Braudel La Historia Sin Sujeto

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Fernando Braudel (1902-1985): la Historia sin sujeto Enrique Moradiellos Garca En el centenario del nacimiento del historiador francs se analiza su influencia, y la presencia de su obra en el mbito hispnico A pesar de que los fundamentos de la llamada escuela de la revista Annales d'his toire conomique et sociale fueron colocados en 1929 por Marc Bloch (1886-1944) y L ucien Febvre (1878-1956), el verdadero triunfo de la misma slo tuvo lugar a parti r de 1945, una vez lograda la victoria incondicional de las potencias aliadas en la Segunda Guerra Mundial. Y en ese triunfo incontestable le cupo un protagonis mo esencial al modernista Fernand Braudel, cuyo centenario de nacimiento se est c onmemorando en este ao del 2002. Con el subttulo de la revista transformado en Ann ales. Economies, Socits, Civilisations y convertido en su director a la muerte de Febvre, Fernand Braudel consigui que su modo de entender la prctica de la historia se generalizara en las universidades francesas y se exportara a buen nmero de pas es europeos (entre los que se encontraba Espaa) y extraeuropeos (notablemente, Amr ica Latina).

Los ttulos de Braudel para asumir ese cargo y herencia eran ms que notables. Desde la publicacin de La Mditerrane et le monde mditerranen l'poque de Philippe II (194 haba sido el sistematizador del modelo ecolgico-demogrfico que caracterizara durante uchos aos el trabajo de los integrantes y colaboradores de Annales. En su obra, B raudel estudiaba ese amplio espacio geogrfico en la segunda mitad del siglo XVI a tendiendo a tres tiempos y niveles distintos: la larga duracin de la estructura (cier os marcos geogrficos, ciertas realidades biolgicas, ciertos lmites de productividad , y hasta determinadas coacciones espirituales); el tiempo medio de la coyuntura (una curva de precios, una progresin demogrfica, el movimiento de salarios, las variaci ones de la tasa de inters) y el tiempo corto del acontecimiento (la historia episdi individuo, la historia evenemencial !!). Esa jerarqua de tiempos y planos tenda, por su propia naturaleza, a privilegiar el estudio de los dos primeros rdenes, a prac ticar una historia estructural o coyuntural, y a despreciar y minusvalorar la histori a episdica de individuos y acontecimientos. Las propias metforas naturalistas utiliza das por Braudel para definir los acontecimientos acentuaban esa menor considerac in y ponderacin: se trataba de meras espumas, crestas de ola que animan superficialme nte el potente movimiento respiratorio de una masa ocenica, destellos luminosos que atraviesan la Historia, olas que alzan las mareas en su potente movimiento.

En gran medida, la concepcin de Braudel de un tiempo virtualmente estacionario, s emi-inmvil, sin prctica discontinuidad ni cambio sustancial, con su persistente de valuacin de los acontecimientos polticos y de las actividades propositivas humanas , reflejaba la radicalizacin extrema del matizado determinismo geogrfico de sus ma estros de entreguerras. Basta recordar algunas de sus proclamas al respecto: una de las superioridades francesas en las ciencias sociales es esa escala geogrfica; G eografa en primer lugar; retengamos la fragilidad congnita de los hombres frente a l as fuerzas colosales de la naturaleza; si se quiere comprender la larga duracin, lo ms fcil es evocar la necesidad geogrfica. En consonancia con esas tesis y postulado s, el trabajo de Braudel sobre el Mediterrneo no presentaba y trataba a los acont ecimientos (polticos, blicos, diplomticos) como sntomas de fenmenos ms profundos en u a dialctica tripartita con las estructuras y las coyunturas. Ms bien los presentab a como apndices sin nexo necesario, como espuma superficial cambiante y desconcerta nte, relatados de un modo tradicional segn su confesin propia: (en esta tercera par te), Leopold von Ranke reconocera sus consejos, su manera de escribir y de pensar. Y en esta operacin de evacuacin de la historicidad y del protagonismo humano, indi vidual o colectivo (la poltica no hace otra cosa que calcar una realidad subyacent e), resida la triste e irnica paradoja de la labor historiogrfica de Braudel, a pesa r de la simultnea retrica en favor de una historia total omnicomprensiva de los tres planos y tiempos. Ante todo, porque esa teora y su obra paradigmtica (La Mditerrane

...) fueron concebidas mientras Braudel era prisionero de guerra en un campo de concentracin alemn tras la cada y ocupacin de Francia en junio de 1940. De modo que, en un momento en que decisiones polticas y militares por parte de los dirigentes de la Alemania hitleriana haban acabado con un rgimen francs de considerable larga duracin (la Tercera Repblica Francesa) y amenazaban con destruir una tradicin poltica occidental de an mayor duracin (el liberalismo representativo y democrtico), la hi storia de Braudel privilegiaba una perspectiva temporal que rebajaba y devaluaba la importancia de los acontecimientos polticos y militares y de las decisiones hum anas conscientes y meditadas. Antes de su ejecucin por participar en actividades de la resistencia antinazi, Bloch haba llamado la atencin de sus colegas contra el patente descuido de su generacin en el anlisis histrico de los fenmenos polticos fas cista y nazi. Sin embargo, despus de la derrota de las potencias del Eje y tras e l descubrimiento de la inconcebible barbarie perpetrada en los campos de extermi nio como Auschwitz, de la mano de Braudel se operara el triunfo de esta perspecti va historiogrfica que minimizaba la importancia de los individuos y de las ideas en un curso histrico slo interpretable cientficamente desde la larga duracin y quiz la coyuntura. En cualquier caso, siguiendo el paradigma historiogrfico braudeliano (basado en frr eas limitaciones de malthusianismo y ecologa, segn la crtica posterior del historiad or britnico Lawrence Stone), la plyade de historiadores de Annales se volc a estudi ar, con mtodos y tcnicas innovadoras, procesos de larga y media duracin sobre marco s geogrficos precisos, as como asuntos poco tradicionales y siempre metapolticos. E n el plazo de dos dcadas, el fenmeno haba producido, como mnimo, dos consecuencias d iferentes pero conexas.

En primer lugar, los annalistas acudieron a la estadstica como nico medio para penet rar y descubrir la larga duracin o la coyuntura. Y as se constituy la historia seri finida por Pierre Chaunu como una historia interesada menos por los hechos invidu ales... que por los elementos que pueden ser integrados en una serie homognea. Emm anuel Le Roy Ladurie, en una poca el portavoz ms extremo de esta tendencia, expres terminantemente el sentido de ese giro: la historia que no es cuantificable no pu ede llamarse cientfica; y (la cuantificacin) ha condenado virtualmente a muerte la h istoria narrativa de acontecimientos y la biografa individual. El consecuente feti chismo del nmero y la serie produjo sus mejores frutos en el campo de la demografa y la economa histrica (bautismos, testamentos, rentas, precios...) para la poca mo derna (siempre que se dispusiera de fuentes suficientes y mnimamente fiables para confeccionar tales series). Pero tambin gener un uso imprudente y poco juicioso d e la cuantificacin en otros mbitos histricos, con resultados de sentido absurdo, fa ltos de inters u ofrecidos como estructuras histricas de explicacin inexistente o i nefable (magnficamente parodiados por Carlo M. Cipolla en su libro Allegro ma non troppo, Barcelona, Crtica, 1991).

La segunda consecuencia del rumbo impreso por Braudel fue el redescubrimiento y ampliacin del temario de la historia cultural bajo la rbrica de historia de las men talidades, apoyndose en la diferencin entre ideologa (como sistema elaborado de creen ias y conceptos que explican el mundo a quien la sustenta) y mentalidad (un comple jo de opiniones y creencias colectivas inarticuladas, menos reflexivas y ms popula res y duraderas). Influenciados por el desarrollo de la psicologa social y la antr opologa estructural, una parte de los historiadores de Annales se lanz al estudio del nivel inconsciente de las prcticas sociales y las representaciones colectivas , siempre con un aparato metodolgico que tena en la cuantificacin estadstica su medi o y objetivo mximo. Los temas y tpicos de estudio cambiaron en consecuencia: adems del estudio de producciones, precios, defunciones y matrimonios, se pas al anlisis de la actitud ante la muerte, los gustos de los lectores de libros, la piedad e impiedad religiosa, la sexualidad normalizada y marginada, la locura, el ocio y el bandidaje, &c. De este modo, el caracterstico privilegio de la historia econmica y social en la e scuela de Annales fue compartiendo primaca con una historia de las mentalidades c

oncebida casi como antropologa retrospectiva del mbito de la cultura material y si mblica de las sociedades. Sin caer en el fetichismo del nmero, los medievalistas G eorges Duby y Jacques Le Goff o el modernista Michel Vovelle se revelaron como m aestros consumados en este campo y se ocuparon de subrayar la relacin y vinculacin entre el mbito cultural y los otros mbitos de actividad humana. Pero a su lado prol iferaron los estudios de historia de la cultura popular y las mentalidades en mig ajas, desprovistos de todo axioma de conexin con otras dimensiones socio-histricas y con los mismos vicios y defectos de su colega serial. Y todo ello bajo una con ceptualizacin de la prctica histrica bien alejada ya del ideal braudeliano de la his toria total, que Pierre Nora se ocup de sistematizar en 1974: Vivimos una Historia en migajas, eclctica, abierta a curiosidades que no hay que rechazar.

En todo caso, ambas corrientes tambin mantuvieron frreamente el rechazo a la dimen sin poltica que sigui siendo el rasgo definitorio (quiz el nico?) de la revista Annal s hasta tiempos muy recientes. Con estas orientaciones tericas y metodolgicas tan discutibles (como mnimo), desde principios de la dcada de los setenta la importanc ia e influencia de Annales en el mbito historiogrfico internacional fue decreciend o en beneficio de otras corrientes renovadoras procedentes al comienzo, sobre to do, del rea anglfona (la new social history y la new political history, por ejempl o) e italiana (la microhistoria). No en vano, en abierto contraste con los postu lados braudelianos, estas nuevas corrientes se configuraban, ante todo, sobre la base de una revisin del papel de la dimensin poltica en el devenir histrico y en to rno a una reconsideracin de la importancia del sujeto, individual y colectivo, en esa evolucin. Como era natural y previsible, a la par que tena lugar ese proceso de mutacin hist oriogrfica, el reconocimiento y prestigio de Braudel fue experimentando un decliv e irresistible y bien comprensible. Y, sin embargo, hay que reconocer sin ambage s que una buena parte de la produccin histrica universal de la segunda mitad del s iglo XX est en deuda con su figura y su peculiar concepcin del tiempo histrico. Por eso su nombre y su obra ocupan un lugar de honor en el universo historiogrfico y cultural de la pasada centuria. Obras de Fernando Braudel traducidas al espaol El Mediterrneo y el mundo mediterrneo en la poca de Felipe II, Mxico (D.F.), Fondo d e Cultura Econmica, 1953. Traducido por Mario Monteforte Toledo y Wenceslao Roces . La Historia y las ciencias sociales, Madrid, Alianza, 1968. Las civilizaciones actuales. Estudio de historia econmica y social, Madrid, Tecno s, 1969. Civilizacin material, economa y capitalismo. Siglos XVI-XVIII, Madrid, Alianza Edi torial, 1974. El Mediterrneo: el espacio y la historia, Mxico (D.F.), Fondo de Cultura Econmica, 1989. Escritos sobre la historia, Mxico (D.F.), Fondo de Cultura Econmica, 1991. La identidad de Francia: espacio geogrfico e historia, Barcelona, Gedisa, 1993. Bibliografa sobre Braudel y la escuela de Annales Aguirre Rojas, Carlos Antonio. Fernand Braudel y las ciencias humanas, Barcelona , Montesinos, 1996. ? La escuela de Annales, Madrid, Montesinos, 1999.

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