¿Choque, fin u otro Chernobyl?

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R E V STA DE ESTUDIOS INTERNACIONALES ¿Choque, fin u otro Chernobyl? Jorge Heme ¿Hasta qué punto los atentados del 11 de septiembre contra las Torres Gemelas y el Pentágono constituyen un hito que inaugura una nueva era del sistema internacional? Tomando como punto departida las tesis de Samuel P, fíuntington sobre "el choque de civilizaciones" y de Francls Fukuyama sobre "el fin de la historia", este artículo examina la validez y pertinencia de cada una de ellas como claves para entender lo ocurrido ese día, concluyendo que el nivel de análisis y la evidencia empírica presentada en la obra de fíuntington la ¡lace más útil para estos efectos. El trabajo concluye con una breve consideración del planteamiento de Urich Beck sobre el JJ de septiembre como un verdadero "Chernobyl de la globalización" e identifica los cambios que ya se avizoran en el escenario político y económico mundial posí-sepfiembre del 200 L Nacer para crear, amar y ganar juegos es nacer para vivir en tiempos de paz. Pero la guerra nos enseña a perderlo todo y a ser lo que no éramos. Es todo cuestión de estilo. AlbertCamus oca duda cabe de que la imagen de los aviones de American y United Airlines estrellándose en las Torres Gemelas constituirán uno de los iconos gráficos del siglo XXI. Menos ob- vio es el grado en el cual los atentados en Nueva York y Washington marcan un an- tes y un después, en términos del sistema internacional, esto es, una línea de sepa- ración entre dos períodos radicalmente distintos, con parámetros, coordenadas y patrones muy diferentes el uno del otro. Para algunos, se trataría de un hito com- parable a!28 de junio de 1914, fecha del ase- 7 CORE Metadata, citation and similar papers at core.ac. Provided by Revistas Académicas de la Universidad de Chile

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R E V S T A D E E S T U D I O S I N T E R N A C I O N A L E S

¿Choque, fin u otro Chernobyl?Jorge Heme

¿Hasta qué punto los atentados del 11 de septiembre contra las Torres Gemelasy el Pentágono constituyen un hito que inaugura una nueva era del sistemainternacional? Tomando como punto departida las tesis de Samuel P, fíuntingtonsobre "el choque de civilizaciones" y de Francls Fukuyama sobre "el fin de lahistoria", este artículo examina la validez y pertinencia de cada una de ellascomo claves para entender lo ocurrido ese día, concluyendo que el nivel deanálisis y la evidencia empírica presentada en la obra de fíuntington la ¡lacemás útil para estos efectos. El trabajo concluye con una breve consideracióndel planteamiento de Urich Beck sobre el JJ de septiembre como un verdadero"Chernobyl de la globalización" e identifica los cambios que ya se avizoran enel escenario político y económico mundial posí-sepfiembre del 200 L

Nacer para crear, amar y ganar juegos es nacer para viviren tiempos de paz. Pero la guerra nos enseña a perderlotodo y a ser lo que no éramos. Es todo cuestión de estilo.

AlbertCamus

oca duda cabe de que la imagende los aviones de American yUnited Airlines estrellándose en

las Torres Gemelas constituirán uno de losiconos gráficos del siglo XXI. Menos ob-vio es el grado en el cual los atentados enNueva York y Washington marcan un an-

tes y un después, en términos del sistemainternacional, esto es, una línea de sepa-ración entre dos períodos radicalmentedistintos, con parámetros, coordenadas ypatrones muy diferentes el uno del otro.

Para algunos, se trataría de un hito com-parable a!28 de junio de 1914, fecha del ase-

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Jorge Heine

sinato del Archiduque Femando enSarajevo,que no sólo trajo consigo elinicio de la Prime-ra GuerraMundial, sino que puso finalaBelleEpoque, esa era de oro del impresionismo ydel naturismo, asi como de la primera globali-zación, de muchas décadas de auge ininte-rrumpido del comercio y las inversiones in-ternacionales (lo que vino después, desde elgulag hasta Auschwitz, vendría a ser comode otro planeta). Otro hito sería el del 6 deagosto de 1945, día del lanzamiento de labomba atómica sobre Hiroshima, que inau-guró la era nuclear, en que por vez primerase dio la posibilidad real de que laHumanidadpudiese eliminarse a sí misma (o al menos agran parte de ella) sólo apretando unos cuan-tos botones. También está el 9 de noviembrede 1989, día de la caída del Muro de Berrín,comienzo del fin del bloque socialista en Eu-ropa central y oriental y emblema por exce-lencia del término de la guerra fría.

Parecería haber acuerdo en que el 11 deseptiembre, aunque ha gatillado una guerraen Asia central y un recrudecimiento delconflicto en el Medio Oriente, no va a con-ducir a una Tercera Guerra Mundial. Des-de luego, no se trató del primer atentadocontra las Torres Gemelas por parte de te-rroristas islámicos (ese tuvo lugar en 1993);tampoco el primero en causar destrucción ymuertes masivas en los Estados Unidos (eseocurrió en Oklahoma en 1996); ni menos elprimer atentado contra un avión comercial(que hahabido muchos, de los cuales el másconocido es el llevado a cabo contra el vue-

lo de Pan Am caído en Lockerbie, Escocia,el 21 de diciembre de 1988, causando lamuerte de 270 personas).

Según el Departamento de Estado delos Estados Unidos, entre 1995 y 2000, huboun total de 2100 ataques terroristas interna-cionales , lo que nos indicaría que el terroris-mo ha pasado a ser "el pan nuestro de cadadía". Con todo, los Estados Unidos (ya queno sus bases e instalaciones militares en elresto del mundo) había estado relativamen-te exento; sólo 15 de estos ataques ocurrie-ron en ese país, provocando siete muertes!.

El primer y más importante efectodel 11 de setiembre es el fin

del sentimiento de invulnerabilidadde los Estados Unidos.

Es el fin del sentimiento de invulnera-bilidad de los Estados Unidos, entonces, elprimer y más importante efecto del 11 deseptiembre. La mayor potencia militar queel mundo ha conocido fue incapaz de de-fenderse de la acción de 19 individuos ar-mados con cuchillos de plástico, que trans-formaron aviones de pasajeros en gigan-tescos misiles, derrumbaron el principal sím-bolo del capitalismo mundial y atacaron conéxito la sede y emblema del poderío bélicode esta superpotencia, que muchos consi-deraban el edificio mas invulnerable delmundo, causando más de 5 mil muertes ydaños por miles de millones de dólares.2

! Ver Niall Ferguson, "2011", The New York Times Magazine, 2 de diciembre de 2001.2E1 total de daño causado por los atentados el costo de Nueva York se estima en 34 mil millones de

dólares, y en Washington en mil millones de dólares; la limpieza y la seguridad del sitio de las TorresGemelas se estima en 14 mil millones de dólares, y el de la "interrupción de negocios" causado en NuevaYork en 21 mil millones. Nada de esto considera las pérdidas sufridas por las líneas aereas.

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El golpe sicológico a los estadouniden-ses, entonces, ha sido grande, algo que hasido magnificado y multiplicado por los sub-siguientes envíos de ántrax por correo a lolargo y lo ancho del país, con su secuela demuertes y sicosis colectiva. Más allá de losefectos sobre la siquis nacional del país delnorte, desde el punto de vista de las rela-ciones internacionales la pregunta más re-levante es el grado en que, las consecuen-cias del 11 de septiembre van a produciralgún tipo de alteración duradera del pai-saje del escenario internacional, o si} en lalongue durée, se va a tratar de un mero"blip" en el mare mágnum del acontecerhistórico (digamos; el equivalente al asesi-nato del Zar Alejandro II en 1881} más queal del Archiduque Fernando en 1914).

Y aquí pareciera importante distinguirentre las causas últimas y los procesoshistóricos subyacentes, que se van acu-mulando y superponiendo, hasta finalmen-te irrumpir con fuerza inusitada y mani-festarse en eventos públicos que pasan aser emblemáticos, y los productos másvisibles de esas corrientes subterráneas,que podríamos llamar los epifenómenos.No fue la caída del Muro de Berlín lo quellevó al desaparecimiento del Pacto deVarsovia, del COMECON y de la propiaUnión Soviética; fueron procesos anterio-res, vinculados a la Tercera RevoluciónIndustrial, esto es, los acelerados cambiosen la tecnología informática y telemática,y la consiguiente conformación de la asíllamada sociedad de la información, losque hicieron cada vez más insostenible un

modelo de desarrollo económico basadoen la planificación central. Este pudo ha-ber dado buenos resultados medidos porlos índices de producción de la industriametalmecánica, pero, en sociedades enque la propiedad privada de algo tan rela-tivamente primitivo como la máquina fo-tocopiadora estaba prohibida por su ca-rácter "subversivo", demostró ser abso-lutamente incapaz de adaptarse a los re-querimientos de esta nueva era.

Hay que distinguir entre las causas

últimas y los procesos históricos quepasan a ser emblemáticos.

Y es en esos términos que debe ca-nalizarse la reflexión y el análisis sobreel llde septiembre3. Más allá del indu-dable ingenio e imaginación demostradopor Al Qaeda al concebir la utilizaciónde aviones de pasajeros como improvi-sados misiles, y de la extraordinaria ca-pacidad organizativa y logística demos-trada en los dos años que, se calcula, tomóplanificar e implementar el atentado másespectacular de la historia, éste no pue-de ser visto en forma aislada.

Lejos de tratarse de un "acto irracio-nal", como fue descrito por algunos, losatentados del llde septiembre no constitu-yeron sino la dramática y notable culmina-ción de una estrategia de largo plazo desa-rrollada por Osama bin Laden y sus segui-dores . Una pregunta recurrente en los Esta-

fara un interesante esfuerzo anterior sobre el tema desde unaperspectiva latinoamericana, ver Luis Maura,"La primera guerra del siglo XXI" en una perspectiva histórica, Primera Ltnea,cl, 11 de octubre de 2001.

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Jorge Heíne

dos Unidos con posterioridad al llde sep-tiembre ha sido "¿Por qué nos odian tan-to?". Y aunque responderla no es irrele-vante, la interrogante tiende a distraer delpropósito último del operativo.

Desde comienzos de los 90, Al Qae-da ha llevado a cabo una larga serie deatentados contra blancos estadouniden-ses: las Torres Gemelas en 1993 -en de-finitiva frustrado-; bases militares de losEstados Unidos en Arabia Saudita en1996; las embajadas de los EstadosUnidos en Kenya y Tanzania en 1998, yel destructor U.S.S. Colé en Yemen, elaño 2000, que provocó la muerte de 17marinos. Para una determinada comentedel fundamentalismo islámico, la presen-cia de tropas norteamericanas en la "Tie-rra Santa" de Arabia Saudita, donde seencuentran tanto La Meca como Medi-na, las ciudades sagradas del ProfetaMahoma, es especialmente ofensiva, yello es parte de la razón de estos ata-ques4.

Los atentados fueron la culminaciónde una estrategia de largo plazo

desarrollada por Osama bin Ladeny sus seguidores.

Sin embargo, es importante entenderque, en definitiva, el objetivo último de ellosno es tanto el "Gran Satán" sino llegar a la

opinión pública árabe y demostrar que, adiferencia de la mayoría de los corruptos ydictatoriales gobiernos de esos países, AlQaeda sí está en condiciones de enfrentarexitosamente a la mayor potencia de Oc-cidente (y del mundo). La reacción deWashington, y el apoyo incondicional queexigiría de los gobiernos árabes, algo quese ha puesto en evidencia en la guerra enAfganistán en octubre y noviembre del2001, no haría sino "acentuar las contra-dicciones" entre estos regímenes y suspueblos, creando las condiciones para unfuerte resurgimiento de movimientos fun-damentalistas, la caída de los actuales go-bernantes y su eventual reemplazo por ungobierno panárabe, cuya ideología ya seencuentra reflejada en la programación deAl Jazeera, el canal de televisión de cableque cuenta con una gran teleaudiencia enel mundo árabe y que se ha transformadoen una especie de vocero no oficial de losplanteamientos de Osama bin Laden5.

Es en este contexto que ha adquiridoespecial relevancia la tesis de Samuel P.Huntington sobre el "choque de civilizacio-nes"6. ¿Hasta qué punto su diagnóstico deque la principal fisura del sistema interna-cional post guerra fríapasaría a estar cons-tituida por las diferencias entre civilizacio-nes (a su vez, marcadas por sus respecti-vas religiones) ha encontrado plena confir-mación en los acontecimientos del 11 de

4 Sobre Osama bin Laden y su organización, ver Peter L. Bergen, Holy war, Inc: Inside the SecretWorld of Osama bin Laden. Nueva York: The Free Press, 2001.

VerFouad Ajami, "What theMuslim World is Watching", The New York Magazine, 18 de noviembrede 2001.

3 Samuel P. Huntington, The Clash of Civilizations and the Remaking of World Order. Nueva York:Simón and Sehuster, 1996.

6Francís Fukuyama, The End ofHistory and the Last Man. Nueva York: Avon Books, 1993.

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septiembre? ¿En qué sentido la controver-tible frase de su libro (que ha vuelto a lalista de bestsellers del New York Times,cinco años después de su publicación), se-gún la cual el islam tiene "fronteras san-grientas", ha demostrado su pertinencia?

Los ataques quisieron demostrar alaopinión pública árabe que Al Qaeda es

capaz de enfrentar a la mayorpotencia mundial.

Por otra parte, ¿cómo se compara, eneste agitado cambio de milenio que setraslapa con uno de era, la tesis hunting-toniana con la de ese otro destacado poli-tólogo estadounidense, Francis Fukuyama,y su atrevida proposición sobre el fin de lahistoria? ¿Hasta qué punto esa noción hasido refutada y cuestionada por lo sucedi-do en estos últimos meses en el escenariointernacional?7

FUKUYAMA Y EL PROGRESO HISTÓRICO

Lo primero que habría que señalar esque, contra lo que podría pensarse dadala enorme osadía intelectual de plantearalgo tan radical como "el fin de la histo-ria", el trabajo de Fukuyama (quien al pu-blicar su primera versión era un modestofuncionario diplomático de apenas treintaaños, en la División de Planificación delDepartamento de Estado de los Estados

Unidos), no es expresión de un burdo re-duccionismo. Más bien es un ambiciosointento por retomar el análisis de la Histo-ria, así, con mayúsculas, en la tradición deHegel y de Marx, y de preguntarse, enese marco, sobre la naturaleza del mundopost-guerra fría.

Debido a que el sentido de su proposi-ción central ha sido tan distorsionado (so-bre todo en América Latina, donde ha sidodenunciado como un mero agente promo-tor de los intereses de los Estados Unidos),tal vez sería útil especificar lo que Fuku-yama no dice. "Fin de la historia" para élno significa que no vayan a seguir ocurrien-do muchos acontecimientos trascendentes,ni que el mundo haya alcanzado una condi-ción de "paz perpetua" kantiana, ni quehayan terminado los conflictos entre gru-pos -sean estos tribus, clases, naciones ocivilizaciones. Lo que sí dice Fukuyama esque el colapso del socialismo real, en Eu-ropa central y oriental, refleja que la histo-ria, en el sentido de progreso histórico ha-cia formas superiores de organización so-cial, las habría encontrado en la democra-cia y en el capitalismo. Éstos serían losmecanismos que aseguran una mayor li-bertad y una mayor prosperidad para to-dos; en ese sentido y no en otro, estaría-mos ante "el fin de la historia".

Para Fukuyama el progreso históricohacia formas superiores

de organización social se encontraríaen la democracia y el capitalismo.

7 Ver Francis Fukuyama, "The West has won: Radical islam can't beat democracy and capitalism.We're stiü atthe end of history". The Guardian, 11 de octubre de 2001.

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Uno podrá discrepar de este análisis,considerarlo profundamente equivocado ysustituirlo por planteamientos alternativos.Lo que no corresponde es distorsionarlo yhacerlo aparecer como lo que no es. Di-cho eso ¿hasta qué punto lo ocurrido el 11de septiembre desmiente a Fukuyama,ahora ya transformado en distinguido ca-tedrático de economía política internacio-nal en la Universidad de Johns Hopkinsen Washington D.C.?

La materialización de exitosos ata-ques contra la principal potencia de Oc-cidente y sus símbolos de poderío eco-nómico y militar por parte de un grupode fundamentalistas islámicos constitu-ye un hecho históricamente relevante y,tal vez, la mejor demostración del gradode globalización a que hemos llegado enlos albores del siglo XXI. Lo que no esclaro es que pruebe, de una forma u otra,que la democracia y el capitalismo demercado no son hoy las formas superio-res de organización social.

De hecho, se podría argumentar quela reacción que provocaron los atentados,desde la casi unánime solidaridad con losEstados Unidos y el rechazo a Al Qaeda,pasando por la fructífera ronda de Qatarde la Organización Mundial de Comercio(OMC) -en que se lograron acuerdos yavances preliminares en materia de libe-ralización comercial que habrían sido im-pensables a comienzos del 2001- y cul-minando en la fulminante guerra contra elgobierno talibán en Afganistán, no hicie-ron sino demostrar la entereza y solidez

de las fuerzas que respaldan a la demo-cracia y a los principios de la economíade mercado en el mundo de hoy.

Pero eso sería ir más allá de lo nece-sario para nuestros fines. En efecto, lejosde ignorar desafíos como el del 11 de sep-tiembre} en su obra Fukuyama advierte quees en los países islámicos donde se da unamayor resistencia a la modernidad, expre-sada en la democracia liberal y el capita-lismo de mercado.

El éxito de los ataquessería la mejor demostración

del actual grado de globalización.

En ese contexto, la pregunta es otra.Como ha dicho el propio Fukuyama enrespuesta a sus críticos:

"Hace más sentido preguntarse si elislamismo radical constituye una alterna-tiva seria a la democracia liberal occiden-tal (y el islamismo radical no es atractivopara virtualmente nadie que no sea cultu-ralmente islámico ab initio}... El odio anti-americano no se traduce en un programapolítico viable a ser seguido por las socie-dades musulmanas"8.

HUNTINGTON

Y EL DETERMINISMO CULTURAL

Una cosa es decir que la ambiciosatesis de Fukuyama no ha sido necesaria-mente refutada por los acontecimientos del11 de septiembre y su secuela. Otra muy

8 Ver Francis Fukuyama, "The ~BndQfBi$tQryT, The National InterestN0 16 (verano de 1989), pp. 3-18;y, del mismo autor, "A Reply to My Critics", The National Interest N° 18 (invierno de 1989), pp. 21-28.

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distinta es plantear que ellos confirmaríansus aseveraciones.Y es allí donde la no-ción del "choque de civilizaciones" del po-litólogo de Harvard, Samuel Huntington,adquiere especial vigencia.

Casi tan interesante como su conteni-do, son los notables paralelos en la formaen que ambas tesis (la del "fin" y la del"choque") llegaron a materializarse en suactual expresión. Adicionalmente, sonpruebas al canto del fructífero modo deproducción intelectual vigente en los Es-tados Unidos y demostración palpable decómo ese país ha pasado a ser no sólouna superpotencia en lo económico y mi-litar, sino también en el plano délas ideas.

Con tres años de diferencia, ambos li-bros se gestan en la invitación a dar unacharla en una institución ajena al autor: laUniversidad de Chicago, en el caso deFukuyama; el American Enterprise Insti-tute (AEI), en el de Huntington. Esta "chis-pa" inicial, que impulsa la reflexión origi-nal, se traduce en sendos artículos en re-vistas no estrictamente académicas (si bienmuy influyentes), orientadas a decisores yformuladores de políticas públicas: TheNational Interest, en el caso de Fukuya-ma y Foreign Affairs, en el de Hunting-ton.9 El impacto y enorme interés que ge-neran estos artículos, a su vez, lleva a laproducción de un libro, en que la idea ma-triz es desarrollada en mucho mayor deta-lle, transformándose cada uno de ellos ensignificativos éxitos de venta, lo que, en losEstados Unidos significa cientos de milesde ejemplares en circulación.

Algunos científicos sociales optanpor englobar los fenómenos

en categorías amplias; otros prefierencrear cada vez más distinciones.

Partiendo de una idea fuerza centralmuy potente, destinada a caracterizar unnuevo momento histórico y con un títuloprovocativo in extremis, tanto el libro deFukuyama, The End ofHistory and theLast Man (1992) como el de Hunting-ton, Tíie Clash of Civilizations and theRemaking of World Order (1996) nosinterpelan para descifrar los signos denuestro tiempo. No son, desde luego, in-dependientes el uno del otro. En algunamedida, el de Hunüngton es la respuestade un veterano y venerable maestro dela ciencia política a Fukuyama, un jovencolega recién iniciándose en las lides dela disciplina, pero cuyo primer libro ge-neró un debate mundial.

Se ha dicho que historiadores y cien-tifícos sociales pueden dividirse en "joi~ners" y "splitters" -esto es, aquéllos quegustan de englobar fenómenos en cate-gorías lo más amplias posibles y los queprefieren hacer análisis cada vez diferen-ciados, y por ende, ir creando más y másdistinciones en sus planteamientos.

En el plano político una conclusiónobvia es la necesidad de potenciar losmecanismos de gobernabilidad global.

9 Huntington, op.cil., p. 20.

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Fukuyama, gran admirador de los fi-lósofos alemanes del siglo XIX, es he-geliano en el alcance de su mirada históri-ca, que retoma las mejores tradiciones dela teoría política clásica y trabaja conconceptos como "Historia Universal" y"Revolución Liberal Mundial". Hunting-ton, anclado firmemente en el positivismoy la raíz empírica de la politología estado-unidense del siglo XX, prefiere separar alos distintos grupos humanos de acuerdocon sus afiliaciones religiosas y civiliza-ciones, las que determinarían actitudes yconductas muy diferentes.

¿Qué dice Huntington? Muy breve-mente, y a riesgo de caricaturizar un argu-mento complejo y sofisticado, su plantea-miento central es que "la cultura y las iden-tidades culturales, que en su nivel másamplio son identidades civilizacionales, sonlas que le están dando forma a los patro-nes de cohesión, desintegración y conflictoen el mundo de la post-guerra fría3'10. Enese contexto, estaríamos, por vez primera,en un mundo tanto multipolar como multi-civilizacional, en el cual la modernizaciónes distinta de la occidentalización, y en elque no se estaría produciendo ni una ci vili-zación universal ni una occidentalización deotras civilizaciones (que serían las de Chi-na, Japón, hindú, islámica, ortodoxa, Amé-rica Latina, y posiblemente África). Tam-bién se estaría dando un cambio en la ba-lanza de poder, con un aumento del poderde las civilizaciones asiáticas y un declinarrelativo de Occidente.

El crecimiento demográfico en lospaíses musulmanes sería una fuente decreciente inestabilidad, y una de las cau-sas de lo que denomina "guerras de fa-llas", esto es, conflictos bélicos entre paí-ses a distintos costados de la línea diviso-ria entre el islam y otras civilizaciones(como entre Pakistán y la India, o Palesti-na e Israel). "La supervivencia de Occi-dente -señala Huntington- depende de quelos Estados Unidos reafirmen su identi-dad occidental, y que los occidentalesacepten su civilización como única, no uni-versal, y se unan para renovarla y con-servarla frente a los desafíos de socieda-des no-occidentales"11.

En otras palabras, del conflicto este-oes-te hemos pasado a los conflictos inter-civili-zacionales, délos cuales uno, entre Occiden-te y la China, aparece como elpotencialmen-te más serio a futuro, y aquél con el islam,como el más severo en el presente.

La validez general de la concepciónhuntingtoniana parte de la polémica

entre multiculturalistasyoccidentalistas.

Huntington, con modestia injustificada,señala que el suyo no es un trabajo de cien-cias sociales, sino que sólo pretende entre-gar un paradigma, una cierta manera deenmarcar el estudio de la política mundialen esta nueva etapa. La verdad es que, le-

10/¿7¿W.,pp. 20-21."Tariq Ali, "Ideología para decisores: ¿Choque de civilizaciones?", Primera Línea.cl, 5 de octubre de

2001. Reproducido de Le Monde Diplomañgue.

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jos de limitarse a ello, la suya es una obranotable en que tanto el desarrollo de su ar-gumento central como la abundante evi-dencia que entregapara sustentarlo, tienenuna solidez y elegancia poco comunes.

No es éste el lugar para examinar la va-lidez general del planteamiento huntingtonia-no. En alguna medida, parte de una polémicaal interior de los Estados Unidos entre "multi-culturalistas" y "occidentalistas", con Hun-tington alineándose con los segundos y vien-do la principal línea divisoria en el mundo en-tre Occidente y el resto ("the West and therest"). Pero sí cabe señalar que los capítulosdedicados al islam y las razones por las cua-les muestra a los países musulmanes tan so-brerrepresentados en las guerras de hoy, sonconvincentes. Entre ellas identifica el ya men-cionado crecimiento demográfico, que ha lle-vado a un alto número de jóvenes desem-pleados, "disponibles" y "en busca de algoque hacer". Agrega que el resurgimiento is-lámico ha renovado la confianza de esos pue-blos en sí mismos y afirma que la caída delcomunismo ha removido un "enemigo co-mún" de Occidente y del islam, dejando acada uno como amenaza del otro.

La imagen que da la noción de "cho-que de civilizaciones" es de entidades re-lativamente monolíticas que se enfrentanen campos de batalla napoleónicos, lo quese ha prestado para fuertes críticas a Hun-tington por parte de quienes sostienen que,"a lo largo de mil años el islam jamás fuemonolítico"12. Otros han señalado que, endefinitiva, las guerras tienen lugar entreEstados, no civilizaciones.13

Ambas aseveraciones son ciertas, perono inciden en el argumento de Huntington,Lejos de presentar un islam uniforme y co-herente, éste señala que una de sus caracte-rísticas es la ausencia de un Estado centralconductor (que sí existe en el caso de la civi-lización china, japonesa o hindú, por ejemplo),lo que implica que no hay un centro que pue-da "disciplinar" al resto délos integrantes delgrupo. Por otra parte, señala que toda la evi-dencia indica que hay más conflictos y vio-lencia en las fronteras (lo que él llama "fa-llas") entre Estados y grupos musulmanes conlos pertenecientes a los de otras civilizacio-nes, algo que documenta con lujo de detalles-desde Bosnia hasta Chechenia, pasando porel Sudán y Eritrea, y llegando a Sri Lanka,Cachemira y Filipinas.

La creciente interacción entremusulmanes y cristianos exacerba las

contradicciones entre ellos e induce unacreciente intolerancia mutua.

Particularmente ilustrativo es su análi-sis de la evolución de las "guerras de fa-llas" en estas áreas, y de cómo su dinámicalleva a un creciente fortalecimiento de lossectores más extremos y fundamentalistasy al apoyo a estos sectores de Estados afi-nes de la misma civilización y de la diásporade nacionales en el extranjero, sobre todoen Europa y los Estados Unidos.

En estos términos, poca duda cabe quelo ocurrido el 11 de septiembre calza en bue-na medida con la tesis de Huntington, ratifí-

!2Profesor AlainJoxe, en presentación en Fundación Chile 21 .Santiago, 30 de noviembre de 2001.13 Huntington, op. cit., capítulo 11, "The Dynamics of FaultLíne Wars", pp. 266-298.

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cando también dos factores adicionales queél identifica como causas del creciente "cho-que" entre Occidente e islam. Por una par-te, la pretensión universalista de Occidente,que lo lleva a tratar de imponer sus valoresal resto del planeta, a mantener su superiori-dad económica y militar y a intervenir en losconflictos del mundo musulmán, generandoenorme resentimiento (siendo la Guerra delGolfo y el subsiguiente embargo a Iraq, asícomo el conflicto palestino-israelí los ejem-plos más relevantes de ello). Por otra, la cre-ciente interacción entre musulmanes y cris-tianos provocada por la globalización, la cual,lejos de provocar un acercamiento entre lascivilizaciones, exacerba las contradiccionesde quienes captan lo diferente que son unosde otros, induciendo una cada vez mayorintolerancia mutua. El que varios de los se-cuestradores de los aviones del 11 de sep-tiembre hayan sido estudiantes en universi-dades europeas, no haría sino ratificar estahipótesis. Su fanatismo y odio hacia Occi-dente se debería, en parte, a su vivencia co-tidiana de la discriminación y el maltrato quelos musulmanes sufren en muchos paíseseuropeos.

ENTRE CHOQUE Y FIN

Huntington no ha sido el único ni elprimero en plantear que las fisuras entrecivilizaciones constituyen la gran línea di-visoria de nuestro tiempo. Desde una

perspectiva distinta mucho más integra-dora y humanista, Benjamín Barber ensu libro Jihad versus McWorld ha su-brayado también los conflictos entre elislam y Occidente en esta "segunda mo-dernidad"14. Los teóricos de la globaliza-ción, en general, han enfatizado el gradoal cual la contracción del tiempo y delespacio causada por la revolución en lainformática y las telecomunicacionesofrece oportunidades de integración almercado mundial a los países en vías dedesarrollo, pero también cómo puede sertremendamente excluyente, si esas opor-tunidades no son aprovechadas o si lascondiciones para ello no están dadas.

La revolución de la informáticay las telecomunicaciones permite

que los países en desarrollose integren al mercado mundial, peropuede ser tremendamente excluyente.

Es por ello que algunos han señaladoque más que diferencias entre civilizacio-nes, lo que estamos viendo es una cre-ciente fisura entre el Norte y el Sur. Ladinámica de exclusión del proceso de glo-balización que vive el mundo estaría ge-nerando una fuerte reacción en contra deello, con el islam desempeñando el papelde religión de los pobres de la Tierra, y Al

14 Benjamín Barber, Jihad vs McWorld, Nueva York: Ballantine, 2001, 2a edición (la primera fuepublicada en 1993). Ver también su perspectiva sobre lo ocurrido el llde septiembre y su impacto enBenjamín Barber, "Ballots versus bulléis", The Financial Times, 20-21 de octubre de 2001, así como unaextensa entrevista en The Washington Post, "Global Thinker: Benjamín Barber's Ideas on Capitalism andConflict no Longer Seem So Academic", 6 de noviembre de 2001

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Qaeda constituyendo una suerte de pun-ta de lanza de este movimiento, contrauna modernidad que concentra cada vezmás la riqueza en unos pocos países delNorte y empobrece sistemáticamente(con algunas contadas excepciones) a losdel Sur.

Es desde esta perspectiva que debemosabordar la vigencia y/o validez de las res-pectivas tesis de Fukuyama y Huntington ala luz del llde septiembre. En el caso delprimero, cabría señalar que su ambiciosoplanteamiento respecto del "triunfo" de lademocracia y el mercado no ha sido ni con-firmado ni desmentido. Tratándose de unatesis desarrollada a nivel de los "ciclos lar-gos" de la historia, mal podría verse cuestio-nada por un evento puntual, por significativoque sea. Por definición, el que tenga la ra-zón o no, sólo podrá ser establecido tras unlapso de tiempo relativamente largo.

La dinámica de exclusión del procesode globalización estaría generando

una reacción contrariaen que el islam desempeña el papel

de religión de los pobres.

En lo que a Huntington se refiere,cuyo análisis está mucho más anclado enel aquí y el ahora, pareciera evidente que

ha "puesto el dedo en la llaga", tanto encuanto al creciente nivel de contradiccio-nes entre Occidente e islam, como encuanto a los cada vez mayores niveles deviolencia observables dondequiera se to-can países y poblaciones musulmanas conotros que no lo son. Tanto razones deaumento poblacional ("demografía es des-tino" es una de sus frases preferidas) comode tipo cultural explicarían esto. Baste se-ñalar que mientras la tasa de crecimientode la población mundial es de 1.85%, enlos países musulmanes es generalmentesuperior al 2%, muchas veces al 2.5% ysuele exceder el 3%.

En síntesis, pareciera que para efectosde entender lo ocurrido el 1 Ide septiembreHuntington nos entrega herramientas con-ceptuales más útiles -no necesariamenteporque Fukuyama esté equivocado, sinoporque su obra se encuentra en otro planode análisis histórico.15

¿CHERNOEYL DE LA GLOBALIZACIÓN?

Una pregunta distinta es si el lldeseptiembre ha alterado significativamen-te el rumbo y el mismo paisaje del esce-nario internacional. Ulrich Beck, el desta-cado sociólogo y teórico de la globaliza-ción ha planteado que constituiría un"Chernobyl" de este proceso y la ideolo-gía neoliberal que lo ha acompañado.16

15Sin embargo, para una crítica del análisis de Huntington, ver Osvaldo Sunkel, "Samuel Huntingtony Osama bín Laden están equivocados", Informe # 127, asuntospublicos.org, 30 de septiembre de 2001.

16 Ver Ulrich Beck, "Globalísatíon's Chernobyl", The Financial Times, 6 de noviembre de 2001. Paraalgunos de sus análisis anteriores sobre lo que él ha denominado "la segunda modernidad", aludiendo alproceso de globalización que hemos visto desde 1980, ver Risk Society: Towards a New Modemiiy.Londres: Sage, 1992.

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Jorge Heme

El renovado compromiso de lasmayores economías con la

liberalización del comercio apunta aun esfuerzo por impedir que la

economía mundial sea la peor víctimadel 11 de septiembre.

Tanto los atentados mismos, reflejan-do el profundo resentimiento de vastossectores del mundo árabe e islámico anteun proceso excluyente, que ha llevado auna situación en que el ingreso en los paí-ses más ricos es 100 o 150 veces mayorque el de los más pobres (U$ 25,000 aU$ 30,000 de ingreso per capita anualversus U$ 150 a U$ 200), como los cre-cientes costos para el comercio dadospor las mayores primas de seguros y gas-tos en seguridad, paralizarían la enormeexpansión de la economía que se dio enlos 90 (el mayor ciclo expansivo del sigloXX). Los países industrializados se en-cerrarían en sí mismos y la caída en elturismo mundial y en la demanda de bie-nes pasarían a ser elementos permanen-tes del escenario mundial.

Desde luego, algo similar ocurrió enlos años veinte, después de la PrimeraGuerra Mundial, cuando el vuelco al pro-teccionismo terminó llevando a la GranDepresión, al auge del nazismo y, even-tualmente a la Segunda Guerra Mundial.

Aunque aquello no es del todo des-cartable, ya hay potentes señales de quelas cosas no van en esa dirección. El éxitode la reunión de la Organización Mun-dial de Comercio (OMC) de noviembre

en Doha, Qatar, llevada a cabo en plenocorazón del mundo árabe durante eltranscurso de la guerra en Afganistán;la aprobación de la Trade PromotionAuthority (TPA) en la Cámara de Re-presentantes en diciembre, a efectos dedespejar el camino para la firma de tra-tados de libre comercio entre los Esta-dos Unidos y otros países (entre los quese encuentran Chile y Singapur), y, engeneral, el renovado compromiso demos-trado por los países con las mayores eco-nomías del mundo con la liberalizacióndel comercio -algo que se vio reflejadoen la Cumbre de APEC en Shanghai-,apuntan más bien a un esfuerzo concer-tado por no permitir que el funcionamientode la economía mundial sea la víctimamás significativa del 11 de septiembre.

La dinámica avasalladora y muchasveces excluyente de la globalización hadejado muchos heridos en el camino. Yes cierto que la noción de que el avancearrollador de los mercados se haría cargode los problemas del mundo se ha hechoinsostenible. El renacer del Estado (comoagente para reactivar la economía, pro-veer seguridad y enfrentar las nuevasamenazas de esta era global) ha sido delos resultados de los trágicos atentados enNueva York y Washington.

La idea de que el avance arrollador

de los mercados se haría cargo

de los problemas del mundo

se ha hecho insostenible.

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¿Choque, fía u otro Chemobyl?

Uno de los resultados de los atentadosha sido el renacer del Estado comoagente reactivador de la economía.

Otra conclusión obvia es que el "cho-rreo" no basta como instrumento distri-butivo a nivel mundial. La ínfima propor-ción que los países industrializados des-tinan a la cooperación internacional (enla mayoría de los casos apenas un 0.2%del PIB, muy lejos del 0.7% al cual secomprometieron en la Cumbre Social enCopenhague en 1995) clama por ser re-visada. Esto es especialmente urgentepara África y para enfrentar plagas comoel SIDA, así como la hambruna que afec-ta a vastos sectores de ese continente.

Dicho esto, poca duda cabe que, a lalarga, no hay alternativa a la expansión delcomercio para promover la prosperidad glo-bal. Para ello, los países del Norte, que sonlos principales beneficiarios del sistema in-ternacional actual, deberían continuar re-duciendo sus aranceles y otros obstáculosal comercio, así como sus baterías de me-didas "antidumping", para seguir abriendosus mercados a los productos y serviciosdel Sur. Hasta ahora, todo indica que, pesea los embates recientes, la globalización, sibien con algunos ajustes, se mantendrá "con-tra viento y marea".

En el plano estrictamente político, porotra parte, podríamos señalar que un pri-mer cambio provocado por el 11 de sep-

tiembre es, según ha señalado Luis Mai-ra, "una des valorización de la noción dehegemonía internacional como una clavede la comprensión del sistema global"17.La necesidad de potenciar mecanismos degobernabilidad global, como las NacionesUnidas, ha sido una conclusión obvia, loque se ha manifestado en el pago de par-te de las cuotas atrasadas de los EstadosUnidos a esa organización. Y el que elterrorismo global no puede combatirse enforma unilateral, resulta aparente de lagran ofensiva diplomática iniciada porWashington en las semanas posteriores al11 de septiembre para armar una gran coa-lición contra Al Qaeda y sus protectores.

Más que poner fin a la globalización,podríamos decir, entonces, que el 11 de sep-tiembre ha venido a subrayar que ésta esuna sola, que no se da sólo en el plano eco-nómico, sino también en el político y del con-flicto armado, subrayando la emergencia deotros actores vitales en esta materia en adi-ción a los tradicionales Estados naciones.Además, la enorme precariedad de la insti-tucionalidad internacional para enfrentar es-tos nuevos desafíos, resalta la necesidad deuna acción concertada y urgente para su-perar esas carencias y permitir a la humani-dad evitar otros eventos como las tragediasde las Torres Gemelas y el Pentágono.

No hay alternativa a la expansión delcomercio para promover la

prosperidad global.

17 Luis Maira, op.cíí. Ver Carlos Ominami y Jorge Heine "Terrorismo: apoyo internacional a EstadosUnidos después del "otro once", El Mercurio (Reportajes del Domingo), 7 de octubre de 2001.

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