Centro de gravedad - Diagonal

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Centro de gravedad Publicado en Periódico Diagonal (https://www.diagonalperiodico.net) Centro de gravedad Enviado por martin el Mié, 11/13/2013 - 08:00 Artículos relacionados portada: Madrid abre la veda a la privatización de la cultura Antetítulo (dentro): Análisis // Vivir en Madrid Sección principal: Global Cuerpo: Madrid es una ciudad de más de un millón de cadáveres. Dicen. Cadáveres vivientes. Porque, aun estando muertos, seguimos atestando los bares y las tiendas del centro, pero, al parecer, no producimos suficiente, ni cultura ni incentivos para el turismo. Vaya. Quizá hemos mutado hacia zombis a imagen y semejanza de aquellos que nos gobiernan, quienes, en teoría, son un espejo distorsionado de quienes somos. Pero no, aquí esta ecuación no se cumple. No podemos parecernos a alguien que no hemos elegido. Quizá en Génova guarden el secreto de la vida post mortem y vayan entrenando a los zombis más avezados (hoy Nacho y Ana, mañana quién sabe) para ocupar los cargos de máxima responsabilidad, es decir: comparecer como sparrings en las ruedas de prensa y/o firmar sin mirar pulsiones de muerte que van dinamitando la ciudad por la base. Decía Pina Bausch que ella reconocía las grandes ciudades porque sus habitantes sabían bailar. No en los clubs ni en los conciertos, sino en la calle. En Madrid hoy se baila mucho. Quizá hasta demasiado: bailamos sobre brasas. Saltamos. Tratando de esquivar nuestras condiciones materiales: terrazas y coches que inundan exponencialmente el espacio público, metro impuntual, calefacción prohibitiva (hoy, cuando escuchas "Winter is coming", piensas inmediatamente en la factura de la luz), normativas delirantes, multitud de coches histéricos y apestosos, sueldos con horarios de risa. Preferimos correr para huir de este presente radicalmente insostenible. Estamos quemados. Nos han robado el horizonte. El plan es perfecto, porque si no hay proyecto para mañana, te abandonas al apocalipsis. Y como bailarinas que aún no saben que es necesario mantener un punto fijo al que mirar, una referencia, agotamos las vueltas hasta que caemos mareadas sobre el asfalto. Tranqui, que pronto vendrá el camión de la basura a recogernos, previo pago de una nueva tasa que ya acuñaron: “Recogida y reciclaje gratuito de personas. Madrid es limpio”. Somos una ciudad prototipo, sin duda. Nadie sabe qué dolencias estamos incubando, qué secuelas dejará todo este proceso. Un saco de síntomas. Madrid, ciudad Parca: puedes morir una noche de Halloween en el discotecón de un mafioso o puedes degenerar lentamente durante años mientras luchas por sobrevivir. Nuestros cuerpos alimentan la hoguera mientras otros pocos se calientan e iluminan con ella. Pero a veces, bajo las aceras, bailamos bien y sin que nos vean. Nos salimos fuera de foco, nos saltamos las estadísticas. Hay un fuego subterráneo que no se puede computar. Miles de gestos y hábitos, maneras de vivir que se van capilarizando. Pequeños sucesos en lugares periféricos. No construyen ni norma de moda. Nos cuidamos y protegemos, ofrecemos una resistencia mutante, evitando que avance la epidemia. Escapamos de la campana de Gauss. Sólo buscamos un centro de gravedad permanente. Y lo encontramos, aunque dure unos minutos, horas o un par de días. Bailamos bien y sin que nos vean. Estamos entrenando para el día en que lo hagamos sobre sus tumbas. Página 1 de 2

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Centro de gravedadEnviado por martin el Mié, 11/13/2013 - 08:00 Artículos relacionados portada: Madrid abre la veda a la privatización de la culturaAntetítulo (dentro): Análisis // Vivir en MadridSección principal: GlobalCuerpo:

Madrid es una ciudad de más de un millón de cadáveres. Dicen. Cadáveres vivientes. Porque, aunestando muertos, seguimos atestando los bares y las tiendas del centro, pero, al parecer, noproducimos suficiente, ni cultura ni incentivos para el turismo. Vaya. Quizá hemos mutado haciazombis a imagen y semejanza de aquellos que nos gobiernan, quienes, en teoría, son un espejodistorsionado de quienes somos. Pero no, aquí esta ecuación no se cumple. No podemosparecernos a alguien que no hemos elegido. Quizá en Génova guarden el secreto de la vidapost mortem y vayan entrenando a los zombis más avezados (hoy Nacho y Ana, mañana quién sabe)para ocupar los cargos de máxima responsabilidad, es decir: comparecer como sparrings en lasruedas de prensa y/o firmar sin mirar pulsiones de muerte que van dinamitando la ciudad por labase.

Decía Pina Bausch que ella reconocía las grandes ciudades porque sus habitantes sabíanbailar. No en los clubs ni en los conciertos, sino en la calle. En Madrid hoy se baila mucho. Quizáhasta demasiado: bailamos sobre brasas. Saltamos. Tratando de esquivar nuestras condicionesmateriales: terrazas y coches que inundan exponencialmente el espacio público, metro impuntual,calefacción prohibitiva (hoy, cuando escuchas "Winter is coming", piensas inmediatamente en lafactura de la luz), normativas delirantes, multitud de coches histéricos y apestosos, sueldos conhorarios de risa. Preferimos correr para huir de este presente radicalmente insostenible.Estamos quemados.

Nos han robado el horizonte. El plan es perfecto, porque si no hay proyecto para mañana, teabandonas al apocalipsis. Y como bailarinas que aún no saben que es necesario mantener un puntofijo al que mirar, una referencia, agotamos las vueltas hasta que caemos mareadas sobre elasfalto. Tranqui, que pronto vendrá el camión de la basura a recogernos, previo pago de una nuevatasa que ya acuñaron: “Recogida y reciclaje gratuito de personas. Madrid es limpio”. Somosuna ciudad prototipo, sin duda. Nadie sabe qué dolencias estamos incubando, qué secuelas dejarátodo este proceso. Un saco de síntomas. Madrid, ciudad Parca: puedes morir una noche deHalloween en el discotecón de un mafioso o puedes degenerar lentamente durante años mientrasluchas por sobrevivir. Nuestros cuerpos alimentan la hoguera mientras otros pocos se calientane iluminan con ella.

Pero a veces, bajo las aceras, bailamos bien y sin que nos vean. Nos salimos fuera de foco, nossaltamos las estadísticas. Hay un fuego subterráneo que no se puede computar. Miles de gestos yhábitos, maneras de vivir que se van capilarizando. Pequeños sucesos en lugares periféricos.No construyen ni norma de moda. Nos cuidamos y protegemos, ofrecemos una resistencia mutante,evitando que avance la epidemia. Escapamos de la campana de Gauss. Sólo buscamos un centro degravedad permanente. Y lo encontramos, aunque dure unos minutos, horas o un par de días.Bailamos bien y sin que nos vean. Estamos entrenando para el día en que lo hagamos sobresus tumbas.

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Temáticos: Número 209gestión culturalGeográficos: MadridEdición impresa:

Licencia: CC-by-SAPosición Media: Cuerpo del artículoCompartir:

Tipo Artículo: AnálisisAutoría foto: GaelxInfo de la autoria: MadridAutoría: Silvia Nanclares

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