Balun Canan de Rosario Castellanos Un Ejemplo de Memorias Testimoniales, Ccilia Inés Luque 2003

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Contribuciones desde Coatepec Universidad Autónoma del Estado de México [email protected] ISSN: en trámite MÉXICO 2003 Cecilia Inés Luque BALÚN CANÁN DE ROSARIO CASTELLANOS: UN EJEMPLO DE MEMORIAS PSEUDOTESTIMONIALES Contribuciones desde Coatepec, Enero-Junio, año/vol. II, número 004 Universidad Autónoma del Estado de México Toluca, México

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Rosario Castellanos

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  • Contribuciones desde Coatepec Universidad Autnoma del Estado de Mxico [email protected] ISSN: en trmite MXICO

    2003 Cecilia Ins Luque

    BALN CANN DE ROSARIO CASTELLANOS: UN EJEMPLO DE MEMORIAS PSEUDOTESTIMONIALES

    Contribuciones desde Coatepec, Enero-Junio, ao/vol. II, nmero 004 Universidad Autnoma del Estado de Mxico

    Toluca, Mxico

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    BALN CANN DE ROSARIO CASTELLANOS: UN EJEMPLO DE MEMORIAS PSEUDO-TESTIMONIALES

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    Este trabajo forma parte de una investigacin mayor sobre novelas histri-cas hispanoamericanas contemporneas, las cuales comparten las siguien-tes caractersticas: han sido escritas por mujeres, tienen un discurso auto-biogrfico, la identidad de sus narradoras no coincide con la de las respectivasescritoras, las narradoras son personajes de existencia pseudo-histrica (inventa-da) o histrica poco conocida, los argumentos estn estructurados alrededor de lavida cotidiana de tales mujeres. La novela que nos ocupa ahora forma parte delcorpus de la investigacin, junto con Hasta no verte, Jess mo de ElenaPoniatowska (1969, Mxico); Juanamanuela mucha mujer de Martha Mercader(1981, Argentina); Conversacin al Sur de Marta Traba (1981, Uruguay); Arrn-came la vida de Angeles Mastretta (1986, Mxico); Eva Luna de Isabel Allende(1987, Chile); La amante del restaurador de Mara Esther de Miguel (1993, Ar-gentina); Te di la vida entera de Zo Valds (1996, Cuba) y Malaventura de MabelPagano (1998, Argentina).

    MEMORIAS PSEUDO-TESTIMONIALES

    Estas narraciones pueden ser encuadradas en la definicin de novela testi-monio dada por John Beverley: textos narrativos en los que el autor en elsentido convencional del trmino ha inventado una historia que se asemeja aun testimonio, o ha retrabajado literariamente un relato testimonial (propio o aje-no). Poniatowska, Mercader, De Miguel y Pagano han creado sus personajes/narradoras basndose en los relatos de vida de personas de existencia histricacomprobable (Josefa Brquez, Juana Manuela Gorriti, Juanita Sosa y Luisa Martel

    Baln-Cannde Rosario Castellanos:un ejemplo de memorias

    pseudo-testimonialesCECILIA INS LUQUE

    Centro de Investigaciones de la Facultad de Filosofa y Humanidades,Universidad Nacional de Crdoba, Argentina, [email protected]

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    de Cabrera, respectivamente). Rosario Castellanos elabor literariamente sus pro-pias memorias. El resto de las autoras invent a sus narradoras.

    El discurso autobiogrfico de estos textos corresponde al de las memorias.Las memorias son relatos de vida no teleolgicos, en los cuales las ancdotaspersonales sirven de eje para la reconstruccin de una determinada historia local.Las memorias se basan en la inter-subjetividad y el dialogismo; su particular es-tructura permite la incorporacin de la palabra y el pensamiento de los otros (y elOtro) en la narracin de una identidad personal, lo cual impide a los narradoresconstruirse como fuentes de toda certeza sobre la realidad y la verdad, y rompe lailusin metafsica del sujeto como adecuacin de s mismo consigo mismo. Enlos textos del corpus nadie tiene la ltima palabra sobre nadie, por lo que nadie esposicionado como objeto del discurso definidor de nadie, ni siquiera las mismasnarradoras.

    Aunque estas memorias tienen todas las caractersticas de los testimonios,1la mayor o menor ficcionalidad de las narradoras-testigos echa una sombra deduda sobre la veracidad de las circunstancias histricas de las cuales aqullas danfe. El juego o tensin, o indecisin entre veracidad y ficcionalidad es la basesobre la cual los textos del corpus construyen sus significados. Por lo tanto, hepropuesto clasificarlos como una variante particular de la novela-testimonio, yllamar a esta variante memorias pseudo-testimoniales, de manera que el prefijollame la atencin sobre los componentes ficticios de tanto el testigo como deltestimonio.

    LA INTERRELACIN DE LO PBLICOY LO PRIVADO EN LAS MEMORIAS PSEUDO-TESTIMONIALES

    El discurso autobiogrfico propio de las memorias pseudo-testimoniales esla bisagra que permite articular la lectura pblica de la novela histrica con sulectura privada, lecturas que resultan necesariamente complementarias. Por unlado, el texto es la interpretacin a posteriori que una mujer particular hace de suidentidad social desde una situacin biogrfica concreta; por el otro, el texto es lareconstruccin de un periodo limitado de una historia local. La complementariedadde estas dos lecturas depende de la reconstruccin testimonial de los procesos por

    1 El testimonio se caracteriza por lo siguiente: el pacto de verdad entre narrador y narratario; lavoluntad del narrador de dar cuenta de los tiempos vividos, utilizando la propia biografa comoeje conductor; la reconstruccin del pasado mediante un filtrado selectivo y poltico de los datosy las ancdotas que constituyen el referente biogrfico; la representatividad colectiva del narra-dor; su intencionalidad poltica de cambiar un estado de cosas mediante la difusin de su versinde los acontecimientos.

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    los cuales las prerrogativas y obligaciones asignadas a cierta identidad o posicinsocial son activadas por cada persona en particular en el transcurso de su vida,principalmente en sus rutinas cotidianas.

    El argumento de estas memorias se ocupa de los eventos menudos de laexistencia familiar de las narradoras, mujeres de un rol histrico menor en elmejor de los casos. El valor histrico de sus vidas no est dado por su protagonismo,sino por la relevancia sistmica de las prcticas cotidianas para la interaccin social.

    Varios socilogos han destacado ya la importancia de las rutinas cotidianaspara la continuidad y estabilidad de las instituciones: Peter Berger y Lukacs; PierreBourdieu, Erwin Goffman, Anthony Giddens, etc. Para la teora de la estructuracinsocial de Giddens estas rutinas estn compuestas por una sucesin de situacionesde copresencia, en las cuales las prcticas rutinizadas de la interaccin socialcotidiana se transforman en los principios estructurales de sistemas sociales:

    . . . los que desde el ngulo del momento fugitivo pudieran parecer intercam-bios breves y triviales adquieren mucha ms sustancia si se los ve como inhe-rentes a la naturaleza iterativa de una vida social. La rutinizacin de encuen-tros tiene importancia rectora para ligar el encuentro fugaz a una reproduccinsocial y, por lo tanto, a la aparente fijeza de instituciones. (106)

    Giddens sostiene tambin que las caractersticas de la interaccin socialcopresencial estn ancladas en la espacialidad del cuerpo, es decir, en las manerasde utilizarlo en determinados espacios. Pero esa espacialidad no se refiere a laposicin concreta en tales y cuales coordenadas fsicas, sino a las situacionessociales en las que el cuerpo activo se orienta hacia determinadas tareas y quedapolarizado por ellas. Este cuerpo polarizado por sus tareas cotidianas establecelas posturas relacionales de los agentes, o posiciones sociales:

    Una posicin social se puede considerar como una identidad social quelleva consigo cierto espectro (por difusa que su especificacin sea) de prerrogati-vas y obligaciones que un actor a quien se concede esa identidad (o que es undepositario de esa posicin) puede activar o poner en prctica: esas prerrogati-vas y obligaciones constituyen las prescripciones de rol asociadas a esa posi-cin. (117)

    La actividad cotidiana de los agentes de acuerdo (o no) con las prescripcio-nes de rol de sus respectivas posiciones sociales integra el aspecto individual desus prcticas con su costado sistmico: las consecuencias puramente personalesde sus actos con la fijeza y continuidad de las estructuras sociales. Por lo tanto, laactividad cotidiana de las narradoras de acuerdo (o no) con las prescripciones derol de las posiciones sociales que fueron asumiendo a lo largo de los aos con-vierte las particularidades de sus vidas en material con significacin histrica.

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    Las memorias son el gnero literario ms propicio para poner estos proce-sos en evidencia, ya que consisten en un recorrido reflexivo y ordenado que elnarrador hace por su pasado y su presente con el fin de reafirmar su seguridadontolgica, esto es, la confianza en los parmetros existenciales bsicos con loscuales definen su propia identidad.

    Los recorridos que componen estas memorias se ocupan principalmente dela vida cotidiana familiar de las narradoras. Dado que las novelas se ocupan dediferentes periodos de la historia hispanoamericana de la Conquista hasta me-diados del siglo XX, las instituciones del matrimonio y la familia se hallanrepresentadas en cada texto en distintos estadios de su evolucin. Sin embargo,cada una de las representaciones se ocupa de los mismos mecanismos de controlde la conducta tanto ntima como social de las personas, los cuales han per-durado en la estructura familiar americana desde los aos de estabilizacin de lavida colonial hasta nuestros das. Tales mecanismos consisten en la distribucinde funciones, derechos y obligaciones sociales de acuerdo con las atribucionesgenricas asignadas a las personas; el conjunto de los mismos puede identificarsecon el apelativo de moral religioso-familiar. Por su antigedad y continuidad,por la funcin clave que tiene de articular las prcticas cotidianas en un sistemasocial coherente, puede decirse que esta moral constituye un nudo de princi-pios estructurales de las totalidades societarias representadas textualmente.2

    En los textos del corpus, la reafirmacin de la actual seguridad de las narra-doras objeto de la historia de vida depende de la puesta en crisis de una ovarias anteriores; las situaciones en las que se manifiestan estas crisis funcionancomo estmulos poderosos para reconstruir el pasado. Cada una de estas mujeresha tenido roles sociales claros y bien definidos provistos por la moral religioso-familiar, cuyo cumplimiento les garantizaba un lugar, una funcin, una autono-ma de accin en la sociedad, incluso un sentimiento de realizacin personal.Pero llega un momento en que esta seguridad se colapsa porque viven una inade-cuacin entre su experiencia y los paradigmas epistemolgicos y simblicos conlos cuales deben significarlos. Esta inadecuacin les plantea un conflicto entrelos modelos de conducta impuestos socialmente a las mujeres y deseos o necesi-dades personales que los desbordan ya sea porque stos son an ininteligiblespara la sociedad, ya sea porque tienen un carcter transgresor.

    El conflicto entre deseo y deber trae aparejada la reflexin de las narrado-ras sobre los condicionamientos que los principios estructurales de sus socieda-

    2 . . . las propiedades por las que se vuelve posible que prcticas sociales discerniblemente simi-lares existan a lo largo de segmentos variables de tiempo y de espacio, y que presten a stos unaforma sistmica se llaman propiedades estructurales. A las propiedades estructurales de razms profunda, envueltas en la reproduccin de totalidades societarias, denomin principios es-tructurales, (Giddens, 54).

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    des ponen a su autonoma y a su seguridad ontolgica en particular, y a la autono-ma y seguridad de las mujeres en general; la narracin autobiogrfica da unaconcrecin verbal a posteriori a tal recapacitacin.

    LA INTERRELACIN ENTRE LENGUAJE, PODER E IDENTIDAD EN LASMEMORIAS PSEUDO-TESTIMONIALES

    Gran parte de la reflexin de las narradoras sobre sus conflictos personalesentre deseo y deber se desarrolla durante o a partir de conversaciones significati-vas que tuvieron en diferentes momentos de su vida, las cuales son debidamentereconstruidas textualmente. La relevancia de tales conversaciones reside en lascaractersticas de la situacin comunicativa (los intereses y necesidades de losinterlocutores, la relacin entre ellos, etc.) y del contexto circunstancial (los ele-mentos fsicos y culturales que enmarcan la situacin).

    En los textos del corpus pueden diferenciarse dos grandes tipos de conver-saciones de acuerdo con las relaciones de saber y poder establecidas entre losinterlocutores. El primer tipo corresponde a las relaciones propias del rgimensemitico falogocntrico, y el segundo a las relaciones propias del rgimensemitico de la irreductibilidad del otro.3 Los primeros se caracterizan por la or-ganizacin autoritaria y jerarquizada de los encuentros comunicativos; los segun-dos parten de la premisa de que no se puede reducir al otro a lo que se sabe, esperao desea de l/ella. En el primer tipo de conversaciones el objetivo primordial esnombrar y transmitir contenidos, mientras que en el otro el establecimiento ymantenimiento del contacto entre los interlocutores tambin es importante, cuan-do no el nico mvil de la comunicacin. En las conversaciones falogocn-tricasse coarta o evita el monitoreo reflexivo y crtico de las acciones y paradigmas designificacin, mientras que en las conversaciones de la irreductibilidad esto seestimula. Las relaciones establecidas entre los interlocutores de las conversacio-nes falogocntricas son jerrquicas; esto no se da en las conversaciones de lairreductibilidad.

    La actualizacin o el apartamiento del rgimen discursivo falogocntrico enel uso diario que los personajes hacen del lenguaje es un aspecto de su posiciona-miento respecto de las estructuras de poder de sus respectivas sociedades. En elcaso de las narradoras de los textos del corpus, las conversaciones son momentosbiogrficos que disparan una reflexin metalingstica de dos caras: una versasobre cmo el acceso a los registros y discursos socialmente legitimados equivalesimultneamente a un acceso a las redes que distribuyen y actualizan el poder; la

    3 Para el desarrollo de este tema sigo los escritos de Luce Irigaray, especialmente Amo a Ti.

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    otra pondera las condiciones diferenciales de dicho acceso de acuerdo con el g-nero de los diferentes hablantes.4 El conocimiento as adquirido da a las narrado-ras el margen de maniobra hermenutica necesaria para ocupar en el presente dela enunciacin un locus de enunciacin heterodoxo y generizador, desde el cualproducir un nuevo discurso sobre el pasado y sobre s mismas. En dicho discurso(las memorias) las narradoras cuestionan todo aquello que previamente aceptaransin reflexionar; tal cuestionamiento se centra principalmente en los procesos dedistribucin y ejercicio del poder actualizados en las prcticas dxicas cotidianas,especialmente en aquellas involucradas en la constitucin de identidades socia-les. Es por esto que en los textos del corpus las conversaciones son incluidascomo eventos relevantes del relato de vida de las narradoras.

    EL LMITE INESTABLE ENTRE LO BIOGRFICO Y LO HISTRICO EN LASMEMORIAS PSEUDO-TESTIMONIALES

    El patrn predominante de inteligibilidad de la historia como disciplina mo-derna es el hegeliano, segn el cual un relato verdaderamente histrico [tiene]que exhibir no slo una cierta forma, a saber, la narrativa, sino tambin un ciertocontenido, a saber, un orden poltico-social (H. White 27). Segn este patrn, lahistoria se circunscribe a los acontecimientos de aquella fraccin de la esferapblica llamada mbito poltico del Estado; deja fuera, como desecho irrelevante,las prcticas de la vida privada cotidiana. La teora liberal niega carcter poltico(y por ende, histrico) a estos contenidos por dos razones: una es que los conside-ra eventos puramente personales y circunstanciales que de ningn modo puedenser reducidos a patrones universales de conducta y, por lo tanto, no pueden serlegislados por las instituciones del Estado; la otra es que estas prcticas se desa-rrollan en una esfera en la que la subordinacin de unas personas (mujeres) aotras (varones) no se entiende como manifestacin del poder civil la interven-cin del Estado supuestamente termina ante las puertas del hogar sino comocorolario ineludible de la desigualdad biolgica entre los sexos.

    Los textos del corpus han repolitizado tales contenidos al reinscribir el ejer-cicio del poder en las relaciones interpersonales de la esfera privada, especial-mente aquellas involucradas en la construccin de las subjetividades sexuadas;esto implica una resemantizacin de la dicotoma clsica pblico/privado, lo cuala su vez afecta la definicin de lo poltico, de su campo y de sus actores. Y estopudo lograrse slo gracias al uso de las estrategias narrativas de un gnero ubica-

    4 En cada uno de estos textos la categora de gnero est atravesada por las de raza, clase, religin,etc. En el mundo narrado de Baln-Cann este entrecruzamiento es fundamental.

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    do en esa inestable frontera entre lo biogrfico y lo histrico: las memorias. Deeste modo lo privado, lo familiar, y por lo tanto las historias de vida, adquierenrelevancia histrica. La historicidad de estos relatos no descansa sobre los hechosdel referente (el bios de la autobiografa) sino en los patrones de intelegibilidadde poder y poltica utilizados por las narradoras para reconstruir el pasado (laparte de auto-construccin de estos discursos) y en las estrategias narrativas paraorganizar el referente (la grafa).

    El pacto de lectura de las pseudo-memorias testimoniales basado en eljuego entre veracidad y ficcionalidad, entre biografa e historia tiene la funcinde crear un simulacro posible y plausible de realidad histrica. La ficcionalidadde la narradora da a la autora libertad para plasmar su propia versin del pasadoen el discurso de aqulla. A su vez, el compromiso de confiabilidad y veracidadimplcito en el pacto testimonial permite a los lectores suspender el descremiento,al menos por un momento, y tomar literalmente tal invencin como si fueran lasverdaderas huellas documentales de una realidad histrica. Es as, entonces, queestas narraciones pueden ofrecerse y tomarse como discursos histricos plausi-bles que reinsertan la vida privada en la trama de contenidos que constituye lamemoria histrica de los pueblos.

    Mi tesis es que, de la vida privada de las mujeres, las novelas enfatizan lassituaciones de subordinacin. En los textos del corpus perdura an la bsquedasetentista de las causas de la opresin femenina, pero con el recaudo epistemolgicode no caer en fundamentalismos ideolgicos. Precisamente, la reconstruccin desistemas sociales bien delimitados espacial y temporalmente, logro propio de lasmemorias pseudo-testimoniales, apunta a la especificidad de los estudios locales,al buceo en la compleja interaccin histrica entre sexo, raza y clase que ha determi-nado las posiciones sociales de las mujeres en diversos pases de nuestro continente.

    BALN-CANN COMO MEMORIA PSEUDO-TESTIMONIALQueda claro, entonces, que Castellanos debe ser reconocida por presentar

    la idea de que poder y discurso se fundan en y por el mismo acto, que una apro-piacin del discurso es tambin una apropiacin de poder. (Messinger Cypess 14) 5

    Esta novela, publicada en 1957, es la primera de la mexicana Rosario Cas-tellanos. Su argumento desarrolla los diversos conflictos que se le presentan a losmiembros de una familia de terratenientes de Comitn debido a los cambios so-ciales desatados por la declaracin de los derechos de los indgenas y por la refor-ma agraria implementadas durante los aos de la presidencia de Lzaro Crde-nas. De esta novela su autora ha dicho:

    5 La traduccin de esta cita es ma.

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    [Baln-Cann es] esencialmente un libro autobiogrfico ... Es la narra-cin de mi infancia; es, adems un testimonio de los hechos que presenci enun momento en que se pretendi hacer un cambio econmico y poltico en loslugares donde yo viva entonces . . . (Castellanos, cit. en Debra Castillo 245)

    El contenido autobiogrfico es puramente referencial y fcilmente identifi-cable: el padre de la autora se llamaba Csar, como el de la nia; tanto ella comoRosario tuvieron un hermano varn que muri y dej desolados a los padres;6 lafamilia tena haciendas en Comitn pero luego las perdieron y debieron mudarsea la ciudad, etc. La funcin testimonial del anecdotario, aquella que articula lopersonal y lo histrico, se manifiesta en la reconstruccin de las estructuras de poderque organizaban las relaciones sociales en la sociedad chiapaneca de la poca.

    En las zonas rurales del Mxico de la primera mitad del siglo XX la sociedadtodava estaba organizada segn las estructuras de la familia seorial-patriarcal.7Este tipo de familia est compuesta por el ncleo conyugal (padres, hijos) mstodo un entorno de parientes ms o menos cercanos, criados, empleados pagos ytrabajadores impagos (esclavos negros en Brasil, indios en pases andinos). Loshijos bastardos de los varones del ncleo conyugal eran muchas veces incorpora-dos a este entorno, en una variedad de roles que van desde heredero hasta criadoprivilegiado de la casa grande. La posicin, funcin y valor relativos de los miem-bros de este entorno, tanto en el grupo familiar como en la sociedad, dependen desu relacin respecto del pater familias.8 La jerarqua interna de este grupo espiramidal: el pater familias y sus valores sociales, morales se ubican en lapunta, los trabajadores impagos y sus propios valores se ubican en la base.

    En esta jerarqua la mujer siempre est un paso por detrs del hombre; elcolor de su piel y su origen social tambin cuentan cuando se trata de establecersu posicin relativa en la pirmide. La mujer blanca vale ms que la mujer decolor; sin embargo, ambas estn subordinadas a la autoridad de los hombres,tanto de su propio nivel como de niveles superiores. La mujer blanca tiene unpapel secundario respecto del pater familias, pero en cuanto ama y seora de lacasa grande ejerce su poder en el mbito domstico, e incluso en todos los demsmbitos en caso de viudez o herencia de patrimonio.

    6 Rosario Castellanos ha contado que, tal como la nia de siete aos, en una oportunidad escucha sus padres decir, durante una conversacin sobre la posible muerte de uno de sus hijos, Ojalno sea el varn.

    7 Los prrafos dedicados a la descripcin de la familia seorial-patriarcal son reproduccin casitextual de aquellos que figuran en el artculo de mi autora listado en la bibliografa.

    8 Pater familias: una figura masculina poderosa y autoritaria, que resume en s los roles de padre,marido y dueo respecto de todos los dems miembros del grupo de la familia patriarcal, inde-pendientemente de su filiacin en la familia biolgica.

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    La edad es otro factor importante a la hora de jerarquizar los miembros de lafamilia seorial-patriarcal, no slo por su valor absoluto (los nios o menores deedad estn siempre subordinados a los adultos), sino por su combinacin conotros factores, como sexo y raza. A quienes ocupan posiciones subordinadas porraza o sexo les es asignada (por simple sentido comn o por la propia ley) laminoridad de edad, independientemente de su edad biolgica.9 Entre los menoresde edad, los varones tienen ms poder y autoridad que las mujeres.

    El sistema social basado en las estructuras de la familia seorial-patriarcalfuerza a cada miembro a ocupar al menos una de las posiciones as demarcadas; de noser as, esa persona cae en la anonimia, queda literalmente fuera de la sociedad.

    Las relaciones sociales que daban forma a la comunidad chiapaneca de aque-llos aos son bsicamente aquellas establecidas entre los miembros de la familiaseorial-patriarcal; en la novela, la reconstruccin de las estructuras de poder quesubyacen en tales relaciones se ha realizado mediante tres estrategias narrativas.En primer lugar, la utilizacin del gnero de las memorias para narrar un segmen-to histricamente relevante de la vida de la autora. En segundo lugar, la divisindel material anecdtico en tres partes, con la finalidad de contrastar el discur-so y el locus de enunciacin de la nia con los de los otros actores sociales.En tercer lugar, la recreacin de interacciones dialgicas entre los personajes queocupan posiciones claves en el campo social chiapaneco de la poca.

    LAS MEMORIAS DE UNA NIA DE SIETE AOS

    Las memorias de la nia constituyen la primera y la tercera partes de estanovela. Se trata de una reconstruccin fragmentaria de su vida, limitada a unperodo de crisis de seguridad ontolgica de su niez. Esta crisis tiene mltiplesfactores causantes: por una parte, es separada de su nana indgena y, por ende, desus afectos; por otra, toma conciencia de la devaluacin de su persona ante losojos de sus padres. Finalmente, carga con la culpa imaginaria, pero no por esomenos real de ser responsable por la muerte de su hermano, el varn, el favori-to de la familia, el que deba continuar el linaje y la herencia de los Argello.

    La posicin de nia en la estructura familiar, en tanto persona menor deedad del sexo femenino, es de una extrema subalternidad. Como nia, est sujetaa la autoridad de todos los adultos, incluso la de los adultos indgenas encargadosde su crianza. Como hija, tiene menos valor para sus padres que Mario, porque les el hijo varn. Esa minusvala la deja prcticamente fuera del crculo de la

    9 En la novela esto se remarca a menudo: [Csar] Entretiene a los indios, como a nios menores,con el relato de sus viajes, (Castellanos, 95); Como para explicarle a un nio, y a un niotonto, Csar contest [a Zoraida]: (Castellanos, 129).

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    familia: "No juegues con estas cosas dice al fin [la madre a la nia] Son laherencia de Mario. Del varn, (Castellanos, 60); Si Dios quiere cebarse enmis hijos . . . Pero no en el varn! (Castellanos, 250).

    Estas posiciones influyen en la formacin de lazos afectivos entre la nia ysus mayores. Aparentemente, las relaciones con su padre son casi inexistentes: nohay dilogos entre ellos en el texto; no se sumarizan actividades que hayan reali-zado juntos; ella ve de l slo sus rodillas (que quizs lo alejan de ella), no susbrazos (que abrazan) ni sus manos (que acarician) ni su rostro (que sonre, besa,interpela). Con su madre le va mejor, pero slo un poco: de vez en cuando salende paseo o se baan juntas en el ro, pero no se comunican:

    Ya me conformara yo con que estuviera aqu tu pap.S que no habla conmigo; que si yo le respondiera se disgustara, porque

    alguien ha entendido sus palabras. (228)

    La casi invisibilidad de la nia para sus padres la lleva a pasar gran parte desu tiempo con su nana, lo cual es bastante comn dadas las caractersticas de laestructura familiar. La relacin entre ellas es conflictiva, porque oscila permanen-temente entre la identificacin y la oposicin. La raza de la nana, sus creencias, sucultura, la distinguen de la nia, las separan. La clase social tambin, pero slohasta cierto punto, pues ambas comparten en la casa grande los espacios fsicos ysimblicos de la subalternidad. Lo que las une es el afecto, manifestadocorporalmente en cada una de las tareas cotidianas de la crianza: es la nana la quepeina a la nia, la que la abraza, la que responde a sus preguntas y le cuenta cosas,la que le dice te quiero. En cada uno de estos gestos la nana reconoce a la niacomo sujeto, y la redime de la invisibilidad asociada con su posicin dentro de lafamilia. Para ellas no es fcil vivir este afecto, porque ambas estn muy conscien-tes de las diferencias que las separan, pero no lo rechazan:

    Por qu te hacen dao?Porque he sido crianza de tu casa. Porque quiero a tuspadres y a Mario y a ti.Es malo querernos?Es malo querer a los que mandan, a los que poseen. Asdice la ley.. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

    Nana, tengo fro.Ella, como siempre desde que nac, me arrima a su regazo. Es caliente y

    amoroso. Pero tendr una llaga. Una llaga que nosotros le habremos encona-do. (Castellanos, 16,17)

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    La nia encuentra estabilidad y seguridad en este orden de cosas, a pesar desu ubicacin en esa zona imprecisa en la que se superponen los rdenes simbli-cos blanco e indgena. La separacin definitiva de su nana le plantea un conflictoentre la necesidad de apegarse a la conducta esperada de un miembro de su clase,especialmente en esa poca convulsionada, y su deseo de mantenerse fiel a quienla haca sentir amada, protegida y tenida en cuenta. En su corazn prima el deseopor sobre el deber; por eso oculta la llave del oratorio entre las pertenencias de lanana, en un gesto simblico para evitar la comunin que la obligara a salir de lazona imprecisa donde ambos mundos se superponen, y optar por la pertenencia auno de ellos.

    Pero este gesto se vuelve en su contra, y agudiza el conflicto: si persiste ensu rebelda, Mario morir, y ser por su culpa; si desiste y devuelve la llave, lasdeidades de ambos mundos la castigarn por su transgresin. La nia quiere di-solver el dilema escapndose del sistema que le impone escoger. Quiere irse aGuatemala, donde ni Amalia, ni el seor cura, ni Dios, ni Catashan puedanalcanzarla (Castellanos, 278). Pero no puede hacerlo, porque una persona en suposicin social carece de la autonoma necesaria para decidir su propio destino yest forzada a cumplir las prescripciones de su rol: Ningn salir, niita. A tulugar. En la sala, (Castellanos, 279).

    La muerte de Mario es el pivote alrededor del cual la nia organiza susrecuerdos. Esta circunstancia tiene consecuencias no slo personales sino tam-bin sociales, tanto a nivel de lo micro (la decadencia de una de las familias mspoderosas de Comitn) como de lo macro (la disolucin de la familia seorial-patriarcal como estructura social). Una de las consecuencias personales de estacircunstancia es el alejamiento de la nana de la casa de los Argello. Es posibleque a ella la despideran por sus vaticinios de mal agero, o por haber transmitidouna supuesta amenaza de los indios alzados de Chactajal. Pero el motivo profun-do de su alejamiento reside en que la nana encarna literal y simblicamente algrupo de subalternos que estn despojando de su poder a los miembros de la clasea la que pertenecen los Argello.

    Las memorias de la nia terminan con la muerte de su hermano y el aleja-miento definitivo de su nana. A nivel personal, el conflicto se resuelve en sole-dad, desamparo y culpa. Ahora bien, esta crisis personal es histricamente rele-vante porque las causas y el desenlace de la misma enraizan en los profundoscambios que estaban sacudiendo en ese momento las tradicionales estructuras dela sociedad chiapaneca. Pero la nia no alcanza a ver, menos an a comprender, lacomplejidad de la situacin en la que est inmersa. Despus de todo, ella tieneslo siete aos. Es por eso que su discurso autobiogrfico se ve interrumpido porel de un narrador omnisciente, es por eso que la novela est dividida en tres par-

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    tes: para que otros cuenten lo que la nia no puede saber, pero los lectores nece-sitan conocer de la situacin.

    LA SEGUNDA PARTE DE LA NOVELA

    Baln-Cann es bsicamente un texto dialgico, hecho de varias voces quese complementan, corrijen y contradicen unas a las otras. La primera y la tercerapartes estn escritas en primera persona, la de la nia, aunque la voz de la nana sedeja sentir en varias ocasiones. La segunda parte est a cargo de un narradoromnisciente, quien de vez en cuando deja hablar directamente a los personajes.

    En esta segunda parte se desarrollan los "aspectos socio-polticos" del con-flicto que enfrenta a los diversos miembros de la sociedad; el problema est plan-teado en trminos de las desigualdades sociales generadas por el reparto del po-der en diversos niveles: el de raza, el de clase, el de gnero, el de edad. Mucho seha escrito ya sobre este conflicto. La mayora de los crticos de esta novela se hanconcentrado en la construccin de jerarquas sociales por el reparto del poder deacuerdo con la raza y la clase de las personas, as como tambin en la transgresinde tales jerarquas durante el gobierno de Crdenas; de all que se haya clasifica-do a Baln-Cann como novela indigenista y/o como novela de la RevolucinMexicana. En los ltimos aos la crtica literaria feminista ha explorado las rela-ciones entre poder y gnero presentadas por el texto. El aspecto ms descuidadopor los estudiosos ha sido el de la categora de la edad, y su interrelacin con lasdems al momento de la asignacin de poder.

    No voy a repetir aqu lo que otros colegas ya han publicado, ni voy a hacerun anlisis exhaustivo de las relaciones de poder expuestas en el texto. Slo voya concentrarme en aquellas relaciones que se manifiestan tanto en el funciona-miento de la familia como en la calidad de vida de las mujeres adultas en estapoca de transicin. Tambin voy a ocuparme de las estrategias narrativas em-pleadas para plantear tales relaciones. La seleccin se debe a que considero estosaspectos relevantes para ilustrar mi planteamiento terico sobre las memoriaspseudo-testimoniales.

    CAMBIOS EN LA FAMILIA

    El discurso autobiogrfico de la novela es el indicado para representar loscambios sociales generados por las polticas revolucionarias del gobierno mexi-cano porque permite concentrarse en los cambios sufridos por la estructura fami-liar chiapaneca, base de la organizacin social de la comunidad. Dadas las carac-tersticas de la familia seorial-patriarcal, las pugnas de poder entre los diversosmiembros reflejan las pugnas de poder social.

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    En esta batalla encubierta, el acontecimiento primordial es el menoscabodel poder de amo que el pater familias tiene sobre sus subordinados. En el cap-tulo VIII de la segunda parte se desarrolla una serie de conversaciones que losdiferentes miembros de la familia tienen con Csar Argello. Todas ocurren en elda de Nuestra Seora, en el corredor de la casa grande. El conjunto de estasconversaciones resumen la dinmica del conflicto social en toda su complejidad.

    La primera de ellas se da entre Csar y Zoraida:

    Ah, habas pensado recurrir a la autoridad!Y luego, sarcstica:

    Es la primera vez. Antes arreglabas tus asuntos t solo.Csar azot el peridico contra el suelo, irritado.

    T lo has dicho: antes. Pero, no ests viendo cmo ha cambiado lasituacin? Si los indios se atreven a provocarnos es porque estn dispuestos atodo. Quieren un pretexto para echrsenos encima. Y yo no se los voy a dar.

    Zoraida sonri desdeosamente. (Castellanos, 129)Ella le recrimina a Csar el no poder dominar a los indios con la severidad

    con que lo haca antes; l le contesta que los patrones deben cambiar sus mtodospara adaptarse a las nuevas circunstancias. La falta de autoridad sobre los subal-ternos hace que Zoraida pierda el respeto que le debe a Csar en tanto cabeza de lafamilia; el cuestionamiento que esa subalterna hace de su autoridad provoca queCsar la humille en tanto ama de su casa. Los cambios en las prerrogativas de rol delas posiciones sociales determinadas por raza y clase afectan indirectamente lasprerrogativas asociadas a las posiciones sociales determinadas por el gnero, y enltima instancia problematizan las relaciones personales entre hombre y mujer. Lopersonal no puede entenderse despojado de su conexin con lo social y lo poltico.

    Inmediatamente despus de esta escaramuza verbal, Csar se traba en otracon Ernesto, el hijo bastardo de su hermano. El tema es el mismo: cmo debe elamo tratar a los subordinados. Qu piensas, Ernesto? . . . Yo digo que hayque ser prudentes. Slo a una mujer se le ocurre meterse de gato bravo. ... Losprudentes parecen ms bien miedosos [contesta Ernesto], (Castellanos, 130).Csar evala las soluciones al problema en trminos de gnero, para ganarse elapoyo del muchacho e invalidar la opinin de su esposa. Pero Ernesto contradicea Csar porque ste le niega la igualdad en otro nivel: el de la posicin social y elpoder. Ernesto podra compartir con Mario la herencia de la familia, si no fuerapor el detalle de su origen. Aqu las desigualdades impuestas por la moral religio-so-familiar superan las filiaciones de raza, clase y gnero. Por su parte, Zoraidasigue en sus trece, y con su silencio se niega a solidarizarse con su marido encontra del bastardo que lo ha desafiado.

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    El siguiente enfrentamiento es el de Csar con su ahijado indgena. Aqu eldesafo a la autoridad del patrn es doble, porque Gonzalo representa a la vez alos de abajo y al gobierno, o quizs al gobierno de los de abajo. Csar piensa quesi l hubiera cumplido sus obligaciones de padre sustituto (padrino, pater fami-lias), Gonzalo no hubiera buscado amparo paternal en el gobierno, o mejor dicho,el gobierno no hubiera podido asumir las funciones de protector y proveedor queantes le correspondan a Csar,quien trata intilmente de reanudar con el joven lavieja relacin patriarcal, pero ste ha asumido ya otra posicin, una de gran podery agencia: la de agente del gobierno. Es l quien resume la situacin en la queestn los Argello y su estilo de vida: Por fortuna ya no son sus tiempos, donCsar. Suponiendo que las cosas no hubieran cambiado, (Castellanos, 134). Anteeste representante de la nueva estructura social que los est desplazando porobsoletos, Csar se encuentra solo, sin el apoyo del resto de los miembros de lafamilia: Mario es un nio, Ernesto est alienado, Zoraida lo desprecia porque nopuede parar los cambios que desvalorizan su propia posicin social.

    En cada uno de los casos, el poder de amo de Csar es socavado porque losdems miembros de la familia seorial-patriarcal se niegan a asumir las tradicio-nales prerrogativas de rol de los subordinados. Al mismo tiempo, las prerrogati-vas de rol asociadas a las posiciones sociales de dominacin son tan rgidas queno pueden adaptarse a los cambios y se desintegran. De nada valen ni la voluntadde Csar de negociar con los nuevos detentores del poder, ni las estrategiasheterodoxas de control de su prima Francisca. Francisca es una de esas mujeres aquienes las circunstancias ponan en la posicin de pater familias a pesar de sugnero, y a quienes el carcter las haca ejercer el poder al modo del varn: "Fran-cisca no es ninguna no nos dejes. Es de las de zalea y machete," (Castellanos,114). Cuando los cambios sociales pusieron en entredicho la autoridad de loshacendados, esta mujer supo reafirmar la suya con una peculiar combinacin demano dura y apropiacin de los smbolos de poder de sus propios subordinados:los terribles castigos corporales aplicados a los indios rebeldes y la supuesta aso-ciacin de Francisca con la versin indgena del diablo (el dzulum) le sirvieronpara mantener la situacin bajo control en su hacienda. Pero la eficacia de estaestrategia no puede transponer las tranqueras, y la autoridad as mantenida no esreconocida por los pares de Francisca. Al final, la estructura social basada en lade la familia seorial-patriarcal colapsa ante las transformaciones.

    LA CALIDAD DE VIDA DE LAS MUJERES

    No todas las insubordinaciones al poder del pater familias se resuelven enla constitucin de nuevos modos de agencia social. La de los indgenas s, porque

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    han actuado en el campo de lo poltico como una nueva clase social organizadainstitucionalmente. Pero las insubordinaciones de las mujeres no llegan a coalescerde ese modo porque son aisladas y les falta precisamente tal organizacin: LaRevolucin Mexicana no se ocup de las desigualdades de gnero.

    El hecho de que la Revolucin no haya eliminado las desigualdades entrehombres y mujeres se nota agudamente en la representacin de la vida familiar deFelipe, el agitador revolucionario indgena. Los cambios que l promueve paramejorar la vida de los de su raza no relevan a las mujeres indgenas de su subor-dinacin al varn ni alteran sus deberes y derechos en el hogar. Por el contrario,desestabilizan tambin la estructura familiar propia de ese grupo social.

    Las mujeres blancas de la clase alta tampoco se benefician con la disolucinde la estructura familiar seorial-patriarcal, porque su moral an sigue vigente, ycon ella, las obligaciones y expectativas asociadas a sus respectivas posicionessociales. El arreglo conyugal entre Csar y Zoraida es en este sentido paradigm-tico; en este caso la insubordinacin de la esposa es puramente defensiva, porquela desvalorizacin de la posicin social de su marido repercute negativamente enla suya propia.

    En el revs de la moneda encontramos el desafortunado affaire entre Ernes-to y Matilde, el cual ejemplifica las distorsiones que el cors de la moral religio-so-familiar impone a las relaciones amorosas. Ambos ocupan posiciones desubalternidad en la estructura familiar; esto hace que tanto el varn como la mu-jer sufran el conflicto entre deseo y deber, entre satisfacer sus necesidades afectivasy sexuales y circunscribir su conducta a lo prescripto por sus respectivas posicio-nes sociales.

    Matilde se encuentra en una posicin degradada dentro de la jerarqua fami-liar como pariente arrimada, lo cual la acerca a Ernesto el sobrino bastar-do. Sin embargo, ella sigue perteneciendo al grupo que detenta el poder social,y esto la aleja de l, pues l nunca fue reconocido y nunca podr entrar a talcrculo. Las circunstancias permiten un encuentro sexual furtivo, pero la pecaminosidadasignada a la sexualidad no institucionalizada y sin fines reproductivos transformael incipiente acto de amor en aberracin animal. Piensa Matilde:

    Despus de todo, qu haba habido entre ellos? Se amaron como dosbestias, silenciosos, sin juramento. El tena que despreciarla por lo que pas.Ya haba dado todo. Pero eso un hombre no lo agradece nunca, eso se pagaprofiriendo un insulto. Las cualquieras retienen a los hombre slo mientrasson jvenes. Y Matilde ya no lo era. (Castellanos, 141)

    Por su parte, discurre Ernesto:

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    Que Matilde iba a decir que yo era muy poco hombre si la dejaba enaquella coyuntura [en la que ella se le entrega]. . . . Lo que [Matilde] necesitaes un hombre que la meta en cintura y que la haga caminar con el trotecitoparejo. Pero ya est visto que ese hombre no soy yo. . . .

    Yo la volv a buscar. . . . [Pero Matilde no] me volvi a dar ocasin deque yo le hablara. Claro una seorita de su categora desmerece hablando conun bastardo. Pero luego, qu tal le fue? . . . Va saliendo cn su domingo sietede que va a tener una criatura. Y como es muy lista no se le ocurre nada msque ir a tirarse al ro para que se la lleve la corriente. Cuando lo derecho esavisarle al hombre. Yo no me iba a hacer para atrs, no la iba yo a dejar senta-da en su deshonra. (Castellanos, 162-163)

    La diferencia de edad entre ellos, las distancias sociales, la subsecuenteincomunicacin, y las restricciones impuestas sobre la conducta sexual por lamoral religioso-familiar se combinan para volver insoluble el conflicto de Ernes-to y Matilde, y transforman este conato de romance en un error trgico. Ella se vea s misma convertida en un ser rastrero y vil del que los dems se apartan conasco, (Castellanos, 159) y decide desaparecer de su crculo social; el desalenta-do Ernesto se deja llevar a su propia muerte.

    DILOGOS COMO LUCHAS POR EL PODER

    Hemos visto ya cmo la familia Argello funciona textualmente como unmicrocosmos de la sociedad chiapaneca de la poca, y cmo los enfrentamientosentre los distintos miembros de la familia representan las luchas por el poder quese desarrollaron en aquellos tiempos de cambio social. En estas pugnas, en estembito cotidiano, el arma principal es el lenguaje activado en el dilogo. Unejemplo de esto es el acceso diferencial al lenguaje de prestigio (el espaol) deacuerdo con las posiciones sociales de los hablantes, y la discriminacin socialimplcita en el uso de las formas de apelacin disponibles en espaol:

    Olo vos, este indio igualado. Est hablando castilla. Quin le darapermiso?

    Porque hay reglas. El espaol es privilegio nuestro. Y lo usamos ha-blando de usted a los superiores; de t a los iguales; de vos a los indios. (Cas-tellanos, 39)

    Otro ejemplo del uso del lenguaje como instrumento de poder es la luchadiaria por imponer la propia interpretacin de la realidad:

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    Mam, quiero ir al circo.Pero cul circo. Son unos pobres muertos de hambre

    que no saben cmo regresar a su pueblo y se ponen a hacer maromas.El circo, quiero ir al circo.Para qu. Para ver a unas criaturas, que seguramente tienen lombri-

    ces, perdindoles el respeto a sus padres porque los ven salir pintarrajeados, aponerse en ridculo. (Castellanos, 17 y 18).

    En la seccin dedicada a los cambios en la estructura de la familia seorial-patriarcal acabamos de ver otro caso muy significativo del uso diario del lenguajecomo instrumento de poder. Hemos visto tambin cmo la falta de dilogo y laincomprensin del otro impiden que los miembros subalternos de la familia/so-ciedad establezcan alianzas entre ellos.

    Coincido con Messinger Cypess en que las funciones que las desigualdadesde clase, sexo, raza y edad cumplen en el sistema de produccin y control deldiscurso son un elemento clave de la organizacin de la ancdota de esta novela;como as tambin en que las interacciones dialgicas de Baln-Cann trazan elmapa de las redes a lo largo de las cuales los diferentes miembros de la sociedadnegocian o no la posesin y conservacin de su parte del poder.

    A MODO DE CONCLUSIN

    En este texto dialgico que es Baln-Cann las memorias de una nia desiete aos son complementadas por los discursos de otras voces para dar unaversin testimonial de un periodo significativo de la vida social de Mxico. Enesta reconstruccin de la transicin entre estructuras de poder que estaba vivien-do la sociedad chiapaneca de la poca tanto la narradora autobiogrfica como elnarrador omnisciente remarcan la falta de autonoma personal y social que sufrie-ron las mujeres de cualquier edad, clase, raza y credo. Esto es porque todas estnrestringidas por las prescripciones de rol religioso-familiares de sus respectivasposiciones sociales.

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