Chakrabarty, Dipesh. La Provincialización de Europa en La Era de La Globalización

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"La provincialización de Europa en la era de la globalización" por Dipesh Chakrabarty. 1 Universidad de Chicago. Departamento de Historia "Las denominadas ideas universales que los pensadores europeos produjeron durante el periodo que va desde el Renacimiento hasta la Ilustración y que han influenciado en los proyectos de modernidad y modernización en todo el mundo, nunca pueden ser conceptos completamente universales y puros", sostiene Dipesh Chakrabarty, reconocido investigador de la historiografía poscolonial india, en el prefacio a la segunda edición de su libro Provincializing Europe (2007), cuya primera versión castellana - bajo el título de Al margen de Europa- publica Editorial Tusquets en su colección "Ensayo". Un análisis de la idea de Europa que ha presidido históricamente los debates sobre la modernidad en la India lleva a Chakrabarty a postular la necesidad de "descubrir cómo y en qué sentido las ideas europeas que eran universales habían surgido de tradiciones intelectuales e históricas muy particulares, que no podían aspirar a ninguna validez universal". La consideración de que el pensamiento se vincula a los lugares es, pues, central en un proyecto de "provincializar Europa" que propone también un nuevo enfoque al estudio de la globalización y sus efectos. Ofrecemos en las siguientes páginas el prefacio de "Al margen de Europa". 1.- Pese a todas las críticas que podían alegarse, la idea de Roland Barthes de que el mito opera haciendo que lo histórico parezca "natural" tenía elementos interesantes. Por descontado, con "histórico" Barthes no se refería a nada que pudiésemos encontrar en los libros de historia, puesto que para él esos 1 Dipesh Chakrabarty nació en la región india de Bengala, estudió física en la Universidad de Calcuta y obtuvo un doctorado en historia en la Universidad Nacional de Australia. Fue uno de los fundadores del grupo de Estudios de lo Subalterno. En la actualidad enseña en la Universidad de Chicago. Entre sus obras figuran Rethinking Working-Class History: Bengal 1890-1940 y Provincializing Europe: Postcolonial Thought and Historiacal Difference. En 2004 fue nombrado miembro de la Academia Americana de las Artes y Ciencias.

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Chakrabarty, Dipesh. La Provincialización de Europa en La Era de La Globalización

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"La provincializacin de Europa en la era de la globalizacin" por Dipesh Chakrabarty.[footnoteRef:1] [1: Dipesh Chakrabarty naci en la regin india de Bengala, estudi fsica en la Universidad de Calcuta y obtuvo un doctorado en historia en la Universidad Nacional de Australia. Fue uno de los fundadores del grupo de Estudios de lo Subalterno. En la actualidad ensea en la Universidad de Chicago. Entre sus obras figuran Rethinking Working-Class History: Bengal 1890-1940 y Provincializing Europe: Postcolonial Thought and Historiacal Difference. En 2004 fue nombrado miembro de la Academia Americana de las Artes y Ciencias.]

Universidad de Chicago. Departamento de Historia

"Las denominadas ideas universales que los pensadores europeos produjeron durante el periodo que va desde el Renacimiento hasta la Ilustracin y que han influenciado en los proyectos de modernidad y modernizacin en todo el mundo, nunca pueden ser conceptos completamente universales y puros", sostiene Dipesh Chakrabarty, reconocido investigador de la historiografa poscolonial india, en el prefacio a la segunda edicin de su libro Provincializing Europe (2007), cuya primera versin castellana -bajo el ttulo de Al margen de Europa- publica Editorial Tusquets en su coleccin "Ensayo". Un anlisis de la idea de Europa que ha presidido histricamente los debates sobre la modernidad en la India lleva a Chakrabarty a postular la necesidad de "descubrir cmo y en qu sentido las ideas europeas que eran universales haban surgido de tradiciones intelectuales e histricas muy particulares, que no podan aspirar a ninguna validez universal". La consideracin de que el pensamiento se vincula a los lugares es, pues, central en un proyecto de "provincializar Europa" que propone tambin un nuevo enfoque al estudio de la globalizacin y sus efectos. Ofrecemos en las siguientes pginas el prefacio de "Al margen de Europa". 1.- Pese a todas las crticas que podan alegarse, la idea de Roland Barthes de que el mito opera haciendo que lo histrico parezca "natural" tena elementos interesantes. Por descontado, con "histrico" Barthes no se refera a nada que pudisemos encontrar en los libros de historia, puesto que para l esos mismos libros pertenecan a sistemas mticos de representacin. La "historia", en el famoso ensayo de Barthes sobre El mito, hoy, se refera a la actividad de vivir, una actividad que, al menos segn Barthes, consista en salvar la brecha hasta cierto punto (pues nunca poda salvarse por completo) entre la palabra y el mundo orientando el lenguaje ms directamente hacia sus referentes de "ah fuera". [endnoteRef:1] Involucradas en la actividad de vivir, las palabras poseeran sobre todo una connotacin directa y prctica. La palabra "Europa" nunca me preocup en mi infancia y juventud de clase media bengal cuando creca en la Calcuta poscolonial. El legado de Europa - o del dominio colonial britnico, pues as es como Europa entraba en nuestras vidas - estaba en todas partes: en las normas de trfico, en las quejas de los mayores sobre la falta de sentido cvico de los indios, en los juegos de ftbol y cricket, en mi uniforme escolar, en ensayos y poemas del nacionalismo bengal crticos con la desigualdad social, especialmente con el denominado sistema de castas, en debates explcitos e implcitos sobre el matrimonio por amor o concertado, en las sociedades literarias y los cineclubes. En la vida diaria, prctica, "Europa" no era un problema que nombrar o discutir conscientemente. Las categoras o las palabras que habamos tomado prestadas de las historias europeas haban encontrado un nuevo hogar en nuestras prcticas. Nada haba de extrao, por ejemplo, en que un amigo radical de la universidad se refiriese a alguien -pongamos por caso que fuera un posible suegro obstruccionista - como a una persona llena de actitudes "feudales", o en debatir - durante horas interminables junto a una taza de caf o t en restaurantes o cafs baratos donde solamos quedarnos ms de la cuenta - sobre si los capitalistas indios eran una "burguesa nacional" o una clase "de intermediarios", instrumento del capital extranjero. Todos sabamos, en la prctica, lo que significaban aquellas palabras sin tener que colocarlas bajo ningn tipo de microscopio analtico. Sus "significados" no viajaban ms all del entorno inmediato en el que se empleaban. [1: Notas - Prefacio a la edicin de 2007 Roland Barthes,"Myth Today", en Mythologies , traducido al ingls por Annette Lavers, Nueva York, Hill and Wang, 1984, pgs. 109-159 [Roland Barthes, Mitologas, trad. de Hctor Schmucler,Mxico, Siglo XXI, 1980].]

Entonces, por qu hablar de "provincializar Europa"? La respuesta se relaciona con la historia de mi propio desplazamiento de esta vida cotidiana de modo tanto metafrico como fsico. Contar brevemente la historia, pues creo que sus implicaciones superan lo meramente autobiogrfico. Mi desplazamiento metafrico desde mi vida cotidiana de clase media se produjo al prepararme, en crculos marxistas de la ciudad, para convertirme en un historiador profesional para quien las ideas de Marx tenan que ser una herramienta analtica consciente. Palabras que eran familiares por su uso diario (debo explicar que haba estudiado ciencias y gestin empresarial) echaban ahora a las analticas, remontndose al nivel de lo que Barthes habra denominado metalenguajes "de segundo o tercer nivel". El marxismo, incluso ms que el liberalismo, era la forma ms concentrada en que aparecan los pasados intelectuales de Europa en los crculos indios de las ciencias sociales. La cuestin que abordo en este texto empez a formularse hace dos dcadas, cuando completaba el borrador de mi libro Rethinking Working-Class History: Bengal 1890-1940.[endnoteRef:2] Las races de mi inters en el estudio de la historia del trabajo se hundan en ciertos encendidos debates de mi juventud, en bengal y en marxismo a la manera india, sobre el papel en la historia universal que el proletariado poda desempear en un pas como la India , que era, an, predominantemente rural. Haba lecciones obvias que aprender de las revoluciones china y vietnamita. No obstante, cuanto ms trataba de imaginar las relaciones en las fbricas indias mediante las categoras que Marx y sus seguidores ponan a mi disposicin, tanto ms me percataba de una tensin surgida de los orgenes profundamente - y, cabra decir, provincianamente - europeos de los conceptos marxistas y su indudable significacin internacional. Hablar de personajes histricos cuyos anlogos conoca de la vida diaria como a tipos familiares empleando nombres o categoras derivados de revoluciones europeas de 1789, 1848, 1871, 1917 pareca una actividad doblemente distanciadora. Estaba, en primer lugar, la distancia de la objetividad histrica que yo trataba de representar. Pero tambin estaba la distancia de la falta de reconocimiento cmica, similar a lo que haba experimentado a menudo al ver representaciones de obras bengales en las que actores bengales, caracterizados como colonos europeos, llevaban a cabo su imitacin, con un fuerte acento bengal, del modo en que los europeos podran hablar bengal, es decir, sus propios estereotipos de cmo los europeos nos perciban! Algo similar les ocurra a mis personajes de la historia bengal e india, que llevaban, en mi texto, el vestuario europeo prestado por el drama marxista de la historia. Haba una comicidad en mi propia gravedad que no poda pasar por alto. [2: Dipesh Chakrabarty, Rethinking Working-Class History: Bengal 1890-1940, Princeton, Princeton University Press, 2000.]

Sin embargo, en las consideraciones sobre Marx que yo heredaba en Calcuta - siempre mediadas, por razones histricas, por la bibliografa en ingls disponible sobre la cuestin - no caba la posibilidad de pensar en Marx como alguien que perteneciese a ciertas tradiciones europeas del pensamiento que se podan compartir incluso con intelectuales no marxistas o que pensasen de manera opuesta a la propia. La razn de esto no se encontraba en la falta de lecturas. Calcuta no padeca de escasez de biblifilos. La gente conoca los entresijos de la erudicin europea. Pero no haba un sentido de las prcticas acadmicas como parte de tradiciones intelectuales discutidas y vivas en Europa. No exista la nocin de que una tradicin intelectual viva no proporcionase nunca soluciones finales a las cuestiones que surgiesen dentro de ella. El marxismo era, sencillamente, verdadero. La idea del "desarrollo desigual", por ejemplo, tan medular en buena parte de la historiografa marxista, se trataba como una verdad, como mucho una herramienta analtica, pero nunca como una manera provisional de organizar informacin, ni como algo inventado originalmente en el taller de la Ilustracin escocesa. Marx tena razn (aunque le haca falta una actualizacin) y los antimarxistas se equivocaban totalmente, cuando no eran inmorales: sas eran las crudas antinomias polticas por medio de las cuales pensbamos. Ni siquiera Weber atraa un inters serio en los aos setenta en el apasionado trabajo de los historiadores indios de orientacin marxista. Hubo, de hecho, algunos prominentes socilogos e historiadores no marxistas en la India. Vienen fcilmente a la mente los nombres de Ashis Nandy y los fallecidos Ashin Das Gupta o Dharma Kumar. Pero en los vertiginosos y turbulentos tiempos de la entente poltica y cultural entre la India de la seora Gandhi y la Unin Sovitica , los marxistas eran los que ostentaban el prestigio y el poder en las instituciones acadmicas del pas. Mi temprano malestar -que despus se convirti en una cuestin de curiosidad intelectual- en relacin con la tensin entre las races europeas del pensamiento marxista y su significacin global no contaba con muchos adeptos entre mis amigos marxistas de la India , en aquel entonces. La nica voz disidente significativa, dentro del bando marxista, era la del maosmo indio. El movimiento maosta, conocido como el movimiento naxalita (1967-1971) por una revuelta campesina en la aldea de Naxalbari en Bengala occidental, sufri una derrota poltica catastrfica a principios de 1970 cuando el Gobierno aplast sin piedad la rebelin.[endnoteRef:3] El maosmo, es cierto, tuvo una vibrante presencia intelectual en la obra temprana del Grupo de Estudios Subalternos, con el que me identifiqu a partir de los aos ochenta. Pero el maosmo en s se haba convertido en un movimiento soteriolgico en la poca en que empec a formarme como especialista en ciencias sociales y sus "correcciones" o "modificaciones" del pensamiento marxista eran prcticas. En lo concerniente a la cuestin de la europeidad de Marx, los maostas eran indiferentes. Mi malestar terico se agudiz con la experiencia de alejamiento fsico de mi vida diaria en la India. Dicha experiencia constituy otra influencia importante sobre este proyecto. Me fui de la India en diciembre de 1976 para doctorarme en Historia en la Universidad Nacional de Australia y he vivido fuera del pas desde entonces, aunque he mantenido debates con mis amigos indios mediante visitas anuales y conferencias, as como mediante la publicacin con regularidad en la India tanto en ingls como en mi primera lengua, el bengal. Sin embargo, sin la vivencia de la migracin - combinacin profunda de sumas y restas, surgimiento de nuevas posibilidades que no necesariamente compensan las que se cierran - dudo que hubiera escrito este libro. [3: Para una historia de este movimiento, vase Sumanta Banerjee, India's Simmering Revolution: The Naxalite Uprising , Londres, Zed, 1984.]

Hasta que llegu a Australia, nunca haba considerado de verdad las implicaciones del hecho de que una idea abstracta y universal caracterstica de la modernidad poltica en todo el mundo -la idea, por ejemplo, de la igualdad, la democracia o incluso la de la dignidad del ser humano - pudiese tener un aspecto totalmente distinto en contextos histricos diferentes. Australia, como la India , es una pujante democracia electoral, pero el da de las elecciones no tiene all nada del ambiente festivo al que estaba acostumbrado en la India. Ciertas cosas que en Australia se suponen esenciales para preservar la dignidad del individuo -el espacio personal, por ejemplo - resultan sencillamente impracticables en mi pobre y atestada India. Por otro lado, las estructuras de sentimientos y emociones que subyacen a ciertas prcticas especficas eran cosas que senta hasta cierto punto ajenas hasta que, con el tiempo, yo mismo llegu a vivir muchas de ellas. El hecho de ser un migrante me hizo ver de un modo ms claro que antes la relacin, necesariamente inestable, entre toda idea abstracta y su instanciacin concreta. Ningn ejemplo concreto de una abstraccin puede pretender ser manifestacin de slo esa abstraccin. Por lo tanto, ningn pas es un modelo para otro pas, aunque el debate sobre la modernidad que se plantea sobre la base de "alcanzar" propone precisamente tales modelos. No hay nada como la "habilidad de la razn" para asegurar que todos convergemos en el mismo punto final de la historia pese a nuestras aparentes diferencias histricas. Pero nuestras diferencias histricas, de hecho, son relevantes. Esto es as porque ninguna sociedad humana es una tabula rasa. Los conceptos universales de la modernidad poltica se encuentran ante conceptos, categoras, instituciones y prcticas preexistentes a travs de los cuales son traducidos y configurados de manera diversa. Si este argumento es cierto respecto a la India, ser cierto tambin de cualquier otro sitio, incluyendo, por supuesto, Europa o, en sentido amplio, Occidente. Esta proposicin tiene consecuencias interesantes. Significa, en primer lugar, que la distincin que he establecido arriba entre la cara figurativa de un concepto (cmo se visualiza un concepto en la prctica) y su cara discursiva (su pureza abstracta, por as decirlo) es, en s, una diferenciacin parcial y exagerada. Como Ferdinand de Saussure nos ense hace mucho tiempo, podemos distinguir entre la "imagen acstica" de una idea y su "imagen conceptual" slo de una manera artificial. Las dos caras confluyen la una en la otra.[endnoteRef:4] Si esto es as, como pienso, se sigue una segunda conclusin importante. Se trata de que las denominadas ideas universales que los pensadores europeos produjeron durante el periodo que va desde el Renacimiento hasta la Ilustracin y que, desde entonces, han influenciado los proyectos de modernidad y modernizacin en todo el mundo, nunca pueden ser conceptos completamente universales y puros (mientras sean expresables en prosa; no me concierne aqu el lenguaje simblico como el lgebra). Pues el propio lenguaje y las circunstancias de su formulacin deben de haber importado elementos de historias preexistentes singulares y nicas, historias que pertenecan a los mltiples pasados de Europa. Ciertos elementos irreductibles de estas historias locales deben de haber persistido en conceptos que, por lo dems, parecan valer para todos los casos. [4: Ferdinand de Saussure, Course in General Linguistics , Charles Bally y Albert Sechehaye, (eds.), traducido al ingls por Wade Baskin, Nueva York, McGraw Hill, 1966, pgs. 65-67 [Ferdinand de Saussure, Curso de lingstica general, trad. de Mauro Armio, Madrid, Akal, 2006].]

"Provincializar" Europa era precisamente descubrir cmo y en qu sentido las ideas europeas que eran universales, al mismo tiempo, haban surgido de tradiciones intelectuales e histricas muy particulares, las cuales no podan aspirar a ninguna validez universal. Supona plantear la interrogacin por el modo en que el pensamiento se relacionaba con el espacio. Puede el pensamiento trascender su lugar de origen? O es que los lugares dejan su huella en el pensamiento de manera tal que puede cuestionarse la idea de categoras puramente abstractas? Mi punto de partida en este cuestionamiento, como he afirmado antes, era la presencia callada y cotidiana del pensamiento europeo en la vida y las prcticas de la India. La Ilustracin formaba parte de mis sentimientos. Slo que yo no lo vea as. Marx era un nombre bengal muy conocido. Su educacin alemana nunca se comentaba. Los investigadores bengales traducan Das Kapital sin el menor asomo de preocupacin filolgica alguna. Este reconocimiento de una deuda profunda - y, a menudo, desconocida - con el pensamiento europeo fue mi punto de partida; sin ella no poda darse la "provincializacin de Europa". Uno de los objetivos del proyecto era, precisamente, ser consciente de la naturaleza especfica de esta deuda. As pues, la relevancia global del pensamiento europeo era algo que yo daba por sentado. Tampoco cuestionaba la necesidad de un pensamiento universalista. Nunca fue, por ejemplo, objetivo de este libro el "pluralizar la razn", como una resea seria sugera en una lectura algo descaminada - uso la palabra con respeto - del proyecto.[endnoteRef:5] Como mostrar mi captulo sobre Marx, no argumentaba contra la idea en s de los universales, sino que subrayaba que lo universal es una figura de gran inestabilidad, una variable necesaria en nuestro empeo por pensar las cuestiones de la modernidad. Atisbamos sus contornos slo cuando y en la medida en que algo particular usurpa su posicin. Sin embargo, nada que sea concreto y particular puede ser lo universal en s, pues entrelazadas con la imagen acstica de una palabra como "derecho" o "democracia" hay imgenes conceptuales que, pese a ser (a grandes rasgos) traducibles de uno a otro lugar, tambin encierran elementos que desafan la traduccin. Tal desafo a la traduccin es, desde luego, parte del proceso cotidiano de la traduccin. Una vez expresado en prosa, todo concepto universal lleva en su interior huellas de lo que Gadamer denominara "prejuicio" -no un sesgo consciente, sino un signo de que pensamos a partir de una suma particular de historias que no siempre nos resulta transparente.[endnoteRef:6] De manera que provincializar Europa consista entonces en saber cmo el pensamiento universalista estaba siempre ya modificado por historias particulares, pudisemos o no desenterrar tales pasados plenamente. [5: Vase la resea de Jacques Pouchepadass de PE, publicada con el ttulo de "Pluralizing Reason", en History and Theory 41, n. 3 (2002), pgs. 381-391.] [6: El "reconocimiento", escribe Gadamer,"de que toda comprensin implica inevitablemente algo de prejuicio da al problema hermenutico su vigor real". Hans-Georg Gadamer, Truth and Method , Londres, Sheed and Ward, 1979, pg. 239 [Hans-George Gadamer, Verdad y mtodo , trad. de Manuel Olasagasti, Salamanca , Sgueme, 2004]. Vanse las consideraciones de las pgs. 235-258. Gadamer, en general, ve los prejuicios como "condiciones de comprensin".]

Al acometer este proyecto era consciente de que haba, y sigue habiendo, muchas Europas, reales, histricas e imaginadas. Quiz las fronteras entre ellas sean porosas. Me interesaba, sin embargo, la Europa que ha presidido histricamente los debates sobre la modernidad en la India. Esa Europa se hizo a imagen de un poder colonizador y, como he sostenido en el libro, no fue un producto nicamente de los europeos. Esta Europa era, en el sentido en que Lvi-Strauss us la palabra, un "mito" fundador para el pensamiento y los movimientos emancipadores en la India. La reflexin sobre la modernizacin, sobre el liberalismo, sobre el socialismo - esto es, sobre diversas versiones de la modernidad - llevaba esa Europa a la existencia. En la India nosotros - y nuestros lderes polticos e intelectuales antes que nosotros - emplebamos esa Europa para resolver nuestros debates sobre las tensiones surgidas de las desigualdades y opresiones cotidianas en la India. Durante muchos y largos aos esperamos un regreso de aquella Europa en forma de "democracia", "civilizacin burguesa", "ciudadana", "capital" y "socialismo" de la misma manera que Gramsci esper que la "primera revolucin burguesa" de 1789 se produjese en su pas. La primera parte de este libro pretende abordar la forma de pensamiento que permite postular una Europa de ese gnero. En ella argumento que est en cuestin una corriente concreta de pensamiento desarrollista a la que denomino "historicismo". Se trata de un modo de pensar en la historia en el que se asume que todo objeto de estudio retiene una unidad de concepcin a lo largo de su existencia y alcanza una expresin plena mediante un proceso de desarrollo en el tiempo histrico y secular. En este punto, gran parte de mi planteamiento se inspiraba en lo que Foucault afirm en Nietzsche: la genealoga, la historia.[endnoteRef:7] Tambin antes, en mi libro sobre historia del trabajo, haba procurado pensar de la mano de la crtica foucaultiana de toda categora histrica que sea "o bien trascendental en relacin con el campo de los acontecimientos o bien que recorra en su identidad vaca el curso de la historia". [endnoteRef:8] Pero el pensamiento postestructuralista no era la nica base sobre la que pretenda apoyar mi crtica. No pude evitar darme cuenta de que, mucho antes de Foucault, un aspecto radical del pensamiento nacionalista anticolonial haba repudiado en la prctica lo que yo denominaba "historicismo", primero exigiendo y, con la independencia, concediendo efectivamente la plena ciudadana a las masas iletradas en una poca en que todas las teoras clsicas y occidentales de la democracia recomendaban un programa de dos pasos: primero educarlas, lo que las desarrolla, y despus concederles sus derechos de ciudadana. As pues, yo sostena que esta relacin crtica con la historia desarrollista o en estadios integraba la herencia anticolonial. No era casual que el historiador del Grupo de Estudios Subalternos (y nuestro mentor), Ranajit Guha, en su libro sobre la insurreccin campesina en la India colonial, rechazase la caracterizacin de Hobsbawm del campesinado moderno como "prepoltico".[endnoteRef:9] El pensamiento anticolonial resultaba, sin duda, un terreno frtil para el cultivo de las crticas postestructuralistas de Foucault al "historicismo". [7: Michel Foucault,"Nietzsche, Genealogy, History" en Foucault, Language, Counter-Memory, Practice: Selected Essays and Interviews , Donald Bouchard (ed.), traducido al ingls por Sherry Simon, Ithaca , Cornell University Press, 1977, pgs. 139-164 [Michel Foucault, Nietzsche: la genealoga, la historia, trad. de Jos Vzquez Prez, Valencia, Pre-Textos, 2004].] [8: Michel Foucault,"Truth and Power" en Power/Knowledge: Selected Interviews and Other Writings: 1972-1977 , Colin Gordon (ed.), traducido al ingls por Colin Gordon et al., Brighton, The Harvester Press, 1980, pg. 117.] [9: Vanse las consideraciones del primer captulo de este libro. Vase tambin el ensayo "A Small History of Subaltern Studies" en mi Habitations of Modernity: Essays in the Wake of Subaltern Studies, Chicago, University of Chicago Press, 2002.]

La primera parte de este libro se une a esta crtica desde varios ngulos. El resto del libro demuestra con ejemplos histricos que la modernidad fue un proceso histrico que implicaba no slo la transformacin de instituciones, sino tambin la traduccin de categoras y prcticas. 2.- Hay - as lo espero - mucha historia en este ensayo. Pero no pens en esta historia como representativa de tal o cual grupo en sociedades particulares. Puesto que se me ha relacionado con Estudios Subalternos, que en efecto proyectaba inscribir en la historia de Asia meridional los pasados de los grupos marginales y subalternos, algunos crticos han visto en Al margen de Europa slo pruebas adicionales de lo que el historiador indio Sumit Sarkar denomin "el declive de lo subalterno en Estudios Subalternos", pues la segunda parte de Al margen de Europa extrae todo su material ilustrativo de la historia de la clase media bengal, de los denominados bhadralok.[endnoteRef:10] Esta crtica se ha formulado desde muchas posiciones, pero permtaseme citar slo una fuente, una resea annima y furiosa publicada en Internet en la pgina en que Amazon.com publicit primero este libro. La resea acababa afirmando: [10: Vase el ensayo de Sumit Sarkar con ese ttulo en su libro Writing Social History, Nueva Delhi, Oxford University Press, 1997.]

"Finalmente, el hecho de que el archivo de Chakrabarty est constituido por el varn de clase media bengal y de que l, junto con sus socios, se enzarce en teorizar y desatienda la investigacin fundamental de la historia subalterna habla por s mismo. [...]"[endnoteRef:11] [11: Vase la resea de "Simicus" fechada el 10 de diciembre de 2000 y titulada "Wither Subalternity?". ]

Los puntos suspensivos de la cita no indican que he omitido un fragmento; son originales de la frase citada, un gesto dramtico por parte del crtico sobre la obviedad de su tesis. Qu ms podra decir l o ella? Mi eleccin de material de la historia del grupo social del que provengo hablaba por s misma! No escojo esta recensin por resentimiento. Al margen de Europa ha recibido censuras peores a manos de algunos crticos indios hostiles. Despus de todo, los lectores son libres de hacer de un libro lo que quieran. Adems, se aprende hasta de la ms encarnizada de las crticas. Cito esta resea concreta porque, a mi parecer, lo que sostiene la carga de la crtica es una lectura poco atenta del libro, especialmente de la introduccin, en la que trat de explicar mis objetivos y mtodos. Incluso si un lector discrepa de mis propsitos, la etiqueta de la crtica exige que mis propias afirmaciones explcitas sobre el asunto en cuestin se reconozcan. Afirmaba en la introduccin que las historias que contaba no eran representativas de los bhadralok . Tampoco pretenda proporcionar una historia de ese gnero. Sealaba que las personas en cuyos escritos e historias me basaba no eran representativas de la mayora de los bhadralok , que aquellos fragmentos de la historia bhadralok entraban en el libro primordialmente como parte de un argumento metodolgico. Pero algunos crticos sencillamente hicieron caso omiso de esas afirmaciones. Me acusaron de abandonar la historia subalterna por los ms "elitistas" horizontes de los pasados bhadralok. (Tengo demasiados parientes indigentes y semieducados como para no saber lo desafortunada y asignificativa - si se me permite acuar una palabra - que la expresin "elite" resulta en este contexto, pero lo pasar por alto.) Sus crticas provenan de una ausencia total de atencin a lo que yo haba advertido al explicar el cambio entre las partes primera y segunda del libro. "Es difcil anticipar los problemas de los lectores distrados", afirm una vez E.P. Thompson con frustracin.[endnoteRef:12] Ciertamente es difcil, pero permtaseme intentarlo una vez ms. [12: E.P. Thompson, Whigs and Hunters: The Origins of the Black Act , Harmondsworth, Penguin, 1977, pg. 302.]

Una de las tesis de mayor calado de Al margen de Europa es la de que el pensamiento crtico combate los prejuicios y, sin embargo, tambin encierra prejuicios, pues el pensamiento crtico, a mi juicio, sigue relacionado con los lugares (por ms tenue que pueda parecer tal vnculo). De este modo, el libro se enfrenta hasta cierto punto con las maneras diversas en las que muchos tericos, en su mayor parte marxistas, critican la idea de lo local. De hecho, tal posicin es comn a tantos marxistas que singularizar a uno en concreto podra resultar algo injusto. Es comn en su concepcin la idea de que todo sentido de lo "local" es un fenmeno de superficie de la vida social; es, en ltima instancia, algn tipo de efecto del capital. Estos estudiosos, por tanto, subrayan la necesidad de comprender cmo se produce efectivamente el sentido propio de lo local. Al mirar todos los sentidos locales de este modo particular, estos crticos no suelen plantearse sobre s mismos ninguna pregunta sobre el lugar del cual procede su propio pensamiento. Es de suponer que producen su crtica desde "ningn sitio" o - lo que es lo mismo - desde "todos los sitios" de un capitalismo que siempre parece global en su alcance. En Al margen de Europa lo aceptaba como un tipo de pensamiento universalista - refleja lo que denomino Historia 1 en el captulo sobre Marx -, pero es una manera de pensar que, a mi modo de ver, vaca todo sentido vivido de lugar asignndolo a lo que se considera un nivel ms profundo y determinante, el nivel al cual el modo de produccin capitalista crea el espacio abstracto. En el captulo dedicado a Marx trato de producir una lectura que se resista a esta interpretacin y que vea la corriente subterrnea de historias singulares y nicas, mis Historias 2, como enfrentndose siempre al empuje de tales historias universales y produciendo lo concreto como una combinacin de la lgica universal de la Historia 1 y los horizontes heterotemporales de innmeras Historias 2. La falta de espacio me impide desarrollar ms esta cuestin, pero tambin me arriesgo a repetir lo que ya sostengo en el captulo 2. Algunos tericos de la globalizacin como Michael Hardt y Antonio Negri, por otro lado, celebran las formas contemporneas de deslocalizacin como una herramienta expeditiva para la lucha global contra el capital. Tambin parten de la proposicin de que las "posiciones localistas" son "falsas y dainas". Falsas porque mediante la "naturalizacin" de las diferencias locales sitan el origen de tales diferencias "fuera de toda duda". Y dainas porque hay que reconocer que las "identidades locales" de hecho "alimentan y apoyan el desarrollo del rgimen imperial capitalista". Es la globalizacin la que "pone en juego circuitos mviles y modulantes de diferenciacin e identificacin". "Lo que hay que abordar, por el contrario", aducen Hardt y Negri, "es precisamente la produccin de lo local.[endnoteRef:13] El "lugar" que el capital crea hoy a travs de su propia movilidad y la del trabajo es, en sus palabras, un "no lugar".[endnoteRef:14] Por ello el trabajo ha de exigir "ciudadana global" -ms movilidad incluso de la que el capital le permite en el presente - y convertir este "no lugar" en "ilimitado". Gracias a esa movilidad crecer el sujeto revolucionario -"la multitud"- que desafiar lo que Hardt y Negri denominan el Imperio.[endnoteRef:15] En sus trminos, pues, la lucha contra el capital ha de ser al mismo tiempo un combate contra todas las formas de apego a sitios particulares, ya que el deseo de movilidad absoluta slo puede basarse en el cultivo de un sentido de apego planetario. [13: Michael Hardt y Antonio Negri, Empire , Cambridge, Mass. , Harvard University Press, 2000, pgs. 44-45 [Michael Hardt y Antonio Negri, Imperio, trad. De Alcira Bixio, Barcelona, Paids Ibrica, 2002].] [14: Ibd., pgs. 208, 367.] [15: Ibd., pgs. 396-401.]

No niego las aportaciones que se siguen en contextos concretos -especialmente en el nivel de la historia universal del capital, mi Historia 1 - de lneas de pensamiento como la que me ha ocupado arriba. Pero, en lneas generales, encuentro que este argumento hace caso omiso de la historia en s. Obvia la distincin entre la movilidad de los colonizadores que los europeos disfrutaron en su momento y la movilidad del trabajo migrante hoy en da, cualificado o no. Adondequiera que los europeos fueron en busca de nuevos hogares, sus recursos imperiales y su dominio de los nativos les permita reproducir - con modificaciones locales innegables - muchos de los elementos importantes de los mundos de vida que haban dejado atrs. Perdieron los europeos de cualquier pas sus propias lenguas debido a la migracin? No. A menudo, los nativos lo hicieron. De manera similar, los migrantes actuales en los pases fundados por colonos o en Europa viven con el miedo de que sus hijos sufran esta prdida. Buena parte de su activismo cultural local se dirige a impedir que esto suceda. Slo un crtico que est ciego ante la cuestin del modo en que los legados desiguales del dominio colonial modulan efectivamente los procesos contemporneos de la globalizacin puede rechazar este activismo como la enfermedad de la "nostalgia".[endnoteRef:16] [16: Para un fascinante examen de los colonos franceses con su propio sentido de la "nostalgia" en el siglo XIX, vase Alice Bullard, Exile to Paradise: Savagery and Civilization in Paris and the South Pacific , Stanford, Stanford University Press, 2000.]

La diferencia no siempre es una trampa del capital. Mi sentido de prdida que se sigue de mi globalizacin no es siempre el efecto de la estrategia de mercadotecnia de otro. No siempre el capital me embauca para que experimente "duelo", pues el duelo no siempre me convierte en consumista. A menudo la prdida en cuestin se relaciona con prcticas culturales que, por as decirlo, ya no "venden".No todos los aspectos de nuestro sentido de lo local pueden mercantilizarse (ojal fuese as). Al margen de Europa moviliza argumentos y pruebas en contra de los anlisis que apuntan a aquellos caminos de salvacin que avanzan inevitablemente a travs del reclamo del no lugar.[endnoteRef:17]Apoyndose en Heidegger y la tradicin hermenutica del pensamiento a la que pertenece Gadamer, Al margen de Europa trata de provocar una tensin productiva entre gestos de pensamiento de ninguna parte y modos particulares de ser en el mundo. Surtiese o no surtiese efecto mi crtica -no defiendo que mi propia crtica sea irrefutable -, la proposicin de que el pensamiento se vincula con los lugares es central en mi proyecto de provincializar Europa. Me incumba, pues, demostrar de dnde -de qu tipo de lugar - surga mi propia crtica, pues ese ser-de-algn-sitio es lo que le daba a la crtica tanto su fuerza como sus lmites. Afirmaba que a fin de llevar a cabo mi crtica precisaba reflexionar por medio de formas de vida que conoca con cierto grado de familiaridad, y de ah que recurriese a material tomado de aspectos de la historia de los bhadralok, la cual ha moldeado profundamente mi propia relacin con el mundo. Slo en el caso de esa historia poda aducir cierta competencia para demostrar con ejemplos los procesos de traduccin de la modernidad. Esto no niega que haya muchas localizaciones diferentes, incluso dentro de Bengala y de la India , desde las que cabra provincializar Europa con resultados distintos.[endnoteRef:18] Pero el argumento relativo al lugar y al no lugar puede seguir con nosotros. En definitiva, Al margen de Europa es un producto de la globalizacin. La globalizacin fue su condicin de posibilidad. Pero tambin es, como ha sealado Paul Stevens en un ensayo que contiene una perspicaz lectura de este libro, un intento de encontrar una posicin desde la que hablar de las prdidas ocasionadas por la globalizacin.[endnoteRef:19] Agradezco la lectura de Stevens, pero es justo reconocer el modo en que la globalizacin, particularmente en Europa y en los estudios europeos, ha llevado este libro a emocionantes territorios intelectuales que no podra haber imaginado. A medida que los investigadores europeos y los especialistas en Europa han luchado por comprender los cambios que tienen lugar en el continente y en sus propios campos de estudio, a medida que han entablado discusiones sobre los futuros de Europa tras la globalizacin y han abordado cuestiones como la "Europa fortaleza" versus la "Europa multicultural", se han abierto nuevos caminos de investigacin. En su bsqueda de lenguajes con que comprender la posicin de los inmigrantes y refugiados no europeos en Europa, la cuestin de la inclusin de Turqua en la Unin Europea , y el lugar de la Europa del Este postsocialista, han recurrido a modelos del pensamiento poscolonial para ver si se puede aprender algo de esa rama de investigacin. Parecen haberse producido desarrollos comparables en los estudios medievales (europeos) y de la religin. Los especialistas han comenzado a cuestionar la propia idea de lo "medieval", el esquema de periodizacin que subyace a tal denominacin.[endnoteRef:20] Los telogos, por su parte, se hallan inmersos en el replanteamiento de la cuestin de la agencia divina en la "historiografa religiosa".[endnoteRef:21] Ha resultado gratificante para m que este libro haya sido utilizado en algunos de esos debates [...]. [17: El argumento se ha recogido y ampliado despus en Sanjay Seth,"Back to the Future?", Third World Quarterly 23, n. 3 (2002), pgs. 565-575; se ha publicado una versin ms corta en G. Balakrishnan (ed.), Debating Empire , Londres y Nueva York, Verso, 2003, pgs. 43-51. Saurabh Dube,"Presence of Europe: An Interview with Dipesh Chakrabarty" South Atlantic Quarterly (otoo de 2002), pgs. 859-868.] [18: Vase, por ejemplo, Mark Thurner y Andrs Guerrero (eds.), After Spanish Rule: Postcolonial Predicaments of the Americas , Durham, Duke University Press, 2003; Vicente L. Rafael, White Love and Other Events in Filipino History, Durham, Duke University Press, 2000; Ferderick Cooper, Colonialism in Question: Theory, Knowledge, History, Berkeley, University of California Press, 2005; Achille Mbembe, On the Postcolony, Berkeley, University of California Press, 2001.] [19: Paul Stevens,"Heterogenizing Imagination: Globalization, The Merchant of Venice and the Work of Literary Criticism", New Literary History 36, n. 3 (2005), pgs. 425-437.] [20: Vase, por ejemplo, el libro de prxima aparicin de Kathleen Davis, Periods of Sovereignty (2008).] [21: Amy Hollywood ,"Gender, Agency, and the Divine in Religious Historiography", Journal of Religion 84 (2004), pgs. 514-528.]

Quiero terminar expresando mi agradecimiento a algunas personas cuyos comentarios [...] me han ayudado a ver los lmites as como las posibilidades de esta obra [...].