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A Parte Rei 47, Septiembre 2006 http://serbal.pntic.mec.es/AParteRei/ 1 La materialidad del poder: una reflexión en torno al cuerpo Milena Cevallos y Bernardita Serra Introducción Lo que nos convoca a escribir las siguientes páginas es la reflexión en torno a la temática del cuerpo. Históricamente, éste ha sido concebido como asiento de necesidades, de procesos fisiológicos y bioquímicos. Se ha debatido acerca de los cuidados necesarios para su preservación. Se ha procurado, bajo diferentes formas, conservar la salud y evitar la enfermedad, se ha hecho hincapié en sus funciones. Ahora bien, pensar en un cuerpo meramente biológico supone concebirlo como algo preexistente sobre el cual se puede actuar, intervenir e incluso transformar. De esta forma, los cuerpos son tratados como “cosas”. Tomándolos como algo dado, se procede a la reificación de las relaciones sociales que los constituyen. Frente a esta perspectiva, consideramos que no se puede perder de vista el carácter político del mismo. Sus gestos, hábitos y conductas son construidos social e históricamente. Así es como cobran sentido las relaciones que lo construyen como tal, y la historia, en tanto ésta lo impregna. “El cuerpo: superficie de inscripción de los sucesos”. 1 Tratamos de pensarlo como producto de la historia. Reflexionamos en torno a él a partir de las huellas que la historia misma ha dejado. Concebir los cuerpos como construcción socio-histórica nos permite pensar que los sujetos no tienen una esencia, no están pre-dados, sino que, por el contrario, son fabricados. Lo más íntimo y lo más público de los cuerpos se constituye en prácticas sociales, en ciertas formas de organización social que están atravesadas por relaciones de fuerza. Así como el cuerpo y los sujetos son construidos en prácticas sociales concretas, existen saberes sobre los mismos que también se constituyen en ese entramado de relaciones. Aquí, la idea de saber no se corresponde con una ciencia probada en su veracidad. Se trata, más bien, de la combinación de enunciados y visibilidades específicos de cada formación histórica. El saber no es conocimiento dado (de una vez y para siempre), sino que se construye en prácticas. “Sólo existen prácticas, o posibilidades, constitutivas del saber: prácticas discursivas de enunciados, prácticas no discursivas de visibilidades” 2 El carácter social del conocimiento y las verdades que derivan de él deben pensarse, entonces, como construidas. Son ficciones, pero al estar imbuidas en relaciones de fuerzas, tienen efectos de verdad que son efectos de poder. Incluso la historia se construye en este campo de relaciones, por lo que ya no se trata de buscar qué hay de verdadero en la historia sino la historia de la construcción de la verdad. 1 Foucault, Michel: “Nietzsche, la genealogía, la historia” en Microfísica del Poder, Editorial La Piqueta, Madrid, 1979, p. 15 2 Gilles Deleuze, Foucault, Paidós, Barcelona, 1987, p. 79.

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  • A Parte Rei 47, Septiembre 2006

    http://serbal.pntic.mec.es/AParteRei/ 1

    La materialidad del poder: una reflexin en torno al cuerpo

    Milena Cevallos y Bernardita Serra

    Introduccin

    Lo que nos convoca a escribir las siguientes pginas es la reflexin en torno ala temtica del cuerpo. Histricamente, ste ha sido concebido como asiento denecesidades, de procesos fisiolgicos y bioqumicos. Se ha debatido acerca de loscuidados necesarios para su preservacin. Se ha procurado, bajo diferentes formas,conservar la salud y evitar la enfermedad, se ha hecho hincapi en sus funciones.Ahora bien, pensar en un cuerpo meramente biolgico supone concebirlo como algopreexistente sobre el cual se puede actuar, intervenir e incluso transformar.

    De esta forma, los cuerpos son tratados como cosas. Tomndolos como algodado, se procede a la reificacin de las relaciones sociales que los constituyen. Frentea esta perspectiva, consideramos que no se puede perder de vista el carcter polticodel mismo. Sus gestos, hbitos y conductas son construidos social e histricamente.As es como cobran sentido las relaciones que lo construyen como tal, y la historia, entanto sta lo impregna.

    El cuerpo: superficie de inscripcin de los sucesos.1 Tratamos de pensarlocomo producto de la historia. Reflexionamos en torno a l a partir de las huellas que lahistoria misma ha dejado.

    Concebir los cuerpos como construccin socio-histrica nos permite pensarque los sujetos no tienen una esencia, no estn pre-dados, sino que, por el contrario,son fabricados. Lo ms ntimo y lo ms pblico de los cuerpos se constituye enprcticas sociales, en ciertas formas de organizacin social que estn atravesadas porrelaciones de fuerza.

    As como el cuerpo y los sujetos son construidos en prcticas socialesconcretas, existen saberes sobre los mismos que tambin se constituyen en eseentramado de relaciones. Aqu, la idea de saber no se corresponde con una cienciaprobada en su veracidad. Se trata, ms bien, de la combinacin de enunciados yvisibilidades especficos de cada formacin histrica. El saber no es conocimientodado (de una vez y para siempre), sino que se construye en prcticas. Slo existenprcticas, o posibilidades, constitutivas del saber: prcticas discursivas de enunciados,prcticas no discursivas de visibilidades2 El carcter social del conocimiento y lasverdades que derivan de l deben pensarse, entonces, como construidas. Sonficciones, pero al estar imbuidas en relaciones de fuerzas, tienen efectos de verdadque son efectos de poder. Incluso la historia se construye en este campo derelaciones, por lo que ya no se trata de buscar qu hay de verdadero en la historia sinola historia de la construccin de la verdad.

    1 Foucault, Michel: Nietzsche, la genealoga, la historia en Microfsica del Poder, Editorial LaPiqueta, Madrid, 1979, p. 152 Gilles Deleuze, Foucault, Paids, Barcelona, 1987, p. 79.

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    Estas verdades se materializan en tanto se imbrican sobre los cuerpos,permiten intervenciones, efectan clasificaciones, facilitan la regulacin y su control.Las ciencias, por tanto, concebidas como juegos de verdad relacionadas contcnicas especficas, les han permitido a los individuos comprenderse y gobernarse.Esas tcnicas han favorecido el control de los sujetos, han permitido a los hombresactuar sobre otros, conducir su conducta, pero tambin les han facilitado efectuarmodificaciones, operaciones con respecto a s mismos con fines determinados. Setrata de saberes aplicados a los cuales, siguiendo a Michel Foucault,3, podemos definircomo tecnologas. Las primeras, que posibilitan el gobierno de unos sobre otros,reciben el nombre de tecnologas de poder. Las segundas, que dan lugar al gobiernode los hombres sobre s mismos, son llamadas tecnologas del yo.4 Ambas cumplenun rol central en la construccin de la subjetividad, integrando la problemtica de lagubernamentalidad.

    Estos saberes, al constituirse en un estado de fuerzas determinado, poseen,como ya hemos dicho, efectos de verdad, que no son sino efectos de poder queatraviesan los cuerpos, los impregnan, los marcan.

    Marcas en el cuerpo y enfrentamiento de fuerzas son las ideas que guiarn elpresente trabajo. Toda relacin de fuerza implica en todo momento una relacin depoder.5

    Pero si los cuerpos, los sujetos, las verdades, la historia, son fabricados dentrode estas relaciones de poder, nos encontramos entonces en un campo de anlisisque, en principio, toma al poder en su carcter relacional. Esto nos permite alejarnosde una concepcin negativa que comnmente ha sido atribuida a su ejercicio(represin, coercin, sometimiento). En contraposicin, estamos pensando en elcarcter productivo del poder y en su materialidad. Un poder que no se posee, sinoque se ejerce, transitando entre los cuerpos, controlndolos, regulndolos, dejandosus huellas sobre ellos.

    Ya no hablamos de un poder nico, situado en un espacio determinado, el culpuede tomarse, apropiarse o compartirse. No existe un poder, sino varios poderes,pensados como formas de sujecin que funcionan localmente. Se trata, de estamanera, de relaciones de fuerzas mltiples. Ya no hablaramos acerca de quin tieneel poder o de dnde se haya ste ubicado, sino de su circulacin, de los innumerablespuntos sobre los cuales se ejerce.

    El poder slo se ejerce en acto, es el intento de unos por conducir la conductade otros. No puede ser concebido sino como relacin, en la que intervienen sujetoslibres. Ah donde las determinaciones estn saturadas, no hay relacin de poder.6 Deesta forma, pensar el poder siempre supone considerar la resistencia. Cabe aclararque la misma, no parece tener que ver (exclusiva o necesariamente) con una decisinracional y libre sino con fisuras o grietas entre los cuerpos dentro del diagrama y de los

    3 Para efectuar el presente anlisis en diversas ocasiones haremos referencia a un conjunto deenunciados que aparecen, en su mayor parte, bajo el nombre de Foucault, Michel o que hacenreferencia al mismo. No se trata de hablar de un autor, ni de su obra sino de utilizar dichosenunciados como caja de herramientas en tanto nos permiten reflexionar acerca de laproblemtica que planteamos.4 Cf. Foucault, Michel: Tecnologas del yo, en Tecnologas del yo y otros textos, Paidos,Barcelona, 1990, punto I, pp. (45-49)5 Foucault, Michel: Las relaciones de poder penetran en los cuerpos, entrevista realizada porL.Finas, en Microfsica del Poder, op. cit. p.169.6 Foucault, Michel: El sujeto y el poder en Dreyfus, H y Rabinow, P Michel, Foucault: ms allde la hermenutica y el estructuralismo, UNAM, Mxico, 1988, p. 239

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    dispositivos.7 La idea de resistencia no se vincula a la pura violencia o el libreacuerdo. Supone, ms bien, pensar en el ejercicio del poder mediante la idea deGobierno, esto es, el intento de estructurar el posible campo de accin de los otros8.

    Se trata, entonces, de una nueva concepcin de poder que se contrapone a losdiversos postulados sobre los que tradicionalmente se centraron las grandes teoras.Ya no se plantea como exterior a otro tipo de relaciones sino como inmanente a lasmismas. No se trata de dominadores ni de dominados, sino de mltiples relaciones defuerzas. A su vez, dichas relaciones son intencionales (tienen una direccindeterminada), pero no son subjetivas, no resultan de la opcin o decisin de un sujetoindividual9 . Finalmente, como ya hemos visto, el poder no se posee sino que seejerce en forma reticular, atravesando los cuerpos y transitando por ellos. Nada esms material, ms fsico, ms corporal que el ejercicio del poder.10

    Retomando, puede decirse que las relaciones de poder que atraviesan alcuerpo y el saber que se construye sobre l darn lugar a un tipo de relaciones quepodemos definir como de saber-poder donde ambos conceptos se impliquenmutuamente.

    Ahora bien, el objetivo del presente trabajo es cuestionarnos acerca de cmolas relaciones de poder penetran en los cuerpos, a travs de qu mecanismos ymediante qu tipo de tecnologas. Dicha pregunta, intuimos, lejos de dejar a un lado laproblemtica del saber, la incorpora desde el momento en que partimos de la idea deque no existe relacin de poder sin constitucin relativa de un campo de saber, ni desaber que no suponga y no constituya al mismo tiempo unas relaciones de poder.11Preguntarnos, entonces, por las formas de ejercicio del poder sobre los cuerposincluye a su vez el preguntarse por las maneras en que los hombres han construidosaberes acerca de s mismos. El saber logra as tambin materialidad.

    Si hay un ejercicio del poder sobre el cuerpo es porque hay saberes que apartir de sus efectos de verdad, producen efectos de poder. Si podemos ver al cuerpocomo la materialidad sobre la cual el poder se inserta, es posible dar cuenta de cualesfueron los saberes que permitieron, que facilitaron esas intervenciones.

    Una anatoma poltica del detalle: el cuerpo - mquina

    Hacer un anlisis de cmo las relaciones de poder penetran en los cuerpossupone iniciar un recorrido que, en primer lugar, permita dar cuenta de las diferenciasque se presentan en la relacin poder-cuerpo de acuerdo a las distintas formas deejercicio del poder, y, a su vez, de la construccin de saberes sobre el cuerpo.

    Esto implica remontarse a una poca caracterizada por el castigo corporal. Enlo que se ha dado en llamar sociedad de soberana, existe un modo caracterstico deejercicio del poder dado por la violencia fsica directa. El poder soberano se ejercesobre el cuerpo en cuanto es capaz de provocar sufrimiento fsico y decidir sobre supropia muerte. Es el soberano quien, en definitiva, tiene el derecho de vida y muerte

    7 Susana Murillo: El discurso de Foucault: Estado, locura y anormalidad en la construccin delindividuo moderno,Ediciones del CBC, Universidad de Buenos Aires, Buenos Aires, 1997, p.82.8 El sujeto y el poder op. cit. p.239.9 Foucault, Michel: Historia de la Sexualidad. Volumen 1: La voluntad del Saber. Siglo XXIeditores Argentina, Buenos Aires, 2003, p 115.10 Foucault, Michel: Poder-Cuerpo en Microfsica del Poder, op.cit. p. 113.11 Foucault, Michel: Vigilar y Castigar. Nacimiento de la prisin. Siglo XXI editores Argentina,Buenos Aires, 2002, p. 34.

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    sobre los sbditos. Pero dicho derecho no se ejerce por igual a ambos lados de laecuacin. No se trata de hacer vivir o dejar morir. Es ms bien, al decir de Foucault, underecho de espada. Si el soberano tiene derecho sobre la vida es slo porque puededecidir sobre la muerte. El poder, por tanto, se ejerce de acuerdo a la frmula hacermorir o dejar vivir.

    Ahora bien, llegado un momento, esta mecnica de ejercicio de poder resultaineficaz. Esto se debe a que no puede enfrentar una serie de problemticas inditashasta entonces. Se est frente a un nuevo tipo de sociedad, caracterizada por la granexplosin demogrfica y una incipiente industrializacin. De esta forma, dando cuentade una concepcin de poder reticular, el problema central consiste en que en lassociedades de soberana las mallas de la red eran demasiado grandes. Se puedehablar de un ejercicio del poder en forma lagunar, es decir, que dejaba grandeslagunas, momentos y espacios donde el poder no se haca presente, dando lugar a undestacado margen para eludir la ley. Esto implica que el poder monrquico, que sesupone centralizado y burocrtico, permita ciertos ilegalismos frecuentes, queescapaban de su control y se articulaban con otras prcticas cotidianas. Por loexpuesto, podemos ver cmo esta forma de ejercicio del poder no logra adaptarse anuevas exigencias, donde lo que se requiere es una nueva economa del poder quesea aplicada al menor costo posible.

    Es as como el sistema de tolerancia cambia. Se hace necesario pasar de unpoder lagunar y global a un poder atmico e individualizante, donde cada individuo seacontrolado. Este pasaje se corresponde con el surgimiento de nuevas tecnologas depoder que se centrarn en el cuerpo individual. Este se constituir en el punto sobre elcual versar un amplio conjunto discursivo. A su vez, se dar lugar a la organizacinde un nuevo rgimen de visibilidad en torno al mismo, caracterizado por una particulardistribucin de los cuerpos en el espacio. Como respuesta a las nuevas necesidades,y a la par del surgimiento de nuevas prcticas discursivas y extradiscursivas, aparecendiversas instituciones novedosas que responden a un conjunto de tcnicas similares.Escuelas, talleres, hospitales, manicomios y prisiones comienzan a operar adoptandoun conjunto de tcticas que se inscriben en una estrategia de conjunto.

    En el nuevo tipo de sociedad que emerge, la frmula para el ejercicio del podervara. Ya no se trata del poder de hacer morir y dejar vivir sino que aparece el derechode hacer vivir o dejar morir. El nuevo derecho no cancelar al primero, pero lopenetrar, lo atravesar, lo modificar,12 de forma tal que se constituye en un modeloexactamente contrario al anterior, ya no centrado en el poder sobre la muerte sino enel poder sobre la vida.

    Estamos frente a una sociedad donde el poder soberano, como hemos visto, yano tiene respuesta y donde lo que se requiere es la formacin de un tipo determinadode sujetos: activos en lo econmico y dciles en lo poltico. Es este el momento en elcual surgen las disciplinas planteando un nuevo tipo de relacin entre el cuerpo y losmecanismos de poder. Se trata de mtodos que permiten el control minucioso de lasoperaciones del cuerpo, que garantizan la sujecin constante de sus fuerzas y leimponen una relacin de docilidad-utilidad13. Una antomo-poltica sobre el cuerpo,cuya lgica consiste en ejercitarlo imponindole tareas repetitivas y diferentes quepermitan la maximizacin de la utilidad de sus fuerzas. Pero esa utilidad slo se da enforma acabada en la medida en que no slo es cuerpo productivo sino tambin uncuerpo sometido. La disciplina aumenta las fuerzas del cuerpo (en trminoseconmicos de utilidad) y disminuye esas mismas fuerzas (en trminos polticos deobediencia).14 De esta forma, el poder sobre la vida, supone, en un principio, la idea 12 Foucault, Michel: Defender la sociedad, Fondo de Cultura Econmica, Mxico, 2001, p.21813 Vigilar y Castigar. Nacimiento de la prisin. op. cit. p. 141.14 op. cit, p. 142

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    del cuerpo-mquina. La base del poder disciplinario es el ejercicio sobre el cuerpoindividual, al cual se trata de educar, aumentando sus fuerzas y utilidad, a la vez quese lo integra a novedosos mecanismos de control.

    Las relaciones de poder propias de la sociedad disciplinaria se dan a nivel deuna microfsica de poder; es decir, que las disciplinas ejercen un control minuciososobre las mnimas partes del cuerpo y de sus operaciones. Se trata del control delcuerpo no en lneas generales sino de trabajarlo en sus partes y asegurar ()movimientos, gestos, actitudes, rapidez, poder infinitesimal sobre el cuerpo activo15.

    Ahora bien, para efectuar un control tan preciso que d cuenta del detalle, de lominsculo, de lo que podra pasar inadvertido se requiere de la construccin dedeterminados saberes constituidos en prcticas, ya no del orden de lo discursivo, sinodel orden de lo visible. El control sobre los cuerpos, entonces, ser llevado a cabo atravs de un complejo sistema de vigilancia estrechamente vinculado con ladistribucin de los mismos en el espacio. Se los ubicar de forma tal que se puedavigilar sin ser visto. Es un ejercicio del poder panptico que todo lo ve en todomomento. Se puede hablar del ojo del poder siempre atento y expectante, un nicoobservador y mltiples observados. El poder panptico asla e individualiza,transforma sus blancos en objetos que pueden ser conocidos16

    La disciplina, entonces, se constituye en una tecnologa de poder cotidiana quepenetra en los cuerpos controlando, clasificando y asignando a cada uno de ellos unpunto determinado en el espacio. La distribucin espacial es clave a la hora de hablarde disciplinamiento. Ella implica la separacin, alineamiento, subdivisin y vigilancia delos cuerpos. La distribucin de los cuerpos supone no slo la clausura sino tambin eluso de un principio de localizacin elemental o de la divisin en zonas. A cadaindividuo su lugar; y en cada emplazamiento un individuo.17 Se configura, de estemodo, una suerte de grilla disciplinaria que delimita claramente cual es el espacio quele corresponde a cada uno, estableciendo lmites sumamente precisos. Los cuerpos seseparan, se aslan, ocupan el espacio que les corresponde, y, de esta forma, sepermite una estricta vigilancia sobre ellos.

    Este tipo de prcticas no discursivas, del orden de lo visible, contribuirn a laelaboracin de enunciados que clasifican a los individuos de acuerdo a cmo actan.Es en este sentido que puede decirse que la unidad en la disciplina es el rango, valedecir, el lugar que se ocupa en una clasificacin.

    Las disciplinas, por lo tanto, construyen saberes sobre los sujetos de los que sevalen para lograr un efectivo ejercicio del poder, lo que deriva en una mutuaimplicacin del saber y el poder. A travs de prcticas extradiscursivas, como ladistribucin espacial y el control del tiempo, no slo se ejerce el poder que regula yadministra la vida, sino que tambin se da lugar a la construccin de discursos entorno al cuerpo basados en la diferencia entre lo normal y lo patolgico. La separacin,clasificacin y control de los cuerpos supone una demarcacin social anclada en losconceptos de normalidad y anormalidad. Estos no slo aparecen como constituidossocialmente a travs de la historia sino que han sido constituyentes de lo social, entanto tienden a establecer lneas divisorias al interior de las relaciones sociales 18

    Un ejemplo claro de la construccin del sujeto anormal es llevado a cabo en eldispositivo carcelario. Es precisamente en la prisin donde el infractor es construidocomo delincuente, donde la delincuencia se constituye en objeto de enunciado. Eldelincuente se distingue del infractor por el hecho de que es menos su acto que su

    15 op. cit p. 141.16 Peter Dews: Poder y subjetividad en Foucault en Horacio Tarcus (comp.): Disparen sobreFoucault, Ediciones El Cielo por Asalto, p. 169.17 Vigilar y Castigar. Nacimiento de la prisin., op. cit. p. 14 7.18 Susana Murillo, op. cit., p. 201

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    vida lo pertinente para caracterizarlo19. De esta forma, el delincuente es observado ensus conductas, biografa, gustos, afinidades, preferencias. Los mdicos (...) tendrnque valorar no slo la razn del sujeto sino tambin la racionalidad del acto, elconjunto de relaciones que ligan el acto con los intereses, los clculos, el carcter, lasinclinaciones, los hbitos del cuerpo20 Si lo que importa ahora ya no es meramente lainfraccin a la norma sino todo un conjunto de cuestiones que ataen a la vida delindividuo, ya no se trata de la supresin del mal sino de su correccin. Esto justificarque el poder invada la vida de los individuos adiestrndolos, controlndolos yvigilndolos.

    Este cambio de concepcin, que da lugar al surgimiento de la figura deldelincuente en la sociedad disciplinaria, se vincula con la fundacin de la psiquiatracomo especialidad mdica, a comienzos del siglo XIX, y su intervencin en el terrenopenal. Su misin, desde entonces, radicar en buscar las causas del delito, no lascircunstancias.

    Ahora bien, es vlido preguntarse cules son las razones que hacen que elcrimen cobre importancia para la psiquiatra legal y el por qu del cambio. Larespuesta ya no estar dada en el campo de la anatomopoltica sino que requiere deun nuevo concepto que la englobe, a la vez que de cuenta de otras problemticas.

    El dominio del poder sobre la vida: el cuerpo especie humanaSi por un lado tenemos una tcnica de poder disciplinario sobre el cuerpo cuya

    preocupacin principal se haya en el control minucioso de cada una de sus partes,movimientos y gestos, por el otro, podemos hablar de un poder que ya no se ejerce(slo) sobre el cuerpo-mquina sino que, ubicado en otro nivel, toma como objetofenmenos de carcter global. Es el cuerpo-especie humana que entra en escenacomo blanco del poder y como objeto de saber.

    El ejercicio de poder disciplinario sobre el cuerpo, que tena un carcterindividualizador sobre l, dar paso entonces, en el siglo XVIII, a una tcnica de podermasificadora centrada en los fenmenos de poblacin.

    Un poder que no penetra en el individuo-cuerpo sino que podramos hablar desu ejercicio sobre un cuerpo mltiple. Ya no se tratar de modificar un fenmenoparticular o tal o cual individuo, sino de intervenir en el nivel de las determinacionesde esos fenmenos en lo que tienen de global 21

    No estamos hablando de adiestramientos individuales actuando sobre elcuerpo sino de actuar a travs de mecanismos globales para tener resultados tambina nivel global. El Biopoder (as llamaremos a esta nueva tcnica) toma dominio sobrela vida, sobre los procesos biolgicos asegurando no ya disciplina sino regulacin.

    Anatomopoltica y biopoder se combinan de esta manera logrando un ejerciciode poder ms eficaz; es la combinacin de dos tecnologas diferentes perocomplementarias que no dejan de lado la cuestin del cuerpo: la una intensificandosus capacidades, la otra, ubicndolo en los procesos biolgicos de conjunto.

    Desde el punto de vista histrico, no podemos dejar de hacer referencia a lacuestin de la poblacin en tanto formando parte de la problemtica del gobierno. Esen el siglo XVI, momento de resquebrajamiento de la estructura feudal y delsurgimiento de los primeros estados modernos, cuando la cuestin del gobierno surgecomo una problemtica particular que podramos denominar como la del arte degobernar. Esta problemtica, expresada a travs de diversos discursos, asuma

    19 Vigilar y Castigar. Nacimiento de la prisin., op. cit. p. 255.20 Foucault, Michel, La vida de los hombres infames, Caronte Ensayos, La Plata, 1996, p. 167.21 Defender la sociedad, op.cit, p. 223

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    diferentes interrogantes, entre ellos: el cmo gobernarse, cmo ser gobernados, cmogobernar a los otros, de quin se aceptar ser gobernados, cmo hacer para ser elmejor gobernante posible, etc. 22

    Dentro de este contexto, la poblacin aparecer como sujeto de necesidades,de aspiraciones que, por otro lado, implicaba el surgimiento de todo un saber en tornoa ella.

    De esta manera, como dice Foucault, el Estado Moderno que surge en estemomento va a integrar en una nueva forma poltica una antigua tcnica de poderpastoral que articulaba el gobierno de unos sobre otros con un fin trascendente y ala par, el gobierno de s mismo, para alcanzar un estado de pureza e inmortalidad.

    El Estado, como una nueva forma de gobierno que toma como dominio la vida,aparece a la vez como totalizante e individualizante. Totalizante en el sentido en querequiere de instituciones, procedimientos, que permitan ejercer el poder de maneraespecfica sobre la poblacin, manteniendo una regulacin no a nivel del individuo sinoa nivel de especie humana. Por otra parte, aparece como individualizante ya que elindividuo se integra al Estado en la medida en que se ve sometido a mecanismos decarcter disciplinario.

    Estamos en presencia, resumamos, ante un dominio del poder sobre la vidaque necesita de mecanismos continuos, reguladores y correctivos; un poder que debecalificar, medir, apreciar, jerarquizar.

    En su dominio, por tanto, entran temas como la proliferacin, los nacimientos,la mortalidad, el nivel de salud, la duracin de la vida, la longevidad. Para estoentonces, se desarrollarn toda una serie de intervenciones y controles reguladores.

    La poblacin como objeto de poder pero tambin como fin del gobierno -al quehicimos referencia anteriormente-, e incluyndola dentro de la problemtica de lagubernamentalidad-, supuso el desarrollo de todo un conjunto de instituciones, deprocedimientos, de anlisis, de clculos y tcticas de poder que permitieron tomarlacomo blanco. Es decir, que esta nueva tecnologa sobre el cuerpo necesitaba derganos complejos de coordinacin y centralizacin que las disciplinas nocontemplaban.

    Estos mecanismos que emergieron, y que podemos subsumir genricamentebajo el nombre de polica, asegurarn el crecimiento de las riquezas y mantendrnlas condiciones de salud. Podemos hablar de la aparicin de toda una reglamentacineconmica, medidas de orden y reglas generales de higiene.

    Aqu el cuerpo aparece como portador de nuevas variables, no yasimplemente cuerpos escasos o numerosos, sometidos o insumisos, ricos o pobres,tiles o invlidos, vigorosos o dbiles, sino tambin ms o menos utilizables, ms omenos susceptibles de inversiones rentables, dotados de mayores o menoresprobabilidades de supervivencia, de muerte o enfermedad, ms o menos capaces deaprendizaje eficaz. 23

    De esta manera, plantndonos dentro de los fenmenos colectivos, aparecen lasalud y el bienestar fsico, esto es, la salud en general como objetivo esencial delpoder.

    Los diversos aparatos de poder van a gestionar los cuerpos ayudndolos y/uobligndolos a garantizar su salud.

    Las enfermedades y la salud aparecen como un problema poltico y econmicoque se le plantean a las colectividades y que requieren de una gestin colectiva parasu resolucin. 22 Foucault, Michel, La Gubernamentalidad en Espacios de Poder, Editorial La Piqueta,Madrid, 1981. p. 9-1023 Foucault, Michel: Las polticas de la salud en el siglo XVIII, en Saber y Verdad, La Piqueta,Madrid, 1991, p. 95

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    La salud de todos como urgencia de todos, el estado de salud de unapoblacin se convierte en objetivo general.

    Si la proliferacin de la especie humana aparece como objetivo central, si serealizan intervenciones y regulaciones generales sobre la poblacin es porque haysaberes sobre ella que habilitan su gestin y su control. Saberes que como verdadesintervienen en el dominio de la vida preparando prescripciones, clasificando,determinando reglas y estableciendo cnones de normalidad/anormalidad. Laspreocupaciones sobre la salud que implican el establecimiento de estrictos controlessobre este cuerpo mltiple que es la poblacin, responden a un proceso demedicalizacin de la sociedad. ste aparece aqu, en un momento de emergencia deuna polica general de la salud, donde la necesidad de asegurar el sometimiento y elincremento til de los individuos supondr la organizacin de diversos dispositivos entorno a ellos.

    La medicina como tcnica general de la salud, al ocupar un lugar cada vezms importante dentro de las estructuras administrativas, dar lugar a la formacin deun saber mdico administrativo en donde el dominio sobre las prescripciones no sedar slo en relacin con las enfermedades sino con formas generales de existencia ycomportamiento.

    Retomando el ejemplo de la construccin del delincuente, estamos encondiciones de responder a la pregunta por las causas de la vinculacin del saberpsiquitrico con el sistema penal.

    Este saber tendr un lugar muy importante en la medida en que afirmar unpoder dentro de sistemas de higiene pblica en donde la peligrosidad y la perturbacindel orden sern las cuestiones sobre las cuales centrarn sus trabajos y acciones.Ahora bien, si este poder se ejerce mediante la definicin en funcin de parmetros deanormalidad/normalidad considerando como un peligro para el cuerpo social a losindividuos que se alejen de determinados cnones, es porque desde la psiquiatra seconstruyen discursos que tienen efectos de verdad. De esta forma el saber psiquitricoocupa un lugar central en las medidas de proteccin de la poblacin.

    Cuerpo-mquina, cuerpo-especie: el cuerpo desnudo frente al poder

    El recorrido hecho hasta aqu no implica considerar que estas tecnologasindividualizadoras y masificadoras operan por separado, sino que se trata a su vez, dela administracin de los cuerpos y de la gestin calculadora de la vida. Durante laEdad clsica nos encontramos, entonces, ante todo un desarrollo de diversasdisciplinas a la par de la aparicin de los problemas de la natalidad, la longevidad, lasalud pblica, vivienda, migracin, etc.

    Es en la confluencia de estas tcnicas diversas para lograr la sujecin de loscuerpos y el control de las poblaciones, donde la sexualidad ocupa un lugar de sumaimportancia. Aunque la materialidad de los cuerpos y el dominio sobre lo biolgicosupone diversos procesos, funciones, partes, es interesante poner el acento en lasexualidad en la medida en que sta, considerada como dispositivo, permite el controlms profundo y ms intimo sobre los cuerpos.

    Como dice Foucault, el sexo es el pozo del juego poltico. El sexo es elcamino de acceso a la vida del cuerpo y de la especie. Por un lado, en tanto actividadcorporal, se encuentra bajo el dominio de las disciplinas, plausible de ser vigilada ycontrolada continuamente a travs de diversos mecanismos, pero tambin tiene susefectos a un nivel global por sus consecuencias procreadoras.

    Disciplinamiento y regulacin entonces, se articulan mutuamente en la polticadel sexo. Apoyndose en exigencias de regulacin, en la necesidad de una salud

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    general, en las preocupaciones por la descendencia y la degeneracin se tuvieronefectos disciplinarios. El control de la sexualidad de los nios estaba asociado a lasalud de la raza; la histerizacin de las mujeres implicaba las exigencias demedicalizacin que tendra consecuencias sobre la crianza de los hijos, la pureza delmbito familiar y de all en ms, de la sociedad entera. Por otra parte, regulacionessobre los nacimientos necesitaban apoyarse en el disciplinamiento de conductasindividuales.

    Si bien la sexualidad aparece como la entrada para el dominio de los cuerpos ylas poblaciones, tambin debe ser considerada como un dispositivo a travs del cuallos hombres se construyen a s mismos. Puede parecer, en lo desarrollado hasta elmomento, que estas tcnicas y sus efectos de poder estaban relacionadas con elproblema del gobierno de los otros. Sin embargo, la problemtica del saber y del podertambin se aplica a la forma en que los hombres se construyen a s mismos en base aciertos ideales se constituyen dentro de las relaciones con los otros.

    En definitiva, hay una imbricacin de esas dos instancias (las del uno mismo yla de los otros), a la que Foucault llama gubernamentalidad.

    En esta problemtica, las ciencias humanas, al establecer la imagen de lo quelos hombres deben ser, han contribuido enormemente en la construccin de lossujetos. De esta manera, el conocimiento objetivo que ellas producen permite ejercerel gobierno sobre los hombres entre s y con respecto a s mismos.

    La constitucin de diversos discursos con respecto a la sexualidad estrelacionada con la necesidad de producir una verdad sobre el sexo, que como todaverdad est ntimamente relacionada con los efectos de poder que sta conlleva.

    La confesin aparece como una primera instancia de construccin de laverdad, como una obligacin a decir todo sobre nosotros mismos, sobre lo que somosy hacemos. Pero posteriormente, la constitucin de una ciencia de la sexualidad, unascientia sexualis , al definir a la sexualidad como un dominio penetrable de procesospatolgicos, como causa de todo y de cualquier cosa, terminar justificando elexamen exhaustivo sobre los individuos, las intervenciones con fines teraputicos o denormalizacin, las interpretaciones causales diversas y el imperativo a escucharverdades arrancadas.

    Todo el saber que se generar sobre la sexualidad, la multiplicidad dediscursos que la ubican dentro del dominio del conocimiento se asocia, justamente, asu importancia dentro de las relaciones de poder. Pero as como hablamosanteriormente que toda relacin de poder implica relaciones de saber, la mismaposibilidad de emergencia de la sexualidad como objeto del poder requiere deprocedimientos discursivos que la inmovilicen. Debemos ver entonces las estrategiasde poder encerradas en la voluntad de saber.

    Ser a travs de la sexualidad en su materialidad y discursividad como lamecnica del poder lograr el disciplinamiento de los cuerpos y la regulacin de laspoblaciones.

    Un poder que se impregna en lo ms intimo de los cuerpos, un poder que seejerce positivamente sobre la vida, que procura administrarla, aumentarla,multiplicarla, ejercer sobre ella controles precisos y regulaciones generales.

    Un poder sobre los cuerpos, que busca la intensificacin y su preservacin. Unpoder que hace vivir y que deja morir, en donde la muerte aparece como el lmitepara su ejercicio.

    Si no hay nada ms corporal que el ejercicio del poder es porque a travs delhundimiento en los cuerpos, se desliza en las conductas. Logra establecer principiosde clasificacin y de inteligibilidad, se da una realidad analtica, al tiempo que se hacevisible.

    Este ha sido el eje conductor que ha guiado el desarrollo de este trabajo.Hemos querido sentar la problemtica del carcter material del ejercicio del poder y su

  • Milena Cevallos y Bernardita Serra

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    relacin con prcticas constitutivas de saber. Siguiendo este objetivo, nos hemosexplayado en la descripcin de una economa del poder que supone suomnipresencia, el control minucioso sobre los sujetos y las poblaciones. Estasprcticas individualizantes y totalizantes implican un alto costo que, en una coyunturahistrica determinada, se hace imposible sostener.

    A partir de entonces, se introducirn diferentes cambios que han dado lugar ala reflexin en torno a la pertinencia del trmino sociedad disciplinaria para referirnosa la actualidad. En ocasiones, se ha hablado de sociedades post disciplinarias, a lasque podramos llamar, siguiendo a Gilles Deleuze, sociedades de control.

    Esta nueva coyuntura nos pone de cara a nuevos interrogantes, sobre loscules an no nos hemos explayado. El siguiente apartado, por lo tanto, se constituyeen el intento de formularlos y reflexionar en torno a ellos.

    Reflexiones finales

    Los anillos de una serpiente son an ms complicadosque los agujeros de una topera.

    (Gilles Deleuze)

    Hemos insistido en dar cuenta de cmo las relaciones de saber-poder hanpermeado los cuerpos, cmo determinadas tecnologas han ejercido un continuotrabajo sobre los mismos. Este desarrollo nos llev a caracterizar una forma especficade ejercicio del poder. Es interesante preguntarnos si el cuerpo actualmente puede serconcebido en los mismos trminos, y si se vincula de la misma manera con lasrelaciones de saber-poder.

    Habamos caracterizado la idea del cuerpo mquina haciendo nfasis en ladistribucin espacial propia de las disciplinas, en describir un poder panpticoomnivigilante y en la construccin de determinados discursos que tienen efectosclasificatorios sobre los individuos. En las sociedades de control, en cambio, estamosfrente a una crisis generalizada de todos los lugares de encierro: prisin, hospital,fbrica, escuela, familia24, en donde los sujetos gozan de una aparente libertad,escapando de los clsicos mecanismos de adiestramiento. Ya no se encuentraninsertos en los tpicos moldes de la sociedad disciplinaria, que perseguan finesnormalizadores. Hoy en da, podemos advertir la presencia de modulaciones, que sepresentan como la posibilidad que tienen los sujetos de moldearse a s mismos. Pero,puede decirse, dicha posibilidad no es ms que mera ilusin. Los sujetos no se formande acuerdo a sus preferencias sino que lo hacen de acuerdo a reglas que estn enpermanente transformacin. Estamos frente a una dinmica de cambio continuo a lacual los sujetos deben readaptarse constantemente.

    De esta forma, el control minucioso, puntilloso, al nivel del detalle ya no esnecesario para la nueva mecnica del poder. Como seala de Marinis: ya no haymateria a la cual disciplinar metdicamente sino territorios que delimitarhiginicamente25. La idea del poder panptico, vinculada a una particular distribucinespacial de los cuerpos que permita vigilar todo en todo momento, pierde sentido eneste nuevo rgimen de visibilidad. La mayor movilidad de los cuerpos con respecto alas distintas instancias de control, deviene en una forma de ejercicio del poder que

    24 Gilles Deleuze, Post-scriptum sobre las sociedades de control en Conversaciones 1972-1990, Pretextos, Valencia, 1995, p.27825 Pablo de Marinis, La especialidad del Ojo miope (del poder). (Dos ejercicios de cartografa)en Revista Archipilago. Cuadernos de crtica de la cultura, 1998, p. 33

  • La materialidad del poder: una reflexin en torno al cuerpo

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    interviene y regula en la medida en que hay presencia de un potencial peligro. De estaforma, se proceder al marcaje, es decir, la designacin de zonas vulnerablesdonde el nivel de tolerancia se disminuye al mnimo. Pero por otro lado, por fuera dedichas zonas, se acepta cierto nivel de irregularidad. La regulacin de la toleranciasupone la existencia de un sistema de informacin general. La informacin que seadquiere ya no presenta las caractersticas de aquellos saberes minuciosos quepermitan maximizar la utilidad de los cuerpos. Este nuevo tipo de saber funcionacomo un alerta que permite identificar aquello que es inaceptable para el poder.

    Estamos ante la presencia de un poder sobrio, ante la frugalidad econmicade sus intervenciones26, unas tecnologas del poder que slo actan cuando esnecesario. Cabe pensar entonces, qu ocurre con el poder y el dominio de lo viviente,la proliferacin de la especie, la sanidad de las poblaciones.

    Podramos pensar, quizs, en que esta desinversin del ejercicio del poder noes sino una nueva estrategia de poder que le otorga a los sujetos la costosa tarea dela reproduccin del orden social. Creemos necesario plantearnos si acaso no existeuna intensificacin de los discursos que ubican al sujeto como hacedor de su propiaexistencia, como constructor de su destino, y en consecuencia, responsable de susavances y retrocesos, de sus xitos y sus fracasos.

    Ahora bien, retomando la idea de tecnologas del poder y tecnologas del yo, talcomo las caracterizamos en la introduccin (esto es, saberes aplicados que permitenel gobierno de los hombres sobre otros y el gobierno sobre s mismo), serainteresante interrogarnos si existe una primaca de las formas de autogobierno porsobre las otras, o mejor an, si las formas de dominacin sobre los individuos no sehan reforzado tomando la apariencia de formas de autoconstruccin.

    La disminucin de la intervencin directa por parte del poder define, encontrapartida, unas relaciones de poder-saber sobre un cuerpo fabricado en prcticasde autocuidado, autocontrol, autodisciplinamiento. Prcticas de autogobierno diversas,maleables, difusas, pero no menos eficaces.

    Podemos concluir, entonces, que estamos frente a cuerpos que seautoconstruyen, interviniendo sobre s mismos, pero sometidos a la movilidadconstante de unas reglas a las cuales deben adaptarse continuamente para podersubsistir.

    Asistimos, de alguna manera, a un ejercicio del poder que si bien ha reducidosus intervenciones y acciones constitutivas del hacer vivir, necesita de los cuerpos ysu construccin en sujetos para mantenerse. Un poder, entonces, que no deja detomar al cuerpo como materialidad a travs de la cual transita, saberes que devenidosen autoconocimiento y deteccin del peligro, permiten su mantenimiento y control.

    De esta manera, no ha sido sino de los cuerpos y su devenir en sujetos de loque estuvimos discurriendo en estas pginas. Poder-saber-cuerpo, entonces,ineludiblemente unidos en la historia de la construccin de la verdad y en las diversasformas de construccin de la subjetividad.

    26 op.cit, p.37

  • Milena Cevallos y Bernardita Serra

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    Bibliografa

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    Disparen sobre Foucault, Ediciones El Cielo por Asalto, 1993- Foucault , Michel: Nuevo orden interior y control social, en Saber y Verdad, La

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    2001- Foucault, Michel: Vigilar y Castigar. Nacimiento de la prisin. Siglo XXI editores

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    Siglo XXI editores Argentina, Buenos Aires, 2003- Murillo, Susana: El discurso de Foucault: Estado, locura y anormalidad en la

    construccin del individuo moderno, ediciones del CBC, Universidad de BuenosAires, Buenos Aires, 1997.

    La materialidad del poder: una reflexin en tornMilena Cevallos y Bernardita SerraIntroduccinUna anatoma poltica del detalle: el cuerpo - mEl dominio del poder sobre la vida: el cuerpo eCuerpo-mquina, cuerpo-especie: el cuerpo desnudReflexiones finalesLos anillos de una serpiente son an ms complicBibliografa