Bienaventuranzas r fc2014

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1 MOTIVACIÓN INICIAL Saludos cordiales familia claretiana. Ya nos hemos puesto en camino al R+FC 2014, un encuentro que busca animar las dimensiones profética y martirial de nuestro carisma misionero; en el que procuramos que nos ilumine el testimonio martirial de la Iglesia de Centroamérica y en el que podamos sintonizar con la lucha por la memoria histórica del pueblo de Dios, uniéndonos en las manifestaciones de fe en el Dios de la Vida. Este año el material preparatorio se enfoca en las Bienaventuranzas, tomadas de Mateo 5, 1- 12. Tendremos dos textos de referencia. Uno tomado de la Coordinación Continental de las Comunidades Eclesiales de Base; el otro es la carta que el Papa Francisco ha enviado a los jóvenes en preparación a la Jornada Mundial de la Juventud de este año. Si el grupo va a participar del R+FC, el tratar estos temas les permitirá tener inquietudes y experiencias a compartir en el encuentro. Si no participarán, de seguro les ayudará el desarrollo de los mismos a ahondar en la novedosa y exigente experiencia del amor de Dios que Jesús nos revela, a cada uno y a la comunidad. Recuerden compartir experiencias, fotos y videos de su comunidad juvenil en el grupo R+FC en Facebook. Nos vemos en el R+FC. Un abrazo fraterno. Julio Arváez Polanco, CMF

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Material en preparación al R+FC

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MOTIVACIÓN INICIAL

Saludos cordiales familia claretiana.

Ya nos hemos puesto en camino al R+FC 2014, un encuentro que busca animar las dimensiones profética y martirial de nuestro carisma misionero; en el que procuramos que nos ilumine el testimonio martirial de la Iglesia de Centroamérica y en el que podamos sintonizar con la lucha por la memoria histórica del pueblo de Dios, uniéndonos en las manifestaciones de fe en el Dios de la Vida.

Este año el material preparatorio se enfoca en las Bienaventuranzas, tomadas de Mateo 5, 1-12. Tendremos dos textos de referencia. Uno tomado de la Coordinación Continental de las Comunidades Eclesiales de Base; el otro es la carta que el Papa Francisco ha enviado a los jóvenes en preparación a la Jornada Mundial

de la Juventud de este año.

Si el grupo va a participar del R+FC, el tratar estos temas les permitirá tener inquietudes y experiencias a compartir en el encuentro. Si no participarán, de seguro les ayudará el desarrollo de los mismos a ahondar en la novedosa y exigente experiencia del amor de Dios que Jesús nos revela, a cada uno y a la comunidad.

Recuerden compartir experiencias, fotos y videos de su comunidad juvenil en el grupo R+FC en Facebook.

Nos vemos en el R+FC. Un abrazo fraterno.

Julio Arváez Polanco, CMF

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LA JUSTICIA PARA JESÚS

(Catequesis para la misión)

Objetivo:

Reconocer en comunidad juvenil nuestra relación con la búsqueda de la justicia y cuáles acciones concretas nacen de nuestra fe para promoverla, teniendo como referente la justicia vivida y anunciada por Jesús.

Ambientación:

-Quienes animan el tema deben haber leído y asimilado el contenido del Anexo 3. -Colocar visiblemente una cuerda como las que se utilizan para colgar la ropa mojada para secarla. Poner en la misma, sujetada por pinzas para ropa (de plástico o madera), imágenes de personas que consideramos socialmente exitosas y felices (artistas, millonarios, deportistas, etc.), las cosas que se nos promueven que tenemos que hacer para ser felices (viajes, productos, imagen física, etc.) y frases que nos dicen cómo obtener la felicidad y el bien social (“tus metas son lo más importante”, “si no tienes un título eres nada”, “cuida tu imagen, que la primera impresión es lo que cuenta”). -Tener listo el canto “Busca primero el reino de Dios”. Biblia, vela, hojas, marcadores, imagen de Jesús.

Dinámica inicial (10 min.) -Propuestas en el Anexo 1 u otra que el grupo considere.

Oración inicial (10 min.) -Leamos las Bienaventuranzas de Mateo 5, 1-12. -Tras un momento de silencio, vamos cantando “Busca primero el reino de Dios”, mientras uno del grupo quita las frases e imágenes que se han colgado en la cuerda. -Al finalizar se hace la pregunta ¿qué guía las acciones y búsquedas de nuestra comunidad juvenil? repetimos la pregunta unas tres veces. -Luego se leen las Bienaventuranzas de los jóvenes (se pueden hacer copias para todos o que alguno o algunos las proclamen).

DESARROLLO DEL TEMA

1. VER (10 min.) Somos parte de nuestra sociedad, y será muy difícil que evitar el estar influenciados por los valores que configuran nuestro entorno. Pero, también hemos hecho una opción por Jesús y su Evangelio, o por lo menos lo estamos intentando con ganas. Ello ha de exigir de nosotros que conozcamos a Jesús y que asumamos su estilo de vida, su fe, sus opciones y sobre todo el amor con el que nos

mostró cómo ama el Padre. Para ver cómo anda nuestra opción por Jesús, pongamos por escrito o comentemos las acciones que como comunidad juvenil hemos hecho o estamos haciendo para promover la vida y dignidad de otras personas, es decir, acciones que consideremos hechas por el mismo Jesús a favor de miembros del grupo o a otras personas fuera del grupo.

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Luego, tratemos de concretar por qué esas acciones las consideramos como seguimiento

de Jesús, como si Jesús mismo las hubiese hecho hoy.

2. JUZGAR (40 min.) Hacemos tres grupos para compartir las siguientes citas bíblicas o un texto de Mons. Romero, y compartir desde las preguntas sugeridas (10 min.) Tras la plenaria de los grupos (10 min.), quienes animan el tema resumirán las ideas de los grupos y luego expondrán los elementos más importantes del texto del Anexo 3. Para ello, se auxiliarán de frases, imágenes, citas bíblicas o elementos simbólicos que colgarán en la cuerda o alambre, a manera que se note que

hemos reemplazado los valores que nos vende la sociedad de consumo por los valores de Jesús, con los que él mismo buscó defender la vida, la justicia y la paz. Es importante insistir en que la propuesta de Jesús, condensada en las Bienaventuranzas, no es una aventura en solitario sino un camino en comunidad; por lo que el grupo debe ir haciendo conciencia de que son los valores de Jesús los que deben marcar el camino común (20 min.).

Leer: Gálatas 2, 16; 1 Juan 4, 20; Deuteronomio 15, 7.11; Marcos 12, 28-31; Mateo 22,41

Comentar: ¿cómo se ama a Dios? Como comunidad juvenil misionera ¿cómo estamos dando signos del amor de Dios?

Leer: Lucas 17, 21; Mateo 5, 10; Mateo 5,3

Comentar: ¿dónde está el reino de Dios? ¿nuestra comunidad juvenil experimenta que ya ha comenzado entre nosotros el Reino de Dios y su justicia?

Leer: “Cuando la Iglesia se llama Iglesia de los pobres, no es porque esté consintiendo en esa pobreza pecadora. La Iglesia se acerca al pecador pobre para decirle: ‘conviértete, promuévete, no te adormezcas. Tienes que comprender tu propia dignidad’. Y esta misión de promoción que la Iglesia está llevando a cabo también estorba; porque a muchos les conviene tener masas adormecidas, hombres que no despierten, gente conformista, satisfecha con las bellotas de los cerdos. La Iglesia no está de acuerdo con esa pobreza pecadora. Sí, quiere la pobreza, pero la pobreza digna, la pobreza que no es fruto de una injusticia y que es lucha por superarse, la pobreza digna del hogar de Nazareth. José y María eran pobres, pero qué pobreza más santa, qué pobreza más digna. Gracias a Dios tenemos pobres también de esta categoría entre nosotros, y desde esta categoría de pobres dignos, pobres santos, proclama Cristo: bienaventurados los que tienen hambre, bienaventurados los que lloran, bienaventurados los que tienen sed de justicia. Desde allí clama la Iglesia también, siguiendo el ejemplo de Cristo, que es esa pobreza la que va a salvar al mundo; porque ricos y pobres tienen que hacerse pobres desde la pobreza evangélica, no desde la pobreza que es fruto del desorden y del vicio, sino desde la pobreza que es desprendimiento, que es esperarlo todo de Dios, que es voltearle la espalda al becerro de oro para adorar al único Dios, que es compartir la felicidad de tener con todos los que no tienen, que es la alegría de amar” (Monseñor Romero, Homilía 11-septiembre-1977).

Comentar: ¿qué idea de pobreza, justicia y paz tenemos como grupo?

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Reflexión en Clave Fragua (para que los animadores del tema puedan ampliar la exposición)

Las Bienaventuranzas son un revolucionario y exigente camino para vivir el amor de Dios en medio del mundo. Requieren disponer la vida para un seguimiento de Jesús en radicalidad, pues definitivamente se irá en contracorriente cuando se asumen como modelo de vida. Si tu hierro no está aún disponible para ser moldeado, las Bienaventuranzas serán todavía una utopía. Pero si ya conoces el amor del Padre y te has puesto en camino para que su fuego cambie tu vida, no las verás como una locura que Jesús proponía -que además también las vivía- pues solo quien se deja amar por Dios y ama intensamente, sabe en quiénes Dios pone primeramente su mirada y hacia dónde tiende su mano paternal.

Las Bienaventuranzas son también un termómetro de nuestro amor. Si nos vemos reflejados en los valores y opciones que nos manifiestan, si guían nuestro caminar como comunidad juvenil y como cristianos y cristianas; entonces es que estamos siendo inflamados por el amor del Padre, que va formando en nosotros un corazón misionero como el de Jesús. Las Bienaventuranzas son,

en este sentido, un modelo de vida que configura en cada uno -y en el grupo- los mismos sentimientos y opciones de Jesús.

Las Bienaventuranzas definitivamente que nos inquietan. No podemos permanecer instalados mientras reconocemos que, tanto en nosotros como en nuestro alrededor, hay realidades totalmente contrarias al proyecto salvador y liberador de Dios. La paz y la justicia que tanto anhelamos para nuestro tiempo no serán una realidad si no hacemos cambios radicales, tanto en el corazón de cada uno, como en las estructuras de la sociedad. Nuestra misma comunidad juvenil debe confrontarse con la propuesta del Sermón de la Montaña (dentro del cual están las Bienaventuranzas), e ir asumiendo los retos de nuestro entorno que nos lanzan a la misión. En ello Claret y Romero nos dan ejemplo de cómo jugarse la vida en el servicio solidario y evangelizador.

Nuestra Fragua Juvenil exige que nuestro hierro pase por los martillazos de las Bienaventuranzas, así la gracia de Dios configurando nuestro corazón con el de Jesús.

3. ACTUAR (10 min.) -Compartamos con el resto de la comunidad eclesial lo que hemos aprendido sobre lo que era para Jesús era la justicia y la paz. Para ello podemos hacer un mural, carteles, o usar de manera creativa la cuerda con los valores que se ha utilizado para recrear el tema. -Veamos la posibilidad de hacer realidad algunos de los puntos que están al final del Anexo 3. Para ello, tengamos presente la posibilidad de unirnos a otra comunidad juvenil o a otra pastoral de la comunidad.

Oración final (10 min.)

- Ponemos la Biblia y la imagen de Jesús en el centro del grupo. Y pedimos que el Espíritu Santo nos ayude a vivir y a expresar el amor del Padre con la misma pasión con la que Jesús lo hizo. Oraciones espontáneas. - Abrazo de paz. Se puede entonar un canto de paz (“La paz fruto de la Justicia”, por ejemplo).

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MAKARIOI

(Espiritualidad para la misión) Objetivo:

Tomarnos un tiempo de interiorización para ahondar, desde las Bienaventuranzas, en los valores y motivaciones que marcan el caminar misionero del grupo, potenciando así la dimensión profética de nuestro testimonio cristiano.

Ambientación:

-Procurar que el sitio del encuentro esté acondicionado para orar, es decir, que no haya elementos que estén distrayendo y que no permitan un tiempo de intimidad grupal. -Biblia, vela, reproductor de música o canto preparado

-Tener visible en carteles o en otros medios las palabras: Pobre, Pobreza, Empobrecido, Pobres de espíritu

Oración inicial (10 min.) - Iniciamos con algún canto alusivo al tema (“Madre de los pobres”, “Con nosotros está”, "Bienaventurados" (Fones), otros). - Se explica que se escuchará un texto de la Autobiografía de San Antonio María Claret, en el que nos narra cómo vivía la pobreza. Escucharemos y luego en silencio meditaremos en cómo entendemos y vivimos hoy nuestra pobreza. El texto es el siguiente (Autobiografía 361 y 362):

No tenía dinero, pero tampoco lo necesitaba. No lo necesitaba para caballería, diligencia ni ferrocarril, porque siempre andaba a pie (...) No lo necesitaba para comer, porque lo pedía de limosna a donde llegaba. No lo necesitaba tampo[co] para el vestido, porque Dios N[uestro] S[eñor] me conservaba la ropa y el calzado casi como a los hebreos en el desierto. Conocía claramente que era la voluntad de Dios que no tuviera dinero ni aceptara cosa alguna, sino la precisa comida para aquel momento (...)

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Para animarme recordaba yo la doctrina de Jesucristo, que meditaba continuamente; singularmente aquellas palabras que dicen: Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos. - Si quieres ser perfecto, anda, vende lo que tienes, dalo a los pobres y sígueme. - Nadie puede ser discípulo de Jesús sin que renuncie a todas las cosas.

- Luego en un momento de silencio se lee el poema de Pedro Casaldáliga (Anexo 4).

DESARROLLO DEL TEMA 1. VER (10 min.) - Decimos con mucha seguridad que Jesús fue pobre. Su pobreza y servicio solidario fueron sin duda de sus características más radicales. Sin embargo, nosotros que somos sus discípulos, podemos tener otra visión de la pobreza distinta a la vivida por Jesús. - ¿Qué entendemos por ser “pobre” y por “empobrecido”? (Pobre como condición personal que se escoge frente al afán de poseer. Empobrecido como resultado de la injusticia y la codicia)

Para meditar en silencio se hacen las siguientes preguntas. Se comentarán en los grupos de reflexión. - ¿Qué signos de pobreza damos los seguidores de Jesús? (como Iglesia, como comunidad juvenil) -¿Quiénes son los empobrecidos que están a nuestro lado? ¿Nos apenaría recocernos pobres o empobrecidos?

2. JUZGAR (40 min.) - Cantamos “Busca primero el reino de Dios” mientras entronizamos la Biblia a todos. Luego se lee el texto de las

Bienaventuranzas: Mateo 5, 1-12. (5 min.)

- Tras un momento de silencio se lee el siguiente texto del Papa, o se pueden entregar copias y tomarse un

tiempo a solas para leerlo. Según cada grupo, se puede poner música ambiental (15 a 10 min.)

- De la reflexión del Papa Francisco para la Jornada Mundial de la Juventud 2014 Las Bienaventuranzas de Jesús son portadoras de una novedad revolucionaria, de un modelo de felicidad opuesto al que habitualmente nos comunican los medios de comunicación, la opinión dominante. Para la mentalidad mundana, es un escándalo que Dios haya venido para hacerse uno de nosotros, que haya muerto en una cruz. En la lógica de este mundo, los que Jesús proclama bienaventurados son considerados “perdedores”, débiles. Pero, ¿qué significa “bienaventurados” (en griego makarioi)? Bienaventurados quiere decir felices. Díganme: ¿Buscan de verdad la felicidad? En una época en que tantas apariencias de felicidad nos atraen, corremos el riesgo de contentarnos con poco, de tener una idea de la vida “en pequeño”. ¡Aspiren, en cambio, a cosas grandes! ¡Ensanchen sus corazones!

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Si de verdad dejan emerger las aspiraciones más profundas de su corazón, se darán cuenta de que en sus corazones hay un deseo inextinguible de felicidad, y esto les permitirá desenmascarar y rechazar tantas ofertas “a bajo precio” que encuentran a su alrededor. Cuando buscamos el éxito, el placer, el poseer en modo egoísta y los convertimos en ídolos, podemos experimentar también momentos de embriaguez, un falso sentimiento de satisfacción, pero al final nos hacemos esclavos, nunca estamos satisfechos, y sentimos la necesidad de buscar cada vez más. Es muy triste ver a una juventud “harta”, pero débil. San Juan, al escribir a los jóvenes, decía: «Sois fuertes y la palabra de Dios permanece en vosotros, y habéis vencido al Maligno» (1 Jn 2,14). Los jóvenes que escogen a Jesús son fuertes, se alimentan de su Palabra y no se “atiborran” de otras cosas. Atrévanse a ir contracorriente. Sean capaces de buscar la verdadera felicidad. Digan no a la cultura de lo provisional, de la superficialidad y del usar y tirar, que no los considera capaces de asumir responsabilidades y de afrontar los grandes desafíos de la vida.

- Para trabajar en grupos (25 min.) Hacemos tres grupos para reflexionar unos párrafos en los que se ahonda en la bienaventuranza de los pobres de espíritu, tomados de la carta del Papa Francisco a los jóvenes para la Jornada Mundial de la Juventud 2014. Cada grupo la leerá, y luego compartirán qué deja para nuestra vida estas palabras del Papa, así como las preguntas que se hicieron en el VER, sobre nuestra pobreza personal, los empobrecidos que nos rodean y los signos de pobreza que damos como grupo. Uno del grupo comparte esto en plenario, además de la frase (o palabras) con la que más se identificaron de los párrafos asignados.

La primera Bienaventuranzas (…) declara felices a los pobres de espíritu, porque a ellos pertenece el Reino de los cielos. En un tiempo en el que tantas personas sufren a causa de la crisis económica, poner la pobreza al lado de la felicidad puede parecer algo fuera de lugar. ¿En qué sentido podemos hablar de la pobreza como una bendición? En primer lugar, intentemos comprender lo que significa «pobres de espíritu». Cuando el Hijo de Dios se hizo hombre, eligió un camino de pobreza, de humillación. Como dice San Pablo en la Carta a los Filipenses: «Tengan entre ustedes los sentimientos propios de Cristo Jesús. El cual, siendo de condición divina, no retuvo ávidamente el ser igual a Dios; al contrario, se despojó de sí mismo tomando la condición de esclavo, hecho semejante a los hombres» (Filipenses 2,5-7). Jesús es Dios que se despoja de su gloria. Aquí vemos la elección de la pobreza por parte de Dios: siendo rico, se hizo pobre para enriquecernos con su pobreza (cf. 2 Cor 8,9). Es el misterio que contemplamos en el belén, viendo al Hijo de Dios en un pesebre, y después en una cruz, donde la humillación llega hasta el final. El adjetivo griego ptochós (pobre) no sólo tiene un significado material, sino que quiere decir “mendigo”. Está ligado al concepto judío de anawim, los “pobres de Yahvé”, que evoca humildad, conciencia de los propios límites, de la propia condición existencial de pobreza. Los anawim se fían del Señor, saben que dependen de Él. San Francisco de Asís comprendió muy bien el secreto de la Bienaventuranza de los pobres de espíritu (…) Se despojó de una vida acomodada y despreocupada para desposarse con la “Señora Pobreza”, para imitar a Jesús y seguir el Evangelio a pie de letra. Francisco vivió inseparablemente la imitación de Cristo pobre y el amor a los pobres, como las dos caras de una misma moneda.

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¿Cómo podemos hacer que esta pobreza de espíritu se transforme en un estilo de vida, es decir, que se refleje concretamente en nuestra existencia? Les contesto con tres puntos.

- Ante todo, intenten ser libres en relación con las cosas. Se trata de buscar lo esencial, de aprender a despojarse de tantas cosas superfluas que nos ahogan. Desprendámonos de la codicia del tener, del dinero idolatrado y después derrochado. Pongamos a Jesús en primer lugar. Él nos puede liberar de las idolatrías que nos convierten en esclavos. ¡Fiaros de Dios, queridos jóvenes! También para superar la crisis económica hay que estar dispuestos a cambiar de estilo de vida, a evitar tanto derroche. Igual que se necesita valor para ser felices, también es necesario el valor para ser sobrios.

- En segundo lugar, para vivir esta Bienaventuranza necesitamos la conversión en relación a los pobres. Tenemos que preocuparnos de ellos, ser sensibles a sus necesidades espirituales y materiales. A ustedes, jóvenes, os encomiendo en modo particular la tarea de volver a poner en el centro de la cultura humana la solidaridad. Ante las viejas y nuevas formas de pobreza –el desempleo, la emigración, los diversos tipos de dependencias–, tenemos el deber de estar atentos y vigilantes, venciendo la tentación de la indiferencia. Pensemos también en los que no se sienten amados, que no tienen esperanza en el futuro, que renuncian a comprometerse en la vida porque están desanimados, desilusionados, acobardados. Tenemos que aprender a estar con los pobres. No nos llenemos la boca con hermosas palabras sobre los pobres. Acerquémonos a ellos, mirémosles a los ojos, escuchémosles. Los pobres son para nosotros una ocasión concreta de encontrar al mismo Cristo, de tocar su carne que sufre.

- Pero los pobres –y este es el tercer punto– no sólo son personas a las que les podemos dar algo. También ellos tienen algo que ofrecernos, que enseñarnos. ¡Tenemos tanto que aprender de la sabiduría de los pobres! En cierto sentido, los pobres son para nosotros como maestros. Nos enseñan que una persona no es valiosa por lo que posee, por lo que tiene en su cuenta en el banco. Un pobre, una persona que no tiene bienes materiales, mantiene siempre su dignidad. Los pobres pueden enseñarnos mucho, también sobre la humildad y la confianza en Dios.

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El tema central en el Evangelio de Jesús es el Reino de Dios. Jesús es el Reino de Dios en persona, es el Enmanuel, Dios-con-nosotros. Es en el corazón del hombre donde el Reino, el señorío de Dios, se establece y crece. El Reino es al mismo tiempo don y promesa. Ya se nos ha dado en Jesús, pero aún debe cumplirse en plenitud. Por ello pedimos cada día al Padre: «Venga a nosotros tu reino». Hay un profundo vínculo entre pobreza y evangelización (...) El Señor quiere una Iglesia pobre que evangelice a los pobres. Cuando Jesús envió a los Doce, les dijo: «No os procuréis en la faja oro, plata ni cobre; ni tampoco alforja para el camino; ni dos túnicas, ni sandalias, ni bastón; bien merece el obrero su sustento» (Mt 10,9-10). La pobreza evangélica es una condición fundamental para que el Reino de Dios se difunda. Las alegrías más hermosas y espontáneas que he visto en el transcurso de mi vida son las de personas pobres, que tienen poco a que aferrarse. La evangelización, en nuestro tiempo, sólo será posible por medio del contagio de la alegría. Ante el ejemplo y las palabras de Jesús, nos damos cuenta de cuánta necesidad tenemos de conversión, de hacer que la lógica del ser más prevalezca sobre la del tener más. Los santos son los que más nos pueden ayudar a entender el significado profundo de las Bienaventuranzas (…) Queridos jóvenes, el Magnificat, el cántico de María, pobre de espíritu, es también el canto de quien vive las Bienaventuranzas. La alegría del Evangelio brota de un corazón pobre, que sabe regocijarse y maravillarse por las obras de Dios, como el corazón de la Virgen, a quien todas las generaciones llaman “dichosa” (cf. Lc 1,48). Que Ella, la madre de los pobres y la estrella de la nueva evangelización, nos ayude a vivir el Evangelio, a encarnar las Bienaventuranzas en nuestra vida, a atrevernos a ser felices.

3. ACTUAR (10 min.) - En el encuentro anterior se definieron algunas acciones solidarias a realizar. Este será un buen momento para concretarlas o ver cómo va la organización de las mismas. La idea es que de ambos encuentros salgan iniciativas que el grupo considere como oportunas y solidarias. - Finalicemos escribiendo una o dos bienaventuranzas que nazcan del grupo, usando el mismo formato del Evangelio: Bienaventurados o felices los que…, porque ellos o de ellos… Se pueden guiar del formato del Anexo 2. Las frases que salgan pueden ser compartidas en el R+FC. Seguro nos iluminarán y será un compartir que nace del mismo corazón de la comunidad juvenil.

Oración final (10 min.) - Tenemos presente a María, la madre de Jesús. Ella asumió en su vida las bienaventuranzas de la fe. Leemos el Magníficat (Lucas 1, 46-55). Luego, pedimos a Dios que nos siga formando como misioneros en el Corazón de María, y a cada petición respondemos: fórmanos en la Fragua de tu misericordia y amor. - Finalizamos con el Ángelus

Dinámica final (10 min.) -Propuestas en el Anexo 1 u otras que el grupo considere.

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ANEXOS Anexo 1 Dinámicas:

1. UN PEQUEÑO GESTO DE AMOR

OBJETIVOS: - Agudizar los sentidos, aumentar la atención de los participantes. - Quitar el estrés y la rutina. - Que el joven se sienta parte del grupo.

MATERIAL: Un osito de peluche.

DESARROLLO: 1. El animador cuenta una historia: Ejemplo: "Cuando venía a la reunión me encontré a ’Matilda’ (nombre de la muñeca o del osito), ella estaba triste y sola, y necesita mucho amor. Yo le conté que en este grupo de jóvenes ustedes le podían brindar muchísimo amor. 2. Dejar que cada joven demuestre con un gesto el amor a Matilda, como por ejemplo: un beso, un abrazo, una frase cariñosa (te quiero Matilda), etc. 3. Una vez que todos le demuestran su gesto de amor a Matilda, el coordinador debe decir: "Matilda está muy contenta porque todos ustedes la quieren, pero ahora ella les quiere pedir un favor más. Matilda te quiere regalar de su amor, por lo tanto, repite el gesto que le hiciste a Matilda al compañero que tienes a tu lado. 4. La idea es que cada joven le demuestre el amor a su compañero como se lo demostró a Matilda, y así poder poner en práctica nuestra comunión.

2. AMA A TU PRÓJIMO COMO A TI MISMO

OBJETIVO: Aprender cómo tratar a los demás, crear confianza.

MATERIAL: Papel y lápices.

DESARROLLO: Corta cuadritos de papeles y dale un papel y un lápiz a cada joven presente en el evento (el coordinador del juego no lo juega ya que sabe de qué se trata).

Cada joven escoge en silencio (en su pensamiento) a otro/a joven y escribe en el otro lado del papel lo que la otra persona debe hacer y además debe firmar el papel (ejemplo: "Yo Andrea deseo que Juan se pare en medio de la sala y haga como perrito).

Luego que cada persona haya escrito su deseo deberá doblar el papel y entregarlo al coordinador. Luego el coordinador toma TODOS los papelitos y explica el nombre del juego "Ama a tu prójimo como a ti mismo" o "No hagas a otros lo que no quieras que hagan contigo".

Luego que el coordinador va leyendo papel por papel cada joven deberá hacer lo que escribió en su papel. TODOS participan. De esa manera sabrán por qué el dicho "no hagas lo que no quieran que les hagan".

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Anexo 2

(Tomado de la Pastoral de Juventud Argentina)

● Felices los jóvenes que han hecho la opción por los pobres, porque conocerán

el amor que Dios les tiene y vivirán como hermanos e hijos de un mismo Padre.

● Felices los jóvenes que están abierto a lo nuevo, porque sabrán ver entre los

signos de muerte y los signos de vida la luz del horizonte de la esperanza que

nos convoca.

● Felices los

jóvenes que saben

entregar sus vidas,

porque aun cuando

mueran sin

comprender el por

qué, sabrán que la

verdad y la justicia

están por llegar.

● Felices los

jóvenes que saben

confiar y esperar,

porque de ustedes será

la Civilización del Amor.

● Felices los

jóvenes que no temen ensuciarse las manos para salvar al pobre y al pecador,

porque ustedes obtendrán la misma misericordia y ternura de Dios Padre.

● Felices los jóvenes que tienen un corazón que sabe amar, porque ustedes

verán a Dios.

● Felices los jóvenes constructores de la paz, porque ustedes harán la Civilización

del Amor, fructificarán la esperanza y serán llamados hijos de Dios.

● Felices los jóvenes que sufren incomprensión y son perseguidos por practicar la

justicia, porque si el grano de trigo, sembrado en tierra no muere, no da fruto; a

ustedes pertenece el Reino de los Cielos.

● Felices ustedes cuando sean perseguidos e insultados a causa del Evangelio de

Jesucristo. No se pongan tristes; ¡Alégrense! porque el mismo Hijo de Dios los

hará presente ante su Padre que está en los Cielos.

● Felices ustedes, jóvenes, porque se han abierto a la Palabra de Dios, la ponen

en común y la quieren sembrar en una nueva sociedad, porque en esta nueva

encarnación, Dios es "Dios con nosotros" que vive en medio de su Pueblo.

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Anexo 3 Extracto del texto:

“LA JUSTICIA DEL REINO Y LA CONSTRUCCIÓN DE LA PAZ EN LA VIDA DE JESÚS”

De Carlos Mesters y Francisco Orofino (Material preparatorio para el 13º Encuentro Intereclesial de las Comunidades

Eclesiales de Base)

LA NUEVA JUSTICIA ENSEÑADA E IRRADIADA POR JESÚS

Para Jesús, nuestra justicia ante Dios no es fruto de nuestras observancias, sino un don que recibimos de Dios. La mamá ama a su hijito no porque sea bueno y obediente sino porque es la madre. ¡La mamá es la mamá! El amor de una madre no se compra, ni se merece, sino que se recibe como un regalo por el sólo hecho de nacer. “Si alguien quisiera dar todo lo que tiene para comprar el amor, sería tratado con desprecio” (Ct 8,7). Es cierto que debemos observar la Ley de Dios, pero no para merecer o comprar el cielo. Si observamos la Ley, aún más que los fariseos es para retribuir y agradecer la inmensa bondad con la que Dios nos recibe. “Dios nos amó primero” (1 Jn 4,19) sin mérito alguno de nuestra parte, en forma totalmente gratuita. Y Pablo dirá: “el hombre no se justifica

por las obras de la Ley, sino solamente por la fe en Jesucristo” (Gal 2, 16).

Para poder ser justo y llegar al lugar donde Dios me quiere, no basta con mirar mi vida personal, porque vivo en una sociedad, formó parte de un pueblo, soy miembro de una comunidad. No es posible amar a Dios sin estar atento al prójimo. Quien dice que ama a Dios y no ama a su hermano es un mentiroso, dice San Juan (cfr. 1 Jn 4, 20). Ya en el Antiguo Testamento se decía que mientras haya un solo pobre o empobrecido, yo no puedo vivir totalmente tranquilo y no podría afirmar que estoy en el lugar donde Dios me quiere (cfr. Dt 15, 7.11). Jesús lo repite afirmando que el mandamiento del amor al prójimo es igual al mandamiento del amor a Dios. Y que no hay mandamiento más importante que estos dos (cfr. Mc 12, 28-31; Mt 22,41).

Esta visión sobre la justicia comienza a crecer en Jesús, desde pequeño, conviviendo en casa. El descubrió el amor de Dios Padre en el amor que recibía de María, su madre, que le hablaba del amor y de la misericordia de Dios (Lc 1, 54-55) y de José, su padre, que era un hombre justo (Mt 1,19). Jesús a su vez, traducía este amor en esos gestos tan sencillos de ternura con los que recibía y acogía a las personas, desde los niños hasta los ancianos: Zaqueo (Lc.19, 1-10), Bartimeo (Mc 10,46-52), una niña (Mc 5,41), Nicodemo (Jn. 3,1-15), Magdalena (Lc.8,2; Jn 20,11-18) Leví (Mc 2,13-17), la mujer adúltera ( Jn 8,1-11), la joven del perfume (Lc 7,36-50), la samaritana (Jn.4,7-26), la cananea (Mt.15.21-28), las madres con sus niños en brazos (Mc.10,13-16) y tantos y tantas más…! El hacía de modo que las personas se sintieran bien con Dios. Justas. En paz.

Al irradiar así su propia hambre y sed de justicia, Jesús sentía una enorme satisfacción de ver al pueblo

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feliz, alegre, reconciliado consigo mismo y con Dios. Experimentaba en su propia vida que, cuando una persona se esfuerza en vivir e irradiar el hambre y la sed de justicia, ella misma comienza a sentir placer en poder colaborar en la creación de un mundo más justo y fraterno.

JESUS COMBATE LA FALSA IMAGEN DE DIOS

La mayor injusticia estaba en la falsa imagen de Dios que irradiaba la religión oficial. Un Dios severo, el juez que amenazaba con castigos y condenas. A causa de esta falsa imagen de Dios, la misma vida humana era falsificada y adquiría un rostro que no correspondía con el proyecto de Dios. En vez de abrir la puerta del Reino, la religión la cerraba. Jesús decía a los doctores de la ley: “(Ustedes) cierran a los hombres el reino de los cielos. No entran ni dejan entrar a los que lo intentan” (Mt 23, 13).

Jesús no soportaba este tipo de religión que, en nombre de una mala interpretación de la Ley de Dios, mataba el alma del pueblo y la alegría de vivir. El no vino para condenar al mundo sino para salvarlo (Jn.12, 47). Jesús anunciaba la buena noticia de un Dios lleno de amor que acoge y salva y no la triste noticia de un Dios severo que condena y castiga. El decía. “Dios no envió a su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por medio de él” (Jn 3,17). Y en este estilo de vivir y convivir Jesús encarnaba el amor de Dios y se lo revelaba al pueblo (cfr. Mc 6, 31; Mt 10,30; Lc 15,11-32)

REVELAR EL REINO PRESENTE ALLÍ DONDE PARECÍA ESTAR AUSENTE

Jesús dice: “Felices los que son perseguidos por causa de la justicia porque de ellos es el Reino de los cielos”. No dice que el Reino será de los perseguidos, sino que es de los perseguidos. El Reino ya está desde ahora, presente en ellos. Más aún, el texto no dice. “Felices los cristianos que son perseguidos”, sino que dice sencillamente “Felices los que son perseguidos por causa de la justicia”. Hoy mucha gente es perseguida por causa de la justicia. Cristianos y no cristianos; gente de otras religiones y gente sin religión; gente que cree en Dios y gente que no cree en Dios; gente de todas las razas. Jesús no hace ni distinción ni diferencia. Independientemente de toda raza, clase, edad, sexo o religión, él afirma: si tú eres perseguido /a por causa de la justicia, en ti está presente el Reino de Dios.

Los doctores de la Ley enseñaban que el Reino de Dios solamente vendría como fruto de nuestra observancia de la Ley. Jesús dice lo contrario: “El Reino de Dios está entre ustedes” (Lc 17, 21). Está en los perseguidos por causa

de la justicia (Mt 5, 10). Está en los pobres de espíritu. (Mt 5,3). Jesús revelaba la presencia del Reino allí donde, para otros, no existía ninguna señal del Reino. Re-velar quiere decir sacar el velo que cubre alguna cosa. Revelar el Reino significa quitar el velo que esconde al Reino. Jesús tenía otra manera de ver las cosas. Su intimidad con el Padre le daba la capacidad de percibir signos de Dios allí donde otros no percibían nada da Dios.

Cuando Jesús percibía algo del Reino de Dios corría el velo y mostraba cómo Dios estaba presente. Cuando se encontró con el centurión romano, un pagano, Jesús declaró que nunca había encontrado una fe tan grande en el pueblo de Israel como en aquel soldado romano que no era judío ni tenía la religión de los judíos (Mt 8, 10). La mujer cananea, que era de otra religión, le ayudó a Jesús a percibir que su misión como Mesías era para todos los pueblos y no sólo para las ovejas perdidas de Israel (Mt 15, 21-28). Jesús conversó con la mujer samaritana y le reveló su condición de

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Mesías (Jn 4,25-26.34). El Reino de Dios ya estaba en el soldado romano, en la mujer cananea y en la samaritana. Jesús lo descubrió

y lo reveló. Por así decir, con un rayo X ponía de manifiesto lo que a simple vista no se podía ver, pero que la fe sí lo descubría.

JESÚS CONSTRUCTOR DE LA PAZ

En tiempos de Jesús no había Paz. Abundaban los conflictos. La vida estaba desintegrada por innumerables causas. La opresión y la explotación de los romanos destruían las familias provocando un odio sin solución. La religión oficial marginaba muchas personas y les impedía participar de la vida comunitaria. En medio de esta situación tan conflictiva y contradictoria, Jesús buscaba ser una persona de paz, una muestra de cómo ser un constructor de paz.

A los discípulos temerosos les decía: “la paz esté con ustedes”. Sopló sobre ellos diciendo: “Reciban al Espíritu Santo” y les dio a ellos y a todos nosotros el poder de perdonar y reconciliar (Jn 20, 21-23). Y al enviarlos en misión no les permitía llevar nada. Sólo una cosa: la paz. Por eso al arribar a algún lugar tenían que decir “Paz a esta casa” (Lc 10, 5). Y así comenzó y recomienza, siempre de nuevo, el proceso de paz que revierte el proceso de injusticia y de odio iniciado con Adán y Eva. (Gn 2, 1-7), con Caín y Lamec (Gn 4,8.24), con el diluvio (Gn 6, 13-17) y la Torre de Babel (Gn 11,1-9). Así recomienza la reconstrucción del paraíso terrestre de paz.

EL CIMIENTO DE LA PAZ

Para construir una casa hay que comenzar por los cimientos y no por el tejado. ¿Cuál es el cimiento de la casa de la paz? Es la reconstrucción de la relación humana entre las personas, bien en la base, que pueda hacer nacer y renacer la vida en comunidad. Este trabajo bien en la base de la convivencia humana es el cimiento de la paz y es también su semilla. La semilla de la paz crece con lentitud, se toma su tiempo, la vida entera.

La paz crece como las personas. La gente no crece sola, sino en una familia, en una comunidad, con la ayuda de otras personas, padre y madre, hermanos y hermanas, fruto del esfuerzo comunitario. Un filósofo cearense, del

sertao, que no había estudiado expresaba: “Yo no soy una persona. Soy un pedazo de persona. Persona es la comunidad, y cuanto más participo en la comunidad, más persona soy”. Y así es como crece la paz: conviviendo. Esperaban que fuese reconstruido el tejido básico de la convivencia humana, porque sin este cimiento, el resto sería inconsistente. Sería como construir la casa sobre arena (Mt 7, 26)

Es así como Jesús buscó rehacer la vida comunitaria en las aldeas de Galilea. Acogía a las personas, les daba un espacio a los sin lugar, se hacía hermano para los que estaban aislados, denunciaba las divisiones que impedían la construcción de la paz.

LA PAZ COMO FRUTO DE LA JUSTICIA

En la raíz de la ausencia de paz está la falta de justicia, porque la paz es fruto de la justicia. Isaías decía: “el fruto de la justicia será la paz. El trabajo de la justicia dará tranquilidad y seguridad permanentes” (Is 32, 17) Por ello, sin justicia no habrá paz. Y los que desean y luchan por la justicia son los que preparan un mundo de paz. “Qué hermosos son sobre las montañas los pies de mensajero que anuncia la paz, que trae la buena nueva:… Y reina tu Dios” (Is 52, 7). Isaías describe así la esperanza mesiánica de paz que comenzó a ser realidad en Jesús y por Jesús: “Porque un niño nos ha nacido, nos han traído un hijo: lleva el cetro del principado y se llama Consejero maravilloso, guerrero divino, Jefe

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perpetuo, Príncipe de la paz. Su glorioso principado y la paz no tendrán fin, en el trono de David y su reino; se mantendrá y consolidará con la justicia y el derecho, desde ahora y para siempre “(Is 9, 5-6)

LA PAZ VISTA DESDE LAS OCHO BIENAVENTURANZAS

Las ocho bienaventuranzas presentan la visión de paz del reino de Dios. La semilla de la paz ya está presente en los Pobres (Mt 5, 3) y en los Perseguidos por causa de la justicia. (Mt 5, 10). Ella va creciendo y muestra sus frutos en la comunidad que nace alrededor de Jesús y en la cual reconstruyó la convivencia humana. La relación con los bienes materiales es reconstruye por la devolución de la tierra a los Mansos y por el consuelo dado a los Afligidos (Mt 5, 4-5). La relación entre las personas se rehace a través del Hambre y la sed de justicia y por la práctica de la Misericordia ( Mt 5,6-7). La relación con Dios se rehace por medio de la pureza de corazón y por la construcción de la paz (Mt 5, 8-9). Cuando la relación con Dios, con nosotros mismos y con los bienes de la tierra estén

reconstruidos, es cuando tendremos la paz completa: SHALOM. ¡“La paz esté con Uds. Como el Padre

me envió, yo los envío a ustedes!” (Jn 20-21)

Estos diez puntos pueden servir como criterio para evaluar nuestra práctica en la búsqueda del Reino y su justicia. 1.- Cuidar a los enfermos. 2.- Acoger a los excluídos. 3.- Insistir en la dimensión doméstica y familiar de la fe

4.- Reconstruir la vida comunitaria. 5.- Recuperar la igualdad hombre - mujer. 6.- Salir al encuentro de las personas. 7.- Recuperar los derechos de los pobres y recibir al pueblo. 8.-Superar las barreras de género, religión, raza y clase. 9.- Denunciar a los que impiden la práctica de la justicia. 10.- Reconstruir las relaciones humanas en la base.

Anexo 4 Yo me atengo a lo dicho

Yo me atengo a lo dicho: La justicia,

a pesar de la ley y la costumbre, a pesar del dinero y la limosna.

La humildad, Para ser yo, verdadero. La libertad, para ser hombre. Y la pobreza,

para ser libre. La fe, cristiana,

para andar de noche, y, sobre todo, para andar de día.

Y, en todo caso, hermanos, Yo me atengo a lo dicho: ¡La Esperanza!

Pedro Casaldáliga