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    CIUDADES EN LA FRONTERA:

     Aproximaciones críticas a loscomplejos urbanos transfronterizos

    Haroldo Dilla Alfonso • Héctor Jaquet • Ricardo Nogueiras.Tito Alegría Olázabal • Sergio Peña • Marion Traub-Werner

    Mario Valero Martínez • Lorenzo López Trigal

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    CIUDADES EN LA FRONTERA Ha sido posible gracias al apoyo de diversas instituciones:Fundación FORDCentro de Investigación Económica para el Caribe (CIECA)Fundación Panamericana para el Desarrollo (PADF)Universidad Iberoamericana (UNIBE)

     Autores:Haroldo Dilla Alfonso (coordinador).Héctor JaquetRicardo Nogueiras.Tito Alegría OlazábalSergio Peña Marion Traub-WernerMario Valero MartínezLorenzo López Trigal

    Diagramación: Yissel Casado / Editora Manatí

    Diseño de portada:Roddy Pérez

    Edición al cuidado de:  Alfredo Prieto y Clarissa Carmona.

    Fotos: Solidaridad Fronteriza Dajabón, Mario Valero, Tito Alegría, Lorenzo LópezRicardo Nogueira, Haroldo Dilla, Héctor Jaquet, Archivo COLEF.

    Impresión: Editora ManatíCalle 37 No. 40, Cristo Rey, Santo Domingo, D. N.Tel./Fax: 809-565-3280 • [email protected] • www.editoramanati.com

    ISBN: 978-9945-8604-2-9

    Derechos reservados:Grupo de Estudios Multidisciplinarios Ciudades y Fronteras .

    Santo Domingo, 2008.

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    Índice

    Presentación ...................................................................................7

    01  Las ciudades en las fronteras: introducción a un debate  HAROLDO DILLA ALFONSO ........................................15

    02  Más allá de la frontera, las fronteras: u na aproximaciónsocioespacial a las situaciones fronterizas de Misiones, Argentina 

      HÉCTOR JAQUET ..........................................................31

    03  Ciudades trasnfronterizas e interdependencia comercialen la frontera   Venezuela / Colombia 

      MARIO VALERO ..............................................................67

    04  Tabatinga: u na ciudad en la frontera de la Amazonia   RICARDO NOGUEIRA ...................................................97

    05  ¿Existen las metrópolis transfronterizas?:el caso de Tijuana / San Diego

      TITO ALEGRÍA OLAZÁBAL .........................................127

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    06  Los complejos urbanos transfronterizos en la frontera

    dominico-haitiana   HAROLDO DILLA ALFONSO ......................................167

    07  La globalización, el libre comercio y la fronterahaitiano-dominicana 

      MARION TRAUBWERNER .........................................205

    08  La situación europea: las relacionestransfronterizas en España 

      LORENZO LÓPEZ TRIGAL ..........................................231

    09  Ciudades y fronteras: Los retos de la planificación transfronteriza 

      SERGIO PEÑA ................................................................263

     AUTORES ................................................................................283

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    Presentación

    E  ste es el resultado de una intensa jornada de trabajo e in-tercambios de una decena de reconocidos especialistas sobre temasurbanos fronterizos, que tuvo lugar en Santo Domingo del 4 al10 de mayo del 2007. Consistió en un taller teórico internacionalcuyas ponencias constituyen los artículos de este libro, la partici-pación de los autores en el curso sobre fronteras internacionales

    que a la sazón desarrollaba Ciudades y Fronteras, la celebraciónde un foro público sobre desarrollo fronterizo y, finalmente, unavisita al siempre subyugante binomio Dajabón/Ouanaminthe enla frontera dominicano-haitiana.

    El taller teórico tuvo como objetivo central discutir el carácterde las aglomeraciones urbanas transfronterizas, un fenómeno cadavez más frecuente en el mundo contemporáneo. Se convocaronexpertos y expertas de México, Estados Unidos, Venezuela, Brasil,

     Argentina, España, República Dominicana y Haití, quienes a suvez provenían de especialidades diferentes. Cada uno fue proveídode un documento que resumía algunas de las conclusiones de lasinvestigaciones desarrolladas por el Grupo Ciudades y Fronterasen lo que hemos denominado los complejos urbanos transfronterizosubicados en la franja fronteriza dominicano-haitiana.

     Además del libro y del enriquecimiento que todos experimen-

    tamos con este intercambio, un resultado clave de este proceso ha

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    sido el inicio de una red de personas interesadas en pensar críti-

    camente el tema de las fronteras, las desigualdades que implicany sus posibles derroteros. Al margen de su diversidad, el grupomostró desde sus inicios una excelente “química” que le permitióhacer transcurrir el programa en un marco de camaradería y dis-frute colectivo.

    La estructura del libro.  Este libro contiene nueve capítulos.Cada uno constituye un estudio independiente y siete se dedicana ciudades y situaciones fronterizas, una en Europa y el resto en

     América Latina. Han sido elaborados por sociólogos, antropólo-gos, economistas, geógrafos, politólogos e historiadores, por lo quea la pluralidad de situaciones se suma la de perfiles profesionalesy estilos narrativos.

    Dejando fuera de este recuento a la introducción, el primerartículo lo firma el antropólogo argentino Héctor Jaquet, profe-sor de la Universidad Nacional de Misiones. Su objetivo centralpersigue revalidar la “dimensión sociocultural” en los análisis defronteras, lo que constituye una razonable aspiración del autoren los procesos de integración. De acuerdo con Jaquet, la ca-rencia de esta perspectiva ha implicado el paradójico resultadode que los procesos de integración al calor del MERCOSURhan entorpecido los procesos de relaciones transfronterizas, enla medida en que se ha tratado de una integración “de primera”contra las prácticas tradicionales consideradas “de segunda”. Su

    propuesta de evaluar el espacio fronterizo desde la complejidad– es decir, como un lugar donde coexisten mezclas y separacio-nes, alianzas y conflictos–, es recreada en el estudio concretode tres espacios de fronteras, dos de ellos altamente urbaniza-dos: Posadas/Encarnación, la polémica triple frontera (Foz deIguazú/Puerto Iguazú/Ciudad del Este) y el desolado paso deParaíso/Puerto Rosales. Narradas en un estilo grácil, estas cró-nicas ofrecen importantes pistas para nuevas hipótesis y análisis

    comparados, como es el caso muy marcado de la evaluación de

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    las actitudes y percepciones de los habitantes de las ciudadessobre sus vecinos.

    El segundo artículo está a cargo de un reconocido especialistavenezolano, Mario Valero, y se dedica en particular a analizar el ejetransfronterizo de Cúcuta/San Cristóbal en el borde colombiano-

    venezolano. Para Valero, los flujos de contactos transfronterizos–económicos, culturales, políticos, etc.– se organizan en torno auna red territorial dominada por diferentes centros urbanos y queconstituye lo que denomina un “subsistema urbano transfronte-rizo”. Desde este ángulo, Valero centra su interés en el papel delcomercio transfronterizo como articulador territorial y condicio-nador de una serie de comportamientos del tejido social urbano,al mismo tiempo en que presta una pormenorizada atención al rol

    de los diferenciales de precios en este comercio.

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    El tercer artículo lo escribió el profesor de la Universidad

    de Manaus Ricardo Nogueira, y se refiere al caso muy peculiardel complejo Tabatinga/Puerto Leticia, dos ciudades amazóni-cas pertenecientes a Brasil y Colombia, respectivamente, con eldoble estatus de fronterizas y ribereñas, lo cual ha condicionadosus desarrollos. Lo novedoso de este texto radica en la explica-ción sobre la manera como las prácticas sociales, en contextosde aislamientos relativos de sus espacios nacionales, han llevadoa estas ciudades a funcionar como un solo mercado y, de hecho,

    como una sola sociedad local. Sus habitantes han sido capacesde aprovechar las oportunidades de cada lado en función de re-producir sus propias vidas. Debe anotarse, sin embargo, que laingenua complicidad de estas dos urbes implica que las fronterasnacionales se han trasladado hacia los puntos de contactos de lasciudades con los espacios nacionales, y en particular hacia losaeropuertos.

    El tipo de relación entre dos ciudades paradigmáticas de la

    frontera México/Estados Unidos –Tijuana y San Diego– se analizaen un capítulo elaborado por Tito Alegría, del Colegio de la Fron-tera Norte de Tijuana. El artículo constituye una reacción teóricaa las propuestas “integracionistas” que han percibido el surgimien-to de metrópolis transfronterizas, usualmente designadas con elcandoroso epíteto de “ciudades gemelas”. Alegría produce una ar-gumentación rica y detallada acerca de las relaciones (o divorcios)entre ambas ciudades, que aunque referidas a este binomio, pudie-

    ran ser extendidas, según la lógica del autor, a otras urbes de estafrontera. Para él, aun asumiendo múltiples relaciones de interde-pendencia, estas ciudades no constituyen un sistema y deben versecomo partes separadas por la desigualdad, en la misma medida enque “las condiciones que permiten la reproducción del sistema nooperan indistintamente en ambos lados”.

    En su artículo sobre los denominados complejos urbanos trans-

     fronterizos, Haroldo Dilla, de Ciudades y Fronteras, revisa la situa-

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    ción de cuatro pares de urbes fuertemente interdependientes en la

    frontera dominicano-haitiana. Sugiere que estas aglomeraciones síconstituyen sistemas, solo que se basan en una relación jerárquicaconflictiva articulada a corredores y regiones económicas trans-fronterizas, y que generan una percepción mutua utilitaria. Deacuerdo con el autor, uno de los aspectos que han influido másfuertemente en este comportamiento es el carácter fragmentadoy relativamente reciente de la apertura fronteriza, encabezada porel mercado en medio de un fuerte vacío de políticas públicas y de

    acción comunitaria.La contribución de Marion Traub Werner se apoya en los es-

    tudios doctorales que ha realizado durante meses en la zona francaindustrial de Codeví, en la ciudad fronteriza haitiana de Ouana-minthe. Además de ofrecer una interesante descripción de toda lagama de conflictos que precedieron y han acompañado a la ins-talación de esta zona franca, realiza penetrantes análisis sobre elsignificado transnacional de estos procesos. Aun cuando no es su

    objetivo analizar el proceso urbano (Dajabón apenas se mencio-na), la discusión que nos ofrece ayuda significativamente a esclare-cer la forma como se construyen estos espacios transfronterizos, yen particular los relacionamientos urbanos.

    El artículo de López Trigal, profesor de la Universidad deLeón y reconocido experto en temas fronterizos de la penínsulaibérica, constituye un análisis de diversas situaciones fronterizas

    que enfrenta Europa en su proceso de integración y creación delespacio Schengen, y que, siguiendo al autor, al mismo tiempo quedifumina los bordes internos mediante vigorosas políticas de pro-visión de recursos y de “buenas prácticas de cooperación trans-fronteriza”, endurece los bordes externos. Estas últimas se estudianen el caso específico de España/Maruecos (plataforma de las Ca-narias, Gibraltar y el Mar de Alborán), mientras que las fronterasinternas se abordan en dos variantes: la frontera pirenaica y la poco

    desarrollada frontera hispano-portuguesa.

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    El último artículo es una valiosa contribución del profesor

    Sergio Peña, de la Universidad de Texas en el Paso. Se inicia mos-trando algunas aproximaciones empíricas realizadas por el autorsobre las ciudades ubicadas en zonas fronterizas, y en particu-lar lo que denomina “conurbaciones transfronterizas”. Si bienlos resultados son aún muy preliminares e incompletos, como elpropio Peña señala, sirven para destacar que se está en presenciade un fenómeno social creciente que induce a pensar en la nece-sidad de una “planificación transfronteriza”, tal y como sugiere

    Peña. Agradecimientos. Tanto el taller como el resto del programa

    fue posible gracias al apoyo de varias organizaciones.

     Ante todo, habría que agradecer a la Fundación Ford, y enella a Cristina Eguizábal, el apoyo decisivo para la ejecución de latotalidad de este programa académico y haberlo hecho con unaalta profesionalidad, comprensión y respeto.

    De igual manera, fue importante el apoyo de la FundaciónPanamericana para el Desarrollo (PADF) y de su director DanielO’Neil, quienes nos acompañaron en varias actividades y auxilia-ron en las coordinaciones.

    También colaboraron, directa o indirectamente, organizacio-nes como la Oficina del Ordenador Nacional para los Fondos Eu-ropeos para el Desarrollo (ONFED), Plan Internacional, la Agen-cia de Cooperación Técnica Alemana (GTZ) y Aide et Action,

    todas las cuales (junto a PADF) fueron apoyos principales para larealización del curso sobre fronteras internacionales.

    Dos organizaciones académicas prestaron su apoyo: el Centropara la Investigación Económica para el Caribe (CIECA) y la Uni-versidad Iberoamericana (UNIBE). La primera ha sido un firmeacompañante en nuestras actividades y una “incubadora” solidariapara una organización joven como Ciudades y Fronteras. Por su

    parte, la segunda fue una auspiciadora inestimable, al brindar sus

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    acogedoras instalaciones para las actividades y facilitar la atención

    de sus profesores especialistas.También merece mencionarse la participación inicial en este

    esfuerzo investigativo en la frontera del National Center for Com-petence on Research (NCCR) y de la Escuela Politécnica Federalde Lausana (EPFL) ambos de Suiza, así como de la Universi-dad de McGill y del International Development Research Centre(IDRC), de Canadá.

    Dos personas participaron como ponentes en el taller, aunqueno pudieron enviar sus textos a tiempo. La primera fue la geógra-fa haitiana Dominique Mathon, quien hizo importantes aportesacerca de la naturaleza de las ciudades haitianas fronterizas, y enparticular sobre Ouanaminthe. La segunda, la abogada domini-cana Sobeida de Jesús, quien hizo una presentación sobre las per-cepciones mutuas en la frontera dominicano-haitiana. Al mismotiempo, Sobeida constituyó una pieza clave en la organización deltaller y del programa de trabajo. Gracias a su experiencia y profe-sionalidad, el taller rebasó el perfil estrictamente académico y que-dó como un momento en el desarrollo de los estudios fronterizosen el país. A ella, nuestro particular agradecimiento.

    El apoyo de Clarisa Carmona, asistente de Ciudades y Fron-teras, fue vital en la siempre tempestuosa carrera final que un libroimplica.

    Finalmente, queremos dedicar este libro a un futuro en que

    Roze, la joven funcionaria brasileña de aduanas que nos describe Jaquet, no se sienta obligada a detenerse a mitad del puente deso-lado para recordar a todos y a ella misma la existencia de una fron-tera separando a dos mundos. A ese futuro sin fronteras, animadopor el bienestar de las mayorías, la cooperación y la solidaridad, vadirigido este modesto esfuerzo intelectual.

    Grupo de Estudios Multidisciplinarios

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    Las ciudades en las fronteras:introducción a un debate

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    E  n su motivador artículo en este mismo libro, SergioPeña alerta sobre un hecho empíricamente verificable: la crecienteimportancia de las aglomeraciones urbanas que sobrepasan lími-tes nacionales. Según el autor –en un conteo preliminar siempreinexacto, pero muy sugerente–, estamos hablando de unos nuevecentenares de ciudades con alguna connotación fronteriza, y unos37 pares de ciudades que constituirían aglomeraciones urbanas decarácter binacional, lo cual él llama “conurbaciones transfronteri-zas”. Si tenemos en cuenta que los límites internacionales han sidousualmente trazados a lo largo de grandes corrientes o depósitosacuíferos (lo que se acostumbraba a llamar “límites naturales”), ha-bría que reconocer que esta urbanización ocurre sobre recursos na-turales valiosos y escasos, y por lo regular en contextos legales muyprecarios, razones más que suficientes para creer que el problemaseguirá adquiriendo importancia y exigirá una mayor atención defuncionarios, técnicos y académicos.

    La extensión de este fenómeno urbano está ligada en lo fun-

    damental (aunque no únicamente) a lo que Jessop (2003) ha de-nominado un proceso de “reescalamiento económico”, resultadodel agotamiento parcial de la escala nacional. Y, en consecuencia,a una refuncionalización de las fronteras, consistente, por un lado,en una redefinición de sus roles en los procesos de reproduccióncapitalista y, por otro, en la propia incorporación de las franjasfronterizas a los procesos de acumulación a escalas bi/multinacio-nal a partir de varias oportunidades de gran valor para el capital,

    en sus diferentes niveles.

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    Esta última consideración resulta de vital importancia para

    entender el sentido del debate que tiene lugar en este libro.Hasta hace pocas décadas las franjas fronterizas habían resul-

    tado “confines” de los espacios nacionales, marginadas y afecta-das por sus desventajas en términos de economía de escala. Suincorporación a la dinámica de la acumulación a ambos lados delos bordes ha constituido un “arreglo espacial” muy particular yactuado como un proceso de revalorización de nuevos territoriosy regiones tradicionales. Siguiendo a Harvey (1990), ello ocurre

    mediante la ampliación de la frontera económica y exportandocapital/dinero, mercancías y capacidades productivas a las regionesrecién incorporadas.

    Ha de tomarse nota de que las franjas fronterizas incorporadastienen la singular cualidad de ofrecer al capital ventajas compara-tivas diferentes en cada lado del borde, cuyos usos combinadospueden generar escenarios particularmente provechosos para laacumulación mediante la generación de cuotas de plusvalía ex-traordinaria. Este sería el caso, por ejemplo, de las diferencias fis-cales, regulativas y de precios que articulan una gama muy ampliade ganancias diferenciales. Y de manera aún más destacada, el usoque el capital puede otorgar a las institucionalidades difuminadaspropias de toda frontera, un contexto en que estas, como anotabaBauman (2004), más que dar cuenta de una realidad, son una de-claración de intenciones.

    Es en este sentido que percibimos a las aglomeraciones urba-nas transfronterizas como piezas de corredores y regiones de igualsignos, que funcionan como ejes de producción y circulación demercancías y cuyas reproducciones son, fundamentalmente, de-pendientes de la relación transfronteriza/binacional.

    Las observaciones del fenómeno urbano transfronterizo handado lugar a una extensa tipología que habla –entre otros térmi-nos– de “ciudades gemelas” (Arreola, 1996), “ciudades binacio-

    nales” (Ehelers y Buursink, 2000; Ehelers, Buursink y Boekema,

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    2001), “metrópolis transfronterizas” (Herzog, 1992), “sistemas

    metropolitanos binacionales” (Urdaneta, 2002), “ciudades trans-fronterizas” (Valero, 2004) y “complejos urbanos transfronterizos”(Dilla, 2007). Sin embargo, en la mayoría de los casos estos térmi-nos –y otros que omito– han sido solo denominaciones sin impli-caciones conceptuales. En consecuencia, prefiero detenerme en lostres que han intentado un margen conceptual mayor.

    El primero de ellos es el de “ciudades binacionales”, elaboradoen el Centro de Estudios Fronterizos (Centre for Border Research)

    de la Universidad de Nijmegen, Holanda, fuertemente anclado enla experiencia europea. Para estos autores, la existencia de una ciu-dad binacional implica “además de la adyacencia, un sentimientode pertenencia mutua” (Ehelers, Buursink y Boekema, 2001, p. 1)y es el resultado de una secuencia de fases integrativas –física, decomportamiento, organizacional y político-administrativa– queconduce al reconocimiento por las autoridades locales de unaagenda común, aun cuando pueda tener perfiles conflictivos.

    Como el lector podrá asumir, la definición previa, así comoel proceso de evolución que anuncia, están severamente limita-dos a la experiencia europea. Los procesos que estudian la fusiónde ciudades europeas –sobre todo de Herzogenrath (Alemania) yKerkrade (Holanda), consideradas el caso paradigmático– se re-fieren a enclaves urbanos adyacentes con niveles de bienestar muysimilares. Y sus fusiones han sido motivadas más por los progra-

    mas financieros destinados a estos fines, en el marco de la UniónEuropea, que por sentimientos de pertenencia.

    El concepto de “metrópolis transfronterizas” de Herzog(1992), empleado in extenso por los estudios fronterizos norteame-ricanos, implica un nivel de complejidad sustancialmente mayorque el antes mencionado. Alude a “un dominio espacial funcional”cohesionado por “actividades cotidianas, compartición de recursosnaturales y de un medio ambiente, y la existencia de un mercado

    laboral y de bienes que sobrepasa el límite político” (p. 140), de

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    LAS CIUDADES EN LAS FRONTERAS: INTRODUCCIÓN A UN DEBATE

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    manera que, según Herzog, “las ciudades fronterizas han resultado

    tan conectadas funcionalmente, que sus futuros están ineludible-mente ligados, independientemente de si los gobiernos nacionalespueden establecer procedimientos formales para incidir en los pro-blemas fronterizos” (p. 61).

    Esta formulación, que en varios sentidos ha tenido una fuer-te y positiva influencia en los estudios fronterizos urbanos en lafrontera norteamericano-mexicana, contiene sin embargo una li-mitante teórica común a buena parte de estos estudios. Se trata

    de un reconocimiento muy superficial de los reales vínculos entreambos lados de la frontera, sus contradicciones y las diferencias es-tructurales de las partes, lo que Herzog refiere, simplemente, comodiferencias emanadas de la relación entre un norte postindustrial yun sur en proceso de industrialización. Por consiguiente, omite elcontenido de dominación/subordinación intrínseco en este con-tacto transfronterizo.

     Justamente frente a esta corriente de análisis “integracio-nista” se produce una vigorosa reacción de Tito Alegría. En sudocumentado y riguroso estudio, niega la existencia de una me-trópoli, porque no existen mecanismos comunes de regulación;al mismo tiempo, enumera una serie de fracturas –idiomáticas,culturales, sociales, mercantiles, etc.– que marcan las relacionesentre las dos ciudades estudiadas. De aquí, concluye, no es po-sible reconocer la existencia de sistemas transfronterizos hasta

    tanto no cambien las condiciones de inequidad características deesa frontera.

     Al margen de análisis específicos sobre la relación Tijuana/San Diego (en realidad dos de las ciudades “pares” que guardanuna mayor distancia estructural en la frontera México/EstadosUnidos), la reticencia de Alegría para aceptar la idea de sistemasurbanos transfronterizos –no importa ahora la denominación– sesustenta en tres supuestos que merecen ser comentados solo para

    aportar otros perfiles a la polémica:

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    • El primero es el propio concepto de sistema que el autor ma-

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    • En segundo lugar, Alegría contrapone la realidad que des-cribe a un escenario imaginado donde prima una fusiónequitativa, de alguna manera similar a la narrada por LópezTrigal en su artículo, pero absolutamente peculiar de laexperiencia europea. Y desde esta perspectiva, asume comouna desviación lo que constituye una práctica común: lasinterdependencias transfronterizas marcadas por la asime-tría de vulnerabilidades, el intercambio desigual y las aper-

    turas fragmentadas.• Por último, algunas de las principales objeciones de Alegría

    a considerar esta aglomeración como un sistema resultanperfectamente identificables en cualquier ciudad dentro deun mismo espacio nacional. Factores como la diversidad deprácticas sociales, la coexistencia de códigos de comunica-ción diferentes, la fragmentación de los mercados e incluso

    la inexistencia de un mecanismo único de gobierno sonvisibles en muchas ciudades latinoamericanas, e incluso enlas notablemente desarrolladas, pero forjadas como capita-les de federaciones y ubicadas en puntos de fronteras inter-nas, como los casos de Ottawa (y su contraparte Hull) y elpropio Washington DC en su relación con los condadoscolindantes de Virginia.

     Aunque la idea de la existencia de sistemas transfronterizos

    parece ser aceptada por otros autores –Peña, Valero, Nogueira–

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    LAS CIUDADES EN LAS FRONTERAS: INTRODUCCIÓN A UN DEBATE

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    solo mi artículo se detiene en el tema y trata de ofrecer una serie

    de indicadores para medir el fenómeno. En particular, el conceptoque aquí presento y que sirvió de dato de convocatoria para eltaller teórico, es el de complejos urbanos transfronterizos   (CUT ),entendidos como parte de las regiones y corredores –y por con-siguiente como subsistemas insertos en sistemas de redes urbanasmás amplias– que cumplen roles específicos de acuerdo con el tipode región y asumen la desigualdad de la relación transfronteriza.Los CUT, por consiguiente, se definen como sistemas complejos y

    contradictorios a partir de seis indicadores:• Cercanía geográfica de ambos centros urbanos, lo suficien-

    te como para compartir un mismo espacio ambiental y unaserie de recursos naturales vitales para las ciudades. Ello noimplica, necesariamente, adyacencia en sentido estricto.

    • Reproducción económica interdependiente, de modo quelas actividades primarias de cada ciudad se derivan de larelación con la otra. La interdependencia revela diferen-tes intensidades de sensibilidad y vulnerabilidad, así comotransferencias netas de plusvalor de una parte a la otra.

    • Existencia de relaciones sociales primarias intensas entrelos pobladores de ambas ciudades.

    • Compartición, formal o informal, de servicios comerciales,sociales, religiosos, lúdicos, culturales, etc.

    • Relaciones institucionales formales, desde el Estado y lasociedad civil.

    • Percepción compartida de necesidad mutua, lo cual no ex-cluye la existencia de representaciones negativas –racistas,chovinistas, etc.– del otro.

    Pero la propuesta de los CUT es aún un intento incipientede conceptualización que debe revisarse al calor de las ideas verti-das en los debates. Probablemente sería necesario hurgar un poco

    entre los viejos sentidos de la sociedad (gesellschaft) y de la co-

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    munidad (gemeinschaft) para captar la diversidad de situaciones,

    complementariedades y oposiciones que surgen en estos sistemascomplejos, más cimentados en exigencias económicas y técnicasque en mitologías compartidas.

    De cualquier manera, la discusión aquí planteada tiene unarelevancia práctica crucial, porque si aceptáramos niveles suficien-tes de interdependencia como para hablar de un sistema (y porconsiguiente de un solo proceso de intermediación urbana), esta-ríamos admitiendo que la gobernabilidad de estas aglomeraciones

    urbanas requiere crecientemente formas conjuntas de planifica-ción y gestión.

    La gobernabilidad de las aglomeraciones. La totalidad de lostextos aquí reunidos argumentan la precariedad de los mecanismosde coordinación y planificación binacionales de cara a los retos dela zonas fronterizas. Sin embargo, las referencias a estos procesosson muy tangenciales, y en todos los casos se dirigen a analizar losprocesos “locales” (públicos o privados) de concertación.

    Peña, por ejemplo, argumenta que si bien una buena parte delos arreglos que producen gestión pública en las fronteras se apo-yan en concertaciones informales (primarias) y dictadas por usos ycostumbres, este es un mecanismo eficiente cuando se refiere a frag-mentos locales de fronteras sin grandes movimientos comerciales ode capitales y escasas poblaciones, como es el caso muy marcado dela experiencia de Tabatinga /Leticia, explicada por Nogueira, o de

    actividades subordinadas de fuerte impacto local (pero de menorrelevancia “internacional”) como los flujos comerciales informalesen la frontera venezolano-colombiana (Valero) o la dominicano-hai-tiana. De aquí que la planificación se plantee como un proceso decreación y maduración institucional, un sesgo que –desde mi puntode vista– resulta excesivamente “institucionalista”, pero sin dudas unbuen punto de partida para discernir sobre el tema.

    Otros autores reflejan en sus artículos la relevancia de estas

    coordinaciones institucionales. Un caso sobremanera interesante

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    LAS CIUDADES EN LAS FRONTERAS: INTRODUCCIÓN A UN DEBATE

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    es el de López Trigal y su narración sobre las concertaciones trans-

    fronterizas que han tenido lugar en la raya hispano-portuguesa(un lugar pobre y deficitario en términos infraestructurales) comoes el caso la Asociación de Municipios Ribereños del Duero (Pro-grama Terra). Pero se trata de un argumento que también encon-tramos en Jaquet, Nogueira, Werner y Valero, sea para describirlogros o déficits.

    Sin embargo es interesante también anotar –y esto pudiera re-flejar el estadio actual de las investigaciones al respecto– la parque-

    dad de referencias al sentido multinivel de la gobernabilidad trans-fronteriza, y en particular a aquel piso que Brunet-Jailly (2005)ha descrito como la “gobernabilidad vertical”. Sin lugar a dudas,el estudio de las fronteras regionales, así como de las aglomera-ciones transfronterizas, tendrá que prestar especial atención a losacuerdos y normas internacionales en temas como las migracionesy los derechos humanos, el empleo de los recursos según requisi-tos ambientales, las campañas contra el terrorismo, la represión al

    narcotráfico, etc.Uno de los aportes más significativos de Jaquet, por ejemplo,

    es la ya mencionada explicación de cómo el acuerdo de integraciónMERCOSUR ha restringido las prácticas sociales transfronterizas,incluso las comerciales, en la medida en que ha sido una típica in-tegración vertical que no ha tomado en cuenta eso que el autor lla-ma la dimensión sociocultural  de la relación transfronteriza, un dato

    para nada secundario si se considera que en diversos contextos, yde manera muy marcada en la frontera dominicano-haitiana, seaboga con vehemencia por un acuerdo de esta naturaleza comouna forma de eliminar las arbitrariedades y las incertidumbres delos actuales mercados.

    De cualquier manera, hay un punto donde la mayoría de losautores parecen converger: la necesidad de la planificación trans-fronteriza va íntimamente de la mano con un rol más decidido del

    Estado. De hecho, la inexistencia de un mecanismo de regulación

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    transfronteriza es uno de los argumentos principales de Alegría

    para discutir la inexistencia de un sistema transfronterizo y, enconsecuencia, para resaltar la desigualdad en la relación urbanatransfronteriza. No es difícil percatarse de que muchas de las in-equidades y consecuencias negativas que Warner advierte en la re-lación entre la zona franca dominicana y la población haitiana deOuanaminthe, constituyen el resultado de la debilidad del Estadohaitiano y de la casi total ausencia de acuerdos bilaterales en esafrontera.

    Uno de los artículos más sugerentes al respecto es el de MarioValero. Describe un tipo de actividad comercial vital para las co-munidades fronterizas en el complejo San Cristóbal/Cúcuta, peroperturbado por las continuas fluctuaciones de los tipos de cambiosmonetarios. Estos cambios, determinados por las políticas econó-micas de los centros, han implicado sucesivos desarraigos y reim-plantaciones de los mercados, con la consiguiente destrucción defuerzas productivas y la emergencia de un clima de inestabilidad

    lesivo para la programación del desarrollo.En determinados contextos, como sugiere Nogueira, la ges-

    tión urbana transfronteriza no puede desentenderse de un fe-nómeno histórico previo a los Estados coloniales/nacionales yal surgimiento de las fronteras. Se trata de la existencia de co-munidades fraccionadas por esas fronteras, cuyas identidadesparticulares solo podrán revalorizarse por encima de aquellas.

     Y seguramente pudiéramos extender este juicio a la formaciónde comunidades transfronterizas en etapas iniciales de  fronteras porosas, fuertemente violentadas por los trazados geopolíticosposteriores e incluso –como apunta Jaquet– por los acuerdos in-tegracionistas “desde arriba”. Un hecho trágico como la masacrede haitianos por las hordas trujillistas en 1937, en RepúblicaDominicana, es un ejemplo extremo de los costos humanos ysociales de la negación de estas configuraciones socioculturales

    específicas.

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    Los procesos urbanos transfronterizos aquí analizados son

    el resultado de la confluencia de actores diversos en el mercado(estrategias de acumulación), el Estado (políticas públicas) y lascomunidades (prácticas sociales). En algunos casos, como es no-table en el texto de Marion Warner, la ausencia de una regulaciónestatal pone al descubierto los aspectos más depredatorios de laacción mercantil en estos complejos urbanos transfronterizos, sinque la acción de las comunidades pueda contrarrestarlos de ma-nera efectiva. Pero en otros, la acción combinada del mercado y

    el Estado en grandes proyectos integracionistas puede echar portierra construcciones sociohistóricas vitales para la sobrevivenciade estas aglomeraciones binacionales.

    Una nota final: las fronteras en el Caribe. Aunque los cari-beños insulares –con la especial excepción de los dominicanos ylos haitianos, con su isla compartida– jurarían de todo corazónque nunca han vivido en una frontera, en realidad siempre lohan hecho. El Caribe ha sido y sigue siendo un lugar cruzado de

    fronteras y situaciones fronterizas, bien por aquellas razones im-periales que en algún momento nos explicó Juan Bosch (1990)o por constituir un parteaguas en los nuevos conceptos de laseguridad norteamericana (García Muñiz y Rodríguez Beruff,2000). Por ello, este debate debe resultar altamente ilustrativopara estas sociedades.

    Para República Dominicana y Haití, los análisis que aquí se

    producen abordan situaciones similares a las afrontadas en sus dile-mas fronterizos. Por consiguiente, no son tan particulares y únicos,como han sido históricamente presentados, sea por desconocimientode otras experiencias o por simple manipulación ideológica desde losatrincheramientos nacionalistas. De estos estudios es posible conocerintentos de soluciones de problemas, concertaciones, acciones, etc.que han eliminado –o al menos hecho manejables– muchos obstá-culos. Y, por supuesto, también sugieren cómo evitar caminos muy

    costosos, aun cuando estén empedrados de buenas voluntades.

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     Al mismo tiempo, estas reflexiones nos invitan a pensar las

    fronteras internacionales del Caribe en otra dimensión, como bor-des distantes que pueden poner en contacto, y a la vez separar,socio-espacios no contiguos y, con ello, a distinguir flujos intensosde intercambio de significados netamente transfronterizos.

    Con el objetivo de colocar algunos ejemplos para la discusión,pudiera mencionar la relación existente entre el este dominicanoy Puerto Rico, de manera que el primero aparece como un lugarde paso muy importante de bienes y personas que se dirigen a la

    vecina isla con el mismo propósito de realizarse como mercan-cías. No existen estudios sobre la incidencia local de esta relacióntransfronteriza; pero no es difícil prever que es vital para el estedominicano, y en no menor medida para determinados circuitosde acumulación en Puerto Rico.

    Otro caso pudiera ser la relación entre el oriente cubano yHaití, y en particular de algunas ciudades cubanas como Guan-tánamo, donde viven numerosos descendientes de la inmigraciónhaitiana a la isla. Si se produjera algún tipo de liberalización eco-nómica en Cuba –un rol mayor del mercado, más espacio parainiciativas individuales y locales en la esfera económica, etc.–, esprobable que se abran relaciones migratorias y comerciales másestrechas entre ambas partes, y en particular entre el nordestehaitiano (Port de Paix, Cabo Haitiano, Gonaives) y el suroestecubano (Guantánamo, Santiago de Cuba y Bayamo). En la mis-

    ma medida en que el nordeste haitiano experimenta un procesode inclusión en una zona económica binacional hegemonizadapor Santiago de los Caballeros, en República Dominicana (Dillay De Jesús, 2007), se pudiera imaginar el enlazamiento de partesde los tres países, con la consiguiente conformación de situacio-nes y comportamientos fronterizos como los analizados en estelibro. Se trataría de una triple frontera en una región insular,que de hecho constituye un corredor ambiental perfectamente

    delimitado (Sánchez, 2007).

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    Finalmente, y aún más significativo por las dimensiones en

     juego, habría que pensar en el futuro el énfasis de la condiciónfronteriza que hoy ostentan La Habana y Miami. De hecho, apesar de las fuertes rivalidades políticas dadas por sus contextosnacionales, ambas han sido ciudades eminentemente fronterizasque han intercambiado recursos humanos, servicios, mercancíasy dinero, en una suerte de relación desigual favorable a Miamien términos netos. Cualquier normalización de las relaciones en-tre Cuba y los Estados Unidos produciría una refuncionalización

    de esta frontera y un mayor acercamiento –siempre contradicto-rio– de ambas urbes, lo cual cambiaría muchas coordenadas parainterpretar la dinámica económica del Caribe en relación con losEstados Unidos.

    Los resultados futuros de estos desarrollos dependerán, enbuena medida, de las políticas que hoy seamos capaces de diseñar yaplicar, siempre convencidos, como todos los autores de este libro,de que tratamos de sociedades muy complejas cuyos problemas no

    resisten soluciones simples.

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    Perspective”, Geopolitics, no. 10, pp. 633-649.

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    visión de las fronteras , Editora Búho, Santo Domingo, pp. 105-126.Valero, Mario (2004), “Ciudad y fronteras”, en revista  Aldea Mundo, no. 

    17, CEFI-ULA, pp. 120-144.

     

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    Más allá de la frontera, las fronteras:Una aproximación socioespacial

    a las situaciones fronterizasde Misiones, Argentina 

    HÉCTOR JAQUET

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    D   esde hace poco más de veinte años, las fronteras inter-nacionales de América Latina han cobrado mayor nitidez episte-mológica para las ciencias sociales, y se ha consolidado un campode estudio en torno a las problemáticas relacionadas con ellas. Susresultados siguen despertando el interés y el debate entre los espe-cialistas.

    Un nuevo giro hacia a las fronteras. En parte motivados porlos procesos de eliminación de las fronteras aduaneras en Europa(Unión Europea, UE) y en parte por la réplica integracionista ini-

    ciada en América Latina a fines del siglo , los estudios sobre lasfronteras se revelaron potencialmente fructíferos para pensar lasrealidades del continente. El proceso de integración económica–que en Sudamérica tiene en el MERCOSUR su máxima crista-lización–, fue acompañado de retóricas que postulaban eliminarlas fronteras aduaneras y, con ellas, auspiciar la “unión natural”y automática de los pueblos a partir de la reivindicación de unacultura en común. Lo cierto es que la integración económica con-

    ducida por las políticas de los gobiernos neoliberales reforzó lasasimetrías y desigualdades entre los países, en tanto que la “unión”de los pueblos resultó contradicha por las fricciones suscitadas enel ámbito de las culturas nacionales. Por ello, un nutrido númerode científicos sociales advirtieron la necesidad de considerar ladimensión sociocultural de la integración y señalaron los riesgosde reducir la comprensión de los fenómenos integracionistas alplano exclusivamente económico. Este debate no resultó ajeno

    al que se libraba respecto a la transformación del capitalismo, la

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    cultura, la globalización y el papel de los Estados-naciones en el

    mundo contemporáneo.Las zonas de fronteras internacionales de América Latina se

    convirtieron en foco de atención de las disciplinas sociales. Seles conceptualizó como lugares privilegiados para observar lastensiones provocadas por estos cambios y evaluar en qué medidala integración era posible. Esta atención a los espacios fronteri-zos implicó, de alguna manera, un giro inédito en la reflexiónsobre la realidad latinoamericana: el tratamiento de la periferia

    como centro. Las fronteras habían sido espacios marginales paralos Estados y secundarios para el conocimiento hegemónico. Loque hoy sucede en algunas fronteras de América Latina empiezaa ser relevante para los Estados, las agencias humanitarias inter-nacionales, los poderes hegemónicos mundiales y los intelec-tuales nativos y foráneos. La variedad de situaciones fronterizasen América Latina no impide reconocer que algunas zonas defrontera tienen hoy mayor relevancia estratégica para la acción

    de los poderes y para el pensamiento científico (Lugo, 2003;Levy, 2006).

    Las fronteras desde la perspectiva sociocultural. Los estudiosde este carácter sobre las fronteras en América Latina pueden sin-tetizarse –con el riesgo de generalidad que implica todo intento deesquematización– en dos enfoques antagónicos:

    • Aquellos que intentan mostrar los efectos materiales y sim-bólicos que implicó la fijación del límite concreto de losEstados-naciones: las fronteras siguen siendo así barrerasarancelarias, migratorias e identitarias infranqueables. Es-tos enfoques priorizan los conflictos y las asimetrías entresistemas diversos que interactúan en la frontera y, llevadosal extremo, argumentan la imposibilidad de que se confor-men sistemas culturales transfronterizos comunes (Grim-

    son, 2000).

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    • Aquellos que tratan de mostrar cómo, a pesar que los

    Estados-naciones tratan de imponer a la frontera políticacomo criterio de división cultural, existen muchos circuitosde intercambios, códigos e historias compartidos entre laspoblaciones de ambos lados de las fronteras. Llevados alextremo, confían en la desaparición de las fronteras políticasy de las naciones, en una comunicación “sin fronteras”y en la globalización como proceso de uniformización;en algunos casos, llegan a postular como una esencia la

    “hermandad” de los pueblos (Clementi, 1987). Muchosde los autores incluidos en esta perspectiva, priorizan laarmonía y las constancias, a pesar de las asimetrías y lasdesigualdades existentes.

    Finalmente, existe una serie de trabajos que implicarían unatercera perspectiva, superadora de las anteriores. Se trata de losque plantean el espacio fronterizo desde la complejidad, dondees posible encontrar articulaciones y contradicciones: fenómenos

    de mezcla cultural (hibridación), alianzas, pero también conflictosocial y político (García Canclini, 2001). Situados en este punto,se revela la complejidad de los fenómenos fronterizos y la impo-sibilidad de ser aprehendidos desde una sola perspectiva. Por estarazón, los espacios de fronteras internacionales merecen aún unmayor tratamiento como estudios de casos .

    Desde el punto de vista socioantropológico, no puede escin-

    dirse la doble naturaleza de la frontera. Esta es, simultáneamente,un objeto/concepto (en tanto realidad anclada en lo físico/en loterritorial) y un concepto/metáfora (en tanto realidad construi-da cultural y simbólicamente). Desde este mismo punto de vista,como lo han señalado otros autores, la frontera ha devenido ellamisma un concepto clave en los relatos y explicaciones de los pro-cesos culturales contemporáneos (Michaelsen y Johnson, 2003).La posición articuladora de la frontera como objeto fisico y como

    metáfora   no constituye el resultado de una visión complaciente

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    con el mero reconocimiento de la complejidad de los fenómenos

    fronterizos, sino más bien un enfoque que ya no puede eludir laobservancia de los fenómenos de complementación, ni los de con-tradicción y conflicto que hacen a las fronteras, como tampoco elmodo como ambos tipos de fenómenos se tensionan en la diversi-dad de fronteras internacionales existentes.

    Una visión antropológica que entienda los procesos sociocul-turales como procesos espacializados y arraigados en la materiali-dad de las localizaciones, nos lleva a entender la frontera como un

    espacio semejante: como  loci   (localizaciones) de procesos socio-culturales específicos (los propios de las fronteras). Los estudiosempíricos siguen siendo recursos fundamentales para conocer loque sucede en las fronteras y su descripción socioespacial. Estasdescripciones abonarán los estudios comparativos sobre los quela producción teórica aún debe discurrir: reconocer qué aspec-tos resultan específicos de una frontera y cuáles generalizables acualquiera de los otros universos fronterizos (Cardoso de Oliveira,

    2000) es una de sus tareas. En esta dirección, pretendemos descri-bir algunos aspectos de la frontera noreste de Argentina con Brasily Paraguay, que tiene a la provincia argentina de Misiones comonúcleo central.

     Misiones: una zona de frontera. La Provincia de Misiones estásituada en el extremo oriental de la República Argentina.1 Limitaal norte y al este-sudeste con Brasil, al sur-sudoeste con Corrien-

    tes, y al oeste con Paraguay. Cabe destacar que el 90% de sus lí-mites son naturales y fronteras internacionales, razón por la que

    1 Por estar ubicada cerca del trópico de Capricornio, esta provincia experimenta veranosmuy calurosos y húmedos e inviernos templados y abundantes precipitaciones. Durantela época estival, la temperatura sobrepasa los 30º C al mediodía, y en invierno los 16º C.Durante todo el año las lluvias constantes y regulares alcanzan un promedio de 2 000 mi-límetros anuales, principalmente provocadas por vientos procedentes del Atlántico. Los va-lores elevados y permanentes de temperatura y humedad relativa convierten esta área en uninmenso invernadero que reúne las condiciones esenciales para la exuberante manifestación

    de vida vegetal: luz, temperatura y agua.

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    es ella misma, en toda la extensión de su superficie, una zona de

     frontera . Es como un pequeño brazo que se introduce entre los te-rritorios de los países vecinos con los que limita. Por esta posiciónha recibido, históricamente, la doble atención de los gobiernos na-cionales, que se han disputado la propiedad del territorio y de losrecursos económicos abundantes en la zona: ganado, yerba matey maderas. Actualmente se suma la problemática de la geopolíticainternacional, con el combate al terrorismo islámico y el controlde los recursos naturales (agua) como temas relevantes de la agen-

    da fronteriza.Con sus 30 719 kilómetros cuadrados de superficie y sus 965

    522 habitantes (Censo Nacional de Población y Vivienda, 2001),la Provincia de Misiones arroja una densidad de población iguala 32,4 habitantes por kilómetro cuadrado. Está dividida adminis-trativamente en 17 departamentos y 75 municipios. Se caracterizapor un índice de urbanización relativamente bajo (69,8%), com-parativamente con el promedio nacional (89,3%). Además de Po-

    sadas, la ciudad capital, cuenta con otras ciudades de importanciacomo Oberá, Apóstoles, Eldorado, Puerto Iguazú y Leandro N.

     Alem, que alcanzan el rango de centros urbanos regionales paralas colonias rurales que se hallan en el radio de su hinterland. Detodas maneras, Posadas sigue siendo la ciudad que centraliza elmovimiento económico, social, político y cultural de la provincia.Concentra el 29% de la población provincial y el 42% de la po-blación urbana total.

    La economía de Misiones descansa sobre la producción agro-pecuaria y agroindustrial. Unos pocos productos.–entre los que sedestacan la yerba mate, el té, el tung, el tabaco y las maderas parala fabricación de pasta celulósica–, efectúan el aporte principal alproducto bruto geográfico. Este sistema productivo, exportador dematerias primas con escaso valor agregado, con dificultades paraimplementar un proyecto de desarrollo sostenido, con una capaci-

    dad relativamente baja de acumulación y en condiciones precarias

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    para retener el excedente productivo, ha crecido lentamente y se

    ha visto sujeto a varias crisis coyunturales. Durante los últimosveinticinco a treinta años, el deterioro de los suelos, la escasez denuevas tierras con aptitud agrícola, la baja rentabilidad de los prin-cipales productos, el crecimiento demográfico, etc., han sumido ala economía provincial en una prolongada crisis cuyo resultado so-cial se expresó en la expulsión de la población rural empobrecida,lo cual propició una desequilibrada distribución de la poblaciónen torno a los centros urbanos de mayor tamaño.

    El crecimiento de la ciudad capital, y en menor medida elde otros centros urbanos, se puede explicar por la conformaciónde un amplio cordón periurbano como resultado de los desplaza-mientos poblacionales dentro de la misma provincia, por razonesvinculadas con la pobreza. La crisis agraria provoca el abandonode las chacras y el traslado de las familias rurales que, paupérrimas,recalan en las localidades más cercanas a la capital.

    De todas formas, las dimensiones estructurales que delimitanlos espacios de juego de las familias en la región de Misiones ac-túan como factores que acentúan la vulnerabilidad o la disminu-yen. Además, por tratarse de una zona de frontera , variables comola relación cambiaria pueden operar favorablemente en una co-yuntura y de manera desfavorable en otra. Por ejemplo, la ley deconvertibilidad, de los años 90, que en lo estructural provocó ladesintegración del aparato productivo primario e industrial en la

     Argentina, para los habitantes de la frontera de Misiones constitu-yó un paliativo transitorio para incrementar el poder adquisitivode los ingresos, comprando y vendiendo del otro lado.

    Dos grandes ríos vertebran el diseño de las zonas fronterizasen Misiones, al tiempo que estructuran los ejes de desarrollo de laprovincia: el eje occidental, con el río Paraná, y el eje oriental entorno al río Uruguay. El primero separa a Misiones de la Repúblicadel Paraguay y el segundo de la República de Brasil. El eje del Pa-

    raná presenta las poblaciones y núcleos urbanos con mayor desa-

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    rrollo socioeconómico, alcanzando en la zona norte (Alto Paraná)

    la mayor densidad de población y la concentración de industrias(forestal, papeleras y turismo).

    La zona colindante con Brasil es la más pobre, y especialmen-te en la parte del Alto Uruguay se concentran los peores indica-dores socioeconómicos; además, nuclea una mayor proporción depoblación rural, con pequeñas explotaciones agrícolas y hogarescon altos índices de Necesidades Básicas Insatisfechas (NBI). Setrata de la zona más vulnerable desde el punto de vista social y

    económico de la provincia.La composición de la población local es multiétnica. Desde

    fines del siglo hasta mediados del , el territorio misionerofue poblado por inmigrantes de diversas nacionalidades europeas:ucranianos, polacos, alemanes, finlandeses, suecos, rusos, norue-gos, daneses, españoles, italianos, etc., a los que se sumaron ja-poneses en la década de los 50 y laosianos en la del 70. La pobla-ción guaraní, concentrada en diversas comunidades extendidas en

    la zona centro-oeste, completa el cuadro étnico. Los procesos demestizaje entre los grupos han dado lugar a una población nativo-criolla  que expresa la naturaleza de esta diversidad.

    En el cordón fronterizo del Paraná, colindante con Paraguay, junto con los grupos étnicos europeos, se advierte en mayor medi-da la influencia del sustrato guaraní, tanto desde el punto de vistafenotípico como en el habla y otras manifestaciones culturales.

    En el cordón fronterizo del Uruguay, que limita con Brasil, la in-fluencia mayoritaria es teutobrasileña; aquí la práctica de mixturasculturales coloca al portuñol en el estatus de lengua hegemónica enla frontera.

    Hemos dicho que Misiones es prácticamente una frontera in-ternacional, un territorio físico y un espacio sociohistórico cons-tituido intrínsecamente como una frontera que separa y vincula atres países: Argentina (al que pertenece en lo jurídico y político,

    pero con el que, paradójicamente, menos línea de frontera posee),

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    Paraguay y Brasil, que la abrazan de un lado y del otro casi en su

    totalidad. Nuestras investigaciones se han focalizado en los puntosfronterizos más significativos de los cordones este y oeste mencio-nados, que incluyen siete puntos o pasos fronterizos (o situaciones de

     frontera). Del lado colindante con Paraguay: a) Posadas/ Encarna-ción y b) Eldorado/Otaño; del colindante con Brasil: c) DionisioCerqueira/Bernardo de Irigoyen; d) San Javier/Porto Xavier; e) ElSoberbio/El Soberbo, f) Paraíso-Puerto Rosales y, finalmente, g)la Triple Frontera de Iguazú-Foz do Iguaçu y Ciudad del Este en

    la zona norte de confluencia internacional de los tres Estados-na-cionales.

    En este trabajo nos referiremos solamente a tres de estos puntos  o pasos   fronterizos: Posadas/Encarnación; Paraíso-Puerto Rosales yla Triple Frontera de Iguazú-Foz do Iguaçu y Ciudad del Este. Pre-tendemos potenciar así la dimensión comparativa y comprenderla naturaleza variable y específica de cada uno de estos pasos  comomodalidades fronterizas o situaciones de frontera  dentro de una mis-

    ma gran zona de frontera internacional, como conceptualizamosa Misiones.

    La triple frontera: la frontera de fuego. Desde el punto devista estrictamente geográfico, la triple frontera es el lugar exactodonde el río Iguazú desemboca en el río Paraná. En el cruce desus cauces, tres países coinciden: Paraguay, Argentina y Brasil. Suexistencia se circunscribe a tres ciudades pertenecientes, respecti-

    vamente, a esos tres países: Ciudad del Este, Puerto Iguazú y Fozdo Iguaçu y a los tránsitos y flujos que permiten los puentes ypasos fronterizos existentes entre ellas.

    Desde el punto de vista político, la designación triple fron-tera remite al encuentro espacial de soberanías políticas diferen-tes (Abínzano, 2004). Pero desde el punto de vista imaginario, ladenominación sería un espacio más allá  de los límites jurídicosde las fronteras de los tres países, una zona de intersección en la

    que cada uno de ellos participarían de forma diferencial creando

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    una entidad que sobrepasa las representaciones jurisdiccionales

    nacionales (Montenegro y Giménez Béliveau, 2006). Sin em-bargo, algunos autores sostienen que el área de las tres fronteraspuede presentarse mejor siguiendo el recorte nacional. Conser-vando ese criterio, caracterizaremos brevemente a cada una delas ciudades.

    La ciudad brasileña de Foz do Iguaçu es un núcleo urbano decrecimiento sostenido; entre las tres ciudades llama la atención porsu infraestructura turística, hotelería, shopping centers  y complejos

    recreativos. Los primeros pobladores de Foz fueron pioneros ais-lados que se aventuraban en tierras incógnitas. En 1881 se fundóuna colonia militar que era una avanzada de la expansión de la ciu-dad de Guarapuava, bajo cuyo control quedó luego Foz hasta suemancipación municipal. Años más tarde, la zona se fue poblandode comitivas yerbateras y madereras, y hacia 1910 ingresaron losprimeros agricultores de origen europeo –italianos y alemanes–,que venían avanzando hacia el norte desde las antiguas colonias

    nacidas en la zona costera, específicamente en San Leopoldo, en1826. Casi todo el caudal colonizador de esta zona provino tradi-cionalmente de Rio Grande Do Sul.

     Actualmente, el municipio de Foz está dividido en 12 re-giones que, en su conjunto, congregan un total de 284 barrioscon una población –según el Censo del 2000– de 270 000 habi-tantes, aunque estimada para 2005 (IBGE, 2000) en unas 301

    409 personas. La superficie del municipio de Foz es de 589 00kilómetros cuadrados, de los cuales 161 20 pertenecen a la zonarural; 165 50 a la zona urbana y 106 50 al Parque o Reserva Na-tural Nacional. Unos 155 70 kilómetros cuadrados pertenecen allago de Itaipú, producido artificialmente por la represa del mis-mo nombre. Existen 23 favelas que reúnen a 20 000 habitantesen unas 4 600 casas.

    Foz do Iguaçu es una ciudad en permanente expansión, que

    creció notablemente como consecuencia de tres factores: el turis-

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    mo, su principal ingreso, la construcción de la represa de Itaipú2 y

    su función regional de centro de servicios, administrativo, culturaly político de toda la región oeste del estado de Paraná (en pobla-ción es la quinta ciudad del estado). Existen 116 establecimientosde enseñanza entre municipales, estatales y privados; cuatro de loscuales son centros de enseñanza superior. También hay estructurashospitalarias estatales (SUS) y privadas.

    Esta ciudad posee uno de los parques hoteleros más grandese importantes de todo el país. La capacidad hotelera es de 10 134

    camas en 34 hoteles, muchos de los cuales son de las más altascalificaciones. Hay también una gran cantidad de hosterías, pen-siones, moteles, posadas, albergues, campings, etc. Foz posee unaenorme cantidad de comercios muy bien equipados y provistos,y mantiene una relación comercial más estrecha y dinámica conla ciudad paraguaya de Ciudad del Este que con la argentina dePuerto Iguazú.

    Precisamente, a partir de la década de los 80 se produce elauge de las transacciones comerciales entre Foz do Iguaçu y Ciu-dad del Este: el llamado “turismo de compra” y el comercio mayo-rista de exportación fueron las fuerzas que dinamizaron esa rela-ción. Artículos electrónicos y todo tipo de productos importadosque se ofrecen en el puerto libre de Ciudad del Este, atrajeron esetipo de turismo, que se integra en una red de transacciones legalese ilegales a través de las fronteras. Las consecuencias de este movi-

    miento fueron un notable crecimiento en la construcción de edi-ficios, infraestructura, caminos, comercios, hoteles, restaurantes,etc. Dependiendo de las asimetrías de la relación cambiaria, estos

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    2 Los problemas de crecimiento demográfico han sido muy graves desde el comienzo dela construcción de la represa. Más de 40 000 trabajadores procedentes de los estados deParaná, Minas Gerais y Rio Grande do Sul se asentaron en los barrios ad hoc  montadospor la empresa, pero muchos más llegaron de forma caótica, atraídos por las posibilidadesque supuestamente se abrirían. Una vez terminada la obra, muchos pobladores se quedaroncuadruplicando la población en un lapso de diez años (de 33 000 en 1970 a 140 000 en

    1980).

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    flujos comerciales se vieron intensificados o disminuidos; pero

    el tránsito de bienes y personas es siempre intenso entre ambasciudades.

    El medio material y el símbolo del cruce es el puente de la Amistad, construido en 1965, que une las dos ciudades. Por élcirculan caóticamente miles de personas a pie, en automóviles,motos, bicicletas, carros tirados por caballos o bueyes, ómnibusde corta y larga distancia, taxis, etc. Este tráfico explota del ladoparaguayo, donde se agolpan personas, máquinas y bestias en un

    hormigueo constante e inagotable por calles y veredas de la ciu-dad, un flujo sólo interrumpido por el congestionamiento que acada rato se produce y puede demorar por horas la circulación y,por ende, el acceso y cruce del puente.

    La paraguaya de Ciudad del Este (hasta 1989 llamada CiudadPresidente Stroessner) es un gran emporio comercial. Posee alre-dedor de 170 000 habitantes y es la capital del Departamento AltoParaná. Mientras Foz se encuentra un tanto alejada del puente dela Amistad, Ciudad del Este es prácticamente su desembocadura:la ciudad continúa y se extiende sin interrupción desde el puen-te, y viceversa. Impresiona a cualquier visitante la circulación depersonas a pie o sobre todo tipo de transporte, que recorren de unlado a otro las calles de la zona comercial. La misma está integradapor los puestos de venta callejera (mesiteros  que exponen sus pro-ductos en la vereda) y por los grandes shopping centers  que atraen

    gran cantidad de turistas y compradores por la posibilidad de ob-tener, a bajísimos precios, aparatos electrónicos e informáticos detodo tipo de capacidad y complejidad tecnológica. Al ser una zonafranca, libre de impuestos, el turismo de compra es básicamenteun tipo de comercio de provisión para la reventa de artículos enotros puntos –a veces muy alejados de esta frontera– de cada unode los tres países. En las transacciones comerciales es posible es-cuchar árabe, guaraní, chino, portugués, español y todo tipo de

    combinaciones prácticas entre estos idiomas, como evidencia de

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    la yuxtaposición de grupos nacionales y étnicos que conviven en

    esta ciudad fronteriza, con cuya actividad comercial dinamizan lavida urbana interna y transfronteriza. El tránsito de la gente, tan-to en el puente como en la zona comercial de la ciudad, discurrea modo de una enorme marea humana que se desplaza medianteapretujones, choques y fricciones, en una constante lucha cuerpoa cuerpo para avanzar de un lado a otro o perecer en el intentoarrastrados por la masa de personas, puestos de ventas, vendedoresambulantes y vehículos. Un aquelarre de gritos, bocinazos, corri-

    das, ofertas, persecuciones, hacen que el tour de compras sea unaodisea para quienes desconocen las reglas de circulación locales,motivadas por la ley de la oferta y la demanda. Alejándose un pocodel centro neurálgico del dinamismo comercial, es posible hallar,no obstante, áreas residenciales y algunos countries cerrados, don-de residen profesionales y empresarios de los grandes comercios.

     Actualmente esta ciudad es reconocida como “tercer centrointernacional de importancia comercial”, luego de Miami y Hong

    Kong, por el volumen de dinero que mueve (alrededor de 12 0000000 de dólares anuales). De todas formas, su particularidad, a losefectos que nos interesan, es que está incorporada “a circuitos co-merciales transnacionales que articulan dicho espacio con distanteslugares de producción y centros comerciales localizados en otraspartes del mundo, y por donde fluyen personas de diversos oríge-nes y mercancías de las más variadas procedencias”  (Rabossi enMontenegro y Béliveau, 2006). Grandes containers  ubicados en los

    laterales del puente, sobre todo en Foz, demuestran la naturaleza yel volumen de este tipo de tráfico transnacional de productos.

    La ciudad argentina de Puerto Iguazú es la más pequeña de lastres de la triple frontera y la menos dinámica de todas. Fue fundadaen 1901 y actualmente tiene 32 000 habitantes. Está unida a Fozdo Iguaçu por el puente Tancredo Neves –que atraviesa el río Igua-zú–, construido a mediados de 1980. Puerto Iguazú padece de la

    representación de ser un lugar pobre y atrasado, en contraste con

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    los tremendos emporios urbanos vecinos. En épocas pasadas, cuan-

    do la relación cambiaria favorecía a los argentinos y estos cruzabanal lado brasileño y paraguayo para comprar o recrearse, la ciudadera vista como un desierto o una ciudad fantasma por la pocaactividad comercial registrada. Su principal recurso es el turismo:cuenta con las Cataratas del Iguazú y el Parque o Reserva NaturalNacional como principales atractivos para los visitantes del mundo.La ciudad se conforma en torno a un pequeño centro urbano quese extiende a lo largo de una avenida central donde se hallan co-

    mercios, hoteles y restaurantes, así como las sedes de las institucio-nes político-administrativas y financieras locales. Muy cerca de estecentro, que concentra un mayor desarrollo de la infraestructura, seencuentran calles de tierra, barrios carenciados y el espacio rural.Puerto Iguazú (a 300 kilómetros de la ciudad argentina de Posadas,capital de Misiones, provincia a la que pertenece el Municipio deIguazú) es también el núcleo urbano más alejado de la triple fron-tera, o al menos de la parte más activa de esta.

    Si nos atenemos a la idea que la triple frontera es un espacioo ámbito fluido de las dinámicas de circulación transnacional debienes, significados y personas, es posible caracterizarla como unespacio transnacional singular. Algunas de las características gene-rales de la zona:

    • Se trata de núcleos urbanos relativamente recientes con uncrecimiento acelerado, pero desigual, durante los últimoscuarenta años.

    • Las tres ciudades conforman un ámbito geopolítico centralen el MERCOSUR: el polo comercial con Ciudad del Estees el motor principal de la región. Concentra actividadeslegales e ilegales que se irradian a las capitales de los trespaíses, una con recursos naturales hídricos y energéticosabundantes.

    • Hay una gran diversidad cultural: a la presencia de inmi-

    grantes de orígenes diversos –árabes, chinos, coreanos– se

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    suman paraguayos, argentinos y brasileños, así como gru-

    pos indígenas y ciertas colectividades étnicas de origen eu-ropeo que históricamente han habitado el territorio. Deesta población, sin dudas las comunidades árabe y chinason las que mayoritariamente dinamizan la economía re-gional. La primera está integrada por alrededor de 18 000personas, en su mayoría libaneses, pero también sirios,egipcios, palestinos, jordanos, los principales propietariosde las galerías comerciales y negocios mayoristas y mino-

    ristas de Ciudad del Este y Foz do Iguaçu. La segunda estáconformada por una comunidad de alrededor de 5 000personas con una participación –aunque mucha– algomenor que la árabe en la actividad económica.

     A partir de 1994, luego de los atentados contra la embajadade Israel y la Asociación Mutual Israelita Argentina (AMIA) enBuenos Aires, la zona comenzó a recibir la doble atención de losgobiernos de los tres países y de los Estados Unidos. Se estableció

    un organismo de inteligencia conjunta para investigar y controlarlas actividades de la zona. Precisamente desde esa fecha comienzaa denominarse a este lugar como “triple frontera”– antes no habíaaparecido esa denominación. Cuando lo hace, es para reforzar lanecesidad de extremar la seguridad nacional como –según las au-toridades– “debe hacerse en toda frontera” pero esta vez muchomás, agravado por el carácter de confluencia de un triple espaciofronterizo. Los medios de comunicación comenzaron a presentar-

    la como un lugar de caos y peligro donde operan la mafia china yárabe, circula el contrabando y el tráfico de drogas y de armas, ydonde se hallan células ocultas o “dormidas” del terrorismo fun-damentalista árabe internacional. En ocasiones, se argumentó quelos fondos para el financiamiento de los atentados a las torres ge-melas de Nueva York salieron de la triple frontera. Algunas especu-laciones, más osadas, no dudaron en alarmar sobre la posibilidadque el Hezbollah actuara en la región y afirmaran que hasta el

    mismísimo Osama Bin Laden estuviera oculto en algún punto de

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    Ciudad del Este. La satanización de la región abarca una serie de

    actividades que colocan a esta ciudad en el centro de la tormenta:“Ciudad del Este es la ciudad boom de la frontera con Paraguay y Argentina, aunque sus acciones pueden ser localizadas también dellado brasileño. Allí se trafica con la cocaína boliviana, transportadamediante pequeños aviones que operan en pistas clandestinas de laselva. Este comercio alcanza miles y miles de millones de dólaresanuales. Según dicha información, los traficantes de Ciudad delEste se habrían asociado a los poderosos traficantes de Río de

     Janeiro (entre quienes se habrían requisado armas de origen argen-tino). La ciudad es un escenario de asesinatos, mutilaciones (sic) yguerrillas fundamentalistas, que programaron y ejecutaron ataquesa la colectividad israelita de Argentina. Se registran unos doscien-tos asesinatos por año en una población de 100 000 habitantes(sic). Sobornar a un funcionario cuesta 500 dólares y un pasaporte5 000. Se estima que más de la mitad de los autos que circulan porParaguay proceden de robos en Brasil y Argentina. También se

    señala la importancia que tiene el contrabando de bienes de con-sumo y el lavado de dinero, la circulación de dólares falsos” (Peltony Asociados, 2003).

    La presencia de los marines norteamericanos, a partir de 2001,con autorización para operar libremente en la zona por parte delgobierno paraguayo, ha dado lugar a múltiples reacciones de opo-sición de varios sectores. Los procedimientos militares los consta-tan y denuncian varias agencias periodísticas alternativas y sectores

    de la sociedad civil. Precisamente, la región es foco de una seriede movimientos de resistencia social que se oponen a su sataniza-ción y militarización. Grupos ecologistas, campesinos sin tierras,intelectuales universitarios, gremios y sindicatos obreros, ONGsy asociaciones rurales constituyen fuerzas de resistencia contra lapenetración imperialista y contra la estigmatización internacional.Denuncian la estrategia imperialista por el control de los recursosnaturales y la biodiversidad (acuífero guaraní) y expresan el peli-

    gro latente que para esa apropiación implica la organización de la

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    sociedad civil en una lucha transnacional (grupos que pertenecen

    a los tres países) en la triple frontera. Efectivamente, una versióndiferente a la hegemónica proviene de algunos de los habitantes dela zona, participantes de los foros sociales que se vienen realizandodesde hace unos años alternativamente en cada una de las ciuda-des: “La forma en que los medios internacionales han manejado eltema de Ciudad del Este y sus posibles vínculos con el terrorismoes sensacionalista. Sabemos muy bien que no es real. Nos tocael alma saber que están diciendo mentiras sobre las personas que

    vivimos aquí. Aquí nos conocemos todos. Lamentablemente, notuvimos el apoyo, el acompañamiento –en un momento de desa-rrollo muy importante– de los políticos, de las autoridades, queno estaban preparados para recibir a esas personas que venían conotras idiosincrasias, con otras lenguas y otras culturas [se refiere ala presencia de la inmigración árabe y china, que en los últimosaños arribó a la zona sumándose a la que reside desde más antiguadata]”. (Laura Mezquin, coordinadora de “Paz Sin Fronteras” de

    Ciudad del Este).Mientras la triple frontera se percibe como una “frontera defuego” en la contraposición de estas posturas (o como parte del “ejedel mal” o como foco de resistencia al dominio imperial), y mien-tras los grandes emporios se benefician de los flujos comercialesque nutren sus pingües negocios transnacionales, se despliega otrafrontera: la que cotidianamente hacen los habitantes fronterizos.Como María, una pasera paraguaya que corre apresuradamente los

    quinientos metros del puente de la Amistad para ir de Ciudad delEste a Foz do Iguaçu. De un lado, toma fuertemente el brazo desu nieta de diez años, que la acompaña siempre en el cruce por-que está convencida de que con la niña no será lastimada por losque llama “pillos ladrones” quienes, en medio del puente, esperana sus víctimas para robarles los productos o el dinero. Del otrolado, sujeta fuertemente el bolso con los cartones de cigarrillosque revende en la ciudad argentina de Puerto Iguazú, una vez que

    sortee la aduana brasileña. O como Dirceu, un albañil brasileño de

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    Foz que espera a sus amigos en la cabecera del puente para cruzar

     juntos a comprar mercaderías comestibles a Ciudad del Este y si“pinta” probablemente pueda –después de comprar con el dinerode la quincena recién cobrada– pasar de contrabando un pequeñodispositivo electrónico de mp3 para su hijo adolescente. O como

     Alcides, un muchacho paraguayo que, ya en Ciudad del Este, per-sigue afanosamente a turistas y posibles compradores de objetoselectrónicos. Su insistencia en guiar a los virtuales compradoreshacia los centros comerciales donde posiblemente obtengan me-

     jores precios por los productos, les causa molestias y desconfianzaporque son empujados compulsivamente por el persistente empe-ño que pone en brindar su colaboración. Si al final se produjerauna venta, Alcides podrá obtener una comisión por parte de losdueños del centro comercial donde esta se produjo, amén de algu-na propina de los compradores si resultaran oportunamente satis-fechos de la negociación. Varias veces, en esta travesía cotidiana,

     Alcides pasó por la mesita  de la vereda comercial donde Cleo y

    Deidamia   (jóvenes mesiteras  paraguayas) disfrutan del regateo conque una compradora argentina intenta “sacarles” a menor preciouna caja de baterías de radio, un estuche de peines de plástico ydos tabletas de dulce de maní.

    Para los fronterizos, se avecinan nuevos horizontes de conflic-tos y dificultades con el proyecto de construcción de un muro queregule y controle “el contrabando” del puente de la Amistad por

    parte de la Prefeitura de Foz do Iguazú. Maria, Dirceu, Alcides,Cleo y Deidamia deberán, una vez más, reconstituir sus estrate-gias de subsistencia para vivir en la frontera. Como lo demuestranotras experiencias fronterizas de América Latina, una frontera conmuro parece más difícil de cruzar y manipular, pero ellos son crea-tivos y persistentes.

    Posadas/Encarnación: la frontera de agua. A más de trescien-tos kilómetros de distancia, al sur de la triple frontera, se halla

    el punto fronterizo internacional que une la ciudad de Posadas,

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    capital de la provincia de Misiones, Argentina, con la ciudad de

    Encarnación, capital del Departamento de Itapúa, Paraguay. Detodos los puntos fronterizos, quizás sea este el de mayor antigüe-dad como espacio urbano transfronterizo, en la medida en que lasciudades se vinculan, fundamentalmente, a través de las relacionescomerciales y de sociabilidad –y lo vienen haciendo desde hacemás de ciento treinta años. Ambas ciudades reivindican un pasadocomún a través del origen jesuítico,3 aunque Posadas se confor-ma como núcleo urbano recién después de la Guerra de la Triple

     Alianza (1870). Desde esta fecha, las relaciones entre las poblacio-nes de uno y del otro lado han sido constantes y crecientes.

    El majestuoso río Paraná constituye el límite político entre Argentina y Paraguay; sin embargo, esto no ha impedido que en-carnacenos y posadeños mantengan estrechos vínculos. Históri-camente, han cruzado el río para comprar o vender, desposarse ohacer negocios, participar de fiestas o pasear, conspirar política-mente o realizar actividades culturales y deportivas conjuntas. Es

    un lugar común recordar, como prueba de la unión entre ambospueblos fronterizos, la ayuda solidaria que los posadeños habíanbrindado a los encarnacenos cuando, en 1926, un ciclón destruyóla ciudad paraguaya. En esa oportunidad, los vecinos del lado ar-gentino habían arriesgado sus vidas para socorrer a sus “hermanos”paraguayos en plena tormenta. También se recuerdan las redes desolidaridades cuando los exiliados paraguayos, por razones polí-ticas, buscaron refugio en Posadas y cuando organizaron, desde

     Argentina, distintos intentos para derrocar al dictador AlfredoStroessner. Esto no significa, claro está, que no se susciten conflic-tos nacionales y prejuicios racistas de uno y otro lado de la fronteracuando la variable nacionalista forma parte de la interacción o ne-

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    3 Se atribuye al sacerdote jesuita Roque González de Santa Cruz la fundación de la reducciónen lo que hoy es Posadas, en marzo de 1615. Las adversas condiciones topográficas hicieronque cruzara el Paraná y fundara, en el mismo año, la reducción jesuítica en lo que hoy esEncarnación. Esta doble fundación del mismo pueblo, en ambas márgenes del Paraná, se

    reivindica como un origen común de ambas ciudades.

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    gociación. Es muy fuerte en esta frontera (quizás por unir capitales

    departamentales y ser frentes de avanzadas  estatales) la presencia delas autoridades administrativas y militares nacionales que marcanlas soberanías de cada uno de los Estados vecinos.

    Si bien es muy probable que muchos argentinos tengan pa-rientes paraguayos y viceversa, no siempre esto constituye un he-cho relevante para morigerar los estereotipos que mutuamente sepropinan unos y otros: los posadeños no dudan en designar “para-guas”4 a los encarnacenos, y estos no agotan las oportunidades de

    designar como “curepas”5 a los argentinos. Estos prejuicios marcanmuchas de las relaciones entre los vecinos, pero también se ma-nifiestan en el campo de la actividad económica y comercial, lasprincipales que estructuran el paso periódico de la frontera.

    Este paso ha sido realizado históricamente mediante lanchas,embarcaciones que atraviesan el río Paraná en aproximadamentequince o veinte minutos llevando a las personas para comprar ovender a uno y otro lado de la frontera. Si bien este medio detransporte sigue funcionando, no es el más utilizado en la actua-lidad, sobre todo desde que, en 1989, se inauguró el portentosoPuente Internacional San Roque González de Santa Cruz. Estepuente, que lleva el nombre del sacerdote jesuita que, según latradición historiográfica, habría fundado ambas ciudades en 1615,ha dinamizado fuertemente el tráfico fronterizo, pero también hasido fuente de conflictos entre los diferentes sectores involucrados

    en los cruces.Posadas es la ciudad que se constituye en polo regional y en elnúcleo urbano más importante. Tiene una población de casi 400000 habitantes, y si bien hay algunas industrias instaladas –bá-

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    4 Lleva implícita la adjudicación de los rótulos de “brutos”, “ignorantes”, “atrasados”.5 Es una calificación racial: “blancos rojizos” como el color del cuero del chancho (“curepí”).Tiene un origen histórico: los soldados argentinos en la guerra de la Triple Alianza com-batían contra los paraguayos llevando en sus piernas polainas de cuero de cerdo como unaforma de protección contra alimañas que pudieran asediar en el suelo paraguayo, donde se

    libraban los combates.

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    sicamente de comestibles y bebidas– se define como un centro

    político, cultural, administrativo y de servicios por excelencia. Elcasco céntrico, bordeado de cuatro enormes bulevares, reúne unainfraestructura edilicia, de transporte y de esparcimiento muchomás desarrollada que la ciudad vecina. Ha crecido en los últimosaños por la conformación de un cordón de villas miserias, resulta-do de la crisis económica, que despojó de sus chacras a la pobla-ción rural. De todas formas, la ciudad posee un sector medio yotro adinerado que mantienen un alto nivel de consumo contando

    con las ofertas para satisfacerlo. Su trazado se extiende sobre el ríoParaná y de hecho el puente internacional es una prolongación delnúcleo urbano. Contrariamente al lado paraguayo, donde desdela cabecera del puente hay dos kilómetros y medio, más o menos,hasta acceder al casco céntrico. En los últimos años esta distanciase ha estrechado a raíz del intenso proceso de urbanización quehan motivado el mismo puente y el tráfico comercial.

    Por su parte, Encarnación tiene una población notablemen-

    te inferior a la de Posadas, de unos 100 000 habitantes según elCenso del 2002. Aquí el contraste entre pobres y ricos es muchomás pronunciado. Se le ve claramente, en el diseño urbano, enla conformación de dos zonas: la “zona alta” y la “zona baja”, estaúltima tan cercana al río, que prácticamente desemboca en él, ver-tebradas por una calle principal. Ambas zonas son comerciales,y se diferencian por el tipo de productos, la legalidad o no de suorigen, los precios más bajos o más altos y las características de los

    negocios, formales o informales. La “zona baja” se parece a mu-chos de los mercados persas de cualquier parte del mundo, con laimpronta de las prácticas culturales del lugar. Los vendedores con-sumen la bebida denominada mate  en sus variantes caliente o fría(tereré), así como diversos bocadillos regionales a partir de almidónde mandioca, grasa y harina de maíz, venden