Brading, Un Viajero Científico, Orbe Indiano

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  • 8/16/2019 Brading, Un Viajero Científico, Orbe Indiano

    1/14

    I

    DAVID.BRADING

    t-..-

    ORBEINDIANODe

    la

    monarqufa

    católiu

    a

    la

    Repúbl¡á

    cr¡otta

    1.492_1.867

    Traductión

    de

    |u4N

    JosÉ

    Urn¡ru

    I

    I-albgdade

    bsapñobs

    a

    Méxia

    FONDO

    DE

    CUT]TURA

    ECONÓMICA

    uExco

  • 8/16/2019 Brading, Un Viajero Científico, Orbe Indiano

    2/14

    RECo\QUISIA

    Y REVOI,UCICI.J

    órdmes religiosas

    habian

    sido

    el

    primer

    blanco

    de

    la

    reforrna

    durante

    los

    prirsos

    años

    del

    reingdo

    de carlos

    III, para

    el

    dectnio

    de

    lzg0

    los

    privile

    sig:

    I

    h riquezas

    det

    cte¡o secr¡rar

    tuiir¡n

    er

    principar

    áui.t"

    aá áiuq"".

    y^i"1 1que

    solórzano había

    considerado

    una

    socieaáa

    coÉnia

    gouernáaa

    po.r

    qo:

    sistemas

    paralelos

    de

    derecho,

    cada

    uno

    cpn

    sus

    pr,opios-tribunale

    y

    rurisdiciones,

    some{do-

    cada

    uno

    aI

    rey

    católico

    corno'ücário

    de

    Dos

    y

    d$ega{o-.dg

    la

    Santa

    Sede, por

    cpntrastá

    Campomanes

    y

    otros

    ministros

    lPt

    9:tu:"n

    la Igtesia.corrio

    qoryryció

    pr"ilegiaaa

    atntro-á"i

    Ert"ao,

    Syos

    derechos

    y

    propiedad

    se

    derivaban

    de

    una

    óncesión

    de

    la

    c-orona.

    y

    lo que-et

    Estado

    o

    el soberano

    conferiaru

    también

    podían

    ¡etira¡Io.

    En

    18(X,

    el

    arzobispo

    de Mráxico,

    Franciscp

    |airier

    de Uzarra-v

    Beaumont

    [r^Y_1s]1,-=

    qy."ló;f

    rgglenre

    ?

    ta

    Corona?ei;i"rrr*bü&.G"o

    q,r"

    ha

    lt-eg.

    ado

    en

    -qtos

    países

    el abuso

    de

    introducir

    recursos

    de

    fuerza,,.

    cuan'do

    un

    obrspo

    emitía

    un

    juicio

    contra

    cualquier

    indiüduo,

    los

    abogados

    inrredia_

    l"TS"§

    presentaban

    apelación

    a

    la

    Audiencia,

    que

    ahora

    ca-"da

    ue, más

    se

    rncrrnaba

    en

    contra

    de

    los

    decretos

    de

    la

    ierarquíá.

    Hasta

    en

    el

    caso

    de

    una

    ordmacióry

    cuando un

    candidato

    había

    áid;

    E;Ira;;;pr.

    ir-il-"Já.n_

    denciales,

    intervenían

    los

    magistrados

    reales.

    Lizana

    también larnentó

    la cre.

    ciente

    tendencia

    de

    las

    securárizaciones

    indiüdualer;

    Po'_h;

    qr;ror

    ñ"il*

    obtenían

    de

    Roma

    licencia

    para

    abjurar

    de

    sus

    votos

    ir¡mo

    reir$osos y

    sin

    g"b*g.

    continuaban

    oficiañdo

    coáo

    sacerdotes,

    para

    gr"

    es",íñdul;d'u

    i;

    Iegos.

    Todo

    intento

    de im@ir

    que

    celebraran

    iriiru

    p%uo"uu"-i-iuáiut"-

    Tfj:

    yT

    apelación

    a

    la

    Audiencia.

    ,,Si

    la comrpciOri de

    las

    costumbie,

    el

    lllluJo

    del

    paÍs

    o Ia

    sangre

    de

    infieleí

    era Io

    que

    tlplicaba

    este abandono

    del

    =l§tro,

    no

    era seguro,

    pero

    obüamente

    't[aeseó

    de

    Ia

    libertad

    reina

    aquí

    T.Ychg

    má.s que

    en

    Es-paña".

    Concluía

    advirtiendo

    a los

    ministros

    que

    lbs

    "lrbertinos"

    trataban

    de

    destruir

    todas

    Ias "jerarquías', y que

    si la

    ieresia

    se.guía

    debilitándose,

    se

    yerÍa

    el.peligro

    la

    auior¡aáa

    a"

    É

    iáro"u. r.iaos,

    Lizana

    volüó

    al

    mismo

    tenn,

    diáenáo

    q.ru

    ,,*

    han

    puesto

    muchas

    r,.rlrru,

    sucesivas.habas

    al

    ejercicio

    de la

    iurisdictión

    eclesi¿áshc"

    á"rau

    i"

    *itua

    aur

    IRo

    xvry

    .

    Recordó

    a Madrid.que

    ,,los

    americanos

    han

    sido y

    son

    fieles

    a

    H::

    y3

    -Y

    TI

    *Sio_

    plncifrhrente

    der

    clero

    secutry

    y

    *iirh"..

    ;i q""

    uene

    los

    curas

    üene

    las

    Indias".

    pero

    el ministerio,

    encabrLado

    por

    Manüel

    9:§9dq,

    pa{

    por

    alto.esas

    advertencias

    y

    ;

    ;};rzopo;;"íár

    iü*,o,

    3g1?:^o::I?I.?,t"r

    ta

    riqueza.de

    la.Iglesia

    americana.§

    En

    t8t0

    Miguel

    ruoal8o

    y

    Lost¡rla,

    cura

    de

    Dolores,

    llamó

    a su

    grey

    indígpna

    a

    la

    rebeiíóru

    encendiendo

    así

    una

    insurgencia

    en que

    el

    cle"ro

    áriolb"a;empen".il

    ulpapel

    principal.

    xxrr.

    uN

    vrAIERo

    crENTÍFrCO

    §.{G[

    MpOg

    t892,

    el

    arzobi:99

    a

    -C-orona,24

    de

    octubre

    de

    180]

    AGL

    México

    2256, et

    arzobispo

    a

    la C-orona

    10 de

    abril

    de

    tg(D.

    I

    EN

    1802,

    Alexander

    von

    Humboldt

    $769-185»

    subió

    al monte Chimborazo,

    Ilegando

    a

    -una

    alti-tud

    de

    5'90

    metros,

    sólo unos

    300

    metros

    por debaio

    de

    su

    cumbre cubierta

    de

    nieve.

    Tal fue

    una

    hazaña

    que

    siempÉ recordáría

    con

    oryullo,

    llegando

    a

    exclamar más

    tarde

    'Toda

    ini üda

    he

    imaginado

    que

    entre todos los

    rnortale

    yo

    fui

    aquel que más

    alto

    subió en el muñdo:

    quiéro

    decir, a

    las

    laderas

    del Chimborazo."

    Aunque

    él

    y

    sus compa.ñeros

    sufiieron

    el

    frío paralizante

    y

    el aire

    enrarecido,

    hicieron

    óbservacioñes

    baronrrétricas,

    ry99r9*-"

    muestras

    de

    rocas,

    verificaron los límites

    de

    la

    vegetación

    y de

    Ia

    üda

    de

    los

    insectos

    y

    demostraron que

    las

    mediciones

    de-La

    Condamine

    eran

    imprecisas.

    Sólo

    dos

    semanas

    antes,

    Humboldt

    había

    subido al

    pichin-

    cha, volcán

    aún

    en actividad, cercano

    a

    la

    ciudad

    de

    Quito,

    asomándose

    audazrnente

    a

    su

    cráter

    {rorlar,

    donde

    aún podían verse

    las

    llamaq

    y

    los

    temblores

    de

    üerra sacudían

    sus instrumentos.

    Mientras

    que antes los-con-

    quistadores

    y mendicantes

    españoles,

    habían

    sacrificado

    süs

    üdas

    en bura

    9u

    pl"?

    y de almas,

    ahora

    un naturalista

    alemán

    dedicaba

    sus energías

    a la

    busca

    del

    conocimientol

    -agnllu.e

    conriente

    de que su

    conquista

    inlebctual

    del

    Nuevo

    Mundo le

    valdría

    la fama

    en Eurooa.t

    En7799,

    Humboldt

    llegó

    a

    Cumaná, parl

    emperar allí

    una estancia

    de

    cinco años

    en la

    América

    española, en un

    üa¡e qüe lo

    llevó

    de Venezuela

    a

    Lima, incluyendo

    üsitas a Cuba,

    y

    que

    terminó

    óon una

    permanencia

    de

    1I

    meses

    en

    la

    Nueva

    España.

    En

    su Vaje

    a las regiotrcs equiircciala

    itel

    Nueao

    Co_ntinente

    (1g14-1g19);describió

    s.,

    rriáp

    d

    intórior

    en

    Lra

    prnada

    de

    2

    s00

    kilómetros

    por

    el

    Orinoco,

    en

    que

    atravesó

    los llanos

    sofocántes

    para

    entrar

    después

    en

    los

    bosques

    tropicalés

    de la

    Guayana y

    llegar

    finalmente

    a

    las

    sel-

    vas

    pantano-sas,

    llenas

    de mosquitos,

    en que

    las

    aguas

    del

    río

    Negro,

    el

    mayor

    de todos los

    tributarios del Amazonai,

    desemúcaban

    en

    el

    Oriáoco

    a

    través

    del

    canal

    de Casiquiare.

    Con

    condiciones

    cada vez más hosüles,

    era

    lna ?ory

    fabulosa,

    desolada,

    que

    en

    un

    tiempo

    se creyo

    que

    era

    la

    ubicación

    de El

    Dorado

    de

    Raleigh, y

    hue

    seguía

    siándo

    obíeto'de disputas

    entre

    España

    y

    Portugal por

    la frontera. En una prosa cuidádosamenté

    modulada,

    Humboldt

    se

    esforzó

    por

    evocar'1as

    pintorescas

    bellezaq abiertas

    a

    quienes

    sieltgr-r la

    rnjestad

    de

    la

    naturaleza".Hasta

    nuestra

    época

    hay

    pocas

    éscenas

    e¡r

    la

    literatura

    de üajes que puedan

    compararse

    mn

    la

    errpáóh de su

    llegp-

    da

    a-

    los

    trópicos

    -o

    su primera

    vista de-la

    selva

    tropical, los

    majestuosos

    árboles

    cargados

    de

    gigántescas

    trepadoras,

    qrre

    aparüan

    en

    la

    hiáía

    como

    _1

    Dougles_Botting

    Hyrrtbolilte¡il

    the

    Cosmos

    (l,ond¡es,

    1y731,W.142-l6l;HelmutdeTerr+

    Thelife ,,ulTiñes of

    Abxandet

    oon Hu7/,ü(,l¡1t,1769-lBS9

    Nueva

    yá;k,

    1955), p.

    125.

  • 8/16/2019 Brading, Un Viajero Científico, Orbe Indiano

    3/14

    RECONQUISTA Y REVOLUCIÓT{

    algrin

    inmenso

    tapete

    que

    cubriera

    la

    tierra.

    ¿Qué

    podría

    superar el relato

    de

    su entrada

    en

    la

    vasta caverna

    de Caripe, vibrantes

    sus ünieblas

    con

    las

    alas

    de irurumerables

    aves

    y

    murciélagos

    que nunca

    habian üsto

    la luz del

    día? [a

    repercusión de su

    libro

    puede

    iuzgane

    por este reconocimi,ento de

    Charles

    Darwin:'Todo

    el curso de

    mi

    üda

    se dcbe

    a

    haber leído y releído,

    siendo

    pven

    su Viaie."z

    De

    regreso

    en Euiop+ Humboldt

    se

    estableció

    en

    París, para

    dcdicar

    altí

    las

    dos

    siguientes décadas a

    la

    formidable labor de

    publicar

    Ia masa

    de material

    que

    había

    reunido durante

    sus viaps. Los

    3O volúmenes

    (20

    en

    ediciones

    en

    folio)

    que

    surgieron de su pluma, mostraron una

    garrur

    sin paralelo

    de

    intere-

    se+

    ya

    que

    eshrdios

    ricamente ilustrados

    de

    la

    flora,

    la fauna y la

    geología

    americarras van

    al

    lado

    de

    vastos

    ensayos sobre

    la historia

    azt*ay

    la

    economía

    políüca

    de

    Cuba

    y la

    Nueva

    España.

    Mientras que

    antes

    había

    reinado

    la es-'

    peculación

    acerca

    del Nuevo

    Mundo,

    Humboldt

    aportaba ahora

    una

    copiosa

    masa

    de

    datos

    precisos. De

    un solo

    plumazo,

    quedaba colmada

    Ia

    fisura que

    se

    había

    abrerto

    ente la

    Ilustración europea

    y

    la realidad americana,

    gracias

    a la

    intervención

    de un solo obseryador

    críticrc y

    calificado.

    Sin embargo, nada

    de

    toda esta realización habría

    sido

    posible

    sin

    una

    gran

    riqueza, privilegios y

    un

    talento

    notable.

    Humboldt pertenecía

    a Ia

    nobleza

    de

    Prusia y

    se

    había

    preparado para

    el servicio

    público,

    asisüendo

    primero

    a

    una

    academia

    comer-

    cial en

    Hambu¡go,

    donde

    aprendió

    a maneiar las

    estadísticas oficiales,

    y

    luep

    inscribiéndose

    en la escuela

    de minas de

    Friburgo, donde estudió

    a las

    órdenes

    del

    célebre

    geologo Abraham

    Werner,

    formación que

    después

    le

    valdría

    su

    nombramiento

    de director

    de

    Minas

    en

    Franconia. Pero

    Humboldt

    también

    llegó

    a la madurez

    durante

    el apogeo

    dela Auftlarung,

    florescencia

    polifacética

    de

    la

    filosofía

    y la literatura alemanas,

    que

    superó

    a la

    Ilustración

    de

    Francia

    y de Esmcia

    y que

    dio

    a

    Alemania la preeminencia académica

    en

    Ia

    Europa del

    siglo

    xx. Después

    de

    renunciar

    al servicio

    del

    Estado para dedicarse

    a

    la

    inves-

    tigación científica,

    Humboldt

    conoció a Goethe

    y

    asistió

    a

    las

    conferencias

    de

    Schiller en

    ]ena.

    Su hermano Wilhelm

    von Humboldt tambien

    figuraba

    como

    joven

    estrella

    en

    el

    firmamento intelectual

    y

    después conquistaría

    la

    fama

    como

    esladista

    con

    espíritu de

    reforma,

    y

    como

    profundo filólogo.3 Por

    su

    partg

    Alexander

    üa ó extensamenE,

    examinando estratos

    geológicos

    y visitó

    el

    París

    revolucionario

    m compañía de zu

    amigo

    íntimo

    Geo¡ge

    Forster,

    cuyo

    relato de

    üaps

    con

    el

    capitán Cook

    por

    el

    Pacífico

    despertó su ambición de

    üajar m.ás

    allá

    de

    los

    confines

    de

    Europa.a

    Señalar

    el carácter irxlividual

    de la

    empresa

    de

    Humboldt

    es

    lugar

    común;

    2

    Alexander von

    Hr:mboldt y

    Aimé Bonpland,

    Pasrul

    Narntiw

    olTruoets

    to the

    Equinoctíal

    ReSions

    of

    the

    New Contíflent

    ilwing

    the yars

    1799-18U

    ,

    frad. Helen

    Maria Witliams, facslmil de la

    edición

    de 181&1829,

    7

    vo1s

    en

    6

    (Nueva

    York,

    196f,),1il,

    %,

    12G1M;N,2y3,

    464465;V,

    Z9O, 4W

    497; véase

    también

    GerEude Himmelfaü

    Dart¡í¡ anil ilu Darwi¡ian Rmlutiot

    (Nueva

    York,

    1,9§),p.46.

    3

    Hánno

    Beck,

    Alanndz¡ oon

    Humüotd,

    O¡Iéxio,

    1971),yp.25'1,371; Charle

    Minguet, Alanilre

    de

    Humblilt: historbnet

    gbgnpfu

    de

    l'AncriqueespydelT99-18M(PaÁs,l969l,Wssim.

    a

    George

    Forster,

    A

    ooyage

    mu¡d

    the

    l{orlil

    in his

    BritccmiC

    lvbiesty's

    fup Rcxlution

    connwtil¿tt

    by C-aptah

    lanw

    bú.

    duriag thc yars

    1772-7775,2

    vols.

    (I,qrd¡es,

    1777); Alqand*it von

    Humbddt,

    As;rys of Nature

    in

    Diffuent lands anil Difrmrt

    Clittutes,

    2

    vols.

    (londres,

    18$),

    II, 30f .

    uNVrAJEROCrrnrrfnco

    Abxanderoon Humbolilt

    555

    tf¡''

    {lh.d

     &;:"

    #

    qha*.

  • 8/16/2019 Brading, Un Viajero Científico, Orbe Indiano

    4/14

    RECOT\¡QI.IS,TA

    Y

    REVOI,UCIÓñ¡

    es

    eminenterrente

    psto,

    y

    sin

    emba¡go, profundarnente

    engañoso.

    Cierto

    es

    que,

    mientras

    las

    grandes

    erpediciorres

    científicas

    de esta época generalrnen-

    te

    eran

    financiadas por-los

    gobiemos,

    el

    barónprusiano

    gaitó

    una

    gran

    parte

    cle

    zu propio patrimonio

    m

    un

    viaie

    e-n

    que

    sólo fue acompañado-por

    fumé

    Bonpland,

    botánico franoés.

    I,os resultados

    publicadosde

    süs

    via¡e='puaieron

    compararge

    favorablemente

    con los rcgistios

    de las

    exploracioneé navales

    británicas

    del

    Paclfico

    y

    de

    las

    descrilpciones franceüs

    de

    Efrpto.

    pero

    Humboldt

    atravesó un Imperio ya

    es-tabteciao

    hrgo

    tierrpo

    ádás;

    fue

    a

    América

    por

    recomerxlación

    ile

    h

    eorona

    espa.ñola;

    eicontnó'una

    entusiasta

    bienvmida

    de

    los

    funcionarios

    reales

    y

    de É

    élite

    cnollr..

    Adernrás,

    üsitó

    el

    Nuevo

    Mundo

    en

    un

    momento

    prop:icio

    de su historia:

    50

    años

    antes

    o

    9*p,"fr

    "g.hub"?

    Iogrado

    recabaf

    taritos

    datos en

    bruto

    de todos

    los aspec-

    tos de Ia

    üda

    en América.

    como

    salieron

    las

    cosas, er

    efecto

    simurtánm

    de

    Ia

    revolución

    borbónica

    del gobierno y

    de

    la

    llustración

    espa.ñola había

    creado

    condiciones.ideales

    para

    zu empresá.

    Ya

    en

    el

    último

    decénio

    del sigto

    xvur,

    la

    corona

    había

    enüado

    a unos

    eipertos

    mineros

    alemanes

    a

    Mexico"y

    ar

    perú,

    y

    muchos

    de

    estos

    hombres

    aúñ

    se

    encontraban

    en el Nuevo üríndo,

    dis.

    puestos

    a

    ayudar a

    su

    brillante

    compatriota. Asimismo,

    Humboldt puso

    sus

    üalentos

    al

    servicio

    del

    Estado

    borbónico, y

    Ia

    facilidad

    misma

    con

    {ue

    cola-

    boró

    con los

    funcionarios

    locales

    es

    "n

    nóríena¡e

    a

    su

    experiencia

    de-servidor

    de

    una-monarquía

    absoluta.

    cuanrco exploró los

    úlümos'e¡rtrcmos

    del

    orino-

    co,

    recibió toda

    Ia

    ayuda.posible

    de

    misio¡eros y

    ftmcionarios

    de los

    lugares,

    y

    a_

    cambio

    él

    comunico

    los

    resultados

    de sus

    óbservaciones

    sobre

    la iongi-

    tud

    y

    la latitud

    (que

    mostraban

    que

    Portugal

    había

    avanzado

    mucho

    mZs

    allá

    de las

    fronteras

    aceptadas)

    al-gobernadlor

    de

    caracas, para enüarlos

    a

    Madrid.

    En

    la

    Nueva-España,

    e-l

    virrey

    |osé

    de

    Iturrigaray

    encargó

    a

    Humboldt

    trazar un

    mapapreciso

    del reino y

    compilar

    cuad"ros

    átaaistiós

    de

    la

    población

    y la a«iüilad

    económica,

    lo

    qie

    dedpués

    Humboldt

    publica-

    ría

    en

    forma

    amplificada

    en

    París.s

    En

    todo, ülro

    eli

    sus obras

    estrictarnente

    científicas,

    Humboldt

    actuó

    como portavoz

    de

    Ia Ilustración

    borbónica,

    el

    *rlilf

    aprobado,

    por

    decirlo

    así,

    a través

    del

    cual

    las investigaciones

    colecüvas

    de toda

    una

    generación

    de funcionarios

    reales

    y

    sabioícriollos

    fueron

    transmiüdas

    al

    prlbtico

    europeo,

    estando

    asegurada

    íu

    recepclon

    poi

    el

    prestigio

    del

    compila-tor.

    En

    s:tviaie,

    Humboldt

    atestiguó que

    la América

    española

    ya rn

    consistía

    en

    Ios.dos

    grandm

    reircs

    dePeñ

    y dé

    Ia Nueva

    Españá:

    para

    íat0nabia

    surgido

    todo.un

    circulo

    de

    proüncias,

    ¡ue

    en

    un

    tiempó

    fuerán

    simpres asentañen-

    tos

    de

    frontera,

    corrn

    zo-nas

    añora

    importantbs

    de

    pobración

    y producción

    para

    las

    e-x-portaciones.

    con respecto

    á

    venezuela,

    Érangois

    Éons,

    en

    su

    rela-to

    publicado

    en 1806,

    ya

    liabía

    descrito

    con

    considerable

    deialle

    el

    establecimiento

    de la

    c-apitanía

    General

    de

    c-aracas

    aTTZZ y

    la

    consiguiente

    5

    Hurnboldt,

    N¿natíoe,Y,

    473;

    B*.,

    Hunrbldt,

    p.

    13g,

    1Sg,

    Tg3ilgi, 222-22g.

    r;N

    v¡AIERo

    clshnfnco

    intoducción

    de una Audiencia, un

    conzulado,

    un

    intendente

    y regimientos

    de

    milicia.6 En

    lugar

    de

    repetir

    esta

    gama

    de

    inbrmación,

    ffuniUolát

    decidió

    no

    inserüar

    ninguna

    descripción

    de

    C-aracas

    sino

    que

    en

    cambio

    conrená

    cpn

    zus impresiones

    del

    circundante

    valh

    del Aragua,

    Értil

    distrito en

    que

    se

    cul-

    tirnban

    la

    caña de azÍrear,

    el

    caf4 el cacao

    yel

    algodón. Para

    entbnces,

    Las

    ocportaciones

    que pardan

    de Venczuela

    estaban

    valuadas

    en cinco

    millones

    de

    peos

    anuales,

    y

    la

    población

    comprendía rmos

    750

    0(X)

    habitantes,

    ciáIqrlo

    un

    tanto

    balr,

    pues

    otsos

    observadores habían hablado

    de cerca

    de

    900

    0([.

    Humboldt

    se

    sorprendió

    al descubrir

    que

    muchas de las grandes ptanta-

    ciones

    arrendaban

    o(tensas

    parcelas

    a

    una

    nurrcrosa

    clase dé

    mulatos

    libmes

    y

    blancos pobres,

    muchos

    de

    los

    cuales

    trabafrban

    por

    una

    temporada

    para

    sus

    terratenientes.

    Estos_campesinos

    pobres

    generalmente

    plantaban algodón

    yañil

    delando

    las

    cosechas rirás

    lucrátivas,

    ól

    cacao

    y

    la ceina de

    azúcaí

    a

    hs

    pla-ntaciones,

    cuyos

    propietarios

    habían

    importado

    grandes

    números

    de

    esclavos del

    Africa. Para

    el primer decenio

    de

    1800,

    estos

    esclavos

    eran

    por

    lo

    me-1os

    60

    ffi

    y,

    segrln las estimaciones,

    fornuban

    ent¡re el 6 y

    el lSVo-

    de

    la

    población:

    su subsistencia

    dependía de que

    cosecharan

    planÉs

    alimenticias

    en

    parcelas

    que

    se

    les

    habían

    cedido

    con

    ese propósito.

    eon mucho, la

    cose.

    cha

    nuás lucraüva

    era

    el

    cacao:

    dos

    terceras

    partes

    de

    lo

    que

    se consumía en

    Eurcpa p,rocedían

    de

    Venezuela,

    y

    este

    comercio

    había

    formado

    la

    base

    de

    la

    prcsperidad

    de la

    aristocracia

    local.T

    Tanto en

    sus relatos

    de

    üaies

    corrro

    en

    ans

    ,Aspatos

    de

    Natumlan

    (1W7),

    Humboldt

    planteó

    e

    concepto

    de

    unas

    regiones

    geográficas

    claramente

    definidaq

    contrastando los fértiles

    valles

    altos de

    Aráguá

    con

    los

    Llanos, las

    vastas llanuras

    del

    interior

    de

    Venezuela,

    que él

    compáró

    con

    las

    llanuras de

    la

    América

    del

    Norte, las

    pampas de

    Argentina y las

    éstepas

    del Asia

    central,

    comentando

    la

    extraña semeianza que

    existía entre

    estas üeras de pastoreo y

    log

    graldes

    desiertos

    del mundo.

    los

    Llanos

    servían de

    refugio

    a

    bandidoá,

    habitualmente

    mulatos y

    negros,

    "que

    asesinaban

    a

    los blancos

    que

    caían en

    sus

    manos". Allí

    podÍan encontrarse

    grandcs hatos

    de ganado,

    oiyos

    propie.

    tarios rara

    vez

    conocían

    sus

    números

    con alguna

    precisióu

    especiaimente

    porque

    muchos

    de

    ellos

    eran

    analfabetos

    y

    üvíanen

    las condiciones

    más

    primitivag

    dependiendo

    de

    unos

    cuantos-esclavos

    o

    mulatos libertos

    que

    cuidaran sus

    reses.

    En

    realidad, Humboldt

    conoció

    a un

    estancicro,

    poseedor

    de

    unos

    100

    900

    pesos,

    que aún

    rnontaba dcscalzo

    a

    caballo.

    Io

    que

    clara-

    Trente

    surge

    $e

    su

    descripción

    es

    el

    grado

    en

    que

    los

    Llanos

    habíanempeza-

    {o

    1

    ser o

  • 8/16/2019 Brading, Un Viajero Científico, Orbe Indiano

    5/14

    558

    RECONQUTSTA

    Y

    REVOLUCTÓi.¡

    formaban

    una

    vásta llanura cubierta de

    dcnsa

    vegetación alimeartada por

    el

    fllú

    superabundante

    de las aguas que

    bairban de los Andes,

    le

    pareciáon

    a

    Humboldt

    una zona

    económicarEnte

    inerte.

    Allí

    el

    problerna

    en

    la

    autori-

    dad que

    ejercían

    las misiones

    de

    mendicantes.

    Aunque

    tuvo

    cuidado

    de

    reconocs

    la ayuda

    que

    había

    rc{ibido de estos

    frailes

    españoles, deploró

    el

    durc

    trato que

    daban a

    los

    indiog

    observando

    que

    a

    nrnudo apaleaban a

    los

    natu¡ales

    por

    delitos insigniñcantes.

    El

    efe$o

    de

    las

    misio¡res

    era

    robar

    todo

    espíritu

    o independencia

    a los

    indios que, una vez convertidos,

    caían

    en una

    inercia

    total.

    Ademiás,

    afirmó

    Humboldt,

    los frailes

    exduían

    a

    otros.olonos

    y

    conrerciantes

    de

    los

    considerables territorios

    qu€

    dominaban, y

    sin embargo

    no alentaban

    a

    sus

    neófitos

    a

    dcdicars€

    a

    la

    agricultura.

    Aí, su monopoüo

    y

    despoüsrio

    obstruían

    todo

    progreso

    económim,

    lo que llevó

    a

    Humboldt

    á

    concluir que

    "la

    débil ciülización introducida

    en nuestros días

    por

    los

    moñ-

    jes

    españoles

    sigue un

    curso retrógrado".9

    Erribiendo

    en rehosp€ctiva,

    en

    una

    época en

    que

    Venezuela estaba

    diüdida

    por

    una

    guerra

    civil, Humboldt

    confeso

    sin

    ambages gue no habia

    ¡eco¡rocklo

    lo

    profundo

    y

    difundido que

    estaba

    el

    desÉ'o

    de

    independencia,

    especialrnen-

    te porque

    durante su visita

    las clases acaudaladas

    habían

    expresado

    sus

    temores

    de

    que

    alguna

    rebclión

    pudiese

    provocar

    un levántamiento

    de

    erlavos

    o un

    conflicto

    étnico entre los

    blanms y los sector€s 'tolo¡eados"

    de la población.

    La cruel matanza

    de

    plantadores

    ftanceses

    en Santo Domin-

    go,

    qle

    siguió a la

    liberación

    de

    sus esclavos,

    aún los

    obsesionaba. [^o

    que

    rniás

    impresionó

    a Humboldt

    fue

    el

    espíritu

    de

    igualdad que

    reinaba

    entrc ios

    criollos,

    observando

    que los

    blancoi pobres

    se considéraban socialmente

    iguales

    a los ricos

    y

    educados,

    pues

    "el las colonias

    el

    ve¡dadero

    timbrc

    de

    nobleza

    es el

    color de Ia

    piel".

    Al misrno

    tiempo,

    obEervó lo difícil

    que

    era

    Para

    los

    españoles

    que üvían

    en los

    trópims conservar alguna idea;Éral

    de

    Europa,

    de modo que

    aunque

    Caracas

    y-La Habana

    parecñn

    más

    enteradas

    de los

    ¿L'ontecimientos

    de Europa

    que

    México

    o

    Lima, las incongnrencias

    a

    menudo

    eran asombrosas,

    corro

    en una ocasión

    en

    que

    üo a

    un

    propietario

    de

    plantaciones

    con el

    Raynal

    en

    la

    mano, ordenar qúe

    un

    esclavri fuese

    azo-

    tado- por

    algún

    delito insignificante.

    Para los

    españóles de ArÉrica

    solo ha-

    bÍa dos

    acontecimientos

    en

    su historia:

    la conquüta,

    que

    condenaban

    por

    sus

    crueldades, y

    la lucha por

    la

    independencia.

    Pero

    ál

    rechazar

    su

    harencia

    española,

    los criollos

    estaban

    en peligro

    de

    perder

    su

    identidad cultural, ya

    que'1as

    colonias no

    tienen

    ni historia

    ni Iiterátura

    nacional"

    v

    de

    hecho

    ,tán

    ierdido

    su individualidad

    nacional".r0

    Si Humboldt

    ofreció un

    vivo

    retrato

    de

    Venezuela,

    solo

    erribió

    unas

    cuan-

    tas letras

    acerca

    de su

    experiencia

    en Nueva Granada,

    Quito

    y Perú.

    Su

    mayor

    sorpresa

    fue la

    difusión del

    conocimiento

    científico, eartonces invaria-

    blemente

    llamado

    "la

    nueva

    filoso6a".

    Tal

    era su

    rcputación

    que

    al llegar a

    Bogotá,

    el virrry,

    arzobispo

    Caballero

    y

    Góngora,

    ie

    envió

    slu

    carroá,

    de

    e

    Humboldr,

    N¿r,¿ri*,

    Iv,

    s32-534

    V, 7

    4,

    1

    61,

    2?+238.

    r0

    lbid.,l, 292-294;

    IIl, 472-478;

    Alexander

    von HumboldL

    Ct ts eñaicrnos, ed.

    c]¡ta¡]l€x.

    MingueL

    BA

    74

    (Caracas

    ,1,W),

    pp.69,275-

    rjN

    vtArERo

    oE\¡TfFrco

    559

    mdo

    que

    él

    y Bonpland

    pudieron

    ser escoltados a

    la

    ciudad €ri

    la forrna

    apropiada.

    Allí fue recibido

    por

    lose

    Celestino Mutis,

    distinguido

    botánico

    español,

    quien pese

    a su

    avanzada dad se dedicaba todavh a

    p¡eparar una

    edición

    ilustrada

    de su

    extensa colección

    de

    especímenes

    de

    pla¡tas,

    que

    libremente

    permitió

    cons¡ltar

    a

    Humboldt.

    Si

    et

    viaiero

    prusiano ericontró

    muy

    de

    su

    gusto

    la sociedad de

    Bogotá y

    de

    Q{¡ito,

    pasando varios m€ses en

    esta

    última

    ciudad,

    por

    conúaste

    le

    diqgustó

    rnarcadamente

    Uma,

    y lleSó

    a

    cúmentar que

    poseía

    poca

    üda

    cultural digna

    de

    ÍEnción.

    Mientras

    que en

    Caracas

    los ricos terratenientes a

    menudo

    di$rutaban de

    rm ingreso de 3O 000

    pesos,

    en

    la

    capital

    peruana

    era

    raro

    errconEar alguic'n con

    nriis de

    l2 00

    Pesos

    anuales,

    y

    en

    realidad muchas familias

    estaban

    completamente

    amrinadas.

    Además,

    el desierto

    que

    rodeaba

    la

    ciudad

    la

    aislaba

    del pals del

    que

    era

    osteraible͡ente

    la

    capital,

    hasta

    tal

    grado

    que

    Humboldt exda¡ró:

    "I-irna

    est¿i

    rnás leirs

    de

    Peni que Londres... no puedo estudiar el Perú en Lima."

    En

    efecto,

    la

    Ciudad

    de

    los Reyes había

    perdido

    su anterior

    pr€eminencia

    en

    la

    América del

    Sur, y

    capitales

    mmo Caracas

    y

    Buenos

    Aires rnostraban

    mayor

    ütalidad.rl

    En

    su

    rí,ltimo

    volumen de

    üap,

    publicado

    en 1821

    Humboldt

    presentó

    un

    "ensayo

    polÍtico"

    sobre

    Cuba, en

    que

    acumuló una

    gran masa

    de datos sobr€

    la

    industria

    del azúca¡,

    y

    la

    esclaütud.

    Gracias en

    gran parte a

    sus

    florecien-

    tes

    exportaciones,

    la

    población de

    la isla

    había aumentado,

    de

    170

    00

    per-

    sonas en 1775 a miís de 600 m0

    m

    1811. Para

    entonces,

    Habana tenía

    96 000

    habitantes,

    casi

    el doble de

    Ia población

    de Lima,

    y

    en la ArÉrica

    española úlo era segunda

    de

    la ciudad de

    México.

    [¿ causa de este súbiio

    desarrollo fue

    la re 'uelta

    de esclavos

    de

    Sant¡o.

    Ebmingo que intern¡mpió

    la

    producción azvcai¡era

    en

    esa

    isla, haciendo que huyeran los

    pLantadores,

    muchos

    de los cuales

    se

    habían

    refugiado

    en

    Cuba.

    Era

    esa

    isla

    española,

    más

    que las posesiones briuánicas de

    las Indias

    Occiderrtales,

    la que había apro-

    vechado

    la oportunidad del

    mercado:

    sus

    plantadores

    importaban números

    sin

    precedente

    de

    esclavos

    de

    Africa,

    introducían nuevas

    cepa.s de azricar

    de

    Tahití

    e

    invertían

    grandes

    cantidades en maquinaria

    para ¡efinar azúcar,

    incluyendo

    miáquinas de

    vapor.

    El

    resultado habfa

    sido

    uru rápida

    o(pansión

    de la

    producción.

    Humboldt

    se

    tomó trabaps para observar

    que

    nada

    de este

    desarrollo

    habrÍa sido

    posible

    sin

    un

    súbito auge de

    la importación

    de

    escla-

    vos,

    que para

    1810

    integraban una terc€ra parte

    de

    la población de Cuba. Las

    condiciones

    variaban de

    una

    estancia a

    oha,

    pe¡o

    en

    general

    los erlavos

    varones

    superaban a las

    mujeres

    en

    proporción

    de cuatro

    a uno, y "hay

    plantaciones en

    que quince

    a dieciocho

    por

    ciento

    perecen

    anualmente":

    prueba

    de su brutal explotación.

    Humboldt

    comentó

    que

    era un sofisma

    cúmparar

    la

    condición

    de un esclavo con la de un siervo o

    un

    campesino,

    afirmando

    que

    '1a

    erlaütud es sin

    duda el

    rnayor

    de

    todos

    los rnales

    que

    afligen a

    la

    humanidad". Al

    mismo

    tiempo, descubrió

    que

    Cuba

    difurfa

    pro-

    frmdamente de las Indias Occidentales británicas en

    que

    dos te¡c€ras

    partes

    fl

    Hr¡mboldt, C¡rlas

    ¿r,ríc¿rus,

    W.8lt07;

    l,¡cn tiu,l,23}?34; Bn,¡¡ing, HuñWlt¡,

    W.712-

    lU; Rɧk, I

    li.''tboldt,

    W.

    191206,

    218-219.

  • 8/16/2019 Brading, Un Viajero Científico, Orbe Indiano

    6/14

    560

    RECOi¡QTJISTA

    Y REVOLUCTów

    de

    ¡u

    potla$$

    consistían

    en

    criollos, mulatos

    y

    negros libr€s,

    mientras

    que

    gn

    Jamaica

    los

    libertos sólo intqgraban

    una quinta parte

    de sus hatitantes

    Conr

    en

    Vmezuela,

    eran los

    pcdeños

    campeims tós

    que

    ct

    ltivaban

    tabac§

    y

    producían

    alimmtos para las

    ciudades,

    arm

    si

    Ia isla

    riependh

    de los

    Esta-

    dos

    Unidos para

    obhrier

    harim

    barata.

    Aunque

    Humboldt

    obsernó

    que

    .en

    Flabana

    la

    g€nte

    er¿

    la mepr

    informada

    de b

    política

    de

    Eu¡of¡aL',

    fue

    claro para

    él que

    el hecho de que los plantadores

    oiollos d€pendieán

    de

    la

    esclaüh.¡d

    les

    impedía

    mantener

    algrÍn proyecto

    de

    independencia.l2

    m

    Para

    disipar

    la niebla

    de la especulación

    buffoniaru

    que

    aún envolvía

    el estu-

    dio de

    América,

    Humboldt

    adquirió

    y üati

    con naila

    nrenos que

    36

    de los

    últimos

    inshumentos

    hechos

    cliL t aríí, qud

    le

    permitieran

    hacri

    observacio-

    nes

    sobre

    latitud,

    longitud,

    altitud,

    temperatur¿

    p,resiOn

    ae aire

    y

    variaciones

    magnéü_Gs.

    Sus

    gráficas

    que

    muestran las

    líneaa isotérmicas

    y'sus

    r€gistros

    de las

    fluctuaciones

    magiréticas

    constituyeron nuevos

    comiénzos

    de

    estas

    nacientes

    ramas

    de

    la

    ciencia.l3

    Asimismo,

    r€cabó

    muestras

    de

    rocas

    de los

    diversos

    te 'renos

    que

    üsitó,

    anotando

    cuidadosamente

    su ubicación

    estrati-

    gráfica._Por -su

    parte, Bonpland

    analiá

    los

    recursos botánicos

    y

    acaM por

    enüar

    45 caias

    a

    Pa¡ís,

    que

    contenían

    6 00

    especies de

    plantas.

    MedianÉ

    h

    combinación

    de medición

    pr«isa

    e

    ilustraciói

    exacta, basado

    todo

    ello en

    observación

    personal,

    Humboldt

    conquistó

    su

    r?utación

    de naturalista.rl

    [a

    gran

    cosecha

    de hechos

    verificados, y

    no

    el

    planteamiento

    de

    alguna teoría,

    constítuyó

    su

    principal

    mntribución

    al

    conocimimto,

    realización

    derivada

    dütctarnente

    de

    su concepto

    del método

    científico

    como

    ,,el

    arte de ¡eunir

    una gran profusión

    de

    hechog

    de

    ordenarlos

    y

    de elevarlos

    por

    ¡nedio

    de la

    inducción,

    a ideas

    generales'.

    En

    realidad,

    en

    ún mornento

    eri

    que

    aún

    estaba

    en

    pie

    la

    dirusión

    entre nE)tunistas

    y vulcanistas

    sobre

    si

    la inkuhridad

    de

    Ia'l'ier¡a

    había

    sido causada

    por

    el

    lerto

    estancamierto

    de

    las

    aguas primor-

    diales

    o por una

    erupción

    voicánica,

    Humboldt

    decidió eütar

    tdáa aiirusión

    de-

    "el

    origen de

    las

    cosas", arguyendo gue

    la tar€a

    del científico

    era des-

    q¡brir

    '1as

    leye+e

    la

    naturaleza"

    que

    goúemaban

    la

    operaeión

    uníforrne de

    los fenó¡nenos.

    Como

    homerraie

    a

    eite

    frirripio

    newtoniano,

    declaró que

    ,,la

    filosofia,

    nalural...

    no

    se ocupa

    en

    la investigación

    del origen

    de

    los

    seres,

    sino de

    las

    leyes

    segin las

    cualcs

    están

    distribuidos por

    el

    g1obo,,.

    Al

    mismo

    tiempo,

    acEptó

    la tesis

    de su época

    de

    que

    eran el

    clima

    y

    el nredio

    fsico

    los

    12

    Hr¡mboldi,

    tüz¿riDa, Vll,

    25.8, 9)

    116, 14+1*,

    261-265.

    .-1r

    Pará u¡a

    listá

    de tnstlú'|entoé, véase

    Huthbol di,

    N,''{rtiü,L3+/f/;

    ámbiár

    )ullÁn

    Adem,

    ll_rllnbold

    y

    la

    geofieica",

    en

    Márirrnne O

    de

    8([rE,.t

    el, En§,4Jos

    ebt¿ Hl¿rnboldt

    o,érd(r,,

    1962),

    pp.

    r&55;

    Bottin&

    Huñbidt,W.2ú,2 A.

    -

    t'.BÉfI,_

    Hurnddt,

    pp.

    235-237;

    Humbotdt,

    Ctrbs arncr¡canes,

    pp_

    39-4t;

    Bá¡bara

    Maria

    Slefrord,

    We$

    into sybstancr.

    Art,

    ki.ncc,

    Natuft

    .nd úe nrctrar¿C'iúú

    Ac(r/unt

    1760-1?140

    (Cáribridge,

    Mass.,

    1984»

    pp.

    9-93.

    uN

    vtAJEno ctE{rfFlco

    5ót

    gue

    deEnninaban

    qué forrnas de vüa

    PrúsP€rában

    o o¡á¡es

    * fnarchitaban

    á

    cl¡alquier ftAión"

    irdu¡,endo

    bair

    esb nrbro

    el

    su¡gimie'nto

    y

    la

    decadm-

    cia de la sociedad

    hurnana.s

    F-¡ stt Etlr¡aw

    ¡rrbre h

    g@Srsfía

    .le las

    pbrúG

    (186»

    Humboldt

    Pr€sen6

    una

    maSnífica

    pláca

    dd monE

    Chimbo¡azo,

    culr¿s eetribaciones

    estaban diüdi-

    das

    en cinco estrabo

    ascendienE

    En

    cada

    nir¡el,

    of¡eció funraciones

    de

    altitu4

    temp€mtura,

    hur¡edad

    y

    p¡esi6n

    del aire,

    y

    cuidadcarnente

    enu-

    meró

    los

    divetsos tipos

    de vetetaci¿tn

    y

    la

    vida anirnal

    que

    se

    €ricontraban

    m

    aquellas

    alturas.

    En

    es,lÉ

    m€dio la altihrd

    y

    la calidad del suelo

    su¡gírn corno

    determinanEs

    ctave

    de

    la

    distribución

    de

    las

    formas de üda.

    Aquf

    Pu6,

    €ncsntranos

    rm

    audaz

    intenQ

    para

    oftscer

    una descdPción total

    de

    ún

    Para-

    ie

    particular,

    un adelantado msayo

    de análisis ecol6gico, cu¡ra

    importarcia

    iro serla captada

    plenanrnte

    por

    los geógrafoo

    hasa

    hace poco ti€mPo.

    Perc

    en eserri4

    fue rm

    acto de

    coE€la€ión

    descriptiva

    que ro

    lngrÚ dar

    una exPli-

    cación causal a

    los ferúmmos

    que

    describh.l6

    Aqul,

    el

    pmbhrna

    se d€rivaba

    de

    los

    principiog

    mismos de

    la

    cierria

    natural,

    F¡eg

    Humboldt ciqtarrEnte

    logró dernosüar

    que

    el rrgistro

    geológico

    dd

    Nuero Mundo

    npstraba casi

    la§ misrnas

    forrnaciones rocosas

    y la

    efatigrafü

    que

    se enaontraban

    €ri

    \lteF

    Mundo.

    Adernás,

    una vez

    bmado

    err

    crre

    a d

    caráct€r

    clirnáüco

    de

    regiones

    particulares,

    mtonc€s

    podfan obs€rrarse similitude

    notables con

    r€specto á la

    distribución

    de la

    fbn

    y

    de

    la

    far¡na en ambos

    hemisfurios.

    I¡opiri*

    d"

    tur mesetas

    y las

    palmeraé

    tmpicales se encontrab.n

    Por

    todo el

    globo.

    Sin eriüargo

    pe€e

    a su insistencia €n

    que

    '1a

    foñu de

    la vida oEani-

    -zúa

    varla de acuerilo

    cnn

    el clirna",

    Humboldt hubo

    de

    reconocer

    que la

    "ar6lo8l,a

    de los dimas a

    rrrrrudo

    se ericu€ntra efi

    los dos conün€rih

    sin

    idmüdád de

    productión",

    es

    decir

    que

    hs

    plantae

    y

    los animales del Nuevo

    Mundo

    con

    fnruencia diferlan nrarcadarnente

    de

    los

    que

    se

    encontraban en

    rcgiorrs similares del

    Viep Mundo. Al

    no poder

    €nconha¡

    una exPlicación a

    estas

    difurencias

    llegó

    a

    la conclusión de

    que

    "las

    €ausas

    de la distribudón

    de

    las

    espeqies...

    se

    ericuent¡an

    enht el

    nllíso de

    mist€rios

    que

    no

    Pude

    $ri-

    dea¡ h

    filosofía natu¡a1."17

    En

    efec'b,

    la ac?tación

    por

    Humboldt del

    Para-

    digru

    newtoniano de

    que

    el

    p,ropósito

    de

    la

    ciemia

    era

    descr¡brir

    la op€ración

    uúforme

    de

    leyes

    ruhrrales,

    le impidió

    toda

    apliGción

    dd método

    hist&ico

    al

    pmblerrra

    de

    la

    distribución

    Sólo con

    la

    pubücaciln

    de

    El

    oigen

    de las a-

    wii6

    (18591de Cha¡les

    Darwin,

    firalmente

    llegó

    la percaución de que las

    varirciones

    de

    hs

    species

    se

    deüi¡n a

    la

    deaeridemia

    y

    a la selecc in

    natu-

    ral.

    Si

    las

    plantas

    y

    los ani¡rrales del

    Nuevo

    Mundo

    diferían

    a ¡rEnudo de s

    equivalmtes

    de

    ohas

    paftes

    del

    globo,

    ello

    era

    debido

    al gran

    "hecho

    his6ri-

    co".de

    la

    deriva cpntinental

    y la

    operación

    de la shcción natural a tsavés

    de

    ts

    W,H,,t úoldt,

    p,396;

    Hümboldt, N¡''diE,lll ü6;

    v,

    f

    80

    W

    392.

    16

    Alen¡det

    vqr Hr¡¡rbotdl 'Es¡l sur l.

    géoar.phl¿

    d€.

    plÍrtes', publtcado

    cúlo

    lóy¡8.

    de

    lt,,,tthdü

    a P,ay',r,tt- P¡arj,'¿ Púli.

    (Púli,l8O7),

    F in;

    Éóe t flbtéñ M.¡g¡rit¡

    Eo$,Ee

    F,Aii*n

    aa ag@ti,lTlorth,ltur,

    P',,,tcb

    bn

    b

    Ale¡uL"

    út l:Id4r,ú,trta

    (Crñü,rld8e,

    t%t),W./21W.

    u

    Huñboldt EÁr4i

    sr,r b

    gbgnÍti., p.

    79:-

    Núlrtiú,

    W

    193195;V, 1§-189; Asl.cat

    of

    N.ú¡tr,

    L

    I&15.

  • 8/16/2019 Brading, Un Viajero Científico, Orbe Indiano

    7/14

    562

    RECOT¡QUISTA Y

    REVOLUCIÓ

    r

    los

    siguientes

    milenios.

    Como

    Humboldt

    trató

    de

    hechos y no

    de

    teoías y

    se

    basó

    en un paradigma

    de explicación científica que pronto quedaría

    caduco

    en

    geología,

    zoología y

    botínica,

    rara

    vez

    se le

    encuentra en alguna

    historia

    gmeral

    de la ciencia.lE

    El

    grado

    en

    que

    la

    aceptación por Humboldt

    del determinismo

    clirruitico

    influyó

    sobre

    su

    mterpretación

    de

    los

    fenómoms

    puede

    verse

    con

    la

    mayor

    da¡idad

    en su anáüsis

    de

    la naturaleza

    y las realiáciones

    de

    los

    habitantes

    aborígenes del

    Nuevo

    Mundo.

    Partiendo

    de

    la

    pr€misa de

    que

    "la

    civiliza-

    ción

    de

    los pueblos

    esÉ

    casi constantemente

    en

    Éroporción

    inversa a la ferti-

    lidad

    de

    los suelos que

    habitan",

    arguyó

    que

    la

    ariilez

    misma

    de las tierras

    altas

    de

    América

    había

    ¡mpelido

    el itésarrollo de

    las facultades morale

    de

    los

    indios

    andinos

    y

    mesoamericanos,

    que

    llqiaron a formar "una

    cidtura

    similar a la de

    China

    y

    JaÉn";

    por

    contraste,

    "la

    fuerza

    de

    la

    vegctación

    y

    la

    naturaleza

    del

    suelo

    y

    el

    clima dcntro de la zona tórrida... perpeñian

    la núse-

    ria

    y- la-

    barbarie

    de

    liordas

    solitarias". En efecto,

    el surgirñie;to

    dc¡ salvaiis-

    mo de la

    selva y

    de la

    civilización

    de

    la

    meseta, basadosá

    uno

    en

    la

    caza

    y

    la

    otra

    en la

    agricultura,

    era

    determinado

    por la

    respuesta de

    los

    indios

    a su

    medio

    nah.Úal.

    Aquí, la

    diñcultad

    consisth

    en ubicár el mecanismo

    del

    cam-

    bio

    cultu,ral,

    pues

    como Robertson lo

    había notado de tiempo

    atrás, ta

    etapa

    interrnedia

    entrc la

    cazá

    y el pastoreo ---€l

    cuidado del

    ganaito-

    brillaba

    pbr

    su ausencia.

    Esta

    deficiencia

    llevó

    a

    Humboldt

    a

    concluir

    que

    "en

    el Nuevo

    Mundo

    en

    vano buscamos

    este

    progresivo desarrollo

    de'la

    civilización...

    estas

    etapas en la

    üda de las ¡raciones".

    En

    cambio, todo

    lo

    que podía

    obser-

    var

    era un rnarcado

    contraste entre la

    ciülización y

    el salvaiismo.l9

    ?ese-a s]'

    anror

    a

    Pablo

    y Virginia,

    de Bernardi¡io

    de St.

    Pierre

    novela que

    gelebraba

    11

    benigru

    influencia

    de los

    kópicos

    sobre

    el

    carácter

    moral

    de- la

    humanidad,

    Humboldt

    üo pocas

    cosas

    qúe

    admirar

    entre

    los indios que

    en-

    contró

    en

    su viaje

    a

    través

    de la

    Guayan4

    y

    en

    un punto

    exclarú:

    "Cuán

    difícil

    e

    reconocór

    en esta infancia

    deia

    socíedad, en'esta reunión

    de

    indios

    embotados,

    silencioGos,

    inanimadog

    el carácter

    primiüvo

    de

    nuestra

    especie.',

    En realidad

    confeso que

    los en€ontraba

    físicainente

    horribles y

    que

    iir,

    ,*.

    mordimiento

    podía

    caracterizarlos

    como "naciones

    sucias

    y

    Épúgnantes,,,

    o¡gullosas

    de

    'su

    "salvaje

    independencia",

    estado

    que

    no débía toñfundirse

    con la

    autártica libertad, pues

    á

    rncrrudo

    a¡raleaban a sus mutres

    y

    sus crías

    y

    atacaban

    a

    sus vecinos

    err

    busca

    de muleres

    y

    de

    came

    hurirana.

    ,Tal

    es

    la

    franqueza

    y

    simplicidad

    de

    los rnodales. ial

    esia

    elogiada

    felicidad

    del

    hom-

    bre

    en estado

    de nah¡raleza."

    Iá irnagen

    del noble sal-r¡aie

    de

    Rousseau

    no

    era

    más

    .que

    una

    .fábula.

    Evidentemente incómodo

    con

    ia

    suposición

    de

    que

    aquellos

    aborígenes pudiesen

    asemeprse

    al

    hombre primitivo,

    Humboidt

    especuló audazmente,

    diciendo que

    los

    indios

    contemfoÉneos

    ,1eps

    de ser

    el tipo primitivo

    de

    nuestra

    espócie son

    una raza

    dégererada, lós

    débiles

    r8

    Para

    el hasfondo

    cimúfico vé6e

    Charl€s

    Cou¡ston Gill€spie, C¿ñ¿sir ¿nd

    C@Wy

    Garn-

    bridge,

    M¡lss.,

    1951); Stqhen

    Jay

    Gould,

    lirr.t .Ánw,Tím/s

    Cych. Myth

    l,td

    M.¡opi;

    in

    ú¿

    Dts@Érf

    o Cf{r'.ogürlTi;r

    (Penárin

    Bo"kr,

    Lond¡€s,

    1988).

    ¡'

    Hunboldt,

    Ess¡i

    s¡¿r L

    g¿ognphi¿,

    W.139-l40i

    Na,, ti'r,l\

    l+l'tv,1fl,nl-m.

    UN

    VIA¡EROC¡E¡IÍFTCO

    563

    rcstos

    de

    nacionc

    que, habiendo sido

    dispersados

    de tiempo aHs en

    ¡os

    bosques,

    han recaído en h b6rbarie... diryensos cp¡no los rcsbs de

    un

    gran

    naufragio".

    Así

    como

    J.

    R.

    Forster

    había

    sugerido

    que

    los habitantes

    más

    meridionales del

    Pacífico habían

    podito

    hundirse

    en

    d

    salvaiisrno

    por

    los

    efu6

    dd aislamiento

    y

    de su nredio hostil, así también

    Humboldt poctuló

    que

    los indios

    arnazónicos

    bien

    haMan

    podido

    originarse m

    las

    rreseias

    andinas, abandonando

    la práctica

    de

    la

    agricültu¡a

    por la presión

    de

    los

    bosques

    de lluvias trcpicales.r Siguiardo

    esta

    lfnea dé

    especr¡lación,

    Hum-

    boldt

    estuvo

    más c€rca de Robertson y

    de

    P.aynal que

    de

    Rorsseau, de

    crrya

    visión

    del noble salvaie abertamente

    fíizo

    moía.

    La

    más

    sorprerdente afi¡ñación de lcs

    determinantes

    arüientales de la

    cultura aparcce en sus llsf¿s de hs cadillens

    y

    ñonunenfu de lre

    pueblos

    irulígnos

    de

    Anhiu

    (1810),

    en

    que

    Humboldt

    pr€sentó

    una

    s€rie

    de

    ilustra-

    ciones,

    acompañadas

    de

    comentarios,

    que

    muestran montes

    volcánicot

    ruiras

    mefcanas

    e incas

    y

    dicrs

    mesoamericano§,

    cpmunación

    iustificada

    por la

    tesis

    de

    que

    la

    bátara

    grandeza

    de

    los

    Ardes

    y

    de

    la

    sierra

    Madre

    había ejercido una

    poderosa

    influencia sobrc las forrnas de Ia

    ciülización

    aborigen. El

    propósib

    del

    libro

    era

    disipar

    "el

    absoluto

    esoepticism"

    de

    pre-

    üos

    historiadores

    de AnÉrica,

    dando a

    los lectorcs

    pnEbas

    tangibles a

    la vez

    de

    los

    antecEdentes

    geológicss y

    de

    los

    artefac-tos

    humanos.2l

    Una

    mirada

    a

    las

    ilustraciones de

    trabaios en

    piedra

    de

    los

    Incas

    o

    de

    escr¡ltu¡as

    r¡rexicanas

    de

    Xochicalm

    y

    de

    Mit¡a

    bastaba

    para refutar

    las

    dederlosas

    afirmacioneg

    de

    Raynal y de Robertson.

    No rrcnos importante

    fue la

    decisión de

    Humboldt

    de

    p¡€sentar

    una

    muestsa geneml

    de cúdices

    n¡exicarns,

    torr¡ados

    de colec-

    ciones de Viena,

    Roma y

    Madrid,

    a los que

    añadi5 un

    cüdadoso

    dibup de la

    Piedra

    del

    Sol,

    que

    él

    inspeccionó personalmente

    estando €n

    México.

    efec-

    to

    pretendía

    demostrar la existencia de fuentes

    aborígenes

    que podían

    emplearse

    para

    reconstrui¡ la historia

    prehispánie,

    posibilidad

    de

    la

    que

    Robertson abiertamente

    había

    dudado.

    Dorde mepr reveló

    Hurnbo¡dt

    su estatura

    de

    sabio fue en

    sr¡

    conrentario

    soh€

    los

    códic€6.

    Rindioulo horenale

    a

    Antonb Pkturdo, albacea literario

    de

    Antonio León y Garna,

    sacerdot€

    oratoriano

    que

    lo había irutruido

    sobr€

    la interp,etación

    de

    estos documentoo, ac€ptó sin rcservas

    la

    Esis

    del

    sabio

    criollo,

    de

    que

    la

    ctorologh

    rExicana

    podla

    remontarse

    al

    establecimiento

    det Imperio

    tolteca en

    d

    siglo

    x.

    Aunque elogkl la historia de

    Cavii¡o,

    se

    basó

    en la

    obra

    de

    León

    y

    Garna

    cuando se

    Fa6

    de expon€r

    las

    complei-

    dades del calmda¡io medcano. Sin embgrgo, lo

    que

    llamó su aEnción fuemn

    las

    "asombrosas

    anak8ías"

    que

    existlan ent¡e

    el

    shtema mexicano

    y

    los ca-

    lendarios

    empleadm

    m China, d

    Tíbet

    y

    tapón.

    Mimtras

    que

    Oavii'ro

    se

    había

    ümitado

    a reforza¡ la comparación lascashru,

    con

    la

    Grccia

    y

    la Rorna

    de

    la

    Antigüedad,

    HuÍüoldt

    se basó m

    las ¡€cieriB

    inve§igaciones eu¡c,

    r

    HuúrboEt, N.rñ¡tior, III, 2(8209;

    IV,

    5f l-5¡2;

    V,11,

    §, WP,117;W,3q Ah¡¡rder voñ

    Huñbo¡dt, Co§,nor, 3 vob.

    (7r-

    ed., L.nd¡er, t El9, lll, *73;

    Fatu,

    lhgqc rotot¿, th¿

    $Ltru,llr

    287-31E.

    a

    Alei¡mdro de H¡¡mboldt,

    t¿¡/as de lcs andillctc.t y

    @tiyñ.nt(É d. lot

    p.blos atut0.ntí

    dc

    Á,ñáic¡,

    ed.

    ,aime

    L¡ba3dtü

    (M&@,19741,

    W.69.

  • 8/16/2019 Brading, Un Viajero Científico, Orbe Indiano

    8/14

    564

    RE@Xr¡QtrXSrA Y nEVOLUqói\¡

    peas

    sob,re

    la

    historia y

    la

    rcligión orimtale3

    par¡ dernostr¿r

    las

    notables

    simütudes

    que

    habla

    en

    la nomenclatura

    dd

    dcb

    de

    los

    nrses

    y

    lc

    sibs

    y

    €n

    d

    oonoepb de époos Tan afirs emn €sbs SsEnas

    que podh hacerse

    un

    firrE

    argurneno

    ya fuese

    m

    favor

    de

    un

    csntacto

    dir€cb

    e¡te Asla

    y

    México, ya

    soü,rc

    Ia

    o

  • 8/16/2019 Brading, Un Viajero Científico, Orbe Indiano

    9/14

    RECONIQUSIA Y

    REVOLUOói.¡

    nal,

    de

    10 rnetros

    de

    diáIIEt¡o,

    crn

    ocho

    rna¡acates

    tirados

    por mulas

    para

    subir el minerat a la

    superñcig

    se esperaba

    que

    cooarfa

    un

    millón

    de

    pesos

    completarlo.

    inv€lrsión era

    tanto

    más nec6aria

    cüanto

    que

    sólo

    una cuarta

    parte

    de los 3

    332

    obÉros de

    la rrúna

    trabai¡ban en

    r€alidad en

    la

    veta con

    picos

    o dinamita,

    mieÍrtras que

    otra cuarta

    parte

    servh

    de

    portadores,

    lhvan-

    do

    costales de

    mineral

    sobre

    los hombros hasta el

    pie

    dd

    tiro

    nuás

    certano.

    Humboldt

    quedó impresionado

    por el ügor

    ffsico

    de estos

    homb¡es,

    o¡yos

    salarios

    podían

    compararse con

    los que

    se

    pagaban a

    los min€ros de

    Alema-

    nia.

    De

    hecho,

    puáto que

    los

    ingresos anuales

    de

    la

    fuerza de traba¡)

    asctridían a

    unos

    E0

    00

    pesos, los proPetarios sólo ¡eñr¡aban

    una parte

    del

    mineral

    en sus

    haciendas

    de beneñcio,

    vendiendo el rcsto

    frente

    al tiro a res-

    catadores independienies,

    con obieto

    de obtener

    un

    efuctivo

    semanal pára cu-

    brir los

    costos

    de operación.

    En los alros

    buerio6,

    la

    mtra

    produch

    más

    de

    tslee

    millones

    de

    pesos

    en

    plata y

    deiaba a

    sus

    propietarios un millón de

    p€sos

    de

    uülidades.E

    De

    este

    modo, la

    Valmciana figuraba

    enh€

    las

    más

    grarvles

    emprcsas industriales

    del mundo occidental.

    En d

    Enxyo

    político

    sbre el

    reino

    de

    la

    Nuan

    Wña

    $ffin,

    obra

    monurnen-

    tal impresa

    en dos

    gnresos volúÍEnes, Humboldt pr€sento

    un

    rctrato

    impre.

    sionante de México,

    como

    un

    gritn

    lmperio

    que

    se

    extendía

    de Guate¡nala a

    Caüfomia, habitado por una muy diversa

    población

    de

    más

    de cinco

    millo-

    nes

    de alrnas.

    Era

    un

    reino que

    comprendia

    unas

    118

    0O

    Ieguas

    cuadradas de

    territorio,

    estimación comparable a

    las 136

    0m

    leguas

    ocupadas

    por

    los

    tur-

    cos otorunot

    aunque

    muy

    inferior

    a las

    260 00

    leguas

    cubiertas

    por

    los

    Estados

    Unidos después de

    la

    compra de

    ta

    Luisiana.

    En 1803,

    la

    ciudad

    de

    Méico aún

    era [a m¡ás

    populosa

    del

    hemisferio,

    y

    zus

    13O 000

    habitantes

    casi

    duplicaban el núrnero que se

    encontraba en

    Río de

    Ianeiro

    o en

    lá Habana.

    Y

    tampoco podían

    ciudades

    como Frladelfia, Nueva

    York

    y

    Boston

    comlxfarse

    con México

    con rcspecto a

    la

    monumental

    grandeza

    de sus

    iglesias,

    conven-

    ios

    y palacios.

    Dado

    el

    estado

    florcciente

    de

    sus

    minas y de

    su

    co¡nercio de

    ultsamar,

    ¿quién

    podía

    dudar

    de

    que la

    Nueva

    España estuüese destinada

    a

    ocupar

    un

    papel rector m

    el

    comercio del

    globo,

    especialmente

    porque

    com-

    prerrlía

    las

    rutas

    que

    vi¡rulaban

    los

    ocranos

    Pacíñco

    y

    Adánüco?

    Ya

    poseía

    muchas

    de

    las

    caracterlsticas

    de

    un

    Estado ind€pendiente,

    pues

    adonís

    del

    vireinato,

    la

    Audiencia, los

    intenlentes

    y

    la

    tesoreria,

    posela

    un

    eiército de

    10 000 soldados regulares,

    apoyados

    por

    una

    extensa

    red

    de

    regimientos

    milicianog

    que

    comprendían 20 0m almas: toda esta fuerza, bier armada, era

    rcclutada

    en

    México

    y

    financiada con

    impuestos

    locales.

    Al

    llarr¡a¡ la

    atención

    hacia

    la

    riqueza

    y la

    simple extensión de la Nueva España,

    Humboldt

    com-

    paró

    explícitamente

    sus

    perspectivas

    cln el extraordinario

    progreso

    rccién

    logrado por los Estados

    Unidos.ñ

    .lhl

    vez

    el

    rasgo más

    notable de

    la

    derripción

    de

    la

    ciudad

    de

    México

    hecha

    por H¡¡mboldt

    fuese

    su

    insistencia

    en

    su

    modemidad.

    Desde luego,

    ¡

    Alexander

    de Huñboldl, E.sayo

    polfrico

    ilbn

    .l flino ¡12 le NsrE Esp¡ti¡, ed.

    Juan

    A.

    OrteSa

    y

    Medina

    (México,

    1966), pp. 352-352

    Huñboldt,

    C.rt¿s

    .it ri.anas,

    W.

    279-220;

    B¡ediIJ&

    Minas

    and

    M¿rdtortí,

    pp.284?9l

    fhry

    €dtdón

    en

    €Fñd

    Fcl.

    26

    Humboldt, Eñs¡yo

    po¡lrriro,

    pp.

    4351,

    lB, I

    l&121,27O, §,5*557.

    uN

    vtArERo

    cIEI\rrfFICO

    567

    Humboldt cita

    a Claüiero,

    hablando

    de su

    fundacón

    en

    1325, y

    había

    inser-

    tado material

    tocante a su

    historia

    azteca.

    Pero

    lo

    que

    llamó

    su atención

    fueron institucion€s

    cofm

    la

    Acadeñia

    de

    San C-arlos

    (furrlada

    en

    1782

    para

    prorroyer los principios

    del arte

    y

    el

    dibup

    neoclásico»

    que para

    Ia

    época de

    su

    üsita

    había

    foÍrudo a

    toda

    una

    generación

    de

    ilvenes

    artistas,

    imporlan-

    do

    ¡noldes

    de la eslatuaria clásica de Europa.

    Le

    parecieron

    imp¡€sionantes

    las

    lírEas

    henef,ianas

    de

    Ia

    catedral

    y

    elogió la

    nugnlfica

    estatuá ecuestrE

    de

    C-a¡tos

    IV,

    obra

    de Manuel de

    Tolsií, que adomabá

    la

    plaza

    principal

    de

    la

    capital.

    Ante

    todo, elogió

    al

    magnífico

    palacio

    neocláSico que Tolsá

    habla

    diseñado

    para

    albe¡gar al

    recién

    establecido

    triburral

    y

    colegio de minería,

    edificio digno

    de engalanar

    las calles

    de

    Nápoles

    o

    de

    Rorna.

    Asimismo,

    ci6

    Ias

    carreras

    de sabios

    criollos,

    hombres

    como

    Josrá

    de

    Alzate,

    Miguel

    \éliázquez de l,eón,

    y Antonio

    de

    t€ón

    y

    Gama,

    fiiándose

    m

    particular

    en

    las

    distinguidas

    aportaciones astronómicas y mineralógicas

    de

    Velázquez

    de

    LeóI promotor

    del tribu¡nl

    de

    minería.

    Lá existencia

    de estas

    instituciones

    y

    estos sabios demostraba, fuera

    de toda duda,

    que

    México participaba

    en

    Ia

    cultura

    uñversal

    de

    la

    Ilustración.z

    Si

    Humboldt

    quedó

    tan impresionado por

    los efectos

    de

    la revolución

    borMnica

    del gobiemo,

    ello

    fue

    en

    parte porque

    estas

    instituciones

    ysus

    fun-

    cionarios

    generaban

    muchos

    de

    los

    datos en

    que

    se basó

    para

    redactar

    el

    Ensayo

    político.

    Comisionado

    por

    el

    ürrey

    para hacer

    un

    mapa

    preciso

    del

    rcino

    y

    para compilar

    cuadros estadísticos

    de

    población

    y

    produccióry

    se

    basó

    libremente

    en

    los informes

    compilados por

    intendentet

    oficiales

    milita-

    res, los

    consulados, el

    tribunal

    de

    minería,

    los

    oficiales

    reales,

    el scrretariado

    virreinal.

    Gran

    pa.rte

    de

    este

    material

    había sido

    recabado por

    instancias

    del

    virrgr, conde de Revillagigedo

    (1789-1794't,

    que

    había

    ordenado hacer un

    censo

    general

    de

    la

    población

    e

    investigado

    efecto

    del

    edicto

    de

    '1ibre

    comercio"

    en

    1778.

    Además

    de

    estos datós

    estadísticot Humboldt

    induyó

    sus

    propias

    impresiones,

    ciertas consideraciones

    históricas

    tomadas de

    Claüjero y

    de

    Robertson, materiales que

    trataban

    del

    Pení

    y,

    ante

    todo, los

    memoriales

    de Manuel Abad y

    Queipo

    ('|75'l-'1825'),

    canónigo

    liberal

    de

    la

    diócesis de Michoacán,

    cuya crítica de la

    sociedad de

    la

    Nueva España

    estaba

    en

    armonía

    con

    sus

    propias

    observaciones.

    El resultado

    de

    trodo esto

    fue

    una

    obra que

    trataba sucesivamente

    de

    la

    geq¡rafía

    física

    de

    la Nueva España,

    de

    su

    poblaciór¡

    sus

    ciudades

    y

    proüncias,

    su

    agricultura, minería,

    comercio,

    industria,

    ingreso

    del

    Estado

    y

    defensa. De

    un plurnazq

    la

    vaga

    y

    dispersa

    información

    dada

    por

    Robertson

    y

    Raynal quedó remplazada

    por

    una vasta

    masa

    de

    datos

    precisot que por

    razón

    dc

    su

    origen oficial

    expresaban las

    realizaciones

    indiscutidas

    del

    r(gimen

    borbónico,r

    Con mucho,

    la

    parte meior informada

    del libro

    trataba

    de las minas

    de

    plata. Aparte

    de su

    propia

    experiencia,

    Humboldt

    tambien se

    basó en

    Fausto

    27

    Ibid.,

    pp.

    79

    -E2,

    t21.122.

    23

    Los

    fundamentG intelectual6

    en

    que

    repo6á

    el

    Erryo

    potftioo

    soñ

    $rs

    "Iablas

    ge ráBcas

    polftic¿s del

    reino de Nueva Españá"

    (1804),

    para

    lo cl¡al vé6e En¡ique

    Flor€saano

    e

    Isabel Cil

    @4.)

    D¿sctipcioics econóñi.rs

    gcnetul¿s d¿ Nucú

    Espatu 178¿-7817

    M&6,

    19731,

    W.

    12&tm.

  • 8/16/2019 Brading, Un Viajero Científico, Orbe Indiano

    10/14

    RECOñ¡Qr.JrsrA

    Y

    REVOLUSÓI¡

    UN VIAJERO CIENÍFICO

    g9

    comprar

    vastas

    üerras.

    Humboldt

    presentó

    de este

    modo una

    ¡magen

    deslumbrante de

    üna

    gran

    industria

    colonial,

    por

    enton(Es

    €n

    la cumb,re de

    su

    prosperidad, favorecida

    por

    un

    gobi€rm

    ilustrado

    e

    impulsada

    por

    habili-

    dad

    ernpresarial,

    exhrsa

    inversión

    en

    capital

    y

    uná

    abundane

    y

    bim

    pagada

    fuerza de trabap.s

    Al

    éxito de

    la

    indusEia minera

    pudo

    atribuirce

    en

    gran

    pafie

    el ribib

    auge

    del €omercio entre

    España

    y

    el

    Nuevo

    Mundo

    que

    oorrri,

    F6 la

    promulga-

    ción

    del

    edicto de

    co¡rscb

    Iibrc de

    178.

    Para

    México,

    Humboldt

    r

    basó

    en

    los

    balances

    de comercio

    publicadoe

    por

    el

    corsulado

    de

    Veracruz,

    los

    orales

    demostsaban

    que

    la

    Nueva

    España

    ogortaba

    plata y

    alto de

    grana

    a

    camtrio

    de textiles,

    papel, hiero y

    ünos

    de

    Europa: pauta

    de

    intercambio

    con¡ercial

    que

    no se habh modificado

    granderrEnte

    dede el siglo xvr. Extendie¡do su

    ámbito

    para

    abarcar todo

    el

    Imperio americano, Hurnboldt observó

    que

    Cuba

    y Venezuela habían prosperado mediante la

    qportación

    de produtos

    bopicales

    y la

    importación

    de

    esclavos

    africano§,

    mimtras

    que Peni,

    Chile

    y

    la Nueva

    Granada

    aún seguían dependimdo dd ernbanque de

    rfEtales pre

    ciosos

    para

    cubrir el

    costo de sus

    iñportaciones.

    Aunque

    Buenos

    Aires

    exportaba

    crecientes

    cantidades de o¡eros, $¡s

    coE¡er€iant€s

    aún

    dependlan

    de la

    plab

    enüada desde Potosí y otros

    reales

    de

    rninas

    del A¡to Peni

    para

    pagar

    los textiles europeos

    que

    distribuían a Eaves

    del üreinato de tá Pláta.

    El

    auge de

    la

    plata

    h¡vo

    uria

    cons€cuencia

    que había

    de tener

    r€p€rcu-

    siones

    políticas: el aumento del ingr€so

    de

    la Corona,

    que

    en la Nueva Espa-

    ña

    paso

    de

    solo

    tres

    millones

    y

    rnedio

    de

    pesos

    anuales

    m

    el decedo

    de 1700

    a

    ¡¡uís

    de 20

    millones

    de

    pesos

    al

    llegar 1800.

    En este t€rrerio, la

    Visitación de

    Gálvez

    había

    constituido

    un

    nuevo punto

    de

    partida, gracias

    al

    estable-

    cimiento del real rnonopolio del tábao y

    el

    nombramiento

    de aduaneros

    y

    oficiales

    asalariados

    de

    la

    alcabala. Para 1803,

    los ingresos

    su¡rrvisados

    mostraban

    que

    las ventas

    del tabaco

    deiaban

    a

    la

    Corona

    más

    de

    trۤ mi-

    llones netos de ingreso, cifra que

    se

    equiparaba a los impuestos

    combinados

    de la

    producción

    de la

    plata y

    del

    flup

    del

    comercio,

    y

    rnás

    del triple del

    millón de

    pesos

    recabados en tributios de indios

    y

    mulatos. U¡a vez dduci-

    dos los

    gastos

    de

    materiales

    y

    production

    del monopolio, la

    Corona

    quedaba

    con

    145 millones

    de

    pesos,

    de

    los

    cuales

    45

    millones se

    gastaban

    en el

    propio

    país

    par,a

    cubrir

    los costos de

    adminbtración,

    iusticia

    y

    defersa.

    Para 1

    8G,

    [a

    Nueva

    España

    unos

    10

    millones de

    pesos

    al

    año

    como

    tribub

    -

    fiscal,

    dinero

    ernpleado

    para

    rnantener la

    flota

    real, fondeada

    er¡

    ta Habana,

    para

    subsidiar la administración imperial en las Filipinas y en el Caribe,

    y

    para

    ayudar eri los

    tastos

    de Estado en la PenÍnsula.r Humboldt citó

    documentos

    que r€velaban que la parte

    de

    plata

    de

    la

    Corona

    enüada

    desde

    la

    Nueva España había

    secido constantemenle desde

    la

    Visitación de Gálvez

    y

    que

    México

    era,

    con

    mucho, la

    colonia

    más

    lucrativa

    de

    España. Il

    que

    estas

    estadísticas

    tarüién dernostraron

    fue

    el

    carácEr

    tradicional

    del

    resurgi-

    miento

    borMnico: en efecto, Gálvez

    habfa

    emulado el

    papel

    del

    viney

    14

    hid.,

    W.

    3&371, 352-371;

    gt

    ü¡trt& MitÚs

    end

    Md.hont'

    W.

    129-Xn,

    261 -?f2.

    3r

    Humboldt,

    E¡sayo

    polaico, pp.

    472-497.

    5&5ú.

    de

    Ehu)r¿r,

    dirrcror

    gaual

    del

    Tribunal

    de Minería,

    que

    se

    habfa educado

    m

    Friburgo;

    ar

    AndrÉs dd Rb, distinguHo

    geólogo que por

    enbncEs er¿

    p'rofe-

    sor

    del

    Colegio

    de

    Minerh,

    y

    en varios

    o(pertos

    min€ros

    alemanes

    que

    h¡blan Uegado

    a México en el

    decenio

    de

    1790.

    Todos

    sr¡s

    r€gistros

    e

    investi-

    tacigneB

    fu€ron

    puestos

    a sr dispcición,

    y

    E¡aciai

    a dlos tuvo

    acceo a

    las

    cue

    as

    privadas

    de

    la Vab¡riana de Guaruiuab.

    too lcchc

    que

    rcrmió no

    @rían

    is nrás impresbnantes.

    t¡6

    r€gisüos de

    la

    Casa

    de Moneda

    rcvela-

    ban que desde el

    deenio

    de

    1690,

    la

    produ¿eión

    de

    plata

    en la

    Nwva

    Espaila

    habh

    aunrntado,

    pasando

    de

    un promedio

    anual de

    poco rnás de

    cinco

    mi-

    llones de

    pesoo,

    a

    cuca

    de

    24

    millones

    de

    pesoo

    lm años después

    la

    tasa

    de

    ar¡m€riüo

    se

    habñ

    acelerado súbitarn€nte

    m el

    decenio

    de

    170,

    cuando la

    producción

    casi se duplicó. Para colocar

    estas cifras

    en su aonto(to hist6rico,

    Huñboldt

    imprimió

    el

    r€ndimiento ftucal

    para

    Potosf,

    lo

    quc

    denostraba

    que

    la producción

    r€gisirada

    del Cerro

    Rico

    no

    había

  • 8/16/2019 Brading, Un Viajero Científico, Orbe Indiano

    11/14

    570

    RECOT\¡QUISTA

    Y

    REVOLUqO

    ¡

    Toledo,

    del Peni de los Habeburgo, y había

    financiado el rcsurgimiento

    del

    poder

    español en Europa mcdiante

    una

    explotación

    ¡¡rás

    eficiente

    de

    los

    rccursos

    rs)dcanos depe¡diendo,

    cor¡rc antcs, del embarque

    dc

    monedas

    de

    plata

    a Europa.

    Muy

    poco de

    esta

    renovada

    actividad

    económica

    habría

    sido

    posible

    si

    la

    población

    de

    la

    América

    española

    no

    hubiesc

    crecido al

    mismo riimo.

    Basán-

    dose

    en

    el

    c€nso

    imperial

    ef&tuado durante

    el dcrcenio de 1790,

    Humboldt

    calculó que

    el Imperio

    arnericano

    albergaba unos

    14.5

    millons

    de habitan-

    tes. Una vez más,

    el ra{;o

    sorp¡endcnte era

    el sufgimiento del

    Cono

    Sur, el

    Caribe y el ürreinato

    de la Nueva

    Granada. Por

    coñtraste,la

    población

    com-

    binada

    del Alto

    y

    del

    Bap Pcru

    no

    pasaba

    de dos

    millones.

    Para

    la Nueva

    España,

    el censo

    de 1793

    podía

    ser conplcnrentado

    por

    registros

    de

    parro-

    quias

    sobre

    bautizos y entierros,

    y

    por

    el

    registrador

    del

    tributo.

    [,

    que

    estos

    documentos

    mostraban

    era que

    sólo 6O%

    dc la

    población aún

    paiaba por

    india,

    pues

    los

    demás

    estabai

    ahora anotados

    cómo espanoles,'mestDds y

    mulatos,

    distinciones

    que para

    entonces

    expr€saban tanto

    las

    obligacionei

    cívicas

    y fiscales

    como

    la

    realidad

    genética.

    Para 1803,

    Ia

    Nueva España

    rnan-

    teña

    lo que

    se ca¡culaba

    en 5.3 millones de habitantes,

    y el exceso-registrado

    de

    bauhámos

    sobre enheros prornetía

    un rápido

    auÁento dcmogiáfico.a

    Itro

    el

    censo también reveló

    una fuerte

    concentración

    de asentamientos

    en el

    cfitro

    de Mexico,

    deja:rdo las

    proünCias

    que

    se extendían desdc

    Zacatecas

    y

    San

    Luis

    Potosí

    hasta Tejas

    y

    Cálifomia

    apónas

    habitadat

    en

    un

    mor€nto

    en

    que rusos

    y angloamericanos

    habían llcgado

    a amenazar

    la

    seguridad

    de

    las

    fronteras

    del Norte.

    No

    contentándose

    con hacer

    e¡o a la

    celcbración de la

    expansión económi-

    ca, implícita

    en las

    estadísticas

    oficiales,

    Humboldt

    citó

    Iós memoriales

    de

    Abad

    y

    Queipo

    en sus

    comentarios sobre

    el indio mexicano y

    el estado

    de

    la

    agriculhrra.

    Así,

    declaró

    rotundamente

    que

    ,,México

    es

    el

    paí¡

    de

    la

    desigual-

    dad.,.

    monstruosa

    desigualdad

    dc dercchos

    y fortunast,. Pcse

    a

    recie-ntes

    meilras,

    aún

    sufrh

    todos

    los

    cfcrtos nocivos

    del

    feudalismo,

    la

    intolerancia

    religiosa,

    y

    el atsaso

    cultural

    del campesinado indio.

    Se necesitarían

    más

    de

    unas

    cuantas

    decadas

    de

    reforma para

    erradicar

    aquel

    legado

    del

    pasado.

    Pues

    aunque

    Humboldt

    generosar;EnE

    invocara

    lis

    ,,sabÍas

    invesligacio-

    nes"

    que

    Claviiero

    había

    hecho

    del

    f,asado

    indio,

    también

    aceptó

    la

    carácteri-

    zación

    de

    Robertson de

    Ia

    entidad

    iolítica

    azteca

    como

    un

    'd'cspotismo

    ciül

    y religioso"

    y llamó

    a

    Moctezuma

    "cl

    sultán

    de Tenochtitlan,-'.s

    También

    si8uió al

    historiador

    escocés

    al

    pintar

    la

    encomienda

    corno

    una institución

    feudal

    que,

    en

    forma

    de gran

    hácienda,

    dominaba

    los

    campos. Además,

    la

    conquisJa

    había

    expueto

    al

    país

    al

    fanatis¡no

    de los r¡rendicántes que

    habían

    enseñado

    a los

    üdios una

    religión

    s(terna,

    en

    que

    los üeix ídolos

    hábían

    sido

    remplazados

    por

    imágenes

    católicas

    sin ningrin

    verdaderc

    cambio

    de

    fu,

    de

    modo,quc

    los indios

    contemporáneos

    dcdicában todos

    sus exiguos recursos

    a

    las fiGtas

    y

    procesiones

    religiosas.

    A

    todo

    esto debían

    añadirse los

    efectos

    12

    Ib

    ., pp.3t

    -51,2M-2A7.

    "

    Ibid., pp.

    5.6, 5676,95,316318

    uN

    vtAlERo

    cIEI\rrfFICO

    571

    nocivos

    del

    monopolio

    comercial eic"rcido

    por

    España, y

    la

    sistemática

    dis-

    criminación

    contra los

    criollos.

    Como

    casi todos los otrcs

    viai'ros,

    Humboldt

    notó la mala voluntad que

    separaba a

    los

    españoles europeos de los ameri-

    canos,

    comentando

    gue

    desde

    1789

    había

    una tendencia clara

    dc

    los

    criollos

    a

    llarnarse

    simplemente

    "americanos".

    Su exclusión de los altos cargos causaba

    constante

    irritación

    y

    profu

    ndo

    resentimiento.s

    Fue

    el

    estado degradado de los indios mexicanos

    el

    que

    movió

    a

    Hum-

    boldt

    a

    expresar

    sus

    nuís enérgicas

    reservas acerca

    de

    la

    capacidad de

    progr€so

    del

    país.

    Reproduciendo fielmente la

    sustancia

    del memorial de

    Abad

    y

    Queipo

    de

    1799,

    escrito

    para

    el

    obispo

    Antonio

    de San Miguel,

    Humboldt

    los

    describió

    como

    una

    raza

    de

    parias,

    atrapados

    dentro de

    sus

    propias

    comu-

    nidades

    por

    razón de sus

    diversas

    lenguat

    costumbres

    y tenetria

    colectiva

    de

    la

    tierra,

    que

    eran

    incapaces

    de pedir prGtado

    dinero, de

    poseer

    tierras o

    de

    avanzar de

    a§una

    manera. Las l,eyes

    de

    lndias,

    destinadas

    a

    profegerlos,

    se

    habían

    convertido en

    sus cadcnas.

    El remcdio, ya

    zugerido

    por

    Jovellanos

    para

    España,

    era

    abolir

    todas

    las restricciones

    puestas

    a

    la

    actividad

    económica indígena, dividir

    sus tierras sobre una

    base

    individual, y

    conmu-

    tar

    su

    tributo

    por

    alguna

    otra

    forma

    de

    impuesto.

    Unas medidas liberales

    bien

    podrían

    desatar las mergías de los

    campesinos indios. En armonía

    con

    estas esperaruilE

    Humboldt

    rcrhaá el

    preiuicio

    étnico de LIlloa, afirmando

    que los indios

    eran una

    raza

    vigorosa,

    bien

    formada, que

    no se embriagaban

    como

    había

    afirmado

    el viajero

    español,

    y que en México no

    estaban

    someti-

    dos

    al

    trabaio forzado.

    En

    realidad,

    con la