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    NICANOR PARRA NICANOR PARRA La voz potica de Amrica La voz potica de Amrica Latina rompe su silencioLatina rompe su silencio

    Siempre he pescado cosas que andaban en el aireSiempre he pescado cosas que andaban en el aire

    Babelia 1.045Babelia 1.045

    N M E R O 1 . 0 4 5

    . E L P A

    S ,

    S B A D O 3 D E D I C I E M B R E D E 2 0 1 1

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    CUANDO JEAN-FRANOIS Lyotard lanz en 1979 la idea de que uno de losrasgos caractersticos del discurso de la posmodernidad era la crisis delos grandes relatos estaba pensando, obviamente, en la filosofa de lahistoria que presenta el decurso de la civilizacin occidental como unatarea heroica del espritu hacia la definitiva realizacin mundana de larazn y la libertad: una filosofa que, asociada al mito del progreso, hadominado durante siglos la narracin que los hombres modernos ha-can de su propia biografa colectiva y que, segn Lyotard, haba estalla-do ya en una multiplicidad de pequeas fbulas locales y parciales queno se dejan unificar en la gramtica del gran discurso de la humanidad y cuya variedad es irreduct ible. Pero desde entonces hasta ahora, lasnuevas tecnologas han expandido esta hiptesis al mbito entero de lanarrativa, no solamente de ficcin, sino tambin informativa, quinsabe si incluso historiogrfica. Se trata de la erosin del gran formatoen beneficio de una proliferacin de microrrelatos que amenazan tantola soberana de las formas novelsticas convencionales como la deldiscurso periodstico jerarquizado, anegado hoy por una muchedum-bre de blogs alternativos a menudo incompatibles entre s. Esto parecehaber centrado la discusin en torno al tamao de los formatos, sinduda tecnolgica y econmicamente relevante, pero puede que la cues-tin espacial sea secundaria con respecto a la temporal.

    La velocidad de transmisin de datos ha superado con mucho elplazo necesario para asimilar una noticia, comprender un argumento oelaborar una informacin, un plazo que depende de limitaciones neuro-

    lgicas sometidas a milenios de evolucin y que, por tanto, no sepueden modificar tan fcilmente como el tamao o la rapidez de losdispositivos porttiles. Desde la Potica de Aristteles sabemos que unpersonaje slo puede conservar su carcter si las peripecias que jalonanla obra no destruyen del todo la congruencia del relato, si los diferentesepisodios no suponen una disgregacin absoluta de la identidad. Y estapreceptiva no gobierna nicamente la Bildungsroman, sino tambin elmodo como los propios lectores de esas fbulas intentan construir unapersonalidad creble y estable en un mundo cambiante que, a pesar detodo, sigue siendo el mismo. El hecho de que, en nuestros das, laidentidad y la credibilidad se hayan convertido en mercancas msapreciadas y atesoradas, y tambin en las ms voltiles y efmeras,sugiere que, ms que enfrentarse a un mundo cambiante, los lectoresactuales navegan o naufragan en un torrente constante y lbil de peri-pecias y redes que estn lejos de constituir un mundo nico y que lesobligan a un trabajo continuo de reciclaje de sus habilidades, de redefi-nicin de sus expectativas, de reacomodacin de sus hbitos, de talmodo que la duracin de la verosimilitud de un argumento el tiempodurante el cual podemos creer en l difcilmente sobrepasa lo quetarda en actualizarse una pgina web o una aplicacin informtica, y tiene a menudo la misma realidad fugaz que un sondeo.

    A los creadores de narraciones se les haba encomendado desde la Antigedad la competencia sobre las leyes de lo plausible y lo veros -mil, pero esta labor se vuelve titnica cuando las leyes de lo posiblecambian tan rpidamente como las cotizaciones financieras y lo incre-ble se vuelve real cada maana. No es slo que siempre estemosempezando un captulo distinto, es que nunca disponemos de la sufi-ciente coherencia ni de la estabilidad temporal necesaria para acabaralguno. As las cosas, ni siquiera es seguro que podamos hablar de unamultiplicacin de pequeas narraciones que habra remplazado a losgrandes relatos: siempre hubo cuentos breves tan magistrales como lasnovelas, y algunos sonetos de Shakespeare valen por las obras comple-tas de muchos grafomaniacos. Lo que ahora tenemos es ms bien unasuerte de folletn difuso e interminable del que forman parte todosesos microrrelatos concurrentes, que no alcanza para componer unanarracin nica porque su forma, su trama, sus personajes y suspaisajes se alteran como los de una serie audiovisual filtrada por lasencuestas de audiencia y de cuotas de pantalla. Mucho ms que elproblema del tamao del formato, este es el autntico desafo para lospoetas de nuestro tiempo.

    Jos Luis Pardo (Madrid, 1954) es autor de El cuerpo sin rganos(presentacin de GillesDeleuze. Pre-Textos. Valencia, 2011. 308 pginas. 20 euros).

    Primeras pginas La aventura sin fin, de T. S. Eliot, yUn poco de azul en el paisaje,

    de Pierre Bergounioux.+

    + .com

    Jos Luis Pardo

    El tamao no importaBabeliaEN PORTADALeila Guerriero 4Nicanor Parra El antipoeta chileno, de 97 aos, ha recibido a Babelia en su casa de Las Cruces conmotivo de la publicacin del segundo tomo de su obra total: Obras completas & algo (1975-2006),queincluye poemas visuales y textos inditos. El escritor se manifiesta sorprendido. Yo leo esos poemasy no me siento el autor. Pienso que nunca fui el autor de nada porque siempre he pescado cosas queandaban en el aire, afirma. Foto: Claudio Prez

    IDA Y VUELTADe Kooning, talento y desastre Antonio Muoz Molina 7

    EL LIBRO DE LA SEMANALa aventura sin fin , de T. S. Eliot Jordi Llovet 8

    Odio a los indiferentes, de Antonio Gramsci Enrique Gil Calvo 8

    Ejemplar Rebecca West Jos Mara Guelbenzu 10

    LECTURAS COMPARTIDASPuro y desnudo Rosa Montero 11

    La fiesta del Nobel Tomas Transtrmer / Juan Antonio Gonzlez Iglesias 12

    Un poco de azul en el paisaje, de Pierre Bergounioux Ricardo Menndez Salmn 14

    Back in America, de Barry Gifford Benjamn Prado 14

    PENSAMIENTOMito y fantasa de la Francia resistente Jos Mara Ridao 16

    La rama dorada, de James George Frazer Carlos Garca Gual 16

    SILLN DE OREJASEntre santa Luca y Reyes... M. Rodrguez Rivero / Max 17

    ARQUITECTURAEntrevista con Peter Cook Anatxu Zabalbeascoa 18

    ARTE / LLAMADA EN ESPERA /Hirst y Koons... Estrella de Diego 19

    MSICALa segunda vida de Nick Lowe Ramn Fernndez Escobar 20

    PURO TEATROArcnido en tu pelo Marcos Ordez 22

    LECTURAPintura eterna e indestructible Eduardo Arroyo 23

    1.045

    Blog http://blogs.elpais.com/papeles-perdidos/

    El msico yproductor britnico

    Nick Lowepresenta su disco

    The old magic .Foto: lvaro Garca

    SUMARIO

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    Santiago Ausern, en su estudio madrileo, empieza por el texto de las canciones y luego pasa a la composicin. Foto: Bernardo Prez

    EL TRES CUBANO que le regal Compay Segundo destaca en el pasillo, el lad de Pancho Amat, en otra habitacin; un Hammond, que compr en Vilanova i la Geltr a unasmonjitas, preside el estudio, junto a las guitarras que se salvaron de una inundacincasera en pleno agosto. No hay duda, estamos en la casa de un msico. La carrera deSantiago Ausern (Zaragoza, 1954) no se detiene. Hace unas semanas recibi el PremioNacional de Msicas Actuales, pero el galardn, adems de un merecido reconocimien-to a una carrera, que l recibi con mucha humildad, no hizo ms que agrandar suagenda de actuaciones en directo. Ahora promociona Ro Negro, su ltimo disco en elmercado, una docena de canciones en las que fusiona el jazz, el rock y el blues. En estaocasin, el lbum va firmado por Juan Perro, su alter ego musical, un trovador latinocon el que investiga desde hace dcadas el legado musical dejado por la negritud, en latradicin literaria y musical hispana. Tras Radio Futura mont algo as como radiopasado, una especie de laboratorio de investigacin sobre los orgenes de la rtmica delsiglo XX.En busca de extractosde memoria viaj a Cuba y alucincon los soneros; luegoa Nueva Orleans, donde encontr restos de hispanidad que seguramente llegaron con

    los barcos, con melodas parecidas en los boleros ms antiguos, cuenta en su tallerde trabajo, en una soleada y fra maana de otoo. Hace tiempo que funciona por sucuenta. Su estudio casero, recin reformado, le permite grabar sus propios discos y atravs de su oficina (www.lahuellasonora.com) contrata sus giras. En el ordenadortrabaja las letras, en el estudio ensaya la msica y el tiempo que le queda libre lodedica a la filosofa y la lectura de Platn. No sabe hasta cundo seguir funcionandocomo Juan Perro. Le haca ilusin convertirlo en un personaje del Siglo de Oro y meterlo en el ambiente de las tabernas, donde se juntaban los pcaros y los literatos.En esa va de investigacin, el msico prepara un libro sobre el influjo de la negrituden la cancin espaola y un espectculo que estrenar en el Festival Etnosur titulado Juan Per ro y la Zarabanda.

    Disconforme con todo lo que hace, Ausern sigue dndole vueltas tambin a sultimo trabajo musical; prepara una nueva versin de Ro Negro en plan acstico.Quiero dejar las canciones lo ms desnudas posible, encontrar el esqueleto de lacomposicin. Grabar las antiguasy seguramente alguna de las nuevas. Amelia Castilla

    En busca del esqueleto de la composicinSantiago Ausern, premio Nacional de Msicas Actuales, convierte a Juan Perro en personaje del Siglo de Oro

    EL RINCN

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    Contactos de la sesin de fotos al poeta chileno Nicanor Parra, realizada por Claudio Prez. Las imgenes sealadas por el fotgrafo son las elegidas para ilustrar este reportaje.

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    ta su onda jazz. Ms vale nuevo quebueno, dice siempre.

    La frase no es una declamacin vaca:hace poco, Parra escribi un rap, El rap de la Sagrada Familia, que cuenta la rela-cin entre un viejo y una estudiante, y suproduccin de Artefactos, que ahoraacompaa con el dibujo de un corazncon ojos, no slo no ha dejado de crecersino que se le han agregado losTrabajos prcticos, objetos inter-venidos como una cruz donde, envez de Cristo, hay un cartel quedice Voy y vuelvo, o una foto deBolao con una cita de Hamlet:Good night sweet prince.

    EN 1940 se cas con Anita Tronco-so, con quien tuvo tres hijos y, en1951, con Inga Palmen. Tuvo un hi- jo con Rosita Muoz, que fuera suempleada, y dos ms con Nury Tu-ca, a quien le llevaba treinta y tresaos. En 1978 conoci a Ana MaraMolinare, de poco ms de treinta.Ella lo dej y l, que mordi el pol-vo, escribi un mantra radioactivo,

    un poemallamado Elhombre ima-ginario:El hombre imaginario / vi-ve en una mansin imaginaria / ro-deada de rboles imaginarios / a laorilla de un ro imaginario. Tresaos ms tarde, Ana Mara Molina-re se suicid.A mediados de los no-venta conoci a Andrea Lodeiro, aquien le llevaba varias dcadasquizs seis y con quien estuvohasta 1998. Desde entonces perma-nece ms o menos solo. Loque yo necesito urgentemente / esuna Mara Kodama / que se hagacargo de la biblioteca () con unaviuda joven en el horizonte/ () elatad se ve color de rosa / hasta losdolores de guata / provocados x losacadmicosdeEstocolmo / desapa-recen comox encanto, escribi. Ensus aos altos empez a cultivarunaimagen desmaada.Compra ro-pa de segunda mano en el Puertode San Antonio, un sitio rufin porel que se mueve cmodo, como entodas partes: cuando, tiempo atrs,desaparecieron de su casa algunosde los cuadernos en los que escribe y supo que unos dealers locales loshaban recibido en forma de pago,march a buscarlos y le fueron de-vueltos con disculpas. Su reticenciaa publicar es legendaria. Aun cuan-do en Ediciones Universidad DiegoPortales sac dos libros ms Dis-cursos de sobremesa (2006)y Lavuel-tadel cristode Elqui (2007),demo-ra aos en firmar contrato, mesesen llegar a una versin con la queest conforme. El proceso de lasbras completas llev casi una dcada. En

    noviembrede 1999, Ignacio Echevarra y Ro-berto Bolao, que se haba transformado enun gran impulsor de la obra deParra (escri-becomosi aldasiguientefueraa ser electro-utado, escribi), fueron a visitarlo.

    De regreso en Barcelona dice Igna-io Echevarra,Robertome sugiri quehi-iera las obras completas de Parra. Todos

    medijeronqueera imposible, pero selo pro-puse y dijo que estaba dispuesto. Claro queluego yo le enviaba un contrato, l lo tenaeis meses y me deca que lo haba perdido,

    y haba que hacer todo de nuevo. Tres aospasaron hasta que, luego de la muerte deBolao,viaja Chile,lo visity medijo:Voy

    a firmar el contrato. A Roberto le hubieraustado, verdad? Vamos a hacerlo por Ro-berto. Pero he ido sintiendo un escrpuloadavez mayor porhaberobligadoa Parra a

    haceralgo quel noquerahacer. l concibela antipoesa como algo quese escribe enunmuro,enunaservilleta.Y creo quela idea delas obras completas le repugna.

    EN EL BAOde la casa, colgada de un clavo,sobre el inodoro, hayuna bandeja decartnque, con su caligrafa, dice: No tire el papel

    en la taza del water. En la sala, Parra tomaty recitaen griegolos primerosversosde laIlada. Despus, echa la cabezahaciaatrs y secolocala bolsa det sobre elojoderecho.

    Tengo algo en el ojo. Con esto se cura.La vezpasada me fuicorriendode la clnica,en Santiago. El urlogo me dijo: Prepares,compadre, porque maana es la interven-cin quirrgica. Una simple sistologa. Y entonces le dije: Prefiero morirme. Demede alta o salto por esa ventana. Y yo iba a

    saltar. Acabo de descubrir en mi biblioteca

    unlibro que sellama El libro deldesasosiego.De Pessoa.Ya no corre. Ese chiste de los hete-

    rnimos.Ya,compadre, ya.Tieneun poemaque es insuperable. Dice: Todas las cartasde amor son ridculas.Si no fuerenridculasno seran cartas de amor. Y sigue, yo tam-bin en mi tiempo escrib cartas de amor,como lasotras, ridculas.Mire usted lasvol-teretas quese da.Comoesas poetisasargen-tinas. La Mara Elena la Mara Elena

    Walsh?Claaaro. A ver, hay otras.Alejandra Pizarnik?

    Ah, la Pizarnik. Fantstica. Y cul deellas es la autora de La vaca estudiosa?

    Mara Elena Walsh se dedic, aunqueno nicamente, a escribir para nios, ra-ma en la que tuvo el msalto de los presti-gios pero, en cualquier caso, es duea deuna obra muy distinta a la de AlejandraPizarnik, una poeta oscura que se suiciden 1972.La vaca estudiosa es una cancinde Mara Elena Walsh, que cuenta la his-toria de una vaca que quera estudiar.

    Ah, qumaravilla. Y para matarel abu-rrimiento la vaca se matriculaen unaescue-la.Y a los nios les llamala atencin, enton-ces ella dice: No, yo me comprometo a seruna vaca estudiosa. No, la Mara Elena. Es-tamos cien por ciento con ella.

    TIENE ESA cosa ladina,Nicanor, de desca-lificar sin estridencias, dice AlejandroZambra, que trabaj con Parra en El Rey Lear y que, como otros escritores jvenes,asegura que se ha comportado siemprecon una generosidad titnica. l no teva a decir algo malo de Neruda, pero te va

    a contar algo de tal forma que solidaricescon l, y no con Neruda.Es un gato de campo, dice Sergio Pa-

    rra, editor y poeta, que conoce a Parradesde los ochenta. Una vez estbamosen su casa y l se fue a buscar sus cuader-nos. Me dijo: Te voy a leer unos textos. Y de pronto se da vuelta y me dice Pero sinmoverse, ah.

    LE CONT la historia de la huia? Lahuia es un gato salvaje, de monte.

    Parra abre la puerta que separa la saladel balcn y seala un trozo de tierraentre las plantas del jardn trasero.

    Era arisca. Pero un da se acerc y lapude tocar. Y al otro da estaba muerta.Le molest que yo la tocara. Se sintidesvirgada. Est enterrada ah. Le hici-mos los funerales.

    De regreso en la sala se pone una cha-queta verde, un sombrero de paja.

    Vamos a almorzar.En el auto, camino al restau-

    rante, mira por la ventanilla y di-ce, divertido:

    Usted es de Buenos Aires?Una vez a Borges le preguntaronqu pasaba con la poesa chilena y dijo: Qu es eso?. Y le dije-ron que ah estaba un premio No-bel que era Pablo Neruda. Y dijo:Ya lo dijo Juan Ramn Jimnez,un gran mal poeta. Y eso queNeruda todava no haba descu-bierto el kitsch. Y le preguntaronpor Nicanor Parra. Y dijo: Nopuede haber un poeta con unnombre tan horrible.

    El restaurante es un sitio fami-liar, con un men que ofrece em-panadas y mariscos y que l escu-dria sin usar la lupa que lleva

    en el bolsillo (no usa gafas).Yo quiero una empanada decamarn, le dice a la mesera.

    Vienen dos.Parra hace un silencio.Entonces nada.Nada?Otro silencio.Mire, tiene razn. Dos em-

    panadas. Y nada ms. Ya me eno- j, ya.

    La conversacin deriva haciaalgunos poetas chilenos, hacia lavisita que la fotgrafa argentinaSara Facio hizo en los aos 50 asu casa de Isla Negra para hacer-le un retrato.

    Con lo de la Sarita hubo unpunto de inflexin. Una revistapuso en la portada una foto quedeca: El poeta de Isla Negra:Nicanor Parra. Neruda vio eso y dijo Esta es la cabeza de unamaniobra internacional antineru-da, pero yo voy a descargar todomi poder en la cabeza de Nica-nor Parra. Y dicho y hecho. Des-carg todo el poder del PC inter-nacional.

    Se acuerda de ese verso deNeruda, dar muerte a una mon- ja con un golpe de oreja?

    Un poeta, Braulio Arenas,me ense que cada diez versoshay que tirar uno oscuro, unoque no entienda nadie, ni unomismo. Y ah se arregla la cosa.

    Despus, de regreso a su casa,desde el auto, seala una colina.

    Ah hay un desarmadero deautomviles. A veces voy. Me gusta esesitio.

    Est contento con las obras com-pletas?

    Sorprendido. Yo leo esos poemas y no me siento el autor. Pienso que nuncafui el autor de nada porque siempre hepescado cosas que andaban en el aire.

    El asfalto se desliza terso, entre lospinos y el mar, bajo una luz suave.

    Bonito, ah?Para quedarse a vivir.O sea, a morir. Algo en la tarde recuerda la respira-

    cin plcida de un animal dormido.Fjese todo lo que han hecho y no

    han podido resolver ese asunto.Qu asunto?El de la muerte. Han resuelto otras

    cosas. Pero por qu no se concentran eneso?

    Obras Completas II. Obras completas & algo (1975-2006). Nicanor Parra. Prefacio de HaroldBloom. Niall Binns e Ignacio Echevarra, editores.Galaxia Gutenberg / Crculo de Lectores. Barcelo-na, 2011. 1.200 pginas. 58 euros. Obras Comple-tas I. Obras Completas & algo (1935-1972). Ga-laxia Gutenberg / Crculo de Lectores. Barcelona,2006. 1.224 pginas. 55 euros.

    Viene de la pgina anterior

    Las Obras completas de Nicanor Parra incluyen El rap de la Sagrada Familia, que cuenta la relacin entre un viejo y una estudiante.

    Braulio Arenas me enseque cada diez versoshay que tirar uno oscuro,uno que no entiendanadie, ni uno mismo.Y ah se arregla la cosa

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    ILLEM DE K OONING tena unaidea proletaria deloficio depin-tor. Erahijode laduea deunataberna de Rotterdam a la que

    acudan trabajadores del puerto. Emigr a

    Estados Unidos como polizn en un barcode carga cuando tena 22 aos y entre losmuchos trabajos que hizo para salir de lapenumbraestuvoel depintor debrochagor-da.Tenauna complexinpoderosade obre-ro,la tallacorta,el pecho y losbrazosmuscu-losos, las manos grandes y fuertes. Duranteuna gran parte de su vida fue tan pobre quel mismo se fabricaba los pocos mueblesque necesitaba en su casa,buscando made-ras en almacenes baratos o en solares dederribos.Cuando le faltabadinero hasta pa-ra comprar lienzos pintaba sobre cartn osobre planchas de aglomerado. Cuando nopoda ni costearse tubos de leo pintabacon esmalte. Trabajabaensimismado duran-te jornadas que podan durar el da entero y parte de la noche y cuando se daba un des-canso acuda a la Cedar Tavern de Universi-

    ty Place con los zapatos y los pantalonessalpicados de pintura. Algunos de sus efec-tos visuales ms potentes los logr usandobrochasde pintor de paredesy abarcandolaanchura dellienzo contodoel brazo extendi-do: pintando no con la mano, ni con la mu-eca, sino con el bro de todo el cuerpo.

    Pintaba como un obrero manual, comoun forzado, como un nufrago que empleatodasu energaen construir unmundocom-pleto en el que solo habita l mismo. Lleg aNueva York en 1926, resuelto a ser pintor,pero hasta finales de los cuarenta prctica-mentenadie lehizo ningn caso,y nisiquie-ra entonces dej de ser precaria su vida. DeKooning no es ese talento afortunado quedesde sus primeros pasos parece que sabecmo ser la madurez de su estilo y empleatodas las fuerzas para avanzar hacia ella.Desde el final de la adolescencia Picasso es ya tan plenamente Picasso que su maestraabruma con una claridad insultante. Aotras ao, cuadro tras cuadro, en millares dehojas de cuaderno, en apartamentos ilegalessin calefaccin ni agua caliente, Willem deKooning pelea en una bsqueda agotadoraque muchas veces no le lleva a ningn sitio,aparte de a la imitacin de Picasso o de Ar-shile Gorky, su mentor y su amigo del alma.Ensus aos jvenes De Kooning pinta hom-bres de volmenes desvanecidos y actitudespasivas, de grandes ojos perdidos, y en ellos

    hay algo de la poesa de las figuras de Gorky y algo ms que es como una confesin deabatimiento y estupor. Parece que vive neu-tralizadopor dosempujescontrarios, laposi-bilidad deunamaestraen eldibujoaprendi-

    da en Ingres y en Picasso y la inquietud dedesaprender lo sabido y encontrar algo quenohaya existido nunca,comohicieron Picas-so y Braque y luegoDe Chirico,Stuart Davis,Gorky, Mir, Chaim Soutine.

    Cada uno de esos caminos posibles lotienta. En cada uno se esfuerza premiosa-mente, y en loscuadrosse nota lapersisten-cia muchas veces exasperada del esfuerzo,como un peso de plomo que malogra elintento. De vez en cuando hay un atisbo dealgo singular, no buscado premiosamente,logrado al azar del tanteo: ese atisbo es elhilo que lo llevar ms tarde a la explosinde sus plenos poderes, y suele encontrarsems enlos dibujos queen loslienzos. Frenteal lienzo, pintando al leo, el artista esttodava demasiado rgido, como sometin-dosea un examen frente al tribunal invisible

    de sus maestros. En el dibujo, en el formatomenor, en el simple esbozo, la libertad saltacomoen esasnotas rpidas tomadaspor unescritor en las que habr ms originalidadque en sus obras ya hechas.

    Cuando llega el trance, la plenitud, entremediados y finales de los aos cuarenta, DeKooningya es deltodo quien ser para siem-pre, quien no dejar proteicamente de ne-garse e inventarse a s mismo, con la mismaenerga fsica con la que arroja sobre el cua-dro nuevas manchas, lneas, figuras, capassucesivas, rasgadas luego para que aflore loquequed debajo,lo queestsiempre sien-do modificado y tachado. Podapasarse ho-ras sinhacer nada, mirando el cuadro desdeunacierta distancia,con labrocha enla ma-no, fumando, escuchando msica. Una delaspocas vecesque tuvo algo de dinero se logast todo en un equipo de msica. Y de lainactividadcontemplativa pasaba a unaagi-tacindemente, a undeseode sostenerhastams all de loslmitesfsicos de losmateria-les la obra en marcha, el proceso inacabadodelcuadro.Para quela pinturase mantuvie-ra fresca la dejaba cubierta con anchas ho- jas de peridico al terminar la jornada. Enalguna ocasin, al levantar los peridicos alamaana siguiente,en el lienzo habanque-dado fragmentosdesombrastipogrficas, ti-tulares,anuncios, fotografas.El contratiem-po aada al cuadro un collage inesperado.

    Lasexta planta delMOMA laocupaente-ra la retrospectivade De Kooning.El recorri-do tiene toda la emocin y la tristeza finaldelarcode una vida completa,sobre todo siunoaprovecha paraleer la biografadel pin-

    tor que escribieron hace unos aos Mark Stevens y Annalyn Swan. La canonizacinen el museo inevitablementedespojala vidade un artista de su drama verdadero. Pareceque los cuadros fueron surgiendo con natu-ralidadlineal segn el orden conel quecuel-ganen lassalas, contrael blanco prestigioso y aspticode lasparedes, y queunoporunohanencontrado sinesfuerzo el lugar induda-ble que les corresponda en la historia delarte, en el olimpo plutocrtico de las gran-des casas de subastas.

    Pero De Kooning es un pintor tan ind-mito que ni siquiera en ese espacio pierdesu capacidad de sorprender y herir, de des-concertar, de exigir formas diversasde aten-cin. Stevens y Swan retratan a un hombredominado por una inseguridad tan cons-tante como la certeza de su vocacin, inca-

    pazde acomodarse en lo que yaha logrado y menos an en lo que otros esperan de l,vulnerable a la indiferencia o a la hostili-dad de la crtica pero no a la arrogancia nial halago. Fue abstracto y tambin fuefigu-

    rativo, y esa volubilidad le atrajo el anate-ma de los guardianes de la ortodoxia, queson ms rgidos cuanto ms se creen en lavanguardia. Trabajaba en su taller comoun obrero en una fbrica y de vez en cuan-

    do desapareca en rachas de borracheraque podan durar semanas y terminabanen las aceras de los peores callejones o enla sala de urgencias de algn hospital. Legustaba dibujar con los ojos cerrados omientras miraba la televisin. Cuando te-na 70 aos vivi un gran amor y fue pose-do por una fiebre de productividad de laque surgieron una tras otra y como sin es-fuerzo una sucesin de obras maestras. A los 85 aos, perdido en la demencia senil,tom un pincel por primera vez en muchotiempo. Se acerc a un lienzo en blanco,pint un pequeo crculo. Lo rode deotros crculos concntricos, como en unadiana. Se qued mirando mucho rato, y luego dej caer el pincel, y ya no volvims al estudio.

    De Kooning. An American Master. Mark Stevens y Annalyn Swan. Alfred A. Knopf, 2004. 731 pginas. De Kooning: A Retrospective. MOMA. Nueva York.Hasta el 9 de enero de 2012. www.moma.org.antoniomuozmolina.es

    De Kooning, talento y desastrePor Antonio Muoz Molina

    Pirate (Sin ttulo II) (1981),de Willem de Kooning(1904-1997). MOMA.Sidney and Harriet JanisCollection Fund. The Willem de Kooning Foundation Artists Rights Society (ARS New York)

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    Odio a los indiferentes Antonio GramsciTraduccin de Cristina Mars Ariel. Madrid, 2011103 pginas . 9,95 euros (electrnico: 7,99)

    Por Enrique Gil Calvo

    DE ENTRE los intelectuales marxistas quelideraron la oleada revolucionaria que si-gui hace un siglo al triunfo de la Revolu-

    cin de Octubre, quien mejor ha soporta-do el paso del tiempo ha sido AntonioGramsci. Como persona tuvo un destinosombro, pues pas muchos aos hasta sumuerte encerrado en la crcel donde loconfin Mussolini, y en la que escribibuena parte de su obra. Pero como polti-co alcanz un xito excepcional, en tantoque fundador del Partido Comunista Ita-liano: el ms influyente de Europa occi-dental, el primero que defendi la demo-cracia y el nico que alcanz mayoraselectorales por su poder de conviccin(ese mismo PCI luego dividido tras su re-

    conversin socialdemcrata que lo ha re-ducido a la impotencia).

    Y como pensador marxi sta, es el ni-co que todava tiene algo que ensear alas generaciones actuales. Es verdad queno alcanza el prestigio esttico de un Walter Benjamin, cuya trgica biografale adorn con la aureola del genio ro-mntico. Pero es que a diferencia de s-te, que camin por libre sin comprome-terse con nadie, Gramsci fue tanto unintelectual como un hombre de accin,

    incondicionalmente comprometido conlas organizaciones populares y las movi-lizaciones colectivas. Por lo dems, y adiferencia de sus colegas contempor-neos como Lenin, Trotski y compaa,cuya obediencia marxista ha envejecidoirreversiblemente, la obra terica deGramsci contina ejerciendo hoy unaconsiderable influencia, hasta el puntode que a partir de su propuesta tericade la hegemona cultural se le puede con-siderar el precursor intelectual tanto delos cultural studies anglosajones comode la teora de la dominacin simblica

    de Pierre Bourdieu, que hoy goza delmximo prestigio acadmico.

    Pero el librito que comento, y que aca-ba de traducirse al castellano, no tiene quever con su obra terica sino con su activis-mo militante. Se trata de una compilacinmuy breve que slo contiene ciertos frag-mentos escogidos de sus escritos de com-bate (y su oratoria parlamentaria comodiputado) aparecidos entre la etapa finalde la I Guerra Mundialy su encarcelamien-to por Mussolini (1926). Casi todos los tex-

    tos aparecan ya en sus obras completaseditadaspor Einaudi, peroaqu estn com-pletados con los fragmentos que habansidoexpurgadoso eliminados por la censu-ra de la poca.Y elque da ttuloal libro (de1917), confirindole un sentido unitario,estaba indito en castellano hasta hacemuy poco tiempo, en que fue rescatadocomo voz de insurgencia por gramscianosde pro en publicaciones minoritarias.

    Entodo caso, si bien la presente edicinespaola reproduce la italiana aparecida elao pasado, el sentido que adquiere su pu-blicacin entre nosotros difiere y va ms

    all del que busc su compilador. EnBerluscolandia, estas pginas incendia-rias estaban destinadas a excitar los ni-mos contra el nuevo Duce bufonescoque se ha apoderado de la voluntad ma- yorita ria de los italianos. Y para ello seaporta el ejemplo del propio Gramsciinterpelando al autcrata fascista. Deah el odio a los indiferentes del ttulo,que pretende sacudir la conciencia con-formista y acomodaticia de todos cuan-tos consienten y toleran los desmanesdel cavaliere encogindose de hombros,como si la degradacin de la cosa pbli-ca no fuera de su incumbencia.

    Pero en la versin espaola esta indig-nada requisitoria contra el csar corrup-

    tor carece de sentido, y por eso toda lacarga de gramsciana indignacin se redi-rige contra el conformismo acomoda-ticio de la pasividad ciudadana, y espe-cialmente contra los indiferentes de laizquierda voltil, de la ciudadana escp-tica y de la juventud pasota, a los que seconvoca hacia la movilizacin y el com-promiso cvico. Y en este sentido, el librohay que leerlo como un eco precursordel manifiesto Indignaos! de StphaneHessel, en el contexto de las movilizacio-nes del 15-M que anuncian el retornodel compromiso cvico.

    La aventura sin finT. S. EliotEdicin y prlogo de Andreu JaumeTraduccin de Juan Antonio MontielLumen. Barcelona, 2011592 pginas. 25,90 euros (electrnico: 16,99)

    Por Jordi Llovet

    EL INDISCUTIBLE maestro de la crtica lite-raria anglosajona en nuestros das, Ha-rold Bloom, ha manifestado en ms deuna ocasin cmo le repugnaron las teo-ras anticuadas y elitistas de T. S. Eliot(1888-1965) en sus tiempos de estudian-te. Con los aos, el mismo Bloom seencarg de revertir esa opinin y substi-tuirla por una admiracin casi devota,generosa, para con la obra de Eliot, con-siderada an hoy reaccionaria por los

    partidarios de los llamados cultural stu-dies y otras devastaciones en los mediosuniversitarios del mundo entero. La cla-ve para la comprensin de este cambiode rumbo se encuentra en una obra ensa- ystica que abarca ms de cuatro dca-das, de 1917 a 1961, jalonada por recopila-ciones tan importantes como The Sacred Wood (1920), Selected Essays, 1917-1932 (1932), Elizabethan Essays (1934) y OnPoetry and Poets (1957).

    Esta obra crtica, enormemente origi-nal si se sita en su contexto britnicono tanto si se pone al lado de la obracrtica de los grandes romanistas-com-paratistas del continente, como Auerba-ch o Curtius, o de un Paul Valry, aquien Eliot admiraba, es lo que vindi-ca la magnfica edicin que el mallor-qun Andreu Jaume acaba de publicaren Editorial Lumen. Nunca hasta hoy loslectores en lengua castellana haban te-nido a su alcance una compilacin deartculos esenciales de T. S. Eliot ordena-

    os, perfectamente anotados no hay nada equivalente ni tan siquiera en elmercado en lengua inglesa, a falta, toda-va, de una edicin crtica de la obra deEliot y con un prlogo extenso, docu-mentado e iluminador, en el que Jaumeita a Eliot en el continuum de la crti-a literaria europea, desbroza los cami-

    nos por los que lleg a sus formulacio-nes ms celebradas como el objective orrelative o su querencia por la close

    reading antes que por toda apelacin a

    la historia o a la biografa, y realza elpeso que la poesa religiosa y metafsica,de Dante a los poetas metafsicos ingle-ses, tuvo en la evolucin de su propiaobra y en general de la poesa inglesa.

    Siendo as que el mercado espaoldispona ya de ediciones correctas deuna serie de ttulos de la obra ensaysti-ca de Eliot (Criticar al crtico, Sobre poe-sa y poetas, El bosque sagrado, etctera),

    Andreu Jaume se ha inclinado por unaseleccin de unos artculos no solo desuma importancia por s mismos, sinotambin valiossimos para hacerse unaidea de lo que cabe llamar la genealo-ga del pensamiento crtico de Eliot. Enefecto, el libro incluye artculos dedica-dos a la dramaturgia inglesa por la quellega a explicarse el genio de Shakespea-re, como el dedicado a Christopher Mar-lowe, o Cuatro dramaturgos isabelinos;artculos en los que por vez primera enel mundo ingls se reivindicaba razona-damente la obra de los poetas metafsi-cos del siglo XVII, como los que dedica a Andrew Marvell y a Los poetas metaf si-cos; otros que aclaran su propia deudacon la poesa medieval, en especial losreferidos a Dante; los que hablan de unatradicin autctona clsica que perdims de lo que gan con Milton y con

    Pope; los dedicados a la sediciosa tradi-cin romntica, que Eliot cree culmina-da en la figura de Yeats; y, por fin, aque-llos en los que pondera la necesidad deque el lenguaje potico se acerque a lalengua hablada antes que alejarse deella, algo para lo que Eliot recurre a losllamados metafsicos, pero tambin a Villon, Laforgue y Corbire, y, en menormedida, a Baudelaire.

    En suma: el lector de habla hispanatiene hoy a su disposicin la mejor edi-cin jams publicada de la obra crticade Eliot, la ms general e inteligente y laque da una medida ms exacta de la nue-va crtica impulsada por T. S. Eliot.

    El retorno del compromiso poltico

    T. S. Eliot (St. Louis, Misuri, 1888-Londres, 1965, Nobel en 1948), en 1957. Foto: Slim Aarons / Getty Images

    La obra crtica de T. S. Eliot La aventura sin fin es una excelente seleccin de textos esenciales de Dante a los poetas metafsicos ingleses,ordenados y perfectamente anotados por Andreu Jaume, que revelan la genealoga del pensamiento crtico del escritor

    EL LIBRO DE LA SEMANA

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    Cuando los pjaros caenRebecca WestTraduccin de Rafael Vzquez ZamoraBackList. Barcelona, 2011592 pginas. 22 euros (electrnico: 14,99)

    El significado de la traicinRebecca WestEplogo de Juan BenetTraduccin de Panteleimn ZarnRevisin de Antonio IriarteReino de Redonda. Madrid, 2011528 pginas. 23 euros

    Por Jos Mara Guelbenzu

    N ARRATIVA /ENSAYO.NO PODA SERmsoportuna la coincidencia de estos dos li-bros en las libreras espaolas. Rebecca West, autorade una novelamemorable (El regreso del soldado) y de un clsico de loslibrosde viaje(Cordero negro, halcn gris),entre otros libros, se enfrenta a un tematan apasionante como imperecedero: elentido de la traicin. Cuando los pjaros

    aen es una novela y El significado de la

    traicin un texto a medio camino entre elnsayo y la Historia. La novela transcurre

    pocoantesde la toma delPalaciode Invier-no y el triunfo de la Revolucin Rusa y sesita en Francia donde seencuentrainsta-lado, en vergonzoso exilio por parte delzar, el conde Nikolai Diakonov con su es-posa y el servicio. El exilio se debe a unaconjura que le ha hecho caer en desgraciaa losojos del zar,a quien veneraa pesar desu infortunio y cuyo perdn y reconoci-miento espera da a da. A Pars llegan suhija,Tania,y sunieta,Laura, para acompa-arlo. Tania est casada con un eminentepoltico ingls, miembro del Parlamento,que permanece en Londres. Al conde loacompaa un ferviente seguidor, de nom-bre Kamensky, al que se considera casicomo un miembro ms de la familia.

    Una recada en la salud de Sofa Diako-novahacequeTania,su hija, sequede conella en el hospital y el conde y su nieta de

    pongan en viaje a una localidad cercana ala costa donde se encuentra un familiarcercano. En el tren son sorprendidos porun joven revolucionario, hijo de un anti-guoamigo delconde,que entablaunacon-versacin con el conde que dura casi untercio de la novela. Es una conversacinntre dosfanticos: Diakonov, queentien-e al zar como un intermediario entre

    Dios y los hombres y de cuya supremacamoral y vital no duda un segundo, y elevolucionario y terrorista que dedica su

    vida a derrocar el rgimen de la Santa Ru-ia. El encuentro es formidable entre dos

    fuerzas ciegamente convencidas de susprincipios y se desarrolla ante una Laurade 18 que va a dar un salto dramtico a larealidaddesdesumundo cerrado y encan-tado. Al cabo de la larga conversacin sedescubrir quin es el traidor que ha oca-sionado la desgracia del conde, lo queconstituir una fuente de amargura, a lavez que de maduracin, de la joven Laura.

    Elsignificadode la traicin esuna pode-rosa reflexin sobre la traicin que se ini-cia con dos personajes singulares, WilliamJoyce y John Amery, que desde la Alema-nia de Hitler se convirtieron en colabora-cionistas y voceros radiofnicos del rgi-men nazi. A partir de ellos, West describedemanerafascinantesus vidas,su integra-cin en el fascio britnico y, con ello, elmundodel fascismo ingls a travs de unaserie de personajes a cual ms interesante y mejor descrito y que, en conjunto, ofre-cen una visin extraordinariamente atrac-tiva del origen de este movimiento y, apartir de lo cual, plantea con admirablepenetracin el problema de la traicin y sus implicaciones ticas. De la Segunda

    Guerra Mundial pasa a los aos posterio-res, al cambio de tipologadel traidor, que ahora secentra ms en protago-nistas de otra ndole (uni-versitarios e intelectua-les comprometidos con laideologa comunista, anali-zados a partir de los casosdel cientfico Allan Nunn y de Klaus Emil Fuchs). Deun totalitarismo a otro, delnazismo al comunismo so-vitico, el libro se conviertetambin en una historiadel espionaje sovitico du-rante la guerra fra que lle-ga hasta los conocidos Guy Burgess,KimPhilbyy Mac-Lean e incluso alcanza al fa-moso caso Profumo, el mi-nistro de la Guerra inglscuya turbia relacin con la joven Christine Keeler lecost el cargo.

    El libro destaca ademspor su excelente escritura.La capacidad de descrip-cin de West, tanto en lanovela (ese mundo caduco y cerrado de los Diakonov)como en el relato histricodel fascismo britnico y elespionaje comunista, es

    realmente admirable; su eleccin de losdetalles que componen cada cuadro delescenariodel drama,sea en loconcernien-te a los personajes como al ambiente enque se mueven e incluso a la decoracinde los espacios utilizados como elementodramtico, revelan a una autora de verda-dero mrito. Adems, posee un estilo en elquepredominan la eleganciade la diccin y la elocuencia con que la utiliza.

    La novelaes de lectura lenta,reflexiva y est tan plagada de razonamientos comocarente de accin, por lo que a algunoslectores no especialmente interesados enese mundo que enfrenta terrorismo y au-toritarismose sentirn defraudados.La in-terminable conversacin en el tren, porejemplo, muestraa la perfeccin cmo losextremismos son dos caras de una mismamoneda y ese es un valor literario de pri-mera importancia. Todo depende, pues,delo que uno exija a un texto que, entodo

    caso,est cargadode inteligencia. El ensa- yo histrico, por el contrario, posee unafascinanteagilidad, frutodel equilibrioen-tre su dinmica interna y la inteligente y vigorosa exposicin de que hace gala suautora. El significadode la traicin es,amimodo de ver, un libro capital para enten-der, a travs de la Historia, la complejarelacin delalma humana consus propiascontradicciones y deseos en un mundodonde la traicin tambin se erige en pro-tagonista y su ambigedad y complejidadobligan a una ineludible reflexin moral.Este es, en verdad, un libro ejemplar.

    El nio perdidoThomas WolfeTraduccin de Juan Sebastin CrdenasPerifrica. Cceres, 201196 pginas. 15,50 euros

    N ARRATIVA.CON JUSTIFICADOregocijo, Peri-frica ha publicado El nio perdido, una joya literaria que no lo es por su supuestaperfeccin (intil en un talento tan desbor-dado como el de Thomas Wolfe), sino por-que consigue atrapar, con un lirismo des-criptivo de percepciones, el espacio deunaausencia, hacer delrecuerdo un meca-nismo de pervivencia del hermano muer-to. Ya enEl ngel que nos mira, las pginasdedicadasa la muerte de Ben, hermano deEugene Gant (trasunto de Wolfe) impona

    uno de los episodios ms estremecedoresde una novela que es pura conmocin al-qumica de imaginacin y autobiografa.Para Thomas Wolfe, ningn tema queda-ba nunca agotado; quera reproducir ensu integridad todo el desarrollo y las situa-ciones de una escena real. En El nioperdido se centra ms obsesivamente enla reproduccin verdica de Grover, her-mano del novelista que muri de tifus alosdoceaos. Con cuatro sucintosaborda- jes de la memoria, perfila el carcter delchico, la irrupcin de la enfermedad, laemergencia efusiva de su muerte en el es-critor, en la madre, en una hermana, y denuevo en el escritor, cuarenta aos des-pus, en una visita a la casa de Saint Louisque la familia haba alquilado para utilizarde hostal en la Exposicin Universal. Cua-tro magnficas estampas de rememora-cin que actualizan el dolor de la prdida:Me detuve un instante, mirando haciaatrs, como si la calle fuera el Tiempo. Esasombrosa la agitada precisin de Wolfepara generar el espacio, la calidez con quesu prosa contornea los edificios, el modoenque, conun registro fotogrficoy senso-rial de la memoria, reproduce el ambienteprovinciano de 1904. Grover se instala enel espinazo del lector como smbolo vivodelencanto juvenil,irradiando la desenvol-tura y la inteligencia generosamente con-cedidas y prematuramente malogradas. El nio perdido es,sin duda, una pieza narra-tiva de prodigiosa exactitud emocional. Aqu el arte literario se enfrenta a la fatali-dadconstruyendoun monumento de pala-bras imperecederas. Francisco Solano

    Puedo explicarlo todoXavier Velasco Alfaguara. Madrid, 2011744 pginas. 22 euros (electrnico: 10,99)

    N ARRATIVA.OBRA DE LARGOvuelo y comple- ja estructura, Puedo explicarlo todo es lanueva apuesta del mexicano Xavier Velas-co, un escritor prolfico que cada tanto noslo publica otra vez, sino que adems lohace a lo grande, con novelones de largaextensin.Hay algo extrao en esta obra de Velasco. Si a propsito deDiablo GuardinRafael Conte le reprochaba, en estas mis-mas pginas, el uso de jerga mexicana aultranza hasta el punto de dificultar la co-

    municacin,enesta nueva novela losmexi-canismos salen con cuentagotas y se tratade aquellos ya incorporados al diccionariode la Academia. Mexicanismos elocuentes,de todos modos,que danganas de incorpo-rar de inmediato al propio lxico, comochimuelo, cacarizo, empistolado;pero dosi-ficados en un estilo que no se puede califi-car sin ms de neutro y asptico porquetiene tambin algo de ese replegarse dellenguaje sobre s mismo que constituye elmnimo exigible para declarar que unaobra pertenece al mundo de la literatura. As la novela gana en fluidez, pero cuesta

    dejar de sentir el extrao retintn de la au-sencia de un habla ms vigorosa, expresiva y vital. Aunque, es cierto, se escucha a ratosen losmonlogosde Isaac Balboa,el impre-sor que quera ser gur, maestro desabidu-ra, vendedordepcimaspara elalma, sana-dor de lectores. Y por ah surge la segundarareza de este libro. Podra legtimamentedecirse que se trata de una novela sobreescritoresy escritura,peroenrealidad abor-da el subgnero ms degradado y despre-ciado por el campo propiamente literario,la autoayuda. Balboa tiene las ideas pero lefaltan, ms que la habilidad, la paciencia y la disciplina, de modo que contrata un ne-gro tras otro hasta que da con Joaqun Me-dina, narrador principal y protagonista dePuedo explicarlo todo. Un joven sin estu-dios, sin fortuna y ya sin familia que pasa aser el escribano deIsaacy tambin su cm-plice en un oficio harto ms original, laseduccinde viudas y parientes llorosas enfunerales de completos desconocidos (queparece una nueva versin del texto de Cor-tzar sobre los velorios, ms perversa, peroen la misma lnea dehacersurgirlos doble-cesen la dignaapariencia de los dolientes).En torno a esa escritura mercenaria est lomejor de una trama larga y compleja, llenadevericuetosy giros, quetranscurremayor-mente en una casa la de la familia de

    Joaqun y el edificio que est delante,pero que se compone sobre todo de perso-najes la actual obsesin de Xavier Velas-co que dan nombre a las diversas partesde la novela o, dicho de otra manera, queconcentran transitoriamente el foco de lanarracin sobre s mismos. Cada parte, asu vez, se mueve en dos planos, ya sea que

    Joaqun alterne distintos momentos de subiografa o surja otra voz a cargo del relato.Pero, aunque una parte importante del li-brotrate de escritoresy escritura,el proyec-to de Velasco est muy lejos de situarse enaquella corriente cultivada por Vila-Matas,Bolao y otros narradores que le otorganun papel protagnico a la literatura. Achay ms bien una nota estridente y grotes-ca quese burla sinpiedad de la produccinseriada de frases hechas y de libros de ttu-los rimbombantes y contenidos idnticos(otro juego de esta novela se desarrolla entorno al plagio y la cita, al original y lacopia, a la propiedad intelectualde produc-tos de desecho). En torno a Isaac y susdelirios redentores hay humor y lenguajedesenfadado, sobre todo cuando l y Joa-qun se dedican a producir fragmentos defuturas obras como Psames y epitafios:cpsulas de sabidura intemporal y brillanlas frases fuera de contexto como soy elque todos fuimos y seremos. La historialuego asume otros rumbos y los hilos fami-liares que convergen en el mismo comple- jo familiar adquieren ms importancia amedida que progresa un relato ciertamen-te ambicioso, con afanes totalizadores y ai-res de gran novela. Pero, aunque el libro de Velasco se lee bien, ello no es en modoalguno suficiente para subirlo a algn po-dio. Especialmente porque hay algo ms

    en la historia que hace ruido, y mucho rui-do: hasta dndehay pasin por eldetalley hasta dnde relleno? Cuando se presentalatentacin de saltarse prrafos porque nadava a cambiar mucho en unas cuantas pgi-nas, algo anda mal. Y ste es el caso: aun-que la novela fluye, entretiene y planteaalgn nivel de dificultad por la intrincadaestructura,los cambios temporalesy la apa-ricin,desaparicin y reaparicindeperso-najes con cientos de pginas de diferencia,queda tambin la sensacin de que el textopadece de una cierta hinchazn que cons-pira contra s mismo. Rodrigo Pinto

    San Petersburgo, 15 de mayo de 1917. Foto: Bettmann / Corbis

    Ejemplar Rebecca WestLIBROS / Narrativa y Ensayo

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    SIENDO COMO ESun importante pin-tor, escultor y diseador, se diraque Alberto Corazn es un hombreesencialmente de imagen. A menu-

    do, he podido comprobar que aquellos quese dedican a las artes visuales suelen tenercierta incapacidad para expresarse verbal-mente; es como si sus formidables miradascreativas hubieran nacido de ese silencio, ode la necesidad de hacerlo sonoro de algnmodo. Corazn, en cambio, ama la palabra,necesita la palabra, incluso incluye muchasvecespalabrasen suscuadros. Y, sobretodo,escribe maravillosamente. Eso s, con unaparquedad inusitada, comoquien destila ca-daunade susfrasespor mediode un dificul-toso proceso alqumico. De manera que hapublicado pocostextos, y esospocossonade-ms muy breves. Hace tres aos sac Unamirada en palabras, un pequeo libro quereuna varios ensayos anteriores sobre arte,un texto preciosolleno dehallazgosformida-blescomo,por ejemplo,la esperanzadesig-nificado es lo que alienta todo acto de crea-cin o el gran arte nunca habla desde el yo.Es la sencillez de la verdaderasabidura.

    Pero ahoraAlberto Corazn acabadepu-blicar un libro nico que va ms all de sustextos anteriores y, de hecho, mas all decasi todos loslibrosconocidos. Quierodecirque es una obra radicalmente original,aun-que se trata de una originalidad esencial,crecida desdedentro, queno tienenada quever con una voluntad de experimentalismo.Es un libro modesto, puro y desnudo. Esunavoz quevienede muylejos. Unmurmu-llo hipnotizador y casi aliengena.

    Se titulaDamasco suite, somos imgenes, y ese ttulo es probablemente lo nico queno me gusta de todo el volumen. Los textosestn sacados de los cuadernos de viaje queCorazn siempre lleva consigo y en los quedibuja y toma notas. Las pginas impresasintentan reproducir el ritmo de escritura delos cuadernos, a veces con frases largas y otras cortas, de manera que, de primeras,estn tan llenas de espacios en blanco quecasi parecen poemas. Pero no lo son. Sonslo los apuntes que Corazntom duranteun viaje a Damasco, con motivo de una ex-posicin antolgica que le hicieron en elMuseoNacionalde esa ciudaden 2003. Aho-ra ha publicadoen versin asequiblede solotexto un libro que sali en 2004 acompaa-do por veinte serigrafas en una edicin delujo(Ahora,Edicionesde Bibliofilia). Lasno-tashablan de lospreparativos dela muestra,del viaje, de Siria, de Damasco; del pasadode Corazn, de su relacin con el arte, de lacreacin en s, de la vida, del dolor y de laalegra. Damasco es la ciudadviva msanti-gua del mundo, y esto no es balad, porqueel libro entero parece estar narrado desdefuera del tiempo. Corazn escribe con unpie en la eternidad y con ojos de visionario.Esos ojos capaces de ver lo que no existe.

    Y as, Corazn cuenta cosas. Las ha pre-senciado en Siria, pero parecen sacadas deuna antigua leyenda. O de un oscuro sueo.Porejemplo:enunapasarela sobre unaauto-pista, ve a un grupo de jvenes con un hal-cn disecado. Uno se coloca al animal en elbrazo, simulando ser un antiguo cetrero, y otro le retrata con una cmara: Es evidente

    que han ido ah para hacerse esa fotografa:El cetrero, sobre un ro de automviles. Obien, en mitad de la nada, en un mercadoruralde ganado: Lastransacciones sehacencogindose lasmanos, en un lenguajesecre-to de dedoscontra la palma,tapadoslos dosbrazos por un gran pauelo negro. Ningunodelosdospronunciaunasolapalabra. Cuan-do los dedos dejan de hablar, el pauelo seretira. El trato ha sido realizado sin que na-diepuedasaber elpreciopactado. Sonesce-nas enigmticas, resbaladizas, exticas. Enrealidad todo el libro resbala entre tus ma-nos, hacia el tiempo sin tiempo, hacia unterritorio quebordea lo indecible.Hay ciertomatiz alucinado en el texto de Alberto Cora-zn, algo como proftico, una religiosidadsinreligin, el impulso de unirse conel todoo de alcanzar a ver el corazn secreto de lascosas.Y tambin hay unadensidadde senti-do inusitada, como si las palabras dijeranmuchomsde loquedicen,comosi guarda-ran un significado que se escapa.

    Entre las escenas, las reflexiones. Pensa-mientos limpios y duros como diamanteshelados. El artista acepta que lo que intuyepuede ser ms slido que lo que entiende.

    O bien esta perfecta definicin del MuseoNacional de Damasco, que es un mundo ens mismo, un lugarabigarrado,destartalado,inmenso, lleno de maravillosas piezas enpolvoriento desorden: El casern de estemuseoes como unarca deNo alquehubie-ran sido arrojadas las especies de nuestracultura. Ese Museo, que existe pero pareceun lugar imaginario, se convierte en uno delos protagonistas del libro. La exposicin seatrasa, no se cuenta por qu, y Corazn serefugiaenunpequeodespacho quelepres-tan y del que se dira que es imposible salir.Como una cueva embrujada y maldita. A decir verdad, no s ni cmo ha conseguidoregresar de Damasco.

    No hay en esta Siria de Corazn los tu-multosde losciudadanos queluchanpor sulibertad ni la horrenda y sangrienta repre-sin. Todo eso estall despus de su viaje,pero adems es que se dira que el libropertenece a otra dimensin, a un mundoparalelo, primordial, arquetpico, en el quelas palabras todava se estn inventando y mantienen intactoun poder mgico,la capa-cidad de nombrar y crear. Como cuandoempieza a describir los pigmentos tradicio-nales: El blanco albayalde, virutas de plo-mo que se disuelven en un cuenco de vi-nagre () asfalto para conseguir un pardoreluciente; bermelln, una pasta de mercu-rio y azufre; amarillo de azafrn del Yemen;azul de piedras de cobalto; el lapislzuli de Afganistn; verdes de arsnico,claroy oscu-ro, de malaquita egipcia, como el naranjadelalazorcon el que tintaban las envolturasde las momias. Son las Mil y Una Noches,es un mundo de misterio y mito, son pala-bras talismanes que dan vueltas en el inte-rior de la boca como caramelos. Este brevelibro, que tiene la grandeza de ser modesto,chisporrotea de imgenes, pensamientos y emociones. Un pequeo cofre de tesoros.

    Damasco suite, somos imgenes. Alberto Corazn. Antonio MachadoLibros. Madrid,2011. 132 pginas.16 euros. Una mirada en palabras. Alberto Corazn.Seix Barral. Barcelona, 2008. 142 pginas. 16 euros.

    Este principio que sustenta la obra deDaro Salas Sommer (Santiago deChile, 1935) puede aparentar ser unabuena frase extrada de un libro deautoayuda pero, en realidad, es uno

    de los grandes principios de laFilosofa.

    Al igual que los grandes filsofosde la Naturaleza, en la Grecia clsica,Salas Sommer nos propone en su lti-ma obra ( Moneda Csmica, editadapor Aguaclara) un viaje interior hacia laexcelencia humana. Lo hace en plenosiglo XXI, una poca que denuncia est marcada por un exceso de infor-macin, que no de conocimiento, y undesmedido consumismo que impidenal hombre desarrollar lo que es suesencia y le distingue en la Naturaleza:la reflexin.

    A diferencia de los filsofos de la Antigedad, Salas Sommer no busca

    el origen del hombre, sino que se cen-tra en su destino. Con un lenguajedirecto y sencillo, traza las claves dedesarrollo del pensamiento humanohasta alcanzar un pleno dominio denuestro ser que, por ende, nos permi-ta dominar los objetivos que nos mar-quemos.

    "Se ha obviado el hecho innegablede que la superacin de las carenciaseconmicas slo puede originarse en

    el talento personal de cada individuo",afirma este escritor y pensador chile-no, creador de las disciplinas cientfi-cas: Filosofa Operativa y Fsica Moral.

    Este libro es el compendio de msde 40 aos de trabajo e investigacinen busca de la realizacin interna y lasabidura y es tambin un mtodoprctico para alcanzar esa meta.

    Dividido claramente en dos partes lo que hay que saber y lo que hayque hacer , Salas Sommer expone alo largo de sus casi 200 pginas un

    proceso material concreto, medianteel que podemos trascender el modes-to mundo de tres dimensiones, ele-vando nuestro desempeo cognitivo adimensiones superiores.

    A diferencia de la moneda conven-cional, la moneda csmica facilita lariqueza material y conduce a la abun-dancia espiritual. Es una monedaenergtica, permite fabricar energa,acumularla conservarla y potenciarla.Desarrolla nuestra capacidad cogniti-va hasta alcanzar lo que Salas deno-mina la excelencia humana. Una con-ciencia superior que todo ser humano,sea cual sea su origen y condicin,puede alcanzar y que lleva, inexora-blemente aparejada la felicidad.

    Los filsofos de la Antigedad lollamaran la bsqueda de la Verdad.

    Estamos pues ante un libro de filo-sofa o de ciencia o ambos, todo

    menos ante un manual de autoayuda.El propio Salas lo advierte desde suinicio: "Este no es un librito permisivode autoayuda de esos que invitanirresponsablemente a desear cual-quier cosa y pedrsela al universo, queestara esperando pacientemente lasms variadas e incongruentes peticio-nes para concederlas rpidamente,haciendo tabla rasa del mrito odemrito de los solicitantes".

    Moneda Csmica o cmo aprehenderla Fsica Moral que rige el Universo

    "La verdadera riqueza permanece en estado latente en el mundo interno del individuo y slo necesitaactivarse mediante la capacitacin personal", Daro Salas Sommer

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    Puro y desnudoUn apunte puede estar hecho de palabras o de imgenes.Las ideas anotadas durante el viaje que hizo AlbertoCorazn a Damasco dan forma a un libro enigmtico

    LECTURAS COMPARTIDASPor Rosa Montero

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    STERS,7-1-1967Querido Robert,nomecabedudadequeenelfutu-ro algn profesor alemn publica-

    r BRIEFE (CARTAS) de Robert Bly en 16volmenes. No te dejes asustar por esta vi-sinde futuro y escribe una rpida respues-ta a esta carta! Necesito una transfusin desangre transatlntica. Durante el otoo meheocupadosobre todode trabajospsicolgi-os, en una institucin para enfermos de

    parlisiscerebral.He sufrido ademsde unaepresin vietnamita y he ledo reseas de

    mi libro. Tengo un gran inters en saber loque dice la gente ahora de laguerra de Viet-nam. En Europa se ha producido un gran

    ambio dela opinin contraEE UU. EnSue-ia, segn las estadsticas, por ejemplo, sloapoya la poltica norteamericana el 8 poriento de la poblacin. De la lectura de la

    prensa sueca no se deduce que se hayaproducido ningn cambio en la opinin enEE UU, ms bienla posicinde los halconese ha fortalecido tras las elecciones, escri-

    ben. Y ahora pasemos a algo de menor im-portancia. Por mi carta anterior habrs de-

    ucido que esta vez algunas crticas de milibro han sido bastante negativas. La mayo-a ha sido positiva pero en Aftonbladet, enierto modo DN, en BLM y algunos ms ha

    habidootro tono.En BLM un especialista enPOP(Leif Nyln) ha escrito un largo artculoultural en el que desgraciadamente se viobligado a constatar que TT en su pasivi-ad, resignacin, carencia de ideologaebeser considerado como parte de la lite-atura gastada.Ello origin un grotesco de-

    bate Transtrmer que adems dur mu-hsimo ya que las rplicas aparecan con

    una periodicidad de 14 das tanto en Sueciaomo en Finlandia. Los defensores fueron

    bastante ms numerosos que los atacantes.En este momento hesido defendidopor vie-os comunistasy por escritoresde derechas.En lneas generales no les gusta que no mehaya renovado lo suficiente,queno meinte-ese demasiado por los medios de comuni-acinde masas,McLuhan, elPOPy lapoe-a concreta. La otra acusacin es que nostoy suficientemente comprometido social

    y polticamente.Lo queha ocurrido enreali-ad es que he tenido un trabajo social a

    tiempo completo durante 7 aos quiz treas que esto podra darme una bula oh,

    t no conoces el clima cultural sueco en laactualidad. El ataque poltico consiste enque yo no estoy dirigido ideolgicamente;ste ao uno debe declararse marxista. Enambiohanencontradoenmiobra elemen-

    tos sospechosos de individualismo trasno-hado, incluso de religiosidad. No creo quee pueda dar una idea a un extranjero dellima cultural que reina hoy en Suecia. Tenvo un artculo de DN como muestra.tra cosa del DN es la foto de la familia T

    que acompaaba a un reportaje. El repor-taje no te lo mando en realidad me abo-horn: el periodista haba consideradou misin presentarme como una perso-

    na enormemente comprometida!. De lafoto del peridico no se infiere que enste momento tengo 110 aos y que anso

    etirarme para disponer de un tiempo demeditacin. Evidentemente anso sobre to-o volver a escribir versos. Un ciertotipodestmulo en esa direccin sera leer algo

    bueno escrito este ao, por ejemplo, por ti.He odo decir que salieron unos poemastuyos en POETRY. Mndamelos, porDios!

    LO QUEBLY RESPONDE EL20-2-1967[] No te preocupes porque la gente ata-que tus poemas Machado se vio someti-do a ese tratamiento y ahora dicen todoslosque lo criticaban: Oh, vaya,me equivo-

    qu. No hay ms que una manera de leerlos artculos que se escriben sobre tus pro-pios libros y es con una mano sobre laboca para no estallar en carcajadas. []

    6-9-1975Querido Tomas,s, ayer ley hasta el ltimo mono en Esta-dos Unidos que t eres un genio The New York Times Review of Books resepor fin Friends (Friends, You Drank Some Darkness: Three Swedish Poets: Martinson,Ekelf, and Transtrmer , 1975) Helen Vendler reseunos 12 libros,masacra lamayora y dej eltuyo para el finaly lesdijoa los poetas norteamericanos que deberan

    escribir como t. A partir de hoy va a serunacosa muyfcilorganizarte algunosreci-talesms!Te mando unacopia dela reseaen la prxima carta. [] Te apeteceravenir a Minnesota despus y pasar el findesemana connosotros? o el finde sema-na siguiente? No pensamos permitir quete libres de visitar nuestro hogar y a tuahijado! Todos esperamos tu llegada, ex-cepto, claro, los otros poetas de la reseaque tanto te elogiaba y que probablemen-te van a manifestarse delante de la biblio-teca Donnell y prender fuego a la tiendadel representante de la Volvo

    Tu amigoRobert

    V STERS19-9-75Querido Robert,en el mismoda haba dos cartas tuyas tara-reando amablemente en el buzn, lo senta ya antes de llegar a casa. Dos das despuslleg la bendicin es realmentetan im-portante lo queescribenen New York Times Review of Books? Yo crea que Suecia era elpas de la JerarquaCultural. Lo reconozco ami pesar pero me alegr mucho recibir estaconfirmacin de que tus traducciones demis poemas deslumbran a la gente overthere. Durante diez minutos me sent co-moGreta Garboy BjrnBorg.Ahora reina lanormalidad. Bueno, no exactamente. Esteotoo hesidoagraciadocondemasiados tra-bajos. Enseo dos das por semana en laUniversidad de Upsala y doy conferenciassobre la escritura potica para los estudian-tes en un experimento que es nuevo paraSuecia,un curso quese llama Suecocreati-vo. Veinte personas, la mayora seoras,superentusiastas, me ahogan en poemas,traducciones, preguntas, ataques y todo loposible las tengo que dividir engrupos decinco para poder manejarlas. No es nadaacadmico. La semana pasada les puse co-mo tarea para casa soar y escribir los sue-os en forma de poema. Ahora tengo queirme a la cama para hacer mi tarea le dijoun estudiante a un horrorizado profesor dela universidad. Sigo sin creer en Creative writing como asignatura universitaria (co-mouna forma deeducara la gente paraqueseanescritores) perocreo queloscursosuni-versitarios corrientes en Suecia son tan se-cos y muertos (por ejemplo historia de laliteratura) que se necesita un curso creati-vo como contrapeso. Al mismo tiempo me

    telefoneel jefe de la Real pera de Estocol-mo y me pidi que tradujese el libreto de lapera de Leos Jancek Katia Kabanov alsueco. Me dej convencer y descubr queeste encargo ha sido el trabajo msdivertido(y tambin el mejor pagado) que he hechoen aos. La pera la va a poner en escena elotoo prximo un gran director de Alema-nia del este. La idea de trabajar conprima-donnas histricas,directoresde escena tem-peramentales, directoresde orquesta colri-cos, avariciosos jefes de pera,msicos, etc.meparece de lo msrefrescante. Y al mismotiempoenfermgenteen miprcticade psi-

    clogo de manera que me vi obligado a tra-bajar tambin ms all. Mucho, mucho tra-bajo,demasiado. Mi viajecitoa Estados Uni-dos va a ser una excelente desconexin.

    V STERS10-12-1975Querido amigo,esto es un reportaje de la fiesta del Nobelestoy sentado ante el televisor viendo en-trar y salir a personas sombras Reyes y reinas (Dnde est tu artculo sobreMontale? Lo echo en falta). Un profesor ha-bla en ingls con un acento cien por ciensueco presenta a Alfred Nobel (es que levan a dar el Nobel a Nobel?) Mira, ah tene-mos a Montalelleva unaestrellade metalen el frac, tiene un aspecto digno y sin em-bargo relajado, no se va a desmayar). Elprofesor habla ahora en sueco, es enorme-

    mente aburrido, hablemos pues en cambiode tu traduccin de Transtrmer. LateMay me suena muy bien Pareces insistiren the tunnel where I am si crees deverdad que eso mejora el poema, adelante.

    Pero tienes que ser consciente de que lagente puede malinterpretar la situacin, seles puede ocurrir que me he mudado de laciudad y mehe metidoen untnel deferro-carril (qu coo hace l ah?) sigo pre-firiendo my tunnel. (Ahora suena la m-sica, por fin el profesor ha terminado. Eldirector de orquesta parece un LeonardBernstein de 80 aos Sale otro profesor y se pone a hablar de molculas). Cito- yens Excelente! La nica palabra que qui-tara es anyway (tercera lnea empezandopor el final). Qutala. Hay demasiadas an- ywayen el mundoAhoravan a recibirsu

    La fiesta del NobelEl poeta Tomas Transtrmer recibir el prximosbado el Premio Nobel de Literatura . Babelia publica un extracto de las cartas cruzadas a lo largo de mediosiglo inditas en espaol entre el escritor sueco y elpoeta estadounidense Robert Bly, su amigo y traductor

    Tomas Transtrmer (Estocolmo, 1931), premio Nobel de Literatura 2011, en una ilustracin de Fernando Vicente.

    LIBROS / Correspondencia

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    Back in AmericaBarry GiffordTraduccin de Blanca Tortajada Renacimiento. Sevilla, 2011190 pginas. 16 euros

    Por Benjamn Prado

    A UNQUE SEA ms conocido por novelas co-mo Corazn salvaje o Perdita Durango y por las adaptaciones al cine que han he-cho de ellas los directores David Lynch y lex de la Iglesia, Barry Gifford es tambinun poeta muy interesante, que escribe amenudo con la nostalgia de quien hubiesepreferido ser otro y vivir en una pocadistinta. Ambas cosas las demuestra estelibro, Back in America,donde el autor deLa vida desenfrenada de Sailor y Lulare-ne una serie de poemas magnficos entrelos que destacan poderosamente aquellosen los que se presenta como un discpulode la Generacin Beat, en cuyas filas lehubiese gustado militar.

    Por supuesto que en Back in Americahay poemas muy notables que hablan deotras cosas, como Eurdice en Rumana,donde nos recuerda cmo se puede echardemenos loque nuncahas tenido,al obser-var a una desconocida que pasea por Buca-rest e imaginarse cunto va a odiar no vol-

    ver a verla jams; o algunos de los mssentimentales, como Amor verdadero y Recuerdo, protagonizados por una mujerparecida a una flor / cada / perfecta. Pe-ro los ms impactantes son aquellos en losque cuenta cmo ve expuesto en un bar elmanuscrito de En el camino,segn l escri-to porJack Kerouacdesde el ardiente cora-zn egipcio de Amrica; o habla de AllenGinsberg; o de uno de los msicos que lemarc con su piano el ritmo a la prosabeat, Thelonious Monk, cuyo sonido cal-can l y su magnfica traductora, BlancaTortajada, en este alejandrino bebop: Lamsica de Monk se ha robado a los sue-os; o le hace un sentido homenaje a Gre-gory Corso, enterrado en Roma, muy cercade Shelley, y al que recuerda envidiando alpropioKerouacpor sabermorir tanjoven y despide de esta forma: Oh, Gregory, ojalte lleves la eternidad / igual que capturas-te / el tiempo en la tierra, sabiendo desdeel principio / que en realidad no haba na-da que perder. / Aprtate, Capitn Poe-sa, / dile al viejo Percy lo que hay.

    La capacidad de Gifford para escribir re-latos dentro de sus poemas, queda clara enEl da que muri Allen Ginsberg, que re-cuerda en su comienzo la famosa elega de Auden a Yeats: Me levanttemprano / mi-r por la ventana / las mercancas que cru-zaban / por el Hudson / el sol saliendo /

    reacio,un damsfro / delesperado. / Ha-baescuchado la noche anterior / queAllenestabaenfermo y semora () / y era extra-o encontrarme / en Nueva York, suciudad() / El peridico deca / que haca pocohaba terminado / un nuevo libro () /Muerte y fama.Gifford imaginaal autor de Aullidoencontrndose con Kerouac en uncielo budista, y decide no asistir a su fune-ral, pero a la hora en la que el sepelio debade estarse celebrando, alguien llama al tim-bre de su casa y l est seguro deque cuan-do vaya a abrir se encontrar a Ginsberg,de pie, junto a la puerta / diciendo: no mehe muerto, / pero no quera perdrmelo. Y acaba contando cmo ese genio beat que lehaba ordenadoa su propiomiedo,en algu-na ocasin, que la muerte contenga susfantasmas, haba sido, junto con Kerouac,su mayor inspiracin cuando empez a es-cribir: Me dieron la esperanza / de que sepodan hallar / la belleza y el sentido / enmitad del caos. / Se lo dije / una vez / y Allen dijo: / Mantn la esperanza!.

    Hay dos buenas razones para leer Back in America:descubrir a Barry Gifford comopoeta y recordar los buenos que fueron elKerouac de Mexico City blues o Big Sur,elGinsberg de La cada de Amricao el Gre-gory Corso deGasolina. Releer es un modode lograr que a la muerte se le escapenalgunos de sus fantasmas.

    Un poco de azul en el paisajePierre BergouniouxTraduccin de David Stacey Minscula. Barcelona, 201196 pginas. 12 euros

    Por Ricardo Menndez Salmn

    EN LOS PARASOS artificiales, apropindosede una intuicin de Thomas de Quincey,Baudelaire escribi un latigazo sublime: Elgenio no esotracosaque la infancia formu-lada con nitidez. Dcadas ms tarde, otromaestro de la epifana, Camus, cifrara loque hoy es ya un lugar comn dentro de laconsideracin de los aos formativos: Unaobra de hombre no es otra cosa que unalarga marcha para volver a encontrar, porlosmeandros delarte, lasdos o tres grandesimgenes a las que el corazn se abri porprimera vez.

    Lemosn,en el occidentedelMacizoCen-tral, es el escenario de un tiempo que PierreBergounioux aprehende con sobriedad enUn poco de azul en el paisaje.Esto es: Lainfancia esun misterio,y doblemente cuan-do el universo que uno descubre es aquelagrario, cerrado, milenario que ha subsisti-doal margendel movimiento, delintercam-bio, de la modernidadhastala mitad deestesiglo y un poco ms, a veces, segn el lu-gar. Tambin all, como se intuye tras lalectura de este emotivo fresco, el corazndel narrador se abri por vez primera aunas pocas pero grandes imgenes: laalta y sobrecogedora landa,el campotenazy dur-simo, los bosques que aguardan.

    Porque en el principio fue el bosque, elespacio sin civilizar, la pica de un espacio

    an no domesticado, dentro del cual elhombre rastrea el imperio de todo aquelloque todava no es cultura. Un paisaje que,como la vida ntima, slo puede ser reinter-pretadouna vezpasa al cuerpodel relato; esdecir: una vez el tiempo ha satisfecho sufuncin y losescenariosde la infancia ya noson los lugares donde un da vivimos, sinolos lugares donde un da recordamos habervivido.Como la lechuzade Hegel, la empre-sa literaria slo alza el vuelo cuando cae la

    noche. La escritura de Bergounioux asumecon brillante empeo este carcter ps-tumo y, a la vez, vivificante. Porque nica-mente se puede escribir sobre lo que se haperdido, pero slo la literatura es capaz dedevolvernos el fantasma de las cosas idas.

    Es casi obligado leerUn poco de azul enel paisaje, editado en Franciaen 2001, juntoa dos breves escritos de Bergounioux publi-

    cados el pasado ao por Das Contados: elaugural Puntos cardinales, de 1995, y el tar-do La huella, de 2007, antecesory herederodeltextoque aqunos ocupa,pues esatriplemiradaal paisaje fsicoy sentimental deCo-rrzenos habla con rotundidad del carcterobsesivo quepara Bergouniouxha llegadoaalcanzar semejanteconsideracin, un asun-toque Unpocode azulen elpaisaje concen-

    tra en torno al conflicto irresoluble entre loque el autor denomina la vida domstica(la vida, la verdadera, empieza despus dehaber satisfecho las tristes reclamacionesde la necesidad, pagado tributo a la debili-dad, abandonado la mesa, la habitacin, lacelda que forman cuatro muros, sean losquesean)y la nostalgia implacableque esemundo superado, cancelado, nuestra mo-rada en la creacin, por fatal y cruel quesea, provoca (laextraa facultad depensar,la fragilidad que conlleva se acompaan deuna oscura aoranza, la de la inmanenciaperdida, de la misteriosa y profunda unidadque, sin duda alguna, conocimos. Habita-mos la nochecargada deestrellas, la lluviaacielo abierto, el bosque de vivas columnas,el viento lmpido, la hierba, el roco).

    Una dialctica, como se ve, servida gra-cias a una prosa muy bella, que se muevecon idntico mpetu en el registro de lasideas y en el de las emociones, y que escapaz de transitar de una consideracincartesiana o de un excurso sobre la Galiaprerromana a la exacta lectura de la oro-grafa o del clima, sin que por ello seresientan ni la profundidad del veredictohistrico ni la cualidad positivista del exa-men geogrfico. Y todo ello, felizmente,obrando al servicio no slo de una recrea-cin de los lugares y las gentes que acom-paaron al autor en sus primeros aos,sino tambin, y demodo muycertero,ayu-dando a constatar la que parece ser unaconviccin acendrada dentro del corpuspotico de Bergounioux: la evidencia deque, por mucho que la cultura y los siem-pre cambiantes medios sociales modifi-quen al individuo, el carcter es el destino.

    Esta pesantez del origen, mistificadora

    en ocasiones (basta pensar en la imagenque Bergounioux cultivar durante dca-das de Pars, una fata Morgana para elnio de pueblo), tambin opera como unaespecie de sortilegio en otras, un hechizoque, en realidad,se encamina hacia la con-sideracin dual que asiste a todo escritor:el de ser un exiliado de s mismo que des-cubre en ese exilio perpetuo que es la lite-ratura la nica e inalienable prueba deque se ha vivido.

    Cierra el bosque , foto de Ilona Wellmann . Foto: Gallery Stock

    Que la muerte contenga tus fantasmas

    La infancia desnudaPierre Bergounioux se mueve con idntico mpetu en los registros de las ideas y las emociones. En su novela Un poco de azulen el paisaje constata que, por mucho que la cultura y los medios sociales modifiquen al individuo, el carcter es el destino

    LIBROS / Narrativa

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    EL GENERAL De Gaulle hizo ms quedirigir la Resistencia francesa: se in-vent la Francia resistente. Con eltranscursodel tiempo,pocoimpor-

    ta si fue la mitomana la que le llev a forjarese mito en el que l apareca como lderprovidencialde losfranceses,o, porel contra-rio,fue la necesidadde forjarlo loque le indu- jo a contemplarsea s mismo comoese lder,precipitndolo en la mitomana. Adems deperder la guerra contra Alemania, comobiensaba De Gaulle, Francia haba colaboradocon el ocupante y aprovechado la ocasinparaemprender unarevolucinnacionalistaque impugnara los principios ilustrados dela de 1789. Y eso tambin lo saba.

    Al proclamar que Francia haba sido re-sistente, De Gaulle no ignoraba que existaotra Francia que no lo fue. Prefiri, sin em-bargo,erigir unaunidad retrospectiva de losfranceses frente al enemigo exterior antes

    que dividirlos internamente y crear las con-diciones para que una Francia autntica, lade la Resistencia, ajustara cuentas con unaanti-Francia, la de Ptain y los attentistes. Sila depuracin naufrag en medio de dudasticas y contradicciones jurdicas, por msque inspirase la ejecucin de destacadoscolaboracionistas como el primer ministroLaval o el escritor Robert Brasillach, fueporque, entre otras razones, resultaba con-tradictoriacon el mitode la Francia resisten-te inventado por De Gaulle.

    Las monografas de Robert Paxton sobreel rgimen de Vichy, en cuya estela se sitael excelenteensayo Y sigui la fiesta, de AlanRiding, fueron pioneras en la impugnacindel mitode la Francia resistente. Atenindo-se a los hechos, Paxton demuestra que lacolaboracin goz de mayor respaldo entre

    los ncleosdirigentesque la Resistencia, ex-presado de forma activa en unos casos o atravs de un cauto acomodo con la nuevasituacin, en otros. Riding se centra en losartistas e intelectuales, y la conclusin essimilar a la de Paxton. Salvo contadas e ine-quvocas excepciones, y ms abundantesambigedades, el rechazo de la ocupacinentre escritores, pintores, actores o msicosfue minoritario en un principio y ms am-

    plio a medida que las tornas de la guerra sevolvan contra Alemania. Al igual que las monografas de Paxton,

    el ensayo de Riding permite dos aproxima-cionesdiferentes. Una es la que invitaa des-cubrir desde la incomodidad de una actitudvagamente inquisitoriallas sombras de algu-nas figuras que, sin embargo, se construye-ron despus una biografa ejemplar, comoFranois Mitterrand o Jean-Paul Sartre. Lasegunda aproximacin sugiere reflexionesque remiten a las funciones del mito y tam-bin a los peligros de la hagiografa. Sonpeligros contra losque nopareceestar inmu-nizado el culto a la memoria y algunas desus ms relevantes manifestaciones, desdeesavoluntadmoralizanteque se esconde enciertas novelas de recreacinhistrica hastalos movimientos ciudadanos que hipotecan

    cualquier juicio sobre el presente a lo quesucedi en el pasado.

    Desde el punto de vista de la historia, elmito de la Francia resistente no pasa de serunaclamorosainexactitud,por no decirunamentira. Desde el punto de vista de la polti-ca, permiti que Francia se situara entre laspotencias vencedoras cuando, en realidad,haba sido derrotada, evitando de paso quela minora de franceses que se comprome-

    ti con la Resistencia reclamasederechosdevencedor frente a la mayora de francesesquecolabor o condescendicon la Ocupa-cin. El precio del mito inventado por DeGaulle fue la absolucin de quienes partici-paron en la ejecucin de las polticas msexecrables del rgimen de Vichy, como elasesinatode militantes de la Resistencia o ladeportacin de judos franceses.

    El clima ideolgico de la inmediata pos-guerra favoreca que De Gaulle y su Franciaresistente estuvieran dispuestos a pagarlo.Co-mo queda de manifiesto en el ensayo de Ri-ding, y tambin en las monografas de Pax-ton, la rendicin incondicional de Alemaniapermiti asignarle en exclusiva doctrinas delas que haban participado los vencedores,como el antisemitismo. A Lon Blum, judo,se le dedicaron insultos en Francia que no

    desmerecan de losque emplearael nazismoparaconducira millones de seres humanos alas cmaras de gas. Los nazis no fueron losnicos que se dejaron arrastrar por la locuraantisemita, sino los que la llevaron ms lejos.

    Riding, como Paxton, arroja dudas sobreel valor de la hagiografa, sobre la exaltadacanonizacin de algunas figuras. Pero, en elcaso de Y sigui la fiesta, la va para hacerlono es tanto desenmascarar las sombras que

    pesan sobre ellas como reivindicar otrasquehicieron lo queera justo enel momentoen el que haba que hacerlo, y regresarondespusa sustareassinreclamarrecompen-sas ni honores. Jean Guhenno, confinandosu vocacin literaria en un diario privadopara no colaborar, y el americano VarianFry, poniendo a salvo personas amenaza-das, formanpartede esaescuetanmina. Elmito de la Francia resistente inventado porDe Gaulleno cont conellos, pero, sinellos,comosin otros militantesannimos, la Fran-cia resistente habra sido, ms que un mito,una insostenible fantasa.

    Y sigui la fiesta. La vida cultural en el Parsocupado por los nazis. Alan Riding. Traduccin deCarles Andreu. Galaxia Gutenberg / Crculo deLectores. Barcelona, 2011. 512 pginas. 25 euros.

    La rama dorada. Magia y religinJames George FrazerEdicin, introduccin y notas de RobertFraser. Traduccin de ElizabethCampuzano, Tadeo I. Campuzanoy scar Figueroa. FCE. Mxico, 2011645 pginas. 35 euros

    Por Carlos Garca Gual

    ESTA ES UNA reedicin de la extensa obra deSir James Frazer, en nuevo resumen y conunaesplndida y actual introduccin de Ro-bert Fraser, el mejor conocedor actual detan monumental y mtico texto (1 edicinn 1890, ampliada en 12 tomos en 1914, y onuno msen 1935). Laramadorada mar- una poca en los estudios de mitologa,

    logr un sorprendente y duradero xito deventas y ejerci una fascinante influencian antroplogos y estudiosos del mundo

    antiguo (J. Harrison y G. Murray), escritorese vanguardia (como D. H. Lawrence, W. B.

    Yeats, T. S. Eliot, etctera) y en la teora deFreud sobre el origen de la cultura (Totem y Tab). En el panorama intelectual fue unhito de larga resonancia por su portentosaerudicin, reflexiones audaces y estilo bri-llante, como bien seala en su prlogo Fra-ser. B. Malinowski, que se convirti a laantropologa al leer a Frazer, y luego laorientara en una lnea francamente opues-ta a la de su libresco maestro, reconoci sumemorable grandeza: La obra monumen-tal de Frazer hace comprender al sabio y alamateur la amplitud de los problemas, elgran inters humano y la belleza dramticade los datos de la antropologa. La ramadorada que menciona el ttulo es la quealzaba en su mano Eneas en su descenso almundo de losmuertos (segnVirgilio cuen-taenla Eneida), talvezun ramo demurda-go de un rbol mistrico. Esta impresionan-te coleccin de relatos mitolgicos que elsabioFrazer renenos invita a unviajeturs-tico a un maravilloso msall de raros esce-narios quimricos y encuentros mgicos.

    Consu magnficoconocimiento de losclsi-cos y una infatigable memoria convoca cul-tos, dioses, tabes, misterios y fantasma-goras de todos los rincones del mundo, y los comenta con fresca agilidad e irona y un evidente gusto por la narracin bien sa-zonada. (Es, como Burton o Gibbon, unmaestro de la prosa inglesa). Luego encajasus datos en su esquema hermenutico se-gn la teora evolucionista: magia-religin-ciencia. Pero no es esa teora ilustrada lofundamental; l nunca se crey un filsofoo un gran terico. En el fondo, Frazer estms cerca de un ilustrado del XVIII que deun progresista como H. Spencer o A. Com-te. Lo mejor es el grand tour fabuloso, y susinolvidables personajes y sus fascinantesiconosy smbolos mticos(Adonis,Osiris, eldios ahorcado, lasfiestas, el dios quemuere y renace, etctera). Nuestra rama dorada, oun hilo de Ariadna, para un recorrido labe-rntico inigualable. Frazer, que acab ciegode tanto leer, fueel husped perpetuo de subiblioteca en Cambridge. Nunca dio clases,

    siempre vivi de becas en aquella inmensabiblioteca, y estuvoal tanto de losprogresosdelos antroplogos desu tiempopor corres-pondencia. Junto al xito de suslibros, tam-bin suscit crticas y escndalo de creyen-tes piadosos. Su vida fue larga: naci en1854 y muri en 1941. De formacinclasicis-ta, fue un humanista que vivi siempre en-tre libros y nunca frecuent salvajes. Recuer-do su figura en una vieja foto que ofrece R. Ackerman en su excelente biografa ( J. G.Frazer, Cambridge, 1987). En ella est SirJames junto a R. Kipling, cuando en 1921recibieron en Pars su doctorado honoris causa enla Sorbona.Amboseranmuyfamo-sos en toda Europa, dos glorias literarias dela Inglaterra imperial, muy distintos, consus togas y recortadas barbas blancas, connoble aire victoriano, pero tristes. Imaginoque se vean ya como hroes melanclicosdel crepsculo, tras la Gran Guerra que tra- jo la agona del bello mundo victoriano enel que ambos tenan sus races. Qu placerexplorar de nuevo esta selva mitolgica enesta excelente reedicin si no tenemos eltiempopara los13 tomos de la ltimaingle-sa! (que, por otra parte, an puede encon-trarse en algunas libreras londinenses desegunda mano a buen precio).

    El grand tour de Frazer

    Mito y fantasa dela Francia

    resistente Alan Riding desenmascara las sombras que pesansobre algunos intelectualesy artistas, y reivindica a otros que no reclamaronrecompensas ni honores

    Charles de Gaulle (Lille, 1890-Colombey-les-Deux-glises, 1970) fotografiado el 14 de junio de 1944 en Bayeux.Foto: Bettmann / Corbis

    Por Jos Mara Ridao

    PENSAMIENTO

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    Entre santa Luca y Reyes Magos

    SEORAS Y SEORES:la carrera va aempezar. El prximo sbado ya ha-br llegado a las libreras (y pobresde los que no lo hayan hecho) lo

    mejor de cada sello, cientos de flamantesapuestas editoriales dispuestas a compe-tir por un huecoen la (este ao muy modes-ta)cesta navideade lasfamilias espaolas, juntoa los consabidos perfumes y corbatas,las resultonascafeterasNespresso o nove-dad masiva para los bolsillos menos aguje-reados loslectoreselectrnicos. Si no fue-ra por la proverbial alergia a los datos delsector del libro, podramos conocer concierta exactitud el porcentaje que suponenlas ventas navideas en su cuenta de resul-tadosanual. Pero tal transparencia nos estvedada, de modo que, en su ausencia, con-formmonoscon la meraobservacinemp-rica: desde santa Luca a Reyes Magos sevende un pellizco no desdeable de esos(aproximadamente) 300 millones de ejem-plaresque loseditores espaoles ponen ca-da ao en circulacin; bueno, al menos delosqueno les son devueltos por laslibreras

    (en torno al 34%). Por lo menos as sola serantes de que los juguetones Lehman Bro-thers extrajeran la pieza inferior de la torrecapitalista, se tambaleara (otra vez!) el irra-cionaledificio de cartn piedra financiero y estallaran burbujas econmicas muy dife-rentes de las que soplaba el aorado alop-cico (el actor Clive Arrindell) que, hasta ha-ce poco, anunciaba el sorteo de la lotera(los nostlgicos pueden consultar el calvode la lotera en YouTube). En todo caso, laNavidad libresca ya est aqu, como indi-can dos clsicos estacionales tan previsi-bles como el turrndeJijonao lospedorrsi-mos calendarios de bebs bien nutridos dela australianaAnne Geddes. El primeroes eltradicional libro femenino ilustrado deMaeva,que este aose llama Mujeresadmi-radas, mujeres bellas (en losparatextosse lodescribe como un delicioso homenaje a labelleza y elegancia femenina, glup!), deKarinSagner(29,90euros).El otro eselastu-to y voluminoso clsico de qualit de El Acantilado, que esta vez ha correspondidoa los cinco libros de Garganta y Panta- gruel, de Rabelais, en meritoria traduccin(y sin notas interruptoras) de Gabriel Hor-maechea (49 euros). Detrs de ellos vienentodos losdems,una avalancha letradaquehace equilibrios en las mesas de novedadespara conseguir los favores de Santa Claus,an ignorante de los recortes que dictarRajoy (habla, mudito!). Si se siente ustedperdido en el proceloso ocano libresco re-uerde que este suplemento muy pronto

    publicar la lista de los mejores del ao,lo que podra servirles de recordatorio. Entodo caso, un buen criterio en poca derisis y restriccin presupuestaria es seguirl consejoimplcitoen uno de los inteligen-

    tes (y pstumos) Aflorismos (Tusquets) deastilla del Pino: Saber qu no leer: la for-

    ma superior del leer. Vale.

    AfroamericanosEN EL PRLOGOde Enel picodel guila (rdo-ra, 1998), Mireia Sents se sorprenda delapabullante desconocimiento que en Euro-pa se tiene de la cultura afroamericana, apesardesu enormeimprontaen lapersona-lidad de Estados Unidos. Esa carencia serevela an ms aparatosa en el caso de suliteratura, ignorada entre nosotros ms allde una docena de autores sincopadamentepublicados y no siempre bien traducidos.Para cubriresehuecosurgela BAAM (Biblio-teca afroamericana Madrid), una coleccindirigida porMireia Sentsy Jos LuisGallero y editada por La Oficina, el arriesgado sello

    del diseador Joaqun Gallego. Para las dosprimerasentregasde lacoleccin sehan ele-gidosendoslibros relacionadosconla activi-dad del centenar de afroamericanos que in-tegraban el contingente de estadounidensesqueacudia lucharen elbandorepublicanodurante la Guerra Civil. Segn los emocio-nantes testimonios de esos norteamerica-nos,fue precisamentecombatiendo el fascis-mo muylejosde su pas cuandose sintieronpor primera vez libres e iguales a hombresde otras razas. De Misisipi a Madrid, de Ja-mes Yates (1906-1993), recoge la peripeciavital y el camino de liberacin personal deunodeaquellosindividuosque,trasabando-

    nar los Estados del sur en busca de mejorescondiciones de trabajo en las ciudades in-dustrialesdel norte, seconvirtien luchadorde la causa de la democracia y la libertad delos negros, y adopt como propia la luchade los republicanos espaoles. An ms es-pecficoes elvolumen de Escritossobre Espa-a, del gran poeta (y traductor de GarcaLorca y Nicols Guilln) Langston Hughes,que recoge, ademsde una seleccin de suspoemasespaoles, diversosartculosy co-laboraciones como corresponsal en el con-flicto espaol. Como seala Maribel Cruza-do en el estupendo prlogo en que glosa superipeciavital,polticae intelectual, Hughesconsigna en sus crnicas y recuerdos no s-lo el dolorde unasociedad rota,sino tam-bin la frescurade escenasde lavida cotidia-na en que sus protagonistas se muestrancapaces de actuar de acuerdo con esa acti-tud a la que tan acostumbrados estabanlosafroamericanos, dererpor no llorar.Dos testimonios apasionantes.

    CineL A REFERENCIA,en todas sus formas y avata-res, es otro de los gneros muy representa-dos en las mesas de novedades. Me resultainconcebible que el trabajo de construir undiccionariosobre cualquierasuntopueda re-sultarapasionanteparasu autor,peroeseesel caso, por ejemplo, de Augusto M. Torres,que acaba de publicar en solitario su ensi-mo vademcum cinematogrfico, esta vezconel ttulo de 2.500 pelculas de Hollywood (Alianza Editorial). Si hay alguien con oficioen estas lides es precisamente AMT: en losltimoscincuenta aosha visto salvoesca-sasexcepcionesalmenos unapelculadia-ria (y a veces hasta cuatro) y de todas ellasha elaborado pacientemente la correspon-diente ficha tcnica y artstica, resumiendosu argumento y consignando su valoracinpersonal.Su archivo es como la cueva de Al Baba del cine mundial, y estoy seguro deque si fuera norteamericano sus dicciona-rios habran desbancado a los muy valora