CAPITULO 1 DESARROLLO HISTÓRICO DEL ESTUDIO DE...

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1 CAPITULO 1 DESARROLLO HISTÓRICO DEL ESTUDIO DE LAS DIFERENCIAS INDIVIDUALES I: ETAPA PRECIENTÍFICA Y ESTABLECIMIENTO DE LA PSICOLOGÍA DIFERENCIAL COMO DISCIPLINA CIENTÍFICA Margarita Olmedo Montes y Ángeles Sánchez-Elvira Paniagua GUÍA DE ESTUDIO DE ESTE CAPÍTULO En esta guía de estudio se indica qué “EPÍGRAFES” y “CUADROS” NO SON MATERIA DE EXAMEN . En el apartado de COMENTARIOS” se hace referencia a tres aspectos: - los contenidos específicos que dentro de los epígrafes “eliminados” SÍ SON MATERIA DE EXAMEN. - la conveniencia de leer los contenidos que no serán incluidos como materia de examen; - y sugerencias concretas acerca de cómo abordar el estudio de algunos de los contenidos que sí son materia de estudio. Es importante señalar que aunque estos contenidos no vayan a ser objeto de preguntas en el examen, ES CONVENIENTE SU LECTURA DETENIDA para comprender mejor aquellos sobre los que sí se va a preguntar. CAPÍTULOS EPÍGRAFES COMENTARIOS 1. Interés precientífico por el conocimiento y estudio de las diferencias individuales (eliminado por completo 1 ) Leer y recordar los fundamentos de la doctrina de los humores, de la caracterología literaria y de las aproximaciones fisiognómicas; así como la contribución de Juan Huarte de San Juan. 2.1.1. La teoría evolucionista de ChDarwin Capítulo 1 SUGERENCIA PARA EL ESTUDIO DEL RESTO: Hacer un resumen de las escuelas y sus contribuciones y estudiar con más detenimiento las contribuciones de Galton, Binet y el movimiento de los tests mentales Los cuadros correspondientes a los distintos capítulos del libro que NO SON MATERIA DE EXAMEN son los que aparecen en una casilla en blanco. Todos los cuadros sombreados son objeto de estudio. TEMA 1 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 1 Cuando se elimina un epígrafe significa que no entra para examen todo lo que se incluye dentro de él (subepígrafes, cuadros, figuras, tablas, etc., salvo las excepciones que se especifican en la columna de comentarios y en el mapa de cuadros).

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CAPITULO 1 DESARROLLO HISTÓRICO DEL ESTUDIO DE LAS DIFERENCIAS INDIVIDUALES I: ETAPA PRECIENTÍFICA Y ESTABLECIMIENTO DE LA PSICOLOGÍA DIFERENCIAL COMO DISCIPLINA CIENTÍFICA Margarita Olmedo Montes y Ángeles Sánchez-Elvira Paniagua

GUÍA DE ESTUDIO DE ESTE CAPÍTULO

En esta guía de estudio se indica qué “EPÍGRAFES” y “CUADROS” NO SON MATERIA DE EXAMEN. En el apartado de “COMENTARIOS” se hace referencia a tres aspectos:

- los contenidos específicos que dentro de los epígrafes “eliminados” SÍ SON MATERIA DE EXAMEN.

- la conveniencia de leer los contenidos que no serán incluidos como materia de examen; - y sugerencias concretas acerca de cómo abordar el estudio de algunos de los contenidos que sí son

materia de estudio. Es importante señalar que aunque estos contenidos no vayan a ser objeto de preguntas en el examen, ES CONVENIENTE SU LECTURA DETENIDA para comprender mejor aquellos sobre los que sí se va a preguntar. CCAAPPÍÍTTUULLOOSS EEPPÍÍGGRRAAFFEESS CCOOMMEENNTTAARRIIOOSS

1. Interés precientífico por el conocimiento y estudio de las diferencias individuales (eliminado por completo1)

Leer y recordar los fundamentos de la doctrina de los humores, de la caracterología literaria y de las aproximaciones fisiognómicas; así como la contribución de Juan Huarte de San Juan.

2.1.1. La teoría evolucionista de ChDarwin

Capítulo 1

SUGERENCIA PARA EL ESTUDIO DEL RESTO: Hacer un resumen de las escuelas y sus contribuciones y estudiar con más detenimiento las contribuciones de Galton, Binet y el movimiento de los tests mentales

Los cuadros correspondientes a los distintos capítulos del libro que NO SON MATERIA DE EXAMEN son los que aparecen en una casilla en blanco. Todos los cuadros sombreados son objeto de estudio.

TEMA 1

1 2 3 4 5

6 7 8 9 10

11 12 13

1 Cuando se elimina un epígrafe significa que no entra para examen todo lo que se incluye dentro de él (subepígrafes, cuadros, figuras, tablas, etc., salvo las excepciones que se especifican en la columna de comentarios y en el mapa de cuadros).

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CAPITULO 1 DESARROLLO HISTÓRICO DEL ESTUDIO DE LAS DIFERENCIAS INDIVIDUALES I: ETAPA PRECIENTÍFICA Y ESTABLECIMIENTO DE LA PSICOLOGÍA DIFERENCIAL COMO DISCIPLINA CIENTÍFICA Margarita Olmedo Montes y Ángeles Sánchez-Elvira Paniagua

ÍNDICE

I. Introducción II. Objetivos III. Contenidos específicos del tema

1. Interés precientífico por el conocimiento y estudio de las diferencias individuales 1.1. Las diferencias individuales en el mundo clásico 1.2. La escasa relevancia de las diferencias individuales en la Edad Media 1.3. El resurgir de la individualidad en el renacimiento 1.4. Del siglo XVII a principios del XIX: la revolución científica y el

predominio de la razón 2. Sistematización científica del estudio de las diferencias individuales

2.1. Anclaje conceptual y metodológico de la disciplina 2.1.1 La teoría evolucionista de Ch.Darwin 2.1.2 Las aportaciones de Sir Francis Galton

2.2 Consolidación de la Psicología Diferencial como disciplina científica 2.2.1 Sistematización conceptual 2.2.2 El papel de las escuelas en la consolidación y primeros desarrollos

de la Psicología Diferencial 2.2.2.1. Los psicólogos americanos 2.2.2.2. Los psicólogos europeos

2.2.3 Extensión del desarrollo y la aplicación de los “tests mentales” IV. Resumen V. Preguntas de autoevaluación

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PONER CUADRO POR AQUÍ A DOS COLUMNAS

I. INTRODUCCIÓN Si se lleva a cabo un recorrido a través de la historia de la filosofía y la ciencia puede constatarse que el hombre ha sentido siempre un gran interés por las diferencias individuales, no sólo por lo fascinante en sí que puede resultar el saber referente a la variabilidad humana, sino también porque las distintas habilidades y comportamientos que diferencian a las personas ayudan a establecer nuestra propia individualidad, así como a predecir el comportamiento ajeno, teniendo importantes repercusiones para nuestro desenvolvimiento personal, académico y profesional. Sin embargo, los intentos de explicar y predecir tales fenómenos han sido muy diferentes, siendo consecuencia directa del modo de entender al individuo a lo largo de los siglos. Por tanto, de época a época, los intereses han ido cambiando en cuanto al estudio de las diferencias individuales y la manera específica de abordarlo. Podemos decir que la Psicología Diferencial no se constituyó como disciplina científica hasta hace poco más de un siglo. Con anterioridad, las diferencias individuales se consideraban terreno de la filosofía o incluso de la literatura. Así pues, conviene señalar que, aunque comenzaremos el relato histórico de la Psicología Diferencial remontándonos, como se hace habitualmente, hasta la Antigüedad Clásica, aquellas teorías y aspectos citados anteriores a la segunda mitad del siglo XIX responden más bien a algo así como a la historia de las actitudes hacia las diferencias humanas, más que a la historia de la variabilidad humana como una disciplina formal con un objeto de estudio delimitado.

Comenzaremos con una aproximación diacrónica al estudio de las diferencias individuales, describiendo los principales hitos que, en diferentes periodos de la historia, contribuyeron al desarrollo y consolidación científica de esta disciplina. No obstante, a la hora de abordar las contribuciones que, acerca de las diferencias individuales, han ido conformando la historia de la Psicología de las Diferencias Individuales, conviene señalar algunas consideraciones relativas a esta exposición diacrónica: ??Las grandes contribuciones que serán tratadas en las páginas siguientes están ligadas a

personajes que han hecho historia en la filosofía o en la ciencia. La tendencia a centrar la atención en los grandes hombres, así como la inclinación a ver la evolución histórica desde la perspectiva de una escuela de pensamiento particular olvidando las condiciones socioeconómicas y culturales de cada época, puede introducir un sesgo en la interpretación actual de las teorías o puntos de vista. En este sentido, Boring, un importante historiador de psicología, señalaba en 1963 la importancia de la consideración del zeitgeist histórico(término acuñado por Goethe), para indicar el clima de opinión o las corrientes de pensamiento de una época. Con dicho término se pretende resaltar que los descubrimientos o ideas aportadas por una persona no sólo son fruto de su genio individual, sino también del sustrato cultural existente en ese momento histórico. Así pues, consideramos que la perspectiva más adecuada para abordar la historia de una disciplina será atendiendo, tanto a las aportaciones de las figuras relevantes en la materia, como al contexto social amplio que las ha condicionado de manera directa o indirecta.

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??Por otro lado, hay que tener en cuenta que el interés por la psicología de las diferencias individuales tiene un carácter multifacético. Incluso, una vez consolidada como ciencia, a menudo presenta oscilaciones en sus preferencias teóricas, compromisos sociales o adscripción ideológica a diferentes escuelas o corrientes de pensamiento (las cuales, a su vez, son susceptibles de ser localizadas en una circunscripción geográfica, de carácter nacional o continental). Consecuencia de todo ello es una imagen enormemente diversificada de la disciplina que nos ocupa, lo que dificulta la construcción de una estructura organizada con carácter didáctico. En el presente capítulo se ofrece una de las posibles alternativas que podrían considerarse.

??Finalmente, junto a estas consideraciones, es preciso reconocer el grado de subjetividad

que toda reconstrucción histórica implica, en la medida que supone una mirada selectiva sobre el pasado a partir del sentido que, en la actualidad, tiene para nosotros el estudio psicológico de la diversidad. Así pues, aun a riesgo de pasar por alto acontecimientos o autores que, según otros puntos de vista, pueden ser de gran relevancia, en el presente Capítulo trataremos de ofrecer una visión didáctica y esquemática de los hitos, autores y las teorías que han contribuido, de manera importante, a definir la matriz disciplinar de la Psicología Diferencial.

Para situar los contenidos de este capítulo desde una perspectiva más amplia, es útil repasar la evolución de la Historia de la Psicología, en general.

II. OBJETIVOS

OBJETIVOS GENERALES OBJETIVOS ESPECÍFICOS Distinguir entre las perspectivas basadas en aspectos temperamentales, caracteriales y constitucionales.

Obtener una visión general del tratamiento precientífico que la Filosofía y

la Medicina dieron al conocimiento en materia de diferencias individuales desde

la antigüedad.

Detectar las influencias de las aportaciones precientíficas en teorías actuales de las diferencias individuales.

Conocer las aportaciones de Ch.Darwin y F.Galton a la Psicología Diferencial.

Comprender las razones históricas y sociales que condujeron a la

sistematización científica de una disciplina destinada al estudio de las diferencias

individuales.

Distinguir las diferencias fundamentales entre los intereses y objetivos de la Psicología General (de corte experimental) y la Psicología de las Diferencias individuales Diferenciar los intereses y objetivos de las diferentes escuelas y su forma de abordar el estudio de las diferencias individuales.

Conocer y analizar la relevancia de las aportaciones de las escuelas pertenecientes

a distintos países a la consolidación de la Psicología Diferencial como disciplina

científica.

Conocer el proceso de desarrollo y las causas sociales que contribuyeron al auge en la aplicación de los “tests mentales”.

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III. CONTENIDOS ESPECÍFICOS DEL TEMA Los contenidos de este tema nos permiten establecer un seguimiento del interés experimentado por el hombre por aquellas cuestiones relativas a las diferencias individuales en todas las épocas. Veremos las raíces precientíficas que, especialmente desde la Filosofía y la Medicina, contribuyeron al desarrollo de ideas y teorías relativas a tipologías primitivas que han dejado su huella en posteriores elaboraciones teóricas y analizaremos los acontecimientos históricos, las figuras y los hechos puntuales que establecieron y consolidaron la Psicología Diferencial como disciplina científica a fines del siglo XIX y primeras décadas del XX. 1. Interés precientífico por el conocimiento y estudio de las diferencias individuales

No cabe la menor duda de que, el hecho de que los seres humanos seamos diferentes unos de los otros ha servido, a lo largo de la historia de la humanidad, para situarnos en lugares distintos según nuestras capacidades o aptitudes así como para relacionarnos de formas diversas en virtud de las características personales de cada uno. Asomándonos a la historia, podremos ser testigos de las distintas formas en que dichas diferencias han influido en el desarrollo de las sociedades en cada época. Como anécdota curiosa, podemos citar un acontecimiento que suele considerarse como el primer testimonio escrito sobre diferencias humanas en capacidades y el interés por su evaluación. Para ello debemos remontarnos a un tiempo remoto e impreciso, varios milenios atrás, y referirnos al antiguo relato mítico de un suceso curioso (Libro de los Jueces 7,3). Por aquel entonces un “psicólogo” un tanto especial, Yavéh, con la colaboración de su ayudante Gedeón, decidió llevar cabo un proceso de selección de los mejores guerreros a partir de lo que podrían considerarse pruebas de observación y autoinforme. Habida cuenta que, de los 22.000 hombres que inicialmente constituían la tropa, tan sólo 300 reunían las cualidades requeridas, superando de forma satisfactoria las "pruebas divinas", no podemos menos que recalcar el carácter serio y exhaustivo del proceso realizado. Ya cifrado históricamente con una antigüedad que podría remontarse a los 4.000 años, situaremos en China el origen de la evaluación de las diferencias individuales en determinadas aptitudes, dado que en este país, y durante unos 3.000 años, se utilizó un elaborado sistema de exámenes caracterizado por una cierta competitividad. Su finalidad era la elección y posterior seguimiento cada tres años de los oficiales que habrían de servir a los emperadores (Dubois, 1965). La evaluación de determinadas capacidades y habilidades personales permitía, así, la selección de los mejores hombres y su asignación a aquellos puestos más adecuados a las mismas. Si bien algunos autores han indicado que dichos procedimientos puede que sólo se remonten a 2.000 años de antigüedad, en cualquier caso no dejan de ser un buen precedente de lo que, muchos siglos después, se constituiría en un área de investigación y aplicación importantísima. 1.1. Las diferencias individuales en el mundo clásico

Partiendo ya de testimonios más influyentes para el desarrollo de nuestros cimientos culturales, comenzaremos nuestro recorrido en la Grecia clásica. En torno a la primera mitad del milenio a.C. encontramos la polis griega en sus inicios. La democracia griega representó un gran logro, en cuanto que plasmó por escrito y siguiendo un consenso general leyes que

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debían respetar todos los ciudadanos por igual, aunque había diferencias marcadas en cuanto a esclavos y ciudadanos libres, así como en la ausencia de derecho al voto en las mujeres. En este contexto histórico surgen los primeros filósofos de los que tenemos constancia escrita (Tales de Mileto, Pitágoras, Parménides, Empédocles y Demócrito, entre otros), interesados por la comprensión general del universo. Estos autores no abordaron, específicamente, cuestiones relacionadas con las diferencias individuales, si bien en las afirmaciones realizadas por algunos de ellos podemos encontrar las semillas de teorías filosóficas posteriores que pueden ser valoradas como antecedentes relevantes de nuestra disciplina.

No obstante, para otros autores del mundo griego clásico las diferencias individuales serán algo consustancial a la naturaleza humana, encontrándose prefijadas según algunos filósofos en el alma, según otros en la constitución corporal del individuo. ¿Qué autores pueden ser dignos de mención en este breve periplo histórico?; veamos a continuación los más representativos incidiendo, de forma particular, en aquellos que contribuyeron de forma más directa a dos de las áreas más ampliamente estudiadas en nuestra disciplina: la Inteligencia y la Personalidad.

Insertar Fig.1.1 por aquí al lado de Homero

Para Homero (s.IX s.VIII a.C.) no todas las personas eran dignas de alcanzar la inmortalidad, tan sólo aquellos guerreros que habían mostrado su capacidad en el campo de batalla tenían acceso a un entierro ritual que era, precisamente, el requisito para alcanzar el Hades. Aunque la concepción homérica de virtud, en torno a la gloria ganada en la batalla, desapareció en la posterior filosofía clásica, durante siglos perduró la idea de que la virtud, y por tanto la vida eterna, podía ser alcanzada tan sólo por unos pocos afortunados.

Por otra parte, ya en Homero encontramos una concepción de la Inteligencia entendida como una entidad distinguible de otro tipo de cualidades humanas, y referida a la capacidad de comprensión y de discurso especialmente. En su obra la Odisea, Ulises se defiende de los comentarios sarcásticos de Euryalus (quien se había burlado de él por su falta de habilidad para los deportes), exponiendo que los dioses otorgan a los hombres diferentes cualidades compensándoles así, de alguna forma, de sus carencias en otros aspectos.

Insertar Fig.1.2 por aquí al lado de Platón

Platón (427-347 a.C.) fue el primer pensador que intentó ofrecer una explicación a la pregunta sobre el origen de nuestra manera de comportamos al postular que las diferencias individuales dependían del tipo de alma que una persona poseía. Las almas se diferenciaban en función del conocimiento y carácter innatos que estaban contenidos en ellas gracias a la visión previa de las formas y a las vidas en las reencarnaciones anteriores. En este sentido, el aprendizaje para Platón era un proceso de recuperación en la conciencia de lo ya conocido. La respuesta de Platón tiene, por tanto, un carácter elitista e innatista. De esta forma, en la controversia más antigua y duradera de la Psicología Diferencial, naturaleza vs. crianza, “nature vs. nurture”, podemos situar a Platón como el primer gran exponente del nativismo.

En Platón podemos encontrar, asimismo, referentes varios a la concepción de Inteligencia; así, en diversas partes de su obra La República, Platón narra cómo Sócrates, su maestro, conduce hábilmente con sus enseñanzas hacia un entendimiento de la inteligencia basado en la “capacidad de aprender”, o nivel de facilidad o dificultad para la adquisición de conocimientos y el recuerdo o conservación de los mismos, reconociendo igualmente otras

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cualidades pertenecientes a la esfera del intelecto como el amor por el aprendizaje, el conocimiento y la verdad, y el rechazo de la falsedad, entre otros.

Finalmente, en cuanto a las aplicaciones derivadas de la existencia de diferencias individuales, en su obra La República Platón manifestaba que, no existiendo dos individuos iguales de nacimiento, éstos debían adaptarse a una determinada ocupación acorde con su talento específico dividiendo, así, a los ciudadanos, en tres clases: la élite de los Guardianes (en los que predominaba el alma racional y que constituían la clase dirigente en virtud de la grandeza innata de este tipo de alma y de la educación que recibían); los Ayudantes, que colaboraban con los Guardianes actuando como soldados o ejerciendo cargos funcionariales de la República (en ellos predominaría el segundo tipo de alma denominada alma irascible que encontraba su motivación en la gloria y la fama); y el resto de los ciudadanos que serían, por naturaleza, menos virtuosos y constituirían la clase Productiva, predominando en ellos un tercer tipo de alma llamada Apetitiva que siempre perseguía el propio interés encontrándose dominada por impulsos físicos hacia la comida y el sexo.

Para Aristóteles (384-322 a.C.), discípulo de Platón, la inteligencia estaba fundamentalmente basada en la rapidez de comprensión y entendimiento, lo que ya apuntaba hacia la relevancia que la velocidad de los procesos mentales tendría, posteriormente, como elemento de investigación de los mecanismos que sustentan la inteligencia.

Dos siglos más tarde Cicerón (106-43 a.C.) define la "persona" como “el conjunto de cualidades que hacen a un ser humano apto para el trabajo que debe realizar”, abundando también en lo que puede considerarse el talante predominante que regirá en buena medida el desarrollo del estudio de las diferencias individuales, ya desde sus inicios: la valoración de los individuos en función de sus capacidades y habilidades personales con un propósito práctico evidente, la selección de los más aptos. En lo que se refiere a los primeros planteamientos de cuestiones relativas a las diferencias individuales en la personalidad, especialmente en lo que a las áreas del temperamento y el carácter se refiere, podemos mencionar tres tipos de aportaciones básicas, siguiendo la clasificación de O’Neil (1975):

1.- La doctrina de los humores. Bajo esta perspectiva, características biológicas distintas, basadas en combinaciones diversas de los humores corporales, daban lugar a diferentes temperamentos. Esta línea de trabajo se remonta a Empédocles (494-434 a.C.), quien consideraba que la naturaleza se componía de cuatro elementos (tierra, aire, agua y fuego), presentes en todos los objetos y seres vivos, que reflejaban las propiedades de los mismos (sequedad, frialdad, humedad y calor), respectivamente. Esta idea fue recogida por el médico y filósofo Hipócrates (460-355 a.C.) quien la aplicaría, posteriormente, a su teoría sobre el temperamento humano.

Insertar Fig.1.3 por aquí al lado de Hipócrates

Hipócrates asumió la propuesta de Empédocles; los elementos básicos que componen la naturaleza se encontrarían representados en el cuerpo humano en forma de cuatro humores: la Sangre, la Bilis Amarilla, la Bilis Negra y la Flema. Su combinación diferencial en cada hombre, siendo éste considerado como un microcosmos, haría que su cuerpo reflejara las propiedades derivadas de tal composición. Hipócrates propuso que el temperamento (palabra derivada del latín temperare, mezclar) de un individuo, respondía al predominio de alguno de

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lo humores, dando lugar a cuatro tipologías, mutuamente excluyentes, que serían estables a través de toda la vida de la persona y que darían cuenta asimismo de todas las variantes de personas posibles, así como de los trastornos mentales a los que las personas pertenecientes a cada tipología estarían predispuestas. Así pues, Hipócrates enuncia lo que podríamos considerar una primera teoría de las diferencias individuales al distinguir entre:

Insertar Fig.1.4 por aquí

?? el tipo sanguíneo, en el que predominaría la sangre, caracterizado por un gran entusiasmo, actividad y volubilidad;

?? el tipo colérico, en el que predominaría la bilis amarilla, presentando una gran irritabilidad;

?? el tipo melancólico, en el que predominaría la bilis negra y que tendría una tendencia a la tristeza y, finalmente,

?? el tipo flemático, en el que predominaría la flema y del que podríamos destacar las características de apatía y frialdad.

Insertar Fig.1.5 por aquí al lado de Galeno

Dos siglos más tarde el médico romano, Galeno (129-199 a.C.) desarrollaba la propuesta de Hipócrates atribuyendo a los humores, no sólo la raíz del temperamento, sino también de las enfermedades, contemplando al mismo tiempo la posibilidad de hacer un diagnóstico de las mismas observando la palma de la mano del sujeto, lugar donde se reflejarían (por su piel y su naturaleza) las combinaciones de las cuatro propiedades básicas. Galeno defendía la existencia de dos dimensiones (frío-calor y seco-húmedo), cuyo desequilibrio daría lugar a la posibilidad de ocho tipos de temperamento que, sumados al temperamento generado por un equilibrio óptimo, conformaban los nueve tipos propuestos por el autor. Así, desde una vertiente más psicológica que la presente en Hipócrates, Galeno haría más explícitas las relaciones existentes entre los distintos humores y la manifestación de diferencias individuales. No obstante, la tradición legada hasta nuestros días ha mantenido, únicamente, los cuatro tipos, o temperamentos, clásicos.

En suma, en el mundo griego el valor del individuo se centraba en aspectos de carácter social y colectivo, más que propiamente individuales. Sin embargo, los médicos tuvieron desde siempre un papel importante en el interés por el estudio del individuo, dado su contacto directo con todo tipo de personas que manifiestan síntomas, enfermedades y reacciones muy diversas a los tratamientos. No es extraño, pues, que frente a los filósofos, más preocupados por encontrar las leyes generales de los fenómenos naturales y el sitio del hombre en la naturaleza, los médicos hayan tenido que enfrentarse y dirigir su esfuerzo hacia el individuo concreto, convirtiendo a éste en "sujeto empírico" en la búsqueda de las causas de la enfermedad (Ibáñez, 1989).

Estas especulaciones precientíficas han sido influyentes en la medida en que se encuentran en la base del desarrollo de importantes teorías posteriores como las de Kant, o Wundt e, incluso, en aquellas concepciones más modernas de la personalidad, de corte científico y experimental, centradas en la búsqueda del origen biológico del temperamento de los individuos, como los trabajos de la reflexología soviética de principios del siglo XX, con I.Pavlov como principal representante, o las propuestas posteriores de H.J.Eysenck, en donde las influencias de la tradición tipológica griega son evidentes, así como en otras teorías actuales del estudio científico del temperamento, como la del psicólogo polaco I.Strelau.

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Todas estas teorías están basadas, no ya en supuestos “humores”, sino en cuestiones tales como el funcionamiento psicofisiológico y neuroendocrino del organismo; paralelamente, pueden ser consideradas antecedentes históricos de algunas de las aproximaciones más recientes y prometedoras al estudio de la salud entendida desde un punto de vista holístico, así como al análisis de las relaciones entre la personalidad y el desarrollo de determinadas enfermedades (Feurstein, Labbé y Kuczmierczyk, 1986; Friedman, 1990; Prokop, Bradley, Burish y cols.1991). 2.- Las aproximaciones fisiognómicas/fisiológicas. Los postulados teóricos de estas orientaciones se centran en el aspecto externo de los individuos como fuente de información valiosa acerca de sus peculiaridades personales. La obra "Fisiognómica" (atribuida no sin ciertas dudas a Aristóteles, 384-322, a.C.) es un buen ejemplo de este acercamiento, en donde se propone un análisis sistemático del carácter (o nivel habitual en el que el individuo regula sus facultades y controla sus pasiones), así como de los hábitos psicológicos del individuo, conocimiento que permite diferenciarle de los demás a partir, en este caso, de sus rasgos fisiognómicos.

Esta manera de juzgar el carácter tuvo gran aceptación durantes muchas centurias, sobre todo a partir del siglo XIII con el florecimiento del aristotelismo. Sin embargo, la fisiognomía ha sido una materia proscrita en los últimos tiempos y a pesar de que se habla de ella en muchos de los tratados de psicología, quizá haya que remontarse al siglo XVIII para encontrar su máximo auge en la figura de J.K. Lavater, uno de los más famosos fisiognomistas de la historia. Este tipo de ideologías puede considerarse precursor de aquellas escuelas psicológicas, de mayor o menor nivel científico, que incidirían en los siglos XIX y XX sobre el estudio de las diferencias individuales en áreas tales como el carácter o las capacidades personales en función de las características morfológicas externas (en esta línea se situarán la Frenología de F.J.Gall o las tipologías constitucionales de E. Kretschmer y W.H. Sheldon). A juicio de Pinillos, López-Piñero y García Ballester (1966), etimológicamente, la constitución otorga a las cosas un carácter total y permanente, de forma que puede afirmarse que algo es individual y distintivo debido a su constitución. Será esta concepción la que permita establecer "Tipos Constitucionales".

3.- La caracterología literaria. Por último, una tercera vía de aproximación al estudio de las diferencias individuales en personalidad se fundamentará en el relato basado en referentes descriptivos de las diferencias individuales en el carácter. Desde el mundo griego, éste ha representado un elemento esencial del ser individual cuya descripción y análisis permite conocer aquellos aspectos que diferencian a un hombre de los demás. Cabe señalar que, mientras el temperamento se asocia en mayor medida a los aspectos emocionales, el carácter en el mundo griego implica, según Burnham (1968), la vertiente volitiva de la actividad humana como aspecto distintivo de la especie. En la Grecia clásica, Teofrasto (372-287 a.C.), discípulo de Aristóteles, propuso que el carácter podía definirse a partir de breves descripciones escritas referentes a "tipos" comunes de seres humanos. Estos tipos permitían, de forma simple y clara, un reconocimiento fácil, rápido y universal, de las personas. El legado histórico de Teofrasto, recogido en su obra "Caracteres", plantea la eterna cuestión del origen de las diferencias individuales en condiciones socioculturales semejantes, ofreciendo una descripción aguda y precisa de la forma cotidiana de proceder de, al menos, 30 caracteres distintos. Su influencia posterior en la descripción de las diferentes formas de ser de los individuos es notable. La consistencia interna de estas definiciones caracteriológicas y sus ejemplos conductuales, les conferiere un

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grado de credibilidad aceptable anticipando el concepto de rasgo central como noción estrechamente vinculada a la estabilidad del comportamiento humano y a la posibilidad de efectuar predicciones sobre el mismo. Es interesante resaltar que algunos autores sitúan en la obra de Teofrasto, y no en obras clásicas posteriores como las de F. Galton, los orígenes de la Psicología de las Diferencias Individuales (Eysenck y Eysenck 1969; Ibañez 1989; Roback, 1931).

Insertar Fig.1.6 por aquí En definitiva, según Eysenck y Eysenck (1969), en estas primeras tipologías basadas en aspectos tales como la preponderancia de un humor frente a otros, las características constitucionales y fisiognómicas, o la descripción del tipo de carácter manifestado, podemos encontrar, de forma muy embrionaria, algunos de los principales conceptos sobre los que los estudios de las diferencias individuales en el área de personalidad han versado y polemizado en el mundo contemporáneo: el rasgo como unidad de descripción individual del comportamiento, el tipo o unidad de rango superior de carácter más fundamental y general, el origen constitucional y genético de estos factores de diferenciación, y una cierta evidencia de distinción inicial entre genotipo y fenotipo, lo que implicaría un interés por la incidencia de los factores ambientales en la determinación de las diferencias individuales. Su significación histórica, a juicio de Hilgard (1987a) estriba, sin duda, en el impulso potencial al reconocimiento de las diferencias individuales, concebidas, éstas, como algo relativamente estable y definitorio del individuo.

En cualquier caso, la virtud de todas estas aproximaciones precientíficas estriba en que nos permite afirmar, sin ningún género de dudas, el carácter universal y atemporal de las diferencias individuales humanas así como de las diversas problemáticas que la existencia de las mismas ha generado desde la antigüedad. Capacidades y aptitudes, temperamento (emoción) y carácter (volición), predisposiciones mórbidas, evaluación, descripción y predicción del comportamiento, estabilidad de la conducta, determinantes biológicos vs. influencias ambientales, selección de los más aptos... cuestiones antiguas para una problemática que habrá de aguardar hasta los albores del siglo XX para poder ser considerada, junto a áreas de conocimiento afines, el núcleo de investigación de una nueva disciplina científica: la Psicología Diferencial. La superación de estas primeras propuestas tardaría en llegar. Salvo excepciones, como la que representa la obra de Juan Huarte de San Juan durante el Renacimiento, hasta el siglo XIX no se presentará una alternativa más productiva a estos enfoques precientíficos (Sánchez Cánovas y Sánchez López, 1999).

1. 2. La escasa relevancia de las diferencias individuales en la Edad Media

Debido a la confluencia de factores como el declive de la economía, la debilitación de las comunicaciones y las invasiones sangrientas y destructivas que llevaron a cabo numerosos ejércitos de bárbaros mercenarios, la alfabetización quedó, durante la edad media, como un patrimonio que estaba reservado al ámbito eclesiástico. Toda persona culta era, casi sin excepciones, un clérigo y el lenguaje que se utilizaba en el aprendizaje era el latín. El contexto social durante los primeros siglos en Europa no favorecería, por tanto, el estudio del individuo. En la Edad Media la persona era descrita y entendida básicamente en función del grupo de pertenencia, y la Escolástica Medieval mostró más bien un escaso interés por las diferencias individuales, excepto en lo que al talante religioso y moral se refiere. El hombre

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medieval le dio la espalda al mundo observable y las únicas diferencias individuales por las que se interesaba eran las designadas por la jerarquía social o eclesiástica. Así pues, la posición de un sujeto como rey, clérigo o siervo era mucho más importante que su papel como ser humano individual diferenciado del resto. Quizás, como sugiere Dahlstrom (1985), porque en aquellas sociedades en donde las posiciones de confianza y responsabilidad son asignadas en función de favoritismos o privilegios hereditarios, las diferencias individuales no tienen ninguna importancia.

Esta falta de interés por lo individual forma parte del Zeitgeit neoplatónico, que había determinado que el intelecto humano sólo podía acceder al conocimiento de los universales y no al de los entes individuales; el neoplatonismo estuvo presente en cada uno de los aspectos del pensamiento de la época, convirtiéndose todo en un símbolo del mundo invisible de Dios.

En este periodo en el que el pensamiento filosófico decayó, la fe cristiana tuvo un gran desarrollo en occidente. Las opiniones de San Agustín (354-430) gozaban de eco: lo importante era llegar a conocer a Dios y al alma, siendo que el alma sólo podía conocerse a través de la iluminación divina procedente de Dios. No obstante, San Agustín incidió, también, en el reconocimiento de algunos elementos claves de la inteligencia individual como la rapidez de comprensión, y la precisión y agudeza del discernimiento.

Si queremos entender el nacimiento de la concepción occidental del individualismo, debemos centrarnos principalmente en aspectos de la cultura popular que surgieron en este periodo, tales como el amor cortés y la religión. Durante la baja edad media, el concepto de individualidad florecía a través de poemas populares como el escrito por Gottfried von Strasbourg en el siglo XVIII en el que relataba los amores de Tristán e Isolda y que ofrecía un contraste absoluto con el resto de la sociedad y filosofía medieval.

Asimismo, podemos considerar innovadores los planteamientos de pensadores como Pedro Abelardo (1079-1142) o San Francisco de Asís (1182-1226). Abelardo, cuyo lema era “conócete a ti mismo” afirmaba que el pecado era una cuestión de intención y no de acción, de tal forma que un acto no sería correcto o erróneo en sí mismo, lo que era correcto o incorrecto era la intención del individuo que lo realizaba. Dado que las intenciones son algo sumamente personal, la ética de Abelardo contribuyó al desarrollo del concepto de individualidad. Por otra parte, el predicador medieval más popular, San Francisco de Asís, abandonó sus riquezas y su posición social a cambio de la comunión con Dios a través de la naturaleza. Sus enseñanzas individualistas eran consideradas por la Iglesia Católica como subversivas, evitando, por muy poco, la persecución como hereje debido a que invitaba a la contemplación y comunicación con Dios en solitario amenazando, así, el conjunto de rituales que, según la iglesia, conducían a la salvación. Sin embargo, tan sólo incorporando a San Francisco de Asís y a sus seguidores, la iglesia católica pudo evitar lo que consideraba una amenaza: la creciente conciencia individual inherente al misticismo.

Insertar Fig.1.7 por aquí

Al margen de estos aspectos, podemos decir que la psicología filosófica medieval seguía afianzada en un interés por los universales más que por los individuales. Los filósofos, como Santo Tomás de Aquino (1225-1274) o San Buenaventura (1221-1274), estuvieron comprometidos con cuestiones como el alma sensitiva, la voluntad, la imaginación o el intelecto; no obstante, los teóricos medievales mostraron poco interés por las diferencias individuales en el sentido psicológico.

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1. 3. El resurgir de la individualidad en el renacimiento

No será hasta el Renacimiento cuando se reinicie el interés por el ser humano al producirse un cambio de orientación en las explicaciones acerca de su naturaleza, que deja de concebirse como un reflejo de la naturaleza divina para adquirir entidad en sí misma en cuanto a su existencia cotidiana, aspiraciones reales y lugar que la persona ocupa en la estructura social. Las diferencias individuales comienzan a interesar ya, más por su funcionalidad, que por el hecho de reflejar el espíritu o naturaleza divina del hombre.

En este contexto cabe destacar, de forma especial, la figura de Juan Huarte de San Juan (1529/30-1588), un médico español nacido en Navarra y afincado en Baeza bajo el reinado de Felipe II, quien, en su obra “Examen de ingenios para las ciencias” (1575/1976), además de establecer una descripción exhaustiva de caracteres, propuso una serie de métodos dirigidos a entrenar las capacidades básicas y los talentos. Dicha obra despertó gran interés en Europa, prueba de ello es su traducción a numerosos idiomas europeos, aunque tal acogida quizá no se debió tanto a la validez de sus métodos como a la concepción factible de tratar y comprender las diferencias humanas (Dahlstrom, 1985).

Insertar Fig.1.8 por aquí

Como apuntan muchos autores españoles (Andrés Pueyo, 1993; Forteza, 1973; Iriarte, 1948; Moya y García, 1990; Pinillos, 1976; Sánchez Elvira, 1996; Vázquez Fernández, 1975) y extranjeros (Bunge, 1990; Deary, 2000; Determan, 1982; Zusne, 1984), Huarte se puede considerar un antecesor directo de la Psicología Diferencial comparable al propio Galton, influyendo notablemente en el pensamiento médico-humanístico de la época. Muchas de las combinaciones y patrones de atributos de personalidad que Huarte adscribió a varias características fisiológicas han aparecido de forma recurrente, en la literatura, cuatro siglos después. Huarte es considerado, por tanto, un verdadero adelantado de la Psicología Diferencial moderna así como de la orientación profesional, al tener el acierto de poner en relación, de una forma original, las diferencias existentes entre los hombres en aquellas habilidades que les caracterizan con el género de artes, letras y oficios, en general que, según dichas habilidades, les correspondería desarrollar.

La influencia de la tradición hipocrática, y especialmente galénica, queda reflejada en la obra de este autor al situar el origen de las diferencias individuales, en primer lugar, en la importancia innata de su constitución (conceptualizada en relación a sus dimensiones físicas más que psicológicas), en segundo lugar sobre la fuerza del medio ambiente, y finalmente en el orden social; en este sentido, Huarte llegó a admitir, y esto es un dato relevante teniendo en cuenta las características de su época, la acción recíproca entre el medio y la naturaleza del hombre a la hora de manifestar sus connotaciones específicas. No obstante, tal y como señala Pelechano (1998), algunas de las afirmaciones de Huarte de San Juan en su obra estarían más próximas a las concepciones deterministas y biologicistas acerca de la inteligencia, que a postulados ambientalistas.

Cabe resaltar que, en el reciente manual de inteligencia publicado por Deary (2000), el autor se detiene de forma muy extensa en las contribuciones de Huarte, especialmente en el campo de los planteamientos relativos a los mecanismos biológicos y cognitivos de las habilidades cognitivas, o de los estilos cognitivos, indicando que, aunque escasamente mencionada, la obra de Huarte es, desde la antigüedad al establecimiento de la psicología científica (y junto con la obra “The abilities of men”, Las habilidades del hombre, de

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Ch.Spearman, 1927), el tratado que presenta la revisión más comprehensiva de todas aquellas cuestiones que en la actualidad están siendo investigadas en el campo de las diferencias en inteligencia.

1.4. Del siglo XVII a principios del XIX: la revolución científica y el predominio de la razón

El siglo XVII fue testigo de una revolución científica que trajo consigo profundos cambios en las concepciones de la naturaleza y la sociedad humana. El viejo orden feudal se desvaneció apareciendo los estados modernos seculares y capitalistas. Los científicos de la naturaleza mostraron el fundamento mecánico de los fenómenos, tanto celestes como terrestres, y, más tarde, de los seres humanos, surgiendo la idea de que los hombres podían mejorar su destino a través de la razón y el experimento, en lugar de recurrir a la oración y a la devoción como hasta el momento se venía haciendo.

Durante esta revolución científica se argumentó sobre una distinción epistemológica que, en cierta manera, contribuyó al desarrollo de la psicología y que se refería a las cualidades sensoriales, clasificándolas en primarias y secundarias. Las primeras eran propiedades de los objetos que son objetivos y medibles y que, por tanto, podían garantizar la ciencia, las segundas serían propiedades de carácter sujetivo que cada individuo podía interpretar de diferente manera. A partir de esta distinción los científicos se vieron obligados a preguntarse acerca del cómo y por qué se originan las propiedades secundarias. El interés por solucionar estas cuestiones daría lugar a la creación de lo que, posteriormente, vendría a denominarse psicología de la conciencia. Por el momento, lo que despuntó fue la idea de que la nueva ciencia debía estar guiada por una metodología más depurada. En este sentido, la propuesta de Descartes (1596-1650) en su Discurso del método para conducir bien la razón y buscar la verdad a través de las ciencias, publicada en 1637, en la que adoptó el método de la duda radical, desembocó, a juicio de Williams (1978), en el interés por la psicología como el estudio de la conciencia e hizo de la búsqueda del autoconocimiento un elemento importante.

Insertar Fig.1.9 por aquí

Por otra parte, en los viajes en busca de nuevas tierras se habían encontrado culturas primitivas extrañas, cuya manera de vivir e interpretar el mundo despertó diferentes reflexiones acerca de la diversidad humana. En algunas de ellas, como las defendidas por filósofos como Hobbes (1588-1679) y Locke (1632-1704), se consideraba la civilización existente en occidente, y la razón defendida en aquella época, como una fuente de felicidad para el hombre, mientras que otras posturas, como las mantenidas por Rousseau (1712-1778) o el poeta Chaulieu, asumían que es el hombre salvaje, y no el imbuido por la razón, el que posee la clave de la felicidad.

Asimismo, tanto Hobbes como Locke hicieron su contribución al desarrollo de las teorías posteriores de la inteligencia. Hobbes, entre otras aportaciones, distinguió entre las habilidades naturales que se desarrollan a través del uso y la experiencia, y las adquiridas, que se manifiestan a partir de la instrucción directa no siendo, sin embargo, ambos aspectos de la inteligencia de carácter innato, puesto que los individuos nacían básicamente iguales. Por su parte Locke, bien conocido también por su concepción de la “tabla rasa” con la que

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todos los individuos nacen, avanzó, entre otras cuestiones, algunas importantes como la relevancia de la rapidez mental para la inteligencia.

Ya en el siglo XVIII, algunos autores señalan la presencia de ciertas connotaciones diferencialistas en el origen filosófico de la Teoría de las Facultades moderna, o Psicología Facultativa, cuyos precursores podían encontrarse en San Agustín y Santo Tomás de Aquino, y más en concreto en el matemático y filósofo aleman C.Wolff (1679-1754) quien, en su obra "Psychologie Rationelle" (1734), defendió la existencia de distintas facultades que el alma humana puede poner en acción, así como de diferencias individuales en el ámbito del intelecto, la imaginación, la memoria o la percepción sensorial ("Psychologie Empirique", 1732). En esta misma línea T.Reid (1710-1796), representante de la escuela escocesa, postuló en sus obras "Essays on the intellectual powers of man" (1785) y "Essays of the active powers of the human mind" (1788) la existencia de 6 "poderes intelectuales" (ej.percepción, juicio, memoria, etc.) y 24 "poderes activos" (ej. la conservación, el hambre, la imitación, etc.), respectivamente. A pesar de que los conceptos de estas escuelas tienen, aún, una similaridad muy escasa con los actuales, han sido considerados por algunos autores como precursores remotos de los rasgos y factores de diferenciación individual actuales. Por la misma época, Immanuel Kant (1724-1804) define la inteligencia como las facultades superiores de la cognición basadas en la comprensión, el juicio y la razón. Asimismo, recoge en su obra de 1798 los cuatro tipos griegos clásicos en un capítulo sobre temperamento ampliamente leído y aceptado en Europa, enlazando de este modo con las teorías actuales acerca del mismo. Desde la vertiente fisiológica, el temperamento se encontraría vinculado a la constitución física, que podía ser delicada o fuerte, y a la complexión incluyendo, en este último concepto, los fluidos y fuerzas vitales existentes dentro del cuerpo. Por otra parte, desde el punto de vista psicológico, Kant refiere el temperamento a las capacidades y deseos emocionales del espíritu, incluyendo aquí los sentimientos subjetivos así como las tendencias y las conductas observables en el individuo. La tipología resultante de esta propuesta se compone de cuatro temperamentos que se constituyen en función de la emocionalidad vs. la actividad y la fortaleza vs. la debilidad. A esta manera de plantear la organización de la variabilidad humana, en cuanto a personalidad se refiere, y cuyas reminiscencias podemos situar, como ya comentamos, en las obras de Hipócrates y Galeno, podemos seguirle la pista a través del siglo XIX y XX en trabajos como los realizados por Heyman, Wundt o H.J.Eysenck.

Insertar Fig.1.10 por aquí

En la misma línea de la propuesta anterior situamos la obra “Personalidad o cómo es el hombre” perteneciente al filósofo alemán A. Schopenhauer (1788-1860), en la que se describen dos tipos básicos de individuos en función de dos rasgos “maestros” que conforman el temperamento: la energía vital y la sensibilidad o capacidad de sentir dolor. Según Schopenhauer, si la sensibilidad domina sobre la energía aparece el tipo “inteligente” caracterizado por poseer un tendencia hacia la melancolía, una sensibilidad a las emociones no placenteras y por encontrar la satisfacción en la propia imaginación o sabiduría. En cambio, si la energía predomina sobre la sensibilidad aparecería un tipo “torpe” y “fuerte de espíritu”, con tendencia al movimiento y al aburrimiento si no está activo.

Destacable también en esta época es la figura de J. K. Lavater (1741-1801), un filósofo suizo famoso por su tratado de fisiognomía. Apoyado en nociones aristotélicas e

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hipocráticas, Lavater afirmaba que el espíritu humano debe reflejarse necesariamente al exterior y que los rasgos del cuerpo se relacionan todos entre sí, de manera que, por ejemplo, un temperamento flemático no sólo aparece en los ojos, la boca, etc., sino en todas las actitudes y comportamientos observables, en general.

Por último, para finalizar este breve recorrido por las principales aportaciones que surgieron durante la revolución científica y la denominada Edad de la Razón al desarrollo de la Psicología Diferencial, haremos referencia a un planteamiento que también relaciona la fisiología corporal y la personalidad: la propuesta del anatomista alemán F. J. Gall (1758-1828) al final del siglo XVIII. Gall criticó duramente la psicología de su época basada en las llamadas “facultades del alma” (percepción, voluntad, deseo, comprensión e imaginación) defendida por autores como C. Wolf (1679-1754), argumentando que “todos los hombres tienen estas facultades, pero no todos tienen el mismo carácter intelectual o moral”. Su interés se dirigió a descubrir “las unidades primitivas (rasgos y aptitudes) capaces de explicarnos las diferencias individuales en personalidad”. De la mano de Gall surge la Frenología, o "psicología popular de las facultades", una corriente destinada a resaltar de forma especial la importancia de las diferencias individuales. En ella se presenta un complejo sistema de reconocimiento y evaluación de las facultades psíquicas del hombre y su carácter, a partir de su localización en determinadas protuberancias craneales (hasta un total de 37), bajo el supuesto general de que toda facultad está localizada en una región concreta del cerebro.

Insertar Figs.1.11 y 1.12 por aquí

Así pues, su sistema se basaba en la observación, no en la introspección, de los sujetos, y, por tanto, podemos decir, de acuerdo con Leahey (1999), que fue la primera psicología objetiva, no subjetiva. La psicología de Gall fue una psicología de las diferencias individuales que rechazó, explícitamente, el estudio de la mente adulta general a favor de un estudio acerca de cómo se diferencian las personas. La "craneología" (como fue denominada inicialmente por su creador) es considerada por algunos autores como la primera conceptualización sistemática de los rasgos existentes (Matarazzo y Garner, 1985). Por ello, la frenología (como será finalmente conocida) puede ser entendida, también, como la sucesora de teorías filosóficas tempranas de corte fisiológico o fisiognómico, así como la precursora de los intentos contemporáneos por relacionar las propiedades fisiológicas con los rasgos psicológicos. A pesar de su descrédito posterior, estas ideas tienen la importancia histórica de haber impulsado el estudio de la mente humana habiendo ubicando ésta en una zona concreta del organismo, el cerebro, alejándose así, a juicio de Böring (1950), de entelequias filosóficas previas sobre el asentamiento del alma que impedían la evolución del método científico. Con ello favorecieron el desarrollo inmediato del estudio de la fisiología del cerebro y la psicofísica de las emociones.

En Estados Unidos, en donde la repercusión de la frenología se observa ya en el siglo XIX, el movimiento fue adaptado al espíritu norteamericano por los hermanos O.S.Fowler (1809-1887) y L.N.Fowler (1811-1890), quienes desarrollaron una vertiente aplicada muy potente cuyo interés, para el tema que nos ocupa, se centra en el pretendido objetivo de orientar a los patronos y empresarios hacia la selección de los individuos más capacitados para los empleos que disponían, o a los varones hacia las mujeres que, por sus cualidades, debían tomar como esposas. Por este motivo, el sistema constituyó el primer movimiento precursor de los denominados tests mentales en América.

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Por último, cabría mencionar en este apartado la figura del filósofo escocés Alexander Bain (1818-1903). Representante de la culminación de la tradición asociacionista en Gran Bretaña, este autor es un claro ejemplo de cómo los psicólogos-filósofos previos a la era experimental no eran contrarios a incluir el carácter y las diferencias individuales en el mismo, en sus psicologías. Buena prueba de ello es su obra de 1861 "On the study of character, including an estimate of phrenology" en la que propuso una doctrina de 3 tipos: mental, motor y vital, reflejando la ya conocida división tripartita entre el intelecto, la volición, y la emoción (Allport, 1937). Finalmente, añadiremos que Bain, en su discusión acerca del intelecto, y más concretamente en referencia al aprendizaje, sostuvo la existencia de diferencias individuales en la aptitud para adquirir (Böring, 1950).

2. Sistematización científica del estudio de las diferencias individuales

La emergencia de la Psicología Diferencial a finales del siglo XIX se produce de forma simultánea a la constitución de la psicología experimental, con la que comparte el marco metodológico científico-positivo asociado al empirismo mecanicista que le permite distanciarse de la especulación filosófica. No obstante, el anclaje conceptual y metodológico de nuestra disciplina en el marco de las ciencias vendrá de la mano de la confluencia de la teoría darvinista de la evolución y de las aportaciones fundamentales del británico F.Galton, así como del desarrollo de la vertiente aplicada que, éste, otorga a la evaluación de las características psicológicas.

2.1. Anclaje conceptual y metodológico de la disciplina La segunda mitad del siglo XIX constituyó, por tanto, por motivos diversos, un caldo de cultivo adecuado para el desarrollo de una psicología científica de las diferencias individuales. Dos son, como hemos referido, las figuras claves que proporcionaron los fundamentos ideológicos y tecnológicos que habrían de sustentarla: Charles Darwin y Francis Galton. 2.1.1. La teoría evolucionista de Ch.Darwin (1809-1882) La biología del siglo XVIII representa el asentamiento de un concepto sistémico de los seres vivos y de las diferencias existentes entre los mismos. El descubrimiento de la célula, entendida como unidad básica de la vida, no plantea un reduccionismo de la individualidad a un mero agregado de células; los organismos individuales se diferencian, no sólo por los componentes que los constituyen sino, también, por la organización funcional de los mismos; es decir, interesa conocer, tanto la estructura como los procesos (Andrés Pueyo, 1989). El siglo XIX contempla el surgimiento y potente desarrollo de las ideas evolucionistas de Ch.Darwin, cuyo origen deriva de diversas fuentes. Darwin lleva finalmente a cabo la sistematización científica (a través de la observación directa y el estudio de campo en una extensa variedad geográfica y climática del planeta) de la Teoría de la Evolución, partiendo de dos cuestiones fundamentales: 1) ¿Cuál es el mecanismo de selección de la naturaleza por el que determinados individuos de una generación son eliminados, y 2) ¿cuál es el objetivo que dicho mecanismo persigue?.

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Insertar Figs.1.13 por aquí al lado de Spencer Curiosamente, sin embargo, a pesar de lo que se cree, parece ser que fue el biólogo Herbert Spencer (1820-1903) quien contribuyó con sus planteamientos a la introducción de los principios biológicos de la lucha y la selección de las especies en las ciencias humanas, y quien afirmó que los supervivientes eran los más "selectos de su generación" (o, en otras palabras, los más aptos o capaces) y que dicha supervivencia de los mejores garantizaba el progreso paulatino de la humanidad. Así, la famosa frase “supervivencia del más apto” parece que deber ser atribuida a este autor. En este sentido, Spencer se interesó directamente por el estudio de las diferencias individuales, siendo el primero en utilizar el término inteligencia como una función adaptativa e integrada de los procesos nerviosos y mentales, así como en entender el intelecto como una organización jerárquica compuesta por niveles progresivamente más complejos de organización y funcionamiento, lo que puede ser considerado como un precedente de las actuales concepciones jerárquicas de la inteligencia. La principal contribución de Spencer al flujo histórico del estudio de la variación individual estriba en la integración de este en el marco de desarrollo de una Psicología nueva, resueltamente empirista, que busca alejarse de los planteamientos meramente filosóficos. Charles Darwin trasformó la idea de la evolución anticipada por otros autores, entre los cuales cabe citar a su propio abuelo E. Darwin (1721-1802), a Lamarck (1744-1802) y al mismo H. Spencer, contemporáneo suyo, en una teoría científica de la evolución proporcionando un mecanismo que podía dar cuenta de ella: la selección natural derivada de los esfuerzos individuales por la adaptación al entorno y, en consecuencia, la supervivencia del más adaptado, es decir, del más apto.

PONER CUADRO 1.1. POR AQUÍ A DOS COLUMNAS

“EVOLUCIÓN” DE LA TEORÍA DE LA EVOLUCIÓN Insertar Fig.1.14 por aquí Darwin fue un joven naturalista que se embarcó en el Beagle para realizar un viaje científico alrededor del mundo entre los años 1831 y 1836, quedando profundamente impresionado por las variaciones intra y entre especies encontradas, particularmente, en Sudamérica. Observó la existencia de numerosas formas naturales, cada una de las cuales se adaptaba especialmente a su hábitat particular, de forma que le fue fácil imaginar que cada subespecie descendía de un antepasado común y había sido seleccionada para adaptarse a alguna parte del ambiente. A su regreso a Inglaterra Darwin comenzó a reunir datos sobre las especies, sobre sus variaciones y origen, interesándose por la fuerza que, de forma semejante al ideal del criador en la selección artificial, provocaba la adaptación en las especies. No podía aceptar como explicación el impulso innato a la perfección que había defendido Lamarck, suponiendo que la causa de la selección residía fuera del organismo, aunque no sabía donde.

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Darwin encontró la respuesta en 1838, mientras leía el libro del sociólogo Thomas Malthus (1766-1834), Ensayo sobre el principio de la población, en el que se trataba una cuestión que había sido fuente de inquietud en la Ilustración tardía y que hacia referencia a la existencia de la pobreza, el crimen y la guerra a pesar del progreso científico. La respuesta de Malthus fue que, aunque había mejorado la productividad humana, el crecimiento de la población siempre superaba al suministro de los alimentos, de manera que se planteaba una lucha de demasiadas personas por unos recursos escasos. Esta explicación sirvió de fundamento a la teoría de Darwin: la lucha por la supervivencia era lo que causaba la selección natural. Las variaciones desfavorables se eliminaban y sólo los competidores más exitosos tenían herederos.

Sin embargo, Darwin nunca fue capaz de explicar el origen de las variaciones y la naturaleza de su transmisión. Es una ironía de la historia que, al mismo tiempo que este autor escribía su obra Origin of species, un monje polaco llamado Gregor Mendel (1822-1884) se encontraba trabajando, en el más completo anonimato, en cuestiones relacionadas con la herencia, trabajo que ofreció finalmente, la respuesta a las dificultades de la teoría darviniana. El trabajo de Mendel fue publicado e ignorado en 1865, no fue hasta 1900 cuando se valoró el interés de sus investigaciones.

Darwin escribió sus ideas en 1842, pero no buscó publicación para las mismas en ese momento. El 18 de junio de 1858 recibiría una carta sorprendente; un joven naturalista Alfred Russel Wallace (1823-1913), que también había estado en Sudamérica y había leído a Malthus, había llegado a las mismas conclusiones que él sin conocer su obra. Estos acontecimientos obligaron a Darwin a actuar. Quería ser conocido como el descubridor de la selección natural, pero también hubiera sido indecoroso negar el mérito de Wallace. Así pues, Darwin y sus amigos propusieron que en la sesión, cerebrada el 1 de julio de 1858, de la Linnean Society of London, se estableciera a Darwin y a Wallace como co-descubridores de la selección natural. Darwin nunca llevó a cabo la realización de una campaña a favor de la realidad de la evolución para convencer a los científicos y al público. Era algo hipocondríaco y, según su biógrafo Irvine (1959), se convertiría en un “paciente perfecto” recluido en su casa de campo tras el regreso de su viaje en el H.M.S. Beagle. El encargado de luchar públicamente por la defensa de tesis de la selección natural sería Henry Huxley (1825-1895), hecho que le valió el calificativo de “el bulldog de Darwin”.

Dado que la idea de la evolución ya estaba en el ambiente bastante antes de 1859 no resultó difícil que los eruditos de su tiempo la tomaran en serio. La teoría de Darwin respaldaba a aquellos que a mitad del siglo XIX habían aprendido que la naturaleza avanzaba sobre los sólidos principios de “dejar hacer” en los negocios. La selección natural podía haber ofendido al beato, pero no al negociante victoriano de la revolución industrial que conocía que la vida era una lucha constante que recompensaba el fracaso con la pobreza y la desgracia (Leahey, 1999). En la consecución de una mejora de las especies, a partir de la lucha de los individuos, podemos encontrar la consonancia de la visión capitalista propuesta por Adam Smith. No obstante, Darwin encontró bastante resistencia en el ámbito científico.

PONER CUADRO 1.2. POR AQUÍ

PRINCIPALES CONTRIBUCIONES DE DARWIN AL ESTABLECIMIENTO DE LA PSICOLOGÍA DIFERENCIAL

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??La obra de Darwin implicó una revolución metodológica para la psicología al vincular estrechamente el psiquismo humano con las ciencias biológicas, lo que le permitiría convertirse en una ciencia natural, abriendo sus puertas a nuevas orientaciones teóricas y temáticas.

??Con Darwin el estudio de las diferencias individuales (entendidas como variaciones

relevantes) pasa a constituirse en elemento básico de un sistema teórico, y la importancia concedida a dichas diferencias propicia que, éstas, sean consideradas el auténtico motor de la evolución de la naturaleza derivando posteriormente, entre otras cosas, en la constitución de un nuevo ámbito científico: la Psicología de las diferencias individuales. Éste hará referencia a la amplitud de dichas diferencias en variables mensurables a partir de una metodología científica y bajo una orientación marcadamente geneticista.

??La orientación seguida por Darwin influirá en lo positivo y negativo de algunos de los

aspectos de la Psicología Diferencial al considerar que es necesario demostrar: 1) que las variaciones interindividuales presentes en un momento dado de la evolución son suficientemente amplias como para poder afirmar la existencia de una diferenciación apreciable en las oportunidades de la supervivencia, y 2) que existe un cierto grado de estabilidad de estas variaciones de una generación a la siguiente.

??Por último, el concepto de adaptación al ambiente planteará a los psicólogos algunas de

las grandes cuestiones acerca del tipo de relación existente entre el entorno, con sus demandas, y el ser humano, así como en relación a las consecuencias de dicho intercambio.

(Caparrós, 1976; Reuchlin, 1957; Sánchez Canovas, 1983)

2.1.2. Las aportaciones de Sir Francis Galton (1822-1911)

Insertar Fig.1.15 por aquí al lado de Galton

La figura más emblemática de la actitud evolucionista aplicada a la psicología en el siglo XIX fue Sir Francis Galton, primo de Darwin. Le unía a su primo, además de los lazos de parentesco, una afinidad teórica y metodológica. En algunos textos de Psicología Diferencial (Amelang y Bartussek, 1981; Buss y Poley, 1976; Minton y Schneider, 1984; Sánchez Cánovas, 1983) se considera que las aportaciones de Galton a nuestra disciplina le hacen merecedor del título de “padre fundador” de la Psicología Diferencial. Sin embargo, la formación y dispersión de sus intereses hace que otros autores consideren que su obra no constituye un programa definido de investigación psicológica.

En cualquier caso, Galton personifica la clave fundamental en el establecimiento del estudio científico de las diferencias individuales desde un marco psicológico. Para poder apreciar mejor la importancia del momento, describiremos someramente cuál era el contexto sociohistórico y científico en el que estos acontecimientos se estaban produciendo. a) De lo general a lo individual: Wundt vs. Galton

Insertar Fig.1.16 por aquí al lado de Wundt

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La Psicología científica inició su andadura en el seno de la Psicología alemana. La apertura del primer laboratorio de Psicología Experimental en Leipzig, en 1879, a cargo de Wilhem Wundt (1832-1920), considerado (esta vez sin ningún genero de duda) "el primer hombre a quien se le puede llamar propiamente psicólogo" (Böring, 1950, pág.91, ha sido calificado de hito histórico. La Psicología de Wundt tenía como objetivo central descubrir las leyes generales de la mente humana, estudiar el funcionamiento característico y común de las personas normales. Sin embargo, según señala Caparrós (1976), la psicología wundtiana no era capaz de responder a las exigencias de una sociedad crecientemente industrializada, en pleno desarrollo, que necesitaba, cada vez con mayor urgencia, una gama de conocimientos prácticos que le permitieran entender y ejercer un mayor control sobre la fuerza productiva, centrada en el trabajo desempeñado por el ser humano. Por tanto, la artificialidad del laboratorio no era útil haciéndose indispensable otro planteamiento distinto. Este planteamiento surgiría en primera instancia, como ya hemos visto, de manos de la teoría evolucionista de Darwin y sería recogido y potenciado desde la vertiente psicológica por su primo Galton. Incuestionablemente, las diferencias culturales y las necesidades socio-económicas habrían de marcar el ritmo y características propios del desarrollo histórico de la Psicología. En este sentido, según Buss y Poley (1976), los valores en auge del capitalismo democrático, en donde la medición, la clasificación y el fomento de la productividad, se constituyeron en elementos necesarios, propiciaron que las tesis evolucionistas acerca de la selección de los más aptos arraigaran con una fuerza extraordinaria. En una sociedad cada vez más compleja, la especialización de los talentos humanos, es decir, de las peculiaridades del individuo, adquiere una enorme importancia para el desarrollo de la propia estructura social. Por esta razón, las propias condiciones sociales propiciaron el desarrollo natural del estudio científico de las diferencias individuales en la Gran Bretaña de finales del siglo XIX. En este contexto Galton, biólogo, inventor, geógrafo, estadístico, meteorólogo y gran viajero, hombre curioso y emprendedor, un brillante polifacético, en suma, inicia el camino aplicando los principios de la variación, selección y adaptación, al estudio de los seres humanos y las razas. Las diferencias individuales fueron, por vez primera en la historia de la Psicología, tratadas de forma seria como objeto legítimo de la misma frente a la Psicología de corte wundtiano (lo individual vs. lo general); de esta forma, se comenzaron a paliar las consecuencias de lo que Murphy y Kovack (1979) calificaron como el "agujero negro más extraordinario" de la Psicología formal previa, si bien es cierto que también se inició el cisma que aún hoy arrastramos y que Cronbach habría de bautizar como "las dos disciplinas de la Psicología" (1957).

En conclusión, lo que una de las dos aproximaciones a la psicología humana, la Psicología General, habría de considerar como errores inoportunos a corregir, para la otra constituyó, precisamente, el elemento central de estudio: las diferencias individuales. La mayor contribución de los psicólogos experimentales a la constitución de la Psicología Diferencial fue la demostración de que los fenómenos psicológicos son susceptibles de medición y estudio objetivo y, en última instancia, la concepción de la psicología como una ciencia empírica (Anastasi, 1958).

PONER CUADRO 1.3. POR AQUÍ A DOS COLUMNAS

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EL DESARROLLO DE LA CRONOMETRÍA MENTAL COMO HERRAMIENTA EXPERIMENTAL PARA EL ESTUDIO DE LAS DIFERENCIAS INDIVIDUALES

Desde las aportaciones de Hermann von Helmholtz (1821-1894) sobre la velocidad de la conducción nerviosa y los estudios de Ernst Heinrich Weber (1795-1878), hasta la ley matemática formulada por Gustav Theodor Fechner (1801-1887) relacionando la magnitud del estímulo y la fuerza de la sensación, las investigaciones sobre tiempo de reacción fueron realizadas bajo un enfoque general que ignoraba, o al menos no tenía en cuenta, el problema de las diferencias individuales. Esta fue la tendencia de las actividades científicas iniciadas por Wilhem Wundt en 1879 en su laboratorio de Leipzig, adoptando los métodos experimentales de la psicofisiología con el objetivo de aislar los contenidos de la conciencia de la mente adulta normal, supuestamente “general” (Quintana y Tortosa, 1998).

Sin embargo, al margen de los avances procedentes de las ciencias naturales y aplicadas, otros acontecimientos evidencian que en este momento histórico el ambiente científico era favorable al análisis de las diferencias individuales. Uno de estos hechos, buena prueba de las dos corrientes metodológicas divergentes referidas, es el desarrollo de los estudios sobre la variabilidad en los tiempos de reacción de distintas personas, cuyo origen anecdótico se sitúa en 1796 en la distinta interpretación de un mismo hecho acaecido en un campo científico bastante lejano a las cuestiones humanas: la astronomía.

No serían psicólogos, sino astrónomos, los primeros que detectaron empíricamente, bastante tiempo atrás, la existencia de diferencias individuales en los procesos psicofísicos. Ciertamente, no debió de resultar una experiencia muy grata para Kinnebrook (ayudante del astrónomo real del observatorio de Greenwich, Maskelyne) ser despedido de su trabajo en 1795 por las discrepancias observadas en sus registros sobre los tiempos de sucesos estelares como el paso de una estrella, con respecto a los del jefe del observatorio (lo que Maskelyne consideró un error del aprendiz).

Años más tarde, el astrónomo alemán Friedrich Wilhelm Bessel (1784-1846) analizó este suceso comparando sistemáticamente los tiempos de tránsito que apuntaban varios de sus colegas, descubriendo así que todos diferían en la velocidad de sus registros, observación que le llevó a formular en 1816 la llamada “ecuación personal”. Esta ecuación representa la diferencia en segundos entre las observaciones realizadas por dos sujetos cualquiera sobre un mismo fenómeno. Esta medición permitía corregir los cálculos de las posiciones de las estrellas, bajo el supuesto de que las diferencias individuales fueran estables. Sin embargo, dicha estabilidad se revelaría falsa al constatar, posteriormente, que existían oscilaciones en la ecuación personal en distintas situaciones. No obstante, este hecho resulta de especial trascendencia en la naciente Psicología Diferencial ya que representaba un reconocimiento temprano de la existencia objetiva de diferencias en las capacidades de los seres humanos, tanto inter como intraindividualmente (Sánchez Cánovas y Sánchez López, 1999). En cualquier caso, estos estudios sobre tiempo de reacción realizados en el siglo XIX parten de una línea de investigación diferente a los estudios fisiológicos que llevaron a la constitución de la psicofísica moderna, primera forma de psicología experimental.

Entre las aportaciones experimentales surgidas en esta época podemos referirnos al procedimiento objetivo denominado “método sustractivo” ideado por Franz Cornelius Donders (1818-1889), cuya pretensión era inferir la acción de los procesos mentales complejos a partir del tiempo de reacción en múltiples variantes (tiempo de reacción simple, de discriminación y de elección), dando origen a la cronometría mental como método

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experimental. Este procedimiento será ampliamente utilizado en nuestra disciplina, especialmente en el campo de la inteligencia. Sin embargo, tal como apunta Leahey (1980) esta línea de estudio experimental entraría en una vía muerta a comienzos del siglo XX debido, precisamente, a las dificultades que planteaba la existencia de diferencias individuales para un marco general de investigación. No será hasta la década de los años sesenta cuando la cronometría mental experimente un resurgimiento de la mano de la psicología cognitiva.

b) Principales aportaciones de Galton En este contexto histórico y disciplinar, las aportaciones de Galton configuran la estructura y el ámbito de lo que podríamos denominar la Psicología Diferencial clásica, pudiendo resumirse sus principales contribuciones en los siguientes puntos: - Desarrollo del modelo y objeto de estudio de las diferencias individuales Partiendo de un modelo biológico de corte darwiniano, Galton centró el objeto de sus investigaciones en el interés por lo individual y, de forma específica, en las diferencias individuales en las capacidades humanas bajo una perspectiva adaptativa y biológica. El objeto de estudio en materia de inteligencia y juicio debía realizarse a partir del análisis de los procesos sensoriales simples porque son estos, según Galton, los que abastecen a la inteligencia de los datos sobre los que se ejercita. Por tanto, el objeto de la primera Psicología de las diferencias individuales habría de ser una psicología de los procesos mentales simples ("Inquiries into human faculty and its development" 1883). Paralelamente, el conocimiento de las diferencias individuales vendrá dado por un análisis exhaustivo de las respuestas o ejecuciones en determinadas tareas (no el del estudio de los procesos subyacentes a las mismas), prefigurando, de este modo, el paradigma clásico de la Psicología Diferencial.

PONER CUADRO 1.4. POR AQUÍ A DOS COLUMNAS

EL LABORATORIO ANTROPOMÉTRICO DE GALTON

A fin de obtener muestras amplias acerca de las capacidades humanas y sus límites, extendiendo, así, al ámbito de las funciones psicológicas las aportaciones y metodología característica de la antropometría del siglo XIX aplicadas a la variabilidad morfológica de los individuos, Galton, por entonces funcionario en el South Kensington Museum, inauguraría durante la International Health Exhibition de 1884 el denominado Laboratorio Antropométrico, cuyo funcionamiento se prolongó más allá de lo previsto siendo trasladado con posterioridad al South Kensington Museum de Londres, donde habría de permanecer en funcionamiento a lo largo de 6 años. Con la publicidad llevada a cabo, Galton consiguió, no sólo una impresionante recogida de datos relativos a un elevado número de atributos y facultades, sino, además, que todos los sujetos le pagasen religiosamente por conseguir un informe completo de sus capacidades físicas y mentales. Tal y como señalan Kirby y Radford (1976), Galton se convirtió, de este modo, en el único psicólogo que pudo cobrar de sus sujetos experimentales en vez de tener que pagarles por acudir a las pruebas. En resumen, podemos decir que en este laboratorio

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nació el concepto y la práctica de las pruebas psicológicas para evaluar las distintas facultades humanas.

Insertar figura 1.17 por aquí

PONER CUADRO 1.5. POR AQUÍ A DOS COLUMNAS

EL LABORATORIO FRANCIS GALTON PARA LA EUGENESIA NACIONAL

Buss (1979) refiere que el interés que Galton sintió en los últimos años de su vida por la aplicación de las leyes biológicas de la herencia al perfeccionamiento físico y mental de la especie humana, a través de la crianza selectiva, tuvieron importantes repercusiones. Galton pretendía denominar la ciencia que debía sustentar y dar orientación a la selección artificial, de forma análoga a la que ya se practicaba con otras especies animales. En este sentido, el conocimiento perseguido por Galton tenía como meta, en última instancia, la selección humana y la mejora de la raza. Con la introducción en 1883 del término “eugenesia”, Galton instauró el movimiento eugenésico, cuyas repercusiones socio-culturales habrían de generar, obviamente, fuertes polémicas.

Esta idea quedo sustentada con la creación, en 1904, del Laboratorio Francis Galton para la Eugenesia Nacional en Londres y la fundación, en 1909, de la revista The Annals of Eugenics (Miller, 1968). Este tipo de iniciativas conectaba con los problemas de previsión social a los que se enfrentaba la administración británica debido, por un lado, al fuerte movimiento migratorio interno y a un aumento de la pobreza y, por otro, a la preocupación por las “enfermedades sociales o morales” y la degeneración de la población que existía en aquella época (Rosa, 1998). Desafortunadamente, la práctica de la eugenesia, reflejada en la “limpieza étnica” que alcanzaría, en principio, su punto álgido en la segunda guerra mundial, ha estado presente a lo largo de todo el siglo XX, así como en estos comienzos del siglo XXI. En los Estados Unidos, la práctica de la esterilización forzosa de los llamados débiles mentales, delincuentes, pobres y enfermos mentales afectó a decenas de miles de personas en una gran parte del siglo pasado, concretamente, de 1905 a 1972.

- Creación de numerosas pruebas y estrategias de evaluación para obtener medidas directas de las funciones mentales

Medir las capacidades de un gran número de personas extrayendo muestras representativas de la población objeto de estudio requería, desde el punto de vista práctico, el desarrollo de aparatos y métodos adecuados para poder llevar a cabo una evaluación individual de un modo fácil y rápido. Así, bajo la influencia del asociacionismo británico, Galton, convencido de que había una importante correlación entre la agudeza mental y la sensorial, diseñó una amplia variedad de situaciones experimentales para medir habilidades sensoriomotoras que suponía eran la base de la inteligencia, en un sentido general.

PONER CUADRO 1.6. POR AQUÍ A DOS COLUMNAS

LOS “ARTILUGIOS” Y PRUEBAS EXPERIMENTALES DE GALTON Algunos ejemplos de los aparatos y pruebas diseñados por Galton son: el “silbato de Galton” (que empleó para determinar la percepción de sonidos agudos), las pruebas para la visión

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cromática y la discriminación visual, las utilizadas para medir la sensibilidad cinestésica (p. ej., dándole a los sujetos cajas de cartuchos rellenos con perdigones, con guata y con lana de idéntica apariencia, para ver cómo distinguían entre las más pesadas y las más ligeras), o el olfato (prueba de sensibilidad al perfume de unas rosas), etc. (Miller, 1968). En su Laboratorio antropométrico en Londres, junto a mediciones físicas, Galton administraba pruebas sensoriales para evaluar el nivel de discriminación y los tiempos de reacción. No obstante, podemos decir que el posicionamiento de Galton respecto al método fue bastante ecléctico, sobre todo si tenemos en cuenta que también utilizó la introspección para estudiar las imágenes mentales, concibió el primer test de asociación libre y examinó una amplia variedad de facultades humanas y de estados mentales, desde la memoria al aburrimiento o la eficacia de la oración. Una compilación de estos datos la podemos encontrar en su obra Inquiries into the human faculty and its development, publicada en 1883, obra que marcó el inicio de la moderna evaluación psicológica, a la que iba a dar continuidad James McKeen Cattell.

Insertar Figs.1.18 y 1.19 por aquí La fértil imaginación de Galton legaría, por tanto, a la Psicología una extensa lista de ingeniosos sistemas y técnicas destinados a evaluar las distintas capacidades humanas, siempre dentro del ámbito de los procesos sensoriales y motrices, y en tareas simples como el tiempo de reacción. Sus trabajos en el estudio de las imágenes mentales promoverían el uso del cuestionario en las investigaciones psicológicas, por tanto, a partir de Galton, la psicología de las diferencias individuales contó con un tipo de instrumento de evaluación característico y propio, lo que posteriormente sería denominado test mental (Cattell, 1890). La simplicidad y fácil aplicación de sus métodos contrastarían marcadamente con la sofisticación y complejidad de los procedimientos psicofísicos de la Psicología alemana. Estas características propias ciñeron el ámbito de estudio de esta primera etapa de la investigación en diferencias individuales al nivel de ejecución o respuesta, y no al de supuestas condiciones relativas a la conciencia o la fisiología interna de dichas ejecuciones (Böring 1950), siguiendo el espíritu de su autor. - Enfoque cuantitativo y desarrollo de procedimientos estadísticos para el estudio de las diferencias individuales en características mentales Una vez establecido el objeto y sus estrategias de evaluación, se hacía imprescindible una vía de sistematización y análisis de la multitud de datos brutos obtenidos. Galton, inspirado en los procedimientos del belga F.Quetelet (1796-1874) y su teoría de "L'homme moyen" o el hombre promedio (basada en el concepto de curva normal de K.B.Gauss (1777-1855), elaboró estas ideas previas, relativas al estudio de las distribuciones, y desarrolló sus índices representativos más característicos: la media, la mediana, la desviación típica, los percentiles, el orden de mérito, etc, sosteniendo que todo rasgo ocurrente en la naturaleza forma parte de una distribución normal en torno a una media. Pero, sin duda, su contribución más notable para la Psicología científica posterior habría de ser su trabajo en el desarrollo del método estadístico de la correlación, a partir de la idea central de la asociación o vinculación entre las variaciones estudiadas. Estas ideas habían tomado cuerpo en la noción de "regresión hacia la media" (en relación a la herencia) y se

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consolidan en el denominado, desde 1892, "coeficiente de correlación”. Galton, junto con su discípulo y posterior biógrafo el matemático Karl Pearson (1857-1936), resaltó, por tanto, la importancia de los métodos estadísticos para el estudio de los fenómenos psicológicos desarrollando procedimientos de análisis adecuados al objeto de estudio. - Desarrollo y aplicación de diversos métodos científicos para el estudio del origen de las diferencias individuales Mediante el estudio de líneas familiares de eminentes hombres británicos, en su primera obra, cuyos resultados publicó en 1869 bajo el título Hereditary Genius: An inquiry into its laws and consequences, Galton quiso “mostrar que las habilidades naturales del hombre se derivan de la herencia, exactamente bajo las mismas limitaciones que las formas y las características físicas de todo el mundo orgánico” (citado en Wozniak, 1999). Bajo la convicción de que el nivel de capacidad mental era debida, casi en su totalidad, a factores hereditarios, interpretó como una evidencia a favor de su tesis la elevada frecuencia con que se producía una continuidad familiar de logros en el arte, la ciencia, la política o el derecho (Minton y Schneider, 1984). A pesar de que la teoría del genio hereditario no era nueva, podemos decir que el mérito Galton fue introducir una metodología, tanto estadística como de otra índole (p.ej., los estudios biográficos, el análisis de árboles genealógicos o el estudio comparativo de gemelos) como vía de análisis de la influencia de los factores hereditarios sobre la manifestación de las capacidades humanas dotando de un mayor rigor a las teorías sobre la heredabilidad. Bajo esta misma hipótesis central, Galton inició el estudio de las diferencias entre razas con respecto a sus bases hereditarias.

No obstante, el hereditarismo defendido por Galton abocó al autor a una gran paradoja. Como señala Sánchez Cánovas (1983, p.36), Galton concedió su apoyo, por otra parte, al liberalismo normativo reflejado en la idea de que “todas las personas tenían la oportunidad y la libertad de desarrollar su potencia”. Por tanto, a pesar de que Galton estaba firmemente convencido de que las diferencias individuales más importantes, incluidas las de la moral, el carácter o la inteligencia, no eran adquiridas sino innatas, en algunas ocasiones su defensa de la mente como una "tabula rasa" (influencia del empirismo de Locke), en cuanto a la importancia de las impresiones sensoriales para el desarrollo y manifestación de los procesos intelectuales, parece reflejar una cierta contradicción en sus ideas al respecto. Quizás, trasladando la opinión de algunos autores, Galton era demasiado inteligente para dar una interpretación estrictamente unilateral de la cuestión.

En todo caso, puede afirmarse, pues, que Galton enunció, desde la perspectiva científica, una de las principales controversias en el estudio de las diferencias individuales: el origen de las mismas. El debate "Nature/Nurture" (Naturaleza vs. crianza) o, en otras palabras, "Herencia vs. Medio ambiente", quedó abierto para dar lugar a una de las polémicas más profundas e interesantes de la Psicología de nuestro tiempo. En suma, de acuerdo con Buss (1976), la orientación hacia la medida y la cuantificación, hacia la ciencia y la tecnología, asociadas a la creciente especialización del hombre en el ámbito profesional en una sociedad en pleno auge de industrialización, harían, como ya hemos dicho, de Inglaterra, el "lugar natural" para el nacimiento de la investigación científica de las diferencias individuales.

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PONER CUADRO 1.7. POR AQUÍ

PRINCIPALES CONTRIBUCIONES DE GALTON AL ESTABLECIMIENTO DE LA PSICOLOGÍA DIFERENCIAL

1. Centrar definitivamente el objeto básico de la futura disciplina: el estudio de las diferencias intra e interindividuales, y las intergrupales, en diversas áreas.

2. Propulsar la elaboración de métodos, técnicas, y pruebas útiles para una evaluación

objetiva de las diferencias individuales. 3. Elaboración de los primeros análisis estadísticos necesarios para la valoración de los

datos recogidos en la investigación en diferencias individuales. 4. Orientar los hallazgos hacia una vertiente aplicada, de carácter social, que habrá de

impregnar la Psicología Diferencial hasta nuestros días.

2.2. Consolidación de la Psicología Diferencial como disciplina científica

Podría decirse que, durante la última década del siglo XIX, los primeros investigadores sobre diferencias individuales, bajo la influencia de los primeros laboratorios experimentales y sus pruebas de carácter psicofísico, llevaron a cabo sus trabajos sin haber desarrollado, aún, una fundamentación teórica de base ni, por tanto, una conciencia de identidad propia como disciplina. Habría que esperar a los albores del siglo XX para que esta identidad comenzara a tomar cuerpo. 2.2.1. Sistematización conceptual La toma de conciencia definitiva y, por consiguiente, el establecimiento formal de la nueva disciplina, podríamos situarla, posiblemente, en torno a dos hechos concretos: 1.- En 1895 cuando, por vez primera, dos autores franceses, Alfred Binet y Victor Henri, confieren un nombre para esta nueva área de investigación en su artículo "La psychologie individuelle"; otro artículo clásico publicado tres años más tarde por Stella E.Sharp (1899), calificaba dicho trabajo como el primer tratamiento global o de conjunto que recibía un grupo de problemas agrupados bajo el nombre de "Psicología Individual". En su artículo, Binet y Henri presentaban el campo como un tema nuevo y difícil, hasta entonces pobremente explorado, pero con una identidad ya definida y fundamentada a partir de un primer análisis sistemático de los siguientes objetivos y métodos:

1) el estudio de la naturaleza y el alcance de las diferencias individuales en los procesos psicológicos; y

2) el descubrimiento de las interrelaciones entre los procesos mentales de los distintos

individuos, hasta llegar a una clasificación de rasgos, y la determinación de cuáles son sus funciones más básicas. Con ello apuntaban las ideas que llevarían al desarrollo de

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la técnica estadística, por excelencia, en el ámbito de la Psicología Diferencial clásica: el análisis factorial.

2.- El segundo hito formal son las obras de William Stern "Über Psychologie der individuellen differenzen, ideen zu einer Differentiellen Psychologie" (1900), así como sus posteriores revisiones de 1911 y 1921, "Die Differentielle Psychologie in ihren methodischen", en donde habrían de complementarse los aspectos recogidos por Binet y Henri. En el mencionado texto Sobre la psicología de las diferencias individuales (Ideas para una Psicología Diferencial), posteriormente revisado y ampliado bajo el título Fundamentos metodológicos de la Psicología Diferencial, se puede encontrar que la disciplina está conceptuada en torno a tres cuestiones:

1) la naturaleza y el alcance de sus manifestaciones para la vida psicológica, no sólo de los individuos, sino también de los grupos (en función del sexo, edad, raza, ocupación....).

2) los factores que determinan o afectan a las diferencias; es decir, el origen y desarrollo

de las diferencias individuales –herencia, clima, formación, nivel sociocultural, etc.

3) las formas en que se manifiestan las diferencias, por ejemplo, los indicios que pueden ayudar a apresarlas y analizarlas (caligrafía, configuración facial...), incidiendo, así, sobre la necesidad de avanzar en el estudio de métodos e índices de evaluación adecuados.

2.2.2. El papel de las escuelas en la consolidación y primeros desarrollos de la Psicología Diferencial

Una buena manera de entender cómo se consolidó y desarrolló la Psicología Diferencial, tanto a nivel teórico como metodológico y aplicado, es hacerlo a través de las escuelas claramente diferenciadas que en distintos países se constituyeron en torno a importantes figuras, tal y como veremos a continuación.

2.2.2.1. Los psicólogos americanos

Estados Unidos, tradicionalmente caracterizado por un espíritu pionero y emprendedor, acogió excepcionalmente bien las tesis evolucionistas. En una sociedad que destacaba, precisamente, por la competitividad y agresividad a la que Malthus había hecho referencia, el pragmatismo americano simpatizaría, rápidamente, con un enfoque que entendía al hombre como una unidad orgánica que debía adaptarse al medio ambiente. El darwinismo justificaba la competencia más despiadada, dado que la misma podía perfeccionar la especie humana con la selección de los más aptos. Por estas razones, el movimiento eugenésico de Galton, entendido como un programa de mejora social, arraigó inicialmente muy bien en la sociedad americana. Si bien este movimiento propició el estudio de las diferencias individuales con la finalidad de detectar a los sujetos más aptos, así como a aquellos con taras e incapacidades, las críticas y los movimientos de oposición por las repercusiones éticas y morales derivadas de las planificaciones planteadas por los partidarios de la eugenesia (y, por tanto, de la depuración de la especie humana) no se hicieron esperar, generando fuertes conflictos sociales.

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Impregnados, pues, en una atmósfera evolucionista centrada en la lucha por la superación y el perfeccionamiento individuales y nacionales, surgen los trabajos de la Universidad de Columbia con James McKeen Cattell a la cabeza. James McKeen Cattell (1860-1944)

Insertar Fig.1.20 por aquí

Si la década de 1880 fue la de Galton, la de 1890 habría de ser la de Cattell (Böring, 1950). Discípulo de Wundt en Leipzig (con quien realizó su tesis doctoral) y habiendo entrado en contacto con Galton y sus trabajos, Cattell se mostró decididamente partidario de las diferencias individuales, así como de la medida objetiva de las mismas y, a su vuelta a Estados Unidos, propulsó una fuerte corriente expansiva cuyo objetivo sería, inicialmente, la medición de las capacidades humanas a partir de lo que él habría de denominar (acuñando el término para la historia) "Test Mental" (1890). El test mental representa el método fundamental para tratar de "lo individual" bajo la concepción galtoniana: sólo los procesos simples y muy específicos (como la agudeza visual, el tiempo de reacción visual y auditiva, velocidad de movimiento etc) pueden establecerse con suficiente precisión y no, así, los procesos más complejos. En consecuencia, la medición de aquellos posibilitaría el estudio de las facultades y capacidades humanas, dado que los resultados de dichas pruebas reflejan la capacidad intelectual de la personas. Al igual que Galton, J.Mc.Cattell centró su interés en el estudio de las diferencias entre individuos en las respuestas que estos proporcionaban a los tests. Así, mientras que Wundt requería a los sujetos una introspección de lo que había sucedido en su mente durante la realización de una prueba, la metodología de J.Mc.Cattell consistía en observar lo que el sujeto hacía, sin pedirle ninguna información de tipo introspectivo.

Cattell se convirtió, de este modo, en el líder de un nuevo movimiento en Estados Unidos (el de los "tests mentales") impulsando el establecimiento de nuevos laboratorios. En 1904, Cattell defendía publicamente que la Psicología debía de ser tanto una ciencia, como una profesión (Watson, 1953; cf. en Moya, Peiró y Carpintero, 1983). Con esta postura, Cattell resaltaba vivamente la vertiente aplicada de los estudios psicológicos en diferentes ámbitos, la medicina, la educación o la industria (como la historia posterior habría de consolidar), bajo el supuesto de que las diferencias individuales requieren que las personas ocupen aquellos puestos apropiados a sus capacidades, entrando, así, a fondo, en la cuestión de la selección.

PONER CUADRO 1.8. POR AQUÍ EN DOS COLUMNAS

PRINCIPALES CONTRIBUCIONES DE J.Mc.CATTELL AL DESARROLLO DE LA PSICOLOGÍA DIFERENCIAL

J.Mc.Cattell fue el primer catedrático de psicología del mundo y a pesar de que su obra escrita no se puede considerar prolífica, contribuyó enormemente al surgimiento de la Psicología Diferencial a través de su trabajo en tres aspectos concretos: el desarrollo de los tests mentales, las aportaciones derivadas del uso del tiempo de reacción (TR) y la potenciación de la vertiente aplicada del estudio de las diferencias individuales:

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1. Una de las aportaciones más notables de este autor fue la conversión de procedimientos experimentales en tests. El término “Tests Mental” lo utiliza por primera vez en 1890, para designar un método de evaluación basado en procesos simples y muy específicos, es decir ajustado a la concepción galtoniana. A través del empleo del “Test Mental”, Cattell pretendió dotar a la psicología de una estrategia cuantitativa que le permitiera obtener una base sólida, a la vez que manifestó la utilidad de tal herramienta en la orientación educativa o clínica (Cattell, 1890). Cattell, al defender la necesidad de comparar el rendimiento individual con el rendimiento de un grupo extenso de sujetos que habían respondido previamente al mismo test, aportó, en un sentido genérico, una idea central en la utilización de esta estrategia de medida, referida a su naturaleza normativa.

2. Asimismo, J.Mc.Cattell consideró que el tiempo de reacción (TR) era una medida

fundamental y, a través de la cual, estudió variables como la atención, la fatiga, los efectos de la práctica, etc. Entre las aportaciones que J.Mc.Cattell realizó a la psicología a partir de sus trabajos con el TR, podemos destacar la consecución de una mayor precisión de la medida gracias al perfeccionamiento del cronoscopio, la corrección estadística de la variabilidad del TR a partir del incremento en el número de replicaciones, y la interpretación de las causas de variabilidad del TR en términos de procesos sensoriales en lugar de motores. En esta última cuestión el autor muestra una consonancia con la tradición de la psicología asociacionista y de las facultades, tradiciones en las que los procesos sensoriales se suponían asociados a la inteligencia, mientras que los procesos motores se solían asociar a la voluntad (Boring, 1978, citado en Andrés Pueyo, 1996).

3. En líneas generales, J.Mc.Cattell siempre tuvo la expectativa de que sus registros sirvieran

para obtener un mejor aprovechamiento de los recursos humanos y docentes. Así, confiaba en que los resultados obtenidos por los estudiantes en sus pruebas permitirían hacer predicciones en cuanto a su futuro académico y vocación profesional. Sin embargo, sus expectativas no se cumplieron; estas primeras pruebas, basadas en la evaluación de procesos simples y específicos, no obtuvieron el valor predictivo deseado. Aun así, cabe subrayar que el enfoque de Cattell, y su evidente pragmatismo, impregnó el nuevo funcionalismo americano alejándose cada vez más de la psicología alemana, particularmente en tres vertientes (Caparrós, 1976): - el estudio de la actividad vs. el estudio de los contenidos sensoriales; - el medio natural vs. el laboratorio; y, finalmente, - la utilidad del conocimiento vs. la ciencia pura.

Las expectativas de Cattell con respecto a la capacidad predictiva de los tests de laboratorio desarrollados en esferas como el rendimiento académico no se cumplieron. Por desgracia para él, uno de sus discípulos, Clark Wissler, decidió comprobar si los resultados obtenidos en tales pruebas eran realmente significativos. Quiso saber, en concreto, si las puntuaciones conseguidas tenían alguna relación entre sí, así como con los grados académicos. La respuesta fue en ambos casos negativa. El fracaso de la capacidad predictiva de los tests diseñados por J.Mc.Cattell se puso de manifiesto, tanto por la ausencia de correlaciones significativas entre los mismos y el rendimiento académico, como por la falta de “transfer” o trasferencia del resultado de una prueba a otra, hecho, este último, que iba en contra de las ideas cattellianas, que requerirían una coherencia o “indiferencia del indicador” utilizado, como posteriormente denominaría Ch.Spearman a tal requisito. Por consiguiente, si las pruebas no servían para predecir ninguna de esas cosas, ¿qué utilidad tenían? La respuesta

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obvia a esta pregunta hizo que, en esa época, dejaran de interesar los tests al estilo propuesto por Galton y J.Mc. Cattell.

J.Mc.Cattell no fue el único psicólogo americano interesado en el desarrollo de los tests mentales. J.Jastron, W.Scripture, M.Calkins y otros muchos que podemos considerar pertenecientes a la tradición de los “Nuevos Psicólogos” (R.M. Yerkes, E.L. Thorndike, L. Terman, J. Otis, etc.), impulsaron, a principios del siglo XX, la aplicación de la psicología científica en todas las esferas de la vida social (Andrés Pueyo, 1989). Sin embargo, dichos psicólogos partirían de una concepción más compleja, en cuanto a la medida de la inteligencia se refiere, basada no en tareas elementales sino en tareas que requerían procesos intelectuales superiores.

La relevancia de J.Mc.Cattell en la historia de la psicología americana queda reflejada, no sólo en las aportaciones anteriormente citadas, sino también a través de la influencia que como profesor ejerció en sus discípulos, algunos de los cuales vendrían a engrosar la lista de psicólogos de renombre en el siglo XX. Uno de estos discípulos fue Woodworth (1869-1962), cuyo trabajo, apartado de la psicología aplicada, resulta de esencial importancia a la hora de entender el problema de las diferencias individuales en el ámbito experimental. Respecto a este autor cabe señalar que fue el primer experimentalista que dejó un lugar en su metodología a las diferencias individuales, dejando de considerarlas, tal y como se venía haciendo en dicho campo, solamente como varianza error o porcentaje de la varianza en los datos obtenidos que se explica por el error de medida existente en todo experimento.

Otro discípulo de J.Mc.Cattell digno de mención es L.Thorndike (1874-1949), psicólogo conocido por sus aportaciones al área de aprendizaje, quien postuló la teoría de la existencia de capacidades múltiples frente a una concepción unitarista de la inteligencia.

2.2.2.2. Los psicólogos europeos

La escuela inglesa

Obviamente, la primea gran figura que da origen a la escuela inglesa es Francis Galton. Su influencia se dejará notar años después de su muerte en los trabajos realizados en el University College de la Universidad de Londres, institución que podemos considerar central en la psicología de la escuela británica. Pero, más allá de Galton, existen importantes figuras que contribuyeron al establecimiento de la Psicología Diferencial como disciplina científica y al desarrollo de teorías y procedimientos metodológicos muy relevantes. Entre todas ellas citaremos de forma especial a Charles Spearman, quien consolidó definitivamente esta escuela.

Ch.Spearman (1863-1945)

Insertar Fig.1.21 por aquí al lado de Spearman

Desde 1906 a 1931, el laboratorio de psicología de la Universidad de Londres es dirigido por Ch.Spearman. Spearman, psicólogo y lógico, comenzó a interesarse por las correlaciones que mantenían entre sí los tests mentales por la misma época en que estos instrumentos empezaban a adquirir importancia.

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La observación de las correlaciones positivas que mantenían entre sí las diferentes pruebas de inteligencia le condujo a proponer la existencia de una única capacidad intelectual, idea ya adelantada por Galton. Sin embargo, el afán positivista de Spearman le llevó a introducir un procedimiento de cálculo que permitía obtener, a partir de una matriz de intercorrelaciones, una matriz factorial compuesta por un factor común y otros específicos extraídos de la matriz de residuales. Mediante dicha técnica, que podemos considerar una anticipación de la técnica estadística más importante para los desarrollos de la Psicología Diferencial, el Análisis Factorial, el autor llegó a proponer su Teoría Bifactorial de la Inteligencia, en la que proponía la existencia de un factor general “g”, que representaba la energía mental característica del sujeto presente en todas las pruebas de capacidad mental, y un número indeterminado de factores específicos “s”, propios de las distintas tareas o tests, que dependían, a su vez de “g”, tal y como veremos a la hora de abordar el estudio de la inteligencia.

Así, de la mano del británico Ch.Spearman, se dará un fuerte impulso a la nueva psicología de carácter correlacional, frente a la de corte experimental, postulando que, ésta, hace más justicia a la complejidad del ser humano. Spearman critica abiertamente los trabajos de Wundt, y de otros psicólogos experimentales de la época, por considerar que utilizan "métodos triviales para resolver problemas triviales" (Spearman, 1904). A partir de las aportaciones metodológicas de Spearman, comienza la búsqueda de las causas comunes de variación a las que Galton se había referido, siendo extraordinariamente potenciada con el desarrollo del análisis factorial. El objetivo final será la representación formal de las dimensiones últimas o básicas de la diferenciación individual a partir de los denominados factores.

PONER CUADRO 1.9. POR AQUÍ

PRINCIPALES CARACTERÍSTICAS DE LA ESCUELA BRITÁNICA

1. Consideración de que la naturaleza de la mente debe ser explorada a través del análisis de una serie de elementos simples.

2. Rechazo abierto de los métodos instrospeccionistas. 3. Apoyo a una psicología correlacional que permita establecer, de forma objetiva, cuáles

son en concreto, las relaciones entre el rendimiento de los sujetos en los tests mentales y las actividades mentales más interesantes.

4. Rechazo, tanto a las teorías clásicas de las facultades, como al recurso a la intuición del experimentador, teniendo como objetivo producir hechos verificables.

5. Propuesta de no adoptar ninguna posición teórica al comienzo de la investigación de forma que se pueda llegar a averiguar, de forma empírica, cuáles pueden ser los conceptos teóricos más importantes a considerar.

6. Utilización de muestras de personas representativas de la población normal en los experimentos psicológicos.

7. Estudio de los fundamentos cognitivos del rendimiento de las distintas personas en las pruebas o tests mentales. En esta última premisa está basada, precisamente, la obra de Spearman “La naturaleza de la inteligencia y los principios de la cognición”, obra que constituye el primer estudio cognitivo sistemático en la historia de la psicología en la que aparece un análisis minucioso de los procesos de razonamiento tal como se manifiestan en la resolución de silogismos, la resolución de problemas matemáticos y otros similares.

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Spearman (1904, citado en Colom, 1998)

Cuando Spearman dejó la dirección del Laboratorio de Psicología ocupó su puesto su discípulo Cyril Burt, convirtiéndose éste en la nueva cabeza de la escuela inglesa. La escuela inglesa ha tenido continuidad con autores posteriores muy relevantes como R.B.Cattell o H.J.Eysenck, cuyas contribuciones serán desarrolladas más extensamente a lo largo del manual por sus importantes trabajos tanto en el área de la inteligencia, como en el de la personalidad.

A pesar de la relevancia de la aportación de Spearman, el gran impacto social que tuvieron las pruebas de inteligencia desarrolladas por el francés Alfred Binet difuminó su contribución.

La escuela francesa

Como ha quedado expuesto en las líneas anteriores, ni F.Galton ni J.Mc.Cattell mostraron interés en los procesos mentales superiores ni en su evaluación. Fue al francés Alfred Binet quien dio un giro al objetivo y medida de los procesos mentales.

Alfred Binet (1857-1911)

Insertar Fig.1.22 por aquí al lado de Binet

Tras un periodo de tiempo en el que las pruebas basadas en tareas simples (sensoriales o motoras) constituyeron la base de los tests mentales y tras el fracaso predictivo obtenido por las pruebas de J.Mc.Cattell, se impuso el modelo propuesto por Binet en 1905. Binet situó el foco de análisis de las capacidades mentales en un nivel distinto, el de los procesos mentales superiores y complejos, por comprender que éstos se acercaban de un modo más evidente al entendimiento de las funciones intelectuales naturales, alejadas de todo artificio de laboratorio. Con afirmaciones como "la variabilidad interindividual es, seguramente, mayor para los procesos superiores que para los elementales, claramente sensoriales" (Binet y Henri, op.cit.), Binet se mostraba abiertamente en contra de los métodos desarrollados hasta entonces por Galton y Cattell. Binet también se centró en la evaluación de las funciones mentales realizadas por diferentes personas, de modo diferente y con diferentes grados de habilidad, pero su objeto de estudio y su metodología fue claramente diferente a los de sus antecesores.

Junto a Henri Beaunis, Binet fundó el primer laboratorio francés de psicología en la Universidad de la Sorbona de París en 1889, en donde pudo desarrollar sus ideas. Su trabajo tuvo una enorme repercusión, especialmente en el campo de la inteligencia y su evaluación. Con el establecimiento de la enseñanza obligatoria, los mayores éxitos de Binet derivaron del encargo, por parte de las autoridades francesas, del desarrollo de un método para seleccionar a los niños que podrían seguir la escolarización normal en base a sus capacidades o, por el contrario, a aquellos que tendrían serias dificultades. Para ello, Binet se propuso construir un sistema de medida que resultara de utilidad a tal efecto. Dada su formación fundamentalmente clínica, Binet tenía un concepto bastante práctico de la psicología y del uso de la entrevista. Ocuparse del problema del retraso mental y las

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dificultades intelectuales le permitía unir, tanto sus preocupaciones sobre la clínica, como sobre la práctica en la escuela.

Interesado por esta problemática, Binet se ocupó de encontrar una manera científica de definir el retraso mental, así como de medir la inteligencia de los niños escolares. Para esta última cuestión contaba, inicialmente, con el instrumento de la entrevista clínica procedente de su práctica en el hospital, de manera que su aportación más relevante para la Psicología Diferencial fue la normalización y estandarización de dicha entrevista de forma que permitiera la comparación, en cuanto a inteligencia, entre los individuos.

PONER CUADRO 1.10 POR AQUÍ A DOS COLUMNAS

EL DESARROLLO DE LA ESCALA DE INTELIGENCIA DE BINET-SIMON Y DE LOS CONCEPTOS DE EDAD MENTAL (EM) Y EDAD CRONOLÓGICA (EC)

En 1905, junto a su colega Theodore Simon, A.Binet publicó “La Escala Métrica de la Inteligencia”, un conjunto de 30 pruebas ordenadas de menor a mayor dificultad y que servía para medir el alcance intelectual de cada niño. Aunque en esta escala se incluían pruebas sensoriales y perceptivas, había en las mismas una proporción alta de contenido verbal. Por ejemplo, ¿qué significa misántropo? ¿qué tienen en común una naranja, una manzana y un pera?. El nivel normal para una edad se medía por el resultado que alcanzaban la mayoría de los niños de esa edad. Así, si los resultados que obtenía un niño coincidían con los procedentes de la mayoría de su misma edad se decía que su nivel de inteligencia era normal, en cambio si obtenía un nivel más bajo se decía que era retrasado y si los superaba que era adelantado.

Por ejemplo, según su escala, un niño de siete años debía ser capaz de mostrar la mano derecha y la oreja izquierda, describir una imagen gráfica, ejecutar tres órdenes dadas simultáneamente, contar el valor de seis monedas, tres de las cuales eran de valor doble y nombrar cuatro colores fundamentales.

El nivel normal del resultado obtenido en la prueba definía la edad mental (EM) con independencia de la edad cronológica (EC) Si un niño resolvía las pruebas que sólo superaban, normalmente, los niños de ocho años se decía que tenía una edad mental de ocho, lo que equivalía a que su competencia mental era la de un niño de 8 años aunque su edad cronológica fuese de seis o diez. De esta manera Binet medía el retraso mental por la diferencia entre la edad mental y la cronológica.

Las medidas que hacía Binet con su escala eran distintas a las utilizadas por Galton y Cattell. Binet evaluaba procesos más complejos como la viveza de la imaginación, la atención, la comprensión verbal, la capacidad de descubrir errores en un texto, etc. Las pruebas de inteligencia propuestas por Binet eran de aplicación individual y debían administrarse en una exploración casi clínica, que contrasta con el test de inteligencia estándar tal y como lo conocemos hoy , que es un test de “lápiz y papel”.

L M.Terman (1877-1956) publicó en Stanford, en 1906, una revisión mejorada de la escala de Binet-Simon para la población americana. Esta revisión fue pronto conocida como la escala “Stanford-Binet” y constituyó, sin duda alguna, la mejor prueba disponible para la evaluación de la inteligencia individual.

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Insertar Fig.1.23 por aquí

A pesar de las críticas recibidas y las necesarias correcciones, el trabajo de Binet consiguió dar un tremendo impulso a los desarrollos iniciales del enfoque psicométrico que caracterizarían, casi en exclusiva a lo largo de unos cincuenta años, una de las líneas de trabajo más fructíferas de la Psicología Diferencial que, combinada con otros enfoques, aún resulta hoy muy determinante, si bien las pruebas psicológicas han ido ampliándose desde entonces a una gran variedad de dimensiones de las diferencias individuales y se han refinado los métodos para el análisis de los resultados recogidos.

Por otro lado, la concepción ambientalista y no determinista de la inteligencia que tenía Binet le acercó a la educación compensatoria, que él llamó “ortopedia mental”, orientada a incrementar el nivel intelectual de los retrasados. Estudiosos de la deficiencia mental (entre los que podemos encontrar autores de intereses eugenistas como Goddard) recibieron su influencia, que se extiende a la obra del suizo Eduard Claparéde y, a través de él, a Jean Piaget y a la psicología infantil. La marca de Binet se constata en toda la tradición diferencialista francesa, que ha mantenido el interés por el estudio de la inteligencia, la deficiencia mental y las diferencias evolutivas. Una visión amplia y actual de la relevancia de la tradición diferencialista en Francia la podemos encontrar en una recopilación realizada por Juhel, Marivain y Rouxe (1997) de los resultados procedentes de las reuniones anuales que se celebran desde hace quince años en dicho país.

La escuela alemana

Al igual que en Francia, la tradición diferencialista se ha mantenido viva en Alemania desde principios del siglo XX. Figuras como Louis William Stern contribuyeron a despertar el interés por esta disciplina.

Louis William Stern (1871-1938)

Insertar Fig.1.24 por aquí al lado de Stern

L.W.Stern, como ya se ha comentado, fue quien primero reivindicó ante la comunidad científica la identidad propia de una disciplina cuyo principal problema teórico expuso en el texto Über Psychologie der Individuellen Differenzen (Ideen zur einer Diferentielle Psychologie) -Sobre la psicología de las diferencias individuales (Ideas para una Psicología Diferencial)-, donde plasma la conceptuación de la disciplina y las reglas que han de gobernar su metodología, siguiendo, ante todo, una orientación empírica y estadística.

La obra de este psicólogo alemán, en realidad muy poco difundida, refleja un pensamiento independiente que trata de examinar la naturaleza humana desde una aproximación filosófica y científica, a la vez que pretende sintetizar la psicología experimental-elementarista y la comprensiva-holista. Este interés por reconciliar lo aparentemente irreconciliable alcanza también su perspectiva sobre el papel de los componentes biológicos y ambientales que se encuentran implicados en el proceso de individualización humano, defendiendo una orientación transaccional. Además, a este autor se le atribuye la paternidad del concepto de “rasgo”, tal y como se ha venido aplicando en psicología de la personalidad (Ibáñez, 1989).

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Stern denominó “psicología personalística” al estudio de la individualidad o de la persona entendida como unitas multiplex, esto es, como unidad compleja formada por diversas disposiciones, un grado relativo de libre voluntad y cierta apertura a las condiciones del entorno; a su parecer, era el estudio de la persona así entendida lo que revelaría la esencia de la personalidad y la inteligencia, y a ello dedicó sus últimos trabajos (Lamiell y Deutsch, 2000).

En la obra de Stern también encontramos una interrelación entre la Psicología Diferencial y aplicada, reflejada en las bases teóricas de lo que el autor vino a denominar “psicotecnia”. Asimismo, fue cofundador, en 1906, de una Revista y un Instituto de Psicología Aplicada.

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W.STERN, L.TERMAN Y EL DESARROLLO DEL COCIENTE INTELECTUAL (CI)

La influencia de Binet en el trabajo de Stern es manifiesta. Fruto del interés de Stern por las diferencias individuales en la inteligencia y el desarrollo, en 1911 reformula la relación entre la edad mental y la cronológica y establece el “Cociente Mental” (CM) (Edad Mental/Edad Cronológica).

El Cociente Mental parecía un medio mejor para medir el retardo mental que el desarrollado por Binet. Mediante este cociente Stern pretendía garantizar cierta constancia a la hora de interpretar los avances y retrasos del rendimiento en distintas etapas evolutivas, indicando la velocidad de aprendizaje con independencia de la edad.

Sin embargo, la interpretación del Cociente propuesto por Stern está sometido a limitaciones importantes: un uso correcto del caso sólo se cumpliría en el caso de que el aumento del rendimiento con la edad se produjera de forma lineal, hecho que es inconsistente con la observación de la desaceleración que se produce a partir de los doce años y con su detención en torno a los quince o dieciséis (aunque dependiendo de la capacidad evaluada, el límite o punto de culminación mental puede alcanzarse entre los veinte y los veinticinco años). En otras palabras, cuando el desarrollo de la inteligencia se estabiliza y la edad cronológica sigue aumentando, el CI obtenido (al contar con un divisor cada vez mayor) deja de ser informativo e induce a error, por lo que así planteado carece de valor en la edad adulta.

En 1916, L.M.Terman adoptaría la sugerencia de W.Stern relativa a que el Cociente Mental (EM/EC) debía ser multiplicado por 100 para evitar el inconveniente de los decimales. El resultado es el famoso “cociente intelectual” (CI) bajo la conocida fórmula CI= Edad Mental/Edad Cronológica X 100

Al margen de la contribución a la Psicología Diferencial que Stern realizó en las primeras décadas del siglo XX, hay que decir que el auge de esta disciplina no se agotó con posterioridad en Alemania. En la actualidad podemos citar algunos psicólogos diferencialistas de relevancia mundial como M.Amelang, D. Bartuseck o K. Pawlik, de procedencia alemana.

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LA CONTRIBUCIÓN DE LA ESCUELA SOVIÉTICA DE PRINCIPIOS DEL SIGLO XX

Insertar Fig.1.25 por aquí al lado de Pavlov

En relación a las escuelas, cabe destacar asimismo, el papel de la psicología experimental que se llevaba a cabo en Rusia a principios del siglo XX. La escuela soviética realizó verdaderas contribuciones a la Psicología Diferencial identificando factores causales de las diferencias individuales en el ámbito del laboratorio, en donde podemos resaltar la figura de Pavlov (1849-1936), premio Nóbel de fisiología en 1904, descubridor del reflejo condicionado, quien, en su trabajo con animales, muestra una clara influencia hipocrática en su tipología, si bien la importancia de su contribución está en establecer, ya, el estudio de las bases fisiológicas de las diferencias temperamentales en función de las características del Sistema Nervioso, así como en su investigación experimental (Reuchlin, 1980). Los fisiólogos rusos abrieron la ruta que, posteriormente, desembocaría en la psicología del aprendizaje aportando una metodología de investigación centrada en la observación objetiva del comportamiento que podemos considerar la raíz de la teoría conductista acerca del funcionamiento psicológico.

Por otra parte, se puede decir que el carácter psicofisiológico propio de la escuela soviética a la hora de abordar el estudio de las diferencias individuales ha tenido, no solamente una continuación en Rusia (podemos encontrar una continuidad de estos estudios en autores como Teplov, Nebylitsin, Merlin o Goluveba), sino que también ha traspasado sus fronteras ejerciendo una gran repercusión en teorías tan importantes como la propuesta por H.J.Eysenck, en su determinación de explorar las bases biológicas de determinados conceptos psicológicos relacionados con la personalidad. Por último, tampoco pasan desapercibidos los desarrollos psicométricos y aplicados de la escuela soviética. En este sentido, cabe destacar la creación, en 1920, de dos institutos en Rusia, el Instituto de la Eficiencia Industrial y el Instituto Central del Trabajo; estos dos institutos se destinaron al estudio de la producción y el trabajo, siendo lugares en los que se divulgaron y aplicaron los métodos psicotécnicos (Fernández-Ballesteros, 1980).

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LA PSICOLOGÍA DIFERENCIAL EN LA ESPAÑA DE PRINCIPIOS DEL SIGLO XX

Veamos, a continuación, cuáles fueron los desarrollos de la Psicología española en materia de diferencias individuales a principios del siglo XX. Si bien no podemos hablar de autores con el mismo renombre e impacto internacional en la disciplina que los hasta aquí mencionados, no queremos dejar de mencionar lo acaecido en nuestro país y su influjo en el desarrollo de la Psicología Diferencial en España. En este sentido, en la Psicología Diferencial española, cuyas raíces las podemos encontrar en la figura de Huarte de San Juan, cabe distinguir dos escuelas, en cuanto a estudios diferenciales se refiere, a principios del siglo pasado. Una de ellas situada en Cataluña y la otra en Madrid (Colom, 1998).

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1) En la fundación de la primera, es decir, la escuela catalana, tuvo un papel relevante Ramón Turró, el cual a través de su teoría trófica, trató de dilucidar el origen del comportamiento humano (Turró, 1914; citado en Miralles, 1980). En dicha teoría el autor contempla al individuo como un sistema que tiende al equilibrio, cuya carencia supondría un empobrecimiento energético que daría lugar a una activación nerviosa denominada reflejo trófico. La obra de Turró, así como la de su alumno Augusto Pi Suñer, se caracterizan por el estudio evolucionista de los procesos de adaptación desde una concepción funcional y unitaria y por la utilización de una metodología experimental. Estas ideas también las compartió Emilio Mira, otra figura destacada de la escuela catalana, en cuyo laboratorio se investigaron las aptitudes mentales que exige la realización de distintas profesiones para poderse realizar con un rendimiento máximo y un esfuerzo mínimo, de esta forma llegó a la determinación y medida de las aptitudes del individuo, comparándolas con las que señala el tipo medio de cada profesión.

2) En cuanto a la escue la madrileña, cabe destacar tres figuras: Luis Simarro, autor que asumiendo la idea spenceriana del evolucionismo desarrolla una línea de pensamiento que se relaciona con los estudios de Galton sobre el genio; Santiago Ramón y Cajal, científico de gran relevancia en el campo de la neurología, premio Nobel de Medicina en 1906, que concibió el desarrollo psicológico como resultado de las vías nerviosas de asociación, manteniendo que tanto la herencia como el aprendizaje sientan las bases de la vida mental, la inteligencia, el talento y la moralidad; y, finalmente, José Germain, figura central en la psicología española durante la primera parte del siglo XX, que impulsó, en 1925, la fundación del Instituto de Orientación y Selección Profesional de Madrid.

Con la fundación, en 1934, del Instituto Nacional de Psicología Aplicada, los conocimientos de Psicología Diferencial se ven potenciados a través de las distintas actividades que en él se realizan, que oscilan desde la antropometría y la clasificación tipológica hasta la psicotecnia social y profesional. Esta línea, que venían desarrollando desde principios de siglo los Institutos Psicotécnicos de Madrid y Barcelona, daría lugar posteriormente, en 1953, a la creación de la Escuela de Psicología y Psicotecnia, vinculada a la Universidad Central de Madrid, cuya apertura supuso la inauguración en el ámbito académico de una tradición dedicada a la aplicación de tests psicométricos para la medición de las diferencias individuales. Sin embargo, haría falta que transcurrieran quince años más para que la psicología se convirtiera en una especialidad académica en nuestro país, hecho ocurrido en 1968 (Pelechano, 1998). En dicha instauración académica cabe resaltar la labor de figuras tan destacables en la psicología como Mariano Yela, José A. Forteza, o José Luis Pinillos.

En definitiva, volviendo a las primeras décadas del siglo XX, podemos concluir de acuerdo con Colom (1998) que, en general, la escuela española de Psicología Diferencial en este periodo atiende a las siguientes claves: 1) una concepción naturalista, biologicista y fisiológica, pero no reduccionista, de la persona, en la que se resalta el carácter activo de la misma y la adaptación a su medio ambiente a través de sus propias características intelectuales y temperamentales; 2) un claro énfasis en las diferencias individuales, tanto intelectuales como temperamentales o de personalidad, contemplando estas dos categorías como el resultado de simplificar el complejo y variado listado de tendencias de respuestas que parecen caracterizar a las distintas personas; y 3) un análisis experimental de las características de las mismas.

2.2.3.- Extensión del desarrollo y la aplicación de los “tests mentales”

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Paralelamente a los trabajos desarrollados en Estados Unidos por autores como Cattell y Farrand (1896), Jastrow (1892) o Thorndike (1904), la aplicación de los tests mentales se extendió rápidamente a Europa como muestran las investigaciones de Münstenberg (1891) y Ebbinghaus (1897) o las del psiquiatra alemán Kraepelin (1895). Producto del interés despertado fue la creación de un comité nacional de la American Psychological Association (APA) en 1895 con el objetivo de incrementar la cooperación entre los distintos laboratorios en materia de tests. Estos movimientos representaron el interés temprano por las diferencias individuales a cargo de reconocidos psicólogos experimentales en América, Inglaterra, Francia y Alemania y la muestra de un acuerdo común: la finalidad de los tests mentales sería clasificar las facultades humanas y medir aquellas funciones que contribuían a “tener éxito en la vida”. Tras la decepción inicial producida por el escaso valor predictivo de los tests mentales basados en la medida de procesos mentales simples propuestos por J.Mc.Cattell, (Wissler, 1901), los denominados “Nuevos Psicólogos”, de orientación aplicada, decidieron acogerse a la modalidad ofrecida por Binet y el interés por la evaluación de la inteligencia recobró un fuerte impulso a partir de los trabajos de este autor y su concepción de la actividad intelectual en función de los procesos mentales superiores (Binet, 1903), así como la evaluación de los mismos a través de tareas de carácter complejo, buena muestra de lo cual fue, como ya se ha comentado, la elaboración de una de las escalas de inteligencia más universalmente extendidas, la escala de Binet-Simon (1905) y sus posteriores revisiones. Puede afirmarse que la década de 1910 fue la década de los tests de inteligencia. El éxito de Binet y las aportaciones de Stern (1911) y, posteriormente, de Terman (1916) y sus colaboradores, en los trabajos sucesivos sobre la medición del, finalmente, denominado Cociente de Inteligencia, así como la predicción satisfactoria de variables tales como el rendimiento escolar o la debilidad mental, contribuyeron a este hecho (Böring, 1950).

El paso de estas pruebas de Francia a Norteamérica tuvo una gran relevancia, dadas las consecuencias que este hecho tuvo para el estudio de la inteligencia. Como hemos comentado previamente, el contexto en el cual Binet aplicaba su escala era clínico, es decir, aunque la medición de la inteligencia se realizara de forma cuantitativa, en la administración del test y en su análisis se utilizaba un cuidadoso tratamiento cualitativo de la información recogida, propio de los estudios clínicos. En contraste, el contexto en el que en los Estados Unidos se aplicaba el test era bien distinto. El talante eugenista y la formación en la tradición meramente cuantitativa y estadística de los “Nuevos Psicólogos”, interesados en la aplicación de los tests de inteligencia, condujeron a una aplicación masiva de los mismos dirigidos a la selección de individuos en diferentes ámbitos (Ato, 1998).

Insertar Fig.1.26 por aquí al lado de Yerkes

En esta dirección, el americano R.M.Yerkes (1876-1956), considerado el fundador de la psicología comparada, desempeñó un importante papel. Yerkes pensaba que la inteligencia general “g” era la esencia de la evolución y que había trascendido del mundo animal al de los humanos, así pues, su programa de investigación en psicología animal pretendía demostrar que los animales, de todos los niveles evolutivos, poseían capacidades mentales complejas. Esta hipótesis la hizo extensiva a la inteligencia humana, suponiendo la existencia de diferentes niveles de inteligencia no sólo entre especies, sino también entre diferentes poblaciones de sujetos humanos, definidas por el sexo, la edad, la raza, etc.

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Durante la primera mitad del siglo XX se avanzó en el campo de los tests mentales en aspectos tales como el desarrollo de diferentes tipos de tests, especialmente durante la I Guerra Mundial, bajo la dirección de Yerkes, entonces presidente de la American Psychological Association (APA). Los nuevos tests expandían horizontes a la hora de su aplicación; así encontramos:

?? los tests colectivos, como el Army Alpha, aplicables a la población de reclutas en general, cuya finalidad era detectar aquellos reclutas que pudieran ser considerados débiles mentales, así como la selección de reclutas, en función de sus capacidades, para realizar distintos tipos de tareas.

?? los tests no verbales de inteligencia, como el Army Beta, construido para las personas iletradas y destinados a paliar el sesgo cultural de los tests existentes hasta el momento.

?? los tests de aptitudes especiales y rendimiento en muy diversas tareas.

Insertar Fig.1.27 por aquí

Sin embargo, no sólo los tests ALFA, sino también los BETA, se hallaban contaminados culturalmente. Es decir, lo que medían no era sólo inteligencia, sino también la cultura de los sujetos, poniéndose de manifiesto a partir de entonces que la distinción entre lo que proporciona la naturaleza y lo que es fruto de la crianza y educación no era fácil de separar en la medición de la inteligencia? . Paralelamente al estudio de las capacidades humanas, la I Guerra Mundial impulsó el desarrollo de las primeras escalas destinadas a evaluar cuestiones relativas a aspectos emocionales y de ajuste en los soldados; el primer referente podemos encontrarlo en el cuestionario denominado "Personal Data Sheet" (Woodworth, 1919). Así, la medida de variables de personalidad comenzó a cobrar interés e importancia desde la misma línea metodológica seguida en el estudio de las facultades humanas.

Durante las primeras décadas del siglo XX la aplicación de tests gozó de un gran auge social, por una parte, se extendería la aplicación masiva de tests al control de la inmigración producida en Estados Unidos durante los años veinte y treinta; por otra, la creciente industrialización en este periodo hizo despertar el interés de los empresarios por las diferencias individuales y, en especial, por los tests mentales como herramienta para detectar a aquellos trabajadores capaces de desempeñar sus tareas con más efectividad y, por tanto, incrementar sus beneficios (Lubinski, 2000). Sin embargo, y aunque el desarrollo de la Psicología Diferencial se vio influenciado por esta extensa, e incluso abusiva, aplicación de tests, debido a las exigencias sociales del momento, esta rápida expansión no estuvo acompañada, al menos en un primer momento, de las técnicas estadísticas necesarias para garantizar su justificación científica. Es por ello que el desarrollo de nuevas técnicas estadísticas, como el análisis factorial, a partir de los años treinta contribuyo a incrementar el auge de los tests, que aún hoy son considerados como valiosas herramientas en los diferentes ámbitos aplicados de la psicología. La industria selecciona a su personal mediante tests, los clínicos también los utilizaban para medir las anormalidades y en las escuelas son utilizados, supuestamente, a favor del alumnado.

Ahora bien, la presente utilización de los tests ha cambiado, en la medida que han evolucionado las concepciones sobre la inteligencia (que ha dejado de considerarse un característica única, inalterable y totalmente hereditaria) y se han producido importantes

? Para profundizar acerca de la perspectiva adoptada en las primeras décadas del siglo XX en cuanto a la controvertida cuestión herencia vs. ambiente remitimos al primer epígrafe del Capítulo 11.

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avances en la metodología vinculada a su elaboración. Estos nuevos planteamientos pueden considerarse, en buena medida, fruto de la nueva corriente interaccionista, una perspectiva que, como veremos en el próximo Capítulo, envuelve la mayor parte de la metodología y las teorías existentes en la psicología actual.

Insertar Fig.1.28 por aquí

IV RESUMEN

RESUMEN En este primer Capítulo se ha tratado de proporcionar un acercamiento a la perspectiva diacrónica de nuestra disciplina. Para ello hemos comenzado por describir los intereses que, desde la más remota antigüedad, han existido respecto a la descripción, predicción y explicación de la diversidad en el comportamiento humano. Teorías como las propuestas por Hipócrates, Galeno o Teofrasto se pueden considerar antecedentes remotos del estudio científico en Psicología Diferencial. Siguiendo el hilo histórico, podemos decir que, después de la edad media (un periodo durante el cual el interés por las diferencias individuales fue escaso), encontramos, en el renacimiento, la figura de Juan Huarte de San Juan, cuya obra se estima antecesora directa de la Psicología Diferencial. Posteriormente, la revolución científica y el predominio de la razón existente en las teorías surgidas durante los siglos XVII y XVIII facilitó un despliegue en conocimientos y perspectivas filosóficas vinculadas a intereses psicológicos. No obstante, el verdadero anclaje teórico y metodológico de la disciplina en el marco de las ciencias se encuentra en la confluencia de la teoría darvinista de la evolución y de las aportaciones del británico F.Galton, cuyos intereses eran diferentes a los del alemán W.Wundt, considerado el fundador de la psicología científica. Ambos autores, en diferentes países, disponían de laboratorios en los que, de forma coetánea, estudiaban cuestiones relacionadas con la psicología, pero con objetivos y metodología distinta (Wundt la Psicología General, con metodología experimental y Galton las diferencias individuales con metodología correlacional).

La consolidación de la Psicología Diferencial como disciplina científica tuvo un desarrollo más lento y prolongado que el mostrado por la Psicología General de corte experimental (Cronbach, 1957); no obstante, desde los inicios del siglo XX, el estudio de las diferencias individuales debe ser entendido como un campo disciplinar con carácter propio dentro de la Psicología científica. La sistematización conceptual que le serviría de punto de partida la proporcionaron A. Binet, V. Henri y W. Stern Los primeros pasos de su andadura como ciencia los podemos ubicar en tres escuelas diferentes: la escuela americana, la inglesa y la francesa, cada una de ellas con sus especiales connotaciones teóricas y metodológicas, pero que compartían tanto su objeto de estudio, la inteligencia, como el objetivo de medición de esta característica psicológica a través de los tests mentales, para clasificar a los individuos y predecir el éxito académico y laboral.

En definitiva, llegados a estas primeras décadas del siglo XX cerramos este Capítulo 1, dedicado a la primera etapa histórica de la Psicología Diferencial, al estimar que en este momento ya estaban sentadas las bases sobre las que se continuaría constituyendo la disciplina:

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- En primer lugar, había quedado establecido un sentido para el estudio de las diferencias individuales basado en la teoría evolucionista de los fenómenos psíquicos. La obra de Darwin, permitió vincular el psiquismo humano a las ciencias biológicas de forma que fue posible establecer nuevas orientaciones teóricas al respecto. Las diferencias psicológicas dejaron de considerarse un ámbito de especulación para adentrarse en el ámbito de la ciencias naturales.

- En segundo lugar, los desarrollos metodológicos vinculados a la estadística

proporcionarían una mejora en la medición y análisis objetivo de las diferencias individuales. En este sentido, los trabajos de Galton abrirían un camino que autores como Spearman continuaron. Posteriormente, la búsqueda de las causas comunes de variación se vería extraordinariamente potenciada con el desarrollo del análisis factorial.

- Finalmente, los instrumentos diagnósticos surgidos bajo esta perspectiva, demostraron su

utilidad de cara a la selección laboral y a la orientación profesional en función de los rasgos distintivos en las personas. Tal aplicación despertó un interés social que contribuyo a la consolidación y afianzamiento de la Psicología Diferencial como disciplina científica. Los trabajos de H. Binet, W. Stern y R.M. Yerkes fueron el punto de arranque de la larga trayectoria con que cuentan los tests mentales en la actualidad.

V. PREGUNTAS DE AUTOEVALUACIÓN

1. ¿Quiénes fueron los principales representantes de las tradiciones clásicas en el estudio del temperamento, el carácter y la constitución, y su contribución al estudio de las diferencias individuales?

2. ¿Cuál fue el papel de Juan Huarte de San Juan en los desarrollos de la Psicología

Diferencial moderna? 3. Describa las principales contribuciones de Darwin al anclaje conceptual de la Psicología

Diferencial 4. Describa las principales contribuciones de Galton a la sistematización científica de la

Psicología Diferencial 5. ¿Quiénes fueron los autores que consolidaron la Psicología Diferencial como disciplina

científica y cuál fue su aportación? 6. ¿Cuáles fueron las características de la escuela americana y sus principales

representantes? 7. ¿Cuáles fueron las características de la escuela inglesa y sus principales representantes? 8. ¿Cuáles fueron las características de la escuela francesa y sus principales representantes?

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9. ¿Cuáles fueron las características de la escuela alemana y sus principales representantes? 10. ¿Cuál fue el proceso que siguió el movimiento de los test mentales, especialmente en

Estados Unidos?