Carlos Caco Ceballos Silva V · ODOS conocemos bien esta historia. Silvita la cuenta cada que...

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V ERANO, 1996.- No siendo egresado de Oxford ni de Cambridge y siendo apenas mi escolaridad de sexto año, siento como una osadía emitir mi opinión sobre asuntos económicos, pero siendo ciudadano mexicano con todos los derechos que me concede la Constitución de mi país, por conducto de este sencillo artículo, para darles mi opinión sobre los descabellados programas que lo único que han servido es para ahondar la brecha entre las ma- yorías y las minorías, es decir, apoyar al neoliberalismo contra el humanismo y apoyo a las clases necesitadas. He sabido que el Gobierno Federal, por instrucciones del único que manda en el país, el señor doctor Ernesto Zedillo, ha entregado 84 mil millones de dólares a los bancos para apoyar- los y evitar su quiebra, debido, principalmente, al quebranto que han tenido con motivo de la cartera vencida que se originó indudablemente por la crisis general, pro- ducida por las medidas tan erróneas y malos consejos en las finanzas de periodos anteriores. Pues bien, si se trata de ayudar a los bancos para evitar su quiebra y que esto cause más desconcierto y ner- viosismo, considero que debería crearse un organismo bancario, o bien el Banco de México para que éste se dirigiera a cada una de las instituciones bancarias, a fin de que éstas les indicaran los deudores cuyos créditos deberían ser reestructurados. La reestructuración sería a base de un nuevo crédito que les otorgaría el banco oficial, el cual sería con las mismas garantías y a un plazo razonable. El deudor que ya haya hecho los movimientos conducentes recibiría un cheque con los intereses normales, a nombre del banco acreedor, y así, en esta sencilla, práctica y justa forma, el deudor le pagaría al banco acreedor. Por lo consiguiente, al hacerlo de esta manera con todos, se terminaría para los bancos “la cartera vencida” y los deudores serían hombres libres de deudas que empezarían o continuarían trabajando en un clima de tranquilidad, y así los beneficios los recibirían las mayorías, al pagar sus deudas atrasadas sin pagar intereses sobre intereses y a un interés que sería el mismo que concedió el gobierno ame- ricano por el préstamo de los 84 mil millones de dólares. Estoy entendiendo que la anterior sugerencia es la correcta, pues los bancos en “apuros” por “la cartera ven- cida” se sanearían, El Barzón ya no tendría razón de ser y los deudores disfrutarían de tiempo, calma y experiencia para en un futuro salir adelante. Estoy consciente que la presente sugerencia debe ser afinada y corregida por economistas morales, justos, de buena fe; siendo así, los resultados serían de todos buenos para la economía general, pues no hay que olvidar que la agricultura y ganadería en nuestro país son básicas en nuestro México, y si a esto se agrega la preferencia absoluta de primero producir las semillas en nuestro propio territo- rio, que importarlas como lo han hecho anteriormente, se vería el gran beneficio para todos, ricos y pobres, al realizarse esta sugerencia. Los bancos fueron creados o nacie- ron lustros atrás, para que fueran instituciones que ayudaran al pobre o al carente de recursos para que emprendiera un ne- gocio, creara empleos y eso a su vez iniciaba la cadena de utilidades que van desde abajo hacia arriba, y sobre todo para que se acabaran los “agiotistas” que, con sus intereses o porcenta- jes altos, hacían que las personas emprendedoras dejaran en manos de ellos la mayor parte de las utili- dades. Por lo consiguiente, al crearse los bancos empezaron a trabajar bajo reglamentaciones y ordenanzas más humanas, y en esa forma empezaron a florecer los negocios y las naciones cuyos bancos eran más comprensivos y menos onerosos los intereses, prosperaron rápidamente, como fue el caso del Japón y de muchas naciones europeas, lo mismo que los Estados Unidos. Sería muy encomiable que el señor presidente Zedillo fuera más comprensivo, realista y patriota, nombrando a un grupo de asesores honorarios de reconocida moralidad y rectitud, provenientes de diferentes estados y ocupacio- nes, para que sugieran, critiquen y asesoren las medidas a tomar, pues no hay duda que mientras más inteligente es un hombre, más necesita del asesoramiento de otras personas, y yo pienso que el señor Presidente es un hombre inteligente. El Consejo se compondría de un platanero de Colima, un limonero de Michoacán, un cacaotero de Tabas- co, un naranjero de Veracruz, un cocotero de Guerrero, un industrial de Puebla y otro de Monterrey; un ganadero de Tamaulipas y otro de Chihuahua, un contador de Jalisco, otro del DF y un tercero de Hidalgo; un maicero de Nayarit, un cafetero de Chiapas, y dos o tres economistas de sentido común, y siendo así, éstos de seguro le aconsejarán al señor Presidente las medidas prudentes, prácticas y realistas que necesita el país para ir saliendo de la crisis que nos han dejado así todos los asesores presidenciales graduados en universidades extranjeras. * Empresario, historiado r y narrador. (29 de diciembre de 1963) Obregón, desalmado y sanguinario Ágora PLAZA CULTURAL DE Carlos Caco Ceballos Silva DIRECTOR GENERAL: ARMANDO MARTÍNEZ DE LA ROSA COORDINADORA: ÉRICKA MARGARITA TREJO Imágenes: Fotos de Archivo. Correo: [email protected] Los bancos, los deudores y el remedio Selfie Jaime Obispo Martínez DOMINGO 10 DE JUNIO DE 2018 2498 VIÑETAS DE LA PROVINCIA 4 ESCRIBEN: Alejandro Pérez, Sarah Legorreta, Jaime Obispo, Grace Licea, Luis Enrique Araoz, José Carlos C. Juárez, Armando Martínez Orozco, Leopoldo Barragán, Josafat Ramírez y Carlos Caco Ceballos. De lejos y a mi alrededor 8 Ágora PLAZA CULTURAL DE Revelation (The watch), Remedios Varo. Vanagloria de lo más sagrado que a montón creció en nosotros y en buen estima tenemos. Lo que en su mayoría (la humanidad) más quiere de sí misma la propia imagen de esplendente investidura de bofas o atléticas condiciones corporales. Yo, el más bello de todos los criaturos del señor, mi amado Yo Mayusculísimo es el centro de todos los universos el inicio y el final de la conciencia. Pero no en realidad del todo vana gloria sino acaso reducción a mero trueque de la posibilidad de una partitura infinita detonando como bomba. Más bien una rebanada de infierno al servicio de la infelicidad ajena a cambio de un minúsculo autofavor: ser una sombra fresca, un barco rompeolas sobre una y otra en el mar del sí mismo vasto. Narciso, Caravaggio.

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V ERANO, 1996.- No siendo egresado de Oxford ni de Cambridge y siendo apenas mi escolaridad de sexto año, siento como una osadía emitir mi opinión sobre asuntos

económicos, pero siendo ciudadano mexicano con todos los derechos que me concede la Constitución de mi país, por conducto de este sencillo artículo, para darles mi opinión sobre los descabellados programas que lo único que han servido es para ahondar la brecha entre las ma-yorías y las minorías, es decir, apoyar al neoliberalismo contra el humanismo y apoyo a las clases necesitadas.

He sabido que el Gobierno Federal, por instrucciones del único que manda en el país, el señor doctor Ernesto Zedillo, ha entregado 84 mil millones de dólares a los bancos para apoyar-los y evitar su quiebra, debido, principalmente, al quebranto que han tenido con motivo de la cartera vencida que se originó indudablemente por la crisis general, pro-ducida por las medidas tan erróneas y malos consejos en las finanzas de periodos anteriores.

Pues bien, si se trata de ayudar a los bancos para evitar su quiebra y que esto cause más desconcierto y ner-viosismo, considero que debería crearse un organismo bancario, o bien el Banco de México para que éste se dirigiera a cada una de las instituciones bancarias, a fin de que éstas les indicaran los deudores cuyos créditos deberían ser reestructurados. La reestructuración sería a base de un nuevo crédito que les otorgaría el banco oficial, el cual sería con las mismas garantías y a un plazo razonable. El deudor que ya haya hecho los movimientos conducentes recibiría un cheque con los intereses normales, a nombre del banco acreedor, y así, en esta sencilla, práctica y justa forma, el deudor le pagaría al banco acreedor.

Por lo consiguiente, al hacerlo de esta manera con todos, se terminaría para los bancos “la cartera vencida” y los deudores serían hombres libres de deudas que empezarían o continuarían trabajando en un clima de tranquilidad, y así los beneficios los recibirían las mayorías, al pagar sus deudas atrasadas sin pagar intereses sobre intereses y a un interés que sería el mismo que concedió el gobierno ame-ricano por el préstamo de los 84 mil millones de dólares.

Estoy entendiendo que la anterior sugerencia es la correcta, pues los bancos en “apuros” por “la cartera ven-cida” se sanearían, El Barzón ya no tendría razón de ser y los deudores disfrutarían de tiempo, calma y experiencia para en un futuro salir adelante.

Estoy consciente que la presente sugerencia debe ser afinada y corregida por economistas morales, justos, de buena fe; siendo así, los resultados serían de todos buenos para la economía general, pues no hay que olvidar que la agricultura y ganadería en nuestro país son básicas en nuestro México, y si a esto se agrega la preferencia absoluta de primero producir las semillas en nuestro propio territo-rio, que importarlas como lo han hecho anteriormente, se

vería el gran beneficio para todos, ricos y pobres, al realizarse esta sugerencia.

Los bancos fueron creados o nacie-ron lustros atrás, para que fueran

instituciones que ayudaran al pobre o al carente de recursos

para que emprendiera un ne-gocio, creara empleos y eso a su vez iniciaba la cadena de utilidades que van desde abajo hacia arriba, y sobre todo para que se acabaran los “agiotistas” que, con sus intereses o porcenta-jes altos, hacían que las personas emprendedoras dejaran en manos de ellos

la mayor parte de las utili-dades. Por lo consiguiente, al

crearse los bancos empezaron a trabajar bajo reglamentaciones

y ordenanzas más humanas, y en esa forma empezaron a florecer los

negocios y las naciones cuyos bancos eran más comprensivos y menos onerosos

los intereses, prosperaron rápidamente, como fue el caso del Japón y de muchas naciones europeas, lo mismo que los Estados Unidos.

Sería muy encomiable que el señor presidente Zedillo fuera más comprensivo, realista y patriota, nombrando a un grupo de asesores honorarios de reconocida moralidad y rectitud, provenientes de diferentes estados y ocupacio-nes, para que sugieran, critiquen y asesoren las medidas a tomar, pues no hay duda que mientras más inteligente es un hombre, más necesita del asesoramiento de otras personas, y yo pienso que el señor Presidente es un hombre inteligente. El Consejo se compondría de un platanero de Colima, un limonero de Michoacán, un cacaotero de Tabas-co, un naranjero de Veracruz, un cocotero de Guerrero, un industrial de Puebla y otro de Monterrey; un ganadero de Tamaulipas y otro de Chihuahua, un contador de Jalisco, otro del DF y un tercero de Hidalgo; un maicero de Nayarit, un cafetero de Chiapas, y dos o tres economistas de sentido común, y siendo así, éstos de seguro le aconsejarán al señor Presidente las medidas prudentes, prácticas y realistas que necesita el país para ir saliendo de la crisis que nos han dejado así todos los asesores presidenciales graduados en universidades extranjeras.* Empresario, historiado r y narrador. †

(29 de diciembre de 1963)

Obregón, desalmado y sanguinario Ágora

PLAZA CULTURAL DE

Carlos Caco Ceballos Silva

Director General: armanDo martínez De la rosa coorDinaDora: Éricka marGarita trejo Imágenes: Fotos de Archivo. Correo: [email protected]

Los bancos, los deudores y el remedio

SelfieJaime Obispo Martínez

Domingo 10 De junio De 20182498ViÑeTAS De LA PRoVinCiA 4

ESCRIBEN: Alejandro Pérez, Sarah Legorreta, Jaime Obispo, Grace Licea, Luis Enrique Araoz, José Carlos C. Juárez, Armando Martínez Orozco, Leopoldo Barragán, Josafat Ramírez y Carlos Caco Ceballos.

De lejos y a mi alrededor

8 ÁgoraPLAZA CULTURAL DE

Revelation (The watch), Remedios Varo.

Vanagloria de lo más sagrado que a montón creció en nosotros y en buen estima tenemos. Lo que en su mayoría (la humanidad) más quiere de sí mismala propia imagen de esplendente investidura de bofas o atléticas condiciones corporales.

Yo, el más bello de todos los criaturos del señor, mi amado Yo Mayusculísimo es el centro de todos los universosel inicio y el final de la conciencia.

Pero no en realidad del todo vana gloriasino acaso reducción a mero trueque de la posibilidad de una partitura infinita detonando como bomba.

Más bien una rebanada de infiernoal servicio de la infelicidad ajenaa cambio de un minúsculo autofavor:ser una sombra fresca, un barco rompeolas sobre una y otra en el mar del sí mismo vasto.

Narciso, Caravaggio.

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T ODOS conocemos bien esta historia. Silvita la cuenta cada que puede. Dice que nunca va a olvidar el día en que Samuel L. Jackson atravesó la entrada del Carls Jr. en donde

ella trabajaba como cajera. Fue durante el mediodía de un martes. Iba iniciando la semana y se respiraba ese aire mo-nótono, lento y deficiente. La gran máquina que comienza a funcionar apenas con el hastío de sus operadores. A las dos de la tarde, todo se estanca y nadie salvo los resignados y los desesperados se atreven a transitar por las calles. Por eso, cuando vio a aquel hombre entrar por la puerta pensó que era uno más que venía a refugiarse del infierno en la burbujita de microclima controlado. Pero conforme se acercaba, dice Silvita que comenzó a percibir ese aire que emanan las estrellas, esa iluminación distante que sólo puede adquirirse cuan-do se vive muy rápido y de una manera tan diferente de lo que puede llamarse normalidad.

Lo primero que notó Silvita fue la forma en que estaba vestido, no porque sea fijada (no, no, claro que no), sino porque le llamó la atención el conjunto. Primero la expresión atravesada por ai-res de grandeza; luego sus bermudas en tonalidades otoñales trazados con líneas que se intersectaban en cuadrícula; y finalmente los zapatos roídos por el uso y la tierra.

Ella dice que no fue hasta que lo tuvo de frente que notó la expresión soberbia y relajada de S. L. J. Y aquí algo curioso, Silvita dice que su tono de piel en la cara no asemejaba con el de sus piernas y brazos. Dice también que lo había imaginado un poco más alto. Traía barba y afro como en Pulp Fiction y por un momento, dice Silvita que pensó que estaban filmando la segunda parte en alguna locación de la ciudad. (Silvita jamás se preocupa por los anacronismos entre la aparición real y la ficticia, es decir, para ella S. L. J. se ve igual en todo momento, sin una arruga, sin una cana más, una figura totalmente idealizada y eterna). Se me subió el ritmo cardíaco por los aires, dice Silvita acelerándose con el dramatismo, no sabía qué hacer, no sabía si debía cobrarle o atenderlo en su mesa o qué.

Pero luego la realidad comenzó a caerle encima y Silvita tuvo el presentimiento de que todo era una broma, de que alguien la estaba grabando para un show de risas en donde las personas suelen quedar como ridículas, ilusas y muy idiotas. Esto lo pensó no solamente por la incongruencia epidérmica entre el rostro y las extremidades del actor, sino por un tufillo a sudor que Silvita percibía. Cada vez se desmoronaba más la imagen que tenía de la farándula, dice, S. L. J. no era como yo creía. Todo el momento fue muy intenso, se me ocurrían muchas cosas. Por ejemplo, otra idea que tuvo Silvita es que en la realidad S. L. J. no es negro, sino que todo se debe a los personajes que inter-preta, personajes que a fin de cuentas expresan un mínimo

fragmento de la realidad y fácilmente llegan a establecerse como un firme estereotipo. Silvita se compadeció por la vida de falsa imagen que Samuel L. Jackson padecía mien-tras el hombre miraba con desasosiego el menú que ella tenía a sus espaldas. Le pareció triste que alguien viviera una realidad en donde otros te obligaban a ser de cierta manera porque solamente estaban interesados en extraer de ti lo que prefirieran. Era como si con cada actuación su

mundo se fuera haciendo más y más pequeño, dice Silvita. Hasta ese momento, S. L. J. no había hecho nada más

que mirar absorto el menú. De pronto, levantó la mano para señalar algo en él y Silvita no sabía qué quería. Claro que no sabe español, pensó, pobre hombre perdido. Sil-vita no podía atinarle a su pedido y se estresaba porque sabía que su jefe rondaba por las freidoras, esperando que cualquier cosa saliera mal, hasta que Silvita pudo adivinar. Una malteada y unas papas fritas. Nada más. Y entonces, cuando sacó la billetera, Silvita quiso mirar en su interior para comprobar de una buena vez si se trataba de S. L. J. o de un embaucador (pero nadie le cree porque conoce-mos bien esta extraña costumbre de Silvita de mirar en el interior de nuestras carteras), y sí, efectivamente estaba

repleta de billetes. Cuando le entregó, S. L. J. fue a sentarse en la sección

de los niños donde nadie más que un hombre de lentes y canas en el cabello leía en una tableta. S. L. J. se sentó. Algo en su expresión inmutable rebelaba depresión y cansancio. En ese lapso, Silvita comenzó a informar a su comunidad cibernética sobre la realidad patética de los artistas, de cómo viven para mantener una imagen cuando

la verdad es que el glamour difícilmente puede alimentarse -no se diga presumir-se- entre tanto sufrimiento, pestilencia y desesperación, rasgos del mundo que nos embargan a todos por igual. Y fue justo ahí cuando escuchó un ahogado grito de llanto que inundó el lugar. Claro que el pelmazo del gerente no tardó en llamar a la policía. Yo me acerqué para ver cómo podía ayudar al pobre Samuel L. Jackson, y fue muy raro, dice Silvita, porque lloraba y masticaba al mismo tiempo. No parpadeaba, de hecho, casi nada en su rostro se movía, no había en él alguna expresión, ni siquiera salían lágrimas de sus ojos, y eso me generaba un sentimiento extraño entre el terror y la tristeza.

Había estrellado la malteada de fresa en el vidrio detrás de él. Imagínenselo. Samuel L. Jackson frente a una mancha enorme y rosa sentado en la mesa de la zona infantil del Carls Jr., gimiendo, comiendo papas fritas, sin expresión.

Poco después llegaron dos policías. Un hombre y una mujer con aire de matones. Ya saben, con la prepotencia a todo lo que da. Yo lo veía todo a través del marco, con miedo, muy entusiasmada, dice Silvita. Se acercaron a Samuel L. Jackson. La mujer policía comenzó a amenazarlo con la ma-cana, muy agresiva, y entonces, S. L. J. se levantó, impávido, y miró directamente a los dos oficiales, sacó su billetera y les tiró dos billetes de 500 pesos a los pies diciéndoles con firmeza y, lo que es más, casi casi con elegancia: Órale, pa que se atraganten, puer-cos. La mujer levantó su macana pero el otro la detuvo, le dijo algo al oído. S. L. Jackson salió del establecimiento y poco después los oficiales salieron por la misma puerta.

Cada que Silvita cuenta esta parte termina acusando a los policías, su conve-niencia, su falta de moral, su injusticia, su corrupción. Samuel L. Jackson queda como

un extraño héroe, porque a quién no le gustaría reaccionar de manera tan temeraria y despreocupada en contra de un policía cada que alguno de ellos justifica su brutalidad tras el nombre de la ley. Sin embargo, a algunos de nosotros nos interesa ataviar la ambigüedad de su narración con certezas sobre algunos detalles, como la verdadera complexión y el color de piel de S. L. J. o el súbito cambio de idioma que ante todo parece responder a ciertos aspectos regionales. Pero esto a Silvita la tiene sin cuidado. Nos dice que eso no importa, que no entendemos la finalidad de su relato. Y nosotros lo aceptamos, porque de alguna manera vivimos nuestra justicia a través de Silvita y su historia, por eso nos gusta tanto que la cuente. De cualquier forma, seguimos investigando.

2 ÁgoraPLAZA CULTURAL DE

7ÁgoraPLAZA CULTURAL DE

En la historia del arte…

Ágora

Escultura de Antonio Gaudí.

Josafat Ramírez Mendieta

Balkrishna Doshi, Premio de Arquitectura Pritzker 2018

Terraza de café por la noche, Vincent van Gogh.

Luis Enrique Araoz

(El día que Samuel L. Jackson sobornó a unos policías)

Primera llamada

10 de Junio1926.- El arquitecto español Antonio

Gaudí muere atropellado por un tranvía en Barcelona. Su obra personalísima –una evolución del modernismo hacia un rutilante neogótico que acaba acercán-dose al surrealismo– se encuentra sobre todo en la capital catalana donde vivió la mayor parte de su vida. Dotado de una fuerte intuición y capacidad creativa, Gaudí concebía sus edificios de una forma global, atendiendo tanto a las soluciones estructurales como las funcionales y de-corativas. Estudiaba hasta el más mínimo detalle de sus creaciones, integrando en la arquitectura toda una serie de trabajos artesanales que dominaba él mismo a la perfección: cerámica, vidriería, forja de hierro, carpintería, etc.

11 de Junio1861.- Nació en Munich, Alemania,

el compositor y director de orquesta Ri-chard Strauss, quien fuera autor de ópe-ras como El caballero de la Rosa, Salomé y Eléktra, así como de poemas sinfónicos como Don Juan Till y Don Quijote.

13 de Junio1888.- Nació Fernando Pessoa, uno

de los mejores poetas y escritores de la lengua portuguesa y de la literatura euro-pea. Tuvo una vida discreta, centrada en el periodismo, la publicidad, el comercio y, principalmente, la literatura, en la que se desdobló en varias personalidades conocidas como heterónimos. La figura enigmática en la que se convirtió motiva

gran parte de los estudios sobre su vida y su obra. Habiendo vivido la mayor parte de su juventud en Sudáfrica, donde estu-dió hasta el año 1905, la lengua inglesa tuvo gran importancia en su vida, pues Pessoa traducía, trabajaba y pensaba en ese idioma. De día, Pessoa se ganaba la vida como traductor. Por la noche, escri-bía poesía: no escribía su propia poesía, sino la de diversos autores ficticios, di-ferentes en estilo, modos y voz. Publicó bajo varios heterónimos, de los cuales los más importantes son Alberto Caeiro, Álvaro de Campos, Bernardo Soares y Ricardo Reis, e incluso publicó críticas contra sus propias obras, firmadas por sus heterónimos.

14 de Junio1858.- Nació el político y escritor

mexicano Manuel José Othón, en la ciu-dad de Aguascalientes. También poeta y dramaturgo que perteneció a los mo-vimientos literarios del romanticismo y modernismo. Es autor del poema Idilio salvaje, considerado uno de los poemas más representativos de México.

1986.- Se cumplen 30 años de la muerte del escritor argentino Jorge Luis Borges, uno de los autores más destaca-dos de la literatura del Siglo XX. Publicó ensayos breves, cuentos y poemas. Su obra, fundamental en la literatura y en el pensamiento universal, y que además ha sido objeto de minuciosos análisis y de múltiples interpretaciones, trasciende cualquier clasificación y excluye todo tipo de dogmatismo.

E L Premio Pritzker de Ar-quitectura es un reconoci-miento concedido anual-mente y patrocinado por

la fundación estadounidense Hyatt. Es el premio de mayor prestigio internacional y el principal galardón concedido para honrar a un arquitecto en el mundo, mencionado comúnmente como el Nobel de Arquitectura.

Balkrishna Doshi, ganador del premio Pritzker 2018, nació en Pune, India, en 1927, dentro de una familia india tradi-cional que había estado involucrada en la industria del mueble por dos genera-ciones. Su vocación nace estando en la preparatoria, un amigo que pintaba lo invitó a una clase de dibujo, lo que quizá fue el primer paso hacia la arquitectura. Se inscribió en la Sir Jamsetjee Jeejeeebhoy School of Art, la más antigua institución de arte en Mumbai, fundada en 1857, donde destacó en ciencias y matemáticas. Otro estudiante de arquitectura lo animó a acompañarlo a Londres, para presentar un examen ante el Royal Institute of British Architects. Entre 1951 y 1954 trabajó con Le Corbusier, en París. “Cuando entré con Le Corbusier, no sabía francés ni estaba totalmente educado en arquitectura. Pero cuando lo vi dibujando como si manipu-lara seres vivos con el dibujo, empecé a tener un mejor sentido de la arquitectura, la escala, el espacio y los edificios”.

B.V. Doshi regresó a la India a su-pervisar algunas obras de Le Corbusier. En otra entrevista con Lars Gezelius, en 2016, B.V. Doshi dice que tras trabajar 12 años con Le Corbusier, éste se convirtió en su mejor amigo. En 1956 abrió su propia oficina, Vastushilpa. En 1962 empezó a trabajar con Louis Kahn, como asociado para la construcción del Instituto Indio de Administración, en Ahmedabad.

“Kahn pensaba en Corbusier como un gurú -dijo el arquitecto indio-, así que en

cierto sentido era un vínculo entre los dos. Khan también estaba muy interesado en la ventilación y la luz, pero de una manera diferente a Corbusier. Estaba buscando orden y Le Corbusier estaba buscando una excepción. Para mí, eso está cerca de la filosofía india, el orden y la excepción”.

En el mismo año, B.V. Doshi fue el director fundador de la Escuela de Ar-quitectura de Ahmedabad, cuyo edificio diseñó: “Uno de los primeros edificios que diseñé fue la escuela de arquitectura aquí en Ahmedabad. Fue a principios de la década de 1960 y utilicé una forma de pen-sar que había aprendido de Le Corbusier. Apenas había dinero, así que sólo usamos algunos materiales. Puede abrir grandes puertas en el edificio y usar el espacio para cualquier propósito que quisiera”.

El jurado del Premio Pritzker declaró que sin duda los primeros trabajos de Dos-hi, como lo llaman cariñosamente todos los que lo conocen, “fueron influenciados por estos arquitectos, como se puede ver en las formas robustas de hormigón que empleó. Sin embargo, Doshi tomó el lenguaje de sus edificios más allá de estos primeros modelos. Con una comprensión y apreciación de las profundas tradiciones de la arquitectura de la India, unió la pre-fabricación y la artesanía local y desarrolló un vocabulario en armonía con la historia, la cultura, las tradiciones locales y los tiempos cambiantes de su país de origen”.

El jurado termina afirmando que Balkrishna Doshi “demuestra constan-temente que toda buena arquitectura y planificación urbana no sólo debe unir propósito y estructura, sino que debe tener en cuenta el clima, el sitio, la técnica y el oficio, junto con una comprensión y apre-ciación profunda del contexto en el sentido más amplio. Los proyectos deben ir más allá de lo funcional, para conectarse con el espíritu humano a través de fundamentos poéticos y filosóficos”.

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Aurora en deflagraciones

Grace Licea

La Diosa tiene miedoJosé Carlos C. Juárez

E N el comedor se nos impartió la academia de supervivencia, indicándonos cómo usar los chalecos salvavidas, las balsas neumá-ticas y qué hacer en caso de abandono de

buque. La conferencia de control de incendio se centró en explicarnos el triángulo del fuego y la manera de combatir los tipos de fuegos que existen, agrupados en tres clases: A, materiales textiles y de madera; B, pin-turas, gasolinas, petróleo; C, aparatos eléctricos. En la popa tuvimos la academia de artillería que versó sobre el mecanismo de los cañones de 40 milímetros; luego una clase práctica de nudos y costuras, la cual reforzó las habilidades de cabullería que como scouts ya desarrollá-bamos, aprendiendo como hacer el nudo cabeza de turco y las tiraderas. Estas últimas nos sirvieron para lavar ropa, ya que la azocábamos a una tiradera lanzándola por la popa para que el remolino de agua generado por la fuerza de las propelas se encargara de limpiarla. Tam-bién nos asignaron algunas faenas. Me sentía feliz en la panadería, sobre todo cuando el panadero arranchaba sus implementos, ya que al hacerlo empleaba una bola de masa de harina azucarada que nos disputábamos por obtenerla y degustarla como golosina. Además la hicimos de rancheros poniéndonos a lavar las pailas y cacharros en que se servía la comida a la tripulación y al personal de transporte. Desde luego que arranchar y lampacear los comedores y la zona de nuestras cuchetas fue otra tarea que con alegría realizábamos, hasta se nos ordenó que en parejas bajáramos a checar el nivel de agua de las sentinas. En los ratos libres nos colocábamos en la proa y alrededor de la amura de babor y estribor esperando mirar el hermoso espectáculo de los delfines que salta-ban hacia la superficie jugueteando y cruzándose por la roda y la quilla del “Usumacinta”; sin embargo, no había nada más agradable que escuchar el sonido del silbato invitando a pasar al comedor. Para quienes navegábamos por primera vez, ingresar al comedor fue un reto ya que, o bien por el mareo carecíamos de apetito o bastaba per-cibir el aroma a comida para sentir náuseas y regresar a recostarnos en las cuchetas; además resultaba divertido,

porque más de alguno, por natural inexperiencia, al reci-bir su ración dejaba la paila en la mesa para servirse agua fresca, café o champurrado, pero si la marejada estaba fuerte el movimiento del barco arrojaba la paila fuera de la mesa cayendo la comida sobre la cubierta.

El 18 de julio en la madrugada nos aproximamos a Isla Socorro, aún estaba oscuro, el buque bajó su velocidad circunnavegando la paradisíaca Isla esperando la luz del día, el agua de mar era suavemente cortada por la roda del “Usumacinta”. Alrededor de las 5 de la mañana dejé la cucheta para cerciorarme si ya habíamos arribado y efectivamente pude divisar los acantilados, las colinas y las faldas del volcán “Everman”. Cuando amaneció el barco se estaba fondeando, escuchamos el ruido de la cadena del ancla cayendo al mar para garrear en el fondo hasta hacerse firme. Iniciaron las maniobras de desembarco, primero bajaron todos los víveres, luego el personal militar y después llegó nuestro turno. Fue un regocijo descender por la escala cargando el equipo de acampar para abordar una lancha ballenera y otras dos embarcaciones menores que con el movimiento del mar nos hacían desatinar en un sube y baja que al final de cuentas terminó dándole fondo a varios utensilios de cocina. Algunos oficiales nos esperaban en el embarca-dero para darnos la bienvenida. Subimos por una brecha llegando a la comandancia del Sector y me entrevisté con el comandante. Se nos permitió utilizar los baños de la cuadra para efectos del aseo y a partir de entonces la tropa empezó a poner en práctica sus habilidades de campismo tratando de montar llamativas portadas de campamento, confeccionar el mejor menú, construir mochileros, trasteros, mesas y cocinas, sin tocar la flora de la isla, y sobre todo aplicar destrezas para mantener el área totalmente limpia. La patrulla de mi grupo armó una plataforma con troncos y fajillas sobre la cual levantó su tienda, realizando lo que se conoce como campamen-to aéreo. Fue asombroso observar decenas de casas de campaña instaladas en la explanada del Sector Naval.

Al día siguiente, desde muy temprano nos prepara-mos para hacer la excursión al volcán Everman, abaste-

ciéndonos de fruta, galletas y suficiente agua. El comandante del Sector Naval nos apoyó con un vehículo tipo Gamma y dos camiones que condujeron a la mayor parte de la tropa hasta el playón, a partir de ahí iniciamos la caminata pasando por el “Bosque de Las Brujas”, luego por una zona donde se encuentran árboles de mandarinas, observando manadas de borregos y parvadas de pericos. Casi todos llegamos a la cima del volcán. Los guías nos comentaron que en determi-nadas partes del cráter podíamos restregar la superficie para que emanaran vapores de azufre. Después de una lluvia de fotos para el recuerdo bajamos para conocer las grutas “La Caldera” y “La Litera”, de las cuales se corre la leyenda de que en su interior el pirata Francisco Drake había escondido cofres con tesoros.

El último día que estuvimos en la Isla fue maravilloso. Al mediodía integramos equipos combinados con todos los participantes y a manera de “retas” disfrutamos de un partido de futbol. A las cuatro de la tarde bajamos del Sector para dirigirnos al embarcadero, provistos con aletas, visores y chalecos salvavidas comenzando con otra de las actividades más esperadas: la natación. El pequeño muelle se vio repleto de mozalbetes que se tiraban clavados, otros nadaban e intentaron bucear. Bastó hora y media para hacer nuestras delicias acuáticas porque enseguida se nos ordenó salir para evitar un accidente, ya que al subir la marea los tiburones merodean la bahía. Entrada la noche preparamos la gran fogata, a su alrededor nos pusimos todos de pie, entrelazando nuestras manos y moviendo lentamente el cuerpo entona-mos la tradicional canción Scout de despedida. El mar, el cielo y las estrellas parecían haberse fundido en un solo testigo cósmico que asentía nuestra fraternal convivencia enviándonos la calidez de su fuego para nutrir el espíritu que nos congregó en el lugar más recóndito de nuestro país.

Al despuntar el alba del 21 de julio de 1977 levantamos el campamento, revisamos que en la zona no quedara ni rastro de contaminación. Descendimos por la cuesta hacia el embarcadero nos despedimos del comandante y otros oficiales del Sector Naval, abordamos las embarcaciones que nos acercaron al “Usumacinta” para zarpar a Manza-nillo. Convencidos de que navegar había sido una aventura extraordinaria que contribuyó a templar nuestro carácter y fortalecer el valor de la amistad, regresamos a Colima para que todos pudieran retornar a sus lugares de origen. Al llegar a casa saqué de la mochila los manuales, anotaciones personales, el programa del campamento, y desde luego la autorización del viaje que habíamos concluido. Abrí mi archivero y como si se tratara de un tesoro descubierto en las grutas de la Isla, guardé el documento en una carpeta. Cuarenta años han transcurrido acumulándose junto aquel testimonio fotografías, credenciales, cartas, calificaciones, diplomas y todo lo que atestigua el fluir del tiempo por los ciclos de la vida. El destino quiso que nuevamente habi-tara en la casa paterna, ahí están el tinaco y la pila donde jugaba en mi niñez con el submarino. Ahora que ya me dicen abuelo, en la repisa del comedor reposan 17 barcos a escala, incluyendo un submarino que lograron salir ilesos de las travesuras de mi hija y mis nietos, flotilla a escala que custodia mis recuerdos a bordo del “Usumacinta”. Hoy, cuando los años dejan sentir su peso y con la tranquilidad que la edad concede, he vuelto a releer el amarillento oficio fechado el 26 de mayo de 1977 para narrar las experiencias del viaje a Isla Socorro, diciéndome otra vez que también en la tercera edad es reconfortante soñar con la posibilidad de volver a navegar, porque la ilusión es la piel del alma que nunca envejece.

*Relato ganador del Concurso Literario “Memorias del Viejo y la Mar” (2018), convocado por la Secretaría de Marina.

Leopoldo Barragán Maldonado

El sueño de navegar*III/III

A Vera Vázquez.

SUENA Roberto Carlos, ven que el tiempo corre y nos separa, yo necesito saber. Tengo 28 años, estoy en la central, cien metros, voy a Colima, maleta cargada de sueños, ir

de menos a más, ver a mi maestra Vera, verla, quizás trabajar con ella, los instantes se alargan, las horas caminan hacia el reencuentro, suenan los detalles, tú vas a acordarte de mí tú buscas a mi retrato, las horas avanzan veloces…

El reencuentro nunca sucedió, la maestra naufragó, mares de alquimias y logaritmos, cuadros de muñecas y pirámides, escenas de hospitales, y oxígeno, y pastillas, y olvido, laberintos mentales, paradojas seniles… mi maestra era maga y poeta, faro de mi tormentoso mar

Sinfonía loca, El mago de Oz, Don Quijote de la Mancha, Caxitlan fue, La ulularia, Los palomos se ca-saron, Los sordos, Los habladores, La tierra de jauja, Un ser indefenso…

No hubo reencuentro, la alquimia guardaba sus se-cretos, el niño y la piedra, los platos rotos, mi maestra Vera, instantes de oro, idas a Uruapan, Guadalajara, Guanajuato, la capital mexicana, 1976, primer lugar nacional, teatro infantil, Colima, primer lugar nacional, y luego… luego Don Quijote, 1977.

El autobús cruza Querétaro, Roberto Carlos se ha callado, daré un curso de verano, para niños y jóvenes, ganaré cuatro pesos, no importa, nunca ha importado el precio… hubo un acercamiento, vino Emilio Carballido a Colima, nos escribió Vicente y Ramona, la historia del Indio Alonso, Luis Ignacio Villagarcía fue el orques-

tador, merecida mención, Emilio pensó en Vera, sería la tía de Ramona, la maestra no quiso, tuvo miedo de tanta violencia, la historia era violenta, el indio perdió la cabeza, al indio le cortaron la cabeza, una especie de Juan Bautista, todos respetamos su decisión, ella quería estar tranquila, ella no quería los reflectores, era una Ramona anciana, eso era, y claro, su voz quedó grabada en los estudios de la Universidad, grabamos la historia de Ramona, yo leí al indio, yo era el indio, Georgina leyó a Ramona joven, ella era Ramona, Emilio lo supo, también era mago y poeta, de manera que todo estaba escrito, yo perdí la cabeza, mi taller Anatomía se quedó sin timón, aunque logramos hacer la Ginecomaquia, el punto es que no hubo encuentro, mi maestra se fue apagando…

El teatro cruza las fronteras del escenario, choca-mos contra el muro de los egos alzados, Emilio me lo dijo, Jaime, no eres brujo, tampoco el Indio, la escoba acabará contigo, acuérdate de Micky Mouse y su es-coba, pero yo no tenía centro, ni apoyo, estaba solo, en medio de una cueva, cubierto de frío, no tenía miedo, tenía coraje, rencor oculto, malestar incierto, atorón en el corazón, a mí no me mata el gobierno, a mí me mata alguien de mi consideración, así fue, el corazón se rompió, la alquimia no fraguó, pero los procesos se sanan, vienen otras heridas, cubren las viejas, se confunden las penas…

Amada amante, este amor siempre sincero, en un mundo tan ingrato, vuelve Roberto, yo pienso que mi maestra Vera sigue conmigo, pienso que debo resolver sus misterios, la vejez es cruel, ella se refugió conmigo, yo pienso que Vera es conmigo, el reencuentro tiene futuro…

Jaime Velasco

Confesiones de un actor llamado Jaimlet

¿La escuchas?

Crujen sus sueños entre jucos de azúcarEn la hoguera en que danzan sus llamas; el viento se ha llevado su voz, la eleva a los cielos entre cenizas de caña.

¿La escuchas?

Ella, un pedazo de tiempo atorado en la garganta de una madre que gritó clamando por justicia.

¿La escuchas?

Ella, con el cielo cargado a su espalda y una luz que de sol le ha rodeado la carne, ha soplado su canto en un hueso de arcilla y una bola de plumas se encajó en sus entrañas.

Ella, la que siempre calló la que supo y no te dijo la que suspira la que no duerme la que tu pueblo olvidó y siempre estuvo.

Envuelta con las alas del cenzontle y adornando su cabello un alcatraz, se ha proclamado Diosa y la han sentenciado: ¡Bruja!

Enciendo la doble llamallega a mí serenaIlumina mis manos, mis labios, mis ojoses azul, roja, amarillaenciende mi corazón que estaba en tinieblassiento cálido el pechoél está conmigoel amor está conmigosomos una llama trepidante somos unoes profunda la llama que iluminaencendí la luz del amoren el instante perfectoen el aquí y ahora.

Page 4: Carlos Caco Ceballos Silva V · ODOS conocemos bien esta historia. Silvita la cuenta cada que puede. Dice que nunca va a olvidar el día en que Samuel L. Jackson atravesó la entrada

Lumbre de húmeda cizaña ante mi pasmo…*

Armando Martínez OrozcoEs también tu amor este extrañarte;la máscara de ti yace bajo la sombray arde todavía tu flama en la ceguera.De ti ha nacido el tigre y su sigilo,el humo a contraluzde algún cigarro tosido en sangre,cada vena hinchada del sol,la emoción de robarse un buen libro,un amigo, una cerveza:todo abre los ojos a tus brasas.Ven pronto a incendiarme la tristeza:llagas broten de tu despedida,costras de soledad se arranquen de mí,y sea mi dolor agua corriente.

*Poema del libro Canto de perro

ÁgoraPLAZA CULTURAL DE

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Obregón, desalmado y sanguinarioDon Manuel Sánchez Silva

VIÑETAS DE LA PROVINCIA

(29 de diciembre de 1963)

4 ÁgoraPLAZA CULTURAL DE

* Periodista, escritor y fundador de Diario de Colima.†

Para combatir el hábito de la no lectura

Alejandro Pérez

Pintura de Eugène Delacroix.

En medio de un terrible desconcierto, mientras un grueso contingente de revolucionarios se hizo cargo de la tropa federal y la condujo a la hacienda de La Albarradita, otros se

apoderaron de los jefes y oficiales y empezaron a victimarlos uno por uno.

L AS fuerzas que en 1915 se encontraban de guarnición en Colima hicieron saber al ge-neral Obregón, jefe del poderoso Ejército del Noroeste, hallarse dispuestas a entregar

pacíficamente la plaza. El renombrado militar sonoren-se aceptó la proposición, ordenando al coronel Jacinto Cortina, jefe de sus avanzadas, que se limitara a hacerse cargo de la ciudad y de la armas de los jefes, oficiales y tropa, respetando sus vidas.

Sin embargo, el día 19 de julio del citado año, en que entraron a Colima las huestes revolucionarias, marcó una fecha fatídica, porque Obregón no respetó su palabra.

Con el triste encargo de efectuar la rendición, había quedado como gobernador y comandante “de facto” el ge-neral juchiteco Julián Jaramillo, quien meses antes había llegado a Colima en compañía de sus familiares: su hija Xóchitl, bellísima joven casada con el profesor Lorenzo Basurto, también juchiteco, que estaba al frente de la Di-rección de Educación Pública del Estado, y Cuauhtémoc Jaramillo, recién egresado del Colegio Militar y que, en unión de otro joven de su misma antigüedad, Eduardo Rojas, lucía en su uniforme las insignias de subteniente.

Convínose en que la entrega de las armas se haría en la explanada existente entre el parque Hidalgo y la estación de ferrocarril, en donde, desde temprana hora, las fuerzas federales colocaron los fusiles en pabellones y permanecieron a la espera.

Nunca llegó a saberse con exactitud cuál fue la cir-cunstancia que operó para que el acto se convirtiera en tragedia. Se dijo que Obregón se había olvidado de recomendar a sus subordinados que evitaran el derra-mamiento de sangre, y también corrió la versión de que se había ordenado lo contrario. El hecho fue que en medio de un terrible desconcierto, mientras un grueso contingente de revolucionarios se hizo cargo de la tropa federal y la condujo a la hacienda de La Albarradita, otros se apoderaron de los jefes y oficiales y empezaron a victimarlos uno por uno.

Ahí murió Darío Pizano, capitán primero del ejército federal, que años atrás había adquirido nacional renom-bre, cuando siendo comandante de la policía de Colima aprehendió y fusiló en Tepames, el lunes 14 de marzo de 1909, a los hermanos Bartolo y Marciano Suárez, hecho que dio lugar a una serie de sangrientas venganzas fami-liares, consumadas a través de más de 20 años, entre los Suárez y Anguiano.

Darío era hombre de arrogante físico y de condición valerosa. Cuando se vio frente a la boca de las carabinas revolucionarias, se irguió altanero, y abriéndose con ambas manos el uniforme, mostró el pecho desnudo a tiempo que desafiaba:

-¡Aquí!... -segundos después tronaba la múltiple descarga y Pizano caía bañado en sangre....

Ahí murió el caballeroso, culto y romántico capitán del Colegio Militar, Francisco Meléndez, que era un exquisito declamador y que precisamente la noche anterior, en la velada fúnebre celebrada en el teatro Hidalgo con moti-vo del aniversario luctuoso de don Benito Juárez, había enloquecido a la concurrencia con una extraordinaria in-terpretación del poema La Bestia de Oro, de Rafael López.

Y ahí murieron, entre otros muchos, los casi adoles-

centes aguiluchos Jaramillo y Rojas. Cuando les tocó su turno y fueron llamados a enfrentarse al pelotón de ejecu-ciones, los dos amigos, pálidos -pero serenos y sonrientes-, se estrecharon en fraternal abrazo:

-Adiós, Cuauhtémoc -se despidió Rojas.-Adiós, Güero -contestó el otro-, y ambos se coloca-

ron en el lugar convenido, con la naturalidad de un par de amigos que se detienen en un paseo para observar un motivo intranscendente...

Dispararon las 30-30 de los yaquis y cayeron los cuer-pos; tan juntos, como habían vivido desde los primeros años del Colegio Militar; tan juntos, que se mezcló su sangre.

A pocos pasos de distancia, la escena había sido con-templada por el profesor Basurto, cuñado de Jaramillo, quien, indignado hasta el paroxismo, no pudo reprimir su temperamento oaxaqueño estallante, y apenas disipado el eco de las detonaciones, se escuchó su voz de metálicas sonoridades:

-¡Realmente has muerto como un Cuauhtémoc!Entre los pocos oficiales que lograron sobrevivir de

la masacre figuró el capitán Zenaido Toledo, hermano de la señora Isaura del mismo apellido, esposa del conocido comerciante don Federico Méndez. Con audacia y sangre fría verdaderamente admirables, Toledo aprovechó la con-

fusión creada, y montando en pelo un caballo emprendió vertiginosa carrera con rumbo a la ciudad, con la increíble fortuna de resultar ileso, a pesar de los innumerables dis-paros que se le hicieron. Al llegar a la esquina formada por las calles Juárez y 20 de Noviembre, precisamente donde ahora se encuentra el Centro de Salud, el capitán se tiró a tierra, azuzó a su cabalgadura, que siguió corriendo a tanta velocidad, y se introdujo en un túnel de aguas negras, que atraviesa en sentido transversal la bocacalle. Se supo des-pués que en ese inmundo pero seguro abrigo permaneció dos días con sus noches, hasta que le fue posible encontrar ayuda y salir de su escondite y de la ciudad.

Ese mismo y trágico día murió también fusilado el mayor don Alejandro Béjar, distinguido colimense, miem-bro de una honorable familia local, y hombre querido de todo el mundo, por su simpatía, buen corazón y valor a toda prueba.

Todavía al caer la noche se escuchaba el tableteo de las ametralladoras, que en La Albarrada completaban la siega de vidas.

Y así fue como Obregón incumplió su palabra, asesi-nando a más de 300 hombres indefensos.

“ LA poética, el poema y la poesía pasaron a ser quehaceres inútiles, objetos improductivos y lenguaje (mal)dito para una sociedad racio-nal, práctica y creyente en el progreso y el

futuro promisorio prometido por la ciencia y la técnica”, Rosario Herrera.

Para hablar de poética, se requiere un método rudi-mentario, un método que a pesar del tiempo aún se sigue conservando, superviviente de la era del avance y del progreso desenfrenado. A la poética no le gusta la prisa, no le gusta nuestra for-ma actual de vivir, ésta necesita la manualidad, requiere el roce entre papel, pluma y corazón, y sentir lluvia, fuego, calma o tormento.

Pero aquello es lo que la sociedad ya no tiene o no quiere tener, porque no le sirve para funcionar en este mundo moldeado por avaricia, egoísmo y promesas de progreso. Se ha dejado atrás el interés, se ha hecho a un lado el amor y el sentir ha sido aban-donado, abandonando la poética por consecuen-cia. Y es que a la gente no le gusta, no quiere y no siente la necesidad de encontrarse en algo externo que sea diferente a sus propios proble-mas o intereses, para ese encuentro ya no hay espacio en los cuerpos llenos de un sentido equívoco, de una respuesta banal al sinsentido que es vivir. Porque, ¿qué clase de vida puede llevarse si no se siente más, si no se cuestiona más, si no se aspira más, si no se sueña más? ¿Cómo puede vivirse si no se conoce lo poético de la catarsis? Se vive sólo esa línea que ya ha sido trazada y que es enseñada como ley y norma, o como instructivo para saber el siguiente paso: Nacer, crecer, trabajar, reproducirse, envejecer, morir, y así se acepta como lo normal y una de las cosas que menos interesa es saber de poesía, de poetas, de arte. No quieren saber nada de ello, ya que no están educados para vivir en el constante borde de un abismo, ni en la locura cuerda que es poética. Porque como decía José Saramago en su Ensayo sobre la ceguera, “ciegos de ojos, ciegos de sentimientos” es cómo preferimos pasar el tiempo, para no sentirnos tan pequeños en esta cosa tan grande llamada -vida-, que constipa con el carecer de sentido, y que nos recuerda lo efímeros, lo fugaces que somos. No queremos que nos recuerden que no somos lo que hace girar al mundo, porque vaya que tenemos un aire de grandeza que incluso puede destruirlo, y el sabernos minúsculos no puede ser aceptado por una mente tan egocéntrica.

Así el enfrentamiento entre sociedad progresista y poética, se funda desde la manera en que hemos sido educados y en cómo educamos a los demás. Rodolfo Castro decía en su texto de Las otras lecturas, que “la subdivisión del conocimiento y su parcelación impide que se comprenda el conjunto y su complejidad”. Todo lo aprendemos por separado y no se nos enseña la ma-nera en que las cosas pueden tener unión. Aprendemos cultura y cultura con carencias, por medio de tropezones

y ambigüedades que nunca dejan nada claro, porque no interesa que la claridad esté presente al momento de explicar cosas de interés social.

El no saber cómo unir un conocimiento con otro, es un factor que trasgrede a la poética por igual. La vida no puede entenderse como una situación fragmentada que existe en cuartos separados y que puede consultarse un elemento a la vez. Somos parte de un conjunto que ha sido definido por aquellos que han dedicado su vida a la observación y al registro de lo que nuestras actividades

fueron, son y serán, así, al hablar de poética, se habla de la vida, del arte en general, de cultura.

Sin embargo, aquello no se entiende y millo-nes de mentes no son mares aptos para nave-gar, porque la poética que es lluvia, diluvio, monzón, no llega, y su-fren de sequía, y aquellos navegantes que buscan compartir sus tempesta-des e inmensas olas, no pueden llegar a surcar otras aguas, ni volcar todo su océano porque tienen consideración de los que, ni siquiera, saben nadar.

Así somos educados, así es como aprendemos, y así es como ignoramos por decisión, la poética de la vida. Sin embargo, entendiendo la poética como aquello que puede leerse, Castro dice que

“la lectura es un acontecimiento inherente a la naturaleza humana, y tan sólo en algunos momentos se vincula al hecho de tener un libro enfrente”. La lectura de la vida es como deberíamos empezar el cambio, dejar de ver la poética, la literatura, el arte o la cultura (y Cultura) en sí, como inalcanzables, impuestos y obligados en el estudio, dejar de verlos como una actividad limitada que ha sido tachada de aburrida, sosa y sólo para intelectuales.

Si se comenzara a enseñar que todo puede tener una lectura, sería más sencillo encontrar un punto en común con las historias que han sido escritas y conservadas en los libros, porque no hay mejor manera de sobrellevar la vida, que alimentarse con historias, porque eso es lo que somos, un pequeño relato que se une con el de muchos otros.

A propósito, dice Javier Cercas en El lector vampiro que: “[…] el lector vampiro no lee para nada de eso: lee para sobrevivir. […] hay por ahí todavía lectores vampiro, gentes capaces de apostarse enteras en cada frase y de jugarse el tipo en cada página, porque sienten todavía que la literatura es el mejor modo de que todo esto se vuelva más rico, más complejo, más intenso y más real”.

Habría que enseñar y aprender a leer la vida, y comenzar a asumir que la poética, eso que habla con palabras de sentido sin tenerlo, habita mucho más en nosotros de lo que sabemos, y da para existir. El arte de la palabra siempre ha estado presente en nuestro uso de consciencia, la poética de las cosas igual, sin embargo, son pocos los que deciden verla y sobrevivir con ella, mientras todos aquellos que caminan ausentes en este conocimiento, se conforman y lastimosamente, vagan, con una poética no aplicada.

Los libros.Leerlos no basta. Acuéstate con ellos. Imagina que son ellas, las libros,penétralasdespués, degenérate, haz una orgía,conversión de sexo: ellos, los libros,que nos penetren.

Sarah Legorreta

Poética (no) aplicada