Bibliotecas públicas y acceso a la información gubernamental.

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Las bibliotecas públicas pueden ser un factor determinante para acercar y facilitar el aprovechamiento de las leyes de transparencia a miles de personas que desconocen su existencia y cómo usarlas. Las autoridades y actores del campo de las bibliotecas y del derecho a la información pública deben advertir que el rol social del bibliotecario adquiere un nuevo potencial con la existencia de 33 leyes de acceso a la información pública en México.

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Bibliotecas públicas y acceso a la información gubernamental

Samuel Bonilla Núñez. [email protected]

La Jornada San Luis. 18 de diciembre de 2009.

“Hay una parte de la que no se ha hablado –advertía la Directora de la Biblioteca Daniel Cossío Villegas, Micaela Chávez Villa, durante el seminario De la transparencia a los archivos: el derecho de acceso a la información, realizado hace 15 días por el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación– ¿cómo es que los ciudadanos van a tener acceso a esa información? Se asume que todos tienen conexión a Internet, que todos tienen una computadora, y que es suficiente con que la información esté ahí para que se cumpla lo que la ley señala respecto al derecho de acceso a la información pública”. Ya hemos citado en este espacio los cientos de miles de solicitudes de información gubernamental que en nuestro país se han formulado y respondido por Internet. Pero también hemos hablado del alto grado de concentración del ejercicio de este derecho por unos cuantos miles de personas que habitan en grandes centros urbanos y que, desde luego, tienen acceso a Internet. Juan Pablo Guerrero y Maylí Sepúlveda, a partir de datos sobre el uso de la ley federal de transparencia, confirman en su libro de reciente publicación El derecho a saber en grupos marginados, que “el derecho a la información en México es privilegio de un pequeño grupo que, en realidad, ya tiene el poder de acceso a la información pública. Rara vez lo ejerce la gente común y corriente, y menos aún aquellos olvidados por el progreso”. La maestra Chávez Villa aporta una de las opciones que puede contribuir a que el derecho de acceso a la información pública sea accesible para un sector de la población mucho más amplio del que hasta ahora ha podido hacer uso de él: “los espacios institucionales en los que el individuo puede disfrutar a plenitud de ese derecho, explica, son los archivos y las bibliotecas. Sin embargo, parece que estos planteamientos han sido olvidados por los que dictan las políticas públicas”. Y reprocha abiertamente que las bibliotecas hayan sido olvidadas en esta parte de la instrumentación del derecho a la información.

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Así de sencillo. Las bibliotecas en general, pero en particular las bibliotecas públicas, y las leyes de acceso a la información pública están destinadas a conformar un binomio social que potencie el ejercicio del derecho de acceso a la información pública. Así lo indica un proyecto de investigación aplicada desarrollado a partir de 2005 en la Universidad del Centro de México y que hasta la fecha se ha continuado en forma independiente. El aprovechamiento popular de las leyes de transparencia a través de las bibliotecas públicas es la parte medular de dicho proyecto que también incluye el concurso de bibliotecas escolares y académicas, centros comunitarios digitales, cibercafés, unidades de información pública y otros puntos de acceso a Internet al alcance del público. Los sectores marginados podrían encontrar amplias aplicaciones del acceso a la información pública para mejorar sus condiciones de vida, sin embargo son los más distantes del aprovechamiento de este derecho. Y no hay políticas públicas específicas para reducir esa brecha. Las bibliotecas públicas sin duda pueden ser un factor determinante para acercar y facilitar el aprovechamiento de las leyes de transparencia a miles de personas que desconocen su existencia y cómo usarlas. Las autoridades y actores del campo de las bibliotecas y del derecho a la información deben advertir que el rol social del bibliotecario adquiere un nuevo potencial con la existencia de 33 leyes de acceso a la información en el país. El Plan Estatal de Desarrollo, en conformación, podría recoger en sus contenidos esta línea de acción si el compromiso de la nueva administración estatal con la transparencia va en serio. Un deber equivalente aplica para ayuntamientos con bibliotecas municipales. Una escolar de quinto grado de primaria, luego de escuchar en su salón una plática sobre las leyes de transparencia, levantó la mano para formular una pregunta. “¿Quieren ustedes decir que yo le puedo preguntar al gobernador cuándo van a pavimentar la calle de mi casa?” Después de esa pregunta sus compañeros propusieron preguntar sobre la introducción de alumbrado público, alcantarillado y vigilancia en sus colonias. Un punto clave para que el uso de las leyes de transparencia pueda impactar en la calidad de vida de las personas es aprender a traducir las necesidades sociales en requerimientos informativos. El derecho a saber es un derecho instrumental que posibilita el ejercicio de otros derechos.