Cartilla Curso de Ingreso Antropologia 2013

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    U N I V E R S I D A D N A C I O N A L D E S A L T A

    F A C U L T A D D E H U M A N I D A D E S

    Curso de Ingreso Universitario

    2013

    Antropologa

    Equipo:rea Disciplinar y de Comprensin y Produccin de TextosInstructora Docente: Mara Eugenia FloresTutora Estudiantil: Roco Ramosrea Orientacin y Tutora:Docente: Andrea Flores

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    CONTENIDOS Y BIBLIOGRAFA

    Eje temtico I: Qu es el conocimiento cientfico? Ciencias humanas, Ciencias sociales y Ciencias

    Naturales: caractersticas, similitudes y diferencias.

    Discurso y texto. Gneros discursivos. Tipos de textos: el texto acadmico. Paratexto,texto y contexto.

    Bibliografa

    - Vasilachis de Gialdino, I. (s/f) Los fundamentos epistemolgicos de la

    Investigacin Cualitativa. Apuntes de Ctedra. Facultad de Ciencias

    Sociales de la Universidad de Buenos Aires. Disponible en:

    www.catedras.fsoc.uba.ar/salvia/programa/vasilachis.doc

    - Isbell, B. (2005) [1978]Para defendernos. Ecologa y ritual en un pueblo

    andino. Cuzco, Centro de Estudios Regionales Andinos Bartolom de las

    Casas. Introduccin. PP: 39 a 54.

    - Molini, A. (2005) [2003] Etnografas de Cuzco. Cuzco, Laboratoiredethnologie et de sociologie comparative/Centro de Estudios Regionales

    Andinos Bartolom de las Casas/Instituto Francs de Estudios Andinos.

    - Lpez, E. y B. Zayas (s/f) La investigacin etnogrfica. Fundamentos y

    tcnicas. En:La investigacin etnogrfica. Fundamentos y tcnicas.

    - Alvarado, M. (2000) La reformulacin en Propuestas para el aula

    EGB3. Lengua. Buenos Aires: Ministerio de Educacin de la Nacin

    Eje temtico 2: La antropologa como ciencia: caractersticas distintivas. El mtodo etnogrfico y el

    mtodo arqueolgico.

    Reformulacin textual. La reformulacin por sustitucin, por reduccin, por

    ampliacin.

    Bibliografa

    - Cruz, P. Huacas olvidadas y cerros santos. Apuntes metodolgicos sobre

    la cartografa sagrada en los Andes del Sur de Bolivia. Revista Estudios

    Atacameos, Arqueologa y Antropologas Surandinas N38/2009 (pp 55-

    74). San Pedro de Atacama. Chile.

    - Klein, I. (2007). El taller del escritor universitario. Buenos Aires:

    Prometeo.

    - Bertucelli, M. (1996) El modelo de De Beaugrande-Dressler. En: Qu es laPragmtica. Buenos Aires: Paids, pp. 257-260

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    Los fundamentos epistemolgicos

    de la Investigacin Cualitativa

    Irene Vasilachis de Gialdino

    CEIL-PIETTE (CONICET)

    En esta presentacin comienzo recorriendo el camino de la reflexin

    epistemolgica, la que me permiti arribar a la coexistencia de

    paradigmas en las ciencias sociales, ubicar a esos paradigmas en la

    Epistemologa del Sujeto Cognoscente y postular, ms tarde, a la

    Epistemologa del Sujeto Conocido como una nueva y no excluyente

    forma de conocer. Seguidamente, intento sealar las caractersticasrelevantes de la investigacin cualitativa para mostrar como, a

    partir de la Epistemologa del Sujeto Conocido, es menester revisar

    los fundamentos primero ontolgicos y, despus, epistemolgicos y

    metodolgicos de ese tipo de indagacin. Por ltimo, considero a la

    interaccin cognitiva y a la construccin cooperativa del

    conocimiento como dos rasgos primordiales del proceso de

    investigacin cualitativa fundado en la Epistemologa del Sujeto

    Conocido.

    Introduccin

    El propsito de esta exposicin es tratar de dar cuenta de la necesidad de reconsiderar

    los fundamentos epistemolgicos de la investigacin cualitativa.

    La que denominamos ciencia, al igual que otras formas de conocer, es una construccin

    social y depende tanto de las creencias y valores de los cientficos como de su apego

    estricto a mtodos y medidas abstractos. El mundo objetivo de la ciencia no

    constituye ms que una interpretacin del mundo, resultado de la experiencia inmediata

    (Angen, 2000:386) que no es sino subjetiva (Lerum, 2001:480). La apelacin a esa

    objetividad en las ciencias sociales, a la neutralidad valorativa, ha oscurecido, la ms

    de las veces, la capacidad de stas para operar como instrumento de dominacin (Fine,

    1994:73; Crozier, 2003:87).

    La presencia de un sistema bsico de presupuestos ontolgicos, epistemolgicos,

    axiolgicos y metodolgicos con los que los investigadores abordan sus estudios est

    ampliamente aceptada (Guba y Lincoln, 1994:105; Creswell, 1998:74-77; Patton,

    2002:266). Estos presupuestos acompaan a los estudiosos a lo largo de todo el proceso de

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    investigacin y en la representacin textual de los resultados, y deben hacerse explcitos

    para posibilitar la evaluacin de la calidad de la investigacin.

    La preguntas que subyacen en toda esta exposicin son las siguientes: es posible acceder

    a la identidad de los sujetos que participan en la investigacin cualitativa sin la propuesta

    de una ruptura ontolgica?, no se vinculan, acaso, las llamadas crisis de legitimidad y

    representacin de la investigacin cualitativa con el resabio de una ontologa realista en la

    construccin del otro en los textos cientficos?, cmo resuelve el investigador

    cualitativo la tensin entre la supuesta objetividad que exige el llamado conocimiento

    cientfico y su propia subjetividad y la de los actores participantes?

    Si en algn momento consider (Vasilachis de Gialdino, 1992a) que la mayor parte de

    los interrogantes que se plantean cotidianamente en las ciencias sociales tienen distintas

    soluciones segn el o los paradigmas que presuponga quien intente responder a ellos, en

    el momento actual estimo que los cuestionamientos que acabo de introducir tienen una

    diferente respuesta segn se acepte o no a la Epistemologa del Sujeto Conocido que

    propongo y que, como otra forma de conocer, no excluye sino que se complementa con

    la Epistemologa del Sujeto Cognoscente en la que ubico a los citados paradigmas.

    En esta senda, que invito a recorrer, las respuestas son escasas y las preguntas

    abundantes, y la mayora de stas son el resultado de las dudas, de las incertidumbres y

    de los quebrantos que durante el proceso de investigacin me produca la presencia del

    rostro de ese otro que, frente a m, haca cada vez ms evidentes los lmites de las

    formas de conocer con las que intentaba conocerlo.

    1. El camino de la reflexin epistemolgica

    La epistemologa se interroga acerca de cmo la realidad puede ser conocida, acerca de la

    relacin entre quien conoce y aquello que es conocido, acerca de las caractersticas, de los

    fundamentos, de los presupuestos que orientan el proceso de conocimiento y la obtencin

    de los resultados, acerca de la posibilidad de que ese proceso pueda ser compartido y

    reiterado por otros a fin de evaluar la calidad de la investigacin y la confiabilidad de esos

    resultados.

    A diferencia de la epistemologa, la reflexin epistemolgica no aspira al universalismo,

    no es una disciplina ni normativa (Schmidt, 2001:136; Miller y Fredericks, 2002 :983) ni

    acabada, sino que constituye una actividad persistente, creadora, que se renueva una y otra

    vez, en la que las preguntas muerden vidamente, resquebrajan la cscara de un fruto que

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    no siempre est maduro y cuyo dulzor, las ms de las veces, se hace esperar y no siempre

    se alcanza.

    Lejos de buscar reglas comunes a los distintos procesos de conocimiento, la reflexin

    epistemolgica intenta dar cuenta de las dificultades con las que el que conoce se enfrenta

    cuando las caractersticas de aquello que intenta conocer son inditas o, cuando an no

    sindolo, no pueden ser, en todo o en parte, registradas, observadas, comprendidas con las

    teoras y/o conceptos existentes y con las estrategias metodolgicas disponibles.

    Las ciencias sociales requieren, pues, encarar su particular reflexin epistemolgica a

    partir de los desarrollos tericos y de la prctica de la investigacin emprica propios de

    esas ciencias. Esa reflexin, est presente en la actividad cotidiana del cientfico cuando in-

    tenta resolver problemas originados en su investigacin, aunque la lleve a cabo sin darle

    este nombre.

    La reflexin epistemolgica esta profundamente ligada a la elucidacin de los paradigmas

    vigentes en la produccin de cada disciplina. Defino a estos paradigmas como los marcos

    terico-metodolgicos utilizados por el investigador para interpretar los fenmenos so-

    ciales en el contexto de una determinada sociedad (Vasilachis de Gialdino, 1992a).

    As como la nocin de paradigma, elaborada como consecuencia de la observacin de la

    forma de desarrollo de un determinado mbito del conocimiento (Kuhn, 1971), no puede

    aplicarse a otros mbitos, tampoco las respuestas a los interrogantes producto de la refle-

    xin epistemolgica efectuada en el contexto de una ciencia pueden configurar un saber a

    priori a partir del cual se encara la actividad de investigacin cientfica en las restantes

    ciencias. Esos interrogantes surgen del acervo de conocimiento de cada disciplina en rela-

    cin con la prctica cotidiana de investigacin.

    Entiendo, por tanto, que no es posible plantearse una nica y sola epistemologa para todas

    las disciplinas cientficas ni, an, para una misma y determinada disciplina. La reflexin

    epistemolgica es la que nos permite elucidar los distintos paradigmas que dan diferentes

    respuestas a los interrogantes que se plantea la epistemologa.

    Como resultado de la reflexin epistemolgica realizada respecto de las ciencias sociales,

    en general, y de la sociologa, en particular, concluyo en que en esas ciencias sociales coe-

    xisten en la actualidad tres paradigmas, dos de ellos consolidados: el materialista-histrico

    y el positivista y un tercero - el interpretativo - en vas de una consolidacin que cada vez

    se hace ms indudable. Esos paradigmas, surgidos de perspectivas tericas afianzadas,

    tienen dismiles presupuestos ontolgicos, epistemolgicos y, por tanto, metodolgicos; deall que el avance y la reflexin producidos al interior de uno de ellos no puedan serles

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    aplicados, sin ms, a los restantes. Asimismo, esos paradigmas estn, con frecuencia, en la

    base de los modelos interpretativos utilizados por los hablantes para dar cuenta de la rea-

    lidad social.

    El desenvolvimiento de las ciencias sociales no es, entonces, progresivo en el sentido del

    reemplazo de unas por otras teoras (Khun, 1978:26). La acumulacin, reformulacin,

    superacin, actualizacin de ellas se produce al interior de cada paradigma y el

    surgimiento de stos esta asociado a la presencia de acontecimientos sociales relevantes tal

    como ha sido la revolucin industrial a la cual, al unsono, intentan explicar, describir,

    cuando no prescribir su posible futuro, los dos paradigmas consolidados con ms energa

    hasta el presente en las mencionadas ciencias, esto es, el positivista y el materialista-

    histrico.

    La coexistencia de paradigmas no constituye, por ello, una excepcin sino la regla en la

    ciencias sociales y, en nuestros das, ya no genera significativas controversias (Vasilachis

    de Gialdino, 1987; 1992a; Guba y Lincoln, 1994; Tashakkori y Teddlie, 1998). Esos

    distintos paradigmas, reconstruidos, por lo general, retrospectivamente (Atkinson,

    1995:119), definen de manera diversa lo que entienden por conocimiento y por produccin

    de conocimiento (Kincheloe, 2005:340). La aceptacin de tal copresencia surge unida a la

    necesidad del empleo de distintos mtodos, engarzados en esos diversos paradigmas, ms

    para captar la compleja y mltiple naturaleza de la realidad que para garantizar la validez

    de los resultados obtenidos (Moran-Ellis et al, 2006:48-49) o, en otros trminos, ms para

    profundizar el anlisis que para buscar la objetividad (Fielding y Schreier, 2001).

    Esos tres paradigmas a los que he aludido, y que coexisten en las ciencias sociales, forman

    parte de la que denomino Epistemologa del Sujeto Cognoscente. Esta epistemologa esta

    centrada en el sujeto que conoce ubicado espacial y temporalmente, en sus fundamentos

    terico-epistemolgicos y en su instrumental metodolgico. Tal sujeto provisto con esos

    recursos cognitivos aborda a quien est siento conocido y a la situacin en la que ste se

    halla. Ese sujeto conocido podr ser aprehendido presuponiendo o no que sus caractersti-

    cas son asimilables a las de un elemento exterior, objetivo y objetivable, segn que la pers-

    pectiva del que lo conoce se aproxime o se aleje del paradigma positivista. Entonces,

    cuanto ms cercana al paradigma interpretativo est la orientacin del sujeto cognoscente

    ms reducida ser la distancia supuesta entre l y ese otro sujeto que esta siendo conocido.

    No obstante, esta distancia, entre quien conoce y quien es conocido, haciendo del primero

    un observador imparcial y del segundo un pasivo receptor de su mirada (Savage,

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    2000:328) subsiste, con frecuencia, aun en quienes realizando investigacin cualitativa no

    se desprenden de la ontologa y de la epistemologa propias del empirismo.

    En virtud de que, como propuse en trabajos anteriores (Vasilachis de Gialdino,

    1992a:57), los mtodos cualitativos presuponen y realizan los postulados del paradigma

    interpretativo sealar sus cuatro supuestos bsicos, es decir: a) la resistencia a la "na-

    turalizacin" del mundo social; b) la relevancia del concepto de mundo de la vida; c) el

    paso de la observacin a la comprensin y del punto de vista externo al punto de vista

    interno; y d) la doble hermenutica, que apunta al proceso por el cual los conceptos de

    segundo grado creados por los investigadores para reinterpretar una situacin que ya es

    significativa para los participantes son, a su vez, utilizados por las personas para

    interpretar su situacin convirtindose, en virtud de esa apropiacin, en nociones de pri-

    mer orden.

    Esos supuestos del paradigma interpretativo se vinculan, especficamente, con la conside-

    racin el lenguaje como un recurso y como una creacin, como una forma de reproduccin

    y de produccin del mundo social (Vasilachis de Gialdino, 1992b:153).

    2. La Epistemologa del Sujeto Conocido

    La Epistemologa del Sujeto Conocido no tiene su origen en la especulacin pura. Por el

    contrario, surge como consecuencia del intento de abordar, mediante los aportes terico-

    metodolgicos de los citados tres paradigmas, y aceptando su coexistencia, el estudio de la

    pobreza extrema en la ciudad de Buenos Aires centrndome en las personas que definen su

    domicilio como "en la calle". El grupo de comparacin estuvo conformado por las familias

    que viven en hoteles, casas recuperadas, habitaciones prestadas y compartidas, entre otros,

    o que por el carcter precario de las formas de acceso a la vivienda que ocupan o de las

    reales posibilidades de conservarla, estn en riesgo de perderla y quedar tambin sin techo,

    en la calle.

    Una de las condiciones del conocimiento cientfico para la Epistemologa del Sujeto Co-

    nocido es que los sujetos no sean considerados como objetos sino como sujetos, pero su-

    jetos con una realidad ontolgica distinta de la presupuesta en la epistemologa anterior,

    esto es, la del sujeto cognoscente. La resistencia del investigador a considerar como

    objetos a los sujetos que participan del proceso de conocimiento se funda, para la

    Epistemologa del Sujeto Conocido, no en el hecho de postular una otra concepcin acerca

    de la naturaleza ontolgica de la realidad social sino en la circunstancia de plantearcaractersticas ontolgicas distintas respecto de la identidad del ser humano.

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    Esta identidad posee dos componentes: el esencial y el existencial. Mientras el primero

    constituye el elemento comn que identifica a los hombres/mujeres como hombres/muje-

    res y los iguala a los otros hombres/mujeres, el segundo constituye el aspecto diferencial

    que distingue a cada hombre/mujer de los otros hombres/mujeres y lo/a hace nico/a frente

    a todos ellos. As, por ejemplo, en un contexto determinado, la identidad social, la poltica,

    la laboral seran expresiones del componente existencial de la identidad.

    La Epistemologa del Sujeto Conocido que propongo no se presenta como un producto

    acabado ni intenta sustituir a la Epistemologa del Sujeto Cognoscente. Por el contrario, la

    Epistemologa del Sujeto Conocido viene a hablar all donde la Epistemologa del Sujeto

    Cognoscente calla, mutila o limita, e intenta que la voz del sujeto conocido no desaparezca

    detrs de la del sujeto cognoscente, o sea tergiversada como consecuencia de la necesidad

    de traducirla de acuerdo con los cdigos de las formas de conocer socialmente legitimadas.

    Propongo a la que llamo Metaepistemologa porque ambas epistemologas, la del Sujeto

    Cognoscente y la del Sujeto Conocido, se complementan sin excluirse. Esta

    Metaepistemologa: a) contiene a ambas epistemologas y tiende a evitar el rechazo de

    formas de conocer distintas a las admitidas actualmente en el campo de la ciencia y, por

    tanto, b) propone recuperar, a la vez, 1. las exigencias que para la Epistemologa del Sujeto

    Cognoscente debe tener el conocimiento cientfico en cuanto a su intersubjetividad y 2. la

    posibilidad de que el sujeto conocido sea, al mismo tiempo, una parte activa en la cons-

    truccin cooperativa del conocimiento y una presencia no oscurecida ni negada, sino

    integralmente respetada en la transmisin de ste.

    Esa construccin cooperativa es posible porque se extiende el principio de la igualdad

    esencial al proceso de conocimiento y se lo postula respecto de los sujetos de la

    interaccin cognitiva, es decir, de la que tiene lugar entre quien conoce y quien es

    conocido. En esa interaccin, dos - o ms - personas con igual capacidad esencial de

    conocer se comunican y, mediante esa comunicacin, amplan y profundizan, conjunta-

    mente, su conocimiento acerca del otro, acerca de la capacidad y de las formas de conocer,

    acerca del proceso de conocimiento y acerca de s mismos en lo que ambos sujetos tienen

    de idntico. En tal interaccin, sujetos esencialmente iguales realizan aportes diferentes, y

    esos aportes son el resultado del empleo de diferentes formas de conocer, una de las cuales

    es la propia del conocimiento cientfico (Vasilachis de Gialdino, 2003:30).

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    3. Las caractersticas de la investigacin cualitativa

    La investigacin cualitativa abarca distintas orientaciones y enfoques, diversas tradiciones

    intelectuales y disciplinarias que se fundan, muchas veces, en diferentes presupuestos

    filosficos y que despliegan renovadas estrategias tanto de recoleccin como de anlisis de

    los datos. Esta multiplicidad de concepciones acerca de aquello que se conoce, de lo que se

    puede conocer, de cmo se conoce y la forma en la que se han de transmitir los resultados

    obtenidos, habla de la necesidad de sealar que no hay una sola forma legtima de hacer

    investigacin cualitativa. Sin embargo, es importante poner de resalto que, a pesar de

    dichas diferencias, se observan un conjunto de marcadas similitudes cuando lo que se

    intenta es disear los rasgos de la investigacin cualitativa. Esas semejanzas giran, como

    apuntar, en torno de dos conjuntos de caractersticas relevantes que ser menester

    especificar para retomar la senda de la reflexin epistemolgica.

    Una sistematizacin de los cada vez ms nutridos aportes que han intentado definir y, a la

    vez, caracterizar a la investigacin cualitativa, permite agrupar esas caractersticas segn

    refieran a: quin y qu se estudia (3.1); las particularidades del mtodo (3.2); y la meta de

    la investigacin (3.3.) .

    3.1. Las caractersticas que se refieren a quin y qu se estudia:.

    La investigacin cualitativa se interesa, en especial, por la manera en la que el mundo es

    comprendido, experimentado, producido (Mason , 1996:4), por la vida de las personas, por

    sus comportamientos, por sus interacciones (Strauss y Corbin, 1990:17). Por la dinmica

    de los procesos, del cambio y del contexto social (Mason, 2006:16, Maxwell, 2004a: 36).

    Por la perspectiva de los participantes sobre sus propios mundos (Marshall y Rossman

    (1999:7; Creswell,1998:15) tratando de ver esos mundos a travs de tales perspectivas

    (Savage, 2000:330). Por los sentidos, por los significados (Miles y Huberman, 1994:10;

    Maxwell, 1996:17; Silverman, 2000, 2005), por las narrativas personales, por las historias

    de vida (Atkinson, 2005), por los relatos, por las experiencias internas, vitales (Whittemore

    et al, 2001:524, Morse, 2005:859). Por el lenguaje de los actores, por sus prcticas

    (Silverman, 2000:89),por sus diferentes conocimientos, por sus distintos puntos de vista

    (Flick, 1998:6). Por aquello que las personas piensan y por lo que ese pensamiento

    significa e implica (Morse, 2002:875).

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    3.2. Las caractersticas que aluden a las particularidades del mtodo:

    La investigacin cualitativa es interpretativa (Denzin y Lincoln, 1994:2, Mason, 1996:4;

    Creswell,1998:15; Marshall y Rossman, 1999:2), hermenutica, inductiva (Maxwell, 2004:

    36), multimetdica, reflexiva, profunda, rigurosa y rechaza el modelo de investigacin de

    las ciencias naturales (Silverman, 2000:8). Emplea mtodos de anlisis y de explicacin

    flexibles y sensibles a las particularidades de las personas estudiadas y al contexto social

    en el que los datos son producidos (Mason, 1996:4; Gobo; 2005). Es relacional, se

    sustenta, fundamentalmente, en la comunicacin (Vasilachis de Gialdino, 2006). Se centra

    en la prctica real, situada, y se basa en un proceso de investigacin interactivo en el que

    intervienen el investigador y los participantes (Flick, 1998:6; Marshall y Rossman,

    1999:7).

    3.2. Las caractersticas que se vinculan con la meta, con la finalidad de la investi-

    gacin.

    La investigacin cualitativa busca descubrir lo nuevo y desarrollar teoras fundamenta-

    das empricamente (Flick, 1998:7), y es su relacin con la teora, con su creacin, con su

    ampliacin, con su modificacin, con su superacin lo que distingue a la investigacin

    cualitativa. Intenta comprender, hacer al caso individual significativo en el contexto de

    la teora, provee nuevas perspectivas sobre lo que se conoce, describe, comprende,

    elucida, construye, descubre (Morse, 2004:739; Gobo, 2005). Desarrollaexplicaciones

    causales vlidas analizando cmo determinados sucesos influencian a otros, compren-

    diendo los procesos causales de forma local, contextual, situada (Maxwell, 2004b:260).

    Una observacin profunda de las caractersticas expuestas permite establecer cules son los

    dos grupos ms relevantes de tales caractersticas. Esos dos grupos identifican a la

    investigacin cualitativa en aquello que constituye su objeto, el que determina las

    particularidades de su mtodo:

    a) las caractersticas que refieren a las personas, es decir, por un lado, al actor/a

    participante a quien se dirige la investigacin conjuntamente con sus acciones, obras,

    expresiones, interpretaciones, significaciones, producciones y, por el otro, al investigador

    que lleva a cabo la recoleccin e interpretacin de los datos y la redaccin del informe

    final y con el que, por lo general, interactan los/as actores/as participantes y

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    b) las caractersticas que refieren a los contextos, las situaciones sociales que son

    observadas y en las que tienen lugar las relaciones entre los actores y entre stos y el

    investigador.

    Si la investigacin cualitativa se realizara, por ejemplo, respecto de documentos, sobre

    corpus textuales especficos o imgenes, son los rasgos de las personas y de sus acciones y

    producciones y de las situaciones en las que despliegan o desplegaron su existencia las que

    se examinan respondiendo a la pregunta de investigacin para, a partir de esos rasgos,

    proseguir el anlisis.

    Estos dos grupos de caractersticas relevantes que giran en torno de las personas y de los

    contextos son los que me han llevado a afirmar que los mtodos cualitativos suponen y

    realizan los presupuestos del paradigma interpretativo, y que el fundamento de ste radica

    en la necesidad de comprender el sentido de la accin social en el contexto del mundo de la

    vida y desde la perspectiva de los participantes (Vasilachis de Gialdino, 1992a:43).

    Tambin para Knolauch, Flick y Maeder (2005) los mtodos cualitativos pueden caracte-

    rizarse por su alineamiento con el paradigma interpretativo. Este paradigma esta basado en

    teoras como el interaccionalismo simblico, la fenomenologa, la hermenutica, la

    etnometodologa, las que sealan la importancia de estudiar la accin y el mundo social

    desde el punto de vista de los actores. En nuestros das, aseveran, la investigacin cuali-

    tativa se apoya y depende de una concepcin orientada hacia el significado, el contexto, la

    interpretacin, la comprensin y la reflexividad. Y concluyen en que es su enraizamiento

    en el paradigma interpretativo, no positivista, lo que otorga unidad a los mtodos

    cualitativos.

    A fin de proseguir con la reflexin epistemolgica que he venido desarrollando hasta aqu

    es menester recordar que los dos grupos de caractersticas de la investigacin cualitativa

    que he considerado como los ms relevantes no pertenecen al mismo nivel.

    Es en el actor, en sus sentidos, en sus perspectivas, en sus significados. Es en sus acciones,

    en sus producciones, en sus obras, en sus realizaciones que se centra la investigacin

    cualitativa. La persona es, pues, el ncleo vital de este tipo de indagacin y son las que

    refieren a las personas las que se constituyen en las caractersticas primarias,

    fundamentales de la investigacin cualitativa.

    De otra parte, son las caractersticas que refieren al contexto, a la situacin en la que se

    crean los sentidos, en la que se elaboran las perspectivas, en la que se construyen los

    significados las que conforman las caractersticas secundarias de la investigacincualitativa porque es la persona la que interesa, pero la persona situada. El actor y su

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    situacin difcilmente puedan escindirse en los estudios emprendidos por las ciencias

    sociales, pero es necesario establecer, en este punto, la distinta condicin ontolgica de

    ambos.

    Los diferentes paradigmas, a los que ubiqu en la Epistemologa del Sujeto Conocido,

    tienen diversos presupuestos ontolgicos, esto es, determinan una particular naturaleza de

    aquello que ha de ser conocido y, por tanto, proponen diferentes mtodos para conocer y

    dismiles criterios de validez para evaluar la calidad de la investigacin. En trminos de

    Patton (2002:266), es importante reconocer que diferentes supuestos filosficos y

    orientaciones tericas influyen de diverso modo sobre la investigacin cualitativa y que,

    por tanto, han de generar distintos criterios para juzgar la calidad y la credibilidad de esa

    investigacin.

    Aquello que ha de ser conocido es, de modo tal, para la investigacin cualitativa,

    primariamente, la persona, de all que la Epistemologa del Sujeto Conocido que postulo

    intente producir una ruptura ontolgica en lo que se refiere a la identidad de los seres

    humanos.

    La pregunta que cabra plantearse es la siguiente: por qu una ruptura ontolgica? Una

    ruptura porque la forma de conocer que propone la Epistemologa del Sujeto Conocido

    tiene como centro a la identidad pero a una identidad que es, a la vez, esencial y

    existencial, igual y distinta, por eso el quiebre con anteriores propuestas ontolgicas

    respecto de ella, en especial, de las que reposan en la Epistemologa del Sujeto

    Cognoscente. Y ontolgica porque esa ruptura ya no apunta al qu sino al quin se conoce,

    a su idiosincrasia, a sus rasgos, a sus capacidades, a sus atributos, y la pregunta acerca del

    quin es, aqu, anterior a la pregunta del cmo se conoce. Considero, pues, como Guba y

    Lincoln (1994:105), que las cuestiones de mtodo son secundarias a las de los paradigmas,

    pero entiendo que los presupuestos ontolgicos relativos a la identidad son anteriores y,

    por ende, determinan a los aspectos epistemolgicos y metodolgicos.

    4. Identidad e investigacin cualitativa

    Dado que es la persona el ncleo vital de la investigacin cualitativa y dado que el qu se

    transforma en quin, es menester sealar, una vez ms, que ese quin, para la

    Epistemologa del Sujeto Conocido, es esencialmente igual aunque existencialmente

    distinto del investigador porque el principio bsico de la igualdad esencial es el

    fundamento de esa epistemologa. Ese principio es tan bsico para la Epistemologa delSujeto Conocido como, por ejemplo, lo es el carcter real de las principales premisas

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    (Marx y Engels, 1970:19) para el materialismo-histrico o el supuesto de la extensin

    universal del dogma fundamental de la invariabilidad de las leyes naturales (Comte,

    1965:60) para el positivismo.

    Con la Epistemologa del Sujeto Conocido vengo, pues, a proponer renovados

    fundamentos epistemolgicos para la investigacin cualitativa porque el planteo

    ontolgico de tal epistemologa reposa en una otra concepcin de la identidad que alcanza

    a los dos o ms sujetos de la interaccin cognitiva.

    Cambiado, de esta suerte, el centro de la atencin, el debate ya no apunta a la realidad

    social, a su naturaleza, a sus caractersticas, a los condicionamientos a los que esta

    sometida y/o somete, a las leyes que la regulan o de acuerdo con las que se desarrolla o

    evoluciona, a la forma en la que se construye, a los supuestos acerca de cmo puede ser

    conocida vlidamente o acerca de cmo dar cuenta de las mltiples construcciones que se

    producen respecto de esa realidad. A esas cuestiones dan respuestas diversas los

    paradigmas a los que alud al tratar sobre la reflexin epistemolgica y sobre sus objetivos.

    Podra decirse, tambin, que es el paradigma interpretativo el que responde

    adecuadamente, en especial, a los requerimientos de las caractersticas secundarias de la

    investigacin cualitativa, es decir, de las que giran en torno del estudio de los contextos y

    de las situaciones sociales excluyendo, para tal fin, el modelo de las ciencias naturales,

    dando cuenta del carcter construido de los significados, de las normas, de las

    orientaciones, de la produccin y reproduccin del mundo social por va de las prcticas

    sociales entre las que se encuentra el lenguaje.

    El paradigma interpretativo es, pues, el fundamento de la investigacin cualitativa al

    interior de la Epistemologa del Sujeto Cognoscente. En consonancia con esa

    epistemologa la aproximacin al sujeto conocido esta mediada, por lo general, por el velo

    que tejen las representaciones tericas sobre ese otro en las distintas disciplinas y en

    vinculacin con las corrientes paradigmticas vigentes, y las ms de las veces coexistentes,

    en los diversos contextos y momentos en los que opera la produccin de conocimiento.

    Es de la persona y de su identidad que se ocupa la Epistemologa del Sujeto Conocido

    suponiendo, como sostuve al hablar sobre la Metaepistemologa, la presencia de una

    relacin de complementariedad con la Epistemologa del Sujeto Cognoscente. De este

    modo, mientras los estudios basados en esta ltima epistemologa, es decir, en los distintos

    paradigmas que operan en las ciencias sociales se interesaban en fijar las diferencias entre

    individuos y grupos clasificndolos, ordenndolos segn esas diferencias concurrentes, laEpistemologa del Sujeto Conocido entiende que esas diferencias hacen slo y

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    exclusivamente al aspecto existencial de la identidad y en su sealamiento deben,

    necesariamente, ir acompaadas de la indicacin del aspecto esencial compartido de esa

    identidad.

    La aceptacin del principio de igualdad esencial es una condicin necesaria para que tenga

    lugar la interaccin cognitiva en el proceso de investigacin y sin sta no puede darse la

    construccin cooperativa del conocimiento.

    5. La interaccin cognitiva

    Para la Epistemologa del Sujeto Conocido la relacin entre este sujeto y quien lo esta

    conociendo es una relacin igualitaria. Esta afirmacin constituye un desafo para las

    formas tradicionales de conocer porque, para ellas, el que conoce lo hace en tanto aplique

    las reglas, las nociones, las estrategias del denominado conocimiento cientfico las

    cuales, por lo general, no son compartidas por su interlocutor y, por tanto, no pueden ser

    cuestionadas y/o revisadas por l y, lo que es peor, le impiden, habitualmente,

    manifestarse, desplegar su identidad, en especial, cuando aquello que l cree ser no

    coincide con aquello que quien esta conociendo espera encontrar de acuerdo con sus

    recursos cognitivos previos. Si esto es as cmo podr el/la actor/a participante impedir

    que su identidad sea negada, tergiversada, ignorada?

    De acuerdo con Potter (1996:217-218), las ideas y la terminologa de las ciencias sociales

    proveen de una amplia gama de recursos para construir versiones del mundo pero esas

    versiones no tienen un objetivo de representacin abstracto sino que estn ligadas a ese

    mundo, lo evalan y apoyan algunos cambios y desatienden otros. De tal manera, el

    discurso fctico de tales ciencias es de carcter performativo y se encuentra, por donde

    quiera, comprometido con interpretaciones que relacionan la evaluacin y la accin. El

    peligro de esas versiones tcnicas es que, sin advertirlo, pueden reforzar y sostener las

    visiones del mundo de unos actores y oscurecer la de otros. Para este autor, los

    investigadores sociales tienen que, por un lado, considerar las consecuencias que puede

    acarrear su bagaje terico que da por ciertas determinadas categoras sociales descriptivas

    y, por el otro, tomar en cuenta la compleja relacin entre esas categoras y los tipos de

    prcticas cotidianas de construccin, evaluacin y resultado que tienen lugar en las

    distintas situaciones.

    As, desde la perspectiva de la Epistemologa del Sujeto Conocido cabra formularse, entre

    otras, la pregunta que sigue: de quines hablan, a quines refieren categoras, conceptostales como los de trabajador, o de desempleado, o de excluido, o de pobre? Esas

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    categoras que dicen de muchos en general y de ninguno en particular, estn, no obstante,

    presentes en el momento del planteo de una pregunta de investigacin, en el de la

    interaccin con esos otros, en el de la interpretacin de su accin, en el de la repre-

    sentacin textual de su identidad, en el de la exposicin de los resultados. Es menester

    interrogarse, pues, acerca de cunto influyen en la identidad de esos actores, en su

    capacidad de accin y de decisin, los estereotipos que se construyen de ellos para

    proseguir con las consignas del conocimiento cientfico que induce a agrupar por las

    similitudes en las diferencias y categorizar, jerarquizar, despus, evaluando esas diferen-

    cias de acuerdo a un orden que, ms tarde, se reproduce en la interaccin cotidiana.

    Una seria reflexin acerca de estos aspectos nos permitir evitar una tergiversacin

    ontolgica a nivel de la identidad de los actores participantes en la investigacin. Entonces,

    el que realiza una indagacin en la que algn otro participa habr de interpelarse sobre a

    quin quiere conocer, sobre lo que cree saber acerca de ese otro, sobre el origen - entre

    otros, meditico, acadmico, experiencial - de ese conocimiento y, muy especialmente,

    sobre el lugar, el valor, la calificacin que habr de dar al conocimiento del que ese otro

    lo provee.

    Dada la relacin igualitaria entre quien conoce y quien es conocido, las nuevas formas de

    conocer que propone la Epistemologa del Sujeto Conocido no son las propias del sujeto

    cognoscente, sino las de ambos sujetos de la interaccin cognitiva. Porque el comn

    componente de la identidad determina que esos dos sujetos tengan igual capacidad para

    conocer y es el conocimiento que proviene de esa capacidad compartida el que adquiere

    relevancia. Habr conocimientos especficos, tcnicos, particulares de los que muchos

    carecen pero hay, adems, conocimientos que residen en todos por igual como, por

    ejemplo, el que permite a una persona saberse igual en identidad esencial a otras personas

    y, por tanto, en dignidad, o aqullos en los que se funda su resistencia a que su identidad

    sea tergiversada. Si as no fuera difcilmente podra reconocerse la injusticia resultado del

    menoscabo de sea igualdad.

    Lo que ana al sujeto cognoscente y al sujeto conocido en la interaccin cognitiva, aquello

    en lo que son idnticos, es lo que hace posible la comunicacin. En ella, se es uno con

    quien se establece el dilogo sin dejar de ser existencialmente distinto de l. En ella, opera

    el encuentro de uno y el mismo componente de la identidad en ambos sujetos. En ella,

    aquello en lo que las personas difieren deja el lugar de privilegio a aquello en lo que se

    identifican.

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    Es el contacto con los otros, el compartir su tiempo, sus situaciones, sus relaciones,

    sus esperanzas, sus logros, sus desdichas el que nos hace modificar nuestras formas de

    conocer. Pero sobre todo, aquello que las transforma es la escucha atenta en la certeza

    de que las que nos transmiten como sus verdades no lo son menos que las nuestras. Slo

    la impronta de la humildad en el dilogo que esta atento a las afinidades y a las

    similitudes tanto como a la alteridad y a las diferencias (Saukko, 2002:254), posibilita

    descubrir la identidad de las actores participantes, y cuanto ms crea el investigador

    saberlo todo acerca de ellos menos esa identidad podr ser revelada Si los considera dis-

    tintos, desaventajados en su capacidad y en sus formas de conocer, no podr hallar

    aquello en lo que l es idntico a cada quien con el que se enfrenta y en esa identidad,

    en esa mismisidad, encontrarse consigo mismo.

    Las nuevas formas de conocer suponen, entonces, conocer por aquello que es lo comn en

    la identidad, por la identidad compartida, por su componente esencial. Por eso, como

    expres, lo ontolgico es antes que lo epistemolgico y lo metodolgico. Por eso, es

    menester enfrentarse a la cuestin acerca de a quien se conoce antes que a la de cmo se

    conoce. Por eso, es necesario interpelarse acerca de qu identidad se presupone del sujeto

    que se esta conociendo, con qu conceptos se arriba a l y a qu teoras ubicadas en qu

    paradigmas pertenecen esos conceptos. No es que se han de plantear, simplemente, los

    lmites de las teoras, lo que ha de plantearse es lo ilimitado del ser que se manifiesta en la

    comunicacin.

    De all, el requisito de evitar las interferencias tericas que pueden obstaculizar la

    espontnea, la fresca comprensin (LeVasseur, 2003:418). De all, la apertura del que

    escucha, del que recibe. De all, la necesidad del reconocimiento de sus propios sesgos, de

    sus propias carencias, pero, a su vez, de ese elemento compartido que les permite a ambos

    comprenderse. Comprensin que es relacional, que es existencial (Schwandt, 1999:

    457) pero que, sobre todo, es interna, del uno al otro y del otro al uno en lo que tienen de

    igual y que se da en una comunicacin en la que las voces previamente escuchadas, los

    relatos, las versiones, las mltiples representaciones acerca de ese otro que esta siendo

    conocido tienen que ser acalladas para que sea su voz el primordial sonido.

    La mayor parte de las teoras presuponen diferencias entre individuos y grupos y al

    consistir en formas de ver y de pensar (Turnbull, 2002:318) orientan la atencin, organizan

    la experiencia y la categorizan, la conceptualizan, la sistematizan. Conocer a travs de

    teoras puede, de esta suerte, poner en riesgo la comunicacin, la relacin igualitaria,porque ninguna jerarqua, rango, orden, privilegio, subordinacin dada por cierta en esas

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    teoras o fuera de ellas tiene que mediar en el vnculo entre quien conoce y quien es

    conocido.

    6. La construccin cooperativa del conocimiento

    La investigacin cualitativa se nutre de la informacin, de diversa ndole, provista por las

    personas que participan en la indagacin. El recurso al conocimiento de otros y la

    validez de los datos obtenidos por ese medio esta fuera de discusin en las ciencias

    sociales ya sea que esos datos hayan sido obtenidos, por ejemplo, mediante encuestas o

    entrevistas. Esta situacin habla de un rasgo del proceso de conocimiento que la

    Epistemologa del Sujeto Conocido pone de resalto, estos es, el de la construccin

    cooperativa de ese conocimiento. Esta construccin es posible porque, una vez reconocida

    la igual capacidad de conocer - derivada del principio de igualdad esencial - de ambos

    sujetos de la interaccin cognitiva, se acepta que aunque los distintos sujetos de esa

    interaccin conozcan de distinta manera, con dismiles formas de conocer, producen un

    conocimiento por igual legtimo. Ese conocimiento con el que esos sujetos conocen y con

    el que se conocen en lo que tienen de igual no queda acotado al aspecto existencial de la

    identidad, ni a las obras, relaciones, expresiones, producciones de los seres humanos.

    Basado en lo que las personas tienen en comn, es decir, en la identidad esencial, ese

    conocimiento es el que habilita, el que hace posible a la comunicacin humana, y si esto es

    as es porque expresa e interpreta, a la vez, a los dos componentes de la identidad.

    Las formas de conocer centradas en el sujeto que conoce han dado prioridad a las

    caractersticas existenciales de la identidad privilegiando lo fctico, lo observable, aquello

    de lo que dan cuenta los sentidos y de cuya validez se puede dar evidencia. Sin embargo

    qu sentido tendra recurrir a las personas para interrogarlas, para inquirir acerca de

    aquello a lo que se puede acceder, simplemente, por medio de la observacin? De lo que

    trata, pues, la Epistemologa del Sujeto Conocido es de reconocer los lmites de esas

    tradicionales formas de conocer y mostrar la necesidad de la apertura del investigador a la

    plenitud de lo que puede ser percibido de otro modo, siendo la comunicacin entre los

    sujetos de la interaccin cognitiva un medio hbil para la expresin de los componentes

    esencial y existencial de la identidad, o lo que es lo mismo, para mostrar, a la vez, aquello

    en lo que una persona es igual a todas las dems, es decir, su humanidad compartida

    (Angen, 2000:388) y aquello en lo que es nica, distinta a todas.

    Si en tal comunicacin el investigador no presupone la dimensin esencial de la identidad,tal como sucede en las formas tradicionales de conocer, lo ms probable es que construya

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    al ser humano con el que interacta a la medida de los objetos y que, aunque lo interrogue

    acerca de aquello a lo que la observacin no alcanza, registre las diferencias ms que lo

    comn que lo identifica con l, ya que la diferencia es, por lo general, lo primero que se ha

    habituado a percibir al aproximarse a los otros.

    Sin la aceptacin de tal componente comn no ser posible ni la interaccin cognitiva ni la

    construccin cooperativa del conocimiento y difcilmente se podr comprender, inter alia,

    lo que esperan, lo que buscan, lo que piden, lo que exigen, lo que admiten, lo que con-

    sienten, lo que cuestionan, lo que rechazan, lo que proponen esos otros. Sencillamente

    porque, como es lo corriente, sus acciones se han intentado interpretar no a travs de la

    comn dignidad que une a ambos sujetos de la interaccin cognitiva sino a travs de la

    supuesta diferencia que los separa.

    Cuando esas diferencias no se toleran y se construyen como significativas all donde

    debera haberse sealado la igualdad esencial, esto es, cuando esas diferencias se esenciali-

    zan, el conocimiento cientfico viene a contribuir con el fortalecimiento de los procesos

    discriminatorios. Tales los casos, por ejemplo, en los que se asocia a la pobreza con el

    delito o al desempleo con la falta de capacitacin adecuada a los requerimientos del mer-

    cado, reproduciendo el modelo determinista de las ciencias naturales y, por ende, dando

    por ciertas relaciones de causa y efecto prescritas por leyes generales que posibilitan la

    prediccin y el control de los fenmenos.

    La separacin y la supuesta diferencia han caracterizado a la interaccin entre quien

    conoce y quien es conocido en la Epistemologa del Sujeto Cognoscente. Esa separacin y

    esa supuesta diferencia disminuyen a medida que se consolida el paradigma interpretativo.

    El reconocimiento de la comn-unin de los sujetos de la interaccin cognitiva caracteriza

    a la Epistemologa del Sujeto Conocido: comn porque ambos comparten el componente

    esencial de la identidad, unin porque eso que comparten los une, los identifica como

    personas y les permite que, juntos, construyan cooperativamente el conocimiento durante

    dicha interaccin cognitiva. En ella, como afirmara, dos sujetos esencialmente iguales rea-

    lizan aportes diferentes fruto de su propia biografa, de los avatares y de los logros de su

    propia existencia.

    La validez del conocimiento resultado de la construccin cooperativa no se corresponde,

    por tanto, con la del llamado conocimiento cientfico porque no son sus normas, sus

    cnones, sus consignas, sus mtodos los que se deben aplicar, seguir, obedecer para llevar

    a cabo esa construccin. El conocimiento obtenido al ser distinto descansa en otra legitimi-dad, en aquella que le concede su propio alcance, su propia profundidad, su propio de-

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    sarrollo, su propia envergadura. Ese conocimiento para ser vlido debe dar cuenta, a la vez,

    de los dos componentes de la identidad, centrndose en aquello que es compartido por

    todos debe poder exhibir las diferencias sin esencializarlas y sin hacerlas el eje de la

    interaccin cognitiva. Tales diferencias constituyen rasgos contingentes que no hacen a la

    persona en su integridad sino a los caractersticas o atributos de su existencia

    Por otra parte, es frecuente, aun en los supuestos en los que se intenta crear teora, que los

    investigadores recurran a las teoras vigentes en las distintas disciplinas; primero para

    orientar su pregunta de investigacin y, ms tarde, para que lo asistan en la interpretacin

    de los datos o para mostrar la pertinencia de los resultados. Esta apelacin a las teoras

    constituye una amenaza tanto para la interaccin cognitiva, como ya indiqu, como para la

    construccin cooperativa del conocimiento. As, por ejemplo, si el investigador supone que

    la realidad social esta sometida a alguna suerte de normatividad, de legalidad y que, por

    tanto, la capacidad de la autonoma de la voluntad de la persona esta limitada, determinada,

    condicionada, qu valor atribuir al sentido subjetivo que el actor da a su accin?,

    considerar el investigador que las palabras de ese actor lo proveen de un conocimiento

    del que l carece?, dar cuenta de la propuesta y/o de la posibilidad de tal actor de

    modificar su situacin en un sentido diverso al ya previsto por las teoras cuyas legalidades

    ese investigador da por ciertas?

    La reflexin sobre las respuestas a estos interrogantes permite reconocer los obstculos que

    los estudiosos oponen, con frecuencia, y aun sin proponrselo, a la construccin

    cooperativa del conocimiento. Esta no podr lograrse mientras entiendan que slo algunos,

    y, en especial, los creadores de teora, los cientficos, los filsofos, pueden comprender las

    reglas, el sentido, el destino de la humanidad en el mundo y de la persona en la sociedad.

    Para que la interaccin cognitiva y la construccin cooperativa del conocimiento puedan

    darse es necesario tener presente que las distintas teoras no constituyen el espejo en el cual

    se refleja la identidad de las personas. Esas teoras tienen sus propios presupuestos

    ontolgicos, epistemolgicos y metodolgicos y aquellos a los que intentamos conocer van

    a ser observados y sus acciones interpretadas en concordancia con esos presupuestos. De

    este modo, por ejemplo, segn que la orientacin terica del investigador abreve de los

    aportes de Simmel (1939) o de los de Castel (1995; Castel & Haroche, 2001) diferente

    ser su concepcin acerca de las personas pobres, acerca de sus derechos, acerca de las

    situaciones de pobreza y de las posibilidades de afrontarlas y superarlas. El peso de las

    nociones y categoras con las que se accede al conocimiento del otro es, por lo general,

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    tan fuerte que no slo impide el acceso y el reconocimiento del aspecto comn de la

    identidad sino que, adems, opaca, oscurece las diferencias entre individuos y grupos.

    En estos casos no tiene lugar la produccin cooperativa del conocimiento porque el

    estudioso, lejos de permitir la manifestacin del actor participante, la expresin de su

    propio conocimiento, busca explicar, interpretar lo que observa, escucha, lee con cdigos

    ajenos a los de aquellos cuyas acciones intenta comprender imponindoles la violencia de

    un cdigo, de un relato, de una ley que, por lo general, ni conocen, ni consideran que gua

    sus acciones. Esta violencia del cdigo de interpretacin impone al otro una visin

    sobre l y, con ella, una imagen de su identidad, de lo que es, de lo que puede, cuando no

    de lo que debe ser y hacer. Le pronostica un destino, le seala las metas posibles y las

    imposibles y las distintas condiciones de posibilidad.

    7. Reflexiones finales

    Esta presentacin podra, entonces, culminar con un interrogante entre los tantos que se

    han desgranado en el texto: por qu la Epistemologa del Sujeto Conocido habra de

    constituirse en el fundamento epistemolgico de la investigacin cualitativa?

    En primer lugar, es necesario poner de resalto que siendo sobre la persona que giran las

    caractersticas primarias, fundamentales de la investigacin cualitativa, la aceptacin de

    la ruptura ontolgica acerca de la identidad permite, al mismo tiempo, captar a los

    componentes de sta: el esencial y el existencial. Es decir, acceder tanto a lo comn, a

    lo idntico que habilita a la comunicacin entre el sujeto cognoscente y el sujeto

    conocido y hace posible a la interaccin cognitiva y a la construccin cooperativa del

    conocimiento; como captar lo diferente, lo que hace a la unicidad de cada persona. Esta

    ruptura ontolgica permite evitar los resabios de la ontologa realista tan frecuente en la

    Epistemologa del Sujeto Cognoscente, aun cuando se presupone el paradigma

    interpretativo.

    De lo que se trata es, pues, es de conocer con el otro y no sobre el otro, de ser

    uno con l, a partir del componente compartido de la identidad, de prescindir de la

    distancia, de la ajenidad que separa a quien conoce de quien es conocido y que

    constituye a ste en objeto a pesar de haberse apelado a su subjetividad para

    conocer.

    De lo que se trata es de hacer posible la total manifestacin de ese otro, de no ejercer

    sobre l violencia cognitiva imponindole un cdigo de interpretacin al que nuncahubiese apelado para dar cuenta del sentido de sus acciones.

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    De lo que se trata es de admitir que la eleccin de uno y/u otro paradigma, de una y/u

    otra epistemologa va condicionar todo el proceso de investigacin: de los propsitos a

    la pregunta de investigacin; de las estrategias metodolgicas a las de anlisis de los

    datos, de la representacin textual de los resultados a la evaluacin de la calidad de la

    investigacin.

    De lo que se trata es de evitar las consecuencias ticas del bifrontismo de los

    investigadores que, acuciados por las exigencias del nominado como conocimiento

    cientfico, mutan sus presupuestos ontolgicos y epistemolgicos en el pasaje de la

    recoleccin de los datos a la redaccin del informe final abandonando tanto el

    presupuesto de la igualdad, para mostrar la diferencia, como la superacin de la

    distancia para mostrar, presos del dualismo epistemolgico, esa pretendida separacin

    con la que se asocia la objetividad. En esa mutacin, quien produce conocimiento no

    slo niega la identidad esencial de los actores participantes sino la suya propia al

    desconocer el rasgo compartido de su humanidad que los hace unos, que los identifica y

    que es razn de la dignidad de toda persona y, por ende, de ambos sujetos de la

    interaccin cognitiva.

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    Referencias

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    Alvarado, Maite y otros. La Reformulacin. Propuestas didcticas. Texto

    adaptado

    La reformulacin es una prctica lingstica y discursiva, que desarrolla habilidades

    necesarias para la comprensin y la produccin de textos orales y escritos. En

    palabras de Catherine Fuchs: "Entrenarse en reformular es tambin aprender a marcar

    las diferencias semnticas y estilsticas entre expresiones emparentadas y a reconocer

    no solo aquellas posibles o imposibles en contexto, sino tambin las ms apropiadas a

    la situacin".

    La reformulacin, como procedimiento que permite transformar un texto en otro,

    contribuye al desarrollo de la competencia comunicativa.

    En la escuela, hay diversas situaciones en las que, casi sin advertirlo, se realizan

    actividades de reformulacin:

    los alumnos reformulan sus propios escritos tachando, borrando, insertando nuevas

    partes, moviendo de lugar fragmentos completos hasta llegar a una versin final;

    tambin reformulan cuando resumen textos, en forma oral o escrita, y cuando deben

    dar cuenta de sus conocimientos en una prueba;

    el docente reformula lo explicado cuando advierte que lo que dijo o expuso no fue

    comprendido.

    Existen cuatro estrategias bsicas de reformulacin: sustitucin, expansin, reducciny recolocacin. En esta propuesta nos ocuparemos especficamente de las tres

    primeras.

    La sustitucin

    La sustitucin consiste en presentar de forma diferente una frase, una oracin, un

    prrafo o un texto completo, sin alterar la informacin (es decir, sin agregar ni quitar

    informacin).

    Nuestra lengua ofrece distintas opciones para referirse a lo mismo:

    los sinnimos. Por ejemplo, para referirnos a un ser humano varn, que no es adulto

    ni beb, podemos optar entre nio, pibe, nene, chico, etc.; sin embargo, hay

    algunas palabras ms adecuadas que otras para una situacin comunicativa

    determinada;

    los hipernimos o palabras de significado ms general. Por ejemplo, arma es

    hipernimo de revlver, fusil, espada, escopeta, entre otras;

    los pronombres, ciertos adverbios (aqu, all, ahora) y las palabras de referenciamuy generalizada (hacer, cosa, persona, tal) son formas que pueden sustituir

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    palabras, expresiones o partes completas de un texto. Por ejemplo: "Retom las

    clases de portugus. Mi amigo tambin lo hizo";

    las parfrasis. Muchas veces no existen sinnimos o hipernimos para una palabra,

    por lo tanto, es necesario sustituirla por una frase que signifique lo mismo, es decir que

    utilizamos una parfrasis. Por ejemplo: "Luis cabecela pelota. Despus de pegarle

    con la cabeza, la pate y meti un gol".

    Cuando escribimos, no slo sustituimos palabras por palabras o por frases, sino

    tambin frases por otras frases. Por ejemplo, en los casos donde una frase contiene

    una palabra que ya fue escrita, cuando se detectan problemas sintcticos o cuando al

    que redacta no le gusta "cmo queda".

    Si bien en muchos casos se sustituyen palabras o frases para evitar repeticiones, este

    procedimiento no siempre es posible. Muchos trminos especializados (cromosoma,

    gen, prefijo) no admiten sinnimos. Y si queremos sustituirlos por parfrasis, es

    necesario conocer muy bien el tema. En el siguiente ejemplo puede verse una

    sustitucin de ese tipo: "Muchos vegetales tienen races gemferas, es decir, races

    capaces de producir nuevas partes areas".

    En otros casos, la repeticin es intencional y se usa, por ejemplo, para enfatizar o

    destacar algo, como en: "Y ya no tenamos escudos, ya no tenamos macanas, y nada

    tenamos que comer, nada comimos" (E. Galeano).

    La reformulacin por reduccin

    El resumen es un texto producido a partir de la reformulacin de un texto fuente ms

    extenso. La especificidad del trabajo de resumen consiste en reducir la informacin del

    texto de partida, preservando lo esencial de esa informacin, y lograr que ese nuevo

    texto pueda ser comprendido sin necesidad de recurrir al texto fuente.

    Las actividades de resumen se constituyen en una de las maneras privilegiadas para

    evaluar las habilidades de comprensin de los alumnos y de retencin de informacin

    en la memoria de corto y de largo plazo. Las evaluaciones escritas y la exposicin oral

    acerca de un determinado tema, as como la posibilidad de relacionar contenidos

    provenientes de diversas fuentes, requieren frecuentemente de la puesta en juego de

    esta habilidad. Se trata de una tarea muy compleja, que precisa una fuerte

    participacin del docente hasta que los alumnos adquieran esta destreza en la que se

    cruzan habilidades cognitivas y lingsticas. Resumir es una actividad que debe

    iniciarse una vez que est asegurada la comprensin del texto de base; sta es una

    condicin necesaria para poder decidir qu se puede suprimir. Por ejemplo, en un

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    texto informativo se pueden suprimir las opiniones, cosa que no puede hacerse

    cuando se resume un texto de opinin. Por otra parte, al suprimir informacin, el texto

    fuente se "desarma", lo que significa que hay que acordar para el nuevo texto formas

    de cohesin (vase Propuesta N 8, LA COHESIN Y LA COHERENCIA

    TEXTUALES), puntuacin, cambios en los tiempos verbales, parfrasis resumidoras,

    etc., de modo que el nuevo texto pueda, como ya hemos dicho, ser ledo con

    independencia del texto fuente.

    Actividades de resumen

    a Supresin. Implica la seleccin de la informacin esencial. Se tratara de

    responder a la pregunta: "Qu informaciones pueden ser suprimidas sin que esto

    afecte la comprensin del texto?". En el caso de un texto narrativo, se atenderespecialmente al modo en que en l se jerarquiza la informacin y se analizar cmo,

    a travs del encadenamiento lgico y temporal, se mantiene el tema global. Se ver,

    por ejemplo, si es pertinente suprimir comentarios, evaluaciones, descripciones,

    ejemplos, aclaraciones o especificaciones por considerar que son procedimientos para

    hacer ms comprensible la informacin bsica, pero que no agregan informacin

    nueva. El paso siguiente es tomar nota de los fragmentos de texto seleccionados.

    b Generalizacin. El nuevo texto puede ser sometido a nuevas reformulacionescon el propsito de hacerlo an ms breve. Es el momento en que pueden aplicarse

    otras operaciones de resumen, tales como sustituir una informacin extendida por otra

    ms general o que interprete globalmente lo que en el texto aparece detallado. Por

    ejemplo, un trmino como "peripecias" globaliza una extensa zona del texto donde se

    narran las aventuras y desventuras por las que atraviesa un personaje para alcanzar

    una meta; lo mismo ocurre con frases resumidoras como "Luego de superar una serie

    de obstculos" o "Logr vencer a los enemigos". Asimismo, Se anunci un aumento

    de las tarifas, rebaja de sueldos, recorte de fondos, etc." puede ser interpretadomediante la frase "Se anunci un severo ajuste", en la que el trmino ajuste resume

    una serie de acciones.

    La reformulacin hiperonmica ("tiles escolares" por "cuadernos, lpices, gomas,

    cartucheras", etc.); la transformacin de verbos en sustantivos ("descubrimiento" por

    "descubrieron", "ruptura" por "rompieron") y la sustitucin por palabras generalizadoras

    (como "acontecimiento", "hecho") deben ser objeto de ejercitacin ms all de las

    actividades de resumen, pues exigen poner en juego operaciones de

    conceptualizacin (ir de lo particular a lo general, de lo concreto a lo abstracto, de la

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    extensin a la comprensin), que a los alumnos, como sabemos, les resultan muy

    difciles si no se practican asiduamente.

    La reformulacin por ampliacin

    En la resolucin de este tipo de ejercicios se combinan actividades de lectura, de

    seleccin de la informacin, redaccionales y de anlisis gramatical, puesto que los

    pedidos de expansin pueden ser de diversa ndole: expandir por medio de

    explicaciones-especificaciones, descripciones, ejemplos, definiciones, resmenes,

    notas al pie, discursos directos o indirectos, entre otras posibilidades.

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    Estudios Atacameos

    Arqueologa y Antropologa Surandinas

    Huacasolvidadas y cerros santos. Apuntes

    metodolgicos sobre la cartografa

    sagrada en los Andes del sur de Bolivia

    Pablo Cruz1

    Resumen

    A travs de la articulacin de fuentes coloniales tempranas con los re-

    gistros arqueolgicos y etnogrficos locales, hemos identificado varioscerros sacralizados yhuacas prehispnicas de la regiones de Potos y

    Chuquisaca (Bolivia). A partir de tres casos: los cerros Potos y Porco,

    el cerro Quiquijana y el cerro Poder de Dios, se exploran y analizan

    las dimensiones religiosas y polticas del culto a las montaas en los

    Andes surandinos.

    Palabras claves: cerros huacas incas conquista ritual.

    Abstract

    A combination of early colonial sources and local archaeological andethnographic data enable this paper to identify the cases of mounts

    Potos and Porco, Quiquijana, and Poder de Dios as pre-Columbianhuacas and sacred mountains in the region of Potos and Chuquisaca

    (Bolivia). Their study and analysis explores the religious and politicaldimensions of mountain cults in the South Central Andes.

    Key words: mountains huacas Incas conquest ritual.

    Recibido: noviembre 2008. Aceptado: julio 2009.

    1 Consejo Nacional de Investigaciones Cientficas y Tcnicas (CONICET). Par-que Nacional Calilegua, Calilegua (4514), Jujuy, ARGENTINA. Email: [email protected].

    D INTRODUCCIN

    Muchos investigadores han sealado los problemas que

    pueden surgir al articular las fuentes histricas con elregistro arqueolgico. Entre ellos Prssinen (2005: 4),quien sostiene que de la comparacin directa entre am-bos tipos de datos pueden surgir resultados distorsiona-dos. Segn este autor, solo despus de obtener resultadosindependientes en cada disciplina sera posible intentaruna comparacin y una sntesis. Los resultados de unadisciplina pueden ser utilizados como hiptesis de otra,teniendo siempre en cuenta que el punto de vista del ar-quelogo es muy distinto al del historiador. La sentencia

    de Prssinen da lugar a varios comentarios. El primero,de corte epistemolgico, es considerar que los problemasde esta relacin conflictiva provienen del hecho de que setrata de fenmenos diferentes solo posibles de ser abor-dados por disciplinas o puntos de vistas especficos. Sinembargo, no es tanto la naturaleza del dato ni el enfoquede la disciplina lo que determina una realidad especfica,sino ms bien la posicin del observador y su contexto enel proceso de construir conocimiento, es decir el puntode vista, algo que es independiente de la disciplina.

    En general las ciencias sociales carecen de un paradig-ma que permita realizar comparaciones mecnicas ysencillas, independientemente de si se trata de registrosanlogos o no. Lejos estamos de realizar comparacionessociales con la sistematicidad de las ciencias duras ybiolgicas. De hecho, es en el tratamiento de la comple-ja naturaleza humana, de la subjetividad y de la incerti-dumbre, que las ciencias sociales encuentran su especi-ficidad y su inters. En el caso de los estudios arqueol-

    Pablo Cruz1

    1 Consejo Nacional de Investigaciones Cientficas y Tcnicas (CONICET). Parque Nacional Calilegua, Calilegua (4514), Jujuy, ARGENTINA. Email:[email protected].

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    Estudios Atacameos

    Arqueologa y Antropologa Surandinas

    Pablo Cruz

    gicos abocados a perodos y sociedades protohistricas ehistricas, es importante reconocer la imposibilidad dedisociar ambos registros. La data arqueolgica no hablapor s misma, el objeto, las hiptesis, los objetivos deinvestigacin y las interpretaciones se fundamentan ensupuestos, conceptos y clasificaciones de la realidad quemuchas veces se originan en las fuentes histricas.

    No obstante, aunque rgidas y tajantes, las recomenda-ciones de Prssinnen son vlidas. Siempre es necesarioguardar recaudos ante el problema de la intencionalidadde las fuentes, sobre todo cuando stas se originaron encontextos de tensin social (incas, Conquista, Colonia).Como seala J. L. Martnez (2003), en todo anlisis his-trico resulta imperioso desglosar los diferentes estratosde significacin que presentan las fuentes y analizarlosconsiderando su particular contexto de produccin.

    Los casos que trataremos muestran que si bien no es po-sible generalizar acerca de la relacin entre los registroshistrico y arqueolgico, su articulacin en un dilogoconstante y dialctico no solo es factible sino que per-mite abordar nuevos aspectos que hubieran sido impo-sibles de desarrollar desde un nico registro. Para ello es

    necesario tener en cuenta que la ausencia del dato es tansignificativa como el dato mismo, y que las causas de di-cha ausencia pueden ser encontradas y explicadas tantoen trminos histricos como arqueolgicos.

    DCERROSYHUACAS. APUNTESMETODOLGICOS

    Varios cronistas de comienzos de la Colonia brindaroninformaciones acerca del rol preponderante que tuvieron

    las montaas en la religiosidad de los pueblos andinosprehispnicos, particularmente entre sus principales in-terlocutores: los incas.2 Testimonios de la devocin de losincas hacia las altas cumbres, sobre todo aquellas con nie-

    ves eternas, se encuentran en las numerosas instalacionesrituales y santuarios de altura, muchos de los cuales estu-

    vieron asociados con los ritos sacrificiales de la capacocha.3

    2 Por ejemplo, Calancha (1978 [1638-1653]), Cieza de Len (1988[1553]), Guaman Poma de Ayala (1989 [1615]), Matienzo (1967

    [1567]), Albornoz (1989 [1572]), Mura (Ossio 2004), RamosGaviln (1976 [1621]).

    3 Por ejemplo, Aconcagua, El Plomo, El Toro, Chuscha, Llullaillaco,

    Sin embargo, tanto las fuentes como la arqueologa nossealan que otros cerros, no necesariamente tan majes-tuosos y con nieves eternas, formaban igualmente partedel paisaje religioso precolombino y fueron el escenariodonde se desarrollaron intensas prcticas rituales.4 Elsantuario inca del cerro Amarillo en la serrana orientalde Jujuy, el cerro Caltama en la regin de Calcha en Poto-s, y otros sobre los cuales nos referiremos ms adelante,testimonian que la sacralizacin de un determinado cerropuede ser independiente de su majestuosidad, morfolo-ga y localizacin. Ms bien, tal como lo sugieren Platt yQuisbert (2008), habra una fuerte relacin entre los ce-rros sacralizados y la existencia en ellos de yacimientos demetal de plata y cobre. En este sentido, la hiptesis plan-teada por estos autores acerca de la existencia en tiemposdel Inka de un sistema de ceques minerales que conducanhacia los cerros sagrados yhuacas mineras constituye unainteresante pista que investigar.

    La articulacin del registro histrico con la arqueologa,la toponimia y la informacin oral nos permiti identi-ficar varios cerros sacralizados de Potos y Chuquisacacitados en las fuentes coloniales tempranas. Otros ce-rros, sobre los cuales no se poseen referencias histricas,

    fueron igualmente identificados siguiendo esta relacinentre cerros y mineral, articulando en ello los registrosarqueolgicos y etnogrficos. Dos razones explican por-qu estas regiones son particularmente propicias paraidentificar antiguos cerros sacralizados (Figura 1). Porun lado, en ellas se concentran numerosos yacimientosde minerales metalferos, particularmente en la cordille-ra de Los Frailes de Potos; y por el otro, en conjunto,Potos y Charcas conformaron uno de los centros neu-rlgicos del poder econmico y poltico de la empresa

    colonial en los Andes, relacionado con la explotacin delos fabulosos yacimientos de Potos, dando origen a unaabundante base documental e historiogrfica. Gran par-te de la infomacin sobre la que se basa este trabajo tiene

    Chai, Quehuar, Acay, Licancabur, Illimani, Picchu Picchu (Rein-hard 1983; Beorchia 1985; Ceruti 1999; Vitry 1999, entre otros).

    4 Actualmente, la veneracin de una montaa no implica necesaria-mente el desarrollo de prcticas rituales en la misma. De hecho,hemos podido constatar como algunos cerros de Bolivia conside-rados como apu mayores (p.e., Potos, Tata Sabaya, Tunupa, Saja-

    ma, Illimani), son con frecuencia invocados y objeto de frecuenteschallas por poblaciones bastante distanciadas geogrficamente delos mismos.

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    Estudios Atacameos

    Arqueologa y Antropologa Surandinas

    Huacasolvidadas y cerros santos. Apuntes metodolgicos sobre la cartografa sagrada

    origen en los documentos y sus respectivos anlisis, pu-blicados por Platt y colaboradoras (2006).

    Desde el punto de vista metodolgico los casos estudia-dos muestran bsicamente tres situaciones que, ms allde las particularidades regionales, pueden ser comunesen el resto del rea Andina: 1) cerros con registros his-tricos pero sin correlato arqueolgico; 2) cerros conregistros histricos y con un correlato arqueolgico es-tricto, y 3) cerros con registros histricos y con correlatoarqueolgico y etnogrfico. A estos casos se suman aque-

    llos cerros sin referencias histricas, pero en los cuales sehan identificado santuarios. Trataremos a continuacinestos tres casos.

    Sin embargo, antes es importante sealar que el trminohuaca fue utilizado antiguamente para identificar muchosde estos cerros sagrados, tambin, al mismo tiempo de-sign a las divinidades andinas, sus representaciones, losespacios rituales donde stas se encontraban deposita-das, como a los diversos niveles de sacralidad (Estenssoro

    2003: 96). Es as que en su diccionario, Bertonio (1984[1612]) traduce al castellano huaca como dolo en for-ma de hombre, carnero, y los cerros que adoraban en su

    Figura 1.Mapa general de la regin con localizacin de los sitios citados.

    gentilidad y De Santo Toms (1560, cit. en Estenssoro2003: 96) lo hace como ydolo, templo de ydolos, o elmismo ydolo.

    DHUACASCALLADAS. LOSCERROSDE

    POTOSYPORCO

    Los importantes yacimientos de plata explotados en loscerros de Potos y Porco desde tiempos prehispnicos(Cruz et al. 2005; Van Buren y Mills 2005; Cruz 2007),son dos ejemplos que ilustran los alcances y las dificul-tades que pueden existir a la hora de articular los regis-tros histricos y arqueolgicos. Aunque algunas fuentesidentifican a ambos cerros como huacas y santuarios, laevidencia ceremonial solo pudo ser corroborada desdela arqueologa en el caso del cerro de Porco. La explica-cin del silencio sobre la huaca de Potos reside en dife-rentes factores relacionados con la evolucin social delsitio, como tambin en algunos aspectos polticos queintervinieron en los primeros momentos de la Colonia

    y que condicionaron tanto los discursos recogidos porlos cronistas como sus propios relatos. Veamos primeroeste caso.

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    Estudios Atacameos

    Arqueologa y Antropologa Surandinas

    Pablo Cruz

    En la Relacin del cerro Rico de Potos y su descubri-miento De la Fuente Sanct Angel recoge el testimoniopstumo de Diego Guallpa, descubridor oficial de las

    vetas de plata, quien brinda referencias precisas sobre lahuaca que se encontraba en la cumbre del cerro.

    Dijo ms, que un da se juntaron cuatro soldados, que se de-can Marcos Xaramonte, Alvaro de Olmedo, Gaspar Montesinos

    y Juan Camargo, a ver una loma de soroche questaba junto alcerro de Potos, que hoy llamamos Asientos de Gonzalo Pizarro,en busca de minas y soroche, y le dijeron estando en la dicha loma:vee aquel cerro y en lo ms alto dl hallars mucha plata labrada

    y oro ofrecido a la guaca que en l est. Subi al cerro este dichoindio Guallpa en compaa de otro indio que le sealaron paraque con l fuese, por ser la subida, mucha y spera, distancia dems de dos mill pasos. Yendo por su jornada con dificultad, llega-ron ambos indios a lo ms alto del cerro de Potos, el cual cerrotiene una mesa en lo ms alto del despacio de cien pies, poco mso. menos, y en contorno igual por todas partes. All hallaron seradoratorio de los indios comarcanos y haber algunas cosas ofre-cidas de poca importancia a la guaca que all estaba, lo cual todocogi este dicho don Diego Guallpa, y lo carg en su compaero

    y lo envi a los cuatro espaoles que quedaban en los Asientosque dicen de Gonzalo Pizarro. Quedse solo este indio Guallpa

    en el cerro de Potos, despus de haber enviado a su compaerocon los despojos de la guaca questaba en lo ms alto del cerro, alos cuatro cristianos que le haban enviado (1965 [1572]:358-359; el subrayado es nuestro).5

    Los ms de 450 aos de ininterrumpida explotacin

    minera del cerro Rico borraron todo rastro del san-

    tuario que se localizaba en su cumbre. Sin embargo, la

    descripcin ofrecida en el relato de Guallpa indica que

    ste posea una plataforma cuadrangular de alrededor

    de 8.3 m de lado (30 pies),6

    en la cual se encontrabandepositadas algunas ofrendas dedicadas a la huaca

    en plata labrada, en oro y cosas de poca importancia.7

    Esta descripcin, aunque somera, concuerda con la

    informacin que existe sobre varios santuarios de

    5 Ver anlisis de este documento en Platt y Quisbert (2008:

    239-242).6 Se utiliza como medida el pie castellano cuya equivalencia es

    0.276 m.7 Se trata muy probablemente de miniaturas antropomorfas y zo-

    omorfas acompaadas de ofrendas de tejidos y conchas de Spon-dylus sp. (mullu) frecuentemente halladas en los santuarios dealtura incas.

    altura. No obstante, la fuente especifica que esta hua-

    ca habra sido adoratorio de indios comarcanos sin

    mencionar nada acerca de los incas. Esta omisin re-

    sulta extraa si tomamos en cuenta la pertenencia

    de Guallpa a la lite inca y el rol central que tuvo en

    el descubrimiento de las vetas de plata del cerro Rico

    (Platt y Quisbert 2008). Originario de la regin de

    Yamqui, Diego Guallpa era hijo de Alcaxuxa, principal

    del ayllu de hanansaya en Chumbivilca, y de joven se des-

    empe como guardin de las plumas del Inka Huas-

    car (De la Fuente Sanct Angel 1965 [1572]: 358). Ms

    all de ello, otros elementos dejan ver la impronta del

    Tawantinsuyo en el cerro de Potos. Los santuarios de al-

    tura erigidos por los incas formaban parte de una estra-

    tegia de conquista ritual (Nielsen y Walker 2000), y en

    muchos de ellos se desarrollaron los ritos sacrificiales

    de la capaco