desaparecer enseguida y regresar a su medio. Desde una perspectivaexterna, el ataque en red se describe como un enjambre porque parece que no tengaforma. Como la red no tiene un centro que dicte las órdenes, los que solo piensan deacuerdo a los modelos tradicionales creen que no hay organización de ningunaespecie y sólo ven espontaneidad y anarquía. El ataque en red se compara con lasbandadas de pájaros o de insectos de las películas de terror: una multitud de asaltantesnecios, desconocidos, inciertos, ocultos e inesperados. Pero si se contempla el interiorde una red, se observa que sí hay organización, racionalidad y creatividad. Es lainteligencia del enjambre (...) los enjambres emergentes que vemos en las nuevasorganizaciones políticas en red están compuestos por una multitud de agentes condistintos niveles de creatividad (...) Para comunicarse y cooperar, los miembros de lamultitud no necesitan la uniformidad, ni renunciar a la creatividad individual (...) Loque necesitamos entender ahora es qué inteligencia colectiva puede emerger de lacomunicación y la cooperación de tan variada multiplicidad” (Multitud, p.120-121)

Y es que la afirmación y defensa de la diversidad ideológica e identitaria, laespecificidad local y la creatividad individual, no implica necesariamente la exclusión dela necesidad de las coordinaciones flexibles y extensas, las articulaciones sociales ypolíticas, y el debate y la comunicación mutua entre los distintos esfuerzos de lasmultitudes organizadas. Tal como los poderes capitalistas, que a la vez que son diversos ydifusos, actúan en bloque, con una lógica, un código de acción y una racionalidad común,facilitada por una red de enlaces y comunicaciones que los entrelazan en un ordenestructurado, un verdadero sistema. El entrelazamiento de los gobiernos nacionales con lasautoridades globales (como el sistema de la ONU o las alianzas regionales), de las eliteseconómicas y políticas con sus continuos encuentros y cumbres, la convergencia ycomunicación permanente entre las compañías transnacionales y los aparatos culturales,políticos y militares del capital, entre los ministerios del área económica y las instanciaseconómicas globales (como el Fondo Monetario Internacional y la Organización Mundialde Comercio), y la articulación de un operar y una ideología común de los distintoseslabones y espacios del poder capitalista, son las fortalezas a partir de las cuales mantieney perfecciona su dominio sobre la dirección histórica de la Humanidad. El altermundismo,para triunfar, debe aprender a interactuar en la diferencia, a cooperar en la diversidad, apensar y debatir colectivamente, y saber actuar en bloque, adaptando la resistencia y laconstrucción global a las especificidades de cada experiencia concreta, de cada contextohistórico y social particular. Algo que los autonomistas hemos aprendido e intentadopracticar, a pesar de lo insuficientemente construida y enlazada que está por ahora, nuestracorriente.

g. Acción hacia y desde las mayorías: pasando delcírculo vicioso de militantes y convencidos, haciala espiral virtuosa de los activantes y sus redes

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El frecuente aislamiento de las personas y organizaciones convencidas de lanecesidad de cambios profundos y radicales en nuestras sociedades, frente unas estructurassociales establecidas que tienden a multiplicar y diversificar las formas y mecanismos deintegración social, ha sido uno de los problemas fundamentales de las políticas alternativasde mediados y fines del siglo XX. Comparado con las circunstancias sociales delcapitalismo clásico, caracterizado por una pauperización material de la fuerza de trabajode punta (los obreros agrupados en grandes centros fabriles, en condiciones muchas vecesmiserables e inhumanas), y de las zonas periféricas del capitalismo (los trabajadoresfuertemente explotados de los países y regiones subordinados al capitalismo central), locual permitió e incentivó un (relativamente) rápido crecimiento de las organizacionessindicales y la izquierda dentro de ellas, el capitalismo actual, altamente tecnológico, esprogresivamente integrador de los trabajadores ubicados en los sectores de vanguardia dela producción actual (los profesionales universitarios, los operadores de las complejastecnologías, y en general, las amplias capas medias dedicadas al trabajo inmaterial delsector servicios), y también creador de importantes centros en la periferia (los sectoresaventajados del anteriormente llamado tercer mundo), todo esto mediante una inéditaexpansión del consumo y el bienestar material individual de buena parte de los asalariados,y una igualación cultural y subjetiva, en la medida que permite y fomenta una abundanteindustria cultural diseminada por lo largo y ancho de todo el campo social.

La integración material y subjetiva de buena parte de lo que Marx llamóproletariado (la masa de asalariados que no tienen nada más que su fuerza de trabajo paravender en el mercado capitalista) produjo una consolidación social y política delcapitalismo y sus sistemas políticos que las izquierdas no previeron, o no fueron capacesde enfrentar. El mejoramiento de las condiciones materiales de buena parte de lostrabajadores, reforma realizada por el capitalismo pero impulsada por las mismasorganizaciones sindicales y la política de las izquierdas, dejó sin respuestas a unosrevolucionarios que prevían que el capitalismo sólo podía funcionar degradandoprogresivamente las condiciones materiales directas de los asalariados. La dicotomía dereforma o revolución se mostraba así en toda su plenitud: las reformas que mejoraban elorden social hacían más difícil el convencimiento de la necesidad de la revolución, en lamedida que la revolución requería de una radicalización de la explotación material directa(la famosa agudización de las con tradicciones). Dicha tensión tuvo una concreciónhistórica desde principios del siglo XX, cuando el capitalismo comenzó a hacer visibles ypalpables algunos beneficios a las masas trabajadoras, y cuando las legislaciones laboralesy los nuevos pactos sociales comenzaron a proliferar (en especial en Europa y EstadosUnidos) que el movimiento de los trabajadores asalariados se fue quebrando en dosposiciones que marcarían el debate entre las izquierdas del siglo: la socialdemocraciacentrada en la posibilidad de cambios graduales dentro del capitalismo, y los comunistascentrados en el necesario quiebre radical operado desde el poder estatal.

Desde hoy, su puede decir que ambas visones han sido derrotadas por la historia. Yase habló de la derrota del comunismo clásico, el cual tendió a desaparecer progresivamentecomo referente o modelo de una sociedad mejor que la capitalista occidental, al punto quehacia finales de siglo fue siendo asociado más a lo obsoleto, lo fracasado y lo ineficaz, quea una emergente transformación hacia un mundo mejor. Por su parte, la socialdemocraciaterminó siendo una de las versiones más del reformismo capitalista, fuertemente propagadocomo una actitud defensiva del capital ante las luchas sociales y políticas de los sectoressubalternos, expresadas en hitos como las triunfantes revoluciones mexicana y rusa o lasderrotadas alemana y española, y el auge de las organizaciones sociales (en especial las

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sindicales) y políticas (el sinnúmero de partidos y corrientes de izquierda) de lossubalternos. En especial, el nacimiento de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas,obligó a los gobiernos occidentales a repensar sus estrategias de desarrollo, dándoleprogresivas concesiones a los trabajadores, y transformando al Estado en un partícipe másactivo en la esfera económica, instalándolo como un activo regulador de los conflictossociales (en especial de los surgidos entre capitalistas y trabajadores) sobre todo luego dela crisis mundial de 1929, y la aparición de una teoría económica destinada a llevar a cabotal proceso de reformas, el keynesianismo, ampliamente dominante en el mundo occidentalhasta su desmantelamiento por el neoliberalismo.

Tal proceso de reformas, aún cuando consiguió importantes avances en los países delcapitalismo central, se dirigió sólo a un mejoramiento en las condiciones materialesdirectas de los trabajadores, logrando una amplia inclusión y consenso social, pero quedejó intocadas las bases de la estructuración del poder capitalista, y por tanto, suscontradicciones y miserias, en especial aquellas más subjetivas: una progresivamediocridad de la vida cotidiana, y una pérdida de sentido y de horizontes comunes paralas personas.

Por otra parte, la base sobre la cual se sustentaba económicamente el reformismointegrador de los países centrales, esto es, un insoslayable intercambio desigual con lasnaciones dependientes, hizo aparecer y radicalizar una multitud de movimientosanticolonialistas y antiimperialistas en el llamado tercer mundo (principalmente en lasdécadas de lso sesenta y setenta), para, en las décadas posteriores, y a medida que seconfiguraba un orden global facilitado por la revolución tecnológica que transformaría lascomunicaciones y el transporte, generar una oleada de movimientos migrartorios quemostraría en su cara más visible las grietas del proyecto de mejorar al capitalismo desdedentro. Dicha revolución tecnológica transformaría los procesos productivos de maneraradical desde, más menos, la década de los setenta, provocaría un desmantelamientopaulatino de las políticas del Estado de Bienestar, por una doble vía: por una parte, lasalida de muchos capitales y centros de producción desde los países del capitalismo centrala las regiones subordinadas (la deslocalización de la producción), en busca de bajar suscostos de producción, lo cual redundaría en un desempleo, subempleo, o baja de lossalarios y las condiciones laborales; y por otra, la progresiva hegemonía neoliberal, quedecía encontrar la solución a dichos problemas con una reducción de la intervención estatalen la economía y la vida social, atacando así el atractivo para los capitales de huir hacia lasregiones subordinadas, y reduciendo los progresivos déficit fiscales que hacían (y hacen)cada vez más inviable las muchas veces enormes protecciones estatales a la vida de susciudadanos (seguros de desempleo, altos salarios mínimos, y subvenciones de variadaíndole).

Para mencionar un hito histórico que condensa las falencias internas delreformismo capitalista: el grito desenfadado, creativo e irreverente de la juventudprimermundista contra los conservadurismos establecidos (patriarcado, gerontocracia,autoritarismo), los imperialismos de sus estados (Vietnam, Argelia....) , y una mediocridadgeneral de la vida, marcada por el individualismo, el consumo y una creciente industriacultural capitalista que cubría (un fenómeno viejo pero nunca tan omnipresente como enesos años) el tiempo de ocio de los viejos de manera inédita. En síntesis, un grito contra elbienestar promovido por el capitalismo reformista keynesiano, expresado en una nuevacultura juvenil rayada en las paredes de ls ciudades y campus universitarios, recreada enexpresiones artísticas y en manifiestos intelectuales, y, también, vivida en la

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experimentación y el exceso, en la sexualidad y las calles. Muchas ideas y experiencias, unmes: mayo del 68.

Muchas veces, han tendido a tratar el sentimiento de inclusión de amplias capas de la

población mundial como si fuera un problema de enajenación subjetiva, de penetraciónmeramente ideológica del capitalismo en la mentes de unos extraviados sujetos explotadosobjetivamente por el orden social establecido.

“¿Es éste un cambio sólo en la conciencia?. La respuesta afirmativa, dadafrecuentemente en los marxistas, parece extrañamente inconsistente. ¿Se puedeentender un cambio tan fundamental en la conciencia sin asumir un cambiocorrespondiente en la “existencia social”?. Incluso concediendo un alto grado deindependencia ideológica, las ligas que unen este cambio con la transformación delproceso productivo militan contra tal interpretación. La asimilación en lasnecesidades y aspiraciones, en el nivel de vida, en las actividades de diversión, en lapolítica, deriva de una integración en la instalación misma, en el proceso material deproducción.”. Marcuse, Herbert, “El hombre unidimensional”, p.51.

La política de las izquierdas, por tanto, muchas veces se centró excesivamente enlos aspectos subjetivos, ideológicos, de las transformaciones capitalistas, difundiendo máspropaganda con altos grados de teorización y abstracción, difícilmente aprehensibles sincorrelatos concretos, que realizando acciones al nivel material y organizativo quemostrasen en la cotidianeidad la factibilidad de las transformaciones hacia unposcapitalismo, y tendió a menospreciar a los sectores que el capitalismo logró irintegrando gracias a su expansión productiva y tecnológica (llamados muchas veces, demanera bastante imprecisa, aristocracia obrera, primero, y pequeña burguesía, después).La integración social producida por un aparente confort material consumista, un ambienteen los lugares de producción que dista mucho de los humeantes e invivibles centrosindustriales, y una implícita propaganda capitalista difundida por su omnipresente aparatocultural, ha logrado aislar a los brotes críticos, despojándolos de su fuerza transformadora,para convertirlos muchas veces, en meros espectadores de sociedades que se encaminan atodo lo que no queremos, o, a lo más, en sectores cuya crítica no pasa de ser testimonial,inefectiva, y reducida a unos pocos convencidos.

La creación de una fuerte identidad de izquierda en términos simbólicos yculturales, con su abundante galería de héroes, referentes, lenguajes, banderas y mártires,permitió sobrevivir bajo el auge capitalista y su ofensiva antipopular en todo el mundo (apartir de la posguerra, sobre todo), pero terminó creando una especie de protocultura que,muchas veces, más que permitir la difusión de un nuevo ideario humano, lo aprisionó entreun radio de acción y esfera de influencia reducidos y parciales, en relación a las enormesmultitudes explotadas (en su trabajo y tiempo libre, material y simbólicamente, política yculturalmente), subordinadas a la lógica del capital, y padecientes de las miserias ydesperdicios que la actuales estructuras sociales imponen a la especie humana y el medioambiente.

Por otra parte, la acción centrada en la esfera institucional, lo político formal, y lomilitante partidista, encuadró unos reducidos marcos para la acción política, y le quitó

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potencial transformador a los deseos pretendidamente revolucionarios de las multitudesactivantes, consientes de la necesidad y deseabilidad de cambios profundos en nuestrasociedades. Por eso, nuestra necesidad de reinventar una activa práctica de coparticipacióndel núcleo de los políticos con sus anillos de influencia y acción social, una nueva relaciónno vanguardista, democrática, y no suplantadora de las grandes mayorías. Y es que laacción, cotidiana y política, de las multitudes no directamente políticas, es indispensablepara una transformación real, desde abajo y desde hoy, de las relaciones socialescapitalistas. Un mundo nuevo solo puede ser construido por un hombre y mujer nuevos,una autonomía creciente de los sujetos sociales (individuales y colectivos) sólo puedeexistir en la búsqueda y lucha por una sociedad autónoma y autoconsciente. En nuestrarevolución desde el aquí del ahora, hacia el más allá de un mañana mejor, el sujeto de larevolución es al mismo tiempo su objeto, su material de trabajo y de transformación.Sujeto de la revolución, y objeto de la revolución, como las dos caras de la misma moneda.

Es en la noción de movimientalidad donde tal convergencia entre objeto y sujeto dela revolución encuentra un referente político que expresa de más concreta lo que aquí se hadicho de manera más abstracta y teórica. La idea de un movimiento político cuyo interior yexterior interactúan, coparticipan, en una influencia e interlocución mutua tanto haciaadentro (desde los no políticos hacia los núcleos de conducción política) como haciaafuera (desde los centros de conducción política hacia los radios de acción e influenciasocial), ha ido adquiriendo aceptación en múltiples prácticas de organizaciones yactivantes. Tales prácticas tienden a difuminar la clásica diferencia del siglo XX entremilitancia política y acción social, y más aún, entre un interior de un sujeto activo (losorganizados y convencidos) y un exterior de masas de apoyo (la base inorgánica, queparticipaba vía sufragio electoral o movilización, ya sea violenta o pacífica),reemplazándola por una acción política inmersa en lo social y las luchas democratizantesque emergen desde la sociedad civil, y una acción social que intenta encarar, desde susespecificidades, la lucha por el poder general de la sociedad. Así, la separación entre lopolítico y lo social se difumina, quedando ambos términos sólo como herramientasconceptuales para referirse a la totalidad de lo humano (es decir, lo social), o a aquellaesfera de acciones sociales referidas específicamente a la conducción histórica de laHumanidad, a la deliberación y acción con miras a tal totalidad, a la pretensión conscientede incidir en la realidad social (el ámbito de lo político).

Así las cosas, se ve transformado el espacio de lo político, y por tanto, y por tanto,el rol de las organizaciones que intentan intervenir en aquél. De acuerdo a esto, la acciónpolítica se refiere a

“(L)a labor de conducción, ése es su ámbito de acción (...) su función irremplazable,y para ello (la organización política) debe construirse como un intelectual colectivoenraizado en las luchas sociales, proveído para su constitución por los sectores queprotagonizan esas luchas sociales, para desempeñarse como el gran cerebro colectivode la totalidad de la lucha transformadora, como el resumidero de las disímilesexperiencias, como el articulador de éstas, como el espacio que permite la posibilidadde una racionalidad global de esas luchas, un tipo de visión que ellas por separado ypor sí mismas no son capaces de articular, es decir, como el espacio en el que seconstituye la conciencia de la totalidad del proceso histórico. Esto implica que laorganización política no debe aspirar a forjar las claridades dentro de sí misma, parapretender luego llevarlas a las masas, sino construir su reflexión política en caliente,al calor de las experiencias sociales concretas, en diálogo con ellas (...)laorganización política así concebida requiere establecer una relación democrática,

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abierta y transparente con tales experiencias sociales (...) lo que implica la necesariaposibilidad de asunción o crítica democrática por parte de las bases populares a laspropuestas que hace la organización política” (punto 41, conferencia 2002)

Por el contrario, la luchas del siglo XX estuvieron centradas y conducidas por unasorganizaciones políticas que intentaban representar a las pasivas y moldeables “masas” (elmismo termino de “masa” evoca el que sean manipulables) de manera vanguardista eiluminista, y muchas veces excluyente y no democrática. Los sujetos sociales movilizadosy organizados, fueron vistos más como objeto de influencia (llevando hacia ellos lasdecisiones, programas e ideologías de la organización), que como sujetos decoparticipación (interactuando con ellos con apertura mental y coordinación activa). Lamilitancia de un partido político, que se consagra a una acción política dentro de losmárgenes de lo político en su sentido reducido (lo político estatal, la esfera institucionalformal, y la vida interna partidaria), y que, cuando actúa a nivel social, lo hace más comorepresentante de la política del partido que como copartícipe de tales esfuerzos deconstrucción social, ha dado lugar hasta ahora, a una relación poco democrática, tendiendola militancia a considerar a los movimientos y luchas sociales como correa de transmisiónde las decisiones partidarias, instancias de mera captación de nuevos militantes einstrumentalización en aras de la visibilidad del partido, e, incluso, espacios demanipulaciones no declaradas ni discutidas con aquellos referentes sociales.

Las deliberación política, por otra parte, pocas veces se amplió hacia la base social,concentrándose la toma de decisiones tácticas y estratégicas en los eslabones más altos delos partidos, y como mucho, sólo entre la militancia partidaria (excluyendo a los sujetostransformadores independientes). El conjunto de prácticas reseñadas tendió a que lasmultitudes actuales hayan tomado progresivamente una desconfianza ante lasorganizaciones políticas de viejo tipo, abandonando la política formal a la que éstasinvitaban, o, al menos, tomando distancia y escepticismo ante ellas. Y es que el tipo departicipación en tales organizaciones, marcadas por un fuerte componente de militanteobediencia, monolítica acción y homogeneidad identitaria, contrasta con las subjetividadesactuales, más cercanas a la participación deliberante, la pluralidad de acción y la diversidadidentitaria.

En síntesis, la tendencia actual se dirige hacia una socialización de la política, yuna politización de lo social, tanto para la acción de los actores dominantes como de lossubalternos. Mientras la hegemonía política de los poderosos se sustenta cada vez más en aspectosque están más allá de la esfera institucional, haciendo que la cotidianeidad de la vida estéprogresivamente más inbuída en el fenómeno multifacético y omnipresente de la dominación (enlos lugares de trabajo y fuera de ellos, en las relaciones sociales y culturales, en la recreación y ellenguaje), las pretensiones libertarias de los actores alternativos apuntan a ver en todo fenómenosocial su carácter político, y a hacer políticas dirigidas a la totalidad del fenómeno del poder, y nosólo a sus expresiones institucionales o formales.

Por esto, la emergencia de unos activantes marcados por la diversidad (en susgrados de politización y en el interés por participar, en el tipo de acción que le interesarealizar y en la relevancia “en horas y días” que le da a la acción política dentro de susvidas), el pluralismo (con o sin ideologías, activantes en diversas iniciativas, espacios yorganizaciones), la movilidad (se mueve naturalmente entre distintas redes y circuitos deacción política y social), y, sobre todo, la expansión constante de su acción política,realmente democratizante (amplía las esferas de decisión del movimiento, llevando hacia

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adentro las opiniones de los anillos exteriores del movimiento, difundiendo hacia afueralas decisiones de los núcleos políticos):

“La espiral es una referencia (...) para describir su acción: expansiva, de barridoamplio, se mueve sin cesar, pero no en redondo. Escapa al círculo repetitivo de larepetición, rompe el encadenamiento y la rutina. Evolutiva, nunca cerrada, no tieneni interior ni exterior, va y viene desde adentro hacia fuera, inspira, expira, irradia yabsorbe, reúne y disemina”

Esta acción porosa y en espiral, de ida y vuelta, de influencia honesta yreceptividad real, ha demostrado tener, en numerosas experiencias, la potencialidad desuperar el ámbito de los convencidos, entretejer redes sociales más allá de la izquierdaclásica, y aunar a las mayorías necesarias para, entre todos, avanzar en la trasformaciónsocial, e ir derrotando los obstáculos (propios y ajenos, presentes y futuros) que impidenuna real socialización del poder y la política.

Como han aprendido las experiencias (sociales y políticas) que han logrado rompercon la supremacía absoluta del neoliberalismo, el crecimiento cuantitativo de losparticipantes activos está unido a una redefinición cualitativa del tipo y carácter de laparticipación y activancia que es canalizada mediante los movimientos y articulaciones.Parece ser que una genuina acumulación política y social está indisolublemente ligada a lareformulación de las prácticas e idearios, a la creatividad y apego a la realidades concretasen que se interviene y participa. Dentro de tal desafío general, una problemática departicular importancia está dada por la difícil confluencia de objetivos de largo, mediano ycorto plazo; de estrategias, tácticas, y monos y maniobras; de horizontes utópicos,programas medios, y metas concretas; de deseos futuros, objetivos próximos, ycotidianeidades presentes; de procesos de larga duración y coyunturas de corto alcance.Más aún, cuando

“(H)oy el movimiento social enfrenta la dificultad del manejo de tres temporalidades:la interna, que exige un caminar pausado, consensuado, respetuoso de la diferencia alinterior del movimiento; la externa, de cara a la sociedad histórica en la que estáinserto el movimiento social, y que exige dominio tanto del momento coyuntural (lasagendas de debate y las emergencias en visibilidad) como sobre la dimensiónestructural (la historia y la cultura); y una tercera, que a falta de definición mejorllamaré temporalidad del espacio público mediático, que exige, para bien y para mal,el manejo de lógicas, códigos, procesos de unos medios que (...)tienen el poder dedecir quién vive y quién muere a través de sus dispositivos de visibilidad” (Reguillo,Rossana, “Subjetividad, crisis y vida cotidiana. Acción y poder en la cultura”, en Lacultura en las crisis latinoamericanas”, p.257

(por desarrollar)

h. De nosotros para un Nosotros posibleCarta abierta a la izquierda desde la izquierda

autonomista

No hemos nacido de la nada. Las nuestras, son todas las luchas genuinas que se hanlibrado en la historia. Por una Humanidad humanizada y por un mundo reconciliado. Por un ser

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humano que se crea como ser, humano. Es más, no sólo las “luchas”: en todo gesto humano, enlas conversaciones desinteresadas, en las humanizadas miradas a los ojos, en la posibilidad de lasolidaridad, la amistad y el amor entre humanos, nos reconocemos, nos creamos, nosaprehendimos.

Hace algo más de doscientos años, en un salón colmado de hombres (lamentablemente, laotra mitad de la Humanidad estaba excluida de tales ceremonias), a alguien se le ocurrió dirimirlas diferencias entre los participantes agrupándolos en dos bandos. Se dice que algunospretendían cambiar las cosas, mientras otros se aferraban a la permanencia del ordenestablecido. Pues bien, para facilitar el conteo de la humanidad que quería uno u otra cosa en talsalón repleto, se decidió que los primeros se colocasen a la izquierda, y los segundos a laderecha. Aunque en esa ocasión la mayoría decidió sólo moverse unos cuantos pasos dentro delsalón (caminar hacia la izquierda implicaba mucho más que una pequeña caminata), afuera deeste la situación era completamente inversa. Para ese evento, las invitaciones estaban marcadas.Afuera, se agolpaban los descontentos...

Han pasado doscientos años, y ha corrido mucho agua bajo el puente. Entre medio,algunos de los que entonces desafiaron la realidad dada, el largo y variado parentesco de los“izquierdistas” de esos días revolucionarios franceses, han aglomerado la suficiente humanidadcomo para ser mayoritarios, proclamar el cambio incluso desde el mismo salón, y anunciar lainvitación universal a toda la Humanidad de extra-muros. Sin embargo, hoy, cierto pesimismoposmoderno dice con alguna razón que mirado desde ahora (una noche del 2005), parece ser quenada importante ha pasado desde entonces...

Algunos de los izquierdistas se integran, y administran ayer y hoy el salón, y desde ahí,sus alrededores. Intentan controlarlo todo: quiénes entran a deliberar, quiénes quedan afuera,qué hay que hacer para entrar, cuáles son los términos en que se entra. A pesar de todo, ellosdicen ser “los mismos” que, entonces, en esas reuniones del fin del Ancién Regime del Reino deFrancia, se rebelaron ante el clero y la nobleza, tomándose la principal cárcel de París, llenandolos campos, ciudades y villas de la futura “Francia” de revueltas, rumores y subversión, yproclamando la universal declaración de la igualdad, la libertad y la fraternidad.

Sin embargo, y más allá de las declaraciones, afuera proliferan las multitudes noescuchadas, y muchas veces parecen no querer, siquiera, entrar a unos salones cada vez menosatractivos. Ahora, dicen los que están adentro (explicando la extraña situación de desinterés),sólo hay contentos o desesperanzados, incluidos todos, ya sea en gratitud con los gobernantes, oen apatía hacia lo que pasa o no pasa en el salón.

Y es que, después de más de dos siglos, los de adentro suelen parecer bastante similares,excepto notables excepciones, que han sido convenientemente desalojados, por las buenas o lasmalas (aunque en general por las malas, claro está). Tanto, como para que desde afuera seperciba que, en realidad, ahí, en el salón, “las derechas y las izquierdas unidas jamás seránvencidas”. Los de adentro rechazan la acusación, y se defienden recordando las diferencias entreellos. Afuera, cada vez menos les escuchan. El salón está sellado, las invitaciones están hechas, lanómina de invitados no admite ampliaciones, o las permite sólo para los que juran ( y practican)la lealtad a lo existente, al orden dado de cosas, a la conservación de esta realidad.

Si algo ha sido relevante en el último tiempo, es que hay cada vez más escepticismo antetodo esto. ¿Queremos, los de afuera, “entrar”?. ¿Es el salón lo relevante, o la vida humana quese hace, predominantemente (incluso para los “incluidos”), en los inmensos alrededores delexterior?. Allá, en esa inmensidad, en La Realidad, las proclamaciones, los alineamientos ydiscursos de intramuros, cobran sentidos que, según han aprendido millones de seres humanos,distan mucho de ser unívocos y transparentes. Con el correr de la historia, muchas palabras sehan hecho ambiguas, contradictorias, hasta mentirosas. En nombre de la vida se mata, en nombrede la libertad se aprisiona, en nombre del bien se hace el mal. La justicia es injusta, lademocracia no es democrática, los derechos no son derechos. Los privilegios dicen ser accesiblesa todos, y la desigualdad se justifica con la igualdad de que los humanos somos todos igualmentedesiguales.

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Así las cosas, nuestra lucha no debe apuntar a rescatar solamente el término de“izquierda” de la vorágine de la pérdida de sentido, de la mentira construida y legitimada por elpoder de los que dominan, de las palabras prisioneras del sentido que les imponen unos pocosatrincherados en los salones del poder institucional. Desde ahí, adentro, han logrado difundir susvisiones como si fueran las únicas verdades posibles, secuestrando la social construcción dellenguaje, convirtiendo las palabras en instrumentos de sus propios intereses, de sus deseos noexpresados en sus falsas declaraciones, de sus monopolizados, ocultados y disfrazados poderes.Centrarse en la defensa de “la izquierda” parece ser más un intento de supervivencia reducido aunos pocos, mientras los múltiples aparatos de tergiversación que instalan los de adentro nosdejan sin la posibilidad de un lenguaje propio, de cara a la Realidad, sin los intermediarios quenublan la visión acerca de lo que ocurre en los grandes alrededores...

¿Ser o no ser de izquierda?... Sólo si llevamos la izquierda a la Realidad, podremos llevarla Realidad a la izquierda. Sólo en el largo camino de darle un nuevo carácter a nuestrasacciones y luchas, de encaminarlas hacia la posibilidad de la felicidad, la alegría y la libertad, deir diluyendo los límites entre el “adentro” y el “afuera”, de hacer que los salones sean muchos ymultitudinarios, expresivos de las penas y grandezas de una Humanidad libre y deliberante... Sóloahí, tendrá algún sentido retomar la bandera de los izquierdistas. Algunos, soñamos con superarla izquierda para reinventarla, y si para eso tenemos que criticarla sin contemplaciones paradejar en claro lo que nos separa de muchos de los autoproclamados de izquierda, lo hacemos.Mientras nuestros esfuerzos se encaminan a eso, explicarnos mejor implica también identificarnoscon palabras y acciones de nuestro tiempo, creadas para nuestra época, con sentidos actuales,con voluntad transformadora para el hoy, con mirada revolucionaria hacia el mañana, con deseoslibertarios para siempre.

Superar a la izquierda no significa olvidarla con sus aciertos y errores, con sus proezasheroicas y, lamentablemente, totalitarios horrores. Menos, a los millones de seres humanos que sehan puesto bajo sus banderas para intentar realizar la radicalidad de aquella promesa queincendió las ciudades, villas y campos del 1789 francés, y todo lo que vino después. Implica, esosí, distancia crítica ante lo que ha sido la izquierda hasta ahora, despego frente a ella para nocaer en dogmatismos y ritualizaciones paralizantes, creatividad para pensar y hacer lo que podríaser ahora y en el futuro. Si tenemos los ojos y mentes abiertas, lograremos levantar los sueños yutopías reales de la Humanidad aún no realizada, concretaremos las palabras que han quedadoen el aire y la abstracción, y aunaremos a la mayoría de seres humanos que, sin poder incidir ensu destino, padece el recorrido trazado por unos pocos atrincherados en los salones desde dondese gobierna la competencia y guerra de todos contra todos, la destrucción de la Tierra y laHumanidad, y el desperdicio de nuestra capacidad de inventar un mundo nuevo, una nuevaHistoria. ¿Y si nos piden una sola palabra?... Autonomía. Así, al menos, y mientras no se nosocurre nada mejor, lo hemos llamado algunos...

i. Creacción: creatividad para imaginar lo posible,accionar para trascender el presente

............................ (marxismo creativo, vcontra dogmatismoy conservadurismo deizquierdas tradicionales)

De lo que se trata, entonces, es de inventar una teoría y práctica política creativa ydiversa, apegada a cada circunstancia y ámbito de acción, construida desde las enseñanzasde las experiencias cotidianas, a partir de las victorias y derrotas, avances y retrocesos deun Nosotros transformador todavía por construir, de una identidad que trasciende laslimitaciones del mundo actual para ir creando uno nuevo, que no termina aún de nacer...

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“Para poder identificar y definir las posibilidades de un desarrollo óptimo, la teoríacrítica (se) debe abstraer de la organización y utilización actual de los recursos de lasociedad, y de los resultados de esta organización y utilización. Tal abstracción, quese niega a aceptar el universo de los hechos dados como el contexto final de lavalidez, tal análisis “trascendente” de los hechos a la luz de las posibilidadesdetenidas y negadas, permanece a la estructura misma de la teoría social. Se opone atoda metafísica mediante el riguroso carácter histórico de la trascendencia. Las“posibilidades” deben estar al alcance de la sociedad respectiva; deben ser metasdefinibles en la práctica. De la misma manera, la abstracción de las institucionesestablecidas debe expresar una tendencia real; esto es, su transformación debe ser laverdadera necesidad de la población subyacente. La teoría social está relacionada conlas alternativas históricas que amenazan la sociedad establecida como fuerzas ytendencias subversivas. Los valores ligados a las alternativas llegan a ser hechos alser trasladados a la realidad mediante al práctica histórica. Los conceptos teóricosculminan en el cambio social” Marcuse, Herbert, “El hombre unidimensional. Ensayosobre la ideología de la sociedad industrial avanzada”, p.13 skdpsa

Trascendencia, entendida como tendencias manifiestas y latentes, en la teoría y en lapráctica que, en una sociedad dada, “disparan el universo establecido del razonamiento y la acciónhacia sus alternativas históricas y sus posibilidades reales”. La creación de un caminoprogresivo (aunque no exento de quiebres, aceleraciones y obstáculos), de construcción deun mundo poscapitalista, requiere tanto de una mirada de largo plazo, centrada en loshorizontes al cual deseamos acercarnos como Humanidad, como asimismo, de una acciónconcreta de corto plazo que, desde el presente, nos encamine a tales objetivos. Es lanecesaria adecuación entre estrategias y tácticas, entre idearios y acciones, entre sueños ycotidianeidad, que muchas veces estuvo ausente de las luchas del siglo XX.

Superando una famosa y recurrente dicotomía del siglo pasado, como lo fue laoposición entre reformistas y revolucionarios, debemos ser capaces de concretar cambiosque contengan mejoras en nuestras condiciones de vida materiales y espirituales (aunquesean mínimas, parciales, e insuficientes), junto con otorgarles, en la práctica y en elpensamiento, un genuino potencial revolucionario, logrando radicalizarlasprogresivamente, aumentando la propia construcción de fuerza a partir de ellas, forjandouna triunfante identidad de lucha con confianza en la factibilidad y necesidad de nuestrosobjetivos, y encaminándolas hacia el objetivo mayor de una transformación radical denuestras sociedades. En síntesis, debemos construir un reformismo revolucionario, unarevolución reformista. Una nueva sociedad, radicalmente distinta a la actual, pero que seperfila desde hoy. Una transformación profunda, que no se delega hacia el futuro, sino quese desea activamente desde hoy. Como la bella expresión de nuestros deseos libertarios,pronunciados hace casi un siglo: Llevamos un mundo nuevo en nuestros corazones... esemundo crece a cada instante...

IIBajando a tierra, o nuestro Norte es el Sur

América Latina y Chile

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Acercándonos a lo más concreto, y ya delineados algunos rasgos generales delautonomismo y su contexto histórico, se continuará ahora con un aterrizaje a experienciasconcretas de construcción y lucha política y social, para, a partir de ellas, abordar ydesarrollar a un nivel más concreto e histórico, lo que anteriormente se trató de maneramás teórica y general. Los análisis, críticas y comparaciones que se harán tienen laslimitaciones propias de una mirada desde las lejanas tierras del Valle Central chileno, y deunos conocimientos personales parciales y limitados sobre la inmensa complejidad de cadauna de estas experiencias y sus contextos históricos. Sin embargo, más que apuntar adesarrollar el conjunto de los temas a que pueden dar lugar estos procesos históricos, sólose pretende el objetivo, más reducido y factible de realizar, de utilizar como caja deherramientas cada una de las experiencias históricas analizadas, con miras a tratarproblemáticas propias del autonomismo, y más en general, del altermundismo que sepropone concretar otro mundo posible.

Por otra parte, se han considerado sólo experiencias latinoamericanas, debido a unamezcla de desconocimiento de las especificidades y complejidades de las luchasaltermundistas que, sin duda, existen y proliferan por el resto del mundo (y que tienentanto que aportar a la construcción de un mundo mejor), y una percepción intuitiva (aunqueapoyada por datos no menores) de que, por el momento, estas tierras se caracterizan poruna especial combatividad y voluntad de llevar a cabo profundas transformaciones alactual orden continental y global.

Y es que, sin duda, hemos aprendido a desconfiar de las miradas homogeneizantes,que pretendían abordar toda circunstancia local o regional mediante recetarios universalesy dogmáticos, de repeticiones memorizadas y abstractas que impedían la apreciación de lasrealidades concretas y circunstancias particulares que condicionan las luchas reales tanto omás que la mundial existencia del capitalismo, la inmemorial división y conflicto de lasociedad de clases, y la indeseable pero humana permanencia de la enajenación y la guerra,el trabajo explotado y las relaciones jerarquizadas y autoritarias. Así, cada una de lasexperiencias y contextos históricos aquí desarrollados otorgan distintas miradas y aspectosde nuestros idearios y prácticas

j. América Latina: un pueblo con muchos pueblosadentro, una largo historia para la actual irrupción

de las multitudes

Vamos a lo concreto... marxismo creativo, nuestro norte es el sur... mariátegui, cheguevara- maradona... nacido en Latinoamérica!... (capitulo por desarrollar)

k. El autonomismo como reinvención de la política:la revolución que hace posible la revolución

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El autonomismo nace de la paradoja de ser un proyecto político que tiene como unade sus bases fundamentales la crítica a los formatos en que se ha desenvuelto la política. Esdecir, nace con la contradicción de ser político, sin sentirse parte de la política, al menoscomo la hemos conocido hasta hoy. Y no es una contradicción que pueda eliminar sindiluir su propio proyecto, que implica una ruptura con la forma de entender lo político y surelación con lo social, y una redefinición del carácter de la democracia y del tipo de acciónde las organizaciones políticas.

Históricamente, los partidos políticos han sido entendidos como un grupoorganizado de personas que actúan en representación de una masa electoral generalmenteinorgánica, es decir, sin mayor incidencia sobre la política que el voto, o la vida partidariainterna (generalmente también electoralizada). Además, han tendido a constituirse, por supropia fisonomía centralista y jerarquizada, en entes con escasa democracia interna, dondela toma de decisiones se acumula excesivamente en los eslabones superiores de laestructura partidaria. Más allá de las declaraciones, han tendido a reproducir los mismosdefectos de la sociedad en la que actúan.

El Partido de los Trabajadores, en Brasil, intentó desde sus inicios superar talconcepción verticalista y generar desde su misma vida interna partidaria la democraciasocial que buscaba para Brasil:

“La vocación democrática del PT [...] va más allá de las banderas políticas quedefendió y defiende. También su organización interna expresa nuestro compromisolibertario. Ella refleja el esfuerzo, siempre renovado, de direcciones y bases militantespara hacer del propio PT una sociedad libre y participativa, premisa de aquella otra,que pretendemos instaurar en el país”

Surgido desde el centro mismo de la modernización industrial brasileña propiciadapor la dictadura militar instaurada en 1964, el llamado ABC de Sao Paulo, el PTrepresentó la posibilidad de construir una organización directamente de los trabajadores,desde sus bases y dirigentes sindicales, que se enfrentara con la más larga dictadura militardel continente, y luchara por la redistribución de los enormes recursos económicos quetraería la industrialización de ciertos sectores de la economía, lo que se llamaría el milagrobrasileño. Construido desde una concepción movimientista, albergó distintasconcepciones teóricas y políticas en su seno, con militantes provenientes del reformismodemocrático, de la izquierda cristiana, de las distintas versiones de marxismo (leninismo ytrotskysmo, principalmente), y una variada gama de demócratas radicales. Se trata, comose declaró tras su Encuentro de 1990, de “una síntesis de culturas libertarias, unidas en ladiversidad”, que “no posee filosofía oficial. Las distintas formaciones doctrinariasconviven en dialéctica tensión, sin prejuicio de síntesis dinámicas en el plano de laelaboración de la política concreta”.

Así, el PT quebraba con la tradición mayoritaria de los partidos políticos deizquierda del siglo XX, en la medida que ponía en el centro de sus preocupaciones elevitar que la necesaria unidad política en la práctica, desembocara en la negación de ladiversidad ideológica interna y del derecho a estar en desacuerdo, dos víctimas de lasprácticas políticas inspiradas en el centralismo democrático marxista- leninista. El PTintenta conciliar la diversidad (no sólo ideológica, sino que también de identidades ysujetos, pues pronto dejó de ser una organización exclusiva de los trabajadores industrialespaulistas......), con la unidad en la acción, en “la construcción progresiva de nuestra utopía

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concreta”, sin dejar de lado la elaboración intelectual colectiva, pues “de nada nos serviríauna profundización ideológica puramente cupular, sin correspondencia en la cultura realde nuestras bases partidarias y sociales”, por lo que busca incentivar una “pedagogíapolítica, basada en la autoeducación de las masas, mediante su participación ciudadana”.

Se trata, pues, de un experimento de partido - movimiento, que incubaría en su senouna fuerte práctica democrática:

“Porque la democracia tiene, para el PT, un valor estratégico. Para nosotros, ella es,al mismo tiempo, medio y fin, instrumento de transformación y meta a ser alcanzada.Aprendimos en propia carne que la burguesía no tiene un verdadero compromisohistórico con la democracia. La relación de las elites dominantes con la democracia espuramente táctica, ellas se sirven de la vía democrática cuando, pragmáticamente, lesconviene”

Con un gran y rápido desarrollo, impulsado por lo atractivo de su práctica política,el PT quedó en posición de comenzar a incidir en el rumbo de la política nacional, con ungran crecimiento electoral. Con el correr de los noventa, comenzó a implementarprogresivamente una acción centrada en la lucha electoral, en especial, en la llegada deLula a la Presidencia. Visto desde hoy, el esfuerzo desmesurado en el triunfo de Lula, pusoen segundo plano la disputa más global por hegemonía, e incluso en ese camino perdió enelecciones uno de sus bastiones referenciales, la municipalidad de Porto Alegre, donde seimplementó el primer presupuesto participativo del mundo, y lugar de región de losprimeros foros sociales mundiales. La sobreestimación de la política de alianzas con lascúpulas de otros partidos, ampliándose hacia el centro político y ciertos sectores delempresariado, logró llevar a Lula al Palacio do Planato, pero no resolvió el problema decómo conducir a Brasil hacia el “socialismo petista”. Más aún, en su entrada a la políticanacional en grande, el PT fue penetrado por las prácticas políticas tradicionales contra lasque se había rebelado, en mayor medida que su intento de inculcar una nueva políticapetista en la vida de los brasileños.

Ilustrativa al respecto es el desarrollo histórico de su relación con los distintosmovimientos sociales presentes en Brasil, y en especial, con el Movimiento de losTrabajadores Rurales Sin Tierra (MST), icono de las luchas sociales contra las políticasneoliberales de la oligarquía brasileña. En especial, el movimiento ataca un aspecto centralde la concentración del poder en el gigante sudamericano, la propiedad sobre la tierra,organizándose en torno a una redistribución de las enormes extensiones de tierra en Brasil,altamente concentradas en latifundios improductivos, lo que explica la coexistencia de ungigantesco territorio abundante en todo, con la pobreza y el hambre de millones.

Construido por hijos de colonos del sur de Brasil (principalmente pequeñosagricultores hijos de inmigrantes italianos y alemanes), y con un crucial apoyo delComisión Pastoral de la Tierra (CPT), organización cristiana heredera de la Teología de laLiberación, es hoy sustentado en casi todo el Brasil por cientos de miles de campesinos ensituación de precariedad, desempleados urbanos, y asalariados rurales temporales.

Tanto su base social como su proyecto político fue creciendo y desarrollándose amedida que se instauraba en Brasil el modelo neoliberal (desde mediados de los ochenta),que se dirigía a reemplazar el modelo productivista e industrializante de la dictaduramilitar. Las medidas neoliberales que aparecerían claramente con la presidencia deFernando Collor de Mello (1990-1992), y que llegarían a plasmarse nítidamente en losgobiernos de FHC (Fernando Henrique Cardozo, durante 1995-2002), aumentaron

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considerablemente los niveles de desempleo, sobre todo en el campo, donde se llevó a cabouna rápida mecanización de las labores rurales, y donde la creciente inviabilidad de lapequeña propiedad agrícola terminaría radicalizando la inmemorial ultraconcentración dela tierra brasileña, y arrastrando a cientos de miles de brasileños a la organización y lalucha por su propiedad y uso.

Junto a esta ampliación de su base socioeconómica de actuación, el MST emergió yfue creciendo con una crítica y superación de los métodos y demandas tradicionales delsindicalismo rural (expresado en referentes como la FETAPE), como fueron demostrandocon su reemplazo de las moderadas demandas sindicales reivindicativas y particularesdirigidas a negociaciones con los empresarios capitalistas, por una radical y directaocupación de las tierras improductivas (muchas veces en enfrentamientos violentos conpolicías y paramilitares de los hacendados), y la interpelación hacia el Estado por unareforma agraria global, que termine con la tendencia generalizada hacia una agriculturaconducida por el semiesclavista latifundio y el transnacional agrobusiness, con bajaprotección del suelo y la biodiversidad brasileña (con predominio de los monocultivos),promotora de la mera exportación a los mercados mundiales y la utilización detransgénicos como forma indiscriminada e irresponsable de abaratamiento de la producciónalimenticia.

Por otra parte, su práctica altamente movimiental y democrática, convierte al MSTen un ícono mundial en la reinvención de las prácticas transformadoras del último tiempo,en la era del capitalismo neoliberal. Su formas de movilización y lucha, la generalidad desu lucha, su construcción y organización interna, son vanguardistas en el buen y todosentido de la palabra. Son familias enteras las que se organizan en torno a la creación decampamentos a las orillas de los caminos, ocupando primero las periferias de loslatifundios, pero apuntando hacia la ocupación total de él, tanto con la lucha directa (lamisma ocupación esta fuera de ley), como con las herramientas legales (la apelación a lasnormas que legitiman su lucha), y las plataformas institucionales de que pueden disponer(el apoyo de universidades, centros de estudio y otras organizaciones no gubernamentales,y hasta de fondos internacionales que financian algunos de sus planes y prácticas). Una vezasentadas, se organizan en núcleos de unas pocas familias, incentivando así la organizaciónde y participación de base, estructurándose hacia arriba de su estructura organizacionalcon la misma orginalidad democrática, lo que le ha permitido crecer y avanzar enpolitización y conciencia, y lo ha mantenido cohesionado en sus más de dos décadas devida. Más aún, algunas de las familias que han participado en una de estas impresionantesconstrucciones territoriales, parten a otras, organizando nuevas ocupaciones,

Es así como su lucha ha logrado sobrepasar la demanda meramente económica ygremial, al disputar un programa global sobre la distribución del ingreso y la tierra (enBrasil, unos de los países con peor distribución en el mundo), sobre el tipo de producciónalimenticia promovida por las economías (destinada al consumo de los países másdesarrollados, y promotora de los monocultivos y el uso de transgénicos), y, más engeneral, con la relación demográfica y económica entre ciudad y campo (que en Brasilarroja a millones a precarias e inhumanas condiciones de vida en las pauperizadas yhacinadas favelas). Como han declarado, al menos desde 1995 (en su III Congreso), susobjetivos específicos, nucleados en el tema de la tierra, están en estrecha relación con elmodelo de desarrollo global del país y del mundo: sin superación del capitalismoneoliberal no habrá una reforma agraria real y efectivamente transformadora de la vidacotidiana de los millones de sin tierra.

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En unos años noventa marcados por la hegemonía neoliberal, se fue notando elestancamiento o declive de la organizaciones sociales y políticas tradicionales en Brasil(desde las sociales CUT y FENAPE, hasta los partidos de izquierda política como el PC, elPcdoB, o el PSTU). Por contraste, el auge del MST y el PT tuvo mutuas confluencias, quese manifestó en la doble militancia de muchos participantes de estas organizaciones, y undiálogo crítico sobre las políticas a implementar en caso de llegada del PT al gobiernofederal, que se plasmaron en acuerdos en torno a un plan de reforma agraria redistributivay a una política agraria general, cuya implementación por el gobierno de Lula ha sidocriticado por los sin tierra (en sus variadas organizaciones, de las cuales el MST es sinduda la más convocante), tanto por su lentitud (en torno a la política de expropiación ocompra, para posterior asentamiento de sin tierras, junto a entrega de créditos y apoyosestatales a al producción minifundista), como por la carencia de un tratamiento global parael problema del agro y la producción y distribución alimenticia (sigue la tendencia hacia elcrecimiento del agrobusiness, del uso de transgénicos, y de la producción de monocultivospara la exportación, como la soja).

La tendencia a la moderación política, al pragmatismo con miras a la estabilidadmacro del país, a la política de alianzas con el centro político y el empresariado, e, incluso,la adopción de formas tradicionales de hacer política por parte del PT, ha obstaculizado elmargen de maniobra real del gobierno de Lula (que ya no puede ser llamado petista,debido a la multiplicidad de actores actualmente presentes en el gobierno), tensionando surelación con los movimientos sociales, quienes, por ahora, han defendido a Lula y el PTfrente al rearme y ofensiva derechista en curso, pero han criticado fuertemente lainsuficiencia de la acción transformadora desde el gobierno federal.

La tensión entre los movimientos sociales brasileños y el gobierno del PTejemplifica la difícil connciliación entre los horizontes futuros hacia los cuales intentamosacercarnos, y las complejas circunstancias actuales que obstaculizan ese camino hacia unmundo mejor. La relación entre los objetivos de largo plazo y las concretas prácticaspolíticas implementadas aquí y ahora, suele ser oscura y contradictoria, de unacomplejidad que hace extremadamente tensa toda decisión en torno a qué tipo de políticaimpulsar en el contexto actual. En el caso brasileño, las correlaciones de poder existentesen la totalidad social (mucho más allá de quién accede al Palacio do Planato) no sólo hanresistido frente al reformismo petista, sino que también han ido penetrando sus prácticas,no sólo en los tan difundidos casos de corrupción (extremos pero sin duda excepcionales, yprincipalmente incubado desde sus cúpulas), sino que en una general pérdida de sentido desu proyecto político, una corrosión de su capacidad transformadora, y un debilitamiento desus prácticas democráticas y de base que tanto propició desde su fundación. Sindesmerecer el difícil contexto en que se mueve el gobierno, ni tampoco ciertos avancesimpulsados por éste, como una lenta reforma agraria y expropiación y reparto de tierras, lacreación del programa “hambre cero” en torno a la ayuda a las familias más pobres enprecariedad alimenticia, o una política internacional latinoamericanista e impulsora dealianzas y acuerdos entre los países subordinados al capitalismo central, el MST hacriticado al PT y el gobierno de Lula por su extrema moderación y entreguismo a laspolíticas neoliberales y las elites brasileñas, a al vez que los ha apoyado frente a lautilización derechista de los problemas y las complejidades de instaurar en el gigantesudamericano una política transformadora desde el Estado, en confluencia con los diversosactores sociales y políticos alternativos del Brasil actual.

Al otro lado del espectro autonomista, El Ejército Zapatista de Liberación Nacionalha rechazado, hasta ahora, su entrada a la política formal. Su búsqueda de otra política,

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implica una crítica radical a las formas partidarias, y, más en general, al formato actual dela política. Tal otra política “no busca ocupar el espacio de la política partidaria, nace de lacrisis de ésta y tiende a ocupar el espacio que no es cubierto por el quehacer partidista. Laotra política busca organizarse para voltear la lógica de la política partidaria”. Para loszapatistas, una real democratización de la política no significa ampliar las élites oreemplazarlas por otras, sino que liberarla del monopolio de las elites (vengan de dondevengan, se digan de izquierdas o derechas), “llevarla hacia abajo, hacia quienes debenmandar y en quienes reside la soberanía: los ciudadanos. El mandar obedeciendo zapatista(...)implica este volteo de la política y es un proceso, no un decreto”. Una verdaderatransformación de la política: una revolución que haga posible la revolución...

De acuerdo a esto, el EZLN se ha mantenido alejado de las coyunturas electorales:“El tiempo electoral no es el tiempo de los zapatistas(...) En la idea zapatista (...) lademocracia es el ejercicio del poder por la gente todo el tiempo y en todos los lugares”.Incluso, en sus múltiples esfuerzos por constituir una fuerza política más allá de supresencia organizada en las comunidades chiapanecas, ha desechado a ultranza cualquieracercamiento a la política formal.

“Una nueva fuerza política cuyos integrantes no desempeñen ni aspiren a desempeñarcargos de elección popular o puestos gubernamentales en cualquiera de sus niveles(...) que no aspire a la toma del poder (...) que no sea un partido político (...) quepueda organizar las demandas y propuestas de los ciudadanos para que el que mande,mande obedeciendo (...) que pueda organizar la solución de los problemas colectivosaún sin la intervención de los partidos políticos y del gobierno. No necesitamos pedirpermiso para ser libres. La función de gobierno es prerrogativa de la sociedad y es suderecho ejercer esa función”

En su radical afirmación de la autonomía de sus comunidades frente al Estado y lasorganizaciones políticas, los zapatistas se han enfrentado al problema de cómo incidir enlas correlaciones centrales de fuerza presentes en México y la región, para lo cual haninventado un creativo discurso que interpela a la Humanidad entera:

“Detrás de nosotros estamos ustedes (...) detrás de nuestro pasamontañas está elrostro de (...) todos los hombres y mujeres simples y ordinarios que no cuentan, queno son vistos, que no son nombrados, que no tienen mañana. Hoy, miles de sereshumanos de los cinco continentes gritan su ¡Ya Basta! Aquí, en las montañas delSureste mexicano (...) ensayan un principio aquí (...)el principio de construcción deun mundo nuevo y bueno, un mundo donde quepan todos los mundos”

Este discurso ha tenido un debido correlato en múltiples iniciativas destinadas asuperar el inicial aislamiento geográfico y político del zapatismo chiapaneco, como losmúltiples encuentros y consultas nacionales e internacionales, los viajes por todo Méxicode delegaciones zapatistas, la utilización de una política comunicacional marcada por lacreatividad y lo inesperado, y la articulación con diferentes espacios u organizaciones deMéxico y el mundo. Sin embargo, está aún pendiente la concreción real de una fuerzapolítica y social que al menos coloque límites a la expansión neoliberal por México,fuertemente impulsada por las transnacionales y el gobierno estadounidense. El mismobastión referencial de Chiapas podría verse afectado por el proyecto, en desarrollo aún, delPlan Puebla-Panamá, que busca crear las condiciones necesarias para una gigantesca

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inversión capitalista que transformaría para siempre las condiciones de lucha de lascomunidades zapatistas.

En otras palabras, el amplio espectro social y cultural al que el zapatismo lograinterpelar, no tiene aún una expresión política que permita crear las macro condicionessociales, económicas, políticas, que hagan viable una sociedad civil cada vez másautónoma, y unos seres humanos que autoproducen democráticamente sus vidasindividuales y colectivas. La situación actual del zapatismo chiapaneco ilustra el dilema dearticulación entre lo local y lo global, entre lo concreto y lo general. La local búsqueda deautonomía social requiere de condiciones e impulsos globales, que transformen lasrelaciones de poder generales que condicionan las circunstancias en que se insertan losintentos democratizadores y libertarios concretos. La admirable experiencia de lascomunidades del sudeste mexicano, como todo esfuerzo local, requiere incidir en lascorrelaciones centrales de fuerza... ¿servirá para eso la entrada en ciertas instancias de lapolítica instituida, como las elecciones, los gobiernos locales estatales, o la construcción deun referente político nacional?

Es la tensión provocada por los escenarios políticos nacionales, más en específicoelectorales, a las distintas variantes de las organizaciones y sujetos autonomistas. En unMéxico devastado por el neoliberalismo, y puesto progresivamente bajo el control delcapital y gobierno de los Estados Unidos, la ampliación electoral y social del progresismo,por muy etéreo, desorgánico, y moderado que pueda llegar a ser, es un objetivoinsoslayable para detener el saqueo de nuestras tierras, la superexplotación de nuestrotrabajo, y la total dependencia de nuestras economías, haciendo superflua las soberaníasnacionales. Y no es que se considere a la soberanía nacional como un bien en sí mismo,pues ésta también puede ser empleada (y los pueblos latinoamericanos y tercermundistas losaben bien) para la dominación de unas pocas capas oligarcas, generalmente aliadas de lasde los países dominantes. A pesar de esto, la lucha por los espacios de poder institucionalestatal siguen siendo relevantes (y lo serán por un buen tiempo) a la hora de definir losrumbos nacionales, los marcos del poder en que estamos inmersos. Muchas veces pareceolvidársenos en nuestras prácticas (muchas veces locales y situadas), pero una y otra veznuestra misma experiencia cotidiana nos recuerda que el carácter de las leyes y la políticainternacional, de la conducción económica y las políticas públicas, se definen en y a través del Estado.

(por desarrollar)

l. El poder institucional: ¿instrumento paranuestro proyecto o cooptación para el proyecto de

los otros?

Paralelo UP- gobierno bolivariano

“(L)a Unidad Popular ganó electoralmente el gobierno pero no el poder real. En rigor, laUnidad Popular no alcanzó a cambiar el carácter del Estado en un nuevo tipo deinstitucionalidad que formalizara los embriones de poder popular”

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“Sin mayoría en el parlamento, el Gobierno de la UP va a desarrollar una política dealianza por la cumbre, es decir, de negociaciones con la cúpula de la Democracia Cristiana,viéndose amarrado paulatinamente en una institucionalidad que le es abiertamente hostil asu proyecto de cambio y a las movilizaciones sociales que favorece”

Triunfante en las elecciones de 1969 con un reducido margen sobre la futuraoposición, la Unidad Popular debió resistir el embate inmediato de los grupos másreaccionarios, de los cuales surgiría el atentado que daría muerte al General Schneider aúnantes de asumir Allende, Comandante del Ejército que afirmaba el respeto a la voluntadpopular y la Constitución vigente. Para posibilitar el apoyo de la Democracia Cristiana conmiras a la elección de Allende por el Parlamento, la Unidad Popular debió firmar un“Estatuto de Garantías Democráticas” con esta fuerza política, en la cual se comprometía arealizar su programa de reformas radicales hacia el socialismo desde dentro de lainstitucionalidad liberal vigente. La ausencia de una mayoría electoral clara que legitimarala vía chilena al socialismo, provocó, sobre todo en la dirección política del gobierno, lapercepción de que era necesario formular, desde dentro de la institucionalidad liberalvigente, un camino gradual de transformaciones, como asimismo, una entendimiento conla dirigencia centroizquierdista democratacristiana. El socialcristianismo surgió en Chile apartir de la progresiva radicalización política de las nuevas generaciones de la elitesconservadoras, es decir, de la concreción práctica del reformismo cristiano auspiciadodesde la Renum Novarum de 1891 hasta el Concilio Vaticano II de 1962, llevada a cabopor jóvenes de la clase alta chilena educada por el progresismo jesuita, y su experienciacotidiana de las manifiestas contradicciones de una realidad social de manifiesta exclusiónhacia las grandes mayorías chilenas. Creada a partir de una escisión de la juventud delPartido Conservador, la DC había impulsado en el gobierno con Frei Montalva en lapresidencia (1964-1970) una política de radicales contenidos democráticos, con unPrograma de Promoción Popular que incidió en la creación de un tejido social creciente (dejuntas de vecinos, de sindicatos obreros y campesinos), el inicio de las políticasredistributivas de la Reforma Agraria y la chilenización del cobre, y una radicalizaciónideológica expresada en su programa de “Revolución en Libertad”, que, aunquerepresentaba una forma de diferenciarse frente al proyecto de la izquierda (criticado por lacarencia de libertad democrática en sus referentes reales), manifestaba su creencia en lanecesidad de realizar transformaciones radicales de las estructuras de poder y estrategias dedesarrollo nacional, el Antiguo Régimen de las estructuras hacendales, patriarcales, yelitistas que habían caracterizado a la realidad social chilena hasta ese entonces, más alláde un especial sistema político paulatinamente inclusivo, con pluralismo ideológicoexpresado en un sistema de partidos multipartidista y ordenadamente organizado (losfluctuantes tres tercios políticos de izquierda, centro y derecha, representantes -especialpero no exclusivamente- de las capas bajas, medias y altas chilenas), y la ampliaciónprogresiva del padrón electoral y la representación política y partidista.

Sin embargo, la misma trayectoria histórica que precedía a la llegada de laizquierda al gobierno, le impuso a la UP unas circunstancias socioeconómicas difíciles decontrolar, y por tanto, un margen de maniobra política que se fue reduciendo cada vez mása medida que iba avanzando el plan de reformas y medidas, principalmente redistributivas.En otras palabras, el conjunto de tensiones históricas que se acumulaban desde muchoantes de 1970, y que decían relación con el agotamiento y crisis de un modelo de

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desarrollo nacional que hacía aguas por todos lados, terminó por reventarle en las manosal gobierno popular, sin tener éste la capacidad de transformar el marco en que sedisputaba, contra la oligarquía, la derecha, y el imperialismo (principalmentenorteamericano), la conducción general sobre el curso histórico. Sintomático al respectofue el caso de la nacionalización del cobre, apoyada por unanimidad por el conjunto de laclase política en el Parlamento, una política necesaria para capturar recursos quepermitiesen generar políticas de incentivo al consumo interno y de redistribución de larenta nacional, pero cuyas consecuencias externas, la enemistad general del gobierno de losEstados Unidos, de donde provenían la casi totalidad de los capitales invertidos en laexplotación del cobre, y el consiguiente bloqueo comercial y financiero, y su ayuda directaa la oposición (ya sea a la moderada legalista, o a la ultraderechista y violenta), tuvo queafrontar sola, mientras la oposición le negaba las herramientas para enfrentar talesagresiones (negarle a los upelientos la sal y el agua).

Podría afirmarse, entonces, que la Unidad Popular llegaba al gobierno sin lasuficiente hegemonía como para ir transformando los marcos de la lucha política, viéndoseatrapada en un callejón sin salida, que, a nivel de las dirigencias y conducciones políticas,la fue dividiendo entre los que creían necesario consolidar lo avanzado (controlando lasmovilizaciones y desbordes sociales, conciliando posiciones con el centro político, ygraduando el plan de reformas), y los que promovían una política de avanzar sin transar(radicalizando la movilización y organización popular, rechazando acuerdos con ladirigencia centrista, y transformando rápidamente la institucionalidad vigente, y enespecial, la Constitución de 1925).

Sin embargo, las contradicciones internas de la Unidad Popular distaban mucho deser sólo entre las distintas (y muchas veces opuestas) posiciones que asumía la dirigenciapolítica de izquierdas. Junto con esto, había un desfase entre lo que la UP era comoproyecto político de unos partidos y militantes que pretendían conducir por arriba latransición al socialismo, y lo que era la UP como expresión de un proceso histórico másamplio, con unas tensiones históricas acumuladas a lo largo de toda la trayectoria chilenadel siglo XX, que entrarían en conflicto con las ideas proyectadas por tales conduccionespolíticas. A un nivel más directamente concreto que ilustra de buena manera lo reciénseñalado, las pretensiones dirigistas de las organizaciones de izquierda, que en sus distintasversiones contaban con un macro proyecto de transformación al socialismo, se vieronenfrentadas con las acciones e ideas (aparentemente espontáneas pero de todas manerashistóricamente producidas) surgidas en el seno de sus bases de apoyo, las que, incluso,llegaron a cuestionar y sobrepasar los planes de sus dirigencias a medida que la crisispolítica avanzaba y la confrontación abierta ponía en entredicho la capacidad de los caucesinstitucionales y no violentos para la resolución de los conflictos que estallaban por todoslados.

“Sin duda, hubo errores dentro de la Unidad Popular que jugaron un papel importanteen lo que pasó finalmente. La interpretación tradicional alude a sus contradiccionesideológicas y sectarias. Creo que (hay que) llamar la atención sobre las tensiones quehabía entre la revolución desde arriba -que impulsaban los dirigentes políticos- y larevolución desde abajo -llevada a cabo por trabajadores, campesinos y pobladores-(...)esas tensiones no resueltas jugaron un papel central (...) en la debilitación yfracaso final de la vía chilena al socialismo” (Peter Winn, en The Clinic, n°37, año 6,Jueves 16 de septiembre de 2004, hablando sobre su libro “Tejedores de laRevolución”).

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La tensión entre la UP como proyecto y la UP como realidad histórica cobraba unaconcreción palpable en la falta de sintonía entre lo que sucedía allá arriba, en las reunionesy discusiones de la dirigencia política, con sus dificultades en la administración de unsobredimensionado y saturado aparato estatal dirigista, más encima, en medio de múltiplesdeficiencias y grietas económicas (ambas, herencias del desarrollo histórico chileno de lasdécadas anteriores), el bloqueo parlamentario, judicial y administrativo que la oposicióntejía desde su posición hegemónica, y las diferencias estratégicas y tácticas de lamultiforme dirigencia partidista de izquierdas; frente a lo que acontecía ahí abajo, desdedonde se percibía en carne propia la debilidad e insuficiencia de poder real para llevarcabo el programa de la UP, los bloqueos burocráticos a las medidas necesarias para hacerfrente a la agresión interna y externa, y la falta de convergencia y conducción política quedesarrollara prácticas unitarias dentro de la diversidad de la UP.

La vía chilena al socialismo muestra en tal tensión una característica general de lasizquierdas políticas del siglo XX: la pretensión de generar un socialismo dirigista y desdearriba, centrado en la toma del aparato estatal para, desde ahí, generar las dinámicassociales (fundamentalmente económicas y macro estructurales) necesarias para avanzarhacia el socialismo, el cual quedaba siempre allá, adelante, en un futuro no muy claro nipalpable. La sobredimensión del poder institucional, la sobreestimación de la centralidadestatal, nublaba a la visión de las izquierdas sobre la correlaciones globales de fuerza,sobre las condiciones hegemónicas en la sociedad chilena, sobre las prácticas y relacionesde poder reales difuminadas a lo largo y ancho del campo de fuerzas sociales.

La socialización democratizante de una genuina y nueva politicidad nacida yforjada en sindicatos (urbanos y rurales) y cordones industriales, en juntas de vecinos y deabastecimiento popular, en los recintos universitarios y en eventos culturales y artísticos,fue un proceso de carácter político y micro estructural, llevada a cabo por muchos chilenosdeseosos de participar protagónicamente en el proceso revolucionario, que estuvo endesfase y conflicto con la acción redistributiva, economicista, y macro estructural llevada acabo por la conducción política de la UP. Ésta fracasó, o fue derrotada, en suresponsabilidad político partidaria de transformar, ya sea por fuera (como sosteníanprincipalmente el MIR, y las facciones dominantes del MAPU y el PS, encabezadas porGarretón y Altamirano respectivamente), o por dentro (como sostenían Allende y unaminoritaria facción del PS, y el PC) de la institucionalidad dada, el marco político legal(proyecto que también era más macro estructural, nacional y abstracto, que local, cotidianoy concreto) necesario para hacer la revolución a la chilena(el objetivo deseado por unos yotros).

La peculiaridad de la experiencia chilena está en que el mismo proceso histórico, laUP real (tanto o más que la UP proyecto) tuvo manifestaciones que superaron en lapráctica el camino trazado por el ideario tradicional de las izquierdas del siglo XX. Loinédito de un gobierno socialista que llega al gobierno por vía electoral es sólo una de lascuantas especificidades de la vía chilena en relación a la mayoría de los socialismos realesdel siglo XX: el pluralismo ideológico y partidario no reprimido ni hacia adentro ni haciaafuera del conglomerado de gobierno, el enorme esfuerzo de organización yconcientización sostenido durante décadas por una izquierda progresivamente ascendente yradicalizada en sus postulados, la pretensión de conciliar igualdad con libertad, de construirun socialismo democrático, y un ideario libertario plasmado en un ambiente festivo de lasmultitudes y un fuerte impulso artístico-cultural.

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Pero también la excepcionalidad de la construcción chilena de socialismo era partedel sentido común de la izquierda chilena, cuestión expresada desde muy temprano en losdiscursos de Allende, quien sostenía que

“Chile se encuentra ante la necesidad de iniciar una manera nueva de construirla sociedad socialista (...) Una vez más, la historia permite romper con el pasado yconstruir un nuevo modelo de sociedad, no sólo donde teóricamente era másprevisible, sino donde se crearon condiciones concretas más favorables para su logro.Chile es hoy la primera nación de la Tierra llamada a conformar el segundo modelode transición a la sociedad socialista (...) modelando la primera sociedad socialistaedificada según un modelo democrático, pluralista y libertario (...)La tarea es decomplejidad extraordinaria porque no hay precedente en que podamosinspirarnos. Pisamos un camino nuevo; marchamos sin guía por un terrenodesconocido; apenas teniendo como brújula nuestra fidelidad al humanismo detodas las épocas” (Salvador Allende : La vía chilena al socialismo. Primer mensajeal Congreso Pleno, 21 de mayo de 1971).

Sin embargo, la carencia de una expresión institucional, de reformas políticas quereflejaran los deseos de cambio de la mayoría de los chilenos, incluyendo en esto a muchosde los que a nivel político se sentían representados por la Democracia Cristiana, cuyadirigencia y parte de su fuerte presencia en las capas medias terminará convergiendo cadavez más con la derecha reaccionaria expresada en el Partido Nacional, y la insuficiencia decanales permanentes y participativos entre la organización de las bases sociales y políticas,y el gobierno popular y la dirigencia partidaria, terminó abortando la potencialidad de lacreación chilena de un nuevo camino al socialismo.

“Y por cierto, que ellos rechazan que nosotros usemos las leyes que ellos tuvieron ensus manos, y que las emplearon contra el pueblo. Y cuando nosotros lo hacemos, paradefender al gobierno legítimo y los avances de los trabajadores, nace entonces laactitud de resistencia de estos sectores, que tienen todas las garantías, repito, de larealidad que vive nuestro país. Y este es un gobierno que no es socialista, es ungobierno popular, democrático, nacional, revolucionario, que debe cumplir unprograma para abrir, lo más amplia y rápidamente, el camino al socialismo, y latransformación de nuestra sociedad” (Discurso de Allende.....)

(por desarrollar.....)

Como experiencia de utilización del poder institucional estatal con miras a lasocialización del poder, en retroalimentación con una hegemonía creciente extendida por lolargo y ancho de la sociedad, la revolución bolivariana de Venezuela es, hoy por hoy, laexperiencia germinal más importante en el mundo. A diferencia de la Unidad Popular, laconsolidación de la revolución venezolana ha ido de la mano de una radical transformaciónde la institucionalidad con la que llegó al gobierno, logrando a su vez grados cada vezmayores de hegemonía, manifestada en un impresionante apoyo popular en cada una de lascoyunturas en que la oposición interna y externa lo ha puesto a prueba. Luego del triunfoelectoral de Chávez en 1998, los bolivarianos obtuvieron la mayoría de representantes en laAsamblea Constituyente que redactó una nueva Constitución aprobada luego enreferéndum universal, para después aprobar, también por referéndum, iniciativas legalescomo una nueva ley de pesca que protege a los pequeños y medianos pescadores, una

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reforma agraria creciente,......... derrotando gracias a la movilización popular el intento degolpe de Estado de marzo del 2001, para luego triunfar en el referéndum revocatorio conuna participación social ascendiente en términos electorales, pero también en aspectosorganizativos, en creación de nuevas dinámicas de interacción con el aparato estatal, y ensustento de los programas sociales, las misiones, que con acciones impresionantementeconcretas han ido mejorando las condiciones de vida de las mayorías venezolanas.

(por desarrollar)

La acción progresivamente revolucionaria del gobierno encabezado por Chávez, detransformaciones en la vida cotidiana y en la institucionalidad política, ha ido de la manode una genuina radicalización en el discurso y la autoeducación política de losvenezolanos, logrando democratizar las relaciones de poder desde abajo, a la par de lasiniciativas impulsadas desde arriba por el chavismo gubernamental. La hegemoníacreciente de los bolivarianos frente a los escuálidos se ha reforzado por los continuostriunfos puntuales en las coyunturas mencionadas, desarticulando a la oposición,desenmascarando su carácter golpista y antidemocrático, sus prácticas concretas de pocaética y abundante oportunismo, y llevándola a aceptar la voluntad ampliamente mayoritariaa favor del proyecto bolivariano.

El declive de la hegemonía de las capas dominantes, durante cuatro décadas de unbipartidismo corrupto y antidemocrático (de la Alianza Democrática, socialdemócrata, y elCOPEI, democratacristiano), y de captación oligarca de los enormes recursos petroleros, apesar de una propiedad formalmente estatal tras la cual se hallaba una “burguesía estatal”(como la caracterizó F.H. Cardozo, sociólogo de izquierdas que, luego en el gobiernobrasileño, profundizó las tendencias neoliberales posditctadura) encerrada en susprivilegios y viajes a Miami, se produjo subterráneamente hasta el triunfo electoral deHugo Chávez en 1998, momento a partir del cual las tendencias que se agolpaban bajo lospies de la dominación oligarca irrumpieron de manera abrupta, y en los primerosmomentos, de manera desorganizada y conflictiva, y sin una construcción política quesustentara al nuevo gobierno. A diferencia de Allende, que llega al Palacio de la Monedaprecedido por una larga trayectoria personal política (referente emblemático del viejo ymultipartidista parlamento chileno, y con tres candidaturas a la presidencia anteriores), querefleja en su persona un historial de carácter centenario de las izquierdas chilenas y suinclusión en el sistema político institucional de carácter liberal, Chávez llega a Miraflorescomo un excluido de la política formal venezolana monopolizada por los dos partidosconvertidos en uno (AD y COPEI), preso durante dos años tras su intento golpista de 1993(lo que lo haría un personaje visible para la ciudadanía), y partícipe de un subterráneoproceso de democratización y reconversión ideológica de ciertos sectores de las fuerzasarmadas.

Con anterioridad a tal irrupción, hubo un lento aprendizaje social y cultural que losvenezolanos debieron realizar desde abajo y sin expresión política visible antes de laemergencia desde afuera de un liderazgo atractivo y novedoso, carismático y cercano alvenezolano de a pie, por oposición a una clase política degenerada en prácticas excluyentesy corruptas, más cercana al consumo conspicuo que a la cultura de las calles y barriadasvenezolanas, más cómoda hablando en inglés y en dólares que en el lenguaje propio de lavida cotidiana que transcurre en las afueras de su bastión-fortaleza en los barriosacomodados del este de Caracas. En esto, el contraste con la UP es visible: en Venezuela,todo eso se llevó a cabo sin referentes políticos nacionales claros, y sin una vanguardia

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política dirigista que representara las demandas populares ante la institucionalidadvigente.

O en otras palabras: la hegemonía de las capas altas venezolanas, la legitimidad desu dominio, la credibilidad de su institucionalidad política, estaban mucho más desgastadasy corroídas para la llegada del gobierno bolivariano, que, para el caso chileno, cuandoAllende asumió, en 1970 (lo cual se refleja también en la distancia entre tener algo más deun tercio del electorado, el tercio histórico de la izquierda chilena, y el triunfar con lamayoría absoluta de los votos, el 58% de la elección venezolana de 1998). Mientras laexpresión política y su representación institucional de la izquierda chilena avanzaba pordelante de sus avances en términos de hegemonía total, de incidencia real sobre lascorrelaciones de poder social, el caso venezolano nos muestra la posibilidad de construirun actor político nacional, el chavismo bolivariano, que irrumpe desde fuera del marcoinstitucional dado, a pesar de triunfar electoralmente, es decir, de entrar cuando lascondiciones le permiten descuadrar el marco dado, y transformar la institucionalidadformal desde la Constitución de la República hacia abajo, hasta los eslabones másconcretos, locales y cotidianos de las relaciones de poder. Una creciente hegemonía social,cultural y política que va aparejada y converge con una modificación de lainstitucionalidad y los mecanismos de participación democrática, le dan al proyectobolivariano una solidez insospechada hace poco tiempo atrás para cualquier intento deedificar desde ahora un nuevo socialismo del siglo XXI, una integración latinoamericanaque haga posible la independencia real soñada por los libertadores hace ya dos siglos, yuna democracia de nuevo tipo, participativa y extendida a lo largo y ancho de lassociedades latinoamericanas y mundiales actuales.

m. La identidad unitaria para construir, laarticulación amplia para avanzar: dos dilemas

autonomistas

La afirmación de las especificidades locales, de las experiencias concretas deindividuos y colectivos, de las identidades subjetivas reales, es una característica esencialde los intentos transformadores autonomistas. Y es que las teorizaciones abstractas yfalsamente universales, los discursos desapegados de la realidad cotidiana, y las alianzaspolíticas cupulares sin sustento en las bases sociales, han sido piedras de tope recurrentesen la construcción de alternativas al capitalismo. Las fuerzas autonomistas han tendido aprivilegiar la solidez de sus construcciones antes que la expansión de sus experienciastransformadoras, dejando en un segundo plano, al menos por ahora, la dimensión total delas prácticas e ideas que realizan. Hemos preferido la lentitud de los avances, antes que darsaltos al vacío que perjudiquen las experiencias construidas, y hemos puesto el énfasis enla construcción de sujetos locales y específicos, antes que su entroncamientos en referentesmás generales, con miras a la totalidad social, a la globalidad de la vida de las personas.

La experiencia uruguaya de construcción de un sujeto político nacional, queengloba a la casi totalidad de las identidades y organizaciones de izquierda, nos muestra lafactibilidad de construir unidad en la diversidad, sin diluirse en un referente homogéneo ymonolítico. El Frente Amplio uruguayo nace en 1971, y de manera bastante excepcional,es capaz de sobrevivir bajo dictadura (1973-1985), y de tener hacia los finales del régimen

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militar, una reorganización fuertemente anclada a la identidad cultural frenteamplista, paraposteriormente, mantener la unidad salvo algunas escisiones, y crecer paulatinamente enmilitancia política y social, y también en apoyo electoral, sobre todo gracias a suinnovadora gestión en la Intendencia de Montevideo, innovadora por su prácticas abiertasy transparentes, promoviendo la participación ciudadana y la reconstrucción del tejidosocial, y llevando a cabo programas sociales en cooperación con los movimientos socialesuruguayos. Los sucesivos plebiscitos relativos a la privatización de servicios y empresasestatales, medidas impulsadas por las fuerzas tradicionales (los partidos Blanco yColorado, “un partido único disfrazado en dos”) fueron victorias previas que fueronabriendo camino al crecimiento del Frente Amplio, como asimismo, las novedosasprácticas de gestión y participación en el gobierno local de Montevideo se constituyeron enreferentes visibles del ideario frenteamplista. Todo esto, con la construcción yconsolidación de un movimiento y tejido social ascendente, con el cual la militanciapolítica del Frente Amplio ha tenido una coparticipación que respeta y defiende laautonomía de las organizaciones y movimientos sociales uruguayos, expresado enorganizaciones como la FEUU y la ASCEP (estudiantes universitarios y secundarios,respectivamente), la FUCVAM (federación de cooperativas de vivienda por ayuda mutua),la central sindical PIT-CNT (Plenario Intersindical de Trabajadores-Convención Nacionalde Trabajadores), y también por iniciativas y experiencias movimientales, como lasrelativas a los Derechos Humanos, a la problemática rural, o las redes barriales en loscentros urbanos.

Construido con un fuerte compromiso y pertenencia identitaria, el Frente Amplioaglutina las distintas variantes de la izquierda uruguaya casi sin excepciones, con unapráctica y organización interna que ha logrado superar tanto el sectarismo entre lasmilitancias como la exclusividad partidaria, participando y colaborando con él unsinnúmero de organizaciones sociales y ciudadanos sin militancia política. Laimpresionante construcción identitaria manifestada en la presencia de la bandera artiguistapor todo el país, o los multitudinarios festejos tras las elecciones, y luego, con la asunciónde Tabaré Vasquez como primer presidente de izquierda en la historia uruguaya,manifiesta la práctica unitaria de más de 30 años frenteamplista, que hoy se enfrenta aldesafío de gobernar un país devastado por el neoliberalismo de los noventa, y arrastradopor el reventón argentino del 2001. La política electoral, por una parte, con sucesivasampliaciones hacia el centro político (primero, con el llamado “Encuentro Progresista”(EP), o después, con “Nueva Mayoría”, NM), y la llegada al gobierno nacional, por otra,ha traído y seguirá trayendo problemas internos al Frente Amplio:

“(E)n el plan político el curso se definió por un corrimiento del conjunto de ladirección del FA (y por lo tanto, de la coalición que encabeza: el EP-FA-NM), haciaposiciones dominadas por la necesidad de ganar al centro del electorado y llevargarantías de gobernabilidad a una sociedad que, sin duda mayoritariamente, se lasreclama (...) Un efecto colateral de esta evolución es la salida de muchos cuadros delas organizaciones de izquierda, quienes sin embargo se mantienen dentro del frente(...) la izquierda individuo se siente incomoda a la hora de las elecciones internas(...) no obstante, (...)el EP-FA-NM se define ante todo por su capacidad paraconvocar a la totalidad de las izquierdas y la mayoría del electorado activo”

Encabezado en sus inicios por los partidos Socialista y Comunista, en la actualidadla primera fuerza electoral dentro del Frente Amplio es el Movimiento de ParticipaciónPopular (MPP), que a su vez está encabezado por el Movimiento de Liberación Nacional,

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MLN, conocidos como tupamaros. El MLN-Tupamaros nació como una guerrilla urbanaprincipalmente montevideana, propio de las tendencias guevaristas de los sesenta quehicieron raíces en jóvenes (principalmente de la única y estatal Universidad de laRepublica), en un país que debe ser el más claramente europeo de los latinoamericanos,con una notable historia de cultura política y libertades públicas, una cuantiosa rentaganadera y una amplia clase media, pero agobiado por las mismas falencias del resto delas naciones latinoamericanas: la dependencia económica, la pobreza excluyente, y elconservadurismo de las elites gobernantes. Fuera del Frente Amplio en sus inicios, críticode su fundación liderada por el general Líber Seregni, el MLN-Tupamaros protagonizóuna radicalización de la lucha política en Uruguay a fines de los sesenta y comienzos delos setenta. Tal radicalización de la violencia política y social, junto con ladescomposición paulatina de las bases sociales y económicas del desarrollo uruguayoanterior, terminarían por acabar con el sistema político más estable de latinoamérica (juntoa Chile), con el golpe de estado de abril de 1973, que iniciaría una dictadura militar de 8años, donde los tupamaros serían especial y fuertemente perseguidos por la represiónestatal. Pese a esto, sobrevivirían tras el terrorismo de Estado, e iniciaron una fuerteautocrítica hacia el pasado y reflexión hacia el futuro que los llevaría a reformular suacción política, dirigiéndola hacia las nuevas condiciones de lucha emergentes de,primero, la transición que reinstauró la democracia representativa y las libertades públicashacia 1985, y después, de las transformaciones sociales y económicas neoliberalesacentuadas hacia los años noventa. Dentro de tal reformulación, han adoptado una políticaque forma parte de ese sentido común autonomista reseñado en este trabajo: laconstrucción de fuerza social organizada y autónoma, el incentivo de la participación realy la formación de referentes amplios y diversos (en este caso, el reseñado MPP), inserto enluchas concretas y organizaciones sociales, y con una necesaria dosis de pragmatismo yamplitud para el presente, eso sí, conectado y direccionado hacia transformaciones másprofundas y radicales del gobierno y sociedad uruguaya del futuro cercano y lejano.

Mientras la izquierda uruguaya crecía paulatinamente hacia su llegada al gobiernonacional, al otro lado del Río de la Plata se apreciaba un predominio de las polìticasneoliberales sin el contrapeso polìtico de un referente nacional al estilo del Frente Amplio,con una importante dispersión de las fuerzas y experiencias alternativas, y una hegemoníacultural de derechas que lograba ocultar por arriba la debilidad del modelo económico,una creciente pauperización de las relaciones sociales, y un paulatino aprendizaje ymaduración de muchos argentinos que divergían del llamado milagro neoliberalmenemista, ampliamente aplaudido por los organismos internacionales económicos (elFMI, la OMC). Debido a tal ocultamiento, para muchos fue una sorpresa cuando unadiversa multitud movilizada contra el saqueo neoliberal derribó al gobierno de Fernandode la Rúa en los días 19 y 20 de diciembre:

“(L)os sucesos del 19 y 20 de diciembre fueron (...) un momento de condensación yde constatación colectiva de intuiciones hasta entonces dispersas (...)Sin embargo, elmodo en el que se produjo esa condensación colectiva, resultó absolutamenteinesperado (...) La multitud que pisaba algunos de los senderos más significativos dela memoria política de este país, creaba en ese mismo recorrido un trayecto inédito.Esa conexión entre un recorrido que está inscripto en las experiencias históricas de laArgentina, y los nuevos modos y contenidos de ese camino, es uno de los signosdistintivos de esos acontecimientos (...)Antes de ese momento existían numerosasexperiencias vitales que eran refractarias a los valores dominantes, grupos que

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resistían la mercantilización de la existencia, organizaciones que luchaban porreivindicaciones puntuales pero que también, en su mismo devenir, permitíannucleares bajo otros principios (...) Durante años, sin embargo, esas experienciasfueron evaluadas de modos, por lo menos, mezquinos (...) Todo lo que esos análisisdescartaban y hoy descubren con asombro, es la creación o fundación de formas desociabilidad y cooperación reacias a la mercantilización y a la mediatización”

Lo inesperado de la rebelión popular de diciembre del 2001, como asimismo, lamezquindad con que se tendió a analizar las protestas embrionarias anteriores, fue laexpresión de la carencia de articulación y síntesis política entre los movimientos y luchassociales que pugnaban contra la profundización neoliberal operada bajo los gobiernosmenemistas, y sus lógicas consumistas, clientelísticas, y mafiosas que explotarían con lacaída de la paridad con el dólar, el llamado Plan de Convertibilidad implementado porDomingo Cavallo en 1991 para detener la galopante inflación heredada por décadas dedesgaste del modelo de desarrollo nacional-productivista impulsado por los gobiernosperonistas a mediados de siglo. Tal desgaste explotó con un verdadero golpe de mercadohiperinflacionario, y una ola de protestas por todo el país en 1989, lo que devino en laderrota del radicalismo (que con Alfonsín a la cabeza había asumido el gobierno tras ladictadura militar entre 1976 y 1983), que dejaría a Carlos Menem en la Casa Rosada, conun liderazgo basado en la cercanía personal, el carisma, y las apariciones mediáticas delpolítico riojano, rompiendo con el histórico proyecto peronista de protección del mercadointerno y la producción nacional, e impulso a la movilización y organización de lostrabajadores y excluidos.

Haciendo una revisión de los años posteriores a la dictadura, puede decirse que lahegemonía neoliberal se consolidó sólo cuando la combinación de la maquinaria partidariadel Justicialismo, con el liderazgo carismático- mediático de Menem, logró una expansiónde las lógicas individualistas, consumistas y mediáticas que minarían la histórica tradiciónde asociatividad, expresividad y combatividad de los argentinos:

“El comienzo de la década del noventa corresponde a un momento descendente en losproceso de lucha social. Justamente la revuelta de 1989-1990 es conceptualizadacomo tal en tanto no constituye lucha, y la sigue el momento en que la oligarquíafinanciera logra construir consenso, aislando los focos de resistencia (...) El ciclo sedesarrolla desde formas espontáneas a formas sistemáticas de lucha, y se vaconformando una fuerza social, cualquiera sea su grado de constitución, desde lasestructuras económico-sociales caracterizadas por la presencia de población agrícola,de superpoblación inserta en el empleo estatal o de capitalismo en enclaves, hacia elcentro del capitalismo argentino”

El avance de las luchas sociales durante los noventa, como asimismo, de la críticahacia las formas económicas y culturales del neoliberalismo menemista, forjó unamultiplicidad de identidades y sujetos que no tuvieron mayores espacios de convergencia yarticulación, lo cual impidió plantear una oposición efectiva a la implementación demedidas neoliberales, las cuales terminarían reventando por sus propias contradicciones ytensiones estructurales, y no por una oposición social y política de carácter nacional:

“(S)i para el 19 y el 20 era evidente el agotamiento de formas de vida establecidas -lacrisis-, fue la experiencia colectiva de la movilización la que permitió nuevaspercepciones -sobre la crisis, sobre las resistencias-, encontrando continuidades yparentescos con lo que existía, pero también fundando otros ámbitos de encuentro,

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diálogo, y cooperación” ((19 y 20. Apuntes para el nuevo protagonismo social”,pp.65 y ss.

Por esto, puede decirse que con anterioridad a la crisis de diciembre de 2001, no huboexperiencias colectivas de organización social (y menos construcciones políticas de losactores alternativos) que aglutinaran a la enorme diversidad crítica de argentinosdescontentos. A pesar de esto, la común experiencia de sufrir las políticas y dinámicasimpulsadas por la oligarquía financiera-terrateniente, los partidos tradicionales y susmúltiples mecanismos y redes de control social, el capital trasnacional y los organismosfinancieros internacionales, fue creando las condiciones, de manera subterránea y porabajo, del llamado argentinazo del 2001. Fue la misma movilización del 19 y 20 la quecondensó las experiencias alternativas maduradas durante los noventa (a pesar delrepliegue social reseñado), aglutinando en esos dos días a los descontentos explícitos olatentes del tipo de sociedad argentina surgida en la postdictadura.

Una multiplicidad de trabajadores ocupados y desocupados, de jóvenes y de capasmedias, de las capas urbanas y rurales más pobres, encontraron en la movilización unaconvergencia inédita, por fuera de los referentes políticos establecidos, incluyendo en estoa la izquierda partidaria, aquejada de una fragmentación y crisis de incidencia que leimpidió ser la expresión política de la crítica social que emergió por todos lados durante ytras la crisis. (hablar de la movilización..................)

El descrédito de los partidos tradicionales, tanto del Partido Justicialista (PJ),histórico representante de las demandas populares y en especial de los sectores máspostergados y el sindicalismo urbano, y de la Unión Cívica Radical (UCR), representantedel progresismo de las capas medias argentinas, una de las más grandes y acomodadas detoda América Latina, terminó dejando sin banderas a una sociedad acostumbrada atenerlas y crearlas en todas sus manifestaciones. Tampoco los múltiples referentes deizquierda lograron servir de referencia política de la crisis política.

Gracias a esto, durante esos días la diversidad social reemplazó las expresionespartidarias por la protesta descentrada, los caudillismos clientelísticos por lasmovilizaciones directas, y los descontentos parciales por la convergencia de la accióncolectiva. Lo inédito del fenómeno del “argentinazo”, la percepción generalizada yespontánea de que algo nuevo estaba pasando, la protesta popular desorganizada peronacional, le otorgó a ese hito un carácter de verdadero quiebre histórico en Argentina,provocando un importante reacomodo de las estructuras de poder en general y de laspercepciones sobre la realidad del país y sus imaginarios, fuertemente regenerados por lasdinámicas que instaló la década neoliberal menemista.

El largo proceso de desgaste de un modelo político y económico que en algúnmomento permitió a Argentina ser una de las más ricas del mundo, gracias a su augeexportador agrícola y ganadero (en 1900 estaba dentro de las diez economías másimportantes del mundo), y que a mediados de siglo fue fuertemente reestructurado por losgobiernos desarrollistas e industrializantes de Perón y sus sucesores (creando una de lasclases medias más numerosas del continente, y una amplia inserción en el acceso a bienestanto de consumo como de servisios básicos), terminó con una crisis total que reventó enmanos de la Alianza de centroizquierdas que había triunfado en las elecciones de 1997.Llevando a Fernando de la Rúa a la presidencia, e integrada por la UCR y el Frepaso, laAlianza mantuvo y profundizó la estructuración política y económica del menemismo, apesar de ser un referente teóricamente más a la izquierda que el desdibujado PJ, lo queterminó por desacreditarla frente a su electorado, y a tensionarla internamente, provocando

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la salida del Frepaso a poco andar de us mandato, como antesala político-insitucional delreventón total (económico, social, político) del modelo en diciembre del 2001.

El fin de la paridad, la enorme salida del capital financiero especulativo, laexpropiación bancaria a los ahorristas (el llamado corralito), la proliferación de lasmonedas provinciales y diversos bonos de pago, y sobre todo, la extensión de la pobreza yla marginalidad, y la pérdida de la acostumbrada holgura económica de las capas mediasargentinas, fueron algunas de las más importantes manifestaciones de la crisis económicaneoliberal. Mirado desde el punto de vista político- institucional, se provocó un importanterepliegue de las derechas más conservadoras de la Argentina, lo que se manifestó en laselecciones de 2002 (tras varias sucesiones fallidas y temporales tras la crisis), con eltriunfo de Néstor Kirchner, del ala de izquierda del múltifacético y camaleónico PartidoJusticialista:

“Fuertemente golpeada por la debacle financiera, económica, social y finalmentepolítica desde diciembre de 2001 (...) la derecha argentina debió soportar en relativosilencio y quietud los primeros movimientos del gobierno Kirchner. El plante ante elFondo Monetario Internacional y los bonistas; la destitución de varios miembros de laCorte Suprema de Justicia para reemplazarlos con métodos de la mayor transparenciapor jueces calificados y honestos; la negativa a renovar algunos de los privilegiosotorgados a las compañías transnacionales; el firme comando de las fuerzas armadasy la solicitud de perdón en nombre del Estado a las víctimas de la dictadura no sonprecisamente actitudes que la derecha tolera cuando se siente fuerte” (Gaveta, Carlos,“Néstor Kirchner a la hora de la verdad”, en Le Monde Diplomatique n°41, Mayo de2004, pp.4-5)

Sin embargo, la cooptación de la crisis dentro de los referentes tradicionales y delos cauces institucionales establecidos, demostró en toda su amplitud las actuales falenciasde los sectores progresistas y de izquierda, pues del “que se vayan todos” que inundó lascalles del país a partir del 19 y 20, a la convivencia obligada con los sectores dominantes, ysus clientelismos, mafias y redes de poder extendidas por toda la sociedad argentina, hayuna gran distancia aún no superada. Por su parte, el gobierno de Kirchner se afirmó en elenorme aparato partidario justicialista, y una “transversalidad”, no organizada y dispersa,de actores que lo apoyan ya sea en el plan global del “gobierno K” (difuso y zigzagueante),o bien en medidas puntuales, como ha sido el caso de muchas orgnizaciones políticas ysociales que fluctúan entre el apoyo crítico, los diálogos permanentes, y las convergenciaspuntuales (emblemático en este caso son las Madres de la Plaza de Mayo), e inclusoparticipando en la implementación de políticas gubernamentales, con utilización derecursos, sobre todo monetarios, entregados a ciertos sectores del movimiento social (comoel paradigmático Plan Jefes y Jefas de Hogar, para los desocupados, administrados enmuchas veces por los mismos piqueteros).

En el último tiempo, eso sí, se aprecia una decaída de la incidencia de dichatransversalidad en el aparato gubernamental, en favor de una rearticulación de las redes depoder de la derecha, que tienen una importante presencia en el mismo Justicialismo. Porotra parte, las distintas posiciones asumidas por las fuerzas sociales y políticas alternativasfrente a las distintas coyunturas posteriores a la crisis, y en especial, frente a un gobiernoque ha monopolizado el “progresismo” y el discurso crítico al neoliberalismo, hanreforzado las diferencias y la falta de convergencia y articulación, mientras que el desgastede algunas de las iniciativas y movilizaciones de los últimos tiempos (las asambleasbarriales, los piqueteros y sus cortes de rutas, la toma de fábricas, los sitios ocupados para

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distintos fines barriales) y la represión legal y policial a muchas de ellas, junto con unrearme de la derecha y su predominio hegemónico (mediático, económico, y político),ponen en dudas la dirección histórica a la que desembocará la impresionante irrupciónsocial del 19 y 20.

A pesar de todo, no puede afirmarse que tal rearme de la derecha, sostenido en supoder general, y la capacidad de utilizar políticamente ciertos temas (en especial lainseguridad y violencia urbana4), haya controlado las múltiples tendencias históricas queemergieron con la crisis del 2002. Desde un criticismo diverso, desarticulado pero amplio,con diversas formas de organización y lucha, a la aparición de nuevas formas depolitización y sociabilidad, con una lenta pero progresiva regeneración del tejido social, laArgentina post 19 y 20 está lejos de ser un territorio despejado para el poder de las clasesdominantes y sus aliados externos. ¿Hacia un nuevo protagonismo social, o lareconstrucción de la hegemonía oligárquica?.

ñ. ¿Excepcionalidad chilena? Algunos comentariosdesde el adentro del Chile Neoliberal

(capitulo por desarrollar más y ordenar)

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La extraña y neoliberal mezcla chilena de triunfalismo chauvinista a nivel nacionalpero depresión anímica y sicológica a nivel personal y familiar; fanatismo consumista ymediático con timidez e individuación creciente; inseguridad subjetiva en todos los planosde la vida cotidiana (y no sólo en el superexplotado recurso mediático a las inseguridadesprovocadas por la baja delincuencia), con una supuesta seguridad objetiva gracias anuestra ordenada institucionalidad; igualación social y cultural gracias una real yprogresiva ampliación del consumo por vía del endeudamiento a crédito, con una múltipley diversa estratificación social causada por la mercantilización general de la vida cotidiana;y, lo más contrastante de lo chileno en el contexto latinoamericano, una festejadagobernabilidad para las elites políticas y económicas que hace posible la excepcionalidadchilena de un crecimiento macroeconómico innegable unido a una pauperización de lascondiciones laborales y del medio ambiente, una estabilidad institucional por arriba conuna subterránea crisis de representación y participación real de las mayorías en el poderinstitucional y los partidos políticos, una derechización general de las dirigencias políticascon real incidencia sobre el proceso histórico reciente (fenómeno reforzado por la supuestay aparente consolidación del milagro chileno), paralela a una lenta pero sólida tendenciahacia un progresismo espontáneo y no reflejado políticamente de los chilenos de a pie, desus vidas cotidianas, de una cultura real alternativa creciente más allá de la pirotecniamediática y la hegemonía del barrio alto de Santiago, y, por último, una memoria históricaque indeclinablemente terminó derribando al pinochetismo y la apología derechista a ladictadura militar y su terrorismo de Estado, sus redes mafiosas, y su pertenencia y relacióncon las elites económicas que profitaron del poder total que la dictadura puso a su

4 Caso Blumberg, Cromagnon...

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disposición, a pesar de la disciplina y mano militar impuesta por los equipos económicosde la dictadura a un añejo empresariado rentista, premoderno y poco competitivo en elcontexto del mercado mundial globalizado.

Destacable al respecto es la rara convergencia de una opinión generalizada contrael terror impuesto por la dictadura (gracias a un largo proceso de concientización yconversaciones sobre los reales alcances de aquél, pero también, triunfo de la izquierda –sobre todo de la izquierda cultural- y las organizaciones de Derechos Humanos), con unapercepción a favor de la actual condición macro económica, y, por derivación de esto, alexitoso manejo del equipo económico civil al que los militares le entregaron todo el poder(ya sea legal o de fuego) para llevar a cabo un programa neoliberal a ultranza. Tal equipo,reclutado principalmente entre las filas destacadas de la Facultad de Economía de laUniversidad Católica, se habían preparado intelectualmente en estrecha colaboración ycontacto con el incipiente neoliberalismo forjado en la Universidad de Chicago, bajo elliderazgo ideológico de Milton Freedman, alumno de las enseñanzas mercantilistas yantidemocráticas de Hayek, precursor del actual orden ideológico y real del neoliberalismodel pensamiento único y el Consenso de Washington, predominante en los noventa. Talideario fue aplicado y consolidado, a diferencia del resto de América Latina, durante ladictadura, tras una breve pugna en los primeros años del régimen, en que la conduccióneconómica vacilaba entre modelar un neocorporativismo nacionalista, inspirado en elfascismo y el catolicismo reaccionario de las elites conservadoras (ideológicamente tandistantes al socialismo como al promiscuo mercado capitalista), o el neoliberalismo queapuntaba a desarmar la democracia (transformándola en un inofensivo ritual de elección deautoridades), privatizar el poder (subordinando al Estado totalmente a las eliteseconómicas internas y externas, y consolidando al mercado como eje articulador de losocial), y disciplinar a la ciudadanía (desarticulando sus redes de organización social eincidencia política, individualizando su relación con el mercado, y haciéndola competirentre ella, rompiendo los lazos de solidaridad e integración social). Un verdadero desarmede la ciudadanía, una privatización de sus herramientas de participación y lucha, y undisciplinamiento de sus vidas cotidianas y posibles espacios de organización.

Como preludio del mundial predominio del neoliberalismo en los noventa, ya afines de los setenta, un manejo económico ultra neoliberal estaba consolidado en Chile,aplicándose un radical ajuste estructural al modelo de desarrollo chileno, consistente en undesarme de los brotes industrializantes que se habían desarrollado durante todo el siglo XX(auspiciados por un Estado desarrollista y planificador), el comienzo de la privatización aprecios de regalo de la acumulación estatal de infraestructura y bienes de capital, y unasmedidas de shock económico que provocaron, sobre todo en sus primeros momentos, unapauperización general de las condiciones de vida material de los chilenos, arrojando acientos de miles al desempleo y al exilio económico (engrosando así el millón de chilenosque salió del país durante los 17 años de dictadura), sobre todo, después del reventóneconómico de 1982, que reforzó y gatilló un proceso de protesta y reorganización popularcontra la dictadura a partir de entonces, con una coordinada ola de movilizaciones yrearticulación del tejido social inexistente desde el golpe de 1973.

Sin embargo, tales movilizaciones y rearticulaciones sociales sucumbieron ante elproceso de transición política por arriba que instaló el trío de los partidos de derecha (laexpresión política), las clases dominantes (la expresión social y económica), y los militares(la expresión militar de los barrios altos chilenos), en una actitud defensiva que le permitióentregar el control directo sobre el aparato estatal, pero salvando su poder general deconducción histórica, la institucionalidad política necesaria para consolidar su poder fuera

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de La Moneda, y el modelo neoliberal que había importado desde Chicago (la dependenciaintelectual), Washington (la dependencia política), y Nueva York (la dependenciacomercial financiera). Tanto el pirotécnico éxito de tal importación (el último y a la modaproducto de la globalización y el mercado...!), como los múltiples amarres con queencadenó los existentes o potenciales brotes críticos de la Concertación, hicieron que éstase dedicara, ya en el gobierno, a perfeccionar y profundizar el modelo, lograr unaestabilización social y política de éste (lo que el régimen militar nunca logró), y avanzarhacia una importante hegemonía del neoliberalismo en Chile (excepcional en el contextolatinoamericano, y quizás, mundial).

La fatiga de ser yo misma

Me llamo Jeannette Monsalve y la foto me la sacaron camino al trabajo. Trato de andarsiempre con una buena pinta porque atiendo público y porque siempre me gustó vestirme bien.Trabajo de 10 de la mañana a 7 de la tarde en una gran tienda del centro. Tengo 28 años y un hijode cuatro. Hace tres años que estoy separada; mi marido era muy machista y no se lo aguanté.Vivo en un departamento de Maipú, que es chico, pero seguro, y queda cerca de la casa de mispadres.

Mi trabajo me gusta porque muestra que puedo valerme sola. Me respetan porque sabenque cumplo y que soy una mujer decente. No es fácil; a veces, a una la acosan y otras no dicennada para no perder el empleo. Pero yo no me dejo atropellar. Me hago respetar y nadie puedehablar mal de mí. Tal vez más adelante estudie algo, si con eso gano más. Por ahora, mipreocupación es mi hijo. Lo tengo en un jardín infantil, pero no lo puedo pasar a buscar en lastardes y, entonces, pasa mucho rato en la casa de mis padres. Para que no se aburra, quierocomprarle un Nintendo con la tarjeta de mi tienda. En el futuro, el que no sepa computación einglés estará perdido.

Fui a la escuela municipal y siempre me fue bien. Tenía pasta para surgir y siempre metuve confianza. En realidad, estoy orgullosa con lo que he logrado. No ha sido fácil conseguir unempleo estable después de la separación y teniendo un cabro chico. Pero lo he conseguido. Soybien ordenada y sé cómo comprar buena ropa en las liquidaciones. Los sábados voy a la feria y, aveces, salgo a vitrinear con mi hijo al mall de Maipú y almorzamos en el McDonald´s.

Yo digo que soy realista porque sé lo que es la vida y cómo es la gente. No se puedeconfiar en ella; siempre tratará de sacar provecho. Con mis vecinos no me meto y en la tiendatengo una sola amiga. Con ella conversamos y a veces salimos juntas los domingos. Ella esevangélica y me ha llevado a su iglesia. Parece gente buena que no aparenta. Es terrible vercómo la gente trata de aparentar lo que no es. Yo no soy religiosa, soy creyente. Creo en Diospero no voy a al iglesia, salvo con ocasión de algún matrimonio. Ahora salgo muy poco, tal vez alcumpleaños de un primo. En realidad, no tengo tiempo propio. A lo más veo un poco de tele losfines de semana. A veces, cuando hubo algún asalto o escándalo, veo el noticiero. Pero la políticano me interesa. No la entiendo ni me importa. A lo más leo el diario de los domingos en la casa demis padres. Me gusta leer mi horóscopo porque me hace pensar en mí. No creo lo que dice, peroayuda a ver lo que una es.

Mi principal satisfacción es mi hijo. Lamento no tener más tiempo para estar con él. Meangustia que le pueda pasar algo mientras yo no estoy. Por eso le compré un teléfono celular. Así,me pueden ubicar en seguida si ocurriese un accidente. Más adelante me gustaría dejar el trabajoy quedarme en casa para dedicarme más a su educación. No quiero que mi madre se meta en eso.Ella es algo anticuada y no entiende el mundo de hoy. Ella no sabe cómo las drogas entran portodas partes. Tengo miedo de tanto drogadicto. Ya no hay seguridad en el barrio. Por eso prefierosalir de paseo al mall. Es seguro, tiene aire acondicionado y se puede encontrar de todo: tiendas,restaurantes, cines y juegos para los chicos. Ahí lo paso bien. Me doy cuenta de que los hombres

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me miran, Entonces, de vez en cuando me doy un gusto. Creo que me lo merezco. Aunque cuestealgo más, me compro algo lindo. Con todo lo que trabajo, no voy a ser menos que las vecinas.Hoy en día, la que no anda vistosa no vale nada. Yo me la puedo. La vida es una máquina que, si una no sabe defenderse, la devora entera. Pero yono me he quebrado a pesar de todas las dificultades. No digo que haya sido fácil. Cuesta saliradelante. A veces me agobia este ritmo de vida. Una vez fui al médico por los nervios; dormía muymal. Me dijo que era estrés y que me relajara. Pero, ¿cómo voy a descansar? (Citado del informeDesarrollo Humano en Chile: Nosotros los chilenos un desafío cultural, 2002, del Programa deNaciones Unidas para el Desarrollo, p.27-28).

Las aspiraciones e ideologías aparentemente igualadas, las identidades transversalesque cortan y sobrepasan las estratificaciones socioeconómicas habituales, y la crecientehegemonía cultural tanto por arriba como por abajo de la subjetividad neoliberal en susmúltiples y diversificadas manifestaciones, colocan al caso chileno como una especie delaboratorio y ejemplo radicalizado de las experiencias neoliberales alrededor de todo elmundo. Los grados de legitimidad del modelo económico y de un consenso políticoexcepcional para nuestro continente, han hecho viable una cuantiosa inversión extranjeraen el país atraída por los bajos niveles de riesgo país, un crecimiento macroeconómicocentrado en la masiva exportación de bienes de baja manufacturación, de escaso y precarioempleo de fuerza de trabajo, y una muchas veces odiosa percepción de superioridad frenteal caótico paisaje del vecindario latinoamericano.

Una vez que el terror de estado y los shocks económicos allanaban el paso a talescambios, se hiz posible una revolucionaria transformación de las correlaciones de poder,del ámbito de lo politico, de las estructuras normativas, orquestada por los equipospolíticos de la dictadura, entre los que se redactaron, bajo estado de sitio, una Constitucióny un orden jurídico que consagraba un marco institucional que casi no dejó posibilidadesde cambio, pasara lo que pasara en las elecciones, y más aún, en una sociedad civil alejada parasiempre de las tomas de decisiones públicas. Como dijo Jaime Guzmán, redactor de laConstitución y principal ideológo político de la dictadura:

“[L]o esencial no reside en quién gobierne, sino más bien en cuánto poder tenga elque acceda a la conducción del Estado [...] resulta preferible contribuir a una realidadque reclame de todo el que gobierne una sujeción a las exigencias propias de ésta. Esdecir, que si llegan a gobernar los adversarios, se vean constreñidos a seguir unaacción no tan distinta a la que uno mismo anhelaría, porque -valga la metáfora- elmargen de alternativas que la cancha imponga de hecho a quienes juegan en ella, sealo suficientemente reducido para hacer extremadamente difícil lo contrario”

La mundial transformación del rol y carácter de la democracia representativa, y elprogresivo debilitamiento de la centralidad estatal operado por los neoliberales, ha tenidoen el caso chileno un ejemplo precursor y un alumno disciplinado, debido a su excepcionalcombinación de un enorme poder concentrado en las manos de un pequeño grupo deeconomistas y abogados patrocinados por la dictadura militar (por fuera de los referentestradicionales de la derecha chilena anterior al golpe), una férrea y unitaria conducciónmilitar que logró, a la larga, disciplinar las prácticas y subjetividades de casi el conjuntode la clase política civil y del alto empresariado, pero también de las grandes mayoríaschilenas. Éstas, fueron primero atemorizadas por el implacable terror de Estado, paradespués ser seducidas por una masiva ampliación del consumo vía endeudamiento y unaomnipresente pirotecnia cultural difundida por los nuevos medios masivos de

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comunicación y propaganda. Aisladas, en medio de un tejido social descompuesto primeropor la represión, y luego por la transformación socioeconómica conducida desde arriba ysin contemplaciones por un puñado de funcionarios, altos políticos y tecnócratas, optaronconsciente o inconscientemente por una preferencia por la vida privada y el intento deemprendimiento individual y familiar, el rechazo o alejamiento de la esfera política y másen general, de cualquier instancia colectiva de organización o lucha.

Más allá del traspaso del poder gubernamental desde las manos militares a lasciviles, o desde la burocracia elegida a dedo por la Junta Militar a la votada por sufragiouniversal, o desde los aparatos represivos a los culturales y mediáticos, ha habido unacontinuidad histórica posterior al golpe que perdura ininterrumpidamente hasta hoy, másallá del épico triunfo del No a Pinochet de 1988. La misma falta de relevo en laComandancia del Ejército (Pinochet sólo la abandonó en 1997, pasando a ser SenadorVitalicio) muestra la prufundidad del caracter continuista de las prácticas de la llamadaConcertación de Partidos por la Democracia.

La Concertación fue la coalición que agrupó a la oposición moderada al régimenmilitar que derrotó electoralmente a Pinochet en 1988, pero se rindió ante la perfecciónestructural del legado militar (el famoso milagro chileno), impulsó una común política deconsensos con la derecha y el alto empresariado, enjuició parcialmente el sistemático usodel terror de Estado (sólo en la medida de lo posible, como señaló el Presidente Aylwin) ycuando las acciones de la justicia internacional amenazaba con ensuciar la imagen externade Chile, llevando a cabo una política internacional entreguista frente a las potencias delnorte, firmando tratados de libre comercio por doquier y sin el más mínimo debate niconsulta popular, y alejándose del desordenado vecindario latinoamericano que caminahacia el populismo y la ingobernabilidad (los términos con que muchas veces se trata enChile a la actual irrupción y crecimiento de los movimientos sociales y las nuevasizquierdas en nuestro continente).

(Hablar del MDP, la derrota de la iquierda tradicional, combinar con análisis de loscambios hegemónicos en la sociedad chilena)

m. Superando la modernidad occidental: la Amerindiavive, resiste, construye

(capitulo por desarrollar).................................................................................

“En la mayor parte de los países que llegaron al socialismo, que provenían desociedades atrasadas o dependientes, la lógica de la revolución industrial se impusocon extraordinaria violencia. El peso equivalente a 300 años de desgracias en elcapitalismo se dejó caer, por la imposición del voluntarismo revolucionario, sobre unpar de generaciones. En realidad la violencia que implica una revolución industrial

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forzada tiene un componente físico de exterminio, destrucción de medios deproducción, miseria general, como lo que se vivió en la colectivización forzada delcampo en la URSS entre 1929 y 1932. Sin embargo, un proceso de esta especie sóloes posible en el marco, además, de una enorme violencia política e ideológica. En lahistoria del capitalismo nunca se resalta suficientemente la violencia de lo que concierta elegancia maligna se llama acumulación primitiva del capital, que no es sino elbrutal exterminio de la población prehispánica en América, la miseria obreraeuropeas de los siglos 18 y 19, la violencia política de las guerras en que se expresanlas crisis mundiales del capital (...) En la construcción del socialismo esa violencia sellamó estalinismo (...) Este fue le modo en que se logró llevar gigantescoscontingentes humanos desde el atraso semifeudal a la modernidad” (Pérez Soto,Carlos, “Para una crítica del poder burocrático: Comunistas otra vez”, p.60)

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“(E)l Estado confía el manejo de las poblaciones indígenas -los no ciudadanos- ainstituciones ciudadanas patriarcales y patrimoniales (la hacienda, los compadrazgos,los lazos de parentesco y de deuda) identificadas con los poderes privados, lo quepermite la emergencia de una esfera privada de dominación étnica desde la segundamitad del siglo XIX que va a permanecer inclusive hasta los levantamientos indígenasde 1990 y 1994 (...) los dos levantamientos indígenas antes mencionados, ubicados enun indefinible umbral entre manifestación política y ceremonia ritual, marcan laapertura de la frontera étnica en el país, ya que convierten a los pueblos indígenas enactores públicos con voz propia, rompen las barreras del poder particular y privado,rediseñan el campo político y los convierten en actores políticos nacionales”(Ecuador como “Administración de poblaciones”... García S., Fernando, “Laimaginación de lo nacional en tiempo de dolarización y crisis: nuevas estrategias derepresentación del movimiento indígena ecuatoriano”, en La cultura en las crisislatinoamericanas... pp.197-122.

A pesar de la aparente estabilidad de su sistema político formal, la centenariaexclusión de los indígenas irrumpiría con fuerza desde 1994, impulsando una crisis políticaque desembocaría en varias destituciones de presidentes ecuatorianos desde 1997 hastahoy. En medio de esta crisis de dominación que ya lleva más de una década, el movimientosocial ecuatoriano, conducido por los indígenas, han logrado logros visibles, como laconvocatoria en 1998 de una Asamblea Constituyente que redactaría una Constitución quesignifica un importante avance en materia de derechos ciudadanos, y sobre todo, en elreconocimiento del carácter pluralista y multiétnico del Estado ecuatoriano. Además, hanlogrado construir una fortaleza e incidencia nacional no exenta de problemas y tensiones,como las posiciones tomadas en torno a la asunción del coronel Lucio Gutiérrez a lapresidencia del Ecuador, con un discurso antineoliberal, pero que posteriormente aplicaríaun programa continuista de las políticas extranjerizantes de la oligarquía terrateniente-petrolera.

Versión ...........

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Desde el quinto infiernoHéctor Testa Ferreira