SUSHImaki & +

la gatronomía japonesa es amplia,rica, variada, ¡y cocinada!

japan lovers

ciudad mágicavisitar Nara y sus mil ciervos salvajes es como entrar en un cuento

NÚ

MER

O 0

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SUMARIO

money money

Ya no hace falta mendigar en la ventanilla del banco para montar tu empresa .8

bestcity

Nara, en Japón, en la ciudad más increíble del mundo: tiene ciervos salvajes! .14

floresa go go

Combate el gris otoñal con una corona de flores. Tutorial práctico... .18

no solosushi

Olvídate de los clichés y descubre la verdadera cocina japonesa: deliciosa! .22

caprichosos

Niños mimados y adultos insatisfechos: aprended a ser felices de una vez! .28

comemos con palillos y soñamos

con caramelos

redactora jefe: Elena Rey Cortésdiseño: www.studio-sananikone.comcolaboradores: Fernando Antúnez, Emma Koneimprime: soloprintdepósito legal: M-45136-2011

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hablAmos

Estamos de vuelta de las vacaciones con muchísimas ganas de compartir este nú-mero con vosotros porque, además de lo obvio (¡sois nuestros fieles lectores!) par-te del equipo que formamos BUZZ hemos tenido la suerte de viajar a Japón, ¡¡con lo mucho que nos gusta!! Ya sabéis que muy a menudo os hemos propuesto temas re-lacionados con el País del Sol Naciente y, ahora, por fin, tenemos la oportunidad de contaros cosas de allí muy interesantes, ¡de primera mano!

Pero vamos a dosificarnos un poquito, no queremos revelar todos nuestros descu-brimientos japos de golpe… Si después de leer la revista, os quedáis con ganas de saber más, sobre Japón y so-bre otros temas molones, ya sabéis, ¡visi-tad el portal www.buzzrevista.com!

elena rey

[BUZZ] Expresión utilizada en inglés para referirse a rumores o temas de conversación que están en boca de todos.

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POR ESTO, SÍ ME HIPOTECO!

En un faro: no se me ocurre un sitio más nove-lesco y romántico, en el significado exacto de la palabra, no de f lores y corazones. ¡Además tie-nes unas vistas increíbles!

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Desde que vi la película Hacia rutas salvajes, de Sean Penn, he pensado que plantar un autobús en una parcela es muy buena idea. ¡Eso sí! Espe-ro no acabar como el protagonista…

Y si contara con más presupuesto, lo que pon-dría en la parcela sería uno o varios vagones de tren, pero de los antiguos, en plan Orient Expre-ss, ¡menudo lujo!

Seguro que muchos treinta y cuarentañeros comparten conmigo un deseo infantil: vivir en un barco en dique seco, como Chanquete. ¡Gra-cias Verano Azul por la idea imposible!

Instalarse en una antigua granja rehabilitada, o en una almazara, no sólo debe de ser interesante por la historia del sitio; si te lo curras, puedes montar una estupenda casa rural…

De vez en cuanto me da el ramalazo hippie-es-píritu libre, y pienso que me encantaría vivir en una casa en un árbol. No sé si aguantaría toda la vida, pero una temporadita no estaría mal.

Otra opción también muy hippiosa es la de una cueva. Pero no una en plan troglodita, sino una casa-cueva confortable y arreglada, como las del Albaycín granadino.

Un molino de viento sí que sería una de mis pri-meras opciones. Creo que me sentiría como una especia de Quijote moderno que, en lugar de lu-char contra los ‘gigantes’, los posee.

Las viviendas hechas a base de containers no son ninguna tontería, y ya hablamos de ellas en al-guna ocasión: son ecológicas, eficientes, modu-lables, ¡y más baratas!

Vivir en una caravana te permite estar hoy aquí, y mañana allí. Sin complicaciones, ¡y sin necesi-dad de hipotecarse! Basta con una a bien equipa-da, y a echarse a la carretera.

No me he vuelto loco, hoy día la gente huye de los bancos y los créditos a largo plazo como de la peste, y no les falta razón… Pero, puestos a soñar, yo estaría dispuesto a hipotecar mi vida, en el sentido más literal de la frase, si a cambio pudiera vivir en uno de estos hogares, ¡los diez más molones que cualquiera podría desear!

Si tu bebé llora constantemente, tiene problemas para dormir, come mal, puede que sea a causa de un cólico o una bronquiolitis.La fisioterapia respiratoria infantil es una terapia no invasiva y muy eficaz para tratar estas dolencias.

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BYE BYE, BANcoSpor emma kone

Ya no cuela. Vas a tener que aparcar la excusa de que no puedes montar tu propia empresa porque los bancos han cerrado el grifo y no hay manera de conseguir crédito para llevarla a cabo. Si tienes una buena idea, dale forma para que quede bonita y lánzate a bus-car financiación alternativa. Las fór-mulas son muy variadas, seguro que encuentras la que mejor te va…

Porque hace ya tiempo que todos nos di-mos cuenta de la estafa que suponía estar soltándole dinero público a los bancos a mansalva, mientras que ellos no abrían la mano ni para que pudiéramos comprar una mísera piruleta. Pero después de las rabietas de rigor, unos cuantos se decidie-ron a buscarse las castañas por su cuenta y, de paso, acabaron creando una red de

crédito paralela, para alegría de PYMES y emprendedores, y perplejidad de los peces gordos.

Si de verdad tienes una buena idea, pero los conocidos como 3F (Family, Friends ald Fools: en inglés, familia, amigos y lo-cos) están tan escasos de liquidez como tú, échale un vistazo a estas maneras de financiación, valora la que mejor puede responder a tus necesidades, ¡y lánzate a la piscina del emprendimiento!

Crowfunding, miguita a miguitaEl éxito de este sistema consiste en conse-guir una participación masiva de personas interesadas en tu idea. A diferencia de otros sistemas de financiación tradicionales, las aportaciones son claramente donaciones, no inversiones que vayan a rentabilizarse

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después, por lo que el crowfunding funcio-na sobre todo en el sector artístico/audio-visual: música, cine y videojuegos son los mayores beneficiados del también conoci-do como micromecenazgo. Y no es nada nuevo, ya en el año 1989 el grupo espa-ñol Extremoduro logró conseguir 250.000 pesetas de las de entonces para lanzar el que sería su primer disco (crowfunding de lo más castizo!), pero últimamente el con-cepto se ha especializado, y han surgido diversas plataformas online que ayudan a los emprendedores en su búsqueda de mecenas. La más conocida es la estado-unidense kickstarter.com, mientras que en nuestro país las páginas más activas y efectivas son partizipa.com, la más vete-rana; verkami.com, de marcado carácter cultural (libros, películas, música, arte, ilustración…); goteo.org, muy enfocada

a proyectos solidarios, y lanzanos.com, cuyo concepto sería una mezcla de las dos anteriores.

El funcionamiento es siempre el mismo: el promotor presenta su proyecto, indican-do la cantidad que necesita recaudar para llevarlo a cabo, pone una fecha límite, ¡y a esperar que la gente crea en su sueño y haga donaciones! Normalmente no suelen ser muy elevadas (entre 3 y 15€), porque el donante no recibe beneficios a cambio, a excepción de ver su nombre en los crédi-tos, un par de entradas para el estreno o

en 1989 el crowfunding ya existía en España: Extremoduro financió

así su disco

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concierto, o un detalle similar. Si llegada la fecha límite no se han alcanzado las ex-pectativas económicas, las donaciones no se hacen efectivas, pero si el proyecto ha ilusionado a suficientes personas, la plata-forma web se lleva un porcentaje (del 3% al 5%), y el emprendedor ya cuenta con el efectivo para ponerse manos a la obra. Que lo haga, y que tenga éxito, son ya otras historias bien distintas (sobre todo lo del éxito), pero es lo que tiene el apos-tar por algo todavía ficticio, y los donantes suelen contar con ello.

Business Angels: almas caritativas…Bajo este nombre tan poético se esconden inversores privados, en su mayoría ex-em-presarios, grandes fortunas que quieren diversificar su patrimonio, o altos directi-

vos interesados en buscar un nuevo cami-no cuando ven cerca su jubilación. Así que nada tienen que ver con los particulares anónimos que apuestan por un grupo de rock independiente con buena pinta, como ocurre en el crowfunding. Porque estos án-geles de los negocios lo que buscan son be-neficios, y no escasos precisamente. Para ello invierten un interesante capital (de entre 20.000 y 200.000 euros) en proyec-tos con altas expectativas de éxito, de los que salen al cabo de 5 ó 7 años, con unos beneficios de no menos del 10% (bueno, esa es la teoría y lo que esperan conseguir cuando invierten). Además, durante ese periodo inicial, no se contentan con poner el dinero y esperar, sino que suelen ejer-cer como asesores. En España la figura del inversor ángel dista mucho de la estado-unidense, país en donde empresas como Starbucks, Google o Amazon vieron la luz gracias a estos angelicales millonetis; pero poco a poco van aumentando su presencia en el panorama patrio. Pero, se pregun-tarán los futuros emprendedores, ¿cómo

los business angels suelen aportar entre

20.000 y 200.000 euros de capital

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contacto con un ángel de estos? Pues a través de alguna de las muchas redes que aglutinan a estos inversores. Puedes con-sultarlas en business-angels.es.

Financiación pública, y no es bromaVale que las arcas públicas tienen telara-ñas pero, incomprensible y afortunada-mente, todavía queda donde rascar algo; porque aún hay diversas entidades depen-dientes de la administración que cuentan con partidas destinadas a la financiación de nuevas empresas y proyectos empren-dedores. ¿Cómo es posible, se pregunta-rán muchos? Pues gracias a las ayudas que vienen desde Europa, a los fondos destinados a la investigación y, o la tecno-logía aprobados cuando aún las vacas no

estaban tan escuálidas, organismos públi-cos cuyo objeto principal es justamente el desarrollo financiero…

Pero el desconocimiento de la existencia de estos organismo, como la Empresa Na-cional de Innovación (Enisa), que sólo el año pasado invirtió más de 104 millones de euros en las empresas; o el Centro para el Desarrollo Tecnológico e Industrial (CDTI), entre muchos otros; hacen que muchas de las ayudas previstas para re-lanzar la economía se queden en el cajón. Una pena, ¿verdad? Por eso es importan-te, antes de sacar el lado pedigüeño en el sector privado, enterarse bien de lo que pueden ofrecernos desde el público. Que para eso está, ¿o no?

sabías que...? en www.sherpafinanciero.com encontrarás muy buenos consejos para emprender

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por elena rey

Al pensar en Japón, a la mayoría le vendrá a la cabeza la imagen de una ciudad repleta de rascacielos, rótulos de neón y gente de lo más variopinta vestida de las maneras más locas. Y, si bien este cliché es cierto, el país del sol naciente está repleto de lugares especiales, casi mágicos, mucho más interesantes que los templos de con-sumismo y asfalto.

Uno de estos rincones increíbles es Nara, ciudad situada a menos de una hora en tren de Osaka. Conocida por ser el hábitat de mi-les de ciervos salvajes, lo normal es pensar que los animales se encuentren en parques y zonas protegidas, algo así como un zoo muy grande. Por eso sorprende tantísimo salir de las estación del tren y, a pocos pa-

sos, encontrarse la acera repleta de ciervos, ¡y también de turistas boquiabiertos!

Porque Nara no es una ciudad en la que haya un parque con ciervos, es la ciudad de los ciervos. Se pasean con total libertad por donde quieren, no existen barreras que los encierren en una zona determi-nada e, incluso, cruzan las carreteras a lo loco, para espanto de los transeúntes que lo presencian (menos mal que los vecinos de allí están más que acostumbrados y son muy cívicos al volante). De hecho, los cier-vos están tan habituados a vivir aquí, que no tienen ningún miedo de acercarse a los humanos, casi siempre para reclamar unas galletitas saladas que parecen encantarles, y que venden en múltiples puestecillos dispersos por todo el parque.

NARA, el reino de bambi

La pregunta que se hace todo el mundo al ver tanto animal de astas retorcidas cam-pando a sus anchas por toda la ciudad, es cómo han llegado hasta ahí; de dónde han salido. Cuenta la leyenda que la aristocrá-tica familia Kasuga Taisha, fundadora de la ciudad, invitó al dios Takenomikazuchi-no-mikoto a visitar Nara, y que éste acu-dió montado en un ciervo blanco. Desde entonces, estos animales son respetados y protegidos por los ciudadanos por con-siderarlos mensajeros divinos (y porque a día de hoy atraen a miles de visitantes cada año, una fuente de ingresos impres-cindible para el desarrollo de la ciudad) y, hasta hace menos de un siglo, matar uno era castigado con la pena capital.

Pero no sólo hay ciervos en Nara. Porque el 30% de la ciudad es un inmenso parque jalonado por templos, lagos, riachuelos; e incluso cuenta con el bosque primario de Kasugayama, protegido contra la caza des-de el año 841, y declarado Patrimonio de la Humanidad.

Pasear por los senderos de este parque

es como entrar en una película de Hayao Miyazaki (Studio Ghibli), pues se tiene la sensación constante de que en cualquier momento va a aparecer un ser milenario, como el Espíritu del Bosque de la película La Princesa Mononoke. A ello contribuyen los miles de lucernarios de piedra que cus-todian cada sendero y la entrada de los nu-merosos templos; cubiertos de musgo, son testigos mudos del paso de los años.

Y los templos son también dignos de visi-ta, todos y cada uno de ellos. Aunque pue-da parecer repetitivo el ir a tantos lugares de culto, cada uno es especial y diferente, y aportan un no sé qué imprescindible a la experiencia. El más conocido es el Tem-plo de Todaiji, pero las hordas de turis-tas (japoneses en su mayoría) le quitan a cualquiera las ganas de entrar. Más vale acercarse a los menos célebres (hay más de siete), y descansar en sus jardines contem-plando el panorama.

En definitiva, Nara es un puente a otro tiempo; aquel en el que reinaba la natura-leza sobre el hombre, y no al contrario.

sabías que...? se calcula que hay unos 1.200 ciervos en total en toda la ciudad

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DETALLES FLORALES por emma kone

Las coronas de flores han sido las au-ténticas reinas de las fiestas de los últimos meses, y han sido omnipre-sentes en bodas, bautizos, ceremo-nias de graduación, e incluso más de una atrevida ha apostado por ellas en las noches veraniegas. No es de extra-ñar, pues son un tocado perfecto que resalta la belleza de cualquiera, son frescas y muy románticas y, lo mejor de todo, originales; ¡no hay dos coro-nas iguales!

Que los días se vayan acortando y las plan-tas empiecen a perder sus hojas (qué decir de las flores frescas, presentes solamente en primavera…) no significa que haya que renunciar a lucir una tiara floreada en oto-ño, e incluso en invierno. Basta con echar-

le un poco de imaginación y utilizar flores secas o de tela, y darle un toque estacional con hojas, ramitas, bayas secas… Aquí os dejamos un práctico tutorial para una co-rona de margaritas falsas. ¡Ideal!

NECESITARÁS:- Goma elástica: Servirá para ajustar la co-rona a la cabeza, por lo que es preferible que sea algo gruesa y resistente. Puedes utilizar una cinta elástica, tipo diadema, de las que ya venden.- Alambre: Que no sea excesivamente rígi-do, pero tampoco muy endeble. El grosor debe permitir que sea resistente y malea-ble a la vez.- Un retal de tela: Si la corona se hace bien, no debería verse, por lo que el color poco importa. Si no estás muy segura del resul-

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tado, mejor utiliza una tela con un tono similar al de tu cabello. Eso sí, que no sea muy rígida ni áspera, es mejor una tela fina y delicada como el encaje, o el algo-dón.- Flores de tela: Pueden ser todas de la mis-ma especie y color, como las que he usado yo, o elegir diferentes tonos, texturas, ti-pos de flor; incorporar hojas o ramitas… Lo más importante es que sean bonitas, que no parezca que las has comprado en un bazar (aunque ahí puedes encontrar muy buenas flores falsas!)- Hilo y aguja: Negro o del mismo color que la tela.

MANOS A LA OBRA!- Teniendo en cuenta el tamaño de tu ca-beza, prepara un soporte para la corona, doblando la goma elástica e introduciendo el alambre en cada lado de la misma. Re-tuércelo sobre sí mismo para asegurarte de que no se suelte.- Envuelve el alambre con el retal, procu-rando que no quede visible ningún trozo, y pon varias capas de tela para conseguir una base acolchadita. Cose la tela de for-ma longitudinal para que no se deshaga.- Coloca las flores una a una, procurando que el resultado sea uniforme y compacto, para que no se vean huecos entre las flores ni quede una zona mucho más gruesa que otra. Puedes coser directamente las flores a la tela o, mejor aún, elegir unas que ten-gan tallo para enroscarlos en la base. Así quedarán más estables y no se moverán, pero procura colocar los tallos de forma que no se te claven en la cabeza ni resul-ten incómodos o se vean, pues quedaría muy feo.

Ale, con estos sencillos pasos y menos de 10 euros, ¡ya estarás lista para ser la reina de la fiesta!

Más tutoriales y DIY en www.buzzrevista.com

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MUCHO MÁS QUE PESCADO

CRUDOpor elena rey

Hablar de comida japonesa y referirse únicamente al sushi y al maki (pesca-do fresco en filetitos sobre una bola de arroz, o enrollado en una hoja de algas secas) es lo mismo que decir que Es-paña es el país de la paella y las tapas. Ambas afirmaciones no dejan de ser ciertas, pero estos platos han alcanza-do tal fama mundial que, desgraciada-mente, ensombrecen al resto de la gas-tronomía de cada país, privándonos a los amantes del buen comer de delicias insospechadas que difícilmente llegan hasta nuestras mesas…

Aunque cada vez hay menos gente que cree que en Japón sólo comen pescado crudo, porque igual de absurdo resulta concebir que por aquí sólo nos alimentamos del plato estrella de Valencia, es complicado llegar a hacerse una idea de lo amplísima y variada que es la gastronomía nipona an-tes de poner un pie allí, en la otra punta del mundo, y vivir la experiencia por uno mismo. Y es verdaderamente toda una ex-periencia, no os quepan dudas… Porque, para los japoneses, la comida es un ritual, casi casi un arte. Y no es que el sentarse a comer sea un acto reverencial como sucede

con su ceremonia del té, es más bien que para ellos la comida es un importante sím-bolo de identidad nacional que merece ser celebrado; así que nada de engullir alimen-tos como ocas cebadas, hay que tomarse el tiempo necesario para preparar los platos con cariño, y disfrutarlos con deleite.

Quienes, aquí en España, sienten un po-quito de curiosidad por la comida exótica, seguramente habrán probado algo más que los platos de pescado crudo citados al principio del artículo. La sopa miso (verdu-ras y tofu, una pasta hecha a base de soja)

y los yakitori (brochetas de pollo a la brasa) son lo más común, después del sushi y sus variantes, en las cartas de los restauran-tes orientales ubicados en nuestro país. Y son platos no sólo deliciosos, sino perfec-tamente cocinados porque, ¡sorpresa!, en Japón no sólo comen cosas crudas como se piensan todavía muchos por aquí; y que normalmente son los mismos que sen-tencian la cocina japonesa con un ‘no me gusta’, sin tan siquiera haberla probado. Esa gente demuestras así la misma madu-rez que un crío de dos años… Ellos se lo pierden.

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sabías que...? Japón es el país con más restaurantes por habitante del mundo

Al igual que sucede aquí, cada región tie-ne sus propias especialidades, pero en ge-neral la base de la comida es el arroz (de hasta quince variedades distintas), y todo aquello que llega del mar, como cabe ima-ginar en un país insular: pescados, maris-cos, crustáceos, pero también algas, eri-zos, estrellas y orejas de mar, medusas… Menos las rocas, ¡se lo comen todo! Por el contrario, las verduras y las frutas frescas son todo un lujo difícil de encontrarse en el plato… No de es de extrañar que en un país tan pequeño, y con una densidad de población demencial, los espacios destina-dos al cultivo sean cada vez más escasos, lo que se traduce en unos precios elevadí-simos: un tomate, mondo y lirondo, en un restaurante, casi 3€; una caja de ciruelas (unas diez unidades), en un supermerca-do, casi 5€; un melocotón, ¡uno sólo!, en un mercado un poco pijo, la friolera de más de 6 euros… Pero, después de dos semanas comiendo únicamente verduras encurtidas, salteadas con los tallarines o en sopas, y saboreando la fruta sólo en

helados y sorbetes, acabas pagando lo que haga falta, porque llega un momento en el que tu cuerpo de pide salsa, digo, fibra…

Ésta sería la única pega que, desde el pun-to de vista de alguien que vive en la huerta de Europa, podría ponérsele a la comida japonesa. Por lo demás, son todo piro-pos. Destacan tres maneras de cocinar: a la brasa, a la plancha y fritos; y, de los platos, también me quedo con tres (¡aun-que podría añadir muchos más!): gyoza, empanadillas de cerdo y col cocidas al va-por y posteriormente doradas a la plan-cha; yakisoba, fideos de trigo salteados a la plancha con verduras (col, zanahoria, setas, cebolla, cebollino), cerdo, semillas de sésamo, copos de bonito deshidratado

la televisión está saturada de progra-

mas relacionados con la comida

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y diversas salsas; y okonomiyaki, una espe-cie de tortilla, pero con un aspecto final similar a una especie de pizza, preparada a la plancha (normalmente frente al clien-te), con huevos, calamares, algas, cerdo, repollo, soja, jengibre, Ketchup y salsa inglesa, entre otros muchos ingredientes. Sí, suena horrible, pero está espectacular.

Lo que no es tan apetecible son los pos-tres… La mayoría de la repostería tradicio-nal japonesa está hecha a base de té (muy amargo), o de judías dulces pero, por muy dulces que sean, su aspecto y textura no deja de ser el mismo que el de las fabes, así que resultan desconcertantes para el paladar europeo. Eso sí, son expertos en preparar bollería y pasteles de estilo oc-cidental, pero adaptados a los gustos de allá, con unos resultados que hacen la boca agua: tienen un pan de melón, tierno y cremoso, de escándalo.

Más allá de de los gustos personales, la fascinación que provoca la gastronomía de Japón es por una cuestión de actitud. Como decía antes, todo lo relacionado con la comida se transforma allí en una fiesta digna de ser vista y vivida: se puede comer a cualquier hora del día y hasta bien en-trada la noche, de hecho, para el visitante extranjero, es muy difícil adivinar cuáles son los horarios ‘normales’ de sentarse a la mesa para los japoneses, pues los res-taurantes abren ininterrumpidamente y siempre tienen alguna mesa ocupada. Además, cualquier lugar es idóneo para disfrutar del almuerzo, con especial prefe-rencia por los vagones del tren bala para los hombres de negocios; y, si aquí en Es-paña tenemos un bar por cada muy pocos habitantes, allí sucede lo mismo con las máquinas distribuidoras de bebidas (re-frescos, cafés, cervezas), plantadas en las calles cada pocos pasos, y con las tiendas 24 horas (¡una en cada esquina!) en las que venden pastelería y platos ya prepara-dos (bento) dignos del mejor restaurante japonés de aquí.

Así pues, si tienes pensado viajar a Japón, ve practicando con los palillos…

medusas, estrellas y orejas de mar, algas…

Menos las rocas, ¡se lo comen todo!

por emma kone

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¿Has sido siempre un tremendo goloso, pero últimamente detestas el chocola-te? ¿Sueñas con conseguir caramelos a rayas, dulces con envoltorios de plás-tico o, mejor aún, bolas con pepitas de colorines? ¿Cierras los ojos y ves filas de chucherías que estallan? No cabe duda: ¡eres adicto a Candy Crush!

Si no sabes de qué hablamos, probable-mente seas un marciano recién aterrizado, o uno de los últimos especímenes huma-nos que reniegan de la tecnología móvil, porque es difícil escapar a los largos tentá-culos de este juego que, a través de las re-des sociales, está consiguiendo más adic-tos que el chocolate belga. Y ya es decir.

Si aún no eres de los jugones, seguro que estarás harto de recibir solicitudes de to-dos tus contactos, mendigando vidas o movimientos extra. Es fácil llegar a enfa-darse ante tal bombardeo de peticiones, e incluso menospreciar a quienes invaden tu Facebook y tu smartphone con las di-chosas solicitudes, pero sólo hasta que lo pruebas… Si empiezas a jugar a Can-dy Crush, si caes en esa dulce tentación, ¡¡¡date por perdido!!! Más aún si tienes por delante poco trabajo o días de baja metido

en cama; en ese caso, ¡olvídate de cualquier otro pasatiempo, sólo desearás explotar caramelos, hacer combinaciones especia-les, y pasar a los siguientes niveles!

Pero, ¿qué tiene de especial este juegueci-to? A fin de cuentas, no es más que un tres en raya sofisticado, como muchos otros que existen en el universo de las aplicacio-nes móviles. Pues no se sabe, ¡pero resul-ta altamente adictivo! Su tremendo éxito (como demuestran las campañas publicita-rias en televisión, lo nunca visto en esto de las APP) es un misterio más de los que hay por la red, como lo fue hace unos meses el desgraciadamente famoso “Ola, k ase?”, que nadie sabe de dónde salió pero que en pocos días corría como la pólvora por to-das las redes sociales de habla española.

Pero esto de Candy Crush llega a límites insospechados, pues hay gente realmen-te enganchada, y en países como Méjico existen incluso grupos de ayuda, simila-res a Alcohólicos Anónimos. Imaginaos la situación: “Hola, me llamo Emma, y soy adicta a Candy Crush”. Definitivamente, creo que voy a dejarlo antes de llegar a esos límites tan patéticos… ¡Pero no puedo! ¿Quién me da una vida?

DULCE ADICCIÓN

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I CAN GET NO SATISFACTION

El archiconocido estribillo de esta canción, podría ser perfectamente el mantra de la sociedad actual. Y no es que andemos todos con problemas en la cama, pues no hablo de satisfacción sexual como la canción sino de reali-zación personal y profesional a todos los niveles: somos una sociedad insa-tisfecha en general.

Basta con preguntarle a cualquiera “¿eres feliz?”, para encontrarnos con que las res-puestas positivas no son muy numerosas. En un principio, es muy probable que la mayoría respondan que sí, por eso de que está muy mal visto el ser un infeliz, pero ahondando un poco en la cuestión,

siempre surgirá algún pero: soy muy feliz, aunque me gustaría conseguir un trabajo mejor, o encontrar pareja, o tener hijos, o ganar más dinero, o, o, o… Es como si la vida fuera una carrera por etapas en la que nos centramos en conseguir un obje-tivo pero que, una vez alcanzado, aparece en el horizonte uno nuevo que nos impide relajarnos y disfrutar del momento, y nos obliga a ponernos manos a la obra para conseguirlo: sacar buenas notas, apro-bar el acceso a la universidad, sacarse la carrera, conseguir un buen trabajo, ser el más ligón del lugar, pero sólo hasta cierta edad, que luego hay que sentar la cabeza; casarse, comprarse una casa y, cuando por fin tienes todo eso, no te dejan ni dos me-

por elena rey

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ses de feliz vida matrimonial que ya em-piezan a agobiarte con el “¿para cuándo los bebés?”. Y cuando te atreves a dar el paso y tienes uno, enseguida te pregun-tan cuándo le vas a dar un hermanito; sin olvidar, claro, que tienes que progresar en tu carrera profesional, no dejar atrás la vida social (que las amistades son impor-tantísimas), comprarte un nuevo coche, viajar como Willy Fogg, hacer mucho de-porte… ¡Dios mío, qué cansancio!

Tener ambiciones en la vida es muy posi-tivo, que nadie piense que abogo por una conformidad absoluta con lo que nos ha tocado y, ¡ale!, a esperar que la vida pase. No es eso, pero sí que deberíamos apren-der a valorar lo que tenemos, en lugar de obsesionarnos por nuestras carencias. Porque, esforzarnos para mejorar a nivel personal no sólo tiene sentido, sino que la mayoría de las veces da como resultado una recompensa satisfactoria (con algún batacazo más que necesario por el cami-no). El craso error es centrar nuestras aspiraciones en el físico y/o lo material, creyendo que una vez alcancemos nues-tros objetivos en ese terreno conseguire-mos más éxito y felicidad. La esencia del problema queda muy bien definida en un dicho inglés, the grass is always greener on the other side of the fence (la hierba siem-pre es más verde al otro lado de la verja), que resume esa tendencia tan humana de compararnos con los demás y creer que lo suyo es mejor que lo nuestro. No todo, por supuesto, pero siempre encontrare-mos algo que los demás tienen o hacen mejor.

Y es que no hay nada peor que las com-paraciones, que ya sabemos que son odio-sas, pero no podemos evitar hacerlas. Un estudio realizado por la psicóloga Sonja Lyumbomrisky, demostró que somos más felices haciendo algo mal, pero me-jor que los demás, en lugar de haciéndolo bien pero algo peor que los otros. Y en el

aspecto económico, más de lo mismo, el lema de muchos es ‘farda como puedas’, incluso si ello supone tener que aparcar el cochazo del siglo en el garaje comunitario de un apartamento minúsculo.

Cuando este tipo de carencias afectan a personas adultas, es un fastidio, pues el subidón de adrenalina al comprarse un bolso de marca es tan momentáneo, que no compensa en absoluto la desazón pos-terior. Pero bueno, unas visitas al psicó-logo y unos cuantos antidepresivos, y a manejar el vacío existencial como mejor se pueda. El problema mayúsculo viene cuando son los jóvenes los que padecen de insatisfacción crónica. Qué poco tar-dan en olvidarse del numerito que mon-taron para conseguir su smartphone cuando, pasadas unas semanas, se les an-toja el nuevo modelo; qué necesidad hay de tener cuatro videoconsolas, que me lo expliquen, porque para ellos parece vital; en Japón, los adolescentes están tan ob-sesionados con parecer occidentales, que pasan sus tardes en fotomatones que tunean las imágenes, aclarando su piel y agrandado sus ojos, dando como resulta-do esperpentos de pesadilla…

Que esos niños malcriados le hagan la vida insoportable a sus padres, por ahora es sólo problema de ellos, que tienen toda la culpa. Pero hay que pensar que esos monstruitos egoístas, consumistas e insa-tisfechos serán algún día los adultos que manejarán el mundo… Mejor no pensarlo demasiado y disfrutar del momento y de lo que tenemos ahora, ésta sí es la clave de la felicidad.

Nos olvidamos de disfrutar del momento,

de lo que tenemos en el presente

sabías que...? puedes ver esas raras fotos japonesas buscando en Google ‘purikura big eyes’

por fernando antúnez

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La célebre obra de Víctor Hugo (mu-cho más conocida por su versión mu-sical que por el número de verdaderos lectores) parece estar de plena actua-lidad, y no porque recientemente la hayan llevado al cine con un elenco actoral más que dudoso, ni porque siga viéndose en los escenarios tea-trales cada poco tiempo, sino porque, miremos donde miremos, estamos rodeados de miserables. Y no precisa-mente porque estemos en tiempo de revolución a la francesa…

Los miserables del siglo XXI no son como Fantine, Jean Valjean y demás, víctimas de su entorno y de su destino, que viven en pésimas condiciones y roban o delin-quen porque no les queda más remedio, pero no por ello se les puede considerar malas personas. Los miserables de hoy en día son otra historia muy diferente. Bien vestidos, repeinados, luciendo re-loj y cochazo, se camuflan entre la gente honrada intentado pasar desapercibidos, pero sus actos emiten un tufillo apesto-so que acaba por delatarlos… Y no es que sean malas personas como tal; no estoy hablando de ladrones, estafadores, viola-

dores o asesinos. Tampoco estoy pensan-do en los protagonistas de todos los casos de corrupción que cada día nos visitan en las páginas del periódico y hacen que se nos revuelva el desayuno en el estómago; porque estos tipos y tipas, los corruptos de altos vuelos, no son miserables, son directamente hijos de puta con pintas…

Yo me refiero más bien al miserable de andar por casa, esos don nadie que hacen de este mundo un sitio peor. Como el ve-cino que tiene al perro encadenado a una pared las 24 horas al día y no le hace ni caso, el cutre que no sólo no deja propina en el bar, sino que se lleva la del anterior cliente; o como el tipo que contrata un servicio, pide descuentos, y a la hora de pagar cuelga el teléfono, se inventa excu-sas y da esquinazo para no abonar los 58 míseros euros que debe. No se puede ser más cutre… Esperamos que, al menos, los haya aprovechado para llevar a su familia a cenar por ahí. Que los haya disfrutado de verdad, aunque, conociéndolo, seguro que los guarda bajo el colchón y cuenta cada euro a diario, cual Tío Gilito. Es más su estilo.

LOS MISERABLES

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