Bonhoeffer, dietrich el precio de la gracia

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1. EL PRECIO DE LA GRACIAEL SEGUIMIENTO 2. VERDAD E IMAGEN95DIETRICH BNHEFFEREL PRECIODE LA GRACIAEL SEGUIMIENTOSEXTA EDICINEDICIONES SGUEMESALAMANCA2004 3. CONTENIDOIntroduccin.......... 91. SEGUIR A CRISTOCubierta diseada por Christian Hugo MartnTradujo Jos L. Sicresobre el original alemn Nachfolge Chr. Kaiser Verlag, 1937 Ediciones Sgueme S.A.v., Salamanca 1968CI Garca Tejado, 23-27 - E-37007 Salamanca I EspaaTlf.: (34) 923 218 203 - Fax: (34) 923 270 563e-mail: [email protected]: 84-301-0075-XDepsito legal: S. 869-2004Fotocomposicin Rico Adrados S.L., BurgosImpreso en Espaa I Unin EuropeaImprime: Grficas Varona S.A.Polgono El Montalvo, Salamanca 20041. La gracia cara .2. La llamada al seguimiento ..3. La obediencia sencilla .4. El seguimiento y la cruz ..5. El seguimiento y el individuo .6. El sermn del monte ..1. Mt 5: Sobre 10 extraordinario de la vida cristiana .2. Mt 6: Sobre el carcter oculto de la vida cristiana ....3. Mt 7: La segregacin de la comunidad de los discpulos4. Mt 9, 35-10, 42: Los mensajeros .n. LA IGLESIA DE JESUCRISTO y EL SEGUIMIENTO1. Cuestiones preliminares .2. El bautismo .3. El cuerpo de Cristo .4. La Iglesia visible .5. Los santos .6. La imagen de Cristo .15274753616969107128141159163171183205229ex libris eltropical 4. INTRODUCCINeclesisticas, bullen una bsqueda e investigacin intensasreferentes a lo nico que nos interesa: Jesucristo mismo. Qu hala sagrada Escritura se nos vuelva mucho ms rica. Tras las indispensablesResulta natural en los periodos de renovacin eclesistica querdenes del da y consignas de combate de las controversiasquerido decimos Jess? Qu quiere hoy de nosotros? Cmo nosEn definitiva, lo importante para nosotros no es lo que quiereayuda hoya ser cristianos fieles?completamente distintos los que escucharan la Palabra, yotros hombres completamente distintos los que se apartaran delos hombres para los que la Iglesia y su mensaje se han vuelto extraos.No slo por inters personal, sino pensando tambin en todoseste o aquel hombre de Iglesia, sino saber lo que quiere Jess.Cuando acudimos a la predicacin deseamos or sus propias palabras.Estamos firmemente persuadidos de que seran otros hombresella, si Jess mismo y Jess solo, con su palabra, se encontrase enNo quiero decir que la predicacin de nuestra Iglesia no sea yapalabra de Dios. Pero cuntas resonancias impuras, cuntas leyesmedio de nosotros en la predicacin.la palabra lmpida de Jess y dificultan la autntica decisin! Porconsiguiente, no es slo culpa de los otros el que encuentren dura yhumanas y duras, cuntas esperanzas y consuelos falsos turban ande Cristo- ya que est cargada de frmulas y conceptos que lesresultan extraos. No es cierto que todo lo que se dice hoy contradificil nuestra predicacin -que ciertamente slo quiere ser predicacinhombres de nuestros das que acuden a nuestra predica-Queremos negar realmente toda comunin con esos innumerablesnuestra predicacin constituya una renuncia de Cristo, un anticristianismo. 5. lO Introduccin Introduccin lfcin, desean orla y, sin embargo, deben reconocer con tristeza queles hacemos demasiado dificil el acceso a Jess? Ellos creen que nopretenden alejarse de la palabra misma de Jess, sino que son muchoslos elementos institucionales, humanos, doctrinales, que se interponenentre ellos y Jess.Quin de nosotros no conoce todas las respuestas que podrandarse a esto, y con las que sera posible y fcil declinar toda responsabilidadcon respecto a los hombres? Pero no sera tambinuna respuesta el preguntarnos si no ponemos a menudo obstculosa la palabra de Jess cuando nos apegamos con excesiva fuerza adeterminadas frmulas, a un tipo de predicacin condicionado porsu poca, su lugar de origen, su estructura social, cuando predicamosde forma demasiado dogmtica y muy poco vital, cuandorepetimos a gusto ciertos pensamientos de la Escritura y pasamosde largo junto a otras palabras muy importantes, cuando predicamosexcesivamente sobre nuestras propias convicciones e ideas ymuy poco sobre el mismo Jess?Nada contradira ms profundamente nuestras propias intencionesni. al mismo tiempo, sera ms perjudicial para el anuncio delEvangelio que el agobiar con pesados preceptos humanos a los queestn fatigados y cansados y que Jess llama hacia s; con esto losalejaramos de nuevo de Jess, y el amor de Cristo se convertira enobjeto de burla ante los cristianos y los paganos. Pero como en estolos problemas y las autocrticas generales no sirven para nada,volvmonos hacia la Escritura, hacia la palabra y el llamamientodel mismo Jess. Saliendo de la pobreza y de los estrechos lmitesde nuestras concepciones y problemas personales, buscaremos lainmensidad y la riqueza que nos han sido concedidas en Jess.Queremos hablar de la llamada al seguimiento de Cristo. Imponemoscon esto al hombre un nuevo yugo, an ms pesado?Aadimos a los preceptos humanos, bajo los que gimen las almasy los cuerpos, otros preceptos an ms duros e incompasivos? Alrecordar el seguimiento de Jess, no clavaremos un aguijn msafilado en las conciencias inquietas y heridas? Es que vamos aimponer, una vez ms en la historia de la Iglesia, unas exigenciasimposibles, vejatorias, excntricas, cuyo cumplimiento podr constituirun lujo piadoso para algunos, pero que el hombre que trabajay se preocupa por su pan, su profesin, su familia, debe rechazarcomo la forma ms impa de tentar a Dios? Pretende la Iglesia estableceruna soberana espiritual sobre los hombres, instituyendo yordenando por propia autoridad, bajo amenaza de sanciones terrenasy eternas, todo lo que un hombre debe creer y hacer para salvarse?Establecer la palabra de la Iglesia una nueva tirana y violenciasobre las almas? Es posible que muchos hombres anhelenuna esclavitud de este tipo. Pero puede ponerse la Iglesia al serviciode tal deseo?Cuando la sagrada Escritura habla del seguimiento de Cristopredica con ello la liberacin del hombre con respecto a todos lospreceptos humanos, con respecto a todo lo que oprime y agobia, atodo 10 que preocupa y atormenta a la conciencia. En el seguimiento,los hombres abandonan el duro yugo de sus propias leyespara tomar el suave yugo de Jesucristo. Significa esto cortar conla seriedad de los preceptos de Jess? No; ms bien la liberacinplena del hombre para alcanzar la comunin con Jess slo es posibleall donde subsiste el precepto ntegro de Jess y su llamada aseguirle sin reservas.Quien obedece plenamente al precepto de Jess, quien aceptasin protestas su yugo, ve aligerarse la carga que ha de llevar, encuentraen la dulce presin de este yugo la fuerza que le ayuda amarchar sin fatiga por el buen camino. El precepto de Jess es duro,inhumanamente duro, para el que se resiste a l. Pero es suave yligero para el que se somete voluntariamente. Sus mandamientosno son pesados (1 Jn 5, 3). El precepto .de Jess no tiene,nada qu.ever con una curacin del alma por medlO de shocks. Jesus no eXIgenada de nosotros sin darnos la fuerza para cumplirlo. El preceptode Jess nunca quiere destruir la vida, sino conservarla, robustecerla,sanarla.Pero todava nos preocupa el problema de saber qu puede sig-nificarhoy para el obrero, el hombre de negocios, el agricultor, elsoldado, la llamada de Jess al seguimiento; el problema de sabersi no pesara una tensin insoportable sobre la existencia del hombrey del cristiano que trabaja en este mundo. El cristianismo. d~lseguimiento de Jess, no es un asunto para un nmero muy lImItadode personas? No significa una repulsa de las grandes m~sasdel pueblo, un desprecio de los pobres y dbiles? No se remegacon l de la gran misericordia de Jesucristo, que se acerc a los pe- 6. 12 Introduccincadores y publicanos, a los pobres y dbiles, a los extraviados ydesesperados? Qu diremos a esto? Son pocos o muchos los quepertenecen a Jess? Jess muri solo en la cruz, abandonado porsus discpulos. Junto a l no pendan dos de sus fieles, sino dosasesinos. Pero al pie de la cruz se encontraban todos, enemigos ycreyentes, los que dudaban y los que teman, los que se burlaban del y aquellos sobre los que l haba triunfado; por todos ellos y porsus pecados se elev en esta hora la oracin de Jess pidiendo aDios que los perdonase. El amor misericordioso de Dios vive enmedio de sus enemigos. Es el mismo Jess que nos llama por sugracia a seguirle, y cuyo perdn hizo feliz en sus ltimos momentosal ladrn crucificado.Adnde conducir la llamada al seguimiento a los que sigan aJess? Qu decisiones y rupturas llevar consigo? Debemos acudircon estas preguntas al nico que tiene la respuesta. Slo Jesucristo,que ordena el seguimiento, sabe a dnde lleva el camino. Pero nosotrossabemos con toda certeza que ser un camino mucho ms misericordiosode lo que podemos pensar. El seguimiento es la alegra.Hoy da parece muy dificil caminar por el estrecho sendero delas decisiones eclesisticas mantenindonos simultneamente en lainmensidad del amor de Cristo para con todos los hombres, en la inmensidadde la paciencia, de la misericordia, de la filantropa deDios (Tit 3, 4) para con los dbiles e impos: sin embargo, ambascosas deben permanecer unidas, o de lo contrario marcharemos porcaminos humanos. Que Dios nos conceda la alegra en medio de laseriedad del seguimiento, el s al pecador en todo no al pecado,la palabra triunfante y victoriosa del Evangelio en medio de la resistenciacontra nuestros enemigos. Venid a m todos los que estisfatigados y cargados y yo os aliviar. Tomad sobre vosotros mi yugoy aprended de m que soy manso y humilde de corazn; y hallarisdescanso para vuestras almas. Porque mi yugo es suave y micarga ligera (Mt 11, 28s).1SEGUIR A CRISTO 7. 1La gracia caraLa gracia barata es el enemigo mortal de nuestra Iglesia. Hoycombatimos en favor de la gracia cara.La gracia barata es la gracia considerada como una mercancaque hay que liquidar, es el perdn malbaratado, el consuelo malbaratado,el sacramento malbaratado, es la gracia como almacn inagotablede la Iglesia, de donde la toman unas manos inconsideradaspara distribuirla sin vacilacin ni lmites; es la gracia sin precio,que no cuesta nada. Porque se dice que, segn la naturaleza mismade la gracia, la factura ha sido pagada de antemano para todos lostiempos. Gracias a que esta factura ya ha sido pagada podemos tenerlotodo gratis. Los gastos cubiertos son infinitamente grandes y,por consiguiente, las posibilidades de utilizacin y de dilapidacinson tambin infinitamente grandes. Por otra parte, qu sera unagracia que no fuese gracia barata?La gracia barata es la gracia como doctrina, como principio, comosistema, es el perdn de los pecados considerado como una verdaduniversal, es el amor de Dios interpretado como idea cristianade Dios. Quien la afirma posee ya el perdn de sus pecados. La Iglesiade esta doctrina de la gracia participa ya de esta gracia por sumisma doctrina. En esta Iglesia, el mundo encuentra un velo baratopara cubrir sus pecados, de los que no se arrepiente y de los que nodesea liberarse. Por esto, la gracia barata es la negacin de la palabraviva de Dios, es la negacin de la encamacin del Verbo de Dios.La gracia barata es la justificacin del pecado y no del pecador.Puesto que la gracia lo hace todo por s sola, las cosas deben quedarcomo antes. Todas nuestras obras son vanas. El mundo siguesiendo mundo y nosotros seguimos siendo pecadores inclusocuando llevamos la vida mejor. Que el cristiano viva, pues, como 8. 16 Seguir a Cristo La gracia cara 17el mundo, que se asemeje en todo a l y que no procure, bajo penade caer en la hereja del iluminismo, llevar bajo la gracia una vidadiferente de la que se lleva bajo el pecado. Que se guarde de enfurecersecontra la gracia, de burlarse de la gracia inmensa, barata, yde reintroducir la esclavitud a la letra intentando vivir en obedienciaa los mandamientos de Jesucristo. El mundo est justificado porgracia; por eso -a causa de la seriedad de esta gracia, para no ponerresistencia a esta gracia irreemplazable- el cristiano debe vivir comoel resto del mundo.Le gustara hacer algo extraordinario; no hacerlo, sino verseobligado a vivir mundanamente, es sin duda para l la renunciams dolorosa. Sin embargo, tiene que llevar a cabo esta renuncia,negarse a s mismo, no distinguirse del mundo en su modo de vida.Debe dejar que la gracia sea realmente gracia, a fin de no destruirla fe que tiene el mundo en esta gracia barata. Pero en su mundanidad,en esta renuncia necesaria que debe aceptar por amor almundo -o mejor, por amor a la gracia- el cristiano debe estar tranquiloy seguro (securus) en la posesin de esta gracia que lo hacetodo por s sola. El cristiano no tiene que seguir a Jesucristo; lebasta con consolarse en esta gracia. Esta es la gracia barata comojustificacin del pecado, pero no del pecador arrepentido, del pecadorque abandona su pecado y se convierte; no es el perdn delos pecados el que nos separa del pecado. La gracia barata es lagracia que tenemos por nosotros mismos.La gracia barata es la predicacin del perdn sin arrepentimiento,el bautismo sin disciplina eclesistica, la eucarista sin confesinde los pecados, la absolucin sin confesin personal. La graciabarata es la gracia sin seguimiento de Cristo, la gracia sin cruz, lagracia sin Jesucristo vivo y encarnado.La gracia cara es el tesoro oculto en el campo por el que elhombre vende todo lo que tiene; es la perla preciosa por la que elmercader entrega todos sus bienes; es el reino de Cristo por el queel hombre se arranca el ojo que le escandaliza; es la llamada de Jesucristoque hace que el discpulo abandone sus redes y le siga.La gracia cara es el Evangelio que siempre hemos de buscar,son los dones que hemos de pedir, es la puerta a la que se llama.Es cara porque llama al seguimiento, es gracia porque llama alseguimiento de Jesucristo; es cara porque le cuesta al hombre la vi-da,es gracia porque le regala la vida; es cara porque condena el pecado,es gracia porque justifica al pecador. Sobre todo, la gracia escara porque ha costado cara a Dios, porque le ha costado la vida desu Hijo -habis sido adquiridos a gran precio- y porque lo queha costado caro a Dios no puede resultamos barato a nosotros. Esgracia, sobre todo, porque Dios no ha considerado a su Hijo demasiadocaro con tal de devolvernos la vida, entregndolo por nosotros.La gracia cara es la encarnacin de Dios.La gracia cara es la gracia como santuario de Dios que hay queproteger del mundo, que no puede ser entregado a los perros; portanto, es la gracia como palabra viva, palabra de Dios que l mismopronuncia cuando le agrada. Esta palabra llega a nosotros en laforma de una llamada misericordiosa a seguir a Jess, se presentaal espritu angustiado y al corazn abatido como una palabra deperdn. La gracia es cara porque obliga al hombre a someterse alyugo del seguimiento de Jesucristo, pero es una gracia el que Jessdiga: Mi yugo es suave y mi carga ligera.Dos veces escuch Pedro la llamada: Sgueme. Fue la primeray la ltima palabra dirigida por Jess a su discpulo (Mc 1, 17;Jn 21, 22). Toda su vida se encuentra comprendida entre estas dosllamadas. La primera vez, al borde del lago de Genesaret, Pedro, alescuchar el llamamiento de Jess, haba abandonado sus redes, suprofesin, y le haba seguido confiando en su palabra. La ltimavez, el resucitado vuelve a encontrar a Pedro al borde del lago deGenesaret, ejerciendo su antigua profesin, y le repite: Sgueme.Entre ambas se desarrolla toda una vida de seguimiento de Cristo.En el centro se halla la confesin en la que Pedro reconoce a Jesscomo el Cristo de Dios. Tres veces, al principio, al fin y en Cesareade Filipo, Pedro ha odo anunciar la misma cosa: Cristo es su Seory su Dios. Es la misma gracia de Cristo la que le llama: Sgueme, y que se revela en su confesin del Hijo de Dios.Tres veces se ha detenido en el camino de Pedro la gracia, lanica gracia anunciada de tres formas diferentes; as quedaba claroque era la gracia propia de Cristo, y no una gracia que el discpulose habra atribuido personalmente. Fue la misma gracia deCristo la que triunf sobre el discpulo, llevndole a abandonar todoa causa del seguimiento, la que suscit en l la confesin quedeba parecer blasfema al mundo; fue la misma gracia la que llam 9. 18 Seguir a Cristo La gracia cara 19al infiel Pedro a entrar en la comunin definitiva del martirio, perdonndoleas todos sus pecados. En la vida de Pedro, la gracia y elseguimiento estn indisolublemente ligados. l haba recibido lagracIa cara.Con la extensin del cristianismo y la secularizacin crecientede la Iglesia, la nocin de gracia cara se perdi gradualmente. Elmundo estaba cristianizado y la gracia se haba convertido en elbien comn de un mundo cristiano. Se la poda adquirir muy barata.Y, sin embargo, la Iglesia romana conserv un resto de esta nocinprimera. Fue de enorme importancia que el monaquismo no seseparase de la Iglesia y que la prudencia de la Iglesia soportase almonaquismo. En este lugar, en la periferia de la Iglesia, se mantuvola idea de que la gracia es cara, de que la gracia implica el seguimiento.Unos hombres, por amor a Cristo, perdan todo lo quetenan e intentaban seguir en la prctica diaria los severos preceptosde Jess. La vida monacal se convirti en una protesta viva contra lasecularizacin del cristianismo y el abaratamiento de la gracia.Pero la Iglesia, soportando esta protesta y no dejndola desarrollarsehasta sus ltimas consecuencias, la relativiz; ms an,sac de ella misma la justificacin de su propia vida secularizada;porque ahora la vida monacal se convirti en la proeza aislada deunos pocos, a la que no poda obligarse a la masa del pueblo de laIglesia. La funesta limitacin de la validez de los preceptos de Jesspara un grupo de hombres especialmente cualificados condujoa distinguir un nivel superior y otro inferior en la obediencia cristiana.Con esto, en todos los ataques posteriores contra la mundanizacinde la Iglesia, poda indicarse la posibilidad de seguir elcamino del monaquismo en el interior de la Iglesia, alIado del cualestaba perfectamente justificada la eventualidad de otro caminoms fcil.De este modo, la referencia a la concepcin cristiana de la graciacara, tal como debera haberla mantenido el monaquismo en laIglesia de Roma, se convirti de forma paradjica en la justificacinltima de la secularizacin de la Iglesia. En todo esto, el errordel monaquismo, prescindiendo de todas las falsas interpretacionesde la voluntad de Jess, no consisti en recorrer el camino de lagracia en un seguimiento estricto; ms bien, se alej de lo cristianoal dejar que su camino se convirtiese en la proeza aislada y libre deunos pocos y al reivindicar para esta conducta un carcter meritorioparticular.Cuando Dios, por medio de su siervo Martn Lutero, suscit enla Reforma el evangelio de la gracia pura, cara, condujo a Lutero alclaustro. Lutero fue monje. Haba abandonado todo y quera seguira Cristo en la obediencia total. Renunci al mundo y emprendi sutarea cristiana. Aprendi a obedecer a Cristo y a su Iglesia, porquesaba que slo el obediente puede creer. La llamada al convento lecost a Lutero la entrega plena de su vida. Lutero fracas en su caminohacia Dios. Dios le mostr por medio de la Escritura que elseguimiento de Jess no es la proeza aislada de unos pocos, sino unprecepto divino dirigido a todos los cristianos. La humilde empresadel seguimiento se haba convertido dentro del monaquismo en unaobra meritoria propia de santos. La autonegacin de los seguidoresse revelaba aqu como la ltima autoafirmacin espiritual de lospiadosos. Con esto, el mundo se haba introducido en medio de lavida monacal y actuaba en ella peligrosamente. A travs de la huidamonstica del mundo poda distinguirse una de las formas mssutiles de amor al mundo.Lutero capt la gracia en este momento en que desapareca laltima posibilidad de llevar una vida piadosa. Vio en la cada delmundo monacal la mano salvadora de Dios, tendida en Jesucristo.Se agarr a ella, seguro de que todas nuestras obras son vanas, inclusoen la vida mejor. La gracia que se le ofreca era cara, destroztoda su existencia. Una vez ms, tuvo que abandonar sus redesy seguir a Cristo. La primera vez, cuando entr en el convento,haba dejado todo tras s, a excepcin de l mismo, de su yo piadoso.En esta ocasin, incluso esto se le retiraba. Ya no se gui mspor su propio mrito, sino por la gracia de Dios. No se le dijo:Ciertamente, has pecado, pero se te ha perdonado todo; sigue dondeests y consulate con el perdn. Lutero debi dejar el conventoy volver al mundo, no porque el mundo fuese bueno y santo, sinoporque el convento no era ms que mundo.El camino de Lutero, saliendo del convento para volver al mundo,representa el ataque ms duro dirigido contra el mundo desdeel cristianismo primitivo. La negativa dada al mundo por el monjeera un juego de nios en comparacin con la negativa experimentadapor el mundo de parte del que volva a l. El ataque vena de 10. 20 Seguir a Cristo La gracia cara 21frente, era preciso seguir a Jess en medio del mundo. Lo que habasido practicado como una proeza aislada, en medio de las circunstanciasy facilidades particulares de la vida conventual, se convertaahora en una necesidad y un precepto para todo cristiano quevive en el mundo. De este modo se agrav de forma imprevisible elconflicto entre la vida del cristiano y la vida del mundo. El cristianose agarraba al mundo en una lucha cuerpo a cuerpo.No es posible interpretar de forma ms funesta la accin de Luteroque pensando que, al descubrir el evangelio de la pura gracia,dispens de la obediencia a los mandamientos de Jess en este mundo,y que el descubrimiento de la Reforma ha sido la canonizacin,la justificacin del mundo por medio de la gracia que perdona.Para Lutero, la vocacin secular del cristiano slo se justificapor el hecho de que en ella se manifiesta de la forma ms aguda laprotesta contra el mundo. Slo en la medida en que la vocacin seculardel cristiano se ejerce en el seguimiento de Jess recibe, apartir del Evangelio, una justificacin nueva. No fue la justificacindel pecado, sino la del pecador, la que condujo a Lutero a salirdel convento. La gracia cara fue la que se concedi a Lutero. Eragracia, porque era como agua sobre una tierra rida, porque consolabaen la angustia, porque liberaba a los hombres de la esclavituda los caminos que ellos haban elegido, porque era el perdn de todoslos pecados. Era gracia cara porque no dispensaba del trabajo;al contrario, haca mucho ms obligatoria la llamada a seguir a Jess.Pero precisamente porque era cara era gracia, y precisamenteporque era gracia era cara. Este fue el secreto del evangelio de laReforma, el secreto de la justificacin del pecador.Sin embargo, en la historia de la Reforma, quien obtuvo la victoriano fue la idea luterana de la gracia pura, costosa, sino el instintoreligioso del hombre, siempre despierto para descubrir el lugardonde puede adquirirse la gracia al precio ms barato. Slo hacafalta un leve desplazamiento del acento, apenas perceptible, paraque el trabajo ms peligroso y pernicioso se hubiese realizado. Luterohaba enseado que el hombre, incluso en sus obras y caminosms piadosos, no podra subsistir delante de Dios porque, en el fondo,se busca siempre a s mismo. Y, en medio de esta preocupacin,haba captado en la fe la gracia del perdn libre e incondicional detodos los pecados.Lutero saba que esta gracia le haba costado toda una vida yque segua exigiendo su precio diariamente. Porque, por la gracia,no se senta dispensado del seguimiento, sino que, al contrario, sevea obligado a l ahora ms que nunca. Cuando Lutero hablaba dela gracia pensaba siempre, al mismo tiempo, en su propia vida, queslo por la gracia haba sido sometida a la obediencia total a Cristo.No poda hablar de la gracia ms que de esta forma. Lutero habadicho que la gracia acta sola; sus discpulos lo repitieron literalmente,con la nica diferencia de que se olvidaron pronto depensar y decir lo que Lutero siempre haba considerado como algonatural: el seguimiento, del que no necesitaba hablar porque se expresabacomo un hombre al que la gracia haba conducido al seguimientoms estricto de Jess. La doctrina de los discpulos dependa,pues, de la doctrina de Lutero y, sin embargo, esta doctrinafue el fin, el aniquilamiento de la Reforma en cuanto revelacin dela gracia cara de Dios sobre la tierra. La justificacin del pecadoren el mundo se transform en justificacin del pecado y del mundo.La gracia cara se volvi gracia barata, sin seguimiento.Cuando Lutero deca que nuestras obras son vanas incluso en lamejor vida y que, por consiguiente, nada tiene valor delante de Diosa no ser la gracia y la misericordia para perdonar los pecados, lodeca como hombre que, hasta este momento y en este momentopreciso, se saba llamado siempre de nuevo al seguimiento de Jess,al abandono de todo lo que tena. El conocimiento de la gracia supusopara l la ruptura ltima y radical con el pecado de su vida, peronunca su justificacin. Signific, cuando l capt la gracia, la renunciaradical y ltima a una vida segn su propia voluntad, con loque se mostr verdaderamente como una llamada seria al seguimiento.Esto fue para l un resultado, pero un resultado divino,no humano. Sin embargo, sus sucesores convirtieron este resultadoen el presupuesto bsico de un clculo. Y aqu est el fallo.Si la gracia es el resultado, dado por el mismo Cristo, de la vidacristiana, entonces esta vida no est dispensada del seguimiento enningn instante. Si, por el contrario, la gracia es el presupuesto bsicode mi vida cristiana, poseo de antemano la justificacin de lospecados que cometo durante mi vida en este mundo. Puedo seguirpecando, confiado en esta gracia, puesto que el mundo, en principio,est justificado por gracia. Consiguientemente, me mantengo como 11. 22 Seguir a Cristo La gracia cara 23antes en mi existencia cvico-mundana, las cosas siguen como antesy puedo estar seguro de que la gracia de Dios me cubre. Bajo estagracia, el mundo entero se ha hecho cristiano, pero bajo esta graciael cristianismo se ha hecho mundo de una forma mucho msacentuada que antes. El conflicto entre la vida cristiana y la vida cvico-mundana queda eliminado.Segn esto, la vida cristiana consiste en que yo viva en el mundoy como el mundo, en que no me distinga de l en nada; poramor a la gracia, no me est permitido distinguirme de l ni siquieraen lo ms mnimo. La vida cristiana consiste en que yo pase, enun momento determinado, de la esfera del mundo a la de la Iglesia,para asegurarme el perdn de mis pecados. Estoy dispensado delseguimiento de Jess por la gracia barata, que debe ser el enemigoms encarnizado del seguimiento, que debe odiar y despreciar elverdadero seguimiento. La gracia como presupuesto es la graciabarata; la gracia como resultado es la gracia cara.Asusta reconocer todo lo que aqu encontramos, la forma en quese enuncia y utiliza una verdad evanglica. Es la misma palabra dela justificacin por la fe (Gnade) sola y, sin embargo, un uso falsode esta misma frase ha conducido a la destruccin total de su esencia.Cuando Fausto, al final de toda una vida esforzndose por conocerlas cosas, dice: Veo que no podemos saber nada, nos ofreceun resultado, algo completamente distinto a si esta frase fuesedicha por un estudiante de primer curso para justificar su pereza(Kierkegaard). En cuanto resultado, la frase es verdadera; en cuantopresupuesto, es engaarse a s mismo. Esto significa que unconocimiento no puede ser separado de la existencia en la que esadquirido. Slo quien renuncia a todo lo que tiene, siguiendo a Jesucristo,puede decir que es justificado por la fe (Gnade) sola. Reconocela llamada al seguimiento como gracia y la gracia como estallamada. Pero quien, basndose en esta gracia, quiere dispensarsede seguir a Cristo, se engaa a s mismo.Pero, no se encontr el mismo Lutero muy cerca de cometeridntico error al interpretar la gracia? Qu sentido tiene cuandodice: Pecca fortiter, sed fortius fide et gaude in Christo - Pecavalientemente, pero cree y algrate en Cristo con mucha ms valen.ta (Enders 3, 208, l18s)? Significa: eres pecador y no podrssalir nunca de tu pecado; ya seas monje o laico, ya quieras ser pia-dosoo malo, no puedes escapar de las redes del mundo, pecas. Peca,pues, valientemente, basndote en la gracia que se te ha dado.Se trata de una proclamacin abierta de la gracia barata, de un salvoconductoconcedido al pecado, de la supresin del seguimiento?Es una invitacin blasfema a pecar deliberadamente, basndosee? la gracia? Puede darse un desprecio ms demonaco de la graCIaque el pecar por cuenta de la gracia de Dios que nos ha sido dada?No tiene razn el catecismo catlico cuando descubre aqu elpecado contra el Espritu santo?Para entender esto conviene distinguir entre resultado y presupuesto.Si la frase de Lutero es el presupuesto de una teologa de lagracia, entonces lo que proclama es la gracia barata. Pero esta fraseno hay que entenderla como punto de partida, sino como puntofinal, como resultado, como clave del arco, como palabra ltima.Entendido como presupuesto, el peccafortiter se convierte en principiotico; y a un principio de la gracia debe corresponder elprincipio del pecca fortiter. Es la justificacin del pecado. De estemodo se invierte por completo el sentido de la frase de Lutero.Peca valientemente: para Lutero, esto no poda ser ms que unrecurso ltimo, una exhortacin dirigida al que, en el camino delseguimiento, reconoce que no puede desembarazarse de su pecadoy, aterrado por su vista, desespera de la gracia de Dios.Para l, el peca valientemente no es una especie de confirmacindeliberada de su vida desobediente, sino el evangelio de lagracia de Dios, ante el cual somos pecadores siempre y en toda situacin,este evangelio que nos busca y justifica precisamente encuanto pecadores. Confiesa valientemente tu pecado, no intentesescapar de l, sino cree an ms valientemente. Eres un pecador.Pues bien, s un pecador, no quieras ser otra cosa que lo que eres;vulvete incluso diariamente un pecador y selo con valenta.Pero, a quin puede decirse esto, sino a quien diariamente, contodo su corazn, rompe con el pecado, a quien diariamente rompecon todo lo que le impide el seguimiento de Jess y que, a pesar detodo, se muestra inconsolable por su infidelidad y su pecado diarios?Quin puede escuchar estas palabras sin peligro para su fe,sino el que sabe que tal consuelo vuelve a llamarle al seguimientode Jesucristo? As, entendida como resultado, la frase de Lutero esgracia cara, la nica gracia verdadera. 12. 24 Seguir a Cristo La gracia cara 25La gracia como principio, el pecca fortiter como principio, lagracia barata, no es en definitiva ms qu~ una nueva ley ~ue noayuda ni libera. La gracia como palabra VIva, el pecca fortlter comoconsuelo en la tentacin, como llamada al seguimiento, la graciacara, es la nica gracia pura que perdona realmente los pecadosy libera realmente al pecador.Nos hemos reunido como cuervos alrededor del cadver de lagracia barata y hemos chupado de l el veneno que ha hecho morirentre nosotros el seguimiento de Jess. Es innegable que la doctrinade la gracia pura ha experimentado una apoteosis sin igual,convirtindose en el mismo Dios y en la misma gracia. Siempre serepetan las palabras de Lutero, y, sin embargo, se haba falseadosu autntico sentido, engandonos a nosotros mismos. Puesto quenuestra Iglesia posee la doctrina de la justificacin es, indiscutiblemente,una Iglesia que justifica. Esto es lo que se deca.La autntica herencia de Lutero haba que reconocerla all dondese ofreciese la gracia al precio ms barato posible. La caractersticadel luteranismo consista en dejar el seguimiento de Jess alos legalistas, a los reformados, a los iluminados, y esto por amor ala gracia; en justificar al mundo y convertir en herejes a los cristianosque seguan a Cristo. Un pueblo se hizo cristiano, luterano, peroa costa del seguimiento, a un precio demasiado bajo. La graciabarata haba triunfado.Pero sabemos tambin que esta gracia barata se ha mostradotremendamente inmisericorde con nosotros? El precio que hemosde pagar hoy da, con el hundimiento de las iglesias organizadas,significa otra cosa que la inevitable consecuencia de la gracia conseguidaa bajo precio? Se ha predicado, se han administrado los sacramentosa bajo precio, se ha bautizado, confirmado, absuelto atodo un pueblo, sin hacer preguntas ni poner condiciones; por caridadhumana se han dado las cosas santas a los que se burlaban y alos incrdulos, se han derramado sin fin torrentes de gracia, pero lallamada al seguimiento se escuch cada vez menos.Qu se ha hecho de las ideas de la Iglesia primitiva que, duranteel catecumenado para el bautismo, vigilaba tan atentamente lafrontera entre la Iglesia y el mundo, y se preocupaba tanto por la graciacara? Qu se ha hecho de las advertencias de Lutero concernientesa una predicacin del evangelio que asegurase a los hombresen su vida sin Dios? Dnde ha sido cristianizado el mundo de manerams horrible y menos salvfica que aqu? Qu significan lostres mil sajones asesinados por Carlomagno alIado de los millonesde almas matadas hoy? En nosotros se ha verificado que el pecadode los padres se castiga en los hijos hasta la tercera y la cuarta generacin.La gracia barata no ha tenido compasin con nuestra Iglesiaevanglica.Tampoco la ha tenido de nosotros desde un punto de vista personal.No nos ha abierto el camino que lleva a Cristo; nos lo ha cerrado.No nos ha llamado al seguimiento, sino que nos ha endurecidoen la desobediencia. Osaramos decir que no es cruel y duro el que,cuando hemos llegado al lugar donde habamos percibido la llamadaal seguimiento de Jess bajo la forma de una llamada de la gracia deCristo, al lugar, quizs, donde nos habamos atrevido a dar los primerospasos por el camino de la obediencia a los mandamientos,fusemos asaltados por la palabra de la gracia barata? Podramosescuchar esta palabra sin considerarla un intento de detenemos ennuestro camino, invitndonos a una sobriedad mundana, de suerteque apaga en nosotros la alegra del seguimiento, insinundonos quetodo esto no es ms que un camino que nos hemos elegido nosotrosmismos, un gasto de fuerza, de esfuerzos y de disciplinas intiles eincluso peligrosas, ya que todo est preparado y cumplido en la gracia?La dbil llama fue apagada sin compasin.Era cruel dirigirse a un hombre de esta forma ya que, turbadopor un ofrecimiento tan barato, resultaba inevitable el que abandonasesu camino, el camino por el que Cristo le llamaba; y desde entoncesse aferraba a la gracia barata que le impeda conocer en adelantela gracia cara. No poda ser de otra forma: el pobre hombreengaado, de repente se senta fuerte, en posesin de la gracia barata,cuando en realidad haba perdido la fuerza para obedecer y seguira Jesucristo. La palabra de la gracia barata ha hundido ms vidascristianas que cualquier fe en las obras (Gebot der Werke).En todo lo que sigue queremos dirigimos a los que se sienteninquietos, a los que observan que la palabra de la gracia se les havuelto terriblemente vaca. Por amor a la verdad hay que hablar enfavor de los que, entre nosotros, reconocen haber perdido el seguimientode Cristo con la gracia barata y haber vuelto a comprenderla gracia cara por el seguimiento de Cristo. Porque no queremos 13. 26 Seguir a Cristonegar que no nos encontramos en una situacin de verdadero seguimientode Cristo, que somos miembros de una Iglesia ortodoxaque profesa una doctrina pura de la gracia, pero no somos miembrosde una Iglesia que sigue a Cristo, hay que intentar volver acomprender la gracia y el seguimiento en sus relaciones mutuas. Yano podemos eludir esto. Cada vez resulta ms claro que 10 que hoypreocupa a nuestra Iglesia es el problema: cmo podemos vivircristianamente?Dichosos los que se encuentran ya al final del camino que nosotrosqueremos emprender y comprenden, asombrados, 10 que en realidadparece incomprensible: que la gracia es cara, precisamenteporque es pura gracia, porque es gracia de Dios en Jesucristo. Dichososlos que, en el simple seguimiento, han sido dominados poresta gracia, de suerte que, con espritu humilde, pueden glorificar lagracia de Cristo, que es la nica que acta.Dichosos los que, habiendo reconocido esta gracia, pueden viviren el mundo sin perderse en l; aquellos que en el seguimiento deJesucristo estn tan seguros de la patria celeste que se sienten realmentelibres para vivir en el mundo. Dichosos aquellos para los queseguir a Jesucristo no es ms que vivir de la gracia, y para los que lagracia no consiste ms que en el seguimiento. Dichosos los que sehan hecho cristianos en este sentido, los que han experimentado lamisericordia de la palabra de la gracia.2La llamada al seguimientoAl pasar vio a Lev, el de Alfeo, sentado en el despacho de impuestos,y le dice: Sgueme. l se levant y le sigui (Mc 2, 14).Se produce la llamada y, sin otro intermediario, sigue el acto deobediencia por parte del que ha sido llamado. La respuesta del discpulono consiste en una confesin de fe en Jess, sino en un actode obediencia. Cmo es posible esta sucesin inmediata de llamaday obediencia? La razn natural encuentra esto demasiadochocante, tiene que esforzarse en cortar esta sucesin tan brutal; espreciso que algo se haya desarrollado en medio, hay que explicaralgo. De cualquier forma que sea, hay que encontrar un elementode conexin, psicolgico o histrico.Se propone la estpida pregunta de saber si el publicano no conocaya a Jess, por 10 que estara dispuesto a seguir su llamada.Pero el texto se obstina en no responder a este punto; 10 nico queimporta es, precisamente, esta sucesin inmediata de llamada y accin.No le interesan las motivaciones psicolgicas de las decisionespiadosas de un hombre. Por qu? Porque slo hay una motivacinque explique suficientemente esta sucesin de llamada yaccin: Jesucristo mismo. l es quien llama. Por eso obedece el publicano.En este encuentro queda atestiguada la autoridad incondicional,inmediata y no motivable de Jess.Nada precede aqu y nada sigue ms que la obediencia del queha sido llamado. Jess, por ser el Cristo, tiene poder pleno para llamary exigir que se obedezca a su palabra. Jess llama al seguimiento,no como un profesor o como un modelo, sino en cuantoCristo, Hijo de Dios. As, en este breve pasaje, 10 nico que se anunciaes a Jesucristo y el derecho que tiene sobre los hombres. Ningu- 14. 28 Seguir a Cristo La llamada al seguimiento 29na alabanza recae sobre el discpulo o sobre su cristianismo lleno dedecisin. La mirada no debe dirigirse hacia l, sino nicamente haciae! que llama y hacia su pleno poder. No hay otra indicacin deun camino que conduzca a la fe, al seguimiento; el nico caminohacia la fe es el de la obediencia a la llamada de Jess.Qu se nos dice sobre el contenido del seguimiento? Sgueme,ven detrs de m. Esto es todo. Ir detrs de l es algo desprovisto decontenido. Realmente, no es un programa de vida cuya realizacinpodra aparecer cargada de sentido, no es un fin, un ideal, hacia e!que habra que tender. No es una causa por la que, desde un puntode vista humano, merecera la pena comprometer algo, incluso lapropia persona.y qu pasa? El que ha sido llamado abandona todo lo que tiene,no para hacer algo especialmente valioso, sino simplemente acausa de la llamada, porque, de lo contrario, no puede marchar detrsde Jess. A este acto no se le atribuye el menor valor. En smismo sigue siendo algo completamente carente de importancia,indigno de atencin. Se cortan los puentes y, sin ms, se continaavanzando. Uno es llamado y debe salir de la existencia que ha llevadohasta ahora, tiene que existim, en e! sentido ms estricto dela palabra.Lo antiguo queda atrs, completamente abandonado. El discpuloes arrancado de la seguridad relativa de la vida y lanzado a lainseguridad total (es decir, realmente, a la seguridad y salvaguardaabsolutas en la comunidad con Jess); es arrancado al dominio delo previsible y calculable (o sea, de lo realmente imprevisible) ylanzado al de lo totalmente imprevisible, al puro azar (realmente, aldominio de lo nico necesario y calculable); es arrancado de! dominiode las posibilidades finitas (que, de hecho, son infinitas) ylanzado al de las posibilidades infinitas (que, en realidad, constituyenla nica realidad liberadora).Esto no es una ley general; ms bien es exactamente lo contrariode todo legalismo. Insistamos en que slo significa la vinculacina Jesucristo, es decir, la ruptura total de toda programtica,de toda abstraccin, de todo legalismo. Por eso no esposible ningn otro contenido: porque Jesucristo es el nico contenido.Al lado de Jess no hay otro contenido. l mismo es elcontenido.La llamada al seguimiento es, pues, vinculacin a la persona deJesucristo, ruptura de todo legalismo por la gracia de aquel que llama.Es una llamada de gracia, un mandamiento de gracia. Se sitams all de la enemistad entre la ley y el Evangelio. Cristo llama,el discpulo sigue. La gracia y el mandamiento se unifican. y andarpor camino anchuroso porque voy buscando tus preceptos(Sal 119, 45).El seguimiento es vinculacin a Jesucristo; el seguimiento debeexistir porque existe Cristo. Una idea sobre Cristo, un sistema dedoctrina, un conocimiento religioso general de la gracia o del perdnde los pecados no hacen necesario el seguimiento; de hecho,todo esto excluye el seguimiento y le es hostil. Al ponemos en contactocon una idea, nos situamos en una relacin de conocimiento,de entusiasmo, quizs de realizacin, pero nunca de seguimientopersonal. Un cristianismo sin Jesucristo vivo sigue siendo, necesariamente,un cristianismo sin seguimiento, y un cristianismo sin seguimientoes siempre un cristianismo sin Jesucristo; es idea, mito.Un cristianismo en el que slo se da Dios Padre, pero no Jesucristo,su Hijo vivo, suprime el seguimiento.Existe entonces confianza en Dios, pero no seguimiento. Puestoque el Hijo de Dios se ha hecho hombre y es nuestro mediador,el seguimiento es el tipo correcto de relacin que se debe tener conl. El seguimiento est ligado al mediador, y cuando se habla correctamentedel seguimiento se habla tambin del mediador, Jesucristo,Hijo de Dios. Slo el mediador, el hombre-Dios, puede llamaral seguimiento.El seguimiento sin Jesucristo constituye la eleccin personal deun camino quizs ideal, quizs del camino del martirio, pero carecede promesa. Jess debe rechazarlo.y se fueron a otro pueblo. Mientras iban caminando, uno le dijo: Teseguir adondequiera que vayas. Jess le dijo: Las zorras tienenguaridas, y las aves del cielo nidos; pero el Hijo del hombre no tienedonde reclinar la cabeza. A otro dijo: Sgueme. l respondi:Djame ir primero a enterrar a mi padre. Le respondi: Deja quelos muertos entierren a sus muertos; t vete a anunciar el reino deDios. Otro le dijo: Te seguir, Seor; pero djame antes despedirmede los de mi casa. Le dijo Jess: Nadie que pone la mano en elarado y mira hacia atrs es apto para el reino de Dios (Lc 9, 57-62). 15. 30Seguir a Cristo La llamada al seguimiento 31El primer discpulo propone a Jess seguirle, no ha sido llamado.La respuesta de Jess le indica a este entusiasta que no sabe loque hace. No puede saberlo. Este es el sentido de la respuesta, conla que se muestra al discpulo la vida con Jess en toda su realidad.Quien habla aqu es el que se drge hacia la cruz, aquel cuya vidaentera es descrita en el smbolo de los apstoles con el trminopadeci. Ningn hombre puede desear esto por propia eleccin.Nadie puede llamarse a s mismo, dice Jess, y su palabra quedasin respuesta. El abismo entre el ofrecimiento voluntario al seguimientoy el verdadero seguimiento sigue abierto.Pero cuando es Jess mismo quien llama, supera incluso el abismoms profundo. El segundo quiere enterrar a su padre antes deseguirle. Est ligado a la ley. l sabe lo que quiere hacer y debe hacer.Ante todo, conviene cumplir la ley; despus vendr el seguimiento.Un claro precepto de la ley se encuentra aqu entre el queha sido llamado y Jess. Ya este precepto se opone con fuerza lallamada de Jess, que no admite que, precisamente ahora, se interpongacualquier cosa, bajo ningn pretexto, entre Jess y el que hasido llamado, ni siquiera lo ms grande y santo, ni siquiera la ley.Precisamente ahora, la ley que quera interponerse debe ser transgredidapor amor a Jess; porque ella no tiene ningn derecho entreJess y aquel a quien l ha llamado. Jess se opone aqu a la leyy ordena que se le siga. Slo Cristo habla de esta forma. Tiene la ltmapalabra. El otro no puede resistrse. Esta llamada, esta gracia,son irresistibles.El tercero, como el primero, entiende el seguimiento como unofrecimento suyo personal, como un propio programa de vida quese ha escogido. Pero, al contrario que el primero, se juzga con derechoa poner condiciones. De este modo, se contradice plenamente.Quiere acompaar a Jess, pero al mismo tiempo coloca algoentre l y Jess: Permteme primero. Quiere seguir, pero crendosesus propias condiciones de seguimiento. Para l, el seguimientoes una posibilidad cuya realizacin supone el cumplimientode determinadas condiciones y presupuestos. Con esto, el seguimientose convierte en algo humanamente comprensible e inteligible.Primero se hace una cosa, despus otra. Todo tiene su derechoy su tiempo. El discpulo se pone a disposicin de Jess, pero conservandoel derecho a poner condiciones. Es evidente que, desdeeste instante, el seguimiento deja de ser seguimiento. Se convierteen un programa humano que yo me establezco segn mi propio juicio,que puedo justificar racional y ticamente.Este tercer discpulo desea seguir a Cristo, pero desde el mismomomento en que expresa tal intencin, no quiere ya seguirle. Consu misma oferta suprime el seguimiento; porque el seguimiento noadmite condiciones susceptibles de intervenir entre Jess y el queobedece. Este tercer discpulo cae, pues, en contradiccin no slocon Jess, sino consigo mismo. No quiere lo que Jess quiere, nisiquiera quiere lo que quiere. Se condena a s mismo, se encuentraen conflicto consigo mismo, y slo por el permteme primero.La respuesta de Jess, mediante una imagen, le confirma este conflictointerno que excluye el seguimiento: Nadie que pone la manoen el arado y mira atrs es apto para el reino de Dios.Seguir a Cristo significa dar unos pasos determinados. El primero,el que sigue inmediatamente a la llamada, separa al que siguede la existencia que ha llevado hasta ahora. La llamada al seguimientocrea, al punto, una situacin nueva. En la situacin antiguason incompatibles el quedarse y el seguir. Esto fue completamenteclaro desde el principio. El publicano debi abandonar la oficinade contribuciones, Pedro debi dejar sus redes y marchar detrsde Jess.Segn nuestro modo de comprender las cosas, podra haber sucedidode otra forma. Jess podra haber ayudado al publicano aadquirir un conocimiento nuevo de Dios y dejarlo en su antigua situacin.Si Jess no hubiese sido el Hijo de Dios, esto habra sidoposible. Pero como Jess es el Cristo, haca falta que quedase bienclaro desde el principio que su palabra no es una doctrina, sino unanueva creacin de la existencia. Se trataba de ir realmente con Jess.Cuando l llama, esto significa para el que recibe la llamadaque slo hay una posibilidad de creer en Jess: abandonarlo todo yacompaar al Hijo de Dios hecho hombre.Con este primer paso, el que sigue es puesto en una situacinque le permite creer. Si no sigue, si se queda atrs, no aprende acreer. El que ha recibido la llamada debe salir de su situacin, en laque no puede creer, para introducirse en la situacin que le permitecreer. En s mismo, este paso no tiene ninguna clase de valor programtico;slo se justifica por la comunin que se adquiere con 16. 32 Seguir a Cristo La llamada al seguimiento 33Jess. Mientras Lev permanezca en su oficina de contribuciones yPedro junto a sus redes es posible que cumplan su oficio honrada yfielmente, es posible que tengan un conocimiento nuevo o antiguode Dios; pero si quieren aprender a creer en Dios, es necesario queobedezcan al Hijo de Dios encamado, que marchen con l.Antes era de otra forma. Podan vivir pacficamente, desconocidos,realizando su trabajo, observando la ley y esperando al Mesas.Pero ahora ste ha llegado, su llamada resuena. Ahora, creerno significa permanecer tranquilos y esperar, sino ir con l siguindole.Su llamada al seguimiento ha abolido ahora todos los vnculosen beneficio del nico lazo que une a Jesucristo. Hubo que cortartodos los puentes, hay que dar el paso hacia la inseguridadinfinita, a fin de reconocer lo que Jess exige y lo que da. Lev, ensu oficina, habra podido encontrar en Jess una ayuda en todas susnecesidades, pero no le habra reconocido como el nico Seor, encuyas manos deba poner toda su vida, no habra aprendido a creer.Hay que crear la situacin en que se puede creer en Jess, Hijo deDios encamado, esta situacin imposible en la que se hace dependertodo de una sola cosa, de la palabra de Jess. Es preciso quePedro salga del bote y marche sobre el agua insegura para que experimentesu debilidad y la omnipotencia de su Seor.Si no hubiese salido, no habra aprendido a creer. Hay que dejarclara esta situacin sobre el mar inseguro, situacin absolutamenteimposible e irresponsable en el plano tico, a fin de que la fe sea posible.El camino de la fe pasa por la obediencia a la llamada de Jess.Este paso es necesario; sin l, la llamada de Jess se pierde en el vacoy toda presunta obediencia se revela como una falsa exaltacin.Al establecer la diferencia entre una situacin en la que se puedecreer y otra en la que no se puede creer, corremos un gran peligro.Debe quedar claro, ante todo, que la situacin por s mismanunca nos revela a cul de estas dos clases pertenece. Slo la llamadade Jess la cualifica como situacin en la que se puede creer.En segundo lugar, no corresponde al hombre determinar cul es lasituacin en la que es posible la fe. El seguimiento no es una ofertadel hombre. Slo la llamada crea la situacin. En tercer lugar, estasituacin nunca implica en s misma un valor propio, slo la llamadala justifica. Por ltimo, y esto es esencial, la situacin en laque se puede creer slo llega a producirse por medio de la fe.La idea de una situacin en la que se puede creer es slo la descripcinde un estado de hecho en el que son vlidas las dos frasessiguientes, ambas igualmente verdaderas: slo el creyente es obedientey slo el obediente cree.Supone un grave atentado a la fidelidad bblica tomar la primerafrase dejando la segunda. Slo el creyente es obediente; pensamosque entendemos esto. La obediencia es una consecuencia de lafe, como el buen fruto es producto del buen rbol, decimos. Primerola fe; slo despus viene la obediencia. Si con esto slo pretendemosprobar que la fe sola justifica y no los actos de obediencia,entonces tenemos la condicin preliminar necesaria e irrefutablepara todo lo restante. Pero si con esto hemos de dar una precisintemporal cualquiera, segn la cual primero habra que creer paraque, a continuacin, intervenga la obediencia, entonces se separarala fe de la obediencia, y sigue existiendo el problema prcticosobre cundo debe comenzar la obediencia. La obediencia quedaseparada de la fe. Es verdad que la obediencia y la fe debenestar separadas a causa de la justificacin, pero esta separacin nopuede suprimir la unidad que existe entre ellas y que consiste enque la fe slo se da en la obediencia, nunca sin ella, y en que la feslo es fe en el acto de obediencia.Puesto que es inexacto hablar de la obediencia como de unaconsecuencia de la fe, y con el fin de fijar la atencin en la unidadindisoluble de fe y obediencia, conviene contraponer a la frase sloel creyente es obediente, la otra: slo el obediente cree. Si enla primera proposicin la fe es presupuesto de la obediencia, en lasegunda la obediencia es presupuesto de la fe. Del mismo modoque la obediencia ha sido llamada consecuencia de la fe, hay quellamarla tambin presupuesto de la fe.Slo el obediente cree. Para poder creer hay que practicar laobediencia a una orden concreta. Es preciso dar un primer pasode obediencia para que la fe no se convierta en una forma piadosade engaarse a s mismo, para que no se convierta en graciabarata. Esto depende del primer paso, que es cualitativamentedistinto a todos los siguientes. El primer paso de la obedienciadebe llevar a Pedro lejos de sus redes, fuera de su barca, debe llevaral joven rico lejos de sus riquezas. Slo en esta existencianueva, creada por la obediencia, es posible creer. 17. 34Seguir a Cristo La llamada al seguimiento 35P t nto hay que considerar este primer paso como la obra ex-ora , .' T. 'stente en cambiar una forma de eXIstencIa por otra. 0- tenor conSI . .dos ueden dar este primer paso. El hombre tIene lIbertad paraello.PEs un acto dentro de la justicia civilis, en la que el hombre eslibre. Pedro no puede convertirse, pero puede abandonar sus redes.L ue se exige en los evangelios con este primer paso es una ac-oq.' 'd bcin que abarque toda la vIda. La IglesIa roman~ CO~SI era a se-mejantepaso slo como la posibili~ad extraordmana ~el monaquismo,mientras que para los otros fIele.s bastaba estar dIspuesto asometerse incondicionalmente a la IglesIa y a sus preceptos.Tambin los textos de las confesiones de fe luteranas reconocende manera significativa la importancia de un primer paso. Despusde haber eliminado conscientemente el peligro de un error synergista,es posible y necesario dejar espacio libre a e~te primer actoexterior exigido por la fe; es el paso hacia la IglesIa, en la que sepredica la palabra de la salvacin.. . ,Este paso puede ser dado con toda lIbertad. Ven a la .Igle~~a.Los domingos, puedes dejar tu casa e ir a escuchar la predIcaclOn.Si no lo haces, te excluyes voluntariamente del lugar donde es posiblecreer. Con esto, los textos de las confesiones de fe luteranastestimonian que son conscientes de una situacin en la que es posiblecreer, y de otra en la que no es posible. Es verdad que estaidea permanece aqu en segundo plano, como si n~s ~verg~n~semosde ella, pero existe bajo la forma de un conocImIento UTIlCO eidntico sobre la importancia del primer paso como acto externo.Una vez establecida esta idea, hemos de aadir que este paso, encuanto acto puramente externo, es y sigue siendo una obra muertade la ley, que por s misma no conduce a Cristo. En cuanto acto exterior,la nueva existencia permanece totalmente semejante a la antigua;en el mejor de los casos se alcanzar una nueva ley o un nuevoestilo de vida que, sin embargo, no tienen nada que ver con lavida nueva en Cristo. El bebedor que renuncia al alcohol, el ricoque abandona su dinero, queda libre con esto del alcoholo del dinero,pero no de s mismo. Sigue siendo l mismo, quizs ms anque antes; sometido a la exigencia de las obras, permanece porcompleto en el estado de muerte de la vida anterior. Ciertamente,hay que cumplir la obra; pero esta, por s misma, no permite salir dela muerte, de la desobediencia y de la impiedad. Si consideramosnuestro primer paso como presupuesto de la gracia, de la fe, somosjuzgados por nuestra obra y nos vemos separados por completo dela gracia.En este acto externo se halla incluido todo lo que acostumbramosa llamar disposicin, buena intencin, todo lo que la Iglesiaromana llama facere quod in se est. Si damos este primer pasocon intencin de colocarnos en la situacin de poder creer, esta posibilidadde la fe no es, en tal caso, ms que una obra, una nuevaposibilidad de vida dentro de nuestra vieja existencia; cometemosun error pleno, permanecemos en la incredulidad.A pesar de todo, es preciso realizar la obra externa, tenemos queponernos en situacin de poder creer. Hemos de dar el paso. Qusignifica esto? Significa que slo damos realmente este paso cuandolo hacemos sin pensar en la obra que debemos realizar, fijndonossolamente en la palabra de Jess que nos llama a l. Pedro sabeque no tiene derecho a salir de la barca por propia voluntad; si lo hiciese,el primer paso constituira su perdicin. Por eso grita: Ordnameque vaya a ti sobre las aguas. Y Cristo responde: Ven.Es preciso que Cristo haya llamado; slo por su palabra podemosdar el paso. Esta llamada es su gracia, que llama de la muertea la nueva vida de obediencia. Pero ahora que Cristo ha llamado,Pedro debe salir de la barca para ir a l. De hecho, el primer paso dela obediencia es ya en s mismo un acto de fe en la palabra de Cristo.Pero desconoceramos por completo la fe en cuanto fe si concluysemosde todo esto que el primer paso es innecesario puestoque ya existe la fe. A este razonamiento conviene oponer la frase:Hay que haber dado el paso de la obediencia, antes de poder creer.El que no es obediente no puede creer.Te quejas de que no puedes creer? Nadie tiene derecho a admirarsede que no llega a la fe mientras, en un punto cualquiera, seopone al mandamiento de Jess o se aparta de l, desobedeciendoconscientemente. Es quizs una pasin culpable, una enemistad,una esperanza, tus proyectos, tu razn, lo que te niegas a someter almandamiento de Jess? No te admires entonces de no recibir elEspritu santo, de no poder rezar, de que tu oracin pidiendo la fequede sin respuesta. Ve, ms bien, a reconciliarte con tu hermano,abandona el pecado que te mantiene cautivo, y podrs creer de nuevo.Si quieres rechazar la palabra de Dios que te obliga, no recibi- 18. 36Seguir a Cristo La llamada al seguimiento 37rs su palabra de gracia. Cmo podras encontrar la comuni~ conaquel de quien te apartas consciente~enteen u~ punto cualqUIera?El que no obedece no puede creer; s?lo el obed~en.te cree. .La llamada de la gracia de Jesucnsto al segUImIento se conVIerteen ley rigurosa: Haz esto! Deja aquello! Sal de la barca y ve aJess. A quien quiere excusar, con su fe o con su falta de fe, su desobedienciaa la llamada de Jess, este le responde: Obedece primero,realiza la obra externa, abandona 10 que te ata, renuncia a lo que tesepara de la voluntad de Dios. No digas: No tengo fe para esto. Nola tienes mientras permaneces en la desobediencia, mientras noquieres dar el primer paso. No digas: Tengo la fe, no necesito dar elprimer paso. No tienes la fe mientras no quieras dar este paso,mientras te obstines en la incredulidad bajo apariencia de fe humilde.Es una mala escapatoria relacionar la falta de obediencia con lafalta de fe y la falta de fe con la falta de obediencia. La desobedienciapropia de los creyentes consiste en reconocer su incredulidadcuando se les exige su obediencia, y hacer un juego de estaconfesin (Mc 9, 24). Si crees, da el primer paso. Este conduce aJess. Si no crees, da este mismo paso; tienes obligacin de hacerlo.No se te plantea el problema de saber si crees o no; se te mandaun acto de obediencia que hay que cumplir inmediatamente. En lse da la situacin en la que la fe es posible y existe realmente.Por consiguiente, no es que exista una situacin en la que puedescreer, sino que Jess te da una situacin en la que puedes creer.Se trata de entrar en esta situacin, a fin de que la fe sea una fe verdaderay no un autoengao. Esta situacin es indispensable, precisamenteporque slo se trata de la verdadera fe en Jesucristo, porquela fe sola es y sigue siendo el fin pretendido (