CIUDAD MÍNIMA II

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SEGUNDA ANTOLOGÍA DE FICCIÓN BREVE CIUDAD MÍNIMA

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Segunda antología de microrrelatos recogida para celebrar el II Festival Ciudad mínima.

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S E G U N D AA N T O L O G Í A D E F I C C I Ó N B R E V E

CIUDADMÍNIMA

Selección y compilación: Adelaida JaramilloDiseño: Koenig & Par tnersCuidado de la edición: Leira Araújo

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Publicado en Ecuador[Published in Ecuador]

En este libro se incluyen a los ganadores del II Concurso de microcuentos “Ciudad mínima” convocado por el escritor

mexicano Alber to Chimal, a través de su página “Las histo-rias”, concedido por el siguiente jurado: Carolina Andrade,

Adelaida Jaramillo y Rony Vásquez.

José Luis ZárateKatya AdauiAdelaida JaramilloCarolina AndradePatricia Esteban ErlésEdgar Allan GarcíaLuisa ValenzuelaZaira Eliette EspinosaAndrés NeumanAlber to ChimalPablo PalacioFernando IwasakiDiego Muñoz ValenzuelaRaúl BrascaAna María ShuaRony VásquezMarcela Ribadeneira

IISEGUNDAANTOLOGÍA DE FICCIÓN BREVE

CIUDADMÍNIMA

Los textos breves han existido, existen y existirán. En este conjunto de textos encontramos un grupo que se caracteriza por su concisión y narratividad: la minificción. Aunque han recibido diversos nombres, en esencia, todos cuentan “algo” que termina noqueando a su lector en unos breves segundos, aunque a veces su segunda, tercera, o cuarta lectura le demoren algunos (considerables) minutos.

Algunos han confundido minificción con brevedad y se han remontado hasta las primeras civilizaciones para intentar desci-frar los orígenes de la minificción; sin embargo, estas primerísi-mas manifestaciones artísticas y literarias son expresiones de una estética de la brevedad perteneciente a todas las sociedades en diferentes momentos de la historia de la humanidad. Los orígenes de la minificción se encuentran en el tránsito literario entre el modernismo y el vanguardismo; por ello, ya encontra-mos minificciones en la obra literaria de Rubén Darío, Ramón Gómez de la Serna, Julio Torri, César Vallejo, Vicente Huidobro, José Antonio Ramos Sucre, entre otros escritores latinoamerica-nos y españoles. Si se pregunta sobre la tradición de la minific-ción en nuestra literatura latinoamericana, podemos responder que ésta se inicia con Ensayos y poemas (1917) del mexicano Julio Torri –conforme lo señaló el maestro Edmundo Valadés.

No se pregunte si la minificción es “algo” nuevo o novísimo, pues lo más reciente que encontramos es su estudio, análisis y desar-rollo teórico, aunque ya llevamos más de treinta años en ello y entre sus principales investigadores tenemos a: Dolores Koch (+), David Lagmanovich (+), Juan Armando Epple, Lauro Zavala, Violeta Rojo, Nana Rodríguez, Javier Perucho, Fernando Valls, Francisca Noguerol, Iréne Andres-Suárez, Henry González Mar-tínez, Laura Pollastri, José Luis Fernández Pérez, Graciela Tomassini, Stella Maris Colombo y muchísimos más, quienes desde diversas partes del mundo han dedicado décadas al estu-dio de esta modalidad textual, ya sea en la literatura nacional como internacional.

Finalmente, si desea preguntar algo al lector, escritor o investi-gador, pregúntele qué minificción le acompañará (o perseguirá) a usted por el resto de sus días.

ART BREVISET MINIFICTIONIS

S E M I N A R I O D E M I N I F I C C I Ó N - U N A M

RONY VÁSQUEZ

Para Héctor, Adelaida y Juani, porque el breve aleteo de sus alas desató un huracán en la ciudad.

Y para Andrés, porque sin saber lo puso la primera piedra y vino a asegurarse de poner bien la siguiente.

Tal vez sea esta la forma de vivir, cuando lo único que amamos con fervor ha desaparecido.

Lauri García Dueñas, EPITAFIOS II

Instrucciones para los nuevos habitantes, los antiguos residentes, los valientes invitados, los vecinos curiosos, los mora-dores diminutos, los gigantes achatados.

Punto de

PARTIDA

Los que se atreven a los límites, el vacío, desiertos y tundras, acostumbran, para no ceder al vértigo de la nada, llevar ciudades mínimas en el bolsillo.Supermán conserva una ciudad mínima en una botella, lo último que queda de Kriptón. Cuando la soledad o la nostalgia sean demasiadas, planea bebérsela de un trago.Una postal de NY, un mensaje escueto: No me busques. Él trata de ver su sombra entre las luces, perdido en la ciudad mínima de la fotografía.El turista (20 ciudades en 5 días) se duerme a mitad del viaje. El autobús deja atrás Venecia. No la ve. No importa. Ciudad mínima, recordará después, no más ancha que un parpadeo.Liliput es una ciudad de placeres, cuerpos minús-culos, multitudes dedicadas a la pasión. Gulliver se abisma, se pierde, se ahoga en esa ciudad mínima en la cual no puede entrar.Desde el avión toda ciudad es mínima, desciende uno a construcciones para hormigas. A veces quien nos recibe nos saluda con 6 manos.Gregorio Samsa fue invitado por 10,000 congé-neres a visitar las ciudades mínimas de las pare-des, los rincones oscuros, las alcantarillas.Una ventaja de las ciudades mínimas es que los conquistadores las pasan de largo sin dignarse a usar su poder y gloria en tres calles y un par de edificios.Era una ciudad mínima, apenas podía permitirse algunos edificios, ¼ de multitud, 3 o 4 soledades.Añadió agua a la ciudad mínima, un rascacielos horadó el cielo, una calle se desplegó como una alfombra, diez mil calles surgieron de pronto. El niño rió sin comprender que estaba perdido en una ciudad que seguía creciendo.Los médicos trataban de contener las voces en su cabeza, sin saber que dentro de él alentaba el fragor y la multiplicidad de una ciudad mínima.El niño ignoraba qué eran las luciérnagas. Él veía una mínima ciudad allá afuera, luces de edificios que cambiaban mágicamente en el aire.

CIUDADMÍNIMA

José Luis ZárateM É X I C O

Esta ciudad está llenade fantasmas.

Calle delas palabrasMÁGICAS

habitanKatya Adaui P E R Ú

En Japón un hombre descubrió que una mujer habitaba el techo de su armario. Cuando caminaba delante del armario y lo abría, ella se recogía dentro de una maleta, como un caracol deses-perado. El hombre la descubrió cuando buscaba el sostén de su amante. La mujer se lo probaba frente al espejo del armario. La denunció, aunque una vez a solas reconoció que habría podido amarla. ¿No llegan a desconocerse los que comparten la misma casa?

malasseñas

Adelaida JaramilloE C U A D O R

Luego del accidente me cercenaron cinco de los diez dedos de las manos. Mi único dedo pulgar se ha engrosado y se ha hecho más ágil y pendenciero. Se mueve a voluntad, aprieta y presiona. Lo piensan optimista porque apunta siempre para arriba, pero lo hace en el sentido de los Césares romanos. Mi único dedo índice ha desarrollado las habilidades de un puntero láser. Gracias a sus juegos incontenibles, nos han echado de varios lugares. Mi único dedo medio, cada día más afrentoso, se levanta antes que todos. Mis vecinos han comenzado a dejar de sentir lástima por mi accidente. Mi único dedo anular ha descubierto que su flexibilidad le podría ganar un espacio en el circo: disciplinado ensayador, si tan solo pudiésemos aplaudirlo. Mi único dedo meñique se ha convertido en un experto de la prestidigitación: lidera, organiza, planea. Es un pequeño Napoleón. Mis únicos cinco dedos no extrañan a los caídos en el accidente en días laborables, pero los fines de semana los recuerdan cuando nos sentamos frente al piano, y tal como mi marido, el de los diez dedos, no tocamos nada.

Los textos breves han existido, existen y existirán. En este conjunto de textos encontramos un grupo que se caracteriza por su concisión y narratividad: la minificción. Aunque han recibido diversos nombres, en esencia, todos cuentan “algo” que termina noqueando a su lector en unos breves segundos, aunque a veces su segunda, tercera, o cuarta lectura le demoren algunos (considerables) minutos.

Algunos han confundido minificción con brevedad y se han remontado hasta las primeras civilizaciones para intentar desci-frar los orígenes de la minificción; sin embargo, estas primerísi-mas manifestaciones artísticas y literarias son expresiones de una estética de la brevedad perteneciente a todas las sociedades en diferentes momentos de la historia de la humanidad. Los orígenes de la minificción se encuentran en el tránsito literario entre el modernismo y el vanguardismo; por ello, ya encontra-mos minificciones en la obra literaria de Rubén Darío, Ramón Gómez de la Serna, Julio Torri, César Vallejo, Vicente Huidobro, José Antonio Ramos Sucre, entre otros escritores latinoamerica-nos y españoles. Si se pregunta sobre la tradición de la minific-ción en nuestra literatura latinoamericana, podemos responder que ésta se inicia con Ensayos y poemas (1917) del mexicano Julio Torri –conforme lo señaló el maestro Edmundo Valadés.

No se pregunte si la minificción es “algo” nuevo o novísimo, pues lo más reciente que encontramos es su estudio, análisis y desar-rollo teórico, aunque ya llevamos más de treinta años en ello y entre sus principales investigadores tenemos a: Dolores Koch (+), David Lagmanovich (+), Juan Armando Epple, Lauro Zavala, Violeta Rojo, Nana Rodríguez, Javier Perucho, Fernando Valls, Francisca Noguerol, Iréne Andres-Suárez, Henry González Mar-tínez, Laura Pollastri, José Luis Fernández Pérez, Graciela Tomassini, Stella Maris Colombo y muchísimos más, quienes desde diversas partes del mundo han dedicado décadas al estu-dio de esta modalidad textual, ya sea en la literatura nacional como internacional.

Finalmente, si desea preguntar algo al lector, escritor o investi-gador, pregúntele qué minificción le acompañará (o perseguirá) a usted por el resto de sus días.

Lo que queda de la ciudadluego del desorden.

Calle de labotánica del

CAOS

Para Héctor, Adelaida y Juani, porque el breve aleteo de sus alas desató un huracán en la ciudad.

Y para Andrés, porque sin saber lo puso la primera piedra y vino a asegurarse de poner bien la siguiente.

el saltoCarolina AndradeE C U A D O R

Creo que lancé un maullido, un profundo arañazo al silencio. También creo que fue mi cuerpo el que lo hizo. La primera vez que una cae de un edificio tan alto y si no se ha tenido la más mínima intención de hacerlo, el espíritu y la razón permanecen en la cornisa cuando el cuerpo ya ha iniciado su incursión en el vacío.Los primeros instantes descendí erizada por el terror, con mis cuatro patas hacia abajo, igual que los suicidas. Me retorcí en el aire y cambié de posición como quien intenta regresar al punto de partida. Panza arriba vi el cielo y, sin tiempo para tener fe, me supe abandonada. Otro giro.Impacto ineludible. Me sumergí en el follaje de un árbol y mis ojos barrieron vertiginosamente el verde fragmentado de miles de hojas, las leí todas mientras el ramaje me castigaba con violencia y yo trababa de asirme a lo que fuera. Golpes, golpes. No dolía. Es extraño, no duele. El camino a la muerte no tiene una melodía agradable, sólo un ritmo de velocidad ralenti-zada, en sordina, con quieta precipitación. Mis patas buscaron, no yo, mis patas. Y fueron ellas las que lograron agarrar una rama gruesa. ¿Ellas? No reconocí mis propias manos en esas garras que se habían clavado en la superficie leñosa. Mi cuerpo se reacomodó y poco a poco volví a hacer contacto con él. Me preocupaba no quedar como antes. Cada pieza en su lugar. Cualquier lugar. ¿Cuánto tiempo duró este salto? Segundos dilatados por el miedo. Tengo heridas y he empezado a temblar, tal vez, para siempre. Me sostiene el brazo de un árbol en gesto involuntario. Me constato, despacito y muda, en mi respiración. Estoy sola. No hay nada digno de conocerse en los vacíos.¿Y tú?Tú te equivocas si crees que alguna de mis vidas te pertenece.

Tal vez sea esta la forma de vivir, cuando lo único que amamos con fervor ha desaparecido.

Lauri García Dueñas, EPITAFIOS II

tierra enlos ojos

Patricia Esteban ErlésE S P A Ñ A

Y de repente mi hermana Leonor se incorporó dentro de su ataúd y me apretó el antebrazo. Lloré de felicidad, pensé que después de todo Dios había atendido mis plegarias y su muerte no había sido más que una pesadilla. Pero entonces ella soltó una carcajada de ultratumba y dijo todo aquello de que llevaba diez años acostándose con mi marido en mis narices, sin que yo me enterara de nada porque era tonta perdida. Luego volvió a morirse y yo me pasé el resto del velorio con los ojos secos y su mano entre las mías, clavándole el filo de una llave en la palma hasta que cerraron el féretro.

in memoriamEdgar Allan GarcíaE C U A D O R

Una anciana de ojos lánguidos acaba de abrir la puerta de mi habitación y por un instante me mira como si observara a un fantasma. Sin explicar nada, me toma del brazo y me lleva con ella a otra habitación, sin que yo pueda oponerle resistencia. Me desviste y me introduce en la tina, sin reparar en la vergüenza que siento. El agua está caliente, demasiado, pero no digo nada, detesto hablar con extraños. La anciana me refriega con una esponja y me dice con voz cascada: Eladio, no muevas la cabeza. ¿Quién diablos es Eladio?, quiero preguntar pero cierro los ojos con fuerza y me refugio en silen-cio. Mientras me vuelve a vestir y me peina a su gusto, la intrusa se dirige a mí con una confianza que en verdad logra irritarme. Antes de marcharse, la anciana se inclina y me da un beso en la mejilla, pese a que intento esquivarla. Sobre el aparador de caoba negra, alcanzo a distinguir un portarretrato de marco plateado; en la foto en blanco y negro sonríe una mujer que se parece a la que acaba de marcharse. En ella se encuentra abrazada por un hombre que me parece haber visto, aunque más viejo, en el espejo del fondo.

Porque en esta ciudad el fuego nuncaalcanza 451º F.

Calle de loscazadores de

LETRAS

el traductorZaira Eliette Espinosa

M É X I C O

Dos horas llevo esperando que me abra el traductor. Sigo afuera de su casa y no da señales de vida. Hay muchos ruidos en su barrio. Perros que ladran sin cesar como si no me conocieran ni me hubieran visto nunca. Hace al menos más de un año que vengo a la misma hora todos los miércoles. Mi rutina siempre ha sido llegar a las seis en punto debido a aquella ocasión en que al llegar tarde poco más de diez minutos el traductor me fulminó con una nota en la puerta que decía “o viene a tiempo o no venga jamás”. Lograr la primera cita con él me había tomado todo un semestre, por lo que esa medida fue suficiente para convertirme en puntual. Aunque luego de un par de semanas casi aborté la tarea de ser su discípulo por su entonces obsesión a traducir el canto de las aves. Supe después que sus fascinaciones solo le duraban poco hasta encontrar un nuevo tema. Como los golpes de la lluvia en el techo, los distintos colores verdes de un jardín, los olores de los condimentos. Todo lo deseaba traducir no sé cómo ni de qué manera. Temo lo peor. Los perros están más inquietos que nunca. Intento atar cabos. Desde hace cuatro visitas el trabajo consiste en investigar terminologías del clima en varios idiomas. Cosas tan simples como viento o nublado en alemán o francés, hasta frases más elaboradas como pronóstico de humedad o precipitación simultánea en árabe. Cuánto más me acercaba a finalizar la tarea más le parecía incompleta. Incluso retomamos los apuntes en esperanto – cosa que me pareció ridícula, llegué a pensar en que todo esto era un montaje, una forma de mantenerme alejado de una verdadera traducción, de un autén-tico trabajo de investigación que el traductor no quería compartirme.

La semana pasada mientras intentaba despejar una de las mesas atiborradas de diccionarios y reacomodaba los archivos, me acerqué a su escritorio, lo que nunca me estaba permitido. Encontré en un papel un apunte con letra impecable: Divino Direc-tor Mahachohan Ragoczy. ¡Puta! ¿Y si me descubrió cerca de sus escritorio? ¿Y si me vio cuando encontré una carta dirigida a Madame Blavatsky y me reí? Aunque la carta, a diferencia del apunte, no tenía mucha legibilidad, pude leer en mi perfecto inglés que se trataba de una propuesta para verse a pesar de la tormenta fantasmal y el traspié aciago de su primer encuentro. Me dio risa imaginar el tamaño de su posible neurastenia, la magnitud de sus fantasías rebasaron lo inimaginable. Tam-bién fue una risa de miedo. ¿A qué personaje me enfrentaba ahora? Busco por todos los ángulos de la puerta alguna nota que diga no vuelva nunca por impertinente o algo razonable para saber porque no me recibe el día de hoy. Comparo entonces sus obse-siones con la mía de seguir a su lado aprendiendo el oficio del traductor perfecto. Los perros no dejan de ladrar, se intensifica mi ansiedad. ¿Qué me quieren decir? Comienzo a fijar la mirada en la nada del ruido. ¿Y si me dicen algo al unísono? No, son diferentes ladridos. No me abre y los perros saben algo. El traductor debió abrirme hace tres horas. Volteo a ver los hocicos babeantes y perturbadores, patas bajo las rejas que se mueven inquietas, quisiera descifrar sus movimientos, los aulli-dos, el reclamo ¿o la alerta? Son la nueve -tomo nota- Caninos. Apunte No. 1.

contaminaciónsemántica

Luisa ValenzuelaA R G E N T I N A

Para José María Merino

La vida transcurría plácida y serena en la bella ciudad de provincia sobre el lago.A pie o en coche, en ómnibus o en funicular, sus habitantes se trasladaban de las zonas altas a las bajas o viceversa sin alterar por eso ni la moral ni las buenas costumbres.Hasta que llegaron los minicuentistas hispanos y subvirtieron el orden. El orden de los vocablos. Y decretaron, porque sí, porque se les dio la gana, que la palabra funicular como sustantivo vaya y pase, pero en calidad de verbo se hacía mucho más interesante.Y desde ese momento el alegre grupo de minicuentistas y sus colegas funicularon para arriba, funicularon para abajo, y hasta hubo quien funiculó por primera vez en su vida y esta misma noche, estoy segura, muchos de nosotros funicularemos juntos.Y la ciudad nunca más volverá a ser la misma.

principio y findel léxico

Andrés NeumanA R G E N T I N A

Cada tarde de domingo, después de dormir la siesta, Arístides se levantaba y decía «tra», «cri», «plu» o incluso «tpme». Lo pronunciaba en voz muy alta, con absoluta elocuencia, sin tener ni idea de las razones. No le venían a la mente jirones del sueño interrumpido, imágenes concretas, deberes inmediatos. Ni siquiera vocablos de entre las decenas de miles que, muy supuestamente, conocía. No. Lo que decía Arístides, y lo expresaba bien claro, era «fte», «cnac», «bld». Medio dormido, sin afeitar, él volvía a ser alguien anterior al léxico. Así, durante un momento, antes de entrar otra vez en el mundo, era desmesuradamente feliz sintiendo que tenía todo el lenguaje por delante.

Alberto ChimalM É X I C O

Entretanto, el Viajero del Tiempo se desplaza a fantásticas veloci-dades por la corriente de los siglos. (Esto es verdadero siempre.)*Entretanto, el Viajero del Tiempo pone en reversa su máquina. Avan-zan río abajo los salmones. Alejo Carpentier desescribe hacia adelante.*Entretanto, Gabriel García Márquez dice al Viajero del Tiempo que no exagere en sus cuentos pues la realidad siempre supera a la ficción.*Entretanto, el editor advierte al Viajero del Tiempo que los textos breves no interesan a nadie y lo que vende es la novela gorda.*

entretanto...

Entretanto, el Viajero del Tiempo se detiene en una noche de Edgar Allan Poe a preguntarle si el caballero con el que habla es realmente una momia egipcia.*Entretanto, el Viajero del Tiempo cuenta al Golem de Praga la leyenda de Franz Kafka y Max Brod, vecinos de la ciudad, guarda-dores de misterios.*Entretanto, el Viajero del Tiempo lleva a Pancho Villa a ver pelícu-las de los siglos 21 y 22 sobre Pancho Villa. Al salir lo ve satisfecho.*Entretanto, el Viajero del Tiempo conversa con Jane Austen y reconoce que sí, de siglo en siglo la bondad llega a ser recompen-sada.*Entretanto, el Viajero del Tiempo oye al paciente que delira en su camisa de fuerza: está contándole su propia historia, viaje por viaje.*Entretanto, el Viajero del Tiempo escucha cantar al rey David: la canción es sobre muchas noches y recuerda muchas muertes pequeñas.*Entretanto, el Viajero del Tiempo huye de la explosión, que lo derriba y lo aturde: de pronto ha olvidado si está en Tunguska, Sodoma o qué.*Entretanto, el Viajero del Tiempo escucha música que no sólo no se ha subido ilegalmente a internet sino que no se ha compuesto. Aún.*

Creo que lancé un maullido, un profundo arañazo al silencio. También creo que fue mi cuerpo el que lo hizo. La primera vez que una cae de un edificio tan alto y si no se ha tenido la más mínima intención de hacerlo, el espíritu y la razón permanecen en la cornisa cuando el cuerpo ya ha iniciado su incursión en el vacío.Los primeros instantes descendí erizada por el terror, con mis cuatro patas hacia abajo, igual que los suicidas. Me retorcí en el aire y cambié de posición como quien intenta regresar al punto de partida. Panza arriba vi el cielo y, sin tiempo para tener fe, me supe abandonada. Otro giro.Impacto ineludible. Me sumergí en el follaje de un árbol y mis ojos barrieron vertiginosamente el verde fragmentado de miles de hojas, las leí todas mientras el ramaje me castigaba con violencia y yo trababa de asirme a lo que fuera. Golpes, golpes. No dolía. Es extraño, no duele. El camino a la muerte no tiene una melodía agradable, sólo un ritmo de velocidad ralenti-zada, en sordina, con quieta precipitación. Mis patas buscaron, no yo, mis patas. Y fueron ellas las que lograron agarrar una rama gruesa. ¿Ellas? No reconocí mis propias manos en esas garras que se habían clavado en la superficie leñosa. Mi cuerpo se reacomodó y poco a poco volví a hacer contacto con él. Me preocupaba no quedar como antes. Cada pieza en su lugar. Cualquier lugar. ¿Cuánto tiempo duró este salto? Segundos dilatados por el miedo. Tengo heridas y he empezado a temblar, tal vez, para siempre. Me sostiene el brazo de un árbol en gesto involuntario. Me constato, despacito y muda, en mi respiración. Estoy sola. No hay nada digno de conocerse en los vacíos.¿Y tú?Tú te equivocas si crees que alguna de mis vidas te pertenece.

Entretanto, el Viajero del Tiempo deja el siglo cuya iglesia más antigua venera a un Pequeño Pony (la Capilla Sixtina es púrpura brillante).*Entretanto, el Viajero del Tiempo escucha, de lejos, cómo discuten y pelean los jóvenes escritores de Pompeya. Hablan de pasión, de historia y de fuego.*Entretanto, el Viajero del Tiempo mira un incendio de Roma desde lejos. No se ve a ningún emperador. Pero se oyen los gritos.*Entretanto, el Viajero del Tiempo visita el Año de la Canica. —En el siglo XX hablaban de ustedes y luego ya no. —¿El siglo XX no es uno del pasado remoto?*Entretanto, el Viajero del Tiempo lleva a Robert Smith a conocer a Lovecraft, quien de inmediato decide usarlo como personaje en un cuento. No dice cuál.*Entretanto, el Viajero del Tiempo me cuenta de los siglos en que la literatura más popular no es ficción, ni no ficción, sino todo lo contrario.*Entretanto, el Viajero del Tiempo dice a Nikos Kazantzakis:—Realmente creo que debería llevar al menos una libreta. No sólo habla mucho. ¡Habla arameo!*Entretanto, en otro lugar de Jerusalén, el Viajero del Tiempo oye que el hombre le contesta:—¿Última cena de qué? ¿De quién? ¿No le dieron una dirección?*

Entretanto, el Viajero del Tiempo visita el siglo donde cada identi-dad de David Bowie preside una iglesia distinta, en guerra con las otras.*Entretanto, el Viajero del Tiempo se relaja: este no puede ser el asesino en serie del que le hablaron. ¡Si trabaja de payaso en fiestas!*Entretanto, el Viajero del Tiempo escucha el lamento de Homero:—No sé, no sé, no estoy seguro de nada. ¡Aquel poema en el que me basé es muchísimo mejor…!*Entretanto, el Viajero del Tiempo señala a la anciana Anaïs Nin, digna y perfecta, enteramente vestida.—Sí, tiene un aura —comenta Marilyn.*Entretanto, el Viajero del Tiempo ve a Harold Bloom huir a la carrera, gritando.—Pensé —se asombra— que si lo invitaba a conocer a Shakespeare le daría gusto.*Entretanto, el Viajero del Tiempo visita al Gran Cacique en su caverna y lo oye decir:—No va a durar eso de la “escritura”. Sigo convencido.*Entretanto, el gato del Viajero del Tiempo se deja ver, pardinegro, en otra noche –una desesperada– de Edgar Allan Poe. —Miau —saluda, como si tal cosa, entre la lluvia y el viento.*Entretanto, el Viajero del Tiempo piensa en los otros sitios y tiem-pos que ocupa ahora mismo, mañana, siempre. Qué fatiga y qué vértigo.

Fernando IwasakiP E R Ú

Apenas se bajó del coche, el crítico literario reparó en la cámara del aparcamiento e imaginó una garita llena de monitores con su imagen multiplicada en vano, porque en ese momento el vigilante estaría distraído viendo un partido de fútbol y masticando un bocadillo de chorizo. ¿Y si había algún ladrón escondido en el aparcamiento? ¿O un escritor resentido? En esas magias estaba cuando se oyó un portazo y de una furgoneta colorada se bajó el novelista que había reseñado la semana anterior. ¿La reseña había sido buena? Cuando vio el bate de béisbol se acordó.

Si el vigilante no está mirando los monitores –razonó de lo más semi-ótico-, seguro que en su garita hay otra cámara que registra en otro monitor lo que está ocurriendo, pero si ese segundo vigilante tampoco está atento a los monitores que aparecen en el monitor que debería estar controlando el primer vigilante, siempre cabía la posibilidad de que hubiera una tercera cámara filmando lo que ocur-ría en la garita del segundo vigilante, de manera que sólo un tercer vigilante podía ser capaz de ver en su monitor, una garita con varios monitores donde un vigilante sigue un partido de fútbol mientras en los monitores de su garita un escritor resentido se propone acabar con el crítico literario. ¿Pero si el tercer vigilante tampoco estuviera pendiente de las imágenes de los monitores que estaban dentro de las imágenes de los monitores que estaban dentro de la imagen de su monitor? ¿Quién podía reparar entonces en un detalle tan minús-culo? En ese momento descubrió su salvación.

- ¿Tú crees que tu novela es original tan sólo porque en ella hay un escritor que escribe sobre otro escritor que escribe acerca de un tercer escritor que escribe sobre un escritor? Pues debes saber que ahora mismo hay un monitor donde sale otro monitor en el que hay un monitor que está grabando en otro monitor lo que pretendes hacer.

- ¿Y tú, cómo mierda sabes eso, maricón?- Porque el omnisciente soy yo, ¡animal!

Mientras el escritor resentido huía despavorido, el crítico literario se quedó pensando si el narrador de la historia debería ser el vigilante de la primera garita o más bien el de la segunda.

documental

Dos horas llevo esperando que me abra el traductor. Sigo afuera de su casa y no da señales de vida. Hay muchos ruidos en su barrio. Perros que ladran sin cesar como si no me conocieran ni me hubieran visto nunca. Hace al menos más de un año que vengo a la misma hora todos los miércoles. Mi rutina siempre ha sido llegar a las seis en punto debido a aquella ocasión en que al llegar tarde poco más de diez minutos el traductor me fulminó con una nota en la puerta que decía “o viene a tiempo o no venga jamás”. Lograr la primera cita con él me había tomado todo un semestre, por lo que esa medida fue suficiente para convertirme en puntual. Aunque luego de un par de semanas casi aborté la tarea de ser su discípulo por su entonces obsesión a traducir el canto de las aves. Supe después que sus fascinaciones solo le duraban poco hasta encontrar un nuevo tema. Como los golpes de la lluvia en el techo, los distintos colores verdes de un jardín, los olores de los condimentos. Todo lo deseaba traducir no sé cómo ni de qué manera. Temo lo peor. Los perros están más inquietos que nunca. Intento atar cabos. Desde hace cuatro visitas el trabajo consiste en investigar terminologías del clima en varios idiomas. Cosas tan simples como viento o nublado en alemán o francés, hasta frases más elaboradas como pronóstico de humedad o precipitación simultánea en árabe. Cuánto más me acercaba a finalizar la tarea más le parecía incompleta. Incluso retomamos los apuntes en esperanto – cosa que me pareció ridícula, llegué a pensar en que todo esto era un montaje, una forma de mantenerme alejado de una verdadera traducción, de un autén-tico trabajo de investigación que el traductor no quería compartirme.

En donde, tanto los antropófagoscomo los sabios, se encuentran.

Calle de losLOCOS YCUERDOS

odioPABLO PALACIO

E C U A D O R

Quiero entenebrecer la alegría de alguien.

Quiero turbar la paz del que esté tranquilo.

Quiero deslizarme calladamente en lo tuyo para que no tengas sosiego; justa-mente como el parásito ha tenido el acierto de localizarse en tu cerebro y que te congestionará uno de estos días, sin anuncio ni remordimiento.

Esta ciudad es un minúsculopalimpsesto.

Calle de losBESTIARIOS

Entretanto, el Viajero del Tiempo se desplaza a fantásticas veloci-dades por la corriente de los siglos. (Esto es verdadero siempre.)*Entretanto, el Viajero del Tiempo pone en reversa su máquina. Avan-zan río abajo los salmones. Alejo Carpentier desescribe hacia adelante.*Entretanto, Gabriel García Márquez dice al Viajero del Tiempo que no exagere en sus cuentos pues la realidad siempre supera a la ficción.*Entretanto, el editor advierte al Viajero del Tiempo que los textos breves no interesan a nadie y lo que vende es la novela gorda.*

rehabilitaciónde circe

Diego Muñoz ValenzuelaC H I L E

La preciosísima Circe estaba aburrida de la simplicidad de Ulises. Si bien era fogoso, bien dotado y bello, la convivencia no daba para más. Solía convertirlo en perro para propinarle patadas, y él sollozaba y le imploraba perdón. Lo trans-formaba en caballo para galopar por la isla de Ea, fustigándolo con dureza. Lo transmutaba en cerdo para humillarlo alimentándolo con desperdicios. Volvía a darle forma humana para hacer el amor, y volvía a fastidiarse con su charla ñozinsulsa. Por fin lo expulsó del reino, le restituyó su barca y sus tripulantes y lo dotó con alimentos para un largo viaje. “Vete y no vuelvas”, ordenó con voz terminante al lloroso viajero, “y cuenta lo que quieras para quedar bien ante la historia”. Después sopló un hálito mágico para hinchar la vela de la embar-cación.

Raúl BrascaA R G E N T I N A

Conocí todas las selvas, los desiertos y los hielos de la Tierra. Solo, en el fondo de la caverna más profunda, vi las flores que mueren cuando se las ilumina y oí el lento gorgoteo de los líqui-dos invisibles, la continua digestión del mundo. Ni los monstruos de las fosas abisales, ni los seres gelatinosos y transparentes de los planetas cercanos me son extraños. Estaba en la plenitud de mis fuerzas cuando agoté el espacio posible para la aventura. Entonces conocí el aburrimiento, la desesperación de haberlo visto todo.Por eso me lancé a navegar en el mar del tiempo. Vi a Sodoma hundirse entre nubes de azufre y quemarse la biblioteca de Alejandría, vi a un hombre que inauguraba el fuego cuando los glaciares demolían el paisaje. Había notado que, casi insensi-blemente, las cosas ocurrían cada vez con mayor lentitud, pero al principio no le di importancia. Primero la barba no me crecía, luego el áspid no terminaba de picar a Cleopatra, después podía seguir el recorrido del relámpago como había seguido en mi casa el crecimiento de un ciruelo.Ahora estoy atrapado en el vértice del remolino: en el puro tiempo. Es terrible para un espíritu como el mío, este estado en que nada puede ocurrir: ni mi fuga, ni mi muerte.

espírituaventurero

Ana María ShúaA R G E N T I N A

Con las piedras del antiguo templo pagano dedicado al dios del fuego se construyó la iglesia.

Hoy, la iglesia está atestada. Hay, sobre todo, mujeres y algunos niños. Se han refugiado allí y han cerrado la única, enorme puerta con pesadas trabas para defenderse de sus enemigos.

El Dios Viejo del Fuego usa una de sus llamaradas para encender un cigarro de hoja. Los fieles no ven el peligro: confunden con incienso el humo que enrojece sus ojos, confunden con el brillo del sol en los vitrales el fulgor de la brasa.

El Dios del Fuego ha visto ascender y borrarse en la consid-eración de los hombres muchos monótonos Dioses de la justi-cia. Sabe que sólo el terror y la locura perviven a través de los ritos, de las culturas, de los siglos. Usa otra de sus inmensas llamaradas para iluminar la escena a sus ojos legañosos. Es infinitamente viejo y fuma en paz. No va a molestarse en incen-diar la iglesia sólo para darle el gusto al lector.

el dios viejodel fuego

Entretanto, el Viajero del Tiempo visita el siglo donde cada identi-dad de David Bowie preside una iglesia distinta, en guerra con las otras.*Entretanto, el Viajero del Tiempo se relaja: este no puede ser el asesino en serie del que le hablaron. ¡Si trabaja de payaso en fiestas!*Entretanto, el Viajero del Tiempo escucha el lamento de Homero:—No sé, no sé, no estoy seguro de nada. ¡Aquel poema en el que me basé es muchísimo mejor…!*Entretanto, el Viajero del Tiempo señala a la anciana Anaïs Nin, digna y perfecta, enteramente vestida.—Sí, tiene un aura —comenta Marilyn.*Entretanto, el Viajero del Tiempo ve a Harold Bloom huir a la carrera, gritando.—Pensé —se asombra— que si lo invitaba a conocer a Shakespeare le daría gusto.*Entretanto, el Viajero del Tiempo visita al Gran Cacique en su caverna y lo oye decir:—No va a durar eso de la “escritura”. Sigo convencido.*Entretanto, el gato del Viajero del Tiempo se deja ver, pardinegro, en otra noche –una desesperada– de Edgar Allan Poe. —Miau —saluda, como si tal cosa, entre la lluvia y el viento.*Entretanto, el Viajero del Tiempo piensa en los otros sitios y tiem-pos que ocupa ahora mismo, mañana, siempre. Qué fatiga y qué vértigo.

Rony VásquezP E R Ú

En un inicio, cuando Adán volvió a ser mono, empezó a concurrir a la universidad para convertirse nuevamente en hombre. La primera semana no conoció vergüenza, pero a la siguiente vistió camisa y pantalón. Todos sus compañeros extrañados lo miraban. La tercera semana se compró cuadernos y lapiceros, y la siguiente ya leía en la biblioteca. Sin embargo, todos seguían mirándolo.

De ese modo pasaron varios años hasta finalizar su carrera, y Adán comprendió que había recuperado su naturaleza humana. El día de su graduación, el jurado, después de haber revisado y escuchado su ponencia, inició una serie de preguntas. Ante ello, Adán empezó a sudar, intentaba articular palabras pero solo alcanzaba a mover los labios. De pronto, se escucharon varios gritos que provenían de la sala de graduación.La policía sigue investigando.

instintosprimitivos

Para asegurar el tránsito defugaces pasajeros.

Avenida de losBREVIARIOS

la infielMarcela Ribadeneira

E C U A D O R

Tiene demasiados cepillos de dientes, en demasiados lugares.

Invadido por los ganadores delII Concurso de microcuentosCiudad Mínima.

Entraron adver tidos y bajo supropio riesgo.

Callejón de las ovejas

(Sin salida)NEGRAS

Juan Pablo Goñi Capurro

Tarda en comprender que la mujer no volverá. Cuando lo asume, va hasta el baño; no está la chica ni sus ropas. Se asoma al tragaluz abierto, hay un callejón. Quiere pedir ayuda a conserjería; el teléfono está cortado. Desesperado, no atina a cubrirse con una sábana. Se coloca en cuclillas, abre la puerta y espía el pasillo. Desierto. Camina como un perro. Las rodillas le duelen al raspar sobre el suelo rugoso. Alcanza el final del pasillo, una puerta y a la derecha el estar, con sus vidrios a la calle. Oculto, intenta llamar la atención del conserje. Chista. No obtiene resultados. Casi tocando el piso, adelanta su cabeza y mira en su direc-ción. El joven está de espaldas. Golpea con violencia la pared. El joven gira y ríe. Ríe cada vez más fuerte y no va a socorrerlo. El hombre, temiendo que todas las puertas de las habitaciones se abran, abandona su escondite y muestra su desnudez al conserje. El joven no reacciona, continúa riendo y señala la cabeza. El hombre se pasa la mano por su cráneo calvo y queda inmóvil, preguntándose en qué momento la mujer había tomado su peluca, exponiendo sus delicados cuernos.

VERGÜENZA

Efraim BlancoM É X I C O

A R G E N T I N A

Un hombre atravesó la puerta y desapareció.Vinieron estudiosos. Ingenieros. Físicos. Becarios. Todos desaparecieron.Alguien se hizo el gracioso y lanzó una puerta a través de la puerta. Desa-pareció.Vino una mujer llamada Alicia, pasó por la puerta y desapareció.Vinieron poetas, músicos, cantantes y merolicos. Desaparecieron con una sonata de Bach.La puerta tragó políticos, acarreados y miembros perennes de partidos políticos.Vino el presidente y dijo basta. El Papa. El Dalai. El fantasma de Martin Luther King. Cien futbolistas. Desaparecieron.Vino un hombre humilde, y de rodillas, preguntó a la puerta: ¿qué quieres?La Gran Puerta, abierta de par en par. Lo tragó todo. Caos.Se quiso prohibir la entrada a la puerta pero los letreros desaparecieron. El edificio. Las calles. La ciudad. El país. El continente. Los mares. El plan-eta. El sistema solar. El universo hizo ¡plaf!

La puerta, entonces, se cerró.

DESAPARICIONES

Eva Campos

Mientras todo pasaba más rápido de lo que su cerebro podía procesar, Lucía miraba como si el piano cayera en cámara lenta desde la ventana. Lorenzo había llegado demasiado lejos y, encima de todo, se sentía con el derecho de herirla una vez más.Dejó de sentir las cachetadas y de escuchar los reclamos cuando el cristal decidió ceder ante el peso de la madera que había sido empujada. Las teclas hicieron una melodía extraña, que obligó a Lucía a volver a la realidad.Su mano tomó por instinto la lámpara junto al sillón, y la estrelló contra la cabeza de Lorenzo. Mientras él caía, ella corría hacia la ventana, pero en un parpadeo, el piano ya no estaba. No había cristales rotos ni nada. Sólo Lorenzo en un charco de sangre.

MELODÍA

Eduardo AdamsE C U A D O R

M É X I C O

Cuando Manolo tenía clases de piano en su casa, yo lo espiaba. Me asomaba un poco a la ventana y me quedaba quieto. Luego íbamos al parque, jugábamos pelota, trepábamos árboles, cazábamos extraterrestres.Yo lo miraba. Todos los días. Cuando soñaba, también. En la escuela alguien supo, adivinó, y Manolo no jugó más conmigo.Un día volví al parque y escalé el árbol más difícil. Pero también hice otra cosa. Y me dolió mucho el cuello. Y no podía respirar. Sólo podía ver mis piernas y, mucho más abajo, el suelo del parque, y cuando miré bien había baldosas, y me rodeaban muebles y paredes con cuadros. Era la casa de Manolo.Caminé por todos lados haciendo mucha bulla porque ahora era grande y pesado. Estaba muy feliz, aunque no veía el piano por ninguna parte. Manolo vino de la escuela y corrí a abrazarlo. Mi cuerpo sonó desafinado, como truenos. Manolo se asustó y me pegó, y la trompada se escuchó en toda la casa. Me fijé y donde había sentido el golpe se había posado un pájaro, y de nuevo no pude respirar. Entonces esperé a que el ruido acabara, a que mi cuerpo callara poco a poco.

AMIGO

El piano de la tía Elvira no era como todos los pianos, tenía notas silenciosas, notas que no podían ser escuchadas por simples mortales.

Antiguo, lo había traído de Chile cuando vino a dar clases a Montevideo, en la casona del Prado de sus padres; pero su piano se le enfermó, se quedó silente, ella explicaba una y otra vez la desventurada historia de su piano afónico. Yo la escuchaba con la inocencia de mis seis años mientras veía pasar su esbelta mano por las teclas de marfil del infortunado instrumento.

Algunas noches me parecía escuchar melodías pero ella lo desmentía sistemáticamente.

Algunos días, la veía sentada en la butaca, serena, acariciándolo con vehemen-cia mientras repetía una y otra vez un silencioso concierto que parecía estar sonando maravillosamente bien pero en una dimensión diferente.

Una noche siniestra entró la oscuridad en la casa, botas y fusiles acusaban a la tía Elvira de sedición, de conspirar con los subversivos, de esconderlos en los enormes cuartos con pisos de madera que crujían en la noche a pesar de la música. La arrastraron por los pasillos hasta la calle mientras tiraban su piano solidario por la enorme ventana de la sala.

Susana González Odizzio

NOTASSOLIDARIAS

U R U G U A Y

Sergio F. S. Sixtos

El microondas golpeaba al tostador y la licuadora intervino en la pelea —sentí miedo y salí corriendo de la cocina—, en la sala la lámpara de pie arremetía contra el tocadiscos que en ese instante reproducía un disco de jazz; entonces la pianola —cual rinoceronte enfurecido— se abalanzó sobre mí, la esquivé de mila-gro y se estrelló contra el ventanal cayendo hacía la calle. Es todo lo que tengo que decir señor Juez.

ENSERESM É X I C O

En algún lugar, de algún país, en algún momento, existió la tierra de las serpi-entes. Eran todas de grande y alargada figura, de espléndidas ganas de cantar y bailar. Se arrastraban y gritaban. Todas de brillantes colores. Por las noches se distinguían unas de otras. Iban y venían de entre los árboles. Iban y venían de entre la tierra. Todas gustaban de la música. Por las tardes se reunían en el árbol más grande a tocar el piano. Por las madrugadas cambiaban de piel. Y por las mañanas morían de ganas por tener dedos y pies.

EN EL LUGARDE LAS SERPIENTESRocío Corona

M É X I C O

Le dolían los huesos. Era lo único en lo que podía pensar y le impedía concen-trarse como antes, cuando triunfaba con sus trucos de magia en los teatros de todo el país.A pesar de sus éxitos, tenía que seguir trabajando, aunque ya tenía edad para retirarse. Porque vivió siempre el momento, sin preocuparse por el mañana, y ahora pagaba las consecuencias teniendo que actuar en ese infame local para subsistir.Cada noche realizaba su representación durante el descanso de la función de cabaret. Podía soportar las risas cuando los trucos fallaban; pero no podía perdonar las burlas del pianista, que le reventaba los números con sus melodías satíricas en los momentos cruciales.No lo aguantaba más. Había estado practicando el truco toda la semana, memo-rizando cada paso y nada podía fallar. Llegó el descanso y subió al escenario.“Esta noche necesito la colaboración de nuestro simpático pianista”, comunicó al público, a lo que él se prestó divertido. Rápidamente lo cubrió con una tela negra, recitó unas palabras mágicas y, al retirarla, obtuvo la mayor ovación de su vida.Frente al teatro, los bomberos bajaron al pianista del árbol; desenganchar el piano de las ramas fue más difícil.

LA VENGANZADEL MAGO

Patricia RichmondE S P A Ñ A

Compremos un caramelo. Lo imaginamos brillante y tornasol en la estantería meneando sus caderas, ofreciéndose a cambio de pan. Elegimos ése. Sí, el rojo por favor. Solo cuando su cubierta azucarada recibe el primer contacto con la lengua,en un fulminante segundo notamos que el caramelo contiene en su interiortodos los sabores del mundo.

Todos.

Desde el aguacate hasta el romero. Al sexo de las rubias, y a las flores sobre Holanda.Al sudor de las 3:45 y al ajenjo. Ajonjolí, y al suspiro de los muertos. A la resaca de los desempleados. A tinta seca, y las uñas de los amantes. A metal oxidado. A carne de guerra. Al cáncer de los lunares. A la sangre de Cristo, y a canela.

-¿Ingredientes?-Azúcar, jarabe de maíz, colorante artificial rojo número 5 y arsénico.

Giovanni Salvatore BayasE C U A D O R

SABORIZANTESPERMITIDOS

Lo peor no fue la extraña aparición de aquella cosa, duende o espíritu absurdo y deforme en nuestra casa. Somos gente abierta y tras los primeros sobresaltos, una vez el pánico se fue asentando, nos acostumbramos a su presencia desnuda por el pasillo, sus extemporáneas apariciones tras las cortinas y el ya clásico truco de encontrarlo bajo la cama.

Incluso cuando se corrió la voz entre nuestras amistades nuestra casa se convirtió en el centro neurálgico de las fiestas de sociedad de la ciudad organi-zando distinguidas veladas de exótica diversión sobrenatural.

El problema llegó cuando sorprendí a Lola, mi mujer, anhelando la llegada de aquella cosa. La escuchaba suspirar en la cama y levantarse a medianoche bajo cualquier pueril pretexto, descubrí con repugnancia como sus ojos se empaña-ban de deseo ante aquel ser horripilante. Cuando los encontré abrazándose desnudos encima de la lavadora me marché sin más.

Ocurre que algunas noches en las que me siento solo me da por rondar la casa y no puedo evitar entrar a escondidas y pasearme desnudo por ella, una manera estúpida de reivindicarme y querer recuperar a Lola que me mira abrazada al monstruo con una mezcla de terror y repulsión.

Javier VayáE S P A Ñ A

LA FUERZA DELA COSTUMBRE

Notas sobre los

AUTORESANTOLOGÍACIUDAD MÍNIMA II

JOSE LUIS ZÁRATE (Puebla de Zaragoza, México, 1966). Es uno de los escritores mexicanos más reconocidos y respetados dentro del género de la literatura de la imagi-nación. Ha escrito novela, cuento, ensayo. Ganador del premio Kalpa al mejor cuento de CF de los 80s, dos veces ganador del Premio Internacional de Novela de CF y Fantasía MECyF, su libro “El tamaño del crimen” es el primer libro electrónico presentado en el Palacio de Bellas Ar tes de México. Una de las voces más representativas del microcuento actual en el país. Publica un mínimo de 3 microficciones diarias en Twitter @joseluiszarate y Facebook/joseluis.zarate

KATYA ADAUI (Lima, Perú, 1977). Es escritora y fotógrafa. El 2013 publicó Algo se nos ha escapado con Criatura Editores en Uruguay y Argentina, y el 2011 en Perú por Borrador Editores. El 2007 publicó: Un accidente llamado familia con Matalamanga. Sus cuentos aparecen en Review Magazine (EE.UU., 2013); Mi madre es un pez (Libros del Silencio, España, 2012); Más allá de la medida, I Premio internacional de microrrelatos del Museo de la Palabra (2010; España). Escribe el blog: www.casadeestrafalario.lamula.pe

ADELAIDA JARAMILLO (Guayaquil, Ecuador, 1973). Es mercadotecnista, gestora cultural y escritora. Sus publicaciones se encuentran en revistas literarias como Hermano Cerdo y Radiador de México. Eterna estudiante; instructora de talleres de lectura y escritura para niños; tallerista de Clara Obligado (España), Lauri García Dueñas (México), Silvia Adela Kohan (España), Rubén Abella (España); estudia un Diplomado de Escritura Creativa en la Universidad Sor Juana Inés de la Cruz (México) y Comunicación con mención en Literatura en la UCSG (Ecuador). Directora del espacio cultural palabra.lab. Coordina-dora general de Ciudad mínima.

CAROLINA ANDRADE (Guayaquil, Ecuador, 1963). Es periodista profesional, y tiene estudios literarios realizados en Guayaquil y México. Ha trabajado como productora de programas televisivos y noticieros. Es catedrática en la carrera de Comunicación Social de la UCSG. Ha publicado tres libros de cuentos y una novela. Textos suyos han sido traducidos y publicados en Alemania, Estados Unidos, Francia, Italia y España, y aparecen en antologías latinoamericanas (México, Cuba, Colombia, Perú) y ecuatorianas.

PATRICIA ESTEBAN ERLÉS (Zaragoza, España, 1972). Es Licenciada en Filología Hispánica por la Universidad de Zaragoza, ha publicado hasta el momento tres libros de cuentos. El primero de ellos, Manderley en venta (2008), obtuvo el Premio de Narración Breve de la Universidad de Zaragoza en 2007 y fue seleccionado en el V premio Setenil, como uno de los diez mejores libros de relatos editados en España en el año 2008. Su segundo libro, Abier to para fantoches (2008), ganó el XXII Premio de Narrativa Santa Isabel de Aragón, Reina de Por tugal y ha sido elegido como lectura de la Guía de Verano del Seminario de Bibliotecas Escolares de Zaragoza 2009. En 2010 publica su tercer libro de cuentos, Azul ruso, en Editorial Páginas de Espuma, que también estuvo seleccionado como uno de los candidatos al premio Setenil. Varios de sus cuentos han sido antologados en volúmenes temáticos como Vivo o muer to (2008), Per turbaciones (2009) o 22 escara-bajos (Páginas de Espuma, 2009), y en antologías como Pequeñas Resistencias 5. Antología del nuevo cuento español (Páginas de Espuma, 2010).

EDGAR ALLAN GARCÍA (Guayaquil, Ecuador, 1958). Se nacionalizó esmeraldeño bajo la consigna de “los esmeraldeños nacemos donde nos da la gana” y vive en Quito desde hace 4 décadas. Hombre polifacético, ha sido guionista y productor de televisión, guía de turismo, bailarín profesional, libretista y actor de radio, viceministro de cultura, vendedor de seguros de vida, profesor secundario y universitario, masajista, estudiante de sociología, egresado de psicología transpersonal y terapeuta bioenergético, conferencista, además de poeta, narrador, ensayista y novelista.

Egresado de Sociología y Ciencias Políticas, Universidad Católica del Ecuador. Egresado de la Escuela Sudamericana de Psicología Transpersonal de Mendoza-Argentina. Ha cursado estudios de antropología, inglés, francés, italiano y quichua en la Pontificia Universidad Católica del Ecuador (PUCE).

A lo largo de su trayectoria, Edgar Allan García ha sido autor de numerosas obras, de las cuales 43 ya han sido publicadas, e incluso, algunas de ellas reimpresas en varias ocasiones. Actualmente cuenta, además, con 5 obras en proceso de publicación. Adicional-mente ha escrito 7 letras de canciones y de 1 himno. Consta en 9 antologías literarias.

PABLO PALACIO (Loja, Ecuador, 1906 - Guayaquil, Ecuador, 1947) Escritor y abogado. Uno de los fundadores de la vanguardia en el Ecuador y en América Latina. "Odio" es un fragmento de la obra "Vida del ahorcado" (novela subjetiva), cuya publicación fue posible gracias a la Editorial Libresa.

LUISA VALENZUELA (Buenos Aires, Argentina, 1938). Fue periodista durante largos años. Entre 1979 y 1989 vivó en Nueva York donde dictó seminarios y talleres de escritura en las universidades NYU y Columbia. Fue Fellow del New York Institute for the Humanities y miembro del Freedom to Write Committee de PEN American Center. Sus cuentos publicados hasta 1999 fueron reunidos en el volumen Cuentos completos y uno más. Han aparecido desde entonces nuevos volúmenes de cuentos y de microrrelatos: Brevs, Juego de villanos, Tres por cinco y Generosos inconvenientes. Tiene publicados varios libros de ensayos. Su extensa obra novelística comprende, entre otros títulos, Cola de lagar tija, Novela negra con argentinos, La travesía, El Mañana, Cuidado con el tigre y La máscara sarda, el profundo secreto de Perón (2012). Su obra ha sido extensamente traducida y estudiada; ensayos al respecto y cuentos suyos figuran en innumerables antologías y libros de texto del mundo entero. Radica en Buenos Aires desde 1989. Es Doctora Honoris Causa de la Universidad de Knox, Illinois, y miembro de la American Academy of Ar ts and Sciences.

ZAIRA ELIETTE ESPINOSA (Monterrey, México, 1977). Es escritora, editora y gestora cultural. Becaria por el Centro de Escritores de NL (PECDA, 2007) en el rubro de poesía. Compiladora del libro: El Sueño y el Sol, poetas jóvenes de Nuevo León nacidos entre 1985-1993 (Ediciones Intempestivas, Monterrey, 2011). Autora del poemario: Hierba de los días (UANL, 2011). Actualmente es gestora de proyectos e iniciativas culturales.

ANDRÉS NEUMAN (Buenos Aires, Argentina, 1977). Nació y pasó su infancia en Buenos Aires. Hijo de músicos argentinos emigrados, terminó de criarse en Granada, en cuya universidad fue profesor de literatura latinoamericana. Es autor de las novelas Bariloche (Finalista del Premio Herralde y una de las revelaciones del año según El Cultural); La vida en las ventanas; Una vez Argentina; El viajero del siglo (Premio Alfaguara, Premio de la Crítica, elegida entre las novelas del año por los críticos de El País, El Mundo, The Guardian, The Independent y Financial Times, nominado para el Best Translated Book Award en EEUU y mención especial del jurado del Independent Foreign Fiction Prize en Inglaterra); y Hablar solos (uno de los libros del año según La Vanguardia). Ha publicado también los libros de cuentos El que espera, El último minuto, Alumbramiento y Hacerse el muer to; los aforismos El equilibrista; el libro de viajes por Latinoamérica Cómo viajar sin ver; y poemarios como El jugador de billar, El tobogán (Premio Hiperión), La canción del antílope, Mística abajo, No sé por qué o Patio de locos. El volumen Década recopila su poesía. Formó par te de la lista Bogotá 39 y fue seleccionado por la revista británica Granta entre Los 22 mejores narra-dores jóvenes en español. Sus libros están traducidos a catorce idiomas. Escribe en su blog Microrréplicas.

ALBERTO CHIMAL (Toluca, México, 1970). Es escritor, profesor y tallerista literario. Ha sido considerado “uno de los escritores más originales y enérgicos” de su país (de acuerdo con CNN en español) y "uno de los narradores más polifacéticos e imprevisibles de la litera-tura hispanoamericana actual" según la revista Quimera. A fines de 2012, Chimal publicó su segunda novela: La torre y el jardín, que ha sido considerada la más ambiciosa publicada hasta hoy por un autor mexicano de su generación (según ha escrito Edmundo Paz Soldán, “debería conver tirse en uno de los primeros clásicos de la literatura latinoamericana de este siglo”) y que fue finalista en 2013 del Premio Internacional de Novela Rómulo Gallegos, uno de los más impor tantes del idioma español. Chimal también es un gran promotor y practicante de la literatura brevísima, y en ese género ha publicado libros como Gente del mundo (1998), 83 novelas(2010) y El Viajero del Tiempo (2011). Otros de sus libros: Los esclavos (novela, 2009), Éstos son los días (2004, Premios Bellas Ar tes de Cuento, Benemérito de América, Kalpa y Sizigias), El último explorador (cuentos, 2012) Manda fuego (antología personal, 2013) y La generación Z (ensayos, 2012).

FERNANDO IWASAKI (Lima, Perú, 1961) Es escritor, filólogo e historiador. Licenciado en Historia por la Pontificia Universidad Católica de Perú, fue profesor en la cátedra de Historia de la misma. Con una beca del gobierno español, fue investigador en el Archivo General de las Indias en Sevilla. Regresó a su país y fue profesor de Ciencias Políticas en la Universidad del Pacífico de Lima, regresando a Sevilla tres años más tarde para doctorarse en Historia de América en su universidad. Dirige la revista literariaRenacimiento y ha sido columnista en Diario 16, El País, La Razón y últimamente en ABC.

DIEGO MUÑOZ VALENZUELA (Constitución, Chile, 1956) Ha publicado seis libros de cuentos: Nada ha terminado, Lugares secretos, Ángeles y verdugos, De monstruos y bellezas, Déjalo ser y Las nuevas hadas; tres novelas: Todo el amor en sus ojos, Flores para un cyborg y Las criaturas del cyborg; y los libros ilustrados de microrrelatos Micro-cuentos (libro vir tual, 2008, con Virginia Herrera) y Breviario Mínimo (2011, con Luisa Rivera). Ha sido incluido en antologías y muestras literarias publicadas en Chile y el extran-jero. Cuentos suyos han sido traducidos al croata, francés, italiano, inglés y mapudungun. Distinguido en diversos cer támenes literarios, entre ellos el Premio Consejo Nacional del Libro en 1994 y 1996. Flores para un cyborg fue publicado por EDA Libros en España (2008) y en Italia, por la editorial Atmosphere Libri (2013), y Lugares secretos en Croacia por ZNANJE en 2009.

En 2011 el autor fue seleccionado como uno de los "25 tesoros literarios a la espera de ser descubier tos" por la Feria Internacional del Libro de Guadalajara para celebrar sus 25 años de existencia. En 2012 recibió la MEDALLA COLIBRÍ 2012 en categoría Literatura Juvenil / Libros de Ficción, otorgada por Colibrí-IBBY Chile (International Board on Books for Young People) y el Centro Lector de Lo Barnechea, por el libro de microrrelatos ilustrado Breviario Mínimo.

Más detalles en: http://diegomunozvalenzuela.blogspot.com/

RAÚL BRASCA (Buenos Aires, Argentina, 1948) Autor de cuentos, microficciones y ensayos. En 1989 fundó, con otros cuatro escritores, la revista Maniático Textual que estuvo en quioscos y librerías hasta 1994. Compiló quince antologías, once de ellas de microficciones, algunas en colaboración con Luis Chitarroni. Su obra ficcional y ensayística fue publicada en antologías, revistas y suplementos literarios de Argentina, Alemania, Brasil, Colombia, España, Honduras, Inglaterra, Italia, México, Perú, Por tugal, Serbia, Suiza, USA y Venezuela. En el país recibió, entre otros, los premios del Fondo Nacional de las Ar tes y de la Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires. La Universidad de Carabobo (Venezuela) le confirió la Orden de Alejo Zuluoga. Fue ponente y conferencista en congresos internacionales, ha dictado clases magistrales, talleres y seminarios en varias universidades europeas y americanas y se desempeñó como jurado en cer támenes literarios nacionales e internacionales. Creó las "Jornadas Feriales de Microficción" que coordina y conduce anualmente en la Feria del Libro de Buenos Aires desde 2009. Colabora con bibliográficas en ADN, revista de cultura del diario La Nación.

ANA MARÍA SHUA (Buenos Aires, Argentina, 1951). Su primer libro, El sol y yo, fue publicado cuando tenía dieciséis años. Por ese libro de poemas recibió dos premios. Estudió en la Universidad de Buenos Aires, donde recibió el título de Profesora en Letras.

En 1976 viajó a París donde trabajó para una revista española publicada por Cambio16. De vuelta en la Argentina, su primera novela, Soy Paciente, recibió el Primer premio del concurso internacional de narrativa de Editorial Losada. Un año más tarde publica Los días de pesca (cuentos) y en 1984 la novela Los Amores de Laurita. Sus dos primeras novelas fueron llevadas al cine, en lo que marcó el comienzo de su trabajo como guionista de cine. Le siguió La sueñera, publicado en 1984, su primer libro de microrrelatos, que le valió los elogios de la crítica.

En 1988 comenzó su carrera en la literatura infantil con los libros La batalla entre los elefantes y los cocodrilos y Expedición al Amazonas, a los que seguirían muchos otros.

Entre 1993 y 1995 publicó varios libros relacionados a la cultura y a las tradiciones judías. En 1993 recibió la beca Guggenheim para trabajar en su novela El libro de los recuerdos.

Su última novela es El peso de la tentación (2007). En el año 2009 ha pubicado en Madrid Cazadores de Letras, que reúne sus cuatro libros de minificción, y en Buenos Aires, Que tengas una vida interesante, sus cuentos completos. Su más reciente libro de microrrelatos es Fenómenos de circo, publicado en 2011.

RONY VÁSQUEZ GUEVARA (Lima, Perú, 1987). Ha publicado minificciones y ar tículos en diversas revistas. Fue seleccionado por el Diario El Liberal (Santiago del Estero-Argentina) para la colección de escritores latinoamericanos. Ha publicado en 'Los comprimi-dos memorables del siglo XXI. Antología de minicuento' y 'Ficción mínima' (www.ficcionminima.com). Ponente en temas de minificción en diversos congresos nacion-ales e internacionales. Director de la revista Plesiosaurio. Primera revista de ficción breve peruana. Integrante del Seminario de Minificción (UNAM-México) y del Comité Editorial de Internacional Microcuentista (www.revistamicrorrelatos.blogspot.com). Jurado del I Concurso Nacional de Microcuento “Solo 4 – 2011” (Perú) y de Concurso mensual Nº 141 La Marina – Junio 2011 (www.ficticia.com). Miembro de la Asociación Literaria Dr. David Lagmanovich (Argentina) y Miembro Honorario del Grupo Literario Micrópolis (Perú). Organizador de las Jornadas Peruanas de Minificción (2011, 2012 y 2013). Presidente del Coloquio Internacional de Minificción "Homenaje a Dr. David Lagmanovich"(2012). Publicó 'Cuadernillo de pulgas. Colección personal' (Lima, Editorial Micrópolis, 2011), 'Cuaderno de pulgas' (Lima, Pohemia Lux, 2011), 'Circo de pulgas. Minificción peruana. Estudio y antología (1900-2011)' (Lima, Editorial Micrópolis, 2012), 'En pocas palabras. Antología del microcuento liber teño' (La Liber tad, Ediciones OREM, 2012), 'En pocas palabras. Antología del microcuento cajamarquino' (La Liber tad, Ediciones OREM, 2013) y 'Minific-ción peruana. Selección esencial' (Lima, Editorial Micrópolis, 2013). Fundador y Editor de Editorial Micrópolis.

MARCELA RIBADENEIRA (Quito, Ecuador, 1982). Trastornada por el cine y los libros. Formada en Dirección Cinematográfica, ha escrito sobre cine para revistas como Vanguar-dia, Fotograma y Zoom (Ecuador), así como para el periódico Ochoymedio (Ecuador). Ha colaborado con La Comunidad Inconfesable (España) y sus relatos han sido publicados por Editorial El Conejo (Ecuador), Replicante (México) y la antología de cuentos urbanos Micro-quito I.

JUAN PABLO GOÑI CAPURRO (Argentina, 1966) Es escritor, actor y dramaturgo. Publicó “Alejandra”, libro de relatos, y “Amores, utopías y turbulencias” de poesía. Obtuvo varios premios y formó par te de antologías en argentina, España y Estados Unidos. En el año 2012 estrenó su obra “Por la Patria mi General” y está próximo a estrenar “Marquitos, el serenatero”

EFRAÍM BLANCO (México, 1974) Es egresado del Diplomado en Creación literaria de la Escuela de Escritores “Ricardo Garibay” del Estado de Morelos (ICM/SOGEM). Estudió Letras Hispánicas en el CIDHEM. Ha publicado los libros de poesía “El alma de las cosas” e “Imaginando sueños” y los libros de cuento “Estos pequeños monstruos” y “Absurdos”. Sus poemas y cuentos aparecen en diversas antologías. Ganador de la rama de Poesía en los Juegos Florales Cuernavaca 2010 con el texto “Los que amasan la tierra.” Es fundador y director de la editorial independiente Lengua de Diablo. En 2012, es el ganador del XI Premio Nacional de Cuento Juan José Arreola con el libro “Dios en un Volkswagen amarillo”.

BIO GANADORES

EDUARDO ADAMS (Ecuador, 1977). En el 2007 publica el libro de cuentos La mirada del cíclope, como integrante de los talleres del escritor guayaquileño Miguel Donoso Pareja. (Lo que sigue lo puedes eliminar si lo requieres) El cuento La venus impropia, que integra ese volumen, ha sido incluido en las recopilaciones Los invisibles: antología del muy nuevo cuento ecuatoriano y Tiros de gracia.

SERGIO FABIÁN SALINAS SIXTOS (México, 1980). Ingeniero metalúrgico por la Universidad Autónoma Metropolitana. Publicó su primer microrrelato en la edición mexicana de la revista: <<Asimov Ciencia Ficción>> No. 7, No. 9 y No. 12; <<El oscuro retorno del hijo del ¡Nahual!>> No. 7. Últimas publicaciones, en las antologías: Érase una vez… un microcuento (España), Cryptonomikon VI (España), Lectures du Mexique, une anthologie vivante, en la revista digital Penumbria No. 13, Axxón No. 246 y microficciones en los blogs literarios: Quimicamente Impuro y Breves no tan breves. Ganador del cer tamen: Concurso de microrrelato laplayademadrid.es.

ROCÍO CORONA (México, 1983). Egresada en 2011 de la carrera de Diseño en la Univer-sidad Autónoma Metropolitana en la Ciudad de México, con especial gusto por la ilustración. En el año 2009, tomó el curso de Narrativa Audiovisual en la Universidad de Guadalajara, en México y en el año 2012 cursó un Taller de Minificción con Alber to Chimal en la Ciudad de México. Actualmente trabaja en La Matatena, Asociación de Cine para Niñas y Niños, A.C. como asistente y diseñadora freelance.

SUSANA GÓNZALEZ ODIZZIO (Uruguay, 1964). Escritora de innumerables cuentos. Autodidacta con imaginación pero sin títulos académicos que la avalen. Ha par ticipado en varias antologías publicadas internacionalmente por Latin Heritage Foundation en Estados Unidos (2011). Ganadora del Premio Internacional de Pensamiento 2012 que otorga la Cátedra de narración oral y el escritor Francisco Garzón Céspedes. Finalista del concurso Internacional de Cuentos de la editorial GRUPO BENMA en México (2013).

PATRICIA RICHMOND (España, 1972). Licenciada en Psicología y apasionada de las narraciones breves, los microrrelatos y toda clase de experimentos literarios. Muestra de ello es su blog La Puer ta de la Esperanza (patriciarichmond.blogspot.com.es).

GIOVANNI SALVATORE BAYAS (Ecuador, 1990). Egresado de Comunicación Social en la Universidad Casa Grande. Redactor freelancer. Integrante del Taller El Quirófano.

JAVIER VAYÁ (España, 1973). Es escritor y blogger aunque ha desempeñado diversos trabajos ajenos al mundo de la literatura. Apasionado del mundo del cine ha colaborado escribiendo sobre el septimo ar te y literatura en diversos medios digitales como Cinetelia y actualmente en Papel de periódico, Achtungmag, La huella digital o Astrolabium. Publica una columna quincenal de opinión en Entre Tanto Magazine. Desde el 2009 administra el blog Actos invisibles en el que publica relatos, poemas y reflexiones personales. Es autor del libro de relatos Ciudad, todavía inédito.

Sin ellos, ¿qué sería de la ciudad?A los reincidentes: Verónica Coba,Rodrigo Andrade Dessomes, Andrés Ycaza y a Libresa, por la Obras completas de Pablo Palacio.

Al equipo de amigos que levantó la ciudad: Leira Araújo, Gaby Silva, María Or tega, Maricarmen Peré, Mónica Varea, Verónica Mosquera, Annamari de Piérola, Cecilia Ansaldo, María Teresa Vélez, Rommy Moeller, Andrea Nader, Mónica Pazmiño, Susana Vásquez, Michelle Iturralde, Johan Mejía, Mariana Andrade, Billy Navarrete, Yuliana Castelo, Siomara España, Nathalia Torres, Alber to Chimal, Carolina Andrade, Rony Vásquez, Edgar Allan García y Johanna Fabre.

Especialmente agradecida con: Carolina, Max, Luciano y Juan Manuel Koenig.

A los escritores: José Luis Zárate, Katya Adaui, Patricia Esteban Erlés, Edgar Allan García, Zaira Eliette Espinosa, Fernando Iwasaki, Diego Muñoz Valenzuela, Ana María Shúa, Marcela Ribadeneira, Eduardo Varas, Óscar Vela, Lauri García Dueñas, Juan Pablo Goñi Capurro, Efraím Blanco, Eva Campos, Eduardo Adams, Sergio F.S. Sixtos, Rocío Corona, Susana González Odizzio, Patricia Richmond, Giovanni Salva-tore Bayas y Javier Vayá.

Y gracias a Andrés Neuman porque siendo gigante hizo todo lo posible por entrar en la ciudad.

Este libro se terminó de diagramar el día en que la escritora c anadiense Alice Munro ganó el premio Nobel de Literatura 2013.

Alice escribe cuentos.

COLOFÓN