CAPÍTULO 3

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CAPÍTULO 3 Saber tomar ladecisión correcta 179 embestidas de los caminos. Honda tuvo la idea de reemplazarla madera por metal. La idea era simple. Pero había que tenerla.A los 30 años, Honda rmaba su primera matrícula de inventor. Susrayos de acero conocieron gran éxito y se exportaron a todo elmundo. “Ese invento me hizo saborear los frutos de la pacienciaartesanal de la aventura industrial. Dirigir un taller o un negocio escomo conducir un autobús. Hay que parar en todos los pueblos yrecoger la clientela local, pero no se puede ir más allá, a grandesdistancias. Es cierto, se puede vivir feliz de esa manera, pero yotenía la ambición de ir más lejos y a más velocidad”.Poco a poco fue germinando en su mente la idea de montarun negocio totalmente propio, romper con su patrón de Tokyopara fundar su propia empresa. ¿En qué campo? Los pistonesparecían ofrecer posibilidades interesantes. Pero sus socios, másconservadores, no compartían el mismo entusiasmo. Al n losconvenció. E invirtió todos sus ahorros para fundar la Tokai Seiki,empresa industrial de producción de segmentos de pistón. Sinfructíferas, pues el segmento que fabricaba Honda no poseíala elasticidad necesaria y era invendible. Honda recuerda lareacción de sus amigos al respecto de tal fracaso: “Muchos demis amigos venían a decirme que me convenía quedarme en mitaller, ir agrandándolo de a poco y dedicarme a hacer prosperarmi negocio en lugar de lanzarme a aventuras inciertas. En esaoperación había invertido todo el dinero que tenía ahorrado. Mesentía responsable de las personas a las que había arrastradoconmigo y me decía que, a los 30 años, al cerrar el taller, tal vezhabía dejado pasar mi oportunidad y había quemado ya todasmis naves”. Bajo el peso del fracaso y la responsabilidad, Hondacayó gravemente enfermo. Pero al cabo de una convalecenciade dos meses volvió a la carga, resuelto a superar el problemade sus pistones.Como es de

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CAPÍTULO 3

Saber tomar ladecisión correcta

 179embestidas de los caminos. Honda tuvo la idea de reemplazarla madera por metal. La idea era simple. Pero había que tenerla.A los 30 años, Honda rmaba su primera matrícula de  inventor. Susrayos de acero conocieron gran éxito y se exportaron a todo elmundo. “Ese invento me hizo saborear los frutos de la pacienciaartesanal de la aventura industrial. Dirigir un taller o un negocio escomo conducir un autobús. Hay que parar en todos los pueblos yrecoger la clientela local, pero no se puede ir más allá, a grandesdistancias. Es cierto, se puede vivir feliz de esa manera, pero yotenía la ambición de ir más lejos y a más velocidad”.Poco a poco fue germinando en su mente la idea de montarun negocio totalmente propio, romper con su patrón de Tokyopara fundar su propia empresa. ¿En qué campo? Los pistonesparecían ofrecer posibilidades interesantes. Pero sus socios, másconservadores, no compartían el mismo entusiasmo. Al n losconvenció. E invirtió todos sus ahorros para fundar la Tokai Seiki,empresa industrial de producción de segmentos de pistón. Sinfructíferas, pues el segmento que fabricaba Honda no poseíala elasticidad necesaria y era invendible. Honda recuerda lareacción de sus amigos al respecto de tal fracaso: “Muchos demis amigos venían a decirme que me convenía quedarme en mitaller, ir agrandándolo de a poco y dedicarme a hacer prosperarmi negocio en lugar de lanzarme a aventuras inciertas. En esaoperación había invertido todo el dinero que tenía ahorrado. Mesentía responsable de las personas a las que había arrastradoconmigo y me decía que, a los 30 años, al cerrar el taller, tal vezhabía dejado pasar mi oportunidad y había quemado ya todasmis naves”. Bajo el peso del fracaso y la responsabilidad, Hondacayó gravemente enfermo. Pero al cabo de una convalecenciade dos meses volvió a la carga, resuelto a superar el problemade sus pistones.Como es de imaginar, las fundiciones de la región se negaban arevelar sus secretos de fabricación. Honda tenía que descubrirlossolo. Se empeñó noche y día en encontrar la solución, pero sinéxito: los pistones que él producía seguían siendo duros como lapiedra. Aun con la mayor determinación del mundo, Honda tuvoque rendirse a la evidencia: le faltaban conocimientos técnicospara ir más lejos.Sin duda muchos, en el lugar de Honda, habrían renunciadoa esa altura, pero él, haciendo a un lado su orgullo, aceptóvolver a las aulas. Se inscribió en la universidad con el objeto deestudiar ingeniería. Cada mañana asistía a clase y, en cuanto

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 180terminaban los cursos, volvía apresuradamente al taller, tratandode poner en práctica lo que había aprendido. Su permanenciaen la universidad duró dos años, y concluyó con una expulsión.Es que, obstinado en lo suyo, Soichiro sólo había asistido a loscursos que concernían a la fabricación de segmentos, evitandotodos los otros. “Yo era como un hombre hambriento al que se lequiere explicar largamente las leyes generales de la dietética ysus consecuencias y aplicaciones, en lugar de darle de comer.”Honda trató en vano de explicarle su caso al director. El no iba abuscar un diploma, sino conocimientos. Lo cual ofuscó al director.Honda regresó a su fábrica, lleno de nuevos conocimientos, yterminó produciendo pistones con todas las característicasrequeridas. Había ganado la partida. Gracias a los sostenidosesfuerzos de Honda, la Tokai Seiki fue a rmando progresivamentesu posición en el mercado y comenzó a disfrutar de una excelentereputación. Sin embargo, la Segunda Guerra frenó el proceso dela empresa. En efecto, en junio de 1945 las fábricas de Hondafueron destruidas por las bombas estadounidenses.En 1946, después de la guerra, tras un año sabático que empleópara elaborar diversos inventos, y para re exionar, Honda,siempre optimista pese a la morosidad general, decidió crearsolo, para salvaguardar su total independencia, el laboratorio deinvestigaciones técnicas Honda. Tenía una pequeña idea en lacabeza. La situación del país parecía desesperada par ala mayorparte de los industriales. Pero el diagnóstico de Honda era muyotro. Los transportes comunitarios habían sido prácticamentedestruidos por los bombardeos. No quedaban, para asegurar elservicio, más que algunos trenes y autobuses, insu cientes. Losautomóviles eran escasos, como también la nafta, cuyo preciohabía subido mucho. Desde luego, los japoneses habían vueltoa la bicicleta, que era el medio de transporte más difundido.La idea de Honda era simple, pero brillante. Y, sobre todo, seadecuaba a una necesidad general de la población: fabricar unmotor que se adaptara a la bicicleta y se convirtiera, con pocosgastos, en una suerte de ciclomotor.Al principio Honda se contentó con transformar los motoresrevendidos a bajo precio por el ejército. El éxito fue inmediato.Ante la creciente demanda, y como el ejército había agotadotodo su stock, Honda debió elaborar su propio motor, el modeloA Honda. El recién nacido de Soichiro fue bautizado enseguida“bike motor”. El éxito de esos motores fue en parte atribuibleal hecho de que Honda había logrado desarrollar un medioingenioso para reducir el consumo de nafta, mediante una

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mezcla de resina y nafta y un carburante apto a recibirla.Alentado por la buena marcha de sus negocios, Honda abrió, enfebrero de 1948, una fábrica más grande de montaje de motores.Pero no podía detenerse allí. Tenía que ir más allá: fabricar motos.El proyecto parecía utópico, o insensato. Desde la derrota japonesa, no había, por así decirlo, una sola moto en el país.Y el retraso tecnológico de Japón era serio. No obstante, el 24de septiembre de 1948, Honda creó la Honda Motor Company.Las primeras pruebas fueron más bien decepcionantes, pues lasestructuras de las motos no resistían el peso del motor. Pero enagosto de 1949 se hallaba en pie el primer prototipo de moto.Se lo bautizoó “Dream”. La nueva moto tenía sólo 98 cc decilindrada, una potencia de 3 CV. Para Honda era, sin embargo,la moto de sus sueños. Respondía a sus sueños de velocidad decuando era niño.Empero, pese a este primer éxito, la producción de la moto“Dream” engendró numerosas di cultades nancieras. Elmercado era inestable y limitado, sin contar la quiebrade varios distribuidores. Honda sufrió rápidamente gravespérdidas que lo pusieron al borde de la bancarrota. El, queera fundamentalmente un inventor, se reveló un mal gestor. Suinteligencia le hizo comprender esa debilidad de su personalidad.El mismo confesará después: “Si yo hubiera debido cuidar solo demi empresa, muy rápidamente habría ido a la quiebra”.Pero uno de sus antiguos amigos fue a ver a Takeo Fujisawa, ungestionario de gran talento, que fue quien de cierto modo salvóa la sociedad Honda. Esta asociación decisiva del genio soñadory el genio gestor es un buen ejemplo del principio que a rmaque “el éxito no se hace solo”. Con respecto a la importanciadel factor humano, Honda dirá: “Cuando hago el balance – provisorio- de una vida, mido cuánta importancia tienen lasamistades y las relaciones, cuánto más valen que todos losinventos de máquinas, pues ellas nos permiten multiplicar nuestravisión de las cosas y asociarnos a mil experiencias diferentes quede otro modo no habríamos conocido”.Lejos de desalentarse por el fracaso de la moto “Dream”, Hondaelaboró un nuevo modelo revolucionario, más rápido y silenciosoque el anterior. Diez años más tarde, ese mismo modelo iba aser copiado por todos los fabricantes del mundo. “En el fondo –confesará Honda- no lamenté las primeras reacciones delpúblico, pues ellas me obligaron a exigir más a mis talentos eimaginar un motor muy avanzado a su época.” Buena prueba