Chile, en camino al Bicentenario

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Chile, en camino al Bicentenario Fecha: Sábado 18 de Septiembre de 2004 Pais: Chile Ciudad: Rancagua Autor: Mons. Alejandro Goic Karmelic Te Deum : 18-IX-2004 Textos Bíblicos : Ef. 4, 22-32 Salmo 66 Mt. 7,21-29 Chile, nuestra amada Patria, vive intensamente los días de su nacimiento como nación libre y soberana. Las Fiestas Patrias son un momento de alegría. Desde los orígenes de Chile, la fe cristiana nutrió su alma. La fe se entrelaza con la historia e idiosincrasia de nuestro pueblo. El evangelio de Jesucristo iluminó y orientó la vida personal y social del hombre de nuestra tierra. En el Evangelio, el hombre y la mujer de Chile descubrieron a Dios, no como una mera fuerza abstracta y lejana, sino como un Padre que en la persona de su Hijo Jesucristo se unió al hombre y entró en comunión de vida haciéndolo un hijo de Dios. En la Palabra de Dios recién proclamada, también nosotros hoy, como nuestros antepasados ayer, queremos reconocer su fuerza inspiradora para vivir y servir al bien de Chile. "Dejen que su mente se haga más espiritual, para que tengan vida y revístanse del hombre nuevo. Este es el que Dios creó a su semejanza, dándole la justicia y la santidad que proceden de Dios" (Ef. 4,l23). El llamado es, pues, a revestirse de la novedad de vida que viene de Dios y que encuentra en las Bienaventuranzas la plenitud de esa novedad. El Evangelio nos hablaba de construir la vida y la historia en la fidelidad a la Palabra de Jesucristo: "El que escucha mis palabras y las practica es como un hombre inteligente que edificó su casa sobre la roca". (Mt. 7,24) Chile encabezado por su máxima autoridad nos proyecta ya desde ahora, a la celebración del Bicentenario el año 2010. Hay grandes proyectos de renovación de pueblos y ciudades. ¿Será el desarrollo material el verdadero desarrollo de Chile Sin duda que es importante que el País crezca en vías, en nuevos edificios, en plazas, en megaproyectos que faciliten la existencia. Pero, ¿bastará ello para ser una tierra digna y habitable para todos Un chileno de excepción, el Card. Silva Henríquez, dijo en una ocasión como ésta: "Chile tiene su alma. Cataclismos naturales, potentes apetitos foráneos, guerras externas y largas noches de interna disensión hasta el odio; pobreza, sufrimiento el sufrimiento más terrible de todos -, no amar al hermano, no han podido arrebatarle a Chile su alma. Y en esta hora de acción de gracias por una herencia que nos enaltece, nos estremece también la esperanza; Chile quiere seguir siendo Chile. Chile concluía- anhela empezar otra vez, estar como antes, como siempre a la cabeza de los grandes valores: pequeño y limitado, tal vez, en su potencia económica, grande y desbordante en su riqueza de espíritu." Y nos invitaba a encontrar en la fidelidad a nuestra tradición el alma de Chile. En tres primados, el Cardenal Silva nos recordaba la esencia del alma de Chile: el primado de la libertad sobre todas las formas de opresión; el primado del orden jurídico sobre todas las formas de anarquía y arbitrariedad y el primado de la fe sobre todas las formas de idolatría. Esta es nuestra más honda identidad histórica. Esta es nuestra alma. Tenerla, mantenerla y proyectarla en el tiempo es lo que da verdadero protagonismo a una Nación. La identidad cuaja por vivencias históricas compartidas, las cuales se han decantado con valores, contenidos morales, visiones y símbolos que la mayoría de sus habitantes considera como suyos. Es una identidad viva, creciente. La trayectoria que vamos haciendo nos aporta muchísimas novedades y obliga

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Chile, en camino al Bicentenario

Fecha: Sábado 18 de Septiembre de 2004Pais: ChileCiudad: RancaguaAutor: Mons. Alejandro Goic Karmelic

Te Deum : 18-IX-2004Textos Bíblicos : Ef. 4, 22-32Salmo 66Mt. 7,21-29

Chile, nuestra amada Patria, vive intensamente los días de su nacimiento como nación libre y soberana. Las Fiestas Patrias son un momento de alegría. Desde los orígenes de Chile, la fe cristiana nutrió su alma. La fe se entrelaza con la historia e idiosincrasia de nuestro pueblo. El evangelio de Jesucristo iluminó y orientó la vida personal y social del hombre de nuestra tierra. En el Evangelio, el hombre y la mujer de Chile descubrieron a Dios, no como una mera fuerza abstracta y lejana, sino como un Padre que en la persona de su Hijo Jesucristo se unió al hombre y entró en comunión de vida haciéndolo un hijo de Dios.

En la Palabra de Dios recién proclamada, también nosotros hoy, como nuestros antepasados ayer, queremos reconocer su fuerza inspiradora para vivir y servir al bien de Chile. "Dejen que su mente se haga más espiritual, para que tengan vida y revístanse del hombre nuevo. Este es el que Dios creó a su semejanza, dándole la justicia y la santidad que proceden de Dios" (Ef. 4,l23). El llamado es, pues, a revestirse de la novedad de vida que viene de Dios y que encuentra en las Bienaventuranzas la plenitud de esa novedad.

El Evangelio nos hablaba de construir la vida y la historia en la fidelidad a la Palabra de Jesucristo: "El que escucha mis palabras y las practica es como un hombre inteligente que edificó su casa sobre la roca". (Mt. 7,24)

Chile encabezado por su máxima autoridad nos proyecta ya desde ahora, a la celebración del Bicentenario el año 2010. Hay grandes proyectos de renovación de pueblos y ciudades. ¿Será el desarrollo material el verdadero desarrollo de Chile Sin duda que es importante que el País crezca en vías, en nuevos edificios, en plazas, en megaproyectos que faciliten la existencia. Pero, ¿bastará ello para ser una tierra digna y habitable para todos Un chileno de excepción, el Card. Silva Henríquez, dijo en una ocasión como ésta: "Chile tiene su alma. Cataclismos naturales, potentes apetitos foráneos, guerras externas y largas noches de interna disensión hasta el odio; pobreza, sufrimiento el sufrimiento más terrible de todos -, no amar al hermano, no han podido arrebatarle a Chile su alma. Y en esta hora de acción de gracias por una herencia que nos enaltece, nos estremece también la esperanza; Chile quiere seguir siendo Chile. Chile concluía- anhela empezar otra vez, estar como antes, como siempre a la cabeza de los grandes valores: pequeño y limitado, tal vez, en su potencia económica, grande y desbordante en su riqueza de espíritu."

Y nos invitaba a encontrar en la fidelidad a nuestra tradición el alma de Chile. En tres primados, el Cardenal Silva nos recordaba la esencia del alma de Chile: el primado de la libertad sobre todas las formas de opresión; el primado del orden jurídico sobre todas las formas de anarquía y arbitrariedad y el primado de la fe sobre todas las formas de idolatría.

Esta es nuestra más honda identidad histórica. Esta es nuestra alma. Tenerla, mantenerla y proyectarla en el tiempo es lo que da verdadero protagonismo a una Nación. La identidad cuaja por vivencias históricas compartidas, las cuales se han decantado con valores, contenidos morales, visiones y símbolos que la mayoría de sus habitantes considera como suyos. Es una identidad viva, creciente. La trayectoria que vamos haciendo nos aporta muchísimas novedades y obliga

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a constantes reformulaciones. Sin embargo, mientras Chile sea Chile, habrá un núcleo básico que se proyecta. En una hora de globalización necesitamos formular mejor nuestra identidad en los años que nos encaminan al bicentenario.

En esa perspectiva, es como Iglesia Católica en Chile, entregaremos en los próximos días a todo el País, creyentes y no creyentes, miembros de nuestras comunidades y hombres y mujeres de buena voluntad un documento titulado "En camino al bicentenario" para estimular un amplio debate nacional que pueda arrojar nueva luz sobre los temas que nos preocupan. Temas todos que nos ayuden al reencuentro con "el alma de Chile", a partir de la fecundidad de los valores esenciales que sustentan nuestra identidad nacional.

Los creyentes estamos convencidos que la piedra fundamental de nuestra construcción es poner a Dios en el primer lugar de nuestra vida y de nuestros proyectos. "La historia nos enseña dramáticamente que, cada vez que ponemos al hombre en la cima de la historia, las luchas de poder nos devoran y el narcisismo nos destruye "(Nr. 18 doc. Cech). Un humanismo sin Dios se vuelve inevitablemente contra los seres humanos.

Con esta certeza fundamental de edificar la casa sobre la roca firme del amor de Dios Padre y Creador queremos colocar la dignidad incuestionable de la persona humana y de toda persona humana en el centro del desarrollo integral del Chile de hoy y del mañana. "Esto significa desterrar el odio a los enemigos, la conculcación de los derechos humanos, las discriminaciones sociales, raciales o religiosas, y promover el reconocimiento de la igual dignidad de todos los seres humanos, cualquiera sea su situación coyuntural" (idem-19)

Junto al valor de cada persona afirmamos el valor sagrado de la vida humana desde su concepción hasta la muerte natural. No hay futuro para la humanidad, para nuestra amada Patria si el hombre pretende situarse por encima de la vida. "Profesamos que todo hombre y toda mujer, por más insignificantes que parezcan, tienen en sí una nobleza inviolable que ellos mismos y los demás deben respetar y hacer respetar sin condiciones" (P.317).

Para la vida de Chile es urgente fortalecer la familia como núcleo de la sociedad. Más allá de tal o cual legislación, la inmensa mayoría de nuestros connacionales consideran que la vida feliz consiste en pertenecer a una familia acogedora y estable.

Si cada vida es sagrada y lo es, la vida de los más débiles, de los pequeños, de los enfermos, y la vida de los más pobres, cobran especial importancia a los ojos de Dios. Gracias a Dios hemos avanzado en este campo, pero aún queda mucho por hacer. El gran problema de Chile es la desigual distribución del ingreso. En cifras redondas Chile tiene 15 millones de habitantes. El quintil más pobre 3 millones recibe el 3,3% del PIB; los tres quintiles siguientes, 9 millones de chilenos el 34,5 del PIB y el quintil más rico, 3 millones de compatriotas el 62,2% del PIB. "Todos los que tenemos alguna responsabilidad en la marcha del país, estamos llamados a sentir en carne propia las carencias, sufrimientos y frustraciones de los pobres y, sobre todo, de los más marginados" (idem. 22)

"¿Habrá que recordar que el desarrollo de la calidad de vida es mucho más que el simple progreso material. En efecto, el progreso material, siendo importante no constituye de por sí el único indicador de desarrollo ni es la única meta del trabajo y de la preocupación social. El progreso material es un medio necesario que debe ser puesto al servicio de la dimensión superior y espiritual del hombre" (idem 23)

El respeto, además a tres grandes valores relacionados con la dignidad de la persona: el derecho a la libertad, el respeto a la conciencia y el amor por la verdad. Son valores esenciales y que requieren ser profundizados y vividos en integridad.

El fomento de la solidaridad humana en todas sus formas. La solidaridad entendida como "la determinación firme y perseverante de empeñarse por el bien común; es decir, por el bien de todos y cada uno, para que todos seamos verdaderamente responsables de todos" (SRS. 38)

El cuidado responsable de la Creación en nuestro territorio con tantas riquezas y bellezas naturales. Tenemos que cuidar los recursos naturales con muchísima más solicitud todavía. Pero, por sobre todo, hemos de estar atentos a la ecología humana, a proteger la vida del hombre y de la mujer en todas las circunstancias. A proteger a nuestros niños y

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jóvenes y regalarles un futuro de esperanza y de paz.

Una palabra particular para el ambiente pre-electoral de las elecciones de Alcalde y Concejales el próximo 31 de Octubre. Vivamos estas semanas previas con paz y serenidad. En actitud de profundo respeto por los demás. Relativicemos nuestras opciones políticas. Votemos en conciencia. La Patria amada seguirá siendo de todos: de los vencedores y de los perdedores. Oremos por quienes resulten elegidos. Necesitarán espíritu de sabiduría para gobernar las Comunas y buscar el mayor bien de todos, especialmente de los más pobres y débiles de nuestras ciudades y pueblos.

Para la Iglesia, la vida social es parte integrante de su preocupación pastoral, por fidelidad a Jesús. La Iglesia también es parte del "alma de Chile".

"Por eso, junto a todas las personas de buena voluntad, la Iglesia desea colaborar en la construcción de una nueva sociedad. Las mismas enseñanzas de Jesús y su larga experiencia en humanidad, le permiten a la Iglesia contribuir a un discernimiento que hace posible avanzar por este camino, evitando que el mal y el egoísmo, tan reales y tan enraizados en la historia humana, puedan transformar dicho progreso en una trampa que nos deshumanice." (idem 28)

Termino esta reflexión en el cumpleaños de la Patria, con las inspiradas palabras de nuestro futuro santo, Padre Alberto Hurtado:

"Chile tiene una misión en América y en el mundo: misión de esfuerzo, de austeridad, de fraternidad democrática, inspirada en el espíritu del Evangelio y esa misión se ve amenazada por todas las fuerzas de la vida cómoda e indolente, de la pereza y apatía, del egoísmo.

"La misión de Chile queremos cumplirla, nos sacrificaremos por ella. Nuestros Padres nos dieron una Patria libre. A nosotros nos toca hacerla grande, bella, humana, fraternal. Si ellos fueron grandes en el campo de batalla, a nosotros nos toca serlo en el esfuerzo constructor."

Que así sea.

Alejandro Goic KarmelicObispo de Rancagua