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SER VIEJO EN UNA METRÓPOLI SEGREGADA: ADULTOS MAYORES EN LA CIUDAD DE MÉXICO Claudia Zamorano,* Martha de Alba,** Guénola Capron,*** Salomón González**** Resumen: Los autores presentan resultados de una investigación sobre la relación entre el enve- jecimiento y la vida urbana, tomando la segregación socio-espacial como el eje de einálisis: ¿Cómo inciden las formas de segregación de esta metrópoli sobre las condiciones de vida de las personas de la tercera edad? ¿En qué situaciones la segregación es sinónimo de injusticia espacial? Para ello considerem las distintas dimensiones de la segregación, las vivencias y las prácticas de adul- tos mayores de la ciudad de México, pertenecientes a diferentes grupos socioeconómicos y en dife- rentes zonas de residencia. Este trabajo pone en evidencia las formas y las posibilidades de acceso a los espacios de la ciudad que encuentra esta población que enfrenta los problemas derivados de su edad con recursosfísicos,sociales y materiales bastante diversos. Palabras clave: adultos mayores, segregación socio-espacial, acceso a la ciudad. Zona Metro- politana de la Ciudad de México. Abstract: The authors present the results of research on the relationship between growing old and urban life, focusing on socio-spatial segregation as the core ofthe analysis: How do this city's forms of segregation affect the living conditions of senior citizens? When is segregation a S)TI- on3mi of spatial injustice? To this end the different dimensions of segregation are considered, as well as the experiences and practices of senior citizens belonging to different socio-economic groups and living in different areas of Mexico City. This paper exposes the forms and possibilities of access to city spaces encountered by this group, which faces the problems inherent to age with a variety of physical, social and material resources. Keywords: Senior citizens, socio-spatial segregation, access to the city, Mexico City's metropo- litan area INTRODUCCIÓN le da vitalidad. Sin embargo, nadie puede negar que el proceso de transi- E n la aurora del siglo xxi la ciu- ción demográfica está bastante avan- dad de México es todavía una zado: mientras entre 2000 y 2005 la metrópoh joven, y esa juventud población de la Zona Metropolitana de la Ciudad de México (ZMCM)^ se mantu- ' Centro de Investigaciones y Estudios Su- VO en alrededor de 18 mülones, aquélla perfores en Antropología Social (CIESAS). " Uni- versidad Autónoma Metropolitana-Iztapalapa. *" Universidad Autónoma Metropolitana-Azca- ' La ZMCM se extiende en el terrftorfo de las potzalco. " " Universidad Autónoma Metrópoli- 16 delegaciones del Distrfto Federal y 58 muni- tana-Cuajimalpa. cipios del Estado de México. 83

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SER VIEJO EN UNA METRÓPOLI SEGREGADA:ADULTOS MAYORES EN LA CIUDAD DE MÉXICO

Claudia Zamorano,* Martha de Alba,**Guénola Capron,*** Salomón González****

Resumen: Los autores presentan resultados de una investigación sobre la relación entre el enve-jecimiento y la vida urbana, tomando la segregación socio-espacial como el eje de einálisis: ¿Cómoinciden las formas de segregación de esta metrópoli sobre las condiciones de vida de las personasde la tercera edad? ¿En qué situaciones la segregación es sinónimo de injusticia espacial? Paraello considerem las distintas dimensiones de la segregación, las vivencias y las prácticas de adul-tos mayores de la ciudad de México, pertenecientes a diferentes grupos socioeconómicos y en dife-rentes zonas de residencia. Este trabajo pone en evidencia las formas y las posibilidades de accesoa los espacios de la ciudad que encuentra esta población que enfrenta los problemas derivados desu edad con recursos físicos, sociales y materiales bastante diversos.

Palabras clave: adultos mayores, segregación socio-espacial, acceso a la ciudad. Zona Metro-politana de la Ciudad de México.

Abstract: The authors present the results of research on the relationship between growing oldand urban life, focusing on socio-spatial segregation as the core ofthe analysis: How do this city'sforms of segregation affect the living conditions of senior citizens? When is segregation a S)TI-on3mi of spatial injustice? To this end the different dimensions of segregation are considered, aswell as the experiences and practices of senior citizens belonging to different socio-economicgroups and living in different areas of Mexico City. This paper exposes the forms and possibilitiesof access to city spaces encountered by this group, which faces the problems inherent to age witha variety of physical, social and material resources.

Keywords: Senior citizens, socio-spatial segregation, access to the city, Mexico City's metropo-litan area

INTRODUCCIÓN le da vitalidad. Sin embargo, nadiepuede negar que el proceso de transi-

En la aurora del siglo xxi la ciu- ción demográfica está bastante avan-dad de México es todavía una zado: mientras entre 2000 y 2005 lametrópoh joven, y esa juventud población de la Zona Metropolitana de

la Ciudad de México (ZMCM) se mantu-' Centro de Investigaciones y Estudios Su- VO en alrededor de 18 mülones, aquélla

perfores en Antropología Social (CIESAS). " Uni-versidad Autónoma Metropolitana-Iztapalapa.*" Universidad Autónoma Metropolitana-Azca- ' La ZMCM se extiende en el terrftorfo de laspotzalco. "" Universidad Autónoma Metrópoli- 16 delegaciones del Distrfto Federal y 58 muni-tana-Cuajimalpa. cipios del Estado de México.

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que tenía más de 65 años pasó de820000 personas a 955000, represen-tando respectivamente 4.6 y 5.3 porciento (iNEGí, 2000 y 2005). Ante xm evi-dente estancamiento de población, po-demos decir que la metrópoli de laciudad de México ya no crece, ahoramás bien envejece.

Esta transición demográfica reque-rirá del diseño de estrategias paraatender las necesidades de una pobla-ción adulta mayor^ en crecimiento:¿quién se encargará de proveer laspensiones? ¿Alcanzarán los recursospara ellas? ¿Cómo se hará frente a en-fermedades como el Alzheimer, la os-teoporosis, la diabetes, etc.? Hastaahora, son sobre todo las cuestiones dea3nida social y atención médica las quehan preocupado a las autoridades pú-blicas. Sin embargo, la calidad de vidaurbana de los ancianos, su accesibili-dad a los servicios, sus redes sociales ysu día a día en la ciudad, son temasmuy poco atendidos.

Es por ello que parece pertinenteabordar la relación entre envejeci-miento poblacional y ciudad, tomandola problemática de la segregación so-

^ Usamos los términos ancianos, adultes ma-yores y personas de la tercera edad como sinóni-mos, en el entendido de que hacen referencia apersonas en etapa de vejez. La vejez es considera-da como "un constructe social que involucra laasignación de roles de acuerdo con la edad, porejemplo, en cuante a la participación en activida-des económicas y sociales, según el género y lasnormas socioculturales. (...) Como un procesoque involucra una serie de experiencias, muchasde ellas subjetivas, que se encuentran íntima-mente relacionadas con las experiencias de vida,la edad biológica y la acumulación de riesgos a lolargo de los años vividos" (Salgado y Wong, 2007).

cio-espacial como eje de análisis: ¿quéincidencias pueden tener las formascontemporáneas de segregación xirba-na en xma gran metrópoli como la ciu-dad de México sobre las condiciones devida cotidiana de los ancianos? ¿Enqué situaciones estas condiciones desegregación son un sinónimo de injus-ticia espacial? El objetivo de nuestrotrabajo es responder a estas preguntasa partir del análisis de vivencias yprácticas de adultos mayores pertene-cientes a diferentes grupos socio-econó-micos y distintas zonas de residenciade esta metrópoli.

Mediante el concepto de segrega-ción socio-espacial pondremos énfasisen la desigual repartición de la pobla-ción adxdta mayor en la metrópoli, asícomo de los recursos a los que tienenacceso. Por otro lado, entendemos lavulnerabilidad, no como una caracte-ristica intrínseca de xm grupo de pobla-ción, sino como una situación producidaen un proceso de acumulación de des-ventajas físicas, psicológicas, económi-cas o cultxirales (Saravi, 2009). En estesentido, los adultos mayores van per-diendo —según su propia historia devida— salud, capacidad de socializa-ción, movilidad o trabajo, lo que loshace más vxilnerables que otros gruposde población. Estas conceptualizacio-nes nos permitirán relacionar la segre-gación con los grados de vxJnerabiHdadde los ancianos en función de sus nive-les socioeconómicos, redes sociales yfamiliares, situación de salud, prácti-cas y representaciones de la ciudad.

Este artículo se desarrolla de la si-gxiiente manera: en xm primer términoexplicitamos lo que entendemos por

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segregación y la metodología emplea-da en nuestro estudio. A continuaciónexaminamos las relaciones entre lasdiferentes dimensiones de la segrega-ción urbana y las experiencias de losadultos mayores, a partir de cuatroprácticas cotidianas que obligan a imarelación con la ciudad: el disfirute delos beneficios sociales para la vejez, elcuidado de la salud, el abasto cotidianoy el establecimiento de una vida social.

Estos apartados nos permitirán re-saltar la atención que merecen los usosde la ciudad y la consideración de lasdiferentes escalas de la segregación so-cio-espacial que a continuación exphca-remos, para la comprensión de losmodos y posibilidades de acceso a laciudad de ima categoría de la poblaciónque, si bien comparte los problemas yvulnerabihdades ligados a su edad, losenfi-enta con recursos físicos, sociales ymateriales bastante diversos.

ALGUNAS PALABRAS SOBRE LASEGREGACIÓN SOCIO-ESPACIALURBANA Y SU PERTINENCIA PARA ELESTUDIO DE LOS ADULTOS MAYORES

Grafineyer (1996) nos permite distin-guir tres maneras de exphcar la segre-gación urbana. La primera se refiere alsentido estadístico de la segregación,entendiéndolo como la desigual repar-tición de los grupos sociales en el espa-cio; la segunda observa la diferencia enel acceso a servicios y bienes colectivosofrecidos por la ciudad, y la terceraatañe un acto deliberado de separar,aislar, "segregar" a un grupo social.

Estos tres modos de segregaciónimphcan en sí tres hipótesis diferentes

que están, como indica Grafineyer, aso-ciadas a juicios de valor. Por ejemplo,para el primer modo segregativo lamezcla imperfecta de los grupos socia-les implica una deseada equi-reparti-ción socio-espacial. Para la segundasupone que la igualdad de oportunida-des es un valor esperado ante el accesodesigual de servicios urbanos. Final-mente, en la tercera subyace una aspi-ración por la integración e inserciónde todos los grupos sociales en el seno dela ciudad. Si bien estos tres modos nose condicionan entre sí necesariamen-te, pareciera que se embonan de mane-ra secuencial: de la diferencia a lajerarquía, para llegar a \a fractura so-cio-espacial.

Los estudios sobre la segregación,especialmente la del espacio residen-cial, tienen una larga tradición graciasa la cual han desarrollado un arsenalde técnicas basadas esencialmente enla diferenciación espacial. Sin embar-go, se ha soslayado la importancia delas desiguales competencias de movili-dad de los individuos y la desigual ac-cesibilidad a los lugares de residencia,trabajo, ocio, etc. Por ello, especialmen-te para entender los modos acceso a laciudad de los adultos mayores, es im-portante mencionar que los diferentesmodos de segregación se ven matiza-dos o exacerbados por los diferentes ti-pos de gestión de la distancia, es decir,por la movilidad, la accesibilidad y laresistencia.

Asimismo, en nuestro trabajo pone-mos particular atención a los aportesde enfoques menos cuantitativos quehan abordado la segregación como pro-cesos socio-históricos con múltiples

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determinantes. Nos interesa especial-mente retomar aquellos enfoques quecontemplan los procesos inducidos porel Estado, los transformados por la es-peculación inmobiliaria y los vividospor los citadinos. Esbocemos sus pro-puestas :

1) Para Brun, las políticas públicasjuegan un papel de amplificador o deatenuador en la asignación territoríalde grupos poblacionales, que los indivi-duos no siempre perciben. Podemoshablar de segregación cuando existeuna intención de discríminación haciaun grupo social que se agrega a unasituación de fuertes separaciones so-ciales en el espacio (Brun, 1994). Es enestos casos cuando la segregación seasemeja más a la injusticia espacial(Lehman-Frísch 2009).

2) Los trabajos que han tratado eltema en Améríca Latina prívüegian ladimensión socio-económica, verífipan-do fuertes contrastes en una mismaciudad; e incluso el paso de una segre-gación socio-económica entre grandesáreas de la ciudad, a una fragmenta-ción entre vecinos cercanos (Rodríguez2001; Rodríguez y Arríagada 2004). Enefecto, se han observado "nuevas" esca-las de la segregación que muestran loscambios del tejido socio-espacial de lasgrandes ciudades latinoamerícanas lapresión inmobiliaría {la gentrificacióny el desarrollo de condominios cerra-dos en zonas populares) y el aumentode la delincuencia y la violencia urba-na (Sabatini, Caceres et al. 2001; Du-reau 2004). Observando estos procesos,él término de "microsegregación" esusado para descríbir la coexistencia degrupos socialmente polarízados en es-

pacios de pequeña superficie con índi-ces de segregación más elevados.

3) Finalmente, otros autores haninsistido en el hecho de que sólo sepuede hablar de segregación cuandoésta es sentida y vivida por los gruposque la sufren o que la fomentan (eneste sentido también se habla de auto-segregación). Grafhieyer {op. cií.) hacehincapié en la necesidad de confrontarlas prácticas y los usos de la ciudad conconstrucciones más subjetivas, vividas,con las representaciones que tienen lospropios habitantes de las distancias yproximidades sociales, de los ajustesy evitaciones. Esta pista sirve en la me-dida que vuelve a colocar al habitanteen el centro no sólo como residente sinotambién como citadino, que toma posi-ciones en función de su experienciaurbana.

Eü el caso p_articular de la ZMCM,González (2011) —quien forma partedel equipo que redacta el presente tra-bajo— comprobó que la ciudad deMéxico es una metrópoli segregada, enlos distintos sentidos en que el concep-to ha sido presentado en los párrafosanteríores. Sobre el fondo de esa inves-tigación (que no reproduciremos aquípor cuestiones de espacio) explicitare-mos algunos aspectos teórícos y meto-dológicos para entender cómo losadultos mayores llevan su vida en unametrópoli donde la edad es un factorimportante de segregación en al me-nos dos sentidos: la existencia de unaalta concentración de ancianos en zo-nas centrales (Capron y González,2010) y, como veremos más adelante,las importantes diferencias entre laspolíticas públicas y los servicios que

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ofrecen a sus adultos mayores las dosentidades que comprenden la ZMCM.

LOS ESPACIOS Y TÉCNICAS DEOBSERVACIÓN

Este artículo forma parte de un proyectomás amplio, intitulado "Memoria, Re-presentaciones Sociales y Prácticas Ur-banas de los Adultos Mayores en laCiudad de México"^ en el cual estamosrealizando cien entrevistas a profundi-dad con adultos mayores de 60 años"* yresidentes en diez colonias de la ZMCM.Las colonias fueron seleccionadas enfvmción de tres criterios: su alto grado dedensidad de adultos mayores (segúniNEGí); su ubicación en relación a las eta-pas de crecimiento de la zona metropoli-tana desde el centro hacia la periferia(Negrete et al, 1993), y por sus nivelesde marginación, entendidos según el ín-dice de Consejo Nacional de Población(Conapo) y datos del INEGI (2000).

En este artículo analizamos sólo las46 entrevistas que habíamos realizadocuando iniciamos su redacción.^ Estas

^ Proyecto de investigación financiado porConsejo Nacional de Ciencia y Tecnología (CB-2006-2011), en el que participan los autores deeste artículo.

•* Consideramos adulto mayor a la personacon 60 años o más, distinguiéndonos de otrasfuentes que consideran 65 sinos (Conapo) o 70(algunos prograimas de gobierno). Esta elecciónfue impulsada tanto por el deseo de comprenderleis etapas de transición bacia la vejez como porla conciencia de que la vejez es una construcciónSOCÍEQ y que cada grupo socio-cultural la alcanzaa diferentes edades biológicas.

^ Las entrevistas fueron realizadas en losbogares de los ancianos, su duración promediofue de 2 boras y fueron grabadas y transcritasintegralmente. El guión de entrevista aborda

cubrían cinco colonias, tres ubicadasen el Distrito Federal (D.F.) y dos en elEstado de México (E.M.). Además delos tres criterios descritos arriba, estascolonias se distinguen entre sí por suedad y por el proceso de urbanizacióncon que fueron erigidas (planificación,autoconstrucción, pueblo tradicionalen proceso de metropolización).

a) La colonia Michoacana es unconjunto habitacional de arquitecturamoderna construido en los años trein-ta. Está ubicada en el nororiente deCentro Histórico, en la delegación Ve-nustiano Carranza y abriga actual-mente a una clase media baja, b)Tepito, barrio antiguo y popular extre-madamente denso, se ubica al nortedel Centro Histórico de la ciudad deMéxico. Entre muchos mitos y realida-des, el barrio es conocido por una iden-tidad arraigada y rebelde, por sucomercio y por sus vecindades densa-mente habitadas y estructuralmentedeterioradas, c) Los Reyes es un anti-guo pueblo prehispánico y popular, quese ubica en la delegación Coyoacán, alsur del D.F. Fue integrado a la tramaurbana de la gran metrópoli en losaños cincuenta, y el perfil de su pobla-ción actualmente se está transforman-do por la construcción de nuevoscondominios cerrados tendientes a alo-jar hogares de clase media alta, cüj Ciu-dad Satélite, nuestra primera zona deestudio del E.M. Es un fi-accionamientopara la clase media alta, planificado en

las experiencias, prácticas y representacionesde la ciudad de México durante de las diferentesetapas de la vida de las personéis entrevistadas,desde la infancia basta el momento del estudio.

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1950 bajo un modelo de suburbio esta-dounidense en el municipio de Naucal-pan. En sus orígenes estaba muyaislado de la ciudad, pero actualmenteya ha sido absorbido por ella. Sin em-bargo, su dependencia al automóvilindividual se mantiene vigente, e) LaCañada es un ft-accionamiento de in-vasión ubicado en el municipio de Ixta-paluca, en el E.M., al este de la zonametropolitana. Fue levantado a prín-cipios de los años noventa tras la in-vasión, lotificación y venta de susterrenos por una lideresa que aún tienegran injerencia en la zona. En situa-ción todavía irregular, es la colonia máspobre de nuestra muestra, con vivien-das precarias, sin servicios básicos ycon elevados índices de marginaciónsocio-económica (Conapo e INEGI, 2000).

La edad media de los entrevistadosera de 74 años; contamos con 21 hom-bres y 25 mujeres, 30 de ellos presen-taban un buen estado de salud; 28tenían seguro social; 21 no tenían estu-dios o habían acabado la prímaría, 16terminaron la secundaria o hicieroncarreras técnicas y ocho asistieron a launiversidad.

La mayoría de los ancianos entre-vistados no son completamente inde-pendientes económicamente: susjubilaciones y ahorros, cuando tienen,son bajos y tienden a degradarse con eltiempo. La mayor parte de ellos (38 so-bre 46) vive en hogares extensos, quefuncionan bajo una lógica de entreasoi-da familiar, tanto económica comopráctica y afectiva. Los que tienen ni-veles de escolaridad más altos disfixi-tan de mejores condiciones de vidadurante su vejez (Montes de Oca,

2001): una mejor pensión, un buen se-guro social, un ahorro correcto, unacasa en propiedad. Además, el buennivel de vida ligado a los empleos bienremunerados les ha permitido escola-rízar a sus hijos, quienes a su vez pue-den apoyarlos económicamente.

Con base en este materíal, en las si-guientes páginas analizaremos las ex-períencias y prácticas en la ciudad deestos adultos mayores. Cruzaremos cua-tro actividades básicas para la vida delos viejos en la ciudad con las diversasdimensiones de la segregación socio-es-pacial que explicamos previamente: di-ferencia, jerarquía y fractura.

LAS PRÁCTICAS DE LOS ADULTOSMAYORES EN LA CIUDAD Y LASDIMENSIONES DE LA SEGREGACIÓN

¿Qué significa para un anciano viviren el contexto de una gran metrópolisegregada, donde las desigualdadessociales se traducen en diferentes gra-dos de acceso a recursos urbanos?¿Cuál es el peso del diseño e instru-mentación de las políticas públicasavocadas a la tercera edad? ¿Cómo in-fiuye su estado de salud, su situacióneconómica, sus redes sociales y fami-liares? ¿Qué peso tiene la localizaciónde su residencia y de la accesibilidadde los equipamientos?

Acceder a las políticas sociales en unametrópoli bipolar: entre el D.F.yel E.M.

Las políticas urbanas y sociales debe-rían estar destinadas a mitigar las di-ferencias e injusticias socio-espaciales.Sin embargo, como se aplican en forma

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desigual en diferentes estados e inclu-so municipios del país, terminan porconstituir un factor importante de se-gregación espacial, expresada ésta ensus dimensiones de jerarqxiía y fractu-ra. Esto vale para todos los sectoressociales, pero a nosotros nos toca averi-guar ¿cómo los adultos mayores viventales desigualdades en la ZMCM? Antesde responder a la pregxmta, describire-mos brevemente los programas desti-nados a estas personas.

A nivel federal, en México existenesencialmente dos instituciones queadministran las políticas públicas des-tinadas a los ancianos: el Instituto Na-cional para el Adxilto Mayor (Inapam),por xm lado, se encarga de una serie deprogramas de ayuda en el pago de ser-vicios, actividades recreativas y cul-turales, atención médica general,descuentos en transporte y despensas.Opera mediante los centros de Desa-rrollo Integral de la Famiha (DIF) loca-lizados en todos los municipios delpaís. Por otro lado, la Secretaría deDesarrollo Social (Sedesol) inauguródesde 2007 el programa 70 y más, con-sistente en xm apoyo de $1000 bimes-trales y orientación en materia desalud.

A nivel estatal, el GDF es el único queha implementado xm programa de Apo-yo Alimentario, Servicios Médicos yMedicamentos Gratuitos para los Adxü-tos Mayores. De este modo, desde 2001

los capitalinos mayores de 70 años tie-nen derecho a un subsidio directo demedio salario mínimo vigente en el D.F.(822 pesos mensuales),' así como a faci-lidades en servicios médicos básicos delgobiemo local y descuentos en serviciosde agua, electricidad y predial.

Con esto observamos que en laZMCM se ejerce una política pública te-rritorialmente desigual: los adultosmayores del D.F. se han beneficiado demejores apoyos durante más tiempoque los ancianos residentes en la otramitad de la metrópoli. Pero estas dife-rencias no sólo se reflejan en la canti-dad de beneficios y el monto de losapoyos, sino en el hedió de que en el D.F.éstos se han convertido en xm derecholegal, mientras en los demás estados70 y más es un programa reciente su-jeto a partidas presupuéstales y vo-luntarismos políticos: no todos losmunicipios aplican las políticas delInapam-DIF, y tanto los montos comolos momentos en que se ejercen son dis-crecionales. Por ejemplo, en enero de2009 los diputados del E.M. acordaronaplicar 50 por ciento de descuento en elpago de agua y predial para gruposvulnerables (entre ellos adxiltos mayo-res); pero únicamente para los mesesde enero, febrero y marzo de este año,meses que antecedían a las eleccionesde 2009. En cambio, el GDF mantieneeste mismo beneficio desde 2008, aun-

* Evaluación Externa del Programa deAtención a Adultos Mayores de 70 años y másen Zonas Rurales, 2007, www.sedesol.gob.mx.Sólo aplica para adultes mayores consideradospor la SEDESOL en situación de alta marginación.

' Para dar una idea de lo que se puede com-prar con ese subsidio, considérese que en 2010un litro de leche costaba alrededor de 15 pesos,un kilo de huevo 22, y el kilo de pollo 70 pesos.

^ www.estadodeMéxico.com.mx/portal/noti-cias - 28 de enero 2009.

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que con tasas de descuento de única-mente 30 por ciento.

Las diferencias territoriales se ob-servan también en la gratuidad en lostransportes púbhcos, que apüca única-mente en el Sistema de Transporte Co-lectivo Metro (de cuyas 11 líneas sólodos llegan al E.M.) y en la Red de Trans-porte Urbano (autobuses de la Red deTransporte Público y trolebuses) queopera sólo en el D.F. Recientemente, losconcesionarios de microbuses del muni-cipio de Chalco (E.M.) firmaron unacuerdo con las autoridades municipales— independiente al programa Inapam—para descontar 50 por dentó al costo delservicio para adultos mayores de 65años y residentes en la localidad. "

Estos son tan sólo dos ejemplos dela desigualdad en la aplicación de pro-gramas que inciden directamente en elbienestar de los ancianos de la metró-poli. ¿Cómo operan estas desigualda-des en los distintos territorios de laZMCM que fueron objeto del presenteestudio? El caso de La Cañada (E.M.)constituye un ejemplo de las colo-nias con un índice de marginalidadmás alto de la metrópoU (INEGI, 2000),que gozan únicamente de las políticaspúblicas destinadas a poblacionesmarginadas. La representante local,quien dirigió la invasión y vendió los te-rrenos, está en negociaciones con losgobiernos estatal y municipal para queinstalen los servicios básicos (luz,agua, drenaje, pavimentación). Los re-

' Declaraciones del secretario de Finanzasdel GDF, Sol de México, 25 de octubre de 2008.

"• El Universal, miércoles 25 de marzo de2009.

sidentes de La Cañada tienen que ir ala colonia vecina para beneficiarse dealgunos programas gubernamentalesde ajoida, como el abasto de leche pormedio de Liconsa. Ello representa unesfuerzo importante para los adultosmayores que viven solos, pues hay quebajar un largo trecho por calles resba-losas sin pavimento y volver a subir lapendiente cargando los cuatro htros deleche a que tiene derecho. Además, losancianos de la colonia se quejan de queno pueden beneficiarse de los progra-mas sociales porque tienen que reali-zar trámites burocráticos difíciles ytrasladarse al centro del municipio.Los transportistas locales no les hacenválido el descuento en trasporte y losbajan del microbús si lo exigen o ale-gan que no pueden pagar el costo to-tal del pasaje. Quienes están inscritos alprograma 70 y más se quejan de queal recibir este apoyo están exentos delos beneficios de otros programas so-ciales, porque los programas son exclu-yentes entre sí. Las despensas deproductos básicos a las que tienen de-recho mensualmente por parte del DIFno siempre les son otorgadas, bajo elpretexto de que no han llegado o soninsuficientes. Entonces regresan a suscasas con las manos vacías después dehaber hecho el gasto en el transporte yel esfuerzo del desplazamiento. Es im-portante mencionar que la mayoría delos ancianos de La Cañada son analfa-betas, lo cual les impide enterarse de losprogramas a que tienen derecho y les di-ficulta de sobremanera realizar de lostrámites para obtenerlos.

Para los ancianos del D.F. que vivenen colonias de alta o media margi-

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nación (según DSTEGI, 2000), el apoyo delprograma para adultos mayores del GDFrepresenta una parte importante desus ingresos. Por ejemplo, don Félix(Los Reyes) recibe una pensión de$1700 mensuales como derecho a todauna vida de trabajo. Para él sería im-posible mantener los gastos del hogar(compuesto por él y su esposa) si no re-cibieran ambos el apoyo del programa($822 cada uno), y no tuvieran des-cuentos en el pago de servicios urba-nos (predial, electricidad y agua). Porsu parte Juana (Tepito-Morelos), Susa-na y José (Los Reyes) pueden conser-var una cierta autonomía económicagracias a estos apoyos.

Como vimos, la desigual distribudónde los programas sociales orientadoshacia la vejez refuerza la segregaciónsocio-espacial, la cual se refleja en losdistintos recursos sociales, las expe-ríencias y las prácticas de los adultosmayores del D.F. y los de los munici-pios conurbados del E.M.

Atendiendo la salud en un sistemadiscriminante y fragmentado

La dimensión de segregación por dife-rencia en el acceso a servicios y bienescolectivos ofrecidos por la ciudad se ob-serva especialmente bien en los servi-cios de salud. El censo de población delINEGI (2000) muestra que en el D.F. 70por ciento de los ancianos declaró te-ner derecho a algún servicio de saludpública. En el E.M. solamente 54 porciento cuenta con ese beneficio." Ad-

" Con todo, los ancianos de la ZMCM son losmejor atendidos en este aspecto. En estados con

vertimos de este modo que el acceso alos equipamientos hospitalaríos cons-tituye otro factor que marca la diferen-cia entre los ancianos del D.F. y delE.M., pero también —como veremos acontinuación— entre pobres, clasesmedias y clases altas. Frente al com-plejo sistema de hospitales prívados ypequeñas clínicas reservadas a estosúltimos grupos de población, existe unsistema de salud pública fragmentadoy discriminante.

Las príncipales instituciones públi-cas son el Instituto de Servicios y Se-gurídad Social para los Trabajadoresdel Estado (ISSSTE) y el Instituto Mexi-cano del Seguro Social (IMSS). A la prí-mera le corresponde atender a losfuncionaríos públicos, mientras la se-gunda cubre a los trabajadores de lasempresas prívadas. A pesar de sus li-mitaciones, ambas instituciones ase-guran una salud integral de susafiliados, con clínicas de primer con-tacto, así como hospitales de media yalta especialidad. Una parte de la po-blación (cada vez más grande) que noentra en estas categorías tiene accesoa clínicas de la Secretaría de Salud y alSeguro Popular, instituido en 2000.Además, el gobierno federal y el GDFtambién tienen un sistema de clínicasy visitas domiciliarías, aun cuando sedesconoce el número de pacientes.

La población que no tiene acceso alos servicios de salud pública puedepertenecer a los dos extremos de la es-cala social: clases medias altas y altas.

alta marginación como Chiapas, sólo 20 porciento de la población total cuenta con un siste-ma de salud público.

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que tienen seguros privados y asistena complejos hospitalarios privados dealta calidad y costo; y la poblaciónmarginada, que asiste a curanderos,asociaciones caritativas o farmaciasSimilares. Nuestros entrevistados danejemplos de estos extremos.

Nacha (74 años) vive en Ciudad Sa-télite (E.M.) desde 1971. Provenientede un medio holgado, hizo estudios perose mantuvo como ama de casa toda suvida. Moisés (78 años), su marido, eraingeniero de la compaíiía Luz y Fuerzadesde temprana edad hasta su jubi-lación, que inició bastante joven a los55 años. Mientras Nacha se mantienecon buena salud, salvo una osteoporo-sis muy controlada, Moisés tuvo unaccidente cardiovascular que lo hizodependiente de la medicina para elresto de su vida. Ambos se atienden enel hospital Los Ángeles de la coloniaRoma. Como muchas personas de esacolonia, difícilmente irían a los hospi-tales públicos, de los que son derecho-habientes gracias a su pensión. Ellosprefieren pagar caro un servicio priva-do que les parece de mejor calidad, ydonde una sola consulta en un comple-jo de ese tipo puede costar alrededor demil pesos (un mes del salario mínimo),mientras el precio de un seguro médicopor gastos mayores para las personasde la tercera edad puede rebasar 20mil pesos anuales.

En el otro extremo está Rosa, de 84años y que vive en La Cañada (E.M.)desde 1996. Se dedicó al trabajo do-méstico y otros empleos precarios casitoda su vida y nunca accedió a una ju-bilación. El hospital púhhco más cerca-no está en la carretera que lleva al

centro de Ixtapaluca, donde el servicioes tardado (hay que llegar a las 6 ampara solicitar una ficha y esperar has-ta las 2 o 3 de la tarde para obtenerla)y tiene un precio aproximado de 70 pe-sos. La señora Rosa prefiere ir a lasfarmacias de productos similares, en elcentro mismo de Ixtapaluca, donde notiene que esperar demasiado, pagauna consulta general de 20 pesos ycompra medicamentos más baratospero cuya calidad está constantementepuesta en duda. ^ Si Juana, de 78 años,que vive en la colonia Centro del D.F,no tiene una situación económica másconfortable que Rosa, sí tiene dos ven-tajas que le permiten enfrentar mejorla enfermedad: una red familiar que laacompaña y la cuida, y centros de sa-lud del GDF muy cercanos.

Nuestra muestra comprende tam-bién personas que asisten al IMSS O alisssTE. Se trata principalmente deaquellos que viven en los Reyes Co-yoacán o en la colonia Michoacana. Porsu pasado profesional, la mayoría deestos ancianos tenían acceso a algunainstitución de salud pública y hacíanuso de ella, sobre todo para atender en-fermedades mayores y hacer chequeosde rutina. Es el caso del señor Félix, dela colonia Los Reyes Coyoacán, quien

' "Víctor González Torres defiende la cali-dad de medicamentos similares". La Jornada,30/5/2002, en Unea [bttp://www.jomada.unam.mx/2002/05/30/049n2soc.pbp?origen=soc-jus.btml], consultado 24/11/2011. "Farmacias simi-lares son de ricos y pobres". El Siglo de Torreón,24/11/2011, en línea [bttp://www.elsiglodeto-rreon.com.mx/noticia/328893.fannacias-simi-lares-son-de-ricos-y-pobres.btml], consultado24/11/2011.

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tiene derecho a los servicios del IMSS.Para él las distancias y dificultades deacceso no se asemejan en nada a lasque experímenta Rosa en La Cañada:atiende las enfermedades importantesen la Clínica 8 (San Jerónimo), a dondeva en transporte público o lo lleva al-gún hijo; y las consultas generales enla clínica 19 de Coyoacán, a la que pue-de ir en pesero o caminando. Otraspersonas de la colonia Michoacana tie-ne un patrón parecido: pueden asistira médicos prívados en las inmediacio-nes de la colonia sólo cuando se tratade una enfermedad menor. Si no hayotra opción, asisten al Centro de Saludcercano. Pero para problemas de saludmayores asisten sólo a alguno de losdos grandes sistemas hospitalaríos pú-blicos. Un juego de representación pa-rece prímar entre ellos: al haber crecidodurante el llamado "milagro mexicano"formando parte de alguna de las corpo-raciones más importantes del país, es-tas personas se oponen a gastar susingresos en la salud. El Estado es quientiene procurarles el servicio.

A pesar de que los datos estadísti-cos muestran que las condiciones desalud de los adultos mayores en laZMCM no son tan dramáticas como en elresto del país, los datos cualitativosnos permiten dar razón al equipo deLevielle, quien estima que la divisióndel sistema de salud mexicano se tra-dujo, en la práctica, "en un sistema de-sigual y discríminatorío en el acceso yatención de la salud. Para los benefi-ciarios de la seguridad social [...] exis-te entonces una atención integral a lasalud, mientras que para la poblaciónrestante, especialmente aquélla en

condiciones de pobreza y marginación,los servicios difícilmente pueden llegaral prímer nivel de atención" (Levielle,2004:12).

Si esto afecta un poco menos a losadultos mayores que a los otros gruposde población, consideremos otra cara dela inequidad que afectan más direc-tamente a los ancianos: la accesibili-dad física a clínicas y hospitales. Comovimos, la proximidad no es la caracte-rística que príma en ningún grupo so-cioeconómico: Nacha y Clara Elena —deCiudad Satélite— no asistirían a algu-no de los hospitales cercanos a su colo-nia, que son numerosos pero ellasconsideran poco confiables y "para tra-bajadores". Ambas cuentan con el apo-yo* constante de sus hijos, quienestienen auto y las desplazan fácilmente.A Lucrecia, 65 años, de la colonia Mi-choacana, tampoco le gusta ir al Cen-tro de Salud cercano a su colonia.Cuando no la acompaña su esposo quetiene auto, se desplaza en transportepúblico al Centro Médico del IMSS. Fi-nalmente, para los ancianos residentesen La Cañada acceder al hospital pú-blico más cercano implica un esfuerzoimportante, incluso para una personamás joven, transitar por las laderas,las calles sin pavimentar y los deficien-tes servicios de transporte público. Lacreatividad no falta, aunque muestralos grados de precariedad que se puedevivir en estos espacios: la señora Ju-dith ya no puede caminar, por lo que estransportada en una bicicleta converti-da en tríciclo por sus familiares al Cen-tro de Salud de San Buenaventura,ubicado a unos cuantos kilómetros deLa Cañada.

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Los adultos mayores sufren de unservicio de salud fragmentado, jerar-quizado y excluyente, como una buenaparte de los mexicanos. Aunque en laZMCM tienen más posibilidades de acce-der a un seguro de salud pública queen el resto del país, para ellos el proble-ma se agudiza: la capacidad adquisiti-va tiende a disminuir (tanto para laspersonas que obtuvieron una jubila-ción y, con más razón, para aquellosque terminaron su vida activa sin al-canzar este derecho). Los desplaza-mientos a un servicio de salud —quetienen que ser más frecuentes— sevuelven más complicados y los hacendependientes de otros.

No hay misterio: los que tienen me-nos recursos sociales y económicos en-frentan más dificultades. Pero estaobviedad se relativiza por dos cuestio-nes: por un lado, la cercanía a algunode los centros de esta gran metrópolique les da acceso a xm servicio de rela-tiva calidad sin mucho esfuerzo físiconi económico; por otro lado, las políticassociales en el lugar de residencia, seaen el E.M. o en el D.F, que los pone enniveles de accesibilidad muy diferentes.

Abasteciendo la despensa: entreproximidad, equipamiento, movilidad,redes sociales

El tema de la segregación espacial nosólo atañe a la oferta de servicios enuna ciudad, sino también la accesi-bilidad física. Este punto se revela cla-ramente en la práctica del abastocotidiano, donde más allá de las limita-ciones económicas, se juega una com-pleja ecuación entre la proximidad de

los comercios y su eqxúpamiento espe-cial para personas mayores; la capaci-dad de movilidad física de cada ancianoy, muy especialmente, la extensión ycomposición de sus redes sociales — for-madas por amigos, acompañantes, veci-nos y familiares— que constituyen xmaayuda para el uso y apropiación de laciudad y, por lo tanto, en la elevacióndel nivel de vida de los ancianos.

¿Cómo resuelven los adultos mayo-res los problemas de consumo? ¿Quépapel juegan sus redes sociales? ¿Có-mo influyen la edad y el estado de sa-lud en su capacidad de movilidad?¿Qué papel pueden jugar los recursosurbanos al alcance (infraestructura yeqxiipamiento adecuados)?

Para los adultos mayores, los otros(familiares, amigos, vecinos, acompa-ñantes) juegan un papel muy impor-tante para el acceso a los servicios desalud, como lo vimos en el apartadoanterior. Estas redes ganan importan-cia en el abasto cotidiano, actividadque tiende a ser más regular que lasvisitas al médico. Una primera anota-ción es que la edad y el estado de salud,que determinan el nivel de autonomía,juega xm papel central: entre nuestrosentrevistados, las personas mayoresde 75 años tenían una movilidad bas-tante limitada y solían depender desus hijos o/y de sus vecinos para cubrirsus necesidades cotidianas. Así seconstituyen xmas redes de apoyo com-plejas donde algunos jóvenes hacenmandados menores a cambio de unospesos, los hijos a5aidan a realizar com-pras mayores o concretar trámites ad-ministrativos; otros vecinos compranlos medicamentos. Además, el adulto

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mayor se apoya de im complejo comer-cio a domicilio informal como venta depan, tortillas, agua purificada, etc. Máscómodo, pero más caro.

Está el caso de Laura Romero, de lacolonia Michoacana. Con 88 años, espensionada del IMSS. SUS tres hijos, queviven en provincia y ejercen el comer-cio, van casi cada mes a la ciudad deMéxico para comprar mercancía parasu negocio y visitar a su madre porunos días. Pero quien se encarga de sucotidianidad es una inquiUna a quienle renta unos cuartos en el traspatio desu casa desde hace 45 años. Aquí, larelación inquilina-propietaria se con-funde con una relación de parentesco:a cambio de mantener una renta bara-ta, ella hace las compras, le prepara decomer y hasta le limpia la casa. ComoLaura misma lo dice, son como madreehija.

Un caso contrario es el de Rosa (84años. La Cañada), cuya historia na-rramos en apartados anteriores. Suscondiciones de segregación no sólo co-rresponden a la falta de servicios y a lalejanía e incomunicabihdad de la colo-nia, sino también a la carencia de re-des familiares y sociales de apoyo.Rosa es viuda, no tuvo hijos, y compar-te el terreno con su hijastro, quien ejer-ce el oficio de albañil y difícilmentepuede atenderla. El único hermanoque le queda, vive en el otro extremode la zona metropolitana, por lo quehace años que no lo ve. Un par de veci-nas, conscientes de su soledad y firagih-dad, la visitan de vez en cuando parahacerle compañía. En estas escasasrelaciones se agota su sociabilidad.Rosa debe valerse por sí misma para

satisfacer necesidades básicas deabasto cotidiano o bien, sohcitar a5aidapara trámites más complicados. A ellose agrega el hecho de que La Cañadano cuenta con comercios suficientespara el abasto doméstico, hay pocastiendas que ofi"ecen productos perece-deros, en los recorridos de campo noencontramos ninguna farmacia.

Pero al margen de la edad, el estadode salud juega un importante papelsobre su autonomía. Como el caso deJosefina (colonia Michoacana), quien asus 72 años está casi ciega y dependede sus hijos para abastecerse. El mer-cado más cercano está a un kilómetrode distancia, en un terreno liso que an-tes recorría a pie y con gusto. Para irahora tiene que ajustarse a los hora-rios de su hijo, con quien comparte sucasa (50 años, soltero y dentista). Ahícompra semanalmente fi-utas, verdu-ras y otros productos perecederos. Lasotras compras, que antes efectuaba enuna tienda del ISSSTE que estaba en lacolonia, ahora las tiene que hacer ensupermercados; no tan cercanos, peroque lograron debüitar y hacer desapa-recer el comercio de proximidad, comola tienda del ISSSTE a la que antes iba.Son sus hijas quienes la llevan —enautomóvil o en taxi— aprovechando laocasión para desajamar con ella en unVIFs, donde Josefina, por contar con lacredencial del Inapam, obtiene un des-cuento de 5%.

Esta situación de dependencia con-trasta con la de Félix (74 años. Los Re-yes, Coyoacán), quien para controlarlos efectos de la diabetes hace un es-fuerzo por mantenerse activo: todos losdomingos va con su esposa a La Mer-

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ced, donde compra frutas y verduras.Van en metro y regresan en microbúslo más cercano posible, para terminarel trayecto con las bolsas de mandadoen taxi hasta la casa, de forma que noles salga tan caro. Prefieren ir a LaMerced porque consideran que es másbarato que en la colonia, donde tam-bién hay un par de mercados fijos y so-bre ruedas. Otro tipo de productosdomésticos los compran en Aurrerá dela avenida Aztecas, a donde llegan ca-minando en 10 minutos. Pagan con latarjeta del Gobiemo del Distríto Fede-ral que tienen él y su esposa.

Para estos ancianos, que consti-tuyen un grupo de población móvil yautónoma, su ubicación espacial repre-senta un recurso para abastecerse enproximidad. Pero muchas veces la cer-canía sirve poco si no se cuenta conequipamientos e infraestructura ade-cuada para las personas de la terceraedad, como muestra el caso de Lucre-cia (65 años, colonia Michoacana).Cuenta con dos grandes mercados cer-canos, pero los cambios que ha sufrídosu colonia en matería de vialidad pare-cen limitar la movilidad de los viejos:en los años ochenta se construyerontres vías de alta velocidad (ejes viales)que convirtieron a la colonia en un is-lote incomunicado. Lo que más le afec-ta es un eje que está entre la colonia yel mercado príncipal, avenida de cua-tro caniles, sin semáforo y sólo con unpuente peatonal alto e inseguro. Ir almercado, que está a sólo 400 metros desu casa, significa un esfuerzo y un ríes-go para esta señora, que sin embargo,se considera joven y su problema desalud se limita a la artrítis.

El aislamiento por la falta de equi-pamiento e infí-aestructura adecuadapuede tener un impacto similar en per-sonas con mayor poder adquisitivo,como es el caso de Nacha. Su colonia.Ciudad Satélite, fue concebida comoun gran suburbio modelo estadouni-dense con casas unifamiliares, dondeel príncipal medio de desplazamientoes el automóvil. Cuenta con un sistemade circulación diseñado para evitar se-máforos (sistema Herrey) y se accede aél mediante vías rápidas, a menudocongestionadas por la gran cantidadde autos que circulan en la zona. Consus 74 años. Nacha está sana, peronunca ha conducido un automóvil, loque significa un problema en esa colo-nia-gueto, si no lejana, sí aislada de losgrandes comercios de la zona. Antes desu accidente cardiovascular, era sumarído quien la llevaba a todos lados.Ahora sus dos hijos solteros, quienesaún viven con ellos, la acompañan alsupermercado una vez por semana.

Las dificultades que enfrentan losadultos mayores para resolver suabasto cotidiano son producto de unafórmula compleja, en la cual edad y si-tuación de salud juegan como príme-ros factores para determinar susniveles de autonomía. Más edad y/omenos salud conducen a una mayordependencia de familiares y redes so-ciales. Cierto, las capacidades financie-ras pueden ajoidar un poco, pero pesamás la a5aida de los otros para mejorarsus niveles de vida. Si el grado de cen-tralidad de sus colonias y los comerciosque existen en su entorno puedenconstituir recursos urbanos para dis-minuir su grado de aislamiento y

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dependencia, muchas veces no hastan,pues el diseño de los servicios de trans-porte o el equipamiento urbano paraacceder a los centros de abasto olvidanfrecuentemente a personas con movili-dad reducida, especialmente a losadultos mayores.

Confinarse en el barrio ¿desventaja orecurso social?

Hemos visto que el aislamiento o laconcentración de un grupo social en elespacio constituye una de las dimen-siones de la segregación socio-espacial:la de la diferencia. Esto afecta particu-larmente a los adultos mayores, puescon el paso de los años, el barrio de re-sidencia deviene su medio de sociahza-ción más importante (Molina, 2004;Membrado, 2010). Si bien nuestros da-tos confirman la idea, parece necesariopreguntarse: ¿Existen diferencias?¿Cuáles son los factores que las hacenaparecer? ¿Qué matices se revelan alanalizar las historias entreveradas en-tre individuo y barrio? ¿Cuál es el im-pacto que generan los cambiosrecientes en los procesos urbanos de lagran metrópoli? A esos cuestionamien-tos se avocará este último apartado.

Si bien es cierto que con la edad losindividuos presentan menos movili-dad, el hecho de contar con recursoseconómicos, salud y vitahdad se tradu-ce en una relativa autonomía y movili-dad fuera de la colonia. Es el caso deErnesto, residente de Ciudad Satélitey que a sus 71 años continúa trabajan-do como agente inmobiliario, manejasu propio auto, hace deporte en un clubprivado donde tiene varios amigos e

incluso, cuando el tráfico se lo permite,va a algún bar de la ciudad de Méxicoa tomar una copa con ellos. Otras per-sonas, con menos recursos pero igualvitalidad, se desplazan hacia los cen-tros de apoyo para los adultos mayoresimpulsados por los gobiernos locales yfederal, así como por algunas institu-ciones de salud pública (IMSS e ISSSTE).En estos espacios se realizan activida-des de esparcimiento, deporte, educa-ción; así como talleres de orientaciónpara la salud y los derechos sociales yjurídicos de los ancianos. El hecho mis-mo de implementar estos programasrepresenta un avance en sociedadesoccidentales donde la vejez es poco va-lorada. Algunos de nuestros entrevis-tados se sentían orgullosos por haberconcluido los estudios de primaria ysecundaria en las instalaciones del DIF,por ejemplo. Otros organizan sus díasen función de las diversas actividadesque ofrecen estos centros. Sin embar-go, hay que reconocer que estos espa-cios no siempre son accesibles nitienen un funcionamiento óptimo. Enmuchas colonias de la metrópoh, ni si-quiera existen o están muy alejados.

Así, con menos vitalidad, salud y/odinero, pero también con menos accesi-bilidad a infi-aestructura para activida-des sociales, es cierto que los ancianosvan confinando su vida a su zona de re-sidencia. Sin embargo, muchos vivenesto más como un recurso que comouna desventaja. Además, estas expe-riencias pueden ser muy distintas se-gún las características de estas zonas yel tiempo de residencia en ellas.

En Los Reyes Coyoacán la iglesiaes el nodo que tradicionalmente agru-

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pa a los residentes; especialmente a losadultos niayares, quienes participanen muchas de sus actividades. Félix(74 años), cómo voluntarío laico, orga-niza eventos, hace trabajos de herreríao albaíiilería, ayuda a conseguir mate-ríal para las fiestas, etc. Eso le otorgaun papel importante en la comunidad,donde es reconocido y apreciado. Ade-más, organiza eventos altruistas, comoir cada año a regalar ropa usada a ElOro, un pueblo ubicado en el E.M. cuyapoblación, en reconocimiento, les rega-la musgo y materíal para el nacimien-to de la iglesia. La vida social deSusana (88 años) también está muyenfocada en la iglesia de Los Reyes,pues se reúne prácticamente todas lastardes con el grupo de adultos mayorespara leer la Bibha. Éste se ha converti-do en un grupo de amigos-vecinos muyunido: festejan los cumpleaños de losmiembros y se visitan en sus casas,además de verse en la iglesia. En eltradicional barrio de Tepito, las igle-sias tienen la misma centralidad, y losancianos el mismo reconocimiento eintegración; pero no es el caso de Jua-na, quien llegó a los 60 años al barriogracias a la promoción de vivienda so-cial de después del sismo de 1985, peronunca pudo hacer amistades sólidas.Así, con sus 78 años, ha confinado suvida a sus hijos y a su casa.

La concentración espacial de laspersonas de edad contríbuye al mante-nimiento de redes sociales entre pares,y vivir durante la mayor parte de suvida en el lugar densifica y consolidalas redes. Lo mismo se observa cuandolos ancianos comparten la experíenciade haber sido pioneros en su colonia.

como en el caso de la Michoacana yCiudad Satélite. Sin embargo, el hechode que estas colonias sean resultado deun proyecto urbanístico planeado paraclases medias, confiere a la sociabili-dad de los ancianos un matiz diferente,más centrado en actividades cívicas ylúdicas, que religiosas (aunque éstasno pierden su importancia). La sociabi-lidad creada en los prímeros treintaaños de la colonia Michoacana eramuy intensa. La calle, los parques y losllanos aparecen en los relatos de modovivido. Se formaban grupos por gene-ración e intereses, había fiestas y quer-meses, tertulias literarias, partidos defútbol, etc. De ahí se formaron muchasparejas que aún constituyen familia ycuyos hijos también residen en la colo-nia y sus alrededores. Aunque men-guada, la convivencia formada en losaños iniciales de la colonia persistecomo un recurso para los adultos ma-yores. Algunas ancianas aprovechan latodavía fuerte red social que se han te-jido en la colonia para a5aidarse entresí y para acompañarse en actividadesreligiosas o talleres de artesanías. Al-gunos conforman planillas políticaspara elecciones vecinales o incluso de-legacionales. Una situación similar sepercibe en Ciudad Satéhte, donde loscolonos tejieron fuertes lazos socialesen su condición de pioneros. La lejaníadel fraccionamiento con respecto alcentro del D.F., la búsqueda de ciertosservicios y la protección del terrítoríogeneraron una solidaridad vecinal queaún se respira, aunque levemente.

Como en estas colonias de clase me-dia, la creación de fraccionamientos deautoconstrucción confiere a sus pione-

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ros un profundo sentimiento de solida-ridad que se teje en la búsqueda eincluso instalación codo a codo de ser-vicios básicos como agua, drenaje, elec-tricidad y pavimentación. No dudamosque este siga siendo el caso en coloniastan recientes como La Cañada, queapenas tiene 15 años de erigida. Peroal parecer los ancianos quedan fuerade este juego social: primero, porque enla mayor parte de los casos no son ellosquienes están levantando la colonia,sino sus hijos o parientes. Así, entreestos últimos se tejen las solidarida-des, y las necesidades específicas de latercera edad parecen postergadas;además, y consecuencia de lo anterior,no existen espacios de socializaciónpara los ancianos. El templo, por ejem-plo (una pequeña construcción concampanarios y atrio), fue el primer lu-gar comunitario que lois residentesconstruyeron con sus propios materia-les y mano de obra. Sin embargo, no espresidido por ningún sacerdote y tam-poco constituye un lugar donde puedanorganizarse actividades no-religiosaspara la comxinidad. Finalmente, los an-cianos quedan fuera del juego porquellegaron cuando tenían alrededor de60 años, con una vida hecha y con másdificultad para tejer nuevas redes so-ciales.

Mediante la excepción, el caso deLa Cañada permite confirmar nuestraidea de que los años de residencia enxm lugar comxm facilita el tejido de re-des sociales y la creación de espaciosde socialización propios para los adul-tos mayores; dos factores que contribu-yen a la integración y a la elevación delnivel de vida de los viejos. Nuestros da-

tos nos permiten también ponemos enalerta sobre la fragilidad de esta ven-taja relativa ante los actuales procesosmetropolitanos.

La Michoacana, los Reyes y Tepito,cada una a su manera, están experi-mentando un proceso de renovacióninmobiliaria y de población. Este pro-ceso ocxirre con el natxiral deceso de losancianos y la especulación inmobilia-ria —no tan natural, claro—. Asisti-mos así al aumento del precio de lasrentas o del suelo xxrbano, la expulsiónde viejos habitantes y la construcción denuevas viviendas dirigidas a otros gru-pos de población, más jóvenes, fre-cuentemente más acaudalados y conestilos de vida muy diferentes. Eviden-temente, la cohabitación entre genera-ciones y la heterogeneidad puedenenriquecer la vida social. Pero en loscasos analizados esto no sucede nece-sariamente. Los nuevos residentes—encerrados en sus condominios o enresidencias fortificadas; con un ritmode vida donde prima el automóvil y laresidencia es im lugar-dormitorio— noparticipan en la vida local, no compar-ten las costxunbres, los modos de vida ylös valores de los viejos habitantes. Eltejido social se distiende y las soüdari-dades tienden a desaparecer.

CONCLUSIONES

Diferencia, jerarquía y fractura sontres dimensiones de la segregación so-cio-espacial que los adultos mayoresexperimentan en nuestras zonas de es-tudio. En cuestión de políticas socialesy de salud, la dimensión de la diferen-cia a gran escala aparece claramente

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entre el D.F. y los municipios conurba-dos del E.M. El primero ofi"ece políticaspúblicas más ventajosas, facilitando alos ancianos el uso del transporte públi-co, el acceso a mayores ingresos econó-micos y mejor calidad en los servicios desalud. De este modo se refieja un pro-ceso histórico de aplicación de políticaspúblicas desiguales entre entidades,que se traduce en una injusticia socio-espacial básica, que podría definirsellanamente como el acceso desigual alos recursos que ofi-ece la ciudad (Mus-set, 2009).

Como resultado de este proceso,para los ancianos del D.F, su lugar deresidencia aparece como recurso espa-cial muy importante y matiza la enor-me diferenciación socio-económica quecaracteriza al país. En efecto, las poh'ti-cas púbHcas de esta entidad —aunquetodavía están en ciernes— contribu-yen a mejorar la situación de adultosmayores de sectores de nivel tanto me-dio como medio-bajo y bajo. Por otraparte, la gran inconsistencia de estaspoh'ticas en los municipios conurbadosdel E.M. produce que la vivencia de lasegregación se encuentre altamentediferenciada de acuerdo con el nivelsocioeconómico, como lo muestran loscasos de La Cañada y de Ciudad Saté-lite. Aquí vemos claramente, siguiendoa Brun (1994), cómo la política públicatiene un papel amplificador o atenua-dor sobre los efectos de las diferenciassocio-espaciales.

En un cambio de enfoque, la dimen-sión yerárguica de la segregación noshace ver que no sólo se trata de tenerlos recursos económicos, ni los equipa-mientos urbanos a la mano, sino de te-

ner acceso a ellos, lo cual depende devarios factores. En un primer término,el estado de salud del adulto mayor de-termina sus condiciones de movilidad yautonomía para hacer uso de los servi-cios que ofirece la ciudad. Por otro lado,la infi-aestructura urbana no siemprefavorece el desplazamiento de los gru-pos con movilidad reducida: las ban-quetas suelen estar en mal estado paracaminar o desplazarse sobre ruedas, lamayoría sin rampas en las esquinas;las estaciones de metro no tienen ele-vador o no siempre tienen escaleraseléctricas; el transporte público de otrotipo, como microbuses, autobuses y tro-lebuses, no tiene condiciones ade-cuadas para ascenso y descenso depasajeros con discapacidad o movili-dad reducida.

En estas condiciones, la existenciade redes sociales se hace indispensablepara que los adultos mayores tenganacceso a los servicios urbanos de todaíndole. Es sobre todo la familia quiencumple una función muy importantepara acompañar a los ancianos a loscentros de salud, de consumo y de re-creación. Así, si bien la infi-aestructuraurbana que permita la movilidad deestas poblaciones forma parte de lasobligaciones de los gobiernos, aquí re-salta el papel de la red social y fami-liar como atenuadora de las barreras ala accesibilidad. Pero, como vimos, ladensidad y calidad de las redes socia-les también son recursos mal distri-buidos entre la población adulta, loque deja a muchos en estado de mayorindefensión.

La fractura es otra dimensión de lasegregación socio-espacial estrecha-

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mente relacionada con la fragmen-tación social de la ciudad y con laformación histórica de enclaves urba-nos. Nuestros casos de estudio nosconducen a preguntarnos sobre la po-sibilidad de un efecto positivo en estetipo de segregación socio-espacial, enla medida en que puede contribuir areforzar la sociabilidad a nivel del ba-rrío. A.qm', la segregación deviene másbien sinónimo de congregación —con-sentida, más o menos voluntaría— quese aleja de la noción de injustida espa-cial. Por ejemplo, la alta proporción deadultos mayores en el pueblo de LosReyes, su condición de enclave, aunan-do con la permanencia de las fiestasreligiosas, son los elementos que man-tienen la fuerte identidad social delpueblo y un alto grado de integraciónde los adultos mayores. Algo similarpasa en el barrío de Tepito y las colo-nias Michoacana y Ciudad Satélite,donde todavía se respira cierta uniónvecinal de los prímeros colonos.

Sin embargo, este tipo de conviven-cia social al interíor de los barríos seestá viendo vulnerada por diversas ra-zones: la más importante es la presióninmobiliaría, cuya dinámica económi-ca rompe con la homogeneidad socialde las colonias; otra es el envejecimien-to y muerte de los primeros colonosque contríbuyeron a formar una soli-darídad durante los prímeros años delas colonias, convivencia que no esmantenida por las generaciones suce-sivas ni por los nuevos vecinos.

Evidentemente, no estamos ha-blando de una total distensión de loslazos sociales, de un proceso de anomia

absoluta; sino de una transformaciónen los procesos de socialización de losdiferentes tipos de barríos y coloniasde nuestras ciudades que repercutiránen las formas de inserción social de losancianos y en su capacidad de vivir ydisfhítar la ciudad. Si la dirección queestán tomando tales transformacionesapunta hacia nuevos procesos de se-gregadón y fragmentación que revelannuevos modos de injustica social y es-pacial, es indispensable entonces reco-mendar el impulso de grupos de apoyopara ancianos, tanto privados comoinstitucionales, del mantenimiento delos vínculos vecinales y de las tradicio-nales locales que contribuyen a gene-rar una solidarídad local.

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