Batalla de El Carmen

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Batalla de El Carmen La batalla de El Carmen de la Guerra del Chaco, entre Bolivia y el Paraguay, ocurrida a mediados de noviembre de 1934, fue una de las maniobras mejor ejecutadas por el ejército paraguayo, tanto estratégica como tácticamente. Desde el punto de vista estratégico porque se trató de la ruptura central del dispositivo militar boliviano en el Chaco con la amenaza de copar todas sus fuerzas ubicadas en el fortín Ballivian, al sur. Desde el punto de vista táctico porque consistió en un doble envolvimiento por los flancos con posterior cerco y aniquilamiento de dos divisiones bolivianas, basado en un profundo y exhaustivo reconocimiento previo del terreno con escasa detección enemiga. Antecedentes Desde el mes de julio de 1934 resultó evidente para la mayoría de los comandantes bolivianos, salvo el coronel David Toro, que sostener el fortín Ballivián, concentrando allí el grueso del ejército, era una pésima decisión estratégica pues impedía que se pudieran emprender acciones ofensivas en otros sectores aprovechando la superioridad en hombres y materiales que el ejército boliviano tenía sobre su par paraguayo. El presidente boliviano Daniel Salamanca temía, políticamente, el abandono de Ballivián, símbolo de la presencia boliviana en el Chaco, pero también reconocía que ese fortín era un lastre estratégico desde el punto de vista militar. El comandante del ejército paraguayo José Félix Estigarribia no contaba con los recursos para tomar el poderoso sistema defensivo instalado en Ballivián. Ya desde junio de 1934 pensaba que los bolivianos abandonarían en cualquier momento ese fortín y cada día que pasaba se alegraba de que no lo hicieran permitiéndole tener algún grado de libertad para atacar al ejército enemigo en otro sector. 1 El 1º de octubre de 1934, Estigarribia recibió una carta del presidente Eusebio Ayala donde este le manifestaba la imposibilidad económica de enviarle los 500 camiones que

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Batalla de El Carmen

La batalla de El Carmen de la Guerra del Chaco, entre Bolivia y el Paraguay, ocurrida

a mediados de noviembre de 1934, fue una de las maniobras mejor ejecutadas por el

ejército paraguayo, tanto estratégica como tácticamente. Desde el punto de vista

estratégico porque se trató de la ruptura central del dispositivo militar boliviano en el

Chaco con la amenaza de copar todas sus fuerzas ubicadas en el fortín Ballivian, al sur.

Desde el punto de vista táctico porque consistió en un doble envolvimiento por los

flancos con posterior cerco y aniquilamiento de dos divisiones bolivianas, basado en un

profundo y exhaustivo reconocimiento previo del terreno con escasa detección enemiga.

Antecedentes

Desde el mes de julio de 1934 resultó evidente para la mayoría de los comandantes

bolivianos, salvo el coronel David Toro, que sostener el fortín Ballivián, concentrando

allí el grueso del ejército, era una pésima decisión estratégica pues impedía que se

pudieran emprender acciones ofensivas en otros sectores aprovechando la superioridad

en hombres y materiales que el ejército boliviano tenía sobre su par paraguayo. El

presidente boliviano Daniel Salamanca temía, políticamente, el abandono de Ballivián,

símbolo de la presencia boliviana en el Chaco, pero también reconocía que ese fortín era

un lastre estratégico desde el punto de vista militar. El comandante del ejército

paraguayo José Félix Estigarribia no contaba con los recursos para tomar el poderoso

sistema defensivo instalado en Ballivián. Ya desde junio de 1934 pensaba que los

bolivianos abandonarían en cualquier momento ese fortín y cada día que pasaba se

alegraba de que no lo hicieran permitiéndole tener algún grado de libertad para atacar al

ejército enemigo en otro sector.1

El 1º de octubre de 1934, Estigarribia recibió una carta del presidente Eusebio

Ayala donde este le manifestaba la imposibilidad económica de enviarle los 500

camiones que había solicitado con prioridad absoluta. Ante esta situación Estigarribia

solicitó una reunión urgente. El día 6 de octubre Ayala llegó a Camacho. "No tengo

mucha fe en el éxito" comentó Ayala luego de escuchar las consideraciones tácticas y

estratégicas sobre la operación que se estaba planeando sobre cañada El Carmen.

Estigarribia contestó:

"En este caso [...] no se debería perder tiempo esperando mejores perspectivas sino por

el contrario actuar pronto y decididamente porque nosotros no podemos movernos [por

la falta de camiones] pero tampoco podemos quedar donde estamos. La defensiva no

nos conviene"

Entrevista Estigarribia-Ayala en fortín Camacho, 6 de octubre de 1934 (Vittone,

1986, p. 198)

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Teatro de Operaciones zona Ballivian-El Carmen.

Rojo: sistema defensivo boliviano. Azul: fuerzas paraguayas.

A principios de noviembre de 1934, la disposición estratégica de las fuerzas bolivianas

en el teatro de operaciones chaqueño había llegado al punto deseado por Estigarribia

desde mediados de agosto cuando había ordenado el avance del Segundo Cuerpo del

coronel Rafael Franco hacia el sector Picuiba-27 de Noviembre, al noreste, y que luego

Franco lo transformó en una especie de “Blitzkrieg” (guerra relámpago) distractiva

hacia el oeste, rumbo a Carandayty. La situación era la siguiente:

a) En el sector sur: importantes fuerzas bolivianas seguían estacionadas pasivamente

en Ballivián y sus alrededores. En ese fortín estaban inmovilizados 18 000 soldados,

20 cañones, 600 ametralladoras pesadas, 200 camiones, 5 millones de proyectiles de

fusil y 5000 granadas de cañón y mortero.2

b) En el sector noreste: el Cuerpo de Caballería boliviano, al mando del coronel Toro,

y las fuerzas de Bilbao Rioja, con un total de 20 000 hombres seguían persiguiendo

incansablemente por el desierto al Segundo Cuerpo paraguayo en dirección a

Yrendagüé-Picuiba-27 de Noviembre lo que los iba alejando cada vez más hacia el este.

c) En el sector central : Las defensas bolivianas se habían debilitado en el sector

Cañada El Carmen como consecuencia del traslado de fuerzas hacia el sector

Yrendagüé-Picuiba. En esta zona operaba el nuevo Cuerpo de Reserva al mando del

recién nombrado coronel Oscar Moscoso siendo su jefe de Estado Mayor el teniente

coronel Alfredo Peñaranda Esprella. Esta fuerza estaba integrada por dos Divisiones: la

1.ª División al mando del coronel Zacarías Murillo, con 5000 hombres distribuidos en 3

regimientos, 1 escuadrón divisionario y un grupo de artillería y la 2.ª División al mando

del coronel Walter Méndez, con unos 3000 hombres, que había sido trasladada desde

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Ballivian.3 La misión original de estas dos divisiones era amenazar por el oeste el ala

izquierda del Segundo Cuerpo paraguayo del coronel Franco.4

Logrado este desequilibrio estratégico, Estigarribia decidió librar tres batallas: la

primera, de ruptura por el centro, el sector más débil, y dividir en dos al ejército

boliviano. Logrado esto, librar dos batallas separadas contra cada núcleo:

De persecución contra las fuerzas que abandonarían Ballivian al sur y,

De aniquilamiento contra las fuerzas del coronel Toro que habían sido atraídas al

desierto de Picuiba-La Faye al noreste. Para compensar la falta de recursos una

misma división se desplazaría hacia el suroeste para participar en la primera y

volvería al noreste para librar la tercera batalla.

Plan estratégico del general Estigarribia.

Luego de la entrevista entre Estigarribia y Ayala, la situación en la zona del Pilcomayo

se mantuvo sin variaciones hasta los primeros días de noviembre de 1934. En el sector

del Tercer Cuerpo paraguayo los bolivianos movieron algunas fuerzas y lanzaron

permanentes acciones de patrullaje y hostigamiento que eran correspondidas de igual

manera por el enemigo. Era evidente que el comando boliviano trataba de fijar la mayor

cantidad de fuerzas paraguayas en la zona sur, frente a Ballivian. En el sector del Primer

Cuerpo paraguayo, 1.ª y 2.ª División, los bolivianos se replegaron lentamente a sus

posiciones principales delante de El Carmen para evitar todo posible envolvimiento. La

8.ª División, que se desprendió del Segundo Cuerpo paraguayo para esta maniobra,

mantuvo permanente contacto con el enemigo mientras avanzaba desde el noreste hacia

El Carmen buscando posicionarse sobre el ala izquierda boliviana y enlazarse con la

1.ª División. Estas acciones puramente locales acortaron el frente y permitieron al

comando paraguayo deducir cual iba a ser el comportamiento del enemigo en el sector

central.5

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Antes de iniciar la primera fase, el general Estigarribia ordenó al coronel Carlos

Fernández, comandante del Primer Cuerpo de Ejército paraguayo, que emprendiera un

cuidadoso trabajo de exploración desde su ala izquierda sobre la retaguardia de la

1.ª División de Reserva boliviana ubicada frente al fortín El Carmen. Además, para

reforzar esta operación de ruptura en el centro, desprendió del Segundo Cuerpo de

Ejército del coronel Rafael Franco a la 8.ª División (al mando del coronel Eugenio

Garay). Esta División se ubicó en el sector norte de El Carmen y también recibió la

orden de enviar patrullas de largo alcance hacia la retaguardia de las fuerzas de Murillo

siguiendo el flanco norte de esa división donde existía un brecha sin control de unos 60

kilómetros. El presidente Ayala finalmente aprobó la maniobra planeada por

Estigarribia aunque sin estar totalmente convencido del éxito.

Buscando caminos hacia la retaguardia enemiga

El coronel Fernández se encargó personalmente del envío de una importante patrulla por

el lado sur de El Carmen. Pidió a la 2.ª División los mejores tres oficiales exploradores

para integrar esa expedición y uno de ellos, el teniente de reserva Gerónimo Vidal, fue

elegido como responsable de la misma. Esta patrulla lejana debía infiltrarse entre la

1.ª División de Reserva boliviana y las fuerzas del fortín Ballivián que habían extendido

sus defensas hacia el norte pero que no habían logrado unirse a Murillo dejando una

brecha sin control de unos 25 km. El principal problema que tenía esta operación en la

retaguardia boliviana era el agua que debía consumir la patrulla en su larga marcha por

el monte dado que no podía recibir ningún apoyo logístico una vez abandonada su base.

La solución fue disminuir las armas y municiones de los soldados para que cargaran la

mayor cantidad de agua posible. Además de descubrir un camino de penetración libre de

defensores y relevar las líneas de abastecimiento de agua del enemigo, Fernández

agregó una orden más estricta: eludir todo contacto.6 Después de cinco días de

incursión, el 4 de noviembre, la patrulla Vidal, totalmente agotada por la marcha de

penetración profunda, esquive de enemigos y posterior retorno, volvió a su base de

partida. Muy cerca de ella colapsaron por la fatiga gran parte de sus componentes, entre

ellos el teniente Vidal, los que fueron posteriormente rescatados.

El entusiasmo del coronel Fernández por este primer resultado fue enorme pero

Estigarribia siguió preocupado por los resultados de las otras dos pequeñas patrullas de

exploración, también lejanas, que había enviado el coronel Garay por la brecha norte y

que tuvieron más problemas que la de Vidal. Una de ellas no pudo evitar el intercambio

de disparos aislados con algunos soldados bolivianos y la otra chocó inesperadamente

con una fuerte unidad enemiga y en su rápida huida perdió un soldado en el monte. Pese

al informe favorable de esta patrulla sobre la posibilidad de infiltrar una división,

Estigarribia no quiso lanzar el ataque hasta saber a ciencia cierta si el soldado

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desaparecido estaba muerto o en poder de los bolivianos ya que en este último caso la

operación perdería el factor sorpresa, clave fundamental para lograr el éxito. El día 6 de

noviembre el soldado perdido volvió a su unidad. El día 7 la otra patrulla, al mando del

teniente Escobar, retornó también a su base informando que había llegado hasta el

camino "V", en la retaguardia enemiga.

Al mismo tiempo se tomaron otras medidas, la suspensión de los permisos, aumento de

la censura sobre la correspondencia y se comenzaron a enviar partes falsos al fortín

Ingavi para hacer creer que se estaban concentrando en ese lugar importantes fuerzas.

Estigarribia ordenó al coronel Fernández que la 8.ª y la 2.ª División se prepararan para

infiltrarse por ambas alas de la división de Murillo estimando que los bolivianos no

habían descubierto su plan. Se suponía que el enemigo contaría con unos 6000 efectivos

y que la sorpresiva aparición en su retaguardia de una fuerza de 4500 hombres, que

cortaría sus líneas de abastecimiento y retirada, le daría una ventaja decisiva. El

comando paraguayo ignoraba que una nueva División boliviana proveniente de

Ballivian se estaba ubicando detrás de las fuerzas de Murillo.7

A fines de agosto, cuando se desplazaron tropas hacia Carandaytý para frenar el avance

del coronel Franco, el coronel Ángel Rodríguez, del estado mayor boliviano, había

alertado al presidente Salamanca sobre la peligrosa situación creada en la zona

Strongest-El Carmen donde el enemigo podía irrumpir aislando por el norte al fortín

Ballivián. Salamanca le preguntó cómo era posible que un ejército de 30 000 hombres

pudiera ser rodeados por uno de 20 000 y Rodríguez respondió que con la mitad el

enemigo podía ocupar esa zona agregando que el alto mando desconocía la distribución

de las fuerzas enemigas por la falencia de sus patrullas en recopilar información al

respecto.8

Cuando el coronel Ángel Rodríguez fue informado de la tenue detección de las dos

pequeñas patrullas paraguayas en el sector norte de Murillo evaluó la posibilidad de una

incursión enemiga por esa zona. Sin embargo, ante la falta de otras noticias y la calma

en el sector sur, tuvo sus dudas. De todas maneras, conservadoramente, movió a la

2.ª División de Reserva al mando del coronel Walter Méndez (alias "el tigre rubio") a la

retaguardia de la división de Murillo como reserva táctica de esta. A pedido de Moscoso

envió a su adjunto, el mayor Germán Busch, para que solucionara los problemas

logísticos que planteaban estos movimientos de tropas.9 El coronel Rodríguez no podía

hacer más y consciente de la debilidad del dispositivo boliviano en la zona central solo

le quedó la esperanza de que el avance del Cuerpo de Caballería del coronel Toro desde

el noreste (Yrendagüé-Picuiba-La Faye) no permitiera al general Estigarribia realizar un

ataque importante en el sector central.10

Comienza la maniobra

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Situación al día 16 de noviembre de 1934.

El 10 de noviembre, luego de reordenar las fuerzas cubriendo los claros que produciría

el avance y de una ardua preparación logística en la cual el agua jugaba un papel

fundamental (había que suministrar 2 litros de agua por día a cada soldado y estos

debían llevar dos días de consumo encima).11 , la 1.ª División paraguaya, al mando del

mayor Joaquín N. Barrios, lanzó un fuerte ataque de aferramiento sobre todo el frente de

la 1.ª División de Reserva boliviana que corría de norte a sur.

Avance por el flanco norte

Al mismo tiempo, la 8.ª División ingresó por el flanco norte a la picada Escobar. El día

12, el regimiento RI "Batallón 40" de esa División, aniquiló por sorpresa a un pequeño

batallón del regimiento boliviano Ayacucho. A las 13:00 horas de ese día, el teniente

paraguayo Acosta emboscó en una picada camionable al mayor Celso Camacho, jefe de

Estado Mayor del coronel Murillo, que murió en el ataque. Ese oficial portaba

documentos importantes sobre la disposición de las fuerzas bolivianas y detalles de las

picadas abiertas. La misma unidad chocó con fuerzas bolivianas en el km 28-29 que

revelaron al comando boliviano que una importante fuerza paraguaya avanzaba por el

flanco norte de la 1.ª División de Reserva boliviana siguiendo a las patrullas que ya

habían sido detectadas con anterioridad.

"la retirada en esas circunstancias era peligrosa para nosotros y para el Primer

Cuerpo de Ejército [ubicado al sur y que defendía el fortín Ballivian] [...] en caso de

que el enemigo cortara la picada hacia Cañada Oruro y que para el efecto y en

previsión se trabajaba activamente en una nueva picada para salir a ella"

Jefe de estado mayor Peñaranda Esprella (1964, p. 178)

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Por esa razón su única esperanza fue poder disponer, lo más rápidamente posible, de la

2.ª División del coronel Walter Méndez. Hasta ese momento los bolivianos no habían

detectado el avance paraguayo en el sector sur que se había iniciado el día anterior.

Avance por el flanco sur

El domingo 11 de noviembre a las 08:30 horas, la 2.ª División paraguaya, al mando del

teniente coronel Arístides Rivas Ortellado, comenzó su marcha de infiltración sobre el

flanco sur abriéndose paso por el monte a través de la senda bautizada “Vidal” cortando

al poco tiempo el primer camino denominado "S" . Este oficial debutaba en el mando de

una gran unidad y en una misión en la que debía infiltrarse profundamente entre dos

grandes fuerzas enemigas hasta alcanzar la retaguardia de una de ellas por lo que no

pudo menos que recordar que esa misma unidad había intentado hacer algo similar en la

batalla de Strongest donde había quedado aislada.12

El 13 de noviembre, la 2.ª División descubrió una importante aguada a 6 km. al sureste

de El Carmen y que era desconocida por ambos contendientes lo que facilitó la

logística.13

Ese mismo día capturó sorpresivamente el fortín El Carmen ubicado sobre el camino

‘’S‘’.14 El coronel Murillo escapó milagrosamente de caer prisionero debido a la

aparición de esas fuerzas casi en su puesto de mando, un amplio subterráneo cerca de

una hermosa arboleda. Su apresurada huida hacia el este, más cerca del frente, le

impidió llevarse sus pertenencias personales y documentación.14 Esta aparición

sorpresiva por el sur fue evaluada por el Estado Mayor boliviano como un intento de

distracción del enemigo cuyo objetivo era extraer fuerzas bolivianas de la zona Picuiba-

La Faye hacia El Carmen y de esa manera aliviar la situación del Segundo Cuerpo

paraguayo.15 El coronel Óscar Moscoso ordenó cercar a las fuerzas paraguayas que se

habían apoderado de El Carmen sin preocuparse por la presión del brazo norte

paraguayo. El día 14 a las 11:20 horas, Murillo atacó con artillería y morteros desde el

este y noreste al regimiento paraguayo RI-3 "Corrales" siendo rechazado con muchas

bajas.16 A la medianoche de ese mismo día, después de haber girado hacia el norte, la

2.ª División alcanzó el camino “V”, ya en la retaguardia del enemigo, encerrando al

regimiento boliviano RI-16 "Beni" que custodiaba esa salida hacia Cañada Oruro.

El cerco se cierra

Ubicado en la retaguardia enemiga y ante la extraña ausencia de tropas bolivianas en

retirada, el día 15, a las 10:55 horas, el teniente coronel Rivas Ortellado, jefe de la

2.ª División, preguntó al comando si la 1.ª División todavía seguía en contacto con las

fuerzas de Murillo. Estigarribia también pensó que el movimiento de pinzas por el sur

había llegado demasiado tarde y que el enemigo se había desprendido silenciosamente y

había escapado. Ordenó entonces al coronel Garay que, a costa de cualquier sacrificio,

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acelerara la marcha para unirse con la 2.ª División. Su única esperanza residía en que el

brazo norte del envolvimiento, que seguía buscando desbordar las líneas defensivas

bolivianas, lograra capturar algunas unidades menores que supuestamente se estarían

retirando hacia el noroeste. Sin embargo, ese mismo día, a las 11:00 horas, recibió

partes de la 8.ª División que indicaban lo contrario, que gran cantidad de tropas

bolivianas estaban avanzando hacia el este, es decir, hacia la División de Murillo que

estaba siendo encerrada.17

Cierre del bolsón

La primera señal favorable se produjo el día 16 cuando un sector de las líneas

defensivas bolivianas sobre el camino “S” colapsó por falta de agua y aparecieron los

primeros prisioneros. Pero la mejor noticia y la más esperada se produjo a las 11:50

horas cuando se supo que la 8.ª División se había enlazado con la 2.ª División en el

camino “V”. La 8ª División había recorrido casi 60 km desde su línea de partida:

27,5 km por el pique "Escobar"; 3,5 km de la picada "Escobar" a la picada "Murillo";

22 km para volver a salir sobre la picada "Escobar" y 5,5 km para interceptar el camino

"V". Este avance lo hizo combatiendo permanentemente contra fuerzas bolivianas cuya

resistencia tendió a decrecer una vez que los regimientos "Corrales" y "2 de Mayo" de la

2.ª División aparecieron por el sur ocupando el fortín El Carmen y zonas adyacentes18 .

Ahora sólo había que averiguar qué había quedado dentro del bolsón.

"Yo seguía con la impresión de nuestro presunto fracaso, y a las 19:15 dirigí al

presidente [Ayala] un telegrama, para satisfacer su deseo de que le estuviese al

corriente de todas las incidencias de la operación en curso, en cuyo éxito, él no

confiaba mayormente. Mi despacho decía así: A pesar de todas las dificultades hoy

interceptamos el segundo camino, pero creo será tarde. No debemos contar por ahora

con gran parte del éxito esperado. Firmado: Estigarribia"

Mensaje del general Estigarribia al presidente Ayala (Molinas, 1979, p. 76)

Luego de algunos intentos fallidos de escape realizados por los bolivianos en diferentes

sectores, uno de ellos dirigido personalmente por el coronel boliviano Walter Méndez,

grande fue la sorpresa del comando paraguayo cuando empezaron a entregarse miles de

soldados bolivianos. Lo que había ocurrido era que al comenzar el ataque sobre las

fuerzas de Murillo por el centro y el sur, la 2.ª División de Reserva del coronel Walter

Méndez acudió en su auxilio sin saber que desde el noroeste la 8.ª División lo estaba

encerrando por la espalda, por lo que eran dos y no una las divisiones que habían sido

cercadas. El día 17, patrullas de combate paraguayas ingresaron al cerco para intimar la

rendición. A las 12:00 horas el regimiento paraguayo RI-3 comunicó que había

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capturado al teniente coronel Maximiliano Ortiz, comandante del regimiento RI-16

“Beni”.19

“La tesis del coronel Murillo era que la tropa iba a salir del “corralito” pero lo que

más le preocupaba era salvar el armamento pesado que era realmente valioso y nuevo.

Desgraciadamente no se salvó ni lo uno ni lo otro porque al amanecer del día 16 de

noviembre cuando ya se había perdido la disciplina y la individualidad de los

regimientos, pues estábamos aglutinados y mezclados unos con otros, el coronel

Murillo dio la orden de atacar la línea paraguaya señalando simplemente con el dedo

la dirección en que debía hacerlo cada regimiento con los resultados que eran de

esperar (..) yo había sido llamado para atender al coronel Méndez que había recibido

un impacto de bala felizmente sin consecuencias y esto determinó que me quedara en el

comando (…) prácticamente desierto porque nuestras desbandadas tropas iban

cayendo paulatinamente en poder de los paraguayos (…) al amanecer [día 17] nos

reunimos y descubrimos que estábamos todos los componentes de este minúsculo

despojo de ejército: los coroneles Walter Méndez, Zacarías Murillo, Carlos Peredo, los

tenientes Saucedo, Pereira, algunos suboficiales y yo. (…) al rato, una patrulla

paraguaya guiada por un suboficial boliviano nos intimó a la rendición (…)”

Edmundo Ariñez Zapata (1996), médico cirujano del RC-20 boliviano

El desconocimiento del alto mando boliviano de que eran tres las Divisiones que

Estigarribia había concentrado puede deducirse del extenso telegrama, posiblemente

redactado por el coronel Rodríguez, que el general Peñaranda envió a Salamanca el día

17 de noviembre de 1934:

“En El Carmen no hubo ni envolvimiento total; un regimiento que se aventura por una

senda de 25 kilómetros pasa a corta distancia de nuestra ala derecha y se apodera del

parque divisionario de El Carmen, produciendo desconcierto. Más tarde enemigo ataca

por ala norte; frente nuestra línea de posiciones casi no hay enemigo, en resumen no

hay cerco. Nuestros comandos tratan de reunir sus tropas, aviación constata estas

andan sembradas por pequeños grupos a lo largo caminos, unas logran salir y se

incorporan, generalmente habiendo botado todo y regado municiones, los más

tropiezan con fracciones enemigas, no combaten y se entregan con toda mansedumbre,

por cientos, por miles […] en El Carmen con fracciones aisladas, en menos de 24

horas, nos han dispersado dos fuertes divisiones y se han llevado algunos miles de

prisioneros y gran cantidad de material.”

Cifrado № 740, 17/11/34, Peñaranda a Salamanca (Alvéstegui, 1970, p. 536, vol. 4)

Consecuencias

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Al costo de 100 muertos el ejército paraguayo logró capturar a casi 7000 bolivianos con

todas sus armas, camiones, equipos y cañones. La gran cantidad de recursos adicionales

que disponían las dos divisiones bolivianas se explica por los planes que tenían de

atacar por el oeste al coronel Franco y su Segundo Cuerpo de Ejército.20 Escenas

dantescas se vivieron por el estado de deshidratación de los soldados bolivianos

capturados que saturaron completamente la logística paraguaya que tuvo que satisfacer

las necesidades de agua del doble de hombres.21

En medio del desastre, el general Rivera, jefe del estado mayor, llegó a Samayhuate,

sede del comando del ejército boliviano. Allí se encontró con la desagradable sorpresa

de una fiesta en la que participaban oficiales del alto mando y de diversos regimientos.

No era la primera que hacían habida cuenta del montículo de 300 metros de largo de

botellas de cerveza que los soldados que huían penosamente de Ballivián vieron al pasar

por ese fortín, de la reciente advertencia de Salamanca a Peñaranda por el consumo de

alcohol en el frente y del apodo de “alto tomando” como designaban los soldados

bolivianos al alto mando.22 23

Como consecuencia de esta ruptura en el sector central, el general Peñaranda ordenó el

16 de noviembre que los 18 000 hombres abandonaran rápidamente el fortín Ballivián

ubicado al sur dado que podían quedar cercados contra la frontera Argentina. El coronel

Toro, desde su puesto en Carandayty al norte, fue el único que opuso reparos. El Tercer

Cuerpo de Ejército paraguayo, al mando del coronel Delgado, ocupó Ballivián el 17 de

noviembre de 1934 y emprendió la segunda batalla planeada por Estigarribia, es decir,

la persecución de las fuerzas en retirada las que, totalmente desmoralizadas, no pudieron

sostenerse en Guachalla ni en Estrella, posiciones que cayeron los días 21 y 25 de

noviembre. Viendo la escasa voluntad de combate y el incremento de la deserción hacia

la frontera Argentina a través del río Pilcomayo, lo que desintegraba las unidades, el

alto mando boliviano extrajo apresuradamente algunas tropas del coronel Toro, siempre

renuente a desprenderse de ellas, para frenar el avance paraguayo hacia Villa Montes.

El 5 de diciembre las instalaciones militares bolivianas en Cururendá y Samayhuate,

esta última a más de 100 km al norte de Ballivián, después de ser abandonadas por

soldados, personal hospitalario y civiles, fueron demolidas e incendiadas24 . El general

Placek, jefe de la misión checa que asesoraba al ejército boliviano en sectores claves

(instrucción de oficiales, estado mayor e ingeniería) no podía creer que las poderosas

fortificaciones de Ballivián, que él había visitado en septiembre de 1934, hubieran caído

semanas después en poder del ejército paraguayo sin disparar un solo tiro.

La 8.ª División al mando del coronel Garay, luego de ser provista de armas y equipos

nuevos capturados a los bolivianos y de una semana de descanso, fue devuelta por

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Estigarribia al coronel Franco para que este llevara adelante la tercera batalla, frenar el

avance del coronel Toro en el sector Picuiba-La Faye, al noreste.

El presidente Salamanca escribió:

"Sobrevino la derrota de El Carmen, que en mi concepto era responsabilidad

inexcusable del Comando. El más grosero descuído que, poco más o menos a sabiendas

del peligro, ocasionó este funesto desastre. Imaginé que el Comando estaría humillado

y que era la ocasión de renovarlo para salvar a Bolivia"

Presidente Salamanca (Arze Quiroga, 1974, p. 19 vol. 4)

Salamanca se convenció finalmente de que había llegado el momento de destituir al

general Peñaranda como comandante en jefe del ejército boliviano.

Notas

1. ↑ De la Pedraja Tomán, 2006, p. 371/375.

2. ↑ Cuadros Sánchez, 2003, p. 145.

3. ↑ Vergara Vicuña, 1944, p. 134 vol. 6.

4. ↑ Peñaranda Esprella, 1964, p. 167.

5. ↑ Rolón, 1963, p. 68/87 vol. 2.

6. ↑ Britos, 1963, p. 45/46.

7. ↑ Rolón, 1963, p. 113 vol. 2.

8. ↑ Arze Quiroga, 1974, p. 172 vol. 4.

9. ↑ Fernández, 1973, p. 162 vol. 5.

10. ↑ De la Pedraja Tomán, 2006, p. 377.

11. ↑ Britos, 1963, p. 35.

12. ↑ Balbuena Rojas, 1976, p. 70.

13. ↑ Balbuena Rojas, 1976, p. 130.

14. ↑ a b Britos, 1963, p. 123.

15. ↑ Britos, 1963, p. 138.

16. ↑ Balbuena Rojas, 1976, p. 152 y 161.

17. ↑ Britos, 1963, p. 137.

18. ↑ Balbuena Rojas, 1976, p. 202.

19. ↑ Vergara Vicuña, 1944, p. 184 vol. 6.

20. ↑ Balbuena Rojas, 1976, p. 147.

21. ↑ Estigarribia, 1950, p. 323/326.

22. ↑ Alvéstegui, 1970, p. 534.

23. ↑ Arze Quiroga, 1974, p. 157, vol. 4.

24. ↑ Casabianca y Boselli Cantero, 2000, p. 313 vol. 6-7.