Blindaje

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Blindaje La mayoría de los vehículos de combate blindados son fabricados con planchas de aleaciones de acero soldadas, o más raramente debido a su coste, formadas en una sola pieza, y en algunos casos aluminio u otras aleaciones ligeras como fibras sintéticas. La efectividad relativa de un determinado blindaje es expresada por la comparación de su resistencia con una plancha de acero laminado homogéneo (RHA o Rolled Homogeneous Armour). Los carros no están protegidos por un blindaje de espesor uniforme, si no que el grosor depende de la probabilidad de recibir un impacto en cada zona. Por ello, la parte donde habrá un mayor nivel de protección será el mantelete de la torreta. En ella va el armamento, y en la mayor parte de las ocasiones hay que exponer dicha zona al fuego enemigo al disparar. La inclinación del blindaje es variable, aunque todos los diseños modernos la tienen, incluso los modelos con blindajes composite, especialmente difíciles de moldear. Para aprovechar esto, los carros utilizan todo lo posible la denominada posición de combate o Hull Down (casco abajo); aprovechando la cobertura que ofrece el terreno, como una colina, el conductor debe orientar el frontal hacia la amenaza y avanzar hasta que solo la torreta asome por encima de la cobertura. Dicha posición permite disparar el arma principal exponiendo una menor superficie a los ataques, ya que el casco está protegido tras el obstáculo. También puede adoptar la posición de vigilancia, en la que solo asoman los visores del artillero y comandante y expone aún menos el carro. O la posición oculta en la que no asoma ninguna pieza. La pericia del conductor es vital en la maniobra, ya que debe adoptar la posición de combate lo mejor posible cada vez. Tras el disparo debe hacer retroceder el carro hasta la posición de vigilancia u oculta mientras dure el proceso de carga del arma principal, y repetir el proceso las veces necesarias. La segunda parte más protegida es el frontal del casco. Dada su posición, el chasis tiene bastante menos blindaje que el frontal de la torreta, pero suele tener una gran inclinación que aumenta el grosor efectivo y aumenta la protección. Los laterales del casco y la torreta están relativamente poco protegidos, al ser menos probable un impacto. Suelen tener el mismo grosor, el suficiente para ofrecer protección contra armas que tengan poca potencia. Un disparo de un proyectíl KE o un misil pesado que alcance dicha zona en

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Blindaje

La mayoría de los vehículos de combate blindados son fabricados con planchas de aleaciones de

acero soldadas, o más raramente debido a su coste, formadas en una sola pieza, y en algunos

casos aluminio u otras aleaciones ligeras como fibras sintéticas. La efectividad relativa de un

determinado blindaje es expresada por la comparación de su

resistencia con una plancha de acero laminado homogéneo (RHA o

Rolled Homogeneous Armour).

Los carros no están protegidos por un blindaje de espesor uniforme,

si no que el grosor depende de la probabilidad de recibir un impacto

en cada zona. Por ello, la parte donde habrá un mayor nivel de

protección será el mantelete de la torreta. En ella va el armamento, y en la mayor parte de las

ocasiones hay que exponer dicha zona al fuego enemigo al disparar. La inclinación del blindaje es

variable, aunque todos los diseños modernos la tienen, incluso los modelos con blindajes

composite, especialmente difíciles de moldear.

Para aprovechar esto, los carros utilizan todo lo posible la denominada posición de combate o Hull

Down (casco abajo); aprovechando la cobertura que ofrece el terreno, como una colina, el

conductor debe orientar el frontal hacia la amenaza y avanzar hasta que solo la torreta asome por

encima de la cobertura. Dicha posición permite disparar el arma principal exponiendo una menor

superficie a los ataques, ya que el casco está protegido tras el obstáculo. También puede adoptar

la posición de vigilancia, en la que solo asoman los visores del artillero y comandante y expone aún

menos el carro. O la posición oculta en la que no asoma ninguna pieza. La pericia del conductor es

vital en la maniobra, ya que debe adoptar la posición de combate lo mejor posible cada vez. Tras el

disparo debe hacer retroceder el carro hasta la posición de vigilancia u oculta mientras dure el

proceso de carga del arma principal, y repetir el proceso las veces necesarias.

La segunda parte más protegida es el frontal del casco. Dada su posición, el chasis tiene bastante

menos blindaje que el frontal de la torreta, pero suele tener una gran inclinación que aumenta el

grosor efectivo y aumenta la protección.

Los laterales del casco y la torreta están relativamente poco protegidos, al ser menos probable un

impacto. Suelen tener el mismo grosor, el suficiente para ofrecer protección contra armas que

tengan poca potencia. Un disparo de un proyectíl KE o un misil pesado que alcance dicha zona en

perpendicular al plano del blindaje tiene muchas posibilidades de provocar la destrucción del carro.

La parte inferior y el techo tienen una escasa protección, de grosor variable pero en todo caso de

unos pocos centímetros, lo que es claramente insuficiente para contrarrestar cualquier tipo de arma

anticarro aunque suficiente para proteger de metralla, granadas, artillería o explosiones.

La parte posterior es la menos probable en recibir ataques y por ello consta de un blindaje

testimonial capaz de resistir disparos, explosiones no directas, granadas y metralla. Un impacto de

cualquier arma anticarro en dicha zona puede destruir fácilmente al tanque más moderno

imaginable, alcanzando combustible, municiones o cesta de la torreta. En todo caso la pérdida de

movilidad le convierte en un objetivo inmejorable.

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En la actualidad, los tanques son resistentes a los ataques especializados con misiles. Durante la

Segunda Guerra Mundial, los cohetes de la Artillería ganaron una reputación de temibles,

especialmente en Francia tras la Batalla de Normandía; los análisis tras la guerra revelaron que

muchas bajas eran disparos errados. Los cañones de los tanques disparaban munición perforante

como la de 40 mm de los Hurricane. Incluso un cóctel Molotov en la zona del motor. Antes de la

Segunda Guerra Mundial, varios diseñadores de tanques intentaron inclinar el blindaje en carros de

combate experimentales. El éxito más famoso y acertado de esta idea fue el T-34 soviético. Poner

en ángulo las planchas de blindaje aumentaba su eficacia contra proyectiles, ya que aumentaba su

ancho efectivo perpendicular, e incrementaba la posibilidad de desvío.

La infantería ligera también puede inmovilizar un carro de combate dañando el tren de rodaje con

armas antitanque. Para evitar daños en esas áreas vitales los tanques suelen llevar faldones

blindados en los laterales protegiendo la suspensión y las ruedas de carretera. Además ofrecen

protección adicional para los laterales del casco, ya que los proyectiles de carga hueca detonan en

el faldón, lejos aún del casco. Sin embargo para los KE los faldones no ofrecen más resistencia

que el mismo aire.

Las armas que empleaban proyectiles antitanque de alto poder explosivo (HEAT), como

el bazooka, fueron una nueva amenaza en la Segunda Guerra Mundial. Estos proyectiles llevaban

una ojiva con una carga de alto poder explosivo que causaba grandes daños. A finales del conflicto

apareció una verdadera revolución en municiones con la invención del proyectil HEAT de carga

hueca.

Esta munición consta de un cono de cobre con la parte plana hacia el frente y el vértice hacia atrás,

rodeado de explosivo químico, dejando la parte delantera de la ojiva hueca (de ahí su nombre).

Dicho espacio hueco es el necesario para permitir que al impactar sobre el blindaje el explosivo

detone y la onda de choque funda el cono de cobre desde el vértice hacia adelante, formando un

chorro de plasma dirigido al frente a altísima temperatura y velocidad de hasta 8 kilómetros por

segundo que literalmente funde el blindaje y hace un pequeño agujero a través del mismo para

inyectar dicho plasma al interior del vehículo, aniquilando a la tripulación.

Incluso los proyectiles HEAT más pequeños perforan varias decenas de centímetros de acero RHA

independientemente de la distancia de disparo. Ningún blindaje podía combatir sus efectos hasta

que se descubrió por casualidad, mientras se estudiaban los efectos de proyectiles HEAT, que una

explosión cercana al punto de impacto podía impedir la formación del letal chorro de gases y cobre

incandescente: había nacido el blindaje reactivo o ERA. Un científico alemán descubrió probando

cargas HEAT contra tanques rusos que este penetraba el blindaje, pero nunca encontraba rastro

del chorro de plasma en el lado opuesto del interior de la torreta. En cambio, observaba que

algunas vainas de proyectiles habían estallado. Ello le indujo a pensar que una explosión contribuía

a evitar el efecto Munroe de las cargas huecas. Así, el ERA constaba de placas metálicas

emparedando explosivo plástico, que detonaba ante impactos de un HEAT y creaba una onda de

choque que desviaba la fuerza destructiva. Aunque la protección estaba lejos de ser óptima, se

consideró un gran avance ya que añadiendo poco peso se mejoraba de forma drástica la

efectividad del blindaje.

Sin embargo los fabricantes de municiones aprendieron la lección y crearon proyectiles HEAT con

ojiva doble; al principio del proyectil había una primera carga explosiva que detonaba el ERA, y la

segunda carga destruía el carro sin problemas.

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Hasta mediados de los sesenta nadie fue capaz de contrarrestar esta potencia destructiva, ya que

un blindaje RHA que resistiera un impacto sería tan grueso como poco práctico en virtud de su

peso. Así nacieron los blindajes compuestos, de los que el llamado blindaje Combinación K, fue el

primero en ser usado en un tanque fabricado en serie, el T-64, que consistía en 2 capas de acero

con otra de aluminio. Dicha combinación ofrecía la mejor protección al deflectar fácilmente el

chorro de plasma de las cargas huecas. Posteriormente se siguió el desarrollo de estos blindajes,

pasando a la utilización de incrustaciones de corodina y cerámicas. En los 80, los M1 americanos y

Challenger británicos fueron dotados con blindaje Chobham, que les daba una excelente

protección, estando aun por debajo de los compuestos usados por los soviéticos en sus T-80. Sin

embargo, con la llegada de los 90, aparecen los nuevos M1 y Challenger, con mejoras en el

blindaje mencionado antes, y aún se usa hoy en día en las versiones modernas de estos últimos

carros, aunque con profundas y secretas modificaciones. Estos blindajes aumentaban

enormemente la protección equivalente RHA de forma que, por ejemplo, el frontal de la torreta del

M1A1 ofrecía más de mil milímetros de protección RHA contra proyectiles HEAT, ahora incapaces

de destruir el carro incluso con ojivas dobles. El Leclerc francés, Leopard 2 y Merkava son otros

tanques equipados con modernos blindajes compuestos, especialmente el Leclerc. Es el más

moderno, y su blindaje es ligero y muy resistente.

Sin embargo, el enemigo a batir por los blindajes son los penetradores cinéticos o KE. Son largas

barras de aleaciones de metales pesados estabilizadas con aletas que concentran todo su peso y

velocidad tras el disparo en un área muy pequeña, de forma que su enorme energía cinética

destruye por fuerza bruta el blindaje e introduce restos de metralla en el interior del habitáculo del

tanque, que rebotan en las paredes interiores y causan la muerte de los tripulantes. El espesor del

blindaje es la única protección ante estos bulldozers voladores, muchos capaces de perforar más

de 500 mm de acero RHA a 2000 metros y los más sofisticados de uranio empobrecido superan los

800 mm de penetración en planchas RHA.

Otros proyectiles son más modernos, como las ojivas HESH utilizan explosivos plásticos que se

aplastan contra el blindaje del vehículo y detonan, descargando una poderosa onda de choque de

tal magnitud y frecuencia que provoca el astillamiento de la cara interior del blindaje, matando a los

tripulantes sin necesidad de penetrar el blindaje. Como defensa, aparte del espesor del blindaje,

algunos vehículos llevan capas de materiales anti metralla en su interior, como el M1A1 HA que

equipa pesadas planchas de uranio empobrecido.