Boletín Cultural y Bibliográficouna corbata roja, el vestido también rojo. las peinetas, los...

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Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. RESEÑAS que motivan estigmas corpora les [ ... ] -te nían r aíz en el alma y era n, como quien dice, producto de una autosu- gestión del e nf ermo [ ... ]. Las ingéní- tas facultades hipn óticas y te l érgicas de Saulo e ra suficie nt es para liberar esa fuerza, la vis medi c atrix naturae. fu erza del or ganismo capaz de gestar defen sas co ntr a la e nfe rm e dad [ .. .]. De allí que J esús se tomase el cuí - dad o d e insistir en que sus cu r aciones no era n resultado de pode res perso- nal es suyos, si no de la propia fe d el enfermo (co n lo cual. en última s, se limitaba a sig n ificar la autosuges- tión )". De he ch o, la " res urr ecc ión de Cr isto" fue claramen t e el resultado de una "a utoh ipnosis ", la "catalepsia profunda, el es tad o de Ji nas, el trance pe rf ec to. L os latidos de su co r azón se harían impercep tibles, su cuer po rígi- do como el de zaro en la tumba''. Al igual que en La tejedora de co ro na s. o en Los co rt ejos del diablo. nov e las que en riquecen co n creces el pan or ama de la narrativa lat inoame- ricana , e n El signo del pez Ge rm án Espino sa vuelve a adueñarse de una ép oca, has ta en sus mínimos de talles, y n os la entrega, con su vigo ro so es tilo , quedando incluso la sensación de que el mismo autor es ot ro de los habitante s de su novela , de la é poca en que ésta palpi ta, y que ha regre- sado desde remotos años pa ra rela- t amos lo que vio, o padeció, o pensó. Es reconfortan te l eer ob ra s de tal acabado, so br e todo en este períod o tan débil de la narrati va colombia na , donde abunda n no vel is ta s de una sola y mediana n ove la, o novelistas Bole1in Cuhural y Biblw¡:n\fJco Vol 26, num. IK, cuyo número alar m an te de obras es tanto como el de su falta de arte y oficio. o noripondescos distribuido- res de pal abras, o indolentes escribí- dores que co nsi deran el arte de narrar como un trabajo de fin de sema na . Con Germán Espinosa, los lectores de no vela - en cualquier parte del mundo - tienen mucho que gana r y d isfrutar. D eseamos y esperamos de s- de ahora la nu eva obra que produzca su genio narrativo, sea cua l sea la época que trate , aunque a veces qui- sié ramos - como lectores - consta- t ar cómo deambularía su plum a en torn o a los e pi sodios y realidade s que marcan ahora nu es tra cotidianidad colectiva. EVELIO RO SERO DIAG O Luto por el desamor Un ves lido rojo para bailar boler os Carmen O•cilia Suá rez Ediciones Pijao , Bo gotá. 1988. segunda edi- ción. 93 págs. Este libro n os pr ese nta 36 textos bre- ves, muy breves . En su mayoría hablan del d esamor, del aba nd ono, de la so ledad y del de seo por un hombr e que estas muje res protago- nist as sien ten; que es ta mujer , un a, Marta , o cualquier o tra , siente. Como qui era que se nombren: textos, rela- NA RR ATI VA tos. cuentos, esuin e crtto s cast to dos en primera persona. con un lenguaje dire cto y simple. a manera de confe- sió n íntima. de , ccre to de diano. sin escondederos poéticos ni eufemi - m os. donde c ada cosa llamada por su nombre . Narran s llua ciones coti- dianas. hecho s diarios, co mo lo on el de s afecto , la huida y la co n sabida espera; momento s que nos llegan hasta el fondo del estómago para revolcarlo un poco . Excepto algu nas narraci ones, como Deja que el des- tino nos una - donde el protagoni s ta es él, quien se enamora de "la voz de la mujer idea l" y quien mu y pronto sufre los reveses del de stino- . relato que se sale de la unidad del libro, el r esto son una mi sma historia. un mismo clamor, idéntico deseo. el suf rim iento por su ausencia. el revi- vir un momento de amor o de pasión, o recordar su olor ha s ta hacerlo in vadir el espacio, o la esperanza puesta en sec reto en el o r áculo de la br uja al leer las cartas, o en el horó s- copo del per iódico: "espera que es tu hombre "; o en la untura del "que- reme" , que ha comp rad o a l indígena . Sí. hablan de la so l edad, donde ésta a veces se confunde con el esta r sin él: y d el amor, quizás equivocado con ot ros deseos que no son amor. En fin. c uentan del mie do de él. ¿Cómo es que ellos aman?. seria la pr egu nta o ... ¡,por qué todos se van si n decir nada? Ella casi nunca tiene no mbr e y está confundida. pero es si n lugar a dudas la pr o ta gonista de la ole dad y el d eseo, de la cama fria y de una nece- sidad loca de se r amada por alguien que no la abandone así, co mo la dejan todos : "U na noch e s te espe- rar é desnuda en mi cama. An sia senti r tu cue rp o sudoroso y tu apre- mi o de otro s días . P ero amaneceni y aún no habrá s llegado" (pág. 69). Ella es la ama nte. no la esposa. "Todo s dicen que no parec es ca ada. P osjblememe porque aún gunrdas, quizá como trofeo de tu lucha, tu . . so nn sa, tu a pertura. tu e ros. te sten- tes mujer. No: la mujer casada deb e ser lo señora, no mujer" ( pág . 27). Ella es pur a agua, sensualidad , deseo. y amar es su pa sión. y también tiene su vida cotidiana. su trabajo y sueños. Le gus ta c. cri bir . leer. ser 1 1 1

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Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.

RESEÑAS

que motivan estigmas corporales [ ... ] -tenían raíz en el alma y eran, como quien dice, producto de una autosu­gestión del enfermo [ ... ]. Las ingéní-

tas facultades hipnóticas y te lérgicas de Saulo era suficientes para liberar esa fuerza, la vis medicatrix naturae. fuerza del o rganismo capaz de gestar defensas contra la enfermedad [ .. .]. De allí que J esús se tomase el cuí­dado de insistir en que sus cu raciones no eran resultado de poderes pe rso­nales suyos, sino de la propia fe del enfermo (con lo cual. en últimas, se limitaba a significar la autosuges­tión)". De hecho, la " resurrección de C risto" fue claramente el resultado de una "autoh ipnosis ", la "catalepsia profunda, el estado de Ji nas, el trance pe rfecto. Los latidos de su corazón se harían imperceptibles, su cuerpo rígi­do como el de Lázaro en la tumba''.

Al igual q ue e n La tejedora de coronas. o en Los cortejos del diablo. novelas que enr iq uece n con creces el pano rama de la narrativa latinoame­ricana, e n El signo del pez Germá n Espinosa vuelve a adueñarse de una época, has ta en sus mínimos detalles, y nos la entrega, con su vigoroso estilo , quedando incluso la sensación de que el mismo autor es otro de los habitantes de su novela , de la época en que ésta palpi ta , y que ha regre­sad o desde remotos años para rela­tamos lo que vio, o padeció, o pensó.

Es reconfortan te leer obras de tal acabado, sobre tod o e n este período tan débil de la narrativa colombiana, donde abundan novel istas de una sola y mediana novela, o novelistas

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cuyo número alarmante de obras es tanto como el de su falta de arte y oficio. o noripondescos distribuido­res de palabras, o indolentes escribí-

dores que consideran el arte de narrar como un trabajo de fin de semana. Con Germán Espinosa, los lectores de novela - en cualquier parte del mundo- tienen mucho que ganar y d isfrutar. Deseamos y esperamos des­de ahora la nueva obra que produzca su genio narrativo, sea cual sea la época que trate , aunque a veces qui­siéramos - como lectores- consta­tar cómo deambularía su pluma en torno a los e pisodios y realidades que marcan ahora nuestra cotidianidad colectiva.

EVELIO ROSERO DIAGO

Luto por el desamor

Un veslido rojo para bailar boleros Carmen O•cilia Suárez Ediciones Pijao, Bogotá. 1988. segunda edi­ción. 93 págs.

Este libro nos presenta 36 textos bre­ves, muy breves. En su mayoría hablan del desamor, del aband ono, de la soledad y del deseo por un hombre que estas mujeres protago­nis tas sienten; que esta mujer, una, Marta, o cualquier o tra , s iente. Como quiera que se nombren: textos, rela-

NARR ATI VA

tos. cuentos, esuin e crttos cas t todos en primera persona. con un lenguaje directo y simple. a manera de confe­sió n íntima. de , ccreto de diano. sin escondederos poéticos ni eufemi -m os. donde cada cosa e~ llamada por su nombre. Narran slluaciones coti­dianas. hechos diarios, como lo on el desafecto , la huida y la consabida espera; momentos que nos llegan hasta el fondo del estómago para revolcarlo un poco . Excepto algu nas narraci ones, como Deja que el des­tino nos una - donde el protagonista es él, quien se enamora de "la voz de la mujer ideal" y quien muy pronto sufre los reveses del des tino - . relato que se sale de la unidad del libro, el resto son una misma his to ria. un mismo clamor, idéntico deseo. el sufrim iento por su ausencia. el revi­vir un momento de amor o de pasión, o recordar su o lor hasta hacerlo invadir el espacio, o la esperanza puesta en secreto en el o ráculo de la bruja al leer las cartas, o en el horós­copo del per iódico: "espera que es tu hombre "; o en la untura del "que­reme", que ha comprado a l indígena. Sí. hablan de la soledad, donde ésta a veces se confunde con el estar sin él: y del amor, quizás equivocado con o tros deseos que no son amor. En fin. cuentan del miedo de él. ¿Cómo es que ellos aman?. seria la pregunta o ... ¡,por qué todos se van si n decir nada?

Ella casi nunca tiene nombre y está confundida. pero es si n lugar a dudas la pro tagonista de la oledad y el deseo, de la cama fria y de una nece­sidad loca de ser amada por alguien que no la abandone así, co mo la dejan todos: "U na noche más te espe­raré desnuda en mi cama. Ansiaré senti r tu cuerpo sudoroso y tu apre­mi o de otros días . Pero amaneceni y

aún no habrás llegado" (pág. 69). Ella es la amante. no la esposa. "Todos dicen que no pareces ca ada. Posjblememe porque aún gunrdas, quizá como trofeo de tu lucha, tu

. . sonnsa, tu a pertura. tu e ros. te sten-tes mujer. No: la mujer casada debe ser sólo señora, no mujer" (pág. 27). Ella es pura agua, sensualid ad , deseo. y amar es su pasión. y también tiene su vida cotidiana. su trabajo y su~ sueños. Le gusta c. cri bir. leer. ser

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RESLVAS

bohemia v e nt i r~e bon1 ta. untarse perfume en los punt o;; cálidos del cuerpo. "quedarse con su batoJa ama­rilla de entre casa".

Ellos - a veces Ya lenttno- son per­sonajes insípidos. sin tiempo. sin es pacio. a pesar de insinuarse todo el lo , de se r In telectuales. y de la dul­zura de la voz que es su añoranla. Por lo general tie nen el sem blante adusto y una profunda tri steza. por­que ' 'sus ch isporroteos ce ntelleantes. fulgurantes. que le habían hechizado, eran sólo eso . des tellos ... " (pág. 63). Ellos son unos va ro nes que van y vienen y se mueven en la sombra: son unos deserto res , huyen del deseo porque tienen mied o, miedo al amor, a la ternura , a la pasión de ella, miedo a la verdad ; es que ella es la otra. Los escenarios son la soledad de su cama fría o las alfombras. la librería Nacio­nal , El Goce Pagano o El Escondite, el centro de la ciudad. El vestuario: una corbata roja , el vestido también rojo . las peinetas, los collares, el camisón de seda. La ciudad de Bogotá. fría, gris y lluviosa, con sus bares, mesitas de cafetería, tintos y capuchinos. testigos de los diálogos; y también las calles - la 22 - y, claro, los boleros en la radio.

En resumen , los relatos nos hablan de una espantosa soledad: "Quiero llorar y no puedo. Quiero totearme, soltarme, no puedo. Escucho el silen­cio y mi do lor comienza a deshilva­narrne con lentitud . Suelto mis bra-

. . zos y m1s p1ernas para entregarme. para consumar el matrimonio inevi­table con ella: la soledad" (pág. 45).

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Su sueño es se r amada por él verda­deramente: "Quiero desnudarme y aca ri cia r todos tus poros. Me volteo en la cama para buscarte y amarte de nuevo y. al no encontrarte, de repente recuerd o q ue sólo existes en mi sueño de anoche" (pág. 21). Pero su deseo va más allá del sueño, para conver­tirse en la realidad vulgar y cotidiana: cama fría, sá banas de sa tín color sal món, heladas, y un deseo infinito de que la acar icien , la besen , la amen. Ya no quiere más abandono: "se quedó tu tamal en la nevera". "Y no te volv í a ver , jamás supe por qué". Ya no quiere más espera: "¿Que más hacer, en esta ciudad g ris, sino tomar tinto y esperarte?". Ya no más sole­dad acompañada: ''Encorvado como un camarón te abrazas a ti mismo en tu soledad. Yo, a tu lad o , en la cama, me rep rimo , apretando mis piernas. Quise alcanzarte con amor y no pude" (pág. 64). Ya no más recuerdos:" P aso a paso recordó durante horas aque­llas noches de amor. Lo sint ió muy cerca. Se estremeció nuevamente ante sus brazos, su boca , sus caricias, su olor".

Los párrafos son breves, las frases cortas, no hay adornos; el lenguaje es tan directo , que se nos escapa la poe­sía; y nos preguntamos por la litera­tura cuando nos hastían los excesos del discurso, porque en narraciones tan breves, tres líneas, ya pueden es tar de más. A veces las imágenes caen en la afectación y se tornan gro­seras y burdas , y en algunos diálogos , de todas formas son pocos, los per­sonajes presentados se separan defi-

LITERATURA INFANTIL

nitivarnente deJ espacio que ha sido creado, corno en Un vestido rojo para bailar boleros. Es decir, que en la balanza de la unidad del libro pesa más el contenido - esa voz que le grita al mundo sin vergüenza que siente deseo- que la forma, que sería la literatura, lo poético. Es que el contenido, a veces, como en Humo y cerveza, se torna una proclama donde el ambiente se echa a perder y donde ellos dos, los protagonistas que hemos ido construyendo a través de la lec­tura, desaparecen y nos quedamos en el limbo; entonces quizás de nada sirva reconocernos en lo cotidiano, en lo nuestro o en lo vulgar.

Los 36 textos que integran Un ves­tido rojo para bailar boleros son una selección de la obra narrativa de la escritora Carmen Cecilia Suárez en los últimos siete años , y es su primera publicación. No obstante el esfuerzo de las personas que inte rvinieron para lograr la edición, que ya va por la segunda, es importante señalar los errores por un lado, mala compagi­nación; hecho imperdonable, porque nadie quiere ir a buscar .dónde estará la página 83 y por otro lado, varios errores de imprenta y uno fatal -página 24-, porque q u izás se entien­da que es error, pero ¿y s1 no se entiende?

DORA CECILIA RAMÍREZ

¿Cómo se concibe la aventura?

La tortuga desdentada Alfonso Lobo Amaya Ed ilux, Medellín. 1988, 16 págs. (Ilustraciones de Pilar Pabón Z .) El maravilloso viaje de Rosendo Bucurú Ce/so Román Carlos Valencia Editores, Bogotá, 96 págs. (Ilustraciones de Diana Castellanos) ll na a ventura en el papel Roberto Rubiano Vargas Carlos Valencia. Editores, Bogotá, 1988. 104 págs. (Ilustraciones de Diana Castellanos)

En junio de 1988, Roberto Rubiano Vargas presentaba Una aventura en

Boletín Cullural y Bibliográfico Vol. 26, núm. 18, 1989