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    EL GIRO PRAGMTICO

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    AUTORES, TEXTOS Y TEMAS

    F I L O S O F A

    86

    siglo xxi editores, s. a. de c. v.CERRO DEL AGUA, 248, ROMERO DE TERREROS,04310, MXICO, DFwww.sigloxxieditores.com.mx

    grupo editorialsiglo veintiuno

    siglo xxi editores, s. a.GUATEMALA, 4824,C 1425BUP, BUENOS AIRES, ARGENTINAwww.sigloxxieditores.com.ar

    salto de pgina, s. l.ALMAGRO, 38,28010, MADRID, ESPAAwww.saltodepagina.com

    biblioteca nueva, s. l.ALMAGRO, 38,28010, MADRID, ESPAAwww.bibliotecanueva.es

    editorial anthropos / nario, s. l.DIPUTACI, 266,08007, BARCELONA, ESPAAwww.anthropos-editorial.com

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    EL GIRO PRAGMTICO

    Richard J. Bernstein

    Estudio introductorio de Pablo Lazo Brionesy Gustavo Leyva

    Traduccin de Pablo Lazo Briones

    UNIVERSIDAD AUTONOMA METROPOLITANAUNIDAD IZTAPALAPA Divisin de Ciencias Sociales y HumanidadesCasa abierta al tiempo

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    El giro pragmtico / Richard J. Bernstein ; estudio introductorio de Pablo LazoBriones y Gustavo Leyva ; traduccin de Pablo Lazo Briones. Barcelona :Anthropos Editorial ; Mxico: Universidad Autnoma Metropolitana-Iztapalapa, 2013

    XXXVI p. 283 p. ; 21 cm. (Autores, Textos y Temas. Filosofa ; 86)

    Tt. orig.: The Pragmatic Turn. Bibliografa p. 263-271. ndicesISBN 978-84-15260-68-4

    1. Pragmatismo - Filosofa 2. Historia de la Filosofa occidental - Ss. XIX-XX3. Filosofa social y poltica I. Lazo Briones, Pablo, intro. y trad. II. Leyva, Gustavo,intro. III. Universidad Autnoma Metropolitana-Iztapalapa (Mxico) IV. TtuloV. Coleccin

    Ttulo original: The Pragmatic Turn

    Primera edicin en castellano: 2013

    Richard J. Bernstein, 2013 UAM-Iztapalapa. Divisin de Ciencias Sociales y Humanidades, 2013 Anthropos Editorial. Nario, S.L., 2013Edita: Anthropos Editorial. Barcelona

    www.anthropos-editorial.comEn coedicin con la Divisin de Ciencias Sociales y Humanidades.

    Universidad Autnoma Metropolitana-Iztapalapa, MxicoISBN: 978-84-15260-68-4ISBN UAM: 978-607-28-0015-1Depsito legal: B. 28.676-2013Diseo, realizacin y coordinacin: Anthropos Editorial

    (Nario, S.L.), Barcelona. Tel.: 93 697 22 96

    Impresin: Lavel Industria Grfica, S.A., MadridImpreso en Espaa - Printed in Spain

    Todos los derechos reservados. Cualquier forma de reproduccin, distribucin, comunicacin pblica otransformacin de esta obra solo puede ser realizada con la autorizacin de sus titulares, salvo excep-cin prevista por la ley. Dirjase a CEDRO (Centro Espaol de Derechos Reprogrficos) si necesita foto-copiar o escanear algn fragmento de esta obra (www.conlicencia. com; 917021970/932720447).

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    Para Richard y Mary Rorty

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    Davidson puede haber estado en lo correcto cuando escribi queun cambio radical est ocurriendo en la reflexin filosficareciente un cambio tan profundo que podemos no estar reco-nociendo qu es lo que ocurre. Si el cambio del cual Davidsonhabl algn da se reconoce como algo ocurrido, [entonces] Peir-ce, James y Dewey dejarn de ser tratados como figuras provin-ciales. Puede que se les d el lugar que creo que merecen en lahistoria del progreso intelectual occidental.

    RICHARDRORTY

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    El libro que ahora presentamos al lector en lengua espaolaes un anlisis y, al mismo tiempo, una brillante introduccin ala que quiz podra considerarse la primera gran aportacin a lafilosofa surgida fuera del continente europeo: el pragmatismo

    norteamericano.1

    La lectura que hace Richard Bernstein del

    ESTUDIO INTRODUCTORIO

    Pablo Lazo Briones

    Gustavo Leyva Martnez

    1. El lector interesado en esta corriente puede consultar las antologas clsi-cas existentes en ingls: GOODMAN, R. (ed.): Pragmatism, Londres: Routledge,1995. (ed.): Pragmatism: Critical Concepts in Philosophy,4 vols., Londres:Routledge, 2005. HAACK, S. (ed.): Pragmatism, Old and New,Amherst NY: Pro-metheus, 2006. MENAND, L. (ed.): Pragmatism,Nueva York: Random House,1998. THAYER, H.S. (ed.): Pragmatism: The Classic Writings,Hackett, 1982.

    Entre las obras clsicas escritas en ingls sobre el pragmatismo, el lectorinteresado puede recurrir a: FESTENSTEIN, M.: Pragmatism and Political Theory,Chicago: University of Chicago Press, 1997. GOODMAN, R.B. (Ed.): Pragmatism:Critical Concepts in Philosophy. 4 Vols., London: Routledge, 2005. : Pragma-

    tism: a Contemporary Reader. London: Routledge, 1995. KURTZ, P.:Americanphilosophy in the Twentieth Century. A sourcebook from Pragmatism to Philo-sophical Analysis. Edited, with an introductory survey, notes, and bibliographies,by Paul Kurtz. New York: Macmillan, 1966 [traduccin al espaol: Filosofanorteamericana en el siglo veinte: Textos escogidos desde el Pragmatismo hasta el

    anlisis filosfico. Compilacin, estudio introductorio, notas y bibliografa dePaul Kurtz. Mxico: Fondo de Cultura Mexicana, 1972]. MISAK, C.J. (ed.): Prag-matism,Calgary: University of Calgary Press, 1999. (ed.): The New Pragma-tists. Oxford: Clarendon Press; New York: Oxford University Press, 2007.MOORE, E.C.:American Pragmatism: Peirce, James and Dewey,Nueva York: Co-lumbia University Press, 1961. MOUNCE, M.: The Two Pragmatisms,Londres:Routledge, 1997. PUTNAM, H.:Renewing Philosophy,Cambridge MA: Harvard

    University Press, 1993 [traduccin al espaol: Cmo renovar la filosofa. Madrid:Ctedra, 1994]. : Pragmatism,Oxford: Blackwell, 1994 [traduccin al espa-ol:El pragmatismo. Un debate abierto. Barcelona: Gedisa, 1999]. RORTY, R.:Philosophy and the Mirror of Nature,Oxford: Blackwell, 1980 [traduccin al espa-ol:La filosofa y el espejo de la naturaleza. Madrid: Ctedra, 1983]. : The Conse-

    quences of Pragmatism,Sussex: Harvester, 1982 [traduccin al espaol: Con-secuencias del pragmatismo. Madrid: Tecnos, 1995]. : Objectivity, Relativism

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    pragmatismo en este libro no se reduce a una serie de indicacio-nes bio-bibliogrficas sobre su historia como escuela de pensa-miento y los principales autores que por ella han transitado. Elmismo Bernstein es parte de esta escuela y, como interlocutor y

    creador de segunda generacin, recoge las tesis de las propuestasand Truth,Cambridge: Cambridge University Press, 1991. SHOOK, M. y MAR-GOLIS, J. (eds.):A Companion to Pragmatism,Oxford: Blackwell, 2005. SCHEF-FLER, I.: Four Pragmatists, Londres: Routledge, 1986. SMITH, J.E.: Purpose andThought, Chicago: University of Chicago Press, 1978. THAYER, H.S.: Meaning

    and Action, A Critical History of Pragmatism, Indianapolis: Bobs-Merrill, 1968.DEWAAL, C.: Pragmatism,Belmont CA: Wadsworth, 2005. WEST, C.: The Ame-

    rican evasion of philosophy : a genealogy of pragmatism. Madison, Wis.: Universi-ty of Wisconsin Press, 1989 [traduccin al espaol:La evasin americana de la

    filosofa. Una genealoga del pragmatismo. Madrid: Editorial Complutense, 2008].Fuera del mbito anglosajn, el pragmatismo ha encontrado un inters

    especialmente en Alemania: APEL, Karl-Otto (Hrsg.): Schriften zum Pragma-tismus und Pragmatizismus. Frankfurt am Main: Suhrkamp, 1976. NAGL, Lud-wig: Pragmatismus. Frankfurt a.M./Nueva York: Campus Verlag, 1998. SCHU-BERT, Hans-Joachim / JOAS, Hans / WENZEL, Harald: Pragmatismus zur Ein-

    fhrung. Hamburg: Junius, 2010. SANDBOTHE, Mike (Hg.):Die Renaissancedes Pragmatismus,Weilerswist: Velbrck Wissenschaft, 2000. u. a. (Hgg.):The Pragmatic Turn in Philosophy,Albany: SUNY, 2004.

    En el caso de la recepcin alemana del pragmatismo, llama la atencin elhecho de que ella haya tenido lugar no tanto desde la Fenomenologa o laHermenutica, sino, ms bien, desde la Teora Crtica y, ms especficamente,desde los exponentes de las llamadas segunda y tercera generaciones de lamisma. Debe mencionarse en este sentido la gran influencia de Peirce (a tra-

    vs de Karl-Otto Apel) y Mead sobre Habermas, as como de Mead y Dewey

    sobre Honneth. Es importante destacar tambin el caso de Hans Joas quienha analizado la relevancia del pragmatismo para la teora social (cfr., en esesentido: Hans Joas: Pragmatismus und Gesellschaftstheorie. Frankfurt am Main:Suhrkamp, 1992; tr. esp.: Hans Joas:El pragmatismo y la teora de la sociedad.Madrid: Siglo Veintiuno de Espaa Ed., 1998).

    Ms modesta parece haber sido, en cambio, la recepcin francesa (cfr.: Jean-Pierre Cometti: Qu'est-ce que le pragmatisme?,Pars: Gallimard, 2010) y sor-prende encontrar pocas huellas explcitas de la recepcin de los pragmatistasnorteamericanos en los grandes maestros del pensamiento francs de las lti-mas dcadas (pensamos aqu ante todo en Michel Foucault y Jacques Derrida).

    Para concluir, diremos que, en lengua espaola, existen felizmente algu-nos estudios sobre el pragmatismo. Mencionamos entre ellos los siguientes:

    CABANCHIK, Samuel, PENELAS, Federico, TOZZI, Vernica (comps.):El giro prag-mtico en la filosofa. Barcelona: Gedisa, 2003. ESTEBAN, Jos Miguel: Varia-ciones del pragmatismo en la filosofa contempornea. Cuernavaca, Morelos:Universidad Autnoma del Estado de Morelos: Mnimas, 2006. MUOZ, Jaco-bo / PERONA, ngeles J. / ARENAS, Luis (eds.): El retorno del pragmatismo,Madrid: Trotta, 2001. PREZDETUDELAVELASCO, Jorge:El pragmatismo ame-

    ricano: Accin racional y reconstruccin del sentido,Madrid: Sntesis, 2007.

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    iniciales del pragmatismo para establecer comparaciones e inter-pretaciones crticas con las versiones de los epgonos posteriores,comparaciones e interpretaciones que cobran distancia respectotanto de su versin academicista simplista algo as como la sim-

    plificacin insostenible de decir que el pragmatismo es la merareformulacin analtica-utilitaria de la filosofa de siempre comode su exaltacin o desprecio fciles, aduciendo, por ejemplo, quees la nica postura que sabe desprender la ideologa (religiosa,metafsica, poltica) de la filosofa o, por el contrario, que no daimportancia a las verdaderas cuestiones metafsicas de la tradi-cin filosfica y que, en razn de ello, sera una postura superfi-cial a la que no debe prestarse atencin. Como generador del pro-pio discurso del pragmatismo, Bernstein critica uno y otro de es-tos extremos de interpretacin simplista, y pone de relieve aciertosy desaciertos de las posturas que va revisando, al tiempo que tomapostura frente a ellas en una verdadera labor de interlocucin,remitiendo a lo largo del libro a su propia obra especializada yampliando as el debate enriquecedoramente.

    Una preocupacin central de Bernstein en esta obra es as lade localizar el pragmatismo en su contexto histrico y cultural desurgimiento. En efecto, los orgenes del pragmatismo remiten alinicio del cultivo profesional de la filosofa en los Estados Unidosde Norteamrica como una disciplina institucionalmente estable-cida en el perodo que sigui a la guerra civil en ese pas y quetom como impulso una serie de grupos de discusin informal

    como el del famoso Club metafsico formado en 1872 en Cam-bridge, Massachusetts.2A ellos se sum, recuerda Bersntein, elinflujo de una serie de alemanes emigrados a los Estados Unidosde Norteamrica en las ltimas dcadas del siglo XIXempeadosen promover el estudio de los grandes exponentes de la filosofaclsica alemana particularmente de Kant, por un lado, y de Hegel,por el otro. As, por ejemplo, recuerda Bernstein, uno de los escri-

    2. Sobre este Club, vase: Louis Menand: The Metaphysical Club: A Storyof Ideas in America, Nueva York: Farrar, Straus, and Giroux, 2001 (tr. esp.:

    Louis Menand:El club de los metafsicos: Historia de las ideas en Amrica,Barcelona: Destino, 2002). Bernstein recuerda a este respecto que ni Peirceni James, dos de las figuras centrales en el origen del pragmatismo, se ha-ban formado especficamente como filsofos. El primero se comprenda as mismo como cientfico y como lgico; el segundo, por su parte, era mdi-co y desarroll sus trabajos ms bien en el mbito de la psicologa (cfr. lapresente edicin deEl giro pragmtico, p. 6).

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    tos tempranos de Peirce quien se consideraba a s mismo comoun kantiano estaba dedicado a discutir cuestiones relacionadascon laLgicade Hegel, y muchos de los primeros trabajos tantodel propio Peirce como de James y Dewey aparecieron publicados

    en elJournal of Speculative Philosophyla primera revista dedica-da exclusivamente a la filosofa en los Estados Unidos de Nortea-mrica fundado en 1867 por William T. Harris, un prominentemiembro de los St. Louis Hegelians. Dewey, por su parte, remitesus orgenes a una vertiente de corte neokantiana, mientras queMead realiz su formacin bajo el influjo del neohegelianismo deJosiah Royce. A este poderoso influjo en la lnea de Kant y Hegel,se sumar tanto una vena naturalista inspirada en Darwin orien-tada a buscar la continuidad de los seres humanos con el resto dela naturaleza, tal y como sta aparece, por ejemplo, en Dewey y enMead al igual que una preocupacin de reforma social y polti-ca vinculada a una comprensin de la democracia que enfatizarante todo su carcter creativo, experimental, rasgo que caracteri-zar al pragmatismo desde sus orgenes.

    Ms que empearse en buscar una definicin del pragmatis-mo, Bernstein se propone ofrecer en este libro una discusin so-bre una serie de temas especficos para caracterizar a la tradicinpragmtica tomando como eje, en varios de los captulos de estaobra, a un autor central de ella: sean los grandes iniciadores comoPeirce, James o Dewey, o bien los exponentes actuales, como Put-nam o Rorty y aun Habermas.3De este modo, a lo largo de este

    libro se analizan temas centrales no slo del pragmatismo, sinode la filosofa en general: los problemas de la objetividad, de la

    verdad, del llamado giro lingstico, de la relacin entre hechosy valores y, en fin, de la democracia, emergen as una y otra vez endiversas partes de esta obra. Ya desde el Prlogo se advierte, ade-ms, un matiz de lectura que podramos llamar interpretativo-

    3. Acaso llame la atencin en el lector el hecho de que Bernstein no hayadedicado un captulo especial a un autor a quien l mismo le reconoce unaimportancia central: George Herbert Mead. Para los interesados en la figura y

    obra de Mead, se puede recurrir a: ABOULAFIA, Mitchell (ed.): Philosophy, So-cial Theory, and the Thought of George Herbert Mead,Nueva York: SUNY Press,1991. CARREIRADASILVA, Filipe: George Herbert Mead. A Critical Introduction,Cambridge: Polity, 2007. JOAS, Hans: Praktische Intersubjektivitt. Die Entwic-

    klung des Werkes von George Herbert Mead,Frankfurt am Main: Suhrkamp-Verlag, 1989. MILLER, David L.: George Herbert Mead: Self, Language and theWorld,Chicago: University of Chicago Press, 1973.

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    comparativo-crtico y que Bernstein quiere imprimir sobre el li-bro en su conjunto: las tesis centrales del nacimiento del giro prag-mtico, dice el autor hablando de lo que se encontrar en el texto,sern constantemente comparadas con las posturas de su propio

    momento de forma horizontal y problematizadora. Encontramosas, a lo largo de esta obra, tambin una serie de reflexiones queconectan y ponen en discusin al pragmatismo tanto con la filo-sofa analtica (especialmente con Wittgenstein, Quine, Davidson,Sellars, Putnam y Rorty, al igual que con McDowell y Brandom),como con la llamada filosofa continental (y ello tanto en lalnea hermenutica de Heidegger y Gadamer, como con la teoracrtica en la vertiente representada por Habermas y Honneth eincluso con el deconstruccionismo de Derrida). De este modo,por ejemplo, son fructferas las comparaciones entre la crtica al

    modelo representacional de la epistemologa de Charles S. Peircey su crtica al cartesianismo, con la crtica de Heidegger y lahermenutica posterior al ideal teortico des-comprometido consu mundo desde la analtica fenomenolgica del ser-ah, tanto queconsidera Bernstein la posibilidad de hablar de un Heideggerpragmtico; o bien, son muy ricas las comparaciones entre lasposturas de pragmatistas de primera y segunda generacin sobrela primaca de la prctica y la valoracin cultural de su sentidocon la postura del segundo Wittgenstein acerca de la condicin dela aplicacin de reglas en un contexto lingstico que es la enteradimensin del mundo (cultural) de los hablantes. En el caso deWittgenstein, pues, tambin se podra hablar de su estilo o aire defamilia pragmtico. Este juego de comparacin, interpretaciny crtica del pragmatismo con escuelas de pensamiento que nosuelen asociarse con l, tiene la intencin reflexiva de ampliacinde nuestro punto de vista sobre la evolucin de la filosofa en los150 aos anteriores, que Bernstein resume de este modo:

    Las convenciones filosficas estndar, que dividen a la filosofaen escuelas tales como pragmatismo, filosofa analtica y filo-sofa continental, oscurecen estos temas pragmticos comunes.

    Una vez que son removidas estas anteojeras ideolgicas, las in-vestigaciones filosficas de los pragmatistas clsicos norteame-ricanos, Heidegger y Wittgenstein, toman un aire ms fresco yun carcter ms excitante. Si ponemos entre parntesis las clasi-ficaciones filosficas estndar y desorientadoras, y vemoslo queestos filsofos estn diciendo y haciendo en realidad, entonces

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    un panorama muy distinto emerge. Descubrimos las convergen-cias de aquello en contra de lo que estn reaccionando los prag-matistas, Wittgenstein y Heidegger, y sus crticas de la epistemo-loga y la metafsica tradicionales, y especialmente el cambio ra-dical en la orientacin filosfica que estn buscando lanzar.4

    La misma sospecha frente a los reduccionismos filosficos deescuela, y la crtica de sus anteojeras ideolgicas, anima a Berns-tein a establecer comparaciones y contrastes productivos entre lapostura de Gadamer y Peirce sobre la recuperacin de los prejui-cios y el dilogo en el fenmeno de la comprensin, para ambosconceptos clave de la crtica al hegelianismo absolutista; o bien,entre las posturas post-hegelianas y sociolgicas de pensadores dela segunda Escuela de Frankfurt, principalmente Jrgen Habermasy Axel Honneth, e incluso, Karl Otto-Apel y Hans Joas, y los prag-

    matistas clsicos norteamericanos en su cambio de paradigma dela filosofa de la conciencia o subjetividad al paradigma de la comu-nicacin y la racionalidad intersubjetiva; por ltimo, extendiendoel aire de familia pragmtico al mximo, piensa Bernstein queexiste una cierta cercana con el no-mtodo, con el gesto lings-tico de la deconstruccin del Derrida tardo y los asuntos ticos ypolticos que preocuparon a los primeros pragmatistas y que, entrminos de Derrida, podran ser expresados mediante nocionescomo las de responsabilidad, indecidibilidad o respuesta.

    Ahora, si bien es cierto que en todas estas posiciones existe una

    coincidencia de aquello en contra de lo que estn reaccionando,nos parece que la extensin de este aire de familia pragmtico pue-de llevar a confusiones y nuevas reducciones entre las posturas es-tudiadas. De hecho, cuando Bernstein afirma que existe un acerca-miento de la mirada crtica y las temticas de la fenomenologa y lahermenutica, de la filosofa analtica del lenguaje, de la teora cr-tica y de la deconstruccin, y las posturas clsicas y contempor-neas del pragmatismo, asume que existe una misma intencinentodas esas posiciones, es decir, un mismo programa crtico con lasmismas finalidades tericas y prcticas, como si slo se distinguie-

    ran por los lenguajes tcnicos utilizados y por el nfasis que ponenen conceptos laterales de originalidad propia. Entonces, aunqueciertamente existen paralelos crticos e histricos entre las posicio-nes enunciadas, y sea un mrito loable de Bernstein hacer su retra-

    4. Vase la presente edicin deEl giro pragmtico, p. 25.

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    to y abrir su comprensin, habra que precaverse tambin frente aun posible abuso en el momento de querer proponer coincidenciasgeneralizadoras que justamente terminan por hacer lo que queraevitar: reducir la complejidad de cada postura a ciertas notas ma-

    nejables para alcanzar una finalidad explicativa concreta, la de en-fatizar la importancia y alcance del giro pragmtico en el medio delos debates filosficos contemporneos. No obstante, apertrechn-donos crticamente a nuestra vez contra esta tentativa acaso excesi-

    vamente abarcadora de Bernstein, pensamos que es de gran valorla minuciosidad y erudicin con que estudia en este libro las postu-ras concretas de los principales pragmatistas desde sus inicios afinales del siglo XIXhasta las posiciones actuales, incluida la suya,tratamiento que ofrece al lector un estudio detallado del giro prag-mtico precisamente considerado como postura original.

    Ha de ser claro que Richard Bernstein ofrece en esta obrauna reconstruccin y reflexin sobre la historia y comprensinde la filosofa en los Estados Unidos de Norteamrica que puedeser de gran utilidad para todo aquel que dentro o fuera de esepas reflexione sobre su propia tradicin: cmo ha surgido yse ha institucionalizado la filosofa como una disciplina acad-mica cultivada en las Universidades y centros de enseanza anivel superior, cules fueron las vertientes que confluyeron en elsurgimiento de esta disciplina, en qu regiones geogrficas cmoy por qu en ellas comenz a cultivarse la disciplina como tal,

    cmo se insert en un contexto histrico, social, cultural y po-ltico y de qu modo respondi o no a l, cul fue el papely en este punto pensamos especficamente en los Estados Uni-dos de Norteamrica de los emigrados provenientes del mun-do de lengua alemana (en este caso, particularmente los ligadosal Crculo de Viena: Carnap, Tarski, Hempel, etc.) y cmo delcontacto entre la herencia del positivismo lgico, la del empiris-mo anglosajn, la de la filosofa analtica anglosajona (Moore,Russell, Wittgenstein, Ryle y Austin) y la del propio pragmatis-mo comenz a delinearse el perfil de la filosofa que se desarro-

    lla actualmente en los Estados Unidos de Norteamrica y de qumodo y esto es decisivo la reflexin sobre el pragmatismo,su historia, su auge, su desplazamiento y su redescubrimiento,podran contribuir a disolver los reduccionismos y simplifica-ciones (por ejemplo: filosofa analtica vs. filosofa continental)entre los que parece debatirse la filosofa hoy en da dentro y

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    trabajar hasta el fin de su vida.5La idea central aqu es que elproceso de significacin tiene un carcter tridico: el signo, el ob-

    jeto al que el signo se refiere y, finalmente, y esto es lo decisivo, elinterpretante. Esta estructura tridica caracteriza, segn Peirce,

    tanto a los signos lingsticos como a los no-lingsticos.Las aportaciones mencionadas le permiten a Peirce, por un

    lado, rechazar la idea de que existira algo dado epistemolgica-mente que servira de fundamento slido e inconmovible al cono-cimiento emprico y, por el otro, al mismo tiempo, evitar recaer enuna suerte de coherentismo segn el cual los signos remitiransiempre tan slo a otros signos al margen de la relacin de lossignos con los objetos lo cual abrira una serie de problemaspara una comprensin adecuada, por ejemplo, de la verdad, unproblema que reaparece a lo largo de todo el libro y sobre el que

    Bernstein vuelve especialmente en el captulo quinto de esta obra.6En el siguiente captulo de este libro, dedicado a William Ja-

    mes, Bernstein analizar con cierto detalle las relaciones entre prag-matismo y pluralismo. James fue, en efecto, uno de los primerospensadores en dignificar la expresin pluralismo, recuerda Ber-nstein, tal y como ella aparece ya en el ttulo de su libroA PluralisticUniverse (1909) elaborado a partir de una serie de conferenciasimpartidas en Oxford. El pluralismo aparece en James como unaposicin opuesta al monismo que en l se presenta asociado al idea-lismo absoluto inspirado en Hegel, especialmente en la forma en

    que ste se interpretaba en el pensamiento de Josiah Royce. As, enoposicin a la idea de que existira un nico punto de vista absolutoen el plano del conocimiento algo as como una visin del ojo deDios, para usar la expresin de Putnam James insistir ms bienen una consideracin de la experiencia humana que concibe a stacomo finita, parcial, incompleta y siempre susceptible de enrique-

    5. En este punto Bernstein remite al lector al brillante trabajo que Karl-Otto Apel dedicara a Peirce: Karl-Otto Apel:Der Denkweg von Charles SandersPeirce,Frankfurt am Main: Suhrkamp, 1975 (tr. esp.: Karl-Otto Apel:El cami-no del pensamiento de Charles S. Peirce,Madrid: Visor, 1997).

    6. Como Bernstein lo recuerda aqu, recientemente John McDowell en obrascomo Mind and World(1996) ha visto que esta interminable oscilacin entreel apelo al orden de lo dado para fundamentar el conocimiento emprico, porun lado, y un coherentismo que corre el riesgo de perder el contacto con elmundo, por el otro, se encuentra inscrita en el corazn mismo de la filosofamoderna (cfr. la presente edicin deEl giro pragmtico, pp. 52 y ss).

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    cerse, de corregirse y, de ese modo, de mejorarse. La propuestatica que subyace a una consideracin semejante se advierte enforma clara tan pronto se percibe que la preocupacin central deJames en su crtica al pensamiento monista resida justamente en

    que, de acuerdo a l, ste no permita un espacio para pensar lalibertad, la creacin y la novedad. Por el contrario, un universopluralista se piensa de entrada como un universo abierto, atravesa-do por la contingencia y por un horizonte de posibilidades aun norealizadas y susceptible por ello de ser transformado por la accinhumana. El legado de James se advierte y en este punto el librode Bernstein nos permite acceder a dos figuras prcticamente des-conocidas fuera del mbito norteamericano en Horace Kallen yAlain Locke. El primero de ellos ofrece en un ensayo publicado en1915 con el ttuloDemocracy and the Melting Pot, una crtica pene-

    trante de la democracia norteamericana y de la creencia de que enella haba sido lograda una integracin racial ejemplar precisa-mente la idea del melting pot. La democracia norteamericana erapara l ms bien expresin de una suerte de monismo culturalque haba impedido articular y escuchar las distintas voces almodo de una orquesta sinfnica de los diversos grupos tnicos yculturales que haban formado esa nacin.7Locke, por su parte, ensus conferencias sostenidas tambin en 1915 con el ttuloRace Con-tacts and Interracial Relations, inspirndose en una lnea de reflexinabierta por Franz Boas y, a la vez, yendo ms all de l, procede a

    una suerte de deconstruccin del concepto de razaavant la lettrepara desenmascararlo como una ficcin tnica que deba ser re-construida para permitir as a las comunidades afroamericanas res-taurar su autoestima y dignidad. As, Bernstein traza y en estepunto los lectores no-estadounidenses debemos estar agradecidoscon l por habernos mostrado estos entretelones de la historia de lafilosofa norteamericana una sutil y sugerente conexin entre elpragmatismo, por un lado, y las recientes discusiones en torno almulticulturalismo y las polticas de la identidad, por el otro, mos-trando cmo es posible, desde el pragmatismo, por ejemplo, pen-sar conceptos como los de raza o identidad sin comprender astas como entidades fijas e inamovibles.

    La vertiente por as decirlo poltica del pragmatismo apare-ce tratada con mayor detalle en el captulo 3 de este libro. En

    7. Cfr. la presente edicin deEl giro pragmtico, pp. 71 y ss.

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    efecto, ah Bernstein se ocupa de la figura de John Dewey y de sunocin de democracia radical. La preocupacin por pensar lademocracia caracteriza al pensamiento de Dewey prcticamentedesde sus inicios. As, recuerda Bernstein, influido por el hegelia-

    nismo de su mentor, George Morris, ya en su ensayo The Ethics ofDemocracy(1888) Dewey ofrece una sugerente crtica a la idea deacuerdo a la cual los individuos se constituyen con anterioridad asu insercin en la sociedad. Por el contrario, sealar Dewey, losindividuos no pueden ser considerados como tomos no-socialesy aislados, sino que se encuentran siempre ya localizados en elinterior de una sociedad y de una forma de vida tica. La demo-cracia por ello no puede ser entendida slo como una mera formade gobierno, sino ms bien, y ante todo, como un modo de vidatico. As, hacindose eco de las consideraciones aristotlicas en

    torno alethos y de las reflexiones de Hegel en torno a la Sittli-chkeit, Dewey subrayar que sin una cultura o sin unethosdemo-crtico articulado lo mismo en instituciones y normas que en cos-tumbres, actitudes y sentimientos, la democracia poltica termi-nar por convertirse en una mera forma vaca.8Ello supone, a su

    vez, que en una democracia sean los ciudadanos y no los bur-cratas ni tampoco los expertos los que deliberen, evalen, juz-guen y decidan cmo se debe vivir en el interior de una comuni-dad poltica. Es de subrayar en este sentido la importancia queotorga Bernstein a la experiencia de Dewey a su llegada a Chicagoen 1894 y al modo en que ella contribuy a radicalizar su com-prensin de la democracia. En efecto, fue en ese contexto que elfilsofo norteamericano experiment en forma directa las conse-cuencias del acelerado proceso de industrializacin capitalista,del despliegue del individualismo y del dominio prcticamenteincontrolado del mercado en la esfera econmica. Los peligros dela democracia no podan ser considerados as como exteriores aella, sino que se encontraban ms bien en su interior y ligados aldesarrollo incontrolado del capitalismo. El liberalismo pareca enese punto haberse convertido en un instrumento de legitimacinde un orden injusto que requera ms bien una reforma social

    para la cual no bastaban solamente apelos morales.9Al mismo

    8.Ibd., pp. 81 y ss.9. Dewey no consider jams la posibilidad de una va revolucionaria de

    transformacin de la democracia. Vale la pena detenerse en este sentido enla visin de Dewey sobre la Revolucin Sovitica, en su participacin en la

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    tiempo, esta reforma deba ser realizada exclusivamente con me-dios democrticos. As en su ensayo tardoDemocracy is Radical(1937) Dewey apunta, en un pasaje que aun hoy en da sorprendepor su radicalidad, lo siguiente:

    El fin de la democracia es un fin radical. Pues es un fin que no hasido adecuadamente realizado en ningn pas en ningn momen-to. Es radical porque requiere un gran cambio en institucionessociales, econmicas, legales y culturales existentes. Un liberalis-mo democrtico que no reconoce estas cosas en el pensamientoy en la accin no est despierto a su propio significado y a lo queel significado demanda [Dewey,LW 11: 298-299].10

    Ms que un ideal regulativo o una suerte de utopa localiza-da en el fin de la historia, la democracia es para Dewey, seala

    Bernstein, un fin-en-perspectiva que puede guiar nuestras ac-cionesaqu y ahora, permitiendo establecer un horizonte de cr-tica frente a las deficiencias y problemas de las democracias real-mente existentes. Es en este sentido que el fortalecimiento delas comunidades como comunidades de deliberacin, la propiadeliberacin, el conflicto, las formas de hacer frente al conflicto,la cultura y la educacin democrticas que comprenden a loshbitos lo mismo que a las actitudes y a las emociones de losciudadanos, adquirirn un papel central en la reflexin de Deweyes as que se entiende por qu Dewey atribuir en My Pedago-

    gic Creed(1897) un papel tan destacado a la funcin de la educa-cin como el mtodo fundamental para la reforma social.

    Ya desde el inicio de su libro, Bernstein destaca la enormeimportancia que tuvo la filosofa clsica alemana (especialmenteKant y Hegel), en el surgimiento y despliegue del pragmatismo.El influjo de Kant es ya conocido en la reflexin de Peirce. Elimpacto de Hegel sobre el pragmatismo ha sido, en cambio, me-nos analizado. Es por ello que el lector agradecer a Bernstein eltratamiento que nos ofrece sobre la relacin del pragmatismocon Hegel en el Captulo 4 de esta obra. Bernstein recuerda en

    Comisin de Investigacin en torno al caso Trotsky, en su viaje a Mxico paraentrevistarse con el revolucionario ruso y en la discusin posterior que tuvocon ste con respecto a la democracia y a la relacin medios-fines en el mbitode la poltica (cfr. la presente edicin deEl giro pragmtico, pp. 86 y ss).

    10. Vase la presente edicin deEl giro pragmtico, p. 85.

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    este sentido el gran influjo de Hegel sobre el pensamiento enlengua inglesa a ambos lados del Atlntico hacia finales del sigloXIXy principios del XX. Green, Bradley y Bosanquet en Inglate-rra, al igual que Royce en los Estados Unidos de Norteamrica

    vinculaban su pensamiento al de Hegel; el autor de laFenomeno-loga del esprituejerci tambin una gran influencia especial-mente sobre Dewey y Peirce. En el caso de Dewey no era tanto lacreencia en el espritu absoluto ni los anlisis ofrecidos en obrascomo la Ciencia de la lgica. Fueron ms bien las ideas sobre launidad indisoluble sujeto/objeto, la necesidad de reflexionar so-bre las diversas formas de la experiencia y ya no slo sobre laexperiencia cognitiva y la focalizacin hacia un anlisis sobrelas instituciones, la cultura y la historia, las que condujeron aDewey en direccin a Hegel. En el caso de Peirce, a pesar de la

    notoria huella de Kant en su pensamiento, su crtica al intuicio-nismo como ncleo central del cartesianismo en el sentido ante-riormente expuesto, seala Bernstein, puede ser leda como com-plemento de la crtica que realiza Hegel a la idea de una pretendi-da inmediatez pura, no mediada conceptualmente. Sin embargo,lo cierto es que las acendradas crticas al idealismo de algunospragmatistas como James en este caso al idealismo de Royce ya lo que l denominaba el monismo idealista como una postu-ra opuesta al pluralismo por el que l abogaba terminaron porgenerar en la filosofa norteamericana una reserva hacia la filo-

    sofa de Hegel que habra de ser reforzada por los grandes expo-nentes de la filosofa analtica en el mundo anglosajn.No obstante, en al menos tres direcciones, recuerda Berns-

    tein, se produjo una revaloracin de la filosofa de Hegel en elmbito acadmico anglosajn a lo largo de la dcada de los aoscincuenta y sesenta del siglo anterior. En primer lugar, el surgi-miento de la Nueva Izquierda y el inters por la obra de Marx aella asociado. Es as que Hegel comienza a adquirir un renovadointers a partir de las lecturas de Gramsci, de Marcuse y, en gene-ral, de la llamada Escuela de Francfort. En segundo lugar, una

    nueva manera de comprender el giro lingstico que llev a algu-nos autores formados dentro de la tradicin analtica a ampliar sucomprensin de la nocin de experiencia y, de ese modo, a incor-porar en sus anlisis un concepto de cultura para el que Hegelofreca un punto prometedor de partida es en este sentido queBernstein se refiere a pensadores como Alasdair MacIntyre o Char-

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    les Taylor.11Finalmente, en tercer lugar, y es aqu que Bernsteincentrar su atencin, en los aos cincuenta tuvo lugar en los Esta-dos Unidos de Norteamrica una suerte de influjo subterrneo dela filosofa de Hegel, hasta ahora no tematizado a profundidad en

    el interior de la tradicin anglosajona, a travs de la obra de Wil-frid Sellars y de sus alumnos John McDowell y Robert Brandom,los llamados Hegelianos de Pittsburgh.12En el caso de Sellars, apesar de su filiacin a primera vista kantiana, Bernstein destacalas profundas similitudes que mantiene la crtica de Sellars al mitode lo dado con la que en su momento hiciera Hegel a la nocinde inmediatez. En uno y otro caso se niega la posibilidad de unconocimiento inmediato, de una suerte de conocimiento intuitivo(un knowledge by acquaintance, como dira Bertrand Russell),que podra hacer las veces de fundamento del conocimiento almargen de toda mediacin conceptual. Es tambin la presenciade Hegel ahora vinculada a la del segundo Wittgenstein laque reaparece en McDowell al rechazar la idea de una separacinclara y estricta entre lo que se encuentra dentro y lo que se en-cuentra fuera del mbito conceptual; para l no hay, pues, unasuerte de espacio vaco intermedio entre el pensamiento, por unlado, y el mundo, por el otro, segn lo apunta Bernstein en sulectura de Mind and World(1996) de McDowell. Finalmente, en elcaso de Brandom, la propuesta parece ser la de un pragmatismohegeliano13orientado a mostrar que toda constitucin trascen-dental (Kant) es en ltimo anlisis una institucin social y que,por tanto, el trasfondo sobre el cual tiene lugar la actividad con-ceptual por medio de la cual comprendemos las cosas en el mun-do est dado por una red de prcticas sociales que poseen a su vezuna dimensin normativa y ste parece ser el ncleo de la am-biciosa, compleja y densa propuesta presentada por Brandom ensu monumental Making it Explicit(1994).

    Uno de los temas presentados en los cuatro captulos anterio-res, tema que expresa una preocupacin central de Bernstein a lolargo del libro, es el relacionado con el modo en que los problemasde la objetividad y la verdad pueden ser comprendidos dentro de la

    11. El ejemplo ms destacado de esta reinterpretacin de Hegel es, porsupuesto: Charles Taylor:Hegel. Cambridge: Cambridge University Press, 1975(tr. esp.:Hegel, UAM - Anthropos Editorial, Barcelona, 2010).

    12. Cfr. la presente edicin deEl giro pragmtico, pp. 109 y ss.13.Ibd., p. 113.

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    tradicin del pragmatismo sin el riesgo de recaer sea en una formade relativismo o bien en una variante del convencionalismo. Es deello que se ocupa nuestro autor en el quinto de los captulos queconforman este libro. En l Bernstein se dedica a analizar de qu

    modo el pragmatismo ha cuestionado la teora de la verdad comocorrespondencia y, con ello, la idea de que nuestro conocimientocorrespondera a una realidad externa e independiente de l. Lejosde enlazar la nocin de verdad con la de correspondencia, la tradi-cin pragmtica ha procedido en un doble movimiento: en primerlugar, se ha esforzado por mostrar que la nocin de verdad no pue-de ser comprendida independientemente de las prcticas de justi-ficacin o de rechazo de nuestras aserciones y creencias pormedio de razones. Con ello la verdad se ve remitida a la prcticasocial de justificacin con razones; no obstante, es necesario, ensegundo lugar, a fin de escapar a las posibles objeciones de conven-cionalismo y/o relativismo, mantener, a pesar de su estrecha rela-cin, la diferencia entre la verdad y las prcticas de justificacin deaserciones sobre la base de razones. Bernstein se detiene especial-mente en los problemas que surgen al vincular la nocin de justifi-cacin con una justificacin bajo condiciones ideales (por ejem-plo, una situacin ideal de dilogo en el sentido de Apel o Haber-mas, o, en general, la aceptabilidad racional de una asercin bajocondiciones epistmicamente ideales), para esbozar, como una al-ternativa a ella, una comprensin de un pragmatismo sin ideasregulativas (Wellmer).14Para ello se requiere y ello parece ha-

    ber sido el propsito de Brandom, afirma Bernstein estableceruna diferencia entre dos perspectivas: por un lado, la perspectivadel Yo-nosotros (vinculada a una comunidad especfica de la queel yo como perspectiva en primera persona forma parte y en dondela verdad y la objetividad aparecen definidas en relacin a la pers-pectiva de esa comunidad privilegiada de la que el yo en cuestinforma parte) y, por el otro, la del Yo-ustedes (en la que ningunaperspectiva de una comunidad particular podra asumir una fun-cin privilegiada). De este modo parece posible escapar al peligrodel relativismo o del convencionalismo que comprenden tanto la

    verdad como la objetividad como vinculadas a las prcticas socia-les de justificacin de una determinada comunidad y a lo que en

    14. Cfr. Albrecht Wellmer en la presente edicin deEl giro pragmtico, pp.124 y ss. Ver tambin a este respecto los ensayos que aparecen en: AlbrechtWellmer:Lneas de fuga de la modernidad. Buenos Aires: UAM-FCE, 2013.

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    ella se entenderan como buenas razones en favor de una aser-cin para establecer as una distincin entre lo meramente subjeti-

    vo y lo objetivo sin recurrir a una perspectiva de Dios.En el captulo 6 Richard Bernstein vuelve de nuevo sobre el

    llamado giro lingstico para ofrecer una explicacin del mis-mo como un nuevo modo de filosofar basado en la categora deexperiencia. Cuando utiliza esta palabra est fundamentalmentede acuerdo con uno de los pragmatistas ms vigentes y discutidosactualmente, Richard Rorty, en que se trata de la experiencia lin-gstica. Pero lo que pone en la mesa de debate es si este aspectolingstico de la experiencia es algo tan definido, tan consensadoentre los pragmatistas (y de hecho entre los filsofos analticostomados en su conjunto), como para empalmar el sentido de esoque llamamos giro lingstico con lo que identificamos como giro

    pragmtico. La problematizacin de Bernstein ser contundente:no est nada definido en la filosofa del siglo XXconsiderada enbloque, y ni siquiera dentro de la corriente de pensamiento anal-tico, lo que se entiende por lenguaje o por experiencia lingstica,incluso hablando de cierto aire de familia compartido. A quse debe, pregunta Bernstein, esta situacin de disenso casi abso-luto, cuando la frmula giro lingstico se ha utilizado en casitodos los mbitos de la filosofa como piedra de toque para enten-der casi cualquier postura contempornea?

    De entrada, lo que se revela es justamente el uso ideolgico de

    tal frmula, de pretendida significacin sobreentendida y consen-sada. Y lo que Rorty ha querido poner de relieve es que ese usodescansa en el significado, tambin supuestamente sobreentendi-do y consensado, de la palabra experiencia, an ms cuando secae en cierta locuacidad y se habla de una metafsica de la expe-riencia repleta de vaguedades y confusiones. Esta circularidad

    viciosa entre el giro lingstico y la metafsica de la experienciase rompe para Rorty desechando esa herencia que comienza conDewey y James y que pretende anudar la metafsica historicistahegeliana con el naturalismo darwiniano, generando una historia

    de errores y malentendidos. El de Rorty, dice Bernstein, es unpragmatismo sinexperiencia. Pero esta es una posicin extremaque nos hace perder lo mejor del pragmatismo:

    Y francamente, estoy de acuerdo con aquellos que han sostenidofuertemente que eliminar la experiencia del pragmatismo (viejo

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    y nuevo) es destripar el pragmatismo, es dejarnos con una som-bra sin agallas del pragmatismo.15

    La labor de Bernstein en este captulo consistir, pues, en mos-trar que la dicotoma que separa la experiencia del giro lingstico,dicotoma que se toma como parmetro aparentemente firme des-pus de Rorty, no tiene que ser aceptada forzosamente. De hecho,advertir y explicar el vnculo entre las distintas variedades de expe-riencia y el giro lingstico ser la clave para entender las primerasposiciones de los pragmatistas clsicos norteamericanos, que siem-pre se pusieron como meta dar cuenta de l y no disolverlo.

    Para esta labor, haciendo gala de destreza sinttica y abundan-te soporte bibliogrfico, nuestro autor expone en primer lugar elesquema categorial de Charles S. Peirce, muchas veces dejadode lado en las explicaciones estndar de este pensador dada su

    complejidad. El inters de recircular los elementos de este esque-ma de categoras peirceano Primeridad, Segundidad y Terceri-dad es relacionarlo con aspectos de la experiencia que son indis-pensables para una epistemologa lingstica: la cualidad de unfenmeno, o Primeridad, la limitacin o la compulsin en brutoque ofrece un fenmeno, o Segundidad, y la susceptibilidad deinferencia o carcter epistmico de un fenmeno, o Terceridad.Slo dando cuenta de las condiciones de posibilidad de estos tresaspectos de la experiencia es que se evitan, para Peirce, dos aporasdel pensamiento: la del Mito de lo Dado, esto es, el supuesto

    realista de que las cosas estn ah, independientemente de cual-quier observador, y la de los deslizamientos hacia el idealismo lin-gstico metafsico, o bien, en otras palabras, slo as se da unaexplicacin no fundacionalista, realista o idealista, de la experien-cia que escapa a estos callejones sin salida del giro lingstico.

    En segundo lugar, Bernstein explica la propuesta de WilliamJames sobre las variedades de la experiencia como puerta a lo queentiende por inmediatez cualitativa (o lo que Peirce llam Prime-ridad). James, dice Bernstein, aunque se hizo famoso por su ex-plicacin de la experiencia religiosa, es un maestro tambin en

    explicar la sutileza y multiformidad que adoptan las experienciasde la vida humana en un mbito lingstico y cultural muy amplio.En tercer lugar, piensa Bernstein que la integracin del histori-

    cismo hegeliano con el naturalismo darwiniano que lleva a cabo

    15. Vase la presente edicin deEl giro pragmtico, p. 140.

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    John Dewey no slo es interesante por la aleacin de dos teoras quepareceran totalmente contrarias en un principio, sino tambin, ysobre todo, por la transformacin pragmtica que sufre el conceptohegeliano de experiencia (Erfahrung). El secreto de esta transfor-

    macin es justamente ubicar la dinmica dialctica de la experien-cia en trminos de evolucin biolgica a lo Darwin. Con esto selogra dar cuenta de una experiencia como un encontrarse en elmundo inmediato (la cercana de Dewey con Heidegger y con lahermenutica posterior en este punto, para Bernstein, no es casual).

    Lo que se demuestra con estos tres casos centrales de pionerosdel pragmatismo Peirce, James y Dewey es que es estril el con-traste y la separacin entre experiencia y lenguaje, que de hecho esenriquecedor comprender su estrecha relacin para explicar elmundo de la vida humana a nivel cotidiano, esto es, en su entrama-

    do lingstico inmediato que nos limita necesariamente (de aquque la Segundidad de Peirce coincida con la famosa sentencia 5.6delTractatusde Wittgenstein los lmites de mi lenguaje son los lmi-tes de mi mundo) pero que tambin nos da las condiciones parauna verdadera libertad justamente como comunidad lingstica.

    Este compromiso con la facticidad y limitacin del mundolingstico, en sentido potenciador y no paralizante, que percibie-ron los primeros pragmatistas, es el que anima la explicacin dela postura de Hilary Putnam en el captulo 7. Cuando se estudia aeste polmico pensador, dice Bernstein, la amplitud de temas de

    los que se ocupa crticamente filosofa de la mente, lgica, ma-temticas, lenguaje, percepcin pueden llevar a creer que notiene un centro de reflexin unitario. Nada ms equivocado, puesa pesar de la abundancia y complejidad de sus investigacionesexiste un ncleo de articulacin que puede sintetizarse en un gru-po de tesis centrales, que de hecho son las tesis que nos heredanlos primeros pragmatistas: el anti-escepticismo, o la exigencia deque cualquier duda deba ir acompaada de una justificacin; fali-bilismo, o la conviccin de que ninguna postura metafsica o creen-cia es lo suficientemente fuerte como para no necesitar continua

    revisin; la tesis de que no existe dicotoma definitiva entre he-chos y valores; y la tesis que sostiene que la prctica le es esen-cial a la filosofa. Bernstein pone de relieve que estas cuatro tesisnucleares delinean el pensamiento de Putnam no slo como vrti-ces metodolgicos y epistemolgicos, sino que se vinculan a unaidea tico-poltica de la filosofa como intento de alcanzar el bien.

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    Bernstein traducir la tercera tesis de Putnam no existe di-cotoma entre hechos y valores en sentido positivo: de he-cho existe un entrelazamiento fundamental entre hechos y va-lores. La ventaja de apostar por este entrelazamiento de manera

    positiva es que se obtiene un punto de apoyo clave para criticarlos excesos de posturas analticas del positivismo lgico que haninsistido en separar y aislar los elementos significativos de las sen-tencias y de los hechos del mundo. Esta es una aberracin queconduce a dicotomas rgidas que son en realidad reificaciones delos conceptos, por ejemplo las distinciones reificadas analtico-sinttico o hecho-convencin. Estas reificaciones conceptuales,tienen un antecedente que se remite hasta David Hume, antece-dente primitivo del pragmatismo moderno: la distincin que estepensador recomienda hacer para no caer en la falacia naturalista,la distincin entre es y debe. El problema con esta herencia,dice Bernstein siguiendo a Putnam, es el alcance y penetracinsocial de estas separaciones tajantes artificiales:

    De acuerdo con Putnam y yo estoy completamente de acuerdocon l la dicotoma hecho-valor ha tenido una influencia do-minante y perniciosa sobre las ciencias sociales, as como sobrenuestro entendimiento cotidiano de los juicios ticos y polticos.16

    Ahora bien, la defensa del entrelazamiento entre hecho y va-lor como plataforma crtica no slo tiene que ver con sus conse-

    cuencias tico-polticas, sino que se explica desde una base lgi-co-epistemolgica de comprensin de la racionalidad como algoque no puede ser neutro, esto es, en contra de lo sostenido poralgunos positivistas lgicos y su concepcin representacional pre-supuesta, no demostrada, la conviccin de que cualquier entendi-miento de la ciencia y la racionalidad debe apelar a consideracio-nes normativas de valor. Es esta otra forma de decir que la cienciay la racionalidad siempre estn enclavadas en un contexto histri-co normativo, cultural y valorativo que no puede ser neutral.

    Es desde esta base normativa de explicacin de la ciencia y

    la racionalidad que Putnam quiere extender una liga entre losaspectos descriptivos y prescriptivos de todo enunciado, sea cien-tfico o tico-poltico. Pero, al estrechar la relacin entre des-cripcin de hechos y prescripcin de normas en los distintos y

    16. Ibd., p. 171.

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    plurales contextos histrico-culturales, explica Bernstein, pare-ce que Putnam cae vertiginosamente en el relativismo tico.Dndose cuenta de esto, Putnam apela a la densidad (thick-ness) de algunos conceptos ticos que valdran para todos, al

    tiempo que admite un pluralismo de visiones culturales. Estoes lo que le parece sospechoso a Bernstein, que tambin da cuentade la sospecha que Bernard Williams levanta respecto a este po-lmico concepto de Putnam: la defensa de una objetividadmoral asentada en esa densidad de conceptos ticos que, sinembargo, no se confunde con una postura metafsica fundacio-nal o con un concepto de ciencia o racionalidad neutras.

    La sospecha de Bernstein se agudiza cuando explica cmo Put-nam coloca los ideales e instituciones de una sociedad democrticacomo parmetros de esa objetividad moral. De hecho, en trminosde Putnam, el contexto de la democracia nos ayudara a cultivar la

    argumentacin objetiva y razonable para confrontar situacionesmorales difciles, altamente debatibles (por ejemplo, cuando se en-frentan dos concepciones culturales o personales opuestas sobreuna accin dada en una democracia real, con desacuerdos concre-tos de no fcil resolucin). Pero esto es justo, critica Bernstein, loque Putnam no logra sino en un nivel abstracto de argumentacinmoral, no pudiendo superar el peligro de un relativismo siemprelatente. Por esto dice a modo de conclusin de este captulo:

    Los asuntos morales y polticos realmente difciles tienen que ver

    solamente con cmo descubrimos qu es lo que se ha de hacer ycmo hemos de juzgar las afirmaciones en competencia. En el nivelabstracto, Putnam ha hecho un buen caso de los modos de pensarno metafsicos acerca de la objetividad moral. Pero no nos ha mostra-do cmo hemos de determinar cules de nuestros juicios de valor sonobjetivamente verdaderos o falsos. No nos ha mostrado cmo he-mos de resolver el tipo de conflictos que constantemente surgen enuna sociedad democrtica especialmente cuando ciudadanos ra-zonables estn en agudo desacuerdo sobre asuntos fundamentales.17

    Esta importante cuestin ser retomada en la explicacin que

    se ofrece del pragmatismo kantiano de Jrgen Habermas en elcaptulo 8. De forma metdica, Bernstein pone las bases de laparticipacin del autor de Teora de la accin comunicativaeneste debate epistemolgico y poltico-moral explicando sus pro-

    17.Ibd., p. 184.

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    pios antecedentes pragmticos. Retomando la idea de Peirce acer-ca de reactualizar las categoras kantianas en sentido pragmti-co, Habermas hablar de detrascendentalizar a Kant, de de-flacionar su anlisis trascendental, entendiendo por esto la bs-

    queda de las condiciones presumiblemente universales delconocimiento y de la accin, pero restringidas al estricto campode las prcticas y logros a alcanzar en el medio del uso del lengua-

    je en el mundo de la vida concreto, histrico. Con ello, los trata-mientos de la conciencia, la autoconciencia y la apercepcin, lostemas clsicos de la filosofa del sujeto, no pueden llevarse a cabosino en su referencia al uso intersubjetivo de los actos de habla encontextos sociales de prcticas compartidas. De esta forma seencuentra que un uso crtico de la racionalidad siempre est en-raizado en el uso prctico, ordinario, del lenguaje.

    Por supuesto, enfatiza Bernstein, lo que busca Habermas esfundamentar, de modo no metafsico, este uso de la racionali-dad comunicativa, y para ello despliega su famosa distincin delas tres pretensiones de validez que pueden formular los hablan-tes en actos de habla concretos: la pretensin de verdad de loque se dice, la pretensin de rectitud normativa y la pretensinde veracidad. Bernstein enfatiza que uno de los errores de inter-pretacin ms frecuentes de los crticos de Habermas ha sidodecir que estas pretensiones de validez buscaban delinear unacomunidad ideal de comunicacin en donde estas idealizacio-

    nes se cumplieran efectivamente (de ah la acusacin de ange-lismo de su propuesta). Sin embargo, cuando se interpreta as aHabermas se olvida que formul estas pretensiones de validezde maneracontrafctica, como postulaciones al estilo kantiano,que no indicaban realidades existentes, aclara Bernstein, sinoprecisamente aspectos normativos a considerar como orienta-ciones de la accin lingstica que dan lugar a la argumenta-cin, a dar y recibir razones de manera procedimental.

    Este procedimentalismo busca evitar tanto los idealismos lin-gsticos y poltico-morales, por ejemplo el neo-hegelianismo de

    Brandom, como los relativismos extremos, por ejemplo el contex-tualismo pragmtico de Rorty. En su lugar, explica Bernstein,Habermas ofrecer una concepcin de la verdad de rostro jni-co. La verdad no es slo justificacin ideal en el reino concep-tual, tampoco es slo variacin incontrolada de vocabularios quepueden sustituirse contextualmente, como sostuvo Rorty (o,

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    agregamos, diseminacin lingstica en juegos de sobreproduc-cin infinita de significantes, como sostuvo Derrida). Accedemosa la verdad mediante procedimientos racionales de resolucin deconflictos que tienen condiciones universales de posibilidad (y queevitan el uso de una mera racionalidad instrumental), esto es, con

    un realismo epistemolgico, al tiempo que postulamos la recti-tud moral de las acciones involucradas en esa nocin de verdadde manera discursiva, ofreciendo argumentos razonables, esto es,mediante un constructivismo moral. Este rostro jnico de laverdad se asienta en aquello en que coinciden el descubrimientode la rectitud moral y la posibilidad de alcanzar la verdad de des-cripciones epistemolgicas: el uso de la argumentacin.

    El reparo que pone Bernstein a esta propuesta habermasianaes que hable, como parte fundamental de su procedimentalismo,de la distincin entre discurso (argumentacin) y accin para de-

    fender esta nocin de verdad de rostro jnico. Para Habermas,cuando surgen problemas de desacuerdo poltico-moral, primerojustificaramos las normas discursivamente y luego las aplicara-mos a los nuevos contextos problemticos. Esto es lo que le pare-ce artificial a Bernstein, pues pone en juego, de nuevo, una dicoto-ma que no se constata en el reino de los hechos: la de la raznteortica (procedimental-argumentativa) y la razn prctica. Poresto concluye subrayando la necesidad de llevar a Habermas auna postura mucho ms pragmtica de la que l sostiene:

    El pragmatismo kantiano de Habermas es una etapa transitoriainestable. Habermas habla acerca del movimiento de Kant a Hegel yde nuevo a Kant. Muchas de mis crticas a las dicotomas kantianasde Habermas estn hechas en el espritu de Hegel. Pero el puntoprincipal no es moverse de nuevo hacia Kant, sino moverse haciaadelante, a un pragmatismo ms dinmico, flexible, en el espritu deDewey y Mead. Dewey y Mead claramente discernieron a pesarde sus mltiples limitaciones que aunque las distinciones jueganun papel crucial en la filosofa, debemos entender sus papeles cam-biantes funcionales en la experiencia humana, en la investigacin yen el discurso. Afirmaron y yo estoy completamente de acuerdo

    con ellos la continuidadentre la razn teortica y prctica.18

    Es justo por este nfasis en un pragmatismo con ms consis-tencia entre la crtica terica y la dimensin prctica que Berns-

    18. Ibd., p. 220.

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    tein declara ser mucho ms prximo a la postura de RichardRorty, motivo del ltimo captulo del libro. De Rorty reconoceBernstein de entrada la enorme influencia y abierta co-creacinde muchos de sus conceptos; contemporneos en muchos senti-dos educados en la Universidad de Chicago y prcticamente

    por los mismos profesores, y despus comprometidos en un in-tenso dilogo a propsito de los libros que fueron publicandocon el tiempo Bernstein comenta que, a pesar de sus agudosdesacuerdos, su propia creacin intelectual se vio moldeada di-recta o indirectamente siempre por Rorty. Por su parte, este lti-mo reconoce, en una cita introducida por el mismo Bernstein alcomienzo del captulo, su enorme compatibilidad de conviccio-nes, preocupaciones y entusiasmos filosficos y polticos con sucompaero de carrera a lo largo de ms cincuenta aos.

    Tomando como base este mutuo reconocimiento de influencia

    en la generacin de sus propuestas, la intencin de Bernstein serla de enfatizar un profundo humanismo como rasgo esencial dela oferta intelectual-pragmtica de Rorty. Despus de introducir allector en sus primeros aos de formacin e investigacin en lasuniversidades de Chicago y de Yale (destacando su disertacin paraobtener el doctorado sobre el concepto de potencialidad, nuncapublicada, prcticamente desconocida, pero interesante por su pe-netracin en la historia de la filosofa desde la antigedad hasta loscontemporneos sobre este concepto), Bernstein comenta condetenimiento los primeros distanciamientos de Rorty respecto ala tradicin de filosofa analtica en que se haba formado y que lecomenzaba a parecer un tanto dogmtica: la duda acerca de que sepueda distinguir claramente entre el anlisis conceptual y la inves-tigacin emprica, as como que se pueda sostener el concepto deidentidad basado en esa distincin; la puesta en marcha de su me-tafilosofa, recurso crtico para desarmar las estrategias que losfilsofos han tomado para justificar sus afirmaciones, y el anunciode una era post-filosfica y post-religiosa de la cultura.

    Estos distanciamientos crticos con la filosofa analtica de es-

    cuela, explica Bernstein, daran origen al libro que lo hizo famoso, ymuy debatido, en los crculos filosficos de prcticamente todo elorbe,La filosofa y el espejo de la naturaleza. La propuesta del libro essocavar los fundamentos kantianos de la filosofa analtica al re-tomar principalmente en un sentido pragmtico las crticas de Qui-ne y Sellars al Mito de lo Dado y a la distincin hecho-lenguaje,

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    desmontando as, puntualiza Bernstein, las bases que se tomabancomo inamovibles en la filosofa analtica: las distinciones entre loconceptual y lo emprico, entre lo analtico y lo sinttico, entre ellenguaje y el hecho y entre lo que est dado y lo que es postulado.En esta discusin, el libro comenta abundantemente adems a au-

    tores prohibidos para la corriente analtica ms conservadora:Nietzsche, Heidegger, Sartre, Foucault, Derrida, Gadamer y Haber-mas, lo que lo hace an ms polmico.

    Bernstein comienza a manifestar su descontento con Rortycuando pasa a explicar la propuesta final de este libro, que seliga a la intencin ironista y desencantada de otro posterior yquiz an ms polmico,Irona, contingencia y solidaridad: lacrtica burlona a los vocabularios filosficos, la confianza untanto injustificada en el dilogo de Occidente y la solidari-dad como nuevas categoras reflexivas, ms edificantes que

    las de la tradicin filosfica, y la desconfianza obsesiva a loNietzsche en los conceptos de verdad, objetividad y realidadinterpretados como formas de idolatra. Como muchos otroscrticos, Bernstein desconfa de la separacin tajante que trazaRorty entre el mundo privado y el pblico, as como de su provo-cadora declaracin de que muchos filsofos pueden ser ledossimplemente como novelistas. En nada de esto, seala, hay mu-cha claridad ni fundamentacin argumental.

    Sin embargo, piensa Bernstein, a pesar de estas ambigeda-des, es realmente valiosa la propuesta tico-poltica de Rortyconsistente en fundir el pragmatismo con un humanismo con-tingente que desprecia cualquier tipo de autoridad ms all delmedio humano (llmese Dios, Verdad o Realidad) y que, siguien-do a autores clsicamente pragmticos como Brandom y James,busca extender la compasin y la solidaridad humanas para con-trarrestar las injusticias econmicas, la crueldad innecesaria yla humillacin. La va de defensa de este humanismo profun-do, como lo llama Bernstein, es lo que puede retomarse conmucha ganancia para la construccin de la democracia: la ina-

    lienable utilizacin de la argumentacin racional entrelazadacon las prcticas sociales contingentes de todos los das. Si secentra la atencin en este aspecto propositivo de la filosofa deRorty, concluye Bernstein, sin caer en la desilusin del sndromeDios ha fallado que sufri en la ltima parte de su obra, supropuesta tiene todas las ganancias que l mismo predic.

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    Cuando escrib mi disertacin sobre John Dewey en los1950s, el inters en Dewey y el pragmatismo pareca estar a labaja permanentemente entre los filsofos acadmicos. Los prag-

    matistas parecan pasados de moda y haber sido desplazadospor el nuevo giro lingstico en la filosofa analtica. Sentaentonces (y contino creyndolo) que Peirce, James, Dewey yMead, estuvieron realmente adelantados a su poca que ellosestaban iniciando un cambio radical en filosofa. A travs delos aos he explorado las obras de una variedad de pensadoresque trabajan en las tradiciones anglo-americana y continental.Pero me ha asombrado una y otra vez que muchos de los fil-sofos del siglo veinte y veintiuno algunos de los cuales tuvie-ron poco o ningn conocimiento de los pensadores pragmti-cos clsicos se las vieron con temas similares y llegaron aconclusiones similares. En la consecucin de sus distintas in-vestigaciones, fueron frecuentemente refinando (y algunas ve-ces desafiando) temas prominentes en los pragmatistas clsi-cos americanos. Gradualmente, las razones de esta convergen-cia se me aclararon. El pragmatismo comienza con una crticaradical a lo que Peirce llam el espritu del cartesianismo.Por tal Peirce entendi un sistema de pensamiento que lleg adominar mucha de la filosofa moderna donde son trazadas

    marcadas dicotomas entre lo que es mental y fsico, as comoentre lo subjetivo y lo objetivo; donde el conocimiento genui-no presumiblemente descansa sobre fundamentos indubita-bles; y donde podemos poner entre parntesis todos los prejui-cios mediante la duda metdica. Este modo de pensar introdu-ce una serie completa de problemas interrelacionados que

    PREFACIO

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    preocuparon a los filsofos: el problema del mundo externo, elproblema de nuestro conocimiento de otras mentes y el pro-blema de cmo representar correctamente la realidad. Los pen-sadores pragmticos pusieron en tela de juicio el sistema conque estos problemas tradicionales haban sido formulados.

    Rechazaron lo que Dewey llam la bsqueda de la certeza yla teora del conocimiento del espectador. Buscaron desa-rrollar una alternativa comprensiva al cartesianismo unaconcepcin no fundacional auto-correctiva de la investigacinhumana basada en una comprensin de cmo los agentes hu-manos son formados por, y activamente participan en, la confi-guracin de las prcticas sociales normativas. Y mostraron elpapel crtico que la filosofa puede jugar al guiar nuestra con-ducta, enriqueciendo nuestra experiencia cotidiana, y favore-ciendo la democracia creativa.

    La aguda crtica del cartesianismo es tambin caractersticade dos de los ms influyentes filsofos del siglo veinte: Wittgensteiny Heidegger. Ninguno de los dos tuvo un conocimiento serio delpragmatismo norteamericano, pero de muy distintos modos fue-ron respondiendo a las mismas deficiencias de la filosofa mo-derna que haban provocado a los pragmatistas. Es sorprenden-te cmo ellos (y otros influenciados por ellos) llegaron a com-partir muchas de las mismas intuiciones de los pragmatistasrespecto a lo que Heidegger llam nuestro ser-en-el-mundo ylo que Wittgenstein llam las formas de vida.

    Existe una creencia popular acerca de que, a mediados delsiglo veinte, el giro lingstico y la filosofa analtica desplaza-ron al pragmatismo. Pero en las pocas dcadas que nos antece-den la continuidadentre los pragmatistas norteamericanos ygran parte del mejor trabajo de los filsofos analticos inclu-yendo a Quine, Davidson y Sellars ha llegado a ser evidentede forma creciente. El pragmatismo comenz como un movi-miento filosfico norteamericano caracterstico, pero ha teni-do un alcance global. Esto se hace evidente en la influencia del

    pragmatismo en la filosofa posterior a la Segunda GuerraMundial. Apel, Habermas, Wellmer, Honneth y Joas, todos ellosse han apropiado de, y han contribuido, al desarrollo de lostemas del pragmatismo. Hoy hay ms y ms pensadores alre-dedor del mundo que han llegado a apreciar las contribucionesde los pragmatistas norteamericanos clsicos. Frecuentemen-

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    te, los filsofos acadmicos hablan de la ruptura angloameri-cana analtico-continental, pero esta desafortunada dicotomaoscurece ms que ilumina. Los filsofos en ambos lados de laruptura estn descubriendo cunto pueden aprender de esti-los de pensamiento que inicialmente parecen tan extraos. Mi

    tesis bsica radica en sostener que, durante los 150 aos ante-riores, filsofos que trabajan en diferentes tradiciones han ex-plorado y redefinido temas que fueron prominentes en el mo-vimiento pragmtico. En el Prlogo, examino los orgenes delpragmatismo norteamericano y expongo mi tesis general acer-ca del dominio de los temas pragmticos en la filosofa con-tempornea. Los siguientes tres captulos exploran cuestionescentrales en Peirce, James y Dewey. Enseguida paso a exami-nar la influencia hegeliana en el pragmatismo, la comprensinpragmtica de la justificacin, la objetividad y la verdad, y el

    papel de la experiencia despus del giro lingstico. Los captu-los finales tienen que ver con tres de los ms importantes pen-sadores forjados por la tradicin pragmtica: Hilary Putnam,Jrgen Habermas y Richard Rorty. Este libro no tiene la inten-cin de ser una historia o un estudio sobre el pragmatismo. Hevivido con los pragmatistas por ms de 50 aos, y quiero com-partir lo que he aprendido de ellos. Creo que mis intuicionesoriginales acerca de la importancia del pragmatismo y el cam-bio radical a que dio inicio han sido reivindicados plenamente.Hoy, la vigorosa discusin creativa de los temas pragmticos, acargo de pensadores alrededor de todo el mundo, est ms ex-tendida de lo que estuvo jams en el pasado.

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    Agradezco el permiso de utilizar versiones revisadas de miobra previamente publicada. John Deweys Vision of RadicalDemocracy, en The Cambridge Companion to Dewey, ed. Molly

    Cochron (Cambridge: Cambridge University Press, 2010); He-gel and Pragmatism, en Vonder Logik zur Sprache: StuttgarterHegel-Kongress, 2005, eds. R. Bubner y G. Hindrichs (Stuttgart:Kett-Cotta, 2007); Pragmatism, Objectivity, and Truth, Philo-sophical Topics, 36/1 (primavera 2008); The Pragmatic Turn: TheEntanglement of Fact and Value, enHilary Putnam, ed. Y. Ben-Menahem (Cambridge: Cambridge University Press, 2005);Rortys Deep Humanism,New Literary History, 39/1 (invierno2008). Tambin quiero agradecer a Scott Shushan y Erick Ra-phael Jimnez, quienes me ayudaron en mltiples modos a edi-tar el manuscrito. Los comentarios detallados y perceptivos y lasdesafiantes crticas de la profesora Carol Bernstein, fueron, comosiempre, invaluables. Jean van Altena edit mi manuscrito congran cuidado y juicio excelente. John Thompson me ha anima-do en cada etapa de trabajo de este libro.

    RECONOCIMIENTOS

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    Los ismos en filosofa son bien conocidos, y esto es cierta-mente verdad respecto al pragmatismo. Est de moda en filoso-fa hablar de ismos: materialismo, idealismo, existencia-

    lismo, realismo, nominalismo, naturalismo, etc. La ventajade esta forma de hablar radica en que nos permite rotular posicio-nes filosficas, orientaciones y tesis que presumiblemente com-parten caractersticas distintivas. Pero tambin hay peligros por-que podemos ser seducidos a pensar que existe un ncleo duroesencial a un ismo en particular. Lo que es peor, utilizamos es-tas expresiones constantemente sin cuidado, frecuentemente asu-miendo que nuestros oyentes y lectores tienen una idea perfecta-mente clara de lo que queremos decir. No obstante, cuando exa-minamos de cerca las posiciones defendidas por los representantesde estos ismos, descubrimos enormes diferencias incluyendoreclamos conflictivos e incluso contradictorios. Incluso el modis-mo anti-esencialista parecidos de familia se ha convertido enun clich. No slo hay diferencias en una familia tan sorprenden-tes como cualquier parecido, sino que en una familia real pode-mos apelar tpicamente a factores biolgicos comunes para iden-tificaruna familia. No existe nada comparable con esto en filoso-fa. De tal manera que puede parecer recomendable librarse detodo discurso de los ismos en funcin de evitar la confusin, la

    ambigedad y la vaguedad. Sin embargo esto tambin empobre-cera nuestra habilidad de entender lo que tomamos por posicio-nes y pensadores que, a pesar de diferencias significativas, com-parten rasgos traslapados importantes.

    Estas observaciones generales son relevantes para el prag-matismo. En el caso del pragmatismo, tenemos la ventaja de ser

    PRLOGO

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    capaces de especificar la fecha precisa en que la palabra fue in-troducida pblicamente por primera vez para identificar unaposicin filosfica. El 26 de agosto de 1898, William James pro-nunci un discurso ante la Philosophical Unionde la Universi-dad de California en Berkeley. A su modo caracterstico, elocuen-

    te, refinado e informal, James introduce el pragmatismo en sudiscurso, Concepciones Filosficas y Resultados Prcticos.

    Una ocasin como la presente pareciera requerir un discursoabsolutamente no tcnico. Debo dar un mensaje con un resulta-do prctico y un acompaamiento emocional, por decirlo as,ajustado al inters del hombre como hombre, y no obstante tam-poco del todo defraudando a los filsofos ya que los filsofos,djeselos ser tan excntricos como quieran, de cualquier modoson hombres en lo ms recndito de sus corazones, incluso aquen Berkeley [James, 1997, pp. 345-346].1

    James nos dice que los filsofos son despus de todo comolos poetas. Son exploradores que abren nuevos senderos en elbosque. Sugieren una pocas frmulas, unos cuantos conceptostcnicos, unos cuantos indicadores verbales que al menos de-finen las direcciones iniciales del camino (James, 1997, p. 347).Con esta floritura inicial, introduce el pragmatismo:

    Buscar definir con ustedes la que parece ser la direccin ms pro-bable para comenzar el camino de la verdad. Aos atrs esta direc-cin me fue dada por un filsofo americano cuyo hogar se encuen-tra en el Este, y cuyos trabajos publicados, algunos de ellos en pe-ridicos diseminados, no son expresin justa de sus capacidades.Me refiero al Sr. Charles S. Peirce, con cuya misma existencia comofilsofo, me atrevo a decir, muchos de ustedes no estn familiariza-dos. l es uno de los ms originales pensadores contemporneos, yel principio del practicalismo o pragmatismo, como l le llam,cuando lo escuch enunciarlo por primera vez en Cambridge a prin-cipios de los 1870s es la clave o brjula que en su seguimientome encontr ms y ms seguro en creer que podemos mantener

    nuestro paso en el camino apropiado [James, 1997, p. 348].

    Esta es la primera introduccin filosfica pblica de la pala-bra pragmatismo, y la primera explicacin narrativa del ori-gen del pragmatismo norteamericano.2Cuando James nos diceque l oy enunciarse el principio del pragmatismo en los aos

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    de 1870, se est refiriendo a los encuentros del Metaphysical Club,un grupo informal de discusin que se reuna en Cambridge, yse refiere especficamente al ensayo de Peirce de 1878 ahora fa-moso, Cmo hacer nuestras ideas claras.3

    El principio de Peirce, como lo podemos llamar, puede ser expre-sado en una diversidad de modos, todos ellos muy simples. EnPopular Science Monthlyde enero de 1878, lo introduce como si-gue: el alma y significado del pensamiento, dice, nunca pueden serutilizados para dirigirse hacia nada sino a la produccin de la creen-cia, la creencia que es la semi-cadencia que cierra una frase musi-cal en la sinfona de nuestra vida intelectual [James, 1997, p. 348].4

    He aqu la propia formulacin de Peirce de lo que posterior-mente ha sido llamado la mxima pragmtica aunque Peir-

    ce no utiliz la palabra pragmtico en este artculo:

    Considera qu efectos, que puedan tener repercusiones prcti-cas concebibles, concebimos que ha de tener el objeto de nuestraconcepcin. Entonces, nuestra concepcin de estos efectos es latotalidad de nuestra concepcin del objeto [Peirce, 1992, p. 132].

    Antes de 1898, ni Peirce ni ninguno de los otros pensadoresque hoy asociamos con el movimiento pragmtico, haban ja-ms mencionado el trmino pragmatismo en sus escritos pu-blicados. No obstante, despus de que James publicara su dis-curso en Berkeley, la palabra gan popularidad y se extendicomo fuego ardiendo. Cuando James public Pragmatism: A newname for some old ways of thinking (Pragmatismo: un nuevo nom-bre para algunos antiguos modos de pensar), nueve aos despusde que pronunci su discurso de Berkeley, escribi lo siguienteacerca del principio de Peirce:

    El trmino se deriva de la misma palabra griega !"#$%&, quesignifica accin, de la cual nuestras palabras prctica y prc-tico derivan. Fue introducida por primera vez en filosofa por el

    Sr. Charles S. Peirce en 1878. En un artculo titulado Cmo ha-cer nuestras ideas claras, el Sr. Peirce, despus de apuntar quenuestras creencias son realmente reglas de accin, es decir, paradesarrollar el significado de los pensamientos slo necesitamosdeterminar qu conducta a producirse se les ajusta: esa conduc-ta es para nosotros su nica significacin. Y el acto tangible en la

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    raz de todas nuestras distinciones de pensamiento, aunque su-til, consiste en que no hay una sola de ellas que sea tan refinadacomo para consistir en nada ms que una posible diferencia enla prctica. Para conseguir una perfecta claridad en nuestros pen-samientos de un objeto, entonces, necesitamos solamente consi-derar qu efectos imaginables, de un gnero prctico, el objetopuede suponer qu sensaciones estamos esperando de l, y qureacciones debemos preparar. Nuestra concepcin de estos efec-tos, ya sea inmediata o remota, es por tanto para nosotros la tota-lidad de nuestra concepcin del objeto, en la medida en que esaconcepcin tiene una significacin positiva en definitiva.

    Este es el principio de Peirce, el principio del pragmatismo.Ha permanecido enteramente inadvertido por treinta aos, has-ta que yo... lo he presentado de nuevo y hecho de l una aplica-cin especial para la religin. Por esa fecha (1898) los tiemposestaban maduros para su recepcin. La palabra pragmatismo

    se extendi, y a la fecha est aqu y all decididamente en laspginas de las revistas filosficas [James, 1997, pp. 377-378].

    No slo se disemin la palabra, sino que el pragmatismo secaricaturiz en forma despiadada y se critic severamente. Peircese afligi tanto respecto a la apropiacin popular literaria del trmi-no pragmatismo que lo desconoci. En un artculo titulado Ques el pragmatismo, publicado en Monist(abril de 1905), escribi:

    Pero al da de hoy, la palabra comienza a vrselas con lo ocasional

    en las revistas literarias, en donde se ha abusado de ella del modoms inmisericorde en que las palabras han de esperar cuando caenen las garras literarias... As pues, el escritor, encontrando su di-choso pragmatismo tan promovido, siente que es el momentode decir adis a su hijo con un beso y liberarlo a su ms alto desti-no; al tiempo que, en funcin del propsito preciso de expresar ladefinicin original, ruega por anunciar el nacimiento de la pala-bra pragmatismo, que es lo suficientemente desagradable comopara estar segura de los secuestradores [Peirce 1998, pp. 334-335].5

    La confusin acerca del significado del pragmatismo se ex-

    tendi tanto que en el dcimo aniversario de la introduccin deltrmino por James, Arthur O. Lovejoy propuso distinguir trecediferentes significados: Con ligera irona, Lovejoy escribi:

    En el presente ao de gracia de 1908, el trmino pragmatismosi no es que la doctrina celebra su dcimo aniversario. Ante la

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    controversia sobre el modo de filosofa designado por l entradauna segunda dcada, no es quiz demasiado preguntar a los fil-sofos contemporneos si deben concordar en fijar un solo signifi-cado para el trmino... Una enumeracin completa de las meta-morfosis de tan proteica entidad es quiz, de hecho, esperar de-masiado: pero incluso despus de omitir del conteo determinadasexpresiones casuales de escritores pragmatistas, que ellos proba-blemente no quisieran que se tomaran muy en serio, e inclusociertos meros lugares comunes respecto a los cuales escasamentealgn filsofo contemporneo disentira, quedaran al menos tre-ce pragmatistas: una docena de opiniones con piln,* que estnseparadas no meramente en el sentido de ser discriminables, sinoen el sentido de ser lgicamente independientes, de tal modo quese puede aceptar sin inconsistencia cualquiera y rechazar todaslas otras, o refutar una y dejar la posicin filosfica de las otras sinimpugnar. Todas ellas han sido general o frecuentemente rotula-

    das con un nombre y defendidas o atacadas como si constituyeranun nico sistema de pensamiento algunas veces incluso como sifueran intercambiables por separado [Lovejoy, 1963, p. 1].

    Sospecho que hoy, cien aos despus de que Lovejoy escribie-ra estas palabras, muchos filsofos pudieran querer sugerir quefue muy conservador al discriminarslotrece pragmatismos.

    El contexto cultural

    En funcin de aclarar un poco el significado(s) del pragmatis-mo y las vicisitudes del movimiento, quiero describir brevementeel estado de la filosofa en los Estados Unidos durante las ltimasdcadas del siglo diecinueve especialmente despus de la Gue-rra Civil. Con anterioridad a la Guerra Civil, hay escasamente al-guna evidencia de la disciplina de la filosofa en los Estados Uni-dos. Por supuesto, exista una elite educada (primordialmente cl-rigos), que tena alguna familiaridad con los grandes filsofos delpasado, pero la institucin de una disciplina en curso que pudi-

    ramos identificar hoy como filosofa, no exista. A lo largo de la

    * La expresin en el original Bakers dozen, significa la docena del pas-telero o docena del fraile, y hace referencia al modo en que los panaderosdel siglo XIX hacan una docena de piezas de pan con una treceava pieza deregalo, el piln. [Nota del traductor.]

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    mayor parte del siglo diecinueve, nuestros colegios eran prima-riamente instituciones de educacin universitaria, que prepara-ban a los jvenes para convertirse en clrigos o para la ciudada-na. Hablar de colegios universitarios es ya anacrnico, ya que nohaba una educacin universitaria bien definida. La idea de una

    universidad considerada como una institucin dedicada a fomen-tar la investigacin acadmica apareci slo hasta las ltimas d-cadas del siglo diecinueve. Pero en el perodo final despus de laGuerra Civil, una notable vida intelectual floreci. Durante estaetapa la discusin ms creativa tom lugar dentro de grupos in-formales de debate. Un enorme centro de vida intelectual fue Cam-bridge, Massachussetts. El Metaphysical Clubfue slo uno de losnumerosos grupos de debate filosfico que espontneamente apa-recieron. Individuos educados con una gran variedad de intereses(y profesiones) se reunieron para presentar ensayos, discutir tex-

    tos e involucrarse en animados debates. Ni Peirce ni James fueronentrenadosformalmentenunca como filsofos. Peirce, el hijo deun famoso matemtico de Harvard, Benjamin Peirce, se identifi-caba a s mismo como un practicante experimental de la ciencia ycomo un lgico. James, quien fue entrenado como mdico (peronunca practic medicina), inicialmente gan su fama por su tra-bajo en psicologa. Fueron intelectuales cuyos intereses abarca-ban una amplia gama de asuntos humanos. La filosofa, tal comoellos la practicaban, no era una disciplina claramente demarcadauna Fach sino que emerga de sus reflexiones sobre el espec-tro del conocimiento y actividades humanas. Y no dudaron enespecular acerca de la naturaleza del cosmos. Wilfrid Sellars nosdice: El objetivo de la filosofa, abstractamente formulado, escomprender cmo las cosas, en el ms amplio sentido del trmi-no, concuerdan en el ms amplio sentido posible del trmino(Sellars, 1963, p. 1). Peirce y James concibieron y practicaron lareflexin filosfica de este modo.

    Cambridge no era el nico centro de actividad filosfica enlos Estados Unidos durante el perodo posterior a la Guerra Ci-

    vil. Durante el siglo diecinueve un nmero significativo de ale-manes educados acadmicamente emigraron a los Estados Uni-dos algunos de los cuales alcanzaron posiciones prominentes.Trajeron con ellos un inters vital por la filosofa alemana, espe-cialmente la de Kant y Hegel. Surgieron clubes de Kant y clu-bes de Hegel en Missouri y Ohio. Individuos frecuentemente

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    no asociados con ninguna institucin acadmica, se reunan adiscutir y debatir asuntos filosficos. Pocos filsofos hoy estnal tanto de Henry C. Brockmeyer (1826-1906), un emigrado ale-mn, abogado y asistente del gobernador de Missouri, que em-ple muchos aos trabajando en una traduccin de laLgicade

    Hegel una traduccin que nunca se public pero que circul yse reprodujo por otros que compartan la pasin de Brockmeyerpor Hegel. Mejor conocido es William T. Harris, nacido en Nue-va Inglaterra, quien junto con Brockmeyer fund la St LouisPhilosophical Society. Llegaron a ser conocidos como los hege-lianos de St Louis. Harris, quien ms tarde fue nombrado Co-misionado de Educacin de los Estados Unidos, fund las Phi-losophyen 1807, la primera revista en Amrica dedicada exclusi-vamente a los estudios filosficos. Harris concibi la revista comoun medio para difundir la influencia de Hegel y del idealismo

    alemn en los Estados Unidos. Los primeros nmeros fueronllenados con traducciones y discusiones sobre filosofa alema-na. Una de las primeras publicaciones filosficas de Peirce fueun intercambio de palabras con Harris sobre asuntos tcnicosde laLgicade Hegel (vase Peirce, 1984, pp. 132-159). Algunosde los artculos ms importantes de Peirce, James y Dewey apa-recieron en la revista de Harris.

    Harris es sobresaliente por otra razn. Cuando John Deweytena 22 aos, someti a dictamen su primer artculo a Harris,y dudoso le pidi una evaluacin de su habilidad filosfica. Elaliento que le dio Harris jug un papel significativo en la deci-sin de Dewey de solicitar matricularse al recientemente for-mado programa universitario de filosofa en la Universidad JohnHopkins. Aunque Peirce estaba enseando lgica en la Univer-sidad John Hopkins cuando Dewey era un estudiante universi-tario, su mayor influencia durante sus estudios fue el neo-he-geliano G.S. Morris. En el propio relato de Dewey sobre el de-sarrollo del pragmatismo norteamericano, nos dice que lasinfluencias neo-kantianas y neo-hegelianas fueron muy mar-

    cadas en los Estados Unidos durante la ltima dcada del siglodiecinueve. Yo mismo, y aquellos que colaboraron conmigo enla exposicin del instrumentalismo, comenzaron por ser neo-kantianos, en el mismo modo en que el punto de partida dePeirce fue el kantismo y el de James fue el empirismo de laEscuela Inglesa (Dewey, 1981, p. 52).6

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    Dewey comenz su carrera de enseanza en la Universidad deMinnesota en 1888, pero se traslad a la Universidad de Michiganal siguiente ao. En Michigan conoci a George H. Mead, quien seconvirti en su colega y su amigo de por vida. Mead haba estudia-do en Harvard, primariamente con el neo-hegeliano Josiah Royce.7

    Mead tambin haba pasado algo de tiempo en Alemania estudian-do psicologa fisiolgica y asistiendo a las conferencias de WilhelmDilthey. Cuando a Dewey se le ofreci la jefatura del Departamentode Filosofa y Psicologa en la recientemente formada Universidadde Chicago en 1894, trajo consigo a Mead. De su nueva asociacinse influyeron filosficamente de forma mutua.

    La vivacidad y fertilidad de este perodo clsico del pragma-tismo americano se debe a varios factores.8Estos pensadores sebasaron en una rica diversidad de tradiciones filosficas. La fuentede inspiracin original de Peirce fue Kant. Tambin tuvo un sofisti-

    cado conocimiento de la historia de la filosofa y la ciencia. Le erafamiliar la sutileza del pensamiento medieval, especialmente el deDuns Scoto, en una poca en que los filsofos apenas prestabanalguna atencin a esta tradicin medieval. James se apropi de te-mas del empirismo britnico y dedic su obraPragmatismoa JohnStuart Mill, aunque critic vigorosamente el abstraccionismo est-tico de la concepcin de experiencia del empirismo ingls. Deweyfue inspirado por la versin del hegelianismo que fue influyente enlos Estados Unidos y en Inglaterra durante las ltimas dcadas delsiglo die