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LA DEFENSA SOCIAL LA OOMISlON Dl<J RELACIONES EXTERIORES ORhClON PROJilP:>\ClÁUA El. 23 11(,; SI~pn¡':AUlRE VE 1927 rOl( El. IIDCTOR ANTONIO JOSE URIBE Presidente di la Comisión ue Relaciones F.xteTior~s del Stnado eje la f~crÚbllca. BOGOTA FmI'I'OHIdL D¡'~ CROMOS 1927 Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia Este Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,Colombia

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LADEFENSA SOCIAL

LA OOMISlON Dl<J RELACIONES EXTERIORES

ORhClON PROJilP:>\ClÁUA El. 23 11(,; SI~pn¡':AUlRE VE 1927

rOl( El. IIDCTOR

ANTONIO JOSE URIBEPresidente di la Comisión ue Relaciones F.xteTior~s del

Stnado eje la f~crÚbllca.

BOGOTAFmI'I'OHIdL D¡'~CROMOS

1927

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LA DEF'ENSA SOCIAL

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LADEFENSA SOOIAL

LA UOl\HSroX DE lmLACIONES EXTERIORES

ORA.CUX PRONl:XCIAIlA El. 23 VE SEPTIIi:MllR}; VE 1927

POR El. DOCTO!!

ANTONIO JOSE URIBEPresidente d~ la Cumisión de Rcl,ciones Exterior~s del

Se lado rlc la RepÚblica.

nOQUTAElDITUUIAL DE CROMOS

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En la sesiÓn del Senado de la República verificadael viernes 23 de septiembre. de 1927, al discutirse unproyecto de ley sobre inmigración y extranjerla, un se-nador de la minoría liberal atacó el proyecto y, vio-lenta e inesperadamente, la Comisión Asesora de Rela-ciones Exteriores de 1919, sobre todo al Presidente deeIla,-autor del disl~urso que se leerá en seguida- ,quiendefendiÓ, como Presidente de la Comisión de Relacio-nes Exteriores del Senado, el proyecto discutido, Quefaculta al Gobierno para expulsar los extranjeros per-niciosos, y contestó los ataques a la Comisión Aseso-ra, as[:

Señor Presidente:

En la sesión de ayer, en mi calidad de preSiden-te de la Comisión de Relaciones Exteriores del ho-norable Senado, pronuncié unas pocas palabras parasustentar el informe relativo al proyecto de ley pre-sentado por el Gobierno, sobre inmigración y ex-tranjeria. En mi discurso sostuve que la doctrinadel proyecto está en un todo de acuerdo con la delos más ilustres tratadistasdc Derecho Internacio-nal, con la legislación positiva de todos los pue-

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bIas cultos, con las prácticas uniformes de los go-biernos y coñ las estipulaciones de los tratados pú-blicos; que el derecho de explusión de los extranje-ros perniciosos es una emanación del supremo de-recho de conservación y de defensa, que es al pro-pio tiempo el primordial deber de los Estados, yque puede considerarse aun como simple ley bio-lógica, en virtud de la cual todo organismo sanorepele los cuerpos extraños que perturben su fun-cionamiento normal; que en dondequiera esta cues-tión es de mera policía preventiva, que los gobier-nos ejercitan administrativamente, por medios rápi-dos y eficaces; que comprende tanto a los extran-jeros domiciliados como a los transeúntes, y quecontra este derecho no es posible alegar disposicio-nes de una soberanía extraña.

Sobre el particular podría discurrirse muy exten-samente; pero para no fatigar la atención del hono-rable Senado, me limitaré a citar las más altas au-toridades de la ciencia.

El insigne jurisconsulto inglés Phillimore, dice:«Es máxima admitida en Derecho Internacional, queel Gobierno de un Estado puede prohibir la entradade los extranjeros en su territorio, y, por consiguien-te, fijar las reglas a que deban ajustarse los per-misos para poder residir en el país, o exigir quese marchen, y, si es preciso, obligarlos a ello».

Martens, el gran jurisconsulto ruso, sostiene que«El Gobierno de cada Estado tiene siempre el dere-cho de obligar a los extranjeros que se encuentren

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en su territorio a salir de él, haciéndolos conducirhasta 1.1 frontera".

Heffter, el eminente internacionalista alemán, dice:"Cada E:"tado es libre de fijar las condiciones enque permite a los extranjeros entrar y permaneceren su territorio. El Estado puede, en interés del or-den pÚblico, despedirlos, individual o colectivamen-te, a menos que haya contraído obligaciones en con-trario con otras Potencias que se lo impidan».

El marqués de Olivart, ilustre profesor de la Uni-versidad de Madrid agrega: «Todo Estado puedeprohibir a los extranjeros que entren al país, y, encasos graves, impedir que lo comprometan o lo per-judiquen, expulsándolos y conduciéndolos a la fron-tera".

Billot, el gran profesor francés, añade: «Como losindividuos, todo Estado bien organizado tiene el de-recho de velar por su propia conservación, y portanto el de rechazar a todo extranjero cuya presen-cia en el país constituya un peligro·,.

El sabio expositor francés Fauchille, dice: "CO-mo la protección del derecho de conservación delEstado es la razón de ser de la expulsión, a ellaestán sujetos no sólo los extranjeros transeÚntes,sino también los domiciliados que comprometan aquelderecho primordial de la conservación social, y aunlos mismos Agentes Diplomáticos que atenten con-tra la seguridad interior o exterior del país que losha recíbido, pueden caer bajo el rigor de aquellas

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medidas, que se justifican con la máxima: «Saluspopuli suprema lex».

De aquí el que casi todas las naciones lo hayanconsagrado, de modo claro y preciso, en sus res-pectivas legislaciones: (el orador cita en efecto lasde Francia, Holanda, Austria, Dinamarca, Alemania,Bélgica, España, Luxemburgo, Italia, Rusia, Suecia,Rumania, los Estados Unidos, y todas las de la Amé-rica Latina). La Oran Bretaña, a pesar de que su«Habeas corpus», parecía garantizar SIJ inmunidad atodos los que estuviesen cn territorio inglés, pormedio de una ley, de 1905, autorizó éll Ministro delo Interior para expulsar a los extranjeros pernicio-sos, por la via administrativa.

Así lo consignan también numerosos pactos inter-nacionales entre los pueblos más cultos de la tierra.

Otro eminente autor, apoyándose en graves au-toridades, sintetiza la materia así:

«El derecho de expulsar al extranjero, sea domi-ciliado o transeúnte, coexiste con su soberanía e in-dependencia, porque no se concibe U'l Estado en elgoce de sus prerrogativas de soberano si se halladesprovisto o falto de los atributos indispensablespara garantizar su propia existencia, y necesarios,de consiguiente, para sentar las bases de su bien-estar y el orden social.

«Las legislaciones de los Estados más avanzadosy los más aventajados expositores c.e Dcrecho In-ternacional reconocen, como principio inconcuso,que el soberano territorial, al par quc tiene la más

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absoluta facultad de fijar las condíciones para la ad-misiÓn de extranjeros en sus dominios, no le es me-nos ilimitado el derecho de expulsar de ellos a aque-llas personas que a su juicio comprometan la se-guridad nacional, desmoralicen a la sociedad, turbenel orden pÚblico o constituyan en algún modo unpeligro para el pais ... Lo que está, de consiguiente,fuéra de toda duda, dado el carácter de la expul-sión, su naturaleza y fundamento, suficientementeexpuestos atrás, es que las razones o. motivos deaquélla han de mantenerse siempre reservados osecretos por el Gobierno que la ordena, porque sontan varias las circunstancias que pueden hacerla ne-cesaria, nacida', en determinados momentos, que nosería posible divulgarlas, desde cualquier punto devista que se considerase el caso, ni menos aún es-c1arecerlas, a ningún género de pretensión al res-pecto. Un Goberno vigilante y celoso de sus debe-res, al atisbo de todo cuanto pueda interesar albienestar social o al orden público, tendrá siemprenoticia clara y oportuna de todo lo que pueda enalgÚn mudo dañarlos, y no usará de este recursoesencial a su seguridad sino cuando el peligro seaciert.) y la amenaza efectiva, como dice Pradier-Fo-dére, porque es evidente que en ninguno de los ca-sos apuntados sería aceptable, ni prudente, ni po-lítico, declarar las causas, revelar los antecedentes,ni poner en pÚblico-quizá como necesaria conse-cuencia-la fuente o el origen de las informacionesdeterminantes jel acto, lo que sería indiscreto y pe-

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Iigroso; y de aquí que nunca se expresen en losdecretos de expulsión los motivos de la misma, sinoque sólo se indican en términos generales, que ca-ben siem pre dentro de la expresión «perjudicial alorden público», ya que, como escribe Martini, <<laAdministración es el único juez de los motivos dela expulsión y de su oportunidad», porque se tratasólo de una medida de policía, de alta vigilancia,de prevención, tomada en interés del orden públi-co, de la tranquilidad social, para evL ar un peligrograve, o el no menos nocivo del relajamiento delas costumbres. Síguese de aquí que el Gobierno detodo Estado independiente y soberano, conformán-dose a las prácticas de universal con censo, fundadasen los principios de Derecho Internacional, tiene elderecho de expulsar de su territorio al extranjeroperjudicial a la paz, a la salubridad o a la morali-dad pública, o que comprometa su independencia, yen ningún caso estará obligado a dar explicacionesal Gobierno de la nación a que pertenez(:a el ex-pulsado» .

Ni esto es nuevo entre nosotros: la Ley 145 dede 1888, sobre extranjería, que definió la condiciónde los extranjeros domiciliados, consigna expresa-mante el derecho absoluto del Gobierno para ex-pulsar a los extranjeros perniciosos, por la vía ad-ministrativa, como simple medida de policía y deseguridad, derecho de que repetidas veces ha usa-do, incontrastablemente.

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y si esto ha sido cierto e indiscutible en toda épo-ca y en todo el mundo, en los Últimos años, a me-dida que avanza la ola revolucionaria, todos los go-biernos de la tierra han redoblado las medidas se-veras de vigilancia y de represión, para cumplir eldeber de defender el orden social establecido.

Asi veml)S que el Gobierno inglés, con su tradi-cional sabiduría, acaba de dar un admirable ejem-plo al mundo. El primer Ministro, señor Baldwin, afin de restablecer la paz interior, ha puesto térmi-no a la más formidable huelga de la historia; des-pués de consolidar este resultado, ha hecho votarcontra los sindicatos una ley de excepciÓn, que li-mita ~u actividad política, y promulgar otra ley quelimita el derecho de huelga, lo que le ha permitidotomar la ofensiva contra la falange comunista, enér-gicamente apoyado por el Ministro de lo Interior,Sir William Joynson Hicks, en sus pesquisas contrala dekgación comercial rusa, compuesta de más demil propagandisréls, sustraidos por el privilegio dela extraterritorialidad a la jurisdicción local, a finde poner en evldencia las tenebrosas maquinacio-nes que, por medio de sus agentes, ejercía en todoslos dominios de: Imperio Británico aquel Poder ex-tranjero, que no es otra cosa que una vasta orga-nizaciÓn internacional de malhechores, y justificarasí, ante la opinión y ante el Parlamento, la ruptu-ra de las relaci(Jnes diplomáticas con MoscÚ, aplau-dida cstruendosamente por toda la humanidad civi-lizada.

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Los Estados Unidos de América, por las leyes de1917, 1921 Y 1924, que restringen la inmigración eimpiden la entrada al territorio de la República alos miembros o afiliados a cualquiera organización,asociación, sociedad o grupo que aconseje, defien-da o enseñe la oposición a los gobiernos organiza-dos, o la violencia contra la propiedad individual,se defienden vigorosamente contra esta clase de pe-ligros, y, sintiéndose minados en sus propias entra-ñas, por elementos étnicos heterogéneos y malsanosque no han podido asimilar por sus instituciones ysus ideales, buscan, por otras medidas extraordina-rias, la manera de expulsarlos en masa, a fin deafianzar los factores básicos, retemplándose en lasfuentes mismas de su vitalidad moral y nacional.No hace aún dos años, en octubre de 1925, quienahora tiene el honor de hablaros, pudo presenciar,como':.Delegado del Congreso colombiano a la Con-ferencia de la Unión Interparlamentaria reunida enel Capitolio de Washington, cómo el Secretario deEstado, señor Kellogg, impidió que el Diputado co-munista inglés señor Saklatvala ocupase puesto ennuestras reuniones, y no permitió su entrada al te-rritorio americano, lo que está de acuerdo con loque enérgicamente acaba de declarar su Embajadoren París, señor Myron T. Herrick, en su valienterequisitoria contra el comunismo, diciendo que «elcaso de Rusia es el más triste ejemplo de desastremoral conocido en la historia», y agregando: «esta-mos decididos a defender tan enérgicamente nues-

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tro pais contra el bolcheviquismo, como nuestros an-te pasadas lo dekndieron contra la tiranía, y el he-cho de que un gobierno envíe secretamente contranosotros los géLnenes de llna enfermedad infame,en vez de enviar abiertamente sus hombres arma-dos, no hace la invasión menos felona ni aminoranuestro deber de rechazarla».

En Francia, en donde las leyes vigentes facul-tan al Gohierno para expulsar discrecional mente,como medida de policía, por simple disposiciÓn administrativa. que no tiene necesidad de ser moti-vada, a todc, extranjero, residente o transeúnte, con-siderado como pernicioso a la salud o a la segu-ridad (kl Estado, el Ministro radical de lo Inte-rior, señor Alberb Sarraut, declaraba há poco con-tra los comunistas: «El Gobierno no reconoce queen favor de esta propaganda pueda invocarse el de-recho de la Iiber:ad de opinar. La destrucción dela patria no es \lna opinión. Es un crimen. Unadoctrina cuyos apóstoles preparan la carniceria delas guerras civíle~ y realizan el espionaje por cuen-ta del extranjero, no es una doctrina. Es un aten-tado calificado CO:1tra la vida de los ciudadanos ycontra 11 independencia del país ... Ella depende, node la crítica del dilettanti, sino de la policía y delpretorio .. El comJnismo, hé ahí el enemigo!» De-claraciones confirmadas por el primer Ministro, se-ñor Poincaré, que han resonado como un manifies-to de resistcncia al comunismo y de lucha contrala propaganda de guerra civil, tanto en el interior

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como en las colonias, y sin duda como anuncio delo que tendrá que hacer, a ejemplo de Inglaterra,contra la penetración extranjera, que también allí,como en dondequiera, trabaja contra la tranquilidadinterna.

Estos hechos recientes y ejemplares, ocurridos enlos pueblos más ilustrados y poderosos de la tierra,comprueban la verdad fundamental de que la polí-tica exterior es, según la ley de su nombre, politi-ea antes que cualquiera otra cosa, el antagonismode los principios que dominan la solidaridad de losintereses y la línea que divide en dos falanges lahumanidad de nuestros dias y la del porvenir: la delos partidarios del orden, que rige y estimula losprogresos del mundo, y la de los apóstoles del co-lectivismo, con la revolución que lo acompaña, quelo conduce a la destrucción universal.

La mayoría conservadora del Senado, que sabeque debe prestar apoyo entusiástico y eficaz al Go-bierno en la defensa de los derechos tutelares dela sociedad, votará este proyecto, por unanimidad,declarando desde ahora que si el comunismo, el so-cialismo, la revolución, en una palabra, desarrollan,hoy o mañana, en cualquier parte del país, una ac-titud agresiva o amenazante como díez, el Gobiernoy la opinión que lo acompaña opondnín una acti-tud de resistencia y represión como dento, comomil, como diez mil, como cien mil, si fuere necesa-rio, para sofrenar, con mano de hierro, la anarquía

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que se insinúa por todas partes y que es hoy elpeligro que mantiene alerta a los poderes públicos,en todo el mundo. Pero yo estoy seguro de que laminoría liberal-quc si en puntos de doctrina sobrela manera práctica de armonizar la libertad y el or-cien, puede tener y tiene diversidad de criterio connosotros, no es menos patriota que la mayoría, enel sentido de mantener en alto los fueros de la Re-pública, la dignidad ael país,-tamhién votará elartículo que se discute, porque la modificación notendría otrc. objeto que menoscabar aquel derechoabsoluto de, Estado, como hace muchos años lo pre-tendieron los poderosos con las naciones débiles deAmérica, colocándolas así en calidad de pueblos me-diatizados. :\Ió, Colombia, pueblo libre y soberano,ejercitará el derecho de su conservación y defensa,usando de la plenitud de las facultades que paraello reconoce el Código de las naciones a todo Es-tado bien organizado, y la minoría no puede, insis-tiendo en su modificación, permitir que se humille,que se abata la dignidad de la RepÚblica.

** *

Ahora, permitidme, honorables senadores, que de-fienda la Comisión Asesora de relaciones exterio-res, tan injusta y tan violentameute atacada por elsefior senador que me precedió en el uso de la pa-labra.

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¡Desdichado el sujeto que en mala hora suscitóeste incidente deplorable! Ya que él lo ha querido,que oiga, y oid también vosotros, honorables sena-dores:

Durante nueve años tuve el honor de formar partede la Comisión Asesora de relaciones exterion:s, enasocio de aquellos ilustres colombianos que se lla-maron Marco Fidel Suárez, Rafael Uribe Uribe, Ni-colás Esguerra, y que se llaman Francisco José Urru-tia, José María González Valencia, y de presidirla,por muchos años, al lado de mis colegas Hernan-do Holguín y Caro, Francisco Montaña y del emi-nente jurisconsulto doctor Arturo Campuzano Már-quez; de aquella Comisión que le hizo el bien in-menso a la patria, tras labores intensísimas y enluchas memorables, de fijar las fronteras de la Re-pública y de resolver otros muy graves problemasinternacionales.

Después de varías años de activas e inteligentesgestiones, el Senado angloamericano, en obsequio aColombia y en testimonio de que en realidad se res-tablecerían las relaciones cordiales que tradicional-mente habían existido entre el pueblo yel Gobierno deColombia y el pueblo y el gobierno de los EstadosUnidos de América, había señalado el 7 de agostode 1919, fecha de 1 primer centenario de la batallade Boyacá, para aprobar el tratado de 6 de abrilde 1914, entre las dos naciones; pero pocos díasantes, en el mes de junio, dictóse un decreto, pre-parado en el Ministerio de Obras Públicas, entonces

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a cargo de alguien que tiene los más íntimos víncu-los de familia con el señor senador Arango, decre-to que, violando la Constitución, los códigos y lasleyes de la República, no menos que un tratado so-lemne, celebrado en 1846 con el Gobierno de Was-hington, ~ol1fiscaba la propiedad de los hidrocarbu-ros exiskntes en territorios adjudicados por el Es-tado y poseídos, por nacionales y extranjeros, con

justtl título.Como lra natural, aquel decreto levantó en Co-

lombia, entre nacional es y extranjeros, de diversasnacionalidades, la protesta de quienes iban así a servictimas d~1 despojo. La Comisión de relaciones ex-teriores del Senado americano, al tener noticia de:¡quel acto inconsulto, pidió que se suspendiese laaprobación del tratado de 6 de abril, mientras el Go-hiernt) de Washington obtenía sólidas garantías paralos dercclws de sus connacionales, y llegó a formu-1M p;lra esto pretensiones extraordinarias, cn me-noscabo de nuestra soberanía.

Profundamcnte preocupado el Gobierno colombia-no COil las noticias que le llegaban de nuestro Mi-n ístro Plen :potenciariu en Washington-segÚn lascuales la situaciÓn creada por el decreto sobre pe-trÓleos era mÚs grave respecto de una posible se-gregación del litoral atlántico, que lo había sido res-pecto del Istmo la improbación del tratadu de 1903,sobre apertura del canal interoceánico,-reunió elGabinete para estudiar];: mé.ncra de resolver el ccn-flieto, y acordó some:ter al examen dc la Cumisión

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Asesora de relaciones exteriores la constitucionali-dad o inconstitucionalídad del decreto incriminado.

La Comisión, entonces compuesta de los doctoresNicolás Esguerra, Hernando Holguín y Caro, Fran-cisco Montaña, Arturo Campuzano Márquez y quientieno hoy el honor de hablaros, que la presidía,cumplió su deber de emitír concepto jurídico so-bre el caso que se le consultaba por el Gobierno,muy sencillo a la verdad, como lo dijo en su dic-tamen, basado en el artículo 31 de la CvnstítuciónNacional, que garantiza, a nacionales y extranjeros,la efectividad de los derechos de propiedad adqui-ridos con justo título; en el Código Fiscal de 1873,que no excluía en la adjudícación de terrenos bal-díos el derecho al subsuelo y por lo mismo los hi-drocarburos que en él pudieran hallarse; en el Có-digo de Minas de Antioquia, que tampoco hacía aque-lla exclusión, y en leyes ulteriores, que sí vinierona reservar dicha riqueza natural para el Estado.Fundada en estas consideraciones jurídicas, la Co-misión emitió el dictamen que se le pedía, conclu-yendo que el decreto de junio era inconstitucionaly violatorio de legítimos derechos de nacionales yextranjeros; que en cuanto arrebataba o podia arre-batar los de estos últimos, era además violatoriodel artículo 13 del tratado de 1846 vigente entreColombia y los Estados Unidos, que garantiza losderechos de los colombianos en aquel país, y losde los angloamericanos en Colombia.

Como el señor doctor Eduardo Rodríguel. Piñe-

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res había. en representación de varios dueños deterrenos petrolíferos, demandado ante ]a Corte Su-prema de Justicia la inexequibilidad del decreto dejunio, y como el Gobierno había sometido tambiéna la consideración de la Comisión los ya citados ca-bles de nuestra Legación en Washington, la Comi-sión, para cumplir los deberes de su alto cargo yde velar por los altos intereses de la RepÚblica, ma-nifestÓ a] Ministerio de Relaciones Exteriores que, siel Gobierno no:reia conveniente derogar el decre-to, convendria CHe pasase aquellos documentos a]Procurador General, al jefe del Ministerio Ptíblico,encargado de velar por la efectividad de la ley y elcumplimiento de la fe pÚblica, es decir, de! honor na-cional comprometido, con el objeto de que, si lo es-timaba conveniente, pudiese hacerlos conocer de laCorte, que conoda del juicio sobre inexequibilidadde la aludida y m:¡lhadada providencia administrativa.

Este fue, segÚr: acaba de expresarlo el dcsalumbra-do autor dd cargo contra la Comisión, el delito quecometió aqllella respetabilísima entidad contra la so-beranía de ]a REpÚblica!

y ha hecho a mis ilustres colegas de entonces,y me hace a mí el cargo de que con aquellosactos pudo perjudicarse el país; a mí, señor Presi-dente, que en el Congreso de 1913, cuando se tuvonoticia de que, a favor de lo dispuesto en el artícu-lo 112 del Código Fiscal, que declaraba de libre de-nuncia, como las minas de oro y plata, los yacimien-tos petrolíferos, innumerables extranjeros, especial-

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mente angloamericanos, habían hecho denuncia deaquella riqueza, para acaparar toda o casi toda ]ade la República, hice pasar rápidamente la Ley 75 deaquel año, que derogó el artículo 112 de] CÓdigo Fis-ea], reservó para la nación la propiedad de los depó-sitos y fuentes de petróleo situados en terrenos bal-díos, o en los que por cualquiera otro titulo le per-teneciesen, y dispuso, además, que mientras no seexpidiese una ley que reglamentase la denuncia yadjudicación de hidrocarburos en general, sólo sepodrían hacer concesiones temporales de dichos bie-nes en virtud de contratos aprobados por el Con-greso, con lo cual se puso a salvo la más valiosade las riquezas naturales de este país!

Estos son los delitos de que nos acusa contra ]apatría el mozalbete que ha tenido la audacia de em-pinarse para escalar los muros sagrados en dondese custodian las cenizas de aquel patricio egregioque se llamó Nícolás Esguerra, de Hernando Hol-guín y Caro, una de las más puras glorias de]a República, de Francisco Montaña, que honrócon su ciencia jurídica, con su desinter(:s, con supatriotismo, no sólo al partido a que pertenecía sinoa la nación colombiana; que ha tenido la audaciade venir a profanar este augusto recinto, en dondeaún resuenan las voces elocuentes y persuasivas conque, ayer no más, defendieron ellos sus altas con-cepciones, en estos mismos asuntos, para bien dela República; aquí, en donde se guarda, con respe-to y con amor, su memoria veneranda.

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Y, en un momento de lastimosa incomprensión,cuando ya empezaba a caer el manto misericor-dioso del nlvido sobre el decreto de junio de 1919 Ysus fatales consecuencias para Colombia, ha ve-nido a traer al debate aquella lamentable historia.Fue aquel nefando decreto el que determinó la caí-da del ilustre ex-Presidente señor Suárez, que amar-gó en adelante su existencia y le causó incomparablesdolores. Unid a ello, honorables senadores, todo loque ].1 T~epÚblica padeció durante aquel largo calva-rio, así como la pérdida para el fisco dc más de 5millones dl~ pesl's quc habrían entrado a sus a(cas síel pacto se hubiese aprobado en 191 D, Y no, como seaprobó, por aquclla deplorable causa, dos aiios mástarde, no menos que la demora, por tan Idrgo tiempo,en el desarrollo económico uel país, originado por lasolución del viejo conflicto con los Estados Unidos,y decidme si a todo lo largo de nuestra historia ha ha-bido algÚn acto gubernativo más funesto para losaltos intereses ce Colombia.

¿Obra de mal3. fe? No, de ningún modo: incom-prensiÓn, impreparación, quizá; en todo caso, deuna mala hora, de funestos resultados, que el Pre-sidenk de la l~epÚblicél suscribió con candor y bucnafe, sin calcular sus fatales consecuencias.

Me he visto obligado, 11Onora¡~les senadores, atratar este deplorable caso, porque el buen nombrede nis cgrq!;ios colegas de la Comisión así lo exi-gía; porque el d~ ellos y el mío mismo, Jsociadosa 103 más t:'asccndentélles actos C'I la vida de la ¡~e-

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pública, hacen parte del patrimonio moral de la na-ción; porque por mis venas corre anudada la san-gre de los más ilustres próceres: de Francisco An-tonio Zea, el Vicepresidente de la Gran Colombia,que por su genio inspiró, dominó y presidiÓ el Con-greso de Angostura, en presencia del Libertador; quepor su cienci~ y sus extraordinarios talentos fue figu-ra de primer orden entre los hombres de Estado y losdiplomáticos que brillaron en las Cortes europeas du-rante el primer cuarto del siglo XIX; del doctor JoséFélix de Restrepo, el gran filósofo y jurisconsulto, pro-motor de la emancipación de los esclavos, que, enPopayán como en Antioquia, como en Bogotá, formóla pléyade de hombres que honraron a la Gran Co-lombia ya la Nueva Granada y que, por su rectitudexcelsa y por su sabiduría, ha quedado como el pro-totípo del magistrado de la Corte Suprema de Justicia;del doctor José Manuel Restrepo, el ilustre Secretariodel Libertador y del General Santander, nuestro máxi-mo historiador, purísima gloria de este pais; del doc-tor Miguel Uribc Restrepo, el primer orador parla-mentario de la Gran Colombia, tan fervoroso aman-te de la Libertad que, cuando creyó, erradamentepero de buena fe, que Bolivar, en el ej(:rcicio delmando supremo, era una amenaza para las liberta-des conseguidas a tanto precio, su poderoso cere-bro, su verbo incomparable quedaron por largos añossumidos en la sombra de la locura, sin que fueseparte a devolverles a las grandes luchas de la in-

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LA DEfENSA SOCIAL 23teligencia el ruego de sus colegas, los grandes patri-dos quc g.¡bernaban la RepÚblica!

Est,)s y 'l1uchos otros preciaras varones que ilus-traron a Colombia y a la Nueva Granada y quedespués le han dado lustre al país, en una cadenano interrumpida de insignes servidores al Estado,son mis antecesores, que hoy comparecen aquí, a lacita que le~, hace el desdichado que, olvidando todoesto, se ha atrevido a alzar la voz a quien fue sumaestro y le ha dado y continÚa dándole los másaltos ejemplos de cómo, inspiré1ndose siempre en lavirtud, en Iz. abnegaciÓn, en el patriotismo, que res-plandecen en la obra múltiple y gloriosa de aque-llos próceres, ha consagrado su vida toda, pura ylFlbilí~ima, al servicio de la patria.

Hora negra ha sido también para nuestro acusa-dor esta del dia de hoy, en que ha venido a hacer-se, ante vosotros, ante la nación y ante los suyosprupios, reo de abominable delito de parricidio y detr.lición a les más altos intereses pt¡blicos, confun-didos l~on lus nomhres inmortales de todos aquellosestadistJs qlle ha ido a profanar en sus sepulcros.SÓlo soterrándose y desapareciendo para siempre dela escena, podría purgar Sll horrendo crimen, de lesapatria, realizado aqui, delante de la imagen del GranLibertaJor, C'ue nos pn:side, en este recinto dondese evocan los fastos gluriosos de Colombia.

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24 ANTONIO ]OSE URIBE

plle,~tos, para Ú' !t abrazar y a felicitar calurosamen·te !tl orador; el seíior ,11inistro de Relaciones Ext.erio-res atrnves6 el hemiciclo del Senado, lJara hacer otrotanto, en los momentos en que l/lS barra,~ aplaudíanal doctor Uribe estruendosamente.

El honorable Senador Escandón, en elocuente d';'scur-so, haciéndose eco de la mayorfa, rindió testimonio deadmiración, de cariíio, de ,-cspeto y de {Jl"atit1ld a·l doc-tor Uribe, cuyos merecimientos para con la patria exaltó grandemente.

Lo propio hizo el honorable Senador doctor Jla1l1lClMaría Rodríguez, quien i1npllgnÓ la modificación in-troducida por el ,<¡MadorArango, y recordó l08 gran.de,~ .~ervicios prest(J,dos por el doctor Uribe, no s:)lo alp!trtido conservador, dijo, sino a Colomb~(t.

El ¡¡eíioj' Jfinist1'O de Relaciones FJ.l.'tcriOl'e.~,-eiteró8US felicitaciones al orador, y pid ió que se aprobase elproyecto lJ/'escntado WI/' el Gobierno, lo que hizo el Se-nado, por treinta votos afinnatiros contra. diez ne!Ja-tiros, y el p,'oyecto pasó a tercer debate.

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