Carpeta 2 Fasciculo I

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PLAN DE FORMACION INICIAL COOPERADORES SALESIANOS: VOCACION Y MISION Carpeta 2 ASOCIACION DE COOPERADORES SALESIANOS-ESPAÑA

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Cooperadores salesianos. Vocacion y M ision

Transcript of Carpeta 2 Fasciculo I

  • PLAN DE

    FORMACION INICIAL

    COOPERADORES SALESIANOS: VOCACION Y MISION

    Carpeta 2

    ASOCIACION DE COOPERADORES SALESIANOS-ESPAA

  • Han colaborado en la preparacin de estos materiales Cooperadores, Delegados y Delegadas de todas las Inspectoras de Espaa.

    Redaccin final: Equipo Carpetas-92 Direccin del Equipo: Andreu Ibarz, Cooperador. Edicin: Jess Mairal, SDB.

    Edicin extracomercial (materiales para uso interno)

    Asociacin de Cooperadores Salesianos - Conferencia Nacional, 1993. Reservados todos los derechos.

    Esita: Secretara Ejecutiva Nacional,

    el Alcal, 211, of. 11. - 28028 MADRID. Composicin e impresin: M.G. Comunicacin Grfica - Madrid

  • Capitulo Primero

    LOS COOPERADORES SALESIANOS EN LA IGLESIA

  • LOS COOPERADORES SALESIANOS EN LA IGLESIA.

    OBJETIVOS GENERALES

    1. Tomar conciencia de que un Cooperador Salesiano es un cristiano que vive desde una identidad vocacional.

    2. Conocer, de forma inicial, pero en su conjunto, los principales rasgos de esa identidad vocacional.

    3. Redescubrimos corno miembros activos de la Iglesia y corresponsables de su misin

    UNIDADES

    Unidad 11: La vocacin cristiana (1 sesin). Unidad 21: El Bautizado, miembro de la Iglesia (3 sesiones). Unidad 31: El Cooperador, laico salesiano: realidad y vocacin (2 sesiones). Unidad 4a: Miembros de una gran Familia (2 sesiones). Unidad 5': Carcter eclesial de nuestra Asociacin (1 sesin).

    METODOLOGA

    El grupo en formacin y el animador han de ser conscientes del cambio de etapa, antes de iniciar el estudio de esta Carpeta. O sea, hay que situarse con lucidez dentro del Plan General de Formacin Inicial, a travs del conocimiento de sus objetivos, contenidos, metodologa... (cfr. Carpeta 0)

    Por otra parte, nos predispondremos a un trabajo con diferencias objetivas respecto a la Carpeta 1. Especialmente: una mayor extensin temtica; un mayor pluralismo de estilos, -aunque se han asegurado unos mnimos-, motivado por la implicacin de diversos autores y colaboraciones; una exigencia ms rigurosa, a la hora de un trabajo de comprensin-estudio del tema y, a la vez, un esfuerzo de revisin de nuestra vida; reiteradas sugerencias metodolgicas, varias de ellas incidiendo en la necesidad de contrastar determinados aspectos con personas que los vivan...

    Hay que tener presente que la primera parte de esta Carpeta profundiza los aspectos y contenidos directos o referenciales del Captulo primero de RVA. Por eso, se ha de tener presente una doble opcin metodolgica:

    a) llegar a las ideas fundamentales y su incidencia en nuestra vida, sin querer "agotar" la totalidad de la temtica; de hecho, en otras partes se van trabajando de nuevo estos puntos;

    b) relacionar con frecuencia los aspectos de las diferentes unidades de esta parte.

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  • LA VOCACIN CRISTIANA

    L OBJETIVOS

    1. Ser conscientes de que todos somos llamados a una vocacin. 2. Redescubrir que, desde eI Bautismo, soy llamado por Jess. 3. Plantear la importancia de vivir la vida como vocacin.

    II. MOTIVACIN

    La vocacin no es un asunto de unas pocas personas, sine de todas sin excepcin. Lo que ocurre es que, de tanto utilizar esta palabra para casos muy concretes, los seglares no acabamos de percibir nuestro camino como vocacin o llamada de Dios.

    Decir que todos tenemos vocacin equivale a afirmar que Dios nos hace una Ilamada a todos y a cada uno de los seres humanos. Todo lo que somos es fruto de la llamada de Dios. Nuestras capacidades son fruto de la vocacin de Dios. Nuestra fe es vocacin de Dios. Se trata de un profundo misterio: todo lo que hay en m es llamada de Dios y, por tanto, vocacin de Dios.

    Dios nos llama a colaborar con l, en un puesto original e irreemplazable: a travs de nosotros, la Iglesia est presente en los ms variados sectores del mundo, como signo y fuente de esperanza y amor. Nuestra vida debe ser una respuesta fiel a este plan de Dios.

    III. METODOLOGA

    La unidad se desarrollar en un solo encuentro. Es preferible que la lectura de los contenidos se haga antes de la reunin. Las pistas de reflexin y dilogo han de centrarse en el tema, sin entrar en otros aspectos de la vocacin especfica del laico y del Cooperador, que se vern en otros temas.

    Es fundamental entender que este primer tema se plantea como sntesis y como nexo. Es decir, el actual Plan de Formacin Inicial de los Cooperadores Salesianos dice con toda claridad que la Etapa de Profundizacin empieza con un Encuentro sobre la Vocacin (cfr. Carpeta 0 - "Metodologa" - pp. 6 y 34-35). El tema de la Vocacin en ningn caso quedara suficientemente reflexionado partiendo nicamente de las pginas que siguen. Si no se pudiera participar en el citado Encuentro, bsquese una dinmica alternativa para conseguir los principales objetivos y contenidos que se desean alcanzar.

    IV. CONTENIDOS 4.1. La

    vocacin: su significado El uso corriente del trmino "vocacin" ha hecho que se emplee de manera indistinta para diversas

    situaciones de la vida: se tiene "vocacin" de mdico, de enfermera, de profesor... Pero, en su significado inicial, no era as.

    La palabra "vocacin" viene del verbo latino "votare", que quiere decir "llamar".

    En el Antiguo Testamento, se habla de vocacin, tanto personal como colectiva, en el sentido de una llamada a existir y a encontrarse con el nico Dios verdadero.

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  • En el Nuevo Testamento, "vocacin" es la llamada a seguir a Cristo y a llevar a los hombres el anuncio de su mensaje.

    Hasta el Concilio Vaticano II, con la palabra "vocacin" se insista en el aspecto de la vida religiosa o del sacerdocio ministerial. En estos ltimos aos, el trmino "vocacin" ha recuperado su significado original. El Concilio habla de "vocacin integral" (GS 57), que afecta a "todo el hombre en su unidad de cuerpo y alma, de corazn, conciencia y voluntad" (GS 3).

    En este sentido queremos entender la vocacin. Se trata de poner en evidencia algunos aspectos vitales que quedan enriquecidos al ser vistos bajo el prisma de la vocacin.

    4.2. Tres dimensiones complementarias de la vocacin

    4.2.1. Vocacin humana: "la vida como vocacin"

    En el hecho de la creacin podemos ver el aspecto de la primera llamada a la vida y a la existencia: Dios decide comunicar su bondad. Cada hombre y cada mujer participan, a su manera, de la "imagen de Dios". Debido a esta participacin, el hombre y la mujer han sido creados como personas inteligentes y responsables de sus acciones 1.

    Si existo es porque Dios "pronunci amorosamente mi nombre": ese nombre que me hace ser yo mismo, de forma nica, exclusiva, irrepetible.

    Esto no tiene que llevar al hombre a pensar que todo concluy con la creacin. De diversas maneras, Dios le va manifestando sus propuestas y lo estimula a acoger sus dones. Se establece as un dilogo, en el cual Dios llama y el hombre es invitado a responder, con sentido de colaboracin y creatividad.

    Asumir la vida como tarea, don y misin es la primera y ms importante decisin de una persona, el punto de partida para una opcin posterior, ms explcita y concreta. 4.2.2. Vocacin cristiana

    El Bautismo constituye la primera y fundamental vocacin del cristiano, es decir, la llamada a convertirse en hijo de Dios y miembro de su pueblo, siguiendo a Jesucristo.

    La vocacin bautismal o cristiana no se yuxtapone a las otras vocaciones particulares o especficas, como si fuese una ms entre ellas. Las trasciende y las hace posibles. Tiene sobre ellas una prioridad absoluta.

    De esta comn vocacin cristiana nace la pertenencia a la Iglesia de Cristo, instituida por l para ser "sacramento visible de unidad" (LG 9).

    La Iglesia, a su vez, se presenta como Pueblo de Dios y como Cuerpo de Cristo, con variedad de carismas y ministerios. Mediante estos carismas y ministerios, los fieles participan, de diversas formas, en la misin de Jesucristo, que es tambin la de la Iglesia2. 4.2.3. Vocaciones especficas

    Del modo de entender y desarrollar la misin de la Iglesia nacen las vocaciones especficas, que no son algo aadido a la vocacin bautismal, sino respuestas peculiares que el Espritu Santo sugiere, en diversos momentos y circunstancias de la historia, para actualizar y hacer presente el compromiso adquirido en el Bautismo.

    Para clarificar la existencia de las diversas vocaciones especficas en la Iglesia, puede servir la siguiente divisin, que nicamente las enumera3:

    La vocacin laical: La vocacin laical tiene un valor intrnseco propio. Sus contenidos y experiencias parten directamente del Bautismo. Los laicos viven el misterio de Cristo y la misin de la Iglesia en el seno de la realidad del mundo, procurando hacerlo ms humano mediante el espritu del Evangelio.

    1 FAVALE, A., Vocacin comn y vocaciones especficas, Ed. Atenas, Madrid 1984, p. 23. 2 El Tema de la Iglesia se profundiza en la unidad siguiente.

    3 Dicasterio para la Pastoral juvenil, Lneas esenciales para un Plan Inspectorial de Pastoral Vocacional, serie "Vector" 7, 2' ed., Madrid 1993, pp. 22-27.

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  • La vocacin sacerdotal: Mediante la imposicin de manos, el sacerdote ha sido consagrado para el ministerio presbiteral; acta en favor de los hermanos; vive en medio de los hombres y participa en su vida como "signo" de la presencia del Seor. La vocacin religiosa: Tiene como finalidad ofrecer un testimonio visible de la opcin de vida hecha por Cristo y su Reino. Esta opcin se expresa en la consagracin religiosa y se vive, casi siempre, en una forma de vida comunitaria. La vocacin a la secularidad consagrada: Esta variedad de la vocacin cristiana se vive en los Ilamados "Institutos seculares". Sus miembros son laicos comprometidos en tareas seculares, que se consagran totalmente a Dios con la profesin de los consejos evanglicos, pero no necesariamente con una forma de vida comunitaria. La vocacin misionera: El misionero (laico, sacerdote o religioso) es un enviado de la comunidad eclesial, que va a otra rea humana para anunciar el Evangelio e insertarse culturalmente en un nuevo pueblo, para promoverlo segn la imagen de Cristo.

    Estas "vocaciones especficas" de la nica vocacin cristiana se viven, a su vez, con las caractersticas que les han infundido determinados cristianos o cristianas ejemplares, a quienes llamamos "fundadores" o iniciadores de los diversos movimientos o "familias" dentro de la Iglesia.

    4.3. En la Historia de la Salvacin, Dios llama desde la vida Dios nos indica cmo debemos conducirnos sirvindose de las circunstancias de la propia vida y de

    situaciones especiales que reclaman una intervencin y, sobre todo, mediante los dones naturales y sobrenaturales, cualidades y aptitudes que predisponen a la persona para una u otra misin. Esto se manifiesta en una sensibilidad especial por las necesidades del momento o del lugar, impulsada por un deseo profundo de amor y de servicio.

    Nos llama desde la vida, desde la situacin concreta que uno vive: familia, trabajo, estudio, ciudad...; a travs de personas, hechos, sociedad que nos rodea. La vida es un lugar privilegiado de la presencia de Dios y de las llamadas que Dios dirige a los hombres y mujeres de todos los tiempos4.

    As se ha manifestado a lo largo de toda la "historia de la salvacin ">:

    Con ADN, Dios establece un dilogo de familiaridad y le presenta el don de la libertad y de la creatividad (Gn 3,17-19).

    4 Cfr. Vaticano II, P.O. 11. "La vocacin ha de ser entendida y distinguida por los signos que, cotidianamente, dan a conocer a los cristianos prudentes la voluntad de Dios.

    FAVALE A., Vocacin comn..., o.c., pp. 31-34.

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  • La figura de NO representa el modelo de hombre justo, elegido, junto con su familia, para ser el iniciador de un pueblo nuevo, reconciliado con Dios (Gn 7, 1.7.13).

    A ABRAhN se le pidi una heroica respuesta de fe: "Sal de tu tierra" (Gn 12,1); a MOISS lo llam mientras estaba pastoreando (Ex 2, 2-12); a SAMUEL, en el Templo, desde la falta de profetas (Sara 3, 1-4); a DAVID lo llam para ser pastor y gua del pueblo de Israel (Gn. 49, 10); a MARA le pide una respuesta de fe y confianza: "Hgase en m" (Le 1, 38)... De esta manera se podra ir actualizando la historia de las llamadas y respuestas hasta nuestros das6. Llamadas que nos vienen de la misma vida y respuestas que exigen decisin, compromiso y

    valenta. Dios nunca pedir por encima de las propias posibilidades. Quiere tambin que nos "realicemos personalmente" haciendo felices a los dems.

    4.4. La vocacin laical, llamada a participar en la misin de la iglesia En lnea con lo expuesto anteriormente, en este punto se insiste en la necesidad de caer en la cuenta

    de que todo cristiano "tiene" una vocacin, por ser hombre o mujer, y por ser cristiano. La vocacin no es slo la "eclesistica". Tambin el perodo de juventud o madurez y el matrimonio

    es una vocacin, y es vocacin porque se trata de una manera de ser cristiano y de ser hombre o mujer.

    Los laicos actualizan esta vocacin cristiana ocupndose, de manera especfica, de las "realidades temporales y ordenndolas segn el mensaje de Jesucristo Redentor" (LG 31)7.

    En la Exhortacin Apostlica "Christifideles laici", Juan Pablo II propone caminos muy concretos de participacin en la vida y misin de la Iglesia.

    Los laicos tienen la vocacin y misin de ser anunciadores del Evangelio; han de contribuir, adems, al compromiso de una "nueva evangelizacin" en Ios pases que, en tiempos pasados, eran mayoritariamente cristianos y, actualmente, viven en el secularismo; as mismo, se les llama a una participacin en la accin misionera de la Iglesia.

    Juan Pablo II propone, adems, otras acciones especficas de la vocacin laical: promover la dignidad de la persona; defender el derecho a la vida y la estabilidad de la familia; empeo en el compromiso social, econmico y poltico; el trabajo en beneficio de la solidaridad y la presencia en el mundo de la culturas.

    Estos son algunos de los rasgos que "dan contenido" a la realidad de la vocacin cristiana en todos los hombres y mujeres que siguen a Jesucristo como miembros laicos de su Iglesia.

    43. La vocacin del Cooperador Salesiano, una vocacin especfica en la iglesia.

    Llegados a este punto, estamos en condiciones de poder entender que la llamada a ser Cooperador Salesiano o Cooperadora Salesiana se sita claramente en el contexto de la vocacin cristiana y de las vocaciones especficas que dan rostro a la opcin de seguimiento de Cristo.

    Sin abundar en la reflexin, que ya se hace en otro lugar, nos fijamos en el art. 2 del "Reglamento de Vida Apostlica" , que expresa con claridad las caractersticas de la vocacin del Cooperador: "Es un modo especfico de vivir el Evangelio y de participar en la misin de la Iglesia. Es, a la vez, un don y una opcin libre que cualifica (e implica) toda la existencia ".

    Optar por esta vocacin significa sentirse atrado por la figura evanglica de Don Bosco y constatar que su personalidad, su obra, su espritu realista y dinmico, y su mtodo educativo coinciden con algunos rasgos de la propia experiencia cristiana y tienen mucho que decir al mundo de hoy.

    Optar por esta vocacin significa ser sensible a los problemas de los jvenes y de la gente del pueblo, y querer contribuir, con la propia vida, a continuar la obra que Don Bosco inici, animados e impulsados por la accin del Espritu, que suscita y llama a cada uno a vivir - con verdadera vocacin - la propia vida.

    8 Cfr. V1GIL J.M., Pastoral vocacional para tiempos nuevos, pp. 123-127. Aqu se puede encontrar un interesante cuadro sinptico en torno a la vocacin en el AT y NT.

    ? Sobre "la vocacin de los laicos'; se puede ver la sntesis doctrinal recogida en el Catecismo de la Iglesia Catlica, Madrid 1992, nn. 897-913.

    8 Christifideles laici, nn. 32-45.

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  • V. PARA LA REFLEXIN Y EL DIALOGO 1. Qu aspecto es el que ms te ha llamado la atencin en este tema? 2. Crees que todos los cristianos somos conscientes de la propia vocacin, humana y cristiana? 3. Compara el camino vocacional de algn personaje (los Apstoles, Don Bosco, Mara

    Mazzarello, algn cooperador o cooperadora conocidos) con el que t vas haciendo. Hay coincidencias? Hay diferencias?

    4. Podrais enumerar, entre todo el grupo, algunas "seales" o caractersticas que indican que la vocacin del Cooperador es, verdaderamente, "vocacin cristiana"?

    VI. BIBLIOGRAFA CONCILIO VATICANO II, Constitucin "Lumen Gentium" (LG). CONCILIO VATICANO II, Constitucin "Gaudium et Spes" (GS). CONCILIO VATICANO II, Decreto "Apostolicam Actuositatem" (AA). JUAN PABLO II, Exhortacin Apostlica "Christifideles laici ", 1988 (ChL). Catecismo de la Iglesia Catlica, Madrid 1992, n. 897- 913. AA.VV., Reglamento de Vida Apostlica. Comentario oficial, Edicin espaola, Madrid 1993,

    art. 2.

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  • EL BAUTIZADO, MIEMBRO DE LA IGLESIA

    L OBJETIVOS

    1. Descubrir, en profundidad, que Cristo Resucitado nos convoca a vivir la fe en el seno de la Iglesia. 2. Valorar la importancia de la Iglesia como obra de Dios y como comunidad de fe, de culto y de

    servicio. 3. Profundizar las implicaciones de ser miembro vivo, activo y responsable de la Iglesia. 4. Personalizar la importancia de los Sacramentos en la vida cristiana.

    II. MOTIVACION

    El Reglamento de Vida Apostlica presenta con insistencia la vocacin del Cooperador Salesiano inserta en la realidad de la Iglesia: esa vocacin slo se comprende desde la perspectiva de que el Cooperador es un miembro vivo y activo de la Iglesia de Cristo. Lo cual constituye ya una motivacin para que, en nuestro camino de formacin, profundicemos en el sentido de nuestra pertenencia a la Iglesia.

    Adems, una mentalidad, muy extendida hoy, con frecuencia pone en entredicho la importancia de sentirnos Iglesia para vivir la fe en Jess y plantea problemas sobre diversos aspectos de su vida, estructura y misin. Por eso, es necesario y urgente que abordemos responsablemente el tema.

    III. METODOLOGIA El tema est dividido en tres sesiones. La amplitud del argumento y las pocas sesiones disponibles

    hacen necesaria una seleccin, a partir de los ncleos ms importantes y de aquellos que se consideran ms necesarios, en las actuales circunstancias. Se deja a la consideracin de cada grupo ampliar y profundizar ms el tema, segn sus necesidades, para lo cual se dispone ya de bibliografa adecuada (cfr. Carpeta O).

    La reflexin sobre la Iglesia la dividiremos en tres ncleos temticos: 3.1. El ser de la Iglesia 3.1.1. La Iglesia de Jess. 3.1.2. El "Misterio" de la Iglesia. 3.1.3. La Iglesia, Pueblo de Dios. 3.1.4. La Iglesia, Cuerpo de Cristo. 3.1.5. La Iglesia, Sacramento universal de Salvacin. 3.2. La vida de la Iglesia 3.2.1. La comunin eclesial. 3.2.2. La Iglesia, comunidad de fe. 3.2.3. La Iglesia, comunidad de culto. 3.2.4. La Iglesia, comunidad de misin. 3.2.5. El ministerio pastoral de la presidencia.

    3.3. Los sacramentos de la Iglesia 3.3.1. Los Sacramentos. 3.3.2. El Bautismo y la Confirmacin. 3.3.3. La Eucarista. 3.3.4. La Penitencia o Reconciliacin.

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  • Primera sesin: EL SER DE LA IGLESIA

    IV. CONTENIDOS-1 Para entender, en su realidad ms profunda, el significado y la importancia de la Iglesia, es necesario

    abordar el tema desde diversas perspectivas. En esta primera parte, lo vamos a hacer intentando captar el significado de la Iglesia dentro del plan de salvacin que Dios ha llevado y lleva, a lo largo de la historia, en favor de la humanidad.

    4.1.1. La Iglesia de Jess Es muy importante iniciar la reflexin sobre la Iglesia partiendo de esta determinacin fundamental:

    es la Iglesia de Jess. Con esto estamos afilinando algo importante: segn eI Nuevo Testamento y la Comunidad eclesial, la

    Iglesia existe por voluntad de Jess y su razn de ser se encuentra en el pensamiento y la obra de su Maestro. No se trata, pues, de un mero proyecto humano, sino de una realidad entroncada con la persona de Jess y con su misin de salvacin.

    En efecto, Jess tuvo como proyecto fundamental de su vida la llegada del Reino de Dios: este nuevo orden de cosas, en el que el hombre, la sociedad y la historia sern transformados en una gran familia, el mal ser suprimido, el hombre, liberado, y la felicidad y la vida sern una realidad para todos.

    Este Reino es un don gratuito de Dios, que llega a su plenitud con la palabra y los gestos de Jess. El llama, en su seguimiento y con su mismo proyecto, a una comunidad amplia y, de entre los que la componen, a los Doce.

    Con la muerte de Jess, se produce el escndalo y la dispersin de sus discpulos. Slo la novedad de la Pascua rene de nuevo a los suyos, despierta su fe, los hace testigos, les comunica su palabra, su fuerza, su poder: les da su Espritu.

    La Iglesia de Jess es, pues, esta comunidad de hombres y mujeres llamados y enviados por el Resucitado e impulsados por el Espritu, que los transforma. Comunidad que hace suyos el proyecto y la misin de Jess.

    Toda la importancia de la Iglesia se deriva de esta conexin con Cristo y, a travs de l, con el Misterio de Salvacin que Dios quiere para todos los hombres.

    4.1.2. El "Misterio" de la Iglesia Si hemos escrito la palabra "Misterio" con maysculas y entre comillas, es para hacer caer en la

    cuenta de que no usamos esta palabra en su sentido habitual de algo oculto, indescifrable y extrao. Aqu tiene un significado mucho ms profundo: se trata del designio amoroso y salvador de Dios sobre el hombre, que se inici en la creacin, tiene su punto lgido en Jess, muerto y resucitado, y se encamina, a lo largo de la historia, hacia su plenitud final.

    Pablo es quien desarrolla con ms amplitud este concepto (Rom 16, 25-27; ICor 2, 6-10; Col 1, 24-26; Ef 1, 7-10; 3, 1-13). Para l: el Misterio es la realizacin en la historia del plan que Dios ha tenido desde siempre:

    comunicarse a S mismo a los hombres, en Cristo Jess, por el Espritu; este evangelio ("buena noticia"), esta sabidura de Dios se nos revela en plenitud en Cristo

    crucificado, a quien Dios resucit, y en quien tenemos la salvacin, el perdn de los pecados; en la Iglesia se prolonga y se realiza este Misterio de Dios para todos los hombres de todos los

    tiempos: ms all de cualquier diferencia, Dios quiere unir a S a todos los hombres como hijos".

    El Concilio Vaticano II (LG 2-4.8) presenta a la Iglesia en esta misma perspectiva de Misterio: como obra de Dios, fruto definitivo de su plan de autocomunicarse a los hombres por medio de

    Cristo;

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  • como prolongacin de Cristo en la historia, por obra del Espritu; como presencia de Dios en la realidad y pobreza humanas de la Iglesia. Ver la Iglesia como Misterio nos ha de llevar a: reconocer que Dios Padre tiene la iniciativa absoluta en su Iglesia: nosotros estamos llamados a

    integrarnos en ella por la fe y el bautismo; ver a Cristo como el centro de todo en la Iglesia: todo ha de hacer referencia a El y ser transparencia suya;

    percibir el protagonismo del Espritu Santo, que se hace presente en ella, conserva la "memoria", contina la obra de Cristo, y la santifica, hacindola capaz de ser, en su realidad humana, instrumento de salvacin.

    Desde esta perspectiva, comprenderemos que en la Iglesia siempre hay que ver una doble

    dimensin: la obra de Dios, encarnada en una realidad humana,histrica e, incluso, pecadora; la iniciativa de Dios, que reclama la respuesta del hombre;

    su aspecto invisible y espiritual, unido a sus manifestaciones visibles e institucionales.

    4.1.3. La Iglesia, "Pueblo de Dios" Como en otros tiempos Dios llam a Israel para que fuera su pueblo, a partir de Jess, la Iglesia es el

    "nuevo Israel de Dios", su nuevo Pueblo (Rom 4, 1ss; 9, 6-7; 11, 17ss; Gl 6, 16; 1Pe 2, 9; Heb 20, 28).

    Este pueblo, abierto a todos, tiene como nica condicin de pertenencia la fe en Cristo (Rom 9, 25ss; Gl 6, 15-16).

    Es un pueblo santo y sacerdotal, capaz de ofrecer a Dios el autntico culto: una vida segn su voluntad (Rom 12, 1-2; Jn 4, 23-24); un pueblo dispuesto a vivirlo todo con la mentalidad nueva de la fe y con el dinamismo de la libertad de los hijos de Dios (Gl 5, 1).

    Es, tambin, un pueblo de hermanos con una comn dignidad, en el que las diferencias son para la comunin y el servicio (Gl 5, 1); un pueblo que es germen de unidad para todos (Ef 2, 11-22; Gl 3, 25-29).

    Finalmente, se trata de un pueblo misionero, llamado a proclamar el Evangelio del Seor a todas las gentes (Mt 5, 13-16; Mt 28, 16-20).

    4.1.4. La Iglesia, "Cuerpo de Cristo" Acercarnos a la Iglesia desde esta perspectiva es volver a lo ms nuclear de ella misma: su relacin

    con Jesucristo. Es Pablo quien presenta la relacin entre Cristo y la Iglesia partiendo de la comparacin con la

    realidad del cuerpo humano (Rom 12, 4-5;1 Cor 12, 12-27):

    Cristo, que es la Cabeza, y la Iglesia, que es su Cuerpo, participan de la misma vida. Hay, por ello, una estrecha relacin de los miembros con la Cabeza y de los miembros entre s; y la misma solicitud y solidaridad que existe entre los distintos miembros del cuerpo humano; la Iglesia recibe la vida del Cuerpo de Cristo, es decir, de la persona misma de Cristo, entregado por nosotros y glorificado. Y esto, sobre todo, en la Eucarista: al comulgar con el Cuerpo de Cristo, la Iglesia se convierte, ella misma, en el "Cuerpo de Cristo" (1Cor 10, 14-22). No se trata de un juego de palabras, sino de una realidad de fe: la Iglesia "se hace" en la Eucarista;

    esta Iglesia, Cuerpo de Cristo, es la presencia y la continuacin visible del Resucitado, de su proyecto y de su salvacin, a lo largo de la historia de los hombres (Ef 4, 4-13; Col 1, 17-20);

    es el Espritu Santo, el Espritu de Jess, quien nos hace participar de Cristo; es l quien anima, desde dentro, el Cuerpo de Cristo, la Iglesia.

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  • 4.1.5. La Iglesia, "Sacramento universal de Salvacin" Hay que decir, de entrada, que por "sacramento" entendemos un signo e instrumento de la

    salvacin que Dios ofrece al hombre. Este concepto pone de relieve, por un lado, la pertenencia de la Iglesia a Cristo y, por otro, su

    condicin de servidora de la humanidad. Adems, hace referencia a la sntesis entre lo visible y lo invisible en la Igles.i.a, entre lo que aparece y lo que sucede en la realidad ms profunda. Indica que la Iglesia es medio de salvacin y ministerio de gracia, y, al mismo tiempo, fruto de esta salvacin y comunidad de creyentes.

    La Iglesia es, ante todo, sacramento de salvacin: hace presente la comunin con Dios, su perdn, su vida (LO 48). Es germen segursimo de unidad, de esperanza y de salvacin para todo el gnero humano (LG 9).

    La Iglesia es sacramento del Reino de Dios. Aunque la Iglesia no puede identificarse con el Reino, es principio de este Reino: la Iglesia lo acoge, lo anuncia, lo manifiesta entre luces y sombras, y, a travs de ella, el Reino acta en la historia (LG 5).

    La Iglesia es sacramento de Cristo, muerto y resucitado. Esta referencia a Jesucristo es la que la convierte en "sacramento de Salvacin ". A travs de la Iglesia, de la vida de los cristianos, en la medida en que sea denuncia del pecado y anuncio de amor y de esperanza, la humanidad ser salvada de alejarse del "camino de la vida".

    La Iglesia es sacramento del Espritu. Esto quiere decir que la Iglesia es la morada del Espritu del Seor y espacio privilegiado de su actuacin para el perdn de los pecados y para la vida eterna. En el grupo humano, frgil y limitado, que forma la Iglesia, mora y acta el Espritu de Dios, quien, por otro lado, derrama sus dones sobre toda la humanidad con absoluta libertad.

    El hecho de que la Iglesia sea "sacramento" constituye una llamada a una continua reforma para ser, cada vez, un signo ms transparente del Misterio del que vive y un instrumento ms eficaz para comunicar la salvacin.

    V. PARA LA REFLEXIN Y EL DIALOGO 1. He descubierto ya o voy descubriendo las dimensiones ms profundas de la Iglesia, o la veo,

    simplemente, como una realidad sociolgica que me implica ms o menos? En concreto: veo la relacin que ha de haber entre todo lo que la Iglesia es con el proyecto y la persona de Jess?

    - he asimilado que en la Iglesia se hace presente el Misterio de un Dios que quiere comunicarse y salvar a todos los hombres? vivo lo que significa formar parte del Pueblo de Dios? me siento miembro vivo y solidario del Cuerpo de Cristo? me considero invitado a estar en actitud de continua reforma, para que la Iglesia pueda ser un sacramento ms eficaz de salvacin?

    2. Cmo veo reflejada toda esta riqueza en la comunidad cristiana en que vivo, en el Grupo y Centro de Cooperadores?

    3. Qu puedo hacer para profundizar mi comprensin y vivencia de la Iglesia?

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  • Segunda sesin: LA VIDA DE LA IGLESIA

    IV. CONTENIDOS-2 En el tema anterior, hemos centrado nuestro inters en captar lo que la Iglesia es por gracia del Seor.

    En este ncleo temtico, vamos a intentar comprender a la Iglesia en su vida, en su respuesta a la llamada de Dios. Por eso vamos a tomar como elemento clave de comprensin el de "comunin": veremos a la iglesia como comunidad de fe, de culto y de servicio, y presentaremos el significado del ministerio de la presidencia eclesial.

    4.2.1. La comunin eclesial La realidad de la comunin en la Iglesia ha sido un elemento clave en la comprensin que el

    Concilio Vaticano II ha tenido y presentado de la Iglesia (LG 1). Esta comunin eclesial no tiene sus races ms hondas en los proyectos compartidos ni en las

    relaciones personales que puedan existir entre sus miembros; esas races hay que buscarlas en: el proyecto del Padre de llamar a la comunin con l a todos los hombres; la realizacin de este proyecto en Cristo, el cual vive su condicin humana en plena comunin

    con el Padre, y en quien estamos invitados a participar de esta comunin entre el Padre y el Hijo; de ah la importancia capital del amor a Dios y al prjimo;

    el don del Espritu que nos une a Cristo y al Padre, y nos capacita para amar. Esta realidad de nuestra comunin con Dios es, pues, la base ms slida de la fraternidad plena

    entre los hombres, de la cual, la fraternidad de quienes formamos la Iglesia es ya signo y anticipacin. En el libro de los Hechos de los Apstoles, encontramos el modelo, el paradigma de la comunidad

    de los seguidores de Jess (Hch 2, 42-45; 4, 32-35):

    una comunidad a la escucha de la Palabra; una comunidad de amor mutuo; una comunidad reunida alrededor de la Fraccin del Pan; una comunidad orante; una comunidad que da testimonio de Cristo Resucitado con valenta. Esta clave de comprensin de la Iglesia - la "comunin" - ha de motivamos a fomentar, en su seno y

    en sus contactos con el mundo, todo lo que sean autnticas relaciones personales y a tener unas estructuras que favorezcan la comunin, es decir, el dilogo, el conocimiento, la corresponsabilidad y la puesta en comn de los bienes al servicio de los ms pobres (LG 23.26).

    4.2.2. La Iglesia, Comunidad de Fe La Iglesia est constituida por aquellos que "creen" en Jess. La fe es su elemento agl.utinador. Esta fe es una realidad compleja: por un lado, es la entrega personal y la respuesta confiada a la llamada que Dios nos hace en

    Cristo, muerto y resucitado; por otro, es compromiso de seguir a Cristo, de asumir sus criterios (el Evangelio), de hacer

    nuestro su proyecto (el Reino de Dios); y, tambin, participar de la vida nueva ofrecida por la muerte y la resurreccin de Cristo: es

    vivir en clave de conversin.

    Todos los creyentes tienen el don del Espritu que les hace capaces de reconocer a Dios en la historia y anunciarlo a los dems. En este sentido, todos participan en la funcin proftica de Cristo (LG 12).

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  • De entre los creyentes, hay unos que tienen un servicio de presidencia y gua en la fe, constituido por Cristo y animado por el Espritu: son los Obispos, presididos por el Obispo de Roma, el Papa, que ejercen su ministerio siendo fieles a la Sagrada Escritura y a la Tradicin viva de la Iglesia.

    Y tambin hay otros creyentes - los telogos - que intentan comprender y expresar la fe cristiana desde las diversas culturas y situaciones, a fin de hacerla ms accesible y significativa para todos los hombres y todas las civilizaciones.

    4.2.3. La Iglesia, Comunidad de Culto

    Este apartado nos sita en el mbito de las celebraciones, de la liturgia, de los "actos de culto". Pero la comprensin del culto cristiano es mucho ms amplia y se sita en el centro mismo de la vida del creyente (LG 10.34).

    Para Pablo (Rom 12, lss), el autntico culto a Dios consiste en reconocer su seoro en la vida de cada da, en el conjunto de acciones que van tejiendo la existencia del creyente. Vividas desde la fe, por la fuerza del Espritu, van construyendo el Reino de Dios, la salvacin de los hombres.

    Por eso, el cristiano, incorporado a Cristo por el Bautismo, participa de su sacerdocio y puede ofrecer al Padre la liturgia, el culto de su vida, como "ofrenda agradable" (IPe 2, 5). Este es el culto "en espritu y en verdad" (Jn 4, 23-24) que el Padre espera de los que estn unidos a su Hijo Jess.

    En este contexto hay que situar los "actos de culto", la liturgia, las celebraciones, la plegaria (LG 11). A travs de todo ello, expresamos conscientemente ante Dios nuestro ser de hijos y le ofrecemos el sacrificio de la vida entera. Por eso mismo, la plegaria y las celebraciones cristianas nunca pueden ser ajenas a la vida del creyente, si quieren ser autnticas. A travs de ellas, especialmente de los Sacramentos, se nos hace presente el don de Dios, del Seor de la vida, que nos da su Espritu para que demos frutos de fe y de amor en nuestra vida cotidiana.

    Cuando es as realmente, estamos dndole a Dios un culto autntico, que ha sabido sortear los escollos del ritualismo y del formulismo, de la separacin entre fe y vida, y podemos ser "contemplativos en la accin".

    4.2.4. La Iglesia, Comunidad de Misin

    Tal y como indica el Concilio Vaticano II, la Iglesia, en continuidad con la misin de Jess, se siente llamada a anunciar y hacer presente el Reino de Dios en el seno de toda comunidad humana. Esto lo lleva a cabo robustecida con los dones de su Fundador y con las actitudes que El vivi y ense.

    Por lo que respecta a los dones o carismas, San Pablo nos recuerda que es el Espritu quien reparte librrimamente todo tipo de dones - comunes o extraordinarios -, con la misin de construir la Iglesia para utilidad de todos (1Cor 12, 1-11). As pues, cada cual est llamado, a prestar un servicio, un ministerio, en orden a la construccin de la Iglesia y de su misin en el mundo.

    Las actitudes de Cristo - la caridad, la humildad y la abnegacin (LG 5) - le sealan a la Iglesia un talante muy concreto, hecho de dilogo, de espritu de servicio, de sencillez, de oferta de la salvacin que ella, a su vez, ha recibido. Talante que la Iglesia se ha marcado a s misma en el Concilio Vaticano II, al reflexionar acerca de su papel en el mundo (cfr. "Gaudium et Spes").

    De este modo, en la Iglesia, todos somos protagonistas activos y corresponsables, segn nuestros dones caractersticos (carismas) y todos estamos llamados a ser testigos del Evangelio y a dar frutos para la vida del mundo (ministerio).

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  • 4.2.5. El ministerio pastoral de la presidencia La comunidad cristiana, - en la que todos sus miembros han recibido diversos dones del Espritu,

    para ponerse, de diferentes modos, al servicio de la misin de la Iglesia -, no es una comunidad desestructurada, ya que, en ella, el Espritu hace surgir los ministerios de la presidencia de la comunidad.

    Son ministerios que se dieron en la Iglesia desde los orgenes y, entre ellos, hay que recordar, sobre todo, a los Doce, como testigos cualificados del Resucitado y como fundamento de la Iglesia.

    Este "carisma de la presidencia" o de la "suprema responsabilidad" est al servicio de la comunin de vida y accin de la comunidad eclesial. Es un carisma permanente por el que el Espritu constituye a algunos cristianos como signos de Cristo Cabeza, que unifica y da vida a la comunidad. Este carisma se recibe por medio del sacramento del Orden en diversos grados: episcopado, presbterado, diconado.

    El ministerio de la presidencia tiene tres grandes campos en los que ejercer su servicio de autoridad (LG 25-29): la responsabilidad ltima en el anuncio del Evangelio, que se concreta, de manera singular,

    en el Magisterio ordinario y extraordinario del Papa y de los Obispos; la responsabilidad ltima en el culto litrgico, como presidentes de las celebraciones, en

    especial de la Eucarista; la responsabilidad ltima en la organizacin o coordinacin de la comunidad, lo cual

    implica el discernimiento de los carismas. La "autoridad" que confiere el sacramento del Orden es un don del Espritu. Por eso, quienes la

    detentan han de ejercerla de acuerdo con la mentalidad y la actuacin de Jess: espritu de servicio, disponibilidad, humildad (Lc 22, 26), conscientes de que su autoridad la ejercen en una comunidad de hermanos y con el espritu del Buen Pastor. Por lo dems, han de ser conscientes de que su ministerio no puede anular los diversos carismas y ministerios que el Espritu suscita en la Iglesia.

    Todo el pueblo cristiano est invitado a reconocer como un don de Dios el servicio de presidencia que, en los distintos niveles, prestan los Obispos, con el Papa a la cabeza, los presbteros y los diconos. Este reconocimiento implica: la adhesin a su magisterio, de acuerdo con su naturaleza; la participacin activa en la liturgia de la Iglesia, presidida por los ministros; la comunin con los pastores, en lo que se refiere a la vida interna de la comunidad eclesial y

    al apostolado.

    V. PARA LA REFLEXIN Y EL DIALOGO 1. Pon tu vida a la luz de la primera comunidad de Jerusaln, paradigma de toda comunidad

    cristiana. En concreto: cmo vives la comunin fraterna?

    te sientes unido en una misma fe con los miembros de tu comunidad, con las dems comunidades cristianas y con los que tienen el servicio del Magisterio en la Iglesia?

    has ido aprendiendo a hacer de tu vida un culto espiritual y a ser contemplativo en la accin? te sientes protagonista y corresponsable ante la misin de la Iglesia? sabes apreciar los distintos carismas que el Espritu hace surgir en la Iglesia?

    2. Cules son los principales aspectos en los que t y tu comunidad cristiana (grupo, centro, parroquia...) tenis que hacer un proceso mayor de crecimiento? Cmo lo vais a hacer, en concreto?

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  • Sesin tercera: LOS SACRAMENTOS DE LA IGLESIA

    IV. CONTENIDOS-3

    Este apartado lo desarrollaremos basndonos, abundantemente, en la Segunda Parte del Catecismo de la Iglesia Catlica de 1992. Dado que cuanto aqu se consigne ha de ser forzosamente breve y sinttico, la lectura del Catecismo nos permitir ampliar lo que queda simplemente apuntado. Por lo dems, nos ceiremos a tratar de los Sacramentos en general y a sealar algo sobre el significado especfico de los Sacramentos de la Iniciacin cristiana y del de la Reconciliacin.

    43.1. Los Sacramentos

    En el tiempo de la Iglesia, a partir del don del Espritu en Pentecosts, Cristo vive y acta en ella de una forma nueva, que tiene su mxima expresin en la liturgia de los sacramentos (Cat. 1076).

    En su realidad ms profunda, la liturgia es obra de la Santsima Trinidad: a travs de ella, el Padre nos llena de su bendicin salvfica; en ella se hace presente Cristo Resucitado, a travs de signos sensibles - palabras y acciones -, que realizan eficazmente el don que significan;

    - la liturgia es, tambin, campo privilegiado de la actuacin del Espritu: prepara a la Iglesia para el encuentro con su Seor, recuerda y manifiesta a Cristo a la Asamblea, hace presente y actualiza el misterio de Cristo, con su poder transformador, y une a la Iglesia a su vida y misin (Cat. 1077-11.12).

    De los Sacramentos se afirma que "son de la Iglesia ", y esto en un doble sentido: porque por medio de ella es como acta Cristo en nosotros, y porque existen para la Iglesia, es decir, construyen la Iglesia y comunican a los hombres la cercana y la salvacin de Dios (Cat. 1117-1121).

    Adems, los Sacramentos estn ntimamente relacionados con la fe: la suponen, la fortalecen, la alimentan y la expresan con palabras y acciones. Cada fiel est invitado a adherirse a la fe de la Iglesia, en la cual se celebran los Sacramentos (Cat. 1122-1126).

    Por ltimo, los Sacramentos son "sacramentos de salvacin": celebrados con fe, otorgan la gracia que significan. En otras palabras, si no ponemos voluntariamente obstculos, son eficaces porque tenemos la certeza de que, a travs de ellos, Cristo est presente y el Espritu acta transformando unos signos humanos en vida divina (Cat. 1127-1129).

    4.3.2. El Bautismo y la Confirmacin

    Junto con la Eucarista, de la que trataremos ms adelante, el Bautismo y la Confirmacin forman los "sacramentos de la iniciacin cristiana" .

    a) El Bautismo es el primer sacramento que, por la presencia y la gracia de Dios, y a travs del signo sacramental del bao en agua, en el nombre de la Trinidad, produce en el bautizado los siguientes efectos: perdona todos sus pecados; lo convierte en nueva creacin, en hijo adoptivo de Dios, en partcipe de la naturaleza divina, en

    miembro de Cristo, en coheredero con El, en "templo del Espritu", es decir, une su persona, su vida, con la misma vida de Dios;

    le da la justificacin, que hace al hombre capaz de creer, esperar y amar a Dios, de vivir atento al Espritu, que le da sus dones, y de crecer en el bien;

    lo incorpora a la Iglesia, para formar con todos los dems cristianos el nico Cuerpo de Cristo; por eso, quien recibe el Bautismo participa del "sacerdocio comn" de los fieles y tiene derechos y deberes en la comunidad eclesial (Cat. 1213-1284).

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  • la) La Confirmacin, estrechamente relacionada con el Bautismo, del cual es la plenitud, otorga, a quien la recibe con fe, la donacin plena del Espritu Santo, para que crezca y se profundice en l la gracia del Bautismo y, por eso:

    nos hace ms plenamente hijos de Dios; nos une ms firmemente a Cristo; aumenta los dones que el Espritu nos ha dado; estrecha nuestra relacin con la Iglesia y nuestra pertenencia adulta y responsable a ella; nos da la fuerza del Espritu para que seamos testigos de Cristo y difusores del Evangelio con nuestras palabras y acciones (Cat. 1285-1321).

    4.3.3. La Eucarista Este sacramento, - el que con ms frecuencia celebramos -, es "la fuente y la cumbre de toda la vida

    cristiana" (LG 11) (Cat 1322-1419). Los nombres con los que se le reconoce evocan ya su riqueza: eucarista, porque es "accin de gracias" a Dios; banquete del Seor, en razn de la Cena de Jess con sus discpulos y como anticipacin del

    "banquete de bodas del Cordero" en la Jerusaln del cielo; fraccin del pan: el gesto por el. que los discpulos de Emas reconocen a Jess y,el gesto que

    expresa que cuantos comen el pan partido, que es Cristo, forman un solo cuerpo en El; asamblea, en la que se hace visible la Iglesia;

    "memorial" de la pasin y resurreccin del Seor; santo sacrificio, porque hace presente el nico sacrificio salvador de Cristo e incluye la ofrenda

    de la Iglesia al Padre; comunin, porque nos unimos a Cristo; -- santa misa: termina con el envo (misin) de los fieles a cumplir la voluntad de Dios en la vida de

    cada da. Siguiendo el mandato de Jess (1 Cor 11, 26), los cristianos no han cesado de celebrar la

    Eucarista, sobre todo el domingo, el da de la resurreccin de Jess (Hch 20, 7). La Eucarista sigue siendo el centro de la vida de la Iglesia, con el mismo dinamismo del banquete de Jess Resucitado con los suyos: explicarles las Escrituras en el camino (liturgia de la Palabra), sentarse a la mesa con ellos, tomar el pan, pronunciar la bendicin, partir el pan y drselo (liturgia de la Eucarista) (Lc 24, 13-35).

    En este sacramento, la Iglesia, y cada uno de los fieles, recordando la obra del amor de Dios en la Creacin y en la Historia de la Salvacin, da gracias y alaba al Padre "por Cristo, con Cristo y en Cristo".

    La Eucarista es el "memorial" de la muerte y la resurreccin de Cristo. La palabra "memorial" va ms all del mero recuerdo. Es una expresin teolgica con la que se indica que el Misterio Pascual de Cristo no slo se recuerda, sino que se hace presente.

    Por el mismo hecho de ser memorial de la muerte y la resurreccin de Cristo, la Eucarista es el sacrificio de la Nueva Alianza: Cristo sigue presente con la actitud de entrega total a Dios para la salvacin del mundo, como recuerdan las palabras de la institucin: "mi cuerpo que ser entregado por vosotros", "mi sangre que ser derramada por vosotros" (cfr. Lc 22, 19-20). Y, junto con la ofrenda de Cristo, la Iglesia y cada uno de los cristianos se ofrece al Padre.

    La Eucarista es, por excelencia, el sacramento de la presencia del Seor. Cristo est presente desde el momento en que se rene la asamblea, en la persona del ministro que preside, cuando se proclama la Palabra y, de una forma singular y con una especial densidad, en el pan y el vino, transformados, por la fuerza del Espritu Santo, en el Cuerpo y la Sangre del Seor.

    La Eucarista se orienta a la comunin de los creyentes con Cristo, segn aquellas palabras del Seor: "Tomad y comed", "tomad y bebed" (cfr. Mt 26, 26-28). Cuando comulgamos, Cristo acrecienta nuestra unin con El, nos aleja del pecado, reaviva nuestro amor. Adems, profundiza

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  • nuestra unin con toda la Iglesia, para que formemos un solo cuerpo, sin divisiones, y nos compromete eficazmente en favor de los ms necesitados (1 Cor 11, 17-29).

    Finalmente, en la Eucarista tenemos la prenda ms segura, el signo ms claro, de la vida nueva a la que Dios nos Ilama. La presencia de Cristo en la Eucarista nos hace presentir "la gloriosa venida de nuestro Salvador Jesucristo" (cfr Tt 2, 13) y pregustar aquel banquete al que Dios nos llama para siempre, junto a El (Lc 14, 15-24).

    4.3.4. La Penitencia o Reconciliacin A pesar de la incorporacin del cristiano a la vida de Dios, llevamos este tesoro en "vasos de barro"

    (2Cor 4,7) y el pecado est presente en nuestra vida (lJn 1,8). Nuestra conversin no se realiza de una vez por todas, sino que es tarea constante de la Iglesia y de cada cristiano responder a la llamada de Dios a una mayor conversin del corazn.

    Nuestro pecado rompe la comunin con Dios y con la Iglesia. Por eso, la conversin implica el perdn de Dios y la reconciliacin con la Iglesia. Esto lo expresamos y celebramos con el Sacramento de la Reconciliacin (Cat. 1422-1498).

    Por medio de este sacramento, por el poder de absolucin otorgado al ministerio apostlico (Jn 20, 21-23), llega a nosotros el perdn de Dios, nico que puede perdonar los pecados (Mc 2,7). La reconciliacin con Dios se realiza a travs de la reconciliacin con su Iglesia.

    Por parte del penitente, se requiere una actitud de acogida sincera de la reconciliacin que Dios le ofrece, lo cual supone, en primer lugar, el arrepentimiento o contricin, es decir, el rechazo y dolor por el pecado cometido y la resolucin de no volver a pecar; en segundo lugar, la confesin de los pecados ante el ministro de la Iglesia; y, finalmente, la satisfaccin por la que el penitente avanza hacia la plena salud espiritual y pone remedio a los males que ha causado el pecado.

    La Iglesia nos recomienda una prctica habitual del Sacramento de la Reconciliacin, no solamente en el caso de reconocer la presencia de pecados graves, sino tambin cuando se trate de pecados veniales. La confesin frecuente ayuda a ser misericordioso como el Padre, a formar la conciencia, a luchar contra las inclinaciones que nos alejan de los caminos del Reino, a dejarse amar por Cristo, a progresar en la vida del Espritu.

    V. PARA LA REFLEXIN Y EL DIALOGO

    1. Vas ms all del rito y las formas cuando celebras un sacramento? 2. Qu aspectos tienes ms asumidos y cules menos, en tu vivencia de la Eucarista? Ocupa el

    lugar adecuado en tu vida cristiana? Qu puedes hacer para que sea para ti "la fuente y la cumbre" de toda tu vida cristiana?

    3. Valoras debidamente el Sacramento de la Reconciliacin y lo celebras con frecuencia? Encuentras dificultades en su vivencia? Cmo superarlas?

    VI. BIBLIOGRAFIA CoNCILIo VATICANO II, Constitucin "Lumen Gentium ". CALERO, A., Somos Iglesia, Editorial CCS, Madrid 1993. Emilio DE CONSILIARIos C.V:X BERCHMANS, La Iglesia. Catecumenado para universitarios-2,

    Sal Terrae, Santander 1983. SANZ, A., Pueblo de Dios y catequesis. La Iglesia de Jess; sacramento universal de salvacin,

    Editorial CCS, Madrid 1986.

    (Ver otras obras citadas en la Carpeta O, en las Secciones de Iglesia y Liturgia).

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  • EL COOPERADOR, LAICO SALESIANO: REALIDAD Y VOCACION

    1. OBJETIVOS 1. Profundizar en el hecho de que ser laico es una vocacin autntica y concreta en la Iglesia. 2. Identificar la vocacin del Cooperador Salesiano como una llamada a vivir el proyecto apostlico

    de Don Bosco: desde la opcin por la secularidad, con las consecuencias concretas que de ella se derivan para todas las dimensiones de la vida del

    Cooperador,

    prestando especial atencin a la misin.

    II,MOTIVACIN Corno en el tema primero, debemos partir de la observacin de nuestra realidad ms inmediata.

    Experimentamos inmersos en ella, no como observadores, sino como protagonistas. El incesante ir y venir de nuestro tiempo - cambios, encuentros, desencuentros .............un mundo de

    personas, relaciones, instituciones... Con grandes valores y con sombras. Detectamos imperfecciones, falta de plenitud en este mundo.

    Nos duele esta realidad? Nos mantenemos al margen, o nos implicamos en ella? De qu manera lo hacemos? Con qu actitudes, con qu estilo?

    Afirma el RVA (art. 2.2) que ser Cooperador es asumir "un modo especfico de vivir el Evangelio y de participar en la misin de la Iglesia (..), un don y una opcin libre que cualifica toda la existencia ". No es algo perifrico o superficial, sino profundo y vital. Y, adems, especfico, concreto.

    Efectivamente, "a los cristianos se les presentan diversos caminos para vivir la fe de su Bautismo y el compromiso de su Confirmacin ". El impulso del Espritu Santo y la atraccin por Don Bosco hacen que algunos trabajen con l "permaneciendo en el mundo" (RVA 2.1). Vamos, pues, captando algo de esa especificidad, de esa concrecin: "permanecer en el mundo". Esto queda ms claro as: "El Cooperador Salesiano es un catlico que, dentro de su realidad secular, vive su fe inspirndose en el proyecto apostlico de Don Bosco" (RVA 3). "Realiza su compromiso y vive el espritu salesiano en las condiciones normales de vida y trabajo, con sensibilidad y caractersticas laicales, difundiendo sus valores en el propio ambiente" (RVA 4).

    Estos trminos y afirmaciones - "el mundo", "realidad secular", "condiciones normales", "caractersticas laicales" - han de ser estudiados y reflexionados, precisamente por su "normalidad". En efecto, solemos prestar poca atencin a lo cotidiano, a lo "normal", a todo aquello a lo que estamos acostumbrados, sin detenernos a pensar que puede ser ah, en nuestra realidad diaria, donde Dios nos llama a ser profundamente personas, a ser constructores del Reino, a ser Cooperadores Salesianos, servidores de los jvenes y de las clases populares.

    III. METODOLOGA La unidad se desarrollar en dos sesiones de hora y media de duracin. La lectura de los contenidos y

    su posible ampliacin han de ser previas a la reunin. Es imprescindible leer antes los artculos 2, 3 y 4 del Reglamento de Vida Apostlica.

    Recomendamos que, antes de comenzar a tratar el tema, el grupo se centre en torno a Jess mediante la escucha de su Palabra, en sencilla oracin.

    Las pistas para la reflexin estn pensadas para ayudar al dilogo; por lo que pueden seguirse en la conversacin del grupo.

    Es muy importante tener presente que, en estas sesiones, no se pretende ni se debe agotar el tema. Se trata de dejar claros los principios fundamentales.

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  • Primera sesin: VOCACIN LAICAL ESPECIFICA1

    IV. CONTENIDOS-1 4.1.1.

    Una vocacin laical

    Una vocacin concreta en la Iglesia

    En el primer tema de esta etapa, tomamos conciencia de la llamada particular que Dios dirige a cada uno, con nombre y apellidos. Dios te ha llamado a ti, concretamente, a ser su hijo. Y te ha llamado en unas circunstancias determinadas, especiales, porque son tus circunstancias, nicas e irrepetibles: tu familia, tu trabajo y estudios, tu ciudad, tu cultura...

    Tambin tratarnos, en el segundo tema, de tu incorporacin a la Iglesia, a la Comunidad en la que vives tu fe y tu llamada, tu respuesta y tu esperanza; y en cuya misin participas, de acuerdo con esas circunstancias precisas en las que Dios te ha llamado y que constituyen tu vida diaria, tu "cotidianidad".

    Definiendo nuestro ser laico

    Esta descripcin, en su sencillez, constituye ya una definicin del laico. Gracias a la reflexin del Vaticano II, podemos tomar conciencia exacta de quin es laico. Como hemos visto, un cristiano que, incorporado a Cristo por el Bautismo e integrado en la Iglesia (t, por ejemplo), ejerce en sta y en el mundo la misin de todo el pueblo cristiano, en la parte que le corresponde.

    Pero, cul es "la parte que le corresponde" al laico en esa misin? Y, sobre todo, por qu le corresponde?

    Todos, miembros activos

    "La Iglesia ha nacido con este fin: propagar el reino de Cristo en toda la tierra" (AA 2). Ni ms ni menos. No ha nacido para hacer novenas, triduos, congresos, homilas, manifestaciones, edificios, peridicos o fundaciones. Todos estos elementos pueden ser medios para conseguir aquel fin.

    Y la responsabilidad de alcanzar este objetivo, de quin es? La respuesta es aparentemente clara: "As como en el conjunto de un cuerpo vivo no hay miembros que se comportan de forma meramente pasiva, sino que todos participan en la actividad del cuerpo, de la misma manera, en el Cuerpo mstico de Cristo, que es la Iglesia, todo crece segn el trabajo propio de cada uno de sus miembros" (AA 2). La responsabilidad es de todos y cada uno de los miembros de esa Iglesia (tuya, por ejemplo).

    Todos los bautizados, por el hecho de serlo y porque Dios as lo ha querido, somos llamados al seguimiento radical de Cristo. Del Bautismo nace una igual dignidad y una misma misin para todos los cristianos.

    Queda claro que la misin de la Iglesia no se desarrolla exclusivamente en el claustro, las sacristas o en la curia episcopal, sino tambin, en cada hogar, en cada calle, en cada fbrica, en cada escuela, en cada mercado... El Bautismo y la Confirmacin otorgan a todos los cristianos un "carnet de identidad" que seala: "Profesin: Servidor del Reino de Dios".

    "Si bien en la Iglesia no todos van por el mismo camino..."

    Comprendemos, pues, la unidad-profunda de la llamada de Dios, que se dirige a todos con igual intensidad. Comprendemos que todos los bautizados participamos activamente en la misin de la Iglesia. Pero comprendemos que esto no lo hacemos todos de la misma manera?

    1 O "seglar"; utilizaremos estas palabras con un mismo significado. "Laico" viene de "las", pueblo, y "seglar", de "saeculum", siglo, o

    condiciones ordinarias de vida familiar y social.

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  • A veces, nos encontramos con laicos que, con una buena fe innegable, con un "celo apostlico" admirable, toman como divisa y meta la extensin del Reino de Dios; pero de tal manera, que, al cabo de los aos, se dan cuenta de que su estilo de vida se parece ms al de un sacerdote o una religiosa que al de su cnyuge, su vecino o su compaero de trabajo. Han olvidado que, si bien en la Iglesia todos estarnos llamados a la santidad y a ser responsables, en la misma medida, del anuncio del Evangelio, esa llamada adquiere caractersticas y se vive en circunstancias distintas: "en la Iglesia no todos van por el mismo camino" (LG 32).

    La unidad de nuestra Iglesia no excluye la diversidad. "Y, as, descubrimos diversas "vocaciones peculiares" dentro de la nica y misma vocacin a la fe (...). Los laicos, por consiguiente, tienen su vocacin propia y peculiar: tan propia y peculiar como pueda serlo la vocacin al Ministerio o a la Vida Religiosa. Se trata, en efecto, de tres vocaciones que, desde la diversidad, tienen que ser vividas de forma complementaria y de mutuo enriquecimiento"2.

    Vamos a adentrarnos en la reflexin sobre nuestro camino especfico: el de la laicidad (o secularidad). Echaremos un vistazo a nuestra realidad secular; reflexionaremos acerca de nuestra identidad laical, sus implicaciones, sus consecuencias; e intentaremos marcar lneas para el desarrollo de esta nuestra vocacin concreta.

    4.1.2. ndole secular

    Vivir en el "mundo" Los laicos viven "en el siglo, es decir, en todos y cada uno de los deberes y ocupaciones del mundo,

    y en las condiciones ordinarias de la vida familiar y social, con las que su existencia est como entretejida" (LG 31).

    Conviene profundizar, desde nuestra experiencia, en este concepto. Cul es nuestra reflexin particular sobre el tema? Quizs podamos encuadramos en alguna de estas tres categoras:

    a) los que consideran el "mundo" como un conjunto de distracciones, ms o menos pecaminosas, que nos impiden ocuparnos plenamente de los asuntos de Dios (p. ej.: hay quien opina que el trabajo dificulta su vida de oracin; tambin los hay que dicen que encuentran en el cuidado de sus hijos un obstculo para el desarrollo de un compromiso apostlico valiente y a tiempo pleno...);

    b) los que entienden el "mundo" como conjunto de actividades diarias que hay que realizar para sobrevivir; algunas de ellas, agradables: relaciones familiares, de amistad, ocio, etc.; otras, no tanto: estudiar, trabajar, conducir, pagar a Hacienda...;

    c) los que ven el "mundo" como lugar de realizacin profunda del ser humano, donde se encuentran consigo mismos, con los dems, con Dios. Cada momento, cada actividad de la vida diaria, desde la ms sublime a la ms vulgar, cada relacin interpersonal..., los conciben como

    parte de un proceso de maduracin que lleva a la plenitud, a la felicidad personal y comunitaria.

    Realidad secular y madurez humana La vida diaria, lo cotidiano, no es algo anecdtico, eventual o superficial. Considerarlo as sera un

    error grave. Nos conduciramos de esa forma si viviramos de espaldas, o diramos de lado, a nuestra situacin familiar, ciudadana, laboral, social. Eludimos las implicaciones de nuestras actividades ordinarias, separndolas de nuestros ms profundos anhelos, deseos e inquietudes?

    Se ha sealado la madurez de quien vive la vida integrando en s mismo las consecuencias ms inmediatas de "las condiciones ordinarias de la vida familiar y social". Hay una asuncin madura de la propia realidad. No le hace falta buscar refugios y protecciones para escapar de una realidad personal que es, indudablemente, cambiante, exigente, con riesgos.

    En estos casos, el mundo, a veces agrio, del trabajo, el matrimonio, los apuros econmicos, la situacin del vecindario, las expresiones o manifestaciones culturales, la enfermedad de un familiar, las opciones polticas, la llegada de los hijos..., son circunstancias vividas como experiencias vitales profundas, constructivas, adultas, y no, como problemas, como "enemigos" de la propia felicidad.

    2 CALERO DE tos xios, A. M..-, El laico en la vida y misin de la Iglesia, CrP, n.4, Editorial CCS, Madrid 1986, pp. 22 -23.

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  • Madurez humana, madurez cristiana Cuando la vida no se enfoca desde este punto de vista constructivo, positivo, las situaciones

    negativas descritas pueden encontrar su paralelo en el nivel ms profundamente humano, es decir, a la hora de integrar la realidad en la respuesta al Proyecto de Dios sobre nosotros.

    Se produce as la tantas veces comentada disociacin "entre la fe y la vida"; o la consideracin de las circunstancias normales de la vida como impedimentos para "llegar" a Dios. Y, tambin, las terribles crisis de identidad personal y vocacional que acompaan a los cambios ms significativos y notiaales! de la vida del laico: vida matrimonial, primer trabajo, llegada del hijo...

    Las decisiones ms cotidianas y que afectan profundamente a la vida (estudios, noviazgo, vivienda, opcin electoral...) se toman, a veces, sin tener en cuenta las opciones cristianas de fondo, como si los valores evanglicos pudieran vivirse al margen de la realidad ms inmediata y concreta, como si Dios anduviera lejos de nuestra realidad.

    "Dios llena nuestra vida cotidiana" A veces, por desgracia, se hace necesario demostrar que "no existen vericuetos especiales para

    llegar al Dios de Jesucristo". El nico camino practicable es el que pasa por la vida cotidiana. "Esta es el lugar de su presencia de salvacin "3.

    Dios no salva slo en las iglesias o capillas, ni durante la reunin de grupo. Dios, desde su Encarnacin, ha elegido la vida cotidiana para encontrarse con nosotros. Ese es "el lugar de salvacin". E n nuestro caso, como laicos, nuestro lugar de salvacin es el "siglo", el "mundo", "todos y cada uno de los deberes y ocupaciones del mundo" , y todas y cada una de "las condiciones ordinarias de la vida familiar y social". "Ah son (los laicos) llamados por Dios..." ( L G 3 2 ) .

    La condicin secular, "lugar teolgico" Este cmulo de circunstancias ordinarias que podemos llamar "ndole o condicin secular" no es,

    entonces, para nosotros, "un dato exterior y ambiental, s i n o una realidad destinada a obtener, en Jesucristo, la plenitud de su significado" .

    Los laicos no hemos sido llamados a abandonar el lugar que ocupamos en el mundo. El Bautismo no nos saca del mundo, sino que nos confa una vocacin que afecta precisamente a nuestra situacin dentro del mundo. De este modo, el ser y el actuar en el mundo son para nosotros "no slo una realidad antropolgica y sociolgica, sino tambin y especficamente, una realidad teolgica y eclesial" (CfL 15).

    4.1.3. Una vocacin laical especfica: Cooperador Salesiano En el primer tema de esta etapa, reflexionamos ya sobre la vocacin, en general, y la vocacin del

    Cooperador Salesiano, en particular. No se trata ahora de repetir conceptos, sino de subrayar los aspectos laicales de nuestra llamada.

    Misterio incomprensible..., pero razonable Seguro que, a veces, nos preguntamos: "Por qu el Seor me ha llamado a ser laico y a ser,

    precisamente, laico salesiano?". El Espritu, decimos, sopla donde quiere; en ciertas ocasiones, no comprendemos bien el sentido o el porqu de su llamada.

    "Los portadores de un carisma en la Iglesia son siempre personas que han escuchado la llamada del Seor, hecha nominalmente, con el t de una predileccin que inaugura una alianza vivida en amistad fiel y gozosa. Por esto, cada persona se siente comprometida a hacer fructificar en la Iglesia el bien recibido. El corazn de todo Cooperador y de toda Cooperadora es depositario de una alianza de salvacin, est enriquecido con una gracia especial, que lo hace partcipe del poder del Espritu del Seor, y se siente lanzado y habilitado a actuar en la historia como colaborador en la importante misin eclesial asignada a Don Bosco "4.

    El Cooperador Salesiano es un cristiano que, en su realidad laical, es sensible y se siente especialmente interpelado por la situacin de los jvenes y las clases populares. Esa es la "gracia especial" que enriquece su corazn. Es decir, no amamos a los jvenes porque somos Cooperadores, sino que Dios nos quiere Cooperadores precisamente porque amamos a los jvenes. A partir de esta

    3 TONELLL R., Una espiritualidad para la vida diaria, Editorial CCS, Madrid 1987, pp. 58 y 71. 4 VIOAAi, E., La Asociacin de Cooperadores Salesianos, Editorial CCS, Madrid 1986, pp. 21-22.

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  • experiencia, el Cooperador, en y desde su realidad laical, "se siente comprometido a hacer fructificar en la Iglesia el bien recibido ".

    Realizar plenamente nuestra identidad Como dice el Rector Mayor, "esta vivencia necesita muchos agentes (...), porque es tan grave y

    mltiple la penuria de la juventud necesitada, que exige fuerzas de actuacin cada vez ms abundantes; es tan compleja el rea de la accin educadora y cultural, que requiere, al lado de consagrados y sacerdotes, la presencia activa y competente de seglares generosos; es tan vasta y cambiante la problemtica juvenil, que reclama, adems de la renovacin de obras ya tan beneficiosas, creatividad continua y audacia de presencia apostlica, y, no pocas veces, en campos donde nicamente los seglares pueden estar y actuar con eficacia "5.

    De esta forma, nuestra identidad laical salesiana puede verse realizada plenamente: como laicos, inmersos y comprometidos en y con el mundo; y, a la vez, como salesianos, sensibles a la situacin juvenil y dispuestos a darle una respuesta plenamente Iaical y plenamente salesiana.

    Como Don Bosco intuy Don Bosco comenz su obra, - todos lo sabemos -, con la idea tenaz de dar respuesta a los problemas

    de la juventud pobre y de los ambientes populares. Se senta llamado y enviado por Dios a crear un movimiento de personas que se comprometieran con l a afrontar con valenta tantos problemas.

    Intuy que los seglares podran trabajar activamente por el bien de la juventud. Tras varias experiencias fallidas, encontr, finalmente, el camino definitivo para la participacin de los seglares en la misin salesiana: el proyecto de los Cooperadores Salesianos.

    Don Bosco, hijo de su tiempo, no lleg a conocer la eclesiologa del Vaticano II. Hoy, la conciencia del seglar, como miembro activo del pueblo cristiano, tiene muchas ms luces que en el siglo pasado; se le han abierto nuevos y amplios horizontes sociales y eclesiales.

    Pero, de todos modos, algunas de las intuiciones de Don Bosco constituyen, incluso hoy, parte fundamental de nuestra Asociacin: "Sentido social y prctico de la propia catolicidad, vista como don en los sacramentos del Bautismo y de la Confirmacin; misin eclesial y ciudadana de servicio a la juventud necesitada; cuidado inteligente y animoso de la fe popular, en una poca de cambios intensos; peculiar mtodo pastoral e importancia de los vnculos de unin con la Sociedad de San Francisco de Sales y comunin con el Instituto de Hijas de Mara Auxiliadora, a fin de vivir genuinamente su caracterstico espritu evanglico. Como veis, se trata de un autntico compartir la vocacin salesiana "6.

    V. PARA LA REFLEXIN Y EL DIALOGO 1. Te interesas por conocer la realidad que te rodea (vecindario, ciudad, poltica, relaciones

    internacionales, naturaleza...)? Yen concreto, cmo? 2. Crees que existe en la Iglesia conciencia de que "ser laico" es una autntica vocacin, una

    llamada especfica? Y t, ests persuadido de ello? 3. Crees que participas en la misin de la Iglesia como miembro laico responsable? En este

    sentido, de qu te sientes responsable, concretamente? 4. Vives tu vida diaria con intensidad y plenamente, o hay parcelas sobre las cuales no reflexionas,

    o que no te gustan? La vives consciente de que en ella se va realizando el Proyecto de Dios? 5. Juzgas que afrontas la vida ordinaria con la suficiente madurez? Si eres joven, te ests preparando para una vida adulta de laico, en todos sus aspectos? Si eres adulto, encuentras dificultades para armonizar todas las dimensiones de tu persona

    (vida conyugal, paternidad, soltera o viudez, trabajo, responsabilidad social, compromiso apostlico, espiritualidad...)?

    5 VIGAN, E., ibdem, p. 8. h VIGAN, E., ibdem, p. 19.

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  • Segunda sesin: UNA MISIN

    IV. CONTENIDOS-2 4.2.1. Vocacin y Misin Una vocacin concreta: fermento

    A qu nos llama Das a los laicos, precisamente por ser laicos? Despus de todo lo expuesto, podemos expresarnos con las palabras mismas del Concilio, puestas

    en primera persona: "Ah (en la realidad diaria) estamos llamados por Dios para que, desempeando nuestra propia

    profesin, guiados por el espritu evanglico, contribuyamos a la santificacin del mundo como desde dentro, a modo de fermento. Y as hagamos manifiesto a Cristo ante los dems, primordial-mente mediante el testimonio de nuestra vida, por la irradiacin de la fe, la esperanza y la caridad" (cfr. LG 31).

    Por tanto, a nosotros nos corresponde, de manera especfica, iluminar y ordenar la realidad del mundo a la que estamos estrechamente vinculados, de tal modo que se realice y progrese sin cesar conforme a la propuesta del Evangelio.

    Un abanico de posibilidades, completo y concreto A pesar de tanta claridad terica, sigue existiendo la tendencia a considerar todo esto como algo

    secundario o perifrico; o, en todo caso, asunto de otros, no nuestro... Ningn laico maduro puede ignorar la necesidad de implicarse en la "santificacin" de cuanto le

    rodea; es decir, de ofrecer su testimonio cristiano coherente y constructivo en los mbitos donde slo l, y no un obispo, un clrigo o un religioso, puede hacerlo.

    "Los bienes de la vida y de la familia, la cultura, la economa, las artes y las profesiones, las instituciones de la comunidad poltica, las relaciones internacionales y otras realidades semejantes, as como su evolucin y progreso" (AA 7) deben ser evangelizados por alguien.

    Por quin? "El afn por llenar de espritu cristiano el pensamiento y las costumbres, las leyes y las estructuras

    de la comunidad en que uno vive, hasta tal punto es deber y tarea de los seglares, que nunca lo pueden realizar convenientemente otros. En este campo, los seglares pueden ejercer perfectamente el apostolado de igual a igual. En l se complementa el testimonio de la vida con el testimonio de la palabra. En el campo del trabajo, de la profesin, del estudio, de la vecindad, del descanso o de la convivencia, son los seglares los ms aptos para ayudar a los hermanos" (AA 13).

    "Es preciso, por consiguiente, que los seglares acepten como obligacin propia instaurar el orden temporal y actuar, directamente y de forma concreta, en dicho orden" (AA 7).

    Actuar directamente

    No pretendemos esbozar aqu una lista de "obligaciones laicales". Solamente queremos invitar a esta reflexin: "Qu me exige mi ser cristiano laico? Qu consecuencias concretas entraa en cada uno de estos campos de mi vida de laico?: la familia; el noviazgo, el matrimonio, la paternidad; el vecindario; la poltica ciudadana; el trabajo y los conflictos laborales;

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  • la educacin (propia o de los hijos); la cultura (la popular, la oficial, la acadmica); la naturaleza; el ocio - el tiempo libre - y sus posibilidades; los medios de comunicacin social; la marginacin, siempre tan cercana... Toda una sociedad necesitada de justicia, de amor..., de Evangelio, clama por nuestra implicacin,

    nos grita que no nos desentendamos de sus circunstancias ni de sus estructuras, que apostemos por su transformacin desde dentro; todos esos mbitos esperan que aportemos alguna alternativa, que hagamos "algo". Por ejemplo:

    promover valores humanos autnticos; defender la vida; denunciar y superar los aspectos negativos de la realidad; trabajar por realizar la comunin de todos los hombres; hacer presente, donde vivimos, el Evangelio; anunciarlo e, incluso, invitar a participar en la

    construccin del Reino de Dios.

    La realidad, fuente de preguntas y respuestas Una pregunta clave es: realizamos, personalmente y en comunidad, anlisis rigurosos y

    continuamente actualizados, que nos ayuden a detectar los efectos y las causas de las situaciones conflictivas que vive nuestra sociedad? Actuamos en consecuencia o pensamos que los seglares que deben ser "fermento desde dentro" son siempre... "otros" seglares, no nosotros?

    Para empezar, basta echar un vistazo a nuestro alrededor, con sensibilidad laical, para darse cuenta del amplio campo de evangelizacin que se abre ante nosotros:

    Existe un problema de insolidaridad y desorganizacin en el barrio. Eso me exige algo como cristiano?

    Se comete una injusticia en mi trabajo. Eso me exige algo corno cristiano? Noto manipulacin en mi aula. Eso me exige algo como cristiano? Detecto marginacin y violencia en mi ciudad. Eso me exige algo como cristiano? Y as sucesivamente... No se trata de hacernos preguntas tericas ni de dar respuestas "de saln" o

    "de Encclica", sino de andar por nuestra realidad con ojos abiertos y mentalidad secular. Y de dar respuestas giles, concretas, desde la solidaridad y la comunidad, y sintindonos integrantes del tejido social del que foirnamos parte.

    Respuestas valientes, novedosas, peculiares ... con la valenta del cristiano que pretende seguir a Cristo con radicalidad; con la novedad de quien comprende que situaciones y problemas nuevos requieren soluciones

    nuevas; con la peculiaridad propia del laico, que siente y se expresa en un lenguaje comprensible por

    el resto de la sociedad. Respuestas que van desde lo ms primario (hacer bien lo que se debe hacer: trabajar, conducir,

    votar, participar en las reuniones de padres de alumnos...), hasta lo ms sofisticado (por ej., crear estructuras y plataformas civiles que presten servicios comunitarios, cuyo sentido sea la transformacin del mundo segn los valores evanglicos).

    Y aun hay ms... Ms adelante, en otros temas, tendremos oportunidad de precisar con mayor claridad las respuestas a

    todas las cuestiones que nos hemos planteado. Lo haremos desde la perspectiva, ms concreta aun, del cristiano laico salesiano, es decir, del Cooperador, que une a su vocacin laical la pasin especfica por los jvenes y los ambientes populares.

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  • Y eso lo haremos sin olvidar jams que un laico, - sea Cooperador o no -, que no se implica, de alguna forma, en su realidad inmediata, frustra, en cierto modo, el Proyecto de Dios sobre l y sobre el mundo: "El cristiano que falta a sus obligaciones temporales, falta a sus deberes para con el prjimo; falta, sobre todo, a sus obligaciones para con Dios" (GS 43).

    4.2.2. Enviados como laicos salesianos

    Desde la realidad ordinaria Como hemos visto, el Concilio Vaticano II nos invita a escrutar, descubrir e interpretar los signos de

    los tiempos y a dejarnos interpelar por ellos. Los mismos cambios socioculturales y eclesiales se convierten en propuestas abiertas a nuestra accin. Cules podran ser algunas de las llamadas que el Espritu hace a quienes nos sentimos atrados por Don Bosco?

    La Iglesia, hoy, "nos est invitando, como Cooperadores Salesianos, a nuevos compromisos eclesiales, sociales, polticos, familiares y culturales (...) ".

    As pues, hoy, la fe de los autnticos apstoles siente el clamor de la gente comn y pobre, vive sensiblemente los problemas de la sociedad y, animada por la esperanza y el amor, genera soluciones de inspiracin cristiana, frente a los dramas sociales, culturales y polticos de la poca: son opciones que pasan por el apostolado de los Cooperadores, inspiradas en la solicitud y en el amor preferencial por los pobres, siendo testigos y operadores de paz y de justicia (cfr. "Sollicitudo Rei Socialis, 47)"7.

    La realidad nos interpela, la realidad nos urge, la realidad nos exige una respuesta laical salesiana, segn la vocacin y el carisma que el Seor nos ha regalado. Algunas consecuencias

    La reflexin profunda sobre todos los aspectos de la misin del Cooperador tiene su lugar y su tiempo debidos en esta etapa formativa. Por tanto, anotemos slo algunas consecuencias derivadas de nuestra identidad laical salesiana.

    1. Ante todo, existe una exigencia general, que se nos aplica por el hecho de ser laicos, y de la que ya hemos hablado suficientemente en pginas anteriores: el compromiso por hacer presente en nuestra realidad secular el Evangelio de Jess. De la forma y la intensidad que nos inspire el propio anlisis de esa realidad y que nos permitan nuestras posibilidades y facultades; pero sin dejar nunca en segundo trmino este aspecto de nuestro compromiso de bautizados.

    "Se trata de comprender que un Cooperador laico est llamado a cooperar salesianamente por el Reino en su situacin eclesial secular y, por tanto y en primer lugar, en sus compromisos diarios; por una parte, los de la familia; por otra, los de la vida profesional, social y poltica; (...) programa siempre vlido, que hay que realizar con claridad y tenacidad, comprendiendo que la vocacin de Cooperador es lugar de encuentro y unin armoniosa de los valores seculares y salesianos, mutuamente enriquecidos"8.

    2. En segundo lugar, e integrada de manera armnica con la primera, la exigencia particular de prestar un servicio especfico a la juventud y los ambientes populares. Las formas de realizar este servicio pueden ser mltiples y variadas, segn las diversas situaciones personales y sociales, pero siempre en sintona con el carcter secular propio del laico. Recordemos, a este respecto, las palabras del Rector Mayor:

    "Es tan vasta y cambiante la problemtica juvenil, que reclama (...) creatividad continua y audacia de presencia apostlica y, no pocas veces, en campos donde nicamente los seglares pueden estar y actuar con eficacia. La misin salesiana, a la luz de lo que pueden aportar los Cooperadores, nos obliga a no encerrarnos en casa, sino a tener la mirada social y eclesial que mova a nuestro Padre a buscar muchas fuerzas para responder a los problemas juveniles y populares de la sociedad "9.

    Nuevos problemas de la juventud reclaman nuevas ofertas, nuevas estructuras, nuevas presencias, "no pocas veces, en campos donde nicamente los seglares pueden estar y actuar con eficacia" .

    7 CUEVAS LEON, S., Mensajes a los Cooperadores Salesianos de Espaa, en "Cooperadores salesianos hacia el 2000", Asociacin de

    Cooperadores Salesianos, Madrid 1989, pp. 58-59. s AUBRY, J., Los Salesianos y los Cooperadores despus del CG 21, en "Salesianos y Familia Salesiana ". Jornadas para la animacin de la

    Familia Salesiana, octubre 1979, pp. 55-56. 4 VIGAN, E., La Asociacin de Cooperadores Salesianos, o.c., p. 8.

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  • Quizs pueda servir como resumen y ejemplo la primera Conclusin tomada en el II Encuentro Nacional de Cooperadores Salesianos: "En todos los casos en que sea posible, los Cooperadores nos insertaremos activamente en aquellas estructuras sociales, polticas y eclesiales, de mbito nacional, autonmico y local, en las que se deciden y hacen posibles las formas de servicio a la juventud, particularmente a la ms pobre y abandonada "10.

    4.2.3. Convenientemente formados

    Es necesaria la formacin? Seguramente, si escarbamos un poco en nuestro interior, encontramos inseguridades, dudas. Es

    natural y humano. "La formacin de los fieles laicos tiene como objetivo fundamental el descubrimiento, cada vez ms claro, de la propia vocacin y la disponibilidad siempre mayor para vivirla en el cumplimiento de la propia misin" (ChL 58).

    Es decir, formacin para conocer y ser lo que Dios quiere de nosotros. Y formacin para hacer lo que Dios quiere. Es una tarea entusiasmante y de gran importancia, porque en ella nos va parte de la vida. Una formacin integral

    Nuestra formacin debe ir orientada a vivir esa unidad con la que est marcado nuestro ser de miembros de la Iglesia y de ciudadanos de la sociedad. En nuestra existencia no hay, como ya vimos, dos vidas paralelas, una "espiritual" y otra "secular". Esta unidad de vida exige "una formacin integral para vivir la unidad" (ChL 59).

    Por tanto, nuestra vocacin: "- requiere formacin eclesial (...) apropiada, de acuerdo con el carisma y la profesin, y vinculada,

    tambin, al compromiso conyugal;

    requiere, asimismo, una formacin social, profesional, econmica, poltica, cientfica, cultural, etc. "zl

    As pues, una formacin que, junto a los aspectos bsicos tradicionales, no olvida (ni margina) otros muy concretos. Por ejemplo: Educacin sexual. Vida conyugal. Paternidad. Uso cristiano del dinero. Sentido laical de pobreza. Honestidad y tica profesional. Legislacin laboral. Antropologa. Sociologa. Cultura popular. Estructuras sociopolticas. Derechos y deberes legales fundamentales. Etc.

    1(1 Cooperadores Salesianos hacia el ao 2000, o.c., p. 63.

    V1GANO, E. Comentario al Aguinaldo de 1986, en "Boletn Salesiano", abril, p.2.

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  • V. PARA LA REFLEXIN Y EL DIALOGO

    1. Qu aspectos de la realidad que te rodea podran y deberan ser iluminados por el Evangelio? 2. Conoces a laicos comprometidos en el anuncio del Evangelio al mundo (en el mbito de la

    familia, el barrio, la ciudad, las estructuras civiles, la cultura, la poltica, el arte)? 3. Te implicas, de alguna forma, como laico, en la evangelizacin de tu realidad? Explica

    motivaciones, formas, consecuencias... O crees que eso no es tarea tuya, sino de otros laicos? 4. Se te ocurren campos, estructuras, situaciones..., en los que "nicamente los seglares" podemos

    "estar y actuar con eficacia"? 5. Podras aadir ms razones que justifiquen la necesidad de la formacin? Calificaras tu

    formacin actual como "integral", o dejas de lado algunos de los aspectos enumerados?

    VI. BIBLIOGRAFA

    AUBRY, J., Los Salesianos y los Cooperadores despus del CG 21, en: "Salesianos y Familia Salesiana. ,Tornadas para la animacin de la Familia Salesiana" , 1979. CALERO, A., El laico en la vida y misin de la Iglesia, Cuadernos de Formacin Permanente, n. 4, Editorial CCS, Madrid 1986. CONCILIO VATICANO II - DOCUMENTOS:

    Constitucin "Lumen Gentium" (LG): nn. 30-38. Constitucin "Gaudium et Spes" (GS): nn. 40-90. Decreto ApostolicamActuositatem" (AA): entero.

    - CONFERENCIA EPISCOPAL ESPAOLA, Los Cristianos Laicos, Iglesia en el mundo, PPC, Madrid 1991. JUAN PABLO II, Exhortacin Apostlica postsinodal "Christifideles Laici" (ChL), Roma 1988.

    TONELLI, R., Una espiritualidad para la vida diaria, Editorial CCS, Madrid 1987.

    VARIOS, Cooperadores Salesianos hacia el 2000, II Encuentro Nacional de Cooperadores Salesianos (Campello 1988), Asociacin CC.SS., Madrid 1989. VIGAN, E., Comentario al Aguinaldo-1986, en: "Boletn Salesiano", edicin espaola, nn. enero- junio 1986. VIGAN, E., La Asociacin de Cooperadores Salesianos, Editorial CCS, Madrid 1986.

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  • NUESTRA ASOCIACIN, MIEMBRO DE UNA GRAN FAMILIA

    1. OBJETIVOS 1. Conocer ampliamente la realidad de la gran Familia Salesiana: origen, integrantes,

    rasgos caractersticos. 2. Profundizar en el sentido de la Familia Salesiana, a la luz de lo que Don Bosco

    pretenda. 3. Conocer su misin en la Iglesia actual.

    II. MOTIVACIN Un rasgo relevante de nuestra identidad lo constituye el hecho de que nuestra Asociacin forma

    parte de un movimiento eclesial amplio, - con un carisma propio, recibido del Fundador -, y que es conocido como "Familia Salesiana".

    Difcilmente entenderemos toda la riqueza de nuestra vocacin y misin, dentro de la Iglesia, si no conocemos y vivimos nuestra pertenencia a la Familia Salesiana.

    Esta vivencia nos debe llevar a una conciencia clara de nuestro papel especfico dentro de esa Familia y ayudarnos a crecer en nuestra identidad eclesial.

    III. METODOLOGA El tema se desarrollar en dos sesiones. Una tratar de cubrir los objetivos primero y segundo; y la

    otra, el tercero. En esta ltima sesin, se tratar de tomar ya algn compromiso. En una de las reuniones, puede invitarse a algn miembro de otra rama de la Familia para contrastar ideas e inquietudes.

    El orden de los contenidos es el siguiente: El origen. Don Bosco, Fundador de la Familia Salesiana. Descripcin de sus Grupos y rasgos de pertenencia. Rasgos que definen a la Familia Salesiana. Misin de la Familia Salesiana en la Iglesia. El papel de la Asociacin en la Familia Salesiana.

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  • Sesin primera: REALIDAD DE LA FAMILIA SALESIANA

    IV. CONTENIDOS-1

    4.1.1. El origen de la familia salesiana El origen de nuestra Familia est en el "corazn oratoriano" de Don Bosco, en su caridad pastoral.

    Profundamente conmovido ante la situacin de la juventud y ante la gravedad, urgencia y dimensiones del problema, Don Bosco busca afanosamente la ayuda de todas las fuerzas posibles para salvar a esa juventud. Busca colaboradores de toda clase social, cultura, posicin econmica. Invita a todos, comenzando por su propia madre.

    Son muchos los que responden a esta llamada y Don Bosco decide crear una organizacin que los agrupe a todos bajo la proteccin de San Francisco de Sales. Segn una lectura poco respetuosa con la verdad histrica, Don Bosco habra fundado, en primer lugar, la Congregacin Salesiana (1859); luego, el Instituto de las Hijas de Mara Auxiliadora (1872) y, finalmente, los Cooperadores Salesianos (1876). En realidad, esta lectura sera ciertamente falsa, si pretendiese hacer creer que fund tres instituciones paralelas, tratando despus de acercarlas y unirlas.

    Por el contrario, Don Bosco fund una nica organizacin de fuerzas apostlicas, fue el constructor de una nica familia espiritual, compuesta por grupos distintos y complementarios, si bien, en la prctica, no consigui ver realizada esa unidad de forma cannica adecuada. El Captulo General Especial de los Salesianos (1971), afirma: "En la mente y el corazn de Don Bosco, la Familia Salesiana es UNA. La unidad original de esta Familia tiene su raz ltima en la identidad de espritu y misin al servicio total de la juventud y del pueblo. De esta manera, realiza, en un nivel superior, una verdadera comunidad, en la que se integran todos sus miembros, segn sus propios dones, sus tareas especficas y las diversas formas de vida posibles en el seno de la Iglesia" (CGE 729).

    A la luz del magisterio conciliar acerca de los carismas que el Espritu distribuye entre los miembros del Pueblo de Dios para hacerlos "aptos y prontos para ejercer las diversas obras y tareas tiles para la renovacin y la mayor edificacin de la Iglesia" (LG 12), la Familia fundada por Don Bosco fue reconocida autorizadamente como "una realidad carismtica". Es decir, se trata de un don del Espritu Santo a la Iglesia, destinado a crecer y a prolongarse en el Pueblo de Dios, ms all de las circunstancias mudables de lugar y tiempo, segn una determinada orientacin permanente.

    Su Fundador, San Juan Bosco, es portador de un proyecto de vida, realizado no slo para su tiempo, sino tambin para el futuro. Confa en Dios: "El Seor espera de vosotros grandes obras; las veo claramente, esparcidas por todas partes..., especialmente una, que os llenar de estupor... "1.

    A lo largo de su historia, la Familia Salesiana ha ido incrementndose con nuevas fundaciones, que han enriquecido las tres ramas originales fundadas por Don Bosco.

    MBe XII, 78-79. Don Bosco, hablando a los Directores de las Casas Salesianos, en 1876. Como aclarar en 1877, se refera a los Cooperadores Salesianos.

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  • El trmino "familia" refleja el estilo que el Fundador quiso como nota caracterstica de todos sus seguidores y simpatizantes, y de todas las obras apostlicas emprendidas por l en favor de la juventud y los ambientes populares.

    4.1.2. Descripcin de los grupos y grados de pertenencia El Captulo General Especial trat de aclarar una situacin concreta, sin excluir a ningn grupo de

    los que tienen alguna relacin con la realidad salesiana. Por eso, distingui diversos tipos de Grupos pertenecientes a la Familia apostlica de Don Bosco, pero que tienen con ella lazos diferentes.

    El criterio adoptado fue, ante todo, el vocacional: la comn vocacin salesiana hace que algunos Grupos tengan lazos ms estrechos entre ellos. Son aquellos a los que el Espritu Santo inspira buscar la santidad cristiana, comprometindose en la misin juvenil y popular segn el espritu salesiano, y que se sienten corresponsables en la accin segn ese espritu. Se incluyen en este grupo las tres ramas fundadas por Don Bosco - Salesianos, Hijas de Mara Auxiliadora y Cooperadores Salesianos - y las Voluntarias de Don Bosco, fundadas en Turn por el Beato Felipe Rinaldi, su tercer sucesor y uno de sus mejores intrpretes (cfr. CGE 151-157).

    El citado CGE. afirm que los Exalumnos pertenecen a la Familia Salesiana "a ttulo de la educacin recibida "; esa pertenencia puede expresarse con diversos tipos de compromiso apostlico. El CG-22, de 1984, al revisar el texto de las Constituciones Salesianas, profundiz el tema declarando que "su