Batalla de El Carmen
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Batalla de El Carmen
La batalla de El Carmen de la Guerra del Chaco, entre Bolivia y el Paraguay, ocurrida
a mediados de noviembre de 1934, fue una de las maniobras mejor ejecutadas por el
ejército paraguayo, tanto estratégica como tácticamente. Desde el punto de vista
estratégico porque se trató de la ruptura central del dispositivo militar boliviano en el
Chaco con la amenaza de copar todas sus fuerzas ubicadas en el fortín Ballivian, al sur.
Desde el punto de vista táctico porque consistió en un doble envolvimiento por los
flancos con posterior cerco y aniquilamiento de dos divisiones bolivianas, basado en un
profundo y exhaustivo reconocimiento previo del terreno con escasa detección enemiga.
Antecedentes
Desde el mes de julio de 1934 resultó evidente para la mayoría de los comandantes
bolivianos, salvo el coronel David Toro, que sostener el fortín Ballivián, concentrando
allí el grueso del ejército, era una pésima decisión estratégica pues impedía que se
pudieran emprender acciones ofensivas en otros sectores aprovechando la superioridad
en hombres y materiales que el ejército boliviano tenía sobre su par paraguayo. El
presidente boliviano Daniel Salamanca temía, políticamente, el abandono de Ballivián,
símbolo de la presencia boliviana en el Chaco, pero también reconocía que ese fortín era
un lastre estratégico desde el punto de vista militar. El comandante del ejército
paraguayo José Félix Estigarribia no contaba con los recursos para tomar el poderoso
sistema defensivo instalado en Ballivián. Ya desde junio de 1934 pensaba que los
bolivianos abandonarían en cualquier momento ese fortín y cada día que pasaba se
alegraba de que no lo hicieran permitiéndole tener algún grado de libertad para atacar al
ejército enemigo en otro sector.1
El 1º de octubre de 1934, Estigarribia recibió una carta del presidente Eusebio
Ayala donde este le manifestaba la imposibilidad económica de enviarle los 500
camiones que había solicitado con prioridad absoluta. Ante esta situación Estigarribia
solicitó una reunión urgente. El día 6 de octubre Ayala llegó a Camacho. "No tengo
mucha fe en el éxito" comentó Ayala luego de escuchar las consideraciones tácticas y
estratégicas sobre la operación que se estaba planeando sobre cañada El Carmen.
Estigarribia contestó:
"En este caso [...] no se debería perder tiempo esperando mejores perspectivas sino por
el contrario actuar pronto y decididamente porque nosotros no podemos movernos [por
la falta de camiones] pero tampoco podemos quedar donde estamos. La defensiva no
nos conviene"
Entrevista Estigarribia-Ayala en fortín Camacho, 6 de octubre de 1934 (Vittone,
1986, p. 198)
Teatro de Operaciones zona Ballivian-El Carmen.
Rojo: sistema defensivo boliviano. Azul: fuerzas paraguayas.
A principios de noviembre de 1934, la disposición estratégica de las fuerzas bolivianas
en el teatro de operaciones chaqueño había llegado al punto deseado por Estigarribia
desde mediados de agosto cuando había ordenado el avance del Segundo Cuerpo del
coronel Rafael Franco hacia el sector Picuiba-27 de Noviembre, al noreste, y que luego
Franco lo transformó en una especie de “Blitzkrieg” (guerra relámpago) distractiva
hacia el oeste, rumbo a Carandayty. La situación era la siguiente:
a) En el sector sur: importantes fuerzas bolivianas seguían estacionadas pasivamente
en Ballivián y sus alrededores. En ese fortín estaban inmovilizados 18 000 soldados,
20 cañones, 600 ametralladoras pesadas, 200 camiones, 5 millones de proyectiles de
fusil y 5000 granadas de cañón y mortero.2
b) En el sector noreste: el Cuerpo de Caballería boliviano, al mando del coronel Toro,
y las fuerzas de Bilbao Rioja, con un total de 20 000 hombres seguían persiguiendo
incansablemente por el desierto al Segundo Cuerpo paraguayo en dirección a
Yrendagüé-Picuiba-27 de Noviembre lo que los iba alejando cada vez más hacia el este.
c) En el sector central : Las defensas bolivianas se habían debilitado en el sector
Cañada El Carmen como consecuencia del traslado de fuerzas hacia el sector
Yrendagüé-Picuiba. En esta zona operaba el nuevo Cuerpo de Reserva al mando del
recién nombrado coronel Oscar Moscoso siendo su jefe de Estado Mayor el teniente
coronel Alfredo Peñaranda Esprella. Esta fuerza estaba integrada por dos Divisiones: la
1.ª División al mando del coronel Zacarías Murillo, con 5000 hombres distribuidos en 3
regimientos, 1 escuadrón divisionario y un grupo de artillería y la 2.ª División al mando
del coronel Walter Méndez, con unos 3000 hombres, que había sido trasladada desde
Ballivian.3 La misión original de estas dos divisiones era amenazar por el oeste el ala
izquierda del Segundo Cuerpo paraguayo del coronel Franco.4
Logrado este desequilibrio estratégico, Estigarribia decidió librar tres batallas: la
primera, de ruptura por el centro, el sector más débil, y dividir en dos al ejército
boliviano. Logrado esto, librar dos batallas separadas contra cada núcleo:
De persecución contra las fuerzas que abandonarían Ballivian al sur y,
De aniquilamiento contra las fuerzas del coronel Toro que habían sido atraídas al
desierto de Picuiba-La Faye al noreste. Para compensar la falta de recursos una
misma división se desplazaría hacia el suroeste para participar en la primera y
volvería al noreste para librar la tercera batalla.
Plan estratégico del general Estigarribia.
Luego de la entrevista entre Estigarribia y Ayala, la situación en la zona del Pilcomayo
se mantuvo sin variaciones hasta los primeros días de noviembre de 1934. En el sector
del Tercer Cuerpo paraguayo los bolivianos movieron algunas fuerzas y lanzaron
permanentes acciones de patrullaje y hostigamiento que eran correspondidas de igual
manera por el enemigo. Era evidente que el comando boliviano trataba de fijar la mayor
cantidad de fuerzas paraguayas en la zona sur, frente a Ballivian. En el sector del Primer
Cuerpo paraguayo, 1.ª y 2.ª División, los bolivianos se replegaron lentamente a sus
posiciones principales delante de El Carmen para evitar todo posible envolvimiento. La
8.ª División, que se desprendió del Segundo Cuerpo paraguayo para esta maniobra,
mantuvo permanente contacto con el enemigo mientras avanzaba desde el noreste hacia
El Carmen buscando posicionarse sobre el ala izquierda boliviana y enlazarse con la
1.ª División. Estas acciones puramente locales acortaron el frente y permitieron al
comando paraguayo deducir cual iba a ser el comportamiento del enemigo en el sector
central.5
Antes de iniciar la primera fase, el general Estigarribia ordenó al coronel Carlos
Fernández, comandante del Primer Cuerpo de Ejército paraguayo, que emprendiera un
cuidadoso trabajo de exploración desde su ala izquierda sobre la retaguardia de la
1.ª División de Reserva boliviana ubicada frente al fortín El Carmen. Además, para
reforzar esta operación de ruptura en el centro, desprendió del Segundo Cuerpo de
Ejército del coronel Rafael Franco a la 8.ª División (al mando del coronel Eugenio
Garay). Esta División se ubicó en el sector norte de El Carmen y también recibió la
orden de enviar patrullas de largo alcance hacia la retaguardia de las fuerzas de Murillo
siguiendo el flanco norte de esa división donde existía un brecha sin control de unos 60
kilómetros. El presidente Ayala finalmente aprobó la maniobra planeada por
Estigarribia aunque sin estar totalmente convencido del éxito.
Buscando caminos hacia la retaguardia enemiga
El coronel Fernández se encargó personalmente del envío de una importante patrulla por
el lado sur de El Carmen. Pidió a la 2.ª División los mejores tres oficiales exploradores
para integrar esa expedición y uno de ellos, el teniente de reserva Gerónimo Vidal, fue
elegido como responsable de la misma. Esta patrulla lejana debía infiltrarse entre la
1.ª División de Reserva boliviana y las fuerzas del fortín Ballivián que habían extendido
sus defensas hacia el norte pero que no habían logrado unirse a Murillo dejando una
brecha sin control de unos 25 km. El principal problema que tenía esta operación en la
retaguardia boliviana era el agua que debía consumir la patrulla en su larga marcha por
el monte dado que no podía recibir ningún apoyo logístico una vez abandonada su base.
La solución fue disminuir las armas y municiones de los soldados para que cargaran la
mayor cantidad de agua posible. Además de descubrir un camino de penetración libre de
defensores y relevar las líneas de abastecimiento de agua del enemigo, Fernández
agregó una orden más estricta: eludir todo contacto.6 Después de cinco días de
incursión, el 4 de noviembre, la patrulla Vidal, totalmente agotada por la marcha de
penetración profunda, esquive de enemigos y posterior retorno, volvió a su base de
partida. Muy cerca de ella colapsaron por la fatiga gran parte de sus componentes, entre
ellos el teniente Vidal, los que fueron posteriormente rescatados.
El entusiasmo del coronel Fernández por este primer resultado fue enorme pero
Estigarribia siguió preocupado por los resultados de las otras dos pequeñas patrullas de
exploración, también lejanas, que había enviado el coronel Garay por la brecha norte y
que tuvieron más problemas que la de Vidal. Una de ellas no pudo evitar el intercambio
de disparos aislados con algunos soldados bolivianos y la otra chocó inesperadamente
con una fuerte unidad enemiga y en su rápida huida perdió un soldado en el monte. Pese
al informe favorable de esta patrulla sobre la posibilidad de infiltrar una división,
Estigarribia no quiso lanzar el ataque hasta saber a ciencia cierta si el soldado
desaparecido estaba muerto o en poder de los bolivianos ya que en este último caso la
operación perdería el factor sorpresa, clave fundamental para lograr el éxito. El día 6 de
noviembre el soldado perdido volvió a su unidad. El día 7 la otra patrulla, al mando del
teniente Escobar, retornó también a su base informando que había llegado hasta el
camino "V", en la retaguardia enemiga.
Al mismo tiempo se tomaron otras medidas, la suspensión de los permisos, aumento de
la censura sobre la correspondencia y se comenzaron a enviar partes falsos al fortín
Ingavi para hacer creer que se estaban concentrando en ese lugar importantes fuerzas.
Estigarribia ordenó al coronel Fernández que la 8.ª y la 2.ª División se prepararan para
infiltrarse por ambas alas de la división de Murillo estimando que los bolivianos no
habían descubierto su plan. Se suponía que el enemigo contaría con unos 6000 efectivos
y que la sorpresiva aparición en su retaguardia de una fuerza de 4500 hombres, que
cortaría sus líneas de abastecimiento y retirada, le daría una ventaja decisiva. El
comando paraguayo ignoraba que una nueva División boliviana proveniente de
Ballivian se estaba ubicando detrás de las fuerzas de Murillo.7
A fines de agosto, cuando se desplazaron tropas hacia Carandaytý para frenar el avance
del coronel Franco, el coronel Ángel Rodríguez, del estado mayor boliviano, había
alertado al presidente Salamanca sobre la peligrosa situación creada en la zona
Strongest-El Carmen donde el enemigo podía irrumpir aislando por el norte al fortín
Ballivián. Salamanca le preguntó cómo era posible que un ejército de 30 000 hombres
pudiera ser rodeados por uno de 20 000 y Rodríguez respondió que con la mitad el
enemigo podía ocupar esa zona agregando que el alto mando desconocía la distribución
de las fuerzas enemigas por la falencia de sus patrullas en recopilar información al
respecto.8
Cuando el coronel Ángel Rodríguez fue informado de la tenue detección de las dos
pequeñas patrullas paraguayas en el sector norte de Murillo evaluó la posibilidad de una
incursión enemiga por esa zona. Sin embargo, ante la falta de otras noticias y la calma
en el sector sur, tuvo sus dudas. De todas maneras, conservadoramente, movió a la
2.ª División de Reserva al mando del coronel Walter Méndez (alias "el tigre rubio") a la
retaguardia de la división de Murillo como reserva táctica de esta. A pedido de Moscoso
envió a su adjunto, el mayor Germán Busch, para que solucionara los problemas
logísticos que planteaban estos movimientos de tropas.9 El coronel Rodríguez no podía
hacer más y consciente de la debilidad del dispositivo boliviano en la zona central solo
le quedó la esperanza de que el avance del Cuerpo de Caballería del coronel Toro desde
el noreste (Yrendagüé-Picuiba-La Faye) no permitiera al general Estigarribia realizar un
ataque importante en el sector central.10
Comienza la maniobra
Situación al día 16 de noviembre de 1934.
El 10 de noviembre, luego de reordenar las fuerzas cubriendo los claros que produciría
el avance y de una ardua preparación logística en la cual el agua jugaba un papel
fundamental (había que suministrar 2 litros de agua por día a cada soldado y estos
debían llevar dos días de consumo encima).11 , la 1.ª División paraguaya, al mando del
mayor Joaquín N. Barrios, lanzó un fuerte ataque de aferramiento sobre todo el frente de
la 1.ª División de Reserva boliviana que corría de norte a sur.
Avance por el flanco norte
Al mismo tiempo, la 8.ª División ingresó por el flanco norte a la picada Escobar. El día
12, el regimiento RI "Batallón 40" de esa División, aniquiló por sorpresa a un pequeño
batallón del regimiento boliviano Ayacucho. A las 13:00 horas de ese día, el teniente
paraguayo Acosta emboscó en una picada camionable al mayor Celso Camacho, jefe de
Estado Mayor del coronel Murillo, que murió en el ataque. Ese oficial portaba
documentos importantes sobre la disposición de las fuerzas bolivianas y detalles de las
picadas abiertas. La misma unidad chocó con fuerzas bolivianas en el km 28-29 que
revelaron al comando boliviano que una importante fuerza paraguaya avanzaba por el
flanco norte de la 1.ª División de Reserva boliviana siguiendo a las patrullas que ya
habían sido detectadas con anterioridad.
"la retirada en esas circunstancias era peligrosa para nosotros y para el Primer
Cuerpo de Ejército [ubicado al sur y que defendía el fortín Ballivian] [...] en caso de
que el enemigo cortara la picada hacia Cañada Oruro y que para el efecto y en
previsión se trabajaba activamente en una nueva picada para salir a ella"
Jefe de estado mayor Peñaranda Esprella (1964, p. 178)
Por esa razón su única esperanza fue poder disponer, lo más rápidamente posible, de la
2.ª División del coronel Walter Méndez. Hasta ese momento los bolivianos no habían
detectado el avance paraguayo en el sector sur que se había iniciado el día anterior.
Avance por el flanco sur
El domingo 11 de noviembre a las 08:30 horas, la 2.ª División paraguaya, al mando del
teniente coronel Arístides Rivas Ortellado, comenzó su marcha de infiltración sobre el
flanco sur abriéndose paso por el monte a través de la senda bautizada “Vidal” cortando
al poco tiempo el primer camino denominado "S" . Este oficial debutaba en el mando de
una gran unidad y en una misión en la que debía infiltrarse profundamente entre dos
grandes fuerzas enemigas hasta alcanzar la retaguardia de una de ellas por lo que no
pudo menos que recordar que esa misma unidad había intentado hacer algo similar en la
batalla de Strongest donde había quedado aislada.12
El 13 de noviembre, la 2.ª División descubrió una importante aguada a 6 km. al sureste
de El Carmen y que era desconocida por ambos contendientes lo que facilitó la
logística.13
Ese mismo día capturó sorpresivamente el fortín El Carmen ubicado sobre el camino
‘’S‘’.14 El coronel Murillo escapó milagrosamente de caer prisionero debido a la
aparición de esas fuerzas casi en su puesto de mando, un amplio subterráneo cerca de
una hermosa arboleda. Su apresurada huida hacia el este, más cerca del frente, le
impidió llevarse sus pertenencias personales y documentación.14 Esta aparición
sorpresiva por el sur fue evaluada por el Estado Mayor boliviano como un intento de
distracción del enemigo cuyo objetivo era extraer fuerzas bolivianas de la zona Picuiba-
La Faye hacia El Carmen y de esa manera aliviar la situación del Segundo Cuerpo
paraguayo.15 El coronel Óscar Moscoso ordenó cercar a las fuerzas paraguayas que se
habían apoderado de El Carmen sin preocuparse por la presión del brazo norte
paraguayo. El día 14 a las 11:20 horas, Murillo atacó con artillería y morteros desde el
este y noreste al regimiento paraguayo RI-3 "Corrales" siendo rechazado con muchas
bajas.16 A la medianoche de ese mismo día, después de haber girado hacia el norte, la
2.ª División alcanzó el camino “V”, ya en la retaguardia del enemigo, encerrando al
regimiento boliviano RI-16 "Beni" que custodiaba esa salida hacia Cañada Oruro.
El cerco se cierra
Ubicado en la retaguardia enemiga y ante la extraña ausencia de tropas bolivianas en
retirada, el día 15, a las 10:55 horas, el teniente coronel Rivas Ortellado, jefe de la
2.ª División, preguntó al comando si la 1.ª División todavía seguía en contacto con las
fuerzas de Murillo. Estigarribia también pensó que el movimiento de pinzas por el sur
había llegado demasiado tarde y que el enemigo se había desprendido silenciosamente y
había escapado. Ordenó entonces al coronel Garay que, a costa de cualquier sacrificio,
acelerara la marcha para unirse con la 2.ª División. Su única esperanza residía en que el
brazo norte del envolvimiento, que seguía buscando desbordar las líneas defensivas
bolivianas, lograra capturar algunas unidades menores que supuestamente se estarían
retirando hacia el noroeste. Sin embargo, ese mismo día, a las 11:00 horas, recibió
partes de la 8.ª División que indicaban lo contrario, que gran cantidad de tropas
bolivianas estaban avanzando hacia el este, es decir, hacia la División de Murillo que
estaba siendo encerrada.17
Cierre del bolsón
La primera señal favorable se produjo el día 16 cuando un sector de las líneas
defensivas bolivianas sobre el camino “S” colapsó por falta de agua y aparecieron los
primeros prisioneros. Pero la mejor noticia y la más esperada se produjo a las 11:50
horas cuando se supo que la 8.ª División se había enlazado con la 2.ª División en el
camino “V”. La 8ª División había recorrido casi 60 km desde su línea de partida:
27,5 km por el pique "Escobar"; 3,5 km de la picada "Escobar" a la picada "Murillo";
22 km para volver a salir sobre la picada "Escobar" y 5,5 km para interceptar el camino
"V". Este avance lo hizo combatiendo permanentemente contra fuerzas bolivianas cuya
resistencia tendió a decrecer una vez que los regimientos "Corrales" y "2 de Mayo" de la
2.ª División aparecieron por el sur ocupando el fortín El Carmen y zonas adyacentes18 .
Ahora sólo había que averiguar qué había quedado dentro del bolsón.
"Yo seguía con la impresión de nuestro presunto fracaso, y a las 19:15 dirigí al
presidente [Ayala] un telegrama, para satisfacer su deseo de que le estuviese al
corriente de todas las incidencias de la operación en curso, en cuyo éxito, él no
confiaba mayormente. Mi despacho decía así: A pesar de todas las dificultades hoy
interceptamos el segundo camino, pero creo será tarde. No debemos contar por ahora
con gran parte del éxito esperado. Firmado: Estigarribia"
Mensaje del general Estigarribia al presidente Ayala (Molinas, 1979, p. 76)
Luego de algunos intentos fallidos de escape realizados por los bolivianos en diferentes
sectores, uno de ellos dirigido personalmente por el coronel boliviano Walter Méndez,
grande fue la sorpresa del comando paraguayo cuando empezaron a entregarse miles de
soldados bolivianos. Lo que había ocurrido era que al comenzar el ataque sobre las
fuerzas de Murillo por el centro y el sur, la 2.ª División de Reserva del coronel Walter
Méndez acudió en su auxilio sin saber que desde el noroeste la 8.ª División lo estaba
encerrando por la espalda, por lo que eran dos y no una las divisiones que habían sido
cercadas. El día 17, patrullas de combate paraguayas ingresaron al cerco para intimar la
rendición. A las 12:00 horas el regimiento paraguayo RI-3 comunicó que había
capturado al teniente coronel Maximiliano Ortiz, comandante del regimiento RI-16
“Beni”.19
“La tesis del coronel Murillo era que la tropa iba a salir del “corralito” pero lo que
más le preocupaba era salvar el armamento pesado que era realmente valioso y nuevo.
Desgraciadamente no se salvó ni lo uno ni lo otro porque al amanecer del día 16 de
noviembre cuando ya se había perdido la disciplina y la individualidad de los
regimientos, pues estábamos aglutinados y mezclados unos con otros, el coronel
Murillo dio la orden de atacar la línea paraguaya señalando simplemente con el dedo
la dirección en que debía hacerlo cada regimiento con los resultados que eran de
esperar (..) yo había sido llamado para atender al coronel Méndez que había recibido
un impacto de bala felizmente sin consecuencias y esto determinó que me quedara en el
comando (…) prácticamente desierto porque nuestras desbandadas tropas iban
cayendo paulatinamente en poder de los paraguayos (…) al amanecer [día 17] nos
reunimos y descubrimos que estábamos todos los componentes de este minúsculo
despojo de ejército: los coroneles Walter Méndez, Zacarías Murillo, Carlos Peredo, los
tenientes Saucedo, Pereira, algunos suboficiales y yo. (…) al rato, una patrulla
paraguaya guiada por un suboficial boliviano nos intimó a la rendición (…)”
Edmundo Ariñez Zapata (1996), médico cirujano del RC-20 boliviano
El desconocimiento del alto mando boliviano de que eran tres las Divisiones que
Estigarribia había concentrado puede deducirse del extenso telegrama, posiblemente
redactado por el coronel Rodríguez, que el general Peñaranda envió a Salamanca el día
17 de noviembre de 1934:
“En El Carmen no hubo ni envolvimiento total; un regimiento que se aventura por una
senda de 25 kilómetros pasa a corta distancia de nuestra ala derecha y se apodera del
parque divisionario de El Carmen, produciendo desconcierto. Más tarde enemigo ataca
por ala norte; frente nuestra línea de posiciones casi no hay enemigo, en resumen no
hay cerco. Nuestros comandos tratan de reunir sus tropas, aviación constata estas
andan sembradas por pequeños grupos a lo largo caminos, unas logran salir y se
incorporan, generalmente habiendo botado todo y regado municiones, los más
tropiezan con fracciones enemigas, no combaten y se entregan con toda mansedumbre,
por cientos, por miles […] en El Carmen con fracciones aisladas, en menos de 24
horas, nos han dispersado dos fuertes divisiones y se han llevado algunos miles de
prisioneros y gran cantidad de material.”
Cifrado № 740, 17/11/34, Peñaranda a Salamanca (Alvéstegui, 1970, p. 536, vol. 4)
Consecuencias
Al costo de 100 muertos el ejército paraguayo logró capturar a casi 7000 bolivianos con
todas sus armas, camiones, equipos y cañones. La gran cantidad de recursos adicionales
que disponían las dos divisiones bolivianas se explica por los planes que tenían de
atacar por el oeste al coronel Franco y su Segundo Cuerpo de Ejército.20 Escenas
dantescas se vivieron por el estado de deshidratación de los soldados bolivianos
capturados que saturaron completamente la logística paraguaya que tuvo que satisfacer
las necesidades de agua del doble de hombres.21
En medio del desastre, el general Rivera, jefe del estado mayor, llegó a Samayhuate,
sede del comando del ejército boliviano. Allí se encontró con la desagradable sorpresa
de una fiesta en la que participaban oficiales del alto mando y de diversos regimientos.
No era la primera que hacían habida cuenta del montículo de 300 metros de largo de
botellas de cerveza que los soldados que huían penosamente de Ballivián vieron al pasar
por ese fortín, de la reciente advertencia de Salamanca a Peñaranda por el consumo de
alcohol en el frente y del apodo de “alto tomando” como designaban los soldados
bolivianos al alto mando.22 23
Como consecuencia de esta ruptura en el sector central, el general Peñaranda ordenó el
16 de noviembre que los 18 000 hombres abandonaran rápidamente el fortín Ballivián
ubicado al sur dado que podían quedar cercados contra la frontera Argentina. El coronel
Toro, desde su puesto en Carandayty al norte, fue el único que opuso reparos. El Tercer
Cuerpo de Ejército paraguayo, al mando del coronel Delgado, ocupó Ballivián el 17 de
noviembre de 1934 y emprendió la segunda batalla planeada por Estigarribia, es decir,
la persecución de las fuerzas en retirada las que, totalmente desmoralizadas, no pudieron
sostenerse en Guachalla ni en Estrella, posiciones que cayeron los días 21 y 25 de
noviembre. Viendo la escasa voluntad de combate y el incremento de la deserción hacia
la frontera Argentina a través del río Pilcomayo, lo que desintegraba las unidades, el
alto mando boliviano extrajo apresuradamente algunas tropas del coronel Toro, siempre
renuente a desprenderse de ellas, para frenar el avance paraguayo hacia Villa Montes.
El 5 de diciembre las instalaciones militares bolivianas en Cururendá y Samayhuate,
esta última a más de 100 km al norte de Ballivián, después de ser abandonadas por
soldados, personal hospitalario y civiles, fueron demolidas e incendiadas24 . El general
Placek, jefe de la misión checa que asesoraba al ejército boliviano en sectores claves
(instrucción de oficiales, estado mayor e ingeniería) no podía creer que las poderosas
fortificaciones de Ballivián, que él había visitado en septiembre de 1934, hubieran caído
semanas después en poder del ejército paraguayo sin disparar un solo tiro.
La 8.ª División al mando del coronel Garay, luego de ser provista de armas y equipos
nuevos capturados a los bolivianos y de una semana de descanso, fue devuelta por
Estigarribia al coronel Franco para que este llevara adelante la tercera batalla, frenar el
avance del coronel Toro en el sector Picuiba-La Faye, al noreste.
El presidente Salamanca escribió:
"Sobrevino la derrota de El Carmen, que en mi concepto era responsabilidad
inexcusable del Comando. El más grosero descuído que, poco más o menos a sabiendas
del peligro, ocasionó este funesto desastre. Imaginé que el Comando estaría humillado
y que era la ocasión de renovarlo para salvar a Bolivia"
Presidente Salamanca (Arze Quiroga, 1974, p. 19 vol. 4)
Salamanca se convenció finalmente de que había llegado el momento de destituir al
general Peñaranda como comandante en jefe del ejército boliviano.
Notas
1. ↑ De la Pedraja Tomán, 2006, p. 371/375.
2. ↑ Cuadros Sánchez, 2003, p. 145.
3. ↑ Vergara Vicuña, 1944, p. 134 vol. 6.
4. ↑ Peñaranda Esprella, 1964, p. 167.
5. ↑ Rolón, 1963, p. 68/87 vol. 2.
6. ↑ Britos, 1963, p. 45/46.
7. ↑ Rolón, 1963, p. 113 vol. 2.
8. ↑ Arze Quiroga, 1974, p. 172 vol. 4.
9. ↑ Fernández, 1973, p. 162 vol. 5.
10. ↑ De la Pedraja Tomán, 2006, p. 377.
11. ↑ Britos, 1963, p. 35.
12. ↑ Balbuena Rojas, 1976, p. 70.
13. ↑ Balbuena Rojas, 1976, p. 130.
14. ↑ a b Britos, 1963, p. 123.
15. ↑ Britos, 1963, p. 138.
16. ↑ Balbuena Rojas, 1976, p. 152 y 161.
17. ↑ Britos, 1963, p. 137.
18. ↑ Balbuena Rojas, 1976, p. 202.
19. ↑ Vergara Vicuña, 1944, p. 184 vol. 6.
20. ↑ Balbuena Rojas, 1976, p. 147.
21. ↑ Estigarribia, 1950, p. 323/326.
22. ↑ Alvéstegui, 1970, p. 534.
23. ↑ Arze Quiroga, 1974, p. 157, vol. 4.
24. ↑ Casabianca y Boselli Cantero, 2000, p. 313 vol. 6-7.