Cayo Esqueleto - Anthony Horowitz

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Una obra maestra.

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Tiburones.Asesinos.Bombasnucleares…yundiabólicoplanparadestruirelmundo.

AlexRider,involuntariosuperespíaadolescente,leesútilalMI6—elserviciosecreto británico— de unmodo en el que un adulto nunca podría serlo. Yahoranecesitansuayudaunavezmás.

Sinembargo,unarutinariamisióndereconocimientoenloscampeonatosdetenisdeWimbledonponeenmarchaunaterriblecadenadeacontecimientosque obliga a Alex a huir de las sangrientas tríadas chinas. Forzado aesconderse,AlexesenviadoaCayoEsqueleto,unaislacercadeCuba.PeroallíloestáesperandoelgeneralAlexeiSarov,unrusolocodefríainteligenciayconunmaquiavélicoplanparareescribirlahistoria.

Alex seenfrentaalmáspeligrosode los retos.Solo, equipadoúnicamenteconunpuñadode ingeniososaparatos,Alexdebesermás listoqueSarov,mientraslossegundoscorrenhaciaelfindelmundo.

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AnthonyHorowitz

CayoEsqueletoAlexRider-3

ePubr1.0viejo_oso20.07.13

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Títulooriginal:SkeletonKeyAnthonyHorowitz,2002Traducción:JoséAntonioÁlvaroGarrido

Editordigital:viejo_osoePubbaser1.0

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ParaB.B.

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L

1.Enlaoscuridad

AnochecayósúbitamentesobreCayoEsqueleto.El sol sequedócolgadoduranteun instante sobreelhorizonte,después se

hundió. Enseguida aparecieron las nubes; primero rojas, luego malvas, plateadas,verdesynegras;comositodosloscoloresdelmundosehubieranfundidoenungrancrisol. Un solitario pájaro fragata graznó sobre los manglares, con sus coloresdifuminados por las primeras sombras. Amenazaba lluvia. Estaba a punto dedesatarseunatormenta.

ElaviónCessnaSkyhawkSPdiodosvueltasantesdeaterrizar.Era laclasedeaviónqueapenasllamabalaatenciónalvolarsobreesapartedelmundo.Poresolohabían elegido. Si alguien hubiera sido lo bastante curioso como para buscar elnúmeroidentificativopintadobajolasalas,sehubieradadocuentadequeeseaviónpertenecíaaunaempresafotográficaafincadaenJamaica.Talcosanoeraverdad.Noexistíatalempresayyaestabademasiadooscurocomoparasacarfotos.

Había tres hombres en el avión. Todos de piel morena, vestidos con viejosvaquerosycaminas sueltasdecuelloabierto.Elpiloto tenía largopelonegro,ojoscastañosyprofundos,yunadelgadacicatrizquecruzabaunladodesurostro.Habíarecogido a sus pasajeros aquellamisma tarde. Se habían presentado comoCarlo yMarc, perodudabadeque esos fueran susverdaderosnombres.Sabíaque suviajehabía comenzado hacía tiempo, en algún lugar de EuropaOriental. También sabíaque aquel vuelo corto era la parte final del viaje. Y también conocía lo que ellosllevaban.Lociertoesquesabíademasiado.

Elpilotoechóunaojeadaalapantallamultiusosdelpaneldecontrol.Lapantallaluminosadelordenadorleestabaavisandodequeseacercabalatormenta.Esonolepreocupaba. Las nubes bajas y la lluvia le darían protección. Las autoridades semostrabanmenosvigilantes durante las tormentas.Aun así, estabanervioso.HabíavoladoaCubamuchasveces,peronuncaallí.Yesanochehubierapreferidoestarencualquierlugarmenosenese.

CayoEsqueleto.Allíestabalaisla,desplegándoseantesusojos,treintayochokilómetrosdelargo

por nueve en su parte más ancha. El mar circundante, que había sido de un azulextraordinario y brillante solo unos minutos antes, se había oscurecidorepentinamente,comosialguienhubierapulsadouninterruptor.Haciaeleste,pudoverlaslucesparpadeantesdePuertoMadre,lasegundaciudadmásgrandedelaisla.El aeropuerto principal estabamás al norte, en las afueras de Santiago, la capital.Peronoerahaciaallíhaciadondesedirigía.Empujóelmandoyelaviónsedesvió

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hacialaderecha,contorneandosobrelosbosquesymanglaresquerodeabanelviejoyabandonadoaeropuertosituadoenelextremodelaisla.

El Cessna estaba equipado con un intensificador térmico, parecido a los queusaban los satélites espías norteamericanos. Apretó un interruptor y observó lapantalla.Unospocospájarosaparecieronenformadepuntitosrojos.Habíadosmotasmás latiendo sobre el manglar. Cocodrilos, o quizá manatíes. Y había una solamancha a unos treinta metros de la pista. Se giró para comentárselo al hombrellamadoCarlo,peronofuenecesario.Carloestabayaobservandosobresuhombro,contemplandolapantalla.

Carlomovió la cabeza.Habíaun solohombre esperándolos, tal y comohabíanconvenido.Elsensorhabríadelatadoacualquieraqueestuvieseocultoenunradiodecienmetrosdelaeropuerto.Podíanaterrizar.

Elpilotomiróporlaventanilla;allíestabalapista.Eraunatoscacintadetierraalbordedelacosta,arrancadaalajunglayquecorríaparalelaalmar.Elpilotopodríahaberla pasado por alto a la luz del crepúsculo, pero las dos líneas de bombillasencendidasaambosladosmarcabanelcaminoalavión.

El Cessna descendió. En el último instante se vio sacudido por una borrascarepentinaylluviosaqueparecíaenviadaparaprobarlosnerviosdelpiloto.Peroesteno flaqueó y un instante más tarde las ruedas tocaban el suelo y el avión fuerebotandoyestremeciéndosealolargodelapista,justoentrelasdosfilasdeluces.Diolasgraciasaqueestuviesenahí.Losmanglares—matorralesespesosquemedioflotabanenelaguaestancada—llegabancasialbordedelapista.Sisedesviabaunpar de metros en cualquier dirección, las ruedas podían atascarse. Y eso seríasuficienteparadestruirelavión.

Elpilotoapretóvariosinterruptores.Elmotordejódefuncionarylasdoshélicesredujeronsuvelocidadysedetuvieron.Miróporlaventana.Habíaunjeepaparcadocercadeunodelosedificiosyunsolohombre—lamancharojaenlapantalla—losesperaba.Sevolvióhaciasuspasajeros.

—Ahíestá.El mayor de los dos asintió. Carlo tenía unos treinta años y un pelo negro y

rizado.Nosehabíaafeitado.Unabarbaincipientecolorcenizaorlabasumentón.Sevolvióhaciaelotropasajero.

—¿Marc?¿Estáslisto?El hombre que se hacía llamar Marc podría haber sido el hermano menor de

Carlo.Debía rondar losveinticincoy, aunque tratabadeocultarlo, estaba asustado.Habíasudorenun ladodesucara,que resplandecíaenverdea la luzdelpaneldecontrol.Secolocóasuespaldaysacóunapistola,unaGlockalemanaautomáticade10mm.Comprobóelcargador,luegolometióenlapartedeatrásdesuspantalones,bajolacamisa.

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—Listo—dijo.—Solo es uno. Nosotros somos dos—Carlo trataba de tranquilizar aMarc. O

quizá intentaba tranquilizarse a sí mismo—. Los dos estamos armados. No puedehacernosnada.

—Vamos.Carlosevolvióhaciaelpiloto.—Tenelaviónpreparado—leordenó—.Cuandovolvamos,teharéunaseñal—

levantóunamano,paraformarunaOconelpulgaryotrodedo—.Esto te indicaráqueelnegociohaidobien.Enciendeentonceselmotor.Noqueremosquedarnosniunsolosegundodespuésdeacabarelasunto.

Salieron del avión.Había una delgada capa de grava sobre la pista, que crujióbajo sus botasmilitaresmientras se dirigían a la puerta de carga. Podían sentir elterriblecalordelaire,lapesadezdelcielonocturno.Laislaenteraparecíacontenerlarespiración. Carlo llegó y abrió la puerta. En la parte trasera del avión había uncontenedornegro,dealrededordedosmetrosporuno.EntreMarcyéllobajaronalsuelo,condificultad.

Elhombremás jovenechóunaojeada.Las lucesdeaterrizaje lodeslumbraron,pero llegó a ver una figura tan inmóvil como una estatua parada junto al jeep,esperandoqueseacercasen.Nosehabíamovidodesdequeelavióntomótierra.

—¿Porquénoseacerca?—preguntó.Carloescupióynodijonada.Habíadosasas,unaacada ladodelcontenedor.Lo transportaronentre losdos,

caminandocontorpeza,inclinadossobresucarga.Lesllevólargoratollegarhastaeljeep.Peroloconsiguieronfinalmente.Porsegundavez,bajaronlacaja.

Carloseenderezó,limpiándoselaspalmasdelasmanosenlosvaqueros.—Buenas noches, general—dijo. Hablaba en inglés, aunque no era su idioma

nativo. Ni tampoco lo era del general. Pero era el único lenguaje que tenían encomún.

—Buenas noches—el general no semolestó en decir nombres que sabía eranfalsos—.¿Algúnproblemaduranteelviaje?

—Ninguno,general.—¿Lotienen?—Unkilodeuraniomilitar.Suficientecomoparaconstruirunabombacapazde

destruirunaciudad.Megustaríasaberquéciudadtieneenmente.ElgeneralAlexeiSarovdiounpasoadelanteylaslucesdelapistaloiluminaron.

Noeraunhombrealto,aunquehabíaalgoenélqueirradiabapoderycontrol.Ylosiguiómanteniendodurantesusañosenelejército.Eravisibleensupelogrishierro,muy corto, en sus observadores ojos azul pálido, su rostro casi inexpresivo. Suapariencia era perfecta; relajado y cauteloso a unmismo tiempo. El general Sarov

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teníasesentaydosañosperoparecíaveintemásjoven.Vestíauntrajeoscuro,camisablancayunaestrechacorbataazul.Conelhúmedocalordelanoche,aquellasropastenían que haber estado arrugadas. Debiera haber estado sudando. Pero, por suaspecto, bien podría haber salido directamente de una habitación con aireacondicionado.

Se agachó junto al contenedor, al tiempo que sacaba un pequeño artefacto delbolsillo. Parecía un encendedor de coche con un dial. Encontró un hueco en elcostadodelacajaymetióallíelartefacto.Examinóuninstanteeldial.Asintió.Erasatisfactorio.

—¿Tieneelrestodeldinero?—preguntóCarlo.—Por supuesto—el general se enderezó y se dirigió al jeep. Carlo yMarc se

pusieronnerviosos…eseeraelmomentoenquepodíasacarunarma.Perocuandosevolvióllevabaenlasmanosunmaletíndepielnegra.Soltóloscierresyloabrió.Elmaletínestabarepletodebilletes:dólaresdeacienformandofajosdecincuenta.Cienfajosen total.Mediomillóndedólares.MásdinerodelqueCarlohubieravistoentodasuvida.

Peronoerasuficiente.—Tenemosunproblema—dijoCarlo.—¿Sí?—lavozdeSarovnosonósorprendida.Marcpodíasentirelsudordeslizándoseporsugarganta.Unmosquitozumbaba

junto a su oído, pero resistió la tentación de dar un manotazo. Había llegado elmomento.Estabaalejadounospasos,lasmanoscolgandoaloscostados.Lentamentelasllevóatrás,haciaelarmaoculta.Echóunaojeadaalosruinososedificios.Unofueotroraunatorredecontrol.Elotroparecíaunaaduana.Peroambosestabanenruinasyvacíos,conelladrillocarcomidoylasventanasrotas.¿Habríaalguienocultoallí?No.Elsensortérmicoloshabríamostrado.Estabansolos.

—El precio del uranio —Carlo se encogió de hombros—. Nuestro amigo deMiami le envía sus disculpas. Pero hay nuevos sistemas de seguridad en todo elmundo.Elcontrabando,sobretododeestetipo,sehaconvertidoenalgomuydifícil.Esosignificagastosextras.

—¿Cuántosuponeelgastoextra?—Uncuartodemillóndedólares.—Esoesunapena.—Unapenaparausted,general.Esustedquientienequepagar.Sarovselopensóunmomento.—Teníamosuntrato.—NuestroamigodeMiamiconfiabaenqueustedloentendiese.Hubo un largo silencio. Los dedos deMarc fueron a su espalda y se cerraron

sobrelaautomáticaGlock.PeroSarovasintió.

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—Tendréentoncesqueaportareldinero—dijo.—Puedehacerlatransferenciaporelmismoconductoqueyahemosusadoantes

—dijoCarlo—.Perodéjemequeleadviertadeunacosa,general.Sieldineronohallegadoen tresdías,elespionajeestadounidensesabrá loquehasucedidoaquíestanoche…yquéesloqueharecibidousted.Puedoasegurarlequeyanopodrávolveraconsiderarseasalvo.

—Meestaamenazando—murmuróSarov.Habíaalgoqueeraalavezserenoymortíferoenlaformaqueteníadehablar.

—Noesnadapersonal—sedefendióCarlo.Marcsacóunabolsadetela.Laabrióytraspasóeldinerodelmaletínalamisma.

Elmaletínpodíacontenerunradiotransmisor.Ounabombapequeña.Loapartó.—Buenasnoches,general—dijoCarlo.—Buenasnoches—sonrióSarov—.Esperoquetenganunfelizvuelo.Losdoshombressemarcharon.Marcpodíasentireldinero,losfajospresionando

atravésdelatelacontrasupierna.—Esetíoesunloco—murmuró,ahoraensupropiolenguaje—.Unviejo.¿Qué

tenemosquetemer?—Salgamosdeaquí—respondióCarlo.Estabapensandoenloquelehabíadicho

elgeneral:Quétenganunfelizvuelo.¿Nosonreíaaldecirlo?Hizolaseñalconvenida,juntandoelíndiceconelpulgar.ElmotordelCessnase

encendióenelacto.ElgeneralSarovaúnlosobservaba.Nosehabíamovido,perosumanofueuna

vezmásalbolsillodelachaqueta.Susdedossecerraronsobreelradiotransmisor.Sehabíapreguntadosiseríanecesariomataralosdoshombresyasupiloto.Laverdadesquepreferíanohacerlo,nisiquieracomomedidapreventiva.Perosusexigenciaslohabíanhechonecesario.Teníaquehaberprevistoqueseríancodiciosos.Dada laclasedegentequeeran,resultabacasiinevitable.

En el avión, los dos hombres se habían sentado y puesto los cinturones deseguridadmientras el piloto preparaba el despegue. Carlo escuchó cómo el motorganaba revoluciones y el avión comenzaba a girar lentamente. Lejos, resonó untrueno.Ahoradeseóquehubieradadolavueltaalavióninmediatamentedespuésdeaterrizar.Hubieraahorradounossegundopreciososyestabaansiosodealejarse,envuelo.

Quetenganunfelizvuelo.Nohabíahabidoningúntipodeemociónenlavozdelgeneral.Podíaquererdecir

lo que estaba diciendo. Pero Carlo tenía la sensación de que podía haber habladoexactamenteigualalpronunciarunasentenciademuerte.

A su lado,Marc seguía contando el dinero, haciendo correr lasmanos por losfajos de billetes.Miró a los ruinosos edificios, al jeep parado. ¿Iba a intentar algo

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Sarov? ¿Con qué tipo de recursos contaba en la isla? Pero mientras el aeroplanodescribíauncírculocerrado,nadasemovió.Elgeneralseguíadondeantes.Nohabíanadiealavista.

Laslucesdelapistaseapagaron.—¿Quédiablos…?—elpilotojuródesesperadamente.Marcdejódecontar.Carloentendiódeinmediatoloquehabíaocurrido.—Ha apagado las luces —dijo—. Quiere impedir que despeguemos. ¿Puedes

hacerlosinellas?Elaviónhabíatrazadoyaunsemicírculo,deformaqueapuntabahacialapistade

nuevo.Elpilotomiróatravésdelparabrisasdelavión,tratandodeveralgoenmitadde la noche. Estaba ahora todo muy oscuro, pero había una especie de luz fea yantinaturalenelaire.Asintió.

—Noseráfácil,pero…Laslucesvolvieronaencenderse.Allíestaban,alejándoseenladistancia;unaflechaqueapuntabaalalibertadya

unabonificaciónextradeuncuartodemillóndedólares.Elpilotoserelajó.—Tienequehabersidolatormenta—dijo—.Debiócortarlacorriente.—Túsácanosdeaquí—murmuróCarlo—.Cuantoantesestemosenelaire,más

felizmesentiré.Elpilotocabeceó.—Túmandas.Inclinó los controles y el Cessna avanzó, ganando velocidad con rapidez. Las

lucesdelapistasehicieronborrosas,guiándoleshaciadelante.Carloserecostóenelasiento.Marcestabamirandoporlaventana.

Y entonces, segundos antes de que las ruedas abandonasen el suelo, el avióncomenzóadarbandazos.Elmundoenteroseagitócomosiunamanogigantescaeinvisible lo hubiese agarrado y oprimiese sus extremos. El Cessna había estadorodandoacientocincuentakilómetrosporhora.Sedetuvochirriandoencuestióndesegundos,yladeceleraciónenvióalostreshombresadelanteensusasientos.Denohaber llevado cinturones de seguridad, hubieran salido por el parabrisas, o lo quequedaba del cristal reventado.Almismo tiempo hubo una serie de ensordecedoresestampidos cuando algo azotó el fuselaje. Una de las alas perdió el motor, quedesapareció dando vueltas en la oscuridad. De repente el avión quedó inmóvil,reclinadosobreunodesuscostados.

Duranteunmomento,nadiesemoviódentrodelacabina.Losmotoresdelavióntraquetearonysedetuvieron.LuegoMarcseincorporóensuasiento.

—¿Quéhapasado?—gritó—.¿Quéhapasado?Sentía un regusto amargo en la lengua. La sangre le bajaba por elmentón. La

bolsaestabaaúnabiertayeldinerosehabíadesparramadoporsuregazo.

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—Noentiendoque…—elpilotoestabademasiadoaturdidoparapoderhablar.—¡Te has salido de la pista!—el rostro de Carlo estaba contorsionado por la

impresiónylarabia.—¡No!—¡Mira!—Marc estaba señalando algoyCarlo siguió su dedo tembloroso.La

trampilla inferior del avión se había desencajado. Estaba entrando agua negra,formandouncharcobajosuspies.

Resonóotrotrueno,cercaestavez.—¡Lohahechoél!—dijoelpiloto.—¿Hahechoqué?—exigiósaberCarlo.—¡Hadesplazadolapista!Habíasidoun trucosencillo.Mientraselavióngiraba,Sarovhabíaapagado las

luces de la pista usando el radiotransmisor de su bolsillo. Durante un instante, elpiloto había quedado desorientado, perdido en la oscuridad. Luego el avión habíaconcluido su giro y las luces habían vuelto. Pero lo que no sabía, lo que no habíapodidover,eraqueloquesehabíaencendidoeraunsegundojuegodeluces…yqueesas corrían en ángulo, apartándose de la seguridad de la pista para entrar en elpantano.

—Noshametidoenlosmanglares—dijoelpiloto.FueentoncescuandoCarloentendióloquelehabíaocurridoalavión.Desdeel

momentoenquelasruedashabíantocadoelagua,sudestinohabíaquedadosellado.Sin tierra firme, el aviónhabía comenzadoahundirseydesequilibrarse.Las aguaspantanosas estaban entrando, mientras se hundían lentamente. Las ramas de losárbolesdelmanglarquecasihabíandesgarradoelaviónlosrodeabancomobarrotesdeunaprisiónviviente.

—¿Quévamosahacer?—preguntóMarc,ysuvozsonabaderepentecomoladeuncrío—.¡Noshundimos!

—¡Hay que salir!—Carlo había sufrido lesiones en la colisión.Movió a duraspenasunbrazo,soltandoelcinturóndeseguridad.

—¡Nodebimostratardeengañarlo!—gritóMarc—.Sabíascómoera.Tedijeronque…

—¡Cállate!—Carlo también tenía una pistola. La sacó de la pistolera bajo lacamisayselapusosobrelasrodillas—.Vamosasalirdeaquíyencargarnosdeél.Yluegosaldremosdealgunaformadeestamalditaisla.

—Hayalgoahí…—comenzóelpiloto.Algosehabíamovidoenelexterior.—¿Quéeseso?—susurróMarc.—Shhhh —Carlo se incorporó a medias, llenando el aplastado interior de la

cabina. El avión se inclinó de nuevo, hundiéndose más en el pantano. El hombre

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perdióelequilibrioyseadelantó.Seestirómásalládelpiloto,comosifueraasalirporeldestrozadoparabrisas.

Algoinmensoyhorribleselanzócontraél,ocultandolaslucecitasquebrillabanen el cielo nocturno. Carlo gritó cuando el ser metió la cabeza en el avión,buscándolo.Huboun resplandor blancoyun espantoso sonidode terror.Losotrosdoshombresestabangritandotambién.

ElgeneralSarovseguíaobservando.Nollovía,perolaatmósferaestaballenadehumedad.Hubounrelámpagoquepareciócruzarloscieloscasiacámaralenta,comoregodeándose. En esemomento pudo ver al Cessna de lado,medio hundido en elpantano.Ahorahabíamediadocenadecocodrilosrondandoalrededor.Elmásgrandede ellos se había metido de cabeza en la cabina. Solo era visible su cola; que seagitabamientrasdevoraba.

Se inclinó y agarró el contenedor negro. Aunque se habían necesitado doshombresparallevarlo,noparecíapesarnadaensusmanos.Lodejóeneljeep,luegoretrocedió.Sepermitióelraroplacerdeunasonrisaylasintió,brevemente,entreloslabios. A lamañana siguiente, cuando los cocodrilos hubieran acabado su trabajo,enviaríaasuscampesinos—losmacheteros—arecuperareldinero.Eldineronoeraloimportante.Eradueñodeunkilodeuraniomilitar.TalycomoCarlohabíadicho,podíadestruirunapequeñaciudad.

PeroSarovnoteníaintenciónalgunadedestruirunaciudad.Suobjetivoeraelmundoentero.

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A

2.Puntodepartido

LEXparó lapelotaconelpecho, lahizorebotary la lanzóal fondode la red.Fue entonces cuando vio al hombre del gran perro blanco. Era una cálida y

brillante tarde de viernes, con un tiempo entre la primavera tardía y el veranoadelantado.Erasolounpartidodeentrenamiento,peroAlexseloestabatomandoconlamayorseriedad.ElseñorWiseman,queenseñabaPE,lohabíaseleccionadoparaelequipotitularyestabapensandoenjugarcontraotroscolegiosdeloestedeLondres.Pordesgraciasucolegio,Brookland,noteníasupropiopatiodejuego.Erauncolegiopúblicoycualquierapodíapasarporallí.Yllevartambiénsusperros.

Alex reconoció al instante al hombrey su corazón lediounvuelco.Almismotiempo sintió cómo lo vencía el enfado. ¿Cómo se atrevía a ir allí, al campo delcolegio,enmitaddeunpartido?¿Esqueesagentenoloibaadejarenpaznunca?

El hombre se llamaba Crawley. Con ese pelo ralo, rostro manchado y ropasanticuadas,parecíaunmilitardebajorangoopuedequeunprofesordeunaescuelaprivadademediopelo.PeroAlexsabíalaverdad.CrawleypertenecíaalMI6.Noeraexactamenteunespía,sinomásbienunhombrequeformabapartedeesemundillo.Crawleyeraunejecutivoenunodelosoficiosmássecretosdelmundo.Arreglabaelpapeleo, los trámites, los encuentros. Cuando alguienmoría con un cuchillo en laespalda o un tiro en el pecho, debía ser Crawley el que rellenaba los puntossuspensivos.

MientrasAlexvolvíacorriendoa la líneamedia,Crawleyse fuea sentarenunbanco, arrastrando con él a su perro. El animal no parecía tenermuchas ganas depasear. No parecía querer estar allí. Crawley se sentó. Estaba aún sentado diezminutosdespués,cuandoelpitidofinaldioporconcluidoelpartido.Alexselopensóduranteunmomento.Luegocogiósujerseyyseacercóaél.

Crawleypareciósorprendidodeverlo:—¡Alex!—exclamó—. ¡Qué sorpresa!No tehabíavistodesde…bueno,desde

quevolvistedeFrancia.HacíasolocuatrosemanasqueelMI6habíaobligadoaAlexainvestigarenuna

escuela para multimillonarios en el sureste de Francia. Usando un falsó nombre,habíaentradocomoestudianteenlaAcademiadePointBlanc,paraacabarconvertidoenunprisionerodesudirector,eldoctorGrief.Lohabíanperseguidoporlamontaña,disparadoycasidiseccionadovivoenlaclasedebiología.Alexnuncahabíaqueridoser espía y todo aquel asunto lo había reafirmado aúnmás. Crawley era la últimapersonaalaquelehubieragustadover.

PeroelhombredelMI6lesonreíacomositalcosa.

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—¿Estás en el equipo del colegio? ¿Es aquí donde juegas? Me sorprende nohabertevistoantes.Barkeryyovenimosamenudo.

—¿Barker?—Elperro—Crawleyseagachóapalmearlo—.Esundálmata.—Creíquelosperrosdálmatasteníanmanchasnegras.—Este no—Crawley dudó—. La verdad, Alex, es que es una suerte haberte

encontrado.Mepreguntosipodríamoshablarunmomento.Alexmeneólacabeza.—Olvídelo,señorCrawley.Selodijelaúltimavez.NomeinteresaelMI6.Soy

unestudiante.Nounespía.—¡Porsupuesto!—Crawleyestuvodeacuerdo—.Loquequierodecirtenotiene

nadaquevercon…um…laempresa.No,no,no—parecíacasiapurado—.Loquequeríapreguntartees…¿tegustaríatenerunasientoenprimerafilaenWimbledon?

LapreguntapillóaAlextotalmenteporsorpresa.—¿Wimbledon?¿Serefiereustedaltenis?—Claro—Crawleysonrió—.ElClubdeTenisAllEngland.Estoyenladirectiva.—¿Ymeofreceustedunaentrada?—Sí.—¿Quépartido?—Nosetratadeningúnpartido,Alex.No.Pero…dejaqueteexplique—Alexse

percatódeque losdemás jugadores ibanamarcharse.La jornadaescolarestabayacasiconcluida.PrestóatenciónmientrasCrawleyproseguía—.Lacosaesque,veras,hará como una semana sufrimos un robo. La seguridad es grande en el club, peroalguienselasarreglóparasaltarelmuroyentrarenelEdificioMilenio,forzandounaventana.

—¿QuéeselEdificioMilenio?—Eselsitioenelquelosjugadorestienenlosvestuarios.Tambiéndisponedeun

gimnasio,restaurante,unpardesalonesycosasasí.Tenemosuncircuitocerradodetelevisión,peroelintrusodesactivóelsistemaytambiénlaalarmaprincipal.Fueuntrabajo de un verdadero profesional. Nunca habríamos sabido que alguien habíaentradodenoserporungolpedesuerte.Unodenuestrosvigilantesnocturnosvioalhombrecuandosemarchaba.Erachino,depocomásdetreintaaños…

—¿Elguardia?—Elintruso.Vestidodepiesacabezadenegroyconalgunaespeciedemochilaa

laespalda.Elguardiaavisóalapolicíayserevisótodoellugar,dearribaabajo.ElEdificio Milenio, las canchas, las cafeterías… todo. Nos llevó tres días. No haycélulas terroristas activas en Londres, de momento, gracias a Dios, pero siemprepuede ocurrir que a algún lunático se le ocurra poner una bomba. Mandamos unescuadrónantiterrorista.Perros. ¡Nada!Quienquieraquefuesesehabíaesfumadoy

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noparecíahaberdejadonada.»Peroahoraviene lo raro,Alex.Nodejónada,pero tampocose llevónada.Lo

ciertoesqueparecequenotocaronnada.Yatedigoque,denohabervistoelguardiaaltipo,nuncahubiésemossabidoquehabíaestadoallí.¿Quéteparece?

Alexseencogiódehombros.—Puedequeelguardialodescubrieseantesdequepudieraencontrarloquehabía

idoabuscar.—No.Loviocuandoyasemarchaba.—¿Nolohabráimaginadoelguardia?—Examinamoslascámaras.Lapelículaestatemporizadaydescubrimosquelas

cámarashabían estado inoperativasdurantedoshoras.Desdemedianochehasta lasdosdelamadrugada.

—¿Yquépiensausteddetodoesto,señorCrawley?¿Porquémelocuentaamí?Crawley suspiró y estiró las piernas. Vestía zapatos suecos, viejos y con los

taconesgastados.Elperrosehabíadormido.—Creo que alguien trata de sabotear Wimbledon este año—dijo. Alex iba a

interrumpirlo,peroCrawleylevantóunamano—.Séquesuenaridículoytengoqueadmitir que los demásmiembros del consejo nome creen. Por otra parte, ellos notienenmi sexto sentido.No trabajan en lo que yo. Pero piénsalo,Alex. Tiene quehaberalgunarazónparaunainvasióntancuidadosamenteplaneadoyejecutado.Peronohayningunarazón.Algonovabien.

—¿PorquépodríaalguientratardesabotearWimbledon?—Nolosé.Perotienesquerecordarquelasdossemanasdeltorneodetenisde

Wimbledonesungrannegocio.Muevemillonesde libras.Soloelganadorse llevaochocientascincuentamillibras.Yluegoestánlosderechosdetelevisión,derechosde imagen, publicidad… viene gente VIP de todos los rincones del mundo, desdeestrellas de cine a presidentes…y las entradaspara la final alcanzan en la reventaprecios de miles de libras. No es solo un juego. Es un evento mundial y, si algosucede…,laverdadesquenoquieronipensarlo.

PeroestabaclaroqueCrawleysíhabíaestadopensandoenello.Teníaunaspectocansado.Lapreocupaciónasomabaasusojos.

Alexselopensóduranteunmomento.—Ustedquierequeecheunaojeada—sonrió—.NuncaheestadoenWimbledon.

Sololohevistoportelevisión.MeencantaríatenerunaentradaparalaPistaCentral.Peronoveocómounavisitadeundíapuedaayudaraalgo.

—Cierto,Alex.Peronoesprecisamenteunavisitadeunsolodíaloqueyotengoenmente.

—¿Entonces?—Mepreguntosiaceptaríasconvertirteenrecoge-pelotas.

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—¿Lodiceenserio?—¿Por qué no? Puedes estar allí las dos semanas. Tendrás mucho tiempo y

estarás en el meollo del asunto. Verás grandes partidos. Y yo podré relajarme unpoco,sabiendoquetúestásallí.Sialgovaaocurrir,hayunabuenaoportunidaddequepuedasdescubrirlo.Entoncespodríallamarmeyyameocuparíayo—moviólacabeza. Estaba claro de que si no podía convencer a Alex, al menos se habíaconvencidoasímismo—.Noesalgopeligroso.Esdecir…setratadeWimbledon.Estarállenodechicos.¿Quépiensasalrespecto?

—¿Notieneyabastantegentedeseguridad?—Porsupuestoquetenemosunacompañíadeseguridad.Sonfácilesdever…lo

que los hace fáciles de evitar. Pero tú serás invisible,Alex.Ahí está el quid de lacuestión.

—¿Alex…?El señor Wiseman lo llamaba. El profesor lo estaba esperando. El resto de

jugadoresyasehabíamarchado,salvodosotreschicosquesepasabanentreelloselbalón.

—Enseguida,señor—respondióAlex.Elprofesordudó.Erabastanteextrañoqueunodeloschicosseparaseahablar

conaqueltipodechaquetaanticuadaycorbataarayas.Pero,porotraparte,elchicoera Alex Rider y todo el colegio sabía que había algo extraño en él. Se habíaausentadopordosvecesdelcolegioenfechasrecientes,y lasdosvecessinmediarexplicación, y la última vez que había regresado, el bloque de ciencias habíaresultado destruido por un fuego misterioso. El señor Wiseman decidió ignoraraquella situación. Alex sabía cuidar de símismo y ya volvería por su cuentamástarde.Oesoeradeesperar.

SemarchóyAlexseencontróasolasconCrawley.Pensó en lo que este le había contado. En parte le desagradaba Crawley. ¿Su

encuentro con Alex en el campo, en mitad del juego, era de verdad solo unacasualidad?Difícil.EnelmundodelMI6,donde todoestabaplaneadoycalculado,no existían las coincidencias. Esa era solo una de las razones por las que no legustaba a Alex. Ya lo habían utilizado por dos veces, y las dos no se habíanpreocupadodesipodíasalirvivoo resultarmuerto,mientras les fueseprovechoso.CrawleyerapartedeesemundoyaAlex,enelfondo,ledisgustabatantocomotodolodemás.

Pero,alavez,pensabaqueelasuntopodíaserinteresanteparaél.Crawleynoleestaba pidiendo que se infiltrase en ninguna embajada extranjera o saltase enparacaídassobreIraqocualquierotrolugarremotoypeligroso.LeestabaofreciendodossemanasenWimbledon.Eratansimplecomoeso.Unaoportunidaddepresenciaralgodetenisy,siteníamalasuerte,dedescubriraalguientratandoderobaralclub.

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¿Quépodíasalirmal?—Deacuerdo,señorCrawley—dijo—.Noveoporquéno.—Estupendo,Alex.Yameocupoyodetodoslosdetalles.¡Vamos,Baxter!Alex miró al perro y se dio cuenta de que se acababa de levantar. Lo estaba

mirando con ojos rosados e inyectados en sangre. ¿Le estaba avisando? ¿Sabía elperroalgoqueélignoraba?

PeroenesemomentoCrawleytiródelacorreayalejóalperroconrapidezdeallí,antesdequepudierarevelaralgunodelossecretosdesuamo.

Seissemanasmástarde,AlexestabaenlaPistaCentral,vestidoconloscoloresmalvayverdeoscurodelClubdeTenisAllEngland.Estabaapuntodecomenzarloque sin duda iba a ser el juego final en esa ronda clasificatoria. Uno de los dosjugadores sentados apocos centímetrosde él pasaría a la siguiente ronday tendríaunaoportunidaddeganarelmediomillóndelibrasquecorrespondíanalganadordelpremio. El otro volvería a casa en el siguiente autobús. Solo entonces, mientrasaguardaba el saque, arrodillado junto a la red,Alexhabía llegado a comprender elpoderdeWimbledonyporquésehabíahechounhuecoenelcalendariomundial.Lociertoesquenohabíaningunacompeticiónqueselepudieracomparar.

Estabarodeadopor lagranmoledelestadio,conmilesymilesdeespectadoresquesubíanhacia loalto,hastadesapareceren las sombrasde laparte superior.Eradifícildistinguirlosrostros.Habíademasiadosyparecíanestarmuylejos.Perosentíalaemocióndelamultitudmientraslosjugadoressedirigíanhacialosextremosdelacancha,mientraslahierba,perfectamentecortada,parecíaresplandecerbajosuspies.Hubounestallidodeaplausosquedespertóecos,yluegounrepentinosilencio.Losfotógrafosseinclinaban,comobuitres,sobreinmensaslentestelescópicasmientras,asus espaldas, en cabinas cubiertas, las cámaras de televisión girabanpara filmar elprimerservicio.Losjugadoresestabanelunofrentealotro:doshombrescuyasvidasenterassehabíandirigidoaesemomentoycuyofuturoeneljuegopodíadecidirseenlos siguientes minutos. Era todo de lo más inglés: la hierba, los fresones, lossombreros de paja. Y aun así resultaba mortífero, una pugna de gladiadores sinparangón.

—Silencioporfavor,damasycaballeros…La voz del árbitro resonó a través de los altavoces y el primer jugador sacó.

Jacques Lefevre era francés, tenía veintidós años y era nuevo en el torneo. Nadieesperaba que llegase tan lejos. Jugaba contra un alemán, Jamie Blitz, uno de losfavoritoseseaño.PeroeraBlitzelqueestabaperdiendo,dossets,cincojuegosados.Alex observó cómo esperaba, balanceándose sobre las punteras. Lefevre sacó. Labolagolpeójuntoalalíneacentral.Unace.

—Quinceanada.

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Alex estaba suficientemente cerca como para ver la derrota en los ojos delalemán. Ahí estaba la crueldad del juego, en la parte psicológica. Pierde laconcentraciónyloperderástodo.EsoeraloqueleestabaocurriendoahoraaBlitz.Alexpodíacasiolersusudor.Mientrassedirigíahaciaelotro ladode lacancha,aesperarelnuevoservicio,sucuerpoparecíapesado,comosiestuvierarecurriendoatodas sus fuerzasparamantenerse enpie.Perdió el siguientepunto, y el siguiente.Alexsaliócorriendo,cruzando lacancha,cogióunabolay tuvoel tiempo justodelanzárselaalchicodelabaseizquierda.Noparecíaquefuerananecesitarla.Parecíacomosisololequedaseunservicioaljuego.

Y,claro,Lefevreconsiguióunacefinal,antesdecaersobrelasrodillasylevantarlospuñoscelebrandoeltriunfo.EraunaposevistacentenaresdevecesantesenlascanchasdeWimbledonylaaudienciaselevantócomosiempre,aplaudiendo.Peronohabía sido unbuen encuentro.Blitz podía haber ganado.Lo cierto es que el juegodebiera haber duradomás de tres set.Había estadomuy bajo de forma y el jovenfrancéslohabíaarrollado.

Alex recogió la última de las pelotas y la envió rodando hacia el extremomáslejano.Prestóatenciónmientraslosjugadoresseestrechabanlamano,primeroentreellos y después con el árbitro. Blitz se dirigió hacia donde él estaba y comenzó arecogersubolsadedeporte.Alexobservósurostro.Elalemánparecíadesconcertado,comosinopudieraaúncreerquehabíaperdido.Luegolevantólabolsaysemarchó.Dedicó un último saludo a los espectadores y abandonó la cancha. Lefevre seguíafirmandoautógrafosenlaprimerafiladeasientos.Blitzyahabíasidoolvidado.

—Hasidounpartidorealmentemalo—dijoAlex—.NoséquelepasabaaBlitz.Parecíacomosonámbulolamitaddeltiempo.

Había pasado una hora y Alex estaba sentado a la mesa en el Complejo, lashabitacionessituadasbajolaoficinadelárbitro,enlaesquinadelaPistan.°1,dondelos dos centenares de chicos y chicas que trabajaban en el torneo comían, secambiabanydescansaban.Estababebiendounrefrescoconotrostresrecogepelotas,dos chicosyuna chica.En aquellasdos semanashabía trabadounabuena amistadconlachica,tantocomoparaqueellaloinvitaseapasarunosdíasconsufamiliaenCornualles cuando hubiese acabado Wimbledon. La chica tenía el pelo negro,brillantes ojos azules y era pecosa. Corría rápido y era muy hábil. Estaba en uncolegio de monjas de Wimbledon y su padre era un periodista especializado eneconomía, pero ella era cualquier cosa menos engreída. Le gustaban las bromas,cuantomásrudasmejor,yAlexestabaconvencidodeque,cuandosereía,laoíanenlaPistaDiecinueve.SellamabaSabinaPleasure.

—Hasidomuymalo—dijoella—.PeromegustaLefevre.Esmono.Ysoloesunpocomásviejoqueyo.

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—Sieteaños—puntualizóAlex.—Muy poca cosa.Además, volveré a la PistaCentralmañana.Me va a costar

prestaratenciónaljuego.Alexsonrió.LegustabadeverasSabina,auncuandoellateníaunafijacióncon

los hombres mayores. Se alegraba ahora de haber aceptado el ofrecimiento deCrawley.

—Asegúratederecogerlaspelotasquetecorresponden—dijo.—¡Rider!—lavozseimpusosobreelrun-rundelascharlasdelacafeteríayun

hombre pequeño y de aspecto recio surgió, con grandes zancadas, de una oficinalateral. Se trataba deWallyWalfor, el ex sargento de la RAF, responsable de losrecogepelotas.

—¿Sí,señor?—AlexhabíapasadocuatrosemanasdeentrenamientoconWalfory había llegado a la conclusión de que el hombre era menos monstruo de lo quetratabadeaparentar.

—Necesitoaalguiendeimaginaria.¿Algúnproblema?—No,señor.Deacuerdo—Alexacabósubebidaysepusoenpie.Lealegróver

queSabinaseentristecíaalverlomarchar.Estardeimaginariaqueríadecirpermaneceresperandoenelexteriordelaoficina

del árbitro, para el caso de que lo necesitasen en alguna de las pistas o en lasinstalaciones.LaverdadesqueaAlexlegustabaestarenelexterior,alsol,mirandoalagente.Llevólabandejadevueltaalmostradoryestabaapuntode irsecuandovioalgoquelehizodetenerseypensar.

Había unguardia de seguridadhablando enun teléfonopúblico situado enunaesquina de la sala. No había nada extraño en todo eso. Siempre se encontrabanguardiasapostadosenlaentradadelComplejoydevezencuandoentrabanabuscarunvasodeaguaoausarelbaño.Elguardiaestabahablandodeunaformarápidayexcitada, losojosbrillando,comosiestuviesecomunicandounanoticia importante.Seoíaunmurmullogeneralenlacafetería,peroaunasíAlexseacercóunpocomás,con la esperanza de captar algunas palabras.Y entonces vio el tatuaje.Con tantosrecogepelotas en la sala y los hornos funcionando detrás del mostrador, latemperatura había subido.El guardia se había quitado la chaqueta. Llevaba debajocamisademangacorta.Yahí,ensubrazo,justoalbordedelamanga,mostrabaungrancírculorojo.Alexnuncahabíavistonada igual.Uncírculo lisoysinadornos,sinnadaescritoniimágenes.¿Quépodíasignificar?

ElguardiasevolviódeprontoysorprendióaAlexmirándolo.SucedióderepenteyAlexlamentónohabertenidomáscuidado.Elguardianodejódehablar,perogiróelcuerpo,deformaqueelbrazoconeltatuajequedaronfueradelavistadeAlex.Almismo tiempo se cubrió el tatuaje con lamano libre. Alex le sonrió y le hizo ungesto,comosiestuvieseesperandopara llamar.Elguardiamusitóalgunaspalabras

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másycolgó.Sepusolachaquetaysemarchó.Alexesperóhastaquehubosubidoporlas escaleras y luego lo siguió.El guardia había desaparecido.Alex se sentó en elbancoquehabíaalaspuertasdelaoficinadelárbitroyreflexionó.

Una conversación telefónica en una cafetería abarrotada de gente.Esono teníaporquésignificarnada.PeroloextrañoeraqueAlexhabíavistoaeseguardiahacíapoco,unahoraanteselcomienzodelpartidoBlitz-Lefevre.HabíanmandadoaAlexal Edificio Milenio a buscar la raqueta de uno de los participantes y había idodirectamente a la sala de jugadores. Al subir por la escalera que arrancaba delvestíbulo principal había llegado a una zona grande y diáfana, con pantallas detelevisiónenunladoymonitoresdeordenadorenelotro,asícomollamativossofásrojos y azules en ambos lados. Era una zona reservada. Venus Williams estabasentadaenunodelossofás.TimHenmanestabaviendounpartidoenlatelevisión.Ytambién estaba Jamie Blitz, bebiendo agua mineral muy fría, en vaso de plástico,cogidadeldispensadorsituadoenlapareddelfondo.

El guardia también estaba allí. Alex lo había visto, parado de forma bastanteincómodajuntoalasescaleras.EstabamirandoaBlitz,yalmismotiempohablandopor el móvil. O eso parecía. Pero Alex pensó que había algo extraño en aquelhombre.Aunqueteníaelmóvilpegadoaloído,nohablaba.TodasuatenciónestabafijaenBlitz.AlexhabíaobservadocómoBlitzsebebíasuaguayluegosemarchaba.Elguardiahabíasalidounospocossegundosmástarde.

¿QuéestabahaciendoenelinteriordelEdificioMilenio?EsofueloprimeroquesepreguntóAlexenaquellosmomentossentadoalsol,escuchandoelsonidolejanode las bolas de tenis y los aplausos de lamultitud invisible. Si el guardia tenía unteléfonomóvil, y si ese teléfono estaba operativo solo unas horas antes, ¿por quéteníaquehaceruna llamadadesdeel teléfonopúblicode laesquinadelComplejo?Claroquepodíahabérseleagotadolabatería.Peroaunasí,¿porquéusaresacabinaenconcreto?Habíateléfonosportodoelclub,enlaspistas.¿Noquerríaservisto?

¿Yporquéteníauncírculorojotatuadoenelbrazo?Noqueríaqueseloviesen.Alexestabasegurodequehabíatratadodeocultarlo.

Yhabíaalgomás.Pudieraserunacoincidencia,peroelguardia,lomismoqueeltipoquehabíainvadidoelClubdeTenisAllEngland,erachino.

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A

3.Sangreyfresas

LEX no tomó conscientemente la decisión de seguir al guardia, pero en lossiguientes días pareció toparse con él casi por accidente. Se lo encontró dos

vecesmás;unaregistrandobolsosenlapuertacincoyotradandounasindicacionesaunpardeespectadores.

Pordesgracia,eraimposiblesaberdóndeestabatodoeltiempo.HabíaunfalloenelplandeCrawley.El trabajode recogepelotasobligaba aAlexa estar en laPistaCentral gran parte del día. Los recogepelotas seguían un sistema de rotación, doshorasde trabajo,dosdescansando.Enelmejorde loscasos, solopodíaserespíaatiempoparcial.Ylaverdadesquecuandoestabaenlapista,olvidabarápidamentealguardia, el teléfono y todo aquel asunto de la invasión nocturna, absorbido por eldramatismodeljuego.

PerodosdíasdespuésdequeBlitzabandonaseWimbledon,Alexseencontródenuevosiguiendounavezmásalguardia.FuemediahoraantesdequecomenzaseelpartidodelmediodíayAlexibaaentraralComplejocuandovioalguardiapenetrardenuevoenelEdificioMilenio.Eraalgoextraño.Eledificioteníasupropioequipodeseguridad.Elpúbliconopodíairmásalládelarecepciónsinunpase.¿Quéestabahaciendoentoncesahí?Alexechóunaojeadaasureloj.Si llegaba tarde,Walfor leecharía la bronca y era muy posible que lo enviase a una de las pistas menosinteresantes. Pero tenía tiempo de sobra. Y tenía que admitir que se le habíadespertadolacuriosidad.

Entró en el EdificioMilenio.Como era costumbre, nadie le preguntó nada. Suuniformede recogepelotas servíadepase.Subió las escaleras, pasó el salónde losjugadores y entró en el restaurante situado al otro extremo.Allí estaba el guardia,delante de él. Una vez más, tenía el teléfono móvil en la mano. Pero no estaballamando.Estabadepie,observandocómolosjugadoresylosperiodistasacababanlacomida.

Elcomedoreralargoymoderno,conungranaparadorparacomidascalientesyun área central con ensaladas, bebidas frías y frutas. Debía haber un centenar depersonas comiendo en las mesas, y Alex reconoció entre ellas a un par de carasfamosas.Miróalguardia.Estabaenunaesquina, tratandodenollamarlaatención.Su atención parecía estar fijada en unamesa próxima a una de las ventanas.Alexsiguió la dirección de su mirada. Había dos hombres sentados en esa mesa. Unovestíachaquetaycorbata.Elotroibaenchándal.Alexnoconocíaalprimerhombre,peroelsegundoeraOwenBryant,otrojugadordeprimerafila,estadounidense.Teníaquejugaralmediodía.

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El otro hombre tal vez fuera su representante, o puede que su agente. Estabanhablando con calmaperomuy interesados.El representante decía algoyBryant sereía.Alexentróenelrestaurante,manteniéndosepegadoalapared.Queríaverquéestaba haciendo el guardia, pero sin que este lo viese. Era una suerte que elrestaurante estuviera lleno. Había mucha gente moviéndose por todos lados y leservíandepantalla.

Bryantselevantó.Alexviocómolosojosdelguardiaseestrechaban.Sellevóelmóvil a la oreja. Pero no habíamarcado ningún número.Bryant fue al surtidor deaguay sacóunvasodel cilindrodeplástico.Se sirvió élmismounpocode agua.Alexobservócómounaburbujadeairesubíahastalasuperficiedentrodelrecipientede plástico. El jugador de tenis volvió con el agua a la mesa y se sentó. Elrepresentantedijoalgo.Bryantsebebióelagua.Yesofuetodo.Alexlohabíavistotodo.

¿Peroquéexactamente?No tenía tiempo para responder la pregunta. El guardia ya se había puesto en

marcha, dirigiéndose a la salida. Alex tomó una decisión. La puerta principal seinterponíaentreelguardiayélyse lanzóa travésdeella,con lacabezaagachada,como si no mirase lo que hacía. Lo hizo en el momento justo. Chocó contra elguardiacuandoeste ibaacruzar.Y,eneseprecisomomento,dejócaerelbrazodeformadescuidada,golpeandolamanodelguardia.Elteléfonomóvilcayóalsuelo.

—Losiento—dijoAlex.Antesdequeelguardiapudieradetenerlo,seagachóycogióelmóvil.Losopesóensumanouninstante,antesdedevolvérselo—.Tome.

Elguardianodijonada.DuranteunmomentoclavósusojosenAlex,yesteseencontrósiendoexaminadopordospupilasmuynegrasquenoparecíantenervida.Aquel hombre tenía la piel pálida y manchada, con algo de sudor sobre el labiosuperior. El rostro era totalmente inexpresivo. Alex sintió cómo le arrancaban elteléfonodelamanoyluegoelguardiasemarchó,haciendobatirlapuerta.

LamanodeAlexseguíaenelaire.Semiróa lapalma.Lepreocupabahabersedelatado, pero había conseguido saber algo a cambio. El teléfono móvil era unafalsificación. Demasiado ligero. No había nada en la pantalla. Y no tenía un logoreconocible:Nokia,Panasonic,Virgin…nada.

Se volvió hacia los hombres de la mesa. Bryant había terminado el agua yestrujabaelvasodeplásticoenlamano.Estrechabalamanodesuamigo,apuntoyadeirse.

Elagua…Alexacababadetenerunaideaqueresultabacompletamenteabsurdayque,sin

embargo, daba algún sentido a lo que había visto. Retrocedió, cruzando elrestaurante,yseagachójuntoalsurtidor.Habíavistolasmismasmáquinasportodoelclubdetenis.Tomóunvasoyusósubordeparapresionarelpulsadorsituadobajo

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eltanque.Elagua,filtradayenfriada,cayóenelvaso.Pudosentirla,heladacontrasupalma.

—¿Quédemoniossesuponequeestáshaciendo?Alex levantó lacabezay seencontróconunhombrede rostrocolorado,con la

chaquetadeWimbledon,cerniéndose sobreél.Era laprimeracarahostilquehabíavistodesdesullegada.

—Estoycogiendounpocodeagua—explicó.—¡Yaloveo!Esobvio.¿Yquéestáshaciendoenesterestaurante?Estáreservado

parajugadores,organizaciónyprensa.—Losé—respondióAlex.Seesforzóparanoperderlosnervios.Noteníaningún

derecho a estar allí, y si aquelmiembro de la organización—o lo que fuese— seempeñaba, podía perder su trabajo como recogepelotas—.Lo siento, señor.Vine atraerunaraquetaalseñorBryant.Acabodedársela.Teníasedymeparéabeberunpoco.

El otro se relajó.Loque contabaAlex sonabade lomás razonable.Y le habíagustadoquelollamasen«señor».Agitólacabeza.

—Vale.Peronoquierovolveraverteaquíotravez—tendiólamanoylequitóelvaso—.Alotuyo.

Alex llegó al Complejo unos diezminutos antes de que comenzase el partido.Walforlomiróconelceñofruncido,peronodijonada.

Esa tarde, Owen Bryant perdió el partido contra Jacques Lefevre, el mismodesconocidodenacionalidad francesadelquenadiehubieraesperadoquebatieseaJamie Blitz dos días antes. El resultado final fue de 6-4, 6-7, 4-6 y 2-6. AunqueBryant había ganado el primer juego, su ritmo había decaído con rapidez segúntranscurríalatarde.Otroresultadoinesperado.Bryanhabíasidoelfavorito.

Veinteminutosdespués,Alexestabadevueltaenelrestaurantedelazonabaja,sentadoconSabina,queestababebiendounacola-colalight.

—Mispadreshanvenidohoy—decíaella—.Lesheconseguidoentradasy,comopremio,mehanprometidounanuevatabladesurf.¿Haspracticadosurfalgunavez,Alex?

—¿Cómo?—lacabezadeAlexestabamuylejosdeallí.—TeestabahablandodeComualles.Surf…—Sí.Hehechosurf—Alexhabíaaprendidoconsutío,IanRider.Elespíacuya

muertehabíacambiadodeformatanprecipitadasuvida.LosdoshabíanpasadounasemanajuntosenSanDiego,California.Esohabíasidohacíaunosaños.Añosqueavecesparecíansiglos.

—¿Notegustalabebida?—lepreguntóSabina.Alexsediocuentadeque tenía lacoca-coladelantede losojos, laagitabay la

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miraba.Peroenrealidadestabapensandoenagua.—No,estábien…—comenzó.Yentonces,conelrabillodelojo,vioalguardia.Habíabajadoporlasescaleras

hastaelComplejo.Denuevoestabausandoel teléfonodelaesquina.Alexobservócómointroducíaunamonedaymarcabaunnúmero.

—Enseguidavuelvo.Se levantóy fuehacia el teléfono.Elguardia estabade espaldas a él.Estavez

pudoacercarselobastantecomoparaescucharloqueestabadiciendo.—…unéxitocompleto—elguardiahablabaen inglés,perocon fuerteacento.

AúnseguíadeespaldasaAlex.Hubounapausa,y luego—:Me reuniréahoraconusted. Sí.Directamente. Ellame lo va a dar amí, y yo se lo llevo a usted—otrapausa.Alex tuvo la sensación de que la conversación estaba acabando.Retrocedióunospasos—.Voyparaallá.Adiós—colgóysefue.

—¿Alex…?—lo llamó Sabina. Seguía en lamesa, sentada allí donde la habíadejado.Comprendióquedebíahabervistoloquehabíahecho.Levantóunamanoylehizoungesto.Yaseleocurriríaalgunaexcusaquecontarlemástarde.

Elguardianosubióalniveldelsuelo.Envezdeeso,sefueporunapuertaquedaba a un largo corredor, que se alejaba en la distancia.Alex abrió la puerta y losiguió.

ElClubdeTenisAllEnglandcubreunáreainmensa.Ensusuperficiepareceunparquetemático,aunquelaúnicaactividadalaquesededicaesaltenis.Millaresdepersonastransitabanporcaminosycubríanlaspasarelas,enunininterrumpidoflujode brillantes camisas blancas, gafas y sombreros de paja. Además de pistas, haysalonesdetéycafés,restaurantes,tiendas,puestosdeinformación,taquillasypuntosdeseguridad.

Pero existe otro mundo, menos conocido, bajo todo eso. Todo el club estáconectado por un laberinto subterráneo de corredores, túneles y calles, algunas lobastantegrandescomoparapermitirelpasodeunautomóvil.Esfácilperdersesobretierra,yaúnmásfácilhacerlobajoella.Haypocasseñalesynoseencuentraanadieen las esquinas para pedirle información. Es el mundo de los cocineros y loscamareros,lagentedelalimpiezaylosrepartidores.Dealgunaforma,selasarreglanparamoverse por ahí abajo, saliendo a la luz en el punto exacto en el que se lesrequiere,antesdedesaparecerdenuevo.

El corredor en el que Alex se encontraba tenía el nombre de Ruta Real, yconectabaelEdificioMilenioconlaPistan.°1,loquepermitíaalosjugadoresirajugarsinservistos.Estabalimpioyvacío,cubiertoporunalustrosaalfombraazul.Elguardia estaba a unos veintemetros por delante de él, yAlex se sintió de repenteincómodoalversetansolo.Solamenteestabanlosdos.Arriba,enlasuperficie,habíagente por todas partes, pululando a la luz del sol. Alex dio gracias a que hubiese

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alfombra,yaqueesoamortiguabaelsonidodesuspasos.Alparecer,elguardiateníaprisa.Eraportantodifícilquesedetuvieseymirasehaciaatrás.

ElguardiallegóaunapuertademaderaenlaqueponíaRESERVADO.Entrósindetenerse. Alex se paró un momento, luego entró también. Se encontró con unescenariomáshosco;uncorredordecementoconseñalizaciónindustrialenamarilloy tuberías de ventilación sobre la cabeza. El aire oía a aceite y detritos, y Alexcomprendióquehabía llegadoa lapopularmente llamadaRutade losCarritos,unavía de servicio que formaba una gran circunferencia alrededor del club.Unpar deadolescentesconmandilesverdesyvaquerospasaronasulado,empujandodoscubosdebasuradeplástico.Unacamareraveníaendireccióncontraria,conunabandejadeplatossucios.Peroentoncesviounafiguraquedesaparecíatrasunacortinadebandasdeplásticotransparentequecolgabandeltecho.Llegóavereluniformealotroladodelacortina.Aceleróylacruzó.

Enese instanteAlexcomprendiódoscosas.Queno sabíayadóndeestaba…yquesolocontabaconsuspropiosrecursos.

Seencontróenunaestanciasubterránea,conformadeplátano,quesecurvabaytenía pilares de hormigón sosteniendo el techo. Parecía un estacionamientosubterráneoy,dehecho,habíatresocuatrocochesaparcadosensussitios,cercadelapasarelaelevadaenlaquesehallaba.Perolamayorpartedelespacioestabaocupadopor basuras. Había cajas vacías, palés de madera, una herrumbrosa hormigonera,trozosdeviejasvallasymáquinasexpendedorasdecaféaveriadas,tiradasportodaspartes, para que se pudriesen sobre el húmedo suelo de cemento.Olíamal yAlexpudoescucharunsusurrocontinuo,comoeldeunasierraeléctrica,quesalíadeundestructordebasurassituadofueradelavista.Y,sinembargo,tambiénusabanaquellugarparaalmacenarcomidaybebida.Habíabarrilesdecerveza,cientosdebotellasde bebidas gaseosas, cilindros de gas y, apilados, ocho o nueve grandes cajonesblancos:congeladores,quelucíanlaetiquetaREFRIGERADORDEVEGETALES.

Alexmiróhaciaeltecho.Subíahaciaarribaysuformalerecordóalgo.¡Claro!¡El graderío situado alrededor de la Pista n.° 1! Eso era; estaba en la zona dealmacenajesituadabajolapistadetenis.Ahíeraadondellegabanlossuministros,ydondeseechabalabasura.Y,justoahora,habíadiezmilpersonassituadassolounosmetros por encima de su cabeza, disfrutando del juego, sin saber que todo lo queconsumíanalolargodeldíaempezabayacababaallí.

¿Perodóndeestabaelguardia?¿Porquéhabíaidohastaallíyaencontrarseconquién?Alexsedeslizóhaciadelanteconprecaución,sintiéndosedenuevomuysolo.Estaba sobre una plataforma elevada, con la palabra PELIGRO repetida en letrasamarillasalolargodetodoelborde.Nonecesitabadeeseaviso.Llegóauntramodeescalonesy losdescendióparaentrarenlazonaprincipaldel lugar,almismonivelquelosrefrigeradores.Pasóalladodeunmontóndebombonasdegas,quecontenía

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dióxidodecarbono.Noteníaideadeporquéestabanahí.Lamitaddelascosasquehabíaallíparecíanhabersidoalmacenadassinunabuenarazónparaello.

Estababastantesegurodequeelguardiasehabíaido.¿Porquéiraencontrarseconalguienallíabajo?PorprimeravezdesdequeabandonóelComplejo,Alexpensóenlaconversacióntelefónicaquehabíaoído.

Mereuniréahoraconusted.Sí.Directamente.Ellamelovaadaramí,yyoselollevoausted.

Sonabaridículo,afalso,comoalgosacadodeunamalapelícula.MientrasAlexcaíaenlacuentayeraconscientedegolpequehabíasidoengañado,escuchóelruidoy vio la forma oscura que surgía de las sombras. Estaba en mitad del suelo decemento,adescubierto.Elguardiaestabaalvolantedeunmontacargasrodante,conlosdientesdemetalapuntándolocomoloscuernosdeuntorogigantesco.Propulsadopor su motor eléctrico de 48 voltios, el montacargas se lanzó hacia él sobre susneumáticos. Alex pudo ver que había una docena de pesados palés de maderabalanceándosesobrelacarlinga.Viocómosonreíaelguardia,conunrelampagueodedientes feos en un rostro aúnmás feo. Elmontacargas cubrió la distancia que losseparabaaasombrosavelocidad; luegosedetuvoderepente,cuandoelguardia tiródelfreno.Alexaullóyselanzóhaciaunlado.Lospalésdemadera,propulsadosporlainerciadelmontacargas,escaparondelaspalasycayeronresonando.Alexpodríahaberquedadoaplastadobajoellosdenohabersidoporlosbarrilesdecerveza.Unahileradelosmismoslesirvióderefugio,yaquedejabanunpequeñotriángulolibre.Alexescuchócómolamaderagolpeabaaescasoscentímetrosdedondeestaba.Sobresuespaldaycuellocayeronastillasdemadera.Elpolvoylasuciedadlocubrieron.Pero había salido ileso. Sofocado y medio ciego, salió a rastras, mientras elmontacargasretrocedíaysepreparabaparaatacarledenuevo.

¿Cómopodíahabersidotanestúpido?ElguardialohabíavistoesaprimeravezenelComplejo,cuandohizo la llamada telefónica.Alexsehabíaparadoasu lado,mirandocon labocaabiertael tatuajedelbrazoyhabíacreídoquesuuniformederecogepelotas bastaría para protegerlo. Luego, en el Edificio Milenio, Alex habíachocado con torpeza contra él para hacer que elmóvil cayese de sumano. Estabaclaroqueelguardiahabíaadivinadoloqueerayquéestabahaciendo.Noimportabaquefueseunadolescente.Erapeligroso.Yseibaaocupardeél.

Ylehabíatendidounatrampatanobviaquenadiehubieracaídoenella…bueno,un adolescente sí.Alex podía considerarse algo así como un superespía que habíasalvadopordosvecesalmundo,peronodejabadeserunatontería.ElguardiahabíahechounafalsallamadatelefónicayengañadoaAlexparaquelosiguiesehastaesaárea abandonada. Y ahora iba a matarlo. Cuando estuviese muerto, no importaríaquiénfuesenilomuchoquehubiesedescubierto.

Ahogado y mareado, Alex se puso en pie, justo mientras el montacargas le

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atacabaporsegundavez.Sediolavueltayechóacorrer.Elguardiateníaunapintacasi ridícula, agazapado en la pequeña cabina. Pero la máquina que conducía erasumamente rápida, poderosa y muy maniobrable, capaz de dar una vuelta enterasobre unamoneda.Alex trató de cambiar de dirección corriendo hacia uno de loslaterales.Elmontacargasgiróylosiguió.¿Podríaretrocederyllegaralaplataforma?No.Alexsabíaqueesoestabademasiadolejos.

Elguardiatendiólamanoyapretóunbotón.Laspalasdemetalseestremecieronybajaron,deformaquederepenteparecieronmenosunoscuernosymáslasespadasgemelas de algún caballeromedieval de pesadilla. ¿Por dónde huir? ¿A derecha oizquierda? Alex tuvo el tiempo justo de pensar un momento, antes de que elmontacargasloembistiese.Searrojóhacialaderecha,rodandosobreelcemento.Elguardiaempujólapalancaylamáquinagiródenuevo.Alexseretorcióylaspesadasruedas no lo aplastaron por un centímetro, antes de estrellarse contra uno de lospilares.

Hubo una pausa. Alex se incorporó, con la cabeza dándole vueltas. Por uninstante, tuvo la esperanza de que el choque hubiese dejado fuera de combate alguardia, pero sintiendo como si una mano le agarrase el estómago, vio cómo elhombresalíadelacabina,limpiándoseunpocodepolvodelamangadelachaqueta.Semovíaconlalentaconfianzadelhombrequesesabeensuperioridad.Alexpudoverporqué.Deformaautomática,elguardiahabíaadoptadolaposturadeunexpertoluchadordeartesmarciales:lospiesunpocoseparados,elcentrodegravedadbajo.Sus manos se curvaban en el aire, listas para golpear. Aún sonreía. Lo que teníadelante era un chico indefenso… y encima aturdido por dos encontronazos con elmontacargas.

Le atacó con un grito repentino, descargando un golpe con la mano derechacontra la garganta deAlex.De haber alcanzado su objetivo,Alex hubieramuerto.Pero este, en el último instante, levantó los dos puños y cruzó los brazos parabloquear. Pilló al guardia por sorpresa yAlex aprovechó esemomento para lanzaruna patada con su pie derecho, apuntando a la entrepierna. Pero el guardia ya noestaba allí, sino que giró hacia un costado, conmayor rapidez y habilidad, yAlexcomprendióquenoteníaningunaopción.

El guardia semovió, y esta vez el revés de sumano impactó en un lado de lacabeza de Alex. Alex escuchó el golpe. Durante un momento se quedó ciego.Retrocedió tambaleándosey chocó contrauna superficiemetálica.Era la puerta deunodelosrefrigeradores.Dealgunamanera,selasarreglóparacogersedelamanijay,alavanzar,lapuertaseabrió.Sintióunsoploheladoenelcogoteypuedequeesofuera lo que lo revivió y le dio la fuerza suficiente para lanzarse adelante,agachándoseparaevitarotrogolpemortíferodirigidocontrasugarganta.

Alexestabaenmalasituaciónylosabía.Lanarizlesangrabaysentíalasangre

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cálidagoteandoporelbordede laboca.Lacabeza ledabavueltasy lasbombillasparecíanrelampagueardelantedesusojos.Encambio,larespiracióndelguardianosehabíaalteradosiquiera.Porprimeravez,Alexsepreguntóconquéasuntohabríatopado.¿Quépodíasertanimportantecomoparaqueelguardiaestuviesedispuestoamatara sangre fríaaunchicodecatorceaños, sinhacerpreguntaalguna?Alex sequitólasangredelabocaymaldijoaCrawleyporhaberidoabuscarloalcampodefútbol,y semaldijo a símismoporprestarleoídos. ¿Unasientoenprimera fila enWimbledon?PuedequefueseenelcementeriodeWimbledon.

Elguardiasedirigióhaciaél.Alexsetensó,luegosaltóaunlado,esquivandoundoble golpe letal depie y puño.Aterrizó cercadeun cubode la basura repletodedetritos. Recurriendo a todas sus fuerzas, lo levantó y se lo arrojó al guardia,sonriendoentredientescuandoelcuboseestrellócontrasuatacante, llenándoloderestosdecomida.Elguardiamaldijoyretrocediótambaleándose.Alexcorrióhacialaparte trasera del refrigerador, tratando de recuperar el aliento y buscando unaescapatoria.

Solodisponíadeunossegundos.Sabíaqueelguardialoibaaperseguiryestavezacabaría con él. Había tenido bastante. Alex miró a derecha e izquierda. Vio lasbombonasdegasysoltólosalambresquesujetabanuna.Labombonaparecíapesarunatonelada,peroAlexestabadesesperado.Sacólatapayescuchócómoseescapabael gas. Luego, sujetando la bombona con ambas manos, avanzó apuntando haciadelante.Elguardiaaparecióeneseinstante,rodeandoelrefrigerador.Alexavanzóatrompicones, losmúsculosdoloridos,apuntandoalguardiacon labombona.Elgasfue a dar contra los ojos del hombre, cegándolo temporalmente. Alex bajó labombona antes de levantarla de nuevo. El borde de metal golpeó la cabeza delguardia,justosobrelanariz.Alexsintióelimpactodelaceromacizocontraelhueso.Elguardiasefue tambaleandohaciaatrás.Alexavanzóunpaso.Estavezagarrólabombona como si fuera un bate de cricket y golpeó a su enemigo con todas susfuerzas, en la espalda y el cogote. El guardia no tuvo ninguna oportunidad. Nisiquieragritóalverselanzadoporlosairesyestrellarsecontraelrefrigeradorabierto.

Alexdejócaerlabombonaygruñó.Sentíacomosisehubieradescoyuntadolosbrazos.Lacabezaseguíadándolevueltasysepreguntósinotendríalanarizrota.Seadelantórenqueandoymiródentrodelrefrigerador.

Habíaunacortinadeplásticosydetrásdeellaunamontañadecajasdecartón,todasellasllenashastaelbordedefresas.Alexnopudoevitarunasonrisa.Lasfresascon nata eran una de las mayores tradiciones de Wimbledon, servidas a preciosdemencialesen losquioscosyrestaurantessituadosen lasuperficie.Allíeradondelas almacenaban. El guardia había aterrizado en mitad de las cajas, aplastandomuchas.Estabainconsciente,medioenterradoenfresas,conlacabezasobreunarojaalmohada.Alexsedetuvoantelapuerta,seapoyóenelmarcoydejóqueledieseel

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airefrío.Habíauntermostatomuycerca.Enelexterior,eltiempoeracálido.Habíaquemantenerfríaslasfresas.

Echóunaúltimamiradaalhombrequehabíatratadodematarlo.—Vaarefrescar—dijo.Luegoestirólamanoygiróeltermostato,poniendolatemperaturaabajocero.Másfrescoaún.Cerrólapuertadelrefrigeradorysemarchórenqueando.

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L

4.LaGranOla

Ellevóaltécnicosolounosminutosretirarelsurtidordeagua.Luegoloabrióysacóconcuidadounadelgadaampolladevidrio,deentreunamarañadecables

ycircuitos.—Metidoenelfiltro—dijo—.Yaquíhayunaválvula.Muyingenioso.Pasólaampollaaunamujerdeaspectoseveroquela levantóhacia la luz,para

examinarsucontenido.Laampollaestabamediollenadeunlíquidotransparente.Loagitó,mojóelíndiceyolfateó.Susojosseestrecharon.

—Librium—dictaminó. Tenía una forma cortante y rotunda de hablar—. Unadrogarepugnante.Unacucharadadeestobastaparaquitartedeenmedio.Unpardegotas,sinembargo…teaturden.Básicamenteteatontan.

El restaurante, al igual que todo el EdificioMilenio, estaba cerrado de noche.Había tres hombres dentro. Uno era John Crawley. A su lado estaba un policíauniformado,obviamentede rangosuperior.El terceroeraunhombreserio,depeloblanco, que llevaba la corbata de Wimbledon. Alex estaba sentado a un lado,sintiéndosederepentecansadoyfueradesitio.Nadie,apartedeCrawley,sabíaquetrabajabaparaelMI6.Hastadondeellossabían,noeramásqueunrecogepelotasquehabíadescubiertotodoaquelloporcasualidad.

Alexestabavestidoenesosmomentosconsuspropiasropas.HabíatelefoneadoaCrawley, luego se había dado una ducha y cambiado, dejando el uniforme derecogepelotas en la taquilla. Se preguntó si le dejarían quedarse los pantalones,camisa y zapatillas Hi-Tec con el logo de las raquetas cruzadas bordado en lalengüeta.EluniformeeselúnicopagoquerecibenlosrecogepelotasdeWimbledon.

—Está muy Jaro lo que ha ocurrido —dijo Crawley—. Recuerde que medesconcertabaaquelasaltoquesufrimos,sirNorman—esoselodecíaalhombreconla corbata del club—. Bueno, me parece que tenía razón. No querían robar nada.Entraronaalterar lossurtidoresdeagua.Enel restaurante, lasaladeestarypuedequeportodoeledificio.Manejadoporcontrolremoto…¿noesasí,Henderson?

Hendersoneraelhombrequehabíaabiertoel surtidordeagua.OtroagentedelMI6.

—Sí,señor—contestó—.Elsurtidorfuncionaperfectamenteydaaguafría.Perocuando recibe una radio señal, y eso era lo que nuestro amigo hacía con el falsoteléfonomóvil,inyectaunospocosmililitrosdeesadroga,elLibrium.Nolobastantecomoparaaparecerenlaspruebasantidopajequesehacenalazar.Perosísuficientecomoparadestruirsubuenjuego.

Alexrecordóaljugadoralemán,Blitz,mientrasabandonabalapistatrasperderel

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partido. Parecía aturdido y descentrado. Pero era algo más que eso. Lo habíandrogado.

—Es incolora—añadió lamujer—.E insípida.Nadie lo notaría en un vaso deaguafría.

—¡Noloentiendo!—lointerrumpiósirNorman—.¿Paraqué?—Creoquepuedoresponderaeso—dijoelpolicía—.Comoyasabe,elguardia

noha hablado, pero el tatuaje en su brazo indica que es, o era,miembrodelGranCírculo.

—¿Yquésesuponequeesesoexactamente?—farfullósirNorman.—Una tríada, señor. Una banda china. Las tríadas, desde luego, están

involucradasenmultituddeactividadescriminales.Drogas.Prostitución.Inmigraciónilegal.Juego.Creoquetodoestotienequeverconesoúltimo.Lomismoqueotroseventos deportivos,Wimbledonmuevemillones de libras en apuestas.Ahora bien,hasta donde yo sé, ese joven francés, Lefevre, comenzó el torneo con apuestas detrescientoscontrauno,encuantoaganador.

—Ysinembargo,derrotóaBlitzyBryant—dijoCrawley.—Exactamente.EstoysegurodequeelpropioLefevreno tiene ideade todo lo

que está ocurriendo. Pero si drogaban a todos sus contrincantes antes de pisar lapista…bueno,yaocurriódosveces.Podríahaberllegadoalafinal.¡ElGranCírculohabríahechoelnegociodelsiglo!Cienmillibrasapostadasporelfrancéssehubieranconvertidoentreintamillones.

SirNormanseenderezó.—Es muy importante que nadie sepa de esto —dijo—. Sería un escándalo

nacional, y un desastre para nuestra reputación. ¡Puede que tuviéramos que repetirtodo el torneo!—miró aAlex y le dijo aCrawley—: ¿Podemos confiar en que elchicoguardesilencio?

—Novoyacontarlenadaanadie—respondióAlex.—Bien.Bien.Elpolicíamoviólacabeza.—Has hecho un buen trabajo—añadió—. Primero descubriendo a ese tipo y

luego siguiéndolo y todo eso. Sin embargo, tengo que decirte que fue bastanteirresponsableportuparteelencerrarloenelrefrigerador.

—Tratódematarme.—¡Aunasí!Podríahabermuertocongelado.Yesmuyposiblequepierdaunpar

dededosporculpadelacongelación.—Esperoqueesonoafecteasuformadejugaraltenis.—Bueno,no sé…—elpolicía tosió.Era claroqueno era capazde clasificar a

Alex—.En todocaso,buen trabajo.Pero, lapróximavez, intentapensaren loqueestáshaciendo.¡Seguroquenoquieresquenadiesalgaherido!

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¡Aldiablocontodosellos!Alex estabamirando las olas, negras y plateadas a la luz de la luna, mientras

batíanenlacurvaonduladadePlayaFistral.Estabatratandodequitarsedelacabezaalpolicía, sirNormanyel restodeWimbledon.Podíadecirsequehabía salvadoatodo el Torneo de Tenis All England y, aunque tampoco esperaba un abono en elpalcoreal,niuntéconladuquesadeKent,tampocoesperabaquelodespachasentanrápido. Había visto las finales por televisión. Por lo menos le habían dado suuniformederecogepelotas.

Almenoshabíasacadoalgobuenodetodoaquello.Sabinanohabíaolvidadolainvitaciónquelehabíahecho.

Estabadepieenlagaleríadelacasaquelospadresdeestahabíanalquilado;unacasaquehubieraresultadofeaencualquierlugardelmundo,peroqueparecíaencajaralaperfeccióneneselugar,albordedeunacantiladoquecolgabasobrelacostadeCornualles. Era de aspecto antiguo, cuadrada, en parte de ladrillo y en parte demaderapintadadeblanco.Teníacincobaños,tresescalerasydospuertasprincipales.Sujardínerabastantemustio,quemadoporlasalylosrocionesdeaguamarina.LacasarecibíaelnombredeElSaltodeBrook,aunquenadiesabíaquiéneraBrook,porquéhabíasaltadoysihabíasobrevividoono.Alexllevabaallítresdías.Lohabíaninvitadoapasarlasemana.

Hubo un movimiento a sus espaldas. Se había abierto una puerta y SabinaPleasuresalió,envueltaenungruesoalbornoz,condosvasosenlamano.Hacíabuentiempofuera.AunquellovíaeldíadelallegadadeAlex—casisiempreparecíalloverenCornualles—,eltiemposehabíaaclaradoyderepentelanocheeraestival.Sabinalohabíadejadoenelexteriorparairellaadarseunbaño.Teníaelpeloaúnmojado.Elalbornozlecaíahastalosdesnudospies.Alexpensóqueaparentabatenermásdequinceaños.

—Tehetraídounacoca-cola—dijo.—Gracias.Lagaleríaeraamplia,conunabarandabaja,unamecedorayunamesa.Sabina

dejóenellalosvasosyluegosesentó.Alexseunióaella.Elarmazóndemaderadela mecedora crujió y se mecieron juntos, mirando el paisaje. Durante largo rato,ningunodelosdosdijonada.Luego,derepente…

—¿Porquénomediceslaverdad?—lepreguntóSabina.—¿Dequéhablas?—¿EstabapensandosobreWimbledon?¿Porqué temarchaste justodespuésde

loscuartosdefinal?Estabasenlomejor.¡LaPistan.°1!Yentonces…—Yatelodije—lainterrumpióAlex,incómodo—.Nomesentíabien.—Noeseso loqueyooí.Se rumoreóqueestuvistemezcladoenalgún tipode

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pelea.Yhayalgomás.Algoque solo sevecuandoestásenbañador.Nuncahabíavistoanadiecontantoscortesyarañazos.

—Tuveunapeleaenelcolegio.—Notecreo.TengounamigoquevaaBrookland.Dicequenuncaestásenclase.

Estásdesaparecido.Te fuistedosveceselúltimo trimestreyeldíaquevolviste, laescuelaseincendió.

Alexseinclinóacogersucoca-cola,haciendorodarelvasofríoentresusmanos.Un avión cruzaba el cielo, muy pequeño en aquella gran oscuridad, con las lucesparpadeando.

—Muybien,Sab—dijo—.Nosoyunestudiante.Soyunespía,unJamesBondadolescente.Tengoque restar tiempoalcolegioparasalvarelmundo.Lohehechodosveces.Laprimeravezfueaquí,enCornualles.LasegundaenFrancia.¿Quémásquieressaber?

Sabinasonrió.—De acuerdo, Alex. No hagas preguntas estúpidas si no quieres respuestas

estúpidas…—enderezó las piernas, acogiéndose a la calidez del albornoz—. Perohayalgodiferenteenti.Noerescomolosdemáschicosqueheconocido.

—¿Chicos?—lamadredeSabinalosestaballamandodesdelacocina—.¿Vamospensandoeniralacama?

Eranlasdiez.Ambosseteníanquelevantaralascincoparahacersurf.—¡Cincominutosmás!—respondióSabina.—Empiezoacontar.Sabinasuspiró.—¡Mamá!

Alexnuncahabíaconocidoasumadre.Veinte minutos después, al irse a la cama, pensaba en Sabina Pleasure y sus

padres;supadre•teníaciertoairederatóndebiblioteca,conlargopelogrisygafas,ysumadreerarellenayalegre,tandicharacheracomolapropiaSabina.Lafamilialacomponíanellostres.Puedequeporesoestuviesentanunidos.VivíaneneloestedeLondresyalquilabanesacasadurantecuatromesestodoslosveranos.

Apagó la luzy se quedó tumbado en la oscuridad.Suhabitación, situada en elaltillodelacasa,teníasolounventanucoyeratanredondacomounamoneda.Desdeelprecisomomentodesullegada,lohabíantratadocomosiloconocierandetodalavida. Cada familia tiene su propia rutina y Alex había quedado sorprendido alcomprobarlarapidezconquesehabíaadaptadoaladeesta,alosespléndidospaseosa lo largo de los acantilados, a ayudarles a comprar y cocinar, o simplemente acompartirelsilencio,leyendoyobservandoelmar.

¿Porquénopodíatenerunafamiliacomoesa?Alexsentíaunatristezayaantigua

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y familiar en su interior. Sus padres habíanmuerto cuando no teníamás que unaspocassemanasdeedad.Sutíosehabíahechocargodeélylohabíaeducado;aunqueenmuchos aspectos había sido un extraño para él.No tenía hermanos.A veces sesentía tanaisladocomoelaviónquehabíavistodesdelagalería,haciendosulargoviajeatravésdelcielonocturno,ignoradoportodos.

Alex se enrolló las almohadas a la cabeza, disgustado consigo mismo. Teníaamigos, disfrutaba de la vida. Se las arreglaba para sacar adelante los estudios yestabapasandounasexcelentesvacaciones.Y,conunpocodesuerte,despuésdelodeWimbledon,elMI6 lodejaríaenpaz.¿Asíque,porquéseestabaponiendo tantriste?

Lapuerta seabrió.Alguienentróen la alcoba.EraSabina.Se inclinó sobreél.Sintióelpelocaersobresupechoyoliósu leveperfume;floresyalmizcleblanco.Suslabiosrozaronlosdeél.

—EresmásmonoqueJamesBond—dijo.Ysemarchó.Lapuertasecerróasusespaldas.

Lascincoymediadelamañanasiguiente.Dehabersidoundíadeclase,Alexsehubieralevantadodoshorasdespués,yaun

asíhubierasalidomuyadisgustodelacama.Peroesamañanasehabíadespertadoenuninstante.Sintiólaenergíaylatensióncolmandosucuerpo.MientrasbajabahacíalaPlayaMistralconlaluzdelalbatiñendoderosaelcielo,podíasentirloaún.Elmarloreclamaba,retándoloaacudir.

—¡Miralasolas!—gritóSabina.—Songrandes—murmuróAlex.—Sonenormes.Esasombroso.Yeracierto.Alexyahabíahechosurfunpardevecesantes—unavezenNorfolk

yotravezconsutíoenCalifornia—,peronuncaanteshabíavistonadaasí.Nohabíaviento. La radio local había avisado de borrascas en alta mar y una mareaexcepcionalmente alta. Juntas eran las responsables de esas olas que quitaban elaliento.Debíantenermásdetresmetrosdealtura,yviajabanlentamentehaciatierra,como si transportasen sobre ellas todo el peso del océano. El rugido de susrompientes era hondo, aterrador.Alex podía sentir el latido de su corazón.Miró aaquellasparedesmóvilesdeagua,elazulprofundo,laespumablanca.¿Deverdadibaacabalgaraquellosmonstruosconunatabladelgada,hechaconunaláminadefibradevidrio?

Sabinaloviodudar.—¿Túqueopinas?—lepreguntó.—Nosé…—respondió,ysediocuentadequeestabagritandoparahacerseoír

porencimadelrugidodelasolas.

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—¡Elmaresmuyfuerte!—Sabinaerabuenasurfista.Lamañanaantes,Alexlahabíacontempladomientrasmaniobrabaconhabilidadsobrealgunosrompientesdefeoaspecto,cercadelaorilla.Peroahoraparecíadudar—.¡Alomejorharíamosbienvolviéndonosalacama!—gritó.

Alexsehizocargodelaescenacompleta.Habíaotramediadocenadesurfistasenla playa y, lejos, un hombre con una moto acuática en aguas no profundas. EraconscientedequeSabinayéleranlosmásjóvenesallí.Aligualqueella,Alexvestíauntrajedetresmilímetrosybotasdeneoprenoquelosprotegíandelfrío.¿Porquéestaba tiritando entonces?Alex no tenía tabla propia y había alquilado unaOceanMagic. La de Sabina era una tablamás grande y gruesa, diseñadamás para ganarestabilidadquevelocidad,peroAlexpreferíalasuyaporsuagarreylasensacióndecontrolqueledabansustrestimones.Sealegrabatambiéndehaberelegidounadedosmetrosymedioporuno.Siteníaquecabalgarenolastangrandes,ibaanecesitaresalongitudextra.

Si…Alexnoestabasegurodesientrarenelagua.Lasolasparecíandosvecesmás

altasqueélmismoysabíaqueeraunerrorquepodíafácilmentematarlo.LospadresdeSabinalehabíanprohibidohacersurfsielmarparecíademasiadoencrespado,yélteníaqueadmitirquenuncahabíavistoalgotandesapacible.Observócómootraolallegaba rompiendo, y se hubiera dado la vuelta de no haber oído cómoun surfistallamabaaotro,convocesqueresonabanatravésdelasarenasvacías.

—¡LaGranOla!Nopodíasercierto.LaGranOlahabía llegadoaPlayaFistral.Alexhabíaoído

esenombremuchasveces.LaGranOlasehabíaconvertidoenunaleyenda,nosoloenCornualles, sinoen elmundoenterodel surf.Había sido registradaporprimeravezenseptiembrede1966,conmásdesietemetrosdealtura;laolamásgrandevistaen lacosta inglesa.Desdeentonces,habíasidovistaocasionalmente,peropocos lohabíanhechoenpersona,ymenoshabíanlogradocabalgarenella.

¡LaGranOla!¡LaGranOla!Losdemássurfistasgritabanelnombre,aullandoyvociferando.Loscontempló

bailarsobrelaarena,conlastablassobrelacabeza.Derepentecomprendióqueteníaque entrar en el agua. Era demasiado joven. Las olas eran demasiado altas. Peronuncaseperdonaríahaberperdidoesaoportunidad.

—¡Ahívoy!—gritó,altiempoqueechabaacorrer,llevandolatablapordelante,lapopaatadaasutobilloporungruesolazodematerialsintético.ConelrabillodelojovioaSabinaquelevantabalamano,deseándolebuenasuerte;peroparaentoncesyahabíaalcanzadolaorilladelmarysentíaelaguafríalamersustobillos.Lanzólatabla y saltó encima, con la inercia arrastrándolos mar adentro. Luego se quedótumbadosobreelestómago,laspiernasestiradasylasmanosagitándoseconfuriapor

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encima del borde de la tabla. Esa era la parte más fatigosa del trayecto. Alex seconcentróensusbrazosypiernas,dejandorelajadoelrestodelcuerpo.Teníaunlargocaminopordelante.Necesitabaahorrarenergías.

Escuchó un sonido por encima del batir del mar y comprendió que la motoacuáticasealejabadelaorilla.Esolodesconcertó.LasmotosdeaguaeranescasasenCornualles y, desde luego, no había visto ninguna otra antes. Se usaban,habitualmente,pararemolcarasurfistashastalasolasmásgrandes,peroestamotosedirigíaaellaporsupropiacuenta.Pudoveralconductor,inclinadosobreelmanillar,vestidodenegro.¿EsperabanavegarlaGranOlamontadoenunamotonave?

Seolvidóde lamoto.Comenzabanacansársele losbrazos,yesoquenohabíallegadosiquieraamediocamino.Susmanos,formandocuenco,batíanelagua,ysesentíaavanzarhaciadelante.Todos losdemássurfistasestabandelantedeél.Podíaver el punto enque lasolas rompían, comoaunosveintemetrospordelante.Unamontañadeaguasealzabadelantedeélypataleóparaacercarse.Quedócegadoporunmomento.Sintióelsaborsalinodelaguayelfríolegolpeólacabeza.Peropasóalotrolado.Fijólosojosenelhorizonteyredoblólosesfuerzos.Latablalollevóhaciadelantecomosituvieravidapropia.

Alex se detuvo y tomó aliento. Todo estaba de repente muy silencioso. Aúnseguíatumbadosobreelestómago,subiendoybajandoalcompásdelasolas.Miróhaciaatrás,alaplaya,ysequedósorprendidoalconstatarlolejosquehabíallegado.Sabinaestabasentada,observándolo,convertidaenunamanchitaenladistancia.Elsurfista más cercano estaba a unos treinta metros, demasiado lejos como paraayudarlosihabíaproblemas.Sintióelnudodelmiedoenelestómagoysepreguntósinosehabríaprecipitado,saliendoasí,porsucuenta.Peroyaerademasiadotardeparalamentarlo.

Lasintióantesdeverla.Eracomosielmundohubieseelegidoaquelmomentoparallegarasufin,ytodalanaturalezatomaseunaúltimabocanadadeaire.Segiró,yallíestaba.LlegabaLaGranOla.Sedirigíaatodavelocidadhaciaél.Ahoraerayademasiadotardeparacambiardeidea.

Duranteunospocossegundos,Alexsequedómirandoasombradoatodaaquellaagua enmovimiento, que giraba y atronaba. Era como ver a un edificio de cuatroplantasarrancarsedelsueloyavanzarporlacalle.Estabahechoenteramentedeagua,perodeaguaviva.Alexpudosentirsuincreíblepoder.Yderepente,parasuhorror,sealzabayadelantedeél.Crecíahastaocultarelcielo.

Recuperó de forma automática técnicas que le habían enseñado hacía tiempo.Alexagarróelbordedelatablaylahizogirarhastaapuntardenuevohacialaorilla.Seobligóaesperarhastaelúltimosegundo.Sitemuevesdemasiadotarde,lopierdestodo.Perosilohacesdemasiadopronto,tearrollará.Susmúsculossetensaron.Losdienteslecastañeteaban.Todosucuerpoparecíaelectrificado.

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¡Ya!Esa era la partemás difícil, elmovimientomás duro de aprender, y el que era

luegoimposibleolvidar.Elsalto.Alexpodíasentircómolatablaviajabaenelsenode la ola. Su velocidad se había igualado a la del agua. Bajó lasmanos, tumbadosobre la tabla, arqueó la espalda y se impulsó.Almismo tiempo, llevó las piernasadelante. Patoso. Le pasaba lo mismo cuando hacía snowboard. Pero eso noimportaba,mientraspudieramantenerseenpiesinperderelequilibrio,yesoera loque estaba haciendo, contrarrestando las dos fuerzas principales, velocidad ygravedad,mientraslatablasedeslizabadiagonalmentesobrelaola.

Se mantuvo derecho, los brazos abiertos, los dientes apretados, perfectamentecentradosobrelatabla.¡Lohabíaconseguido!EstabasobrelaGranOla.Sintióunatremendaexcitación.Podía sentir elpoderde laola.Erapartede lamisma.Seviolanzadohaciadelantey, aunqueviajaba a sesentao setentakilómetrospor hora, eltiempoparecíahabersecasidetenido,ysevioenesemomentoúnicoyperfectoqueloacompañaríaelrestodesuvida.Lanzóunaullido;ungritoanimalquenisiquieraél pudo oír. La espuma le golpeaba la cara, esparciéndose a su alrededor. Apenaspodíasentirlatabladebajodelospies.Volaba.Nuncahabíaestadotanvivo.

Yentoncesescuchóalgoporencimadelrugidodelasolas.Lellegabadesdeunlateral;elbramidodeunmotordegasolina.Nuncahubieraimaginadollegaraoíresesonido en tales circunstancias. Luego recordó a la moto de agua. Debía haberseinternado en el mar y luego vuelto, detrás de las olas. Y ahora se acercaba conrapidez.

Primeropensóqueelpilotoestaba«cortándolelaola».Esaeraunadelasreglasnoescritasdelsurfing.Alexestabacabalgandolaola.Erasuola.Elpilotonoteníaningúnderechoametersepormedio.Pero,almismotiempo,sabíaqueesoeraunatontería.LaPlayaFistralestabaprácticamentedesierta.Y,aunquenofueraasí,unamotodeaguayendodetrásdeunsurfista…esoeralonuncavisto.

Elmotorsonabaahoramásfuerte.Alexnopodíavera lamotodeagua.TodossussentidosestabanfijosenlaGranOla,enmantenerelequilibrio,ynoseatrevíaavolverse.Derepentefuemuyconscientedelaguaenmovimiento,millonesdelitros,atronandobajosuspies.Sicaía,podíamorir,hechopedazosantesinclusodepoderahogarse.¿Quéestabahaciendolamotodeagua?¿Porquéseacercabatanto?

Alex supode repente,ycon total certeza,queestabaenpeligro.LoqueestabaocurriendonoteníanadaqueverconCornuallesnisusvacaciones.Síteníarelaciónconsuotravida, la relacionadaconelMI6.Recordócuando lopersiguieronpor laladeradelamontaña,enPointBlanc,ycomprendióqueestabaocurriendodenuevo.Quiénoporquécarecíaenesemomentodeimportancia.Teníaunospocossegundosparahaceralgo,antesdequelamotodeagualepasaseporencima.

Giró la cabezaunmomentoypudoverla duranteun segundo.Unanariz negra

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comountorpedo.Cromoycristalresplandecientes.Unhombreagazapadosobreloscontroles, sus ojos clavados en Alex. Esos ojos estaban llenos de odio. Estaba amenosdeunmetro.

Alexsoloteníaunasalida,yesoesloquehizo,sinpensarsiquiera.Elaéreoesunmovimiento que exige cronometraje al segundo y una total confianza. Alex seretorció y se proyectó hacia la cima de la ola ymás allá por los aires. Almismotiemposeagachóparaagarrarlatabla,conunamanoacadalado.Entoncessíqueseviodeverasvolando,suspendidoenmitaddelairemientraslaolapasababajoél.Viocómo la moto de agua lo rebasaba, alcanzando el área donde había estado solosegundosantes.Giróenredondo,trazandouncírculocasicompletoenelaire.Enelúltimo momento, recordó colocar su pie derecho en el centro de la tabla. Eso lepermitiríaempleartodosupesocuandoaterrizase.

Lasaguascorrieronasuencuentro.Alexrematóelcírculoysecolocóotravezenelfrentedelaola.Habíasidounacaídaperfecta.Elaguaestallóasualrededor,peroélconsiguiómantenerseerguido,yahorajustodetrásdelamotodeagua.Elpilotosegiró yAlex llegó a ver la expresión atónita de su rostro.El hombre era chino.Deforma imposible, increíble, empuñaba una pistola.Alex la vio alzarse, con el aguagoteandodesdeelcañón.Enesaocasiónnohabíanadaquepudiesehacer.Noteníafuerzas suficientes para intentar otro aéreo. Con un grito, se lanzó desde la tablacontralamotodeagua.Sintióuntiróncuandolasaguas,repentinamentemalignas,learrancaronlatabla.

Hubounaexplosión.Elhombrehabíadisparado.Peroel tiroerró.Alex tuvo lasensación de que había pasado por encima de su hombro. En el mismo instante,agarróporlagargantaalhombre.Susrodillasseestrellaronenelcostadodelamoto.Y luegoelmundoenteroenloqueció, cuandoelhombrey lamáquinaperdieronencontrolycomenzaronadar tumbosenunfrenéticoremolinodeagua.LapiernadeAlexdiootrotirónysintiócómolacorreachasqueaba.Escuchóungrito.Elhombredesaparecióderepente.Alexestabasolo.Nopodíarespirar.Elagualoaplastaba.Sesintióarrastradoirremediablementehacialasprofundidades.Nopodíaresistirse.Nopodíausarbrazosnipiernas.Nolequedabanfuerzas.Abriólabocaparagritaryselellenódeagua.

Entonces suespaldachocócontraalgoduroycomprendióquehabía llegadoalfondo,yqueestebienpodríasersutumba.HabíaosadojugarconLaGranOlayestase había vengado. En algún lugar, muy lejos por encima de su cabeza, otra olarompió,peroAlexnollegóaverla.Yacíadondehabíacaído,definitivamenteenpaz.

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A

5.Dossemanasalsol

LEX no sabía muy bien qué era más sorprendente. Si estar aún vivo oencontrarse de nuevo en el cuartel general londinense de la división de

operacionesespecialesdelMI6.El hecho es que aún respiraba, de eso era consciente, gracias a Sabina. Había

estadosentadaenlaplaya,observandollenademiedomientrasélcabalgabalaGranOlahacialaorilla.Habíavistocómolamotodeaguaseacercabaaél,inclusoantesdequeAlexsepercatase,yhabíasabidodeformainstintivaquealgonomarchababien.HabíaechadoacorrerenelprecisomomentoenqueAlexsaltaba,yyaestabaen el agua cuando cayó de lamoto de agua y desapareció bajo la superficie.Mástarde, ellamisma diría que había sido una colisión… un terrible accidente. Desdeaquelladistanciaeraimposibleverloqueestabaocurriendodeverdad.

Sabinaeraunaexcelentenadadoraylasuerteestuvodesulado.Aunquelasaguasestabanturbiasylasolasseguíansiendoenormes,sepercatódelpuntoenelqueAlexse había hundido y llegó allí en menos de un minuto. Lo encontró a la tercerazambullida, logró arrastrar su cuerpo inconsciente a la superficie y luego lo llevóhasta la orilla.Había aprendido la respiración boca a boca en el colegio y usó talconocimiento en aquel apuro, apretando sus labios contra los de él, y obligando alaire a entrar en sus pulmones. En aquelmomento estaba convencida de queAlexhabía muerto. No respiraba. Tenía los ojos cerrados. Sabina realizó el masajecardiaco,una,dosveces,ytuvoporúltimolarecompensadevercómoAlexsufríaunespasmoytosía.Yaparaentonces,habíanllegadootrossurfistas.Unodeellosteníaunteléfonomóvilyllamóaunaambulancia.Nohabíarastrodelhombredelamotodeagua.

Alexfuetambiénmuyafortunado.HabíacabalgadolaGranOlahastacasielfinaldesuviaje,cuandoyahabíaperdidomuchadesufuerza.Lehabíacaídoencimaunatoneladadeagua;pero,cincosegundosantes,hubieransidodieztoneladas.Además,cuandoSabina loencontró tampocoestaba tan lejosde laorilla.Dehaberestadoamásdistancia,ellanuncahubierapodidoencontrarlo.

Habíanpasadoyacincodíasdesdeaquello.Eralunesporlamañana,elcomienzodeotrasemana.Alexestabasentadoenla

habitación1605,enlaplantadieciséisdeaquelanónimoedificiodeLiverpoolStreet.Se había jurado no volver nunca. El hombre y la mujer que lo acompañaban enaquellahabitacióneranlasdosúltimaspersonasalasquelehubieragustadover.Perodenuevoestabaallí.Lohabíanatraídotanfácilcomoaunpezenlared.

Comodecostumbre,AlanBluntnoparecíaespecialmentecomplacidodeverlo,y

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preferíaestudiarelarchivoqueteníadelantedeélantesquefijarseenelchico.EralaquintaosextavezqueAlexseencontrabaconelhombrealmandodeesaseccióndelMI6 y aún no sabía nada sobre él. Blunt rondaba los cincuenta años, y erasimplemente un hombre bien trajeado, dentro de una oficina. No parecía fumar yAlex no podía tampoco imaginárselo bebiendo. ¿Estaría casado? ¿Tendría hijos?¿Pasaríalasvacacionesenelparque,pescandooviendopartidosdefútbol?Alexlodudaba.SepreguntósiBlunttendríaalgunaexistenciafueradeaquellosmuros.Eraunhombremarcadoporsutrabajo.Todasuvidaestabaconsagradaalossecretos,ysuexistenciahabíaacabadoporconvertirseenunsecretotambién.

Levantólavistadelinformeimpecablementeimpreso.—Crawleynoestabaautorizadoameterteeneseasunto—dijo.Alexnodijonada.Porunavez,noestuvosegurodenoestardeacuerdo.—ElcampeonatodetenisdeWimbledon.Apuntoestuvierondematarte—miró

conairesocarrónaAlex—.YluegoeseincidenteenCornualles.Noquieroquemisagentespractiquendeportespeligrosos.

—Yonosoyunodesusagentes—replicóAlex.—Bastantepeligrohayenel trabajocomoparaañadirlemás—prosiguióBlunt,

ignorándolo—.¿Quéhasidodeaquelhombredelamotodeagua?—Loestamosinterrogandoenestosmomentos—contestólaseñoraJones.LaayudantedeljefedeOperacionesespecialesvestíatrajepantalóngris,conun

bolso de piel negra que hacía juego con sus ojos. Lucía un broche plateado en lasolapa,conformadedagaenminiatura.Parecíamuyapropiado.

HabíasidolaprimeraenvisitaraAlexmientrasserecuperabaenelhospitaldeNewquay,yalmenossehabíapreocupadoporsaberquéhabíaocurrido.Claroquehabía mostrado muy poca emoción. Si alguien le hubiese preguntado, hubierarespondidoquenoqueríaperderinformaciónpotencialmentevaliosa,tantoparaellaahoracomoparaalguienenelfuturo.PeroAlexsospechabaqueesoerasololamitadde la verdad.Ella eramujer y él tenía tan solo catorce años de edad. Si la señoraJones tuviese un hijo, podría ser de la misma edad que Alex. Eso marcaba ladiferencia…unadiferenciaqueellanopodíaobviar.

—Hemos encontrado un tatuaje en el brazo de ese hombre—prosiguió ella—.ParecesertambiénunmiembrodelabandadelGranCírculo—sevolvióhaciaAlex—.ElGranCírculoesunatríadarelativamentenueva—leexplicó—.Pordesgracia,estambiénunadelasmásviolentas.

—Creoquemehedadocuenta.—ElhombrealquetumbasteycasicongelasteenWimbledoneraunSai-lo.Eso

significa«hermanomenor».Tienesqueentender la formaenqueesagente trabaja.Les estropeaste la operación y les hiciste perder prestigio. Eso es lo último quedesean.Asíqueenviaronaalguienaocuparsedeti.Nohadichonada,perocreemos

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queesunDai-lo,o«hermanomayor».Debetenerunrangode438, loquelositúasoloaunopordebajodelaCabezadeDragón,eljefedelatríada.Yahorahafallado.Pordesgracia,ademásdecasiahogarlo,lehasrotolanariz.Latríadasevaatomarestocomootrahumillación.

—Yono he hecho nada—protestóAlex.Y era verdad.Recordaba cómohabíaperdido la tabla, arrancada del tobillo.No era culpa suya que hubiera ido a dar alhombreenlacara.

—Noesasícomoelloslovanaver—respondiólaseñoraJones.Parecíacasiunamaestra—.TenemosqueenfrentarnosalGuan-shi.

Alexesperóaqueellaseloexplicase.—Guan-shi es lo queda alGranCírculo su poder.Es un sistemabasado en el

mutuorespeto.Unealosmiembrosentreellos.Enesencia,significaquesiatacasaunodeellos,losatacasatodos.Ysiunodeellosseconvierteentuenemigo,todosloson.

—Atacaste aunode los suyos enWimbledon—dijo con asperezaBlunt—, asíqueenviaronaotroabuscarteaCornualles.

—Te ocupaste de ese hombre de Cornualles, así que han ordenado a otrosmiembrosdelatríadaquetematen—añadiólaseñoraJones.

—¿Cuántosmiembrostienen?—preguntóAlex.—Unosdiecinuevemil,segúnlaúltimaestimación—repusoBlunt.Hubounlargosilencio,rotosoloporelsonidolejanodeltráfico,dieciséisplantas

másabajo.—Cadaminutoquepasasenestepaísestásenpeligro—dijolaseñoraJones—.Y

no hay mucho que nosotros podamos hacer. Por supuesto que tenemos ciertainfluenciasobrelastríadas.Sihacemossaberalaspersonasadecuadasqueestásbajonuestra protección, es posible que se retiren. Pero eso nos va a llevar tiempo, y elhechoesqueyadebenestarpreparandounnuevoplanparaatacarte.

—Nopuedes volver a casa—dijoBlunt—.No puedes volver a la escuela.Nopuedesiraningúnlado.Yanoshemosocupadodequeesamujerquecuidadeti,tuamadellaves,salgadeLondres.Nopodemoscorrerriesgos.

—¿Yquésesuponequetengoquehacer?—preguntóAlex.La señora Jones miró a Blunt, que asintió. Ninguno de los dos parecía

excesivamente preocupado, y Alex comprendió de repente que las cosas habíanocurridotalycomoellosquerían.Dealgunaforma,sinsaberlo,habíaidoacaerensusmanos.

—Curiosamente,Alex—comenzó la señora Jones—,haceunospocosdíasnosrequirieron tus servicios. La petición procedía de un servicio de espionajeestadounidense. La Central Intelligence Agency… la CIA, como sin duda debesconocerla. Necesitan a alguien joven para una operación que quieren realizar y

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preguntabansitúestaríasdisponible.Eso cogió a Alex por sorpresa. ElMI6 lo había usado dos veces y las dos lo

habíanconminadoalsecretoabsoluto.Pero,alparecer,habíanestadopresumiendodesuespíaadolescente.Y,peorqueeso,estabandispuestosaprestarlo,comounlibrodelabibliotecapública.

LaseñoraJoneslevantóunamano,comosihubieseleídosuspensamientos.—Lesdijimos,porsupuesto,quetúnoqueríasseguirtrabajandoenesto.Después

detodo,esoesloquenosdijiste.Peroahoraparecequetodohacambiado.Losiento,Alex, pero, por la razón que sea, has vuelto a la arena y, por desgracia, estás enpeligro.Tienesquedesaparecer.Yesaeslamejorforma.

—¿QuierenquevayaaEstadosUnidos?—preguntóAlex.—NoexactamentealosEstadosUnidos—matizóBlunt—.Queremosquevayas

aCuba…o,mejordicho,auna islasituadaaunaspocasmillasalsurdeCuba.LallamanCayoEsqueleto.Elnombreesespañol.Significaeninglés…

—Séloquesignifica.—Bien. Por supuesto, hay unmontón de cayos por la costa americana.Habrás

oídohablardeCayoLargoydeCayoHueso.EsteenconcretofuedescubiertoporsirFrancis Drake. Según la historia, aquello estaba deshabitado cuando desembarcó.Pero encontró allí un esqueleto, el de un conquistador vestido con su armadura,sentadoenlaplaya.Deahívieneelnombredelaisla.Detodasformas,sinimportarsu nombre, hoy en día es un lugarmuy hermoso.Un destino turístico.Hoteles delujo, natación, vela…No te estamos pidiendo que hagas nada peligroso, Alex. Alcontrario.Considéralocomounasvacaciones.Dossemanasalsol.

—Prosiga—respondióAlex.Peronopodía impedirquesuvozsonase llenadedudas.

—LaCIAestá interesada enCayoEsqueleto por culpa de unhombrequeviveallí.Unruso.Tieneunagrancasa—podríallamárselaunpalacio—enunaespeciedeistmo;o sea,enunazonaestrechade tierra situadaen lapuntanortede la isla.SunombreesgeneralAlexeiSarov.

Blunt sacóuna fotodel archivoy le dio la vuelta paraqueAlexpudieraverla.Mostraba a un hombre de aspecto recio, embutido en un uniforme militar. Lafotografía estaba tomada en laPlazaRoja deMoscú.Alexpudover las torres conformadecebolladelKremlin,justoasuespalda.

—Sarov pertenece a otra era —dijo la señora Jones, cogiéndola—. Fuecomandante del ejército ruso cuandoRusia era nuestro enemigo y aún parte de laUniónSoviética.Nohacetantodeeso.Laépocadelacaídadelcomunismo.ElmurodeBerlíncayóen1989—sedetuvo—.Supongoquetodoestonosignificagrancosaparati.

—Puesno—dijoAlex—.Yonoteníamásquedosaños.

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—Sí, claro.Pero tienesqueentenderqueSaroveraunhéroeen laviejaRusia.Fuenombradogeneralcuandosoloteníatreintayochoaños,enelmismoañoenquesu país invadió Afganistán. Luchó allí durante diez años, llegando a ser segundocomandante del Ejército Rojo. Un hijo suyo murió allí. Sarov ni siquiera fue alfuneral. Hacerlo significaba abandonar a sus hombres y no podía hacerlo… nisiquieraporundía.

Alexmiródenuevoalafotografía.Podíaverladurezaenlosojosdelhombre.Eraunrostrósinunabriznadecalidez.

—LaguerradeAfganistán finalizócon la retiradade lossoviéticosen1989—prosiguiólaseñoraJones—:Almismotiempo,elpaíssedesintegraba.ElcomunismocayóySarovsefue.NoeraningúnsecretoquenolegustabalanuevaRusia,consusvaqueros, las zapatillas Nike y MacDonald’s en cada esquina. Dejó el ejército,aunqueaúnsehagallamargeneral,ysefueavivira…

—CayoEsqueleto—rematóporélAlex.—Sí.Ahí ha estado durante diez años, en esemismo lugar. El presidente ruso

tieneplaneadoentrevistarseconéldentrodedossemanas.Noesnadasorprendenteensímismo.Losdossonviejosamigos.InclusocrecieronjuntosenelmismobarriodeMoscú.PerolaCIAestápreocupada.QuierensaberquéplaneaSarov.¿Porquésevanaentrevistar?LaviejaylanuevaRusia.¿Quépasa?

—LaCIAquiereespiaraSarov.—Sí.Esunasimplemisiónde inspección.Quierenenviarunequipocamuflado

paraqueechenunaojeadaantesdequellegueelpresidente.—Vale—Alexseencogiódehombros—.¿Peroporquémenecesitanamí?—PorqueCayoEsqueletoesunaislacomunista—leexplicóBlunt—.Pertenecea

Cuba,unode losúltimos lugarescomunistasenOccidente.Entrary salirdeahíessumamente difícil. Hay un aeropuerto en Santiago. Pero registran cada avión.Registran a todos los pasajeros. Están siempre buscando espías estadounidense, ycualquieraquedespiertelamásmínimasospechaesdetenidoydeportado.

—Por eso la CIA recurre a nosotros —continuó la señora Jones—. Un solohombreseríasospechoso.Unhombreyunamujerpodríanserunequipo.¿Peroquépasaconunhombreyunamujerqueviajanconsuhijo…?¡Esonopuedesermásqueunafamilia!

—Yahí entras tú,Alex—dijoBlunt—. Irás con ellos.Te alojarás en su hotel.Nadarás,bucearásytomaráselsol.Ellosharántodoeltrabajo.Túnoserásmásquepartedelacobertura.

—¿Ynopuedenusarunchicoestadounidense?Blunttosió,obviamenteembarazado.—Losestadounidensesnuncausaríanunodesusmuchachosenunaoperaciónasí

—dijo—.Siguenreglasdiferentes.

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—Esoquieredecirquelespreocupaquelomaten.—Nunca te lo hubiéramos pedido—la señora Jones rompió un silencio que se

hacíaincómodo—.PerotienesqueabandonarLondres.Estamosintentandoquenotematen.Queremos protegerte y esta es lamejor forma. El señor Blunt tiene razón.CayoEsqueletoesunahermosa islayeresmuyafortunadodepoder irallí.Puedesvertodoestocomounasvacacionesgratis.

Alex reflexionó. Paseó la mirada de Alan Blunt a la señora Jones, pero, porsupuesto, no dejaban traslucir nada. ¿Cuántos agentes se habrían sentado en esamismahabitaciónconesosdos,oyendolamismapalabreríaalmibarada?

Esunsimpletrabajo.Nadaespecial.Estarásdevueltaenunpardesemanas…Supropiotíohabíasidounodeellos,enviadoacomprobar laseguridaddeuna

fábricadeordenadoresdelacostasur.PeroIanRidernuncahabíaregresado.Alex no quería saber nada de todo eso. Le quedaban unas pocas semanas de

vacacionesdeveranoyqueríaverdenuevoaSabina.Losdoshabíanhabladoacercadel norte de Francia y el valle del Loira, de excursiones y albergues juveniles. Éltenía amigosenLondres. JackStarbright, su amade llavesy amigamás íntima, lehabíaofrecidollevarloconsigocuandofueseavisitarasuspadresenChicago.Sietesemanasdenormalidad.¿Eramuchopedir?

Pero,porotraparte,recordabaloquehabíaocurridosobrelaGranOlacuandoelhombre de lamoto de agua lo había embestido.Alex había visto sus ojos duranteunos pocos segundos, pero no había error a la hora de interpretar su crueldad yfanatismo.Eraunhombrequehabíaestadodispuestoaperseguirlohasta loaltodeunaoladesietemetrosparaacabarconél…yhabíaestadoenuntrisdeconseguirlo.Alex sabía, con terrible certeza, que la tríada volvería a intentarlo. Los habíaofendido… y no una, sino dos veces. Blunt tenía razón. Se acababa de esfumarcualquieresperanzadepasarunveranonormal.

—SíayudoanuestrosamigosdelaCIA,¿melibrarándelatríada?—preguntó.LaseñoraJonesasintió.—Tenemoscontactoenlosbajosfondoschinos.Peronosllevaráalgodetiempo,

Alex. Pase lo que pase, vas a tener que estar escondido, por lo menos las dospróximassemanas.

Asípues,¿porquénohacerloalsol?Alexcabeceónomuyconvencido.—Deacuerdo—dijo—.Parecequenotengomuchaelección.¿Cuándotengoque

partir?Bluntsacóunpaquetedelarchivo.—Aquíestátubilletedeavión—dijo—.Hayunvueloestamismatarde.Ellos,porsupuesto,contabanconqueaceptaría.—Queremosestarencontactomientrasestásdeviaje—murmurólaseñoraJones.

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—No,Alex,noeseso loque tengoenmente.¿Porquéno tienesunaspalabrasconSmithers?

Smithers tenía una oficina en el piso undécimo del edificio, y Alex tuvo queadmitirquealprincipioledecepcionó.

SmitherseraelquehabíadiseñadolosdistintosartilugiosqueAlexhabíausadoenmisionespreviasyestehabíaesperadoencontrarloenalgúnlugardelossótanos,rodeadodecochesymotos,armasdealtatecnologíayhombresymujeresconbatasblancas.Peroaquellahabitaciónnopodía resultarmásanodina:grande,cuadradayanónima.Podíahaberpertenecidoaljefeejecutivodecualquierempresa;desdeunacompañía de seguros a un banco. Había un escritorio de acero y cristal con unteléfono, un ordenador, bandejas de documentos y un flexo. Un sofá de cueroocupabaunaparedy en laotrahabíaunarchivadorplateado, con seis cajones.Uncuadrocolgabadelmurodetrásdel escritorio;unamarina.Pero,de formabastantedecepcionante,nohabíaartefactosalavista.Comomucho,unsacapuntaseléctrico.

El propio Smithers estaba detrás de su escritorio, escribiendo en el teclado delordenadorcondedosquecasiresultabandemasiadogruesosparalasteclas.EraunodeloshombresmásgordosqueAlexhubieravistoensuvida.Estavezvestíauntrajedechaleconegroconloqueparecíaunaviejacorbataescolarcolgandosobrelagrancurvadesupanza.AlveraAlex,dejódeteclearehizogirarsusilladecuero,quedebíandehaberreforzadoparasoportarsupeso.

—¡Miqueridomuchacho!—exclamó—.Cómomealegrodeverte.¡Entra,entra!¿Cómo te ha ido?Había oído decir que tuviste algún problema, aquel asuntillo deFrancia. Tienes que cuidarte, Alex. Me disgustaría que algo pudiera ocurrirte.¡Puerta!

Alexsequedósorprendidoalverquelapuertasecerrabasolaasusespaldas.—Activadaporlavoz—leexplicóSmithers—.Siéntate,porfavor.Alexsesentóenunasegundasilladecuero,alotroladodelescritorio.Alhacerlo,

se escuchó un zumbido bajo y el flexo giró hacia él como un pájaro metálicodispuestoaecharleunaojeada.Almismotiempo,lapantalladelordenadorparpadeóy apareció en ella un esqueleto humano. Alex movió una mano. La mano delesqueleto se movió. Estremecido, se dio cuenta de que estaba mirando hacia—omejordicho,através—desímismo.

—Tienesbuenapinta—dijoSmithers—.¡Unabuenaestructuraósea!—¿Qué…?—nopudoevitardecirAlex.—Esalgoenloquellevotrabajandoúltimamente.UnsimpleaparatoderayosX.

Muyútilsialguienllevaunapistola—Smithersapretóunbotónylapantallaquedóenblanco—.Bueno;elseñorBluntmedijoquetevasauniranuestrosamigosdelaCIA.Sonbuenosagentes.Buenos,muybuenos…aunque,Jaro,nuncapuedesconfiar

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enellosynotienensentidodelhumor.CayoEsqueleto,¿no?…Se inclinó hacia delante y apretó otro botón de su escritorio. Alex miró a la

pintura del muro. ¡Las olas habían comenzado a moverse! Al mismo tiempo, laimagensedesplazó, retrocediendo,ycomprendióque loqueestabaviendoeraunapantalladeplasma,conunaimagendealgúnlugardelocéanoAtlántico,tomadaporsatélite.Alexsepercibiómirandosobreunaisladeformairregular,rodeadadeaguascolorturquesa.Laimagenteníaunabandadetiempoycomprendióqueestabasiendoemitidaentiemporeal.

—Climatropical—murmuróSmithers—.Lluevebastanteenestaépocadelaño.Heestadodesarrollandounponchoquesedoblacomounparacaídas,aunquenocreoque lo necesites. Y tengo una maravillosa loción contra mosquitos. Dicho sea depaso,losmosquitossonloúnicoquenotumban.¡Peronocreoquelonecesites!Lociertoesqueloúnicoquedeverdadnecesitasesmantenerteencontacto.

—Untrasmisorsecreto.—¿Porquésecreto?—Alexabrióuncajónysacóunobjetoquepusodelantede

Alex.Unteléfonomóvil.—Yatengouno,gracias—murmuróAlex.—No como este —repuso Smithers—. Te da línea directa con esta oficina,

aunque estés en América. Funciona bajo el agua, y en el vacío. Las teclas sondigitosensiblesysolotúpuedesusarlo.Esteeselmodelocinco.Tenemostambiénelmodelosiete.Tienesqueponerlobocaabajocuandomarcasotevuelalamano…

—¿Porquénopuedoteneryoesemodelo?—preguntóAlex.—ElseñorBluntlohaprohibido—Smithersseinclinóhaciadelante,congestos

deconspirador—.¿Veslaantena?Marcael999ydispararáunaaguja.Narcótica,porsupuesto.Puedetumbaracualquieraaveintemetros.

—Bien—Alexcogióelteléfono—.¿Algomás?—Me han dicho que nada de armas…—Smithers suspiró, antes de inclinarse

parahablaraunaplantaensumaceta—.¿Puedetraermeeso,señoritaPickering,siestanamable?

Alex comenzaba a albergar toda clase de dudas acerca del mobiliario, que seconfirmaron un momento más tarde, cuando el sofá de cuero se abrió en dos. Almismotiempo,partedelsuelosedeslizóparadejarsalirotroasiento,convirtiéndoloenuntresillo.Unachicajovenhabíasubidoenesenuevoasiento.Sesentabaconlaspiernascruzadasylasmanossobrelasrodillas.SelevantóparadirigirseaSmithers.

—Aquítieneloquehapedido—ledijo,altiempoqueletendíaunpaquete.Sacóunpapelylodepositódelantedeél—.YesteinformeacabadellegardeElCairo.

—Gracias,señoritaPickering.Smithers esperó a que la mujer se fuese—usando ahora la puerta— antes de

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echarunvistazorápidoalinforme.—Nosonbuenasnoticias—murmuró—.Enabsoluto.Bueno…—dejóelpapel

en la bandeja de papeles salientes. Hubo un relámpago eléctrico y el papel seautodestruyó. En un segundo, solo quedaban cenizas—. Voy a violar las reglas alhaceresto.Perohayunpardecosillasquehecreadopara ti,ynoveoporquénopuedesusarlas.Mejorseguroquepreocupado.

Volvióbocaabajoelenvoltorioysacóunpaquetedechicles.—Lo más divertido de trabajar contigo, Alex—dijo Smithers—, es adaptarlo

todoaalgoquecabríaesperarencontrarenlosbolsillosdeunchicodetuedad.Esalgoquemeagradaenormemente.

—¿Chicle?—Haceunaspompasbastanteespeciales.Mastícalodurantetreintasegundosytu

salivareaccionaráconelcompuesto,haciéndoloexpandirse.Alhacereso,romperáloquelocontenga.Ponloenunarma,porejemplo,ylareventará.Oelcerrojodeunapuerta.

Alexlediolavueltaalpaquete.Escritoenletrasamarillas,enelcostado,poníaCHICLE0-7.

—¿Dequésaborson?—preguntó.—Fresa.Bueno,esteotroartefactoesmáspeligrosoynocreoque lonecesites.

LollamóelGolpeymealegrarécuandomelodevuelvasintacto.Smithersagitóelpaqueteyunaarandelacayójuntoalpaquetedechiclessobrela

mesa. Llevaba unida una figurita de plástico; un futbolista vestido con pantalonesblancosycamisetaroja.Alexseinclinóaexaminarlo.Seencontróconqueeraunaminiatura,detrescentímetrosdealto,deMichaelOwen.

—Gracias,señorSmithers—dijo—.PerolaverdadesquenuncahesidoforofodelLiverpool.

—Este es el prototipo.Podemoshacerte otro futbolista la próximavez.Loqueimporta es la cabeza. Recuerda lo que te voy a decir, Alex. Gírala dos veces ensentidodelasagujasdelreloj,yluegounaenelcontrario,ylohabrásactivado.

—¿Explota?—Esunagranada somnífera.Fogonazoy estampido.Tienesdiez segundos.No

tiene capacidad para matar; pero, en un espacio cerrado, inutiliza a cualquieradversarioduranteunpardeminutos;suficienteparaescapar.

Alexseguardó la figurilladeMichaelOwenyelchicle,asícomoelmóvil.Selevantó, sintiéndose más confiado. Esta podía ser una simple operación deinspección,unasvacacionespagadas,talycomohabíadichoBlunt,peroeramejornoiraellaconlasmanosvacías.

—Buenasuerte,Alex—dijoSmithers—.EsperoquetodovayabienconlaCIA.Nosoncomonosotros.YDiossabecómoteiráconellos.

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—Yaveremos,señorSmithers.—Tengo un ascensor privado, por si no quieres usar las escaleras —mientras

Smithers hablaba, los seis cajones del archivador se abrieron; tres se deslizaron enunadirección,ylosotrostresenlaotra,pararevelaruncubículobieniluminado.

Alexagitólacabeza.—Gracias,señorSmithers—dijo—.Bajaréporlasescaleras.—Como quieras, chaval. Ten cuidado. Y, pase lo que pase, ¡no te tragues el

chicle!

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A

6.Unagentenotanespecial

LEX estabaasomadoa laventana, tratandodeasimilar elmundoenelque seencontraba. Siete horas de avión lo habían descolocado bastante, sin que

pudieraimpedirloelhechodehaberviajadoenprimera.Sesentíadescentrado,comosisucuerpohubieralogradollegar,ylamitaddesucerebro,sinembargo,sehubiesequedadodetrás.

Estaba contemplando el océano Atlántico. Estaba más allá de una prodigiosafranja de arenas blancas que se extendía a lo lejos, salpicada de tumbonas ysombrillas,comomarcasenunaregla.MiamiestáenelextremosurdelosEstadosUnidosyparecequelamitaddelagentequellegaalaciudadlohacesimplementeatraídaporelsol.Podíavercientosdepersonas,tumbadasdeespaldas,vestidascondiminutosbiquinisybañadores,conmuslosybícepstorneadoshastalaperfecciónenlos gimnasios antes de ponerlos a tostar. ¿Adoradores del sol? No. Aquella genteestabaallíporqueseadorabanaellosmismos.

Eraprimerahoradelatardeyaúnhacíamuchocalor.PeroenInglaterra,aochomil kilómetros de distancia, era ya de noche, y Alex se esforzaba pormantenersedespierto.Tambiénteníafrío.Elaireacondicionadodeledificioestabaalmáximo.Elsol podía estar brillando al otro lado de la ventana, pero en aquella pulcra y caraoficinaseestabacongelando.MiamiIce[1],pensó.

Nohabíasidotanbienvenidocomoesperaba.Unconductorloestabaesperandoasu llegada al aeropuerto, un tipogrueso, vestidode traje y con el nombredeAlexescritoenuncartel.Llevabagafasdesolqueleocultabanlosojos,ofreciendoaAlexdosimágenesespecularesdesímismo.

—¿Rider?—Sí.—Tengoelcocheahí.El automóvil resultó ser una larga limusina.Alex se sintió ridículo, sentado él

soloenunlargoyestrechocubículo,condossillonesdecueroqueestabanunofrenteaotro,unaneverayunatelevisión.Noparecíauncocheenabsoluto,ylealegróquelasventanillas,lomismoquelasgafasdelconductor,fuesenoscuras.

Nadiepodíaverlo.Seentretuvomirandomientraslastiendasylosvaraderosdelperímetroaeroportuariopasabany,de repente, seencontraroncruzando lasaguasatravésdeungranpasoelevadoqueatravesabalabahíahaciaMiamiBeach.Allílosedificios eran menos altos, apenas algo más que las palmeras circundantes, yarrojaban sombras en rosa y azul pálido. Las carreteras eran anchas, pero parecíahabermásgente,mediodesnuda, trabajandoconmaquinariade rodillosen laparte

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centralqueconduciendo.La limusina se detuvo ante un edificio blanco de diez plantas, de perfiles tan

agudos que bien podrían haberlo recortado a partir de una hoja gigante de papel.Habíauncaféenlaplantabaja,conoficinasencima.DejaronlasmaletasdeAlexenelcochey,cruzandoelvestíbulo,subieronenelascensor(elevadorlollamabanallí,sedijoAlex)hastaladécimaplanta.Seabríadirectamentealarecepcióndeloqueparecíaunaoficinaordinaria,condoschicasdeaireeficiente situadasdetrásdeunmostrador curvo de caoba. Un cartel rezaba: CENTURION INTERNATIONALADVERTIZING.CIA,pensóAlex.¡Estupendo!

—Porahí—unade laschicas leseñalóaunapuerta lateral.Denoserporeso,Alexnuncasehubiesedadocuenta.

Todoeramuydiferentealotroladodelarecepción.Seencontróantedoscámarasconpuertasdeslizantes;unadeentradayotrade

salida.Elconductorlehizoungestoparaquelosiguierayentró.Lapuertasecerróautomáticamenteyseescuchóunzumbidomientraslosregistraban,enbuscatantodearmasconvencionalescomobiológicas,supuso.Luegolapuertaseabrióhaciaelotrolado,yelconductorlollevóporuncorredorvacíoydesnudohastaunaoficina.

—Esperoquenosientasañoranza,estandotanlejosdeInglaterra.Elconductorsehabíamarchado,dejandoaAlexasolasconotrohombre,estede

unossesentaañosdeedad,concabellosentrecanosybigote.Parecíaenforma,perosemovíacon lentitud,comosiacabasedesalirde lacamaonecesitasemeterseenella.VestíauntrajeoscuroqueparecíafueradesitioenMiami,camisablancayunacorbatadepunto.SellamabaJoeByrneyeraelayudantedeldirectordeOperacionesEncubiertasdelaCIA.

—No—dijoAlex—.Estoybien.No era verdad. Ya estaba arrepintiéndose de haber acudido. Le habría gustado

estar en Londres, aunque fuese a costa de tener que estar oculto por culpa de lastríadas.PeronoibaacontárseloaByrne.

—Tienesunareputaciónexcelente—dijoeste.—¿Ah,sí?—Yaves—Byrnesonrió—.EldoctorGriefyesetipodeInglaterra,HerodSayle.

¡Notepreocupes,Alex!Nodebiéramossaberlopero,enestosdías…nadaocurresinque alguien se entere. No puedes toser en Kabul sin que alguien lo grabe enWashington—sonrióparasusadentros—.Mequitoelsombreroantelosbritánicos.AquíenlaCIAusamosperrosygatos…tratamosdemeterungatoenlaembajadacoreana con un collar trucado. Fue una operación muy bien preparada y hubierasalidobien;pero,pordesgracia,loscoreanossecomieronalgato.Peronuncahemosusadoaunchico.O,porlomenos,nounocomotú…

Alexseencogiódehombros.EraconscientedequeByrneestabatratandodeser

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amistoso,pero,almismotiempo,elancianoestabaincómodoyselenotaba.—Hashechoungrantrabajoparatupaís—concluyóByrne.—Noestoysegurodehaberlohechopormipaís—dijoAlex—.Másbiensetrata

dequemipaísnomedejómuchaselecciones.—Bueno;estamosdeverdadcontentosdeque teunasanosotros.Yasabesque

los EstadosUnidos yGranBretaña han tenido siempre una relación especial.Nosgustaayudarnosentrenosotros—hubounsilencioincómodo—.Conocíatutío,IanRider.

—¿Estuvoaquí,enMiami?—No.FueenWashington.Eraunbuenhombre,Alex.Unbuenagente.Lamento

loqueleocurrió…—Gracias.Byrnetosió.—Tienesaspectodecansado.Tehemosreservadounhotelapocasmanzanasde

aquí. Pero primero quiero que conozcas a los agentes especiales Turner y Troy.Vendránenunmomento.

TurneryTroy.Esos ibana serelpadrey lamadredeAlex.Sepreguntóquiénseríaquién.

—LostrestenéisquepartirhaciaCayoEsqueletopasadomañana—dijoByrne.Se sentóenelbrazodeuna silla.Susojosno seapartabanenningúnmomentodeAlex—.Necesitasunpocodetiempoparasuperareldesfasehorarioy,loqueesmásimportante,paraconoceratusnuevospapáymamá—titubeó—.Hedecomentarte,Alex, que no están demasiado entusiasmados con el hecho de que participes en laoperación.Nomemalinterpretes.Sabenqueeresunagentedeprimera.Pero tienescatorceaños.

—Catorceañosytresmeses—puntualizóAlex.—Sí.Claro—ByrnenoestabamuysegurosobresiAlexhablabaenserio—.Está

claroquenoestánacostumbradosateneralrededorachicoscomotúcuandoestánenunaoperacióndecampo.Losperturba.Peroseacostumbrarán.Yloqueimportaesque,unavezqueleshayasayudadoaintroducirseenlaisla,tienesquequitartedeenmedio.EstoyconvencidodequeAlanBlunt tehadicho…loúnicoque tienesquehaceresestarenelhotelypasártelobien.Todoestoescuestióndeunasemana.Dossemanas,todolomás.

—¿Quésesuponequehandeconseguirexactamente?—preguntóAlex.—Tienenque introducirseen laCasadeOro.Esunaviejamansión, situadaen

unaplantación,propiedaddelgeneralSarov,enunextremodela isla.Peronovaaser fácil, Alex. La isla se estrecha y la única forma de llegar es a través de unacarretera, con agua a los dos lados. El lugar en sí es más una fortaleza que unaresidencia. En todo caso, no es tu problema. Tenemos gente en la isla que nos

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ayudaráaencontrarunaformadeentrar.Y,unavezdentro,podremoscontrolartodoellugar.¡Tenemoscámarasdeltamañodeunalfiler!

—LoquequierensaberesquétramaexactamenteelgeneralSarov.—Esoes—Byrnebajólosojosasuszapatosreciénlustradosy,derepente,Alex

se preguntó si el hombre no le estaría ocultando algo. Todo sonaba demasiadosencillo…¿QuéeraloqueSmitherslehabíadicho?Nopuedeunoconfiarnuncaenellos.Byrneparecíaunhombrebastanteagradable,peroesonobastóparadisiparsusdudas.

Llamaron a la puerta. Entraron un hombre y unamujer, sin esperar respuesta.Byrnesepusoenpie.

—Alex—dijo—. Tengo el gusto de presentarte a TomTurner y Belinda Troy.Amigos…esteesAlexRider.

Laatmósferadelaestanciasevolviógélidaenuninstante.Alexnuncasehabíaencontradocondospersonasmenoscomplacidasdeverlo.

TomTurnerteníaalrededordecuarentaaños,yeraunhombreagraciado,depelorubioycorto,conojosazulesyunrostroqueeraalavezrecioyjuvenil.Vestía,cosacuriosa,convaqueros,poloyunacazadoraholgadadecuero.Nohabíanadamaloensusropas.Exceptoquenoparecíancuadrarconél.Eraunhombremoldeadoporsutrabajo. Con su aspecto afeitado y artificial, le recordó a Alex a un maniquí deescaparate.Dalelavuelta,pensó,yveráslapalabraCIAestampadaenlasueladesuszapatos.

BelindaTroyeraalgunosañosmayorqueelhombre,delgada,conpelocrespoynegroque le caía sobre los hombros.Vestía demodo informal, con falda amplia ycamiseta,conunbolsodecoloreschillonescolgandodelhombroyungrancollardecuentas al cuello. No parecía llevar nada de maquillaje. Sus labios estabanfirmementeapretados.Noengestodedesaprobación,perosímuylejosdecualquierasomo de una sonrisa. Le recordó a Alex a una maestra… puede que una deguardería. Troy cerró la puerta y se sentó. De alguna forma, había conseguido nomirar a Alex desde el momento en que entró en la habitación. Era como si seempeñaseenqueélnoestabaallí.

Alexpaseólavistadeunoaotro.Lomásextrañoeraque,peseasusapariencias,había algo idéntico en Tom Turner y Belinda Troy. Era como si los dos hubieransobrevividoaalgo,algúnduroaccidente.Eranagrios,sinemociones,vacíos.AhorayasabíaporquélaCIAlonecesitaba.SitratabandeentrarenCayoEsqueletoellossolos,losidentificaríancomoespíasantesdesalirdelavión.

—Me alegro de conocerte, Alex —Turner lo dijo de un modo que sonabatotalmentealocontrario.

—¿Qué tal elvuelo?—preguntóTroy.Y,antesdequeAlexpudiera responder,añadió—:Supongoquedebehabertedadomiedoviajartúsolo.

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—Tuve que cerrar los ojos durante el despegue —dijo Alex—. Pero dejé detemblarcuandollegamosalostreintaycincomilpies.

—¿Tedamiedovolar?—Turnerestabaatónito.—¡Estoesunalocura!—TroyseencaróconByrne—.¡Nosmeteaestecríoen

unaoperacióndelaCIAyahoraresultaquetienemiedoavolar!—¡No, no, Belinda! ¡Tom!—Byrne estaba apurado—.Me parece queAlex se

estáburlando.—¿Burlando?—Esoes.Tieneunsentidodelhumoralgopeculiar.Troyteníaloslabiosapretados.—Puesnoleveolagracia—dijo—.Laverdadesquepiensoquetodoestoesuna

estupidez. Lo siento, señor —prosiguió con rapidez, antes de que Byrne pudierainterrumpirlo—.Yamehainformadodelareputacióndelchico.¡Perosiguesiendoun menor! ¿Qué pasa si se le ocurre cualquier estupidez una vez en el objetivo?¡Puede dejarnos sin tapadera! ¿Y qué pasa con su acento? Nome va a decir quepuedepasarporestadounidense.

—Nosuenaaestadounidense—convinoTaylor.—Alexnonecesitahablar—dijoByrne—.Y,silohace,estoyconvencidodeque

puedefingirelacento.Turnerdejóescaparunatosecita.—¿Mepermitehablar,señor?—Adelante,Turner.—EstoydeacuerdoalcienporcienconlaagenteespecialTroy,señor.Notengo

nada contra Alex. Pero no le hemos entrenado. No lo hemos probado. ¡No esestadounidense!

—¡Maldita la gracia que me hace a mí! —Byrne estaba ahora furioso—. Yaconocéiscómoestálasituación.Sabéiscómoeslaseguridaddelaisla,y,quecuandoelpresidenterusolavisite,seráaúnpeor.IdvosotrossolosalaeropuertodeSantiagoy no llegaréis a salir. ¡Recordad lo que le ocurrió a Johnson! Fue por su cuenta,disfrazadodeornitólogo.¡Hacetresmesesquenosabemosnadadeél!

—¡Busquemosunchicoestadounidense!—Yabasta,Turner.Alex ha voladomiles de kilómetros para ayudarnos y creo

quedebierasmostraralmenosunpocodeconsideración.Losdosdebierais.Alex…—Byrneindicóalaludidoquesesentase—.¿Quieresalgo?¿Unrefresco?¿Unacoca-cola?

—Estoybienasí—repusoAlex,ysesentó.Byrne abrió un cajón del escritorio y sacó un fajo de papeles y documentos

oficiales.Alexreconociólastapasverdesdeunpasaporteestadounidense.—Lacosavaaserasí—comenzó—.Loprimerode todoesque los tresvaisa

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necesitaridentidadesfalsasparairaCayoEsqueleto.Creoquelomássencilloseríamantener vuestros nombresdepila…así que tú serásAlexGardiner, viajando conpapáymamá,TomyBe-lindaGardiner. Por supuesto, tendréis que cuidar de esospasaportes. La agencia tiene prohibido fabricar pasaportes falsos y he tenido quetocar algunas teclas para conseguirlos. Cuando el asunto haya concluido, querrérecuperarlos.

Alex abrió el pasaporte. Se quedó sorprendido al ver su propia fotografía yacolocada.Laedaderalamismapero,segúnelpasaporte,habíanacidoenCalifornia.Sepreguntócómolohabríanhecho.Ycuándo.

—VivesenLosÁngeles—leexplicóByrne—.VasasecundariaenHollywoodoeste.Tupadretrabajaenelcineyvaisapasarunasemanadevacaciones,buceandoy haciendo turismo.Te daré algo dematerial para leer esta noche y, por supuesto,todoescontrastable.

—¿Esoquésignifica?—preguntóAlex.—Quesialguienpreguntasobre lafamiliaGardiner,deLA,encontrará todoen

orden.Elcolegio,laresidencia,todo.Haygentedispuestaajurarqueoshaconocidodetodalavida—Byrnehizounapausa—.Escucha,Alex.Tienesqueentenderalgo.Los Estados Unidos no están en guerra con Cuba. Tenemos nuestras diferencias,claro,perolamayorpartedeltiempotratamosdevivirenvecindad.Peroelloshacenlascosasasumodo.Cuba,yesoincluyeaCayoEsqueleto,esunpaísconsuspropiasleyes.Sidescubrenqueeresunespía,temeteránenlacárcel.Teinterrogarán.Puedeque tematen…ynopodremoshacernadapara impedirlo.Hace tresmesesquenosabemosnadadeJohnsonymedaenlanarizquenuncamásvolveremosasaberdeél.

Hubounlargosilencio.Byrnecomprendióquehabíaidodemasiadolejos.—Peronadadeesovaaocurrirte—añadió—.Noerespartedelaoperación.Te

mantendrás observando desde la barrera —se giró hacia sus dos agentes—. Esimportanteempezaractuandocomounaunidad.Disponéisdedosdíasantesdepartir.Eso significa que habréis de pasar ese tiempo juntos. Supongo que Alex estádemasiadocansadoparacenarestanoche,peropodéisempezardesayunandojuntosmañana. Pasad el día juntos. Empezad a pensar como una familia. Eso es lo quetenéisqueparecer.

Eraextraño.Tumbadoen la camaenCornualles,Alexhabíadeseado tenerunafamilia.Yahoraeldeseosehabíavueltorealidad,aunquenoenlaformaenqueélhabíapensado.

—¿Algunapregunta?—quisosaberByrne.—Sí,señor.Yotengouna—dijoTaylor.Estabademalhumor.Subocasehabía

convertido en una delgada línea que cortaba su rostro agraciado—. Quiere que

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juguemosmañana a la familia feliz.OK, señor; es unaordenyyo la obedeceré lomejorquepueda.PerocreoqueolvidaquemañanatengoqueveralViajante.Nocreoqueélesperevermellegarconesposaehijo.

—¿ElViajante?—Byrneestabaatónito.—Hequedadoconélamediodía.—¿YTroy?—Estarécomorespaldo—dijoesta—.Eselprocedimientousual…—¡Vale!—Byrnese lopensóduranteunmomento.ElViajanteestáenelagua,

¿no?Taylor…ustediráalbarco.AsíAlexpuedequedarseconTroyentierra.Seguroyalmargendetodo.

Byrneselevantó.Lareuniónhabíaterminado.Alexsintióotraoleadadefatigaytuvoquecontenerunbostezo.Byrnedebiópercatarsedeello.

—Veteadescansar,Alex—dijo—.Seguroquenosveremosdenuevo.Yteestoymuyagradecidodequehayasaccedidoaayudarnos—letendiólamano.Alexselaestrechó.

PerolaagenteespecialTroyestabaaúndemaltalante.—Desayunaremos a las diez y media —dijo—. Eso te permitirá leer la

documentación.Nocreoqueduermashastaentonces.¿Dóndeestásalojado?Alexseencogiódehombros.—LehemosbuscadohabitaciónenelDelano—dijoByrne.—OK.Teiremosabuscar.TurneryTroysedieronlavueltaysemarcharon.Ningunodeellossemolestóen

despedirse.—Noleshagascaso—dijoByrne—.Esalgonuevoparaellos.Perosonbuenos

agentes.TurnerentróenelejércitodespuésdelauniversidadyTroyhatrabajadoconél muchas veces. Ellos cuidarán de ti cuando estéis en plena misión. Estoyconvencidodequetodoirábien.

PeroAlex,poralgúnmotivo,teníasusdudas.Yaúnestabadesconcertado.Habíaunmontóndetrabajoyplanesdetrásdeestaoperación.Documentaciónfalsa,consufotografía incluida, preparada ya antes incluso de su llegada. Toda una identidadfalsa, creada en Los Ángeles. Y estaba ese otro agente, Johnson, posiblementemuerto.

¿Una simple operación de inspección? Byrne estaba nervioso. Alex estabaconvencidodeesoúltimo.PuedequeTurneryTroyloestuviesentambién.

Fuera lo que fuese que estuviera ocurriendo en Cayo Esqueleto, no le habíancontadotodalaverdad.Asíquetendríaquedescubrirlaporsímismo.

Eraunahabitaciónquenoparecíadeltodounahabitación.Erademasiadogrande.Tenía demasiadas puertas, y no solo puertas, sino también arcos, hornacinas y una

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anchaterrazaquedabaalmar.Elsueloerademármol,unajedrezadodecuadradosverdesyblancosqueparecían,poralgúnmotivo,detamañoexagerado.Elmobiliarioerarecargado,antiguo,yexcesivamenteabundante.Habíamesasysillas.Pedestalescon vasijas y estatuillas. Espejos inmensos, de marcos dorados. Candelabrosespectaculares. Un gigantesco cocodrilo disecado se hallaba delante de una granchimenea.Elhombrequelohabíacazadosesentabajustoenfrente.

El general Sarov sorbía café negro de una tacita de porcelana. La cafeína esadictivaySarovnosepermitíamásqueunpocodecafé,unavezaldía.Erasuúnicovicioy losaboreaba.Llevabaun traje informalde lino,peroalvestiraesehombrequedabaserio,sinunasolaarruga.Lacamisaestabaabierta,mostrandouncuelloquebien pudiera haber sido tallado en piedra gris. Un ventilador de techo girabalentamente, a unos pocosmetros del escritorio junto al que estaba sentado. Sarovsaboreó el último sorbo de café, luego dejó taza y platillo sobre el escritorio. Laporcelananohizoningúnruidoaltocarlasuperficiepulida.

Llamaronalapuerta—aunadelaspuertas—yunhombreentróenlaestancia.Aunquenolohizodeformanormal.Nohabíaformadedescribirexactamentecómosemovíaesehombre.

Tenía algo extraño. Su cabeza formaba ángulo con sus hombros, que estabancargadosyencorvados.Elbrazoderechoeramáscortoqueel izquierdo.Lapiernaderecha, sinembargo,eraalgunoscentímetrosmás largaque la izquierda.Lospiesiban embutidos en zapatos de cuero negro, unomás pesado y grande que el otro.Vestía vaqueros y chaqueta de cuero negro, y, mientras se acercaba a Sarov, susmúsculos se agitaban bajo la ropa como si tuvieran vida propia. No habíacoordinaciónalgunaensucuerpo,deformaquealavanzarparecíatratardemoversehaciaatrásoa los lados.Su rostroera lopeor.Eracomosi lohubieran troceadoyluego vuelto a pegar; y esa labor hubiera corrido a cargo de un niño con solo unligero conocimiento de las formas humanas.Había una docena de cicatrices en sugargantaysusmejillas.Unodesusojoserarojo,siempreinyectadoensangre.Teníapelolargoydescoloridoenlamitaddelacabeza.Laotramitaderacalva.

Aunque hubiera sido imposible decirlo al mirarlo, aquel hombre tenía soloveintiochoañosy,hastahacíapoco,eraunode los terroristasmás temidosde todaEuropa. Se llamabaConrad. Se sabíamuy poco de él, excepto que era turco, quehabíanacidoenEstambul,hijodeuncarnicero,yquealaedaddenueveañoshabíavoladosuescuelaconunabombafabricadaenlaclasedequímica,comovenganzaporhabersidocastigadoporllegartarde.

A partir de ahí, nadie sabía quién había entrenado a Conrad o quién lo habíaempleado. Era un camaleón.No tenía ideales políticos y actuaba simplemente pordinero.SecreíaquehabíasidoresponsabledeatentadosenParís,Madrid,AtenasyLondres.Loperseguíanlaspolicíasdenuevepaíses,erae]númerocuatroenlalista

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delosmásbuscadosporlaCIA,yofrecíandosmillonesdedólaresporsucabeza.Sucarrerahabía llegadoaun finalbruscoe inesperadoenel inviernode1998,

cuando una bomba que iba a colocar, se suponía que en una base militar, habíaexplotado.Labombalohabíahechosaltarporlosaires,literalmente,peronohabíaconseguidomatarlo.Habíasidorecompuestoporunequipodemédicosalbanesesenuncentroexperimental,cercadeElbasan.Eralamuestravisibledesutrabajo.

ServíacomoayudantepersonalysecretariodeSarov.Asílohabíahechodurantedos años.Nohubiera aceptado tal trabajo enotro tiempo, peroConrad teníapocasopciones.Y, además, entendía la visión de Sarov. En el nuevomundo que el rusotratabadecrear,Conradtendríasurecompensa.

—Buenosdías,camarada—dijoSarov.Hablabaun inglés fluido—.Esperoquehayaconseguidorecuperarelrestodebilletesdelpantano.

Conradasintió.Preferíanohablar.—Excelente.Habráquelavareldinero,porsupuesto.Luegoloingresaremosen

micuenta—Sarovtendiólamanoyabrióundiariodetapasdecuero.Habíaciertonúmerodeentradas, todasconunacaligrafíaperfecta—.Todoseestádesarrollandosegúnloprevisto.¿Quéhaydelaconstruccióndelabomba…?

—Lista —Conrad parecía tener alguna dificultad a la hora de pronunciar laspalabras.Teníaquecontorsionarelrostroparaconseguirlo.

—Séquepuedoconfiarenti.Elpresidenterusollegarádentrodecincodías.Hoyme lo han confirmado por correo electrónico. Boris me dice que espera conimpaciencia esa escapada—Sarov se permitió una breve sonrisa—. Le daré unasvacacionesquenopodráolvidarjamás.¿Estánpreparadaslashabitaciones?

Conradasintió.—¿Lascámaras?—Sí,general.—Bien—Sarovhizocorrerundedo sobre laspáginasdeldiario.Sedetuvoen

una sola palabra que había sido remarcada con una interrogación—. Queda lacuestión del uranio. Siempre supe que la adquisición y entrega del material seríapeligrosa y delicada. Los hombres del avión me traicionaron y ya han pagado suculpa.Peroellos,porsupuesto,obrabanporcuentaajena.

—ElViajante—dijoConrad.—Esoes.SupongoqueelViajanteyasehaenteradodeloquelehaocurridoa

suschicosdelosrecados.Cuandonolelleguemásdinero,iráadelante,cumplirásusamenazas y avisará a las autoridades. Por desgracia, es un riesgo que no estoydispuesto a correr.Quedanmenos de dos semanas para que explote la bomba y elmundotomelaformaqueyohedecididodarle.Nopuedocorrerriesgoalguno.Asíque, mi querido Conrad, tendrás que ir a Miami y sacar al Viajante de nuestrasvidas…loquesupone,metemo,quitaralViajantelasuya.

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—¿Dóndeestá?—Operadesdeunbarco,uncrucerollamadoMayfairLady.Sueleestaratracado

enBaysideMarketplace. ElViajante se cree a salvo en el agua. Pormi parte,mesentiréasalvocuandoestédebajodeella—Sarovcerróeldiario.Laaudienciahabíaacabado—.Veteya.Infórmamecuandotodoestéhecho.

Conradcabeceópor terceravez.Lascosturasdemetaldesugargantaoscilaronbrevemente cuando su cabeza de movió arriba y abajo. Luego se volvió y se fuerenqueando,saliendoaduraspenasdelahabitación.

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T

7.Lamuertedeunviajante

OMARON un desayuno tardío en BaysideMarketplace, justo en elmuelle, connavesamarradastodoalrededorytaxisdecoloresamarillochillónyverdemar

yendoyviniendo.TomTurneryBelindaTroyhabíaidoallamaralapuertadeAlexalasdiezdelamañana.Alexllevabadespiertoyavariashoras.Sehabíadormidoconrapidez,conunsueñopesado,ysehabíadespertadomuypronto…lotípicocuandouno sufría del jet-lag transatlántico. Pero al menos así había dispuesto de tiemposuficienteparaleerlospapelesquelehabíadadoJoeByrne.Yalosabíatodosobresunueva identidad; los mejores amigos inexistentes, las mascotas que nunca habíatenido,inclusolostítulosacadémicosficticios.

Y ahora estaba sentado con sus nuevos padres, observando a los turistas en elpaseomarítimo,yendoyviniendoporlashermosastiendasdefachadasblancasqueabarrotabanelárea.Elsolyaestabaaltoysuresplandorsobrelasaguascasicegaba.Alex se colocóunasgafasOakleyEyey elmundo, al otro ladode los cristalesdeiridionegro,sehizoderepentemássuaveysoportable.LasgafaseranunregalodeJack.Nohabíacreídoquelasnecesitaríatanpronto.

Había una caja de cerillas sobre la mesa, con la leyenda THE SNACKYARDimpresaen la tapa.Alex lacogióy lasostuvoentresusdedos.Lascerillasestabancalientes.Se sorprendiódeque el sol no las hubierahecho encender.Un camarerovestidodeblancoynegro,conpajarita, seacercóparaanotarelpedido.Alexechóunaojeadaalmenú.Nuncahabíasupuestoquehubiesetantosurtidoparaelegir.Enlamesa de al lado un hombre estaba devorando panqueques con beicon, carne converdurayhuevosrevueltos.Alexteníahambre,peroveraquellolequitóelapetito.

—Soloquierozumodenaranjayunatostada—dijo.—Integraloblanco.—Blanco.Conmantequillaymermelada…—¡Quieresdecirjalea!—Troynodijomáshastaqueelcamarerosehuboido—.

Ningúnchicoestadounidensepidemermelada—fruncióelceño—.Sidicesesoenelaeropuerto de Santiago, acabaremos presos, o algo peor, antes de que puedaspestañear.

—Nosemeocurrió—dijoAlex.—Sinoseteocurre,acabasmuerto.Peoraún,acabaremosmuertostodos—agitó

lacabeza—.Sigodiciendoqueesunamalaidea.—¿CómoestáLucky?—preguntóTurner.Alexsequedódesconcertado.¿Dequéestabanhablandoahora?Luegorecordó.

LuckyeraelperrolabradorquesesuponíaquelafamiliaGardinerhabíadejadoen

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LosÁngeles.—Estábien—dijoAlex—.LaseñoraBeachcuidarádeél.Esaeralamujerquevivíaenlacasadeallado.PeroTurnernoestabasatisfecho.—Nohassidolobastanterápido.Sitienesquepararteapensar,elenemigosabrá

que les estásmintiendo.Tienesquehablar sobre tuperoy tusvecinoscomosi losconocierasdetodalavida.

Noeraleal,claro.TurneryTroynolehabíanavisado.Nohabíacomprendidoquela prueba ya había comenzado. De hecho, esa era ya la tercera vez que Alex sedisfrazaba bajo otra identidad. Había sido Félix Lexter cuando lo enviaron aCornualles,yAlexFriend,elhijodeunmultimillonario,enlosAlpesfranceses.Lasdos veces se las había arreglado paramantener el tipo y sabía que podría hacerlotambiéncomoAlexGardiner.

—¿CuántohacequeestáisenlaCIA?—preguntóAlex.—Esoesinformaciónclasificada—lereplicóTurner.ViocómolomirabaAlexy

seablandó—.Todamivida.Estuveen losmarines.Es loquesiemprequise,desdequeerauncrío…máspequeñoquetú.Quieromorirpormipaís.Eseesmisueño.

—No debiéramos hablar de nosotros—dijo enfadada Belinda—. Tratamos deparecerunafamilia.¡Asíquehablemosdelafamilia!

—Vale,mamá—murmuróAlex.Le hicieron unas pocas preguntas sobre Los Ángeles, mientras esperaban que

llegase la comida. Alex respondió automáticamente. Observó pasar a un par deadolescentes en monopatines y deseó poder unirse a ellos. Eso era lo que unadolescentedecatorceañosteníaqueestarhaciendoenlasoleadaMiami.Nometidoenasuntosdeespíascondosadultosderostroavinagradoquehabíandecididoquenoleibanadarniunaoportunidad.

Llegó la comida.Turner yTroyhabían encargado, ambos, ensaladade frutas ycapuchino, descafeinado con leche descremada. Alex suponía que trataban demantener la línea. Llegó su tostada, con jalea de uva. Lamantequilla era batida yblanca,yparecíadesaparecercuandolaextendía.

—¿YquiéneselViajante?—preguntóAlex.—Nonecesitassaberlo—respondióTurner.Alexdecidióqueyahabíatenidobastante.Bajóel=cuchillo.—Vale —dijo—. Ya habéis dejado bastante claro que no os gusta trabajar

conmigo. Bueno, de acuerdo; después de todo, amí tampocome gusta la idea detrabajar con vosotros. Y ya que nos ponemos, ¡nadie podría creerse que dos tiposcomovosotrospodríansermispadres!

—Alex…—comenzóTroy.—¡Pasando!MevuelvoaLondres.YcuandoelseñorByrneospregunte,podéis

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decirle que, como nome gusta la jalea,me he vuelto a casa a buscar un poco demermelada.

Selevantó.Troyseincorporóenelmismoinstante.AlexmiróaTurner.Loestabacontemplando con gesto de duda. Supuso que, en parte, les gustaría librarse de él.Pero,porotraparte,teníanmiedodelareaccióndesujefe.

—Siéntate, Alex —dijo Troy. Se encogió de hombros—. Vale. Nos hemospasado.Noesnuestraintenciónhacertepasarunmaltrago.

Alexlamiróalosojos.Luegosesentólentamente.—Necesitamosunpocodetiempoparaacostumbrarnosaestasituación—siguió

Troy—. Turner y yo… ya hemos trabajado antes…, pero lo cierto es que no teconocemos.

Turnerasintió.—Sitematan,¿cómocreesquenossentiríamos?—Según me han dicho, no hay peligro alguno —replicó Alex—. De todas

formas,sécuidardemímismo.—Nolocreo.Alexabriólabocapararesponder,peronolohizo.Noteníasentidodiscutircon

esagente.Yahabíanllegadoaunaconclusióny,además,erandelaclasedepersonasquesiempretienenlarazón.Yahabíaconocidoaprofesoresasí.Pero,almenos,algohabíaconseguido.Losdosagentesespecialeshabíandecididodejarlocorrer.

—¿QuieressaberquiéneselViajante?—dijoTroy—.Esunbuscavidas.ResideenMiami.Unabuenapieza.

—Esmexicano—añadióTurner—.DeCiudaddeMéxico.—¿Aquésededica?—A lo que su nombre indica.Vende cosas.Drogas.Armas. Identidades falsas.

Información —Troy iba contando con los dedos—. Si necesitas algo ilegal, elViajantepuedeconseguírtelo.Porunprecio,claro.

—CreíqueestábamosinvestigandoaSarov.—Yasíes—Turnerdudó—.EsposiblequeelViajante lehayavendidoalgoa

Sarov.Ahíestálaconexión.—¿Quélehavendido?—Noestamosseguros—Turnerparecíacadavezmásnervioso—.Loúnicoque

sabemosesquedosdelosagentesvolaronhacepocoaCayoEsqueleto.Fueron,peronuncavolvieron.EstamostratandodeaveriguarquélescompróSarov.

—¿Qué tiene todo eso que ver con el presidente ruso?—Alex aún no estabaconvencidodequeleestuvierancontandotodalaverdad.

—NolosabremoshastaquenosepamosquéesloquecompróSarov—dijoTroy,comosileestuvieraexplicandolascosasaunniñodeseisaños.

—Llevo trabajando camuflado con el Viajante durante cierto tiempo—siguió

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Turner—.Comprodrogas.Mediomillóndedólaresencocaína,traídadeColombia.Almenosesloqueélcree—Turnersonrió—.Tenemosunabuenarelación.Confíaenmí.Y,dadoquehoyeselcumpleañosdelViajante,meha invitadoa tomarunacopaensubarco.

Alexechóunaojeadaalmar.—¿Dóndeestá?—Esese—Turnerseñalóaunbarcoamarradoalfinaldeunmuelle,comoaunos

cincuentametros.Alexdejóescaparelaliento.Eraunodelosbarcosmásbonitosquehubiesevistoensuvida.Nadadeeseacero

yfibradevidriominimalistaquehabíavistoentantoscrucerosamarradosenMiami.Nadamoderno.Se llamabaMayfairLady y eraunyate amotormuyclásico,de laépocaeduardina,conochentaañosdeantigüedad,queparecíasacadodeunapelículaenblancoynegro.Elbarcoteníatreintametrosdeeslora,conunasolachimeneaenelcentro.Lacámaraestabaenlacubiertaprincipal,justodetrásdelpuente.Unalíneaondulante de al menos quince ojos de buey sugería la existencia de camarotes ocomedoresbajocubierta.Elbuquedisponíadeadornosdemadera,unacubiertademaderaylámparasdebroncebajolostoldos.Unmástilaltoyesbeltosealzabahaciaproa,sustentandounradar; laúnicaconexiónvisibledelbuqueconelsigloXXI.ElMayfair Lady no pertenecía a un entorno comoMiami. Era una pieza de museo.Todoslosbarcoscercanosresultabanfeosvistosasulado.

—Esunbarcomuybonito—dijoAlex—.ElViajantedebehacerlascosasbien.—ElViajantedebieraestaren lacárcel—murmuróTroy.Habíavisto lamirada

deadmiraciónenlosojosdeAlex,ynoloaprobaba—.Ycualquierdíadeestosesahídondelemeteremos.

—Detreintaañosalaperpetua—añadióTurner.Troymetiólacucharaenlaensaladadefrutas.—Bien,Alex—dijo—.Empecemosdenuevo.¿Cuáleselnombredetuprofesora

dematemáticas?Alexmiróasualrededor.—EslaseñoraHazeldene.Y,dichoseadepaso, lasmatemáticasseestudianen

Inglaterra.Aquísonmates.Troycabeceó,aunquesinsonreír.—Loestáshaciendobien.Acabarondedesayunar.LosagentesdelaCIAprobaronunpocomásaAlex.No

lepreguntaronsobre suvidaen Inglaterra, susamigosocómohabía idoapararalMI6.Parecíaquenoqueríanconocernadasobreél.

Lospatinadoreshabíandejadode jugaryestabanapoyadosen labarandilladelpaseo,bebiendococa-colas.Turnerechóunaojeadaasureloj.

—Eshoradeirme—murmuró.

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—Mequedaréconelchico—dijoTroy.—Noseránmásdeveinteminutos—Turnerselevantó,luegosellevólasmanos

alacabeza—.¡Maldición!NolehecompradoalViajanteunregalodecumpleaños.—Notepreocupes—ledijoTroy—.Dilequeseteolvidó.—¿Ynocreesquepuedasentarlemal?—Está bien, Turner. Invítalo a una comida en otro momento. Le gustará el

detalle.Turnersonrió.—Buenaidea.—Buenasuerte—ledijoAlex.Turner se dio la vuelta y se fue. Mientas se alejaba, Alex se percató de la

presenciadeunhombreconunallamativacamisahawaianaypantalonesblancosquese acercaba en sentido contrario. Era imposible ver el rostro del hombre, ya quellevabagafasdesolyunsombrerodepaja.Perosíseveíaquedebíahabersufridoalgúntipodeterribleaccidente;suspiernassetorcíandeformaextrañaylosbrazosparecían inertes.Duranteunmomento, estuvo justo al ladodeTurner, en el paseo.Turner no se dio cuenta. Luego,moviéndose con sorprendente rapidez, el hombredesapareció.

Alex y Troy observaronmientras Turner cubría el camino que le separaba delMayfairLady.Habíaunarampaalfinaldelmuellequellevabaacubierta.Porallílatripulación embarcaba provisiones.Un par de hombres acababan justo de terminarcuando llegaba Turner. Habló con ellos. Uno señaló en dirección al salón. Turnersubióporlarampaydesaparecióabordo.

—¿Quéocurriráahora?—preguntóAlex.—Vamosaesperar.Nopasónadadurantequinceminutos.AlextratódehablarconTroy,perotodala

atencióndeestaestabapuestaenelbarcoynodijonada.Sepreguntóquérelaciónhabríaentre losdosagentes.Seconocían,obviamente,muybien,yByrne lehabíadichoqueyahabíantrabajadoantesjuntos.Ningunodelosdosmostrabaemociones;peroAlexsepreguntósisurelaciónseríaalgomásqueprofesional.

Enesemomento,AlexviocómoTroyselevantabadesuasiento.Siguiósusojoshastaelbarco.Salíahumodelachimenea.Habíanencendidolasmáquinas.LosdostripulantesconlosquehabíahabladoTurnerestabanenelmuelle.Unodeelloslargóamarras,luegosubióabordo.Elotrosealejó.Lentamente,elMayfairLadycomenzóaalejarsedesuamarradero.

—Algonovabien—susurróTroy.NohablabaaAlex.Lohacíaconsigomisma.—¿Quépiensasdetodoesto?Volviólacabeza,comosiacabasederecordarqueélestabaallí.—Eraunareunióndediezminutos.Tomnopensabaviajaraningúnlado.

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Tom.Eralaprimeravezqueusabasunombredepila.—Puedequehayacambiadodeopinión—sugirióAlex—.PuedequeelViajante

lohayainvitadoauncrucero.—Nohabríaaceptado.Nosinmí.Nosincobertura.Vacontralosprocedimientos

delacompañía.—Entonces…—Ha sido descubierto —Troy estaba de repente pálida—. Deben haber

averiguadoqueesunagente.Estánsaliendoaaltamarconél…Se había incorporado, pero no semovía, paralizada por la indecisión. El barco

seguía moviéndose con elegancia. Ya la mitad de su eslora se había apartado delmuelle.Aunquesalieracorriendo,nollegaríaatiempodesubir.

—¿Quévasahacer?—lepreguntóAlex.—Nosé.—¿Yellosvana…?—Sisabenloquees,lomatarán—dejóescaparlaspalabrascomosi,dealguna

manera, la culpa fuese de Alex, como si fuera una pregunta estúpida que nuncadebierahaberhecho.Puedequeesofueraloquedecidieseaesteaactuar.Derepente,antesdesabersiquieraquéestabahaciendo,sehabíapuestodepieycorría.Estabafurioso. Iba a demostrar que era algo más que el inglés cero a la izquierda que,obviamente,ellapensabaqueera.

—¡Alex!—lollamóTroy.Laignoró.Yahabíallegadoalpaseo.Losdosadolescentesquehabíavistoantes

estabansentadosalsol,acabandolosrefrescos,ynovieroncómoagarrabaunadesustablasysaltabaencima.Solocuandose lanzó,propulsándosesobrelasuperficiedemaderahaciaelbarcoenmovimiento,unodeelloslanzóungrito,peroentonceserademasiadotarde.

Alexmantenía un equilibro perfecto. Tablas de nieve, de ruedas, de surf; erantodas iguales.Yesta tablaeraunahermosura;unaFlexdexconcojinetesABEC5yruedaskriptónicas.EratípicodeloschicosdeMiamicomprarlomejor.Distribuyósupeso,conscienteahoradenollevarcasconirodilleras.Siseestrellaba,podíaresultarherido. Pero esa era la menor de sus preocupaciones. El barco estaba zarpando.MientrasAlexloobservaba,lapopa,consushélicesbatientes,rebasóelmuelle.Sehabíahechoa lamar.Pudoverelnombre,MayfairLady, reduciéndosemientrassealejaba.Enunossegundosestaríademasiadolejos.

Alex enfiló la rampa que los hombres habían usado para carga y descarga delbuque.Saltóyderepentesevioporlosaires,volando.Sintiócómolatablacaíaysehundíaconunchapuzónenelmar.Perosupropioimpulsolollevóhaciadelante.¡Noibaaconseguirlo!Elbarcosemovíademasiadorápido.Alexdescendía,siguiendounarcoquelollevabaanoalcanzarlapopaporcentímetros.Ibaacaerenelagua…,¿y

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entoncesqué?¡Lashélices!Loharíanpicadillo.Estirólosbrazosy,dealgunaforma,susdedosconsiguieronengancharenlabarandillaquesecurvabaentomoalapopadelbuque.Sucuerposeestrellócontraelmetaldelcasco,lospiessehundieronenelagua,encimadelashélices.

Sintiócómoseleescapabaelaliento.Alguiendebíahaberlooídoabordo.Peronoteníatiempoahoradepreocuparseporeso.Solopodíaesperarqueelruidodelosmotoreshubieraencubiertoel impacto.Contodassusfuerzaslogróalzarsesobrelabarandilla.Y,porúltimo,seencontrósobrecubierta,mojadohastalasrodillas,todoelcuerpodoloridoporelimpacto.Peroestabaabordo.Y,deformamilagrosa,nolohabíanvisto.

Se agazapó, observando todo a su alrededor. La redonda de popa era un áreapequeñaysemicerrada,conformadeherradura.Delantedeélestabaelsalónconunsolo ojo de buey en la zaga, y la puerta poco más adelante. Había un grupo deprovisionesbajounenceradoytambiéndosgrandesbidones.Alexabrióunadelastapasyolfateó.Estaballenodegasolina.EstabaclaroqueelViajanteteníaenmenteunatravesíalarga.

Toda la cubierta, de babor a estribor, estaba cubierta por un dosel que colgabasobreelsalónprincipal,yhabíaunbotesalvavidascolgadodedospescantes,sobresu cabeza.Mientrasdescansabaunosmomentos contra la barandilla depopa,Alexvio que estaba a salvo, siempre que a nadie se le ocurriera asomar por la popa.¿Cuántos tripulantes podía haber a bordo?Tenía que haber un capitán al timón.Ypuedequehubiesealguienconél.Allevantarlamirada,Alexpudoverunospiesquecruzaban la cubierta superior, sobre el techodel salón.Eso sumaba tres.Teníaquehaberdosotresmásdentro.¿Seisentotal?

Miróalaespalda.ElpuertodeMiamisealejabaya.Alexsequitóloszapatosycalcetines. Luego se deslizó hacia delante, moviéndose en completo silencio,temiendoserdescubiertodesde lacubiertasuperior.Losdosprimerosojosdebueydel salón estaban cerrados, el tercero estaba, sin embargo, abierto y, al agacharsejusto debajo, oyó una voz. Un hombre estaba hablando. Tenía un fuerte acentomexicanoy,cadavezquepronunciabalaS,siseabasuavemente.

—Eresunestúpido.TellamasTomTurner.TrabajasparalaCIA.Yvoyamatarte.Otrohombrehablóbrevemente.—Teequivocas.Nosédequéestáshablando.Alex reconoció la voz de Turner. Miró a derecha e izquierda. Luego, con la

espaldapegadaalmamparodelsalón,selevantóhastaquesucabezaalcanzóelniveldelaventanaypudomirardentro.

El salón era rectangular, con suelo de madera parcialmente tapado por unaalfombra enrollada… puede que la hubiesen plegado para que no semanchase desangre.Alrevésqueelbarco,elmobiliarioeramoderno,comodeoficina.Nohabía

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muchosmuebles. Turner estaba sentado en una silla, con lasmanos en la espalda.Alex pudo ver que habían usado algún tipo de cinta adhesiva para atarle brazos ypiernas.Lehabíanpegado.Supelorubioestabahúmedoylasangregoteabadesdelacomisuradelaboca.

Había dos hombres con él en el camarote. Uno era un marinero vestido convaquerosycamiseta,conunagranpanzaque leabultabasobreelcinturón.ElotroteníaqueserelViajante.Eraunhombredecararedonda,conpelomuynegroyunpequeñobigote.Vestíauntrajeconchalecoblanco,decorteexcelente,yunoszapatosrelucientes de piel. Elmarinero portaba un arma: una pistola automática grande ypesada.ElViajanteestabasentadoenunasillademimbre,conunacopadevinotintoenlamano.Laagitóbajolanariz,aspirandoelaroma,antesdesuspirar.

—¡Un vino excelente! —musitó—. Chileno. Un Cabernet Sauvignon de mipropiedad.Yaves,amigomío.Tengoéxito.Hagonegociosenelmundoentero.¿Quélagentequierevino?Lesvendovino.¿Quélagentequieredrogas?Estánlocos,peroeso no es problemamío.Les vendo las drogas. ¿Qué hay demalo en ello?Vendocualquiercosaquealguienquieracomprar.Pero,verás,soyunhombreprecavido.Nomecreíaciegastuhistoria.Hiceciertasaveriguaciones.SalióarelucirlaCIA.Yporesoesporloqueestásenestasituación.

—¿Quéquieressaber?—preguntóTurner.—QuierosabercuándoestaremosaunahoradeMiami,porqueentoncesseráel

momentodepegarteuntiroytirarteporlaborda—elViajantesonrió—.Esoestodo.Alexseagachódenuevo.Noteníasentidoseguirescuchando.Nopodíaentraren

elcamarote.Habíadoshombresyélestabasolo.Aunquehubiesetenidounarma,nohubiese podido hacer nada.No contra una pistola.Necesitaba algunamaniobra dedistracción.

Entoncesseacordódelagasolina.Echóunarápidamiradaalacubiertasuperiorysedispusoavolvera la redondadepopa,perose inmovilizócuando laportilladelpuente se abrió, dando paso a un hombre.No había nada queAlex pudiera hacer,ningúnlugarenelqueocultarse.Perotuvosuerte.Elhombre,vestidoconeldesvaídouniformedeuncapitándebarco,estabafumandouncigarrillo.Sedetuvoeltiemposuficiente como para arrojar la colilla al mar, y luego se volvió por donde habíavenido,sinvolverlacabeza.SehabíaescapadoporlospelosyAlexcomprendióquesoloeracuestióndetiempoquelodescubriesen.Teníaquemoverserápido.

Corriódepuntillashacia losbarrilesdegasolina.Tratódevolcaruno,peroerademasiadopesado.Buscóconlamiradauntrapo,peronopudoencontrarningunoyusósucamisa,desgarrándolaconlasmanos.Metióconrapidezlamangaenelbarrilydejócolgandoelextremo;unamechadefortuna.¿Quépodíaocurrircuandopegasefuego a la gasolina? Alex supuso que la explosión sería suficiente para llamar laatencióndetodosabordo,peronolobastantecomoparahundirelbuque.Almenos,

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eraloqueesperabaqueocurriese.Buscóensubolsilloysacólascerillasconlasquehabíaestadojugueteandoenel

restaurante. Tapando con la mano para proteger la llama del viento, encendió laprimeracerillayluegotodasalavez.Aplicóelfuegocontralamechaqueunavezfuerasucamisa.Seencendióenunsegundo.

Alacarrera,regresóalsalón.PudooírcómoelViajanteseguíahablando.—Creo que tomaré otra copa. Sí. Pero me temo que tengo que abandonarte.

Tengocosasquehacer.Alexmiródentro.ElViajanteestabajuntoaunamesa,sirviéndoseunasegunda

copadevino.Alexechóunaojeadaa susespaldas.Novionada.Noocurriónada.¿Por qué no se había encendido la gasolina? ¿Habría apagado el viento sumechaimprovisada?

Entoncesexplotó.Ungranhongodellamasyhumollenóelaireapopadelbarcoyfuedispersadoalinstanteporelviento.Alguiengritó.Alexvioquelagasolinasehabíaderramadoporlasdemáscubiertas.Habíafuegoportodaspartes.Elbaldaquínsobresucabezaestabaardiendo.Fueraloquefuesequehubierabajoelenceradosequemabatambién.Másgritos.Unospasosatronaronhacialaredondadepopa.Eraelmomentodeponerseenacción.

—¡Miraaverquéocurre!Alex escuchó gritar la orden al Viajante y, un segundomás tarde, elmarinero

apareció a la carrera.Desapareció tras la esquina del camarote. Eso dejaba solo alViajante, solo con Turner. Alex esperó unos segundos, luego entró a través de lapuerta, buscando otra vez en el bolsillo del pantalón. Turner lo vio antes que elViajante.Susojosseabrieroncomoplatos.ElViajantesegiró.Alexvioquehabíadejado la copa de vino para empuñar una pistola. Durante un momento nada semovió.ElViajantesequedómirandoalchicodecatorceaños,descalzoydesnudodecintura para arriba. No se le ocurrió, desde luego, que Alex pudiera representarningunaamenaza,niqueesechicohubierasidoelquelehabíaincendiadoelbarco.Y,enesemomentodeduda,fuecuandoAlexhizosumovimiento.

Cuandolevantólamano,teníaenellaunteléfonomóvil.Yahabíamarcadodosnuevesconanterioridad.Apretóelbotónunaterceravezyapuntóconelteléfono.

—Esparausted—dijo.Sintiócómoelmóvilsesacudíaensumanoy,ensilencio, laantenasaltódela

carcasa y el plástico se abrió para escupir una aguja reluciente. Cruzó volando elcamarote y alcanzó en el pecho al Viajante. Este había reaccionado con rapidez,girando la pistola. Pero, un segundo más tarde, puso los ojos en blanco y sederrumbó.Alex saltó sobre el cuerpo, cogió un cuchillo de lamesa y se acercó aTurner.

—¿Quédiablos…?—comenzóadecirelagentedelaCIA.Alexpudocomprobar

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que no estabamalherido.Almismo tiempo, su humor no parecía habermejorado.Paseó los ojos del teléfono a la figura inconsciente del Viajante—. ¿Qué le hashecho?

—Marcóelnúmeroequivocado—respondióAlex.Cortólacintaadhesiva.TurnersepusoenpieyagarrólapistolaqueelViajantehabíadejadocaer.Revisó

elcargador.Elarmaestabacargada.—¿Quéhasucedido?—preguntó—.¡Sehaescuchadounaexplosión!—Sí.Hesidoyo.Lehepegadofuegoalbarco.—¿Qué?—Quelehepegadofuegoalbarco.—¡Peronosotrosestamosabordo!—Yalosé.AntesdequeAlexpudieradeciralgoomoverse,Turnersedesplazó,girandoen

redondo y adoptando una posición de combate, los brazos en alto, las piernasseparadas. Había una escalerilla al fondo del camarote. Alex no la había visto.Aparecióunafigura,llegadadesdeabajo.Turnerdisparódosveces.Lafiguracayó.Turner no hizo más. El humo negro estaba invadiendo el camarote. Hubo unasegundaexplosiónytodoelbarcosaltó,comoagitadoporunasúbitaturbulencia.Almirarporelojodebuey,Alexpudoverllamas.

—Esohatenidoqueserelsegundobidóndegasolina—dijo.—¿Cuántoshay?—Soloesosdos.Turnerparecíadesconcertado.Seobligóatomarunadecisión.—Elmar…—dijo—.Tenemosquesalirnadando.El agentede laCIAsalióprimero,mirandoantes fuera.De repente, la cubierta

estaba llena de gente. Había al menos siete personas. Alex se preguntó de dóndehabrían salido. Dos de ellos, jóvenes de pantalones y camisas blancas y sucias,trataban de combatir las llamas con extintores. Había otros dos en la cubiertasuperior,otroencubiertaprincipal.Todosgritaban.

Elhumoserpenteabaporlosaires,alazagadelbarco.Elbotesalvavidassehabíaquemado. Parte del toldo ardía. Al menos, nadie sabía qué había ocurrido. Nadiehabía visto a Alex subir a bordo. Las explosiones los habían pillado a todos porsorpresa,ytodoloquelesimportabaeracontrolarelfuego.Detodasformas,cuandoTurnersaliódelcamarote,unodeloshombresdelacubiertasuperiorsediocuenta.Lanzóungritoenespañol.

—¡Vamos!—gritóTurner.Corrióhaciaelcostadodelbarco.Alexlosiguió.Seescuchóelensordecedortableteodeunametralletayloquequedabadeltoldo

saltó en jirones.Las balas se estrellaron contra cubierta, haciendo saltar astillas de

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madera. Una lámpara de cristal explotó. Alex no sabía muy bien quién estabadisparando.Todocuantosabíaeraqueestabaatrapadoenmitaddelhumo,lasllamas,las balas y unmontón de hombres que queríanmatarlo. Vio cómo Turner saltabadesdeelcostado.HubootrotableteoyAlexsintiócómolacubiertasaltabaapocoscentímetros de sus pies desnudos. Aulló. Las astillas se clavaron en su tobillo ytalones.Saliócorriendoyselanzóporencimadelaborda.Duranteloqueleparecióunaeternidad,todofuecaótico.Pudosentirelvientoensushombrosdesnudos.Hubomástiros.LuegoentródecabezaenelAtlánticoydesaparecióbajolasuperficie.

Alexpermitióqueelocéano loarropase.Trasel campodebatallaenelque sehabíaconvertidoelMayfairLady, lasaguaserancálidasytranquilas.Buceó,dandounapoderosabrazadaquelollevóaúnmásabajo.Algopasóasuladoysediocuentade que le estaban disparando. Cuantomás bucease,más a salvo estaría.Abrió losojos. El agua salada picaba, pero necesitaba saber a qué profundidad estaba.Miróalrededor.La luzhacía resplandecer la superficiedel agua,peronohabía señaldelbarco. Los pulmones comenzaban a dolerle.Necesitaba respirar.Aguantó.Hubierasidofelizsihubierapodidoaguantarbajoelaguaduranteunahora.

Nopodía.Contodoelcuerpoexigiéndoleoxígeno,Alexsubióadesganahacialasuperficie. Surgió boqueando, con el agua chorreando por su cara. Turner estabacerca. El agente de la CIA parecía más muerto que vivo. Alex se preguntó si lohabríanherido,peronohabíarastrosdesangre.Puedequefueselaimpresión.

—¿Estásbien?—lepreguntóAlex.—¿Estástonto?—Turnerestabatanfuriosoquetragabaaguaalhablar.Boqueóy

luchópornohundirse—.¡Casihacesquenosmaten!—¡Tehesalvadolavida!—Alexseestabaenfureciendotambién.Nopodíacreer

loqueestabaoyendo.—¿Seguro?¡Miraahí!Llenode temor,Alex segiró en las aguas.ElMayfairLady nohabía resultado

destruido.Nohabíayafuego.Yestabavirando.Habíaestadosumergidoquizádurantenoventasegundos.Enesetiempo,elbuque

habíaseguidobogando,con toda la tripulación luchandocontrael fuegoynadiealtimón. El motor había estado a toda máquina y ahora se encontraba a unosnovecientosmetrosdedistancia.Peroestabaclaroqueelcapitánhabíaregresadoalpuente. Alex pudo ver que había cuatro o cinco hombre a proa. Uno de ellos losseñalaba y gritaba. Turner y él estaban indefensos, flotando en el agua conposiblementeuna sola armapara losdos.Elbarcono tardaría enalcanzarlos.Eranblancosflotantes,listosparaquelesdispararancomoapatosdeferia.

¿Quépodíahacer?MiroaTurner,deseandoqueaeseadultoseleocurriesealgo,quesacaseunconejodelsombrero.¿NoteníanaparatostrucadosenlaCIA?¿Dóndeestabaelbote inflableo la escafandraoculta?PeroTurner estaba indefenso.Se las

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habíaarregladoinclusoparaperderlapistola.ElMayfairLadyacabódevirar.Turnermaldijo.Elbarcocomenzóaacercarse,surcandolasaguas.Y de repente explotó. Esta vez la explosión fue terrible, definitiva. Hubo tres,

simultáneas,enproa,enelcentroyenpopa.ElMayfairLadysaltóporlosairesentrespedazos,ylachimeneayelsalónprincipalvolaroncomotratandodeescapardelrestodelbarco.Alexsintiólaoladechoqueatravésdelasaguas.Elestruendofueensordecedor.Unzarpazodeagua logolpeóycasi lehizoperder el conocimiento.Caían alrededor pedazos de madera, algunos de ellos en llamas. Comprendió quenadiepodíahabersalidovivo.Y,contalidea,leasaltóunpensamientoterrible.

¿Habíasidoculpasuya?¿Loshabíamatadoatodos?Turnerdebíahaberpensado lomismo.Nodijonada.Losdosobservaroncómo

las tres secciones de lo que otrora fuera un yate clásico a motor se hundían ydesaparecían.

Seescuchóelsonidodeunfueraborda.Alexsegiró.VioqueBelindaTroyestabaaltimón.Selohabíaagenciadodealgunaformayacudíaabuscarlos.Estabasola.

Ayudóasalirdelagua,primeroaTurneryluegoaAlex.Porprimeravez,Alexsediocuentadequenopodíavertierra.Lasensacióneraquetodohabíaocurridomuyrápido.Y elMayfair Lady se las había arreglado para poner unmontón demillasentreélylacostaantesderesultardestruido.

—¿Qué ha sucedido? —preguntó Troy. El viento jugaba con su largo pelo,haciéndoloondearasualrededor.Parecíacomosisehubiesepuestohistérica—.Viexplotar el barco. Pensé que estabais… —se detuvo y tomó aire—. ¿Qué hasucedido?—repitió.

—Hasidoelchico—lavozdeTurnereraneutra.Estabaaúntratandodeasimilartodoloocurridoenlosúltimosminutos—.Mesoltó…

—¿Estabasatado?—Sí. El Viajante sabía que era de la agencia. Iba a matarme. Alex lo dejó

inconsciente. Tenía algún tipo de teléfono móvil… —enumeraba los hechos, sinninguna gratitud en la voz. La lancha semecía suavemente.Ninguno semovía—.Volóelbarco.Losmatóatodos.

—No—Alexagitólacabeza—.Habíanapagadoelfuego.Túloviste.Teníanelbarcobajocontrol.Estabanvirando,apuntoderegresar…

—¡Por amor de Dios!—el hombre de la CIA estaba demasiado cansado paradiscutir—. ¿Qué crees que ha ocurrido? ¿Crees que se fundió un plomo y todo elMayfairLadysaltóporlosaires?Lohicistetú,Alex.Incendiastelagasofayesoesloqueocurrió.

Gasofa.Lagasolina.Eraunadelaspalabrasquehabíancomprobadoqueconocía,

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esamañanaenelSnackyard.Hacíaunsiglo.—Tehesalvadolavida—dijoAlex.—Sí.Gracias,Alex—pero la voz de Turner era triste. Troy se fue al timón y

arrancóelmotor.Lalanchagiróyenfilaronhacialaorilla.

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A

8.Controldepasaportes

LEX teníaunasientodeventanillacercadelmorrodelavión.Troyestabaasulado, con Turner al otro, junto al pasillo. Una familia de vacaciones. Troy

estabaleyendounarevista.Turnerunguiondecine.Sesuponíaqueeraproductorypasaba el viaje haciendo notas almargen, para el caso de que alguien lo estuvieseobservando.AlexjugabaconunaGameBoyAdvance.Sepreguntóporqué.Turnerse la había dado justo antes de salir de Miami. Había sido como por casualidad,mientrasestabanenlasaladeespera.

—TomaAlex.Paraqueteentretengasenelavión.Esohacía sospechar aAlex.Recordaba cómo la últimavezque tuvounGame

Boy esta estaba llena de artilugios diseñados por Smithers en elMI6. Pero, hastadonde podía ver, esta era completamente ordinaria. Por lomenos, había llegado alquintoniveldeljuegollamadoRaymanyaúnnolehabíaexplotadoenlasmanos.

Miró por la ventanilla. Llevaban como una hora en el aire. Habían partido deMiamiaKingston,Jamaica,yallíhabíancogidounsegundovuelo.Leshabíandadolacomidaquelagentesiempreespera,ynuncadisfruta,enlosaviones.Unsándwich,unpocodepastelenunacajitayunvasodeplásticodeagua.Lasazafatasvolvíanya,recogiendoapresuradamentelasbandejas.

—Les habla el comandante. Por favor, pónganse los cinturones de seguridad ycoloquenlosasientosenposiciónvertical.Tomaremostierraenunosminutos.

Alexmiródenuevopor laventana.Elmareraunaextraordinaria extensióndecolor turquesa. No parecía agua en absoluto. Entonces el avión descendió y, derepente,violaisla.Lasdosislas.Cubaestabaalnorte.CayoEsqueletomásalsur.Nohabíauna solanubeenel cieloy,duranteunmomento, la tierra fueperfectamentevisible,comoemergiendodelasuperficiedelmundo;dosparchesdeverdeesmeraldacon una línea de costa que parecía resplandecer con un azul eléctrico. El avión seinclinó. Las islas desaparecieron y lo siguiente que Alex vio fue cómo el aviónrealizaba una aproximación baja y rápida hacia una pista que parecía casiinalcanzable, orlada de oficinas, hoteles, carreteras y palmeras.Había una torre decontrol, fea y deforme.Una terminal baja, prefabricada, de cemento y cristal.Dosavionesmás,yaentierra,estabanrodeadosdecamionesdeservicio.Hubounsalto,cuandolasruedastraserastocaronlapista.Habíanaterrizado.

Alexsoltóelcinturóndeseguridad.—Esperaunminuto,Alex—dijoTroy—.Laluzestáaúnencendida.Seestabacomportandocomounamadre.Soloquehabíaelegidoserun tipode

madremandonayexigente.Alexteníaqueadmitirquecuadrabaconella.Cualquiera

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quelosviesecreeríaqueeranunafamilia;aunquehabíaqueadmitirquesetratabadeunafamiliainfeliz.DesdelossucesosdeMiami,losdosagenteslohabíanignoradoprácticamente.Alexdescubrióqueresultabadifíciltrabajarconellos.Denoserporél, Turner estaría muerto, pero ninguno de los dos estaba dispuesto a admitirlo…comosieso,dealgunaforma,dañasesuorgulloprofesional.YseguíaninsistiendoenquehabíavoladoelMayfairLady,matandoatodoslosqueestabanabordo.InclusoaAlexlecostabayaeludirciertasensacióndeserelresponsable.Eraciertoquehabíaencendido la gasolina. ¿Qué otra cosa podía haber provocado la explosiónsubsiguiente?

Tratódequitarseesodelacabeza.Elaviónsehabíadetenidoytodoelmundoseestaba poniendo de pie, tratando de abrir los pestillos de los compartimentos dearriba.Al tender lamanoAlex para coger su propio equipaje, laGameBoy se lecayó.LacabezadeTurnersevolviócomounrayo.Alexviounrelámpagodealarmacruzarporsusojos.

—¡Cuidadoconeso!—dijo.Asíqueteníarazón.HabíaalgoocultoenlaGameBoy.Eratípicodelosagentes

de la CIAmantenerlo en la ignorancia. No se habían molestado en preguntarle siqueríallevarlo.

Eramediodía,elpeormomentoparallegar.Alexsintióelcalorquesereflejabaenelasfalto.Costabahastarespirar.Laatmósferaerapesadayolíaadiesel.Estabasudandoantesdellegaralfinaldelaescaleraylasaladellegadasnosupusoningúnalivio.ElaireacondicionadoestabaestropeadoyAlexsevioderepenteatrapadoenun recinto cerrado, con doscientas o trescientas personas, y sin ventanas. Aquellaterminaleramásungranalmacénqueunaeropuertomoderno.Lasparedeserandeunverdeolivaapagado,decoradasconcartelesde la islaqueparecían tenerveinteaños.LospasajerosdevuelodeAlexsemezclaronconlosdeunaviónanterior,queaúnrealizabantrámites,yelresultadofueunanumerosaeinformemultituddegentesy equipajes de mano, que pasaba despacio junto a tres agentes de inmigraciónuniformados, situados en cubículos de cristal.No había colas.Cuando sellaban unpasaporte, dejando pasar a otra persona, la multitud se limitaba a presionar,filtrándoseatravésdeloscontrolesdeseguridad.

Unahoramástarde,Alexseguíaaúnallí.Sesentíasucioygolpeado,yteníaunased terrible.Echóunaojeadaaun lado, aunpardepuertasviejasyastilladasquellevabanalosservicios.Teníaquehaberunlavabo,¿peroseríapotableelagua?Unguardia con una camisa y un pantalónmarrones estaba cerca, vigilando, recostadocontraelmuro,juntoaunespejoqueibadelsueloaltecho,conunametralletaentrelasmanos.Alex trató de estirar los brazos, pero estaba demasiado apretado.Habíaunamujerdepelogrisyrostrodelgadojustoasulado.Ibabañadaenperfumebarato.Algirarseamedias,seencontrócasipegadoaellayretrocedió,incapazdeocultarel

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disgusto.Alzólavistayviounacámaradeseguridadcolocadaeneltecho.RecordólopreocupadoqueestabaJoeByrneporlaseguridaddelaeropuertodeSantiago.Perotuvo la impresióndeque cualquierapodía entrar sin llamar la atención.Elguardiaparecíaaburridoyadormilado.Lacámaraprobablementeestabadesenfocada.

Al final llegaron al control de pasaportes. El agente detrás de la ventanilla erajoven, con pelo negro y grasiento y gafas. Turner entregó tres pasaportes y tresformulariosdeinmigraciónrellenos.Elagentelosabrió.

—Estatequieto,Alex—dijoTroy—.Seráunminuto.—Sí,mamá.Elhombredelospasaporteslosmiró.Susojosnoeranenabsolutoamistosos.—SeñorGardiner.¿Cuáleselmotivodesuviaje?—preguntó.—Vacaciones—respondióTurner.El hombre paseó la mirada brevemente por los pasaportes y luego sobre sus

propietarios.Lospasóporunescáner,altiempoquebostezaba.ElguardiaqueAlexvieraantesestabaahoracerca.Estabamirandoatravésdelasventanas,observandoalosaviones.

—¿Dóndeviven?—preguntóelagente.—EnLosÁngeles—elrostrodeTurnereraimpasible—.Trabajoenelcine.—¿Ysuesposa?—Notrabajo—respondióTroy.ElagentellegóalpasaportedeAlex.Loabrióyconfrontólafotoconelchicoque

teníadelante.—AlexGardiner—dijo.—¿Cómolosabe?—Alexlesonrió.—¿EssuprimerviajeaCayoEsqueleto?—Sí.Peroesperoquenoseaelúltimo.Elagenteaduanerolocontempló,conlosojosampliadosporlasgafas.Parecíano

prestarningunaatención.—¿Enquéhotelsealojan?—EnelValencia—dijocontranquilidadTurner.Yahabíaescritoesenombreen

lostresformulariosdeinmigración.Otrapausa.Luego,elagentecogióuntampónyloestampótresveces,haciéndolo

sonarcomotrestirosenelreducidoespaciodelacabina.Lesdevolviólospasaportes.—QuedisfrutendesuvisitaaCayoEsqueleto.Alex y los dos agentes de laCIApasaron a través de la sala de inmigración y

entraronenlasaladeequipajes,dondelosesperabanyasusmaletas,dandovueltassinfinenunacintaviejaycrepitante.Yaestá,pensóAlex.¡Nopodíaser tanfácil!Tantoalborotoynolehabíannecesitadosiquieraenaquellaprimerafase.

Almismotiempo,aunqueélnolosupiese,sufotoydatosdelpasaporteestaban

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siendoenviadosalcuartelgeneraldelapolicía,enLaHabana,Cuba,juntoconlosdeTurneryTroy.Lafamiliahabíasidofotografiadatresveces.Unaporlacámaradeltecho que Alex había visto en la sala de llegadas; cámara que era mucho mássofisticada de lo que creía. Con su aspecto anticuado, podía sacar en detalle losagujerosdeunbotón,ounapalabraescritaenundiario,yampliarlacincuentavecessihacíafalta.Loshabíanfotografiadoporsegundavezconunacámaraocultatraselespejoquehabíacercadelosbaños.Y,porúltimo,loshabíanfotografiadodecercaconunacámaraocultaenelbrochedeunaviejaqueusabaperfumebaratoyquenohabía llegado con ellos en el avión, sino que estaba allí ya, mezclándose con losreciénllegados,acercándoseatodoslosquedespertabanlassospechasdesusjefes.Losformulariosde inmigraciónestabanyadecamino también,dentrodebolsasdeplástico.Lasrespuestasa laspreguntas les importabanmenosa lasautoridadesquelos formularios en sí. El papel estaba especialmente tratado para capturar huellasdigitales y, en menos de una hora, las habrían digitalizado y contrastado con losinmensosarchivossituadoenelmismoedificiodelapolicía.

LainvisiblemaquinariaqueoperabaenelaeropuertodeSantiagosehabíafijadoenTurneryTroyantesinclusodequellegasen.Eranestadounidenses.Habíandichoqueestabandevacacionesysuequipaje(quehabíanregistrado,porsupuesto,apenasdescenderdelavión)conteníacremasolar, toallasdebañoy lasmedicinasqueunopodríaesperarenlasmaletasdeunafamiliaestadounidensenormal.LasetiquetasdesusropasmostrabanquehabíansidocompradasenLosÁngeles.PerounreciboenelbolsillodeunadelascamisasdeTurnerdecíaalgomás.HabíacompradohacíapocounlibroenunatiendadeLangley,Virginia.LangleyeselcuartelgeneraldelaCIA.Ese trocitodepapelhabíabastadoparahacer saltar todas lasalarmas.Yeseeraelresultado.

El oficial encargado de la seguridad en el aeropuerto los observabacuidadosamente.Estaba sentadoenunaoficinapequeñay sinventanas,y tenía susimágenesjustodelante,enungrupodepantallasdetelevisión.Losobservómientrasibanalazonaderecogidadeequipajesyalazonadellegadas.Sudedoestuvocercadeunbotónrojodelaconsola.Aúnnoerademasiadotarde.Podíadetenerlosantesdeque llegasen a la paradade taxis.Les sobraban las celdas bienprofundas, bajo loscimientos.Y,cuandofallabaelinterrogatorionormal,quedabanlasdrogas.

Pero,aunasí…El jefe de seguridad se llamaba Rodríguez y era bueno en su trabajo. Había

interrogadoatantosespíasestadounidensesquepodíareconoceraunoacienmetros.Ya había calado a «El señor y señoraGardiner» antes de que hubiesen cruzado lapista, y había enviado a su ayudante a echarles una mirada de cerca. Ese era elguardiadeaspectoaburridoqueAlexhabíavisto.

Pero,enestaocasión,Rodrígueznoestabaseguroynopodíapermitirseellujode

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cometererrores.Despuésdetodo,CayoEsqueleto,necesitabaturistas.Necesitabaneldineroquelesdabaelturismo.Podíamostrarsesuspicazcondosadultos,peroesosadultosviajabanconunniño.HabíaescuchadolabreveconversaciónentreAlexyelagentedelospasaportes.Teníanmicrófonosocultosportodalasaladeinmigración.¿Cuántos años tenía el chico? ¿Catorce? ¿Quince? No era más que otro niñoestadounidensedispuestoapasardossemanasenlaplaya.

Rodríguez reflexionó.Apartó lamanodel botónde alarma.Eramejor evitar lamalapublicidad.Observócómolafamiliadesaparecíaentreelgentío.

Detodasformas,seríabuenoquelasautoridadescompetentesnolesquitasenojo.Ese día, más tarde, para su tranquilidad, escribiría un informe para remitir,acompañado de las fotografías y las huellas digitales, a la policía local de CayoEsqueleto.TambiénremitiríaunacopiaaaquelcaballerotanimportantequevivíaenlaCasadelOro.OpuedequeenviaseaalguienalHotelValenciaavigilaralosreciénllegados.

Rodríguez se repanchingó en la silla y encendió un cigarrillo. Acababa deaterrizarotroavión.Seinclinóhaciadelanteycomenzóaexaminaralosquebajaban.

El Valencia era uno de esos hoteles maravillosos que Alex solía ver en lospremiosdevacacionesdeensueñoenlosconcursostelevisivos.Sealzabaenunacalaconformademedialuna,conbungalowsdistribuidosportodalaplayayunáreabajaderecepción,casiperdidaenunajunglaenminiaturaformadaporarbustosyfloresexóticas.Habíaunapiscinaanularconunabarradebarenelcentro,yasientosjustoanivel del agua. Todo el lugar parecía dormitar.Desde luego, eso se aplicaba a lospocoshuéspedesqueAlexllegóaver,totalmenteinmóvilessobretumbonas.

Alex y sus «padres» compartían un bungalow con dos camas y una terrazaprotegida del sol por un tejadillo inclinado de paja. Había un grupo de palmeras,arenasblancasyelazulimposibledelCaribe.Alexsesentóunmomentoensucama.Estabacubiertaconunasábanablanca,yunventiladorgirabalentamenteeneltecho.Unpájarodebrillanteplumajeverdeyamarilloseposóuninstanteenelalféizardelaventana,luegoechóavolarsobreelmar,comosiloinvitase.

—¿Quétalunbaño?—preguntó.Nohubierapedidonormalmentepermiso,perosupusoquecuadrabaconsupapel.

—¡Claro,cariño!—Troyestabadeshaciendolamaleta.YahabíaadvertidoaAlexdequetendríanquemantenerlospapelesinclusoenelinteriordelbungalow.Elhotelpodíatenermicrófonos—.¡Perotencuidado!

Alexsepusoelbañadoryechóacorrerporlaarena,haciaelmar.El aguaestabaperfecta, cáliday clara comoel cristal.Nohabíaguijarros, solo

arenamuyfina.Pequeñospecesnadabanalrededordeél,huyendoalinstante,cuandotendíalamano.Porprimeravezensuvida,AlexsealegródehaberconocidoaAlan

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Blunt. Esto era mejor que vegetar en el oeste de Londres. Por una vez, las cosasparecíanirbien.

Trasnadar,setumbóenunahamacatendidaentredosárboles,yserelajó.Debíanser las cuatro y media y la tarde seguía tan calurosa como cuando llegaron. Uncamarerose leacercóyélpidióuna limonada,acargaren lacuentadelbungalow.Quepagasenpapáymamá.

Papáymamá.Mientrassemecíasuavementedeunladoaotro,conelaguagoteandodesdesus

cabellosysecándoseensupecho,Alexsepreguntócómohabríasidoestarconsusverdaderospadres,siestosnohubieranmuertoenunaccidentedeaviónalpocodenacerél.Ycómohubierasidolavidaparaél,creciendoenunacasanormal,conunamadrequesepreocupasecadavezqueselastimabayunpadreconelquejugar,alque sacar dinero y al que tener que evitar a veces. ¿Le hubiese hecho esa vidadiferente?Hubierasidounescolarnormal,preocupadoporlosexámenes…ynoporespías y traficantes y barcosque explotaban.Hubiera sidounapersonamás suave.Sindudatendríamásamigos.Y,sinduda,noestaríatumbadoenunahamacaenlosterrenosdelHotelValencia.

Sequedóallíhastaquetuvoelpelosecoycomprendióqueerahoradequitarsedel sol. Ni Turner ni Troy se habían acercado a buscarlo y supuso que estaríanocupados en alguno de sus asuntos. Seguía convencido de que le habían ocultadounascuantascosas.RecordólaGameBoyAdvance.Noselahabíanmencionadomásque en el últimominuto, cuando estaban a punto de abordar el avión. ¿Le habríandadoalgoparaque la introdujeseen la isla,sabiendoqueunchicodecatorceañosteníamásoportunidadesdepasarsinserregistrado?

Alex bajó de la hamaca y echó a andar por la arena. Un lugareño pasabacaminando,vendiendocollaresdecuentasparalosturistasdelaplaya.MiróaAlexyletendióunagargantilla;unadocenadeconchasdiferentesunidasporuncordóndecuero.Alexagitónegativamente lacabeza,antesdecubrir lacortadistanciaque leseparaba del bungalow. Aún tenía la Game Boy en su equipaje. Turner habíaolvidado pedírsela. Alex se deslizó silenciosamente hasta su cuarto, la cogió y laexaminódenuevo.Noparecía tenernada fuerade lonormal.Eradeuncolorazulintenso, con un único juego, Rayman, metido en la ranura. Alex lo sopesó en lamano.Hastadondepodíarecordar,noeranimáspesadonimásligerodelonormal.

Luegorecordóalgo.LaGameBoyquelehabíandadoenciertaocasiónenelMI6seactivabaapretandotresveceselbotóndePLAY.Puedequeesemodelofuncionaseigual.Alexencendióelaparatoyapretóelbotón.Una,dos…tresveces.Nosucediónada.Miróporunmomentoalapantallaenblanco,molestoconsigomismo.Sehabíaequivocado. No eramás que un juego, y se lo habían dado para que se estuviesetranquiloenelavión.Erahoradeirsealacama.DejólaGameBoyenlamesillade

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nocheyseincorporó.LaGameBoychirrió.Alexsedio lavuelta, reconociendoel sonido,perosinsaberquéera.LaGame

Boy seguía chirriando, conun sonido traqueteante,metálico y extraño.Lapantallahabíacobradoderepentevida.Pulsabaenverdeyblanco.¿Quésignificaba?Agarróla máquina de nuevo. Al momento, el sonido se apagó y las luces de la pantalladesaparecieron.DejódenuevolaGameBoyenlamesilla.Volvióotravezalavida.

Alex miró a la mesilla de noche. No había allí encima nada, fuera de undespertador anticuado, suministrado por el propio hotel.Abrió el cajón.Había unaBiblia,enespañole inglés.Nadamás.¿Quépodíahacerque laGameBoyactuaseasí?Laalejó.Enmudeció.Ladevolvióalamesilla.Comenzóafuncionardenuevo.

Elreloj…Alexexaminóconmayordetenimientoeldial.Elrelojteníaunaesferaluminosa.

ApretólaGameBoycontraelcristalyelchirridosehizomásfuertequeantes.PorfinAlexentendió.Losnúmerosdelrelojerandébilmenteradiactivos.EsoeraloquemedíalaGameBoy.

La consola de videojuego era un contador Geiger camuflado. Alex sonrió condureza.Raymanera,sinduda,eljuegoapropiadoparaesamáquina.Exceptoquelosrayosquebuscabaeranradiactivos.

¿Qué significaba todo eso?Turner yTroyno estaban en la isla por una simpleoperacióndeinspección.TantoBlunt,enLondres,comoByrne,enMiami,lehabíanestadomintiendodesdeelprincipio.AlexeraconscientedequeseencontrabaasolounospocoskilómetrosalsurdeCuba.Recordóalgoquehabíaleídoenloslibrosdehistoria.Cuba.Los60.Lacrisisdelosmisiles.ArmasnuclearesqueapuntabanalosEstadosUnidos…

Aún no tenía la certeza. Podía estar precipitándose a la hora de sacarconclusiones.Pero lociertoesque laCIAhabía introducidouncontadorGeigerdecontrabandoenCayoEsqueletoy,pordemencialquepareciese,esapodíaserlaúnicarazónporlaquelonecesitaban.

Estabanbuscandounabombanuclear.

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A

9.LaplazadelaFraternidad

LEXhablópocodurante lacenadeesanoche.Aunqueelhotelhabíaparecidocasi vacío durante el día, luego, para su sorpresa, unamultitud de huéspedes

apareció a la horade cenar, bronceados, vestidos con faldasholgadasy camisas, ycomprendióqueeraimposiblehablarabiertamenteenesosmomentos.

Estaban sentados en la terraza del restaurante, orientada al mar, comiendopescado —el más fresco que Alex hubiera probado jamás— servido con arroz,ensaladay judíaspintas.Despuésdel intensocalorde la tarde, labrisaera frescaybienvenida. Había dos guitarristas tocando suaves melodía latinas a la luz de lasvelas.Laschicharrascantabanamillares,ocultasenlosmatorrales.

Lostreshablabancomoloharíaunafamilia.Lasciudadesquehabíanvisitado,lasplayasenlasquelesgustaríanadar.TurnerhizounabromayTroyseriolobastantealtocomoparaquealgunossevolvieranamirar.Perotodoerafalso.Nohabíanidoaningúnlugarylabromanoeradivertida.Apesardelacomidayellugar,Alexsediocuentadequeodiabacadaminutoquerepresentabaelpapelquelehabíanobligadoaadoptar.LaúltimavezquehabíaestadoconunafamiliafueconSabinaysuspadres,enCornualles.Leparecíaquehabíasidohacíamuchotiempo,yesacomida,conesagente,volvíaelrecuerdoamargo.

Peroporfintodoacabó,yAlexselasarreglóparadisculparseeirsealacama.Sefuealahabitación,cerrandolapuertaasusespaldas.Porunmomentosequedóconla espalda pegada a la madera. Miró a su alrededor. Algo iba mal. Avanzócuidadosamente, con los nervios crispados. La maleta, que había dejado cerrada,estaba abierta. ¿Había entrado alguien del hotel en su habitación mientras estabacenando? ¿Estaría dentro aún?Miró en el baño y detrás de las cortinas.Nadie. Seacercóalamaleta.Lellevósolounospocosinstantescomprenderqueloúnicoquefaltaba era la Game Boy. ¡Así que era eso lo que había sucedido! Turner o Troydebían haber entrado en su cuarto mientras estaba fuera. La Game Boy con sucontadorGeigerocultoerafundamentalparasumisión.Lohabíanrecuperado.

Alexsedesnudóconrapidezysemetióenlacama,peroderepenteyanoestabacansado. Se quedó tumbado en la oscuridad, escuchando cómo las olas rompíancontralaplaya.Podíavermillaresdeestrellasatravésdelaventanaabierta.Nuncasehabíadadocuentadelacantidadquehabíadeellas,niquepudieransertanbrillantes.TurneryTroyvolvieronasuhabitaciónunahoramástarde.Losescuchóhablarenvozbaja,peronopudoentender loquedecían.Seechólasábanaporencimade lacabezayseobligóadormir.

Loprimeroquevioaldespertar a lamañana siguiente fueunanotametidapor

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debajodelapuerta.Saliódelacamaylacogió.Estabaescritaenletrasmayúsculas.

HEMOSSALIDOAPASEAR.CREEMOSQUENECESITASUNDESCANSO.VENDREMOSABUSCARTELUEGO.MAMÁ.

Alexpartióendospedazos lanota,y luegoenotrosdos.Arrojó los trozosa lapapeleraysefueadesayunar.Seleocurrióqueeranunospadrescuriososesosqueseiban a pasear, dejando atrás a su hijo, pero supusoque habíamultitud de familias,acostumbradasaniñerasocanguros,quesolíanahacerlomismo.Habíaotroschicosdeaproximadamentesuedadjugandoenlaplayayseleocurrióquepodíaunirseaellos.Peronohablabaninglésyparecíanreservados.Alasonce,suspadresnohabíanregresadoaún.Derepente,Alexsesintióhartodeestarsentadoallí,enlosterrenosdelhotel,abandonadoasusuerte.Estabaenunaisla,alotroladodelmundo.¡Bienpodíaaprovecharyveralgodelamisma!Sevistióysefuealaciudad.

Elcalorlegolpeóencuantosaliódelazonahotelera.Lacarreteragirabahaciaelinterior,alejándosedelmar,conmontebajoaunladoyloqueparecíaunaplantacióndetabaco—unafrondadehojasgruesasyverdesquealcanzabanlaalturadelpecho—alotro.Elterrenoerabajoperonollegabahastaallíniunsoplodebrisamarina.Elaireerapesadoeinmóvil.Alexseencontrósudandoenseguidaytuvoqueespantaralasmoscasqueparecíandecididasaseguirlocadapasodelcamino.Asualrededorno había más que unos pocos edificios, madera blanqueada por el sol y hierroretorcido.Unamoscazumbabajuntoasuoreja.Lediounapalmada.

Necesitó cerca de veinte minutos para llegar a Puerto Madre, un pueblo depescadores que se había convertido en una ciudad abigarrada y populosa. Losedificios eran una jungla prodigiosa de distintos estilos; destartaladas tiendas demadera, casas de mármol y ladrillo, grandes iglesias de piedra. Todo estabadesvencijado, cocido por el sol… y la luz del sol lo presidía todo; el polvo, loscolores,lasaromasdeespeciasyfrutaspasadas.

Elruidoeraensordecedor.Lamúsicadelaradio—jazzysalsa—brotabadelasventanas abiertas. Hermosos coches estadounidenses, Chevrolets y Studebakers deépoca,semejantesajuguetesdecoloresbrillantes,llenabanlascalles,haciendosonarlas bocinas mientras trataban de abrirse paso entre caballos y carros, motocarros,vendedores de cigarrillos y limpiabotas. Viejos con chalecos se sentaban en elexteriordeloscafés,parpadeandoalaluzdelsol.Mujeresdevestidosajustadosseapoyabanconlanguidezenloszaguanes.Alexnuncahabíavistonadatanruidoso,osucio,omásvivoqueaquello.

Dealgunamaneralogróllegaralaplazamayor,queteníaunagranestatuaenelcentro;unsoldadorevolucionarioconunfusilalhombroyunagranadacolgandodelcinto.Debíahaberuncentenarde tenderetesmontadosenaquellaplaza,vendiendo

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fruta y vegetales, granos de café, recuerdos, libros viejos y camisetas.Ypor todaspartes había gente entrando y saliendo de las tiendecitas y los puestos de helados,sentadosjuntoamesasbajocolumnatasdesvencijadas,haciendocolaenlossitiosdecomidarápidaylospaladares:pequeñosrestaurantesmontadosencasasparticulares.

Había una placa atornillada sobre un muro. Decía: PLAZA DE LAFRATERNIDAD. Alex sabía bastante español como para entender lo que decía.Aunquedudabaquepudieseencontrarmuchafraternidadallí.Untipogordo,conuntrajeviejoysucio,surgióderepentedelantedeél.

—¿Quieres puros? Tengo los mejores puros de La Habana. Pero a un preciobarato,barato.

—Eh,amigo.Tevendounacamiseta…—Muchacho.Traeatuspadresamibar…Antesdequepudieradarsecuenta, estaba rodeado.Alexcomprendió lomucho

quedebíadestacarentreesamultituddegentesoscurasytropicalesconsuscamisascoloridasysussombrerosdepaja.Teníacaloryestabasediento.Miróasualrededor,buscandoalgúnlugardondeconseguirunabebida.

YasífuecomovioaTurneryTroy.Losdosagentesespecialesestabansentadosjuntoaunamesadehierroforjado,frenteaunodelosrestaurantesmáselegantes,alasombradeungranemparradoqueseextendíaporelcarcomidomuro.Unletrerodeneón colgaba sobre sus cabezas, anunciando puros Montecristo. Estaban con unhombre, un isleño, obviamente enfrascados en una conversación. Los tres teníanbebidas.Alexfuehaciaellos,preguntándosesiseríaposibleoírlossinservisto.

Elhombreconelqueestabanhablandotendríaalrededordesetentaañosyvestíaunacamisaoscura,pantalonesampliosyunaboina.Fumabauncigarrilloqueparecíahabersidointroducidoentresuslabiosapresión.Elrostro,brazosygargantaestabanrequemadosymarchitosporelsol.Pero,alacercarse,Alexvioquesusojosestabanllenosdeluzyfuerza.Troydijoalgoyaquelhombreseechóareír,luegolevantóelvasoconunamanohuesudaysebebióelcontenidodeuntrago.Selimpióloslabiosconeldorsodelamano,dijoalgoysefue.Alexhabíallegadojustoatiempodeoírcómosedespedía.Decidiórevelarsupresencia.

—¡Alex!—comodecostumbre,Troynoparecíamuycomplacidadeverlo.—¡Hola,mamá!—Alexsesentósinserinvitado—.¿Quétalunrefresco?—¿Quéestáshaciendoaquí?—preguntóTurner.Unavezmás, subocaerauna

línearecta.Sumiradaeravacía—.Tedijimosquetequedasesenelhotel.—Creí que esto eran unas vacaciones familiares—repusoAlex—.Y, de todas

formas,yaheterminadoderegistrarelhotel.Nohayarmasnucleares,porsiesesoloquebuscáis…

Turnersesobresaltó.Troymiróasualrededornerviosa.—¡Baja la voz!—graznó, como si alguienpudiera oírlos entre el barullo de la

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plaza.—Me habéis mentido—dijo Alex—. Sea cual sea la razón por la que habéis

venido,noessoloparaespiaralgeneralSarov.¿Porquénomecontáisquéesloqueestápasando?

Hubounlargosilencio.—¿Quéquieresbeber?—preguntóTroy.AlexcontemplóelvasodeTroy.Conteníaunlíquidoamarillopálidodeaspecto

atractivo.—¿Quéestástomando?—Un mojito. Una especialidad local. Un combinado de ron, zumo de limón

reciénexprimido,hielopicado,sodayhojasdehierbabuena.—Suenabien.Tomarélomismo.Perosinelron.Turnerllamóauncamareroyhablóbrevementeconélenespañol.Elcamarero

asintióysefue.Entretanto,Troyhabíatomadounadecisión.—Deacuerdo,Alex—dijo—.Tecontaremosloquequieressaber…—¡Esoescontrarioalasórdenes!—lainterrumpióTurner.Troylomiróconaspereza.—¿Quéotraopcióntenemos?EstáclaroqueAlexsehadadocuentadelodela

GameBoy.—ElcontadorGeiger—añadióesteúltimo.Troyasintió.—Sí,Alex,esoes.Yesaeslarazónporlaqueestamosaquí—levantósubebida

ytomóunsorbo—.Noqueríamosquelosupiesesparanoasustarte.—Quéamables…—¡Nosloordenaron!—ellafruncióelceño—.Pero…,deacuerdo,yaquesabes

tanto,mejorqueteenteresdetodo.Creemosquehayunartefactonuclearocultoenestaisla.

—¿ElgeneralSarov…?¿Creéisquetieneunabombaatómica?—Nodebiéramoshacerlo—murmuróTurner.Pero,enesaocasión,Troyloignoróporcompleto.—Algoestáocurriendoaquí,enCayoEsqueleto—prosiguió—.Nosabemosqué

es,perosiquieresquetediga laverdad,nosdamiedo.Dentrodeunospocosdías,BorisKiriyenko,elpresidenteruso,vendráparapasardossemanasdevacaciones.Noesalgoextraordinario.ConoceaSarovdesdehacemuchotiempo.Crecieronjuntos.Ylosrusosyanosonnuestrosenemigos.

Alexyasabíatodoeso.EraloqueBluntlehabíacontadoenLondres.—Pero,hacepoco,Sarovnosllamólaatención,casiporcasualidad.Turneryyo

estábamosinvestigandoalViajante.Ydescubrimosque,entreotrascosasquehabía

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estado vendiendo, se las había arreglado para conseguir un kilo de uraniomilitar,sacadodecontrabandodeEuropaOriental.Parasersinceros,esaesunadelaspeorespesadillasdelosserviciossecretosdehoyendía…laventadeuranio.Yéllohizo;y,comosinofueseesobastantegrave,lapersonaalaqueselovendióera…

—…eraSarov—Alexacabóporellalafrase.—Sí.UnaviónvinoaCayoEsqueletoynuncavolvió.Saroveraelencargadode

recibirlos—hizounapausa—.Yahora,derepente,tenemosesareuniónentrelosdoshombres, el antiguo general y el nuevo presidente; y puede que haya una bombanuclearendanza.AsíquenotesorprendasdequelagenteenWashingtonestédelomáspreocupada.Yporesoestamosaquí.

Alex asimiló lo que acababa de oír. Lo cierto es que hervía de rabia. Blunt lehabía prometido dos semanas al sol. Pero más bien parecía como si lo hubiesenmandadoalfrentedelaTerceraGuerraMundial.

—SiSarovtieneunabomba,¿quépiensahacerconella?—preguntó.—¡Si lo supiésemos, no estaríamos aquí!—Troy frunció el ceño.Alex lamiró

conmayordetenimiento.Sesorprendióalverqueestabarealmenteasustada.Estabatratandodeocultarlo,perolonotabaallí,ensusojosyenlatensiónenlamandíbula.

—Tenemosqueencontraresematerialnuclear—dijoTurner.—ConelcontadorGeiger.—Sí.NecesitamosentrarenCasadeOroyecharunvistazo.Deesoestábamos

hablandohaceunmomento.—¿Quiéneraese?¿Elhombreconquienestabais?Turnersuspiró.Yahabíacontadomuchomásdeloquelehubieragustado.—SellamaGarcía.Esunodenuestrosconfidentes.—¿Confidentes?—Significa que trabaja para nosotros —le explicó Troy—. Le hemos estado

pagandoduranteañosparaquenos informe,yparaquenosayudecuandoestamossobreelterreno.

—Tiene un barco—prosiguióTurner—, y lo necesitamos porque solo hay unaformadeentrarenlaCasadeOro…yesaformaespormar.Lacasaestáconstruidaenunaespeciedellanojustoenlapuntadelaisla.Esunaviejaplantacióndeazúcar.Antesplantabancañadeazúcaryaúnhayunafactoríaoperativaallí.Seacomosea,no haymás que una carretera que llega hasta la casa, y es estrecha, con elmar aamboslados.Hayguardiasdeseguridadyunportón.Nadiepuedepasarporahí.

—Peroporbarco…—comenzóAlex.—Noporbarco…—Turnerdudó,preguntándosesidebíacontinuar.MiróaTroy,

queasintióconlacabeza—.Usaremosequiposdebuceo.NosotrossabemosalgoqueSarov ignora.Hay una formade entrar en la casa, rebasando sus defensas.Es unafallanatural,unagrietaenelacantilado,quevadearribaabajo.

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—¿Vaisatrepar?—Hayasiderosdemetal.LafamiliadeGarcíahavividoenlaisladurantesiglos

yconocencadacentímetrodelacosta.Juraquelaescalerasigueahí.Hacetrescientosañoslausabanloscontrabandistasparamoverseentrelacasaylaplayasinservistos.Hay una cueva al fondo.La grieta, a la que llaman laChimenea delDiablo, llegahastaeljardín.Esaesnuestrarutadeacceso.

—Espera un momento —Alex estaba confundido—. Decís que vais a usarescafandras.

Troyasintió.—El nivel de las aguas ha subido en toda la isla y la entrada de la cueva está

ahorasumergida.Estáacasiveintemetrosbajoelagua.Peroesoesunaventajaparanosotros.Lamayorpartedelagentehaolvidadoquehayunacuevaallí.Asíquenoestá vigilada. Nos sumergiremos con escafandras. Treparemos por la escalera yllegaremosalafinca.Luegoiremosalacasa.

—¿Abuscarlabomba?—Esenoesnuestroproblema,Alex.Cuandolleguemos,habremoshechonuestro

trabajo.ElcamarerollegóconlabebidadeAlex.Estelevantóelvaso.Hacerloysentirel

fríocontra lapielsupusounalivio.Bebióun trago.Eradulceysorprendentementerefrescante.Bajóelvaso.

—Quieroirconvosotros—dijo.—Olvídalo. ¡Ni hablar!—la voz deTroy sonaba llena de incredulidad—. ¿Por

qué no piensas lo que acabamos de decirte? Aunque solo sea porque ya hasaveriguadodemasiadoynecesitoqueentiendas loqueestáen juego.Quítatedeenmedio. Este no es un juego de niños. ¡No estamos persiguiendo al malo en unvideojuego! Esto es real, Alex. ¡Vas a quedarte en el hotel y a esperar a quevolvamos!

—Iréconvosotros—insistióAlex—.Puedequelohayáisolvidado,peroestosonunasvacacionesfamiliares.Simedejáisporsegundavezenelhotel,puedequellamelaatención.Puedequeempiecenapreguntarsedóndeestáis.

Turnersetocónerviosoelcuellodelacamisa.Troyapartólamirada.—Noquieroestorbar—Alexsuspiró—.Noestoypidiendounaescafandraparair

convosotros.Ni trepar.Soloquieroestarenelbarco.Pensadlo.Siestamos los tresjuntos,pareceráunafamiliadecrucero.

Turnercabeceólentamente.—¿Sabes,Troy?Nolefaltarazónalchico.Troy levantó el vaso y miró de mal humor en su interior, como tratando de

encontrarallíunarespuesta.—Deacuerdo—concedióporúltimo—.Puedesvenirconnosotros,sideverdad

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lodeseas.Peronoerespartedeesto,Alex.Tutrabajoesayudarnosaentrarenlaislay,simelopreguntas,creoquenoerasnecesario.Yavistelaseguridaddelaeropuerto.¡Esunaporquería!Perodeacuerdo,yaqueestásaquí,puedesseguirenesto.Peronoquierooírte.Noquieroverte.Noquierosaberqueestáspresente.

—Comotúdigas—Alexseechóatrásenlasilla.Habíaconseguidoloquequería,aunquenosabíamuybienporqué.Dehabertenidolaoportunidaddeelegir,hubieseoptado por coger el primer avión que saliese de la isla y poner lamayor distanciaposibleentreél,laCIA,Sarovytodoaquelasunto.

Peroesaeraunaopciónquenotenía.YAlexsabíaquenoqueríapasareltiempometidoenelhotel,preocupado.Sideverdadhabíaunabombaenlaisla,queríaserelprimero en enterarse. Y había algo más. Turner y Troy parecían muy confiadosrespecto a laChimeneadelDiablo.Asumíanqueno estabavigiladayquepodríansubirhastaarriba.PeroigualdeconfiadosestabanaliralcumpleañosdelViajante,yesocasilehabíacostadolavidaaTurner.

Alexconsumiósubebida.—Muybien—dijo—.¿Cuándonosvamos?Troyguardabasilencio.Turnersacósubilleteraypagólasbebidas.—Enseguida—dijo—.Loharemosestanoche.

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A

10.LaChimeneadelDiablo

última hora de la tarde salieron de Puerto Madre, dejando los puestos depescado y los barcos de recreo tras ellos. Turner y Troy querían sumergirse

mientras aún había luz. Querían llegar a la cueva y esperar allí hasta el ocaso, yentoncessubiralaCasadeOroalamparodelaoscuridad.Eseeraelplan.

Elhombre llamadoGarcía teníaunbarcoqueeraviejoconocidodelmar.Saliópetardeandoychisporroteandodelpuerto,dejandoapopaunanubedehumonegroyhediondo. La herrumbre había picoteado y carcomido las superficies como unaenfermedad cutánea. El barco no tenía nombre visible. Unas pocas banderas seagitabanenelmástil,peronoeranmásquejirones,ycualquierrestodesuscoloresoriginales se había desvanecido hacíamucho tiempo. Tenía seis bombonas de aireatadasaunbanco,bajounared.Eranelúnicoequipovisible.

García había recibido aAlex con unamezcla de hostilidad y sospecha. Luegohabíahablado largo ratoconTurner, enespañol.AlexhabíapasadocasiunañoenBarcelonaconsutío,yentendióbastantedeloqueallísediscutió.

—Nunca me habló de un niño. ¿Qué se cree que es esto? ¿Una excursión deturistas?¿Quiénes?¿Porquélohantraído?

—Noesasuntosuyo,García.Zarpemos.—Hapagadodospasajes—Garcíalevantódosdedos,enlosquesemarcabanlos

huesosytendones—.Dospasajes…esefueelacuerdo.—Yalehemospagadobastante.Nodiscutamos.¡Elchicovieneyseacabó!Tras eso,García se encerró enunhosco silencio.No es que allí se pudiera, de

todasformas,charlardenada.Elruidodelmotoreratremendo.Alexobservócómo lacostadeCayoEsqueletopasabaante susojos.Tuvoque

admitir que Blunt tenía razón: la isla era sumamente bella, llena de coloresextraordinarios y profundos; las palmeras arracimadas, separadas del mar por unacintabrillantede arenasblancas.El sol, convertido enun círculoperfecto, colgabasobre el horizonte. Un pelícano pardo, desmañado y cómico cuando se hallaba entierra, despegó desde un pino y sobrevoló con gracia sus cabezas. Alex se sintióextrañamenteenpaz.Aunelruidodelmotorparecíahaberdisminuido.

Tras media hora, la costa comenzó a elevarse y Alex comprendió que habíanllegado al extremo norte de la isla. La vegetación disminuyó y, de repente, seencontrómirandoaunmuroescarpadoderocaquecaíaapicohastaelmar.Esedebíaserelistmodelquelehabíanhablado,conlacarreteraquellevabaalaCasadeOro,enelextremo.Nohabíaseñaldelacasaensí,yalargandoelcuellonopudovermásque lo altodeuna torreblancayelegante, rematadacon tejadode tejas rojas.Unatorrevigía.Habíauna solitaria figura enmarcadaenunaarcada,visible comopoco

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másqueunamanchita.Dealgunaforma,Alexsupoqueeraunguardiaarmado.Garcíaapagoelmotorysefuealapopadelbarco.Parasertanviejosemostraba

muyágil.Levantóunanclaylaarrojóporlaaleta,luegoizóunabandera,estaalgomás identificable que las demás.Mostraba una banda diagonal blanca sobre fondorojo.Alexreconociólaseñalinternacionalqueindicabaquehabíabuzos.

Troyseleacercó.—Podemosechamosaquíalaguaeirnadandohastalaorilla.Alex miró a la figura de la torre. Hubo un reflejo de sol sobre algo. ¿Unos

prismáticos?—Creoquenosobservan—dijo.Troyasintió.—Sí.Peroesonoimporta.Losbarcosconbuzostienenprohibidoveniraquí,pero

lo hacen de vez en cuando. Suelen hacerlo. La orilla está estrictamente prohibida,peroporaquíhayunbarcohundido…ylagentevieneanadarbuscándolo.Todoirábien,sinollamamoslaatención.Asíquenohagasnadaestúpido,Alex.

Nisiquieraentoncespodíaresistirseasermonearlo.Alexsepreguntóquépodríahacerparacongraciarseconestagente.Nodijonada.

Turner se había quitado la camisa, desvelando un pecho lampiño ymusculoso.Alex lo contemplóquedarse enbañador, y luegoponerseun trajedeneoprenoquesacódeunapequeñacabinasituadabajocubierta.Enseguida, losdosagentesde laCIA estuvieron listos, se colgaron las bombonas de aire de los arneses, antes deceñirse cinturones lastrados, gafas y tubos. García fumaba, sentado al costado,observándolotodocontranquiladiversión,comosiaquellonotuviesenadaqueverconél.

Por finestuvieronpreparados.Turnerhabía sacadounabolsa impermeabley laabrió. Alex se dio cuenta de que, dentro, estaba la Game Boy, en otra bolsa deplástico.Tambiénhabíamapas,linternas,cuchillosyunlanza-arpones.

—Déjalotodoaquí,Turner—dijoTroy.—¿YlaGameBoy…?—Yavolveremos a por ella—Troy se volvió aAlex—.Bien,Alex. ¡Escucha!

Vamos a hacer una zambullida de exploración.Volveremos en veinteminutos.Nomás.Tenemosqueencontrar la entradade la cavernay asegurarnosdequenohayaparatosdeseguridad—mirósureloj.Noeranmásquelasseisycuarto—.Elsolsepondrádentrodeunahora—continuó—.Noqueremosperdereltiempoesperandoenlacueva,asíquevolveremosaporelrestodelequipo,cambiaremosdebombonasyharemosunsegundoviaje.Notienesquepreocupartepornada.Enloquerespectaalagentedelacasa,nosomosmásqueturistashaciendounazambullidatardía.

—Soyunbuzoexperto—dijoAlex.—¡Aldiabloconeso!—saltóTurner.

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Troyagregó:—Dijiste de quedarte en el barco. En lo que a mí respecta, creo que debieras

habertequedadoenelhotel.Peropuedequetengasrazón,yesohubieradespertadosospechas.

—No vas a venir con nosotros—dijo Turner.Miró con frialdad aAlex—.Noqueremos más muertos. Te quedarás aquí con García y nos dejarás el trabajo anosotros.

Los dos agentes revisaron todos los puntos críticos, supervisando cada uno elequipodelotro.Nohabíatubosdoblados.Presiónenlasbombonas.Pesosyseguros.Porúltimo,sedirigieronalcostadodelbarcoysesentaronconlaespaldavueltaalmar.Sepusieronlasaletas.TurnerdioaTroylaseñaldelistos:eldedomedioyelpulgarunidosparaformarunaO,conlosdemásdedosalzados.Bajaronlasgafasysedejaroncaerdeespaldas,paradesaparecerdeinmediatoenlasprofundidadesdelmar.

EsafuelaúltimavezqueAlexlosvioconvida.SesentóconGarcía,mientraselbarcosemecíaconsuavidad.Elsoltocabacasi

el horizonte y unas pocas nubes, rojo oscuro, habían invadido el cielo. El aire eracálidoyagradable.Garcíachupeteabasucigarrilloylapuntaresplandecía.

—¿Estadounidense?—preguntóderepente,hablandoeninglés.—No.Soyinglés.—¿Yquéhacesaquí?—Garcíasonriócomosiledivirtieseencontrarseenlamar

conunchicoinglés.—Nolosé—Alexseencogiódehombros—.¿Ytú?—Dinero—esasolapalabraerabastante.García se sentó al lado de Alex, examinándolo con dos ojos oscuros que de

repenteeranserios.—Nolegustasaesagente.—Creoqueno—convinoAlex.—¿Tienesideadeporqué?Alexnodijonada.—Sonunossoberbios.Secreenquesonbuenosentodoloquehacen.Yentonces

seencuentranconqueunchicoesmejorqueellos.Ynosoloeso.Encimaesinglés.¡Noestadounidense!—GarcíaseechóareíryAlexsepreguntódecuántosehabríadadocuenta—.Leshacesentiradisgusto.Pasalomismoentodoelmundo.

—Yonopedíveniraquí—dijoAlex.—Peroaunasíviniste.Hubieranpreferidoestarsinti.Elbarcocrujió.Unaligerabrisasehabíaalzado,agitandolasbanderolas.Elsol

sehundíaahoraconrapidezyelcieloenteroseteñíadesangre.Alexmirósureloj.Las sietemenos diez.Los veinteminutos habían pasadomuy rápido.Escudriñó lasuperficiedelocéano,peronohabíaseñaldeTurneroTroy.

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Pasaroncincominutosmás.Alexcomenzabaasentirseinquieto.Noconocíamuybien a los dos agentes, pero suponía que eran de los que seguían a rajatabla elmanual.Teníansusprocedimientosy,sidecíanveinteminutos,eranveinteminutos.Llevabanveinticincosumergidos.Claroqueteníanoxígenoparaunahora.Pero,aúnasí,Alexsepreguntóporquétardabantanto.

Uncuartodehoradespuésnohabíanregresadoaún.Alexyanopudoaplacarsumiedo.Paseabaporcubierta,mirandoaderechae izquierda,buscandolasdelatorasburbujas que indicarían que estaban de vuelta, ansiando ver cómo sus brazos ycabezas rompían la superficie de las aguas. García no se había movido. Alex sepreguntó si aquel anciano estaría despierto. Habían pasado sus buenos cuarentaminutosdesdequeTurneryTroysesumergieran.

—Algo va mal—dijo Alex. García no respondió—. ¿Qué vamos a hacer?—García siguiósincontestaryAlexcomenzóaenfadarse—.¿No teníanningúnplanalternativo?¿Quétedijeronquehicieses?

—Me dijeron que los esperase—García abrió los ojos—. Esperaré una hora.Esperarédoshoras.Esperarélanocheentera…

—Perodentrodediezoquinceminutossehabránquedadosinaire.—PuedequehayanentradoenlaChimeneadelDiablo.¡Puedequehayansubido!—No.Esenoerasuplan.Y,detodasformas,sehandejadoelequipoaquí—de

repente,Alexlotuvoclaro—.¿Tienesotroequipo?GarcíamiróaAlex,sorprendido.Luegoasintióconlentitud.Cinco minutos después, Alex estaba en cubierta, vestido solo con bañador y

camiseta,conunabombonadeoxígenocolgandodelaespaldaydosrespiradores—uno para respirar, el otro de reserva— colgando a un lado. Le hubiera gustadoponerse un traje de neopreno, pero no ]o había de su tamaño.Lo único que podíahacereraesperarqueelaguanoestuviesedemasiadofría.Elequipoquellevabaeraviejoydemasiadograndeparaél;perolohabíacomprobadorápidamentey,almenos,funcionaba.Miróalosmedidores:indicadordepresión,indicadordeprofundidadybrújula.Másdeloquenecesitaba.Teníaunapresiónde3.000librasporpulgadaensubombonadeaire.Másdelaquenecesitaba.Comoúltimopaso,seciñóuncuchilloal muslo. Lo más seguro era que no lo necesitase y, normalmente, hubieraprescindidodeél.Peroenesosmomentosleveníabienlatranquilidadqueaportaba.Seacercóalcostadodelbarcoysesentó.

García agitó la cabeza con desaprobación. Alex sabía que tenía razón. Era élquienestabarompiendolareglabásicadelsubmarinismo.Nuncasumergirsesolo.Sutíolehabíaenseñadobuceocuandoteníaonceaños,ysiIanRiderhubieseestadoallíenesosmomentos,sehubieraquedadomudoderabiaeincredulidad.Sitienesalgúnproblema—alguna dificultad con unamanguera o el fallo de una válvula— y notienes un compañero, estás muerto. Es así de simple. Pero aquello era una

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emergencia.TurneryTroyllevabanenelfondocuarentaycincominutos.Alexteníaqueayudarlos.

—Toma esto—dijo García de repente. Lo que le tendía era un antediluvianomedidordebuceo.ConesoAlexpodíasaberloprofundoqueestabaycuántotiempollevabasumergido.

—Gracias—dijo.Loagarró.Secolocó lasgafas, semetió laboquilla entre los labiosydiouna inspiración.

Pudosentircómolamezcladeoxígenoynitrógenoirrumpíaensugarganta.Sintióunligero sabor metálico, pero pudo constatar que no estaba contaminada. Cruzó lasmanos,sujetandolasgafasylaboquillaensulugar,luegosedejócaerdeespaldas.Sintiócómosubrazochocabacontraalgoalcostado,mientrascaía.Elaguareventópara acogerlo y luego su visión se hizo pedazos como una cortina que se rasgacuandosesumergióenlasaguas.

Habíasuficienteaireensuarnéscomoparamantenerloaflotemientrashacíalasúltimascomprobaciones,tomandoreferenciasconlacosta,parasaberasíhaciadóndenadary, loqueeramásimportante,cómovolver.Elmar,a lapostre,estabacálido;aunque Alex era consciente de que, con el sol poniéndose con rapidez, no semantendríaasímuchotiempo.Elfríoesunenemigopeligrosoparaunsubmarinista,yaquemermalasfuerzasylaconcentración.Cuantomássebaja,másfríassonlasaguas.Nopodíapermitirseel lujodeesperar.Sacóelairedelarnés.Enseguida, loslastrescomenzaronaarrastrarlohaciaabajo.Elmarsealzóyledevoró.

Buceóhaciaabajo,apretandolanarizysoplandoconfuerza—nivelando—paradetenereldolordelosoídos.Pudomirarporprimeravezasualrededor.Habíaaúnsuficiente luz solar como para iluminar el mar y Alex contuvo la respiración,maravilladoporlaincreíblebellezadelmundosubmarino.Elaguaeraazuloscuroyperfectamente clara. Había unas pocas formaciones de coral a su alrededor, conformasycolorestanextrañosqueparecíaimposiblequesepudieranencontrarenlatierra. Se sentía completamente en paz, con el sonido de su propia respiraciónhaciendoecosensusoídos,concadarespiraciónliberandounacascadadeburbujasplateadas.Conlosbrazoslaxamentedobladossobreelpecho,Alexdejóquelasaletaslollevasenhacialaorilla.Estabaaunosquincemetrosdeprofundidad,aunoscincoporencimadel lechomarino.Una familiademerosdebrillantescolorespasóa sulado;labiosgruesos,ojossaltonesycuerposextrañosydeformes.Horrorybellezaala vez. Hacía un año que Alex no buceaba y deseó poder tener tiempo paradisfrutarlo.Sepropulsóadelante.Losmeroshuyeron,alarmados.

No le llevómucho tiempo llegar al borde del acantilado. La paredmarina era,desde luego, mucho más que una pared; una bulliciosa masa de roca, coral,vegetaciónypeces.Unservivo. Inmensasanémonas—conhojas formadasporunmillardepequeñoshuesos—seagitabanlentamentedeunladoaotro.Agrupaciones

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de coral estallaban en colores a su alrededor. Un banco de unmillar de pececitosplateadospasóasulado.Hubounmovimientodeslizanteyunamorenadesapareciótras una roca. Echó una ojeada al ordenador de buceo. Por lo menos parecíafuncionar.Decíaquellevabasumergidosieteminutos.

Teníaqueencontrarlaentradadelacueva.Poresoestabaallí.Seobligóaignorarloscoloresyvisionesdelmundosubacuáticosparaconcentrarseenlacararocosa.Eltiempoquehabíaconsumido tomandoreferenciasantesde la inmersióndabaahoradividendos.Sabíadóndeestaba,másomenos,latorredelaCasadeOroenrelaciónconelbarco,y sepusoanadarenesadirección,manteniendo laparedpétreaa suizquierda.Algolargoyoscuropasórelampagueandosobresucabeza.Alexlovioconelrabillodelojo,perocuandovolviólacabezayasehabíaido.¿Habíaunalanchaenlasuperficie?Alexsesumergióotropardemetros,buscandolacueva.

Alfinal,nofuetandifícilencontrarla.Laentradaeracircular,comounabocaquebostezase. Esa impresión se vio acentuada cuando Alex buceó más cerca y miródentro. La cueva no había estado siempre sumergida y durante cierto periodo detiempo—algunosmillonesdeaños—habíancrecidoallíestalactitasyestalagmitas,lanzasagudascomoagujasquecolgabandeltechoynacíandelsuelo.Comosiempre,Alexfueincapazderecordarcuáleracuál.Pero,inclusovistoadistancia,habíaalgoamenazadoreneselugar.Eracomomiraralabocaabiertadeunmonstruogigantescoy submarino. Casi podía imaginar la estalactita y estalagmita mordiendo, paratragarlodeunbocado.

Peroteníaqueentrar.Lacuevanoeramuyprofunday,apartedelasformacionesrocosas,estabavacíayteníaunsueloamplioyarenoso.Diograciasporeso.Nadardemasiadolejosdentrodeunacavernasubmarina,alcrepúsculo,élsolo,hubierasidounaverdaderalocura.Podíaverelmurotraserodesdelaentrada…,¡yallíestabaelprimero de los anillos de metal! Eran de un color rojo oscuro y estaban ahoracubiertosdelimoverdeycoral,peroeranclaramentemanufacturados,ydesaparecíanen las alturas, y era de suponer que seguían todo el camino, hasta lo alto de laChimeneadelDiablo.NohabíarastrodeTurneroTroy.¿Habrían,despuésdetodo,decididolosdosagentestrepar?¿SeríabuenaideaqueAlextrepasedetrásdeellos?

Alexestabaapuntodeentrarbuceandocuandoseprodujootromovimiento,justoen la periferia de suvisión.Sea lo que fuese lo quehabía visto antes, ahorahabíavuelto,nadandodesdeelotroextremo.Levantólavista,desconcertado.Ysequedóhelado. Sintió cómo el aire se le atascaba en la garganta. Las últimas burbujassubieronpersiguiéndosehacialasuperficie.Alexluchóporcontrolarse.Queríagritar.Perotalcosa,bajoelagua,esimposible.

Estabaviendoungran tiburónblanco,dealmenos tresmetrosde longitud,quedabavueltasconlentitudsobreél.Lavisióneratanirreal,tanestremecedora,quealprincipioAlex, literalmente, no podía creer lo que veía.Tenía que ser una ilusión,

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algúntruco.Perolociertoesqueestabatancercaqueparecíaimposible.Observóelvientre blanco, los dos juegos de aletas, la boca en forma de media luna con suscolmillos en sierra, afilados como navajas. Y aquellos mortíferos ojos redondos,incomparablementenegrosymalignos.¿Lohabíanvistoya?

Alexseobligóarespirar.Sucorazónbatía.Nosolosucorazón…todosucuerpo.Podíaoír supropia respiración, comosi la amplificasen, en sucabeza.Suspiernascolgaban flácidas bajo su cuerpo, rehusando moverse. Estaba aterrado. Esa era lasimpleverdad.Nuncahabíatenidotantomiedoensuvida.

¿Quéeraloquesabíasobretiburones?¿Ibaesegiganteblancoaatacarlo?¿Quépodíahacer?Desesperadamente,Alextratóderecordarlopocoquesabía.

Haytrescientascincuentaespeciesconocidasdetiburones,perosolounaspocasatacanalhombre.Eltiburónblanco,Carcharodoncarcharias,esclaramenteunadeellas.Malasuerte.Pero losataquesde tiburonessonraros.Tansolouncentenardepersonas muere al año víctima de tiburones. Más gente muere en accidentes detráfico. Por otra parte, las aguas de Cuba son muy peligrosas. Ese era un simpletiburón…

…aúndandovueltasasualrededor,comosieligiesesumomento……ypudieraserquenolohubiesevisto.No.Esonoeraposible.Losojosdeun

tiburón son diez vecesmás sensibles que los de un humano. Incluso en completaoscuridad, puede ver en un radio de ochometros.Y, de todas formas, no necesitaojos.Tienereceptoresenelmorroquepuedendetectar lascorrienteseléctricasmásdébiles.Uncorazóndesbocado,porejemplo.

Alextratódeobligarseamantenerlacalma.Supropiocorazónestabagenerandodemasiada electricidad. Su terror podía guiar a la criatura hacia él. ¡Tenía quecalmarse!

¿Quémás?Nochapotear.Nohacermovimientosrepentinos.UnaadvertenciaquelehicieraIanRiderlellegóalamemoriadespuésdeaños.Losmetalesbrillantes,loscoloresbrillantes y la sangre fresca atraen a los tiburones.Alexgiró lentamente lacabeza.Subombonadeoxígenoestabapintadadenegro.Sucamisetaerablanca.Nohabíasangre.¿Quémás?

Giró lasmanos, examinándolas.Y entonces lo vio. Justo encima de lamuñecaizquierda.Habíaunaheridita.Nosehabíadadocuentaantes,peroahorarecordabaelgolpequerecibióenlamuñecaaltirarsedeespaldas.Unhilodesangre,máspardoquerojo,surgíaserpenteantedelaherida.

Delgado,perosuficiente.Untiburónpuedeolerunagotadesangreencienlitrosdeagua.¿Quiénlehabíacontadoeso?Lohabíaolvidado,perodesobrasabíaqueeraverdad.Eltiburónlohabíaolido…

…yestabaaúnoliéndolo,acercándoselentamente…Loscírculossehacíancadavezmásestrechos.Lasaletasdel tiburónapuntaban

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abajo. Su lomo se arqueaba. Semovía siguiendo una trayectoria extraña y como asaltos.Las tres señalesde libroquepresagianunataque inminente.Alexsabíaquetansolounossegundosseparaban lavidade lamuerte.Lentamente, tratandodenoremover el agua, se agachó. El cuchillo seguía allí, firme en sumuslo, y lo soltócuidadosamente.Elarmapodíaserpocacosacontralamoledelgrantiburónblanco,ylahojapodíaresultarpatéticacomparadaconaquellosdientesferoces.PeroAlexsesentíamejorteniéndolaenlamano.Algoeraalgo.

Miró a su alrededor. Aparte de la cueva en sí, no había ningún lugar dondeocultarse,ylacuevanoservía.Labocaerademasiadoancha.Sientraba,el tiburónnoteníaquehacerotracosaqueseguirlo.Perosi lograba llegara laescala, tendríaunaoportunidaddesubir.Esoloconduciríafueradelagua,subiendoporlaChimeneadelDiablohastallegaratierrafirme.Cierto,esolollevaríaasalirenplenaCasadeOro.Perono importa loqueelgeneralSarovpudierahacerle,no seríapeorqueeltiburón.

Habíatomadounadecisión.Lentamente,sinapartarlosojosdeltiburón,comenzóa desplazarse hacia la entrada de la cueva. Por unmomento, pensó que el tiburónhabía perdido interés en él. Pareció alejarse. Pero luego vio que todo era unamaniobra.Lacriaturavolvióyselanzódirectahaciaél,comodisparadaporunarma.Alexsezambulló,expeliendoelairedelospulmones.Habíaunarocaenunladodela cueva y trató de encajarse allí, poniéndola entre su atacante y él. Funcionó. Eltiburónsediolavuelta.Enesemomento,Alexatacóconelcuchillo.Sintiócómoelbrazoseleestremecíacuandolahojacortóelgruesopellejo,justoentrelasdosaletasdelanteras.Mientraseltiburónsealejabaatodavelocidad,vioqueibadejandoloqueparecía un rastro de humo pardo. Sangre. Se las había arreglado para darle unapuñalada,pocomás.Ypuedequeeso lohubieseenfurecido,predisponiéndolomástodavíaaatacar.

Ylopeor,élmismosangrabaaúnmás.Ensuintentodequitarsedeenmediosehabía apoyadoen el coral, y este le había sajado losbrazosy laspiernas.Alexnosentía dolor. Eso sería más tarde. Pero ahora la había hecho buena. Lo habíaanunciado él solito: la cena, fresca y sangrante. Era un milagro que no hubieranacudidoyaunadocenadecongéneresdeltiburónblanco.

Tenía que entrar en la cueva. El tiburón estaba ahora a cierta distancia, maradentro.Lacuevaestabasoloaunospocosmetrosasuizquierda.Podíallegarendoso tres brazadas y luego nadar entre las estalactitas y estalagmitas y llegar a laescalera.¿Ledaríatiempo?

Alexpataleócontodassusfuerzas.Almismotiempoestababraceandoalmáximodesusfuerzasymaldijocuandoelcuchilloselecayóporaccidente.Bueno,detodasformas, no hubiera sido de gran ayuda. Dio un segundo pataleo. La entrada de lacuevaseabríadelantedeél.Yaestabafrenteaella,peronodentro…

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…¡Yera demasiado tarde!El tiburón caía sobre él.Los ojos parecíanhabersedesorbitado. La boca estaba abierta, mostrando una mueca llena de todo elaborrecimientodelmundo.Esabocaestabaabierta,losespantososdientesreluciendoentre las aguas. Alex reculó, retorciendo la espalda. El tiburón lo erró porcentímetros.Sintiólacorrientedeaguaqueloempujaba.Ahoraeltiburónestabaenlacueva,yélfuera.Seestabadandolavueltaparaatacardenuevo,yestaveznoloibanadetenermurosdepiedranirocas.EstavezAlexestabajustoatiro.

Yentoncesfuecuandosucedió.Alexescuchóunzumbidometálicoy,delantedesus ojos, las estalagmitas se alzaron del suelo y las estalactitas bajaron del techo,comodientesquemordieronal tiburón,nouna,sinocincooseisveces.Elaguasellenódesangre.Alexviolosespantososojosmientraslacabezasesacudíadeunladoaotro.Casipudo imaginarsea lacriaturaaullandodedolor.Estabacompletamenteatrapado,comopresadeunmonstruoaúnmásterriblequeella.¿Quéhabíasucedido?Alex se quedó impresionado y desconcertado. Lentamente, la sangre se fueaclarando.Yentoncescomprendió.

Turner y Troy habían vuelto a equivocarse. Sarov sabía de la Chimenea delDiabloysehabíaaseguradodequenadiellegabaaellanadandoatravésdelacueva.Lasestalactitasyestalagmitaseranfalsas.Estabanhechasdemetal,nodepiedra,yestabanmontadas sobrealgún tipodeartilugiohidráulico.Alentraren lacueva,eltiburóndebíahaberactivadoalgúndetectorinfrarrojoque,asuvez,habíadisparadolatrampa.Mientrasmiraba,lasmortíferaslanzasseretrajeron,volviendoaltechoysuelo.Seescuchóunzumbidoyeltiburónfueaspiradohaciaelinteriordelacueva,para desaparecer por una trampa. ¡Así que aquel lugar tenía su propio sistema deeliminación!AlexestabaempezandoacomprenderlaclasedehombrequevivíaenlaCasadeOro.Fueracualfueselasituación,Sarovnodejabanadaalazar.

YahorasabíatambiénquéhabíaocurridoconlosdosagentesdelaCIA.Alexsesintiódesfallecer.Cadafibradesucuerpolepedíasalirdeallí.Nosolodelagua,sinodelpaís.Deseabanohaberidoallíjamás.

Aúnhabíaunmontóndesangreenelagua.Alexnadórápidamente,temiendoseratacado por más tiburones. Pero luego se obligó a calmarse, para dosificar concuidado su ascenso hacia la superficie. Si un buzo sube demasiado rápido, elnitrógeno de la sangre le causa un daño doloroso y potencialmente letal, conocidocomoelmaldelbuzo.EraloquelefaltabaaAlex.Pasócincominutosatresmetrosde profundidad —una última parada de seguridad— y luego emergió. El mundoenterohabíacambiadomientrasestababajolasaguas.Elsolhabíadesaparecidotraselhorizonteyelcielo,elmar,latierra,elmismoairesehabíateñidoconelcarmesímás oscuro. Pudo ver el barco deGarcía como unamancha oscura, a unos veintemetros de distancia, y se acercó nadando. De repente tenía frío. Los dientes lecastañeteaban, aunque puede que estuviesen haciéndolo desde el momento en que

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habíavistoaltiburón.Alex llegó al costado del barco. García seguía sentado en cubierta, con un

cigarrilloentreloslabios,peronoseofrecióaayudarle.—Muchasgracias—musitóAlex.Seliberódelarnés,y tambiéndelabombonadeoxígeno,ylosechódentrodel

barco,luegosaliódelagua.Hizoungestodedolor.Yafueradelagua,podíasentirlasheridasque lehabía causadoel coral en losmiembros.Perodemomentonohabíatiempo de hacer nada al respecto. En cuanto pisó la cubierta, se soltó el cinturónlastradoylohizoaunlado,juntoconsusgafasyeltubo.HabíaunatoallaenlabolsadeTurner.Lacogióylausóparasecarse.LuegoseencaróconGarcía.

—Tenemos que irnos—dijo—.Turner y Troy estánmuertos. La cueva es unatrampa.¿Meentiendes?Tienesquellevarmedevueltaalhotel.

Garcíanodijonada.Derepente,Alexsepercatódeunacircunstanciaacercadelcigarrillo en la boca de aquel hombre.No estaba encendido.Súbitamente inquieto,Alexlotocó.Garcíacayóhaciadelante.Teníauncuchilloclavadoenlaespalda.

Alexsintióalgoduroentreloshombrosyunavoz,queparecíatenerproblemasparavocalizar,susurróasuespalda.

—Meparecequeesunpocotardeparaestarnadando.Teanimoanomoverteenabsoluto.

Unfuerabordaquehabíaestadoalacechoentrelassombras,alotroladodelbarcodebuceo,encendiómotoresyunosfocosbrillantes.Alexsequedódondeestaba.Doshombresmássubieronabordo,amboshablandoespañol.Tuvoel tiempojustoparaverel rostrooscuroysonrientedeunode losmacheterosdeSarovantesdeque lemetieranunsacoporlacabeza.Algotocósubrazoysintióunaaguja,ysupoqueerauna hipodérmica y que le habían inyectado algo. Las piernas le fallaron casi deinmediato,ysehubieraderrumbadodenohaberlosujetadomanosinvisibles.

Entonces lo cogieron y se lo llevaron. Alex comenzó a preguntarse si habíaescapado del tiburón para algo. Los hombres que lo sacaban del barco lo estabantratandocomoaalgoyamuerto.

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A

11.Latrituradora

LEXnopodíamoverse.Estabatendidosobrelaespalda,encimadeunasuperficieduraylacerante.

Cuando trató de levantar los hombros, sintió la camiseta sujeta a lo que fuera quehubiesebajoél.Eracomosilohubiesenpegadoalsitio.Loquelehabíaninyectado,fueraloquefuese,lehabíarobadolacapacidaddemoverbrazosypiernas.Teníalacabezaaúncubiertaporel saco,de formaqueestabaencompletaoscuridad.Sabíaquelohabíansubidoalamotoraytransportadohastalacosta.Allílohabíanmetidoen algún tipo de furgoneta para llevarlo a ese lugar. Había escuchado pasos y lohabíanaferradoconmanos rudas,paracargarlocomoaunsacodepatatas.Supusoque tres o cuatrohombres sehabíanocupadode todo, pero apenashabíanhabladoentreellos.Enunaocasión,escuchóalmismohombrequelehablóenelbarco.Habíamusitadounpardepalabrasenespañol.Perolavozerademasiadoindistinguible,laspalabrasdemasiadoconfusas,asíqueAlexapenashabíaentendidoloqueledecía.

Sintióunosdedosenunlateraldesucuelloy,derepente,lequitaronelsaco.Alexparpadeó.Estaba tumbadoenunalmacéno fábricamuy iluminada; loprimeroquevio fue la estructura demetal que sustentaba el techo, con lámparas colgando delmismo.Losmuroserandeladrillodesnudoyblanqueado,yelsueloestabaformadoporbaldosasdeterracota.Habíamaquinariaalosdoslados.Lamayorparteparecíaagrícola y fuera de uso desde hacía mucho tiempo. Había cadenas y palas, y uncomplicado sistema transportador que iba por una serie de ruedas demetal, y quepodríahaberpertenecidoaunrelojantiguoygigante;y,cercadelmismo,unpardetinajasdebarro.Alexsegiróyviomás tinajasalotro ladoy,más lejosaún,algúntipo de sistema de drenaje con tuberías por todos lados. Comprendió que estabatumbadoenunalargacintatransportadora.Tratódenuevodeincorporarseoderodarsobresímismo,peroelcuerponoleobedecía.

Unhombreentróensucampodevisión.Alex seencontrómirandoaunpardeojosqueerancasi cualquier cosamenos

eso,unpar.Noestabancolocadossimétricamenteyunodeellosestabainyectadoensangre. Alex se preguntó si vería con él. El hombre había resultado terriblementelastimadoenotrotiempo.Teníapeladounladodelacabeza,peronoelotro.Teníalaboca torcida. La piel estaba como muerta. En un concurso de feos, podía ganarinclusoaltiburónblanco.

Había un par de trabajadores morenos y sonrientes a sus espaldas. Iban malvestidos,yusabanbigoteypañuelo.Ningunohabló.Parecíanmuyinteresadosenloqueibaaocurrir.

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—¿Cómote llamas?—losmovimientosde labocadelhombreno reflejaban loquedecía,asíqueverlohablareracomopresenciarunapelículamaldoblada.

—AlexGardiner—dijoAlex.—¿Ytunombrereal?—Acabodedecírtelo.—Mientes.TellamasAlexRider.—¿Porquémelopreguntassilosabes?Elhombreasintió,comosiAlexhubierahechounabuenapregunta.—MellamoConrad—dijo—.Yanoshemosvistoantes.—¿Sí? —Alex trató de pensar. Entonces recordó. ¡El sujeto que había visto

arrastrándose por losmuelles deMiami, con gafas y un sombrero de paja! Era elmismohombre.

Conradseinclinóhaciadelante.—¿Porquéestásaquí?—preguntó.—Estoy de vacaciones con mi padre y mi madre —Alex decidió que era el

momentodesimularquenoeramásqueunchicodecatorceañosnormal—.¿Dóndeestán? —preguntó—. ¿Por qué me has traído aquí? ¿Qué le pasó al hombre delbarco?¡Quierovolveracasa!

—¿Dóndeestátucasa?—preguntóConrad.—VivoenLA.DeFloresStreet,Hollywoodoeste.—No—nohabíaningunadudaenlavozdeConrad—.Tuacentoesconvincente,

perotúnoeresestadounidense.Eresinglés.VinisteaquíconTomTurneryBelindaTroy.EranagentesdelaCIA.Hanmuerto.

—Nosédequéestáshablando.Teequivocasdechico.Conrad sonrió. Al menos lo hizo un lado de su boca. El otro se contorsionó

ligeramente.—Mentirme es algo estúpido, y una pérdida de tiempo —dijo—. Es una

experienciainsólitaestodeinterrogaraunniño,perosupongoquelodisfrutaré.Eresel único que queda. Así que dime, Alex Rider, ¿por qué has venido a CayoEsqueleto?¿Quéplaneabaishacer?

—¡Yonoplaneabahacernada!—apesardetodo,Alexpensabaqueaqueleraelúnicocaminoa seguir.Aúnhablabacomounchicoestadounidense—.Mipadreesproductorcinematográfico.NotienenadaqueverconlaCIA.¿Quiéneres?¿Porquémehastraídoaquí?

—¡Semeestáagotandolapaciencia!—Conradtomóunabocanadadeaire,comosielesfuerzodehablarfuesedemasiadoparaél—.Dimeloquequierosaber.

—Estoydevacaciones—repusoAlex—.¡Yatelohecontado!—Mehascontadomentiras.Ahoradimelaverdad.Conradseinclinóylevantóunagrancajademetalcondosbotones—unorojoy

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otroverde—unidaaungruesocable.Apretóelbotónverde.Enelmismomomento,Alexsintióunbotebajosuespalda.Comenzóasonarunaalarma.Lejos,seescuchóunchirridobajo,comosiunamáquinasepusieseenmarcha.Segundosdespués, lacintatransportadoracomenzabaamoverse.

Alexluchócontodassusfuerzasparasobreponersealadrogaqueloenvenenaba,y levantó la cabeza para ver más allá de sus pies. Lo que vio le provocó unaimpresión que sacudió todo su cuerpo. Dejó caer la cabeza y pensó que iba adesmayarse. La cinta transportadora lo llevaba hacia dos ruedas trituradorasinmensas, de piedra, que giraban a unos siete metros de distancia. Estaban tanpróximasquecasipodíantocarse.Habíaunaabajoyotraarriba.Lacintasedeteníajusto en el punto en que se encontraban.Alex yacía inerme en la cinta.No podíahacernada.Semovíahacialasruedasaunavelocidaddeunostrescentímetrosporsegundo.Tardaríaalrededordeunminutoenllegar.Cuandoporfinlohiciese,loibanaaplastar.Esaeralamuertequeaquelhombrelehabíapreparado.

—¿Sabescómoseproduceelazúcar?—lepreguntóConrad—.Este lugarenelque nos hallamos es una fábrica de azúcar. Antiguamente, la maquinaria erapropulsada a vapor, pero ahora se hacemediante electricidad. Los colonos, que escomollamanaquía losgranjeros,nostraenlacañadeazúcar.Setroceayluegosecolocaenlacintaparatriturar.Luegosefiltra.Elaguaseevapora.Lajaleaquequedasecolocaentinajasysecalientahastaquecristaliza—Conradsedetuvoparatomaraliento—.Tú,Alex,estásalcomienzodelproceso.Vasaentrarenlatrituradora.Mepregunto si imaginas el dolor que te espera. Tus pies serán lo primero que entre.Luego serás succionado centímetro a centímetro. Las piernas, las rodillas. ¿Quéporcióndetucuerpopasaráporahíantesdequeconsigaslaliberaciónquesuponelamuerte?¡Piénsalo!Sealoquesea,teprometoquelacosanovaasersuave.

Conradlevantólacajaconlosdosbotones.—Dimeloquequierosaberyapretaréelbotónrojo.Detendrélamaquinaria.—¡Teequivocas!—gritóAlex—.¡Nopuedeshacerlo!—Yaloestoyhaciendo.Yjamásmeequivoco.Porfavor,nomalgasteseltiempo.

Tienesbienpoquito…Alex levantó lacabezadenuevo.Lasruedasestabanmáscercaacadasegundo

quepasaba.Podíasentirsuvibración,transmitidaporlacintatransportadora.—¿Quésabíanlosagentes?—preguntóConrad—.¿Porquéestabanaquí?Alexdejócaerlacabeza.Elresonardelasdospiedrasloenvolvía.Mirómásallá

deConrad,alosdoshombres.¿Ibanapermitirlo?Perosusrostroseranimpasibles.—¡Porfavor…!—gritó.Luegosedetuvo.Esehombreera incapazdecualquier

misericordia. Lo había visto enseguida. Apretó los dientes, espantando el miedo.Queríagritar.Podíasentirlaslágrimasenlosojos.Esonoeraloquequería.Nuncaesperóconvertirseenespía.¿Porquéteníaqueesperarmorircomounodeellos?

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—Puedequetequedencincuentasegundos—leavisóConrad.Esofue loquehizoqueAlex tomaseunadecisión.Noteníasentidoenguardar

silencioysufriresamuertesangrientaeindescriptible.EsonoeraunapelículadelaSegundaGuerraMundial y él no era el héroe. Era un escolar y todos—Blunt, laseñoraJones,laCIA—lehabíanmentidoytendidotrampasparallevarlehastaallí.Además, Conrad ya sabía quién era. Le había llamado por su nombre verdadero.ConradsabíaqueTroyyTurnereranespíasestadounidenses.Solohabíaunapiezadeinformaciónqueélpudieradar.QuelaCIAestabainvestigandolaexistenciadeunabomba atómica. ¿Y por qué no decírselo a Conrad? Puede que eso bastase paradetenerlo.

—¡Estaban buscando una bomba!—aulló—. Una bomba atómica. Sabían queSarovcompróuranioalViajante.VinieronconuncontadorGeiger.Ibanaentrarenlacasaybuscarlabomba.

—¿Cómolosupieron?—Notengoniidea.—Treintasegundos.Elrodarygolpeareracadavezmásestruendoso.Alexmiróadelanteyvioquelas

piedrasestabanamenosdetresmetros.Elaireagitadollegabahastaél.Podíasentirlabrisafríaensupiel.Noestabaatado,teníalibresbrazosypiernas,peroesohacíalascosasaúnpeores.¡Nopodíamoverse!Ladrogalohabíaconvertidoenuntrozodecarnevivientecaminode la trituradora.El sudorcayóporun ladode sucara,paraseguirporlalíneadelamandíbulaycurvarseporelcuello.

—FueTurner—aullóAlex—.Lo descubrió trabajando con elViajante. Estabacamuflado.Descubrióqueoshabíavendidoeluranioyvinoabuscarlabomba.

—¿Sabíanparaquéeslabomba?—¡No!Nolosé.Nomelodijeron.Ahoraparalamáquinaydéjamemarchar.Conradselopensóduranteunmomento.Teníaaúnlacajaenlamano.—No—dijo—.Meparecequeno.—¿Cómo?—Alexaullóesaúnicapalabra.Apenaspodíaoírseasímismosobre

elruidodelasruedasdetriturar.—Hassidounmalchico—dijoConrad—.Yesomereceuncastigo.—Perotúdijiste…—Mentí.Lomismoquetú.Tengoquematarte,porsupuesto.Yanomesirvesde

nada.Alexsesintióenloquecer.Abrió labocaygritó, tratandodeencontrar la fuerza

suficientecomoparaapartarsedelacintatransportadora.Sucerebrosabíaquéteníaquehacer.Peroel cuerpo rehusabaobedecer.Estaba inerte.Levantó lacabeza.Suspiesestabancadavezmáscercadelaspiedrasquegiraban.Conraddiounpasoatrás.IbaaobservarcómoAlexeratragadoporlatrituradora.Losdosobrerossituadosasu

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espaldalolimpiaríantododespués.—¡No!—aullóAlex.Yentoncesseescuchóotravoz.Enotroidioma.UnoqueAlexnoentendía.Conraddijoalgo.Alexyanopodíaescucharlo.Loslabiosdelhombresemovían

peroningúnsonidolellegabaatravésdelrugidodelamáquina.Elvientoproducidoporelgirode lasdospiedrasazotaba lospiesdesnudosde

Alex.Lequedabancincocentímetrosantesdesertriturado.Cuatro,tres,dos…Sonóundisparo.Centellas.Elolordelhumo.Las ruedas trituradoras seguían girando. Pero la cinta transportadora se había

detenido.LospiesdeAlexestabanjustoalbordedelacinta.Casipodíasentirelrocedelaspiedrasquegirabanensuspies.

Volvióaoírselavoz,estavezeninglés.—MiqueridoAlex.Losientomucho.¿Estásbien?Alextratóderesponderenelpeorlenguajequeconocía.Peronopudo.Nopodía

nirespirar.Sedesmayó,conunasensacióndealivio.

***

—Tendrás que perdonar a Conrad. Es un gran asistente y sumamente útil enmuchascircunstancias.Peropuedeseraveces…excesivamenteentusiasta.

Alexhabíarecobradoelsentidoenlaalcobamáslujosaquehubieravistojamás.Estaba tumbadoenunacamaconbaldaquín,yenfrente teníaunespejoque ibadelsuelo al techo, conmarco dorado. Todo el mobiliario del cuarto era antiguo y nohubieradesentonadoenunmuseo.Habíaunarcónpintadoalospiesdelacama,unenorme armario ropero de elaboradas puertas talladas, un candelabro con cincobrazos.Las contraventanas estaban abiertas paramostrar una balaustrada de hierroforjadoquemirabaaunpatio.

Elhombre,quesehabíapresentadocomogeneralAlexeiSarov,estabasentadoenunasillaalladodelespejo,vestidoconuntrajeoscuro.Teníalaspiernascruzadas.Suespalda estaba completamente recta. Alex examinó ese rostro de pelo gris einteligentesojosazules.Reconoció lavozde la fábricadeazúcarysupo, sin saberporqué,quehabíasidoelgeneralquienlohabíasalvado.

Fueraeradenoche.Alexsupusoquedebíapasarde lamedianoche.Alguien lohabía vestido con un camisón que le caía por debajo de las rodillas. Se preguntócuánto tiempo habría estado durmiendo. Y cuánto tiempo habría estado el rusoesperandoquedespertase.

—¿Quierescomeralgo?—fuesuprimerapregunta.

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—No,gracias.Notengohambre.—¿Algodebeber?—Unpocodeagua…—Algotenemosaquí.Elaguallegóenunajarradeplata,servidaenunresplandecientevasodecristal.

El propio generalSarov sirvió el agua, antes de ofrecérsela aAlex.Alex tendió lamano, dando las gracias a que la droga que le inyectase Conrad se hubierametabolizadomientras dormía, de formaque ya podíamover de nuevo los brazos.Diounsorbo.Elaguaestabafría.FueentoncescuandoSarovsedisculpó,hablandoenuninglésimpecable.

—Conradnoteníaórdenesdeeliminarte.Alcontrario,encuantosupequeestabasaquí,mesentíansiosodehablarcontigo.

Alexsepreguntósobrequé,perodecidióobviardemomentolacuestión.—¿Cómosupoqueestabaaquí?—preguntó.Yanoteníasentidonegarloobvio.—Tenemosunsofisticadosistemadeseguridad, tantoaquícomoenLaHabana

—elgeneralnoparecía interesadoenexplicarmás—.Metemoquehaspasadoporunapruebaterrible.

—Lagenteconlaquevinelohapasadopeor.Denuevo,elgeneralagitóunamano,descartandolosdetalles.—Tus amigos estánmuertos. ¿Eran amigos tuyos,Alex?—unabreve pausa—.

Porsupuesto,conocíalaexistenciadelaChimeneadelDiablocuandomemudéalaCasa deOro.Construí un simplemecanismode defensa.Está prohibido bucear enestapartedelaisla,ycuandoalgúnbuzoeslobastantetontocomoparaentrarenlacueva, lo únicoquehace es pagar el preciode su curiosidad.Mehan contadoquemurióuntiburón…

—Untiburónblanco.—¿Llegasteaverlo?Alexnodijonada.Sarovlevantólasmanos,parareposarelmentónenlapuntade

losdedos.—Eres tan extraordinario comome habían contado—prosiguió—.He leído tu

expediente,Alex.Notienespadres.Fuisteadoptadoporuntíotuyo,queasuvezeraespía. Fuiste entrenado por elSpecialAir Service, el SAS, y enviado a tu primeramisiónalsurdeInglaterra.Luego,solounassemanasmástarde,aFrancia…algunosdiríanquetienesunasuertediabólica,peroyonocreoeneldiablo…nitampocoenDios,yapuestos.Sícreoenti,Alex.Erestotalmenteúnico.

Alexestabaempezandoasentirsecansadodetantaadulación.Ynopudodejardesentirquehabíaalgosiniestroenella.

—¿Porquéestoyaquí?—preguntó—.¿Quévaahacerconmigo?—Elporquéestásaquíesevidente—respondióSarov—.Conradqueríamatarte.

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Yoseloimpedí.Peronopuedodejarquevuelvasalhotelo,dehecho,queabandoneslaisla.Tienesqueconsiderartemiprisionero;aunqueesperoque,silaCasadeOroesunaprisión,laencuentresdelomásconfortable.Encuantoaloquequierodeti—Sarovsonrióparasusadentros,consusojossúbitamentedistantes—.Estarde—dijoderepente—.Yahablaremosdeesomañana.

Selevantó.—¿Esverdadquetieneunabombaatómica?—preguntóAlex.—Sí.Partedelrompecabezasencajóderepente.—UstedcompróuranioalViajante.¡PeroluegomandóaConradquelomatase!

¡Ustedvolóelbarco!—Asíes.AsíqueAlexhabíaestadoenlocierto.HabíavistoaConradenMiami.Conrad

habíapuestoalgúntipodebombaenelMayfairLady,yhabíasidoeso,ynoelfuego,elquehabíaprovocadosudestrucciónylasmuertes.TurneryTroylohabíanacusadosinsentido.

—Labombaatómica…—dijoAlex—.¿Quévaahacerconella?—¿Tienesmiedo?—Quierosaber.Elgeneralselopensóunmomento.—Solo te diré esto demomento. Supongo que no sabes gran cosa demi país,

Alex. En otro tiempo se llamaba Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas. LaURSS.HoyendíasellamaRusia.Supongoquesoncosasquenoosenseñanenloscolegiosoccidentales.

—Séqueelcomunismoestáacabado,siaesoserefiere—respondióAlex—.Yesyaunpocotardeparaleccionesdehistoria.

—Mi país fue otrora una potenciamundial—siguió Sarov, ignorándolo—.EraunadelasnacionesmáspoderosasdelaTierra.¿Quiénesmandaronalprimerhombreal espacio? ¡Nosotros! ¿Quiénes consiguieron los mayores logros en ciencia ytecnología?¿Quiéneserantemidosporelrestodelmundo?—sedetuvo—.Sí.Tienesrazón.Elcomunismohadesaparecido.¿Yquévesocupandosulugar?—unespasmode rabia cruzó su rostro, y al segundo siguientehabíadesaparecido—.Rusia es unpaísdesegundafila.Nohayleyniorden.Lascárcelesestánvacíasyloscriminalescontrolan las calles. Millones de rusos son adictos a las drogas. Otros muchosmillonestienenelsida.Lasmujeresylosniñostienenquetrabajarenlaprostitución.¡Y todo eso para que la gente pueda comer en losMcDonald’s y comprarLevis yhablarporelmóvilenlaPlazaRoja!

ElgeneralSarovfuehacialapuerta.—Mepreguntabasquéibaahacer—dijo—.Voyavolverlapáginayborrarlos

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dañoscausadosporlosúltimostreintaaños.Voyadevolveramipaíselorgulloysuposiciónen el escenariomundial.No soyuncriminal,Alex.Sea loque seaque tehayan dicho tus superiores, Alex, no quiero más que detener el mal y hacer delmundounlugarmejor.Esperoquepuedascreerme.Megustaríamuchoquepudierasverlascosasdesdemipropiaóptica.

—Tiene usted una bomba atómica —dijo Alex, hablando con lentitud—. Noentiendo.¿Cómoesperaqueloayudeaalcanzarsusobjetivos?

—Eso te lo contaré… en su momento. Desayunaremos juntos a las nueve enpunto.Luegotemostrarélafinca.

ElgeneralSarov,trashacerungestoconlacabeza,abandonólahabitación.Alexesperóunminutoantesdesalirdelacama.Echóunvistazoalpatio,luego

fueaabrirlapuerta.Nolesorprendióloqueencontró.Sarovhabíadescritoalacasacomounaprisión,yesoera.NohabíaformadequeAlexpudieradescolgarsehastaelpatio.Ylapuertaestabacerrada.

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U

12.Lacasadelosesclavos

NAllamadaenlapuertadespertóaAlexjustoalasochoenpunto,alamañanasiguiente.Mientrassesentabaenlacama,entróunamujervestidadenegroy

conundelantalblanco,llevandounamaletaquepudoreconocercomolasuyapropia.SarovteníaquehabermandadoaalguienalHotelValenciaarecogerla.Alexesperóhastaquesehubomarchado lamujer,yentoncessalióconrapidezde lacamay laabrió. Estaban todas sus ropas. También estaba la figurita de Michael Owen y elchiclequelehabíadadoSmithers.Solohabíadesaparecidoelmóvil.EstabaclaroqueSarovnoqueríaquellamaseacasa.

DespuésdeloqueSarovlehabíadicholanocheantes,decidiódejarsusLevisenla maleta. En vez de los vaqueros se puso unos pantalones cortos y amplios, unacamiseta lisay lassandaliasReeferquesolíausarcuandohacíasurfenCornualles.Unavezvestido,seacercóalaventana.Elpatioquehabíavistolanocheantesestabaahorabañadoporlaluzsolar.Teníaformarectangular,yestabarodeadoporunatriodemármolconunaseriedecolumnatasarqueadas.Dossirvientesestabanbarriendolafinaarenaquecubríalossuelos.Otrosdosregabanlasplantas.Miróhaciaarribayvio la torre que ya observara desde el barco. Había todavía un guardia, con lametralletaclaramentevisible.

Lapuertaseabriódenuevoalasnuevemenosdiez.EstavezfueConradelqueentró,vestidoconunacamisanegraabotonadahastaelcuello,pantalonesnegrosysandaliasquemostrabancuatrodedosenunpieytresenelotro.

—¡Desayuno!—ledijoenespañol.Conradhabíaescupidoesasolapalabracomosileofendiesepronunciarla.EstabaclaroqueledisgustabaverdenuevoaAlex;yaque,porsupuesto,susplaneshabíansidootros.

—¡Buenos días, Conrad!—Alex se obligó a esbozar una sonrisa. Tras lo quehabíaocurridolanocheanterior,estabadispuestoademostrarqueaquelhombrenoleasustaba.Señaló—.Parecequetehasolvidadoalgunosdetusdedos.

Fuehacialapuerta,yConradseacercóderepenteaél.—Estonohaacabado—susurró—.Elgeneralpuedecambiardeopinión.Alexsiguióadelante.Seencontróenunanchocorredorquedabaaunsegundo

patio.Miróhaciaabajoyviounafuentedepiedrarodeadadepilaresblancos.Pudooler el perfume en el aire. El sonido del agua despertaba ecos por toda la casa.ConradhizounaseñalyAlexbajóporunasescaleras,hastaunahabitacióndondeyahabíanservidoeldesayuno.

El general Sarov estaba sentado ante una inmensa mesa de madera pulida,comiendounplatodefruta.Vestíaunchándal.SonrióalverentraraAlex,yleseñaló

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unasientovacío.Habíaunadocenadondeelegir.—Buenosdías,Alex.Disculpamivestimenta.Siemprecorroantesdedesayunar.

Tresvueltasalaplantación.Unostreintayochokilómetros.Yamecambiaréluego.¿Hasdormidobien?

—Sí,gracias.—Sírvete tú mismo, por favor. Hay frutas y cereales. Pan fresco. Huevos. Yo

como loshuevoscrudos.Esunacostumbrequehe tenido todamivida.Cocinar lacomidaesquitarlelamitaddesuspropiedades.¡Volatilizarlas!—agitóunamanoenel aire—.El hombre es la única criatura de todo el planeta que necesita quemar ococer la carne y los vegetales antes de comérselos. Pero, si así lo deseas, puedomandarquetepreparenloshuevosatugusto.

—Nogracias,general.Mearreglaréconlafrutayloscereales.SarovvioaConradparadoalapuerta.—Notenecesitodemomento,Conrad;gracias.Nosveremosamediodía.ElúnicoojosanodeConradseestrechó.Asintióysemarchódelaestancia.—MetemoquenolecaesbienaConrad—dijoSarov.—Meparecebien.Tampocoyoestoylocoporél—Alexmiróalapuerta—:¿Qué

leocurreexactamente?—preguntó—.Nopareceestardemasiadobien.—Enciertaforma,debieraestarmuerto.Lepillólaexplosióndeunabombaque

teníaquetransportar.Conrades,dealgunaforma,unmilagrocientífico.Haymásdetreinta clavosdemetal en su cuerpo.Tieneunaplacademetal en el cráneo.Tienealambresenlamandíbulayenlamayorpartedelasarticulaciones.

—Debedisparartodaslasalarmasenlosaeropuertos—murmuróAlex.—Tengo que pedirte que no te lo tomes a broma,Alex.Aún deseamatarte—

Sarovserozóloslabiosconunaservilleta—.Novoyapermitirqueesoocurra;pero,mientrasdiscutimosasuntostandesagradables,talvezpuedacomentartealgunasdelasreglasdelacasa,porllamarlasdealgúnmodo.Heretiradoelteléfonomóvilqueencontréentumaleta,y tecomentoquetodoslosteléfonosdelacasanecesitanuncódigoparaactivarlos.Nosetepermitecontactoconelmundoexterior.

—Puedequealguiensepreguntequéhasidodemí—dijoAlex.—Por lo que sé del señor Blunt y sus colegas de Londres, es difícil. Pero no

importa.Paracuandoempiecenahacersepreguntas,yaserádemasiadotarde.¿Demasiado tarde? ¿Por qué? Alex comprendió que seguía en completa

oscuridad.—La Casa de Oro esta completamente rodeada por una verja. Esa verja está

electrificada.Hay solo una entrada y está bien vigilada.No intentes escapar. Si lohaces, recibirásuntiro,ynoeseso loquetengoplaneado.Apartirdemañana,metemo, tendré que llevarte a un nuevo emplazamiento. Como bien sabes, tengoinvitados importantes y sería mejor para ti «tener tu propio lugar», como suele

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decirse. Aún puedes usar la casa, la piscina, los terrenos. Pero he de pedirte quepermanezcas invisible. Mis invitados hablan muy poco inglés, así que no tienesentidoacercarseaellos.Simecausasproblemas,teharéazotar.

Elgeneralseinclinóhaciadelanteymordióuntrozodepiña.—Pero basta de asuntos desagradables—dijo—. Tenemos toda la mañana por

delante.¿Sabescabalgar?Alexdudó.Nolegustabacabalgar.—Lohehechoalgunavez.—Excelente.Alexsesirvióunpocodemelón.—Lepregunté lanochepasadaquéqueríahacerconmigo—dijo—.Aúnnome

hacontestado.—Todoasutiempo,Alex.Todoasutiempo.

Despuésdeldesayuno,salieronacieloabierto.Alexpudoentenderentoncesdedóndeveníaelnombredelacasa.Estabahechadealgunaespeciedeladrilloamarillopálidoque, iluminadoporelsol,parecíaoro.Aunque lacasano teníamásquedosplantas,ocupabaunáreainmensa,conunaanchaescalinatadepiedraquellevabaaunjardínclásico.Bluntlahabíadescritocomounpalacio,peroeramáselegantequemajestuosa,conpuertasyventanasbatientes,másarcadasybalaustradas finamentetalladas.Almirar a la casa, uno podía pensar que nada había cambiado desde losprimerosañosdelsigloXIX,cuandolaconstruyeron.Perohabíatambiénpatrullasdeguardias armados. Había alarmas y una serie de luces montadas sobre soportesmetálicos.Feosrecordatoriosdelaépocamoderna.

Siguieron hasta un establo, en donde ya les aguardaba un hombre con dosmagníficos caballos; un semental blanco para Sarov y un ruciomás pequeño paraAlex. La equitación era el único deporte del queAlex nunca había disfrutado. Laúltimavezquehabíamontadoacaballo,apuntohabíaestadodematarse,ysoloconrenuenciatomólasriendasyseaupóalasilla.Conelrabillodelojo,viocómoSarovhacíalopropioysediocuentadequeelrusoeraunexperto,yqueteníauncontroltotaldesumontura.

Cabalgaron juntos, Alex tratando de mantener el equilibrio y no parecertotalmentetorpe.Porsuerte,sucaballoparecíasaberadóndeiban.

—Estofueantañounaplantacióndeazúcar—leexplicóSarov,repitiendoloqueya Troy le había contado—. Aquí trabajaban esclavos. Había casi un millón deesclavosenCubayCayoEsqueleto—señalólatorre—.Esaeralatorrevigía.Hacíansonarunacampanaalascuatroymediadelamañana,avisandoalosesclavosparacomenzareltrabajo.LostraíandeÁfricaOccidental.Trabajabanaquí.Yaquímorían.

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Pasaroncercadeunedificiobajoyrectangular,algoalejadodelacasaprincipal.Alexsediocuentadequelaúnicapuertaytodaslasventanasestabanatrancadas.

—Eso es el barracón —dijo Sarov—. La casa de los esclavos. Ahí dormíandoscientos,apiñadoscomoanimales.Situviéramostiempo,temostraríaeledificiodecastigo. Conservamos los equipos originales. Imagínate, Alex, aherrojado durantesemanas o incluso meses por los tobillos, incapaz de moverte. Hambriento ysediento…

—Noquieroimaginarlo.—Porsupuestoqueno.Elmundooccidentalprefiereolvidarloscrímenesquelo

hanhechorico.Alex sintió cierto alivio cuando se pusieron al medio galope. Al menos eso

implicabaquenohabíanecesidaddehablar.Siguieronunsuciocaminoquelosllevóalbordedelmar.Almirarabajo,pudoverellugarenelquehabíafondeadoelbarcodeGarcía el día antes. Eso le recordó la verdadera naturaleza de su acompañante.Sarovsemostrabaamistoso.EstabaclaroquedisfrutabateniendoaAlexdeinvitado.Peroeraunasesino.Unasesinoconunabombaatómica.

Llegaron al final del camino y prosiguieron más lentamente, con el mar a laderecha.LaCasadeOrohabíadesaparecidoasusespaldas.

—Quierocontartealgosobremí—dijoderepenteSarov—.Dehecho, tevoyacontarmásdeloquehedichonuncaanadie.

Cabalgóduranteunosinstantesensilencio.—Nacíen1940—comenzó—.Fuedurante laSegundaGuerraMundial, el año

antesdequelosalemanesatacasenamipaís.Puedequeporesoseaunpatriota,porlo que siempre he pensado quemi país era lo primero. He pasadomucho tiemposirviéndolo. En el ejército, luchando pormis creencia.Aún considero que le estoysirviendo.

RefrenósucaballoysevolvióhaciaAlex,quesehabíadetenidoasualtura.—Mecasécontreintaaños.Unañomástarde,mimujermedio loqueyomás

ansiaba.Unhijo.SellamabaVladimiry,desdeelmomentoenqueasomólacabeza,seconvirtióen lomejordemivida.Crecióyseconvirtióenunchicoagraciado,ydejaquetedigaquejamásunpadrehaestadotanorgullosodesuhijocomoloestabayodelmío.Fuebuenestudiante,elprimerodelaclase.Eraunatletadeélite.CreoquehubierapodidocompetirenlasOlimpiadas.Peronopudoser…

Alexyaconocíaelfinaldelahistoria.RecordabaloqueBluntlehabíacontado.—Creía queVladimir debía servir a su país, tal y como yo lo había hecho—

continuó Sarov—. Quise que entrase en el ejército. Su madre no quería. Pordesgracia,esadesavenenciatruncónuestromatrimonio.

—¿Lepidióeldivorcio?—No se lo pedí. Se lo ordené. Se fue de mi casa y nunca volví a verla. Y

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Vladimirseunióalejército.FueenviadoaAfganistán,dondelibrábamosunaguerraduraydifícil.Llevabaallítressemanascuandofueareconocer,conunapatrulla,unpueblo.Recibióeldisparodeunfrancotiradorymurió.

LavozdeSarovsequebróbrevementeysedetuvo.Pero,unmomentodespués,siguióconuntonocuidadosoymesurado.

—La guerra acabó un año después. Nuestro Gobierno, débil y cobarde, habíaperdidoelespíritudelucha.Seretiró.Todoaquellofueparanada.Yestoesloquequieroqueentiendas.Estaeslaverdad.Nohaynadamásterribleparaunpadrequeperderasuhijo—inspiró—.CreíahaberperdidoaVladimirparasiempre.Hastaquetevi.

—¿Amí?—Alexestabademasiadosorprendidoparadecirmás.—Tienes exactamentedos añosmenosqueVladimir cuandomurió.Pero tienes

muchoencomúnconél,Alex,¡auncuandohasnacidoalotro ladodelmundo!Deentradahayunligeroparecidofísico.Peronoessoloeso.Losdoshabéisservidoavuestra patria. ¡Un espía de solo catorce años! ¡Qué raro es encontrar a alguiendispuestoalucharporloquecree!

—Bueno,yonodiríatanto—murmuróAlex.—Tienesvalor.Loocurridoenlafábricadeazúcaryenlacuevaloprueban,aun

cuandotutrayectoriadicemuchomás.Hablasmuchosidiomasyundíaaprenderásruso.Cabalgas,buceas,luchasynotemes.Nuncaheenconadounchicocomotú.Aexcepcióndeuno.ErescomomiVladimir,Alex,yesoesloqueesperoquelleguesaser.

—¿Adónde quiere llegar?—preguntóAlex.Aún seguían sinmoverse y estabacomenzandoasentirelcalordelsol.Elcaballosudabayatraíaalasmoscas.Elmarestabaaciertadistanciaynolesllegabaelmenorsoplodebrisa.

—¿Noestáclaro?He leído tuexpediente.Hascrecidopor tucuenta.Teníasuntío,peronisiquierasabíasaquésededicabahastaquemurió.Notienespadres.Yonotengohijo.Losdosestamossolos.

—Hayungranabismoentrenosotros,general.—Noesinsalvable.Estoyplaneandoalgoquecambiaráelmundoparasiempre.

Cuandohayaacabado,elmundoseráunlugarmejor,másfuerteysano.Hasvenidoparaimpedirquetalcosaocurra.Perocuandoentiendasloquevoyahacer,verásquenoesnecesarioqueseamosenemigos.¡Porelcontrario!¡Megustaríaadoptarte!

Alexsesobresaltó.Nosupoquédecir.—Sé mi hijo, Alex, y continúa la labor de Vladimir. Seré un padre para ti y

compartirécontigoelmundoquevoyacrear.¡Nodigasnadaahora!Piénsalo.Sideverdad creyese que somos enemigos, hubiese dejado que Conrad te matase. Perodesde elmomento en que descubrí quién eras, supe también que eso no podía ser.Incluso tenemos los dos el mismo nombre, Alexei y Alex. Quiero adoptarte.

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Convertirmeenelpadrequehasperdido.—¿Ysidigoqueno?—¡No puedes negarte! —la violencia asomó a esos ojos como humo tras un

cristal. Su rostro se contorsionó, como presa de algún dolor. Sarov dio unainspiraciónprofunday,derepente,volvióalacalma—.Cuandosepasloqueplaneo,teunirásamí.

—¿Porquénomecuentaquéplanea?¡Dígamequévaahacer!—Todavía no, Alex. No estás preparado aún. Pero lo estarás. Y ocurrirá muy

pronto.El generalAlexeiSarov agitó las riendas.El caballo se dio la vuelta y salió al

galope,dejandoatráselmar.Alexagitólacabeza,asombrado.Luegopicóespuelasylosiguió.

Esanoche,Alexcenósolo.Sarovsehabíadisculpado,alegandoqueteníatrabajo.Alexnoteníamuchoapetito.Conradsequedóenelsalón,observandocadabocadoquedabay, aunquenohablaba, la rabiay lahostilidad irradiabandeél.EncuantoAlexacabó,Conradhizoungesto,unsimpleademándirigidoaunapuerta.

Losiguióalexteriordelacasaprincipal,bajandolasescaleras,hastallegaralamoradadelosesclavos,elbarracónqueSarov lemostraseantes.Alparecer,aquelibaasersunuevoalojamiento.Elinteriordeledificioestabadivididoenunaseriedeceldas con muros de ladrillo visto y pesadas puertas, con rejillas cuadradas en elcentro.Pero,almenos, lohabíanmodernizado.Habíaelectricidad,aguacorrienteytambiénaireacondicionado,undetalledeagradecer,envistadelcalorde lanoche.Alexsabíaqueeramuchomásafortunadoqueloscentenaresdeinfelicesqueotroraestuvieronencerradosallí.

Había un retrete y un lavabo oculto detrás de un biombo en su celda. Habíanllevado hasta allí lamaleta deAlex y la habían dejado sobre la cama, que era debastidor metálico y colchón delgado, aunque bastante cómodo. Sarov también lehabía dejado libros para leer. Alex miró las tapas. Eran traducciones inglesas declásicosrusos:TolstoiyDostoievski.SupusoquedebíanserlosautoresfavoritosdeVladimir.

Conradcerróyasegurólapuerta.—Buenasnoches,Conrad—sedespidióAlex—.Tellamarésinecesitoalgo.Consiguióatisbarunojoinyectadoensangrequeleespiabaatravésdelarejillay

supoquesehabíaanotadountanto.Luego,Conradsemarchó.Alex se quedó tumbado en la cama cierto tiempo, pensando en lo que le había

dichoSarov.¡Adopción!Eramuchomásdeloquehabíaimaginado.Solounasemanaantes sehabíapreguntado cómo sería tenerunpadre, yyahabían aparecidodos…¡PrimeroTomTurneryluegoSarov!Lascosasiban,definitivamente,demalenpeor.

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Hubounfogonazoenelexterior.Lanochefuereemplazadaporundíaeléctricoyduro.Alex se levantó de la cama y acercó a la ventana con barrotes.Miraba a laexplanadaprincipal,delantedelacasa.Lasluceseléctricasquevieraantessehabíanencendido,y laexplanadaestaballenadegente.Losguardias,unadocenadeellos,habíanformadounalínea,conlasmetralletasapoyadasenelpecho.Loscriadosylosaparceros se habían reunido junto a la puerta. El propio Sarov estaba allí, con ununiformeverdeoscuroyalgunasmedallascolgandodelapechera.Conradestabatrasél.

Mientras Alex observaba, aparecieron cuatro limusinas negras, rodando conlentitudporlasendaquellevabaalaspuertas.Ibanescoltadaspordosmotocicletasylosmotoristas,aligualqueSarov,vestíanuniformemilitar.Elpolvosubíaalpasodelconvoy,envolviendoalasluceseléctricas.

Sedetuvieron.Laspuertasde loscochesseabrieronybajaronquincehombres.Alexapenaspudodistinguirsusrasgosporculpadelaslucescegadoras.Apenaseranotracosaquesiluetas.Perovioaunhombre…pequeño,delgado,calvo,vestidodetraje.Sarovsedirigióasuencuentro.Losdoshombresseestrecharonlamano,luegoseabrazaron.Fuelaseñalparaquetodosserelajasen.Sarovhizoungestoytodoelgruposedirigióalacasa,dejandoalosmotoristasdetrás.

Alexestabasegurodehabervistoalhombrecalvoantes,enlosperiódicos.Sabíaahora por qué lo habían encerrado en la zona de los esclavos, donde no pudieramolestar.FueracualfueseelplandeSarov,habíancomenzadolasiguientefase.

Elpresidenterusohabíallegado.

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S

13.Latido

ACARONaAlexdelacasadelosesclavosalamañanasiguiente.ParecíacomosilefueranapermitirmoverseconlibertadporlaCasadeOro…aunquenosolo.

Habían destacado un guardia armado para que lo vigilase. El guardia rondaría laveintenaeibamalafeitado.Nohablabainglés.

LlevóaAlexadesayunar,estavezasolasenlacocina,ynoenelcomedordondehabíadepartidoconSarov.MientrasAlexcomía,elguardiasequedóenelumbral,observándolonervioso,comosifuerauncohetesinexplotar.

—¿Cómosellamausted?—preguntóAlexenespañol.—Juan…—Elguardiaerareacioasoltarinclusoesainformaciónyrespondióa

laspreguntasdeAlexconmonosílabosoconsilencios.Era otro día de luz y calor. La isla parecía sumida en el abrazo de un verano

inagotable.Alexacabódedesayunary fuealvestíbuloprincipal,dondeencontróaalgunoscriados,barriendoelsueloollevandoprovisionesalacocina.Losguardiasseguían en sus puestos, en la torre y rodeando el perímetro. Alex se dirigió a losestablos. Se preguntó si le dejarían cabalgar de nuevo y se quedó agradablementesorprendidocuandoelguardialellevódenuevoelrucio,yaensillado.

Salióporsegundavez,conJuanasolounospasos,cabalgandounayeguacastaña.Alexnoteníaespecialinterésencabalgar.Teníaeltraseroylosmuslosaúndoloridosdel día anterior. Pero estaba interesado en reconocer la valla de la que le habíahablado Sarov. Le había dicho que estaba electrificada. Pero incluso las vallaselectrificadas tienen árboles cerca a los que puede uno trepar. Y Alex ya estabadecididoaencontrarunaformadesalir.

NoteníaaúnideaalgunadeloquepodíaestarplaneandoSarov.Habíahabladodecambiar el mundo. Hacerlomejor, más fuerte, más saludable. Estaba claro que seconsiderabaunaespeciedehéroe…unhéroearmadoconunabombaatómica.AlexsepreguntóquépensabahacerSarov.Loprimeroqueseleocurriófuequeelrusoibaa volar una ciudad estadounidense. ¿No había sido otrora Estados Unidos el peorenemigodeRusia?Peroesonotendríasentido.Moriríanmillonesdepersonas,yelmundonocambiaría.Desdeluego,noparamejor.¿YalgúnobjetivoenEuropa?¿Oibaausarlabombaparachantajearalosgobiernosmundialesyobligarlosacumplirsusexigencias?Esoeramásfactible.PeroAlexdudabatambiéndeeso.Ensusplanesentraba,dealgunaforma,elpresidenteruso.

Voyapasarpáginayborrareldañocausadoporlosúltimostreintaaños.De repente, Alex fue consciente de que, a pesar de su amistad de la infancia,

Sarovodiaba al presidente rusoyquería ocupar su lugar.Ahí estaba la clave.Una

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nuevaRusiaquerecuperasesupoderíoanivelmundial.ConSarovalacabeza.Yloibaaalcanzarconunasimpledetonaciónatómica.Alex tenía que escapar. Tenía que contar a la CIA que Turner y Troy habían

muertoyqueSarovteníaunabomba.Unavezquelosupiesenconcerteza,tomaríancartasenelasunto.YqueríatambiénponetierrapormedioentreélylaCasadeOro.LossentimientosdeSarovhaciaél,eldeseodeadoptarlo,eraloquemásleasustaba.Aquelancianoestababastanteloco.EsciertoqueSarovlehabíasalvadolavida.PeroeraSarovelquehabíapuestoantesdeesosuvidaenpeligro.Alexseestremeció,apesardelcalorde lamañana.Todaesaaventuraseestabaconvirtiendoenalgoqueestabaescapandoconrapidezdecontrol.

Habíanllegadoalbordedelaplantación,estavezenelladomásalejadodelmar:Yallí,claro,estabalaverja:deunoscincometrosdealto,deacerosólido,conunavallamáspequeña,quellegabaalpechodeunhombre,alotrolado.Habíagrandesletrerosrojosconunaúnicapalabraenespañol,PELIGRO,enletrasblancas.Aúnsineseaviso,laverjairradiabapeligro.Seescuchabaunzumbidobajoqueparecíasalirdel suelo. Alex advirtió los esqueletos quebrados y calcinados de pájaros quecolgaban del alambre. Debían haber aterrizado en la verja y muerto al instante.Bueno,unacosaeracierta.Noibaapoderrebasarlatrepando.Laverjaseextendíaatravésdeunapradera,sinunmíseroárbolalavista.

Alex guió a su caballo hacia el final de la plantación, y la puerta de entrada.Puede que fuese capaz de encontrar una forma de salir por allí. Le llevó cerca demediahoraalcanzarla,cabalgandoalpaso.Laverjaseguíaininterrumpidamente.Laentradaestabaseñaladaporunadeterioradagaritadepiedra,sincristalenlaventanay con la puerta colgando de los goznes. Había dos hombres en su interior y untercero,conunametralleta,depiejuntoaunabarrera.MientrasAlexseacercaba,viopasar a un coche. Una de las limusinas que viera la noche antes abandonaba lasinstalaciones.Esolediounaidea.Solohabíaunaformadesalirdeallí,yesaeraencoche.Lomásseguroesqueloshombresdelpresidentehiciesenvariosviajes.Esoledaríaunaoportunidad…

Cabalgódevueltaalosestablosydesmontó.ConJuansiempreunospasosasuespalda,Alexvolvióalacasa.Casialentrarescuchóvocesquellegabandelaparteopuesta,yelchapoteodelagua.Cruzóelpatiointerior,másalládelafuente,yentróporunaarcada.Habíaunapiscinaalotro lado, largay rectangular, conpalmerasaambos lados,arrojandosombrasnaturalessobre lasmesasy tumbonas.Lejos,pudoverunapistadetenisreciénconstruida.Habíavestidores,unasauna,unbarexterior.Desdefuera,laCasadeOroteníaelaspectodeunaresidenciademultimillonario.

Sarovestabasentadojuntoaunamesaconelpresidente,ambosconbebidasenlamano;aguaparaSarovyuncóctelpara su invitado.Elpresidente sehabíavestidocon unos pantalones rojos y una camisa de flores que le colgaban de su enjuta

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anatomía.Habíacuatrohombresmáscerca.Eran,claramente,losguardaespaldasdelpresidente. Los hombres eran grandotes, vestidos de negro, todos con gafas yauriculares.Había algo casi cómico en toda esa escena. El hombrecillo vestido devacaciones.Losguardaespaldasgigantescos.Alexmiróalapiscina.Habíatreschicasatractivas sentadasaun lado, con lospies jugandoenel agua.Estarían todasen laveintenadeañosylucíabiquinis.Parecíandelazona.Alexsequedósorprendidoalverlas.HabíapensadoqueSarovteníalasangredemasiadofríaparatalesdiversiones.¿Olashabíallevadoallíparaelpresidente?

Alexsepreguntósiledejaríanestarenesapartedelamansión,yestabaapuntode irse, cuando Sarov lo vio y agitó unamano, reclamándolo. Con una sensacióncreciente de curiosidad, Alex fue hacia allí. Sarov habló rápidamente con elpresidente,queasintióysonrió.

—¡Buenos días, Alex! —Sarov parecía insólitamente cordial—. Creo que hasestadocabalgandodenuevo.Dejaquetepresenteamiviejoamigo,BorisKiriyenko,elpresidentedeRusia.Boris,esteeselchicodelquetehablaba.

ElpresidentedeRusiaestrechólamanodeAlex.Estepudoolerelalcoholensualiento.Noimportadequéfueraelcóctel,estababiencargado.

—Esunplacer—dijoenuninglésconfuerteacento.SeñalóalrostrodeAlexyhablóluegoenruso.AlexsediocuentadequesemencionabaelnombredeVladimirunpardeveces.

Sarovrespondióconbrevedad,antesdetraducirparaAlex.—Diceque lerecuerdasamihijo—sonrió—.¿Tegustaríanadar,Alex?Tienes

aspectodenecesitarlo.Alexechóunaojeadaalastreschicas.—Unosguardaespaldasbastanteraros.Sarovrompióareír.—Algo de compañía para el presidente. Después de todo, está de vacaciones,

aunque tenemos algo de trabajo pendiente, por desgracia. Nuestra televisión localestá, por supuesto, interesada en un visitante tan distinguido, y Boris ha aceptadoconcederlesunapequeñaentrevista.Estaránaquíenpocosminutos.

Elpresidenteasintió,aunqueAlexnoestabasegurodequehubieseentendido.—Tieneslapiscinaparatisolo.IremosaSantiagodespuésdecomer,peroespero

quenosacompañesacenar,Alex.Elchefhaplaneadouna sorpresaespecial comoplatoprincipal.

Hubounmovimientoenel arcoque llevabaa la casa.Conradhabíaaparecido,acompañadodeunamujerbaja,deaspectoserio,vestidaconuntrajeverdeoliva.Laacompañabandoshombresconcámarasyluces.

—¡Ah!¡Aquíestán!—Sarovsevolvióalpresidentey,degolpe,seolvidarondeAlex.

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Sequedóenbañadoryselanzóalapiscina.Elaguaerarefrescante,despuésdellargopaseoacaballo,elaguaestabafríayreconfortante.Sediocuentadequelastreschicasloobservabancuandopasónadando.Unadeellasleguiñóelojoyotrasoltóunarisita.Entretanto,elequipodetelevisiónhabíaemplazadosuequipoalasombrade laspalmeras.Elpresidente rusoagitóunamanoyunode susguardaespaldas lellevóotrocóctel.Alexsesorprendiódequeunpersonajedeaspectotaninsignificantepudiera ser el líder de un gran país. Pero luego pensó que la mayor parte de lospolíticossoncanijosyfeúchos,eltipodegentealaquemaltratanenlaescuelasuscompañeros.Puedequeporesolleguenapolíticos.

Alex dejó de lado esos pensamientos y se concentró en la natación. Volvió apensar en lo que Sarov le había dicho. Irían a la ciudad después de comer. Esosignificaría que los coches saldrían del complejo. Era su única oportunidad. Alexsabía que no había forma de salir de la isla. En elmomento en que no le viesen,darían la alarma. Todos los guardias del aeropuerto estarían alertas y dudaba quepudiese subirse a un barco. Pero si podía llegar a un teléfono que funcionase sincódigo, podría ponerse en contacto con tierra firme, para que enviasen a alguien arescatarlo.

Acabósuoctavolargoysediolavueltaparahacerunnoveno.Elpresidenterusoestaba sentado en una silla, y le estaban colocando unmicrófono. Juan, el guardiapersonal deAlex, lo estaba esperando al otro extremo de la piscina.Alex suspiró.TendríaquehaceralgoconJuan.

Comenzólaentrevistatelevisiva.Sarovestabaobservandocuidadosamentey,denuevo, Alex tuvo la sensación de que en todo eso había algo más de lo que sepercibíaasimplevista.

Saliódelapiscinaysevolvióasucuartoparacambiarse.

Alex vestía un par de pantalones cortos y una camisa Aertex, ambas prendaselegidasporsuscoloresneutros,loquelepermitíapasardesapercibido.EnsubolsillollevabaunchicledelosqueSmitherslehabíadado.Sitodosalíasegúnloplaneado,ibaanecesitarlo.

Juan estaba justo en el exterior del cuarto.Alex se sintió súbitamente nerviosorespectoaloqueibaahacer.Sarovyalehabíaadvertidodeloquepodíaocurrirlesitratabadeescapar.Podíandispararleo,comopoco,azotarlo.Peroluegopensóenlabombaatómica.HabíaquedeteneraSarov.Tomóunadecisión.

Se detuvo de repente y gruñó. Todo su rostro se retorció lleno de dolor y seinclinódelado,tendiendounamanoparanocaerse.Juanentróprecipitadamenteenlahabitación,concaradeconsternación.FueentoncescuandoAlexseestiró.Lanzóunapatadacircularperfectaquefueaimpactarenlacarneblandadelestómago.Juannollegóniagritar.Dejandoescaparelaire,cayóalsueloyyanosemovió.Alexse

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congratuló, y no por primera vez, de haber estudiado kárate durante cinco años, yhaberconseguidoelcinturónnegro,primerdanLuegosemovióconrapidez.Agarróla sábanade la camay la convirtió en tiras.Ató lasmanosy los pies del hombre,luegoloamordazó.Porúltimo,saliósigilosamentedelahabitaciónylacerróasusespaldas.Podíanpasarhorasantesdequeencontrasenalguardia.Yparaesetiemposehabríaido.

Saliódelbarracón.Laslimusinasnegrasestabantodavíaaparcadasdelantedelavilla,esperandoparallevarsealpresidenteysushombres.Nohabíanadiealavista.Alex echó a correr. Sarov le había permitido pasear por la finca, pero solo si ibaacompañado.Sialguienloveíasinsuguardián,podíadarsecuentadeloqueestabapasando.Llegóalbordedelacasaysedetuvojadeando;apoyólaespaldacontraelmuro.Inclusoesacarreratancortalehabíahechosudar,porculpadelintensocalordelatarde.Examinóloscoches.Habíatres.Elquehabíasalidoesamañanatempranonohabíavueltoaún.ElquiddelacuestiónestabaenaveriguarencuáldeellosiríaelpresidentecuandofueseaSantiago.¿Oleacompañaríanlostres?

Alex estaba a punto de adelantarse, cuando escuchó pisadas que se acercaban,rodeando la casa. Fuesen guardias o trabajadores, en el preciso momento en quedieran lavueltaa laesquina, loverían.Habíaunapequeñapuertaaun lado.Nosehabía dado cuenta antes de su existencia. Probó el tirador. Por suerte, no estabacerrada. En el preciso momento en que dos hombres con ropas militares, los dosarmados,aparecíanaunospocosmetros,sedeslizóenelinterior,ycerrólapuertaasusespaldas.

Leacaricióelfrescordelaireacondicionado.Miróasualrededor.Estabaenunapartedelacasacompletamentediferentedelresto.Enesazona, losentarimadosdemaderayelmobiliarioantiguohabíansidosustituidosporunadecoraciónmodernaydealtatecnología.Luceshalógenasalumbrabanunpasillocortoconpuertasdecristala ambos lados.Alex entró con precaución.Llegó a la primera puerta ymiró en elinterior.

Habíadostécnicossentados,observandoungrupodepantallasdetelevisión.Lahabitación no era muy grande y parecía una sala de edición de un estudio detelevisión.Alexseasomóaesapuerta.Noeraposiblequelostécnicospudieranoírlo.Los dos tenían puestos cascos, conectados a los aparatos. Alex contempló laspantallas.

Todas las habitaciones de la casa estaban controladas. Reconoció enseguida elcuarto en el que había despertado. Allí estaban la cocina, el comedor, el patioprincipal, por el que deambulaban dos de los hombres del presidente. Volvió suatenciónaotrapantallaysufrióunsobresalto.Seestabaviendoasímismohaciendolargosenelestanque.Lohabíangrabado.YallíestabaSarov,sentadoconelvasodeaguamientras,enlapantallacontigua,elpresidenteconcedíalaentrevistaalequipo

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queAlexhabíavistollegar.Le llevóaAlexunmomentocomprenderquéestabaviendoexactamente.Todo

era grabado y editado. Eso era lo que los dos técnicos estaban haciendo. En unapantallaseveíalallegadadeBorisKiriyenko.Enotra,elpresidentesebebíaunvasodebrandy, puede que la noche anterior. En una tercera pantalla, semostraba a laschicasqueAlexhabíavistoenlapiscina.Sonreíanyreíanataviadascondiminutosvestidosquedejabanbienpocoalaimaginación.¿Sehabríaencontradoelpresidenteconellasenesahabitación?Siasíera,sindudatambiénestabagrabado.

Aparecióunaimagen.Yallíestabaelpresidenteconcediendolaentrevista.Unodelostécnicosdebíahaberlesdadolagrabaciónrealizadaconlamujerdelasropasverdes y feas.Kiriyenkohablabadirectamente hacia la cámara, a lamanera de lospolíticosenlosprogramasparlamentarios.Estabatotalmenteserio,aunqueresultabaunpocoincongruenteconsucamisafloreada.Enlapantallapegadaaesa,elmismoKiriyenkonadabaenlapiscinaconunadelaschicas.

¿Quésignificabatodoeso?¿QuépretendíaSarov?¿AcasoeralaCasadeOrounatrampasofisticadayedulcoradaenlaqueelpresidentedeRusiahabíacaídocontotalinocencia?

Alexnopodíaseguirmástiempoallí.Cuantoveíanohacíasinomásurgenteelsaliry avisar a los estadounidenses.Temíaperderse la salidade los coches…ynohabríaunasegundaoportunidad.

Abriódenuevolapuertayechóunaojeadaalexterior.Loscochesseguíanallí,perolosguardiassehabíanido.Miróasureloj.Eranlasdos.Silacomidanohabíaterminado, teníaqueestarapuntodehacerlo.¡Teníaqueserahora!Corrióhaciaelcoche más cercano y tanteó el maletero. ¿Estaría cerrado? Su pulgar encontró elbotón plateado y lo apretó, y, para alivio suyo, elmaletero se abrió. Era un cochegrande, con mucho espacio. Se coló dentro, luego estiró la mano y bajó la tapa,cerrando. Se encontró entonces encerrado en completa oscuridad y tuvo queesforzarse en dominar el pánico. Era igual que estar enterrado en vida. Trató derelajarse. Iba a funcionar. Si nadie abría el maletero para meter equipaje, pasaríainadvertido. La limusina lo sacaría de la plantación y, cuando se detuviese enSantiago,podríaescapar.

Porsupuesto,lapartemásdifícildetodoestabaaúnporllegar.Alexnopodíaverloquepasabaenelexterior.Nopodíanisiquieraversumanocuándolaponíadelantede lacara.Estaba totalmenteaciegas.Loúnicoquepodríahaceres tratarde intuircuándo se irían el conductor y sus pasajeros y desear que todo saliera bien. Eratambiénimposibleabrirelmaleterodesdedentro.EraporestarazónporloqueAlexsehabía llevadoelchicle.Podríaelegirelmomentoadecuadoyusarelchicleparaabrirsepaso.Conunpocodesuerte,podríaperderseentrelagenteantesdequenadiellegaseadarsecuentadeloquepasaba.

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Peroyaseestabapreguntandosihabríasidounabuenaidea.Hacíacalordentrodelmaletero.Podíaimaginarseelcalorbatiendosobreelcoche,ycomprendióquesehabía encerrado en un horno. Sudaba por todos los poros. Tenía las ropas yaempapadas y podía escuchar el sudor caer sobre la superficie metálica de debajo.¿Cuántoairehabíaenelmaletero?SiSarovnosemovíapronto,tendríaqueabrirlacompuertamientrasaúnestabaenlafincaycargarconlasconsecuencias.

Luchó con el pánico y trató de respirar profundamente. Sentía latir el corazón.Podía notar cómo el músculo batía en su pecho y enviaba la sangre por todo sucuerpo. Las arterias de la garganta y las muñecas latían rítmicamente. Le hubieragustadoestirar laspiernas,peronoseatrevíaamoverseparanohacerbalancearelcoche.Losminutosselehacíaninterminablesy…derepenteescuchóvoces.Seoyóresonar las puertas al abrirse y todo el vehículo se agitó cuando subieron lospasajeros.Acurrucadoenposiciónfetal,Alexsequedóesperandoaqueabrieranelmaletero.Pero,alparecer,elpresidente,oquienquieraqueestuvieseenlalimusina,habíadecididono llevarequipaje.Elcochearrancó.Alexsintió lasvibracionesdelmotor y, de repente, comenzaron a moverse, con Alex yendo de un lado a otromientrasdabanbotesporlaimprovisadacarretera.

Al cabo de escasamente un minuto comenzaron a reducir velocidad y Alexcomprendió que se acercaban a la puerta y al control. Ese era otro problema.¿Registraríanlosguardiaselcoche?Peroélmismohabíavistoyacómootralimusinasalía de la casa esa mañana y, aunque había guardias, no los había visto abrir elmaletero.Elcochesehabíaparado.Alexnosemovió.Estabatotalmenteaoscuras.Escuchóvoces queparecían llegar demuy lejos.Alguiengritó algo, peronopudoentenderniunapalabra.Elcocheseguíaparado.¿Porquétardabantanto?¡Vamos!AAlexlecostabacadavezmásrespirar.Sentíaqueleibafaltandoelaire.

El coche arrancó yAlex lanzó un suspiro de alivio. Pudo imaginarse cómo labarrerasealzabaparadejarlospasar.LaCasadeOrohabíaquedadoatrás.¿AcuántadistanciaestabandeSantiago?¿Cómopodríaestarsegurodehaberllegado?

Elcocheseparódenuevo.Elmaleteroseabrió.Lacruelluzdiurnalohirió.Alexparpadeó,levantandounamanoparaprotegerse.—¡Fuera!—dijounavozeninglés.Alex se levantó, empapado en su propio sudor. Sarov estaba allí. Conrad se

hallabaasulado,empuñandounapistolaautomáticaysintratardeocultarelplaceren la mirada. Alex miró a su alrededor. El coche no había salido ni siquiera delrecinto. Lo único que había hecho era avanzar para luego volver. Ese era elmovimientoquehabíasentido.Dosguardiaslovigilabanconrostrosimpenetrables.Uno empuñaba un artefacto que parecía un megáfono, de esos que usan losprofesoresenlasclasesdedeportes.Estabaconectado,medianteuncable,aunacaja

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situadaenelinteriordelacasa.—Si querías ir a Santiago, no teníasmás que pedirlo—dijoSarov—.Perome

temoquenoqueríasvisitarlaciudad.Supongoquepensabasescaparte.Alexnodijonada.—¿DóndeestáJuan?—preguntóSarov.Alexsiguiócallado.Sarovmiró al chico.Parecía apenado, como si nopudiese comprender por qué

Alexlohabíadesobedecidoynosupiesemuybienquéhacer.—Me has decepcionado,Alex—dijo por último—.Estuviste en la cueva.Has

vistocuántasmedidasdeseguridadhayaquí.¿Deverdadcreíste,porunsoloinstante,queibaadejarquesalieseoentraseuncochedelrecintosinsaberexactamentequéoquiénvadentro?

Tendióderepentelamanoparacogerelmegáfonodelguardia.ApuntóalpechodeAlexyapretóunbotón.Deinmediato,Alexpudooírunlatidoresonante.Lecostóun segundo comprender que era el sonido de su propio corazón, amplificado ytransmitidoporunsistemaocultodentrodelagaritadeguardia.

—Comprobaronelcocheenlabarrera—leexplicóSarov—.Sehacecontodoslos vehículos, usando la máquina que tengo en la mano. Un sensor de lo mássofisticado.Estoesloqueelguardiaescuchó.Óyelotútambién.

Tum…tum…tum…Alexoyóelsonidodesupropiocorazón.Sarovsehabíaenfurecidoderepente.Nadahabíacambiadoensurostro,perosus

ojosazulpálidosehabíanvueltodehieloyhabíaalgomortíferoenél,comosiderepentenoestuvieseélmismovivo.

—¿Recuerdasloquetedije?—susurró—.Sitratasdeescapar,recibirásuntiro.Conrad tiene muchas ganas de pegártelo. Cree que es un error tenerte aquí comoinvitado.Ytienerazón.

Conradseadelantó,elarmaenalto.Tum…tum…tum…tum…El corazón de Alex era un animal en su interior, imposible de controlar, y

respondía al miedo que sentía en esos momentos. Era imposible de ocultar. Elcorazónlatíaahoraconmásfuerzayrapidez,resonandoenelaltavoz.

—Noteentiendo,Alex.¿Tienesideadeloqueteestoyofreciendo?¿Noescuchaslo que te digo? ¡Te ofrezcomi protección y túme tratas como a un enemigo!Hequeridoconvertirteenmihijo,peromeobligasadestruirte.

ConradapoyólapistolaenelcorazóndeAlex.Tumtumtumtumtumtumtumtum…—Escuchaelsonidodetupropioterror.¿Looyes?Ycuandoescuchessilencio,

dentrodeunospocossegundos,seráporquehayasmuerto.

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EldedodeConradsetensósobreelgatillo.EntoncesSarovapagóelsensor.Ellatidodejódeescucharse.Alexsesintiócomosilehubiesendisparado.Elrepentinosilenciofuecomoun

martillazo.Comountiro.Cayóderodillas,vaciado,sinpoderapenasnirespirar.Sequedó allí arrodillado, con lasmanos a los costados.No le quedaban fuerzas paraestardepie.Sarovlomiró,ysurostroeraahoraunamáscaradetristeza.

—Haaprendidolalección—dijo—.Llévateloasucuarto.Dejó a un lado el sensor y, dando la espalda al chico, que seguía de rodillas,

volvióasubirsedespacioalcoche.

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A

14.Elbaúlatómico

las sietede la tarde, lapuertade la celdadeAlex seabrióparadejarpasar aConrad,vestidode trajey corbata.Esas ropaseleganteshacíanque la cabeza

mediocalva,elrostroarruinadoyelojoenrojecidoybizcoresultasenaúnmásfeosquedecostumbre.LerecordóaAlexunespantajoenunanochedehogueras.

—Estásinvitadoacenar—dijoConrad.—Gracias,Conrad—respondióAlex—.Peronotengohambre.—Noestásencondicionesderechazarlainvitación—giróunamanoparamirar

su reloj. La mano estaba como soldada a la muñeca. Tuvo que hacer un largomovimientoparapoderverlaesferadelreloj—.Tienesquinceminutos.Serequierevestirconpropiedad.

—MetemoquedejéelesmoquinenInglaterra.Conradloignoróycerrólapuerta.Alexbajólaspiernasdelcamastroenelquehabíaestadotumbado.Llevabaenla

celda desde que lo capturaran en la puerta, preguntándose con pereza qué iba asucederahora.Loúltimoqueesperabaeraunainvitaciónacenar.NohabíaseñalesdeJuan cuandovolvió.Erade suponer quehabían regañado al guardia por fallar a lahora de vigilar a Alex, y quizá lo habían despedido. O pegado un tiro. EstabaempezandoacomprendercómolasgastabalagentedelaCasadeOro.Noteníaideadequéplanes teníaesanocheSarovparaél,perosísabíaque laúltimavezquesehabíanencontradosehabíasalvadoporlospelos.RecordóalhijomuertodeSarov,eladolescenteVladimir. Sarovdebía fantasear aún con adoptarlo.De lo contrario, yaestaríamuerto.

Decidió que, después de todo, era recomendable seguir la corriente con aquelasuntodelainvitaciónacenar.Porlomenospodríasacaralgomásenclarorespectoaloqueestabasucediendo.¿Filmaríanlacomida?Deserasí,¿quéusopensabandara lafilmación?AlexsepusounacamisaclarayunpardepantalonesEvisunegrosquesacódelamaleta.Recordóqueaqueldirectorloco,eldoctorGrief,habíausadocámarasocultasenlaacademiadePointBlancparaespiaraloschicosallíalojados.Pero ahora era diferente. La película que había visto en la sala de edición estabasiendocortada,pegada,manipulada.Ibanautilizarlaparaalgo.¿Peroparaqué?

Conradvolvióexactamentequinceminutosdespués.Alexestabalisto.Denuevoloescoltaronalexteriordelacasadelosesclavossubiendolasescalerashacialacasaprincipal.Dentrosonabamúsicaclásica.Llegóalpatioyvioauntrío—dosancianosviolinistasyunamujerrellenitaconunvioloncelo—tocandoalgoquesonabacomoBach, con la fuentemurmurando suavemente a sus espaldas.Había una docena depersonas,bebiendochampánycomiendocanapésservidosenbandejasdeplatapor

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camareras de delantales blancos. Los cuatro guardaespaldas estaban juntos en uncírculoestrechoyatento.Otrosseishombresdeladelegaciónrusaestabanhablandocon las chicas de la piscina, que resplandecían de tantas lentejuelas y joyas quellevabanencima.

ElpropiopresidenteestabahablandoconSarov,conunvasoenunamanoyungranpuroenlaotra.Sarovledijoalgoyelotroseechóareírenalto,expulsandounanubedehumoentreloslabios.SarovsediocuentadequeAlexacababadeentrarysonrió.

—¡Ah,Alex!¡Aquíestás!¿Quéquieresbeber?Parecía como si hubiese olvidado lo ocurrido en la tarde. Por lo menos, no

mencionónadadetodoeso.Alexpidióunzumodenaranjareciénexprimidoyselosirvieronalinstante.

—Mealegradequehayasvenido,Alex—dijoSarov—.Noqueríacomenzarsinti.

Alex recordóalgoque lehabíacomentadoSaroven lapiscina.Algo sobreunasorpresa.Estabacomenzandoatenerunmalpresentimientorespectoaesacena,peroaúnnosabíaporqué.

El tríoacabóunapiezayhubounospocosaplausos.Luegosonóungongy losinvitados entraron en el comedor.Era lamismahabitación en laqueAlexySarovhabíandesayunado,aunqueestabatransformadaparaelbanquete.Losvasoserandecristal,losplatosdebrillanteporcelanablanca,loscuchillosytenedoreshabíansidopulidos hasta resplandecer. El mantel, también blanco, parecía nuevo. Había treceasientosparacenar;seisacadaladoyunoenlacabecera.Alexcontólosasientosconunasensacióndeinquietud.Treceparacenar.Malasuerte.

Sesentaronalamesa.Sarovocupólacabecera,conAlexaunladoyKiriyenkoal otro. Las puertas se abrieron y las camareras volvieron, esta vez con cuencosrellenosdehuevasnegrasqueAlexreconociócomocaviar.EradesuponerqueSarovlashabíaimportadodirectamentedelmarNegro,loquesuponíaungastodemuchosmilesdelibras.Losrusossuelenbebervodkaconelcaviary,unavezcolocadosloscuencosenlamesa,losinvitadosrecibieronvasosllenoshastaelborde.

Entonces,Sarovsepusoenpie.—Amigosmíos—comenzó—.Esperoquemeperdonéisquemedirijaavosotros

en inglés. Por desgracia, tenemos a lamesa a un invitado que aún ha de aprendernuestrogloriosoidioma.

HuboalgunassonrisasenlamesayunaspocascabezasseinclinaronhaciaAlex.Alexmiróalmantel,nosabiendoquédecir.

—Estanochetieneparamíunagranimportancia.¿QuécontarosdeBorisNikitaKiriyenko?¡Hasidomiamigomásíntimoyqueridodurantemásdecincuentaaños!Es extraño recordarlo comoaquel niñoquemartirizaba a los animales, que lloraba

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cuando había pelea y que nunca decía la verdad —Alex miró a Kiriyenko. Elpresidentesehabíaquedadohelado.Sarovbromeaba,probablemente,perolabromano había divertido a su invitado—. Es aúnmás difícil creer que ese es el mismohombre que ha recibido el privilegio, el sagrado honor de guiar a nuestro país enestostiemposdedificultad.Bueno,Borishavenidodevacaciones.Estoyconvencidodequelasnecesitadespuésdetantotrabajoduro.Esteeselbrindisquequierohacerestanoche.¡Porsusvacaciones!Esperoqueseanmáslargasymemorablesdeloquesupone.

Hubo un momentáneo silencio. Alex pudo constatar que los invitados estabandesconcertados.PuedequetuviesenalgunadificultadalahoradeseguirelinglésdeSarov.Perosospechabaqueeraloquehabíadicho,ynocómolohabíadicho,loqueles había impactado. Habían acudido en espera de una buena cena, ¡pero SarovparecíaestarinsultandoalpresidentedeRusia!

—¡Alexei, viejo amigo!—dijo el presidente.Boris había decidido que era unabroma.Sonrióysiguióconuningléscargadodeacento—.¿Porquénobrindasconnosotros?

—Sabesquenuncabeboalcohol—respondióSarov—.Yesperoqueconvengasconmigoenquemihijoesunpocojovenparabebervodka.

—¡Yoprobéelvodkaalaedaddedoceaños!—murmuróelpresidente.Eso,poralgúnmotivo,nosorprendióaAlex.Kiriyenkoalzósuvaso.—Nazdarovie!—dijo.ErancasilasúnicaspalabrasderusoqueAlexconocía.¡A

tusalud!Na zdarovie. Todos los comensales corearon el brindis. Bebieron a la vez,

apurandoelvodkaheladocomomandalatradición,deunasentada.SarovsevolvióaAlex.—Ahoraempieza—dijoconcalma.Unodelosguardiasfueelprimeroenreaccionar.Ibaacogercaviarcuando,de

repente,susmanosseinmovilizaron,ydejócaerplatoytenedorconestruendo.Lascabezassevolvieronhaciaél.Unsegundomástarde,alotroextremodelamesa,otrohombre se desplomó de bruces sobre la mesa y su silla se volcó. Mientras Alexobservaba,conlosojosdesorbitadosdehorror,todaslaspersonassentadasalamesareaccionarondeigualmanera.Unocayódeespaldas,arrastrandoelmantel,volcandovasosycubertería.Algunossimplementesederrumbaronensusasientos.Unodelosguardaespaldas consiguió ponerse en pie y buscar un arma bajo la chaqueta, peroluegolosojosselevidriaronysederrumbó.BorisKiriyenkofueelúltimoencaer.Estaba de pie, oscilando comoun buey herido.Había apretado los puños, como sisupieraquehabíasidotraicionadoytratasedegolpearalhombrequelohabíahecho.Luegosesentóconpesadez.Lasillasevolcóycayóalsuelo.

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Sarovmurmuróunaspocaspalabrasenruso.—¿Quéleshahecho?—boqueóAlex—.Acaso…—Están inconscientes, no muertos —dijo Sarov—. Habrá que matarlos, por

supuesto.Peronoahora.—¿Quéestáustedplaneando?—preguntóAlex—.¿Quévaahacer?—Nosesperaunlargoviaje—dijoSarov—.Telocontaréporelcamino.

Todoelrecintoestabailuminado.Loshombres,guardiasymacheteroscorríanportodaspartes.Alexestabaaúnvestidoconlasropasdelacena.Sarovsehabíavestidocon ropas militares verdes, esta vez sin medallas. Una de las limusinas negras loaguardaba.Conradestabaalvolantedeuncamiónmilitar.MientrasAlexobservaba,dosguardiasmásaparecieronenlaentradaprincipaldelaCasadeOroycomenzaronabajarlosampliospeldaños.Semovíandespacio,llevandoalgoentrelosdos.Enelmomentoenqueaparecieron,todosasualrededorsedetuvieron.

Eraunagrancajaplateada,deltamañoaproximadodeunarcón.Alexllegóaverque la tapa era plana y demetal, con algunos interruptores y diales, así comounaranuraenellateral.Sarovsequedóobservandomientraslabajabanylacargabanenel camión. Los demás hombres hicieron lo mismo, casi como si los dos guardiassaliesen de una iglesia y lo que portasen fuese la efigie de un santo. Alex seestremeció. Sabía muy bien qué era lo que estaba viendo y no necesitaba ningúncontadorGeigerparaconstatarlo.

Aquelloeralabombaatómica.—¿Alex?—Sarovlehabíaabiertolapuertadelcoche.Alexsubió,aturdido.Era

conscientedequeaquel erael finaldel camino.Sarovhabía levantado lascartasypuesto en marcha una serie de actos para los que no cabía vuelta atrás. Y sinembargo,aunensufasefinal,Alexnotenía lamásmínimaideadecuáleseranlasintencionesdelgeneral.

Sarovsesentóasulado.Entróunconductoryarrancaron,seguidosporConradconelcamión.Enelúltimomomento,cuandopasabanlabarrera,Sarovmiróhaciaatrás, brevemente. Alex vio la expresión de sus ojos y comprendió que no teníaninguna intención de regresar. Cien preguntas se le agolpaban en la punta de lalengua,peronohizoninguna.Noeramomento.Sarovestabasentadotranquilamente,conlasmanossobrelasrodillas.Peronisiquieraélpodíaocultarlatensión.Añosdeplanesconducíanaaquelmomento.

Rodaronatravésdeoscurascarreterasysoloalgunosdestellosocasionalesdeluzmostrabanquelaislaestabahabitada.Noseencontraronconmáscoches.Alcabodediezminutos,comenzaronapasarjuntoaedificios.Almirarporlaventana,Alexvioahombresymujeressentadosalaspuertasdesuscasas,bebiendoron,jugandoalascartas,fumandocigarrosocigarrillosbajoelcielonocturno.Llegaronalosarrabales

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de Santiago y, de repente, giraron por una carretera que Alex pudo reconocer. Yahabíapasadoporallíalllegar.Sedirigíanhaciaelaeropuerto.

Estaveznohuboquepasarmedidasdeseguridad,niquehacercolasparasellarelpasaporte.Sarovnisiquierapasóporlaterminaldelaeropuerto.Habíadosguardiasdel aeropuerto esperándolo junto a una puerta, abierta para permitir que su cocheentrasedirectamenteen lapista.Elcamión los seguía.Alexmiróporencimade laespaldadelchóferyviounavión,unjetLear,esperándolos.Sedetuvieron.

—Vamos—dijoSarov.La brisa soplaba sobre la pista del aeropuerto, arrastrando los olores del

combustible. Alex se quedó de pie sobre el asfalto, observando cómo cargaban elarcón plateado en el avión, mientras Conrad voceaba instrucciones. Era difícil decreerquealgodeaspectotanordinariofuesecapazdeunadestrucciónagranescala.Recordó ciertas películas que había visto. Fuego y vientos huracanados golpeandociudadesenterasydevastándolas.Edificiosderrumbándose.Lagente convertidaencenizasencuestióndeinstantes.Cochesyautobusesvolandocomojuguetesviejos.¿Cómopodíasertanpequeñaunabombadepodertantremendo?Conradcerróconsuspropiasmanoslapuertadecarga.SevolvióhaciaSarovyagitólacabeza.Sarovhizoungesto.Alexsedirigiódemalaganaalaviónysubiólaescalerilla.Sarovibadetrásdeél.Conrady losdoshombresquetransportabanlabombalosseguían.Lapuertadelaviónsecerróyselló.

Alexseencontróconelcompartimientomáslujosoquejamáshubiesevistoenunavión.Había solo unadocenade asientos, todos tapizados de cuero.La cabina eralarga, sembrada de alfombras, con un bar bien provisto, cocina y, frente a laventanilladeesta,unapantalladetelevisión,deplasma,desetentacentímetros.Alexnopreguntósobrequépelículaibanaechar.Sesentóenunasientodeventanilla…aunquetodoslosasientosloeran.Sarovocupóelcontiguo,alotroladodelpasillo.ConradlohizoenelqueestabajustodetrásdeSarov.Losguardiasalfinal.Alexsepreguntóporquélosacompañaban.¿Paravigilarloaél?

¿Adóndesedirigíanexactamente?¿AEstadosUnidosoacruzarelAtlántico?Sarovparecíaleerlelospensamientos.—Teloexplicarétodoenuninstante.Apenasdespeguemos.Pero,dehecho,pasaronunosquinceminutosantesdequeeljetLearenfilasela

pista y despegase. Las luces de la cabina se amortiguaron para lamaniobra, pero,apenas llegaron a los treinta mil pies, volvieron. Los guardias se incorporaron ycomenzaronaservirtécalientedeuntermodelacocina.Sarovsepermitióunalevesonrisa.ApretóunbotónenelbrazodesuasientoehizogiraresteparaencararseconAlex.

—Debes estar preguntándote por qué decidí no matarte. Esta tarde, cuanto teencontré enelmaletero…,estuveapunto.Conradaúnnopuedeentenderme.Cree

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queestoycometiendounerror.Voyadecirteporquéestásvivo,Alex.Trabajasparaelespionajebritánico.Eresunespía.Yloúnicoquehacesescumplircontudeber.Yoadmiro esoy es la única razónpor la que te heperdonado.Eres leal a tupaís,comoyosoylealalmío.MihijoVladimirmurióporsupaís.Mesientoorgullosodequetúestésdispuestoahacerlopropioporeltuyo.

Alexasimilóesedato.—¿Adóndevamos?—preguntó.—ARusia. AMurmansk, para ser más precisos; un puerto en la península de

Kola.¡Murmansk! Alex intentó recordar si había oído ese nombre antes. Le sonaba

familiar. ¿Lo habría oído en las noticias, o en alguna lección en el colegio? ¡UnpuertodeRusia!¿Peroporquéibanallí…yconunabombaatómica?

—Quiero que conozcas por dónde vamos —prosiguió Sarov—. EstamoscruzandoelAtlánticoporlarutanorte.EstonosllevaavolarsobreelCírculoÁrtico.VamosaseguirlacurvaturadelaTierra,peroharemosdosescalaspararepostar.UnaenGander,alnortedeCanadá.LaotraenlasIslasBritánicas,enEdimburgo—SarovdebióverasomarlaesperanzaalosojosdeAlex.Dijo—:Sí.Estarásencasamañana,duranteunaodoshoras.Pero,porfavor,notehagasideasraras.Nosetepermitirásalirdelavión.

—¿Tardaremostantoenllegarallí?—Sí, por culpa de la primera escala y las diferencias horarias. También

tardaremosalgodetiempoencumplimentarciertasformalidadesconlasautoridadescanadienses y británicas. Este es el avión privado deKiriyenko.Hemos entregadonuestro plan de vuelo a Euro-control y, por supuesto, conocen nuestro númeroidentificativo.Creenqueeselpresidenteelqueestáabordo.Supongoque tantoelGobiernocanadiensecomoelbritánicoharántodoloposibleparaayudarnos.

—¿Quiénestáalosmandos?—ElpilotodeKiriyenko.Porsupuesto,meesleal.MuchagentedeapieenRusia

creeenmí,Alex.Hanvistoelfuturo…mifuturo.Loprefierenantesqueloqueotrosleshanofrecido.

—Aún no me ha contado qué tipo de futuro es. ¿Por qué estamos volando aMurmansk?

—Telodiré.Yluegonosiremosadormir.Tenemostodaunanochepordelante.Sarovcruzólaspiernas.Habíaunaluzjustoencimadesucabezaeincidíasobre

él,dejandosusojosybocaenlassombras.Parecíaalavezmuyviejoymuyjoven.Nohabíaexpresiónalgunaensurostro.

—Murmansk es la base de la flota norte de submarinos rusos. O lo era.Actualmentenoesmásqueelmayoralmacénnucleardelmundo.LacaídadeRusiacomo superpotencia ha provocado un rápido colapso de su ejército, aviación y

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armada.Yahetratadodeexplicartequéhasucedidoconmipaísenlosúltimostreintaaños.La forma en que se ha permitido que se derrumbase,mientras la pobreza, elcrimenylacorrupciónagotabanalagente.Bueno,puestalprocesodedecadenciaesaúnmásagudoenMurmansk.

»Hay toda una flota de submarinos amarrada allí. Aunque más que amarradahabríaquedecir abandonada.Unodeellos, elLepse, tienemásdecuarenta añosycontieneseiscientoscuarentaydosgruposdebidonesdecombustibleatómico.Esossubmarinos han sido abandonados a su suerte para que se pudran.Nadie cuida deellos. Nadie encuentra dinero para hacer nada con ellos. Es un hecho biendocumentado, Alex, que esos viejos submarinos son la principal amenaza para elmundo de hoy en día. ¡Hay cientos! Estoy hablando de la quinta parte delcombustible atómico mundial. Cien bombas pasando el tiempo, esperando paraestallar.Unaccidentequepudesucederencualquiermomento.Unaccidentequeyohedecididoprovocar.

Alex abrió la boca para decir algo, pero Sarov le impuso silencio alzando unamano.

—Déjameque te explique qué sucedería si unos de esos submarinos volase—prosiguió—.Loprimerodetodo,ungrannúmeroderusosdelapenínsuladeKolaydelnortemorirían.Ymuchamásgente,enlosvecinospaísesdeNoruegayFinlandiamoriríatambién.

»Lonormalesque,enestaépoca,elvientosopledeleste,asíquelaspartículasnuclearesvolaríansobretodaEuropahastallegaratupaís.PudieraserqueLondresquedase inhabitable.A lo largo de los años,miles de personas caerían enfermas ymoriríandeformadolorosa.

—¿Peroporqué?—gritóAlex—.¿Porquéprovocarunaexplosión?¿Québienpuedevenirdeeso?

—Voy,sisemepermitelaexpresión,adaruntoquedeatenciónalmundo—leexplicó Sarov—. Mañana por la noche, aterrizaremos en Murmansk y pondré labombaquehasvistoentrelossubmarinos.—Metiólamanoalbolsillodelachaquetayleenseñóunapequeñatarjetadeplástico.Teníaunabandamagnética,comolasdelastarjetasdecrédito—.Estaeslallavequeharádetonarlabomba—dijo—.Todosloscódigoseinformaciónrequeridaestánenlabandamagnética.Loúnicoquetengoque hacer esmeter la tarjeta en la bomba. En elmomento de la explosión, estarécaminodelsurdeMoscú,asalvodelosefectos.

»La explosión se sentirá en todos lospaísesdelmundo.Yapuedes imaginar laimpresiónyel rechazoqueprovocará.Nadiesabráquefuecausadaporunabomballevada deliberadamente a Murmansk. Creerán que fue un submarino. El Lepse,quizá, o cualquier otro. Y te lo he dicho, es un accidente que puede ocurrir encualquiermomento.Y,cuandosuceda,nadiesabrálaverdad.

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—¡Sí losabrán!—gritóAlex—.LaCIAsabequeustedcompróuranio.Sabránquesusagenteshanmuerto…

—Nadie creerá a laCIA.Nadie cree nunca a laCIA.Y, de todas formas, paracuandohayanreunidopruebascontramí,serádemasiadotarde.

—¡Noloentiendo!—exclamóAlex—.Ustedmismohadichoquemataráamilescompatriotassuyos.¿Porqué?

—Eres joven. No sabes nada de mi pueblo. Pero escúchame, Alex, y te loexplicaré. Cuando suceda el desastre, el mundo entero se unirá para condenar aRusia.Nosodiarán.Elpueblorusosesentiráavergonzado.Sihubiésemossidomenosdescuidados, menos estúpidos, menos pobres, menos corruptos. Si tan solotuviéramosaúnelpoderquetuvimosenotrotiempo.Yesenesemomentoenelquetodos—tanto enRusia como en el resto delmundo—buscarán aBorisKiriyenkoparaqueliderelasituación.¡Elpresidenteruso!¿Yquéverán?

—Lohafilmado…—murmuróAlex.—Proyectaremoslapelículaquelomuestraemborrachándosejuntoalapiscina.

Con pantalones rojos y camisa de flores. ¡Coqueteando con tres chicas mediodesnudas, lo bastante jóvenes como para ser sus hijas! Lo hemos entrevistado.Proyectaremosesaentrevista.

—¡Hanmontadoesaentrevista!—Exacto—Sarovmeneó la cabeza, con sus ojos reflejando la luz—. Nuestro

entrevistadorlepreguntóacercadeunahuelgadetrenesenMoscúyKiriyenko,queyaestabamedioborracho,respondió:«Sonmisvacaciones,tengodemasiadascosasquehacercomoparaocuparmedeeso».Cambiaremoslapregunta.«¿QuévaahacerconelaccidentedeMurmansk?»YKiriyenkoresponderá…

—»Sonmisvacaciones,tengodemasiadascosasquehacercomoparaocuparmedeeso»—acabóporélAlex.

—ElpueblorusopodráveraKiriyenkocomoelimbécildébilyborrachoquees.Se enfurecerán ante el desastre deMurmansk, y con razón. La flota norte fue, entiempos,elorgullodelanaciónentera.¿Cómopudieronpermitirqueseconvirtieraenunvertederonuclear,oxidado,goteanteyletal?

Elmotordelaviónzumbaba.ConradescuchabaatentamenteloquedecíaSarov,lacabezabalanceándosetorcidasobreelcuello.Losdosguardiasdelfondosehabíanidoadormir.

—HadichoqueestaríaenMoscú—murmuróAlex.—LlevarámenosdeveinticuatrohorasexpulsaralGobiernodelpoder—replicó

Sarov—. Habrá algaradas callejeras. Muchos rusos creen que la vida era mejor,muchomejor,enlosviejostiempos.Aúncreenenelcomunismo.Yestavezsurabiaexplotará. Será imparable.Y allí estaré yo para dirigirla, para utilizarla y tomar elpoder. Tengo seguidores que están esperando el momento. Antes de que la nube

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atómica se haya posado, habré tomado el control total del país. Y ese será elprincipio,Alex.ReconstruiréelmurodeBerlín.Habránuevasguerras.Nodescansaréhasta quemi tipo de gobierno, el comunismo, sea el único poder gobernante en elmundo.

Hubounlargosilencio.—¿Está dispuesto a matar a millones de personas para lograr su objetivo?—

preguntóAlex.Sarovseencogiódehombros.—Millones de personas están muriendo ahora mismo en Rusia. No pueden

conseguircomida.Nopuedenconseguirmedicinas…—¿Yquépasaráconmigo?—Ya he respondido a esa pregunta, Alex. No creo que entrases en esto por

casualidad.Creoqueestabaescrito.Nuncacreíqueyollegaseahaceresto.Vendrásmañana conmigo y, cuando la bomba esté a punto, me acompañarás. PrimeroMurmansk,luegoMoscú.¿Novesloqueteestoyofreciendo?Nosolovasasermihijo. Vas a tener poder, Alex. Vas a ser uno de los personajes más poderosos delmundo.

Elaviónhabía llegadoyaa lacostaamericanaygirabaparacomenzarsuviajehaciaelnorte.Alexserecostóensuasiento,cabeceando.Comoporcasualidad,llevólamanoalbolsillodelpantalón.SelashabíaarregladoparaconservarunabarradelchicledelMI6.Tambiénteníalafiguritaqueera,enrealidad,unabombaaturdidora.

Cerrólosojosytratódepensarenquéhacer.

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L

15.Unguardiadepesadilla

AShoraspasaronenunextrañocrepúsculoquenoeranochenidía.Atrapadosenel techo del mundo, totalmente quietos y, sin embargo, moviéndose en todo

momento.Alexdurmiólaprimerapartedelviaje,sabiendoqueestabacansadoyquepodía necesitar todas sus fuerzas.Yahabía asumido lo que tenía quehacer.Antes,cuandoestabaenCayoEsqueleto,unapartedeélhabíaestado tentadadequedarsesentadaynohacernada.Despuésdetodo,nohabíapedidoestarallí.Aquellonoteníanadaqueverconél.

Pero ahora todo había cambiado. Podía imaginarse el estallido nuclear en lapenínsula de Kola. Sucedía ya en su imaginación. Miles de personas morirían alinstante,decenasdemilesloharíanmástardeporculpadelasmortíferaspartículasradiactivasqueseesparciríanportodaEuropa.GranBretañaseríaunodelospaísesafectados.Alexteníaquedetenertodoeso.Yanoteníaopción.

Iba a ser mucho más difícil esta vez. Sarov podía haber perdonado su fallidointento de fuga, peroAlex sabía que ya no confiaría. Y no se podía permitir otroerror.Silopillabantratandodeescaparporsegundavez,nohabríaaplazamientonicompasión.Alex,ensufuerointerno,dudabadepoderescabullirsedelgeneralrusoosu contrahecho compañero. Sarov estaba completamente alerta, como si hubieseestadosentadoallídiezminutos,ynodiezhoras.Conradseguíavigilándole.Estabasentadoinmóvilenelotro ladodelavión,comoungatoacechandoalratón,conelojorojoreluciendoalamedialuz.

Ysinembargo…Alex tenía las dos ingenios que le había dado Smithers. ¡E iban a aterrizar en

GranBretaña!Solodepensarqueibaaestarensupropiopaís,rodeadodegentequehablaba su idioma, daba a Alex nuevas fuerzas. Había ideado un plan que podíafuncionar.Teníaquehacerlo.

Debía haber estado durmiendo en la escala para repostar enGander y algunashorasmásdevuelo,yaquelosiguientequesupoeraquehabíaluzenelexterioryque los guardias sacaban un desayuno de fruta cruda y yogur que habían estadopreparandoen lacocinaenminiaturadel jetLear.Mirópor laventanilla.Loúnicoquepodíavererannubes.

Sarovsediocuentadequeestabadespierto.—¡Alex!¿Tieneshambre?—No,gracias.—Bebealgoporlomenos.Esmuyfácildeshidratarseenestosviajestanlargos

—hablóunaspocaspalabrasenrusoconunodelosguardias,quesefueparavolver

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conunvasodezumodeuva.Alexdudóantesdellevarsealoslabios,recordandoloquelehabíaocurridoaKiriyenko.Sarovsonrió—.Notepreocupes.Noesmásquezumodeuva,sinaditivos.

Alexbebió.Elzumoestabafríoytonificabadespuésdellargosueño.—AterrizaremosenEdimburgodentrodemediahora—ledijoSarov—.Estamos

yaenelespacioaéreobritánico.¿Cómosesientealvolveracasa?—Simedejabajar,cogeréuntrenparaLondres.Sarovagitólacabeza.—Metemoqueesonoesposible.Comenzaron a descender pocos minutos después. El piloto había hablado por

radioconelaeropuertoyconfirmadoqueeraunrepostajederutina.Ningúnpasajerosubiría o bajaría, así que no hacía falta ningún trámite aduanero. Todo estaba yaaclarado con las autoridades aeroportuarias, de forma que su escala iba a ser tansimple como la de un coche en un garaje. ¡A pesar de los temores de Sarov, lasautoridades británicas no habían invitado a sus supuestos pasajeros VIP a undesayunodiplomáticoenEdimburgo!

El avión atravesó las nubes y, con el rostro contra la ventanilla, Alex vio derepente el suelo, con casas en miniatura y coches como puntos moviéndose entreellas.Elbrillanteresplandordelsolcaribeñohabíasidoreemplazadoporlaluzgrisyel tiempo revuelto de un día de verano británico. Sintió una sensación de alivio.¡Habíavuelto!Pero,almismotiempo,sabíaqueSarovnoleibaapermitirbajardelavión.Enciertaforma,hubierasidomenoscruelrepostarenGroenlandiaoNoruega.Estaba viendo por última vez su país. La próxima vez que lo viese podía estarenvenenadopara generaciones.Alex se tocó el bolsillo. Sumano se cerró sobre lafiguritadeMichaelOwen.Seacercabaelmomento…

Se encendió la luz de abrocharse los cinturones.Unmomentomás tarde,Alexsintiólapresiónensusoídos,altiempoquedescendían.Viounpuente,frágildesdeaquellaaltura,salvandounagranlenguadeagua.ElPuenteForthRoad…teníaqueser ese. Y allí estaba Edimburgo, al oeste, con su castillo recortándose contra elhorizonte.Elaeropuertoseacercóatodavelocidad.Captóunatisbodeunaterminalmodernaypulcra,deavionesenespera,enlapista,rodeadosdeautocaresycarritos.Huboungolpe,cuandolasruedastomarontierrayluegoelbramidodelosmotoresfuncionandoenreverso.Elavióncomenzóadetenerse.Habíanaterrizado.

Siguiendo las instruccionesde la torredecontrol,el jetLear sedirigióhaciaelfinalde lapistay luegohaciaunazonaconocidacomo lagasolinera, alejadade laterminalprincipal.Alexobservóatravésdelaventanilla,deprimido,viendocómolosedificios públicos quedaban atrás. Durante cada segundo que pasaba podía habersalido corriendo y dado la alarma, a condición de conseguir escaparse del avión.Tenía la figura de Michael Owen en la mano. ¿Qué le había dicho Smithers al

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respecto?Giralacabezadosveceshaciaunlado,yunaalotro,paraarmarla.Esperadiezsegundosylánzala.Elespaciocerradodeunaviónparecíaellugarperfectoparausarla.LaúnicaincógnitaestabaensiAlexnoquedaríatambiéninconsciente.

Sedetuvieron.Deinmediato,uncamióncisternaenfilóhaciaellos.EstabaclaroqueSarovlohabíapreparadotodoconanticipación.Uncocheseguíaalcamióny,almirarporlaventanilla,AlexvioqueacercabanunaescalerillaalapuertadeljetLearEsoerainteresante.Alparecer,alguienqueríasubir.

Sarovloobservaba.—Nodigasnada,Alex—leadvirtió—.Niunasolapalabra.Antesdepensaren

abrirlaboca,tesugieroquemiresatuespalda.ConradsehabíacolocadoenelasientoqueestabajustodetrásdeldeAlex.Tenía

un periódico en el regazo. Al volverse Alex, lo levantó para mostrarle una granpistolanegraconsilenciador,queleapuntabadirectamenteaél.

—Nadie oirá nada—dijo Sarov—. Si Conrad sospecha siquiera quemaquinasalgo,disparará.Labalaatravesaráelasientoysemeteráentucolumna.Morirásenelactoypareceráquetehasquedadodormido.

Alex sabía que la cosa no era tan fácil. Una persona que recibe un tiro en laespalda no parece estar dormida. Sarov estaba corriendoun gran riesgo.Pero todoaquelasuntoeraensímismoungranriesgo.Lasapuestasnopodíansermásaltas.Alex no tenía duda alguna de que, si trataba de contar algo de lo que estabaocurriendo,lomataríanenelacto.

Lapuertadelaviónseabrióyunhombredepelorojizo,conropasazules,entróportandounospapeles.Sarovseincorporópararecibirlo.

—¿Hablaustedinglés?—lepreguntóconacentoescocés.—Sí.—Tienequefirmarmealgunospapeles.Alex giró la cabeza lentamente. El hombre lo vio y movió la cabeza. Alex

devolvió el gesto. Podía casi sentir cómo Conrad apretaba la pistola contra elrespaldode suasiento.Nodijonada.Luego todoacabó.Sarov firmó lospapelesydevolvióalhombresubolígrafo.

—Estaesparausted—dijoelhombre, tendiendoaSarovunahojadepapel—.Enseguidalesdaremospermisodedespegue.

—Gracias—Sarovmoviólacabeza.—¿Quieren salir a estirar las piernas? Hace un buen día hoy en Edimburgo.

Podemosofrecerlestéyalgúndulcesiquierenveniralaoficina.—No,gracias.Estamosunpococansados.Mejornosquedaremosaquí.—Bueno.Siestánabsolutamenteseguros,retirarélaescalerilla…Ibanaquitar laescalerillay,encuantosehubieseido,¡Sarovsellaría lapuerta!

Alexteníasolounossegundosparaactuar.Esperóhastaqueelhombrehubosalido,

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luegose incorporó.Tenía lasmanosdelantedelcuerpo,con la figurilladeMichaelOwenocultaenlapalma.

—¡Siéntate!—siseóConrad.—Tranquilo,Conrad—dijoAlex—.Novoyaningunaparte.Soloquieroestirar

laspiernas.Sarovsehabíasentado.Estabaexaminandoelpapelquelehabíadadoelhombre.

Alexpasóasu lado.Sentía labocasecaysealegrabadequeel sensorquehabíanusadoen laCasadeOronoestuvieseenelavión.Si lehubiesenapuntadoconeseaparato, el sonido de su corazón hubiera sido ensordecedor. Era su últimaoportunidad.Alexmidióconcuidadocadapaso.Sihubieseestadodirigiéndosehaciaelpatíbulo,nohubieraestadomástenso.

—¿Dóndevas,Alex?—lepreguntóSarov.AlexgiródosveceslacabezadeMichaelOwen.—¿Quétienesenlasmanos?Alexdudó.Perosi tratabadesimularqueno teníanada,Sarovsospecharíaaún

más.Lemostrólafigurita.—Esmiamuletodelasuerte—dijo—.MichaelOwen.Diootropasoadelante.Imprimióalacabezadeljugadorungirocontrario.Diez…nueve…ocho…siete.—Siéntate,Alex—dijoSarov.—Tengodolordecabeza—dijoAlex—.Quisierarespirarunpocodeairefresco.—Nopuedessalirdelavión.—Novoyairaningunaparte,general.PeroAlex ya había alcanzado la puerta y sentía la fresca brisa escocesa en el

rostro. Un remolque estaba retirando la escalerilla. Vio cómo se abría una brechaentreellaylapuerta.

Cuatro…tres…dos…—¡Alex!¡Vuelveatuasiento!Alexarrojólafiguritaysaltó.Conradbrincócomounaserpienteenfurecida,conlapistolaenlamano.Lafiguritaexplotó.Alex sintió el estallido a sus espaldas. Se produjo un relámpago de luz y una

explosiónmuyfuerte,aunquenose rompieron lasventanasnihubofuegoohumo.Susoídoszumbarony,porunmomento,nopudover.Peroestabaenelexteriordelavión.Estabayafueradelavióncuandoexplotólagranadaaturdidora.Laescalerillase estaba moviendo, alejándose de su alcance. ¡Se le escapaba! La superficie deasfaltode lazonadecombustibleestabaaunoscincometrosbajosuspies.Sicaíadesde esa distancia, podía romperse una pierna. Podía incluso matarse. Pero saltójustoatiempo.Aterrizósobreelestómagoenloaltodelaescalerilla,conlaspiernas

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colgando en el aire. Se puso rápidamente en pie. El hombre del pelo rojizo loobservaba, atónito. Alex bajó corriendo por la escalerilla, que aún se movía. Encuanto sus pies pisaron el suelo, lanzó un grito de triunfo. Estaba en casa. Y, alparecer,lagranadaaturdidorahabíacumplidosuobjetivo.Nohabíamovimientoenelavión.Nadieledisparaba.

—¿Quédiablosestáshaciendo?—leespetóaquelhombre.Alexloignoró.Noeralapersonamásadecuadaparahablar,ynecesitabaponer,

entre el avión y él, cuanta distancia pudiese. Smithers había dicho que la granadaincapacitaba al enemigo por unos pocos minutos. Sarov y Conrad despertaríanpronto.Ylesfaltaríatiempoparasaliraperseguirlo.

Echóacorrer.Conel rabillodelojo,viocómoelhombresacabauna radiodelbolsillo y comenzaba a hablar… pero eso carecía de importancia. Había otroshombres alrededor del avión, a punto de cargar combustible.Debían haber oído laexplosión.InclusoaunquecapturarandenuevoaAlex,elaviónnopodríadespegar.

Peroélnoteníaningunaintencióndeservueltoacapturar.Habíavistoungrupode edificios administrativos en el perímetro del aeropuerto y hacia allí se dirigió,respirandoafanosamente.Llegóaunapuertaytratódeabrirla.¡Estabacerrada!Miróporlaventana.Habíaunvestíbuloalotrolado,yunteléfonopúblico;pero,poralgúnmotivo,eledificioestabacerrado.Tentadoestuvo,duranteunsegundo,deromperelcristal,peroesolellevaríademasiadotiempo.Maldiciendoporlobajo,abandonóesapuertaycorriólosveintemetrosqueleseparabandelsiguienteedificio.

Esteestabaabierto.Seencontróconunpasillo,conalmacenesyoficinasaamboslados.Noparecíahabernadiedentro.Loqueahoranecesitabaeraunteléfono.Tanteóunapuerta.Lellevóhastaunahabitaciónllenadeestanterías,conunafotocopiadoray artículos de papelería. La siguiente puerta estaba cerrada. Alex comenzaba adesesperar.Probóunatercerapuertayestaveztuvosuerte.Eraunaoficinaconunamesadedespachoy,sobrelamisma,unteléfono.Nohabíanadiedentro.Selanzóalinteriorylocogió.

Pero fue entonces cuando se dio cuenta de que no tenía idea de qué númeromarcar. El móvil que Smithers le había dado tenía un botón directo… uno queconectaba directamente con elMI6. Pero nadie le había dicho cuál era el número.¿Quépodíahacer?¿Llamaracentralitaydecirqueloconectasenconlainteligenciamilitar?Podíantomarloporloco.

Nohabíatiempoqueperder.Sarovdebíaestarapuntoderecuperarse.Podíaestaryapersiguiéndolo.Laoficina teníaunaventanaquedabaa laparte trasera,asíquedesdeallínoseveíannielaviónnilapista.Alextomóunadecisiónyllamóal999.

Sonarondosllamadasantesdequealguienrespondiera.Seescuchóunavozdemujer.—Hallamadoustedalosserviciosdeemergencia.¿Concuálquierehablar?

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—Policía—dijoAlex.—Lopaso.Escuchólallamada.Y,entonces,unamanocayósobreel teléfono, interrumpiendo lacomunicación.

Alexsediolavuelta,sinaliento,esperandoveraSarov…o,peoraún,aConradconlapistola.

Peronoeraningunodeellos.Eraunguardiadeseguridaddelaeropuertoelquehabíaentradoenlaoficina,mientrasAlexllamaba.Debíarondarloscincuentaaños,teníaelpelogrisyunagranpapada.Elestómagoleabultabasobreelcinturónylospantaloneseranunpococortos.Elhombreteníaunaradiocolgandodelachaqueta.Elnombre,GeorgePrescott,estabainscritoenunachapa,pendientedelbolsillo.SeinclinósobreAlexconmiradainquisitiva,yeste,hundido,supoqueestabaanteunaverdadera pesadilla de seguridad: un ego inflado del tipo que se ven entre losguardiasdetráfico,losvigilantesdeestacionamientoylosagentesdebajonivel.

—¿Quéestáshaciendo,chaval?—exigiósaberPrescott.—Tengoquehacerunallamada.—Yaveo.Peroestenoesunteléfonopúblico.Nisiquieraesunaoficinapública.

Esteesuncomplejodeseguridad.Nopuedesestaraquí.—Ustednoloentiende.Estoesunaemergencia.—¿Ahsí?¿Yquéclasedeemergenciatenemos?—estabaclaroquePrescottnolo

creía.—Nopuedoexplicárselo.Déjemehacerlallamada.El guardia de seguridad sonrió. Estaba disfrutando. Se pasaba cinco días a la

semanayendodeunaoficinaaotra,comprobandopuertasyapagandoluces.Leveníabienhacerseelimportante.

—¡Noharásningunallamadahastaquenomedigasquéestáshaciendoaquí!—dijo—.Estoesunaoficinaprivada—susojosseestrecharon—.¿Hasabiertoalgúncajón?¿Hascogidoalgo?

LosnerviosdeAlexestabanapuntodesaltar,peroseobligóamantenerlacalma.—Nohecogidonada,señorPrescott—dijo—.Acabodebajardeunaviónqueha

aterrizadohaceunosminutos…—¿Quéavión?—Unoprivado.—¿Tienespasaporte?—No.—Estoesunasuntograve.Nopuedesentrarenelpaíssinpasaporte.—¡Estáenelavión!—Entoncestellevarédevueltayyaveremos.—¡No! —Alex podía sentir cómo se esfumaba el tiempo. ¿Qué decir a este

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hombre para persuadirlo de que le dejase hacer una llamada telefónica? Tenía lacabezahechaunlíoy,derepente,porprimeravezensuvida,seencontróespetandola verdad—.Escuche. Sé que es difícil de creer, pero trabajo para elGobierno.ElGobiernobritánico.Simedejallamar,loprobaré.Soyunespía…

—¿Unespía?—unasonrisahendióel rostrodePrescott.Peroesa sonrisa teníapocodehumor—.¿Cuántosañostienes?

—Catorce.—¿Unespíadecatorceaños?Meparecequevesdemasiadotelevisión,chaval.—¡Esverdad!—Notecreo.—Escúcheme, por favor. Un hombre acaba de tratar de matarme. Está en un

avión,enlapista,y,amenosquemedejehacerunallamada,morirámuchagente.—¿Qué?—¡Tieneunabombaatómica,poramordeDios!Esofueunerror.Prescottseencrespó.—TeavisoquenodebestomarelnombredeDiosenvano—tomóunadecisión

—.Nosécómohasllegadoaquíniaquéestásjugando,perovasavenirconmigoalcontroldeseguridadypasaportesde]aterminalprincipal—cogióaAlex—.¡Vamos!Yaheescuchadobastantestonterías.

—Noesningunatontería.HayunhombrequesellamaSarov.Tieneunabombaatómica. Tiene pensado hacerla estallar en Murmansk. Soy el único que puededetenerlo.Porfavor,señorPrescott.Déjemellamaralapolicía.Nomellevarámásdeveintesegundosyustedestaráaquí,vigilándome.Déjemellamarydespuéshagaloquequiera.

Peroelguardiadeseguridaderainamovible.—Novasahacerningunallamada,ytevasavenirconmigo.Alex tomó una decisión. Había tratado de convencerlo rogando, y también

contándolelaverdad.Ningunadelasdoscosaslohabíaconvencido,asíquetendríaque librarsede eseguardiade seguridad.Prescott rodeó lamesa, acercándose a él.Alexse tensó,balanceándose sobre lapuntade lospies, con lospuñospreparados.Sabíaqueaquelhombrenohacíamásquesutrabajoynoqueríahacerledaño,peronoledejabaotroremedio.

Entonceslapuertaseabrió.—¡Alex,estásaquí!Meteníaspreocupado.EraSarov.Conradloacompañaba.Losdosteníanmalacara,pálidosyconlosojosunpoco

turbios.Losrostrosdeamboshombreseraninexpresivos.—¿Yustedquiénes?—exigiósaberPrescott.—ElpadredeAlex—lerespondióSarov—.¿Noesasí,Alex?

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Estedudó.Comprendióqueseguíaenposicióndecombate,dispuestoagolpear.Lentamente, bajó los brazos. Sabía que había perdido y el sabor de la derrota eraamargo.Nohabíanadaquehacer.SidiscutíadelantedePrescott,Sarovselimitaríaamatarlos a los dos. Si trataba de luchar, el resultado sería elmismo.AAlex no lequedabamásqueunaesperanza.SisalíadeallíconSarovyConrad,yelguardiadeseguridadsalvabalavida,teníaunaoportunidaddequecontaseesahistoriaaalguienque,asuvez, lahiciesellegaralMI6.PuedequefuesedemasiadotardeparaAlex.Peroelmundoaúnpodíasalvarse.

—¿Noesasí,Alex?—Sarovestabaesperandounarespuesta.—Sí—contestóAlex—.¡Hola,papá!—¿Quéestodaesahistoriadebombasyespías?—preguntóPrescott.Alex gimió para sus adentros. ¿Por qué no mantenía cerrada la boca aquel

hombre?—¿EsesoloqueAlexlehaestadocontando?—preguntóSarov.—Sí.Esoymuchomás.—¿Hallamadoporteléfono?—No—Prescott sehinchó—.Elmuypillo estaba cogiendo el teléfono cuando

lleguéyo.Enseguidaleparélospies.Sarovasintióconlentitud.Estabacomplacido.—Bueno…tienemucha imaginación—explicó—.Alexnohaestadomuybien

últimamente.Tienealgunosproblemasmentales.Aveceslecuestadistinguirentrelafantasíaylarealidad.

—¿Cómohallegadohastaaquí?—inquirióPrescott.—Tienequehaberseescapadodelavióncuandonadiemiraba.Noteníapermiso

paraestarensuelobritánico,claroestá.—¿Esbritánico?—No—SarovcogióelbrazodeAlex—.Yahora tenemosquevolveralavión.

Nosesperaunlargoviaje.—¡Unmomento!—elguardianolesibaadejarmarchasecontantafacilidad—.

Lo siento, señor, pero suhijo haviolado los límites.Y, yaquevamos a eso, ustedtambién. ¡No se puede deambular así como así por el aeropuerto de Edimburgo!Tengoqueinformardeesto.

—Loentiendo—Sarovnoparecía preocupado—.Tengoque llevar al chicodevuelta al avión.Pero lodejaré conmi ayudante, que le dará todos losdetalles quenecesite. Si es necesario, lo acompañará a la oficina de su superior. Y le doy lasgraciasporimpedirquemihijohicieseesallamada,señorPrescott.Hubierasidodelomásenojoso.

Sinesperarrespuesta,Sarovsegiróy,aúnconAlexdelbrazo,selollevófueradelcuarto.

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Una hora más tarde, el Lear iniciaba la última parte de su viaje. Alex estabasentadoenelmismoasientoqueantes,peroahoraesposadoalmismo.Sarovno lohabíaheridoynisiquieraparecíaahoradarsecuentadequeestabaenelavión.Encierta forma, eso resultaba más espantoso. Alex había esperado rabia, violencia,puedequeinclusounamuerterápidaamanosdeConrad.PeroSarovnohabíahechonada.DesdeelmomentoenquehabíandevueltoaAlexalavión,el rusocasini lohabíamirado.Habíahabidoproblemas,claro.LaexplosiónenelaviónyelsaltodeAlex habían desatado toda clase de preguntas. El piloto había estado en constantecomunicaciónconlatorredecontrol.Elsonidodelaexplosiónsehabíadebidoaunmicroondasdefectuoso,segúnlesexplicó.¿Yelchico?ElgeneralAlexeiSarov,quepertenecía al equipo del presidente ruso, viajaba con un sobrino. El chico teníadelirios.Unasuntomuytonto,peroyaestabatodobajocontrol…

Dehabersidounjetprivadoordinario,hubieranllamadoalapolicía.PeroestabaregistradoanombredeBorisKiriyenko.Lasautoridadesestabandeacuerdoenque,despuésdetodo,lomejoribaasercerrarlosojosydejarcorrerelasunto.

DescubrieronelcadáverdeGeorgePrescottcuatrohorasdespués.Estabasentado,caído dentro de un armario de papelería.Tenía unamirada de sorpresa y un únicoagujeroredondodebalaentrelosojos.

Pero, para entonces, el Lear estaba en el espacio aéreo ruso.Cuando dieron laalarmayllamaronporfinalapolicía,laslucesdelacabinadisminuíanmientraseljetgirabasobrelapenínsuladeKola,disponiéndoseparaeldescensofinal.

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16.Elfindelmundo

OS aeropuertos son iguales en todo el mundo, pero el de Murmansk se lasarreglabaparaalcanzarunanuevacotadefealdad.Estabaconstruidoenmitad

deningunaparte,porloque,desdeelaire,parecíamalsituado.Alniveldelsuelo,noteníamásqueunaterminalbajadecristalycementogrisycorroído,conocholetrasblancaspintadaseneltejado.

MYPMAHCK

Alex reconoció la palabra rusa. Murmansk. Una ciudad de unos millares dehabitantes.Sepreguntócuántosdeellosseguiríanvivosveintehorasdespués.

Esposado ahora a uno de los dos guardias que habían volado con ellos todo elcamino,desdeCayoEsqueleto,lollevaronatravésdeunapistavacía.Habíallovidohacíapoco.Elasfaltoestabahúmedoygrasiento,sembradodecharcosdeaguasucia.La verdad es que el aeropuerto parecía poco activo. Había unas pocas lucesencendidas que arrojabanun resplandor sudo amarillo tras los cristales.Perono seveía a gente. La única puerta de las llegadas estaba cerrada y asegurada con unacadena,comosielaeropuertohubieraperdidolaesperanzadequenadieviajasehastaallí.

Losestabanesperando.Trescamionesdelejércitoyuncochemanchadodebarroaguardaban ya allí. Una fila de hombres se puso firmes, vestidos con uniformescaquis,cinturonesnegrosybotasquelesllegabanalaspantorrillas.Todosllevabanunametralletacolgandodeunabandoleraatravesada.Sucomandante,quevestíaelmismouniformequeSarov,seadelantóysaludó.EstrechólamanodeSarov,luegoseabrazaron.Hablaron durante unos pocosminutos.Tras eso, el comandante dio unaorden. Dos de los hombres corrieron hacia el avión y comenzaron a descargar elcajónplateadoqueconteníalabombaatómica.Alexobservómientraslosacabandelcompartimientodecargaylosubieronauncamión.Lossoldadoserandisciplinados.Allí había bastante poder como para destruir un continente, pero ni una cabeza sevolvióasupaso.

Unavezquelabombaestuvocargada, lossoldadosgiraronsobresus talonesy,marchandoenformación,sedirigieronalosdoscamionesrestantesysubieron.Conlas manos esposadas, Alex fue colocado junto al asiento del conductor. Nadie ledirigióunamirada.Nadiepareciópreguntarsequiénera.Sarovdebíahaberllamado

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porradioyleshabríaprevenidosobreloqueseibanaencontrar.Examinóalhombreque conducía el camión. Era fuerte, afeitado y con los ojos azul claro. No habíaexpresiónalgunaensurostro.Unsoldadoprofesional.Alexsegiróparamirarporlaventanilla,atiempodevercómoSarovyConradsubíanalcoche.

Arrancaron.Nohabíanadaenelexteriordelaeropuerto,apartedeterrenosllanosyvacíosdonde incluso losárboleseranenanosyenfermizos.Alexseestremecióytrató de cruzar las manos para frotarse los hombros y darse calor. Las esposastintinearonyelconductorlomiróconcaradepocosamigos.

Viajaron durante unos cuarenta minutos por una carretera llena de baches.Aparecieronunospocosedificios,modernosyanodinos,yderepenteseencontraronenlapropiaMurmansk.¿Eradedíaodenoche?Elcieloestabaaúniluminado,perolasfarolasyaestabanencendidas.Habíagenteenlacalle,peronoparecíandirigirsea ningún lado, sino que caminaban como sonámbulos. Nadie los miró mientrasseguíanpor una calle deunadirección, de cuatro carriles de ancho.Estaban enunbulevar, en el centro de la ciudad. Corría en línea recta y no parecía ir a ningunaparte, y a ambos lados se levantaban edificios anodinos y sin adornos.Murmanskestabahechadehilerasdebloquesdeapartamentosexactamenteiguales,comocajasde cerillas. No parecía haber cines, restaurantes ni tiendas… ni nada que pudiesehacerlavidaagradable.

No había suburbios. La ciudad se acababa de golpe y de repente se vieronrodandoporunatundravacía,dirigiéndosehaciaunhorizontequenoteníanadaqueofrecer. Estaban a mil cuatrocientos kilómetros del Polo Norte y nada crecía allí.Habíagentesinvidayunsolsincalidez.Alexpensóenelviajequehabíahecho.DeWimbledon a Cornualles. Luego Londres,Miami y Cayo Esqueleto. Y por últimoallí.¿Eralaúltimaparada?Vayaunlugarhorribleparaacabarsuvida.Desdeluego,habíallegadoalfindelmundo.

Nohabíamáscochesenlacarreteraniseñalesdetráfico.Alexnodejabadetratardeverhaciadóndesedirigían.Alcabodeotrostreintaminutoscomenzaronareducirla velocidad y luego giraron. Hubo un sonido crujiente bajo las medas cuandoabandonaron el asfalto y continuaron sobre grava. ¿Era allí donde los rusosguardaban sus submarinos?Loúnicoquepudover fueunamaltrecha alambradayunagaritademaderaquetratabadepasarporunpuestodeguardia.

Sedetuvierondelantedeunabarrerarojayblanca.Aparecióunhombrevestidodeazuloscuro,conunabrigosueltoyaleteantequemostraba,debajo,unaguerrerayunacamisetarayada.Unmarineroruso.Nodebíatenermásdeveinteañosyparecíaconfuso.Corrióhaciaelcocheydijoalgoenruso.

Conrad le disparó. Alex vio salir la mano por la ventanilla y el fogonazo deldisparo, pero todo sucedió tan rápidoque apenas pudo creerlo.El joven ruso saliólanzado de espaldas. Conrad disparó por segunda vez. Había otro marinero en la

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garita—Alexnisiquierasehabíadadocuenta—;lanzóungritoycayóhaciaatrás.Nadiedijounapalabra.Dossoldadosbajarondelcamiónysedirigieronalabarreraquebloqueabalaentrada.¿Deverdaderaesalaentradaaunabasesubmarina?Alexhabía visto sistemas de seguridad más sofisticados en aparcamientos desupermercados.Lossoldadossolotuvieronquelevantarlabarrera.Elconvoyentró.

Prosiguieron por una senda llena de curvas y baches, a través de una colina yluego, por último, llegaron al mar. Lo primero que Alex vio fue una flota derompehielos, amarrados a unos ochocientos metros, inmensas moles, inmóviles eimposibles, de hierro, fondeados en el mar. Parecía antinatural que cosas taninmensascomoesaspudieranflotar.Nohabíalucesabordo,nimovimiento.Alotroladodelasaguassedivisabaunacostasombría,manchadadeblanco;Alexnopudodeterminarsisetratabadesalodenievesperpetuas.

Los camiones bajaron dando botes y, de repente, se encontraron en un puerto,rodeados de grúas, grúas pórtico, almacenes y galpones. Era un laberinto de aceroretorcidoycemento,deganchosycadenas,depoleasycables,debidones,palésdemaderaygrandescontenedoresdeacero.Habíabarcosherrumbrososenelaguayentierra firme, sobre bosques de puntales. Coches, camiones y tractores, algunosobviamentedañados,estabanaparcadosalbordedelagua.Aparecíaunafiladelargosbarracones demadera en un lado, todos con números pintados de amarillo y gris.RecordóaAlexlosedificiosquehabíavistoenlaspelículassobrelaSegundaGuerraMundial y los campos de prisioneros. ¿Sería allí donde dormían los demásmarineros?De ser así, debían estar durmiendo. El puerto estaba desierto.Nada semovía.

Sedetuvieron,yAlexsintiócómoelcamiónbotabacuandolossoldadossaltarondelapartedeatrás.Unmomentomástardelosvio,conlasmetralletaspreparadas,yse preguntó silo iba a obligar a seguirlos. Pero el conductor agitó la cabeza,indicándole por señas que se quedase donde estaba. Alex observó a los hombresavanzar por el complejo, dirigiéndose con rapidez hacia los barracones. No habíarastrodeSarov.Debíaestarenelcoche,aparcadoalotrolado.

Unalargapausa.Despuésalguienhizounaseñal.Hubounestrépitodemadera,reventaron una puerta, y luego el tableteo de las ametralladoras. Alguien gritó.Comenzó a sonar un timbre, con un sonido débil e ineficaz. Tres hombres mediovestidosaparecieronporunladodelosbarraconesycorrieron,tratandodeprotegersetras los contenedores.Más disparos. Alex vio cómo caían dos, y luego el tercero,agitandolasmanosalseralcanzadosenlaespalda.Sonóunúnicodisparodesdeunaventana.Unhombretratabaderesponderalfuego.Unagranadavolóparacaersobreel tejadodeledificio.Seprodujounaexplosióny lamitadde laparedsaltópor losaires, convertida en astillas. Cuando Alex volvió a mirar, la ventana ypresumiblementeelhombrequehabíadetrásdeellahabíanresultadodestruidos.

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Elataquesehabíaproducidosinprevioaviso.LoshombresdeSarovestabanbienarmadosypreparados.Habíasolounpuñadodemarinerosallíyestabandormidos.Todo acabó con rapidez. El timbre dejó de sonar. El humo se alzaba del edificioalcanzado.Unafiguraflotababocaabajosobrelasaguas.Habíantomadoelpuerto.Sarovteníaelcontroltotal.

Elconductorsaliódelcamión, rodeóel frontalcon rapidezyabrió lapuertadeAlex. Este bajó desmañadamente, con las manos aún esposadas. Los hombres deSarov habían pasado a la segunda fase de la operación. Alex vio que sacaban loscadáveresfueradelavista.Unodeloscamionesretrocedió,acercándosealbordedelasaguas.Elcomandantequeseleshabíaunidoenelaeropuertodiounaordenylossoldados se diseminaron, tomando posiciones, tal y como debían llevar mesesensayando. Parecía improbable que nadie hubiera podido tener tiempo de dar laalarma, pero si alguien trataba de acercarse al puerto desde Murmansk, loencontrarían defendido. Sarov estaba a un lado, con Conrad junto a él. Estabamirandohaciaunpunto.Alexsiguiósumirada.

¡Yallíestabanlossubmarinos!Alexboqueó.¡Allíestabaloqueibanbuscando!Habíacuatro,hinchadasbestias

de metal que yacían medio sumergidas en la mar, aseguradas con maromas tangruesas como el brazo de un hombre. Tenían el tamaño de un edificio de oficinastumbadodelado.Lossubmarinosnoteníanmarcasnibanderas.Parecíanrevestidosdepetróleoochapapote.Sustorretasdemando, tambiénnegras,estabancerradasyselladas. Alex se estremeció. Nunca había imaginado que una máquina pudierairradiar tanta maldad. Eran tan oscuras y frías como el agua que golpeteaba a sualrededor.Teníanjustoelaspectodelasbombasenlasquesehabíanconvertido.

Tresdelossubmarinosformabanunalínea,amarradosalcostadodelpuerto.Elcuarto estaba enunmuelle para él solo, unpocomás allá.Alex se percatódequehabíaunagrúaal final,asomadaalagua.Añosantesdebíahaberestadopintadadeamarillo, pero ahora la mayor parte del color había desaparecido. La cabina decontrol estaba solo a diez metros de altura, accesible mediante una escalerilla. Elbrazodelagrúasubíaparaluegobajar,casicomoelcuelloylacabezadeunpájaro.Eraunagrúasingancho.Envezdeeso,habíaundiscocomoungigantescotapónquecolgababajoelbrazo,conectadoalmismomedianteunacadenayunaseriedecableseléctricos.

ConradgritóalgoyelconductorllevóaAlexaunpasamanosalfinaldelmuelle.Lo habían colocado allí, claramente, para impedir que alguien se cayese, y estabasólidamenteafirmadoalsuelo.ElconductorsoltóunadelasmanosdeAlexantesdetirardelacadena,arrastrándolocomoaunperro.Seacercóalpasamanosyloesposóalmismo.Alexquedóallíabandonado.Sacudiólacadena,envano.Noibaasoltarse.

Alexnopodíahacerotracosaqueobservarcómodosdelossoldadossacabanla

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bombadelcamión,contantocuidadocomoeraposible.Violatensiónensusrostrosalponerlaenelsuelo,justoalbordedelmuelleyasolounosmetrosdelagrúa.Sarovseacercó,conConradrenqueandoasulado.ConradmiróaAlexyunextremodesubocasetorcióalsonreír.

Sarovmetió lamanoenelbolsillode lachaquetaysacó la tarjetaque lehabíamostradoaAlexenelavión.Esperóuninstante,luegolametióenlaranurasituadaalcostadodelabombaatómica.Almomento,elcajónplateadocobróvida.Unaseriedelucesrojascomenzaronaparpadearenunpanel.Alexviounalíneadedígitosenunapantalladecristallíquido.Horas,minutosysegundos.Estabanyaenlacuentaatrás.Labandamagnéticadelatarjetahabíaactivadolabomba.Dentrodelcajóngirabanruedaselectrónicas.Ladetonaciónestabayafijada.

Luego,SarovseacercóaAlex.Sedetuvoyloexaminócomosilovieraporprimeravez.Comodecostumbre,su

rostronoteníaexpresión,peroAlexpudodetectaralgoensusojos.Sarovlohubieranegado.Sehubieraenfurecidosialguienlohubieseinsinuado.Perolatristezaestabaallí.Erafácildever.

—Y ahora sí que hemos llegado al final —dijo—. Estas en los Astilleros deReparaciones de SubmarinosNucleares deMurmansk. Puede que te interese saberque los soldados queme recibieron en el aeropuerto sirvieron amis órdenes en elpasadoymeguardanlealtad.Todoelcomplejoestáahorabajomicontroly,comoyahasvisto,labombaatómicaestáactivada.Metemoquenopuedoquedarmemuchotiempocontigo.Tengoqueregresaralaeropuertoparaasegurarmedeque todoestálistoparanuestrovuelohaciaMoscú.DejoaquíaConradparaquecoloquelabombadirectamente sobre el submarino, justo encima de su reactor nuclear. Puede que ladetonación de la bomba haga saltar también al reactor, duplicando o triplicando lafuerza de la explosión. Eso significará muy poca diferencia para ti, ya que tevaporizarásalinstante,antessiquieradequetengastiempodesaberquéhasucedido.Conradestámuydisgustado.Esperabaquelepermitiesematarte.

Alexnodijonada.—Metemo,Alex,queesteesunfinmuchomásestúpidodelquehabíaplaneado,

aunquepuedequemeloesperase.Unchicooccidental,educadoenInglaterra…unpaísquenoesmásquelasombradeloqueera.¿Porquénotedistecuentadeloquete estaba ofreciendo? ¿Porqué no quisiste aceptar un lugar en el nuevo mundo?Podríashabersidomihijo.Haselegidosermienemigo.Yestoesloquehaslogrado.

Hubootrolargosilencio.SarovtendiólamanoygolpeósuavementelamejilladeAlex.Miró a los ojos al chico por última vez. Luego giró sobre los talones y semarchó.Alexloviosubiralcocheymarcharse.

Losdemás soldados estaban a cierta distancia, aún en sus puestos alrededor detodo el lugar, Pero allí, en el centro, junto a la grúa, los submarinos y la bomba

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atómica,AlexyConradestabansolos.Eracomosituviesentodoelpuertoparaellos.Conradavanzó,paradetenersemuycercadeAlex.—Tengo un trabajo pendiente —graznó—. Pero luego me ocuparé de U. Es

extraño,peroSarovaúnsepreocupapor ti.Medijoque tedejaseenpaz.Peromeparece que esta vez voy a desobedecer al general. ¡Eres mío! Ya me ocuparé dehacertesufrir…

—Elsolohechodeoírtehablarmehacesufrir.Conradloignoró.Sedirigióalagrúaytrepó,atravésdelacortaescalerilla,hasta

la cabina. Alex lo vio arrancar y, un momento más tarde, el disco de metal sedesplazó hasta quedar sobre la bomba, antes de comenzar a descender. Conradmanejaba la grúa como un experto. El disco cayó con rapidez, se detuvo y, porúltimo, entró en contacto, con mucha suavidad, con la superficie del arcón. Alexescuchóun fuerte clic y, unmomento después, el arcón semovió de repente, paraluegoelevarse.LoqueConradestabausandoeraunelectroimán,queleservíaparallevarlabombasobreelaguaycolocarlaencimadelsubmarino.Todalaoperaciónlellevaríaunostresminutos.LuegopodríaocuparsedeAlex.

Alexteníaquecorrercontrareloj.Teníaqueactuarenseguida.LabarradechiclequeSmitherslehabíadadoseguíaensubolsillo.Soloteníala

manoizquierdalibreylellevóunossegundospreciososcogerlo,quitarleelpapelymetérselo en la boca. Se preguntó qué pensaría Conrad, silo había visto.A Sarov,desdeluego,nolehubiesecomplacido.Unchicooccidentalenfrentadoalamuerte,¡ytodoloqueseleocurríaeramascarchicle!

Alexmascó.Smithers se lashabía arregladoparamantenerpartede la fórmulaintacta.Elchiclesabía,deverdad,afresa.Sepreguntócuántotendríaquetenerloenla boca. Se suponía que su saliva lo activaba, ¿pero cuánta era necesaria?Mascóhastaquesintióelchicleblandoymaleable,conelsaborafresayaperdido.Entoncesloescupióenlamanoy,conrapidez,lopegóalasesposas,forzándoloaentrarenlacerradura.

Elarcónplateadohabíaatravesadolasaguas.Alexviocómosebalanceabaconsuavidad sobre el submarina Dentro de la cabina de control, Conrad se inclinabahaciadelante.Conlentitud,fuebajandoelarcónhastaquetocólasuperficiedemetal.Los cables y las cadenas del electroimán aflojaron, antes de estirarse de nuevo.Elelectroimáncomenzóavolveralmuelle.Perohabíadejadoyalabombaensusitio.

Algoestabasucediendo,sinduda,dentrode lasesposas.Alexescuchóunsiseomuydébil.Elchiclerosaseestabaexpandiendo.Salíaporelagujerodelacerraduraylohacíaenmuchamayorcantidaddelaquehabíametido.Hubouncrujidorepentino.Elmetalhabíacedido.Alexsintióunapunzadadedolor,cuandounapiezademetalrotolecortólamuñeca.Peroluegolasesposasseabrieron.¡Estabalibre!

Conrad había visto lo sucedido. Ya estaba bajando de la grúa. No la había

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detenidoyelelectroimánseguíaregresandoélsolo,apocosmetrossobreelagua.Labomba estaba fuera del alcance, al otro lado. Mientras Alex buscaba algo que lepudiera servir como arma,Conrad llegó al suelo y corrió hacia él. Se encontraroncaraacara.

Conradsonrió.Lasonrisatensólamitaddelacaraquepodíamover.Elotrolado,con el cuero cabelludo desnudo encima, se mantuvo inmóvil. Alex pudo verenseguida que, a pesar de sus terribles heridas, Conrad se mostraba sumamenteconfiado.Unmomentomás tarde supo por qué. Impulsado por el odio,Conrad semovía a sorprendente velocidad. En un momento dado estaba en posición decombate,enelsiguienteeraunborrónenmovimiento.Alexencajóunapatadaenelpecho.Elmundogiróycayóalsuelo,sinalientoymagullado.Entre tanto,Conradhabía aterrizado con suavidad sobre los pies. Ni siquiera se le había agitado larespiración.

Alex se incorporó a duras penas. Conrad fue hacia él y le lanzó una segundapatada.Elpieerróporuncentímetro,porqueAlexselanzóalsuelo,rodandohaciaelbordedelagua.Unamanoloagarróporlacamisa.Alexviolasespantosasmascasdesuturaenaquellamano,vueltaauniralamuñeca.Loobligóaincorporarse.Conradlogolpeóconfuerzatremenda.Alexsintióelsabordelasangre.Lamanolosoltó.Sequedóenpie,tambaleándose,tratandodeencontraralgunaformadedefenderse.

Pero no había ninguna. Pese a toda su fuerza y habilidad, Conrad lo habíavencido.Yahoraibaamatarlo.Alexlovioensucara.

Yentonces,enalgunaparte,hubounsúbitoresonar.Lacampanadealarmahabíacomenzadoa tocardenuevo.Huboun tableteodedisparosy, segundosmás tarde,unaexplosión.Alguienhabíalanzadounagranada.Conradsequedópetrificado;giróla cabeza. Se escucharon más disparos. Aunque pareciera imposible, daba laimpresióncomosiestuviesenatacandoelpuerto.

Con fuerzas renovadas, Alex se lanzó hacia delante. Había visto una barra demetal tirada en el suelo, entre otros desperdicios.Cerró susmanos alrededor de lamismay lablandió, agradecidode tener algoque separecía aun arma.Conrad sevolvió para enfrentarse con él. El tiroteo arreciaba. Ahora parecía llegar de dosdirecciones, comosi loshombresdeSarov tuvieranquedefendersedeunenemigoquehabíaaparecidodealgunaparte.Seescuchóunchirridodeneumáticosy,lejos,Alex vio un jeep que irrumpía derribando la raquítica alambrada. Se detuvo y treshombres saltaron delmismo, para ponerse a cubierto. Iban vestidos de azul. ¿Quéestabapasando?¿Laarmadarusacontraelejércitoruso?¿Yquiénexactamentehabíadadolaalarma?

Pero aunquehubierandescubierto el plan deSarov, aunquehubiesenpuesto enmarchaunaoperaciónderescate,Alexseguíaengravepeligro.Conradsebalanceabasobrelaspuntasdesuspies,buscandolaformaderebasarladefensadelabarrade

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hierro. ¿Y qué pasaba con la bomba atómica? Alex no sabía si Sarov la habíaprogramadoparadetonar en cincohoraso en cincominutos.Sabiendo lo locoqueestaba,podíasercualquieradelasdosopciones.

Conrad saltó.Alexgolpeócon labarrametálicay sintió cómo impactaba en elhombrodesuenemigo.PerolasonrisadesatisfacciónseleborródelacaracuandoConradagarróconambasmanoslabarra.HabíapermitidoqueAlexlogolpeaseparapoder agarrar la barra.Alex tiró, peroConrad eramuchomás fuerte que él. Sintiócómolearrancabanelmetaldelasmanos,cortándolelaspalmas.Alexdejóescaparla barra, luego gritó al ver queConrad la blandía contra él como una guadaña. Elmetal impactó en el muslo de Al€x y este se derrumbó de espaldas, incapaz demoverse.

Más disparos. Aunque veía borroso, Alex advirtió que dos granadas llegabanvolando.Aterrizaroncercadeunode losbarcosyexplotaronconunagranboladellamas. Dos de los hombres de Sarov salieron volando por los aires. Dos o tresmetralletascomenzaronatabletearsimultáneamente.Seescucharongritos.Sealzaronmásllamas.

Conradseabalanzabasobreél.Parecíahaberolvidadoloqueestabaocurriendoenlosdiques.Opuedequenole

importase.Sesubióunamanga,luegolaotra.Porúltimo,sedejócaersobreelpechodeAlex,conunarodillaacadaladodesucuerpo.AgarróaAlexporlagarganta.

Pocoapoco,disfrutandodeloqueestabahaciendo,comenzóaapretar.Alexsintiócómoloestrangulabanlentamente.Nopodíarespirar.Yaveíapuntos

negros delante de los ojos. Pero él había visto algo queConrad no vio. Se dirigíalentamentehaciaellos,cruzandoelagua.Elelectroimán.

Conrad había dejado la grúa funcionando, en su precipitación por llegar hastaAlex. ¿Sería posible que…? Alex recordó lo que Sarov le había dicho sobre suayudante.Teníaclavosdemetalpor todoelcuerpo.Habíaalambresdemetalensumandíbulayunaplacametálicaenlacabeza…

El electroimán estaba ya casi sobre ellos, ocultando el cielo. Alex no podíarespirar. Las manos de Conrad le apretaban la garganta. Le quedaban unos pocossegundos.

Con sus últimas fuerzas, golpeó de repente con ambos puños, al tiempo quearqueaba el cuerpo. Pilló a Conrad por sorpresa. Salió hacia atrás y susmanos seaflojaron.Elelectroimánestabadirectamentesobreellos.Alexviolaexpresióndesurostro cuando todas las placas, clavos y alambres demetal de su cuerpo entrabandentro del campo magnético. Conrad aulló y desapareció, lanzado a los aires pormanos invisibles. Su espalda se estrelló contra el disco con un tremendo sonidorestallante.Luegosequedóinmóvil,pegadoaldiscoporloshombros,conbrazosypiernascolgando.Lagrúasiguiómoviéndose,llevándoseelcuerpoinerte,siguiendo

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unacurvapocopronunciadasobreelmuelle.Alexboqueóbuscandoaire.Elmundovolvióaencuadrarsedenuevo.—Quétipomásguapo—murmuró.Sepusoenpielentamente,luegotuvoqueagarrarsealpasamanosenelquehabía

estadoencadenado.Seapoyóenelmismo,incapazdemantenerseerguidosinayuda.Hubounaexplosióndetiros,máslargaypoderosaquelasanteriores.Unhelicópterohabíaentradoenacción,volandobajosobreelmar.Vioaunaviadorsentadojuntoalaportezuelaabierta,laspiernascolgandoyconunarmainmensaenelregazo.UnodeloscamionesdeSarovsaltó,seagitóunpardevecesyacabóexplotando.

Labomba…YatendríatiempodespuésAlexdeaveriguarquéhabíasucedido.Nadieestaríaa

salvo hasta que hubiesen desarmado la bomba. La garganta le quemaba aún. Lecostabaungranesfuerzorespirar.Peroconsiguióecharacorrerysubirsealagrúa.Sabía que no debía ser muy difícil de manejar. Se puso a los mandos. En esemomento, uno de los hombres deSarov le disparó.La bala impactó contra la cajametálicaqueeralacabina.Alexseagachóporinstintoyapretóunapalanca.

Eldiscomagnéticosedetuvoycomenzóagirarenelaire,conConradcolgandodebajo comounamuñeca rota.Alex empujó la palanca y comenzó a caer hacia elmar.¡No!Noeraesoloquequería.Echóatráslapalancayelelectroimánsedetuvodegolpe.¿Cómoseapagaría?Alexmiróalrededor,hastadescubriruninterruptor.Loapretóy,dentro,seencendióunaluz.¡Esenoera!Habíaunbotónenlapalancayloprobó.Conradsesoltóinstantáneamenteycayó.Seestrellócontralasaguasgrisesyheladasysehundiódeinmediato.AAlexseleocurrióque,habidacuentadetodoelmetalqueteníadentro,noerasorprendente.

Tiróde lapalancahaciaatrásyelelectroimánse levantódenuevo.Unsoldadocorría por elmuelle hacia él.Ledispararondesde el helicópteroy el hombre cayóparanolevantarse.Ahora…¡aconcentrarse!Alexprobóunasegundapalancayestavez el electroimán comenzó a volver hacia el submarino. Parecía demorarseeternamente. Alex se daba cuenta solo en parte de la batalla que tenía lugar a sualrededor. Parecía que las autoridades rusas habían llegado en son de guerra. LoshombresdeSarovestabansiendoampliamentesobrepasadosennúmero,peroaunasísedefendían.Sabíanquenoteníannadaqueperder.

Elelectroimánllegóalsubmarino.Alexlohizodescenderhastaelarcónplateado,recordandoconcuántadelicadezalohabíahechoConrad.Élteníamenosmaña,yseleescapóunamuecacuandoelpesadodiscogolpeólapartesuperior.¡Diablos!Podíahacersaltarlabombaélmismosinoseandabaconcuidado.Apretóporsegundavezelbotóndelapalancadecontrolysintiócómoelelectroimánvolvíaalavida,yasísupo que había atrapado a la bomba atómica. Lo hizo retroceder, elevando elartefactomagnético.Elarcónplateadosedespegódelsubmarino.

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Entonces,centímetroacentímetro,hizogirarelbrazodelagrúasobrelasaguas,devolviendolabombaatómicaalpuerto.Unasegundabala impactóenlagrúay laventanillasaltóenpedazos,alladodesucabeza.Alexgritó.Unalluviadecristalescayósobreél.Pensóqueloibanadejarciego.Pero,cuandomiródenuevo,labombaatómicacolgabayasobreelmuelleycomprendióqueestabaapuntodeacabar.

Labajó.Enelprecisomomentoenquetocabaelsuelo,hubootraexplosión,másaltaymáspróximaquelasdemás.Peronoeraatómica.Unodelosalmaceneshabíasaltado por los aires. Otro estaba envuelto en llamas. Había llegado un segundohelicóptero y bombardeaba, lanzando polvo y restos por los aires. Era difícil deprecisar, pero Alex hubiera jurado que los hombres de Sarov estaban perdiendoterreno. Parecía haber menos fuego de respuesta. Bueno, dentro de unos pocossegundos ya no importaría. Todo lo que tenía que hacer era retirar la tarjeta deplástico.

Soltó el electroimán, saltó de la grúa y echó a correr inclinado. Podía ver latarjeta,asomandoamediasdelaranuraenlaquelahabíainsertadoSarov.Laslucesseguíanparpadeandoylosnúmerospasaban.Habíamenosdisparosasualrededor.Almirarporencimadelhombro,viocómomáshombresdeazulirrumpíanlentamenteenelcomplejo,entrandoportodoslados.Seagachóytiródelatarjeta.Laslucesdelabombaatómicaseapagaron.Losnúmerosdesparecieron.¡Lohabíaconseguido!

—Vuelveameterla.Las palabras habían sido pronunciadas con suavidad, pero cada una de ellas

rezumabaamenaza.AlexalzólamiradayvioaSarovfrenteaél.Dealgunamanera,habíaaveriguadoqueelcomplejoestabasiendoatacadoyhabíaregresado.¿Cuántotiempohabíapasadodesdelaúltimavezquesevieroncaraacara?¿Treintaminutos?¿Unahora?Fueracualfueseesetiempo,Sarovhabíacambiado.Seleveíaachicado,quebrantado. Había perdido la luz de 'os ojos y el poco color de su piel parecíahaberseagrisado.Habíaresultadoheridocuandotratabadevolveralpuerto.Habíaundesgarroensuguerrera,delquesurgíaunlentoreguerodesangre.Sumanoizquierdacolgabainerte.

Peroconlamanoderechaempuñabaunapistola.—Se acabó, general—dijo Alex—. Conrad ha muerto. Ha llegado el ejército

ruso.Alguientienequehaberlesavisado.Sarovagitólacabeza.—Aúnpuedodetonarlabomba.Hayunaformadehacerlo.Túyyomoriremos.

Peroelfinalseráelmismo.—¿Unmundomejor?—Esloquesiemprequise,Alex.¡Todoloque…!Yosolohehecholoquecreía

correcto.Alex sintió una tremenda fatiga. Sopesé la tarjeta en la mano. Era de veras

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extraño.DeCayoEsqueletoalaClaveMortal.Todasuaventurasereducíaaeso.Sarovalzólapistola.Lasangresalíaahoraconrapidez.Setambaleaba.—Damelatarjetaotepegountiro.Alex levantó la carta y, de repente, la arrojó con todas sus fuerzas. Dio dos

vueltasenelaire,antesdehundirseenelagua.—Adelante,siesloquedesea.¡Dispáreme!LosojosdeSarovsefijaronenelpuntoenelquehabíadesaparecidolatarjeta,

luegosevolvieronhaciaAlex.—¿Porqué?—susurró.—Mejorestarmuertoquetenerunpadrecomousted.Seoíangritos.Pasosqueseacercaban.—Adiós,Alex—dijoSarov.Levantólapistolaydisparóunasolavez.

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-H

17.DespuésdeAlex

EMOSperdidoaAlex—dijolaseñoraJones—.Losiento,Alan.Séquenoesloquequeríaoír.Peronohaynadaquehacer.

El jefe deOperacionesEspeciales delMI6 y su número dos estaban comiendojuntos en un restaurante, cerca de la estación deLiverpoolStreet.Comían allí confrecuencia,aunquenojuntos.Elrestauranteestabaenunsótano,contechosbajosyabovedados,lucessuavesymurosdeladrillovisto.ABluntlegustabanlosmantelesalmidonados y el servicio anticuado. Además, la comida no era buena; así que lovisitabapocagente.Esoeraútilcuandososteníaconversacionescomoesa.

—Alexlohizomuybien—murmuró.—Oh,sí.Herecibidoune-maildeJoeByrnedesdeVirginia.Porsupuesto,está

apesadumbrado por la pérdida de sus dos agentes en la cueva submarina, perotambién lleno de gratitud hacia Alex. Está claro que nos debe un favor…, lo quepuedesernosútilenelfuturo—cogióunpanecilloylopartióporlamitad—.Nomesorprendería que la CIA comenzase a entrenar a sus propios agentes adolescentes.Losestadounidensessiemprenoscopianlasideas.

—Cuandonosotrosnocopiamoslassuyas—apuntóBlunt.—Escierto.Se interrumpieron cuando el camarero llegó con el primer plato. Sardinas a la

parrillaparalaseñoraJonesysopaparaBlunt.Ningunodelosdosteníaunaspectodemasiadosuculento,peroesonoimportaba.Ningunodeellosteníamuchoapetito.

—Heestadoleyendolosdocumentosymehehechounacomposicióngeneral—dijo Blunt—. Pero puede que ustedme ayude con algunos detalles. En particular,cómodieronlosrusosatiempoconSarov.

—Gracias a lo ocurrido en el aeropuerto de Edimburgo—le explicó la señoraJones. Miró al plato. Había cuatro sardinas alineadas, con cabeza y cola. Si unpescado pudiese tener un aspecto desdichado, ese lo tendría. Estrujó un limón. Elzumoformólágrimasbajolosojosblancos.

—AlexsetopóconunguardiadeseguridadllamadoGeorgePrescott—prosiguió—.SelasarreglóparaescapardelavióndeSarovusandounodelosartefactosqueledioSmithers.

—NorecuerdohaberautorizadoaSmithersa…—comenzóBlunt.—Alexqueríausarunteléfono—lointerrumpiólaseñoraJones—.Estabaclaro

que quería avisamos de lo deMurmansk, así como de los planes de Sarov.Aquelhombre,Prescott,seloimpidió.

—Pordesgracia.

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—Sí.Debió sermuy frustrante.Alex le contóqueeraunespíayque trabajabaparanosotros,peroSarovlocapturó.MataronaPrescott,yesofueelfinal.Odebierahaberlo sido…, pero fuimosmuy afortunados. Prescott tenía una radio sujeta a lachaqueta.EstabaabiertadurantelaconversaciónconAlex,porloquesussuperiorespudieron oírla. Claro está que tampoco lo creyeron, pero cuando encontraron aPrescottconunabalaenlacabeza,sumarondosydos,ynosllamaronsintardanza.Yo fui quien alertó a las autoridades deMurmansk, y debo decir que los rusos semovieronrápido.Enviaronunafuerzanaval,ademásdedoshelicópterosarmados,yarrasaronellugar.

—¿Quéhapasadoconlabomba?—Latienenellos.Segúndicen,eralobastantepotentecomoparavolarunbuen

trozodelapenínsuladeKola.LaexplosiónhubieracontaminadoNoruega,Finlandiay, ya que vamos a ello, buena parte de Gran Bretaña. Y creo que la reacciónconsiguientehubieraexpulsadoaKiriyenkodelpoder.Nadieleapreciamucho.

—¿DóndeestáKiriyenko?—lasopadeBluntestabayacasifría.Habíaolvidadoquésesuponíaquetenía.

—LasautoridadescubanasloencontraronencerradoenCayoEsqueleto.Agitabalacabezayechaba laculpade lo sucedidoa todos,menosaélmismo—la señoraJonestambiénagitólacabeza—.HavueltoaMoscú.Sarovlemetióunbuensusto,pero tambiénnos lometióa todosnosotros.DenoserporAlex,asaberquépodíahaberocurrido.

—¿Quédicenloscubanosdetodoesto?—NoquierensabernadadeSarov.Sehandesmarcado.No teníanni ideade lo

queestabaplaneando.¡Resultaaterradorpensarlocercaqueestuvo!—DenohabersidoporAlexRider…Losdosacabaronsuprimerplatoensilencio.—¿DóndeestáAlex?—preguntódepasadaBlunt.—Encasa.—¿Cómoestá?LaseñoraJonessuspiró.—Alparecer,Sarovsepegóuntiro.Alexestabajustodelantedeél.Elproblema,

Alan,esqueustednuncahatenidoniñosynoquiereaceptarelhechodeque,despuésde todo,Alexes solounchico.Yahapasadopormásde loque lamayoríade loschicosdecatorceañospuedenencajar…¡yestaúltimamisión!Hasidoaúnpeor.¡Y,alfinal,viocómoSarovsequitabalavida!

—SupongoqueSarovnoqueríasercapturadovivo—murmuróBlunt.—Quisiera que fuese algo tan sencillo como eso. Me parece que Sarov tenía

algúntipode…fijaciónconAlex.Loveíacomoalhijoquehabíaperdido.Alexlorechazóyloempujóallímite.Poresolohizo.Yanopodíacargarconsigomismo.

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Blunthizoungestoyuncamareroseacercóysirvióelvino.Noerahabitualquelosdosespíasbebiesendurantelacomida,peroBlunthabíapedidomediabotelladeChablis, que estabametida en una cubitera sobre lamesa.Otro camarero sirvió elsegundoplato.Lacomidasequedóenlamesa,intacta.

—¿Quépasóconaquelasuntodelastríadas?—preguntóBlunt.—Oh…, está zanjado. Tenemos a un par de ellos en la cárcel y lo hemos

arreglado para que los liberen. Los enviamos en un vuelo a Hong Kong. Fuesuficiente.DejaránenpazaAlex.

—Entonces,¿porquédicequelohemosperdido?—Laverdadesquenodebimosutilizarloenprimeralínea.—Nolohicimos.FuelaCIA.—Ustedsabequenohayningunadiferencia—laseñoraJonessaboreóelvino—.

Todoloquepuedodeciresqueyohesidounadelasquesehaentrevistadoconély… no es el mismo. Ya sé que he dicho esto antes. Pero ahora me preocupa deverdad,Alan.Estámuyserioyreservado.Haquedadomuydañado.

—¿Huesosrotos?—¡PorelamordeDios!¡Loschicossufrendañosdeotraíndole!Losiento,pero

estomeafectademasiado.Nopodemosvolverautilizarlo.Noesjusto.—Lavidanoes justa—Blunt levantó supropiacopa.Creoqueestáolvidando

queAlexacabadesalvaralmundo.Elchicoseestáconvirtiendoconrapidezenunodenuestrosmejoresagentes.Esnuestramejorarmasecreta.Nopodemospermitirnossersentimentalesalrespecto.Quedescanse.Creoquenecesitarecuperarelritmodelcolegio,yluegounasvacacionesdeverano.Peroustedsabetambiéncomoyoque,silanecesidadaprieta,notendremosopción.Leutilizaremosdenuevo.Ydenuevo…

LaseñoraJonessoltóelcuchilloyeltenedor.—Heperdidoelapetito.Bluntlaobservó.—Esperoquenoestédesarrollandonadaparecidoaunaconciencia—dijo—.Si

deverdadlepreocupaAlex,tráigaloycompartiremosconéllossentimientos.LaseñoraJonesmiróasujefealosojos.—Puedequeéltengaalgúnproblemaparaencontrarlosdeusted.

Aldía siguiente era sábado.Alex se levantó tarde, se duchó, sevistióybajó atomarseeldesayunoquesuamadellaves,JackStarbright,leteníapreparado.Habíacocinado todo loque legustaba,peroél comiómuypoco, sentadoen silencioa lamesa.Jackestabadelomáspreocupadaporél.Eldíaanteshabíatratadodellevarloalmédicoyél,porprimeravezensuvida,sehabíanegadoconbrusquedad.Nosabíaqué hacer. Si las cosas nomejoraban, tendría que hablar con esamujer, la señoraJones.Jacknosabíaquépodíahacerella,peropensabaqueerabuenaidea.Talvez

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pudierahaceralgoporellos.Lascosasnopodíanseguirasí.—¿Dóndevashoy?—preguntó.Alexseencogiódehombros.Teníalamanovendada,ahídondelabarrademetal

lehabíacortado,asícomociertonúmerodegolpesenelrostro.Lospeoreseranlosmoretonesdelagarganta.Desdeluego,Conradlehabíadejadosumarca.

—¿Quieresverunapelícula?—No.Meparecequemeiréadarunpaseo.—Irécontigo,siteapetece.—No.Gracias,Jack,peroprefieroirsolo.Diezminutosdespués,Alexsalíadelacasa.Elpartemeteorológicohabíadicho

queeldíaseríasoleado,perolociertoesqueestabanublado.EchóaandarporKing’sRoad,esperandoperderseentrelagente.Noteníaideadehaciadóndeiba.LoÚnicoquequeríaerapensar.

Sarovestabamuerto.Alexsehabíadadolavueltacuandoelhombresepusolapistola en el corazón, no queriendo ver más. Unos minutos después todo habíaacabado.LosAstillerosdeReparaciónhabíansidorecuperadosylabombaretirada.EvacuaronaAlexenhelicóptero,primeroaunhospitaldeMoscúyluegodevueltaaLondres.AlguienhabíadichoqueKiriyenkoqueríaverlo.Sehabíamencionadounamedalla.Alexdeclinó.Loúnicoquequeríaeravolveracasa.

Yahíeradondeestaba.Todohabíasalidobien.¡Eraunhéroe!¿Porquésesentíaasí?¿Cómosesentíaexactamente?¿Deprimido?¿Exhausto?

Un poco ambas cosas…, pero, aún peor, se sentía vacío. Era casi como si hubieramuerto en losAstilleros deReparación de Submarinos deMurmansk y, de algunaforma, hubiese vuelto a Londres convertido en un fantasma. La vida pasaba a sualrededor,peroélnoerapartedeella. Inclusocuandoestaba tumbadoensupropiacama,ensupropiacasa,sentíacomosiyanopertenecieraaella.

Lehabíanocurridomuchascosas,peronoleestabapermitidohablardeelloconnadie.NisiquierapodíacontárseloaJack.Sehorrorizaríaeindignaría…ynohabíanadaqueellapudierahacer.Habíaperdidomássemanasdecolegioysabíaqueteníapordelantenosoloelesfuerzoderecuperarlos.Lasamistadesdesaparecenpronto.Lagenteyaloconsiderabaalguienraro.Nopasaríamuchotiempoantesdequenadielehablase.

Nuncatendríaunpadre.Yasabíaeso.Nuncatendríaunavidanormal.Dealgunaforma, se habíametido élmismo en la trampa.Un fantasma.Eso era en lo que sehabíaconvertido.

Alex no percibió cómo el coche se paraba detrás de él. No escuchó abrir ycerrarselapuerta.Pero,derepente,oyópasosquecorríanasusespadasy,antesdequepudierareaccionar,unamanoseapoyóensupecho.

—¡Alex!

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Segiró.—¡Sabina!SabinaPleasureestabadelantedeél,jadeandodespuésdelacortacarrera,vestía

conunacamisetadeRobbieWilliamsyvaqueros,conunacoloristamochilacolgadaalhombro.Surostroestabaencendidodegozo.

—Qué suerte que te he encontrado. He estado buscándote durante semanas.Nuncamedistetuteléfono,graciasaqueconozcotudirección.Papáymamámehantraídoencoche…—señalóhacia suspadres,queestabanenelautomóvil.Losdosagitaronunamano,saludandoaAlexatravésdelparabrisas—.Ibaaversiestabasencasa.¡Ymirapordóndeteencuentro!—lomiróalcuello,examinandolosmoretones—.¡Tienesunaspectohorrible!¿Hastenidounaccidentedecoche?

—Noexactamente.—Bueno,Alex—lointerrumpióella—.Estoymuyenfadadacontigo.Tesalvéla

vidaenCornualles,porsinolorecuerdas…aunquetengoquedecirtequehacerteelbocaabocaenlaplayafuelomejordelasvacaciones…ylosiguientequesupedetifue, simplemente, que te habías esfumado. Ni siquiera me mandaste una postalagradeciéndomelo.

—Bueno;estuve…ocupado.—HaciendodeJamesBond,supongo.—Bueno…—Alexnosabíaquédecir.Sabinaloagarróporelbrazo.—Ya me lo contarás más tarde. Papá y mamá quieren invitarte a comer y

hablaremosdelsurdeFrancia.—¿Qué,exactamente?—Vamosairesteverano.Ytúvendrástambién.Tenemosunosamigosquenos

handejadounacasaconpiscina,yvaaserfenomenal—lomirócondetenimientoalrostro—.Nomedigasquetienesotrosplanes.

Alexsonrió.—No,Sabina,notengoningúnplanenabsoluto.—Entoncesdecidido.Ahora, ¿qué tegustaríapara comer?Amímeapeteceun

italiano…,perocomohaspasadodemí,¡tendrásqueelegirtú!—seechóareír.AlexySabinaecharonaandarcallearriba,juntos.Alexalzólamirada.Lasnubes

sehabíanabiertoyelsolasomado.Parecíacomosi,despuésdetodo,fueseahacerundíasoleado.

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Notas

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[1]JuegodepalabrasalusivoalaseriedetelevisiónMiamiVice.(N.delT.)<<

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