Boletin 66 Agosto 2011

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Museos de Terque Año VI nº 66 Agosto 2011 Apología Radical de las Cosas Viejas Verano en la playa de Villa Cajones La presente fotografía data de los primeros años de la década de los cuarenta y corresponde a la playa, que en Almería, la gente bautizó jocosamente con el nombre de Villa Cajones, debido a que todas las casetas o chozas que allí se habían levantado, eran de maderas de embalajes y cajones de desecho. Dichas casetas, la mayoría eran utilizadas por familias que se buscaban la vida ven- diendo refrescos, sandias o bebidas. También como vestuario para los bañistas menos pudientes. A la derecha y en primer término aparecen algunas de ellas, un poco más al fondo el Balneario Diana, famoso en los años anterio- res a la guerra civil, por las fiestas y bailes que en sus salones se celebraban. Si miramos con detenimiento el atuendo de los bañis- tas, observamos que todos visten pantalón de deporte y camiseta sport y al principio, uno paseando con albornoz muy obediente cumpliendo las órdenes establecidas. Como en el comercio no había bañadores de cuerpo entero, ni dinero para comprarlos si los hubiera habido, hubo que recurrir a la referida camiseta para cumplir con lo mandado. No se extrañen, había que mantener la moral, para eso el diario Yugo todos los años al llegar el verano publicaba el consabido Ban- do del Señor Gobernador. Así el 6 de junio de 1942, se publicó el siguiente: “Don Manuel García del Olmo, Gobernador Civil y Jefe Provincial del Movimiento de esta provincia Hago saber: Si bien la delicadez obligada en las buenas costumbres ha constituido siempre distintivo destacado y especialisimo en la co- rreción caracteristica de la sociedad almeriense que no precisa estí- mulos de la autoridad gubernativa, no obstante hácese preciso dictar las normas competentes a que ha de ajustarse el sano esparcimiento de asistencias a las playas y baños de mar, sobre todo para aquella minoría insignificante de personas que no ajustan su conducta al comportamiento decoroso que exigen la moral y la decencia que deben regir en playas y balnearios, practicando materialismos des- cocados que atentan al respeto de que deben estar rodeadas las fa- milias honestas, en el licito disfrute de unas horas a la orilla del mar. Por ello dispongo: 1. Solo se permitirá usar en las playas y Balnearios el traje de baño constituido por las siguientes prendas: Para mujeres, traje completo que cubra la espalda, pecho y costados y sobrefalda hasta la rodilla. Para hombres, el traje de baño corriente que cubra la espalda, pecho y pantalón amplio de deporte. 2. No se permitirá en modo alguno tomar baños de sol en toda la extensión de las playas, o pasear en traje de baño si no llevan sobrepuesto el albornoz o prenda semejan- te. 3. Queda terminantemente prohibido vestirse o desnudarse fuera de las cabinas, casetas o departamentos adecuados habilitados para ello. 4. Se excluye de las normas anteriores a los niños, hasta la edad de ocho años. 5. Los agentes de mi autoridad me denunciarán a los infractores, a los que sancionaré con la multa de 100 a 5000 pesetas, y en caso de reincidencia con el duplo de la que hubiera sido im- puesta.” Para que decirles, que la inmensa mayoría de los jóvenes, hacían caso omiso del Bando y jugaban y tomaban el sol “a pecho descu- bierto” y cuando aparecían “los moros en la costa”, digo los guar- dias, a la voz de ¡hombres al agua!, no quedaba nadie sobre la are- na. La fotografía la tomó el fotógrafo almeriense Luis Ruiz Marín. La guarda en su archivo fotográfico Fernando Díaz Gálvez en un posi- tivo en papel fotográfico 15 x 21 cm. El comentario de la fotografía es del propio Fernando Díaz (Almería 1925-.)

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Verano en Almeria, marmolillos, feria de almeria, corrida toros alhabia

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Museos de Terque Año VI nº 66 Agosto 2011 Apología Radical de las Cosas Viejas

Verano en la playa de Villa Cajones

La presente fotografía data de los primeros años de la década de los cuarenta y corresponde a la playa, que en Almería, la gente bautizó jocosamente con el nombre de Villa Cajones, debido a que todas las casetas o chozas que allí se habían levantado, eran de maderas de embalajes y cajones de desecho. Dichas casetas, la mayoría eran utilizadas por familias que se buscaban la vida ven-diendo refrescos, sandias o bebidas. También como vestuario para los bañistas menos pudientes.

A la derecha y en primer término aparecen algunas de ellas, un poco más al fondo el Balneario Diana, famoso en los años anterio-res a la guerra civil, por las fiestas y bailes que en sus salones se celebraban. Si miramos con detenimiento el atuendo de los bañis-tas, observamos que todos visten pantalón de deporte y camiseta sport y al principio, uno paseando con albornoz muy obediente cumpliendo las órdenes establecidas. Como en el comercio no había bañadores de cuerpo entero, ni dinero para comprarlos si los hubiera habido, hubo que recurrir a la referida camiseta para cumplir con lo mandado.

No se extrañen, había que mantener la moral, para eso el diario Yugo todos los años al llegar el verano publicaba el consabido Ban-do del Señor Gobernador. Así el 6 de junio de 1942, se publicó el siguiente:

“Don Manuel García del Olmo, Gobernador Civil y Jefe Provincial del Movimiento de esta provincia

Hago saber: Si bien la delicadez obligada en las buenas costumbres ha constituido siempre distintivo destacado y especialisimo en la co-rreción caracteristica de la sociedad almeriense que no precisa estí-mulos de la autoridad gubernativa, no obstante hácese preciso dictar las normas competentes a que ha de ajustarse el sano esparcimiento

de asistencias a las playas y baños de mar, sobre todo para aquella minoría insignificante de personas que no ajustan su conducta al comportamiento decoroso que exigen la moral y la decencia que deben regir en playas y balnearios, practicando materialismos des-cocados que atentan al respeto de que deben estar rodeadas las fa-milias honestas, en el licito disfrute de unas horas a la orilla del mar. Por ello dispongo:

1. Solo se permitirá usar en las playas y Balnearios el traje de baño constituido por las siguientes prendas: Para mujeres, traje completo que cubra la espalda, pecho y costados y sobrefalda hasta la rodilla. Para hombres, el traje de baño corriente que cubra la espalda, pecho y pantalón amplio de deporte. 2. No se permitirá en modo alguno tomar baños de sol en toda la extensión de las playas, o pasear en traje de baño si no llevan sobrepuesto el albornoz o prenda semejan-te. 3. Queda terminantemente prohibido vestirse o desnudarse fuera de las cabinas, casetas o departamentos adecuados habilitados para ello. 4. Se excluye de las normas anteriores a los niños, hasta la edad de ocho años. 5. Los agentes de mi autoridad me denunciarán a los infractores, a los que sancionaré con la multa de 100 a 5000 pesetas, y en caso de reincidencia con el duplo de la que hubiera sido im-puesta.”

Para que decirles, que la inmensa mayoría de los jóvenes, hacían caso omiso del Bando y jugaban y tomaban el sol “a pecho descu-bierto” y cuando aparecían “los moros en la costa”, digo los guar-dias, a la voz de ¡hombres al agua!, no quedaba nadie sobre la are-na.

La fotografía la tomó el fotógrafo almeriense Luis Ruiz Marín. La guarda en su archivo fotográfico Fernando Díaz Gálvez en un posi-tivo en papel fotográfico 15 x 21 cm. El comentario de la fotografía es del propio Fernando Díaz (Almería 1925-.)

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Dirección y textos: Alejandro Buendía Muñoz. Diseño José Luis Segura García. Colaboradores: Lourdes López Romero, Guillermo Porras Pastor, Paca Romero Romero, Fernando Díaz Galvez y Rosa Cantón Solbas. C/ Real, 17 CP 04569 Terque (Almería) Tlfno./ Fax: 950 64 33 00. Colabora: Diputación Provincial de Almería y Ayuntamiento de Terque. Edita: Asociación de Amigos de los Museos de Terque. Depósito Legal: AL-38-2006. ISSN: 1885 - 9801. Periodicidad mensual. 1000 ejemplares gratuitos.

© Asociación de Amigos de los Museos de Terque. Derechos reservados. Las noticias y artículos que figuran en la presente publicación pue-den reproducirse con fines educativos, citando la procedencia. Ninguna parte puede reproducirse con fines comerciales sin el consentimiento expreso del Museo de Terque. www.museodeterque.com

Marmolillos

Los marmolillos o marmolotes como se les decía en Terque, son postes de piedra, que como su nombre indica estaban fabricados en mármol y que se colocaban en el suelo para resguardar del paso de carruajes a viviendas u otras construcciones. Este mobiliario exte-rior, público o privado, evitaba que los carros se aproximaran y rozaran las paredes. Los hemos documentado, adosados o cerca de las esquinas, junto a los pilares en porches de cortijos o protegiendo otras construccio-nes como en la Fuente Larga de Canjáyar.

Solían ser piedras pulidas para que no se pro-dujeran daños a los carruajes. En 1859, el Ayuntamiento de Terque procede a pulir al-gunas de ellas “ por rozar las piedras salientes en la esquina de la iglesia 4 rs.” También se utilizaban simples piedras , especialmente en los cortijos.

Otras variantes son piezas de hierro semicir-culares colocadas a media altura, o el re-aprovechamiento de piedras gastadas de Mo-lino como algunos casos de Berja.

En la fotografía vemos la Plaza de Terque en 1968, a la derecha de la imagen podemos ver a una niña jugando sobre uno de los dos mar-moletes que había en la acera. Estos elemen-tos, sirvieron a los niños de Terque para reali-zar diferentes juegos. En uno de ellos, se ponían de pie sobre los dos marmoletes y comenzaba un dialogo “ El moro viene. ¿A qué? A matarte. ¿Con qué. Con un cuchillo. ¿De qué?. De acero.” Los dos gritaban “Que caiga la trampa al suelo” y corrían, ganando el que se subía antes en el marmolote contrario. En Terque también había otro en la esquina de la calle Princesa con Lepanto, en la casa de Rosa González.

En la imagen, podemos ver marmolillos en el Solar y calle Real de Terque, debajo marmoli-llo que protege la Fuente Larga de Canjayar y los cuatro, situados junto a uno de los pila-res en el porche del cortijo en ruinas de San-tiago Martínez en Alhabia.

El comienzo del reinado de los automóviles en la década de los 70, hicieron desaparecer de las esquinas a la mayoría de ellos. En la actualidad la masificación del parque automo-vilístico ha hecho volver los marmolillos de forma masiva, aunque en materiales de fundi-ción, plástico o piedra y formas diversas. Su uso vuelve a ser evitar que los actuales “carruajes” pasen o se suban a las aceras.

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Archivo de Escrituras Cotidianas

Carreras de Cintas

1903

“ La Montaña. Sociedad de Sport.

Stra. Carolina Yebra

Habiendo acordado la Sociedad “La Montaña” con-tribuir al me-jor éxito de la feria de esta ciudad con sus tradicionales y características fiestas a las que siempre ha prestado su

inapreciable concurso el bello sexo, me honro y complazco invitando a V. para que, si a bien lo tiene, se digne cooperar con una Cinta a la brillantez de las Carreras organizadas para el mes de Agosto próximo, suplicándole, se sirva enviarla, an-tes del día 14 del citado mes al establecimiento de los Srs. Bat-lles Hermanos. (Filipinas) donde se expondrán todas las que se destinen al mismo objeto, hasta el día en que la Fiesta se reali-ce. Anticipándole por ello las mas expresivas gracias, se ofrece de V. con la mayor consideración y respeto, su alto S.S. D.S.P.B. El presidente

José Miura de Nágera. Almería julio de 1903

Carta de la Sociedad “La Montaña” de Almería a Carolina Yebra en Terque

Juegos Florales, 1903

“El Presidente del Circulo Literario de Almería

B.L.M.

AL Sr. D. Waldo Yebra Alonso tiene el honor de acompañarle la tarjeta de entrada y platea para los Juegos Florales que va a celebrar esta sociedad mañana 27, a las 9 de la noche en el Teatro Variedades.

D. José Trujillo Torres aprovecha esta ocasión para reiterar a dicho señor el testimonio de su consideración más distinguida. Almería 26 de Agosto de 1903”

Carta invitación del Presidente del Circulo Literario de Al-mería a Waldo Yebra Alonso para presenciar los Juegos Flo-rales en una platea del Teatro Variedades. Almería.

Las Carreras de Cintas en la Plaza de Toros y los Juegos Flo-rales, fueron dos de las principales atracciones de la Feria de Almería de aquellos años.

La Merien-da en los

Toros de la Feria de Al-mería 1925

“ Almería 29 de Agosto de 1925

Agosto 26

6 docenas empa-redados variados a 3,50 docena 21 pesetas

2 docenas Sand-wich, 7

2 Botellas Man-zanilla, 10

3 Botellas sidra “El Gaitero”, 9

1 docena de Pasteles , 1,50

1/2 Kilo de Dulces Finos 2,50

Agosto 27

3 docenas emparedados 10,50

2 Botellas sidra “El Gaitero”, 6

1/2 Kilo de Dulces Finos 2,50

Agosto 28

3 docenas emparedados 10,50

1 docena Sandwich, 3,50

1/2 Kilo de Dulces Finos 2,50

Total 86,50 pesetas”

Factura de la Confitería y Ultramarinos Finos, Casa Granados en el Boulevar del Príncipe de Almería, emitida a Salvador Yebra.

Una factura de un comercio o una tienda nos puede revelar una rica información sobre viejas costumbres o formas de vida de nuestros antepasados. En el Archivo de Escrituras Cotidianas de nuestro Museo Etnográfico conservamos un buen número de ellas, que proceden de comercios de Al-mería y su provincia.

Esta factura de 1925, de la Confitería y Ultramarinos “Casa Granados “de Almería, nos habla de una vieja costumbre de nuestra ciudad. el ritual de merendar a mitad de las co-rridas de Feria es una antigua peculiaridad de la plaza de Almería. Entre el tercer y cuarto toro se establecía un des-canso de treinta minutos, creándose un peculiar ambiente de merienda en sus tendidos. Todo el mundo desde el más humilde, llevaba sus viandas a los toros. Los días de feria era un gran día para los puestos de embutidos del mercado como el de los Díaz o para confiterías como La Dulce Alian-za.

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Museo Histórico Etnográfico - . - Museo Provincial de la Uva del Barco

Viaje al tiempo detenido

Un año se escapó, y acabaron cogiéndolo en la Cañada de Miguel el de la Venta y otro la guardia civil lo mató a tiros en la Ca-ñada Peluca. Se formaba un palco principal, en el que la Manola de Honor era Anica, que vestida con mantilla española era es-coltada por dos pajes vestidos a la antigua, D. Onofre Giménez y Luis el Catalán, que presidían la corrida. En otro palco, tam-bién se sentaban algunas señoritas del pueblo. En la fotografía se reconoce a Encarna Colacios, Anita Sánchez Yebra, Concha Muñoz, Lola Sánchez Yebra, Anita Galán, Mariquita Ruiz y Lola Sánchez García. Delante del palco la cuadrilla, con el graciosísi-mo Joseico el Barbero, en el centro y de edad avanzada y a su lado Luis el Mayoral y Antonio Castellón. La fotografía se con-serva en un positivo en papel fotográfico, siendo sus dimensiones Pertenece a las colecciones del Museo Etnográfico. El comentario es de Paca Romero Romero (Alhabia, 1935-)

¿Cuándo visitar los Museos de Terque?

Horario: Sábados, domingos y festivos de 12 a 14 horas.

Fuera de este horario puede concertar una visita guiada

en el teléfono 950 64 33 00.

Museo Histórico Etnográfico:

2075

Museo Provincial de la Uva del Barco:

2024

“ ¡Que recuerdos, cuantas cosas que ya tenía olvidadas!. Muchas gracias por este rato de felicidad.”

Encarnación Robles.

Libro de Visitas Nuestros Visitantes

El Tiempo detenido nos lleva este mes a Alhabia, a la década de 1940, a una de las novilladas que se organizaban en aquellos años para las Fiestas del Voto.

En aquel tiempo se celebraban en la Plaza del pueblo. Sus bocacalles se ce-rraban con palos y carros – abundantes por ser un pueblo con numerosos carre-ros- y sobre ellos se subía el público. Los balcones y terraos de las casas que lindaban con la plaza se llenaban tam-bién de gente.

En cuanto a los toreros, salvo algunas excepciones, como las de 1945 y 46, solían ser los mismos todos los años: como matador Joseico el Barbero, alias Cortecitas” banderilleros Luis el Mayoral y Antonio Castellón, picador Juan Gil, montado en una elegante burra. Como asesor muchas veces se contó con el torero Julio Gómez, Relampaguito, -el más famoso de los toreros Almerienses de las primeras décadas del siglo-. Este, era compadre de Joseico y todos los años tenia la deferencia de prestarle traje, estoque y todo lo necesario para dar realce a la corrida.

Como es de suponer los toros que se traían no eran Miuras si no animosos novillos, de acuerdo a la categoría de la plaza. El novillo se amarraba con una soga al tronco del conocido como Árbol Gordo, - falso plátano que aun se conser-va-, así, sin peligro se podían hacer todas las diabluras que se les antojaban tanto a la cuadrilla como a los espontá-neos que se tiraban al ruedo. Dos años que soltaron al toro no fue nada bien, pues más de uno recibió algún revolcón.