Cinco Mitos Sobre La Era de La Información

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Cinco mitos sobre la era de la

informacin1 MAYO, 2012

Robert Darnton

mitos

La actual confusin sobre la naturaleza de la llamada era de la informacin ha

desembocado en un estado de falsa conciencia colectiva. Es una falta de uno pero

un problema de todos, pues al tratar de orientarnos en el espacio ciberntico con

frecuencia hacemos las cosas mal; y los errores se esparcen tan rpidamente que se

van sin respuesta. Tomados en conjunto, constituyen una fuente de no-sabidura

proverbial. Destacan cinco:

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27/10/2014http://www.nexos.com.mx/?p=14812

anterior. En 2011 aparecieron un milln de nuevos ttulos a escala mundial. En un

solo da se publicaron 800 nuevas obras en Inglaterra durante el Supermartes, el

1 de octubre de 2011. Entre los nmeros ms recientes para Estados Unidos

estn los de 2009, y en ellos no se diferencian los libros nuevos y las nuevas

ediciones de libros viejos. Pero el nmero total, 288 mil 355, sugiere un mercado

sano, y es probable que sea mucho mayor el crecimiento en 2010 y en 2011. Ms

an, estas cifras, suministradas por Bowker, no incluyen la explosin en la

produccin de libros no tradicionales: otros 764 mil 448 ttulos producidos por los

propios autores y el micronicho de empresas que imprimen por solicitud (print-

on-demand). La produccin de nuevos ttulos en el Reino Unido se ha

incrementado casi un 40 por ciento desde 2001. El negocio del libro florece en

pases en desarrollo como China y Brasil. Como quiera que se le mida, la poblacin

de libros crece, no decrece, y ciertamente no muere.

2. Hemos accedido a la era de la informacin. Es comn que este aviso se entone

con solemnidad como si en otras eras no hubiera existido la informacin. Pero cada

una de las eras ha sido una era de la informacin, cada cual a su manera y segn los

medios de comunicacin asequibles en el momento. Nadie negara que hoy las

formas de comunicacin cambian con rapidez, acaso tan rpido como en el tiempo

de Gutenberg, pero es errneo interpretar ese cambio como inaudito.

3. Toda la informacin hoy est en lnea. El absurdo de este aserto resulta obvio

para quien quiera que haya realizado investigacin en archivo. Si slo una pequea

fraccin del material archivstico alguna vez se ha ledo, es mucho menor el que se

ha digitalizado. La vasta produccin de regulaciones e informes de los organismos

pblicos permanecen en buena medida inditos. La mayora de las decisiones

judiciales y de las legislaciones han llegado a la red pero siguen estando fuera del

alcance de los ciudadanos a los que afectan, salvo para aquellos que estn

dispuestos a pagar. Google calcula que en el mundo existen 129 millones 864 mil

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ciento. Cmo reducir la brecha cuando la produccin sigue expandindose a

razn de un milln de obras nuevas cada ao? Y cmo se lograr que la

informacin en formatos no impresos llegue en masa a estar en lnea? La mitad de

todas las pelculas realizadas antes de 1940 desaparecieron sin dejar rastro. Qu

porcentaje sobrevivir del actual material audiovisual, aun cuando logre una

aparicin fugaz en la red? A pesar de los esfuerzos por conservar los millones de

mensajes intercambiados por medio de blogs, correos electrnicos y aparatos

manuales, la mayor parte del flujo de la informacin diaria desaparece. Los textos

digitales se degradan con mayor facilidad que las palabras impresas sobre papel.

Brewster Kahle, el creador de Internet Archive, calculaba en 1997 que el promedio

de vida de un URL [Uniform Resource Locator: Localizador Uniforme de Recursos]

era de 44 das. No slo la mayor parte de la informacin no aparece en lnea, sino

que la mayora de la informacin que alguna vez apareci es probable que ya se

haya perdido.

4. Las bibliotecas son obsoletas. Por todo el pas los bibliotecarios informan que

nunca han tenido tantos clientes. En Harvard estn llenas nuestras salas de lectura.

Las 85 bibliotecas filiales del sistema de la Biblioteca Pblica de Nueva York estn

colmadas de gente. Ofrecen libros, videos y otros materiales, como de costumbre;

pero tambin realizan nuevas funciones: acceso a la informacin para pequeos

negocios, ayuda en tareas y actividades extraescolares para nios entre cuatro y 12

aos, e informacin laboral para quienes buscan trabajo la desaparicin de los

avisos de trabajo en los peridicos impresos ha vuelto crucial los servicios en lnea

de la biblioteca para los desempleados. Los bibliotecarios responden a las

necesidades de sus clientes de muchas nuevas maneras, sobre todo guindolos por

las zonas ignotas del espacio ciberntico hasta llegar a materiales digitales relevantes

y confiables. Las bibliotecas nunca fueron bodegas de libros. Al mismo tiempo que

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para comunicar informacin digitalizada tanto en el mbito vecinal como en los

campus del colegio.

5. El futuro es digital. Muy cierto, pero errneo. En 10, 20 o 50 aos el medio

ambiente informativo ser mayoritariamente digital, pero la preponderancia de la

comunicacin electrnica no quiere decir que el material impreso deje de ser

relevante. La investigacin en la disciplina relativamente nueva de la historia del

libro ha demostrado que las nuevas formas de comunicacin no desplazan a las

viejas, al menos no en el corto plazo. La publicacin en forma manuscrita se ampli

de hecho despus de Gutenberg y continu prosperando durante los tres siglos

siguientes. La radio no destruy al peridico; la televisin no mat a la radio; y la

internet no acab con la televisin. En cada caso, el medio ambiente informativo se

volvi ms rico y complejo. Esto es lo que experimentamos en esta fase crucial de

transicin hacia una ecologa predominantemente digital.

Menciono estos errores porque me parece que estorban al entendimiento de los

cambios en el medio ambiente de la informacin. Ellos hacen que los cambios se

vean ms drsticos. Presentan las cosas al margen de la historia y en alto contraste:

antes y despus, y/o blanco y negro. Una visin ms matizada rechazara la idea ms

comn de que los libros viejos y los libros electrnicos ocupan extremos opuestos y

antagnicos en un espectro tecnolgico. Hay que pensar a los libros viejos y a los

libros electrnicos como aliados, no como enemigos. Para ilustrar este alegato

quisiera plantear algunas breves consideraciones sobre el negocio del libro, la

lectura y la escritura en Estados Unidos.

En 2010 se duplic la venta de libros electrnicos (textos digitalizados para lectores

manuales), lo que representa un 10 por ciento de las ventas en el mercado del libro.

Se esperaba que en 2011 la venta se volviera a duplicar, hasta alcanzar al menos 20

por ciento. Las estadsticas son ambiguas: gracias al xito de su lector electrnico

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mitos2

algunas indicaciones relativas a que la venta de los libros impresos tambin podra ir

en aumento. El entusiasmo por los libros electrnicos pudo haber estimulado la

lectura en general, y el mercado en su totalidad parece estar creciendo. Nuevas

mquinas de libro, que operan como los cajeros automticos, han fortalecido esta

tendencia. Un cliente entra a una librera y ordena un texto digitalizado desde una

computadora. El texto se descarga en la mquina de libros, lo imprime y lo entrega

en forma de libro a la rstica en cuatro minutos. Esta versin de print-on-demand

muestra cmo el anticuado cdice impreso puede tener una nueva vida por medio

de la adaptacin de la tecnologa electrnica.

Muchos de nosotros nos preocupamos por una disminucin de la lectura

profunda, reflexiva, de una tapa a la otra. Deploramos el cambio a la lectura de

blogs, fragmentos y tweets. En el caso de la investigacin, podramos conceder que

tienen sus ventajas los buscadores de palabras, pero nos rehusamos a creer que

puedan llevar al tipo de comprensin que viene con el estudio continuo de todo

un libro. Sin embargo, es cierto que ha disminuido la lectura a profundidad o

que siempre prevaleci?. Los estudios de Kevin Sharpe, Lisa Jardine y Anthony

Grafton demuestran que los humanistas en los siglos XVI y XVII muchas veces lean

de manera discontinua, en busca de fragmentos que se pudieran emplear en el

toma y daca de las batallas retricas de la corte o como cpsulas de sabidura

dignas de ser anotadas en los libros de lugares comunes para su consulta fuera de

contexto.

En estudios de la cultura entre la gente comn y corriente, Richard

Hoggarth y Michael de Certeau enfatizaron el aspecto positivo de leer

de manera intermitente y en pequeas dosis. Los lectores comunes y corrientes, tal

como ellos los entienden, a su manera se apropian de los libros (chapbooks y

novelas populares incluidos), confirindoles el significado que mejor cuadre a sus

propias luces. Lejos de ser pasivos, tales lectores, segn De Certeau, actan como

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La escritura luce tan mal como la lectura para aquellos que no ven otra cosa ms

que descenso con la llegada de internet. Tal como lo dice uno de los lamentos: los

libros se solan escribir para el lector comn; ahora los escriben los lectores

comunes. Es verdad que internet ha estimulado la autopublicacin, por qu habra

de deplorarse? Muchos escritores que tienen cosas importantes que decir no han

logrado llegar al impreso; y quien quiera que encuentre poco valor en sus obras lo

puede ignorar. La versin en lnea de la prensa de vanidades acaso contribuya a la

sobrecarga de la informacin general, pero los editores profesionales darn alivio a

ese problema al seguir haciendo lo que siempre han hecho: elegir, editar, disear y

comercializar las mejores obras. Tendrn que adaptar sus habilidades a la internet,

pero ya lo estn haciendo, y pueden aprovechar las nuevas posibilidades que ofrece

la nueva tecnologa.

Si se me permite citar un ejemplo de mi propia experiencia, hace poco publiqu un

libro con un suplemento electrnico, Poesa y polica. Las redes de comunicacin en

el Pars del siglo XVIII. El libro describe cmo las canciones callejeras movilizaron a la

opinin pblica en una sociedad en buena medida analfabeta. Todos los das los

parisinos improvisaban nuevas letras a canciones conocidas y las canciones las llev

el viento con tal fuerza que precipitaron una crisis poltica en 1749. Pero cmo fue

que las melodas modularon el sentido de las canciones? Tras localizar la anotacin

musical de una docena de canciones, le solicit a una artista de cabaret, Hlne

Delavault, que las grabara para el suplemento electrnico. El lector puede as

estudiar el texto de las canciones en el libro al tiempo que las escucha en lnea. El

ingrediente electrnico de un cdice anticuado hace posible explorar una nueva

dimensin del pasado al capturar sus sonidos.

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formas de comunicacin en lugar de minarlas. No pretendo minimizar las

dificultades que enfrentan autores, editores y lectores, pero creo que una reflexin

informada con ayuda de la historia podra disipar los errores que nos impiden sacar

el mayor provecho a la era de la informacin, si as la tenemos que llamar.

Robert Darnton. Profesor Carl H. Pforzheimer y director de la Biblioteca de la

Universidad de Harvard. Entre sus libros: El beso de Lamourette: Reflexiones sobre

historia cultural, Edicin y subversin. Literatura clandestina en el Antiguo Rgimen y

La gran matanza de gatos y otros episodios en la historia de la cultura francesa.

Traduccin de Antonio Saborit

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