camino de los monjes

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al encuentro 74 Escritura PÚBLICA Una de tantas realidades en las que leyenda y datos históricos ora se superponen ora se contradi- cen sin que cambie un ápice lo que realmente importa a efectos del observador actual. Es el caso de estos poco más de veinticinco sorprendentes kilómetros que hablan de entornos románicos, góticos y modernistas, de ambiente urbano y rural, de parques naturales... Y todo a un mismo tiempo. Monasterio de Sant Llorenç del Munt y parte del Camí dels Monjos en el entrono del Parque Natural (fotos cedidas por la Diputación de Barcelona). VALLÉS OCCIDENTAL CAMINO DE LOS MONJES

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Una de tantas realidades en las que leyenda y datos históricos ora se superponen ora se contradi-cen sin que cambie un ápice lo que realmente importa a efectos del observador actual. Es el casode estos poco más de veinticinco sorprendentes kilómetros que hablan de entornos románicos,góticos y modernistas, de ambiente urbano y rural, de parques naturales... Y todo a un mismo

tiempo.

Monasterio de SantLlorenç del Munt y partedel Camí dels Monjos en elentrono del Parque Natural(fotos cedidas por laDiputación de Barcelona).

VALLÉS OCCIDENTAL

CAMINO DE LOS MONJES

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Texto y fotos: J. ORTIZ

P OR no perder el pla-no de los contrastes,también cabe aña-

dir a los citados en la en-tradilla que el Camí delsMonjos se mueve entre unSant Cugat del Vallès a100 metros sobre el niveldel mar y un Sant Llorençdel Munt, el monasterio,sobre la cima de la Muelaa más de mil metros. Si elrecorrido se hace ascen-dente, lleva de Sant Cugata Sant Quirze, Terrassa yMatadepera, por este or-den, para rematar en elmonasterio “plantado” enuna de las cimas más ca-racterísticas del ParqueNatural de Sant Llorençdel Munt i l'Obac.

La leyenda, que siempreestá bien empezar por lomás lírico, cuenta quelos monjes de Sant Llo-renç estaban hasta másarriba de la tonsura depasar penurias en su,por otro lado, bellísimoemplazamiento en lo altode la Muela. Teniendo encuenta que hay noticiasde asentamientos mo-násticos en la cumbredesde mediados del sigloX, es fácil imaginar quela premisa del relato esabsolutamente asumi-ble. Recuérdese que losmonjes vivían de lo quecultivaban, poca cosa enlo alto de una montaña,y de la limosna, más po-ca cosa en ese tiempo yen su entorno abarcable.

Así que se fueron lossantos varones a ver al

obispo de Barcelona y lepidieron autorización pa-ra instalarse en un lugarmejor. Piénsese que laubicación cronológica delrelato es en pleno Medie-vo, con una iglesia euro-pea feudal y tan propieta-ria de terrenos y vidas co-mo lo podía ser cualquierconde o marqués (y tanbélica, dicho sea de paso;pero ese es otro “cantar”).El obispo dice a los mon-jes de Sant Llorenç quevale, que se buscasen otrositio que les viniese me-jor, pero que para encon-trar este tenían que “ca-minar recto y sin atrave-sar ningún río, torrente ocárcava (quizás ‘hoz’, por-que la palabra catalana esxaragall)”. Y así llegaron,Matadepera, Terrassa ySant Quirze mediante, aSant Cugat: veinticincokilómetros y trescientosmetros de caminata casi

en línea recta y sin “osar”acercarse a las corrientesde agua.

La historia sitúa, comoqueda dicho, una comu-nidad monástica en laMuela en torno al 950,quizás benedictinos. Eltemplo románico de SantLlorenç es de la primeramitad del siglo XI y los se-guidores del ora et laboraestán en ese monasterio,al menos documental-mente, desde los años se-senta de ese siglo. Perotambién el de Sant Cugat,supuesta meta de los in-conformistas seguidoresde Benito de Nursia, esdel siglo XI. Y de hechoparece que ya hubo ahícomunidades en 878. Sesabe además que el condeBorell II –el mismo quedijo a los reyes francesesque hasta aquí hemos lle-gado y que les iba a ren-

dir juramento su tía la pa-ragüera, mismamente–,vendió San Llorenç almonasterio de San Cugat,o lo permutó, en el año975 y que a partir de ahíeste último siguió la reglabenedictina. Es decir: elseguimiento a los precep-tos dictados por el santoitaliano se trasvasarondel monte a la llanuraaparentemente, en el sen-tido que indica la leyen-da. Se conoce también laexistencia desde aquellostiempos de una fluida re-lación entre ambos mo-nasterios, principio y findel Camí. Por encajar lasecuencia en la línea deltiempo, cabe añadir quepoco les duró la alegría dela unión inicial documen-tada, porque, diez añosmás tarde, Almanzor sededicó a perseguir infie-les en San Cugat y se cebócon los tonsurados. ¿Ayu-

Leyenda e historia se superponen en el Camí dels Monjos y tienen tantascoincidencias como contradicciones

Monasterio de San Cugat del Vallés.

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dó esto a que mantuvie-ran los dos monasterios“por si acaso”? Segura-mente. Y lo que importaes que la cosa siguió ade-lante.

Si se acepta, en fin,que la historia sólo cuen-ta lo que puede documen-tar y que a veces la pro-pia transmisión oral derelatos es la pista que tie-nen los historiadores pa-ra buscar realidades, sepuede entender que la so-licitud de autorización alobispo era más bien unformalismo de obedien-cia a la autoridad y quepudieron ser los benedic-tinos originales de lamontaña del hoy ParqueNatural los que decidie-ron buscarse sitios mejo-res, pero sin abandonardel todo lo que ya tenían;así leyenda e historia en-cajan. No hay más queentender que se hicieronambos monasterios conuna pequeña diferenciade tiempo y que lo de irde uno a otro rectement i

sense travessar cap riu,torrent o xaragall, era pu-ra conveniencia prácticadel caminante. La con-clusión es que el Camíexistió como tal y, afortu-nadamente, existe aún.

Sant Cugat, si se hace elcamino de leyenda al re-vés, es una poblacióntranquila, casi continui-dad del área urbana deBarcelona tras la acerta-da construcción de los

Túneles de Vallvidrera,evitando así la Sierra deColserrolla que los bene-dictinos tuvieron queatravesar o rodear paravisitar en su momento alobispo. Si la atravesaron,debieron pasar por loque hoy es un magníficoparque periurbano y sila rodearon, siguieroncualquiera de los vallesdel Besós o del Llobregat,que la circundan. El Mo-nasterio, joya de la po-blación del Vallés y sededel Museo de Sant Cugat,es un recinto amuralladocon dos puntos básicosde atención: la iglesia ysu fachada entre románi-ca y gótica (el rosetón esfantástico) y el claustrorománico con sus capite-les esculpidos cada unocon motivos diferentes.

En Sant Quirze estála ermita de Sant Feliuetde Vilamilans, prerro-mánica, que alberga unara paleocristiana. Cabesuponer que era un altoen el camí entre monas-terios. Y para el que seanime, todo un espectá-culo si asciende hasta elmirador que hay en elPujol Blanc, con una pa-norámica impresionantedel Vallès y las monta-ñas que lo circundan, in-cluyendo Montserrat y elMontseny.

Terrassa es uno de esoslugares a los que hay quededicar tiempo e inten-ción. Será inevitable queel viajero se acerque a lapoblación con la mentali-dad de encontrar un am-biente industrial y, portanto, alejado de monu-

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Edificioconstruido en1908 para la SociedadGeneral deElectricidad. Hoy,incorporado alpaisaje urbano,alberga unrestaurante.

Ayuntamientomodernista

neogótico de Terrassa.

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Será inevitable que el viajero se acerque a Terrassa con la mentalidadde encontrar un ambiente industrial

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mentos o de estética ur-bana. Y es verdad que senota su carácter de seruno de los paradigmas dela revolución industrialde mediados del XIX y dela producción textil, so-bre todo de lana. Pero noes menos cierto que tieneuna historia detrás, tam-bién monumental, y queesa pujanza industrial ci-tada la llevó a ser un hitode la arquitectura mo-dernista.

Se puede empezar–casi es preferible decir“se debe”– por la Seu d'É-gara. Égara fue el nom-bre de Terrassa en tiem-pos romanos y fue sedeepiscopal en el contexto

de la Tarraconense visi-goda; esto para explicarel nombre. Lo que hoyencuentra el visitante esun conjunto monumen-tal excepcional, conmuestras arqueológicasque van desde la presen-cia de los íberos en ade-lante. Las tres iglesiasque se hermanan en elrecinto, Santa María,Sant Miquel y Sant Pere,son un bien surtido ra-millete de muestras ar-quitectónicas y decorati-vas, tanto románicas co-mo góticas. Conformanrealmente, como dicenlos responsables del mu-seo, “un conjunto esen-cial para comprender el

proceso de cristianiza-ción medieval europeo”.

Sin salir del Medievo,puntos de interés son elCastell Cartoixa de Val-paradís y la Torre del Pa-lau. Esta última es lo úni-co que queda del Palaciode Terrassa, que dio suactual nombre a la pobla-ción, y que es hoy centrode interpretación de laVilla Medieval. Y, quizásen un acrobático saltohistórico, otros lugaresimprescindibles son losrelacionados con la revo-lución industrial y suapuesta por el modernis-mo: la Massia Freixa, quesigue la escuela gaudianasin complejo; el Museo dela Ciència y la Tècnica deCatalunya, montado enuna antigua fábrica devapor de las que se utili-zaban para llevar a cabotodo el proceso textil; y,bueno, el Mercat de la In-dependència, el neogóti-co edificio del Ayunta-miento, la Casa Alegre deSagrera –actual Museode Terrassa–, el TeatroPrincipal, distintos alma-cenes y fábricas cuyas fa-chadas parecen más bienpalacetes venecianos y

El Monasterio, joya de la población del Vallés y sede del Museo de Sant Cugat, es un recinto amurallado

INFORMACIÓNEL CAMÍ DELS MONJOSSant Cugat del Vallès

Pl. Octavia, s/n08172 - Sant CugatTel.: 936 759 952

[email protected]/

Parc Natural de Sant Llorençdel Munt y l'Obac

Ctra. de Terrassa a Navarcles, Km 14,808278 - Mura

Tel.: 938 318 [email protected]

ALOJAMIENTOHotel La Mola ****

Camí dels Plans de Can Bonvilar s/n

08227 - TerrassaTel.: 937 367 267

[email protected]/

RESTAURANTES‘Cuina dels Monjos’

Restaurant La MolaMonasterio de Sant Llorenç08211 - Castellar del Vallès

Tel.: 93 743 54 [email protected]

La MuntanyetaParc de Vallparadís, 5

08227-TERRASSATel.: 93 783 84 54

www.lamuntanyeta.com

El Castellet Ctra. de Molins de Rei

a Caldes, km 17'508192-SANT QUIRZETel.: 93 721 30 20www.elcastellet.com

Torrada Grill Pl. Pere San, 8

08172-SANT CUGATTel.: 935 897 274

Castell Cartoixa de Valparadís,del siglo XII.

Masía Freixa, obra de Lluis Muncunill con inspiración gaudiana. A la derecha, perspectiva de las tresiglesias del Conjunto d'Égara.

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no edificios dedicados acrear o guardar tejidos...¿Comprende ahora el lec-tor por qué lo del tiempoy la intención?

Matadepera es el punto departida de la leyenda delCamí dels Monjos, porqueen su término municipalestá el Monasterio de SanLlorenç, que es como de-cir que gran parte de suterritorio está dentro delos límites del Parque Na-tural. Así que, por un la-do, está esa extensión denaturaleza plena, corona-da por La Muela y elMontcau y rodeada por elLlobergat y el Ripoll, en laque flora y fauna se dejanobservar por el viajeroque se pierde entre sende-ros y se asoma a simas ycuevas, algunas con le-yendas vibrantes como lade El Draco de Sant Llo-renç, con tantas versionesque sería ocioso contaraquí alguna, aunque el fi-nal es siempre el previsi-ble de dragón malo malí-simo que es muerto porcaballero, unas veces ve-lloso y otras blanco y relu-ciente, pero siempre bue-no buenísimo.

Si nadie olvida que lanaturaleza es para cami-narla, y aunque pasearpor el Parque es tambiénencontrar restos de for-mas de vida de toda épo-ca y estilo, la visita alMonasterio es obligada.A pie, como mandan loscánones: no hay otra for-ma de llegar. La mejorruta es seguir desde Ma-tadepera la carretera queatraviesa el Parque y quesigue hasta Talamanca.En el punto más alto dela misma está el Colld'Estenalles y un centrode Información que abrepaso al camino para ac-ceder al Monasterio (unahorita o poco más de ca-minata).

Sant Llorenç del Munt esuna edificación románica

en estado puro. No signifi-ca esto que no haya tenidoreconstrucciones, porqueentre saqueos moriscos ychifladuras francesas, su-frió más de un altercado.Pero no es menos ciertoque los trabajos de rehabi-litación que se hicierondesde finales del XIX has-ta los años cincuenta delpasado siglo, respetaronla estructura de los edifi-cios que se construyeronen el XI.

Los veinticinco kiló-metros de recorrido delCamí están perfectamen-te señalizados y, si el ca-minante es animoso, sepueden hacer en una jor-nada de poco más de seishoras. Pero eso dejaría aun lado, quizás, el disfru-te de ambientes, colores,olores y, por supuesto,sabores. En torno al ca-mino, por ejemplo, se hacreado una actividadgastronómica denomina-da “La cuina dels Mon-jos” por la que restau-rantes del camino ofre-cen platos de la cocinamedieval monástica des-critos por el monje PereFerrer en un libro querelata la vida de los bene-

dictinos de Sant Cugat.Así, los amantes de lasexperiencias de inmer-sión podrán sentirse enpleno refectorio –aunqueno tan en silencio comomanda la regla de SanBenito– y alegrarse elcuerpo con la porrada(una especie de pastel depuerros), el morteruelode arroz o carne, los pes-cados hervidos con salsapebrada (fuerte, de pi-mienta y otras especias)o cocinados en baborada(con marcado acento deajo, almendras y miel),además de las ensaladasaderezadas con salsa deeruga (rúcula), donde elpaladar no sabe bien siquedarse a la hierba, elvinagre, las nueces o lamiel. Hablando de ale-grías, nada más caracte-rístico de la Cataluñamedieval que el vi de pi-ment o simplemente pi-ment. Se trata de un vinoblanco que se deja mace-rar con miel y especias yse toma frío... Probarloes averiguar por qué convino, al menos –lo delpan aquí se obvia–, ‘seanda el camino’. El de losMonjes, por supuesto. ■

Claustro de SanCugat y uno desus capiteles.

Lo de ir de un monasterio a otro rectement i sense travessar cap riu,torrent o xaragall, era pura conveniencia práctica del caminante

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