Bauman La Gran Separacion Segunda Fase

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Ilustración sobre los conceptos de Bauman sobre la Sociedad Situada. Un texto que trae a colación los pensamientos políticos que tenia Aristoteles.

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  • ZYGMUNT BAUMAN

    LA SOCIEDADSITIADA

    FONDO DE CULTURA ECONMICAMxICO - ARGENTINA - BRASIL - COLOMBIA - CHILE - ESPAA

    ESTADOS UNIDOS DE AMRICA - GUATEMALA - PER - VENEZUELA

  • Primera edicin en ingls, 2002Primera edicin en espaol, 2004Quinta reimpresin, junio 2008

    Zygmunt, BaumanLa sociedad sitiada - la ed. 5a reimp. - Buenos Aires: Fondo de Cultura

    Econmica,200S.304 p.; 23x15 cm. (Sociologa)

    ISBN 978-950-557-612-8

    1. Sociologa. 1.TtuloCDD31

    cultura LibreTtulo original: Society undersiege

    2002, Zygmunt Bauman 2002, Polity Press y Blackwell Publishers Ud.ISBN de la edicin original: 0-7456-2409-X

    D.R. 2007, FONOO DE CULTURA ECONMICA DE ARc;ENTlNA, S.A.El Salvador 5665; 1414 Buenos Aires, Argentinafondoesfce.com.ar / www.fce.com.arAv. Picacho Ajusco 227; 14200 Mxico D.F.

    ISBN,978-950-557-612-8

    IMPRESO EN LA ARGENTINA - PR1NTE:."D iN ARCfNTlNAHecho el depsito que previene la ley 11.723

  • 2. La Gran Separacin, segunda fase

    Meditaciones aristotlicas

    Cmo leer la Poltica de Aristteles en una sociedad tan diferente de la queorigin las reflexiones contenidas en ese libro fundamental? Se trata de unproblema por cierto discurible.

    Hay fundamentos ms que suficientes para rechazar de plano la Poltica deAristteles por ser indefectiblemente anacrnica y tajantemente opuesta a ca-da uno de los valores que se espera que la poltica contempornea promocio-ne (como, por ejemplo, la igualdad de las mujeres, las libertades individualeso la universalidad de los derechos humanos). Sera fcil acumular argumentospara descartarla citando sentencias provenientes de una mentalidad completa-mente ajena que chocan violenta e inflexiblemente con nuestra doxa, ese sabersubliminal, esa piedra maestra de la percepcin tan profundamente sumergi-da que rara vez emerge en el umbral de la atencin, si es que siquiera emerge;aquello con lo que pensamos, antes que aquello acerca de lo que pensamos.Consideremos, por ejemplo, lo siguiente: "Aquellos [... ] que son tan inferio-res a los otros como lo es el cuerpo con respecto al alma, y los animales conrespecto al hombre, son esclavos por naturaleza, y es beneficioso para ellos, co-mo corresponde a los seres inferiores, vivir al servicio de un amo". O bien: "Lafortaleza del hombre se ve cuando manda; la de la mujer, cuando obedece".'Estas dos sen tencias (y hay muchas otras parecidas) seran suficientes para re-legar el magnum opus de Aristteles a donde pertenece -a pocas pasadas- ymantenerlo all, confinado al inters exclusivo de los historiadores, los etn-grafos y los coleccionistas de objetos curiosos.

    No es sta, sin embargo, la nica manera de leer a Aristteles. Aristtelesno era un escritor de ciencia ficcin, sino un agudo observador dotado de unavista exquisitamente precisa, y un diligente cronista de la realidad provisto de

    I Aristteles, Politics, Everyman, 1959, pp. 11 Y25. Traduccin de John Warrington.

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    una afilada pluma igualmente exquisita. Difcilmente pueda culprselo de nohaber sido consciente de lo que hoy sabemos y por percibir como "naturales"formas de la vida humana distintas a las nuestras. No poda pasar por sobrela realidad social de su poca, y ciertamente no lo hizo. Pero s se destac desus contemporneos por atravesar la accidentalidad del presente, alcanzandoalgunos atributos permanentes, aremporales, del ser-en-el-mundo de los hu-manos. Nada ha ocurrido desde Aristteles, ni en nuestra experiencia delmundo ni en nuestro relato de esa experiencia, que pueda invalidar su cate-grico veredicto de que "un hombre que no puede vivir en sociedad, o queno tiene necesidad de hacerlo por ser aurosuficiente, es o bien un animal oun dios". Algunos aspectos de la existencia humana son en apariencia resis-tentes a la labor del tiempo, y Aristteles fue un gran maestro del arte de des-cubrirlos y articularlos en algo as como unos "prolegmenos para toda socio-loga futura".Las reflexiones de Aristteles en cuanto a las condiciones sine qua non, uni-

    versales, arernporales, y por cierto trascendentales de la comunin humanahan resistido el paso del tiempo de manera ejemplar. Sin embargo, no resistie-ron porque todas las formas conocidas de comunin humana se hayan enfren-tado al desafo y hayan cumplido efectivamente con las condiciones, sino msbien porque a lo largo de la historia de la humanidad estas reflexiones no handejado de atormentar, fastidiar y dar trabajo a la imaginacin humana; de mo-do que continuaron impidiendo que cualquier forma de comunin en parti-cular se fijara como lmite de las posibilidades humanas, osificndose en un l-timo estadio de la historia de la humanidad que desautorizara cualquiercambio ulterior. Los fundamentos de la cohabitacin humana postulados porAristteles conservan su actualidad porque hasta el momento han permane-cido incumplidos, por resolver, noch nicht geworden. Bien podra describrse-los como filosos puales apoyados contra la garganta del futuro; o como pasen la carne de todos los regmenes, formas del Estado o jerarquas de poderexistentes. Es ese permanente incumplimiento lo que ha hecho a esos funda-mentos. si se los mide con la vara de la historia humana, eternos; y asimismo,les ha asegurado la supervivencia.

    "Por qu es el hombre un animal poltico, ms que cualquier abeja u otracriatura gregaria?", se pregunt Aristteles, y respondi:

    2 Aristteles, Politics. ob. cir.. p. 8.

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  • LAGRAN SEPARACION, SEGUNDA

    [E]! hombre es el nico animal dotado de lenguaje [... ] [E]I poder del len-guaje se encuentra en la intencin de expresar qu es ventajoso y qu daino,qu es JUSto y qu es injusto. Es precisamente en esto en lo que el hombre sediferencia de los otros animales: slo l tiene nocin del bien y el mal, de lajusticia y de la injusticia; y es en asociacin con otros seres vivientes que po-seen de este don como constituye una casa y un Estado.

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    Por qu? Porque podemos, acertadamente o no, imaginar la virtud comouna propiedad individual con la que el individuo carga incluso solo y sin ayu-da, cosa que no podemos hacer del mismo modo con respecto a la justicia.La justicia, segn Aristteles insiste, "est ligada al Estado: su administracin,que consiste en determinar qu es justo, es el principio ordenador de la so-ciedad poltica".'Hay, propone Aristteles, un sequitur irrebatible que conecta la nocin del

    bien y del mal (y los seres humanos, sujetos a la bendicin/maldicin del len-guaje, no pueden sino tener tal nocin) con el hecho de juntarse bajo un sis-tema degobierno. Despus de todo, es slo en el Estado y a travs del Estadoque la nocin de! bien y el mal puede encontrar su cumplimiento en el ordenjusto de la vida comn. El deseo de volcar la nocin del bien y el mal en unrgimen de justicia, y luego de ello la necesidad de administrar ese rgimen,son las mismas razones por las que "slo un animal o un dios" pueden pres-cindir de la sociedad. La bsqueda de la justicia es Jo que hace a la necesidadde una vida en comn evidente en s misma, y a la vida en comn bajo unsistema de gobierno la esencia de la condicin humana; 10 que trasciende, po-dra decirse, todas las formas, histricamente determinadas y siempre provi-sionales, de la cohabitacin humana.

    La "justicia", sin embargo, es un concepto "discutible por definicin" y,por esa misma razn, destinado a permanecer siempre abierto. Ninguna delas formas "realmente existentes" del Estado (ni el mismo Aristteles, a pesarde haber repasado todas las que conoca y poda conocer) se ha sustrado (nipoda sustraerse) a las crticas; ninguna poda ser inmune a la erosin. Dadala naturaleza intrnsecamente discutible de todas y cada una de las articula-ciones del ideal, ninguna de sus encarnaciones genuinas o supuestas poda pa-sar la prueba sin ser salpicada. Esto no est en Aristteles, pero puede decir-se que la huella ms notable de la presin que el anhelo de justicia ejerce

    -, Aristteles, Poliiics. ob. cir., pp. 7-8.

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    sobre las sociedades humanas es precisamente esa circunstancia: el hecho deque ninguna sociedad pueda decirse "cumplidamente justa", y que todas lassociedades piensen de s mismas, ti otras se lo muestren, que no son lo sufi-cientemente justas. El anhelo de justicia impide que el cuerpo poltico perma-nezca esttico. Una sociedad es justa en tanto y en cuanto nunca deje de cri-ticar el nivel de justicia que ha alcanzado y busque, cada vez, ms y mejorjusticia.

    Por lo tanto, un sistema de gobierno, el Estado, no es cualquier concu-rrencia de personas. Para formar un sistema de gobierno no alcanza con quecierta cantidad de gente habite el mismo territorio. Tampoco alcanza, comoinsiste Aristteles, con que toda esa gente "tenga el derecho a presentar unademanda en la corte, y a que le presenten una". La concesin del derecho aentablar demandas est lejos de ser suficiente para satisfacer las duras exigen-cias de la justicia. No hace ms que otorgar a los sujetos la proteccin del Es-tado, y el derecho a exigir resarcimiento, en caso de que se sientan daados uofendidos por otros sujetos y en caso de que las leyes del Estado prohban odesautoricen ese dao u ofensa. Nada dice, sin embargo, acerca de la natura-leza de esas leyes. En particular, guarda silencio en cuanto a si las leyes del Es-tado coinciden o no, y hasta qu punto, con lo que la gente que integra esesistema de gobierno considera "justicia". Nada dice acerca del deber de los le-gisladores de prestarle odos a la idea de justicia que tiene la gente. Puede vis-lumbrarse una alusin a la idea aristotlica de ciudadana en las observacio-nes crticas del suspicaz comentarista poltico joe Klein en el New Yorker del4 de junio de 2001: "El gobierno se ha convertido en una forma de consu-mismo, y no de ciudadana: uno compra el partido que aparentemente leofrece un mejor negocio o mejores servicios". Utilizando el vocabulario de es-tos tiempos, podramos decir que ser ciudadano no alcanza para ser consumi-dor de los servicios estatales.

    Los seres humanos, conocedores de la diferencia entre el bien y el mal, noestaran satisfechos con ningn acuerdo, por ms acomodado y agradable queste pudiera ser, que les quitara roda participacin a la hora de decidir entrelo justo y lo injusto. Ser miembro de un sistema de gobierno no se reduce autilizar las leyes para la propia proteccin o el ascenso personal. Necesaria-mente, debe comprender la participacin en la formacin de las leyes y elcuidado de que las leyes, una vez formadas, sean armnicas con la idea dejusticia. Slo un sujeto del Estado que rena esas condiciones puede ser lla-mado "ciudadano". "La caracterstica particular" del ciudadano, segn Aris-

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    tteles, es "que tiene participacin tanto en la administracin de justicia co-mo en el ejercicio de cargos pblicos", que "tiene derecho a participar en laadministracin judicial o deliberativa de un Estado en particular". Por esa ra-zn, es correcto decir que esa definicin de "ciudadano" es "particularmenteadecuada para el ciudadano de la democracia". No hay ciudadano que seadigno de ser llamado as en un Estado sin "asamblea popular" en la que sepongan a consideracin, se evalen crticamente, se discutan y se modifiquenlas leyes del pas' Y, podramos agregar, no puede haber un sistema de go-bierno digno de ese nombre sin la mencionada "asamblea popular".

    La poltica como crtica y proyecto

    El Oxford English Dictionary (OED) informa que, en el momento de serregistrada por primera vez (en 1449), la palabra "poltico" expresaba el sen-tido de "constitucional", en tanto distinto de (y opuesto a) desptico o ti-rnico. Sin embargo, este uso, como comenta inmediatamente el ED,"hoy en da ha sido superado", Parece como si el legado de Aristteles hu-biera sido desempolvado y reapropiado en el umbral de la modernidad ensu prstina esencia original de lo ideal enfrentado con la realidad recalci-trante; o como un parmetro para medir las formas actuales de comuninhumana, exponer sus puntos flacos, condenarlas, y repararlas o reemplazar-las. Sin embargo, parece que en lo que concierne a esa labor no ha resisti-do bien el paso del tiempo.Cuando se lo introdujo por primera vez en el ingls vernculo, el concepto

    de lo "poltico" era un grito de guerra y un llamamiento a las armas. Hoy enda, ese significado se ha perdido porque, como tantos otros conceptos/pro-gramas (por ejemplo, el de cultura o civilizacin), si bien se lo haba acua-do originariamente como una crtica de la realidad, luego se transform enuna "descripcin objetiva" de aqulla cuando sus heraldos y misioneros seconvirtieron en los administradores de esa realidad.

    Desde entonces, los analistas y tericos polticos han identificado a la"poltica" con las prcticas correspondientes a las formaciones polticas "real-mente existentes" que usurparon el nombre de "proceso poltico" para adju.

    4 Aristteles, Poltics, oh. cir., pp. 67-68.

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    dicrselo a sus propias acciones a la vez que censuraban y vilipendiaban, altratar de innoble

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    rias deben confiar en que las cosas pueden cambiar, y que es el accionar hu-mano lo que puede motivar el cambio. Deben ser capaces de creer en la ap-titud prctica de los ciudadanos para cambiar el sratu qua si no lo encuen-tran de su agrado.

    En resumen: si el Estado es capaz o no de llevar a cabo el propsito (an-helo, esperanza, expectativa, premisa) fundamental en la concepcin de Aris-tteles, eso es algo que depende en ltimo trmino de la implementacin delmodelo aristotlico de ciudadana. En el lxico de Cornelius Castoriadis, laautonoma de la sociedad (la capacidad de cambiar las cosas) y la autonomade sus miembros (\a capacidad de elegir qu se debe cambiar) son condicinindispensable la una de la otra, Slo puede alcanzrselas conjuntamente; yconjuntamente pierden intensidad y se apagan. Slo conjuntamente puedereconocrse1as y persegurselas; y ninguna de las dos sobrevivira si se renega-ra de la otra o se la abandonara.

    El Estado moderno como crtica institucionalizada

    El Estado premoderno no conoca la ciudadana ni la practicaba. Eso no im-peda que se produjeran rebeliones contra la injusticia, o que se promovieranmodelos de supuesta justicia a travs de la crtica y el rechazo del estado decosas que se considerara injusto. Pero slo en algunos casos, como lo descu-bri Barrington Moore [r., el sufrimiento se censuraba por "injusto", y porende era pasible de suscitar rebelda. De hecho, slo el "sufrimiento adicio-nal", ms doloroso que el dolor ms reciente y an vvidamente recordado,tenda a ser tachado de "injusto". Los siervos feudales se rebelaron en nom-bre de un regreso al statu quo ante, en nombre de la restauracin del Rechts-gewohnenheiten, de la carga acostumbrada de exigencias sobre su trabajo yproduccin, por ms duras que pudieran haber sido aqullas, y por ms do-lor que les hubieran causado. La medida acostumbrada de sufrimiento no erauna causa para la rebelda. Haba que sufrirla con placidez y mansedumbre,porque no se la consideraba una obra humana; y por esta ltima razn, se lavea ms all de la voluntad de los hombres.

    Al atribuir a la especie humana la capacidad de concebir inmaculadamen-te, siempre desde cero, su propia condicin, y de ser la nica duea de su pro-pia existencia, la modernidad abri de par en par las puertas al disenso y a laresistencia contra todo tipo de situacin que se considerara desagradable y re-

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    sultara dolorosa. En principio, ningn tipo de sufrimiento poda escapar a lacondena slo por su supuesto origen o fundamento inhumano o suprahurna-no. De all en ms, ninguna de las situaciones que se consideraban tolerablesestara a salvo de la posibilidad (la certeza.'] de una futura redefinicin que latildara de sufrimiento injustificado (y nada haba que pudiera impedir que sereclamara esa redefinicin). Poner en marcha la rectificacin/compensacindependa de que hubiera un reclamo lo suficientemente convincente como pa-ra atraer Jos recursos necesarios. A medida que cada vez ms variedades de su-frimiento humano fueron "desencantadas" (eso es, reclasificadas como de fac-tura humana), el umbral de tolerancia al malestar fue disminuyendo. Despusde todo, la modernidad era una promesa de felicidad universal y de elimina-cin de todo sufrimiento innecesario. Era, asimismo, la determinacin de.re-clasificar todo sufrimiento como innecesario.Cuando hace setenta aos, en El malestar en la cultura, Sigmund Freud es-

    boz el retrato de una modernidad que se llamaba a s misma civilizacin (esoes, un modo de vivir en comunin que daba un barniz ms humano al des-tino de los hombres), tom la libertad con respecto al dolor y a otras formasde infelicidad como el miedo o la fealdad como el rasgo ms saliente de laexistencia civilizada. Se esperaba que la libertad con respecto al sufrimiento yal miedo de sufrir favoreciera la voluntad de experimentar y de hacer frente alos riesgos que la autodeterminacin requiere, y que de ese modo se facilita-ra y se salvaguardara la libertad de la constitucin de los individuos por smismos. El autogobierno de la especie humana deba hacer de cada uno delos miembros de la especie el gobernadot de su propio destino. Debido a quela soberana de accin era una prerrogativa del Estado, el cumplimiento deesa empresa recaa sobre el poder del Estado para legislar e imponer su vo-luntad. En trminos de Jacques Ellul: "Quin, en opinin del hombre mo-derno promedio, deba reorganizar la sociedad para que finalmente sta pa-sara a ser lo que deba ser? El Estado, siempre el Estado"." Desde sus inicios,el Estado moderno se carg con una responsabilidad enorme, y ciertamenteabrumadora. No haba otra fuerza a la vista, humana o inhumana, a la quepudiera responsabilizarse por el sufrimiento humano o por la indecisin y laexcesiva lentitud de la cura: "ltimamente, todos los problemas son polti-cos, y slo pueden resolverse por vas polticas". En palabras de Ernst Cassi-

    (, [acques Elull, L'iliusion politique, 1965; se cita aqu de la traduccin de Konrad Kellcn. ThePoliiical Iiiusion. Randorn House, 1972, pp. 186, 185.

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    rer, se les asign a los lderes polticos modernos el papel del "curandero queprometa curar todo los males de la sociedad"."

    Elprecio de la emancipacinEl inconveniente era que si la tarea que el Estado -en tanto agencia soberanay encarnacin final de una humanidad que se sostena y gobernaba a s mis-ma- haba encontrado un da junto a su puerta era una carga quizs dema-siado pesada, la independencia y la responsabilidad para con uno mismo queimplicaba haberse emancipado de toda coaccin era aun ms abrumadora.Ese ltimo descubrimiento llev a los observadores ms lcidos a la conclu-sin de que "si el hombre simplemente 'siguiera sus propios instintos, no bus-cara la libertad; ms bien optara por la dependencia... [L]a libertad sueleconsiderarse ms una carga que un privilegio'": o que ya que la creciente so-ledad acompaa inevitablemente a toda individuacin, la liberacin indivi-dual suele acompaarse de "una sensacin de impotencia y nerviosismo", yde ese modo "suele suscitarse el impulso de renunciar a la propia individua-lidad, y de deshacerse de esa sensacin de soledad e.indefensin sumergin-dose completamente en el mundo exterior"."A lo largo de la mayor parte del siglo xx, recorri Europa el espectro del

    Estado todopoderoso, que estaba listo para aprovechar la oportunidad que leofreca la masiva "huida de la libertad", y que ofreca gustosamente ese "su-mergirse en el mundo exterior", que era un sueo tranquilizador ms que unapesadilla para los individuos solitarios, miedosos y abandonados. Para obser-vadores como Hannah Arendr, la reflexin poltica acerca del rumbo que es-taban siguiendo los Estados-nacin, que quizs haban ido ms all de unpunto sin retorno, estaba plagada de sombras premoniciones de la "tenden-cia totalitaria" que se vislumbraba nuevamente con cada sucesiva respuestadel Estado a los nuevos problemas que se le suscitaban. Los "nuevos proble-mas" no escaseaban nunca, y se esperaba que surgieran ms en el mundo tur-bulento de las guerras interestarales y de las batallas sociales en el seno del Es-tado. Como observ Cassirer, "en lo que respecta a la poltica, siempre se est

    Ernst Cassircr. TbeMyth 01the State,Doubleday, 1955, pp. 362-363,H dem.9 Erich Promm, The Fearo/Freedom, Routledgey KcganPaul, J960, p. 23 [rrad. esp.: El mie-do a la libertad, Barcelona, Planeta-De Agostini, 19941.

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    sobre suelo volcnico. Debemos estar preparados para las convulsiones yerupciones abruptas"." Otros, como Orto Schmitt le dieron la bienvenida alTotale Staat como un acontecimiento que poda ser cualquier cosa menos mi-[enarista, el Segundo Advenimiento del sagrado orden que haba sido perdi-do u abandonado con imprudencia no slo del cuidado y la solidaridad, si-no asimismo de la comunidad que todo lo absorba, regulaba y devoraba.

    Puede que los pronsticos hayan abarcado todo el espectro, desde la alegrasin mancha a la desesperanza ms sombra, pero las expectativas eran sorpren-dentemente similares. Las representaciones distpicas del futuro de GeorgeOrwell y Aldous Huxley, por lo general consideradas diametralmente opues-tas, diferan de hecho en todos los aspectos, menos en uno: en ambas habaun rgano que detentaba el poder supremo, que a pesar de estar para siem-pre y firmemente ubicado ms all del alcance de sus sujetos, penetraba has-ta el ltimo rincn de las vidas de stos. Supervisaba cada paso que los suje-tos daban o podan dar y castigaba despiadadamente a cualquiera que sepasara de la raya (esto es, si el adiestramiento previo no cortaba de raz la mis-ma posibilidad de un comportamiento tan imprudente). Una vez que acabde absorberse y digerirse el impacto de los totalitarismos nazi y bolchevique,el Panptico de [crerny Bentham (con su vigilancia ubicua y minuciosa, y sutajante divisin entre vigilantes y vigilados), redescubierto y reciclado porMichel Foucaulr. fue recibido por aquellos cuya opinin deba escucharse co-mo el modelo tan buscado, y eminentemente preciso, del Estado contempo-rneo y de la tendencia inherente a todo poder moderno.El Estado omnisciente, omnipresente y omnipotente del que habra de ve-

    nir la esclavirud final (o, para algunos pensadores, la liberacin) del indivi-duo se consideraba sobredererminadc. La causa de la sobredeterminacin erala convergencia de dos tendencias distintas aunque complementarias: el ma-lestar de los individuos ante la necesidad de elegir, y el celo de los polricossedientos de poder para reducir la posibilidad de eleccin a un mnimo, o pa-ra prohibirla del todo. Theodor W.Adorno, a rono con el espritu de la po-ca, trabaj copiosamente a partir de ambas tendencias y su encuentro final."

    10 E. Cassircr, TbeMyth o/the Sta/e, ob. cir., p. 351.ji Theodor W Adorno, Engriffi. Neun kritische Modelle, Suhrkamp Verlag, 1963, y Sictnoor-te. Kritiscbe Modelle 2, Suhrkamp Verlag, 1969. Se cita aqu la traduccin de Hcnry WPickford, Critica!Models: Interventions and Caictnoords, Columbia Universiry J'ress, 1998,pp. 118, 139.

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    Al ver simultneamente estimulado y frustrado su "narcisismo individuar', losindividuos desilusionados buscan compensacin, y la encuentran, en el "narci-sismo colectivo que les restituye como individuos algo de la autoestima que lamisma colectividad les quita y que esperan recuperar por completo por mediode su engaosa identificacin con aqulla". Por otra parte, sin embargo, "el te-ma religioso de la corrupcin de la humanidad a parrir de la cada de Adnadopta un nuevo disfraz, ya radicalmente secularizado en Hobbes. distorsiona-do al servicio del mal en s mismo. Debido a que es supuestamente imposibleque la gente establezca un orden justo, se les encomienda el existente orden in-justo. Lo que Thomas Mann, al criticar a Spengler, llam el 'derrotismo de lahumanidad' se ha expandido universalmente". A los individuos les sentabanmal unas responsabilidades que se les antojaban prcticamente imposibles demanejar; y los gobernantes del Estado estaban ansiosos de aliviarlos de sus res-ponsabilidades individuales, quitndoles con ello la libertad a sus sujetos.Pocos pensadores del siglo pasado (y su nmeto fue disminuyendo a me-

    dida que pasaba el siglo) dieron demasiado crdito a las posibilidades de lademocracia postulada por Aristteles como la unin de un sistema de go-bierno autnomo con sus ciudadanos tambin autnomos. Algunos se la-mentaron al esfumarse los sueos de la Ilustracin; otros vertieron unas po-cas lgrimas en el funeral de algo que desde un principio consideraban unailusin abortiva y condenada al fracaso, el hijo bastardo de unas esperanzasinsensatas. Pero casi ninguno predijo para la democracia un futuro largo, ymenos an apacible. Las opiniones ms dismiles dejaban traslucir un funda-mento comn: acordaban firmemente en que el poder del Estado crecera enproporcin inversa con el de sus sujetos. Los observadores estaban de acuer-do en que era posible que el colapso de las ilusiones democrticas hubiera es-tado determinado desde un principio por la endmica incapacidad de los in-dividuos para la autodeterminacin (en particular, para la autodeterminacinautnoma y la independencia de criterio que la democracia exige), pero quede todos modos, seran el Estado y sus gobernantes vidos de poder quienesen ltimo trmino le daran el [OUp de grce final.

    La nueva encarnacin del Gran Hermano

    Para medir la distancia que separa a la generacin actual y a sus temores delos temores que articularon Adorno, Arendt, Cassirer, Frornrn, Huxley u Or-

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    well, haramos bien en examinar ms al detalle el espectculo pblico llama-do Gran Hermano que cautiv a las cadenas de televisin y a sus televidentes.De la noche a la maana, era el tema del momento. Uno podra permitirsepensar que su meterico xito no habra sido tal si el estilo de vida que mos-traba Gran Hermano (o el programa francs Loft Story, o el angloamericanode preguntas y respuestas The Wakest Link) no hubiera sido ya la nica acti-vidad del momento." la ms absorbente, y quizs la nica.En algn momento de 1999, observando a un grupo de personas que

    haban sido encerradas por un mes en una cpula de vidrio en el desiertode Arizona, John de Mol, oriundo de Hilversum, tuvo, segn sus propiaspalabras, "un maysculo destello" de inspiracin.':' Inicialmente, su crea-cin fue puesta en el aire en el pequeo canal privado "Veronica"; fue unxito instantneo, y las principales cadenas de televisin le arrancaron laidea de las manos; desde entonces se la reprodujo en veintisiete pases (y elnmero sigue creciendo, rpidamente por cierto), haciendo de su inventorel segundo hombre ms rico de Holanda. El xito de Gran Hermano fue fe-nomenal incluso para los estndares televisivos acostumbrados a inflar losratings por motivos publicitarios. Acerca de la versin francesa de GranHermano (llamada Loft Story), Ignazio Ramonet escribi que "nunca antesen la historia de los medios franceses" se haba producido un acontecimien-to que "inflamara, fascinara, conmoviera, agitara, perturbara, sobreestimu-lara e irritara por igual al pafs";':' haciendo sombra a eventos contempor-neos que normalmente son extremadamente populares como el festival deCannes y la final de la Copa de Francia de ftbol. En Gran Bretaa, se es-tima que alrededor de 10 millones de jvenes de 18 a 25 afias votaron a fa-vor o en contra de los participantes de Gran Hermano. Habra que compa-rar esa cifra con el milln y medio de personas en esa misma franja etariaque se espera que voten en las elecciones generales."

    La locucin the oniy game in town, que significa literalmente "el nico juego [que hay] enla ciudad", se suele utilizar en ingls para dar a entender que aquella de la que se habla es"la nica actividad" o e! "nico negocio" del lugar. Aqu traducimos "la nica actividad de!momento", para respetar el juego de repeticin y referencia mutua con "el tema del mo-mento". (N. de T)

    12 Vase l.Express, 5 de mayo de 2001, p. 64.l., Ignazio Ramonet, "Big Brothcr", en: LeMonde Diplomatique, junio de 2001, pp. 1 Y24-25.. Vase "The Editor", en: Guardian, 2 de junio de 2001.

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  • LA GRAN SEPARACN, SEGUNDA FASE 83

    La perspicacia de [ohn de Mol fue ciertamente notable: descubri una de-manda an sin explotar, algo que cientos de millones de mujeres y hombres deveintisiete pases, pegados a las pantallas de sus televisores, deben haber nece-sitado desesperadamente, y esperado con impaciencia. Algo a lo que, tambincon un destello, recibiran con los brazos abiertos porque daba sentido a laexperiencia de sus vidas; pero fundamentalmente porque legitimaba un es-tilo de vida que los inquietaba, y porque lavaba el estigma de una forma devivir de la que, segn sospechaban, deban avergonzarse. Los 5.400 millonesde dlares por los que fue vendida finalmente Enterrainment, la compaa deDe Mol, a Telefnica de Espaa dio la medida de cunro estaban dispuestosa pagar esos millones de televidentes por la ansiada absolucin ...No resulta asombroso: el espectculo de Gran Hermano guarda un increble

    parecido con la experiencia ms familiar de los espectadores. En ese programa,doce hombres y mujeres, dueos de un pasado desconocido y de un futurodivergente, pasan algunas semanas juntos, enfrentados a la tarea de construira partir de la nada una forma de vida comn sin promesa alguna de durabi-lidad. Saben desde el primer momento que desaparecern de la compaa,uno por uno, y que su tarea es precisamente hacer que los otros desaparezcanprimero ... Si fallan, esas mismas personas a 13..'\ que no haban querido o P'>ddo expulsar los expulsarn a ellos.

    Mientras se desarrolla esa competencia de vida o muerte "como se ve enla tele", el resto del mundo permanece invisible; ni los participantes ni los es-pectadores saben a ciencia cierta de dnde vienen la comida y los juguetes, niquin ha decidido cul ser la prxima prueba. "Gran Hermano" es el nom-bre genrico de ese resto del mundo; y se demuestra una y otra vez cun ca-prichoso e impredecible es ese mundo, que pasa rpidamente de una sorpre-sa a otra, y se guarda siempre un as en la manga. Esto es -puede que sea estolo que sienten los especradores.. lo que han estado percibiendo o sospechan-do desde un primer momento, pero que no haban sabido cmo articular conclaridad. Ahora lo saben. Y les sirve de consuelo: ahora saben (o al menos, lohan visto de manera vvida) que lo que pensaban que se deba a sus propiasfaltas, personales y nicas, o a la mala suerte, responde en realidad a la formay al funcionamiento del mundo.

    Tras los pasos de Gran Hermano lleg The Weakest Link otro xito televi-sivo de fin de siglo, en este caso, inventado en Gran Bretaa e importado po-co despus, a cambio de una enorme suma de dinero, por los Estados Uni-dos. The Weakest Link repite el mensaje de Gran Hermano, pero adems dice

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  • 84 POLfTICA GLOBAL

    a viva voz lo que Gran Hermano susurraba: se forman equipos cuyo nico ob-jetivo es el ascenso de sus miembros ms astutos, sin ningn otro valor o uti-lidad. Al comienzo de The Weakest Link hay seis personas, pero todos sabenque slo una llegar al final, recolectando todo el dinero que haban ganadolos "miembros del equipo" que debieron dejar el programa, uno por uno, conlas manos vacas. Despus de cada ronda de preguntas que deben contestarindividualmente, los "miembros del equipo" desechan a uno de sus compa-eros, al que llaman, precisamente, "che weakest link", es decir, "el eslabnms dbil", con el fundamento de que agreg poco dinero a la cuenta queluego ser la ganancia privada del ltimo (y an desconocido) sobreviviente.Quienes reciben los votos negativos, y a quienes por ende se excluye del pro-grama, son puestos ante las cmaras, y se les pide que confiesen pblicamen-te las ntimas debilidades a las que deben el fracaso. Abierta o implcitamen-te, se confirma lo justo y apropiado de la historia que se desarrolla ante losojos de los televidentes: es un mundo duro, en el que los derrotados sufren laderrota porque se la han buscado, y donde los fracasados no pueden culpar-se ms que a s mismos, privados del derecho a reclamar compensacin, oaunque fuere compasin, por su infortunio.

    Ms que ninguna otra cosa, los dos programas de televisin ms popula-res son ensayos pblicos de la desechabilidad de los seres humanos. Ofrecen,por el mismo precio, indulgencia y advertencia. Nadie es indispensable, na-die tiene derecho a cosechar su parte del esfuerzo comn slo porque en al-gn momento ha contribuido con el cultivo de aqul, y menos an porquesimplemente form parte del equipo. La vida es una dura competencia paragente dura. Cada juego comienza desde cero, los mritos pasados no cuentanpara nada, uno vale tanto como los resultados de su duelo ms reciente. Ca-da jugador, a cada momento, juega para s mismo; y para progresar, y msan para alcanzar la cima, uno debe primero cooperar para excluir a los queobstruyen el camino, y finalmente burlar a aquellos con los que haba coope-rado. Si uno no es tan duro como los otros, y menos escrupuloso an, sernlos otros quienes lo apartarn del camino, rpidamente y sin miramientos.Los ms aptos (es decir, los menos escrupulosos) son quienes sobreviven.

    La familia de los juegos que capturan la imaginacin de millones de per-sonas y los mantienen pegados a la pantalla de sus televisores (no dejan deaparecer versiones "nuevas y mejoradas" de estos juegos, buscando un xitocomparable al astronmico del original; la ltima adicin, en el momento enque escribo, es el juego estadounidense Survivor, "Sobreviviente", que lleva el

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  • LAGRAN SEPARACIN, SEGUNDA fASE 85

    apropiado subttulo "No confes en nadie") ha llegado a ser conocida con elnombre genrico de "Gran Hermano". Este nombre sola ser muy conocidopara las generaciones que haban crecido a la sombra de las torres de vigilan-cia del "Siglo de los Campos", y por cierto, les era dolorosamente familiar.Inmortalizado por Orwell, era sinnimo de un poder despiadado e inescru-puloso que marcaba el camino a seguir, prescriba la manera en que deba se-guirse, y destrua a cualquiera que osara negarse a seguir las rdenes que esepoder expeda, o que no fuera capaz de satisfacer por completo las exigenciasde ste. El Gran Hermano de Orwell deseaba que todos se comportaran se-gn su deseo. Saba qu era exactamente lo que quera que hicieran, y no eraindulgente ante la desobediencia, por mnima que fuera. El Gran Hermanode Orwell administraba las vidas de sus sujetos, de la cuna al atad. Asimis-mo, el Gran Hermano era conocido por exigir a sus vctimas amor y gratitud;el Gran Hermano reinaba sobre un reino de ambigedad y doble discurso.En ese reino, la esclavitud significaba libertad; el dolor, cura; y la opresin,emancipacin.

    Si era eso lo que se entenda por Gran Hermano cuando George Orwclllo retrat, llamar "Gran Hermano" a la mencionada familia de programas detelevisin es poco apropiado (habra sido mejor llamarla "Nuevo Gran Her-mano", como al "Nuevo Laborismo" de Tony Blair). Si no se lo ve de ese mo-do, es por el hecho de que la generacin actual se ha olvidado por completodel viejo significado del trmino, por lo cual ste se ha convertido en un ca-parazn verbal vaco que puede ser llenado con otro contenido experiencia].Ese caparazn se us alguna vez para reunir y distribuir los temores que aque-jaban a los contemporneos de OrwelI, yel recuerdo de esa funcin determi-na sus actuales usos. Se lo sigue utilizando para recolectar y conservar temo-res. Slo que, hoy en da, los temores son otros.El Gran Hermano de los programas de televisin no tiene rostro. De to-

    das maneras, no necesita uno, porque ahora, a diferencia de su anterior en-carnacin, ya no exige amor, ni a tal efecto devocin o lealtad. Este GranHermano es un tipo eminentemente til (es, despus de todo, "el resto delmundo", y no habra mundo sin ese resto), y lleva a cabo su tarea con la so-la condicin de que sus pupilos se abstengan por completo de interferir conl y acepten sus designios sin manifestar curiosidad, y menos an mostrarseinquisitivos, por sus motivaciones. Bajo esa condicin fcil de aceptar, y noparticularmente engorrosa, Gran Hermano provee a sus pupilos de todo loque necesitan para hacer su juego: un ser completamente equipado, camas y

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    ropa de cama, comida y utensilios de cocina; incluso juguetes e ideas paranuevos juegos que alejen el aburrimiento y mantengan a los reclusos entrete-nidos y contentos. Proporciona el terreno de juego y se ocupa de que estequipado con los artilugios que se necesitan para jugar. Pero el resto dependede uno. El Gran Hermano es de los que acostumbran decir "no nos llame,nosotros nos comunicaremos con usted". No tiene sentido cuestionar o pro-testar por sus decisiones. Las apelaciones quedaran sin respuesta. Sin embar-go, y fundamentalmente, al Gran Hermano no le importa lo que uno hagacon los juguetes y artilugios que le dio, cmo los use o para qu. Tampoco leimporta si uno gana o pierde, ni cul de los participantes terminar el juegomejor posicionado y cul peor. Gran Hermano es imparcial No se lo puedellamar cruel, por lo que no hay razones para combatirlo. Pero si se lo llama"justo", eso slo puede ser en cuanto a que es indfirente. De modo que nohay motivos para reclamarle una justicia errada o deficiente.

    El resto, permtaseme repetirlo, depende de uno. Ese resto es un juego desuma cero. Uno gana tanto como los otros pierden, ni un centavo ms. Y lasganancias de los otros sern las prdidas propias. Por ende, no tiene muchosentido aunar fuerzas y actuar concertadamente; a menos que lo que unotenga en mente sea una alianza manifiestamente temporal, un peldao de laescalera que uno trepa. que ya no necesitar cuando haya alcanzado el si-guiente. Las alianzas son beneficiosas mientras ayuden a avanzar. Una vez quedejan de servir a tal efecto. se vuelven instantneamente superfluas o directa-mente dainas. De ser un recurso pasan a ser una carga. y pobres de quienesdejen de advertir el momento en que eso sucede.

    Gran Hermano es un juego de exclusin. Excluir a los otros sin ser exclui-do (es decir, excluir a los otros antes de que lo excluyan a uno) es lo que ga-rantiza el xito. Cuando el juego comienza, todos los competidores son igua-les. Lo que uno haya hecho en el pasado no tiene importancia. No dejahuellas; no arruina las chances de triunfo. pero tampoco proporciona unaventaja de entrada. Cada juego es, completa y verdaderamente, un nuevo co-mienzo. Cualesquiera sean las capacidades que uno tenga y el potencial sindescubrir que yazca dentro de uno, hay que sacarlos a relucir y usarlos aqu yahora; caso contrario, no serviran de nada. Por un primer momento, todosson extraos all, el uno para el otro, y a partir de ese momento, uno debehacer uso de toda su astucia para ganarse amigos e influir sobre los dems (s-lo para abandonar a esa gente una vez que la amistad y la influencia hayanperdido su utilidad). Todos all saben tan bien que al final slo uno (o una

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  • LA GRAN SEPARACIN, SEGUNDA fASE 87

    pareja, como en el programa francs Loft Story) permanecer en el campo debatalla y se alzar con todos los despojos. De modo que todos son conscien-tes de que una alianza, si se la establece, ser slo "hasta nuevo aviso", y nosobrevivir a la utilidad que le haba dado sentido,

    y luego, est el ritual diario de la confesin pblica (en estos programas,e! confesionario se reduce a una silla en la que el penitente se sienta antes delfinal del da, con la cmara de televisin reemplazando al confesor ausente).Los que ese da han salido victoriosos o al menos ilesos de la batalla se C011-fiesan junto a los humillados, los intimidados y los vencidos. Todos ellos re-latan lo que sintieron durante la batalla, y cmo se sienten despus del asalto.Las historias que cuentan son distintas, pero los mensajes son montonamen-te similares: no haya quin agradecer ms que a uno mismo (a la propia per-spicacia, astucia, ingenio, riqueza de emociones) por el xito, ni nada a quculpar por el fracaso, ms que a la ausencia o deficiencia de alguno o de to-dos estos recursos.y hay otro mensaje, igualmente esclarecedor; un mensaje aleccionador,

    podra decirse. Ese Gran Hermano que prepara el escenario de todos los jue-gos de la vida es una criatura misteriosa que a veces, cuando le parece perti-nente, le habla a uno. Pero uno no puede responder; qu sentido tendra in-tentar hacerlo, de todos modos? Gran Hermano es como el Dios de losfilsofos nominalistas de la Edad Media tarda. Como l, es "caprichoso, te-mible en cuanto a Su poder, impredecible, libre de toda atadura provenientede la naturaleza y la razn, e indiferente al bien y al mal"." Es, completa yverdaderamente, un Gran Hermano absconditus. Uno sabe (todos lo saben)que "est ah", pero en la prctica no se obtiene nada de ese saber. A la horade atacar el centro de las preocupaciones cotidianas, uno sigue estando solo.

    Del otro lado del telfno del Nuevo Gran Hermano

    Es por esto que millones de personas se pegan, como hechizados, a la tramaenmaraada de la saga. No tiene sentido, por cierto, mandar a averiguar porquin dobla esta campana en particular. Dobla por ellos; por cualquiera de

    l Esta caracterizacin proviene de Michael ABen Cillespie, "The chcological origins of rno-dernity", en: Critica! Revino, 13: 1-2, 1999, pp. 1-30.

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    ellos. Quienes compiten en Gran Hermano o en The Weakest Link reprodu-cen una y otra vez la historia de quienes estn mirndolos. As es como los te-levidentes perciban que eran sus vidas desde un primer momento, pero aho-ra lo ven vvida y claramente, reducido a sus elementos mnimos, mostradocon una pureza de laboratorio que no deja lugar a la imaginacin y menosan a la duda. Estos programas articulan la lgica que subyace a sus penuriasy alegras, por ms lgica -o lo contrario- que aqulla pueda ser. Sobre todo,estos programas ponen en palabras y en imgenes grficas los temores que losaquejaban, pero cuya naturaleza no haban sabido precisar. Estos programasno slo explican todo aquello; adems, explican qu es lo que debe ser expli-cado ... Les dicen a sus televidentes acerca de qu deben pensar, y cmo pen-sar acerca de ello.

    Por supuesto, el cuento llega a los televidentes ya empaquetado, con surespectiva interpretacin, a pesar de que es ms difcil advertir y discernir lainterpretacin en las imgenes que en los textos escritos, ledos u odos. Ade-ms, incluso si la interpretacin hubiera sido advertida y debidamente sepa-rada del espectculo en s mismo, difcilmente habra frustrado o provocadodesacuerdo. Despus de todo, puede que la explicacin que ofrecen los pro-gramas como Gran Hermano sea ms clara, pero no es nueva. Es la tpica ex-plicacin de los consabidos altibajos de la vida de la gente que uno escuchauna y otra vez en casi todas partes. Este mundo ruidoso y cacofnico est re-pleto de mensajes, diferentes y a veces contradictorios, pero hay un motivorecurrente, incesantemente repetitivo, que se abre camino fuerte y claro. Pe-ter F. Drucker, el gur de las nuevas clases polticas y empresarias neolibera-les, fue el primero (en 1989) en articular ntidamente ese motive." "El lti-mo poltico occidental que crey en la salvacin por la sociedad fue WillyBrandr": "Ya nadie cree, a excepcin quizs de los 'telogos de la liberacin'de Sudamrica, en el poder de la accin social para crear una sociedad per-fecta o incluso para acercar a la sociedad a ese ideal [... ] [A] cualquiera quepromulgara ahora la 'Gran Sociedad', como lo hizo Lyndon Baines [ohnsonhace slo veinte aos, se le reiran en la cara". En resumen, "la creencia en lasalvacin por la sociedad ha muerto", a ambos lados de la barricada ideolgi-ca ahora desmantelada, en los palacios y las covachas, en los "barrios priva-dos" y los guetos urbanos. El Gran Hermano de los "reality shows" (as han

    1(, Pcrer F. Druckcr, The NeIVRealiiies, Mandarn, 1990, Pp 9-15.

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  • LA GRAN SEPARACION, SEGUNDA FASE 89

    llamado los productores a los espectculos del tipo de Gran Hermano, LofiStoryy 5'urvivor, con la aprobacin unnime de los espectadores) es la "Nue-va Realidad" de Drucker, adaptada para la televisin. Gran Hermano abscon-ditus es sinnimo de societas abscondita.

    El mundo que habitamos y recrearnos a diario no es, por supuesto, unaemisin de Gran Hermano proyectada en la gran pantalla de la sociedad.Gran Hermano no es una fotografa, copia o rplica de la realidad social deestos das. Es, ms bien, un modelo condensado, destilado, purificado; po-dra decirse que es un laboratorio en el que se experimenta con ciertas ten-dencias de esa realidad social, que de otro modo habran permanecido ocul-tas, diluidas o reprimidas, y se las pone a prueba para hacer visible todo supotencial.

    Hannah Arendt seal que los campos de concentracin de los regmenestotalitarios

    no estabanpensadosslo para exterminar gente y degradar a losseres humanos,sino que adems eran parte de un horroroso experimento que consista en eli-minar, bajo condiciones cientficamente controladas, la espontaneidad mismacomo expresin del comportamiento humano, yen transformar la personalidadhumana en una mera cosa [...] En circunstancias normales, esto es imposiblede lograr, porque la espontaneidad nunca puede ser eliminada por completor...J Sloen los campos de concentracin se hace posible ese experimenro.!"

    Buena parte de estos argumentos valen para la familia de los programas tele-visivos del tipo de Gran Hermano. Si los campos de concentracin oficiabancomo laboratorios en los cuales se ponan a prueba los lmites de la endmi-ca tendencia totalitaria de la sociedad moderna, que "en circunstancias nor-males" aparece controlada y atenuada, los programas como Gran Hermanojuegan el mismo papel en la "nueva modernidad", nuestra modernidad. Sinembargo, en contraste con lo que ocurra en esos experimentos, aqu las ten-dencias SOn sometidas pblicamente a examen, bajo los reflectores, frente amillones de espectadores. Despus de todo, lo que ahora se pone a prueba sonlos lmites de la espontaneidad desregulada, privatizada e individualizada; latendencia inherente a un mundo completamente privatizado.

    1- Hannah Arendt, The Origins ofTotalitarianism, Andr Deutsch, 1951, p. 438 [trad. esp.:Los orgenes del totalitarismo, Madrid, Alianza, 1999J.

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  • 90 POLTICA GLOBAL

    Podemos estar seguros de que los gobiernos estatales ni han empacado suspertenencias ni tienen intencin de cerrar sus oficinas. Bien lejos estn de eso.Hoy en da, los gobiernos no estn menos ocupados que en ningn otro mo-mento de la historia moderna, si no lo estn an ms. Pero estn ocupados alestilo del Gran Hermano de la televisin: dejan que los sujetos hagan su juegoy que despus se culpen a s mismos si los resultados no estn a la medida delo que soaban. Los gobiernos estn ocupados repitiendo en todos los hogareslos mensajes de que "no hay alternativa", de que "la seguridad es dependencia",que "la proteccin del Estado les resta poder a los ciudadanos" e instando a lossujetos a ser ms flexibles y a abrazar los riesgos de los que ese entorno vital fle-xible (lase: errtico e impredecible) est plagado. Como lo expres PierreBourdieu, "cualquier intervencin directa y deliberada, almenos cualquiera queprovenga del Estado, por cualquier razn que sta se produzca, es desacredita-da de entrada [... ]"." Los ministros que contemplan la posibilidad de interve-nir, y se atreven a manifestar pblicamente sus intenciones, se arriesgan a sermenospreciados y condenados (en el mejor de los casos!) por la falta imperdo-nable de ignorar las "leyes del mercado" y los "intereses econmicos". Los mi-nistros a los que a menudo se alaba por su percepcin, su sagacidad, y por elbuen servicio que le prestan a los intereses nacionales, son aquellos (mucho msnumerosos) que estn entre los que -mediante la regularizacin del Estado dedesregulacin- colaboran con la "institucionalizacin de la inseguridad", ha-ciendo "de la inseguridad social el principio positivo de la organizacin colec-tiva".l':! En nuestros tiempos, est surgiendo una nueva forma de dominacinque rompe con el mtodo agonstico ortodoxo y utiliza la desregulacin comosu principal vehculo: "un modo de dominacin que se funda en la institucinde la inseguridad:. la dominacin por la precariedad de la existencia"."

    sta es la "realidad" caracterizada, como lo muestra Ulrich Beck en sus su-cesivas investigaciones, por la "subjetivizacin e individualizacin de los ries-gos y contradicciones producidos por las instituciones y la sociedad"." En

    Pierre Bourdieu, Contrc-jeux. Propos pour servira la rcsistance contre l'invasion no-Iibrale,Raisons d'Agir, 1998, p. 117 [trad. esp.: Contrajueeos. Propsitos para la resistencia contra lainvasin neoliberal; Barcelona, Anagrama, 20011.

    I'! Pierre Bourdicu, Contre-ftux 2. Pourun mouementsocialeuropen, Raisons d'Agir, 2001, p.30 [trad. esp.: Contrafuegos 2: Porun movimientosocial europeo, Barcelona, Anagrama, 2002}.

    !O Ibld., p. 46.21 Ulrich Bcck, Risikogesellschaft. Aufdem Wgin fine andereModerno, 1986. Aqu se cita latraduccin de Mark Rirrer, Risk Society: Toioards a New Modernity: Sage, 1992, pp. 135-137.

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  • LA GRAN SEPARACIN, SEGUNDA fASE 91

    una realidad as, "la historia se reduce al (eterno) presente, y todo gira alrede-dor del eje del propio ego personal de cada uno y de la propia vida", Puedeque ms que nunca el individuo dependa del juego de las fuerzas del merca-do -del que difcilmente alcance a ser consciente, y menos an a compren-derlo o anticiparlo-, pero tendr que pagar individualmente por cada deci-sin que tome o deje de tomar. "El modo en que uno vive se vuelve lasolucinbiogrdfica a contradicciones sistmicas", o ms bien, eso es lo que se les enseaa los desventurados individuos y lo que stos acaban por creer (de hecho, una"solucin biogrfica a contradicciones sistmicas" es un oxmoron: puedebuscrsela, pero no encontrrsela). Pero no son slo los polticos que se lavanlas manos quienes echan las contradicciones sistmicas sobre los hombros desus sujetos. Los consultores especialistas comparten la responsabilidad: "arro-jan sus contradicciones y conflictos ante los individuos, dejndoles una invi-tacin bienintencionada a juzgar crticamente eso que ha sido arrojado segnsu propio criterio".

    La razn principal por la que las recomendaciones de los expertos no ayu-dan demasiado a sus clientes, y de cualquier manera nunca lo suficiente, noson ni la escasez del conocimiento absorbido individualmente ni alguna cla-se de debilidad en las facultades racionales de los individuos. Incluso si se su-pone (en muchos casos, si no en la mayora, contra toda evidencia) que la re-comendacin de los expertos a los individuos de que "tomen las riendas delasunto" es sensata, y que si se la pone en prctica puede conferirle a los indi-viduos un mayor control sobre sus vidas, queda todava el gran problema delos recursos sin los cuales no puede atenderse esa recomendacin, y muchomenos hacer buen uso de ella.

    Los sujetos de los Estados contemporneos son individuos porque estndestinados a serlo: los factores que constituyen su individualidad -confina-miento a recursos individuales y responsabilidad individual sobre los resulta-dos de sus elecciones de vida- no estn sujetos a opcin. Hoy en da, todossomos "individuos de jure", Esto no significa, sin embargo, que todos seamosindividuos dejacto. Muy a menudo, el control sobre la propia vida es ms unmodo de contarla que la manera en que efectivamente se la vive.Paradjicamente, el llamamiento a tomar las riendas de la propia vida de

    manera individual, y la presin que exige hacerlo, quiz den como resultadoun control an menos individual sobre su curso. Ese llamamiento y esas pre-siones distraen la atencin y la voluntad de los individuos de las condicionesfijadas colectivamente que son las que determinan la agenda y las perspecri-

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  • 92 POLTICA GLOBAL

    vas de sus elecciones y esfuerzos individuales. Esos llamamientos y esas pre-siones minimizan la importancia de las causas comunes y las iniciativas soli-darias y separan a los factores considerados importantes para el planeamien-to de una vida de la categora de sociedad entendida como un todo. Esellamamiento y esas presiones insinan que nada puede obtenerse con el he-cho de aunar esfuerzos y de actuar en concierto; ms an, que mientras quelas dificultades individuales pueden ser moldeadas y trabajadas a voluntad, elfuncionamiento de la sociedad ha sido decidido de una vez y para siempre yya no est sujeto a una reforma consciente. Una vida individual es un pua-do de alternativas, pero no hay una alternativa para la forma de la sociedaden la que se vive esa vida. Sobre todo, "lo privado" y "lo pblico" han sidodispuestos en diferentes esferas, y permanecen incomunicados y ambas esfe-ras estn sujetas a lgicas diferentes y virtualmente intraducibles.

    Esa impresin se basa y se sostiene, por un lado, en la individualizacinforzosa de los intereses, proyectos y actividades, y por el otro, en el debilita-miento del poder del Estado-nacin. La actual soberana poltica de los Es-tados no es ms que una sombra de la multifactica autonoma poltica, eco-nmica, militar y cultural de los Estados de antao, modelada segn elpatrn del Totale Staat. Hay poco que los Estados soberanos de hoy puedanhacer, y menos an que sus gobiernos se atrevan a llevar a cabo, para conte-ner las presiones del capital, las finanzas y el comercio (incluido el comerciocultural) de carcrer global izado. Si se vieran instados por sus sujetos a reafir-mar sus propias normas de justicia y propiedad, los gobiernos en su mayorparte replicaran que nada pueden hacer al respecto sin "ahuyentar a los in-versores" y por ende atentar contra el PBN yel bienestar de la nacin y todossus miembros. Diran que las reglas del juego que estn obligados a jugar hansido dispuestas (y pueden ser revisadas a voluntad) por fuerzas sobre las quetienen una influencia mnima, si es que tienen alguna. Cules fuerzas? Unastan annimas como los nombres tras los que se esconden: competencia, con-diciones de comercio, mercados mundiales, inversores globales. Fuerzas sinresidencia fija; extraterritoriales, a diferencia de los poderes eminentementeterritoriales del Estado; y capaces de moverse libremente alrededor del plane-ta, en contraste con las agencias del Estado que, o bien para peor o bien pa-ra mejor, se mantienen irrevocablemente sujetas al suelo. Fuerzas cambiantesy huidizas, esquivas, difciles de localizar e imposibles de atrapar.

    De modo que, por un lado, hay un inters menguante por parte de los in-dividuos con respecto a sus temas comunes o compartidos. Este marchita-

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  • LAGRAN SEPARACIN, SEC;UNDA FASE

    miento del inters es apoyado y secundado por un Estado que se muestra gus-toso de ceder tantas de sus antiguas responsabilidades como le sea posible aintereses y preocupaciones privadas. Por otro lado, existe una creciente impo-tencia del Estado para mantener el equilibrio de sus cuentas dentro de laspropias fronteras o para imponer sus normas en cuanto a la proteccin, la se-guridad colectiva, los principios ticos y los modelos de justicia que mitiga-ran la inseguridad y aliviaran la incertidumbre que socava la confianza delos individuos en s mismos, condicin necesaria de toda participacin suste-nida en los asuntos pblicos, El resultado conjunto de estos dos procesos ese! crecimiento de la brecha entre "lo pblico" y "lo privado", y la lenta peroinexorable desaparicin del arte de la traduccin recproca entre los proble-mas privados y los asuntos pblicos, la savia vital de roda poltica. ContraAristteles, pareciera que la nocin del bien y el mal en su forma privatizadaactual ya no suscita la idea de la "buena sociedad" (o de! mal social, para e!caso); y cualquiera sea la esperanza de una bondad supraindividual que seconjure, difcilmente se le conferira al Estado.

    Incertidumbre:la raz principal de la inhibicin poltica

    La capacidad de aprender es un arma poderosa, quizs la ms poderosa delarsenal humano; sin embargo, eso vale solamente para un entorno predeci-ble, en el que, como regla general, siempre o casi siempre se premian ciertasconductas y se castigan otras. La capacidad humana de aprender, memorizary adoptar como hbito un tipo de conducta que en el pasado demostr serexitosa (es decir, que result gratificante) puede ser sin embargo suicida si lasrelaciones entre los actos y sus consecuencias son aleatorias y efmeras y cam-bian sin previo aviso.Hace poco, Richard Sennett volvi a visitar a los empleados de una pana-

    dera de Nueva York que haba estudiado treinta aos atrs. n Descubri, conel beneficio de la retrospectiva, que el "tiempo rutinario" del que los panade-ros neoyorquinos se haban quejado en el pasado y que en ese entonces ha-ban afirmado detestar creaba a pesar de todo un "mbito en el que los rra-

    22 Richard Scnnett, Tbe Corrosion ofCbaraaer... , ob. cit.. pp. 43, 31, 25.

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  • 94 POLTICA GLOBAL

    bajadores podan hacer valer sus reivindicaciones, un mbito que les conferapoder". Segn la conclusin de Sennett, la rutina "puede degradar, pero tam-bin proteger; puede descomponer el trabajo, pero tambin componer unavida". Pero la rutina es lo ltimo que esperaramos encontrar en el actual r-gimen de dominacin que (para citar a Beck) prepara el terreno para la bs-queda de soluciones biogrficas a contradicciones sistmicas. En la actuali-dad, las condiciones cambian abruptamente y desafan toda prediccinrazonable, ya que no siguen una misma lgica o un patrn discernible. Esoda como resultado la experiencia de una temporalidad deshilvanada, que setambalea de un episodio inesperado a otro, y pone en jaque "la formacin dela personalidad como un relato continuo". Puede que los trabajadores de msedad recuerden que en su juventud los proyectos de vida solan ser a largoplazo, como lo eran tambin los compromisos y las solidaridades, pero se pre-guntan si la idea de "largo plazo" tiene an algo de real. Se encuentran enproblemas a la hora de explicar el significado de esa idea a los ms jvenes,quienes lgicamente no comparten sus recuerdos, y extraen su saber de! mun-do de lo que ven a su alrededor. Como uno de los entrevistados por Sennettconfes: "No puede imaginarse lo estpido que me siento cuando les habloa mis hijos del compromiso. Para ellos, es una virtud abstracta; no la ven enningn lado".En e! antiguo rgimen de dominacin, las dos partes de la relacin de po-

    der saban perfectamente que estaban destinados a permanecer por muchotiempo en mutua compaa, porque no podan "arreglrselas solos". El com-promiso era recproco. En la "fbrica fordisra' arquetpica, el tipo ideal hacia elque todas las instituciones de la "modernidad slida" tendan, Henry Ford de-penda de sus trabajadores para conservar su poder y sus riquezas tanto comostos lo necesitaban a l para ganarse el sustento. Ambas partes saban perfec-tamente que volveran a encontrarse al da siguiente y en los meses y aos porvenir. Esta perspectiva temporal les permita percibir sus relaciones como un"conflicto de intereses" (poda haber desagrado, pero no conflicto, entre me-ros transentes), y los llevaba a empearse en mitigarlo, hacerlo tolerable, e in-cluso en intentar resolverlo para satisfaccin mutua. Por ms antagnica, de-sagradable e irritante que pudiera ser la convivencia, las partes estabandispuestas a negociar un modus vivendi aceptable para ambas una vez que seles haca patente que esa convivencia sera duradera. Tras negociar esa moda-lidad de unin, creeran en su longevidad. De ese modo, ganaran un marcoslido y confiable en e! que inscribir y sostener sus planes y expectativas para

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  • LA GRAN SEPARACIN. SEGUNDA FASE 95

    el futuro. E"]. A Peyrefirre le preocupa que la confianza se marchite una vez que elsuelo en el que ha sido plantada se vuelve, corno las instituciones sociales denuestra poca, endeble. Cuando la confianza no tiene un terreno firme paraechar races, el coraje necesario para correr riesgos, asumir responsabilidadesy contraer compromisos a largo plazo, se desvanece.

    En mis aos de estudiante, uno de los personajes ms populares de la cien-cia que estudiaba el comportamiento animal era un pez llamado "espinoso".El macho del pez espinoso construye un nido para que la hembra desove y al-macene sus huevas, y protege el nido hasta que las cras emergen de las hue-vas. Una lnea divisoria imaginaria separa el "territorio propio" alrededor del

    [human Utiliza el trmino "playcr'', que significa tanto "jugador" como "actor" (ms bienen elsentido teatral). Aqu resulta importante mantener los sentidos de ambos trminos, demodo que nos arriesgamos a emplear un sustantivo compuesto, tan incmodo e innaturalen espaol. (N. de T)

    ,\ Alain Peyrefircc, La socit de contiancc. Essai sur les origines de dieioppemmt. Odilc [acob,1998, pp. 514-517, 539 [trad. esp: La sociedad de la confianza, Barcelona, Andrs Bello,199].

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    nido (es decir, el espacio que el macho defiende contra los intrusos, atacan-do a todo espinoso macho que ose penetrar en e! permetro) de! "territorioajeno" (es decir, todo el restante espacio, del que e! macho huye si se topa ac-cidentalmente con otro miembro de la especie). Corno experimento de labo-ratorio, se coloc a dos espinosos machos, durante la poca de desove, en unmismo tanque de agua, demasiado pequeo como para mantener sus respec-tivos "territorios propios" separados. Los machos, confundidos al recibir sea-les contradictorias e irreconciliables, y por ende incapaces de elegir cabalmen-te entre el combate y la huida, asuman una postura vertical de "ni una cosani la otra" y enterraban la cabeza en la arena: una postura, como es obvio,completamente irrelevante para enfrentarse al dilema ante el que se encontra-ban, y menos an para resolverlo. Desde mis aos de estudiante, el estudiocomparativo del comportamiento animal ha avanzado considerablemente.Puede que los espinosos hayan cado en el olvido, pero su conducta idiosin-crsica ha sido reconocida como la manifestacin de una regularidad muchoms general, probablemente universal. Cuando se los enfrenta a seales con-tradictorias, ambivalentes, ilegibles, inconstantes y lbiles, los animales tien-den a desarrollar una inhibicin, una suerte de parlisis del comportamiento.Los modos de comportamiento aprendidos y asumidos como hbito se sus-penden. Lo que sigue luego es o bien una depresin del comportamiento quese manifiesta en la inaccin, o bien el recurso a la "conducta irracional", esdecir, que el comportamiento se relaciona vagamente, si es que se relacionade algn modo, con la situacin que produjo el conflicto. Si se elige la segun-da opcin, la tensin tiende a liberarse temporalmente mediante una agresinabsurda que deja intactas las causas del conflicto. Se han observado alternati-vas de conducta similares en el caso de seales que son manifiestamente cla-ras pero que conllevan un peligro que no puede evitarse, haga Jo que haga elanimal amenazado (huir o combatir es indistinto).

    Ambas situaciones dominan la vida humana en el "estadio lquido"" de lamodernidad. Por lo general, las seales indicadoras y los puntos de orienta-cin, lejos de mantenerse en su lugar, parecen tener sus propias ruediras: cam-bian de posicin antes de que se pueda llegar a los lugares a los que apuntan,y rara vez se quedan en sus puestos el tiempo necesario para que los viajerosmemoricen el trayecto. Por lo general, lo que hay sobre todo son seales enlos cruces de caminos, que indican una ruta distinta para el destino que se

    '" Vase mi libro Liquid Modernity, ob. cit.

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  • LA (;RAN SEPARACllN, SEl;UNDA fASE 97

    busca, o apuntan a destinos diferentes, inslitos y nunca visitados, y por esarazn tentadores. En cada uno de estos casos, el resultado es una ambivalen-cia que genera angustia. Para hacer la situacin ms engaosa e irritante an,las pocas seales que son desacostumbradamente claras, indiscutibles y por lotanto consideradas confiables, llevan por caminos que muchos viajeros nopodran emprender, por faltarles los recursos necesarios o porque se les impe-dira el paso. La imposibilidad de alcanzar el destino considerado digno portanta gente es una experiencia dolorosa. Ser excluido de los intentos que tan-tos hacen por llegar a ese destino tan atractivo, o carecer de los recursos ne-cesarios para intentarlo, trae aparejada la conciencia de que el dolor es inmi-nente y que, sin embargo, no hay nada que quien se dispone a sufrir puedahacer para evitarlo o escapar de l. Precisamente, ste es el tipo de situacinque se espera excluya toda posibilidad de accionar racional y active en su lu-gar la inhibicin o la agresin aleatoria e inconducente.No resulta extrao que abunden los sntomas de las dos reacciones carac-

    tersticas a la ambigedad y la incertidumbre, y que ganen cada vez mayornotoriedad y reconocimiento pblico.

    Por un lado, el inters en la "Poltica" con "P" mayscula (es decir, en losmovimientos explcitamente polticos, en los partidos polticos y en la com-posicin de los programas de gobierno) y la intensidad y el vigor de las creen-cias polticas, sin contar la participacin activa y diaria en las actividades tra-dicionalmente consideradas polticas, se estn evaporando aceleradamente. Atono con el espritu de la poca, se espera que los "ciudadanos" no miren msall del prximo recorre impositivo o aumento jubilatorio, y que no tenganms intereses que filas ms cortas en los hospitales, menos mendigos en lascalles, ms criminales en la crcel o un descubrimiento ms rpido del poten-cial txico de los alimentos. Pocos, si es que alguno entre los polticos consu-mados fuera capaz de reunir el coraje necesario para proponer el proyecto deuna "buena sociedad" a los votantes, quienes habindose quemado ms deuna vez las manos por ponerlas en el fuego prefieren un presente diferente a unfuturo mejor. Figuras polticas eminentes como Laurent Fabius," en los esca-sos momentos en los que se atreven a proponer "una idea" (en el caso de Fa-bius, una idea ms bien banal de "ecodesarrollo", es decir, de un desarrollocompatible con un enfoque ecolgico; de todos modos, es una maniobra ne-cesaria, debida ms a las fricciones de la "izquierda plural" francesa que al

    -''; laurenr Fabius, "Le ternps des projets'', en: Le Monde, l de junio de 2001, pp. 1, 16.

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    aperiro de los lderes de grandes proyecros), se sienten obligadas a disculpar-se inmediaramenre al pblico por hablar de algo cuya implemenracin demo-rar ms que unos pocos das: "]'entend dja cerrains commentaires: pour-quoi, diable, le ministre francais de l'conomie et des finances rflchir-il aulonge terme? Ne devrair-il pas se concentrer plurr sur la gestion inmdia-

    )" 26te.....No parece haber mercado para los proyectos de una "buena sociedad" a lar-

    go plazo. La oferta es muy reducida, y la demanda proyecrada no es mayor. Elinters en el gobierno del pas y sus tareas, si es que queda alguno, tiende a sertan a corto plazo como las campaas de gestin de crisis de los ministros. Laidea de cambiar un futuro ms lejano no suscita demasiado entusiasmo por-que no se ve que haya una conexin entre el accionar presente de los ciudada-nos (o ms bien, su apata) y la forma que adoptar el porvenir. Luc Bolrans-ki y ve Chiapello descubrieron que en la acrualidad, en los lugares de trabajolos empleados "ya no hacen carrera, sino que pasan de un proyecto a otro; elxito en un proyecto les franquea el acceso al siguiente".2! Es bien sabido quepara Tony Blair el inters de ganar una eleccin es ganar la siguiente.

    La otra reaccin comn a la impotencia, la agresin, es menos una alter-nativa que un complemento de la inhibicin. Por lo general, ambas respues-tas son activadas simultneamente. La retirada del gora, por la que la luchapoltica se deja en manos de pequeas unidades profesionales de alta tecno-loga debido a que sus resultados no parecen depender del coraje individualde los soldados, se acompaa del despliegue del restante espriru de combareen sitios ms a la mano y aparentemente ms fciles de conquistar. Los "cin-co minutos de odio" de Orwell ya no son orquestados por los gobernantes deun pas: como la mayora de las cosas sujetas al principio de "subsidiariedad",han sido desregulados, privatizados y abandonados a la iniciativa local, o me-jor an, personal.

    Una y otra vez la prensa sensacionalista llena la vacante, haciendo lo me-jor que puede por condensar, canalizar y enfocar las frustraciones difusas ydispersas de los inhibidos polticamente: se muestra gustosa de poder ayu-dar seleccionando objetivos sobre los cuales descargar la energa an sin ex-

    !(, "Comienzo a or cienos comentarios: por qu diablos el ministro de economa y finanzasde Francia piensa en el largo plazo? No debera ms bien concentrarse en la gestin inme-diata ... ?".Luc Boltanski y ve Chiapello, Le nouvel esprit du capitalisme, ob. cir., p. 144.

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  • LA GRAN SEPARACION, SEGUNDA FASE 99

    plotar que reside en las preocupaciones de las "causas comunes". Nunca hayescasez de figuras para encarnar el miedo y el odio, como los pedfilos quevuelven a casa tras una temporada en prisin, las "invasiones de mendigos",los "atracadores", los "vndalos", los "vagos", los "falsos buscadores de asilo"o los inmigrantes "que usurpan nuestros empleos". Ya que por ms que secombata a estas figuras la incertidumbre sigue siendo tan desalentadora, yque difcilmente se pueda aliviar el lacerante dolor de la impotencia por mstiempo del que dura cada sucesivo estallido de agresin, se necesitan cons-tantemente nuevos objetos de odio y blancos de agresin. La prensa sensa-cionalista, muy atentamente, los descubre o los inventa, y se los suministraprecocidos y listos para consumir a sus ansiosos lectores. Pero todos los es-fuerzos de la prensa sensacionalista, por ms ingeniosos que stos puedanser, seran en vano si no existiese ya una profunda y abundante angustia, des-viada de su causa genuina, y en la bsqueda desesperada de vlvulas de es-cape alternativas.

    La orquestacin de la agresin rara vez libera por completo la energaagresiva que genera la constante incertidumbre sumada a la impotencia per-sistente. Queda suficiente para derramarse sobre los sectores privados de lared de lazos sociales -asociaciones, familias, vecindarios, grupos de compae-ros de trabajo- y saturarlos. Todos estos tienden hoy en da a convertirse enlugares de violencia, a menudo denominada "gratuita" por quienes no parti-cipan en ella, por no tener razn aparente, y mucho menos un propsito ra-cional. Los hogares familiares se vuelven campos de batalla sustitutos para eljuego de la autodeterminacin que ha sido desalojado de la escena pblica.Lo mismo ocurre con Jos vecindarios rigurosamente vigilados desde los cua-les uno esperara poder dictar las reglas del juego de la exclusin ms que sersu desafortunado blanco. Lo mismo ocurre con los lugares de trabajo, que f-cilmente dejan de ser refugios para la solidaridad y la cooperacin, y se con-vierten en un mbito de competencia salvaje en la que cada uno se las arre-gla como puede,Todos esos medios para combatir al fantasma de la impotencia son irra-

    cionales en tanto son totalmente inconducentes. Ni siquiera se acercan a lasverdaderas causas del dolor, y las dejan intactas. Sin embargo, en esas circuns-tancias, y mientras la raz del problema permanezca obstinadamente inalcan-zable, o al menos se la considere as, los medios mencionados pueden ser con-siderados "racionales" en el sentido de una racionalizacin psicolgica de unanhelo insatisfecho de autodeterminacin y autoestima. Cualquiera sea el ve-

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  • lOO POLTICA GLOBAL

    redicro, es indiscutible que los canales de escape sustitutos para la angustiagenerada por la combinacin de incertidumbre e impotencia profundizan eintensifican, ms de lo que aplacan, la angustia que deban combatir o disol-ver. Tienden a erosionar o a destruir los lazos de los compromisos mutuos,condicin sine qua non del accionar solidario, sin el cual no pueden alcan-zarse las verdaderas fuentes de la angustia ni atacarlas.

    Sin embargo, proteger la ley y el orden es una de las funciones ortodoxasque, igual que en el pasado, el Estado est deseoso de cumplir, de modo quela agresin autopropulsada y autodirigida no suele tolerarse. El Estado no es-t dispuesto a quedarse observando con pasividad mientras sus sujetos "to-man la ley en sus propias manos". La violencia en la familia, el vecindario, lacalle o el estadio tiende a ser contrarrestada con coercin y represin por par-te de los organismos del Estado; sin ser conscientes de ello, quienes la perpe-tran se buscan nuevas pruebas de su propia impotencia. El riesgo resulta al-go menor si la agresin se redirige hacia uno mismo; hacia el propio cuerpoy la propia psiquis. Como las vas de escape alternativas estn bloqueadas oplagadas de peligros, sera lcito suponer que la actual obsesin con el aspec-to del cuerpo y el estado fsico (que se manifiesta en las dietas, las pesas, elejercicio aerbico, las rutinas de los "centros de salud" y Otros ejercicios ago-tadores, y a menudo dolorosos, que recuerdan la tortura autoinfligida del ti-po "hgalo usted mismo"), ms all de sus otras funciones, sirve a la tarea deredireccionar esa angustia excedente. Es todava ms probable que una dis-traccin similar de energas explique al menos en parte la propagacin epid-mica de los desrdenes bulmicos y anorxicos, el uso adictivo de drogas, losproblemas alrgicos y otras enfermedades psicosomaricas. as como las mu-chas formas existentes y nuevas de depresin psquica.

    Todos estos son efectos colaterales de la incertidumbre, que suelen con-fundirse con su remedio. La principal vctima de esta confusin es el com-promiso poltico, ese rasgo constitutivo de la ciudadana y, en consecuencia,de la poltica, en el prstino sentido aristotlico.

    La segunda secesin

    La crisis de la ciudadana y el desencantamiento respecto del potencial delcompromiso poltico que se experimentan en la actualidad se originan en l-tima instancia en la impresin no del todo descabellada de que las agencias

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  • LAGRAN SEPARACIN, SEGUNDA fASE 101

    de accin efectiva, particularmente de accin colectiva efectiva, y especialmen-te de accin colectiva efectiva a largo plazo, se encuentran ausentes, y de queno aparecen modos evidentes de resucitarlas o concebirlas de nuevo. Comopodra esperarse de la situacin de discordancia cognitiva resultante, tiendea aliviarse el malestar que aquella impresin genera con la creencia adicionalde que no debe lamentarse el deceso de la accin colectiva debido a que stahaba sido, y ser siempre, en el mejor de los casos irrelevante, y en el peor,desfavorable para el avance del bienestar y la felicidad individuales, Puedesostenerse, sin embargo, que la aparente credibilidad de esta idea se debe, enbuena medida, a que "las uvas estn verdes".

    Por ms que as sea, parecera que la clave de los problemas que afectan lavida poltica contempornea e inquietan a quienes la investigan debe buscar-se, y con toda probabilidad puede encontrrsela, en los cambios que causaronla creciente impotencia de las agencias existentes de accin poltica colectiva.

    Resumiendo las transformaciones fundamentales de los siglos XVIII y XIX,Max Weber concluy que el capitalismo moderno "naci" con la separacin delhogar y el negocio, Muchos aos despus, Karl Polanyi propondra que esta se-paracin, junto con la separacin entre los productores y los medios de produc-cin que ya haba advertido Karl Marx, pona en marcha la "Gran Transforma-cin" que solemos condensar en nuestra idea de la sociedad moderna.

    Por "casa", Weber entenda algo ms que la simple cocina compartida, losdormitorios, el hogar alrededor de! cual la familia se reuna durante las comi-das y la granja o el taller en los que la misma familia trabajaba. En tiemposprecapiralisras, e! hogar designaba a la compleja red de instituciones interco-nectadas -vecindarios, aldeas, municipios, parroquias, corporaciones profesio-nales- en la que el hogar familiar estaba firmemente entramado. En ese com-plejo, la mayor parte de los cabos suelros de la humanidad se entrelazaban, Esecomplejo comportaba todo lo necesario para reproducir rutinariamente el pa-trn de la vida comn y el orden de las relaciones humanas. Asimismo, esecomplejo era el efectivo custodio colectivo de las normas ticas de respeto obli-garorio para todos, de los derechos, los deberes y las obligaciones que toda lacomunidad deba observar: su nico custodio, y por la mayor parte de su his-toria, un custodio suficiente.Al cortar sus ataduras con el complejo centrado en elhogar familiar, la ini-

    ciativa comercial encontr una libertad verdaderamente sin precedentes. Seliber de las trabas de las obligaciones ticas y los compromisos a largo plazo,Se convirti, en un grado hasta el momento desconocido, en un terreno libre

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  • 102 POLTICA GLOBAL

    de normas y reglas. O. ms bien, fue libre de establecer sus propias normasy reglas, y de pasar por alto las normas y reglas que otros hubieran abrazado yconsiderado inapelables. Pudo subordinar su propio accionar -desde la con-cepcin hasta la puesta en prctica- a la bsqueda del beneficio y al clculoracional de ganancias y prdidas, y prestar poca o ninguna atencin a los efec-tos que ese accionar podra tener sobre la vida de la gente directamente invo-lucrada o afectada de modo indirecto.

    Las consecuencias inmediatas de ese cambio fundamental son bien cono-cidas. El perodo de "despegue" del capitalismo moderno pas a la historiacomo una poca de flagrante codicia y crueldad desenfrenada para con los se-res humanos ms simples y menos afortunados, la poca de las "fbricas os-curas y satnicas", atestadas, mugrientas y malolientes, del hedor y la miseriade los barrios pobres cada vez ms populosos, de la cada vez mayor polariza-cin entre quienes tenan y quienes no, y de la creciente pobreza, miseria ypenuria de la vida de las masas.

    Las inescrupulosas hazaas de los primeros empresarios, embriagados conel vasto espacio vaco que les haban quitado a las tierras trabajadas de los ta-lleres familiares, las corporaciones profesionales y las parroquias, suscitaronun clamor moral masivo, casi universal. Pero las quejas de los desheredados ydesarraigados y los lamentos de los predicadores ticos habran sido slo gri-tos en la espesura de no ser por los Estados-nacin emergentes que invadie-ron la "tierra de nadie" con una determinacin cada vez mayor de hacerse conel dominio de sta disputndoselo a quienes hasta el momento la haban ex-plotado sin encontrar resistencias.

    El siglo XIXse convirti en una poca de restricciones, impuestas una poruna sobre la inescrupulosa y desbocada bsqueda de mayores ganancias. Si-guieron a la prohibicin del trabajo infantil la reduccin de la jornada de tra-bajo, las regulaciones sobre la seguridad e higiene laboral y una infinita seriede medidas que protegan a los ms dbiles de la omnipotencia de los pode-rosos. Sobre todo, la legalizacin de los sindicatos y de sus estrategias de lu-cha les dio, tanto a las vctimas efectivas del progreso capitalista como a susvctimas futuras, el derecho a defenderse legtimamente. Por ltimo, pero nopor eso de menor importancia, la constante expansin de los derechos pol-ticos, a pesar de que fue arduamente combatida, eventualmente dio como re-sultado un consenso "ms all de la derecha y la izquierda" en la necesidad deasegurarse colectivamente contra la desgracia individual, que se expres en elestablecimiento del Estado de bienestar.

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  • LA GRAN SEPARACIN, SEGUNDA FASE 103

    Hoy en da, estamos viviendo el proceso de la "Gran Separacin, SegundaFase". El capital ha logrado escapar del marco tico-legal cada vez ms restric-tivo, prominente y enojoso que el Estado-nacin le impona, para refugiarseen una nueva "tierra de nadie", en la que pocas reglas limitan, restringen o di-ficultan la libertad de la iniciativa econmica, si es que alguna efectivamentelo hace, El nuevo espacio en el que se mueven los nuevos negocios (globales)es, para los parmetros de los dos ltimos siglos, completa y verdaderamenteextraterritorial A los fines prcticos, se ha convertido en una especie de "espa-cio exterior" desde el cual es posible planear araques y golpes relmpago queningn poder de base territorial puede resistir. Ese espacio global est ms alldel alcance de todas las instituciones que velan por las normas de decencia yresponsabilidad tica existentes. La historia, podramos decir, se repite; aunqueesta vez, a una escala mucho mayor. Y lo mismo ocurre con la miseria y las pe-nurias humanas que tienden a ser incubadas y a crecer a medida que la activi-dad econmica se emancipa del control tico y poltico.

    Sabemos por el esrudio de Alexis de Tocqueville de los aos de decaden-cia del anclen rgimeque los actores de la separacin original podan escaparde la red tan fcilmenre porque la mayora de las fibras de ese entramado es-taban radas y endebles y la propia red se encontraba ya en un estado de avan-zado deterioro. La actividad econmica no quera permanecer atrapada en lared; de todos modos, esa red ya no poda sujetarla. De modo que la instau-racin pionera por parte de los revolucionarios franceses de una nueva clasede autoridad estatal entrometida e indiscreta poda ser vista como un deriva-do de la acuciante necesidad de reparar el dao perpetrado por la debilidaddemasiado evidente de las viejas instituciones que luchaban contra la corrien-te, o aun en vano, por detener o al menos demorar la implacable desintegra-cin del orden social. Tambin este aspecto de la historia parece repetirse entiempos de la Gran Separacin, Segunda Fase. Una vez ms la actividad eco-nmica se ha emancipado de sus ataduras locales: esta vez no del hogar, sinodel Estado-nacin. Una vez ms ha dispuesto para s un "territorio extraterri-torial" en el cual es virtualmente libre de establecer sus propias reglas. Pare-cera que el actual "ancien rgime', en tanto lo representan una multitud deEstados-nacin soberanos, se ve cada vez ms incapacitado para demorar, ymenos an para detener, la huida de las fuerzas econmicas de un control de-mocrtico que hoy, igual que ayer, est ligado al suelo. Para peor, pareceratambin que cada nuevo acto de escapismo profundiza an ms la impoten-cia del "ancien rgime, segunda fase".

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  • 104 POLTICA GLOBAL

    Hasta su casi completa divisin en dos bloques de poder que miraban condesaprobacin cualquier negativa a unrseles (incluso los pocos pases "no ali-neados" dispersos buscaban desesperadamente conformar un "bloque sin blo-que" propio), la superficie de la Tierra sola dividirse en los distintos territo-rios mutuamente independientes de los Estados soberanos. Se afirmaba que lasoberana del Estado era completa e indivisible, y ste se esforzaba por cum-plir con ese ideal; asimismo, todo Estado soberano estaba dispuesto a asistirprontamente a sus pares en defensa de ese principio compartido.

    Tal aspiracin de soberana poltica era ciertamente demandante. Exiga lacapacidad de equilibrar las cuentas, defender las propia') fronteras y mantenera raya a los vecinos potencialmente peligrosos, as como el poder para ensam-blar y ocuparse de un modelo cultural completo que asegurara cada aspecto dela vida en comunidad. Por eso, slo una cantidad relativamente escasa de po-blaciones pudieron pasar la prueba de la conformacin del Estado. Puede quela independencia sea un trofeo codiciado por doquier y vidamente persegui-do, pero fue accesible slo para unos pocos elegidos. La Liga de las Naciones,a diferencia de las actuales Naciones Unidas, tena slo unos pocos miembros.Todo cambi, sin embargo, una vez que las tres patas (econmica, militar

    y cultural) del trpode de poderes en el que, segn se supona, deba descansarla soberana poltica comenzaron a sacudirse, desgastarse y caer hechas peda-zos, incluso en el caso de los Estados ms antiguos, relativamente ricos y sli-damente afianzados. Hoy en da, de pocos Estados-nacin puede decirse, si esque puede decirse de alguno, que sean autnomos, y menos an que puedanmantenerse con sus propios recursos o que sean autosuficientes, econmica,militar y culturalrnente. Pocos Estados podran pasar, si es que hay alguno quepueda, las pruebas ortodoxas, rigurosas y estrictas que les permitiran arrogar-se esa categora. La autarqua econmica, militar y cultural ya no es un requi-sito para exigir y conceder la independencia poltica. El resultado global de to-dos estos cambios es la progresiva fragmentacin poltica (balcanizacin, segnsugieren algunos observadores) del planeta. Los edificios de las Naciones Uni-das, al no estar preparados para tamaa explosin, se ven desbordados.

    Sin embargo, la proliferacin de Estados-nacin va de la mano con supropio debilitamiento. Pequeos en cuanto a su tamao, a su volumen de re-cursos, o en cuanto a ambas cosas, econmica y militarmente dependientes yculturalmenre cortos de miras, tienen un peso mnimo, y una capacidad denegociacin y presin demasiado reducida como para alcanzar la categorade actores respetados y tenidos en cuenta a un mismo nivel que los principa-

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  • LA GRAN SEPARACIN, SEGUNDA FASE 105

    les protagonistas de la escena global. Muchos asientos, quizs la mayora, delsaln de actos de las Naciones Unidas -una organizacin creada para estable-cer, hacer cumplir y vigilar las reglas del juego global- estn ocupados por losrepresentantes de las numerosas variedades de "repblicas bananeras"; porhuspedes de la corte de la economa global ms que por quienes, con inde-pendencia de criterio, ingenio y rigurosidad, vayan a fijarle reglas al capital"extranjero", o, para mayor correccin, al capital nmada.

    Lasperspectivas de lapoltica globalCmo explicar este rompecabezas en el que los dos procesos mencionadosapuntan hacia direcciones opuestas? Acaso la actual proliferacin de unida-des polticas nominalmente soberanas se debe a un desfasaje temporal, undesperfecto momentneo que tarde o temprano ser rectificado? Se debeacaso a que las instituciones econmicas se mueven ms rpido que las estruc-turas polticas, menos flexiples y ms reacias a "modernizarse", y se les ade-lantan y las dejan atrs, al menos en las primeras etapas de la maratn? Conrespecto a esas estructuras, sern capaces de alcanzar, si bien ms lentamen-te, la escala de pensamiento y accin que