«Dame, amigo, esa celada, que o yo sé poco de aventuras o lo que allí descubro es alguna que me ha de necesitar y me necesita a tomar mis armas».

(II, cap. 17)

Ilustración: J.L. CabañasFragmento seleccionado por: Freddie Ryan (4.º A)

«—No huye el que se retira —res-pondió don Quijote—, porque has de saber, Sancho, que la valentía que no se funda sobre la basa de la prudencia se llama temeridad, y las hazañas del temerario más se atribuyen a la buena fortuna que a su ánimo».

(II, cap. 28)

«En un lugar de la Mancha de cuyo nombre no quiero acordarme, vivía no hace mucho tiempo un hi-dalgo de los de lanza en astillero, escudo antiguo, rocín flaco y gal-go corredor...».

(I, cap. 1)

Ilustración: José OrcanoFragmento seleccionado por: Ángela Miralles Payá (4.º A)

Ilustración: Javier AguileraFragmento seleccionado por: Irene Hernández López (4.º A)

«Cita» «Cita»

Ilustración: Toni BatlloriFragmento seleccionado por: Paco Prieto Bielecka (4.º A)

Ilustración: Juan BallestaFragmento seleccionado por: Elena Pomares Solís (4.º A)

«Cita»«Hechas, pues, estas prevencio-nes, no quiso aguardar más tiempo a poner en efeto su pensamiento, apretándole a ello la falta que él pensaba que hacía en el mundo su tardanza, según eran los agravios que pensaba deshacer, tuertos que enderezar, sinrazones que emen-dar y abusos que mejorar y deudas que satisfacer».

(I, cap. 2)

Ilustración: Omar Figueroa TúrciosFragmento seleccionado por: Érika Sáenz Oliveira

Ilustración: Jorge ArranzFragmento seleccionado por: Fran Segura González

«Cita» «Yo, señora, soy el gigante Caracu-liambro, señor de la ínsula Malindra-nia, a quien venció en singular batalla el jamás como se debe alabado caballe-ro don Quijote de la Mancha, el cual me mandó que me presentase ante la vuestra merced, para que la vuestra grandeza disponga de mí a su talan-te».

(I, cap. 1)

Ilustración: Ismael CarrilloFragmento seleccionado por: Diana Pérez Rodrigues (4.º A)

Ilustración: Julio CebrianFragmento seleccionado por: Roxane Capiau Dupont (4.º A)

«Cita»«Llegó en esto la noche, y con ella el punto determinado en que el famoso caballo Clavileño vi-niese, cuya tardanza fatigaba ya a don Quijote, pareciéndole que pues Malambruno se detenía en enviarle, o que él no era el caba-llero para quien estaba guardada aquella aventura o que Malambru-no no osaba venir con él a singular batalla».

(II, cap. 41)

Ilustración: Armengol TolsáFragmento seleccionado por: Paco Pérez Rubio (4.º A)

Ilustración: Joaquín AlderguerFragmento seleccionado por: Iván Hernández Soto (4.º A)

«Levantose en esto un poco de viento, y las grandes aspas comen-zaron a moverse, lo cual visto por don Quijote, dijo:—Pues aunque mováis más brazos que los del gigante Briareo me lo habéis de pagar».

(I, cap. 8)

«Pero él iba tan puesto en que eran gigantes, que ni oía las voces de su escudero Sancho, ni echaba de ver, aunque estaba ya bien cer-ca, lo que eran, antes iba diciendo en voces altas:

—Non fuyades, cobardes y viles criaturas, que un solo caballero es el que os acomete».

(I, cap. 8)

Ilustración:Antonio Madrigal Fragmento seleccionado por: Andrea Cremades Estellés (4.º A)

Ilustración: Xaquín Marín Fragmento seleccionado por: Iván Bustamante Hernández (4.º A)

«Cita» «Pero dime por tu vida: ¿has visto más valeroso caballero que yo en todo lo descubierto de la tierra? ¿Has leído en historias otro que tenga ni haya tenido más brío en acometer, más aliento en el perse-verar, más destreza en el herir, ni más maña en el derribar?».

(I, cap. 10)

Ilustración: Gabriel Flores Fragmento seleccionado por: Mara Purcarea (4.º A)

Ilustración: Pepe FarruqoFragmento seleccionado por: María Guixot Arenas (4.º A)

«Cita»«—Mire vuestra merced —res-pondió Sancho— que aquellos que allí se parecen no son gigantes, sino molinos de viento, y lo que en ellos parecen brazos son las aspas, que, volteadas del viento, hacen andar la piedra del molino.—Bien parece —respondió don Quijote— que no estás cursado en esto de las aventuras: ellos son gi-gantes; y si tienes miedo quítate de ahí, y ponte en oración en el es-pacio que yo voy a entrar con ellos en fiera y desigual batalla».

(I, cap. 8)

Ilustración: Joaquín Aubert Puig-ArnuaFragmento seleccionado por: Miguel Martínez López (4.º A)

Ilustración: Jaume KapdevillaFragmento seleccionado por: Patricia Bazaga Buades (4.º A)

«Mucho me pesa, Sancho, que ha-yas dicho y digas que yo fui el que te saqué de tus casillas, sabiendo que yo no me quedé en mis ca-sas: juntos salimos, juntos fuimos y juntos peregrinamos; una misma fortuna y una misma suerte ha co-rrido por los dos: si a ti te mantea-ron una vez, a mí me han molido ciento, y esto es lo que te llevo de ventaja».

(II, cap. 2)

«—La ventura va guiando nuestras cosas mejor de lo que acertáramos a desear; porque ves allí, amigo Sancho Panza, donde se descu-bren treinta o pocos más desafo-rados gigantes, con quien pienso hacer batalla y quitarles a todos las vidas, con cuyos despojos co-menzaremos a enriquecer, que esta es buena guerra, y es gran servicio de Dios quitar tan mala simiente de sobre la faz de la tierra.

—¿Qué gigantes? —dijo Sancho Panza».

(I, cap. 8)

Ilustración: Jesús Zulet Fragmento seleccionado por: Roberto Ballester Cano (4.º A)

Ilustración: Félix RondaFragmento seleccionado por: David Espí Elson (4.º A)

«Limpias, pues, sus armas, hecho del morrión celada, puesto nombre a su rocín y confirmándose a sí mismo, se dio a entender que no le faltaba otra cosa sino buscar una dama de quien enamorarse, por-que el caballero andante sin amo-res era árbol sin hojas y sin fruto y cuerpo sin alma».

(I, cap. 1)

«Pero ya veo que es verdad lo que se dice por ahí: que la rueda de la Fortuna anda más lista que una rueda de molino, y que los que ayer estaban en pinganitos hoy es-tán por el suelo. De mis hijos y de mi mujer me pesa, pues cuando po-dían y debían esperar ver entrar a su padre por sus puertas hecho gobernador o virrey de alguna ín-sula o reino, le verán entrar hecho mozo de caballos».

(I, cap. 47)

Ilustración: Joaquín R. Gran Fragmento seleccionado por: Xena Santiago García (4.º A)

Ilustración: Alfredo Sánchez GonzálezFragmento seleccionado por: Laura Espinós Aracil (4.º A)

«Cita»«Con esto, caminaba tan despa-cio, y el sol entraba tan apriesa y con tanto ardor, que fuera bastan-te a derretirle los sesos, si algunos tuviera».

(I, cap. 2)

Ilustración: Felipe Hernández Cava y Federico del Barrio Fragmento seleccionado por: Nicolás López Van Dooren (4.º A)

Ilustración: Fernando KrahnFragmento seleccionado por: Andrea Roldán Llamas (4.º A)

«Cita»«—La libertad, Sancho, es uno de los más preciosos dones que a los hombres dieron los cielos; con ella no pueden igualarse los teso-ros que encierra la tierra ni el mar encubre; por la libertad así como por la honra se puede y debe aven-turar la vida, y, por el contrario, el cautiverio es el mayor mal que puede venir a los hombres».

(II, cap. 58)

Ilustración: Juan Fernando López Aguilar Fragmento seleccionado por: Ouafa Hamdi Cherif (4.º A)

Ilustración: Antonio Fraguas de Pablo Fragmento seleccionado por: Gina Cazacu (4.º A)

«¡Malditos, digo, sean otra vez y otras ciento estos libros de caba-llerías, que tal han parado a vues-tra merced».

(I, cap. 5)

«—¡Oh señora de mis acciones y movimientos, clarísima y sin par Dulcinea del Toboso! Si es posible que lleguen a tus oídos las plega-rias y rogaciones deste tu venturo-so amante, por tu inaudita belleza te ruego las escuches, que no son otras que rogarte no me niegues tu favor y amparo, ahora que tanto le he menester. Yo voy a despeñar-me, a empozarme y a hundirme en el abismo que aquí se me represen-ta, solo porque conozca el mundo que si tú me favoreces no habrá imposible a quien yo no acometa y acabe».

(II, cap. 22)Ilustración: Carlos López Chinto y David Pintor Fragmento seleccionado por: Tania Liang Tan (4.º A)

Ilustración: Javier López Reboredo y Rafael Sañudo Fragmento seleccionado por: Walid Buabdallah (4.º A)

«Cita» «Cita»

Ilustración: Fragmento seleccionado por: Zeyi Xia (4.º A)

Ilustración: Antonio Mingote Fragmento seleccionado por: Tania Kalerin Sánchez Zorrilla (4.º A)

«Media noche era por filo, poco más a menos, cuando don Quijote y Sancho dejaron el monte y entra-ron en el Toboso. Estaba el pue-blo en un sosegado silencio, por-que todos sus vecinos dormían y reposaban a pierna tendida, como suele decirse. Era la noche entre-clara, puesto que quisiera Sancho que fuera del todo escura, por ha-llar en su escuridad disculpa de su sandez».

(II, cap. 9)

«—¡Oh sobrina mía —respondió don Quijote—, y cuán mal que estás en la cuenta! Primero que a mí me tresquilen tendré peladas y quitadas las barbas a cuantos ima-ginaren tocarme en la punta de un solo cabello».

(I, cap. 7)

Ilustración: José Gallego y Julio Rey Fragmento seleccionado por: María Jesús Molina Valverde (4.º A)

Ilustración: José Luis Martín MenaFragmento seleccionado por: Alberto García González (4.º A)

«Salgan mis caballeros, cuantos en mi corte están, a recebir a la flor de la caballería, que allí vie-ne».

(I, cap. 21)

«Y si, como estando yo loco fui parte para darle el gobierno de la ínsula, pudiera ahora, estando cuerdo, darle el de un reino, se le diera, porque la sencillez de su condición y fidelidad de su trato lo merece».

(II, cap. 74)

Ilustración:Adrián Aníbal PalmasFragmento seleccionado por: Javier Plaza Lorente (4.º B)

Ilustración: Alfonso Ortuño Fragmento seleccionado por: Lara Amérigo Pérez (4.º A)

«—Pues, desa manera —dijo su amo—, aquí encaja la ejecución de mi oficio: desfacer fuerzas y soco-rrer y acudir a los miserables.—Advierta vuestra merced —dijo Sancho— que la justicia, que es el mesmo rey, no hace fuerza ni agra-vio a semejante gente, sino que los castiga en pena de sus delitos».

(I, cap. 22)

Ilustración: Renato CaniniFragmento seleccionado por: Olga Fernández Lorente (4.º B)

«Y mirad que lo cumpláis como lo habéis jurado: si no, por el mis-mo juramento os juro de volver a buscaros y a castigaros, y que os tengo de hallar, aunque os escon-dáis más que una lagartija. Y si queréis saber quién os manda esto, para quedar con más veras obliga-do a cumplirlo, sabed que yo soy el valeroso don Quijote de la Man-cha, el desfacedor de agravios y sinrazones».

(I, cap. 3)

Ilustración: Luis HaroFragmento seleccionado por: Nicolás Mandiola Herrera (4.º B)

«Vuestra merced llegue y se lo pregunte a ellos mismos, que ellos lo dirán si quisieren, que sí que-rrán, porque es gente que recibe gusto de hacer y decir bellaque-rías».

(I, cap. 22)

Ilustración: Ángel Darío BanegasFragmento seleccionado por: Elena Amérigo Pérez (4.º B)

«¿Es posible que no entiende vues-tra merced de hacer aguas meno-res o mayores? Pues en la escuela destetan a los muchachos con ello. Pues sepa que quiero decir si le ha venido gana de hacer lo que no se escusa».

(I, cap. 48)

Ilustración: Marina MarkevitchFragmento seleccionado por: Raúl Navarro Jordá (4.º B)

«—Señores —dijo don Quijote—, vámonos poco a poco, pues ya en los nidos de antaño no hay pájaros hogaño. Yo fui loco y ya soy cuer-do; fui don Quijote de la Mancha y soy ahora, como he dicho, Alon-so Quijano el Bueno».

(II, cap. 74)

Ilustración: Philippe BossensFragmento seleccionado por: Estefanía Requena Domene (4.º B)

«Debe de ser que los que me han encantado habrán tomado esa apa-riencia y semejanza, porque es fácil a los encantadores tomar la figura que se les antoja, y habrán tomado las de estos nuestros ami-gos, para darte a ti ocasión de que pienses lo que piensas y ponerte en un laberinto de imaginaciones, que no aciertes a salir de él aun-que tuvieses la soga de Teseo».

(I, cap. 48)

Ilustración: Rafael González GarcíaFragmento seleccionado por: Rocío Lanuza Ortiz (4.º B)

«Y así, después de muchos nom-bres que formó, borró y quitó, aña-dió, deshizo y tornó a hacer en su memoria e imaginación, al fin le vino a llamar “Rocinante”, nom-bre, a su parecer, alto, sonoro y significativo de lo que había sido cuando fue rocín, antes de lo que ahora era, que era antes y primero de todos los rocines del mundo».

(I, cap. 1)

Ilustración: Javier Royo EspallargasFragmento seleccionado por: Vanessa Sabán San Emeterio (4.º B)

«—No haya más, señor mío —re-plicó Sancho—, que yo confieso que he andado algo risueño en de-masía. Pero dígame vuestra mer-ced, ahora que estamos en paz, así Dios le saque de todas las aven-turas que le sucedieren tan sano y salvo como le ha sacado desta: ¿no ha sido cosa de reír, y lo es de con-tar, el gran miedo que hemos teni-do?».

(I, cap. 20)

Ilustración: Alberto Mesa MalagónFragmento seleccionado por: Ainhoa Garrido Domene (4.º B)

«—Así es la verdad —respondió don Quijote—, y si no me quejo del dolor, es porque no es dado a los caballeros andantes quejarse de herida alguna, aunque se le salgan las tripas por ella».

(I, cap. 8)

Ilustración: Antonio SabínFragmento seleccionado por: Carla Abril Sánchez (4.º B)

«Es, pues, de saber que este so-bredicho hidalgo, los ratos que estaba ocioso —que eran los más del año—, se daba a leer libros de caballerías, con tanta afición y gusto, que olvidó casi de todo pun-to el ejercicio de la caza y aun la administración de su hacienda; y llegó a tanto su curiosidad y des-atino en esto, que vendió muchas hanegas de tierra de sembradura para comprar libros de caballerías en que leer, y, así, llevó a su casa todos cuantos pudo haber dellos».

(I, cap. 1)

Ilustración: Paulo FernandesFragmento seleccionado por: Júlia Abril Sánchez (4.º B)

«No se sale —respondió ella— sino por la puerta de su locura. Quiero decir, señor bachiller de mi ánima, que quiere salir otra vez, que con esta será la tercera, a buscar por ese mundo lo que él lla-ma venturas, que yo no puedo en-tender cómo les da este nombre».

(II, cap. 7)

Ilustración: Enrique Ventura y Toni CorominaFragmento seleccionado por: María Torregrosa Rodríguez (4.º B)

Ilustración: Boris ErenburgFragmento seleccionado por: Ainhoa Ariza Vicente (4.º B)

«No se pierde nada en que yo me aperciba, que sé por experiencia que tengo enemigos visibles e in-visibles, y no sé cuándo, ni adón-de, ni en qué tiempo, ni en qué fi-guras me han de acometer».

(II, cap. 17)