Cervantes y la canifilia renacentista en «El coloquio de ... · ñoso" nos permiten visualizar ese...

16
CERVANTES Y LA CANIFILIA RENACENTISTA EN EL COLOQUIO DE LOS PERROS Adrienne L. Martín Universidad de California, Davis En el ABC Cultural del 11 de septiembre de 1999 dedicado a "La cultura y los perros", Julio Llamazares afirma que estos "simbolizan un poco mitificadas las virtudes que buscamos en el resto de las personas: lealtad, compañerismo, honradez. Toda una serie de cualidades reunidas en un solo ser. El hombre imperfecto busca la perfección en el perro" (13). Tal dignificación es común en nuestros tiempos. Hoy, los que aprecian a las mascotas saben que el mundo se divide entre amantes de gatos o de perros, sobre todo en Occidente, donde los animales han perdido en muchos aspectos sus funciones originales como mano de obra y asistentes de los humanos y se les ha antropomorfizado como parte de la familia. Recordemos, sin embargo, que en el Siglo de Oro también existía esta división canino-felina. Sabemos, por ejemplo, que a Lope le gustaban los gatos y a Cervantes los perros, y tal vez así se engendraron "La gatomaquia" y El coloquio de los perros. Y qué decir de los dos locos en el prólogo de la segunda parte de Don Quijote, el sevillano inflador de perros, y el cordobés que se gana una paliza por dejar caer una losa de mármol sobre un valioso podenco. Partiendo de esta conocida canifilia cervantina, y el hecho de que España fue gran depósito de razas caninas en la Edad Media, quiero ilustrar el papel social y cultural del perro en la temprana época moderna en Europa, tal como lo representan en su coloquio los finos interlocutores Berganza y Cipión. Ellos de- muestran cómo la sociedad aurisecular concibe al perro no sólo como emblema de la memoria, el agradecimiento y la fidelidad, sino también —y entre otras funciones pragmáticas y paradigma- ACTAS V - ACTAS CERVANTISTAS. Adrienne L. MARTÍN. Cervantes y la canifilia renac...

Transcript of Cervantes y la canifilia renacentista en «El coloquio de ... · ñoso" nos permiten visualizar ese...

Page 1: Cervantes y la canifilia renacentista en «El coloquio de ... · ñoso" nos permiten visualizar ese acto, cuando el narrador descri be que "Recostóse el Alférez, abrió el Licenciado

CERVANTES Y LA CANIFILIA RENACENTISTA EN EL COLOQUIO DE LOS PERROS

Adrienne L. Martín Universidad de California, Davis

En el ABC Cultural del 11 de septiembre de 1999 dedicado a "La cultura y los perros", Julio Llamazares afirma que estos "simbolizan un poco mitificadas las virtudes que buscamos en el resto de las personas: lealtad, compañerismo, honradez. Toda una serie de cualidades reunidas en un solo ser. El hombre imperfecto busca la perfección en el perro" (13). Tal dignificación es común en nuestros tiempos. Hoy, los que aprecian a las mascotas saben que el mundo se divide entre amantes de gatos o de perros, sobre todo en Occidente, donde los animales han perdido en muchos aspectos sus funciones originales como mano de obra y asistentes de los humanos y se les ha antropomorfizado como parte de la familia.

Recordemos, sin embargo, que en el Siglo de Oro también existía esta división canino-felina. Sabemos, por ejemplo, que a Lope le gustaban los gatos y a Cervantes los perros, y tal vez así se engendraron "La gatomaquia" y El coloquio de los perros. Y qué decir de los dos locos en el prólogo de la segunda parte de Don Quijote, el sevillano inflador de perros, y el cordobés que se gana una paliza por dejar caer una losa de mármol sobre un valioso podenco. Partiendo de esta conocida canifilia cervantina, y el hecho de que España fue gran depósito de razas caninas en la Edad Media, quiero ilustrar el papel social y cultural del perro en la temprana época moderna en Europa, tal como lo representan en su coloquio los finos interlocutores Berganza y Cipión. Ellos de­muestran cómo la sociedad aurisecular concibe al perro no sólo como emblema de la memoria, el agradecimiento y la fidelidad, sino también —y entre otras funciones pragmáticas y paradigma-

ACTAS V - ACTAS CERVANTISTAS. Adrienne L. MARTÍN. Cervantes y la canifilia renac...

Page 2: Cervantes y la canifilia renacentista en «El coloquio de ... · ñoso" nos permiten visualizar ese acto, cuando el narrador descri be que "Recostóse el Alférez, abrió el Licenciado

ticas— como ayudante, guardián, policía, pastor, titiritero, justi­ciero, soldado, "torero", y animal faldero. Son usos contextua-lizados con la literatura esópica, pastoril y épica, los bestiarios, la pintura y la emblemática, y como dice parte de la definición que da Covarrubias para el perro, "Desta materia ay libros enteros escritos, con casos muy particulares". La línea crítica más cono­cida sobre el Coloquio (que incluye a Riley, Forcione y otros) arguye que Cervantes empleó a los perros para alegorizar las flaquezas de los seres humanos, y explora su relación con la filo­sofía cínica. Los cínicos griegos tomaron su nombre de Diógenes, llamado "el Can" por su pensamiento independiente y rechazo de la sociedad (Rowland, 59). Esta crítica social provee una cone­xión sugerente con el picaro canino Berganza. Sin embargo, más allá de la interpretación fílosófíca-satírica, hay también una histo­ria material y cultural tras la elección de perros por parte de Cervantes.

Reitero que trato principalmente la perspectiva canina, su punto de vista si se quiere, por una razón muy obvia, que el mis­mo Cervantes muestra con creces en El casamiento engañoso, texto con el cual El coloquio de los perros forma un díptico. La relación simbiótica entre estas dos novelas es consabida también, ya que el fin de la primera y el comienzo de la última establecen una dialéctica que ilustra con certeza la visión literaria cervantina. Hoy esa perspectiva se explicaría acudiendo a varios términos postmodernistas relacionados a la metafícción, la intertextualidad, el texto autoconsciente, y sobre todo la escritura misma. No tengo gran querella contra ese enfoque, y estoy de acuerdo con que, por enésima vez, Cervantes es el adelantado paradigmático de la novelística de Occidente. Ahora, aun dentro del marco conceptual que ofrece El casamiento engañoso, el giro que le doy aquí a El coloquio de los perros es viable. Veamos qué dice el narrador en esa antesala.

Como también recordarán, en El casamiento engañoso Cer­vantes no sólo quiere liberar a sus lectores de los típicos contratos miméticos de su tiempo, relativos a la ficción y realidad, sino liberar a la escritura misma de la retórica que la afectaba. Así, el alférez Campuzano dice hacia el fin del relato "púselo en forma de coloquio por ahorrar de dijo Cipión, respondió Berganza, que

ACTAS V - ACTAS CERVANTISTAS. Adrienne L. MARTÍN. Cervantes y la canifilia renac...

Page 3: Cervantes y la canifilia renacentista en «El coloquio de ... · ñoso" nos permiten visualizar ese acto, cuando el narrador descri be que "Recostóse el Alférez, abrió el Licenciado

suele alargar la escritura" (II, 295).' Esa aclaración es el gatillo de la narración que seguirá a ésta, o sea el relato completo de El coloquio de los perros. La explicación también codifica una ma­nera de leer, ya que las últimas líneas de "El casamiento enga­ñoso" nos permiten visualizar ese acto, cuando el narrador descri­be que "Recostóse el Alférez, abrió el Licenciado el cartapacio, y en el principio vio que estaba puesto este título:" (II, 295).

Ahora, leyendo El coloquio de los perros podemos pensar, por la codificación proveída en el anticipo, que el momento mági­co realista según el cual Campuzano transcribe la conversación entre dos perros no nos debe sorprender, porque como lectores establecemos un contrato con el narrador, humano o no. En ese sentido, podemos suponer y asumir que en este relato los hablan­tes y actores son dos perros, y ¿por qué no? Es más, vista así la génesis del relato, cuando Berganza comienza a relatar sus ven­turas y desventuras, notamos que Cipión le interrumpe constante­mente, con comentarios a veces sagaces, y muy bien podríamos ver esas glosas como ladridos que, en el mundo canino, serían avisos, o verdades respecto a lo que ocurre. Aun si percibimos al perro como ser irracional, bien sabemos -desde don Quijote, pasando por el licenciado Vidriera, y llegando hasta nuestros dos perros- que son ellos los que dicen la verdad. No le doy más vueltas a esta antesala, porque al fin de ella replica el Alférez:

Pero puesto que me haya engañado, y que mi verdad sea sueño, y el porfiarla disparate, ¿no se holgará vuesa merced, se­ñor Peralta, de ver escritas en un coloquio las cosas que estos perros, o sean quien fueren, hablaron? (II, 294).

Es decir, lo que importa es la fantasía del relato, no la "realidad" de quien lo cuenta, lo cual, según la crítica actual ob­sesionada por el "discurso" y la "muerte del autor", eliminaría la problemática del narrador en El coloquio de los perros. Sin em­bargo, y vale reafirmarlo, Cervantes no escribía en un vacío esté­tico, social o histórico, y veamos brevemente qué se sabía en su época sobre esos cuadrúpedos.

Desde épocas prehistóricas, de todos los animales, el perro ha sido siempre el más domesticado y dispuesto a servir y adorar al amo, ganándose así el mayor cariño y estudio por parte de anti­guos naturalistas como Luys Pérez en Del can, y del cava/lo y de

ACTAS V - ACTAS CERVANTISTAS. Adrienne L. MARTÍN. Cervantes y la canifilia renac...

Page 4: Cervantes y la canifilia renacentista en «El coloquio de ... · ñoso" nos permiten visualizar ese acto, cuando el narrador descri be que "Recostóse el Alférez, abrió el Licenciado

sus cualidades (1568), Gabriel Alonso de Herrera en Agricultura general que trata de la labranza del campo y sus particula­ridades (1620) y Gerónimo de Huerta en su Historia natural de Cayo Plinio Segundo (1624). Covarrubias tal vez tenía a estos en mente cuando ofrece la definición mencionada arriba. Al conver­tir a sus protagonistas en musas caninas, Cervantes trae a cola­ción la humanidad de ellos y la bestialidad del hombre, junto con cuestiones de autoría y punto de vista narrativo. En esa coyuntura yace la originalidad cervantina, no en un presunto sentimenta­lismo respecto a los animales, ya que bien sabemos que este rela­to también emite agudezas en torno a las costumbres y los vicios de varias clases sociales. Si pensamos en el Prólogo general de las Novelas ejemplares, es obvio que al hacer que dos perros asuman la narración Cervantes también se permitía circunvenir cualquier censura de la burocracia áurea; y ya que El coloquio está agobiantemente centrado en qué es la literariedad, hasta se lo podría ver como una exploración de los orígenes de la critica literaria." Así que el quid de la cuestión es ¿dónde está el perro en este relato?

Para contestar esa pregunta me detengo en varios hitos de la vida de Berganza, y exploro la relación humano-canina de la época para determinar qué nos está diciendo Cervantes. En térmi­nos de la enunciación, hay que olvidar que Berganza habla en vez de ladrar, porque si Cervantes no hubiera colocado el paratexto que explica quiénes son los dos interlocutores, nosotros muy bien habríamos supuesto que se trataba de un diálogo entre humanos, uno de ellos muy sabio y picaro. Este sería Berganza, quien delei­ta aprovechando, tal como escribe el autor empírico en su Prólo­go, y recordándonos, aun al hablar de sí mismo en tercera perso­na, que pensar que sus testimonios escritos "dicen puntualmente la verdad los tales elogios, es disparate, por no tener punto preci­so ni determinado las alabanzas ni los vituperios" (I, 51).

Nuestro primer encuentro con los protagonistas apunta hacia un local cultural particular, codificado así: "Novela y coloquio que pasó entre Cipión y Berganza, perros del Hospital de la Re­surrección, que está en la ciudad de Valladolid, fuera de la puerta del Campo, a quien comúnmente llaman los perros de Mahudes". Dejemos a un lado la referencia a la última profesión de Berganza

ACTAS V - ACTAS CERVANTISTAS. Adrienne L. MARTÍN. Cervantes y la canifilia renac...

Page 5: Cervantes y la canifilia renacentista en «El coloquio de ... · ñoso" nos permiten visualizar ese acto, cuando el narrador descri be que "Recostóse el Alférez, abrió el Licenciado

y a su amo (Mahudes), y comencemos discutiendo sus señas de identidad: raza, apariencia y linaje. De acuerdo a Berganza, y si­guiendo la tradición del narrador picaresco de contar su prehis­toria, es un alano nacido en el matadero de Sevilla:

Paréceme que la primera vez que vi el sol fue en Sevilla, y en su Matadero, que está fuera de la Puerta de la Carne, por donde imaginara [...] que mis padres debieron de ser alanos de aquellos que crían los ministros de aquella confusión, a quien llaman jiferos (302).

Parecería entonces que el linaje de Berganza se halla en el tipo de perro grueso y de mediano tamaño que, de acuerdo a Pli-nio, se originó en Alania, parte de la antigua Escitia, que invadió España al principio del siglo quinto (Jarocka, 133). De acuerdo a Jarocka y su estudio del Coloquio, entres sus características "es­tán la de ser una raza cruzada, grande de cabeza, y con el hocico romo y arremangado" (133).

Gerónimo de Huerta identifica a los alanos como "perros no muy corpulentos, pero robustos y recios, de tanta fuerza, que asiendo de la oreja a un toro, no lo soltaban hasta rendirle" (citado en la ed. de Amezúa y Mayo de El coloquio de los perros, 433). Y en su estudio Las razas de perros en las fiestas taurinas, Montero afirma que el alano es "la raza canina española autóc­tona con mayores referencias históricas en todas las artes: lite­ratura, escultura, grabados y pintura, desde la Edad Media en adelante (citado en Barba et al., 553). Principalmente perros de presa, o agarre del ciervo y toro, también fueron utilizados como perros de combate en el Nuevo Mundo, inspirando terror en los indígenas. Pero veamos cómo es el alano español ahora. [Ilustra­ción 1]

Aquí tenemos un excelente ejemplar de la raza, "Lanza de los Cuadrejones", cuyo propietario es el criador Javier Parra Gordi-11o. Lanza mide alrededor de 55 centímetros, con un peso de aproximadamente 30 kilos. Otra perra del mismo criador, "Gitana de los Tarantos", demuestra la típica expresión de la raza que, según Parra, es la que mejor encaja con el perro antiguo. [Ilustra­ción 2] Evidentemente, son perros fuertes, que no temen a nada ni a nadie, de movimientos felinos, ojos amarillos, intuitivos, inteligentes e incansables en su trabajo. Hoy en día el Departa-

ACTAS V - ACTAS CERVANTISTAS. Adrienne L. MARTÍN. Cervantes y la canifilia renac...

Page 6: Cervantes y la canifilia renacentista en «El coloquio de ... · ñoso" nos permiten visualizar ese acto, cuando el narrador descri be que "Recostóse el Alférez, abrió el Licenciado

mentó de Genética en la Unidad de Veterinaria de la Universidad de Córdoba y la Asociación Nacional de Criadores del Alano Español están llevando a cabo un programa para la recuperación y conservación de la raza.

En época de Cervantes los familiares de Berganza habrían sido entrenados y utilizados en el manejo de ganado vacuno en los mataderos y del toro bravo en las plazas de toros y en las fincas ganaderas, donde su uso sigue hasta hoy. El autor anónimo de Diálogos de la Montería especifica por qué se criaba a los alanos en mataderos: "se han de criar en los rastros, carnicerías ó mataderos, de suerte que, cebados en la sangre de los toros y vacas, se hagan golosos y codiciosos de carne y sangre en el perseguir de las reses y venados" (Amezúa y Mayo, 433). 3 Lo que podría parecer un espectáculo bárbaro era común en la Euro­pa medieval y pre-moderna. El salterio Luttrell (Luttrell Psalter), magnífico manuscrito iluminado inglés del siglo XIV, provee amplia información pictórica sobre la vida cotidiana del Medioe­vo, y los perros tienen lugar prominente en sus páginas (véase Backhouse). No importa cuan exactas y vividas sean las represen­taciones de Cervantes; el hecho es que nuestra visualización de un texto escrito quedará fijada por una imagen pictórica histórica, tal vez empírica, que establecería la semiótica de los papeles textuales de un perro y su función mayor en la sociedad.

Por ejemplo, en esta imagen del salterio (Ilustración 3) vemos a varios perros provocando a un oso, que ha agarrado a uno de ellos. El perro a la izquierda se sujeta de la oreja del oso, tal como Berganza (o Gavilán, como se llamaba inicialmente) fue entrena­do para hacer con los toros por su primer maestro, el carnicero Nicolás el Romo: "Este tal Nicolás me enseñaba a mí y a otros cachorros a que, en compañía de alanos viejos, arremetiésemos a los toros y les hiciésemos presa de las orejas. Con mucha facili­dad salí un águila en esto" (II, 302). Esta destreza se habría em­pleado para arrear a los animales al matadero. De la misma ma­nera, los grabados de Goya demuestran como se soltaban perros a la plaza para hostigar los toros excesivamente mansos. [Ilustra­ción 4, "Echan perros al toro" de la serie Tauromaquia de Goya]. Es indudable que Cervantes conocía bien el referente que emplea­ba. No es casual notar que se usa a los perros mayores para

ACTAS V - ACTAS CERVANTISTAS. Adrienne L. MARTÍN. Cervantes y la canifilia renac...

Page 7: Cervantes y la canifilia renacentista en «El coloquio de ... · ñoso" nos permiten visualizar ese acto, cuando el narrador descri be que "Recostóse el Alférez, abrió el Licenciado

entrenar a los cachorros, tal como es común hoy entre las razas de caza y arreo. Así que si hay una intención pedagógica en el sentido global de El coloquio de los perros Cervantes hizo bien en recurrir a este aspecto específico del entrenamiento de perros. 4

La próxima ocupación importante de Berganza es como guar­dián de rebaños y ganado, antigua tarea canina, pues tal como señala Berganza, "es propio y natural oficio de los perros guardar ganado" (II, 305). Cuando Berganza se acerca al pastor el hombre lo examina, determina su edad por sus dientes y le escupe al perro en la boca. Este acto podría reflejar un ademán supersticioso para prevenir un mal, que funcionaría como prefiguración de los epi­sodios de brujas que se avecinan. Pero el acto también refleja el folklor canino mediante el cual la saliva le permite al perro cono­cer a su amo y tenerle afecto (véase discusión en Jarocka, 25-27).

El hecho de que nuestro perro reciba subsecuentemente el nombre de "Barcino" indica la importancia del animal para los pastores, como la inclinación de Cervantes hacia darle a sus per­sonajes nombres significativos. Barcino era un nombre popular entre los perros guardianes, y quiere decir beige y blanco, o de color manchado claro. Estos eran colores favorecidos para esos perros ya que así se los podía distinguir por las noches de los lobos. 5 El dueño de los rebaños ordena que los pastores traten a Berganza con cariño, para que establezca vínculos afectivos con las ovejas, y por la misma razón se le da al perro "sopas en leche", es decir, de leche de ovejas. Precisemos entonces cómo Cervantes adorna a su personaje, estableciendo una dialéctica que permite a los lectores ver los perros como animales con historia propia y establecer lazos mediantes los cuales nos fiamos de sus enunciados y presencias, como discurso humano si se quiere.

Los pastores le ponen a Barcino un collar con "unas carlancas llenas de puntas de acero" (II, 306), diseñadas para proteger al perro de ataques de osos y lobos. Los collares de perros eran objetos con valor material y cultural en esa época. Así, en los retratos de la familia real pintados por Velázquez los perros de caza de Felipe IV aparecen con preciosos y utilitarios collares de cuero, como en este detalle de "El Cardenal Infante Fernando como cazador" (Ilustración 5). Pero un gitano roba el collar de Barcino. Es decir, aparte de ilustrar la visión estereotípica de los

ACTAS V - ACTAS CERVANTISTAS. Adrienne L. MARTÍN. Cervantes y la canifilia renac...

Page 8: Cervantes y la canifilia renacentista en «El coloquio de ... · ñoso" nos permiten visualizar ese acto, cuando el narrador descri be que "Recostóse el Alférez, abrió el Licenciado

gitanos como ladrones, el robo hace hincapié en el hecho de que el collar era valioso, porque valía la pena robarlo. 6

Más tarde en la novela, cuando Berganza se junta al alguacil, éste le pone "un collar tachonado todo de latón morisco" (II, 323). Esto refleja tanto la artesanía morisca como la valía de Berganza, reiterando el valor del collar. Otro retrato por Veláz-quez, el de "Baltasar Carlos como Cazador" (Ilustración 5), muestra a un perro con un collar decorativo posiblemente pareci­do al morisco de Berganza. Leach (74) indica que la posición del perro en cualquier sociedad se puede determinar por varios facto­res, entre los cuales está si tienen o no nombres especiales, su función dentro del grupo al cual pertenecen, y su parafernalia, como collares, arreos y lápidas. La contextualización que Cervan­tes provee a sus caninos coincide con las generalizaciones de Leach: Berganza tiene varios nombres especiales, tiene una fun­ción importante dentro de cada grupo al cual se apega, y viste bien. Es decir, la canifilia cervantista permite ver que los perros no siempre llevaban la proverbial vida de perros.

Así, por medio de Berganza los lectores experimentan la vida bucólica e idílica de un perro pastor: "Vime harto y contento con el segundo amo y con el nuevo oficio" (II, 306). Berganza es un trabajador responsable y entusiasta, diferente, por supuesto, de sus humanos. El tipo de pastor merodeador que encornamos en el Coloquio era una realidad de la vida. En su Agricultura general Alonso de Herrera menciona la importancia de contratar a buenos pastores, ya que "no hay lobos que tanto destruyan como el pastor largo de conciencia, que se come el cordero, y dice que lo llevó el lobo, o que se murió" (251). De esta manera los discursos de la literatura, de la cría de animales y de la vida real convergen en la narración de Cervantes, que gira sobre la relación entre débil y poderoso. No sorprenderá entonces que Cervantes construya pro­gresivamente una relación simbiótica entre Berganza y sus amos.

Así, cuando es adoptado por unos acuadalados mercaderes sevillanos, y cumple otra vez con su trabajo, se le da de comer pan, huesos y sobras, y se le permite deambular libremente de noche y de día. También acompaña a los hijos del mercader al colegio, llevando su vade mecum. He ahí nuestro Lassie de la temprana época moderna. Y por si esa amistad no fuera poco,

ACTAS V - ACTAS CERVANTISTAS. Adrienne L. MARTÍN. Cervantes y la canifilia renac...

Page 9: Cervantes y la canifilia renacentista en «El coloquio de ... · ñoso" nos permiten visualizar ese acto, cuando el narrador descri be que "Recostóse el Alférez, abrió el Licenciado

Berganza se convierte en mascota de los colegiales: "domestiqué-me con ellos de tal manera que me metían la mano en la boca y los más chiquillos subían sobre mí" (II, 316). Como humanos, no olvidemos el significado de que los niños jueguen con él: "Arro­jaban los bonetes o sombreros, y yo se los volvía a la mano lim­piamente y con muestras de gran regocijo" (II, 316). Es decir, al crear un personaje simpático Cervantes disfraza sutilmente a un narrador poco fiable. De cierta manera está jugando con la noción actual de que los perros son fieles no importa cómo, cuando sabemos que a la primera oportunidad se comerían tu ponencia, o lo que pase por comida. Esa integración en la vida española se observa en el dibujo de Goya llamado "Niños con mastines" (Ilustración 7). La vida de Berganza como perro casero es pláci­da, y sólo tiene que realizar los trucos llamativos que les encantan a los humanos, y que perfeccionará después como perro sabio. Los niños, encantados, venden sus libros para poderle dar gusto al perro. Sin embargo, este período feliz se acaba pronto, y Bergan­za se encuentra encadenado detrás de una puerta, reducido de miembro de la familia a esclavo. El giro onceptual es que percibi­mos este cambio radical a través de la vista y experiencia de un perro cuyo propósito en la vida, como el del muy humano Lazarillo, es comer: "volví a mi ración perruna y a los huesos que una negra de casa me arrojaba" (II, 317). Nótese la manera su­cinta en que Cervantes conjuga relaciones de raza, género sexual y clase, en las cuales Berganza ahora ocupa un sitio muy bajo.

No es coincidencia entonces que la relación amo-esclavo sea la que defina las relaciones entre humanos y perros. 7 En ese contexto, tampoco lo es que la ocupación más notable de Bergan­za sea la de artista público, cuando unos soldados desocupados lo transforman en "perro sabio". Este extenso episodio, que conduce a la revelación de la "verdadera" aunque incierta naturaleza de Berganza y Cipión por la bruja Cañizares, es una interpretación fidedigna de la vida de artistas callejeros errantes, como los juglares y titiriteros que atravesaban la Europa temprana moder­na. El perro sabio es un medio lucrativo para que se mantenga el atambor, lo cual asevera Berganza al manifestar "Triunfaba mi amo con la mucha ganancia, y sustentaba seis camaradas como unos reyes" (II, 333). Es más, los juglares en verdad vivían cómo-

ACTAS V - ACTAS CERVANTISTAS. Adrienne L. MARTÍN. Cervantes y la canifilia renac...

Page 10: Cervantes y la canifilia renacentista en «El coloquio de ... · ñoso" nos permiten visualizar ese acto, cuando el narrador descri be que "Recostóse el Alférez, abrió el Licenciado

damente, y aunque las autoridades reales consideraban su ocu­pación como de la más baja categoría, los juglares eran entrena­dores de animales muy aptos, y sus monos, cabras, perros y hasta marmotas eran muy populares con el pueblo. Cervantes, enton­ces, retoma la dinámica cultural entre alto y bajo, la cual es fre­cuente en su otra prosa y ha servido para definir la dinámica de la modernidad. 9

Permítanme proveer un último contexto histórico para Cer­vantes y su canifilia renacentista. En Poesía juglaresca y orígenes de las literaturas románicas de Menéndez Pidal hay una imagen perfecta de lo que hace Berganza: se trata de un juglar que sos­tiene un aro y el perro que espera la orden de saltar (Ilustración 8). Y para confirmar la fuente pan-europea de estos desempeños, aquí tenemos, del salterio Luttrell, una imagen más impresionante de un perro llevando a cabo el mismo truco (Ilustración 9). Se trata de un juglar simulando ser obispo, con vestiduras a cuadros y mitra, y con un perro que prácticamente vuela por el aro. Sí, se trata de una transgresión que no hay que calificar con teorías bajtinianas, sobre todo porque en este caso particular se sigue una antigua tradición inglesa de emplear animales para la sátira anti­clerical. Sin embargo, la semiótica de la actuación de Berganza es más complicada, ya que aparte de correr sortija, también baila, canta, y bebe vino. Es difícil pensar en que Cervantes, "raro in­ventor" y transgresor de convenciones, inventaría trucos tontos desde un vacío social o histórico. En efecto, en todos los episo­dios que he examinado someramente hay una realidad cultural específica detrás de la vida canina, tal como discierne J.E. Va-rey. 1 0

En un libro de hace tres años, Animal Spaces, Beastly Places. New Geographies of Human-Animal Relations, Philo y Wilbert estudian cómo los humanos siempre han entretejido sus relacio­nes sociales con animales, al extremo de que estos son, sin duda y de varias maneras, factores constituyentes de las sociedades humanas (2). No debe sorprender entonces que las complejidades de las relaciones entre humanos y perros surjan de la integración del perro en la familia, pertenezca ésta a la clase mercantil detallada por Cervantes o a la familia real española. Se puede rastrear esta última en el arte, y el perro más memorable tal vez

ACTAS V - ACTAS CERVANTISTAS. Adrienne L. MARTÍN. Cervantes y la canifilia renac...

Page 11: Cervantes y la canifilia renacentista en «El coloquio de ... · ñoso" nos permiten visualizar ese acto, cuando el narrador descri be que "Recostóse el Alférez, abrió el Licenciado

sea el de "Las Meninas" de Velázquez (Ilustración 10). Aquí lo tienen, no sólo en primer plano, sino en un eje visual del cuadro, el formado por la X que adhiere la mirada del pintor a la del perro y la del cortesano al caballete del pintor, con la infanta en el centro. El perro dirige su mirada soñolienta hacia los invisibles protagonistas del cuadro, caninamente consciente de las jerar­quías retratadas. Sin embargo, está totalmente integrado a la corte de la infanta, y tiene acceso a los espacios más íntimos del Escorial. Esta imagen nos recuerda la de Berganza y Cipión al pie de la cama de Campuzano en el Hospital de la Resurrección, mo­mento en que ellos también reflexionan sobre su lugar en la vida.

Tal vez se deba a nuestra familiaridad con los perros que no nos parece extraño que Cervantes (y toda la larga tradición que conduce a él) los emplee como personajes con algo diferente para decir. La mayoría de los diccionarios de símbolos postula que los perros engendran sentimientos contradictorios. Por esto, al crear un "perro murmurador" Cervantes cuestiona la fidelidad y noble­za por las cuales se les aprecia, y logra que sus lectores vean tanto la literatura en el perro como el perro en la literatura. Al final de su libro mencionado, Philo y Wilbert reiteran que los humanos han ejercido un poder opresivo y dominante sobre los animales, y a duras penas estos han logrado evadir ese dominio (304). La conclusión parece obvia, pero recurrir a Cervantes para redon­dearla provee un matiz histórico y estético desconocido. Es así porque Cervantes siempre tuvo conciencia de lo que hoy se tiende a llamar "posicionamientos culturales". Pero como hace en la mayoría de sus obras, las desacata abiertamente a la vez que su­ministra un retrato exacto, detallado y realista de la España de su época. Aunque como perro Berganza personifica el ser menos poderoso de todos, y algo menos que un esclavo en la sociedad, al otorgarle habla y la concomitante capacidad de criticar, aunque sea pura "murmuración", Cervantes se asegura de que el subalter­no pueda y deba hablar.

OBRAS CITADAS

ARMISTEAD, Samuel. "Juglares." En Diccionario de Literatura Española e Hispanoamericana. Ed. Ricardo Gullón. Madrid: Alianza, 1993. 804-805.

ACTAS V - ACTAS CERVANTISTAS. Adrienne L. MARTÍN. Cervantes y la canifilia renac...

Page 12: Cervantes y la canifilia renacentista en «El coloquio de ... · ñoso" nos permiten visualizar ese acto, cuando el narrador descri be que "Recostóse el Alférez, abrió el Licenciado

BACKHOUSE, Janet. The Luttrell Psalter. London: The British Li-brary, 1989.

BARBA, C.J., J. GUTIÉRREZ, E. MARTÍNEZ y J.F. GARCÍA. "Origen, evolución y situación actual del perro alano español". Archivos de Zootecnia 47.178-179 (1998): 553-556.

CERVANTES SAAVEDRA, Miguel de. El casamiento engañoso y el coloquio de los perros. Edición crítica con introducción y notas por Agustín G. de Amezúa y Mayo. Madrid: Bailly-Bailliere, 1912.

CERVANTES, Miguel de. Novelas ejemplares. Ed. Harry Sieber. 2 tomos. Madrid: Cátedra, 1982.

HERRERA, Alonso de. Agricultura general, que trata de la labranza del campo, y sus particularidades, crianza de animales, propiedades de las plantas que en ella se contienen, y virtudes provechosas a la salud humana. Madrid: Antonio de Sancha, 1777.

INFANTES, Víctor. "La critica por decreto y el crítico censor: la literatura en la burocracia áurea", Bulletin Hispanique 102.2 (juillet-decembre 2000): 371-380.

JAROCKA, Marja Ludwika. El Coloquio de ¡os perros a una nueva luz. México, D.F.: Universidad Nacional Autónoma de México, 1979.

LEACH, María. God Had A Dog. Folklore of the Dog. New Bruns­wick, N.J.: Rutgers University Press, 1961.

MENÉNDEZ PIDAL, R. Poesía juglaresca y orígenes de las litera­turas románicas. Madrid: Instituto de Estudios Políticos, 1957.

PHILO, Chris y Chris WILBERT, eds. Animal Spaces, Beastly Pla­ces. New Geographies oj Human-Animal Relations. London/New York: Routledge, 2000.

VAREY, J. E. Historia de los títeres en España. Madrid: Revista de Occidente, 1957.

NOTAS

1 Cito de la edición de las Novelas ejemplares de Harry Sieber (Ma­drid: Cátedra, 1982).

1 En "La crítica por decreto y el crítico censor: la literatura en la burocracia áurea", Víctor Infantes arguye que paratextos como los prólo­gos y otras antesalas similares justifican examinar el origen de la crítica literaria en ellos, ya que entre otras consecuencias, textos como las "Aprobaciones" tienen "una autoridad por encima de sus juicios que puede restringir o alterar su contenido si se desmandara el elogio, la razón o la recta ecuanimidad" (377).

3 Lope de Vega alude a esta costumbre en su Epístola á Gaspar de Barrionuevo: "Cuando, como el alano que á hacer presa/En los bueyes le

ACTAS V - ACTAS CERVANTISTAS. Adrienne L. MARTÍN. Cervantes y la canifilia renac...

Page 13: Cervantes y la canifilia renacentista en «El coloquio de ... · ñoso" nos permiten visualizar ese acto, cuando el narrador descri be que "Recostóse el Alférez, abrió el Licenciado

enseña el carnicero,/Las humildes orejas me atraviesa" (citado en Amezúa y Mayo, 433).

4 Nicolás entrena consecuentemente a Gavilán en la profesión de "esporterò" de Rinconete y Cortadillo. Sin embargo, su carrera de perro mensajero termina rápidamente cuando es atacado por permitirle a una joven mujer bella robar la carne ya robada que llevaba a la amante de su amo.

5 Sansón Carrasco también llama Barcino a uno de los dos perros que le compra a un ganadero de Quintanar, para cuidar los rebaños cuando trata de convencer a don Quijote hacia el fin de la novela que se trans­formen en pastores (11,73). Este es sólo una de las conexiones que pode­mos extraer de los textos cervantinos recurriendo a la rúbrica de la inter-textualidad.

6 Aparte de para proteger, estos collares también fueron diseñados como objetos lujosos en las casas nobles. Tal vez por esta razón Felipe II fue el primer coleccionista de collares de perros y era dueño de uno que había pertenecido al Duque de Burgoña (1342-1404). Se lo describe en un inventario de sus posesiones como tejido con perlas.

7 Digamos, entonces, que Cervantes logra crear un contrato mimètico creíble. Lo que tendríamos es por ende más que una antropomorfización astuta, un discurso no muy diferente del de las fábulas de Esopo. Cer­vantes parece haber anticipado esa expectativa, y para mí su solución es elevar el discurso de Berganza a un estadio más alto, a una presunta rela­ción entre realización y sabiduría popular. Sobre la tradición esópica en El Coloquio, véase Paul Carranza, "Cipión, Berganza, and the Aesopic Tradition", Cervantes 23.1 (2003): 141-163.

8 Como señala Armistead, "Y se le [al juglar] solía recompensar a manos abiertas: dineros, víveres, ropas, armas, cabalgaduras, e incluso casa y heredades. Ante el exceso de entusiasmo, había que limitar legal­mente la generosidad de las recompensas. Lejos de ser pobres maleantes, había juglares prósperos y favorecidos, cuyos piadosos legados a iglesias y monasterios sugieren una vida acomodada y socialmente respetada" (804-805). Por esta condición los rufianes quieren robar a Berganza del atambor, para "ganar de comer holgando" (II, 333). Aunque Berganza no habla directamente del trato que recibe del atambor, sin duda este le trata bien, pues el perro sabio es buena inversión y además le hace rico. Segu­ramente este tipo de perro recibía buen tratamiento a manos de los jugla­res.

9 Los perros amaestrados muy allegados a las representaciones de titereros ambulantes (sobre todos los llamados de guante o de mano, que se distinguían de las marionetas), eran popularísimos en España en la época en que Cervantes escribía su Coloquio. En El Licenciado Vidriera el protagonista critica el tipo de representación satírica de estos repre-

ACTAS V - ACTAS CERVANTISTAS. Adrienne L. MARTÍN. Cervantes y la canifilia renac...

Page 14: Cervantes y la canifilia renacentista en «El coloquio de ... · ñoso" nos permiten visualizar ese acto, cuando el narrador descri be que "Recostóse el Alférez, abrió el Licenciado

sentantes (muchas veces extranjeros) de la iglesia: De los titereros decía mil males: decía que era gente vagamunda y que trataba con indecencia de las cosas divinas, porque con las figuras que mostraban en sus retablos volvían la devoción en risa, y que les acontecía envasar en un costal todas o las más figuras del Testamento Viejo y Nuevo y sentarse sobre él a comer y beber en los bodegones y tabernas; en resolución, decía que se maravillaba de como quien podía no les ponía perpetuo silencio en sus retablos, o los desterraba del reino (Novelas ejemplares II, 66).

1 0 Así, reporta que "En 1745, a los que exhibían tales diversiones tenían por vagos las Ordenanzas de vagos, una Real Cédula de 1783 fué dirigida contra 'los que enseñan Máquinas obscuras, Marmotas, Osos, Caballos, Perros y otros animales con algunas habilidades'" (124).

ILUSTRACIONES

ACTAS V - ACTAS CERVANTISTAS. Adrienne L. MARTÍN. Cervantes y la canifilia renac...

Page 15: Cervantes y la canifilia renacentista en «El coloquio de ... · ñoso" nos permiten visualizar ese acto, cuando el narrador descri be que "Recostóse el Alférez, abrió el Licenciado

ACTAS V - ACTAS CERVANTISTAS. Adrienne L. MARTÍN. Cervantes y la canifilia renac...

Page 16: Cervantes y la canifilia renacentista en «El coloquio de ... · ñoso" nos permiten visualizar ese acto, cuando el narrador descri be que "Recostóse el Alférez, abrió el Licenciado

ACTAS V - ACTAS CERVANTISTAS. Adrienne L. MARTÍN. Cervantes y la canifilia renac...