Camino de San Benito

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Camino del San Benito La senda del enebral

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La Senda del Enebral

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La patina que imprime las estaciones a los paisajes, hacen que estos cambien por momentos, y caminos conocidos se muestren una y otra vez inéditos. Hoy nos aventuramos en el Camino del San Benito, quizás el cerro referente de casi toda la villa. Imponente, parece vigilar todas y cada una de nuestras pedanías y una singularmente, La Paradilla, que se refugia a los pies de su cumbre. Es un paseo agradable, sencillo, de suaves pendientes para los iniciados, que propone nuevas experiencias para los más adelantados o se encarama a los riscos de uno de nuestros más queridos picos, para los más audaces, una aventura a su medida. La Senda del enebral nos introduce en el bosque aromático, intrincado, misterioso, donde viven y se ocultan numerosos ojos. Es también la senda de la historia, que nos acerca a la cara más dramática de nuestro pasado reciente. Descubriremos las fortificaciones que defendían Madrid y hoy sirven de monumento contra la barbarie y la sin razón de los pueblos. Os invitamos a elegir vuestra propia aventura y encaminar los pasos para descubrir olores y sensaciones que cambian día a día y estación tras estación. ¿OS lo vais a perder?

Enrique García

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Partimos de la pedanía de La Paradilla, perteneciente al municipio madrileño de Santa María de la Alameda. Es una pequeña aldea surgida a la vera de un descansadero del cordel de la Cruz Verde, una antigua cañada de transito de ganado. De carácter agrícola y ganadero, entre sus ocupaciones también estuvo la apicultura y la carretería, ambas dos hoy desaparecías. Desde la parada del autobús, cruzaremos el pueblo en sentido sur, hasta la plaza, que nos ofrece una esplendida panorámica del valle del arroyo de La Paradilla. No hace mucho, el fuego ascendió por este mismo valle hasta las puertas del pueblo y todavía son visibles algunos árboles renegridos como testigos mudos del suceso. Desde aquí contemplamos un camino bien marcado, ancho, que sale a la derecha y que debemos tomar, conocido como la senda de Robledo. Este camino es de pendientes suaves y no nos supone ningún problema, se adentra primero entre los prados boyales, próximos al pueblo y que se destinaban principalmente al ganado de cuadra, en los cuales se establecen algunas pequeñas huertas. La parte del valle, más profunda y rica en humedad, estaba destinada a prados y huertas a la vera del arroyo, sombreadas por encinas y enebros y algunos pinos resineros que poco a poco han colonizado las laderas. En la parte superior del camino, la roca madre esta a flor de piel, el suelo es poco profundo y escaso de nutrientes. Colonizado casi exclusivamente por la jara y el enebro de la miera, que luchan por medrar entre los riscos y torrenteras. A los lados del camino, también abundan los torviscos y las mejoranas.

Aldea de La Paradilla

Prado Horcajo a finales de primavera

Prado Horcajo en invierno

En las praderas son frecuentes las toperas

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Tras girar de nuevo el camino, serpenteando por la falda del Cerro San Benito, la senda se bifurca, una parece querer ascender y las otras dos, que a la postre son la misma, descienden a buscar el arroyo de La Casa. Tomaremos cualquiera de estas para cruzar el arroyo que recibe las aguas de numerosos regajos, la mayoría estacionales, que evacuan el agua de las laderas. Aquí la vegetación se aferra al menguado cauce, con zarzas y escaramujos e incluso algún sauce ramplón que apenas levanta unos metros del suelo. Si permanecemos en sigilo pronto podremos descubrir el vuelo rápido del mirlo acuático o tendernos sobre las praderas de cervuno aromatizadas por mentastras y poleos. En el cauce afloran los ranúnculos, como verdes cabelleras y en sus orillas entre los juncos del churrero, saltan ante nuestra presencia numerosas ranas. En los remansos, los zapateros parecen estar de reunión. Seguiremos ascendiendo por el camino, ya los prados se quedaron atrás y el monte lo abraza por ambos lados. Los rastros de los conejos son más que evidentes, en forma de escarbaderos y cagarruteros que aparecen por acá y por allá en los ribazos del sendero o bajo las oscuras jaras. Cuando el camino llega al altozano, parece mantenerse en una planicie que nos alienta a acelerar el paso hacia la tapia de un prado, pero es en este punto donde debemos prestar atención. Aquí la ruta puede tomar dos variantes, una más sencilla nos invita a continuar hasta el prado, llamado el Prado de la Villa de abajo o Prado Horcajo y continuar por el camino de la izquierda que parece dar un giro de ciento ochenta grados y continua ascendiendo de manera suave.

Cerro Morrones

Siempreviva (Helichrysum stoechas)

Enebral en primeros estadios

Porfidio con grandes ocelos de feldespato

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Acedera o Sarteneja (Rumex induratus)

La otra variante, no apta para niños o personas con dificultad de movimiento, nos lleva a los fortines de la llamada Posición del Espolón. Para ello, superado el collado, se cuentan dos enebros que dejamos a la derecha y en este segundo, giramos a la izquierda para adentrarnos en el jaral, tomando como referencia un grueso pino que queda cercano. Aquí descubriremos un barracón techado en forma de bóveda de cañón con un hueco que sirvió de chimenea. En él, antaño, los pastores pasaban las tardes de tormenta o trasnochaban con el ganado si era preciso. Toda la ladera está salpicada de pequeñas edificaciones y trincheras. Ascenderemos hasta dar con un puesto surcado de numerosas trincheras y casamatas de cemento. Esta posición de la Herradura era perteneciente al ejército sublevado que controlaba el camino de Robledo y el valle del Cofio. Continuamos campo a través en sentido Este hasta cruzarnos con una pequeña trocha que nos lleva al camino principal, donde se juntan de nuevo amabas variantes. Enebro de la Miera (Juniperus oxycedrus)

Pequeño arbolillo de uno a cuatro metros que puede alcanzar los quince, de hojas punzantes que poseen dos bandas blanquecinas en el haz. Es una especie dioica, es decir, algunos pies poseen flores masculinas, unos pequeños globos amarillos, y otros flores femeninas, unos globos verdes que tardan en madurar dos años. Su madera imputrescible se ha empleado en ebanistería y para la destilación de la miera, con propiedades antisépticas. Sus bayas se han empleado por sus propiedades diuréticas y vermífugas. Frecuentemente se ve parasitado por el muérdago del enebro (Arceuthobium oxycedri) que le puede causar la muerte.

En invierno también hace presencia la nieve

Tomillo salsero (Thymus zygis)

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En estas zonas más alejadas abunda el jaral y se abren las praderas de cervuno, donde pasta el ganado de agostada, es muy frecuente ver las hozaduras de las piaras de jabalíes y si se va con sigilo sorprenderlos en las praderas. El camino termina en la puerta del Prado de la Villa de arriba o Prado de las Hoyas, podemos penetrar en él y contemplar este relicto de robledal de melojos que ha quedado resguardado del hacha. Entre algunos pies de encina, abundan los rodales de roble melojo que en estos vallejos, donde el suelo es más húmedo y profundo, medran como último exponente de los amplios melojares que cubrían nuestras sierras. Aquí pastan las vacadas los meses de verano y otoño, cuando la hierba escasea fuera. En este punto el camino tiene de nuevo varias opciones. La primera, más sencilla, apta para niños y mayores, es regresar por el mismo camino en un suave descenso. La segunda, requerirá de más esfuerzo y pericia, está destinada a aquellos que posean un poco de fondo físico. Desde la puerta del prado comienza a ascender por el valle arriba, sin camino e intentando alejarse del monte bajo que hace casi imposible la ascensión, hasta dar de bruces con la tapia del Cerro. Aquí, tomándola como referencia, continuaremos hasta la cumbre del Cerro San Benito, con 1626 metros y una vista espectacular. El regreso lo haremos descendiendo hacia el oeste, hacia el pueblo de La Paradilla, siguiendo la cuerda para evitar adentrarnos en el jaral, hasta encontrarnos de nuevo con el camino de la tercera opción. La tercera opción es una vía intermedia que

Gordolobo (Verbascum pulverulentum)

En primavera son frecuente los alumbramientos

Torvisco (Daphne gnidium)

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Araña lobo

nos brinda un camino más corto y circular, con unas exigencias físicas moderadas. Cruzaremos el Prado por su interior y saltaremos la pared en su parte más alta, hacia un pequeño collado. Allí encontraremos una fuente con varios caminos, uno parte hacia la izquierda, como volviendo hacia atrás, ese debemos seguir. En algunos puntos, al llegar a los collados, se pierde su nitidez, pero a los pocos pasos vuelve a aparecer marcado entre el jaral y los enebros. La trocha no asciende bruscamente, sino que parece mantener un nivel, para alcanzar el collado de la cuerda. En este punto, nos uniremos a la segunda opción. En el Cerro avanzaremos por la zona de la umbría que está más desnuda de monte, hasta alcanzar a ver la aldea de La Paradilla. Descenderemos en línea recta hacia el arroyo de La Paradilla que cruzamos en nuestro comienzo. Debemos extremar aquí las precauciones, pues la ladera tiene fuerte pendiente y el riesgo de resbalar en las piedras húmedas es muy alto. Poco antes de llegar al camino, veremos un pequeño sendero que cruza por encima del prado, lo tomaremos a la derecha y nos conducirá por la antigua senda de Robledo cerca del depósito del agua y de allí a la marquesina del autobús de donde habíamos comenzado.

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Chince calabaza (Coreus marginatus)

Escarabajo estercolero

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Ecosistema del enebral Cuando el encinar mediterráneo se instala en terrenos abruptos y pobres, es extremadamente frágil y cualquier cambio significativo puede acabar con la delgada capa fértil que lo sustenta. La acción del hombre sobre estos bosques ha sido siempre intensa. De ellos se ha aprovechado la madera para carbón, la bellota para la montanera y los pastos que cobijan, como dehesa y tierras de labor. Pero en terrenos donde la roca madre esta tan a flor de piel, o la inclinación del terreno no hace posible estos usos, el exceso de pastoreo y tala, han terminado haciéndolos sucumbir. Pero dentro de este bosque existen dos supervivientes natos, el enebro de la miera y la jara pringosa. La jara pringosa (Cistus ladanifer), está adaptada a vivir en los hábitats más duros, encaramándose a fuertes pendientes,

Conejera

Conejo (Oryctolagus cuniculus)

Autóctono de nuestro país, este pequeño mamífero de largas orejas y cuerpo macizo, es la base de la dieta de los depredadores más emblemáticos de nuestra fauna. Capaz de tener hasta cinco camadas de ocho crías, cada año. Detectamos su presencia por cagarruteros y escarbaduras que hacen para marcar su territorio. Cuando notan una amenaza, golpean sus patas traseras el suelo en señal de alerta. Al correr muestran su escudo anal de color blanco para advertir a sus congéneres. En terrenos arenosos, se refugian en vivares, un laberinto de túneles que les protegen. Sin embargo, para parir, realizan conejeras a parte. Antaño, gravemente diezmados por la mixomatosis y la hemorragia vírica, parecen estar volviendo a colonizar los territorios perdidos.

Nido de cogujada común

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Colleja colorada (Silene colorata)

adentrándose en terrenos pobres o colonizando las tierras quemadas. Capaz de alzar su cabeza sin doblegarse al potente sol del verano, rápidamente extiende sus dominios, valiéndose de una estratagema. Sus hojas exudan una sustancia pringosa y brillante llamada ládano, que al caer al suelo contaminan este, inhibiendo el crecimiento de otras plantas. Así eliminan su competencia por los escasos nutrientes que contiene el suelo. Al llegar el mes de junio, las laderas serranas se

Mejorana (Thymus mastichina)

Arbusto de pequeño que no sobrepasa los cincuenta centímetros. De hojas perennes y de color verde claro. Prefiere los suelos ácidos y arenosos, por lo cual es frecuente en taludes y bordes de caminos. Durante el verano se cubre de racimos de florecillas blanco verdosas que forman grupos de forma esférica y plumosa. Se puede usar como condimento y su infusión sirve para calmar los síntomas del catarro, el resfriado, el reuma o la artritis.

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cubren de una nevada de pétalos blancos, la floración de la jara, que atrae numerosos insectos que las polinizan y se convierte en un espectáculo grandioso. Cuando los frutos maduran, al final del verano, sus cápsulas estallan, propagando sus semillas a varios metros de distancia. El Enebro de la miera (Juniperus oxycedrus) es capaz de alzarse en terrenos muy pobres, sometidos a temperaturas y lluvias muy variables. Sus hojas punzantes, de donde proviene la palabra oxycedrus, y su profusa ramificación, le protegen del diente del ganado en sus etapas más juveniles. Ambos conforman un bosque cerrado, impenetrable, de hojas enmarañadas, pinchudas y pringosas que sirven como cobijo a numerosas especies animales. En las rocas es frecuente encontrar soleándose a la lagartija colirroja, o al lagarto ocelado. Sobre las flores de la jara, encontramos numerosos coleópteros que a su vez atraen a infinidad de aves, como el escribano montesino, el rabilargo, el alcaudón común,… En los bordes, los rastros del conejo o del jabalí que tras su ajetreada noche, busca en el interior del enmarañado laberinto su cubil,

Entre mayo y Junio tiene lugar la floración de la jara en la sierra

Lobito jaspeado (Pyronia cecilia)

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Lagarto ocelado (Timon lepidus)

donde guarecerse durante el día. El zorro también ha encontrado aquí un buen lugar para sacar a su prole a delante. Pero no sólo encontramos enebros y jaras, en los bordes del camino, aparecen las mejoranas con sus flores plumosas en el verano, las fragantes flores del cantueso, los increíbles torviscos que fructifican y florecen al mismo tiempo,… un fragante elenco que hace de este, uno de los bosques más aromáticos y con ellos atraen a las abejas. Esta zona serrana, es de lo pocos lugares donde aparece documentada la permanencia de colmenas, desde tiempos lejanos. Quizás para nuestra observación, los lugares más interesantes son los pequeños majadares y explanadas que se abren en el jaral, allá donde abunda el agua y el terreno es más fértil, colonizados por cervunos, hierbas de Santiago y plantas nitrófilas como los cardos, donde a la caída del sol, salen los habitantes a merodear. Aquí es frecuente la presencia del topo, ya que poseen más espacio para sus intrincadas madrigueras. Los colores cambian cuando nos acercamos a los tajos fluviales que cortan el jaral, allí el verde es de un color claro, vivo, compuesto por

Lagartija colilarga (Psammodromus algirus)

Pandora (Argynnis panadora)

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Una jara con dos flores, una llagueada y otra inmaculada

Jara pringosa (Cistus ladanifer)

De porte arbustivo no suele sobre pasar los dos metros de altura, y su floración, al llegar la primavera, es espectacular. Sus flores blancas pueden presentar unas manchas rojizas en la base del pétalo, (Subsp. Maculatus). Colonizadora de terrenos pobres e incluso quemados, no tolera los suelos calizos. Tradicionalmente se ha empleado su leña en hornos de panadería por su poder calorífico y como picón, y el ládano que exudan sus hojas, como fijador en la industria cosmética.

sauces, zarzas y escaramujos que parecen ahogar el breve hilo de agua. Pero allá donde podemos acercarnos, sobre la mullida capa de cervuno, descubrimos las largas cabelleras de la hierba lagunera florecida, los barqueros, las efímeras, los zapateros o el estridente canto del mirlo acuático, que alza el vuelo sobresaltado.

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El Fuego Este bosque cálido, resinoso, donde con frecuencia comienza la colonización del pino resinero, sobre los baldíos y pastizales abandonados que abrazó el jaral, es terriblemente combustible. Un rayo o las más veces, la mal intencionada mano del hombre, pueden provocar una a debacle de dimensiones inimaginables. Y es con frecuencia, que la acción del fuego golpea estos lugares. Lo que hace apenas unos minutos eran intrincados jarales, impenetrables, ahora no son más que algunos vástagos renegridos en una alfombra de cenizas humeantes. En estos terrenos agotados por el pastoreo y la agricultura, una vez que pasa la mano del fuego, toda su biomasa queda reducida a unos milímetros de ceniza. Que cuando reciben la acción de la lluvia, en terrenos de pendientes tan marcadas, se ven arrastradas y perdidas para siempre. Ya no hablamos de la otra fauna, quizás la más importante, la de millones de microorganismos y hongos que han sucumbido a las temperaturas que alcanzaron los suelos. Ellos que eran los encargados de transformar los desechos vegetales y animales en alimento para las plantas.

El paso del fuego resulta devastador

Algunas plantas pioneras como el torvisco

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Así lo que antes era la morada y el cobijo de numerosos animales, hoy es un desierto inanimado. Pero entre la negrura de la ceniza reverdece también la esperanza. En el clima mediterráneo, los incendios son frecuentes y por ello hay especialistas, colonizadores de las cenizas que se abren paso ante la adversidad. El pasto comienza a reverdecer con las primeras lluvias, allí donde la ceniza se acumula, allí donde el terreno es más profundo. Las semillas de la jara resisten el fuego y serán capaces de rebrotar pasadosunos meses, los torviscos comienzan a alzarse entre las piedras renegridas. Todavía hay esperanza, siempre que el ser humano, no se empeñe en apagar estos débiles signos de vida, urbanizando, pastoreando, talando, arrastrando la frágil tierra y aumentando la erosión de las laderas.

La acción humana tras el fuego muy a menudo, suele ser más destructiva que el propio incendio o las plagas que provoca. Para la saca de la madera muerta, que no quemada, se emplea maquinaria pesada que crea regueros en las laderas desnudas. La rapidez con que se tala el monte, contrasta con la tardanza en construir barreras de contención. Con las primeras lluvias la escasa biomasa que permanece en forma de cenizas, es arrastrada, contaminando a su vez los acuíferos cercanos.

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En las zonas donde la roca madre esta a flor de piel, el proceso es más lento y complicado, pues la materia organica puede tardar años en hacer estos terrenos colonizables.

En el valle de La Paradilla el fuego llego hasta los pies de la aldea. Las especies típicamente mediterráneas como encinas y enebros fueron capaces de resistir.

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Unos meses después la naturaleza lucha por renacer, aprovechando las vaguadas donde se retuvieron las cenizas y la biomasa consumida.

En las zonas donde la roca madre esta a flor de piel, el proceso es más lento y complicado, pues la materia organica puede tardar años en hacer estos terrenos colonizables.

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Puesto de tirador

La guerra en San Benito Al comienzo de la contienda civil, la zona de la sierra se convirtió en pieza clave para la protección de la capital del país, Madrid. El general Mangada realizo una incursión en la zona oeste al frente de una columna del ejército popular republicano, para tomar las posiciones del comandante sublevado Doval en la zona de las Navas del Marqués y San Bartolomé de Pinares, sin llegar a tomar la Posición del Alto del León. Con el avance de las tropas sublevadas durante el mes de septiembre sobre las ciudades de Madrid, Toledo y Talavera, el frente se reactiva de nuevo. Rada y Angulo toman las Navas del Marqués y Peguerinos, para el ejército sublevado. Pero el contraataque del comunista Tagüeña, hace que las tropas nacionales abandonen las nuevas posiciones y se consoliden en Cueva Valiente, el alto del Pino y el Hoyo de la Guija. Los frentes, separados a veces unos centenares de metros, permanecerán sin apenas cambios tres largos años, hasta el final de la guerra. Por ello las posiciones se muestran muy fortificadas, casi inexpugnables, para poder ser defendidas con el menor número de soldados posibles. Como restos de estas fortificaciones, nos encontramos las llamadas posiciones del San Benito, encaramadas sobre el cerro, la línea republicana defendida por la 34ª Brigada Mixta, y en el llano, defendiendo el camino de Robledo, la Columna Santa Pau, sustituida después por la 2ª Brigada de la División de Ávila de las tropas sublevadas.

Posición Herradura

Barracón

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Sobre la ladera del Cerro aparecen líneas de detención, puestos de tiradores y varias edificaciones que reciben el nombre de Posición de Benito Bajo. En la ladera de enfrente, en la retaguardia republicana, un conjunto de viviendas, establos y almacenes, conocidos como Posición de Valdemadera, parte de ellos en una finca particular. Junto al camino de Robledo, el frente se divide y comienza la posición del ejército sublevado de la Herradura, ésta cuenta con dos fortines, un observatorio con escalera, pozos de tirador y varias trincheras excavadas en el terreno y parcialmente hormigonadas, bastante bien conservadas. Un poco más abajo se encuentra la Posición Espolón y de la Casilla. En las proximidades de La Paradilla se encuentra de nuevo una posición republicana, Lanchas Lisas, y la Posición de La Paradilla, en el cerro de las Morreras, que enlaza con la Posición de Benito bajísimo, en el paraje que llaman Cabeza del Enebral. En la ladera Este, un polvorín republicano, próximo al puerto de la Cruz Verde. Una vez finalizada la guerra, la región se acogió al plan de Regiones Devastadas. La mayoría del caserío fue derrumbado por la aviación y por la larga contienda. En este periodo de miseria, la mayoría de la población se dedico a buscar la chatarra bélica, derribando gran parte de las fortificaciones que quedaron intactas.

Línea de contención

Trincheras soterradas y hormigonadas

Puesto de observación

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ESQUEMA OPCIÓN 1

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PK DESCRIPCION

0m Desde la parada del autobús, tomamos la calleja que queda a nuestra espalda.

70m Llegamos a la plaza mirador, continuamos por calle Salud.

100m Tomamos calle Sacramento.

270m Continuar recto por la izquierda.

310m Seguimos recto por la izquierda.

580m Cruzamos el arroyo de La Paradilla.

1.790m De los tres caminos el central y el derecho nos llevan por el buen camino.

2.010m Cruzamos el arroyo de las Hoyas.

3.020m Sobrepasado el collado, encontramos un segundo enebro al pie del camino aquí comienza la segunda opción.

3.150m Coger el camino de la izquierda.

3.910m Continuar de frente.

4.080m Punto de unión con la segunda opción.

5.050m Llegada al prado de las Hoyas.

6.190m Mantenerse en el camino.

8.230m Tomar cualquiera de los dors caminos.

9.780m Continuar por el camino de la derecha.

9.860m Seguir por l a derecha.

9.960m Continuar por el camino de la derecha.

10.040m Punto de unión con todas las rutas, girar a la izquierda.

10.130m Llegada a la parada del autobús.

Características técnicas Distancia: 10130m Altura máxima: 1283m Altura mínima: 1138m Desnivel positivo: 258m Desnivel negativo: 258m Dificultad: FÁCIL Tiempo: 3 a 4 horas

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ESQUEMA OPCIÓN 2

Características técnicas Distancia: 9910m Altura máxima: 1626m Altura mínima: 1138m Desnivel positivo: 488m Desnivel negativo: 488m Dificultad: MEDIA-ALTA Tiempo: 5 a 6 horas

PK DESCRIPCION

0m Desde la parada del autobús, tomamos la calleja que queda a nuestra espalda.

70m Llegamoa a la plaza mirador, continuamos por calle Salud

100m Tomamos calle Sacramento

270m Continuar recto por la izquierda.

310m Seguimos recto por la izquierda.

580m Cruzamos el arroyo de La Paradilla

1.790m De los tres caminos el central y el derecho nos llevan por el buen camino.

2.010m Cruzamos el arroyo de las Hoyas

3.020m Sobrepasado el collado, encontramos un segundo enebro al pie del camino giramos a la izquierda tomando como referencia un gran pino.

3.140m Barracón, seguimos rectos hacia el Este.

3.180m Línea de contención, seguimos hacia el noreste

3.260m Trinchera, seguimos dirección Norte. 3.330m Posición Herradura, seguir dirección Este.

3.440m Explanada, tomar trocha dirección Noreste.

3.750m Nos incorporamos al camino de la Opción 1.

4.670m En la cancela del Prado de las Hoyas, continuamos hacia el este remontando por el valle.

5.610m En la pared de prado, la seguimos a la izquierda en sentido ascendente. 6.950m Cumbre del Cerro San Benito. Regresamos por el collado en sentido Oeste.

8.480m Unión con la Opción 3.Descender por la ladera Norte, en dirección Oeste.

8.800m Cruzamos la senda de la Cereda.

8.960m Tómanos la senda de Robledo dirección Norte. 9.600m Pasamos junto al depósito del agua.

9.790m Cruzamos la cancela, punto de unión con la Opción 1.

9.910m Parada del autobús.

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ESQUEMA OPCIÓN 3

Características técnicas Distancia: 7400m Altura máxima: 1352m Altura mínima: 1138m Desnivel positivo: 288m Desnivel negativo: 288m Dificultad: MEDIA Tiempo: 3 a 4 horas

PK DESCRIPCION

0m Desde la parada del autobus, tomamos la calleja que queda a nuestra espalda.

70m Llegamoa a la plaza mirador, continuamos por calle Salud

100m Tomamos calle Sacramento

270m Continuar recto por la izquierda.

310m Seguimos recto por la izquierda.

580m Cruzamos el arroyo de La Paradilla

1.790m De los tres caminos el central y el derecho nos llevan por el buen camino.

2.010m Cruzamos el arroyo de las Hoyas

3.020m Sobrepasado el collado, encontramos un segundo enebro al pie del camino giramos a la izquierda tomando como referencia un gran pino.

3.140m Barracón, seguimos rectos hacia el Este

3.180m Linea de contección, seguimos hacia el noreste

3.260m Trinchera, seguimos dirección Norte.

3.330m Posición Herradura, seguir dirección Este.

3.440m Esplanada, tomar trocha dirección Noreste.

3.750m Nos incorporamos al camino de la Opción 1.

4.670m Cruzamos la cancela del Prado de las Hoyas.

5.180m Saltamos la valla y llegamos a la fuente. Tomar camino dirección Oeste.

5.980m Subida al collado, unión con la Opción 3. Descender por la ladera Norte, en dirección Oeste.

6.290m Cruzamos la senda de la Cereda.

6.460m Tómanos la senda de Robledo dirección Norte.

7.000m Pasamos junto al depósito del agua.

7.229m Cruzamos la cancela, punto de unión con la Opción 1.

7.400m Parada del autobús.

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